Nunca estuvo más contenta, que con la llegada de la hermana pródiga. Con los ojos sollozos Alexandra toca a la puerta, su hijo baja unas maletas y su hermana mayor Mónica sale a recibirla. Por unos instantes hay un incómodo silencio hasta que finalmente Mónica abraza a su hermana menor y esta se pone a llorar, el hijo de Mónica sale a recibir a su primo y entre ambos llevan las cosas dentro de la casa. Hacía años que ambas hermanas no se veían, la última vez tuvieron una discusión sumamente áspera que finalmente llego a los insultos. A Alexandra siempre le había molestado la actitud de su hermana mayor, Mónica siempre ha sido liberal, muy liberal. Era común que a la casa llegaran chicos de todas edades a buscarla para salir, a veces llegaba más de uno. Sin lugar a dudas esto era por la gran belleza de Mónica, siempre fue, y es aún una mujer sumamente atractiva y sexy.
Antes de los 18, debido a un descuido, Mónica
quedó preñada, nunca supo quién era el padre del bebé. En su casa se armó un
escándalo, pero lo que más la hirió fueron las palabras de Alexandra que la
atacó con todo, la trato muy mal y la insulto con palabras de grueso calibre.
Mónica no se quedó a escuchar todo esto, si así la iba a tratar de ahora en adelante,
viendo que sus padres no la apoyaban y temiendo por el hijo que esperaba
decidió recoger sus cosas e irse de la casa con lo puesto.
Al principio Mónica paso por toda clase de miserias,
vivió en un hogar de acogida y después de nacer su hijo, se dedicó a la prostitución
de lujo como acompañante para hacer dinero suficiente para ambos, de esta forma
pudo completar sus estudios en un piso alquilado para vivir. En más de una
ocasión fue violada y debió soportar toda clase de abusos pero lo consiguió. Obtuvo
su título profesional y un empleo digno en una importante empresa, ahora ya es
gerente y tiene su propia casa. Los años de esfuerzo valieron la pena y los
abusos ya son solo un mal recuerdo, Ricardo, su hijo, lo es todo para Mónica y
la relación entre ambos es extremadamente fluida y cercana. Mientras Brais
juega en el ordenador de Ricardo en su habitación, Mónica le ofrece un té a su
hermana, para que se calme.
–
Lo que es la vida – dice
Alexandra con una voz marcada la tristeza y la pena, – hace años te eche de la casa, te traté de la peor forma posible y
mírame, ahora soy yo la que no tiene hogar y humillada llego de allegada a tu
hogar, a uno que tu sola te ganaste…, – Mónica le acaricia el cabello a su
hermana, no sabe que decirle.
Tras la partida de Mónica, Alexandra creía que tenía
una moral superior a su hermana y que se casaría con un buen sujeto que le
daría todo y que su hijo si tendría un padre ejemplar, pero no fue así. A los
casi 18 años, Alexandra quedó preñada de un tipo mayor, que creyó despreocupado
de ella, sin embargo pensó que todo sería distinto a lo ocurrido con Mónica…
cuando este sujeto le reconoció a su hijo y se ofreció a casarse con ella,
Alexandra no lo dudó ni un instante.
En un comienzo todo fue perfecto, su vida parecía un cuento
de hadas. Un esposo que la quería y un padre ejemplar para su hijo, pero al
cabo de unos años las cosas comenzaron a cambiar. Él empezó a organizar fiestas
en la casa, según él para atraer potenciales clientes a su empresa, en las
cuales Alexandra se convirtió en el entretenimiento principal. Empezó a beber y
en más de una ocasión Alexandra fue golpeada. Muchos le aconsejaron que se
fuera, que lo dejara, pero a ella solo le importaba el qué dirán, qué pensaría
la gente si dejaba a su esposo, eso era algo impensable para ella. Durante
varios años Alexandra calló estos abusos, hasta que un día en una fiesta, su marido
se emborrachó y comenzó a agredirla verbal y después físicamente, fue un enorme
escándalo…, Alexandra paso la peor humillación de su vida. Nadie se atrevió a
ayudarla y todos miraban a otro lado. Su rostro tenía las marcas de una
bofetada y seguía escuchando los peores insultos dirigidos hacia su persona, su
marido levantó la mano una vez más pero alguien lo detuvo. Una mujer vestida de
forma elegante le cogió el brazo y se lo torció con tanta fuerza que lo arrojó
sobre una mesa. Alexandra levantó la vista y reconoció de inmediato a su
hermana, que con sus ojos azules proyectaba una fría y dura mirada hacia aquel
tipo.
Envalentonado por el alcohol y con el orgullo herido
volvió a la carga a pesar de todo. Si Mónica aprendió algo positivo de sus
amargas experiencias como meretriz fue a cómo defenderse de sujetos así, con un
simple movimiento y certero derechazo lo dejo inconsciente rompiéndole la
nariz. Después recogió a su hermana, la saco de ahí…, era su primer encuentro
en más de diez años. Alexandra se desahogó y le contó todo, Mónica se horrorizo
y le ordenó que lo dejara en el acto, que se fuera a vivir con ella. Pese a
todo lo sucedido antes Mónica no le iba a dar la espalda a su hermana menor sin
importar lo que le dijo en el pasado, finalmente Alexandra aceptó y Mónica uso
sus contactos para presentar una demanda en contra de aquel sujeto para que
deje en paz a su hermana y a su hijo, además la llevo a su casa donde está
ahora…. Por la ventana Alexandra observa a su hijo jugar con su primo.
–
Quién lo diría, hace un tiempo es probable que ni
siquiera hubiera dejado a Brais saludar a tu hijo, pero ahora me gustaría que
se hubieran conocido mucho antes,– Alexandra se queda pensativa luego se vuelve a su
hermana, – tú siempre fuiste la valiente y
decidida, yo siempre fui la cobarde y al final termine tragando todas mis
palabras y mi orgullo,
–
No digas eso, no es así
–
¡sí, sí lo es, tu jamás hubieras permitido algo así,
exponer a tu hijo de la forma en que yo lo hice, si no es por ti aun estaría en
esa casa con ese sujeto!
Los primeros días fueron difíciles para Alexandra,
ella siempre había tenido empleados en su casa pero aquí Mónica no tenía
ninguno, ella sabe cocinar y hacer las tareas de la casa…, su hijo Ricardo
también. Alexandra no sabe prepararse ni un huevo frito. Mónica le dijo a su
hermana que cambiara de universidad a su hijo, que lo pusiera en el mismo de
Ricardo así él podría ayudarlo y acompañarlo... rápidamente se hacen buenos amigos. Como ambos tienen horarios distintos
Ricardo llega primero a la casa, se encuentra con su tía la cual trata de hacer
algo, aunque casi siempre mal. Ricardo no sabe si corregirla o no, para no
hacerla sentirse mal.
–
No que va, soy una inútil así que te agradeceré que me
ayudes replica Alexandra.
Mónica pasa a recoger a Brais al colegio y se vienen
juntos. Alexandra aprende a cocinar y a usar algo que jamás había usado antes,
la aspiradora, se sorprende de lo mucho que sabe su sobrino.
–
Eres igual a tu madre, independiente y muy capaz, le
dice su tía.
La casa de Mónica es amplia, pero igual quedan algo
estrechos, así que Mónica duerme con su hijo y Alexandra con el suyo. Alexandra
se admira de lo cercanos que son Mónica y Ricardo, los ve bromear, conversar
como si no hubiera secretos entre ambos. Ellos se abrazan y se dan besos como
si fuese algo normal aunque le resulta algo extraño, si bien Alexandra quiere
profundamente a su hijo jamás andan de esa forma a besos y abrazos, quizás por
el desafecto engendrado hacia los hombres por su malas experiencias…. En una
ocasión se desconcierta al ver a Ricardo dándose un beso en la boca con su
madre, pero Mónica lo toma como algo muy natural…. Una noche ambas hermanas
comparten una copa, Alexandra le cuenta que quiere estudiar algo y aprender.
–
Cómo tenía a alguien que al principio me lo daba todo,
nunca me preocupe por ser algo más en la vida, salvo una perfecta tonta.
–
Vamos deja de recriminarte.
Mónica le aconseja que se lo tome con calma, aún no está
del todo bien y lo mejor que puede hacer es darse un tiempo.
–
¿Y tú oye, como lo has hecho?
–
¡¿Cómo lo he hecho qué?! – responde Mónica
– amos ya sabes, tú siempre fuiste muy popular con los
hombres, no te he visto con ninguno, – Mónica
se ríe.
–
Digamos que ya
tengo todo lo que necesito.
Los hijos de ambas aparecen, Brais se sienta junto a
su madre y ella lo abraza, Alexandra se queda desconcertada al ver como Ricardo
abraza a Mónica y pone su rostro entre los prominentes pechos de su madre,
ambos se dan un beso en la boca y Ricardo se queda ahí.
–
Mañana es domingo, podríamos salir, ir al campo,
conozco de un buen lugar donde ir.
La idea de Mónica les agrada a todos y así queda acordado. El domingo en la mañana preparan todo para salir, Alexandra va al supermercado con Ricardo y Brais le ayuda a Mónica a preparar algo ligero para comer. Compran bebidas, pan y cosas por el estilo. Cargan todo en el coche, y enfilan por la carretera, – es una hacienda, la dueña tiene un camping ahí – explica Mónica. Atrás Ricardo y Brais se entretienen conversando y jugando con un videojuego portátil mientras Alexandra y Mónica van adelante. Es un sitio apacible, tranquilo donde casi no hay gente. Dejan el coche a la sombra de unos árboles y ocupan una mesa donde ponen las cosas.
– Me voy a sacar esto
que me estoy asando, – con soltura Mónica se quita su chaleco y sus
pantalones, quedando solo con un peto y pantalones cortos, – mucho mejor, varios tipos que están
cerca la quedan mirando de forma bastante lasciva.
–
¿Se os ha perdido algo? les pregunta Ricardo, los sujetos se van.
–
¡Ese es mi hombre! dice Mónica abrazando a su hijo.
En realidad no hay que culpar a esos sujetos, Mónica
es muy atractiva. Alta de cabello rubio y corto a lo garçon, ojos azules y
nariz respingona. Siempre se mantiene activa, una madurita que poco ha cambiado desde su adolescencia,
sigue teniendo esa figura que la hacía tan popular, con la silueta de grandes
pechos bien marcada en el peto. Los chicos salieron a recorrer y se reunieron
con otros muchachos que había ahí, Alexandra y Mónica los observan jugar. Ellas
comparten con otras personas y Alexandra también atrae algunas miradas. Es muy
parecida a su hermana, pero de cabello algo más castaño y más largo, comparten
los mismos ojos azules y las facciones del rostro, pero Alexandra es más
vergonzosa, tímida, siempre ha sido así. Es dos años más joven, con una figura
nada despreciable. Son casi las cinco de la tarde cuando los chicos regresan,
están hambrientos después de tanto jugar. Alexandra comparte con Brais y lo
escucha mientras le cuenta acerca de cuántos goles anotó. Mónica y Ricardo se
ponen de pie…
–
ven hay algo que quiero que veas, le dice
Alexandra se queda un rato con Brais y este le
presenta a sus amigos, ella los saluda y a los padres de estos, hacía tiempo
que no compartía con tanta gente.
–
Te voy a buscar un jersey, está haciendo mucho frío – dice Alexandra que se dirige al coche.
–
Tu madre es muy guapa, tiene un cuerpo tremendo – le dice un chico a Brais, Alexandra hace como que no
lo escucha.
–
Ya lo sé, es
muy atractiva – responde él para sorpresa de su madre que
sonríe.
Alexandra regresa al coche, pero está cerrado con
llave, en ese instante se acuerda que Mónica las tiene y va a buscarla. Le
pregunta a una pareja y estos le indican por un sendero. Alexandra camina a
paso firme hasta que unas voces la detienen.
–
Pero ahora no, nos podrían ver – dice una voz entre cortada por unos suspiros.
–
Hace días que no lo hacemos, me muero de
ganas.
Al escuchar esto Alexandra cree que hay una pareja de
novios por ahí, pero la voz se le hace extrañamente familiar, ella avanza unos
pasos…
–
Me encanta cuando me haces esto, sabes lamer tan bien
mis tetas.
Alexandra se detiene otra vez y camina hacia un lado del sendero, detrás de unos arbustos bajo un árbol. Con sus manos se cubre la boca, con una cara de espanto, de no creer lo que ve. Ricardo está ahí junto a Mónica, ella tiene su jersey levantado y su hijo le devora ansiosamente sus tetas, se las chupa y lame, se los masajea con ambas manos, a ella le encanta, Mónica lo goza, aún más cuando Ricardo mete una mano entre sus piernas y le frota el coño por encima de sus pantalones.
– ¡Uy, muy bien, sigue así extrañaba esto! dice Mónica en medio de sus gemidos.
Alexandra retrocede unos pasos, no puede seguir observando, eso es incesto, es algo sucio, prohibido, piensa ella, pero los gemidos de su hermana la hacen estremecerse y vuelve a mirar. Ambos se están besando, son besos apasionados, lujuriosos con sus lenguas cruzándose a cada momento. Ricardo le soba el culo y mete sus manos bajo los pantalones cortos de su madre. De improviso la toma por detrás y la besa en el cuello, con una mano le acaricia sus senos y la otra se la mete entre los muslos.
– ¡Así es, frota mi coño, hazlo como te enseñe ytanto me gusta!
Los pechos de Mónica son magníficos, grandes y firmes. Alexandra no puede dejar de mirar, la forma en que Ricardo la besa, las acaricias la ponen muy caliente, siente su entrepierna arder. De un solo jalón Ricardo le baja los pantalones, Mónica usa unas diminutas braguitas que él de inmediato le aparta. Ricardo se hinca frente a su madre y le empieza a devorar el coño.
– ¡Me moría de ganas por hacerte esto de nuevo! – le dice antes de hundir su lengua en su entrepierna.
Mónica se retuerce y mueve sus caderas, siente las lamidas de Ricardo en su sexo y luego los dedos de este. Alexandra lo observa cómo se los mete, se lo hace con fuerza y Mónica no para de gemir, discretamente Alexandra se frota su coño por encima de sus jeans, luego los mete por dentro, la expresión de placer en el rostro de su hermana le indica lo bien que la está pasando con su hijo. Ricardo está muy ansioso, pone a su madre contra el árbol exhibiendo su culo, lo pone a merced de su hombre. Él saca su erecta verga apuntando directamente contra el coño de su madre, a Alexandra se le hace la boca agua. De una sola acometida la penetra, Alexandra siente un escalofrió en su cuerpo cuando el miembro de Ricardo desaparece, la sujeta con fuerza de las caderas y la bombea, las tetas de Mónica se agitan mientras su hijo la folla.
– ¡Así es, bien duro, dame bien fuerte cariño! – le dice ella.
Alexandra suspira débilmente, el roce de sus dedos con
su entrepierna la derrite y más aun con los gemidos de Mónica en el fondo.
Ricardo le toma la pierna derecha y le arremete con más fuerza aun, ambos se
besan mientras follan, pasan sus lenguas una sobre la otra, mientras Mónica
sigue bien empalada.
–
¡Espera un poco, déjame mamártela nene!
Mónica se pone en cuclillas y se la empieza a chupar, le pasa su lengua por todos lados se la frota y la degusta, Alexandra no pierde detalle, sigue frotándose su coño, ella ya se ve ahí, mamando una verga, disfrutando. Ya no puede recordar la última vez que tuvo sexo y lo disfruto, las veces que fue follada por su marido ella lo sintió más como una violación. Entre sus tetas, Mónica le hace una cubana, se la frota con fuerza y pasa la punta de su lengua sobre su roja cabeza.
– ¡Mamá tu sí que sabes chuparla!
Ricardo se acuesta en el suelo y Mónica se le monta
encima y empieza a cabalgar. Su hijo le toma sus prominentes ubres…, se los
masajea, le pellizca sus pezones mientras su madre le cabalga encima. Alexandra
observa la verga de Ricardo desaparecer una y otra vez.
–
¡Mamá eres fantástica! – le dice su hijo mientras se
derrite con cada acometida.
–
¡Para que quiero otro hombre si te tengo a ti! – le
dice besándolo.
Ricardo abraza a Mónica y la pone de espaldas, él la
folla con más fuerza que antes, la bombea bien duro mientras su madre lo
envuelve con sus piernas y le acompaña en las arremetidas… se les ve muy bien
acompasado. Los gemidos de los dos llenan el aire sin importarles si alguien
los sorprende o no. De pronto Ricardo comienza a jadear con intensidad,
acompañado de su progenitora en una sincronía total, acelera los embates
llegando a calar la polla a fondo. Los golpeteos de sus cuerpos se hacen
patentes con un sonoro apareamiento animal. El chico emite un par de bufidos
clavándose al fondo de la vagina materna y se queda quieto convulsionando…,
Alexandra entiende lo ocurrido. Ricardo se estremecía en el fondo uterino de su
madre produciendo en ella otro orgasmo…, él se corría soltando chorros de lefa
en el fondo uterino de Mónica… ella los recibía con satisfacción. Ambos se
quedan ahí un instante, abrazados intercambiando besos, él se para un momento y
Mónica le hace una mamada. Sorprendentemente se vuelve a correr, ahora en su
rostro y sus pechos. Dos corridas con apenas cinco minutos de intervalo. Mónica
saborea su semen como si se tratara del elixir de la vida. En esas Alexandra aprovecha
para escabullirse en silencio.
–
¿Mamá, estás bien? le
pregunta Brais.
–
¡¿Eh?! sí, no es nada solo me siento un poco cansada
–
¿Y el Jersey?
–
Oh sí, lo olvide lo que ocurre es que me puse a
conversar con alguien – le responde ella algo nerviosa.
Alexandra se quita su chaleco y envuelve con él a su
hijo, ella queda solo con una delgada camiseta y su busto se hace notar, Brais
la mira de reojo y Alexandra recuerda la conversación con sus amigos. De
improviso le da un pequeño beso en la boca y él le sonríe, Alexandra no
entiende bien porque lo hizo. Mónica y Ricardo aparecieron unos minutos
después. Alexandra se pone algo nerviosa y Brais le pide el jersey a su tía y
ella se lo trae. Al ver la hora deciden regresar.
–
¿Te pasa algo? – le
pregunta Mónica.
–
No nada, solo estoy cansada.
Alexandra se percata de unas miradas y sonrisas
cómplices entre Mónica y su hijo. ¿Desde cuándo lo hacen?, ¿Cómo es posible
algo así? Se pregunta ella, pero ni en broma se atreve a hacer algún comentario,
solo sabe que se excitó mucho y que para Mónica y Ricardo es algo normal. De
regreso en la casa Mónica le dice a su hijo que se dé un baño, Brais sigue
después y en la cocina preparan la cena. Alexandra está especialmente silente,
no hace ningún comentario y habla poco. Mónica no le insiste en preguntarle que
le ocurre. Cerca de las diez de la noche Mónica y Ricardo se fueron a dormir,
Alexandra solo se pregunta lo que debe ocurrir en ese dormitorio, ella misma se
va a dar una ducha y apenas cierra los ojos por un instante su cabeza se llena
de imágenes de Mónica follando con su hijo, haciéndola una mamada, besándose y
metiéndose mano sin pudor…
¡Joder cómo la follaba su hijo hasta inseminarla,
la ha llenado de esperma corriéndose dentro de su coño! ¡Y después se ha
tragado la leche de una segunda corrida!
Alexandra se excita otra vez de pensarlo, pero
recuerda las palabras de su hijo, que la encuentra una mujer muy atractiva. Alexandra
entra en la habitación, Brais se gira para un lado en la cama. Alexandra se
desnuda y se pone su ropa de dormir, pero en lugar de su camisa habitual se
pone solo una camiseta de tirantes bien corta y braguitas grandes para dormir…,
se acuesta junto a su hijo. No sabe si es lo correcto o no. Discretamente se le
acerca, Brais se gira hacia ella y ve sus tetas a través del escote de la camiseta,
se sonroja.
– Te escuche hablar con tus amigos – le dice Alexandra que tiene una extraña mirada en sus ojos, – Así que me encuentras atractiva. – Brais baja la mirada, avergonzado. – No hay de qué avergonzarse, me siento halagada que me consideres atractiva. Alexandra se le acerca un poco poniéndole sus pechos cerca del rostro, ella juega con el cabello de su hijo. – Sabes una cosa y Brais levanta la mirada, – me gustó mucho oír que me encuentres atractiva…
–
¿En serio?
–
En serio, a veces una mujer necesita que le digan que
es bonita para sentirse mejor, si lo que oye es que es atractiva, todavía es
mejor….
Ambos quedan cara a cara, Alexandra apoya el rostro de Brais en sus tetas y siente su respiración sobre los mismos. Ella está muy cachonda, por un lado siente remordimiento, pero por el otro tras ver a su hermana, quiere probar que se siente volver a tener a un hombre dentro de ella, que por otro lado es su propio hijo. Alexandra se asusta un poco cuando Brais pone una mano sobre sus ubres, los manosea torpemente, pero al menos son unas manos de hombre…
– Se sienten, esponjosos… nunca he tocado unas tetas.
Alexandra deja escapar un leve suspiro ante esta caricia, nunca espero que Brais pudiera hacer algo así.
– Puedes tocarlas más si quieres… son tan tuyas como mías.
Durante unos instantes Alexandra se quedó ahí, inmóvil
mientras su hijo le soba sus pechos,
–
Son grandes – agrega
él después.
–
Sigue, no te detengas. Es agradable sentir tus
caricias, le pide ella con inquietud.
Los agasajos de Brais son algo torpes, pero a su madre no le importa, ella lo está disfrutando igual… en verdad nunca se fija en el todo, sino solo en la parte que le excita.
– Súbeme la camiseta cariño, para que los puedas tocar y ver mejor.
Alexandra se acuesta de espaldas y tímidamente Brais le sube la camiseta usada de algodón que tanto le gusta ponerse para dormir cómoda. Su madre lo mira fijamente y nota la excitación en sus ojos. Alexandra gime profundamente cuando Brais le toma sus tetas, sus pezones se vuelven duros y erectos a medida que él se los acaricia.
– Cuando eras un bebé, te alimenté siempre con la leche de mis pechos, ¡Anda vuelve a chuparlo…! ¡¿No te gustaría probar mis tetas como si fueras un bebe!?
Sin estar muy seguro Brais le obedece, Alexandra gime profundamente cuando los labios de su hijo envuelven sus pezones, siente la succión sobre los mismos, ella se retuerce en la cama y Brais se da cuenta de lo excitada que esta. Al cabo de un rato no solo se los chupa, también se los lame y le acaricia sus ubres con más intensidad. Alexandra se ve agobiada por toda clase de sensaciones, es increíble que su hijo le haga esto, pero ella lo buscó, le gusta mucho. Alexandra tomó el rostro de su hijo y le dio un beso, uno ardiente y apasionado…
– No sabes que ganas tenia de hacerte esto le confiesa Brais.
Ella no sabe que decirle hasta que él se le va encima y la besa otra vez. Lleno de ansias le toma las tetas y se las estruja con lamidas y chupeteos a un tiempo, Alexandra separa las piernas y siente el roce del vientre de Brais con su coño que ya está ardiente y mojado.
– Mete tu mano aquí, – le dice su madre que guía una mano de Brais hasta su entrepierna y la desliza bajo sus bragas, – ¡Frótame, con fuerza!
Brais lo hace, obedece ciegamente a su madre…, restriega su mano por encima del coño, se siente extraño al acariciar su pubis y su vello fino disperso, le chupa sus pezones cual si fueran chupetes, y la manosea sin detenerse, a ella le encanta el entusiasmo que le pone su chico.
– Espera, hagamos algo más.
Alexandra se desnuda por completo y su hijo hace lo mismo, ella se pone a cuatro patas sobre la cama exhibiendo el conejo delirante y su culo respingón. Con sus dedos separa los labios de la vagina y se frota el clítoris. Quiere que su hijo vea el coño tan caliente y mojado que tiene.
– Brais cariño, mamá desea mucho que ahora le des sexo oral. Ven acércate hasta aquí.
Dudando un poco pero extremadamente excitado como un mandril, Brais lo hace, acerca su boca al triángulo por donde un día vio la luz por primera vez, y pasa su lengua sobre el coño de su madre. Un escalofrío recorre el cuerpo de Alexandra y un gemido se escapa de sus labios. Brais va tomando confianza y sigue adelante, mueve su lengua con vigor y saborea el sexo de su progenitora tomando el aroma dulzón a hembra en celo, le toma las nalgas y ella aprieta sus puños sobre las sábanas por el placer que siente. Su esposo nunca le hizo sexo oral de esta manera, nunca la acaricio con la delicadeza y el amor con que su hijo se lo hace ahora. Sus nudillos se blanquean de la presión con que aprieta la tela, al percibir la lengua de su Brais serpenteando en su raja y comiéndole el clítoris… ella le facilita la tarea extrayéndolo de su capuchón.
– ¡¡Mastúrbame la pepita!! ¡Cariño, hazme una paja con tus labios en el clítoris y fóllame el coño con los dedos…! – Le suplica Alexandra muy excitada.
Brais está más que feliz de satisfacer a su madre. Despacio presiona sus dedos en su coño, estos lentamente comienzan a desaparecer en su sexo hasta que se pierden por completo, lentamente hace un movimiento de meter y sacar que estremece por completo a su madre cuyos gemidos ya son incontrolables… Se ha dado la vuelta para que a la vez le coma el clítoris.
– ¡Más rápido, más rápido mi amor! – Le implora ella.
Brais así lo hace, arremete con más fuerza y pronto Alexandra siente hasta tres dedos bien metidos en su coño, él se apoya sobre sus muslos y la masturba con todo.
– ¿¡Te gusta mamá, te gusta que te lo haga así?!
Solo obtiene gemidos como respuesta, Alexandra no puede hablar por la excitación, está en el umbral del orgasmo y por suerte el chico lo comprende. No para de follarle el coño a su madre y lamerle el clítoris… en una erupción volcánica, ella se corre, fue increíble, se corre gracias a su hijo. La masturbó de tal forma que no pudo evitarlo, pero esto aún no termina, espera unos segundos vencida por el sopor de la corrida, para declararle…
– Ahora deja que tu madre te haga algo especial… sé que te has hecho centenares de pajas, pero hoy vas a sentir algo que superará a cualquier pajote que te hayas hecho en tu vida.
Alexandra recuesta a Brais en la cama, lo besa y roza
sus grandes tetas contra su cuerpo, él se sobresalta cuando su madre le toma del
rabo, el cual está totalmente erecto y endurecido.
–
Tú solo relájate y disfruta… ¡Tienes una polla
preciosa! Es robusta y del tamaño ideal que le gusta a mamá… ¡¿Cuánto te mide… 20 cm?! – le dice a su hijo muy sensual.
–
Casi veinte mamá…
–
Ummm perfecta mi amor ¡Vas a llegar hasta el fondo…! Y
es gorda, que es lo mejor. Las mujeres preferimos las pollas gruesas a las
largas, nos dan mucho más placer en el coño.
–
La mía es bastante más larga que la media…
–
Sí cariño, pero para mí coño es perfecta. No te creas
el mito de que las de 25 o 30 cm son mejores para follar… ¡Las perfectas son
entre 16 y 20 cm… como la tuya!
Le empieza a hacer una paja, se la frota con sus manos
y con sus tetas, donde la verga de Brais parece perderse, poco a poco se va
relajando como le dijo su madre y disfruta de este momento. Alexandra le hace una
paja cubana con sus ubres, su suave piel lo envuelve por completo y después se
la empieza a mamar, Brais casi no se puede controlar, se sienta sobresaltado en
la cama, al sentir la cálida boca de su madre cubriendo su glande, su polla.
Hacía tiempo que Alexandra no disfrutaba tanto al hacer una mamada. Ella
juguetea con aquella masculinidad, se lo chupa, lo lame, lo saborea, lo cubre
con sus labios o con sus tetazas, le pasa su lengua a todo lo largo del duro
tallo, casi sin respirar por momentos. Brais ya no da más ante semejante
caricia pero ella le insiste en que no se corra aun…
–
¡Aguanta mi vida! No me des tu leche todavía. Tenemos
que practicar mucho para que aprendas a aguantar sin correrte y nunca pierdas
la dureza de tu verga.
Hacen una pausa de unos instantes, Alexandra se besa
con su hijo y deja que este la acaricie.
–
Si sigues mamándomela me voy a correr en tu boca.
–
Lo sé mi amor… he notado como se te ha puesto más dura
para eyacular.
– …ahora vas a penetrar a una mujer por
primera vez. Verás lo diferente que es a sentir mi coño a una mano, haciéndote una paja.
Alexandra se monta sobre él y Brais suspira cuando su ariete se va metiendo en la acogedora raja de su madre. Observa el momento en que su verga se abre camino entre los labios vaginales.
– ¡Fóllame, con ganas! El coño de mamá está preparado… dice Alexandra que le cabalga a su hijo con el chocho encharcado.
Brais le lame los pezones y le toma el culo, sus tetas se mueven mientras ella se lo monta, la cama cruje ante esas acometidas. Alexandra goza con todo y cada detalle que tiene su hijo con ella, lo que más le pone es que está desvirgando a su hijo y él ciertamente disfruta fallándose a su madre en un acople increíble y sorpresivo. Alexandra le da con todo a su hijo, lo goza, lo disfruta… las penetraciones son profundas hasta pegar su clítoris con el pubis de Brais. Su hijo hace lo posible por complacerla pero se le hace difícil, Alexandra muestra una faceta que él no le conocía.
– Te lo quiero dar por detrás…, le dice Brais a su madre.
Ella le da un beso succionándole los labios. Le concede su deseo poniéndose a cuatro patas sobre la cama. Brais se acomoda tras el culo de ella y sin más espera guía su falo hasta el coño. Nada más sentir que el glande es acogido por la boca del conejo de su madre, la penetra con facilidad sujetándola de sus caderas. En tres clavadas llega a fondo y la bombea con toda la fuerza que le queda. Alexandra se carga contra él y siente su polla bien adentro de su coño. Ahora se siente mujer y hembra. Piensa que no hay nada como estar llena del hombre al que amas.
– ¡Así es hijo, dame duro, bien duro! No tengas miedo… – exclama ella. – No pienses más que en follarme y llenarme de leche, hasta atibórrame el útero con ella.
Brais la folla incansablemente, lo está disfrutando
como loco, jamás pensó en follarse a su madre, mucho menos de esta forma tan
brutal donde ella se presta bien puta…, solo la imaginaba, lo soñaba pero ni de
lejos pensó que se hiciera realidad algo así. Su desvirgue no
pude ser mejor, con la mujer que más lo podía amar. Brais se siente un toro
quiere demostrar lo bien que sabe hacerlo, aprendido por innumerables visiones
de videos porno en internet, la técnica se la sabe de memoria, sin embargo ponerla
en práctica es otra cosa.
Apenas lleva unos cinco minutos horadando el coño de
mamá desde atrás, cuando ya no soporta más la urgencia de correrse. Si avisar,
y así sujetando fuertemente a su madre del culo, le da unas fuertes acometidas,
que acaban en un gemido ahogado de vergüenza ante la mujer que siempre lo había
cuidado sin llegar a ese grado de intimidad perversa y tan gozosa para ánimo de
adolescente salido…. Y de pronto se queda quieto corriéndose. Nota como su
polla suelta la lefa de manera espasmódica, y Alexandra siente a su hijo
correrse dentro de ella…, percibe como los chorros de leche calentita comienzan
a depositarse en su conducto vaginal…, uno, dos tres y hasta cinco espasmos
percibe, en un orgasmo compartido entre ambos, un orgasmo inmenso donde advierte
latir el duro cipote de su querido y amado hijo, aquel que parió por donde la acaba
de follar, y rellenar, vaciando el ingente producto seminal del chaval que
contenían sus mofletudos testículos.
Brais queda exhausto, su primera vez fue muy intensa,
su corazón a mil, sus fuerzas desvanecidas. Sus sentimientos afloraron ante una
madre tan fogosa. Alexandra lo abraza como cuando era un niño, compartiendo el
calor y abrigo de una madre a su hijo…, sabe que ha experimentado algo nuevo y
extraño al ser madre e hijo. No desea que sea una experiencia traumática a
posteriori, por eso lo mima igual a cuando tenía miedo de las atormentas, y en
sus brazos se hallaba seguro siendo niño. De esa manera, abrazados compartiendo
el calor mutuo, se duermen juntos en un sueño plácido….
Al mismo tiempo en la habitación del fondo del pasillo,
Mónica entra en silencio, su hijo está desnudo en la cama a medio dormirse.
Ella se quita su bata y se mete a la cama desnuda también.
–
¿Pasa algo?, – le
pregunta Ricardo.
–
Nada, todo está bien cariño, – responde con una sonrisa.
–
Ven conmigo mi vida, necesito que me folles… ¡¡ Ven, fóllame!!
– le pide Mónica a su hijo.
–
Pero, ¿y si nos escuchan?
–
Créeme cariño…, eso no será un problema ahora, – responde Mónica con una sonrisa acariciando el pecho
de su hijo.
Ella se recuesta sobre las sábanas despatarrándose
desinhibida ante su amante, su hombre, su semental y el macho que más feliz le
ha hecho en toda la vida. Ricardo se pone sobre su madre y ambos comienzan a
besarse y acariciarse, otra vez. La polla dura con una plena erección no tiene
ningún problema de enfilar el coño de su madre que colabora buscando la punta
del gordo capullo que le parte el conejo en dos. La maniobra es rápida
eficiente, llevan tanto tiempo follando que se conocen a la perfección. Ricardo,
nada más sentir la humedad del coño, a clava en profundidad de un solo golpe
hasta enterrarla sin dejar un centímetro fuera….
*************************
Una Noche en
casa, y
Alejandra se ve radiante, alegre y activa. Se le ve
llena de energía y sin las ojeras de antes a causa de los abusos y los
problemas en su antigua casa. El responsable de este cambio es sin duda su recién
estrenado hijo, Brais. Por las noches compartiendo cama, ambos dan rienda
suelta a su pasión, Alexandra lo disfruta como nunca gozo de un hombre en la
cama, su hijo también se esmera en complacer a su madre aprendiendo a dale
placer, viendo como su ella se entrega entera dejándole correrse dentro de su coñito,
pese a que están follando a pelo en todas las ocasiones. Mónica por su parte,
solo guarda silencio, ella sabe lo que sucede y no le importa ni se escandaliza,
pues mientras su hermana tiene sexo con Brais, en la otra habitación ella no
desperdicia ninguna ocasión con Ricardo, en él tiene a su aventajado semental,
quien le hace las mil y una delicias. Su hijo posee un cuerpo esbelto digno de
una escultura griega. No es fácil decir que no sea mayor de edad todavía, lampiño
si apenas barba aún no se rasura, pero desde hace años, no tiene nada que
envidar de un adulto en cuanto se refiere a dotación sexual…, el rabo del chico
supera cualquier media de un adulto en largura y un grosor nada
despreciable. De ahí la satisfacción de su madre al sentirlo en sus carnes,
pues si como persona es un chaval intachable, obediente, colaborador en las
tareas de casa y atento a los detalles con su madre, en la cama es un animal
sexual, con una potencia de llegar a conseguir de él hasta cinco polvazos en
una sola tarde de locura. También follan al natural, donde poco importa el
parentesco olvidado en el lecho conyugal, tal y como suena el chico ha
provocado que el tabú del incesto sea un concepto omitido en su filosofía de
vida. Así se consideran liberados del apego judeo cristiano. Desde que
descubrieron se entendían en todo…. Por eso aparearse con su madre e hijo no
tuvo ningún problema para un adolescente, que padece de la duradera carestía
sexual continua a su edad, y para una madura, que encontró el alivio al
instintito básico de cubrir una escasez fisiológica, para una hembra en edad de
procrear con un físico envidiable.
Por las tardes Alexandra va a buscar a su hijo, como
Ricardo ahora está en actividades deportivas, ambos quedan solos por las tardes.
Brais se muestra muy ansioso, teniendo serios problemas en controlarlo, prueban
de todo e incluso Alexandra se atreve a probar el sexo anal, algo que nunca se
atrevió con su marido y ahora se ve más abierta a tales aventuras tras espiar
en una ocasión a Mónica y Ricardo. Si bien para Mónica era algo sumamente obvio
lo que sucedía, nunca se atrevió a preguntarle o a hablarle del tema, esto para
no incomodarla mientras que Alexandra no dice nada por vergüenza, para ella
esto es aún algo nuevo, el anquilosado tabú del incesto.
El sábado por la tarde, Ricardo y Brais pidieron
permiso para ir a la casa de unos amigos, van a hacer una pequeña fiesta y los
invitaron, pero van a quedarse a dormir allí. Mónica llama a la madre del
muchacho para saber si es cierto y bajo qué condiciones, tras conversar un rato
finalmente les dan permiso. Ellos salieron a jugar fútbol y Mónica les avisa
que lleguen temprano para ir a dejarlos donde su amigo.
–
Al parecer esta noche estaremos solas, podríamos ir al
cine – propone Mónica.
– Buena idea hace tiempo que no voy a ver una buena
película.
Cerca de las 8 los van a dejar, – portase bien los dos – les dice Alexandra, luego ambas van al
centro comercial donde aprovechan para ver alguna película y descansar un rato.
Algunos tipos que están ahí se les acercan, todos universitarios y menores que
ambas, Mónica les coquetea un poco pero Alexandra no está de humor.
–
Al parecer extrañas a alguien, – le dice
Mónica, Alexandra se hace la desentendida ante el comentario. Ya de noche
regresaron a la casa.
–
¿Quieres una copa, tengo un buen vino guardado por
aquí?, – Alexandra acepta y se instalan en el
salón.
–
No recuerdo que alguna vez saliéramos juntas a alguna
parte.
–
Tienes razón, excepto por la boda de la tía Cristina.
–
Ah bueno, pero éramos niñas aun, teníamos como 14 años,
– dice Alexandra.
–
¡Siempre me acuerdo de entonces, fue muy especial!
Demasiado especial para mí.
–
¿Y por qué fue tan especial…? – Mónica sonríe antes de responder.
–
En esa fiesta me desvirgaron… El primo Miguel, en el
asiento trasero de la furgo de papá.
–
¡¡Menuda golfona…!! Mira que estaba bueno Miguelito
entonces estaba bueno… y míralo ahora, un escombro de hombre fondón.
–
Sí, quien le ha visto y quién le ve… ahora no le haría
ni una paja con un palo.
–
¡¡Mira que eres bestia!! Pobrecito. ¡Al menos tiene el
honor de haberte roto el coño…!
–
Tampoco fue para tanto… se despachó en menos de dos minutos. No sé cómo pueden durar tan poco los hombres en la cama. ¡Va a lo suyo
y ya está sin pensar en una!
Alexandra la mira y mueve la cabeza, la situación de
estaba convirtiendo en un momento donde la lengua se hace más atrevida y de
pronto se suelta con…
–
Y dime, ¿Cómo es Brais en la cama? le lanza Mónica de forma directa, Alexandra se atora
con el vino.
–
No sé de qué me hablas, ¡¿cómo puedes decir algo así?! – le responde pero sin mirarla fijamente.
–
Alexandra, eres mi hermana pequeña y te conozco mejor
que tu madre, y yo no soy estúpida y sé leer entre líneas. Y tú sabes bien que
yo hago lo mismo con Ricardo. Hay un
momentáneo silencio entre ambas.
–
Sé que es difícil de entender o de asimilar, pero
mírate, te ves muy bien, animada muy distinta a como llegaste. – Alexandra levanta la mirada – Pero sé que es incesto puro y duro. A veces creo que le hago un daño a
mi hijo al tener sexo con él.
–
Tonterías, no eres la primera ni serás la última que
es follada por su hijo…, además él te quiere mucho, es una relación que va más
allá de lo meramente carnal, como lo mío con Ricardo, le amo como hombre y como
hijo, y ya no sé distinguir el amor a uno o al otro. ¡¡Somos esposos!!
–
Sí, yo también siento sensaciones contradictorias,
pero como un torrente de pasión me lleva a la catarata sin poder remediarlo.
–
Te entiendo nena, las dos sentimos lo mismo… ¿Y cómo
llegaste a tener sexo con Brais?
–
Fue tras el paseo que hicimos al camping, te…, Miró a su hermana solicitando perdón.
–
Ya entiendo, me viste con Ricardo follando en los
arbustos y compartir cama con él ayudó a dar el paso ¿Verdad? Hacía días que
mi hijo y yo no teníamos relaciones ¡¿Ya
sabes?! con vosotros en la casa…, vamos que tenía miedo que nos descubrierais y
pensarais mal… Mi hijo necesita desfogarse una o dos veces al día.
–
Sí la verdad que a esa edad están muy salidos…. Pues esa
noche me acosté con Brais, en realidad no me explico aun como fue que llegamos
a eso, pero admito que yo fui quien le incito a follarme. Supongo que mi
calentón me puso en predisposición a follar…, Y Brais está en toda la edad en
el que instinto le hace percibir cuando una hembra está en celo… ¡¿No?! – Los ojos de Alexandra brillan al recordar lo sucedido,
Mónica sonríe tímidamente.
–
Fue intenso o no, fue apasionado, te sentiste plena
como mujer, satisfecha…
–
Algo tan distinto a lo que nunca jamás has sentido con
ningún otro hombre ¡Hacer el amor con tu propio hijo es un acto supremo de
cariño, afecto y ternura!, Más
si se hace con total entrega… ¡Nunca he deseado más que me llenaran! – Mónica
le describe exactamente lo que Alexandra sintió esa noche.
–
¿Y tú como llegaste a acostarte con Ricardo? – Mónica bebe un poco y empieza a recordar.
Vivíamos en hogar diferente, un apartamento más
pequeño, Ricardo tenía poco más de nueve años y yo aún estudiaba y trabajaba de
señorita de compañía para comer, pagar las facturas y mis estudios. – Alexandra
pone una cara de asombro. – Así es, nena
me dedicaba a la prostitución de lujo, en la que no siempre se folla. A Ricardo
lo dejaba al cuidado de una vecina y yo volvía a la casa de noche o de
madrugada, él era el que me daba fuerza para aguantar todo ello. – Mónica hace
una pausa y se acomoda en el sofá. – Como era un hogar pequeño dormíamos juntos
y siempre nos duchábamos juntos, así que él me veía desnuda, nunca hubo problema por ello, solo le pedía que no
lo comentara con nadie más, a esa edad ellos aún no ven el sexo como algo
morboso, a veces vergonzoso…. – Alexandra escucha con atención a su hermana. – Ricardo
a veces me miraba fijamente, me preguntaba si era normal que mis pechos fueran
tan grandes, la razón de la diferencia entre un chico y una chica…, cosas
normales en un niño de su edad, a veces cuando nos bañábamos juntos me tocaba,
me acariciaba descubriendo mi anatomía de forma inocente sin nada morboso, le
dejaba hacer por no hay nada peor que las limitaciones en los aspectos
sexuales. En verdad, él aprendía y yo disfrutaba, aunque a mí me hacía
sobresaltarme un poco. – Alexandra llena las copas de vino y Mónica prosigue. –
Una tarde salió a jugar con sus amigos, jugaban en un patio, nunca lo dejaba
salir a la calle, en esos momentos de intimidad, los aproveché para masturbarme
un rato con un consolador…, me sentía tensa y eso me ayudaba mucho a descargarme…,
lo hacía en el dormitorio que compartíamos, me abrí la blusa y me subí la falda
y me hice una paja usando mis dedos y el corsario negro que me regaló uno de
mis clientes, era voyerista y le gustaba mirarme, me regalo varios en realidad.
Tras unos minutos me corrí, limpié, guarde todo y me arreglé la ropa para
proseguir con normalidad con mis cosas de casa.
Mónica respira hondo, como tomando aliento y sigue con
su historia. – En la tarde cuando
Ricardo regresó lo encontré distinto, actuaba de forma extraña, no me miraba a
los ojos, le pregunté si le ocurría algo, pero me dijo que no, sabía que me
mentía, pero no quise insistirle y lo deje así. Pasaron unos días y lo notaba
igual, seguía siendo cariñoso pero actuaba de forma diferente, cuando nos
duchábamos me miraba distinto, ponía más atención a mi cuerpo, me ponía
nerviosa, en sus ojos notaba algo extraño, un destello diferente, así que una
noche le insistí y le pregunte que le sucedía, si le había pasado algo con la
vecina, en el colegio, mi peor miedo era que alguien le hubiera dicho a lo que
me dedicaba. – ¿Y bien, que ocurrió? – le pregunta Alexandra.
Cuando terminé de hablar, guardo silencio por un
instante, entonces me dijo que el otro día volvió a la casa a buscar su gorra y
me vio en la cama, semidesnuda, me vio cuando me tocaba mi cuerpo y metía mis
dedos en mi cuerpo y después usaba una cosa extraña, larga y de color negro, se
quedó desconcertado y me espió hasta que acabé y después me espió un par de
veces más en los días siguientes, no entendía lo que hacía o el por qué yo lo
hacía…. El pobre se sintió extraño al verme, notó que su polla se puso dura y
erecta, no sabía si eso era algo bueno o malo, lo que él sentía. – Alexandra ya
se imagina el rostro de su hermana en ese momento. – Ricardo clavo sus ojos en mí,
esperaba, ansiaba una respuesta, que le dijera algo, una explicación, – ¿Qué
hiciste, que le dijiste?, – por unos
instantes lo pensé, primero en una mentira, pero después me arrepentí, a la
larga sería peor, luego pensé en decirle que era algo sin importancia, pero
dejarlo con la duda podría llevarlo a peguntarle a alguien más y al final sería
peor que mentirle, así que opte por la verdad, – ¿La verdad?, – así es, la
verdad.
Le dije que me pusiera atención, y le conté todo, que
era lo que yo hacía en la cama, por qué lo hacía y lo que significaba, le
explique el por qué él se sentía excitado y su cuerpo o su pene reaccionaba de
esa forma, – ¿Qué te dijo Ricardo?, – me escuchó atentamente, cada palabra que
le decía, me preguntaba algunas cosas si acaso era normal cuando frotaba su
miembro este reaccionara así y le expliqué eso también, te confieso hablarle de
sexo a mi hijo, fue el momento más difícil hasta ese instante, pensé que no
tendría que hacerlo aún, pero en vista de las circunstancias era lo mejor.
Mónica bebe de su copa, Alexandra la mira fijamente, ¿Qué
ocurrió después?, – hubo un
silencio, como si Ricardo estuviera asimilando todo lo que le dije, le pregunte
si estaba bien y me dijo que sí, que se sentía más tranquilo ahora. Para mí eso
fue un alivio, como si me hubiera sacado una tonelada de encima, recogí los
platos y me puse a lavar la vajilla cuando Ricardo se me acerco, me dijo que me
quería pedir algo… ¡¡si podía verme de
nuevo masturbándome!! – Alexandra pone una cara de sorpresa similar a la de
su hermana. – Los platos casi se me cayeron, esto me pilló completamente por
sorpresa, pero a pesar de que pensé en decirle que no, pero…. no pude hacerlo,
algo me detuvo. Me sentí extraña como Ricardo, me sentí excitada, – ¿y qué le
dijiste al final?, – algún día, le
respondí, y con eso él se quedó feliz…, se fue a ver la televisión. Desde ese
momento todo cambio, Ricardo me veía con otros ojos y en más de una ocasión lo
sorprendía cuando creía estar sola en la casa haciéndome una buena paja, pero
nunca lo castigué por ello, se convirtió en una especie de juego entre los dos…,
él trataba de espiarme y yo lo descubría. Luego le dejaba que se quedase
mirando de tras la puerta, nunca lo invitaba a entrar, como si eso sirviese de
límite a mi intimidad de una manera física.
Nuestros baños tampoco fueron lo mismo, él se mostraba ansioso por verme desnuda, miraba con insistencia mis tetas, mi chochito que rasuraba depilándomelo para él, aunque no se lo dije nunca. A veces me abrazaba y ponía sus manos en mi cuerpo, comencé a excitarme con ello, y él sin la menor vergüenza mantenía su erección altiva mientras estamos en la ducha…, lo dejaba que me enjabonara, y el sentir sus delicadas manos en mí piel…me ponía muy cachonda, pero a la vez sentía un pavor horrible por ello, – así como me siento yo a veces, – exactamente, cuando dormíamos juntos él se pegaba a mi cuerpo, ponía sus manos en mis tetas, percibiendo como se frotaba conmigo, en más de una ocasión me hice una paja con él durmiendo a mi lado, fueron los mejores orgasmos que había tenido hasta entonces, por el morbo quizás….
– ¿En qué momento decidiste llegar, más lejos con tu hijo?, Mónica respira hondo otra vez.
Fue en su cumpleaños, cuando cumplió los doce, tenía
algo de dinero extra y le hice una pequeña fiesta, con sus amigos y compañeros
de curso, estaba más feliz que nunca, le regale un videojuego portátil que
tanto quería y una pelota de fútbol, su sonrisa me hacía llorar de felicidad,
se divirtió, comió tarta y refrescos hasta cansarse con sus amigos, otras madres
también estaban ahí, lo hicimos en el patio ya que en la casa no había espacio.
Cerca de las 8 de la noche quedamos solos finalmente, él me ayudó a ordenar y
lavar los platos y vasos usados, cuando me di cuenta que estaba todo sucio le
dije que se fuera a bañar, pero él me dijo que lo haría solo si yo iba también,
así que nos duchamos juntos, en realidad yo lo necesitaba. – Alexandra la
escucha expectante.
Había algo extraño en ese momento, podía sentirlo,
como si yo esperara o ansiara algo y en ese momento ocurrió, me miró fijamente
como si juntara valor para algo, me dijo, o me recordó más bien, que yo le
había dicho que algún día me masturbaría frente a él y ahora me lo recordó
tomándome la palabra. – Ambas guardan silencio un instante. – Le dije que sí,
que lo haría, sentí un escalofrió en mi cuerpo, pero me sentí tan bien y tan
excitada. El agua tibia de la ducha seguía cayendo, me apoyé en la pared,
separé mis piernas, Ricardo miraba mi coño atentamente, entonces comencé, cerré
mis ojos y empecé a acariciarme las tetas frotándome los pezones, mis pezones
se pusieron duros casi de inmediato, me los masajeaba y apretaba ligeramente,
me sentía ardiendo estaba terriblemente caliente, cachonda como una perra en
celo, abrí mis ojos y me encontré con los de mi hijo, tenía su mirada clavada
en mí, sentía que me devoraba con la vista.
Descendí mis manos por mi cuerpo hasta llegar a mi
entrepierna, cuando roce mi clítoris con mis dedos dejé escapar un gemido,
Ricardo se sobresaltó, pero siguió mirando, para entonces su verga poseía una
tremenda erección, dura y plena de energía…, metí mis dedos lentamente en mi
raja, me estrujaba mis tetas y lamía mis pezones mientras frotaba mi coño,
hundí mis dedos en él. Mi niño observaba muy atento a todos mis movimientos.
Los ojos de Ricardo como platos lo veía todo completamente novedoso – ¡Eso era
lo que más me excitaba!, Alexandra aprieta sus muslos, la excitación la alcanza
a ella también. – Estuve así por
unos instantes, me masturbaba como loca, frotaba mis pezones, mi coño y mi hijo
me miraba casi sin pestañear. Gemía como una gata en celo, me retorcía ahí
mismo. Apoyé mis ubres en la pared y me incliné un poco mostrándole mi conejo
anhelante…, me masturbe con más fuerza, en especial cuando vi su falo con el
glande liberado del prepucio totalmente empinado mirando al techo, eso me
derritió por completo, mis gemidos ya no los podía controlar, de hecho ni
siquiera controlaba mi cuerpo.
Mi Ricardo tenía el coño caliente de su madre frente a
sus ojos y observaba mis dedos hundidos en él chorreando. Mi niño se la estaba
meneando, ambos nos estábamos haciendo una paja juntos y eso me puso como una
perra en celo. En ese momento ya no pude más, me volví hacia Ricardo y lo bese,
fue un beso ardiente y apasionado, le dije que cruzara su lengua con la mía y
así lo hizo, fue un beso largo y lleno de pasión, tome sus manos y las lleve a
mis tetas, le dije que los tocara, en realidad le dije que me tocara por donde
quisiera, que yo era suya ahora… – Alexandra se estaba quedando boquiabierta,
con la facilidad que desvirgó a Ricardo sin la menor turbación por estar
realizando un acto de INCESTO.
Él así lo hizo, masajeo mis tetas, mis nalgas y froto
mi coño con toda su mano. Le enseñé como debía hacerlo metiendo sus dedos en la
vagina, donde presionar sobre el clítoris y le pedí que besara mis tetas, que mis
pezones los succionaba como un bebé adulto, que los chupara y lamiera como si
se tratara de un helado. Fue muy obediente, lamía mis pezones a base de
lengüetazos, me los chupaba, sentía su inexperta lengua sobre ellos, pero su
instinto mamador no lo había perdido…mamaba muy rico en mis pezones. Guie una
mano hasta mi chocho, y le dije que metiera sus dedos ahí, al principio lo vio
como algo extraño, pero lo hizo. Ricardo se hincó en el plato de ducha y yo
separé ampliamente mis piernas apoyando una en un borde elevándola, así él veía
bien el coño de su madre completamente expuesto. – Alexandra presiona
fuertemente sus muslos bajo su falda, una enorme calentura la invade al
escuchar el relato de su hermana.
Tímidamente tocaba mi conejo pelado, ya lo tenía
mojado no solo por el agua, sino de flujo gelatinoso que embadurnaba sus dedos…
en un comienzo metió un dedo, pero igual me excitó, le dije que fueran dos y los
metiera y sacara con fuerza bien profundo, me dijo que sentía mi vagina envolviéndoselo
húmedo y caliente… luego metió otro más, me lo hacía con fuerza los sentía
recorriéndome, yo gemía y gemía sin parar, me sobaba mis tetas apretándolas de
pura lujuria. Sentía oleadas de calor por todo mi cuerpo, con leves convulsiones
por el placer, era el mejor sexo de mi vida hasta ese instante y mi hijo me lo
daba sin remilgos, sin tapujos, sin tabúes…, como si fuera su novia o su esposa.
Mi chico me lo hacía bien, cada vez mejor.
Como pude en medio de mis gemidos le dije que usara su boca, que me encantaba que usara su boca en mi coño. No necesitó más súplicas, de pronto sentí su lengua paseándose por mi coño, me lo devoraba de una forma única, increíble, punteaba mi coño con su lengua, me chupaba mi vulva y labios vaginales sin dejar de atender sexo mi clítoris, yo me retorcía. Entonces supe que los tutoriales de porno en internet servían para entrenar a los chicos. Casi me caí al moverme tanto pero él no paraba, no me daba tregua comiéndose todo el coño de su madre. Yo no quería que parara en todo caso, quería que siguiera, que me lo diera todo… necesitaba correrme. – La respiración de ambas mujeres se vuelve entrecortada, están muy excitadas por todo esto, pero Mónica continua.
–
Miraba su verga, un ariete enorme para un preadolescente, era mucho y demasiado atractivo para una mujer sin sexo.
Me dio un poco de trabajo hacerlo detener un instante,
pero le dije que sacara una caja detrás de un mueble, él me obedeció y saco una
caja de plástico, me la entrego extrañado sin entender, la abrí y saque un
consolador, mi corsario negro similar a su polla por entonces, el mismo que vio
usando días anteriores, lo chupé y lo lamí con ganas, él me miraba entre
excitado y sorprendido, luego lo puse contra mi coño abriéndolo hasta encontrar
el entrada y me lo metí. Ricardo no sabía qué hacer, entonces le dije que me
follara con él, que me lo metiera de la forma en que usó sus dedos. Ricardo lo
sujetó con una de sus manos y lo empujó en mi conejo hambriento, después lo
saco. Al cabo de un instante lo hacía más rápido y más fuerte, me estremecía
por completo, me metí un dedo en el culo y mi hijo me seguía follando con aquel
consolador, fue increíble. – La boca se le hace agua a Alexandra.
Fueron unos minutos que me parecieron una eternidad,
me follaba sin parar y lo disfrutaba, disfrutaba hacerme gemir y darme placer,
pero decidí que era hora que él lo hiciera directamente. Saque el consolador y
le dije que se pusiera de pie frente a mí, tome su badajo, no excesivamente
gordo por entonces, pero sí bien duro y muy erecto, y lo llevé hasta mi coño,
le dije que empujara con toda su fuerza y sentí como me penetraba aquella
bendita polla de unos 16 cm, larga para su edad. Su rostro reflejaba el placer que
sentía al hacérmelo. Lo besé de nuevo y él me abrazó con fuerza para empalarme mejor,
le dije que arremetiera contra mí, que me lo hiciera rítmicamente igual como lo
hacía con sus dedos y el juguete. Sentir la polla de mi hijo en mi interior fue
algo que derrumbo muchos de los límites del sexo. Le percibía enorme dentro de
mí, la excitación se disparó a un ritmo cardiaco que hacían estallar mis sienes
y las venas de mi cuello se me hincharon.
Pronto alcanzó un buen ritmo follando a su madre con
inserciones hasta los huevos de vez en cuando, se le veía animado, pero falto
de experiencia. – ¿Cómo lo hizo, te gustó? pregunta Alexandra, – fue maravilloso, si bien era su
primera vez, el solo hecho que mi hijo me follaba con pasión, ser yo su primera
mujer y el morbo de romper la barrera del incesto, a la vez que lo hacía hombre…,
me excitaba muchísimo, como nunca con nadie en mi vida. Él me besaba, lamía mis
tetas ufanas y se cargaba contra mí, sentía su joven verga moverse dentro de mi
conducto, presionada entre las paredes
de mi vagina totalmente entregada a Ricardo. – Alexandra entiende completamente
lo que Mónica le dice. – Después me
puse a cuatro patas dentro de la ducha y él me sujetaba de las caderas, enfiló
su polla en mi coño y la clavó de un solo golpe…me follaba con fuerza, se
empeñaba en seguir follando duro a su madre, de igual manera que veían en la
películas porno, ahí había aprendido a follar y así lo practicaba con el primer
coño que tuvo a su alcance, aun si ya estaba algo cansado, me decía que yo era
increíble, que me amaba y que no me dejaría nunca, sus palabras solo me
excitaban más aún. Le dije que se pusiera de pie frente a mí, que si él me
había hecho sexo oral yo le haría lo mismo, tome otro consolador mayor con
huevos que dan asiento al aparato, y lo fije en el suelo del plato de ducha
para empalarme sobre el mismo, así mientras se la mamaba a Ricardo me seguía
dando placer con un juguete, nunca antes me había sentido tan cachonda ni tan
perra hasta ese instante, Ricardo se deleitaba mientras con mi boca acariciaba
su cipote, le tomaba sus testículos sopesándolos en masajes estimulantes, lo
chupaba y lo lamía con verdadero alborozo, su sabor a macho me enloquecía al
volver a revivir emociones olvidadas, pero a Ricardo le pedí algo más.
Alexandra está expectante al escuchar a su hermana, – le
dije que me lo hiciera por el coño de nuevo mientras el consolador me lo
clavaba por el culo, Ricardo me miró muy sorprendido, – Alexandra casi no puede
creer lo que oye. – Mi hijo rápidamente reaccionó, yo me incline un poco
dejando que él viera el consolador bien metido en mi ojal, costó uno poco
clávamelo en el cerrado ojo de m ano, separé mis nalgas y le dije que me lo
penetrara por ahí. Luego se la chupé bien para lubricarle su polla yerta.
Enfiló en la bocana de mi coño y presionó con cierta dificultad pretendiendo
insertar la parte más gruesa de su verga, el gordo capullo de mi niño. Una vez
superado el primer tramo me lo empezó a meter con descaro, lo sentía abrirse
paso hacia el útero, mientras que el consolado lo hacía en mi esfínter
largamente abandonado, presionaba con fuerza hasta que lo recibí por completo,
comencé a moverme sintiendo a ambos falos dentro de mí…, aquel consolador en mi
culo y el balano de tersa piel de mi hijo en mi conejo. Lo tenía entregado,
salido perdido hasta tal punto que no paraba de decirme que mi coño era
increíble y que me lo haría por ahí todo el tiempo, yo solo le pedía que
continuara, que me follara sin detenerse hasta vaciar sus preciosas y duras
pelotas atestadas de leche tibia, que me complaciera sin darme tregua, fue la
mejor follada de mi vida hasta ese instante.
Su falta de experiencia no le ayudó a aguantar mucho
tiempo más fornicando de esa manera a su querida madre, pronto se agilizaron
sus mete saca para llegar a correrse dentro de mí. Sentí una avalancha de
sensaciones recorriendo mi cuerpo, y la calidez de su esperma recorriendo mi
cuerpo, chorro a chorro se me enardecía todo el cuerpo electrificando cada
centímetro de mi piel. Él se quedó sentado desovando su leche en el útero de su
mamá saboreando cual triunfo de una batalla. Yo no me iba a quedar quieta con
lo cachonda que aún estaba…, me acerque a él y se la chupe hasta que sentí el
sabor de su semen en mi boca. Juntos nos fuimos al dormitorio y nos tiramos en
la cama, exhaustos. Ricardo me abrazaba y me decía que era la mejor madre del
mundo, normal en un macho que tenía cubiertas todas las necesidades vitales y
en esos momentos también las fisiológicas básicas de la procreación. ¡Un hombre
con los testículos secos, después de haber descargado su simiente dentro de una
hembra es el ser más feliz del mundo! Me decía acalorado que me amaba y que me
lo haría todos los días…, yo solo le dije que me había hecho muy feliz y que
descansara. Se pegó más a mí y al cabo de unos instantes se durmió. – Alexandra
luce desconcertada y muy excitada, ¿Cómo siguieron las cosas después?
Me acosaba a cada momento, quería hacérmelo a cada instante, me costó un tiempo pero conseguí controlarlo, enseñarle que hay momentos para cada cosa de la vida, pero fue increíble, y hasta ahora lo seguimos haciendo, ahora ya tiene 17 años y es un muchacho lleno de vigor, es más intenso ahora, pero igual es un placer enorme tener sexo con él, me conoce y sabe bien como prenderme como una caldera. – Ambas se miran fijamente, Alexandra está visiblemente excitada, el brillo de sus ojos la delata. – Me serviré otra copa – le dice a su hermana, se pone de pie y trata de abrir una botella que está en la mesa. Le faltan fuerza, el relato de Mónica la dejó hirviendo, ahora más que nunca desearía que Brais estuviera aquí para desahogarse, le dejaría que la follase como a una perra. Ahora posee un cipote digno de un semental de pura raza. Cuando consigue abrir la botella el pulso le tiembla, en ese momento Mónica la toma de las caderas apoya sus pechos en la espalda de su hermana y le da un sutil beso en el cuello.
– Estas caliente…, igual yo. ¡¿Por qué no probamos algo nuevo entre nosotras, – le dice de forma insinuante al oído
Alexandra cierra sus ojos y casi se derrite ante estas
palabras y el beso que Mónica le da. Mónica se vuelve insistente, la besa en el
cuello y sube sus manos y presiona los pechos de Alexandra por encima del
vestido, busca sus labios para besarla, pero su hermana opone algo de
resistencia.
–
Espera, espera, esto no es muy correcto, – Mónica la mira a los ojos.
–
¡¿y por qué no es correcto?!
– Somos hermanas, la
respuesta de Alexandra la hace reír, Mónica la toma del rostro.
– Yo soy madre soltera y tú a punto de divorciarte,
ambas tenemos sexo con nuestros hijos, define que es correcto a estas alturas.
Alexandra no sabe que responderle y Mónica le sella
los labios con los suyos. Finalmente Alexandra cede y le devuelve el beso, las
lenguas de ambas se entrecruzan, Alexandra abraza a su hermana y Mónica mete su
pierna derecha entre las piernas de su hermana y le frota el coño con la
rodilla. Sus pechos se rozan entre sí, ellas continúan besándose y Mónica se
muestra más activa, ella ya tiene experiencia con otras mujeres.
Alexandra se va dejando llevar por su hermana, los besos y las caricias de Mónica la hacen excitarse. De un solo tirón Mónica le abre el vestido y le aparta el sostén, le chupa los pezones y le pasa su lengua por las tetas, Alexandra carga a Mónica contra ellos y pronto siente una mano metiéndose entre sus muslos y frotando su entrepierna. Mónica empuja a su hermana sobre la mesa y le separa las piernas, Alexandra está expectante, Mónica le sube el vestido y pronto siente la lengua de su hermana pasando por su conejo que comienza a estar mojado. Alexandra se retuerce sobre la mesa, Mónica pasa su lengua por sus tersos muslos y presiona sobre su coño, le aparta las bragas a un lado de su chocho para deslizar su lengua de arriba abajo haciendo gemir a su hermana. Mónica sigue haciéndole sexo oral a Alexandra la cual esta entregada a ella, la masturba con sus dedos y pasa sus pezones sobre el clítoris haciéndola gemir aún más, la tiene a punto de caramelo de lo excitante del momento. Mónica desaparece un instante, pero antes que Alexandra pueda moverse demasiado ella regresa…
– ¡Ahora te haré gritar! – le dice al oído.
Mónica se desnuda por completo y pone a Alexandra de estómago sobre la mesa con su culo y su coño bien a la vista. Ella mira a Mónica y la ve con un consolador atado a su cintura.
– ¿Te gusta verdad?
Antes que Alexandra reaccione Mónica la penetra, su hermana se estremece al sentir el miembro de látex hundiéndose en su coño, solo relájate le dice al oído. Ambas se besan mientras cogen, Mónica la penetra incansablemente y a Alexandra le gusta estar así, siendo follada de esa manera, Mónica le toma sus tetas y se los masajea mientras mueve sus caderas para coger a su hermana menor, hacía tiempo que no se follaba a otra mujer…. Sobre el sofá continua la acción, Alexandra esta desnuda y le hace una mamada al juguete de Mónica, lo chupa, lo lame y se lo pasa entre sus tetas.
– Brais debe disfrutar de mamada como esas
Alexandra no responde, tiene su
boca ocupada. Alexandra se empala de nuevo, se monta sobre su hermana dándole
la espalda, sube y baja metiéndose el consolador en su coño húmedo y caliente,
los gemidos de ambas llenan la sala de estar, Mónica hace que su hermana se
recueste sobre ella, le frota sus mamas e intercambian besos y lamidas, para
Alexandra es su primera relación lésbica.
Sobre la alfombra se montan haciendo un 69, se devoran
sus coños y usan hábilmente sus dedos la una sobre la otra. Alexandra le
devuelve el favor a su hermana, ella recoge un consolador y lo usa en Mónica
sin dudarlo, lo mueve dentro del coño, lo retuerce, lo agita y Mónica gime y se
queja, le gusta que se lo haga así, todo acompañado de una activa lengua que se
pasea por los labios de la vagina y sobre el clítoris, se meten los dedos en el
culo, no dejan agujero que no se penetran con sus dedos, con sus lenguas o con
algún juguete, en medio de sus gemidos Alexandra dice que le gustaría que Brais
las viera así, Mónica también cree lo mismo, con Ricardo de observador. Mónica
y Alexandra cruzan sus piernas entre ellas y hacen tocarse sus coños entre sí,
entonces Mónica sujeta las piernas de su hermana y presiona sobre ella, a
Alexandra le toma un instante tomar el ritmo y hace lo mismo. Ambos coños
húmedos se transfieren los flujos vaginales. El roce de sus sexos las hace
delirar, sus gemidos son más fuertes que nunca y se dan con todo sobre la
alfombra. Las sensaciones entre ambas son irresistibles al entrar en contacto
partes tan sensibles entre sí, Alexandra se ve totalmente rebasada por ellas,
su respiración se hace entre cortada y el placer le provoca toda clase
espasmos, ella ya no da más al igual que Mónica y solo se detienen cuando un
profundo orgasmo las invade. Ambas se miran las caras…
–
¡Ves como no había nada de malo en ello! – le dice Mónica, Alexandra se ríe – Solo hay placer sin
hacer mal a nadie.
–
Lo mejor que me pudo haber pasado fue venir a vivir a
contigo. Nunca pensé que mi vida pudiera cambiar tanto en tan poco tiempo
contigo.
Dejando todo recogido en la sala de estar se van al
dormitorio de Mónica, donde se pasan el resto de la noche conociéndose mejor…. Los
secretos inconfesables de ambas parejas ya no fueron tales a partir de aquella
semana. Los chicos copulaban a pajera abierta con sus respectivas madres, y las
hermanas se daban el lote entre ellas ocasionalmente complementado una
complicidad en grado sumo. Compartían tantas cosas que se confundían amor con
sexo, con cariño y ternura, complicidad y confianza…, todo era uno y a la vez.
******************
Sería un miércoles cuando ocurrió todo de una.
Alejandra tenía cita con su abogada y su ex para firmar el divorcio, sus
náuseas le impedían está bien esa mañana, pero a los pocos minutos ya estaba
mejor, no desayunó por los nervios. El trámite no se alargó demasiado, se
leyeron los términos del acuerdo de divorcio y con las mismas salió a la calle.
Como un gran centro comercial de llamativo, se encontró una extensa farmacia,
nunca había visto nada parecido, pero en la ciudad suelen haber cosas
sorprendentes para llamar al público, y bien sí lo consiguió. Ya en casa se
hizo la prueba un par de veces, y aquello se puso rosa ¡Estaba preñada de
Brais! No tenía dudas, y debía de pedir cita para el ginecólogo.
Por su cabeza no pasaba más que malo augurios… Tanto amor y apareamiento sin raciocinio no podía tener más que un solo resultado final tras tanta inseminación de los úteros maternos. A los pocos meses de vivir en casa de su hermana, su vida había dado un giro de 180 grados, resultado que ambas hembras quedaron preñadas de sus respectivos retoños casi a la par en perfecta sincronización… era sorprendente como ambas quedaron fecundadas por sus hijos. A Alexandra le entró el temor que conlleva la consanguinidad, pero sus miedos quedaron rebajados al compartir el mismo caso con su estoica hermana, de tal modo que solo por pura empatía, sus temores de dispararon y se convirtieron en una gran alegría para los cuatro.
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