1er. Confinamiento
Esto del
COVID-19 y estar encerrada sin salir más que para trabajar, la compra ordinaria
y vuelta a casa, no lo llevé muy bien ¡Lo peor ocurrió en el primer
confinamiento…!¡¡Fue tanto tiempo sin
follar!! Mi esposo, junto a un equipo de la empresa fue confinado en
Alemania en pleno marzo…, trabajan en la multinacional aseguradora Allianz, y un
justo cerraron las fronteras durante un consejo empresarial en Bonn.
Si bien
no es fácil lidiar con tres hombres hechos y derechos en una rutina normal del
día a día…hablo de mi esposo, nuestro hijo y mi padre, tres generaciones con
las mismas necesidades, esas que no se ceden en un macho desde la pubertad
hasta la vejez… ¡Lo tengo comprobado con actos prácticos en mis propias carnes! Imagínense
en el espacio reducido del piso que tenemos de 80 metros cuadrados, cuando las
autoridades te prohíben abandonar dicho lugar… Pero si eso os parece poco, mucho
más execrable es cuando no ves a alguien que te apague el incendio que surge
desde tu coño invadiéndote todo el cuerpo, y a tu alrededor en casa, no intuyes con
quien te puedes desahogar echando un buen polvo. Estaréis de acuerdo que no
estando el cabeza de familia en casa…, un hijo o un padre no son la primera
opción, ni la segunda que te pasa por la cabeza.
Al
principio tira que va, luego empecé a masturbarme. Primero me tocaba un poco el
clítoris me corría en cinco minutos y tan feliz. Después empecé a necesitar
sentirme penetrada y me fui metiendo dedos, pero no era lo mismo. Mi cuerpo necesitaba
más, una buena polla que me diera placer, lo hacíamos casi todos los días vía
videoconferencia mi esposo y yo… fue cuando pasé a mangos de cepillos y brochas
de maquillaje delante de la pantalla, mientras él se pajeaba. Sin embargo nada
era igual a sentir una verga de verdad en el coño.
En esas,
caí en hablar con un conocido. Lógicamente en cuanto le dije dos chorradas un
poco más calientes de lo normal, terminamos intercambiando algún desnudo y
audios hablando de cerdadas. Pero en ningún caso era lo mismo que follar en
condiciones, para eso tenía a mi esposo. A mi cuerpo no se le puede engañar
así. Aburrida viendo Instagram, me apareció un amigo del instituto. Hablamos muy
poco pero aun manteníamos el contacto. Le comenté una foto y rápidamente me
respondió… le hablé por privado. Nos pusimos un poco al día y pronto empezamos
a hablar del encierro y el tema sexo. Al día siguiente volvimos a charlar por
privado por una story que puso sin camiseta y que yo le respondí poniendo una
en bikini. Hablando volvimos al tema del sexo teniendo a mi esposo lejos y las
fantasías con las que nos excitábamos, pero no era igual a sentirlo en vivo y
en directo.
Creo que
fueron más las hormonas que nosotros las que hablaron. Entre bromas surgió el
hacernos un apaño mutuamente, él salía con una chica después del divorcio, pero
ella no estaba en la ciudad, ni siquiera en el país y por tanto estaba más o
menos como yo, de ahí que nos confabulásemos enseguida. Casualidades de la
vida, vivimos en el mismo barrio con unas calles de separación. Estuvimos
pensando cómo y dónde, sin salir de casa y todo tan vigilado enseguida se nos
vería. A la segunda o tercera idea nos llegó la inspiración. Quedamos en la
oscuridad de la noche para encontrarnos y follar.
Dormidos
en casa, mi hijo y su abuelo, mi padre, me vestí y salí muy sigilosa sin hacer
nada de ruido. Según me preparaba, me iba dando un subidón de adrenalina. En el
momento de salir de casa, bajar e ir cruzando las calles desiertas hasta el
otro portal, cada paso disparaba mis pulsaciones. Le escribí por WhatsApp
cuando ya estaba allí. A los pocos segundos apareció como una sombra por la
escalera iluminando con el móvil. Nos saludamos entre risas susurrando muy
bajito. Rememoré mis encuentros adolescentes…
En ese silencio sepulcral de la noche, hasta respirar parece que fuera un ruido que pudiera alertar a los vecinos. Realmente estábamos algo cortados los dos. Él me dio la mano y me dijo que mejor volver a la escalera entre plantas, por si acaso. En el bajo pasa todo el mundo. Así que subimos hasta la primera planta y nos quedamos en el descansillo entre el primero y el segundo piso. Por unos instantes nos quedamos a oscuras, en silencio sin saber bien qué decir ni hacer… Parecíamos dos adolescentes que habían vuelto al instituto, cortados. Se rompió con un…
– ¿Me la comes, no?
– Claro, claro… es la mejor forma de empezar… ¡A mí me encantan las pollas! El sabor que tienen me pone descolocada…
Sin
esperar más, le solté el botón del pantalón le bajé la bragueta, en nada me
había agachado para comérsela, se la dejó por encima del pantalón. La tenía blandengue
y aproveché para metérmela entera en la boca hasta los huevos. Él me quiso
sujetar la cabeza pero no le dejé. Preferí ir a mi ritmo y manera. En dos
segundos se le empezó a poner dura en mi boca, me encanta esa sensación. A
medida que crecía fui sacándola de mi boca hasta que terminé teniendo solo la
puntita entre la lengua y el paladar, mientras le pajeaba a mano. Según paré
para coger aire, sonó súper fuerte el típico ruido de vacío.
Ese ruido
resonó por toda la escalera y enseguida me silenció diciéndome que no hiciera
ruidos que se escuchaba mucho por el eco que solía resonar en todo el edificio.
Le pedí perdón y volví a lamerle la polla. Desde debajo de sus huevos hasta la
punta de la bola de sus glande. Y luego con mi lengua le daba vueltas a su capullo.
Hasta sujetarla con los dientes y jugar a ser una chica muy mala.Él después me
dijo que me sentara en uno de los escalones, que me comía el coño. Yo le
contesté que no hacía falta.
Me bajé
los pantalones a las rodillas junto con las braguitas y como un pingüino me
apoyé en los escalones. De pie pero con las manos puestas en el tercer o cuarto
escalón. Él se puso detrás de mí… con torpeza manoseo mi raja. Le costó un poco
dar con el agujero en cuestión. Menos mal que no le tuve que recordar que me
escupiera en el coño y en su polla. Cuando noté sus dedos entre mis labios ya
estaban mojados. Al igual que su polla, que entró instantes después. Apoyado en
la barandilla y en mí, me fue metiendo la polla despacio. No sé si era por la
necesidad que tenía de sentir así, pero me pareció la mejor sensación del
mundo. Una polla durísima y caliente penetrándome. Ambos intentábamos no hacer
ruido. Sin embargo era inevitable que se nos escaparan suspiros de placer.
Tanto a mí como a él. Cuando la metió completa le pedí que esperase.
Que me la
dejara dentro un poquito. Moví mis caderas en círculos y fue mucho más
placentero que otras veces. Creo que para él también por cómo respiraba y se
agarraba a mi cuerpo. En mitad de esa sensación escuchamos un ruido de
maquinaria que nos sobresaltó. Inconscientemente di un brinco y me giré para
ponerme medio de lado en el escalón. Le miré nerviosa y muy inquieta. Él
me hizo gestos de que no hiciera ruido y de que estuviera tranquila que solo
era el ascensor. Efectivamente, segundos más tarde sonó unos pasos y una
puerta. Ese momento no fue más que un recordatorio de donde estábamos y del
riesgo real de que nos pudieran pillar en mitad del polvo. Realmente me excitó
más de lo que parecía. Algo que no me esperaba porque he tenido sexo en sitios
mucho menos discretos antes de casarme con Tomás… después un par de cuernos
nada más en lugares normales para una adolescente, en el asiento de atrás de un
coche en el parquin del centro comercial y en los aseos del trabajo… allí nunca
más con compañeros de oficio.
Tras el
pequeño susto, él se sentó en los peldaños y se reclinó como si estuviera
tumbado en un jacuzzi. Yo me acerqué, le di un pico y fui deslizándome hasta encontrarme
con su polla erecta. Le hice una breve mamada y me intenté subir encima para
cabalgar. Él me ayudó y me sujetaba mientras yo encontraba la postura para darle
sentones empalándome. Era verdaderamente difícil hacerlo y que no sonará el
golpe de mis nalgas contra sus piernas. Cada golpe que se escuchaba veía en su
cara que se ponía malísimo. No precisamente por placer, que también, sino por
miedo a ser escuchados y descubiertos. Lo cierto es que sujetándome, no podía
hacer ninguna otra cosa.
Intentó
varias veces sobarme el culo y las tetas. Así que me dijo que me pusiera al
revés. Que me sentara encima de él. Probamos y esa postura era perfecta. Yo no
podía poner las rodillas más abiertas para que me entrara su polla.
Literalmente estaba sentada sobre él. No sé cómo lo hacía pero sentía su polla
moverse por dentro de mí. Incluso tendiendo mi culo completamente apoyado en su
abdomen. A veces, por placer, me reclinaba sobre él y él me comía el cuello.
Ahora estábamos en la posición perfecta. Yo me estaba conteniendo para no hacer
ruidos pero algo sonaba. Lo mismo que él, que sí que se controlaba más.
El ruido de una puerta y un resplandor cegador nos sorprendió en plan faena cerca de mi orgasmo y su corrida. Él estuvo muy ágil y me tapó con una mano la boca a la vez que con la otra me abrazó por la cintura.
– No te muevas… nada es un vecino del primero.
El corazón se me salía por la boca. Estaba rozando el ataque de nervios. Él mantuvo la sangre fría. Mientras escuchábamos el ruido de cerrar la puerta con llave y como venía el ascensor. Yo estaba muy tensa, tanto que sin darme cuenta estaba apretando las piernas para cerrarme. Yo no fui muy consciente, pero parece ser que le estaba estrangulando la polla. Cuando oímos que se alejaba el ascensor respiramos aliviados los dos. Y él entre susurros me indicó seguir camino de correrse. Bajó su mano de mi vientre al clítoris. Lástima que no era su mejor destreza. Así que me empecé a masturbar yo y él apartó su mano sin rechistar….Apenas un minuto después noté como le iba a venir la corrida. Cortésmente me avisó que se corría, en respuesta me clavé más a fondo. Y de pronto todo su semen ocupó mi interior y esa sensación de calor tan característica y de los impulsos de la corrida como si fueran palpitaciones. Obviamente no pude evitar hacer algo de ruido, pero era tan excitante ese momento que le pedí que aguantara sin sacarla mientras me corría yo. Me di con más intensidad en el clítoris y mi orgasmo hizo presencia al poco de haber notado su leche cálida en mi coño. Orgasmo del año después de tanto tiempo sin follar. Cuando él ya estaba agotado y recuperándose fue mi momento. Breve pero intenso. Liberé toda la tensión, los nervios del momento y el agobio y ansia del confinamiento.
Antes de levantarme y todavía ligeramente agotado susurró…
– Espera, no te levantes aún. Ahora cuando lo hagas, apóyate en la pared de enfrente y abre las piernas. Que te como el coño y te limpio mi corrida.
– No hace falta. – Respondí condescendiente.
– Es que me flipa comer coños cargados de mi lefa, verás que no te arrepientes.
Como era
recibir placer no me importó. Conté en voz baja 1, 2 y 3 y me puse contra la
pared como me dijo. Él vino detrás de mí y su boca hizo ventosa en mi coño.
Sentí sus labios y su lengua por mis labios pasando y sorbiendo. Después de
haber tenido dos orgasmos ahora me estaba encaminando hacia otro. Era una de
las sensaciones más agradables que he tenido. Nunca me habían comido el coño en
esta posición, de pie y desde atrás. Su lengua era ágil y fantástica tanto por
fuera como cuando intentaba entrar por dentro. Por los alrededores y por el
centro. Tanto es, que le dejé hacer todo lo que quiso.
Me
entregaba a él. Fueron unos minutos de placer muy intenso. Ya nos importó poco
el ruido que pudiéramos estar haciendo. Era mejor el disfrute. Así volví a
tener un orgasmo que entre gemidos y temblor de piernas toqué el cielo. Él no
dejó de chupar, lamer y relamerme. Ojalá no haber rechazado al principio su
ofrecimiento. Agotados ambos, dimos por terminado el encuentro y el sexo. Él
subió a su casa y yo volví a escondidas a la mía.
No había
estado mal la aventura, pero para estas cosas ya no tenía yo el cuerpo, y más
con los riesgos de salir de casa a esas horas con toque de queda, sin saber
quién podía andar por las calles oscuras. Para mis adentros vigiando todo el
camino solo pensaba… “Ojalá termine pronto esto y poder follar en condiciones
con mi esposo”. Veinte días después y gracias a los PCR, el grupo de empleados
desplazados llegaron a España…
2do. Confinamiento
Cuando
todos creíamos volver a la “Nueva Normalidad” La ciudad volvió a tener un otro
confinamiento, esta vez perimetral por barrios… algo complicado de controlar…,
no obstante su esposo ya trabajaba en casa online y vía telefónica, pero esa
tarde tendría que hacer presencia en la sede central y no sabría cuando sería
la vuelta esa noche, pues había mucho que discutir para trazar la nueva estrategia
corporativa ante el nuevo orden… Transcurría ya el noveno día de confinamiento,
y fue cuando ocurrió lo inevitable con uno de los hombres de la casa… César se
encontraba en una de sus clases virtuales vespertinas en su propio cuarto
conectado por videoconferencia y Tomás en la empresa tras obtener un permiso
especial de circulación para llegar a la sede central de la aseguradora.
Habían comprado
una película por Netflix para verla junto a su padre. Eligieron la historia de
una adolescente, titulada “Adele” porque aparentemente parecía una historia
inocente, y se dispusieron a verla… En una parte de la película se ve una
escena erótica muy candente, que para ser honestos a Aurora le excito
bastante…. Y todo por no tener sexo durante unos días en los que su esposo se
encontraba bastante tenso por temas de trabajo.
La
película se puso cada vez más candente con sexo heterosexual y lésbico. Le dio
la espalda a su padre, y él fraternalmente se abrazó quedándose atrapada en sus
brazos, necesitada de sentirse arropada por un hombre, tan desatendida por el esposo.
Las escenas les ponían a ambos más calientes cada vez, sabía lo de su padre
porque la polla se hallaba erecta justo entre sus nalgas. La hizo sentir un
poco incomoda al notar como le daba pequeños empujones queriendo penetrarla a
pesar de tener la ropa puesta, ligera pero suficiente. Su pesado brazo sobre su
cintura le indicaba que estaba en sus manos. Trató de retirar un poco el trasero
del estoque, sin embargo con su brazo acercaba más su cuerpo…
Después
de "luchar" por evitar el contacto tan pujante y de ver las escenas
de la película tan subidas de tono, al límite de ser pornográficas, Aurora
reconocía sentirse mojada y muy excitada. Se armó de valor y con su mano
izquierda tomó el bulto duro de Papá y lo apuntó entre sus nalgas, ahí despertó
él, porque se estiro el cuerpo empujando la cadera simulando la penetración. Después
con sus manos tiro del cordel que amarra su bermuda y se sacó la fabulosa polla
que poseía el viejo, y la apuntó entre las piernas de su hija…, las mismas que ella
disimuladamente abrió para dejar que entrara entre ellas el rabo de su padre.
Después
de unos minutos de simular el coito con movimientos de ir y venir, ella misma se
bajó las bragas hasta los muslos y sintió el cipote duro y caliente en la piel
de sus nalgas, deslizándose entre las piernas rozando los labios vaginales muy
humedecidos por fluidos vaginales. Así estuvieron dándose arrimones. La mano de
Salvador la toma de la cintura y sus dedos deslizan al clítoris, se lo frota con
fruición y ella emite un gemido mientras continúan simulando mimar la
película. Poco a poco va metiendo el
ariete entre sus piernas, hasta llegar a tener contacto con la vulva de su
vagina, mientras se mordía los labios por tanto sufrimiento y el deseo de tener
esa verga dura, dentro de ella…
Así
pasaron algunos minutos, cuando por fin enfiló en la entrada del coño,
abriéndose lentamente sus labios vaginales, para recibir lo que le tenía tan
ansiosa… al entrar la punta no pudo evitar exclamar un quejido de placer, al
mismo tiempo que movía las caderas hacia atrás buscando a su hombre. Poco a
poco la incursión era más profunda. A los pocos segundos, Salvador penetraba
hasta el fondo. Volvió a dar un quejido un poco más fuerte, eso debió haberlo
excitado tanto que empezó a bombear con ritmo y fuerza, su mano izquierda busco
meterse dentro de la camiseta para acariciarle las tetas y los pezones o
sujetarse de ellas en cada empuje, todo en uno. Oían la conversación en la clase
de César.
Como estaban
de lado, los empujones que sedaban, provocaban que el sofá hiciera un poco del
ruido habitual de muelleo, pero imperceptible en la habitación de César.
Entonces se pone casi boca abajo, obligando a Papá que se suba atrás de ella. Trata
de abrir las piernas pero las bragas impiden hacerlo, al no estar completamente
abajo… Salvador le saca la verga y termina por quitarle las bragas y los
leggins a un tiempo. Acto seguido, tomándola de la cintura, le levanta unos 10 cm la cadera, apunta nuevamente a su
vagina dándome una fuerte ensarta de una sola estocada. Solo alcanzó a expresar
un “AAGGHH…”
Duraron un
buen rato en esa posición que a ella le dio muchísimo placer. Después Salvador se pegó
a la espalda de su hija, para luego rodar sobre el sofá y quedar boca arriba
ambos, con ella encima. Aprovecha para quitarse la camiseta mostrando sus grandes
ubres de pezones erectos. Su padre abre las piernas y las flexiona, y ella coloca
sus piernas encima de las del él…, las de él manos toman las tetas de Aurora, al
tiempo que inicia un fructífero mete saca durante un periodo de más de cinco
minuto. Luego sus recios brazos la levantan de la espalda y se sienta para
cabalgarlo dándole la espalda… Fue delirante esta posición, ya que sentía la
dureza del enorme falo en todo su esplendor, se inclinaba hacia delante tanto
que casi la nariz tocaba las piernas de su padre, dejando a la vista ambas
nalgas abiertas con un coño tragón zampándose todo el duro tallo de su Padre.
Estaba
disfrutando enormemente tras la sequía de varios días de tener una verga dentro
de ella… mucho más Salvador que no conocía mujer en los últimos cinco años. Sus
manos empezaron a acariciar las nalgas ofrecidas de su hija y se las abría más,
cuando notó que uno de sus dedos llego hasta el hoyito del ano, ahí paró todo
movimiento. Con sus manos le retiró las suyas, sabía que su padre estaba
gozando de esa parte, sin embargo invadía una zona que no deseaba compartir con
él… Volvieron a interrumpir los movimientos de placer. Se desenchufo de Papá,
para colocarse en cuclillas a salto de rana mirándole… con sus manos guía para
que se monte correctamente enfilando la verga con la entrada del coño. Tomó su
verga guiándola hacia la entrada de la raja, y Aurora sin más preámbulo se deja
caer clavándome poco a poco, hasta llegar al fondo aplastando las grandes masas
testiculares de su padre… los nota turgentes, duros y premonitoriamente llenos
de leche, habiendo estado mucho tiempo esperando salir por el orificio del
orondo glande de su verga.
Empieza a
cabalgar por unos instantes y sus manos la toman de las tetas masajeándolas y
pellizcando sus pezones, luego se inclina hacia él para que su boca se pegue a sus
tetas oscilantes, chupando y mamando con fuerza de manera brutal, lo necesita
de esa manera, no sabe cómo ha adivinado lo que necesitaba… le da pequeños
mordiscos en sus pezones. Ahora es el que lleva la iniciativa de la follada con
vaivenes acompasados, rítmicos y contundentes, dando entradas y salidas sin
compasión por partirle el coño en dos. Primero con un ritmo lento y luego
aumentando la velocidad de estos.
La fricción
que tiene con su hinchada polla jalonada de rugosidades por la inflamación
venosa que posee, hace que empiece a sentir la sensación de un orgasmo, trata
de moverme abriéndose más la entrepierna, para percibir la penetración más
profunda, disponiéndose a su dominio total, con el fin de sentir de lleno su
propia corrida. Sus manos toman una de sus tetas y se lo ofrece en su boca al
Padre, le mamá con mucha rudeza sin dejar de clavar el férreo mástil en los más
hondo del coño… comienzo a notar que se "vacía" una y otra y otra
vez… Tres largos orgasmos continuos que le acalambran las piernas. Su cuerpo
temblaba, mientras Salvador no dejaba de meterla y sacarla con cierta violencia
intentando acuchillarle el coño a su hija….
Al darse
cuenta que ya había tenido las convulsiones finales del orgasmo, sus movimientos
se hicieron muy lentos. Sin darse cuenta Aurora, él también se había
"vaciado" en lo profundo de su útero. Al pobre viejo no le dio tiempo
a decir una sola palabra viendo a su hija correrse, de tal modo que se dejó
llevar por el devenir de la naturaleza corriéndose dentro de su hija. Sin
embargo ella en su éxtasis, no había sentido la salida del semen que le llenó…
se recuesta en su pecho, mientras él seguía metiéndola y sacándola muy
lentamente. Se ha corrido de manera tan liviana que su polla continúa siendo
una dura viga empotrada en el coño de la fémina.
Después
de unos largos minutos, se giran para quedar de lado y volver a girar, para
quedar por debajo de él, en "posición del misionero"… siempre con
media verga metida en la vagina, un ariete no se había relajado pese a haberla
inundado de leche, lo que denotaba las ganas que tenía de hembra… y de su hija. Salvador toma con sus manos las tetas enormes
y las empieza a masajear, a chupar, a mamar y a morder… Luego empuja hasta el
fondo la dura verga, bombea, luego en forma circular y vuelve a bombear, así
por algunos minutos, mientras ella solo espera que eyacule dentro de su útero otra
vez. La del misionero es la segunda posición que más le gusta al sentirme
poseída por el macho que la hace suya, la primera a cuatro patas…por cómoda, al
poder sentir y permitir una penetración profunda a gusto del semental y por
hacerle vibrar como a una perra sumisa. Porque reconozcamos o no, las hembras
necesitan ser poseídas por los machos, con el fin de situarnos en la jerarquía
que la naturaleza nos ha otorgado en la procreación.
Después
de varios empujones, le toma de las piernas y las eleva hasta sus hombros,
quedando la entrada de la raja expuesta a las duras batidas que le daba
penetrando profundamente. Después de unos minutos de tenerla así, vuelve a
tomar sus piernas y las pone en el sofá, quedando de lado de su cintura para
abajo, y el viejo hincado de rodillas bombeando frenéticamente. La fricción que
daba su verga sobre el clítoris apretado por sus piernas, le causaba una
excitación enorme. No pasó mucho cuando escuchó de su garganta sonidos ahogados
de placer, clara señal de que estaba eyaculando otra vez…
Cada vez
que retumbaban esos sonidos en los oídos de la chica, su excitación iba en
aumento, hasta que siente un chorro hirviendo que recorre sus entrañas, acompañado
de un quejido de deleite…, en ese momento cree tener un orgasmo muy largo…
Siente otro chorro de lefa y vuelve a tener otra chorreada que le electrifica
todo el cuerpo…. Ahora sí que está notado la corrida de su hombre y de cómo le va
rellenado el coño a base de aldabonazos de rico esperma espeso. En total recibe
dentro de la vagina, no menos de cinco buenos chorros de líquido candente y su
organismo corresponde a ellos en multiorgasmos… Cuatro fueron las veces que se
"vació" Aurora, y a pesar que la tarde era fresca, estaban cubiertos
en sudor, del calor que sus cuerpos emitían por el morbo y el desenfreno
lujurioso.
Salvador bajó el ritmo de las estocadas y se recostó sobre ella para besarla comiéndole los morros, y pronunciar las únicas palabras que se dijeron durante el polvazo…
– ¡¡GRACIAS MI AMOR, NO SABES COMO LO NECESITABA…!! TE QUIERO MUCHO.
– YO TAMBIÉN LO NECESITABA Y TAMBIÉN TE QUIEROMUCHO.
Se
recostó a un lado de ella, volviendo a abrazarla fraternalmente y se durmió
mientras Aurora acababa de ver el triste final de la película. Al acabar le
dejó arropado y se puso en la cocina a preparar la cena y también a adelantar
la comida para el día siguiente… tendría que ir a la empresa envasadora de
alimentos donde trabajaba, a echar un turno doble.
Esa noche
no pude conciliar el sueño, porque se la pasó pensando que había cometido un error
poniéndole los cuernos a su esposo, al cual lo tenía en casa para esos
calentones de coño, y además con el chico, a escasos metros de donde cometía la
felonía con su Padre, si hubiera salido de su cuarto habría sido pillada. Para
quitarse peso de conciencia, comenzó a elucubrar la atribución de aquella
bajada de bragas, a la laxitud del esposo con la exigencia en la forma en que
ella actuaba por casa, permitiéndole ir bien tan ligera de ropa, ser impudorosa
dejando las puertas entreabiertas de aseo y habitación cuando se desnudaba, y
por los excesos de mimos a todos y cada uno de los varones de casa, donde no se
cortaba en sobarles las nalgas o la entrepierna a poco que el contexto lo
permitiera entre bromas.
Por la mañana, escuchó que alguien andaba por la cocina y aprovechó para meterse a duchar, cuando estaba por salir de la ducha, Salvador tocó a la puerta para ofrecerle café. A Aurora le daba mucha vergüenza salir y verle cara a cara, pero al hacerlo su Padre sonrió…
– He dejado café en la isla de la cocina para que vayas al curro a tope de cafeína.
Después
de vestirse, me dirigió a la habitación que Salvador comparte con el chico,
para despertar a su hijo y encargarle que preparase la comida a la hora, que ya
estaba todo arreglado… solo calentar y servir. Al salir de ahí, Salvador aprovechó
el desayuno de su hija para que tener una intensa charla sobre lo sucedido y tomarlo
como un incidente, y que no se tocaría el tema, a menos que fuera necesario.
De este
"incidente", les diré que tuvo su punto positivo…. La Madre de
Familia se conoció más a fondo, ya que nunca había experimentado orgasmos
múltiples llevada por la excitación expedita de su esposo, que le acarreaba a
terminar muy rápido… mientras que con su Padre todo el sexo duró casi 45
minutos, con dos corridas seguidas por parte del semental… eso tampoco se lo
había regalado su esposo nunca, como nunca tuvo orgasmos múltiples. Tras
barruntar cuales serían los designios de aquel confinamiento, encerrada con
tres machos en plenas facultades sexuales, y comprobando que el más viejo no
tenía sus ganas coartadas por la edad, sino todo lo contrario…, solo quedaba
una salida y era experimentar con la nueva situación. De momento solo vio
iniciativa en su Padre, cosa fácil de combinar con su esposo, pues Salvador era
una persona comedida y razonable.
No obstante, los arrebatos sexuales del primer confinamiento, los apagaba medianamente bien Tomás de momento… Tan solo pasaron tres días del incidente con Salvador y ella volvía a estar muy necesitada… Aurora gritó de placer corriéndose a la vez que su esposo lo hacía en su interior, no era la primer vez sincronizan sus orgasmos tras veinte años follando juntos, tampoco les importaba los escandalosos que eran en la fase final del coito, en un piso donde las paredes eran de papel y todo se escuchaba, incluso a los vecinos en sus jodiendas. De esta manera se desquitó parte del peso de haber fornicado con su Padre.
– Me encanta cuando me cabalgas, – dijo este – Estás hecha una perfecta amazona.
– Menudo escándalo debemos de haber provocado, caballito mío. Habremos despertado a medio vecindario… seguro que a mi padre y al chico sin duda.
Aurora
saltó de la cama, sacando de su vagina la polla todavía morcillona de Tomás, su
marido. Al instante, un chorro de flujo vaginal y de semen, todo mezclado,
salió por su cuidado coño comenzando a deslizarse por su entrepierna. Aurora,
se dirigió al único cuarto de baño del piso familiar que tenía la luz
encendida. No se equivocaba, su padre estaba despierto y acababa de entrar al baño
a orinar. A su edad solía ir varias veces en una misma noche a aliviar la
vejiga por las pastillas diuréticas para la hipertensión que tomaba, un
trastorno normal en un hombre de 67 años, unido a un sueño ligero… no
necesitaba más de tres horas al día para dormir y como una rosa el resto del
día, pero no podía dejar la medicación, liviana pero crónica.
Aurora
entró completamente desnuda con total naturalidad en el baño. Desde pequeñas
las cuatro hijas de Salvador habían sido educadas para tener una concepción de
la desnudez y del sexo muy liberal. Salvador y su difunta esposa nunca tuvieron
reparos para andar desnudos por casa, e incluso, a la hora de mantener
relaciones, no solían esconderse de sus hijas si estás se despertaban a media
noche y los sorprendían haciendo el amor en el dormitorio conyugal o en
cualquier otra parte que se terciara. Tanto a Salvador como a Luisa, su mujer,
les encantaban tanto los juegos eróticos como el aquí te pillo aquí te mato.
Este mismo modelo de educación sexual fue el que decidieron dar a su hijo también, a pesar de que en la familia de Tomás, por desgracia, no había recibido de sus padres nada igual.
– Hola papá – balbuceó en voz baja Aurora para perturbar más a los durmientes– Tomás y yo, te hemos despertado con tanta actividad…
– No te preocupes hija, os he oído, pero el problema no son vuestros jaleos. Tu madre y yo como bien sabes tampoco estábamos mudos a la hora de follar. Estar tanto tiempo en casa, unido a mis problemas de tensión alta, son motivos suficientes para que conciliar el sueño sea difícil.
Aurora sin dejar de hablar con su padre se inclinó hacia donde estaba el papel higiénico para limpiarse los fluidos que inundaban sus labios vaginales y gran parte de su muslo. Al inclinarse, sus pechos quedaron a la altura de la cara de su padre que exclamó sin pensarlo.
– Sabes hija, son idénticos a los de tu madre.
– Tú crees papá – dijo Aurora – la forma quizás pero los míos son más pequeños.
Y sin mediar palabra acercó la mano de su padre a su teta derecha para que lo apretara y así pudiera comparar el tamaño con los de su esposa.
– Puede que tengas razón, pero aún eres joven y estas tetas van a ser más grandes, ya verás –desplazando la mano hasta a su teta izquierda para corroborar su afirmación.
Realizada la comparación de tetas entre madre e hija, Salvador añadió…
– Es mucho más ecológico si en vez de utilizar el papel higiénico, te lavaras en la ducha con el chorro abriéndote los labios menores para que fluya el semen de la corrida de Tomás. Te va a quedar más limpio e higiénico…No son buenas las infecciones ahí.
– Tienes razón papá, para eso la tenemos con agua calentita.
Y sin pensarlo dos veces se sentó en la repisa de la ducha quedando la vagina de Aurora totalmente a la vista de su padre, que observaba con detalle el fluir por la vulva de su hija.
– Para que baje antes, si quieres, mientras te lo aseas, yo puedo dilatarte la vagina con mis dedos y tú apuntas con el chorro. Solía hacerlo con tu madre y daba resultado.
– De acuerdo, si eres tan amable yo controlo el agua de la ducha, mientras me abres.
Salvador
introdujo hasta tres dedos en la vagina de su pequeña. Al cabo de unos minutos, Aurora
decidió que lo mejor sería ducharse por completo. Salvador sacó sus falanges
del coño de su hija y siguió sentado en el váter mientras esta se daba una
ducha reparadora. Solía mear sentado, por indicación de la señora de la casa lo
hacían todos para no salpicar y tenerlo todo perdido, con tres hombres en casa
era horrible tener que limpiar todos los días las meadas desatinadas.
Salvador miraba a su hija ensimismado cuando esta le daba la espalda, no había empezado a aliviarse aún. Era cierto el parecido con Luisa, hasta tenía el mismo lunar justo donde nace la raja del culo, donde se juntan los redondos cachetes de Aurora. Aurora, preguntó a su padre si había podido orinar, al tiempo que se secaba dentro de la ducha con una toalla a la espalda, dándole el frente a su padre, realizando suaves vaivenes de izquierda a derecha, haciendo oscilar sus pesadas tetas que desafiaban la gravedad. También tenía una vulva hinchada y carnosa completamente depilada, en la que se marcaba una raja profunda muy elevada y visible de cara, exactamente igual que la de su difunta madre… Aurora era la más parecida a Luisa de las cuatro hijas… y a todas ya había visto desnudas.
– Aún no hija, me ha venido una erección provocada al recordar el tremendo parecido que tienes con tu madre. De las 4 hermanas, tú eres la que más te pareces a ella.
– Seguro que ha sido pensado en mamá… Quien está aquí delante de ti en pelotas soy yo, y se te ha puesto dura como a un jovenzuelo, pillín ¡Y bien grande que la tienes!
Salvador sentado dirigió su mirada hacía las piernas de su hija, era claro que no estaba prestando atención en nada más que a ella de manera diferente a lo que lo hace un padre…
– Para qué negarlo, sí, me he empalmado contigo… Me gustas Aurora, estás hermosa. Llevo tanto tiempo sin follar que me excito con mucha facilidad al ver una belleza así.
– Ya veo papá…. Se te ha puesto como un cañón ¡Umm! Eso es halagador y precioso por tu parte. Aunque nos pongamos estrechas, a las mujeres nos gusta que os excitéis viéndonos, y la que no se pone cachonda, es porque es lesbiana o frígida.
Acercó su
cara a la de su padre y le besó, sintió su mano derecha acariciando la pierna,
inconscientemente dobló las piernas coqueta y llevó su mano hacía su teta tocando
invitándolo a que él lo hiciese por ella. Salvador se abalanzo hacía su hija sin
despegar sus labios, mientras le subía la falda formada por la toalla,
acariciándole las piernas, sus besos sabían divino, tenía una forma de besar
que le estaba poniendo más cachonda de lo que ya venía tras el polvo con su
esposo, que como era evidente no la dejo completa.
Cuando
logro subirle la larga toalla, metió su mano por el interior de sus muslos, se
detuvo a acariciarle los muslos hasta que llegó hasta el coño que podía sentir
que estaba mojado. Forzó las piernas de Aurora para abrirlas de par en par y
llegó con su mano hasta el coño empapado. Cuando ella notó su mano encima, los
gemidos empezaron a salir de su boca ¡En tanto solo unos minutos Salvador había
logrado estimular y calentar a su hija! Con su mano en el coño, Aurora se
retorcía de placer y a su vez ella apretaba las carnes de su padre clavándole
las uñas… él continuaba frotando con sus dedos el clítoris excitado de su hija,
con tal sensación tuvo que abrazarlo con las dos manos apretándolo hacía su
cuerpo, le estaba encantando sentir estimulación de la mano de su padre.
Salvador se gastaba un buen garrote y su hija llevada por la inercia de la lujuria vivida con Tomás en el cuarto de matrimonio, no se pudo resistir a continuar con aquel macho. Debía hacer valer ser la Madre de familia y su padre estaba muy necesitado de una hembra.
– Estás buenísima nena… ¿Te apetece ser otra vez un poco mía esta noche…? Han pasado muchos años, pero ya comprobaste que aún sé cómo se hace ¡¿Te puedo follar?! ¡Lo necesito esta noche más que la pasada tarde…!
– Como no papá, no te puedo dejar con este calentón ¡¿Qué clase de hija sería dejando sufrir a mi padre con una erección de este tamaño…?! – Dijo con sarcasmo – Espero que no me eche de menos mi marido en un rato… ¡No sé lo que diría si me pilla follando con mi padre… pero no te puedo dejar con dolor de huevos…!
– Pues que eres buena hija con ganas de ayudar a su Padre… ¡Una buena samaritana!
Su verga
que se veía ya erecta, ella la miraba caliente con ganas de sentirla dentro de su
mojado coño… era una verga erecta de buen tamaño, algo más gruesa y larga que la
de su esposo. Se paró enfrente de él y sin decirme nada se inclinó y tomó la
tranca con ambas manos, y se llevó a la boca el pedazo de carne ardiente. Con
la lengua recorría el glande saboreando cada espacio de tal ricura, en seguida
se la metió entre la lengua y el paladar, y con una de sus manos tomó el tronco
mientras que se metía y sacaba tal suculenta verga de papá. Solo lo hacía en el
primer tramo, lo cual era delicioso para ambos.
Salvador agradecía la mamada que le estaba dando su hija, jadeaba y se veía que lo estaba disfrutando, trató de meterse toda esa verga en la boca pero era imposible que le entrara toda, hasta ese momento no había tenido la fortuna de disfrutar una de tal magnitud. En esos momentos Aurora se sentía una puta en el baño con su esposo dormitando en el cuarto de al lado. Eran discretos y no subían el tono por más que desearan gritar de placer…
– Siempre has sido miniña preferida…, muchas veces, cuando eras niña, pensé en cómo sería meterla en un coñito tan pequeño. ¡Supongo que hoy me dejarás volver a llenarte con toda de mi leche! Aunque ya no seas una niña de coñito apretado…
– No te quepa duda papá… Cierto que no tengo el coñito tan apretado como de niña, pero desde entonces he aprendido a hacer feliz a muchos hombres con él. – Dijo dejando de mamar unos instantes – Y ahora tu nena te lo va a demostrar.
Eso la
excitó más mientras seguía mamando verga, Salvador se no se lo creía, después
de unos minutos chupándosela, su padre la retiró hacia atrás, recostándola
sobre el lavabo y, metió su cabeza en la entrepierna de Aurora para olerla.
Ella pronto vio la intención de su padre y elevó la pierna derecha, y con la
pierna erguida llevo sus labios hasta la carnosa vulva de su hija…, pasó su
lengua por toda la raja y se detuvo a saborearle el espigado botoncito que ya
estaba erguido de lo excitado que estaba…. No tardó en comenzar a comerle el
coño sentado en el váter, bien ensalivada la vulva se retiró y se subió encima de
su padre poniendo una pierna cada lado de los muslos de él…, y tomando su polla
la acercó a la entrada del coño.
Muy
despacio se penetró ella misma bajando en un deslizamiento continuo hasta tener
todo el tallo embutido en la vagina… estaba lubricadísimo, por lo que no tuvo
problema en entrar ese pedazo de carne exquisito. Desde que eso pasó gemido
tras gemido salía de la boca de Aurora…, se estaba volviendo loca con esa verga
en su interior. Pasó sus brazos sobre el cuello de su padre y tocándose la pancitas
bajaba y subía en un ejercicio de sentadillas sobre el mástil que le trajo al
mundo. Le parecía deliciosa la presión que ejercía el grosor de aquella polla…
la abría el conducto estimulando todos los puntos erógenos del interior de la
vagina. Aurora se partía más la entrepierna para sentir la verga de su padre
atorándole el chocho previamente inseminado por su esposo. Salvador empezó a
darle embestidas duras mamándole las tetas… le besaba, acariciaba y abrazaba a
su padre notando un poco de dolor por la dureza de la barra de carne. Los
clavados fueron cada vez más profundos y los ruidos producidos por el culo
golpeando contra la pelvis de su padre, eran inevitables…
En pocos
minutos, el dolor se convirtió en placer y ella no pensaba en otra cosa, que
ese macho siguiera follándola para satisfacer su necesidad imperiosa de
aliviarle los testículos, y completar la complacencia creada por la calentura
del polvo imperfecto con su marido. Salvador agitaba su cadera sincronizada con
el vaivén del mete saca de su hija, que con esa posición completamente
despatarra, envolvía toda la verga con su coño… el viejo le siguió dando
embestidas fuertes, llenando el interior vaginal de la hija hasta el útero. Ambos
gemían sin parar a “sotto voce”, con ella abrazada al cuello de su padre, metiéndose
el rabo hasta los mismos huevos, los cuales sentía llenos y duros en cada sentón. Estaban
disfrutando del sexo oportuno y ocasional. No paraba de jadear mientras su
hombre la follaba tal como solo sabe hacerlo un padre a su hija… amor, atención
y fortaleza. Siguieron así por un rato más. En cada inserción, ella percibía que
su pelvis chocaba contra su coño, estimulando el clítoris encima él, y con esa
sensación tuvo un orgasmo magnifico. El padre se dio cuenta subiendo la
intensidad de las embestidas, oyéndole correrse entre jadeos cercanos a su oído…
ella le mordía el hombro de puro gozo.
Ya más
relajada la retiró dándome la vuelta para que le diese el culo, y estando de
pie, le abrió nuevamente las piernas y le empezó a chupar la vulva mientras
metía dos dedos dentro de mi vagina. No paraba de gemir, su lengua se movía
recorriendo toda la raja entrando por la vagina y estimulándole el clítoris. Aurora
seguía más caliente todavía. Su padre se incorporó, le tomó una de las piernas dejándosela
sobre la tapa del váter mientras mantenía la otra en el suelo. Como a cuatro
patas, le volvió a meter la polla en esa posición, ella también podía sentir
toda su verga llenándole el interior hasta el estómago. Era un sexagenario, pero
con una gran flexibilidad que a su hija la estaba volviendo loca. A duras penas
se escuchaban los gemidos, eran más sonoros los golpeteos en sus nalgas.
Bombeó
por unos minutos más, se notaba la veteranía porque tenía un aguante superior
al de cualquier otro amante que tuvo… tardó para correrse el abuelo. Sus
arremetidas eran cada vez más cadenciosas, y el ritmo de la cópula era el
propio del previo a la eyaculación… Cuando lo hizo sintió un enorme chorro de
semen volcándose en el mismo útero. Fue una carga seminal exorbitante… un
segundo chorro y otra clavada a fondo para el tercer y cuarto chorretazo. Por
cada efusión un metida a fondo, hasta completar el ordeño del semental.
Cuando se
separó pudo sentir que del interior de la vagina salía mucho semen
esparciéndose por los muslos, mucho más de lo que había eyaculado su esposo, ya
sea porque tenía el cubículo lleno y no cabía más o porque los grandes
testículos de su padre producían una gran cantidad de esperma. Fuese el motivo
que fuera, Aurora quedó rellenada otra vez por otro macho en el transcurso de
media hora. El viejo se sentó sobre la
tapa de váter otra vez, en esa posición se apreciaba mejor el tamaño de su
verga y de sus enormes testículos posados como melones maduros en un melonar.
Se acercó a él poniéndose en cuclillas, en el borde del asiento se desplomaron los pesados huevos de su padre, y con la lengua empezó a disfrutar de esas bolas colosales con sabor a los jugos mezclados de padre e hija… esa mezcla de sabor le excitó más, chupó su verga dejándola limpia y se encaró en succionar la gran bola del glande mientras con mi mano masajeaba el tronco desde la raíz hasta la punta, quería sentir su leche en su boca, lo necesitaba, lo ansiaba, estaba loca por hacer gozar al semental que era su amado padre. Continuó mamando polla y masajeándole los huevos al mismo tiempo… volvía a tenerla dura y completamente erecta, le pidió que subiera encima de él dándole la espalda.
– Quiero verte cabalgando y disfrutar de la vista de tu culo follándote…
Así lo hizo,
Aurora solo estaba para complacer a ese hombre y a sus hormonas. Se acopló entre
sus piernas y él la enchufó, justo al instante comenzó a cabalgarle. Aurora se movía
de muchas maneras para disfrutar de semejante verga, se apoyaba con ambas manos
en el lavabo y eso le ayudaba a moverse mucho más rápido.
Salvador
se deleitaba con el culo abierto de su hija y viendo como el gordo falo
encajaba a la perfección en el conejo de la niña de sus ojos. Duró algo menos
que antes, debía de ser la excitación de encularse a su chica… muy atento con
ella, le advirtió que ya estaba a punto de correrse…, Aurora aprovechó para
bajarse y arrodillarse entre la piernas de su padre, tomando la tranca con una mano
empezó a masturbarlo mientras acercaba la boca para poder engullir su lefa. El
viejo no paraba de gemir siendo pajeado con tanta prestancia por su hija
Aurora. Jamás en su vida pensó que aquella escena podría ocurrir, ni en sus más
calenturientas fantasías. Después de un instante un chorro de semen salió disparado
a la cara de su hija, bañándole el rostro del líquido espeso. Ella tomó el semen
con los dedos y se lo llevó a la boca mirando a los ojos de su padre.
Sabía saladillo pero era delicioso saborear la leche de papá… Aurora se sentía una completa hembra Madre de Familia. Extasiada aprovechó la situación desinhibida para lamer hasta la última gota de semen paterno, y limpiar todo su cipote con la lengua de modo lujurioso. La hija se sentía satisfecha de haber ayudado a su padre a satisfacer algo que llevaría sin usar durante años y de paso completar su insatisfecha lujuria iniciada con el esposo. Tras acabar, la cariñosa hija se acercó a su padre para besarlo, como muestra de agradecimiento por el amor puesto en la follada que le acababa de dar.
– Lo he disfrutado tanto, que me gustaría que tú también lo hubieras hecho papá…
– ¡¿Te ha parecido que no lo he hecho, después de haberme corrido así…?! Hacía tanto que no me corría dentro de una mujer, que me parecía ser la primera vez.
– ¡Umm! Me has hecho muy feliz papá. Suponía que eras un buen semental y ahora lo sé… Bueno, ahora con la polla más relajada, seguro que te es más fácil mear.
Salvador hizo el amago de sentarse en el váter, cuando su hija se lo impidió para que mease de pie por una vez sin que sirviera de precedente…
– Así te va a ser difícil si no se te baja la hinchazón del todo, mejor que lo hagas de pie… si quieres yo te ayudo sujetándotela ¡A ver si es tan difícil atinar en la taza!
Ella
deseaba seguir jugando con la manguera rociando el receptáculo, solo le
permitió hacerlo así parado para que ella pudiera participar, en verdad…, le
agarró la verga a su padre y apuntó a distancia sobre la cerámica cuando
comenzó a salir el chorro, tuvo que compensar la parábola para hacer la
trayectoria perfecta desde la salida del orificio del glande al váter, observando
como el grueso caño de orina que salía de su gran polla, golpeaba contra él… se
notaba que tenía la vejiga bien llena, y con la excitación de la follada aún
más si cabe. En sus dedos notaba la vibración del correr líquido a través del
caño, nunca lo había sentido porque nunca le había agarrado la polla a ningún
hombre mientras meaba…, jugaba con la inclinación de la manguera, para que a
medida que se agotaba el chorro, no cayese fuera ¡Le encantó a Aurora ser
bombera por un día!
Una vez descargada la vejiga, le sacudió unas veces y con el dedo índice le rebañó la última gotita del orificio de salida del glande. Sin previo aviso, se inclinó y se metió el capullo en la boca… chupó la bola girando sus labios alrededor y le limpió la polla a conciencia con una mano sosteniéndole los pesados cojones secos tras las dos corridas. El viejo se dejaba hacer cuanto quisiera su hija, ella era quien mandaba en casa y ser obediente en esa ocasión no era para nada un sacrificio… ¡Supo que su hija era sexualmente muy activa!
– ¡Umm! La tienes muy buena papá… un poco salidita como a mí me gusta ¡Me encanta el sabor de las pollas, aun así recién meadas! ¡Creo que todo lo que os sale por la verga me parece delicioso! Mi marido y yo hemos practicado la lluvia amarilla en varias ocasiones y nos hemos bebido la meada del otro y... ¡Um, la tuya esta rica!
– ¡¡No pensaba que fueras tan desinhibida en el sexo!! Tu madre no se quedaba corta tampoco… vivimos en los años 80 que fueron muy locos con el sexo, pero esto…
– ¡Qué contenta debiste tener a mamá…! No me extraña que le hicieras cuatro panzas…tienes un buen garrote, follas de vicio pensado en ella y eyaculas mogollón. Así que mientras estés en casa, no quiero que tengas problemas de próstata por retener el semen mucho tiempo… Por tanto, te propongo que un par de veces a la semana, por lo menos, renovemos juntos el arsenal protático y todo el esperma de tus magníficos testículos.
– Pues ya sabes que estaré encantado… ¡¿Y qué pasará con tu esposo…?!
Con un
beso al aire dejó la pregunta en el aire y luego se marchó del aseo dejando a
su padre con la polla relajada, follado, meado y listo para conciliar el sueño,
si podía, tras la exhibición de puterio de su hija… miró por última vez a su
padre y se despidió guiñando un ojo y enviándole beso. Aurora, se envolvió en la
toalla y salió del baño mostrando la parte inferior de sus cachetes y
deseándole a su padre felices sueños, después de aliviarle vejiga y próstata
con esa situación… Ya era muy tarde. Aurora recorrió el pasillo envuelta en la
toalla que dejo caer al suelo al entrar en el dormitorio conyugal. Tomás
somnoliento se hallaba tumbado bocabajo en la cama.
Abrió el bote de crema corporal que había cogido del baño y procedió a untarse comenzando por la pierna que previamente había subido en la cama. Comenzó desde los tobillos hasta llegar a los muslos frotándolos en círculos para posteriormente pasar a masajear de forma simétricas sus dos cachetes redonditos. Tomás que se había dado la vuelta al notar la presencia de su esposa, no podía apartar la mirada del cuerpo de su mujer mientras se daba crema siguiendo el balanceo de sus tetas a escasos centímetros de su cara. Aurora, a pesar de sus 40 años, y de haber parido a César, lucía un espectacular cuerpo, unas buenas caderas anchas, propias de una mujer de facilidad engendradora, unas tetas de tamaño grande que se notaban pesadas y que aún conservaban parte de la tersura de antaño, y lo mejor de todo un espectacular culo, coronado por la marca sin broncear del tanga que usaba en la playa cuando no acudía a playas nudistas con toda la familia. Cuando se daba crema en las tetas, y sin levantar la mirada, Aurora se dirigió a su marido para contarle lo sucedido en el baño con su padre.
– Mi padre ve en mí a mi madre, hasta ha destacado que tenemos el mismo lunar donde comienzan los cachetes y le he provocado una excitación que no ha podido disimular – dijo Aurora – Pobre hombre, a su edad aún se le levanta y sin una mujer.
– En serio – dijo incrédulo Tomás – Es espectacular que aún se le levante al abuelo sin necesitar la pastilla azul…. Bueno, con una hembra como tú en casa y que se parece a la esposa que tanto quería, no me extraña. Seguro que habrá fantaseado con tu cuerpo más de una vez.
El imaginar la escena de su suegro contemplando a su mujer en pelotas en la ducha, unido a la desnuda figura de Aurora que se veía reflejada en el espejo del dormitorio, le excitó aumentando la rigidez de su polla. Al inicio de su relación con Aurora, estas situaciones le provocaban airados ataques de celos de los que hoy, después de haber madurado gracias a las explicaciones de su esposa, se habría reído.
– Tomás, ¡¿Crees que durante el tiempo que tengamos que estar en casa, debería mostrarme algo más recatada en presencia de mi padre y del chico?! – preguntó Aurora – A fin de cuentas hasta ahora, solo tú y yo satisfacemos el apetito sexual.
Tomás sin dudarlo ni un segundo le dijo…
– No creo que sea buena idea, al contrario, el sexo es una buena forma de sobrellevar cualquier situación de tensión sexual.
– Ya, ya, pero solo tú me follas, ellos lo saben, – replicó Aurora – Ponte en su situación.
– Porque me pongo en su situación es por lo que te lo digo. Estaría para subirme por las paredes… puf… Vamos mujer, No tienes que llegar a follártelos. Existen otras formas de ayuda. No sé, brindándoles situaciones sensuales, vestuario, posturas…
– Vaya como ha cambiado el celosillo que conocí hace veinte años. Quien te ha visto y quién te ve… – añadió Aurora – Nunca me lo habría imaginado viniendo de ti.
Mientras
discutían sobre el papel de Aurora en la vida sexual de los miembros de la
familia, Tomás se percató de que ella estaba inconscientemente pellizcándose
los pezones. Habían adquirido una dureza apreciable, los labios vaginales
continuaban hinchados y nuevamente rezumaban flujos claramente visibles. El
olor a hembra en celo inundaba la habitación. Sin mediar palabra, Tomás abrió
sus brazos, invitando a su esposa a fundirse en un 69 que les aliviase. Ella,
que captó de inmediato el gesto de su marido, no dejaba de pensar en la idea de
ser el centro de atención sexual de los tres machos de su hogar… ya lo era de
dos.
César,
había salido del cuarto a beber un vaso de agua despertado por la entrada del
abuelo al cuarto y el escándalo del polvo marital, se detuvo en el quicio de la
puerta del dormitorio de sus padres. No daba crédito a lo que estaba viendo… su
padre, con la cabeza en el filo de la cama abriendo los cachetes de su madre
para tener un más fácil acceso al coño de su esposa. No era la primera vez,
pero dadas las circunstancias, la escena se le hizo mucho más morbosa y
excitante. No pudo contener el impulso de captar ese momento en su imaginación,
sin duda formaría parte del “álbum de recuerdos para las mejores pajas”.
El coño
de su madre tenía unos labios menores que sobresalían incluso sin estar
excitada, cuanto más con los pensamientos lascivos en los que no podía dejar de
pensar Aurora. El clítoris también abultado era atendido por la diestra lengua
del esposo. Tomás, a diferencia de su esposa que estaba en pompa respecto a su
hijo, notó la presencia de éste, al que hizo un gesto de aprobación, animándole
a que se acercará y contemplara a pocos centímetros el coño de su madre, el
mismo que él había llenado esa noche y luego el abuelo, circunstancia que su
esposa le había ocultado o velado, puenteando tal hecho en el relato.
César, no pudo contenerse, viendo a su madre tragarse la polla de su padre y se sacó la verga tiesa como un mástil, que empezó a pajear. Aurora fue la primera que se corrió. Tuvo un “squirt” sobre la cara de su esposo, soltando no solo sus fluidos, sino los que arrastró de las eyaculaciones de semen obtenidas esa noche. Minutos después y casi al unísono, se corrieron padre e hijo. El primero en la cara y boca de su esposa y el segundo en la entrada del cuarto, frente a la cama de la habitación de matrimonio. Al sentir un ruido, Aurora comprendió que algo se había perdido. Se dio la vuelta y se quedó sin palabras al ver a su hijo con la verga en la mano y jadeante.
– ¿Qué está sucediendo aquí? – Pregunto Aurora.
– Ya sabes como lo está pasando… el chico aquí metido tanto tiempo, le permitido que se recreara viéndonos… Ahora no te pondrás remilgada, ya sabes que el sexo es algo natural, así lo hemos educado, ¿o no?
– Perdona mamá. No he podido evitarlo – dijo César desde la puerta – Ya me marcho.
Aurora, que tenía la leche de su marido recorriéndole la mejilla y bajándole por la comisura de sus labios, y tras la escena de sexo vivida con su viejo padre, aquello no iba ser el acabose. Ciertamente en esa casa siempre se intentó ver lo natural como lo que es, y el sexo era como otra cosa más que forma parte de la vida. No era la primera vez que se veían desnudos, porque el matrimonio practicaba el nudismo en pareja y tampoco se ocultaban en ninguna estancia, sin embargo el sexo era dar un paso más adelante, una línea roja que nunca habían pensado rebasar hasta que se dieron las circunstancias de esos momentos…
– No pasa nada, lo único es que no me gusta que me espíes cuando me folla tu padre… ni que eyaculen sobre el suelo de la casa ¡Que lo dejáis todo perdido con lo que sale de vuestras pollas…! Y no porque me moleste que te hagas pajas, es que lo dejas todo pringado con la lefa. Y no digamos si meáis parados, el mogollón de salpicaduras…
César
abandonó el dormitorio de sus progenitores y se dirigió al cuarto que compartía
con su abuelo. Cuando Aurora se aseguró de que su hijo había cruzado la puerta
de la habitación, introdujo en su boca los dedos que habían recogido los restos
de semen de su marido que impregnaban sus labios y los que seguían chorreando
del coño, estos podrían ser de cualquiera de los sementales que le había
eyaculado esa noche. Tomás interpretó aquel gesto como que se sentía la reina
del hogar. Lo celebró con una amplia sonrisa.
3er. Confinamiento
El tercer
confinamiento perimetral por el virus nos pilló a mi madre y a mí solos en
casa, mientras que a mi padre y abuelo se marcharon a la casa de la playa de
los Alcázares. La familia había decidido que era lo mejor para el viejo, dado
que es población de riesgo y alguien tenía que cuidarle. Mi padre era la
persona adecuada para quedarse con él, al ser asistente de contabilidad en una
asesoría, un puesto de trabajo que le permitía el teletrabajo y poder estar
recluido sin contacto con gente externa, además de ser buen cocinero. En cambio
mamá como operadora en un supermercado muy conocido, debía de salir y contactar
con más gente de fuera del entorno familiar, y así nos tuvimos que quedar el largo
mes que duró el nuevo confinamiento, que se esperaba de pesadilla, al verlo
peor que el primero… ¿Pesadilla he dicho? Como veréis a continuación hasta de
los hechos más terribles pueden surgir situaciones de lo más placenteras.
Ya
conocéis a mi familia, yo soy el hijo de Aurora y Tomás, el nieto de Salvador
con quien comparto dormitorio… un adolescente de 19 años más salido que el pico
de una mesa y más caliente que una plancha y cuya mayor satisfacción es hacerse
como mínimo una paja al día porque comparto habitación, sino dos y tres pajas
por cualquier nimiedad que me ponga a cien. Una mujer con falda por la calle
con un culo respingón, un roce en el metro, unas tetas debajo de un jersey
ajustado, una amiga de mi madre que se agacha y deja ver más de lo debido.
Cualquier excusa es buena para hacerse una buena paja.
Por otro lado
está mi madre, Aurora, un ama de casa y trabajadora por cuenta aneja…, es una
mujer no muy alta, algo rellenita de cara aniñada que le quita 20 años de
encima, y con algo que iba a descubrir durante el encierro, un buen par de
tetas no tan caídas después de darme de mamar… eran del tipo que a mí me
gustan. Debo de decir que nunca me había fijado en ella sexualmente, tenía otras
modelos para mis pajas diarias, como la vecina del tercero que me volvía loco
con las falditas que llevaba, cuantas veces me había quedado viendo como subía
las escaleras y dejaba entrever sus bragas para acudir rápido al servicio a
aliviarme.
Procuraba
masturbarme cuando estaba solo en casa, para tener más libertad y poder recrear
diálogos con la mujer follada en mis fantasías, pero esto con el confinamiento
iba a cambiar y no solo eso, me iba a empezar a fijar en la mujer con la que
iba a tener que estar más de un mes en ochenta metros cuadrados cuando no
estaba en el curro… mi madre.
4º Día de confinamiento
Se
avecinaban muchos días sin salir de casa, decidí tomármelo con filosofía, e
intentar llevar el asunto lo mejor posible… mis clases online, mi cuarto para
mí solo y ver solo a una sola mujer cerca, a la que poder oler y sentir… la
señora Aurora. Los primeros días fueron como cualquier fin de semana pero este
cuarto día… No.
Ese día lo recuerdo como si fuera ahora mismo, me levanté sobre las nueve y me dirigí a la cocina, allí estaba mi madre preparando el desayuno, no me podía creer lo que estaba viendo, nunca había visto así a mi madre, llevaba un camisón un poco por debajo de culo que dejaba entrever unas braguitas mínimas tipo tanga, yo nunca había visto así a mi madre, siempre iba por la casa con leggins u otra ropa un poco más vestida, pero debió pensar que como no tenía que salir y solo estaba conmigo en casa, iba a ir cómoda tal como lo hacía en la casa de la playa… y vaya si lo iba.
– Hola, hijo ¿has dormido bien?, dijo dándose la vuelta.
– Si mamá, – contesté.
Me quedé alucinado, no llevaba sujetador, se podían ver sus tetas como se movías debajo del camisón sin nada que las contuviese y como se le notaban los pezones por debajo de la tela, me quedé embobado mirándola percibiendo una erección incipiente. Mi madre era el tipo de mujer que me gustaba y nunca me había fijado en ella. Debía de ser verdad que nunca nos fijamos o damos importancia a lo que tenemos delante de manera habitual.
– No te quedes embobado y vete a duchar, César, que el desayuno está listo.
– Sí, mamá – dije balbuceando y mirándole descaradamente las tetas.
Me fui al
servicio, pero antes de ducharme debía de solucionar la erección que me había
producido mi madre, me parecía demasiado guarro hacerme una paja pensando en
ella, al fin de cuentas era mi madre, así que empecé a pensar en Almudena, la
vecina que me volvía loco y con la que me había hecho innumerables pajas.
*****************
Almudena volvía del mercado muy cargada, con dos bolsas a rebosar, yo bajaba en ese momento y la vi.
– Hola, Almudena que cargada vienes.
– Sí, César vengo de la compra y casi no llego.
– Déjame que te ayude.
– Gracias, César, eres un sol.
Le cogí las bolsas y llegamos a su casa, abrió la puerta y entramos.
– ¿Dónde te las dejo?
– Déjalas ahí, en la cocina, ahora lo coloco yo, ¿quieres tomar algo?
– Bueno… Una coca cola si tienes, las bolsas pesaban lo suyo.
Almudena se acercó y me revolvió el pelo, sus tetas quedaban a la altura de mis ojos, que tetazas tenía y como se le marcaban los peones, estaba sudorosa del esfuerzo y eso me gustaba más. Me dio un beso en la cara.
– Eres un amor, César de verdad, gracias.
– No tiene importancia... no me cuenta nada.
Almudena abrió la nevera para coger la Coca Cola, se agachó y se le subió la falda, dejando ver sus prietos muslos. Me senté sin dejar de mirarla el culo. Me sirvió la Coca Cola y yo me volví a fijar en sus tetas, tenía la polla a punto de reventar.
– Estás muy callado, ¿te pasa algo?
– No, no es nada… todo bien, – dije yo súper cortado.
Vi como ella miraba mi pantalón, el bulto que tenía no se podía disimular, sonrió y yo me sofoqué, noté como me subía todo el calor por la cara me puse colorado.
– Vaya, debes de estar muy incómodo con eso tan apretado, – Señalándome la polla.
– Siiiiii.
– ¿Quieres que lo solucionemos? – Dijo, acercándose
Me cogió las manos y las puso sobre sus tetas, yo empecé a estrujárselas suavemente, estaban blanditas, era delicioso.
– ¿Te gustan mis tetas?
– Sí, mucho
– ¿Quieres verlas…?
A la vez me quitó las manos, se desabrochó la camisa y aparecieron sus tetazas, con los peones negros y grandes, me las acercó a la boca y yo empecé a chupar.
– Venga, chúpalas bien ¡Cómete mis tetas!
– Sí, Almu, sí.
– Vamos a ver lo que tienes ahí escondido
Se puso a desabrocharme el pantalón y bajándome los calzoncillos, mi polla saltó como un resorte. La tenía súper dura con dolor en todo el tallo y en los huevos mucho más.
– Tienes una buena polla, César, – dijo metiéndosela en la boca.
Era la
primera vez que me la chupaban, la agarré por la cabeza y acompasé sus movimientos
con mi mano, me iba a correr en su boca….
*******************
– ¿Qué haces, César?, se va a enfriar el desayuno.
Volví en mí de sopetón y me vino la imagen de las tetas de mi madre… me corrí al final en las de casa. Eso me hizo sentirme extraño, ya no era verla teniendo sexo con mi padre era otra cosa más intensa y lasciva.
– Ya voy, mamá.
Me duché y salí, mi madre ya se había vestido con la bata que solía llevar en casa, cuando me sirvió el desayuno vi que se había puesto también el sujetador y que sus tetas seguían siendo impresionantes. El día pasó sin más sobresaltos, yo estuve haciendo mis tareas del instituto y a mi madre le dio por arreglar el armario de su habitación que hacía tiempo que no tocaba, con lo cual salió gran cantidad cosas inusuales… sobre todo ropa que puso en un montón para tirar, yo me fije en un sujetador de encaje azul y en una falda de cuadros, en un descuido de mi madre me hice con las dos prendas, seguro que me venían bien para mis futuras pajas…. Por la noche, después de cenar nos dispusimos a ver la televisión, yo estaba esperando a mi madre en el sofá, de pronto apareció como por la mañana, con el camisón corto y sin sujetador, el tirante del camisón le estaba un poco grande con lo cual se le salía del hombro dejando ver el nacimiento de sus mamas. Creo que había tenido una de sus conversaciones con su esposo vía Skype, se le veía con la cara aún feliz.
– Bueno, César, ¿vemos un poco la tele?
– Vale, mamá voy a ponerme yo también el pijama.
Me fui a mi habitación y me puse el pijama con el pantalón más holgado que tenía, no quería que se me notase la erección que llevaba encima. Volví al comedor y me senté junto a mi madre que estaba en el sofá con una manta por encima de las rodillas.
– ¿Quieres taparte con la manta, César?
– Vale mamá, me parece bien…así aprovechamos el calor mutuo y el consiguiente ahorro de energía.
Me tapé y
pusimos la película, verá una película cómica y cada vez que se reía mi madre,
se le movían las tetas, a todo esto se le había salido el tirante del camisón y
se le veía la mitad dela teta que yo tenía más cerca, mi polla estaba a punto
de reventar. Decidí hacer una locura me empecé a tocar suavemente la polla, con
un solo dedo, procurando no moverme demasiado y sin dejar de mirar las tetas de
mi madre. Se le veía todo el canalillo, un poco más y se le vería el pezón.
En ese momento se volvió a reír y la tela del camisón resbaló, apareció la maravillosa teta. Mi madre dio un respingo y se lo subió rápidamente en ese momento, aprovechando su movimiento me corrí, mi salto al correrme quedó disimulado por su movimiento, menos mal pensé, esperaba que no notase la mancha que seguro tenía en el pantalón del pijama.
– Vaya, – dijo mi madre – Me voy a tener que poner un camisón nuevo, éste me está un poco grande y me voy a quedar aquí con las tetas al aire.
– ¿Qué ha pasado mamá?
– Nada, – dijo ella cruzando sus brazos sobre las tetas – Que se me ha bajado el camisón y se me ha salido una teta.
– Vaya…, ha sido una pena que no me haya dado cuenta.
– No seas guarro, César, soy tu madre… ¡Madre mía qué pervertido estás hecho…!
– Perdona mamá.
– Venga, vamos a acostarnos, se me han quitado las ganas de ver la película.
Mi madre tiró de la manta, y acto reflejo me delaté cuando bajé la vista para observar la mancha que tenía en el pantalón, que por otro lado era imposible de disimular. Mi madre como era natural también siguió la dirección de mi vista y la vio.
– ¿Qué es eso, César?
– No lo sé mamá, debe de ser agua que se me ha caído antes, venga vamos a acostarnos.
– A ver, déjame ver, – dijo mi madre pasando la mano por encima de la mancha, haciéndome dar un respingo al rozarme la polla con su mano. – A mí me parece que esto no es agua, César… está pegajoso y huele a hombre, – dijo pasándose la mano por la nariz – Me parece que esto es...., de repente hizo un gesto y se quedó cayada mirándome de reojo y poniéndose colorada.
– Venga, vamos a acostarnos, César, hasta mañana.
– Hasta mañana, mamá.
5º Día de confinamiento
Aurora se
fue a su habitación, no hacía nada más que pensar en la mancha del pijama de su
hijo, estaba claro que no era agua lo que había tocado tan pegajoso y con ese
olor tan fuerte a testosterona… su hijo se había corrido derramando su semen.
¡¡Se había corrido estando sentado al lado de ella en el sofá!! No podía
creérselo. Entonces se acordó de lo que había sucedido con el camisón, ese
maldito camisón que le dejaba las tetas casi a aire, había sido todo culpa
suya, no podía andar por la casa medio desnuda teniendo un hijo en plena
adolescencia, aunque fuera su madre, ella sabía bien que en esa etapa los hijos
están con las hormonas desatadas y no distinguen entre una mujer y su madre,
para ellos solo son tetas y coños que tienen que poseer. Debería tener más
cuidado si no quería que hubiese problemas graves…, no era la primera vez que
probaba su esperma, pero aquella vez fue por mérito de su esposo, él fue quien
incitó al chico a compartir a su esposa y madre.
César se despertó al día siguiente y fue hacia la cocina, allí estaba su madre, se llevó una pequeña desilusión ya no llevaba el camisón del día anterior, sino la bata con la que siempre la veía cuando se iba al instituto, bueno, pensó se ha cambiado de ropa, pero sus tetas siguen siendo las mismas, eso seguro.
– Hola, mamá.
– Hola, César, ¿qué tal has dormido?
– Bien, mamá, me voy a duchar.
César se
dirigió hacia el cuarto de baño, pero antes pasó por su habilitación a coger la
falda y el sujetador de su madre que había cogido prestados el día anterior de
la ropa que ésta iba a tirar, se iba a hacer una buena paja mañanera y esta vez
lo iba a hacer sin pudor pensando en su madre, al fin y al cabo ella le había
enseñado las tetas aunque hubiese sido sin querer, pero nunca se sabe, porque una
mujer no va tan descocada por casualidad…
Se fue al
servicio con ambas prendas, se bajó el pantalón del pijama y el calzoncillo y
apareció su polla tiesa como todas las mañanas, se sentó en la taza del váter,
cogió el sujetador y se envolvió la polla con una de sus copas, dio un respingo
de placer el rozar con el capullo la tela, con la otra mano empezó a acariciar
la falda, se iba a correr casi antes de empezar, que gusto, pero no, tenía que
hacer algo con su madre, aunque solo fuera en su imaginación, la deseaba cada
minuto con más pasión… su madre era el centro de su placer.
******************
Su madre estaba en la su habitación, haciendo su cama, agachada, con la falda de cuadros puesta, César fue por detrás, se restregó la polla contra su culo y le agarró sus tetazas.
– ¿Qué quieres, amor, dijo Aurora.
– Quiero jugar con tus tetas mamá.
– Si cariño, si, por supuesto.
Aurora dándose la vuelta, se sacó el jersey y aparecieron sus grandes tetas, por supuesto no llevaba sujetador.
– Las tetas de mamá estaban esperando a su bebé, como cada día.
– Joder mamá, como me gusta chuparte las tetas.
– Pues aquí las tienes, mi niño, son todas tuyas como cuando eras un bebé, chúpalas todo lo que quieras, – dijo Aurora acercando sus tetas a la boca de César.
César empezó a chuparlas como un poseso, pasando su lengua por los pezones, mientras Aurora se había levantado la falda y se estaba masturbando.
– Sigue, sigue, mi niño, que mamá se va a correr. ¡Qué gusto Dios mío! – Dijo Aurora con todos los dedos mojados.
César dejó las tetas de su madre y la sentó en la cama, se sacó la polla y la puso entre ellas, se iba a follar esas tetas, luego vería de follarse a su madre. Aurora agarró sus tetas y las apretó contra la polla de César.
– Fóllate mis tetas, hijo.
– Si mamá, primero me voy a follar tus tetas y luego te voy a follar por el coño..., – dijo César moviéndose arriba y abajo y casi tocando la cara de su madre con el capullo.
– No hijo, con las tetas puedes jugar todo lo que quiera, pero no me vas a follar… soy tu madre, que no se te olvide.
– No se me olvida mamá, eres mi madre y una gran puta y me voy a correr en tu cara de zorra y luego te voy a llenar el coño con lo que me quede de leche.
César se
corrió, a su madre le corría su lefa por la cara, sacó la lengua para chuparla.
******************
Vaya, pensó César, he dejado el sujetador para el arrastre, que corrida más grandiosa, bueno, lo limpiaré un poco, como va a ser mi juguete tampoco importa demasiado como esté. César lo limpió con papel higiénico y lo colgó junto a la falda en una percha que había en el baño, ya lo quitaría de ahí cuando se duchase. Se duchó y se fue a la cocina donde su madre ya le había preparado el desayuno.
– Venga hijo, desayuna que luego tienes que estudiar un rato, yo ya he desayunado, voy a recoger el cuarto de baño que seguro que lo has dejado como una leonera.
– No mamá, lo he dejado bien, – dijo César asustando por si su madre encontraba “sus juguetes”
– De todas maneras voy a echar un vistazo.
César
empezó a desayunar esperando la que se le venía encima, al poco rato apareció
su madre con el sujetador y la falda en las manos.
– ¿Qué es
esto César?
– No sé
mamá, – dijo César poniéndose colorado.
– Es una falda y un sujetador que tenía yo para tirar con la ropa vieja y han aparecido en el servicio, me lo puedes explicar…, además el sujetador está manchado con una lechada viscosa que ambos sabemos lo que es.
– Perdona mamá.
– Mira, César, ya sé que a tu edad lo más normal es masturbarse o hacerse pajas como decís vosotros, ¿pero con la ropa de tu madre?
– Es una ropa vieja que ya no usas, la ibas a tirar.
– Ese no es el tema, César, no está bien, además esta ropa ha estado años en el armario, puede tener de todo y pillar algo…. ¿No pensarás en mi mientras te haces las pajas…?
– No mamá, no.
– ¿Y en quien piensas?
– En la vecina, en Almudena.
– Vaya, dijo Aurora, pobre Almudena si lo supiera, – dijo Aurora pensando en Almudena y en las tetas que tenía.
“Vaya si supieras tú que me he corrido esta mañana pensando en ti”, pensó César.
– ¿Es que no te gustan las chicas de tu edad?, – dijo Aurora.
– No sé mamá, prefiero que tengan algo más de volumen, como tú… quiero decir como Almud….
– O sea, que te gustan pechugonas.
– Sí mamá.
– Bueno el sujetador después de como lo has puesto lo voy a tirar y la falda, no sé, todavía está nueva y si te gusta a lo mejor me la quedo, a ver qué tal me está después de tantos años.
– Seguro que muy bien, mamá, todavía estás muy bue...., muy guapa quiero decir.
– Gracias hijo, – dijo Aurora metiendo la falda en la lavadora y tirando el sujetador al montón de la ropa sucia con un enorme subidón de autoestima en su cuerpo.
César se
fijó en el culo de su madre al agacharse al meter la falda en la lavadora y
pensó que no estaba mal, además se había quedado con la falda que tango
le gustaba, estaba resultado un poco zorra su madre. El resto del día pasó sin
nada de importancia para este relato, ella se marchó al trabajo, y él se quedó
solo con las tareas de clase y las videoconferencias que tenía programadas.
6º Día de confinamiento
César se despertó y pensó otro día más, a ver que nos trae, fue a la cocina y lo que vio le alegró la vista, su madre se había puesto la falda que él había tenido el día anterior en sus manos, durante su maravillosa paja. Estaba claro que su madre era un poco guarra, o a lo mejor lo hacía sin querer, no sabía que pensar.
– ¿Que, te gusta cómo me queda?
– Te queda muy bien, mamá, estás guapísima. No ha pasado el tiempo por ti.
– Gracias, hijo, me alegro que te guste… pero un poco más rellenita sí que estoy. ¡Venga dúchate y ven a desayunar, a ver que le haces hoy a Almudena! – Sonriendo.
– Calla mamá, no es necesario que me avergüences gratuitamente.
– ¡Uy, qué sensible está mi semental hoy…!
César se
fue al servicio y lo que vio le dejó alucinado, había un sujetador y unas
bragas colgadas de la percha, cogió las prendas y las olió, olían a limpio,
solo podía haberlas puesto adrede… no se lo podía creer. “Lo siento mamá, no
voy a pensar en Almudena, me voy a correr pensando en ti y en la falda que te
has puesto para darme gusto”.
****************
Se sentó, agarró su verga con el sujetador como el día anterior y olió las bragas, le tenía que decir a su madre que mejor unas bragas usadas que olieran a coño (esto no se lo diría), éstas olían a suavizante y no era ni cercano a lo que le daba tanto morbo. Su madre estaba en la cocina, preparando la comida, llevaba la falda de cuadros y una camiseta. César llegó a la puerta y se quedó mirándola, se sacó el miembro y se acercó a ella por detrás, se lo restregó por encima de la falda, por la raja del culo mientras sus manos iban a sus tetas haciendo saltar los botones de la blusa.
– Que suerte que nunca lleves sujetador, mamá.
– Quiero que mis tetas estén libres para cuando quieras jugar con ellas, mi amor.
– Me encanta jugar con ellas, pero hoy quiero jugar también con tu coño, mírame ya tengo la polla fuera.
– Lo sé, la siento dura en mi culo. Mira, – dijo Aurora y se levantó la falda
– ¡¡Vaya mamá, que sorpresa tampoco llevas bragas!!
– Claro hijo, las tienes tu en la nariz.
No, pensó César, en medio de la paja, estas bragas no huelen a ti. Después del inciso César siguió dándole al manubrio.
– Venga, mamá apóyate en la encimera que te voy a joder.
Aurora se apoyó en la encimera, las tetas le colgaban, era maravilloso, César le subió la falda por la cintura y busco la entrada del coño peludo de su madre que estaba ya totalmente mojada.
– Si, hijo, clávamela hasta las pelotas. ¡¡JÓDEME, CABRÓN!!
César dio un buen empujón, su polla entró con facilidad en el coño de su madre y empezó a moverse, las tetas de Aurora se balanceaban hasta que César se las agarró y se las estrujó con furia y deseo indomables, esas tetas eran más suyas que de nadie, de ahí se alimentó.
– Cuidado hijo, me haces daño con lo dura que la tienes.
– ¡Si, mamá, si! ¡Qué bien follas, jodida!
– Tu tampoco lo haces mal, cabrón ¡¡Qué pollón tienes hijo de puta!!
– ¡Oh, mamá, te voy a llenar el coño con mi lefa! Tengo los huevos repletos de leche.
– Sí, córrete dentro…si me dejas preñada podemos decir que es del cornudo de tu padre, así puedes correrte a gusto dentro de tu madre… ¡Préñame cabrón, préñame!
– Toma, todo para ti.
– ¡Joder César! ¡¿Cuanta leche eres capaz de eyacular...?! me chorrea por los muslos.
****************
César miró el sujetador, la corrida había sido la ostia, no sabía si limpiarlo o dárselo así a su madre, decidió lo segundo, a ver lo que pensaba, cada vez tenía más ganas de follársela. Se duchó y fue a la cocina con las bragas y el sujetador para dárselo a su madre.
– ¡¿Qué?! ¿Le has hecho muchas cosas a la tetona de Almudena…?
– Sí, mamá, me la he follado…, mira cómo te traigo el sujetador. Las bragas no las he usado, no huelen a nada, me podrías dejar unas tuyas usadas.
– Ni hablar, César, eso sí que no. Soy tu madre y no voy a dejar que huelas mi coño cuando tú quieras.... yY la próxima vez lo podías limpiar un poco, ¡Qué asco! Le voy a tener que decir a Almudena la corridas tremendas que te pegas con ella, – dijo guiñándole un ojo.
– No por favor, mamá, no se lo digas.
– No sea tonto, como le voy a decir eso, – dijo Aurora agachándose para meter el sujetador en la lavadora – Lo que pasa en mi casa se lava en mi casa…me entiendes.
César no se pudo contener y le pasó la mano por el culo a su madre.
– ¿Qué haces César?, ¡No me toques!
– Perdona, mamá es que me encanta el tacto de esta falda.
– Bueno, pues no me vuelvas a tocar el culo, soy tu madre, demasiado hago dejándote mi ropa interior para que te puedas hacer tus buenas pajas. Aliviándote los huevos, no vayas a tener un problema testicular.
– Si mamá, tienes razón, eres muy buena…, piénsate lo de las bragas usadas y si quieres te dejo yo algo. – Su madre lo miró desafiante – Lo digo porque llevas mucho tiempo sin que papá esté aquí y a lo mejor te hace falta… no lo digo por nada, pero lo dejo ahí ¡Al fin y al cabo lo que pasa en casa se lava en casa ¿No?!
– Deja de decir tonterías, por favor y vete a estudiar. Lo de tu padre conmigo no te importa, y mucho menos si tengo o no necesidades sexuales.
– Si mamá, – dijo César dándole un beso lo más cerca que pudo de la boca.
El resto
del día pasó sin más sobresaltos, los estudios y el curro por turnos de Aurora…
sin embargo no hacía más que darle vueltas a la propuesta de su hijo. Ella ya
había roto las líneas rojas del incesto, aunque nadie lo supiera, a excepción
de su padre y ella, claro, y ciertamente se estaba cansando de las pajas frete
al monitor viendo a su esposo.
7º Día de confinamiento
Aurora
pasó muy mala noche, la situación con su hijo no era nada normal, eso de irle
poniendo su ropa interior para que se hiciera pajas nunca lo hubiera pensado,
pero tenía miedo de que cogiera alguna prenda sucia y pillara algo. Se estaba
envalentonando, había tenido la osadía de pedirle unas bragas usadas para
hacerse una paja y la había tocado el culo, la situación se estaba saliendo de
madre, nunca mejor dicho, esperaba que el confinamiento terminara pronto, sino
la cosa iba a acabar como el rosario de la Aurora.
Además el
muy cabrón tenía razón hacía casi dos semanas que no follaba y ella también
tenía sus necesidades, pensar en la situación que se vivía en su casa y en el
último polvo que echó con su marido hizo que se excitara, vaya, pensó, menuda
casa de pajilleros estamos hechos… yo también no paro de aliviarme sola… mi
follamigo no está en la ciudad, mi padre y esposo tampoco y ya solo me queda
César, al único que no me he cepillado. En esos pensamientos, no se dio ni
cuenta al acariciarse las tetas por encima del camisón, no tenía malas tetas,
no tan grandes como los de Almudena pero no estaban nada mal. Vaya, pensó ahora
voy a estar celosa de que mi hijo se haga pajas pensando en Almudena y no en mí,
debo de desterrar esos pensamientos, es un adolescente salido…
********************
Con una mano siguió acariciando sus tetas, mientras la otra iba hacia sus bragas, las echó a un lado y empezó a acariciarse su rasurado coño. Estaba en la cama con su marido Tomás, era sábado el día de la semana en que solían follar más… ella no tenía muchas ganas pero seguro que él estaba deseando meter su polla dentro de ella. Notó como se acercaba y se apretaba contra su culo, notó su polla totalmente tiesa, no se iba a librar. Se aferró a sus tetas y empezó a acariciarla, Aurora se estremeció de placer, al final la estaba poniendo cachonda, Tomás sabía cómo tocarla, todo el mundo se fijaba en sus tetas iba a terminar pensando que las tenía bonitas y apetitosas.
– Venga Aurora que hoy es sábado y ya sabes nena… sábado, sabadete camisa nueva y un polvete ¡Madre mía que tetazas tienes cabrona! Están para comérsela sin pan.
– Aurora se dio la vuelta, ¿te gustan mis tetas, verdad?
– Me encantan, – dijo Tomás bajándole los tirantes del camisón, el mismo que se había puesto delante de su hijo, y metiendo la cabeza entre sus tetas.
Aurora se subió el camisón y se bajó las bragas, quería la polla de su marido dentro de ella.
– ¿Te gustan más mis tetas o las de Almudena, la vecina?
– ¡¿A qué viene esto, Aurora?! – Dijo Tomás – Las de Almudena no las he visto pero dudo que sean mejores que las tuyas.
Vaya pensó Aurora en medio de su paja se me ha colado la vecina…, pues sí que estoy celosa de Almudena, tengo que quitármela de la cabeza y seguir con Tomás.
– ¡Vega, fóllame Tomás, métemela entera dentro del coño!
– Ya voy, Aurora, ya voy, – dijo Tomás poniéndose encima de ella y dirigiendo su polla hacia su agujero– ¡Qué calentito lo tienes, parece una estufa, que bien se está ahí dentro! Sin duda es un coño para quedarse a vivir
– Y tu polla parece un leño, Tomás, espero que nuestro hijo la tenga como tú.
“Vaya ya se ha metido en la fantasía César” pensó con horror Aurora. Tomás empezó a bombear dentro del coño de su mujer mientras le besaba de vez en cuando las tetas, era increíble, no se cansaba de ella.
– Venga Tomás, sigue… Me voy a correr a ese ritmo… no pares por Dios te lo pido.
– Sí, Aurora, yo también – Dijo Tomás apretándose contra ella para echarle todo dentro.
Aurora se
estremeció en la cama, puso las bragas sobre su coño y se corrió en ellas, era
una locura, lo sabía, pero lo iba a hacer, su hijo se lo había pedido y el
confinamiento es demasiado malo para no cumplir con algunas fantasías… es tan
joven que se lo merece.
****************
Se quitó
las bragas, cogió un sujetador también usado de la silla y se fue al cuarto de
baño…, dejó ambas en la percha, “seguro que a César le encanta el dos por uno”,
pensó.
8º Día de confinamiento
César se levantó y fue como siempre a la cocina donde estaba su madre, vaya había vuelto a cambiar de look, ahora llevaba un pijama, no estaba mal, la parte de arriba le estaba un poco ajustada y se le marcaban mucho las tetas, incluso los pezones se distinguían, debía de tener cuidado no fuera a ser que se mosqueara y se pusiera la bata de siempre otra vez.
– Hola, mama.
– Hola, César, ¿has dormido bien?
– Sí gracias… como un tronco.
– Bueno, pues date prisa que seguro que ya te está esperando la zorra de Almudena para que le hagas cosas, dijo Aurora con un tono que denotaba enfado.
César no
sabía porque estaba así, “A lo mejor estaba celosa… si supiera que ya no follaba
con Almudena si no con ella, en fin…” pensó. Fue al servicio y descolgó las
prendas que le había dejado su madre en la percha, se quedó alucinado las
bragas estaban mojadas por la parte del coño, las olió, olía fuerte a hembra,
¿su madre se había corrido para él?, sonrió, al final se la iba a follar de
verdad. Acercó su polla al lugar donde las bragas de su madre estaban húmedas,
luego iba a mezclar su semen con el flujo de su madre, pero mientras se pajeaba
las puso cerca de su nariz y boca, eso se merecía una buena paja. Su madre se
había corrido para él y quería creer que a lo mejor pensando en él.
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Allí estaba ella, tumbada en la cama, era la hora de la siesta estaban los dos solos, César paso por delante del dormitorio de sus padres y oyó ruidos, en la penumbra pudo ver como su madre se estremecía, llevaba puesta la bata de estar por casa, una mano a la altura del pecho y otra por encima de la tripa o algo más abajo, César se quedó mirando embobado. Su madre tenía abierta la bata y se estaba sobando las tetas, se acariciaba como una posesa mientras su otra mano entraba y salía de entre sus piernas con furia. Prestó atención, estaba diciendo algo mientras se masturbaba como una loca.
– ¡Oh César, como me pones hijo mío!, ¡me gustaría follarte a todas horas!, tener tu polla dentro de mí, que me chuparas la raja por la que saliste.
César no
se creía lo que estaba oyendo, su madre quería follar con él, se sacó allí
mismo el rabo y empezó a tocarse mirando a su madre que cada vez estaba más
desatada. Abrió la puerta despacio, mientras se la seguía meneando, aprovechando
que su madre estaba con los ojos cerrados haciéndose una paja divina, y se
corrió en sus tetorras. Aurora abrió los ojos, le vio y se corrió a su vez,
luego empezó a restregar la lefa de su hijo por sus tetas.
*****************
César volvió en sí, la corrida había sido majestuosa, ya que su madre había dejado sus líquidos en las bragas, él no iba a ser menos, se duchó y fue para la cocina con las bragas en la mano. Estaba hechas una ruina, mojadas del coño con grandes chorretones de lefa.
– Toma, mamá y gracias.
Aurora cogió las bragas y las miró, chorreaban leche por todas partes.
– Vaya, hoy Almudena se ha debido quedar satisfecha, por la cantidad de esperma…
– No mamá, Almudena, no, me he hecho la paja pensando en ti, es lo menos que podía hacer después de haberme dejado tu corrida en las bragas ¡Sabían a gloria!
– Pero eso no está bien, hijo, soy tu madre… ¡¿Has pensado en mi coño…?!
– Sí, pero no pasa nada mamá, no hemos hecho nada malo todavía.
– Ya, todavía ¡Venga, anda, mi amor desayuna y toma fuerzas! Habrás pedido algunas.
Aurora
estaba azorada, no sabía dónde llevaría esto, pero cada vez estaba más excitada
con el juego del flirteo, cogió las bragas y las olió, olían a su hijo, se las
metió en el canalillo de sus tetas aprovechando que César no miraba y se fue a
la habitación, allí se quitó el pijama y las bragas que llevaba puestas y se
puso las que había mancillado su hijo, quería sentir su esencia en el coño,
además se puso la falda que tanto le gustaba a él. Notó la humedad aún caliente
del semen, se frotó las bragas contra su raja empapándose los labios de esperma
filial. Se sentía casi como si se hubiera corrido sobre su coño. Eso le excitó
sobremanera, hundió un dedo y la tela impregnada de leche se coló dentro de la
vagina… metía y sacaba el dedo arrastrando con él la tela. Aquello era lo más
parecido a tener sexo con su hijo y la ponía muy cachonda, se le erizaban los
vellos del cuerpo, electrizando todo su cuerpo, como cuando su padre le empezó
a frotar la polla en el sofá la primera vez.
Así pasó
otro día, la tensión sexual se podía cortar en esa casa. El día siguiente sería
el definitivo, César quería follarme a Aurora y Aurora estaba tan confusa que
no sabía lo que iba a pasar. El tema se le había ido de las manos, y estaba tan
salida como una adolescente, le entregó las bragas mojadas por su coño y él se
las devolvió bien lechadas.
9º Día de confinamiento
Aurora se
acostó con las bragas que su hijo había llenado con su semen, se despertó
pronto, esto era una locura, estaba arrepentida, como podía haber hecho eso con
su propio hijo, se levantó, se quitó el pantalón del pijama y las malditas
bragas, estaban acartonadas, se volvió a poner el pantalón del pijama e intentó
volver a dormirse…. Soñó con que su hijo la hacía de todo, por delante, por
detrás, él le chupaba el coño a ella, ella le chupaba la polla a él en un 69,
no descansó nada, cuando llegó la hora de levantarse estaba como una zombi, se
sentía sucia, salió conforme estaba, en pijama a la cocina a preparar el
desayuno a César, esta vez no le iba a dejar nada en el servicio, la pesadilla
tenía que acabar.
César apareció poco después.
– Vaya, mamá que mala cara tienes.
– Sí hijo, no he dormido nada en toda la noche… con pesadillas e insomnio.
– Vaya, lo siento mamá, a ver si acaba esto pronto y podemos salir a algún lugar que no sea el supermercado.
– Sí César, porque si no voy a acabar loca. Necesito divertirme, ir a un bar lo que sea.
César se fue al servicio, vaya, está vez su madre no había dejado ninguna prenda, mejor no quería perder fuerzas pajeándose, hoy estaba decidido a follársela o a que le partiera la cara.
– Toma el desayuno, César. Hoy que no trabajo, me voy a dedicar a limpiar el salón.
– Pues yo como es sábado no tengo nada que hacer, te miraré si no te importa.
– Haz lo que quieras, pero no me molestes.
– Por cierto mamá, Almudena debe de estar hoy muy triste, no le he hecho nada.
– Vamos a dejar el juego, César por favor, ya hemos ido demasiado lejos.
– Como tú quieras mamá, – dijo César fijándose en sus pezones que cada vez se marcaban más en la camiseta del pijama, se le estaba poniendo la polla morcillona.
César se
fue al salón, se sentó en el sofá y puso la tele, al rato llegó su madre con el
plumero y unos trapos para limpiar la librería. César hacía como que miraba la
tele, pero no perdía de ojo a su madre, como se le movían las tetas cada vez
que se afana a con el plumero, se metió la mano en el bolsillo y empezó a tocar
se despacio, mirando a su madre.
Aurora estaba sudorosa, jadeaba por el esfuerzo, pasaba el plumero por los libros intentando descargar toda la adrenalina que llevaba dentro y eso hacía que sus tetas se moviesen dentro del pijama lo que traía loco a César. Aurora estaba dada la vuelta, César se iba a correr y se lo jugó todo a una carta, se levantó rápidamente, le agarró a su madre las tetas por detrás y pegó su polla a su culo mientras se corría. Ella dio un grito al sentir sus tetas aprisionadas por las manos de César, su polla en el culo y algo caliente que iba saliendo de ella, su hijo se había corrido restregándose contra su culo. Se giró y de un empujón mandó a su hijo al sofá de donde se había levantado.
– ¿Pero qué haces monstruo? – Gritó – Hijo estás muy salido.
– ¡MAMA MIRA COMO ME TIENES!, – dijo César bajándose los pantalones y los calzoncillos y enseñando a su madre su polla ahora en bajada llena de semen.
Aurora perdió en ese momento la razón, tenía que poner fin por un extremo o por el otro… y escogió el que favorecía la sinrazón. Se abalanzó sobre la polla de César para limpiarle el semen con su boca, alargó la lengua y le lamió todo el tallo desde los huevos al capullo.
– Si cariño, si todo es culpa de la zorra de tu madre, decía mientras pasaba la lengua por el enorme falo de César que empezaba a empinarse de nuevo.
– No mamá, no – decía César –Tú eres muy buena – jadeando y acariciando la espalda de su madre – La culpa la tengo yo que estoy muy salido y no follo nada, joder.
Aurora se metió la polla de su hijo ya totalmente tiesa en la boca, le llegaba hasta la garganta y empezó a mamársela con deleite, como si fuese lo último que debiera hacer.
– ¡Joder mama!, ¡Qué bien la chupas, eres la mejor madre del mundo!, ¡SIGUE, SIGUE!
Aurora se afanaba en chupar la dura polla de su hijo, se estaba portando como un campeón, no pensaba que fuese a resistir tanto, debida de ser por la cantidad de pajas que se hacía.
– ¡Venga mamá, sácame la leche, que ya me viene!
Aurora notó como César le cogía de la nuca y apretaba su cabeza contra sus ingles, al mismo tiempo un chorro de semen le inundó la boca y la garganta, estuvo a punto de ahogarse y vomitar, pero logró tragarse todo chorro a chorro los notó salir del capullo. Se sacó la polla de la boca y se quedó mirando a tu hijo.
– ¿Y ahora que, cabrón? – dijo – ¿Qué va a pasar… ¿No pensarás quedarte ahí…?
– Claro que no… ahora mismo te voy a follar, mamá, nos vamos a ir a la cama del cornudo de tu marido y voy a follarme a la puta de mi madre mientras tenga fuerzas.
– Al final me has convertido en una puta… Sí hijo, a partir de ahora voy a ser tu puta, porque nos vamos a pasar el confinamiento que nos queda follando como conejos. Al fin y al cabo es la única diversión que no queda gratis, y bien visto una polla es una polla sea de quien sea… como puedes ver Hijo, mi coño necesita una con urgencia.
– Claro que sí, mamá, te la voy a meter por todos tus agujeros.
Le espetó César agarrando a su madre y llevándosela hacia al dormitorio. Allí la sentó en la cama y le quitó la chaqueta del pijama apareciendo el par de tetas que César siempre había querido comerse. Aurora se la agarró y se las ofreció a su hijo.
– ¡¡Tómalas son para ti!! ¡Quiero ver cómo te comes las tetas de tu Madre!
César alargó temblorosamente la mano, había esperado largo tiempo este momento y ahora casi le daba miedo tocarlas, puso una mano encima de una teta de su madre y la estrujó suavemente, vio la punta del pezón totalmente tiesa y lo agarró entre sus dedos.
– ¡Vamos nene, no tengas piedad…Chúpamelas como cuando eras niño, son todas tuyas! Nadie tiene más derecho a comérsela que mi propio hijo.
César se agachó, cogió una teta de su madre y se lo metió en la boca, pasaba la lengua por el pezón y empezó a chuparlo como cuando era bebé. Le encantaba ver como mamaba y Aurora se empezó a acariciar el coño por encima del pantalón.
– No mamá, déjate el coño, – dijo César, dejando por un momento su teta– Cuando acabe con tus tetas me encargaré de él personalmente ¡Tengo ganas de probarlo!
César volvió a las tetas de su madre, las chupaba con ansia.
– Sí mi niño, chúpale las tetas y los pezones a mamá, como cuando eras bebé. ¡Qué gusto Dios mío! – Dijo estremeciéndose.
César acabó con los pechos de su madre, le bajó el pantalón y vio su coño, era carnoso y depilado, un coño extremadamente bien cuidado para ser usado sin parangón. Pasó una mano por él y vio que estaba totalmente mojada, se agachó y le pasó la lengua, sabía salado, le gustó, le pegó otro lengüetazo y otro más hasta que se pegó a él con los labios a modo de ventosa, succionando y lengüeteando le clítoris duro de su madre. El caso es que se mojó mientras le besaba el cuello y ella a él dejándole penetrar un dedo en su raja vaginal… le sorprendió lo mojado que encontró su agujero entre sus labios y durante un rato la folló con el dedo despacio. Comenzó a gemir muy calladamente frotando los dedos en su clítoris, otra sorpresa ¡Vaya pepita que se encontró…dura y gorda!, no sabía si dar el paso adelante o dejarlo, se sentía muy excitado y raro… la polla la tenía a reventar y ella se pegaba más a mí, sin escrúpulo notó la hinchazón de la verga que se extendía hasta el muslo… fue notarla dura y gruesa, entonces más se apretaba a su pelvis. Sin duda, el mejor coño para un hijo es el de esa madre a la que te puedes follar… acogedor, cariñoso, sumiso y tragón, aunque no estaba fuera de la edad fértil en ese momento no pensaba en el problema de preñarla ¡Creo que a la polla no le importaba hacerle una panza a su madre…!
– Venga, mamá, túmbate en la cama.
– Si cariño.
Aurora se tumbó con las piernas bien abiertas, pero César no quería eso, tenía una fantasía y la iba a realizar, deseaba follarse a su madre como a una perra a cuatro patas…
– No mamá, así no, ponte de rodillas sobre la cama… ¡Te la voy a meter al estilo perro!
– Como tú quieras mi amor, – dijo ella – ¡Te gusta que tu madre sea tu PERRA!
Se puso de rodillas, la situación era algo inestable, sus tetas colgaban y se balanceaban, me agarró la polla mirándome sin decir nada y yo solo tuvo que empujar para adentro sin contemplaciones. La sensación era única cuando la estaba follando notando la calidez de su esponjosa y lubricada vagina en mi capullo después de tanto tiempo sin follar, en esa ocasión sentía además que había amor… se le puso a reventar al notar lo mojada que ya estaba. César se pudo detrás y dirigió la polla al coño de su madre, se la clavó hasta el fondo y estuvo un rato sin moverse, dentro de ella. El caso es que se dejó follar a pelo sin condón… ¡¡Joder cómo es eso de ponerla entre los labios vaginales y clavarla hasta dentro en tanto dé de sí haciendo tope en los huevos!! La sensación de notar su polla envuelta en la vagina caliente y húmeda de su madre, era algo con lo que nunca pudo imaginar.
– Ya te la he metido, mamá… y hasta el fondo. Te han entrado los casi 20 cm de una vez ¡Joder mamá, que buen coño tienes! ¡¿Notas mis huevos golpeándote el coño?!
– Sí hijo, como la noto, tienes una buena polla para satisfacer a la puta de tu madre y unos huevos formidables que me van a dar la mejor leche de toda mi puta vida.
– No te va a faltar rabo, descuida mamá, – dijo César empezando a moverse dentro de su madre.
Era impresionante como se le movían las tetas al ritmo de las sacudidas de César, este se las agarró fuerte mientras seguía con sus empellones. El soniquete de las nalgas azotadas por la pelvis de su hijo se convertía en música para los oídos de Aurora.
– Mira, mamá, mira cómo te follo. – Quedaban reflejados en el gran espejo del armario.
– ¡Joder!, ¡¡Hijo sí, que puta que soy!! Me estoy follando a mi hijo, sigue por favor, córrete dentro de mí, por favor ¡Ni se te ocurra sacarla hasta que me llenes el coño de leche!
Notaba
como se abrían sus paredes internas frotando mi sensible glande…ese coño
llevaba mucho tiempo sin ser visitado. Continuó metiendo y sacando sin cesar,
su mirada apenas se cruzó con la su hijo un par de veces, tal vez un poco
avergonzada de darse al instinto animal que llevaba dentro queriendo salir.
Pegados él la abrazada y follaba haciéndole notar cada centímetro de polla en
lo más hondo de su útero, ensanchando la boca de su coño. Ambos notaban los pesados
huevos aporreándole el perineo despatarrada y abrazada con sus manos en la espalda,
otras en el culo tirando hacia ella y soportando estoicamente los empujones de
su hijo clavándola hasta la raíz una y otra vez. Ahora follaban frente a frente…
El chico la
besaba en el cuello, la cara, los ojos y hasta se atrevió a morrearla, fue
cuando abrió un poco la boca para darse la lengua por primera vez. Llevaba más
de medio día sin eyacular y en poco más de cinco minutos no pudo contenerse, para
acabar una buena lechada toda para adentro en lo más hondo de su útero, de
forma que no hubiese posibilidad que se le saliera una sola gota de lefa.
El subidón de adrenalina era morrocotudo, sus corazones casi se salían del
pecho por la boca de la emoción… abrió los ojos cuando percibió el primer
lechazo y el segundo que suelen ser los más copiosos, mirándole sonrió dando su
beneplácito a la follada con inseminación profunda en su vagina ¡Eso
tranquilizó a César! porque pensaba que había hecho una aberración corriéndome
dentro de ella como un pervertido sin haberle pedido permiso para vaciarme
en su coño ¡Joder su primera eyaculación dentro de su propia madre! Se creía un
adulto consciente de mis actos y no un adolescente con ganas de experimentar,
que era lo que era. César tras el último empujón fuerte, acabó de correrse y los
dos cayeron sobre e colchón y estuvieron un rato así.
Una vez algo recuperados, el hijo fue sacando de su apretada y colmada vagina. Ambos se pusimos a mirar a la expectativa como extraía toda la tranca impregnada de flujo y esperma espeso, y de lo dura que aún la tenía. La cantidad debió ser tanta que tras el capullo salió un reguero de leche mezclada con sus fluidos que mojó su ano y cayó en parte a la mesa donde mi padre se pone habitualmente.
– Espero que el confinamiento dure meses, – dijo César – No te voy a dejar ni un solo día sin follar. Vamos a estar todo el día jodiendo en cada rincón de la casa.
– Y cuando vuelva papá ya veremos cómo lo hacemos pero quiero seguir teniendo la polla de mi hijo para mí, – dijo Aurora.
Después
la señora se colocó las bragas bien puestas y faena acabada… a esperar lo que
ocurría al día siguiente cuando estuviesen más serenos. Observó como las bragas
se calaban, y se marchó con toda la zona que tapaba su coño mojada de semen
filial. No se dijeron nada más después durante la cena, como si no hubiese
ocurrido, pero César sentía el morbo que da saber que su madre tenía
toda su leche caliente metida en su coño y en sus bragas empapadas del
semen de su hijo, tratando la situación como si no hubiera pasado
nada ¡Aurora demostraba que es una madre única! Sabe bañarse y
guardar la ropa.
Pero todo
llega a su fin y el confinamiento también, lo habían pasado de ciencia ficción
y menos mal que ambos se gustaron y tal vez hasta se enamoraron tras echar más un
mínimo de dos polvos diarios… con tres Aurora se enamoró de Tomás. Sin tanto
amor por parte de los dos, la convivencia hubiera sido un infierno. Pero ahora
tocaba ser realistas y echarle narices a la vida en familia.
Aurora y César se prepararon para recibir a su familia. Habían follado todos los días dos veces dos al día y en ocasiones tres veces… por la mañana, tarde y noche. Tanto César como Aurora hicieron realidad todas sus fantasías y esperaba que la cosa siguiera igual aunque tomando precauciones. Una tarde se oyó la cerradura de la puerta, César y Aurora salieron al pasillo y allí estaba Tomás y el abuelo, después de los abrazos y besos de rigor después de más de un mes sin verse en vivo, sus ojos vidriaban de las lágrimas de alegría, al estar de nuevo todos juntos en casa.
– ¿Qué tal se ha portado César? – dijo Tomás.
– Muy bien, – contestó Aurora revolviéndole el pelo – Es ya todo un hombre, ha sido el hombre de la casa en tu ausencia ¿a que sí? Me ha ayudado mucho sin dejar sus tareas… podemos estar muy orgullosos de nuestro HIJO.
– Gracias mamá, solo he hecho lo que debía…– dijo César poniendo disimuladamente la mano en el culo de su madre, sobre la falda de cuadros que llevaba puesta.
El salimos a cenar y a tomar una copa mi esposo y yo, regresamos a casa algo cansados, la verdad es que noria por tocar mi cama y dormir. Nos metimos a bañar juntos, para terminar más rápido y acostarnos pronto. La bañera es de buen tamaño, no muy grande pero cabemos dos... Él me estaba esperando dentro ya con el agua caliente, entré y seguíamos hablando de cosas sin importancia... Me puse frente a el dándole la espalda, me puso un poco de jabón y me abrazo desde atrás para jabonarme mis tetas en lo que nos caía el agua caliente muy rica... Empecé a sentir como se le ponía dura con mis nalgas y se las moví un poco para que sintiera lo que se había perdido todo este tiempo… se le puso todavía más dura... Pase mi mano para atrás para agarrársela, así de espaldas, se la toque un poco, me siguió jabonando todo el cuerpo, (TODO). Después se puso de rodillas, y saco su lengua para moverla entre mis piernas, en lo que con su mano me masajeaba por atrás, después bajo más su cabeza y me paso su lengua entre la vagina y el culo, me giró y me lo chupo también… nunca me había hecho eso, lo mismo que me hizo mi padre ¡¡Lo sentí delicioso! En eso intentaron entrar al baño, le indicamos que estábamos su padre y yo. César se quedé escuchando mis gemidos, le dije que en cinco minutos salíamos del baño… y nos dio ok sin problema, pero no se iba...
– ¿Todo bien ahí adentro?
– Todo muy bien hijo, le respondió Aurora.
Le comentó a su esposo que el chico seguía ahí afuera escuchando.
– No te preocupes... disfruta... – le dijo…
Seguía el chico afuera, su madre caliente y mojada, disfrutando mucho. Gemía más fuerte para que César la escuchara.
– Sé que estásahí hijo.
– Sí, aquí estoy... se oye bien...
– Es porque tu padre me lo hace sentir bien. – le dijo y se rio un poco fuerte.
El chico también
se rio junto al padre también... Se cansó de estar en rodillas y se paró, estaba
muy mojada por su morbo, por su boca y por la ducha claro... se puso frente a él
pero de perfil, su mano izquierda tocándola por atrás todo culo y un poquito más...
su mano derecha tocándola por adelante y metiendo sus dedos en su coño… su boca
besándola y mordiendo el cuello, estaba tan hipnotizada que solo estaba parada
como muñeca inflable, dejándose hacer lo que él quería en compensación a los
cuernos que llevaba últimamente con los confinamiento.
Tomás le decía cosas al oído que la encendieron como una antorcha, le decía entre muchas cosas, que quería sentirla correrse así... que se la agarrara y que se la apretara tan fuerte como si fuese el tronco que la sostiene en un acantilado... y así fue como lo hizo... le encantaba la idea de que su chico les estuviera escuchando. A Aurora le puso muy caliente la situación, pero su padre llevaba mucho sin disfrutar de su esposa y le largó
– Te dejamos escuchar todo lo que tú quieras, pero cuando acabemos te vas y que sea nuestro secreto ¿está bien
– Claro papá… – contestó – Seré discreto, pero necesito seguir escuchando yo también estoy a punto de terminar gracias a ti...
Aurora se
excitó bastante más, hasta en pensó en abrirle la puerta para que viera a sus
padre follando, tampoco sería la primera vez, la anterior fue Tomás quien
invitó a su hijo, pero no se atrevió, no
quería matar la fantasía del chico guapo tocándose por sus gemidos de placer
que tenía en la cabeza... El esposo siguió tocando por todos lados y besando,
el agua caliente recorría todo el cuerpo de ambos. Su esposo la hizo correrse
al fin muy fuerte, escuchando como César hacia ruidos de placer, terminando al
mismo tiempo. Tomás aún estaba durísimo,
se puso de rodillas y se la chupe mucho y lo masturbó hasta que se corrió en la
boca y cara de su esposa, también hubo lefa para sus tetas. Casi se desvanece
cuando se estaba corriendo. Ya cada cual en su cuarto, el matrimonio volvió a echar el polvo de buenas
noches, para quedar dormidos.
Es 15 de
mayo, y la pandemia se va controlado, no solo el virus ha sido incontrolable
sino las riadas de espermatozoides que han recorrido mi útero en este año de
confinamientos concatenados, cada uno ha tenido lo suyo de particular, pero una
cosa común… el descubrimiento de mi fiera sexual, la cual ha ido creciendo en
cada fase. Y tanto esperma aliviado dentro de mi vagina ha logrado lo esperado…
¡Estoy preñada de 18 semanas! Y por entonces solo follábamos como conejos mi
hijo y yo, veremos cómo se toma el cornudo de mi esposo. Lo único que pude
tranquilizar sus cuernos es que… ¡TODO QUEDA EN CASA!
Una vez inoculado el vicio no se puede exterminar, y tras acabar la cuarentena del parto de la niña, volvimos a las andadas.
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