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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

El día Después. La nueva Normalidad



El sector 3 era un lugar indómito, donde pocos se atrevían a vivir sin el respaldo de una familia unida. Era el caso de "Los Saldaña", habían hecho del barrio su fortaleza y territorio de residencia, mientras que su lugar de trabajo habitual era la zona controlaba Mauro, donde se adentraban para el tráfico de todo tipo de estraperlo...comida, dispositivos electrónicos, ropa y medicinas... era el "sanctasanctórum" de las grandes operaciones. 

Entre maleantes, drogas y prostitución había aprendido un chico como Rafael que lo  importante es la familia, y la líder del Clan familiar era ahora su madre. Como todo adolescente, desde algún tiempo había fantaseado sexualmente con su progenitora, pero no se hubiera atrevido a decirle nada, sino hubiera sido por lo ocurrido durante la operación de distribución de medicamentos robados hacía ya casi un año...  

El núcleo duro del Clan lo formaban sus hermanos mayores, su madre "La Socorro" y él. En aquella operación, la jefa tuvo que tomar decisiones drásticas, y una de ellas fue la de encamarse con sus tres hijos. Cada uno de ellos la follaron las veces que se le antojaron a los chicos..., la llenaron los tres, durante las cinco semanas que duró la distribución, no solo se dejó follar con el fin de aplacar el exceso de testosterona de sus hombres, sino que a su edad aun era una hembra muy activa...en todos los sentidos. De allí finalmente, surgió un amor que nadie pretendía... el menor de los tres se quedó con el premio de ser el nuevo macho de la líder del más eficiente Carter de la cuidad... Rafael era el único que no tenía hembra asignada, los otros dos hermanos ya tenían mujer y una recua de hijos, junto a una familia política que aportaba poderío al Clan.

Socorro, era una superviviente de este mundo podrido. A sus 48 años se había erigido la jefa indiscutible del Clan. A su hijo Rafael, le encantaba ver como ordenaba y hacía callar a hombres fornidos como su hermano mayor… Sin embargo, lo que más le llamaba la atención era como "La Dona", movía con sensualidad sus tetas enormes y un culo respingón, lo hacía resaltar con pantalones ajustados y escotes para provocar a los hombres de toda la colonia, solo accesible para aquellos que ella deseaba. Su madre se había follado a infinidad de hombres…nunca tuvo problema de engañar a su pareja de turno, y es que desde niña se sentía a gusto siendo el centro de atención, viendo como se la comían con los ojos machos de todo tipo y condición. Es una hembra que nunca le ha puesto excusa a probar cualquier polla, siempre la que ha elegido ella… no le importa si el hombre que la apetecía era grande o pequeño, gordo o delgado... cuando ponía los ojos en un tipo, solo deseaba follar con ese.

Socorro, se arregló gustosa como era costumbre en cada despedida, se puso una blusa ajustada, un tanga y esperó desafiante. Mientras tanto su hijo Rafael arreglaba la furgoneta para la mercancía. Antes de salir, debía despedirse de la matrona, nunca se sabía si uno volvería a casa. Como en cada una de esas despedidas, se hallaba en su cuarto con un consolador, el mismo que usaba para calentarse y lubricar el coño antes de que la jodieran… comenzó a masturbase de manera acompasada con el consolador más recio. Al entrar se encontró con ella metiéndoselo hasta los duros huevos de plástico que poseía el dildo, viendo esa situación tomó valor y se abalanzó sobre ella besándola. Primero se retiraba haciéndose la estrecha, pero como le ocurría con su pequeño, comenzó a ceder mientras la besaba y le pasaba los dedos por su mullido coño. Le chupaba los pezones, que ella exponía elevándose la teta para que su hijo mamara…eso era lo que más le excitaba cuando se ponía zorra la madona…, a esas alturas, tras meses follando como condenados, ya sabía lo que le gustaba a la veterana, así que la tomó del pelo, y la forzó a que se pusiera de rodillas para que estuviera a la altura adecuada de chuparle la polla…, arrodillada le comenzó a dar una mamada de campeonato…en cinco minutos le ordeñó la verga y se corrió en su boca.

Parecía extraño ver a la indomable jefa del Clan, mostrándose sumisa a un chico de 19 años, pero ese era el rol que tenían entre ellos dentro de la alcoba… de cara a todos era la implacable dirigente, pero dentro del cuarto privado, se portaba como una puta con su hijo menor, en cierto modo se hallaba enamorada de él, pero no podía mostrarlo a lo demás, porque sería un signo de debilidad, un lujo que no se podía permitirse en esos lares, dado su "Status Quo", pese a que era del conocimiento de todos con quien se acostaba y de quien es la hija que parió "La Socorro".

Después de descargar cuatro copiosos chorros de lefa, llenándole la boca, la aventó contra la cama, le abrió las piernas y le comenzó una comida de coño brutal… percibía su flujo en la boca y le encantaba bebérmelo, le recorría toda la raja, le follaba con la lengua a modo de ariete y se encarnizaba con el duro clítoris, golosamente. Al joven macho, le gustaba ver la cara de placer de su madre, haciéndole el trabajo clitoriano y dos de sus dedos adentrándose en su cueva. Con sus manos en la cabeza de su hijo, me aseguraba que no debía parar hasta que se corriese, el dolor de mandíbula ya no era un problema, la práctica diaria le habían reforzado los músculos maxilares. Sin embargo, la doña no tardó en convulsionar, su previo con el consolador extra grande y las ganas de despedirse como es debido de su pequeño, le produjo una excitación extrema. Sus esténtores y la fortaleza de sus manos apretando contra su coño, le indicaban que se estaba corriendo y no debía abandonar hasta que quedase derrengada. Al minuto de estremecerse, aflojó la presión y su hijo se dispuso a acabar el oral con una limpieza, del el ano a la pepita.

Frente a su madre, le posó la verga sobre el pubis con sus huevos pegados al coño, mostrándole lo larga y dura que la tenía... midiendo hasta donde le iba a entrar en su vientre el mostrenco… una muestra de poder viril que extasiaba a la jefa del Clan, y la empoderaba un poco más si cabe... se enorgullecía de tener el mejor macho solo para ella.

Con el armamento en ristre, le refregó el glande endurecido por la raja abriéndole los labios vaginales...y enfilando en la boca del coño, se lo metió de una sola estocada hasta el fondo…a pesar de que a su madre se la follaron muchos, y ahora no paraba de ser follada por el chico, su coño siempre está bastante apretado. Rafael siguió embistiendo cada vez más fuerte sin perder la pose, con ella despatarrada sobre los muslos de su hijo, y este semi arrodillado empujando hacia los adentros de su progenitora. La follada persistió unos cuantos minutos con entradas profundas desde el glande hasta enterrar toda la tranca, dejando solo los huevos fuera del coño de su madre... le daba duros pollazos que le hacía gemir y gritar a cada empujón, a él le excitaba oírla. En pocos minutos aceleró enardecido, precipitándose la gran avenida de lefa... la embutió entera en el instante que lograba correrse en lo más hondo de la mejor vagina que nunca soñó. En toda ocasión la leche de su hijo acababa en el útero de la su madre. No había problema, la “Gran Jefa” estaba dispuesta a que la preñase y parir diez hijos si fuese necesario, con tal de mantener colmados a todos sus machos unidos dentro del Clan. Para ella tenerlos bajo el control parental y satisfechos sexualmente, era vital. 



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Tras la “Cuarentena del Coronavirus” que degrada genéticamente a la persona que lo padece, ya perduraba 18 meses… El mundo presentaba una nueva realidad con una sociedad donde  la deshumanización de la misma es consecuencia directa de la epidemia, sumada a un gobierno totalitario el individualismo se degrada en términos absolutos en favor del pensamiento único y de una sociedad unitaria. En definitiva, un mundo de pesadilla donde nadie debe saltarse las reglas o corre el riesgo de ser aniquilado. Por ello se afirma que la distopía es lo opuesto a la utopía, la sociedad ideal donde todo funciona a las mil maravillas.

En un principio se planteó como una crisis sanitaria global, pero nadie sospechó que podría conducirnos a un mundo de pesadilla, deshumanizado, con una pérdida general de valores. Un único objetivo común a todos los seres humanos mueve sus decisiones y comportamientos, la supervivencia. Para sobrevivir el ser humano es capaz de cualquier cosa, el sexo se convierte en moneda de cambio para conseguir ese objetivo ¿será suficiente?

Sur español, otoño de 2021. En esta zona como podíamos haber elegido otra, el Nuevo Gobierno implantado, ha decretado la reclusión de todas la personas en sus casas por el altísimo riesgo de contagio, la pandemia de Coronavirus está descontrolada a nivel mundial. Se ha impuesto la ley marcial, el ejército tiene orden de disparar a cualquiera que esté fuera de su domicilio sin una autorización especial. Los alimentos frescos se han agotado casi por completo. La población se alimenta gracias a compuestos nutritivos fabricamos de forma masiva en instalaciones estatales. El país se ha troceado en zonas aisladas de abastecimiento y asistencia, las cuales se dividen a su vez en sectores. Bajo supervisión y control del ejército grupos de personas denominados “Colaboradores” son los encargados de la entrega de alimentos y productos de primera necesidad.

Nuestro protagonista Mauro, un delincuente de poca monta antes de la crisis, ahora controla un sector importante de la ciudad de Murcia, con una población a su cargo de 200.000 supervivientes sanos o asintomáticos, posee un pequeño ejército de “colaboradores” desde un gran complejo cultural y antiguo cuartel de artillería, ahora transformado de nuevo en su fortín privado. Dispone de grandes reservas de alimentos robados al comienzo de la crisis con los que ha sobornado a militares y autoridades. La connivencia con estos le ha permitido ganar en poder e influencia de una manera fulgurante…. En el complejo de la calle Cartagena donde ha instalado su centro de operaciones vivían unas 200 personas, estudiantes, profesores, personal de servicios. Mauro se ha desprendido de los “prescindibles” el resto viven atemorizados, su vida depende de obedecer ciegamente sus órdenes, cualquier negativa supone la expulsión del centro. Salir de allí es lo mismo que la muerte, sin recursos, sin alimentos y con la plaga campando por doquier la esperanza de sobrevivir solo es prácticamente nula.

En situaciones extremas cuando la disyuntiva para seguir con vida es aceptar cualquier cosa el ser humano escoge vivir a costa de cualquier sacrificio. El dinero ha perdido su valor, los recursos son la moneda de cambio y cuando no se disponen queda poco para ofrecer. Para sobrevivir solo queda una cosa que ofrecer en esos casos, uno mismo, su dignidad, su cuerpo, ser capaz de satisfacer los deseos de otros y en muchos casos ni eso será suficiente. El mundo ha dejado de ser aquello todos conocíamos hace apenas unos meses. Mauro ejerce como un auténtico tirano en sus dominios y su forma de actuar lejos de ser reprobada por las Autoridades sirve de ejemplo para otros “salva patrias” siempre dispuestos a salvar el mundo a costa de esclavizar a la sociedad en su beneficio.


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UNA CASA CUALQUIERA EN EL SECTOR DE MAURO. Lorena vive con su madre Adriana en un bloque de apartamentos de la ciudad de Zaragoza, estamos en verano y como el resto de la población del país viven encerradas en su casa desde que el gobierno declaró la cuarentena.

El padre de Lorena falleció en el mes de marzo al comienzo de la epidemia en España. Siempre había sido un hombre previsor, aficionado survivalista se preparaba para una situación hipotética de crisis global ocasionada por una guerra, una catástrofe meteorológica o una pandemia como esta. Ahora Lorena, su hija, ocupaba su tiempo leyendo en el sofá su libro de notas y de recomendaciones para una situación como la que estaban viviendo. Intentaba encontrar consejos, ideas útiles que les pudiesen servir, desgraciadamente era ya demasiado tarde para prepararse, esa fase había pasado y su padre la había tenido muy en cuenta. En cualquier caso necesitaba entender, comprender las causas y ver qué cosas podían hacer todavía si era posible. El decálogo de su padre era el siguiente:

1.–  Localiza un lugar en casa para almacenar lo necesario que permanezca fresco, seco y protegido de la luz: 

2.–  El agua La clave. Nunca sobra. 

3.–  Alimentos Evite los alimentos que provocan sed. 

4.–  Pon en una caja las herramientas y utensilios básicos.

5.–  Medicamentos Lista recomendada Aspirina y analgésico sin aspirina

6.–  Artículos sanitarios e higiénicos. 

7.–  Preparados por si toca salir de casa.

8.–  Armas o elementos para la defensa personal. 

9.–  Ropa de abrigo. 

10.–  Trajes o elementos de protección especial. 

Leyendo aquel decálogo de su padre y analizando la situación actual de lo que disponían en casa sus mayores carencias eran los alimentos, cada vez más escasos los suministros estatales, tenían que hacer uso de su reserva que menguaba día a día. Su madre no se lo decía pero la mayor preocupación para ella era el suministro de Insulina para Lorena. En el suministro estatal del mes no habían recibido, tan solo les dijeron que no había disponibilidad en aquel momento. ¿Y que tenían que hacer? ¿Morirse?

Adriana, la madre de Lorena, había ido a casa de un vecino, Germán propietario de una farmacia ahora totalmente vacía y en ruinas después de los asaltos sufridos los primeros meses por bandas incontroladas. Confiaba que su vecino hubiese tenido la previsión de guardar en su casa dosis de Insulina y le pudiese proporcionar algunas.

A los 38 años Adriana se había quedado viuda y con una hija de apenas 18 años, encerradas en su casa, temerosas de cualquier ruido, los asaltos en viviendas estaban a la orden del día. Maleantes solos o en pequeños grupos arriesgaban sus vidas saliendo a las calles, especialmente por las noches en busca de suministros básicos que la gente guardaba en sus casas para robarlos. Algunos de estos grupos habían conseguido robar trajes de protección a unidades del ejército y se hacían pasar por ellos. No te podías fiar de nadie que llamase a la puerta, Adriana lo sabía muy bien mientras llamaba insistentemente a la puerta de su vecino Germán.

– ¡Germán, abre por favor! ¡Soy Adriana tu vecina! Gritaba golpeando la puerta.

Al otro lado de la puerta Germán pegado a la puerta observaba por la mirilla. Asustado como todos y con un gran cuchillo de cocina en la mano no se atrevía a quitar el cerrojo de la puerta. Era un hombre que rondaría los 45 años, vivía en aquel piso con su mujer, no tenían hijos. Alto, delgado, con poco pelo, gafas de aumento, nunca había sido un hombre violento pero la vida te hace duro en circunstancias como aquellas y estaba dispuesto a defender su casa de cualquiera que quisiera asaltarla.

– ¿Qué quieres? Estoy solo, se han llevado a mi mujer al hospital, está contagiada, no puedo abrir, respondió por fin Germán, aún viendo que era su vecina no quería correr ningún riesgo.

En aquellos días cualquier persona aparentemente inocente cuando estaba acuciada por el hambre o cualquier urgencia sabía que estaba dispuesta a cualquier cosa.

– ¡Germán por favor, abre!, se que tu mujer es diabética también, estoy segura que dispones de insulina de sobra, solo necesito un poco para mi hija, lo suficiente para aguantar unos días hasta que nos traigan el suministro estatal, suplicaba Adriana aporreando sin cesar la puerta.

Aquellos golpes se estaban empezando a convertir en algo incómodo, el ruido podría escucharlo algún vecino con necesidades parecidas. Germán no quería correr ese riesgo y encontrarse a más de uno golpeando su puerta, optó por abrir y dejó pasar a su vecina.

A Germán siempre le había gustado su vecina, era una mujer muy atractiva, alta, rubia, de larga melena de pelo liso que le alcanzaba la cintura, delgada, generoso pecho, caderas anchas, ojos azules, boca grande de labios gruesos y marcados. A los 38 años seguía muy apetecible parecía la barbie de siempre. Había sido hasta la pandemia, directora de una oficina bancaria durante muchos años, Germán fue cliente suyo hasta el inicio de la epidemia que le obligó a cerrar la farmacia ahora saqueada y en ruinas. Siempre la había visto maquillada, labios pintados rojo intenso, bien vestida, elegante, con sus tacones, ahora la veía al otro lado de la puerta vestida con un miserable chándal, sin maquillaje ni pintura en sus labios, con unas zapatillas de andar por casa. No parecía ni la sombra de la mujer que había sido hacía apenas unos meses.

– ¡Por favor, tienes que ayudarme Germán! No tengo nada de insulina, la vida de Lorena está en peligro, por favor, rogaba Adriana. Nada más abrió la puerta, entró en su casa.

– ¡Lo siento Adriana! Necesito la que tengo para cuando se recupere mi mujer, respondió tajante Germán. Los dos sabían perfectamente que la inmensa mayoría de las personas que se llevaban contagiadas nunca regresaban.

– ¡Por favor Germán! los dos sabemos que eso será muy difícil que ocurra. Tengo algo de comida en conserva, seguro que podemos llegar a un acuerdo, cualquier cosa que tenga en casa que te sea de utilidad, pídeme lo que quieras, solo me importa la vida de mi hija, suplicaba Adriana en un estado de desesperación que no podía disimular.

Lo cierto era que a Germán no le sobraba la comida, unas latas o unos botes de conservas le vendrían muy bien. Desde luego no pensaba decirle a su vecina que disponía de una gran cantidad de insulina, fue de lo primero que se abasteció al cerrar la farmacia conocedor de la dependencia que tenía su mujer de aquel tratamiento. La forma que tenía de sacarle más partido a su insulina era intercambiar dosis a dosis. De esa forma se podría garantizar comida hasta que su vecina agotase sus existencias.

– ¡Esta bien Adriana!, te daré una dosis por dos botes de conserva.

– ¿Una dosis? con eso solo tengo para una emergencia… posiblemente mañana tendría que volver a pedirte otra dosis. Dos botes de conserva se cotizan mucho más, míralo en internet, verás el valor que tienen hoy en día. No es un trato justo Germán, decía Adriana con la respiración agitada.

– Bueno, pues nada. Es lo único que ahora te puedo ofrecer, quizás encuentres otro vecino que tenga, o tengas suerte y Lorena no la necesite hasta que llegue el suministro estatal, respondió tajante Germán, sabía perfectamente que ningún otro vecino del edificio tomaba insulina, la tenía en sus manos.

– Está bien, está bien, acepto. Te traeré dos botes de conserva por esa dosis, no puedo arriesgarme a poner en peligro la vida de Lorena.

– ¿Sabes Adriana? Me estoy acordando de una vez que fui a pedirte una póliza de crédito a tu despacho para la farmacia. Me ofreciste un interés abusivo, cuando volví al día siguiente a formalizarla me dijiste que los intereses habían subido, en 24 horas tuve que tragar y aceptar tus imposiciones. Nunca olvidaré aquel día, me sentí humillado, atracado, me hiciste pasar por el aro, no porque fuese yo sino porque tú en aquel momento tenías la sartén por el mango, ¿te acuerdas? Preguntó Germán

– Sí me acuerdo, ¿qué tiene que ver eso con lo que estamos hablando Germán? Preguntó Adriana que no entendía a que venía aquello

– Viene a que ahora soy yo quien tiene la sartén por el mango. Vete a tu casa, coge los dos botes de conserva y mentalízate para ser muy amable conmigo, vas a tener que ser muy cariñosa si quieres llevarte esa insulina.

– ¿Pero qué dices? ¡Estás loco! ¡Eres un cerdo! ¿Cómo te atreves a sugerirme algo así?

Decía Adriana visiblemente alterada, en aquellos meses de encierro en casa no se había visto en disyuntiva de aceptar propuestas de aquel tipo pero sabía perfectamente que aquello era desgraciadamente muy habitual, demasiado.

– Bla, bla, bla… ya sabes lo que quiero. No vuelvas a llamar a mi puerta si no estás dispuesta a lo que te pido y si llamas de nuevo no vengas vestida como una pordiosera. Si vuelves a llamar y quieres que te abra ponte uno de esos vestidos elegantes que te gustaba lucir en tu despacho. Algo que sea bien sugerente, que tenga un aire de zorra de lujo, seguro que me entiendes. Ahh y bien maquillada, labios pintados de aquel rojo pasión que llevabas en tu oficina, buenos tacones… ¡Cúrratelo si lo quieres! y ahora ¡Fuera de mi casa puta! Gritó Germán abriendo la puerta de casa y echándola fuera a empujones.

Adriana volvió a casa sollozando, vio a Lorena en el salón pero no le dijo nada, se metió directamente en su cuarto. Intentaba comprender cómo las personas habían perdido sus valores de aquel modo, la sociedad se estaba deshumanizando a un ritmo vertiginoso. Intentó conciliar el sueño, olvidar aquella pesadilla pero era incapaz de hacerlo. Lorena viendo que su madre no salía de su cuarto se levantó al rato y llamó a la puerta…

 – ¿Mamá, estas bien? ¿Has conseguido la insulina? Me tomé la medición y la tengo un poco alta, preguntaba Lorena desde el otro lado de la puerta de su dormitorio.

– Si hija, estoy bien. Germán me la dará a cambio de un par de botes de conserva. Ahora bajaré al trastero a buscarlos, ¿por qué no te acuestas un rato? más tarde cuando la traiga te la pongo, respondió Adriana desde el otro lado de la puerta.

– Está bien mamá, me acuesto un rato, estaré en mi cuarto, dijo Lorena desde el otro lado.




Adriana tragó saliva, se levantó de la cama, abrió el armario y buscó uno de sus elegantes vestidos veraniegos, hacía meses que no se ponía ropa elegante. Escogió uno estampado abotonado por delante, le pareció sexy, era corto pero sin ser exagerado, le alcanzaba a la altura de medio muslo, No tenía minifaldas ni ropa especialmente provocativa, para trabajar le gustaba vestir elegante pero sin llamar excesivamente la atención. Escogió una combinación de braguita y sujetador blancos bastante normales, bueno quizás no tan normales usaba siempre sujetadores de aros con refuerzos, su generosa talla 100 de pecho con copa C habría sido perfecta para su gusto pero sus pechos demasiado caídos necesitaban aquel andamio que lo colocara y mantuviera en su sitio. Con aquel tipo de sostenes su busto se mantenía firme, desafiante y llamaba la atención con cualquier cosa que se pusiera. Cuando se lo quitaba, sus dos tetas grandes en forma de pera caían colgando en exceso, como fruta madura. Se miró en el espejo y se pellizco con dos dedos la carne de la cintura, no había rastro de grasa, en aquellos últimos meses había adelgazado seis o siete kilos. La dieta obligada pasaba factura. Se terminó de vestir, enfundo unos zapatos blancos de fino tacón y comenzó a maquillarse.

Hacía meses que el color no iluminaba su cara, lo cierto era que con aquellos labios rebozados de carmín rojo intenso parecía otra. Se armó de valor y salió de nuevo de casa, contó hasta tres como para darse la oportunidad de arrepentirse de lo que iba hacer, no había marcha atrás, llamó al timbre y esperó.

Germán desde su casa la observaba por la mirilla de la puerta, no quería correr para abrir la puerta, era mejor que Adriana se cociese en su propio jugo de la ansiedad y nervios que seguro ahora recorrían su cuerpo. No se equivocaba, Adriana estaba angustiada, temerosa de que ahora su vecino no quisiera abrir la puerta, estaba segura que su vecina la estaría observando por la mirilla de la puerta. Bajó la mirada hacia su precioso vestido estampado, escote en pico discreto que se cerraba con el primer botón, hasta cuatro en total que terminaban a la altura de la cintura, soltó el primer botón, luego el segundo, el vestido se abrió ahora si generosamente dejando a la vista casi la totalidad del sujetador blanco con refuerzos.

Aquello ya era una clara invitación de que estaba allí dispuesta a lo que fuese necesario. Se escuchó el girar de la llave tras la puerta, el deslizar de la cadena de seguridad y se abrió la puerta. Germán se quedé en el centro de la puerta, sin moverse sin dejarla pasar, llevaba un batín largo anudado a la cintura y se le quedó mirando fijamente.

– Te dije que vinieses vestida como una zorra de lujo y tienes pinta de pija burguesa, ¡no pienso dejarte pasar así a mi casa! Dijo Germán buscando descaradamente humillar a su vecina.

Aquel edificio de seis alturas tenía cuatro apartamentos por planta, 24 viviendas en total. Germán tenía el apartamento contiguo al de Adriana, frente a sus apartamentos había otros dos en el mismo rellano. La gente encerrada todo el día en sus casas pasaba muchos ratos observando los rellanos por las mirillas de sus puertas, atento a cualquier extraño que pudiese colarse en el edificio. Hacía tiempo que no habían tenido sustos de ese tipo pero todos sabían que ocurría con demasiada frecuencia.

– ¡Germán por favor! No tengo ropa de esa que dices, me pediste un vestido de los que llevaba en la oficina y este me pareció muy sugerente, decía Adriana con la respiración agitada y visiblemente nerviosa.

– ¡Quítatelo!, ¡Que te lo quites joder!, ¡Te he dicho que en mi casa no entras con ese vestido! ¿Sugerente dice?, sabrás tu lo que es sugerente, dijo Germán subiendo el tono como esperando que alguien escuchase sus palabras.

– ¡Germán por favor, no grites! Deja que pase y me lo quito en tu casa aquí fuera puede vernos alguien, ¡por favor Germán, por favor! Suplicaba Adriana

Adriana no se equivocaba, cuatro metros tras ella, a su espalda, en una de las puertas del rellano, el viejo Antonio que rondaría los setenta no se perdía detalle de la escena pegado a su puerta y observando la escena por su mirilla.

– ¡Que te quites el vestido de una puta vez zorra! Grito de nuevo Germán metiendo la mano en el bolsillo derecho del batín y sacando la dosis de insulina.  – ¿Lo quieres? ¡Gánatela puta!

Adriana dejó los botes de conserva en el suelo junto a sus pies y bajó los tirantes del vestido, lo dejó caer al suelo. Se quedó solo con la ropa interior de pie en el rellano, bajando la cabeza avergonzada. El viejo Antonio al ver aquello comenzó a masturbarse agazapado a su puerta, el ojo casi se le salía por la mirilla viendo a su vecina de enfrente en ropa interior en el rellano.

 – Mmm muy bien Germán haz que se quite todo esa puta, decía para sí mientras se pajeaba compulsivamente, sin imaginar que aquello era justo lo que tenía en mente su vecino Germán.

– ¡Eso está mejor! ¡Ahora el sostén y las bragas! ¡Espabila puta! ¿Lo quieres? Volvió a preguntar Germán mostrando de nuevo la insulina.

Ahora Adriana no lo dudó mas, sin pensarlo soltó el cierre de la espalda del sujetador y se bajó las bragas para quitarlas. Sus tetas, ahora desnudos y caídas se mostraban por completo al igual que su sexo poblado de vello rubio recortado o muy corto a la vez que tan diáfano que dejaba ver unos grandes labios vaginales sonrosados. Temblando de vergüenza seguía de pie en el rellano sin que Germán le ofreciera pasar a su casa, al contrario se abrió el batín y le mostró una verga no muy grande pero totalmente empalmado.

– ¡Arrodíllate y ponte a chupar! cuando me saques la leche te daré tu mierda de insulina y podrás irte. Dijo Germán ahora sin elevar la voz.

Adriana resignada obedeció, se arrodillo y comenzó a practicarle una felación en el rellano. Se esforzaba en hacerlo bien y rápido, en su cabeza solo había una cosa, terminar cuanto antes y volver a su casa.

– ¡Muy bien puta, así, así, chúpamela bien!, ¡Sigue mamando y escúchame bien, no pienso repetirlo! Mañana si vuelves a por más te vas a vestir de puta de verdad, coge una de tus faldas y la cortas con la tijera justo a la altura del coño, ni un centímetro más larga, luego coges una camiseta que te quede bien justa o que sea de tu hija y la cortas también justo a la altura de los pezones, quiero que te hagas un top con ella. Sin bragas ni sostén y con los zapatos de tacón más alto que tengas. Si no vienes exactamente como te digo te follaré aquí mismo a cuatro patas como una perra. Recuérdalo, no te quedes corta con la tijera, si no me gusta te joderé en el rellano cada día hasta que lo hagas bien. Decía Germán recreándose en sus palabras.

Adriana escuchaba aterrada las palabras de su vecino mientras se esforzaba en mamar con más ganas para hacer que se corriera cuanto antes, afortunadamente no tardó en hacerlo. Una larga corrida de leche pastosa que llenó su boca y Germán le obligó a tragar. Después el hombre con toda la frialdad del mundo cogió los tarros de conservas del suelo y le dio la dosis de insulina. Sin esperar a que se vistiera se metió en su casa dejándola en el suelo abatida.

– ¡Mañana justo a esta hora si quieres otra dosis! ¡Y más te vale venir como quiero o pienso avisar a los vecinos para que te vean joder como a las perras! Dijo Germán mientras cerraba su puerta.

Desde aquel día Adriana se convirtió en un juguete en manos de su vecino, la obligaba a exhibirse más que vestirse y la usaba como quería, la hacía masturbarse para él, obligada a penetrarse con todo tipo de objetos cada vez más grandes, Diez días después su coño y su ano estaban terriblemente doloridos y dilatados, le costaba sentarse por el dolor de su culo. Cada vez las sesiones duraban más tiempo hasta que Germán se cansaba de ella y la mandaba a su casa. El no era un gran follador, era mas de hacer que ella le pajease con sus tetas, se la mamara o de masturbarse largo rato mirándola mientras ella era obligada a masturbarse en todo tipo de posturas cada vez mas obscenas.

– Empiezo a cansarme de ti, me aburres, me cuesta que me la pongas dura, dijo Germán cuando habían pasado diez días del comienzo de sus abusos.

– ¡Germán por favor, sabes que necesito la dosis diaria para mi hija!, Hago todo lo que quieres, haré lo que me pidas pero necesito esa insulina, por favor Germán, por favor, repetía Adriana temiendo que se cansara de ella.

Apenas le quedaban botes de conserva para seguir dándole los dos diarios a su vecino. Su hija Lorena cada día estaba más extrañada por el mucho tiempo que su madre pasaba en casa de Germán sin respuestas convincentes.

Germán comenzó entonces a hablar con alguno de sus vecinos y ofrecer los servicios sexuales de Adriana a cambio de casi cualquier cosa que le dieran. Disfrutaba viendo como la follaban delante de él mientras se masturbaba compulsivamente diciéndoles lo que quería ver, pronto no fue uno sino varios a la vez. Su juego preferido era verla penetrada por tres vergas a la vez que llenaban todos sus agujeros al mismo tiempo. Adriana se había convertido en la puta de su vecino y este la prostituía para toda la comunidad de vecinos. Los botes de conserva se acabaron ya solo tenía su cuerpo para ofrecerle a Germán ¿tendría suficiente? ¿Qué más querría Germán?

Se acercaba el día del reparto de suministros estatales, la única esperanza de Adriana era que aquellos hombres de Mauro “sus colaboradores” trajeran el suministro de insulina que tan desesperadamente necesitaban su hija y ella. ¿Lo traerían? ¿Qué sería de ellas de no ser así?


LA REUNIÓN. Mientras en el bloque de viviendas de Adriana ocurrirán aquellas peripecias, el responsable de los suministros de su sector, Mauro estaba reunido en su despacho con dos personas, un militar el Sr. M y un civil el Sr. C, las dos mayores autoridades reconocidas en la región. Los dos prefieren mantener el anonimato de aquella visita, oficialmente ninguno reconocerá haber estado allí.

El Sr. M. toma la palabra… – ¡Magníficas instalaciones Mauro! Eres la envidia de muchas personas y un ejemplo para muchos otros entre los que me incluyo. Todo lo que hablemos hoy será extraoficial pero necesitamos conocer hasta que punto podemos contar contigo.

– Por supuesto señores. Soy consciente de que vivimos momentos delicados. Creo que he dado muestras más que suficientes de mi lealtad, compromiso y efectividad de mis métodos. Pueden contar con mi total discreción. ¿Puedo ofrecerles algo de beber o comer? Si les parece pediré que les traigan algunas delicadezas, creo que cada día es más difícil encontrarlas fuera de aquí, dijo Mauro levantando el auricular del comunicador para pedir que sus auxiliares trajeran el ágape que él había ordenado previamente.

Los dos hombres asintieron encantados por aquel ofrecimiento, nadie disponía en la zona de los recursos que Mauro guardaba a buen recaudo. Alimentos en cantidad, tan escasos en aquellos momentos y delicatesen de todo tipo muy apreciadas por la dificultad de encontrarlas. Pocos minutos después las dos ayudantes de Mauro, María y Matilde entraban con sendos carritos auxiliares repletos de exquisiteces para comer y beber. Los tres hombres se las quedaron mirando, especialmente los dos invitados que se les caía la baba de envidia al ver semejantes hembras al servicio de su anfitrión. Aquellas dos profesoras del centro de adultos, ahora reconvertidas en las putas privadas de Mauro estaban especialmente atractivas. Las dos treintañeras, María de gran melena rubia, alta delgada y tetas exageradamente grandes contrastaba con Marisa morena, de similar altura, delgada, tatas generoso pero mucho más pequeño en comparación con su compañera pero con una figura espectacular, piernas largas y un culazo respingón bien levantado que quitaba el hipo.

– ¡Vaya sorpresa!, ¡vas mejorando Mauro!, la última vez que nos vimos no tenías estas ayudantes. Recuerdo que tu hombre de confianza nos sirvió las bebidas. ¡Menudo cambio! ¡Me encantan los uniformes! ¿De dónde los has sacado? Preguntó el Sr. M sin dejar de mirar a las dos mujeres que se habían quedado de pie junto a los carritos a un lado de la sala, esperaban que Mauro les indicase el momento de servir.

María y Matilde llevaban sendos vestidos rojos cortos idénticos, de finos tirantes a los hombros, sin mangas, un tejido elástico que se ceñía a sus cuerpos como un guante, Un generoso escote en forma de barco dejaba bien a la vista sus ubres que en el caso de María parecía que en cualquier momento saldrían botando aquellas dos pelotas que se bamboleaban sin control. Extremadamente cortos apenas alcanzaban para cubrir las nalgas de las dos mujeres. Dejaban a la vista por completo las medias negras que enfundaban las piernas de las dos y el liguero que las sostenía y se metía bajo el vestido. Zapatos negros de tacón de aguja de 10 cm.

Sin embargo lo que más llamaba la atención de aquellos vestidos eran las dos cremalleras metálicas que llevaban una delante desde el comienzo del escote hasta el final de la falda y otra detrás en el centro de la espalda, de la nuca hasta el final del vestido. Los vestidos podrían quitarse de modo muy sencillo bajando o subiendo cualquiera de aquellas dos cremalleras que daba la sensación de poderse deslizar en los dos sentidos.

– Jajaja, me alegra que les gusten. Encontré unos almacenes repletos de este mismo modelo de vestido dispuestos para la exportación, los había en un montón de tallas. Decidí adoptarlos como uniforme oficial de todas las mujeres del complejo. Bueno, siendo sinceros de todas no, algunas se pongan lo que se pongan no hay nada que hacer y les escogí una bata blanca como las que llevaba el personal de limpieza. A estas las llamamos Clase B, mis hombres las usan a su libre albedrío, cuando quieren y como quieren. Me sirven para tenerlos contentos y evitar tentaciones con las demás, las de Clase A. Explicó Mauro mientras hacía una señal a las dos que acercaron sus carritos a los hombres para ofrecerles de comer y beber

El Sr. M miraba a Matilde desde que la vio entrar en aquella sala, le sonaba su cara, estaba convencido de conocerla… – ¿De dónde has sacado a estas dos? ¡Menudas hembras! Preguntó al mismo tiempo que acariciaba con su mano el culo de Marisa.

Marisa le estaba sirviendo una copa de cava para acompañar los montaditos de salmón y caviar que había escogido el hombre. Se dejaba acariciar sin el más mínimo gesto de rechazo, muy al contrarío, separó un poco más las piernas al notar que la mano se deslizaba por sus nalgas buscando meterse debajo del vestido.

– Las putas bien vestidas ganan mucho, ¿verdad?, Si las hubieran visto hace unos días no las habrían reconocido. Las dos eran profesoras del centro de Adultos, María la rubia creo que de Lengua y Matilde la morena si no recuerdo mal de Historia. Voy a llamar a una persona que nos aclarara las dudas.

Mauro descolgó el auricular para hablar con otro de sus ayudantes. Álvaro profesor de economía, esposo de María, la rubia tetona, era ahora el encargado por Mauro para llevar su administración.

– Cuando termines los datos que estas preparando quiero que me avises Álvaro, los necesitaré en cualquier momento así que date prisa, urgió Mauro a su nuevo ayudante.

Mientras Mauro les decía esto el Sr C al ver a su compañero manoseando con descaro a Marisa debajo del vestido se animó a hacer lo mismo con María que seguía de pie junto a él.

– Imagino que no te importará que disfrute un poco de esta puta. Esas tetas que tiene me la han puesto dura nada más verla, dijo el Sr. C dirigiéndose a Mauro que le miraba con una gran sonrisa de satisfacción al ver el éxito que habían tenido “sus putas”.

– Claro hombre, sírvase, están para eso. Pueden usarlas como les apetezca. Respondió Mauro, tenerlos complacidos era una de las claves de su éxito.

– ¡Ven aquí guapa, arrodíllate, sácate las tetas y ponte a chupar!, siempre me relaja una buena mamada. Por mí podemos seguir con la reunión mientras esta zorra me la come y pone a trabajar sus tetas, no hay problema, dijo el Sr. C al tiempo que abría su bragueta para sacarse la verga que ya tenía una buena empalmada.

María bajo la cremallera del vestido, de arriba abajo, quedó abierta por completo como si llevase una bata. Desnuda debajo del vestido, salvo aquel liguero en la cintura que sujetaba las medias negras manteniéndolas altas en la parte superior de los muslos. A la vista quedaron aquellas dos tetazas naturales un poco caídas por el peso, acampanadas, la vulva de sus coñito completamente rasurado de grandes labios vaginales en forma de mariposa que enmarcaban una vagina grande, abierta, dilatada, daba la sensación que aquel coño era follado con demasiada frecuencia.

– ¡Si de chaval hubiese tenido una zorra como tú de profesora me habría matado a pajas! ¡Venga! ¿A qué esperas? ¡Pon a trabajar esas tetas y chúpala al mismo tiempo! Decía ansioso el Sr. C. al verla completamente desnuda delante de él.

Su compañero el Sr. M al ver aquella escena sacó la mano de debajo del vestido de Matilde, llevaba unos instantes tocando aquel coño peludo bajo la ropa. Ahora quería verlo y por qué no imitar también a su compañero.

– ¡Espabila! ¿No ves a tu compañera? ¡Haz lo mismo! Ordenó a Matilde al tiempo que se sacaba la verga como su compañero

Matilde se bajo la cremallera, a la vista quedaron un par de tetas no excesivamente grandes pero si muy firmes de grandes areolas oscuras y pezones muy marcados. Un coño despoblado también pero sin depilar, solo un fino pelaje negro como el de su cabeza muy corto que solo cubría el monte de Venus expuesto.

– ¡Joder, ya sea de que te conozco! ¡Tu marido era militar!, falleció en un accidente, creo que era capitán si mal no recuerdo ¿es así? Dijo el Sr. M. antes de que a Marisa le diese tiempo para arrodillarse.

– Sí, señor, respondió ella con tono de voz un poco triste, no le gustaba verse reconocida en aquellas circunstancias.

– ¡Vaya, vaya, que vueltas da la vida!, Tu suegro es general en Madrid, un poco blanco por lo que sé, uno de esos que tenemos que apartar pronto, molestan más que ayudan. Ahora que hago memoria recuerdo que algún compañero de tu marido me dijo alguna vez que nuestro capitán tenía una mujer que estaba muy buena, desde luego no se equivocaban ¡Mmmm! ¡Ven aquí! veamos lo que sabe hacer la viuda.

Ordenó el Sr. M viendo como Marisa se arrodillaba entre sus piernas y comenzaba a mamar. El hombre sacó una caja con auriculares que envolvían las orejas,  en ello sonaba música agradable que no dejaba oír nada que se hablase fuera. No querían correr ningún riesgo, una indiscreción de lo que allí se iba a tratar podía echar al traste sus planes.

Una mezcla de vergüenza y asco removían las tripas de Marisa al ver cómo aquel hombre, militar de alta graduación por el uniforme de campaña que llevaba y ella conocía bien, abusaba de ella. Alguien que podría haberla ayudado se limitada a vejarla sin ningún tipo de remordimiento delante de los demás, haciendo que se tragase aquel falo despreciable.

– ¡Mmmm, la viuda mama de categoría! Seguro que conoces algunos compañeros de tu marido, dime los nombres de los mandos que conozcas quiero saber qué tipo de relaciones tenía tu marido, ordenó el Sr, M. haciendo que Matilde cesase en su felación por un momento.

Matilde pensando que aquello no le podía afectar a ella para nada dada su situación actual comenzó a decir nombres de algunos compañeros de su difunto esposo. Los que ella creía que él tenía más relación y que alguna vez habían estado en su casa o quedado juntos para algún acto social.

– Te sorprendería saber lo mucho que han progresado en estos últimos meses algunos de los que nombras. Seguro que más de uno de esos te echaría unos buenos polvos patrióticos, Jajaja, se burló el Sr. M. Pero en su cabeza mientras lo decía se iba forjando una idea.

– Se me ocurre una cosa Mauro, tengo a varios oficiales femeninos en el calabozo, gente desleal más preocupada de cosas como los Derechos Humanos que de atender sus obligaciones con la patria. Un lugar como este para reeducar a personas como estas podría ser muy interesante para nosotros. Conozco muchos mandos que estarían interesados en visitarlas aquí para ver como progresan. Este lugar es mucho más discreto que los calabozos del cuartel ¿Te interesan? Seguro que ese tipo de visitas te proporcionará avituallamiento adicional sin coste. ¿Qué opinas? Preguntó el Sr. M

Mauro se sonreía, aquella era la forma que tenían de hacer negocios gente como aquella. El estaba acostumbrado a solucionar muchos trapos sucios que para los otros era incómodo lavar directamente. Era consciente que su complejo era el lugar ideal para recluir a personas incómodas del género femenino destinadas a satisfacer los más bajos instintos de ciertos personajes con mucho poder.

– ¡Hablemos claro señores!, ¿Me están proponiendo abiertamente que convierta una parte de mis instalaciones en una especie de burdel de lujo para personas de su confianza con ciertos privilegios? ¿Es eso? Preguntó Mauro

– Digamos que burdel no sería la palabra, nosotros preferimos llamarlo “centro de reeducación”. Usted mejor nadie sabe que para contentar a ciertas personas las mujeres pueden ser un producto muy valioso, respondió el Sr. M.

– Ese tipo de propuestas son de las que me gustan, me encanta que cuenten conmigo para esas cosas, son mi especialidad. Respondió Mauro, dejando claro que estaba dispuesto a colaborar con ellos haciendo lo que hiciese falta.

– Pueden ser las primeras de muchas, nos interesa deshacernos de algunas personas incómodas, políticas, periodistas, presentadoras de televisión, famosillas de medio pelo o de mucho pelo depende el caso, Jajaja. Gente poco afín en general, tenemos listas preparadas esperando recibir la orden. De los hombres nos encargamos nosotros pero para muchas de las mujeres este podría ser un lugar perfecto, lógicamente las que merezcan la pena, pero hay muchas del mundo de la farándula que creemos estarían muy bien cotizadas al igual que algunas de las políticas jóvenes y cargos públicos del antiguo régimen. Explico ahora el Sr. C que estaba disfrutando de una larga mamada de María que se esforzaba en contentarle haciendo todo lo que sabía con sus tetas y su boca.

– ¿Políticas? ¿Periodistas? ¿Artistas? ¿Gente del mundo de la televisión? Sinceramente todo esto suena a una purga en toda regla, tengo la sensación que hay algo que no me están contando, ¿me equivoco? Preguntó Mauro, su instinto le decía que se estaba preparando algo gordo.

– Querido amigo hay cosas que de momento es mejor no hablar. Tan solo puede decirle que este podrido sistema democrático tiene los días contados. El mundo y este país especialmente necesitan una mano firme que lo dirija sin vacilar. La epidemia nos brinda la oportunidad de realizar los cambios necesarios sin llamar demasiado la atención, la gente está desesperada y hará lo que sea por garantizar su seguridad, su vida, por mantener una ilusión. Es el momento perfecto para desprendernos de todo aquel que suponga una carga, una molestia. El mundo siempre se ha dividido en lobos y corderos, nosotros tres somos de los lobos, queremos un numeroso rebaño de corderos, pero no de todos los corderos, solo los que den buena carne, buena leche, los demás no nos interesan.





Explicaba el militar orgulloso y convencido de aquellos ideales que se asemejan mucho a los periodos más negros de la historia humana, parecían ser fanáticos seguidores de ideales próximos a Hitler, Stalin, o dictaduras del corte de Corea del Norte. Fuera quien fuese su referente estaban decididos a instaurar un régimen totalitario. Mauro era un hombre práctico, no le interesaba la política, su motivación era el poder y la riqueza, los recursos en aquellos tiempos eran más preciados que dinero. Para conseguir aquellos recursos tan preciados necesitaba colaborar con aquellos hombres, desde luego no sería él quien pusiera problemas.

– Parece un plan ambicioso, no creo que tenga sitio aquí para tanta gente, respondió Mauro. – Si lo que estaban insinuando iba en serio su complejo sería insuficiente para acoger todas aquellas personas.

– ¡Tranquilo, ya nos hemos ocupado de eso!, Hemos desalojado unos cuantos bloques grandes de apartamentos que hay aquí al lado. Lindando con estas instalaciones. Calculamos que dispondremos de espacio para unas 300 personas. Y podemos comunicar los nuevos edificios por medio de un túnel bajo tierra con estas instalaciones. Lógicamente de aceptar nuestra propuesta supondrá una ampliación considerable del abastecimiento que le corresponde a su sector, Respondió el Sr. M.

– ¡Vaya, parece que ya lo tienen todo pensado!, 300 son muchas putas de un plumazo, para gestionarlas necesitaré más recursos, mas personal, tendría que pensarlo. Si acepto quiero carta libre con ellas, posiblemente necesitaré desprenderme de algunas, serían una minoría pero imprescindible para dar ejemplo a las demás. Yo no me ando con contemplaciones, mis métodos son muy personales pero muy efectivos. Más tarde lo podrán comprobar viendo las que tengo actualmente en estas instalaciones.

Dijo Mauro haciéndose de rogar un poco y al mismo tiempo orgulloso de lo conseguido con las estudiantes de la residencia y su pequeña selección de mujeres del sector que controlaba.

– No hay problema, podrá hacer con ellas lo que quiera, no nos interesan los métodos sino los resultados. Solo tiene que tener en cuenta que en este caso todas ellas serán personas conocidas, algunas muy famosas, o con un pasado de responsabilidades importante en la política, la administración, los medios, etc. No van a ser putillas de barrio ni amas de casa que se dejan joder por una ración de comida para sus hijos. La mayoría serán mujeres orgullosas, con carácter, no creo que sean tan fáciles de domar como las que está acostumbrado. Respondió el Sr M

– Jajaja, esa parte déjenmela a mí, es mi trabajo. Cada grupo o persona que me traigan tendrá un período de 30 días de adaptación y aprendizaje de sus nuevas ocupaciones. Pasado ese tiempo ustedes mismos podrán comprobar si su “reeducación” es satisfactoria. Yo les garantizo que las que superen ese mes estarán dispuestas para hacer todo lo que se les pida, sin ninguna molesta limitación, se lo aseguro. Respondió convencido Mauro

– ¡Perfecto! Me encanta escuchar eso de su boca, nunca nos ha decepcionado, ¡No lo haga ahora! Dijo el militar.

– ¡No pienso hacerlo!, puedo encargarme de eso pero a cambio quiero duplicar el tamaño de mi sector. Y también quiero supervisar el resto de los sectores de la ciudad, no quiero ningún problema si decido traer a mi sector personas asignadas a otros. Necesito aumentar “mi personal” si aumentan mis cometidos. Respondió Mauro que parecía tener muy pensado lo que quería para sacarle el máximo provecho a la negociación.

– Está bien, le daremos lo que pide, no se pase de listo con nosotros. Como dice el refrán “la avaricia rompe el saco”, tenga cuidado Mauro. Respondió serio el militar.

La frialdad con la que hablaban de aquellos temas ponía los pelos de punta. María y Matilde no se atrevían a levantar la cabeza ni un segundo, ninguna de las dos quería poner en riesgo sus vidas, las dos mamaban verga lo mejor que sabían. No podían escuchar nada con aquellos auriculares en los oídos, las manos de los hombres en sus cabezas marcaban el ritmo de las felaciones.

– Hay algo mas, el verdadero motivo que hoy nos trajo aquí es otro. Algo que sabemos muy pocas personas en este país y queremos hacerle partícipe, dijo serio el Sr. C

– Ustedes dirán, saben que pueden contar conmigo para lo que necesiten, respondió Mauro.

– Bien, lo que le hemos comentado no es más que una pequeña parte de un plan más ambicioso. Este maldito virus se ha instalado en las células de todos nosotros, ya forma parte de nuestro ADN, queramos o no es así. Afortunadamente sólo algunas personas desarrollan la enfermedad de no estar expuestos a la contaminación del aire. El futuro de nuestra especie no puede depender de vivir en el exterior con trajes especiales de protección o de seguir encerrados como ratas dependiendo de los purificadores de aire instalados en cada vivienda.

 Explicaba sin prisas el Sr. C. como si fuese un maestro de escuela.

– Yo no soy científico, no sé cómo puedo colaborar en esas investigaciones. Respondió Mauro que no entendía que diablos esperaban de él.

– Verá Mauro, tenemos un centro de investigación en esta ciudad que ha desarrollado un tratamiento para los fetos humanos. Podemos conseguir que los futuros niños sean inmunes al virus. Hemos comprobado que el tratamiento no afecta solo al feto, también modifica la composición de la leche materna de la madre de una forma maravillosa, adquiere la cualidad de poder sanar las células infectadas por el virus de cualquier persona que la tome durante un cierto período de tiempo y en la cantidad adecuada.

Explicaba encantado el Sr. C ante la cara de estupor de Mauro que seguía sin entender que pintaba él en aquellas investigaciones.

– ¡No me ponga esa cara Mauro!, parece mentira que no lo vea. Necesitamos producir esa leche materna en cantidad. Nuestra prioridad ahora mismo es conseguir mujeres jóvenes fértiles que puedan quedar preñadas y que reciban el nuevo tratamiento experimental. La edad de la madre influye mucho en la calidad del producto final, más joven más calidad Creemos que sus instalaciones y esas más de cien mujeres que dispone aquí son justo lo que necesitamos en estos momentos.

Mauro le miraba con la boca abierta, no se terminaba de creer aquello, ¿sería una broma? ¿Se estaban burlando de él?

– ¿Me están proponiendo crear en mis instalaciones una granja de cría de seres humanos y ordeño de leche materna como si fuesen vacas? Preguntó Mauro incapaz de creerse aquella locura.

– Si, sería una forma de definirlo. Necesitamos esa granja y la necesitamos con urgencia, todos sabemos que el proceso de cría necesitará inevitablemente de su tiempo reglamentario, pero para eso hay que dejarlas preñadas cuanto antes. Explicaba el Sr. C como quien habla de montar una granja de conejos o de vacas en este caso.

– ¿Y que plantean para conseguirlo? ¿Inseminación artificial? Preguntó Mauro

– Quizás en algunos casos sea necesario, no lo descartamos. Pero, ¿por qué malgastar recursos?, lo que nos sobran son voluntarios. Hemos hecho una selección entre las tropas destacadas en esta región, atendiendo a su perfil genético, historial clínico, etc. Disponemos ya de los sementales necesarios para poner en marcha el proyecto.

Explicó el Sr. C, dando a entender que todo había sido contemplado. Aquello no parecía ser la locura de un momento, era un plan minuciosamente estudiado y planificado. En aquel momento sonó el comunicador de la mesa de Mauro, era Álvaro, su ayudante.

– Señor ya tengo el dossier completo que me solicitó y todos los informes. ¿Lo quiere ya?

– ¡Si, pasa, lo estaba esperando! Ordenó Mauro

Instantes después Álvaro entró en el despacho con una gran carpeta bajo su brazo. Fue directo hacia la mesa de su jefe, una fugaz mirada a los dos hombres sentados frente a Mauro y se dio cuenta al instante que su mujer María y Matilde, su compañera, estaban arrodilladas mamando la verga de aquellos dos hombres. En aquellos últimos días no era ni mucho menos la primera vez que tenía que ver una situación parecida.

– Señores aquí tienen la información que me solicitaron con relación a las chicas de la residencia. Tienen una ficha personal detallada, origen y vínculos familiares en la región, historial médico, hábitos, comportamiento, actitud, experiencia sexual, todo tipo de detalles físicos, fotografías, etc. Todas están dentro de los límites de edad que me solicitaron, completamente sanas y en perfecto estado para procrear. Les adjunto también la información en soporte digital. Explicó Mauro

– ¿Me permite verlo? Solicitó el Sr. C al tiempo que con sus manos presionaba sobre la cabeza de María para que tragase por completo su verga.

– ¡Por supuesto!, Ten Álvaro, entrégaselo al señor.

Mandó Mauro, al instante Álvaro le pasaba el grueso dossier al Sr. C, Se quedó de pie junto a él para recogerlo cuando terminase de revisarlo, mientras tanto observaba impasible como su mujer arrodillada delante de aquel hombre no cesaba en su felación, ella nunca se había esmerado tanto en hacerlo una mamada para su disfrute.

– ¡Excelente trabajo! Casi tan bueno como esta puta mamando, es realmente buena comiendo polla. Creo que le voy a dar un premio por hacerlo tan bien, ¡abre la boca, rubia! ¡Voy a darte el desayuno!

– Están felicitando a tu mujer, Álvaro. ¡Dale las gracias al señor! Ordenó Mauro que disfrutaba humillando al pobre cornudo

Álvaro tragó saliva, con los días se había acostumbrado a vivir con aquel nudo en la garganta cada vez que Mauro le humillaba haciendo que viese como cualquiera disfrutaba de su mujer en su presencia.

– Gracias señor, mi mujer se esfuerza en mejorar cada día, estamos a su disposición para todo lo que le apetezca, dijo Álvaro demostrando que aquella frase la tenía bien aprendida y la repetía con cierta frecuencia.

– Jajaja ¡vaya sorpresa!, ¡menudo cabronazo estas hecho Mauro! Hay que ser pervertido para obligar al marido a ver estas cosas Jajaja. Me parece bien, seguro que es instructivo para el cornudo. ¡No te tragues la leche puta! ¡Levántate y cómele la boca a tu marido, seguro que quieres compartir tu premio con él!

Ordenó el Sr. C, que previamente había retirado los tapones de cera de sus oídos. María se levantaba al instante y con la corrida sobre su lengua comenzaba a besar a su marido compartiendo el esperma.

– La verdad es que inicialmente pensé en prescindir de Álvaro, pero cada día me sorprende con algo. Es un excelente mamporrero y muy bueno lamiendo, se encarga de preparar los agujeros de su mujer cuando le pido, los limpia después, incluso a descubierto que disfruta comiendo pollas, no lo hace tan bien como la zorra de María pero tiene potencial Jajaja, rió burlonamente Mauro

– Estoy muy interesado en ver ese rebaño de jovencitas. ¿Podríamos verlas ahora? Preguntó el Sr. M. Que seguía sin soltar a Matilde de entre sus piernas.

– ¡Por supuesto, no hay problema!, Si quiere que Matilde termine luego lo que ha empezado la puede disfrutar con calma. Como usted prefiera. Dijo antes que nuestra viuda alegre tiene un suegro general ¿no es así? Preguntó Mauro mirando al Sr C que asintió con la cabeza.

– Le haré un regalo de buena voluntad para celebrar nuestro acuerdo. Algo que puede ayudarle en su relación con ese general un poco problemático. Nuestra viuda alegre tiene una debilidad, le pierden los jovencitos. ¿Qué diría el general si se entera que sus queridos nietos, que tengo en mi poder, se follan a diario a su madrastra? Comentó Mauro

– ¡Vaya con la viuda!, Creo que debería cedérmela unos días para llevarla al cuartel, tengo muchos reclutas jóvenes que estarán encantados de pasar el rato con ella. Si tiene pruebas de lo que me dice con sus hijastros, me ayudaría mucho con ese tema. Respondió el Sr. M.

– ¡No hay problema, será un placer satisfacer sus deseos! ¿Les parece que vayamos a revisar “nuestro ganado”? Estoy seguro que les complacerá ver su buena calidad, están listas para aparearse y darnos una buena cosecha de niños sanos. Por cierto necesito que me proporcionen una buena cantidad de extractores de leche materna si queremos ordeñar bien a nuestras hembras de cría. Dijo Mauro

– No se preocupe, tendrá todo lo que necesita, nuestra “granja” es ahora un proyecto prioritario, respondió el Sr. M.


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ERA EL LUGAR MÁS IMPRESIONANTE Y DIFERENTE DEL NUEVO MUNDO. Se trataba de un antiguo palacio restaurado, con esta finalidad de la repoblación mundial de humanos resistentes al virus que nos convierte en muertos vivientes. Se hace creer que su propietario es el Gobierno aunque otros comentan que son acaudalados hombres de negocio, los que regentan el establecimiento, que es reconocido de siempre como el lugar donde se puede encontrar las mujeres más bellas de todo el mundo superviviente.

Se reclutó a las jóvenes más agraciadas y sanas, como antiguamente en una civilización pasada en donde se llevaban a Palacio, y allí de luna a luna, las cruzaba con los soldados más apuestos de su ejército, las dejaba en libertad y al cabo de cuatro meses tenían la obligación de volver a Palacio para comprobar si habían quedado preñadas en caso afirmativo los últimos meses hasta el parto lo pasarían allí, dejando a su hija para que a determinada edad sirviera en el Palacio., si era varón a los 40 días volvían a ser usadas por los oficiales. Las que no se habían quedado preñadas recibían castigos físicos muy crueles y debían permanecer a disposición de los sementales durante un mes seguido.

En lo que se refiere a este nuevo entorno modelo de burdel y granja, posee un Encargado y una multitud de sirvientes, desde los feroces guardas de seguridad, hasta las matronas que vigilan en buen hacer de las chicas y las relaciones con los clientes, hasta la servidumbre, unas elegidas para bañar, masajear y maquillar y vestir a las chicas, después de cada sesión, y las de menor rango para limpiar constantemente, junto con jardineros, chóferes… el staff. La decoración del Palacio, corresponde a la tradicional de un País asiático, predominando el rojo y oro, hermosísimos jardines, tres plantas, escalinatas de mármol, grandes salones, pero con habitaciones con decoración clásica y a la vez las últimas tecnologías. Pero lo verdaderamente insólito es su funcionamiento. Su reglamento es muy rígido y sus condiciones muy especiales.

Pueden acudir todas las mujeres que cumplan cuatro requisitos indispensables…

1º Cumplir la máxima del establecimiento “SI A TODO”, grabado en la puerta principal con letras doradas.

2º Ser menor de 30 años.

3º Pasar la prueba de los tres.

4º Poseer una excepcional belleza, y acatar las normas del Centro.

Viven en Palacio permanentemente más de 100 chicas, existiendo una enorme lista de espera de futuras candidatas que irán ingresando hasta su máxima capacidad de unos 500. También acuden madres que llevan a sus hijas para una sesión de desvirgado por parte de personal acreditado y homologado para tal actividad… allí se examina a las crías minuciosamente por parte de las matronas para comprobar tanto su belleza, como su cuerpo que no tenga ninguna imperfección, así como su auténtica virginidad. Si se las considera válidas toman nota de su dirección y las avisan cuando llega algún cliente que pide este servicio, que son casi a diario.

Las chicas, suelen ser estudiantes o chicas del más alto nivel, que para pagarse caprichos, o normalmente para solucionar su vida teniendo en cuenta el estado del país. Acuden a Palacio, pues sus ingresos son bajos o nulos, en donde un cualificado profesional puede ganar 100 € al mes y una de las meretrices más de 1.000 €. Viven en el Palacio, normalmente unos seis meses seguidos aunque puede llegar al año, no salen de él, no hay días de fiesta y solamente escasas horas para dormir, pues casi continuamente se producen visitas de sementales.  

Después de una sesión, que siempre dura las 12 horas de una noche o de un día, acuden a la sala de descanso donde se las baña, masajea y cuida con cremas y ungüentos sus agujeros trabajados durante toda una noche. Las normas de obligatorio cumplimiento se resumen en…

1º SI A TODO lo que significa que la empleada se compromete a aceptar absolutamente todo lo que el cliente. Precise y desee, sin preguntas previas.

La interesada no tiene opinión ni derecho a oponerse a nada de lo que el cliente desee, incluso ni comentarlo, pues el cliente por su parte conoce las normas del establecimiento y no se le ocurrirá comentar lo que va a hacer o lo que desea, es consciente que la Srta. obedecerá y cumplirá sus deseos, es uno de los grandes atractivos del lugar.

2º No hay edad mínima si puede engendrar…  la máxima permitida es la de 30 años, sin cumplir.

3º La prueba de los tres, es una tradición, se cuenta que desde que se inauguró el establecimiento se viene realizando, sirve para que la chica acepte sin rechistar la consigna de la casa: " sí a todo" y por otro lado para seleccionar candidatas, pues son infinidad de mujeres las que cada día pasan pidiendo un puesto, pero ante esta durísima prueba muchas desisten. En realidad se denomina así, por los tres agujeros de una mujer cubiertos por otros tantos hombres.





Cuando una señorita se acerca a pedir trabajo, las matronas la examinan de arriba abajo, si en principio es aceptada deberá pasar el examen definitivo de iniciación, pasando toda una noche, con tres hombres, que suelen ser clientes distinguidos del establecimiento, que se les avisa para estas "catas de novatas", muy cotizadas y buscadas pero reservadas con mucho tiempo a personajes distinguidos o muy buenos clientes cotizados que poseen la autorización homologada para ser sementales. La tradición dice que tres una para cada agujero, pero a veces puede ser mayor el grupo de participantes en la ceremonia, con lo que la señorita tendrá más mérito de cara a sus cuidadoras. La prueba es sumamente dura pues el cliente ha esperado largo tiempo para participar y acuden con toda tipo de fantasías sexuales y buscando el castigo y humillación de la chica, pues a partir de esa noche perderá su condición de joven para convertirse en una esclava sexual.

Pasada la prueba la interesada es libre de continuar en el establecimiento o bien abandonar, pero una vez que aceptó pasar la prueba por más que suplique no puede echarse atrás y soportará el acoso de los tres machos durante toda una noche. La mayoría deciden continuar y entrar a formar parte del grupo de elegidas, que finaliza al llegar a la edad tope fijada de los 30 años.

Por otro lado y para que se sepa que han pasado la prueba y que tienen el honor de pertenecer a tan distinguido establecimiento, las matronas realizan la ceremonia marcado a tinta, de las dos letras de la palabra: SI en la parte interior del muslo de la meretriz, casi tocando con el sexo, para que cuando junten las piernas su sexo reciba continuamente él... SI Estas operaciones, la prueba de los tres, el desvirgado y el tatuado, se realizan siempre en la tercera planta, de la que luego hablaremos.

3º Excepcional belleza, como hemos dicho anteriormente, se trata de las mujeres más bellas de todo el mundo superviviente, sin distinción de raza… blanca, asiática, mestiza y negra, pero que por sus increíbles características han tenido el mérito de ser seleccionadas.

Los clientes habituales que han pasado la homologación para ser sementales son Magnates de las finanzas, jeques árabes, grandes potentados, que realizan el viaje hasta el lugar únicamente para acudir al Palacio. Muchas veces por su edad acuden con varios lacayos suyos que son los encargados de trabajar a las jóvenes mientras ellos contemplan las escenas. Normalmente se contrata una mujer sin límite de horarios, los servicios suelen durar varias horas, siendo el máximo una noche o 12 horas, salvo que se desee ampliar el alquiler.

El cliente selecciona a la chica después de la presentación por parte de la matrona correspondiente, en esta presentación que puede durar el tiempo que decida el cliente, puede desde observar, desnudar, tocar, besar e incluso utilizar la tradicional vara de bambú para golpear a la candidata. Es normal en el establecimiento que el cliente desee más de una Srta., o bien más normal que sean más de un cliente para una sola Srta., costumbre muy habitual en el Centro.

El preservativo está prohibido salvo, las mamadas siempre a pelo y la mayoría de las enculadas también. Si el cliente lo desea se le entrega la llave de una suite del tercer piso, una llave que cerrará la habitación y que sólo el cliente podrá abrir ,siempre queda claro que sin consentimiento ni consulta a la interesada, pero esta cuando piden la llave ya sabe que su noche va a ser muy larga y especial, al acceder a las lujosas habitaciones del piso real, el último del Palacio, con lujosísimas suites con modernas tecnologías y cuidadosamente y perfectamente insonorizadas para el uso al que son destinadas… desvirgados, para el marcado de las nuevas, como sesiones de sado o colectivas para una sola chica, ya que lloros, sollozo, gemidos o gritos de piedad, no se escucharán fuera de aquellas paredes, pues estos podrían distraer la atención de clientes e incluso preocupar a las compañeras.

Las sesión de sado son muy frecuentes, y son las únicas que tienen penalización si la chica recibe un castigo que no la permite trabajar los días siguientes, el cliente deberá abonar los ingresos que deja de percibir. Allí una madre que lleva a su hija no escuchará ningún lamento hasta el día siguiente en que quede libre, olvidando el mal trago, pues una noche de una virgen con tres o cuatro clientes a la vez, le puede suponer a la interesada unos ingresos de más de 1.000 $ toda una fortuna.

Igualmente ocurre con las novatas, que son encerradas en estas habitaciones, para la prueba del tres, un mal trago, una noche eterna, unos clientes que sueñan con que llegue el momento de tener en sus manos una novata a la que someten a todo tipo de ataques sexuales durante 12 horas. Finalizada la sesión la chica suele tardar días en recuperarse, pero es más corta esta recuperación pensando que en el futuro será suficientemente adinerada para poder vivir sin preocupaciones durante toda su vida si gestiona adecuadamente su patrimonio, también pude acudir al Palacio cuando desee, pues la puerta para ella estará abierta pese a superar la edad máxima, entonces son la putas disponibles para cualquier individuo no homologado, con estos no pueden engendrar pues, se les ha ligado las trompas antes de salir de su edad fértil y haber dado hijos sanos para repoblar. Por otro lado en una sola noche seguro que ha conseguido unos ingresos que por ninguna otra profesión alcanzaría en varios años.


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Candela era una mujer que no cumplía con los requisitos, sin embargo estaba dispuesta a prostituirse por mantener a su familia, para mí era la primera vez en el gran burdel… Eran las 12 de la mañana entrando al local observé que habían mujeres para todos los gustos llegando e inmediatamente me agarra un gordita blanca tetona con unas muy buenas piernas y de estatura normal, me tira en un sofá donde habían hombres que las putas estaban masturbando, la chica se me presenta con el nombre de Candela y me da la bienvenida restregándome en la cara el hilo que se acababa de quitar eso empezó a que mi polla fuera reaccionando olía muy bien.

Candela me dice susurronamente… – Se ve que es la primera vez que vienes te explico cada vez que llega un hombre le hacemos la paja durante unos 15 minutos, si no acaba corriéndose en ese tiempo y quiere seguir con ganas que lo masturbemos, tiene que pagar si acaba antes es buenísimo porque cuanto más semen tenga el plástico transparente que ves en el piso mejor para nosotras, ya que los dueños del local nos dan un dinero adicional por el semen contenga, y las mujeres que no ganan se bañan con toda esa lefa grumosa a modo de castigo. Formamos un grupo de cuatro mujeres por cada pasillo. El tipo que no se corre y no quiere pagar no hay problema para vosotros, pero no seas tonto todos pagan o sino ellos mismos se han de terminar su paja, así que es tu turno…

Ella baja mi cierre y saca mi verga con el glande un poco baboso. Con todo el tallo erecto va comenzando con la masturbación…

– Dime, ¿Alguna vez has perdido?

– Claro, solo una vez y me bañaron con toda esa leche ¡Fue muy rico sabes!

En ese momento llega una morena como de 1,70 de estatura con un vestido negro y tacones negros su vestido corto hacía notar sus enormes y bellas piernas, se sentó frente a nosotros, mientras Candela seguí masturbándome ya habían pasado unos 5 minutos, esa morena miraba la polla a todos los hombres y era la única que estaba sola a pesar de lo buena que estaba. Ella solo miraba pendiente de cada eyaculación detenidamente, como si solo quisiera ver brotar esa leche. Candela seguía masturbándome al minuto 12 le dije a Candela que comenzaba a llegar la leche, venía en camino.., ella batió el cipote con más fuerza, escupió para lubricar bien el tronco y en poco segundos todos mis chorros de semen fueron hacia la morena que estaba frente a mí, todo mi semen bajaba por sus largas piernas llegando a los tacones.

Candela asustada… – ¡Pero qué hiciste! Ella es la dueña de este burdel y la has llenado de semen, es la primera vez que alguien eyacula con tanta fuerza como para llegar a esa distancia.

La morena llama a uno de los de seguridad y le dice algo al oído el seguridad se dirige hacia Candela y le habla al oído yo por un momento pensé que me iban a sacar a patadas pero no fue así. Candela me quita la camisa, una de las chicas se quita sus panty medias y me lleva los brazos hacia atrás… me amarra con ellas. Yo no entendía nada.

Candela explica… – La jefa quiere que limpies sus piernas quitándole el semen con tu lengua sino lo haces te van sacar a la calle a patadas y sin ropa para que te metan preso.

– No hay problema, le dijo yo

Me levanto del sillón, Candela me ordena arrodillarme

– ¿¡Que!?

– ¡¡Que te arrodilles!

– ¡Pero el piso está lleno de lefa!!

– ¿Quieres que te saquen de aquí y te entrullen, cabrón?

– No claro que no.

– Entonces hazlo

Me arrodillo y Candela me tira al piso haciéndome caer sobre todo ese semen y me arrastra hasta la morena, me coloco de rodillas nuevamente ella estira su pierna y yo comienzo lamer su pierna. Esa morena era preciosa, ya al terminar de quitarle el semen se quito los tacones y puso sus pies en el semen y los paso por mi cara hizo que le chupara sus pies mientras llamaba a los demás hombres para que eyacularan sobre mí, sentía toda esa leche caliente en mi cuerpo, la morena me tenía muy excitado me empujo hacia el piso me quito los pantalones y empezó hacerme el footjob poco a poco.

Tras unos 3 minutos llamo a Candela, Candela se desnudo y se me monto, se movía de una manera espectacular sus senos eran naturales tenía un piercing en el ombligo restregaba toda la leche que tenía en mi cuero y se lo pasaba ella misma. Sus nalgas eran lo mejor cuando ya iba a eyacular se me quitó de encima y la morena me hizo sexo oral. Su forma de pasar su lengua por mi cabeza era una sensación única…, a los pocos segundos eyaculé en su boca, se acercó a mí y me beso haciendo que el semen pasara a mi boca. Se levantó quedando debajo de ella y pudiendo ver su tanga, se lo quitó mirándome entendiendo lo que hice con él al llevarlo lleno de sus fluidos, me lo puso en la cara… – ¡Espero vuelvas!

Mientras tanto en el Palacio, el nuevo sistema de repoblación estaba dando sus frutos, las jóvenes era preñadas sistemáticamente y ello le repostaba a ellas y sus familias una posición privilegiada en aquella sociedad decadente con nuevos valores, nuevos gobernantes y nuevas formas de vivir en sociedad. ¡Ser mujer en edad de procrear y fértil era un seguro de vida!


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Las cosas en la calle eran de pura supervivencia, para la mayoría de las personas que quedaban, no solo había niños y jóvenes también superaron el “coronavirus” una multitud de personas mayores que no le afectó y ahora tenían que sobrevivir de lo que podían. Tampoco todos antes de la crisis habían sido gente de fiar, con trabajos honrados y pese a la desaparición de un 60% de la población, el resto lejos de ser solidaria había creado deshumanización en ellos o al menos en la mayoría. Entre los supervivientes que no habían cambiado sus valores se encontraban la familia Saldaña, una familia que antes de la crisis vivía en la ciudad sin ley y cuyo patriarca fue acribillado en una redada…, ahora era su esposa la que dirigía el cotarro junto con sus hijos… la matriarca se hacía llamar “La Socorro”.

La vieja, destartalada furgoneta blanca subía retorciéndose por la Vereda de Serrano saltando baches, atravesando arroyos, echando humo por el radiador, camino de la casita abandonada que se escondía entre dos cerros en una pequeña vaguada. Manuel y Antonio que acababan de dar el mayor golpe de su vida, iban en los asientos delanteros y atrás, medio sentados, medio tumbados en unos colchones, su hermano pequeño Rafael y su madre, la Señora Socorro. Después de atacar y asesinar al guarda que custodiaba el almacén de medicamentos, simulado uno de sus habituales viajes en busca de cartones para el reciclaje.

En estos tiempos el reciclaje era un medio de vida muy importante para el sistema, debido a que la extracción de materias primas era escasa o nula, por lo que las personas que se dedicaban a ello debían estar homologadas por el nuevo Gobierno, la familia Saldaña no lo estaba, solo se dedicaban a lo único que sabían hacer…el trapicheo, el robo y el asesinato si era necesario. Dejaron a sus mujeres en el gueto seguro del sector 3, como solían hacer y se llevaron a Rafael, no se le fuera a escapar algo y a su madre, porque al fin y al cabo, seguía siendo la jefa del Clan y el asunto era el más importante que habían tenido en sus manos… litros de morfina, insulina, codeína y demás opiáceos, para entregar sabe Dios dónde. Ellos supieron del envío y el momento de almacenamiento por una hermana que estaba sirviendo en el Palacio como mujer de Cría… ya la habían preñado y debía hacerlo bien porque se codeaba cerca de “Yulian” el capo que controlaba la Zona Oeste, uno de los capos que Gobernaban la ciudad, junto a Mauro y con pretensiones de poder.

La caseta, donde antiguamente habría vivido algún guarda, se componía de la de la estancia que era al mismo tiempo cocina y portal con porche y dos cuarto pequeños. Adosada a la parte de atrás había una cuadra, el marco de cuya puerta habían arrancado para poder esconder la furgoneta. Una vez oculta esta, se levantaban puerta y marco juntamente y no se notaba nada, al menos desde cierta distancia era una caseta sin movimiento.

Manuel, el mayor de los tres hermanos Saldaña, tenía treinta años. Era muy moreno, con grandes patillas, fuerte, taciturno y empezaba a echar barriga. Antonio tenía veinticinco, este también muy moreno, delgado, bastante cargado de espaldas y el pecho muy hundido. Era muy buen tirador y tenía una especial facilidad para afanar las cosas más difíciles como si nada. Rafael, el Benjamín, conocido por El Inglés, porque tenía los ojos claros, estaba en los dieciocho, pero era ya tan alto como Antonio y poco menos que Manuel. Entre los dos pequeños había tres hermanas y una mayor que Antonio. 

La señora Socorro tenía en aquel entonces, cuarenta y ocho años, había tenido siete partos, el primero a los diecisiete años, de los que le vivían aquellos tres varones más otro mayor que Antonio que cumplía condena en Ceuta, por mala suerte en una riña, y tres hijas, una en La Línea, y las otras dos muy bonitas que servían en el Palacio con el fin reproductor del Gobierno, ambas tenían 22 y 24 años. Era una mujer de buena estatura, gordibuena con un andar sandunguero y armonioso, grandes pechos caídos que reposaban en el cinturón de su traje negro y de cadera ancha, propia de una hembra de fácil follar con el coño profundo y mucho fácil de parir… nunca necesitó que la asistieran en los partos, a excepción del primero a los 17. Se decía que había sido una belleza y tan brava, que había andado a tiros con la Guardia Civil cuando mataron a su marido, Antonio Saldaña Montubia, un hombre donde los hubiera.

Había cumplido penas a los diecinueve años, dos años y a los veinticuatro otros tres años de “condena”… dos de sus hijos habían nacido en la prisión. Pasaron dos días repartiendo las medicinas en varios paquetes bien envueltos en varios plásticos y luego ocultándolos en escondrijos de diversa dificultad. Convenía que si las cosas venían mal dadas, la pasma pudiera encontrar lo menos para que no hallasen lo más y poder recogerlo el día de mañana. Cuando fuera posible, era su mercancía y matarían por ella.

Dos días más tarde, mandaron a Rafael a la ciudad, unos doce kilómetros de donde estaban, a buscar información en pasquines atrasados para ver si decían algo de su golpe. Rafael volvió con una carga de ellos que lo hizo llegar abrumado a la caseta y allí se enteraron de que alguien había visto marcharse del lugar del crimen una furgoneta “Renault Trafic” blanca que había tomado el camino de las seiscientas. Lo del camino no les importó nada porque era falso, pero lo de la furgoneta blanca era alarmante pues ya quedaban muy pocas camionetas como la suya. Había que quedarse escondidos una temporada y luego ya se vería. El estraperlo de medicamentos era peligroso, más si te tienen localizado el medio de transporte, había que vender algo y comprar otra furgoneta desguazando la “Renault Trafic”.

Con intervalos de tres o cuatro días bajaba Rafael al barrio de la Zona Oeste a buscar información. Había veces que parecía que su atraco ya se había olvidado y de repente el condenado asunto volvía a aparecer. Parecía que no se fuera a acabar nunca. Poco a poco se iban poniendo nerviosos.

– Debíamos haber traído a las mujeres, decía Antonio

– Si hubiéramos sabido que esto se iba a alargar tanto…, seguía Manuel

– Y ¿para que las queríais aquí? ¿Es que no podéis vivir sin mujeres? Ellas están en sus casas dando impresión de normalidad y que no nos busquen.

– Bueno. Preferíamos tenerlas aquí.

Ya llevaban más de veinte días, cuando una tarde se apartó Manuel diciendo que iba a hacer sus necesidades y no volvió hasta las dos de la mañana y no quiso dar explicaciones. Dos días después volvió a hacer lo mismo y otros cuatro después de la segunda ausencia, también. Por fin se supo lo que hacía. Por los suburbios, en una urbanización abandonada al otro lado del monto, había un tipo con dos mujeres que por alguna medicina dejaba que se follaran y de esta forma satisfacían sus necesidades con ellas, siempre les dejaba follar con la vieja… 

¿Qué tal está? preguntó Antonio.

– Bueno, bastante bien, no es joven para tampoco muy vieja… tiene dos buenas tetas.

Rafael también escuchaba con cara ansiosa. La noche siguiente faltaron Antonio y Manuel. Rafael se quedó, con su madre ansioso y no se pudo dormir. Cuando aparecieron, de madrugada, la señora Socorro encendió un candil tras cerrar bien la puerta, no había ventana para que nadie viese la luz y montó la bronca.

– Sois unos locos, o mejor unos imbéciles. ¿Qué queréis? ¿Qué se den cuenta de que estamos aquí? ¿Os dais cuenta de lo que nos jugamos? ¡Porque yo NO prefiero ser rica a volver a la cárcel! ¡Y yo no he matado a nadie como vosotros! ¡Yo he venido con vosotros porque soy vuestra madre, pero ni he matado a nadie ni por ahora he ganado nada! ¡Y todo por unas pobres desgraciadas, que sabe Dios la mierda que llevará encima! ¡Pero qué coño tenéis que no podéis aguantar un mes sin mujer!

Tenía autoridad sobre sus hijos, no cabía duda y durante unos días no pasó nada, pero luego el que desapareció fue Rafael. La señora Socorro respondió como una leona.

– ¿Habéis visto, desgraciaos? ¿Qué queréis que cojan a vuestro hermano y lo lleven al socavón y de paso a todos nosotros? ¡Desgraciaos, de estas cárceles no se sale vivo o sano como en las del antiguo régimen! ¡Sois unos desgraciaos que no valéis para nada! ¡Si vuestro padre estuviera aquí! ¡¿Acaso os queréis pulir todo lo que hemos robado en esas putas…?!

Rafael volvió descalabrado. Por lo visto se propasó y el chulo le dio con la culata del arma, y gracias porque le hubiera podido pegar un tiro y dejarlo tirado en medio del monte y nadie se hubiera enterado…tuvo que salir corriendo con un perro en los talones. Hubo varios días de mal humor en los que nadie hablaba sin reñir y el ambiente estaba enrarecido. La señora Socorro vio que sus dos hijos mayores revisaban la furgoneta y aquella noche se decidió.

– Bueno. Veo que no podéis aguantar más sin mujer y temo que hagáis un disparate que nos cueste muy caro. Ya sé que no soy ninguna niña, por este coño han pasado unas cuantas pollas de todo tipo..., pero aun soy una mujer y la única que hay aquí, así que el que quiera servirse….

Miró a los dos mayores a la cara. 

– Soy vuestra madre y tengo mi carga con vosotros ¡Quien me quiera usar aquí me tiene! 

Miro las caras desencajadas de sus hijos con gesto de incredulidad más que nada. 

– Vamos joder… ¡No seréis los primeros a los que me follo en esta familia…! Al fin y al cabo un coño es un coño y una verga es una verga sea de quien sea... lo importante es que descarguéis vuestra testosterona, y para eso está aquí vuestra madre, la madre que os parió.

Se produjo un silencio durante unos minutos, al cabo de los cuales Manuel dijo… – ¡Yo soy el mayor, así que esta noche me toca a mí! ¡Si nuestra madre gusta que la follemos…me la follo! ¡¡Yo tengo los huevos llenos que me revientan!!

Al instante la señora Socorro se levanto, entró en el cuarto de atrás y desenrolló uno de los dos colchones que había. Manuel entró con ella y dejó el candil en un rincón. Su madre se quitó el cinturón y se sacó el traje por la cabeza. Luego se quitó las bragas sin decir nada y se echó en combinación sobre el colchón. La luz del candil acentuaba sus facciones marchitas. Manuel se estaba desnudando al lado de ella y se quedó desnudo ante ella. 

– Madre, quítese todo… ¡Cuando me follo a una mujer la quiero en pelotas! Me gusta ver como se te mueven las tetas cuando empuje...

La señora Socorro sin decir nada se quitó la combinación y se acostó completamente desnuda. 

Manuel se adelantó. – Venga aquí a chupármela, para que se pongo dura

Ella se puso de rodillas, se acercó y lo miró con desprecio. 

– ¡Maricón! Tu padre ya me tendría bien clavada hasta las pelotas... no necesitaba que se la mamasen para estar duro como un burro.

Manuel le cogió por los pelos, le metió la cabeza en su ingle y con la otra mano le dio palos con su polla en la cara. 

– ¡Abra la boca y mame con ganas la verga o la crismo! 

La señora Socorro empezó a mamar y el empujaba fuerte con su verga dentro de la boca de ella sin miramientos y sin soltarla del pelo, se la follaba como a una puta cualquiera. 

– Ahora también cómame los huevos.

Ella ni corta ni perezosa se tiró a zamparse los cojones de su hijo mayor. Luego volvió lamiendo todo el tallo dejando ensalivados los huevos hasta ubicarse en el glande…pajeaba el tronco y mamaba su capullo con ansia, al poco rato empezó a gruñir su hijo, le cogió la cabeza con las dos manos a su madre, y le metió la polla hasta la garganta. Eyaculó echando la cabeza hacia atrás, llenándole la boca de lefa a su propia madre, la jefa y matriarca.

– Ni se te ocurra escupirla... quiero que te tragues toda la leche.

Le mostró a su hijo la lechada que le llenaba la boca y acto seguido la engulló satisfecha, se notaba que no era la primera vez que se bebía la lefa de un macho. Luego de un empujón la tiró al colchón. Su madre, atragantada engulló todo el arsenal de esperma expelido por la polla de su hijo… se limpiaba la cara con el dorso de la mano satisfecha del trago de semen. Manuel la empujó con brusquedad y se dejó caer encima de ella, le comía las tetas con lujuria, con violencia en tanto con las piernas se hacía hueco entre las de su madre. El macho se encontraba eufórico con el cipote erecto y colmado de morbo… nunca se había follado a su madre pero en más de una ocasión imaginó hacerlo. Ella elevó su cadera sobre el colchón y le facilitó la entrada el ariete en su coño... el semental le metió el estoque de un empujón por donde esa señora había parido a ese cabrón y otros seis más. Empezó a moverse encima de ella con violencia. La señora Socorro abrió las piernas todo lo que podía y empezó a animarlo…

– ¡Así, así cabrón! ¡Más fuerte, hijo de puta, ahora ya se ve de quien eres hijo! ¡Dame más fuerte y profundo! ¡¿O crees que tu madre no puede con un hijo de puta como tú?!

– ¡Tome Madre, aun está bien buena! ¡Joder, qué gusto me está dando y como le gusta a usted la verga, puta! Siempre me la imaginé follando y más de una paja me he hecho.

– ¡Ay, si Manuel! ¡Fóllame bien duro! ¡A ver cuanta leche eres capaz de meterme en el coño! Porque en la boca me has llenado bien.

– ¡Pues ahora me da la gana de comerle las tetas y mordérselas bien! ¡Coño! ¡Qué grades las tiene usted y que bien saben!

La señora Socorro se movía desenfrenada y se corrió, no se lo dio a mostrar a su hijo, solo le clavó las uñas en las nalgas de su primogénito, y los arrastró más adentro de su entrañas. Hacía años que nadie la follaba con tanto ímpetu y lo estaba gozando como una zorra vieja. 

– ¡No pares, Manuel, no pares que me corro otra vez! Dijo a voz en grito ¡Dame fuerte hasta los huevos… fóllate bien el coño de tu madre, así me gusta! ¡No me dejes a medias o te mato cabrón! ¡Apriétamelo a fondo!

A la vieja le ponía muy cachonda sentir los huevos del semental aporreando su coño, inconscientemente para ella, que un macho tuviese los testículos grandes era signo hombría. Los golpeteos de sus huevos y notar el glande en lo más profundo de su vagina, eran dos placeres en uno. Se sentía orgullosa de haber parido a un semental tan macho.

– ¡Joder qué coño más apretado Madre, pero que suave! Ella jugaba con su vagina apretando

– ¡Sí, así! ¡Ummmm! ¡Aaaagggg! ¡Joder que gusto me estás dando en el coño, Manuel….! Hace años que nadie me folla tan duro como tú...

La señora Socorro se corría como una puta salida, convulsionaba como hacía lustros que no se corría, para ella una verga era el medio para llegar al éxtasis. Restregaba su coño contra el pubis de su hijo metiéndose todo el rabo que Manuel usaba entre sus piernas, que no era pequeño. Se paró un momento, miro a su hijo con una cara felina y se dio la vuelta levantando el culo.

– ¡Fóllame como a una perra… como a esas putas con las que te pules la guita!

– ¡Allá va, madre! Gritó Manuel. 

Se acopló tras el culo de su madre y de una estocada, le enchufó la verga en el coño y se la clavó hasta la pelotas. En esos momentos, la polla poseía una gran rigidez y una curvatura digna de una daga árabe. Ella gritó como una puta a la que parten en dos, pero luego se acopló moviéndose compulsivamente, metiéndose ella la verga al coño. 

– ¡Pégame con los cojones en el culo! ¿Qué leches te pasa que no llegas? ¿Tan larga la tienes? ¡Pues que sepas que a tu madre todavía le cabe más verga…!

– Vas a sacar la mejor lechada de mi vida, puta. Vas a saber lo que es que te llenen el coño.

Manuel empujo desesperadamente y la señora Socorro volvió a gritar de placer al sentirse completamente envergada hasta el estómago. El culo de aquella veterana de mil folladas se mecía en oleadas, sus carnes se ondulaban en cada empujón al chocar contra la pelvis de su hijo, y este le arremetía con furia enterrándole todo el badajo hasta la raíz una y otra vez.

– ¡¡Eso es, así se folla a tu madre!! ¡Dámela toda y lléname el coño de lefa! ¡Ummm! Joder que buena polla tienes Manuel ¡A ver si eres capaz de hacerme otro Saldaña…! ¡¿Sabes que aún me puedes preñar, cabrón?!

La señora Socorro los coleccionaba de todas las leches, siete hijos de cuatro padres diferentes, era prolífica desde los 14 años y aún era fértil pese a tener un hijo de 32 años…tenía sus reglas regulares y en aquellos tiempos de escasez, las medidas anticonceptivas era un lujo que no todas las mujeres podían permitirse. A pesar de haber robado un buen montón de mercancía farmacéutica, entre el alijo no había anticonceptivos ni profilácticos, así que follaban a pelo y sin protección alguna. La madre nunca pensó que fuese necesario llegar a los términos que estaban llegando, el golpe se suponía rápido y en una semana o a lo sumo dos, ya estaría todo el pescado vendido, pero el golpe fue mejor de lo esperado y ahora el tiempo de espera y colocación era mayor…

Todo esto unido a que la señora Socorro ya no tenía con quien follar de manera habitual, por lo que tampoco ingería tales anticonceptivos, en verdad nunca lo tomó con su esposo y a su edad mucho menos, sin embargo el riesgo que la preñaran era muy elevado, aun así el riesgo valía la pena… o la cárcel del nuevo Gobierno o la posibilidad de quedar preñada de unos de sus hijos. Ella prefería mil veces que la PREÑARAN. Manuel seguía dándole verga a su madre sin parar, aguantaba mucho y ahora más después de haber descargado en la mamada que le había hecho su madre para iniciar la noche. La señora se movía buscando mayor ritmo, más profundidad de clavaba… se tocaba el clítoris con fruición posando sus grandes masa mamarias sobre el colchón y apoyada con la cabeza y el hombro. Llevaban quince minutos o más en dicha posición follando como conejos, y pasado el momento se movió valientemente hasta que se corrieron los dos mientras él le daba palmadas en las ancas y en los ijares diciéndole a su madre lo buena potranca que era, y como tragaba verga su coño.

– ¡Toma, yegua! ¡Ummm, qué buena Puta eres mamá! ¡La madre que me parió, que gusto me das zorra! ¡Jódeme hasta que me mates de gusto, o aquí mismo te quedas puta perra!

Se la follaba con brusquedad demostrándole dominio, la asió de las tetas a modo de riendas y de pronto la hundió a fondo, justo cuando comenzó a eyacular chorros y más chorros de leche en el fondo vaginal de su progenitora. Ella también se corría a notar los aldabonazos de lefa estallar contra su útero. Cuando él acabó siguió un rato hasta que consiguió que a ella le llegase al último esténtor de su orgasmo, y entonces le dijo cariñoso…

– Madre. Te juro que te lo he hecho igual que se lo hago a la Carmela. No tomes nada a mal.

– Ya lo sé hijo y no te lo tomo a mal. Tu padre era más duro conmigo y nunca le falté y lo quise hasta que lo mataron. Las mujeres estamos para servir al macho, para que suelte toda su testosterona o de lo contrario buscaréis más que líos.... ¡Me has dejado bien servida, hijo!

Cuando salieron Antonio se estaba masturbando en un rincón y Rafael hacia lo mismo.

– ¡Y vosotros no mal gastéis las fuerzas con pajas! ¡¿O pensáis que vuestra madre no puede con tres machos en una sola noche?! ¡No tenéis ni idea de cuánto puede aguantar follando La Socorro! En una ocasión me follaron vuestro abuelo paterno que paz descanse y vuestros tíos Damián y Jenaro, un buen par de cabrones que bien muertos están por el “coronavirus”. Aprovecharon la ausencia de tu padre y durante diez horas seguidas me follaron como a una perra… entre los tres me echaron más de doce polvos por todos mis agujeros. ¡Y tan fresca!

– Aquellos eran otros tiempos y eras más joven, mamá.

– ¡¿Crees que ahora tu madre no puede con vosotros tres…?! ¡Venga vosotros dos, a ver qué sabéis hacer además de mataros a pajas! ¡Necesito a hombres que me sepan follar y me llenen el coño de lefa!

Se denudó por completo lo único que se dejó fue su tanga rojo de mercadillo, de repente se escuchó un portazo, era Antonio quien cerró la puerta de la habitación. La doña sabía que esto pasaría si la cosa se prolongaba en el tiempo con toda esa testosterona que se gastaban en su familia, sólo que no creía que fuera así de fácil follarse a sus hijos… estaban muy salidos y cualquier coño les valía, si era gratis mejor. Ella pensaba que nunca habían tenido un coño tan a mano fuera de sus matrimonios, que no fuese pagando.

– Tienes una hora para gozarme, la abrazó con ansias. – Se te ve a la legua lo mal atendido que estás con tu hembra. La zorra que tienes como mujer debería aprender de su suegra.

La besó desesperadamente y mientras su mano tocaban y masajeaban las tetas de su madre… la otra mano le acariciaba la vagina sobre el tanga, el alcanzó a sentir la humedad y se excitó más…comenzó a chuparle los pezones y después la vulva como un perro, lo tenía loco…No podía creer tanta lujuria. De repente la giró y la cargo sobre una mesa que había en el cuarto, la empujó y arrancó de golpe el tanga, para después dejarle ver ese tremendo trozo de carne tremenda, erecta y dura. La abrió de piernas y así de una me lo metió hasta adentro mientras bufaba como un toro. Fue de lento a rápido y más rápido en pocos segundos.

La volteó cargada en sus brazos mientras le clavaba aquella verga tan rica para ella, Antonio era su ojito derecho y al que más mimaba desde siempre hasta que llegó Rafael. La puso de mil maneras, su madre sudaba y gozaba… le regalaba un concierto de gemidos deliciosos, él también notaba el esfuerzo de un ritmo enloquecedor atravesando el coño de su madre. Así continuaron por más de 20 minutos, en los cuales “La Socorro” sintió correrse en varias ocasiones pero soporto hasta que su Antonio descargase toda su energía dentro de ella. Estaban siendo corridas cortas, golpes de efecto sobre su cuerpo, sin embargo lo grande se avecinaba, ella orgasmaba de una manera especial, necesitando tiempo de calentamiento, pero una vez caliente era una locomotora sin control.

Ella comenzó a tocarse el clítoris viendo como su retoño hincaba a fondo el badajo en la grieta que le vio nacer, y cuando después de tan fructífero manoseo notando buena verga en sus entrañas, no pudo más y terminó en un orgasmo feroz… en ese instante él también explotó al escuchar los gemidos de placer de su madre y terminaron los dos muy mojados y agotados…pero felices. Él no fue como Manuel, Antonio era mucho más cariñoso con su madre y tras deslecharse en lo más hondo de esa vagina acogedora, le dio un cariñosísimo beso, diciéndolo cuanto le encantó y que le gustaría que se repitiera, incluso después de acabar aquel frustrante golpe.

– Lo has hecho muy bien cariño, de vez en cuando a una le gusta que le hagan el amor… Lo importante es que te hayas descargado y estés más tranquilo centrándote en el negocio.

– No te preocupes mamá, todo va a salir bien. Lo tenemos planeado y en un par de semanas lo tendremos todo colocado. En esas semanas vamos a necesitarte bastante….

Ya solo quedaba el tercero, el pequeño por decir algo, en cuanto a edad porque en cuanto a dotación era el que mejor disponía. Salió del cuarto de follar y entró Rafael. Se quedó frente a ella quieto, le miró de frente al rostro y con sus manos, la madre deshizo el botón y bajó la cremallera de aquel pañalón, saliendo casi en su rostro aquello que al tocarlo representaba el tamaño que tenía. Al verlo, no solo sopesó su tamaño real, sino su perfecta envoltura depilada de gran belleza, no podía ser menos que delicioso aquel vergazo. Empezó a dudar si sería capaz de darle cobijo a semejante pollón…, le cruza la cara desde la barbilla sobresaliendo por la frente. Lo tomó entre sus manos y empezó a juguetear. Descubría la cabeza y la volvía a cubrir con el prepucio… acercó la boca y le dio un chupetón, lamiendo el contorno después.

Empezó a ponerse más y más grande y dura. Rafael le tomó las manos e hizo que me levantara, quedaron los dos de frente sin ropa. Los besos y caricias se hacían más intensos. La tomó por las rodillas y la cintura, y le llevó con delicadeza a la improvisada cama cutre, quedó a media cama sin dejar de mirarse. Su hijo se introdujo entre sus piernas y siguieron besándose y acariciándose. Las manos de ambos, no dejaban sitios sin acariciar, deteniéndose donde considerábamos más excitante y erógeno. Fue hacia sus tetas para acariciarlas, besarlas, chuparlas y comérselas. Hacia su vientre y para terminar en el coño… para Rafael aquello era de otra dimensión. Estaba haciéndole sentir algo casi desconocido hasta entonces…, su chumino totalmente humedecido por el flujo de tal excitación y las corridas de sus hermanos. Ella jadeaba por la buena comida de chocho.

De pronto “La Socorro” sintió el paso de sus labios, boca y lengua, recogiendo toda aquella humedad. Su cabeza iba de un lado a otro sintiendo toda clase de deliciosas sensaciones. Subió de nuevo hacia el rostro de su madre y siguieron besándose… aprovechó la madre para ir por su cetro de mando varonil, lo tomó entre sus manos y trató de tragárselo completo… ¡¡¡IMPOSIBLE!! Era tan grande y grueso, que no pudo más que chupar una parte de él, pero su experiencia en grandes vergas le hizo arreglárselas con la lengua para darle placer al mostrenco, saborearlo completo y percibir de Rafael la reacción de estar gozándolo. La madre como toda una perra experimentada le empezó a mamar el mostrenco, lamía por todo el glande contorneándolo con la lengua, hasta que logro embutir ese trozo de carne recia y amenazante en la bocaza, la misma que le besaba en otras épocas con ternura y cariño de madre protectora. Semejante verga era increíble que fuese tan grande para un chico de 18 años, casi no le cabía en la boca… se lo mamaba frenéticamente. Rafael la tomaba de cabeza como hacía con las putitas que follaba en el barrio, y se la metía hasta el fondo con ímpetu. Luego se le prendió a chuparle las bolas cargadas de rica lefa, se la mamaba hasta hacerle retorcer de la emoción.





Nunca hubiese imaginado lo que su madre era capaz de hacer, sabía de su carácter febril y temperamental en el sexo…que ningún hombre era mucho. Tener a esa mujer, su propia madre entre sus piernas comiéndole los huevos como una puta, era tan emocionante como fantasioso. La señora Socorro alargaba su lengua lamiendo el ano del chico, luego realizaba un reguero de saliva por el perineo a los testículos en los que se empeñaba lavándolos concienzudamente…, absorbía una a una las bolas jugando dentro de su boca y luego subía a mamar con descaro la verga chupando fuertemente su glande y pajeando el resto del tronco. Acto seguido y con facilidad, le dio la vuelta dejándola boca abajo en la cama, empezando a besarle toda la espalda llegando a los glúteos, los separó fuertemente con sus manos, y le besó el ano. Fue esa la primera vez que se lo hacían. Sintió algo extrañamente excitante. Lo repitió varias veces, a la vez que introducía en su coño uno o dos dedos.

Su Madre alcanzaba un micro orgasmo antes del encaje del buque. Algo desconocido para una veterana como Socorro. Por fin, se puso sobre ella, buscó el sitio adecuado y la fue introduciendo cuidadosamente. Lo detuvo antes de la introducción…

– No, así no cabrón… ¡¡Trátame como a una perra!! ¡Olvídate que soy tu madre…Esta noche soy tu PUTA! ¡¡Haz buen uso del pilón que te ha dado la naturaleza para perforar coños…!!

Abrió bien despatarra las piernas lo más que pudo porque quería darle cabida a todo aquel mamotreto, la puso al borde de mesa y después de jugar y hacerla sufrir restregándole la verga en su coño le metió la mandarria. El glande a modo de cabeza de ariete fue ahondándose en su vagina cedida, hasta que llegó un momento en que empezó a lastimarla. Se detuvo y buscaron la forma que su interior se fuera adecuando al tamaño y grosor. Socorro, para este momento ya ardía de la emoción y dejaba salir gemidos de lujuria, apretando el labio inferior con los dientes y entre sosiegos casi le suplicaba, métamelo más… y aquel hombre más se la empujaba una y otra vez. Permanecieron así por unos instantes y siguió. Sus movimientos lentos al inicio, fueron acelerándose más y más. No iban más de cinco minutos cuando la madre le sugirió querer cabalgarlo, y se dio la vuelta sin sacar la tranca del coño de mamá. Socorro parecía dislocada de placer, la verga de su hijo la sentía casi en la garganta, ella se movía hacia los lados, hacia arriba y hacia abajo mientras Rafael la tenía sujeta de las tetas que se balanceaban la azar, la cuales a menudo se las acercaba a su boca para que le mordisqueara los pezones, se los chupeteaba y tiraba de ellos sin dejar de balancear la cadera sincronizada con los sentones de su madre ¡La clavaba bien profunda!

A poco de correrse la señora, se sacó la verga del coño y se puso a cuatro patas… le elevó el culo y se la metió hasta las pelotas de una estocada, la madre pujaba su culo hacia Rafael aguantando estoicamente. Cada vez que el macho la embestía, ella se retorcía y gemía. Sucesivamente le siguió pegando semejante follada… Socorro siempre correspondía sacando el culo para facilitarle las cosas a aquel hombre desconocido para ella en esos instantes. Esa posición hizo que se posara sumisa a su crío, ahora era él quien ordenaba y mandaba, ella obedecía bien pertrecha... ya no podía hacer nada más que aguantar las clavadas perforando su útero…, “La Socorro” era  toda una gran puta, manejadora de su sexo como pocas mujeres saben.

– Vamos cabrón, fóllame con más fuerza a fondo. ¡¿Crees que no lo aguantaré?! ¡Destrózale el coño a tu madre sin miedo! ¡Así, más duro… párteme en dos como a una vulgar Zorra! No eres el primero que me va a tratar con dureza...¡Como a tu madre le gusta que la traten!

– ¡Mami eres Muy Puta! ¡¡Súbete a mi tronco mami!! ¡¡Ahora soy yo el que manda!! Aquiiiiii!!! A la hora del sexo soy muy salvaje aunque todo lo hago con amorrrr! 

– ¡Pues ahora no me des amor nene, dame verga! ¡Y dame toda tu leche, joder! ¡Me gusta que los sementales vacíen sus cojones dentro de mí!

Su hijo pequeño descubría "El lunar" que su madre lucía en uno de sus muslos cerca de la vulva, por los que ahora chorreaban el semen de sus hermanos…lo que corroboraba que los anteriores se habían corrido dentro de la vagina de la progenitora a placer. Pero como todo no acababa ahí, le sacó otra vez el armamento del coño y de paso le echó saliva en su culo. Empieza a tratar de metérselo por el ano, era el tipo de tratamiento que esperaba de un macho dominante. A Socorro cuando le hacia aquel hombre fuerza para metérselo, porque déjame decirles que por ahí si estaba apretada, ella no trataba de quitárselo de encima...él la aprisionaba más, por más que la matriarca no fuera del gusto de ser perforada analmente, era demasiado tarde, el fulano estaba resuelto a penetrarla por ahí y darle por el culo a su propia madre.

– Si vas a ser mi puta, lo tienes que ser al completo… ¡Y a una puta se le folla por el culo!

La madura experimentada en tales lides, se dispuso a se mancillada una vez más, y se dispuso para su hombre..., con la verga endurecida enfilada en el ano, la apretó a la fuerza y se lo metió, fue evidente pues el grito que emitió fue de dolor y no era para más, su hijo se lo metió hasta lo más profundo con toda la largura y anchura del cipote en varias arremetidas. En los primeros lances, la hembra trataba de no dejárselo meter tan duro... que no fuera entera de un solo envión, pero llegó el momento en que tuvo que resistir la verga completa. La madre parecía una puta gritando por la dura follada, sin embargo al poco de estar bien asida de sus caderas con todo el cipote encajado, entrando y saliendo, colaboraba sacando más aun el culo para ser penetrada y que aquel amante hijo suyo la hiciese definitivamente de su propiedad. Le daba como si le quisiera acabar dentro del culo de su madre, la pobre a esas alturas ya se hallaba desfondada y, el chico la sacaba y la metía sin esfuerzo alguno… observaba con arrogancia y placer entre los cachetes, como su ancho el vástago perforador se hundía en el culo de su madre. 

Cuando percibió que la dona se iba a desvanecer, el chaval le abrió las piernas y con las dos manos en el culo, le extrajo del mazo y le volvió a poner la cabeza del miembro viril en la grieta de su coño… se la insertó sin vacilaciones a un ritmo frenético, con la única pretensión de despojarse de su testosterona y llenarle el útero del semen que acumulaban sus huevos. Se dieron la vuelta de nuevo, la tomó de la pierna izquierda y flexionada, la puso en su pecho y desde atrás empezó a acometer con fuerza incrustando todo el tallo hasta los mismos huevos, sin compasión, sin miramiento y sin hacer prisioneros… iba a saco dándole con el mostrenco de verga recia y dura como el pedernal digna de su padre, un mulato dominicano. No sabía ya el número de veces que alcanzó el orgasmo, la zorra. Ahí en esa posición, de costado con él detrás, saboreando de los empujones en el mullido culo, abriéndole la grieta de su coño con el glande en lugares casi inhóspitos y amasando con sus manos y su boca las tetas que le alimentaron de pequeño.

Con un rugido demencial, el cabrón depravado del hijo, terminó corriéndose como un toro bravo en lo profundo del útero maternal… ambos sudaban y gemían de puro placer y gusto. Descargar su semen dentro de su madre era superior a sus fuerzas, se desplomó cuando los chorros de leche dejaron de evacuar sus huevos.

– Ahora sí que estoy bien llena de mis machos ¡Sois unos buenos sementales, hijos míos!

– ¿Te lo he hecho bien mamá? Sé que Manuel te ha follado con mayor dureza, no sé si he sido de tu gusto.

– Me has complacido muy bien Rafael, no esperaba menos de ti… sabía que podías ser tan viril como tu hermano mayor. Follas divino, pero en la próxima te dejaré que me des más duro, hasta que me hagas sentir como una perra en celo. 

Le decía tendida en la cama con una alteración notable de la respiración agitada. Rafael pretendía marcharse, su madre lo retuvo y estuvieron en la cama por un espacio de tiempo razonable para todo el semen recibido se acoplase en su matriz adecuadamente. Era una mujer que también necesitaba del cariño de un hombre después del la cópula, en verdad el sexo con sus hijos, no había sido solo fornicar, también hubo entrega de amor y cariño. Para ella no había sido simplemente sexo. 

Desde hacía años, aquella hembra anhelaba volver a ser una hembra prolífica, aunque el nuevo Gobierno la hubiese descatalogado para engendrar. Tendría que ocultase durante un tiempo, al menos un año si sus hijos la hubieran fecundado, estaba en sus días fértiles y por falta de esperma no iba a ser… sus hijos acumulaba una gran cantidad en sus testículos, suficiente para preñar a una docena de hembras y todavía quedaba unas cuantas semanas hasta acabar el trabajo de reparto de la mercancía. ¡Era muy probable que saliese de allí bien preñada! No dejaría que sus hijos dejasen de concentrarse en la tarea del reparto.

– Mamá, creo que debes comprarte otro tanga para la próxima tanda.

Mientras retozaban en la cama improvisada se le acariciaba y besaba por todas partes dignas e indignas de su hijo…, aquel chaval con 18 años reaccionó casi inmediatamente y lo hicieron de nuevo con mucho deseo y entrega. Quedó muy tranquilo después de vaciar y dejar secos sus huevones rellenando a su madre por el coño y boca. Su hijo se levantó y se vistió para irse fuera con sus hermanos, dejando exhausta y repleta de semen a quien se supone que un hijo debe respeto y cariño, pero en aquel mundo de locos las reglas y los valores habían cambiado radicalmente. No obstante algo quedaba en el corazón de su hijo y antes de largarse le dio un beso, ella abrió la boca con lengua…

A los poco minutos, Socorro perenne e impertérrita, se levantó medio arreglándose sola en casa, se metió en la cocina a tomar agua, andaba con la entrepierna con un evidente escozor de coño y culo… sus tres hijos la habían reventado a pollazos, pero ella era consciente de su sino…, resignada a su rol de matriarca, madre, puta ocasional de sus hijos y ama de casa. Preparó como siempre la cena a los hombres. Los soldados tras la batalla, se reunieron a cenar, habían conseguido bebidas para pasar la temporada de reparto. Más tarde también se atrevieron a bailar, mientras canturreaban y tocaban las palmas por bulerías o por el palo que les saliera. Los días transcurrían entre entregas estratégicas, esperas infinitas y convivencia de los cuatro en el refugio… y de nuevo sexo, y más sexo… sexo fuerte muy satisfactorio para la hembra, complaciente para los machos. todos follaban con su madre a pelo, vaciándose dentro de ella sin clemencia ni dosificación. Hasta que el esfuerzo los vencía quedando dormidos como cachorros cada noche que estuviesen ahí.

Si por casualidad a media noche se despertaba alguno con ganas, la madre accedía a que la montasen, se despatarraba casi dormida y se dejaba follar aliviando las necesidades viriles del semental de turno. Era una forma como otra de controlar tanta testosterona y que por la mañana rindiese como hombres colocando el material enfrentándose a la muerte en cada entrega. Entre los tres hijos, el capricho de “La Socorro” era su ojito derecho Rafael, con quien más disfrutaba, por el cariño que le ponía follándosela, en cambio Manuel era un bruto acostumbrado a joder con perras callejeras por una lata de comida.... La madre se acostó al lado de Rafael, unos minutos más tarde de la cena de esa noche, lo empezó a acariciar de nuevo despertándolo de su profundo sueño. Reaccionó al tener a su hembra dispuesta y de nuevo se montó encima de ella teniendo sexo relajante... ella le susurraba al oído cuanto le gustaba que él la follara y lo bien que se lo hacía...que la llenase y la preñase..., todas esas sugerencias estimulaban la pequeño de sus hijos.

Sin duda era quien más se follaba a su madre, le daba ese privilegio por el amor que siempre le profirió, poniéndose de su lado frente a los demás que la despreciaban viviendo el padre.  Ahora ella era la jefa y en su Clan se hacían las cosas como ella ordenaba…Rafael era suyo para su uso exclusivo. Le enseñaba a follarla de las diversas forma que a ella le gustaba y sobre todo porque Rafael era en realidad, una fábrica de producir semen en cantidades ingentes y hacía honor a la fama de que gozaba entre quien le conocían. Cumplía como nadie. Así pasaron aquellos inolvidables días hasta que se repartió toda la mercancía. Con lo obtenido, tenían para vivir bien al menos un par de años todo el Clan Saldaña... y volvieron a casa.

En el refugio del sector 3, los Saldaña vivían como unos hijos de vecino más, pero en unos meses las cosas cambiaron para la matriarca al estar preñada de alguno de sus hijos. Aquello no era un secreto y tanto los hijos como las nueras, sabían que había sido durante la operación de reparto de medicamentos de estraperlo. La matriarca muy avezada en conflictos, para evitar cualquier mal entendido tomó a su Rafael como padre y único semental…, fue la mejor decisión al ser el único soltero y además su favorito. Desde entonces el pequeño Rafael y “La Socorro” dormían juntos y follaban de manera ostentosa a sabiendas del resto del Clan. Aun preñada, dando por sentado quien era el verdadero y único responsable de la panza de la DOÑA, gobernaba con mano dura y cabeza fría. Aquella mujer era capaz gestionar un mar de testosterona con justicia para todos y cada uno del Clan, era tan ecuánime y dura que se dejaba follar hasta el día antes del parto, y con sus recuperaciones milagrosas, sin perder el mando uno solo día. Tras parir a su último hijo, solo necesitó diez días para estar disponible y que la volviesen a montar ¡¡Era una gran superviviente, que capitaneaba con mano de acero y corazón caliente... y una máquina de engendrar!! Del mismo modo que follaba, ordenaba y gestionaba su Clan, con mano dura y completa sumisión a las folladas de su macho, porque follando, era ella la sumisa al MACHO. Con casi 50 años ya contaba con 8 hijos de 6 hombres, sin intención de poner fin a engendrar algunos más con su esposo e hijo Rafael.






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