Cuando Sebastiana llegó a su cuarto, saludó a mi hijo con una sonrisa nerviosa…
–
Hacía tiempo que no te veía, vaya como has crecido.
Estás muy guapo.
Mi hijo, algo tímido, le dio las gracias mostrando
su nerviosismo sin saber qué hacer mirándola de arriba a abajo, así que para ayudarles
y relajar la situación…
–
Bueno, Sebastiana, ¿te apetece tomar algo? He
preparado unos combinados.
–
Sí, estupendo, necesito tomarme algo porque estoy un
poco nerviosa.
–
No tienes por qué es buen chico y muy cariñoso,
quizás en el momento final se pone más brusco en estado de excitación cuando se
corre… pero no es nada desagradable…¡Te lo vas a pasar muy bien y vas a hacer
muy feliz a mi hijo! – Le dije entregándole el ron cola – Tómate esto que te va
a relajar.
Al sentarnos en el sofá, a mi amiga se le subió el
vestido ajustado que llevaba, dejando sus muslos a la vista de mi hijo que no
les quitaba ojo, pidiéndome que le diera de la misma bebida también…
–
Sólo un poco nene, que tú no puedes beber este tipo
de bebidas…, pero esta vez haremos una excepción para no hacer feo a nuestra
visita.
Estuvimos hablando un poco…, ya conseguían más
confianza entre ellos charlado sobre los progresos que hacía en el centro,
también hablaron de Silvia. Luego mi amiga empezó a preguntarle alguna cosa íntima
a mi hijo, que en otro momento tal vez le avergonzara, sin embargo esa tarde
con Sebastiana se encontraba muy animado, además de ayudar un poco la bebida.
David le contestaba con todo descaro, lo que nos hacía reír a las dos.
–
Me ha dicho tú mamá que ya la tienes muy grande,
pero que las chicas de tu edad son tontas y que no la saben aprovechar. Y
siempre tienes ganas ¿Verdad?
David se rio complacido por las palabras de Sebastiana,
y señalándome a mí le soltó…
–
Mamá sí aprovecha cuando tengo ganas… ja, ja.
–
¿No me digas? Mira tú madre, que aplicada es con su
hijo…. Pero sabes lo que te digo, que hace muy bien, yo también lo haría
si tuviera un chico tan guapo como tú. También me han dicho que te gusta
sacártela en todo momento… ¡Anda! Enséñamela polla que tienes, a ver como es.
La conversación se volvía cada vez más caliente y
mi hijo no dudó en bajarse los pantalones y enseñar su polla a mi amiga, que al
verla sin empalmar exclamó…
–
¡¡Qué bárbaro, cariño!! Sí que la tienes bien grande.
Tú mamá tenía razón.
Sin pedir permiso, Sebastiana alargó la mano y
agarró la tranca, pasando su mano por toda la zona de los testículos también,
murmurando en voz baja… “¡Qué cosa más rica, por Dios! Esto es un monumento a
la virilidad y tan mal aprovechado…” Ella me miró, como pidiéndome permiso esta
vez, haciéndole yo una seña de que hiciera lo que quisiera con él. Se puso a su
lado, se agachó sin pensarlo dos veces, y empezó a chupársela con gestos de
satisfacción, notándose que hacía tiempo que no tenía una verga en la boca y la
estaba disfrutando de lo lindo. Mi hijo se repantigó dejándose hacer,
aprovechando para tocar él también lo que podía, quitándole la ropa a mí amiga.
Al poco tiempo de estar mamándosela, intervine…
–
Creo que será mejor que os deje solos… aunque estaréis
más cómodos en la habitación del chico.
–
No por Dios, si a él no le importa, a mí tampoco. –
Se encaminaron al otro cuarto.
Nada más entrar en la habitación, se tumbaron en la
cama, quitándose la poca ropa que les quedaba, abrazándose y besándose,
comportándose la madura como una quinceañera ansiosa, cuando ella debía poner
un poco la calma a tanto ímpetu. La comprendí porque se estaba viendo en una
situación que nunca hubiera esperado, por otro lado temía que mi hijo se
corriera demasiado pronto al verse sobreexcitado con una mujer tan entregada… le
estaba masturbando sin parar y tuve que intervenir de nuevo.
–
Despacio Sebastiana…, anda, deja que David te coma
el coño un poco, verás como lo hace de maravilla… Porque a ese ritmo me lo
dejas seco en dos minutos.
Sebastiana se abrió de piernas para que mi hijo
metiera la cabeza entre ellas y empezara a chupar ese chocho que se había
depilado para la ocasión, lo que le encantó a David, porque sólo había visto el
mío con el pubis lleno de vello, sin embargo ese coño depilado a tope parecía
el de una niñita de ocho años y lo iba a disfrutar especialmente. Yo seguí en
mi papel de dirigir la escena. Mi chico se afanó a comerle con gula la vulva, y
el clítoris de mi amiga, le chupó los labios internos de abajo arriba y le
folló con la lengua, tal y como yo le había enseñado. Sebastiana no se creía
que un chico de su edad y con discapacidad, fuese capaz de darle tal meneo a su
coño… lo que no sabía mi amiga es que NO SON DISCAPACITADOS en todas los
aspectos y facetas de la vida.
Cuando mi amiga se corrió, David continuaba
jalándose su coño, y tuve que indicarle a mi hijo que se la follara ya. Me miró
y luego a Sebastiana que con una sonrisa le confirmó que ya estaba preparada
para recibirle, su verga la tenía muy tiesa. En un abrir y cerrar de ojos, se
puso encima de ella, se la agarró y enfiló al coño buscando con el glande la
entrada… no hizo falta mucha maniobra hasta insertar la cabeza, y de ahí la
metió cuanto pudo de un solo envión. Empezó a moverse encajándosela más y más
entre los gemidos de mi amiga, enloquecida por momentos… percibía como cada vez
le abría más y más procurando llegar a su vagina profunda. Llegó a meterle toda.
Desde mi posición veía como sus pelotas rebotaban en el culo de Sebastiana…
ahora no quedaba un solo centímetro de polla fuera del conducto vaginal. Cada
estocada a fondo se correspondía con un gemido de la mujer, y así en la
posición del misionero, mi hijo solo soportó unos minutos hasta que llegó al
orgasmo, a la vez que mi hijo empezaba a correrse dentro de Sebastiana. David
gemía rellenándole el coño, y ella respondía con otro gemido más fuerte abrazándolo
y clavándole sus uñas en la espalda y culo de mi chico.
A mí todo eso me tenían excitadísima, sumándome
para formar un trío con ellos, los cuales ajenos a mí, continuaban teniendo
sexo en múltiples posiciones y variantes, dado que David, sin sacarla, se la
estaba follando otra vez. Aquello de compartir a mi hijo con otra mujer, me
llenaba de morbo. La pusimos a cuatro patas y desde atrás el chico atacó su
coño con prestancia. Yo me puse debajo observando como el ariete entraba y
salía de su coño con las pelotas balanceándose. Me atreví a comerle los huevos
y nunca estuve tan cerca del coño de una mujer… me excité como una perra al
observa como las arremetidas se incrementaron y pronto la clavó a fondo
emitiendo un rugido que se fusionó con el gemido de la puta de mi amiga… justo
en el momento de que mi hijo se corriese en lo más hondo de su coño. Le comí
los huevos al chico mientras eyaculaba, saliendo de sus bolas todo el enorme
contingente seminal que suele eyacular directo al útero de ella. Habíamos
perdido la noción del tiempo que estuvimos haciendo de todo. Finalmente quedaron
agotados sin fuerzas para nada. Después de un breve descanso mi amiga se vistió
y se marchó, diciéndome que tenía que volver para repetirlo.
Durante un tiempo, Sebastiana estuvo viniendo a
casa, aprovechando la ausencia de mi esposo, que como era natural, seguía sin
enterarse de nada sobre mi necesidad sexual y yo creo que ni le interesaba… a
mí tampoco, atendida por el semental de mi hijo. Así que seguimos disfrutando
de nuestros encuentros juntos. Me sentía contenta de ver que David era feliz,
sus acosos se mitigaron echándome solo los polvos razonables para paliar mi
hambre sexual. Mi amado hijo había pasado de ser prácticamente virgen a tener
más sexo completo con una mujer, que todos sus amigos juntos de instituto y centro
de capacitación. Sin embargo todavía tenía la espina clavada de poder follarse
a alguna chica de su edad, como bien me comentaba en nuestras confidencias, por
lo que pensé en invitar a la hija de Sebastiana, proponiéndoselo a su madre en
un próximo encuentro.
Aunque en principio se mostró un poco dubitativa,
cierto que se conocían y compartían actividades a menudo, pero no sabía cómo
iba a reaccionar la chica ante una propuesta como esa. Al igual que David, solo
había tenido relaciones consumadas completas con una sola persona cercana, su
propio padre y ahora ex marido de Sebastiana. Ella misma durante tomábamos el
café, me reconoció que su hija había estado follando como los conejos hasta la
separación, y ahora solo se beneficiaba de su padre en los dos fines de semana
al mes que el juez había indicado de convivencia con el progenitor, así que
suponía que no la importaría hacerlo con mi hijo… solo era cuestión de tantear
el asunto.
No sé cómo se lo montó para convencer a Silvia,
pero el caso es que la tarde de un par de días después de que Sebastiana y yo
hablásemos, aparecieron en mi casa, viniendo la chica vestida como una
auténtica putita… con una minifalda y un top que dejaba a la vista su
desarrollado cuerpo. Al verla entrar no pude evitar decirle a su madre…
–
Está guapísima tu hija. Menudas tetas tiene ya. Si
no fuera porque sabemos que tiene su tara, nadie diría que no es una normal y
fabulosa.
–
Sí, no sé a quién ha salido, porque ya casi me gana
a mí en todo…
–
Recuerdo cuando era una cría de diez años, y ya le
habían salido las tetas y el vello púbico, aún sin tener la regla parecía una
adolescente de quince, lo menos.
–
Sí, con esa edad ya tuve que comprarle un sujetador
de la talla 75B. Como de siempre ha tenido poco pudor con nosotros, su padre no
le quitaba la mano de encima desde bien pequeñita estimulándole las tetas… ¡Yo
creo que le han crecido así de tanto sobárselas! Y ella tampoco se cortaba, en
cualquier lado le invitaba a que se las sobase
¡¡Le gustan tanto sus tetas, que en casa las enseña todo el día,
haciendo topless!!
–
Sí, eso me decían a mí de cría, cuando me las
querían tocar los mayores. Que era bueno para que crecieran y yo, tonta de mí,
me lo creía y les dejaba… ja, ja, ja.
Mientras nosotras hablábamos de cómo de la
estimulación mamaria, su esposo pasó a follarse a la niña bajo supervisión de
ella y consentimiento de ambas, David comenzaron a charlar tímidamente al
principio y algo más confiados a cada minuto que avanzaban en su confidencias.
Ambos eran conscientes porque estaban allí, aleccionados por sus madres. De
momento era dos chicos que se estaba conociendo sentados en el sofá. Sebastiana
y yo continuábamos en la cocina hablando sobre la relación padre e hija…, desde
nuestra posición observábamos los avances de los chicos. Me contaba cómo su ex
marido tuvo la primera práctica sexual con Silvia en su décimo primer
cumpleaños…. Tras años en los que la niña andaba de aquí para allá medio
desnuda, con las tetas al aire viéndoselas crecer año tras años. También se
metía en la cama terminando abrazada a su padre toda la noche, o como la niña
le buscaba acurrucándose en sus brazos en el sofá, mientras le sobaba las tetas
y de ahí a la rajita y el culito…
–
Desde que supimos de la discapacidad de Silvia nos
hicimos cargo de que había que integrarla, en aquella ocasión se trataba de su
cumpleaños, deseábamos que fuese muy feliz en ese día en todos los aspectos,
nos costaba decirle que no a lo que nos pedía, en especial a su padre. En aquel
cumpleaños solo pude estar un rato y luego me marché al trabajo, mi esposo se
hizo cargo de todo en la fiesta. A mi vuelta me contó cómo fue… nos teníamos
bastante confianza por entonces.
***********************************
Tras la comilona, los juegos y regalos, las madres
que acudieron se fueron retirando con las amigas de Silvia, hasta que nos
quedamos solos mi hija y yo…
–
¿Te divertiste en la fiesta? – Le preguntó en
cuanto sus amigas se fueron después de haber sido recogidas por sus mamás.
–
Sí, aunque… me hubiese gustado que se quedaran a
dormir. No me gusta estar sola en mi cumpleaños.
–
Anda, si lo habéis pasado muy bien y tus amigas
tienen que volver a sus casas… ¡Ve a bañarte! Que has sudado mucho con la
yincana.
Silvia se fue a duchar mientras él recogía todo lo
que habían hecho las niñas en el cuarto de mi hija, en el salón y el patio.
Fregó el piso manchado de pastel y puso los platos desechables en una bolsa de
basura. Al barrer, observó que había una mochila en el piso. Le pertenecía a Adriana,
una de las amigas de mi hija y la más grande de todas. Era una chica que tenía
ya unos trece años y estaba bien formada… me comentó que le excitaba siempre
que la veía. Como adulto, trataba de ignorar esos pensamientos, por supuesto.
Sólo por curiosidad, abrió el bulto. Lo que encontró en su interior le puso la
carne de gallina. Se trataba de una revista pornográfica. Una muy guarra al
parecer.
Se sentó en la cama para ojearla, incrédulo al
pensar que las niñas estuvieran viendo esto mientras estaban encerradas.
Claramente eran fotografías de muchachas chupando grandes pollas o siendo folladas
por varios hombres. Tragó saliva mientras las miraba y pensó que ese debía se
ser el motivo por el que escuchaba tantas risitas provenir del cuarto. Volvió a
meter la revista cuando oyó que Silvia salía del baño. Alarmado, dejó caer la
mochila y se levantó en cuanto ella entró. Estaba envuelta en una toalla
pequeña que le cubría la mitad de las piernas dejando los hombros desnudos. Se
le ajustaba muy bien a su cuerpo pequeño, en otras ocasiones se paseaba
totalmente desnuda sin pudor.
–
¿Qué haces? – Preguntó con inocencia, sentándose
frente a su tocador con espejo.
Empezó a cepillarse el pelo.
–
Bueno, nada. Sólo limpiaba, amor. Te tengo preparado
un regalo.
Se acercó a ella y le acarició los suaves hombros.
Eran tan diminutos que toda su mano los cubría. Entonces, sacó del bolsillo una
gargantilla de plata. Sus ojitos se iluminaron en el reflejo del tocador
mientras yo se lo colocaba alrededor de fino cuello surcado de pecas. Sus ojos
azules eran tan bonitos como el collar de lapislázuli que pendía del cuello.
–
¡Gracias papi!
–
Es hermosa, como tú – le dio un beso en el cuello y
la abrazó con mucha fuerza.
Era mi princesa y esperábamos tenerla a su lado por
mucho tiempo. Él siempre dice que es idéntica a mí cuando tenía la misma edad…,
le dio un besito en la punta de los labios. Era costumbre de ambos. Después de
dejarle ese regalo, salió de su habitación y se fue en dirección a su cuarto
para… bueno, tocarse pensado en Adriana, según me dijo. Sí. Alguna clase de
extraña emoción se había disparado en su mente tras ver esa revista porno e
imaginarse a cinco niñas de no más de once años mirando con curiosidad todas
esas posiciones sexuales. Mi hija entre ellas. Tras aquella efímera
masturbación, bajó para arreglar la cocina y lavar los cacharros. También metió
algo de ropa a la lavadora para adelantar la colada. Limpió muebles y ordenó
las fotos que estaban en retratos dentro de unas repisas que las niñas había
toqueteados curiosas por saber.
“Prométeme que le enseñarás de todo a nuestra hija”
Pensó en las palabras que le había dicho
una vez que la niña le solicitaba, rebelde de no querer nada conmigo.
Suspirando, subió al baño para relajarse en la
ducha. Unos minutos más tarde, envuelto sólo con una toalla alrededor de la
cintura, decidió entrar al cuarto de Silvia para recuperar la revista. No
obstante, antes de poder pasar, oyó sus risas al otro lado de la puerta. Al
asomarme, la vio ojeándola. Estaba sobre su cama, todavía envuelta con la
toalla y mirando con sonrisas de ingenuidad infantil aquellas imágenes poco
ortodoxas para su edad. Y de alguna manera, se emocionó verla así… fue cuando
empezó a ver a nuestra hija como un coñito con necesidades de adulta. El pelo
ralo le caía a los lados de la cabeza, de un color muy negro y lacio. La piel
de alabastro que recorría cada centímetro de su candorosa anatomía se recordaba
tanto al satén, que le fue imposible no imaginarse recorriéndola a besos, como
otras veces le vi hacer.
Entró al cuarto para sorprenderla. Silvia se quedó
congelada y su cara de inmediato adquirió la tonalidad de una manzana madura.
–
¿Qué estás leyendo, princesa? – Preguntó, fingiendo
que no lo sabía. Ella cubrió la revista con las manos.
–
¡Nada!
–
Anda, déjame ver.
–
¡No!
Se sentó a su lado. La revista estaba debajo de
ella y le miraba con ojitos de culpa. Él le sonrió y sacudió la cabeza para que el agua de la ducha le pringara en la
cara, ella rio, y aprovechó ese segundo de distracción para meter mano bajo el torso
y quitarle la revista.
–
¡Oye! – Exclamó ella.
–
¡Mmm! Silvia ¿qué haces leyendo estás cosas? – Le
dijo con la menor muestra de enojo posible.
El psicólogo nos había dicho, que quitarles a los
niños la curiosidad podría ser malo… Mi nena le observó, sonrojada.
–
Sólo… Adriana la trajo y… estaba mirando.
–
¿Te gusta lo que aparece aquí? Riendo nerviosa,
asintió.
Ojeó la revista como si fuera la primera vez que la
vía… ya la había visto antes.
–
¿Sabes lo que están haciendo? – Le preguntó a la
nena.
Ella se sentó a su lado. La toalla se le estaba
resbalando.
–
Sexo – fue su inocente palabra.
Oírla en la voz de una niña de su edad le produjo un
escalofrío incorrecto. Tragó saliva.
–
Sí. Sexo.
–
¿Te han enseñado algo sobre eso en la escuela?
Asintió, y entonces, con cautela, señaló una de las
fotos. Era de una mujer chupando una polla hasta el fondo de su garganta.
–
Esto… ¿qué es?
–
Se llama felación – aclaró su padre, avergonzado y
con su cuerpo cediendo a un impulso que no debería ser nombrado jamás.
Por alguna razón, no pudo dejar de hablar… tal vez
por el afán de aclararle lo que veía.
–
La mujer siente placer al recibir el pene de un
hombre en la boca. El hombre… también lo disfruta.
–
Pensé que… bueno… – se pegó más a él, hasta que su
hombro tocó mi brazo.
Fue electricidad lo que sintió mi ex… – La señorita
Fernández dijo que el sexo sólo es para tener hijos y no debe hacerse con
cualquiera para… divertirse.
Suspiró con decepción. La maestra Fernández
provenía de una escuela católica, y siempre andaba de aquí para allá. En
especial contra Silvia. Usualmente mi hija no atendía a valores sociales
pudorosos, lo cual había causado problemas remangándose la faldita que solía
llevar, en otra ocasión anterior era porque la llevaba algo más corta de todas las
compañeras, por ello le tuve que bajar el dobladillo unos centímetros.
–
Esta maestra… no debe haber tenido nunca un pene en
la boca.
La nena rio, y más animada aun, dio vuelta a la
página.
–
¿Y eso que es…?
–
Es sexo anal.
Se acomodó en la almohada de su cama, ella se amoldó
debajo de su brazo. Su contacto, ambos envueltos con sendas toallas y desnudos
debajo de estás, le hizo suspirar en más de una ocasión.
–
Pensé que el ano era para…
–
No – Le interrumpió antes de terminar – Hombres y
mujeres disfrutan siendo… penetrados por ahí… es una forma como otra de
disfrutar del sexo.
–
¿Duele? ¿Yo lo haré algún día? Una pregunta tras
otra.
Sonrió y la besé la mejilla henchido por la
inocencia de nuestra hija.
–
Claro, mi amor. Si tú lo deseas, serás penetrada un
día de estos y verás cómo te gustará… A mamá le gusta.
–
¿Tú la penetras… por aquí? – Señaló la entrada
rectal de aquella modelo. Mi esposo asintió… – ¿Le gusta?
–
Sí.
–
¿Cuándo podré hacerlo yo…?
–
Hey, tranquila cariño – Le acarició un brazo – Todo
a su tiempo. Primero tienes que aprender como es el placer y como obtenerlo
para ti. Después, encontrar un hombre que te guste y hacerlo todo el día si
quieres. En su momento te daré permiso para salir, siempre y cuando lleves
condones.
–
Condones – reflexionó – La maestra dijo que no eran
buenos.
–
Eso es porque ella no sabe ni siquiera como
ponerlos.
–
No nos quiso mostrar ninguno.
Y en ese momento, como si alguna clase de
perversión se apoderara de su mente, sintió el imperioso deseo de mostrarle a Silvia
algunas cosas que, más adelante, permitirían tener mejor comunicación con ella.
Le dijo que esperara. Fue a nuestro cuarto. Agarró una caja de condones y
regresó con ella. Volvió a acomodarse debajo de su brazo.
–
Anda, ábrelo.
Ella lo abrió con los dientes. Le dijo que no debía
hacerlo así o lo dañaría…estaba aprendiendo. En el momento que ella sacó el
preservativo y sintió el lubricante, su sonrisa se ensanchó, y la verga de su
padre reaccionó haciendo presión contra la toalla hasta levantarse formando una
tienda bajo ella, casi se salía. Silvia siguió jugando con el condón,
desdoblándolo y luego, probando el lubricante con la lengua.
–
Sabe a… naranja papá…
– Es con sabor para darle gusto a la mujer también.
Cuando la mujer chupa, siente el pene más rico todavía.
–
Esto ¿cubre tu pene por completo…?
– No todo, lo suficiente – y he aquí donde llegó al
límite de lo aceptable.
La desdeñosa cumbre que nadie debería de atreverse
a romper, donde los más grandes desafíos a la moral se encuentran, mi ex marido
se encontró en la encrucijada de parar o seguir con las enseñanzas que tarde o
temprano debíamos enseñarle… decidió continuar.
–
¿Quieres aprender a poner uno?
–
Sí – respondió, después de unos segundos.
La miró a los ojos. Casi sentía ganas de llorar al oír
como la niña no era tan diferente a las demás niñas de su edad. Poseía las
misma inquietudes que todas ellas, o más.
–
No le puedes decir a nadie ¿de acuerdo? Solo a
mamá.
Quedando el trato sellado, se quitó la toalla. Hele
ahí, desnudo con su hija. Su polla ganó tamaño incluso por encima del
acostumbrado. Puede que la situación ayudara. El glande sobresalió de una forma
esporádica, rosado e hinchado. Los ojos de Silvia estaban puestos en él y tenía
los labios entreabiertos. Entonces, alargó una mano para acariciarle las piernas.
Con la misma mano, desató el nudo de la toalla. Ella la sostuvo para que no se
cayera. Le miró. Sonrió como quien sabe que algo va a pasar, y dejó que la
manta descubriera su cuerpo infantil.
El pecho ya no era tan plano como antes. Se apoyó
de las rodillas y se desató la coleta que sostenía su cabello largo. Lo acarició
su padre, enredando los dedos en sus mechones. Bajó por su espalda y cintura,
hasta posar sus manos en las nalgas. Pequeñas y firmes. Redondas y carnosas.
Era una sensación más allá de lo indescriptible para un hombre maduro,
acostumbrado a mi culo. Ella no pareció prestarle atención. Las areolas de sus
diminutos pezones eran rosadas. Sus ojos acariciaron su vientre plano y
terminaron en la fina hendidura de una vagina sin vello, un chochito precioso
pelón de muñeca. Tragó saliva de nuevo, y la verga convulsionó, dando un
latigazo que a la niña divirtió y la hizo sonreír… se volvió a apoyar a gatas.
–
¿Cómo se pone? – Preguntó curiosa llena de
iniciativa, sonriendo.
Sus dedos
continuaban sobándole la parte interna de la raja que separa sus nalgas.
–
Abre el otro condón, pero no con los dientes, sino
con los dedos tirando de la muesca de la funda… así, Perfecto. Ahora, sin
desdoblarlo, colócalo sobre el glande, que es la cabeza del pene.
–
Pero es muy gordo… ¿no te dolerá, papi?
–
No te preocupes que no me dolerá, pero antes las
chicas deben lubricar con su saliva la punta del pene… ¡¿Quieres practicar sexo
oral?!¡¿Te gustaría chupar la polla de papá antes de ponerme el condón?! –
Preguntó, con cada latido de su pecho yéndose en esa palabra – Así aprendes a
hacer las dos cosas a la vez…
Silvia tardó un tiempo que le pareció eterno en
darle su respuesta. Esos segundos de duda le hicieron sospechar que todo iba
mal en la idea de enseñarle una parte importante de la práctica vinculada al
sexo… y cuando iba a largarse de allí, ella asintió. Se acomodó entre mis
piernas, con el trasero levantado y dando vista hacia la puerta. Separó los
muslos para que ella mirara hasta sus testículos calientes. Con una mano, tomó
la base de la polla y con la otra le acarició la mejilla. Silvia lamió el
glande con timidez. Once años de crecimiento bastaron para que sintiera el
sabor de un hombre, de su padre.
Al sentir su saliva, todo su ser se estremeció de
gozo. La tomó de ambas mejillas y guio su cabeza hasta su verga erecta como no
recordaba. Vio su boca abrirse, sus labios pequeños y jamás besados ni
mancillados, acoplarse al tamaño de la virilidad paterna. Entonces, como si
supiera qué hacer, cerró los ojos y envolvió unos cinco o seis centímetros de
los dieciocho que le mide el tronco.
–
Mueve tu lengua como si se tratase de una piruleta.
No te quedes quieta y chupa.
Sin despegarse de él, asintió. Su lengua embarrada
de saliva empezó a lamer el frenillo y también la cabeza rosada que se le
ofrecía. Mientras tanto, guio sus manos para que le realizara una paja con
ellas. Una vez dadas las instrucciones, retiró sus manos dejándola a ella que
realizara la mamada con paja, también le indicó que le chupara los huevos hasta
sentirse agasajado sin dejar de mirarla. La mandíbula infantil se dilataba para
dar cabida al grosor del miembro viril, no muy largo, pero si grueso como el
tronco de un árbol centenario. El movimiento de succión hundía sus mejillas, le
estaba tomando el gusto a chupar polla. Lenta y sabrosamente, la mamada que mi
nena se tomaba con tanta naturalidad y apetito, bastó para quitar de todo
abismo de culpa sobre la conciencia de mi ex marido, pensando que tarde o
temprano lo iba a aprender con cualquiera… y siempre mejor que tuviese la
experiencia con alguien de confianza, y esa siempre ha sido mi opinión también
comentada con él muchas veces.
–
Cambiemos de posición – Le dijo al fin.
Ella, insegura, se acostó sobre la cama. Entonces
procedió a poner las rodillas a los costados de su cara y ofrecerle los
testículos colganderos llenos de lefa. Silvia, riendo, sacó la lengua y paseó
toda aquella superficie mojada, sobre sus huevos. Era como el paraíso
corrompido por un sentimiento disforme. Los ensaliva con lamidas largas dejando
un reguero de caracol. Bajo indicaciones se metía los huevos a la boca y los
chupeteaba uno a uno… ¡Le enloquecía a su padre! Mientras que ella seguía tan
entregada al aprendizaje. Al rato, dirigió la punta de la polla a su garganta. Ella
tragó, separando su boca y casi rompiendo sus labios por las comisuras. Movió
las caderas de afuera hacia adentro, para que centímetro a centímetro de carne
fálica, entrara en aquella suave boca de terciopelo.
–
Silvia eres una niña muy guapa y cariñosa… ¡Te amo
mi amor! Te amo mucho.
Guía una mano hasta su vagina. Frota. Disfruta. Aprende.
Ve cómo se toca la pepita… él le mete un dedo en su rajita, y de pronto gime y
ríe al escucharle hablar con esa pasión. Enredó sus largos dedos sobre su pene, y con la otra, cruzando entre las
piernas de su padre, las llevó a su sexo. Se le perla la frente de sudor, y su
clítoris traicionero logró dominarla. Su boca se movía con más velocidad,
llenando la verga de besos y mordidas que prometían un futuro lleno de deleite.
Pensamos que los videos porno no son tan malos si mi hija ha aprendido de ellos
a manejarse tan bien con una polla de tal calibre.
La miró con algo muy similar al amor que siente un
hombre por su amante. Le acarició las mejillas y dejó que su pelo, largo hasta
los hombros, se le pegara a la cara al mojarse por el sudor que despedía su
propia frente, estando ambos tan anudados por el deseo carnal. Había demasiado
calor en ese cuarto. Un hombre de treinta y cinco años, enfrentándose a una niña
de once, no era algo muy habitual que le pase a uno macho en la vida. Alguien
debería de arrepentirse de la perfidia cometida allí. No obstante ella lo
disfrutaba.
Después de mamar un rato, Silvia dijo que estaba
cansada de esa posición. Así pues, le enseñó que ella también podría sentir ese
placer. La tomó de las piernas y la elevó con sus fuertes brazos. Ella rio a
carcajadas en cuanto colocó sus piernas en los hombros y su cabeza casi tocando
el techo, en una alarde de malabarismo circense. Se agarró a la cabeza de su
padre en simulada sentadilla sobre sus hombros, y su vagina quedó justo a la
altura de la boca de él… probó de ella. Apenas había lubricación en el
despertar de un sexo siendo invadido por primera vez. Mantuvo el equilibrio
pegando a mi hija contra la pared. Ella arriba, con las manos sobre el cráneo y
sus piernas cayendo sobre la espalda de su padre apoyadas en los hombros.
Su voz era una amalgama de gemidos y risas. De
suspiros y de palabras entrecortadas. Lamió el estrecho agujero sin penetrar.
Bebió de sus fluidos casi infantiles y mordió los labios que permanecían
cerrados como una flor… se mantuvo así comiéndole el coñito durante un buen
rato. Su lengua horadaba la rajita, llegando a su interior, a su entrada
vaginal y a un clítoris nada común en una niña de once años. Luego de eso, la
llevó de vuelta a la cama. La dejó caer. Riendo todavía.
Silvia dejó que se montara sobre ella… su
cuerpecito frente al de su padre, era comparable a una perrita Chihuahua montada
por un macho Gran Danés. No era la imagen más cómoda del mundo para mi hija,
así que giraron. Ella ahora sobre él. Su vagina mojada por su boca se paseó
sobre la verga. Esta convulsionó, y tal movimiento lo percibió mi niña… rieron.
Tomándola de la cintura, comenzó a besar a mi pequeña. La chica se sorprendió
ante la irrupción de los labios de su padre con los suyos de una manera tan
ostentosa, no era el habitual piquito que se daban siempre. Fueron besos
inexpertos metiendo la lengua en su boquita, pronto ella le imitó y se la chupó,
ella hizo lo mismo con la de su padre en un beso francés.
Mi hija aprendía a marchas forzadas, tomas las
formas y los tiempos mucho mejor que ninguna otra chica con la que estuvo enseñando…
durante los besos con lengua disfrutando de su saliva, acarició su espalda y
sus nalgas. Separó las carnes que escondían su ano y permitió que le
introdujera un dedo dentro de ella. La nena no se quejó. Le había gustado la
sensación de la incursión anal. Pensó en las veces que la aseó de pequeña y
acarició todas esas zonas erógenas con otra finalidad a la sexual. La besó un
poco más y una vez tuvo dos falanges dentro, empezó a mover dentro de su anito.
Silvia aguantó bien esas primeras sensaciones provocativas. Jadeó y ella sola
empezó a mover la cintura, víctima de alguna clase de emoción placentera que
destellaba en sus entrañas.
La boca de una niña es especial. Sabe de una forma
que nunca podría demostrar ni con el libro más complejo de sexo… es un sabor
dulce, tierno, sabroso sin llegar a ser ácido ni muy salado. Sacó el dedo de su
ano estrecho y le acarició la espalda, arañándola con suavidad. Ella se frotó
más fuerte restregando el clítoris, emulando la escena vista en la revista.
Jadeó su padre. Se echó para atrás la niña, y le pareció tremendo sentir sus
tetas abultando, cual dos ojivas perfectas y vírgenes. Acarició esos tiernos
brotes de sus tetas que formaban los endurecidos pezones erectos de mi niña. Luego
sintió su vagina aprisionando la dura polla de mi ex marido… Tomándola de la
cintura, hizo que el ritmo aumentara y la fricción terminó por hacerla reír y
gemir a la vez que tenía su primer orgasmo. Un orgasmo infantil, si eso
existiese. Derribaron la penúltima línea defensiva de toda la moralidad entre
padre e hija. Su carita bañada de sudor, enrojeció. Sus manos minúsculas eran
como patitas de insecto sobre mis pectorales.
Su padre, como era natural, no había terminado de
experimentar todo el placer.
–
Lame – le pidió indicando con la vista la polla
palpitando de lo dura que se hallaba.
Ella no dijo nada. Acató la orden y se apoderó de su
verga. Una mano le pajeaba, la otra, buscaba el ano de su padre para explorarlo
con toda la palma sosteniéndome los testículos. Levantó las caderas para dejarle
el acceso libre. Ella tosió al atragantarse con el cipote, pero se recuperó y
volvió al ataque. Cada vaivén de su cara iba acompañado de una estimulación
hacia la próstata.
Ella no lo sabía, solo hizo lo mismo que él realizó
a ella por mimetismo a su padre. Tras tanto tiempo soportando tanta
estimulación, el orgasmo del semental no se hizo esperar mucho más, y mi niña
provocó la deseada eyaculación dentro de ella. Darle de beber su semen a Silvia casi la asustó. Se mantuvo unos
segundos más rellenado la boca de lefa… cuando la liberó, se separó abriendo
los ojos y respirando. Abrió la boca, y unos hilos de esperma caliente
resbalaron por sus labios. Se dio prisa en recoger esos hilos blancos cayendo a
modo de estalactitas, y los volvió a meter dentro de su garganta. El dedo que le
exploraba entró más. Rio. Tras tomar aire, se enchufó de nuevo a su polla, y
siguió chupando de ella durante un rato más, desesperada al ver que comenzaba a
reducir el tamaño fálico. Incluso frunció las cejas, decepcionada o frustrada de
sí misma.
–
¿Qué pasó papi…? ¿No lo he hecho bien…? – Preguntó
al fin, acomodándose sobre el pecho de su padre un poco preocupada por no haber
aprendido correctamente la lección.
–
No cariño, al contrario… lo que ha ocurrido es lo
que pasa, cuando la mujer hace bien su trabajo, y tú lo has hecho
maravillosamente bien.
–
¿Entonces lo hice bien? Grito emocionada.
–
De maravilla.
–
¿Y el condón, en qué momento te lo pongo?
Mi ex marido se echó unas risas ante la inocencia
de nuestra hija… Le besó las tetas, sus mejillas, su boca. Se la comió de la
emoción y alegría de haber compartido algo tan íntimo
–
Creo que su uso lo tenemos que dejar para otra
ocasión, para seguir aprendiendo…
**************************************
David ya se había despojado de su ropa y se meneaba
la polla delante de Silvia, con su habitual naturalidad. Silvia tampoco se
cortó un perlo y de igual natural se quedó con las tetas al aire y se empezó a
meter la mano entre sus bragas haciéndose una paja al lado de mi hijo. Ambos
adolescentes se pajeaban divertidos. Al verlo nos acercamos y Sebastiana se la
agarró invitando a su hija a hacer lo mismo y entre las dos se pusieron a
masturbarlo, comentando Silvia a su madre que no se pensaba que la fuera a
tener así de grande. Tras unos cuantos meneos al pollón de mi hijo, la madre le
indicó a la chica…
–
¡Anda, móntate encima de él, verás que rico es
tener una polla así de grande dentro de tu coñito… esta es mucho más hermosa
que la de papá…!
La hija de Sebastiana se sentó encima de David, y
con audacia se enfiló el glande en su raja… de lo mojada que la tenía se
encauzó de una en su vagina, y la niña empezó de inmediato a cabalgarle
rítmicamente, asiendo con firmeza y chupando mi hijo sus tetas que se
bamboleaban delante de la cara. Ella se excitaba cada vez más, gimiendo más
fuerte al sentir como la polla de mi hijo la llegaba hasta el fondo de su coño.
La nena no se amedrentó hasta conseguir que el mostrenco de mi hijo la horadase,
aplastándole los cojones a mi hijo con su vulva. La chica estaba salida, demostrándonos con
su grito gutural la llegada del orgasmo.
David, con la experiencia que iba teniendo en
nuestras relaciones, aguantaba cada vez más la eyaculación, permitiéndonos a
nosotras disfrutar durante más tiempo de su dura polla, pero esta vez le
dejamos que gozara con total dedicación del cuerpo de Silvia siendo de lo más
morboso para nosotras ver como los dos adolescentes se entregaban a su manera e
iban teniendo sexo en todas la posiciones, se lamían y disfrutaban plenamente
de su sexo. La nena bien educada por su padre, sabedora que la hembra ha de ser
sumisa con un macho tan dominante, se colocó a cuatro patas elevando
sustancialmente el culo en entrega total al semental. David se posicionó detrás
de inmediato, y Sebastiana temerosa que le rompiese el culo, asió el cipote
enervado, encauzándolo al agujero del coño. Le chico amarró a la niña del culo,
enviándole todo el tallo hasta las bolas dentro de su vagina…, se la folló como
si no hubiese un mañana.
Solo soportó tal acometida un par de minutos más, hasta
que se comenzó a correr. Silvia gimió al percibir los chorros de leche golpear
contra la pared de su útero… la rellenaba de esperma y no la dejaría escapar si
no secaba los huevos al completo. Mi hijo cual verraco eyaculó su ingente
descarga, y cuando se la sacó, todavía ella se puso a chupársela con ganas,
ayudándole su madre a tal tarea tan suculenta. Como aquella polla no es fácil
de satisfacer, continuó empalmada, lo que aprovechó Sebastiana. Se montó encima
de mi hijo para que la follara, algo que ambos disfrutaron durante más de diez
minutos… La madre también fue bien servida de una contundente lechada uterina.
Yo estaba muy feliz por mi hijo, porque a partir de
ese momento nunca le faltaría sexo a raudales. En casa siempre que le apetecía
quedaba con Sebastiana o con la niña, otras veces las dos… por supuesto que a
mí también me disponía, pero la cadencia de folladas bajó sustancialmente
dejándome vivir y gozar del sexo. Toda esa nueva situación me llenaba de
orgullo, pero más satisfacción todavía, cuando me dijeron en el Centro de estimulación
temprana, que mi hijo últimamente había tenido un progreso grande en sus relaciones
sociales e incluso cognitivas. Ellos no sabían a qué era debido tal progreso… aun
así, mantendrían la misma terapia, porque algo le estaba viniendo muy bien.
*************************************
En las siguientes semanas, Silvia se quedaba con mi
hijo las tardes que iban a terapia, luego la acercaba a su casa tras la cena.
Pero ese sábado vendría por sorpresa.... Nos encontrábamos mi hijo y yo solos,
mi esposo estaba fuera de viaje toda la semana y parte de la otra. Sin pensarlo
me la metí en mi boca y le comencé a mamar el cipote a mi hijo. Me gusta sentir
como crece dentro poco a poco hasta que se pone bien duro y grande… fue cuando
llegó Silvia, tocaron al timbre y dejé recostado a David mientras comprobaba
quien era la visita. Sebastiana trajo a Silvia, me quedaría con ambos toda la
tarde… y los planes de follarme a David se truncaron, tampoco me disgustó
demasiado.
Atajé del brazo a la chica hacia la habitación de
David. Él estaba acostado boca arriba como siempre pero con una camiseta en su
rostro y tapado con una sábana de los pies a la cintura.
–
¿Por qué le tapas la cara? Preguntó.
– Es un juego de rol un poco fetichista… hoy quiere
follarse a Scarlett Johansson y mira por dónde, tú vas a ser la chica de sus
fantasías.
–
Eres una puta degenerada, – espetó con una sonrisa pícara llena de
lascivia – Pero me gusta la idea… Puedo ser mejor que esa rubia de bote escuchimizada...
–
¡Ah sí! Pues mira como la tiene de dura… a ver qué
tal se le da hoy a la putilla de Scarlett ¡Venga a qué estás esperando! ¡¿Te lo
quieres beneficiar o no?!
Le decía mientras levanto la sábana que cubría a mi
hijo, al descubrir apareció su enorme tranca… una polla casi erecta bastante
gruesa y larga. La cría se quedaba como hipnotizada al ver esa maravilla de la
naturaleza.
–
Eso no es todo,– dije.
Me subí a la cama, tomé el grueso mástil y comencé
a mamarlo de nuevo. Cuando le creció a tope, ya no me lo pude meter completo a
la boca, mi hijo se movía. Tuve que gritarle fuerte regañándole…
–
¡¡No te muevas cabrón… si quieres que Scarlet te deje
bien limpia la polla…!
Invité a la niña, y las dos se la chupamos. Silvia
era muy fácil de convencer para mamar pollas. Se sentía muy dura con venas
hinchadas bombeando…, su padre solo tenía la mitad de esta verga, me confesó sinceramente,
alabando el buen trabuco de mi hijo. Comenzó a mojarse, tanto que metió su
manita entre las piernas…
–
¡Te has mojado zorra!
–
Sí, mucho – me contestó…
–
¡Quítate el pantalón! Así nos tocamos mejor.
Sin pensarlo se sacó el pantalón y las bragas quitándose
las sandalias, entonces se arrodilló, me puse detrás de la nena con el culo
ofrecido…, comencé a chupar su ano y coño bien rico como si se tratara de un sabroso
helado de crema. Le metía la lengua en la raja mientras la cría mamaba el gordo
pollón de mi hijo… ¡Qué bien le sabía el conejito!
–
¿Quieres metértela ya?
– Crees que me entrará toda esta vez… mira que parece
que la tiene más gorda y larga que la última vez…
–
Pues hasta donde te entre estará bien… poco a poco
se te irá haciendo la vagina más tragona… en unos polvos más, te podrás meter
la verga hasta el útero. A mí me llega ahí todas las veces… y lo a
gusto que se queda llenándolo.
–
Quiero que David abra camino en mi coño hasta el
útero, – me contestó muy excitada – Es más macho que mi padre, y por eso lo
quiero hacer mi novio…
Sus últimas palabras me dejaron un poco
descolocada, pero si tenían sexo era porque se gustaban y quien se gusta desea
tener una relación sentimental, de tal modo, que fuesen novios no era una idea
descabellada. En tanto barruntaba aquello, la niña se subía sobre mi hijo, puso
la gorda cabeza de su polla entre los labios de la vagina, lo talló ahí un poco
y con dos de sus dedos abrió la vagina para lograr meter el gran tamaño de su glande….
Tan mojada estaba que se fue deslizando completo en su interior.
Regañaba a mi hijo para que no se moviera, imaginaba
como sentía la chica la verga de David entrando en su lubricada y estrecha
vagina adolescente. Se sentía tan excitada que quería tenerlo todo dentro de ella,
tan adentro se lo metió, que su pezones se le pusieron duros. No pude
resistirme a participar mamándole los pezones a Silvia mientras movía sus
caderas clavándose de lo lindo semejante tranca.
Entonces David agitó con brusquedad sus caderas, casi
se la saca de la vagina, pero ella muy hábil la hundió de nuevo a fondo,
tocando con su ariete la pared del coño con algo de dolor, por el grito que
largó. Al poco tiempo se corrió de maravilla de lo salida que estaría esa
tarde… le bajó tanto flujo que sentía la vagina inundada. Sacó un poquito su monstruoso
falo, tan profundo le dolía. Nos dimos cuenta que ya no estaba tan duro, en eso
vi un reguero por el muslo, la corrida era un manantial… ¡Joder! No era solo
fluido vaginal, el reguero blanquecino era su semen. Había olvidado la cantidad
de esperma que mi chico podía eyacular. ¡¡Se había corrido dentro del útero!!
Descargó bien profundo todo lo que contenían sus huevos. Silvia confesaba su
arrepentimiento de lo que había hecho, con sentimientos y sensaciones opuestas
de placer y miedo… no quería estar preñada de una persona así y menos a sus recién
cumplidos 17 años. Era una cría con mucha vida por delante para quedar preñada
tan joven. Me reclamó responsabilidades de mi hijo por haberse corrido dentro
de su coño. Vaya que se había corrido
profundamente, en todo momento solo quedaban fuera del coño, los huevos… sin
remedio, tenía todo el semen en el útero.
–
Hija, que quieres… al chico le gusta follar y
correrse en nuestros coños, más con semejantes sentones que le has dado. ¡Cómo no
querías que se corriera, te la clavaste toda! Mira te clavaste todo esto – Me
señaló con mis dedos el tramo.
Se asustó de cuanta longitud le podía enterrar ya
en su vagina…
–
Seguro que te llegó con el glande hasta los ovarios,
para llenarlos de leche.
Respira hondo algo alterada. Continuo diciéndole ya
más calmada…
–
Si no tomas anticonceptivos, vamos a comprar las
pastillas del día después y listo.
Entonces otro miedo que le surgió fue que si le
podía infectar algo. Preguntó agónica. O si la dejaba preñada…los dos
discapacitados y con ETS.
–
De eso no te preocupes, solo se ha follado mi coño,
el de tu madre y el tuyo… más bien puede que tú le puedas contagiar algún
papiloma… Además le gustas mucho, mira la cantidad de leche que te ha aventado.
Yo creo que te considera su novia.
Y así las dos nos reímos. Dejamos a David descansar
y charlamos más tranquilamente de mujer a mujer. Se notaba en el brillo de sus
ojos que le agradaba venir a casa, estar con David y follar con él… creo que
dejó de lado a su padre. Se hicieron costumbre pasar las largas tardes juntos
en su cuarto… cada vez le gustaba más follar con él, eso me confesó una vez
porque… era cariñoso, amable y protector, pero follando era un duro semental
dominador de la hembra, y eso le gusta mucho… ¡Ser dominada por un macho
brioso!
Le explicamos que controlando los días de la regla,
no se quedaría preñada y que la pastilla del día después era contraproducente
si se ingería con frecuencia, así que desistió prometiéndonos no volver a
follar a pelo…, pero eso no se cumplió tampoco ese día, mientras los pipiolos
se marchaban a la habitación de la niña. Sebastiana y yo nos quedamos un rato
charlando sobre nuestros conocidos y sus hijos, ese día más bien de las hijas
con discapacidad, que al igual que Silvia necesitaban asistencia sexual.
*********************************
Mi amiga Sebastiana y yo nos pasamos la tarde
charlando tranquilamente tomando un café, mientras nuestros hijos se desfogaban
durante horas en el cuarto del chico. Le encantaba largar sus experiencias de
vida, como si hubiera estado esperando encontrar a la persona adecuada para sus
confesiones… Y ahí estábamos las dos entre confidencias, en este caso me
contaba lo de otra familia con su hija, que también iba al Centro…
…Tuvieron dos hijos, el primero un chico
completamente normal y luego a la chica, que por esas circunstancias
impredecibles, nació con deficiencia cognitiva, con todo lo que eso implica, al
igual que hay otros muchos casos, muy comunes, en los que nacen con algún tipo
de retraso, que se suele notar más con su crecimiento, haciendo que la gente se
refiriera a ellas con alguna de esas tantas frases típicas despectivas… “le
falta un verano…”, “le falta un hervor…”. En cada lugar tienen sus expresiones
populares.
Ya hemos comentado que los chicos de este tipo, y
no menos las chicas, suelen tener una lívido más alta de lo normal, quizás
debido también a su desinhibición ante el sexo, ya que buscan satisfacerse con
la misma naturalidad que comen cuando tienen hambre o duermen cuando tienen
sueño. Seguramente en tu adolescencia, en la pandilla hubiera alguna chica, a
la que llamaban “la tonta”, pero a la que iban todos los chicos, porque sabían
que iba a dejarse tocar las tetas, el culo e incluso el coño… y si insistían un
poco más acababan follándola y dándose el gusto con ella, cuando las demás no
se dejaban. Y al final, de “tonta” no tenía nada, porque era la que más pollas
había probado de todas, incluso a veces, con varios a la vez… lo peor para ella
es que le llenaban el coño de leche de diversas procedencias, porque todos se
la querían follar a pelo.
Esto fue lo que empezaron a notar los “Salvatierra”
cuando su hija llegó a la adolescencia, y se ponía a masturbarse sin
ningún pudor, aunque fuera delante de los demás, por lo que tuvieron que ir
reconduciéndola para que esas cosas las hiciera en privado.
Sus padres, desconcertados, trataron de buscar
consejo médico o ayuda a través del centro de estimulación y formación al que
vamos. Le acabaron recomendando la ligadura de trompas para evitar posibles
embarazos debido a su alta actividad sexual y para calmar esos ardores
vaginales. Pero entre nosotros nos sugerimos mejor el DIU y que lo hagan dentro
de la familia en la intimidad, sin decirles directamente que se ofrezca ese
sexo que necesitan, solo se les insinúa, por considerar que es la mejor opción
en esos casos. De esta manera se evita abusos de extraños o de los que solo las
busquen porque sepan que se van a dejar follar fácilmente.
Lo que sucedió con estos amigos respecto a su hija,
y así me lo comentaba su madre…
–
Ya sabes que a mi hija, debido a su problema, le pusimos
el DIU, pero cuando fuimos al médico para que la revisara, imagínate cuál fue
mi sorpresa… nos dijo que ya no era virgen, que debíamos vigilarla porque
estaba teniendo relaciones sexuales de forma habitual.
–
Ya tiene
edad para tenerlas…. ¿Tiene algún amigo íntimo?
– Sí, pero casi siempre está acompañada y no sé cómo
podría pasar, porque ella no nos quiere decir nada.
–
¿Y tú marido qué dice? – le comenté yo.
– Él no dijo ni palabra, se quedó callado, pero tampoco parecía que le preocupara mucho, porque al salir del médico me comentó… Menos mal que le pusimos el DIU, así nos evitamos muchos problemas... porque a esta edad follan mucho, y estos chicos producen mucha lefa.
Ya sabes que él insistió mucho para hacérsela.
–
Qué extraño, ¿no? Perdona por lo que te voy a
decir, pero… ¿no sospechas de él?
–
¡Ay, Sebastiana! Qué lista eres…… Por eso te
lo estoy contando, porque tú tienes mucha experiencia sobre estas cosas y
quiero pedirte consejo. Claro que empecé a sospechar y empecé a observarles
hasta que un día los pillé jodiendo. Imagínate, me quedé en shock, sin saber
que decir, pero cuando empecé a hablar, o gritar, mejor dicho, le llamé de todo
a mi marido. Él intentó tranquilizarme explicándome por qué lo hacía.
–
¿Y qué te dijo?
– Que ya sabía cómo era nuestra hija, que está todo
el día tocándose y que él empezó a “calmarla” para que tuviera un
comportamiento más normal.
–
Cuando te decía “calmarla”, supongo que se refería
a masturbarla él y acabaría dándole la polla también.
–
Claro, y ella tan contenta. Pero ahora no sé qué
hacer, porque te voy a ser franca, desde que empezó a follarla, está mucho más
calmada en casa y se la ve más feliz, centrada y cariñosa conmigo. Sabe que me
esfuerzo compartiendo a su padre
–
Normal mujer, a todas nos pasaría eso. ¿Es que
tú marido te ha dejado de lado por culpa de ella?
–
Bueno, ya no me folla tanto como antes, pero yo
entiendo que disfrute más con una chica joven como ella. Además mi hija tiene
un cuerpo de los que gusta a los hombres, con muchas tetas y un buen culo. Yo
creo que debe llevar sobándola hace tiempo ya, por eso ella estaba tan excitada
siempre.
–
Está claro. Además, me dijiste que tu marido tenía
una buena polla, así que la cría debe estar disfrutándola mucho también.
–
Sí que lo es… tiene un buen pollón, ahora ella
siempre está buscándole, poniéndose encima.
–
Entiendo que debe ser duro para ti ver como tu
marido se folla a la nena, porque a la vez tienes esa mezcla de
sentimientos, de verla feliz a ella, pero de quedarte con ganas de polla tú
también.
–
Ya no tienen pudor… follan en cualquier lugar. Cuando
mi marido se la saca, ella pone cara felicidad y de vicio que me llena de
morbo… a veces me quedo viendo como se lo hace y acabo excitándome hasta
masturbarme yo también.
–
Pues únete a ellos, mujer, así disfrutáis todos
más.
–
A veces lo pienso, pero es que es algo que nunca se
me pasó por la cabeza que pudiera pasar… y no soy tan atrevida. Temo que mi
esposo nos compare tan directamente, y no quiero competir con mi hija, lo mismo
pierdo y lo pierdo todo.
–
Mi consejo es que lo hagas, porque antes de que te
des cuenta, te vas a ver tu sola en la cama y tu marido durmiendo con la cría.
Cuando nos hacemos mayores, los hombres siempre prefieren a una jovencita de
coño ajustado, a un chocho colgón.
–
Sí, lo sé, pero estoy contenta de todas formas. Así
tengo a mi marido controlado sin las tentaciones de andar con otras, a la par
que a mi hija satisfecha y vigilada en casa también, y no andando con unos y
con otros, aprovechándose de ella.
–
Así matas dos pájaros de un tiro, ja, ja. Ya viste
la noticia que salió el otro día, de una que era como nuestras hijas… pero ésta
era mayor ya, que se andaba acostando con un menor vecino de ella, y encima la
madre del chaval la denuncia a la pobre retrasada por abuso, por ser menor,
cuando seguramente sería al revés, pero vamos, que al final se quedaron los dos
sin sus polvos y amargados.
–
Por eso te digo. Es lo mejor que podía pasar. Yo
esto solamente lo he comentado contigo porque compartimos vivencias. No
quiero que la gente empiece a criticarnos ¡Lo que hagamos en casa, no le
importa a nadie!
–
Haces bien. Mira, el otro día estuve con Cristina,
la madre de la cría esta que tuvo un accidente y se quedó en una silla de
ruedas.
–
Ah, sí, pobre, tan jovencita y ya en esas
condiciones para toda la vida.
–
Una desgracia, sí, pero va creciendo y va teniendo
las mismas necesidades y deseos que las demás de su edad… la nena ya va cumplir
los 20 años.
–
Claro, eso no se pierde, y ahora ¿qué chico va a
querer estar con ella?
–
Ahí está el problema. Su madre me dijo el otro día
que solía ponerse a ver vídeos porno en el ordenador y a masturbarse ella sola…
por supuesto la madre no la dice nada, pero la da mucha pena verla.
–
Es que además es muy guapa y a la edad que tuvo el
accidente con 13 años, yo creo que no habría probado ni una polla
todavía, ni siquiera visto tal vez.
–
No sé si en casa vería a su padre alguna vez, pero
así en plan de estar empalmado y eso, no creo, ni mucho menos tocarla. Pero
fíjate lo que le pidió Cristina a su marido, hasta ese punto tenemos que llegar
las madres por nuestras hijas.
–
Madre mía, no será lo que estoy imaginando….
–
Efectivamente, eso mismo. Le pidió a su marido que
viese los videos con su hija y le dejase tocarle la polla mientras los veían
juntos, para que se hiciera una idea lo que era el sexo masculino en realidad.
–
Y su marido encantado….
–
No te creas, que al principio no quería, la decía a
su mujer que estaba loca, que como iba a hacer eso. Ya sabes que son bastantes
conservadores en esa familia… tienen otra mentalidad. Pero explicándoselo bien
yo creo que lo entendió.
–
Ya, cuando
la vida te pone en esa situación, tienes que echar fuera todos los prejuicios y
hacer lo que sea por tus hijos, por su bienestar físico y anímico.
–
Así fue, claro. Se las arreglaron para que su hija
no se asustara al ver a su padre ofrecerle ver los vídeos juntos y de paso la
polla. Esperaron que ella estuviera bien caliente viendo los vídeos y después
del primer susto, no dudo en agarrar la polla de su padre y empezar a hacer su
primera paja a alguien real.
–
Debió de ser un momento muy emocionante para
ellos….
–
Imagínate. Cristina me decía que el corazón le iba
a mil, cuando veía a su hija con la polla de su marido en la mano y que no
conforme con eso, se la metió en la boca y empezó a hacerle una mamada… por lo
visto no se la hacía nada mal.
–
Buff, es tremendo eso es el instinto que cada
hembra llevamos dentro, aleccionada por el porno. Es lo que me pasa a mí cuando
veo a mi hija con su padre. Pero no me digas que al final Cristina también te
dijo que está follándola ya.
–
Sí, era normal. Después de empezar a hacer eso, lo
normal es acabar en la cama, ja, ja. En otra ocasión no esperaron mucho más, y
su padre la cargó encima para la cama se la llevó. Aunque está limitada de
movimientos, abrirle las piernas y metérsela, eso sí puede… ahí tenemos ventaja
las mujeres, mientras podamos aguantar los empujones de cadera del semental,
este puede abrirnos bien el coño.
–
Bueno, al menos ya sabe lo que es estar con un
hombre… sentirlo dentro de su vagina.
–
Sí, en eso, al menos, la están haciendo feliz. Su
madre decía que de los gritos que daba de tanto gusto que recibía, tenía miedo
de que la oyeran los vecinos.
–
Es que muchas en esa situación, se quedan con las
ganas toda la vida y acaban amargadas. Lo mejor es ser natural y hacer lo que
el cuerpo te pide… gritar, metértela a fondo, agarrarlo por todos lados y
dejarse llenar de amor.
– Lorenza, mi vecina, lleva años impedida también por
la artrosis, va todas la semanas a un masajista para que la estimule los
músculos y las articulaciones para no se le atrofien. Me dijo que cuando
empieza a masajearla se pone muy cachonda y que al notarlo el fisioterapeuta,
le mete los dedos en el coño y se lo masajea hasta hacerla correrse y que sale de
allí como nueva.
–
Eso creo que debe ser bastante frecuente y no solo
entre las artríticas, ja, ja.
– Ya lo creo, cuando tienes a un chico tan guapo sabiendo tocarte, ya te dejas tocar por todos los lados… te quitas la toalla para que vea lo mojada que estás, y le comes toda la polla….
– ¡Qué descaro!
– Pues sí, esto fue lo que hizo mi vecina, un día le echó mano a la polla
y el chico se la ofreció para que se la comiera. Imagínate, con sus años y
chupándole la verga dura a un chico guapo y jovencito, pero no acabó ahí la
cosa, porque le ofreció propina para que se la follara allí mismo, en la sesión
de estimulación semanal. Desde hace unos meses le hace el servicio completo en
la consulta privada… a sus 52 años con la menopausia encima, no hay problema de preñarla y el tipo se corre a gusto adentro, y ella sale tan feliz que no se la quita la sonrisa
de la cara en todo lo que resta de semana.
–
No me extraña. Eso a todas nos hace felices. Por
eso, no podemos negárselo a nuestras hijas, sobre todo si están en estas
condiciones, que bastante desgracia tienen ya las pobres, como para encima no
poder darse un gusto si las apetece.
–
Pero esto no se lo puedes decir a todo el mundo.
Hay madres muy cerradas que no lo aceptan y cuando las comentas algo, lo máximo
que te dicen es que si sus hijas lo necesitaran, le comprarían un vibrador y ya
está, pero que la polla de su marido ni locas se la ceden a la pobrecita, que
es suya y no la comparten…. Joder como si se les fuera a desgastar ¡Con lo
encantados que están los machos de follarlas!
–
Si supieran ellas donde la mete su marido, se
llevarían muchas sorpresas, ja, ja.
–
Yo creo que prefieren no saberlo. Ya sabes cómo es
la gente. Un semental con dos coños a los que satisfacer no se te va del redil
hogareño en la vida… ja, ja.
–
Mientras hablábamos se acercó el marido de mi amiga
a buscarla.
–
Vosotras os ponéis a hablar y no hay manera de que
acabéis.
–
Perdona por hacerte esperar, es que estábamos
hablando de las chicas discapacitadas cuando llegan a esa edad en la que
necesitan el sexo, como todas las demás, y las pobres no tienen muchas
posibilidades.
–
Ah, ya, bueno… es una pena, porque son un encanto
de verdad y los chicos no la valoran en su justa medida, solo ven lo externo y
las limitaciones visibles…
–
Le estaba comentando lo nuestro con la niña… – Su
esposo se quedó un poco cortado sin saber cómo reaccionar – Sí, se lo tuve que
contar, claro, somos amigas y ella tiene una niña como la nuestra… y además
piensa como nosotros.
–
Pues ahora no sé qué pensará tu amiga de mí.
Comentó preocupado su marido, aunque le tranquilicé
prestándome abiertamente….
–
No te preocupes. Yo lo entiendo todo… Pienso de
estas cosas igual.
–
Una situación así en casa es complicada y desde
fuera no se entiende porque a ellos no les pasa, ni viven el día a día de estas
criaturas. – Dijo ella.
–
Sí, está claro, cada uno busca lo mejor para sus
hijos, aunque los demás no lo vean bien. – Siguió comentando el marido,
dirigiéndose a las dos.
–
Mira, hay mucha hipocresía, porque ¿te acuerdas de
aquella vez que fuimos a la playa con tu amiga Amparo y su hija? – Le preguntó
a su mujer – Desde muy niñas han estado juntas al tener síntomas similares –
Dijo dirigiéndose a mí – Pues resulta que la nena es así un poco gordita y como
era al principio del verano, a su madre no la había dado tiempo a comprarle
bikinis nuevos, y el que llevaba del año anterior la quedaba pequeño. O sea,
que a cada momento se le estaban saliendo las tetas fuera y la braguita parecía
más un tanga que se le metía entre el culo.
–
Sí, menuda situación. A la cría por su carácter, no le importaba, pero su madre pasó un buen apuro, porque veíamos a todos
los hombres mirarla, estando atentos a cuando se le salían las tetas fuera.
–
Ja, ja, ja, ya ves, todos con la polla dura
mirándola, incluido yo, que lo reconozco ¡eh!, porque estaba tremenda la
ternerita…
–
¡Cómo sois los hombres! Lo peor fue cuando fueron a
bañarse, porque yo creía que iban a dejarlas tranquilas… a la nuestra la
miraban, pero cuando estaban en el agua nos dimos cuenta de todos los chicos
que tenían alrededor. Se pusieron a jugar a la pelota con ellas... Cómo os
podéis imaginar, ya en el agua, la hija de Amparo, ni bikini ni nada. Los
que estaban con ella la abrazaban y entre todos estuvieron sobándola bien, y la nena se dejaba, sabía de qué iba la cosa porque ya es mayorcita.
Bueno, a nuestra hija también, la verdad.
Le pregunté a su marido un poco desconcertada…
–
¿Y tú no
hiciste nada, dejaste que lo hicieran… y que la tocasen descaradamente?
–
No hice nada, porque veía como ellas estaban
disfrutando y pasándoselo bien, como unas chicas cualquiera y a mí, la verdad…
un poco de morbo me daba verlo, pero no era cuestión de fastidiarles la
diversión a las niñas que se lo pasaban bien.... ya son mayores de edad ¡No seas carcamal!
Añadiendo su mujer, algo enfadada…
–
Menudo padre. ¿Tú has visto? ¡Es que todos los
hombres son iguales…! Ellos pueden follar a cualquiera y las chicas no nos podemos divertir.
–
Bueno, mujer. Es muy generoso con vuestra hija. Él
estaba atento a que no se sobrepasaran en nada y si vuestra amiga se divertía
¡Qué malo pude haber en eso!
–
No, no decían nada. Además, nuestra amiga también
tiene lo suyo en casa con el marido… a la cría la encanta provocar y en la
playa estaba feliz acaparando las miradas. ¡Creo que si allí mismo se la
hubieran follado, por ella encantada!
–
Ya me imagino, es lo que estábamos hablando antes.
Sebastiana, la cosa no se queda ahí en estos casos…,
supe de otra que acude al centro con su hija de retraso severo, algo que no les
impide tener la libido por las nubes. Se llama Aurora y está separada, por lo
que ella no podía recurrir a su marido o algún hermano de la chica para calmar
esas necesidades sexuales de una forma discreta y en una ocasión que la visité,
me encontré como lo había solucionado…
–
Hola Aurora, ¿no está tu hija en casa?
–
Sí, está en su habitación con su asistente sexual.
– ¿Cómo? No entiendo. ¿Eso del asistente sexual es lo
que me imagino?
–
Sí, es un chico que contratamos para que tenga sexo
con ella. En una de las reuniones de la Asociación, nos hablaron de ello, como
una solución a los casos como el mío, en el que no tengo hombres en casa o el
esos padres, que por pudor o por cuestiones morales, no quieren tener sexo con
sus hijas ni pueden ayudarlas en ese sentido.
–
Claro, entiendo. Así que son una especie de
“prostitutos”, ¿no?
– Puedes llamarlos así, pero son hombres con una
preparación especial para tratar con mujeres que están en la situación de mi
hija, con una gran necesidad sexual por su edad, con muchas ganas de saber cómo
es una polla, disfrutar de ellas y saber cómo se siente al ser penetradas.
–
Eso ya te lo había comentado yo hace tiempo, cuando
veía a tu hija tocarse el coño a cada momento, que tenías que hacer algo para
calmarla.
–
Sí, ya sabía que necesitaba una polla que la diera
gusto, pero comprende mi situación. ¿Cómo iba a decirle a cualquiera que
viniera a casa a follarse a mi hija? Tenía que ser alguien de mucha confianza y
los amigos que traigo a veces a casa, tampoco se lo iba a decir. Imagínate lo
que pensarían y en qué situación me quedaría yo, diciéndoles después de
follarme a mí, que fueran a la habitación de mi hija para follársela a ella
también.
–
Lo comprendo, es una situación muy difícil, pero al
menos has podido solucionarlo de esta forma con este chico. ¿Y qué te dice tu
hija? ¿La hace disfrutar?
–
Imagínate, está como loca, no hace falta que me
diga nada, porque los gritos y gemidos que oigo ya me lo dicen todo… está más
centrada en los estudios y en las tareas de casa, sabiendo que tiene el polvo
asegurado el viernes.
Mientras hablábamos, un chico joven de buen ver salió
de la habitación… mi amiga le dio un billete de 50 €, preguntándole…
–
¿Qué tal ha ido todo?
–
Genial, ya vamos compenetrándonos mejor y su hija
está mucho más suelta, por lo que disfruta más de todo.
–
La verdad es que desde que vienes a casa, ella está
mucho más alegre, relajada y con mejor humor.
– Es normal. Su hija, a pesar de su situación, es
una mujer y necesita lo de todas.
–
Cuando el chico se fue, le comenté a mi amiga…
– ¡Caray! Qué bueno está el chaval. No me extraña que
tu hija esté encantada con él. Podías aprovechar tú también y que te hiciera un
trabajito, ja, ja.
– Ya quisiera, pero es un poco carillo para la mujeres normales, cuando vienen por mediación de la asociación nos hacen precio, aun así, sólo podemos permitírnoslo una vez a la semana. Y lo primero es mi hija. Yo ya tengo
algún amigo para eso, que me lo hacen gratis, ja, ja.
–
¿Y los has visto alguna vez en acción, como lo
hacen?
–
Solo la primera vez, para ver cómo reaccionaba mi
hija y al ver si se lo pasaba bien, y su opinión después era favorable,
continuamos.
–
Entonces habrás visto si el chaval tiene buena
polla.
–
Sí, claro. De maravilla. Me humedecí toda viendo cómo se la chupaba mi hija y como se la metía por el coño. Pero ya no pude
verlos más, porque me dijo que era mejor que tuvieran su intimidad para que mi
hija estuviera más relajada.
– Qué pena, ja, ja, porque de buena gana te hubieras
sumado tú, ¿no?
–
No me hubiera aguantado las ganas, pero estos son
muy profesionales, ya nos lo dijeron en la Asociación, que no quieren crear
lazos afectivos.
*********************************
Bueno esa tarde hablamos un montón destripando a
todas las familias de la Asociación que tienen factores comunes con nosotras…
tiene un discapacitado en casa, es adolescente y posee unas ganas irrefrenables
de saciar su sexualidad. Debido a estos motivos, Silvia y mi hijo congeniaban
mejor con sexo gratis a granel. De vez en cuando se quedaban a dormir en casa
de uno u otro por las noches, fue a partir de ponerle el DIU a la chica. En mi
caso la excusa cómplice de cara a mi esposo, era que David y Silvia eran novios
y les venía muy bien socializar normalizando la relación. En realidad, a media
noche se escapaban de sus cuartos para colarse en el cuarto del otro con
intención de follar un rato, en casa de Sebastiana, directamente compartían la
misma cama. Le gustaba mucho que se la metiera como si fuese su novia… o tal
vez lo eran sin saberlo.
Nunca me follé a David en presencia de la niña, ni
le confesé que lo hacía, aludiendo que no deseaba romper su relación, sin
embargo ella sabía que me follaba a mi hijo muchas veces. Queriendo
experimentar con todo, en un par de ocasiones intentaron meterla por el culo, y
evitar tanta lefa colmando el coño, pero ahí si no se la aguantó mucho tiempo…
su culito no se abrió lo suficiente como hubieran deseado, solo le clavaba la
cabezota y poquito más. Llego el punto que follaba más con su nuevo novio, que
cuando lo hacía con su padre… por tamaño, ímpetu y tal vez novedad. Compartían
mucho tiempo al salir del instituto, iban solos al centro de enseñanza especial
y se movíamos por la ciudad cada vez más independientes. Esa nueva situación les
gustaba y nos gustaba a los progenitores.
Sin embargo, o el DIU no debió de hacer muy bien su
función por estar mal puesto, o la ingente cantidad de leche de David desbordó
el dispositivo… también cabe que se lo pusieron demasiado tarde. Creemos que en
la primera semana, aun follando con su padre, la preñó unos los dos sementales,
mi hijo es quien más adentro le llega y más esperma deja ahí, dado que su padre
no me llega tan profundo. Además David le inseminaba el útero en todas las
folladas. A las madres no nos cabe duda que fue mi hijo quien la dejó preñada. Ella
también lo sabe…
–
Mi novio silencioso sin duda me preñó… ¡Estoy
segura fue él! Pero quiero que mi padre se haga cargo… – Dijo Silvia – David no
me puede mantener.
Sebastiana, Silvia y el padre lo hablaron, quedando
todo entre ellos… le cargaron el bebé a su padre, que en cierta forma lo habían
convertido en un cornudo. Aun estando preñada continuaba siendo follada por
ambos. Con David un poco más por el culo, temiendo que con lo larga y el poco
control que tiene en su estado orgásmico pudiera lastimarle el útero. A las 22
semanas de embarazo se marchó a vivir con su padre a otra ciudad, Sebastiana se
tuvo que tragar la situación de estar divorciada con el padre de su nieto. Por
descontado, que no le dijimos nada a David sobre la preñez de Silvia, solo que
un día desaparecieron de la ciudad. Por cómo se despidieron, creo que de alguna
forma se enamoraron a su manera… tuvo unas semanas de desasosiego que yo
calmaba con más sexo del habitual y por suerte se olvidó de ella con cierta
premura.
*****************************
Desde que todo empezó, el progreso de mi hijo en el
ámbito social ha sido bestial. Está realizando prácticas de programación de
sistemas robóticos en la empresa “Fanuc Robotics Iberica”. David se estaba
preparando esa mañana, cuando tuve que volver a casa, porque se me había
olvidado una carpeta con contratos de la inmobiliaria que tenía que presentar
ese mediodía. Mi chico se andaba sin complejos conmigo, muy abierto para
charlar e incluso últimamente hemos ido a fiestas y presumiendo frente a mis
amigas, no me da pena decirlo pero es así, me sentía orgullosa de cómo se
manejaba con soltura dentro de mi grupo de amigos aun cuando le doblábamos en
edad.
Apenas llegue a su casa, estacioné en la entrada
del garaje. Con facilidad encontré las carpetas por las que había ido y las
dejé separadas en la mesa del recibidor, mi curiosidad me venció y decidí ir a
ver hasta el cuarto de mi hijo, para ver si seguía allí, subí las escaleras y
escuche el ruido de la ducha por lo que supuse que estaría dándose un baño para
irse al trabajo. Con un ligero toque la puerta del baño se abrió y me lo
encontré envuelto con la toalla y con el torso marcado justo frente a mí. Al
parecer mi presencia lo sorprendió pero de inmediato sonrió y me saludo con un
beso en la boca. Seguía aturdida por la sensación que recorrió mi cuerpo al
verlo tan hermoso.
Le explique a lo que había ido vuelto a casa, le
dije que lo esperaría en la cocina en el piso inferior a lo que respondió si no
prefería acompañarlo a su habitación para charlar mientras se cambiaba. Dudé un
poco pero acepté, entramos a su cuarto y me senté en la cama. Fue en ese
momento en que la idea de echarle un polvo mañanero, de repente preguntó… "qué camisa creía que quedase
mejor con el jean claro"
–
La de la derecha, – conteste rápidamente.
– Mejor te pones los calzoncillos antes, si no te vas
a ventilar demasiado ahí abajo, si no llevas nada puesto
Me arrepentí al instante de haber hecho ese
comentario pero era demasiado tarde.
–
Tú tampoco llevas bragas hoy mamá… – Respondió
–
¿Cómo sabes que no llevo bragas…?
Me desafió parándose a treinta centímetros de mí
con las manos en su cintura. Casi como un acto reflejo estiré mi brazo y le quité
la toalla, mi hijo seguía sin amedrentarse exhibiéndose delante de su madre, que
a esta altura estaba embelesada por la vista del joven sexo, que ya tenía un
tamaño considerable pero que todavía no estaba en su esplendo. Fue un
movimiento lento acercando mi mano hacia su verga que al instante de tocarla
una corriente de electricidad cruzó mi cuerpo desde la nuca hasta los pies, era
suave, comencé a subir y bajar mi mano por su glande tirando del prepucio, y sintiendo
como crecía por mis caricias, convirtiéndose en una estaca venosa y dura.
No me atrevía a levantar la mirada por temor a
romper el nexo que había entre los dos, acerque mi boca a su verga, percibí su
aroma y lentamente empecé a lamerlo y chuparlo al tiempo que con mi otra mano le
acariciaba sus gordos y rotundos par de huevos. Cuando por fin pude alzar mi
vista, vi como David suspiraba con los ojos cerrados y gozaba con el trabajo de
mis manos sobre su verga. Desabroche mi blusa, el me miró con deseo, me sacó el
sujetador y empezó a acariciarme las tetas… las besaba, los recorría con su
lengua y jugaba con mis pezones que a esta altura estaba erectos a mil y con
cada lengüetazo parecía desmayarme, no podía soportar la calentura que tenía.
Mi hijo había tenido en estos dos años una gran
aprendizaje…, bajó sus manos mientras seguía chupándomelos pezones, les daba
mordiscos y me hacía gemir de placer, sus manos buscaron mi culo, me bajo el
cierre de la falda y empezó a tocarme y apretarme las nalgas. Empezó a agacharse
sin dejar de besarme las tetas, el vientre, sentí desfallecer de placer,
necesitaba ser penetrada por ese hombre, ya no me importaba que fuera mi propio
hijo, hacía tiempo que solo era mi hombre… ¡Deseaba ser poseída por el!
Llegó a mi entrepierna y después de oler mi tanga
me la saco con furia, me empujo con firmeza y caí sentada en la cama, y sentí
que su lengua empezaba a recorrer toda mi vulva. Con sus dedos jugaba con mi
clítoris, lo acariciaba, lo lamía y me volvía loca de gozo, mis gemidos
llenaban la habitación
–
Asiii, así, ahhhhggggggg, sigueamorrrrr!!!!
No podía controlar mis movimientos de tanto placer
que mi hijo me estaba proporcionando. Su lengua recorría como las agujas del
reloj los labios internos, le pepita y con le lengua tiesa me follaba el coño…
tal como le enseñé hacía años. Orgullosa de mi primogénito por lo que se estaba
convirtiendo
–
Sigue nene, sigue comiéndole el coño a mamá ¡Joder
nene…voy a correrme, YA!
Grité y en un espasmo de placer anunció que mi
orgasmo había llegado. Mis jugos brotaban de mi raja caliente e hinchada… él seguía
lamiendo mis labios vaginales, mi clítoris, mis jugos se lo estaba bebiendo
todos. Con solo 19 años era un chico muy vicioso y pervertido. Luego se incorporó
y me miro a los ojos.
–
¡¡Te quiero mamá, te deseo más que deseé a Silvia!!
– Exclamó para mi sorpresa.
Me terminó de enamorar con esa frase a lo que no pude
más que contestar…
–
A tu madre siempre la tendrás…. ¡MAMÁ DESEA SER
TUYA!
Agarró su verga que seguía durísima, tomó mis
piernas y me las hizo soportar con mis brazos… no podía esperar a ser penetrada
por ese macho que me tenía a su merced. Vi como su glande se acercaba
lentamente a mi coñito, y al sentir la punta en mi entrada un suspiro de placer
escapo de su boca. Empujó lentamente toda su verga dentro de mí, en tanto me
sentía llena ¡Por Dios que grande y gruesa la tiene mi hijo! Empezó con el
bombeo lentamente y luego más rápido, quedé prendada de lo bien que había
aprendido a follar... Mi chico ya solo tenía ventajas para mí, en la misma
medida que aumentaban mis celos de perderlo definitivamente.
– ¡Aahhh Por Dios, parte a tu madre en dos por el
coño!¡¡¡Dale nene, sigue, sigue por favor, damelotodooooo!!! Ahhhhgggggggg,
ahhhgggg, que gusto me das cariño ¡Dame más fuerte! – Le gritaba y suplicaba en
medio de tanto gozo.
Poseído bombeaba con furia, mis gritos y gemidos lo
pusieron a mil y no paraba de clavarme la gruesa estaca con fuerza hasta las
mismas pelotas, tanto deseaba que llegase a mi útero, que le elevaba la cadera
ante cada embestida. El sonido de sus huevos chocando contra mi coño me
desesperaba, sus manos estaban sobre mis tetas masajeándolas con rudeza, jugando
con mis pezones, tirando de ellos, mientras seguía dándome placer con su verga.
Mis piernas en altura rodeaban su cintura, y con los brazos lo aprisionaba
contra mí para poder sentir su monstruoso falo lo más dentro posible de mí coño
hambriento. Me encontraba en un estado de celo poco habitual, con las hormonas
descontroladas…. Sin pensarlo le pedí que parara para recuperar un poco fuerzas
y para poder dame vuelta en busca de otra posición, me hizo caso y rápidamente
me puse a cuatro patas encima de su cama, justo con las rodillas en el filo y
él parado en el lateral. No tardó en volver a ensartarme y nuevamente empezar
con el bombeo dentro de mi coño caliente y bien lubricado, que recibía gustosa
su verga.
Me tomo por la cadera y me hacía llevar su ritmo
frenético de embestidas, parecía que me iba a desmayar de tanto gozo por la
tensión sexual… la idea de que mi propio hijo llegase a preñarme,
convirtiéndome en la primera mujer preñada por él, según su conocimiento, añadido
de cómo estaba siendo poseída por completo por ese hombre, me hacía sentir más
placer. La fricción dentro de mi vagina era de otro planeta y mis jugos
lubricaban el vaivén de su tranca venosa. Lo que mi mente barruntaba se me
escapó por la boca…
–
Sí mi amor…. Préñame, vamos hijo preña a tu MADRE
¡Hazme tu mujer! No sabes cuánto me gusta ser follada así, nene… ¡Dame más,
sigue, sigue dándome fuerte!
No podía describir mis sensaciones y le pedía como
loca que me siguiera follándome. Me agarró del cabello y tiro hacia su pecho,
me besé el cuello y los labios, y yo con mi mano apretando de su culo, seguía
empujando para que me clavara a fondo. Volvió a tomarme de la cadera y aumento
su ritmo mientras seguía notándole, y oyendo cómo le gustaba follarme, sentí
venir mi segundo orgasmo al tiempo que arqueaba mi espalda y su verga me
penetraba sin cesar, decidí, que era el momento de tomar el control de la
situación y me incorporé sobre la cama… sacándomela sin más, me di la vuelta.
Quedé de frente a él, lo besé en los labios
metiendo la lengua hasta el paladar… tras comerle la boca, continué por su
pecho, el olor de su piel me volvía loca y sentir su ariete apoyado sobre mi
vientre invitándole a seguir, me hizo percibir hasta donde llegaba al meterla
entera… rozaba me ombligo. Lo recosté en la cama con un empujó, y me puse
encima de él.
– ¡Ahora vas a ser tú, quien va a pedir que siga! –
Le dije sonriendo.
Metí muy despacio la punta de su verga en mi conejito,
sentía como me llenaban sus 20 cm de recia verga, y luego me senté de golpe
sobre él, la sensación de placer que sentí en ese momento me hizo lanzar un
gemido de lujuria, empecé a cabalgar a mi hijo como si fuera el último hombre
de mi vida… el último polvo que tendría, mis tetas se bamboleaban mientras montaba
a ese hombre que jugaba con mis pezones gozando de mis vaivenes succionándole
la verga con mi coño lubricado. Ver su cara de gozo me hizo calentarme aún más
y esforzarme al máximo en hacerle sentir lo que él me hizo vivir tan solo unos
momentos antes. Aumente el sube y baja, me movía en círculos, hacia adelante y
atrás hasta que me aviso hincando con violencia su rejón con golpes de martillo
provenientes de sus par de bolas rellenas de leche.
– ¡¡Mamá… voy a acabar! No pares puta sigue, dale
más… ¡Por favor, sigue así!
Bajé mi ritmo para poder terminar juntos, pero él
no llegó a aguantar el minuto que hubiera hecho falta a mí… clavo su pollón a
fondo, igual que un gallo de pelea clava el espolón para remar a su
contrincante y percibí un potente chorro de lefa salir directo a mi útero.
Deslicé una mano hacia atrás y le amarré los huevones, mientras notaba salir su
leche de sus cojones… un chorro más y otro. Mi coño se inundaba, y yo lo
restregaba contra su pubis estimulándome el clítoris…. Cuando David soltaba su
enésimo aldabonazo de esperma en mi vagina, convulsioné electrizándome todo el
cuerpo.
Me corría como una zorra empalada con el gran
mástil de mi hijo en las profundidades de mi conejo hambriento. Cuando mi amor terminó
dentro de mí, le supliqué que me dejara acabar mi corrida… yo seguí un poco más
mientras él ya había terminado y así acabé con mi tercer orgasmo que fue el último
impulso de loco placer. Embadurnados de semen y fluidos vaginales, me recosté
sobre su pecho y lo besé suavemente en los labios, el me acaricio el cabello,
inspiré su aroma a macho embriagándome…
–
Gracias mamá, me hiciste el amor como nadie antes.
Le sonreí y le conteste que yo también había gozado
como nunca, me di cuenta después de estar un rato acostada en su pecho que tenía
que volver al trabajo y que él no se podía retrasar en suyo. Nos levantamos,
nos dimos una ducha rápida acariciándonos como novios, nos vestimos en tiempo
récord, recogí las carpetas del recibidor, todo en menos de diez minutos y
salimos de casa con una felicidad enorme. Lo acerqué a la parada del bus, y nos
despedimos con un beso apasionado tremendamente prolongado, lo que auguraba que
el próximo encuentro sería explosivo. Sentía mi coño algo dolorido por tanto
sexo con un cipote de tan vastas dimensiones y un semental tan impetuoso. Sin
embargo aquella vez, sin ser la primera, la percibía tan diferente a las demás,
que me sentía extraña con un revoltijo en mi estómago que antes no había notado
después de follar con mi Hijo, era como si dentro de mi vientre se macerara la
promesa de una vida nueva floreciendo, a modo de recompensa de tantos años
luchando por sacar adelante a una persona tan especial, e integrarla en esta
sociedad tan competitiva.
Me sentía orgullosa y feliz de la relación
incestuosa con mi Hijo, en primer lugar porque somos las madres o familiares
cercanos los que deben ayudan a satisfacer esas necesidades que todo el mundo
tiene, independientemente de sus circunstancias, para nada las considero
discapacitadas si atendemos a que David desprende amor y cariño a raudales y
folla como un semental, y por mi experiencia no se encuentran hombres de este
estilo fácilmente. Y en segundo lugar, como bien me dijo una amiga, las
necesidades fisiológicas son un tema independiente del género y condición,
afecta a las personas, sean hombres o mujeres y todos ellos tienen derecho a
tener una satisfacción sexual plena, que ante la dificultad de conseguir por
medios normales, la familia debe prestarse a suplir esas carencias de sus hijos,
venciendo todos los prejuicios y tabús que nos paralizan y que finalmente nos
hacen infelices.
Todos los que sois padres y madres sabéis que
cuando desgraciadamente, algunos de nuestros hijos no sale “normal”, como los
demás, es algo muy duro de asumir, aunque se les quiere como a cualquier hijo,
o incluso más, por sus especiales circunstancias que lo hacen más
vulnerable ante el mundo, y nos volcamos en ellos para que su vida sea lo más
digna e independiente posible, siendo especialmente más delicado, cuando se trata
de hijas en vez de hijos, porque dependiendo del grado de su discapacidad, la
vulnerabilidad de las niñas será mayor que la de los chicos, por el mayor
riesgo de abusos que pueden darse y la indeseable circunstancia de que quedar
preñada. Por suerte yo tengo un hijo, su discapacidad se ha mermado
considerablemente desde que tiene sexo habitual con diferentes mujeres…
probablemente a sus 20 años haya probado más coños que algunos de su edad…, lo
que sin duda ha tenido es más folladas que la gran mayoría de los hombres que
pululan por este planeta Tierra y esa satisfacción se refleja en cada uno de
los acontecimientos que vive mi hijo David.
Esta mañana he recibido la llamada de mi amiga
Sebastiana, acabamos de ser abuelas de un niño… Silvia está muy feliz y los dos
están sanos y salvos. Yo estoy en el trabajo, me siento un poco incómoda desde
hace unos días, aunque durante los primeros es complicado conocer si se estás preñada
o no, porque aún no ha implantado el óvulo en el útero, a partir de los 10 o 15 días puedes empezar a
notar algunos cambios en tu cuerpo que te pueden hacer sospechar que estás
engendrando, incluso sin hacerte un test, que es lo más efectivo, y yo
notaba un ritmo cardíaco superior al que tienes normalmente, con un aumento de
temperatura… en un principio lo achacaba a que estuviera resfriada. Sin embargo
notaba una gran sensibilidad en mis pezones, habiéndose tornado más oscuras y
la frecuencia de ir a mear comienza a ser mayor de lo habitual. Con náusea
ligeras a primera hora de la mañana.... Todos estos síntomas no eran muy
normales, a no ser que estuviese PREÑADA. Pedí cita esa tarde en el ginecólogo…
–
Para que lo puedas entender, esto es así porque
realmente el óvulo cuando es fecundado por el espermatozoide, comienza su
descenso por las trompas de Falopio hacia el útero para comenzar a
desarrollarse en él durante los siguientes meses. Lo único que pasa en ese momento en tu cuerpo, es que aumenta el nivel de
hormonas y sangre para preparar la nueva vida que va a llevar en tu interior.
–
¡Pero esta semana he sangrado… no puedo estar
preñada!
–
Cuando el óvulo se haya implantado ya en el útero
puedes tener lo que se conoce como hemorragia de implantación, que es un
pequeño sangrado. Este es uno de
los primeros síntomas de embarazo que puedes llegar a tener. – Dijo el
doctor.
Una vez que confirmada la
prueba de embarazo, programé las citas con el ginecólogo para el seguimiento del
proceso. Salí del ginecólogo. Mi cabeza estaba llena de sentimientos
encontrados… “Todo esto se debe a las hormonas que parecen que no paran dentro
de mi” me decía una y otra vez. Confirmado que estaba preñada, solo cabía
saber quién era el semental que había plantado su semilla en mi vientre. Sin duda las probabilidades estaban a favor
de mi hijo frente a su padre… más frecuencia de inseminaciones y mayor cantidad
de esperma suministrado por eyaculación, pero eso quedaba relegado a un segundo
plano porque lo importante era que estaba bien preñada, independientemente que
fuese de uno u otro de los dos hombres que más me amaban.
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