A mis 18 años y con 1,75 metros de altura debía de dar una imagen total diferente a la que doy… entonces en plena pubertad, era un chico desgarbado, que no había consolidado mi estructura corpórea masculina al completo... y anímicamente aún estaba muy enmadrado. Mi cuerpo hiper desarrollado por facciones, no me hacía estar a gusto con los demás, por lo que en verdad disfrutaba mucho más estando con mi madre, ella es amena, cariñosa y muy inteligente... ella también prefería compartir conmigo. De entre todas las cosas, lo que he llevado peor es que sea excesivamente atractiva…, demasías veces observo cómo los hombres se fijan en ella de manera persistente, silbando a su paso. No es menos cierto que su anatomía es perfecta…no como las modelos de pasarela, sino como las que un hombre normal desea para follar y follar hasta conseguir preñarlas…, sí ese tipo de mujer que el macho tiene en su inconsciencia para engendrar. Debo destacar sus tetas redonditas grandes y pesadas, con el tamaño justo, la cintura es estrecha frente a unas anchas caderas y culo, modelo de ánfora Griega, seguido de unas piernas divinas, largas y muy torneadas. Como antes decía, soy feliz con mi madre, no obstante me encantan las chicas... desde los 18 años que mi cuerpo comenzó a tomar formas más armónicas masculinas, tengo bastante éxito en la seducción con buena parte de ellas. Lejos de jactarme de ello, son bastantes las nenas que han probado el rico néctar que emana por la punta de mi verga desde la fuente de mis huevos, unas lo escupen, otras lo saborean y la mayoría se tragan toda mi lefa, no obstante sus coños son rellenados sin que ellas puedan hacer mucho por evitarlo.
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Nos
trasladamos en el tiempo a la época estival del 2015. Durante unas semanas de Julio solíamos disfrutar del buen clima cantábrico….
Somos naturales de Santander y mi padre es ingeniero naval, a mediados de dicho
mes recibió orden de desplazarse a Singapur debido a unos problemas que habían
surgido en un barco. Él calculaba su estancia alrededor de unas dos semanas,
pero en esos casos todo es imprevisible, cuando hay un problema visible, surgen
otros invisibles.
Mamá
entonces me propuso pasar esas semanas en la casa de campo de los abuelos maternos.
Los padres de mamá tienen una gran finca a 80 Km hacia el interior en las
montañas, con una casa rural bastante grande y de construcción muy antigua, en
la finca se cría ganado caballar monchino, el cual en esa época anda suelto. Además
posee tres caballos de raza española muy cotizadas en el mercado. Como a mí me
encanta montar a caballo acepté de inmediato, ese gusto por la monta equina me viene heredada de mi madre que desde muy joven ha montado a caballo y llegó a ganar varios premios regionales de doma. A principios de julio nos dirigíamos a la
casa de campo, y se nos ocurrió presentarnos por sorpresa, aunque la sorpresa
mayúscula la recibimos nosotros, el abuelo tenía la casa en obras y sólo tenía
disponible una habitación situada en la planta alta que formaba el desván, en
lo que siempre había sido un palomar, ahora adaptada para el uso de dormitorio.
Esta era una habitación muy grande con baño incluido y disponía de una gran
cama ¡Mamá no se amilanó…! Por qué hacerlo si somos familia.
– En esa cama tenemos sitio más que sobra ¿No te parece…?
Yo
me quedé muy preocupado pues en ese tiempo hacía más pajas que un mono pero…
– Seguro que sí mamá, si a ti no te importa por mí de
acuerdo.
Los
abuelos satisfechos porque se solucionó el problema y todos contentos, menos
yo, que de saberlo no voy. Ver a mi
madre en bragas y sujetador no era novedad alguna, en casa sobre todo en
verano, andar en paños menores era lo más natural del mundo, jamás vi a mamá
como un objeto sexual, creo que no la veía ni como mujer, sencillamente para mí
era mi madre hasta que se desencadenaron los acontecimientos que a continuación
se relatan…, sencillamente fue una acumulación de circunstancias que dispararon
mi libido.
Los
primeros días de nuestra estancia en la finca fueron de lo más normal, nos
levantábamos bastante temprano, montábamos a caballo y nos dirigíamos a un
paraje solitario por el cual discurría un riachuelo, había una zona de arbolado
bastante tupida y el río tenía un ensanche bastante pronunciado el cual
permitía bañarse con comodidad y entre baños de agua y baños de sol pasábamos
el día de la forma más placentera. Todo empezó a cambiar cuando regresábamos a
casa, en un lugar de la finca escuchamos
relinchos y de pronto uno tremendo, con mucha curiosidad nos dirigimos
hacia allí. Entre unos árboles nos topamos con un grupo de caballos monchino,
en especial un semental dando vueltas alrededor de una yegua, olfateándola y
tratando de montarla, la yegua relinchaba y le largaba mordiscos pero no se
alejaba de él, en un momento dado el semental le largó un par de coces fieramente,
e inmediatamente se montó sobre ella, de sus ingles empezó a brotar una manguera de unos 60 centímetros de color negro brillante la cual empezó
cimbrear frente a vagina de la yegua.
En un instante se puso bien erecta a modo de lanza, y ese monstruoso
falo comenzó a penetrar en la hembra, tras unas cuantas punzadas desacertadas,
pese a que la hembra ya se hallaba totalmente sumisa resoplando suavemente. En
unos segundos yo estaba empalmado al igual que el semental, pero mi sorpresa
fue cuando me fijé en mi madre, se había olvidado de que yo estaba presente, se
metido la mano sobándose una teta… se la masajeaba suavemente mientras que con
la otra mano trataba de masturbarse metiendo la mano sobre el pantalón. Roja
amapola, sus ojos no se apartaban ni un segundo del pollón del semental, hasta
que éste en un gran relincho descargó todo su semen en el interior de
la yegua, entonces reaccionó dirigiendo su mirada hacia mí… y un poco
avergonzada, se sacó la mano de su teta y de la entrepierna más escondida a mi
vista, yo aparté la vista, pero ambos nos miramos.
Sin
decir palabra nos dirigimos al caserío, en cuanto llegamos ella me ordenó
guardar los caballos y se dirigió rápidamente al interior de la casa, yo tenía
unas ganas locas de cascarme una paja. Tras salir de la cuadra, me dirigí al
pajar en la parte trasera, con la intención de satisfacerme lo antes posible,
estaba absorto en esa encomiable labor cuando escuché un ligero gemido. Sin
premeditación me había situado justo al lado de una pequeña ventana que tenía
el baño de la habitación de la planta baja, ésta estaba ligeramente abierta y
con mucho cuidado me asomé y lo que atisbé en el interior, me dejó de piedra…
mamá estaba dirigiéndose el chorro de agua al coño totalmente desnuda y con las
piernas abiertas al máximo, con una mano se masajeaba las tetas pellizcándose
los pezones, estos estaban totalmente erectos como dedales, luego la mano iba sobre
su chocho con dos o tres dedos metidos en el interior que entraban y
salían a una velocidad fantástica, alternando con masajes contundentes en el
clítoris….
Yo
que tenía mi polla en la mano al ver aquello empecé a sacudirla a la misma
velocidad en que ella metía y sacaba sus dedos. Aquel onanismo emparejado duró
unos minutos. Yo me corrí y unos segundos después mi madre. No pude evitar hacer
ruido al situarme mejor viendo cómo se corría, salí corriendo temeroso de ser descubierto.
Cuando doblaba la esquina me pareció que había abierto la ventana, no sé si me
vio o no, si me vio no demostró nada interés en absoluto al verme… su actitud hacia
a mí era de lo más normal en todo el tiempo, hasta que nos dormimos sin
hacernos preguntas y manteniendo las distancias mínimas en la cama. Pero mi
cabeza no paraba de dar vueltas a la hermosa imagen del coño de mi madre
haciéndose una soberana paja... ¡Ahí comenzó me atracción incondicional hacia mi
madre!
Debo
reseñar que siempre he pensado pertenecer a una familia de lo más normal y clásica... o
al menos eso es lo que creía hasta ese día de verano en que me levanté bastante
tarde en aquel día de Julio. No tenían mucho que hacer, así que no había prisa.
Bajé a la cocina, me preparé el desayuno... lo normal. Lo que ya no era tan
normal es que no hubiese nadie por allí. Seguramente estarían trabajando la
tierra. Sin darle más importancia salí de casa y me encaminé a saludar al perro
que dormía en una caseta en la parte de atrás de la casa. Al pasar cerca del
pajar escuché voces al lado de las cuadras. Voces y gemidos. Quise saber lo que
pasaba, así que despacio y en silencio subí por unas escaleras que conducen
hasta allí y asomé un poco la cabeza para ver lo que pasaba. Lo que vi me dejó
completamente petrificado. Mi madre tenía las manos apoyadas en una de las
vigas del pajar mientras ponía su culo en pompa. Se había subido la falda hasta
la cintura y la sujetaban de las tetas, ambas fuera de la blusa. No eran tetas,
eran un par de melones enormes que se movían al ritmo de la follada. Aquellas
campanas y aquel culo grande y gordo de piel blanca estaba siendo
follado por mi abuelo ¡Su propio padre!
– Joder Mariló, sigues siendo tan puta como
siempre...uffff... qué gustazoooo... Se nota que tu marido no te da lo que
necesitas ¡¡Siempre he pensado que eres mucha hembra para un tipo tan
refinado!!
– Ohhhhh siiiiiiii, papá… a mi esposo le falta talla
¡Pocas veces me da lo mío! Sin embargo tú sigues teniendo lo mejor que he
encontrado en mi mida…. ¡Joder papá, tu cipote sigue siendo muy duro y…
enormeee! ¡papáaaaaaa...! ¡ooooohhhhhhhh, como lo echaba de menos.....!
siiiiiiii, siiiiiiiiii, dame rabo cabrón, dame rabooooooo... ooooohhhh ¡Se
nota que te lo han cuidado bien eh... ufffffff, qué gozadaaaaaaa!
– Siiiii, ya sabes lo zorra que es tu hermanita, jejeje..... oooohhh....me la tiene bien entrenada la muy golfa...ufffff...
– Ya imagino que viene casi todos los fines de semana a vert.... y de paso le das lo suyo, ¡Menudo zorrón está hecha la pequeña mosquita muerta…! ¡¿Seguro que la llenas bien, aunque venga con el marido…?!
– Por supuesto... ya se cuida de quedar conmigo a solas… ¡La buenas
putas siempre encuentran lugar y momento para que las follen! Por las tardes nos hacemos un largo paseo
a caballo, y si no es en el monte, es en este pajal donde empotro.
– Supongo que también le gustará follártela a pelo
¡¿Verdad cabrón?! Te encanta jodernos y llenarnos de lefa a tope.
– Y a ella más… entre su marido y yo…ya le hemos cuatro panzas. La puta de tu hermanita se ha marchado de aquí dos veces con la panza llena....
– ¡¡Me sorprende que la lefa de mi padre aún pueda preñarnos tan fácil!! Nos haces unos hijos preciosos, cabrón.
– Es emocionante tener una familia tan numerosa... por eso os amo tanto a las tres.
– ¡¿En serio papá?! Tres de los cuatro hijos que tiene mi hermana son tuyos, dos a mamá y con el mío suman seis… Menudo semental estás hecho y bien cornudo tienes a mi marido y a mi cuñado… Jajaja.
– Lo que no sé es quien de las dos hijas que tengo es más puta…
– Papá, te voy a demostrar que a mí a golfa no me gana nadieeeeee... ooohhhhhhhh siiiiii, ¡¡Vamos CABRÓN… jódete al putón de tu hija mayor siiiiiiiiiii...!! ¡A ver cuanta leche eres capaz de meterme en el coño de una sola vez!
Estaba
en estado de shock viendo aquel espectáculo. ¡¡Mi madre follada por su padre y
encima este también se estaba tirando a mi tía Isabel!! A sus 62 años era todo
un cabrón semental... expresiones, que sacaba de las palabras de madre al
referirse a su propio padre. No entendí bien cuantas veces había preñado a cada una de las mujeres de la casa, y si a mi madre también la había preñado, entonces yo de quien era hijo.... Era algo surrealista, pero a la vez no pude evitar
sacarme la polla y meneármela con furia, al verlos follar como perros en celo.
– Mi niña, me voy a correr... uffff ya no puedo más… ¡¡Joderrrrrr....
te voy a llenar!!
– Córrete dentro de mi coño y lo que te quede en mi boca
papá... ummmm ¡Como siempre en dos
corridas seguidas! ¡Te voy a dejar los huevos secos, cabrón!
El
espectáculo era increíble, mi abuelo la clavó fondo sin dejar un solo
centímetro fuera del coño de mi madre. Comenzó a gruñir con esténtores en todo
su cuerpo, teniendo bien amarrada a mi madre de sus enormes melones. Cuando
creía que ya había terminado, la sacó de la raja y de inmediato mamá se puso de rodillas recibiendo la polla de su
padre, la mamó y pajeó con una mano, mientras la otra masajeaba los enormes
huevos del semental…de pronto otra ola leche de su padre le atoró la boca. ¡¡Joder,
y qué pedazo de polla gastaba el abuelo!! Luego le restregaba su enorme cipote
por la cara. Mamá le mostró la boca llena de semen, jugó un poco con la lengua
y finalmente se tragó toda la lefa… Yo
por mi parte me pegué la mejor corrida de mi vida (hasta entonces) y salí de
allí antes de que me pillasen. ¡¡Eso no lo esperaba de mi amada madre!!
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Descubrí
que mi madre es una mujer muy pervertida, estaba saliendo de la ducha y pude
ver que se estaba examinando a sí misma con la toalla alrededor de sus pechos.
La toalla tenía la suficiente longitud como para cubrir la mitad superior de su
culo y no pude evitar quedar mirándola. ¡Aún no podía creer que ese culo fuese
el de mi madre! Mi polla se endureció en cuestión de segundos, dirigí mi mano a
ella y empecé a acariciármela. Justo en ese momento, mi madre se volvió y me vio. Mi corazón se congeló y yo,
con la mayor indiferencia posible, hice como que estaba de paso por delante de
la puerta del baño. Fui a la habitación y me sentí como un idiota. Esperé unos
cinco minutos para estar seguro de que ella se hubiera ido a la planta baja
para entrar yo y empezar a masturbarme en memoria del dulce culo de mi madre.
Acabé escupiendo una enorme carga de lefa cuando oí que llamaban a mi puerta
del aseo.
– Roberto, Cariño ¿Estás ahí?
¡Joder!
Pensé mientras que me arrancaba los pantalones, tiré mi camisa en el suelo.
Agarré una toalla y la puse alrededor de mi cintura.
– ¡Uh, sí, sólo un segundo, mamá! – Chillé mientras
trataba de ignorar el hecho de que estaba a punto de hablar con la persona que
acababa de imaginar que estaba follándomela.
Abrí
la puerta y mamá llevaba una pequeña bata que apena le llegaba a las rodillas.
Ella fue en tiempos bailarina de ballet y ahora es asesora de marketing de una
cadena establecimientos de belleza. Tiene un cuerpo mejor que algunas chicas
con 25 años. Le pregunté qué podía hacer por ella y ella pidió que la
acompañase en la habitación. Se sentó en la cama y dio unas palmaditas en el
colchón, haciendo un gesto para que me sentara también.
– Cariño, ¿alguna vez has tenido relaciones sexuales con alguna chica?
Preguntó
de improviso, sin ninguna duda o vergüenza. Balbuceé. Esto se estaba
convirtiendo en algo tan surrealista que pensé que podría estar alucinando.
– En realidad, sí, unas cuantas veces. ¿Por qué?
– Sólo quería saber si estabas familiarizado con el
cuerpo de una mujer. Quiero pedirte un favor.
– ¿Un favor? ¿Qué tiene eso que ver con que haya tenido
relaciones sexuales? – Le respondí, preguntándome si mamá tenía la misma cosa
en su mente que yo.
Mamá
miró hacia abajo y balbuceó antes de volver a mirar a los ojos.
– Si te pidiera que me hicieses el amor, ¿lo harías?
No
lo podía creer. Mi propia madre, que era una de las mujeres más bonitas que
había visto me preguntaba si quería follármela. Yo no sabía cómo responder.
– No sé si estaría bien, te amo con todo mi corazón,
pero somos familia y está papá... ¿qué diría él?
La
idea me atraía, pero mi conciencia tenía que abordar al menos esto…una cosa era
una paja pensando en ella, pero otra era follarme a mi propia madre. Traté de
sonar lo más convincente posible pero mi polla era una mástil debajo de la
toalla y las miradas de mamá a mi entrepierna dejó en claro que ella también lo
sabía. Estaba claro que ella deseaba zanjar el tema de las folladas con el abuelo por la vía rápida y fácil, sabía cómo hacerlo involucrándome en el mismo desaguisado.
– Él nunca lo sabría. Desde luego, no se lo diré y creo
que tú tampoco lo harías...lo mismo que ninguno comentará nada de lo que está pasando en
estas vacaciones ¿Verdad?
– Por supuesto que no, – Le contesté, pensé que se
refería a lo suyo con el abuelo… tal vez me vio. – Entonces, ¿qué es lo que quieres que haga? –
Le espeté.
– A tu padre no le gusta hacer determinadas cosas, y no
quiero hacerlo con ningún extraño, y me pregunté si querías probarlas. Apuesto que nunca lo has hecho con esas amigas tuyas… – dijo con una
leve sonrisa sabedora de ser ganadora.
Yo
estaba petrificado, literalmente, mi madre empezó a acariciarme el pecho, su
boca estaba tan cerca de la mía, que nuestros alientos se mezclaban, y me besó
en los labios.
– Pídeme lo que quieras, – balbuceé.
Procedió
a deslizarse hacia abajo de la cama y tomando mi toalla me la arrancó. Mi polla
surgió mirando al techo como un ariete en pie de guerra. Mi madre la tomó en su
mano y comenzó a acariciarla. Me sonrió complaciente con lo que veía y tomaba
como suyo.
– Mmmmm cariño, ¡Es una polla muy hermosa! Tiene el
tamaño perfecto. – Susurró.
Eso
fue un alivio. La boca de mamá envolvió el glande de mi polla y su cabeza se
balanceaba arriba y abajo en ella como un pistón, tragando cada vez más tallo.
Yo nunca había recibido una mamada de alguna chica o mujer con experiencia con
ese swing antes de aquello… lo cual mostraba lo que verdaderamente era una
buena mamada bien hecha. Pasé los dedos por sus cabellos dorados y cerré los
ojos. Esto era tan jodidamente increíble que pensé que iba a morir allí mismo.
Los sonidos de succión resonaban en el cuarto. La mano de mamá empezó a jugar
con mis bolas y de repente sentí como uno de sus dedos sondeó suavemente mi
ano. Aquello no me lo esperaba, era tan delicioso. Ella seguía lamiendo mis
bolas y mi polla, no podía creer que esa mujer fuese mi madre.
– ¡¡Oooh sí, chupar una buena polla, sí que me gusta,
Ahh, sí!! – Se tomo un respiro.
En
ese momento me empecé a correr nuevamente, sólo que ésta nunca vio la luz del
día. Mi madre aceleró al ver que se me endurecía y mis jadeos eran más
explícitos… solté una gran chorro, seguido de otro más cuantioso. La muy golosa
se lo tragó todo, me lamió toda la polla y la dejó bien limpia. Ella me miró y
guiñó un ojo mientras se lo tragaba todo.
– ¡¿No fue genial?! – Preguntó con una sonrisa tímida.
Asentí con la cabeza y me estremecí. Acabada de tener el mejor orgasmo de mi
vida.
– ¡Ha sido increíble mamá… ninguna me ha hecho correrme
tan bien!
– Y eso que no tengo mucha práctica. Con tu padre no hay
manera de comérsela…
– ¿Es que a papá no le gusta que se la chupes?
– No hijo… tienes un padre demasiado soso… él siempre va
a lo clásico.
– No me lo puedo creer… y a qué se debe entonces que
tengas tan buena técnica.
– Hijo ya sabes con quién… ¡¿Te vi observando lo que paso
en el pajal?!
– ¡¿El abuelo…?!
– Sí cariño, antes de conocer a tu padre, el abuelo ya
hacía buen uso de tu madre. ¿Y sabes? No te lo voy a negar, porque me encanta
follar con él. Es muy macho y a veces hasta bruto, pero siempre me ha tratado
con cariño… me ha dado todo, la vida y el amor, el mejor sexo y...
– ¡Y que tiene un pollón que te debe flipar cuando te
atraviesa el coño…!
– ¡Hijo…! Eso también cuenta… aunque digan que no, el
tamaño importa en el sexo, pero lo importante es como lo usas.
Me
levanté de la cama e hice que mi madre se levantara también. Agarré a mi madre
por la cintura, abrazándola con amor y lujuria en un mismo gesto. Estaba
agradecido y emocionado por lo que acaba de ocurrir. Creo que mi madre me leía
el pensamiento. Mamá miró hacia abajo y acarició suavemente mi pecho. Ella
levantó la vista de nuevo y empezó a decir algo, pero se detuvo y me dijo que
volvía enseguida. Me senté en la cama y esperé, regresó con una botellita azul
en él que ponía “lubricante”. Mis ojos se desorbitaron y en ese momento
descubrí lo que a mi padre tampoco le gustaba hacer con su esposa. Mi verga se
puso dura otra vez al instante.
– ¿Sabes para lo que es esto? – Asentí – Quiero tu polla
en mi culo. Eso es lo que tu padre no quiere hacer por mí… y me encanta tanto
el anal ¡Por favor! Sé que te parecerá raro, pero cuando me dan por el culo y
el varón me hace suya, me siento más plena… una mujer completa, sumisa y
entregada ¡Es el rol natural de la vida... los machos mandáis en las folladas y las hembras nos dejamos joder!
Fue
increíble darme cuenta de que me estaba pidiendo que me follase el culo más
bonito que había visto con un "por favor". Pero yo iba a poner mis
condiciones.
– Me encantará hacértelo, sólo si puedo follarme tu coño
también. – Le contesté – Desde que te vi en el baño masturbándote, no pienso en
otra cosa que en tu coño.
Mamá asintió… – Por supuesto… te podrás follar mi coño las veces que desees. Además te dejaré que lo hagas a pelo ¡Nunca me gustaron los condones! ¡¿Te parece buena idea, cariño?! – Y se echó en la cama.
Se
veía tan feliz y yo estaba aún más feliz. Las cosas no podrían haber ido mejor.
Mamá se acostó, entonces creo que incluso se sorprendió un poco cuando mis
labios se posaron en sus grandes tetas, mi boca no daba a abarcar todo su
pezón, mamé con delirio y buen rato en cada una de sus ubres, luego arrastré mi
boca hacia abajo más allá de su vientre a su dulce coño. Ella tenía la vulva
depilada y el olor de su sexo llenó mis fosas nasales. Separé los labios y me
aferré a su clítoris. Mis dedos siguieron y pronto me estaba deslizando mis
dedos a través de sus labios mientras mi lengua jugueteaba con el clítoris que
ella misma despejaba del capuchón con dos de sus dedos. Ella se agitaba sensualmente
con un balance de cadera que refregaba su chumino contra mi boca.
– ¡Oooh, si! ¡¡chupa el coño de mamá, mi niño!! ¡¡Oh, fóllame el culo y el coño!! ¡Ooh Dios, qué bien lo haces! ¡¡Me enamoro de los machos que saben comerme el coño!! Me estaba arañando la espalda, el dolor que producía no hizo que me detuviese… – ¡¡OOOOH!! No pares mi amor ¡Eso es así, así! Mira como tengo de dura la pepita… no te la dejes sin probar. Se remangó el capuchón y salió su clítoris dispuesto a mis labios y lengua.
Mamá
podía manejar la situación mientras arqueaba su espalda y las piernas casi me aplastaron
el cráneo, al cabo de varios minutos enzarzado en el sabroso coño de mi madre, comenzó al correrse. Me puse de pie y miré a mi madre orgulloso de mi
trabajo. Ella me miró como nunca había visto en una mujer antes, excitada y
complacida.
– ¡Fóllame ahora mismo cabrón... no me dejes a medias! Quiero tener tu verga metida en mi coño más profundo – Dijo con los ojos en
llamas.
Yo
estaba casi asustado, mi madre se había corrido como una jabata. Se dio la
vuelta y se puso a cuatro patas delante de mí. Me moví por detrás y le di una
palmada en el culo. Mamá gimió y apoyó la cabeza en la cama. La agarré por las
caderas y deslicé mi polla sobre su culo, jugué en la raja de su culo posando
mi tranca, luego la bajaba hasta la raja de su coño, apretaba la dureza de mi
tronco en el coño notando la sensación almohadillada de su vulva. Noté entre
sus piernas la mano que sujetó el estoque, guiándolo a la entrada del carnoso,
caliente y húmedo coño… con un solo golpe la introduje de mismo modo que había
visto al semental montarse a la yegua.
Mamá
dejó escapar un silencioso "ah… umm" cuando notó entrar mi cabezón en
su coño. Bien asida de las caderas, poco a poco la empecé a follar
incrementando el ritmo. Mamá comenzó a acariciar mis bolas mientras yo cogía celeridad
hundiendo todo el tallo. Miré hacia abajo y recordé el favor que ella quería
que yo la hiciese. Agarré el largo cabello de mamá y se hundí hasta las
pelotas, deseaba que notase mi verga metida hasta su estómago. Le di unas
cuantas clavadas en profundidad. Saqué la polla de su coño. Se volvió y me miró
extrañada de mi acción. Ella sólo respiró profundamente y dejó escapar un
suspiro. Me bajé de la cama y cogí la botella, eché un ben chorro en mi mano y
embadurné el ano de mi madre y le metí un dedo…le follé el culo con él, luego
fueron dos intentando ensanchar el estrecho agujero anal. Sentí que dilataba
con suma facilidad, y a continuación embadurne mi polla. Ella sonrió y se pasó
la lengua por los labios. Sin previo aviso en posicioné enfilando el glande en
su ojal… empujé el duro glande en su hambriento culo, y este cedió dando paso
al resto de tranca endurecida.
– ¡Dios! ¡Oooh, Dios mío! – Mi madre gemía mientras la
penetraba como un animal.
Ella
misma se frotaba el clítoris con sus dedos mientras yo atacaba su culo salvajemente.
Miré hacia abajo para ver la imagen exquisitamente tabú de mi polla entrando y
saliendo del culo de mi PUTA. Pensaba que solo le entraría la mitad o menos,
pero ella insistía en darme culazos y yo empujando en el sentido contrario
contra ella… joder le entró el cipote completo hasta los mismos huevos. Allí
dentro el vaivén se hizo más intransigente, notaba todo el interior de su esfínter
y lo apretada que me tenía la dura tranca embutida. Mis deslizamientos dentro
de ella se agudizaban con las succiones que ella ejercía.
Mis
manos recorrían su cuerpo sudoroso, sus gemidos eran elocuentes signos de que
le estaba dando una porculada de ensueño y lo mucho que le encantaba que la
sometiera… ¡Yo solo le daba lo que ella misma me había solicitado! La sujeté de
los hombros y arrecié con todo a una velocidad de vértigo, era increíble la
tragada polla por su culo. La mano de mamá se afanaba en el coño rasgando el
clítoris en busca del mejor de los orgasmos, yo también estaba a punto y después
de unos minutos de puro frenesí me corrí, pero apenas salió algo de semen con
tan solo un par de chorros… joder, era mi tercera eyaculación en apenas una
hora. Me derrumbé sobre su espalda mientras intentaba recuperar el aliento. Mi
madre tenía hundida su cara en la almohada y también respiraba profundamente.
Yo la besaba suavemente en cuello y hombros, montado encima de ella, ambos
tendidos.
Mi
polla se deshinchó pausadamente y al cabo de unos segundos se salió ella sola
del culo de mamá. Me tumbé en la cama y ella hizo lo propio. Nos abrazamos y
nos quedamos dormidos sin mediar palabra. Pasada una media hora, mi madre me
despertó y nos fuimos a duchar juntos. Mi abuelo llegó a la hora de la cena,
como casi siempre y apenas hubo cenado se acostó. Miró a mi madre y esta le
indico con un gesto de complacencia… “Hoy
estoy bien servida y no me importa que te acuestes nada más cenar”. Yo le
cogí de la mano dándole a entender que… “No
te preocupes, mama, que ya estoy yo aquí para cubrir tus necesidades.” Y
nos besamos. A partir de ese día, pensé que tendríamos sexo a la menor
oportunidad que nos dieran.
**********************************
Mamá se mostró más cariñosa, juguetona y pegadiza conmigo al día
siguiente. Quise explorar cuanto necesitada… o cuanto se hallaba de excitada
por todo lo que estaba viviendo en la finca del abuelo. Pensaba que era de ese
tipo de mujer que nunca está satisfecha, así que por la tarde de ese mismo día
nos marchamos a dar una vuelta a caballo, Iba, como todas las mañanas, montando
a mi caballo "Favorito". Así se llamaba el estupendo caballo, negro
azabache, con un lunar en la frente para definirle como lucero. Aunque el sol
todavía no apretaba, ya sentía el calor del animal entre mis piernas. ¡Siempre
monto a pelo, siempre!. Ese vaho que me sube por el cuerpo, me gusta. Conduje a
Favorito hasta el río, como deslizándose en un ligero trote. Llegamos a la
orilla del río, a una especie de playa natural. Nos quitamos la ropa de encima
y en ropa interior nos metimos a bañarnos. En medio del río intentó meterme la
cabeza bajo el agua y yo al tratar de librarme la cogí de las tetas, ella ni se
inmutó entonces, me hice más osado y la abracé fuertemente contra mí, mi polla
reaccionó de inmediato aun estando bajo el agua, ella la notó y siguió sin
inmutarse o quizás más juguetona. Ya fuera del agua jugamos a pillarnos y
correr, cada vez que nos atrapábamos nos refregábamos mutuamente.
Yo
ya no veía a mi madre, sólo distinguía a una mujer muy apetecible que me estaba
volviendo loco. En una de las veces que la apresé la elevé sobre mí y al
bajarla la fui refregando totalmente contra mi cuerpo, ella se dejaba hacer y
parecía disfrutarlo, al dejarla sobre el suelo intencionadamente la agarré de
las tetas, ella pareció dudar un momento y mirándome fijamente a los ojos me
apartó las manos suavemente y ahí terminaron los juegos.
Yo
ya no pensaba en nada y en mi cabeza había una idea fija ¡Tenía que follarme
aquella mujer todos los días! Esa noche me acosté con las pelotas condolidas y
estuve pendiente de la llegada de mi madre, al salir del baño e ir a apagar la
luz, por el contraste de claridad se le transparentó el camisón y bajo él no
tenía nada puesto, eso me dio una idea, esperé como una hora más o menos
esperando se quedara bien dormida, cuando supuse que lo estaba muy despacio me
fui aproximando a ella, cuando la toqué estaba de espaldas a mí y tenía el
camisón subido hasta la cintura, pasé mi mano por su culo muy suavemente y ella
ni se movió, me pegué totalmente a ella, la noche estaba fresquita, ella al
notar el calorcillo se refregó un poquito contra mí y siguió durmiendo. Muy
despacio pasé mi brazo sobre ella y con mi mano abarqué una de sus tetas e
inmediatamente se le puso el pezón de punta, dejé mi mano quietecita
aprisionando el pezón entre mis dedos pulgar e índice, frotándolos con un suave
masaje. Mi polla estaba como un poste de teléfono y sin poder remediarlo empecé
a frotarla suavemente por su culo…
A mi
cabeza llegaban las imágenes del semental frotando su pollón por el culo de la
yegua, o de mi madre follada por el abuelo, también pasaban las del coño siendo
tocado por sus manos… deseaba repetir la follada que había tenido con ella el
día anterior. Todo se me amontonaba en la cabeza mientras mamá seguía
durmiendo, me deslicé un poquito hacia abajo en la cama buscando la inclinación
adecuada y la cabeza de mi polla se apoyó en sus labios vaginales, mamá entre
sueños emitió un ligero gemido y echó su culo más hacia atrás, empujé mis
caderas hacia ella y la cabeza de mi polla inició la penetración en su vagina…,
la tenía totalmente empapada con sus jugos, por lo cual la penetración fue
suavísima, en cuanto se deslizó la cabeza dentro, me quedé quieto tratando de
no despertarla, ella seguía con su respiración acompasada, empujé un poquito
más y mi polla fue penetrando a medio tallo… Inicié entonces un ligerísimo
movimiento de mete y saca y ella empezó a gemir, de pronto…
– ¡Jo Fernando! ¡Ummm! Sigue mi amor ¡Cuánto gusto me
estás dando cariño!
Fernando
es mi padre y entre sueños ella lo confundió, despertó sobresaltada…
– ¡¡Roberto!! Pero… ¿Qué estás haciendo? Tienes que pensar que sigo siendo tu madre
joder… Lo que pasó anoche estuvo bien en el contexto que ocurrió ¡Pero no te puedes estar follando a tu madre cada vez que te dé la gana!
Yo
la tenía bien sujeta y no le permití que se soltara y empecé a follarla a más
profundidad… se la metí hasta los huevos, alojado allí no me movía más que un
poco.
– Lo siento mamá, ya no podía más, llevas todo el día
poniéndome a mil…tocándote cuando el caballo se follaba a la yegua, luego en el
baño viendo cómo te corrías y para colmo, te veo follar con el abuelo… y hoy no
he podido soportarlo, imagínate que soy papá o el abuelo y disfruta de estos
momentos, estás deliciosa, tu coño está ardiendo y tus tetas piden a gritos que
las manosee… ¡¿Qué quieres que haga…solo tengo la salida de follarte?! Tengo
los huevos que me duelen mogollón.
– ¡¡Por Dios hijo!! Lo siento, lo siento cariño… debo entender que debe ser así ¡Tú también te
has vuelto con derecho a mí, supongo!
Mamá
se dejó llevar, se relajó un momento mientras le embestía con mayor profundidad
sin llegar a tope, y fue entonces, cuando ella vio la inexperiencia de su hijo,
empezó a colaborar dando embestidas salvajes con su culo con intención de
metérsela más adentro. Gemía desesperadamente, y para que no escucharan los
abuelos mordía la almohada con desesperación. La tenía bien trabada con mis
pelotas rebotando en su vulva, ella abrió las piernas para que tuviese un mejor
acceso a su coño. Deslizó su mano entre sus piernas y me sobó los huevos
alternándolo con frotaciones severas en su clítoris. Así nos mantuvimos
haciendo la cucharita con su pierna derecha sobre mí follando de lado, durante
cinco minutos, hasta que los dos tuvimos un orgasmo casi simultáneo
que nos transportó al séptimo cielo. Fui yo quien se corrió primero y al
notarlo, su mano me sujetó para que no saliese de su coño…
– ¡¡No pares ahora por favor!! Continúa follándome… me
tienes a punto de caramelo ¡Aaagg! Ummm, dame bien dentro… dame duro cariño…
¡Fóllame como el semental le daba a su yegua… igual que lo hace el abuelo!
Continué
follándomela pensando en que deseaba preñarla. Para nada se me bajaba la dureza
ni las ganas… eso es lo que pasa cuando tienes 18 años y estás súper salido.
Unos empellones más, y mi madre logró su orgasmo. No paré de clavarla hasta su
orden, una vez que dejó de convulsionar sin quitársela del coño, se agitaba.
Sin sacarla, nos quedamos un rato más acoplados, y ya flácida se deslizó fuera
de su coño. Mamá se dio la vuelta y me besó acariciándome mimosamente la cara,
sus labios se unieron a los míos en un beso húmedo que nunca pensé iba a tener
con mi madre…
– ¡No me había dado cuenta que ya eres todo un hombre! Y
no sabes cuánto me alegra saberlo… Mamá necesita mucho amor, ¿lo sabes? Y papá
no siempre está en casa para darme todo lo que necesito…y el abuelo tampoco.
– Conmigo tendrás todo el que desees, yo siempre estaré
dispuesto para ti, mamá.
Me
desperté más tarde de lo habitual, mamá ya no estaba en cama, me lavé la cara y
me dirigí a la cocina muy desconcertado, y sobre todo preocupado por la charla
vergonzosa que me tocaría soportar esa mañana. Con todo al verme la abuela, me
dirigió una dulce sonrisa, luego fue la sonrisa de mamá la que me terminó de
alegrar la mañana.
– ¿Qué pasa cariño? ¿No tienes pensado ir hoy al río?
– Pues claro que sí mamá.
– Venga, entonces desayuna y prepara los caballos…,
tengo la comida hecha y pasaremos allí el día ¿Te parece bien...?
A
toda velocidad desayuné y preparé los caballos, montamos y en cuanto llegamos a
nuestro paraje particular mamá saltó del caballo y empezó a desnudarse quedando
sólo con la braguita del bikini en topless, yo me quedé bobo mirando sus tetas.
– ¡Qué pasa, sorprendido! ¿Nunca has visto unas tetas
como las de tu madre…?
– Mamá sabes que eso es una provocación ¡¡Eso no se le
hace a un hijo!!
– Anda bobo… piensa que estas tetas son las que te
alimentaron de bebé…
Mamá
lanzó una carcajada y se metió al río. Me desnudé a toda velocidad y en pelotas
total también me metí en el río y me fui tras ella, ella se reía y me esquivaba
hasta que en un descuido conseguí alcanzarla, la abracé tiernamente y la besé
en la boca, ella aceptó mi beso y la abrió dándome su lengua, nos exploramos
mutuamente y mi polla empezó a reaccionar bajo el agua, ella la notó y al
fijarse que no tenía nada puesto exclamó…
– ¡¡¡Ah guarrillo!!! ¡Con que esas tenemos eh! Entonces
todos al Natural… ¡¿Sabes hijo, tampoco me han follado dentro del agua…?!
Se
soltó de mí, salió del agua a toda velocidad y echó a correr por el campo
riéndose como una loca. Veía a mamá como a la mujer más feliz del mundo. Salí detrás
de ella, la cogí y volvimos a besarnos, la recosté sobre la hierba acariciando
todo su cuerpo, sus tetas se habían puesto duras como piedras, sus pezones
estaban a mil, chupar de ellos fue una verdadera delicia, fui acariciando todo
su cuerpo hasta llegar a los pies, tenía unos pies preciosos, pequeñitos con
unos dedos largos, derechos y muy finos, cogí sus pies y uno a uno fui chupando
sus deditos, ella se retorcía de puro placer mientras me llamaba cochino, mi
boca fue subiendo por sus piernas muy lentamente saboreando la dulzura de su
piel, mientras mis manos acariciaban sus caderas, su culo, su chochito sobre la
tela del bikini. Fui besando y lamiendo sus muslos por la cara interna, y en
cuanto mi boca iba a entrar en contacto con su vagina trató de impedírmelo…
– ¡Eres increíble! Sabes hijo…Nunca nadie me ha comido
el coño como tú lo haces, encontrar a un hombre que folle bien no es complicado, pero encontrar
un auténtico experto en el cunnilingus es como hallar un tesoro… y tú te vas a especializar en comer el coño de tu madre... porque nos encanta a los dos ¿verdad?
Desde
ese día me obsesione en perfeccionar mi técnica y, modestia aparte, siempre he
despertado elogios al finalizar mi trabajo. Así que esa confesión me alteró
profundamente, el sabor del coño de mamá me excitaba sobremanera... es un coño bonito y facilón.
– Mamá, prepárate porque te voy a hacer la mejor comida
de coño de tu vida. – Su cara de perplejidad no podía esconder una profunda
excitación.
Sin
más preámbulos la rodeé con el brazo y mis dedos hábiles y conocedores del
camino se introdujeron bajo braguita. A pesar del par de polvos que habías
echado en menos de 24 horas, ella seguía mojada y deseosa de más. Masajeé su
vulva mientras mordía su cuello y el lóbulo de su oreja…, se recostó sobre mi pecho
y comenzó a suspirar, mi otra mano se dedicaba a retorcer sus pezones,
excitándola más y más.
No
era cuestión de alargar más el sufrimiento, ella deseaba lo prometido y yo no
quería hacerte esperar. Fui besando sus tetas, mordiendo sus pezones, lamiendo
su estómago, haciendo estragos con mi juguetona lengua, hasta que acabé arrodillado.
En ese momento le pedí que se levantase y me tumbé plácidamente en la hierba, no
alcanzó a comprender muy bien mi gesto y se rio. Le tuve que aconsejar que
colocase las rodillas a cada lado de mi cara y se sentase a horcajadas sobre mí
para hacer un 69…
Sin
más historias, empecé a mordisquear el interior de sus muslos mientras mis
manos acariciaban su culo. Ella se movía adelante y atrás, ansiosa. Mostraba su
coño abierto como una flor de dos pétalos carnosos. Saque mi lengua,
alargándola lo más posible y recorrí entera tu raja haciéndote estremecer. Repetí
este movimiento una docena de veces más y ella ya gemías dulcemente. Tu
clítoris palpitante reclamó mi atención y me dedique a darle suaves golpecitos
y a rodearlo con mi lengua…, sabia delicioso y le estaba encantando. Continué
alternando largo rato, haciendo sus suspiros más intensos, penetrándole con la
punta de mi lengua y succionando tus labios… su pepita. Ella estaba al borde de
la locura, no sabía ni cómo colocarse, pasaba de acariciarse las tetas a
tumbarse completamente hacia delante, el placer no la dejaba ni aguantar derecha…
Cuando puse suavemente su clítoris entre mis labios y lengua comenzó la locura,
sus gritos eran escandalosos, alarmando seguramente a más uno que pasase cerca.
Con
mucho cariño aparté sus manos y deposité mis labios sobre sus labios vaginales
nuevamente, suavemente comencé a deslizar mi lengua por toda su rajita
sorbiendo los fluidos que emanaba de aquella cueva. Nos dimos la vuelta,
levanté sus piernas y las coloqué sobre mis hombros quedando su coño y culo a
mi total disposición, abrí sus labios vaginales y mi lengua penetró en su
hoyito todo lo que daba de sí deslicé una mano bajo su culito y suavemente
acariciaba su otro agujerito mucho más apretado. Con la otra mano excitaba el duro
clítoris, era tal el cúmulo de sensaciones que ella sentía que de repente
empezó a gemir y a correrse de una forma desaforada.
Su
orgasmo se hacía de rogar, ya llevábamos así largo rato…, pero un comedor de
coños profesional nunca se rinde y decidí poner en práctica todo mi repertorio.
Empecé a batir frenéticamente mi lengua sobre tu clítoris… arriba y abajo,
derecha e izquierda, nuevamente arriba y abajo… Todo lo rápido que podía… La
enorme cantidad de flujo que salía del coño de mi madre era tremendo,
empapándome la barbilla, me hacía sospechar que iba por buen camino. Y no me
equivocaba…
– ¡¡Ahhhhhh, no pares, no pares…!! Empezó a exclamar. Si paro me mata, era lo único que podía pensar en ese momento, sin embargo no deseaba que acabase nunca esa comida de coño. – Me corrooooo, siiii, sigue, me corroooo cariño… Aaahhhhhhhhh. ¡No lo dejes de comer por Dios Santo…!
Su
orgasmo creció intensamente, comenzó a mover las caderas sobre mi lengua,
buscando los últimos latigazos de ese fulminante placer. Gritaba mientras se
derrumbaba hacia atrás, con la cabeza en el suelo prácticamente. Yo fui poco a
poco aminorando el ritmo, haciéndole sentir como se iba derritiendo poco a
poco, de cintura para abajo. Cuando paré, sudaba y temblaba…, giró sobre si
misma cayendo de lado, me miró con la mirada perdida y enrojecida tu piel
blanca…
– Es la mejor comida de coño que me hubiera imaginado en
toda mi vida, me he corrido como una loca, eres un cabrón hijo mío ¡Cómo puedes
ser tan bueno…! ¡¿Cómo me puedes excitar tanto hijo mío?!
Mi
sonrisa de satisfacción fue la mejor respuesta que podía darte. Yo estaba loco
por follármela otra vez, me coloqué sobre ella. No tuve que hacer mucho para
que el ariete apuntase en la entrada de su raja, y con la ayuda de mamá, de un solo
empellón se lo colé hasta el fondo. A pesar de estar muy mojada ella dio un
grito al sentir mi recia verga abriéndola por dentro, pero
enseguida se repuso, inició un movimiento de caderas enloquecedor, mi polla se
deslizaba en su interior suave y dulcemente, empezó a entrarme una especie de
electricidad por mi espina dorsal.
Enterraba
mi polla hasta su mismísimo útero, ella me abrazó clavando sus uñas en mi
espalda, sus manos bajaron a mi culo tirando hacia ella para que entrase más y
más profundo. Yo me amorré a sus tetas, le comía los pezones y succionaba como
un bebé famélico… ella me animaba a que no le dejase de chuparle las tetas. Sus
piernas me envolvían por mis pantorrillas quedando sitiado como si ella fuese
una “viuda negra” y yo su presa fácil. No dejaba de bombear profundo extrayendo
el cipote hasta el glande y de nuevo hasta hacer golpear los huevos en su coño.
Mi madre gemía con las caras pegadas, casi gritaba cerca de mi oído, aquello
era poco menos que enloquecedor y tan sugestivo que no pude aguantar por más
voluntad que le pusiera…
Poseído
por una gran sensación de gozo al haber llegado a una cumbre a medida que iba penetrando
a la mujer de mi vida, la carne de su vagina envolviendo mi gruesa polla. Creo
que no hay forma de describir exactamente lo sentía, pero en verdad era de lo
mejor que jamás me había pasado…, el roce, el movimiento casi involuntario de
tus caderas exigiéndote que no te detengas. ¿Qué sentía hacia esa mujer, mi
madre…? No lo estábamos haciendo solo por el placer, sino que pusimos
entremedias los sentimientos.
Me
gustaba estar frente a frente encima de ella, me daba más dominio de la
situación, abriéndome un mundo de posibilidades además de que era excitante
verle al rostro gozando con mis empujes, y sus gemidos al llegar al fondo de su
coño. Eyacular es la parte culminante, y estaba a punto… el mismo cuerpo pedía
que lo hiciera sin mediar mi voluntad. Agitaba mi cadera con mayor celeridad,
ella deslizó su mano agarrándome de los testículos, los masajeaba con
maestría…los apretaba y soltaba, luego los masajeaba y jugaba con cada una de
las bolas. Aquello era algo fuera de serie y una sugestión extra a mis ganas de
eyacular… y de pronto descargué un gran chorro ardiente de semen espeso…, lo
cual a ella hizo que se sugestionara de una forma salvaje. Otro chorro de lefa
y otro más rellenando su útero de mi esencia viril. En esos instantes solo
piensas en vaciarte dentro de la hembra… nunca sospechas que la estás preñado
con tu esperma.
– Sí, así… así córrete dentro de tu madre ¡Ummm sssíiii! ¡¡Ummmmm... noto los
chorros de leche de tus cojones!! Relléname cariño, llena el útero de tu madre
que es solo tuyo… Me miró a los ojos sujetándome la cara con ambas manos y me soltó... ¡Joder, Roberto... Creo que me estás preñando!
Mi
polla seguía en pie de guerra le di la vuelta para posicionarla a cuatro patas
y esparcí sus fluidos vaginales mezclados con mi semen que brotaban de su
vagina sobre el agujero de su ano, apoyé la cabezota en la entrada de su
culito, y ahí sí que por todos los medios trató de impedírmelo, yo estaba
ciego, la tenía muy bien cogida de las caderas y bruscamente empujé y penetró
la mitad de mi polla en su interior, ella empezó a gritar y a llorar que le
dolía mucho, me quedé quieto, acaricié dulcemente su espalda y su culito, bajé
mi mano derecha a su chochito e inicié una caricia suave sobre toda su raja
excitando constantemente el clítoris que reaccionó rápidamente poniéndose duro
como una piedra. Esta vez no había lubricante y el ojal lo tenía bien cerrado…
muy apretado.
– Joder, eres como tu abuelo… necesitas dos folladas
seguidas para quedarte bien.
Ella
comenzó a relajarse y disfrutar de las nuevas sensaciones… Me había desvirgado
mi madre por el culo. Probé a introducir un poco más mi polla en su ano y esta
empezó a deslizarse suavemente, mamá se había relajado totalmente y disfrutaba
a tope…
– Sigue cariño mío, rómpele el culo a mamá ¡Sigue
follándome mi amor! Jamás en mi vida supe qué era el placer de verdad hasta
encularme ¡Párteme en dos, cielo mío!
Parecía
que deliraba, pero no era más que el placer tan tremendo que estaba sintiendo.
Aquello tan apretado y mi excitación por las nubes no me hizo aguantar mucho…,
y cuando ya no podía más y empecé a soltar chorros de espeso semen en el
interior de su ano, ella al sentirlo dio un gran grito, empezó a convulsionarse
y de su vagina salió un chorro de flujo, tuvo una corrida total, en principio
creí que se había meado pero cuando vi mi mano quedé asombrado, era un líquido
semi transparente y espeso parecido al semen. Fue tan intenso el placer que se
desmayó. La recosté sobre la hierba y yo detrás de ella pues mi polla seguía en
su interior y además no me apetecía nada quitarla. Cuando se despertó echó la
mano al culo y sólo dijo…
– ¡Cabrón me lo has roto! Pero me hiciste la mujer más
feliz del mundo. He sentido mucho placer cuando te corrías. Lo único
que podía hacer era verte actuar, jadear y sentir como un cubo de agua caliente
se derrama dentro de mí. Es algo confuso… sientes que te gusta, te duele… que
quieres más y que no pares de follarme haciéndome tuya, tuya y de nadie más
¡Todo a la vez! Al cruzar la línea del orgasmo viendo cómo te consume entera el
placer, solo puedo darle gracias a Dios por tener un hombre tan viril,
masculino y enérgico en exclusiva para mí.
Se
giró todo el cuerpo hacia mí y me besó dulcemente.
– Cariño ¿qué te parece si nos damos un baño y comemos? Debes estar agotado.
– Lo que tu digas mamá ¿Me dejas que te lave?
– Puedes hacer conmigo todo lo que tú quieras, soy tu “novia
consentida”, mi amor.
Nos
fuimos al agua y con mi mano primero lavé su culito, todavía lo tenía dilatado
y se veía algo irritado… por un par de días no pude volver a metérsela por el
culo. Luego seguí con su coñito, lo tenía todo pringado de flujos y semen,
dulcemente se lo lavé y ella empezó a retorcerse de nuevo…
– Cariño si no dejas de tocarme por ahí no vamos a poder
comer.
No hice caso de su advertencia pese a que tenía un hambre espantosa. Su mirada, fue directamente a mi pollón. ¡Era tan evidente...! Mi erección se notaba. Yo, no podía mirar sino a sus tetas. ¡Dios!¡Era sublime! Toda ella era sublime bendición. Me acerqué un poco más a ella, sorprendida. Casi temblaba, cuando cogí sus manos. Nos miramos, y en un acto reflejo, metí mi mano entre su pelo para acariciarla, y descubrir su bonita cara. No hablamos. No era necesario. Lo que mis ojos vieron al apartar su enmarañada melena, hizo aumentar el dolor. ¡Que ojos!... ¡qué cara!... ¡qué piel!... ¿era seda?... ¡no!... ¿algo divino?... ¡probablemente!
La atraje hacia mí, y al notar mi dureza rozando su monte de Venus, y sus tetas pegadas a mi pecho, el calambre fue un relámpago. Sentí como su espalda se erizaba. Y por mi espina, recorrió el fragor de aquel rayo. La besé, como con hambre. ¡Me apetecía tanto...! Igual que una preciosa pera madura, bañada por el rocío de la mañana. Estábamos en julio, pero todas las flores de verano gritaban.
Su lengua tímida al principio, empezó a explorar mi boca. Luego, mi cuello... mis orejas... Arrancó de cuajo mi locura convulsiva, lamiéndome los pezones, con pequeños y ávidos mordiscos. ¡Hervía! Se resbaló por mi cuerpo, quedándose sorprendida por mi intransigente erección… ya estallaba al sentir el aliento de su boca en la mía. Casi frenética, como desesperada, se montó en mi cintura con la facilidad que da la ligereza de estar dentro del agua, notó mi verga en su coño en todo su esplendor ¡Me parecía que iba a reventar!
Se lo tragó literalmente, porque dejé de verlo. Noté su caliente coño, envolviéndolo, al mismo tiempo que lo sorbía con ardor. Su pasión, y el desenfrenado deseo, me recorrían el cuerpo de punta a punta. ¡Qué placer! ¡Podría morir, en ese momento! La saliva, fluía de su carnosa y ardiente boca… yo babeando de placer. Mientras, una de sus manos amasaban mis testículos, durante un tiempo, que me fue imposible controlar y la otra se sujetaba del cuello. Saltando en mis caderas, se dejaba caer, indolente... extasiada, y respirando con fuerza. Su excitación, aún me calentaba más con sus tetas volteándose cual dos campanas llamando a arrebato. ¡Eso me parecieron sus tetas! Dos enormes campanas en sazón, sugerentes y surgentes... pesadas y turgentes... desafiantes. Las rosetas, alrededor de sus magníficos pezones, erectos y gloriosos, hacían enmudecer. ¡Sin palabras, para describirlo!
¡Las tenía duras... apretadas... empinadas, insultantes! Turbado ya, del todo, hundí allí mi boca, y... le mordía y chupaba los pezones, de uno a otro, arrancando de sus labios pequeños gritos y gemidos, que aún me volvían más loco. Era, como una gata en celo... ¡casi agresiva! Bajé la mano entre sus muslos... ¡santo cielo! ¡Su culo sedoso como una esponja, recién sacada de la espuma allí dentro del agua!
Empecé a tirar de sus nalgas, torpe, muy nervioso. Lo hacía con dificultad, porque al mover sus piernas para ayudarme, conseguía lo contrario. ¡Terminamos por acoplarnos mejor! Oí resoplar a mi caballo, y al mirarle de reojo, vi que estaba armado, ¡el muy cabrón! Sin poderme contener más, pasé a la acción directamente con mayor contundencia… ya solo quedaban los huevos por entrar dentro del coño de mi madre.
Aquel acople amoroso y sensual, suave, erizaba mi piel hasta la máxima expresión. El desenfreno era abundante entre ambos cuerpos, con deseos de estar lo más pegados posible. El beso húmedo no dejaba de existir entre ambas bocas... metí mi lengua hasta asfixiarme. Con las manos en sus posaderas, empujaba su culo hacia mi cetro duro y envalentonado con deseos de no acabar nunca… ¡Creo que se corrió, porque obtuve una sensación cálida que recorrió mi pubis y mis testículos!
Fui subiendo el incremento de las penetraciones sujetándola de sus piernas, hasta cuadrar nuestros cuerpos... y la penetré con dureza desde el glande hasta la raíz. El alarido que soltó al acuchillar su útero fue febril, consiguió hacerme gemir, como en lo mejor del éxtasis. Lo había metido muy despacio, casi con cuidado, pero cuando llegué adentro, apreté con fuerza. Con rabia y con pasión a la misma vez. ¡Quería fundirme con ella! Su jugosa almeja, succionaba mi cipote en contracciones continuas y acompasadas. Igual sensación que cuando la chupaba, multiplicada por mil.
Empujando nuestros cuerpos, como si quisiéramos pegarnos, la besé nuevamente introduciéndole la lengua, hasta rozar su campanilla. Mojados de sudor, y de saliva, me incorporé. Cuando ella, con su pecho, retorciéndose, buscó el frescor de la brisa sobre su piel húmeda. ¡Eso no se podía dejar! Cogiéndola por la cintura, alcé su pompa, y la penetré por detrás, abriéndole el boquete de su culo. El caballo, relinchaba, balanceando la enorme verga, que golpeaba irremisible su barriga.
Aquella cintura entre mis manos, y su culo entrando y saliendo de mi polla, me hacían follarla como si estuviese poseído. Ella, balbucía entre gritos, como le gustaba sentir los huevos en su pipa. Era tanto el desenfreno, que me dolían los huevos de lo fuerte que golpeaban su clítoris. Creía, que también entrarían detrás de mi polla. Las tetas le botaban amenazando mi boca, y las acercaba para rozarlas con mi boca.
No sé, cuantas veces debió correrse, porque sentía salir el flujo cálido por su raja sobre mi verga. ¡Ya no podía más! Sus gemidos... las palabras entrecortadas... calientes... la postura, con aquel hermosísimo culo, entre mis manos... ¡Me vacié como un loco! El caballo, pateaba la tierra, con coraje. No podría recordar, el tiempo que estuve corriéndome dentro de su coño, mientras no paraba de follar a la puta de mi madre. Hasta que ya, no me obedecían las piernas. ¡Nunca podré averiguar, como pude aguantar tanto!
Salimos del agua, y quedé tumbado en el suelo, sintiendo como la húmeda capa de verde, amortiguaba el calor de mí agotado cuerpo. Tenía los ojos vueltos... aquello... ¿era el cielo?... ¿dónde estaba? ¡Ay, aquella mujer! Por mucho tiempo que viva, jamás olvidaré aquel polvo. Ni su cuerpo. Ni su cara. Ni como sintió... ¡Era maravillosa!
Salimos del agua, mamá extendió un mantel sobre la fresca hierba, fue a lavarse las manos y de pronto la vi. Allí, inclinada hacia el agua, estaba ella. De rodillas, con las sugerentes nalgas seductoras, respingonas, provocativas a más no poder. Redondas, como dos pelotas de fútbol. Un tanto separadas. Inmediatamente, mi miembro endureció. De tal manera, que hasta me dolía. Cuando oyó el piafar de bruto, volvió la cara, envuelta en una melena oscura. Semejante a una fiera sorprendida, se incorporó. Envarada. Puso la comida y los dos comimos con verdadero apetito, nos mirábamos como dos enamorados que se acaban de conocer y tenía todo por averiguar del otro. Casi no hablamos. Al terminar de comer yo estaba derrengado y me quedé dormido allí mismo mientras ella terminaba de recoger y lavar un poco toda la vajilla. Se acostó a mi lado…
*************************
Desperté con una sensación extraña, era tan placentera que simulé seguir dormido, mamá estaba sentada a la altura de mis caderas y acariciaba mi polla suavemente, subía y bajaba la piel del prepucio muy despacito, de pronto la bajó totalmente dejando totalmente al descubierto el glande, como hipnotizada bajó la cabeza, abrió la boca y se lo engulló totalmente, empezó a bajar ya subir muy despacio su cabeza mientras sus labios apretaban totalmente el tronco de mi polla, y con la lengua apretaba el capullo contra su paladar. Le dije que no soportaba un instante más, que mi polla estallaría de tanta leche, que la necesitaba. Ella me miraba y comprendía, lo sé, lo decían sus ojos, lo decía su gesto, lo dijeron sus manos que acariciaban polla. Me sorprendió verla entretenida en mi verga y sin más preámbulos, sin decir palabra más ni palabra menos se engulló mi tranca con su brutal erección, al borde mismo del orgasmo.
Mi pecho que latía con fuerza, sentí la mano de mi madre apoyarse en mi corazón con mis sentidos agudizados percibiéndola, captaban todo en un plano dimensional distinto, ralentizado, mi respiración acelerada, mis pulsaciones, los roces desesperados de la mano de esa madura en mi pecho, mis caricias en sus tetas, las palpitaciones de mi falo inmersos en el calor abrasante de la garganta de mamá, mis testículos inflamados tomados con suavidad por su mano derecha, los suaves sonidos de su voz, gimientes exclamando placer y dándomelo. El placer que sentía era inaudito y sin poder evitarlo empecé a descargar lechazos directamente en su garganta… ella sin inmutarse se los tragó todo para admiración mía, jamás pensé que ella fuera capaz de hacer algo semejante, cuando el primer orgasmo llego y mi cipote insaciable comenzó a bombear semen en la boca que tantas veces me beso con cariño.
Luego una pausa corta para terminar de tragar el esperma filial que llenaba su boca, el comentario que salió de sus labios sobre la cantidad de semen que le estaba dando como si fuera la primera vez, y que la sorprendió. Nuevamente su garganta ardiente abrazando mi pedazo de carne latiente, la vista de su rostro con sus cejas arqueadas en un gesto de pasión, la de su boca esforzándose al máximo para poder abarcar la exigente circunferencia del diámetro fálico, y la de sus ojos encontrándose con los míos en una nueva pausa respiratoria en la que aprovechaba para digerir la inmensa cantidad de lefa que descargaba incansable con las contracciones orgásmicas encadenadas que provocaban las constantes eyaculaciones que ofrecía a su boca.
Minutos después, exhausto pero ya calmado, con su cabeza aun apoyada en mis piernas besando ocasionalmente mi glande, tronco y testículos sin aun haber dicho palabra intenté masturbarla, pero me freno con sus palabras…
– No – dijo – No lo necesito, solo quiero que me
prometas que siempre vamos a poder estar juntos, que me darás placer cuando lo
necesite. A cambio prometo satisfacerte en todas tus fantasías sexuales que no
impliquen riegos innecesarios.
Era
ya muy tarde, nos preparamos, montamos a caballo y regresamos a casa, desde esa
vez mamá y yo seguimos inseparables, pero no fue hasta volver a casa cuando
definitivamente nos hicimos amantes, sí, somos madre e hijo, pero en realidad somos
los amantes más cariñosos que te puedas imaginar… somos el cúmulo de
follamigos, amantes, esposos y madre e hijo, un coctel extraño con mucho morbo.
Cuando
regresó mi padre de Singapur, unas tres semanas después, mamá le dio un
recibimiento en toda regla y se pasaron casi una hora de esa noche follando para
celebrar su vuelta a casa. El trabajo de papá era duro sin un horario o días
libres ordenados, así que cuando la carga de trabajo menguaba algunas cosas eran
posibles, y tras el polvo que le echó a mi madre, prometió llevarla unos días a
Punta Cana de vacaciones, ellos dos solos, una vez que acabase de ultimar la
burocracia del trabajo en Singapur.
*************************
Mi
madre se iba de vacaciones a Punta Cana y a pesar de que me habían invitado a
acompañarlos, a mí no me llamaba la atención ir con ella ya que si bien las
playas son idílicas, ir con mis padres me resultaba aburrido y yo no pintaba
nada en un viaje romántico. No puedo decir que no estuviese algo celoso, pero
mi madre era la esposa de mi padre y yo un usurpador de la cama matrimonial. En
esos momentos aun no sabíamos las consecuencias acaecidas en las semanas de
fornicio en el campo entre mamá y yo… me iba a quedar en casa de los abuelos
hasta justo el comienzo del nuevo curso.
Estábamos
pues en casa cuando mi madre me mostró los trajes de baño que se había comprado
para el viaje. Entre ellos había uno que era de dos piezas que le quedaba muy,
pero muy bien. Su redondeado culo se le marcaba a la perfección y sus dos enormes
y deliciosas tetas casi se le escapaban del sostén.
A mí
la situación me gustaba mucho y me empezó a excitar. Al principio no quería
prestar atención a este hecho ya que se trataba de mi madre y pensar en ella
como una mujer estando papá en casa, era para mí algo que debía ser totalmente controlado.
Tras el desfile privado de modas que me ofreció mi madre, se sentó a mi lado a
conversar. Debo confesar que mi mente estaba en otra cosa, que no hacía más que
pensar en ese par de tetas que se me ofrecían abiertamente y que estaban al
alcance de mi mano.
Lo
cierto es que la conversación derivó, o mejor dicho yo la llevé a que en las
playas de Punta Cana se practica el topless con total naturalidad. Luego de
hablar un poco del tema mi madre preguntó si me parecía que ella podría hacerlo
sin pasar vergüenza. A esto yo respondí que tenía unos pechos espectaculares y
que de ninguna manera pasaría vergüenza, al contrario, sería la envidia de
muchas. Ella no quedó muy convencida con mis palabras. Decía que era bastante
mayor, que el lugar estaría seguramente lleno de mujeres jóvenes y que sus tetas
no estaban a la altura de las jóvenes… firmes, elevadas y turgentes. Yo insistí
y ella me preguntó nuevamente y para dejarlo en claro… «mira mamá, si tuviera
delante a alguna otra seguro que me deleitaría viéndote a ti y no ninguna otra».
– Dices eso porque eres mi hijo, me quieres mucho y no
me deseas nada malo.
Yo
insistí… – Mira ya las estoy disfrutando ahora con lo que se puede ver, así que
cuanto más lo haría totalmente desnudas. Mi madre se sonrió y aproveché para
lanzarle mi petición…
– ¿Por qué no te animas y me las muestras ahora con ese
conjunto de braguita…? Prometo darte una opinión sincera y si no te queda bien
te lo haré saber.
Mi
madre sonrió nuevamente… – Ya que te veo tan entusiasmado, voy a ir a mi cuarto
y vengo caminando para aquí como si fuera en la playa.
Muy
bien dije, sabiendo que mi madre comenzaba a utilizar sus armas de mujer para
seducirme… debía de estar tan cachonda como yo. Recuerdo que los dos minutos
que demoró me parecieron una vida. Mi corazón latía a mil y por mi cabeza
pasaban ideas acerca de la mujer que vería, no de que fuera mi madre. Por fin
mi madre volvió al salón y muy tranquila…
– ¿Qué tal? ¿Qué te parece?
Estaba
sencillamente divina, se había puesto otro bikini que tenía que era un poco más
chico que el anterior y sus tetas se veían formidables y más que apetecibles. Demoré
en contestar y ella preguntó nuevamente…
– ¿Qué te pasa, están tan mal? Ahí por suerte reaccioné…
– No al contrario están muy bien. Nunca antes de este
verano y lo que ocurrió en la casa de campo, imaginé que mi madre fuera una
mujer tan apetecible.
Sus tetas
estaban enteras, enormes como siempre y con un detalle que me enloquecía… unos pezones muy grandes y que comenzaban a
ponerse erectos.
– Mira las cosas que dices, recuerda que soy tu madre.
Lo que pasó se ha quedado allí ¿Vale…? ¿Acaso nunca me has visto así…? Al fin y
al cabo solo soy una mujer.
– Mamá, mujeres he visto varias, pero ninguna con unas tetas
como las tuyas y con un cuerpo tan excitante como el tuyo, – contesté.
Había
pasado una semana de la última vez que tuvimos sexo y mi mente ya se había
disparado para cualquier cosa. Mi polla comenzó a crecer y crecer y apretarme dentro de mis
pantalones. Mi madre lo notó…
– Bueno, bueno, veo que en verdad te han gustado… ya no
eres el bebé que alimenté con ellas. ¡¡Ahora es mi niño el que alimenta a su
mamá… de leche!!
Yo a
esas alturas no aguanté más y comencé a tocarlas con la excusa de saber que tal
estaban al tacto. Mi madre apareció agradecida de que la acariciase. Comencé
con unas suaves caricias, ella se sonrió y yo dejé las caricias de lado para
pasar a un manoseo ya bastante descarado. Ella se estaba poniendo cada vez más
cachonda y sus pezones enormes más duros.
Todo aquel paripé tuvo finalmente el resultado que ella buscaba.
– ¡¿Qué bien lo haces, mi amor?! Me estás poniendo muy
caliente. Ya ni recordaba sentir a un hombre tocarme de la manera tan descarada
que lo haces tú…
Al
escuchar esto la acerqué un poco más a mí y comencé a besarlas lentamente
recreándome en su areola, contorneando el pezón con mi lengua, hasta que me lo metí
en la boca y lo chupé como un desesperado. Mi madre había comenzado a gemir y
suspirar. Con sus dos manos apretó mi cabeza contra sus ubres y me pidió que
siguiera. Yo seguí y empecé a pasar mis manos por todo su cuerpo. Ella posó una
de sus manos sobre mi endurecida verga y la apretó fuertemente. Fue ahí que me
abrí el cierre la saqué y pedí que me la chupara. Ella espetó tratando de
dignificar los cuernos que le pondríamos de nuevo a mi padre… «Esto no está
bien», a lo que contesté besando y apretando aún más sus tetas.
– Mamá, hace tiempo que no somos madre e hijo, somos un
hombre y una mujer en una playa, que desean disfrutar de sus cuerpos. – Ella
sonrió…
– Eres divino. Alguna vez te he dicho que tienes una
polla preciosa. ¡Me encanta lo bien formada que la tienes, lo dura que se te
pone y el placer que me das con ella!
Luego,
bajó hasta mi ariete y lentamente comenzó a besarla para luego meterla en su
boca. Comenzó a hacerme una mamada espectacular. No podía creer que mi madre la
chupara de esa forma. La chupaba como si fuera lo último que iba a hacer en su
vida. La metía en su boca hasta tragarla toda, luego la sacaba me besaba y
mordisqueaba la cabeza y luego adentro otra vez con giros de cabeza rápidos y
bruscos saboreándola con chupetones sonoros sobre el glande. En un momento
paró…
– ¿Te gusta?, quiero que lo disfrutes al máximo, tanto
como yo... ¡¡En verdad me gustaría hacerte una panza!!
Esto
me abrió el camino para pedirle que pare para quitarme toda la ropa y quitarle
el bikini a ella. Accedió sin reparos. Ahora ya no éramos madre e hijo, volvíamos
a ser los amantes que se deseaban y deseaban gozarse mutuamente. Una vez que me
quité la ropa me tiré en el sofá para estar más cómodo mientras ella sequía con
la mamada. Mi madre volvió a mi polla y su boca a hacer maravillas con ella. En
determinado momento bajó realizando un reguero de caracol desde los huevos al
glande.
– Estamos a tiempo... tú tienes buen semen fértil y yo estoy en edad de engendrar, de tal modo que cuando te vayas a correr avísame, quiero sentirlo y gozarlo. Me agarró de los huevos y se extendió diciendo... – ¡Me encantan tus huevazos! Supongo que los tienes bien llenos de leche, se te notan muy duras las bolas…
No
demoró mucho en llegar este momento y si bien quería que siguiera chupándomela
por un buen rato más, mi cuerpo insolente no atendía a mis deseos queriendo acabar.
– Así no pares, ummm sigu… ¡¡Aaaag! ¡Ya casi mamá!!
En
ese momento ella paró metió un dedo en su boca y me lo metió en el culo y
comenzó con la mamada nuevamente. En pocos segundos descargué toda mi leche
acumulada durante varios días en su boca. Ella la tomó toda sin reparo…
– Imagino que esto es solo el preámbulo como siempre… en
estos almacenes lecheros, aún te queda carga para llenar el útero de tu madre. ¡Sabemos
que eres de doble disparo como tu abuelo… eso me pone loca!
– Por supuesto que sí mamá… me pones como un toro... de tal palo tal astilla ¡¿No?!
– Anda, vamos al cuarto, que yo también quiero acabar
con un fabuloso orgasmo. Deseo tener una de las corridas más buenas de mi vida,
¡Nada se compara a estos orgasmos que tengo contigo…!
Nos
levantamos del sofá y caminamos hasta el dormitorio, ella me agarró la verga como
si fuera la mano y me condujo al dormitorio. En el camino me sorprendió cuando
me dijo…
– Nunca pensaste que tenías una madre tan caliente y tan
puta ¿Verdad? Espero que puedas llevarme el ritmo, porque cuando alguien me
calienta lleva mucho para que me saque la calentura. Desde que lo hicimos la
primera vez, estoy más salida que una adolescente…pienso mucho en ti y siempre
tengo el coño hinchado.
– Sabes que hago todo lo puedo mamá…espero poder
complacerte como mereces. Yo también estoy empalmado todo el tiempo pensando en
ti…
Entramos
en el cuarto y ella se tiró en la cama, yo me puse encima de ella y comencé a
besar sus tetas lentamente, bajé a su coño y comencé con una chupada a full.
Mordía su clítoris, lamía sus labios y
metía mi lengua y mis dedos en su empapada raja. Primero uno, luego otro y al
final tres más mi lengua en su clítoris. Mis labios y lengua le trabajan bien
la espigada pepita. Ella gemía, me apretaba la cabeza contra su chocho. Se
notaba que estaba gozando y mucho.
Se
colocó a cuatro patas. Mientras le bajaba el tanga para sacármelo por los pies,
se contemplaba en el espejo que rodeaba a la cama (sabía lo que le gusta verse
cuando está en esa posición) expuesta para mí, está claro que ahí llevaba el
control. Su pelo liso caía sobre ella, sus labios rojos daban luz a un rostro
que empezaba a arder en deseo. Al mirarme, pude ver como su rostro cambiaba al
sentir mi lengua en su coño.
– Es un auténtico placer que te coman el coño cuando te
tienen a cuatro patas, y le doy gracias al cielo y a ti hijo mío, por supuesto,
porque mira que me has comido veces el coño, pero nunca nadie se tomó la
molestia de hacérmelo a cuatro patas.... comiéndome el coño y el culito.
No
sabía si ese placer que se siente era una leyenda urbana o qué pero no. Placer
del bueno. Disfrutaba de mi lengua a tope cuando se cambió de postura. La tumbé
boca arriba y seguí disfrutando de su coño. Podía sentir mi lengua en su
clítoris, con fuerza, lamiendo fuerte, no solo el clítoris, sino todo el coño.
Entrando en la vagina. Mis brazos separaban y sujetaban sus piernas mientras me
la comía. Ella quería moverse para liberar el placer, pero no podía. Era tal el
placer que sentía que instintivamente creo que, además de gemir como una perra,
empezó a mover los brazos, tal vez buscando algo a lo que agarrarse. Mis manos
descansaban en su vientre y se agarró a ellas con fuerza. Cuanto más me sentía
lamer, más me agarraba con fuerza, lo que me daba un feedback de lo que estaba
haciéndole en tus chocho. Por un momento pensé que le hacía daño pero nada de
eso… se corrió una primera vez.
– Me gustaría decirte que pararas, pero no quiero dejar
de sentirte.
Yo
sin tregua, comía y comía. Como me pasa siempre, el placer nos hace perder la
noción del tiempo. Toda mi cabeza estaba en su coño…raja, labios, agujero
vaginal y clítoris. En el placer desorbitado que sentía mi madre se notaba en
sus gemidos y en sus fuertes apretones de manos en mi cabeza… cada vez apretaba
más fuerte de las manos. De pronto me sujetó de la cabeza contra su coño, y un
dulce líquido inundó mi boca, iba acompañado de un suspiro largo y
aliviado…empinó su cadera y me tragué toda su corrida. Convulsionaba y
eyaculaba, mientras yo sellaba su coño bebiéndome su esencia. Dos veces más se
corrió en mi boca. Cuando salí de su coño, yo no podía ni moverse. Le ayudé un
poco a incorporarse, y pudo comprobar que tenía la verga a punto de reventar.
– Ahora te quiero dentro de mí, – dijo mirándome a los
ojos con lujuria – Cuando tu padre me folla pienso en ti, en que eres tú quien
me llena… pero ahora quiero que sea tu leche de verdad la que inunde mis
entrañas… ¡¡me encanta cuanta lefa eyaculas… pareces un caballo!!
– Mamá nunca me he puesto condón… supongo que tomas
medidas para no preñarte, porque si ocurre a papá no le va hacer ninguna
gracia….
– Cariño no te preocupes por tu padre… ¿Acaso no te
gustaría ser papá…? Seguro quete gusta la idea de dejarme preñada...
– La verdad es que sí... ¿Pero tú quieres estar panzona con un hijo mío?
– Creo que sí... ¡¡FÓLLAME Y PRÉÑAME!!
Aquella
pregunta final me pareció rara y muy ambigua, pero unos meses después supe a
qué se refería. En aquel momento no estaba para análisis gramaticales, mi
sangre se acumulaba en mi verga, la cual estaba completamente dura y tirante,
doliente como pocas veces con todas sus venas inflamadas en plena tensión. Sin
dudar coloqué mi ariete en la entrada de su coño y de un solo empujón la
enterré a fondo en su húmeda vagina.
Comencé
a bombear y besarla. En nuestras bocas se mezclaron los sabores más íntimos de
los dos. Ella suspiraba y se movía en círculos la cadera, como loca. Casi
enseguida lanzó un grito y su cuerpo se volvió a aflojar… nueva corrida vaginal
de mi madre. Para mí era inusitado poder hacer que mi madre tuviera esos
orgasmos tan seguidos e intensos.
– ¡Hijo eres un cabronazo desconsiderado! ¡¿Cómo te atreves a correrme
tan rápido?! Me pones loca.
Me
suplicó que parase, iba a ser su turno de darme placer. Me recosté en la cama y
ella se montó sobre mí con una agilidad inusitada. Se colocó mi glande en la
entrada del placer divino de su coño, y se dejó caer. Comenzó a cabalgarme
agitando sus caderas, el culo golpeaba mis muslos aplastando mis huevos con su
vulva, una y otra vez. Luego se tiraba hacia atrás, dejándome ver como entraba
mi cipote en su raja acogedora. Yo con mis dos manos apretaba y sobaba sus
hermosas tetas que desencadenaron todo. De pronto comenzó a agitarse aún más y
sentí en mi tranca sus jugos. Sin duda había vuelto a correrse… ya era el
tercero. Me preguntaba que pasaba con mi padre ¿Acaso no le daba los suyo? ¿O
era simplemente que el morbo de follarse a su hijo la ponía tan excitada y
puta…? ¡¡Estaba frenética con mi tranca en su coño!!
Fue
entonces que un tanto agotada o que prefería que el macho le diese duro
dejándose follar sumisa, cuando me solicitó que la montase con fuerza. Salió de
encima de mí y se colocó con todo su hermoso culo a mí vista como una perra que
espera a su semental. Yo me coloqué atrás y volví a enterrar mi polla en su caudalosa
vagina. Nada más hacer esto ella dio un sonoro gemido acallado con un mordisco
a la almohada. Comencé con el vaivén cada vez más rápido, al tiempo que me
exigía más y más fuerte… mis pelotas rebotaban contra su clítoris como en una
pared de frontón. Ella gritaba empujando su culo contra mí, de tal modo que sus
nalgas se apaleaban contra mi pelvis produciendo olas de carne trémula, al
tiempo que observaba mi barra venosa entrar y salir a modo de pistón.
No
pude más y comencé a notar la subida de la leche desde mis huevos, recorrer
todo el tallo y salir a presión contra la cérvix de mi madre…no pude más y me
acabé soltando chorro tras chorro de lefa. Se la enterré entera sujetándola de
sus tetazas como riendas de una yegua desbocada…, entonces ella se giró aun
teniéndola empalada con los últimos lechazos saliendo de mi glande. Me dio su
boca. Nos unimos los labios, y mi lengua quedó atrapada con sus labios del
mismo modo que su coño envolvía mi verga…nos comíamos a la vez que terminaba
por inseminarla. Ni bien acabé ella se sacó mi polla, y comenzó a chuparla y
los restos de esperma… y a pasarla entre sus tetas. Quedamos los dos tendidos
en la cama en silencio. Tras un rato ella comenzó a reír…
– Sabes cariño, nunca pensé en mi vida, que terminaría follando
con uno de mis hijos, y mucho menos que cupiera la posibilidad de que me
preñara…
– Es que la abstinencia y la falta de polvos de calidad
te llevan a que hagas cualquier cosa, mamá. Tú eres mucha mujer para papá, se
ve a la legua ¡Necesitas a dos…!
– Ni que lo digas, yo quiero a tu padre, pero no
quisiera que nuestra relación cambie a partir de ahora ¡¡Seguirás siendo mi
hijo y yo tu madre!! Pero cuando no esté tu padre, quiero y necesito que duermas en esta cama y
junto a mí. Quiero que seas mi hombre también… te prometo que seré tu hembra
cariñosa y sumisa, podrás hacer con mamá cualquier fantasía que se te ocurra.
Con el poder de tu polla vamos a poder hacer todo lo que quieras. Creo que como
amantes nos entendemos y muy bien.
Pasamos
el resto del día y de los días siguientes follando como conejos en ausencia de
papá. Incluso me dijo de ir con ella al viaje como si fuera nuestra luna de
miel, solo que sería muy difícil escaquearnos de la presencia de mi padre. En
ausencia de mis padres estuve arrepentido de lo que pasó. Sobre todo por lo que
pudiera pasar a su regreso. No estuvo bien lo que hicimos estando casada y bien
casada pero a mí me gustó y siempre tenía ganas de repetirlo.
La sorpresa para mi padre y para mí, llegó a mediados de septiembre cuando nos dijo que estaba preñada del viaje a Punta Cana, lo dijo dirigiéndose a su esposo y guiñándome un ojo a mí… entonces tuve claro a qué se refería con lo de “ser papá”.
A los OCHO meses y medio del regreso del viaje, mamá dio a luz una niña
preciosa. Caló que fuese de mi padre, pero yo estaba seguro que fui quien preñó
a mi madre. El cornudo de mi padre siempre pensó que era su HIJA y no del
cabrón usurpador de su primogénito, pero las fechas cuadraban más con mis
vacaciones que con las de mi progenitor. Mi padre volvía marcharse regularmente
por semanas completas, y me dejaba encargado de cuidar de mamá, vaya si la
cuidaba y también cuidaba de su lado de la cama. Aún bien preñada, no dejaba de
solicitar que la follase y la llenase hasta bien entrada la trigésima sexta
semana de embarazo. De esa forma conocerá mejor a su verdadero padre, me decía
mamá en pleno fornicio, trabándola hasta las mismas pelotas….
– Así hijo, dale tu leche a la niña… que la niña se vaya
acostumbrando al aroma de su padre ¡¿Por qué cuando tenga la edad, te
querrá probar?!
En eso mi madre sabía de qué hablaba, dado que su padre esperaba a que sus hembras tuvieran edad para estrenarlas y romperles el himen ¡El abuelo... mi progenitor, era un desvirgador nato! La abuela, sus dos hijas y su nieta, fueron pasadas por la piedra del fornicador. Según mi madre, yo había heredado todas las capacidades sexuales en cuanto a una verga con las mismas formas y tamaño, unos huevos calcados…grandes en un escroto estirado, una doble eyaculación en periodo muy estrecho entre corridas, y una potencia sin par en el coito.
Hoy he conseguido el récord de aguantar más de 50 minutos follando sin parar… le he dado por la boca, culo y
coño de manera alternativa hasta lograr soltar toda mi leche. Y esta capacidad,
la aprovecha mi madre a las mil maravillas… ¡Es la mujer que mejor sabe follar de cuantas pueda imaginar!
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