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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Hércules

 Una idea descabellada de mi hijo, me llevó a tener una relación íntima y bestial con la mascota de casa… Mi enorme perro Hércules. Tal vez creerán que estoy loca o que no tengo límites con respecto al sexo pero, hay cosas que una mujer hace por amor a alguien que van más allá de lo imaginable. Yo por mi hijo haría cualquier cosa y este capricho lo hice por amor a él. Me dejé montar por el perro guardián de nuestro cortijo, Hércules.




Todo comenzó un par de semanas antes de conocer que estaba preñada de mi tercer hijo. Mi hijo cumplía años el fin de semana y siempre nos íbamos el viernes a divertirnos y relajarnos un poco al cortijo de mi padre. Él ya no lo frecuentaba tanto, y mi hijo y yo lo estábamos usando para nuestros recreos con nuestra hija y tener mucho sexo salvaje, montar a caballo y disfrutar de la campiña andaluza. El único que trabajaba ahí era el chico que cuidaba el cortijo, un muchacho regordete llamado curro, de 22 años y que era algo solitario con falta de madurez mental, pero que le encantaban los animales y se ganaba la vida con el arrendamiento de los olivos y el cereal de invierno.

El jueves en la noche mí hijo y sus amigos se fueron a festejar a un antro y regresaron muy borrachos. Zigor, se quedó dormido solo al llegar y yo me quedé con ganas de la follada de ese día, pero sabía que tendría todo el fin de semana con él, así que  pude soportarlo. Los borrachines de sus amigos se fueron por la mañana del viernes, y yo le llevé una sal de uvas para la resaca de mi niño. Él estaba desnudo acostado en su cama y yo le di una pequeña nalgada para que se levantara. 

         – Anda es hora de levantarse – dije.

Ese día se levantó temprano, vi su enorme pollón colgando como un plátano tambaleante entre sus piernas y me reí por dentro por lo gracioso que se movía. Él se rasco los testículos y me dijo que si le hacía algo para desayunar.

– Hazme unos espaguetis con salsa picante para la resaca.

Bajé a hacerle de comer eso y me quise poner algo coqueta para su cumpleaños. Me quité toda la ropa y me puse el delantal estampado de flores, solamente. Mi cuerpo apenas cabía dentro de ese delantal y me excitaba imaginar cuál sería su reacción. Mi culo estaba completamente expuesto y mis tetas casi salían del delantal. Terminé de cocinar los espaguetis bien picantes. No me di cuenta hasta que estuvo muy cerca de mí.

      Qué bien se te ve con ese delantal, mamá. ¡Tienes un culo precioso…! Eres muy atractiva y sensual. A todos mis amigos los tienes locos por follarte…

      Gracias amor. Por tus cumplidos, pero no tengo intención de acostarme con ellos.

      ¿Este es mi regalo de cumpleaños?

      Bueno es solo una parte mi amor… los ojos son lo primero que se van a saciar.

      Oye mamá, quiero pedirte algo muy especial de cumpleaños.

      Pídeme lo que quieras mi amor, yo con gusto te complaceré.

      Bueno es algo muy sucio.

      ¿Es una fantasía tuya, amor?

      Algo así.

      Bueno, ¿Dime qué es?

      Mira, estuve viendo algo de porno raro en internet y hubo algo que me intrigo mucho y quiero verte hacerlo.

      Y qué fue lo que viste.

      Videos de zoofilia.

      ¿Y eso que es amor?

      Sexo con animales.

      ¿Qué….? Yo no puedo hacer eso amor, puede ser muy peligroso y asqueroso….

      Si lo haces bien es seguro, además no lo harías con cualquier animal, lo harías con Hércules nuestro perro del cortijo, está bien vacunado y muy sano.

      Pero mi amor me da miedo.

      Mira podemos ver videos en internet así ves más o menos como, y te das una idea.

      Es que… no sé hijo… me pides unas cosas muy raras y difíciles de complacer.

      Mira al rato más tarde vemos unos videos y ya me dices después.

Me metió el dedo en la raja del coño…

      Hace rato que también se me antoja mamarte el coño… hace mucho que no me lo como.

Dijo mientras saboreaba su dedo. Quedé pensando en esa proposición atrevida y loca de mi hijo a esas horas de la mañana, por la tarde es diferente, ya ando más caliente que una estufa en invierno. Tras el almuerzo, me mostro unos video de una mujer que tenía sexo con perros, uno tras otro los hacía acabar dentro de ella con corridas prolongadas y bastante copiosas. La mujer jadeaba como ellos, se notaba cuanto le gustaba ser la perra de esos canes. Parecía que disfrutaba mucho al aparearse con ellos, por lo que pensé que tal vez no podría ser tan malo, vi la técnica y pensé en algunos de mis amantes, que me forzaron mucho para follarme. Lo que si me asusto fue cuando se atoraban después de eyacular. Los perros se quedaban pegados a ella y a veces gritaba del dolor. Cuando se aflojaban una bola grande, salía de su vagina y el cipote del perro soltaba un gran chorro de semen al final, más los muchos que habría soltado dentro de su vagina, pues chorreaba mucho, a medida que se iban cerrando las paredes vaginales expelía sin parar todo el contenido seminal canino.

Después de ver juntos aquellos videos me animé a probar bajo la supervisión de Zigor, así que le dije a mi hijo que ese mismo fin de semana intentaría hacerlo con Hércules. Al llegar al cortijo el viernes por la noche estaba muy nerviosa. El chico que cuidaba el cortijo nos ayudó con las maletas y lo saludé.

      ¿Cómo estas Curro? ¿Todo bien por cortijo…?

      Muy bien gracias, señora.

      ¿Cómo está tu familia hijo?

      Muy bien señora gracias.

      ¡Qué bien! La familia es lo más importante. – Dije con una sonrisa acariciando su rostro.

      Déjeme llevarme para adentro las maletas. – Se prestó amablemente.

      Está bien, como quieras… ¡Me encantan los hombres gentiles con las damas!

Cuando se fue Hércules vino corriendo a saludar a mi hijo. El perro lo quiere mucho y siempre lo reconoce cada vez que vamos al cortijo. Hércules es un gran danés y es muy grande. Tiene un color gris claro y unos ojos café claro. Es muy cariñoso y no esta castrado por eso la idea de mi hijo. El chico nos ayudó a desempaquetar y pronto regreso a su casa. El cortijo esa noche estaba completamente solo. Solo nos encontrábamos mi hijo Hércules y yo. Mi hijo trajo a Hércules con una correa al cuarto principal donde nos quedábamos y trajo mantequilla. En el fondo deseaba tener esa experiencia, algunas veces lo pensé, pero solo me atreví con mi poni.

      ¿Para qué es eso? Pregunté.

      Bueno he leído que si lo untas en tu vulva, el perro lo lame y le toma el gusto así que cada vez que vea tu coño lo va a lamer creyendo que tiene mantequilla.

Yo me recosté en la cama y mi hijo le dio un poco de mantequilla a Hércules. El la devoró de sus dedos y le dio un poco más. Al parecer Hércules disfrutaba mucho el sabor. Después de darle un poco más llegó el momento definitivo para mí. Me acomodé bien en la cama y lo llamé conmigo, – ¡Ven Hércules, ven chiquito! –dije-. Él se acercó y comenzó a olfatearme y lamerme la cara muy cariñosamente. Tomé el frasco de las manos de mi hijo y con mucho miedo y el corazón palpitándome con fuerza puse un poco en mi coño, con mis dedos untándola suavemente. Hércules la olía de inmediato… le puse mi mano para que la lamiera. El con su lengua enorme, áspera y húmeda me lamio toda la mano dejándola babosa. Pronto olfateo la que había en mi vagina y comenzó a lamérmela. Sentí de inmediato su lengua áspera y húmeda, me despejé el capuchón y de inmediato noté sus lengüetazos en mi clítoris, mis labios mayores y menores, sentía como mi chocho era invadido por aquella humedad de su lengua enorme.

No podía hacer nada más que sucumbir a aquel dulce y cálido placer. En unos segundos se había convertido en el donador de sexo oral más experto del mundo y yo estaba cerca del éxtasis pleno. Mi hijo me tomó de las tetas, comenzó a lamerlas con apretones y chupetones en mis espigados pezones, mientras Hércules no paraba de comer la mantequilla en mi vagina. Yo estaba a mil por hora y gemí fuerte… un orgasmo intenso me electrificó la piel dejando salir un gran chorro de mi interior. – ¡¡Dios mío!! – Grite. Mi hijo me besó cerrando mi boca con sus labios. Mi coño seguía convulsionando. Hércules se asustó un poco y se hizo para atrás un momento al verse rociado de mis fluidos, no obstante, de nuevo se recuperó y volvió a lamer. Mi vagina ya estaba lista para él y yo aún tenía un temor inigualable, no sabía qué hacer. Estaba a punto de ser montada por una bestia de más de 50 kg con una fuerza descontrolada.

      Ponte a cuatro patas, como si fueras su perra, mamá.

      Pero… ¿ya está listo el animal…?

      Él ya está listo, mamá… su instinto es infalible, solo míralo como anda ya su verga.

      Está muy grande amor me va a hacer daño. ¡¡Con la potencia que tiene y su bola!!

      Aguantas muy bien mi pollón, la de él no es más grande… yo lo sujeto y estará bien.

El perro tenía colgando su verga rojiza y muy lubricada. Era un miembro enorme tal vez de unos 20 cm, acorde a su tamaño. El perro era imponente. Estaba en celo y el olor a hembra en celo, que mi estado natural, le había puesto así de duro y presto a la fornicación. Había hecho varios intentos por montarme pero su pollón no se encajaba. El perro estaba desesperado por penetrarme y mi hijo no sabía cómo ayudarle. Después de varios intentos el ardiente ariete del can, perforó mi raja entre los labios vaginales y sin compasión resbalo dentro de mi útero… y yo grité… – ¡¡¡NO!!!  El perro comenzó un frenético vaivén dentro de mí y yo no sabía cómo pararlo. Estaba fuera de sí y lo hacía a toda velocidad y con mucha brutalidad, con una cadencia de mete saca descomunal. Yo gritaba sin parar para que mi hijo lo detuviera, pero el solo se masturbaba ante mi cara mientras me veía siendo follada por el gran danés.




Unos segundos después, Zigor me metió su polla en la boca para que se mamase, ahora estaba siendo follada por el coño y la boca a un solo tiempo. Yo había comenzado a gozarlo. La furia del perro, su saliva en mi nuca cayendo, su fuerza de macho enloquecido en pleno apareamiento, y el sabor de la verga de mi hijo, me hacían estar en otra dimensión. Gozaba de la experiencia, sol pensaba que eso era lo que tenía que hacer… percibía el grosor del cipote de Hércules en lo profundo de mis entrañas. Lo bueno de las folladas caninas, es que no son prolongadas, solo intensas y duras durante un par de minutos. En un momento a otro llegó al éxtasis y se recostó en mi espalda con su cabeza apoyada en ella. Su leche salía a chorretazos dentro de mi vagina, rellenándola… no dejaba de salir inundándome por completo. Zigor no paraba de follarme la boca hasta que se corrió dentro, dejándome todo el engrudo, una excelente eyaculación que solo me quedaba que tragar, al mismo tiempo que sentía como se había inflado una bola gigante dentro de mí, expandía mi coño como nunca lo tuve de dilatado. El perro se volteó y paso una encima por encima de mi culo. Después quiso caminar y alejarse de mí, le grité de dolor. Mi hijo lo detuvo y lo mantuvo hasta que termino de eyacular todo el contenido seminal de sus testículos, que eran bastante grandes. Tardó 15 minutos en desinflarse, tiempo que me mantuve a cuatro patas siendo rellenada por las decenas de chorros de leche que eyaculó.

      Lo hiciste muy bien mamá… Hércules te ha hecho su perra favorita ¡Podrás hacer con él lo que desees! Los machos obedecemos a las hembras cuando estamos en celo.

      Muchas gracias hijo pero me duele mucho el coño, me ha dado muy fuerte y profundo. No sé si vale la pena tal sacrificio para que te haga caso solo mientras está en celo…

      Está bien mamá, ahora creo que es mejor que no utilices tu vagina durante un tiempo hasta que se recupere. La próxima vez te lo hará por tu culo… ahí no podrá meter su bola

Hércules estaba exhausto al igual que yo y lamí su pollón  hinchado y rojizo que le colgaba goteando aquella leche tan liquida que emanaba de su uretra. Tal vez lo hacía en un intento de calmar un poco la sensibilidad que experimentaba después de un acto sexual tan frenético. Caminaba con dificultad y mi hijo quería aun así, que me penetrara en el ano. Traté de disuadirlo un poco por miedo al dolor que ocasionaría ser abotonada por el ano, pero él no quería cambiar de opinión. Estaba decidido a verme mientras gritaba como antes.

      Mi amor tienes que escucharme, eso me va a hacer mucho daño.

      No va a pasar nada mamá, es solo cuestión de que tu ano se acostumbre.

      Me va a doler mucho mi amor.

      Mira si quieres yo te lo dilato y te lo lubrico, así cuando se expanda, hago que él te penetre… seguro que te va a ser menos doloroso.

      Pues sí pero cuando se haga la bola adentro que, me va a desgarrar hijo, no quiero.

      ¿Eres mi mujer o no?

      Tú sabes que si soy tuya. Que puedes hacer conmigo lo que desees… pero este perro me va a matar a pollazos, es muy fogoso y tiene una verga muy grande y dura.

      Bueno con eso puedes y más. Tú solo haz lo que digo y disfruta de la follada.

Accedí a su petición y me puse de rodillas en el suelo. Él se hinco detrás de mí y metió un dedo, luego fueron dos con vaselina lengua en mi ano. Una sensación de cosquilleo invadió mi cuerpo y el dulcemente acariciaba mi trasero, tocando cada centímetro de él lo cual me encendía por dentro. Sus dedos penetraban mi ano como un tentáculo húmedo e hiperactivo que recorría cada rincón. Después de algunos minutos preparando mi culito, metió tres dedos en mí haciéndolo dilatar poco a poco hasta que metió un dildo grande que teníamos ahí. Yo jadeaba mientras el metía y sacaba aquel dildo con fuerza y rudeza. Él sabía cómo hacerme gozar así que no podía esconder que lo disfrutaba debido al correr de mis jugos vaginales. El piso estaba lleno de mi elixir tan preciado para él.

      Parece que ya estas lista mami.

      No mi amor, aun no, sigue por favor cielo… sigue un poco más.

      Yo creo que ya es hora. Tienes el culo perfecto para que te lo abra Hércules.

Mi hijo tomo al perro y le puso sus dedos en el hocico después de meterlos en mi vagina e impregnarlos de mis jugos gelatinosos. Hércules al oler sus dedos, se puso excitado de nuevo como un toro. Su verga empezó a reaccionar de nuevo poniéndose erecta y grande presta para el acoplamiento del apareamiento con su perra… YO. Mi hijo lo acercó a mí guiándolo.

      Ponte de rodillas como una perra a cuatro patas… ha llegado el momento que te monte y te vuelva hacer suya.

Lo obedecí siendo siempre sumisa a él, y me preparé para el doloroso encuentro. Hércules comenzó lamiendo mi ano y vagina al mismo tiempo con su gran lengua húmeda y áspera. No se enfocó mucho tiempo en mi ano y me montó. No podía atinar a mi ano así que le tomé con mi mano su resbaladizo pene y lo dirigí al agujero. De forma bestial y violenta entro de un solo golpe que me hizo ver las estrellas, noté como desgarró mi ojal, y comenzó a bombearme como el animal que era. Yo grite – ¡Dios mío! – Mi culo se sentía infernalmente caliente y el perro no tenía ni un poco de misericordia conmigo adentrándose hasta la misma bola. Brutalmente me violaba sin perdón y jadeaba intensamente satisfaciendo su poder de macho sobre la hembra.

Su saliva chorreaba en mi espalda y no paraba de follarme fuertemente a toda velocidad. Sentía el golpeo de su polla en lo más profundo de mi esfínter, y el dolor era indescriptible pero aun así podía soportarlo, cada vez mejor.  Los perros no tienen mucho autocontrol con respecto a sus orgasmos. Ellos los liberan cuando se sienten bien y no les importa nada lo que padezca la hembra, la cual sumisa tiene que soportar el dominio viril…. Mi ano estaba en llamas y el perro se movía a toda velocidad sacudiéndose a su entero placer y desborde de testosterona. Sentí que reducía su fuerza y justo cuando la iba a sacar de mi interior, porque había comenzado a sentir su erección. El desgraciado comenzó a eyacular. Yo grité de nuevo – ¡Nooo! Mientras hacia mi cabeza hacia atrás y mi perro recostaba su cabeza en mi espalda lleno de placer, aliviando sus grandes huevos dentro de su perra.

Su semen estaba inundando mi recto hasta llenarlo por completo y mi cabeza daba vueltas por la excitación y el dolor placentero que se obtiene al ser enculada de esa manera tan viril. Notaba el cuerpo de mi perro totalmente caliente sobre mi espalda, su polla seguía descargando la gran cantidad de leche que se guardaba en sus testículos, no dejaba de eyacular chorros y más chorros de esperma licuado. Una parte de mí, la parte racional estaba asqueada por lo que había hecho, pero la parte bestial e instintiva, la parte de hembra ancestral que había en mí, se sentía satisfecha por haber sido la acogedora de las atenciones de tal semental… me sentía dominada por un macho que hacia lo que le placía con mi cuerpo. Al grado de dejarlo eyacular lo que quisiera en mi interior siendo una bestia, como si deseara ser preñada por el perro.

Pensaba que no entraría su bola, pero no fue así, la tenía dentro de mi culo y se hizo más grande cada vez hasta no poder sacarlo. Mi perro se volteo y se puso de espaldas contra mí. Hércules hacia un esfuerzo por soltarse pero comenzó a gruñir porque su cipote se hallaba atrapado en mi ano y se lastimó, yo grité de nuevo de dolor también al abrirme el culo como nadie antes lo hizo. Mi hijo lo sostuvo con fuerza, y Hércules siguió eyaculando en mis intestinos, rellenándolos. Mi hijo me besó, metiendo su lengua en el interior de mi boca apasionadamente… era su forma de decirme que me amaba, aun siendo la puta del perro.

      ¡Gracias por hacer realidad mi fantasía mamá!, es el mejor regalo que he recibido en toda mi vida.

      Eso es para que no dudes que te amo mi amor –respondí – Soy capaz de ser la perra que tu desees, y la hembra de ambos machos…

      No te preocupes mamá, yo me encargaré de cuidarte, lo sujetaré para que no se despegué hasta que pueda salir de ti sin lastimarte.

Pasaron más de diez minutos y aún seguía muy atorado. Yo me sentía muy adolorida pero la sensación cálida que producía su semen en mis intestinos, era muy estimulante, tanto que había comenzado a chorrear de nuevo mi vagina. Mi hijo comenzó a masturbarme mientras sostenía con una mano al perro, que se hallaba más calmado sin dejar de correrse dentro de mí. Yo no pude resistir mucho y chorree en un par de minutos mientras mi perro salió disparado, produciendo un dolorcito bestial en mi ano, por la fuerza de sacar aquel mostrenco de culo, abriéndomelo por completo. El dolor y el placer se mezclaron de nuevo y mi ano se sentía como si nunca se fuera a cerrar. Caí rendida al piso. El semen brotaba a borbotones del agujero dilatado, y con mi orgasmo, caí también al piso mezclándose en un gran charco debajo de mí. Me quede respirando con mucha dificultad y mi hijo se masturbo echándome su semen por toda mi cara… abolida y adormecida oliendo a esperma sobre el suelo como una perra bien follada, quedé por unos minutos. Me sentía como la más baja de las mujeres pero la excitación que había sentido al ser dominada por una bestia no se compara con nada.

Hércules me sodomizó ese fin de semana un par de veces, y me folló el coño otras tantas, las mismas que mi hijo por el coño y en la garganta… la valoración general fue satisfactoria en todos los sentidos. Lo peor fue la noticia que nos dio Curro… no se podía ocupar más del perro y lo mejor era que lo llevásemos a una perrera y le buscasen otro hogar, pero pensándolo bien decidí que en nuestra nueva casa, había anchura suficiente para un animal tan grande… el jardín después del arreglo de Moussa, había quedado enorme. Nos lo llevamos a casa. Lo tendríamos como animal de compañía, aunque mi hijo y yo sabíamos que era algo más.

Una tarde de soledad se convirtió en la ocasión perfecta para retomar un romance perdido con mi enorme perro tan cariñoso y amoroso conmigo. Estaba en la temporada en la que todos me dejaban sola en casa y tenía que quedarme aburrida a morir… mi hijo convertido en esposo, mi padre y hasta madre. El único que me estaba acompañando era mi perro Hércules, con el que cuando estábamos a solas calmaba mi sed de pasión sexual. Era un muy buen amante cuando necesitaba de él, nunca me defraudaba… se empalmaba rápido y me follaba duro, siempre caliente para mí como un Telepizza, llamas y en minutos la tienes caliente lista para comer.

Un viernes por la noche estuvimos solos él viendo películas. Yo sentada en el sillón y el acurrucado a un lado mío. Pronto me di cuenta de que él también tenía sus necesidades. Se paró del sillón y comenzó a olfatearme la entre pierna como loco. Su polla estaba de fuera… rojiza y brillante, diciéndome exactamente qué era lo que necesitaba. Yo también me sentía muy sola, por lo que decidí darle placer con mi boca. Se quedó parado en medio de la sala, sobre la alfombra… me acerque a él. Para no mancharme con su abundante y acuoso semen me quité toda la ropa. Desabroché mi blusa amarilla que llevaba ese día con un escote grande que dejaba ver mi sostén negro y mi perro comenzó a lamer mis tetas… él ya sabía que me gustaba y lo hacía de inmediato, tan solo ver mis ubres fuera. Ya lo tenía bien entrenado.

Lo calmé un poco para poder quitarme la ropa y seguí haciéndolo. Me levanté del suelo ya que mi perro me había tirado al piso cuando se abalanzo sobre mí para chupar mi enorme busto. Me desabroché la falda blanca que llevaba y me la quite despacio para no caerme. Mi tanga negro quedo a la vista de mi enorme perro que de inmediato se acercó a olfatear mi vagina desesperadamente. El lado salvaje de mi mascota lo dominaba por completo cuando me veía desnuda, porque ya sabía que era lo que venía después. Muy sensualmente, como si estuviera haciendo un show privado para él, me comencé a bajar mi tanga, despacio y de una manera muy provocativa. – ¡Quieto!grité, para que no se moviera de su lugar al ver mi chocho desnudo. Obedeció como un buen chico y se quedó sentada justo en frente de mí. Después me quité mi sujetador desabrochándolo por la espalda y mis tetas cayeron por la gravedad fuera de él. Mi perro esperaba ansioso frente a mí como cuando estoy a punto de servir su gran plato de croquetas. Yo me quedé mirando para ver cuál era su reacción sin hacer nada.

Después de no moverme ni un centímetro por un rato, comenzó a jadear. Quería que le dejara montarme. Yo me senté a su lado totalmente desnuda y algo sudada. Ese día estábamos a más de 35ºC y la casa parecía un horno. El perro comenzó a brincar sobre mí como loco y le volví a ordenar que se mantuviera quieto. Su gran polla colorada y con una forma puntiaguda esperaba por mis dulces y suaves labios. Se movía arriba y abajo esperando ser lamida por mí. Yo le dije

      ¡Quieto mi amor, mami te va a dar la chupada que tanto quieres mi cielo!

EL se quedó inmóvil jadeando desesperadamente y dejando salir toda su saliva que caía en la alfombra de la sala. Yo me agaché por debajo del arco de sus largas piernas y lamí sus testículos pelados, me gustan como son de esponjosos y duros a la vez, lo  hice tomándolo de su pata para que no se moviera. Le chupaba los huevos y me los metía en la boca con lujuria, eso parece que le calmó un poco, aun así podía escucharse fuerte su respiración jadeante y sonora por toda la habitación. Estaba muy agitado y excitado, yo solo lo estaba estimulando un poco más. Su verga ya había comenzado a soltar bastante lubricación… bebía cada gota de ella. Tenía un sabor fuerte pero aun así era un manjar para mí. Llegó un momento en el que ya no tuve que sostener su pata. Hércules estaba disfrutando tanto del sexo oral que le daba que no quería moverse ni un centímetro lejos de mi lengua. Yo lamia con locura su pollón, diciéndole…

      Te gusta así papi, te gusta cómo te come mami la verga.

Naturalmente, él solo jadeaba más fuerte y seguía totalmente inmóvil. Estuve mamándoselo más de cinco minutos cuando por fin todos mis esfuerzos fueron recompensados. Una descarga gigantesca de semen atiborró mi boca y otros chorros más iban mojando mi cara y parte de mis tetas, creando una imagen muy erótica y sensual. Yo trataba de beber cada uno de los chorros que salían de su brillante miembro pero era muy difícil. No paraban de salir, parecía como si fueran interminables, con pequeñas eyecciones a ritmo compasado.




Después de estar un rato eyaculando y moviendo sus caderas instintivamente mi perro se calmó y su polla se quedó del mismo tamaño, como si pidiera más y más. Comenzó a lamerse la enorme polla por lo sensible que estaba. Me acosté encima de la alfombra. Él se fue a un rincón a lamerse un poco más, pero yo estaba muy excitada y también quería algo de atención.

  Ven chico, ven con mami, ven a besar a mami dije mientras me palpaba ruidosamente la vagina con la palma de la mano.

Él sabía que esa era la señal para venir a probar los jugos de mi vagina. Comenzó con su húmeda y áspera lengua a lamer enteramente cada rincón de mi coño, le abría los labios para que cada uno de sus lengüetazos fuese una delicia mayor para mi chumino. No dejaba de hacerlo y yo le acariciaba su velluda cabeza, alentándolo a que no se detuviera, que no cesara de aquel frenético y salvaje ataque de su lengua. Mis caderas se movían por si solas y se meneaban al compás de sacudidas de lengua. Mis pezones estaban duros y muy erectos. Mi cuerpo sudado se estremecía fervientemente sin control alguno, de poco servía el ventilador de techo, el can no cejaba de comerme el coño y yo de disfrutarlo como una perra en celo.

   ¡Joder, me corro, me corro! –dije, mientras arqueaba mi espalda y dejaba salir grandes u húmedos chorros de mi vagina.

Mi perro emocionado lamía todo como cuando le pones la manguera en la boca y no dejan de lamer. Su lengua en mi clítoris súper duro y tan sensible me hacía temblar como un terremoto. Mis ojos estaban en blanco y mi respiración estaba muy agitada. El perro se quedó olfateando mi coño… yo casi me desmayaba por el placer de mi orgasmo. Se acercó a mi cara para lamerla. Saque mi lengua para recibir sus besos. Me lamía con mucho cariño el rostro y yo lo besaba con el mismo amor. Mi perro me daba un buen sexo oral, tanto o mejor que mi hijo. Mi cuerpo aún no se recuperaba por aquel gran orgasmo y mi perro ya quería tomarme. Yo apenas me levanté un poco, cuando él trato de montarme con la espalda, sintiendo su gran polla resbalosa rosando mi nuca.

      Cálmate chico – dije mientras lo trataba de tranquilizar.

Le tomé la polla de nuevo y lo masturbe. Al tocarlo pude sentir lo mojada y resbaladiza que estaba su verga. Le di un beso en su cabecita peluda y otro más prolongado en su hocico y me puse de espaldas a él en cuatro patas.

      Móntate en mami, mi amor – dije mientras me golpeaba las nalgas para llamar su atención.

De inmediato al verme sumisa, subió sus dos patas encima de mí y se acercó para follarme con su gran verga. Como era usual comenzó a frotarla sin atinar en la boca de mi coño. Lo hacía en varias direcciones para tratar de encontrar mi húmedo agujero hasta que por fin dio en el blanco con la ayuda de mi mano, que dirigió el misil directo a la entrada.

      ¡Ahí es… así, Hércules, dámelo rudo, cabrón! –grité.

Mi perro comenzó a follarme con su furia imparable y a una velocidad tremenda. Mi cuerpo se movía descontrolado por completo por la fuerza de sus embestidas. Yo babeaba de excitación. Tenía la lengua de fuera y mi saliva chorreaba por no poder mantenerla cerrada. Su gran polla tan resbaladiza estimulaba mi sensible vagina hasta niveles de lujuria que ningún hombre podía alcanzar. Podía sentir todo el amor de mi perro en cada uno de las acometidas de su mostrenco falo. Podía sentir su cálida piel en mi espalda, su pelaje rozándola y acariciándola. Su saliva que caía encima de mi cabello y su aliento cálido sobre él, oyendo el jadeo de la macho fornicándose a su hembra. Mi perro me cogía con violencia sin parar de follarme duro y profundo. Por más de cinco minutos estuvo dándome severamente.

Yo gritaba de placer y me sujetaba fuerte de la alfombra de la sala. Después de eso una corriente eléctrica me recorrió desde la cabeza hasta los dedos de los pies. Un explosivo orgasmo acompañado de gritos y gruñidos míos se desató furiosamente. Mi perro llego al clímax justo después de sentir mi gran orgasmo y un río de su semen se desbordo dentro de mí. Sentí como la gran bola de su polla hacia un nudo en mi vagina y nos quedamos unidos por nuestra pasión y dulce cariño entre nosotros. Mi perro recostó su cabeza en mi espalda, totalmente agotada y respirando cansadamente. Yo dejé caer mi torso al suelo y mi perro se quedó encima de mí, exhausto eyaculando montones de chorritos seminales abotagando mi coño con su bola.

Pasaron quince minutos con el conducto vaginal atorado por la gran hinchazón de su bola,  hasta que mi buen perro terminó de eyacular y su polla sin llegar a desinflarse por completo, se puso a salir de mi coño. Cuando por fin salió sentía dolor y placer muy grandes.  Inmediatamente grité y mi perro preocupado por mí, vino a lamer mi vagina probando su semen. Yo estaba completamente satisfecha y feliz. Cuando pude recuperarme de aquella experiencia tan erótica me bañé y me limpie muy bien. A la mañana siguiente me visitó en casa, mi amiga Ana. Me contó que saldría de vacaciones unos días, y que no tenía con quien dejar a su perro Rocco, un labrador hermoso.

      No te preocupes, yo te lo cuido…

Mi prima Ana era una chavala muy arriesgada en todo. Le gustaba divertirse mucho y experimentar cosas nuevas… nunca se negaba a una oportunidad para probar con cosas diferentes. Cuando éramos unas crías, me gustaba mucho quedarme en su casa por que podíamos divertirnos haciendo lo que quisiéramos. Mis tíos nunca estaban, se tiraban todo el día trabajado como mulas, y por la noche salían a divertirse con sus amigos hasta terminar borrachos muchas veces. Confiaban en mi prima porque ella era muy responsable con sus tareas, pero cuando sus padres no estaban presentes ella se alocaba por completo. Con ella fue con la que experimenté mi primera cerveza y mi primer trago de alcohol fuerte. Un whisky que mi tío guardaba en su alacena. Pasábamos momentos muy felices juntas. Incluso algunas veces me dio consejos acerca de chicos… ella es un par de años mayor que yo, y ya follaba desde los 13 años. Cuando yo comencé a follar, ella salía con varios chicos a la vez, los manejaba como si los tuviera de una correa en su mano. Cada uno hacia lo que ella quería y era algo increíble de ver. Por eso siempre me gustó mi prima, porque iba por delante de mis deseos un par de pasos.

Me gustaba ir a su casa los fines de semana que mi tío llevaba a mi tía a casa de sus padres a otra ciudad…, y nos dejaban a solas. Nos poníamos a beber, veíamos películas incluso a veces nos contábamos las relaciones sexuales que ambas teníamos. Como ya estábamos en  secundaria, a veces competíamos por ver quien se acostaba con más chicos en el mes. Éramos algo fáciles por así decirlo pero eso era lo divertido…, las dos sabíamos cómo hacerlo sin quedar preñadas por el método Ogino, y nos divertíamos de lo lindo.

Un fin de semana, de esos de los que me iba a quedar con ella, paso lo de siempre. Mis tíos se marcharon a Almería, a casa de sus padres y nosotras nos quedamos solas. Mi prima quería emborracharse y yo también así que fuimos al refrigerador y a la alacena por algo de vodka y cervezas. Siempre había muchas cervezas en el refrigerador, porque mi tío era un aficionado ferviente al zumo de cebada. Los gustos de mi prima eran un poco más refinados, pero cuando no había más, pues se conformaba con eso. Llevamos algunas cervezas a su cuarto. Era grandísimo y muy bonito. Mi tío era arquitecto y tenía una casa enorme y muy hermosa. Tenía hasta su propia sala de cine y una piscina muy grande. En ocasiones solíamos servirnos copas de vino y nos relajábamos en la piscina en nuestros trajes de baño. Nos pusimos juntas a ver la televisión y a hablar toda la noche. Alcanzamos el nivel de borrinas, y poco después ya estábamos muy ebrias, tanto que ya no podíamos ni hablar bien. Mi prima era algo suelta de lo boca cuando bebía y comenzó a contarme algunos secretos suyos que nunca le había dicho a nadie. Empezó por contarme cosas que estaba haciendo actualmente con su novio.

      Oye Yuly, no te imaginas lo que hice con mi novio ayer por la noche.

      ¿Qué fue lo que hiciste con él?

      Lo deje que me lo metiera por detrás, al principio me dolió mucho, pero después de varias veces se empezó a sentir muy rico que me diera por el culo.

      No puedo creer que le hayas dado las nalgas Ana, estas bien loca… ojala yo pudiera ser tan atrevida como tú.

      Pues si puedes serlo, tú no pienses las cosas prima… ese es tu problema piensas demasiado todas las cosas. Arrójate al precipicio con los ojos cerrados.

      Te prometo que eso es lo que voy a  hacer de ahora en adelante.

      Sabes, hay otro secreto que tengo más grande que aún no te he contado aún. Nunca se lo he dicho a nadie, supongo que es porque creo que es algo muy fuerte y pervertido, pero en nadie confió más que en ti para contarlo.

      Tú sabes que mis labios están sellados prima, yo jamás contaría algo que tú me digas. Nunca haría algo para lastimarte.

      Hace un par de días que mis padres estaban en el trabajo, y yo estaba muy sola… me tomé unos tragos y puse muy borracha para olvidarme de mi soledad. Ese día hice algo impensable.

      ¿Pero, que fue lo que hiciste prima… tan grave es?

      Pues estando así con el puntillo de la borrachera, dejé que Rocco me chupara el coño

      ¡¿Qué, Rocco tu perro… joder prima qué fuerte?!

      Sí, ya sé que es algo pervertido, pero el perro estaba muy ansioso y no paraba de olisquearme el coñito. Tenía mi periodo en ese momento y parecía que a él lo volvía loco y lo dejé que me lo lamiera a placer.

      No lo puedo creer, Ana. ¿No te lastimo mordiéndote o algo?

      Para nada prima, lo hacía de una manera muy tierna, como cuando lame mi cara y me da besitos.

      ¿Cómo te sentiste, te gustó?

      Eso es lo que me pone más mal, me sentí tan bien que hasta me corrí con los lametones de su lengua. Fue el orgasmo más terrible que he tenido. Ni siquiera con mi novio he disfrutado tanto.

      Pero es tu perro prima, no puedes hacer eso con un animal.

      ¿Crees que no lo sé? por eso me siento tan culpable tonta. Me siento fatal porque lo disfrute y mucho… como ningunos de mis novietes.

      No puedo creerlo, ¿tan bien se siente?

      No sabes lo delicioso que lo hace con su lengua rasposa, te eleva al séptimo cielo.

Su perro era un labrador muy bonito. Con su pelo blanco y era bastante enorme. Cuando se paraba nos rebasaba. Mi prima y yo ya estábamos muy tomadas, y se le ocurrió algo muy loco.

      ¿No te gustaría probarlo Yuly? – preguntó. Yo no sabía que responderle. – Anímate tonta, yo no le voy a decir a nadie. No creo que tu vayas a hacerlo ¿o sí?

      No, claro que no –respondí.

      Pues entonces hazlo, créeme nunca has sentido nada igual. Son fogosos y cariñosos… y lo mejor es que nunca te defraudan.

La verdad, comenzaba a tener algo de curiosidad por cómo se sentiría, pero no estaba muy segura de hacerlo. Al fin y al cabo es un animal irracional.

      Mira, para que te animes yo lo hago primero.., vas a ver cómo me hace correrme y a lo mejor entonces te animas.

Yo me quedé sorprendida porque mi prima se quitó los leggins y no llevaba bragas. Pude ver su coño pelado… se quedó desnuda por completo. Llamo a Rocco y el perro vino de inmediato. Ansioso y muy juguetón le lamía la cara y se la llenaba toda de saliva perruna. Después se sentó en la alfombra de su cuarto y abrió las piernas para su perro.

      ¡Ven Rocco, ven mi amor! Le dijo mientras se tocaba la vagina golpeándola levemente, a modo de chapoteo… eso me pareció una llamada clave para el perro.

Rocco de inmediato se acercó a su dueña y comenzó a lamerle la vagina como si fuera un bol de agua. Desesperadamente le chupaba la raja, rápidamente con su gruesa y gran lengua la pasaba hasta por el rincón más oculto de su ingle. Ella acariciaba su cabeza tiernamente dándole pequeñas caricias mientras el perro le daba el más salvaje sexo oral que he visto en toda mi vida. Ella gemía como una puta barata mientras yo me preguntaba… << ¿eso se siente tan bien?>>. Ella se convulsionaba por todo su cuerpo y no podía parar de gemir como una perra en celo. Sus ojos se volteaban y sus manos mantenían la atención de su mascota en su vagina sujetándolo con fuerza.

      Sigue precioso, sigue mi amor, haz correrse a la nena – dijo antes de apretar los dientes y cerrar los ojos echándose para atrás. – No pares mi perrito que me corro…

Su cuerpo se convulsionaba sin control. Ella ya no tenía más dominio sobre su cuerpo. Temblaba cada vez que el perro decidía lamerla más profundamente hasta que no pudo soportarlo más. Un grito tremendo salió de su garganta y un gran chorro mojo la cara de su perrito. Seguía gimiendo y temblando mientras su vagina involuntariamente seguía arrojando chorros de su orgasmo hacia el suelo de su habitación. No podía creer lo que estaba viendo. Un perro acababa de sacarle un orgasmo terrible a mi prima Ana ante mis ojos. Ella como pudo recupero su aliento después de varios minutos y se sentó diciendo…

      Te toca a ti prima. ¡Vas a gozar como una perra!

Yo me quité los pantalones y las bragas. Quedé en pelotas como mi prima ante Rocco… tragué saliva y el perro vino hacia mí. Fue apasionante el desvirgue animal, desde entonces supe que me encantaba hacerlo con ellos, me hice asidua de la zoofilia… con perros y caballos nada más.





 

1 comentario:

  1. Estos son los relatos que mas me gustan cuando son cortos y bien redactados .
    Felisitaciones un aplauso

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