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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

El Refugio de papá

 



Eugenio, un maduro de 46 años, de tez morena y ojos azules, un cuerpo espigado y fibroso a la par que atractivo, con modales refinados y dueño de una pequeña y modesta asesoría laboral, comía a la mesa con su esposa Pilar y con su hija Dulce. Tocaba espinacas con garbanzos, huevo poché y de postre le esperaba un kiwi. Pilar, que era vegetariana, antes de meter unos garbanzos en la boca, le dijo...

- Todos los meses haces igual. ¿Tú no tendrás una aventura, Eugenio?

El hombre se enfadó.

- ¡La pregunta ofende, Pilar!

Pilar, que era una cuarentona, rubia teñida y de muy buen ver, no creía a su marido y la pagó con su hija...

- ¡Anda cómete las espinacas, Dulce!

Dulce, que iba a estudiar bellas artes, era una morenaza de ojos negros de dieciocho años, preciosa, que tenía el cabello negro y corto, era alta con unas piernas que suponían una esbeltez que solía llamar la atención, una chica todo curvas, sin embargo muy vergonzosa, le respondió a su madre...

- Ya, mamá, ya.

Pilar se levantó de la mesa y le dijo a su marido.

- Tú te debes de creer que soy tonta, pero tienes un lío por ahí...

Dulce, después de irse su madre, le dijo a su padre.

- Lleváis más de un año con esa traca, ¡¡Parece mentira que estéis casados desde hace quince años!! La verdad que es curioso que todos los meses tengas una semana de encuentros…es muy extraño papá. Te lo digo directamente...¿Tienes una querida?

Eugenio se levantó de la mesa, limpió la boca con una servilleta y yéndose le dijo a su hija a “sotto voce”

- Tengo mis secretos, cariño, pero una querida no es uno de ellos. Bastante tengo con dos mujeres en mi vida, como para meter a otra...

Esa tarde cuando Eugenio cogió vehículo de su amigo que le servía en sus movidas. Ese día tampoco iría al aeropuerto. Dulce lo siguió a lo lejos en su Kimco Super Dynk 300. El taxi de Mohamed no iba rumbo al aeropuerto, sino que desvió rumbo a una carretera de montaña. Dulce pasó desapercibida hasta que el taxi salió de la carretera comarcal y se metió por una pista forestal de tierra. El taxista mirando por el espejo retrovisor le dijo a Eugenio.

- Esta vez nos vienen siguiendo don Eugenio.

- ¿Qué clase de coche es?

- Es una moto.

- ¿Marrón y negra?

- Creo que sí.

Eugenio miró para atrás y la visualizó

- Seguro que es mi hija... bueno es la hija de mi mujer, pero la he adoptado e hija es.

- Pues daban nieve. Yo llevo cadenas por si acaso, pero si nieva su hija en moto no podrá bajar de la montaña.

- Ella se lo buscó. ¿Dejaste todo lo que te dije en la cabaña?

- Sí, don Eugenio, y le llené el depósito de agua para que no tenga que ir a buscarla al río y la despensa llena de comida por un mes, por si se queda aislado.

- Pues sí, parece que va a caer bastante... si quedamos aislados..., donde come uno comen dos, porque esta niña es incorregible.

Media hora más tarde había comenzado a nevar e iba en incremento, llegaron a la cabaña. Dulce llegó cuando su padre bajaba del taxi. Bajó de la moto, se quitó el casco...

- ¿Ya está tu querida en la cabaña, papá?

Eugenio intentó sobornar a su hija.

- ¿Qué te ofreció tu madre por la información...? Ella se hizo la desentendida… mirando alrededor - Ofreciera lo que te ofreciera te doy el doble por no decirle nada de mi refugio.

Caminando con cuidado hacia él para no resbalar en la nieve con sus botas de media caña de cuero negro...

- Mamá no sabe que te seguí.

El Mohamed, el taxista le dio a Eugenio una pequeña maleta que había sacado del maletero.

- Nos vemos el viernes que viene a esta misma hora, don Eugenio.

- Hasta el viernes, Mohamed.

Padre e hija entraron en la cabaña.

- Cómo puedes ver aquí no hay nadie.

Dulce sacudiendo la nieve de su cabeza y de su gabardina negra miró para lo que había dentro de la cabaña.

- Ya veo, ya.

La cabaña no tenía tabiques divisorios. En ella había una amplia cama con barrotes de hierro a los pies y a la cabecera, cubierta de un edredón nórdico que se antojaba muy cálido. Una chimenea, una cocina de hierro, dos sillas, y dos mesita de noche a cada lado de la cama, una mesa pequeña sobre la que había una máquina de escribir antigua y una impresora, cantidad de folios, y otra mesa más grande en la que se comía. Una despensa y un armario, ahora abarrotados de comida. El piso era de madera de pino, lo mismo que la cabaña, el armario... En la pared izquierda, según se entraba, colgaba un jamón empezado y a un lado de la cocina sobre un cordel varias ristras de chorizos. En una esquina había dos barriles y a su lado una puerta que daba al aseo. En esa pared trasera había dos puertas cerradas, una daba al inodoro y la ducha, que solo tenía una taza, un lavabo y un pie de ducha y en la otra una leñera. Eugenio viendo cómo su hija miraba para los chorizos, se quitó la gabardina, la sacudió, la puso en el respaldo de una silla.

- ¿Qué le vas a decir a tu madre?

- En caso de que no tengas una querida, yo no te he visto… si no eres vegetariano, ¿Por que la engañas? No sería mejor decirle la verdad.

- Por no desilusionarla. No soy vegetariano pero tampoco me molesta demasiado serlo. Aquí me desquito y de paso disfruto de mi ficción a escribir.

- ¿Y qué escribes para que sea tan secreto…?

- Novelas eróticas…

- ¿Me darás a leer alguna…?

- Tal vez, pero eso te lo tendrías que ganar. Y el jamón también, es mi locura...

Dulce echándole un vistazo al jamón.

- Eso no hace falta que lo jures.

Eugenio le iba a dar una noticia que no esperaba.

- Vete quitando el abrigo, porque hasta que se despeje de nieve el camino, te tienes que quedar aquí.

Dulce corrigió a su padre.

- No es un abrigo, es una gabardina y no me voy a quedar aquí.

Eugenio dejó la maleta a un lado, se puso en cuclillas delante de la chimenea y echando un puñado de pellet al quemador encendió el fuego de la estufa.

- ¡Que remedio te queda! Con el camino nevado en moto te matarías en alguna pendiente. No voy a permitir que salgas con este temporal, no conoces esta zona...

Dulce volvió con la tontería de la querida.

- Tú lo que quieres es que no vea a tu querida. ¿La va a buscar el taxista?

Señalándole una vieja máquina de escribir Olivetti “Lexicon 80”.

- Esa es mi querida... Y los chorizos y el jamón mis mejores amigos y...

- Y voy yo y me lo creo.

Eugenio levantó la voz.

- ¡Me importa un bledo lo que creas, niña!

- No soy ninguna niña, papá, y no me chilles.

Eugenio se fue a la cocina de hierro, metió leña en el fogón y con una piña lo encendió. Dulce quitó la gabardina, la puso a los pies de la cama y quedó vestida con un mono negro de cuero ajustado al cuerpo que marcaba todas sus formas. Eugenio al verla, le preguntó...

- ¿¡De donde has conseguido esa ropa?!

Se sentó en una silla y le respondió.

- Lo compre hace un par de días por Wallapop, es de segunda mano ¡¿Sabes?! Me salió bastante económica.... Era para darle una sorpresa a mi novio esta noche.

Eugenio miró para su hija de abajo a arriba y le dijo:

- Seguro que se la ibas a dar, boquiabierto lo ibas a dejar. No quiero ni pensar lo que pensabas hacer con él…

- Te lo puedes imaginar… Nos gusta follar bastante, pero no te asustes...siempre follo con condón…, aún nadie me ha llenado la vagina de lefa.

- Me alegra saberlo, porque menudo disgusto le darías a tu madre...

Dulce se puso colorada y cambió de tema.

- ¿En cuánto tiempo se irá la nieve?

- Un año antes de casarme con tu madre estuve casi dos semanas aislado.

- ¡¿Tanto?!

- Sí, pero no creo que esta vez tarde tanto en derretirse, el cambio climático se nota y ya no son tan copiosas las nevadas. Además si rompe a llover, en dos días, el camino de tierra estará medio transitable.

- ¡¿Y como es que ella no sabe de este lugar…?!

- Porque yo necesito mi espacio, como todo el mundo y tu madre es una gran mujer pero bastante absorbente… la quiero y no deseo perderla. ¡Necesito me Refugio!

- Te entiendo papa, pero… ¿Y yo qué voy a comer?

- Lo mismo que yo.

- Si no hay más remedio...

- Siempre puedes salir de la cabaña, levantar la nieve y coger hierba. No tendrías ni que lavarla.

Dulce puso cara de niña enfadada.

- ¡Muy gracioso! ¿Y dónde me voy a asear y a hacer mis necesidades?

Eugenio le respondió muy elocuente mostrándole la vivienda como si fuese una inmobiliaria.

- Para lavarte por las mañanas calientas agua en un cazo, la echas en la palangana y te aseas tu intimidad, pero si te quieres duchar tenemos que encender la estufa de pellet una hora antes para que el depósito de agua sanitaria se caliente. También tenemos un generador para tener electricidad, además de placas solares, pero sin sol no funcionan como te puedes imaginar, y con este temporal mucho menos.

A Dulce no le salían las cuentas.

- ¡Contigo dentro de la cabaña, no voy a tener mucha intimidad en ese aseo...!

- Tranquila que no voy a entrar a mirar, podemos tener suficiente intimidad en esta cabaña, un poco menos que en casa pero sin problema… además somos familia, si nos vemos desnudos no se acabará el mundo. Yo no tengo ningún reparo en que me veas desnudo ¡¿Y tú…?!

Dulce, resignada, le dijo a su padre...

- Esto es el infierno… un poco sí papá lo tengo…

- Pues te he bañado muchas veces.

- Entonces tenía tres años.

- Y hasta los once nos duchamos juntos… de puedo asegurar que para mí sigues siendo esa niña que conocí, tan guapa e inocente

- Ya no soy tan inocente, y tal vez no te parezca igual de guapa pero sí más…

Eugenio le cortó la frase, sin molestarse por el comentario.

- La otra opción es hacer tus necesidades en el campo.

Dulce le preguntó con sorna...

- ¿Alguna cosa más que mandarme, mi Señor?

La había

- Sí, te aconsejo que metas la moto dentro del garaje aledaño a la cabaña.

Media hora más tarde, después de haber metido Dulce la moto dentro de la cabaña, Eugenio, que se había quitado el traje que vestía y puesto unos vaqueros y una camisa de cuadros, se estaba metiendo entre pecho y espalada un bocadillo que había hecho con dos chorizos asados en las brasas. Comía y bebía vino tinto. Dulce tenía encima de la mesa su bocadillo y su vaso mediado de vino. Viendo a su padre girar los ojos con el placer que sentía al comer y al beber le entró hambre. Con cara de asco fingido cogió el bocadillo, cerró los ojos y le metió un mordisco, masticó, abrió los ojos y le dijo a su padre.

- ¡Qué bueno está el chorizo asado! Las hamburguesas al lado de esto son bazofia.

- No hables con la boca llena.

Dulce se disculpó.

- Perdón, papá. No sé porque me enfado contigo… has sido muy bueno conmigo siempre. Eres mejor que muchos padres. Que estés aquí me llena de ternura.

Echó un trago de vino y eructó. Eugenio la reprendió.

- ¡Dulce!

- Se me escapó. ¿En tu pueblo te daban de comer esto cuando eras un niño?

- Sí, chorizo asado, crudo, queso, jamón… Vivíamos en la serranía de Teruel y ahí se forjan las personas a base de esfuerzo y tesón, los inviernos son largos y duros, por eso el clima se combate con buenas viandas.

Con la boca llena le dijo...

- Bendita niñez la tuya.




La primera noche.

Como ya he dicho había una sola cama, Dulce, cómo es obvio, no había llevado pijama ni nada que se le pareciera y su padre no lo usaba, lo único que tenía era un par de batas de casa de color rojo. Le dio una.

- Cámbiate… no te preocupes que yo no voy a mirar.

Dulce se ruborizó de nuevo.

- ¿Cómo vamos a hacer para no rozarnos en la cama?

- Tú te metes por debajo de la sábana y yo por encima.

- Me parece una estupidez… la cama es ancha, si no nos movemos mucho no habrá problema.

- Tú misma te has contestado, entonces.

Eugenio cogió una silla. Dándole la espalda a su hija se sentó a la mesa donde tenía la máquina de escribir y comenzó a mirar unos papeles. Dulce se quitó la ropa, en bragas se puso la bata y luego se metió en la cama.

- Yo ya estoy, papá.

- Trata de dormir, voy a mirar unas cosas. Quiero repasar lo último que escribí.

Dulce sintiendo el viento silbar sobre las copas de los árboles se sentía incómoda. Tardó en quedarse dormida. Una hora después, aproximadamente, debió sentir demasiado calor, ya que durmiendo se quitó la manta y las sábanas de encima. Abrió sus largas y estilizadas piernas y puso los brazos en cruz. El cinturón de la bata se le desató y los gordos pezones de sus tetas medianas, tirando a grandes, duras y casi piramidales, quedaron mirando al techo. Cuando su padre se levantó de la silla para ir para cama y vio aquella maravilla, la polla se le puso dura. Eugenio se acercó a un metro escaso de la cama para verla mejor. Sacó la polla y comenzó a meneársela mirando las tetas de su hija, luego decidió sentarse en la cama, al notar el peso de su padre, Dulce, que tenía la cabeza girada hacia el otro lado la volvió hacia donde estaba Eugenio, se estremeció al sentir al viento silbar sobre las copas de los árboles, entreabrió los ojos y vio como su padre se hacia la paja a la tenue luz de la luz de la mesita de noche. Giró la cabeza, y al hacerlo descubrió que estaba destapada y con las tetas al aire. No se tapó.

Volvió a girar la cabeza hacia su padre y con los ojos casi cerrados vio cómo la gorda cabeza de la polla aparecía y desaparecía bajo la piel a tan solo unos centímetros de su cuerpo. Su coño se empezó a mojar. Poco después Eugenio se corrió agarrando la cabeza de la polla, ella vio salir un gran chorro de leche y otro seguido del anterior, hasta llegar a cinco lefazos. La leche cayó sobre el cuerpo de su padre, sobre las sábanas y llegó un chorro hasta sus tetas, pero sobre todo en los dedos de Eugenio. Al acabar de correrse abrió la mano y mirando al el coño de su hija, luego a sus ojos, observó el deseo de probar su semen. Ella se acercó la mano para oler su semen, sin ninguna otra intención, pero no pudo resistir en lamer la leche que se hallaba depositadas sobre sus dedos y en la palma de la mano. Como una perra fue comiéndose los borbotones de esperma. Dulce no sabía donde se habían ido los modales refinados de su padre, pero el cerdo de su padre, le había dejado el coño mojado… ella no era menos cerda al lamerle su leche derramada, la cual saboreaba mirándole a los ojos… se la iba tragando a medida que su lengua recogía más y más esperma espeso…, también se hizo con el largo y contundente chorro que cayó en sus tetas, y lo que pudo de las sábanas.

Eugenio al acabar de correrse, no se limpió la leche de sus muslos, le puso bien la bata a su hija, le ató el cinturón, la tapó con la sábana a la vez que él se enfundaba, cogió el edredón de pluma de pato y lo echó sobre ellos, se subió los calzoncillos y de costado se puso a dormir al lado de ella.

Tiempo después la mano izquierda de Dulce cogía su teta derecha y la apretaba. Dos dedos de su mano izquierda se metían dentro de su coño, luego salían del coño y mojados acariciaban su clítoris... Al ratito recordando cómo lamía la leche de su padre de su palma, el sabor que aun tenía en sus papilas gustativas, y la imagen de cómo salió toda la leche de su meato. En un fulgor, imaginó que esa leche caía en su coño, dentro de la vagina, que se lo lamía y empezó a correrse. Quitó la mano de la teta y tapando la boca se acabó de correr. La cama comenzó a moverse con los temblores lívidos de su cuerpo y Eugenio supo que su hija se masturbaba… finalmente corriendo. La polla se le volvió a poner dura, pero no volvió a pajearse.

Al despertar por la mañana a Dulce le llegó un olor que nunca había olido. Se incorporó y vio a su padre tomando una taza de café.

- ¿A qué huele, papá?

- A café recién hecho.

- Pues huele de maravilla. Me voy a vestir.

Se vistió y al rato estaba tomando su primer café solo con azúcar y su padre comiendo un par de huevos fritos con tres lonchas de jamón curado. Ya era más de media mañana y continuaba nevando, más de medio metro cubría la entrada…, no era prudente salir a la pista forestal en la moto, de modo que se tuvo que resignar a quedarse allí. Llamó a su madre y le mintió…. No voy a pararme en lo que hicieron durante el día, solamente diré que al mediodía se pusieron morados de cocido, un cocido que llevaba carne de ternera, costilla, cabeza de cerdo, chorizos, unto, verduras, patatas… No hablaron sobre el incidente de la paja y posterior lamida de la leche de Eugenio por parte de Dulce, la cual se se tragó todo como si fuese una golosina...tampoco de la masturbación de ella.



La segunda noche.

Dulce ya estaba en cama cuando su padre se quedó en calzoncillos y se metió por debajo del edredón nórdico, entre las cálidas sábanas de franela.

A los diez minutos de un silencio insoportable, por lo tensa de la situación, Eugenio, que estaba de espaldas a su hija se dio la vuelta y le entró a saco.

- ¿Jugamos, Dulce?

La muchacha, le respondió...

- ¡¿Te has vuelto loco?!

Con la boca a centímetros de la de su hija vio que estaba roja cómo un tomate maduro.

- Loco estaría si no quisiera jugar contigo estando a tu lado en una cama.

- ¡Eres un pervertido! ¡¿No te bastó la paja que te hiciste mirándome desnuda…?!

- Solo soy un hombre que suspira por ver cómo te mueres de placer en mis brazos

Le dio un pico y esperó su reacción.

- No, papá, no, por favor, no quiero follar contigo. No está bien ¡¡Joder soy tu hija!!

Le dio otro pico.

- Deja que te lleve al cielo envuelta en un manto de caricias.

Dulce tenía muchas ganas pero no podía a entregar la cuchara, su decencia estaba en juego.

- No te pongas poético que nada vas a conseguir.

Eugenio se destapó y destapó a su hija.

- Estate quieto.

Le abrió la bata y volvió a ver su cuerpo divino.

- Eres la mujer más sexy que han visto mis ojos.

Dulce, tapó las tetas con sus manos. Con cara de asustada y con sus mejillas más rojas que la sangre, le preguntó desafiante...

- ¿Qué me quieres hacer, papá?

Con voz de loco y echándole las manos a las costillas le respondió...

- ¡Cosquillas! ¡¿Recuerdas lo bien que lo pasábamos de niña…?!

Dulce se retorció sobre la cama y rio sin parar hasta que su padre dejó de hacerle cosquillas. Tenía los ojos llenos de lágrimas cuando se los besó. Perdido le dijo en bajito...

- Me gustas más que el jamón.

A Dulce le costaba soltarse.

- No digas tonterías, papá… me has criado desde pequeñita, no puedes sentir esas cosas por mí...

Eugenio le metió la mano dentro de las bragas y la sacó pringada de jugos.

- Estás muy mojada, cariño. Eso significa algo que tú y yo sabemos de sobra.

Dulce se tapó la cara con las manos.

- ¡Qué vergüenza!

Eugenio lamió los jugos de sus dedos y después la quiso besar con lengua.

- No quiero, déjame.

El hombre sabía que era cuestión de tiempo que cayera con todo el equipo, ya que ni la espalda le daba.

- Sí que quieres, lo estás deseando…. Anoche te oí como te hacía una paja impresionante. Seguro que pensando en mí, en cómo me corrí delante de ti.

Dulce seguía en sus trece.

- No, no quiero que me hagas nada.

Quiso besarla con lengua. Dulce le hizo la cobra.

- Si sigues haciendo el ganso se lo contaré todo a mamá. Yo solo quiero follar con mi novio. No insistas papá,solo compartirnos la cama porque no hay otra...

Eugenio frenó en seco.

- ¿A qué le llamas tú todo?

- A lo de la cabaña, a que no eres vegetariano y cómo me forzaste a hacer algo que no quería.

Eugenio la creyó.

- Está bien, volveré a dormir de espaldas a ti, para no tener tentaciones.

Dulce estaba de acuerdo, le puso el cinturón a la bata.

- Será lo mejor para los dos.

Eugenio cogió su lado de la cama, se echó el edredón y se acostó al lado de ella. Unos diez minutos más tarde, le preguntó Dulce.

- ¿Duermes, papá?

- Ni duermo ni creo que vaya a dormir… estoy demasiado excitado.

- ¿Aún quieres que te deje follarme...?

Eugenio se sentó sobre la manta y le respondió:

- Sabes que sí.

Dulce se quitó el cinturón de la bata, la abrió y sus gordos pezones y sus areolas rosadas quedaron al descubierto.

- Ven y llévame al cielo envuelta en un manto de caricias.

Eugenio se dio la vuelta en la cama, se pegó a su lado y acarició sus erectos pezones con las yemas de los dedos. La muchacha, coqueteando, le preguntó...

- ¿Crees que tengo unas tetas bonitas, papá?

Eugenio le respondió:

- Las tienes preciosas.

Lamió y chupó sus oscuras areolas. Amasó sus tetas y después siguió bajando hasta su coño. Se lo olió.

- Tu coñito huele a fruto prohibido.

Dulce ya estaba entregada.

- Pero tú te lo vas a comer. ¿No? Igual que me comí tu leche y me quedé con ganas de probar la polla y los huevos que la produjeron.

Le quitó las bragas y le lamió el coño encharcado, luego metió un dedo dentro de la vagina, lamió su clítoris y le amasó las tetas con la otra mano. En nada le dijo Dulce...

- Vas a hacer que me corra muy rápido, papá. Me tienes loca ¡Ummm!

La trabajó muy lentamente recorriendo su raja, metiéndole la lengua rígida en el conducto y castigándole el clítoris una y otra vez hasta que Dulce no lo soportó más y se dejó ir...

- No pares papá, me corro, me estoy corriendo papá ¡No lo dejes por Diosss!

Quitó el dedo del coño y se lo lamió la boca del coño hasta que acabó de correrse en su boca. Al acabar de correrse le besó el capuchón del clítoris. Luego cogió un zapato, le quitó el cordón

- Quítate la bata y échate boca abajo.

Hizo lo que le dijo. La ató por las muñecas con un extremo del cordón con un nudo somero más bien simulado, y con el otro la ató a uno de los barrotes de la cama. Fue a la alacena y volvió con una tarrina de margarina. Dulce le preguntó excitada y amilanada...

- ¿Qué vas a hacer, papá?

- Ya lo irás descubriendo, cielo. Tú solo disfrutalo...

Pringó sus dedos de margarina masajeó su ano, con la otra la espalda y sus nalgas. Cuanto más masajeaba más le gustaba. Dulce le dijo a su padre.

- Es algo muy placentero.

- Lo más placentero está por venir, preciosa. Eleva el culo.

Dulce puso el culo en pompa. Eugenio jugó con un dedo en la entrada de su ojete y después se lo metió dentro del culo con facilidad por el lubricante de la margarina, luego lamió el periné, lamió el ojete y acto seguido se lo folló con la lengua. A la lengua le siguió un dedo y dos... Los dedos entraban dentro de su culo, giraban, salían, volvían a entrar, volvían a girar... Dulce cuando sintió que le venía el orgasmo...

- Voy a correrme de nuevo, papá. ¡Qué coño estás haciendo conmigo!

Eugenio le preguntó.

- ¿Me dejas que te la meta en el culo, hija?

- No preguntes tonterías. Lo has estado preparando para eso… ¡DESVÍRGAMELO!

Eugenio sacó los dedos, se quitó los calzoncillos, untó la polla con margarina, se la frotó en el ojete y luego se la metió despacito hasta el fondo del culo. Dulce le dijo..

- ¡Joder, tu polla me llena una barbaridad!

Eugenio le preguntó eufórico, pero comedido...

- ¿Quieres que te la quite del culo y te la meta en el coño?

Dulce quería experimentar algo nuevo.

- No, me llena mucho pero también me gusta... ¿Crees que me correré follándome el culo? Es la primera vez que me dan por el culo, y tú me lo estás estrenando...

Eugenio fue franco.

- Hay mujeres que se corren con el sexo anal y hay mujeres que no… tu madre es de las que se corren rápido cuando le doy por el culo ¿Descubrimos a qué clase perteneces?

Dulce no quería quedar con la duda.

- Descubrámoslo, papá.

Le folló el culo con suavidad, se la metió poco a poco hasta que el entró todo el cipote hasta la raíz. Besó su cuello y su boca cuando giraba la cabeza para un lado y para el otro... La follada se fue incrementando de ritmo, su padre le sujetaba del culo como quien la mete en un hoyo, ella respingaba su culo para que le entrase más, ayudaba a clavársela con empujones contra el polla de su padre. Con tiempo después Dulce explotó no lo soportó, y antes que su padre se corriese, ella volvió a explotar.

- Joder papá, no pares… ¡¡Me corro!! Me corro yaaa ¡Sigue follándome el culo…!

Se corrió jadeando cómo una perra y queriendo romper el barrote de la cama con sus tirones.

Al acabar de correrse la desató del barrote, le dio la vuelta y le abrió las piernas. Tenía los pezones duros, las areolas se le encogieron y su coño goteaba. Metió su cabeza entre las piernas y lamió de abajo a arriba. La lengua le quedó cubierta de jugos gelatinosos que se tragó. Le abrió el coño con dos dedos y lamió su labio vaginal izquierdo, luego lamió el derecho y acto seguido enterró su lengua dentro de la vagina dejándole el coño impoluto. Al sacarla subió y lamió su clítoris erecto. Al rato Dulce le dijo...

- Si sigues así me vas a hacer correr otra vez, papá. No imaginaba que fueras así...

Eugenio chupó su clítoris, luego apretó su lengua contra él, lamió de abajo a arriba cada vez más rápido y Dulce, elevando su pelvis, se corrió al cabo de cinco minutos de tratamiento oral… su padre no era un auténtico vegetariano, pero si un formidable vaginariano.

-¡Qué bueno eres papá...! Al acabar de correrse - En mi vida me había corrido tantas veces seguidas, ni con el Richar, que era un semental de tomo y lomo...

Eugenio se echó sobre su hija, frotó la polla contra el coño encharcado, le frotó el clítoris y sin pensarlo mucho más, la embocó a su entrada y se la metió hasta la trancas de una sola estocada. Dulce pasó sus manos atadas por detrás del cuello de su padre y las piernas sobre los tensos muslos del macho, y lo comió a besos mientras la polla entraba y salía de su coño encharcado. Mirándola a los ojos, le preguntó...

- ¿Quieres correrte así, o prefieres que te lo haga de otra manera?

Se ve que le había gustado el sexo anal, ya que le dijo...

- Dame por el culo otra vez, papá.

- ¡¿No te gusta ver como me corro dentro de tu útero?!

- Me encantaría… y no dejar de sentir los golpes tus huevos en el coño...

La respuesta de Eugenio fue follarle el coño a toda mecha, sus bocas se unieron y sus lenguas se transferían saliva sin cesar… se mamaban las lenguas sin dejar un solo instante de perforar el coño de su hija con duros y contundentes pollazos. Dulce se volvió a correr. Esta vez gritó...

- ¡¡¡Maloooo!!! ¡¡Eres muy malo papá… me estás llenando el coño para PREÑARME!!

Eugenio se corrió con ella. Llenándole el coño de leche con más de cinco chorros de lefa espesa… Eugenio le soltó mirándola a los ojos...

- Creo que este ha sido el mejor polvo que he echado en toda mi vida.

Al acabar de correrse le dio un pico, besó sus tetas, metió la cabeza entres sus piernas, lamió el coño lleno de leche y jugos. Poco después Dulce se volvió a correr tras una comida de más de diez minutos, diciendo...

- ¡Me vas a matar de placer, cabronazo! ¡Me excita mucho el morbo de follar contigo!

Después de follar, Eugenio tenía más ganas de dormir que de hablar, así que echó sobre el colchón boca arriba y su hija se acurrucó abrazándolos sobre su pecho, en nada se quedaron dormidos uno sobre el otro...desnudos bajo el acogedor edredón y la calidez de la estufa, afuera la ventisca no dejaba de soplar, la nieve continuaba posándose encima de la anterior.

Dulce era curiosa, cómo casi todas las mujeres. Cuando su padre ya prendiera en el sueño fue a mirar que era lo que estaba escribiendo. Su sorpresa fue grande cuando leyó los títulos de los escritos. El de arriba era una novela y se titulaba… “Dulce, investigadora privada”. El que estaba debajo de él era otra novela, su título era… “Dulce en el País ce los Sueños”, y el de abajo de todo se titulaba… “Dulce, mi hija, mi amor, mi fantasía sexual”, y eran relatos eróticos inspirados en ella. Los tres trabajos estaba, sin acabar. Leyó un relató erótico, leyó otro... En todos estaba ella de protagonista. Cuando se cansó de leer, y antes de regresar mojada a la cama, se dijo en bajito para ella misma… Mañana sin falta voy a hacer realidad la fantasía que más me mojó, no vaya a ser que comience a llover y se derrita la nieve”

Ni que fuese adivina. Al día siguiente paró de nevar y comenzó a lloviznar, la nieve se derretía.




Tercera noche.

La Dulce vergonzosa había muerto. La nueva Dulce sentada en la cama con las piernas cruzadas, vestida con su mono negro de cuero, que tenía la cremallera bajada y mostraba casi la totalidad de sus bellas tetas, calzando las botas de cuero negras de media caña y con los cordones de los zapatos de su padre en la mano...

- Desnúdate y ven para la cama.

Eugenio se quitó la ropa y se echó sobre la cama. Dulce atándole una mano a los barrotes…

- Ayer noche leí parte de lo que estás escribiendo.

A Eugenio le sonó la alarma.

- ¡¿Leíste mis relatos eróticos?!

- Leí. ¿Estás obsesionado conmigo o estas enamorado? Dime la verdad.

Eugenio se puso serio.

- Quien busca la verdad corre el riesgo de encontrarla.

La muchacha quería la verdad.

- Correré ese riesgo.

Eugenio se confesó:

- No sé si estoy obsesionad o no, lo que sé es que desde el primer día que te vi te convertiste en mi niña y ahora en mi musa. Si me casé con tu madre fue porque la amo, pero nunca pensé que tenerte a ti mi lado sería tan especial. Cuando aun te bañaba nunca pensé en poseerte, pero cuando ya no me permitiste disfrutarte, me obsesioné con ello… pero hasta ahora que ya eres mayor de edad, nunca me atreví a tocarte, y no me hubiera atrevido si hubiera ocurrido todo esto. Por tu curiosidad

Dulce se sorprendió.

- ¡¿Has estado engañando a mi madre todo este tiempo?!

- Sí y no, solo un poco de pensamiento… pero a tu madre nunca le ha faltado verga...

- Eres un malo, un malote de primera división, pero por otro lado me halaga lo que me has dicho, pues yo también he tenido fantasías contigo muchas veces… os he estado espiando cuando follabais varias veces que os habéis descuidado con la puerta abierta… Tienes una polla increíble y follas muy bien ¡Sabes usarla!

Eugenio se llevó un alegrón al conocer el lado travieso de su hija.

- ¡No jodas! No me esperaba eso de ti, cariño.

Dulce ya había metido la primera y enfilaba la recta.

- Sí jodo. ¡Anda, échate boca abajo!

Eugenio se echó boca abajo. Acabó con la dos manos atadas a los barrotes de la cama. Dulce le vendó los ojos, le amordazó la boca y le dio un cachete en el culo. Fue a por la margarina. Al regresar cogió una zapatilla debajo de la cama y la dejó al lado de la almohada. Le untó el ojete con margarina y se lo masajeó, luego le untó las nalgas, escupió en la mano derecha.

- No va a ser cómo tú lo escribiste, va a ser cómo a mí me gustaría que lo escribieras.

Estiró el dedo medio de la mano derecha y se lo clavó dentro del culo. Eugenio no se quejó.

- No, no te lo voy a follar con la lengua, te lo voy a follar así.

Le folló el culo con el dedo. Cuando a Eugenio le empezaba a gustar le cayó un zapatillazo en una nalga. ¡Plassss!

- ¿Es esto lo que querías que te hiciera, loco?

Le quitó el dedo del culo ¡Plasssss, plasssss, plasssss, plasssss! Le echó una mano a la polla y vio que estaba empalmado, muy duro

- Eres masoquista, coño. ¡Plassss, plassss, plasssss, plassss, plassss, plassss!

- Ponte a cuatro patas.

Se puso. Dulce le cogió la verga empalmada, tiró hacia atrás y se la mamó.

- Te voy a ordeñar cómo si fueras una vaca… o mejor decir como un toro semental.

Eugenio dijo algo que no entendió.

- ¡Calla, coño! ¡Plasssss, plassssss!

Le volvió a mamar la polla y el hombre al rato se corrió. Dulce se fue tragando la leche calentita a medida que iba cayendo en su boca con copiosos chorros de lefa espesa. Al acabar de tragar le desató la mano derecha, dejó que se pusiera boca arriba, le volvió a atar la mano y le quitó la mordaza.

- Saca la lengua, calamidad.

Eugenio sacó la lengua. Dulce le pasó el pezón de la teta izquierda por ella, luego el de la derecha, después le pasó la lengua besándose como descosidos… más tarde, perra perdida, se descalzó, se quitó el mono y le puso el coño pelado en la boca.

- ¡Lame cabrón! ¡Cómete el coñito de tu hija! Seguramente te hubiera gustado mucho comértelo cuando aun no me habían salido los primeros pelitos, ¿Verdad? ¡¡Quizás me hubiese encantado que mi papi me hubiese comido el coñito así…!

Eugenio poco lamió, fue dulce la que frotó su coño contra la lengua moviendo su pelvis. Frotando con fruición, él alcanzaba a comerle el clítoris y luego toda la vulva, le entraba la lengua entre los labios vaginales y se clavaba en su agujero.

- ¿Quién es la chica que tiene el coño más rico?

- Tú, si duda eres quien lo tiene más sabroso...

Le cogió por los pelos, y sin deja de frotar el coño contra la lengua...

- ¡Calla cabronazo… entiérrame la lengua dentro de mi coño… y fóllamelo!

Le clavó la lengua en el coño. Dulce lo movió alrededor, se agarró las tetas, pellizcó sus pezones... Eugenio oía sus gemidos, sentía caer los jugos por ambos lados de la lengua y su polla cada vez se ponía más dura. Sabía que se iba a correr en su boca, pero no imaginaba que fuese tan pronto. Uno par de minutos más restregándole el coño contra su boca, se estremeció, le apretó la lengua, ésta se salió y lo siguiente que sintió es como expeliái un chorrito de fluido dentro de su boca...

- ¡Me corro, papá… joderr me estoy coorrriendo en tu boca! ¡Bebeetelo todo, cabronazo! Como me gusta esto… ¡Eres el mejor macho que nunca imaginéeee!

A Dulce le iba la marcha y tener a un hombre atado y poder hacer con él lo que quisiera le ponía... Lo que le pedía el cuerpo en aquel momento era sexo anal. Volvió a la margarina. Pringó sus manos con ella. Con una mano le agarró la verga y se la masturbó y con un dedo de la otra le folló el culo. Echó margarina en el ojete, frotó la verga en el coño mojado, la pasó al ojete y se sentó sobre ella. La polla entró cómo un supositorio gigante. Dulce estaba crecida.

- ¡Te voy a reventar a folladas!

Le dio duro. Su culo subió y bajó a toda pastilla, su cintura se movía como haciendo tuerquing. Cuando Eugenio comenzó a gemir Dulce aún no tenía el orgasmo cerca. No podía dejar que se corriera sin correrse ella. Sacó la polla del culo, se la metió en el coño de una, y apretando su cuello le volvió a dar caña, Dulce follaba de escándalo, su padre no daba crédito a lo que estaba viendo de su hija. Las tetas se vapuleaban de arriba abajo, tersas y firmes como gelatina contundente.

Al comenzar a correrse sintió la leche de su padre llenarle el coño, aquel macho se volvía correr, se alegraba de que fuera tan buen semental. Dejó de apretarle el cuello y balbuceando y gimiendo le dijo cerca de su boca, ambos se sentían el aliento del otro, la respiración era hiperventilada y sus corazones latían a mil por minuto.

- Me corro en tu polla dentro, papá. ¡Joder como siento tu leche llenándome el coño!

Al acabar de gozar soltó a su padre. Eugenio quitó la venda de los ojos...

- Fue mejor que en mis fantasías.

- ¿Seguimos?

- Mejor lo dejamos para otro momento, deja que me recupere que ya no tengo veinte años y son tres polvos en menos de diez horas. Me tienes muy excitado, pero mis huevos necesitan un pequeño reposo.

Dulce le dijo… - Vale, pero mañana por la mañana antes del desayuno, me tienes que volver a llenar el coño de tu leche. No sabes como me gusta sentir tu chorros disparándose dentro de mi útero, y como se me abre la boca del coño con tu ancha verga, y sentir el arrastre de mis carnes con tu capullo al penetrarme a fondo… ¡me vuelve loca sentirte, papá! ¡Cómo hemos esperado tanto tiempo para follar!

- A propósito de la leche que se está tragando tu coño... ¡¿Tomas precauciones?!

- Tengo puesto un DIU. Mintió descaradamente para no preocuparlo y que acabara ahí la fiesta… - Aun así, no he dejado a nadie que me llene como lo haces tú.

En esto no mentía, ella no deseaba más que disfrutar del sexo con todos esos novios descerebrados, pero que le sabían dar buen sexo, aunque siempre se quedaba con las ganas de percibir como era sentirse con la vagina llena de semen.

Al quedarse dormido su padre, ella se levantó y fue a la mesa escritorio… comenzó a leer un relato que comenzaba así:

"Hacía un bochorno insoportable cuando Dulce subió al autobús. Yo era el único pasajero. Cuando la conductora arrancó el autobús ella ya se había sentado a mi lado. Con una sonrisa angelical en los labios, me dijo… - Aquí me tienes. ¿Pensabas que no iba a aceptar el reto de hacerlo en público?

Le metí una mano dentro de las bragas. Se abrió de piernas. Me dio un beso con lengua y me echó la mano a la polla morcillona, luego se inclinó y me la mamó. Sabía que la conductora nos miraba por el espejo retrovisor, lo que no esperaba era que parara el autobús, viniese a nuestro lado, le cogiese por los pelos y le dijera… - "Bájame las bragas, puta."

Mi hija se rebotó y me dijo… - Esto no era lo convenido, papá.

La conductora, una rumana macizorra, le tiró de los pelos. - "¡Este es mi autobús y aquí mando yo!" Dulce le bajó las bragas. La conductora levantó la falda, le llevó la cabeza a su coño peludo… - "¡Comeme el coño, zorra!"

Dulce pasó su pequeña lengua por aquel gran coño. Era su primera experiencia lésbica y no sabía cómo comer un coño, pero ella se lo lamió... Cuanto más lamía más el coño de la conductora se encharcaba y más cachonda se iba poniendo ella. Al sentir la rumana que se iba a correr, se separó de Dulce, la puso en pie y le metió un morreo que la dejó sin aliento. Luego de comerle la boca la echó sobre los asientos traseros del autobús y le sacó las bragas, Yo cogí mi iPhone y comencé a grabarlas al tiempo que meneaba mi polla.

Dulce con dos dedos acariciaban su clítoris, los dedos entraban dentro del coño, salían de él y volvían a acariciar el clítoris... Cachonda perdida… - ¡Creo que me voy a correr cómo una perra!

Siguió leyendo

"La inmensa lengua de la conductora lamió el pequeño coño de Dulce. Mi hija comenzó a gemir mientras miraba cómo la grababa y cómo me masturbaba. Nadie decía una palabra. Poco más tarde la rumana le estaba comiendo las tetas y masturbándola con sus expertos dedos. Dulce comenzó a temblar, sus ojos se pusieron en blanco. La rumana viendo cómo se corría le comió la boca y se puso a cuatro patas invitándome a penetrarla. Sin dejar de grabar le levanté la falda y le metí la polla dentro de su inmenso coño. Allí entraban dos cómo la mía. A mí no me iba a joder. Se la saqué del coño, se la metí de nuevo con más fuerza... le di a mazo. La rumana hizo volar sus dedos sobre su clítoris... Cuando le llené el coño de leche sentí su coño apretar, observé como se cerraba su ojete a la vez que apretaba y soltaba la presión sobre mi polla, la conductora también se había corrido al notar mis chorros de lefa inundarla.

Dulce no aguantó más. Dejo el relato sobre la mesa, se abrió de piernas, se echó hacía atrás en la silla, cerró los ojos e imaginando que follaba con su mejor amiga.., se dio dedo hasta que se corrió cómo había dicho que se iba a correr, se corrió cómo una perra, y lo hizo antes de acabar de leer menos de la cuarta parte de la mitad del relato. Se metía los dedos desaforadamente y se frotaba el clítoris como una loca hasta que estalló.

A la mañana siguiente cuando Dulce despertó, su padre no estaba en la cabaña. En bata de casa había llenado la tartera con agua para lavarse a modo de bidé. La estaba echando en la palangana cuando llegó Eugenio de dar un paseo matinal. Se abrió la bata y completamente desnuda...

- ¿Me frotas la espalda, papá?

Eugenio cerró la puerta de la cabaña y fue junto a su hija.

- ¿Quieres irte calentita, eh?

Dulce se quitó la bata, la echó sobre una silla y le respondió...

- No, quiero irme bien regada. ¡¡Estoy experimentando cuanta leche es capaz de tragarse mi coño, y para ello tengo a un semental sin igual…!!

Eugenio cogió una esponja y el jabón que su hija había dejado en la repisa, la mojó en el agua, le pasó el jabón, la escurrió sobre el pie de ducha para no mojar mucho el piso de madera y luego le frotó el cuello con ella, del cuello pasó a la espalda, de la espalda al culo y del culo le frotó el coño. Dulce giró la cabeza buscado la boca de su padre y la encontró. La esponja subió a sus tetas y se frotó contra ellas mientras se besaban, bajó por su vientre y volvió a frotarse en el coño. Dulce le cogió la mano a su padre e hizo que le pasara la esponja por el coño a la velocidad que ella quería…

- Creo que me estoy enamorando de ti papá. Me gustas demasiado, me gusta demasiado lo que me haces, deseo demasiado que me ames y me folles...

Se besaban sin dejar de frotarle el clítoris y meter sus dedos en la vagina, follándosela. El ritmo lo marcaba ella restregándose el coño contra la mano de su padre, hasta que se corrió con su temblor de piernas habitual. Al acabar de correrse, Eugenio, se agachó y le le lamió el coño para saborear sus jugos. Dulce cuando su padre dejó de lamer, le acarició el cabello con una mano y le exigió que continuara un poco más...

- Sigue, papá… por favor no pares… me pone cachonda tenerte entre mis piernas.

Eugenio le pasó la esponja por fuera del coño para quitar la espuma que había sobre él, luego le limpió la espuma del culo, y después la dejó caer sobre la repisa de los producto de aseo. Le echó las manos a la cintura y siguió lamiendo su coño. Lo lamía de abajo a arriba, ahora con la punta y sin presionar, ahora con la lengua plana y presionando... Ahora enterrándole la lengua dentro del coño, ahora metiéndole solo la punta de nuevo. Tiempo después, cuando vio que se iba a correr, hizo que se girara, la lengua lamió su ojete y luego se lo folló con la punta de la lengua. le metió dos dedos dentro de coño y la masturbó. En un par de minutos Dulce se volvió a correr. Eugenio sintió como el coño apretaba sus dedos y cómo lo bañaba de jugos. Corriéndose le dio la vuelta, lamió su coño y Dulce acabó de correrse en la boca de su padre.

Al acabar de gozar la muchacha le iba a pagar el favor.

- Te mereces una buena mamada. Nadie me ha reglado tanto placer como lo haces tú, no me extraña que mi madre te tenga tanto celo...

Dulce se puso en cuclillas, le bajó la cremallera del pantalón a su padre, le sacó la polla, lamió la cabeza todo alrededor y después la mamó el glande meneándole el tronco a un tiempo con un mano y la otra masajeándole los huevos. Eugenio abrió la hebilla del cinturón, dejó caer el pantalón y ella le bajó los calzoncillos hasta las rodillas. Dulce apretó la polla contra el cuerpo de su padre y le lamió todo el tronco presionando con sus labios la tersura del gran cipote, una verga jalonada de venas hinchadas que le daban textura… ella sentía palpitar aquella polla paterna en sus labios…, bajó inclinando la cabeza y le chupó los huevos, después los lamió de abajo a arriba lengüeteando el par de pelotas llenas de leche, succionó cada huevo y la volvió a mamar bien mamada. Tan bien se la mamó, que Eugenio ya no podía aguantar más cuando.

- Para, para que me voy a correr si continuas así...

Dulce dejó de mamar y se incorporó,no deseaba que se derramara tan pronto ni fuera de su coño. Eugenio acabó de desnudarse..

- Apóyate con las manos en la pared y separa las piernas. Le dijo su padre.

Hizo tal como le indicó. Eugenio mojó la esponja en el agua de la ducha hasta que le quitó el jabón. Se la pasó por en cuello, la espalda, el culo, el coño, el vientre, las tetas... Luego su lengua subió desde el coxis hasta la cérviz por toda la columna vertebral y después hizo el recorrido inverso para acabar entrando y saliendo de su ojete. Con la lengua dentro del culo.

- Métemela por el culo, papá… ¡Me encanta que me den por culo!

Eugenio no se hizo de rogar, le puso la polla en el ojete, empujó y se la clavó hasta las trancas. Follándole el culo le metió dos dedos dentro del coño. A Dulce le encantaba ser penetrada por los dos agujeros. Sus gemidos le decían a Eugenio cuanto disfrutaba. Poco después cuando sus gemidos eran de la llegada a un gran orgasmo, la cogió por el cuello, le apretó la garganta haciéndola sumisa a sus embates, le dio a mazo viendo como ella se dejaba follar tirando la cabeza hacia atrás. Dulce abrió la boca para gemir y se corrió cómo una perra. Corriéndose sus uñas arañaron la madera y sus piernas temblaron una cosa mala...continuo clavándole mientras ella daba su últimos estertores convulsionando como una perra salida. Eugenio al acabar de correrse dejó de apretarle el cuello y le sacó la polla del culo. Dulce se dio la vuelta, cogió aire, se acarició el cuello, y cuando pudo hablar le dijo...

- Acabo de tener la mejor corrida de mi vida. ¡Eres un macho excepcional, joder!

La cogió en alto en peso… - ¡Ahora me toca a mí!

La arrimó con la espalda a la pared y le metió la polla en el coño. Dulce rodeando el cuello de su padre con los brazos y entrelazando las piernas su cuerpo, le rajó sin pudor alguno...

- ¡¡Quiero volver a sentir tu leche dentro de mi coño!! ¡No te imaginas las ganas que tengo en estos momentos de que puedas dejar bien PREÑADA, papá! ¡¿Te gustaría?!

- Me encantaría hacerte una buena panza… pero no creo que mis bichitos se puedan saltar el DIU.

- Nunca se sabe… tengo mis dudas que sea 100% efectivo con un semental como tú.

Comiéndose a besos comenzó una follada a golpes secos, o sea, se la clavaba con fuerza hasta el fondo del coño, la dejaba dentro unos segundos, la sacaba y se la volvía a clavar otra vez con fuerza. Ella gritaba a cada pollazo profundo, percibía el glande en el mismo cérvix y los pesados huevazos de su padre golpeándole el coño una y otra vez, eso la ponía cardíaca perdida. Pasado un tiempo, Dulce, con sus tetas aplastadas contra el pecho de su padre y con su coño goteando sintió que se iba a volver a correr, al él notaba más eufórico a cada batida...

- ¡Córrete conmigo, papá, córrete conmigo! ¡joder como siento tus pelotas azotándome el coño! Las noto llenas de leche… toda la quiero para mí en mi coño...

Eugenio le dio a mazo unos segundos. Sintió el coño de Dulce apretar su polla y un mordisco en el cuello. Al mordisco siguió una chupada, y chupándole el cuello se corrió dentro del coño de su hija con una fuerza brutal. Se comieron las bocas mientras eyaculaba en el fondo del útero de su hija...ambos notaba los potentes chorros de lefa salir estrellándose contra la pared vaginal…, sentía el pulso del corazón de su padre contra su pecho a la vez que en el interior de su coño, era algo insólito y emocionante.

Al acabar de correrse la echó sobre la mesa de la cocina, se metió los dedos corazón y anular de la mano derecha dentro del coño, los sacó pringados de leche y jugos y los esparció por el pezón y la areola derecha, luego se metió los corazón y anular de la izquierda y al sacarlos pringados de leche y jugos los esparció por el pezón y la areola de la teta izquierda. Con las yemas de los dedos de las dos manos acarició los pezones y las areolas,... Luego les pasó la lengua y a continuación lamió, chupó y mamó ante la atenta mirada de su padre... Después fue a por el coño. Lamió de abajo a arriba y arrastró jugos y leche. Dulce le cogió por los pelos, tiró de él, le chupó la lengua vertiendo sobre su boca lo que había arrastrado, volvió a saborear la leche de su padre de la boca de este...

- Eres único, morboso y sensual… ¡Lo tienes todo para volverme loca de por vida! Nunca me habían atraído tanto los hombre maduros, pero creo que a partir de ahora no podré vivir sin ti, sin tus mimos, sin tus atenciones… sin tus polvazos.

Nada más acabar de decir eso, volvió a por su coño. Se lo folló con la lengua cómo si ésta fuese una polla, metiendo y sacando, metiendo y sacando... Después echó el capuchón del clítoris hacia atrás. El glande lucía cómo un titán. No se lo lamió, lamió sus labios vaginales y después le metió un dedo dentro del coño, lo sacó y se lo metió dentro del culo. Follándoselo le volvió a chupa las tetas. Dulce ya iba a explotar otra vez.

- Joder papá… ¡¿Cuantas veces me vas a correr hoy…?! ¡Sí, me voy a correr, papá, me voy a correr otra vez, cabronazo!

Puso la lengua sobre el clítoris, lo chupó y Dulce explotó con un… - ¡¡Me coooorro!!

Esa fue la última corrida de Dulce en la cabaña, bueno, hasta que su padre volviese a ella, pues el sitio ya lo sabía. La tarde del cuarto día era fresco pero la nieve dejaba ver la tierra que pronto empezaría a estar helada. Dulce tras descansar la siesta se enfundó en su traje negro y se despidió de su padre con un prolongado beso húmedo… Eugenio visionaba la trayectoria de la moto que se alejaba llegando a la carretera comarcal, donde el peligro de accidente era mínimo. El resto de días hasta que llegó Mohamed se los dedicó a la narración. A la vuelta decidió contarle a su esposa el secreto de su refugio y de la costumbre que tenía mi padre de llevarnos en Semana Santa a la montaña a vivir por unos días en medio de naturaleza, algo que deseaba retomar con mi familia. Por suerte a Pilar le encantó el refugio.

 

 


A solas con mi hija pequeña en la montaña

Me considero un hombre muy afortunado, consultor y gerente de un buen negocio que va viento en popa, una esposa más joven que yo que parece una modelo y de hecho hizo sus pinitos en la profesión, y una hija adoptiva que la considero propia… Dulce, de 18 primaveras. Nunca conoció a su padre biológico, estoy convencido que su madre tampoco se acuerda quien la preñó… A Dulce nunca le ha hecho falta conocerlo, y sin darme mucho postín, parte de la responsabilidad de ello es mía. Siempre me porté como un padre para ella, me consideró y respetó como tal desde los tres años que la niña tenía cuando me casé con su madre.

Físicamente soy un hombre que se cuida, voy al gimnasio, no para sentirme atractivo, sino para mantenerme en forma mentalmente... “Men sana et corpore sano”. Mi mujer hace el esfuerzo por mantener su linea y yo procuro que sea recíproco. Tengo un cuerpo fibroso sin llegar a ser un atleta, de pelo y de piel soy moreno, ojos avellana azulados y barba recortada. Le gusto mucho a mi esposa, aunque últimamente se sienta un poco celosa, pero nuestra vida sexual, sobrepasa lo sobresaliente... a diario follamos con muchas ganas, excepto cuando tengo que viajar por negocios o estoy en mi retiro en la cabaña, mi refugio contra lo único defectuoso que tiene mi esposa… ser vegetariana, aunque a mi vuelta recuperamos todo el tiempo perdido con espectaculares polvos.

El día arrancó con un desayuno con mi mujer e hija, pero antes de que llegase Dulce hablaba con Pilar sobre la vida sexual de la niña, ella me dijo que lo tenía hablado con ella, que le compraba regularmente los condones y que se cuidaba de ser promiscua… Pilar creía en su hija a toda fe, yo también, de modo que le pregunté por el DIU.

- Es bueno que use condones para no contraer infecciones y todo tipo de ETS, y además también le refuerza el DIU contra los embarazos no deseados.

- ¡¿El DIU…?! No, Dulce no tiene puesto ningún DIU.

- ¿Estás segura...?

- Completamente, siempre la acompaño a las revisiones genecológicas… casi siempre nos las hacemos juntas y la última fue el mes pasado… entonces no llevaba ningún DIU y no tiene dinero para ponérselo ella solita.

- Hubiera jurado que me comentó que llevaba puesto uno…

- Te lo diría para conseguir algo de ti…. ¿Te pidió dinero para salir…?

- ¡¿Qué…? ¡Ah¡ Sí, sí… sería por eso. Me sacó ciento cincuenta pavos para ir a un concierto ese finde.

- ¡Qué fáciles sois los padres con vuestras hijas…!

- Qué le vamos hacer, es mi debilidad. De todas maneras me alegro que al menos lo haga con condón, con el preservativo no hay riesgo de nada… ni ETS ni embarazos no deseados.

Al rato llegó Dulce y se sentó en la mesa, saludó a ambos con un beso en las mejillas y vertió leche en un tazón.

- Cariño, ¿me puedes pasar las tostadas, por favor? Solicité a mi mujer.

- Papá, ¿me dejas el coche esta noche? Preguntó Dulce mientras cogía la bandeja de las tostadas.

- ¿El nuevo? ¿Y qué pasa con tu moto? Contesté.

- Que tiene 100 caballos menos y me congelo en invierno...

- Si no te gusta te la cambio por el mío. Se metió mi esposa.

- ¿El smart, ese coche de pin y pon? No, gracias… si apenas caben dos personas apretadas, mamá.

- No seas caprichosa… Ya me habría gustado tener un coche a tu edad. Dije tratando de finalizar el tema. - Además tienes muy poca experiencia conduciendo…

- Si no me lo dejáis ¡¿Como voy a tener experiencia al volante…?!

- Prefiero que conduzcas con nosotros o por trayectos conocidos, mientras coges habilidad…

- Bueno, tenía que intentarlo.

- Por cierto Dulce, ya tengo confirmado que no tengo días libres, así que la semana que viene solo os podéis ir tu padre y tú juntos… informó Pilar a su hijita.

- ¿Otra vez con esas, mamá? ¿Es obligatorio? Contestó apartando la vista de su móvil haciéndose la enfadada. - Había quedado con mis amigos.

- Ya lo hemos hablado. Es tradición familiar pasar las vacaciones de Semana Santa en la montaña para disfrutar de la naturaleza a solas, apartados del mundo, del ruido, de las tecnologías... Ya verás que paz. Estar desconectada te vendrá muy bien.

Mi hija, que estaba bien educada aunque algo consentida, recogió los platos y cubiertos al finalizar el desayuno. Tras el encuentro familiar cada uno cogió su camino y el mío fue a la oficina. Una vez en ella, traté de poner todos mis asuntos en orden y delegar diferentes cuestiones en algunos subordinados para disfrutar de la semana siguiente, sin preocupaciones.

- Mañana es el gran día. Dijo mi mujer la noche antes de la aventura, estábamos ambos metidos en la cama. - Espero que acerquéis posturas, está en una edad en donde se nos puede ir de las manos, no me gusta mucho las compañías que tiene y me gustaría que intentaras cambiar su actitud enraizando los vínculos padre e hija… me gustaría que le hicieras entender que se juega su futuro, que se debe centrar en los estudios y que se deje de lado tantas fiestas con sus amiguitos.

Lo que no sabía Pilar era que todas esas fiestas de casi una semana, las pasaba conmigo en el Refugio follando como conejos condenados, ya llevábamos dos veces y ahora sería toda una semana.

- Lo intentaré, es complicada para hacerle ver que hay más cosas que sus amigos… pero mañana empieza la gran semana y mi tarea es volverla a redil de la familia.

- ¿Estás nervioso?

- Un poco... No sé si le gustará. Creo que está demasiado enganchada al móvil con sus grupos de WhatsApp. Llevarla a mi terreno será una tarea ardua.

- Bueno, es solo una semana con su padre. Seguramente lo apreciará con el tiempo y lo recordará con ilusión. Ya es toda una mujer, ya no desea hacer muchas actividades en familia y en tus manos está que vuelva a ser la niña de nuestros ojos.

- Espero que aciertes con lo primero y te equivoques en eso último.

- Por cierto, sé de una que si lo va a pasar mal durante esa semana. Dijo Pilar llevando su mano a mi entrepierna.

- Pues tendremos que echar un polvo que valga por toda una semana...

Mi esposa acabó la conversación premiándome con un dulce y tierno beso en la boca y el segundo lo recibió la punta de mi falo. Siguió con más besos y los repartió por los veinte centímetros de carne de mi erecta y gorda polla.

- ¡Cómo voy a echarla de menos…! Dijo Pilar refiriéndose a mi polla.

Tras sus placenteros besos se la metió en la boca y gimió de placer. Una de las cosas que me enamoraban de ella es que le gustaba casi por igual dar placer que recibirlo, o al menos le daba mucha importancia a que fuera capaz de hacer disfrutar a su pareja. Me desnudé rápidamente y le quité la ropa a mi mujer la cual sólo dejó de chupármela cuando le quité la parte superior. Su postura provocaba que tuviera su coño al alcance de mi mano y quise agradecerle la mamada recibida con circulares movimientos en su vagina que más tarde se convertiría en un mete y saca continuo en su cavidad con uno de mis dedos.

Sin necesidad de moverme se sentó sobre mi mástil, introduciéndolo hasta el fondo de su sexo, y gracias a ello me permitió admirar su escultural cuerpo. Sus perfectas grandes tetas colgaban de su torso aunque debo decir que el verbo “colgar” como tal estaría totalmente errado en esa frase ya que los tenía bastantes firmes y turgentes pese a haber amamantado a Dulce y sus cuarenta años, claro que un retoque le ayudaban a mantenerlos duros y elevados. Cabe decir que el tamaño de estos, que no eran excesivamente grandes, ayudaban a que no decayeran con el paso del tiempo. Su cintura no era tan estrecha de como cuando la conocí pero su vientre era totalmente plano e incluso se podían apreciar levemente sus ejercitados abdominales. No podía ver su duro trasero pero mis manos se encargaron de visualizarlo a través del tacto. No sabría describir su tamaño pero diré que con una mano no era capaz de coger toda la extensión de cada glúteo pero con dos manos me habría sobrado para agarrarlo por completo.

Mi esposa llevó sus dos manos a su cabeza y comenzó un baile con mi polla en su interior. Movía su cintura de adelante hacia atrás, sin separar el contacto de su coño con mi pubis, follándome de forma horizontal. Cambiaba los ritmos y los gemidos de ambos se iban intensificando hasta que la lujuria me poseyó y sin cambiar de postura cogí los mandos. Atraje su cabeza a la mía para besarla y elevé su cadera para tener margen de maniobra en la follada que me proponía darle. De manera ágil, con mi cintura, inicié rápidas y fuertes embestidas que provocaron múltiples gritos en mi esposa.

- Madre mía... Qué rico cariño... Sigue así... No pares...

“Plap”, “plap”, “plap”... Mis huevos chocando contra sus nalgas en cada embestida era el sonido que invadía la habitación, además de los gritos de Pilar. Estuvimos largos minutos de esa guisa y noté como mi mujer se corrió primero para correrme yo, en su interior, poco rato después.

- Joder, siete días... ¿Seguro que no puedes venir? Dije a modo de cumplido.

- Ya sabes que no puedo, estamos hasta arriba de trabajo con menos personal… No pienses en ello, ya sabes que te estaré esperando a tu vuelta y lo de hoy no será nada en comparación con lo que te espera. ¡Tengo muchas ganas de que me folles mucho… creo que incluso deseo volver a ser madre!

- ¡Estás segura, a tu edad no crees que ya es un poco complicado!

- Quiero correr el riesgo por ti... ¡Tú no tienes hijos salidos de tus huevos… y estoy preparada para que me preñes! ¡Quiero ser madre de tus hijos!

- ¡¿A tus cuarenta años quieres que te deje preñada…?!

- Lo he pensado mucho, y es despótico por mi parte que no engendres a tus propios hijos en mí… he sido muy injusta contigo y te quiero compensar todos estos años de buen padre con Dulce, ahora que estamos a tiempo… Para empezar, deseo qué disfrutes de tu hija a solas esta semana, y que a la vuelta me hagas una gran panza.

- Pues menos mal que no querías que pensara en ello cuando nos casamos…

- Me has hecho cambiar, eres un gran padre, mejor esposo e infalible amante… entonces mi mala experiencia soltera y criando sola a Dulce tan pequeña, me hizo cerrarme a tener más hijos, sin darme cuenta que con ello también cerraba la posibilidad que tú los tuvieras conmigo… por eso quiero compensarte ¡¡Quiero tener a tus hijos porque también me encanta como me follas!!

Los dos nos dormimos tras el buen polvo y al día siguiente me levanté temprano para preparar todo lo necesario y cargar el coche. Con algo de retraso apareció Dulce y lo hizo con una maleta con ruedas.

Mi hija lucía su cuerpo con unas mallas ajustadas de color rosa chillón que tapaban todo su culo y absolutamente nada de piernas. Su cintura era mas estrecha que la de mi mujer en ese momento, pero no más de lo que lo fue en sus tiempos mozos. Su culo era precioso y tenía el tamaño justo para agarrar cada glúteo, de forma íntegra, con cada una de mis manos. Sus piernas se veían largas pese a su 158 centímetros de altura. Su vientre era totalmente plano, espalda estrecha y lo que más destacaba en ella eran sus tetas, que extrañamente era mucho más grandes que las de su madre. Castaño claro era el color natural de su pelo y la mayor parte de su larga melena la tenía orientada a un lateral de su cabeza. Los rasgos faciales son muy similares a los de su madre... cara finita, nariz respingona, ojos grandes y azules y labios normales.

- Madre mía, ¿Qué llevas aquí? Dije tras coger la gran maleta que traía mi hija.

- Son 7 días, necesito muchas cosas.

- Vamos a ver. El portátil, el secador de pelo, maquillaje, cargadores... Cariño, ¿Sabes que vamos a dormir en una cabaña en medio de la naturaleza?

- ¿En serio? ¿Y no puedo todo esto…? Al menos podré cargar el móvil...

- Dónde vamos no hay mucha cobertura, y tampoco lavadora... Así que te sugiero que cambies todo lo electrónico por ropa cómoda.

Mi hija, de mala gana, se llevó la maleta dentro y tras 20 minutos de espera volvió a aparecer con la misma maleta aunque con diferente contenido, o eso supuse.

- Ya está. Ya la meto yo.

- Como quieras.

Nos despedimos de su madre e iniciamos la travesía.

- ¿A cuanto está la cabaña?

- A menos de una hora, ya lo sabes.

- ¿¡Una hora!? Madre mía... Pues empezamos bien...

- Sí empezamos bien. Puedes conectar tu teléfono al coche para escuchar música.

- Ya la escucho con los cascos... No creo que te guste esta música.

- Prueba.

Conectó su dispositivo y conocía bien esa canción.

- ¡Ey! Claro que me gusta esta cantante.

- ¿En serio?

- Si, me la pongo mucho en el gimnasio para motivarme.

Empecé a cantar al compás de la canción y al poco rato mi hija me acompañó con una dulce voz. Nos miramos con una sonrisa y así empezó la bonita aventura.

 


 

PRIMER DÍA

- Papá, ¿A dónde vas? Te estás pasando del desvío...

- No, este no es. Han hecho un acceso nuevo más allá.

- Me encanta tu cabaña, es una zona sin apenas visitantes al estar mucho más apartado que todas estas zonas donde se ven tantas casitas, aunque sea más pequeña siempre tendremos total privacidad.

- Ese es el objetivo, nunca me han gustado las aglomeraciones para relajarme.

- ¡¡Pero por aquí no se va a nuestra tu cabaña…!!

- No y sí, he pensado de pasarlo al aire libre en una tienda de campaña, una que he comprado nueva, y la pondremos al lado de este pequeño lago ¿Te gusta? Es un lago que esta a unos kilómetros de la cabaña. Si no nos gusta nos volvemos.

Por fin llegamos a la ubicación, al menos a la del coche ya que nos iba a tocar hacer el resto del camino andando y cargando a nuestras espaldas todas las provisiones. Fueron necesarios dos viajes a pie pero al fin nos encontrábamos en la orilla del lago, en una zona lo suficientemente amplia para montar la tienda de campaña a la que le harían compañía un par de sillas con una mesa. La zona en la que nos instalamos también estaba rodeada de altos árboles en la zona perimetral que no daba al lago. Mi hija se quedó sentada en una de las sillas bebiendo un refresco y yo me propuse montar la gran la tienda de campaña.

- ¡Vualá, listo! ¿Qué te parece? Dije al finalizar.

- ¿Es la tuya o la mía?

- La de ambos.

- ¿Vamos a dormir juntos en ese cuchitril?

- Cabemos los dos de sobra...es una tienda de cuatro, te asombrarás cuando estés dentro, ya verás lo bien que vamos a estar.

- Bueno, ¿Y qué hacemos ahora?

- Pescar.

Saqué dos cañas de pescar de sus fundas y le pedí a Dulce que se fijara en como lo hacía. Las monté, preparé anzuelos, plomos, cebo... Y en cuanto estuvieron listas cogimos una cada uno.

- Fíjate en como lo hago yo. Tal y como la tienes ahora, tienes el sedal fijado. Si giras esta parte, el anzuelo caerá debido al peso del plomo. Hazlo pero agarra el sedal con un dedo en esta parte para que no caiga. Pones la caña apuntando hacia atrás, y con cuidado, con un amplio movimiento la llevas hacia delante y antes de frenarla sueltas el dedo para que el plomo salga disparado. Mira, así.

Mi hija me imitó e hizo un buen lanzamiento largo.

- ¡Guau! La suerte del principiante, ¡Muy bien!

- ¿Y ahora qué?

- Fíjate en la punta de la caña. Si se mueve, es que están picando.

- ¿Y tengo que estar aquí parada sujetando la caña? Se me cansan los brazos...

- No, tranquila, ahora te fijo un soporte para mantenerla erguida.

Le pedí que sujetara ambas cañas y rápidamente clavé un par de soportes antes de acercar las sillas.

- Que aburrimiento papá... No se mueven.

- Con la pesca es como con todo, hay que tener paciencia, pero ya verás como acabarán picando y lo realizada que te sentirás cuando saques tu primer pez.

- Si tu lo dices...

- Para que no estés parada, ve montando otra caña, tal y como lo he hecho yo.

- Vale, pero el cebo en el arzuelo se lo pones tú, que me da mucho asco el gusano ese.

- Se dice anzuelo y se dice lombriz... Y lo vas a hacer tú, ya verás que divertido.

- ¡Papá! ¡Que asco!

Inició el montaje de la caña aunque tuve que ayudarle con la parte del anzuelo y el cebo. Esta también la lanzó ella y de nuevo un lanzamiento impecable. Tras 10 minutos de silencio la punta de mi caña empezó a moverse.

- Mira, mira, cariño... Están picando.

- Corre papá, recógela.

- No, está tanteando, son golpecitos muy leves. Cuando veas que da un buen tirón, es que se ha enganchado bien.

Mi hija se quedó mirando atentamente la punta, parecía ansiosa y eso era buena señal.

- ¡Corre papá! ¡Ahora!

- Tranquila. Además, lo vas a recoger tú.

- ¿Yo? ¿Y si se me escapa?

- No pasaría nada, tenemos siete días por delante para pescar más.

Cogió la caña y le expliqué como hacerlo, recogiendo sedal en seco para clavar bien el anzuelo, teniendo paciencia para cansar al pez ya que parecía ser una buena pieza... Y tras pocos minutos una buena pieza se encontraba colgando en el aire.

- ¡Que pasada! Hazme una foto, papá. ¿Nos lo vamos a comer?

- No, está prohibido. Lo pescamos, le sacamos el anzuelo con cuidado, y lo soltamos para que siga su curso.

Mi hija estaba emocionada y la aventura seguía saliendo a pedir de boca. Comimos unos sándwiches que había preparado sin dejar de lado la pesca y antes de que nos diéramos cuenta habíamos pescado dos piezas más y el sol se había puesto. Recogimos los sedales y dejamos las cañas donde estaban por si nos volvía a apetecer pescar alguno de los días venideros. Dada la fortuna y la reacción de mi hija, seguro que repetiríamos la actividad.

La temperatura cayó bruscamente y encendí una pequeña hoguera para calentarnos y con el fogón de gas hice algunas hamburguesas. Cometí el error de no advertir a mi hija del frío que hacía en ese lugar por las noches y le tuve que echar mi chaqueta por encima para que no tuviera frío. Los dos estábamos muy cerca de la hoguera y le frotaba sus brazos para que entrara en calor.

- Mañana me acerco al coche y cojo mi otra chaqueta, te abrigará más.

- Gracias, aunque pegada a ti estoy bien.

- ¿Te lo has pasado bien?

- Mucho. Contigo todo es emocionante y nuevo...estoy muy a gusto a tu lado en tus brazos, segura de todo.

- Gracias hija por darme tanta confianza… Pues mañana más.

Apagué la hoguera y nos metimos en la tienda de campaña dónde tenía preparado dos sacos de dormir sobre un colchón hinchable.

- Métete dentro, verás lo calentito que es.

- Genial, gracias papá. Buenas noches.

- Buenas noches cielo.

 


 

SEGUNDO DÍA

Me levanté primero y tras una larga y gratificante meada preparé el desayuno. Dejé a mi hija que descansara todo el tiempo que necesitara y tras una larga hora hizo acto de presencia.

- Buenos días princesa. ¿Cómo has dormido?

- Muy bien, la verdad.

- Me alegro. Aquí se respira mucha paz. Bueno, te he preparado el desayuno. Desayuna bien que hoy nos vamos de caminata.

- Pues no sé si llevo el calzado adecuado.

- ¿No has traído otros?

- Sí, pero son muy parecidos a estos.

- Fallo mío por no llevarte de compras... Bueno, no pasa nada, no son tan malos, ni que fueran tacones.

Tras el desayuno cogí provisiones y recorrimos un estrecho sendero creciente. Mi hija iba dos pasos detrás de mí, y tras hora y media parecía que sus fuerzas llegaban al estado de reserva.

- Ufff... Papá, me duelen las piernas. ¿Falta mucho?

- Un poco... Toma, ponte la mochila y te llevo un rato a caballito.

- No hace falta, ya no soy una niña.

- Insisto.

Le di la espalda y abrazó mi cuello con sus brazos y se abrió de piernas para rodear mi cintura. Para no destrozarme la espalda la sujeté de su culo con ambas manos con una intención gentil que acabó siendo una acción morbosa. La altura de mi hija iba decayendo y yo tenía que elevarla cada ciertos metros para que ambos estuviéramos más cómodos. Para hacerlo, tenía que apretar pero sobre todo empujar su culo hacía arriba lo que provocó cierta excitación por mi parte. Mi resistencia menguaba pero el manoseo que le aplicaba a su increíble culo era toda la gasolina que necesitaba para llegar a la meta. Dicho manoseo me permitió confirmar el perfecto tamaño de sus nalgas en mis manos, en las que no sobraba ni faltaba nada para agarrarlo en su plenitud.

- ¿Te peso mucho, papá?

- Que va. Levanto más peso en el gimnasio. Gimnasio que no te iría mal para tonificar este culo fofo, dije con la excusa de apretujarlo con fuerza con ambas manos.

- ¿Fofo? No me digas eso...

- Es broma. Tienes un cuerpo perfecto cariño… es un culo duro y precioso.

- Eso dicen todos mis amigos...

- ¿Eso dicen? Me parece a mi que voy a tener que hablar con todos ellos…

- No pasa nada papá, soy mayorcita y sé defenderme sola.

- Bueno, espero que no lo suficiente mayor como para ceder a todas las tentaciones, que a tu edad y con tu figura, no serán pocas.

- ¡Papá! No voy a hablar de mis relaciones contigo... Y te recuerdo que tú y mamá no erais mucho mayores cuando os desvirgasteis, ¿Verdad?

- No sigas nuestro camino... Si tienes que disfrutar, disfruta, pero con la persona adecuada y ten presente dos cosas… siempre con condón y si hay algo que no quieras hacer, no lo hagas. Si el chico no lo entiende, ya haré que solo pueda comer sopa durante una buena temporada.

- ¿Sopa...?

- ¡Lo único que la gente puede comer sin dientes!

- Ay… papá, como eres...

Llegamos al final del trayecto, el cual era una cima en el que se podía contemplar un horizonte repleto de cimas montañosas sobre un extenso largo.

- Guau... Qué bonito. Voy a sacar algunas fotos. Acércate y nos hacemos un selfie. Dijo Dulce.

Me rodeó el cuello con un brazo y posó frente a la cámara sacando la lengua con el objetivo de sacar una foto graciosa junto a su padre y las preciosas vistas de fondo. Las siguientes fotos fue con ella dándome un beso en la mejilla y quise improvisar realizando la misma acción siendo yo el que le daba el beso a ella. No me percaté que mi hija no había finalizado las fotos con su beso y se juntó con el mío, lo que provocó un boca a boca.

- Uy, perdón... dijo ella.

- No pasa nada, no tiene nada de malo.

- Ya lo sé, me hago fotos así con mis amigas para hacer la gracia.

- Pues hagámonos un par si quieres, de recuerdo.

- Vale.

Nos hicimos una, y después otra, y otra... Teníamos que repetir el beso por el descuadre de una, la imagen borrosa de otra, el reflejo... no fueron pocos los besos que nos dimos sin el “mua” final, aunque el simple roce de nuestros labios me estaban llevando a una excitación ya conocida en el trayecto.

- Genial, creo que esta ha quedado muy bien. Estas no las subiré, mis amigas se morirían de celos.

- ¿Y eso?

- Están enamoradas de ti. Dicen que eres el hombre perfecto.

- Bueno, será el morbo de ver a un “madurito” prohibido ligeramente atractivo.

- ¿Ligeramente atractivo...? ¡Joder Papá, mírate bien... Tienes un polvazo!

- ¿Eso lo dicen tus amigas o tú?

- Lo dice cualquier tía heterosexual con dos ojos en la cara. A mí me gustas mucho, no hago más que recordar los tres días que estuvimos en la cabaña y lo feliz que me hiciste… ningún hombre me ha echo más feliz en mi vida, me diste amor y sexo a raudales, sé que nadie me trataría igual que tú.

- Vaya, buena respuesta. No sé que decir ante eso. Bueno, si te parece hacemos el camino inverso, ahora es todo bajada, te costará menos.

- Sí, vamos, tengo hambre. Pero antes una última foto.

De nuevo una nueva foto con nuestros labios encontrándose pero en esta ocasión estaban bien centrados y hubo un final con “mua” por su parte metiéndome la lengua.

- Ummm… ¡Perfecta! Ya podemos irnos. ¿Te ha gustado mi lengua…?

- Eres muy traviesa, si ve tu madre esas fotos no pone a parir…

- No creo que te tengas preocupar por eso, mamá sabe más de lo que dice.

Tomamos el camino de retorno y ahora íbamos uno al lado del otro, cogidos de la mano para que mi hija no se cayera al resbalar con alguna piedra. Mis temores se hicieron realidad, tropezó hacia delante y con grandes reflejos llevé mi mano a su pecho para frenar la caída. Fue un gesto involuntario pero afortunado ya que mi mano fue a parar a la zona que separaba sus dos tetas, y debido al gran tamaño de estas toqué parte de ambos, los cuales se apreciaban suaves, en un término medio entre blandos y duros.

- ¿Estás bien?

- Sí... No ha sido por muy poco. Suerte que estás tú para salvarme.

Seguimos la marcha y tras un par de sustos más llegamos a la tienda. Preparé pasta para comer mientras Dulce preparaba lo necesario para volver a pescar. Se confirmaba que se había aficionado a la pesca y yo me alegré gratamente.

- ¿Sabes? Podríamos comer mientras miramos si pican. Dijo mientras se llevaba algunos macarrones a la boca.

- Tranquila, tenemos todo el día y toda la semana. Estamos aquí para disfrutar de todo, con calma, con tranquilidad, sin prisas... Además, después de comer nos daremos un bañito.

- ¿Con los peces?

- Sí, tranquila, no muerden.

Nos acabamos la comida y me quité la camiseta para prepararme para el chapuzón.

- Ahora vengo, voy a ponerme el bikini.

- No, de eso ni hablar. Nos vamos a bañar en la naturaleza tal y como la naturaleza nos trajo al mundo.

- ¿¡En pelotas!?

- Sí, es otra tradición. Así lo hice con tu abuelo.

- Está bien... Métete tú primero, quiero verte como te metes en el agua desnudo.

Obedecí, luego entró ella bajo mi supervisión entrando dentro del lago hasta que llegó a mí.

- ¡Joder papá, está helada…!

- Está perfecta. Esto viene genial para la circulación. Muévete un poco y verás como entras en calor.

Nadó a crol y me permitió ver su perfecto culo sobre la superficie del agua. Tenía dos circunferencias perfectas del tamaño de una pelota de balonmano cada una.

- ¿Seguro que no hay peligro, papá?

- Ya te he dicho que no, los peces no te van a hacer nada... Pero los cocodrilos es otra historia... le gasté una pequeña broma.

-¡No me jodas! Dijo tirándose encima de mí.

Abrazó desesperadamente mi cuello con sus brazos y mi cintura con sus piernas y yo intentaba aguantarme la risa. Notaba sus grandes tetas contra mi torso e inconscientemente le agarré su culo desnudo con una mano. No pude reprimirme más la risa y…, mi hija se apartó antes de que mi polla creciente tocara su coño.

- Eres tonto, papá...

- ¡Jajaja! No te preocupes de nada y disfruta de toda esta paz.

- La verdad es que todo es muy bonito... Haría unas cuantas fotos si tuviera la cámara que uso para la piscina.

- Mi móvil es sumergible, ve a buscarlo si quieres y haz todas las fotos que quieras.

- ¡Pues sí! Ahora vuelvo.

Nadó con habilidad hasta la orilla, volvía a gozar de espectacular silueta.

- ¡Papá! ¿Dónde está? ¡No lo encuentro!

Me acerqué para indicarle dónde estaba ya que no me escuchaba. Cuando estaba a escasos metros le indiqué que estaba en mi chaqueta pero mi hija informaba que ahí no estaba. Salí del agua para ayudar en la búsqueda y mi hija no se tapó, tal vez tenía toda su atención enfocada en descubrir la ubicación del teléfono y no se acordaba que estaba desnuda.

Recordé que lo tenía dentro de la tienda y lo cogí para dárselo. Cuando se lo dí, se quedó impactada, sin apartar la vista de mi largo falo, y yo analicé de cerca su cuerpo desnudo... una vagina totalmente rasurada al estilo “brasileña” con una delgada línea de vello en la parte superior que presagiaba el inicio de su rajita, caderas anchas y vientre plano... aunque no fue ningún descubrimiento, solo había cambiado el lugar y el ambiente. Dulce poseía unas tetas grandes y firmes con unos pezones rosados de la misma proporción. Se confirmaba que sus tetas eran más grandes que los de su madre, bastante más, y a duras penas habría cubierto un seno con mi mano abierta.

- ¿Volvemos al agua? Dije dirigiéndome de nuevo al lago.

En realidad lo dije por dos razones... para no darle importancia y para ocultar la inminente erección que se me estaba formando tras ir desapareciendo el efecto del agua fresca en mi verga. Hice de avanzadilla y mi hija llegó a mi posición un minuto después. Hizo algunas fotos incluyendo algunos selfies.

- Papá, ¿nos hacemos algunas fotos como las de esta mañana?

- Claro, ¿Porqué no?

- Pero hazlas tú, que como se me caiga tu móvil y lo pierda me da algo.

Me dio el teléfono, me abrazó como lo había hecho minutos antes y nos hicimos tres fotos con un beso en cada una.

- ¿Sabes qué? Este móvil tiene modo ráfaga... Podemos hacer que saque muchas fotos durante algunos segundos sin necesidad de estar dándole al botón. Informé a mi hija.

- ¿Sí? ¡Eso suena bien! Seguro que así salen geniales y luego tendremos más en las que elegir.

- ¿5 segundos va bien?

- Perfecto.

- Vale... Ya.

Comenzamos a darnos tiernos y continuados besos mientras enfocaba el objetivo hacia nosotros. Aproximadamente a los 5 segundos paramos.

- Haz otra ráfaga, por si acaso. Solicitó Dulce.

Lo hice y en esta ocasión nuestras bocas se abrían ligeramente para recibir a la otra e incluso pude notar levemente la lengua de mi hija. En cada beso nuestras bocas chocaban con más fuerza y el espacio temporal entre cada uno de ellos se reducía. Nuestras cabezas giraron la orientación en un par de ocasiones para chocar con nuestra nariz en el lado opuesto del rostro del otro. No sé cuanto tiempo estuvimos dándonos esos correspondidos besos pero claramente nos gustaban a los dos y no mentiría si dijera que estuvimos unos diez segundos olvidando que la ráfaga de fotos había finalizado.

- Papá... Dime que es tuya esa dureza que noto ahí abajo.

- O tal vez sea una culebra... jajaja No, no te asustes, soy yo.

- Bueno, al menos esta culebra no muerde.

- Es como los peces cuando tantean el cebo sin picar el anzuelo. Mientras no pique, no hay de que alarmarse.

- Es que... con semejante herramienta, lo difícil es no darme. Menos mal que mis amigas no conocen esta parte de ti, te violarían.

- ¡Jajajaja! Bueno, no recibo queja de tu madre… Pero basta de hablar de la verga de tu padre y vayamos a ver si pica algún pez de los de verdad.

Finalizamos el chapuzón y tras secarnos fuimos directos a por las cañas, las cuales sólo necesitaban colocar el cebo en el anzuelo. Durante la primera hora no picaron, y durante la segunda tampoco.

- ¿Qué pasa hoy? ¿Se están echando la siesta? Dijo mi hija rompiendo el silencio.

- Hay que tener paciencia y las cosas llegarán... Hay días en los que pican mucho, como ayer, y otros no pican nada, pero hay que seguir insistiendo. Si quieres echamos una partida a las cartas para amenizar la tarde, tengo una en la tienda.

- Vale, me parece bien.

Acerqué la baraja y un toallón para echar sobre el suelo para estar cómodos durante la partida.

- Podríamos hacerlo más divertido. Dijo Dulce.

- ¿Cómo?

- Podríamos apostar algo.

- ¿Y qué tienes tú para apostar?

- Mmmm... Pues no sé... ¡Ya sé! Quien pierda tendrá que dormir desnudo, dentro del saco de dormir, pero desnudo.

- Está bien, como quieras, no va a ser un sacrificio dormir juntos desnudos y además vas a perder tú... A decir verdad dormir desnuda o en bragas es lo mismo.

- Ya veremos quien se despelota esta noche.

Lamentablemente perdí yo y tras la frustrada sesión de pesca, y cuando comenzaba a anochecer, volvimos a la tienda para cenar y disfrutar de una nueva actividad... historias de terror en medio de la nada.

- ...y desde ese momento entendió que su fallecido amigo le atormentaría para siempre y se escondería en cualquier recoveco oscuro que tuviera tras él. Cómo la oscuridad que tienes justo detrás tuyo ahora mismo, en la cual no puedes ver que hay más allá de dos metros de distancia y cualquier cosa podría aparecer de la nada sin esperártelo…

- Papá... Sabes de sobra que de pequeña no me gustaba la oscuridad y dormía con una luz... dijo girándose para darme la espalda con tal de confirmar que no había nada en la oscuridad tras ella.

- ¡¡BUUU!! Me había acercado hasta ella sigilosamente y le asusté cuando volvió a girarse para orientar su cuerpo hacia mí.

- ¡Ahhhhhhhh! ¡Eres tonto! Dijo dándome dos puñetazos en el brazo.

Yo me reía a carcajadas y a mi pobre hija casi le da un infarto. Al cabo de media hora nos encontrábamos en el interior de la tienda, listos para ponernos cómodos y meternos en los sacos de dormir.

- No tan rápido, espabilado.

- Ay sí... La apuesta, se me había olvidado. Dije antes de empezar a quitarme la ropa.

- ¿Sabes qué? El día de mañana me gustaría estar con un hombre como tú, que se cuide tanto y me cuide como tú, desde niña me he sentido protegida por ti, solo echo en falta una cosa… no tener tus genes, dijo una vez me encontraba desnudo mientras no apartaba su vista de mi polla.

- Bueno, seguro que elegirás bien... Pero el día de mañana será dentro de muchos años mínimo.

- Papá, ya no soy una cría.

- Precisamente, eso es lo que me da miedo, que ya puedes volar por ti misma y me dejes por cualquier otro… tú eres lo mejor que me ha dado la vida. Bueno no me quiero poner tierno que acabamos… anda cariño, buenas noches. Dije después de apagar la única luz que iluminaba el interior de la tienda.

Cerré los ojos con intención de dormirme y poner fin al segundo día, un día tan bueno como el primero.

- Papá, ¿puedo meterme en el saco contigo? Tengo frío...

- ¿Tienes frío? ¿O más bien te has creído las historias que te he contado y ahora tienes miedo?

- ¿Y qué más da? ¿Puedo o no?

- Claro, como cuando eras pequeña... Pero aquí dentro no vamos a caber los dos... Puedo abrirlo por completo y usarlo como un edredón.

- Sí, eso sería perfecto.

Sin decir nada más note en la penumbra que salía de su saco y bajé la cremallera del mío para repartirlo ampliamente para tener el espacio suficiente para cubrirnos los dos. Yo estaba boca arriba y mi hija se puso a mi lado en posición fetal, dándome la espalda. A los pocos minutos se giró para cogerme mi brazo más alejado a ella y se lo llevó a su territorio para que le abrazara por la cintura sin cambiar su posición.

Sin haberlo previsto mi polla desnuda tocaba sus bragas, único atuendo que llevaba como pijama pero no le di importancia, y creo que ella tampoco. En realidad no era nada que no hubiera ocurrido antes de ese mismo día. Y hablando del día, empecé a recordar como había transcurrido, con los inocentes besos al inicio en el mirador, los sensuales besos en el lago, el descubrimiento de su cuerpazo desnudo... Inevitablemente me empalmé y mi capullo chocaba con la unión de sus dos muslos.

- ¿Papá?

Me hice el dormido para que no pensara mal de mi. Con un poco de suerte, pensaría que aquello era un acto inconsciente fruto de mi estado dormido o tal vez que era por un bonito sueño que estaba teniendo, pero esperaba que no pensara que el detonante de aquello era ella. Mi polla presionaba sus muslos y noté como mi hija los separó para permitir a mi falo obtener su posición natural, sin obstáculos. Al hacerlo, mi capullo se encontraba en su entrepierna y mi tronco atrapado entre sus muslos. Noté como Dulce, muy levemente, movía su pelvis y frotaba su entrepierna con mi mástil. ¿Estaría soñando?

La falta de mi polvo diario junto con las acciones de mi hija iban a provocar que me descontrolara e hiciera algo de lo que me arrepentiría. Por este motivo, y con una voluntad de hierro, me giré y le di la espalda. Mi hija no se movió, o al menos no noté que lo hiciera, y acabamos los dos durmiendo aunque con cierta dificultad tras aquel suceso, al menos yo.




TERCER DÍA

De nuevo me desperté yo primero a la mañana siguiente, y de nuevo dejé a Dulce que durmiera todo lo que necesitara. Decidí aprovechar el tiempo dando una vuelta y aproveché el paseo para recoger algo de leña para la hoguera. No me alejé mucho y gracias a ello escuché los gritos desesperados de mi hija pidiendo auxilio. Tiré la leña y llegué a la tienda en cuestión de segundos.

- Ya estoy aquí, ¿Qué ha pasado? Dije metiéndome en la tienda.

- ¡Una serpiente! ¡Ahí! Dijo señalando una esquina de la tienda.

Era una culebra inofensiva aunque sea muy grande. La cogí rápidamente y la lancé lejos de la tienda.

- Ya está, esta no volverá a aparecer por aquí. ¿Te ha mordido?

- Sí...

- ¡No me fastidies! Pues esta era de las venenosas. Mentí y le gasté una nueva broma.

- ¿¡En serio!? Corre papá, succiona el veneno, lo he visto en las pelis.

Estaba a punto de reírme y explicarle que jamás se debe hacer eso cuando te inoculan veneno hasta que me mostró la zona en la que le había mordido. Estaba sentada, se quitó la sábana de encima, se abrió de piernas para mostrarme la mordedura, la cual se encontraba a escasos milímetros de su ingle. Mi abstinencia y sus bragas rosas me empujaron a seguir con la actuación y me arrodillé para hundir mi cara en su entrepierna. Puse una mano a cada lado y una tocaba el borde de sus seductoras braguitas. Mis labios rodearon la mordedura y succioné como si de ahí fuera a salir algo. Su piel se sentía suave y tuve el deseo de llevar mi mano y sobre todo mi boca a su sexo pero una vez más hice gala de mi férrea voluntad y me aparté tosiendo.

- ¿Te lo has tragado? ¡Papá, escupe!

Mi tos se convirtió en carcajada.

- Cariño, no hay nada venenoso por aquí cerca y, en caso de haberlo sido, jamás se debe succionar el veneno.

- ¡Eres tonto!

Una vez más le tomé el pelo a mi inocente hija y salí disimuladamente de la tienda ocultando el bulto de mi entrepierna. Comenzamos el día con un paseo, luego le siguió un baño antes de la comida, sin fotos, y tras engullir el plato que había elaborado decidimos darle una nueva oportunidad a la pesca. En esta ocasión fue fructífera y pescamos cinco buenas piezas. Tras la pesca era el turno de la cena y tras esta le propuse hacer un juego de beber alcohol.

- Es muy sencillo. Vamos a jugar a las cartas, ya sabes jugar y no tiene mucho misterio. El que gane cada mano tendrá que decidir si la otra persona bebe un chupito o contesta a la pregunta que se le formule. Expliqué a mi hija.

- Fácil, pero me pido el vodka, me gusta.

- ¿Ah si? ¿Desde cuando?

- Desde que tengo 18 años.

- Muy hábil, pero no te creo...

Cada mano se acababa rápidamente y de este modo corría el alcohol y las preguntas de manera ágil.

- Jolín papá, no paras de mandarme que beba en cuanto pierdo.

- Claro, así sabré que me dices la verdad cuando me toque preguntar. Y tú no paras de hacerme preguntas.

- Por que sé que es muy difícil emborracharte, aunque no te preocupes que también te va a tocar beber, te lo garantizo. Además, es una magnífica oportunidad para preguntarte cosas que en situaciones normales no me contarías.

Demostró su intención con diferentes preguntas.

- ¿Cada cuanto lo haces con mamá?

- Cada día.

...

- Antes has dicho que lo hacéis cada día pero hay días que no os veis. ¿Qué ocurre en esos días? ¿Te lías con otras mujeres?

- No, jamás... Esos días simplemente estoy que me subo por las paredes hasta que vuelvo a ver a tu madre o decido aliviarme yo solito.

Tampoco fueron pocos los chupitos que me hizo beber y cuando vi que estaba desinhibida le hice preguntas igual de picantes que las suyas. Entre otras cosas me confesó que le gustaba un chico aunque no me dio detalles, que había heredado mi deseo sexual y se masturbaba casi a diario… mucho más pensando en mí desde que estuvimos en el refugio.

Finalicé el juego con el objetivo que mi hija no tuviera resaca al día siguiente, no tenía intención de emborracharla en verdad, solo coger un puntito y divertirnos un rato. Nos metimos en la tienda y en calzoncillos pretendía meterme en mi saco de dormir.

- Papá...

- Dime cie… ¿Pero qué estás haciendo, criatura?

Dulce estaba sentada, ligeramente recostada hacia atrás, con sus piernas abiertas de par en par sin ninguna prenda que le cubriera de cintura para abajo pero su mano tapaba parcialmente su coñito. Se estaba masturbando en círculos con la cara descompuesta de puro placer y los ojos entreabiertos.

- ¡Ufff... Ya no aguantaba más…! Ya te he dicho que necesito mi ración diaria de sexo, y si no me pasa como a ti, que voy cachonda perdida sin mi paja diaria. Somos iguales papá… ¡Vamos papá, sácatela y alíviate a mi lado!

- No cariño, esto no está bien. Que te alivies tú vale, ya te he dicho que es algo totalmente sano, pero no uno delante del otro.

- Anda papá, si ya nos hemos vistos desnudos y hasta hemos follado… Será una actividad más entre padre e hija. Seguro que si fuera mi madre no te daría tanta cosa. ¡Haz el favor de no ser sexista, eh! Quiero que veas como me hago una paja y ver como te la haces tú.

Sus palabras tenían algo de alcohol pero mucho de razón. Veía a mi hija de esa guisa y cedí sin pensarlo demasiado. Me quité los calzoncillos y liberé a Willy, mi polla se hallaba erecta. Me senté frente a ella. Mi hija no le quitaba ojo al gran falo que me llevaba a la mano para iniciar un suave bombeo. Notaba como me miraba la entrepierna con lujuria y se notaba su calentura en los dientes que mostraba al morderse su labio inferior. Yo tampoco perdía detalle de su paja, con sus piernas abiertas por completo y su mano en el centro aplicando movimiento en diferentes direcciones a su raja, a sus dedos dentro de su agujero y al clítoris.

El placer de ambos era creciente, y con él el deseo. Dulce se introdujo su otra mano en el interior de su camiseta con la intención de estimularse a través de sus tetas. Sus tímidos gemidos fueron la gota que colmó el vaso, me acerqué un poco más… a tan solo unos veinte centímetros entre sus piernas, aticé con mayor arraigo mi polla y sin más me corrí con un sonoro gemido, soltando un manguerazo de leche en el primer chorro que cayó a lo largo de su barriga y coño, el segundo no fue menos copioso y lo dirigí intencionadamente a su raja y así hasta cinco chorros de lefa que fueron decreciendo en cantidad y embadurnando su entrepierna. Ella al verme como le llenaba el coño, se abrió los labios para que parte de la leche cayese dentro de sus labios en la misma entrada de su coño...

- Guau papá, cuanta leche… me has llenado el coño… Fíjate, me lo has pintado de blanco

- Perdona, no me pude resistir

- No te preocupes, me ha encantado que me llenase el coño de tu leche

- Bueno, creo que ya está bien por hoy, me voy a dormir. Dije mientras me limpiaba y ella tomaba parte de mi semen y se chupaba los dedos.

- ¡Umm qué buena! No, espera papá, necesito pedirte un favor... Es que me está costando un poco y no puedes ser tan egoísta dejándome sin mi orgasmo.

- No pienso acabarte yo…

- No es eso… Me basta con que te sientes detrás y me toques las tetas, yo me encargo de mi coñito y de este clítoris tan duro que me has puesto lleno de leche.

Durante la paja que me acababa de aplicar a mi mismo fantaseé en gran medida con sus grandes tetas y no pude rechazar su invitación. Con mi polla todavía al aire, me senté justo detrás de ella y llevé cada mano a sus tetas para acariciarlas sobre la tela. Su sujetador era duro, deduje que debía serlo por el tamaño de lo que protegía, e impedía obtener detalle de su interior aunque lo estaba disfrutando en gran medida.

Mi hija se inclinó ligeramente hacia delante y se quitó la camiseta primero y el sujetador después para facilitar y mejorar mi tarea. De nuevo llevé mis manos a sus carnosas tetas y apliqué simétricos movimientos en ambos. Mi polla, pese haber llegado al clímax, seguía dura debido al manoseo y presionaba la espalda de mi Dulce.

Sus tetas se sentían increíbles y la respiración agitada de mi hija me indicaba que lo estaba disfrutando tanto o incluso más que yo. Sus pezones también eran más grandes que los de su madre y no perdía ocasión de acariciarlos.

Podría haber estado así durante horas pero fueron minutos ya que mi hija cogió una de mis manos y la fue descendiendo, pasando por toda la zona de su abdomen, hasta llegar hasta su coño. La suave y final piel que acariciaba se convirtió en una empapada, caliente y pequeña raja. Decidí jugar con su chochito con una mano mientras me divertía con sus tetas y pezones con la otra. Mi hija me acariciaba el pelo y decidí ir un poco más allá con tal de ayudarla a correrse gracias a dos acciones… besos en el cuello y penetrarla con un dedo.

- Papi... Te quiero papi… te deseo mucho… no pares de darme placer ¡Ummm, síii!

Fue lo único que acertó a decir entre tanto gemido. Mi dedo se sentía muy oprimido en el interior de su cavidad y mi hija no tardó en girar su cabeza en busca de mi boca. Cuando nuestros labios se encontraron empezó una cursa de tiernos pero apretados besos con lengua. Una de mis manos aceleraba el ritmo en su coño encharcado, y la otra se centraba en disfrutar únicamente de sus pezones.

- Así papi... Que bien lo haces... Así... Así… ¡Sácame una buena corrida…!

Convulsionó anunciando la llegada de un orgasmo y tras recibir un largo y fuerte beso dimos por finalizado el suceso mientras convulsionaba, no dejé de frotar su clítoris y meter mis dedos en vagina hasta que se calmó y me retiró la mano de su coño…

- Gracias papi…

- No me las des... Pero debes saber algo… esto no debería volverse a repetir, nos prometimos que no volveríamos a follar, de modo que si en los próximos días te pica, te deberás rascar tú solita.

- Como quieras, pero como bien dijiste.. “Es como los peces... Mientras no pique, no hay de que alarmarse.”. Esto no ha sido ninguna picada, sólo una actividad más de la aventura. Dijo Dulce quitándole hierro al asunto. - Además has empezado tú rociándome el coño con tu leche, y luego metiéndomela con tus dedos ¡igual me dejas preñada!

- Mejor que no ocurra o tendremos fiesta en casa…

- Eres muy malo con tu niña, yo declarándome mi amor incondicional y tu no queriéndome meter esa hermosura de polla en mi coñito hambriento… ¡Eres muy malo, papi!

Ambos nos metimos en nuestros respectivos sacos para dar por finalizado el día que había tenido un agitado final.



CUARTO DÍA


El cuarto día empezó diferente al resto, básicamente porque mi hija se despertó primero y cuando lo hice yo la tenía tumbada sobre mi mirándome con una sonrisa de oreja a oreja.

- Buenos días papi.

- Buenos días cielo. ¿Lista para un nuevo día?

- Lista para una nueva aventura.

Ambos nos levantamos, nos vestimos, y preparé el desayuno.

- ¿Qué vamos a hacer hoy? Preguntó mi inquieta hija.

- Es una sorpresa.

- ¿Y me va a gustar?

- Te va a encantar.

Tras el desayuno cogí una gran mochila la cual no había abierto hasta el momento. Con ella y junto con mi hija encaminamos un sendero para llegar a nuestro lejano objetivo. Hicimos algunos descansos en el camino y tras hora y media de camino le mostré la sorpresa.

- Pues aquí la tienes.

- ¿Que tengo que ver?

- Acércate a ese árbol de ahí y avanza dos metros más. Cuidado que hay una buena caída.

Mi hija obedeció y permaneció quieta en el punto que le había indicado, mirando a diferentes direcciones.

- No lo entiendo.

- Vas a bajar hasta ahí abajo.

- ¿Y por dónde se supone que se baja?

- Lo tienes justo delante. Te voy a enseñar a rapelar.

- ¿En serio? ¡Que miedo, papá!

- Tranquila, tampoco es que sea un barranco... es perfecto para aprender.

Monté todo lo necesario y le expliqué que era cada cosa, aunque se centraba en memorizar lo que tenía que hacer y como tenía que hacerlo... Preparé todo para el descenso y tras insistirle y animarla por fin se decidió a dar el paso definitivo para quedarse suspendida en el aire.

- ¿Ves? Es súper seguro, no tienes nada que temer.

Fue descendiendo de manera torpe y lenta pero logró el objetivo.

- ¡Que divertido! ¡Otra vez!

- Jajajaja sabía que te gustaría. Luego repetiremos. Ahora toca una nueva sorpresa, por aquí.

La desaté y dejamos las cosas allí para continuar la marcha. Sólo tuvimos que andar veinte minutos para llegar al nuevo destino, una pequeña catarata que nutría de agua un pequeño estanque.

- ¡Uala! Que chulo...

- ¿Te gusta?

- Mucho... ¿Pero porque te estás desnudando?

- Por esto.

Estábamos en una parte mas elevada del estanque, a dos metros de la cascada, y tras desnudarme salté desde una gran altura para zambullirme.

- ¿A qué estás esperando? ¡No hay ningún peligro!

- Está bien, ¡Allá voy!

Mi hija se desnudó por completo y se tiró de bomba.

- ¡Esto si que mola! ¡Quiero repetir!

- Tantas veces como quieras.

“Que bien va a dormir hoy”, fue lo que pensé mientras la veía saltar, salir del estanque para rodearlo a toda prisa hasta su parte más elevada y volver a saltar una y otra vez. Al hacerlo, sus tetas se contoneaban de un lado a otro, de manera casi hipnótica. Tal balanceo provocaba en mi el deseo de repetir las acciones de la noche anterior y la erección en mi polla me indicaba que estaba de acuerdo conmigo. Tenía que hacer lo posible por olvidarlas, entre otros motivos porque las de mi esposa me iban a saber a poco tras haber manoseado las tetas más perfectas que había visto jamás… las de mi hija.

Cuando conseguí que mi falo volviera a su estado natural le animé a salirse y allí mismo nos comimos unos sándwiches. Tras la comida nos dimos un par de chapuzones más y volvimos sobre nuestros pasos. Debido a la hora no fue posible volver a rapelar pero me comprometí en repetir la actividad en uno de los tres días que nos quedaban por disfrutar.

Cansados, llegamos al fin a la tienda cuando el sol todavía no se había puesto. Ese día no hubo pesca y el gran ejercicio que habíamos hecho durante el día provocaba que tuviéramos hambre antes de tiempo así que adelantamos la cena.

Tras la misma, nos tumbamos en la orilla del lago y disfrutamos del fabuloso cielo estrellado.

- Te tengo que dar la razón, papá, me está encantando la aventura, está teniendo de todo… naturaleza pura y nos estamos conociendo mejor que estos quince años.

- Me alegro que te guste, y que lo vivas como deseaba que fuese.

- ¿Podremos repetir?

- Cuando tus estudios y mi trabajo nos lo permita, por supuesto.

- Reserva unos días para mi en tus próximas vacaciones.

- Así sera.

Más tarde nos encontrábamos en la tienda de campaña, en la penumbra, poniéndonos nuestros respectivos pijamas, esa noche refrescaba un poco más que las anteriores.

- ¡Au! Se quejó mi hija.

- ¿Qué te ha pasado, cariño? No me digas que hay otra culebra... Ahora cierro bien la tienda.

- No... Es la mordedura, me duele un poco.

- A ver si te voy a tener que llevar a urgencias.

- No es para tanto, estoy bien... Un beso tuyo de cura sana y listo, de los que me dabas de pequeña, y “si no se cura hoy, se curará mañana”.

- Está bien.

Le di un rápido beso en su ingle, antes de que se pusiera su pantaloncito, y me aparté.

- Ahí no es... Prueba de nuevo.

Volví a llevar mi rostro a escasos centímetros de la zona “de riesgo”.

- Más a la derecha... No, a tu derecha... Un poco más, dos centímetros más... Ahora un poco más arriba... Ahí, si, justo ahí.

No veía nada pero llevaba tres besos percatándome que aquello no era la mordedura, ¡era su coño! Se había apartado las bragas hacia un costado para despejar el camino hasta sus labios vaginales y pese a saberlo no pude rechazar la invitación con la esperanza de que pareciera un accidente o un gesto malintencionado por parte de mi hija, no mío.

- ¡Ahí! No te muevas... Unos pocos besos y mañana estaré como nueva.

Mi boca estaba en alguna parte de su raja y mi nariz tocaba su escaso y fino vello púbico. Mi hija me acariciaba la cabeza y movía levemente la cadera con tal de recorrer su sexo por mi boca. Recordé los acontecimientos que se produjeron en ese mismo lugar, 24 horas antes, y más concretamente mi dedo en su apretado coño y provocó que no pudiera contener mi lengua en el interior de mi boca.

- Así papi... Sácale todo el veneno...

Mi lengua se movía con destreza, como la de una serpiente, y mi hija se retorcía de puro placer. No tardé demasiado en centrar mis acciones en su escondido clítoris bajo el capuchón, y mi dedo encontró su caliente y mojada cavidad para otorgarle mayor placer a mi hija. Mi polla también solicitaba atención y la saqué para masturbarme al mismo ritmo con el que masturbaba a Dulce.

- Mete dos dedos. Solicitó.

Dudé pero accedí. A mi dedo corazón le acompaño el anular e introduje ambos a la vez muy despacio. Su conducto mostraba resistencia y con paciencia acabaron los dos dentro. Los líquidos que emanaba de su interior cada vez eran mayores y gracias a estos mis dedos se deslizaban con soltura en su interior.

No me lo podía creer, no me reconocía a mi mismo, estaba follándome a mi hijita con mis dedos y mi lengua en medio de la nada y estaba provocando que gimiera de manera notoria.

- Papi... Necesito tu boca aquí arriba...

Llevaba un rato descontrolado sin ser dueño de mis acciones por lo que cedí en la petición de mi hija y sin cesar la actividad de mis dedos desplacé mi boca hasta la suya. Nos dimos 5 o 6 fogosos besos y los que les continuaron se encontraron con nuestras lenguas por primera vez.

Mi lengua encontró la suya al mismo tiempo que su mano encontró mi polla para continuar con la paja que hasta ese momento me había aplicado a mí mismo. Diferente postura, más acciones simultáneos y placer incrementado en ambos protagonistas.

Su pequeña mano demostraba empeñó y dedicación en darme placer, y mi mano que tenía libre decidió incrementar el suyo. Esta se introdujo en el interior de su camiseta y amasó con ganas sus dos enormes tetas. Dulce paró su actividad por un segundo para liberar sus tetas tal y como lo había hecho el día anterior. Tras esta acción su boca volvió a encontrarse con la mía y su mano reanudo el bombeo en mi polla.

Amasaba sus grandes tetas a partes iguales e intentaba que sus pezones tuvieran el mismo trato. Dejé de saborear su juguetona lengua para catar aquellos grandes y apetitosos pezones.

- ¡¡Joder papi, que gustazo… cómetelas todas…!!

Dejó de masturbarme y deduje que estaba cerca de correrse. Aceleré el ritmo de mis dedos en su coño mientras le comía las tetas y noté como llevó una de sus manos a su clítoris para frotarlo con velocidad.

- Me corro papi... me corro... Dios, joder... Si... ¡Ah! ¡Ah! ¡Ahhhh!

Efectivamente se corrió soltando múltiples chorros de felicidad desde su interior a la vez que tenía espasmos por todo su cuerpo.

- Te quiero tanto papá... Ahora me toca devolverte el favor.

- No hace falt...

Antes de que terminara la frase noté como mi polla era invadida por una caliente y mojada cavidad. Mi mano fue agarrada por otra para dirigirla a la cabeza que estaba engullendo mi estaca. Mi otra mano también la dirigió a su cabeza y entendí lo que me pedía Dulce sin que tuviera que decirlo… quería que guiara los movimientos de su mamada con mis manos.

Ahora era yo el que me encontraba abierto de piernas con la cabeza de mi hija en mi entrepierna. Demostraba gran habilidad con su lengua y mis manos orquestaron los movimientos de su cuello con un progresivo incremento en la velocidad con la que me succionaba. No se la metía hasta el fondo pero no estaba siendo necesario, el placer que me daba su pequeña lengua y su joven boca era indescriptible. Al cabo de un rato paré sus movimientos y dejé que su boca se centrase en mi capullo.

- Bombéame el tronco con tu mano... Eso es... Más rápido...

Mi hija obedecía fielmente mis indicaciones y no tardé en soltar varios chorros de leche. Le sujeté la cabeza para que no se saliese mientras me corría, ella lo entendió y no hizo el esfuerzo de retirarse, de modo que se fue tragando todos y cada uno de mis chorros de lefa. Cuando acabé de correrme, la extrajo y con total desparpajo me enseñó la cantidad de leche que acumulaba dentro de su boca…, de una se trago todo el ingente volumen de esperma.

- Papá… Me lo he tragado todo, no sabía lo que tenía que hacer… ¿He hecho bien?

- Lo has hecho perfecto mi niña… Pero estoy avergonzado.

- Anda, no te vayas a venir abajo ahora, eh. Sólo es una aventura.

- Esto no forma parte de la tradición familiar.

- Si siempre fuera lo mismo no sería una aventura... Y es tu deber como padre, que tu hija no sufra, y ni te imaginas lo que sufro cuando no me desahogo... Bueno, ¿Qué te voy a contar? De tal palo tal astilla… Ambos necesitamos expresarnos con el sexo, y relacionarnos con el mismo es algo natural para nosotros, aunque no sea lo normal en otras familias, entre nosotros dos sí… ¡No te voy a negar que deseo follar contigo!

- Tal vez tengas razón cariño, no somos una familia muy común, pero volver a follar no sé si es la mejor idea...no tengo condones y tú no tienes ningún método anticonceptivo, ni siquiera el DIU que me aseguraste llevar puesto.

- Siento mucho haberte engañado entonces, pero si no ¿Me hubieras follado…?

- No lo sé, no lo sé mi amor…

- Piensa que solo es una forma de relacionarnos entre tu y yo, solo eso papá.

Mi hija, de nuevo, intentaba quitarle hierro al asunto. Cada uno se metió en su saco y tratamos de dormir lo que pudimos. Yo apenas pegué ojo pensando en la locura que acababa de hacer, pensando en las dos partes diferenciadas que había tenido el día... actividades al aire libre disfrutando de una relación perfecta padre e hija y una noche de lujuria con mi hija como amante... Trataba de ser positivo y me aliviaba el razonamiento de mi hija…, era algo buscado por ella, no algo impuesto, que no le daba importancia y que lo que quería era vivir una aventura nueva y diferente junto a su padre, una forma de relación íntima y cómplice que nos unía mucho más como familia.




QUINTO DÍA


Me levanté al día siguiente y mi hija no estaba en la tienda. Salí y la vi de pie en la orilla, totalmente desnuda.

- ¿Qué haces así? ¿Porqué no te vistes?

- Me apetece empezar el día con un baño... ¿A ti no?

- Luego si quieres… Antes tenemos que desayunar y tengo que ir a buscar a tu madre, que llegará en breve con el coche.

- Anda papá, hazme feliz... Me apetece.

- Está bien, un chapuzón rápido y nos salimos.

- ¡Yupi!

Me quité la ropa mientras ella se metía en el agua y se alejaba de mi posición. Una vez desnudo fui tras ellas y nos quedamos quietos uno frente al otro.

- Muchas gracias por todo papá. Es una lástima que no podamos seguir divirtiéndonos a solas.

- Bueno, nos lo pasaremos bien los tres, y podrás enseñarle a tu madre lo bien que se te da la pesca... incluso podrás echarle en cara que se te da mucho mejor a ti que a mí.

- ¿Te puedo preguntar una cosa?

- Claro, dispara.

- ¿Qué parte de mi cuerpo te gusta más?

- ¿Qué parte? Menuda pregunta...

- ¿Son mis tetas?

Y me cogió una mano y la dirigió a uno de sus turgentes tetas.

- ¿O es mi culo?

En esta ocasión cogió ambas manos y las llevo a su fabuloso culo, el cual apreté con firmeza sin poder evitarlo.

- ¿O es mi coñito?

Como era de esperar mi mano acabó en su entrepierna y con la suya me invitaba a mover mis dedos a lo largo de su raja.

- ¿Tal vez sea mi boca?

Nuestros labios se solaparon y nuestras lenguas batallaron en el interior.

- A mi me encanta tu gran polla. Dijo interrumpiendo momentáneamente nuestro beso. - Y este par de huevazos que te pesan tanto… ¡Me asombra lo rápido que se te llenan!

Cogió mi rabo empalmado y lo llevó directo a su entrepierna. Su boca se volvió a unir con la mía. Movía su pelvis con tal de frotar su vagina por toda la extensión de mi mástil y le volví a agarrar el culo con ambas manos con una doble intención…. disfrutar de su precioso culo y tomar las riendas del roce impartido entre mi polla y sus labios vaginales.

- Así papi... es hora de morder el anzuelo...

- No... No puede ser... Esto no está bien… no es el acuerdo que teníamos.

Paré toda aquella locura y me dirigí a la orilla. Una vez en tierra firme escuché la voz de mi hija desde atrás.

- Papá...

Me giré y sin esperármelo se abalanzó sobre mí. Me cogió desprevenido y por este motivo caímos ambos sobre la arena. Yo me encontraba tumbado boca arriba y mi hija estaba sentada sobre mi polla. De nuevo se frotó con mi miembro viril y en esta ocasión llevaba ella el timón.

- Sé que lo deseas... Venga papi, pongámosle un bonito desenlace a la aventura...

Tímidamente la intenté apartar y se agarró mi cuello con todas sus fuerzas. Forcejeamos un poco a partir de entonces.

- ¡Ay! Exclamó Dulce.

- ¿Estás bien? ¿Te he hecho daño?

Me percaté que su gemido fue provocado por mi capullo, el cual había penetrado su apretado agujero.

- ¡Ufff... La tienes enorme papi… es muy ancha para mí! Dijo mientras se la introducía lentamente expandiendo su vagina poco a poco, aquella angosta cavidad estaba muy apretada.

- Dulce, haz el favor... Esto no está bien que follemos...

- Papá, deja de preocuparte, no vas a dejar de ser un padrazo por esto... Y esto no te convierte en mala persona, sólo vas a hacer feliz a tu niñita del modo que ella quiere... No me prives el regalo que tanto quiero, por favor...

La verdad es que nunca supe decirle que no. Se tomó mi silencio y mi inmovilidad como un consentimiento por mi parte y continuó introduciéndosela poco a poco.

- Joder... Menuda polla tienes papá... Va a costar tragármela entera... Dijo poniéndose de nuevo en vertical a mí.

- ¿Esto ayuda?

Le demostré mi sumisión poniendo mi torso en vertical, paralelo al suyo, y llevé mi boca a sus grandes pezones mientras mis manos abrazaron su fabuloso culo.

- Joder que si ayuda...

- Que te quede claro… va a ser la última vez que hagamos esto.

- ¡¡Calla y sigue comiéndome las tetas!! Yo seguiré follándote...

Se sacó mi polla un par de veces de su interior y confirmó que estaba lo suficientemente lubricada y dilatada como para disfrutar de mi gran verga sin contemplaciones.

- Te voy a mostrar de lo que es capaz de hacer tu niñita.

Me volvió a tumbar y posó sus dos manos sobre mi pecho para bailar sobre mi falo a modo perreo. La postura era la misma que había hecho con su madre pero el polvo era totalmente distinto. Dulce, a diferencia de su madre, movía su pelvis en vertical pero lo hacía moviendo única y exclusivamente su culo, levantando y descendiendo sus glúteos, sin que ninguna otra parte de su cuerpo se tuviera que mover. Me perreaba con la polla clavada con gran habilidad, y aquello iba camino de convertirse en el mejor polvo que había echado jamás.

Tras varios minutos con semejante follada decidió cambiar de postura. En esta ocasión se sentado en el mismo sitio dándome la espalda y ahora tenía un primer plano de sus movimientos y de mi polla desapareciendo por arte de magia en su interior. Sucumbí ante la tentación de estrujarle las perfectas nalgas que tenía a mano e incluso me atreví a darle un par de azotes los cuales intensificaron los gemidos de mi hija.

Necesitaba notarla más y por este motivo le empujé hacia delante para que quedase a cuatro patas frente a mi. Coloqué mi falo para continuar el polvo y mientras lo hacía me incliné hacia delante para agarrar sus tetas suspendidas en el aire mientras le tiraba en ocasiones de los pezones. Su cabeza se giró buscando mi boca y lo que encontró fue mi lengua con la que mantuvo un pulso aéreo.

Estaba poseído por todos y cada uno de los estímulos que estaba disfrutando y por lo increíble que se sentía mi polla al penetrar ese conducto tan estrecho. No quería retrasar lo inevitable y puse mi torso en vertical al mismo tiempo que agarraba su cintura con ambas manos para embestir con fuerza su joven coño. Lo hice con tanta fuerza que sus brazos quedaron extendidos sobre la arena y su rostro no fue menos.

- ¡AH-AH-AH-AH-AH! ¡Jodeeeeeeer!

No era el primer orgasmo que notaba proveniente de mi hija. Eso sí, sería el último ya que no tardé mucho más en correrme. Desaceleré la velocidad de mis embestidas sin disminuir la fuerza de estas y por cada una solté un chorro de lefa espesa en la parte más profunda de su útero, la sujetaba del culo y eyaculaba como un verraco a su cerda.

- ¡¡Joder papá, como siento tus chorros de leche y tu polla palpitar en mi coño!! Sí llename bien, insemina a tu niña ¡¡ Préñame, papá!!

Mi hija quedó medio aturdida sobre la arena.

- Recuerda, la última vez que follamos... Voy a buscar a tu madre.

Todavía nos quedaban dos días y medio por delante hasta dar por finalizada aquella aventura, por no decir locura. Estaba convencido que la presencia de su madre ayudaría a que las cosas volvieran a su cauce... ¿o no?


SEXTO DÍA

Mi hija y yo nos encontramos con su madre en la cabaña, donde Mohamed la había dejado con su taxi. La miré y reconocí cuando la amaba y de cuando me enamoré de ella… tengo una mujer preciosa guapa y con un tipo increíblemente bonito tiene unas caderas preciosas un culo impresionante, aunque no tenga mucho pecho, pero lo tiene firme y bonito. Nunca me importó que tuviera una hija, fruto de su vida impúdica anterior… una copia casi perfecta de la madre en su estado más joven. Pilar es 8 años mas joven que yo y está más cerca de la edad de su hija que de la mía para muchas cosas… ellas están muy unidas la una a la otra son muy confidentes y se las ve muy felices.

Lo mejor de todo es que mi mujer es una hembra muy ardiente y en la cama es una fiera follando como no lo ha sido en mi vida ninguna… no tiene tapujos de ninguna clase, la verdad que en la cama lo pasamos fenomenal, con decir una sesión de sexo con mi mujer no dura menos de hora y media y eso es un lujo, y yo estoy muy enamorado de mi Pilar y ella me corresponde.

Unos días antes de la escapada a la montaña, Dulce nos dijo que había terminado con su novio, estaba realmente triste y aturdida, nos quedamos un poco extrañados y confusos por lo que había ocurrido. A partir de ahí, madre e hija estaban más unidas que nunca, últimamente siempre las veía abrazándose y haciéndose carantoñas yo lo achacaba a la situación que estaba atravesando su hija, por lo del novio, pero empezó a llamarme la atención tanta caricia y ya me empezaba a picar la curiosidad, porque se abrazaban y se acariciaban un poco más de lo normal, de ahí surgió la escapada a la montaña tras haberle confesado que poseía el refugio desde hacía muchos años, de cuando mi padre nos llevaba allí a modo de tradición familiar.

El caso que me llamaba la atención… algunas veces me iba a dormir antes que ellas, porque yo madrugo bastante y trasnochar no me va bien…, ellas se quedaban viendo la televisión. Aquella noche un poco mosca me fui a dormir igual que otras y me entró la curiosidad…, dejé pasar un tiempo y luego me asomé, para ver lo que me imaginaba…. Estaban las dos tumbadas en el sofá una enfrente de la otra y con las piernas entrelazadas haciendo la tijera, de tal modo que sus coños se frotaba contundentes, se tocaba la vagina una a la otra no paraban de restregarse con los pies, eso a mí me puso a cien la polla se me salía, estaba muy caliente viendo lo que veía, estuve mirando a ver lo que pasaba porque me tenían, intrigado, cuando de pronto vi a mi mujer que le cogía el pie a su hija y le cometía la boca y la chupaba.

Dulce empezó a moverse y hacer gestos de estar follando subiendo y bajando, mi mujer puso su lengua en el coño y hay empezó todo en dos minutos se quitaron la ropa y se empezaron a chuparse mutuamente el coño de cada una haciéndose un 69. Yo no sabía lo que hacer, las miraba con ojos de asombro y a la vez con lujuria estaba totalmente caliente me daba miedo delatarme espiando, y a la vez quería participar con ellas…, mientras observaba el espectáculo, me percaté que mi hija se ponía de rodillas en el sofá como un perrito y su madre por detrás le lamia el culo, y yo estaba detrás de las dos a sus espaldas, así que dije ahora o nunca…

Sigilosamente camine despacio sin hacer ruido, sin que se percataran de mi presencia, me agaché y empecé a lamer el coño de mi mujer, Pilar dio un respingo y se asustó cuando se volvió para mirar le hice un gesto con la mano de silencio, me miró sonriente, e eso me lleno de alegría. Su hija no se había dado cuenta, y ella siguió lamiéndole el coño a su madre, me acerqué para ver se lo chupaba sin hacer ruido, me dejo el coño de la niña para mí, y comencé a pasarle la lengua muy suave para que no se diera cuenta del cambio de boca, le abrí con cuidado los labios vaginales para meterle bien adentro mi lengua, cuando vi que ella se estremeció y movía cada vez más su culo, lo ponía en pompa pensando que era su madre quien se lo chupaba, y empezó a decir…

- ¡Más mamá, más adentro mamá!

Se deshacía sola del gusto, y no menos porque la verdad tiene un coño precioso que me recuerda a como debía de ser el de su madre de joven. Luego cuando percibía de que ya estaba a punto de tener su orgasmo, me pase a su culo para retrasarlo, y empecé a meter mi lengua en su culo en ese momento empezó a gemir parecía que se le iba la vida, la cogí por los nalgas y fue cuando se dio cuenta que no era su madre…, se volvió extrañada y su madre la beso en los labios…

- Shisssssssss no pasa nada… es papá que quiere estar con nosotras ¡¿Te gusta? Recuerda que estamos aquí para que nos unamos mucho más con papá…

Ella le respondió que sí, que así era…

- Pues disfrútalo, cariño ¡Papá es un macho que nos puede dar placer a las dos!

Se besaron en un largo beso y yo seguí comiéndole el culo a Dulce, después se lo comí a mi mujer que se puso a cuatro patas al lado de su hija, me levanté y le puse a su hija mi polla en la boca, no sabía cómo iba a reaccionar con su madre delante, nunca me había estado desnudo con la dos, me miró la polla, me miró a los ojos y miró a su madre…, yo me quede aturdido porque era una situación muy complicada para todos, no dijo nada me cogió la polla y se la metió en la boca... ¡Dios que a gusto me quedé! Mi esposa parecía que era de piedra por la situación y la soltura que tenía Dulce comiendo pollas.

Al poco todo se normalizó, yo sentía el mayor de los placeres, miré miré a mi mujer que se puso debajo de su hija comiéndole el coño…, sentí una sacudida dentro de mí y no pude evitarlo… mi semen salió sin pedirme permiso me asuste porque tenía la polla dentro de la boca de su hija y no sabía como iba a reaccionar mi esposa, pero su Dulce se la comió sin más me chupó y succionó cada aldabonazo de leche y me dejó el capullo limpio completamente. Cuando la saqué estaba para continuar con mi mujer me la cogió sin dejar que se bajara la erección un solo ápice…

- Ahora me toca a mí, tu boca ha tenido su ración de leche… pero tu coño no.

Empezó a chupar como ella sabe hasta ponerme a cien…, tenía deseos de follarme a su hija con lo cual la puse de culo como una perra, su madre me agarró la polla y frotó mi glande por toda la raja, su clítoris y finalmente la embocó en la entrada, empujé y se la metí de un solo envión. Me la follaba a cuatro patas mientras mi mujer me los huevos y el culo desde debajo ¡Joder que gustazo! No aguanté más de diez minutos follándome esa estrecha vagina, y finalmente me corrí dentro de su coño, bien en el fondo…, fue un disfrute total. Después hicimos muchas poses diferentes que me sugestionaron mogollón… follamos toda la noche, cuando hicimos la cuenta, fueron por mi parte siete eyaculaciones dentro de ellas, riéndose me dijeron que de sus orgasmos perdieron la cuenta. Fue unos de los días mas felices de mi vida, pero lo que no esperaba era lo que vendría al día siguiente…



SÉPTIMO DÍA

Me levanté muy temprano antes del amanecer, necesitaba pensar y disfrutar en soledad de aquel dulce momento de mi vida. Haciendo memoria, nunca sentí aburrimiento de mi mujer, aún tras tantos años, los dos buscábamos nuevas formas de disfrutar del otro y hacernos disfrutar juntos nos unía cada día más..., sobre todo ella se preocupaba siempre en procurarme nuevas sorpresas, haciendo cosas nuevas por mí.

Jamás me esperé que al regresar a la cabaña tras mi paseo matinal de dos horas, ella estuviera de rodillas, totalmente desnuda salvo por su collar con su nombre y el mío como dueño, lo primero que pensé al verla así fue que consiguió que Dulce saliera o se quedara en el lago pescando, con la tienda de campaña allí montada... caminé hacia ella sin decir nada, mi esposa sabía lo que tenía que hacer, sacó mi polla del pantalón bastante dura y lo colocó sobre su cara para empezar a lamer mis bolas, lo hizo por un buen rato, me gustaba que hiciera eso como un servicio a mis gónada para que produjeran una buena lechada, y además una muestra de sumisión… en verdad era todo eso y que a ella le excitaba sentirse una puta conmigo, pero sobre todo le gustaba sentirse mía de esa forma, siempre me decía que para ella eso era una entrega muy íntima.

Después de un tiempo no tan largo, besó mi polla la chupeteó y le dio un buen castigo al glande, y se paró a mi lado y sonriendo me dijo que me tenía un regalo. Me gusta disfrutar de las cosas al momento, me gusta ser paciente para recibir toda la satisfacción en el momento, así que no pregunté nada, solo le dejé saber que estaba contento con un…

- Gracias mi amor

Nunca era solo palabras, la tomé del cuello con fuerza y azoté repetidamente su trasero por unos segundos, fueron solo cuatro o cinco palmadas fuertes pero pude ver su cara de placer con cada una, se veía tan indecente que me calentó, me dieron ganas de seguir azotándola y follarla duro, pero siempre tuve un buen autocontrol, aunque ella aún así lograba sacarme de mis cinco sentidos repetidas veces. Se abrazó a mi, pegó sus tetas desnudas a mi pecho y caminamos a la cama, sentía un frescor extraño tras haberme chupado mis testículos, justo tras la puerta del aseo alcancé a ver algunas botas, me emocioné, pensé lo de la noche había sido un dispendio, pero comprendía que ella había aceptado hacer un trío familiar. Se abrió la puerta, nuestra hija estaba detrás, mirándome tímidamente, con lujuria en sus ojos, visiblemente excitada y nerviosa, mi pequeña hija llevaba el mismo traje indecente que usó su madre, nada más que un camisón transparente blanco que dejaba ver su desnudez debajo de la tela, sus pezones eran un rosa mucho más oscuro que el rojizo de Pilar, sus tetas más grandes que se hacían enormes, o al menos bastante más grandes para su figura delgada de adolescente, sus caderas anchas pese a su delgado cuerpo me llamaban a tomarla por ellas y darle duro…, esa vista provocó que mi polla un nuevo reverdecer, ya estaba afuera y erecta por lo que habíamos hecho mi mujer… palpitaba y rebotara ligeramente. Dulce estaba muy ansiosa por probarla, pero Pilar no lo dejó pasar. Tomó mi polla entre sus manos y le habló a su hija con unas palabras que me excitó solo de recordar.

- Mira como pusiste a tu padre mi amor, tienes que ser una buena putita, ven, te enseñaré a chupársela y a follártelo como es debido.

Nunca sentí aburrimiento de mi mujer, aún tras tantos años, los dos buscábamos nuevas formas de disfrutar del otro y hacernos disfrutar juntos nos unía cada día más..., sobre todo ella se preocupaba siempre en procurarme nuevas sorpresas, haciendo cosas nuevas por mí. Pero jamás me esperé que al día siguiente al regresar a la cabaña tras mi paseo matinal de dos horas, ella estuviera de rodillas, totalmente desnuda salvo por su collar con su nombre y el mío como dueño, lo primero que pensé al verla así fue que consiguió que Dulce saliera o se quedara en el lago pescando, aun teníamos la tienda de campaña allí montada... caminé hacia ella sin decir nada, mi esposa sabía lo que tenía que hacer, sacó mi polla del pantalón bastante dura y lo colocó sobre su cara para empezar a lamer mis bolas, lo hizo por un buen rato, me gustaba que hiciera eso como un servicio a mis gónada para que produjeran una buena lechada, y además una muestra de sumisión… en verdad era todo eso y que a ella le excitaba sentirse una puta conmigo, pero sobre todo le gustaba sentirse mía de esa forma, siempre me decía que para ella eso era una entrega muy íntima.

Después de un tiempo no tan largo, besó mi polla la chupeteó y le dio un buen castigo al glande, y se paró a mi lado y sonriendo me dijo que me tenía un regalo. Me gusta disfrutar de las cosas al momento, me gusta ser paciente para recibir toda la satisfacción en el momento, así que no pregunté nada, solo le dejé saber que estaba contento con un…

- Gracias mi amor

Nunca era solo palabras, la tomé del cuello con fuerza y azoté repetidamente su trasero por unos segundos, fueron solo cuatro o cinco palmadas fuertes pero pude ver su cara de placer con cada una, se veía tan indecente que me calentó, me dieron ganas de seguir azotándola y follarla duro, pero siempre tuve un buen autocontrol, aunque ella aún así lograba sacarme de mis cinco sentidos repetidas veces. Se abrazó a mi, pegó sus tetas desnudas a mi pecho y caminamos a la cama, sentía un frescor extraño tras haberme chupado mis testículos, justo tras la puerta del aseo alcancé a ver algunas botas, me emocioné, pensé lo de la noche había sido un dispendio, pero comprendía que ella había aceptado hacer un trío familiar. Se abrió la puerta, nuestra hija estaba detrás, mirándome tímidamente, con lujuria en sus ojos, visiblemente excitada y nerviosa, mi pequeña hija llevaba el mismo traje indecente que usó su madre, nada más que un camisón transparente blanco que dejaba ver su desnudez debajo de la tela, sus pezones eran un rosa mucho más oscuro que el rojizo de Pilar, sus tetas más grandes que se hacían enormes, o al menos bastante más grandes para su figura delgada de adolescente, sus caderas anchas pese a su delgado cuerpo me llamaban a tomarla por ellas y darle duro…, esa vista provocó que mi polla un nuevo reverdecer, ya estaba afuera y erecta por lo que habíamos hecho mi mujer… palpitaba y rebotara ligeramente. Dulce estaba muy ansiosa por probarla, pero Pilar no lo dejó pasar. Tomó mi polla entre sus manos y le habló a su hija con unas palabras que me excitó solo de recordar.

- Mira como pusiste a tu padre mi amor, tienes que ser una buena putita..., ven, te enseñaré a chupársela y a follártelo como es debido.

- Déjame ayudarte papi...

Amorosamente me agarró la verga que estaba tremendamente empinada, casi del todo rígida.

- Parece que tu pola dice que si quiere hacerlo papi, me dijo sonriendo.

Entonces sin decir nada más se lo metió en la boca. Yo no hice nada por impedirlo. No sé quien le había enseñado, pero me estaba haciendo una mamada increíble. Casi tan buena como las que me hace su madre.

- Cariño, ¡Aaaaah!, que bien lo haces.

- No lo hace nada mal la niña ¿Verdad? Dijo Pilar

Saber que era tu hija la que estaba comiéndose la polla de su padre, mamándotela y que en verdad no era incesto con el consentimiento de su madre era muy excitante. Lo hacia tan bien. Paró un momento y vi como salían de mi glande unas gotas de liquido preseminal.

- Ya estas listo papi. Ahora no te preocupes de nada, yo me encargo de todo.

- Pero mi niña, no tenemos condones.

- No te preocupes por eso cariño, la niña y yo lo tenemos todo controlado…

- Eso es, no te preocupes de nada papi, lo haremos a pelo como ayer.

- ¿A pelo? Ya sé que ayer no lo hicimos bien… ¡¡Puedo dejarte preñada!!

- Tal vez de eso se trata… dijo mi esposa – Estamos aquí para gozar en familia

- Acabo de tener la regla. Me dijo muy convencida. - ¡¡Venga papi, vamos a follar!!

Había cambiado lo de hacer el amor de hace unos días por follar.

Como ya estaba a horcajadas sobre mi no tuvo que hacer mucho más esfuerzo. Se la clavó despacio, sin prisa. Aquello fue maravilloso. Después de casarnos mi mujer empezó a tomar la píldora, pero luego no le sentaba bien, así que tuvimos, bueno tuve, que usar preservativo una temporada y luego se puso un DIU, en verdad de los últimos quince años, apenas unos veinte polvos han sido con condón, hubiera sido la primera vez en varios años que volvería a penetrar con goma, pero mis mujeres me conocían bien y deseaban darme todo el placer posible.

Sentir cómo va entrando tu polla sin nada que se interponga entre el coño húmedo de una mujer, en este caso mi hija, era maravilloso. La sensación indescriptible, ya casi lo había olvidado como era abrir un coñito tan joven y cerrado. Recuerdo la primera vez que follamos en aquella cabaña, no sé que pasaría por mi cabeza, pero creía cuando entró toda mi polla dentro de su estrecho coño, pensé que sangraría. Pero no, mi hija pese a sus pocos años ya no era virgen.

Me miró con esa cara tan preciosa que tiene y comenzó a subir y a bajar sobre mi obelisco.

-¿Te gusta así papi? ¿Es demasiado lento o lo quieres más rápido?

- Lento mi niña, muy lento. Quiero sentirte cada pliegue de tu interior en mi glande.

- Así, despacio… haz que papá disfrute de tu coñito. Cuanto más le estimules su huevos, con más leche te va a llenar el útero.

- Esta bien mamá… se lo haré muy lento. Quiero que rellene bien el coño con su lefa.

- ¡Aaaaah! Hija mía, mi niña, que gusto me das. Sigue así despacio, muy lento.

Su madre me acariciaba los huevazos, los masajeaba y luego me los lamía.

- ¡Aaaaaah papi, sigue así, sigue…!

Entonces se levantó y se la sacó. Con la punta de mi capullo endurecido, se acarició el clítoris hasta que acabó estallando en un orgasmo bien fuerte.

- ¡Qué gusto papi, que a gusto me he corrido! Ahora acábame tú. Acábame. Dijo esto mordiéndose el labio inferior y pasando su lengua por sus labios. Estaba más sexy que su madre.

Volví a metérsela y entonces le dijo su madre que acelerara.

- ¡Vamos Dulce, fóllate a papá bien duro… lo tienes a punto de correrse…!

Ella obedeció y me folló intensamente, tal y como le había pedido su madre. La cama crujía con sus subidas y bajadas. Mi polla estaba dura como una piedra, parecía que fuera a partírseme, y finalmente acabé corriendo un par de minutos después. Rugí como un verraco y le empecé a llenar el coño de leche con eyaculaciones potentes…. Eyaculé con ganas. Aunque hacia diez horas que me habían dejado seco mis dos hembra, fue bastante lo que le eché dentro a mi niña.

- Ven acuéstate aquí en medio.

Mi esposa y yo comenzamos a acariciarnos, ella solo nos miraba no decía nada, nos empezamos a besar y a tocar el coño y la verga mutuamente. Mi esposa tiene un coño muy bonito, es sumamente caliente y folla de vicio… yo tengo una verga aceptable para ella. Mi hija no nos conocía desnudos, era normal que se hallase tan excitada entre nosotros… comenzó a tocarse sus tetas. Volvió a calentarse, y su madre comenzó a mamarme la verga mientra mi hija miraba como su madre la disfrutaba. Dulce deslizó su mano hasta lograr tocarme los huevos, los masajeaba mientras su madre mamaba en modo PUTA. Me sentía afortunado…, después fue la niña sin decir nada la que comenzó a mamármela, y no quise pararla, era el momento de su madre, ¡Me lo hacía tan bien bajo la supervisión de su madre que era una pena! La preparaba para dejarla bien dura y la pudiera usar su madre.

Cuando Pilar lo vio conveniente, apartó a su hija y se subió encima de mí. Frente a frente mi esposa me miraba a los ojos, la niña nos ayudo a meter mi falo en el coño de su madre y comenzamos a follar… mi hija eso lo disfrutaba tanto, que el calor del su sexo comenzó a hablar

- ¡¿Te gusta ver como me folla tu padre?! Le decía a mi esposa a su hija.

- Me encanta mamá…¿Dejarás que me siga follando? Vuelvo a tener el coño ardiendo

La aparté un poco y ante su sorpresa, cogí a mi esposa para tumbarla de lado, mi hija miraba alucinada, quedé junto a la pierna caída de mi esposa la otra levantada por mí, vi mi verga empezar a entrar en su coño, mi esposa jadeaba fuerte sin dejar de mirar a su hija mientras iba hundiendo muy lentamente mi verga en su coño pero muy lentamente, así con su mano mi verga, y yo empujando... los gemidos mi esposa cada vez eran más fuertes. Mi falo iba desapareciéndole dentro hasta que terminó por entrarle toda. Pilar parecía estar cansadísima. Cuando la tuvo entera cerraba los ojos, la boca abierta, soltando gemidos. Se movía primero lento y sacando muy poca verga, pero poco a poco iba acelerando y sacando más tallo..., la madre de mi hija terminó gritando como jamas la había visto, y en nada… en tan solo tres minutos de follada, estaba loca, se abría de piernas tirando me mí, sus manos acariciaban su vientre mis huevos, la follaba y mi hija y yo mirábamos como se corría… pero yo continuaba follándola.

Me saqué la polla, ella la agarró y se la puso en la cara… me la meneo así segundos y la puse a cuatro patas, mi mujer y su hija se empezaron a besar y yo se la enchufé en el coño a mi esposa… me quedaba poco para correrme, la apestillé a fondo y comencé a echar chorros de lefa en el fondo de su útero, unos larguísimos chorros de leche, dejándose mi esposa inseminar. Así estuve un tiempo considerable eyaculando y acabando de correrme dentro de mi mujer. Una vez paré de convulsionar, ella lo notó y se levantó… creyendo que diría que nos íbamos… que todo se había acabado por hoy, se sentó en el sillón y comenzó a hacerle otra paja, me acomodé, mi esposa me llamó a su hija para que fuera y se pusiera a cuatro patas, yo era incapaz aunque me gustaba lo que veía, quedé esperando a mi hija no insistió y Dulce comenzó a comérmela… me la puso dura de nuevo, me bajé de la cama y ella continuó a cuatro patas, me puse detrás y me la volví a follar allí desnuda delante de su madre, hasta que ella se corrió, la quitó y se puso a chuparme la polla… mi esposa seguía incansable tras hacerse la paja, me la chupó sin dejar que me bajara. Me senté en la cama y ella se montó encima de mí dándome la espalda. Ante la sorpresa de Dulce y la de mi esposa, empecé a darle algún azote en sus nalgas, cosa que mi esposa la encendió aun mas… y volvió a correrse a grito pelado, se apoyo en su hija conmigo sentado y con media verga clavada en su coño… Pilar medio levantada gimoteando de cansancio tras correrse pero sin terminar de sacar su polla, allí dura como el pedernal en el fondo de su coño.

La dejé tranquila hasta que ella pareció responder de nuevo, entonces volví a a colocarla a cuatro, follándomela a tope duro cañeo, mi esposa gritaba como una puta y mi hija me asió de los huevos cuando vio aquella verga entrar y salir del coño de su madre, del coño que la había dado a luz… fue cuando su hija le insidió que perreara con mi polla dentro, algo que me fue imposible de contener hasta que se corrió al fin conmigo.

Ahora soy el amante de mi hija y mi mujer, su madre, a veces en la montaña pero muchas en mi casa nos soltamos, allí quedamos los tres dejándome siempre para el arrastre… debo tomar mis vitaminas azules que aguantar más de diez folladas, y ella me dicen que no me pueden desperdiciar con semejante verga. Tras esas orgías, mi esposa me confiesa estar hasta tres y cuatro días con su coño “escocido” al igual su hija, pero yo no tengo la polla para menos en una semana… hasta este punto de mi vida, nunca imagine que pudiera correrme tantas veces.

Siempre lo supe de mi esposa, pero ahora también de mi hija, sé que lo que le van a las dos es una buena verga, recia y larga que aguante dura por horas de folladas, tengo que dárselo sin más remedio, contra eso no puedo competir pero si disfrutar de como me jodo a mi esposa y a mi hija, sobre todo bien preñadas. 

 


 

Como pueden imaginar, todo el montaje en la montaña fue perpetrado por mi esposa con la colaboración de Dulce, nuestra hija y ahora ambas están donde deseaban estar… PREÑADAS. Mi esposa deseaba darme lo que yo más deseaba en la vida, según su parecer y tras la ruptura de Dulce con su novio y enterarse de nuestra aventura en la cabaña, pensó que la mejor forma de solucionar todos nuestros problemas era que yo las dejase preñadas a las dos y me hiciesen padre mis dos amores a la vez.

 

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