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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

"El regalo de Navidad"

 No había pensado en el regalo de Navidad para mi sobrinito… en estas fiestas es común ver a familia que no vemos durante todo el año y decidí pasarlas con mi familia. Mi hijo no estaría conmigo por distintas razones así que decidí pasarla con mi familia. Más concretamente con mi padre y hermanos. Mi hermana fue pero sin su hijo porque el viajaría a Canadá por un concurso que había ganado en la universidad. Mi hermano llevó a sus dos hijos Manuel y Jorge un muchacho con impedimento para caminar, pero en todo lo demás era un chico muy normal. Practicaba basquetbol en silla de ruedas y era muy bueno. Tengo entendido que era el capitán del equipo e incluso estaba becado por ADO. Los chicos de su equipo contaban con un par de campeonatos gracias a él. Es un muchacho algo tímido pero a pesar de eso es muy alegre. Siempre tenía la pesada carga de tener que ir a todos lados en silla de ruedas.




Cuando llegó lo saludé dándole un beso. Yo fui a la fiesta con un vestido rojo de una tela muy delgada y sin sostén. El escote de mi vestido era muy provocador y abierto. Dejaba ver mis tetas casi por la mitad y por el frio, mis pezones se remarcaban bajo la delgada tela roja. Hace mucho que no lo veía y se había puesto muy guapo. Se parecía algo a mi hermano pero mucho más a su madre que era una mujer muy atractiva y guapa. Esa noche Jorgito, como yo le llamaba con cariño llevaba una loción que me había hecho aspirar profundamente su olor.

      Hueles muy bien mi amor.

      Muchas gracias tía, es una nueva loción.

      Debes de traer a todas las chicas locas.

    No tía, que va, por esta silla me es muy difícil conseguir novia.

    No digas eso corazón, una silla no es motivo para que te sientas menos.

    Eso lo sé, pero tal vez las chavalas no piensan igual que tú, tía Julia.

Yo le tenía mucho afecto a Jorgito porque me despertaba mucha ternura. Parecía tan frágil en ese entonces… pero esta vez no era su cuerpo el que se encontraba en un estado de vulnerabilidad si no su corazón. La Nochebuena comenzó con una rica cena. Pavo, langosta y carne asada. Un verdadero festín digno de cualquier rey fue el que nos alimentó a todos los miembros de la familia García. Hablamos y nos pusimos al día sobre la vida  de cada uno hasta que nos aburrimos el uno del otro. Después de algunas copas me puse a hablar con mi sobrino más querido Jorgito. Él no bebía nada solo refresco.

   Oye mi amor, estamos de fiesta, bebe un poco –dije mientras le entregaba mi vaso de whisky. – Me agaché un poco ya que estaba en su silla y el fijo su mirada en mi vestido, directo a mi escote  Perdón mi amor, a veces estas cosas viejas se desbordan un poco de mi escote, dije.

      No tía, para nada eres vieja…. Tú te sigues siendo muy atractiva.

      Eres muy dulce mi amor.

Nos quedamos charlando por horas acerca de su universidad, sus amigos, lo que hacía mi hijo en la suya hasta que llegamos a la zona peligrosa. Mi sobrino ya se había tomado tres wiskis y se veía notablemente mareado. Sus padres se habían ido a dormir a un cuarto de visitas ya que todos esa noche habíamos bebido demasiado para conducir y en ese día del año es imposible conseguir un taxi por lo que decidimos quedarnos todos en casa de mi padre. Apenas pudiendo hilar las palabras torpemente me pregunto después de horas hablando.

      ¿Tía, tú tienes un novio?

      No mi amor, todos los hombres son unos patanes y canallas…

      No todos somos así tía.

      Tu no mi cielo, tienes razón, tú eres un príncipe hermoso. Me refiero a todos esos resabiados de la vida que buscan pareja para pasar la noche y si te he visto no me acuerdo.

      Gracias tía, tú también eres hermosa, eres la mujer más bella y sensual que he conocido en mi vida entera.

El alcohol le había dado algo de valor a sus palabras. Mi padre vino a la sala para decirnos que se iba a dormir y que no nos desveláramos demasiado. Yo aproveché para subir un poco de tono la conversación. Sabía que mi sobrino deseaba estar con una mujer. Por lo que podía deducir él no tenía novia, pero no quería preguntárselo para no hacerlo sentir más triste. Aunque acerca de su virginidad no tenía ni la más remota idea de cuál era su estado. No sabía si permanecía virgen o ya alguna chica había robado su castidad. Me tome el whisky entero para tomar un poco de valor y preguntarle cosas más atrevidas.

      ¿Dime Jorgito, tú has estado con alguna de tus novias en la cama? – Pregunté de sopetón para salir de dudas. Él puso una carita algo triste y bajo la mirada. ¿Qué pasa mi cielo, te he incomodado mucho con mi pregunta?

      No es eso tía, es solo que… yo nunca he tenido novia, esta es la primera vez que me atrevo a aceptarlo, – respondió.

Parecía que estaba a punto de llorar, tal vez motivado un poco por el repentino estado melancólico que el alcohol causa en algunos.

      No te preocupes cariño, ellas no saben lo que se pierden, cualquier mujer daría lo que fuera por estar al lado de un chico tan apuesto y dulce como tu mi amor… eso sin contar con lo inteligente que eres,dije. El me miró secándose una lágrima que brotaba de su ojo. No llores mi amor. Mira a Stephen Hawking … si ese tipo está casado, tú que estás cañón no te faltarán niñas que se den de codazos por estar contigo… vamos incluso yo podría estar contigo, dije.

Él se quedó mirando a mi escote y yo aprovechando que mi familia estaba plácidamente dormida, quise hacerle un regalo de Navidad a mi sobrino que no olvidara nunca.  Me giré agachándome de espaldas a él pidiéndole que me ayudara con el broche de mi vestido. El bajo la cremallera lo suficiente para darse cuenta que no llevaba sostén. Mi espalda quedo desnuda ante sus ojos. El no dijo nada y se quedó quieto en su silla. Yo lo miré excitada debido a las copas de whisky bebidas

   –   ¡¿Quieres que te muestre mis tetas, Jorgito?!

Indago en su instinto, es una pregunta maléfica con ventaja para mí, sé que lo tengo fácil con los hombres…. El solo asintió con la cabeza viendo cómo caía la parte superior de mi vestido.

    ¡¡Tía tus tetas son muy grandes!! Dijo con agitada voz.

   Tú no lo sabes mi vida, pero cuando tu madre te amamantaba se le cortó la leche y tú bebiste de mis tetas más de un mes,dije Así que tú y Zigor sois hermanos de leche…

      ¿Enserio tía, no puedo creerlo?

    Así es, eras un bebé muy tragón y goloso, te prendías de mis pezones con mucha fuerza y ya no te despegabas… te encantaba la leche de tú tía,dije mientras reía – Y a mí me gustaba como succionabas. A veces os daba tetas a ambos a la vez.

      Que rico debe ser poder chuparlas otra vez, aunque no estén llenas de leche, dijo muy animado. 

      Anda nene, ayúdame a sentarte en el sofá cama, solo espérame para poder prepararlo y que puedas dormir cómodo aquí, le prometí a tu madre que lo pondría para que duermas cómodo.

Traje algunas mantas y sábanas enseguida y desarme el sofá para convertirlo en una cama confortable. Todos dormían tranquilamente en la segunda planta. Puse algunas colchas encima del colchón y él se trasladó desde su silla al colchón sin mi ayuda.

      Veo que eres muy autosuficiente amor.

   Bueno siempre he tenido que vivir con esto tía, ya estoy acostumbrado.

   Tal vez ya va siendo hora de que alguien te reconozca como lo que eres amor… ¡¡Un hombre!!

Me quité todo el vestido quedando solo en mi tanga rojo de encaje muy sexy y pequeño y mi collar de oro que caía en medio de mis tetas adornado el canalillo. Él no podía creer lo que sus ojos veían. Yo con mi mano lo empujé lentamente para que se recostara en la cama y él lo hizo quedamente. Le quité su pajarita tan elegante y muy lentamente fui desabrochando su camisa mientras besaba su cuello. Cuando por fin terminé con los botones, saqué su camisa de ese cuerpo atlético, y me recosté encima de él poniendo mi pezón derecho en su boca y al oído dije…

      ¡Chúpalo como cuando eras chiquito mi vida!

El comenzó a mamarlas como un loco, lo hacía apasionadamente y sin control mientras amasaba mis dos tetas con sus manos, chupaba hambriento de mis pezones. En ocasiones cambiaba de lado queriendo devorar ambos pezones con glotonería, como quien cree le va a faltar alimento, la mamaba, succionaba y hasta la mordisqueaba de pura ansia… Yo le retiré la teta como a un niño y comencé a besarle el pecho y fui bajando lentamente. Lo miraba mientras lo hacía y el solo cerraba sus ojos tiernos interiorizando todo el gozo que su tía favorita le estaba otorgando. Quité el cinturón de su pantalón y le ayudé para quitárselo. Quedó solo en un bóxer muy grande, lógico para albergar tamaña polla… tenía un bulto muy duro dentro de él…, típico de la familia. Todavía no había encontrado a ningún macho que se apellidara García que no tuviese un pollón de menos de 20 cm, todos tenían vergas como de caballo. Se lo bajé y salió una estaca digna de un empotrador nato… su verga era muy grande algo parecido a mi hijo, debido a que teníamos historia de negros esclavos africanos llevados por los españoles a los campos de Venezuela, nuestra sangre mandinga, era portadora de la genética de enormes cipotes en los machos de la familia.

Tenía un glande muy morado y ancho y su pre eyaculación ya brotaba de él. Sin dudarlo la chupé y recogí con mi lengua para probarla. Era increíble su dulce sabor… invadió mis papilas gustativas. Comencé a darle varias chupadas apretando mis labios alrededor de su capullo joven y de casta, recorriendo todo el tronco interminable hasta llegar a su bolsa testicular. Como buen semental, sus bolas eran ciclópeas y su producción espermática su auguraba colosal.

    –   Tía no sigas con eso, voy a llegar si sigues así, – dijo mientras rechinaban los dientes.

Sus piernas permanecían inmóviles mientras yo succionaba su polla tratando de extraer aquel fluido virginal, le mamaba el capullo con fuertes succiones mientras le pajeaba el tronco y le sustentaba las pelotas con la otra mano…. El pobre chaval no iba a aguantar demasiado para su primera vez, lo sentí tensarse, hiperventilar y finalmente me tomó de la cabeza con una mano y gimió ahogando su placer en su mano. Su polla bombeaba y bombeaba sin parar semen como una fuente en primavera tras el deshielo, los chorros eran largos y tremendos. Mi garganta quedó llena y mi boca se desbordó por toda la cantidad de su esperma espeso. Él solo respiraba agitado mientras veía mi sexy cuerpo con mi boca atiborrada de leche cremosa desbordándose y chorreando por mi barbilla. Le mostré la boca llena de su lefa y luego me la tomé en un par de veces saboreándola como una dulce crema de requesón hecha lefa con sabor a macho, dulce y salada al mismo tiempo. Él no lo podía creer, nunca había visto algo así y sus fantasías no llegaban a la mitad de lo vivido, ni cómo podía ser tan PUTA su tía.

      Eso estuvo muy cachondo tía, – dijo aun respirando con dificultad – Nunca imaginé que fueses tan cachonda y que te gustase tanto la leche de macho…

      Espérate a que sientas esto mi amor, – dije mientras hacía a un lado la tela de mi chumino hinchado y calenturiento hacia donde apuntaba su polla, justo a la misma entrada de mi conejo hambriento. – ¡¿Ves este coño…?! Pues te lo vas a follar como es debido.

Mi vagina ansiaba con desesperación la polla joven y casta de mi sobrino. Mi chocho no podía esperar más para recibir la polla jovial de mi sobrino paralítico. Me parecía excitante que estuviera indefenso ante mí y no pudiera escapar. Tampoco podría escapar de mis orgasmos los que estaba a punto de recibir en su boca. Tomé ventaja de su inmovilidad para escapar e introduje su polla dentro de mí. El mordió su labio mientras gemía tiernamente. Era la primera vez que experimentaba el calor y la humedad de una mujer envolviendo su tranca. Mi sobrino cerró sus ojos apretando los dientes y sujetándose de la cama. Parecía que se estaba esforzando mucho para no correrse de ipso facto, al sentir el acogimiento delicado de mis paredes vaginales, candentes y húmedas.

   –   No tienes que preocuparte por mi corazón, yo quiero que tú goces, este es tu regalo, – Le dije mientras me meneaba hacia adelante y hacia atrás sensualmente follándome al chico.

Mi sobrino me veía moverme y gemir mientras su jovial polla era dominada por mi conejo veterano en mil batallas. Tuve que reconocérselo… pudo soportar más de cinco minutos mis vaivenes y eso para un principiante es mucho. Para ser su primera vez, no estuvo nada mal. Cuando me seguí moviendo brincando y gimiendo encima de él pude sentir como él se ensanchaba y yo caía a sentones sobre sus pelotas aplastándolas, al tiempo que las manoseaba haciéndolo gozar. Sentía al macho hiperventilar con la tensión de su cuerpo en el deseo de llenarme con su fértil néctar de semental, de manera que todo ello sobrepasaba su razón. Me tomó de las caderas y sin dejarme levantarme de un solo empujón me la clavó entera hasta los huevos y descargó sus grandes testículos en lo más profundo de mí. Notaba los chorros expelerse en mi útero uno tras otro concatenados en cada convulsión, dejando salir todo el producto seminal elaborado para tal momento de inseminación… todo ello con una expresión de completa satisfacción, ese bienestar semejante a cuando orinas después de aguantarme media hora… ¡Ah! Exclamó el macho atorando mi fondo vaginal de una ingente cantidad de leche espesa colmada de fértiles bichitos. No me defraudó tampoco en la cuantía de lefa.

Orgullosa de mi pariente, por hacer honor a la virilidad familiar, que tan merecida fama nos da en nuestro entorno de conocidos, le espeté diciéndole…

      Buen chico… ¡Así es como se llena de esperma a una mujer! Pero de esta forma no lo hagas en tus amigas… de follarlas a pelo soltando tal cantidad de lefa, sin duda podrías dejarlas preñadas a todas mi amor…Se encontraba atolondrado del orgasmo obtenido mientras que yo no me hallaba ni cerca de llegar, por lo que seguí aprovechando su poca movilidad…. A tu tía le gusta mucho que le besen el coño, mi amor, quiero que pongas mucha atención para que puedas complacer a tu tía favorita como ella te complace a ti, – dije mientras me levantaba y me colocaba encima de su bello rostro. Debes meter tu lengua profundo chiquillo, que yo pueda sentirte moverla como si fuera una lombriz retorciéndose, y no pares hasta que yo lo ordene, dije autoritariamente.

Él no pensó la respuesta y de inmediato dijo, está bien.

Abrí con mis manos mi gran chumino y dejé caer sobre su dulce rostro mi culo. Él de inmediato introdujo su pequeña e inexperta lengua dentro de mí. Sus movimientos eran muy torpes y frágiles pero me hacían disfrutar. Yo me movía tratando de violar su carita moviéndome sin dejarlo respirar por momentos. Me encantaba tenerlo bajo mi completo control. Un joven completamente indefenso y haciendo todo lo que yo le pidiera era una de mis mayores fantasías.

   –   Tía tu coño sabe delicioso, dijo enervado.

   –  Cállate y sigue comiéndomelo, tú no vas a parar hasta que yo lo diga.

Mientras más pasaba el tiempo comiendo de mi ano, más le tomaba el ritmo. Sus suaves manos acariciaban mis enormes nalgas, mientras su lengua se trasladaba por cada rincón de mis pliegues vaginales llenándolo de placer. Mi sobrino era como un robot que solo recibía órdenes para cumplirlas. Siguió probando mi sabor hasta que después de más de diez minutos masturbándome y sintiendo la humedad de su lengua en mi clítoris por fin me aproxime lo suficiente al borde del éxtasis.

   –  Sigue mamando mi amor, yo ya estoy corriendo… ¡No pares cabrón…!

Yo estaba meneándome en su cara mientras me masturbaba violentamente con mis dedos en mi clítoris ayudándole su lengua. Las corrientes eléctricas habían comenzado a recorrer mi anatomía dándome pequeños choques de placer poco a poco. Por fin pude llegar al orgasmo dejándolo salir pero ahogándolo en una pequeña almohada que había llevado hacia el sofá cama para no ser descubierta. Temblaba y aún seguía encima del rostro de mi sobrino. No podía parar de temblar mientras el fluido de mi valioso y suculento elixir caía en su boca y pecho.

      ¡¿Qué es esto tía, te estás meando…?!

      Claro que no mi amor, se llama eyaculación y se debe a que me has hecho disfrutar mucho. Es como la que tú tienes cuando sueltas su leche, pero en la versión femenina, respondí. Él la saboreo un poco en sus labios…

      Sabe un poquito dulce tía, muy rico.

   Es bueno que te agrade el sabor chiquillo, lo vas a estar probando muchas veces.

Mi vagina había despertado su hambre. Ese orgasmo solo le había servido como un pequeño entremés. Ahora deseaba el plato fuerte. Mi sobrino ya se había recuperado de su orgasmo previo y debido a su juventud y a la novedad lo tenía sobrexcitado solo para mí… podía seguir en repetidas ocasiones por lo que decidía aprovecharlo. Metí dos dedos en mi vagina y saqué todo lo que pude de mis fluidos para untar la dura polla de mi joven sobrino y dejarla brillando y reluciente de lubricación. Mi sobrino temblaba con cada roce que yo daba a su verga con mis dedos. La sensación de sentirse húmedo le hacía recordar a su tranca donde había estado minutos antes…

      Quiero que esta vez trates de durar más tiempo amor.

      ¿Cómo le hago para aguantar más tía?

      Debes de respirar profundamente y tratar de pensar en algo más no tan agradable.

      ¿Cómo en que cosa?

      Trata de resolver una ecuación, o recordar el alfabeto al revés.

      Está bien lo intentaré.

      Perfecto, recuerda, lo más importante de todo es respirar, lento y profundo. Si te lo hace más sencillo, cierra tus ojos para que no me veas follándote. Seguro que si ves como entra tu polla en mi coño o mis tetas botando te excitas mucho más y me vacías tus huevos enseguida…

El recostó su cabeza lentamente y yo volví a subirme a su tremendo rabo. Esta vez me decidí a montarlo rudo como una salvaje a trote.

   –  Voy a ir un poco fuerte esta vez amor, trata de no asustarte, – dije mientras le acariciaba tiernamente su carita. Él me miró y asintió con la cabeza.

Puse en camino su daga rutilante con mi mano… y se deslizo como cuchillo en mantequilla sintiendo la humedad de mi interior. El cerró sus ojitos de nuevo apretando los labios. 

      Piensa en otra cosa amor, recuerda respira lento y profundo.

Dije mientras me movía lento arriba y abajo en una follada cadenciosa y penetrante donde todos los sensores de sus pollas estremecían cada terminal nerviosa de mis paredes vaginales. Él me agarro las tetas apretándolas duramente… 

     ¡¡Yo también voy a hacerlo duro!!  Te voy a tratar como te mereces.

Entonces decidí retomar el control. Empecé a darle sentones duros a su polla aporreándome el coño con sus huevazos. Mis nalgas golpeaban su pelvis con fuerza haciendo un sonido parecido al de aplausos fuertes. Mi ritmo era frenético y salvaje. Puse mis manos en su pecho para tomar agarre y seguí castigando su joven polla, una verga enérgica preparada para dar placer a la hembra. Un sentón tras otro el cerraba los ojos y se sujetaba fuerte de mis pechos.

    Así chiquillo, aguanta así nene, – dije llena de lujuria.

   ¡¡Eres una Gran Puta!! ¡Tía me vas a matar de gusto joder! – Respondió envalentonado.

Lo tomé del cuello y seguí dándole de sentones violentamente. Él pellizcaba mis pezones que extrañamente completamente erectos y excitados por la situación. Un joven que era paralitico e inexperto trataba de llevarle el ritmo a una mujer ninfómana y con un largo camino recorrido tragando todo tipo de pollas… grandes, chicas, gordas y finas, largas y cortas de machos más o menos excitados, enérgicos y viriles. Podía notar el esfuerzo que hacía para no correrse el pobre. Luchaba contra su deseo de sentir el máximo placer con tal de darme una lucha intensa y probar que no era un chico inútil. Soportó cada uno de mis embates durante casi diez minutos. Mi vagina se humedeció de nuevo y pude sentir esa comezón en mi clítoris. Puse mis manos alrededor de su cuello… lo estrangulé con suavidad, mientras él se sentó y chupo mis pezones cual bebé hambriento de desesperada lujuria. Yo lo solté y sujeté su cabeza brincando sentada encima de él en una cabalgada a todo galope empalando con toda su polla inhiesta.

Nuestros gemidos se escuchaban al unísono mientras nuestros cuerpos se mezclaban a la par. Pronto sentí el calor que conlleva un orgasmo de un macho joven, al solo sentirlo pude liberar mi pasión en un orgasmo también fundiéndose en uno solo. Los dos ahogamos nuestro placer en un beso apasionado, mezclando nuestras salivas en una lucha encarnizada de las lenguas, que se retorcían una con otra, al mismo tiempo que sus cojones expelían la corrida final que dejarían secos sus huevos definitivamente. Nos comíamos en plena vorágine de lujuria notando su lefa atorarme y mi corrida expelerse, intentando salir pese a tenerme abotonada la vagina con tan excelsa polla cerrándola casi herméticamente… allí abrazados en un acoplamiento carnal de nuestros genitales. Sentíamos la enorme cantidad de flujos correspondidos entre ambos, unidos y desnudos en aquella pequeña sala. Nuestros cuerpos habían sido nuestro mejor regalo esa noche.


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Después de una noche apasionante en navidad, me quedé con más ganas de mi sobrino. Habían transcurrido algunos días desde nuestro último encuentro y yo no paraba de pensar en mi sobrino, sobre todo en su verga a modo de consolador. Sin embargo su ternura, su dulzura y delicadeza al hacerme el amor me tenían enamorada. Él siempre había sido un chico muy tierno conmigo y verlo de esa manera, tan deprimido me incitó a querer complacerlo, darle un poco de felicidad y aliento en su vida. Mi hermana nos invitó a su casa para celebrar año nuevo. Mi hijo y mi sobrino celebrarían en antros el año nuevo y yo no quería volver pasar otra festividad sola, así que decidí ir, además me moría de nuevo por verle. No había pasado ni siquiera una semana y ya ansiaba sentirlo de nuevo dentro de mí. Me derretía por poder probar de nuevo el dulce sabor de su semen y sentir esa abrumante excitación al dominarlo sin que pudiera escapar de mí.

Pasaron los días y llegó la fiesta de fin de año. Fui vestida como una auténtica dama de compañía, pero de las de élite, que quede muy claro…no quería ser una puta cualquiera para mi chico. Llevaba un vestido negro con un escote muy prominente en la parte del busto y abierto totalmente de la espalda casi hasta llegar a mi trasero. No me puse ropa interior y llevaba un perfume que olía provocador. En el momento que mi sobrino me vio llegar a su casa, casi se cae de la silla de ruedas. Se quedó impactado, no podía cerrar la mandíbula.

  –   No te quedes ahí bobo, ven y saluda a tu tía favorita mi amor,dije mientras me aproximaba a él para poder abrazarlo y sentirlo nuevamente.

Él se sonrió dulcemente y se aproximó en su silla de ruedas a saludarme. Yo me incliné un poco y le dejé ver mi gran escote unos segundos, para que su vista se recreara con mis tetas. Cuando lo abracé sentí de nuevo su calor y pude volver a experimentar ese sentimiento cálido dentro de mi ser. Él no paraba de mirar hacia mi escote, y yo le dije al oído en el momento cuando nadie nos veía, en un susurro que pretendía avivar su libido un poco más…

   –  No seas impaciente mi amor, esta noche te voy a comer todo y no te me vas a poder escapar.

El no dijo nada, solo me sonrió y asintió con la cabeza. La fiesta fue muy divertida. Muchos amigos de mi hermana estaban en esa fiesta y la mayoría trataba de ligar conmigo. Ninguno me parecía lo suficientemente apuesto o varonil…, pude observar cómo eso a mí sobrino le molestaba mucho. Sus celos estaban a todo lo que daba, me gustaba, porque eso quería decir que él sentía algo más fuerte por mí que solo una simple y mera atracción sexual. La noche de ese día ya estaba casi por terminar. Mi sobrino estaba hablando con algunos de sus amigos que habían ido a celebrar con él la noche de fin de  año en su casa. Los hombres que estaban en casa de mi hermana ya estaban muy ebrios y algunos ya se habían puesto algo impertinentes, por no decir que patanes.

  Oye Julia parece que te gusta provocar a los hombres, ¿porque no te vienes conmigo y te enseño como hacer gozar a un hombre? Me espetó el imbécil de turno a mí oído, evidentemente como una cuba. Yo me acerqué a su oído y le dije muy sensualmente…

   Si me voy contigo nunca te voy a respetar de nuevo cuando vea está miseria que te cargas mi amor, con esa picha no me podría hacer gozar ni en lo mejor de su estado…

Tome su pija disimuladamente mientras lo decía y me reí un poco entre dientes. Él se molestó mucho y se fue. A mí sobrino parecía gustarle que se hubiera ido y yo por primera vez en toda la noche me había quedado totalmente sola. Me acerque a los chicos para conversar con ellos donde se encontraba mi sobrino.

    Hola muchachos, vosotros debéis de ser los amigos de mi sobrino favorito. Encantada… yo soy Julia, la tía favorita de este muchacho tan guapo, dije mientras lo abrazaba por detrás del cuello y lo besaba en la mejilla.

    Si señora, vamos a la misma, dijo uno de los chicos que lo acompañaban.

    Bueno pues veo que todos sois muy guapos, pero no más que mi sobrino, dije de manera muy coqueta.

Ellos rieron y estuvimos hablando varios minutos hasta que tuve que ir al baño, había bebido demasiado y necesitaba ir al tocador. El baño estaba en la parte trasera de la casa cerca de la habitación de mi sobrino. Cuando terminé me interceptó mi sobrino al salir.

      Ya se han ido todos, mi madre está recogiendo todo y yo me muero por darte tu abrazo de fin de año, pero desnudos.

      Primero debo pedirle a tu madre si me puedo quedar a dormir amor, añadí.

Yo estaba algo tomada y caminaba un poco insegura, al igual que mi hermana que además se estaba quedando dormida.

      Hermanita, ¿Puedo quedarme en tu casa a dormir esta noche…?Mi hermana accedió sin si quiera pensarlo…

       No hay donde puedas dormir, tendrías que quedarte en la cama extra que está por debajo de la cama de mi hijo.

      No hay problema, no te preocupes por eso, yo me acuesto con él y lo cuido, dije pícaramente.

      Bueno, me voy a dormir, no dejes que mi hijo se desvele mucho.

      No te preocupes por eso, voy a hacer que se duerma bien temprano y caliente.

Mi hermana se fue a la segunda planta de la casa, a su habitación. Yo me fui a la habitación de mi sobrino…, él ya me estaba esperando acostado bajo las sábanas sin la camisa. Su erección era notable porque hacía una gran tienda de campaña. Me comencé a bajar la cremallera del vestido y poco a poco fui quitándomelo. Mi sobrino me veía como un perro frente a un filete jugoso. Casi babeaba por tener mi cuerpo. Yo le sonreí y acerqué mi cuerpo desnudo a su cama. Él no podía retirar ni un segundo la vista de mi figura tan voluptuosa.

      Tía tengo que confesarte algo.

      Tú puedes decirme lo que quieras mi amor.

      Me gustaría esta noche eyacular en todos tus agujeros…, – dijo tímidamente.

      Esta noche vamos a disfrutar de una manera que no la hemos experimentado aún.

Me acerqué a él y quité de golpe la sabana de la cama. Estaba completamente desnudo y con una erección tremenda esperando ansiosamente por la humedad y calidez de mi boca. Se masturbaba lentamente para no perder su erección y yo me acercaba muy provocativamente haciéndolo implorar por la cercanía de mi presencia. Por poder sentir el calor de mi piel.

   –   Ya no me tortures más tía, ven y déjame sentir tu piel.

Me recosté encima de él y mis tetas se aplastaron a su pecho. Me besó muy dulcemente y yo acaricié su cabello mientras mi lengua exploraba la profundidad de su boca. El sabor a vino tinto embriagaba la boca de mi sobrino. Sus besos eran apasionados y había mejorado mucho en su técnica desde la última vez que lo habíamos hecho. La humedad en mi vagina se desbordada y mi sobrino estaba tremendamente duro. Si su polla hubiera podido hablar en ese momento hubiera dicho “déjame entrar por favor”. Tome delicadamente con mi mano su cipote enardecido de más de 20 cm y comencé a masturbarlo suavemente bajo su glande, manejando el prepucio arriba y abajo. Mi mano iba en vaivén continuo con movimientos suaves y eróticos. Él solo me miraba con unos ojos fijos en los míos.

    –      Bésame de nuevo tía.

Volví a meter mi lengua hasta su garganta y él me acariciaba el cabello apasionadamente. Su polla estaba dejando salir pequeñas gotas transparentes… su pre eyaculación se estaba escapando por la punta y yo me moría por poder probar su dulce sabor. Las mujeres que están leyendo esto no me dejaran mentir, el sabor de la pre eyaculación es la mayor delicia que una mujer puede tener el placer de probar que provenga de un hombre. Fui bajando poco a poco con mis besos. Besé su pecho. Sus lindos pezones los chupaba y besaba muy tiernamente. Él se estremecía con cada uno de mis besos y caricias.

   –      No puedo aguantar más tía, ¡Chúpamela YA por favor!

No lo obedecí, seguí calentándolo más, besando hasta el último rincón de su cuerpo. El no ocultaba su deseo por penetrarme y yo por fin después de varios minutos probé el dulce sabor de su elixir que brotaba de su joven polla. Él se agarró fuertemente de las sábanas y las apretó en sus puños con intensidad mientras yo lo veía al rostro y lamía con mi lengua la punta de su badajo, metiendo la punta de mi lengua en su uretra queriendo extraer su delicioso néctar.

      ¡Ay tía, que bueno es esto, no puedo aguantar mucho si lo haces así! Gritó.

      Cállate mi amor, puede que nos escuchen tus padres si gritas así.

      No te preocupes tía, cuando mi padres duermen son como roca y no se levantaría aunque hubiera una guerra afuera de la casa. – Me tomó de la cabeza ¡¡Tú sigue chupándome la polla tía!!

Seguí mamando su deliciosa tranca de fastuosa talla, los testículos le sabían almizclados a macho en celo pero yo los lamía como si fueran el más dulce de los frutos. Los metía a mi boca a ambos al mismo tiempo y veía como mi sobrino reaccionaba placenteramente. Su escroto era de una piel muy flexible y tenía un buen par de huevones enormes, una fábrica de producir leche a gogó….

      Se sienten bien cargados mi amor, dije después de haberlos sacado de mi boca.

      Es que no me he sacado la leche desde que estuvimos juntos tía, me prometí que mi lefa sería solamente tuya.

Chupé su polla de nuevo y comencé a saborear su glande haciendo gemir intensamente a mi sobrino, lo succionaba haciéndole un vacío que lo llevaba a la locura. Lamía con la punta de la lengua el lugar donde se encontraba su frenillo por la parte inferior. Me introducía más de la mitad de su rabo sustentando los cojones atiborrados de esperma espeso, fértil y preparado con un ejército de millones de espermatozoides prestos a la conquista de mi útero. La mía cada centímetro de su polla y volvía  a darle el castigo de una mamada frenética pajeando el resto del tronco que no me engullía. Aquello no duró más de cinco minutos y mi chico se tensó, me tomó de a cabeza y gimió como un verraco semental apretando fuertemente los dientes. De pronto noté como su semen se desbordó como una ola furiosa dentro de mi boca, un borbotón morrocotudo de leche cálida me atoró la boca por completo. La caliente y espesa leche lleno por completo mi boca, como no recordaba en años. Era tanta que por poco me sale por la nariz. No podía contener tanto semen y se escapaba por las comisuras de mis labios. Las gotas que traviesamente se salían de mi boca caían en mis tetas haciéndolas lucir de una manera como las ubres de una mujer en una escena porno. Froté su leche por todas mis mamas y la que tenía en la boca la bebí con mucha dificultad por lo pegajosa que estaba…, con la lengua rebañé mis dientes y con tres tragos pude solventar la gran lechada del chaval.

Él se desplazó con sus brazos a la mitad de la cama y me pidió que me recostara con la cabeza pegada a la pared. Yo hice lo propio y me recosté frente a él. Él acomodo su cabeza entre mis piernas y comenzó a chupar mis labios vaginales. El placer que sus inexpertos labios me daban era realmente cautivante y sorprendente. No podía creer que fuera tan bueno para hacer sexo oral. Tenía un talento natural y parecía un prodigio con esa lengua.

    –      No pares mi amor, sigue, sigue así de bueno nene.

Él mordía salvajemente mi clítoris con sus labios, que previamente había pelado con sus dedos, después lo hacía con los dientes ayudándose de despejar el capuchón con los labios. Yo no pude evitar gritar de placer disfrutando de la habilidad innata del chico. El siguió chupando mi clítoris como yo lo había hecho con su pollón. Después bajaba entre mis labios vaginales buscando  mi agujero… introducía su lengua y me follaba clavándomela. Parecía que se comía una raja de sandía, roja y jugosa. Volvía a comerse mis labios y de nuevo castigaba mis pepitilla con mordiscos y chupones que me descuajeringaban el cuerpo. Aguanté lo indecible, más él que debía de tener la mandíbula insensible de los quince minutos de comida de conejo, deseaba que durara una eternidad pero el clímax se acercaba ya…. Segundos después de la primera convulsión previa a mis orgasmo fatídico, lo tomé de su pelazo y le grité…

      ¡Cómetelo todo chiquito!

Froté violentamente mi clítoris y con la boca atiborrada a mi coño, dejé emanar mi eyaculación presionándolo contra mi chumino justo en el momento que brotó como un manantial naciente que mi sobrino acababa de descubrir. Me corrí sin restricción por toda su cara, gemí tratando de ocultar mi grito con mi mano izquierda para no ser descubierta, pero era imposible, mis gemidos se escuchaban fuertemente. Lo mojé por completo con mi eyaculación y quedó como si se acabara de bañar, aparte de a que se tragó. Mi macho saboreó toda la que había entrado en su boca y limpió la que había en su rostro. Se detuvo por unos segundos mientras yo temblaba aún por el terremoto de placer que todavía pasaba por mi cuerpo.

Él no pensaba dejarme descansar, y yo tenía el coño muy sensible. Volvió a probar mi chocho empapado… temblé y grité por la sensación tan intensa que provocaba su lengua en mi vagina. Yo no podía tomar el consejo que le había hecho a mi sobrino. Tal vez esa noche iba vestida como una Puta de elite pero en la cama estaba gimiendo y actuando como una PUTA BARATA. Me sentía realmente amada y complacida en todos los aspectos. Mi sobrino tenía su verga muy dura, totalmente lista para penetrarme y ahondar a las profundidades más extremas de mi coño. Lo detuve por un momento y lo miré a los ojos. Bésame mi amor, dije mientras me aproximaba a sus dulces labios. Lo besé apasionadamente probando el sabor de mi eyaculación que aún permanecía en sus labios, en su cara. Me excito probar mis jugos mezclados con el sabor de él…,  y ya no podía resistir lo que mi cuerpo me pedía a gritos.

    –   Tómame mi cielo ¡Tu tía necesita que te la folles como a una zorra salida! – Dije a su oído antes de morderlo. Esa noche sería totalmente inolvidable para el chico.

Se presentaba una noche de sorpresas con mi superdotado sobrinito. Después de haber iniciado juntos nuestra noche, mi sobrino me haría una revelación impactante. Tras el inicio de nuestro encuentro en año nuevo mi sobrino se desbordaba en deseo por sentir mi húmedo interior. No quería desperdiciar esa noche. Deseaba con todas mis fuerzas ser suya y poder sentir sus dulces y cálidas caricias en mi piel mientras me hacía el amor. A pesar de que su técnica era disminuida por su poca movilidad su ternura lo hacía diferente. La experiencia que tenía con él era siempre algo inolvidable. Le besé en la oreja metiendo mi lengua en ella recostada sobre él. Nuestros pechos estaban unidos sintiendo el latido del corazón del otro. Su piel tan cálida hacia entrar en calor a la mía. Mi lengua continuaba horadando su oreja mientras mis tetazas se frotaban con su pecho. Mis pezones aún estaban sensibles por el orgasmo tan intenso que acaba de hacerme mi sobrino y el rozarlos con su piel tan joven me hacía erizar la piel de placer. Después de chupar eróticamente su oreja con mi lengua varios minutos, le susurre al oído…

      ¡¡Quiero que esta noche llenes mi interior con tu lefa amor!! Hoy es un día seguro para no preñarme…, y me muero por sentirme llena de ti, quiero sentir el calor de tu leche en mi útero. Debes saber que es el mayor de los placeres para un hembra, sentir el semen de un macho.

      Abrázame tía, deseo sentir tu amor por unos momentos…

Nos fundimos en un cariñoso abrazo. El besaba mi hombro y mi cuello dulcemente mientras con sus brazos acariciaba la piel de mi espalda estrechándome fuertemente contra él. Yo lo besaba en la mejilla despacio recorriendo lentamente todo su dulce rostro. Nos dimos abrazos con caricias cariñosas durante varios minutos, en un previo que pocos hombres saben hacer. Le dije tomándolo con ambas manos del rostro y viéndolo fijamente a los ojos…

   –   ¡Venga cariño, fóllame bien y dame tu leche! ¡Métemela bien dentro mi coño cielo!

Él deseaba hacerlo por el mismo. La conexión que teníamos no podía expresarla con palabras. Era mucho más grande que eso, era un sentimiento superior, su ser tan indefenso me inspiraba tanta ternura y yo no podía esconder más mi pasión por él… He de reconocer que la vergas grandes y oscuras me vuelven loca. Embocó su capullo a mi raja de manera ágil y tan presta que me dejó anonadada. Un poco más empujando el glande encontró el agujero de mi coño con suma facilidad…, entró casi la mitad en una primera inserción, después con dos clavadas más llegó hasta los huevos, enterrándomela entera en la vagina. Sentía como me ensanchaba las paredes internas, como mi vulva se espaciaba dando entrada a su cipote de anchura extrema y mis labios franqueaba la entrada posándose sobre el tronco de más de 20 cm bien encajado en la gruta del placer. Aumentó el ritmo de sus embestidas moviendo mis tensos glúteos cada vez más duros mientras lo hacía. Comenzó a besar mi cuello con su lengua humedeciéndolo, le sujetaba del culo atrayéndolo más dentro de mi coño, lo deseaba todo para mí, en tanto él me abrazaba con sus manos por el cuello, clavándome como solo a una PUTA se le hace. Sin poder resistirme, le acompañé sincronizándonos los movimientos… levantaba mis caderas y las contorneaba como una serpiente, frotando su bálano en el interior de mi coño, entrando y saliendo a la vez.

   –      ¡Eso es, así…Dámela mi rey, dame ya tu leche caliente, quiero sentirte! – dije mientras seguía contoneándome sin control. Él no decía nada, estaba muy concentrado en no correrse demasiado rápido. Ya no te contengas más mi amor, no importa si no haces que me corra…, yo solo quiero sentir como me llenas el coño de lefa espesa mi cielo – Con una voz sensual ¡Eres el mejor semental que he tenido dentro de mi coño! –Le animaba.

El siguió penetrándome más rápido por el movimiento de mis caderas y pronto llegó el momento que yo más esperaba. Un grito fuerte salió expulsado de sus labios, así como su gran corrida con fuerza dentro de mí. El primer lechazo fue tremendo, pues su polla endurecida cambiaba de forma, se había hinchado mientras bombeaba aquella gran descarga de leche fresca y cálida en mi útero. Podía sentir la fuerza de los disparos de su polla contra la entrada de mi cuello uterino. El mientras eyaculaba decía… – mami, mami – Yo me sorprendí mucho por aquel hecho, nunca en todos sus orgasmos había pasado y se me hizo algo muy extraño. Quedó exhausto, agotado, por tan desmedida follada…, descansó su cabeza entre mis tetas y yo me quede respirando agitadamente por aquel enorme esfuerzo que había realizado con mis caderas.

    –      Eres más pesado de lo que pareces mi amor, me has costado mucho levantarte, dije mientras reía disimuladamente. Él ya había descansado después de unos minutos y se bajó para recostarse boca arriba en la cama. Estuvo muy bien cariño, disfruté un montón follándome por ti mismo por primera vez, se lo difícil que ha sido para ti.

El calor de su semen embargaba por completo todo mi cuerpo empapándolo de masculinidad, ese aroma suculento que me excita, a un tiempo que me hace sentirme mujer.

      Ya lo sé tía…, me ha gustado mucho follarte por primera vez por mí mismo, aunque no te hice correr. Me hubiera gustado que hubieses disfrutado conmigo.

      Eso no siempre es lo más importante corazón, he disfrutado mucho más de lo que crees…a veces la conexión que tenemos un macho y una hembra al hacer el amor importa mucho más, – dije Además nuestra noche aún no se acaba, ¿o que, ya vas a renunciar en el primer round?Pregunté riéndome.

      Claro que no, aun puedo seguir, mi polla ya se está poniendo dura otra vez. – Me recosté en su pecho y le dije…

      ¡Te necesito hoy más que nunca mi cielo! – Mi sobrino me estaba mirando con una cara extraña y le pregunté… ¿Qué es lo que te pasa mi amor, te noto muy extraño?

      Es que ocurrió algo que me tiene algo preocupado

      ¿Qué es lo que te ha pasado, te están molestando en el instituto…?

      No, no es eso, lo que pasa es que ayer por la mañana…bueno yo… vi a mi madre desnuda por accidente y desde ayer no me habla igual, cree que lo hizo a propósito, pero la pillé en plena paja…, – dijo con algo de timidez en su voz.

      ¿Cómo paso nene? – Pregunté.

      Me levante temprano por la mañana, como no vi a mi madre me preparé  un desayuno con cereales, no había visto por un tiempo a mi madre, por lo que pensaba que había ido a la tienda. Después de desayunar me dio ganas de ir al baño y fui en mi silla. Llegué lo más rápido que pude porque pensé que no llegaba a tiempo, y abrí rápido la puerta. Cuando la abrí, pude ver a mi madre totalmente desnuda sentada encima de la tapa del baño masturbándose con un juguete sexual y unos calzoncillos míos en la boca, me disculpé con ella y se molestó mucho, la verdad no sé por qué ella estaba haciendo eso, pero ahora no puedo sacar su cuerpo de mi mente, y además está el hecho de que lo hacía mientras olía mi ropa interior llena de leche de cuando me la meneé. Me siento muy avergonzado porque cuando te follaba, pensaba que lo hacía con mi madre, vas a creer que soy un enfermo tía, dijo angustiado.

      Para nada mi amor, eso es muy natural, es más, yo hablaré con tu mami. Déjamelo a mí. En todo caso es tu madre la debería darte una explicación sobre qué hacía con tu ropa…

El papel de madre de mi sobrino era algo que tenía que asumir tras comenzar una noche apasionada, donde me expresó la fantasía de follarse a su madre. Debía convertirme en su madre.

   –    No te preocupes por el tema de tu mami, mi amor. Yo hablaré temprano con ella y lo solucionaré todo por ti. Después de todo, para que estamos las tías consentidas. Pero ahora no debes de pensar en eso, debes hacerme gozar de placer, apenas y llevamos un pequeño round y yo todavía estoy que me derrito de calentura.

Me recosté mostrándole mi gran tesoro totalmente abierto para él. Mi sobrino boca abajo se acercó a mí y sensualmente saco su lengua para desembocarla hacia mi coño. Mi vagina irradiaba un intenso calor hacia su rostro. Él, sin perder ni un segundo, comenzó a probar los dulces fluidos que brotaban de ella de una manera descontrolada. Su lengua se aventuraba salvajemente por mis labios mayores y menores. Traviesamente se colaba un poco dentro de mi vagina y en repetidas ocasiones chupaba con intensidad mi clítoris haciéndome gemir intensamente, mientras sujetaba su preciosa cabeza no dejándolo escapar. Mis manos se perdían entre su cabello mientras él seguía otorgándole a mi vagina todo su amor. Mi cuerpo se contorsionaba por el placer que su lengua le provocaba.

     Penetra mi ano con tu lengua, quiero sentir tú humedad dentro de mí, – dije con una lujuria que se desbordaba de mi voz.

Mi sobrino bajó un poco su cabeza y metió su pícara lengua en mi recto. La sensación era algo indescriptible. Sentía como si un gusano vivo y grueso, se retorciera y quisiera entrar por mi recto. Sujeté con fuerza sus cabellos y gemí de placer nuevamente. La lengua de mi sobrino se movía apasionadamente deleitándose y disfrutando en su boca el sabor de su tía. Parecía que se había vuelto adicto a mi sabor porque no paraba de comerlo, como si para él fuera el plato más delicioso de todo el mundo. Yo levanté la piel que cubría mi clítoris descapuchándolo y mojé mis dedos con mis labios. Mi saliva los empapó por completo. La saliva era tanta que chorreaba, descendiendo por mi mano y mi brazo. Froté mi clítoris rosado y descubierto. Estaba tan sensible que me hacía gemir tan solo con rozarlo con mis húmedos dedos. La lengua de mi sobrino degustaba los fluidos que de vez en vez se escapaban de él. Yo frotaba circularmente mi clítoris sin parar mientras él me penetraba salvajemente con su lengua. Con mi otra mano comencé a penetrarme duramente con varios dedos. El placer que experimentaba era irresistible. Mi lengua salía involuntariamente de mi boca, hacía que mi saliva chorreara por mis labios y mi barbilla hasta caer en mis enormes tetas. Un terremoto de placer se presentó en mi cuerpo, dejando salir volcánicamente la pasión de mi vagina mediante una gran erupción de mi eyaculación. Mis fluidos empaparon violentamente el rostro de mi sobrino dejándolo totalmente húmedo. Él bebió todo lo que pudo y mezcló en su boca el sabor de mi vagina con su saliva.

   –   Sabes delicioso tía, dijo después de haberse bebido mi gran eyaculación.

Su pollón ya estaba listo de nuevo para otra ronda. Se acercó a mí desplazándose con sus brazos sobre la cama. Yo estaba respirando agitadamente, con mi entrepierna empapada aún en mis fluidos. Se aproximó a mis labios con su piel sudada encima de la mía y me besó apasionadamente. Podía sentir latir su corazón, que lo hacía con fuerza y mucha intensidad encima del mío. Ese momento nuestros  corazones se conectaron por unos momentos. Latiendo a una misma fuerza y un mismo ritmo.

   –   Quiero que te hagas pasar por mi madre, tía, – Dijo cuando terminó de besarme viéndome profundamente a los ojos.

Yo pude ver que realmente deseaba tener a su madre, así que decidí complacerlo con su erótica fantasía, tan llena de perversión.

   –    Está bien mi amor, yo soy quien tú quieras. Espérame aquí relajado y ahora vuelvo nene,añadí, mientras dulcemente acariciaba su pecho.

Él se puso cómodo en la pequeña cama y yo fui a la lavandería para sacar algo de ropa usada de su madre. Lo único que pude encontrar fue unos shorts muy pequeños vaqueros y una blusa roja con escote como de diario. Me puse esa ropa interior sin usar y volví a donde mi sobrino me esperaba con el cipote duro como un gran tubo de hierro.

   –   ¿Qué es lo que vas a querer para desayunar mi amor? – Pregunté coquetamente mientras me acercaba a él.

Mis mamas casi se salían de aquel escote y la mente de mi sobrino se había ido por completo a viajar en su fantasía.

      ¿Por qué te estabas tocando tu coñito oliendo mi bóxer, mamá? Preguntó muy adentrado en su fantasía. Vi que hablaba muy enserio con eso de pretender ser su madre…, por lo que le seguí el juego.

      Es porque me gustan como huelen mi amor, cuando lavo tu ropa interior su aroma me vuelve loca y no puedo evitar olerlos y fantasear con tu esencia con tu rico sabor, – dije con un tono extremadamente sexy en mi voz.

Él había perdido totalmente la realidad y pensaba que yo realmente era su madre.

   –      Mami, siempre he querido probarte…, no sabes cuantas veces te espiaba cuando te cambiabas en el baño.

Yo me sorprendí por las confesiones involuntarias de mi sobrino, su deseo hacia su madre no partía solo de aquella vez. Él había estado espiando a su madre desde tiempo atrás.

      ¿Hace cuánto tiempo que me espías mi amor?

      Lo hago desde que hace mucho, incluso me masturbo pensando en ti.

      ¿Pero cómo es posible mi amor, acaso no me respetas ni porque soy tu madre?

      Yo soy tu hijo y aun así te vi lamiendo mi ropa interior.

      Eso es diferente, yo soy tu madre, yo puedo hacer lo que quiera.

      Pues entonces yo también, y lo que yo más quiero es follarte…  hacerte mía.

      Entonces vamos a ver si realmente estas a la altura mi amor.

Le escupí en el rabo enervado que tiene por polla y me subí encima de su tranca. Mis shorts aun los tenía puestos y mi blusa igual. Él tomo mis ubres por encima de la blusa y comenzó a frotarlos muy suavemente.

   –    Quiero que me des leche de tus tetas, como cuando era un bebé mami.

Saque una de mis tetas por encima de la blusa como si fuera a amamantar a un niño pequeño y la puse en su boca. Comencé a frotar mi coño  por encima de la ropa con mi sobrino y su verga descubierta. El gemía intensamente mientras chupaba mis pezones…, y en ocasiones los mordía, sin dejar de apretarlo fuertemente con ambas manos. Yo estaba comenzando a sentir nuevamente humedad en mi chumino. Las dulces mordidas de mi sobrino me llevaban a experimentar un placer muy salvaje. Yo me movía y meneaba mi trasero encima de él como una de esas chicas que bailan reggaetón. El movimiento era muy desbocado y lo hacía gemir sin control. Después de unos minutos escuché un pequeño ruido pero no le presté mucha atención. Repentinamente alguien abrió la puerta y pregunto…

      ¿estás bien hijo, escuché unos ruidos raros? – Su madre nos vio moviéndonos sensualmente y su hijo debajo de mi totalmente indefenso y desnudo. ¡¿Qué jodienda estás haciendo con mi hijo Julia?!


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¡Mi hermana se estaba follando a mi hijo, no daba crédito! Debo reconocer que mi hijo a sus diecinueve años, ya no era un crío, es muy guapo y muy cariñoso, su condición de discapacidad motriz lo había relegado a ser un marginado sexual, y entre tantas personas yo era una de ellas…ahora no me lo podía perdonar, por lo que debía de pensar en cómo compensar a mi amado hijito. Siempre he pensado que debía tener sus necesidades sexuales como todos los chicos, pero nunca me atreví a tocar ese tema con firmeza. Sus muestras de afecto eran naturales en él, pero a partir de aquel día después de lo que había visto, me quedé un poco azorada. Los dejé solos y fui a dar una vuelta fuera de la casa con mis pensamientos. No sé cómo pasó, pero me puse muy cachonda pensando en mi hijo y en que su tía que podría ser su propia madre, pudiera excitarle. Seguía dándole vueltas al asunto cuando noté que tenía los pezones duros como piedras y las bragas empapadas y ya solo tenía una idea en la cabeza, necesitaba que me follaran y quería que fuera mi hijo. No estaba indignada porque mi hermana se estuviera follando a mi pequeño, sino porque no era yo la que estaba en su lugar.

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Me llamo Pepa, tengo 39 años, divorciada y con dos hijos. Una niña y un niño de 19 años, aunque suene raro en estos momentos de crisis donde lo hijo no salen del hogar materno pasados los 30, mi hija se emancipó marchándose con un hombre que casi le doblaba la edad, o sea, de la mía…, ahora solo queda en casa mi hijo Daniel. Me considero una mujer normal con mucho cachondeo en el cuerpo, como corresponde a una hembra del sur de España. No estoy gorda, pero tampoco flaca… mi cuerpo es como os lo diría… especial. Soy lo que podríamos describir como una mujer abundante de caderas anchas y un culo que ha visto mejores días, grandioso, con unos muslos enormes, tengo bastante barriga y algunos michelines, pero no tengo celulitis, mi piel es finísima y muy blanca. Me considero guapa. Tengo unos grandes ojos oscuros, una boca generosa de labios gruesos. Me depilo el conejito cada semana para que esté totalmente rasurado y es como una almohadilla de grandes y tiernos labios. Por último mis pechos, estoy muy orgullosa de ellos pues a pesar de que son muy grandes son preciosos ¡¡Tengo dos buenas tetas!! Mis pezones son grandes y oscuros y no están apenas caídos a pesar de mi edad y mi peso. Forman un canalillo muy sensual y a mi hijo le vuelven loco. Me pongo terriblemente caliente cuando juega con ellos.

Mi vida matrimonial no fue lo mejor de mi vida, supongo que después de más de 15 años de casada el amor sale por la ventana. Llevo cuatro años divorciada, y creo que estoy para romper braguetas todavía. Me divorcié por aburrimiento del uno con el otro, manteniendo sexo una vez cada dos o tres semanas y poco más, no era suficiente para compensar las frustraciones.

Mi hijo no es un chico normal ya que tiene un paraplejia que le afecta a los músculos de las piernas, debido a ello es más bien tímido de pocos amigos, no es para nada un jovencito por el que una mujer perdería los papeles, O eso pensaba yo…, pero yo no soy una mujer cualquiera, soy su madre. Hace deporte y es el capitán de su equipo de baloncesto adaptado, con dos campeonatos nacionales a sus espaldas. Y por otro lado está la otra protagonista de esta historia, mi hermana menor Julia, tiene 38 años y soltera con un hijo…, Zigor. Supongo que su vida debe ser muy parecida a la mía, solemos contarnos pocas intimidades. Nos parecemos bastante, aunque ella está algo más maciza que yo, sus tetas son más grandes y más caídas, con un culazo firme tremendo… no me extraña que tenga tanto éxito con los hombres jovencitos.

Estas Navidades pese a la dichosa crisis nos vimos para pasar las vacaciones en la casa de nuestros padres. Ellos viven en un pequeño pueblo de la costa de Cádiz, tienen un cortijo solariego con caballos, y vacas, con un patio inmenso trasero al estilo andaluz y suficientes habitaciones como para acoger a toda la familia. Aunque la verdad es que no fuimos todos, faltó mi otra hermana con su esposo, mi hija y los dos sobrinos. De tal modo que solo mi hermana Julia, mi madre, mi padre, mi sobrina Ana y su novio, mi hijo y yo…la mitad de la familia. En la casa de mis padres había suficientes habitaciones como para que cada uno ocupara una. El que mejor parado salió fue mi hijo, que se quedó con una habitación que había en el patio, estaba retirada de la casa, y allí nadie le molestaba.

Hacía un calor inusual para esas fechas… y en tales circunstancias era normal que las mujeres estuviéramos con muy poca ropa, yo casi siempre llevaba un vestido o un camisón que cubría poco más abajo del culo, y debajo solo bragas, lo mismo que mi hermana. A mi sobrina y al novio, era raro verlos, solo aparecían para dormir, y siempre bien entrada la mañana. Mi hijo tenía lo necesario en su cuarto, así que tampoco lo veíamos mucho por la casa. Por lo menos esos primeros días, sirvió para que mi hermana y yo, volviéramos a retomar un poco nuestra relación después de años separados cuyo motivo fue su preñez a los 16 años, estábamos con nuestra madre y reíamos y charlábamos las tres. Almorzábamos temprano, y luego cada una nos íbamos a dormir un rato la siesta, ya que el calor era bastante insoportable. El dormitorio de mi hermana y el mío estaban en la planta de arriba, y los dos tenían ventanas al patio. Podía ver la puerta del cuarto de mi hijo desde mi ventana.

Una tarde, mi hermana se había quedado a recoger la cocina, se había ofrecido ella misma, lo normal es que lo hiciera mi madre. Yo había subido a mi dormitorio, me había echado en la cama y me había quedado adormilada, cuando desperté había pasado más de una hora, me asomé a la ventana y vi como mi hermana Julia salía del cuarto de mi hijo. Me sorprendió, no es que tía y sobrino se llevaran mal, pero nunca le había visto un gesto así a mi hermana para con él. Tampoco le di más importancia. Al día siguiente mi hermana volvió a ofrecerse para recoger la cocina después de almorzar, me sorprendió que no quisiera que mi madre se quedara para ayudarla, dijo que nos fuéramos a descansar que ella se encargaba.

Apenas había subido al dormitorio y estando cerca de la ventana, vi como mi hermana se dirigía al cuarto de mi hijo de nuevo, entraba y cerraba la puerta. Aquello me parecía raro, dado que no compartían dormitorio, aun así en ningún momento pensé en nada sospechoso que pudiera pasar dentro, me eché en la cama y volví a quedarme dormida, más de una hora después y ya con un poco de curiosidad me asomé de nuevo y vi como mi hermana volvía a salir. Dos días seguidos y había estado más de una hora con mi hijo en plena siesta….Había sido un jueves y un viernes, y durante el fin de semana nada ocurrió, pero sin saber porque, no dejaba de darle vuelta en mi cabeza, qué demonio haría mí hermana con mi hijo en su cuarto.

Cuando llegó el lunes, estaba impaciente para que llegase la hora de la siesta, me parecía todo raro, porque durante el tiempo que mi hermana estaba con mi hijo, no notaba ningún tipo de complicidad, actuaban los dos como siempre. Me las ingenié para entrar en el cuarto de mi hijo por la mañana cuando él no estaba y preparar la ventana para dejar un hueco por donde mirar, esperaba que no se diera cuenta y no lo tapara. Llegó el almuerzo y como los días anteriores, aunque ya se había convertido en una rutina, mi hermana se quedó sola recogiendo la cocina. Me quedé espiándola en el salón, no me había visto.

Apenas diez minutos después la vi salir para el patio, se giró y estuvo a punto de verme, tanto sigilo me estaba sacando de quicio. Desapareció en el patio, esperé a que llegara a la puerta del dormitorio de mi hijo para aventurarme a entrar. Entró sin siquiera mirar para atrás, me acerqué despacio y casi sin respirar, cuando llegué a la ventana, asomé la cabeza por el hueco que había dejado y me encontré a mi hijo sentado en la cama, mi hermana debía seguir cerca de la puerta ya que aún no la veía. Daniel sin duda la miraba, tenía los brazos estirados y las manos apoyadas en la cama por detrás de su cuerpo, no llevaba camiseta, y no me había dado cuenta, hasta que no apartó un cojín que llevaba sobre su regazo, estaba desnudo, su polla o más bien decir su pollón quedó a mi vista, me quedé sin respiración, lo tenía duro, tieso, apuntando hacia arriba, era más grande de lo que hubiera imaginado… siempre se la había visto relajada y la verdad es que hacía mucho que no veía a mi hijo desnudo, ya no sabía cómo lo tenía.

De pronto mi hermana apareció, se quedó justo delante de él y se agachó, estaba en cuclillas, no tardé en ver como se llevaba el cipote de mi hijo a la boca y comenzaba a hacerle una soberana mamada. Creo que estuve a punto de dar un grito, no sé cómo me contuve, me retiré un momento de la ventana para recobrar la respiración. No sabía qué hacer, estaba a punto de entrar y cantarle a mi hermana las cuarenta, pero un ruido en el interior me hizo volver a mirar. Mi hermana se había levantado y se estaba sacando el vestido por la cabeza, su cuerpo solo cubierto por las bragas quedó ante mí, sus grandes tetas le colgaban, su cuerpo se mantenía estilizado con las redondeces que te da la edad, me sorprendió que no tuviese todavía estrías en sus rollizas piernas, estaba a punto de entrar cuando…. Me fijé en la cara de mi hijo, era de puro gozo, tenía su cipote en la mano cual cetro majestuoso, se pajeaba la tranca despacio mientras miraba embelesado a su tía.

Ésta contorneaba su cuerpo… se bajó las bragas y se la tiró a la cara, ambos rieron y de pronto vi como mi hermana se subía a horcajadas sobre mi hijo y con la guía de su mano se incrustaba la polla en su gordo y negro coñazo totalmente depilado a excepción de un triángulo en el pubis. Los dos soltaron un gemido de verdadero placer, creo que ese gemido me desarmó por completo. Tenía la visión de las piernas de mi hijo colgando de la cama, y el culazo y el coño negro rasurado de mi hermana, se podía ver como se frotaba con la polla de mi hijo…se la incrustó suave, para ir subiendo y bajando poco a poco. Se veía salir y entrar a un ritmo vertiginoso de su interior en pocos segundos, mientras él se afanaba por morder, apretar y chupar las grandes ubres que le colgaban a mi hermana delante de la cara, esta no paraba de gemir, verla así hizo que mi cuerpo temblara. Esa perra debía de lubricar bien el coño para lograr ese ritmo en tan poco tiempo.

Sentí como mi interior se removía por completo, tuve una bocanada de calor que recorría todo mi cuerpo desde mi bajo vientre. Me sorprendía la agilidad de mi hermana para cabalgar sobre mi hijo, no se cansaba, brincaba y saltaba sin parar hundiéndose hasta los huevos la polla de mi crío en su gordo y mullido sexo. Más de diez minutos así, cambiaron de postura, mi hermana se tendió poniéndose de lado, y mi hijo se colocó detrás… le había cogido la pierna por la rodilla y se las tenía completamente levantada frente a mí con mi niño ocultado por mi hermana giraba la cabeza buscando la boca deseosa del macho que la estaba empalando…. De esa manera podía ver como la gran verga entraba hasta los mismos huevos formando una gran bola compacta de su escroto…, en esos momentos debía tener las pelotas llenas de leche. Completamente asombrado no podía creer que mi hermana aguantara de esa guisa, verle la cara me estaba llevando a mí también a desear recibir lo que estaba acogiendo ella, aunque fuera mi hijo quien se lo estuviera brindando, podía ver el gozo de mi hijo.

Gemía, y chupaba la lengua en una lujuria pertinaz que nunca hubiese imaginado en mi retoño, añadido a su discapacidad de movilidad, pese a ello se la estaba follando como cualquier chico normal… algo así nunca me lo habían hecho, y tenía que ser algo placentero por los gemidos que daba la zorra de Julia, además de la rabia con la que le incrustaba la polla hasta los huevos. Mi hermana cerró los ojos y levantando la cabeza sentí como se corría, la cara de placer de la puta hizo que me avivara en un orgasmo empático, a la vez que ella. No me había dado cuenta pero tenía dos dedos en el interior de mí apretada vagina, sentía el fino vello que cubre mi chocho sobre la palma de mi mano y como me afanaba en meterme los dedos todo lo que podía a la vez que rozaba con ellos mi clítoris. Mi hijo no aminoró, la embestía con fuerza, le había soltado las piernas ajustado sobre su espalda le incrustaba el falo a todo ritmo, apretaba y llegaba a morder literalmente sus tetas que ella misma le mantenía al alcance con sus manos, las piernas de mi hermana se habían doblado alrededor de las de mi hijo abriéndose el culo para que él la jodiera a pleno placer…, eso hacía que las embestidas de mi hijo fueran muy profundas, lo notaba por cómo se hundía la polla de mi hijo, y por la cara de gozo de mi hermana. ¡¡Y por los gemidos de mi hijo que parecía a punto de acabar!!

La corrida de mi hijo no se hizo esperar, unos segundos después veía como por los gritos que daba le estaba soltando toda la leche en su interior, ella intentaba apagar esos gritos con su boca, podía ver cómo incluso se mordían con fuerza chupándose la lengua en total jauría de lujuria…, la corrida de mi hijo tenía que ser bestial, porque incluso mi hermana no dejaba de pedirle más y más…. Se acaba de correr, pero ni siquiera se la había sacado, seguía moviéndose primero despacio y poco a poco acelerando sus embestidas. Volvieron a cambiar de postura, mi hermana se la mamó un momento, podía ver la cara de golfa de Julia, no me extrañaba que le gustara tanto el sexo, lo estaba gozando. Se amarró el cipote a Daniel y en nada se lo metía por completo…, la polla de mi hijo en la boca de mi hermana era succionada. Podía ver como movía los mofletes, y como intentaba casi en vano meterse la polla hasta los huevos, la tranca de mi hijo era más grande que la de su padre, estaba segura que yo tampoco hubiera podido meterme ese instrumento en la boca por completo. ¡No me podía creer lo que estaba viendo!

Mi hijo volvió a tenderse en la cama y mi hermana volvió a subirse a horcajadas sobre él, ahora tenía de cara a ella, podía ver cómo le bailaban las tetas y como la polla de mi hijo se perdía en su interior, podía ver la abundante corrida rezumar en su coño, y como a mi hijo le gustaba tirar de los pezones de sus grandes ubres que se movían sin parar delante de su cara. Se podía ver la cara de felicidad de mi hermana, me estaba volviendo a excitar de solo ver como gozaban ese par de fornicadores sin moral. Gemían y reían, algo le dijo mi hermana y esta paró un momento encima de él, se movía en círculos sobre la polla de mi hijo, mientras lo miraba poniendo cara de verdadera golfa. Se levantó y se giró dándole la espalda, se volvió a meter la polla mientras mi hijo abría sus gordas nalgas… de nuevo la gorda y tiesa verga de Daniel desaparecía, y cómo a mi hijo le gustaba ver el agujero negro y estriado del culo de ella. Mi hermana paró y con su mano se sacó la polla, apuntó al agujero de su trasero y vi como poco a poco se iba sentando sobre él, en ese momento volví a correrme.

Yo misma sentía como apretaba mi esfínter, lo apretaba y aflojaba como si estuviera intentando tragarme yo misma ese badajo en mi interior, no dejó de bajar hasta que la polla de mi hijo desapareció por completo. Luego, subidas y bajadas con fuerza y rapidez. A la puta de mi hermana le gustaba que le dieran por el culo. Nunca lo hubiera imaginado. Mi hijo no tardó en correrse, y mi hermana no dejó de subir y bajar hasta que la polla de mi hijo se salió por si sola de su gordo trasero. Por un momento pude ver el dilatado ojete que se le había quedado, sin duda algo así debía dar placer y dolor de verdad. Julia se giró y como si le fuera la vida en ello comenzó a mamar la polla de mi hijo mientras podía ver su gordo y pegajoso coño, y el ojete rojo de tanto abrirse, tenía las nalgas rojas y algunos cardenales en el interior de sus muslos, que sin duda debía habérselos hecho mi hijo con la fuerza con la que la embestía con sus orondos testículos. La polla de mi hijo volvía a retomar su dureza.

Mi hermana parecía satisfecha. Se levantó de la cama no sin antes dejar que mi hijo volviera a exprimir literalmente sus dos grandes globos, bajo las risas de ambos. Se colocó las bragas y antes de que se colocara el vestido salí disparada para mi cuarto, nada más tumbarme en la cama tuve que meterme dos dedos y sentir como me corría con espasmos, incluso imaginando la polla de mi hijo incrustada en mi trasero.

Tras el espectáculo de alto contenido lascivo, porno duro con el que nunca contaba pudiera pasar entre Daniel, un chico de movilidad reducida de cintura para abajo, y Julia la Puta de mi hermana…, mi atracción por mi hijo se incrementó y entonces fue cuando decidí entrar en el juego. La jugada sería sorprenderlos en plena fornicación y con las mismas envilecerme contra mi hermana y chantajearlos…, a mi hermana con el escándalo familiar como pervertidora de chicos influenciables, y a mi hijo con darme sexo a cambio de mi perdón. Un día después me puse alerta y cuando oí los ruidos sospechosos en plena jodienda me fui para el cuarto de mi hijo y esa noche cacé a mi hermana Julia montada sobre Daniel cabalgándolo como una buena amazona del sexo. Me indigné lo justo para llegar a un acuerdo con mi hermana y a un pacto de mutuo amor con Dani. Sorprendentemente alegró a Julia casi tanto como a Daniel y a partir de ahí comencé a follarme a mi hijo día sí y día también cada vez que nos apetecía, hasta que pasados unos meses me preñó, y aun así continuamos follando a dos semanas del parto…. Cinco meses antes mi hermana dio a luz a una niña, lo que significaba que ya estaba preñada esa misma Navidad, pero ¡¿De quién?! No sé, en mi familia tras el gran escándalo del embarazo de Julia a los 16 años, el mío con 19 estando solteras ya nadie pregunta por el padre, los bebés llegan a casa, se les quiere, cría y se les da la oportunidad de disfrutar de la vida.

Aquella aventura puesta en orden más que de sobra, dejó a las claras que mi hijo ya era un hombre con sus necesidades adultas. Hablamos mi hermana y yo sobre Daniel, y si en verdad a ella le lleva a follar con chicos adolescentes por puro morbo, con mi hijo fue especial…, él necesitaba desfogar su testosterona y sentirse hombre, en ello le ayudó Julia, pero ahora tendría que ser yo quien cogiera el relevo… Así me lo dio a entender, y así lo haría, porque una es mujer antes de ser madre y mis necesidades andaban mal cubiertas. ¡Mi conejo tiene mucha hambre!

**************************




Estando solos mi hijo y yo en casa, al pasar por delante del cuarto de baño, me di cuenta en el reflejo del espejo que estaba masturbándose. Todas las madres sabemos que nuestros hijos se hacen pajas, pero esa vez al pararme junto a la puerta me pareció que le oía decir mamá entre jadeos. Tras la conversación con Julia, no me extrañaba esos deseos hacía mí, pero fueron sonidos entre balbuceos y podría haber dicho otra cosa, creí que no lo había oído bien así que me fui a la cocina. Al poco rato mi hijo salió del cuarto de baño y vino a la cocina, sin decirme nada me abrazó, me agaché un poco y me dio un beso en la mejilla, junto a los labios al tiempo que yo le daba otro bien sonoro…

      ¡Qué guapa eres mamá, si no fuera tu hijo, me casaba contigo!

No sé cómo pasó, pero me puse muy cachonda…yo su propia madre poniéndome como una perra excitada. Seguía dándole vueltas al asunto desde la Navidad, en esos pensamiento siempre me notaba los pezones duros como piedras y las bragas empapadas. Comenzaba a tener solo una  idea en la cabeza, porque yo necesitaba perentoriamente que me follaran como a una perra en celo, y deseaba matar dos pájaros de un tiro con mi hijo. Dejé la cocina y fui a mi habitación, al pasar por el salón me acerqué a mi hijo por detrás del sofá donde estaba sentado y acariciándole el pecho, le di un beso en los labios con un poco de lengua, solo la punta, mientras le decía…

      Cariño, me ha gustado mucho lo que me has dicho en la cocina. Y si yo no fuera tu madre…. te comería todito entero. Eres un chico muy guapo y apuesto….

Lo dejé en el sofá notando como empezaba a tener otra erección y me metí en mi habitación para ponerme sexy. Me coloqué unas bragas blancas minúsculas, fácil de apartar a un lado de mi coño, que dejan ver mi precioso y pelado coño, y un sujetador sin copa que dejan mis tetas como si estuviesen al aire, me pinté los labios de rojo Rusia y solté mi cabellera sobre mis hombros. Por encima me puse una bata de estar por casa nada excitante. Como ya me imaginaba, mi hijo, no tardó ni cinco minutos en volver a meterse en el cuarto de baño, iba a volver a pajearse, pero esta vez no le iba a dejar, su leche iba a ser para mí. Llamé a la puerta justo después de haberla cerrado… contestó con voz entrecortada que estaba ocupado.

      ¡Abre mi amor, es una necesidad urgente!

      Está bien, espera un segundo.

Abrió la puerta y sus pantalones de pijama no podían ocultar su gran excitación. Ver aquel bulto, me puso todavía más cachonda. Joder qué pedazo de cipote se ocultaba bajo la tela del pantalón.

      ¿Qué estabas haciendo ahí encerrado?

      Nada que tenía un apretón.

      Sí, ya veo cuál es tu apretón… es obvio que te aprieta bastante ese pantalón. Lo mismo se te ha quedado pequeño… sin darme cuenta has pegado el estirón. – Miré a su bulto.

      No sé a qué te refieres mamá… yo… bueno estaba.

      ¡Calla hijo!, ¿Acaso crees que las madres no sabemos qué les pasa a sus hijos adolescentes? Y tú no eres tan distinto a los demás… – Le dije mientras le acariciaba su polla.

      Mamá, ¡¿Qué haces?! – No sabía qué hacer ni dónde meterse

      Mira cariño, he estado hablando con tu tía Julia y en lo que te conviene en estos momentos. Yo solo he querido lo mejor para ti toda la vida, y no me he dado cuenta que has crecido y te has convertido en un hombre. Mi hermana me ha hecho ver que tienes tus necesidades y no tienes novia que te las atienda, así que he pensado en lo que te he dicho antes y la verdad no me importa ser tu madre, porque te comería igualmente.

      Pero mamá con la tía solo fue un arrebato, yo no quería que te enterases de esa manera…

      No te preocupes mi amor, no estoy enfadada por cómo te follaste a mi hermana, al contrario, me he dado cuenta cuanto te tenía desatendido y que tú al igual que yo necesitamos lo mismo… tú como hombre y yo como mujer.

      Yo cuando te he dicho eso en la cocina no pensaba…

      A mí me parece que sí, porque mira que dura se te ha puesto la polla… y sinceramente yo  me he puesto muy caliente solo con verla… con mamá no tienes que poner excusas por necesitar tener sexo, tu madre también lo necesita y mucho

      ¿De veras? No pensaba que tú… bueno que lo necesitaras tanto.

      ¡Pues ya ves mi vida… estoy loca porque me folles! Llevo años sin que entre una verga en mi coño, y lo necesito más que el respirar desde que te vi follarte a mi hermana en estas vacaciones de Navidad.diciendo esto, retiré mi bata y le dejé ver mi esplendoroso cuerpo aderezado con la mejor lencería que tenía en casa. Se quedó como hechizado mirándome como un bobo sin saber qué hacer o decir hasta que me soltó…   No te puedes imaginar lo mucho que he deseado que esto pasara, ni en mis mejores pajas me imaginaba algo así, mamá. Siempre me han gustado las mujeres maduras, y eso es por ti. Tienes un cuerpo precioso y escandalosamente apetecible… ¡¿no entiendo como no has follado más en estos años que estabas sola?!

      Gracias mi amor por tus piropos y tus atenciones. Tú también me gustas mucho como hombre, y como ya no eres un niño, no me siento tierna para mimarte, hoy quiero ser tu perra en celo… Necesito un semental que me clave su dura polla y me llene de leche.

      Te voy a dar tanta leche que vas a explotar mami.

Fuimos a mi habitación y lo tendí sobre la cama de matrimonio abrí mis piernas y me senté sobre él, solo notar como la polla de mi hijo entraba en mi húmedo coño, me corrí de gusto al cabo de un minuto siendo horadada por aquel cipote que me llegaba a los más hondo de mis entrañas… y él también se corrió al estrangular su polla con mis convulsiones vaginales. Su semen salía a borbotones de su verga rellenando mi coño… sí, eyaculaba tanta que notaba como me llenaba el útero. Pero fue tan fugaz que a mi niño no se le bajó la erección… su miembro seguía duro como un palo, así que lo volví a meter en mi coño, mientras jugaba con mis tetas. Sentí las manos de mi hijo en mis caderas, como sus dedos se hundían en mi carne, como me apretaba con fuerza las nalgas, clavándome sus uñas y yo me moría de deseo. Hacía años que no me ponía tan caliente como una perra en celo. Cogí sus manos y las llevé hasta mis tetas de pezones duros.

      Por favor, juega con ellas, masajéamelas, me excita tanto sentirte tan macho…

      Quiero comérmelos mamá, quiero mamar de esas tetas que me alimentaron de pequeño.

Empezó a trabajarme las tetas con total dedicación mientras yo clavaba mis uñas en sus pezones, estirándoselos y rascándoselos de pura lascivia, ya no era mi hijo, era mi hombre y semental.

      Así, cariño, como me gusta la manera en que me posees…, que bien te follas a mamá.

      ¡Joder! Es que tienes el coño más caliente que he probado nunca ¡Follas como una PUTA!

Me desconcentré al oír a mi hijo llamarme puta, pero no hice demasiado caso y empezamos a movernos cada vez más deprisa hasta que noté que su leche se agolpaba en su glande a punto de estallar…duro e hinchado, entonces me bajé de él mientras le decía:

      ¡Eso es! Llámame PUTA, Cariño…  y córrete en mi cara igual que a las putas del porno.

      Mamá, que cachonda eres… ¡Vas a chupármela y tragarte la leche de tu hijo!

      Sí dámela… mamá es tu PUTA y la dueña de tu leche.

La primera explosión me dio de lleno en la cara, su lefa colgaba de un mechón de mi cabello, la segunda ya no la dejé escapar sellando su glande con mis labios. Succioné todo el contenido lácteo de sus productivos testículos, y devoré aquel miembro hasta que se quedó flácido y vacío. Luego colocándome otra vez sobre él pasé mis manos por mi cara recogiendo los restos de su semen y comiéndomelo con gula le dije…

      ¡¿Está satisfecho mi macho?! ¿Mamá le ha dado placer a la gordita de su niño…?

      Me has dejado totalmente a gusto mamá… por ahora pero creo que mi polla se va a acostumbrar a ti muy rápidamente, después de follar con una mujer como tú las demás no me van a excitar tanto, además tu eres mi madre y eso es insuperable.

      Pues ya lo sabes aquí tendrás a mamá abierta siempre para que la uses cuando quieras.

Hace ya tres años de esta historia y siguen follando como locos… con un preñado de por medio, que llegó para el 9 de diciembre, una niña que fue “El regalo de Navidad” de mi sobrinito a su madre.

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