No había pensado en el regalo de Navidad para mi sobrinito… en estas fiestas es común ver a familia que no vemos durante todo el año y decidí pasarlas con mi familia. Mi hijo no estaría conmigo por distintas razones así que decidí pasarla con mi familia. Más concretamente con mi padre y hermanos. Mi hermana fue pero sin su hijo porque el viajaría a Canadá por un concurso que había ganado en la universidad. Mi hermano llevó a sus dos hijos Manuel y Jorge un muchacho con impedimento para caminar, pero en todo lo demás era un chico muy normal. Practicaba basquetbol en silla de ruedas y era muy bueno. Tengo entendido que era el capitán del equipo e incluso estaba becado por ADO. Los chicos de su equipo contaban con un par de campeonatos gracias a él. Es un muchacho algo tímido pero a pesar de eso es muy alegre. Siempre tenía la pesada carga de tener que ir a todos lados en silla de ruedas.
Cuando llegó lo saludé dándole un beso. Yo fui a la fiesta con un vestido rojo de una tela muy delgada y sin sostén. El escote de mi vestido era muy provocador y abierto. Dejaba ver mis tetas casi por la mitad y por el frio, mis pezones se remarcaban bajo la delgada tela roja. Hace mucho que no lo veía y se había puesto muy guapo. Se parecía algo a mi hermano pero mucho más a su madre que era una mujer muy atractiva y guapa. Esa noche Jorgito, como yo le llamaba con cariño llevaba una loción que me había hecho aspirar profundamente su olor.
– Hueles muy bien mi amor.
– Muchas gracias tía, es una nueva loción.
– Debes de traer a todas las chicas locas.
– No tía, que va, por esta silla me es muy difícil conseguir novia.
– No digas eso corazón, una silla no es motivo para que te sientas menos.
– Eso lo sé, pero tal vez las chavalas no piensan igual que tú, tía Julia.
Yo le tenía mucho afecto a Jorgito porque me
despertaba mucha ternura. Parecía tan frágil en ese entonces… pero esta vez no
era su cuerpo el que se encontraba en un estado de vulnerabilidad si no su
corazón. La Nochebuena comenzó con una rica cena. Pavo, langosta y carne asada.
Un verdadero festín digno de cualquier rey fue el que nos alimentó a todos los
miembros de la familia García. Hablamos y nos pusimos al día sobre la
vida de cada uno hasta que nos aburrimos el uno del otro. Después de
algunas copas me puse a hablar con mi sobrino más querido Jorgito. Él no bebía
nada solo refresco.
– Oye mi amor, estamos de fiesta, bebe un poco –dije mientras le entregaba mi vaso
de whisky. – Me agaché un poco ya que estaba en su silla y el fijo su mirada en
mi vestido, directo a mi escote – Perdón mi amor, a veces estas cosas viejas
se desbordan un poco de mi escote, dije.
– No tía, para nada eres vieja…. Tú te sigues siendo muy atractiva.
– Eres muy dulce mi amor.
Nos quedamos charlando por horas acerca de su
universidad, sus amigos, lo que hacía mi hijo en la suya hasta que llegamos a
la zona peligrosa. Mi sobrino ya se había tomado tres wiskis y se veía
notablemente mareado. Sus padres se habían ido a dormir a un cuarto de visitas
ya que todos esa noche habíamos bebido demasiado para conducir y en ese día del
año es imposible conseguir un taxi por lo que decidimos quedarnos todos en casa
de mi padre. Apenas pudiendo hilar las palabras torpemente me pregunto después
de horas hablando.
– ¿Tía, tú tienes un novio?
– No mi amor, todos los hombres son unos patanes y canallas…
–
No todos somos así tía.
–
Tu no mi cielo, tienes razón, tú eres
un príncipe hermoso. Me refiero a todos esos resabiados de la vida que buscan
pareja para pasar la noche y si te he visto no me acuerdo.
–
Gracias tía, tú también eres
hermosa, eres la mujer más bella y sensual que he conocido en mi vida entera.
El alcohol le había dado algo de
valor a sus palabras. Mi padre vino a la sala para decirnos que se iba a dormir
y que no nos desveláramos demasiado. Yo aproveché para subir un poco de tono la
conversación. Sabía que mi sobrino deseaba estar con una mujer. Por lo que
podía deducir él no tenía novia, pero no quería preguntárselo para no hacerlo
sentir más triste. Aunque acerca de su virginidad no tenía ni la más remota
idea de cuál era su estado. No sabía si permanecía virgen o ya alguna chica
había robado su castidad. Me tome el whisky entero para tomar un poco de valor
y preguntarle cosas más atrevidas.
–
¿Dime Jorgito, tú has estado con
alguna de tus novias en la cama? – Pregunté de sopetón para salir de dudas. Él puso
una carita algo triste y bajo la mirada. – ¿Qué
pasa mi cielo, te he incomodado mucho con mi pregunta?
–
No es eso tía, es solo que… yo nunca
he tenido novia, esta es la primera vez que me atrevo a aceptarlo, – respondió.
Parecía que estaba a punto de llorar, tal vez motivado un poco por el repentino estado melancólico que el alcohol causa en algunos.
– No te preocupes cariño, ellas no saben lo que se pierden, cualquier mujer daría lo que fuera por estar al lado de un chico tan apuesto y dulce como tu mi amor… eso sin contar con lo inteligente que eres, – dije. El me miró secándose una lágrima que brotaba de su ojo. – No llores mi amor. Mira a Stephen Hawking … si ese tipo está casado, tú que estás cañón no te faltarán niñas que se den de codazos por estar contigo… vamos incluso yo podría estar contigo, dije.
Él se quedó mirando a mi escote y yo aprovechando que mi familia estaba plácidamente dormida, quise hacerle un regalo de Navidad a mi sobrino que no olvidara nunca. Me giré agachándome de espaldas a él pidiéndole que me ayudara con el broche de mi vestido. El bajo la cremallera lo suficiente para darse cuenta que no llevaba sostén. Mi espalda quedo desnuda ante sus ojos. El no dijo nada y se quedó quieto en su silla. Yo lo miré excitada debido a las copas de whisky bebidas
– ¡¿Quieres que te muestre mis tetas, Jorgito?!
Indago en su instinto, es una pregunta maléfica con
ventaja para mí, sé que lo tengo fácil con los hombres…. El solo asintió con la
cabeza viendo cómo caía la parte superior de mi vestido.
– ¡¡Tía
tus tetas son muy grandes!! Dijo con agitada voz.
– Tú no lo sabes mi vida, pero cuando
tu madre te amamantaba se le cortó la leche y tú bebiste de mis tetas más de un
mes, – dije – Así que tú y Zigor sois
hermanos de leche…
–
¿Enserio tía, no puedo creerlo?
– Así es, eras un bebé muy tragón y
goloso, te prendías de mis pezones con mucha fuerza y ya no te despegabas… te
encantaba la leche de tú tía, – dije mientras reía – Y a mí me gustaba como succionabas. A veces os daba tetas a ambos a la
vez.
– Que rico debe ser poder chuparlas otra vez, aunque no estén llenas de leche, dijo muy animado.
–
Anda nene, ayúdame a sentarte en el
sofá cama, solo espérame para poder prepararlo y que puedas dormir cómodo aquí,
le prometí a tu madre que lo pondría para que duermas cómodo.
Traje algunas mantas y sábanas enseguida y desarme el
sofá para convertirlo en una cama confortable. Todos dormían tranquilamente en
la segunda planta. Puse algunas colchas encima del colchón y él se trasladó
desde su silla al colchón sin mi ayuda.
–
Veo que eres muy autosuficiente amor.
– Bueno siempre he tenido que vivir
con esto tía, ya estoy acostumbrado.
– Tal vez ya va siendo hora de que
alguien te reconozca como lo que eres amor… ¡¡Un hombre!!
Me quité todo el vestido quedando solo en mi tanga rojo de encaje muy sexy y pequeño y mi collar de oro que caía en medio de mis tetas adornado el canalillo. Él no podía creer lo que sus ojos veían. Yo con mi mano lo empujé lentamente para que se recostara en la cama y él lo hizo quedamente. Le quité su pajarita tan elegante y muy lentamente fui desabrochando su camisa mientras besaba su cuello. Cuando por fin terminé con los botones, saqué su camisa de ese cuerpo atlético, y me recosté encima de él poniendo mi pezón derecho en su boca y al oído dije…
– ¡Chúpalo como cuando eras chiquito mi vida!
El comenzó a mamarlas como un loco, lo hacía
apasionadamente y sin control mientras amasaba mis dos tetas con sus manos,
chupaba hambriento de mis pezones. En ocasiones cambiaba de lado queriendo
devorar ambos pezones con glotonería, como quien cree le va a faltar alimento,
la mamaba, succionaba y hasta la mordisqueaba de pura ansia… Yo le retiré la
teta como a un niño y comencé a besarle el pecho y fui bajando lentamente. Lo miraba
mientras lo hacía y el solo cerraba sus ojos tiernos interiorizando todo el
gozo que su tía favorita le estaba otorgando. Quité el cinturón de su pantalón
y le ayudé para quitárselo. Quedó solo en un bóxer muy grande, lógico para
albergar tamaña polla… tenía un bulto muy duro dentro de él…, típico de la
familia. Todavía no había encontrado a ningún macho que se apellidara García
que no tuviese un pollón de menos de 20 cm, todos tenían vergas como de caballo.
Se lo bajé y salió una estaca digna de un empotrador nato… su verga era muy grande
algo parecido a mi hijo, debido a que teníamos historia de negros esclavos
africanos llevados por los españoles a los campos de Venezuela, nuestra sangre
mandinga, era portadora de la genética de enormes cipotes en los machos de la
familia.
Tenía un glande muy morado y ancho y su pre eyaculación ya brotaba de él. Sin dudarlo la chupé y recogí con mi lengua para probarla. Era increíble su dulce sabor… invadió mis papilas gustativas. Comencé a darle varias chupadas apretando mis labios alrededor de su capullo joven y de casta, recorriendo todo el tronco interminable hasta llegar a su bolsa testicular. Como buen semental, sus bolas eran ciclópeas y su producción espermática su auguraba colosal.
– Tía no sigas con eso, voy a llegar si sigues así, – dijo mientras rechinaban los dientes.
Sus piernas permanecían inmóviles mientras yo
succionaba su polla tratando de extraer aquel fluido virginal, le mamaba el
capullo con fuertes succiones mientras le pajeaba el tronco y le sustentaba las
pelotas con la otra mano…. El pobre chaval no iba a aguantar demasiado para su
primera vez, lo sentí tensarse, hiperventilar y finalmente me tomó de la cabeza
con una mano y gimió ahogando su placer en su mano. Su polla bombeaba y
bombeaba sin parar semen como una fuente en primavera tras el deshielo, los chorros
eran largos y tremendos. Mi garganta quedó llena y mi boca se desbordó por toda
la cantidad de su esperma espeso. Él solo respiraba agitado mientras veía mi sexy
cuerpo con mi boca atiborrada de leche cremosa desbordándose y chorreando por
mi barbilla. Le mostré la boca llena de su lefa y luego me la tomé en un par de
veces saboreándola como una dulce crema de requesón hecha lefa con sabor a
macho, dulce y salada al mismo tiempo. Él no lo podía creer, nunca había visto
algo así y sus fantasías no llegaban a la mitad de lo vivido, ni cómo podía ser
tan PUTA su tía.
–
Eso estuvo muy cachondo tía, – dijo aun respirando con
dificultad – Nunca imaginé que fueses tan
cachonda y que te gustase tanto la leche de macho…
–
Espérate a que sientas esto mi amor, – dije mientras hacía a un lado la
tela de mi chumino hinchado y calenturiento hacia donde apuntaba su polla,
justo a la misma entrada de mi conejo hambriento. – ¡¿Ves este coño…?! Pues te lo vas a follar como es debido.
Mi vagina ansiaba con desesperación la polla joven y casta de mi sobrino. Mi chocho no podía esperar más para recibir la polla jovial de mi sobrino paralítico. Me parecía excitante que estuviera indefenso ante mí y no pudiera escapar. Tampoco podría escapar de mis orgasmos los que estaba a punto de recibir en su boca. Tomé ventaja de su inmovilidad para escapar e introduje su polla dentro de mí. El mordió su labio mientras gemía tiernamente. Era la primera vez que experimentaba el calor y la humedad de una mujer envolviendo su tranca. Mi sobrino cerró sus ojos apretando los dientes y sujetándose de la cama. Parecía que se estaba esforzando mucho para no correrse de ipso facto, al sentir el acogimiento delicado de mis paredes vaginales, candentes y húmedas.
– No tienes que preocuparte por mi corazón, yo quiero que tú goces, este es tu regalo, – Le dije mientras me meneaba hacia adelante y hacia atrás sensualmente follándome al chico.
Mi sobrino me veía moverme y gemir mientras su jovial
polla era dominada por mi conejo veterano en mil batallas. Tuve que
reconocérselo… pudo soportar más de cinco minutos mis vaivenes y eso para un
principiante es mucho. Para ser su primera vez, no estuvo nada mal. Cuando me
seguí moviendo brincando y gimiendo encima de él pude sentir como él se
ensanchaba y yo caía a sentones sobre sus pelotas aplastándolas, al tiempo que
las manoseaba haciéndolo gozar. Sentía al macho hiperventilar con la tensión de
su cuerpo en el deseo de llenarme con su fértil néctar de semental, de manera
que todo ello sobrepasaba su razón. Me tomó de las caderas y sin dejarme
levantarme de un solo empujón me la clavó entera hasta los huevos y descargó
sus grandes testículos en lo más profundo de mí. Notaba los chorros expelerse
en mi útero uno tras otro concatenados en cada convulsión, dejando salir todo
el producto seminal elaborado para tal momento de inseminación… todo ello con una
expresión de completa satisfacción, ese bienestar semejante a cuando orinas
después de aguantarme media hora… ¡Ah! Exclamó el macho atorando mi
fondo vaginal de una ingente cantidad de leche espesa colmada de fértiles bichitos.
No me defraudó tampoco en la cuantía de lefa.
Orgullosa de mi pariente, por hacer honor a la
virilidad familiar, que tan merecida fama nos da en nuestro entorno de
conocidos, le espeté diciéndole…
– Buen chico… ¡Así es como se llena de esperma a una mujer! Pero de esta
forma no lo hagas en tus amigas… de follarlas a pelo soltando tal cantidad de
lefa, sin duda podrías dejarlas preñadas a todas mi amor… – Se encontraba atolondrado del
orgasmo obtenido mientras que yo no me hallaba ni cerca de llegar, por lo que
seguí aprovechando su poca movilidad…. – A
tu tía le gusta mucho que le besen el coño, mi amor, quiero que pongas mucha
atención para que puedas complacer a tu tía favorita como ella te complace a ti,
– dije mientras me levantaba y me colocaba encima de su bello rostro. – Debes meter tu lengua profundo chiquillo,
que yo pueda sentirte moverla como si fuera una lombriz retorciéndose, y no
pares hasta que yo lo ordene, dije autoritariamente.
Él no pensó la respuesta y de inmediato dijo, – está bien.
Abrí con mis manos mi gran chumino y dejé caer sobre su dulce rostro mi culo. Él de inmediato introdujo su pequeña e inexperta lengua dentro de mí. Sus movimientos eran muy torpes y frágiles pero me hacían disfrutar. Yo me movía tratando de violar su carita moviéndome sin dejarlo respirar por momentos. Me encantaba tenerlo bajo mi completo control. Un joven completamente indefenso y haciendo todo lo que yo le pidiera era una de mis mayores fantasías.
– Tía tu coño sabe delicioso, dijo enervado.
– Cállate y sigue comiéndomelo, tú no vas a parar hasta que yo lo diga.
Mientras más pasaba el tiempo comiendo de mi ano, más le tomaba el ritmo. Sus suaves manos acariciaban mis enormes nalgas, mientras su lengua se trasladaba por cada rincón de mis pliegues vaginales llenándolo de placer. Mi sobrino era como un robot que solo recibía órdenes para cumplirlas. Siguió probando mi sabor hasta que después de más de diez minutos masturbándome y sintiendo la humedad de su lengua en mi clítoris por fin me aproxime lo suficiente al borde del éxtasis.
– Sigue mamando mi amor, yo ya estoy corriendo… ¡No pares cabrón…!
Yo estaba meneándome en su cara mientras me masturbaba
violentamente con mis dedos en mi clítoris ayudándole su lengua. Las corrientes
eléctricas habían comenzado a recorrer mi anatomía dándome pequeños choques de
placer poco a poco. Por fin pude llegar al orgasmo dejándolo salir pero
ahogándolo en una pequeña almohada que había llevado hacia el sofá cama para no
ser descubierta. Temblaba y aún seguía encima del rostro de mi sobrino. No
podía parar de temblar mientras el fluido de mi valioso y suculento elixir caía
en su boca y pecho.
– ¡¿Qué es esto tía, te estás meando…?!
– Claro que no mi amor, se llama eyaculación y se debe a que me has hecho disfrutar
mucho. Es como la que tú tienes cuando sueltas su leche, pero en la versión
femenina, respondí. Él la saboreo un poco en sus labios…
– Sabe un poquito dulce tía, muy rico.
– Es bueno que te agrade el sabor chiquillo, lo vas a estar probando muchas
veces.
Mi vagina había despertado su hambre. Ese orgasmo solo
le había servido como un pequeño entremés. Ahora deseaba el plato fuerte. Mi
sobrino ya se había recuperado de su orgasmo previo y debido a su juventud y a
la novedad lo tenía sobrexcitado solo para mí… podía seguir en repetidas
ocasiones por lo que decidía aprovecharlo. Metí dos dedos en mi vagina y saqué
todo lo que pude de mis fluidos para untar la dura polla de mi joven sobrino y
dejarla brillando y reluciente de lubricación. Mi sobrino temblaba con cada
roce que yo daba a su verga con mis dedos. La sensación de sentirse húmedo le
hacía recordar a su tranca donde había estado minutos antes…
– Quiero que esta vez trates de durar más tiempo amor.
– ¿Cómo le hago para aguantar más tía?
– Debes de respirar profundamente y tratar de pensar en algo más no tan
agradable.
– ¿Cómo en que cosa?
– Trata de resolver una ecuación, o recordar el alfabeto al revés.
– Está bien lo intentaré.
– Perfecto, recuerda, lo más importante de todo es respirar, lento y profundo.
Si te lo hace más sencillo, cierra tus ojos para que no me veas follándote.
Seguro que si ves como entra tu polla en mi coño o mis tetas botando te excitas
mucho más y me vacías tus huevos enseguida…
El recostó su cabeza lentamente y yo volví a subirme a su tremendo rabo. Esta vez me decidí a montarlo rudo como una salvaje a trote.
– Voy a ir un poco fuerte esta vez amor, trata de no asustarte, – dije mientras le acariciaba tiernamente su carita. Él me miró y asintió con la cabeza.
Puse en camino su daga rutilante con mi mano… y se deslizo como cuchillo en mantequilla sintiendo la humedad de mi interior. El cerró sus ojitos de nuevo apretando los labios.
– Piensa en otra cosa amor, recuerda respira lento y profundo.
Dije mientras me movía lento arriba y abajo en una follada cadenciosa y penetrante donde todos los sensores de sus pollas estremecían cada terminal nerviosa de mis paredes vaginales. Él me agarro las tetas apretándolas duramente…
– ¡¡Yo también voy a hacerlo duro!! Te voy a tratar como te mereces.
Entonces decidí retomar el control. Empecé a darle
sentones duros a su polla aporreándome el coño con sus huevazos. Mis nalgas
golpeaban su pelvis con fuerza haciendo un sonido parecido al de aplausos
fuertes. Mi ritmo era frenético y salvaje. Puse mis manos en su pecho para
tomar agarre y seguí castigando su joven polla, una verga enérgica preparada
para dar placer a la hembra. Un sentón tras otro el cerraba los ojos y se
sujetaba fuerte de mis pechos.
– Así chiquillo, aguanta así nene, – dije llena de lujuria.
– ¡¡Eres una Gran Puta!! ¡Tía me vas a matar de gusto joder! – Respondió envalentonado.
Lo tomé del cuello y seguí dándole de sentones
violentamente. Él pellizcaba mis pezones que extrañamente completamente erectos
y excitados por la situación. Un joven que era paralitico e inexperto trataba
de llevarle el ritmo a una mujer ninfómana y con un largo camino recorrido
tragando todo tipo de pollas… grandes, chicas, gordas y finas, largas y cortas
de machos más o menos excitados, enérgicos y viriles. Podía notar el esfuerzo
que hacía para no correrse el pobre. Luchaba contra su deseo de sentir el
máximo placer con tal de darme una lucha intensa y probar que no era un chico
inútil. Soportó cada uno de mis embates durante casi diez minutos. Mi vagina se
humedeció de nuevo y pude sentir esa comezón en mi clítoris. Puse mis manos alrededor
de su cuello… lo estrangulé con suavidad, mientras él se sentó y chupo mis
pezones cual bebé hambriento de desesperada lujuria. Yo lo solté y sujeté su
cabeza brincando sentada encima de él en una cabalgada a todo galope empalando
con toda su polla inhiesta.
Nuestros gemidos se escuchaban al unísono mientras
nuestros cuerpos se mezclaban a la par. Pronto sentí el calor que conlleva un
orgasmo de un macho joven, al solo sentirlo pude liberar mi pasión en un
orgasmo también fundiéndose en uno solo. Los dos ahogamos nuestro placer en un
beso apasionado, mezclando nuestras salivas en una lucha encarnizada de las
lenguas, que se retorcían una con otra, al mismo tiempo que sus cojones
expelían la corrida final que dejarían secos sus huevos definitivamente. Nos
comíamos en plena vorágine de lujuria notando su lefa atorarme y mi corrida
expelerse, intentando salir pese a tenerme abotonada la vagina con tan excelsa
polla cerrándola casi herméticamente… allí abrazados en un acoplamiento carnal
de nuestros genitales. Sentíamos la enorme cantidad de flujos correspondidos
entre ambos, unidos y desnudos en aquella pequeña sala. Nuestros cuerpos habían
sido nuestro mejor regalo esa noche.
**************************
Después de una
noche apasionante en navidad, me quedé con más ganas de mi sobrino. Habían
transcurrido algunos días desde nuestro último encuentro y yo no paraba de
pensar en mi sobrino, sobre todo en su verga a modo de consolador. Sin embargo
su ternura, su dulzura y delicadeza al hacerme el amor me tenían enamorada. Él
siempre había sido un chico muy tierno conmigo y verlo de esa manera, tan
deprimido me incitó a querer complacerlo, darle un poco de felicidad y aliento
en su vida. Mi hermana nos invitó a su casa para celebrar año nuevo. Mi hijo y
mi sobrino celebrarían en antros el año nuevo y yo no quería volver pasar otra
festividad sola, así que decidí ir, además me moría de nuevo por verle. No
había pasado ni siquiera una semana y ya ansiaba sentirlo de nuevo dentro de
mí. Me derretía por poder probar de nuevo el dulce sabor de su semen y sentir
esa abrumante excitación al dominarlo sin que pudiera escapar de mí.
Pasaron los días y llegó la fiesta de fin de año. Fui vestida como una auténtica dama de compañía, pero de las de élite, que quede muy claro…no quería ser una puta cualquiera para mi chico. Llevaba un vestido negro con un escote muy prominente en la parte del busto y abierto totalmente de la espalda casi hasta llegar a mi trasero. No me puse ropa interior y llevaba un perfume que olía provocador. En el momento que mi sobrino me vio llegar a su casa, casi se cae de la silla de ruedas. Se quedó impactado, no podía cerrar la mandíbula.
– No te quedes ahí bobo, ven y saluda a tu tía favorita mi amor, – dije mientras me aproximaba a él para poder abrazarlo y sentirlo nuevamente.
Él se sonrió dulcemente y se aproximó en su silla de ruedas a saludarme. Yo me incliné un poco y le dejé ver mi gran escote unos segundos, para que su vista se recreara con mis tetas. Cuando lo abracé sentí de nuevo su calor y pude volver a experimentar ese sentimiento cálido dentro de mi ser. Él no paraba de mirar hacia mi escote, y yo le dije al oído en el momento cuando nadie nos veía, en un susurro que pretendía avivar su libido un poco más…
– No seas impaciente mi amor, esta noche te voy a comer todo y no te me vas a poder escapar.
El no dijo nada, solo me sonrió y asintió con la
cabeza. La fiesta fue muy divertida. Muchos amigos de mi hermana estaban en esa
fiesta y la mayoría trataba de ligar conmigo. Ninguno me parecía lo
suficientemente apuesto o varonil…, pude observar cómo eso a mí sobrino le
molestaba mucho. Sus celos estaban a todo lo que daba, me gustaba, porque eso quería
decir que él sentía algo más fuerte por mí que solo una simple y mera atracción
sexual. La noche de ese día ya estaba casi por terminar. Mi sobrino estaba
hablando con algunos de sus amigos que habían ido a celebrar con él la noche de
fin de año en su casa. Los hombres que estaban en casa de mi hermana ya
estaban muy ebrios y algunos ya se habían puesto algo impertinentes, por no
decir que patanes.
– Oye Julia parece que te gusta provocar a los hombres, ¿porque no te vienes
conmigo y te enseño como hacer gozar a un hombre? Me espetó el imbécil de turno a mí
oído, evidentemente como una cuba. Yo me acerqué a su oído y le dije muy
sensualmente…
– Si me voy contigo nunca te voy a respetar de nuevo cuando vea está miseria
que te cargas mi amor, con esa picha no me podría hacer gozar ni en lo mejor de
su estado…
Tome su pija disimuladamente mientras lo decía y me
reí un poco entre dientes. Él se molestó mucho y se fue. A mí sobrino parecía
gustarle que se hubiera ido y yo por primera vez en toda la noche me había
quedado totalmente sola. Me acerque a los chicos para conversar con ellos donde
se encontraba mi sobrino.
– Hola muchachos, vosotros debéis de ser los amigos de mi sobrino favorito.
Encantada… yo soy Julia, la tía favorita de este muchacho tan guapo, dije mientras lo abrazaba por detrás
del cuello y lo besaba en la mejilla.
– Si señora, vamos a la misma, dijo uno de los chicos que lo acompañaban.
– Bueno pues veo que todos sois muy guapos, pero no más que mi sobrino, dije de manera muy coqueta.
Ellos rieron y estuvimos hablando varios minutos hasta
que tuve que ir al baño, había bebido demasiado y necesitaba ir al tocador. El
baño estaba en la parte trasera de la casa cerca de la habitación de mi
sobrino. Cuando terminé me interceptó mi sobrino al salir.
– Ya se han ido todos, mi madre está recogiendo todo y yo me muero por darte
tu abrazo de fin de año, pero desnudos.
– Primero debo pedirle a tu madre si me puedo quedar a dormir amor, añadí.
Yo estaba algo tomada y caminaba un poco insegura, al
igual que mi hermana que además se estaba quedando dormida.
– Hermanita, ¿Puedo quedarme en tu casa a dormir esta noche…? – Mi hermana accedió sin si quiera
pensarlo…
– No hay
donde puedas dormir, tendrías que quedarte en la cama extra que está por debajo
de la cama de mi hijo.
– No hay problema, no te preocupes por eso, yo me acuesto con él y lo cuido, dije pícaramente.
– Bueno, me voy a dormir, no dejes que mi hijo se desvele mucho.
– No te preocupes por eso, voy a hacer que se duerma bien temprano y caliente.
Mi hermana se fue a la segunda planta de la casa, a su
habitación. Yo me fui a la habitación de mi sobrino…, él ya me estaba esperando
acostado bajo las sábanas sin la camisa. Su erección era notable porque hacía
una gran tienda de campaña. Me comencé a bajar la cremallera del vestido y poco
a poco fui quitándomelo. Mi sobrino me veía como un perro frente a un filete
jugoso. Casi babeaba por tener mi cuerpo. Yo le sonreí y acerqué mi cuerpo
desnudo a su cama. Él no podía retirar ni un segundo la vista de mi figura tan
voluptuosa.
– Tía tengo que confesarte algo.
– Tú puedes decirme lo que quieras mi amor.
– Me gustaría esta noche eyacular en todos tus agujeros…, – dijo tímidamente.
– Esta noche vamos a disfrutar de una manera que no la hemos experimentado
aún.
Me acerqué a él y quité de golpe la sabana de la cama. Estaba completamente desnudo y con una erección tremenda esperando ansiosamente por la humedad y calidez de mi boca. Se masturbaba lentamente para no perder su erección y yo me acercaba muy provocativamente haciéndolo implorar por la cercanía de mi presencia. Por poder sentir el calor de mi piel.
– Ya no me tortures más tía, ven y déjame sentir tu piel.
Me recosté encima de él y mis tetas se aplastaron a su pecho. Me besó muy dulcemente y yo acaricié su cabello mientras mi lengua exploraba la profundidad de su boca. El sabor a vino tinto embriagaba la boca de mi sobrino. Sus besos eran apasionados y había mejorado mucho en su técnica desde la última vez que lo habíamos hecho. La humedad en mi vagina se desbordada y mi sobrino estaba tremendamente duro. Si su polla hubiera podido hablar en ese momento hubiera dicho “déjame entrar por favor”. Tome delicadamente con mi mano su cipote enardecido de más de 20 cm y comencé a masturbarlo suavemente bajo su glande, manejando el prepucio arriba y abajo. Mi mano iba en vaivén continuo con movimientos suaves y eróticos. Él solo me miraba con unos ojos fijos en los míos.
– Bésame de nuevo tía.
Volví a meter mi lengua hasta su garganta y él me acariciaba el cabello apasionadamente. Su polla estaba dejando salir pequeñas gotas transparentes… su pre eyaculación se estaba escapando por la punta y yo me moría por poder probar su dulce sabor. Las mujeres que están leyendo esto no me dejaran mentir, el sabor de la pre eyaculación es la mayor delicia que una mujer puede tener el placer de probar que provenga de un hombre. Fui bajando poco a poco con mis besos. Besé su pecho. Sus lindos pezones los chupaba y besaba muy tiernamente. Él se estremecía con cada uno de mis besos y caricias.
– No puedo aguantar más tía, ¡Chúpamela YA por favor!
No lo obedecí, seguí calentándolo más, besando hasta
el último rincón de su cuerpo. El no ocultaba su deseo por penetrarme y yo por
fin después de varios minutos probé el dulce sabor de su elixir que brotaba de
su joven polla. Él se agarró fuertemente de las sábanas y las apretó en sus
puños con intensidad mientras yo lo veía al rostro y lamía con mi lengua la
punta de su badajo, metiendo la punta de mi lengua en su uretra queriendo
extraer su delicioso néctar.
– ¡Ay tía, que bueno es esto, no puedo aguantar mucho si lo haces así! Gritó.
– Cállate mi amor, puede que nos escuchen tus padres si gritas así.
– No te preocupes tía, cuando mi padres duermen son como roca y no se
levantaría aunque hubiera una guerra afuera de la casa. – Me tomó de la cabeza – ¡¡Tú sigue chupándome la polla tía!!
Seguí mamando su deliciosa tranca de fastuosa talla,
los testículos le sabían almizclados a macho en celo pero yo los lamía como si
fueran el más dulce de los frutos. Los metía a mi boca a ambos al mismo tiempo
y veía como mi sobrino reaccionaba placenteramente. Su escroto era de una piel
muy flexible y tenía un buen par de huevones enormes, una fábrica de producir
leche a gogó….
– Se sienten bien cargados mi amor, dije después de haberlos sacado de mi boca.
– Es que no me he sacado la leche desde que estuvimos juntos tía, me prometí
que mi lefa sería solamente tuya.
Chupé su polla de nuevo y comencé a saborear su glande
haciendo gemir intensamente a mi sobrino, lo succionaba haciéndole un vacío que
lo llevaba a la locura. Lamía con la punta de la lengua el lugar donde se
encontraba su frenillo por la parte inferior. Me introducía más de la mitad de
su rabo sustentando los cojones atiborrados de esperma espeso, fértil y
preparado con un ejército de millones de espermatozoides prestos a la conquista
de mi útero. La mía cada centímetro de su polla y volvía a darle el castigo de una mamada frenética
pajeando el resto del tronco que no me engullía. Aquello no duró más de cinco
minutos y mi chico se tensó, me tomó de a cabeza y gimió como un verraco
semental apretando fuertemente los dientes. De pronto noté como su semen
se desbordó como una ola furiosa dentro de mi boca, un borbotón morrocotudo de
leche cálida me atoró la boca por completo. La caliente y espesa leche lleno
por completo mi boca, como no recordaba en años. Era tanta que por poco me sale
por la nariz. No podía contener tanto semen y se escapaba por las comisuras de
mis labios. Las gotas que traviesamente se salían de mi boca caían en mis tetas
haciéndolas lucir de una manera como las ubres de una mujer en una escena porno.
Froté su leche por todas mis mamas y la que tenía en la boca la bebí con mucha
dificultad por lo pegajosa que estaba…, con la lengua rebañé mis dientes y con
tres tragos pude solventar la gran lechada del chaval.
Él se desplazó con sus brazos a la mitad de la cama y me pidió que me recostara con la cabeza pegada a la pared. Yo hice lo propio y me recosté frente a él. Él acomodo su cabeza entre mis piernas y comenzó a chupar mis labios vaginales. El placer que sus inexpertos labios me daban era realmente cautivante y sorprendente. No podía creer que fuera tan bueno para hacer sexo oral. Tenía un talento natural y parecía un prodigio con esa lengua.
– No pares mi amor, sigue, sigue así de bueno nene.
Él mordía salvajemente mi clítoris con sus labios, que
previamente había pelado con sus dedos, después lo hacía con los dientes
ayudándose de despejar el capuchón con los labios. Yo no pude evitar gritar de
placer disfrutando de la habilidad innata del chico. El siguió chupando mi
clítoris como yo lo había hecho con su pollón. Después bajaba entre mis labios
vaginales buscando mi agujero…
introducía su lengua y me follaba clavándomela. Parecía que se comía una raja
de sandía, roja y jugosa. Volvía a comerse mis labios y de nuevo castigaba mis
pepitilla con mordiscos y chupones que me descuajeringaban el cuerpo. Aguanté
lo indecible, más él que debía de tener la mandíbula insensible de los quince
minutos de comida de conejo, deseaba que durara una eternidad pero el clímax se
acercaba ya…. Segundos después de la primera convulsión previa a mis orgasmo
fatídico, lo tomé de su pelazo y le grité…
– ¡Cómetelo todo chiquito!
Froté violentamente mi clítoris y con la boca
atiborrada a mi coño, dejé emanar mi eyaculación presionándolo contra mi
chumino justo en el momento que brotó como un manantial naciente que mi sobrino
acababa de descubrir. Me corrí sin restricción por toda su cara, gemí tratando
de ocultar mi grito con mi mano izquierda para no ser descubierta, pero era
imposible, mis gemidos se escuchaban fuertemente. Lo mojé por completo con mi
eyaculación y quedó como si se acabara de bañar, aparte de a que se tragó. Mi
macho saboreó toda la que había entrado en su boca y limpió la que había en su
rostro. Se detuvo por unos segundos mientras yo temblaba aún por el terremoto
de placer que todavía pasaba por mi cuerpo.
Él no pensaba dejarme descansar, y yo tenía el coño muy sensible. Volvió a probar mi chocho empapado… temblé y grité por la sensación tan intensa que provocaba su lengua en mi vagina. Yo no podía tomar el consejo que le había hecho a mi sobrino. Tal vez esa noche iba vestida como una Puta de elite pero en la cama estaba gimiendo y actuando como una PUTA BARATA. Me sentía realmente amada y complacida en todos los aspectos. Mi sobrino tenía su verga muy dura, totalmente lista para penetrarme y ahondar a las profundidades más extremas de mi coño. Lo detuve por un momento y lo miré a los ojos. Bésame mi amor, dije mientras me aproximaba a sus dulces labios. Lo besé apasionadamente probando el sabor de mi eyaculación que aún permanecía en sus labios, en su cara. Me excito probar mis jugos mezclados con el sabor de él…, y ya no podía resistir lo que mi cuerpo me pedía a gritos.
– Tómame mi cielo ¡Tu tía necesita que te la folles como a una zorra salida! – Dije a su oído antes de morderlo. Esa noche sería totalmente inolvidable para el chico.
Se presentaba una noche de sorpresas con mi superdotado sobrinito. Después
de haber iniciado juntos nuestra noche, mi sobrino me haría una revelación
impactante. Tras el inicio de nuestro encuentro en año nuevo mi sobrino se
desbordaba en deseo por sentir mi húmedo interior. No quería desperdiciar esa noche. Deseaba con todas mis
fuerzas ser suya y poder sentir sus dulces y cálidas caricias en mi piel
mientras me hacía el amor. A pesar de que su técnica era disminuida por su poca
movilidad su ternura lo hacía diferente. La
experiencia que tenía con él era siempre algo inolvidable. Le besé en la
oreja metiendo mi lengua en ella recostada sobre él. Nuestros pechos estaban
unidos sintiendo el latido del corazón del otro. Su piel tan cálida hacia
entrar en calor a la mía. Mi lengua continuaba horadando su oreja mientras mis tetazas
se frotaban con su pecho. Mis pezones aún estaban sensibles por el orgasmo tan
intenso que acaba de hacerme mi sobrino y el rozarlos con su piel tan joven me
hacía erizar la piel de placer. Después de chupar eróticamente su oreja con mi
lengua varios minutos, le susurre al oído…
– ¡¡Quiero que esta noche llenes mi interior con tu lefa amor!! Hoy es un día
seguro para no preñarme…, y me muero por sentirme llena de ti, quiero sentir el
calor de tu leche en mi útero. Debes saber que es el mayor de los placeres para
un hembra, sentir el semen de un macho.
– Abrázame tía, deseo sentir tu amor por unos momentos…
Nos fundimos en un cariñoso abrazo. El besaba mi hombro y mi cuello dulcemente mientras con sus brazos acariciaba la piel de mi espalda estrechándome fuertemente contra él. Yo lo besaba en la mejilla despacio recorriendo lentamente todo su dulce rostro. Nos dimos abrazos con caricias cariñosas durante varios minutos, en un previo que pocos hombres saben hacer. Le dije tomándolo con ambas manos del rostro y viéndolo fijamente a los ojos…
– ¡Venga cariño, fóllame bien y dame tu leche! ¡Métemela bien dentro mi coño cielo!
Él deseaba hacerlo por el mismo. La conexión que teníamos no podía expresarla con palabras. Era mucho más grande que eso, era un sentimiento superior, su ser tan indefenso me inspiraba tanta ternura y yo no podía esconder más mi pasión por él… He de reconocer que la vergas grandes y oscuras me vuelven loca. Embocó su capullo a mi raja de manera ágil y tan presta que me dejó anonadada. Un poco más empujando el glande encontró el agujero de mi coño con suma facilidad…, entró casi la mitad en una primera inserción, después con dos clavadas más llegó hasta los huevos, enterrándomela entera en la vagina. Sentía como me ensanchaba las paredes internas, como mi vulva se espaciaba dando entrada a su cipote de anchura extrema y mis labios franqueaba la entrada posándose sobre el tronco de más de 20 cm bien encajado en la gruta del placer. Aumentó el ritmo de sus embestidas moviendo mis tensos glúteos cada vez más duros mientras lo hacía. Comenzó a besar mi cuello con su lengua humedeciéndolo, le sujetaba del culo atrayéndolo más dentro de mi coño, lo deseaba todo para mí, en tanto él me abrazaba con sus manos por el cuello, clavándome como solo a una PUTA se le hace. Sin poder resistirme, le acompañé sincronizándonos los movimientos… levantaba mis caderas y las contorneaba como una serpiente, frotando su bálano en el interior de mi coño, entrando y saliendo a la vez.
– ¡Eso es, así…Dámela mi rey, dame ya tu leche caliente, quiero sentirte! – dije mientras seguía contoneándome sin control. Él no decía nada, estaba muy concentrado en no correrse demasiado rápido. – Ya no te contengas más mi amor, no importa si no haces que me corra…, yo solo quiero sentir como me llenas el coño de lefa espesa mi cielo – Con una voz sensual – ¡Eres el mejor semental que he tenido dentro de mi coño! –Le animaba.
El siguió penetrándome más rápido por el movimiento de mis caderas y pronto llegó el momento que yo más esperaba. Un grito fuerte salió expulsado de sus labios, así como su gran corrida con fuerza dentro de mí. El primer lechazo fue tremendo, pues su polla endurecida cambiaba de forma, se había hinchado mientras bombeaba aquella gran descarga de leche fresca y cálida en mi útero. Podía sentir la fuerza de los disparos de su polla contra la entrada de mi cuello uterino. El mientras eyaculaba decía… – mami, mami – Yo me sorprendí mucho por aquel hecho, nunca en todos sus orgasmos había pasado y se me hizo algo muy extraño. Quedó exhausto, agotado, por tan desmedida follada…, descansó su cabeza entre mis tetas y yo me quede respirando agitadamente por aquel enorme esfuerzo que había realizado con mis caderas.
– Eres más pesado de lo que pareces mi amor, me has costado mucho levantarte, dije mientras reía disimuladamente. Él ya había descansado después de unos minutos y se bajó para recostarse boca arriba en la cama. – Estuvo muy bien cariño, disfruté un montón follándome por ti mismo por primera vez, se lo difícil que ha sido para ti.
El calor de su semen embargaba por completo todo mi
cuerpo empapándolo de masculinidad, ese aroma suculento que me excita, a un
tiempo que me hace sentirme mujer.
– Ya lo sé tía…, me ha gustado mucho follarte por primera vez por mí mismo,
aunque no te hice correr. Me hubiera gustado que hubieses disfrutado conmigo.
– Eso no siempre es lo más importante corazón, he disfrutado mucho más de lo
que crees…a veces la conexión que tenemos un macho y una hembra al hacer el
amor importa mucho más, – dije – Además nuestra noche aún
no se acaba, ¿o que, ya vas a renunciar en el primer round? – Pregunté
riéndome.
– Claro que no, aun puedo seguir, mi polla ya se está poniendo dura otra vez. – Me recosté en su pecho y le dije…
– ¡Te necesito hoy más que nunca mi cielo! – Mi sobrino me estaba mirando con una cara extraña y
le pregunté… – ¿Qué es lo que te pasa mi
amor, te noto muy extraño?
– Es que ocurrió algo que me tiene algo preocupado
– ¿Qué es lo que te ha pasado, te están molestando en el instituto…?
– No, no es eso, lo que pasa es que ayer por la mañana…bueno yo… vi a mi madre
desnuda por accidente y desde ayer no me habla igual, cree que lo hizo a propósito,
pero la pillé en plena paja…, – dijo con algo de timidez en su voz.
– ¿Cómo paso nene? – Pregunté.
– Me levante temprano por la mañana, como no vi a mi madre me preparé
un desayuno con cereales, no había visto por un tiempo a mi madre, por lo que
pensaba que había ido a la tienda. Después de desayunar me dio ganas de ir al
baño y fui en mi silla. Llegué lo más rápido que pude porque pensé que no
llegaba a tiempo, y abrí rápido la puerta. Cuando la abrí, pude ver a mi madre
totalmente desnuda sentada encima de la tapa del baño masturbándose con un
juguete sexual y unos calzoncillos míos en la boca, me disculpé con ella y se molestó
mucho, la verdad no sé por qué ella estaba haciendo eso, pero ahora no puedo
sacar su cuerpo de mi mente, y además está el hecho de que lo hacía mientras
olía mi ropa interior llena de leche de cuando me la meneé. Me siento muy avergonzado
porque cuando te follaba, pensaba que lo hacía con mi madre, vas a creer que
soy un enfermo tía, dijo angustiado.
– Para nada mi amor, eso es muy natural, es más, yo hablaré con tu mami. Déjamelo
a mí. En todo caso es tu madre la debería darte una explicación sobre qué hacía
con tu ropa…
El papel de madre de mi sobrino era algo que tenía que asumir tras comenzar una noche apasionada, donde me expresó la fantasía de follarse a su madre. Debía convertirme en su madre.
– No te preocupes por el tema de tu mami, mi amor. Yo hablaré temprano con ella y lo solucionaré todo por ti. Después de todo, para que estamos las tías consentidas. Pero ahora no debes de pensar en eso, debes hacerme gozar de placer, apenas y llevamos un pequeño round y yo todavía estoy que me derrito de calentura.
Me recosté mostrándole mi gran tesoro totalmente abierto para él. Mi sobrino boca abajo se acercó a mí y sensualmente saco su lengua para desembocarla hacia mi coño. Mi vagina irradiaba un intenso calor hacia su rostro. Él, sin perder ni un segundo, comenzó a probar los dulces fluidos que brotaban de ella de una manera descontrolada. Su lengua se aventuraba salvajemente por mis labios mayores y menores. Traviesamente se colaba un poco dentro de mi vagina y en repetidas ocasiones chupaba con intensidad mi clítoris haciéndome gemir intensamente, mientras sujetaba su preciosa cabeza no dejándolo escapar. Mis manos se perdían entre su cabello mientras él seguía otorgándole a mi vagina todo su amor. Mi cuerpo se contorsionaba por el placer que su lengua le provocaba.
– Penetra mi ano con tu lengua, quiero sentir tú humedad dentro de mí, – dije con una lujuria que se desbordaba de mi voz.
Mi sobrino bajó un poco su cabeza y metió su pícara lengua en mi recto. La sensación era algo indescriptible. Sentía como si un gusano vivo y grueso, se retorciera y quisiera entrar por mi recto. Sujeté con fuerza sus cabellos y gemí de placer nuevamente. La lengua de mi sobrino se movía apasionadamente deleitándose y disfrutando en su boca el sabor de su tía. Parecía que se había vuelto adicto a mi sabor porque no paraba de comerlo, como si para él fuera el plato más delicioso de todo el mundo. Yo levanté la piel que cubría mi clítoris descapuchándolo y mojé mis dedos con mis labios. Mi saliva los empapó por completo. La saliva era tanta que chorreaba, descendiendo por mi mano y mi brazo. Froté mi clítoris rosado y descubierto. Estaba tan sensible que me hacía gemir tan solo con rozarlo con mis húmedos dedos. La lengua de mi sobrino degustaba los fluidos que de vez en vez se escapaban de él. Yo frotaba circularmente mi clítoris sin parar mientras él me penetraba salvajemente con su lengua. Con mi otra mano comencé a penetrarme duramente con varios dedos. El placer que experimentaba era irresistible. Mi lengua salía involuntariamente de mi boca, hacía que mi saliva chorreara por mis labios y mi barbilla hasta caer en mis enormes tetas. Un terremoto de placer se presentó en mi cuerpo, dejando salir volcánicamente la pasión de mi vagina mediante una gran erupción de mi eyaculación. Mis fluidos empaparon violentamente el rostro de mi sobrino dejándolo totalmente húmedo. Él bebió todo lo que pudo y mezcló en su boca el sabor de mi vagina con su saliva.
– Sabes delicioso tía, dijo después de haberse bebido mi gran eyaculación.
Su pollón ya estaba listo de nuevo para otra ronda. Se acercó a mí desplazándose con sus brazos sobre la cama. Yo estaba respirando agitadamente, con mi entrepierna empapada aún en mis fluidos. Se aproximó a mis labios con su piel sudada encima de la mía y me besó apasionadamente. Podía sentir latir su corazón, que lo hacía con fuerza y mucha intensidad encima del mío. Ese momento nuestros corazones se conectaron por unos momentos. Latiendo a una misma fuerza y un mismo ritmo.
– Quiero que te hagas pasar por mi madre, tía, – Dijo cuando terminó de besarme viéndome profundamente a los ojos.
Yo pude ver que realmente deseaba tener a su madre, así que decidí complacerlo con su erótica fantasía, tan llena de perversión.
– Está bien mi amor, yo soy quien tú quieras. Espérame aquí relajado y ahora vuelvo nene, – añadí, mientras dulcemente acariciaba su pecho.
Él se puso cómodo en la pequeña cama y yo fui a la lavandería para sacar algo de ropa usada de su madre. Lo único que pude encontrar fue unos shorts muy pequeños vaqueros y una blusa roja con escote como de diario. Me puse esa ropa interior sin usar y volví a donde mi sobrino me esperaba con el cipote duro como un gran tubo de hierro.
– ¿Qué es lo que vas a querer para desayunar mi amor? – Pregunté coquetamente mientras me acercaba a él.
Mis mamas casi se salían de aquel escote y la mente de
mi sobrino se había ido por completo a viajar en su fantasía.
– ¿Por qué te estabas tocando tu coñito oliendo mi bóxer, mamá? Preguntó muy adentrado en su fantasía. Vi que hablaba muy enserio con eso de pretender ser su madre…, por lo que le seguí el juego.
– Es porque me gustan como huelen mi amor, cuando lavo tu ropa interior su
aroma me vuelve loca y no puedo evitar olerlos y fantasear con tu esencia con
tu rico sabor, – dije con un tono extremadamente sexy en mi voz.
Él había perdido totalmente la realidad y pensaba que yo realmente era su madre.
– Mami, siempre he querido probarte…, no sabes cuantas veces te espiaba cuando te cambiabas en el baño.
Yo me sorprendí por las confesiones involuntarias de
mi sobrino, su deseo hacia su madre no partía solo de aquella vez. Él había
estado espiando a su madre desde tiempo atrás.
– ¿Hace cuánto tiempo que me espías mi amor?
– Lo hago desde que hace mucho, incluso me masturbo pensando en ti.
– ¿Pero cómo es posible mi amor, acaso no me respetas ni porque soy tu madre?
– Yo soy tu hijo y aun así te vi lamiendo mi ropa interior.
– Eso es diferente, yo soy tu madre, yo puedo hacer lo que quiera.
– Pues entonces yo también, y lo que yo más quiero es follarte… hacerte mía.
– Entonces vamos a ver si realmente estas a la altura mi amor.
Le escupí en el rabo enervado que tiene por polla y me subí encima de su tranca. Mis shorts aun los tenía puestos y mi blusa igual. Él tomo mis ubres por encima de la blusa y comenzó a frotarlos muy suavemente.
– Quiero que me des leche de tus tetas, como cuando era un bebé mami.
Saque una de mis tetas por encima de la blusa como si
fuera a amamantar a un niño pequeño y la puse en su boca. Comencé a frotar mi coño
por encima de la ropa con mi sobrino y
su verga descubierta. El gemía intensamente mientras chupaba mis pezones…, y en
ocasiones los mordía, sin dejar de apretarlo fuertemente con ambas manos. Yo
estaba comenzando a sentir nuevamente humedad en mi chumino. Las dulces
mordidas de mi sobrino me llevaban a experimentar un placer muy salvaje. Yo me
movía y meneaba mi trasero encima de él como una de esas chicas que bailan
reggaetón. El movimiento era muy desbocado y lo hacía gemir sin control.
Después de unos minutos escuché un pequeño ruido pero no le presté mucha
atención. Repentinamente alguien abrió la puerta y pregunto…
– ¿estás bien hijo, escuché unos ruidos raros? – Su madre nos vio moviéndonos
sensualmente y su hijo debajo de mi totalmente indefenso y desnudo. – ¡¿Qué jodienda estás haciendo con mi hijo
Julia?!
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