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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

TODO sobre mi MADRE



Mi padre es un buen hombre, paciente y de talante apacible, que sabe empatizar con las personas que tiene a su alrededor. Su trato afable y familiar con cada uno de los clientes que acuden a diario a su ferretería, han hecho que tenga fama de buena gente. Para él cada persona es distinta en sus necesidades… sabe que precisando lo mismo, las circunstancias marcan la diferencia. Mi padre me conoce mejor que yo mismo y cuáles son mis debilidades…como las satisfago y hasta con quién. Efectivamente lo has adivinado, era ese momento clave en la relación padre e hijo revelándonos intimidades contemplando el horizonte, sentados en la terraza de casa las palabras empezaron a fluir, durante toda esa tarde hasta entrada la noche. Nos abrimos el corazón para hablar abiertamente sobre la relación que nos unía a mi madre, su esposa... la mujer de nuestras vidas.

– ¿Quieres una cerveza fresca?

Me miró y con un gesto agradable asintió…acababa de venir de la tienda. Mi padre utiliza las palabras justas. El sol se ponía entre los montes de enfrente y el resplandor era de un bonito anaranjado. Me gusta compartir los silencios con él, con mamá es casi imposible por eso le buscaba a él en esos momentos que uno necesita tranquilidad. No sé si era su veteranía de siete décadas vividas o su carácter sereno y frío el que calmaba la tempestad de su esposa… Son tan diferentes como opuestos, los extremos que se tocaban. En medio de todo sus dos hijos, ahora solo yo, porque mi hermana voló temprano del nido a los 19 años y solo vuelve a por su ración de tarta de vez en cuando.

– ¡Glum glum… Agggg! El primer trago siempre es el mejor.

– En una cerveza no hay duda, en lo demás habría que matizarlo

– Tú ahora estás bien con tu mujer ¿Verdad? ¡¡Ya no ha vuelto a engañarte…!!

– Que yo sepa no, pero antes tampoco me enteraba.

– No le des muchas vueltas, disfrútala cuanto puedas… las mujeres no nos pertenecen, no son objetos sobre los que podamos ponerle titularidad y no las podemos controlar.

– Tienes razón, después de todo solo tenemos esta vida para disfrutarla… aun así creo que en estos momentos solo la uso yo. Sale con sus amigas nada más.

– Yo hace mucho tiempo que aprendí a ser tolerante, a coger solo mi parte del pastel y te puedo asegurar que soy feliz…tu madre me ha hecho dichoso todos estos años pese a todo.

Mi padre se estaba abriendo a en un camino que nunca nos atrevimos a recorrer, parecía dispuesto a sincerarse conmigo de todo aquello que sabía sobre su esposa y las aventuras que se corría. Yo sabía de algunas, simplemente porque había sido partícipe, pero no quise nunca ser juez y parte con mi madre. No he conocido a una mujer más entregada a su familia, pese a sus locuras sexuales…esas aventuras incontrolables con sus amigas.

– Dices pese a todo… ¿Acaso mamá y tú habéis tenido problemas matrimoniales alguna vez?

– Hijo tu padre está viejo, es callado y reservado en sus cosas, pero tengo ojos en la cara y oídos que saben escuchar. El olfato aún me funciona y todos esos sentidos me han dicho muchas cosas de tu madre a lo largo de la vida. Me hacía feliz y se lo toleraba, aun me hace feliz y le sigo tolerando todo. Para mí tu madre es un libro abierto a la que quiero…

– ¿Crees que mamá se ve con otro hombre?

– No hijo, no lo creo, lo sé…, y sinceramente me parece bien porque ella es muy feliz.

Mi padre me miró con su eterna mirada de conformismo... 

– Hijo sé lo que haces con tu madre desde que te separaste de Maribel, y ya te digo de plano que no me importa porque ella es dichosa, tú eres feliz y ambos formáis mi felicidad. Sé que ya no valgo demasiado, mucho menos para el sexo…, esta diabetes ha acabado por dejarme impotente, pero tu madre aun me ama y eso es lo que importa. Ella te da sexo con amor y a mí amor con un poco de sexo alguna vez.

– Papá yo… bueno no sé qué decirte… Yo…

– Hijo no digas nada, lo entiendo y quiero que todo siga así de bien para los tres. Se quedó mirando de nuevo al horizonte, le dio un trago final a la cerveza… – Me gustaría contarte como me enamoré de tu madre…

Conocí a tu madre cuando ella tenía unos 16 años y yo 22, para mí fue amor a primera vista, era una flaca preciosa de busto generoso y uno culo de ensueño. Tras la primera semana saliendo tuvimos sexo sin condón. Me fascinó verla desnuda y la forma en que hicimos el amor, tuvimos sexo vaginal y oral (buenísimo) todo parecía perfecto pero la verdad es que hubo un incidente, ella hizo un drama durante la penetración, me dijo que era su primera vez y que le dolía, me pareció extraño porque no le rompí el himen, pero a veces ocurre… no siempre se conserva y la mujer sigue siendo virgen, se puede romper por muchas razones. Follamos como conejos, por supuesto que ella igual folló como una profesional…, le seguí el juego pues no quería arruinar una ocasión tan especial, además estaba sintiendo que esta mujer era lo mejor que había tenido, sencillamente me parecía perfecta y su virginidad no era importante.

Nuestra relación se tornó muy sexual en poco tiempo… me encantaba. Después de varios meses siendo pareja un "amigo" llegó a buscarla a su casa justamente un sábado que yo me encontraba allí con ella, tocaron el timbre y tu tía María abrió la puerta y lo hizo pasar, por supuesto que lo conocía…, cuando tu madre lo vio en la sala instantáneamente palideció y se puso nerviosa, el tipo al verme también se sorprendió un poco, ella lo saludo con un beso en la mejilla y nos presentó como Sebastián, su novio, y a él como Ambrosio el hermano de su mejor amiga, nos dimos la mano con un "mucho gusto" nos quedamos callados. La situación se volvió muy incómoda ya que había un silencio total, al fin él dijo…

– Vengo porque Elisa me pidió que viniera a convencerte de que la ayudes a organizar una fiesta de despedida de soltera para Inés…

Tu madre solo dijo que lo haría con mucho gusto… – Dile que yo la llamaré para coordinar los detalles… montaremos una buena.

El respondió con un… "bueno entonces misión cumplida y me retiro" se despidió de mí. Lo acompañó a la puerta. Me quedé con la sensación de que todo eso de la fiesta era una gran mentira y que ese fulano era algo más que el hermano de su amiga, esa idea se consolidó cuando tardó más de 5 minutos en volver… allí hubo una larga conversación entre personas que tenía una relación algo más íntima que la de ser hermano de una amiga. Me puse mal y cuando regresó la encaré y le pedí que fuera honesta, que no mintiera que quién era ese tipo. Yo ya sabía que tu madre había follado con algunos, y ese chico era uno de ellos, quizás con quien más folló antes de mí.

Insistió en ser el hermano de su amiga, me levanté y sin despedirme salí de la casa, ella llegó al coche cuando ya me subía… – Sebas, no hagas una escena por esto, no contesté y me fui.

Durante dos días no quise hablarle, llamaba a mi casa, pero yo no recibía las llamadas, estaba decidido a terminar con ella, pensaba "una cosa es que haya tenido novios y que haya hecho lo que fuera, pero otra es que me tome por imbécil con ex novios que la visitan", al tercer día llegó a mi casa y tu abuela la hizo pasar, no tuve más opción que recibirla.

– Quiero hablarte, pero no quiero que nos peleemos, me dijo

– No estamos peleando por que ya hemos terminado.

Insistió en que la dejara explicarse… – "ahórrate las mentiras".

– Voy a decirte solo la verdad por favor déjame hablar, insistió tu madre pertinaz.

Salimos de la casa sin despedirnos de mi madre, subimos al coche en dirección a un parque, nos sentamos en un banco apartado, me agarró de las manos y me dijo no quiero perderte y por eso estoy dispuesta a que me humilles, soy capaz de hacer cualquier cosa por ti…

– Jamás humillaría a una persona que amo, le dije con sinceridad a tu madre. – Pero necesito saber si puedo confiar en ti o simplemente seguirás construyendo tu mundo de mentiras.

– ¿Quieres saber quién es ese Ambrosio? Es mi ex novio.

– ¿Por qué fue a buscarte?

– Quería volver a salir conmigo, respondió.

– ¿Para qué? Pregunté sabiendo un poco por donde iban los tiros. Hizo una larga pausa, suspiró y dijo… – Para acostarse conmigo.

Pensé… “estaba en lo correcto”… – ¿Y tú que le dijiste?

– Le rogué que no me buscara más que estaba enamorada de ti y que por favor se alejara, insistió y quiso chantajearme diciéndome que él se encargaría de que te enteraras de la clase de perra que era… le contesté que tú ya sabía lo puta que era follando… lo sabías todo. Luego se fue. Entré a la casa dispuesta a contarte todo pero me acobardé y tú te fuiste.

Empezó a sollozar y la abracé, empezamos a besarnos. Cerca del parque estaba la casa donde mi tío Esteban, la que tienen para venir de vacaciones al pueblo, siempre llevaba las llaves encima… mis tíos confiaban la vivienda mis padres y ellos a mí, así que la utilizaba para mis ligues, la aislarme a escuchar música o para estar solo simplemente. En unos minutos estábamos haciendo el amor, fue un sexo más pasional que carnal, hubo muchas miradas intensas y muchos te amo además ella repetía no "me dejes amor" después de un rato follando entre besos y caricias me corrí dentro de tu madre, derramé toda mi leche en su vagina con intención de preñarla y fuese solo mía. Quedamos unidos y abrazados, dormimos un poco. Debo decir que estaba feliz, el saber que Rosalía se estaba esforzando por no tener secretos para mí, me entusiasmaba, sabía que esto era lo más importante para continuar, seguro de esto, no obstante no sabía lo que estaba a punto de oír y me pondrían a prueba.

Cuando despertó… – Amor ¿quieres que te cuente más?

La respuesta fue… – Quiero que me cuentes todo. Empieza con Ambrosio.

– Ambrosio no fue mi primer novio, ha sido el 4º o el 5º. Cuando lo conocí yo tenía 15 y él 20.

– ¿Fue tu primera experiencia sexual? Pregunté inocentemente.

– Ni de cerca, ya en esa época había experimentado con todos mis novios y con otros…, a todos les encantaba follarme bien duro. Me trataban como a una perra, y yo les daba el coño fácilmente porque siempre he tenido una gran quemazón de chocho, y follar me aliviaba bastante… pero eso te lo cuento después… hasta el momento he probado todo tipo de vergas jóvenes y maduras, grandes y pequeñas, sosas y juguetonas… todas esas pollas han logrado darme mucho placer…, y a todas sin excepción, les he permitido que se corran dentro de mí.

Me sorprendió su respuesta tan franca, la interrumpí y le dije mejor cuéntame desde tu primera vez, seguro que recuerdas muy bien cuando, cómo y quién te desvirgó. Ella me dijo que la primera vez nunca se olvida, y la suya la tenía grabada a fuego en la memoria. Contó que había sido un primo suyo, hace varios años se murió de cirrosis, era alcohólico y nunca estuvo casado…en una ocasión que vino a la tienda, le di veinte euros para que comiese algo. Julián era un pobre desgraciado, sin embargo tuvo el privilegio de ser el primero que se folló a tu madre.


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¡De acuerdo, te contaré como me inicié en el sexo…! Mi primera vez fue con mi primo Julián, yo era bastante joven y el andaba por los 25 años. Siempre me pareció muy guapo y me gustaba mucho a pesar de que apenas era una cría de 13 años en la que nadie se fija… me sentía enamorada de él, yo lo buscaba y trataba de llamarle la atención, lo cual logré con cierta facilidad. Era un pervertido revienta coños pero yo no sabía nada de eso en esos momentos, luego supe que mi él con quince años reventaba a pollazos a su hermana y a una amiguita de esta vecina, antes de que llegasen a hacer la primera comunión. El caso es que siempre andaba con cumplidos como… "cada día estás más guapa" "Te estás convirtiendo en una chica muy mayor" me sonrojaba pero me emocionaba que se fijara en mí, vestía sexy para que me viera por donde él andaba. Poco a poco me fue insinuando que me robaría un beso, y un día me dijo…

– ¿Quieres que te enseñe a besar? Contesté inmediatamente que Sí.

Fue en su casa cuando me dio el primer beso y la primera vez que me tocó toda, empezó a besarme y continuó tocando mis tetas, ya con cierto volumen por entonces y, luego mis nalgas y por ultimo mi vagina, no dije una sola palabra, la verdad es que sentían deliciosos sus toqueteos. Estábamos solos en su cuarto oyendo música, y fumando. Me sentía mayor y sexy… así que allí mismo le di mi coño y me desvirgó. Debo de decir que su verga la veía enorme ya que yo apenas era una niña de trece años y flaca casi sin curvas a excepción de mis tetas emergentes. Me folló muy fuerte y aunque lloré a él no le importó. Me dio palo con ganas, introduciendo todo el cipote hasta los huevos una y otra vez, yo no decía nada, porque pensaba que una mujer si quiere ser una buena hembra ha de soportar que el macho la use a su entero placer…, él lo hacía abriéndome las piernas con sus manos y empujando fuerte con la polla en mi coñito.

Con los ojos cerrados, percibía como me partía en dos por dentro…la sacaba y la volvía a meter entera haciendo chocar sus pelotas en mi coño. Y así lo hizo hasta que terminó dentro de mí con una corrida enorme. Sentí sus espasmos eyaculando chorros y más chorros de esperma en el fondo de mi recién desvirgado coñito. Ya con la cabeza más despejada creo, me dijo que me limpiara y que no llorara, sobre todo que no contara nada a nadie. El cabrón se había vaciado los cojones en mi útero, y ahora que llevaba su semilla bien adentro, no quería que se supiera la inmoralidad que había hecho follándose a una niña.





Entonces me dio igual, era feliz y me sentí mujer con la primera lechada que había llenado mi vagina… no la disfruté tanto como la siguientes. Había sido un momento de pasión, pero mi vagina era corta y su polla muy grande… no fue muy agradable su insistencia en la penetración a fondo porque luego sentí molestias durante una semana. Imagino que a él le gustó notar el glande golpeando con el cuello del útero, seguramente le gustó pensar que estaba metiendo toda su verga dentro de una niña, igual que a mí me gusta ahora sentir que me la meten toda y me golpean con sus gordos testículos. Después de unos días volvió a casa de visita y empezó a halagarme, había gente en casa y no pudo acercárseme mucho pero en un descuido…

– He soñado contigo, quiero besarte de nuevo, queriendo decir “¡¡Quiero follarte de nuevo!!”

Me puse roja y sentí cosquillas en el estómago de enamorada como una tonta, me temblaba todo el cuerpo. Una semana más tarde tuvimos otra oportunidad ya que mis padres salieron de viaje y mis hermanos salieron con sus amigos, volvió a besarme y a manosearme solo que ahora me desnudó completamente y me dio sexo oral, quise decirle que no pues me daba vergüenza, como un asno en una noria no escuchaba, solo ordenaba qué debía hacer. Me chupó mi coñito y me encantó, tras  un rato de comida vaginal, me dijo que me hincara en el piso y me metió su gran verga en la boca, lo hizo hasta que me la llenó de leche, me dio asco y la escupí, me regañó diciéndome que debía tomármela porque así no quedaría embarazada con la que me había metido por el coño al última vez…

 – ¡De esa forma se crean anticuerpos! ¡Como las vacunas! ¡Tienes que acostumbrar al cuerpo al semen y es mucho mejor que te lo metas en el estómago, que es más rápido!

Yo no sabía de qué me hablaba…. Me hizo lamer el piso donde escupí su esperma y tragármelo. Sonreía de una forma malvada pero lo hice.  Lo peor fue cuando me señaló mi segundo desvirgue… – Ahora de castigo te la voy a meter por el culito.

Como comprenderás yo no tenía idea de que hablaba, pero él me hizo comprender rápida y dolorosamente. Me obligó a que me pusiera a cuatro patas sobre mi cama y empezó a meterme un dedo, lo hizo muy duro y me dolió, me quejé pero él escupió un “Ya se te pasará”

Al cabo de un rato ya no me dolía… – ¡¿Has visto?! Ya se ha pasado

Luego me empezó a chupar el culito pero no me gustó y le dije que no lo hiciera, el simplemente continuo chupándome el culo y el coño con toda su lengua extendida, cuando se detuvo me abrió las nalgas escupió y me empezó a frotar la polla por el ano y la llevó hasta mi coño, la metió suavemente a pelo en la grieta, ¡Mmmm…! Qué exquisita sensación me invadió, me ardía un poco pero ya no era igual que la primera vez, era mucho mejor.

– ¿Te gusta putita…? Preguntó, sí… sí… sí muuucho, le respondí con la voz entrecortada ya que apenas podía hablar, el placer y la emoción me abrumaban.

– Tienes que hacer lo que te diga.

Yo asentía en todo… – Sí, sí, lo que quieras pero sigue.

Me movía buscando su polla más adentro, él me follaba el coño con pericia, sentí su dedo entrando en mi ano pero no me molestó, empezó a meterlo profundamente y a girarlo como un tornillo, lo metía y lo sacaba, lo giraba… era delicioso, lo sacó, volvió a escupir en el ano.

– Te va a doler un poquito pero tú aguanta, pronto se pasará, ¿vale?

– Sí hazlo pero no pares ahora…. ¡Ummm! ¡Aaaggg! Me corrí en menos de cinco minutos.

Sacó su miembro viril de mi vagina y me lo puso en la entrada del ojete, empezó a empujar, me molestó, me dolió. Creí que ya la había metido, estuvo unos segundos así y de pronto empezó a empujar muy duro, grité ¡¡paraaa!! Pero ya era muy tarde, me tenía atenazada y en unas incursiones más la clavó hasta el fondo. Sentí que me estaba rasgando todo el culo por dentro, sentí mi recto palpitar tan fuerte que creí que explotaría, no se detuvo y empezó a bombear rápido, el dolor era cada vez peor, empecé literalmente a gritar que la sacara, no lo hizo, lo que sí hizo fue taparme la boca…metió sus dedos y se lo chupé como una puta.

– Dijiste que harías lo que yo dijera, vas a hacerlo ¿Verdad?

No podía hablar, estaba llorando sentía que me mataba a pollazos partiéndome el culo, pero aun así pronuncié unas palabras… – Sí lo haré.

Entonces la sacó de mi ojal, me puso sobre la cama boca arriba y llevo su cara a mi pelvis, empezó a lamerme el coño y el ano otra vez, pasaba la lengua por todo el circulo anal muy suavemente, yo no quería que siguiera, quería que me dejara en paz pues realmente me dolía el culo, pero él siguió, después de unos instantes empezó a meterme un dedo en el coño y a moverlo lentamente, se me olvidó por un momento el dolor en mi culo y lancé un gemido de satisfacción, eso hizo que lo moviera más rápido, siguió con el dedo y empezó a lamer mi clítoris... ¡¡Qué delicia!! Flotaba nuevamente, olvidé completamente el dolor anterior y empecé a mover la pelvis con fuerza restregando mi coño por toda su boca, para que se empapara de mis fluidos. Él supo que me venía un orgasmo… a punto sacó su dedo y dejó de mamarme.

– ¡Por favor no pares ahora!  ¡¡Sigue!!  ¡¡Sigue!! Le grité.

– ¿Quieres que te la meta otra vez?

– Sí, pero no en el culo por favor…. Por el coño que me has dejado a medio.

Se notaba su experiencia con la mujeres, lo que nos gusta y como dominarnos. Se acostó en la cama y me pidió que lo montase, lo hice poniendo cada pierna a sus costados, bajé el culo hasta que quedó enfilada su tranca en la entrada de mi vagina entreabierta, calenturienta y mojada como de una perra en celo. Colocó su cabezón en mis labios y me clavó nuevamente.

Me atrajo hacia él y empezó a besarme y meter su lengua en mi boca, con la punta de esta me frotaba el cielo de la boca, sentí morirme de gusto… me hizo muchas cosquillas, empecé a gemir y a mover mi lengua alrededor de la suya, cuando se detuvo y dejó de besarme preguntaba si me gustaba follar con él, yo solo le decía que sí. Empecé a moverme mucho más rápido y más fuerte, mis piernas temblaban como locas, sentía cosquillas hasta en el pelo, el me chupaba las tetas hostigándome… – Más rápido, más rápido, mientras me atenazaba las nalgas, ayudándome a tragarme su verga con mi coño más expedita.

Casi saltaba sobre su mástil, y si, tuve un orgasmo fabuloso, eterno e intenso, como una ola gigante que me recorrió completa de pies a cabeza, todo mi ser (cuerpo, mente y espíritu). Se sentía extasiado mi macho y yo mucho más… no podía haber nada mejor en el mundo en esos instantes, no existía nada fuera de aquella cama… entonces supe que siempre buscaría esto… que me follaran salvajemente. Su cuerpo convulsionaba, se tensaba mi cuerpo sobre el suyo y ambos nos corrimos al unísono, percibiendo las andanadas de leche que expulsaba su gordo glande hinchado clavado en mi útero. Me corría junto a él ¡Ummm! Aquel tronco expandiendo mi vaginita con el relleno de lefa recién ordeñada, era el culmen del sexo.  Desplomada entre sus brazos y sobre su pecho me sentí completamente feliz y enamorada, pensé que era perfecto. En esos instantes pensé en todas mis amigas de 1º de B.U.P estaba segura que yo era la única que había sido follada por un macho, me sentía superior a todas en el instituto… mi primo Julián me hizo ser la chica más importante del mundo, con los años me olvidé de él, sobre todo cuando supe por su hermana lo que había hecho con ella. Me rogó que me alejase de su hermano, porque no era trigo limpio y de seguir con él lograría preñarme y después desentenderse de mí dejándome con su hijo en la panza. No volví a  follar con él nunca más, y para quitármelo de encima me eché un novio con el que pasear.

Me despertó de mi ensoñación diciendo… – No he terminado, ven acuéstate en la cama.

Me ayudó a acostarme en la cama pero me puso de manera atravesada y de tal forma que mi cabeza quedara colgando en la orilla, se paró frente a mi cabeza, yo lo veía desde abajo en esta rara pose para mí, pero sabía lo que él quería, para este momento yo solamente deseaba terminar de complacerlo e irme a casa… báñame y que nadie sospechara de mi fechoría. En realidad estaba satisfecha pero veía en su mirada, en sus gestos que él no, me asustó, pero estaba en sus manos. Abrí mi boca y se acercó, miraba su enorme verga pringada de esperma y flujo vaginal sobre mí, se inclinó un poco.

– Abre bien grande la boca y no te muevas.

La metió, me llenaba todo el espacio bucal, siguió empujando hasta que topó en mi garganta, sentía que me ahogaba, no podía tragar aire ni por la boca ni por la nariz, mis ojos se llenaron de lágrimas pero no eran de dolor ni siquiera miedo, era por asfixia, cuando creí que me desmayaría la sacó de un solo tirón, se oyó un ruido, como descorchar una botella, respiré aliviada, largos hilos de saliva y jugos de su polla chorreaban desde la punta de su verga a mi boca y mi cara, me la restregó por toda la boca y el cuello y luego sobre mis tetas. Volvió a hacerlo unas dos o tres veces más… sus huevos colgando me daban en la nariz. Yo estaba feliz de que me dejara respirar, abría los ojos viendo el anillo del culo con el perineo recio que se unía a sus huevos enormes y sentía su verga restregarse contra mis sobadas tetas. Abrí la boca y empecé a lamerle las bolas, sabía que le gustaría y así fue, empezó a decir…

– Sí, así se hace… ¡Chúpame los huevos, mételos en la boca y chupa fuerte! Ponlos bien calientes hasta que la leche hierva… lo mismo con toda esa lefa te preño hoy.

No recapacité sobre sus palabras, solo obedecía sumisa porque quería que terminara de una vez por todas, luego obligó a sacar la lengua y lamerle el ojete. Le escuché claramente pero no lo hice, pensé… “qué asco”. Seguí comiéndole y chupándole las bolas, insistió.

– Saca la lengua y lámeme el culo ahora, dijo con desesperación. – ¡Hazlo nena, hazlo y me vas a hacer muy feliz! ¡Por favor hazlo ya!

Sonaba desesperado, suplicante, opte por hacerlo. Saqué mi lengua y la puse directo en su ano, sentí como palpitaba, se encogía y se dilataba como queriendo abrirse. Durante un rato le lamí y chupeteé su ano con afán, él se excitó como loco, me posicionó frente a su verga e inmediatamente me la metió en la boca mientras gritaba… – ¡¡Chúpala fuerte, más, más..!!

Noté como se corría llenándome la boca de semen, mucho semen espeso… tras más de seis eyaculaciones se detuvo y sacó su polla… – ¡Tienes que tragarte toda le leche! Pero antes enséñamelo...

Abrí la boca para enseñarle y luego obedecí… cerré los ojos y me tragué su semen. Él se desplomó sobre la cama literalmente y cerró los ojos, tenía una gran sonrisa estaba feliz y yo aún más, ya que todo había sido delicioso y habíamos terminado felices los dos. Fui al aseo, me bañé, me lavé la boca y me puse a orinar, allí me di cuenta que el coño lo tenía irritado, mucho más el culo. Salí del baño envuelta en una toalla, él estaba sobre la cama desnudo y liándose un cigarrillo, me invitó a que me acostara a su lado, yo le contesté que debía vestirme y regresar a mi casa, podía que alguno de mis hermanos ya estuviera allí, sonrió seguro de sí mimo…

– Tranquila hay tiempo de sobra. Sobornó a mis hermanos para que no llegasen a su hora.

Repitió su invitación, fui a su lado, me besó un largo tiempo metiendo su lengua por todo el paladar enseñándome como se besaba con lengua, me soltó y preguntó… – ¿Has fumado?

– Sí, un par de veces al salir del insti con mis amigas.

Me pasó su petardo para que me lo fumase y me relajase con él… – Es maravilloso.

No quería contrariarlo y cogí el cigarrillo y empecé a fumar, tenía razón era maravilloso. Eso fue lo que pasó ese día mi cielo. Así terminó mi experiencia con mi primo Julián, el hombre que me desvirgó y del que me “enamoré” la primera vez... o eso creía que era el amor.


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Ahora debo aclararte cómo me sentía oyendo a tu madre contar semejante "depravación” con el desgraciado de su primo Julián. Al principio de su relato me quedé sin aire y empecé a respirar muy rápido, para ser honesto me sentí una mierda, confieso que hubo un momento en que quise decirle que ya no me contara más, pero pensé que luego de haberla obligado a soltar todo ese veneno que llevaba dentro de ella, sería una traición a su confianza que la destrozaría y también acabaría con nuestra relación, callé.

Conforme fue revelando los detalles, miles de imágenes pasaron por mi mente, la imaginaba como a una niñita flaca, veía sus tetas emergentes de buena talla para tener solo 13 años, con dos pequeños pezones rosados, veía su vagina infantil apenas cubierta de finos pelos rubios casi invisibles, y también veía su hermoso culito de niña. A él lo imaginaba como a un sátiro pervertido y porrero, que abusaba sexualmente de una menor, me sentí iracundo, estaba agitado, pero no quería interrumpirla por lo que seguí callado. 

¡Cuando empezó a decir que algo la había parecido “bueno” o que le “gustaba” o que le hacía cosquillas divinas! Quedé asombrado, pensaba cómo es posible que le gustara ese tipo, pero cuando me sentí peor fue cuando dijo ¡¡Que había tenido un orgasmo!! Sí, un orgasmo o más, justo cuando le acababan de romper el culo. Me sentí muy mal, no sabía que pensar, me sentía molesto y peor aún celoso. Sentía que mi mujer se había pasado de puta con su primo,  que la usó a placer. ¡Qué le vamos a hacer! Tu madre es muy calenturienta de coño fácil ¡Una mujer que no valía la pena! Todo esto me pasó por la mente y no lo niego. Cuando concluyó, relatado lo que había pasado con él, me miró diciendo con voz tranquila…

Sé que has de estar pensando muy mal de mí, y quizás tengas razón, espero no perderte porque lo que siento por ti es algo muy distinto, quiero que sepas que contigo soy feliz, pero si crees que no valgo la pena lo comprenderé y sabré seguir adelante, pero quiero que escuches lo muy agradecida que estoy contigo, eres lo mejor que ha pasado por mi vida.

Siempre traté de complacer a mis novios para que se enamoraran de mí, dejándoles que se desahogaran conmigo. Fingía para parecer lo que ellos buscaban en mí…creía que valoraban mis esfuerzos por darles cariño…tu sabes lo que digo, ser inocente y casta, al mismo tiempo  dejaba que usaran mi coño, mi boca o mi culo a su total disposición, de tal manera que todos ellos pudieran aventar sus ganas, su testosterona. Siempre tuve miedo de que preguntaran.

Todas las veces me dejaba el novio anterior tras usarme… temía que me juzgaran, pero nunca ocurrió. Varias veces me preguntaron y otras tantas mentí, nunca me creyeron y solo me usaron mientras quisieron para al final dejarme, me sentía una puta sucia… un condón usado. No voy a negarte que el sexo me encanta, pero no es eso solo lo que busco de un hombre, me interesa más su amor, pero al final todos quieren sexo y las tontas siempre cedemos o al menos yo lo hacía, te juro que llegué a odiar a Ambrosio por haber llegado a buscarme aquel día y que provocara todo esto, pero es mi sino.

Se quedó un momento en suspenso para continuar diciéndome… te dije que le había dicho que no saldría con él, pues no te dije toda la verdad, le rogué que se fuera y que haría lo que él quisiera pero que se fuera. Me dio tres días para que lo llamara y que si no lo hacía el iría a tu casa y te hablaría de mí verdades con mentiras, lo conozco bien y sé que iba a hacerlo para destruir el lazo que nos une. Ese tercer día era hoy, por eso me animé a buscarte. También fue esa amenaza la que me hizo decidirme a contarte todo, tomé la decisión deseando no volver más a ser prisionera de mi pasado y afrontar lo que soy.

Me quedé mudo, no podía creer todo lo que había sucedido en este día, estaba en lo correcto en cuanto al tal Ambrosio y ella, estuvieron a punto de ponerme cuernos, pero jamás me esperé tal honestidad en una mujer en esas circunstancias, esta declaración me hizo verla tal cual era, una mujer que había tomado muy malas decisiones, hasta este día. Yo también tomé una decisión crucial... Confiar en ella total y absolutamente, luchar para que fuera mi esposa y la madre de mis tres maravillosos hijos. Con esa maravillosa mujer, tengo un matrimonio estable y soy un hombre feliz. Tu madre me cuenta todo porque sabe que lo comprendo. Somos fruto de la naturaleza, venimos de ella y nos volveremos a ella diluyéndonos sin dejar más que el rastro en los corazones de quienes se quedan aquí.

– ¿Supongo que mamá te contó que el pequeño… que Roberto es…?

Me cortó de sopetón… – TENGO 3 HIJOS MARAVILLOSOS y una esposa que me quiere, es lo único que tengo hasta el día de mi fin.

Mi padre daba por zanjado que hace quince años preñé a su esposa, su propio hijo, el hijo primogénito que tuvieron preñó a su madre. Aquello era un secreto de familia que nunca debía salir de ese círculo. Sin embargo eso no fue la única confidencia que obtuve de papá.


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Mi madre es de las que tras hacer el amor gusta de charlar desnuda sobre la cama, y aquella tarde era una de tantas ocasiones en la que me contaba que lo hacía, no para entablar conversación alguna, sino tomar distancia en cierta forma, entre los coitos carnales que teníamos y el cariño debido hacia su esposo. Sin darle más tregua, yo un tanto atolondrado por el orgasmo, mamá se ponía largar cual si fuera una nana… Estoy casada con un hombre muy bueno pero que en la intimidad siempre ha sido rápido y no quedo del todo satisfecha. Como creo que nos pasa a muchas, cuando quieres empezar a disfrutar ya está dándote la espalda y dormido.

Eso me fue erosionando con el tiempo las relaciones sexuales y ahora para colmo ya ni se le empalma, sin embargo le quiero mucho. Me llena de paz porque es un puerto seguro donde arribar cada día, haga lo que haga. En cuanto al sexo con tu padre, tuve claro que debía tomar cartas en el asunto hace unos años cuando surgió la posibilidad de un viaje con unas compañeras del colegio, también maestras de escuela. Tu padre no tuvo reparos en esto y yo realmente al viajar tampoco tenía ni idea de lo que iba a pasar allí. El viaje era hacia la costa brava en Cataluña, cerca de Salou, en plan tranquilo para tomar el sol, bailar, y tal vez subirnos a alguna atracción en “PortAventura”.

Al llegar todas nos sentimos un poco más desinhibidas y algunas en la cena contaban algo sobre sus vivencias pero yo… no tenía nada que contar, bueno sí pero no me apetecía largar mis intimidades. En cierta forma me daba envidia que otras personas pudieran tener esa intimidad tan exuberante que para mí era un relato fantasioso nada más. La envidia se transformó en deseo que también a mí pudiese pasarme algo distinto, algo que de verdad me dejase satisfecha y exhausta, incluso, se programó una salida a una disco del lugar. Yo sentía unas ganas tan fuertes… pasó que busqué instintivamente la compañía de la persona más seria de la comitiva, una mujer que en ese momento tenía más cincuenta tacos.

Pero la magia de la noche le ganó y, gracias a ella nos pusimos a hablar con unos chicos que parecían más o menos de treinta. Hablamos, hablamos y seguimos hablando, y al fin cada una nos emparejamos con ellos y nos pusimos a bailar. Las demás habían desaparecido…el lugar era bastante grande. Conforme la hora avanzaba, y las bebidas hacían su efecto, yo empecé a sentirme como en una nube, como si lo viviese desde afuera, desde lejos… me sentía acompañada y apoyada por esta amiga, pero en determinado momento me hizo señas de salir. Yo los seguí. Para no perderme del chico que iba siguiéndolos delante de mí, me dejé coger la mano y no me solté. La sensación era electrizante. Al salir del local, aunque no era necesario, seguía caminando cogida de la mano al chico, enseguida me pasó el brazo sobre los hombros y yo por su cintura. Me sentía excitada. Delante, mi amiga iba igual al otro.

Aún así, en una nube, me daba cuenta de que no nos llevaban precisamente a nuestro hotel, sino a un edificio de apartamentos. Subimos el ascensor y entramos a un apartamento pequeño pero confortable, que según supe estaba alquilado por uno de los chicos. Recuerdo que miraba hacia el dormitorio, cuya puerta estaba abierta, y había un somier grande, como de plaza y media. Mi amiga había ido con el chico a la cocina, para preparar unos tragos. Mi follamigo ocasional se sentó en el sillón y yo le dije, espera, voy a la cocina a ayudar. Pero cuando entré vi que mi amiga no necesitaba ayuda alguna. Estaba de puntas de pie, besándose en la boca con él, pegados y comiéndose la boca mutuamente con lujuria.

Comprendí que mi amiga había ido deliberadamente en busca de esa oportunidad, y en un momento entendí que no solo iba a pasarme lo mismo, sino que no tenía siquiera una excusa para evitarlo… ni lo quería. Volví, le sonreí al chico y le dije que estaban muy ocupados. Me senté a su lado, se escuchó un primer dulce quejido de aceptación en la cocina y me dejé besar. Después de esto siguió un momento febril, de búsqueda. Cuando nos fuimos al dormitorio, yo ya semidesnuda, mi amiga cabalgaba a su hombre enloquecida. No había forma de no mirarla. Estaba totalmente mojada de transpiración por el esfuerzo y el calor del momento. Me miró con los ojos entrecerrados, y alcanzó a susurrarme…

– ¡Fóllatelo, fóllatelo!

Y vaya si lo hice. Saqué de pronto todas las ganas guardadas por años, aún sin saberlo, ofreciéndome en todas las posiciones posibles. Estaba a cuatro patas, como una perra en celo con todo el coño y el culo ofrecidos para que me los atravesara con su pollón. Le invité a que me montara y mi cabello fuese las riendas… la clavó por la gran grieta de mi coño de un solo envión hasta los huevos, el chico calzaba bien unos casi 20 cm de verga. Me follaba a saco, yo sentía que aguantaba muchísimo más tiempo del que nunca había estado haciendo el amor con tu padre. Y el chico batía contra mis nalgas como si hiciese años que no follaba.

Mi amiga gemía y yo también como dos putas perras siendo atravesadas por esos sementales. Yo quería hacer llegar a ese hombre a su final feliz, que se corriera sin más dentro de mí… por supuesto follábamos a pelo, no le iba a quitar la sal de la vida a ese encuentro. Sin embargo el chaval parecía incansable obturando mi coño… ¡¡Cómo podía controlarse tanto!! Su juventud permitía que mantuviese la verga súper dura todo el rato.

Mi amiga cambió de posición y la sentí vibrar… la miré y vi su vientre contraerse hasta el ombligo. En forma rítmica, su amante estaba gozando también hincándosela a fondo, por supuesto follaban a pelo como nosotros. Le hice notar eso al mío contrayendo y dilatando mi coño, y entonces sí, embestí con mis caderas contra él como una puta… obtuve un primer orgasmo alucinante. Él lo sintió y gozo también, le agarré los huevazos y se los amasé al tiempo que sentía las convulsiones orgásmicas… en poco más de unos segundos se empezó a correr dentro de mí como una fiera. Notaba sus chorretazos de lefa estallar contra mi cérvix uno y otro más, hasta que se relajó llenándome a placer y de su esencia masculina.

El otro hombre salió del dormitorio, pero este chico quería más. Me tomó de nuevo ardientemente, y esta vez gocé casi enseguida. Luego, como era previsible, la emprendió contra mi amiga, a la que folló a base de bien a dúo con el otro… también la inseminó a gusto. Yo solo lo hice con el mío, los tríos llegan a ser incontrolables… esos chicos nos dejaron marchar con los cojones secos y nuestros coños llenos. Después de esta experiencia tan fuerte todo pareció volver a su curso normal. Algunas de las otras compañeras nos preguntaban cómo había estado la fiesta al final, hasta qué hora había durado, e inventamos una historia más contable. Pero venir con esas sensaciones a flor de piel fue demasiado para mí. Pronto empecé a buscar un hombre, u hombres por aquí en la ciudad y pueblos cercanos.

Yo sabía muy bien lo que quería y bien pronto lo obtuve. Tuve varios encuentros con distintos hombres, en el primero de ellos me entregué totalmente, incluyendo aquel orificio que según tu padre podría dañarse para siempre en una penetración… o sea, le pedí a un amante ocasional que me lo rompiera otra vez… porque desde que me desvirgaron el culo de jovencita, solo en dos ocasiones he encontrado a hombres que quisieran follármelo y del último ya ni me acuerdo de su cara, ni de su destrozo. No sé si se dañó o no, pero mis quejidos hacían vibrar las paredes… me gustaban más los que podían repetir dos o tres veces y al final me desengañé cuando conocía al amante perfecto. Me estabilicé con alguien a quien le llevo veinte años, y es un amante extraordinario y además el mejor que he tenido… ese eres tú cariño… Hijo, amante, confidente y padre de mi pequeño.

Sabes que No estoy interesada en humillar a tu padre, pero él insiste que le hable de mis aventuras sexuales. Un día me dijo que le contase cómo me desvirgaron, de eso se encargó primo Julián y después como me lo hacían los otros. Tú sabes que estoy muy bien casada. Algunos tipejos creyeron que era divorciada, y alguno me pidió que nos casáramos… lo cual me hizo sentir bien, pero por supuesto no accedí porque amo a tu padre y no quiero romper mi familia. Como comprenderás soy una mujer con necesidades fisiológicas básicas.


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Mi madre continuó contándome que no había sido lo único fuera de lo común que había hecho con su amiga Carmina, tal vez era mucho menos casual lo ocurrido una vez en casa… Lo del viaje a Salou, fue la experiencia que motivó todo lo demás en busca de un sustituto de tu padre en la cama, es justo que sepas que hace poco, en una charla con Carmina, salió ese tema que nunca habíamos vuelto a hablar. Y volvimos a recordar ese viaje tan excitante…Mi amiga creo que lo tomó de una forma bastante diferente a la mía. Me miró y me dijo que le había quedado grabada en su mente esa escena cuando me vio desnuda y subida en aquella polla siendo penetrada por aquel hombre, que sintió mucho deseo… Así me lo dijo… Te vi tan suave y a la vez tan fuerte, con tanta energía… era la primera vez que veía a otra mujer así, delante de mí, en un acto sexual devastador para mí… no podía creer que estaba viendo a mi amiga bien casada siendo penetrada por otro que no era su marido, fue como un sueño… pero esa noche supe que podría sentirme atraída por una mujer, quise… no sé, besarte…

Sonreí y la miré. Una no sabe cómo va a reaccionar en el momento preciso en el que escucha eso de otra mujer…Carmina parecía tensa, a la espera, mirándome, intentando buscar una respuesta detrás de mi mirada. Creo que hice lo que tenía que hacer. No correspondía una charla en ese momento… ni siquiera una pregunta más. Si bien no lo había visto así, yo también tenía un recuerdo de ella de esa locura que compartimos, y no me desagradaba lo que recordaba.

Aquí estoy, le dije, cerrando los ojos… volvamos si quieres a ese momento. No es bueno quedarse con las ganas…Sentí su cálida respiración en mi cara… ella se acercaba más, y más, como si el hecho de tener yo los ojos cerrados le inspirase confianza. Abrí apenas los ojos, un instante. Su cara estaba casi pegada a la mía y su boca venía en busca de mi boca. Cerré los ojos y sentí el contacto suave de sus labios aún cerrados en un besito sobre mis labios que me hizo estremecer. ¡Qué delicia! le dije, suavemente, y entreabrí los labios, nos besamos de nuevo. Esta vez fue más cálido y húmedo, y cuando quisimos poner de acuerdo nos besábamos con la boca muy abierta, buscándonos con deseo creciente.

Abrí los ojos, necesitaba verla. Me miró y su mirada era una súplica de deseo, yo esperaba que ella me besara, pero luego le tomé las manos y las puse sobre mis tetas… y lamí sus labios y la besé yo a ella… después de eso no pudimos parar. Terminamos en la cama, buscando la mejor forma de complacer la una a la otra, lenta y deliberadamente… y nos encontramos, nos gozamos varias veces. Ya no pensé más nada. Simplemente me gustaba esa mujer desnuda que vibraba con mis caricias. Nos pusimos muy febriles, empezamos a provocarnos verbalmente, a decirnos cosas que fuera de esos momentos nos avergonzarían… El asunto es que ahora, ir a la casa de Carmina cuando ella está sola, es casi seguro que terminamos en la cama. Ya lo hemos comprobado…

El caso es que quien sale más beneficiada de todo este embrollo es nuestra amiga Carmina, como sabrás por el relato “Carmina o revienta” es una mujer que la vida no le ha tratado muy bien, hasta que llegó a nuestra vidas, o más bien a la vida de mi madre. Se hicieron íntimas casi a primera vista y comparten prácticamente todo e incluso a mí. Mi madre siempre se ha conservado muy bien. Cuando ocurrieron los siguientes hechos creo que realmente que no había estado tan buena en su vida, se había convertido en lo que se llama por aquí una “Madura Cachonda” rubia con un buen trasero, unas tetas grandes, unas buenísimas piernas, no estaba gorda pero si rellenita.


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Recostados sobre el balancín mirando el horizonte y una nueva cerveza, papá me recordaba cuando descubrió lo puta que era su esposa y cómo me dejó follarla a modo de venganza. Yo contaba con unos 22 años. Aquello ocurrió tras una de sus aventuras con las amigas que solía y suele salir de fiesta… aquel día era para celebrar su 40 cumpleaños. Rosalía pasó de ser una esposa y madre ejemplar a mujer despendolada y casquivana de manera definitiva.

– ¿Recuerdas cuando vino tan perjudicada tu madre de una de sus fiestas…? Debes recordarlo porque esa noche te la follaste varias veces con mi consentimiento explícito.

– No muy bien, de eso hace mucho… ¿treinta años?

– Recuerdo que ese años acabaste la carrera.

– O sea, 28 años ya de aquello.

Mira te cuento por si lo recuerdas… Tardé en conciliar el sueño, no dejaba de pensar, me imaginaba a tu madre follada por los tres tíos que la trajeron de madrugada a casa. Eran ya mediodía cuando me desperté. Al pasar al baño de mi dormitorio veo que ni tu madre ni tú os encontrabais en él, os escucho en la cocina estáis desayunando como un día normal, bromeando y riéndose, “aquí no pasó nada” pensé, el silencio reinó en la cocina al entrar yo.

– “Buenos días” tal vez fue los buenos días más secos que pronuncié en mi vida, los contestasteis sincronizados a mi saludo… – ¿Qué tal dormiste Luciano? Pregunto con sarcasmo mientras tu madre me sirve un café.

– Bien, bien papá, muy bien.

– ¿Y tu Rosalía que tal estás?

Tras una pausa de silencio contesta con voz cortada… – Tengo que explicarte lo que paso, te aseguro que no es lo que piensas, se excusó. – Ahora cuando estemos solos te lo cuento.

Finalmente solos, nos acomodamos en el salón, y tu madre empezó a relatarme los hechos… Tras la cena Carmina propone ir a un club que ella suele frecuentar y conoce gente allí, el lugar era acogedor, había muchos más hombres que mujeres, sonaba música latina, comenzamos a beber, jóvenes y no tan jóvenes se acercaban para saludarnos y convidarnos, en ocasiones salimos a bailar, las tres estábamos felices nos sentíamos el punto de atención,      me sorprende la actitud de Carmina abriéndose exageradamente de piernas, pensé… simple descuido…. Los hombres se acercaban para ver de cerca los muslos de mi amiga, mi sorpresa fue cuando giró las piernas hacia mí… no llevaba bragas. Luisa la conocía más que yo en aquellos eventos y no parecía sorprendida, la raja bien afeitada de mi amiga era bien visible, ella lo sabía y gozaba con ello.

Fue cuando llegaron los tres amigos de Carmina, se aproximaron con bebidas para nosotras, parecían simpáticos, seguimos bebiendo, no tarde en sentirme mal y me fui al baño, comencé a vomitar, me sentía fatal, noté que era ayudada en mantenerme de pie, era Carmina y uno de los amigos. Mientras me limpiaba la boca me senté para mear, no sentía reparo en que el extraño me vieran de tal guisa, tenía las bragas en las rodillas y Carmina me las sacó por completo, el hombre se acerco metió su mano en mi entrepierna mientras orinaba, no sé que me pasaba, no podía resistirme, me refregó el coño con los meados, me sentí excitada siendo pajeada con unos dedos varoniles, unos dedos que frotaban con ardid mi clítoris…, me abrí bien de piernas y dejé tocarme a sus anchas, me entraba escalofríos al sentir sus uñas arañándome los muslos profanando mi coño mojado por mis meados y creo que también por flujo vaginal.

Me penetró no sé con cuantos dedos y me masturbó con dureza mientras Carmina me desabrocha el vestido, me extrae las tetas y me las soba. Por otro lado el hombre con sus dedos entrado y saliendo de mi coño me come los pezones, en tanto mi amiga le facilita el trabajo sujetándome los tetones rígidos, tras un rato me estremezco al alcanzar un orgasmo. Yo sigo sentada en la taza del wáter, el desconocido se incorporó coloco su polla entre mis tetas y me las folla, mientras lo hace clavaba sus uñas y me las estrujaba apretándolas contra su tranca, me hacía daño, quería protestar pero algo me lo impedía, sentía un morbo especial, una calentura e impotencia de querer y no poder hacerlo. Su polla era larga, salía y entraba del mi canalillo formado por mis tetas…chocaba contra mi barbilla en ocasiones, abría la boca y le chupaba el capullo a su llegada a mi cara. Carmina le sobaba los huevos con fortaleza, en tanto se hacía la paja cubana con mis tetas…lo debía llevar bien llenos.

No sé cuanto duró aquella paja, pero de pronto el esperma del hombre me corría por las tetas, después de soltar dos buenos chorros que se estamparon en mi cara, dejándome dos chorretones de lefa espesa cruzándola desde la barbilla a la frente. Entraron un par de chicas en el baño y tuvimos que desalojarlo con el desafío que si no lo hacíamos llamaban al de seguridad, mientras regresábamos mi amiga limpia lo mejor que puede la leche de mis tetas y de mi cara con mis propias bragas, me las coloca prendidas del sujetador y me recoloca el vestido. Al regresar me llevaron a una espacie de privado para los VIP, me di cuenta que faltaba Luisa, los otros dos hombres seguían allí, Carmina me ayudó a sentarme y ella lo hizo a mi lado, los tres hombres estaban al frente, ¿Disfrutas de tu cumpleaños, Rosalía? me preguntó Carmina que ante mi sorpresa la veo que se encuentra relativamente bien.

Siguieron las bebidas, Carmina comenzó a ponerse muy cariñosa conmigo, yo estaba sin bragas, sentí su mano deslizarse entre mis piernas, instintivamente las abrí, siento sus uñas clavándose en mis muslos, dejo que me llegue al coño, el sentir los dedos de otra mujer acariciándote el clítoris era algo que me había imaginado pero la realidad es otra cosa, me encontraba fuera de control, no me importunaron las miradas de los tres hombres, puse una pierna sobre la pierna de Carmina y la otra sobre la mesa, y dejé mi conejo peludito bien expuesto, al rato sentí que eran varias las manos que me soban y me hacen daño que se me antoja placentero.

Sin darme cuenta me habían bajado el vestido a la cintura y mientras Carmina de rodillas frente a mí, me come el coño, tan a fondo que mi vulva ocupa su nariz y boca siento dificultoso respirar para ella…, no era para menos a mí, que me habían introducido una polla en la boca, me gusta, disfrutaba del sabor y la mamo con ansia (Hacía años que no me comía una verga tan dura). El tipo agita sus caderas al mismo ritmo que yo me introduzco esa barra de carne. Al cabo de unos minutos, el hombre se deslecha sujetándome de la cabeza para no escaparme de la eyaculación… trago todo lo que sale del pollón, me corro nuevamente, ahora en la boca de mi amiga Carmina.

El tiempo no era continuo, pasa en intervalos porque no sé qué me pasa, algunas cosas las recuerdo con claridad otras son un borrón en mi memoria. De pronto me encuentro con las manos sobre la mesa, el culo bien en popa y siento un agudo dolor en el ano, fue cuando Carmina me pasa el móvil diciéndome que tengo una llamada, era tu padre… quiero resistirme a ese dolor es insoportable, pero me abren el culo de tal manera que no puedo más que someterme a que me partan… y como siempre digo, sino lo quieres sufrir, disfrútalo. El cabrón sigue dándome por el culo un tiempo indeterminado, hasta que siento el cálido esperma inundarme las entrañas de mi culo.

Recuerdo que me colocan el vestido y me sacan del recinto, siento el contraste del aire fresco y limpio de la calle, me siento fatal y mareada, me desperté en una especie de nave industrial sobre un colchón viejo. Hay varias personas desnudas, con las pollas erectas y eso es todo que puedo recordar, me desperté en casa desnuda al lado de Luciano, abrazada a él. Me sentí feliz de estar en casa junto a alguien familiar que me arropaba con cariño.

– ¿Cuéntame, el niño te tocó, o te hizo algo? Le pregunto nervioso.

– Me dio la impresión que me tocó pero no te lo podía asegurar igual fue un sueño.

Luego de un rato de reflexión le pregunto… – ¿Qué piensas hacer?

Ya no aguanté más, en la misma cocina le pedí que se apoyara contra el mostrador como una perra… – ¡¡Que, qué voy a hacer!! ¡¡Ponte bien en pompa zorra…!!

– ¿Qué piensas hacer? Insiste

Le alce la bata de casa sobre la cintura, le saque las tetas para que balanceadas libres, la polla que ella esperaba penétrale el coño tras la fiesta entró en un segundo intento por el coño, fue como la primera vez que me la follé por rabia e indignación a modo de castigo. Mientras la penetraba le decía que no tenía la menor duda que a tu madre se la jugó su amiga Carmina y le introdujeron en la bebida alguna sustancia para dominar su voluntad… burundanga o cualquier mierda de esas que desconecta tu voluntad. Continué bombeando fuerte dentro de su coño hasta que me corrí. Ella se dejó asumiendo mi castigo sexual. Una vez que me vacío en tan solo un par de minutos, la polla se viene abajo, la miro serio…

– “De momento hacerte una analítica medica, sabe Dios quien y cuantos te follaron” “Yo te follé ayer y hoy, tendré que hacerme también una analítica… espero que el niño no te haya penetrado y solo se limito a jugar con tus tetas.

Ella me miro con cara de circunstancias… – “Creo que sería prudente que Luciano se haga la prueba también… por si acaso”.

No lo podía creer… – ¿Has dejado que Luciano te folle?

– Lo mismo se lo he pedido yo…después de una noche tan movida, donde me han usado dejándome como una piltrafa, necesitaba que alguien me diese cariño. Se quedó mirándome solicitando mi perdón. – Lo hizo varias veces. Creí que eras tú…, seguía con la influencia de la bebida. Luego fue cuando me desperté y lo encontré a mi lado, me toqué el coño que aún rezumaba leche y seguro que era de él, porque estaba muy reciente.

Ese mismo día comencé a informarme sobre la substancia a usar para controlar su voluntad de las personas, esas que usan los violadores. Los tres nos hicimos la analítica y por suerte salió negativa en cualquier enfermedad venérea. Si te digo la verdad, al principio aquella salida de mamá con sus amigas para celebrar su cuadragésimo cumpleaños le veía de perlas.

Mamá organizó salir con tres de sus amigas del trabajo para celebrarlo, a mi padre le venía cojonudo, la casa para él con mi hermana en casa de una de sus amigas, solo papá y yo ese sábado de futbol, encargaríamos pizza, lo pasaríamos en grande. Por entonces ese año acabaría la carrera que estudiaba en Córdoba y venía solo en época de vacaciones, de ahí que aprovecháramos estos ratos para compartir. Transcurrió la noche de lo mas normalito, hartos de piza y Coca Cola contentos por la victoria del Madrid en Milán, de momento sin noticias de mamá decidimos irnos a dormir.

Mi padre despierto sobre las 2 de la madrugada, su esposa aun no había regresado a casa, preocupado decide llamarla al móvil, tardó en contestar – “Siiii…dime” la notó agitada y nerviosa… – ¿Estás bien cariño? Preguntó, tras un intervalo de silencio, contesta pero no llego a entender lo que me dice, su voz se entrecorta y su respiración es agitada, escuché voces y ruido e insiste… – ¿Estás bien? Le preguntó preocupado…

– ¿Si…. si cariño, estoy bien…. estaré ahí en breve? Contestaba mamá a duras penas.

– ¿Quieres que pase a recogerte, dónde estás? Dijo mi padre

El teléfono se cortó y dejó de admitir mas llamadas, pensé que no tendría cubertura, desconocíamos en número de teléfono de sus amigas.

Me metí en la cama, mi padre relataba tal como él lo vivió…. De un sobresalto me desperté, ¿sonó el timbre de la puerta o me lo ha parecido? el despertador marca las 5:30 de la madrugada, me había quedado profundamente dormido, me alarmé al darme cuenta que Rosalía no se encontraba en la cama, el timbre suena nuevamente, ya no hay duda, pensé en lo peor ¿un accidente tal vez?, bajé las escalera con el corazón en un puño, abro la puerta con rapidez, mi sorpresa es monumental al ver a tu madre con síntomas de embriaguez, se mantiene de pie con la ayuda de dos desconocidos, uno de ellos trae su bolso, noto que en el coche aparcado frente la casa esta una de las amigas de Rosalía con un tercer individuo al volante, parecía Carmina pero por la oscuridad y la ansia del contratiempo no me fijé bien.

– ¿Qué ha pasado? Preguntó a los hombres, alarmado.

 “Nada, ha bebido un poco, posiblemente mezclo las bebidas y le cayó mal”

– Entrar “Por favor ponerla sobre el sofá”

Les pido a los dos extraños, noto un olor desagradable, dejan a tu madre sobre el sofá los acompaño a la puerta, les agradezco su amabilidad sin hacer más preguntas, saludo dirigiéndome al coche a la que me parece ser Camina una de las amigas de Rosalía, ella no responde a mí el saludo, si lo hace el extraño al volante.

Fue cuando bajaste del dormitorio y contemplas de pie a tu madre sorprendido de su estado, me siento al lado de Rosalía, trato en vano de reanimarla, le coloco un cojín bajo su cabeza, ella se acomoda en el sofá, al hacerlo se abre de piernas, me sorprendo al notar que no lleva bragas, por tu cara noto que también se has dado cuenta, ahí de pie frente a ella boquiabierto no sacas ojo del coño de tu madre, me apresuro a cerrarle las piernas y bajarle la falda. Te pido que te marches a dormir y con cierta dificultad comencé a subir las escaleras con Rosalía en brazos, el olor que despide es todo una combinación… tabaco, alcohol, vómitos, y coño. Noto como nos sigues con la mirada desde la puerta de tu dormitorio, no puedo evitar que le veas el coño… – “Vamos métete en tu dormitorio” te pido enfadado.

Dejo a tu madre sobre la cama para prepararle la bañera, solo murmura trata de decirme algo pero es incapaz de articular palabra, comienzo a sacarle la ropa Rosalía, al desabrocharle la blusa no solo me asombra comprobar que tampoco lleva sujetador pero el estado en que tiene las tetas, con moratones, mordidas y arañazos. Tardé en recuperarme del shock, no quería crear lo que era evidente, el pensamiento me salió en alto “Se la han follado… La muy puta” Con rapidez le deslice la falda por las piernas, se las abro y todo va encajando, los muslos también los tiene con moratones y arañazos, introduzco dos dedos en su coño, ya no hay duda, lo que tengo en mis dedos es esperma, no lo quería creer, acerque los dedos a la nariz, el olor era inconfundible. Me contuve por no darle un bofetón a la puta de mi esposa. Comprendí ahora la razón del mal olor, la giré sobre su estomago, las nalgas tenían claras evidencias de haber sido sobadas y azotadas con restos de esperma entre las nalgas, no había lugar a dudas le han follado por el culo y el coño.

Pensé en los tres tipos que con tanta amabilidad salude media hora antes al traerme al putón a casa. Quise coger evidencias de su infidelidad y comencé a sacarle fotos de todas posiciones y de todos los ángulos. Fue entonces cuando decidí llenar la bañera con agua templada y perfume, la coloque dentro, cuando la lavaba lo hacía con rabia pensando en lo que me había hecho, ella se quejaba al sentir sus ya doloridas tetas estrujadas, para saciar mi cabreo le tire con ganas de los pezones hasta el punto de hacerla despertar y chillar de dolor, al lavarle el coño le introduje dos dedos dentro del puto coño, restos de esperma le seguía saliendo, quería hacerle daño, quería vengarme, me sorprendió al sentirme excitado y con una buena erección.

La ultima lavada lo hice metiéndome con ella en la ducha para asegurarme que toda suciedad era eliminada de su cuerpo, no era fácil por detrás de ella, con una mano la sujetaba por debajo de las tetas y con la otra le refregaba todo el cuerpo con la esponja me recree metiéndola los dedos por al coño y por el ano, mi polla le rozaba las nalgas, tenía unas ganas enormes de fallármela, era evidente que la follaron sin protección y me preocupaba si le habían contagiado algo, entonces le coloqué el cipote entre la raja del culo, tantee buscando su ano, lo tenía más dilatado que lo normal, le entro por el ojete con suma facilidad, hacía tiempo que no me encontraba tan excitado, y mucho más desde que la follaba por el culo… había un morbo especial en pensar que otro u otros hombres la habían follado.

No tarde mucho, mientras le descargo toda mi lechada dentro del culo de la guarra, gime de placer empujando su cuerpo contra el mío para sentirse bien penetrada, mientras eyaculo hasta la última gota la tengo sujetada por los tetones estrujándoselos como nunca había hecho “Puta… eres una perra puta” “Y lo peor es que tu hijo lo sabe”

Mientras la seco, poco a poco se va recobrando, comienza a decir alguna palabra pero sin sentido ¿Qué ha pasado Rosalía? ¿Qué has hecho puta? las voces hace que te preocupes y entres en el dormitorio, no hago nada para cubrir las vergüenzas de tu puta madre y dejo que te recrees a gusto mirando su cuerpo desnudo recién follado. Alarmado por el todas las marcas que presentaba tu madre por el cuerpo preguntas asustado…

– ¿Qué le ha pasado papá? ¿Qué le han hecho?

– ¿Qué te parece Luciano, te parece que viene de jugar al bingo? Le contesto con sarcasmo.

La cubro con una sábana y contesto nuevamente al pequeño ahora más sereno… – “Tu querida mamá es una puta chaval y de las grandes… ha salido a que la follen y lo ha conseguido.

Luego me arrepentí hablarte así de tu madre no era correcto, pero estaba muy cabreado, con tu edad ya entendías lo suyo sobre la sexualidad y lo que pasa cuando sales de fiesta en malas condiciones. Mucho antes tu madre me había comentado el hecho, según Rosalía, que había notado evidencias que indican claramente que te masturbabas con sus bragas, nunca te mencionamos nada al respecto, consideramos que es un hecho natural que todos chicos hacen, no nos preocupaba para nada… bueno podías haber tenido la delicadeza de no haberte corrido dentro de tu madre, me dice resignado mi padre. Por entonces tu madre y yo follábamos poco, el azúcar empezaba a darme disfunciones eréctiles transitorias. Ella siempre ha sido muy activa, necesitaba que le dieran caña y yo no era el hombre que necesitaba.

Rosalía queda profundamente dormida, siento un asco profundo hacia ella, me retiro al dormitorio de la nena a descansar… – “Quédate con tu madre en caso que necesite atención” mi mensaje era claro para ti… (Si quieres sobarla o follarla ahí la tienes a tu disposición) Al día siguiente me enteré que pillaste el mensaje y te la follaste varias veces y seguramente no fue la primera ni por supuesto la última… – ¿Verdad? Era una pregunta retórica.

Me vino a la cabeza esos momentos que pasábamos mamá y yo en aquel 2010. Ese verano fue caluroso, estábamos los dos echados sobre la cama, el ventilador del techo nos refrescaba con una ligera brisa sobre nuestros cuerpos sudados después de haber hecho el amor con bastante ímpetu y pasión… mamá siempre le pone muchas ganas cuando folla, eso hace que sus amantes nos volvamos adictos a sus polvos. Todo lo que me relataba mi padre concordaba con lo que ya me había contado su esposa sobre la cama…


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Estaba un poco cohibido al principio, pero ya nos estábamos abriendo, confesando cuanto amábamos a mi madre, cada uno a su manera. Ante tal contexto de confidencialidad entre padre e hijo, tal vez no tuviésemos otra oportunidad como esta para narrar lo ocurrido en el verano del 2004 que pasábamos en el camping “Mare Nostrum” en Guardamar. Solíamos alquilar una parcela en el camping cada año durante al menos un mes, ese año estuvimos seis semanas y mi padre estuvo yendo y viendo todo el tiempo menos dos semanas. Una de las noches mi madre quería dormir al lado del mar, pero no quería hacerlo sola, así que me presté voluntario. Se presentaba como una aventura y tal fue para los dos….

Pensamos pasar la noche al lado del mar, nunca planeamos tener sexo en la playa… estábamos de vacaciones todos menos tú. Mamá y yo nos bajamos los dos solos a dormir en la playa, era una noche con luna llena…. El agua estaba calentita, ella se quitó el bikini y se quedó en pelotas, yo le imité y nos bañábamos desnudos, mi cuerpo se unía al suyo. ¡¡Era tan sensual el roce de las olas!! Me excité, nos abrazamos flotando en un mar casi calmo. Ella notó mi erección y sin mediar palabra se abrazó a mi cuerpo subiéndose sobre mi cadera. Mi verga dura y bien erecta no tuvo problemas en horadar su vagina de un solo envión a fondo.

Recuerdo que mientras hacíamos el amor tan ricamente, cada vez sentía que quería más rápido, pero el agua nos frenaba y lo hacíamos lento mientras le chupaba las tetas saladas. Duramos bastante, quince o veinte minutos moviéndonos a una cadencia suave, gozando de la penetración a todo lo largo de su vagina y mi polla…desde el glande a los huevos en profundidad. Me quedaba un poco allí y volvía a extraerla hasta el glande sin sacarla del todo, hasta que ya no pude más y con la misma lentitud que hacíamos el amor, noté como fluía el semen dentro de su útero. Parecía que no iba a acabar de salir nunca toda la corrida.

Después nos echemos un rato en nuestra carpa tipo iglú… me quedé adormilado cuando de repente siento unas caricias por mi cuerpo y al despertar estaba todo amarrado con su cuerpo sobre mí. Notaba como me chupaban todo y yo sin poder moverme sentía ganas de gritar pero no podía con su coño sobre mi boca. Era tanto el placer que estaba experimentando que todo mi cuerpo estaba erizado, notaba como la brisa marina me refrescaba las gotas de sudor en mi frente, era algo maravilloso y ella no paraba de acariciarme, me sobaba los huevos mientras chupaba mi polla como si quisiera sacarle todo contenido.

Por suerte paró un rato, se dio la vuelta y me besó, para de nuevo volver al 69, puso su vagina en mi boca otra vez, la cual era tan rica como el mar, chupaba y chupaba su raja como si estuviera bebiendo agua de manantial en el medio del Sahara. Entre tanto, sentía como ella me comía la verga cada vez con más ganas hasta que notaba que iba a llegar a correrme… y como por arte de magia justo paraba en el momento preciso… De rabia le mordía el clítoris por dejar mi polla a punto de reventar como un volcán que no encontraba salida a su lava. Yo notaba que se retorcía de placer y dolor mientras le mordía con mis labios… así estuvimos un buen rato, hasta que por fin mi volcán explotó. Me dio la sensación que había salido con tal fuerza que dejaba todo manchado de mi lava, pero notaba como ella seguía acariciando y lamiendo mi polla. Después de eyacular, aquello era como una tortura… antes quería que siguiera y ahora deseaba que parara…, sin embargo ella continuaba mamando hasta que estaba a punto de desmayarme.

La verdad es que no sé si me desmayé y luego cuando volví a despertar, estaba empalmado  de nuevo, pero lo cierto es que ya ella ya estaba dormida en mis brazos, el ruido del mar y la brisa nos envolvía. Decidí pagarle con la misma moneda, tomé lo mismos trapos que había en la carpa y suavemente sin que se diera cuenta la amarré y puse su cabeza fuera para que notara lo brillante y lleno de estrellas que estaba el cielo. Con su cuerpo dentro de la carpa, bajé la cremallera para que no pudiera ver nada dentro y, después le empecé a besar suave el clítoris, haciéndola despertar… se dio por aludida que no se podía mover siguiendo el juego

Sumisa me dejó hacer chupando su coño, abrí un bote de cerveza y la dejé caer entre tus tetas mientras iba burbujeando por tu ombligo hasta llegar a tu vagina donde se mezclaba con su fluido vaginal… la mezcla era deliciosa,  mucho mejor que con helado de crema. Me lo iba bebiendo todo, ella gemía de placer, pero como estábamos solos en la playa nadie la oía, así seguí durante un rato. Después de acariciarla mucho, cogí un aceite que teníamos en uno de los bolsos y la llené de aceite por todo su cuerpo. Mientras la embadurnaba, percibía como tus pezones se erizaban en la oscuridad de la carpa y parecían dos diamantes duros para rayar el metal templado.

Le mordía los pezones, al tiempo que acoplaba mi cadera entre sus piernas, y de repente le metí la verga de una sola vez hasta el fondo de su útero… noté como tocaba algo duro en la misma entrada de su matriz. Ahora ella gritaba con mayor razón al verse empalada hasta los mismo huevos. Sus gemidos y gritos me excitaba más aun, así que introduje en su ano uno de mis dedos, en tanto su lubricada vagina soportaba los pollazos que le suministraba sin compasión, eran duros y profundos, como queriendo llegar a su estómago… llegaba hasta lo más profundo. Ella comenzaba a estar medio afónica de tanto gritar y sentía como se corría una y otra vez convulsionando su cuerpo, tensando su músculos vaginales y soltado…y eso me excitaba mucho más entrando y saliendo de su coño…  Hasta me suplicaba que parara, y cuando estaba a punto de correrme, tomé una botella de agua fresca y la puse en su clítoris sin dejar de meterla y sacarla…

Abrí un poco la cremallera de la carpa, deseaba que nos mirásemos a los ojos en el momento en que me corría dentro de ella, era algo que nos gusta a los dos porque nos interconexión emocionalmente. Le llené de nuevo la vagina de esperma, era una gozada sentir la eyaculación a la par que sus pulsados dentro del coño. Mi madre me abrazó entrelazando  sus manos sobre mi espalda y sus piernas en mis muslos, dándome un beso que apenas me dejaba respirar... hiperventilaba tanto que tuve que tomar de su aliento comiéndonos la boca. Los chorros de lefa no paraban de salir de mi glande directo a su útero… los recibió risueña.

– Siento cuanto te gustaría preñarme, hijo mío. Me susurraba al mismo tiempo que los chorros de lefa rellenaban su vagina más profunda. – ¡¿Sabes que aun puedes preñarme?! Tu madre aún es fértil y tus viriles bichitos lo son más. Susurraba al oído. – He notado como me has llenado de semen, y eso me hace muy dichosa, porque tener el vientre lleno de ti me hace ser una mujer completa y satisfecha ¡Ummm! ¡¡Creo que vuelvo a tener la necesidad de estar PREÑADA!!

Mi cabeza atolondraba viendo a la mujer más hermosa del mundo y su rostro tan bello como morbosa la situación… solo eso me animaban a volver a besarla mezclando nuestras salivas. Entre tanto se desató y nos fuimos revolcando por la arena. Pasada la euforia del orgasmo, nos bañamos y de nuevo en el agua nos acariciábamos sin hacer el amor, abrazados de manera cariñosa y suave. ¡Juro que era el hombre más feliz de la tierra! Dormimos hasta el amanecer dentro de la carpa tipo iglú. Creo que ahí fue donde encargamos a Roberto… nunca pensé a que sus 48 años hubiera muchas posibilidades de que se pudiera quedar preñada, ella tampoco me advirtió hasta que no hubo remedio. Siempre pensé que le había llegado la menopausia, lo di por hecho. No era la primera vez que follábamos juntos y no sería la última….


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Siempre supe que Roberto no era mío, me decía mi padre sosegado sin perderla vista en el sol que desaparecía entre las cumbres…, al principio me enfadé porque no me hacía a la idea de tener otro hijo a mi edad, mucho menos que no fuera mío, sin embargo pronto tu madre me hizo ver la necesidad de tenerlo cuando me reveló que era tuyo. Miré a mi padre de soslayo y le dije que amaba a mamá y la sigo amando de una manera especial, no como mi madre sino de manera superlativa. Mamá siempre ha sido mi referente como mujer, y creo que esa idolatría maternal me llevó a probar con una mujer mayor. Creo que ahora a mis cincuenta años, casado y con un hijo reconocido de diecisiete, es el momento adecuado para relatar lo sucedió en mi adolescencia cuando apenas contaba con diecisiete años.

Sucedido en el verano de 1987 que me marcó mi vida sexual. Por aquel tiempo tenía intención de iniciarme en el sexo con chicas, llevaba años con las clásicas masturbaciones de adolescente siempre pensando en mujeres mucho mayor que yo. Y digo esto, porque en mis fantasías eróticas siempre aparecían mujeres maduras, sobre todo conocidas mías… vecinas, tías o mi propia madre entre otras. Una característica común era que ellas eran algo rellenitas y de grandes tetas para amamantarme. Había días que estaba como loco buscando el momento idóneo de quedarme sólo para poder satisfacer mi instinto sexual.

Bueno, sin más preámbulos vayamos al grano. Era un día súper caluroso del mes de Julio, en el sur de España es normal llegar a los 40º o más. Casi siempre estaba solo en casa, mi hermana se pasa la vida con su amiga la vecina. Vivíamos en un bloque de pisos de cuatro plantas, y nosotros teníamos nuestra casa en la primera planta de ese edificio. Eran las once de la mañana, estaba recién levantado, ya que por esa fecha y a mi edad era fecha de vacaciones. Me encontraba sólo en casa, mi padre estaba trabajando y mi madre estaría en el mercado haciendo la compra del día, y mi hermana como todas las tardes se encontraba en casa de sus amigas. Yo andaba por casa con un pantalón corto bombacho para estar cómodo y camiseta. Esa era toda mi vestimenta sin calzoncillos. Sonó el timbre de la puerta y me dirigí a abrir. Era Teresa, la señora que venía todas las semanas a limpiar el portal y las escaleras del bloque. (Mujer de unos 40 años más o menos, morena con el pelo recogido, no era una belleza de cara, pero su bien hacer en el maquillaje la hacía resaltar mucho, algo gordita y con dos magnificas tetas. Más tarde supe que era viuda desde hacía nueve años y que efectivamente tenía 43 años, con dos hijos de 13 y 15 años).

– Hola buenos días, podrías llenarme el cubo con agua.

Como ya comenté antes, vivía en la primera planta, y en cada planta había dos viviendas. Esta señora tenía por costumbre pedir el agua a mis vecinos de enfrente, pero este mes de Julio estaban de vacaciones en otra ciudad, y lógicamente no había nadie en esa casa. De ahí que Teresa fuera a mi casa a solicitar que le llenaran el cubo con agua para su tarea.

Nunca me había fijado en esa mujer como marco de mis fantasías, y la verdad era que en aquel momento tampoco me pasó por la imaginación nada que me hiciera pensar un ratito con Teresa. Sin ningún comentario más, cogí el cubo y a los dos minutos me encontraba de nuevo en la puerta con el agua en su interior… – Aquí tiene

Hasta entonces, como decía, no había pasado nada por mi cabeza. Pero fue en el momento que ella se agachó levemente para coger el cubo, cuando advertí por su escote los dos grandes tetazas, que debía esconder aquella mujer bajo aquel vestido. En un momento creo que llegue a tener la mayor erección de mi corta vida.

– Bueno niño, gracias… ¿tu madre no está?

– No, Rosalía debe de estar comprando

– Pues nada, gracias y hasta luego.

Cerré la puerta y lo primero que hice fue irme al baño y masturbarme pensando en aquella mujer, que hasta ahora nunca había aparecido en mis sueños, sustituyendo a mi madre en el primer escalafón, al menos durante esa semana. A partir de ese momento no lograba quitarme de la cabeza el escote de esta mujer. Era todo el santo día pensando en ella. Pero claro nunca podía imaginar lo que ocurriría en un futuro.

A la semana siguiente, el martes concretamente, que era el día en que le tocaba venir a hacer su trabajo, volvía a ocurrir lo mismo… la misma rutina de todos y la misma situación. Yo la había estado esperando toda la mañana y cuando sonó el timbre me puse hasta un poco nervioso (qué ingenuo es uno con esa edad). Fui a abrir la puerta.

– Hola niño, me puedes dar agua…

Esta vez creo que la recorrí con la mirada de arriba a abajo, especialmente parándome en sus ubres de amamantadora… ¡Joder, Qué buena estaba! En esta ocasión no necesité que se agachara para ver su escote, allí mismo de pie ante mí, ya me puse a cien, pensando en lo que un inexperto como yo podría aprender de esta hermosa mujer. La mujer se había desabotonado un botón más de la cuenta que la semana anterior, casualidad o no así era. Le dije que enseguida le llenaría el cubo con agua, pero esta vez la invité a pasar a la entradita de la casa. Como queriéndola seducir, esta vez fui más amable. Pasó y cerré la puerta. También me encontraba sólo en casa.

– Quiere usted tomar algo fresco mientras lleno el cubo… hace mucho calor.

– No hombre, si eso es solo un momento, y tengo cosas que hacer…

No insistí y me dirigí a la cocina, ahora sé que debo hacerlo porque siempre se es cauteloso y se dice que no pero es un sí encubierto. Para ya, tenía una erección que me estallaba a través del corto pantalón de ir por casa. Mientras caía el agua en el cubo, empecé a tocarme en la soledad de la cocina, incluso llegué a sacarme la polla del pantalón y masturbarme unos  segundos, pensando en la mujer que se encontraba en la entrada de mi casa.

Ahora me río cuando digo la soledad de la cocina. Con el cubo se llenó de agua lo retiré del lavabo, vi que Teresa estaba en la puerta de la cocina. Me quise morir. Qué vergüenza más grande. ¿Me habría visto? ¿Se lo diría a mis padres? Todo el nerviosismo de un principio se multiplicó por mil. No sabía qué decir. No sabía qué hacer.

– Como tardabas, he entrado para ver si te hacía falta ayuda, pero veo que a ti lo que te hace falta es otra cosa… otro tipo de ayuda femenina.

No podía articular palabra. A mi mente sólo venía la imagen de mi padre dándome una buena zurra. Ella me miró a los ojos y comentó…

– ¡Vaya juventud con la de mujeres que hay por ahí esperando tener algo así dentro de una!

Cogió el cubo, se dio media vuelta y se dirigió a la puerta. No sé si por la edad, por el estado de nervios en que me encontraba, o por el temor de que se enteraran mis padres, comencé a pedirle desconsolado que no contara nada. En ese momento Teresa dejó el cubo en el suelo y se dirigió a mí muy decidida…

– Que te pasa granujilla, ¿por qué voy a contar nada si eso a tu edad es muy normal…? Tengo dos hijos y se matan a pajas. Lo peor es que lo ponen todo perdido de lefa y cuesta limpiarlo. ¡¿Ellos no saben cómo se agarra el semen en cualquier superficie?! Un día de estos los pondré a que se limpien sus propias lechadas. Y ya no te digo los calzoncillos como me los dejan de ronchones…, no solo sus calzoncillos, algunas bragas mías también las usan. Por eso no me extraña que te estuvieras haciendo una paja pensando en mí o en mis tetas…

Aquellas palabras me resultaron como el mejor bálsamo que podía recibir en esos momentos. Las interpreté como las palabras de una madre hacia un niño que necesita consuelo. Casi balbuceando por el nerviosismo… – Es que como se enteren mis padres de lo que usted ha visto me pueden matar…

Ella comenzó a reírse, y me dio un abrazo. Si unos minutos antes yo podía haber pagado todos mis ahorros por ese gesto, en estos momentos no pensaba que la que me estaba abrazando era la mujer de mis fantasías sexuales, sino alguien que intentaba consolarme.

– No te preocupes que no voy a decir nada, si alguien me dijeran que mis hijos se han hecho una paja mirando a la vecina, lo mandaría a la puñeta. A vuestra edad hay que aventar todo ese contenido que tanto os presiona en los huevos…. ¡Pero sin ensuciar tanto, marranos!

Me dio un beso en la mejilla, volvió a coger el cubo y se dirigió hacia la puerta de la casa. Yo la seguí y cuando iba a abrir la puerta… – Teresa, es usted una mujer estupenda.

– ¿Eso porqué me lo dices?  ¿Es porque no voy a decir nada? Ó ¿porque tú me ves con muy buenos ojos? Como mis hijos…

De nuevo creía morirme de vergüenza, aunque en esta ocasión, y quizás por la confianza que me había trasmitido en la cocina, si pude contestarle… – Se lo digo porque usted me gusta mucho y me he enamorado de usted (ahora que lo recuerdo me parto de la risa… ¿cómo pudo salir esa frase de mi boca? Ella comenzó a reírse a pierna suelta.

– ¿Enamorado de mí? Niño que me meo de la risa, tú lo qué estás es loco por llevarme a la cama. Tú te enamorarás de una niña de tu edad tonto, conmigo solo quieres follar, meterme tu polla bien dentro de mi coño y correrte como todo un campeón en lo profundo de mi vagina. Y no te voy a negar que si os da placer a vosotros, a nosotras nos gusta mucho más…

– No, se lo juro, estoy loco por usted…

– Creo te voy a tener que dar lo que quieres. Sois todos iguales a esta edad y es una pena que se desperdicie tanta energía en pajas que no llegan muy lejos ¡Lo mejor es FOLLAR!

– ¡¿Eso no se lo dirá a sus hijos?!

– Todavía no, pero sería una buena manera de que ensucien menos y disfruten más…

– ¿Entonces no me cree?

En ese momento yo creo que ya había empezado a pasarse por la mente de Teresa lo que yo estaba esperando.

– Ven aquí cabronazo, me cogió por los hombros. – ¡¿Acaso quieres follarme aquí mismo y qué venga tu madre y la que se encuentre en un follón sea yo?! Mira vamos a hacer una cosa. Esta tarde vienes a mi casa y allí te voy a enseñar lo que tú quieres ver.

– ¿En su casa, pero y su marido… sus hijos?

– Hijo, si llevo viuda nueve años. Además vivo sola estos días, a los nenes lo mando con los abuelos al pueblo los meses de veraneo y así me quito de aguantarlos ese tiempo y me dedico más a mí… ya sabes. Mis hijos están lejos y no viven conmigo hasta septiembre.

El sueño de mi corta vida se estaba cumpliendo. Con mis diecisiete años había quedado con la mujer de mis sueños para esa misma tarde y en su casa. Me explicó donde vivía y a qué hora debía ir. Se marchó de mi casa y siguió con su tarea en las escaleras del edificio, pero siempre volvía a mi puerta a cambiar el agua del cubo. Como podréis imaginaros, desde ese momento hasta la hora de la cita fue el espacio de tiempo más largo de mi vida. No comí. Sé que estuve casi una hora en el baño, lavándome, peinándome y echándome el desodorante y la colonia de mi padre. Quería impresionarla, jajajaja…

Eran las cinco de la tarde. Me encontraba en el portal de la casa de Teresa. Llamé al portero electrónico. No me abría nadie. Volví a llamar un par de veces y nada, seguía sin contestar. Se me vino el mundo encima. Pensé que se había reído de mí. Imbécil, tonto, ingenuo. Como una mujer como esa iba a querer estar con un chico como yo al que vería como un friki. Cuando ya me iba, escuché como el mecanismo de la puerta se abría, di un pequeño salto, empujé y se abrió. Ya estaba dentro del portal. Ahora empecé a pensar… “¿y si no ha abierto ella? ¿Y si ha sido otro vecino….?

De todas formas no tenía nada que perder. Si subía y pegaba en el timbre de su propia casa, si de verdad no había nadie pues me iba y ya está. Pero y si era ella la que me había abierto. Pues allí me encontraba yo, oliendo a colonia varonil por los cuatro costados y esperando que Teresa me abriera la puerta. En esta ocasión sólo tuve que tocar el timbre una vez. Parece que estaba tras la puerta esperándome. Abrió y agarrándome del brazo me introdujo en su casa como queriendo que me apresurara a pasar. No voy a decir que me estaba esperando en braguitas, porqué no era así. Llevaba la misma bata de trabajo que llevaba esa mañana en mi casa. Creo que estaba más nervioso que nunca. Incluso creo que ella también lo estaba.

– Pasa y siéntate en el sofá, que yo me voy a duchar, que no he tenido tiempo hasta ahora. Acabo de llegar de hacerme todas las escaleras y pisos de hoy… ¡¡Es el pero día de curro!!

– Me ha tardado mucho en abrir.

– Es que hasta el último momento no sabía si en verdad quería que subieras

– Pero al final me ha abierto, ¿No?

– Venga coge un refresco del frigo y siéntate que ahora vamos a hablar un rato…

Aquellas palabras me desconcertaron un poco. ¿Hablar? Yo había venido a otra cosa. Me senté y comencé a ojear todo lo que tenía a mi vista en aquella casa. No pasaron ni diez minutos, cuando vi como salía del baño con una toalla larga alrededor de su cuerpo. Estaba para comérsela. Se había soltado el pelo, se había quitado el maquillaje, y se dirigió hacía el pasillo diciéndome que se iba a poner algo encima. Yo seguía sentado en el sofá, impaciente y pensando en que podría pasar a partir de ahora. Al cabo de unos minutos salió al salón y llevaba puesto un vestido de tirantas algo ancho que le hacía incluso un poco más gorda. No reparé en eso. Yo no quitaba ojo de los enormes bultos que imaginaba en su pecho. Se sentó a mi lado y comenzó a hablarme…

– Mira chiquillo, yo no sé en qué te abras fijado en mí, una vieja como yo en que no se fijan ya ni mis hijos… hace años que nadie vienen ni a verme, desnuda, ya me entiendes…

– Teresa,  le contesté. – Estoy muy nervioso. No sé lo qué puede pasar a partir de ahora. Sólo le voy a decir una cosa. Si estoy aquí es porque llevo dos semanas pensando en usted, y lo que vio en la cocina no es nada comparable con lo que hago cada día acordándome de su cuerpo y de su cara.

Teresa no daba crédito a lo que estaba oyendo. Un mocoso como yo en su casa estaba tirándole los tejos y loco por darle un revolcón.

– Niño hace nueve años que no estoy con un hombre. Yo en la cama nunca he sido una fiera, más bien soy una mujer sumisa que dejo que me hagan, así que lo que yo te pueda enseñar no es nada del otro mundo. Pero sí te voy a decir una cosa. Todavía no hemos hecho nada, pero si hacemos alguna cosa quiero que me prometas que no saldrá de estas cuatro paredes.

– Se lo prometo Teresa, ¿A quién se lo voy a contar, si todo esto para mí es la ilusión de mi vida? Va a ser mi primera vez y con una de mis fantasías permanentes…

– Pues por eso mismo, que los hombres os ilusionáis y prometéis mientras metéis, y una vez metido nada de lo prometido. Si te digo la verdad, me apetece que me folle…siéndote sincera, más de una vez me he tocado después de ver a mi Alex, es el mayor y tiene una buena verga… lo he pillado en alguna ocasión pajeándose en su cuarto y él como si tal cosa a lo suyo y no te digo que me hubiera tirado a comérsela con la falta que tengo. Me ilusiona pensar que piensa en mí cuando lo hace, pero nunca me he atrevido a hablarle del tema… ¿Tú crees que debería hablarlo o ir a saco y acabarle la paja con la boca mi coño?

– No sé, lo que usted vea… ¿Dice que tiene 15 años? Lo mismo con dieciséis ya es suficientemente maduro para entenderlo, ahora no lo intentaría por si las moscas.

Tras decirle eso ella me cogió la mano y me dijo que fuéramos a su habitación. Me sentó en la cama y comenzó a desnudarme. Yo ya me había descalzado de los mocasines que llevaba. Primero me quitó la camiseta y me empujó echándome de espaldas en la cama. A continuación me desabrochó el pantalón y tiró de él, dejándome en slip. Para ese momento ya tenía una mediana erección, cosa que ella advirtió pues observé cómo se quedó mirando el bulto unos momentos.

– Vaya hijo parece que tienes un buen manubrio, ya me lo pareció en tu casa ¡Joder que buena polla te gastas! ¡¡Esto es a lo que yo llamo un mazo revienta coños!!

Mi nerviosismo seguía creciendo por segundos. Cuánto más cerca estaba de mi sueño, más nervioso me encontraba…. – ¡Tranquilo nene, esto lo tienes que disfrutar! Ya verás que bien te lo vas a pasar, relájate y goza de mis caricias…después me las darás tú a mí.

Echado en la cama con los calzoncillos puestos vi como ella tiraba de su vestido hacia arriba y se quedaba desnuda tan solo con unas bragas blancas de un tamaño normal, como las que usa mi madre. Por primera vez en mi vida veía unas tetas como aquellas a tan solo un metro de mí, creía que me moría de felicidad, la tensión de mi verga aumentaba.

– Venga quítate el slip, ¡¿A qué estás esperando mocetón?! ¡Vas a reventar la tela!

Sin pensarlo dos veces lo hice apresuradamente. Estaba a cien, Tenía una presión en los huevos que creía que me iban a explotar en un instante. Al quitármelos, mi polla saltó de su prisión como un resorte. Teresa esbozó una sonrisa picarona, que hasta ahora no había visto en ella. Sus tetas eran fantásticas, un poco caídas por su pesada masa, pero deliciosas…, sus pezones eran grandes y muy empitonados con areola del tamaño de un melocotón. Tenía algunas arrugas en el vientre y una barriguita que la hacía más atractiva que fea, una mujer vulgar con un sexapil que me dejaba sin aliento por momentos.





Se aproximó por un lado de la cama y se sentó al filo. Con una mano comenzó a tocarme la polla y los huevos con una delicadez supina, sabía sobar unos cojones. Nunca había imaginado que aquello pudiera ser tan excepcional. Creo que cerré los ojos y me deje llevar. Noté como cogía mi mano y la llevaba hasta sus tetas. Abrí los ojos y allí estaba yo tocando aquellos dos melones con dos peones oscuros como el café tostado. Teresa seguía tocándome, aunque ahora con más ritmo. Creo que un minuto estaba ya para correrme. Ella se dio cuenta y lo dejo… – No quiero que te corras todavía cariño. Ya sé que llevas una buena carga de leche en estos fabulosos huevos, pero aun no toca que salga…

Se puso de pie y se bajó las bragas. Ante mí mi primer coño. Tenía un coño súper gordo, con una vulva que se asemejaba a una almohadilla, sin nada de pelo…totalmente depilado como el de una muñeca. Los labios vaginales resaltaban a modo de cordillera en la pomposa colina del su monte de Venus. Eso me excito muchísimo. Y de un salto me abalancé sobre ella y comencé a besarla y a abrazarla. Me correspondía con besos por el cuello y en las orejas. Yo en cambio solo quería besar y coger sus enormes tetas.

Nos tumbamos en la cama y seguimos con los juegos de besos y caricias. No hablábamos ninguno de los dos, solo fueron nuestros cuerpos los que se encargaron de mostrarnos el camino. En una de las vueltas que dimos el uno sobre el otro, advertí en mi muslo lo mojado de su coño. Entonces por primera vez deslizó mi mano hacia su entrepierna y le toqué su raja esponjada semejante a un estuche de noche. Ella dio un respingo mordiéndome el cuello y ahora sí me susurró al oído que metiera los dedos dentro… – ¡Fóllamelo con los dedos cariño!

Accedí automáticamente. Empecé un mete y saca rítmico que hacía que se estremeciera en la cama. Agarró mi polla, y al mismo ritmo que yo le introducía dos dedos, ella empezó a mastúrbame jalando mi polla de arriba abajo, cubriendo el glande con el prepucio y descapullándolo. A los dos minutos no pude aguantar, era algo que no controlaba por más que quisiese, tuve mi primera corrida, se elevó la lefa por mi caño y de sopetón salió un gran chorretón de semen llegó a los pies de la cama.

Ella me dijo que no importaba que siguiera tocándola con mis dedos. A pesar de mi eyaculación, mi polla seguía como un mástil... – Eso solo ha sido para aliviar la presión de sus congestionados huevos, los sobaba y sopesaba. – Los tenías muy llenos, pero aún te queda mucha mercancía por expeler ¡Eres un buen semental, menudo chorro…me encantas, cariño!

Lo que yo conocía del sexo era lo visto en revistas y en alguna película porno en cinta VHS en caso de algún amigo en ausencia de sus padres. Cuando le iba a venir su primer orgasmo cerró las piernas y mi mano quedó engullida de tal manera que no podía moverme.

– ¡No te pares ahora, continúa por Dios Santo! ¡Estoy a punto de correrme… quiero correrme!

Tuvo varias convulsiones y después de un largo gemido, le siguieron varias sacudidas más, su cuerpo se estremecía hasta que quedó abatida en la cama. Acerqué mis labios a su boca y comencé a besarla de nuevo. Mi boca se posaba sobre la suya pero en ningún momento llegó más allá, ella no abría la boca, eran besos de labio sobre labio. Pasados unos minutos me tumbo de espaldas y me dijo que ahora le tocaba a ella. Que mi primera corrida había sido más de ansia que de gozo. Y así fue. Se puso de rodillas sobre la cama y se tragó mi verga hasta los huevos en la tercera metida, di un respingo que por poco me caigo de la cama. Qué gusto más grande sentir los labios de Teresa en mi glande, en mi verga ¡¡Dios!! Empezó a chuparme desde la punta de la polla hasta la raja del culo.

(Y decía que no había sido nunca una fiera en la cama). Lengüeteaba todo el tallo ensalivándolo a conciencia, jugueteó con mis pelotas dándole con la punta de la lengua y luego tragándose uno a una las bolas. Aquello era algo estratosférico, me elevaba a las nubes extendiendo su lengua desde el ano hasta la cabeza de mi verga, pasando por mis huevos. Tras unos minutos en esta postura realizando una mamada tan exótica se incorporó sobre mí, se posicionó de rodillas con cada muslo a uno de mis costados.

– No he traído condones… bueno la verdad es que no tengo, pensé que tu tendrías.

– No te preocupes por eso cariño, no los necesitamos. La primera vez debe ser siempre a pelo, así tendrás el mejor recuerdo de toda la vida. ¡Quiero sentir como me abres con tu caliente y dura polla! Sentirte sin gomitas de por medio y percibir tu leche expulsándola con fuerza contra mi matriz. No me arrebates el placer de notar la hombría de un macho derramándose dentro de mí… ¡Mi coño necesita saborear una buena lechada!

Sin más me dejé conducir por mi veterana amante, fue ajando el culo buscando con la boca de su coño mi glande descapullado e hinchado… Entró entre sus labios como una pelota entra en una canasta de baloncesto, así entró mi polla en su coño.

Estaba totalmente mojada. Yo pensaba tenía una verga grande con mis 17 cm y 4 de ancha, pero con aquel coño, mi polla era poca cosa para tanta mujer. La miraba, dejó hueco entre nuestras barrigas para que pudiera observa mi primera penetración vaginal. En cada vaivén de entrada y salida, su cara se estremecía de placer. Estaba gozando tanto como yo. Se levantaba y luego echaba sobre mí. Cada vez que se arrojaba, notaba sus tetas sobre mi pecho el placer se multiplicaba. No quería que aquello se acabara nunca, era una sensación de aceptación de la mujer hacia mí, hacia mi cuerpo, pues ella es la que me recibe y eso anímicamente es muy agradable el hecho de que ella desee que yo esté dentro de ella.

Notaba como acariciaba mi verga por dentro de la vagina, es cuando las caricias, los besos, son insuficientes y deseo acariciarla de manera más profunda, en lo más delicado e íntimo de su cuerpo, es cumplir la fantasía de penetrar en la intimidad Teresa. Siento como mi verga va abriendo sus paredes vaginales ¡Era una sensación deliciosa! Percibía el interior de su coño, sus movimientos, su humedad y su firmeza y suavidad. Siento como mi polla es acariciada completamente sin dejar ningún resquicio sin estimulación, por arriba, abajo por los lados. Noto la presión de las paredes vaginales y sus contracciones. Eso combinado con el sonido que produce el entrar y salir debido a la humedad vaginal, y su calor corporal es una sensación exquisita. La clavo bien dentro, enterrándola hasta la raíz y según su postura, en ocasiones llego a sentir algo duro en el fondo de la vagina, imagino es el cuello del útero. Le daba empujones acompasados con sus sentones.

– ¿Te gusta lo que sientes…?

– Mucho, creo que estoy alucinando ¡Nunca pensé que pudiera notar tanto gusto follando!

– Claro que sí  cariño, esto es lo más divino que hay… Dime que sientes en estos momentos.

– Siento como mi verga va abriendo tus paredes vaginales ¡Es una sensación deliciosa! Percibo el interior de tu coño, con tus movimientos frotándose las paredes en mi polla, siento, su firmeza y suavidad junto a la humedad. Siento como mi polla es acariciada completamente sin dejar ningún resquicio sin estimular. Estoy en un lugar cálido, húmedo y acogedor.

– La uso tan poco que la tengo muy apretada, que casi soy virgen como tú… ¿Lo notas?

– Sí la tienes muy apretada… ¡¿Y tú que sientes…?!

– ¡Ummm, mucho placer! Antes de que me penetraras, sentía desesperación porque estuvieras adentro y, cuando me penetraste fue riquísimo. Noté como me abrías la vagina con la dureza de tu polla dentro de mí, tocando una infinidad de terminales nerviosas a su paso. Sentía escalofríos, calor… mirándote a los ojos mientras me penetrabas, sentía un amor infinito por ti. Ver como disfrutabas expandiendo mi coño, era lo más delicioso... Quiero que sepas que para las mujeres, muchas veces no es necesario llegar al orgasmo o tener muchas horas de sexo jodiendo mecánicamente para gozar del clímax más enervante, simplemente con que estés dentro de mí y te muevas suavemente follándome en profundidad es suficiente para gozar bien rico… sentirme tuya es sencillamente delicioso.

Todas las sensaciones me llevaron de nuevo a no poder controlarme, me volví a correr otra vez, pero esta vez dentro de ella. Aquello ya fue el placer más grande sentido en mi corta vida. Ella también me dijo que había tenido un par de orgasmos durante la penetración. Yo estaba de nuevo como una estaca. Mi polla con un brillo especial pedía más guerra.

– Creo que no voy a poder controlarme, me voy a correr otra vez… yaaaa.

– No te preocupes, disfrútalo… no te detengas. Mi coño está esperando que lo llenes de leche ¡Me estás haciendo una mujer muy feliz! ¡Vamos cariño, córrete dentro de mí! No esperes más, ella agitaba su cadera. – ¡Dame tu leche, lléname con tu rica y sabrosa lefa!

– ¡¿Seguro que No te voy a preñar?! No quisiera que tuvieras problemas si te preño…

– No pienses en eso…. ¡Eres un semental ¡Y las hembras se marcan con vuestro  esperma! ¡Vamos márcame con el tuyo… así, así… venga hazme tuya llenándome el útero de semen!

No aguanté un instante más, ella subía y baja con suavidad, pero el sexo estaba más en mi cabeza que en mi polla, o era al contrario porque tampoco podía controlar mi eyaculación. De pronto me llegó el subidón y comencé a expeler lefa en lo más profundo de su conducto vaginal. Solté el primer chorro seguido de un segundo tan largo y fuerte como el primero.

– Eso es mi amor, córrete bien dentro de tu puta. ¡Ahí! ¡Sí! ¡Vamos preña mi vagina de leche!




Teresa se echó sobre mí besándome, comiéndome la boca. Entonces metió su lengua lamiendo el cielo del paladar, mis dientes y en pugna con mi lengua nos perdíamos en la lujuria, en tanto mi polla no paraba de eyacular chorros y más chorros de lefa dentro de tan formidable señora, sueño y fantasía permanente de mis más febriles masturbaciones. Sentir el sabor de su boca corriéndome dentro de su coño no tenía paragón con ningún otro placer.

Cuando acabé, ella continuó sobre mí unos segundos besándome y diciéndome lo bien que me estaba portando, la sorpresa tan agradable de ver lo bien que me la estaba follando. Sentía su aliento en mi boca, en mis ojos…en toda mi cara. Permanecimos acoplados unos minutos, ella sobre mí. Nos dábamos besos con y sin lengua jugando, me acercaba sus tetas para que se las mamara…era delicioso succionar cada uno de sus pezones, los tenía muy duros, lo que indicaba su grado de excitación. Como no podía ser de otra manera, la polla que había logrado salir de su vagina casi sin querer por el efecto de la flacidez, en pocos minutos volvía a estar por todo lo alto su erección.

– ¡Bendita juventud! Se te ha puesto de nuevo dura… eso es que aún no hemos acabado ¡Me encantas! Me vas a meter dos polvos casi seguidos, cariño. ¡Ya ni recuerdo la última vez!

Teresa se echó de espaldas sobre la cama y me dijo que fuera yo quién ahora mandara en la situación. Se abrió de piernas y pude observar su raja abierta todavía goteando de mi última corrida, un pequeño reguero se aventuraba entre sus labios vaginales entreabiertos, hacia su ano. Me coloqué entre sus muslo arrodillado, me abrazó tirando de mí culo hacia ella a una posición idónea, cercana y perfecta para enfilar mi estoque en su entrada vaginal. Con una mano sopesó mis huevos, deslizando sus dedos a mi tronco, agarró mi polla y la dirigió hacia su coño y lo puso en la entrada con el glande metido enfilado… – ¡Empuja fuerte y clávamela!

De nuevo entró hasta el fondo sin ningún problema. Ahora era yo el que empujaba hacia dentro y hacia fuera, ella agarraba mis caderas en ocasiones, y otras apretándome del culo me guiaba marcando el ritmo de cómo le gusta que la follase. Su cadera también se balanceaba buscando mi pelvis, lo que procuraba una inserción total del cipote en su grita hambrienta ¡Estaba en el paraíso!

Recuerdo y pienso en lo poco que hablamos esa tarde. Todo lo que me estaba enseñando era sin articular palabra, nuestros cuerpos hablaban, se comunicaban a la perfección cual viejos amantes. Comprendí el por qué me dijo que íbamos a hablar muy poco rato. Seguía empujando y cada vez yo me encontraba más cómodo. No necesitaba de su ayuda para marcar un ritmo, pero ella gustaba de seguir moviéndose. Observábamos ambos como mi polla salía de su raja impregnada de fluidos, de la mezcla de semen y jugo vaginal haciéndola brillar. Noté su corrida y como la vagina se contraía y expansionaba con jadeos que salían de su boca. Yo estaba aguantando bastante, e incluso creía controlar mis impulsos de eyaculación… las dos corridas previas me habían dando margen para que esa hembra gozara de mi verga ahondando dentro de ella. Al cabo de un tiempo que se me volatizó, nos corrimos los dos a la vez, en verdad ella llevaba unas cuantas micro corridas en esa última penetración, pero la última corrida fue al unísono.

Después de estar un ratito abrazados me besó, esta vez también metió la lengua hasta la garganta. Yo correspondí y así estuvimos otro rato más. Ya era muy tarde para mí, pronto llegará mi hermana, mi madre y mi padre a casa. Aunque a mí se me había pasado la tarde volando, transcurrieron tres horas en un santiamén. Lo volvimos a repetir unas tres o cuatro veces más en su casa hasta que pasado el verano todo cambió en nuestras vidas, ella no apareció por el edificio. Al principio pensé que no coincidíamos por alguna razón, pero luego vi que otra muchacha se encargaba de la limpieza de las escaleras. No supe porque la sustituyeron en aquella finca, hasta que una tarde que volvía en autobús se sube ella en la parada de San Antón antes de llegar a Ronda Sur, se subió y cuando estuvo a mi altura se sentó en el asiento de al lado… me quedé con la boca abierta al verla con una panza de más de 30 semanas. Ahora comprendía porque dejó de trabajar… Teresa estaba bien PREÑADA.

Me miró a los ojos… – Parece que has visto a un fantasma.

– Creía que te habían despedido por…

– ¿Por ti? …Bueno en parte sí. Pero tranquilo que no me despidieron, solo estoy de baja maternal, por mi edad tengo embarazo de riesgo... ¿Qué te parece lo gorda que estoy?

– Estás muy guapa, como siempre. ¡Y no estás gorda… estás preñada!

Se rió… – Claro que sí, solo preñada. ¿Quieres tocarme la panza? Ahora se está moviendo. Me dejó poner la mano sobre su barriga, y sentí el pataleo de ese ser que engendraba dentro. – Aun no me decidido por un nombre, será una niña, después de dos chicos me ha hecho muy feliz que a la tercera sea la vencida y nazca niña. Se acercó a mi oído y me susurró muy sensual. – ¿Creo que deberíamos ver que nombre le ponemos a nuestra hija…?

No supe mucho más de ella, me marché a los pocos meses a Sevilla a estudiar la carrera de Ingeniería eléctrica y me desconecté de mi barrio. Mis padres también se mudaron a otra vivienda baja familiar de dos plantas en los suburbios obreros de la ciudad y definitivamente no supe nunca nada más de Teresa. Tampoco me atreví a acercarme a su casa por cobardía. Tampoco supe que nombre le puso a la niña, hasta que un día pasé por su puerta y me quedé un rato, entonces la vi con la cría de su mano… ya tenía cinco años cumplidos. Teresa despertó en mí ese gusto por las mujeres mayores, entre las que se incluían a mi madre…, de ahí que cuando mi madre durmió a mi lado medio desnuda aquella vez que vino ajada de la fiesta, no pude resistirme y me la follé cuando me susurró… 

– ¡Ámame cariño! ¡Hazme el amor! Necesito que me hagas mucho el amor. Pensaba que ella sabía con quien estaba y me la follé. Fue una trampa que nos puso mi padre, pero me dio igual, lo disfruté mucho y cuando lo retomamos casi veinte años después, fue mejor.


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Una de esas tardes después de trabajar mamá subió al desván, mi refugio tras descubrir la infidelidad de mi esposa. Tras un acalorado y pasional polvo, mi madre me contó otras de sus aventuras extramatrimoniales que había tenido antes de hacerme oficialmente su amante….

En uno de mis tantas salidas de placer pateando el centro de la ciudad sin tu padre, me encontré a un viejo amigo de la facultad… cuando lo vi una súbita emoción invadió mi ser y no podía creer lo cambiado que estaba. Sin prisas por volver a casa, continuamos juntos por el barrio viejo…, en la plaza de las flores me regaló un hermoso ramo de rosas. Era maravilloso, sus hermosos ojos verdes combinados a su espléndido color moreno… lo hacían indiscutiblemente atractivo. El tiempo lo había tratado muy bien, su magnífico porte y su gran elegancia al caminar me dejaron absorta. Tras charlar un rato mientras nos tomamos un refresco y me invitó a su casa… nos dirigimos hacia allí en su coche. Estaba decorada con grandes motivos del siglo XV, quede asombrada… su refinado gusto por lo romántico me hizo pensar como si fuese una reina. Sus detalles me hacían lucir como si de la gran realeza se tratara y sus frases atinaban en mí un placer intenso. Cenamos juntos en su casa, la cual me enseñó… cuando llegamos a la habitación de huéspedes, me explicó el sentido de una extraña estatua que se erguía en la entrada del cuarto… tenía un significado sobrenatural, según se decía un antiguo fraile había matado allí un demonio que se quería apoderar de su espíritu, reí por su historia y me procuro un desde que luego atino con una hermosa sonrisa… me dio un beso en la mejilla y se iluminó entre la oscuridad…

– No podemos hacerlo, estoy casada, le enseñé el anillo de la mano

– ¿No crees que pides demasiado? ¡¡Lo que niegas a mis manos lo será también a mis ojos!!

Como no tenía más nada que hacer le lance una aguda mirada… sin decir una sola palabra. Pero con cierta brusquedad trato de quitarme la chaqueta de las manos y al hacerlo rozo sus dedos sin querer.

– ¡¡Miguel este juego es ridículo por favor!! ¡Vamos no seas niño! Le grite…

Él continuaba mirándome descaradamente y con una mirada de locura, examinándome con la mirada… indolentemente lanzo la bata a un lado de la habitación…

En mi intento de escape, dejé caer el vaso del que bebía, que llego al suelo con un ruido espantoso haciéndose trizas, pero la poderosa mano de Miguel aprisiono la nuca conteniendo mi huida.

– ¡¡¡No sirve de nada luchar mi hermosa Lady…estás bajo mi mando!!! Dijo con una voz baja.

En el instante en que traté de soltarme, su cuerpo macizo se acostó encima de mí… y apoyo su tórax contra mis tetas únicamente protegidos por la débil pared de mi blusa. Sus dedos se cerraron como tenazas alrededor de mis muñecas y en un movimiento irresistible, me obligó a poner los brazos en cruz… quise gritar pero el grito se quedo aprisionado en el fondo de mi garganta… asfixiada por el miedo y por aquella invasión que me sumergía.

En la lucha que nos enfrentaba mi mirada se cruzo con la de Miguel y lo que leí en sus ojos me transformo. Desabotonó mi blusa resbalado al suelo y solo cubría parcialmente la desnudez de mi cuerpo… lo que Miguel veía aguzaba su deseo… el tostado de mi piel, el coral de mis labios, y mis tetas , unos grandes globos de marfil con venas azuladas… y entre todo aquello decidió adueñarse de todo aquello.

– ¿Para qué luchar!? ¿Acaso ignoras que el incendio cobra fuerza cuando lo atiza el viento?

Su voz se había vertido como la lava de un volcán. Haciéndome renacer profundamente, llevándome al límite sin poder decir una sola palabra. Tal vez fue aquella alquimia de admiración y de lujuria, de avidez y de delirio, lo que me grito que entre sus brazos estaba condenada a ceder… insensiblemente me distendí, deje que mis muslos se separasen para que él se encajase entre ellos. Miguel, por su parte, algo así como un león que juega con su conquista, o quizás presintiendo que ya tenía la victoria, se incorporo ligeramente y me contempló, pero esta vez con una expresión nueva, con el deseo contenido.

Con el corazón repiqueteando, le oí decir con una voz casi inaudible… – Hoy por fin te haré mía, lo he soñado tantas veces como días han pasado desde que me dejaste.

Era suave la lengua que exploraba mi intimidad, eran fuertes las manos que apretaban mis caderas y me obligaban a ondularme contra los carnosos labios de Miguel, con el fin de que en aquel abrazo húmedo, fuese yo, la impusiera mi propio ritmo. Me bamboleaba como un navío, a la vez libre y forzada, con mis párpados cerrados y exiliándome de cualquier pensamiento. No hubo ni torpeza ni apresuramiento. Simplemente una osmosis total, una armonía sensual en la que cada contacto solo era promesa de otro más excitante todavía…

Cuando él me acariciaba la entrepierna, cada parcela de mi cuerpo se estremecía. Cuando sus dientes mordisqueaban las puntas endurecidas de mis tetas… sus manos tocaban el fondo de mi intimidad totalmente mojada por sus caricias… me obligó a arrodillarme frente a él sobre la alfombra turca, aprisionando mi nuca y trayéndome a su erguido cipote. Experimente en ese acto, una voluptuosidad perversa, la certeza embriagadora de que en la sumisión podía reinar el placer… lo metí en mi boca, mientras me guiaba con sus manos… lo fui chupando lentamente hasta introducirlo completamente, no era grande y me cupo entero hasta la base, pudiendo masajearle sus testículos formada por una masa dura de redondez lacerante. En un súbito arrebato de placer comencé a meterlo y sacarlo de mi boca mientras lamía y saboreaba su punta, un glande cabezón de visera sobresaliente, del cual se desprendían deliciosamente poco a poco, gotas de placer. Su falta de hembra o mi buen hacer produjeron sus arrebato, en un par de minutos puede sentirlo correrse. Endurecido su tallo e hinchado su capullo… chupé con mayor intensidad y le hice derramar su jugosa leche en mi boca. Los chorros de lefa espesa me atoraron la boca. Procuré no derramar una sola gota de su néctar sobre aquella joya alfombrada tejida artesanalmente… solo logró salir un pequeño reguero por mis labios que pronto recogí con mis dedos. Le hice ver su descarga seminal abriéndole bien la boca y acto seguido me tragué la esencia recién ordeñada de sus musculados testículos.

Me acostó boca arriba y comenzó a jugar con mis tetas… mientras su flácido miembro se iba poniendo duro otra vez. Bajo por mis piernas hasta llegar a mi clítoris rojo de la pasión y ansioso de ser hurgado por esa lengua, me abrí de piernas y dejé que se embriagara con mi coño chorreante. Juntó sus labios con los míos, los verticales de mi raja vaginal, los lamía hurgando en el interior ardiente en busca de mi clítoris…, y ahí empezó un suave masaje lengüeteándolo con precisión suiza, dándole pequeñas mordidas que me hacían brincar de placer. Luego se ubico en la entrada de mi vagina donde introdujo su lengua para hacerme sentir una poderosa sensación. Con su mano derecha iba metiendo sus dedos en mi ano cosa siempre me ha gustado que los machos experimenten conmigo. Creyendo que estaba arrecha para el combate final, se levantó posicionándose entre mis piernas, me despatarré a su gusto en acceso total a la invasión inminente. Enfiló su cabeza de ariete y me fue introduciendo muy suavecito su verga, la cual se la aprisionaba con las paredes de mi vagina produciéndole unos pequeños gemidos de placer… Aquel glande abría mis paredes perforando mi vagina agitada, húmeda y caliente, completamente receptiva al dominio del aquel semental.

Se sucedieron incursiones a intervalos lentas y violentas enterrando todo su tallo hasta las mismas pelotas una y otra vez. Sudábamos de ardor oliendo a sexo puro, el ambiente denso se jalonaba de gemidos y jadeos por parte de cada uno. Mis manos acariciaban sus pecho, su cadera, sus glúteos tensos en cada empujón al fondo de mi coño… me excitaba sentir su músculos tersos clavándome su polla, sentir como todo su cuerpo trabaja follándome me alteraba las neuronas volviéndome loca. Me embarga saber que un hombre se está entregando con todo su ser a hacerme feliz, a darme placer. Percibía cada batir de sus huevos golpeando en mi coño, le gustaba enterrarla completa en mi vagina y volverla a sacar hasta nada más quedar sus cabezón entre mis labios vaginales y de vuelta a las profundidades de mi útero. Las transpiraciones surgían sin remedio, de su cara algunas gotas se deslizaban por su rostro hasta caer sobre mi panza, mis tetas. Lo arrastré a mi boca y le lamí su sudor y luego me comí sus labios. Noté que la cadera incrementaba sus inserciones en mi cuerpo, el momento final se acercaba…, lo trabé con mis brazos y comiéndole la boca noté como me llegó el orgasmo al mismo tiempo que el suyo.

Llegamos al clímax los dos juntos… embistiéndome bien profundo, eyaculaba toda su leche en mi interior, derramándome todo lo que le quedaba por extraer de sus orondos cojones de semental… me rellenaba por dentro castigándome de la manera más implacable, lo hacía vaciándose sin hacerse cargo de que era una mujer casada…en esos instantes irresponsable de mis actos. Poco le importó que pudiera quedar preñada de su semilla, tal vez lo hacía a modo de venganza diferida en el tiempo. Se levantó y volvió al ataque con su boca… ahora sus manos oprimían ligeramente mis riñones, con los pulgares en mi vientre. Me arqueé un poco más, y me entreabrí más todavía las piernas, yendo al encuentro de su boca para ofrecerle de forma completa mi coño mojado del mejunje formado por su aliento, mi flujo vaginal y el semen derramado, todos ellos confundidos en la coctelera uterina. Enseguida experimente la subida del placer, con una tensión extrema, me comía desaforado el clítoris, con el dedo pulgar metido en el coño y otro perforándome analmente. La ultima sensación que me inundo frenéticamente… como los desbordamientos del Nilo a finales de julio, esa fue la gran corrida que pocas veces he llegado a experimentar y que solo un hombre han sabido extraérmelo después de Miguel… TÚ mi propio hijo, mi gran amante sin parangón.


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El sol ya había desaparecido y los grillos hacía rato que nos daban el tostón, la calma y la relajación se palpaba en el ambiente. Nunca me había sentido tan cerca del corazón de mi Padre, por primera vez la ligazón que nos unía como padre e hijo se consolidó haciéndonos ser sinceros y extrovertidos, afrontando la verdad del propio ser, la pertenencia familiar en alma pero no en cuerpo…sentir que formamos parte un solo núcleo, disgregados en seres independientes y soberanos responsables con nosotros y con la familia. Mi padre paladeaba un nuevo trago de cerveza…

– Dime hijo, como fue tu primera vez... si dices que no fue con Teresa la limpiadora de aquel edificio, ¿con quién te estrenaste?

– Bueno eso fue algo que surgió de manera progresiva, no es que un día me acostara con una chica y ya está, lo mío fue paulatino.

– Te lo tomaste con calma, eso me cuadra en ti… ¡Cuéntame cómo fue!

– Bien, ¿recuerdas que aquel piso, donde vivíamos solo tenía dos dormitorios?

– Así es, uno para tu madre y para mí, el otro dormíais tu hermana y tú.

– Pues ahí se fraguó mi primera vez… con la nena. Mi padre no se inmutó siguió mirando al horizonte esperando que continuara y le contara qué ocurrió…

– Adelante ¿Qué pasó…?

Bien es cierto que yo viví mi apertura al conocimiento del sexo de mano de mi madre…sus indicaciones fueron un punto de inflexión, aunque mis primeras experiencias fueron con mi hermanita. Tras las clases que nos dio mamá, todo cambió para mí y creo que también para mi hermana… aprendimos a disfrutarnos y no solo a tener orgasmos. No cabe duda que eyacular dentro de Antonia era un placer inmenso, pero cuando aprendí a que ella disfrutara conmigo, fue mucho más placentero para los dos.

En aquella vivienda solo teníamos un salón con cocina, un aseo y dos habitaciones, por tanto, mi hermana Antonia y yo compartimos el mismo cuarto bien pequeño, e incluso la cama hasta que ella cumplió los 8 años, luego pusieron una litera, yo arriba y ella debajo y esto duró hasta que mi hermana cumplió los 12 años, que fue cuando nos mudamos a una casa nueva un poco más grande, por fin pudieron comprarla con mucho esfuerzo y trabajo.

Entonces mis padres decidieron que ya éramos suficientemente mayores para dormir juntos… yo tenía ya 16 años. Ya te puedes imaginar que la intimidad era escasa en la primera vivienda y poco hacía falta…nos desnudábamos juntos, nos mostrábamos en ropa interior o en pelotas e incluso compartíamos la ducha algunas veces con mis padres o mi hermana. Ya puedes suponer que nos conocíamos los cuerpos desde que nacimos. Mi hermana era muy extrovertida y le gustaba probar con todo volviéndonos locos… a los 8 años, Antonia quiso probar el sexo masculino, y yo con 12 años comenzaba a descubrir las bondades de hacerme una paja antes de dormir, algo que experimenté gracias a los amigos, algunos de los cuales ya se masturbaban y me picó la curiosidad. Tuve que confesarme al cura del pueblo la primera vez, la segunda y cuando llegó la tercera ya no lo hice hasta el día de mi boda.

El caso es que en muchas ocasiones dejaba a ella que me masturbara metidos los dos en la cama. Al principio lo hacía torpe pero al poco tiempo llegó a hacerlo bien, incluso se atrevía a probar mi semen. Con esa edad comenzó a aficionarse a hacérmelo con la boca y yo también le comía su coñito. Éramos unos críos y nos gustaba jugar, experimentar y probar los que nos decían que era prohibió…, pero lo que más nos divertía era meternos juntos en la cama cada noche compartiendo el calor mutuo, rozar nuestros cuerpos hermanados como nunca. Luego probamos a desnudarnos en nuestro cuarto durante horas muchas tardes, era divertido vernos en pelotas, e incluso nos las pasábamos así estudiando juntos compartiendo habitación y casi siempre solos porque nuestros padres trabajaban.

Ella queriendo ser más atrevida, quiso probar el sabor de mi polla comenzó a mamármela tragándose la lefa incluso. Yo también le masturbaba y le ensené a hacérselo en su coñito impúber…ella desconocía que tenía el botón del placer en su clítoris. Le comía muchas veces el chochete… Nos divertía hacernos un 69 cada día, y gozar de la libertad de estar medio en pelotas o totalmente desnudos cuando estábamos solos. Recuerdo el sabor de su coñito, tenía un gusto muy rico que se me quedaba en la nariz durante mucho tiempo, ella decía que olor de mi polla también, le gustaba y se le quedaba mucho rato en su boca y nariz. Se aficionó a beber leche a diario y yo encantada de dársela. Estoy seguro que con 10 años era la niña mejor chupa pollas de su clase y, las apuraba hasta que me corría en su boca.

Lengüeteaba muy bien el glande, el tronco y lamía los huevos como nadie. Ver esa carita de niña tan golosa en mi polla me hacía muy feliz. Yo  tampoco desatendía su coñito, al principio más porque me gusta más a mí que a ella, luego los 69 eran marca de la casa y nos hacíamos uno todas las tardes antes de empezar a hacer los deberes de clase. Mis padres estaban muy confiados porque nos llevábamos muy bien Antonia y yo, la cuidaba en el colegio y cuando volvíamos a casa le hacía la merienda y la bañaba. Hacía las veces de cuidador cuando nuestros padres no estaban y nos venía muy bien a todos. Mis padres estaban tranquilos que a la pequeña nunca le pasaría nada con su hermano mayor, e incluso sabían y no le importaba que nos ducháramos juntos… porque lo hacíamos desde que nació.

En definitiva mis padres se podían ir tranquilos al trabajo porque no me encargaba de todo con mi hermana... a darle la merienda, asearla, hacer los deberes, y ella a vaciarme los huevos de mi rica leche, que a esa edad siempre estaban dispuestos. Pero aunque teníamos sexo sin penetración, no sabíamos mucho del sexo. Entonces en los principios de los años 80 no había internet ni nada que nos guiara para saber cómo follar, hasta que nuestra madre nos pilló una tarde en pelotas y comprendió que tenía que darnos algunas instrucciones sobre cómo tener sexo seguro... Eso te lo cuento después.

El caso es que a sus 12 años me dejó entrar en su rajita apretada… y follamos por primera vez. Desvirgar a mi hermana fue todo un acontecimiento para los dos, algo que nos unió mucho más. Tengo unos recuerdos muy buenos. Dormíamos en literas, yo arriba, me bajé a su cama y me metí debajo de sus sábanas, esa noche hacía frío y nos vino bien estar juntos, pegados como siempre dándonos calor. Sin pensar mucho me puse encima de ella y la nena se abrió de piernas, pero antes pusimos una camiseta debajo de su culo porque podía sangrar. Esa vez fue rápido y nadie se enteró del mancillado de su virgo

Le cogimos el gusto y ya muchas noches me dejaba que se la metiera… nos gustaba compartir esos momentos de sexo, pegados, abrazados y besándonos mientras se la metía bien adentro. Ella se abría la piernas y yo me subía encima follándola en el misionero, sus jadeos en mi cara me la ponían muy dura y con lo salido que estaba pronto eyaculaba llenándole coñito. Luego probamos a cuatro patas, muchas veces me la follaba así como a una perrita, esa postura nos gustaba mucho a los dos porque es cómoda para ambos ¡Era una gozada correrme dentro de sus chochete pelado! Hasta los 13 años que le vino la regla me corría dentro sin cuidado, luego ya solo lo hacía los días en los que no había posibilidad de preñarla…aprendí muy bien la marcha atrás y durante años creímos que lo controlábamos.

Continuamos follando hasta que se quedó preñada con 19 años, incluso saliendo con su novio desde los 17 años. Se casaron a los pocos meses de estar preñada. Era un camionero diez años mayor que ella, y eso sinceramente no me gustaba para mi hermana, pero ella estaba atontada por él y aún sigue casada… Ya le ha hecho cuatro hijos, o al menos mi hermana nos hace creer que son todos de su esposo. Es mi impresión que las fechas del embarazo de Jésica coinciden cuando también se acostaba conmigo, pero como también se la follaba su novio. Así que no hay manera de saber de quién es sin un análisis de ADN.

Pero lo más alucinante fue que nuestra madre sospechó que sus hijos se lo montaban, cuando una vez descubrió semen en las sábanas de la cama de Antonia, hizo para llegar a destiempo una tarde y nos pilló en pelotas en medio del salón. Lejos de enfadarse y montar un “Cirio Pascual”, pensado que era mejor educar sin escandalizar. Nos enseñó a utilizar el sexo para disfrutar… “Con precauciones se vive mejor” nos decía mi madre siempre cuando nos dejaba solos. Nos empezó a comprar cajas de  condones y ella misma se encargaba de recoger los usados cuando limpiaba la habitación. Al fin y al cabo no podía permitirse tenernos en dos habitaciones separadas y aún así siempre encontraríamos la manera de volver a follar en las largas tardes a solas en casa.

Yo creo que también era una forma de llevar el control de polvos que echaban sus hijos, así que cuando se marchó Antonia con su esposo, yo aún me quedé unos años en casa hasta que acabé la carrera y conseguí un trabajo lejos… bueno por casualidades sin mi hermana en casa y sin novia, tuve aquel primera y única experiencia sexual completa con mamá la noche de la fiesta de su 40 cumpleaños. Ya sabes que pronto de acabar la carrera me marché a trabajar lejos y me casé, hasta que hace diez años tuve la crisis matrimonial y retomamos todo aquello que había quedado pendiente.

– Hijo, la verdad que estás hecho todo un semental… vamos a ver, si no contabilizo mal. Tienes una hija con Teresa que tendrá ya unos 32 años, una posible hija con tu hermana, Jésica, que tiene 29 años. Tu hijo que ya tiene 17 años y Roberto de 15. Cuatro mujeres y cuatro hijos y alguno más que tendrás por ahí ¿verdad?

– No sé, que yo sepa no. No hay más y tampoco es seguro que Jésica sea mía.

– Y con tu madre sigues follando, pero estuviste muchos años que no… ¿Cómo fue eso de volver a hacerlo con tu madre.

– Nunca he perdido el gusto de saborear a una mujer madura, una que fuese mayor que yo pese a haberme casado con Maribel, pero sus cuernos me hicieron retomar lo que una vez cogí prestado con mamá.

– ¿Y cómo fue eso con tu madre…?


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Te voy a contar como después de mi vuelta a casa tras la separación temporal de un año, mi madre me ayudó a sobre llevar la falta de una mujer en mi cama… ¿Cómo llegamos a volver a follar mi madre y yo…? Pues es algo que ocurrió y creo que de manera natural, porque Mi madre siempre ha tenido un carácter muy liberal, ese tipo de mujer independiente que hace su vida como quiere. Yo, una vez separado con ese reconcome de haber sido un cornudo, me liberé como no creía y comencé a tener diferentes experiencias con amigas solo para follar, lo que se conoce como follamigas, a las cuales contacté por medio de una página web de contactos… con ellas mantenía relaciones esporádicas… son ciudades o pueblos de alrededor, ya sabes contactas y quedas, te la follas y cada uno a su casa.

Mi MADRE sospechó de mis prácticas porque al vivir en el piso de arriba era difícil de ocultar mis devaneos. Naturalmente mis padres permitían que los tuviera, porque como personas experimentadas en la vida, sabe que un macho necesita de aventuras con polvos pasajeros para aliviar la testosterona que sobra. Pero con mi progenitora es totalmente diferente…, Yo tenía 40 años y ella era una mujer madura de 57 años, una señora muy joven que me tuvo casi de niña. Lo curioso es que aún se mantiene muy activa en todos los ámbitos, laboral, social y sobre todo en el sexual, con la desgracia que su marido, o sea, “mi padre” que ya rondaba los 67 años, ya NO estaba para muchos trotes con la diabetes y los pinchazos de insulina, más bien para el desahucio, eso dice ella. Pasábamos mucho tiempo hablando, y por supuesto salían muchas cosas que confesar, ya sabes cómo son las mujeres de esa generación y además tenemos mucha confianza contándonos nuestras intimidades…

Una tarde me soltó que ya no se acordaba de la última vez que la folló mi padre. No soy hijo único pero mi hermana al estar lejos soy yo con quien más habla de sus cosas. Así que mientras que el padre de familia se encuentra en el trabajo o el bar con los amigotes echándose una partida a las cartas, en mis visitas por la tarde le hacía compañía después del trabajo, en especial los viernes y los fines de semana que tengo más tiempo, quedando con ella para echarle una mano en las cosas de la casa que son para hombres… chapuzas, mover muebles o cosas así que se me da muy bien y mi padre mejor que lo haga otro a ponerse él, que tampoco es muy habilidoso. Todo ello hasta la hora de cenar, claro en esas  tareas surgen los roces, algunos manoseos… que si me toca el culo, me presiona con sus tetas, abrazos y besos. Tanta expresión de cariño nos llevaba al contacto total, nos gustaba bastante tonteando y lo buscábamos ambos, no cabía duda.

En un principio no vi intención en ello más allá del cariño, vamos que como nos ocurre a muchos hombres, no entendí las señales que me enviaba, teniendo en cuenta que es mi madre y además de ese tipo de mujeres que acostumbran a que el hombre sea quien ponga y disponga, aun gustándole a ella intervenir ofreciéndose, es decir, dándote permiso de entrar sin llamar. Una de las veces en la que nos pasamos de sobeteos, la noté fogosa y le comenté que alguien debería llamar a los bomberos para quitarle las telarañas del coño.

Mi atrevimiento no le sorprendió, a mí sí, a ella más bien se puso vanidosa diciéndome que no sabía quién lo iba a hacer si no conocía el número de los bomberos… continuamos descolgando una gran cortina y tras hacerlo nos relajamos poniéndonos acaramelados, agradeciéndome todo el trabajo que le ahorraba con mi presencia. Me abrazó y me besó en la cara tiernamente diciéndome cosas bonitas de lo buen hijo que era y lo sacrificado con ella… lo mal que me había tratado la zorra de mi esposa... y esas cosas que te dice una madre…

Yo también la abracé y nos mantuvimos así un buen rato en medio del salón. Sus manos me acariciaban la espalda y yo fui deslizando mis manos hasta su culo sobre el vestido, por la falta de contacto femenino desde hacía tanto tiempo no pensé muy bien lo que hacía, solo que me hallaba abrazado a una mujer. Me sorprendió que no me apartara acabando con aquello, así que pensé que me daba permiso para continuar y fui remangando la falda de la bata de casa, hasta poder meter la mano bajo las bragas y sobar directamente la tersa piel de su culo. Comenzó a besar mi cuello, me excité. Ya tenía la polla bien dura y ella lo notaba en su barriga. Nos gustaba a ambos estar en esa situación, necesitábamos mucho el contacto físico de una persona del sexo contrario y ese momento lo reflejó así. Me apetecía tocar las nalgas de una mujer y ella estaba allí para sentirme.

Le acaricié, sobé y amasé las nalgas presionando mi verga contra ella, hasta que probé a meterle mano por la raja entre las nalgas llegando a su coño, tenía curiosidad y apuro de tocarla. Vi que no se oponía a tal atrevimiento elevando un poco el culo y dejándome acceder a su coño. Percibí que pese a su edad, aún tenía un chochete muy cálido sorprendiéndome. Esa vez lo tenía sin depilar, no esperaba visita, después se lo depilaba porque a mí me gusta pelón, otras veces solo se lo arreglaba recortándose los pelos largos dejándolos todo muy cortitos para que su hijo disfrute, y alguna vez hasta me dejó afeitarle el coño…. El caso es que se mojo mientras le besaba el cuello y ella a mí dejándome penetrar un dedo en su raja vaginal… me sorprendió lo mojado que encontré su agujero entre sus labios y durante un rato la follé con el dedo despacio. Comenzó a gemir muy calladamente frotando mis dedos en su clítoris, otra sorpresa ¡Vaya pepita dura y gorda me encontré!, no sabía si dar el paso adelante o dejarlo, me sentía muy excitado y raro…





La polla la tenía a reventar y ella se pegaba más a mí, sin escrúpulo notó la hinchazón de la verga que se extendía hasta el muslo… fue notarla dura y gruesa, entonces más se apretaba a mi pelvis. Te debo confesar que sin duda, el mejor coño para un hijo es el de esa madre a la que te puedes follar… acogedor, cariñoso, sumiso y tragón, y fuera de la edad fértil no hay problema de preñarla, aunque no me hubiera importado hacerle otra panza… El caso es que se dejó follar a pelo sin condón… ¡¡Joder cómo es eso de ponerla entre los labios vaginales y clavarla hasta dentro en tanto dé de sí haciendo tope en los huevos!! 

Ya imaginas, en nada la puse sobre la mesa del salón, justo después de bajarse las bragas y dejarlas en el suelo. Me puse entre sus piernas, me agarró la polla mirándome sin decir nada en tanto colocaba mi glande en la entrada de su coño… y yo solo tuve que empujar para adentro sin contemplaciones. La sensación era única cuando la estaba follando notando la calidez de su esponjosa y lubricada vagina en mi capullo después de tanto tiempo sin follar, en esa ocasión sentía además que había amor… se me puso a reventar al notar lo mojada que ya estaba, rememorando mi hazaña de adolescente cuando entre por primera vez en el coño de mi hermanita Antonia, no sé porque pensé en la nena cuando años después me la follé a ella, tal vez por la semejanza de ser como una primera vez, pienso yo.

Notaba como se abrían sus paredes internas frotando mi sensible glande…ese coño llevaba mucho tiempo sin ser visitado. Continué metiendo y sacando sin cesar, su mirada apenas se cruzó con la mía un par de veces, tal vez un poco avergonzada de darse al instinto animal que llevaba dentro queriendo salir. Estábamos pegados, abrazada a mí y follaba con su hijo maduro y experimentado haciéndole notar los 18 cm de polla en lo más hondo de su útero, ensanchando la boca de su coño con los 5 cm de grosor. Ambos notábamos mis pesados huevos aporreándole el perineo despatarrada y abrazada con sus manos en mi espalda, otras en mi culo tirando hacia ella y soportando estoicamente los empujones de su hijo clavándola hasta la raíz una y otra vez.

Yo la besaba en el cuello, la cara, los ojos y hasta me atreví a morrearla, fue cuando abrió un poco la boca para darnos la lengua por primera vez. Llevaba varios días sin eyacular y en poco más de cinco minutos no pude contenerme, para acabar una buena lechada toda para adentro en lo más hondo de su útero, de forma que no hubiese posibilidad que se le saliera una sola gota de lefa. El subidón de adrenalina era morrocotudo, mi corazón casi se me sale del pecho por la boca de la emoción… abrió los ojos cuando percibió el primer lechazo y el segundo que suelen ser los más copiosos, mirándome me sonrió dando su beneplácito a la follada con inseminación profunda en su vagina ¡Eso me tranquilizó! porque pensaba que había hecho una aberración corriéndome dentro de ella como un pervertido sin haberle pedido permiso para vaciarme en su coño ¡Joder, como si fuera mi primera eyaculación dentro de mi propia madre! Era un adulto consciente de mis actos y no un adolescente con ganas de experimentar…, en esos momentos uno no es dueño de sí mismo, el dueño es el instinto.

Una vez descargado la fui sacando de su apretada y colmada vagina, ambos nos pusimos a mirar a la expectativa como extraía toda la tranca impregnada de flujo y esperma espeso, y de lo dura que aún la tenía. La cantidad debió ser tanta que tras mi capullo salió un reguero de leche mezclada con sus fluidos que mojó su ano y cayó en parte a la mesa donde se pone habitualmente mi padre. Después la señora se colocó las bragas bien puestas y faena acabada… a esperar a su marido con toda la zona que tapaba su coño mojada de semen filial. No dijimos nada después, como si no hubiese ocurrido continuamos con nuestra faena de mantenimiento doméstico y luego ella se puso a hacerla cena en la cocina.

Cuando llegaste, cenamos los tres con el morbo que da saber que mi madre tenía toda mi leche caliente metida en su coño y en sus bragas empapadas del semen de su hijo, tratando con su marido como si no hubiera pasado nada ¡Mi madre es única! Sabe bañarse y guardar la ropa. Esa noche como tantas otras, mi padre se quedó grogui viendo la tele en el sofá, y yo para mi estancia con los huevos aliviados sabiendo que aquello se repetiría más de una vez… había empezado algo especial, una etapa nueva en mi vida y en la de mi madre. Por supuesto la despedida en la puerta fuera de la vista de su esposo fue con un beso con lengua, sin que se note mucho por las sospechas que pudiera despertar en el “hombre de la casa” 

Sinceramente en esos momentos pensé… ¡Menudo cornudo te hicimos papá, esa tarde! Pero no eran unos cuernos malintencionados, ni dañinos, sino que mamá necesita cubrir unas necesidades fisiológicas y su hijo también. Cuando un coño y una polla se buscan se encuentran y ahí estábamos para ello… Como dice ella… “Una madre está para ayudar a sus hijos” y yo le digo… “Que los hijos estamos para darle alegrías a nuestros padres”.

A partir de ese día todo cambió entre mi madre y yo, y nos enmarcamos en una rutina que nos hacía la vida más cómoda y llevadera. Como ambos terminábamos a las 15:00 de trabajar, llegábamos a casa casi a la vez. Mi padre ya tenía todo preparado sobre la mesa y tras comer él se echaba una siesta hasta las 16:45 que se marchaba a abrir la ferretería. Mi madre en ese tiempo se encargaba de la cocina y yo me subía a mi apartamento de soltero. Sobre las 17:00 mi madre subía y se ponía a ver la telenovela o algún “Reality Show” vespertino, mientras yo trabajaba en el ordenador preparando el trabajo del día siguiente.

Cuando me subía la testosterona, me acercaba a su lado y la ponía a cuatro patas para follármela como a una perra, sobre ella en el típico misionero o ella recostada en el sofá y yo medio arrodillado entre sus piernas mientras miraba su programa favorito. Meses después de toda aquella aventura me comentó que aún tenía la regla de manera irregular. Estuve a punto de preñarla de nuevo…, me dijo que no quería alarmarme por si la dejaba de follar al natural, ella deseaba más que nada sentirme a pelo y disfrutar al notar como la llenaba, era su único vicio en esos momentos, su único placer supremo y no quería que se lo arrebatase.

En la vida no siempre he tenido suerte con las mujeres, pero toda esa mala suerte que tuve con mi esposa con los cuernos que me puso, la ha compensado con creces mi hermana y sobre todo mi madre. Follar con mi madre no es solo un ejercicio de placer mutuo, es mucho más que eso. La sensación de penetrarla es volver al lugar común perteneciente a una madre y sus hijos, donde solo los varones pueden llegar gracias a que pueden clavar su verga en la vagina para plantar la semilla cerca el útero. En esa conexión genital de apareamiento, también hay mucho más que un acoplamiento de una polla dentro de un coño, hay una ligazón anímica reverdeciendo ese vínculo entre madre e hijo que se fraguó durante 9 meses cuando estaba preñada de mí. 

El olor de una madre nunca se olvida, porque permanece eternamente en el subconsciente, y ahora cuando fornicas con ella se mezcla con las feromonas de hembra en celo implementando la excitación… en mi caso me aviva poniéndomela mucho más dura, hinchándome las venas de la polla de una manera única. En alguna ocasión he llegado a estar más de veinte minutos follándomela sin parar, metiendo y sacando el cipote de su acogedora vagina, viendo como entraba entera partiéndole la raja y manteniendo ese punto de excitación de estar al cabo de correrme todo el tiempo. Más de una vez me decía mamá que otra cosa que me ahorraba era la cuota del gimnasio, por la cantidad de ejercicio que hacía sobre ella durante toda la semana…

Podía llegar a follármela tres o cuatro veces a la semana con un polvo en cada sesión y a veces dos, sobre todo cuando nos perdemos en casa para nosotros solos. Es entonces cuando he logrado provocarle un orgasmo a mi madre con mi polla dentro clavada hasta los huevos volviéndonos locos de gusto, con un poco de ayuda frotando la capucha de su clítoris. Todo ello para llegar al final a un orgasmo brutal e incontenible, eyaculando una cantidad ingente de esperma superior a cuando ocurre más rápido…

Si estar dentro del útero de una madre es difícil de describir qué se siente, mucho más complicado cuando comienzas a eyacular esos contundentes chorros de leche espesa que atoran la cérvix de su útero en una explosión volcánica…, notas las sacudidas de sus paredes presionándote la verga, al mismo tiempo que se produce la salida del semen por el conducto del hinchado glande y sus paredes vaginales succionando el cipote para extraer toda la lefa de su querido hijo. En ese acto mi esencia regresa al lugar donde nació rehaciendo el camino de vuelta cada vez que me follo a mamá y la relleno de esperma espeso. Ya no es solo el placer físico que te deja exhausto, sino el sosiego anímico llenándote de felicidad al poder amar a una mujer tan gentil como es ella y saber que la has marcado para siempre haciéndola un poco más tuya si era posible.  Después esa etapa, no se acabó al reconciliarme con mi esposa por el bien de mi hijo, sino que tenemos nuestro afer de vez en cuando, así es, después de aquel año sabático, seguimos teniendo relaciones esporádicas aprovechando cualquier evento o momento de intimidad. Aún a sus 68 años es una gozada sentirla, penetrarla y gozar de su sabio cuerpo hermoso ¡Me encanta llenarla! Y a ella sentirme como me vacío dentro de su vientre. Percibirse llena de esperma, es para ella signo de feminidad, y lo noto cuando clava sus uñas al notar los chorros de leche rellenando el fondo de su coño.

Maribel confesó que no había actuado correctamente y había sido injusto conmigo, pero la desesperación de perder el trabajo la llevó a acostarse con sus jefes directos de la zona donde trabaja su empresa. Ella trabajaba en una empresa vinculada a la construcción y venta inmobiliaria y con la crisis empezaron a despedir… su única manera de mantenerse en el puesto fue ofrecerse para montar orgías con sus jefes. Como todo cornudo no me enteré hasta pasados dos años. Ya no se acostaba con ellos por entonces según me confesó. La verdad nunca me hubiera enterado si no es porque por casualidad me llegó una retahíla de fotos de aquellas fiestas…casualidades de las redes sociales, estas fotos le llegaron a un amigo mío de un amigo suyo que trabajó en dicha empresa, que a su vez le llegaron a saber cómo. Maribel ya no trabaja en la empresa, que finalmente quebró en 2013, pero en 2009 estuvimos un año separados pensándome el divorcio.




Durante una temporada me fui a casa de mis padres. En la planta de arriba tienen una vivienda con acceso directo a la calle y lo hice mi piso de soltero. Fue el año en que mi madre y yo más intimamos. Ella por entonces pasaba de los 58 años y con la menopausia en ciernes. No sé que le pasaba, debía tener las hormonas revolucionadas con mi padre sin atenderla por cuestiones de salud… y en cuanto a mi esposa, yo creo que su culpabilidad por la infidelidad y el verse sola teniendo a mi hijo en contra de ella, fue lo que le hizo ser la mujer sumisa que es ahora…, la uso y la disfruto cuando me apetece, en esos momentos que uno tiene el gran apretón en sus huevos y necesita un coño donde avenar toda la leche a presión. Ella lo sabe y se deja follar como una puta, allá donde se encuentre, le bajo las bragas y se la enchufo hasta eyacular en su coño. Siempre me la follo a pelo, de la misma manera que hago con mi madre… ambas saben que son mi desahogo y ambas se prestan generosas a vaciar todo el contingente que me sobra. Si me tienen que dar a elegir entre el coño carnoso, tragón y apretado con 62 años de mi madre o el sencillo y enjuto de mi esposa de 38 años, Siempre elijo al de mi MADRE. Solo por el placer de llenar el lugar de mi origen, volviendo a mi hogar.




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