Me había cambiado a una vivienda dentro
del pueblo, necesitaba la civilización por unos meses, y fue cuando se me
ocurrió tener un chat para mostrar mis lindezas, ganaba un dinero extra y me
deshacía de mis calentones con gente desconocida. Hasta que un día me crucé con
mi vecino cuando paseaba a mi perro, un viejo bastante grosero que nunca me
saludaba, me miró de arriba abajo sin darme los buenos días. Yo contesté con
una sonrisa agradable a su antipatía, me considero muy educada con la gente y
siempre quiero causar una buena impresión. Quién sabría que detrás de mi carita
de niña buena, había escondida una auténtica guarra, ¿verdad? Miré su
entrepierna en un flash, y cotejé un enorme bulto sin tenerla dura, se notaba
que ese viejo calzaba muy bien a la izquierda… la verga le llegaba hasta el
muslo dentro del holgado pantalón de franela, sujeto por tirantes.
Esa noche me folló mi perro delante
de la cámara, me acerqué al él y empecé a acariciarlo por todo el cuerpo, luego
pasé a tocarle la verga lentamente sobre su capucha de pelo, hasta que se puso
duro, me bajé las bragas e hice que me lamiera la vagina por un momento, que
delicioso se sintió eso, estaba temblando notando su lengua rasposa. Luego
empecé a tocarme la pepita, quería que me follara, así que esperé unos minutos para
preparar un buen plano, lo llevaría a una habitación con dos cámaras que yo
controlo con un mando, me encerré con el perro en la habitación desnudándome por
completo, lo hice subir a la cama, lo acosté y me subí encima de él… metí su
polla en mi vagina, ¡sentí que iba a explotar! me empecé a mover despacio
abriéndome la vagina con tamaña tranca, para no hacernos daño, por momentos
acercaba mi cuerpo al de mi perro y le besaba en la boca…encuclillas me
hinchaba hasta chocar con su bulbo. Deseaba que me follara a cuatro patas, así
que me coloqué sobre el colchón de rodillas, posé mis tetas en las sábanas y esperé
un poco a que me montara… observé que no se le bajaba la erección, pero sí la bola, eso era ideal porque quería
que me abotonara, hinchándosele dentro del coño. Ya a cuatro patas, se subió
sobre mí abrazándome por mi cadera con sus manos. Noté la incursión de su
tremenda polla y, un acto seguido empezó a follarme bien duro, y yo a gemir
despacio al principio, más fuerte después durante un largo rato, hasta que
lamentablemente el perro acabó hinchándose su bulbo dentro de mi coño…eso es lo
único malo que tienen los perros, te tienen abotonada inseminándote mientras
esperas a que se le baje la erección para que su verga salga más fácil de la vagina…
entre tanto, sientes su nudo latiendo dentro de la vagina. Me giré de frente a
él para abrazarlo y besarlo teniéndome empotrada… percibía el llenado de semen
canino, en tanto hacíamos el amor, y cuando la sacó, detrás surgió un reguero
de esperma escurriendo por mis labios
vaginales.
El perro de puso a mi lado y ambos
comenzamos a competir lamiendo la verga. Acto seguido me masturbé pensando en
el vecino, pensaba que llegaba a mi habitación y me pillaba con los dedos
entrando y saliendo de mi coño lleno de flujos, mientras me montaba el can, y
que luego habiendo acabado la bestia dentro de mí, me ayudaba en la tarea
enterrando su cara en mi coño y se bebía la leche del canino chorreando por mi
coño. Me imaginaba que su barba mal afeitada me arañaba los muslos, que sus
manos grandes me agarraban mis tetas y apretaban con fuerza mis grandes y rosados
pezones hasta que me revolviese del dolor. Conjeturaba que tenía una buena
polla, que me ponía a cuatro patas y me agarraba del culo para después darme
unos buenos azotes hasta dejarme la piel enrojecida y yo gimiendo del placer.
Después, me metería su polla por el coño para follarme con fuerza. Al
imaginarme que un viejo de más de 65 años me usaba así, tenía deliciosos orgasmos,
llenando todo de flujo vaginal y olor a sexo… hacía muchos meses que no me
follaba un hombre.
Una tarde coincidí con él en el camino
de vuelta a casa desde la granja, y le dediqué como siempre un educado saludo y
una sonrisa. Él se me quedó mirando unos instantes. Pensé si al pasar por
delante me había mirado el culo, y sonreí al imaginármelo, pero cuando se llegó
cerca de mí, me puse nerviosa. Olía mucho a tabaco y a aftershave, llevaba la
“típica ropa de viejo de pueblo”… camisa de cuadros, tirantes, zapatos… incluso
una gorra que tapaba su cabeza medio calva. Tenía las manos enormes, pero era alto
para su generación y con un poco de barriga cervecera. En todo el recorrido que
mantuvimos juntos, estuvo mirándome fijamente el culo y las tetas, y al llegar
al a nuestras casas, me crucé delante de él, me dejó pasar a mí primero y noté
algo rozándome el culo, pero al girarme no pude decir si había sido él o no. Disimuló
buscando las llaves de casa, y antes de entrar me dirigió la palabra.
– Qué finas son las paredes de estas
casas, ¡eh! Se oye todo lo que pasa al lado.
Me quedé helada por el comentario,
pero me hice la loca.
– Sí, la verdad es que no son muy buenas,
espero que no les moleste con la tele.
– No, no, tú no te cortes con los… ruidos
de la tele, hermosa.
Y dicho eso, entró en su casa. Cerré
la puerta y me tiré en mi cama, muerta de vergüenza… claramente se refería a
que había escuchado lo que pasó el otro día con el perro delante de la cámara.
Di un grito ahogado, presa de la desesperación, y me empecé a reír. Ya me veían
por la cámara, me follaban desconocidos o con mi perro las más de las veces
¿qué más me daba que mi vecino me oyese? Así que decidí darle un regalito. Por
la noche hice un show por la cámara, largo y lleno de gemidos de placer, me
masturbaba y me azotaba el culo sin importarme el ruido que hiciese… luego la
sesión perruna de casi veinte minutos follándome, para acabar. De hecho, lo
exageré bastante, cosa que les encantó a los seguidores, y estaba seguro que a
mi vecino también. Me imaginaba a su mujer escandalizada y él con una erección
tremenda y me sentía como una zorra provocadora.
Al cabo de unos días, a eso de las
nueve de la noche, alguien llamó a la puerta. Yo todavía no había empezado el
show, así que iba con unos pantalones cortos y un top por el calor que hacía en
la casa. Al abrir, me encontré con mi vecino.
– A ver, mi mujer y yo nos queremos
quejar del ruido que haces, que vivimos justo al lado y lo escuchamos todo.
– ¿Perdón?
– Que haces mucho ruido y nos
molestas, cojones.
– De acuerdo, de acuerdo. Lo siento,
intentaré bajar el volumen de la tele.
– No, no, ahora me enseñas la casa
que con el ruido que haces seguro que tienes una fiesta montada o algo.
Me quedé alucinada. No sabía a qué
venían esos comentarios, si precisamente ese día no había hecho nada de ruido.
– No, es mi casa, no le permito
entrar. Le doy mi palabra, pero ahora por favor déjeme en paz.
– De eso nada, monada.
Me apartó de un empujón y se fue
hacia la primera puerta, que era mi cuarto. Yo la cerré y le seguí, diciendo
que no podía hacer eso, que iba a tener que llamar al casero y a la guardia
civil, que no eran formas de tratar a una vecina… pero me ignoró y se puso a
mirar las cosas que tenía en mi habitación. Cogió un par de libros de la
estantería y revolvió entre la ropa que tenía en el armario. Acto seguido, se
fue a la cocina, conmigo detrás gritándole. Me siguió ignorando y se fue al
salón, donde se quedó en medio mirando hacia mi portátil.
– Así que aquí es donde haces esos
numeritos, ¿eh?
– No sé a qué se refiere, pero le
digo de nuevo que tiene que irse.
– No te hagas la digna conmigo, o me
quejo a tu casero sobre el ruido que haces todas las noches y lo que nos
molesta a mi mujer y a mí.
Me quedé callada. Bastante chantaje
me había hecho Aurelio y su jefe, como para que tuviesen más material para
controlarme. El viejo sonrió satisfecho.
– ¿y qué es eso con lo que haces
tanto ruido? Has dicho que la tele, verdad, ¿pero qué programa?
– Las… noticias.
– Mucho porno hoy en día en las
noticias, no crees.
– No sé de qué me habla. Yo veo la
tele, nada más.
De su bolsillo sacó el móvil y
después de trastear con él, puso un audio. Era mi voz o, mejor dicho, mis
gemidos. Pues sí que eran finas las paredes, se escuchaba todo, todo. Me puse
roja e intenté dar una explicación absurda de que no era yo, que debía de ser
otra vecina…
– Cállate un poco, anda. Lo que
quiero saber es qué haces para soltar estos gemidos. ¿Eres puta, traes clientes
a tu piso?
– Cómo se le ocurre llamarme eso. Lo
que me faltaba, además a usted no le tengo que dar explicaciones.
– ¿Cuánto cobras por una mamada?
Sacó de otro bolsillo una cartera.
– No soy una puta, maleducado, salga
de mi casa ahora mismo.
Dejó en la mesa del salón un billete
de 20 €.
– Por 20 € me haces una mamada,
verdad, guapa.
– Está loco de remate, le he dicho
que no soy una prostituta.
Suspiró y dejó otro billete en la
mesa.
– ¿Así estamos bien? Eres de las
caras, no serás una de esas chicas de compañía.
– No soy una de esas ni una puta.
– Mentirosa, eres una guarra, traes
a tu casa a hombres, y otras veces gozas sin ellos.
Estaba desesperada y me sentía
humillada cada vez que veía esos billetes en la mesa. Así que al final confesé,
pensando que así se iría a su casa.
– Hago shows por la cámara.
– ¿Haces qué por dónde?
– Espectáculos por el ordenador.
Pero no traigo a nadie a casa, ni soy una puta. Así que coja su dinero y
váyase.
– ¿Qué clase de espectáculos?
– Nada, bailes, poco más.
Me miró con una ceja levantada, no
se lo estaba creyendo.
– Pues me quedo a ver cómo lo haces.
Pensé en que así podía engañarle y
hacerle irse de mi casa, así que acepté. Fui a mi habitación y me puse un
vestido normalito, me arreglé y encendí el ordenador. Él mientras se quedó en
el salón fumando un cigarro, mirándome fijamente. Cuando me conecté a la cámara
se lo mostré y le expliqué que estaba online, y empecé a bailar de manera muy
sosa, sin esforzarme. Así se aburriría y se largaría de mi piso.
– Venga mujer, ¿para esto te miran? Creo
que me estás mintiendo, listilla.
– No, esto es lo que hago. El audio
es de otra vecina.
Se levantó de la silla donde estaba
y se sentó en el sofá detrás de mí, de manera que se le veía por la cámara. El
público empezó a pedir que me tocase el culo, y recé por que fuese miope y no
pudiese leer el chat.
– Hay que bailar así – me cogió de la cintura y me movió
de un lado a otro, antes de acercarse a la pantalla – ¿qué ese número de allí?
– Cuántas personas están ahora
viendo esto.
– Ajá, pues qué pocas. Eso es que
eres muy sosa, así nadie te quiere ver. Ponle más ganas.
Me moví con un poco más de energía,
cosa que le encantó y se puso a dar palmadas como si llevase el ritmo. Se
volvió a acercar a la pantalla.
– Y esto, qué pone aquí… parece que
es gente hablando.
Intenté quitarle del medio pero fue
rápido y se colocó delante para leer el chat mejor.
– Jajajajaja, aquí te piden cosas
muy picantes como para ser solo un baile… también preguntan quién soy yo, me
debería de presentar.
– No, deje eso en paz. Ya he tenido
suficiente, váyase de casa.
Pero seguía pegado a la pantalla. La
gente empezó a animarse y a decirle que me quitase la ropa y que sobase mis
tetas. Se empezó a reír y me cogió de la falda haciendo como que la subía. Eso
provocó a los seguidores, y le animaron a seguir. Yo intentaba quitarle de
encima pero logró que se me viesen las bragas y dio una carcajada.
– Esto es más divertido. La gente
quiere ver más de esto, no un baile aburrido. Démosles lo que quieren, por algo
son tus fans.
– Déjeme en paz.
Pero logró subirme el vestido hasta
la cintura, dejándome a la vista mi ropa interior. Estaba muerto de la risa,
empezó a darme palmadas en un cachete. De repente, alguien ofreció dinero si me
daba una azotaina, y se quedó sorprendido.
– ¿La gente paga por estas cosas?
– Son monedas virtuales, luego se
pueden canjear, pero no lo hago por el dinero.
– O sea, que sí que eres una puta…
te pagan por enseñar, que es lo mismo que pagar por follar, si estuviesen aquí
presentes.
Me quedé callada ya que técnicamente
tenía razón. Al verme muda, aprovechó y me dio un azote en el culo. El usuario
dio sus monedas.
– Te estoy ayudando a prosperar en
el negocio, señorita. De nada.
– No me está ayudando en nada. Pare
de una vez.
Pero me dio otro azote, más fuerte
esta vez, y vio que cada vez había más gente conectada a la sala donde
estábamos. Eso le motivó a seguir dándome azotes, pero no eran muy fuertes, así
que me dejé, en el fondo complacida por toda la audiencia que estaba
obteniendo. La gente daba más monedas que otros días.
– Mírate, ya sabía yo que eras una
puta. A ver qué piden ahora.
Un usuario le dijo que me sentase
encima de él, así que me cogió y me obligó a sentarme encima de su regazo. Olía
mucho a tabaco e intenté alejarme de él. El chat estaba proponiendo cosas cada
vez más eróticas, y ofrecían mucho dinero, así que me daba miedo de que
siguiese con el juego y que la situación se fuese de mis manos. El vecino se
acercó a la pantalla de nuevo y leyó una propuesta de “sóbale las tetas por
encima del vestido”. Me miró, se encogió de hombros y sin previo aviso me
agarró de las tetas por detrás. Intenté escapar pero me tenía bien cogida en su
regazo. No llevaba sujetador y me hacía daño por la fuerza con la que me
agarraba, pero el sonido de la gente ofreciendo monedas en realidad me ponía
bastante.
– Esto es lo que haces por las
noches, por eso te escuchamos gemir como una gatita. Mira que eres guarrilla,
niña. ¡¿Y también te lo montas con el perro?! Joder eres una zorra completa.
Me apretó los pechos con las dos
manos, pellizcándome los pezones a través de la tela. Empecé a mover mis
caderas de forma automática, sin darme cuenta de lo que estaba haciendo. La
gente del chat estaba que se salía, y pronto nos llegó otra petición. El viejo
me obligó a acercarme a leer lo que ponía y se lo dije… “Quítate las bragas”.
Me lo hizo levantarme, agarró mi ropa interior y muy despacio fue bajando,
mientras que yo sostenía la falda por encima de la cintura para que se viese.
Tenía el coño depilado y notablemente húmedo, el culo deliciosamente redondeado
y unas piernas de escándalo. Mi vecino empezó a aplaudir y a reírse encantado,
y yo di una vuelta entera para que se viese bien en la web. No sabía si
sentarme de nuevo así que me quedé quita de pie delante de él, que siguió
sentado, y empezó a acariciarme las piernas de arriba abajo.
– No eres muy guapa, pero qué culito
tienes, y pensar que todos estos pervertidos quieren estar aquí ahora para
poder follarte… te debería de dar vergüenza, las niñas buenas no hacen estas
marranadas.
Mi única respuesta fue un suspiro de
placer por las caricias y abrí más las piernas para que pudiese subir y
acariciarme por dentro de los muslos. Sonrió encantado y rozó suavemente mi
coño con una mano, para luego hacerme cosquillas por el culo. Se lo puse en
pompa y él siguió acariciándolo sutilmente, me estaba volviendo loca con esas
manos duras y olor a tabaco. Moví insinuantemente las caderas y me dio unas
palmaditas en el culo como recompensa. Me giré y le sonreí con picardía… estaba
cansada de disimular que era una niña buena, no me pensaba cortar más. Miré a
la pantalla y vi la siguiente propuesta… “Quítate el vestido entero”. Se lo
comenté y de forma provocativa me quité los tirantes del vestido y lo dejé caer
al suelo. El vecino empezó a silbar:
– Vaya cuerpo de escándalo, quién
tuviese unos años menos para poder follarte toda la noche. Tienes unas tetas
que son un pecado.
Me volverme hasta que mis pechos
quedaron a la altura de su cara y les dio un besito, como con cariño, para
luego obligarme a sentarme de nuevo en su regazo. Allí puesta me acarició las
piernas un rato para subir luego por mi vientre y acariciarme los pechos en
círculos hasta rozar los pezones, que ya los tenía duros.
– No me puedo resistir a estas tetas
que tienes, niña. Me vas a volver loco.
Sacó la lengua y me dio un lametazo
en un pezón, dejando un reguero de saliva. Miré a la pantalla, nunca había
tenido tantos seguidores, además verme reflejada por la cámara con aquel viejo
desconocido de casi 70 años, me puso a mil. Gemí, invitando a que siguiese
haciendo eso, y él con una sonrisa empezó a darme lametones por el vientre, el
escote, los pechos… se metió en la boca un pezón y movió frenéticamente su
lengua, succionó hasta hacerme gritar del dolor. Pero en vez de apartarle, le
agarré de la cabeza y le atraje más hacia mí. Me giré para leer la siguiente
propuesta… “Hacerle una mamada.”
Me arrodillé delante de él pero
girándome para que se viese todo por la cámara y acaricié el enorme bulto que
tenía entre las piernas. El viejo suspiró y me acarició el pelo casi con
dulzura, para luego agarrarme fuerte y obligarme a bajar hasta que mi cara se
quedó justo encima de su bulto. Se quitó los pantalones hasta los tobillos,
dejando a la vista sus ajados calzoncillos de algodón que hace tiempo fueron de
color blanco.
– Chúpamela, puta.
Le bajé la ropa interior y me llegó
su profundo olor a macho, con la misma intensidad que mi apalauso “El cabrón”. Tenía la polla grande y robusta,
y al darle un lametón noté ese sabor amargo que me volvía loca. Le acaricié con
una mano sus enormes huevones, mientras lamía la punta de su verga, pero él no
estaba por la labor de los preliminares… me volvió a agarrar de la cabeza y me
obligó a tragarla hasta donde pude de un solo golpe. Intenté soltarme y le di
unos golpes en las piernas, pero me tenía bien agarrada y solo me soltó cuando
pensaba que me iba a ahogar por no respirar. Cogí aire y escupí los restos de
su sabor… la saliva espesa me colgaba por la barbilla. Mientras tanto, oía
todas las monedas que los usuarios nos iban dando. Esta vez por iniciativa
propia me la metí entera en la boca y bajé y subí la cabeza con energía,
succionando y moviendo mi lengua con ganas. Él empezó a suspirar de placer y me
llamaba “su putita”, diciéndome lo bien que se la chupaba y que estaba hecha
para esto. Seguí haciéndole una mamada con todas mis ganas, cada vez que tenía
que coger aire le hacía una paja con las dos manos sobándole el escroto
colgandero. Así estuvimos un rato hasta que me cogió del pelo y me obligó a
sentarme de nuevo en su regazo, con las piernas bien abiertas.
– Para, si sigues así me voy a
correr ya, y el show no ha hecho más que empezar.
Metió un dedo en mi coño y lo fue
subiendo hacia mi clítoris, moviendo en círculos el dedo. Me provocó una
descarga de placer y mi espalda se arqueó sola, un gemino se escapó entre mis
labios. Me dio una pequeña palmada en el coño y empezó a masturbarme con
fuerza, sacando y metiendo los dedos. Mis flujos empezaron a caer de mis labios
vaginales, llegando a mancharle a él y al sofá, estaba a punto de correrme y no
podía dejar de mover las caderas. De repente, paró de masturbarme y me obligó
levantar las caderas. Pensaba que quería que me sentase encima de su polla y
empezar a follar, pero en vez de eso me dijo que escribiese en el chat que si
querían vernos follar iban a tener que pagarme como buena puta que soy. Mis
dedos temblaban al escribir y tenía el coño ardiendo…necesitaba su verga en mi
interior.
Nada más poner eso, todos los
espectadores empezaron a mandar monedas. No puedo describir lo cachonda que me
ponía el sonido del dinero virtual, y cuando el viejo me agarró, no tuvo
compasión de clavarme el mástil rígido que portaba, metiéndome su polla de un
solo golpe hasta los mismos huevos… estuve a punto de llegar al orgasmo al
notarme llena tras tantas semanas sin una polla humana en mi interior. Empezó a
moverse mientras me agarraba las caderas y me usaba como a una muñeca de trapo.
Yo intentaba seguirle el ritmo, pero iba demasiado deprisa y con las embestidas
que daba saldría volando de no ser porque me agarraba con fuerza, ahora de las
tetas a modo de yegua desbocada. Empecé a gritar de placer al sentir sus duros
pellizcos en los pezones. Miro la pantalla para deleite de los mirones, que no
dejaban de darme su dinero a cambio de verme follar con un viejo que podría ser
mi abuelo. Noté una sacudida y justo entonces llegué al orgasmo, mi cuerpo
temblaba entre esténtores como pocas veces me han hecho gozar… se me cayó la
cabeza hacia atrás y todo mi cuerpo se arqueó del placer, clavándome el badajo
hasta los huevos y con esas pelotas me refregaba contra mi clítoris
extremadamente duro.
De mi coño salieron chorros de flujos
disparados que terminaron por empapar el sofá y al vecino. Sin dejarme un
instante, el viejo se enzarzó en una arremetida a todo ritmo, pensé que le
daría infarto con tal cabalgada… él
también llegó al orgasmo después de unas últimas empujadas. Noté sus chorros de
semen en mi interior. El vecino gruñía como un verraco deslechándose en mi
vagina profunda, percibía cada aldabonazo de lefa atorándome. Observé cómo
bajaba por su pelotas los regueros de leche que mi coño no podía asumir, de la
cantidad ingente que el viejo me descargó. Me dejé caer hacia atrás, agotada,
pero él me empujó para delante y sacó su polla de mi coño cuando acabó, la sacó
de golpe haciendo ¡Chop! Por el vacío de su gruesa polla en mi apretada raja,
miramos cómo caían los flujos desde mi coño, metió dos dedos y luego me obligó
a limpiarlos mientras se reía complacido.
– Mi putita, qué bien lo has hecho…
ha sido espectacular.
Me dio un último azote en el culo y
empezó a vestirse. Yo me quedé sentada en el sofá intentando recuperar el
aliento.
– Deberías de darme las gracias por
el show que te he ayudado a dar.
– No hay de qué.
– Yo creo que sí… con mi polvo no va
a ser necesario que te folle el perro…
Cuando estuvo vestido, se despidió
de los seguidores y se marchó hacia su casa silbando por el camino. Yo intenté
arreglarme el pelo un poco, di las gracias a todo el chat por las monedas y me
desconecté. Cerré los ojos, agotada, pero satisfecha del todo.
No pasaron muchos días de esa misma
semana hasta que mi vecino y yo estábamos en mi casa, solo él y yo. No creí que
ese viejo panzón antipático pudiera despertar algo en mí, pero su bulto seguía
golpeando mi nalgas mientras preparaba algo en la cocina, además de que tengo
un trasero bastante bueno pude sentir como me pujaba su verga sobre las bragas.
Estaba empapada por mis jugos, mi coño respondió a sus peticiones mojándome las
bragas…acosaba mis tetas y me senté seria…
– No, esto está mal, como cree que
se sentiría su esposa si se entera.
Él se levantó… – Mira ya sé cómo resolver tu
pena… estás amargada porque eres aun joven pero te queda poco para que se pase
el arroz de tener familia.
– Vaya con el viejo, sí que sabe…
¡¿Y cómo piensa hacerme madre un viejo de 70 años?!
– Soy viejo, pero mi leche aún puede
preñar a más de una…yo te haré él bebe que necesitas para cubrir tu necesidad
vital.
Eso me confundió, me leía el
pensamiento o algo así, ciertamente mi tiempo de ser madre era más fuerte que
yo, me iba acercando a los cuarenta años presurosamente, ya debía de pensar en
tener un hijo sin un padre a mi lado.
– No me digas, usted cree que está
bien pero no… no ha dejado preñada a su esposa ¡¿Por qué cree que me va poder preñar
a mí?!
– Porque ya he preñado a otras putas
estando casadas. Mi mujer no puede tener hijos aunque la preñé tres veces, tres
abortos tuvo… eso es algo que sabemos todos en el pueblo desde hace mucho
tiempo.
– Yo no le deseo. No quiero tener un
hijo con usted.
– Pues bien majos que me salen… fue cuando me describió quiénes
eran sus hijos uno a uno, y no estaban mal ninguno de los dos… seguidamente me
miró la entrepierna mojada… – Entonces… ¿Quieres que te preñe?, porque
estas chorreando.
Quedé reflexionando y acabé
diciéndole lo que andaba reflexionando últimamente…
– La verdad es quiero a mi bebé,
pero con una condición.
– ¿Cuál?
– Será nuestro secreto… pero sobre
todo ayudarás en la manutención con él, incluso después de que usted no esté
entre nosotros… quiero su herencia para mi hijo por escrito y ante notario.
Él se puso contento aceptando las
condiciones porque tal vez no debía de cumplir, solo me follaría sin preñarme,
llevándoselo crudo. Se quitó la ropa y vi un polla más firme de lo normal, babeando.
No había fijado bien antes, en las protuberancias venosas que surcaban todo tronco de su verga…
– ¿Y eso que es? Su polla hinchada y deforme daba la sensación
de ser una aberración surcada prominencias musculosas y venosas.
– Es una cosa que jamás habías visto
¿verdad? Verás que función tiene dentro de tu coño… he tomado mis vitaminas
para darte mucho más placer que la otra vez.
Yo estaba caliente al verlo así, empezamos
con un rico 69 que me dejo a la mitad de mi orgasmo, él se quejaba como
diciendo que se iba a correr al sentir mi boca por las duras e hinchadas venas
de su polla… se sentía raro. Tras un azotazo en mis nalgas me quité de encima.
– ¡¿Lo vas a hacer bien o busco a
otro?!
Se tranquilizó y seguimos. Mis
calores abdominales me recorrían todo el cuerpo, ahora estaba lista para la
fecundación sin lugar a dudas en plena ovulación. Su polla estaba bien rígida
como una piedra, sin importarme que había tomado, supuse que una o dos Viagras
para estar así de potente… luego el maldito viejo se las había ingeniado para
que yo cayera en la tentación… me cuadraba que la hinchazón perentoria de la
pastilla le produjera esa extrema inflamación de las venas y fibras
cartilaginosas que forman el tronco de la polla, de ahí que la otra vez no observara
dichas deformaciones.
El viejo sentado y yo sobre su polla
con mi raja entreabierta encima y sus protuberancias la notaba en mis manos… en
cuclillas fui bajando hasta que la enfilé y me la clavé a tope presionando la
abertura vaginal… hice tope con mi vulva en sus pelotas. Tras unos cuantos
vaivenes a lo largo de todo el tallo, arriba y abajo, me llevaban a que me
corriera sin más remedio, percibiendo el roce de su increíble verga dura,
gruesa y nervada… él igual estaba a punto. Deseando aguantar más, la sacó y me
dio la vuelta como a una muñeca de trapo, recostándome boca arriba mientras yo.
– ¡Así cabrón, hazme él bebe…
fóllame y préñame, hijo de la gran puta!
– Estás muy caliente, zorra…
¡¿Cuánto tiempo hace que no te follan… que no te llenan de leche?!
Su panza contra la mía, chocaban a la
par que su verga golpeaba mi pared vaginal en el fondo de mi coño, así de igual
manera teniendo todo el cipote enterrado, sus huevos me azotaban el coño… ¡Todo
a un mismo tiempo! El viejo no aguantó mucho más ese primer asalto, y en nada sentí
como su semen salía disparado y entraba en mi útero en potentes chorros. Sus
bolas golpeándome y su polla deforme frotándome las paredes internas de la
vagina, las percibía como un consolador contrahecho, estimulándome cada
terminal nervioso de mi conducto vaginal… eso me hizo tener otro orgasmo porque
esas cosas se sentían muy bien, eran novedosas y un fuerte masaje por dentro, además
que su glande topaba hasta el fondo punteándome el estómago. De tanto sentir
esos efectos, me provocaron correrme como una perra… esa polla era mejor que
esos condones con bolitas por fuera que se ponía Aurelio.
Ya estábamos bastante tiempo follando,
se notaba que los efectos de la viagra eran muy buenos en el semental… sufría y
gozaba a un mismo tiempo sus tajadas, con ese rabo enardecido. Los meses sin
follar se quedaron atrás, no me acordaba haber tenido tanto estrés por no ser
montada por un hombre… y lo mejor era estar en mis días más fértiles follando a
pelo con un buen semental, pensaba en lo llenas de leche que debía tener sus
bolas, cuando lo recordé le azucé…
– ¡Ya cabrón, lléname… vamos PRÉÑAME
de una puta vez! ¡¿No piensas correrte en toda la tarde, o qué?! ¡Vamos estoy
esperando tu lefa, Cabrón!
Su ritmo se incrementó al unísono de
mis peticiones de hembra, la clavó duro y gruñó el muy bestia… pude sentirlo de
tanta sensibilidad emergida en mi vagina…, percibí el primer y segundo gran chorro
de semen que tanto tiempo estuvo dentro de él, macerado en su grandes cojones,
y ahora esa leche estaba entrando en mi útero a raudales. Sus bufidos
animalescos me indicaba que gozaba inseminándome, yo feliz de sentirme llena de
aquel viejo y bien armado. La clavó a fondo mientras eyaculaba, enterrada hasta
los mismos huevos…sentía sus espasmos dentro de mí, sus latidos y el bombeo de
semen a mi interior más íntimo. ¡Me rebosó el útero de esperma fértil!
En una hora desperté, pensé que
había sido un sueño pero mi sorpresa fue ver que estábamos pegados como los
perros, me despegué de él, me levanté y observé que su leche escurrió por mi
raja de inmediato a ponerme de pie. Me aseé bien. Al volver a la cama, se despertó
y su polla también lo estaba, bien dura y presta a una nueva batalla, la acaricie…
– Vecino, tu mujer te va a echar de
menos, pero antes de que te vayas vas a follarme otra vez… es hora de seguir haciéndome
un hijo o hija como guste.
Tomé su verga deforme y rígida, me
puse encima y me senté en él quería sentir esas desproporciones dentro otra vez.
Seguía muy ardiente, poco me importó que el viejo tuviera cerca de los 70 años,
a pique de darle un infarto, quería su leche y estaba dispuesta a secarle los
huevos con el último polvo… de modo que no le di más importancia a su
bienestar, si es que hacerle que se corriera rápido, era una tortura. Lo
cabalgué duro dejándole que me sobara las tetas, le mostraba el clítoris y me lo
fruncía ante su atenta mirada, todo por logar su máxima excitación y la mejor
dosis de esperma maduro que fructificara en mi vientre. Finalmente lo dejé
seco, y unos minutos después se pudo levantar derrengado, arrastrándose hasta
su casa… su mujer hizo caso omiso de las malas condiciones de su esposo, en
principio pensó que se trataba de una de tantas borracheras que tenía con sus
amigotes de timba.
Después de eso paso un mes, mes y
medio, a mí no me bajaba no le tomé mucha importancia pero me acorde que había
sido mi vecino quien me lleno en mis días de máxima ovulación. Aun preñada
continué follando con Aurelio y Benjamín…, si bien es cierto que mi pareja de
sementales pasaban por el pueblo de uvas a peras, quien siempre más me follaba
era mi vecino y el perro, entre ambos me tenían atestada casi a diario,
especialmente el viejo macho que me hizo la panza…. Al nacer me hice una prueba
de sangre para ver le ADN, porque no deseaba reconocer a mi hijo, pero resultó
que sería madre de mi primer bebé con aquel vejestorio, obviamente no le dije nada
a nadie, solo a mi vecino con quien me fui al notario a la firma de un
testamento, donde le dejaba en herencia a mi hijo todo lo que tenía la pareja
de viejos.
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