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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Convento de San José

 


Andrea acababa de entrar a la cocina, un hombre de buen ver diez años mayor que ella se hallaba vestido solo con un delantal e iba a hacer una tortilla de patatas con cebolla, al gusto de ella. Su hermana, que estaba desnuda como él se sentó en una silla y le dijo…

- Tienes un culo precioso, Alfredo.

- El tuyo sí que es precioso y además envicia que da gusto.

- ¡¿Crees que es más apetecible que el de las otras…?!

- El tuyo no tiene comparación… nunca lo cambiaría por ninguna ¡¡Lo sabes bien!!

Andrea cogió un cigarrillo de una cajetilla de Winston que había sobre la mesa, era otro de los vicios que se permitía estando a solas en el apartamento de su hermano…, y antes de encenderlo con un mechero tipo ziper le dijo…

- El tuyo también envicia, pero más aún el un buen pollón que tienes entre las piernas… ¿Crees que somos unos condenados por comernos con tanta lujuria?

- Lo somos, y lo sabes, hermana… no tenemos salvación benévola.

Andrea se acercó a su hermano mientras pelaba una patata, le arrimó las tetas a la espada, lo besó en el cuello y le echó una mano a la polla. Alfredo giró la cabeza, le dio un beso francés sujetándole la cabeza para darle más fortaleza a su lengua dentro, después sonriendo le dijo…

- Y a ti te gusta que sea tan golfa… ¡¡Tengo ganas de correrme otra vez!!

Echó una calada y después tiró el cigarrillo en el fregadero, donde se apagó al estar este mojado. Alfredo le dijo…

- Eres incansable.

- Paso muchas necesidades encerrada entre “cuatro paredes”, tú eres mi única salvación, quien me da aliento para continuar aquí.

Meneando su polla con la mano bien prieta, le mordió el lóbulo de una oreja. Alfredo se quedó quieto con el cuchillo en una mano y una patata en el otro. Andrea se puso en cuclillas, abrió sus nalgas con las dos manos y le lamió y folló el ojete con ganas. Lamía como una perra y le follaba el culo al estilo de los conejos, luego se dio la vuelta y con sus manos en las nalgas de su hermano, tirando firmemente hacia ella, le mamó la polla con recorrido descendente hasta dar con el par de huevos colgadero del que estaba surtido Alfredo, este le dijo…

- Desde luego saliste bien caliente, Andrea.

Sacó la polla de la boca para decir…

- Bien puta, Alfredo, bien puta quieres decir. Si supieras la cantidad de pajas que me hago pensando en hombres… hasta he llegado a pensar en tirarme a don Cristóbal.

Alfredo le habló con voz fraternal.

- Anda, ponte en pie, traviesa… el pobre viejo ya tiene bastantes a quien calzarse.

- Lo sé hermano, yo solo soy tuya… solo soy hembra de un macho.

Se levantó, la morreó y después le magreó y le comió las tetas… Hizo que levantara una pierna y pusiera un pie sobre el borde del fregadero. Su ano y coño quedaron a su disposición. Le lamió el coño desde el ano, y se lo folló con la lengua a ver que le decía, y le dijo…

- Te veo venir… y creo que estoy preparada para tan fausto evento.

- Ya va siendo hora de que te desvirgue el culo también…

Por vez primera iba a dejar que la polla de su hermano jugase con su trasero.

- Si me duele mucho, paras, que la tienes muy gorda y se pone demasiado dura…

- Sí, no tienes más que decir que pare y pararé, por eso no tienes que preocuparte.

Alfredo cogió la tarrina de la margarina en la nevera, untó el dedo pulgar con ella y besando sus nalgas se lo metió dentro del culo. Andrea gimió con el gusto que sintió. Alfredo le dijo…

- Se ve que te gusta.

- ¡No me gusta, me encanta que me toques y me sodomices!

Después de un par de minutos de follarle el ojete con el dedo, le preguntó…

- ¿Quieres que te la meta ya?

- Prueba a ver si entra, creo que lo tengo suavizado para tu tranca.

Untó el capullo de la polla con margarina, le acercó la punta al agujerito estrellado de su ano y empujó…, solo metió la punta, Andrea dio un pequeño brinco en un solo pie y la polla salió del agujero.

- ¡Es demasiado gorda, Alfredo! ¡Me vas a romper el culo de una manera bestial!

- Alguna vez tenemos que probar a ver cuanto dilata tu culito…

- Es que no va a entrar, mi amor…

Tener aquel culito a su alcance y dejarlo ir no estaba entre los planes de Alfredo. Volvió a empujar y le metió el glande.

- ¡Duele!

La sacó, se agachó y le volvió a lamer y a follar el ojete con la lengua. Al rato untaba de nuevo de mantequilla el dedo pulgar y le follaba el culo con él. Poco después Andrea ya estaba más que cachonda. Su coño echaba por fuera un rezume que goteaba en el piso de la cocina. Tan cachonda se puso que le dijo a su hermano…

- Prueba a meterla otra vez… con cuidado, no me rompas por favor.

Volvió a untar la polla con mantequilla, se la frotó en el ojete. Sintió cómo se abría y se cerraba. Apretó la polla contra él. Andrea apretó su culo contra la polla y sin empujar demasiado fue entrando el glande poco a poco sin producirle dolor. Al entrarle la corona…

- ¡Dios Santo, es cómo si me hubieran metido un salchichón en el culo!

Exageraba, ya que la polla era gorda, pero no mucho más de lo más normal. En fin, que apretando los dos, sin empujar, la polla entró hasta lo más profundo de su culo. Alfredo magreaba sus tetas con ganas, pero los pezones los acariciaba con delicadeza. A Andrea le iba la marcha y se agitaba colaborando en el mete y saca de cipote filial.

- Aprieta más los pezones que no se van a romper ¡Me encanta sentir ese dolor!

Magreó sus tetas con más fuerza y pellizcó sus pezones. Andrea se metió un dedo en el coño, luego lo llevó a la boca de su hermano...

- Mira cómo estoy ¡¿Has probado como tiene tu hermanita el coño…?!

Alfredo chupó el dedo, y después le dijo…

- Delicioso, estás deliciosa cariño… tu coño rezuma néctar de ángel.

- Este solo lo has probado tú, mi amor… mi único macho.

Andrea le enseñó dos dedos, los chupó y le dijo con todo el descaro del mundo…

- Con estos dos me voy a correr… ¡Tengo el clítoris que me va a reventar!

Metió los dos dedos dentro de la vagina y se masturbó moviendo el culo de atrás hacia delante y de delante hacia atrás, sin dejar de frotar el clítoris de fruición. Alfredo pellizcando sus pezones, viendo cómo su polla entraba y salía del culo de su hermana con suma facilidad y sugestiva presión, sintiendo sus gemidos y sintiendo el chapoteo que hacían los dedos dentro del coño, se corrió como un lobo dentro de su culo al cabo de unos minutos de follada fraternal. Andrea al sentir la polla latir y sintiendo la leche inundando su culo, se corrió a lo grande, soltando jugos como si su coño fuese un aspersor.

Al acabar le quitó la polla del culo y la leche comenzó a salir de él. Andrea bajó la pierna del fregadero, cogió un trapo y limpió sus jugos del piso, se limpió el culo con otro, y después…

- Dame a mí el mandil, precioso. Acabo de hacer yo la tortilla ¡Descansa mi amor!

Se lo dio… - Voy a la despensa a por el vino. ¿Lo quieres blanco o tinto?

- ¿Cuál crees que le va mejor a mis tetas, Alfredo?

- Para la carne, tinto.

- Pues trae tinto y no tardes.

En broma, le dijo…

- No tardaré, no vaya a ser que te sorprendan así vestida y cuando vuelva estés follando con otro.

- O con otra.

Su respuesta le dio que pensar. Le preguntó…

- ¿Probaste algún chochito más desde la última vez que nos vimos?

- ¿Tú que crees?

- ¿A quién se lo comiste?

- Se dice el pecado, no las pecadoras.

- Entonces comiste más de uno...

- Puede ser.

- Me acabas de excitar de nuevo.

- Ven y dame un beso.

- Si voy te voy da algo más que un beso.

- Lo sé, ven tonto y dame todo el amor que llevas dentro.

 


 

Andrea se quitó el delantal mientras Alfredo iba a su lado. Al tener su boca junto a la de su hermano, le echó las manos a los hombros, hizo que se agachara, y después de llevar su cabeza hasta su coño, dijo…

- Ahí, bésame ahí… ¡Cómete el coño como nadie me la ha comido en la vida!

Le dio un beso en el clítoris, le abrió el coño con dos dedos y vio que aún seguía allí parte de la corrida que acababa de echar. Lamió los jugos y después le lamió los labios vaginales. No le tocó el ojete porque aún lo tenía sensible. Enterró y sacó la lengua en su coño varias veces, después lamió de nuevo sus labios vaginales y acto seguido le lamió y chupó el clítoris… Se perdió en ese bucle…, bucle del que salió cuando su hermana le dijo…

- Me voy a correr… ¡No pares ahora por Dios Santo… ahora no lo dejes…!

Se levantó, la cogió en alto en peso, la llevó hasta la mesa de la cocina, la echó sobre ella y le acercó la cabeza de la polla a la entrada de la vagina. Le bajó el prepucio al glande y se lo metió de una en su boca hasta el galillo… se comía la verga como una auténtica profesional.

- ¡Dios qué gusto! ¡¿Cómo puedes saber mamar una polla de esa manera…?!

Con el glande dentro mojó dos dedos en la lengua y le acarició el clítoris. Andrea cogió el culo de su hermano con las dos manos, tiro de él hacía ella y la polla entró hasta el fondo. Después de un largo mete y saca, le dijo sacando la polla de su boca…

- ¡Dios bendito que buena tienes la polla, cariño!

Volvió al ataque sosteniéndole los huevos con una mano, y con la otra frotándose el clítoris a toda hostia… nunca se había sentido tan salida como en esos momento. Intentó respirar y aprovechó para decirle a su hermano…

- Tú aún no llegas diablo… pero yo me voy ya… ¡Me corro!

Andrea entre gemidos y convulsiones se corrió como una loba pajeando a su hermano… mirando su dura polla se excitaba tanto que dejó un charco en el piso de la cocina. Al acabar, se la puso en la boca y le dio una chupada a la polla, a la vez que se azotaba con la palma de la mano el coño en alivio a su orgasmo y ardor de pepita. Andrea se la mamó con tantas ganas que ni un minuto tardó Alfredo en correrme en su boca. Luego, tras engullirse la corrida de Alfredo, previa muestra de cuanta le había sacado abriéndole la boca, le dijo…

- ¿Acabaré hoy de hacer la tortilla, hermano?

Alfredo le respondió…

- Mejor voy a por el vino tinto.

Volvió de la despensa con dos botellas de tinto del país. Andrea giró la cabeza, Alfredo la miró y vio que le lloraban los ojos.

- ¿Qué te pasa?

- Las condenadas cebollas.

Le miró para la espalda, para el culo y para las piernas. ¡Qué cuerpazo tenía! Cuerpazo al que al echar los huevos batidos, la cebolla y las patatas en la sartén le saltaron un par de gotas de aceite hirviendo por el agua. Al sentir las quemaduras se separó de la sartén, y gritó…

- ¡Coooña! ¡¡Me he abrasado!!

- Quítate de ahí que acabo de hacer yo la tortilla.

Andrea se sentó en una silla. Alfredo movía la sartén para repartir la tortilla y le preguntó…

- ¿Le echaste sal?

- Sí, una poca para darle sabor…

Poco después estaban comiendo. Seguían desnudos los dos. Andrea ya baba buena cuenta del vino de su botella, cuando le dijo a su hermano…

- Sabes, si me tocase la primitiva mandaba a tomar por culo todo y tendría un harén como tienen los árabes… esos sí saben vivir y no como nosotros los católicos.

- ¡¿De mujeres?!

Comió un trozo de tortilla, después un trozo de pan y le respondió…

- De hombres… A ver, ya sé que me llamarían de todo si lo supieran, pero…

- No hay pero que valga, eso no lo podrías tener.

- ¡Camuflado, hombre, camuflado!

- ¿Y cómo camuflarías una cosa así?

- Comprando un equipo de fútbol. Me los iba a follar a todos… unos dos al día.

- Tonta no eres, no. Ibas a tener polla para aburrir… te hartarías de tanto cipote.

- La polla nunca aburre, pero bueno, suspiró, - hoy me tengo que conformar con la tuya y con la ingente cantidad de leche que sacas de ella… eres un burro eyaculando.

Estaba ninguneando a su hermano, pero Alfredo no se lo tuvo en cuenta.

- ¡Serás…!

- Puta, soy muy puta ya es hora que te enteres hermano. ¿Te echo otro vaso de vino?

- Tú lo que quieres es echar otro vaso para ti.

- Hombre, si tú no lo bebes...

- Deja alguno para tus tetas.

- ¿Es qué no tienes más?

- Sí tengo, y para todo tu cuerpo.

- Pues echa, hombre, echa.

Alfredo echó los dos vasos de vino.

- Que no se diga que lo lloro.

Algo después, al acabar de comer, Alfredo estaba con la barriga llena y no le apetecía follar…

- ¿Nos echamos la siesta?

Lo miró con cara de picarona, y le preguntó…

- ¿En tu cama o en la mía?

- Hoy estás muy socarrona… solo hay una.

Andrea se puso a cantar…

- Si te vienes conmigo volaremos confundidos entre jilgueros y rosas…

Al oírla cantar Alfredo supo que el vino le había hecho daño a su hermana.

Una hora más tarde Alfredo se despertó en la cama con un brazo levantado y la lengua de Andrea lamiendo su axila izquierda. Se estiró y bostezó para desperezarse. Andrea le levantó el otro brazo y le lamió la otra axila, después lo besó con lengua. Andrea ya se había lavado la boca, pero la de Alfredo le olía mal hasta a él…

- Espera que ahora vuelvo.

Fue a la cocina y enjuagó la boca con vino. Los platos seguían encima de la mesa. Escupió el vino de su boca en el fregadero sobre el cigarrillo, luego se mandó un trago con el vino que quedaba en la botella y volvió a la habitación. Se echó encima de su hermana, pero Andrea le dio la vuelta y se puso ella encima. Volvió a empezar, pero esta vez por la boca de su hermano, después de besarse le puso el pezón de la teta izquierda en la boca, se lo lamió, a continuación le puso la areola, lamió alrededor y después mamo, luego fueron el pezón de la teta derecha y la areola los que lamió y chupó. Lamió y besó sus axilas, su vientre y después bajó hasta la polla empalmada, lamió y chupó sus huevos y luego le lamió el glande cómo si fuera un chupa chups. A continuación se lo mamó unas veinte veces, y después le dijo…

- No te corras dentro… vuelve a follarme a pelo, pero no te corras en mi útero.

- No te preocupes, si siento que me voy a correr la saco y me corro en tu culo.

Confió en su hermano. La polla apuntaba hacia arriba cuando lo montó, la acomodó en la entrada de la vagina, empujó con el culo y la metió hasta el fondo de un tirón. Se echó sobre él y sintió en sus nalgas la exuberante masa testicular que tiene su hermano…

- ¡¡Follemos cómo si esta fuera la última vez!! ¡Como si mañana fuera el juicio final!

- Si lo quieres así, me quiero correr dentro de tu coño…

Alfredo comenzó a meter y a sacar despacito… Al parar él era Andrea la que con su coño metía y sacaba lentamente tomando el relevo. Sus labios y sus lenguas se juntaron. Se besaban al mismo ritmo que se follaban... Transcurrido un tiempo percibiendo cada centímetro de la verga entrando y saliendo de su estrecho estuche, el coño de Andrea apretó la polla de su hermano y después la bañó con una grandiosa corrida mientras le chupaba la lengua y temblaba sobre él. Acabó de correrse y siguieron follando y besándonos como antes… Tiempo después Andrea ya no dejaba que su hermano marcase el ritmo. Lo follaba ella a toda pastilla. Su boca devoraba la de Alfredo y las tetas se frotaban con su pecho. Entre gemido y gemido…

- ¡Dime que me quieres!

- Sabes que te quiero mucho, hermana.

- No quiero que me quieras como me quieres. ¡Ay que gustazo me das! Quiero que me quieras cómo yo quiero que me quieras. ¡Me voy a correr!

- ¡¡Córrete nena!! Sabes que yo solo te quiero como tú quieres que te quiera, Andrea.

- Demuéstramelo, demuestra cuanto me amas y córrete dentro de mí.

Se incorporó y echando la cabeza hacia atrás y las tetas hacia delante se corrió en la polla de su hermano nuevamente, gimiendo, convulsionando y a la vez diciéndole…

- Ahora te toca a ti… ¡Dame tu leche, dámela toda! ¡Quiero dejarte los huevos secos y mi coño inundado…! ¡Por favor, préñame… quiero estar bien panzona de ti!

Alfredo se la dio, no la sacó y se corrió en lo más profundo de su útero… la súplica de su hermana lo ablandaba a todo extremo desde que fuera una niña. Él sabía que no debía dejar preñada a su hermana, aunque era consciente que ella buscaba un hijo suyo para mandar todo al garete y venir a vivirse con él como un matrimonio normal y corriente.

Los chorros de leche se los hacía notar en potentes aldabonazos que le rellenaba el útero a rebosar, uno tras otro no paraba de eyacular con gemidos de ambos al descargar él y al recibir ella… un acorde sonante a dos veces que era pura melodía.

 


 

Andrea, al acabar de disfrutar de la follada en la que dejó derrengado a su hermano, salió de la cama, y cogió del respaldo de una silla, su hábito de monja dominica bajo el que estaba la sotana de su hermano…. Una vez vestida con su cofia, con su hábito y con el gran crucifijo de madera labrada colgando, parecía una santa. Su hermano le dijo.

- Ven aquí que te quiero volver a follar con el hábito puesto.

- ¿Y eso?

- Morbo puro y duro… aun me aguanta la verga en forma.

- Ya veo que estás hecho una fiera… ni que te hubieras tomado una viagra antes de que yo llegara… su hermano le insistió con un gesto de sus dedos para que fuese… - Voy si te vuelves a correr dentro…. Quiero que me preñes, aunque ya no te quedará mucha leche en tus testículos a esta alturas…

- Vale, ven a ver que sale de mi polla y de mis huevos… Se correría dentro otra vez más.



El convento de monjas Dominicas de San José, fielmente subvencionado por Roma, las arcas municipales y por el trabajo ímprobo de las mojas, era un estamento de brazos abiertos y ojos cerrados, solo así de podía explicar como era posible que tuviera tantas beatas jóvenes, y es que vivir bien sin dar un palo al agua es algo que siempre le ha gustado a la mayoría de la población, y tal como estaba ahora la vida, esas chicas no iban a ser menos siendo unas ninis, y meterse a monjitas en ese convento, era una oportunidad de vivir a su modo sin que le faltase alimento espiritual, proteínico y porqué no también sexual… era un secreto a voces la labor caritativa que solían hacer de manera recurrente.

A parte de rezar, uno de los cometidos de las monjas era el de cocinar dulces y pasteles que luego vendían a la calle y así lograban sacar un dinero que supone crucial para las arcas de los cenobios. La repostería ha sido y es, por antonomasia, su fuente de ingresos. En aquellos días, la vida dentro del convento seguía su marcha habitual… en la cocina las mojas preparaban los catering… sopas de verduras para llevar, pollos al horno o berenjenas rellenas, así como los dulces tradicionales de pestiños, caramelos o turrones. Pero ahora la novicias han introducido una manera nueva de subvencionado del convento, con alquileres de celdas por booking y ventas de sus productos por Instagram o Wallapop, aunque la recaudación tradicional entre los vecinos, tampoco se había perdido, y esa tarde salieron a tal efecto, sor Caridad con la joven novicia sor Dolores, antes de entrar al convento, más conocida por “Lolita”.

Amadeo era un cincuentón soltero de buen ver, solía estar unos días al año en Japón, invitado por un distribuidor japonés que se llevaba casi toda su cosecha de vino tinto y blanco para sus restaurantes. Allí había follado lo que no está en los escritos, con putas que le pagaba su anfitrión y regresó muy cambiado. En un par de años, de ser un hombre formal pasó a ser un libidinoso de mucho cuidado. Dos monjas, sor Caridad y sor Dolores, iban a sufrir su perversión en sus carnes esa tarde después de que se despertara de su siesta.

Sor Caridad, que era delgada y de piel oscura y sor Dolores más bien rellenita de piel rosada con curvas de infarto…, iban de campaña caritativa esa mañana, y una de las prebendas era el vino que se consumía en el convento y en la iglesia de don Alfredo. Llamaron a la puerta del caserón de Amadeo. Abrió y al verlas supo que la cosa no andaba bien cuando venía a comprarle a él, el vino y no a la bodega de Ignacio.

- ¿Anda mal otra vez el convento?

Le respondió sor Dolores.

- Muy mal, hermano, muy mal por eso venimos a por su vino que sabemos que nos hace precio por su buen corazón.

- Tampoco nos vendría mal una ayuda económica. Dijo la novicia más joven, sor Dolores.

Amadeo era ateo y detestaba a los curas y a las monjas pero siempre se entendió con la iglesia, le dijo en confianza que pasaran a su casa…

- Pasar, pasar… estaba acabándome de tomar un café… ¿Les hace a bien tomarlo conmigo?

Sor Caridad, le dijo a él…

- No vamos a entrar en su casa, si nos quiere dar una ayuda, hágalo aquí.

Amadeo sacó una garrafa de plástico medio vacía, y le metió dos euros por la ranura del tarro que sor Dolores traía para las limosnas que iba recogiendo por las casas del pueblo…

- Acostumbro a dar cien euros y una garrafa de tinto joven cuando estáis necesitadas, siempre y cuando os tomáis un café conmigo, pero está visto que no os lo han comentado en el convento cual es la tradición.

Amadeo mentía, pero ellas eran novicias y no lo sabían. Acabaron cayendo en su trampa.

…Puso sobre la mesa camilla de la sala de estar unas pastas, y dos tazas, pues la cafetera con el café ya estaba allí, y les preguntó…

- ¿Cómo anda de salud la madre superiora?

Le respondió sor Caridad.

- Mal, es muy anciana…

En fin, que tomaron café y pastas, ellas, conversaron y las monjas al poco de tomarlos se quedaron dormidas. Le había echado unas gotas casi inapreciables de hioscina al café más conocida como burundanga, que le diera su colega. Las llevó a su habitación y allí se desnudó y las desnudó. A sor Dolores la sentó en un sofá. A sor Caridad la puso sobre la cama, le levantó los brazos, le lamió las axilas peludas y le comió las tetas bien comidas. Cuando bajó al coño vio que la monja lo tenía mojado. Le olió el coño y le pasó la lengua por la raja. Jugó con la yema de un dedo en la entrada, después se lo lamió y metió y sacó la lengua de él, para luego meterle un dedo dentro y follárselo. Después le clavó la polla hasta el fondo del coño… Al rato sintió como la monja temblaba y su coño le apretaba y le soltaba la polla. La clavó a fondo con mayor ahínco viendo como se corría la monja, dejó correrse a sor Caridad sobre la cama y luego fue él quien a todo trapo se la folló para correrse dentro de su coño como un salvaje semental…, luego le frotó la polla en los labios y mientras la monja secorría le puso el coño perdido de leche por dentro y por fuera entre los labios vaginales…, esa monjita ya se iría con su útero bien aviado de esperma espeso y fértil.

Después de esto fue a la cocina a por mantequilla y unas esposas… las esposó. A sor Dolores no pudo hacerle casi nada, ya que despertó al meterle un dedo untado en mantequilla dentro del culo. La monja al ver lo que le estaba haciendo, le dijo… - ¡Degenerado!

El cabrón aún tuvo cojones a decirle… - Calla, mea pilas.

La monja vio que tenía las manos esposadas, las piernas abiertas y mitad del dedo medio de la mano derecha de Amadeo dentro del coño. Mirando para la otra monja, le dijo…

- ¡Es usted el demonio!

Amadeo le quitó el dedo del coño.

 


Sor Dolores tenía la piel oscura, el cabello negro rizado y corto, los ojos negros, las tetas grandes con areolas negras, gordos pezones y el coño con una pequeña sombra de vello corto sobre el pubis. Todo lo contrario de Sor Caridad, rubia de piel blanca... Sor Dolores vio a sor Caridad con la vulva llena de semen y la raja rezumando leche… todo el coño encharcado latía y soltaba jugos, estaba con sus piernas abiertas y los pezones de sus gordas tetas erectos.

- ¿Qué le ha hecho a la hermana Caridad?

- La follé hasta que la llevé al cielo.

- ¡Sacrílego!

Sor Dolores fue junto a sor Caridad y la sacudió para que despertase. La monja al despertar y ver cómo estaba, lo primero que hizo fue sentarse y tapar su coño con los dos puños. Amadeo estaba crecido…

- Ahora que estáis despiertas vamos a seguir jugando.

Sor Dolores sentía que le picaba el coño cómo nunca le había picado antes, pero le dijo:

- ¡No vamos a jugar a nada! Y lo que nos hizo le va a costar muy caro.

Amadeo sacó el teléfono móvil del bolsillo y le enseñó dos fotos, una donde se veía a ella sentada en el sofá con las piernas abiertas y con su cabeza apoyada en el respaldo y otra de sor Caridad desnuda y espatarrada sobre la cama. Sor Dolores estalló.

- ¡Hijo de puta! ¡Eres un malnacido…!

Amadeo rompió a reír y después le dijo…

- ¿Qué lenguaje es ese para una monja? Venga, vete poniendo los pies sobre el sofá que voy a jugar con tu coño.

Sor Dolores estaba deseando hacerlo, pero le dijo…

- Yo no voy a poner nada. Quítame las esposas.

Comenzó el chantaje.

- ¿Queréis que suba las fotos a YouTube o preferís que las ponga en otro sitio.

- ¡No te atreverás!

- ¿Qué no? Puedes apostar el convento, a que en cinco minutos van a ser vistas por miles de usuarios.

Sor Dolores puso los pies sobre el sillón y abrió las piernas, sor Caridad, a la que también le picaba el coño una cosa mala, se persignó. Amadeo metió la mitad del dedo medio de su mano derecha dentro de la tarrina de mantequilla. Después se arrodilló delante de la monja y movió la yema alrededor del ojete, a continuación le metió y sacó la punta de la lengua en el ojete. Volvió a pasar la yema alrededor de él y después le metió la mitad del dedo dentro de su ojete y lamió su coño mojado. Sor Dolores estaba callada como una muerta y gozaba como una puta perra salida… no en vano ambas sabían lo que era follar, no entraron en el convento siendo vírgenes o para querer serlo el resto de su vida…, Amadeo le dijo a sor Caridad…

- Ven junto a ella y bésala.

Sor Caridad salió de la cama, cogió sus bragas en el piso y se limpió la leche del coño con ellas, luego fue hasta el sillón y le dio un pico a sor Dolores, Amadeo le dijo…

- Con lengua, vamos hermana sea tan recatada… hace unos años no eras tan puritana cuando bailabas reguetón en los botellones del parque.

Ese tipo las conocía bien desde que eran unas adolescentes, y las tenía en sus manos. Al besarla con lengua a sor Dolores se le escapó un gemido, era el primero de muchos… Amadeo lamía su coño cuando un chorro de flujo viscoso le puso perdida la cara. Siguió lamiendo el coño hasta que sor Dolores se corrió en su boca con toda su potencia.

Al acabar de gozar la monja, les dijo…

- Vuelve para la cama y échate boca abajo, Caridad.

La monja le preguntó lasciva… - ¿Me vas a penetrar?

- ¿Tú que crees?

Sor Caridad tenía unas ganas locas de correrse, pero lo disimuló haciéndose la víctima.

- ¡¡Que sea lo que el diablo quiera!!

Hizo lo que le había dicho. Amadeo le lamió la espina dorsal desde el cuello hasta el coxis, luego bajó, le levantó su gordo trasero y le lamió el ojete hasta la raja del coño, a esa lamida siguieron media docena más antes de meter y sacar la lengua del agujero vaginal. La monja le dijo de forma ostentosa hiperventilando de pura excitación…

- ¡Podría correrme así! No necesitas follarme.

- Vas a correrte así… solo para empezar, luego os voy a follar… me encanta follarme a las monjitas del convento, todas venís a buscar lo mismo al final.

Amadeo la agarró por la cintura y su lengua comenzó con el maratón de lamidas y de folladas de coño con la lengua, labios y dándole duro al clítoris. Los gemidos de sor Caridad se hicieron escandalosos. Sor Dolores, aprovechando que no la veían, metió dos dedos dentro del coño y comenzó a masturbase. Sor Caridad poco después se corría cómo una burra, diciendo…

- ¡Me muero sin confesar! ¡¡Me vas a llevar al infierno de cabeza… hereje!!

Amadeo lamió su coño, tragó sus jugos y después, le frotó la cabeza de la polla en el coño, le metió el glande entre los labios vaginales encharcados y frotó arriba y abajo sin olvidar la pepita…, ahí pajeó a la monja un buen rato hasta que estalló en una corrida brutal.

- ¿Qué vas a hacer ahora, condenado? Me has hecho correr como a una puta…

- ¡¡Bautizarte con leche!!

Le metió la polla en el coño y la folló hasta que se volvió a correr, la monja lo hizo diciendo…

- ¡Ni se te ocurra bautizarme ahora!

- Dime una razón para que no lo haga, mojigata…

- Estoy en mis días fértiles… ¡Me puedes dejar preñada, por Dios Santo!

Estaba aún corriéndose sor Caridad cuando le metió la cabeza de la polla en el coño profundo y notó la dureza de la pared vaginal con su sensible glande. La folló a saco sin sacarla apenas.

- ¡¿Es que no quieres darle a Dios otro miembro a su Santa Madre Iglesia?!

Ella totalmente ida, ya no sabía ni lo que decía, solo sabía lo que deseaba y era que no parara de follarla y le diera toda su leche

- Ahora sí, Bautízame el útero con leche, cabrón… ¡¡Lléname de la esencia vital!!

Le bautizó el coño profundo bien bautizado. Comenzó a soltar chorros de leche largos y cuantiosos sin ningún remilgo… la clavaba a fondo y eyaculaba con un rugido animalesco a la vez que ella gemía al sentir los potentes chorros de lefa espesa golpear sus paredes internas.

Detrás de ellos, sor Dolores, con una mano tapando la boca y con la otra en el coño, temblaba con el placer que le producía el brutal orgasmo que estaba teniendo.

Amadeo al acabar de correrse les quitó las esposas. Sor Dolores mientras se las quitaba, le echó la mano a la polla en estado de caída, pero no lo permitió metiéndosela a la boca y dándole una mamada soberana para que no llegase a quedar morcillona, y le dijo excitada…

- Ahora me toca a mí…. ¡¿No pensarás dejarme con la ganas de correrme con tu polla en mi coño, verdad?! Ya ni me acuerdo como era esa sensación…

Sor Caridad se volvió a persignar y le dijo a sor Dolores…

- ¿No irá a...?

- Sí, hermana, lo voy a poner fino a este semental y mi necesitado coño…

Se volvió a persignar.

- ¡Jesús, Jesús! Una cosa es que nos fuerce él a tragarnos su polla y leche, hermana, y otra distinta es que lo deseemos nosotras cual si fuéremos unas vulgares putas.

- ¡¿Hablas por mí?! Yo no voy a tirarme a nadie, solo seré una ramera si él se presta a que lo monte con las amenazas de publicarnos en las redes sociales.

Amadeo se prestó. Acabó sobre la cama, con los brazos a su espalda, con las esposas que le había puesto a sor Dolores en sus muñecas y con la polla mirando al techo, le dio la vuelta. Craso error había cometido. Sor Dolores no le perdonaba lo que les había hecho. Al tenerlo boca abajo sobre la cama, metió un dedo en la mantequilla y sin roces ni hostias se lo clavó en el culo. Amadeo exclamó… - ¡Puuutaaa!

- ¿Cómo se siente al ser abusado por el culo?

- Puta vengativa.

Sor Caridad, que era pelirroja, con los ojos claros y rellenita se compadeció de él.

- Déjelo, hermana. Dios le hará pagar por lo que nos ha hecho.

Sor Dolores no estaba por la labor.

- ¡Y una mierda! Se las voy a hacer pagar yo. Conocí a muchos descapulla monos como él antes de entrar en el convento, y estos cabrones solo entienden un lenguaje.

- No hable así, hermana, ahora estamos casadas con el Señor.

 


 

Amadeo estaba cabreado y volvió a meter la pata al decir…

- Habla como lo que es, una puta que se ha follado a lo indecible… las dos las sois.

Sor Caridad cogió una de sus sandalias y le dio sin fuerza.

- No vuelva a llamarnos lo que no somos, ni hemos sido.

- Putas, sois más putas que las gallinas, a saber la cantidad de veces que os metisteis en el coño el crucifijo que lleváis colgado o la polla de vuestros curas.

A sor Dolores no le sentaron bien las palabras de Amadeo.

- ¡Me cago en todo! ¡Ni te ocurra decir más blasfemias, condenado!

Le cogió la sandalia de la mano a sor Caridad y le dio en el culo, pero a romper. Amadeo había chillado cómo un cerdo mientras le daba, y sor Caridad se excitó. Cogió otra sandalia y mordiendo la lengua le dio con ansia.

Al acabar de darle, sofocada cómo si viniese de correr, le dijo…

- ¡Un respeto, coñooo!

Amadeo no callaba ni debajo del agua.

- ¡Hija de mala madre!

Sor Caridad ya estaba desatada.

- ¡¿Hija de mala madre yo?!

Metió un dedo dentro de la mantequilla, le clavó todo el dedo en el culo cómo le hiciera sor Dolores… - ¡Sufre, pecador!

Amadeo parecía que no sabía hablar sin insultar.

- ¿Sufrir yo? Lo que vas a hacer es que me corra, cabrona.

Sor Dolores estaba esperando que se volviera a pasar, y se había pasado.

- Tú vas a aprender a tratar a la gente, maricón… y a ser temeroso de Dios.

Le cayeron las del pulpo de azotes y metidas de dedo en el culo.

- Me corro, putas, me corro.

Sor Dolores le dio la vuelta y le agarró la polla para darle unos golpes con la mano, pero nada más sujetarla vio como de su polla salía leche en cantidad… se la meneo por instinto a modo de bombeo y los chorros se transformaron en disparos brutales… luego toda la lefa espesa se empezó a deslizar por el tronco hasta que le encharcó los huevos. Al acabar de correrse Amadeo, caliente como una perra en celo, le dijo a sor Caridad…

- ¿Le apetece mamarla con toda esta esencia de macho?

- Me apetece seguirle dando de hostias en la polla.

- Ya habla como una puta, hermana Caridad. Dele de hostias en la polla.

Sor Caridad cogió la polla con una mano y le largó con la palma de la otra. Amadeo no protestó. Sor Dolores le dijo a sor Caridad…

- Dele con más fuerza.

Le dio. La polla se volvió a poner dura.

- ¿Le apetece ahora chuparla, hermana Caridad? Mira lo dura que se le puesto…

- Eso sería una grosería.

- ¿No le pica el coño, hermana? No puede ser que no le apetezca probarla…

Sor Caridad no sabía mentir.

- Mucho Sor Dolores…, debe ser porque lo tengo muy mojado.

- A mí también me pica y no es por tenerlo mojado, eso es por lo que nos echó en el café este desgraciado. Chupe, hermana, chupe y quítese el ardor de coño que tiene.

- Si chupase sería una puta como dice…

- ¡Qué más da, lo importante es quitarse le picor de coño que nos mata!

No la dejó acabar la frase.

- Sea puta por un día, hermana, sea la puta más salida del convento.

- No me diga eso, que furcias no faltan en el cenobio.

Sor Caridad no sabía chupar.

- Chupe usted primero así sabré como se hace… de su experiencia se aprende.

Sor Dolores le lamió el glande y le mamó la polla al tiempo que se la meneaba, no le dejaba los huevos sin atender y también se los chupó para sugestionarlos. Al ratito le dijo sor Caridad…

- Déjeme a mí que creo que ya sé como va el tema de la mamada.

Sor Caridad se agachó y le lamió el glande. Sor Dolores le lamió a ella el coño y el culo metiendo su lengua en la raja encharcada, y le preguntó…

- ¿Le gusta, hermana? Esto nos lo hacemos mucho en el convento… Andrea lo hace de vicio y nos lo pasamos fenomenal antes del rezo de maitines, día sí y día también.

- Más que un buen plato de guiso de rabo de toro.

Al darse la vuelta, la echó hacia abajo y le puso la boca en su coño, Sor Caridad se lo lamió. Amadeo las miraba con cara de asombro, parecían dos putas. Cando sor Caridad se puso en pie, le preguntó sor Dolores…

- ¿Lo follamos?

- ¿Y si nos deja embarazadas, hermana?

- A mí ya me ha metido una buena ración de leche en el útero, ya poco puedo esperar… bueno sí, esperar a ver si cuaja y me deja preñada.

Sor Dolores le dijo a Amadeo:

- Si te corres dentro de sor Caridad te cortamos la polla? Bastante que me has llenado a mí a traición y eso no tiene remedio, pero para ella ti… ¿Entendido?

Amadeo asintió con la cabeza.

Sor Caridad con sus bragas de algodón blancas, le vendó los ojos a Amadeo. Amadeo sintió cómo subían las dos a la cama y cómo se echaban una a cada lado. Lo primero que sintió fue un pezón en sus labios, lo lamió y lo chupó, después la teta se apretó contra su boca y la mamó. A esa teta siguió otra que venía del otro lado. Volvió a lamer y chupar el pezón y a mamar la teta. Si pudiera ver, vería cómo las dos monjas se estaban masturbando metiendo sus dedos en el coño. Luego sintió un coño en su boca, olió, lamió y metió y sacó su lengua en la raja… luego dio paso una frotación más contundente del coño encharcado. Al lamer sintió como su polla se iba enterrando en un coño. Sor Dolores era quien le daba el coño con sabor a su lefa y sor Caridad quien lo follaba a horcajadas, enterrándose todo el cipote hasta los mismo huevos, una y otra vez él no lo supo hasta que sor Dolores le dijo…

- ¡Me corro en tu boca, cabrón! Te voy a echar toda mi corrida en parte de la que has metido en el coño a traición… cabronazo de infierno.

Sor Dolores se corrió en su boca. Sor Caridad no hizo falta que dijera nada, pues Amadeo sintió cómo su coño le bañaba la polla a los pocos minutos de estar clavándose como una amazona… a su cabeza le vino la mala idea de que esa monja no era la primera vez que se la follaban, pese a su simulada postura de no saber como mamar una verga.

Al acabar, sor Dolores, mirando para la polla erecta y pringada de jugos, le dijo a sor Caridad…

- Hay que hacer una obra de caridad, hermana… y este hombre la merece.

- Creo que hoy me toca a mí ser la sacrificada en bien de la humanidad…

Sor marta arreció las embestidas sobre el viejo Amadeo, los azotes de su culo contra los muslos y las pelotas del macho eran ostensibles llenando de sonidos lascivos la estancia…, los gemidos de él, pero sobre todo de la monja eran escandalosos…, hasta que él sujetó a la monja y la trabó a tope con su mástil en el momento en que empezó a eyacular en los profundo de su vagina. Los chorros se hicieron rotundos con un gemido animalesco en cada eyaculación… no fueron menos de seis o siente hasta que paró de soltar leche en el útero de la monja, sor Caridad.

Nada más acabar, se sacó la polla y se la mamaron a dúo y se tragaron la leche a medias que aun quedaba en forma de engrudo en el tallo, un cipote que escurrieron a conciencia. Amadeo quedó exhausto y con los cojones secos….

Poco más tarde se vestían, reclamaban los doscientos euros para el convento, cien por cabeza y un par bombonas de vino tinto de cinco litros… se los dio y se fueron…. Ese día se marcharon felices y contentas de haber recaudado un botín con idea de volver en breve.




El confesionario. El sol aún no asoma en un horizonte cuya visión se pierde tras tantos edificios y ya suenan maitines por los vetustos pasillos del convento. Las monjas que lo habitan se preparan para iniciar la jornada rezando mientras las calles de la ciudad, aún desiertas, aguardan la rutina del trajín de idas y venidas de gentes inmersas en sus cosas, sin reparar en los siglos que se posan sobre la vieja piedra de aquel cenobio.

El día empieza bien temprano en el conventos, pero las monjas saben que tendrán que hacer piruetas para conseguir que la comunidad salga adelante. La secularización de la sociedad ha provocado un fuerte cambio en los hábitos de vida conventuales, lo que conlleva una financiación distinta y más exigua que la de antes. Además, la subsistencia económica se ha hecho más difícil ahora que escasean las vocaciones.

Sor Remedios, veinteañera y guapa a rabiar, arrodillada delante del confesionario, le decía al cura emérito de la iglesia, a quien tenían costumbre de confesar los pecados más inconfesables

- … He tenido un encuentro pecaminoso, padre.

- Cuente, sor Remedios, cuente.

- Ayer por la tarde, aprovechando que estábamos solas en el convento pequé con sor Caridad.

- ¿Dónde pecó, hermana?

- En mi celda.

- ¿Se corrió, hermana?

- Sí, padre, me corrí varias veces… como de costumbre.

El viejo cura que rezaba los 70 años, se levantó la sotana y cogió la tranca con la mano derecha, un pedazo de carne criminal que había hecho las delicias de incontables mojas avezadas y novicias a lo largo de su larga carrera eclesiástica de más de 40 años.

En la iglesia adosada al convento, ejercían el sacerdocio dos curas… don Alfredo, un joven y apuesto treintañero y el emérito padre don Cristóbal, que llevaba ejerciendo en dicha iglesia cerca de 30 años. En la sacristía guardaba con gran esmero, entre las páginas del libro de eclisiastés, un registro de todas y cada una de la mojas que pasaron por su verga, así como a las que había preñado e hijos que procuró a lo largo de tan vasta carrera clerical…, y es que pese a su edad, aun se le levantaba la tranca del todo con el peso que tenía.

En aquella iglesia, el emérito solo se encargaba de las confesiones y poco más en preparativos de misa, mientras que el joven sacerdote las oficiaba y se encargaba de los demás contubernios burocráticos que conllevaba la gerencia de la parroquia. Era un secreto a voces entre todas las monjas, los servicios que prestaba don Cristóbal en su confesionario, y aunque la mayoría de los pecados era leves… se perdonaban con dos padres nuestros y un avemaría, algunos era de alto calibre divino y su confesión solía tener una redención del mismo nivel con la penitencia adecuada.

Ante la confesión de sor Remedios, y mientras el Septuagenario padre se masturbaba, le dijo… - Dame detalles, hermana.

- ¿Que detalles, padre?

- Desde el principio, cómo empezó, lo que pasó y cómo terminó.

La monja no se extrañó de que el viejo cura le pidiera aquello, aun así le replicó…

- ¿Es necesario, padre?

- Si, hija, es justo y necesario.

- ¿Justo y necesario?

- Si, justo para Dios y necesario para mí.

- Esta bien padre, le cuento….

Estaba echada sobre la cama y sin querer posé una mano sobre un pecho, comencé a acariciarlo y cuanto más lo acariciaba más me gustaba, mi otra mano bajó y acarició mi sexo. Me gustaba mucho. Acaricié el otro pecho. Los labios se me secaron. Mi lengua los humedeció y comencé a gemir. Sor Caridad, que duerme en la cama de al lado, oyó mis gemidos y vio lo que estaba haciendo, y sin decir palabra se metió en mi cama, me levantó el camisón, me quitó las bragas y comenzó a acariciar mi sexo pelado con sus dedos. Yo estaba temblando. Me quitó el hábito y la cofia. Quedé completamente desnuda, con mis duros senos con pezones rosados y gordos pezones…

- ¿Esos son los detalles que quiere saber, padre?

- Sí todos, hija, todos con pelos y señales.

La monja siguió hablando.

Me agarró los senos con las dos manos y me dio un delicioso repaso, chupando, lamiendo y mordiendo los pezones. Llegó un momento en que mi ojete y mi sexo comenzaron a abrirse y a cerrarse al mismo tiempo, me subió de los pies a la cabeza un calor sofocante y sentí algo así cómo una explosión dentro de mí. Me corrí y casi me muero con el placer que sentí.

- Sí, padre, me corrí cómo un maldita puta, y…

El cura la interrumpió.

- Bendita, hija, bendita.

- Pero puta… porque estaba gozando de puro vicio.

- La perra chica para ti hija…, prosigue.

- Aún no acababa de correrme cando metió su cabeza entre mis piernas y me lamió el sexo, que abriéndose y cerrándose estaba expulsando flujos. Acabé de correrme y ella seguía comiéndome la entrepierna…

El cura, que estaba dale que te pego a la tranca, la volvió a interrumpir para decirle…

- El coño hermana, es coño y tetas, no pecho y sexo… conmigo puedes hablar con propiedad, estoy acostumbrado al lengua vulgar y corriente.

La monja prosiguió.

…Ella me comía el coño y yo acariciaba mis tetas con las dos manos. Su lengua entraba y salía de mí cómo si fuera un pen… Una polla. Lamía mis labios vaginales y lamía y chupaba mi clítoris. Me lamió el periné y hasta el ano. Me puse otra vez a mil. Me penetró el culo con un dedo, lamió mi clítoris de abajo arriba y le di lo que buscaba, mi esencia, calentita. Sentí tanto placer, tanto, tanto, tanto que acabé mordiendo la almohada. Es que yo cuando me corro, me corro cómo una perra, padre.

- ¿Y no le devolvió el favor, hermana?

- No, no sabría. Fue ella la que me dio a mí más placer.

El cura seguía pelándosela. Zas zas, zas zas zas, zas… el sonido del prepucio aguachado se oía de manera ostensible…, naturalmente la hermana Remedios lo escuchaba y hasta lo veía a través de la rejilla del confesionario.

- ¿Cómo?

- Me dijo… "Pon las manos sobre la mesa donde escribes -las puse-. Levanta el camisón -lo levante- Abre las piernas -las abrí-. Ahora cuenta."

- Cogió mi cordón y me dio con él en las nalgas, y yo conté… Una, ay, dos, ay, tres, ay, cuatro, ay, cinco, ay, seis, ay, siete, ay, ocho, ay, nueve, ay, diez, ay.

- "¿Quieres más?"

- Claro que quería más, mi coño se estaba mojando de nuevo. Le dije… Diez más.

- ¿Tanto le gustaba que la azotara, hermana?

- Sí, me excitaba por castigo ante mi libidinosa necesidad lasciva. Sor Caridad besó y acaricio mis nalgas doloridas, me lamió, y me folló el coño con la lengua, luego, con tres dedos follando mi coño, volví a contar… Uno, ay, dos, ay, tres, ay, cuatro, ay que me corro, cinco, ay que me corro, seiseiseiseis- ¡¡¡Me coooorro!! Y me corrí, padre. Después me dio los dedos a chupar. ¿Sabía qué mis flujos son blancos cómo la leche?

- ¡Qué coño iba a saber!

- Cuide su vocabulario, padre.

- Sí, cómo si tú estuvieses recitando poesía.

- ¿Ya nos tuteamos?

- ¿Estas caliente, Remedios?

Le respondió con otra pregunta.

- ¿Le excité, padre…?

- ¡Sí, y de un momento a otro me voy a correr como un pecador!

La monja se puso aún más cachonda de lo que estaba.

- ¡¿Qué ha estado haciendo, don Cristóbal?!

- Pecando, bonita, pecando como todas vosotras… uno también es hijo de Dios y de las tentaciones… y no soy de piedra, hija, sino de carne y hueso.

La monja se levantó, fue detrás del confesionario y vio al cura con la tremenda tranca en la mano. Se persignó al ver tan escandalosa verga… por la rejilla se intuía pero en directo era un mostrenco de cuidado, tal y como se había comentado sor Andrea.

- ¡¿Son así de gordas y de largas las pollas de los viejos curas…?!

El cura le mintió.

- Esta es de las más normalitas, pero ha dado su guerra… ¿Me la chupas un poquito?

La monja quería Camboya, y le siguió la corriente al cura.

- No sé hacerlo, padre… me tendrá que instruir para lograr hacerle gozar.

- ¡¿Sabes chupar un dedo?!

- Eso sí sé hacerlo.

- Pues es lo mismo, solo que tiene otro sabor, textura y grosor.

La monja se arrodilló y metió la tranca en la boca, pero no era lo mismo chupar un dedo que una salchichón. Aunque ella chupó. De las comisuras de sus labios le salía aguadilla mezclada con saliva cuando el cura. Al rato la apartó, y le dijo…

- Siéntate sobre mi polla, sor Remedios.

La monja se asustó.

- ¡Me reventarías con esa cosa!

- Ya verás cómo no… ni te imaginas lo que cede una vagina con una polla tan dura.

La monja estaba asustada, pero caliente cómo una perra. Contar lo del día anterior la mojó bien mojada. Se quitó las bragas y se agachó dándole la espalda al cura, que agarró la tranca en la mano y se la llevó a la entrada del coño. Le metió la cabeza, la monja cogió el hábito y lo mordió. Le entraba costosamente, tan apretada que daba miedo. Empujó con delicadeza engulléndose el glande por completo…, esperó unos segundos a que se acomodara y dilatase lo suficiente para volver a retomar el camino al cielo de su coño. Al rato, con toda dentro lo que le daba era un gusto tremendo. Por puro instinto, follaba ella al cura con su culo y parecía la locomotora de un tren dándose sentones fuertes que rebotaban en los grandes cojones del Septuagenario padre… “Chucu chucu, chucu chucu chucu chu..."

La visión del culo de la novicia era todo un espectáculo, veía como su ano se abría y cerraba en cada vaivén… la ancha verga de don Cristóbal era desproporcional a aquel cuerpo angelical de sor Remedios. No pasó mucho tiempo después, cuando se corrió cómo una cerda bañando la tranca del viejo, que a pesar de estar la monja como un queso, no se corrió, y no se corrió por que el semental tenía una técnica para aguantar cuando se le antojase, si que se le bajase un ápice de la dureza venérea… tanto aguantó, que le dio tiempo a que la monja se volviera a correr, sí, se corrió metiéndose los no más de dieciocho centímetros hasta la raíz sin sacarla… y es que era un pedazo de tranca de anchura tan descomunal, que aún siendo larga, su grosor la empequeñecía, pero llenaba cualquier coño por muy follado que fuera el útero a penetrar.

El cura asió de la cadera a la monja y le dio la vuelta, esta quedó como a cuatro patas con las manos apoyadas en el asiento donde antes se hallaba sentado don Cristóbal, y este desde atrás se la empezó a follar a saco como a una perra… ahora la novicia mordía con mayor dureza para no gritar mientras era atravesada por el viejo clérigo que comenzaba a notar la subida de la leche desde los grandes almacenes testiculares. Arreció el bombeo como mayor ahínco y en una explosión animalesca soltó el primer gran chorro de leche en las profundidades de la vagina que ya andaba cerca de su tercer orgasmo. El monja percibió el segundo chorro casi con mayor nitidez que el primero, y a ese un tercer y cuarto aldabonazo de lefa espesa bien macerada en los grandes huevos del viejo cura Septuagenario… se volvía a correr la monja al notar el relleno de semen que le estaba procurando, y don Cristóbal al sentirlo, no dejó sola a la novicia aunque él ya se había aliviado por completo… continuó follándola hasta que la última convulsión dejó de apretar y soltar su verga dentro de las paredes vaginales enlucidas de blanca leche clerical.

Llamado el monaguillo por el cura para que preparase la misa, una vez que la jodienda se terminó y sor Remedios se componía adecuadamente la vestimenta. le preguntó la monja…

- ¿Mañana a la misma hora?

- Como usted guste don Cristóbal…, no deseo abusar de su generosidad siendo tan mayor.

- No tenga preocupación por ello, a este viejo aun le queda mucha guerra que dar…. ¡Ah! Sor Remedios, si puede convencer a Caridad, tráigala con usted. Les espero en la sacristía.

- Allí estaremos puntualmente, padre.





Soluciones financieras. A esa misma hora, el padre Alfredo estaba en la oficina tranquilo, era un día más, cuando tocaron la puerta y ordenó a la monjita del convento que esperaba en la antesala para la cita que había concertado para ese día. Le dijo que pasara, pensando que era una de las veteranas que siempre venían a consultar sobre sus casos legales, según había entendido. Sin embargo grata fue la sorpresa cuando ingresó una monja relativamente joven, y a pesar del hábito blanco de la orden de las dominicas de clausura, se notaba que debía manejarse un cuerpo de campeonato. Lo que realmente le sorprendió al sacerdote, era que a pesar de ser tan joven, hubiera llegado a ser la mano derecha de la superiora del convento colindante a la iglesia que don Alfredo regentaba. Su hermana Andrea le había comentado, pero no esperaba a alguien así… tal vez no le dijo por celos. Asustada o amedrentada del mundanal trajín del la vida en la ciudad y de los lobos en la empresa, tras estudiar economía y probar unos meses como gestora de las arcas en una empresa de alquileres de vehículos, se metió a monja.

Se sentó al otro lado de la mesa de roble macizo, y le consultó sobre unos inquilinos que quería desalojar, y mientras explicaba el caso, don Alfredo no dejaba de mirar esos labios carnosos y sensuales que a medida que hablaba, se imaginaba la maravilla que sentiría si me la estuviera mamando, movía la boca tan sensual que de inmediato tuvo una erección enorme que casi rompe la bragueta del pantalón, además del sube y baja de sus tetas que por poco se abalanzó a tocárselos.

Estaba tan absorto en sus pensamientos que no le prestó atención a lo que decía la monja, secretaria del convento y por tanto gestora de los dineros que entraban y salían… cuando terminó de hablar regresó a la realidad y le dijo que no habría problema que se haría cargo de los casos. Tanto secretaria como párroco, quedaron al día siguiente para una visita al despacho del convento, en donde le llevaría algunos documento para firmar y poder iniciar los procesos.

Al salir notó bajo la sotana algo más ceñida de lo habitual, el bien formado y delicioso trasero de la monja, que aunque no era muy alta, si se manejaba unas formas de reina de la belleza. Al ponerse de pie ella se percató de la erección, miró a los ojos del clérigo y otra vez a la tienda de campaña levantada por tan excelso mástil… se sonrojó, a la vez que él observa como miraba la entrepierna con un brillo lujurioso en los ojos color caramelo que se manejaba. Esto, lejos de avergonzar al cura, lo calentó más y llamó a su hermana, la moja que realizaba labores de diácono… le ordenó que cancelara sus citas para el día siguiente, además que pasara a la oficina y cerrara la misma por que le tenía que dictar unos "textos".

Ella ya sabía de que se trataba, despachó a la secretaria de su convento y cerró el estudio, ingresando a su oficina. De inmediato vio la empalmada que le había producido la otra monja, y como bien sabía lo que debía hacer, se arrodilló ante el padre… le bajó la cremallera de la bragueta, y el botón, y encontrándome ya sin los pantalones, los calzoncillos bajados y con la camisa abierta, ella no perdió el tiempo arrodillada delante de él. Empezó a mamármela como sólo ella sabía hacerlo a su hermano, despacio, con calma, calibrado lo que le entraría luego. Le pasaba la lengua por los huevos para luego subirla por todo lo largo del cipote, luego habría la boca y de una sola se tragaba el íntegro de la polla en su boca, sentía que la punta del glande tocaba su garganta y sentía sus labios tocando el vello púbico, lo que indicaba que se había tragado todo la verga hasta los huevos…, eso le volvía loco, estuvo un momento así, y sacó la polla de su boca bañada en saliva, estaba a punto de correrse en su cara, pero ella, instruida muy bien en como prolongar el orgasmo de su hermano, apretó la punta y le chupó despacio los huevos, eso detuvo el orgasmo inminente y le ponía a cien.

Hizo incorporarse a sor Andrea, y la sentó sobre el escritorio, levantando su falda lo necesario para poder apartar a un costado del gordo coño, sus bragas y dejar al descubierto su chocho afeitado. Sin decir nada colocó la punta del cipote en su entrada que estaba chorreando de sus jugos y la penetró de una sola vez, un golpe certero hizo que enviara el glande al mismo útero. Ella emitió un gemido prolongado, y mientras movía la verga en su estrecho coño, ella abría su blusa y dejaba ver las tetas perfectas bamboleándose al ritmo de las arremetidas. Sor Andrea gemía más fuerte cada vez, y estalló en un orgasmo descomunal, mientras su hermano imaginaba estar tirándose a la monjita que acaba de atender.

Estando a punto de correrse dentro de su secretaria, monja dominica y hermana…, ella se retiró y empezó a hacerle una paja cubana chupando el glande a su vez… Se corrió en su boca, haciendo saltar el semen a su cara, el cual lo recibía con una gran satisfacción y deseo.

Al día siguiente, tocaba las puertas del convento, y mientras ingresaba al mismo, escoltado por una de las monjas, no dejaba de pensar en la mano derecha de la superiora y en lo que le haría si no fuera religiosa. Llegó a su despacho y lo recibió cordialmente, ordenando a la escolta que cerrara la puerta y que nadie la molestara por que tenía que resolver un problema legal con don Alfredo.

Coloqué los documentos sobre la mesa, ella los leyó detenidamente y después los firmó. Le miró con esos ojos cautivadores y excitantes, y le dijo…

- Don Alfredo, tengo un problema, en el convento no tenemos dinero para sus honorarios, y no se cómo pagarle por los servicios legales.

El párroco, que además de clérigo era licenciado en derecho, hacía todo aquello sin ánimo de lucro, además de todos los demás chanchullos para poner a nombre de la iglesia tantos otros inmuebles con inmatriculaciones, que era esa capacidad que la legalidad le daba a la Iglesia para poseer bienes materiales, para inscribirlos en el Registro de la Propiedad. Él sabía que la Iglesia no debería tener tantos bienes y que además su inclusión en el Registro de la Propiedad se realizaba de manera fraudulenta…, por ese motivo le dijo que no se preocupara que tenía la obligación de ayudarlas en lo que fuera necesario y que por el dinero no se preocupara.

Ante ello se puso de pie y sin decir nada se le acercó, y al oído le dijo que ella "sabía" como pagarme por el servicio, que estaba al tanto de como se hacían las cosas en aquel convento con los clérigos que lo regentaban. Para ello don Alfredo seguía sentado en el sillón frente a su escritorio, y nuevamente notó una enorme erección. La secretaria echó el pestillo al puerta y se colocó a un metro de donde me encontraba y empezó a sacarse el hábito lentamente, mientras el párroco miraba su hermoso cuerpo, no llevaba nada debajo, tan sólo su hábito que cayó por el suelo.

Se acercó y empezó a quitarle el terno, al principio con cuidado y luego con desesperación, estaba que no cabía en sí de lo excitada que se encontraba, le ayudó a la monja quitándose su propia ropa, para quedar tan solo con la camisa, ella se apoderó de la formidable estaca que sobresalía de entre la piernas como una viga empotrada… la verga se hallaba más dura que el día anterior, y empezó a mamarla con desesperación, no podía creerlo, se estaba tirando a una monja superiora de la congregación de las dominicas que habían hecho voto de pobreza, castidad y clausura… tal vez por la clausura esa mujer se hallaba en tales circunstancias de necesidad absoluta… y menos los seglares, toda la comunidad clerical lo sabían… incluso don Cristóbal como don Alfredo.

Su lengua se movía a una velocidad increíble y ronroneaba con gusto, lo que producía una sensación magnífica en todo el duro cipote, el párroco se sentía en la gloria, ella sabía aplicar la presión justa a la polla y disfrutaba de lo que le hacía al cura, el cual en una andana de chupadas con succión, casi se corre en su boca…, la apartó en el momento justo, para halarla de sus brazos y echarla en el diván que había en su despacho. Le abrió las piernas y con sorpresa, se encontró con una vagina afeitada y perfumada, una vulva abultada con una raja excelsa que invitaba a entrar… eso le excitó aun más al padre Alfredo, y no se demoró en hacerle una lamida de chocho tan rica, que sentía como sus jugos salían del interior y chorreaban por sus partes llegando a su ano chiquito.

Le lamió desde el ojete al clítoris con toda la extensión de la lengua… ella dio un grito callado de pura excitación, de pronto sintió como le cogía de los cabellos con sus finas manos de mujer alborozada, y apretaba la cabeza del cura contra su vagina a la vez que emitía unos gemidos prolongados mezclados con unos gritos entrecortados, casi chillidos… sin lugar a dudas, aquella monja de clausura estaba teniendo un orgasmo descomunal, no pensaba que fuera el primero, pero tal vez si fuera el más copioso, porque le bañó literalmente la cara…, sorbió lo más que pudo del interior de la monja, y ahora el señor cura sabía que esa hembra estaba lista para el combate.

Sin decir nada más que se sentara sobre su verga, estando él en el sillón, ella se posicionó abierta de piernas formando un gran arco de iglesia con su entrepierna entre los muslos del joven cura..., se dejó caer con la polla sujeta enfilando a la abertura de su coño… de un solo envión se la tragó hasta la raíz… comenzó a follarse al clérigo, y que buena cintura se manejaba de arriba abajo con total soltura embutiéndose todo el cipote sin el menor complejo entre gemidos al sentirla adentro.

Mientras la monja se auto penetraba en esa posición, don Alfredo se dedicaba a tocarle las tetas tan grandes que tenía, ella se movía en círculos y luego en un sube y baja lento para aumentar la velocidad a medida que la excitación subía y el cansancio de la monja la hacía desvanecer de su arrebato fornicador, la echó de costado y la empezó a penetrar lentamente. Ella y el gemían de placer al sentir como la polla se deslizaba tan rico entre la apretujadas paredes de la vagina abacial. La hizo girarse, y la penetró en una posición normal cercano a la posición del misionero. Luego hizo que se le colgara del cuello y la levantó cargándola y penetrándola…, al ser de un tamaño pequeño, del mismo tamaño de una adolescente, no tuvo mayor problema en sobre sus caderas y penetrarla colgada del cuello del sacerdote.

Ahí cargada, se excitó más y empezó a gemir fuerte, señal de que tenía su segundo orgasmo, esta vez con la verga del señor cura dentro del coño… fue largo y prolongado su segundo orgasmo, pero don Alfredo quería más, así que la colocó de cuatro patas cuando se le acabaron los estertores, y sobre su sillón se posicionó como una perra, le puso la punta de la polla en la entrada de su raja vaginal, pero antes ella le dijo que por el culo todavía era virgen… que nadie la había penetrado. El clérigo le contestó que no se preocupara que lo haría con cuidado otro día, que en ese momento necesitaba aliviarse dentro de su útero…, ella asintió por lo excitada que estaba, ya que no le importaba lo que le hacía su santo protector.

El cura le metió la punta de verga en su vagina para lubricarla un poco más, en esa posición se hace más angosto el conducto vaginal. La colocó en la entrada de la raja y empezó a relajarla despacio, jugando con su culo, mientras ella elevaba la columna vertebral buscando con su coño mayor profundidad, en tanto la vagina se abría a cada empujón que le daba… en tres embestidas, había entrado la cabeza en el fondo del útero, expandiendo el coño a su máxima expresión… notaba su calor interior en la sensible punta del cipote, ello permitió que de una sola se la encajara hasta la mitad y con la tercera clavada llegase a tope.

La monja le dijo que se la sacara, que le dolían los pollazos duros que le encajaba. Él sabía que si lo hacía así de duro, se terminaba allí la cosa, por eso, cogiéndola de la cintura, empujó de una sola hasta chocar los huevos con el borde de su culo, ella gritó y cayó desmayada por un momento mientras yo seguía en un mete y saca descomunal, ¡Qué rico coño se estaba follando! Se ajustaba como un guante a su recia tranca, que delicioso ere sentir el anillo de su estrecha raja apretando la venosa polla. Ella reaccionó y se puso a lagrimar, él seguía, al poco tiempo empezó a cambiar el llanto por quejidos para luego empezar a gemir fuertemente, teniendo su tercer y más prolongado orgasmo justo cuando le bañaba de semen el interior de su útero… El cura tuvo un orgasmo tan descomunal que pensaba que el chorro de leche le llegó al estómago. Su coñito no dejaba de latir a cada eyaculación, hasta que se la sacó despacio.

Le dijo que nunca había sentido algo tan excitante. Se vistieron, recobraron la compostura y se despidieron. Al día siguiente le traería los documentos que faltaban para que firmara.

 


 

Los demonios del convento se trataban con sexo, de igual forma que cada cura daba la bendición a las monjas preñadas, y esa vista gorda conllevaba que cada mes, al menos una monja acabara preñada, esta recluía durante los meses de mayor visibilidad de su panza y tras parir, se daba en adopción a familias afines a la iglesia que colaboraban con el convento, y en consecuencia eran cómplices de los arrebatos sexuales de tan jóvenes y promiscuas beatas. Sin embargo, la panza de Andrea hecha por su hermano y párroco principal, se guardaría en casa del cura y criarían a la niña bajo su auspicio dentro de la casa parroquial.

 


 

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