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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Una Familia Unida y Revuelta




Desde siempre en mi casa se gozó de una gran libertad, entre la que estaba poder disfrutar del desnudo sin restricción alguna. Para mí era algo muy normal de siempre, ya que desde pequeña había visto a mis padres y hermanos completamente desnudos, como la cosa más natural del mundo. Yo soy la del medio, a la que nunca hacen caso, esa persona invisible que anda por casa…ser invisible era algo que me disgustaba por momentos, sin embargo en otros era algo delicioso pasar desapercibida, o eso creía yo. Como decía, en casa en cuestión de pudor no había problema, mis padres eran jipis urbanos, de los que un día se cansaron de vivir como perro flautas y decidieron coger la vida tal y como era de esperar para una familia civilizada. Esto ocurrió cuando adoptaron a mi hermano mayor Aldo.

Mis padres formaban parte de una ONG en Haití y Aldo se quedó sin padres, mamá lo cuidó durante meses hasta que tomaron la determinación de formar una familia en España. Abandonaron el “power flower” y se dedicaron a tener unos oficios urbanitas acordes a sus carreras… mi padre arquitecto técnico y mamá psiquiatra forense. Después vine yo y pasados dos años mi hermanita. A día de hoy en 2020, mi familia es algo complejo formada por mi madre (Esperanza 44 años), mi padre (Isaac 50), sus hijas (Elsa 20 años y yo que me llamo Judit de 22) y un hijo mulato adoptado (Aldo de 23) marido de Elsa… y también el tío Ernesto de 32 años, mi esposo a todos los efectos familiares. Aunque en conjunto somos todos amantes de todos… ¡Ah! Somos heterosexuales e incestuosos muy activos. En estos momentos las tres hembras estamos de buena esperanza, muy panzonas y bien preñadas por nuestros sementales, a la vez y en la misma orgía. Practicamos “El naturismo”, una doctrina que preconiza el empleo de métodos y esencias naturales para la conservación de la salud, sin embargo, el término que más utilizamos nosotros, hace referencia a un estilo de vida basado en la convivencia nudista familiar, personal y social. El nudismo es la práctica del completo desnudo social.


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Cuando tomé conciencia de la vida, fue cuando mi madre y yo protagonizamos el primer episodio que me hizo ver el valor del Naturismo en mi hogar… Abochornada, pero protegida por mi familia lejos de la civilización que preconizan el desnudo como delito…

Yo nunca me había desnudado en público, solo en casa delante de mi familia, sin embargo aquel año comenzamos a ser naturistas…, en el camping pasaba desapercibida, pero esos dos negros no me miraban igual. Mamá empezó soltar el pareo, yo seguía vestida así que ella me sacó la camiseta larga…

Acto seguido se quitó su tanga y yo no podía dejar de mirar sus pezones y luego su coño rasurado que había arreglado para la ocasión. Yo me acabé de despelotar quitándome la braguita del bikini, quedando desnuda frente a mi madre, sonriendo a medias.

Empezamos a caminar por la arena yo atrás de ella viendo como sus nalgas se movían de un lado al otro. Mamá tiene un cuerpo espectacular, ella decía que con el tiempo tendré el mismo culo que ella… redondo y respingón, como les gusta a muchos hombres, y seré muy atractiva y apetecible, por eso debo cuidarme de insinuarme descaradamente, no me tomen por puta. Nos quedamos a tan solo cinco metros apartados de los dos hombres negros. Estábamos a solas en aquel paraje, pensaba que esos dos machos nos podían violar y quedarse tan campantes. Ella se agachó para poner una toalla en la arena para sentarnos. Mamá ofreció el panorama completo de su precioso ano bien formado a esos dos tipos, y una vagina que hasta ese momento no imaginaba la necesidad que tenía de verga ¡¡Les fue provocando!!

Al darse la vuelta me comentó como se le había puesto la polla de dura a uno de los tipos que. No era para menos incitándoles de esa forma tan descarada... ¡¡MIRA y FÓLLATELO!

– Hija te has fijado, ese hombre la tiene bien dura ¡¿A quién habrá visto?! Yo creo que una de nosotras dos le ha provocado esa erección, ja,ja,ja.

La muy puta se pavoneaba adrede. A mí no me hizo tanta gracia, ese negro tenía una verga descomunal, si le daba por tomarla con nosotras no sé que podría pasar. En verdad los dos estaban bien armados con un fabuloso cañón e ingente munición dentro de sus bolas.

– Sabes cariño, así me gustan… gordas y grandes, sin dejarme responder…

Ella estaba acostada boca abajo cuando me dice que le ponga bronceador en la espalda, la ignoré, y justo unos instantes después el moreno alto de verga descomunal, se nos acerca y le dice a mi madre que si lo desea, él estaría encantado de ponerle bronceador a su espalda…, mi madre encantada le replica un

– Por supuesto precioso, dale bien a todo…que no quede nada sin broncear. El negro me miró indicando que yo estaba presenciando la escena, a lo que mi madre descaradamente le replica…

– Mi amigo puede darle a ella también bronceador.

– No, yo no necesito. Ya vengo embadurnada de casa, le dije evitando la tentación de que el otro negrazo se acercase a mí.

Le solicitó darse la vuelta y mamá lo hizo, y el tipo sin ningún pudor estando su hija delante, le masajeaba las tetas y le pasaba los dedos por encima de esa vagina que se veía preciosa y bien peladita. Al cabo de un rato el moreno se fue de vuelta con su amigo al lado de nosotros filmándonos. Yo estaba acostada boca abajo con los auriculares escuchando música, cuando siento una mano sobre mi culo, abro los ojos y era mi madre. Le pedí que parara…

Al ver eso, el otro tipo sustituye a su amigo…

A lo cual mi madre puesta boca arriba se dejó manosear de nuevo por el otro. Él se arrodillo y mi madre acostada le ponía bronceador en el pecho. El riéndose le espeta que lo haga por todos lados, no solo ahí, le estaba metiendo los dedos en el coño directamente. Mi madre muy arrecha le coge su polla gigante por la tremenda erección, y se pone en la sobe la cara…

– Masajea tú aquí. Le dice el negrazo.

Mi madre riéndose…

El tipo de puso bien duro y ya no aguantaba más así que le cogió la cabeza de mi madre y con fuerza la dirigió a su polla, a lo cual mi madre sin decir nada obedeció. No le entraba en su boca pero con fiera el moreno le metía hasta la garganta. Yo al lado de ella les veía como disfrutaban, absorta con los ojos como platos y mi cabeza en órbita. De pronto vi como el primer moreno que bronceó a mamá se puso detrás de ella…

– Prepárate blanquita, porque te voy a romper el coño… Y te lo voy a llenar de crema africana, como se merece una PUTA.

Así con uno por delante mamándole la verga y el otro por detrás enchufado al coño de mi madre, la tenían empalada entre ambos. Mi madre abrió sus piernas para darle cabida al gran cipotazo del negro que le empujo sus piernas hacia los lados despatarrándola un poco más. El otro le sujetaba la cara follándole la boca, no le podía meter la polla entera pero su cadera se agitaba rápida. Mi madre aguantaba bien la embestidas de ambos, por su coño desaparecía todo el tronco de ébano aporrándole con los huevos en su vulva. Eran unos cojones colganderos muy alargados que se bamboleaban como el badajo de una campana. Mamá tomó el control de la follada oral, y con una mano se sostenía y con la otra asía el tronco del negro… poco duró, y tuvo de volver a sostenerse con ambos brazos.

En poco más de dos minutos se oyó rugir al negro que comenzó a eyacular dentro de la boca de mi madre, la extrajo para que solo mamara el glande y se fuera tragando todo el engrudo negral que aquel semental expelía. Acabó y nada más extraerla, ella le mostró el contingente seminal descargado, e ipso facto se lo zampó directo a su estómago. Mi madre aún continuaba siendo follada como una perra en medio de la arena por el otro africano, ella gemía y disfrutaba pero el macho no duró mucho más. Se le puso cara de dolor o placer retorciendo el gesto y expelió el semen a gritos, clavando a fondo a mi madre hasta el mismo útero. Con convulsiones espasmódicas inició la eyaculación en lo profundo del coño de mamá…, la estaba inseminando a granel con auténtica semilla africana. La cara de mi madre era un poema recibiendo los chorros de lefa. Mientras el macho se desgañitaba eyaculando dentro de su vagina, ella me miraba a los ojos pidiéndome compresión y complicidad. Pensé que en esos instantes preñaban a mi madre y mi nuevo hermanito mulato, sería en parte de mi propia sangre. Al terminar, puso la verga para que se la acabase de limpiar, y mamá sin el menor pudor le chupó todo el tallo golosamente, lamió el glande una y otra vez presionando el tronco obteniendo el último borbotón de lefa. En tanto le hacía la limpieza se dirigía a mamá…

– Esta noche vente para nuestra caravana… con la nena también, si quieres… mi amigo y yo estaremos esperando ¡Tendremos una fiesta bonita con música y cachondeo!

Mi madre con regusto del semen en boca y su vagina brotando un reguero de esperma espeso, dijo que tal vez, pero que no se hicieran ilusiones, al menos con la nena. No volvimos a tener ningún encuentro con ellos y creo que mamá quedó bien abastecida y satisfecha con esa fornicación doble. No había sido la primera vez que veía a mi madre siendo follada, pero en todos los casos era por mi padre y no por dos africanos súper dotados. Ambas fuimos cómplices y lo seguimos siendo tras aquella aventura. No digo que no me excitara un poco, pero no del modo como para querer que me follaran, a esa edad todavía veía el sexo como algo supletorio a la rutina en la convivencia diaria, porque de esa manera me lo hacían vivir. Con todo esto quiero remarcar que vivíamos en plena libertad por casa, en ropa íntima o sin ella, completamente en pelotas… Para mí, un polla o cualquier otra parte del cuerpo del hombre o de la mujer tenía pocos secretos en cuanto a su forma externa, pero si algunos, como pude comprobar más tarde…, especialmente su uso. Hasta los 12 años todo lo envolvente al naturismo me parecía onírico, hasta que comienzas a tener las hormonas revueltas con la pubertad.


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A esa edad comencé a experimentar una extraña sensación que me hacía sentir algo incómoda estando desnuda. No sabría decir qué, pero era desconcertante. Notaba que cuando pasaba desnuda delante de mi padre, las cosas no eran como siempre, lo mismo ocurría con mi hermano Aldo. Me sentía observada como nunca antes y eso me producía una especial sensación que no sabría definir… a mi hermanita no la miraban así, aunque a mi madre, Aldo no le quitaba ojo en su idas y venidas. El chico era mulato y a sus 19 años ya portaba una verga que le hacía sombra a la de papá. Con mi hermano era cierto eso de que los negros la tienen más grande que cualquier otra raza, pero eso hasta ese momento no me había llamado mucho la atención, curiosidad sí pero nada más.

Empecé a recordar algunos consejos que mi madre me daba desde hacía algunos años a cerca de cómo eran los hombres y sobre mi condición, lo que tendría que cuidar en algunos años más y cuáles eran mis atributos a salvaguardar. Inmediatamente descarte algunas consideraciones, ya que no tenía experiencia ni edad para asociar determinadas cosas, pero que los hombres se transformaban en machos expectantes al acecho de una presa fácil, eso sí que lo entendí. Desde los ocho años o antes conocía el mecanismo de la reproducción de los animales mamíferos y por interpolación la de la raza humana…que la vagina era el receptáculo de la semilla que expulsan los hombres por su verga cuando están excitados.

Aún con mis conocimientos de anatomía y reproducción, nunca fui advertida por mamá que tuviese la más mínima precaución o que fuese el objetivo sexual de ninguno de los dos machos de la familia… ya sea por confianza o familiaridad con ellos. También cabía la posibilidad que el incesto no fuera nada que provocase rechazo en mis padres, y por tanto dar por hecho que aparearnos dentro del círculo familiar, no era problema. Yo continuaba sentándome con mi padre en algunos lugares como en el sofá a la hora de ver la televisión, en los coches, en las hamacas de la piscina…, para jugar, sentirme a gusto y demostrarle mi cariño. Yo lo necesitaba, lo había hecho siempre y no tenía por qué cambiarlo…, sentir sus genitales pegados a los míos engordando bajo mi vulva, era tan habitual como placentero.

Desde hacia algunas semanas las caricias de mi padre pasaban de la cabeza a las tetitas, de ahí saltaban a las caderas rumbo a los muslos y al cabo de unos minutos observaba la gran erección en su cipote presionando mi coñito. Los primeros días no le daba importancia, entre otras cosas porque no sabía lo que significaba con toda exactitud, pero la verga de papá ya no era tan normal viéndola tensa, acostumbrada a verla y sentirla laxa como hasta ese momento a mí me gustaba. Entonces, además de los sobeteos por mi cuerpo, se frotaba el orondo falo contra mi cuerpo y es conveniente decir que la polla de papá empalmada, alcanzaba unas proporciones enormes, no debía de medirle más 20 cm, pero en grosor era especialmente ancha, tanto que mi manecita no lograba cerrarla alrededor del tronco. Ahora con el tiempo, he sabido que mi padre antes de conocer a mamá había sido un dandi revienta coños… y no le importaba que las tipas fueran casadas o solteras, maduras o jovencitas.

Tras el “Coronavirus SARS” del 2003, mi padre trasladó el puesto de trabajo a casa, dado que su labor le permitía el teletrabajo en su oficina doméstica… se dedica al diseño de naves industriales. Naturalmente, papá pasaba muchas horas en casa a diferencia de mi madre que es Psiquiatra forense y su trabajo estaba de su consultoría al juzgado, por eso siempre me lo encontraba en todo momento. En mi casa nadie cerraba la puerta del cuarto de baño, y era normal vernos en las tareas de aseo más intimas, sin ningún recato… cepillándome los dientes por la mañana, podría llegar Aldo o mi padre y ponerse a mear en pelota picada, yo naturalmente me quedaba observando el caño grueso que soltaba mi padre, y como se le abría el ojal de su glande, el mismo por el que debía expeler buenos chorros de esperma de sus bien abastecidos testículos, de tamaña consideración muy colgones de la base de su verga. De la misma manera que mi coñito y el de todas las hembras de casa había sido mil veces visto en semejante postura de alivio sobre la taza del váter. Pero desde ese tiempo, de vez en cuando al pasar por el cuarto de baño, la oficina o por el dormitorio de mis padres, encontraba a mi padre con la polla erecta y alguna que otra vez, tocándosela.

La muy inocente de mí le preguntó un día, sin el menor recato, porque se masturbaba. Él me contestó que los padres hacían el amor cuando se excitaban, pero él no siempre tenía cerca a mamá cuando lo estaba y por eso se masturbaba… me hizo comprender que la auto satisfacción sexual no era nada de lo que avergonzarse, que aun teniendo pareja con la que fornicar, tanto mi madre como mi padre se masturbaban, e incluso estando juntos. Con esos precedentes, pasó a enseñarme como lo hacían los hombres. Se agarró la polla y tras unas pasadas al prepucio de arriba abajo, se le quedó completamente descapullada, papá apretaba firme pero suave, se lubricó la mano con saliva y continuó haciéndose la paja. Le seguía con mucho interés informativo…. Debía estar muy excitado, porque no tardo ni cinco minutos en salir en gran chorro de semen muy blanco y espeso que a mí me sorprendió mucho. Nunca lo había visto antes… era mi primera corrida masculina en vivo y en directo, tanto que se sentía el aroma a testosterona. Los tres primeros chorros fueron tan potentes que alcanzaron más de un metro de distancia…al tener el glande despejado, toda la lefa eyaculada se lanzaba sin oposición, a no ser que se cubriese la punta de la verga con algo que la contuviese.

Cuando terminó, me fui sin decirle nada, pero muy ruborizada e incómoda por mi inocencia. Me hubiera gustado decir que sabía lo que era el semen y cuál era su función dentro de la vagina de una mujer, como lo hacían los hombres para preñarnos y todo eso, para no pecar de mojigata, pero para mí realmente fue una sorpresa que me dejó sin aliento, presenciar la paja de papá y su ingente eyaculación. Fue algo que me sorprendió y agradó a la vista, ver el caño tan grande que soltó de su glande, y no solo fue uno sino tres buenas andanadas de lefa que abrieron el ojo de su glande de manera bestial, para eyacular tan tremendos chorretones de lefa espesa.

Parecía que iban a ser imágenes pasajeras como las que veía en internet, pero los colosales chorros de semen no se me fueron de la cabeza durante varios días. No conseguía entender si me gustaba o no, pero me encontraba a gusto. Pensaba que toda esa ingente cantidad de esperma, se la metía habitualmente a mamá en su útero, que de una de esas corridas nací yo y también mi hermanita Elsa, con lo cual esa lechada retroalimentó mi fantasía de cómo pudo ser el día de mi procreación, o cuanta leche le inseminó papá en aquella cópula… la postura en que lo hicieron y si mamá también se corrió en tal fornicación. Eran preguntas que solo ellos podían saber, si se acordaban, porque igual olvidaron en qué polvo me engendraron.

Seguía encontrándome a mí padre desnudo, como siempre, pero cada vez más me sentía esa incomodidad, especialmente en los encuentro a solas… las veces que le veía excitado también aumentaron en cadencia, o al menos me fijaba más buscando esa imagen de su polla eyaculando como un géiser. Yo intentaba dar una sensación de normalidad, demostrar que era adulta y que lo entendía todo, pero no dejaba de sorprenderme y ruborizarme, cada vez que veía a mi padre menear el rollizo falo cuando se le ponía erecto. Al cabo de un tiempo después de su paja, solía pasarme por allí con el fin de observar la cantidad expulsada de ese líquido blanco. No sé si era morbo o simple pretensión de excitarlo más. La situación se hacía incómoda y ya no pude aguantar más… una tarde que le vi en su habitación haciéndolo, entre a preguntarle, el por qué de mi extraña sensación de rubor y alteración al vérsela tan dura.

Me explicó que era algo normal ya que mi rubor se debía a que ya era una mujer, “y muy hermosa”, dijo. Empezaba a darme cuenta del enorme poder de seducción que tiene una mujer sobre el hombre. Como no acababa de entenderle, insistí. Entonces empezó a construir un razonamiento que me despejo muchas incógnitas y me ilusionó mucho… Continuó diciendo, que como ya era una mujer y muy hermosa, ya empezaba a despertar el deseo en los hombres…, pese a ser mi padre biológico, no dejaba de ser un hombre. La excitación del macho como la seducción de la hembra era inherente a la condición animal del ser humano, y no lo podíamos ni debíamos evitar, porque de ello siempre ha dependido la procreación de la especie. El instinto básico está grabado en nuestro cerebro primario y todos lo tenemos…

Continuó diciendo que por un motivo desconocido, hacía semanas o meses que se fijaba en mí y le producía excitación. Yo me sentí muy halagada y satisfecha, porque empezaba a entender algunas cosas que mamá me había advertido sobre los hombres que no dejan de ser machos sementales, con deseos de cubrir a las hembras que tiene a su alcance… con pretensiones de aparearse y preñarlas, pero en nosotros, los seres humanos y algunos otros homínidos, además era motivo de placer y de relacionarse dentro del grupo social. También insistió en lo referente a lo que me parecía grosero del tamaño de una verga empalmada, era porque no estaba acostumbrada a verla así, pero que en algún momento cercano me gustaría disfrutarla. Finalmente y en cuanto al esperma que brotaba tan blanco de su glande, no era más que el resultado de haber alcanzado el placer máximo del hombre (semental) y era necesario que así fuera por el bien de la humanidad.

– Ahora que empiezas a ser mujer comprobaras el gusto de saber que todo esto lo provocas tú sin quererlo. Pronto querrás ser tú la protagonista y gozar de ese placer en tu cuerpo.

Le planteé que entonces ya no podría más ir desnuda por la casa, ya que no había nada más lejano a mi intención que producirle, a él y a mis hermano, algún padecimiento por estar de manera continua excitados, con su verga tiesa y dura tanto tiempo…, porque eso debía de dolerles. Inmediatamente me pidió que nunca hiciese eso, pues le privaría de uno de los mayores placeres que había encontrado en la vida, que mamá también iba desnuda, también le excitaba y eso era bueno, porque así hacían mejor el amor. Ahí me volví a perder, y dudé en preguntarle por no parecer una nena tonta e ignorante. No sabía si eso significaba que se excitaba conmigo y le hacía el amor a mamá pensando en mí. Como ya estaba en confianza se lo pregunté y me dijo que lo hacía pensando en la dos, lo que me equiparaba a la condición de mujer con mamá. Eso me elevó al status de hembra en condiciones de procrear.

Continuó diciéndome, que le gustaría hacerlo conmigo, pero eso solo ocurría con mi consentimiento y sabiendo la responsabilidad que llevaba el incesto de cara a ser un tabú social, en el que él no creía claro, ni tampoco mamá. Ellos ya habían hablado pausadamente de todos los escenarios posibles que pudieran ocurrir en casa. El caso era que él no haría nada sin quererlo yo, y que por eso solo se masturbaba, aunque pensaba que era una hipocresía, pues se fijaba en mí cuando lo hacía… en mi coñito enjuto sin apenas vello con un poco sobre mi monte de Venus, mi culito o mis tetas emergentes de pezones puntiagudos en forma de ojiva. Que estaba poniéndome muy sexy y que mamá y él habían acordado que no sería mala idea, que fuese desvirgada por uno de los hombres de casa, dado que nadie mejor que ellos me trataría en esa primera vez, tan delicada para la mujer.

No supe que decir. Solo que si era para mi padre, al que yo adoraba tanto, que jamás me haría daño, y como

Durante un tiempo no me importó, por las razones antes expuestas y porque mi padre era y es un hombre atractivo. No solo en el aspecto sexual, bien dotado, algo que solo comprendí unos meses después cuando fui desvirgada y follaba habitualmente por él, dado que tiene una polla adecuada en largura para mi profundidad vaginal, y sobre todo muy apropiada para la excitación gracias a la gran anchura, lo cual provoca que mi clítoris y toda mi boca vaginal sea engullida al insértala, produciendo la fricción de nuestros genitales y un alcance más rápido e intenso del orgasmo. Sino porque era un primor cuando me acariciaba y me sumía en su regazo. Siempre fue comprensivo y cariñoso. Me sentía seguro en sus manos y eso es algo que una mujer siempre busca en un hombre… mi padre me lo daba todo, amor y seguridad. Pero al cabo de unos meses, empecé a sentirme incómoda de nuevo. Empecé a ir vestida más tiempo del que lo hacía antes y a evitarle, ya que algo se escapaba a mi comprensión que mi cuerpo pudiera seducirle, teniendo una esposa tan espléndida y sensual.

Papá seguía entrando en mi habitación sin llamar, cosa que nunca me importo, pero empezaba a incomodarme, a hacerse el encontradizo en el baño, en los pasillos, en todas partes. Pensé en cortar el asunto y evitar que me volviera a ver desnuda. Pensaba que evitando la provocación, evitaría la reacción. Tener a mi padre empalmado todo el tiempo no debía ser bueno para su polla, también para su concentración en el trabajo…, pero era su salud lo que más me preocupaba. En ese momento de mi vida necesitaba a mis padres sanos y fuertes para poder apoyarme en ellos y lograr salir de cualquier escollo triunfante.

Un día que estaba tumbada en el sofá viendo la televisión, oí que se acercaba… me hice la dormida. El se sentó desnudo a ver la tele y puso un vídeo porno. A los diez o quince minutos comenzó a jadear al ritmo de las voces de la película, supongo que masturbándose. Yo estaba de espaldas y no lo podía ver. No sabía qué hacer, si continuaba haciéndome la dormida y esperar a que terminase y se fuese. Mi actitud en cualquier caso perecería ridícula, ya que sus jadeos eran demasiado sonoros como para no escucharlos, pero si me iba, tendría que verle y darle a entender lo que hacía. Yo solo quería evitarlo para no darle motivos. La lógica solo me dejaba una salida… despertarme y demostrar mi madurez aceptando como natural verle como se masturbaba, una vez más.

Efectivamente, me desperecé y con cara somnolienta pregunte qué pasaba mientras giraba la cabeza hacia mi padre. Impulsada por la sorpresa pegue en bote que me sentó directamente en el sofá al comprobar el tamaño de su polla. Era muy grande, pero más que largo, era ancho, tremendo… creo que nunca lo había visto así o al menos eso me parecía. Ruborizada por la sorpresa e intentando que él no se diera cuenta, no tuve otra reacción que la de irme para aclarar mis ideas a solas, poniendo como pretexto que le dejaba solo para no molestarle. Me invitó a ver la peli junto a él, era porno duro donde un maduro en el papel de padre se trincaba a una jovencita con coletas en el rol de hija consentida de papá. Se la enchufaba con dureza haciéndole gritar a cada pollazo… no voy a negar que la escena me excitó, más viendo a mi padre empalmado con todo el mástil en alza, tenía el coñito mojado, con ardores por todo el cuerpo. Pensé que debía marcharme, dejando a papá a solas con la peli. Para irme del salón tenía que pasar necesariamente por el sofá en el que él estaba sentado. Cuando pasé a su altura, me sujetó por el brazo…

– Como ya no me dejas verte, tengo que excitarme con estas extrañas. Lo expresó de una forma tan suave y tierna que no supe que responder ni que hacer. Me quede callada unos instantes y, como no me soltaba, me senté a su lado, y mirándome a los ojos mientras me acariciaba el pelo, me soltó un…

Tratando de recuperarme y de mantener la compostura de mujer adulta, le contesté que por qué me decía eso. Me respondió que había notado desde hacía tiempo mi distanciamiento y que no quería hacerme ningún daño, que si no quería dejarme ver desnuda que estaba en mi derecho, pero que me echaba de menos. Sinceramente, terminó de derrumbarme. Su cara era como la de un niño pidiendo compasión y algo de ternura. Me pareció tan sincero, que me sentí muy a gusto, me junté un poco más a su cuerpo y, acariciándole la nuca le solté un beso en la boca…

Bajó el volumen del vídeo y me pidió con un vistazo que me desnudara. Así lo hice y me volví a sentar a su lado esperando más indicaciones. Se giró quedando casi de frente uno al otro, me acarició las tetas, los muslos y me dio un beso como los de siempre. Mirándome a los ojos me pidió que le tocara el falo. Era la primera vez que lo hacía de esa manera tan directa, me atraía la idea y estaba nerviosa e impaciente por experimentar esa sensación. Lo hice tímidamente con una mano, pero apenas cubría una cuarta parte. “¡¡Qué suave!!”, fue lo único que me salió por la boca cuando comprobé la suavidad de la piel del prepucio al retirarlo del glande. Entonces lo hice con las dos y empecé a sobarlo como quien palpa un tejido de seda. Una mano en su troncho gordo y la otra sobándoles los testículos tan pesados que tiene.

Mi padre me pidió con voz melosa… – ¡Hazlo como has visto en el vídeo!

Me pidió disculpas, mientras me dirigía la cara hacia el mostrenco de nuevo. Le rogué que no me pidiera que se la mamase de nuevo, me no por tener asco de chupar su polla, sino porque era tan grande y ancha que me ahogaba con ella y no disfrutaba. A cambio le ofrecí hacérselo con las manos, a lo que aceptó gustoso. Debía ser muy torpe, porque a los pocos segundos me quitó las manos de su mazo y me las puso en sus testículos, mientras él se masturbaba a una velocidad y fuerza de vértigo. Tenía su verga a tan solo unos 20 centímetros de mi cara, veía su glande orondo enfilado a mi cara, en tanto le sobaba los huevos a papá, eso le estimulaba mucho por lo que sé ahora. Yo miraba sus gestos, y de pronto constreñido como aquel negro de la playa nudista, mi padre cerró los ojos, estiró su cuerpo hacia atrás y jadeando…, yo miraba intermitentemente mis manos y las suyas, su glande y el ojal por donde soltaría toda su soberbia chorretada de leche.

A los pocos segundos saltó un gran chorro de semen que se estampó contra mi cara, seguido de otro chorretón que me manchó toda la cara y las tetas también. No me atreví a moverme recibiendo los lechazos gustosamente. Otro cayó en parte en mi ojo derecho, cruzándomelo. El semen de papá resbalaba por mi cara y parte llegaba a mis labios, saqué la lengua y lo probé mientras él acaba de eyacular sobre mi cara y tetas. Sumisa y obediente esperé sus indicaciones mientras le miraba a su rostro. Sorprendida por los mohines de dolor o placer de su cara, entonces no lo sabía, tenía la duda de si se lo había hecho bien o no, de si habría disfrutado o no. Para mí esos segundos de incertidumbre fueron horas.

Se disculpó con un beso y las gracias tirado sobre el sofá…

Entonces mi desconcierto fue total, pero de sus labios, al darme las gracias, salió el aliento más agradecido que he sentido en mi vida. Supuse que todo habría ido bien y que en otra ocasión me lo aclararía. Me levanté y fui al aseo, me quedé unos segundos mirándome la cara repleta de esperma, grandes chorretones la cubrían casi por completo. Parecía una de esas actrices porno que participan en un “Gang Bang” y acaba comiéndose la lefa de un montón de sementales que se corren sobre ella. Me sentía adulta y feliz de haberle complacido. No sé por qué, pero esa noche me fui a la cama satisfecha y tranquila. No podía, ni quería quitarme esas imágenes de la cabeza. La verga de mi padre en plena acción me había gustado, sentirla en mis manos y tan cerca, oliéndola y saboreando su esperma había sido una experiencia única… sin darme cuenta me encontré haciéndome con la mano una paja, dándome con el dedo en mi clítoris, lo mismo que la chica de la película mientras era penetrada por el coño e inseminada corriéndose su “padre” dentro de ella, al tiempo que ella misma se pajeaba con soltura e ímpetu para correrse junto al semental y supuesto padre.

Esa noche tuve mi primer orgasmo verdadero pensando en mi padre…y me gustó, porque me corrí pensando solo en lo único que concebía… en la suavidad del cipote de mi padre. Sabía que los orgasmos en la mujer se alcanzaban introduciendo la polla erecta en la vagina, eso lo sabían hasta los pequeños, pero esa noche desconocía que se conseguía por frotación continuada en el clítoris. Fue un orgasmo más mental que canal, verdaderamente bonito y emocionante, porque las pulsaciones de mi corazón se dispararon por las nubes. Creo que me sentí preparada para dar el siguiente paso en la relación sexual con un hombre.

Si tenemos en cuenta que desde que todo empezó hasta este primer orgasmo clitoriano, habían pasado 6 meses, y yo de los 17 a los 18 años, era a tener en cuenta que mi asimilación del sexo era total. Por eso después de esta experiencia y durante bastante tiempo masturbaba a mi padre muchos días. Aprendí a hacérselo con la boca y sin que me produjera molestas sensaciones. Aprendí a utilizar la lengua, las manos y los labios. No me apetecía mucho tragarme el semen, pero sabía la enorme satisfacción que le producía a papá y lo hacía a gusto, no me desagradaba el sabor, incluso me apetecía, sintiéndome rara el día que no me daban un atracón de leche. Cada vez era más garganta profunda, y los 18 cm de verga que ahora sé que gasta mi padre en plena erección, fueron alojándose poco a poco más dentro de mí. Me dejaba follar la boca como una puta, de la misma manera que aquel negrazo se folló a mamá en la playa ¡¿Existe otra forma de mamar pollas…?! ¡De tal palo tal astilla!



Mi padre había sido lo suficientemente perspicaz como para excitarme previamente durante meses con las pajas y las mamadas, tanto a su polla como a mi coñito. Me había enseñado a masturbarme por frotación clitoriana y me lo hacía siempre antes de empezar, para terminar corriéndonos juntos. Nos masturbábamos uno frente al otro o pegados brazo con brazo oyendo el chasquido característico de su polla siendo pajeada, también combinada con el ruido de mi coño acuoso. Si él acababa antes, algunas veces me regaba la vulva de esperma en cantidades voluminosas cubriendo todo mi chocho, dejándolo completamente blanco como una postal de Navidad. Con esa costumbre descubrí que el semen era un buen lubricante, así me frotaba con mayor suavidad el clítoris, incluso sacándolo a relucir de debajo del capuchón, directamente sobre él, sin la menor irritación ni escozor por el roce vertiginoso de mis dedos. En esos casos mi padre metía sus dedos embadurnándose de leche en mi coño al paso por mi raja… no pensábamos que esa cantidad de semen dispuesta en los dedos fuera capaz de preñarme, pero sí ejercía su labor lubricante junto a mis abundantes flujos vaginales. Sus dedos chasqueaban acuosos entrando y saliendo, a la vez que mis dedos se dedicaban a forzar mi clítoris hasta que me corría mirándole a los ojos, expresándole que era suya.

Con los meses se hacía normal aquellos encuentros furtivos, y cuando a mi no me apetecía, mi padre se masturbaba mirándome desnuda. Me gustaba que no me obligara a tocarle cuando no me encontraba bien, sin embargo me desnudaba para él adquiriendo posiciones sexis abierta de piernas o a cuatro patas con el culo respingón para que me viera el conejito y el culito. Casi siempre le dejaba que se corriese sobre mi coño o el culo y me cubriese bien de semen con la ingente cantidad de esperma espeso que eyaculaba en cada batida.

¿Aún no os habéis preguntado dónde estaban mis hermanos en todas esas tardes? Bueno os cuento que mamá trabaja hasta tarde cada día, y nosotros tras venir del instituto y comer todos juntos, mamá a las 17:00 se marchaba y dejaba los lunes y jueves a Aldo y Elsa en el auditorio aprendiendo solfeo y los martes en entrenamiento de Jóquey sobre patines, ambos tenían los mismos gustos y aficiones, en cambio yo era más de informática e inglés los miércoles y viernes…, de tal modo que los tres días que nos quedábamos papá y yo solos hacíamos nuestras travesuras durante esas dos horas o más. Eso no quitaba que en casa fuera habitual que fuéramos desnudos muy a menudo o solo con lo imprescindible para guardar una mínima higiene personal.

Harta de ver penetraciones en las películas, folladas salvajes y demás pornografía, le pregunté por qué no deseaba penetrarme a mí. Esa pregunta debió sacarle de sí porque alcanzó una erección de las grandes en pocos segundos, como no recordaba desde el primer día. Me confesó que era algo que deseaba y en eso también estaba de acuerdo mamá, pero que no lo hacía porque me lastimaría y por los riesgos de dejarme preñada sin tomar precauciones. Yo me reí sonoramente y haciéndome la entendida, le recordé los métodos de prevención que podíamos tomar… le confesé estar lista para tomar la pastilla anticonceptiva, con el fin de poder follar a pelo y vaciarse los testículos dentro de mí coño con toda confianza.

Me pidió mucha atención a lo que me iba a decir, intrigada y ansiosa por su respuesta. Siempre había tenido miedo a una primera penetración, pero estaba esperando una indicación positiva de mi padre. Nunca pensé en mi vida que él pudiera querer hacerme ningún daño, sin embargo ambos sabíamos que mi coñito era virgen, estrecho y tal vez poco profundo por tener solo 13 años. De papá y mamá solo aguardaba mucho amor, placer e instruirme en las cosas de la vida… y si me lo hacía tal como sabía tratarme, me gustaría.

– Está bien cariño, lo haremos…, pero sin condón. La primera experiencia debe ser al natural

En mi sonrisa descubrió mi aprobación y deseo de hacerlo inmediatamente esa misma tarde del 11 de septiembre de 2011. Me agarró de la mano y me llevó a su habitación. Mi estado era de verdadera excitación y curiosidad, pero de enorme tranquilidad, porque iba a experimentar lo que había oído a otras muchas mujeres narrar como una experiencia difícil, dolorosa y generalmente insatisfactoria, pero con una persona que tenía experiencia, que me cuidaba y nunca me haría daño y nada que yo no quisiera. Sabía que era la mejor forma de romperme el coño, y si cualquier nena tuviese la posibilidad de tener a esa persona de confianza, le aconsejo que la utilice para desflorarla… y lo haga a pelo para sentir su lefa.

Sin llegar a tumbarnos en la cama, de pie, pasándome las dos manos por mi nuca dirigió sus labios hacia los míos y me dio el primer beso sexual que he conocido de mi padre o de cualquier otro hombre. Ahí noté el primer cambio, al sentir los labios húmedos con su lengua recorriendo mis dientes, lengua y paladar. No me costó encontrar la diferencia entre los besos que acostumbraba a darme en los labios y aquel beso de deseo comiéndonos con lujuria. Realmente estremecedor era darle mi lengua, me la mamaba y luego yo a él en un intercambio de saliva y chupadas. Jugamos un rato con las bocas y las manos recorriendo nuestra anatomía. Todo se desarrollaba lentamente, parecía estar bajo los efectos de alguna droga o del alcohol, como pude comprobar años más tarde cuando probé las bebidas espirituosas…, todo se fundía en una nebulosa en la que los sucesos se desenvolvían mientras volábamos excitados y emocionados.

Empezó a quitarme la ropa despacio, muy despacio y sin mediar palabra, me preguntaba con la mirada cada pocos segundos si todo iba bien. Yo quería más besos húmedos, paladear el sabor de su boca. No sabía lo que tenía que hacer o, más exactamente, lo que él esperaba que yo hiciese. Me había propuesto dejarme llevar hasta donde él me llevase.

Cuando estuve totalmente desnuda, miré hacia las puertas del armario cubiertas por el gran espejo que las cubría. Mi cuerpo se reflejaba totalmente en el mural y por encima de mi cabeza se apreciaba la de mi padre quien se limitaba a sobarme las tetas y a permitirnos contemplar mi cuerpo durante largo tiempo, hasta llegar a apreciarlo como antes nunca lo había hecho. No me parecía el mío, no era yo. Por primera vez me gustó, descubrí unas formas femeninas excitantes y aprecié el sexo en un cuerpo de mujer. Mis ojos eran de una tercera persona espiando escenas íntimas de otra pareja. Creo que mi cuerpo ofrecido a la fornicación, era realmente provocador para cualquier macho que se precie de serlo. Tenía gran estatura para mi edad, formas proporcionadas y desarrolladas, una piel muy suave y la ternura e inocencia de la edad. Ahora comprendo lo que una chica así inspira a los hombres…, de ahí el mito de “Lolita” que evoca a una nena delirio de un maduro.

Después me giró hacia él y se terminó la sensación de tercera persona. Sin dejar de mirarnos a los ojos, me empujó de los hombros hacia abajo hasta arrodillarme y me pidió que le sacara la verga del pantalón. Sin dudarlo y con una enorme ansiedad lo hice desbotonando y rasgando la cremallera. Cuando le bajé el pantalón, la gran polla sobresalía de los slip, incapaces de retener a la bestia ardiendo. Sin bajárselos del todo, solamente tirando de mazo hacia mí, terminó de salir todo el tronco y me lo introduje en la boca como ya sabía hacerlo. Le estuve succionando el glande un rato largo pero que me pareció corto, lamí su tallo. Él empujaba mi cabeza hacia su polla con las manos en mi nuca y otras veces me alejaba retirándome el cabello. Sabía que quería mirar como se la mamaba y yo me esmeraba especialmente en hacérselo bien, con gusto y esmero…. Cuando empezó a jadear, me quitó el chupete…, levantándome con sus manos me llevó a la cama. Me tumbó y empezó a desnudarse completamente delante de mí… camiseta y calzoncillos hasta sacárselos.

Yo admiraba a mi padre, tenía un cuerpo que antes no había sabido descubrir, era atractivo y lo deseaba. Hasta su enorme polla me pareció bonita y la deseé, no sabía cómo, pero la deseaba para mí, dentro de mí. Ahí descubrí el sexo de verdad. Ya no me asustaba que fuese demasiado larga, para mí supuesto poco fondo vaginal, o demasiado gruesa para mi estrecha grieta…solo quería que me abriese, me rompiese el himen y me hiciera suya, su hembra. Lo que sabía por experiencias de otras chicas, era que la primera vez no se olvida… no olvidas quien te rompió, ni como lo hizo, ni lo que sentiste y como quedaste tras la fornicación. De tal modo que yo sabría siempre que fue mi padre quien me partió, que lo haría con amor y que mi vagina quedaría dilatada por el grosor de su verga y llena de esperma, y sobre todo feliz.

Cuando estuvo desnudo, puso primero una rodilla en la cama, luego la otra y dirigiendo su boca a mi entrepierna, con sus manos me las abrió y empezó a besarme en el vello púbico. Fue bajando poco a poco hasta introducirme su lengua. Grité de placer… nunca había sentido una sacudida tal. Sin darme cuenta estaba haciéndole lo mismo que él realizaba cada vez que le comía la polla… empujar su cara hacia mi pubis con mis manos en su nuca. Necesitaba que se zampara mi conejito entero, que lo saboreara y se impregnara de mi aroma. Yo habría las piernas todo lo que podía y él introducía su lengua todo lo que mi agujero le permitía, metiendo la nariz en mi raja, a veces rozando el clítoris. Tras follarme con su lengua, lengüeteaba mi pepita despejándola del capuchón… sentía la punta de la lengua en excavando en el espigón, llevándome al éxtasis. Así estuvo más de diez minutos dedicado a mí. De repente y sin saber como habíamos llegado a esa posición, me encontraba haciendo un 69. Entonces noté algo distinto. Mi padre, sin saber de dónde lo había sacado, empezó a untarme algo suave y frío, que luego supe que era vaselina, pero yo continuaba chupándole con fruición.

En ese momento rompió el silencio para volverse y decirme a la cara que lo disfrutara, nada mejor que introducirla sin preservativo para que disfrutar del placer de una polla en contacto directo con las paredes internas de la vagina, porque esa era la mejor forma de iniciarse en el sexo.

– El himen siempre es mejor romperlo directamente con el glande, de esa forma debido a la sensibilidad que existe en tal zona, se sabe si todo va bien. Me indicaba papá.

Era evidente que mi padre deseaba follarme a pelo, como lo hacía con mamá y esa era una excusa muy razonable que me convenció. Me pidió que si al insertármela, sentía dolor, se lo dijese inmediatamente y pararía. Se levanto poniéndose encima de mí y con una mano se sustentaba en plancha y con la otra dirigía el ariete hacia la entrad de mi coñito. Los dos pudimos ver como se iniciaba el acoplamiento. Cuando ya estaba introducida la punta, se apoyó sobre sus brazos liberando cualquier peso sobre mi cuerpo, a excepción de su cadera, y mirándome a los ojos, empezó a meter y sacar en pequeñas progresiones empujando con un juego cadencioso de pelvis extraordinario… solo movía el culo y no todo el cuerpo como solía ver en las pelis que nos poníamos para masturbarnos.

Era evidente que aquella era una verga muy grande para la raja de un chochito de 13 años rocíen cumplidos y pensé que me dolería. Mi hoyo se encontraba bastante cerrado…me puse un poco tensa y mi padre lo notó. Paró y me pidió que me tranquilizara. Me dio otro beso y otro por la boca y toda la cara, en tanto continuó con su rítmico de vaivén de penetración. Percibía la expansión de mi vagina y como su polla llegó a un término de mayor estrechez. Ahí descubrimos el lugar donde se encontraba mi himen, mi padre lo supo por la sensibilidad de su glande al tocar el telo. Me besó de nuevo con lengua haciéndome perder en su beso.

En esos instantes elevó su culo, lo tensó y arremetió de una estocada rasgando mi virginidad por siempre. Noté un pequeño tirón entro de mi vagina, clavándole la uñas en su espalda… sin saber cómo, me encontré con más de la mitad de la polla de mi padre dentro. Lo supe cuando su extremo tocó en el fondo de mí. No me hizo daño, pero me asusté y pegué un pequeño brinco de prevención. Me preguntó si me había hecho daño y yo le contesté que no pero que la sentía toda dentro de mí. En su mete saca percibía el golpear su glande en la pared de mi vagina. Con esa inserción me había tomado la medida de mi fondo vaginal

Él me lo explico, que no entraría toda y que tal vez en algún movimiento me hiciese algo de daño y me tranquilicé. Aún así, con la práctica y mi desarrollo corporal aun en crecimiento, tal vez algún llegase a enterrarme todo el cipote hasta la raíz y de ese modo poder sentir sus huevos aporrear mi coño en tal circunstancia. Algo que suele ser bastante excitante para la hembra que recibe la follada, notando todo dentro y las pelotas rebotando en la vulva. Aquello era sorprendente, todo era calor y suavidad. Mi padre, me lo dijo luego, no quería que yo viese la sangre que manaba de mi rajita partida, pues tal vez me habría asustado. En alguno de sus empujes notaba como tocaba en el fondo de mis entrañas, pero no me dolía y le dejaba porque veía que era cuando él más disfrutaba. No dejamos la posición del misionero.

Él se afanaba en combinar caricias y besos sin dejar de empujar más y más, notaba como su estoque se deslizaba entre mis paredes vaginales dilatadas envolviendo todo el recio tallo de su verga…estimulaba mi vagina como no había imaginado. A esas alturas no sé cuanto llevábamos follando, pero lo más increíble era que en algunos mementos se introducía entera, porque sentía la bolsa escrotal que contenía sus fabulosos par de testículos chocar en mi vulva, perineo y ano, son tan grandes que ocupaban todo mi pequeño espacio. Jamás había pensado que un útero pudiese ensanchar tanto como para poder introducir aquel cipote. Evidentemente, papá había sabido calentarme y yo tenía los genes de hembra procreadora de mi madre… ancha de cadera y vagina profunda.

Mi padre estaba como loco fornicándome con un ritmo cada vez mayor. Yo sentía que mi orificio hacia mucha presión sobre su tranca ya que, aunque entraba, le costaba empujar pese a la severa rigidez de su bayoneta.

De repente la sacó y se limpió la polla con un pañuelo y luego me asó a mí con la toallita húmeda, acabado el aliño, sin decirme nada la introdujo de nuevo y empezó a empujar sobre mí con una fuerza que no había visto antes y a jadear muy fuerte, casi gritaba. Me besaba, sentía su aliento en mis labios, en mi cuello y pensé que algo importante venía. Me concentré para atender a lo que me pudiese decir y le deje hacer, pero siempre atenta con las piernas bien abiertas para que papá llegase bien hondo tendiendo acceso total a mi coño. Machacaba la vagina como un martillo pilón, el sonido de nuestros cuerpos estrellándose uno contra el otro asolaban mis emociones. Notaba a mi padre muy tenso, duro y potente arremetiendo con fiereza contra el útero de su hija, sin compasión, sin miedo a dañarme y sin ningún pudor. Me miro a los ojos, pronunciando mientras empujaba con fuerza y profundamente…

– ¡Hija, me estoy corriendo dentro de tu coño! Quiero que sientas como eyaculo en la entrada de tu útero, será tu primera lechada… el primer esperma dentro de tu vientre.

Solo se me ocurrió decir… No sabía qué hacer, ni que decir… ya que él nunca había empleado la palabra “Coño” tan grosera, para referirse a mi sexo. Pensé en seguir quieta, dejándome hacer del mismo modo que mamá cuando la inseminaba aquel negrazo. En esos instantes somos sus contenedores, en los que vacían la esencia vital que producen sus testículos, por esos debemos ser pacientes en tanto atoran nuestras vaginas de esperma. Percibí un primer lechazo y luego otros dos grandes chorros de lefa que impactaron en mi fondo vaginal, los siguientes debieron ser menos potentes impregnando mis paredes vaginales de blanco leche. Papá se quedó tumbado encima de mí durante unos segundos con una fuerte respiración, su polla aun pulsaba, notaba los latidos de su corazón en mi pecho y en mi coño a la misma vez. Su peso me impedía respirar bien, pero lo soportaba, no deseaba incomodar al hombre que me acaba de hacer una hembra completa. Al cabo de unos segundos me besó y mirándome a los ojos era el hombre más feliz del mundo y yo la mujer que más le había hecho gozar en su vida.

Nos fuimos al baño, me aseo el coñito con dulzura extrema, tanto por fuera como por dentro, eliminando cualquier trazo de sangre de mi raja, luego él se lavó la polla durante un buen rato con el mismo jabón con camomila. Comenzó de nuevo a hacérmelo con la lengua, yo veía que rezumaba su semen de mi coñito, pero a él no le importaba. Yo continuaba excitadísima, cuando repitió la acción de introducirme la verga con una mano. Sujetándose en vilo con la otra mano apoyada en la cama, el hueco entre nuestros cuerpos permitía ver su clavada y

A diferencia de antes, se notaba que él ponía toda la atención en procurarme placer. El ritmo de sus sacudidas era cada vez más rápido. Yo tenía los ojos cerrados y solo veía las imágenes de una de tantas mamadas que le había hecho, simplemente era su polla dentro de mí, su olor a macho y toda su virilidad posada sombre mi anatomía. La temperatura de mi cuerpo aumentaba y notaba que mi vulva se hinchaba, del mismo modo que la venas del gran mazo de papá cuando están a punto de escupir su leche. No sé cómo pero yo solo deseaba que no pararan sus movimientos… cada vez me gustaba más sentirme follada, atravesada y bien clava. Parecía que algo tenía que llegar, pero no veía el fin… cada vez me gustaba más.

Una sensación electrizante me recorría y luego se evadía para volver a aparecer con un poco más de intensidad. A la cuarta o quinta vez, me di cuenta enseguida que algo venía y reprimí un grito de placer que mi cuerpo pedía, para que no pensase que me hacía daño. Me quedé tensa apretando a mi padre contra mí, procurando que no la sacara en sus movimientos de mete saca, perdí toda noción de sensación física y un latigazo de placer me sacudió el cerebro. Fue breve pero tan intenso que nunca pude sospechar que existiera tanto placer. Inconteniblemente mi cuerpo se tensó y comenzó a convulsionar. Mi vientre y mi coño se contraían y dilataban sin control dejándome desmayada de placer

Mi padre que se había dado cuenta de mi orgasmo, continuó con el meneo de meter y sacar su badajo en la estrecha y ahora más apretada grieta vaginal, pero mucho más lenta y profundamente haciéndome notas sus huevones en mi coño, hasta quedar volvió a soltar un latigazo de leche que me rellenó el fondo vaginal, continuó eyaculando hasta quedar completamente parado y extenuado como yo. Fueron muchos minutos de pensativo silencio el que nos mantuvo abrazados saboreando el momento más emocionante de mi vida. Por fin era una mujer a la que le habían hecho el amor por primera vez. Aquello era amor con sexo o lujuria perversa e incestuosa. No lo sé, seguramente las dos cosas a la vez, pero era inmenso y maravilloso. No quería terminar nunca aquel momento, no quería que mi hombre se saliese de dentro de mí, deseaba notar su hombría atorándome la vagina todo el tiempo. Estaba siendo la experiencia más bonita de mi corta vida, y no deseaba que se acabase… pasaban dos horas desde que comenzamos a follar, con el desvirgue y la posterior fornicación.

El sopor de la dopamina me llevó a un estado de somnolencia consciente en la que pasaban muchas cosas por mi cabeza, entre otras que yo debía ser la única de mis amigas que había sido desflorada, la única que tenía sexo con su padre, la única que vivía la sexualidad en casa como algo natural e intrascendente como nuestros primitivos ancestros. Que mamá consentía esta relación o cualquiera dentro del círculo familiar, y mi padre también lo cual nos posicionaba en que las niñas éramos de papá y Aldo de mamá… ¿Follarían mamá y Algo? Nunca me lo había preguntado, pero creo que era muy probable con el gusto de mamá por las pollas negras. Por cierto, aquellos dos verracos africanos no preñaron a mamá.

Cuando terminé de abstraerme de mis pensamientos, que me tenían completamente ausente, vi a mi padre mirándome con los ojos vidriosos de la emoción, como los míos, de los que se desprendía dos lágrimas de alegría y gozo. No le pregunté nada porque le entendí y yo también empecé a lagrimear por lo mismo…de emoción al llegar a un hito entre un padre y su hija, eso que tanto han trabajado para que llegue a buen fin. Le di un beso en los labios y recuerdo que solté lo que sentía mi corazón, completamente convencida…

– Seré tuya siempre que me desees. Mi vientre está marcado por tu semilla y como pionero en mi gruta del placer ya eres imborrable, por más hombres que entren, por más sementales que dejen su esperma o que incluso me preñen ¡Tú eres el primero y podría estar preñada!

Nunca había prometido y dicho algo tan convencida. Durante algunos meses le hacíamos cada vez que podíamos. Pero yo prefería cuando no había nadie en casa, porque era más prolongado, bonito e intenso y en casa eso era difícil si no era en esas horas de labores extraescolares de mis hermanos. Cuando no estaba mi madre, estaba mi hermana o alguno de mis dos hermanos los demás días. En alguna ocasión le pedí que me llevara a un hotel.

Empecé a sentir el placer de provocar excitación haciendo estriptises, en excitarle con tocamientos y conversaciones, en relatar mis más íntimos deseos, en experiencias con más de un hombre, en que nos viese alguien más… Podía, sin temor alguno, contarle a un hombre lo que quería, todo lo que deseaba y se me ocurría, siempre estaba dispuesto a complacerme en todo, papá. A él le agradaba mi comportamiento, porque cada día las relaciones eran más sexuales y poco a poco, sin perder un ápice de cariño, se han convertido en un deseo irrefrenable de búsqueda de placer, que no sé cuando se acabará. Pero mientras duraba continuábamos haciéndolo en cada rincón de casa, de mil posturas y de mil amores. Con los años la relación es más adulta y más sexual.

Cuando sale de viaje por motivos de trabajo, me suele llevar sin viene bien la ocasión, es cuando jugamos a que somos una pareja de queridos, ella joven pervertida, que hace escapadas con un maduro que la agasaja con regalos a cambio de sexo. Nos gustaba la idea de que la gente entienda que hacemos el amor sin que ellos sepan que somos padre e hija, o mejor que fornicamos como conejos hasta quedar exhaustos y reventados a polvos. Eso es muy fuerte y nos vuelve locos. Como pueden imaginar hemos experimentado casi de todo, pero no se trata de extenderme más. Lo que hacía, me servía a los fines que pretendía. Nunca busqué novios que se encariñaran conmigo, pretendientes tuvo unos cuantos, al fin y al cabo una es sexy en casa y fuera.

Ahora que soy mayor entiendo muchas de las cosas que me pasaron y a todas ellas les he encontrado explicación y sentido, por mí misma y sin intérpretes intermediarios. Por eso no entiendo a los que se dedican a imponer normas de comportamiento obligado a los demás, pretendiendo establecer lo que está bien o mal. Nací, crecí y me eduqué en una familia especial amante del naturismo y del incesto universal y abierto, y pese a ello no he sufrido traumas ni se me ha restringido mi vida social o laboral. Estoy a gusto conmigo misma y amo a mi familia y cada uno de sus componentes por separado. Con todos he follado, con todos he tenido las mejores sesiones de sexo que poca gente ha disfrutado… A mí me pasó, y me pasa, me gusta y no me ha traumatizado en absoluto.

Soy una mujer de 22 años, felizmente “casada” en una relación de hecho y con un hijo de 3 años y otro en está engordando mi panza. Sigo manteniendo relaciones sexuales satisfactorias muy intensas con mi padre y con mi hermano de vez en cuando, aunque quien acapara mi coño casi en su totalidad es mi esposo. Ernesto, mi esposo, es el último eslabón de la cadena familiar que entró a formar parte de ella en cuanto al incesto. Debo explicar mi esposo es a la vez mi tío, un tío muy especial, dado que mi madre son hermanastros de alguna manera. Mi abuelo materno se casó con su segunda esposa, la cual ya tenía un hijo de su anterior matrimonio, este hijo es mi tío Ernesto. Que entrase en el círculo incestuoso familiar, era solo cuestión de tiempo, dado que desde hacía más de cinco años mi madre follaba con él. Todo empezó cuando se instaló en el piso dúplex que tiene mamá como consulta. Se lo pidió para estudiar para las oposiciones a policía y al final allí se quedó

No tardaron mucho en conocerse a fondo y acabaron encamados. De ahí a que se enterara de nuestra costumbre naturista de ir en pelotas por casa, solo fue un paso, luego el siguiente de tener relaciones sexuales entre nosotros y finalmente, ser él también partícipe. Me enamoré de él. Me he follado a mi padre, a Aldo y a mi tío antes de ser mi esposo, todos lo

Por supuesto, nuestros hombres nos follan a saco e indiscriminadamente y, los seis gozamos de mil maneras…comiendo, riendo, follando y compartiendo las vivencias y problemas del día a día de unas parejas jóvenes comprometidas que conviven con los suegros. Creo que el secreto está en afrontarlo desde un planteamiento de base cero sin condicionantes, limpia y sinceramente, sin prejuicios. Cuando todas las piezas encajan si no se hace daño a nadie, sé que estamos en el camino de la verdad, y continuaré así hasta que se extinga o acabe de forma natural. No intento convencer a nadie. ¡Ah! Soy una persona muy feliz y mentalmente sana. Una explicación lógica y natural…, sencilla, sin más. Mi cuerpo es mío y hago con él lo que deseo.


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Volviendo a años atrás, conocer de verdad a mi tío fue lo más bestial que me había pasado tras mis inicios con papá. Si pudiese pedir cualquier cosa con 18 cumpleaños, os juro que me pediría una noche con el hermano de mi madre. Y digo “Hermano de mi madre” porque me niego a llamar “Tío” a un hombre tan atractivo y genial del que solo me separan cinco años. Ernesto es como se llama el hombre del que estoy enamorada en “coño y alma” como dice mi amiga Silvia. Es policía anti– disturbios, por eso tiene ese cuerpazo, aparte que es Bombero voluntario.

Lo malo es que mi madre Esperanza es su hermanastra, lo cual nos lleva a otro episodio de incesto en mi vida, me cae muy bien, sin embargo desear a Ernesto me hace sentir un poco mal. Ernesto y mamá, pese a no ser hermanos de sangre son tal para cual, ella es preciosa, de esas mujeres que no necesitan maquillaje para ser más atractivas, es más cuando se pinta de rojo los labios he pensado más de una vez en convertirme en Bollera (lesbiana), es muy blanca, rubia natural y con los ojos verdes, siempre tiene moscones alrededor, pero solo tiene ojos para papá y su familia, a pesar de aquella aventura en la playa nudista con los negrazos.

Mamá, como os dije es Psiquiatra forense, la primera vez que escuche este “palabro” pensé que era la que les revisaba el cerebro a los muertos, pero no, su trabajo es decirle al juez si una persona está lo bastante loca para cometer los delitos o si está haciendo cuento. Y llegó el día de mi cumple. Tuve muy buenos regalos, pero no el que realmente quería.

Serían las 23:45 horas, poco antes de irse de la fiesta de mi cumpleaños cuando mi mamá se acercó a mí para decirme que su regalo lo tendría el sábado por la mañana en el dúplex de su consulta… –

Estuve los dos días que quedaban muy impaciente y preguntándome en qué consistiría mi visita a la consulta de mi madre. Con un euro en el bolsillo de los vaqueros, me fui andando al centro, ya que está a unos veinte minutos andando. Posiblemente no vería a Ernesto, porque estaría en el Voluntariado de los Bomberos, por eso no me arreglé demasiado. Abrió la puerta mi madre me invitó a entrar a su despacho, nos sentamos en dos sillones la una frente a la otra, me entregó un papel en forma de factura por valor de un euro…

Una vez se lo entregué, me dijo que pasaba a ser su paciente, con lo cual estaba protegida por la confidencialidad ontológica. Me explico que me haría unas cuantas preguntas y que no temiese “para nada” las repercusiones que pudieran acarrear mis respuestas, y me repitió “para nada” varias veces más, pero que sobre todo contestase con mi más absoluta sinceridad.

– Judit, estás preparada.

– Pues claro, mamá.

– Judit, ¿A qué edad tuviste tu primera regla?

– A los 13 años.

– Judit, ¿A qué edad tuviste tus primeras relaciones sexuales?

Me quedé pensando, tenía un poco de miedo de que fuese una pregunta trampa, estaba seguro que sabía que ella sabía que había sido mi padre, su esposo. Mi madre se dio cuenta y me comentó que cualquier cosa que yo le dijese nunca saldría de su boca, repitió nunca.

– A los 18 años con penetración, sin ella a desde los 16 años.

– Judit, ¿fueron satisfactorias para ti esas relaciones?

– Todas, inclusive la primera, que fue una verdadera gozada.

– Judit, eres la única mujer que conozco que no tuvo un comienzo desastroso.

– Judit, ¿Has tenido relaciones sexuales que fuesen incestuosas?

– No siempre me han follado los hombres de la casa… papá y Aldo, nadie más.

– Judit, ¿Has tenido alguna enfermedad de transmisión sexual o infecciones vaginales?

– Sabes que No, ninguna. Por eso nos hacemos las analíticas cada seis meses.

– Judit, ¿Te gustaría follar con tu tío Ernesto?

Estaba segura de que no lo había escuchado bien, era imposible que mi madre me hiciese ese tipo de pregunta.

– Por favor mamá, ¿me puedes repetir la pregunta creo que no la he entendido bien?

– Judit, la reformulare a ver si la entiendes ahora… Judit, ¿sientes deseos de sexuales hacia tu tío Ernesto?

Me quede callada como una eternidad, y Esperanza me dijo con voz tranquila que dijese lo que dijese, mi respuesta no tendría ningún efecto negativo, ni habría ningún enfado por ello, así que tomé la resolución de ser brutalmente sincera. Al fin y al cabo mi tío también formaba parte de la familia y dada la buena costumbre incestuosa y lo enamorada de mi tío Ernesto…

– No solo lo deseo, creo que estoy perdidamente enamorada de él.

Mi madre se quedó pensando en mi respuesta, un buen rato. Se levantó del sillón y me dijo que la siguiese, subimos al piso de arriba que es donde están las habitaciones. Yo sabía a ciencia cierta que Ernesto no estaba por lo del voluntariado, por ello no tenía ni idea que me iba a enseñar. Cuando abrió la puerta de la habitación, la que es de matrimonio me quedé petrificada, allí estaba esa escultura humana llamada Ernesto, dormido del todo y a medio tapar. Vi medio destapado su culo perfecto y se me encharco el coño, era imposible que ninguna mujer en este mundo estuviese más cachonda que yo en ese instante.

– Judit, tu tío pidió hace un mes que le libraran este día, está durmiendo porque ayer tuvo redada en el centro con unos manifestantes, y cuando se pone tenso en el trabajo viene con la testosterona por las nubes y solo piensa en joder. Lo tengo sin follar una semana, así que…

Mi madre continuó diciéndome que hasta ahora, ella aun siendo su hermana, se encargaba de aplacar su hombría, pero creo que sabiendo lo perdidamente enamorada que estoy de él, había llegado el momento que la sustituyera. Él también siente mucho cariño mí, he incluso le hablaba de formar una familia o simplemente ser pareja. Por supuesto que conocía que ya no era virgen y quien fue el desvirgador que me rompió por primera vez. Todo esto se lo fue calzando poco a poco, porque no es fácil digerir a una

– Mamá, ¿mi tío sabe que en casa somos naturistas y que follamos todos con todos, verdad?

– Ernesto sabe que somos nudistas, aunque nunca se ha atrevido a unirse a nosotros, y por supuesto que le informado de cuáles son nuestras costumbres en casa y las relaciones que tenemos.

– Entonces… ¿Desde cuándo folláis?

– Hace mucho. Acostumbramos a follar en esta cama tres o cuatro veces a la semana…, sé que me lo vas a preguntar… ¡Tu padre está enterado! Por supuesto, e incluso hemos invitado a tu tío a que pase un fin de semana con nosotros, pero no se atreve a desnudarse, algo no entendible, y ya verá por qué. El caso es que desea iniciar relaciones contigo, lo tienes muy encoñado, y yo pensé que el mejor momento era tu decimosexto cumpleaños. Lo tengo en abstinencia sexual toda esta semana para que esté contigo al 100%, tú te lo mereces.

– Mamá Yo, pero… esto es demasiado. Como ha podido ser tan capullo y no decírmelo a mí.

Me contestó con un pequeño empujón para que entrase en la habitación y me dijo al oído para que Ernesto no se despertara, que ella se iba a cambiar, que se iba a casa para dejarnos total libertad en el piso dúplex, que no utilizaba nada más que los días laborales.

– Tenéis todo el fin de semana para follar a saco. El chico tiene aguante pero tú eres veterana del fornicio y podrás ¡Vamos nena déjale seco! ¡Mátalo a polvos!

– Pero mamá, como eres… pobrecito, es tan guapo y atractivo ¡¿No te da pena?!

– ¡Pene es lo que me da! Y ahora te lo dará a ti. ¡Sácale todo el jugo, que tiene bastante!

Entré el cuarto, después cerró la puerta. Miré para todos lados por si había una cámara o algo raro, me dio por pensar que era una broma pesada y que si me desnudaba todo el mundo entraría en la habitación y de reirían de mí. Pero cuando volví a mirar el más que apetecible culo de Ernesto, se acabaron mis dudas, tenía la sensación de que si no me hubiese puesto Salva Slip, tendría mojadas las bragas y el pantalón de lo intensamente cachonda y mojada que estaba. Reconozco que soy muy sexual, se me calienta el coño enseguida y comienza a producir flujo a mogollón…, me viene muy bien con los mostrencos que se gastan en casa mi padre y Algo, pero siempre debo usar compresas súper absorbentes o lo mojo todo.

Me desnudé en pocos segundos, pero, ¿Ahora en pelotas, qué hacía? Tanto tiempo pensando en esto y ahora no sabía qué hacer. Opté por acostarme a su lado y abrazarlo, yo mido 1,68 cm. y el alrededor de 1,85 cm, yo peso 62 kg, él 88 de pura fibra… me veía pequeña al lado de él, y eso me excitaba mucho más, joder se me estaban humedeciendo hasta los pelitos del coño. Era un cervatillo frente al gran venado semental de la manada. Al abrazarme a él noté su calor y sobre todo su olor a hombre mezclado con lo que me parecía Calvin One. La sensación de tener ese cuerpo pegado al mío y desnudo era indescriptible, me sentía de nuevo como la nena inocente y virgen de hace unos años con papá.

Por un momento, pensé que no estaría mal descubrir a qué me enfrentaba… saber el tamaño de lo que tenía entre las piernas. Mi madre me puso en antecedentes en comparativa con la recia polla de papá, y esta era más grande, ¿Cuánto más…? Eso era lo iba averiguar. Así que me metí debajo de la sábana azulada, me excitaba muchísimo esta situación, me moví por encima de su cadera izquierda y me encontré con la polla más grande que había visto hasta el momento, las dos pollas anteriores parecían las de un niño en comparación con esta. La más impresionante por largura y grosor, estaba tan asustada como excitada ante la posibilidad de meterme semejante polla dentro de mi coñito. Ahora sé que me enfrentaba a un cipote de 26 cm de largura y 7 cm de anchura, con unos adorables huevazos imposibles de contener en una sola de mis manos. Pensar que aquellas masas escrotales se hallaban repletas de lefa, me llamaba mucho la atención averiguar de qué cantidad estábamos hablando. Estaba aún flácido, no me hacía una idea de como estaría totalmente erecto.

Por curiosidad, lo toque y acaricie alguna de sus venas…

Ernesto, se puso boca arriba y de pronto me vi con el aparato delante de mi cara, y estaba empezando a crecer. Cuando retiró la sábana, me vio desnuda y sonrió con sonrisa pícara.

– Esta chica cumpleañera todavía no ha recibido el regalo especial de su tío Ernesto, aunque con unos días de retraso se lo entregare, pero como dice el refrán, “Más vale tarde que nunca” y lo que se hace esperar siempre es lo mejor.

– ¿Imagino que el regalo tiene que ver con darme verga, esa tan hermosa que tienes…?

– Eso es preciosa, imaginas muy bien. Tu madre me ha comentado que eres una mujer muy sexual, muy experimentada y que estás tan enamorada de mí como yo de ti.

– ¡No sabía que estuvieras enamorado de mí!

– Ni yo sabía que estuvieras loca por mí…

– Desde hace tiempo. Nunca me atreví a decirte nada…te veo tan inalcanzable que aun no me creo que esté aquí en pelotas en tu cama dispuesta a que me folles como te apetezca.

– Judit, cómo es tu regalo, estás en tu derecho de elegir posición.

La polla del hermano de mi madre, estaba en su apogeo, durante la breve conversación no dejé de manosearla para ponerla dura, y vaya si se le puso. Aquello era acero para los barcos, un mástil donde mi mano era minúscula. No era perfectamente recta, seguramente debido a su peso estaba algo torcida hacia la izquierda, aunque más por su peso debía de ser por su longitud y la necesidad de meterla entre las piernas, había adquirido la forma curva para tal fin. Pensé que siendo tan grande lo ideal es que yo me pusiese encima y así podría controlar la penetración.

– Ven aquí, Judit, dímelo al oído, quiero oírte susurrar cuanto deseas que te folle con mi polla.

Me acerque a él y le dije que quería ponerme encima de él para que me hiciese suya, mientras se lo decía me metió un dedo en el coñito, lo que me sobresalto de placer, me cogió del pelo y me acercó a su boca y me dio un intenso, húmedo y muy sexual, un beso con lengua que me llegaba al galillo. Su lengua y la mía se enzarzaron una guerra fratricida, en

– Judit, tienes el coño chorreando… te escurre por las piernas ¿Tanto lo deseas?

Ni me molesté en contestarle me puse de pie encima de él, flexioné las rodillas hasta que su pollón toco mis muslos, con mis mano izquierda cogí su polla y la dirigí a la entrada de mi vagina. Con cuidado, empecé a bajar, cuando entro la punta sentí un escalofrío en mi columna vertebral muy placentero que me puso la piel de gallina…, meterse una polla tan grande en tu coño es una sensación muy difícil de explicar. Era casi como meterse una lata de coca cola por el coño, probar y tendréis una sensación parecida a la que yo experimentaba con mi tío. Me extrañaba que no me doliese mientras iba entrando, eso sí notaba como iba abriéndose camino dentro de mí, y me sentía repleta de la virilidad del hombre, colmada de su masculinidad. Fui pegando pequeñas clavada introduciendo cada vez un poco más.




Cuando la tuve toda dentro de mí, en con contacto los labios del coño con sus testículos, estuve a punto de llorar de felicidad, solté un gemido de satisfacción, era un sueño hecho realidad por doble motivo… por estar siendo follada por el amor de mi vida, y por estar siendo follada por la verga más descomunal que jamás pensé me cabría en mi útero… me hallaba empalada hasta el estómago, con sus 26 cm alojados en mi interior, la boca de mi vagina expandida como la boca de un túnel y solo sentía placer. Ernesto me agarró de las caderas y empezó a ayudarme a moverme, a partir de la tercera bombeada, mi coño empezó supurar fluido blanquecino con mayor lubricidad, aquel badajo lo necesitaba para no romperme a pollazos.

Me avergoncé un poco y Ernesto se rio, y me dijo que era normal, que le pasaba con todas a la que se follaba, se ve que la vagina reconoce que el flujo normal es insuficiente y comienza a segregar uno con mayor sustancia lubricante con el fin de evitar una situación dolorosa. Lo que me comentó me tranquilizo, pensaba que era algún problema vaginal, infección u otra cosa… y me pude concentrar en el mete y saca que teníamos. Tenía un dilema de adolescente, quería cerrar los ojos para sentir la polla de Ernesto y también quería seguir mirando sus ojos y su cara mientras follábamos, pero no podía hacer las dos cosas a la vez. Cerré los ojos unos segundos y me centre en sentir el mástil de carne que tenía dentro de mi pequeño coño, y sin casi advertirlo chille el nombre de mi tío…

– No me llames Ernesto, soy tu tito, el que siempre cuida de ti, dijo mirándome con deseo.

Volví a cerrar los ojos, y esta vez dije “Tito” y eso evoco mi infancia, cuando me sentaba en su regazo para que me leyese cuentos y se disparó mi excitación aún más. Le recuerdo a mis

Lo más extraño es que al pensar estando sentada encima de mi tío cuando era una niña, me alteraba tanto como para provocarme el orgasmo más salvaje de mi vida. Me gustaba tanto que metiese sus dedos en mi rajita, que me enfervorecía al verle en casa. Aquellos febriles recuerdos avivaron mi excitación y fue tan fuerte el orgasmo, que mientras chillaba “Tito” arañé a mi tío en el pecho. Lejos de quejarse o enfadarse me cogió más fuerte del culo y se preparó para avasallarme a pollazos. Percibía las hinchadas venas laterales, pero sobre todo la dorsal superior como me frotaba las paredes internas de la vagina, su glande orondo y dilatador se alojaba en el mismo útero, lo sentía tan adentro que habilitó un espacio nuevo en el fondo de mi coño. El pobre estaba una semana sin follar, y le notaba con ganas de descargarse dentro de mí. Os mentiría si os dijese que no hay un placer parecido a ese, es como un subidón en todo tu cuerpo y cuando crees que ya ha acabado tu convulsionado orgasmo, te viene uno más fuerte que te arrebata la vida por unos instantes.

Cuando terminó la ola de placer de esparcirse por todo mi cuerpo, mi macho semental, mi tío, me mantenía apretada del culo con tanta fuerza, que pensé que me aplastaría las caderas. Su fortaleza, su virilidad y su ímpetu me estaban partiendo en dos con el buque de verga metido en lo más profundo de mis entrañas. El cabrón continuaba bombeando con fiereza tras mi clímax, no descartaba tener otro orgasmo si continuaba de esa manera follándome a saco. Levantó su cuerpo de la cama y a mí con él, como si quisiera meterla más adentro de mi coñito súper dilatado y expandido como nunca. El levantamiento duró uno o dos segundos y a su vez emitió berrido seco exhalando todo el aire de sus pulmones, justo cuanto eyaculaba un primer gran chorro de leche, luego se dejó caer por caída libre. Noté su semen saliendo de él… la fortaleza del disparo me lo hizo notar estallando su lefa, volvió a elevarse clavando otra vez el estoque a fondo y un segundo lechazo seguido de un tercero elevando un poco más el puyazo en mi útero, los siguientes chorros emanaban sin darme cuenta como me rellenaban el coño de espeso y fértil semen.

Me quedé tendida sobre su pecho, con todo el badajo aun duro dentro de mí, no fue hasta pasado un minuto que noté que se había acabado, porque su polla empezaba a menguar, lo de menguar es un decir, porque aún lánguida no baja de unos 18 cm y gorda, la cual me llenaba bastante la vagina. Me bajé de encima de mi tío que respiraba con fuerza y me acosté al lado de él besándole el hombro. Nos quedamos así unos minutos, por mi podría haber estado acostada al lado de mi “tito” durante el resto de mi vida.

– Judit, ahora te vas a duchar y me gustaría que te quedaras todo el fin de semana desnuda.

– Tito, yo tengo que volver a casa.

– Judit, de eso ya se ha encargado tu madre, no te preocupes. En casa no te esperan hasta el lunes que tienes que ir a clase… Tu padre sabe también que te estás conmigo.

– No entiendo todo esto, dime ¿Qué significa?

– Pues significa que las cosas en nuestra familia la hacemos de este modo… ¡Quiero que seas mi esposa! Ya lo he hablado con tus padres. Sé que estás tan enamorada de mí como yo de ti y no hay motivo alguno para que no seamos pareja, casados o pareja de hecho…

– ¡¿De veras?! Me amas Tío, le di un beso con lengua en la boca, tan fuerte que por poco le arranco los labios.

– Tranquila tenemos todo el fin de semana, estoy recién levantado y tengo que reponer fuerzas… eres un yegua muy impetuosa.

– Soy una potrilla que solo desea que su semental la monte, la folle y la preñe…

– ¿Quieres que tu tío te preñe…? Eres una nena muy suelta.

– Ernesto, tengo casi 19 años, desde los 16 tengo relaciones sexuales con hombres, a los 18 me desvirgaron por el coño y el culo… he follado con varios machos, he probado su esperma y me consideran una experta mamadora de pollas. Aldo me folla casi todos los días, mi padre tres o cuatro veces a la semana, sin embargo de quien estoy verdaderamente enamorada y a de quien quiero estar preñada es de ti. Deseo que seas mi macho fundamental y me olvidaré de ellos.

– No pretendo que los apartes de tu vida de esa manera. Somos familia y debemos mantenernos unidos, aunque un poco revueltos no está nada mal.

– De acuerdo, haré lo que tú me pidas… Quiero que sepas que estoy en mis días fértiles y hace una semana que no tomo anticonceptivos por prescripción de mamá. Y como habrás podido comprobar, yo tampoco he follado en los últimos días reservándome para ti, para que me llenes la panza de ti… ¡¿ME QUERRÁS PREÑAR, TÍO?!

– Por intentarlo no será, pero antes quiero que vayas a la ducha.

Pensaba que mi tío me iba a acompañar en la ducha, pero él se duchó en el otro aseo, cuando terminé me puse la toalla para taparme y me fui a buscar a mi tío. Lo vi en la cocina, me acerque a él y le di un beso en la boca con toda la lengua. Estaba desnudo y su herramienta pese a estar flácida era imponente, la sopesé, era un salami de medio kilo por lo menos, froté sus cojones similares a los de un toro bravo de lidia… un morlaco de 500 kg.

– Pequeña Judit, cómo te encuentras después del primer regalo de cumpleaños.

– Tito, todavía no me lo puedo creer, es lo mejor que me ha pasado en la vida. Sabes, Tito, creo que todavía siento la vagina dilatada por lo que hemos estado haciendo. Tienes una verga tan tremendamente gorda que no sé cómo has podido meterla en mi vagina.

– Mi pequeña Judit, lo siento, he intentado ser delicado… ¿Te molesta precisa?

– ¡Qué va! No Tito, pero no dejo de sentirme extraña, casi como si esto fuese un sueño. Mil veces he soñado que me follabas, eras tan inalcanzable para mí… creía que nunca te fijarías en mí. De niña me mimabas tanto que luego sentí un vacío al verme olvidada.

– No es cierto cariño, nunca me he olvidado de ti…solo he esperado a que fueras una mujer. Por cierto, te he dicho que estaríamos desnudos todo el fin de semana, y dicho esto me quitó la toalla y me miró de arriba a  abajo con tanto desparpajo como deseo.

– ¿Te acuerdas? Yo también, me gustaba mucho como me acariciabas el coñito, te chupabas el dedo y me lo metías en la rajita húmedo. Mientras te montaba, me he acordado y me he corrido como una puta pensando en cómo me hacías disfrutar a mis cinco añitos.

20 minutos más tarde teníamos dos hamburguesas de ternera con su pan de hamburguesa, mucho más ricas que si las hubiésemos comprado en el Burger King, tenían cebolla, tomate, queso en abundancia, todo se derramaba entre los dedos… era asqueroso y maravillosamente rico. Puso los dos platos uno al lado del otro y se sentó en la silla de la cocina preparándose para comer.

Fui a sentarme a su lado y para mi sorpresa indicó…

No supe qué responder y con una sonrisa me cogió de la mano y me la acerco a su polla, que ya estaba muy crecida, se la cogí, y cuando la tuve en la mano y la compare con el tamaño de mi brazo, me di cuenta, realmente de lo descomunal que era ese pollón, mi pollón.

– Sobrinita, siéntate como cuando eras una niña, que vamos a comer.

Y dicho esto se echó hacia delante en la silla y me hizo señales para que me sentara por segunda vez encima de su polla, que ya estaba en su mejor momento mirando al techo, dura, venosa y descapullada con todo el prepucio remangado… su glande era una punta de lanza.

Y eso hice, encima de él mirándole a la cara. Abrí las piernas y me fui sentando a medida que buscaba su punta de lanza enfilada en mi entrada…, con mi coño entreabierto se coló su glande y mi coño fue tragando verga hasta desaparecer dentro de mí. Cuando mi tío estuvo dentro de mí en vez de pedirme que me moviese cogió una hamburguesa y me la entregó. La otra se la empezó a comer él. Al estar encima de mi tío, iba con cuidado de no ensuciarlo con el kétchup y la mayonesa que podía caer, sin embargo él no tenía ningún miramiento, y caían en nuestros acoplados genitales, empecé a imitar su comportamiento. Sus chistes me hacían reír, había olvidado lo gracioso que podía llegar a ser Ernesto en su vena humorística.

De alguna manera, me estaba excitando comer de esta manera penetrada por mi tío y sucia de restos de comida, os parece una gorrinería, pero uno no sabe lo caliente que se puede poner hasta que no lo haces por primera vez. Disfrutaba a la vez de las tres mejores cosas de la vida… reír mucho, comer disfrutando y ser follada gozando del mejor semental que he conocido, son los tres ingredientes que se necesitaba para estar en el Olimpo de los Dioses.

Cuando terminamos abrió el cajón de la mesa de la cocina y saco un frasco de nata en espray, estaba todavía fresca del frigorífico, lo sé porque me rocío los pezones y las tetas con ella. Con salvaje glotonería se comió y lamió hasta el último rastro de nata en mi cuerpo, lo cual me dejo los pezones tan duros y erectos que casi me dolían. Pensaba que me diría que me empezase a mover, cuando me sorprendió levantándome a peso y dejándome en la mesa con todo su pollón dentro de mí. Hizo que me tumbase en la mesa, estaba un poco fría, empezó un mete y saca mientras me ponía los pies encima de sus hombros. Observaba sus marcados músculos, mientras él se movía hacia delante y hacia detrás, notaba los restos de lechuga, mayonesa y Kétchup en mi vello púbico. Estaba súper excitada como perra en celo.

– ¿Le está gustando el segundo regalo a mi querida sobrinita?

– Siiiiii joder, TITO. ¡Fóllame duro! Vuelve a llenarme el coño de toda esa carne dura y de lefa.

No hacia ni quince segundos que se había empezado a mover y estaba tan caliente que me iba a correr inmediatamente, me iba a convertir en una multi orgásmica precoz. Miraba como entraba su enorme misil en mi estirada raja vaginal dada de sí todo lo que podía para albergar el trallazo de verga de mi tío. Ahondaba sin compasión, y mi barriga se abultaba cada vez que la tenía entera en mi vientre, sus huevones también me azotaba el coño y el culo a la vez de os grandes que los tiene. Recién alimentado mi estómago con una rica hamburguesa casera, ahora no era para menos alimentar mi conejo del gran salami familiar.

Dicho y hecho, mientras mi tío me acariciaba, sobaba y apretaba mis tetas, insertando el mostrenco en mi útero, empezó un temblor de piernas incontrolable y tan placentero, a la vez que una muy intensa sensación de tener ganas de orinar…, creo que es la mejor forma de describir ese tipo de orgasmo. Es extraño que de dos polvos que tengo con mi tío el orgasmo fuese diferente, yo se lo achaqué a las posiciones al follar. Me preguntaba qué tipo de orgasmo tendría si me follase a cuatro patas como a una perra, esa postura me vuelve loca, por me siento sumisa al macho dejándole hacer cuanto desee conmigo. Esa sensación de incertidumbre, me excita y me arrebata como una puta. Mi tío seguía bombeando en eso que baja mis piernas de sus hombros y me coge las manos y me hace cogerlo del cuello. De pronto, me levanta y le veo follándome de pie, conmigo agarrada del cuello de mi tío y él sosteniéndome a peso con sus manos en mi culo. Me sentía una pluma, o más bien un pincho moruno atravesada por mi amado tío. Me siento tan pequeña, tan poca cosa, cuando veo todos esos músculos funcionando para darme placer, que me siento la chica más afortunada.

Mi tío se acerca a la pared de la cocina y me apoya en ella, noto la frialdad de su superficie en mi espalda, pero no me importa ya que estoy más concentrada en ese hombre perfecto que me tiene a su merced, traspasándome su verga hasta el útero. Nunca había tenido más de un orgasmo en una misma follada, pero con el morbazo que me daba el ser empalada de pie por mi “Tito” Ernesto, mi cuerpo estaba preparándose para otro clímax impetuoso.

– Judit, si quieres puedes chillar, es muy liberador. Tu madre siempre lo hace en esta postura.

Me resultó como mínimo raro que me dijera eso, mientras el movía sus caderas penetrándome profundamente, pero decidí hacerle caso e imitar a mi madre, según él. Empecé con un grito ahogado, casi como un gemido y aunque parezca sorprendente el hecho de gemir fuerte me hizo sentir más sensual, más voluptuosa, y empecé a subir el volumen de mi voz, cada vez que me penetraba mi tío, soltaba un fuerte chillido, como si me estuvieran acuchillando, era semejante, pero su cuchillo era lo mejor que había pasado por mi coño. Era verdad, si cuando estas follando gritas parece que todo lo que sientes en tu cuerpo es más intenso, es como dice mi tío “liberador”.

Una gotita de sudor le caía a mi tío de la frente por el esfuerzo, la besé tomándola entre mis labios, note el sabor salado de su sudor, eso me puso aun más cachonda y aun subí más el volumen de mi voz. Notaba sus tensos músculos ejercitándose para hundir una y otra vez el espadón en mi vagina, tan dilatada que bien podría parir a sus hijos sin el más mínimo esfuerzo, de lo ancho que me tenía el coño. A mi tío le afectaban mucho los chillidos, ya que desde que empecé a gritar parecía estar conteniéndose para no correrse, se le notaba la polla más rígida, y con su curvatura, restregaba con mayor fruición que la enderezada verga de papá. Con aquella follaba me elevaba al cielo y luego baja al infierno como una montaña rusa.

– Tito, córrete dentro de tu sobrinita ¡Por favor, suéltame todo tu néctar de hombre que contienen esos huevazos tan gordos y pesados! ¡¿No te han contado cuanta cantidad de esperma soporto dentro de mi coño?! Vamos cabrón ¿Cuánta me vas a dar, tito? Necesito que me llenes bien, hasta el mismo útero, le dije en voz alta y con una voz que me sorprendió hasta a mi misma por su profundidad, a mis palabras le siguió un orgasmo tan intenso que casi me suelto de su cuello y dejo caer mis piernas…

Solté un último y largo alarido cuando llegue al clímax. Convulsionaba, mis coño se contraía, mi vientre sentía esténtores interminables y rudos, en tanto mi semental continuaba atravesándome con su polla sin compasión alguna, hasta que unos segundos más tarde mi tío se corrió dentro de mí… ese dio por segunda vez fui llenada de esperma por él. Daba golpes de cintura a cada eyaculación, tres, cuatro, hasta siete u ocho andanadas de lefa me coparon el fondo vaginal. Me saco su polla que comenzaba a perder rigidez y me dejó en el suelo muy suavemente, mire al suelo, había unas gotas de semen y del cipote ensanchado de mi tío colgaba un hilillo, por un momento pensé en comerle la polla para limpiarla.

No lo pensé más y me arrodillé saboreando su leche mezclada con mis propios fluidos. Le limpie con mi boca todo aquel badajo que llevaba su tiempo, también lamí cada centímetro de sus testículos, dejándole todo impoluto. Comentó que quería descansar y se fue a la habitación. Opté por irme con él y me acosté a su lado mirando su espalda, durante unos instantes pensé que me daría igual que no me amase, lo único que deseaba era hacerlo más veces con él, ser follada noche y día por su mostrenco, ser su perra y su puta. A mis 16 años, había puesto en práctica casi todas las formas de follar, incluso más de cualquier ciudadano.

Antes de dormirse dijo unas palabras que bien parecían una sentencia…

Pensé que seguramente me desvirgara el culo, y aunque tenía cierto desasosiego ante la expectativa de que tal pollón se introdujera en mi culito, sabía que estaba en buenas manos y en mejor polla. Los polvos con mi tío me habían dejado tan relajada y agotada, que no tardé más de diez minutos en dormirme. Cuando me desperté, mi tío se acababa de duchar y se iba hacia el comedor, me fui yo también a la ducha, no me sentía del todo limpia. Cuando termine me fui al comedor y por primera vez quise tomar yo la iniciativa.

– Querido Tío, aunque no soy virgen del culito, lo tengo muy pequeño... te lo digo para que tengas cuidado con el tercer regalo.

Me contestó con una gran y encantadora sonrisa con una broma o eso creía yo. Tu madre me mataría si llegara a saber que te sodomizado. Me puse a reír a carcajada limpia, pensando en que mi madre era una soberana puta, que había montado esta encerrona de sesiones de folleteo con mi tío, primero para torturarme y después pensando que me mataría lentamente.

– Bueno, Judit, ¿Estas preparada para el regalo?

Le contesté afirmativamente con un jovial y alegre “SÍ”, aunque viéndolo a posteriori, os aseguro que no estaba para nada preparada para el tercer regalo, dudo mucho que haya alguien que si lo esté. Mi tío cogió el mando de la televisión y la encendió, se fue a un menú de memoria local, inmediatamente apareció su habitación de matrimonio. Lo primero que pensé es que había grabado nuestro encuentro sexual y me lo iba a regalar en video, las imágenes estaban en alta definición.


La sorpresa fue cuando a la izquierda de la pantalla apareció mi hermano Aldo totalmente desnudo y con una polla que tenía muy poco que envidiar a la de mi tío, el que grababa hizo un zoom a la polla de mi hermano, en la pantalla solo se veía su polla, cuando de sopetón unas manos la cogen con mucha dulzura. El corazón me dio un vuelco cuando se alejo el zoom y vi quien era la mujer que agarraba desde atrás la polla de mi hermano. Era mi madre, no me lo podía creer que se grabasen también. Mi madre estaba desnuda detrás de mi hermano con una actitud nada materna y con una cara de vicio impresionante.

Mi madre le dio la vuelta a mi hermano y lo tiró en la cama, de encima de la mesita de noche cogió un tarro de algún potingue y llenó la polla de mi hermano, dándole besitos en el cipote, luego se tumbó en la cama de perfil a la cámara y se abrió de piernas, mi hermano se metió entre ellas y empezó a comerle el coño, mi madre lo cogió de la cabeza apretando contra su entrepierna. Aldo chupaba a mi madre el coño, así durante dos minutos y luego se levantó, cogió u poco de potingue y se lo puso a mi madre en el coño, sin ninguna dilación se monto encima de ella y la penetró salvajemente. Aquello demostraba cuanto le gustaban las pollas grandes de los negros, y Aldo a sus 19 años se pertrechaba con una verga tremenda.

Mi madre chillaba como una loca y mi hermano le decía cosas guarras, que parecían ponerla aún más cachonda. El zoom se acercó a la cara de mi madre y sus tetas, era muy fuerte, era como una película porno de verdad. Y yo me estaba poniendo muy cachonda viendo eso, el zoom se alejó lo suficiente para que se viera el mete y saca entre mi madre y mi hermano. Entre los sonidos húmedos del folleteo y los chillidos de mi madre, escuche la voz de mi tío, dando órdenes, empecé a sospechar que era él el que grababa con la cámara…

– ¡Venga, entrad ahora, antes de que terminen estos dos! ¡Joder están muy calientes, sobre todo Aldo! ¡Vamos salid ahora mismo!

Joder, me resultaba imposible dejar de mirar la pantalla, le dije a mi tío que hiciese una pausa, lo hizo de forma inmediata. Fui al baño y cogí una toalla grande, la puse en el sofá, y es que estaba tan mojada que estaba empezando a soltar fluidos, como no llevaba braguitas pondría perdido el sofá del mejunje de esperma y flujo vaginal que produzco a cotas industriales cuando me excito sobremanera. Le dije que volviese a reproducir el video, y por la parte izquierda apareció Elsa, mi hermana. Hay mujeres que desnudas ganan mucho, mi madre siempre esta espectacular en todo los aspectos, con o sin maquillaje, con o sin ropa, pero la pequeña era todo un acontecimiento a sus 14 añitos era un bombón. La cámara se movió hacia la izquierda de la habitación de modo que ahora tenía una visión transversal de la cama. Entonces vi una polla igual que la de mi tío, mi hermana se subió en la cama al lado de su madre y su hermano… se puso a cuatro patas. El poseedor de tan magnífico pollo no era otro que mi padre, sin ningún miramiento se acercó al trasero de mi hermanita, le abrió el coño con las manos y se la metió hasta el fondo. Elsa no gritaba pero si respiraba muy fuerte, mi padre le acariciaba las tetas, la espalda y después le daba pequeñas cachetadas en el culo.

Absorta viendo y escuchando los sonidos del folleteo, no me di cuenta de que mi propia mano se iba hacia mi coño, había empezado a hacerme un dedito, igual que cuando lo hacía a los 16 años con mi padre al lado. Mi tío me estaba mirando, mi coño estaba tan mojado que sonaba un ¡Xup, Xup! Cuando introducía mis deditos, se levantó del sofá y vino hacia mí, apagó el televisor, y me puso a cuatro patas en el sillón. Sin más la metió dentro de mí de un solo envión, y empezó a bombear pero esta vez con mucha más rabia, cada vez que él iba a hacia delante, yo iba hacia atrás para que el impacto fuese más fuerte de su pelvis con mi culo, logrando una inserción total segura. Sus huevos se balanceaban como un badajo de campana golpeando mi clítoris una y otra vez

Los dos estábamos tan calientes que nos corrimos a menos de menos de cinco minutos, poco teniendo en cuenta que habíamos follado mogollón. Cuando terminamos de follar, mi tío me dijo que el regalo no era el polvo, si no el bocadito de realidad que para mi había resultado ver ese video. Que él sabía como éramos en casa y cuales nuestros gustos y prácticas, estaba decidido a ser partícipe de ellas tomándome como su esposa. Esa noche dormimos juntos aunque no follamos más por el agotamiento venéreo. Terminé de ver el video por la mañana antes de volver a casa para concienciarme que pertenecía a una familia que se amaba.

El video finalizaba con mi madre chupándosela a mi padre y mi hermano fallándose a Elsa



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Ernesto, mi esposo que era una copia de Superman, o sea, con gafas parecía un mindundi, y sin su ropa habitual era todo musculo. Despertó amordazado y atado de pies y manos a la cama de su hermana. Me vio en medio de la habitación bailando con mamá la canción “Every Breath You Take”. Las dos estábamos desnudas y bailábamos pegadas, Esperanza me rodeaba con sus brazos el cuello, y yo al tiempo que le metía una pierna entre las piernas a mi madre, apretaba contra ella sus duras nalgas y sus tetas. Nos besábamos y después nos mirábamos a los ojos. Elsa, nos grababa con su vídeo cámara Sony SXR – MC 2500E y se mojaba las bragas al ver aquel cuerpo de escándalo de Ernesto. A saber… Esperanza es rubia natural, su melena le llegaba a la cintura, medía un metro setenta, sus ojos eran verdes, sus tetas eran naturales, grandes y picudas, sus piernas perfectas, su cintura de avispa, su culo redondo, sus caderas anchas, y su coño pelado. Yo soy morena, de ojos negros, de cabello corto, delgadita, de la estatura de mi madre, sus tetas eran medianas y su culo grandes y respingón, sus piernas contorneadas y tenía el vello del coño corto y muy esparcido.

A Ernesto se le levantó la polla. Esperanza, contoneando las caderas, fue a su lado, y le dijo…

Ernesto intentó librarse de sus ataduras, pero era tarea imposible, sus manos estaban atadas a la cama con un nudo esposas y los pies con nudos presillas. Cómo no podía hablar, la miró con rabia. Esperanza, le dijo…

Ernesto se cagó en la madre que criara a las tres mujeres. Le pregunté a mi madre.

– ¿Yo qué hago, mamá?

Esperanza cogió aceite perfumado de un cajón de la mesita de noche, echó un poco en las manos, se lo dio, las frotó…

Esperanza le cogió la polla a su hermanastro y comenzó a acariciarle los huevos y a menearle la polla. Su mano derecha, sin apretarla, rozándola, tardaba dos o tres segundos en subir y bajar desde la base al glande. La izquierda tenía los huevos cogidos y los acariciaba despacito. Muy risueña, le preguntó…

Ernesto le echó una mirada de rabia contenida, mirada que poco a poco iría desapareciendo, ya que su hermanastra tenía una mano que sabía lo que hacía en su lento recorrido de la base al glande, glande que apretaba dulcemente antes de volver a descender hasta los huevos, a mí siempre me han dicho que tengo unos dedos mágicos… con mi pulgar masajeaba las planta y después los dedos, con suavidad… Elsa grabó cómo la polla se le fue poniendo gorda y tiesa. Al rato el meato de tan recia verga empezó a soltar aguadilla. Esperanza le puso la lengua sobre él. Ernesto empujó hacia arriba para meter la polla en la boca de su hermanastra. Comenzó el vacile.

Esperanza, con voz mimosa…

Dejó de masturbarlo, le puso el pezón de la teta derecha entre los labios…

Ernesto ya se había entregado resignado a nuestra tortura de placer. Le lamió el pezón, Esperanza, bajó un poquito la teta y se la dejó mamar unos segundos. Después le puso el otro pezón, se lo lamió, se lo chupó y le mamó la teta otros tantos segundos. Yo le acaricié el perineo con mi pulgar derecho, Ernesto levantó el culo, era obvio para que lo levantaba, pero no se lo metí donde quería. Esperanza le quitó la mordaza y le puso la punta de la lengua entre los labios…

– Bésame, cielito. Ernesto sacó la lengua, Esperanza retiró la suya…

Nos pusimos las dos la punta de la lengua entre los labios. Se las quitamos al rozarlas con la suya y nos besaron entre nosotras. Ernesto miraba cómo nos comíamos la boca, cómo nos chupábamos las lenguas…, y se le hizo agua la boca y a polla. Acto seguido, Esperanza, le puso el coño a milímetros de la boca y yo el mío a milímetros de la polla. Ernesto sacó la lengua y cuando rozó la vagina se la retiró. Le dejó meter el glande y también se lo retiré.

– ¿Disfrutáis mucho, verdad brujas?

– ¿Qué palabra es esa para decirle a una hermana y a su cariñosa esposa, cielo?

Ernesto ya empezaba a desesperar…

Le respondió Elsa…

Estaba tan perro que aunque estaba atado, a Elsa se la follaría de mil maneras posibles. Era la pequeña y la menos follada de la familia hasta el momento.

– Pues ven, cabrona, ven.

Elsa quería guerra…

– Sí, pero ya sabes cómo.

Se veía que no era la primera vez que lo hacíamos. Elsa me dio la cámara, puso el coño cerca de la boca de Ernesto y comenzó a hacerse un dedo. Esperanza, boca arriba sobre la cama, me comió el coño haciéndole un primer plano con la cámara de su boca en mi coño.

Ernesto, sin poder moverse, contempló cómo la lengua de su hermanastra lamía el culo y el coño de su esposa... observaba cómo su lengua entraba y salía de la raja de mi coño. Como me azotaba las nalgas… La tortura sexual de oler y no poder tocar, y mucho menos meter, era dulce, pero al mismo tiempo cruel. Ernesto, viendo cómo en la boca de Esperanza se perdía unos hilillos de jugo colgando de mi coño…

Esperanza estaba a lo suyo y no le contestó. Poco después del coño de Elsa caían gotas de jugo en la cara de Ernesto. Su polla, aislada cómo un ermitaño, latía y no paraba de echar aguadilla. Tenía los huevos a rebosar de leche y se moría por correrse, pero quien se corrió en su boca fue Elsa, se corrió…

Yo le puse el coño en la cara a mi esposo. Mientras que este saboreaba mi raja, notaba como su hermanastra subía y baja ágilmente haciendo sentadillas sobre su eje erecto. La excitación le estaba volviendo loco de placer. A Ernesto todas las vaginas le venían apretadas, la de Esperanza no era para menos, pese a tener una holgada profundidad para albergarla entera…, si conseguía de un solo envión pegar sus huevazos a la vulva de su hermanastra, solo era por un tratamiento previo del coño de esta, con el consolado XXL que guardaba en el segundo cajón de la mesita de noche. Estiraba la lengua cuanto podía lamiendo y tratando el mi clítoris, mientras madre e hija nos comíamos las bocas follándoselo sin clemencia.

El ¡Chast, chast! Del folleteo de Esperanza al azotar su culo contra la pelvis del semental, cubría todo el recinto, junto a los jadeos de las hembras comiéndonos la boca. Ernesto no iba aguantar mucho más, notaba el vaivén del orgasmo cuando la dureza del fondo del coño le golpeaba en el glande y antes de que llegara al fondo le comenzó a llenar de leche espesa la vagina a mamá. Sonreía Ernesto tras haber descargado, cuando Esperanza le puso el coño en la cara. Cayéndole su semen en la boca…

Esperanza le frotó el coño contra la nariz. Yo, dejando la cámara sobre la cama, me senté sobre su polla aun tiesa y me metí hasta el fondo. Todas sabían que el policía era mucho macho para una sola corrida… Ernesto, les señaló…

Esperanza, le espetó…

Ernesto no estaba por la labor, ya se había desahogado y no le corría prisa volver a correrse.

– ¡Y una mierda!

– ¡¿Quieres que Judit te meta un bocado en los huevos?!

– No se atrevería.

Yo metiendo y sacando, la polla de mi coño…

Ernesto, al oír a su esposa, a esa niña que le leía cuentos infantiles a los cinco años y se había convertido en todo un animal sexual capaz de todo en una orgía, no se lo pensó dos veces, sacó la lengua y dejó que Esperanza la disfrutara cómo más le gustaba, que era metiéndola y sacándola de su coño, y comiéndole el clítoris que ella misma despejaba del capuchón, y en plena excitación era un gran garbanzo duro y casi blanquecino en erección.

– Así, cariño, dale placer a mami.

Ernesto no sabía tener la boca cerrada. Se pasó tres pueblos al decir con recochineo.

– Sí, mami, cómo usted mande, mami.

Le cayó una bofetada que le quedó una mejilla a temblar. Ernesto expresó…

– Aquí la única que tiene licencia para vacilar soy yo, hijo mío. Otra de esas y te estrujamos los huevos hasta hacer limonada con ellos. ¿Entendido?

Yo, su dulce esposa, no dejaba de meter y sacar a toda mecha su preciado cetro en tan apretado cobijo, le dije a mi madre…

– ¿Quieres pegarle tú?

Ernesto ya las veía venir, pero no me dio tiempo ni a contestar, me corría con ese badajo de mi esposo con una velocidad pasmosa, más con el morbo de tenerlo sometido.

– ¡¡Me corroooooo!! ¡Me corro mamá no puedo más! ¡Aaaggg!

Me empecé a estrujar las tetas, me corrió y le dejé la polla bañada con mis jugos espesos cómo el aceite. Después me eché boca arriba sobre la cama….

Elsa a lo suyo. Grabó cómo Esperanza se estiraba y luego cómo hacía un 69 con su hermanastro. Ninguno de los dos pudo aguantar mucho rato. Cuando Ernesto estaba a punto de volverse a correr en la boca de su hermanastra, Esperanza llamó a su hija Elsa.

– Ven nena, trágate la tranca por tu coño… este semental está a punto de eyacular.

De manera rauda, Elsa se puso de cara a su madre que se hallaba sentada sobre la cara de su hermanastro y, se enfiló la maza de su tío y cuñado cuanto pudo, solo logró meter unos 20 cm, quedando un tercio fuera, pero era más que suficiente para gozar y en una pocas insertadas, el pobre Ernesto se hallaba de nuevo eyaculando e inseminando ahora a la pequeña Elsa. Expelía los chorros con potencia y pese a ser la segunda tanda, le llenó la vagina de rico esperma dejándola bien servida. A mí, a su esposa fue la única sin su lefa.

Después, soltando sus ataduras…

– Y a ti también… cada día te está volviendo más puta.

Esperanza tenía más cara que espalda.

– A mí me consiente que folle con otros hombres y mujeres. ¿Entendido, capullo?

Ernesto pensó que la había pillado en una mentira.

– ¿Y si te consiente que folles con otros hombres y con mujeres, por qué no quieres que le diga lo del semáforo, perra?

– Porque aquel mantero no sé quién es, y a mi esposo no le agrada que folle con descocidos.

Ya libre de las ataduras…

– Sí, estoy loca, estoy mucho más loca de lo que te puedas imaginar. Así que ándate con ojo, hermanito… Y en cuanto a ese negrazo, me lo follé porque me puso cachonda, pero cuidé de ponerle un condón de los tuyos XXL. No como tú que te has corrido a gusto en mi coño y dentro del de la pequeña Elsa… ¡Lo mismo nos preñas a las dos a la vez, semental! Se acercó al oído y le dijo a sotto voce… ¿O ya te has olvidado cuando preñaste a la morita…?

Ernesto sabía que su hermanastra lo tenía cogido por los huevos por lo del asunto turbio con una emigrante magrebí, una cría que retuvo durante una semana sometiéndola a folladas indiscriminadas junto a otros dos agentes del cuerpo, en el piso dúplex hace ahora cinco años, por eso dejó que la vida siguiese su curso. Una noche tras realizar su turno llegó al chalet, se extrañó porque no vio a nadie. Nada más llegar fue a la biblioteca a coger un libro mientras esperaba a que llegase alguien. Se fijó en una puerta camuflada que nunca había visto y que ahora estaba entreabierta.




Nos estaba viendo a las tres mujeres en cuclillas mamando las pollas de Aldo y de papá. Su hermanastra se la mamaba a su esposo, que estaba sentado en una especie de trono y que vestía con un traje negro y con una capa que tenía el interior de color rojo. Elsa y yo a Aldo que como sabéis calzaba una buena verga negra. Isaac, con los brazos abiertos.

– ¡Venid, hijas mías, venid!

Cuando llegamos nos apoyamos en las rodillas del padre, papá nos ponía un dedo en el mentón y el cabrón disfrutaba viendo cómo se nos saltaban las lágrimas al ser penetradas por el gran pollón de Aldo por el mismo culo. Después, una a una, nos daba la vuelta y le dábamos a lamer el coño, entonces entró Ernesto en escena.

– Hola cuñado, venga únete a nosotros, que Aldo no da abasto con las chicas.

Se desudó y las nenas sobre la alfombra, fuimos folladas largo y tendido por Aldo y por mi esposo el poli, que venía caliento como una cafetera... Ernesto se enzarzó conmigo primero y después se intercambiaron las hembras, hasta que estaban a punto, en ese momento nos sentaban encima de la polla de mi padre, y le bañábamos con los jugos de nuestras corridas al tiempo que le comíamos la boca. El muy cabrón, al hacer que nos corriéramos se sentía el puto amo, aún sabiendo que se lo dábamos todo hecho.

Para rematar la faena, a Isaac ya le dolía el culo de estar tanto tiempo sentado en una silla y de que se le cansara el pulso de tanto menearla y cunnilingus con dedos en nuestros coños. Los sementales se repartieron a Esperanza (estaba boca arriba sobre la alfombra). Nos comimos de cintura para arriba, unas las tetas y la otra la boca mientras que Ernesto le comió el coño a su hermanastra. Elsa le chupaba la lengua, le daban mordisquitos en los labios y el cuello, en los lóbulos de las orejas, le lamían la nariz, el mentón, la comía viva. Yo magreaba las tetas, se las mamaba y se las chupaba, lamía los pezones y se los mordía, y lo hacía al unísono con Aldo, cuando la lengua del mulato lamía una areola, la mía lamía la otra, cuando la chupaba, cuando lamía y chupaba un pezón ocurría otro tanto… Hasta cuando lo mordían lo hacían al mismo tiempo y con la misma fuerza.

Isaac le metía la lengua dentro del coño con una suavidad exquisita, se la follaba a toda mecha, o lo mismo le lamía el coño despacito que se lanzaba a lamer de abajo arriba cómo si no hubiera mañana o le chupaba el clítoris… tres o cuatro veces la tuvo al borde del orgasmo, y todas las veces se detuvo en el momento exacto para que no se corriera, pero claro, llegó un momento, en que tantas caricias fueran imposibles de soportar, y aunque paró de lamer y las nosotras de comerle la boca y las tetas, Esperanza, comenzó a correrse. Temblaban sus piernas, temblaba su vientre, sus tetas y su cara, temblaba hasta su alma.

Sus brazos se elevaron y sus manos querían coger algo que no estaba allí y que solo sus ojos en blanco podían ver. Después de correrse quedó hecha polvo, pero Esperanza era mucha hembra, y se iba a tirar a los tres sementales. Uno tras otro se fueron turnando hasta que se volvió a correr, una, dos, tres veces, para la cuarta, le tocó a su marido, se echó boca arriba sobre la alfombra, Esperanza, dándole la espalda, metió su polla dentro del culo, y Aldo se la clavó en el coño, y Ernesto le dio la polla a mamar. Esperanza gozó de las tres pollas hasta que no aguantó más, se corrió diciendo…

Sacudiéndose cómo solo ella se sacudía, y jadeando cómo una perra, perdió el conocimiento cuando Aldo se la clavaba a fondo hasta los huevos una y otra vez…, aun desmayada de gusto continuó hasta que se corrió dentro de ella llenando el coño de rica lefa negroide. Cuando despertó estaba cubierta de semen de su marido, tenía semen en la cara, en las tetas, dentro y fuera del coño, en el cuello, sobre las piernas… Sus dos hijas le lamimos el semen de papá sobre su cuerpo y se lo dejamos limpio. La lefa nos excitó, y mientras la matriarca descansaba siendo sometida a las caricias de Aldo, la crías nos lanzaron a por el primer semental que encontramos… queríamos recibir también sus lechadas.

Yo era atravesada a cuatro patas por mi padre que se regodeaba apretándome el culo con sus manazas y tirando del mimo hacia su polla, en colaboración conmigo que también empujaba hacia atrás pegándome a la pelvis de mi padre. El grueso tronco de mi progenitor le abría un gran boquete a la esposa de Ernesto. Por otro lado la pequeña Elsa no que quiso perderse de gozar del mostrenco del poli, y se le subió a las caderas. Ella con delicadeza se fue bajando poco a poco incrustándose el cipote hasta las entrañas. Nunca le cupo todo el tallo, pero ese día con una fuerte sacudida de cadera le hundió casi hasta las pelotas, cada vez le ganaba unos centímetros a su útero la polla de mi esposo. Ayudándola a subir y a bajar sujeta del culo se la fue follando. Se sujetaba del cuello colgada, le comía la boca y los pezones sin dejar de perforarla con su larga viga empotrada, hasta que en pocos minutos la estaba llenado de esperma en lo más hondo de su vagina. Aldo aún le quedó fuerzas y leche para darme a mí, tras que el patriarca me hubiese llenado el útero de una considerable regada seminal… Ernesto como un buen cornudo se corrió viendo el festín que se daban con su esposa atiborrándola de lefa.


Todos los sementales habían quedado sin leche, con los cojones secos y las damas con nuestros coños repletos de bichitos navegando por las trompas de Falopio al útero de cada una. Lo que no se sabía, es a quien pertenecía el espermatozoide que llegaba primero al maduro óvulo de cada hembra. Las tres teníamos la regla sincronizada y las tres fuimos fecundadas esa misma noche…, pero eso no se sabría hasta unas semanas después. Lo que sí se sabía, era que desde ese día, ninguno se perdería una sola fiesta familiar, nos íbamos a hartar de follar todos con todos, en especial la muy zorra de mamá, que sabía como nadie montar sus propias orgías con todos nosotros. Follar a pelo es lo que tenía. Siempre nos daban cita a las tres preñadas a la misma vez…. Hoy esperamos nuestra hora en el ginecólogo, Madre e Hijas en la misma semana de gestación y sin padre identificado para ninguna de ellas, ese era el diagnóstico. Esto último sí era un tema familiar confidencial.

 


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