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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Un Domingo cualquiera con Papá. 1ª parte




CAPÍTULO 1. 

Soy Paula Andrea, una chica de 20 años con ganas de comerse el mundoOs voy a contar mi historia de cómo pase de niña a mujer. Mi madre está casada con un hombre que no es mi padre. Cuando tenía 12 años, mis padres se separaron sin casarse y me quedé a vivir con mamá, dado que mi padre es ingeniero en una empresa multinacional y casi nunca estaba en España, a pesar de ello siempre tuve una relación estrecha con él. Con los años ha mejorado mi atractivo, pero también mi rebeldía e insolencia. Desde hace unos años mi relación con mi padre ha ido creciendo en intensidad, observando en su trayectoria una salida a mi futuro, como técnico en relaciones internacionales. Ahora está participando en el diseño del sistema de control de una empresa de reciclado en Finlandia y he decidido irme con él estos meses de verano. Lo malo es que para él no son vacaciones, porque en esas latitudes es el mejor momento para el aprovechamiento máximo de horas de sol. Mi objetivo es reforzar mi inglés y tal vez aprenda algo de finés.

Mi padre se llama Fernando, no mantiene ninguna relación sentimental, que yo sepa, pero sé que las ha tenido. Toda su atención será para mí mejorando nuestra relación. Ya me ha apuntado a una academia y me tiene preparado todo un plan de estudios para mi estancia en Finlandia. Me recibió en el aeropuerto muy emocionado mientras me relataba lo que estábamos viendo hasta llegar a casa, ¡Me quedé boquiabierta! Vive en una casita con acceso a un embarcadero en el lago, todos los alrededores están llenos de bosque y salpicado de viviendas con barco y vehículo, un nivel alto que mi padre se puede pagar con creces, este estatus de vida se alejaba a años luz de mi vida en España con mamá. Aquella tarde necesitaba descansar y tomar un baño, mi padre me preparó la sauna con un ambiente digno de los mejores Spas para alcanzar la máxima relajación. Pasó al menos una hora y mi padre se metió también en la sauna con una toalla que le cubría de cintura hacia abajo…, yo me cubrí con la mía, porque el tema podría tomar otros derroteros inesperados, no menos deseados por mí, sinceramente….


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…Paula y yo estábamos agotados, necesitábamos descansar de todo el esfuerzo del día, por el viaje de ella y  por mi trabajo respectivamente. Pasados unos minutos en la sauna empecé a sentir todas las partes de mi cuerpo que me dolían, ya no era un chaval capaz de aguantar una sesión de una hora de bicicleta a todo ritmo. Sudorosos nos fuimos a la ducha. Se enfundó un vestido vaporoso blanco después de observar el desastre de maletas. Se puso a ordenar todo en el armario, vi que necesitaba ayuda y le eché una mano. En un momento inesperado me abrazó por la espalda para susúrrame al oído…

-“¿Te alegras que esté contigo?”.

-“Mucho cariño, lo malo es que no te voy a dedicar todo el tiempo del mundo”.

-“No te preocupes ya me hago cargo, ¡no siempre soy tan desastre, sabes!”.

-“Todo lo contrario, sé que eres una maravilla.”

-“¿Entonces por qué tienes esa cara de preocupación?”

-“Por nada cariño, eres lo único verdadero que me ha pasado en mi vida y ahora que te tengo aquí no puedo ser el padre que te mereces”.

-“Seguro que tendremos tiempo de hacer alguna locura”.

Paula no solo comprendió el problema sino que entró en razón, ese era mi propósito. Debo admitir que fue divertido ver a mi querida hija arreglando la habitación como si se sintiera en la propia, medio desnuda, esa clase de cosas no se ven todos los días. Ambos nos miramos y nos dimos un beso tierno, cariñoso, sentido y hasta un poco caliente, diría. De alguna manera se produjo una conexión eléctrica o química que interrelacionó nuestros pensamientos en una misma idea, ambos sabíamos que esto no se quedaría así. Ese cosquilleo de intranquilidad que recorre el estómago hacía muchos, muchos años que no lo percibía al estar junto a una mujer….

Nos pusimos juntos a preparar la cena, la casa estaba llena de vida y tan solo habían pasado unas horas desde que mi niña llegó. No quería ni pensar cuando se fuera pasadas sus vacaciones, lo triste y vacío que quedaría de nuevo toda la casa, ¡Ahora parecía un hogar! Tendré que buscar la forma de estar más con ella”, pensé. Salimos por la tarde a dar un paseo para tomar algo en un restaurante, llegamos a “Karina Halu” (El deseo de Karina) y la invité a una comida típica del polo norte. De repente en el exterior de la casa suena un relámpago que da inicio a una gran tormenta, a este ruido Paula se abrazó fuerte a mí, la rodeé con mi brazo para darle más seguridad. Le dije que aún no había llamado a su madre, así que llamó desde mi móvil.

-“Hola mamá soy yo, he llegado muy bien y ahora estoy con papá cenando en un restaurante típico del polo norte…”

-“Me alegro que estés bien, saluda a tu padre de mi parte….”


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…Terminamos de cenar papá y yo… nos fuimos en el barco atravesando el lago hasta un embarcadero a cien metros de casa. Los días siguientes fui a clase y pronto me hice con los horarios de los autobuses y barcazas que surcaban a modo de autobús por el lago. Aquella tarde me recogió mi padre de la academia para pasar la tarde juntos, yo estaba un poco molesta con él porque en todos estos días, apenas no habíamos visto y me prometió hacerme un hueco en su trabajo. Últimamente llevaba varios días fácilmente irritables, mi sangre española contractaba con la de los chic@s del lugar, los únicos que conocía en Finlandia eran fríos y distantes, me era imposible tener relaciones sociales fluidas con ellos. No solo estaba molesta, sino también algo confundida…. mi padre lo notó. Me habló y me preguntó qué sucedía, pero yo le ignoré y seguí caminando rumbo a mi habitación. Él me siguió queriendo entender mi actitud...

-“¡Paula, mírame cuando te hablo! ¡No me ignores, soy tu padre y me gustaría saber qué te sucede!”.

-“¡Nada papá, no importa!”.

-“¿Algún problema con la academia o algún chico?”.

La pregunta me dejó atónita, me detuve en seco y antes de analizar la situación, me encontraba gritándole en actitud defensiva. La discusión se tornó más y más extremada y yo, cansada del asunto solo atiné a decir…

- “Si papá, si eso te hace feliz te diré que acabo de ser follada por un atractivo chico rubio, estuvimos toda la tarde jodiendo. ¡Me he acostado con docenas de hombres y me encanta! Pero igual a ti no tiene por qué importarte, así es que déjame en paz, por favor”.

Esa afirmación era totalmente falsa, dejando parado a mi padre, pero antes de que pudiera responder, corrí al baño y cerré la puerta con seguro, rompiendo a llorar dentro. Después de un rato de silencio, decidí tomar una ducha e irme a dormir, pues estaba muy cansada, segura de que mi padre ya no me molestaría más. Me enjabonaba el cuerpo cuando escuché que llamaban a la puerta. Era mi padre…

-Paula, hija, quiero hablar contigo. Déjame entrar. No quiero que las cosas se queden así…”. 

Su voz se escuchaba tranquila y un poco triste. Así es que después de enjuagarme, me envolví en una toalla y salí a abrir la puerta. Mi padre entró y me dijo… 

- “Hija, perdóname por haberte gritado. Y discúlpame también por querer enterarme de asuntos que no me incumben. Es que has cambiado últimamente y te extraño. Sé que nuestra vida familiar no ha sido fácil y que probablemente no soy a quien tú buscarías para hablar de tus problemas e inquietudes, pero quiero que sepas que aquí siempre estoy para ti porque nadie te querrá como yo… puedes hablar de lo que sea conmigo. No me gusta verte así”.

-“Papá, soy yo quién debe disculparse por ser grosera contigo, no pensé lo que decía. Y sé que toda la vida has dado todo por mí y te lo agradezco. Y aunque a veces parezca que no me importa, en realidad aprecio todo lo que has hecho. Por otro lado, si te preocupa el tema del sexo… ¡Papi, no he tenido relaciones con nadie todavía!, estoy esperando a alguien realmente especial, así por esa parte no te preocupes...”. 

Mi padre se acercó a mí y me abrazó.

-“Solo espero que el primer hombre con el que estés, te ame tanto como yo te amo… aunque sé que eso va a ser imposible,  ¡Daría la vida porque tú no sufrieras!”.

Así abrazados estuvimos unos segundos que me parecieron horas y comencé a sentir cómo una tensión crecía entre ambos. Noté el bulto de su pantalón en mi vientre y mi respiración se volvió entrecortada. En ese segundo supe por qué siempre en todos mis frustrados intentos de hacer el amor pensaba en mi padre… ¡deseaba hacerlo con él y sólo con él! Nos separamos, mi padre me tomó de los hombros y me miró fijamente con ternura. Al parecer leyó mi mente porque sonrió, se agachó y me besó muy suavemente los labios. Para mí fue estar en la gloria, darme cuenta que mi padre también me deseaba tanto como yo a él y que nos entendíamos a la perfección. Nos fundimos en un largo y apasionado beso, él me tomó del cuello y enlazó su lengua con la mía.

-“¿¡¡Papá!!?”

-Paula, mi vida, debo confesar que te he deseado desde que eres mujer, ya no te veo como mi hija. Me gustaría tenerte antes que nadie te rompa el corazón… y no te valore por lo que vales, pero eso sólo depende de tu decisión, sólo pasará si tú lo quieres…”.

-“Papá, mi único deseo es que tú me completes como mujer… en todos los intentos he acabado por rechazar al chico que me solicitaba para hacer el amor, aunque más bien solo pretendían follar conmigo. Tú me darás mucho más que cualquier hombre, ¡Eres tan especial para mí, que no consentiría lo hiciese ningún otro!”.

Dicho esto, nos volvimos a envolver en una serie de besos que poco a poco fueron subiendo la temperatura. Mi padre acariciaba mi cuello y mis hombros y suavemente me quitó la toalla que me cubría y la tiró al parqué. Se separó de mí, dio un paso atrás y se quedó ahí, sonriendo y observándome con un destello de ternura en sus ojos…

-Mi princesa, eres muy hermosa, ¡Ya no eres una niña, sino toda una mujer!”.

Me sostuvo en sus brazos y me llevó al sofá cargando cual novia recién casada. Me colocó suavemente sobre su desnudo cuerpo y me acarició el cabello mientras bajaba su cabeza y aprisionaba uno de mis tetas de pezones erguidos en su boca. Cuando su lengua tocó mi pezón, gemí y pude sentir el líquido vaginal sobre mi vulva. Él succionaba y jugueteaba con su lengua, mordisqueaba de vez en cuando y otras veces sostenía mi pezón entre sus labios y lo estiraba poco a poco. Con una mano se encargaba de mi otra teta, apretándola fuertemente, sobando y pellizcando mi pezón… me estaba volviendo loca, mis pezones que no son grandes, pero sí puntiagudos cuando se tornan duros y erectos. En cuestión de pocos segundos, mi amante padre me tenía perdidamente cachonda.

Papá fue bajando su mano poco a poco, acariciando primero mi brazo, luego mi cadera, mis muslos y finalmente, sin dejar de mamar mis pezones, abrió mis piernas y comenzó a acariciar mi conejito rasurado, lo que me hizo soltar un grito que intenté ahogar entre gemidos mordiendo su pecho. Primero me acarició por encima, luego abrió los labios mayores con sus dedos por cada rincón hasta abrirse paso por entre los labios menores y llegar a mi pequeño clítoris que esperaba ansioso la atención de mi hombre. Al cabo de unos minutos en los que mi padre seguía mamando mis tetas alternadamente y acariciando mi clítoris, comencé a temblar, mi cuerpo se sacudía y mi respiración se contenía durante unos segundos mientras yo acariciaba el cabello de papá. Finalmente mi espalda se arqueó y tuve una ligera convulsión a la vez que soltaba un grito ahogado en gemidos… había tenido mi primer orgasmo, mi primer orgasmo con un hombre de verdad, el único al que había amado y deseado más hasta ese momento de mi vida. ¡El macho que me engendró! Él se dio cuenta de ello, retiró su mano húmeda de mi vagina y alejó su lengua de mis pezones. Me miró con ojos tiernos y sonrió mientras yo recuperaba la respiración recostada en el sofá. Yo sonreí de vuelta y entonces él se abalanzó sobre mí dándome un beso tierno en los labios.

-Te amo mi princesa, mi vida” me dijo después al oído y acarició mi cabello alborotado.

Después de unos minutos, recuperé fuerzas y me senté en el borde del sofá. Mis muslos seguían aún húmedos y su polla se tornaba enorme. Se puso de pie acariciándome el cabello con ternura con su miembro a centímetros de mi rostro. Yo estaba asombrada, era algo gigante completamente erecto, grueso y muy rosado en la punta, con las venas sumamente marcadas. No resistí más y acerqué mis labios mientras miraba hacia arriba el rostro de mi padre, besé su sensible glande, lo besé varias veces y luego con mi lengua comencé a recorrerla, de abajo hacia arriba y alrededor. El rostro de mi padre se notaba sumamente excitado.

-“Mmmmh, oooh sí así mi nena… mmmmh” decía entre gemidos… “¡métetela toda en tu boca!”.

Obedecí metiéndome su verga, no sabía muy bien cómo manejar la situación, era un poco torpe, pero creo que eso le encantó a mi padre y comenzó a guiarme. Me tomó de la cabeza suavemente acompañándome en el mete saca. La polla de papá, empapada en saliva, salía y entraba de mi boca buscando cada vez más profundidad. Yo de vez en cuando miraba ese pollón tan grande y delicioso, pero prefería fijarme en la cara de mi padre, pues así podía saber si le gustaba lo que estaba haciéndole. Después de unos minutos en esta faena, instintivamente sostuve su verga con la mano derecha, y comencé a moverla al ritmo de mi boca, de arriba hacia abajo… y con la mano izquierda alcancé sus pesadas pelotas envolviéndolas con mis dedos, me parecían dos gordas brevas a punto de explotar por la cantidad de leche que contendrían. Mientras apretaba los huevos de mi padre al tiempo que me comía su verga, él gemía más y más fuerte, justo cuando pensé que se correría en la boca de su hija, me hizo detener los movimientos y se separó de mí. Luego me tomó por la cintura y delicadamente me acomodó sobre el sofá con las piernas abiertas y recostada de espaldas. Él, con su magnánima herramienta erecta y comenzó a juguetear con ella, acariciando mi vagina por encima.

-“Corazón, ¿de verdad me quieres regalar tu virginidad? 

Dijo mi padre en un tono de duda y asombro.

- “Papi, eres todo para mí y eres mi hombre más deseado. Quiero sentir tu hombría dentro de mí, quiero que me hagas mujer por primera vez, quiero ser tuya nada más”.

Dicho aquello, su polla se envalentonó abriéndose paso entre mis labios y se encontró con la entrada de mi coño aún intacta, colocando allí la punta de su enorme nabo.

-“Quizás te duela un poco mi niña, pero en cuanto se te adapte tu coñito al tamaño de mi polla, gozarás como nunca”.

Un poco asustada pero muy excitada, me sostuve de los brazos de mi padre y firme le dije… 

-“Estoy lista para recibirte dentro de mí, vamos papi”.

En ese instante sentí una sensación extraña de dolor y gozo intensos, pues mi padre estaba introduciendo su verga por primera vez en mi coño. Pude sentir mis jugos correr por mi vulva hasta mi culo y de pronto ya tenía su orondo capullo dentro de mí. Solté un agudo gemido, más de dolor que de placer y me aferré con más fuerza a los fibrosos brazos de mi padre. Despacio, mi hombre sacó su mástil y volvió a introducirlo en mi estrecha rajita expandiéndome el agujero, acción que repitió una y otra vez lentamente mientras las paredes de mi coño se acoplaba al tamaño de su mostrenco venéreo. 

El dolor disminuyó un poco y en su lugar lo sustituyó el placer, un placer indescriptible… nada que ver con la fruta del amor que me introducía de vez en cuando. Aquella polla estaba dura, flexible, caliente y húmeda. Con cada embestida, mi padre lograba meter un poco más del aquel pedazo de carne dura y cálida, hasta que finalmente al cabo de unos segundos pude sentirla toda dentro de mí, hasta mi barriga pensé que me llegaba. Así comenzó su faena. Mi padre me follaba cada vez más rápido y yo gozaba de sentir toda su carga sobre el mío, formando uno solo. De los movimientos torpes del principio, poco a poco fuimos llegando a un ritmo armónico sincronizado y mi cuerpo se ajustó al suyo. El sudor caía por mi frente y mantenía mi piel húmeda, mi espalda, mi vagina…. Trasladé mis brazos hacia el cuello de papá, entrelazando mis manos por detrás de su nuca, ya no sosteniéndome de él por miedo, sino abrazándolo por amor y pasión.

Él se percató de ello y acercando su rostro al mío, nos fundimos en un beso húmedo con las lenguas entrelazadas, mientras era arremetida cada vez más fuerte por un macho que me partía en dos a la vez que me amasaba las tetas. Tuve un segundo orgasmo, esta vez más intenso y ruidoso que el primero, mi cuerpo tembló, mi respiración se detuvo y la mirada se me nubló. Exhalé en un largo grito y mi padre sacó su verga de mí, comenzó a masturbarse mientras yo seguía tirada sobre la cama. Él de rodillas se introdujo de nuevo en mi cuerpo y continuó follándome con una intensidad más enloquecedora si cabe que antes. 

Se paró casi en seco y movió su cadera en cadencia de un segundo por insertada logando descargar una gran cantidad de leche tibia en mi coño. Percibí el gran chorro de lefa, al tiempo que pude escuchar un berrido de placer desgarrador, y así un gemido por cada chorro de semen que derramaba en mi interior. Cuando acabó la sacó cayendo de espaldas sobre el colchón recostándose junto a mí, aún con su miembro duro… lo acaricié y lo limpié con mi boca. Estaba intrigada por saber cómo sabía la leche que me dio la vida, después tomé un poco más de toda la que rezumaba del interior de mi conejito recién desvirgado.

Tenía toda la entrepierna impregnada de esperma con flujo vaginal. No me extraña que preñara a mi madre en el primer polvo con semejante cantidad, ¡¡UNA ANIMALADA!! Un caballo debía de expulsar menos leche por su polla. Un día mediría el volumen de semen expulsado.

Los dos agotados permanecimos ahí largo rato. Mi padre volteó su cuerpo de lado, y quedando frente al mío me miró, acarició mi cabello, me besó la frente y me rodeó con sus brazos. Así fundidos nos quedamos más de media hora, casi sin decir nada el uno al otro, sintiendo la tibieza de nuestros cuerpos. Recuperado el aliento y la confianza…

-“Papi, gracias”.

-“Gracias a ti mi amor, me has dado el regalo más hermoso que un hombre puede recibir… la virginidad de su propia hija”.

-“Papi, quiero que volvamos a hacerlo en nuestra cama las veces que desees… Y QUE TE CORRAS DENTRO DE MÍ. Quiero sentir en mis entrañas la leche de la que fui creada, y quiero en un futuro ser tu esposa y estar preñada de ti”.

-“P...p…pero…”.

-“Papi, por favor, te lo estoy suplicando, tengo veinte años. No lo pienses demasiado, ¿a quién le importa lo que diga la gente si no entiende nuestro amor? ¡¡Lo que acaba de ocurrir no ha pasado por casualidad!!”.

Convencido con ese argumento, mi padre se levantó y volvió a sostenerme en sus brazos para colocarme sobre la cama nuestro refugio de amor. Ahí desnudos los dos, mi padre se recostó sobre las almohadas y yo me lancé sobre su verga, aún un poco dura y crecida, comencé a comerla de nuevo y ésta se endureció nuevamente.

-“¡Nena, papá te va a dar lo que quieres!”. 

En escasos minutos, la polla de papá me parecía aún más grande que antes, hinchada y roja de tanta presión sanguínea que acumulaba en tamaña bestialidad.

Sin pensarlo dos veces, me puse de pie sobre la cama y me coloqué con las piernas abiertas sobre el miembro de mi hombre, y haciendo sentadillas sobre su mástil, fui enfilado a mi coñito…lo introduje de una sola vez y así quedamos de nuevo unidos el uno al otro por nuestros genitales en un acoplamiento perfecto. Mi cuerpo subía y bajaba rápidamente, y podía sentir aquel largo estoque tocando mi vientre y mi coño aplastando sus pelotas.

Mis ubres, impasibles a la gravedad, se movían al ritmo de las embestidas y rebotaban frente a la cara de papá. Ambos estábamos empapados en sudor y gemíamos de manera escandalosa. Repentinamente, papá se levantó, y aún dentro de mí, se colocó de lado y yo frente a él me giré para quedar recostados del lado derecho con mi espalda pegada a su pecho.

Mis piernas estaban abiertas y la pierna izquierda elevada en el aire mientras mi padre me penetraba una y otra vez. Su boca estaba a la altura de mis oídos y me estremecía al sentir su respiración tan agitada hiperventilando. Me sentía muy puta

-“Te amo mi niña, qué coño tan rico y estrecho tienes, dale todo a papi”, me susurraba al oído.

Sus embestidas aumentaron de frecuencia, fuerza y velocidad y sus manos alcanzaron mis tetas, las cuales masajeaba entre sus dedos y apretaba mis pezones. Me estaba volviendo loca. Pasaron así varios minutos empujando con fuerza sobre mi culo y en una de esas embestidas me vencí con los pechos pegados a las sábanas. Mi amante se posicionó detrás de mí de rodillas en el suelo, colgada del filo de la cama, justo a la altura de su arma enfilada en la raja de mi coño entreabierto y fácil de penetrar. Casi sin esfuerzo entró el estoque paternal en mi dilatada vagina acogiendo complaciente a semejante trabuco. No tardó más de cinco minutos follándome en la posición a que me sometí haciendo de perrita, cuando escuché a mi padre gemir al tiempo que apretó mis nalgas con fuerza sin hacerme daño…. 

Mi padre ya había descargado su leche otra vez dentro de mí útero, condescendiendo a la mujer que llevaba dentro tanto tiempo sin salir. Un torrente de líquido caliente recorrió el interior de mi vientre y me hizo gozar como una salvaje, satisfaciéndome al saber que por primera vez había dejado agotados de leche los testículos de todo un semental como mi padre y yo rebosada de su lefa. Exhaustos debido a ese par de horas tan intensas de sexo, no nos movimos de la cama, abrazados, desnudos y aún unidos nos rendimos lentamente al sueño.

A las diez del día siguiente, papá ya se había despertado, pero sin levantarse de la cama. Me miraba tiernamente cuando desperté, me besó en los labios y me dijo… 

-“Mi amor, vamos a desayunar. ¡Levántate y ponte guapa! porque te voy a llevar a un lugar muy interesante que todo el mundo conoce por aquí y quiero compartir contigo”.





CAPÍTULO 2. 

Sentados en el porche mirando hacia el lago, mi hija hizo la llamada del día a su madre, la abracé desde atrás y tomé su pecho derecho con mi mano, ella luchaba para despegarse de mí pero no con fuerza suficiente. Era nuestro segundo día a solas con todo el tiempo para nosotros….

-“Mamá, puedes repetir eso de nuevo, no pude escucharte bien”.

Por supuesto que ella no podía escuchar lo que ella decía, Paula estaba concentrada en no gemir ante su madre. Solté su pecho y dirigí mi mano izquierda a su falda, corrí mi mano por debajo de sus bragas apreciando su pubis depilado, tomé su clítoris y lo acaricié suavemente. Paula me facilitaba el acceso mientras se contenía de no gemir, su resistencia estaba cediendo.

-“Bueno Paula, saluda a tu padre…”.

Con solo colgar el teléfono me dio un codazo en el pecho pero no detuvo mis manos en ningún momento.

-“Idiota, quieres que nos descubra, ¡ahhumm, sigue! ¡Como sabes despertar los instintos básicos de una mujer!”.

-“Lo siento pero me parecía irresistible la idea de hacer esta pequeña travesura. ¡Mira que lo has disfrutado bien!”.

-“¡Vamos papá!, me está gustando mucho, casi estoy acabando de correrme”.

Ver la cara de mi dulce princesa era algo hermoso, no hay imagen que se compare con ver a una mujer disfrutando de los placeres sexuales y más como lo disfruta una niña virginal como Paula. De repente siento como los músculos de mi hija se tensan, siento mi mano húmeda y escucho dar un grito de placer. Paula había llegado al clímax, en su cara solo se podía ver delectación, dejó caer su peso encima de mí, ese orgasmo realmente había sido fuerte…

-“¿Te ha gustado? Mi amor”.

-“Me ha encantado ¡Uumm!”. 

Ambos nos besamos, adoraba besar aquellos labios, me encantaban, eran mi droga y comenzaba a ser adicto, a ellos, a sus caricias, a su olor.

Las horas pasaron y ya se hacía muy tarde, Paula ni yo no teníamos más energías y necesitábamos descansar.

-“Papi, me voy a dormir”.

-“Buenas Noches princesa”. De pronto se paró y se volvió hacia mí…

-“Estaba pensando que…”

-“¿Estabas pensando… algo bueno?”

-“Estaba pensando, porqué dormir solos, si tu cama es tan grande… ¿Querrías dormir conmigo?

Le dije a Paula que necesitaba una ducha y que me esperara en la cama. Desde hacía mucho tiempo me encantaba sentir el agua fría en contacto con mi piel antes de descansar. Dentro de la ducha, se metió conmigo y el juego no paró en todo el tiempo. Llegamos a la habitación desnudos en unos pocos minutos, ella con el pelo suelto y yo empalmado.

-“No pienses que solo deseo de ti a la Paula sexy, también deseo a la Paula sentimental. ¡Me encantas cuando tienes el cabello suelto!”.

-“Papi, ya veo que es verdad lo que dices, ¡¿alguna vez te he dicho cuanto te quiero?!”.

-“No, soy huérfano de amor”.

-“Se te nota y para que no digas que soy mala brujita...” Se acerco a mí y me abrazó fuertemente para darme un beso tierno.

-“¿Por qué has querido que fuera yo quién te desvirgara, teniendo tantos chicos que te pretenden?”.

-“Es cierto, he tenido muchos chicos que me solicitaban, pero algo que solo se entrega una vez tiene que ser con alguien muy especial. Da la casualidad que solo tengo un padre y coincide que es a quien más quiero de todos los hombres que pueda tener”.

Me hizo sentir bien y extraño, era bien obvio que mi hija me gustaba como mujer, habiendo dejado atrás la culpabilidad del incesto y mi comportamiento de padre que no supo estar siempre a su lado. Paula y yo hablamos una buena parte de la noche sobre nuestras vidas, había muchas cosas que no sabía de ella y por supuesto ella de mí. Hicimos el amor apasionadamente y después se acurrucó a mi espalda hasta que nos venció el sueño. Cuando desperté me sentí un hombre nuevo, nadie sabe lo reconfortable que es levantarse teniendo a otra persona en la cama hasta que le pasa, el ver a mi ángel de amor durmiendo abrazada a mí, me llenaba de gozo. ¡¿Me estaría enamorando de mi hija?!Un amor furtivo. 

Años de separación tratándonos sincopadamente, se habían mejorado sustancialmente con nuestra relación íntima, hasta el punto que me impresionaba los límites sobrepasados… TODAS LAS LÍNEAS ROJAS REBASADAS. Soy un hombre muy paciente pero me desesperaba por hacer un hueco en mi trabajo para estar con ella cada día. Se presentó un día de fiesta con un puente largo, era algo muy raro y el único en todas las vacaciones que pasaría aquí Paula.

-“Estos días los vamos a disfruta a tope, juntos tú y yo”.

-“¡Hemos esperado demasiado tiempo!” le dije.

-“Sí pero ha valido la pena, ahora estamos seguros el uno del otro y es más divertido compartir nuestro amor”.

Las horas me parecían interminables, estaba muy ansioso por tener a Paula en mis brazos, nos besamos como si ambos quisiéramos comernos uno al otro. Al verme entrar salto encima de mí y yo la sostuve agarrándola de sus nalgas. En brazos llegamos a la habitación y lo primero que hizo fue quitarme de forma desesperada la camisa para besar mi pecho. Yo sin perder el tiempo le quité su blusa dejando a mi disposición aquellas deliciosas montañas puntiagudas rematadas en un pezón hinchado, tan sabroso como una yema de huevo. Paula bajó rápidamente y desbrochó mi pantalón desesperadamente, me los sacó tan apresuradamente que se llevó la ropa interior para dejar al aire mi falo en plena erección. Paula fue sin rodeos, con su mano derecha, tomó fuertemente mi verga pajeando y engulléndose todo lo que pudo con esos labios mágicos. Sus mamadas te hacían sentir como si estuvieses en el séptimo cielo. Inicio un movimiento de vaivén que combinado con su lengua juguetona me ponía feliz. Sentía que mi orgasmo se aproximaba cada vez más… tuve que detenerla si no quería quedar inútil antes de terminar todo.

-“Cariño déjame que busque unos condones”.

-“No va a ser necesario, no me gusta sentir el maldito látex de los condones, prefiero que me folles al natural, sentir como tu polla me roza las paredes de la vagina y se llena de mi fluido vaginal, por eso he empezado a tomar la pastilla”.

Despojé a mi princesa de sus mallas, abrí sus piernas y empecé a besar lentamente sus muslos desde abajo hasta llegar a su pubis. Con mi boca tomé el elástico de sus bragas para quitárselas. Pasé mi lengua lentamente desde sus labios mayores para descender lentamente hasta sus labios menores, con una de mis manos empecé a tocar su clítoris mientras que con la otra la penetraba con el dedo corazón y lentamente le fui introduciendo más dedos hasta llegar a tres dedos dentro de su conejito. Mi Paula me dijo que ella estaba lista, dispuesta para recibir la deseada fruta el amor.

-“Por favor procura hacérmelo despacio al principio”.

Se la iba clavando poco a poco de manera que fuese lo menos molesto para ella. Despatarrada fue entrando en la gloria de aquella rajita estrecha llenando de carne la acogedora gruta de amor de mi hija. Primero la acerqué hasta que hice contacto, luego empuje hacia el interior del buscando su útero, abriéndose como una flor. Despacio pude disfrutar cómo envolvía mi cipote a la par que notaba la cálida estrechez y humedad que emanaba del coño de mi amante. No tenía comparación con ninguna otra mujer que estuve antes.

- “¡Dios, qué bien te siento cariño!” le dije entre sus gemidos.

Aumenté el ritmo de las penetraciones, como mi hija me exigía. Al principio fui a paso de tortuga, pero luego, había logrado tomar ritmo. Cerró sus piernas para presionar con su coño mi badajo y conseguir una mayor fricción. Con sus brazos me encadenaba a ella procurando controlar la profundidad y velocidad de cada clavada. Paula me miraba excitada y tan sensual que desencadenaba mis ganas de penetrarla con más ahínco. Lo que sentía con ella, era algo totalmente diferente a lo que había sentido alguna vez. Aumenté más la cadencia hasta lograr un ritmo desenfrenado, notaba que mi orgasmo estaba muy cerca, el de ella posiblemente ya había pasado, pero iba a alcanzar el segundo.

-“¡¡¡Papá, no te detengas, sigue follándome, me voy a correr otra vez!!!”.

-“Cariño, yo también estoy a punto”.

Di todo lo que tenía que dar consiguiendo que mi princesa y yo nos corriéramos casi al mismo tiempo. La sincronización de orgasmos se da muy poco entre las parejas, lo que me hace pensar que formamos un tándem muy especial. Sentí las fuertes contracciones de su vaginita mostrando los síntomas de su corrida, además se evidenciaba por los flujos gelatinosos que chorreaban fuera de su coño. Aquel chapoteo de mis pelotas con tanta humedad, reaccionó con un fuerte latigazo de esperma que llenó el vientre de mi niña con toda la lefa almacenada de días, que brotó de mi polla. Se la mantuve insertada durante casi un minuto hasta que se produjo toda la descarga de semen. Ambos caímos rendidos a la cama, necesitábamos un respiro.

-“¡Uff! papi, para ser la segunda vez ha estado increíble”.

-“Mi vida eres tú quien hace que cada vez que hacemos el amor sea increíblemente diferente… y emocionante”.


*********************


La curiosidad crecía en mí esperando la tercera follada con papá. Salía de la academia con el bolso al hombro y la carita aún inocente, quien hubiera sospechado que bajo ese vestido, se escondiera una mujer realizada, ¡por fin! Había superado a mis amigas más íntimas, quienes exhibían con orgullo sus experiencias con sus novios que no habían pasado de unos cuantos magreos en el asiento de atrás de un coche y un polvo rápido en cualquier lugar. Unos días antes me emocionaba imaginando lo que se sentiría al dar un beso apasionado, y ahora de manera inesperada había gozado de ello y de la sensación de un orgasmo con penetración masculina con un hombre de verdad. Me sentía diferente, era tonto pero tocaba mis labios como si algo en ellos hubiera cambiado, sentía que en mi cuerpo había quedado un rastro de sus besos, percibía mis manos como si aún guardaran el aroma de su hombría.

En mi vagina conservaba aún esa sensación de haber sido desflorada. En  lugar de caminar flotaba por las calles de aquella idílica ciudad, una mezcla de emociones me tenía híper sensible, miedosa, intranquila, alegre y satisfecha. Había disfrutado del sexo, y definitivamente había actuado como una chica mala. Mis ojos se iluminaron y mis temores se quedaron en la calzada, cuando le vi acercarse con su coche hasta mí. Sentía que mis piernas temblaban y sucumbía ante esa mirada dulce que me regalaba, ¡CIELOS! Era como un hermoso dios pagano y yo quería ser su ofrenda… su bocado diario. Lastimosamente la mujer atrevida de la noche anterior en este momento me abandonaba, dejándome con las mejillas sonrosadas, la mirada huidiza y una timidez para afrontar ese encuentro.

Abrió la puerta y sin cruzar palabra me acomodé en el asiento, puso algo de música y pretendiendo relajarme preguntó…

-“¿Cómo fueron las clases, princesa?”.

-“Bien, lo de siempre, pero… no esperaba que me vinieras a buscar”.

- “Quería saber cómo estabas… nena, esto es muy difícil para mí, no solo soy un adulto si no también soy tu padre… me es complicado explicarme a mí mismo lo nuestro, cuanto más a ti. Creo que es mejor que vayamos a un lugar neutral. ¿Te parece si vamos a comer algo?”

-“Si”, respondí sin dudar tenía hambre.

Viró hacia la avenida principal, íbamos a una zona de cafeterías, café. A quien se le ocurre, vaya que en verdad mi padre estaba despistado, en fin, dejé que fuera por donde quisiera, el conocía mejor la zona. Aparentemente me distraía viendo los escaparates de los centros comerciales, pero mi cabecita estaba pensando en lo que nos diríamos en la comida. Estacionó el coche y cambió la cafería por un restaurante, subimos al piso superior, no era muy amplio pero era agradable, estaba construido en madera, la decoración era acogedora y el ambiente discreto. Escogimos una mesa que se ubicaba en una parte reservada. Teníamos mucho de qué hablar y no queríamos que la mirada de nadie nos intimidara.

Me acaricio la mejilla. 

-“Eres preciosa”, dijo guiñándome un ojo, “nadie me parece más guapa que tú”. 

Parecía sincero, no la sentía como una mentira piadosa y me gustó mucho que saliera de sus labios. 

- “Me gusta verte sonriente y feliz, mi vida. Te prometo que no volveré a hacer algo que ponga tristes esos ojitos”.

-“Papá hay algo que quiero saber… ¿Qué sientes ahora por mi?” 

Directa a corazón del asunto. Golpe maestro…, le dejé noqueado varios segundos antes de que pudiera responder… 

-“¿Podríamos empezar por las preguntas fáciles?..." 

Tras una pausa demasiado larga que me enervaba dijo. 

- "Bueno mi niña, claro que sé lo que siento por ti, mira ¿tienes 20 años verdad?”

-“Sí, soy toda una mujer” dije muy ufana.

-“¿Ah con que mi amor además de altanera, resulta vanidosa?” Reímos juntos. “Pues bien durante estos 20 años, has sido la niña de mis ojos, mi consentida, mi dulce princesa a la que he visto como la mujer más importante de mi vida, vida que daría por ti sin dudarlo. Pero ahora estoy bastante confundido, pienso como tú. No sé que me pasó,  porqué dejé que las cosas llegaran a ese punto contigo, tal vez no debió suceder…”.

Mientras él se esforzaba en darme mil explicaciones absurdas sobre lo sucedido, yo no podía dejar de mirar sus labios mientras dibujaban las palabras que amorosamente formaba, miraba también su rostro, sus ojos azules con pestañas invisibles, el cabello como despeinado, la vestimenta casual que usaba, la pulsera de plata que tenía amarrada con mi nombre, todo, cada detalle suyo, todo me importaba… también cruzó por mi cabeza, su piel bronceada, sus hombros anchos, su pubis con el vello casi al ras, su cipote duro apuntando a mí… sintiéndome empotrada por tan vasto miembro viril…

-“¿Entiendes mi niña? ¿Entiendes lo que te digo?”

-“Ah sí papi, que no volverá a pasar porque…estas arrepentido, ya…” dije dejándole sentir mi tristeza.

“Mi amor, eres lo más hermoso que me ha pasado, pero un día me agradecerás que no vayamos más lejos, es mejor para ti”.

Comíamos en silencio y no pude evitar que un par de lágrimas resbalaran por mi mejilla, él no entendía nada, no sabía todo lo que yo sentía. Para él solo fue una ofuscación por la excitación descontrolada, pero para mí, era mi sueño hecho realidad… me levanté y salí corriendo al servicio, no quería que me viera llorar.

-“¡Paula, estás bien!”.

-“No te preocupes papá estoy bien”, dije ya calmada. 

Salí y me abrazó muy fuerte quedándonos así varios segundos, ojala se hubiera podido detener el tiempo en ese momento…Tímidamente susurre… 

- “Papi, yo no tengo los ojos tristes por lo que pasó, ni estoy confundida, quizá estoy algo asustada, pero sé exactamente lo que quiero…más bien lo que me gustaría tener contigo…”. 

Toqué suave sus labios rozándolos, sintiendo su humedad…miré en sus ojos un instante de duda, que no estaba dispuesta a desaprovechar. Di unos pasos alejándome de él, empujé la puerta de ingreso al sanitario, y girando la cabeza le dije… 

- ”Ven Fernando, ven conmigo…”

Entornó los ojos y apretó los puños, sé que escuchaba cánticos celestiales y ni el mismo infierno le podía poner una tentación tan grande…

-“Paula...yo…yo…” 

Me acerqué y tomándole de la mano, le conduje al interior. Acaricié sus mejillas y como si sedujera  a un chiquillo murmuré…

-“Tranquilo, no tengas miedo, estás conmigo…con Paula… con tu princesa…”.

Me pegué a él buscando su calor, nos besamos con intensidad, su lengua recorría mis labios, besaba mis comisuras y entraba en la profundidad de mi boca. Sus manos acariciaban mi espalda bajando por mis caderas hasta mi culo que presionaba hacia él, juntaba su pelvis con la mía, ya nada podía detenernos. 20 minutos de charla quedaban en nada, las palabras se las llevaba el viento porque nuestro deseo era superior a lo que sabíamos correcto. Sus manos tocaron mis tetas estremeciéndome entera, bajó por mi cuello, por mis hombros, desató mi sostén y alzándome la blusa buscó mis pezones, los besaba, y yo gemía en silencio ahogado. Alzó mi falda, y con delicadeza metió su mano entre mis muslos haciendo a un lado mis braguitas, suspiró cuando se deslizó por mis labios encontrando la humedad de mi conejito encharcado. Sacó sus dedos mojados, los metió a su boca lamiendo mis jugos y me volvió a besar para compartir conmigo su sabor, me puso cachonda perdida, solo pensaba en que me follara. Me abrazó por detrás con furia, su pelvis chocaba contra mis glúteos, sentía como punzaba su hinchado cipote contra mí, y moviendo mi cadera cadenciosamente conseguía saber a través de la ropa lo que es un buen estoque.

Le di a entender lo que me ofrecía aquel bulto, haciendo mi culo hacia atrás, no era ninguna chiquilla, y tampoco quería parecerlo. Gemía sintiendo como mi cuerpo se preparaba al goce de recibir lo que él quisiera darme… Unas  voces acercándose nos dejaron helados, bueno a él, porque a mí me pareció emocionante y reí suavemente. Mi padre me cubrió la boca con su dedo obligándome a callar aunque casi se me escapaba la risa. Desesperado en silencio sufría porque podríamos ser descubiertos, sin embargo, yo maliciosa jugaba a pasar mis manos  entre sus muslos, sintiendo toda la potencia de su masculinidad, bajé la cremallera de su pantalón y metí mis dedos en búsqueda de su tesoro. Me agaché y comencé a lamer suavemente su tronco duro, besé su capullo endurecido e intenté introducirlo completo en mi boca, bueno al menos hasta donde podía. Aún me faltaba técnica, no era la experta que soy ahora, simplemente lo hacía como sabía, pero para sus ojos y para su polla, en ese momento era la mejor mamada del mundo. ¡Que excitante y a la vez que divertida  situación!, el pobre no sabía si dejarse llevar por la sensación de susto o de placer… Al poco rato sonó el ruido del agua escapando por el inodoro y los murmullos se acallaron…, riendo  salimos despavoridos hacia nuestra mesa.

-“Niña, en dos días cambias mi vida, primero me vuelves un loco pervertido de adolescentes y ahora un depravado exhibicionista… ¿a quién saliste así de loca, eh?” 

Mirándolo como si lo que me dijera fuera un halago, me levanté de la silla y plantándole un beso en la mejilla murmuré al oído…

-“A ti mi amor, ¡¿A quién va ser…?! O te olvidas que la mitad de mis genes salieron de esos dos enormes y redondos huevos que te cuelgan de tu fantástica polla, que me vuelve loca”. Terminamos de comer y mientras pagaba me adelanté hacia el coche“¿A dónde iremos?”.

-“¿A dónde? A casa, tontorrona, mira la hora que es…se me ha hecho tardísimo para llegar al trabajo”.

-“Pero valió la pena o ¿no? papi”.

-“¡¡Ay niña…!! Niña…niña…”. Hizo una llamada telefónica, creo que a su trabajo justificando su demora y empezó a conducir, al llegar a un cruce que daba a una calle secundaria, chispeando sus ojos de malicia murmuró… “¿Amor, quieres terminar lo que empezaste en el baño del restaurante?”

Sorprendiéndome sus palabras, respondí… -“No sé si será lo correcto, es más,  recuerdo que dijiste… textualmente “no volvería a pasar…” y yo soy muy obediente”, dije sarcásticamente.

-“Perdona, perdona no sé lo que digo, pero es que contigo paso de la cordura a la insensatez en un par de segundos…”

Llegamos a casa cuando iba a despedirse me anticipé… -“Espera papá, me gustaría continuar con lo que empecé en el restaurante, claro, si me alcanzas…”.

Corrí al interior, reíamos persiguiéndome, crucé la sala, subí a brincos los escalones, iba a entrar a  la habitación pero un recuerdo me abofeteó….el altillo….la bodega… Mamá…. mamá siendo follada por su marido y no por papá. Al fin la vida me recompensaba con la persona que marcaría mi sexualidad. Esta vez no me quedaría tras las puertas a oír gemidos, se escucharían los míos. Busqué sus labios, hambrienta de sus besos, su lengua, su saliva, me deslicé hacia abajo hasta dejar mi rostro sobre su bragueta, su verga punzaba a través de la tela y crecía cada  vez más. Desaté la correa… bajé el cierre... el bóxer…. y logré liberar al rehén… si, aquel prisionero que clamaba por ser encarcelado en mi boca. Percibí el aroma de su sexo, aleando mi saliva con su flujo pre-seminal sobre su glande…

-“Así amor así lámelo, abre más esa boquita y deja que entre hasta donde resistas…. eso es, despacio, sácalo…mételo…, mmm mi niña sí que aprendes rápido…”.

-“Papi déjame intentarlo sola… ¡¡ O acaso no te estoy demostrando que puedo hacértelo muy bien!!”

Le empujé contra la cama, de forma que quedara arrinconado, mientras yo de rodillas impregnaba en mi rostro ese aroma especial que aún ahora no se definir, pero sin embargo siempre me transforma en una putita hambrienta por complacerle. Su aroma dejaba rastros en mis mejillas, en mi cuello, en mis pechos mientras mis manos amasaban sus testículos. No resistí las ganas y yo misma separé sus piernas haciendo que mi lengua alcanzara a lamer sus redondas y gordas pelotas sobrecargadas de leche. Succionándolas suavemente al ritmo de sus gemidos, me las tragaba con delicadeza, jugando con cada huevo en mi boca como si fueran caramelos. Dentro de mi boca los lamía con la punta de mi lengua, sin dejar de mirar a sus ojos percibía que eso lo mataba de placer. Me fascinaba descubrir que con simples lengüetazos en sus testículos con mi cabeza en sus ingles, su pelvis se contorsionaba empujando hacia mí, su verga se desesperara por encontrar refugio en mi boca. Se la chupe varios minutos jugando en su glande y con el agujerito por donde salió el esperma que me engendró y puede que algún día me hiciese una barriga enorme.

Poco a poco bajaba hasta llenar mi boca de casi toda su arma, alternaba movimientos lentos y luego lo hacía rápido siguiendo la guía de sus manos aprisionadas en mi cabello. Engullía su duro pedazo de carne y mi saliva facilitaba el movimiento de mete y saca… ¡¡Cómo amaba sus ojos de cordero, su rostro distorsionado, y su sexo alborotado de placer!! Jamás había imaginado que era tan fácil enloquecer a un hombre, y aquella tarde descubrí lo maravilloso de hacer sexo oral. Sin duda fue un buen inicio para que se convierta en mi práctica favorita, sin embargo mi curiosidad y mis ganas exigían más… Le obligué a sentarse, y separando mis piernas pretendí jugar más profundo, levanté mis caderas y me acomodé sobre su punta parecida a una ciruela madura. Mi conejo chocó provocándome un poco de dolor pese a toda mi humedad, dado que su mostrenco de falo está sobredimensionado para mi estrecha vagina.

Lo sujeté con mi mano y lo hice rozar por entre mis labios, se deslizó por la raja de mis nalgas frotándome el culo y el ano, después se encajó en mi vulva entre los labios vaginales acariciando mi clítoris con él… mi calentura pedía mucho más que  eso, así que intenté introducírmelo. Mi corazón se puso a mil justo antes de insertarme tan tremendo pollón. Mis movimientos parecían no entender…quería sentirlo dentro, moviéndose sinuoso, resbalando por ese camino que sabía me daría aún más placer, pero mi padre se detuvo, tenía miedo de penetrarme, por temor, por sensatez, por sentimiento de culpa, quien sabe por qué….

-“Papi mírame, así es como te gusto a ti… a otros también, no necesito hacer ningún esfuerzo para tener un macho que me satisfaga mis necesidades, pero yo quiero, deseo, y sueño que tú calmes mis hormonas descontroladas…contigo…solo contigo quiero hacerlo…”.

Me abrazó excitado, mi jugada había  sido perfecta…Tomando mi saliva se lo embadurné entera, desde la base hasta la punta del capullo, la tenía durísima, y sosteniéndola fuerte, a la vez que lo agitaba me mostró cuan dispuesto estaba a coronarme. Me puse a cuatro patas sobre él con mis tetas en su cara y se inició un juego de vaivén y poco a poco el glande empezó a entrar, haciéndome  gemir desesperada, se detuvo un par de segundos y dijo…

-“Mi amor gracias por darme la oportunidad de sentirme un buen amante y no salir corriendo. En menos de dos segundos, nadie te salvará de que te lo dé todo al completo…”.

-“Si piensas dármelo completo ¡Dámelo ya!”.

Cuando sentí su gordo capullo en la entrada de mi coño di un sentón sobre sus pelotas y me introduje el vástago entero hasta la raíz sin darle la ocasión de que él lo hiciera. Solté un grito de dolor placentero y comencé entre jadeos a meterme y sacarme su espolón moviendo mi cadera ¡Me asombraba a mí misma cómo era capaz de mover mi culo a modo de perreo! Mi chocho se engullía su cipote con la misma facilidad que lo hacía mi boca, pero hasta su huevos.

Estuve al menos cinco minutos en tal posición y sin avisar me salí y me posicioné al contrario para tuviera una panorámica de mi culo con su polla entrando y saliendo de mi conejito caliente y empapado de entusiasmo.

-“Te voy a hacer una mujer completa, la mujer más feliz del mundo. Mi vida te pienso dar todo lo necesitas para que sepas que nunca te fallaré”.  

-“Sí papá, hazme una mujer, quiero que tu polla me preñe”.

Mi piel se erizó ante aquellas palabras sedientas de sexo convulsivo. Con mi respuesta me abrí todo lo que pude invitándole a entrar más si cabía. Su tranca empezó a invadirme empujándome más fuerte, centímetro a centímetro, abría mi sexo, dolía, quemaba, empujó un poco más desgarrándome hasta el alma… grité mientras él se detuvo quedándose totalmente quieto en lo profundo de mi ser. Poco a poco sus movimientos se incrementaron con un mete saca suave en mi chochito caliente. Percibía mi cuerpo atiborrado de virilidad hasta la barriga, y como mis carnes se hendían a medida que repetía la acción de penetrarme. El dolor disminuía en el acomodo de tan tremendo badajo y solo me dejaba una sensación de querer morirme, de querer matar, de querer quien sabe qué, ser una mujer deseada. Desde lo más profundo de mi intimidad, sentí como una ola de contracciones me devastaba, un tsunami arrasara la playa de mi vulva hinchada a ambos lados de su trabuco.

La curiosidad de verme en el espejo con el chocho abierto, formaba remolinos de palpitaciones que de tanta intensidad me  hacían levantar la pelvis, apretar los dientes y sin piedad clavarle las uñas al cabronazo de mi padre por tan fabulosa follada. Simplemente exploté con la felicidad más grande de mi vida. Mis paredes internas presionaban el gran capitán ahorcándolo, y él reaccionaba partiéndome en dos mientras sus huevazos rebotaban en la vulva impregnados de flujo vaginal. La imagen de sus dos bolas agitarse con su bálano dentro y fuera, me estremecía tanto que las amarré con mi mano izquierda y las apreté queriendo escurrirlas como una esponja. Deseaba absorber su fuerza, sus ganas, su hombría, sometiendo presión a sus pelotas.

Masajeando con mis dedos sus testículos, en escasos segundos empezó a follarme con más fuerza, como si hubiera estado haciendo un esfuerzo sobrehumano de aguantar hasta saciarme, y ahora inexorablemente se dejaba llevar en un esprín final. Empujó una vez más quedándose pegado a mi sexo, mientras nuestras transpiraciones, nuestros fluidos y nuestros gemidos se volvían uno solo. Fueron más de quince minutos intensos donde su verga acarició cada pliegue, cada nervio sensible de mi estrecha y convulsa vagina. No sé cómo podía albergar los 18 centímetros de carne dura en extrema rigidez, con un grosor de casi 5 centímetros, en mi cerrada y aniñada gruta. Nunca me hizo daño, pero sin duda su glande rozaba la entrada de mi útero cuando aplastaba sus huevazos contra mi coño en cada penetración.

Tras dos horas de estimulación, no podía ser menos que obtener una desbocada cantidad ingente de leche brotada de sus testículos. Sin ninguna misericordia eyaculó un primer chorro de leche que salió expelido como un geiser. Lo pude sentir en la profundidad de mi coño, cálido y ostensible. Después le siguieron varios latigazos más de semen llenando mi vagina más profunda abotonando mi útero, y al descender me regalaba nuevos latidos que me volvían a hacer gemir, su dedo ayudaba acariciando mi clítoris. Extraña y fácil volví a correrme, expeliendo jugo mezclado con su esperma. Con tanta cantidad terminó por rebosar mis entrañas y resbalar por mis labios enrojecidos, pasando el culo hasta las sábanas. Con su portento fuera de mí semi flácido, descansaba a mi lado con cara de haber realizado el trabajo bien hecho. Cayó junto a mí, inhalaba profundo recuperándose de su esfuerzo y excitación. Poco a poco nuestra respiración fue calmándose. Le puse la mano en el pecho percibiendo sus rápidos latidos aminorarse a su normalidad.

-“Al fin soy totalmente tuya papi…” 

Solté en un suspiro… Y acariciando mi culo susurró…

-“Sí mi amor ya eres mía, igual que yo soy solo para ti…lo bueno es que aún nos falta mucho por aprender… y compartir”.

Sonreímos y quedamos mirándonos tan profundamente, que nuestros ojos buscaran su propio orgasmo…. Unos minutos después trepé sobre él y pícaramente susurré…

-“¿Y qué es eso….que aún me falta aprender?”

-“¡¡Mi niña Curiosa!!” Dijo mientras me besaba nuevamente acariciando mi húmeda espalda y mis nalgas empapadas de sudor, flujo vaginal y semen… “Tu padre tiene muchas sorpresas que darte aún, pero todo a su tiempo…”





CAPÍTULO 3.

El agua de la ducha caía sin compasión, salpicando los azulejos de las paredes, y la sombra atlética de mi padre se dibujaba a través del cristal de las portezuelas… bendita el agua que besaba su desnudez, bendita su desnudez que despertaba mi lujuria. El momento mágico de mis encuentros sexuales con mi padre no había aplacado mi curiosidad, sentía unas ganas enormes de descubrir más. Mis pensamientos se distraían continuamente, recordando aquel tremendo falo penetrándome, me causaba tanto placer como vivirlo realmente. La imagen de sus huevos chocando en mi coño, se repetía hasta en mis sueños, haciéndome despertar con inquietud entre mis piernas y con las bragas húmedas perdidas entre las sábanas. Aquella tarde, me escabullí al interior del cuarto de baño, envalentonada por una curiosidad mal sana de espiarle, de recorrer nuevamente con mis ojos ese cuerpo que hace tan poco me había hecho mujer. Sus cuarenta y dos años apenas se apreciaban en un cuerpo tan bien cuidado, hasta el punto que en alguna ocasión nos habían confundido como pareja ¡Me encantaba que nos confundieran como novios!

Sin duda mi padre es hermoso, tiene la espalda ancha, los brazos fibrosos, las manos grandes que me hacían recordar como mis tetas se guarecieron en ellas. Los muslos fuertes como columnas macizas, un vientre firme lleno de suave vello y las caderas ágiles, muy ágiles para dar batalla…. Instintivamente mis ojos bajaron en el  instante en que deslizaba la espuma a su pelvis. Acariciaba su cipote, lo tomaba en su mano retirando el prepucio que cubre su glande y se lo enjabonaba, hizo un par de movimientos de subida y bajada, y automáticamente comenzó a endurecerse. Se templaba tomando forma de una arma que  apunta hacia el frente. Lo admiraba boquiabierta y se me antojaba ser herida, apuñaleada repetidas veces hasta matar mis bajos deseos de hembra complaciente.

Luego frotó con su otra mano sus potentes pelotas, dejando que  el agua tibia caliente sus ganas  y sé, que mientras se la halaba… pensaba en mí. No pude evitar que un estremecimiento en medio de mis muslos me traicionara, tampoco pude impedir que el tanga  se me mojara. Estaba allí, absorta, gozando en silencio, mirando como su virilidad masculina crecía hasta marcar sus venas y tomar el tono rojizo de un miembro que goza de una buena manoseada. Su verga había alcanzado el tamaño en donde yo con ambas manos no podía cubrirla. Ensimismado no se percató de mi presencia, levanté la pierna sobre el inodoro, haciendo a un lado el tanguita deslicé mis dedos por mis pliegues, imaginando que en lugar de  su mano fuera mi boca la que se acoplara a su sexo, sé que podía entrar y darle al menos una mamada, pero me sentía pegada al piso… ¡¡cómo me incendiaba viéndole masturbarse!! Colgado de la tapa del cajón de ropa usada, su bóxer se bandereaba. Fetichista acerqué mi rostro y percibí una vez más su aroma, como si llenándome por dentro de ese olor a macho pudiera aplacar mis enormes ganas de ser follada…

Soñaba con que me reclinara contra la pared, abrir mis piernas y a medida que el agua cayera sobre mis caderas, se insertara su pollón en mi coño… Apurada levante mi camisetilla, mis manos corrieron a masajear mis ubres, mis pezones dando muestras de alegría se tensaron y mis dedos se extendieron  hacia ellos para intentar calmarlos. Sentía mi sexo húmedo, los labios hinchados y el clítoris se levantaba exigiendo caricias. 

¿Quién era yo para negarle a mi cuerpo el placer que necesitaba? ¿Cómo podía impedir que mis dedos bajaran a descubrir los caminos que me llevan a una buena corrida?, sin embargo pese a mis crecientes ganas, estaba embebecida, la espuma caía por la espalda de papá, perdiéndose en su trasero, mientras una ligero chorro de agua tibia bañaba su rostro deslizándose hacia el pubis, su mano continuaba aprisionando su falo mientras con la otra se apretaba los testículos, de rato en rato las intercambiaba acompañado de un suave gemido que se confundía con el ruido de la ducha. No pude aguantar un segundo más y no deseaba desperdiciar la oportunidad, cuando de pronto mis pensamientos se confundieron con los suyos y la  cortinilla se abrió y heme ahí con la cara de salida….

…las manos entre mi sexo y el cuerpo tenso en espera de un desenlace… -“¡¡Qué pasa nena…!! ¡No te apetece entrar a ducharte conmigo!” dijo mientras maliciosamente sonreía.

Sentí arder mis mejillas, avergonzada y excitada por su sonrisa, pero llenándome de altivez me dirigí hacia él diciendo…

-“¡¡No puedes salir de la ducha… mientras no me hayas enseñado a masturbarte!!”. Sus ojos se abrieron sorprendidos y su pollón volvió a tensarse….

-“Puedes hacerlo a la misma vez que me chupas la punta de la polla”.

Me arrodillé a la altura de su estoque haciendo lo que me dijo, con una mano le pajeaba la zona más oscura y la rosada se encargaba mi boca de darle placer. Cogí el ritmo de tragar y meneársela con giros de rosca hasta golpear su escroto relleno de sus dos macizos huevazos. La saliva convertida en baba se escurría por mis comisuras sobre mi chaqueta y faldita azul a juego. Unos tres o cuatro minutos después me elevó, dejando tan excitante tarea y…. Dulcemente me besó los labios, la frente, los ojos, el cuello. Juntos, él desnudo y yo con mi ropita de calle, salimos a la habitación, me acosté sobre la cama y le seguí realizando mi magistral felación. Le daba mil lengüetazos en el duro glande y me zampaba de nuevo su verga, para lamer desde los huevos hasta la punta sin dejar de pajearle su polla de hinchadas y marcadas venas. Al rato se puso en cuclillas mientras me ayudaba a recostarme sobre la cama dejándome despatarrada.

-“Ahora te toca a ti, verás lo fácil que es comerle el chochito a mi niña… Debes jugar con tus tetitas también…”.

Con sus manos abrazó mis senos dándoles suaves giros, primero hacia la izquierda, luego  a la derecha como si los enroscara, se sentía una tibieza especial, con sus dedos acariciaba hacia los costados, desplazándolos en forma diagonal desde las costillas hacia el centro, yo gemía entre cada apretón mientras él continuaba paulatinamente hacia los pezones rozándolos sutilmente y de cuando en cuando estirándolos sorpresivamente. 

Con dos dedos como si fueran una tijereta  sostenía una teta mientras su otra mano  atornillaba deliciosamente el pezón, luego intercalaba… su lengua se paseaba por la aureola abriendo la boca totalmente y succionando desde la base hasta terminar halando los pezones con sus dientes, los chupaba incansable haciendo que yo expulsara el tórax hacia adelante en busca de más succiones, ¡¡Moría de felicidad…!! Tomó mi mano e hizo que levantara mi seno a la boca, desde jovencita mis pechos pequeños pero de pezón empitonado, así que doblándose, con su lengua alcanzaba a rozar  mis pezones… ¡¡Qué  sensación más deliciosa!! Sus propios labios jugueteando en mis tetitas. Su mirada me animaba a continuar enardecida y cachonda. A la par él se agachó entre mis muslos, ensalivando mi coñito, su boca quedó presionada en mi pubis imprimiendo vaivenes arriba y abajo, que me hacían abrirme más.

Jugueteó en mis labios menores frotándoles con pequeños golpecitos de lengua, la fricción  aumentaba sobre el punta de mi clítoris. Frotaba la base en forma circular mientras su mano tiraba de mis labios manteniendo una suave tensión a la a vez que un par dedos se introducían  en mi vagina, dándome la  sensación de querer correrme. A medida que aumentaba la presión y el ritmo, mis piernas se abrían y cerraban buscando alargar las contracciones, y justo en ese instante se zambulló en mi vagina  atrapando los pliegues e introduciendo su lengua… no pude más, me tensé y exploté en un intenso orgasmo, que me dejó temblando. Entre jadeo y jadeo miré hacia abajo, su verga estaba endurecida. Se incorporó y sujetándome de la mano me llevó a la posición ideal...

-“¡¡Ven cariño… que ahora me toca a mí!!”

Sin decir más me tomó de las caderas obligándome a doblar mi cuerpo hacia adelante con mis manos contra la cama, la rajita de mi conejito hambriento quedó expuesta a sus intenciones, y agarrándome de la cintura, empezó un rápido de mete-saca, sus caderas golpeaban duro contra mi coño y a medida que aumentaba el ritmo de sus embestidas el calor de sus palabras se hacía más notorio.

-“¿Te gusta mi niña curiosa? ¿Te gusta cómo te la clava papá?”

-“Sí, papá dame… dame más fuerte, me gusta  mucho…”

-“¿Así está bien mi pequeña? o quieres más duro…”

-“Más duro papi…, más duro… ¡¡quiero correrme otra vez sintiendo tu polla partiéndome el coño!! ¡¡No tengas compasión y lléname la barriga de leche con tu gran polla!!”

Sus manos aprisionaron mis pechos, mientas su enorme tranca me llenaba de dura y caliente carne…el chorro de flujo vaginal caía en mis labios, perineo y mojaba mi ano… y el choque de su polla contra mi vagina, producía un chapoteo, chasqueando por fuera y por dentro de mí. ¡Qué bien me la clavaba! Entraba y salía sin piedad, follándome sin miedo de hacerme daño. Mi vagina se había acostumbrado a semejante torpedo y por alguna ley de la naturaleza mi útero estaba hecho a la medida del pollón de su progenitor…, solo por esa razón se podría dar cobijo a algo tan soberbio en cavidad tan pequeña.

Por momentos sus embestidas eran crueles, sin embargo mi cuerpo se acomodaba a sus desafíos… Se sentó y caí sobre él con las piernas separadas, le cabalgaba con furia, mis piernas son fuertes y no perdía el ritmo, ni tampoco  me perdía el placer de su rostro desencajado en un rictus de placer. Mi procedencia asturiana de raíces combativas se imponía, despertando a una guerrera hambrienta por dar la batalla…. Mis tetas se balanceaban y por momentos me tiraba hacia él suplicando ser besadas y chupadas, para luego ofrecerle mi lengua sin dejar de cabalgar. Me sujetaba de las caderas dirigiendo el compás e impidiendo que me detuviera. Estiró su mano a mi culo y me introdujo su dedo anular, con el que se perpetúan los esposos, en mi cerrado ano, haciéndome dar un respingo con un grito que intensificaba el placer que me estaba gestionando en mi conejito hambriento.

Noté como se dilataba, y facilitaba la introducción de su dedo en mi esfínter, enloquecida y a punto de explotar de nuevo dejaba que me follara salvajemente. Aceleré el movimiento disfrutando de deliciosas contracciones que invadían mi vulva. En un movimiento magistral mi padre me envolvió con sus brazos y me elevó sobre la cama como una pluma de igual manera que cuando era niña y me dejó acostada sobre las sábanas de espaldas y frente a mi macho. No dudé ni un solo instante en lo que era su intención y me despatarró todo lo que pudo elevando ligeramente mi culo con la almohada, lo que obligó a mi chocho a quedarse entreabierto y a la altura perfecta para recibir al invasor. De nuevo se zambulló dentro de mí, a un ritmo frenético de bombeo, gemía tan fuerte que creía faltarme la respiración, secándoseme la boca por la hiperventilación. Nunca hasta ese día mi padre me había penetrado con tanta fuerza enterrando toda su verga en mi vagina como queriendo acabar con mi vida matándome a pollazos…, sin embargo aguantaba estoicamente cada acometida disfrutándola. Notando que me corría, apuntó un dedo contra mi clítoris alargando de manera gloriosa las pulsaciones y regalándome la mejor de  mis corridas.

Mientras me corría cerré los ojos y en poco me estaba besando, comiéndome los labios. En respuesta a su tierno gesto, le mamé la lengua igual que hacía con su magnífica polla. En esto él no dejaba de follarme y yo jadeaba emocionada, sintiendo aún como sus gordas pelotas golpeaban contra mi vulva hinchada y bastante irritada de cómo me ardía. Unas cuantas arremetidas más y el potente gemido de mi padre, tras la quietud convulsionada de su cuerpo me indicaron que también se estaba corriendo….

En ese instante percibí su chorro de leche invadir mi gruta más íntima, dejando mi ego por todo lo alto. La gran cantidad de esperma copó mi pequeña vagina, como tantas veces había hecho, perfilando un rezume de semen y flujo vaginal entre mis labios vaginales. 

Me quedé sobre la cama abrazando su pecho y mi cabeza acomodada en  su hombro, con mi útero repleto de semen y mi vulva también. En solo dos días, sus huevos acumulaban una cantidad desmedida de esperma para mí, que gustosamente recibía y esperaba.

Esa noche dormí deliciosamente, con el recuerdo de sus besos, llena de su néctar y su olor a macho que me embriagaba. Ni siquiera la primera vez utilizamos condón…, y el resto de las veces desafiamos a la naturaleza. Su esperma no tardaría en fecundarme si seguía inseminándome a este ritmo que iba creciendo día a día. ¡Si preñó a mi madre de mí a los dieciocho años, por qué no preñar a su niña a los veinte! Con él nunca me faltaría de nada y mi subconsciente lo sabía…, por eso me dejaba follar sin látex, permitiendo llenar una y otra vez mi chocho de esperma ansioso de conquistar mi útero. Deseaba preñarme de mi padre lo deseaba, quería darle un hijo sin lugar a dudas, pero también necesitaba terminar mis estudios.

El mes y medio pasó rápido y con él las vacaciones. Milagrosamente me vino la regla estando en Finlandia y eso me animó a seguir practicando sexo sin mesura ni protección. Mi padre estaba convencido de mi responsabilidad, creyendo que tomaba la pastilla anticonceptiva. Me marché entre lagrimones en un abrazo eterno en aquel pasillo desolado del aeropuerto. En casa me recibieron muy bien, especialmente la alegría de mis hermanastros a los que quiero mucho, los adoro como hijos míos. No obstante, la siguiente menstruación se retrasó y definitivamente no vino… Realicé el test de embarazo dando positivo. Sólo había tenido relaciones con papá y cuando lo conté en casa dije que deseaba dar a luz a mi bebé y que el padre no me interesaba que supiera nada, les mentí.Cuando hablé del tema con mi padre, vino a España de inmediato presentándose el sábado de esa misma semana para convencer a mi madre que la mejor opción era criar al bebé en Finlandia, con él. Mi madre en el fondo estaba encantada de deshacerme de una boca más que alimentar, y la otra de camino porque ella no pasaría la pensión alimenticia como hacía mi padre religiosamente y sobradamente. De vuelta en Finlandia se presentaba todo “Como un domingo cualquiera con papá…”


Nuestras ansias por tenernos eran incorregibles, nos amábamos y deseábamos con locura irracional, tanto era así que apenas me hallaba instalada papá me atrapó entre sus fuertes brazos y no fundimos en un beso húmedo que derretía los polos. El arrebato de despojarnos de la ropa hacían torpes nuestros movimientos tirando de la ropa haciéndola jiras para tenernos como Dios nos trajo al mundo… Me follaba como una perrita sumisa a cuatro patas, que es como más me gusta recibir a mi macho, me estaba dando con todo su badajo aliviando toda tensión jactanciosa que nuestros rebeldes cuerpos poseían. Percibía su verga ahondar en mis entrañas una y otra vez hasta que comencé a notar el acrecentamiento de las embestidas, los jadeos más continuados de papá y los pollazos más contundentes y…

-“¡Qué buen culo tienes para recibir mi verga! ¡Me vuelves loco nena! ¡¡Estás tan buena, que con mucho gusto te daré mi leche…! ¿Dónde la quieres, cariño…?”

No alcancé a responder, porque un orgasmo, me hizo gritar dejándome desmadejada. Pero él sin detener los embates continuó agitando su pelvis, hundiéndose en mi laguna con chapoteos en mi mar de jugos…me tenía el coño encharcado. Sus movimientos se hicieron más intensos, más rápidos, más profundos…como si a base de metidas me arrancara la vida y me partiera en dos con aquella animalada de verga dentro de mi estrecho conejito. Aun sintiendo una fuerte carga de sensaciones, le expuse mi trasero hacia atrás, facilitando la follada dispuesta como una putita sumisa que solo oye la voz del placer. En ese punto de la fornicación se perdía el respeto padre-hija, pasando a ser dos animales sedientos de sexo, un macho y una hembra. Empujó una vez más, profundo e intenso, noté la presión de sus brazos y la tensión de sus piernas junto con el dolor placentero que me producían sus dedos engarfiados en mis nalgas. La clavó de una sola vez en lo más hondo de mí y con un gemido potente descargó toda su semilla en mi interior

La tibieza de su leche estallando en mis profundidades en varios chorros convulsionados con resoplidos, me enorgullecía como hembra que satisface las necesidades de su hombre. Un semental al que quiere y del desea tener su más preciado sabor, el néctar producido en sus huevos exclusivamente para mí. Se dejó caer sobre su espalda, y yo me desplomé rendida sobre el pecho de mi padre. Nuestra respiración se iba calmando y el huracán volvió a ser brisa… Allí estaba mi amante todavía empalando mi coño bajo mi cuerpecito preñado de él, presionándole con mis tetas sudorosas…

Así comenzó nuestra historia de amor INCESTUOSO que continua hoy día. Para mí no habrá otro hombre más en mi vida que papá, que me desfloró maravillosamente sin sangrado, y si bien en sus repetidas incursiones durante el primer mes no me preñó, disfrutando de una relación gozosamente abierta, sí lo logró en un momento final y ese era el motivo por el cual ahora vivíamos como esposos lejos de las miradas de los demás y como padre e hija fuera de casa. Por mi parte, me alegro de haber guardado mi castidad para papá, quien hizo sentirme más mujer y fomentó la seguridad en mí misma, tanto es así que le permito cualquier perversidad. 

Continúa...



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