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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Deseos de Navidad

 


Camila era una joven que estaba buena como un queso de tetilla. Era Pascua y fue a recoger el aguinaldo a casa de su padrino acompañada de su novio…, Javier era joven desgarbado y chulo de más. Emilio, su padrino, al abrir la puerta y verlos, les dijo…

- Pasad, pasad pareja.

Entraron en la casa. En la sala sobre una mesa camilla con la parte superior de cristal había una botella de Tío Pepe, otra botella de vino dulce de Málaga y unos de pasteles típicos navideños. Sobre un mueble el roscón y turrón. Emilio andaba con una sonrisa de oreja a oreja por la agradable visita de su ahijada Camila.

- Sentaros y tomar una copa de málaga y unos pasteles que yo mismo he preparado…

La sonrisa de Emilio desapareció de su rostro cuando dijo Javier…

- Tenemos prisa.

Camila no estaba de buen humor. Le dijo a su novio…

- Prisa la tendrás tú, yo no tengo ninguna.

El chulo sacó su chulería.

- ¿A qué vuelves andando para casa?

Camila era de las que se callaba ni debajo del agua.

- No me voy a perder, guapito… me sé bien el camino y miedo niguno.

Camila era muchacha, bella, robusta, su cabello negro era largo y liso, llevaba unos grandes aros de oro en las orejas, es de estatura mediana y sus ojos marrones miel. Sus labios carnosos los llevaba pintados de rosa, cómo sus uñas. Tenía generosas tetas, que se marcaban en su camiseta blanca y largas y moldeadas piernas que dejaba ver su minifalda marrón.

Emilio no comprendía cómo su ahijada tenía un novio tan poca cosa en lo físico y en lo mental… tan gilipollas, pero no se quiso meter cuando le dijo…

- Ahí te quedas.

Camila se cabreó.

- ¡Vete a la mierda!

Javier se dio la vuelta. Encaminándose hacia la puerta y moviendo el llavero con llaves del coche alrededor del dedo medio de la mano derecha, le dijo…

- ¡Qué te aproveche el paseo de vuelta a casa!

- ¡Mi padrino también tiene coche, payaso!

Camila se sentó en un sofá, le echó la mano a un pastel y le dijo a su padrino…

- Venga padrino esa copa, vamos a celebrar la Navidad sin el tontainas de mi novio.

Emilio, que ya se había sentado en su sofá echó dos copas de málaga. Mirando para las piernas de su ahijada, le preguntó:

- ¿Cómo están tus padres?

- Bien, discutiendo un día sí y el otro también, pero bien, bien. ¿Sabe algo de la madrina?

- No, desde que se fue con Amancio parece que se los tragó la tierra.

- ¡Ojalá! Al menos que se lo tragara a él.

- Y a ella, y a ella… que me puso unos cuernos de carallo, nunca mejor dicho.

Hablando de esto y de aquello acabaron con los pasteles y con media botella del vino dulce de málaga. Camila estaba relajada. Emilio le preguntó…

- ¿Qué te pasó con tu novio para acabar discutiendo?

- El origen ya es viejo.

- Creí que llevabais tres meses juntos.

- Y los llevamos, tres meses y pico y en esos tres meses aún no... Son cosas íntimas.

Emilio la pilló por el aire, le miró para las tetas con descaro, y le preguntó…

- ¿Aún no te corriste con él?

- Me da un no sé qué hablar de esas cosas con contigo.

- ¡Vamos nena… ¡¿Aun no te corriste con él?!

Al final confesó, mirándolo a los ojos vio que con su padrino podía tener confianza…

- Pues no, padrino… ni siquiera me ha follado como Dios manda.

- ¿Qué pasó hoy?

Camila sonrió con timidez, bajó la cabeza, y le respondió…

- ¡Ay, padrino, que no sé qué me da hablar de estas cosas con contigo!

- No pasa nada por hablarlo, así también te desahogas… lo se dice en esta casa aquí se queda, eso lo sabes muy bien.

- Desahogarme es lo que hago todos los días... Mejor lo dejamos ahí.

Emilio estaba en plena caza y no iba a dejar marchar a su presa.

- A mí no me da corte decirlo, me la pelo, y a veces dos veces al día. Suéltate, coño... que no me voy a echar encima de ti cómo si fuera un sapo. ¿Qué fue lo que pasó?

- Es que va a pensar que soy una guarra.

- La mujer que no es guarra cuando juega con un hombre no vale un duro.

- ¿Usted crees?

- Claro que lo creo… en la cama una mujer debe ser una puta y en la calle una dama, así es como funciona una relación… Cuenta. ¿Qué pasó?

Camila lo soltó de un tirón.

- Que después de más de tres meses le pedí que me comiera el coño y me dijo que no le gustaba el bacalao.

Emilio, que era un hombre de más de cincuenta años, con el pelo cano, alto y fuerte, le dio a la cabeza hacia los lados, y después le dijo…

- Hay tipos muy raros. ¿Folláis mucho?

- Sí, bueno no tanto… ¡Pero la saca al poco de meterla para correrse fuera…. No te preocupes que no me ha dejar preñada!

- Es bueno saber que tenéis medida anticonceptiva eficaz ¿Probaste a mamársela antes de follar? Si se la maman a un hombre y se corre después aguanta más.

- Él después de correrse una vez ya no quiere nada.

Camila abrió un poco las piernas. Emilio vio sus bragas blancas. Al ver para donde miraba, Camila, cerró las piernas. Emilio le dijo…

- ¡¿Desde cuando no eres virgen…?!

- Tendría quince años cuando Bartolo me invitó a dar un paseo una noche de las fiestas del pueblo…

- Bartolo el republicano… ese viejo tenía buena verga, según tengo entendido.

- Pues sí, pero ya está muerto… mejor no hablemos de eso.

- Entonces hablemos de lo que hiciste hoy… ¡¿Habéis follado esta mañana?!

- Viniendo para aquí hicimos una parada y antes de pedirle que me comiera el coño le hice una mamada de las de película, de esas que se ven en los videos porno. Me tragué su leche y después ni besarme quiso… follarme, menos.

- A mí, si se tragan mi leche dejo seca a quien lo haga… me considero vaginariano.

Con sonrisa de picarona… le hizo mucha gracia la palabreja, y le preguntó…

- ¿Cómo que la deja seca?

Volvió a abrir las piernas. Emilio le volvió a mirar para las bragas y esta vez no las cerró.

- Que le como el coño hasta que se corre tantas veces que ya no le quedan jugos que echar…. Me encanta el sabor de los coños, si son jóvenes, mucho más.

Camila rompió a reír, abrió las piernas un poquito más, y después le dijo…

- ¡Qué mentiroso!

- Tú deja que te coma el coño y ya verás como no miento. ¿Cuántas veces quieres correrte, tres, cuatro...?

Camila estaba boquiabierta.

- ¡¿Seguidas?!

- Sí, seguidas. ¿Cuántas veces quieres correrte?

Camila ya estaba colorada cómo una granada.

- ¡Me acaba de poner cachonda, padrino!

- ¿Otra copita de vino dulce…?

- Echa que está riquísimo. Esto entra sin pensar...

Poniendo las copas y mirándole para las bragas, le preguntó:

- ¿Eres tan buena mamando una polla cómo me dijiste?

- ¿Quiere que le haga una mamada?

- Si te animas...

- Me animo si me comes el coño, pero solo eso, sin llegar más lejos, tú ya me entiendes.

Emilio se levantó del sillón, y le dijo…

- Trato hecho.

Camila se levantó, le puso un dedo en el mentón las manos a la nuca, hizo que se levantara.

- Le voy a hacer una mamada cómo nunca antes te hicieron… le voy a dejar secos ese par de huevos que tiene llenos… e imagino que bien duros de tanta leche.

Lo besó con lengua y se restregó contra él, después agarró con fuerza la hebilla del pantalón, abrió el cinto, le bajó la cremallera… de un solo tirón le bajó los pantalones, acarició su polla y los huevos por encima del calzoncillo, y metiendo los dedos en el elásticos, no sin poco esfuerzo por andar engarzados y bien aprehendidos por la polla erguida, que se hallaba rígida y dura como una viga empotrada, al final, estos también tuvieron la misma suerte de llegar hasta los tobillos del maduro. La verga saltó frente a la cara de la chica.

- ¡Joder padrino, menuda tranca se gasta! No tiene nada que envidiar a la de Bartolo, jajaja. Desde entonces me encantan las pollas grandes y maduras…

Luego la olfateó, y cerrando la palma de la mano derecha sobre ella, sin llegar a circundarla con sus dedos por el recio grosor, lo masturbó hasta ponérsela más dura si cabe. Después se puso en cuclillas, metió la polla en la boca y movió la lengua arriba y abajo creando así un hueco para mantener la polla alejada de los dientes, a continuación le apretó la polla contra el cuerpo y lamió y chupó sus huevos, primero uno y después el otro, para acabar con las dos pelotas metidas en su boca succionando como pudo. Bien ensalivados, volvió a lengüetearlos.

Chupó el glande mientras su dedo índice y pulgar apretando la polla subían y bajaban por ella, bajaban y subían... La saliva que caía de la boca lubricaban la polla y el círculo que hacían los dos dedos simulaba un coño apretado y engrasado. Camila acariciando los huevos de su padrino mamó la polla y lo masturbó lento, al principio, después fue aumentando la velocidad... Emilio se puso tenso, sus huevos se pusieron duros y comenzaron a retraerse. Arqueó su cuerpo hacia su ahijada, Camila siguió mamando y sintió cómo la boca se le llenaba de leche espesa y templada al tiempo que el macho gemía con rugidos contenidos. Sintió como le subía la leche directa de sus cojones llenos, hacía varios días que no los descargaba, y lanzó un primer chorro que Camila receptó en su paladar, ahuecó la boca para recibir el resto de chorros de esperma espeso que su padrino no dejaba de eyacular… una bestia parda soltando una lechada copiosa como nunca imaginó que un hombre pudiera descargar, pensó Camila.

Al acabar de correrse Emilio, Camila, se puso en pie y le mostró la cantidad de leche que contenía su boca, jugó con ella y parte se le derramó por las comisuras, ella rauda la atrapó con sus dedos y lo devolvió a su boca. Tras unos segundos jugando con la lengua en el mar de leche, se lo tragó y relamió hasta no dejar ni rastro, luego lo besó y Emilio le comió la boca.

- ¿Soy buena mamando, padrino? Espero tener su beneplácito en sexo oral

Quitándole la camiseta, le respondió…

- Buenísima, pocas mujeres me la han mamado con tanta devoción.

Tiró la camiseta al piso, le quitó el sujetador, y vio sus tetas, unas tetas redondas, tirando a grandes, con areolas marrones y pezones muy gordos. Cogió las tetas con sus grandes manos y palpándolas puso sus pulgares sobre los pezones y sin apretar demasiado hizo movimientos circulares. Después apretó una teta contra la otra y le lamió el canalillo, luego besó los pezones y acto seguido los lamió de abajo a arriba, hacia los lados y alrededor y le dio suaves mordiscos.

Su lengua giró alrededor de las areolas, mamó las tetas sin dejar de magrearlas. Le dio pequeños mordiscos en los pezones... Camila comenzó a gemir, estaba muy excitada. Se agachó besó, lamió su tripa y le bajó la minifalda y las bragas, unas bragas que ya estaban encharcadas de jugos vaginales. Vio su coño, un coño franqueado por unos tremendos labios vaginales carnosos, completamente pelado, de donde sobresalían los labios internos como pétalos de flor y coronado por un capuchón enorme de guardaba a buen recaudo su clítoris.

Fue a por su capucha, y con dos dedos despejó el pliegue que lo cubría, le dio un beso en el clítoris y después se lo acarició con la yema del pulgar de la mano derecha. Abrió los labios vaginales con dos dedos y chupó de nuevo el clítoris, su raja y le perforó el agujero con la lengua una y otra vez… de nuevo repitió todo el proceso. Camila no necesitó más que unos cuantos minutos con su padrino entregado a la labor de su placer vaginal, cuando exclamó…

- ¡Me corro, padrino! ¡¿Qué me has hecho para correrme tan rápido?! ¡Joderrrr!

Sus piernas comenzaron a temblar y corriéndose cayó de culo con la mano derecha entre las piernas en el sofá en que estaba sentada. Se encogió, abrió los ojos y Emilio vio que los tenía en blanco.

Al acabar de correrse Emilio se agachó delante de ella, le abrió las piernas y le lamió el coño recién corrido. Gemía cómo un adolescente al saborear aquella delicatessen. Camila se recostó en el sofá, cerró los ojos y con las piernas abiertas de par en par se dispuso a disfrutar. Sintió la lengua de su padrino subir del coño al clítoris, entrar y salir de su vagina. Sintió cómo le chupaba los labios vaginales... Cuando la yema de un dedo buscaba su ojete, se echó hacia delante para que pudiera acariciarlo, y hasta esperaba que le lamiera con la lengua, su ano…. Lo percibió, era un frescor anal que le electrizaba todo el cuerpo. Nadie le había hecho algo así

Lo acarició más de una docena de veces. Después sintió cómo el dedo entraba en su vagina, cómo salía empapado de jugos, cómo entraba en su culo y cómo se lo follaba mientras la punta de la lengua rozaba suavemente el glande erecto de su clítoris. Al apretarse la lengua contra el clítoris y lamer más aprisa de abajo a arriba. Camila, que no dejara de gemir, volvió.

- ¡Me corro, padrino! ¡Otra vez me estoy corriendo, cabronazo!

De nuevo tembló y se convulsionó cómo si se estuviera muriendo de gusto.

Sonó el claxon de un coche. Camila le dijo a Emilio…

- Ese es Javier.

- ¿Te vas a ir?

- Sí, pero vendré mañana para rematar la faena.

- Si vienes te voy a follar… me has dejado los huevos condolidos y las ganas intactas.

- Eso es a lo que me refería al hablar de rematar la faena, padrino.



***********


Camila vestida con una chaqueta azul, una blusa blanca, una falda de gasa estampada a la rodilla de vuelo muy ligera, calzando zapatos negros con medio tacón y con una bolsa en la mano, llamó a la puerta de su padrino, Emilio al abrir y verla se llevó un alegrón. Sabía a lo que venía para celebras con ella el día de Reyes Magos. Le preguntó…

- ¿En qué has venido?

- En autobús… la línea 42 me deja en la carretera al pasar frente a tu casa.

Al entrar en casa a Camila le llegó un olor a asado que abría el apetito. Emilio miró para sus piernas, unas piernas rectas desde la raíz del muslo hasta el tobillo con curvas en tobillos y rodillas y la polla se le puso nerviosa dentro del calzoncillo.

- Te miro y me parece que tienes andares de princesa… me pregunto donde quedó aquella niña que bauticé hace veinte años. ¡Ya eres toda una mujer!

Camila se dio la vuelta y sonriendo le respondió…

- ¿Y cómo caminan las princesas?

- Caminan cómo tú, le dio con la palma de la mano en el culo… - con estilo y glamour.

Camila cambió de tema.

- Huele que alimenta. ¿Qué está cocinando?

- Estoy haciendo un conejo al horno. ¿Comiste alguna vez…?

- No. Traía unos pasteles y una botella de Tío Pepe...

- Eso es para el postre, y la botella con el conejo. Hice para comer y cenar, o sea, que sobra para los dos.

Tiempo después estaban sentados a la mesa comiendo el conejo asado con las manos, las patatas con el tenedor y largándole unos buenos tragos de vino tinto. Después de mandar un trago le preguntó Emilio…

- ¿De qué hablaste con tu novio ayer al volver a casa?

- Seguimos discutiendo sobre la sostenibilidad de la pareja, la nuestra claro…

- ¿Por dejarte a medias?

- Por eso mismo.

- ¿Y?

- Y menos mal que ya iba satisfecha, porque sino hubiera caído tontamente.

- Bueno, satisfecha, satisfecha no ibas.

- Calle padrino, calle que en mi vida me había corrido dos veces seguidas ¡Más que un polvo!

- Ya va siendo hora de que me tutees que me haces sentir más viejo que el abuelo cebolleta.

- ¿Y ese quién es?

- ¡Qué viejo soy, coño, que viejo soy!

- Si pensara que eres un viejo no vendría a lo que vengo. Las mujeres nos hacemos viejas enseguida, pero los buenos machos, sois como el buen vino, cuanto más añejo sabe mejor y es más fácil de marinar con cualquier carne…

- Eso suena bien… nunca me habían estimado añejo, jajaja.

Comieron, llevaron los platos al fregadero y allí Emilio, detrás de ella, la cogió por la cintura, la besó en el cuello, le arrimó la polla al culo y le dijo…

- Tengo unas ganas locas de comerte el culo.

- ¿Quién te lo impide?

Emilio le bajó le remangó la falda de gasa y luego se encargó de las bragas de una sola vez hasta las rodillas, se agachó, le abrió las nalgas al tiempo que ella puso el culo más respingón… lamió su ojete. Camila con una mano mantuvo la falda en su cintura a modo de ornamento, y con la otra se apoyó en el fregadero. De las lamidas, pasó a las folladas. La punta de la lengua entraba y salía del ojete mientras las manos de Emilio apretaban sus duras nalgas. Después el dedo índice de su mano derecha entró en el ojete mientras le lamía y mordía las nalgas, luego los metió en la raja, por la capacidad mayor del coño, a este dedo le siguió el pulgar. La vagina se abría y se cerraba y se iba empapando. Emilio pilló un pequeño taburete que usaba para coger las cosas más altas de la alacena y se lo puso al lado para que Camila se subiera en él. Se subió y apoyó las dos manos en el fregadero. Emilio cogió con los dedos margarina que tenía en una tarrina de plástico, sacó la polla empalmada, la untó de manteca, le metió de nuevo el dedo pulgar y le folló el culo con él. Luego le frotó la polla en el ojete. Camila sintiendo cómo los jugos que salían de su coño y bajaban por el interior de sus piernas, le dijo…

- Por el culo no que me lo rompes, padrino. No quiero estar una semana sin poder sentarme… ¡Joder, padrino la tienes muy ancha y se te pone demasiado dura!

No le hizo caso. Le echó las manos a las tetas y magreándolas metió la punta de la cabeza. Camila estaba asustada.

- ¡No metas más que la puntita!

A la puntita le siguió la cabeza entera. Fue como si le metiera un supositorio gigante. No le desagradó y ella misma se tiró hacia su verga para incrustarla un poco más.

- ¡Cómo llena!

Emilio excitado como un toro y con la polla dura cómo una roca, le dijo…

- ¡Llenar te voy a llenar yo el culo de leche! Si no me vuelves loco y te relleno el útero, ya sabes la cantidad de leche que me puedes sacar.

Camila no se quería quedar cómo se quedaba con su novio.

- ¿Y yo qué?

- Tú te vas correr cómo una perra con mi polla dentro de ti.

Nada más decir eso, ella se echó más el culo sobre su padrino y se la clavó hasta el fondo.

- ¡Diosss! ¡Joder Emilio, que gorda y dura la tienes… es enorme y como me llena!

- Enseguida te empezará a gustar mucho más.

Le giró la cabeza con una mano y besándola le folló el culo muy lentamente. Al rato le dijo Camila…

- Ya me gusta, padrino. ¡¡Pensaba que dar por el culo era algo desagradable!!

- Y más que te va a gustar, porque a la mujeres y a los maricones os encanta.

- ¡¿Te has follado alguna vez a algún maricón…?!

- No, pero alguno si ha intentado follarme a mí… jajajaja

- Los machos tenéis un dispositivo ancestral en el culo que se os cierra.

- Y otro en la punta de la polla que sabe donde tiene que correrse...

Camila con toda la polla dentro del culo, le echó una mano a los huevos, se los acarició.

- A ver si es verdad, y estos huevazos fabrican la leche que me tiene que rellenar.

Emilio comenzó un mete saca especial... Al sacarla la sacaba del todo, la volvía a ingresar poniendo la punta en el ojete y de un viaje, con suavidad, se la metía hasta el fondo... Camila gemía sin parar. Estaba gozando una cosa mala y se lo dijo de sopetón entre jadeos…

- ¡Hostias qué gusto, padrino! ¡Me estás echando el polvo del siglo!

- Gusto es el que vas a sentir cuando te corras como una perra salida.

Así estuvo un par de minutos, después comenzó un frenético mete y saca.

- ¡Me corro, padrino! No pares de follarme… y de frotar mi coño con tus dedos...

El coño de Camila goteaba cómo un grifo cuando se empezó a correr, los dedos de este se aplicaron bien en el clítoris de su ahijada, al tiempo que le perforaba el culo sin compasión y ella convulsionó una y otra vez con latigazos que le removían todo el larguirucho cuerpo… estaba explotando con largos chorros de fluido, cuando la polla de su padrino salió de su culo y entró en él. Tenía un coño estrecho. La polla le entró casi tan apretada cómo en el culo. Le dio caña mientras amasaba sus tetas y jugaba con los pezones.

Al acabar correrse se la sacó del coño, se la metió en el culo, otro rato sodomizándola y volvió a metérmela en el coño, cuando él notó que le subía la leche... y se corrieron juntos, ella se corrió temblando, chillando cómo una coneja y haciendo un charco de jugos sobre el taburete y las baldosas de la cocina y él dentro del coño jadeando cómo un perro, clavó su verga a lo más hondo y empezó a soltar chorros de lefa espesa sin miramiento.

Al acabar Camila se dio la vuelta, le dio un pico y le dijo…

- ¡Eres el amante perfecto! Es guapo, varonil, inteligente, potente y viril.

- Me gusta que me des cera ¡No estoy acostumbrado a elogios como esos!

- ¡Ah! Me olvidaba… tiene una polla formidable y un par de huevos bien puestos.

Emilio puso una rodilla sobre las baldosas. En el coño de Camila vio dos colgajos de jugos que parecían mocos, los lamió y después lamió el coño, al lamerlo se encontró con una especie de pasta babosa que se tragó, luego le echó las manos a las caderas y lamió su clítoris de abajo a arriba, después lateralmente, al ratito de modo transversal, luego alrededor, y a continuación de modo aleatorio y metiendo y sacando la lengua en su vagina para ir tragando sus jugos, jugos que un tiempo después salieron en cascada cuando se corrió en su boca, diciendo…

- ¡Qué bueno eres comiendo coños…! ¡Sin duda eres Vaginariano automático!

Camila se corrió como una loba por tercera vez y Emilio se hartó de beber de su coño calentito.

De vuelta a la sala se sentaron cada uno en un sofá. Camila abrió la botella de vino dulce de málaga, y el paquete con los pasteles. Cogió uno, se levantó, fue junto a su padrino, se lo puso en la boca, él mordió un trozo relleno con crema, ella se comió el resto, después lo besó con lengua y a continuación poniendo cara y voz de mimosa, le preguntó…

- ¿Qué está más rico… el pastel o mi coño?

- No es comparable, prefiero tu coño por veces más… Sabe mejor, está más jugoso y es tuyo, sobre todo porque es tu coño el que me has dejado comer y follar.

- ¡¿Te ha excitado follármelo?!

- ¿El qué… tu coño o tu culo?

- Los dos

Se levantó sin que le llegase a contestar, y le dijo…

- Voy a buscar un par de vasos.

Emilio miró para su culo redondo, vio cómo se iba moviendo de un lado al otro, y le dijo…

- ¡Estás mejor que la empanada de maíz con berberechos!

Camila giró la cabeza, sonrió y le dijo:

- Con las ganas que me comió el coño no me cabe la menor duda que te van las almejas… lo que aún no sé es si te gustan más las jóvenes o la viejas.

Camila volvió con los vasos y la tarrina de margarina. A Emilio no le salían las cuentas.

- ¿Le vas a echar mantequilla a los pasteles?

A Camila sí le salían.

- No, es para tu polla. Sé que los hombres tardan en empalmarse después de correrse, por eso necesitan estimulación extra que yo pienso acelerar.

- ¿Y quieres ponérmela dura untándola con manteca?

- Eso y otra cosa.

A Emilio le latía que le gustara el sexo anal. Pensó que ya puestos en harina tenía que intentar traerla a su terreno.

- Sabes, tengo una fantasía que sé que me la pondría dura.

- ¿Cuál es?

- ¿Ver a una mujer con un cuerpazo cómo el tuyo haciendo un striptease?

Camila rompió a reír.

- Yo haciendo un striptease, quita, quita… no sé moverme muy bien.

- Verte debe ser una gozada. Fijo que me empalmaba como un burro.

- Un striptease no lo sé hacer, pero una buena paja con chupada, sí. ¿Te vale?

- ¿Y si hacemos una paja mirándonos sin llegar a corrernos?

- Me gusta la idea

Camila estiró las piernas, se recostó en el sofá, metió una mano dentro de las bragas y jugó con su coño mientras miraba cómo su padrino se tocaba la polla por encima del pantalón. Al rato bajaba las bragas hasta los tobillos, abría las piernas y se acariciaba el clítoris con dos dedos. Emilio sacó la polla morcillona y comenzó a menearla... Pasado un tiempo, al meter Camila los dos dedos dentro del coño, sacarlos, chuparlos y volver a meterlos a Emilio la polla se le puso dura. Poco después ya los dedos chapoteaban dentro del coño; "¡Clash, clash, clash...!" La polla y la palma de la mano de Emilio estaban mojadas. Camila mirando cómo la mano bajaba y subía, subía y bajaba, comenzó a gemir cada vez más aprisa.

Llegara al punto de no retorno. Sus ojos se cerraron de golpe, paró de gemir mientras se encogía, y acabó gimiendo de nuevo, mirando para la polla erecta.

Al acabar, con una cara de felicidad que daba gusto verla, subiéndose las bragas, le dijo…

- No pude aguantar. ¿Unos pasteles y un traguito para reponer fuerzas?

Emilio guardando la polla, le dijo…

- Cómo tú digas.

- Después igual me animo.

- ¿A qué?

- Si me animo ya lo sabrás.

Un tiempo después se animó y lo supo. Camila puso música de Richard Strauss en el móvil y comenzó a hacer un striptease con el baile que tenía ensayado de la obra de teatro que su padre no quería que hiciese, pero en privado sí lo pensaba hacer a sus amantes. Contoneando las caderas quitó la chaqueta, y la tiró al piso, desabotonó la blusa y después la tiró sobre la chaqueta. Luego se quitó la minifalda. Quedó en bragas blancas y sujetador a juego, medias negras con ligas rojas y los zapatos de tacón de aguja. ¡Qué cuerpazo tenía!

Se dio la vuelta y sin dejar de bailar contoneando las caderas movió los brazos cómo si fueran alas de mariposa en vuelo. Se quitó el sujetador, se dio la vuelta de nuevo y se lo tiró a la cara, después se acercó a él, y bailando le restregó el culo en la cara, después lo bajó, se sentó sobre su polla morcillona y se contoneó apretándola con su culo. Emilio le bajó las bragas. Camila dejó de bailar, se dio la vuelta, le quitó la camisa, los zapatos y los calcetines, los pantalones y los calzoncillos. La polla ya estaba de nuevo gorda y dura. Cogió el tarro de la manteca y le untó la polla y los huevos con ella. Se dio la vuelta, le cogió la polla con su mano derecha, la puso en la entrada del ojete y echando el culo hacia atrás la metió hasta el fondo, luego le dijo…

- ¡Te voy a romper la polla, padrino!

Emilio le agarró las tetas, le apretó los pezones y le dijo…

- Y yo a ti las tetas.

Nadie le rompió nada a nadie. Camila folló a su padrino con suavidad, ya que si lo folla duro la que se rompería el coño sería ella. Emilio quería gozar el máximo tiempo posible y después de follarle el coño y hacer que se corriera, Camila lo iba a sorprender. Se dio la vuelta, se sentó sobre la polla, le echó los brazos alrededor del cuello y mirándolo a los ojos le dijo…

- Quiero que nos corramos juntos… deseo sentir tu leche cuando me corra...

- ¿Y si te quedas preñada… es que quieres que te deje preñada?

- Quedé… por eso ya no tienes que preocuparte.

Camila movió su culo de atrás hacia delante y de delante hacia atrás, lento al principio, a medio gas después y al final a toda hostia. Follándolo a toda hostia vio cómo su padrino se ponía tenso. Sintió su polla latir dentro de su coño. Vio cómo sus ojos se cerraban y luego sintió el primer chorro de leche dentro de su coño. Camila soltó un gemido que más que gemido parecía un suspiro. Su boca se posó sobre la de su padrino, Emilio le metió la lengua dentro, buscó con su lengua la lengua de su ahijada y después se la chupó. Cuando el coño de Camila comenzó a correrse y su coño apretó la polla y la bañó con su corrida, echó la cabeza hacia atrás, su cuerpo se curvó, y exclamó… - ¡¡¡Aaaah!!!

De esa no se quedó preñada, pero la chica lo buscaba inconscientemente, aunque sinceramente no lo tenía muy claro con su novio, pese a los preparativos de boda, de modo que ya solo le quedaban un par de maduros con los que tener relaciones íntimas…. Si bien con su padrino no le suponía una disonancia entre el deseo y la necesidad, con su padre era distinto, porque esa discordancia se invalidaba por los cientos de fantasías que había tenido con él a lo largo de su corta vida sexual, y por el amor que le tenía bien demostrado desde que nació. Al marcharse le dejó la invitación para la comida de Navidad… todos le esperaban, él no se quiso hacer ese año el remolón, sabiendo que todos sabían que pasaría esas Navidad solo.



*************


La comida del día de Navidad se alargó en una sobremesa hasta la cena… mi padrino no se veía perjudicado por el vino que tomamos, y me prometió que me llevaría a dar una vuelta por las calles engalanadas por las luces de Navidad, me gustó la idea de pasear bajo todas esas luminarias antes de que las apagaran y retiran definitivamente en unos días… mi padre se tuvo que encargar de llevar a la abuela a casa y nos dio permiso para que nos fuéramos mi padrino y yo solos a dar una vuelta por la ciudad. Empezamos a conversar cuanto le había gustado que le invitáramos a la fiesta familiar y que se sentía muy bien de ser mi Padrino… deseaba corregir sus errores de no haber sido una buena guía en mi vida. Yo le agradecí y le dije que siempre lo había querido mucho.

Me acerqué a darle un beso en la mejilla, pero él volteó la cara de tal manera que el beso se lo di en los labios. Por el asombro, no me retiré a tiempo y entonces él me abrazó y me dio un profundo beso, cariñoso y hermoso…, me hacía sentir lo que nunca antes había sentido con ninguno de mis novios, nadie me había besado con esa pasión y de inmediato mis instintos se hicieron presentes…me dejé llevar. No deseaba volver a caer en su seducción, algo imposible teniendo en cuenta sus atenciones hacia mí.

- Creo que sería mejor acabar esta bonita noche en tu casa, le dije a mi padrino.

Nos dirigimos con su Lexus 250H a su casa, pasamos por las calles iluminadas y me sentí una princesa en el carruaje de mi príncipe azul, llevándome a su palacio.

Él me empezó a acariciar todo el cuerpo, sabía que eso volvía a estar mal, pero no me pude resistir a semejante macho…, había que cerrar definitivamente el capítulo con mi Padrino de inmediato empecé a sentir el deseo irrefrenable de ser poseía. Sus manos fuertes y angulosas de hombre fornido, hicieron que mis pezones se endurecieran y sintiera como mi vagina empezaba a humedecerse. Por eso, nada más entrar en su “palacio”, me tomó de la mano para dirigirnos a la habitación del amor… no opuse resistencia, mi mente ya no pensaba, era el deseo sexual lo más fuerte en ese momento… “Mi clítoris comandaba la nave de mis apetitos”

En cuanto llegamos a la habitación, dimos rienda suelta a la pasión. Aún de pie, mi padrino me besaba el cuello y me acariciaba las tetas, luego bajó sus manos llegando hasta mis nalgas. Me desabrochó el jeans y me lo bajó con todo incluido el tanga, dejándome desnuda de la cintura para abajo. Mi padrino se hincó delante de mí y empezó a lamer el coño, mi clítoris se lo agradeció poniéndose duro y salido del capuchón. Me volví loca al sentir aquella lengua martirizándome la pepita. Yo me quité el jersey, la camiseta y el sostén, empecé a acariciarme las tetas y a gemir. Mi padrino se levantó y colocando un dedo en sus labios me dijo que me callara… “no hagas ruido” me dijo. Yo entendí y asentí con la cabeza.

Mi padrino se quitó la ropa y pude ver su tremendo falo, gordo y largo, nada que ver con los de mis novietes, un motivo más para tener predilección por los maduros. Luego, él me llevó a la cama y suavemente me acostó en ella, me quitó los zapatos, luego, se subió él y empezó a lamer mi vagina. Sentía mucho placer, pocas veces me había lamido el coño antes o después de follarme. Comencé a gemir y yo misma me tapé la boca, como si no quisiera que me fueran a escuchar en una casa que se encontraba un poco aislada de la de los vecinos.

Después de un rato, sentí como una especie de electricidad recorría todo mi cuerpo, comenzando desde la vagina con su centro en mi clítoris, y pasando por todos lados… duré como un minuto con ese orgasmo tremendo sin que Emilio dejase de comerme el coño…. A estas alturas estaba yo mordiendo la almohada para no gritar de placer. Cuando terminé mi padrino se detuvo y me dijo…

- Ahora te toca a ti.

Se colocó de tal manera que puso su polla frente a mí, entendí lo que quería y empecé a chupársela devolviéndole la caricia que él me había hecho unos segundos antes.

- Eres fantástica comiendo pollas… No lo haces nada mal, pero te falta aprender un poquito más para manejarte con pollas tan recias… Si quieres yo te enseñaré.

Entonces colocó una mano en mi nuca y otra en su polla, me ayudó a moverme, para que su miembro viril entrara y saliera de mi boca. Se veía que le gustaba mucho.

Después de un rato, mi padrino me posicionó en un 69, seguí chupando su verga y él se acomodó de tal manera que volvió a lamerme el coño… su lengua jugaba con mi clítoris y un dedo en mi vagina, el placer que yo sentía era tremendo, pero se incrementó más cuando él empezó a meter otro dedo despacito en mi ano. Nunca antes nadie me había hecho sentir ese placer de comerme el coño y agasajar mi ano a la vez con sus dedos y lengua sin pudor.

Unos minutos después, mi padrino se detuvo, se levantó, se dio la vuelta y se me quedó observándome frente a frente unos segundos…

- En verdad eres demasiado hermosa…, me sentí fascinada.

Luego situándose entre mi piernas tomó su miembro y colocó su falo encima de mi coño, pegando los huevos a la raja, haciéndome ver hasta donde entraría aquel mostrenco…

- Esta polla me va a llegar hasta la barriga, le dije encantada.

Y lo dirigió a mi vagina, enfiló su glande a la raja, embadurnando su capullo en la humedad que desprendían mis labios vaginales y me pajeó el clítoris con el endurecido y gordo capullo. Forzó un poco mis rodillas para que abriera un poco más las piernas, me lanzó un beso para que me relajara diciéndome que no gritara... yo estaba sumamente excitada observando que ante él era una novata frente a un macho experto. Él se colocó semi arrodillando entre mis piernas abiertas estando recostada sobre mi espalda, y sin tomar su polla poco a poco la fue introduciendo dentro de mí sin con el solo movimiento de su cadera, debido a la extrema rigidez de su falo y la abundante lubricación de mi coño… yo lo sentía riquísima entrar expandiéndome la vagina con su gran anchura y grosor… tuve que taparme la boca de nuevo para no gemir del placer que estaba sintiendo el arrastre de mis carnes internas, ante la invasión de una polla tan desorbitada y desproporcionada al tamaño de mi estrecha vagina.

La tenía ya muy mojada…, por lo que mi padrino empezó a entrar y salir de mí fácilmente, primero despacio procurando amoldar todo el cipote en mi cerrada cueva, luego cada vez más fuerte al ir dilatando… yo también empecé a moverme, por lo que nos acoplamos en un frenético ritmo delicioso, cuando él empujaba lo hacía contra él también y cuando él salía yo me hacía hacia atrás, de tal manera que su gran verga entraba hasta el fondo de mi vagina.

Unos minutos después, mi padrino lo sacó, me hizo ponerme en cuatro patas y me lo metió en posición de perrito, poniendo sus manos en mis caderas y culo. Empujaba con fuerza y sus brazos me llevaban en un vaivén mientras su tranca entraba y salía de mi coño…

- ¡Qué sabrosa te pusiste cariño… de ahora en adelante aprenderás conmigo lo que significa ser mujer!

No contestaba porque temía que si abría la boca saldrían gritos de placer muy fuertes, además de que estaba hiperestesiando como loca en el fondo de mi coño e hiperventilando, por lo apenas podía pasar saliva, mi garganta se había secado.

Mi cabello estaba todo sobre mi cara, yo movía el culo adelante y atrás para que el miembro de mi padrino entrara mejor, necesitaba sentir como su polla llegaba hasta el fondo de mí. Pude ver en el espejo el reflejo de ambos follando, me fijé en mi posición de perra y la acondicioné elevando mi culo para que fuese más sexy al macho…, luego miré la cara de mi padrino, con los ojos cerrados y reflejando una gran satisfacción de tenerme empotrada hasta las trancas. Ambos sudábamos copiosamente y tratábamos de no hacer demasiado ruido, pero alcanzaba a escuchar los gemidos de mi padrino.

Yo seguía mordiéndome los labios para no gritar y más cuando sentí por segunda vez un gran orgasmo… ese momento sentí de nuevo esa especie de descarga eléctrica que partía de mi vagina y corría por todo mi cuerpo…, a duras penas pude reprimir los gritos que iban a salir de mi garganta. En acto reflejo, hundí la cara en la almohada y grité ahí, ahogando el sonido que sabía iba a salir con mucha fuerza de mí.

No sé cuanto tiempo duró, pero me encantó…, en ese momento supe que mi Padrino me satisfaría muchas veces en adelante. ¡Aquellos polvos que me echaba eran inmensamente ricos! Me dejaba llevar sumisa a los embates de sus empellones, la sensibilidad de mi coño notaba la dureza y los latidos del corazón a través de su verga, su glande golpeándome el fondo vaginal y a la vez sus gordas pelotas rebotando en mi vulva, una y otra vez. ¡ME MORÍA!

Él siguió penetrándome con fuerza, empujando su miembro viril hasta el fondo de mi útero. Unos minutos más tarde tuve otro orgasmo. Un poco después, mi padrino me dijo que me pusiera consentida, porque me iba a enseñar...

- Algo nuevo que te va a gustar mucho.

Acto seguido, sacó su polla del cobijo de mi coño, y sentí como intentaba meterlo en mi culo. Aunque intenté cooperar, cuando él empezaba a meterlo me dolía demasiado y le pedía que lo sacara…, después de varios intentos, mi padrino se dio por vencido de que ese día me culo estaba demasiado cerrado sin haberlo tratado previamente… se veía algo molesto, entonces me giro hacia él y abrí la boca, metí su dura verga en ella y empecé a mamársela de nuevo. Eso le gustó mucho y pasó del enojo a la satisfacción, a ver a su ahijada completamente hecha una puta facilona… de nuevo tomó mi cabeza y me hizo moverla como a él le gustaba en modo PUTA, no le iba a reprimir que se sintiera el macho alfa de una nena de veinte años.

Después de varios minutos, me puso encima de él y lo cabalgué. Comiéndome las tetas, mi culo jugaba con el obelisco que me tragaba por el coño desde el glande hasta aplastar sus huevos contra mi vulva. Cuando me dijo que se corría, aceleré y él terminó dentro de mi coño con unos potentes chorros de lefa que me inundaron el cuello uterino por completo. Al medio minuto ya había eyaculado todo su semen y me fui directa con mi boca a dejársela bien limpia..., era curioso como se corría mi padrino, porque a la cuatro mamadas ya me estaba diciendo que me tragara su semen. Esa segunda corrida me entusiasmaba por ser tan rara... lo hice y me gustaba su sabor, pero antes de que terminara de soltar toda su leche, lo saqué y la dirigí a mis tatas, me los llenó de semen y me pidió que me lo embarrara en todo el cuerpo, hice lo que me pidió al ver que eso le agradaba mucho.

Terminé agotada tras un descanso y una nueva follada. Serían la una de la madrugada cuando le había enviado a mi padre un WhatsApp diciéndole que me quedaría en casa de mi padrino esa noche, por quedarnos a apurar el final de fiesta de las Navidades.

Me recosté desnuda sobre el pecho de mi padrino, que ya se había acostado en la cama también desnudo. Le dije que lo quería y le pregunté qué haríamos ahora. Él me dijo que no me preocupara, pero que por el momento sería mejor no decir nada. Estuve de acuerdo y me dormí en su regazo aspirando el aroma a sexo masculino que desprendía mi Padrino.

Desperté tarde al día siguiente, pasando la modorra inicial, me asusté al pensar que mi padre sospechara que había tenido sexo con mi padrino…, afortunadamente él fue más listo y habló con su compadre, osea mi padre, diciéndole que me acercaría casa tras le desayuno.

En cuanto me levanté, me bañé para quitar toda señal y olor a testosterona de lo que pasé la noche anterior con mi padrino. Luego fui a desayunar lo que me tenía preparado.

Durante la comida que tuvimos mi padre y yo solos, papá elogió mucho a Emilio, dijo que estaba muy agradecido de que un buen amigo como él me hubiera llevado a la casa la noche anterior y que me hubiera cuidado con tantos descerebrados que andan por las calles esos días, bebidos y drogados sin entender el verdadero espíritu de al fiesta navideña, y que lamentaba que no se hubiera quedado a pasar la noche mágica de Navidad conmigo, por las calles engalanadas… (si supiera). No obstante, se hallaba muy contento que él fuera mi padrino, que fue una muy buena elección y que yo debería aprender mucho de él. Contesté que estaba de acuerdo y de ahí en adelante he aprendido muchísimas cosas con mi padrino y de mi padre.

Ambos se criaron juntos casa con casa, estudiaron juntos hasta la universidad y se casaron con dos hermanas, desgraciadamente mi madre falleció y mi tía se largó con otro hombre más joven, poniéndole los cuernos a mi padrino y tío putativo. Ellos se llevaban como hermanos y yo les amaba como padres… y mejor es que ese par de maduros se convirtieron en mis amantes durante esas Navidades, y ahora no puedo prescindir de ninguno de los dos.

Yo estudiaba en Granada, pero cuando mis estudios lo permitían, me acercaba a ver a mi Padrino en los días que estaba en casa de mi padre.



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La noche del 31 de diciembre, papá reservó la cena de fin de año en un buen restaurante. Éramos pocos los españoles en la cena, la mayoría eran turistas extranjeros. Como era un local formal, casi todos mayores, no había casi nadie de mi edad, porque los precios prohibitivos no nos lo permiten si no nos invita alguien con poder adquisitivo, como mi padre o mi tío, como se puede ver, siempre los maduros ganan a los chiquillos. Tras la cena empezó el baile y papá se alternaba para bailar con su madre bailonga, que andaba suelta con uno y con otro y conmigo.

Mientras bailábamos papá me decía lo guapa que estaba y lo sensual que me veía. Que deseaba follarme en mi último fin e inicio de año como soltera. Ya tenía fecha para mi boda con Javier, y nos quedaba claro a ambos, que las siguientes fiestas las pasaría con mi esposo. A la par del deseo, ambos teníamos claro que esa noche era casi imposible tener algún encuentro, pues acabaríamos agotados y con la abuela de escopeta compartiendo habitaciones contiguas… imposible follar. Ambas habitaciones se comunicaban por una puerta interna.

Hacia las cuatro de la madrugada salimos de la fiesta y volvimos al hotel, la abuela ya se había subido a su habitación a dormir, y nosotros nos acostamos en la otra donde había un cama de matrimonio… quedamos dormidos rápidamente pues, entre bailar, la bebida y la altura, estábamos muy cansados. Despertamos hacia las diez de la mañana. Nos vestimos sin duchar para alcanzar el desayuno buffet del hotel, a la vuelta tendríamos más tiempo para bañábamos y arreglarnos para el tour que teníamos para la tarde. Compartimos el desayuno con la abuela y una vez que terminamos de desayunar. Volvimos a la habitación. Papá se lavó los dientes y salió. Yo estaba ya demasiado húmeda y casi no podía ocultarlo. Sentí que fue un golpe de suerte que papá y yo pudiéramos disfrutar de unas mini vacaciones en Baqueira beret como regalo adelantado de Reyes Magos por parte de mi abuela materna, y que ambos compartiéramos la misma cama, dejando sola a la abuela en el otro dormitorio. Era una pena que no fuéramos solos por esos cuatro días… quizás menos.

Papá y yo nos abrazamos y nos besamos apasionadamente al verle salir del aseo. Papá puso el cerrojo interno a la puerta que compartíamos con la abuela, con la certeza de no ser interrumpidos y con la premura de saber que teníamos poco tiempo para echar un polvo rápido antes de vernos con la abuela, que se había ido sola a comprar algunos souvenirs para el resto de la familia. Papá y yo aprovechamos para desnudamos y nos acostamos en la cama matrimonial. Nos besábamos con pasión mientras mis manos lo acariciaban y las suyas me acariciaban. Sentí sus dedos llegar a mi coño…

- Amor mío, que húmeda estás, y bajo para lamerme.

Su lengua, como siempre, me aceleró el corazón y me hizo casi morir de placer, entre gemidos que seguro escuchaban en las habitaciones vecinas, tuve mi primer orgasmo. El lo disfrutó quizás tanto como yo pues se deleitaba diciéndome mi niña, que mojada estás”. Tras lamer todo el flujo que pudo, me dio la vuelta y empezó a lamerme el culo que tanto me gusta….En un par de minutos me puso en a cuatro patas, me acomodó como su perra y me montó. Estaba tan caliente que su verga fue directo a mi coño, y entró sin barreras, que placer sentir que estaba tan abierta para papá, que mi coño se entregaba a él completamente. Me uso como su perra por unos minutos y me pidió que lo cabalgase como una puta amazona.

Me la sacó y se acostó boca arriba. Su verga gruesa y larga me hipnotiza. Me excitó saber, pensar, imaginar que todo eso tan enorme que era su verga, me entraba a pelo en mi coño. Con la mente llena de morbo me acomodé sobre él y me dejé caer. Sentí como todo su cipote se introducía hasta el fondo del útero. Sentí el placer de ser la puta perra… pensé cuantas mujeres follan con su padre con tantas ganas. Antes que pudiera pensar más cosas morbosas, tuve un nuevo orgasmo que igualmente debieron escuchar en todo el piso del hotel.

Con sus manos me guió para levantarme. Lo hice. Me acomodó boca arriba, con mi culo al borde de la cama. Empujo mis piernas hacia arriba y quedé con las nalgas libres al filo de la cama. De rodillas me penetró con mis piernas sobre sus hombros. Cerré los ojos y no vi más. Estaba entregada a él, estaba flotando en el placer que papá me daba. Sentí sus labios junto a los míos, sentí sus labios en mis pezones. Sentí sus dientes en mis pezones. Sentí su verga vibrar en mi coño palpitante.

Oí sus palabras. Mi amor, mi hija, mi mujer… mi esposa. Te vas a casar mi amor, pero siempre serás mía. Tuve un nuevo orgasmo. Sentí como su verga se endurecía y parecía cada vez más grande. Sentí como su semen empezó a fluir dentro de mi coño mientras él rugía en cada eyaculación… percibía la tensión de su cuerpo a clavarme y soltar su leche, una y otra vez. Sentí sus labios besarme apasionadamente y lo sentí tirarse exhausto sobre mí, clavando toda su polla en lo más profundo de mi intimidad. Allí justo en mi cérvix se acumulaba la espesa leche que salía de los grande y duros cojones de mi padre, lugar común de mi vida.

Habían pasado más de 40 minutos. Le volvió y me volvió la razón. Me dijo que me bañara primero. Mientras entraba al baño él quitó el cerrojo de la puerta. Quizás un par de minutos después entró la abuela. Le reclamó por no estar listo y él dijo…

- Tu nieta pues, ya sabes como demora en el baño. Dentro del baño, entre sonrisas de satisfacción, le grité… - Abu… no le hagas caso al viejo ese, las chicas necesitamos nuestro tiempo para ponernos guapas para los hombres

- No le hagas caso, hija… tu padre cada día está anticuado e indolente.

- Ni que lo digas abuela…

- Este hijo mío yo sé lo que necesita… una mujer que le ponga las cosas en su sitio.

- Pues debe ser una que las tenga bien puestas, porque yo ya no sé qué hacer con él, dijo entre risas mirando a mi padre, que se destroncaba de oír nuestra conversación



*************


Ese año, unos meses atrás la primavera había llegado para quedarse, aunque el calor en abril era mucho más pegajoso de lo normal por esas fechas. En casa de los Escobedo, se oía cantar una voz femenina que no sonaba nada mal, era Sonia Camila Venancia de Todos los Santos. Ella era el ojito derecho de papá, le gustaba que solo le llamasen Camila, como la reina de Inglaterra, reina consorte claro, por el título, no por la belleza, porque hay que destacar que Sonia Camila era bella, tan bella, que era la envidia de sus pocas amigas y el sueño de cualquier hombre que la conociese, menos para su novio Javier, que en nada sabía apreciar lo que tenía entre sus manos… y poco más le iba a durar, porque la chica empezaba a tener mejores sensaciones con ciertos maduros que con él, pensaba dejarlo tras ponerle los cuernos con su padrino, y eso de los cuernos, os lo puedo asegurar, es algo que los hombres no vemos hasta que ya demasiado tarde.

Camila desde muy joven, en verano, andaba por casa en bragas y camiseta canturreando…, su padre lo veía cómo la cosa más normal. Esa noche iban a cambiar las cosas, ya habían discutido sobre la idoneidad del su ex novio… que follara con él. Camila estaba con las piernas cruzadas, en bragas y camiseta sentada en la alfombra del salón mirando una revista. Su padre estaba sentado en un sofá, fumando en cachimba y Whisky sobre la mesa camilla…

- ¿Cómo va esa obra de teatro en la universidad, Camila?

- Sigue adelante, ahora sin novio tengo más tiempo. Preparo el baile en mi cuarto.

- ¿La música de Richard Strauss que oigo a veces es cuándo practicas?

- Sí. ¿Quieres ver cómo lo hago?

- Claro que quiero, cariño.

Camila, que se sentía atraída por los maduros desde que tenía uso de razón y probablemente su padre tuviese mucho que ver, vio la oportunidad de seducirlo, le dijo…

- No te muevas de ahí, ahora vuelvo.

Poco después en un teléfono móvil comenzó a sonar Salomé de Richard Strauss. Apareció en la sala Camila cubierta con siete velos, uno de ellos cubriendo su nariz y su boca. Posó el móvil en la alfombra y echando la cabeza hacia atrás, una pierna hacia delante y levantando el brazo izquierdo comenzó a bailar contoneando las caderas, moviendo sus brazos, sus pies y moviendo en sus manos un velo blanco, todo lo movió al compás de la música hasta que se inclinó y dejó caer el velo blanco en la alfombra. Se levantó, se quitó el velo naranja y bailo moviéndose alrededor, movió sus brazos cómo si fueran alas de mariposa y luego cómo si fuera serpientes, alas de mariposa de nuevo, todo sin dejar de contonear las caderas hasta que se volvió a inclinar para dejar el velo en la alfombra. Se levantó contoneándose y moviendo los brazos.

Volvió a echar la cabeza hacia atrás, sus brazos hicieron filigranas en el aire y después le dio la espalda a su padre que vio cómo su melena le caía en cascada por espalda mientras comenzaba a mover el velo amarillo con las dos manos. Al darse la vuelta vio su cintura de avispa y su ombligo. Su sujetador blanco y sus braguitas a juego. Vio sus anchas caderas contoneándose y sus largas y moldeadas piernas que dejaba ver su falda de seda abierta por delante. Comenzó a verla como mujer y no cómo hija. Camila con los brazos en alto y con el velo cogido con las dos manos dio vueltas y vueltas haciendo una especie de remolino con el velo. Se paró un momento, echó la cabeza hacia atrás y movió la pelvis hacia delante y hacia atrás cómo si estuviera perreando o follando, que para el caso es lo mismo, después se volvió a inclinar y puso sobre la alfombra el tercer velo.

Moviendo el culo a un metro escaso de su padre quitó un velo rosa y otro amarillo, velos que llevaba a ambos lados de las caderas sujetos con las bragas, volvió a mirar a su padre y acto seguido siguió bailando de aquella manera tan sensual, hasta que puso los velos sobre la alfombra, después, sin dejar de contonear las caderas se quitó el velo verde que llevaba en la cintura y danzó, danzó y danzó, hasta que lo puso en el cuello de su padre, luego se dio la vuelta y moviendo las caderas se quitó el velo negro que cubría su nariz y su boca, giro la cabeza, miró a su padre y sonrió.

- ¿Qué te pareció, papá?

Pablo quitó el velo de su cuello, lo echo sobre la alfombra, y le dijo…

- No creo que sea buena idea que tú te vayas a exhibir así en público.

Camila no se podía creer lo que estaba oyendo, era la primera vez que le negaba algo.

- ¿Por qué?

- Porque lo digo yo, y vete a vestir.

- Eso es porque no lo hice bien, dilo.

- Lo hiciste demasiado bien… demasiado sensual y no lo veo conveniente.

Camila sabía lo que le pasaba a su padre, pero quería oír de sus labios que lo había excitado.

- ¿Me quieres explicar que te pasa?

- Pasa que no quiero que te vean cómo te vi yo… porque es va hacer que sientan lo que sentí yo… no estoy dispuesto que vean a mi hija de esa manera tan sensual.

- ¿Qué malo hay en que alguien se haga una paja pensando en mí?

Pablo se quedó a cuadros. Su cariñito se había convertido en un ser vulgar y ordinaria.

- ¡¿Qué has dicho?!

- Lo que acabas de oír. Ya tengo diecinueve años, papá, hace mucho que dejé de ser una niña. Sé lo que provoco en los hombres y me gusta que se sientan atraídos.

- ¿Y qué provocas, Sonia?

Camila cogió un cabreo brutal.

- ¡No me llames Sonia!

- ¿Qué provocas, Camila?

Le pusieran Sonia de primer nombre porque así se llamaba su madre y de tercero Venancia por su abuela. Camila no sabía cual de los nombres detestaba más.

- ¡¡Te odio, papá, te odio!!

- Ódiame, pero no me dijiste que te gusta provocar… Sonia Camila Venancia.

Camila se desahogó.

- ¡Provoco ganas de ponerme a veinte uñas y me metan la polla hasta la garganta! ¡Que me hagan sentir una hembra, que es lo que soy… con una verga bien recia!

Pablo se levantó del sofá y con cara de mala hostia, le espetó…

- ¡Tira para tu habitación, mal hablada!

Camila recogió el móvil y los velos y se retiró a su habitación, diciendo:

- ¡Te odio, te odio, te odio! ¡¡Cómo te odio!!

Durante los tres días siguientes, Pablo se fue del chalet al despacho antes de que llegara el servicio y volvió después de que se había ido y cuando ya su hija se fuera para cama. Al cuarto día Camila lo estaba esperando. Al entrar en la sala, le dijo…

- Tenemos que hablar, papá.

- ¡No hay nada que hablar! No vas a trabajar en esa obra de teatro con ese atuendo.

- No es de eso de lo que quiero hablar.

Pablo sacó la chaqueta, la echó sobre un sofá, aflojó el nudo de la corbata y yendo hacia el mueble bar, le preguntó…

- ¿De qué quieres hablar, Camila?

- De mi regalo de cumpleaños.

- ¿A cuántos estamos?

- No te hagas el tonto, mi cumpleaños será en cinco días… cumpliré veinte años ¿Te cuerdas?

Pablo, que era alto, de ojos azules, pelo cano..., era un hombre atractivo, dio con la palma de su mano derecha en la frente, y le dijo…

- ¡Qué cabeza la mía! Perdona, cariño, pide lo que quieras, menos hacer la obra de teatro. No podría vivir sabiendo que tantos hombres desean a mi niña con lujuria…

Camila fue a su lado, le quitó de la mano la copa que se había echado, la bebió de un trago, y después mirándolo a los ojos, le dijo con total desparpajo…

- Puede que tengas razón, que exhibirme de esa manera pueda hacer pensar a más de uno que soy un “chica fácil”, pero esa preocupación tuya es porque te excitaste con mi número ¿Verdad?

- Bueno no es eso exactamente, solo es una interpolación de lo que vi.

- Yo creo que sí papá, te excitaste tanto como lo estoy contigo desde hace mucho tiempo… por eso lo quiero es una cosa… ¡Te quiero a ti, te quiero a ti en mi cama!

Camila quiso besarlo, Pablo le hizo la cobra.

- Sabes que eso no puede ser, hija, me prometí a mi mismo hacerte feliz desde que murió tu madre.

- Eso es lo que te pido, que me hagas feliz. Mi novio no me lo hace, pero sé que tú sí sabes hacerme muy feliz.

Le echó los brazos al cuello, sus duras tetas se apretaron contra el pecho de su padre y esta vez lo besó. Pablo se estremeció cómo si fuera un adolescente al que le dan su primer beso y cómo a un adolescente se le puso la polla dura ipso facto. Camila la notó sobre su coño y se lo restregó contra ella mirándola. Era muy dulce y excitante lo que estaba sintiendo Pablo, pero no podía continuar, le quitó los brazos del cuello a su hija, y le dijo…

- No puede ser, cariño, no puede ser… ya lo hablamos la última vez. Lo único que te haría sería daño y cercenarte tus alas de volar y conocer a hombres interesantes.

- No, papa, me harías feliz…¡Te he deseado hace tanto que no puedes hacerme daño!

Pablo fue hasta el sillón, cogió su chaqueta, y yendo hacia su habitación…

- Un rato, hija, un rato, pero ni tú ni yo podríamos con el cargo de conciencia después de consumar el incesto.

Transcurrido un cuarto de hora, o algo menos, Camila, con el velo negro tapando su boca, con la falda de seda abierta por delante, en bragas y sujetador, descalza y con una copa en la mano, abrió la puerta de la habitación de su padre, y encendió la luz. Lo vio en calzoncillos sobre a cama…

- Te traigo la copa de whisky que te quité.

Al llegar su hija al lado de la cama, Pablo no pudo resistirse a la tentación que le causaban los encantos de su hija, se puso en pie, le quitó el velo de la boca y la besó con pasión mientras le echaba las manos a sus duras nalgas y la apretaba contra él. Aquella chiquilla no era su hija, sino una mujer que sabía lo que deseaba, una hembra madura que buscaba un macho y no a su padre responsable. A Camila la copa le cayó de la mano y el whisky se derramó en la carpeta roja que cubría el piso. Camila echó los brazos alrededor del cuello de su padre y se fundieron en un beso tan largo y apasionado que acabaron con el coño mojado y la polla empalmada. Al dejar de besarse Camila se echó sobre la cama y se quitó el sujetador.

A Pablo su hija le parecía un ángel con las tetas más hermosas que había visto, unas tetas medianas a grandes, casi triangulares y con areolas oscuras y pezones hermosos… su piel en toda la extensión de su cuerpo era delicada y perfecta. Cuando las acaricio vio que las tenía duras cómo piedras y blanditas en sus areolas picudas. Amasó, lamió, chupó y mamó largo rato aquellas deliciosas tetas, unas tetas que eran las tetas más hermosas que había visto. Camila se quitó las bragas. Pablo metió la cabeza entre las piernas de su hija y vio su coño abierto, un coño pelado con una rajita que marcada por los labios rosados llenos de babas y un clítoris palpitando. Al lamer el coño Camila arqueó su cuerpo y gimió de placer. Con la pelvis elevada, le echó las manos a las tetas, le metió y sacó varias veces la lengua en la vagina y después siguió lamiendo los labios, despacito, saboreando cada gota del néctar que emanaba.

Camila subía y bajaba la pelvis para que la lengua lamiera su clítoris, pero su padre, que no dejaba de acariciar sus tetas, no dejaba que esto ocurriera. Tiempo después, cuando ya Camila con sus gemidos pedía pan por señas. Pablo posó la parte superior de su lengua sobre el clítoris y metió la punta dentro de su vagina. Camila comenzó a mover la pelvis de abajo a arriba. Frotándola con la lengua… este se repitió durante más de cinco minutos en los que solo paró de gemir, para decir…

- ¡Me corro, papá! ¡No pares de comerme el coño… por Diosssss!

Camila se corrió jadeando y retorciéndose. De su coño salió una riada de jugos agridulces casi tan blancos cómo la leche, toda la que su padre se tragó.

La polla de Pablo estaba dura, muy dura babeando como le babeó el coño a Camila antes de correrse. Tenía los calzoncillos con una mojadura de cojones, y nunca mejor dicho, pues así tenía los cojones, mojados.

Camila cuando volvió del viaje alucinante le echó la mano a la polla a su padre y al encontrar los calzoncillos mojados, le dijo…

- ¡Qué cachondo te pusiste, papá! ¡¡Me encanta… eso es lo que quiero!

- Con lo rica que estás, la cosa no era para menos, hija.

- Déjame ver tu polla y tus huevos… ¡Tengo mucha curiosidad por ver de donde salí!

Le quitó los calzoncillos y vio la polla y sus huevos mojados.

- Me encanta el pedazo de verga que tiene mi padre… ¡Ummm! Seguro que tu esposa disfrutó mucho cuando la preñaste de mí. ¡No sabes cuanto te agradezco que me dieras los mejores genes de estos huevos! Se los manoseo, los sopesó y los besó con lengua. - De aquí salí tan guapa como soy, mi belleza no es cosa mía sino de este par de huevazos… y del coño de mi madre. ¡OS AMO CON TODO MI CORAZÓN!

La cogió con fortaleza y le bajó el prepucio a tamaña tranca…, cuando la descapulló, se la metió en la boca. Pablo le dijo…

- ¡No, Camila, no! No está bien que me chupes la polla….

Ya era tarde, Pablo estaba a punto desde antes de empezar… comenzó a correrse. Camila le selló el capillo y mientras su padre eyaculaba ella iba acumulando todo el esperma que él soltaba. Tras los cinco largos chorros de lefa, paró y ella dejando de mamar el glande, se tragó la leche que tenía en la boca mostrándosela a su padre, se la volvió a chupar para dejarla bien limpia y luego sacó la polla de la boca apretando el tallo, y viendo que aun la leche salía leche de ella, de nuevo puso la lengua recogiendo cada borbotón… su mano cerrada en los huevos.

- ¡Qué rápido! En las películas de vicio no pasa esto… dos corrida en una.

Después la volvió a mamar y se tragó el último engrudo postrero. Pablo al acabar de gozar le preguntó a su hija…

- ¿Que decías del vicio?

Camila, por si colaba, dijo:

- Decía que soy una viciosa del dulce de leche…

Había colado

- No digas eso, hija, eres una mujer apasionada.

Si su padre supiera la colección de consoladores y vibradores y toda clase de juguetes que tenía en un lugar secreto no diría que era apasionada, diría que era una viciosa de tomo y lomo, pero no era de eso de lo que os estaba hablando, os estaba hablando de que le ocultó que miraba porno de chicas jóvenes con maduros, pues si le decía que lo miraba vendrían las preguntas y le acabaría diciendo que se masturbaba un día sí y el otro también.

En fin, la mujer apasionada se limpió la leche de la mano con dos lengüetazos, la falda de seda abierta por delante, se la quitó, la tiró sobre la carpeta roja, se echó a su lado, le puso la cabeza sobre el pecho, y le preguntó…

- ¿Te sientes mal papá, después de lo que hemos hecho?

- No.

- Yo tampoco… ni creo que me arrepienta mañana ni nunca. Sabes, eres el primer hombre en mi vida, y me gustaría que fueras el último. Ninguno de todos esos novios que he tenido te llegan a la suela del zapato… ¡Para tu hija eres un Dios!

- Te acabarás enamorando de algún chico de tu edad, por eso tenía miedo de hacerlo contigo, cuando te enamores te arrepentirás de haber estado conmigo, con tu padre, con…

Le puso un dedo en los labios…

- Ya, ya, ya sé quién eres, y nunca me arrepentiré porque cómo te quiero a ti no voy a querer a nadie. Nadie se va a desvivir por mí como tú lo has hecho estos 20 años, nadie me cuidará como cuando estuve enferma de paperas, nadie me leerá cuentos para no asustarme de los truenos en las noches de tormenta… NADIE ME HARÁ MÁS MUJER, MÁS HEMBRA Y MÁS FELIZ.

- Pero es que eres tan joven…

- Y tu hija… jamás dejaré de serlo, no lo puedo evitar, sin embargo si puedo cambiar mi destino, no cayendo en manos de otro hombre si me posees tú nada más.

- ¡No me lo recuerdes, no me lo recuerdes que me haces sentir mal. Eres tan niña...

Le calló la boca con un beso, y después le dijo:

- Soy una mujer, papá, no soy una niña…. ¡A una niña no la puedes dejar preñada, a mí sí! Y eso es lo que deseo en lo más profundo de mi ser ¡Nadie me llenará, solo tú!

Se volvieron a besar, comenzaron con un pico, dos tres, cuatro, un beso con lengua, una mano que agarra la polla, dos dedos que entran en el coño y Camila que acaba encima de su padre aplastando su polla con el coño mojado, poniéndole una teta en los labios y diciéndole…

- Un besito en el pezón para la niña mala -se lo dio y cambió de teta, - otro para la caprichosa -se lo dio-, y muchas mamaditas en los dos pezones para mi consentida Camila.- cambio de tercio – Y un beso para mi amor. Le besó en los labios.

Después de mamarle las tetas y darle el beso de amor que esperaban, le dijo:

- ¿Te has puesto juguetona?

- ¿Te gusta verme así?

- Ponme el chochito en la boca.

- ¿También quieres jugar?

- Sí. Me encanta tu precioso coño…

Camila le puso el coño en la boca, Pablo la cogió por la cintura, la echó hacia delante, puso su culo en la boca, y le dijo…

- Una lamidita en el ojete para la niña mala -se lo dio-, otra para la caprichosa -se lo dio- Y muchas folladitas de lengua para Camila.

Camila después de la follada de ojete se puso perra, pero perra, perra, bajó el coño hasta la polla, se la agarró con presteza y la enfiló en la boca de su vagina… y de una se la metió hasta el fondo y folló a su padre con violencia al estilo perro. Metía y sacaba como queriendo romperse el coño, queriendo romperle la polla, queriendo romper todo y no pagar nada. Estaba cómo loca... Al rato bajaban por sus piernas dos regueros de jugos casi blancos como la leche... De su coño salieron más y más jugos. Los huevos de Pablo se encharcaron con ellos. Camila lubricaba una cosa mala y sus gemidos eran de posesa, y cómo posesa.

- Eres muy caliente, Camila ¡¡Te excitas muy rápido!

- Sí, así es como me pones, cabronazo… y no solo ahora, sino de siempre ¡Me he hecho mil pajas pensando que me follabas! Pensar en ti me hace que me corra a full.

- Nunca sospeché nada, Camila

- Todos los hombres sois unos bobos para vernos salidas por vosotros… ¡Ya me llega la corrida…! ¿La notas?

- Sí, noto tus jugos saliendo por mi polla…

- Sí papá, me corro, me corro con tu polla… me estoy corriendo ¡Me corrooo!!

A correrse, queriendo o sin querer, sacó la polla y dejó solo la puntita dentro. Por la polla abajo cayó una cascada blanquecina hecha con sus jugos y la leche de la corrida de su padre. Después Camila bajó el culo, metió la polla hasta el fondo y se acabó de correr sintiendo la polla de su padre latir mientras se corría.

Al acabar, aún con la polla dentro del coño en el mismo fondo uterino, y después de darle varios picos, le dijo…

- Puede que me hayas dejado preñada esta noche, papá.

- ¿Quieres que te compre la píldora del día después?

La respuesta no iba a dejar lugar a dudas.

- ¡No! Quiero estar bien panzona por los buenos polvos de mi padre…

- No sé si alegrarme o si echarme a llorar.

- ¿Me dejas ahora hacer mi papel de Salomé?

- ¿A qué viene esa pregunta?

- Responde y te quitaré de dudas.

- Ahora menos que antes… ya no te puedo compartir con nadie.

- Entonces es que te alegrarías si dentro de nueve meses tengo una criatura.

Camila le dio un beso a su padre que parecía un chupón, sonrió, y le preguntó…

- Entonces no me equivoco si digo que quieres que sea solo para ti, papá.

- No, eres mi ojito derecho, mi único aliento para vivir. Sin ti no soy nadie.

Le dio un beso con lengua, cogió su polla flácida, se la empezó a menear, y le dijo…

- ¿Me equivoco si digo que también te gusta el ojito de mi culo?

A Pablo casi le da la risa, pero se aguantó y le dijo…

- No seas vulgar, cariño.

Besándolo deslizó su mano hasta los huevos, se los acarició y jugó con la yema del dedo índice de la mano derecha en su ojete haciendo círculos sobre él.

- ¡¡Quiero, ser vulgar, quiero que me vuelvas a comer el culo!! ¡Me gustó mucho! Eso es algo que nadie se atrevería a hacerme, excepto quien ama con todo su corazón.

A Pablo se le puso la polla morcillona, y le preguntó…

- ¿Sabes a lo que te arriesgas?

Le metió la mitad del dedo en el ojete y la polla se puso tiesa.

- No me arriesgo, lo estoy buscando, papá… ¡QUIERO ESTAR PREÑADA DE TI!

Lo buscaba y lo encontró.

- Date la vuelta sinvergüenza… papá te va a tener bien satisfecha.

Camila se dio la vuelta y levantó el culo feliz de tener a un macho al que amaba por primera vez en su vida, Pablo le dio un par de nalgadas, después con una mano le magreó las tetas y con la otra abrió las nalgas y le lamió el coño, el periné y el ojete unas doce veces. Camila se puso a cuatro patas. La punta de la lengua de Pablo entró y salió de su culo innumerables veces, después le metió un dedo el coño, lo sacó pringado de jugos y se lo metió entero en el culo y se lo folló metiéndolo, sacándolo y moviéndolo alrededor. Poco después le metía dos dedos en el coño, del coño fueron al culo y se lo follaron cómo antes, a esos dos dedos siguieron tres... Cuando Camila le cogió el gusto a la cosa y comenzó a gemir su padre le puso la polla en la entrada del ojete. Camila separó las nalgas con las dos manos. La cabeza de la polla entró en su culo.

Se incorporó, le echó a su padre un brazo al cuello, giró la cabeza y se besaron... Mientras se besaban la polla fue entrando en su culo muy lentamente. Cuando la tenía toda dentro, Pablo, le echó una mano a las tetas y cuatro dedos de la otra mano al coño, dos de estos dedos entraron en el coño buscando el punto G sobre la parte superior al otro lado del clítoris dentro del coño, salieron mojados y acariciaron su clítoris. Camila estaba ardiendo. Su cara estaba colorada y sus pezones, que eran como falanges de dedo meñique, habían crecido y estaban tiesos. Entre besos y caricias comenzó a temblar y le dijo a su padre…

- Papá… Ummm…

Pablo le cayó la boca con un beso, y le dijo…

- Lo sé, hija, lo sé, córrete para tu padre, para tu hombre y para tu semental…

Camila se corrió entre temblores y de nuevo soltó una riada de jugos casi blancos cómo la leche que cayeron sobre la cama al tiempo que chupaba la lengua de su padre. Pablo le llenó el culo de leche en una corrida que no fue ni la mitad de cuantiosa que el útero.

Al acabar, descansando una al lado del otro, le dijo Camila a su padre…

- Dime otra vez quien soy para ti.

- Eres mi ojito derecho.

*****************


Sonia Camila Venancia de Todos los Santos tenía 16 años cuando Estela murió de cáncer de mama, al poco nos fuimos los dos del piso a vivir juntos a una casa de una urbanización de entrada restringida, a las afueras de Logroño. Estaba terminando la secundaria y pensaba estudiar enfermería, como yo. Estela trabajaba como recepcionista en una clínica. Ahí nos conocimos, a los dos meses engendramos a Camila, y unos dos años más tarde, después de vivir juntos, decidimos casarnos.

Sofía Camila ahora tiene 20 años y le falta uno trimestre para licenciase y empezar con la residencia de enfermería, había cortado con su novio Javier, con quien se iba a casar pero finalmente para suerte de todos menos del memo de su novio, Camila se dio cuenta que no era el hombre adecuado para el resto de su vida… inculto, mal trabajador y un cierra bares de cuidado… todos lo veíamos menos mi niña, hasta que lo pilló follando en un parking de la discoteca donde le dijo que no estaba… una pillada en toda regla que su padrino me chivó.

Ahora está más centrada en sus estudios, está haciendo una carrera ejemplar, con un promedio de sobresaliente, y una dedicación envidiable. Ni yo, que era bastante estudioso, le había dedicado tanto tiempo a los libros. Era muchísimo más alta que su madre, tenía las piernas largas y unos muslos torneados perfectos, como de revista de moda. Tenía los pómulos ampulosos y una boca carnosa que cuando se la pintaba, la convertían en una fruta prohibida.

Camila era delgada pero tenía una espalda y unos hombros esbeltos que terminaban en un cuello fino. Desde chica le había gustado usar el pelo largo, se vestía con jeans y camisetas cortas y su ombligo era apenas un punto en un abdomen plano. Tenía unas tetas ampulosas y muy firmes con una pequeña caída con gracia, porque casi nunca usaba sostén.

Yo casi estaba convencido de que le gustaban las mujeres, a casa solo llegaban amigas suyas, hasta que empezó a traer amigos a la nueva casa, porque hasta esa fecha no la había visto por allí a ninguno, tal vez por lo estricta que era su madre con ella. En todo ese tiempo, salvo algún comentario de alguna película que veíamos en familia, con Camila casi nunca habíamos tenido demasiado diálogo sobre sexo de manera relajada, solo las inevitables charlas de educación sexual. Hablar sobre sexo, se fue haciendo más frecuente cuando llegó el momento de la especialización y de los consejos para las residencias.

Un día mientras leímos cada uno en un sillón de la sala de estar, por medio el sofá…

- ¿Es verdad que las guardias son un descontrol… se las pasan follando entre todos?

Preguntó a quemarropa después de tomarse una cerveza con un bikini infernal. Tenía un culo duro, bien respingón que instantáneamente me hizo endurecer la polla de manera incompresible… bueno sí, ya no veía a mi hija como tal, sino como mujer, aun así me dio un poco de pudor, pero nunca jamás le decía nada fuera de lugar.

- Lo que pasa en las guardias, quedan en la guardias, le respondí con una sonrisa cómplice que fue correspondida por ella.

Desde ese día el nivel de picante de algunos comentarios de Camila empezó a excitarme y en mi cabeza se instaló la idea de follármela con mayor frecuencia, aunque fuera la hija que se parecía tanto a mi fallecida esposa, o por ese motivo mismo.

La idea se convirtió casi en una obsesión la noche que llegué de una urgencia a las tres de la mañana y escuché los gemidos de Camila desde el pasillo… la puerta entreabierta y encendida la luz de la mesilla de noche. El espejo de pie que tenía en su cuarto, me daba un espectáculo magnífico. Camila estaba a cuatro patas, con el culo levantado y la cara contra las sábanas. Con una mano se metía y se sacaba un juguete de buen tamaño en la vagina y con la otra se frotaba el culo y se metía uno o dos dedos.

Me acerqué más a la puerta, y desde mi nuevo ángulo se perfilaba su cuerpo curvado de manera directa, y por el espejo se advertía cómo mordía la almohada cuando llegó al orgasmo. Era una perra caliente. Quedó exhausta y tardó varios segundos en recuperarse. Yo me fui en silencio y tuve que masturbarme. Tenía ganas de morderle las tetas, pasarle la lengua por el agujero del culo hasta que me pidiera por favor que la penetrara. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto de una paja y todo gracias a mi niña. Mi hija se había convertido en el objetivo para compartir mi cama, lo que no sabía era que yo era el suyo en verdad.

Desde esa noche empecé a ver a Camila con otros ojos y a tratar de evitar situaciones embarazosas como quedarnos solos en el aseo en paños menores, o ver películas de Netflix en el mismo sofá como habíamos hecho infinidad de veces, con ella. Los domingos empecé a desayunar un poco más temprano porque solía bajar en ropa interior… bragas y una camiseta top sin sostén, a buscarse un café, unas tostadas y para volver a la cama otro par de horas. Pero lo que yo pensé que era evitable se tornó irremediable. No deseaba volver a caer en su seducción, debía de olvidarme de ella y que volara libre… en la profesión de enfermera tendría multitud de oportunidades de encontrar a un hombre adecuado, yo no debía de ser ese.

Ese sábado Camila estaba feliz porque había aprobado Pediatría, que parecía iba a ser su especialidad, con un 10 y todos los honores.

- Podemos ver una peli esta noche que hace un montón que no vemos juntos. Me dijo mientras cenábamos.

- ¡Venga papi, no seas malo, veamos una peli para festejar el aprobado de la materia.

Me imploró con voz lastimera, y las manos juntas como cuando uno pide por piedad. Asentí con la cabeza y me fui a servir un whisky. Camila subió hasta su cuarto y bajó con un pijama de esos que vienen con pantalón. Me pareció que no tenía sostén y el tanga era un triángulo con una cinta diminuta que le dejaba mucho más relumbrante el culo. La polla se me hinchó al instante. Tuve que jugar con las piernas para que no se notara y le pegué otro sorbo al whisky para distenderme.

Camila se sentó al lado mío con las piernas cruzadas en posición de yoga. La rajita de su coño se marcaba en el pantalón de algodón del pijama y en su tanguita diminuta. Por sus piernas largas, sus muslos hacían contacto con los míos. Sentí un calor intenso en el lugar que sus piernas se cruzaban con las mías. Esta nena estaba hirviendo.

- Me convidás un poco de whisky, nunca lo he probado y me gustaría hacerlo hoy. Me dijo apoyándome sus tetas en la espalda. Sus pezones estaban duros, los sentía a través de mi camiseta. Le serví un vaso con una buena medida de uno de los escoceses más ricos que tenía. Le puse dos hielos y le dije que intentara saborearlo.

- ¡Que no se entere tu abuela o me mata!, le dije en broma.

Y ella me respondió…

- Lo que pasa con el whisky queda en el whisky, me dijo guiñándome un ojo.

Con el correr de los tragos Camila se fue aflojando. Me contó que había debutado en el viaje de egresados, nunca supe que era mentira y que quien la desvirgó fue un calamidad del pueblo que se llamaba Bartolo, el viejo desgraciado ya había muerto por esas fechas… pero tampoco me extrañó cuando me dijo que ya había tenido varias experiencias sexuales no tan positivas con los hombres y que no estaba nada enamorada de su novio, por eso la dejó.

- ¡¿Soy muy fea papi?! Preguntó poniendo los labios como para dar un beso y tuve que contenerme para no comerle esa boca carnosa.

Le dije que no dijera tonterías, que ella sabía lo preciosa y mujer hermosa que era… solo era cuestión de tiempo encontrar al hombre indicado. Mientras podía se iba pegando pequeños tragos de whisky y yo tomando a la par. Me recosté en el sofá y ella se acostó con cabeza en mis muslos. Casi instintivamente empecé a acariciarle el pelo y le daba masajes con mis dedos sobre su cuero cabelludo… pude notar que le gustaba por los pequeños suspiros y la piel de gallina. La piel brillaba, tenía unos muslos perfectos y unas piernas largas y finas. Una muñeca, casi en bolas, mirando una película conmigo casi borrachos. Nada podía terminar mal…

Mi polla había quedado a centímetros de su cara. Ella tenía un mano entre su cachete y mi muslo y sus dedos a milímetros del cipote… no podía pensar en otra cosa. Con la otra mano me acariciaba las pantorrillas. Noté que sus dedos iban ganando terreno, centímetro a centímetro fue acercándose hasta la cabeza de mi polla, que ya estaba hinchada y caliente, ella los sabía y lo notaba, porque se sentía a punto de explotar dentro de las bermudas.

Por instinto bajé con una de mis manos acariciando su espalda hasta llegar a su culo. Ella aprovechó ese movimiento para hacer contacto con la verga, y en el momento que lo hizo le apreté una nalga, con fuerza. Camila largó un suspiro y metió su mano por debajo de las bermudas para agarrarlo.

- ¡Ummm! Me encanta la polla de mi padre... está caliente y noto como late, me dijo y con su mano suavemente empezó a masturbarme. - Bombea hinchándose las venas.

- ¿Te parece una buena polla?

- Ummm, sí. Es preciosa. Tienes el capullo de un grosor perfecto para entrar en mi boca y poder chuparlo sin problema… ni pequeño ni grande ¡PERFECTO!, pero lo mejor es que tu polla se va ensanchando a medida que llega a los huevos. La raíz es el doble de recia que tu glande y cuando entra en la vagina la va abriendo suavemente, igual que entra un pico en la tierra que está clavando. Y no me olvido de este par de huevazos… son hermosos y grandes para producir una buena cantidad de leche rica. Su tamaño también es el idóneo, así como la dureza para golpear el coño cuando me follas el coño a toda mecha ¡¡Esos pollazos me descuajeringan!

A esa altura de tan caliente descripción, mi mano ya estaba dentro de su pantalón y pude sentir su vagina estaba empapada, chorreando un flujo tibio. Empecé a jugar con mis dedos por arriba de las bragas, siguiendo la línea de sus labios abiertos. Ella empezó a frotar con más intensidad mi polla y a gemir con el movimiento de los dedos. Corrió las bermudas para arriba y la cabeza de mi miembro quedó al descubierto. Camila le dio un piquito y me dijo…

- ¡¿Me la puedo comer, papi?! ¿Me dejas probarla? Tienes una hermosa verga, papá.

Y se metió toda la cabeza en su boca y empezó a jugar con su lengua.

- ¿Tú me podrías ayudar? Me preguntó y suavemente me desabrochó las bermudas.

Levanté el culo para que cayeran hasta los tobillos y quedé sentado con mi hija observando el miembro viril casi con ojo médico, que me la hizo poner más dura todavía. Estaba hinchada, se le marcaban todas las venas de la calentura y daba respingos de lo excitado que me hallaba. Habíamos tomado el whisky oportuno para perdernos, dispuestos a llegar hasta el final.

Camila se prendió a mi polla y empezó a chuparla como una experta. La recorría de arriba abajo con su lengua y cuando llegaba se la metía hasta la garganta. Le pedí ella que se recostara en el sofá para poder jugar con mis dedos y mi lengua. Sabía que eso la calentaba y estaba a punto de llenarle la boca de leche.

- ¡Qué rica la tienes papi… ¡La quiero toda hasta la garganta! Quiero sentir cómo me llenas la boca de carne ¡Umm! Esta polla es mucho más suave y más caliente que mi juguete. Nunca me había comido una polla de este calibre, papi, pero sabía sin duda alguna que la tuya me iba a gustar… sabe a ti, y eso es lo que me pone tan perra.

Y se prendió de nuevo a mi polla como desesperada. Gemía y me pedía que le metiera los dedos por la vagina y por el ano. Lo tenía lubricado y empecé a jugar primero con uno y después con dos dedos. Con la otra mano le apretaba la cabeza contra la verga hasta que la nariz rozaba mi pelvis. Eso la ponía loca.

- ¡¡Ahógame de nuevo, ahógame! Quiero notar su glande en el esófago, bien dentr…

Pidió y antes de que terminara la apreté hasta que hizo presión para arriba. Le follé la boca con media polla metida en la boca, y al rato noté como por la raja de sus coño, largó unos chorros calientes… mi hija se encontraba más putita que al principio.

- ¡¡Quiero esa leche de tus huevos, papá…!! ¡Vamos, dásela a probar a tu niña!

El morbo me calentó de tal manera que le lancé un chorro caliente de semen cuando la tenía bien metida en el fondo de su boca. Sofía Camila empezó a temblar con mis dos dedos metidos hasta el fondo de su coño, y no dejó de chuparla hasta que no dejó de eyacular. Buscó rastros de leche en mi bello púbico y paso la lengua para volver a metérsela hasta el fondo. Me secó los huevos con tan tremenda mamada y quería más…

- Yo te hago todo lo que quieras, pero que no se entere nadie de lo nuestro.

- Lo que pasa en casa se queda en casa, papá. No tienes por qué preocuparte.

Me arrodillé en el piso. Le abrí las piernas y empecé a chuparle la vulva. La tenía empapada. Era de un rosa suave y la tenía toda depilada. Era dulce, rica, me dieron ganas de meterle la lengua hasta las entrañas. Camila se retorcía en el sofá. Se tapaba la boca para no gritar fuerte. Con mis dedos le daba pequeños pellizcos en los pezones y empecé a lamerle la flor rosa y dilatada que formaban sus labios carnosos…, mi lengua salía desde su ano al clítoris.

Le metí la lengua hasta donde pude y con la nariz le oprimía el clítoris para calentarla más. Me agarró de la nuca y me apretó contra su coño empapado… daba pequeños gritos mientras sentía las descargas eléctricas del orgasmo.

- Me gusta tu lengua papi, nunca me habían chupado así el coño…, pero lo que más me pone así de perra, es que me comas el culo. Que seas tan guarro conmigo me llena de morbo, me dijo y se dio vuelta para ponerse en cuatro patas en el sofá.

La imagen me volvió a calentar. Así la había visto esa noche mientras se metía un pene negro de pequeño tamaño y se frotaba el culo. Era mucho más bonito de cerca. Le pedí que separara más las piernas y ella elevó más su culo. Le abrí los cachetes con las dos manos y le enterré la lengua.

- ¿Te gusta mi culo? ¿Lo quieres?

Me paré y en cuclillas le apoyé la cabeza de mi polla entre la raja del coño y el agujerito culo. La tenía dura como una piedra. Tenía piernas largas y sus dos agujeros quedaban perfectos para mi 1.80 metros de altura.

- ¡¿Dónde la quieres, por adelante o por atrás?! le pregunté mientras se arqueaba como rogando que la penetrara.

- Por los dos…

Con una mano se lo acomodó en la rajita empapada como cuando la había visto meterse el juguete y se la enterró hasta los huevos.

- ¿Me follas fuerte, papá? ¿La has metido bien dura hasta los huevos? ¡Ummm, sí!

Empezó a golpear con sus nalgas mis muslos mientras la polla se le enterraba hasta el fondo y salía empapada de sus jugos calientes. Con las manos empecé a darle nalgadas, primero más espaciadas y después más intensas.

- Se lo merece tu hija putita, papi ¡Pégame más fuerte! ¡Fóllame más duro!

Le hice caso, mi ancha verga casi no entraba en su cueva de lo gruesa que se me había puesto. Camila tenía rojos los cachetes del culo y se mordía los nudillos entre gemido y gemido. Sentí que acababa porque todos sus líquidos me lubricaron la polla que iba y venía sin ninguna resistencia.

- ¡Ahora la quiero por el culo papá!, me dijo y no la hice esperar.

Me mojé bien los dedos con saliva con la tranca todavía adentro de su vagina y le metí dos dedos hasta el fondo. Lo tenía completamente dilatado y pedía verga.

- ¡¡La quiero hasta el fondo Pablo, quiero que me llenes el culo de leche!!, me imploró mientras con sus dos manos se abría las nalgas y el agujero del culo se le dilataba más y más. - Nunca tuve una polla ahí, quiero sentir como es que te den por el culo

Se la metí suavemente, pero sin pausas, hasta que su culo duro y juvenil quedó contra mi vientre. Se la había enterrado hasta los huevos y ella gemía y gemía.

Lentamente, empecé a moverme, fui levantando la intensidad hasta que tuve que taparle la boca por miedo a ser descubierto por algún vecino.

- ¡¡Dámela toda, la quiero solo para mí!! ¡Quiero ordeñarte hasta dejar secos tus hermosos huevazos! ¡¡Relléname entera!!

Mi tiempo en su culo era demoledor, el anillo apretaba con fruición y no sabía si iba a aguantar mucho follándola de ese modo. Con la posición en cuclillas y su culo elevado estando recostada, la polla entraba a saco casi en vertical. Ella comenzó a correrse moviendo el culo con mayor prestancia…, la verga se salió del culo, y sin pensarlo mucho más que un segundo, la clavé en su coño. El gemía sin dejar de correrse, el flujo brotaba del coño y mi necesidad ya no era cuestión de mi control… le descargué un chorro de leche que le llenó el útero, me atolondré de lo potente que eyaculé, y el segundo chorro no se hizo esperar, un tercero y hasta cinco aldabonazos de espesa lefa inundaron su fondo vaginal. Ella acabó también a la vez…

- ¡Qué rico, qué rico ha sido la corrida juntos, papá… esto tampoco me había pasado nunca con nadie, me decía y apretaba el cipote con su coño, con intención de escurrilo

Cuando le saqué la verga aún bastante dura, un chorro de leche se le derramó por los muslos tras mi glande, y ella instintivamente lo frenó con sus dedos y se lo llevó a la boca.

- Cuidado, este chorro de lefa se quiere escapar… ¡¡Es muy rica tu leche papi, como para andar desperdiciándola!! Te quiero papá. Gracias por follarme a pelo y llenarme.

Nos sentamos en el sofá y amagamos con seguir viendo la película. No sabía ni qué hora era ni me importaba nada. Me había follado de nuevo a mi hija como si fuera mi esposa, en mi propia casa y me había gustado, me había sentido un toro bravo y a ella le había entusiasmado.

- ¡Tenemos que ver películas más seguido y tomar whisky juntos! Dijo Sofía Camila mientras le daba un trago al chupito de whisky que le había quedado entre los hielos.

Se levantó y cuando le solté que no me importaría compartir con ella la cama que fuera también de su madre, me dio un beso apasionado, me acarició de nuevo la polla bastante relajada, se la volvió a meter en la boca y después de chuparla un ratito más, me dijo.

- ¡Lo que pasa en la cama de matrimonio, se queda en esa cama… y ahí me preñarás!

Sonia Camila Venancia no engañaba a su padre, estaba ovulando… a los veinte días no le bajó la regla… Estaba preñada de su padre, el caso era que se sentía la mujer más feliz del mundo mundial y no dejaría a su padre por nadie. Acabó la carrera con matricula de honor y sus inicios en el mismo hospital que su padre, por algo era jefe de enfermería del “Complejo Hospitalario San Millán y San Pedro”. Cuando empezó la resistencia, su panza ya apuntaba a las 22 semanas de embarazo. Camila estaba feliz de estar preñada bajo la supervisión de su padre en el trabajo y en casa… y las 24 horas juntos, era irremediable que follasen incluso en horas de trabajo…, verdad que solo fueron dos veces en dos guardias… Lo que pasa en las guardias, quedan en la guardias”.

Vivieron juntos, se amaban juntos y de vez en cuando eran visitados por su Padrino, que decidió marcharse a un hospital de la costa, arrastrado por el amor de una venezolana llamada Valeria Fernanda que le hacía las mil locuras en la cama. 

 


 

En las Navidades de 2022 se han juntado los cuatro, ambos maduros pasados los cuarenta y cinco años, junto a sus parejas veinteañeras bien panzonas, con más de 30 semanas de preñez. Ya solo les faltaba la guinda… la abuela de 69 años dando el visto bueno a ambas parejas en estado de buenas esperanza. Que como ella misma decía, “hay que saber dar y recibir…” en toda la extensión de la expresión. Los cinco disfrutaron de las viandas de la abuela y de su altruismo con una semana de nieve en el hotel ARAMON Formigal-Panticosa. La cachonda de la abuela se jactaba a ver sus caras de sorpresa, diciéndoles que era el mejor lugar para… “FORNICAR y dejar a las hembras EMPANTANADAS con buenas nevadas”





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