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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Los cuidados de mi Padre

 

Oí un portazo y supe que ese era el fin, había ganado la nueva perra del cabrón de mi novio. Refugié mi cara entre mis manos para llorar desconsolada, ahora me preguntaba que iba a ser de mí…sola sin un hombre que me cuidase. Hacía dos años que no sabía nada de mi padre, mi única familia, aposté por Sebas y la jugada salió completamente mal, la gente no cambia y yo pensaba que le haría ser otra persona, pero me equivoqué creyendo convertir a un canalla de la noche por darle todo, deseando tener un hombre amante y protector como lo era mi padre.





Nos conocimos el mismo año que terminé bachiller. Deseaba ser mayor, y cuando me colé en aquella fiesta le vi, me miró y nada más verle supe que era mi hombre…maduro, fortachón y atractivo y pese a sus treinta y tanto ya pintaba canas…, supe que era él… y esa misma noche descubrí cuanto me gusta ser dominada por un macho. Con el doble de mi edad, no apreciaba merma en su potencia viril, todo lo contrario. Me enamoré y creía que él también lo estaba de mí. Habíamos vivido juntos durante dos años…nos divertíamos mucho, salíamos a bailar y a quemar la noche interminable…, nunca me disgustaba que tontease con otras mujeres, porque los hombres son así, promiscuos por naturaleza y las mujeres deberíamos de ser más conscientes que no podemos violar lo natural implícito en nuestros genes, y esto lo digo también por nosotras las hembras… feministas o no todas deseamos ser protegidas por ellos.

Yo este detalle no lo sabía hasta que me quedé preñada, me encanta follar y que el macho me llene dándome bien duro, sentir su fortaleza dentro de mi coño y sobre todo percibir como se derrama toda su leche en mis entrañas, me hace más mujer saber que eyacula por mí, que está excitado por mí. Si bien, me encantaba sentirme hembra, a Sebas le ocurría lo mismo sintiéndose muy macho, follándose a más de una estando conmigo… no mi importaba hasta que me preñó y necesitas estás protegida por tu hombre… sin embargo antes que le diese la notica, se acabó su “amor” hacia mí. Mi malestar y quedarme en casa, mermó su interés…  ¡¡No tardó en encontrar a otra incauta hambrienta de verga!! 

Dos años más tarde de haberme largado de la casa paternal, me puse en contacto con mi padre y le pedí volver, justo al cumplir el aniversario de perder a mi madre. Papá quedó viudo pero nunca buscó a otra mujer, su trabajo, sus aficiones y sus amigos cubrían con creces la soledad, aunque creo que alguna cana al aire echaría. Es un hombre de 45 años muy puesto al día de hoy…culto y moderno controlando las nuevas tecnologías, con una mentalidad joven que sorprende a personas de menos edad, que comparada a él parecen chapadas a la antigua. Trabaja en un gran almacén distribuidor de maderas de alta calidad, es el encargado general, y no ha llegado a serlo por ser un torpe. Tras mi llamada, no tardó en presentarse en el apartamento con una furgoneta de reparto del trabajo y un subordinado suyo, recogimos mis cosas y abandoné aquella vida disoluta que me atrapó como una perra en celo, con un canalla que nunca me respetó ni me amó.

Este prohombre me acogió con agrado desde un principio, ni un reproche, sin embargo en su mirada se notaba que se encontraba muy solo desde que murió mi madre de cáncer de mama. En post de mi bien, sabiendo que estaba preñada, insistió que el tipo se hiciera cargo del bebé. Yo me negué y lo amenacé con tirarme a la calle si no me aceptaba en su casa… comprendió que todo se había acabado con ese malnacido. La discusión duró bien poco… “lo importante eres tú y el bebé”, me dijo acabando la conversación.

Sin trabajo estable, en un supermercado en esos momentos, no me daba para mantener a mi hija con cierta dignidad, necesitaba ayuda. Al fin accedió ante mi pétrea convicción de tener sola a mi bebé, aunque no me ayudara. Papá se mostró ilusionado con mi próxima maternidad. Siempre había sido muy cariñoso conmigo aunque, de natural serio, no era demasiado expresivo ni gustaba de abrazar o besar a la gente, incluso de la familia, sin embargo a mí me tenía en un pedestal desde niña. El disgusto fue mayúsculo cuando me largué con un hombre tan mayor, con el tiempo lo asumió y ahora no hubo ningún reproche, tal vez porque mi preñez lo había enternecido en grado sumo, pese a que otros hombres se ven viejos siendo abuelos, él no obstante se sentía dichoso de serlo, comportándose más como el padre de la criatura que abuelo. 

Solo necesitaba un hombre como él, protector que cuidase de mí y de mi futura criatura, y papá estaba dispuesto a hacer frente a todo ello, estaba dispuesto a enmendar el pasado y retomar una relación filial que nunca debió romperse…. Creo que cabe citar en estos momentos el porqué de la tensión entre mi padre y yo, el motivo que me llevó a enamorarme de un hombre mayor, marchame de casa y dejarme preñar por un canalla… en todo esto, gran parte de la culpa era mía por pasional y otra la tenía papá, por no haber sabido retenerme a su lado, cuando me entregué explícitamente en sus brazos cuatro años atrás…

 

******************************

 

Aquella tarde de verano, no iba a ser como tantas otras en que oía a mis padres fornicar como conejos, me animé a espiarles. Acabé de ver un rato la tele, pasaba por delante de la habitación de ellos de vuelta a mi habitación, después de coger un helado en la nevera. Sentí los gemidos de mi padre, abrí un poquito la puerta y vi cómo mamá se metía la verga de su esposo en la boca, la meneaba con una mano a la par que se la lamía entera desde los huevos a la punta, recreándose con fuertes chupones en el glande, en tanto la otra mano apretaba los huevazos de ese semental… Lamí el helado que salía del cucurucho cómo si fuera la cabeza de esa verga y mi coño se empezó a mojar. Hacía tiempo que me encontraba muy salida, y no tenía ni idea como solucionar mis ganas brotadas del coño hacia todo mi cuerpo. De igual manera que mi madre chupaba el glande, yo chupé el helado. Me empecé a poner mala, mi coño palpitaba casi al ritmo del corazón, notaba que se me salía del pecho. La vista había acomodado a la poca luz, viendo con nitidez el acto más morboso que nunca imaginé entre mis padres… mamá continuaba con una mamada pasional…completamente entregada a su macho, hasta que al ir a correrse mi padre, oí como ella le decía…

    –   ¡¡Dame tu leche, cabrón!! Me encanta tu lefa...

Observé cómo de la verga de mi padre salían borbotones de leche que mi madre lamía y que se iba tragando succionando la lefa antes de derramase por el tronco, intentaba tomarla directamente del glande o de los regueros de lava que deslizaban por el enorme tallo venéreo de papá, antes de calar su pelotas, mientras decía…

   –   ¡Qué rica! Que rica está, cariño. ¡Me encanta la lefa que saco de tus gordos huevos! Produces tanta que es una delicia.

Mi corazón se aceleró tanto que me asusté y me fui para mi habitación muy alterada. Al día siguiente, en la academia, le conté a mi amiga Elisa lo que había visto…

     Te hiciste una paja al estar a solas. ¿A qué sí?

     ¿Una qué?

     Una manuela, tonta…

     ¡¿No sé qué es una manuela, Elisa?!

     ¿Si te tocaste el coño para correrte?

     ¿Correr… a dónde?

     ¡¿Nunca te has masturbado…?!

    No. No sé ni siquiera como se hace una masturbación…

    Pues como se lo que le hizo tu madre a tu padre… se la meneó, se la chupó y le sacó la leche de la polla… No solo los tíos se hacen pajas, nosotras también nos la hacemos…

     Pero yo no tengo verga, así que no puedo masturbarme…ni huevos que producen la leche que les sale.

Elisa, que era una chica morena entrada en carnes que sabía utilizar su cuerpo para dar sexo a quien se lo pidiera, no se podía creer lo que estaba oyendo. Tenía bastante experiencia, pero que fuera facilona no le repostaba buena fama ni buenos rollos.

     ¡¿De verdad que eres tan ingenua?!

     No sé a qué te refieres.

La profesora de la clase dio un receso de media hora, así que Elisa aprovecharía para enseñarme cuatro cositas.

     Vamos a los aseos…

     No tengo ganas…

Me cerró la boca con un beso con lengua, y después le dijo…

   Yo te las hago… Anda vente conmigo que te van a dar ganas de mearte en mi cara…

Elisa se levantó y se dirigió a los aseos. Yo, colorada por el beso, la seguí cómo si fuera una perrita. Al llegar, Elisa, me arrinconó contra la pared, me magreó las tetas, me comió la boca, me subió la camiseta, las copas del sujetador y me lamió los pezones de mis tetas pequeñas con areolas oscuras. Con el contacto de la lengua se me pusieron los pezones de punta, después me las magreó y me las mamó con la misma devoción que mi madre le comía la polla a su marido, y una mano fue directa a mi coño sobre los pantalones.

Comencé a sentir lo mismo que sintiera cuando vi a mi madre mamar la verga de papá, o sea, me latió el coño casi al ritmo del corazón y mis bragas se encharcaron. Elisa me bajó las bragas junto con las mallas de un solo tirón. Tenía el coño aterciopelado, con un vello muy pobre y fino solo por encima del pubis. Me lo abrió con dos dedos y vio que lo tenía empapado y que aún no había sido penetrado… me sorprendió que adivinara mi virginidad, pero para Elisa no era un misterio al poder observar claramente el himen de mi coñito. Me metió la punta de la lengua dentro, me lamió el clítoris unas cuantas veces. Sentí el cosquilleo en los pies, como me subía y finalmente exploté. Temblando tuve mi primer orgasmo, mi primera corrida. Al acabar, Elisa se levantó y me  besó…

   Ya sabes lo que es correrse, ahora hazme correr tú a mí.

Un poco asustada, aun tirando del aliento…

   ¿Quieres que te coma el coño?

   Eso otro día que hoy no creo que te guste, ahora solo vas a hacerme una paja – Me cogió la mano y la metió dentro de sus bragas. – Mete dos dedos dentro de mi coño y fóllame con ellos… no tengas problema, yo ya no soy virgen, hace tiempo que me rompieron el precinto…

    ¡¿Ya no tienes Himen?!

  No tonta, eso no sirve para nada… en este coño han entrado ya unas cuantas pollas, y a todos les dejo que se corran a gusto dentro ¡A lo mejor todavía escurre lefa de la última follada!

Me quedé pasmada, y un poco asqueada de tocar un coño lleno de leche. Elisa se puso con la espalda contra la pared, se abrió de piernas y cerró los ojos. Me intimó a que le metiese los dedos en el coño. Hice de tripas corazón y metí y saqué los dedos encharcados del coño… Cuando sentí a mi amiga gemir la besé con lengua. Elisa se levantó la camiseta y las copas del sujetador, mostró sus tetas medianas, con areolas rosadas y gordos pezones y lamí, chupé y mamé. Ya estaba otra vez perra. Elisa lamió dos dedos y después me acarició el clítoris, me quitó los dedos del coño y los puso sobre su clítoris…

–  Esto es lo que tienes que acariciar cuando te hagas tus pajas, y cuando lo hagas piensa en alguien que te guste, que te ponga hecha una perra caliente… ¡¡Quien quieres que te folle y te rellene…!! Yo suelo pensar mucho en mi hermano mayor.

    ¡¿Follas con tu hermano…?!

   Desde hace años, fue el primero que probó mis encantos y todavía los goza… Tanto que la leche que aún tengo en mi coño es la suya, de esta mañana antes de desayunar…

Elisa me frotó el clítoris de abajo a arriba y de arriba a abajo. Yo le hice lo mismo a ella. Cuanto más aceleraba Elisa más aceleraba en mi coño, y más nos comíamos a besos. Al sentir que me venía…

     ¡Me corro, Elisa!

     ¡¡Yo también… no pares ahora o te mato!!

Había tenido su primer orgasmo y había sido maravilloso, todo me daba vueltas, mi cabeza atolondrada me colmaba de placer. Elisa, mientras se arreglaba la ropa me dio un consejo…

     Debías afeitarte los pelos del coño.

     ¿Para qué?

   Para meterlo todo en mi boca y gozar mejor de él, así siempre podrás conquistar al macho que te rompa el coño… a los hombres les encanta que sus nenas tengan el coñito pelado, sobre todo si son viejos.

     No me gustan los viejos…

   Yo creo que sí… una no se pone cachonda viendo a su padre follar, si no es porque deseas probar lo que tiene entre sus piernas ¡Tienes que conseguir que te desvirgue.. Es lo mejor!

     …Yo no…

     No seas tonta… Me cortó de repente – Los maduros son los mejores, y si hay alguien ideal para romperte, ese está dentro de tu familia. Yo no paré de zorrearle a mi hermano mayor, hasta que me desvirgó, y sinceramente, me encanta cuando me hace suya. Nos llevamos quince años, él está casado con dos hijos ¡Creo que eso me pone más puta!

     Ya veo que sí, y además le dejas que se corra dentro de ti.

    Siempre.... Yo me cuido tomando la pastilla anticonceptiva desde los quince años… Así que por mucha leche que me metan en el coño, nunca conseguirán dejarme preñada.

Al día siguiente mi madre no estaba en casa, mi padre tomaba una cerveza en un sillón de la sala viendo el futbol. Vestida con una camiseta blanca larga hasta el nacimiento de mis nalgas con los muslos, y descalza me senté al lado de mi héroe… papá es un hombre que siempre me trataba con cariño, con dulzura y me tenía cómo a una princesa, pese a su rudeza y poco afecto que muestra por las personas, a mí siempre me trata de manera especial.

     ¿Me prestas tu maquinilla de afeitar y el jabón?

     Claro que sí cariño, coge lo que te haga falta del aseo.

Le di un beso muy prolongado en la mejilla, bastante pegado a la comisura de sus labios y me fui. Se quedó un poco extrañado, pero su sonrisa me tranquilizó. En el baño, con una pierna sobre la bañera, eche jabón en los pelos del coño y con una brocha le di hasta hacer espuma, luego me pasé la maquinilla muy suavemente. Me gustaba la sensación de cosquilleo de la hoja sobre la piel. Poco le llevó dejar el coño pelado, no era tanto pelo y era bastante corto. Posé la maquinilla en el lavabo, cerré los ojos y me vi arrodillada delante de su padre cogiendo su verga y lamiéndola, meneándola y chupándola… Un dedo acarició mi clítoris y después me lo metí en el coño. No noté la barrera formada por el Himen, o al menos como me dijeron que era. Hundí más adentro mi dedo, luego fueron dos follándome el coñito…no sangró. Lo que hiciera Elisa, procuró que la abertura del himen fuera lo suficientemente grande para no desgajarse y doler como ocurría frecuentemente en tantas historias que me habían contado mis amigas… o sea me hice una paja en toda regla por primera vez, yo solita.

En casa se dejaba la puerta del baño sin cerrojo, Matías, mi padre, pensando que me estaba afeitando las piernas fue a ver si me cortaba, con intención de asesorarme con el uso de la cuchilla. Abrió la puerta y se encontró a su hija con una mano debajo de la camiseta jugando con una teta, con un dedo acariciándome el clítoris y con las bragas en el suelo, nos miramos unos segundos, me miró de arriba abajo y acto seguido cerró sin hacer ruido y volvió a la sala caminando en la punta de los pies. Papá es un hombre de mediana edad y normalito, al llegar cogió la botella de coñac, medió un vaso de tubo y se lo mandó de un trago, lo que le sirvió para nada para bajar la erección que había pillado. Quedé unos segundos paralizada, pero volví a pajearme gracias a mi calentura.

En el aseo me elevé al ostracismo de aquel lugar, haciendo caso a Elisa e imaginando que mi padre me daba su leche. Con su verga en mi mente entrando y saliendo del coño de mi madre, ensoñado que era mi coñito, me corrí cómo una bendita.

Esa noche, Matías folló con su mujer más de lo normal, o sea, que acostumbraban a echar un polvo y lo dejaban, pero esa noche ya iban por el segundo y no tenía visos de parar ahí. Laura, mi madre, no lo sabía, pero su marido no estaba follando con ella, sino el coñito pelado que tenía impreso en su cabeza desde que me lo vio en el aseo. El crujir del somier enmudeció tras el segundo polvo que le dio mi padre a su esposa, oí el gruñido de papá al correrse y más fuerte el gemido de mi madre a sentirlo. Al cabo de un rato, fui a la cocina a tomar un vaso de agua y volví a sentir los gemidos de su madre, un poco más fuertes de lo normal. Como de costumbre follaban con la luz encendida. La puerta estaba entreabierta, empujé un poco más y  miré…vi a mi madre cabalgado a su marido. De su coño entraba y salía aquella verga que tanto deseaba, la misma que Elisa me recomendó para mi desvirgue. Metí la mano derecha dentro de las bragas y la izquierda dentro de la camiseta y mirando cómo el gran falo paterno entraba y salía del coño empapado de jugos, me hice una excitante paja con mis dedos… De pronto mi padre volteo a su esposa quedando ella tumbada y él sobre la hembra. Mamá se abrió de piernas totalmente despatarrada. Sin llegar a sacar la polla del coño, lograron una peripecia circense.

Ahora mi padre tenía la visión directa hacia la puerta donde me hallaba, de tal modo que nos intercambiamos las miradas. Esta vez ni siquiera nos inmutamos, continuando con nuestros delirios sexuales… él follándose a mamá con mayor ritmo, y yo pajeándome como una loca. Había perdido la visión del espectáculo de una verga entrando en el coño de mamá, y sus huevos agitados, aporreándole el coño…, no obstante había ganado que él pudiera verme tocarme la raja…se la mostraba abriéndome las piernas, tras bajarme las bragas a los muslos. Mientras con los dedos de una mano me abría los labios, con la otra me frotaba la raja y el clítoris… Aguantamos unos minutos en tal guisa, hasta el momento en que me iba a correr, mi padre estaba a punto de hacerlo también, aceleraba sus acometidas dentro de mi madre, ella gemía con mayor sonoridad y yo aumentaba la fortaleza de mis frotaciones, con el fin de llegar a unísono con mi padre…. Papá y yo nos cruzamos las miradas, justo en el momento que nos corrimos fijándonos el uno en el otro. Creo que él debía pensar en cómo me llenaba, y yo en el llenado que su verga hacía en mi útero.

A la mañana siguiente, en la cocina, aprovechando que mamá ya había salido a trabajar, mi padre que estaba en bata de casa, le dijo a su hija…

     ¿Desde cuándo nos espías, Helga?

Bebiendo un vaso de leche, ni me ruboricé al responder.

     Os he oído muchas veces, pero esa era la segunda vez que me atreví a mirar, papá.

     Sabes que eso no está bien, cariño. Te hemos dado todo… una bue…

No le dejé acabar. – Todo no.

     ¿Qué es lo que no te he dado…?

De mi boca salió leche que mojó mi camiseta, luego con voz melosa le espeté…

     Tu leche, ni una follada como las que le das a mamá.

Matías viendo la clara provocación de su hija, sonrió, y después me dijo…

    Voy a tener que calentarte el culo por mala… desde cuando te hemos educado así…

Sin pensármelo mucho, me quité el pantalón corto del pijama y me eché sobre sus rodillas dejando el culo en pompa…

  ¡Dale a mi culo papá, calienta a tu hija que ha sido muy mala!

Mi padre, ni tonto ni perezoso, me bajó las bragas, dejando un culo redondo y duro al descubierto como tanto deseaba. Me dio con la palma ahuecada de su mano derecha. Elevé más el culo buscando su mano, y abrí mis piernas cuanto pude para que viera entre mis nalgas, el coñito enjuto que tanto deseó llenar la noche anterior, mientras se corría dentro de mi madre. Él sí que fue malo, dejándome si el premio a mi corrida.

     Se me está mojando el coño, papá… ¡Me encanta que me sometas así!

Bajo mi vientre comencé anota un empalme del 20, lo cual me indicaba lo excitado que tenía a mi padre con el culo de su niña desnudo en pleno castigo simulado.

     ¡Serás descarada!

Me volvió a dar.

    Te quiero, papá, te quiero mucho. ¡Dame más y más fuerte! ¡He sido muy mala viéndote follar a mamá! ¡Y sobre todo excitándome al ver tu polla entrando en su coño!

     No sabía que fueras tan zorrita…

     Lo soy papá, pero solo contigo… ¡¿Viste cómo nos corrimos juntos?! Me corrí por ti…

Me dio uno más fuerte. Con el culo colorado cómo un tomate maduro, me puso en pie. Luego me arrodillé delante de mi padre sin dejarlo pensar, tiré de sus slips sacando su verga a duras penas de lo larga y dura que la tenía. De cerca, su cipote era un mostrenco tremendo. En cierta forma me asusté, pero ya no podía recular, solo quedaba huir hacia adelante.

     ¡¡Quiero que me des tu leche!!

Matías ya no podía decirle que no a su hija…me tenía sin bragas con su verga en la mano.

     Vale, pero solo una vez.

Lamí la verga endurecida y deforme por la hinchazón de sus venas, se la meneo y la chupo… luego lamí y chupé las pelotas. Hice lo que le veía hacer a mi madre. Mi padre estaba tan cachondo que en poco tiempo no podía aguantar más la corrida…

     Quítala de la boca que me voy a correr… te puedo llenar de leche.

No le hice caso. La clavé más a fondo en mi boca, amarrándola con ambas manos…. De la verga de papá salió un chorro con tanta fuerza que lo detuvo mi garganta. Me dieron arcadas y casi me ahogo del chorro de esperma tan grande… pude recuperarme y tragarme la leche que tanto deseaba sacándola un poco…cerré herméticamente con mis labios su capullo, y de este modo fue mucho más generosa la eyaculación descargando toda sobre mi lengua.

Pronto aprendía a beberme la leche de mi padre, la tragaría sin el menor recato ni asco… en el  jardín, en su habitación de matrimonio, en el fondo del parquin subterráneo del supermercado, en muchos sitios más que se prestaban para ello, ya que Matías se volvió adicto a su hija, y yo a las mamadas con premio feliz… ¡Eso sí, no me tocaba! Dejaba que fuera yo quien tomara la iniciativa y se lo hiciera todo. El caso es que una no es de piedra, y necesitaba dar un paso más allá… Elisa no paraba de insistir en ello. Ya llevaba mucho tiempo así, y como mi padre no se decidía a follarme, un día me descaré…

     ¡¡O me desvirgas, papá, o busco a quien me rompa el coño de una vez!!

A esas alturas, teniendo a Elisa como amiga, me sobraban pretendiente que me desvirgaran… ya que era una joven delgada, guapa y con un tipazo, frente a mi amiga algo más regordeta. Matías seguía en sus trece, por miedo al qué podría pasar si se entera mi madre o el desgarro del coño, de meter una verga tan ancha y larga en un coñito tan enjuto. Pero estaba por la labor que lo hiciera de todas formas, mi coño es apretado, pero pensaba que debía de expandirse si tenía que parir por ese mismo conducto.

     De acuerdo, Yo te voy a desflorar, no permitiré que vayas por ahí buscando un canalla que te folle en el asiento de un coche, te preñe y te deje tirada como una colilla.

     Sabes que puedes hacer conmigo lo que quieras ¡Tu mandas! Soy tu niña…Tu AMOR.

     Te lo haré bien, para que sea una experiencia agradable para ti… pero después de hacerlo no te voy a tocar más. No me pidas que sigamos follando, porque yo quiero a tu madre. Aunque tampoco quiero que te quedes preñada de cualquier Gilipollas.

Mentía con lo de buscarme a otro, ya que cómo antes dije, mi padre es y será mi héroe, pero Matías no lo sabía. Tenía que hacer algo… Se hizo el borracho y le montó un belén a su mujer, ya que sabía que cuando esto pasaba se iba a dormir a casa de su madre, y Laura se fue. Esa noche, desnudo y con la polla a media asta, papá entró en mi cuarto, ya estaba en bragas sobre las sábanas, subió a la cama, cogió mis pies y los lamió y chupó dedito a dedito, lamió y acarició mis plantas, mis tobillos y mis calcañares… Después subió lamiendo y besando el interior de mis muslos, al llegar arriba me sacó las bragas mojadas para ese entonces. Lamió la raja con la puntita de la lengua sin llegar a lamer los labios… lamió de nuevo, rozándolos un poquitín y después metió la lengua de modo que al lamer hacia arriba, acariciaba los dos labios con toda la extensión de la lengua, siguió lamiendo así una veintena de veces. El coño se me abrió como una flor y el glande del clítoris apareció duro fuera del capuchón, estaba en erección. Me folló la vagina con la lengua bien dura, y después me lamió el clítoris, lo succionó y chupó con tanto delirio que en pocos segundos, me corría. Llevaba tiempo gimiendo…

     ¡Me corro, papá! No pares por favor ¡Me quiero correr en tu boca…!

Mi padre se metió todo el coño en la boca, me enterró la lengua en el conducto de la vagina, y yo moviendo la pelvis, gimiendo y sacudiéndose, acabé corriéndome en la boca de mi padre. Miré como se bebía todo mi flujo, excitado y fuera de mis casillas le presionaba el coño en la cara para saciarme de un orgasmo bestial. Pero si yo era una puta, mi padre no era menos cabrón…. Al acabar siguió lamiendo hasta acabar con todos los jugos, luego subió besando y lamiéndome el ombligo, su vientre, y después se detuvo en mis pequeñas tetas. Con dos dedos de su mano derecha acariciándome el clítoris, metió las tetas enteras en la boca, lamió los pezones y chupó y lamió las areolas. Cuando los gemidos de su hija le dijeron que se iba a correr de nuevo, dejó de acariciarme el clítoris y montando el dedo anular sobre el medio me los metió en la vagina. Entraron muy apretados, luego los fue abriendo dentro a medida que me masturbaba y el coño se fue expandiéndose y lubricando más y más. Sabía que mi estrecho coñito, podía dilatarse mucho…Cuando ya entraban y salían sin dificultad me besó la barbilla, el cuello y después me besó en la boca con lengua. Los dedos de Matías volaron de dentro a fuera del coño y de fuera adentro al tiempo que acariciaban el clítoris de su hija. Eché la cabeza hacia atrás y corriéndome otra vez, le dije a mi padre…

     Papá… ¡Eres mi héroe! Siempre has sido el hombre a quien más he admirado…

Al acabar de sacudirse y de gemir, mi padre sacó los dedos del coño pringados de jugos, me dio el dedo medio a chupar y el chupó el otro. Luego se echó boca arriba…

     Cuando quieras perder la virginidad sube encima de mí. Tu padre está preparado para hacerte mujer…solo hay una cosa que no está bien, y es que no tengo condones en casa, tu madre y yo siempre follamos a pelo.

     Pues conmigo tampoco los vas a necesitar… En esta casa la folladas familiares deben ser al natural, papá… en especial la primera, por eso, el desvirgue ha de ser con llenado completo de verga y de leche dentro de tu niña… ¡¿No te parece buena idea?!

     No te quiero dejar preñada…

     Tranquilo papi… No estoy en mis días fértiles todavía. ¡Te voy a dejar secos los huevos! 

Me posiciones sobre su polla, con cada pierna en sus costados, arqueé mi cuerpo y le cogí la verga. Ahora que la iba a meter me parecía un monstruo, un tronco de árbol que no cubría con mis dos manos superpuestas…aun le asomaba el glande por un lado y dos tremendas pelotas llenas de lefa por el otro. Subí  en cuclillas encima de mi padre, amarré su polla y la froté contra los labios encharcados de jugos. Luego la quise meter, pero aquella cabeza no entraba sin reventarme, mas no podía dejar pasar la oportunidad, le dije a su padre…

     Empuja tú que a mí me da miedo, papá. Es demasiado gorda y tengo el agüero muy chico.

     Parece algo desproporcionada mi polla con tu coñito… ¡¿Y si te rompo?!

     Mi vagina no va a ser más ancha si tú no la abres… ¡¿O prefieres que me rompa otro y la ensanchen para parir a sus hijos…?!

Papá al fin se decidió y empujó. No me rompió, pero fue cómo si se la metiera un caballo semental a una perra. Pero Helga, era mucha Helga, no chillé cómo una perra salida, por decir no dije ni ay, eso sí, me cayeron dos lagrimones mientras se suplicaba…

     ¡Joder papá! Es tan gorda que no va a seguir entrando mucha más…

Mi padre estaba gozando de lo lindo rompiendo un nuevo coñito, moviendo su cadera un cadencioso vaivén que procuraba suavidad y profundidad paulatinamente.

     Empuja poquito a poco, cariño.

Beso a beso, caricia a caricia y milímetro a milímetro al principio y centímetro a centímetro después, la verga me abría las carnes hasta que llegó al fondo. La sensación no era comparable a ninguna que hubiera experimentado nunca en mi vida… tenía a un hombre dentro de mí, al que más amaba y deseaba, y me estaba follando con amor. Era evidente que no tenía nada de experiencia cuando sentada sobre mi padre…

    ¡Por fin entró toda la que puede entrar…! Ahora a ver quién la saca con el gusto que me está dando.

Matías mojó el dedo pulgar en la lengua y me acarició el clítoris. Mirando a los ojos a mi padre me magreé las tetas, animando al macho a hacer su trabajo en mi coñito… comenzó a sacar y a meter muy despacito. Al poco ya metía y sacaba más de la mitad de la verga. Aquello estaba siendo fabuloso, en nada se acomodó la vagina al tremendo falo de mi padre. Continué cabalgando con mis manos apoyadas en su pecho, desde donde de vez en cuando le acercaba mis tetas para que las mamara. Sus labios mordían los pezones y tiraban de ellos, en tanto yo no dejaba de enfundar en mi coño aquella arma letal que posee mi padre entre sus piernas. Tanto fue que mi excitación produjo una barbaridad de lubricación, chorreaba por sus pelotas hasta las sábanas, y ello también facilitaba que me entrase hasta el fondo… notaba los golpes de su glande en mi pared vaginal, no poseía más profundidad, y a mi padre le sobraba verga.

   Para, cariño, para qué me corro y aquí ocurre una desgracia si te dejo preñada… ¡Estoy a punto de correrme….!

Sin saber cómo ni cómo no, ya que me vino de golpe, me empecé a correr, sin decir palabra, solo temblaba y jadeaba. Mi coño encharcó la verga de mi padre que a duras penas se contenía y no le iba a permitir que la sacara ahora…. Me empalé hasta los huevos, para que su leche entrase directa a mi útero, acoplando el agujero de su glande en el de mi cérvix, no le dejé sacarla, aunque dejase a su hija preñada. El pobre viejo, acabó corriéndose dentro de mi útero, y mientras eyaculaba, el muy cabrón seguía acariciándome el clítoris…me volví a correr… cuando la sacó permitiéndomelo, aun se corría a borbotones en la entrada del coño. Al verlo sacando más lefa sin acabar de correrse, empujé y me volví a meter el estoque en su funda, ya solo entraba dando placer. Me entró casi toda la polla y buena parte de su esperma, porque la estrechez vaginal no permitía retener dentro tanta leche que descargó.

Pese a su negativa inicial, aún me echó unos cuantos polvos más en los siguientes meses, que se fueron enfriando con el paso del tiempo hasta que el año que terminé bachiller me enamoré de un hombre con el doble de mi edad, no apreciaba merma en su potencia viril, todo lo contrario. Me encoñé y creía que él también lo estaba de mí. Nos fuimos a vivir juntos, algo que no sentó nada bien a mis padres, sobre todo a Matías… el primer año nos divertíamos mucho, salíamos a bailar y a quemar la noche interminable, hasta que me dejó preñada. Ni siquiera visité a mis padres durante esos dos años que pasé junto a ese tío, solo fui al entierro de mi madre y poco más, pero era su hija única y él mi padre, también era único para mí aunque nunca se lo dije como debiera…

 




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Cuando volví a casa, pareciera que no hubiera pasado el tiempo, solo faltaba mi madre, lo demás era exactamente igual, o mejor con mi padre completamente entregado a mis cuidados.

Me quedé sorprendida cuando me dijo la primera vez… – ¡¿A ver esa barriguita cómo va?!

Y cuando se la hube enseñado, levantándome un poco la parte de arriba del pijama que llevaba en esos momentos, me puso la mano y me la acarició suavemente…. Me acostumbré al seguimiento diario que mi padre hacía del embarazo y yo misma le decía a veces, levantándome la blusa… – ¡mira cómo se nota ya! Y me acercaba para que él mismo lo comprobara pasándome la mano por mi vientre, a penas prominente a los cinco meses. Yo también estaba muy ilusionada y andaba todo el día con la barriga al aire. Me sentía maravillada con mis pechos cada vez más duros, hinchase, los pezones más turgentes, nunca los había tenido tan ricos.

Por la noche, cuando me metía en la cama, o en el baño, mientras me duchaba, me los acariciaba y me los apretaba dándome muchísimo placer. Lo mejor de toda esta acogida, no era que mi padre me abriese los brazos en su casa, que me mantuviese y me diera todo el cariño que una mujer preñada necesita en estas circunstancias, sino que mi ex pareja no tenía la menor idea que estaba preñada de él…, fue el polvo de despedida unas semanas antes de largarse con la guarra de Irene, una antigua novia comprobando lo bien que funcionaba en la cama… se aburrió de mi talento follando o a saber que pasó por su cabeza.

Mi padre le cogió gusto a sobarme la barriga, porque cada día lo hacía más detenidamente y por más tiempo. Lo tomó como un ritual. Nunca pensé que pudiera estar excitándose sexualmente con esas caricias hasta el día en que yo misma, durante una placentera sesión de suaves masajes en mi barriga, sentí una especie de escalofrío que me recorrió todo el cuerpo, al sentir que la mano de mi padre hacía círculos muy abiertos sobre mi barriga y llegó a rozar los pelitos de mi pubis… ese día no llevaba braguitas y pudo haber llegado a mi rajita si lo hubiese pretendido, yo no se lo hubiera detenido con lo cachonda que estaba desde hacía meses sin follar… comenzaba a no ver a mi padre como tal, sino como hombre, tal vez como siempre lo he visto desde los 16 años.

Por dentro, me tensé bastante al sentir ese escalofrío, pero hice como que no se me notaba y disimulé como pude mis tetas, para que mi padre no notara como se me habían puesto de erectos los pezones con aquel latigazo, pues no llevaba sujetador y la tela del vestido era muy ligera. Al poco, mi padre se retiró y nos despedimos para ir a dormir. Me fui a mi cuarto con el coño empapado y las tetas duras con los pezones erectos, excitadísimos. Una vez en la intimidad de mi cuarto, me abrí los labios del coñito buscando el clítoris, lo tenía espigado y duro…, me di placer entre jadeos callados para que mi padre no me oyera… con intensos círculos sobre el capuchón y un par de dedos dentro de mi coño me hice una paja memorable…, en pocos minutos me corrí como una puta. No era totalmente consciente que aquella excitación provenía de las caricias de esas manos masculinas de mi progenitor…

Él siguió con sus toqueteos diarios a mi barriga sin pasar de ahí. Eso sí, las miradas que me lanzaba a las tetas mientras me acariciaba no me pasaron desapercibidas, sobre todo después de que aquella caricia fortuita sobre mi monte de Venus, o tal vez creí tal, acariciando mis escasos pelitos del pubis, me hiciera vibrar como lo hizo. He de decir que mi padre siempre lo he visto como un hombre muy varonil, enérgico y capaz de liderar una familia hasta los confines de la tierra…, un auténtico macho alfa, un gran macho que ahora debía de estar muy falto de hembra, casi en la misma medida que yo de un buen semental.

Un día, mientras estaba con el masaje y tenía su cara más cerca de mi escote…, que ya os podéis imaginar cómo lo tenía, me llegó a decir…

– ¡¡Hija, que pechos se te están poniendo…!! – Yo me reí nerviosa y solo acerté a decirle, orgullosa…

– Sí, ¿Verdad? ¿Crees que son hermosos, tanto como para alimentar a mi bebé…?

– ¡Preciosos! Son mucho más que para alimentar a un bebé…

Contestó mi padre, mientras me los miraba directamente, dejándome totalmente intrigada. Yo los mostraba, inconsciente de la calentura despertada en mi padre, aunque algo empecé a notar cuando ya no fue una vez de manera fortuita sino que muchas veces se detenía, como quien no quiere la cosa en el fino vello disperso de mi pubis, jugueteando con ellos, mientras me acariciaba la barriga. Así estuvimos un tiempo, extasiados con esas caricias que me daba y con un escalofrío cada vez mayor que se convertía en lujuria solitaria por la noche pajeándome como una loca.

Una mañana, estábamos sentados en la cocina desayunando. Yo en camisón, a través de él se adivinaba mi barriga ya notoria de 28 semanas, y mis hermosas ubres lecheras llenas de calostros. De soslayo pude ver bajo el pijama de mi padre como se notaba el bulto de sus genitales tratándolo de disimular como podía. Salió de la cocina y entró en el baño.

(Luego supe, porque él me lo contó tiempo después, que prácticamente desde que llegué a la casa se había estado matando a pajas…, siempre después de tocarme la barriga, se tenía que ir al baño o a su habitación a aliviarse pensando en mí.)

Al salir del baño, ya se encontraba menos tenso…

– ¿A ver, cómo va tu barriguita?

Y empezó como siempre a sobármela entera, me dejaba hacer…. Me gustaba mucho sentir las manos masculinas sobre mi piel, sobre el hijo que pacía en mi vientre. A veces lo sorprendía con los ojos cerrados mientras me acariciaba, como ensoñado…, mi vista de inmediato se fijaban en su hombría, al punto de notarlo empalmado como un burro. Con lo que albergaba le era imposible disimular el gran bulto, cada erección de mi padre era cosa notoria…

 – Oye, nena, quería pedirte algo, espero que no te moleste…, es que verás, siempre he tenido curiosidad por saber cómo sabe la leche materna y tu madre nunca me la dio a probar, ¿…me la darías a probar cuando te venga?

Me empecé a reír, diciéndole que era un chiquillo pero me pareció algo tan inocente como un juego, le contesté que estaría encantada de hacerlo…

– Bueno, si te portas bien, te daré algo, si sobra, claro.

– ¡¿De veras?! Me parecería delicioso probar ese néctar tan femenino….

Exclamó entusiasmado sin dejar de mirarme las tetazas que se me estaban poniendo…, los pezones también se me pusieron duros de pensarlo.

– ¡¡Prometido!! Le dije entre risas. – Si eres un buen papaíto, te daré un poco de tetita.

– ¡Ummmm…!

Exclamó goloso mi padre y acercándose me dio un besito muy tierno y cálido en cada pezón que asomaba a través de mi pijama erguido como un timbre de castillo. Yo, divertida y excitada.

– ¡¡Eh, que todavía no tengo leche!!

A lo que mi padre me respondió… – Bueno, está bien, me esperaré como un papaíto bueno a que estas tetitas estén en su punto, pero has de saber, te lo digo científicamente, que los pezones hay que prepararlos antes de amamantar, ¡¿no te lo ha dicho tu médico?!

Nos reinos y la conversación se quedó ahí. Yo por ver si decía la verdad y puesto que yo era primeriza y no estaba muy puesta en estos asuntos, le consulté a mi ginecólogo que me reafirmó lo que me había dicho mi padre, que los pezones había que "endurecerlos" y que había varios métodos consistentes en frotar con una toalla por ejemplo y también, por supuesto, succionándolos y sobándolos. Cuando llegué a casa, le conté lo que me había dicho el médico y se echó a reír de mi incredulidad…

– ¡¿Ves tonta…?! Se diría que tienes quince años…. Anda ven aquí desconfiada.

Como saben hasta los 16 años era una cría inocente, hasta que conocí a Elisa.... Me atrajo hasta sí sentándome en sus rodillas. Mi barriga era ya un poco más prominente aunque yo todavía estaba ágil. Papá, levantándome la blusa y bajándome un poco los pantalones, dejó toda mi barriga al aire y empezó a sobármela como siempre.

– ¡¡A ver cómo está esa barriguita!!

Y llevando una mano hacia mis tetonas, empezó a acariciar los pezones…, de inmediato se pusieron erectos, por encima de la tela en principio notaba sus dedos fuertes, luego directamente sin ningún pudor le pedí que lo hiciera con las tetas desnudas.

– Vamos a preparar estas tetitas para que puedan amamantar bien… ¿sí?

Mi padre me desabrochó la blusa y me bajó en sujetador. Mis tetonas aparecieron, hinchadas, nerviosas, desafiantes delante de los ojos de mi padre. Yo me sentía orgullosa de mis tetas y aunque sentí un poco de vergüenza de estar así delante de él, la excitación era tal que mis pezones estaban empinados a más no poder como el timbre de un castillo. Mi corazón latía a toda velocidad al sentir la mano de mi padre recorriéndome una teta, luego la otra…. ¡¡Me estaba excitando y no quería que se notara!!

– Vamos a preparar estos pezoncitos, ¿sí, cariño?

Y mientras con una mano me sobaba una teta, acercó su boca a la otra y dejando ver una larga lengua, me lamió primero el pezón y luego me lo mamó mientras murmuraba…

– ¡Mmmmm que tetitas se te han puesto hija…!

Diciendo esto, no dejaba de sobármelas y de mamarme los pezones primero con mucha lengua, excitándomelos despacio, luego mamándome apretando los labios con mucha afición, yo soltaba algún que otro gemido. Al cabo era placentero, y empecé a murmurar y a gemir débilmente de placer, no dejando ver totalmente la calentura que se estaba apoderando de mi coño…, y de la de mi padre que me estaba quemando en el culo, porque me hallaba sentada encima de su polla, o mejor decir de enorme pollón. Así pasamos un buen rato, mi padre venga a sobarme y a chuparme lenguaraz como nunca ningún hombre igualó en lascivia…. Era una situación un poco surrealista…, un padre salido toqueteando y chupándole las tetas a su hija preñada, mientras le restriega la polla bajo el pantalón, y una hija preñada y no menos salida, orgullosa de mostrarle las tetas a su padre, que se hallaba excitada a mil, con la lengua que su padre le da. Aquella mamada era más de lo esperado… demasiado excitante.

Este hombre estaba a reventar, la polla se la notaba dura como un tronco bajo mi culo a la par que me devoraba los pezones, y yo gemía mientras me frotaba cada vez más rápido con mi culo en sus genitales hinchados… Cuando de pronto me soltó…

– ¡¡Helga, me quiero correr sobre tus bragas…!

Me asaltó mi padre sorprendiéndome cual adolescente salido al que el dolor de sus huevos no le deja vivir, comprendí de inmediato su extrema situación, su necesidad de aliviar la presión impertinente de la leche en sus cojones, así que le espeté con…

– No papá será mejor que lo hagas como debe ser… ¡¡Donde una polla debe correrse!! Te va a gustar más si lo haces sobre mi coño ¡Quiero que me lo rocíes entero de leche!

Estuve a punto de pedirle que lo hiciese dentro de mi coño, tenía mis dudas si una preñada podría follar sin dañar al bebé….  Sin mediar media palabra más, me puse a la tarea de abrirle la bragueta y sacarle el cipote ¡Joder con el viejo…qué buena tranca se gasta! Casi no la recordaba. Quedé alucinada y orgullosa de haber sido engendrada con esa gran verga… completamente descapullada, tirante y curvada, con un arqueo tan rígido que su capullo miraba al techo. Su vena dorsal tan hinchada que pareciera iba a explotar, partía de una base con un diámetro descomunal imposible de circundar con los dedos de una mano. La acomodó entre mis bragas y mi coñito. Yo, al sentir el contacto del enorme rabo de mi padre entre mis labios hinchados por la preñez y la excitación, empecé a moverme y a restregarme el chochito con el vergazo que me creó. En un vaivén cada vez más descarado y obsceno mientras mi padre acompañaba el ritmo con un meneo en mis tetas que me hacía soltar alaridos de gusto….

– Sí, hija… que cuerpazo tienes…ummmm… sigue, sigue ¡Cómo te mueves…sigue amor!

Yo, incrédula todavía de las palabras que nos decíamos, y de la situación de notar la polla de mi propio padre en mi coño. La calentura que se había apoderado de nosotros y del gusto que estábamos sintiendo ambos al rozarnos tan íntimamente, me abandoné al placer del morbo del incesto. Mi mano se deslizó a sus grandes testículos colganderos… imposible de mantenerlos en el cuenco de una sola mano y pensaban un montón. En un instante pensé en la cantidad de leche que debían de albergaban y el tiempo que llevarían sin aliviarse.

Y cuando me di cuenta ya no llevaba las bragas, y tenía el falo de papá pujando por clavarse  dentro de mi coño…. Siete meses después del último polvo de nuevo sentí la verga dura de un hombre en mi conejito hambriento, tan deseoso como voraz…. Me sentí una hembra como nunca me había sentido. Así preñada y follada por un macho tan viril… ¡¡Estaba en el paraíso!! Jamás tuve tanta necesidad de ser follada como cuando me desvirgó, y el trabuco de ese semental estaba ahí sumergiéndose en mi coño.

No había sido lo acordado, pero mi chocho albergaba ya dos terceras partes de su mostrenco, largo y un grosor espeluznante, especialmente la raíz, sin nombrar el grandioso escroto que le colgaba envolviendo sus huevos. La bolsa parecía una enorme breva conteniendo los orondos huevos que me concibieron. El pobre hombre, mi padre, se veía más necesitado de follar que yo, eso era evidente por tener mis hormonas relajadas con el embarazo se diluyen las ganas de follar…, aun así me sentía como una PUTA salida para estar preñada.

Cuando me clavó comenzó a follarme a un ritmo acompasado sin llegar a ser rápido queriendo retrasar lo inevitable…el gran torrente de semen macerado en sus huevazos. Apenas llevaba un poco más de un par de minutos metiendo y sacando su sable de mi estuche, cuando noté el primer lechazo en mi coño, previo a un gruñido de papá, que con el cual vaciaba sus pulmones al tiempo que eyaculaba un segundo y tercer chorro de leche evacuando sus voluminosos cojones. No tuve tiempo de correrme, pero sí de sentirme mujer al verme llena de su hombría, con el semen generado en sus huevos para mi coñito…. 

– A partir de este día se acabaron las pajas a escondidas… papá, ya tienes un coño donde desahogarse y vaciarse toda tu leche. 

"Le exigí a mi Padre que me podía usar cuando y donde quisiera".

 

Mi padre siguió mi embarazo mucho más de cerca. Por supuesto me preparó los pezones de maravilla y pude amamantar a mi hijo y a mi padre. Vivimos unos meses de plenitud. El preñado nos hizo desearnos perdidamente y el resto lo vivimos intensamente. El hombre no se cansaba de follarme, ni yo de que lo hiciera a diario, sabiendo que en mi horno ya se cocía un bebé, y no cabía la posibilidad de que mi padre me hiciera otro de momento, sentir sus copiosas corridas en mi vagina era gozoso. Estuvimos los dos hasta el parto, permanentemente salidos follando como conejos.

Pero esta calentura no se aplacó después de parir…. Días después, me subió la leche, tenía los pechos muy congestionados y había que sacarla manualmente. Mi padre me dijo que las tetas debían colgar hacia abajo para poder extraer mejor la leche de ellos, nos lo dijo la enfermera cuando todavía estábamos en el hospital. Así que me puse a cuatro patas encima de la cama, mis enormes mamas quedaron colgando, me dolían de la presión del cuajo.

– Así, mi vida, muy bien, voy a ordeñarte con cuidado.

Me sobó las tetas, me las palpó bien mientras decía…

– ¡Ummm…! Helga, que tetas…, ahora sí que se han puesto buenas ¡¿eh?!

– Sí, pero me duelen mucho…¡¡Alíviamelas, papá!!

Comenzaron a salir calostros de mis tetas, y yo me sentí cada vez más aliviada y excitada, sobre todo cuando observé que mientras me ordeñaba matándome de gusto con sus manoseos, con la otra mano papá se había sacado la polla haciendo una paja monumental, hasta que se corrió…, al final juntamos su leche con la mía. ¡Me pareció un desperdicio! así que convinimos que cada vez yo le daría de mamar a él, y mi padre a mí hasta que pudiéramos volver a follar… nos íbamos a ordeñar y a mamar mutuamente de manera muy rica. Y así mismo lo hicimos. Después de esta maravillosa experiencia de amor y lujuria que nos proporcionó mi embarazo, no dejamos de follar y disfrutarnos un solo día… y por fin llegó el momento del parto. Allí estuvo mi padre sujetándome de la mano mientras paría a mi hija, la cual también era suya… abuelo y padre a un tiempo.


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Tras haber parido una hermosa niña, y aún en mi estado de cuarentena… ¡¿cuánto creéis que tardó mi padre en decirme que deseaba verme preñada otra vez?! ¡Que anhelaba poder gozar de mi cuerpo de hembra! La mañana que me lo dijo, estábamos en la cama sin recordar por qué, nos hallábamos ambos fuera del trabajo respectivo…, solo sé que le acaba de hacerle una mamada gloriosa. He de decir que por entonces mi coño se encontraba en perfecto estado, dado que no tuvieron que hacer cirugía al dilatar suficiente, solo convalecí dos días, y tras pasar cerca de cinco semanas…¡¡NO me aguantaba más!! Eso unido al deseo que mi padre me acababa de confesar, de verme otra vez preñada, me excitó como nunca lo había estado hasta entonces. Mi padre no tardó en empalmar nuevamente el rico mástil que tiene por cipote. Levanté mis piernas ofrecida al sacrificio, abrí bien mi rajita con mis dedos apartando los labios del camino de la intrusión, esperándole… estaba nerviosa como siempre, de ver esa mole presta a entrar en mi coño, de cómo me expandía la vagina y el gran desastre que me produciría, si no me trataba con cariño. No obstante, no erradicaban mis ganas de tenerlo.

¡¡Papá, PRÉÑAME! ¡Hazme otro hijo! Quiero tener un hijo tuyo, uno que sea como tú…  que mi hija tenga un hermanito tan bueno, tan guapo y tan bien dotado papá.

Todo sucedió muy rápido, me acerqué y lo abracé, él estaba sentado en un sillón y yo parada a la altura de él, le di un beso en los labios embebeciendo mis papilas gustativas de su saliva y el aroma a la colonia de después de afeitarse, era un olor agradable y masculino. Me rodeó la cintura con su brazo hombruno y fuerte, pero al hacer eso su mano rozó mis nalgas estremeciéndome, parece que se dio cuenta porque enseguida corrió su mano y la apoyo directamente en mi culo, yo no decía nada pero tampoco lo soltaba. Usaba un pantalón cortito de tela elástica muy fina que se me pegaba al cuerpo, así que sentía toda su mano acariciando mi culito.

Le pregunté si quería que me lo bajara, me lo bajé un poco… su mano recorría todo mi culo desnudo, y con el dedo corazón recorrió la raja de mi coño, tocaba mi ano metiendo un poco en el agujerito, ¡Ummm me moría de gusto! Luego amasaba las nalgas pero con ternura, yo lo dejaba hacer porque me encanta que sus manos de macho curtido me manosee. Entre tanto aproveché para saborear de nuevo su boca y le di otro beso con lengua, esta vez con mayor avidez. En la posición en que estaba podía ver cómo se frotaba la bragueta con la otra mano, su estoque abultaba hasta el muslo, la erección estaba en todo lo alto… preguntó si quería ver lo que tenía para mí, y como yo estaba loca por probarla, le dije que sí. Sin más tardar le bajé el pantalón y salió como un resorte una polla gorda y morena, es tan gorda que los dedos de la misma mano no se tocan al amarrarla. Eso es algo que me sorprende cada vez…

Me invitó a probarla, entonces me llevó hasta el sillón más grande y se recostó indicándome que hiciéramos un 69, de tal forma que mi culo quedó a la altura de su cara y su recia polla a la de la mía. Comencé a pasarle la lengua por su polla como si fuera un rico helado, mientras trataba de comerla entera, sabiendo que no podía porque no entraba en mi boca más que su glande un poco más, mientras tanto el me mordía suavemente mis cachetes y exclamaba ¡Que hermoso culito, Helga! Pasaba su lengua tibia por toda mi raja y luego la metía en mi vagina follándomelo… eso me enloquecía… más le mordisqueaba esa verga gorda y tostada…

– ¡Quiero que seas mi puta! No puedo dejar de pensar todo el día en lo bien que follas.

A todo le decía que sí, en tanto metía sus dedos en mi coño para dilatarlo y prepararlo para lo mejor. Notaba toda mi vagina llena de saliva tibia y de flujo… percibía sus dedos resbalar con facilidad en el interior de mi coño. Un momento después me bajó y se sentó con sus pies apoyados en el suelo y sus pantalones por los tobillos, yo ya no tenía nada puesto de cintura para abajo, solo una camiseta corta. Me pidió que me acercara y que me sentara encima de su polla que palpitaba como si tuviera vida propia. Me coloqué dándole la espalda y con sus piernas entre las mías, me abrí un poco más enfilando su mástil en mi coñito, del cual me abrí los labios, para facilitar la incursión del recio cipote…comencé a bajar despacio… pero el cabrón no espero mucho, me atrapó del culo con sus manos, y me fue ensartando en esa hermosa verga. Al principio siento un poco de ardor por la estrechez de mi conejito, pero ese día estaba tan caliente y dilatada, que me entró con cierta facilidad, sentí toda su carne caliente dentro de mí y creí que me iba a desmayar del placer al notarme ensartada y llena de carne dura. Me producía escalofríos percibir la expansión de mis paredes vaginales por mi padre.

 

Papá hablaba con ternura y me decía que mi coñito era lo más rico que había probado en años… me imaginaba en cuantos coños habría entrado ese ariete, eso me calentaba pensado en lo zorra que era y a la vez pensaba… ¡Esa misma polla eyaculó la lefa que me engendró!, me puse aún más cachonda pensando en mi madre siendo preñada por este semental, porque ahora era yo su PUTA, a quien estaba follando. Mi padre besaba el cuello y las orejas, eso hacía que me retorciera y más me empalara en su tranca. No podía resistirme a comerme su boca, cuando una de sus manos castigaba el clítoris que es un tanto salido estando excitado, que es casi siempre…me masturbaba con fortaleza, eso era delicioso, como mis grandes tetas no cabían en la palma de su mano, las frotaba suavemente. No sé cuánto tiempo pasamos así, pero yo no quería bajarme de aquella atracción por nada del mundo, una montaña rusa de sensaciones, y él parece que tampoco…lo disfrutaba igual que yo ¡Menudos pervertidos estábamos hechos! Notaba cada vena frotar mis labios vaginales, y su glande golpear el fondo de mi vagina, su duro capullo endurecido golpeaba, llevándome al paraíso.

Sentía unos pollazos depravados, al tiempo que sus pelotas abofeteaban la boca del coño, solté un grito dejándome descolocada… con uno de mis brazos le rodeé el cuello de modo que mi espalda quedo pegada a su pecho peludo y fuerte, entonces por primera vez me beso él a mí en la boca. Mientras empujaba aprehendiéndome las nalgas, para que su polla entrase a tope…. Yo nunca imaginé que mi padre pudiera besar con tanta lujuria, así que me sorprendía cuando hundía su lengua en mi boca, la cual sabia a menta y chocolate, estaba a su merced… la lengua penetraba mi boca en pugna con la mía, y la verga con mi coñito. Me levantaba suave y me bajaba de nuevo hasta hacer desaparecer todo el tramo de carne dura en mi estuche. Pronto su mostrenco era como un pistón que entraba y salía de mi vagina a todo ritmo. Me excitaba ver como sus huevos se agitaban arriba y abajo apaleándome…

– ¡Qué rico papá! Soy tuya más que nunca… ¡Hazme tu mujer…tu hembra! ¡PRÉAÑAME otra vez! ¡¡Quiero tener un hijo tuyo… de los mismos huevos de donde salí yo!!

Cuanto le decía lo calentaba más, le notaba con mayor ahínco clavando su daga a fondo…

– Yo no soy como otras mojigatas... a mí me encanta que me llenen ¡Para eso somos hembras…para que nos llenéis de leche y nos hagáis buenas panzas con vuestros hijos!

Todo lo que me hacía me gustaba mucho, de pronto…

– ¡Helga, estoy a punto de correrme! ¡¡TE VOY A LLENAR EL COÑO DE LEFA!!

Me apreté muy fuerte contra él respondiendo que lo deseaba todo dentro de mí útero…arreció sus embestidas y gruñó como un verraco… ¡Joder, ummm! pude sentir como inundaba mi interior de simiente tibia, al tiempo que notaba cada espasmo de su verga en mis sensibles paredes vaginales, las cuales las apretaba y soltaba masajeando su tronco duro e inflamado eyaculando enormes cantidades de semen. Yo acabé corriéndome también pero no salió nada de mi vagina que lo mojase, solo estaba húmeda. Nos quedamos un rato así, el rodeándome con sus brazos y dándome besos en mi cuello y boca ¡Deseaba que ese momento no terminara nunca! El palpitar de su carne trémula en mi vagina me hacía delirar.

Llegó el momento de volver al trabajo, o me despedirían, de tal modo que mi padre contrató Wisleidy para hacer la casa y cuidar por las mañana de la niña. Era una venezolana de confianza de papá, creo que habían llegado a tener mucho más que una mera confianza…

Ese día como los del resto de la semana, solo trabajé por la mañana un par de horas, porque me sentía mal, durante unos días estaba tomando antiestamínicos por la alergia del polen en primavera, congestionada y con la cabeza embozada. Al regresar a casa más o menos a las diez de la mañana, me fui a mi cuarto a cambiarme de ropa, Wisleidy había salido a pasear a la niña. Cuando ya me había quitado el vestido sentí que la puerta de la calle se abría y al poco entraba mi padre en el cuarto. Me extrañó que a esa hora estuviese en casa, pero más, que llegase directamente a nuestro dormitorio. De inmediato me abracé a él sabiendo lo que venía a buscar… lo besé deseándolo ¡No tardamos dos minutos en estar follando!

A los pocos segundos me sintió gemir, papá acostado en la cama, con los pantalones bajados y yo sacándose la ropa mientras mi cabeza estaba sobre la ingle de él. Me tiré en plancha sobre su polla, era evidente, cuento desea que su nena se pusiera a chupar con devoción, y los gemidos de él indicaban que yo sabía bien como se debía hacer… como para quedarse petrificado ante esa imagen de una hija con su padre, mamándole la polla que le dio la vida. Chupaba y mamaba el gran pollón de mi padre, y en determinado momento se movió pudiendo ver que lo tenía envuelto completamente en la boca, hasta la garganta. Realmente era grande, un mostrenco de un grosor bestial, al que ya me había amoldado para que entrase entero. Se veía ese cipote desaparecer solo poco menos que la mitad de mi boca y volver a aparecer, para soltarlo y pasarle la lengua con un placer para ambos, que era difícil de describir. Después de estar chupando golosamente, él me tomó la cabeza y la guio hacia arriba…

– ¡Esta vez no voy a acabar en tu boca, hoy he venido a hacer otra cosa!

Un poco temerosa de no tener la vagina suficientemente lubricada por el efecto de la medicación, no cabe decir que para albergar la verga de mi padre hay que estar muy húmeda.

– Mejor otro día, tengo un poco de miedo… es tan grande y aún me siento convaleciente con la vagina reseca, papá… tal vez otro día, yo también lo deseo, pero tengo un poco de miedo…

Pero él se mostró inflexible…

– ¡No nena!, lo vamos a hacer ahora, es el momento ideal…, tu coño está en perfecto estado, te lo puedo asegurar… solo te falta un poco de este lubricante natural y tu vagina la tendrás preparada.

Nunca había dudado de la seguridad de mi padre, me dejó tranquila tras untar todo su tallo con una buena ración del tubo de Dispaurem… y me fue empujando suavemente sobre la cama terminándole de sacar el sujetador y las bragas. Dejando ver el pubis casi despoblado de vellos, hacia donde se dirigió y me empezó a chupar el coñito. Abordó mis labios vaginales superiores, recorriéndolos de arriba abajo con su lengua. Le abrí los labios para que continuara con los internos y que él solo se dirigiera al  clítoris… lo tomó en sus labios y lo halaba hacía si produciéndome un placer inmenso, su cabeza giraba de un lado a otro y mis gemidos eran cada vez más fuertes, me sentía fuera de sí complacida como una zorra en celo…, de verdad que estaba gozando con el cunnilingus de papá, un auténtico maestro de la comida de coños ¡¿Cuántos habría comido para tener esa técnica?! La lubricación natural, empezó a brotar.

Después de un rato le detuve ansiosa, al tiempo que le decía… – esta vez no vas a acabar en mi boca, vas a correrte bien dentro del coño de tu hija… ¡Vamos papá, fóllame duro con tu enorme verga! Quiero que me abras las entrañas, y me llenes de tu esencia varonil…

Al oír esto mi padre sintió un calor que le subía desde la entrepierna excitándolo tremendamente, y yo con una leve culpabilidad de excitarme siendo su hija, especialmente en el momento en que iba a ser clavada…. Nunca, ninguno de los dos pensó podría resultar tan estremecedor. Mi padre tragó saliva cuando acerqué mi cara y le besé en la boca jugando con su lengua saboreaba su saliva con delirio, notando las manos de papá en mis tetas. Se las di a mamar, y las mamó hasta cansarse. Mis pezones eran ya de una mujer lactante, o sea, mucho más hinchados y oscuros… él los gozaba tanto o más que yo. Me erizaba los vellos se la piel.




Sus gemidos al sentir las caricias de papá, eran los de una hembra consentida, no lo hubiera creído hacía unos meses, estaba manoseando a su propia hija sin ningún tipo de pudor después de tantos meses de abstinencia total. El macho comenzó a sudar, yo a temblar…, al unísono deseábamos con toda el alma acoplarnos en una cópula incestuosa a la par que morbosa. Me veía bellísima, un cuerpo hermoso, perfecto, mis formas eran verdaderamente las de una mujer presta a la lujuria sin apenas pancita, mis piernas blancas, mis caderas anchas contrastando con mi cintura de avispa. Me colocó boca bajo a cuatro patas…, mi culo le parecía muy hermoso. Pasó un dedo por entre las nalgas de mi culo, al tiempo que me cimbraba gimiendo involuntariamente y moviendo mis piernas buscando el placer que el macho me regalaba. Me acostó nuevamente de espaldas y bajo su cara hasta la vagina, la cual abrió con sus dedos para encontrar mi más íntimo tesoro, mi más tierno capullo femenino….

Metió la lengua, saboreó ese flujo divino que emanaba de mi chochito, depilado a modo de muñeca barby, me sintió gemir y mover la pelvis al contacto de su lengua buscando que la lengua llegara a cada centímetro de mi intimidad. Entonces fue cuando decidido había llegado el momento…, tomándose la verga con su mano comenzó a tallarla, noté el ardor en todo mi cuerpo, con  nacimiento desde su coño…, fue la locura, más para una hija perdiendo el control de ella misma, con sus ojos entrecerrados y la boca abierta gimiendo. ¡Notaba todo mi cuerpo estremecerse entre escalofríos de gozo! Me miró por unos breves segundos entre mis piernas, mi hendidura mojada excitada y los labios vaginales hinchados por la calentura acumulada. Acomodó mis piernas sobre sus hombros, me colocó sobre la orilla de la cama y abriendo la entrada del coño, colocó el pollón sediento de chocho joven y caliente de su puta hija… comenzó a penetrarme lentamente. Creía enloquecer de placer, al verme follada por él.

Mis deseos de sentir a mi hombre eran irrefrenables, comencé a mover mis caderas buscando el hundimiento total de la polla de mi padre, tratando de ayudar a penetrarme más profundamente, lo intenté una y otra vez, hasta lograr la incursión total, enterrando el cipote hasta las mismas pelotas paternas de contrastada fertilidad… percibir la gran masa de sus testículos, me excitaba en demasía percibirlas fustigándome el coño. Papá estuvo quieto, sin moverse dejándome hacer, luego poco a poco comenzó a empujar más y más viendo a su hija hacer el trabajo de incursión, hasta que me detuve y le di el relevo. La clavó a fondo sin compasión, partiéndome en dos. Mi grito se escuchó en todo el vecindario, al sentirme ensartada hasta el estómago. Nos miramos, mordiéndome los labios y agitando la cabeza de un lado a otro….su cadera se agitaba follándome con total impudicia. Yo también me clavaba y el macho se desató, sincronizamos las metidas hasta la raíz, con fuertes y duras hincadas…

– Me duele papá, despacio me duele un poco.

Volví a quejarme y a gemir, apreté los dientes con fuerza cuando sentía entrar el duro cuerno paterno, en mi vagina inflamada….Noté mi intimidad desgarrada, percibiendo como mi padre seguía metiéndose más dentro del vientre, hasta encontrar la resistencia de la pared vaginal, empujó un poco más, siempre poco a poco para disfrutar de la fornicación, y por fin rompió la línea roja del deseo voraz. Un fuerte grito fue mi respuesta…, lo demás fue escuchar mis gemidos. Empujaba con fuerza hacia delante, y con cada nuevo esfuerzo, él me invadía por completo haciendo desaparecer todo el tallo hasta los huevos una y otra vez. Es gozoso y excitante ver y sentir a tu macho entregado dentro del cuerpo de una hembra como yo, a quien habían despreciado y humillado durante toda la vida, hasta que mi padre me dio su amor…

Al sentirme completamente ensartada, emití un grito, que más era un quejido de dolor placentero, por la dura fornicación, mientras mi padre sentía que se ahogaba de la hiperventilación, pero trató de controlarse. Me acostó sobre la cama comenzó a besarme sin descanso, saboreaba su lengua a la par que la polla se adentraba hasta el útero…, me daba sin tregua como un martillo pilón. La traspiración de mi piel era copiosa, mi cuerpo temblaba reconociendo en ello que me daba placer sentir esa verga gruesa, enhiesta como un asta, penetrar hasta lo más profundo de la vagina…, me producía escalofríos en todo el cuerpo e instintivamente su mano fue a dar con el clítoris en un masaje envolvente. Jadeé algunos segundos como si me estuviera ahogando, pero después se me escuchó gemir…, no de dolor sino de placer, levanté mis piernas y las crucé encima de la espalda de mi padre, no queriendo que se fuera a salir… lo necesitaba adentro, aunque era evidente que esa pieza no tenía la intención de emerger… sé que los machos en esa tesitura, van hasta el final enfoscados sin miramiento alguno, hasta eyacular todo su contingente seminal dentro de la hembra receptora.

Comencé a jadear cada vez más fuerte, mientras gritaba de gozo en el evidente inicio de un orgasmo, de los que me tenía acostumbrada papá, nadie me había provocado tantos con la polla dentro de mi coño. Cada vez me movía más rápido, al ritmo que le imprimía papá en la penetración. La visión era más que espectacular, sobre todo desde donde mi padre se encontraba, él observaba como la raja de su hija engullía el cipote. Elevando un poco la vista, ¡¡Era tan excitante ver en el espejo de la cómoda, los testículos rebotando sobre mis nalgas en a cada embestida!! Joder como se veían esas pelotas azotarme, las miraba y notaba a una vez.

Le miré, y percibí que él también se empezó a acercar al orgasmo y apresuró sus movimientos cada vez más rudos y más raudos, lo que hizo que ambos llegáramos al orgasmo prácticamente a un tiempo. La visión era una locura…, verme clavada hasta el tope por el rabo sobrecogedor de mi progenitor, lo que hizo perder mis dedos en mi clítoris viendo el devenir de mi padre corriéndose, y en esas aceleré también hasta llegar al clímax. No pude evitar lanzar un gritito de placer en el instante de convulsionar en una corrida impresionante, al tiempo que recibía los chorros de leche de mi padre, ¡¡Eyaculaba como un verraco entre gruñidos de gozo!! A medida que iba desalojando su lefa de sus huevos, la potencia la sentía en mi coño, sus convulsiones eras tan extraordinarias que me hacían vibrar. La hundió a fondo con el fin de  depositar todo su esperma en la boca del cuello uterino. En ese momento papá en su máximo apogeo, volvió la cara hacia mí para besarme, agradeciendo el sumo placer recibido… Me hallaba totalmente excitada y mojada por lo que estaba tomando mi coño, de parte de mi generoso patriarca.

Atolondrados por la dopamina del placer, quedamos exhaustos sudando por cada poro de nuestro cuerpo y minutos después una vez recuperado el aliento, mi padre me cogió entre sus brazos y me depositó en la ducha para un baño relajante que ambos disfrutamos. En la cama quedaron las huellas de la tremenda follada con una gran mancha de mis corridas, y parte del semen que la vagina no pudo contener… Alguien pensaría que mi padre posee una central lechera colgando se su polla. Recogimos las sábanas para eliminar todo vestigio de culpabilidad antes los ojos de la chica venezolana, menudo escándalo si saliese a la luz nuestra relación incestuosa… aunque en Venezuela fuese algo habitual.


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Así lo hicimos muchas veces, mi padre descargaba su leche muy dentro de mi útero y yo cerrándola después de que me la hubiera echado, contrayendo los músculos, para que el semen de papá se quedara mucho tiempo dentro y así tener más posibilidades de quedar preñada…. Al fin, el momento tan deseado llegó tres meses después de parir a mi hija… ¡la prueba del embarazo dio positivo! Mi padre no estaba en casa cuando volví de hacérmela. Mientras lo esperaba, tomé un baño y me acaricié pensando en que pronto tendría otra vez las formas de hembra preñada, que volvieron loco a mí padre.

Mientras me miraba, tuve la idea de afeitarme el coñito y darle la sorpresa cuando volviera. Ya así lo hice. Me rasuré hasta el último pelito, y me dejé los labios lisos, se me veían muy rosados y carnosos. Me excité mucho mirándomelo peladito y suave…, me tuve que hacer una suave pajita mientras esperaba a papá, de caliente que me puse. Cuando llegó, yo me había puesto una bata sin nada debajo y estaba sentada en un sillón del sofá, hacía como que leía pero la excitación no me dejaba. Mi padre se acercó, me besó en los labios como siempre mientras me metía una mano por la bata hasta alcanzar de lleno una de mis tetas.

Yo le aparté la mano y le dije…. – Siéntate, tengo que contarte algo.

Mi padre se sentó en el sofá, en frente de mí.

– A ver, ¿Qué tienes que contarme amor? Soy todo oído.

Yo desabroché mi bata y dejé primero mis pechos al descubierto, a lo que mi padre lanzó un resoplido mientras me decía… sin quitarles ojo.

– Hija, cada día tienes las tetas más ricas.

Yo seguí abriéndome la bata y cuando la hube abierto por completo, puse una pierna encima de uno de los brazos del sillón y la otra en el suelo, quedando mi rajita totalmente abierta ante los ojos de mi padre, que no sabía qué hacer cuando le dije

– Este coño de nuevo es tuyo... ¡¡Estoy PREÑADA…!! Papá me has preñado…te quiero.

Mi padre se volvió como loco, me chupó la rajita con ansia, sacándome gemidos de placer, en tanto él no paraba de murmurarme cosas tiernamente obscenas, que me hacían estallar de gusto. Me placía mirar su lengua, lamiendo y succionando mi chochito, mientras le meneaba la polla como me alcanzaba la mano. En un par de minutos me corrí como una puta, luego se la chupé con lujuria…. Tenía ya la polla durísima y bien gorda como a mí me gusta sentirla. Perdí el conocimiento chupando y lamiendo ese pollón. La verga de papá me emborrachaba con su aroma a macho. Antes de correrse paró en mi boca, desea hacerlo dentro de mi coño. Me la metió allí mismo, sentada con las piernas abiertas en el sillón, después de haberme hecho correr con su lengua y sus labios entre jadeos en mi rajita…. Mi padre era un devorador de coños empedernido, un auténtico vaginariano.

– Eres mucha hembra, hija, ninguna mujer me ha puesto el rabo como tú me lo pones…

Me dijo entre gemidos muy excitado.

Con lentitud fui bajando sobre él hasta rozar su verga con mi vagina. En esa posición me froté en su hombría suavemente, sin que él se moviese, abriendo mis labios vaginales con su cipote inhiesto, duro y hermoso. Volví a subir por su cuerpo buscando la boca entreabierta por la sonrisa que adornaba el rostro. Pero ahora no me conformé con besarle, sino que introduje la lengua por la exigua oquedad que sus labios enmarcaban, lamiéndole dientes y lengua, obturándole hasta el paladar. Como en un duerme vela me miró y me cogió el rostro besándome con intensidad. No pasó más de medio minuto cuando su falo convulsionaba, hacía rato que adquirió el poder máximo presto a la penetración. Con solo mi cadera, la encaramé en la entrada de mi coño, y dejándome caer fue abriéndome, partiéndome nuevamente en dos. ¡¡Joder que gusto sentir su gordo y endurecido vástago en el útero!!

Comencé a dar pequeños sentones clavándome aquel mástil hasta los huevos, una… dos y tantas veces como para matarme…, estaba muy lubricada y su arpón duro y venoso frotaba expandiendo mis paredes como siempre deseé tener dentro de mí, notando cada milímetro de su glande rozar mi vagina hasta la entrada de mi matriz. Él me acompañaba insertando más si cabe, haciendo chocar sus pelotas en mi culo sin dejar de comernos la boca y la lengua plenas de lujuria y morbo. Nuestros pechos presionados uno contra los otros. Nunca hubiera imaginado que el hombre que me protegió de todo mal desde que nací, que velaba por mi integridad física y anímica cuando era un bebé y una niña, era ahora quien me estaba destrozando a pollazos, tan pervertídamente. Me hacía sentir su mujer y esposa, su nena y su PUTA.

Mis tetazas como campanas que tocan a arrebato, acariciaban su pecho varonil cubierto de vello, excitándome los pezones al roce con su pelo… se me pusieron duros y empitonados. Follamos durante más de diez minutos en esa postura en donde mi clítoris disfrutaba de aquel macho indomable que me elevaba al séptimo cielo como ningún otro lo había hecho. Me desmonté para girarme y ponerme a cuatro patas sobre la cama…, mi padre con toda diligencia, se posicionó detrás de mí con los pies en el suelo y yo al borde del colchón, enfilando… La entrada a la gloria fue rápida y sencilla, no tuvimos que direccionar su buque que atracó en mí chochito encharcado sin ayuda. Asió mis tetas, al tiempo que bombeaba con fuerza y cariño, luego sujetándome de la cintura y de los brazos la hincada era más fiera…, los chasquidos se hacían cada vez más intensos a la par que mis gemidos con gritos, al clavar con intensidad en mi fondo uterino, toda su fortaleza viril. ¡¡Me notaba empotrada como una perra!!

Yo ya había conseguido mi orgasmo durante los primeros minutos de intensa follada, y el de papá estaba a punto de surgir con la nueva postura. Me clavaba con dureza e intensificó la follada, signo de la gran eyaculación…. Y cuando soltó todo el aire…, descargó el ingente chorro de leche copando mi útero de esperma delicioso, la introdujo a fondo y con pequeños mete saca entre convulsiones y jadeos acabó por soltar toda su espesa lefa en lo más profundo de mi vientre… ¡¡Chorro a chorro su semen me llenó el útero!! Mientras su amor colmaba una vez más, mi corazón. Las relaciones con papá, se convirtieron en SEXO y AMOR.

Después de este tremendo polvo, me dejé caer sobre la cama acurrucada a su lado, pasé brazo y pierna sobre su pecho y piernas, atrayéndole hacia mí estrechándome más a él para abrazarle mejor. El enervamiento que antes sintiera poco a poco se desvaneció, sustituido por una dicha placentera, tranquila y sosegada que me fue devolviendo la calma. Mi mente volaba sumida en dulces pensamientos deleitándome. Ya había pasado la gran tormenta de fogoso regodeo, dándome embestidas cada vez más rápidas con su polla que me llenaba la vagina entera. En este polvazo nos corrimos como locos con su polla dentro. Me sentí plena nuevamente. Instintivamente presentí que iba a estar PREÑADA de mi padre unas cuantas veces más…, porque nunca pensé que se pudiera estar tan caliente y ser tan feliz con un hombre, y menos que este pudiera ser mi propio progenitor… mi papá. Tanto él como yo sabíamos que nos podíamos permitir tener una larga familia. Sin préstamos, sin ataduras económicas y con una entrada sustancial de dinero, no había nada que nos contuviera quedar preñada una vez al año…mi coño se mantenía regado de esperma permanentemente de papá.


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Los cuidados que mi padre que prodigó durante mi embarazo, encendió en nosotros una atracción brutal entre macho y hembra que nos llevó a una relación en la que el sexo y el morbo dominaban por igual. Os seguiré contando con detalle esta relación para que vean como nos "acoplamos" ese maduro interesante y yo, en todos los sentidos del término. Mi padre llevaba viudo varios años, como ya conté, y desde la muerte de mi madre se había vuelto más solitario aún de lo que ya era cuando ésta vivía. Según me confesaría en una de nuestras interminables charlas íntimas, mi madre no le satisfacía sexualmente desde tiempo antes de quedarse viudo, se había refugiado en un mundo interior poblado de fantasías sexuales….

– Hija, me dijo. – Si no me he casado ya, ni he buscado con quién hasta este momento, es porque ya después de tanto tiempo fantaseando, las relaciones "normales" con mujeres "normales" no me satisfacen, sólo el morbo me satisface. Si tú me pones tan caliente, es porque eres mi hija, porque eres el morbo supremo.

– ¡Oh! Exclamé desilusionada un poco, – ¡¿Entonces mi cuerpo no te gusta?!

– ¡Pero Helga, qué dices! Tu cuerpo me vuelve loco, amor…, me decía tocándome las nalgas. – Pero no es sólo el cuerpo de la mujer que eres lo que me transporta, es sobre todo el cuerpo de mi hija…. Y como para sellar lo que decía, acercaba su boca a la mía… Anda nena ¡¡Dame tu lengua…!!

Yo sacaba un poco la lengua con la boca entreabierta y él me la chupaba con amor mientras sus manos se apoderaban suave pero firmemente de mis tetas por encima del vestido. Mientras me las acariciaba suavemente y me las presionaba, mi padre continuó…

– El morbo que he sentido al mamar y ordeñar las tetas de mi hija, no lo ha igualado nada hasta el momento, amor.

Ronroneaba mientras llevaba su mano por debajo de mi vestido hasta mis nalgas, atrayéndome hacia sí y frotándose con mi pubis. Metía su mano desde atrás llegando hasta mi rajita, ya húmeda, y me la toqueteaba entera, me la pellizcaba, me metía la puntita del dedo corazón, mientras me decía ya totalmente excitado…

Y esta rajita, amor, mmmm, esta rajita...

En esas ocasiones, a mi padre le encantaba ponerse de rodillas ante mí, separarme las piernas, apartarme un poco las bragas hacia un lado, y meter su lengua entre los labios de mi coñito calenturiento. Ya dije que desde aquella primera vez en que, estando preñada de mi primera hija, mi padre sintió el contacto de mi vagina húmeda y yo el de su inmenso rabo erecto en mi interior, nos entró tal calentura que no paramos de follar, y de locura por cierto. Pero creo que los acoplamientos propiamente dichos, aunque fuesen excelsos, eran el simple desenlace de situaciones de máxima excitación que hacíamos durar el mayor tiempo posible, porque todavía no he dicho la clave de nuestra incestuosa relación….Tanto mi padre, como yo, sentimos una enorme fogosidad con las situaciones morbosas.

Un día me preguntó mientras me acariciaba las piernas y los muslos, estando él sentado en el sofá y yo recostada con mis piernas encima de las suyas. Debo aclarar que a mi padre le encantaba que charláramos así, en esa posición. Le encantaba acariciarme las piernas, sobre todo por la cara interna de los muslos. Con un movimiento suave, me las separaba un poco y me levantaba un poco la falda o el vestido para mirarme el coñito a través de las bragas y, subiendo su mano por mis muslos, pellizcarme suavemente la vulva por encima de la tela…

– Helga, cuéntame tú que piensas sobre el sexo…

Le relaté brevemente que era o había sido bastante retraída en el sexo, que como en casa nunca se hablaba de sexo, ni se mencionaba directamente nada que tuviera que ver con él, había crecido en la creencia de que cada vez que follaba, incluso con mi pareja, estaba haciendo algo malo. Pero como las relaciones con éste habían resultado al final (y al principio) bastante frustrantes, me refugié también en un mundo de fantasías calientes que avivaba mis noches, incluso mis días. Así que yo, como mi padre, necesitaba una relación especial.

Descubrimos una calentura común, reprimida, que se desató a poco que nuestros cuerpos se acercaron, cual dos polos opuestos de un imán. Con mi padre y ya sin el yugo inquisitorial de mi madre, me sentía libre para mostrar mi deseo en cualquier momento, en cualquier situación, porque sabía que verme excitada lo volvía loco…, y viceversa. A veces, estando ocupada en cualquier cosa y creyéndolo ocupado también a él, me llamaba desde donde estuviera. Yo iba a ver qué quería y me lo encontraba excitado, con el miembro erecto y temblando de deseo. Me miraba acariciándose y me decía…

Estaba pensando en tu chochito y mira cómo se me ha puesto, hija….

A veces se la chupaba con toda la lascivia de la que era capaz, otras me la metía follándome salvajemente en un aquí te pillo, aquí te mato y tras un esprín se corría entre jadeos dentro o sobre mi coño mientras me sobaba las tetas, metiendo su mano por mi escote o bajándome la tiranta del vestido. Si me quedaba con las ubres desnudas, solía decirme…

– Muéveme esas tetazas cariño, son las más hermosas que existen, Helga…

Y yo se las movía y lo provocaba con ellas, sobándomelas yo misma delante de su boca, sentía como se le tensaba el rabo poniéndosele muy duro, lleno de venas hinchadas… me ponía cachondísima, plena de la lujuria que se apoderaba de mi voluntad. Así pues, entre mi padre y yo se selló un pacto secreto de complicidad morbosa en el más puro incesto que vivimos plenamente. Nos contábamos nuestras fantasías y nuestros gustos abiertamente sin ningún recato ni impudicia e inventábamos situaciones y personajes con los que dábamos rienda suelta a nuestra caliente imaginación. Nos gustaba decirnos cosas obscenas como… 

“eres un cabrón y tu hija quiere que la mates a pollazos” o “Soy tu puta… ¡Lléname el coño de polla!”.

Él respondía con frases no menos obscena y calientes… 

“Te voy a hacer la panza más gorda que se halla visto” “No dejaré que este coñito pase hambre…”

Todo ello acompañado de gestos provocadores, para que el semental de mi padre me diese duro con la maza de caballo que posee entre las piernas. Los inicios siempre comenzaban con señas lascivas con la lengua, especialmente cuando estábamos a cierta distancia cada uno ocupado en algo (la lengua de mi padre me hacía vibrar incluso de lejos). Aunque yo no era ninguna niña, mi padre había vivido más que yo en eso del fornicio, amén de conservar un poder simbólico por ser mi padre que él nunca perdió…, así que era él, quien me conducía por los caminos más retorcidos del placer, y por el que me sacrificaba despatarrada haciéndome enterrar su hombría hasta las mismas entrañas. Eso sí, jamás abusó de su poder viril para dominarme o humillarme, al contrario, él me liberaba haciendo aflorar mis deseos reprimidos, mis inclinaciones inconfesables e inconfesas, mi amor y todo mi sexualidad femenina.

De tal modo, por ejemplo, mi padre me condujo al placer induciéndome de disfrutar de ser voyeur…. Esto se inició cuando cualquier noche viendo la tele se excitaba y se sacaba la polla delante de mí, comenzando a darse una machacada, al ver como se hacía su paja me apartaba las bragas avivándolo con mi coño descubierto…, al final acabábamos mirándonos como nos hacíamos la paja, uno frente al otro acabando con un orgasmo feroz. Disfrutábamos sin tocarnos casi del mismo modo que follando.

Esta fantasía se fue incrementando durante el verano, meses después de nacer nuestra primera hija. Fuimos de vacaciones a la costa y mi padre me propuso que pasáramos unos días en una playa nudista. Así que nos fuimos nosotros con la niña y Wisleidy, la canguro que cuidaba de la casa de mi padre y ahora me ayudaba también con el bebé. Me confesó que le gustaba muchísimo mirar a las mujeres normales, toda esa mujeres que en esos momentos andaban desnudas en aquella playa, de paso decir que no le importunaba me mirasen a mí, sabedor que del mismo modo nunca tendría a esa mujeres, nadie me poseería a mí, excepto él ¡Porque soy solo suya!

El primer día de nudismo, estábamos en la playa tomando el sol. Wisleidy no se importunó cuando la invitamos a tal exhibicionismo. Ella es una mujer de unos 34 años de origen venezolano, separada y con un curriculum extenso de hombres que habían pasado por su “cuerpo”, en nada se hostigaba en seguirnos en nuestra forma de vivir y de entender la vida…, ella cuidaba de mi hijo bajo la sombrilla, en pelotas como estábamos nosotros. Al poco veo que mi padre sentado en una hamaca leyendo el periódico, tiene una erección visible y momentos después le oigo decir…

Voy al agua, ¿Vienes?

No tuvo el menor reparo de exponer su verga inhiesta de más de 20 cm cuando se levantó. Caminamos  hacia el mar con toda tranquilidad, seguida por la mirada de Wisleidy que se deleitó con el tamaño del cipote de mi padre. Imagino que ella estaba acostumbrada a pichas de no más de 12 o 13 cm de larga de sus numerosos amantes…, la mi progenitor la doblaba en largura y grosor a todas esas que hubiese visto y probado. Por otro lado era evidente que semejante polla y así de tiesa era difícilmente disimulable. Nos metimos en el agua y cuando estuvimos dentro, me agarró las tetas por detrás y me colocó el rabo entre las nalgas mientras me decía, mirando hacia la sombrilla donde estaban la canguro y mis hijos…

¡¿Has visto las tetas que tiene Wisleidy?!

Yo me quedé muy sorprendida del comentario y le dije un poco ofuscada que no me había fijado, era mentira evidentemente, pero no me agradaba que mi padre se fijara en otras.

¡¿No te has fijado?! Pues tiene unos pezones ¡Ummm…!

Me decía esas obscenidades mientras excitaba los míos, y se abría camino con su mástil por mis labios buscando la entrada de mi conejo, hasta que dio con ella incrustándola poco a poco al interior de mi vagina, haciéndome gemir…. Allí en al agua, mi padre me penetró e hizo que me corriera diciéndome procacidades sobre las tetas, y el coñazo negruzco de finos pliegues en sus labios vaginales, de Wisleidy. Después de haberme dicho eso, puse atención en las tetas de Wisleidy, que a decir verdad, eran una maravilla de la mujer engendradora…, unas mamas grandes y repletas de una masa canosa muy apetecible de amasar, pero me molestaba que mi padre mirara a otras y se pusiera tan caliente con ello.

Este sentimiento cesó cuando me percaté de que le gustaba mirar, solo ser un voyeur con ellas…, y que solo quería hacerlo conmigo, siendo el único coñito para el alivio de su necesidad. Me puse el culo en pompa subiéndome sobre su pelvis y la verga me entró hasta los huevos, la lubricación y el agua ayudaron a ello…, y así mirando a Wisleidy me follaba sacando la polla hasta el glande y de nuevo a las profundidades de mi útero una y otra vez. Bajo el agua ayudada por la ingravidez que te proporciona dicho elemento, nos acoplamos a la perfección saciando nuestra avidez de sexo en un apareamiento inédito…. Percibía cada centímetro atorándome de carne dura, mi coño. A los ocho minutos y…Durante unos segundos vi como todo su cuerpo convulsionaba de placer, pensando que había calmado su deseo…


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Pero de pronto la vi levantarse y poniéndose más encima de mi cipote, me pidió que la follase desde a detrás. Incapaz de negarme con mi glande en su vulva, lo llevé a su entrada y se lo clavé hasta el fondo. No pude dejar de observar que el sexo por detrás con mi hija era uno de sus caprichos, porque a pesar del modo tan brutal con el que la follaba insertando brutalmente todo mi badajo, no se quejó al sentir su chochito siendo maltratado por mí. Os juro que me creí en el cielo al tener mi falo dentro del coño de esa diosa que tengo por hija mirando las tetazas de Wisleidy, y aunque me apetecía dar rienda suelta a mi lujuria en medio del agua, al ver los balanceos del cuerpo de la niñera decidí esperar a que el contorneo cesara.

– ¡Qué esperas para follarme! Gritó al ver mi inactividad.

Dejando a un lado la cordura, decidí fuese mi yegua y montándola en plan cabrito azucé sus movimientos con una serie de suaves pollazos pensando que se lo arreaba a la voluptuosa venezolana…. “¡Dios!” Aulló al sentir que se desgarraba pero en vez de intentar que parara, me pidió que siguiera. Su expresión de deseo me terminó de convencer y con ritmo pausado, fui extrayendo mi inhiesta polla de su interior. Casi había terminado de sacarlo cuando Helga con un movimiento de sus caderas se lo volvió a introducir, dando inicio a un juego por el cual yo intentaba recuperarlo y ella lo impedía al volvérselo a embutir. Poco a poco, el compás con el que nos meneábamos se fue acelerando, convirtiendo nuestro tranquilo trotar en un desbocado galope, donde ella no dejaba de gemir y yo tuve que afianzarme cogiéndome de sus pechos para no descabalgar…

¡Más rápido!

Me ordenó cuando, para tomar aire, disminuí el ritmo de mis acometidas.

¡Serás calentona…!

Le contesté molesto por su tono.

¡Qué gusto!

Gritó al sentir mi mano y comportándose como una zorra desorejada, me imploró que quería más. No tuvo que volver a decírmelo, le fui propinando contundentes pollazos cada vez con más ahínco. Mi hija ya tenía el culo completamente pegado a mi pelvis cuando empezó estremecerse al sentir los síntomas de un orgasmo brutal. Fue impresionante ver a mi niña temblando de dicha, mientras de su garganta no dejaban de salir improperios y demás lindezas… ¡¡Preñada y salida como una perra!!

¡No dejes de follarme!, ¡Cabrón!

Aulló al sentir que el placer desbarataba su interior. Su actitud dominante fue el acicate que me faltaba y cogiendo sus pezones entre mis dedos, los pellizqué con dureza mientras usaba su culo como frontón con mis pelotas golpeando sin cesar.  Al gritar de dolor, perdió el control y agitando sus caderas se corrió. De su sexo brotó un enorme caudal de flujo que se perdió dentro del mar. Fue entonces cuando ya dándome igual que fuera mi diosa, mi adorable y tierna hija o la madre de mi próximo hijo… me concentré en mí y forzando su vagina al máximo, empecé a usar mi tranca como si de un cuchillo de se tratara y cuchillada tras cuchillada, fui partiéndola hasta  su útero, mientras mi víctima no dejaba de aullar desesperada.

Mi orgasmo no tardó en llegar y mientras me vertía en el interior, usé sus tetas como riendas. En un gesto de demencia o de lujuria excitado por Wisleidy, la saqué y la volví a enterrar entrando por su coño mirando a la flamenca mujer sudamericana de gentiles curvas y nombrándola…. Me percaté del equívoco pero a ella le dio igual, así que yo seguí a lo mío agitando mi polla en su coño unos segundos más, hasta que brotaron los chorros de leche que se disparaban como aldabonazos, de tiros de blanca munición, contra la pared de su útero. Uno tras otro le fueron rellenando su coñito procurando, con su vagina succionarlos con sus músculos cada chorro de lefa espesa, notando como me absorbía el tronco con sus paredes íntimas. Ya una vez había llenado su conducto con mi simiente la dejé clavada unos segundos hasta que llegó a calmarse cualquier convulsión...

Has sido muy malo corriéndote en mi coño pensando en Wisleidy, pero te perdono por habérmelo hecho bien… si sigues pensando en ella, acabarás follándotela también.


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Cuando la extraje me dejé flotar en el agua haciéndome la muerta, agotada y exhausta…. Papá soltó unos fuertes latigazos enterrando todo el cipote a la par que eyaculaba todo su contingente seminal contenido en sus sabrosos testículos, a veces pensaba que era una central lechera, produciendo más y más semen para mí. Me sentía feliz de que me considerase su vertedero de semen, notarme llena de lefa suya era mi mayor satisfacción como mujer, amante, esposa sin dejar de ser su propia hija.

Esa misma noche después de cenar, Wisleidy se llevó a los niños a su habitación y nosotros fuimos a tomar algo, nada de alcohol para mí. Cuando volvimos, entramos en la habitación para ver si todo iba bien, si el niño dormía. Ambos dormían como troncos. El niño en su cuna y la niña con Wisleidy en la cama, medio destapada, con un corto camisoncito del que se había bajado un poco por un lado, hasta dejar su teta justo por encima del pezón, que casi asomaba. Mi padre se acercó a mí por detrás, similar a como cuando estábamos bajo el agua y empezó a sobarme y a restregar su paquete con mis nalgas, ambos mirando las tetas de Wisleidy….

Mira cielo, que ubres más gordas tiene la zorra venezolana…

Diciendo esto, se inclinó sigilosamente sobre Wisleidy, acercó su mano, metió un dedo hábil e imperceptible por la tiranta del camisón y tiró delicadamente de ella hacia abajo hasta que el pezón, extenso color café, quedó al descubierto. Wisleidy no se inmutó pero yo sí. Y de qué manera. Ganas me dieron que mi padre me follara allí mismo mirándola…. Lo que sí hicimos allí antes de irnos a nuestra habitación a comernos vivos, fue besarnos glotonamente imaginando que eran las tetas de Wisleidy lo que chupábamos, sellando así nuestro pacto de mirones o voyeur.

Los días sucesivos, en la playa, ni mi padre ni yo le quitábamos ojo a Wisleidy. A veces ella nos ofrecía el espectáculo cuerpo exuberante… en una ocasión se abrió la raja, mostrando un interior rosado intenso, que contrastaba con la vulva oscura cubierta de un fino vello que se recortaba, pero no rasuraba…, esta calentorra latina se manifestaba en diversas posiciones, cuando se ponía a cuatro patas para atender a la niña o cuando tomaba el sol con las piernas entreabiertas. Yo no sé cómo Wisleidy no se dio cuenta de nuestras miradas, ni del meneo que se daba mi padre en la polla por debajo de la toalla, o del periódico que se ponía encima de las piernas para disimular. El caso es que sin pudor, cuando ya no podía más papá, se acercó a mí diciéndome al oído…

Me duelen lo huevos mogollón y necesito aliviarlo ¡Necesito follarte nena!

Y nos íbamos al agua, o lo dejábamos para el hotel. Para acallar mi desconfianza, mi padre me decía mientras permanecíamos pegados, como perritos, durante largo rato, gimiendo y jadeando….

Helga mi amor…, Wisleidy me pone a mil pero a ti es a quién quiero follar día y noche. Me desagravia mucho vaciarme dentro de ti y no en cualquier otra mujer…

– ¡Pero la niñera tiene un buen polvo! ¡¿No es verdad papá?!

– ¡Vaya si lo tiene, y dos seguidos…!

Ese veraneo no fue Wisleidy la única que nos proporcionó excitación extra, mi padre y yo disfrutamos igualmente excitando a un señor que se ponía siempre cerca de nosotros en la playa. Aunque debo reconocer que también se le iban los ojos detrás de nuestra canguro, era principalmente a mí a quién miraba un tipo, que tendría la edad de mi padre pero bastante peor conservado. (Todo hay que decirlo, mi progenitor es un adonis de pelo canoso, sin muestra de exceso de grasa…, de brazos y piernas lustrosas en fibra y unos abdominales que sin ser de tableta, son marcados rematados con un poco de barriguita sobre su pubis) Mi padre lo miraba de soslayo y cuando veía que el tipo se cubría las piernas con una toalla, me decía al oído…

Helga, levántate que te vea bien, lo tienes a mil…

Yo hacía lo que me pedía mi padre. Incluso a veces, me ponía a cuatro patas, jugando a hacer un pozo en la arena, de manera que aquel hombre pudiera verme bien la rajita por detrás. A mi padre se le ponía como un palo de tiesa, al ver como el tipo casi babeaba mirándome y tocándosela cada vez más rápido por debajo de la toalla…. Estos juegos nos llevaban a excitarnos como locos y follar hasta terminar reventados.

La niñera se hallaba dentro del recreo de mi padre, especialmente tras participar del nudismo que todos practicamos asiduamente en aquella playa. Ella se compenetró con suma facilidad, y más activamente en nuestra relación hasta el punto que le propuse a mi padre de hacerla participar en un encuentro sexual a trío. A Wisleidy no le vendría más un revolcón con un macho como mi padre, sería mi regalo a papá, por haberme acogido en mis paupérrimas circunstancias vitales, me tragaría mi vanidad dejando a mi padre, que se regocijase con la exuberante venezolana, o si surgiese con ambas hembras si le apetecía…. Además yo ya estaba preñada de mi padre, ¡¿Qué más podría pedir a estas alturas?!

Un par de días después, lo prepararía todo sibilinamente, sin que ella se enterase de mis maniobras. Veía a Wisleidy encantada de estar de vacaciones pagadas. Ese sábado nos levantamos temprano, cuyo plan era comer y pasar allí la tarde en la playa. He de indicar que Wisleidy es una mujer de treinta y tantos, divorciada en su país, y que vino huyendo de una mala relación y sobre todo de la miseria, aquí ha dado varios tumbos su vida hasta encontrar la casa de mi padre, antes había estado en otras como empleada de hogar, camarera en clubes nocturnos y trabajos varios, en todos sin contrato…, mi padre sí le hizo un contrato de doméstica, y ni se lo pensó de venirse a casa. Es una mujer  que se conservaba bien…, morena de pelo negro y de voluptuosas curvas…, lo mejor era su trasero firme y de nalgas bien puestas ¡¡Espectaculares!! Su físico destaca por su par de tetas enormes son grandes en proporción a su torso, y muy bella. 

 

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El pisito que alquilamos para pasar esas vacaciones, contaba con dos pequeñas habitaciones una para la niñera con el niño y otra con cama de matrimonio para mi hija y yo. La reunión fue amena y la comida muy buena en el restaurante…, una caminata con mi hija en la que nos calentamos, le recriminé que no era el momento ni lugar, Wisleidy llevaba a la niña en su carrito por delante de nosotros y no se percató, de nuestros devaneos. Al llegar a casa, me eché un rato la siesta solo, al despertar, mi hija me asalta en el aseo, se presentó frente a mí…

¡Déjame ver lo que me voy a comer esta noche!

Me sacó la verga la sobó hasta tener una erección completa de mis respetables 22 cm de tranca sin contar con el capullo, este lo beso varias veces pero en eso se oyeron los gritos de Wisleidy para ir a tomar la cena, guardó rápidamente mi polla diciendo…

¡Ya la tendré para mí sin interrupciones!

Al anochecer la niñera comenzó a tomar ron y tequila al son de las invitaciones de Helga, cuando el niño se quedó dormido. Mi hija con licor de hierbas sin alcohol, y la niñera unos tragos de ron con fe…, yo tomé un par de copas y paré no me gusta beber por beber, además tenía que responder con mi niña esa noche, pero enseguida pasó algo que cambio todo ese día, pues a Wisleidy se le ofreció lavar los vasos y todo lo que allí estaba de la tarde bajo la pequeña alacena. Mi hija me pidió que le ayudara, así que fuimos, ella lavaba yo secaba. La venezolana se puso a lavarlos, pues estaban llenos de polvo…, al estar haciendo eso quedé atrapado al fondo de la pequeña cocina, dado que con ella parada frente al fregadero quedaban tras su culo un palmo, y mientras ella enjabonaba los vasos yo le daba un vistazo a su trasero…, me gustaba lo que veía tanto que mi falo se comenzó a hinchar sin llegar a la erección total, en eso me dice la chavala…

¿Busque una toallita que está en ese estante, para secar los vasos por favor?

Pero haciendo cara de no hay espacio, ella se dio cuenta y me dijo sin dejar de lavar vasos…

– No le dé pena de pegárseme, anda pásese por atrás como pueda, yo le hago lugar.

Lo primero que pensé fue que al traer un pantalón de tela fina de lino, ella sentiría mi rabo a media erección pero no me importó, así que le doy un arrimón. Mi polla y mis huevos se atascaron primero en una de sus nalgas, luego se atoró mi verga en el espacio entre sus nalgas, sentí como ella las apretó al sentir mi mástil entre sus dos bombones…,  no dijo nada seguía apretando…, seguro esa acción le permitió sentir mejor mi garrote, me deslicé y mi cipote giro dentro del pantalón apuntando a la primera nalga y en esa posición la recorrió toda.

¡Uff! me sentí estimuladísimo y me fui a buscar la toalla, se la di y salí rápidamente, ella no dijo ni una palabra. Al filo de la media noche ya habíamos tomado varias,  lo cual no me gustó pues ponía en peligro nuestro plan de follar toda la noche. La fiesta acabó y cada uno se marchó a su cama, Wisleidy se veía aturdida y se fue delante de nosotros rumbo a su cuarto, llegamos y ella se fue directa a su cama.

Voy a dejar la puerta abierta por si quieren pasar al baño.

El único baño era parte de la habitación que ella ocuparía.

Así que pasamos al baño a echar la última meada antes de dormir,  me encerré en el cuarto de al lado con mi hija, a la cual aún borracha quería verga. Se desnudó torpemente lo cual hice también, ambos desnudos no tuve más oportunidad que animarla a mamármela.

¡¡Chúpamela!!

Y así lo hizo, se puso a saborear el chupete hasta ponérmela durísima y lustrosa con todas las venas hinchadas y el prepucio abajo. Mi hija gustaba de apretarla para extraer el jugo de mis huevos y limpiarlo con su lengua, en eso ya no aguante más…, la puse sobre la cama con sus piernas en mis hombros para luego restregar mi pollón por toda su raja mientras ella clamaba.

 ¡¡Qué buena la tienes papá!! ¡Ummm!

Poco a poco empecé a penetrarla hasta que mis huevos tocaron su ano, inicié un movimiento en círculos al tiempo que clavaba suave un buen rato, hasta que sentí que se mojó toda mi verga de flujo espeso, podría ser su primer orgasmo, no estoy seguro, lo que sí era cierto, era su dilatación vaginal, ya amoldada a mi grueso tallo. De ahí cambiamos con ella arriba y comenzó como loca a cabalgar chapoteando del fluido de su coño. Aplastaba su coño contra mis pelotas, y la agilidad de mi nena no era nada normal… mi borrachera se había disipado con la excitación de follar con mi hija. Cambió de posición dándome el culo y la cabalgada fue mayor en rapidez y contundencia. Su culo subía y bajaba a un ritmo frenético, mis manos sostenían ambas nalgas y mis ganas de eyacular afloraron muy pronto…

Finalmente me sublimó la corrida hasta llenarle la vagina con mi leche, la lefa brotó como un aspersor en tres o cuatro chorros de calibre grueso…, he de decir que estoy muy orgulloso de cómo funcionan mis testículos, me producen una cantidad de leche brutal y en tan solo unas horas los tengo llenos de nuevo presto a la inseminación. Bien, después del desahogo nos vino el atolondramiento ideal para dormir como benditos. Fue una corrida rápida por lo sobreexcitado que me hallaba viendo a ambas féminas contorneándose delante de mí todo el tiempo. Como a la hora y media desperté, vi que ella estaba totalmente fuera de este mundo dormida como un ángel y pensé…“creo que no habrá más sexo esta noche”

Pero estaba equivocado por lo que les contaré más adelante. En eso giro a ver mi reloj… eran las dos de la madrugada con ganas de orinar, no lo pensé “me voy a ir así en pelotas, a Wisleidy no le voy a sorprender después de practicar nudismo, además me calentaba la idea”, con al verga colgando medio morcillona, por la buena follada a mi hija, caminé sigilosamente, entré en la habitación de la venezolana pero no se veía nada hacia donde estaba su cama solo se veía la tenue luz de la ventanita de la puerta del baño así que me dirigí hacia allí, al entrar entorno la puerta, enciendo la luz y vaya sorpresa… Wisleidy desnuda sentada en el inodoro con las bragas en las rodillas. Puso una sonrisa lasciva… igual que la mía. Su  mirada fue directa a mi verga, la cual tenía a escaso medio metro de su cara, pues el baño era muy pequeño, tan estrecho que apenas podrían caber dos personas.




En eso giro para salir de ahí y escucho…

No se vaya… hágame compañía total ni que no hubiera visto un hombre desnudo antes, y usted le tengo visto. Además ya me restregó su pieza en las nalgas hace rato.

Ella se notaba todavía un poco ebria, en eso se escuchó un ruido fuera del apartamento…

 ¡Asómese por la ventanita de la ducha a ver qué pasa!

Muy obediente pasé pegado a la pared con pasos laterales y con mi badajo haciendo un movimiento de péndulo frente a su cara el cual ella seguía sin perder detalle, me quedé justo frente a ella y levanté mi brazo para quitar un seguro que tenía la pequeña puerta de la ducha, mientras de reojo vi como Wisleidy se comía con los ojos mi polla que lucía corpulenta…, pasé a la ducha y me asomé por la ventana viendo a un par de palomas buscando restos dela cena en las mesas de la terraza, así le dije regresando a la posición original enfrente a propósito. Se quedó considerando mi cipote, para decir girada hacia arriba con la boca un poco entreabierta…

¡¡Qué buen tamaño tiene!! ¡¿A poco su hija la aguanta toda?!

Se veía súper sexy y sus pezones se habían endurecido… Eso me calentó mucho y solo respondí…

¡Por supuesto… tiene el coño bastante profundo y despacito le entra toda!

– ¡¿Hasta los huevos…?!

– Hasta las mismas pelotas… ella lubrica muy bien… y aun siendo estrecha dilata rápido.

 En eso acerca su cara un poquito más a mi maza diciendo…

Nunca había visto así de cerca una tan grande…, los hombres con los que he estado la tenían como de la mitad y más delgada, ¿la suya cuánto mide?

– 22 cm de largo y casi 5 de ancho

– ¡Está exagerando! ¡Es grande pero no parece tan gruesa! Y yo sé de medidas porque fui contable en un almacén de alimentación

– ¡Es que ahora no está todo lo tiesa que puede estar! Máxime después de haber follado… mi hija me ha dejado esta noche los huevos secos, como siempre.

Lo siguiente que dijo me calentó la sangre…

¡¿Oiga me permitiría acariciarla y descubrir la cabeza de su verga?! Quiero verla bien erecta y corroborar su tamaño….

Yo solo le dije… – Adelante es tuya…. Siendo venezolana, seguramente que habrás probado muchas, allí os empiezan a follar antes de tener la primera regla.

– Tiene razón… a mí me desvirgaron a los 13 años, justo cuando tuve la primera regla. Un tipo negro que andaba de novio de mi tía Isolina ¡¡Ella sí que era una gran folladora!!

Y puso su mano en mi falo mientras me contaba como la desvirgó el negro de su tía, lo levantó hasta que quedó apuntando a su boca comenzando a masajearla adelante y atrás suave, sabrosamente. Mi glande se descubría un poco y se ocultaba de nuevo de inmediato se engrosó, su mano ya no circundaba mi tallo con facilidad…

 ¡Dios mío! Sí es tan gruesa como dice… ya no cierra mi mano alrededor del tronco ¡Se siente muy caliente! Nunca pensé que los blancos la pudieran tener de ese tamaño.

En eso descubrió todo mi glande que ya estaba a tope, más grueso el tronco que la cabeza de arpón, un diseño que produce una incursión más fácil, estaba brillante por la follada a su hija. Tenía un vello púbico empapado casi en la base de la cabeza el cual notó mi cachonda niñera…

– Creo que le dejó un recuerdo su hija… se lo voy a quitar.

Acto seguido con su otra mano paso su dedo pulgar a lo largo de todo mi glande el cual resbaló deliciosamente por el lubricante natural después arrastró su yema para despegar el vello y lo quitó para después acercar su nariz a mi verga y olerla mientras la masajeaba

  ¡¡Huele bien!!

Y sopesando mis testículos.

– ¡Vaya sus huevones que tiene usted… también son grandes… muy hermosos! Este par de cojones deben producir una buena cantidad de leche…

Al decir eso levantó mis huevos con la mano…

¡Parece que te gusta mucho mi polla!

Me tiene encantada desde que la vi por primera vez en la playa nudista, y mucho más caliente me puso cuando vi follarse a su hija dentro del agua mirándome… ¡¿Le excité con mis posturas…?!

– Claro que si Guacha lo que más me puso fue ver tu coño abierto frente a nosotros….

Notaba a la venezolana con ganas de comerme la polla…

¡¿Quieres mamármela un poco?!

Si pensarlo le dio varios besitos en la punta luego abrió su boca y lamió toda la cabeza y el tronco para luego chuparla suavemente se metía la cabeza y parte del tronco, al  poco sacándola, lengüeteaba el capullo y con la punta de la lengua horadaba el agujero uretral.

 ¡Qué rica sabe con los jugos del coñito de su hija! Se nota que es una verga limpia y sana.

Siguió chupando mientras yo estaba gozando una mamada exquisita de varios minutos y cuando se hallaba chupando mis gónadas replicó…

¡¿Entonces había venido a mear…?!

Y le dije que “si”, dejó caer sus bragas  al suelo y se levantó frente a mí. Con esto mi cipote tocó sus tetas y estómago.

Suelo hacerlo sentado pero no voy a poder porque tengo la polla como asta de bandera apuntando al techo.

Me posicioné sobre la taza a orinar, forzando mi barra de hierro apuntando al inodoro mientras observaba a mi lado, el cuerpazo desnudo de mi venezolana. Pude observar bien de cerca su conejito, que era lampiño en su totalidad a excepción de la zona del pubis o monte de Venus, alrededor de sus labios vaginales ni un solo vello, de piel un poco más oscura que el resto y unos labios finos, era una raja pequeña de unos 8 cm como con dos alitas al final de los cuales vi que estaba escurriendo un hilito de su miel vaginal lo cual me calentó mucho. Al ver que no era fácil domar la viga empotrada, me la asió cuando comenzó a salir el chorro… una vez terminaba, la asió con mayor firmeza sacudiéndola y pasando su pulgar por mi agujerito uretral para quitar la última gota, acto seguido se inclinó…

¡Déjeme que se la limpie bien! Me encantan las pollas recién meadas…

 Se metió el capullo en la boca la muy guarra, y con su lengua lamió por donde salió el gran chorro que me había aliviado la vejiga… Tras unas succionadoras y fuertes chupadas me espetó…

¡Quiero que me folles… deseo disfrutar como tu hija! Llevo meses sin tener a un hombre dentro de mí. Deseo una follada completa ¡Ni se te ocurra salirte de mi coño, hasta que acabes dentro!

En eso la sujeté de la cabeza y la besé metiendo mi lengua voraz, sin razonar un segundo más, giramos y la senté en el inodoro levanté sus piernas y su espalda quedó pegada al depósito con su culo al aire, mientras sus piernas colgaban de mis brazos.

¡Te la voy a meter bien dentro! Me tienes a mil, zorra…

Ella solo apuntó… ¡¡Dámela toda cabrón…mátame a pollazos! Pero por favor mi coño es muy cerrado….Métela despacio porque nunca he tenido una verga tan grande en mi chocho. Es casi tres veces más regia que la última pieza que entró en mi coñito…

Wisleidy se hizo cargo de la situación, tomó con su mano mi pollón descubriendo el glande dejando el prepucio bien abajo, y la puso en la bocana de su vagina entregándomela sin premuras. Así comencé a empujarla abriendo su vulva como una rosa. La tenia caliente, ceñida y muy mojada…, su pequeño clítoris quedó expuesto saliendo del capuchón, y no me resistí desviándome para frotarlo con mi glande. Ella gimió…

¡Qué bien lo siento, so ladrón! ¡Qué gusto me da usted, ahí!

Volvió a tomarla con su mano para frotarla con más fuerza y luego otra vez la colocó en la entrada de su vagina…

– ¡¡Métala despacio papi!!

Empujé firme pero controlándome y finalmente se abrió la oprimida boca de su conejito que se comió mi cabeza, la cual comencé a sacar y meter lentamente adentrando cada vez un poco más abriéndole la vagina en profundidad. Su respiración se entrecortaba entre jadeos de lujuria y deseo, aun así oí su voz temblorosa…

¡¡Métamela entera… pruebe a clavarla toda hasta los huevos!!

Así que seguí hundiendo lentamente mi rabo en esa angosta vagina apretada…, estaba sorprendido ¡La tenía más sabrosa que su hija si cabe!, cuando entró poco más de la mitad…

– ¡Para un poco ahí papi, que grande es tu cipote! 

Le dije con doble intención…

¡Pero si apenas va la mitad!!

A lo que contestó preocupada por el reventón de coño que se le sobrevenía…

¡No creo aguantar más! Su polla me parte en dos las entrañas.

La saqué y la puse sobre su pubis con los huevos pegados a su coño viendo por comparación hasta donde llegaba la punta de mi badajo…, en esos momentos los más de 20 cm, le cubría más allá del ombligo lo que significaba que si la empalaba entera se la metería al mismo vientre llenándole de carne todo el útero. La emboqué otra vez en una incursión mucho más fácil en un mete y saca lento, de solo media tranca. A los pocos minutos se corrió como una zorra, sentí como se mojó todo alrededor de mi balano con sus jugos calientes. Con esto mi verga resbalaba más fácilmente, así que aproveché para meter un poco más de estoque en sus carnes…, en cada embestida ella emitía un gemido-grito con los ojos cerrados. La muy puta aguantaba estoicamente mis enviones, ganando centímetro a centímetro a cada metida entre gemidos cada vez más sonoros, hasta logré enterrarla hasta los huevos y ahí me detuve…, sentía que me corría, pero no quería terminar todavía y aproveché para decirle…

Ya está toda adentro mamaíta ¡Qué coño tan rico tienes!

Ella dijo abriendo los ojos para mirarme directamente a los míos…

¡Qué delicia de vergazo! Me llena toda la vagina  ¡Qué rico orgasmo me ha dado cabrón! ¡¡Ahora no te pares, lléneme de su leche rica papito!! ¡¡SOY TU PUTA!

Con esto la bombeo con fuerza unos cinco minutos más, hasta que ya no aguanté más metiéndosela toda. De un envión la dejé clavada, viniéndome un sopor que me electrificó todo el cuerpo, notaba como mi polla convulsionaba eyaculando leche sin para hasta el fondo. Me dejé deslechar en varios chorros que la llenaron de lefa a pesar de ya haberle llenado el útero a mi hija…

¡¡Toma toda mi leche puta!! A ti también de voy a dejar bien preñada.

– Sí papi, lléneme enterita… soy tu puta ¡¡PRÉÑEME por favor!!

Los chorros de esperma se concatenaban en suculentos esténtores de mi cuerpo que me tensaban y relajaban alternativamente. Ni que decir que correrse dentro de una mujer es lo más sublime de todo acto que se pueda compartir con una mujer, máxime si la fémina está en estado fértil con posibilidades de preñarla, y de esta manera perpetuar tus genes a lo largo de la vida futura. En ese momento no pensaba en las consecuencias, solo en desovar toda mi semilla en el mismo útero de la ardiente venezolana…, en eso mi hija abre la puerta y se queda con la boca abierta con la escena ante sus ojos. Los gemidos de la zorra venezolana despertaron a mi hija. La niñera ni cuenta se dio ensimismada en el paraíso con mi verga clavada hasta los huevos en su vagina, hasta el momento justo cuando mi hija soltó…

¡Joder Wisleidy eres más puta de lo que parecías! ¡Qué pasa contigo follándote a mi padre…! Mira que tenéis bien merecida la fama de busconas todas las putas caribeñas…

La venezolana no respondió quedándose petrificada con las piernas abiertas, completamente despatarrada con todo mi pollón empalado en sus carnes. Mi hija tenía la vista en una perspectiva única, desde donde observa el culo de la niñera con mis pelotas pegadas a su coño, y con todo mi culo enfrente estando yo sobre la caribeña recién follada. Nos manteníamos los pubis pegados unos segundos disfrutando de el relax que da la dopamina tras el orgasmo. Mientras iba sacando lentamente mi cipote del coñito de la chica, Helga, con su carita de incredulidad veía mi rabo empapado saliendo del conejo ardiente hasta que al final. Al salir la cabezota del cipote, se escuchó un ¡pop! Acto seguido escurrió el semen por la raja de la niñera, goteando lefa blanquecina al suelo del baño. Entonces mi hija entre entusiasmada e indignada, no podía decir muy cuál era su opción espetó…

¡Vaya que sí le has dado una buena follada a esta PUTA calentona, so cabrón!

Espetó dirigiéndose a mí en tono provocador.

– Ya me imaginaba que te ponía cachondo la muy zorra, hasta tal punto que te has corrido dentro de ella… ¡¡Mira sin más como le has dejado de abierto el coño!! Pocas veces te he visto la verga tan dura y gruesa… ¡Joder papá, esta guarra te pone a tope!

Se acercó a ver de cerca la vagina de la niñera, la acarició con su mano y Wisleidy se dejó hacer…, no tenía muy claro que iba a pasar, lo mismo que yo, sin embargo…

 ¡¡WOW! ¡So puta que bonito coño tienes! Además tienes el clítoris súper duro…

Después de manosear a la chica con lascivia me cogió la polla como limpiándola con su mano.

– ¡Le ha dejado la tranca empapada…, y aún sigue caliente y dura!

Acto seguido chupó sus dedos para terminar diciendo…

Pensándolo bien, estás demasiado sola y te hace falta un buen macho…. Mientras estés en casa, cuando quieras puedes disfrutar del buen pollón de mi padre…. ¡Siempre que no me falte para mí!

Dijo Helga acariciándome el pecho con una mano y sobando mi verga con la otra. Esa noche dormimos los tres juntos las horas que nos quedaban irnos a la playa, me levanté bastante temprano a desayunar dejándolas durmiendo…era bonito verlas tan monas a las dos nenas.

 

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Esta historia se prolongó, duró durante el resto de los días en la playa…, en otra ocasión, si tenéis paciencia para seguir leyendo, os contaré más detalles de ese veraneo, pero antes quisiera aclarar algo. Líneas atrás dije que contaría una historia que sucedió cuando me fui a vivir con mi padre tras abandonarme mi pareja, pero que esta situación duraba todavía. Sin embargo, la lectura de mi relato, escrito en pasado, pudiera dar la impresión de que se trata de una situación acabada, de algo que sucedió pero que no tiene que ver con el presente. En realidad, ambas cosas son ciertas en parte. Si bien continuamos formando un trío en poliamor en casa con Wisleidy, papá y yo, antes de Navidad parí a mi hijo, el fruto de una hija y su padre. Unos meses después, se había afianzado la relación entre la venezolana y papá y fue cuando, mi padre me indicó que estaría bien darle un padre legítimo, hablándome de la conveniencia de regularizar mi situación con otro hombre. Pensándolo bien era una idea que a la larga mis hijos agradecería, si el varón era un buen hombre, seguro que también sería fácil de embaucar por una nena veinteañera, tierna y dispuesta follar como una puta….

Casualmente me chateaba con un hombre desde hacía meses, parecía un buen partido, pero no lo conocía físicamente, solo sabía de sus gustos por la lectura, los viajes, la astronomía y la jardinería. Tenía una empresa de mantenimiento industrial, me contaba que era una persona muy activa sexualmente con reflejos de morbo parecidos a los míos…, podría ser un buen compañero de viaje en la vida, solo faltaba darle el visto bueno en un bis a bis, pues las partes más interesantes de su anatomía me las había enviado en fotos y videos durante estos meses de contactos casi diarios.

Si el hombre me seducía en nuestra primera cita… sería el padre de mi tercer hijo, del que me preñó mi progenitor durante la Navidad. Así es como lo digo, después de una Navidad de fornicio sin parar,  acabé preñada de nuevo, otra vez de mi propio padre, eso no lo supe hasta unas semanas después, la misma en que Wisleidy me comunicó que ella también estaba preñada. ¡Las dos preñadas por el mismo macho! Para tranquilizarnos nos comunicó que ya se había echado un novio de su país, un tal Giovanni…, un buen chico albañil muy trabajador que le daba lo suyo, pese a que la picha no le crecía ni a la mitad de la mi padre. Sé de buena tinta que Wisleidy aún sigue tirándose a mi padre, y que pronto se casará con su novio.

Yo por mi parte debía de hacer lo mismo…, esa misma tarde cogí a mi padre y le expliqué lo que me interesaba…, compartir el resto de mi vida con alguien que se hiciera cargo de mis hijos…. Soy bastante guapilla, rubia natural, aunque me gusta cambiar de imagen un par de veces al año destiñéndome o tintándome el pelo a media melena o melena larga…, mido 1,68 y peso 56 kg. Mi vida es como la de cualquier mujer trabajadora y ama de casa, una vida nada aburrida, sobre todo desde que vivo con mi padre, sin embargo para no hacerla demasiado monótona, de vez en cuando entro en los chat para charlar, por las tardes cuando regreso de dejar a la niña en la guardería y estoy sola con la pequeña en casa, con mi padre en el curro…, él vuelve sobre la 20:30, pero desde la 16:00 hasta las 18:30 no sé qué hacer….

Así es como conocí a “Federico”, era atento, cortés, culto pero siempre dispuesto a lanzar comentarios morbosos, pero eso sí, con mucho estilo… solo una pequeña pega, ya pintaba canas y 55 años, según me confesó. Poco a poco las conversaciones se fueron haciendo más calientes, más eróticas y las fantasías de ambos salieron a relucir y la verdad… ¡¡Federico me hacía vibrar!! Me hacía sentir la mujer más deseada, y el apetito unido al morbo que desprendía, estaba muy por encima de la media de hombres que yo había conocido exceptuando a mi padre, lo que le predisponía a ser el candidato ideal como compañero de vida. Así que una tarde me dispuse a completar el plan “Bebé a bordo” para encontrar un pardillo que se hiciera cargo de mi preñado de cinco semanas. Esa tarde después de dejar a la cría en la guardería, y el pequeño en casa a cargo de la venezolana… sabiendo que Wisleidy se encargaría de recoger la mayor, quedamos en una cafetería del extrarradio de la ciudad y allí me presenté, nerviosa pero muy excitada por la situación y cómo deseaba tanto satisfacer parte de sus fantasías me preparé con esmero para la ocasión…, tacones negros, falda por la rodilla con medias negras de rejilla, blusa blanca transparente.

Toda una diva con chaqueta…, de ropa interior me puse un verdadero cañón, con un tanga cuya zona central era transparente y el sujetador una verdadera preciosidad totalmente de encaje pero que era capaz de transparentar partes de mi pecho e incluso mis pezones. Al acercarme a la cafetería me di cuenta que había acertado con el atuendo, me crucé con un barrendero madurito, que al verme sus ojos lo decía todo…esa noche soñaría con “barrer todo mi cuerpo…”

El encuentro con Federico fue cordial aunque un poco nerviosos los dos, el no hacía más que mirar hacia la blusa y yo no hacía más que mirar hacia su paquete…, su abultamiento prominente delataba la buena herramienta de las fotos, lista para clavarme y hacer de mi cuerpo un pincho moruno….

Estás preciosa con esa falda.

– Tú que me miras con buenos ojos.

– Sobre todo cuando te has subido al coche, hay si te he mirado.

– ¿Y te ha gustado lo que has visto?

– No me ha dado ocasión de tomarle el gusto, pero me gustaría verlo con más tiempo.

Me subí la falda, mis muslos quedaron a la vista.

Un poco más arriba, dijo él, mientras apoyaba sus brazos en la ventanilla.

Subí más la falda y mi tanga quedo a la vista.

Eso está mejor, tienes unas piernas preciosas.

Había imaginado tantas veces sentarme encima de él, que mi conejo se mojaba cada vez que miraba aquella entrepierna, la misma que apareció un día completamente desnuda, con una erección de caballo en una de las fotos de su cuerpo, así que me faltó tiempo para decirle que sí, cuando me propuso dar un paseo en coche, no sin antes hacerle una propuesta…

Pero antes invítame a cenar…

Tras la cena a la que me invitó, no me podría resistir a abrirme de piernas en el mismo coche…, dándole el gusto de follarme simulando la búsqueda de mi segundo embarazo, pese a que ya estaba preñada de papá, poco me importó que la clavase a fondo con dureza… le dejé explayarse dentro de mí. En verdad no lo tenía previsto así, aunque no niego que siempre he tenido fantasías sexuales en el asiento de atrás de su porche todo camino blanco. Después de diez interminables minutos en coche, llegamos a lo alto de una urbanización, un lugar, en  donde otros días estaba a tope de parejas aliviando sus ganas de follar y hoy por la hora, unido al mal tiempo, se hallaba desierto solo para nosotros, en aquel escenario tan “sobrecogedor” se adhirió la lluvia, la temperatura fuera era desagradable por lo que no se veía ni un alma a la redonda en el concurrido picadero de la zona…. Según aparcó en un rincón alejado de aquella urbanización, hizo que nos pasáramos a la parte de atrás del coche. Otra alegría más para sentirme alejada de miradas indiscretas fue el percatarme de los cristales tintados.

Nos miramos a los ojos y nos lanzamos a comernos la boca con pasión, su lengua húmeda rápidamente se introdujo en mi boca… ¡Ufff!  Todo se revolucionó como cuando tenía 16 años y me desvirgaron en el asiento trasero de un Ford Fiesta blanco. ¡¡Joder que sensación!! Me noté totalmente húmeda, mi chumino debía estar fluyendo sin parar parte de mi deseo…Sin dejar de acariciar mi espalda me lamía el cuerpo y al pasar lamiéndome la oreja le oíd decir…

Quiero vivir contigo todas tus fantasías eróticas que hemos soñado juntos…

Había llegado el momento de hacer lo que tantas veces había pensado para seducir a Federico, allí despierta en la cama mientras dormía con mi padre, así que con suavidad le alejé de mí, me recosté lo más alejado y empecé mi juego de erotismo para él… Poco a poco me fui subiendo la falda, hasta llegar a la altura de mis muslos donde acaban las medias, sus ojos no se apartaban de aquella visión que le estaba ofreciendo. Cogí una de mis medias y la fui bajando hasta entregársela para que acabara de sacarme el pie, a continuación hice lo mismo con la otra…. Sabía que el solo tenía una cosa en la cabeza, como todos los hombres maduros de más de 40 años… “follarse a una nena de 20 años a pelo, y correrse dentro del coño”, y me dispuse a cumplirlo, a este tipo le sacaría primero toda su leche de los huevos y luego…

Sentada en el asiento puse también los pies encima del asiento y le entreabrí mis piernas, ofreciéndole a sus ojos, mi tanga completamente humedecido cubriendo a duras penas mi chochito. Bajé mis manos agarrándome el tanga para sacándomelo, sabiendo que al hacerlo delante de él, mi coñito recién depilado y chorreando quedaría a su vista…. Por un momento pensé que le iba a dar algo, los ojos como platos, se le oía la respiración entrecortada, su polla, aun dentro del pantalón, era perfectamente notoria. Me acerque a él, y le pasé por sus labios mi tanga mojado, aquello hizo que sus jadeos aumentaran, le tenía a punto de caramelo…así que le entregué mi tanga, me volví a recostar contra el fondo del coche, y separé las piernas para que contemplara en todo su esplendor mi coño húmedo, o más bien encharcado de mis propios deseos

Ofrecida, enteramente despatarra, ocurrió lo que tenía que ocurrir, los dos lo sabíamos, nuestros miradas de deseo cuando se encontraron nos delataban, al ser invierno pronto anocheció…. El seguía sin saber qué hacer con la libido desatada, sabía que aquella fantasía le atormentaba en su cabeza desde hacía tiempo…y yo estaba dispuesta a dársela…hasta el final. Pasé mis dedos por mi muslo, mientras miraba su cara…y poco a poco fui empezando a jugar con mi conejito hambriento de su leche. Bajo su mano hacia mis muslos, cuando sentí su contacto abrí las piernas, sus dedos llegaron a mi coño por encima del tanga, lo retiró y empezó a rozar mi clítoris con sus dedos, cerré los ojos mientras un gemido salía de mi garganta, noté sus labios sobre los míos y mis brazos rodearon su cabeza, le apreté contra mi boca. Retiro su mano de mi coño y dando la vuelta al coche se sentó a mi lado. Volvimos a besarnos y su mano fue de nuevo a mi chocho encharcado…, estaba excitada, demasiado excitada y no tardé ni dos minutos en correrme con sus caricias.

Le metí la mano en su pantalón y le pedí que me la enseñara… él sus dedos dentro de mí entrepierna mientras yo sacaba su polla del pantalón, mis dos manos fueron hacia ella, la acaricié y bajé mi cabeza, la metí en la boca mientras giraba mi cuerpo para que el siguiera tocándome. ¡¡Pufff!! Era gruesa, su capullo estaba empapado de sus preludios de semen, ¡Aquella polla que parecía estar a punto de estallar!, me hizo que necesitara correrme, y tenerla dentro de mí. Sin dejar de mirarle y con la falda recogida por la cintura me seguí acariciando mi coño, mi clítoris hasta que no pude más. El ruido de un vehículo hizo que parasemos, cuando el coche se marchó….

– Vámonos al hotel.

– ¡No! Quiero que me folles aquí… y te corras dentro de mí, tomada en el asiento del coche, como en nuestra fantasía… ¡Por favor Fede hagámoslo realidad!

– Puede vernos alguien.

– Por eso quiero que lo hagamos aquí es mucho más excitante…

Me cambie de asiento y me senté encima de él, besé su boca de nuevo y acto seguido dirigí su polla a la entrada de mi babeante coño, retiré el tanga a un lado de mi vulva y su estaca entró de un golpe dentro de mí empalándome hasta los huevos. Empecé a mover mis caderas para sentirla en todo su esplendor, él hacia pequeños movimientos de mete y saca, pero era yo quien me follaba a Federico. Pensaba en mil cosas entre ellas…, “me sentirá mojada, excitada, deseosa y tan salida que deseara a correrme”. Mis movimientos se hicieron más rápidos, sus manos buscaron mis tetas, las liberó y su boca llegó a ellas, las mordió buscando mis pezones, rodeé su cabeza con mis manos y besé su boca entre gemidos de placer…

 ¡¡Joder que gusto!! Empecé a correrme con aquella tranca incrustada hasta la bolas, no tenía los 20 centímetros de papá pero casi. El capullo, era una bola enorme más gorda que el resto de su cipote, que me frotaba las paredes sublimándome. Relajé mi cuerpo para sentir la corrida mientras el golpeaba su pelotas en mi culo mucho más rápido, me corrí entre suspiros sin dejar de besarle, notando ese par de bolas de derribo que bien me podrían hacer un buen moratón. Convulsioné entre esténtores corriéndome a placer sobre aquel macho, sintiendo como el grosor de la raíz de su pollón me abría el coño, al mismo tiempo que me llenaba de polla toda la vagina hasta el mismo útero con los huevos aplastados por mi culo…

Todo ello me generaba un deleite inimaginable antes de la cita. Relajé mi cuerpo y apoyé mi cabeza en su hombro, él la sacó del coño rozando mi culo con ella mientras chorreaba mi flujo sobre sus muslos. Acto seguido tras correrme a gusto, levanté mi cuerpo y cuando la punta estaba enfilada me dejé caer sobre ella, la polla entró en mi conejo hambriento como un misil en el agua, dándome un goce inmenso otra vez…, su roce de venas hinchadas y el olor a macho me embriagaban.

Me hice hacia atrás y su mano envolvió  mi clítoris, mientras su polla bombeaba en mi coño cual martillo pilón, con sus bolas subiendo y bajando al ritmo de meter y sacar espasmódico, que me estaba dando sin contemplaciones. Todo aquello tuvo su culmen, no aguantó mucho más el pobre hombre…, fue delicioso sentir sus aldabonazos de potentes lechazos dentro de mi útero. Para ser justos yo me había corrido dos veces en esos quince minutos, él soportó las embestidas sin llegar a la eyaculación, tal vez ya viniera pajeado de casa, eso lo sabría meses después…, aun así sus orondos cojones fabricaron una buena dosis de lefa como para fecundar a una yegua.

Me sentí tremendamente complacida en ese momento, de percibir el primer chorro de lefa inundando mis entrañas, el vello se me erizó de alegría al ver cumplido me plan estratégico con ese maromo. Mientras su verga no paraba de eyacular esperma a raudales a chorretones intensos, ambos nos hallábamos abrazamos en un solo ser…, su polla seguía dentro de mí evacuando hasta la última gota de semen y dejando sus testículos secos por esa noche. Al cabo de unos minutos la sacó mientras su lengua se metía en mi boca de nuevo….

¡Eres maravillosa!

– Seguro que mi padre no pensara lo mismo si se entera.

– Porque se va a enterar…, ya eres mayor de edad ¡¿No?! Además… ¿Cuánto tiempo hace que no disfrutas tanto?

Mucho, como puedes comprender siendo soltera con dos niños pequeños, no follo a menudo…, ni recuerdo la última vez, pero ninguna ha sido igual que esta vez ¡Tú has hecho correrme dos veces!  La mayoría de las veces ni siguiera una, pensarían que su frígida… tal vez por eso no me han querido, solo me han usado y luego nada.

Una vez que acabamos de corrernos, nos recostamos cada uno contra su lado del coche y sin dejarnos de mirarnos, le permití que tuviera a su vista mi coño desnudo y él se dejó que justo al final de la camisa dejara entrever su polla.

Supongo que mi ex diría lo mismo de mí…, Pero yo contigo quiero algo más que sexo.

– ¿Me estás pidiendo matrimonio?

– Si no tanto al menos un compromiso mutuo. Quiero hacerme cargo de ti.

– No solo quiero comprometerme contigo, porque me pareces el hombre que siempre he buscado, sino que te pienso dar mucho más sexo… Podemos empezar ahora mismo.

Volví de nuevo a mi asiento para dirigir mi boca a su polla que aún se mantenía firme como un mástil, me la metí y empecé a mamarla devorándola con lujuria volviéndome loca de complacencia…, en poco tiempo se hallaba erguida en todo lo alto con una dureza propia de un hierro…

No pares Helga por favor quiero correrme en tu boca

– ¡¿Quieres que sea un completo, me has follado el coño, ahora quieres mi boca y al final querrás mi culo…?!

– Me encantaría disfrutar de todos tus hoyos…

– Pues te voy a dar ese placer cuando me demuestres que me amas de verdad, de momento te voy a hacer la mamada del año.

Seguí chupándola hasta que su corrida llego a mi garganta. El madurito aguantó de lo lindo, la mandíbula se me quedaba tiesa como entumecida, y los labios en carne viva de tanta fruición en la rugosidad de su dura verga venosa. Otra cosa no, pero mamar sé y me gusta un rato, me podría ganar muy bien la vida tragado pollas y sus lefas, pero allí estaba con la misión de satisfacer al semental que supuestamente me preñaría a la primera de cambio…, continué mamando su mostrenco hasta que le saqué la última gota de semen apretando con mis labios su polla….

¡Esto hay que repetirlo!

– No lo dudes, pero la próxima vez será en una cama, quiero desnudarme para ti. Verás cuanto he aprendido de todos esos canallas que se aprovecharon de mí.

El papel de víctima caló a fondo en el desorientado madurito. Desde ese día nos comprometimos presentándoles a mi padre y a mis hijos. Dejé pasar unas seis semanas para darle  la noticia de su potencia, habiéndome fecundado…, me hice la víctima al comunicarle que estaba preñada, y tras unos días de dudas y darle mi culo para soliviantar la incertidumbre, sin el menor recato logré llevarlo al juzgado…. En un tiempo récord de nueve semanas era mío.




Ahora somos un matrimonio comprometido con nuestros hijos, especialmente él, mientras que yo sigo buscando solo sexo de todas las maneras posibles con quien realmente me produce morbo… MI PADRE. Lo más curioso es que con mi marido disfruto mucho haciéndolo, dándome unos buenos pollazos, unas tres o cuatro veces por semana el doy el coño, debe ser porque pienso en mi padre mientras lo hago con Federico, pensando que ese fin de semana tal vez lo tenga entre mis piernas metiéndome los más de 20 cm de rabo paterno que me vuelven loca de gusto y lujuria incestuosa o porque me estoy enamorando de mi esposo.

A este hombre no le dijimos, como está claro, quién era el padre de mi tercer hijo, solo le hice creer en su masculinidad al acertar a la primera. Ahora estoy felizmente casada. Vivo en un chalet en una formidable urbanización, donde Wisleidy cuida de los pequeños, el suyo y los tres míos mientras mi marido y yo salimos a trabajar… ahora soy la nueva encargada de su negocio. Por las tardes al tenerlas libres me ocupo también de ellos con su ayuda. Por otra parte, mi padre y yo seguimos teniendo relaciones íntimas en los momentos que Federico no se encuentra en casa, especialmente los fines de semana, pues en verdad nos gustamos tanto que continuamos fornicando incestuosamente como animales cuando nos encontramos a solas… siempre follamos como conejos.

Sin embargo mi padre tampoco ha abandonado a Wisleidy, casada con el albañil, continua cuidándonos. Mi padre la recoge algunas tarde de casa para pasar la noche con ella, con lo cual el semental, se alivia con la niñera durante la semana y con su niña mayor, los fines de semana dejándonos cubiertas a ambas hembras. Por eso pienso en realidad, que si desfoga con la venezolana, casarme con Federico no fueron motivos de conveniencia social, yo creo que le llevó a convencerme para que me casara por el deseo de llevar el morbo al extremo, follarse a una casada en su propia casa y en su cama marital en muchas de las ocasiones.

Otras veces incluso mientras mi marido duerme o sale a hacer algún recado, nos apareamos como salvajes dejando toda su semilla en mi fondo vaginal sin el menor recato…, de esta manera si quedo preñada, Federico se encargará de mantener a mis hijos engendrados por mi progenitor. Afortunadamente sólo viene a follarme los fines de semana con el pretexto de estar con los nietos, pero me da cierto resquemor su presencia, pues me solivianta lo cachonda que me pone, tanto que a veces temo que mi marido nos sorprenda en actitud impropia de un padre con su hija…, evidentemente Wisleidy hace la vista gorda, de igual forma que le permito pasar las noches con papá, las noches que se quedan en casa ambos.

El morbo en aquel chalet era supremo…. Sólo os diré como muestra este botón para que os hagáis una idea…. Un día, mientras mi marido podaba el césped, mi padre y yo hicimos un 69 de infarto. Él estaba leyendo en el estudio junto a la sala de estar, y yo me había puesto a ordenar unos libros en la estantería de al lado del televisor. Lo creí absorto en la lectura cuando me dijo….

¡¡Como sigas moviendo el culito como lo estás haciendo, no respondo de mis actos!!

Yo le respondí… Papá, por favor, que está Federico en el jardín, ¡¡Qué cosas tienes…!!

No bien hube acabado mi frase, cuando veo que mi padre se saca la polla por la bragueta junto con los el par de huevos haciendo de ellos una gran pelota por fuera del pantalón, con ese par de cojones monstruosos, se empieza a menear los deliciosos 22 cm de tranca que gasta el muy cabrón. Yo, al ver su mirada lujuriosa, sus ganas de guerra, y esa polla maravillosa que me llena la vagina como ninguna otra lo hizo, ni lo hace por muy buena verga tenga Federico…. Completamente agarrotada, pensé… "mientras oigamos la máquina corta césped, no hay que preocuparse". 

Wisleidy estaba con los niños en la parte de arriba, así que me arrodillé ante él, que permanecía en el sillón con las piernas abiertas y la polla erecta cual mástil mirando al techo sobándose los huevos orondos con la mano, y empecé a mamársela lentamente, miraba a sus ojos conquistando centímetro a centímetro más hondo en mi garganta. Tras unos minutos, y con un gesto decidido, me tumbó en la alfombra, se tumbó sobre mí metiendo su cara entre mis piernas y su polla en mi boca. De repente, oímos que la máquina corta césped se para. Permanecimos quietos, atentos, yo con la polla de mi padre palpitándome en la boca, él mordiéndome el chochito y conteniendo la respiración. El corazón se me iba a salir hasta que volvimos a oír el ruido tranquilizador de la máquina. Así estuvimos mamándonos no sé cuánto tiempo, aunque él más que dejarme mamar, lo que hacía era follarme la boca.

De vez en cuando la sacaba para que le comiera los huevos…, se los succionaba y tragaba al ritmo de las paradas de máquina que se repitieron, aumentando nuestra calentura. Todas las mujeres que hemos tratado con sementales, sabemos que cada tres o cuatro días los testículos y la próstata de los hombres está a tope de esperma y semen, pero mi padre se recargaba de un día para otro, por ello tras dos días de abstinencia sin eyacular, las Gónadas de mi padre debían estar repletas de leche…. Me encanta chupar los huevos para estimularlos y sacar todo el jugo que han producido.

Por esos instantes ya me había corrido una de las veces que mi padre dejó la boca quieta en mi rajita abierta, con su lengua rozando imperceptiblemente el clítoris. Pero quería más. Cómo os podréis imaginar, la corrida de mi padre fue monumental, e hizo que me corriera otra vez oyéndolo deslecharse en mi garganta, sintiendo en mi boca toda la lefa espesa que descargó sin compasión atorándome al límite de ahogarme. Me hice con todo su contingente sin reproches, cerré los labios herméticamente alrededor de su grande succionando con delicadeza y firmes chupadas, al mismo tiempo que el semental soltaba sus chorros de espeso esperma atragantándomelo deliciosamente pese a la abundante cantidad.

Aún me excita poniéndome los pelos de punta, al pensar que esa leche era producida en los mismos testículos donde se formó la mitad de lo que hoy soy físicamente, y ahora me atiborraba de ella sedienta cual perra salida. Mientras los chorros de leche se disparaban en mi lengua y paladar, oía a mi padre decir…

¡Hija, qué bien mamas…!

Me dijo todavía entre jadeos.

Solo comparable a como follas…

Y así vamos tirando, con nuestra doble vida, y con nuestro doble desliz incestuoso e infidelidad innatos. A veces mi marido me folla por la noche y mi padre por la mañana, apenas sale aquel de casa, o a la hora de la siesta que es cuando más nos gusta, en especial a mi padre que se pone como un verraco atorándome el coño de leche hasta las trancas. ¡Joder con el abuelo! Mi marido para lograr la cantidad de mi padre debería eyacular cuatro o cinco veces. Pero los fines de semana que viene mi padre a casa, suelo pretextar algo para no follar con mi marido…, para que note como me quedo de satisfecha la más de las veces, y por lo dilatada que queda el coño tras albergar el pollón de papá, sin contar con el posible olor a macho que deja mi padre en mi piel y sobre todo en mi coño…, no diera por mamármelo mi marido.

Por lo cual no siempre me resulta fácil quitármelo de encima, porque cuando está mi padre en casa, siempre ando con los pezones empinados por su causa y mi marido lo nota queriendo su ración de placer para contentarme y bajar mi excitación. Lo cierto es que no puedo renunciar a papá a pesar del riesgo de gozarnos, papá es mi debilidad y no me resisto a complacerlo en cualquier escarceo o en una breve ausencia de mi marido…, me toca las tetas diciéndome… Hija, dame de mamar…” Me abandono al gozo de sentir sus labios, sus manos, su aroma y sobre todo su fuerte masculinidad. Por ello cómo en el tiempo en que lo amamantaba, me desabrocho el vestido, me bajo el sujetador y le ofrezco mis tetas. Y puedo decir que ningún hombre me las ha excitado con la amorosa lujuria con que lo hace mi padre.

Ahora estoy en la semana 37 de embarazo a mis 24 años, y ya no dejo que mis hombres me penetren por la vagina, solo a mi padre le permito que me dé por el culo y a veces lo desahogo con la boca, al igual que a mi marido. Como ya he comentado mi padre y Wisleidy se entienden a la perfección en la cama, hasta el punto que pienso que podrían formar una buena pareja pese a la notable diferencia de edad, algo que bien les importa poco cuando fornican noches enteras sin parar. De esos arrebatos de pasión, follando a pelo, no se podía esperar otra cosa que terminar preñada como acabé otra vez por cuarta vez, y Wisleidy del segundo casi al unísono…, de modo aquí nos vemos ambas hembras preñadas de nuestros respectivos machos. De esto, estoy segura que me quedé de Federico con toda seguridad, y no de mi padre otra vez, sin embargo, Wisleidy se ha quedado preñada del segundo hijo de mi padre, y  se ha separado definitivamente de Giovanni.

Mi padre se ha venido a vivir a casa, de modo que nos hemos juntado con seis criaturas donde mi hija mayor tiene cinco años y los pequeños recién nacidos dando guerra y alegría a la casa…. Mi primera hija del descerebrado de mi primera pareja, mi segundo hijo y tercero de papá y la cuarta es una niña de mi marido. En cuanto a Wisleidy, la niña y el niño, son hijos de mi padre, y por tanto son mis hermanos y de mis dos hijos, porque mis niñas son de cada uno de los otros hombres que me han follado.



 

Durante estos cinco años, mi padre ha gozado como un cabrón dominador, porque tanto a mí como a la venezolana no ha follado hasta preñarnos y aun estando preñadas…, debe ser por el morbo de clavar la verga en una panza llena por un bebé, lo que hace que se le ponga bien dura al semental. A mi marido no le pone tanto follarme preñada, aunque lo ha hecho alguna que otra vez, por eso quien más me fornica en tal estado de gestación es papá, que no elude un solo envite para aliviarse sus huevos en mi coño cuando tiene ocasión…este preñada o dispuesta a volver a estarlo.

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