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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

La buena inquilina

 


Con 38 años ya estoy casada hace 16 años con Martín, el cual me ha dado tres hijos varones, de 16 el más grande, 14 el más chico de 8. Desde que tuve al primero, me dediqué a mis hijos ya que tuve una fuerte educación católica en la cual me inculcaron el valor a la familia con fundamental, además de serle fiel a mi esposo…. Como buena mujer cristiana, mantuve relaciones sexuales por primera vez con mi marido tras casarnos. Esta educación hizo que de chica me vista en forma discreta y recatada, siempre procurando ocultar mis dotes físicas y dedicando todo mi tiempo al estudio y los quehaceres académicos y domésticos, aprendiendo todo lo que una esposa debe saber…cocinar, limpiar, coser y hacer la compra diaria para el hogar. Soy morena de tez, de piel suave muy pálida… tengo unos lunares que resaltan la sensualidad de mi cuerpo. Siempre me gustó mantener espléndido mi pelo, desde chica lo cuidé mucho con cremas y en la actualidad aún lo mantengo muy bello. Es liso azabache de ojos azules claro, mi nariz es delicada y mis labios son carnosos, pero sin exagerar, me gusta lucirlos con sensualidad y al sonreír mostrar mis dientes perfectos.

Gracias a mi marido, tras tener mi primara experiencia sexual, fui adquiriendo un gusto por lucir mis atributos cada vez más, hasta convertirse casi en una afición procurar estar siempre vestida de la manera más sexy posible. Cosa que me ha demostrado que soy capaz de llevar a la cama a cualquier hombre gracias a mi atractivo, ya sean amigos de mis hijos o de mi marido, incluso sobrinos y parientes. En el trabajo la mayoría son amables y cordiales conmigo, buscando siempre entablar conversaciones bien cerca de mi cuerpo.

Mis medidas de guitarra española, las cubro con lencería por lo general muy sexy y sugerente. Si bien nunca he engañado a mi marido, he descubierto por películas y conversaciones, al no conocer el miembro de ningún otro hombre más que el de mi marido, que en realidad el suyo está en verdad muy por debajo de la media. He soñado en fantasías ser devorada por hombres mucho más brutos que mi marido, ya sea jóvenes y púberes o maduros, experimentados y sobre todo viejos que me agarren con una verga mucho más grande que la que he disfrutado hasta ese día, y que me hagan gritar de placer.

Además, nunca hemos realizado actividad innovadora en el ámbito del sexo, por lo que podemos decir somos muy conservadores sin pasar más allá del misionero o a cuatro patas sobre la cama. Soy muy cuidadosa con el tema debido a mi crianza y mi postura, por tanto, busco manejar el tema con mis hijos con cierta cautela. Nos cuidamos tomando pastillas por mi parte y él con preservativo, nunca nos dejamos de cuidar excepto cuando buscamos tener hijos, más que nada debido a que yo tengo una condición muy particular, al tener orgasmos muy fuertes que me hacen despedir mucho flujo y eso permite que sea más receptiva y pueda quedar embarazada aún con poca cantidad de semen. Gracias a ello, mi marido ha podido preñarme con facilidad las tres veces, dado que no es de eyacular en cantidad… apenas un par de chorritos cortos, pero siendo este el caso, mantenemos un control muy marcado con respecto al tema de quedarme preñada.

Soy bastante pudorosa, y trato de tener relaciones solo cuando los chicos no están o bien, esperar hasta bien tarde para que no haya riesgo de que me escuchen. Eso me daría mucha vergüenza…, pero en cuanto a mi cuerpo, me ocurre lo mismo. Mis tetas son de una talla 110 naturales con la copa C, por el tamaño os imaginaréis que no son erectas, sino más bien pesadas y pomposas, sin embargo las tengo muy firmes y atractivas, suaves al tacto y sedosas, con pezones grandes como chupetes en una areola enorme…, mi esposo dice que son unos pezones exagerados, con un lunar muy sugerente en una de ellas. El culo lo tengo bien redondo y respingón… algo que desde chica me acostumbre a ocultar lo más posible, y en casa con mis  hijos adolescentes trato de disimular con ropas holgadas.

Cuando viajo en transporte público, noto miradas desesperadas al notar mi presencia y eso en ocasiones molesta…, hace tiempo, en una ocasión en el metro, iba vestida de traje negro con medias negras y zapatos, un chico quedó detrás de mí y por la presión de la gente se apretujó contra mi espalda, quedando al tacto la parte alta de mi culo contra su paquete…, al rato de ir en esa posición sentí como se endurecía su entrepierna, aunque sentí que su anatomía masculina era muy pequeña para fantasear con ello, luego con mi esposo no fue mejor. En otra oportunidad, en la pasada Navidad, hicimos la cena de Nochebuena en casa. Uno de mis sobrinos me miraba de arriba abajo, y en un momento lo encontré observándome el culo yo tenía puesto un pantalón negro raso ajustado y se me marcaba el contorno de las bragas y los tirantes de sujetado, con una blusa arriba sin escote. Al principio me fastidió, ya que había procurado vestir lo más discreta posible, luego al ver el detalle de mis bragas tuve una actitud más comprensiva y lo dejé. Mientras estaba en la cocina lo noté mirando y se me ocurrió hacer que me acomodaba el pantalón subiéndolo, eso lo mantuvo entretenido.

Un rato después observé que se encerró en el baño, a mi entender, a masturbarse con locura con el espectáculo en su cabeza que su tía le había dado. Durante la semana me dejó pensando y lo incluí en un pensamiento erótico al hacer el amor con mi marido. Esa noche imaginé que me entregaba a mi sobrino y dejaba que me haga todo lo que deseara, tuve un orgasmo muy fuerte con Martín e incluso lo hice acabar antes de tiempo con las convulsiones que le produje en mi coño contra su polla en mi vagina.

En la siguiente comida de Reyes Magos, en casa sabía que él vendría y se me ocurrió una idea súper excitante. Dejaría una prenda interior sexy mía en el tender a ver si el la vería y yo podía engancharlo, a su vez coloqué una cámara en el baño camuflada con el canasto de la ropa y apuntando hacia el inodoro para capturar la masturbación que me dedicase. La prenda que escogí fue unas bragas de encaje y satén súper sedosa y excitante al tacto. Me parecía súper atrevida incluso de ver colgada en el tendedero, hasta temí que mi marido me hiciese quitarla, pero por suerte no reparó en ello.

Esa noche me preparé, me había depilado dejando en mi coño una franja mohicana de fino vello súper delicada, lo que hacía que mi raja vaginal se viese más excitante. Estrené un conjunto bordado de lencería súper delicado y sugerente me puse un vestido blanco que no traslucía pero era sugerente por lo corto, y mis piernas las vestí con medias largas color piel y unas sandalias al tono. Me perfumé y coloqué mi bisutería de costumbre que culminaba mi belleza. Al llegar mi sobrino lo saludé de forma súper maternal, con un abrazo fuerte contra mis tetas, lo cual lo dejo algo perplejo gracias a mi indumentaria y al  tacto de mis pezones en su pecho. Al pasar la noche y los tragos decidí ponerme en campaña de observar, cuando vi que él estaba en el patio fumando con otros integrantes de la familia, me acerqué con algo de morbosidad y miedo pero calentándome de poco tan solo con la idea de saber lo que hacía.

Al llegar vi que la prenda estaba al alcance de su vista y empecé a notar como se detenía en las bragas de su tía. Primero con disimulo pero luego al aumentar su atracción casi con desesperación la miraba y no dejaba de mirarla. << ¡¡Ufff que atrevido mi sobrino!!>> pensé, me está haciendo calentar, mis tetas aumentaron su volumen instintivamente, pensé, << ¡¿Se atreverá a hablar conmigo en presencia de esas bragas?! Y más aún, ¿las miraría delante de la propietaria?>> Decidí actuar. Fui hasta donde estaban y trate de comenzar a interactuar sacando tema de conversación.

-      ¿Sobrino, cómo anda todo…?

Me miro súper sorprendido.

-      ¡¡Tía!!

Calculo que no se esperaba mi presencia en ese momento, vi que rápidamente alejo su mirada de mis bragas colgadas y en cambio disfrutaba de mi presencia, así que opté por tratar de dirigir mi vista hacia ella mientras charlábamos, tras un rato de comentar tonterías aburridas observo de reojo que mira las bragas… << Siii sobrino, mírala>> pensé, y para asegurarme de que seguía mirándola busqué una excusa.

-      ¿Has visto que bonito nos ha quedado el patio? Tu tío Martín me puso el tendedero para poder colgar ropa…

Vi cómo se quedó casi petrificado mirándola, a lo cual siguió un silencio, se me secaba la boca, la estaba deseando, y yo pensaba… << Ay sobrino, ¿no quieres que me ponga esas bragas y me beses toda hasta sacármelas para follarme fuerte sin parar?>> Me imaginaba que debía tener una erección provocada por mí…, qué hermosa puta me sentía. Deseaba que me agarrase y me penetrase besándome el cuello… (Así es como mi marido me ha hecho a mis tres hijos… me excita sobremanera que me rellenen el útero de leche, mientras me besan el cuello o la boca). Una vez que la morbosidad llegó a tope decidí dejarlo con las ganas y me fui de esa manera que si el quedaba lo suficientemente excitado actuaria. Me fui un rato mi la habitación que estaba en penumbra… metí mi mano entre las mallas y las bragas, estaba mojada, me froté un poco y me olí los dedos que salieron de mi coño, tenía el aroma de hembra en celo gracias al machito de mi sobrino, que estaba hecho un bombón y podía ser mi bombón si me lo proponía ¡Cómo deseaba tenerlo dentro de mí…! ¡¡ufff!!

Cuando sacié un poco mi calentura castigándome el clítoris, tras el orgasmo que me provoqué salí de la habitación y al pasar por la ventana del patio casi se me para el corazón, vi que las bragas no estabas << ¡¡Funcionó!!>> Pensé. Volví al comedor y quedé algo desorientada cuando lo vi charlando lo más normal. Bueno supuse que ya se había masturbado, solo tenía la ilusión y el deseo de verlo todo en mi cámara.

Al irse cada uno a su casa, eran como las tres de la madrugada… mi calentura y deseo me ilusionaban y mantenían despierta, cuando vi que mi marido se durmió corrí en camisón de seda gris de encaje a buscar mi premio, me senté en el inodoro dispuesta a tener el mejor de los orgasmos con material súper ardiente, vi que las bragas estaban dentro del canasto y cuando las agarré, aprecié que estaban más pesadas… para mi sorpresa con una gran humedad. ¡Joder qué corrida!, era una corrida enorme de leche muy espesa…no lo podía creer. Por mi cabeza planeaba de todo, un cosquilleo bajaba y subía desde mi vagina. Pensaba que solo con oler esa lefa tan densa, podría preñarme.

Lo primero que hice fue oler un poco las bragas encharcadas, ¡Ummm! Cómo me excitó sentirlas todas llenas de esperma de macho hambriento, me pasé la mano por el coño, y fui a poner el play en la cámara…. Comencé a ver todos los visitantes del baño. Pude apreciar la polla de varios invitados familiares, y las de dos de mis hijos. Algunas nada despreciables pero quería ver a quien le dedicó todo su amor de semental a mi prenda interior de mujer sexy. Lo increíble pasó entonces, ¡entró uno de los tíos de mi marido con mis bragas en la mano!

Se sentó, es un viejo de unos 65 años que ha trabajado en la administración y siempre se ha cuidado mucho… pertenece al club de senderismo, y es una activista muy activo a día de hoy. Se baja los pantalones sentado sobre la taza del váter, y aparece una verga nada despreciable… se la empezó a frotar la polla gorda que se iba hinchando cada vez más ¡¡No lo podía creer!! ¡Ese viejo era un pajero pervertido y me deseaba! ¡¡Le hacía de todo a mis bragas!! ¡¿Mi coño se empezó a abrir instintivamente que pasaba?! ¡¡Me estaba excitando ese viejo!! Sentía que me estaba violando haciendo eso. Cuando me di cuenta me estaba colando dos dedos sin parar y empecé a gemir de un placer imparable…

-      ¡Uumm! Síii Aníbal fóllame asiii…  ¡¡Soy tuya… como me follas las bragas!! Ahí en mis bragas… ¡¡Ay soy tuya, soy tuya, soy tuya… aggh aggh aggh!!

Me imaginaba sentada encina del viejo tío, y el sujetado mis tetas, las cuales me apretaba yo misma. Y cuando vi la leche salir de su gordo capullo, me metí las bragas encharcadas sintiendo su leche fresca ¡Aaahhh! El engrudo de ese viejo se mezcló con mis fluidos…

-      Ahí, sí ahí es donde te corresponde… donde puedes preñarme, cabrón… ¡Cómo me folla mi macho, soy tu hembra! ¡Dame toda tu leche…!

¡¡Tuve uno de los mejores orgasmos de mi vida!! Metía las bragas embadurnadas de grumos lechosos y a la vez me tocaba el clítoris a toda velocidad.

 

***************

 

 


 

En otra ocasión que visitamos a un primo de mi marido en el campo, tuve una experiencia de lo más excitante. Fuimos sin los chicos que quedaron en casa de mi madre Decidí llevarme un vestido negro largo de algodón para la velada y debajo me puse un tanga azul fino que nuevamente se marcaba por el contorno. Cuando llegamos vi que el primo de mi marido era un hombre robusto, algo desarreglado con costumbres de campo. El quedó encantado conmigo… era muy simpático, cosa que agradó a mi marido. Sin embargo noté como en ciertos momentos se me quedaba mirando de forma insistente, buscando mis ojos o deteniéndose en mis labios. Yo ignoré su reaccionar ante mi presencia.

Luego me percaté como seguía mis movimientos al andar de aquí para allá sin dejar de mirarme el culo, que quedaba marcado con el triangulito de mi tanga. Al principio deseé que todo terminara enseguida, pero tras algunas copas de vino mi actitud fue cambiando, al punto de disfrutar cada oportunidad de pararme y revolear mi culo para que el gordo me desvistiera con los ojos y me deseara partir en dos a pollazos. Mientras intercambiábamos comentarios en la conversación, procuraba ser más simpática, gesticulando lo más posible. Él, deleitado parecía disfrutar cada segundo. Tramaba soñar con ese fortachón al hacer el amor con mi marido. Pero la cosa casi se sale de control cuando en un momento que fui al baño que quedaba en un pasillo un poco oscuro. Al salir me topé con el primo de mi marido y él sorprendido, me tomó de la cintura con las dos manos ante mi sorpresa total, exclamando…

-      ¡Ay Alexandra creí que te habías perdido!

Casi paralizada sentí sus fuertes manos sobre mi cintura y contesté riendo…

-      No ya vuelvo a la mesa… je, je, je.

Él, en vez de separar de inmediato sus manos, las dejó caer un poco al punto de que su menique acarició a penas el borde de mis bragas. Sentí un escalofrío de miedo, y me alejé rápidamente…, y él nuevamente quedó en perspectiva a mi culo mientras me dirigía a la mesa. Pasado el momento, el miedo se esfumó, y mi fantasía volvió a fundirse con lo morboso de la situación y el hecho de haber estado sola con ese forzudo que moría por hacerme suya, en medio de la oscuridad. Esa noche follaba con ese  macho fortachón, a pesar de que en verdad era mi marido quien me penetraba…, imaginaba que era el hombretón que me doblaba en envergadura, quien me daba sin parar, con lo que debía tener entre sus piernas… imaginaba que un pollón tremendo. Tuve un orgasmo increíble.

Este año nos mudamos con mi marido y los chicos a una casa situada en un barrio bonito de reciente urbanización, sin embargo, al llegar me encontré con que era una casa construida encima de otra en añadidura con tintes de ser ilegal, por así decirlo. El arrendador era un señor pasados de los 60 años con un aspecto un tanto bonachón, de buenas hechuras para su edad que se mantenía bien… estaba prácticamente calvo, pero un atractivo sugerente parecido al actor “Jason Statham”  con gafas y barba entrecana muy bien arreglada siempre. Se trataba de un constructor viudo que alquilaba el piso superior de su casa, que el mismo había construido. En un principio era para su hija, pero al fallecer su esposa ese año que acabó la obra, decidió alquilarla y la hija seguir viviendo con su padre en la planta baja… la misma había sido ideada para vivir ellos dos. Arriba todo era a estrenar, era muy agradable a la vista. 

 

  

El señor vivía con su hija abajo y en el acuerdo resolvimos ir a pagarle el alquiler cada mes a su casa, asunto del que se encargaría mi marido fundamentalmente.

El señor, nada más al verme deseó con toda su voluntad que cerráramos el contrato para que mi familia y yo vivamos ahí. Con el paso del tiempo fuimos conociendo al señor, Roberto, desde siempre me pareció buena persona. El único pormenor era que se escuchaban repetidas discusiones con su hija, a veces con gritos, ella lo trataba muy mal y al parecer lo culpaba de la muerte de su esposa y de habernos alquilado el piso… después pasaban semanas en calma, en donde algunas noches se lograban percibir sonidos que se asemejaban a los una pareja follando, pero eso no podía ser porque vivían solo el padre y la hija en la planta inferior.

Él era muy amable al saludar cuando me lo cruzaba al subir a mi apartamento, cosa que no me sorprendía, era un señor grande de aspecto algo abandonado y corpulento. Estaba sólo tras fallecer su mujer y su hija tampoco le cuidada demasiado, que digamos. Yo siempre llegada de trabajar muy tarde con prendas de oficinista ejecutiva que eran lo bastante sugerentes como para causar el deseo de cualquiera… era mi indumentaria reglamentaria no escrita, pero sí exigida por costumbre en mi empresa.

Él, siempre se hallaba bien ubicado, me miraba, pero se limitaba a saludar, podía sentir como disfrutaba al oler mi perfume caro que emanaba de mí y mi pelo suelto al paso cerca de él. Yo siempre me sacrificaba a oler su olor natural a macho de hombre grande o su barba que me pinchaba un poco. Solía vestir con sandalias de tacón alto, medias negras y vestido ejecutivo tapado el pecho. Mi conjunto de lencería combinado con un tanga de encaje y satén por detrás que se perdía entre mis nalgas, un sujetador grande que armaba mis tetas robustas, en satén dorado con detalles delicados de encaje negro, muy bello y sugerente a la vez, hace que den ganas de agarrarme las tetas en verdad. Y el vestido que llevaba ese día era de encaje muy sexy, ajustado a mi culo y tetas. Ese día vestía de esa forma ya que tuve reunión con ejecutivos y fui además en el coche.

Esa mañana mi marido me encomendó dejarle el dinero del alquiler a Roberto, ya que él venía muy tarde y ya estábamos en el quinto día del mes, accedí sin problemas recordando la amabilidad de Roberto, aunque me dije… << estoy demasiado sexy para entrar a la casa del señor este que cada vez que me saludaba me deseaba y me hacía sentir un poco nerviosa>> Supuse que no sería problema y que quizás me halagaría verle disfrutar un poco de mi presencia. Así que al llegar me dirigí con ese propósito a visitarlo, iba muy perfumada como siempre y con una bisutería bonita que denotaba mi condición de mujer dulce y cristiana, una cruz de dorada colgaba en mi pecho desde una cadenita muy fina. Al costado del tirante de mi vestido se apreciaban los lunares de mis bellos y suaves hombros y el delicado sujetador, en contraste con lo grande de mis tetas, prácticamente era un faja de seda dorado, que realmente invitaba a ser deslizado y liberar mis enormes tetonas.

Mis medias recubrían lo largo de mis piernas suaves y terminaban en un delicado detalle de encaje tipo bucanera. Mi tanga cubría mi vagina depilada con una pequeña y delicada franja mohicana, este tanga se perdía atrás entre las nalgas con un triangulito de satén negro, sus tirantes rodeaban mi cintura sobre mis anchas caderas de forma muy delicada. Mis piernas, súper sedosas al tacto eran del ancho perfecto y finalizaban en mis sandalias finas de tacón y muy delicadas también.

Cuando me propuse a tocar timbre por primera vez a mi vecino arrendador recordé que los chicos no estaban en casa porque iban con su abuela paterna. Así que ideé, tras pagarle el alquiler a Roberto, encaminarme a hacer una comida rápida para mí y acostarme. Aquella noche hacía frío y tenía ganas de darle mismos a mi esposo para que me saque algunos sueños eróticos que tenía guardados en lo profundo de mi mente, aunque cristiana no dejaba de ser muy calentona, por cierto.

Al salir Roberto se le dibujo una sonrisa instantánea en su cara, y no salía de su asombro por encontrarse conmigo en vez de mi marido que acostumbraba a pagarle el alquiler, vestía como era habitual camisa pantalón de vestir y zapatos, se podría decir formal pero algo menos desprolijo… se empezaba a cuidar y resaltaba su belleza masculina y viril que se escondía tras su vestimenta informal pero arreglada… su atuendo era nuevo. Esbocé una sonrisa algo nerviosa mientras él admiraba toda mi presencia, se desesperó por abrir la puerta de reja sin despegar la vista de mi persona, y me saludó muy despacio sintiendo el contacto y disfrutando el mayor tiempo posible de él, sentí nuevamente ese olor a macho, pero estaba vez no era de viejo sino de hombre que se cuidaba… y su barba seguía pinchando mi piel suave y perfumada, el contraste conmigo era muy alto y fortachón.

Me invitó a pasar con total amabilidad y haciendo ademanes súper caballerescos que me hicieron sentir bastante cómoda, pero a la vez consciente del por qué (yo era un fruto hermoso de ver y con el que cualquiera desearía mantener el más mínimo contacto). Pasé por al lado y noté como se deleitó con mi vestimenta, estaba extasiado de alegría de que mi modelaje exuberante se dirigiera al interior de su casa… me sorprendió lo bonita y bien cuidados los detalles, con gusto y sin recargarla… los justo y necesario, la casa olía a un perfume muy suave, se notaba la mano de su hija en todo ello. Al ingresar a su biblioteca donde hacía las veces de oficina, percibí el olor a madera noble, que se impregnada en las papilas gustativas, un aroma antiguo fuerte… me gustaba porque le daba caché a los cientos de libros que se apilaban ordenadamente.

-      ¡¡Alexandra!! ¡Pasa, pasa, ponte cómoda! ¡¡qué sorpresa!!

Y yo, entre nerviosa y correspondiendo a su amabilidad, sonreí y respondí.

-      No, es que mi marido no pudo venir, le pido mil disculpas, Roberto.

Él, usando mis comentarios como oportunidad, respondió con bastante coqueteo…

-      ¡No mujer… por favor!! Es muy agradable que vengas a mi casa Alexandra ¡¡Mucho más agradable!! jeje.

No sonaba necesariamente lascivo. Con los nervios de recibimiento, no sabía si correspondía sentarme, quería que fuera rápido y poder irme casa.

Comenzó ofreciéndome algo para tomar, pero le dije que no se molestara, insistió un poco pero lo rechacé amablemente, al sentarse continuó observándome con los ojos muy atentos, y pude notar como apreciaba todos los detalles, en seguida me invitó con insistencia a sentarme, a lo cual accedí, pero me preocupó que mi vestido mostrara más de la cuenta en cuanto a mis piernas, no quería tentar al “diablo”, al tenerme sentada en el sillón, se le dificultaba no mirarme y disponerse a realizar el trámite por el que nos habíamos citado, se colocó sus gafas que le daban un toque especialmente intelectual y más atractivo si cabe… el hombre no podía ocultar su alegría, me miraba y buscaba interactuar, particularmente se quedaba observando mis piernas enfundadas y mi tetas de manera disimulada, al notar esto me dio un poco de desapego al principio y sentí deseos de que el tramite durara poco.

Para colmo, mis nervios se traducían en una postura algo sumisa y casi propia de una adolescente ante un adulto, mis ojos verdes lo miraban con inocencia y eso me preocupaba, no quería gustarle más, pero no estaba en mis manos. Le consulté cuanto era como para deshacer la situación estancada, le dije que según me dijo Martin eran 400 €, el asintió pero no tuvo mejor idea que retomar el coqueteo diciendo…

-      Aunque a ti podría hacerte una atención especial, es muy grata tu visita como para cobrarte lo mismo que a él.

Algo ofuscada por el insistente baboseo decidí hacerme la tonta y le contesté, 400 € entonces, él comenzó a confeccionar el recibo, mientras yo aproveché para pararme y sacar de la cartera el importe, él, al notar esto, observó con todo detalle mi contoneo, principalmente de mi culo que estaba súper lucido con ese vestido ajustado y sentí algo de fastidio, pero lo dejé estar… <<¡¡Qué verdeo debe ser!!>> Pensé, como cristiana decente no pasaba por mi cabeza que ese maduro se estuviera follando a su propia hija.

Recordé que estaba sólo, sin su mujer y debía ser horrible no tener con quien saciar su necesidad natural de hombre, en ese momento mi mente retorcida origino un pensamiento absurdo, me imaginé la cantidad de semen que debía tener almacenado en sus gónadas, y que yo con solo una gota podía quedar preñada…, como calentona que era, creí conveniente alimentar el pensamiento para tener material para la noche con mi marido al llegar, lo cual con cierto riesgo me llevó a actuar de manera algo más provocativa, para ver cómo se ponía Roberto, si entraba al trapo como buen toro bravo.

Así que, un poco con miedo y decidiendo con la cabeza del clítoris, opté por ir adelante con el plan, intenté que la conversación avanzara y hablamos de su hija, ya algo más suelta para conversar y sonriéndole en todo momento. Roberto estaba tan extasiado que hablaba de cualquier cosa, se lo veía híper feliz conversando.

Él, un señor de pasados los 60 años, sin posibilidades de acercarse a una mujer como yo y manteniendo una conversación en apariencia entretenida. Tras minutos de tardar adrede en confeccionar el recibo, lo terminó y me dijo, para extender más la conversación…

-      Perdona si habéis escuchado las discusiones con su hija, lo siento… es que ella echa mucho de menos a su madre

En tono comprensivo le negué con la cabeza, que no se tenía por que disculpar y que era perfectamente entendible, que no debía ser fácil, y me comento justamente que para ella fue muy duro, en ese momento, vi que, junto al escritorio, en una estantería, había una foto de la señora con la hija de Roberto de chica, me levanté aprovechando para que el viera de cerca mis piernas y toda mi figura más cerca y pregunté…

-      ¡Ay! ¿Esta chiquilla es tu hija…? Me muero, ¡qué hermosa!!

Él, súper agradecido de mi postura se quedó como paralizado y mirando mi perfil y sobre todo el contorno de mi cola cubierta por el vestido y mis piernas con mis medias súper sedosas, aprovechando la situación se puso de pie detrás de mí…

-      Sí, Alexandra, esa es de hace 20 años ya, es increíble cómo pasa el tiempo

Mi corazón se aceleró, << ¿qué hace? pensé. Al escucharlo detrás sentí su aliento en mi espalda y vi por el reflejo del cristal de la foto como me miraba los hombros y mi sujetador, cómo se deleitaba con mi perfume, por lo visto ya no aguantaba la calentura. Estaba completamente excitada por la situación, nunca estuve tan caliente en mi vida, sentía un morbo ardiente, pensaba en la situación, estaba cerca de poner en peligro mi fidelidad y condición de mujer moralmente intachable. Era de mi marido y era súper bella, y ese viejo deseaba toda mi carne. Yo nunca había pasado de fantasías, que luego saciaba masturbándome o follando con mi marido en la cama.

Sentí que en caso de tener relaciones con él hasta podría gustarme y mi marido y mi familia nunca enterarse, y al sentirme tan deseada sentí que tenía en mis manos la posibilidad de gozar como nunca… << ¡¿Qué se sentiría tener una aventura de sexo salvaje con ese macho que me duplicaba la edad y peso?!>>. Lo empecé a ver poco peligroso y súper tentador, todos estos pensamientos levantaron tanto la temperatura en mí, que mi reacción fue juntar mis piernas y saqué un poco de culo y tetas, mis movimientos temblaban un poco, me hervía la sangre de calentura por estar provocando a Roberto con esa posición enfundada en esa vestimenta. Mi culo se partía cada vez más por el tanga y mis gomas copaban cada milímetro de mi sedoso sujetador. Sentía como mis pezones se habían puesto duros y rozaban la tela excitándome todavía. Mi respiración se intensificó, lo que hacía que mi pecho bajase y subiese con mi delicado dije descansando sobre el comienzo de mis tetas

No quería ser puta, sin embargo a la vez deseaba que me reviente el coño a pollazos…,  y esa dicotomía no hacía más que aumentar el morbo. Tenía una familia y siempre me vi como una señora escrupulosa, pero ahora estaba dispuesta a todo por un falo grande y salvaje como los que últimamente estaba deseando, esos los tenía estos viejos machos.

Empecé a sentir la calentura del viejo aunque aparentemente sin ningún peligro alguno de que se aventurase a hacer algo, así que decidí dar otro paso, lo consideraba demasiado ubicado para actuar y al parecer, cristiano como yo, ya que portaba una foto de Jesús en el escritorio. Sin embargo, la calentura de él, era más de lo que yo pensaba y por un momento, me asusté que le dé un paro cardiaco dada su edad. Me di vuelta y lo miré, el me miró a los ojos y me dijo…

-      ¡Qué guapa eres Alexandra!

Quedé encantada de verle animado a piropearme. En otra situación hubiese pensado que era un baboso, pero estando inmersa en la calentura me deleité con su postura atrevida conmigo. Su vecina sexy pero recatada, rebosaba encantos y estaba indefensa en su casa y para su total goce, parecía corresponderle, así que sonriendo le dije…

-      ¡Ay! Muchas gracias Roberto.

Quería corresponderlo de alguna manera sin regalarme, pero no sabía cómo…

-      Entonces qué… su mujer era muy bella también.

Rio un poco y soltándose un poco dijo…

-      Sí Alexandra, era guapa y resultona, pero no tenía ni de cerca tu cuerpo…

Se hizo el silencio y luego prosiguió ya más confiado

-      …Eres muy hermosa…

Le empezó a temblar la voz, casi parecía tímido, pero entendí que debía estarle afectando la tal calentura

-      …Eres muy… sexy y joven…

Lo miraba a los ojos y escuchaba atentamente, disfrutaba del halago descarado de un viejo hacia una dulce mujer casada y casi a su merced, y procuraba mostrarle que me seducía, entreabría un poco mi boca brillosa por el labial y asomé apenas mi lengua, estaba gozando mucho, empecé incluso a sentir mis bragas un poco húmedas, no podía creer que estaba mojada en la casa de mi viejo vecino, qué puta, hasta sentí que si él se acercaba a mis piernas podría oler mi flujo y eso me lo hizo imaginar como un animal en celo que huele a la hembra reclamando ser montada y copulada. Él entonces prosiguió…

-      … Tienes un cuerpo… increíble…

Me miró lentamente de arriba a abajo con toda libidinosidad ya despegando su mirada de mis ojos, parecía que le daba un infarto y los ojos se le saltaban, disfrutaba esa libertad de mirarme que yo le brindaba, entonces dijo…

-      …me vueeelve looco… lo buena que estas!!

Rápido subió la mirada como esperando mi reacción ante tal despropósito de sus palabras, yo sin embargo estaba casi en trance, por lo que se animó a proseguir, ya casi sin tapujos.

-      ¡¡Tus tetas y tu culo son la perfección de la mujer!!

Se hizo un silencio y nos quedamos mirándonos a los ojos, me humedecí los labios lentamente mientras pensaba mi respuesta y entonces le dije algo que sentía con todo mi ser pero en especial, que gritaba mi coñito sumiso…

-      ¡Qué gentil que eres Roberto… me haces poner roja!

(Lo que en verdad significaba era “me haces mojar las bragas, cabrón”

-      ¡Ojalá mi marido me dijera un tercio de las cosas dulces que me dices, en cambio me deja sola en casa cuando mis hijos no están!

Él vio otra oportunidad para ligarme, lo empezó a ver casi posible, por momentos por lo que yo decía…

-      ¡¿Cómo te dejó sola… no está… tus hijos tampoco?!

Sus ojos parecieron irrigarse de sangre, y casi podía imaginar que tenía una erección. Había dado con la tecla de mostrarme disponible sin ser explicita… esta idea me enloqueció, mis bragas mojadas y su polla hinchada quizás despidiendo algo de semen licuado ¡¡Wow era como estar haciendo el amor con el viejo!! (en mi mente). Cargué más mis palabras provocativas…

-      Noo, estoy sola hasta bien entrada la noche que él llegue del trabajo. Los chicos se fueron a casa de la abuela, así que ahora subo y me pongo una peli antes de dormir…sola…en mi cama y espero a que llegue mi espso.

Él, editado por mi última respuesta me dijo, sin ser del todo ubicado…

-      ¡Ah! Y usas pijama con este frío, me imagino

Y yo, levantando un poco el culo y las tetas y sin medir las consecuencias, súper caliente, pensando en si se le pondría dura al viejo, le dije…

-      Nooo, para nada, soy muy calurosa, así que no… sólo en bragas y camisón.

Finalicé, en un tono muy sensual. Se hizo de nuevo un silencio y el viejo abrió levemente los ojos y la boca de forma inconsciente. Yo también quedé sorprendida por lo que acababa de decir, la situación era muy morbosa, hablaba con mi viejo vecino, que además moría por comerme entera, acerca de mis bragas y mi desnudez al dormir. Tras un rato me dijo…

-      ¡Ah, eres como yo!!

Y ahí aproveché y le dije con voz de pícara…

-      ¿Duermes en calzoncillos, Roberto?

-      Sí, no me gusta el pijama…y cuando entra el calor… incluso desnudo.

-      ¡Ah, bueno! No es como mi marido digamos… aunque desnudo con su hija por casa, debe ser algo impúdico. ¿A ella no le importuna?

-      Ella ya está acostumbrada a verme en pelotas… y yo a ella, digámoslo así.

Eso era casi una afirmación de los gemidos sexuales que algunas veces se oían… este tipo se follaba a su hija sin compasión, y yo jugaba con fuego y lo sabía, una parte de mi decía << ¡¿Qué dices?!!>>, Y la otra << ¡¡Sigue calentando más a este viejo que se muere por tus huesos!!>> Sin saber hasta donde era capaz de llegar.

-      No eres como mi marido que siempre tiene frío, y entra helado a la cama, ¡¡Ay, detesto que haga eso!!

-      ¡Ah, nooo, yo jamás, yo soy súper calentito para dormir Alexandra!

Yo exclamé…

-      ¡Umm, qué bueno… me da calor de sólo pensarlo uff! Ja,ja,ja

Me hacía la acalorada ventilándome y la tonta para que el viejo actúe de una vez. Noté entonces como me miraba jadeante y se acercó a mí y me agarró de la cintura.

-      Bueno Alexandra, avísame si tienes frío y voy a calentarte en lugar de tu marido… a mí me sobra la calentura cuando me acuesto, y si es contigo…

Ya se sentía confiado y yo me quedé con medio cara de tonta y de puta a la vez, suplicándole en mis ojos que me follara, así es, quería que ese viejo me montase, me penetrase y me hiciera gritar y que mi marido, al no estar no pudiese hacer absolutamente nada mientras el viejo y viril de su vecino se folla a su hermosa esposa, y le hace una gran panza…. Y entonces, regresando a la realidad le contesté…

-      ¡Ay Roberto!! Eres tremendo.

Y ahí, para mostrarme que hablaba en serio, prosiguió con su mano hasta abajo, sentí lo pesadez de su palma acariciar mi nalga y eso me llevo hasta el cielo, ¡¡mi culo!! Únicamente tocado por mi marido hasta entonces, estaba siendo amasado por encima del vestido por ese hombretón maduro que pintaba canas. Y en nada, me pegó a su cuerpo. Nada más estar pegada a su corpachón, sentí la presión de su erección sobre mí y eso me terminó de entregar. Seguía con mi respiración jadeante, mi pecho se expandía a cada respiración y ante esto, el viejo bajó su mirada y no desaprovechó la ocasión…, me empezó a amasar uno de las tetas aun mirándome en silencio, mientras yo lo dejaba hacer y gozarme. Mis bragas se empezaron a humedecer…. Pensaba, estoy casada, tengo hijos, de religión católica, apostólica y romana… cristiana de pro, y me estaba dejando hacer de todo por ese hombre que nunca había probado a una mujer tan sexy como yo… ni siquiera su hija me hacía sombra en mi sexapil.

 


 

El viejo, mientras me seguía amasando las tetas, bajó un poco los tirantes del vestido asomando todo el esplendor de mis tetas, aún cubiertas por ese sujetador sugerente, el cual no hizo más que aumentar la fiereza de Roberto, exclamó con una voz de macho en celo

-      ¡Joder, qué buena que estás, te quiero comer toda! ¡Ahora que tú marido no está… vas a ser mía!

Sentía sus manos calientes y muy fuertes, apretando mis suaves grandes tetas, yo lo miraba hacer y lo miraba con expresión que iba desde la excitación extrema al desconcierto. Apoyé mis manos en su cara, y lo acaricié. Mis hermosas manos sensuales acariciaban a ese viejo y lo miraba con expresión de calentura y deseo. Lo mire a los ojos…

-      ¡Ay Roberto, nunca he engañado a mi marido, lo amo, no sé…!

Mi perfume se mezclaba con su olor masculino, me empezó a besar todo el cuello cada vez más desesperado, y me decía una y otra vez…

-      ¡Mía, toda mía vas a ser!

Entró como en un trance…

-      ¡Ese cornudo se va a querer morir cuando vea la panza que le hice a su esposa! ¡De aquí vas a salir preñada esta tarde!

Y en vez de defender a mi marido y a mi libertad de elegir con quien engendrar a mis hijos, haciéndome la inocente y ya entregada por completo, le susurré…

-      ¡Ayy Roberto!! Estoy indefensa, sola aquí para usted… ¿Se va a aprovechar?

El viejo se excitaba cada vez más, se volvió una fiera, sentía su piel arrugada hervir y mirando mi expresión sumisa y jadeante con la boca entreabierta me imprimió un beso lascivo y con mucha lengua por toda mi boca, llenado de saliva con sabor a macho en celo más aromático que el de mi esposo… este viejo estaba mucho más cargado de testosterona que mi marido, sin lugar a dudas… ese regusto de su lengua invadía mi boca. Fue con tal fuerza que di un paso atrás con mis tacones.

Disfrutaba del morbo como nunca, y más cuando accedí a corresponder ese beso, saqué despacio mi lengua, y empecé a explorar su boca, rodeaba de forma mimosa su lengua invitándola a entrar a mi boca con gusto a menta y labial de fruta, continuó su lascivo beso casi succionándome toda la boca y mordiendo un poco los labios. A su vez empezó a meter una mano en mi entrepierna, debajo del vestido, primero acariciando todo su largo, y abrazándolas, para después rodearlas y masajear el cachete de mi culo… luego por delante acariciando mi vulva hinchada sobre el diminuto tanga de encaje.

Sus dedos eran precisos entre los labios vaginales hasta explorar mi espigado clítoris, y eso hacía que mi coño se moje más y más, lo áspero de sus manos acariciaban todo mi cuerpo de seda y ropa de satén, cómo me gustaba eso, ese hermoso macho me estaba devorando. En cierto momento se detuvo y se dirigió al sillón, se sentó, yo sorprendida, lo vi hacer…

-      Ven aquí nena, siéntate encima de mí

Ahí pude apreciar con quien iba a follar, a engañar a mi marido por primera vez. Habiendo podido hacerlo con tipos súper atractivos, estaba eligiendo a ese viejo sesentón, no pude más del morbo y fui a sentarme lo más provocativa posible, a él se le pintaba la excitación extrema en la cara.

Le temblaba la voz de tal exaltación, se observaba en su pantalón un gran abultamiento a causa de su polla a punto de explotar, y yo con el vestido levantado por sus manos, en tanga y medias accedí a su llamada. Yo una señora casada y con hijos, o aguantaba las ganas de sentarme, en la verga dura del viejo. Presentía mi fidelidad peligrar cada vez más, estando más cerca de ser la señora sexy y cristiana, jodida cogida por el viejo… y entonces lo hice, apoyar mis muslos en sus piernas como una adolescente… fue bellísimo me senté en su miembro a placer suyo. Noté toda su cabeza en mi culo, fue sublime, su tamaño fálico triplicaba el de mi marido, mi vulva se hinchó y se empapó enseguida por la excitación que era máxima. ¡Iba a ser follada por un macho mucho más macho que mi marido, una bestia con un cipote descomunal! Solo eso era lo que me arrastraba al infierno.

Nada más me senté, se sujetó de mis tetas aun con el sujetador, y me empezó a menear. Movía mi culo sin parar…

-      ¡Ay Robeeeerto!! ¡Cómo me gusta!! ¡Cómo me gusta sentir su polla dura!

Parecía un toro haciendo fuerza para romperme. Fueron varios minutos de ese refriego, el cual provocó que su verga se hinche más y mi coño chorreara baba espesa, mostrando total receptividad y preparando la vagina para ser penetrada por un mostrenco de tal tamaño.

Tras un rato, me hizo parar de frente, colocó sus dedos grandes en los tirantes de mis bragas y me las fue bajando delicadamente…, las mismas se despegaron de mi vagina  húmeda y él me dijo…

-      ¡¡Umm, mira cómo te pusiste Alexandra!!

 Y yo en trance total respondí…

-      ¡Soy tuya Roberrrto!! ¡Soy tu perra en celo! ¡¿Dime qué quieres que haga?!

Él se bajó el pantalón y los calzoncillos… liberó a la bestia, que me sorprendió no tuviese un manto de pelos de anciano… eran cortos y casi invisibles, rubios y canosos. ¡¡Finalmente apareció su pollón!! Un pedazo de cipote gordo y oscuro, vigoroso jalonando de venas inflamadas que deformaban el tronco viejo, que le daban un aspecto exótico, grande e hinchado al parecer como nunca, no podía dejar de mirarlo deseosa de que me joda con ese garrote…. En ese momento, retomé lo último que quedaba en mí de cordura…

-      Usemos condón ¿sí? por favor Roberto. En estos últimos días no tomé la pastilla… y mi vientre es demasiado receptivo al esperma…cada vez que he dejado de tomarla, y me mi esposo me ha follado, he acabado preñada.

Él hizo una mueca y me contestó.

-      No tengo mi amor, debes saber que no compro hace años… en esta casa se folla a pelo desde siempre ¡Todas se quedan con mi leche espesa en su coño!

Lo miré y pensé que no me iba a detener ahora, el riesgo de quedar preñada por esa verga monstruosa me hacía excitar más. Puse mi mano suavemente en su glande, ya tenía líquido seminal por lo fuerte de su erección, fui deslizándola despacio hasta tenerla toda agarrada (era en verdad gorda y grande no veía la hora de tenerla dentro… mi mano no la circundada de los gruesa que era, y ni con cuatro manos superpuestas cubría toda su longitud) la agarraba firme con mis manos delicadas que portaban anillo de casada y uñas delicadamente esculpidas… iba a ser infiel a mi esposo por primera vez, a los ojos de Dios.

Me di la vuelta de espaldas nuevamente, abrí mis piernas juntándolas a las de él…su polla parecía un obelisco sobre un gran pedestal, que eran su enormes huevazos… esas grandes fábricas de lefa deben de estar llenas de lefa fértil, no se habían oído follar en los últimos días. Me dispuse a sentarme en su verga, con la mano primero apoyé los labios de mi coñito, y enseguida sentí como su cabezón me abría, el capullo resbaladizo por el líquido seminal que despedía, se resbalaba queriendo entrar. Metí un poquito el glande y me empecé a menear sobre él unos segundos…, pero fue demasiado para Roberto que enseguida, de pura desesperación me la ensartó toda de un solo envión, haciéndome sentar, sentí como me abrió las entrañas, tenía prácticamente, un mazo ciclópeo dentro de mi útero…, nunca había sentido eso con mi esposo, creía notar su glande en el mi estómago de lo profundo que llegaba la polla. Ahora si estaba oficialmente follada por mi viejo vecino.

Pensé… << ¡Ay qué puta soy pero a la vez…! ¡Ay que viejo más atractivo!>>  Me empezó a dar verga despacito y cada vez más fuerte, y yo rebotaba mi culo sobre sus pelotas. Mis piernas temblaban encina de las suyas. Gritaba como su puta…

-      ¡Ay, ay, ay… más más másss másss!

En un momento de sensatez le apelé a su cordura…

-      ¡Córrete fuera, por favor…!

En ese momento mi pensamiento se centró en la ingente cantidad que podría albergar tamaños testículos… debía tener mucha leche acumulada, y me éxito más…, empecé a saltar con su verga ensartada, como loca gritaba tan fuerte que podía haberse escuchado fuera.

-      ¡Rómpeme el coño papi, rómpete toda con tus pollazos!

-      ¡Ay, nena, qué buena hembra que eres!

Mientras me castigaba con su garrote por el coño extremadamente caliente y lubricado. Yo me dejé caer de espaldas sobre su pecho mientras me engarzaba profundo y duro, así tan bien follada… como una nena sobre su papi, me recosté sobre él mientras me seguía dando. Mis dulces pómulos se apoyaban en su cara denostada por el tiempo, y él aprovechó para besarme…mi giré y nos comimos la bocas lascivamente… mi lengua era un torbellino dentro de la suya… era completamente suya, ahora era su mujer, su hembra… el receptáculo para el alivio de sus gónadas, donde poder descargar toda su leche acumulada. Metía toda la lengua adentro de la boca y yo correspondía casi como enamorada, hasta me excitaba saber que se lo robaba a la vieja que había muerto o a su hija más joven que yo. En un instante le susurré…

-      ¡¿Soy más guapa que tu difunta mujer?! ¡¿Ahora me ama a mí?! ¡¿Yo soy tu nueva mujer…tu hembra con la que engendrar a tus hijos…?!

Y el viejo entusiasmado con la follada decía…

-      Sí mi amor… ¡Eres el amor de mi vida de verdad! Ni esposa, ni mi hija me han dado tan buenas folladas como esta que me estás dando tú.

-      ¡¿Te follas también a tu hija…?!

Le pregunté curiosa y no tan sorprendida, y a la vez respondió…

-      Y tú mi amor ¿Te gusto más que el idiota de tu cornudo marido?

-      Sí, mi papi… ¡¡él ya me perdió frente a esa verga que Dios te ha dado para que me folles!! Él nunca ha llegado a darme tanto placer con su picha…

Después de eso se paró y me empezó a dar con más ritmo contra el escritorio me tenía agarrada con una mano de la pierna enfundada en la media bucanera y con la otra de una de mis tetas. Era un animal gozando todo mi cuerpo. Una situación excitante de ver la cruz de mi cadenita saltando en mi pecho, descontrolada por las embestidas que me daba el viejo, me miraba por el reflejo de la ventana y veía a una mujer casada en tacones y medias medio desnuda follándose a un viejo verde de una dotación sexual desmesurada. Percibía como expandía la vagina abriéndome las carnes al incrustarme el badajo hasta el mismo útero, los azotes de sus pelotas en mi coño y sentirme amarrada por tan buen semental, me estremecía en un dominio total de ese macho.

Tras tanto follar… ya había perdido la concepción del tiempo que estaba siendo percutida por ese grueso y largo vástago que me había desvirgado lugares hasta ahora inhóspitas por cipote alguno. Apreciaba su verga hinchándose, endurecerse cada vez más, percibía como latía con fuerza y pensé que era inminente su corrida y mi relleno de leche condensada… ¡Va a eyacular! Y le supliqué…

-      ¡Sácala por favor! No me llenes con tu lefa… ¡Voy a quedar preñada…!

-      Ni loooco, quiero que tengas una buena panza conmigo, mi amor, así te dejo bien preñada y que tu esposo se encargue de criar y mantener a mis hijos.

Asustada por un lado y feliz por otro…

-      Nooo por favor Roberto no seas así… me entregué a ti para que fueras gentil.

-      Sí nena, sé que quieres mi leche desde que me viste la primera vez… y también sabes toda la que tengo guardada desde hace días… porque oyes cuando follo a mi hija, y hace días que no me la tiro.

Se apretó más contra mi cuerpo mientras me besaba el cuello, ahí me ganó la calentura… que me besen el cuello y la boca cuando me van a inseminar, me pierde demoledoramente.

-      ¡Sí papi, no lo dejes ahora…siento que me vas a inundar de leche el útero y lo deseo con locura… ¡Me vas a dejar preñada, cabrón!

Y ahí aumento su ritmo hasta un nivel frenético y me empezó a castigar más fuerte. Gritaba casi como nena castigada, de mis ojos caían lágrimas de lo extasiada que estaba, mi vagina se hallaba contrayéndose en un orgasmo arrollador… El viejo me daba a toda máquina, su aceleración solo significaba una cosa, estaba a punto…, de pronto  sentí su verga explotar de leche dentro de lo más profundo de mi útero, las paredes de mi vagina se encharcaron de semen de ese viejo semental…  sentí como me llenaba por completo. Percibía cada chorro dispararse contra mi pared vaginal, se hinchaba y eyaculaba uno tras otro como una manguera de bombero. Creía que no iba a terminar de llenarme de ese semen espeso y grumoso que a tantas otras hembras había apercibido con su fertilidad.

Al terminar me acarició mi pancita y me recalcó que tendría un bebé suyo. Me saqué su verga gorda como pude y me disponía a limpiarme con un clínex o dos. Cuando me disponía a agarrar las bragas, él se me anticipó, la estrujó en su mano y con la otra me arrinconó de frente nuevamente hacia el escritorio, pero esta vez mirándome a los ojos y me encajó un beso con la lengua llegando hasta mi garganta. Agarrándome de ambos muslos y  alzándome sobre el escritorio, me la volvió a meter despacio haciéndome sentir cada centímetro de su cipote… ahí me sentía llena de nuevo. Se acaba de correr como un caballo semental y no se le había bajado ni un ápice, ¡¿Cómo era posible tener tanta masculinidad en sus venas?! ¡¿Cómo no haber encontrado a un macho de esta categoría en vez de mi esposo… un “picha floja” al lado de este semental?!

A esas alturas de embriaguez sexual, solo rogaba que no la sacara nunca más, y sin despegar sus manos de mis muslos sobre mis medias, me empezó a dar fuerte con su trabuco erguido, duro y venoso a modo de pistón de tren, tanto que el escritorio se corría para atrás de los enérgicos empujones. Despatarrada, el viejo tenía todo el acceso posible a mi coño, el cual recibía su fuerza totalmente receptiva al viejo, tal si fuera un frontón de pelota. El macho no paraba de bombear mi vagina, lubricando cada milímetro de su tronco. Parecía que mi vagina era la funda perfecta hecha para él, y mi apretado coño lo agradecía mimando toda su extensión jalonando la serpenteando orografía el cipote percutor ¡¡Sin duda, mi coño era mucho más compatible con su badajo, que con la polla de mi marido!!

En un momento dejó horadando su lengua dentro se mi boca, mientras me seguía dando una follada dura… gemía como loca, mis gemidos ahogados por sus besos parecían los de una gatita castigada, y el gemía como un toro embravecido ¡Joder con el macho, y ya se había corrido en lo más hondo de mis entrañas!, todo mi cuerpo trepidaba ante sus empellones… siempre había fantaseado con que me follaran con esa misma rudeza.

Cuando despegamos las bocas miré al costado, y vi mi tanga estrujado en sus manos, eso simbolizaba como me tenía, todo esto llevo a que aumentase mi calentura por lo que traté de abrazarlo con las piernas y mis brazos pegándome más a él, deseaba que no se saliese de mi interior nunca más y entrecortada gimiendo le comencé a decir pegada mi boca a su boca mirándonos a los ojos y recibiendo sus golpes de cadera contundentes…

-      ¡¡PRÉÑAME, préñame como se lo hiciste a tu esposa… abusa de mi cuerpo igual que haces con la perra de tu hija!! ¡Dale verga a mi coño sin compasión, sin que mi marido pueda defenderme! ¡Vamos preña a la mujer del cornudo de tu vecino… que él cargue con mi panza! ¡Aduéñate de mí y hazme tu PUTA! ¡Quiero que engendres todos tus hijos en mi útero como Dios manda! ¡Hazme feliz siendo tu hembra, pariendo cuanto quieras, como una coneja!

Parecía casi enamorada de ese viejo fornicador. Comencé a golpear mi coño contra sus mofletudos huevos, en un frenético golpeteo que culminó con sus bolas sobre mi vulva y ano. Le seguí diciendo locuras buscando su respuesta…

-      ¡Quiero ser sólo tuya, no me dejes de follar nunca…si mi marido o mis hijos escuchan mejor, que sepan quién es el dueño de mi coño!

Ya no sabía lo que decía… - ¡Te deseo mucho mi  amor!! Entrelazaba sus fuertes dedos de sus manos por mi pelo abrazando mi nuca, y me imprimía besos bruscos, me succionaba toda la boca, lengua y saliva, mientras yo sin aliento sentía cada embestida que invadía con su glande hasta mi útero. Luego comenzó a bajar sus manos por mi torso, sentía sus ásperos dedos que en contraste con mis caderas, aquello ilustraba el morbo de la situación.

Levó las mismas hasta las piernas, quería acariciar mis medias muestras me follaba mejor que nadie, esto al parecer hizo que no aguantase más y me corrí… mis convulsiones imprimían contracciones en mi vagina como nunca las había tenido, eso avivaba el roce de mis paredes vaginales contra su endurecido y cada vez más duro cipote. No había acabado de correrme en aquel salvaje orgasmo, cuando noto que él empezó a estremecerse y rugir como un toro o un león de la sabana copulando con su afortunada hembra. Sentí que su pollón deforme se hinchaba más, dentro de mí, lo había clavado hasta desaparecer todo el largo tronco en la raja de mi coño… la boca de mi vagina se tragaba todo al completo. Ahora le pedí yo desesperadamente que hiciese lo que un macho debe cumplir con su hembra…

-      ¡¡Lléname el útero de leche espesa y fértil, amor mío!

Sentí el ensanchamiento y la dureza de su verga y como eyaculaba cada chorro de semen en mi interior, su pelvis descansó un rato sobre mi entrepierna, con todo el cipote embutido en la vagina, la cual procuraba un abultamiento de la vulva… me extasiaba notar cada aldabonazo de lefa, a la par que sus huevazos aplastados contra mi vulva, unas moles de donde salía directamente el suministro de leche, desde la fábrica al consumidor final, previa follada con un placer transcendental.

Luego se levantó, yo me dispuse a ponerme las bragas y me dijo…

-      Vamos a mi cuarto de matrimonio.

-      Noo, contesté agotada y asustada por cuanto estaba aconteciendo… - Me tengo que ir ya a casa.

Entonces me agarró del tirante de las bragas y me atrajo a él, me empezó a besar a su voluntad, me metía toda su lengua y refregaba todo su corpachón viril sobre mi cuerpo esbelto, era tan morboso que me parecía demasiado hermoso. Me volvió a manosear las tetas un rato acariciando la seda de mi lencería cosa que me hacía hervir ver sus viejas manos toscas, tocando un sujetador sexy de mujer joven…

-      Ven reina, vamos a mi cama.

Fui pensando que lo mejor era darle el gusto ahora y de paso concluir mi morbo para irme después sin problemas a casa. No pensaba que pudiera echarme un tercer polvo.

Cuando llegamos a la habitación que daba justo debajo de la de mi marido y yo, me tiró en la cama y se abalanzó sobre mí, sentí todo el peso del viejo sobre mí, casi dejándome sin respirar y encima besándome como loco. Se arrancó la camisa y así pude oler de lleno todo su olor a macho en celo, los finos pelos del pecho canosos y su barriga casi plana de años de ejercicio en su oficio, descansaban sobre mi pancita dulce de mujer casada, fue entonces cuando me sacó el sujetador, y empezó a chuparme las tetas como perro desesperado, ¡ufff! ¡Cómo me devoraba, quería dárselas todas!, me estaba ganando totalmente para él… mi marido jamás me había hecho sentir así.

Sin pensarlo más me enterró de nuevo su polla en mi coño encharcado de fluidos y semen espeso…. Yo sentí nuevamente completa.

-      ¡Fóllame fuerte, tienes la polla más avivada que al principio, nunca imaginé que un macho tuviese tanta potencia en su verga…! Joder como la sigues teniendo de dura cabronazo… Y además es una polla el doble de grande que la mi marido. ¡¿Cuándo te vas a cansar de follarme…?!

Eso lo excitó más y me dijo…

-      Aun me queda mucho aguante… no te imaginas cuantos polvos te puedo echas seguidos ¡Así que te voy a follar cuanto quiera yo!

-      Sí, sí papi ¡¡Soy tuya para siempre!!

Le decía mientras lo abrazaba con mis piernas en sus muslos, y mis uñas en sus omóplatos.

En eso, continuando con el ritmo de la follada indiscriminada, sentimos un ruido arriba, no lo podía creer era mi marido que había llegado. Fue como si me cayera un balde de agua helada, procure hacérselo entender para que bajemos el ritmo, sabía que lo que ocurría en esa habitación se escuchaba con mucha claridad en la de arriba… el eco se traspasaba con mucha facilidad, pero él no atendía a esa cuestión, igual que no le importaba que oyésemos las folladas con su propia hija, así que solo me daba más fuerte y yo no podía evitar gritar más y más de placer, me termino haciendo correr con la polla dentro, de tan fuerte que me dio, en eso me olvidé del mundo y me subí encima de él… frente a frente a ese viejo.

Ahora yo lo iba a follar a él, empecé a cabalgar sobre su erguido mástil, cual ninfómana salida mi coño se tragaba toda la dura barra de carne, aplastando sus orondos cojones que todavía se sentían duros. Sobre mis tetas el crucifijo seguía bamboleándose, el me agarraba las dos nalgas que rebotaban sobre sus huevos. Empecé a gritar tan fuerte que seguro mi marido escuchaba, (se me venía el fin del mundo, pero estaba disfrutando como nunca) Terminamos juntos en un orgasmo síncrono como nunca había tenido en mi vida con mis esposo, me la clavé a fondo y con contorneos circulares le fui exprimiendo la leche que le quedaba en esos frondosos y fructíferos cojones que me alucinaban, al tiempo que me corría por enésima vez con esa polla dentro de mi útero.

 


 

Tras un rato dándome su lefa, se sentó y yo quedé sentada con su verga incrustada en lo profundo de la vagina, enfrentada a él. Mi mano con el anillo de casada y mi pelo súper cuidado y hermoso descansaban sobre el pecho peludo del viejo… saltaban ante cada pollazo del viejo eyaculando sus últimos chorros de leche, cual esténtores finales…. Yo por momentos lloraba y por momentos gemía gracias a esa estoica y gruesa polla que me castigaba por ser una PUTA.

Mis labios vaginales mimaban todo el tronco deforme de venas hinchadas del viejo, bajando y subiendo y bien suaves, lubricando cada centímetro de esa tremenda verga vieja, por lo cual se le hinchaba cada vez más. Mis gritos iban desde una sexy y sensual mujer casada a los de una nena castigada y a los de una hembra con un orgasmo continuo, lo que hizo que empiece a decirle…

-      Te amo papi… Ay sí por favor quiero tener un hijo tuyo… ¡Préñame hasta la médula viejo cabrón!

Encima el viejo parecía no dejar de largar leche… ¡¿Cómo era posible que me diese tres descargas salvajes, con una cantidad ingente de esperma?!

Me empezó a coger como una muñeca a cuatro patas esta vez. Levantándome de los muslos que aun vestían mis medias, sentía una vejación total en ocasiones mis manos suaves con las uñas esculpidas se agarraban de sus hombros para no desestabilizarme de la follada de campeonato que me estaba dando. Me empezó a meter los dedos en la boca, mientras me seguía follando corriéndose una vez más… Yo de la calentura se los empecé a chupar, me calentada sentir su gusto a macho viejo copado de testosterona, y encima el hijo de puta veo que se mete un dedo en el culo, mientras mi coño seguía escupiendo leche imposible de tragar más.

Acomodaba la verga erecta entre los labios bulbosos y ajados, increíble de creer que ese tipo continuara duro como el hierro candente, con mis tetas quedando rebosantes con la cadenita encima y hermosas. Cada vez que podía, ese viejo me las chupeteaba… todo mi cuerpo tenia rastros de baba del pertinaz semental, y eso me hacía oler a él por completo, tanto por fuera como por dentro de mi cuerpo con su lefa aromatizada de testosterona.

Mientras me follaba, tomaba su cara ajada… él me olía excitándose con mi fragancia dulce de mujer exuberante. Daba besos lascivos por todos lados en busca de mi boquita, la cual yo le entregaba a cada rato…, eso me excitaba cada vez más. Besarlo implicaba un engaño peor no solo era una aventura oportunista arrastrada por mi calentura y gusto por los maduros envejecidos y potentes, engañaba a mi marido con otro hombre en el sentido anímico y sentimental…besar implicar una relación amorosa con el contrario… creo que me estaba enamorando aunque pudiera ser mi padre o incluso abuelo. Era un hombre que me trataba bien, me daba lo que estaba necesitando en esos instantes, me hacía disfrutar y hasta gozar con el mejor sexo que nunca imaginé y para colmo la copulación resultaba ser completa a pelo…, yo le daba mi feminidad y la posibilidad de quedar preñada y él me regalaba cada gramo de su esencia masculina, la más personal e íntima… su esperma, y además a raudales, me había llenado dos veces el útero e iba por la tercera.

Me levanté de encina de él, pensando que ya habíamos terminado pero el viejo posicionó a cuatro patas como buena perra…, obedecí sumisa una vez más, mis tetas colgaban hermosas y también mi cruz de estrases, seguía con las bucaneras puestas, el viejo se situó detrás, ofrecía mi coño a placer del viejo, pegó sus recias piernas a las mías una vez más y apoyó el ariete de su tronco percutor en la bocana de la vagina enrojecida, tras una hora de folladas continuas, se veía y sentía abierta. ¡Ay cómo me enterró el cipote rígido y curvado como una daga árabe! Movió todo mi cuerpo hacia adelante el envión que me proporcionó sujetándome de las caderas, mis tetas se bamboleaban otra vez al ritmo de sus embestidas, pero rápidamente las sujetó esta vez me las apretaba con furia.

Me estaba haciendo doler un poco, pero el dolor se perdía en el placer, sus manazas me sobaban por toda la espalda y las tetas, era presa de sus garras y eso me hacía sentir más morbo como una cervatilla en manos de un oso depredador, quería que me aplaste el viejo fortachón…, poco a poco fui cediendo ante su peso hasta quedar acostada mientras él me seguía dando encima casi en vertical subido sobre mi grupa en cuclillas, se apoyó en mis hombros y siguió martillándome el coño con el martillo pilón fálico y sus par de huevazos de una manera contundente que me arrebataba la cordura. Ya no me quedaba aliento, en ese momento se me cruzaron pensamientos de arrepentimiento, comencé a llorar mientras mi cuerpo temblaba por la serruchada que me estaba dando el viejo, mi boca se frunció en un llanto y él, más me daba ajeno a mi pesar. Por mi mente solo pasaban argumentos que me hicieran responder a mi infidelidad… el por qué mi útero se hallaba repleto del semen de ese macho y mi vientre sería el lugar donde engendraría al retoño de ese viejo.

Comenzó a decirme lo lamento ahora es tarde, eres mía, pero por eso no vas a perder a tu familia. Lloraba desconsolada y le suplicaba…

-      Roberto, por favor déjame ya… tengo hijos y estoy casada… soy una mujer decente ¡¿Qué van a decir cuando luzca la panza que me estás haciendo?!

-      Deberás estar orgullosa que de que nuevo hijo lleve mis genes, que sea un buen macho como su padre.

-      Un padre no es quien engendra, sino quien ama y educa a sus hijos…

-      Por eso yo te los haré y el cornudo de tu marido los educará, porque es así como tú lo deseas y quieres… Eres mi hembra y yo soy tu semental…

-      No te quiero, solo que eres muy grande para mí y me he dejado llevar por eso y por el deseo de sentirte…y ahora no sé qué me va a pasar….  Me estas llenando con toda de leche, ¡Por Dios que pollón que tienes!

-      Todos acabáis suplicando que os dé más y más verga hasta haceros panzonas… y no eres la única a la que voy a preñar en este barrio de putas.

-       Ahí no me digas… mi marido no te llega la mitad…, el cornudo la tiene muy chiquitita al lado de la tuya, papi… ¡Sigue y rómpeme todaaa! ¡Ay papiii préñame como a una puta más de este barrio…!

Me siguió dando la follada del siglo a cuatro patas como a una perra en celo, hasta que noté que se corría con un nuevo orgasmo brutal, el cual me hizo delirar, empecé a gritarle cosas…

-      Ahí, así mi viejo, más, más, dame másss, soy tuya toda tuya…, destrózame el coño, lléname el útero de tu leche fértil y hazme 20 hijos. Soy tu hembra tu pedazo de carne para cuando quieras desahogarte…

Le gritaba con fuerza…y succionaba esa pollón con mi coño apretando las paredes vaginales sobre el gran tronco de venas hinchadas. De nuevo percibía los chorros de lefa siendo eyaculados con potencia en mi profundo coño… la leche se salía por los costados de mi vagina súper abierta y chorreaba por mis piernas sobre mis medias. Sus gruñidos iban acompañados de uno tras otro aldabonazo de semen ajeno a mi esposo, un esperma que seguro me preñaba, y eso me calentaba a morir. ¿Qué iba a pensar mi marido, embarazada con una panzona del viejo de abajo? Ay, ay, ay madre de Dios. Al rato se detuvo un poco, me dio la vuelta se paró y me subió a upa, me recosté sobre sus hombros abrazada mientras me daba un poco más, mientras me besaba el cuello me seguía follando con amor en esta ocasión… ese viejo era una máquina, mi máquina sexual, me había enamorado por completo, lo miré y lo besé apasionadamente, chupando todo su olor aroma masculino y viril, succionando su lengua con devoción… como deseando todo lo que me pudiera dar. Hacía rato que no lo veía como hostil, sino como mi mejor amante nunca encontrado.

-      ¡Te amo ROBERTO! Te amo mucho como no imaginé amar a alguien.

-      Y yo a ti, pequeña y yo a ti Alexandrita…

Continuó haciéndome el amor, ya no me fornicaba como a una puta perra. Yo continuaba agasajándolo comiéndotelo todo… él me susurraba Alexandra, sí Alexandra toma mi amor. Fue subiendo el tono… y empezó a gritar mi nombre…

-      Ahí, así Alexandra, así te voy a dar todo mi amor, toma mi verga Alexandra… ¡voy hacerte todos los hijos que pueda…quiero verte panzona por culpa de mi leche espesa! Por cantidad de lefa y folladas no será.

Roberto quería que se enterase mi marido… y yo también, quería que sepa que el viejo lo había hecho un  buen cornudo, le había arrebatado a su hembra y la había follado mucho mejor, y gozado en todo su esplendor, en eso me dijo si deseaba de nuevo más lefa, era imposible que le pudiera salir más de sus productoras lecheras, por muy grandes que fuesen…, como no, le dije que sí, que deseaba más leche suya, pero ahora en mi boca.

Me bajé a arrodillándome ante él, y metí la verga en mi boca. ¡Ummm! Sentí un gusto de leche con aroma a testosterona rancia, que sugestionaba cada papila gustativa de la lengua, gusto a macho y masculinidad sin igual que sólo me hizo volver a excitar. Bien sujeta con ambas manos, la cubrí con mi saliva y la empecé a chupar con todo…, mis labios llegaban hasta el comienzo de su polla, y volvían para lamer el tronco y sus huevazos… ahí me encaramé un buen rato pajeándole, agradeciendo su trabajo de fabricar tanta y deliciosa lefa engendradora, la misma que contenía mi vagina y útero. De pronto se oyeron sus gemidos ahogados por la chupada que le daba, le miré hacia arriba y nos cruzamos la mirada, me metí su glande en la boca, justo cuando eyaculaba. Sentía como me salía un chorro tras otro de su leche espesa, con un poco de derrame por la comisura de la boca. ¡Ummm, qué perra más puta me sentía!

Ese viejo, me amarró follándome la boca agarrándose de mi nuca, me ahogaba con todo el cipote enterrado en mi garganta…era un animal. Mis tetas y gran parte del pecho manchadas con salpicones de leche, inclusive la cruz encima. Eso solo lo calentaban más.

Después de un rato de terminar de fornicarme la boca, se le hinchó tanto que parecía que iba a explotar, acabó con una corta cantidad en mi garganta, la cual, ante mi necesidad perentoria de macho, sólo pude tragar, estaba súper caliente y un poco más licuada que toda la que me había inoculado tan espesa. Cuando la saqué, tenía los ojos llorosos de contener tan abigarrada verga en lo profundo de mi galillo, saqué mi lengua y la empecé a limpiar, con morbosidad y entusiasmo a la vez. Una vez acabé de asear sus genitales tan extremos, me llevó un buen rato, me dispuse a vestirme lo más rápido y sigilosamente posible, pero me faltaba algo, buscaba en la cama y por suelo… no encontraba mi bragas, cuando lo miro, veo que las tenía agarradas en su mano, así que le dije…

-      Por favor Roberto, dame las bragas me tengo que ir.

-      No mi amor, quiero que me la dejes de recuerdo de este primer encuentro, y así me garantizo que vas a volver.

-      Noo por favor, no puedo subir sin bragas mi marido… nos mataría a los dos. Tienes mi palabra que volveré, que me volverás a follar como quieras en otra ocasión…

-      Me las quedo, tú te la arreglarás con t u esposo, no creo que las eche en falta… al cornudo de tu marido no le tengo miedo-

-      Noo, por Dios Santo, Roberto dámelas.

Susurre enojada, me dijo nuevamente… - ¡Ya te dije que no!, frustrada y desesperada me acomode mi ropa sin las bragas, corriendo me fui, me entraba todo el frío por debajo del vestido, subí y entré a casa… le dije a mi marido que había salido a comprar unas cosas para mí, lo creyó sin más, cuando me dijo que porque no me acostaba entré y agarré rápido unas bragas limpias para ponerme, antes me aseé en el bidé y me pasé una toalla húmeda por todo mi cuerpo, para eliminar o desvanecer todo el olor a macho que llevaba encima.

Al día siguiente me despierto y me dirijo al baño para aliviarme de la primera meada del día… por suerte mi esposo no quiso follarme esa noche, después me puse a lavarme los dientes mirando la ventana, entonces las vi, era mis bragas colgadas en el tendedero de la ropa de Roberto, en su patio. El corazón casi se me sale del miedo. Martín aún dormía, así que fui hasta abajo y le toqué el timbre a Roberto, pero el muy maldito no atendía, así que volví a subir y traté de tapar la ventana con una cortina maltrecha, en eso mi marido se levanta y me dice lo bonito que es el día, y lo feliz que es a mi lado… me quedé helada cuando se quedó mirando el tendero, por suerte no reconoció mis bragas, tanto podrían ser  de la hija de Roberto.

 

************

 


 

Nunca lo había comprobado y ahora con mi nueva mentalidad, pude saber que mi esposo no es nada celoso. Mi vestuario cambió a vestidos aun cortos y minifaldas. Mi matrimonio era muy feliz, he de contar que jamás me pasó por la mente ser infiel, yo me negaba pensar, que otro hombre pudiera verme desnuda, que otro hombre me acariciara nada más que en mis fantasías, sin embargo apareció en mi vida Roberto, un hombre de más de 60 años casi calvo y viudo, tal vez sin falta de sexo pero con una ganas de mí inusitadas…, con vello por todo su cuerpo que era pura cana y como a mí me gustan los maduros… Robusto.

Vivía con su hija jubilado, pero para distraerse, se convirtió en un hombre para todo con sus habilidades como albañil, fontanero o electricista, siempre tenía una chapuza que hacer en el barrio, además de ser mi casero. Poder entrar a todas las casas donde le llamaban, le permitía dejar a sus clientas satisfechas, como a mí tras la primera follada. Sentía en cierto modo que comenzó a acosarme…, cada vez que pasaba por su portal notaba su mirada penetrante, cuando me atrevía a girarme, me daba cuenta como se regocijaba mirándome el culo…. Yo no sabía qué hacer, le había entregado mi coño sin oponerme, y varias veces… me extasiaba ese macho, pero por otro lado Martín era capaz de golpearlo hasta matarlo, y yo no quería que  mi esposo se metiera en problemas…, así que lo único que se me ocurrió fue ignorar a Roberto. Pero el hombre ya se había obsesionado conmigo….

Un día tuvimos problemas con la ducha, y Martín de inmediato llamo a Roberto, el viejo llegó encantado, y para quedarse solo conmigo mandó a mi esposo por unos materiales a la ferretería. Estando a solas, acaricio el azulejo del baño…

-      ¡Pensar que aquí te bañas todos los días…! ¡¿Dime cuando voy a poder verte dándote un baño, mi amor…?!

Salí de ahí, mientras el viejo se quedó con una sonrisa burlona.

Lo malo de todo esto, fue que eso era precisamente lo que Roberto quería, estar solo, y hacer de las suyas, mi esposo regresó con los materiales y el viejo cumplió con su trabajo, sin embargo dos días después el viejo regresó y le dijo a mi esposo que la había faltado un detallito muy simple y entró de nuevo al baño a cambiar la junta de la alcachofa. A mí se me hizo extraño, porque todo había funcionado muy bien, sin embargo días después Roberto mando a mi móvil un video y un mensaje…

 “Mira nena, con esto me masturbo todas las noches, sino es mi hija quien paga por ello”

Era un video mío, donde me estaba bañando. Roberto había aprovechado que darse solo en el cuarto de baño, para instalar una pequeña cámara y grabarme mientras me bañaba, y cuando regreso dos días después, fue solo para recoger su cámara. Lo peor, fue que unos días después, Roberto se me esperó fuera de su casa, y al pasar me dijo…

-      ¿Qué te pareció el video, mi amor? Es increíble lo que me has marcado, la obsesión y deseo que siento por ti ha logrado que me interese la tecnología…. ¡¿Qué tal si volvemos a engañar al cornudo de tu marido?!

-      Por favor no te atrevas.

Sabía que no iría mucho más allá con mi esposo, de lo contrario mataría a la gallina de los huevos de oro, pero nunca se sabe con los hombres que se obsesionan por una mujer.

-      Solo está en tus manos… lo único que quiero es acostarme contigo, si cumples, este video desparece, decídete.

Yo no sabía qué hacer en ese momento, lo único cierto es que Roberto no se detendría ante nada, estaba decidido a meterse en mi cama y por fin conseguir estar entre mis piernas una vez más… creo que ya era suya, por mucho que me lo negara en mi cabeza. Pasaron algunos días y Roberto no dio señales de vida, para ese tiempo mi esposo y mi hijos asistirían al campamento anual de padres e hijos que organizaban en la empresa donde él trabajaba, era pasar todo un fin de semana en el bosque. Yo para no quedarme sola me iría a casa de mis padres encantada, así me alejaría un poco de Roberto y de la tentación de caer en sus manos…. Todo estaba organizado, pero hubo algo que cambiaría mi destino.

El día en que mi familia ya se había marchado, me llamó mi madre en el último momento para decirme que no estaría en casa, ya que mi hermano que vivía en otra provincia, había tenido un problema con su mujer… se habían separado, y ella iría a apoyarlo, yo me quedé atónita, me tendría que quedar sola en casa, si, completamente a merced de Roberto.

Llevo mal quedarme sola por la noche, desde niña nunca me ha gustado…, me hallaba muy temerosa y a la vez nerviosa. Ya tarde decidí ir a dormir, mi pijama es un conjunto que me compré hace poco, que consta de un top y un short cortito, parecido al uniforme que usan las chicas del voleibol de playa. Martín dice que goza de verme y acariciar mi curvilíneo cuerpo con esa ropa. Ya lista para dormir, fui a la cocina por un vaso de agua, pero fue ahí que comencé a oír unos ruidos extraños, pensando que era mi imaginación me fui directo a mi cuarto, cual grande fue mi sorpresa al ver que ahí sentado en mi cama, se encontraba esperándome Roberto.

Yo totalmente sorprendida trate de cubrir mi casi desnudez, Roberto se mordió el labio inferior y empezó a ronronear al verme así vestida en top y short tan diminuto… lo había excitado…, fue entonces que el viejo comenzó a frotarse la polla por encima de su pantalón, bajé la vista a su bragueta y noté su creciente bulto, se frotó con toda la intención de enaltecerlo… se bajó el cierre y sacó su tremendo falo y los huevos por fuera de la bragueta… comenzó a masturbarse, su excitación por verme casi desnuda e indefensa de nuevo, iba en aumento. Por instinto trate de salir de ahí, pero el viejo fue más rápido y me cazó de inmediato, cerró la puerta de la habitación y agarrándome con sus fuertes brazos, se colocó detrás de mí y me rodeo con ellos presionando mis tetas. Sin perder más tiempo lo sentí acariciarme, las tetas bajo mi top… me lo sacó de un solo tirón, mis tetas rebotaron al instante…, las miró sonriendo, como un hambriento mira un bufet libre.

Atrapada con su cuerpo y robustos brazos, sus manos acariciaban mis pezones, su boca susurrándome al oído cosas morbosas y depravadas… las posiciones en que deseaba follarme y creo sugería que en todas se correría.

A esas alturas ya no era yo…. Deseaba que estuviera entre mis piernas, mi clítoris lo gritaba. Vislumbre su cipote, poniéndosele cada vez más duro… me comentaba con todo lujo de detalles, lo que quería hacerme. Yo trataba de poner un poco de resistencia y le suplicaba.

-      Roberto, por favor déjeme ya, váyase por favor, déjeme ¡No me vuelva a llenar! Mi útero es  muy sensible, y a poco que llegue tu semen me preñarás.

Él continuó susurrándome

-      Quiero follarte duro y tú también lo deseas, igual que deseas tener un hijo mío… has visto que bien armado estoy y así quieres parir uno.

-      Ya tengo tres hijos, tres varones de mie esposo, no quiero tener más hijos…

-      No creo que sea cierto por cómo te ofreces a mí…. Todos estos días pasas provocando, para que imagine cómo te pongo bien empinada a cuatro patas, y tus tetas chocando contra la cama, mientras te doy con todo mi cipote.

Comencé a desearlo con todas mis ganas, en eso estaba en lo cierto, necesitaba su verga metida en mi coño al completo e increíblemente empecé a humedecerme, sus grandes manos masajeaban mis tetas de manera lenta, pero firme. No lo podía creer, pero empecé a mojarme en modo puta, escuchando esa voz que me decía las maneras en las que volvería a follarme. Mis últimas suplicas no tenían nada de validez a esas alturas…

-      Por favor Roberto, detente… no quiero fallarle de nuevo a mi esposo, por favor váyase a su casa… lo pasado, pasado está.

Él totalmente fuera de sí decía.

-      Ni lo sueñes, de aquí no me voy hasta no saciarme contigo, te deseo, quiero estar entre tus piernas ¡Nena estás deliciosa y no pararé hasta dejarte preñada! Sé que lo quieres así, de lo contrario no estaríamos aquí…

Estaba a su merced, mientras Roberto me seguía tocando, su respiración se aceleraba conforme iba llegando a mi centro de placer…, las caricias subieron de tono, el viejo no aguantó más y terminó desnudándome. Sin perder más tiempo, Roberto se desnudó por completo, su pollón se veía listo como un soldado de acero, cargado con su gran mochila de testículos colgantes, suponía que rellenos de una cantidad ingente de leche. Mirar su cipote me estremeció de cabeza a pies ver como apuntaba amenazante hacia mí, pero lo que más me removió las entrañas, fue darme cuenta que Roberto se estaba pajeando mientras me miraba desnuda, los gruñidos que salían de su pecho y sus manos frenéticas deslizando el prepucio abajo y arriba exclamando…

-      ¡Aaahh Alexandra, estaaaaas muy bueeeena ¡Qué ganas te tengo de volver a llenarte con todo mi arsenal de lefa!

No podía creerlo, había vuelto a caer en las redes de ese viejo seductor… eso me encendió la entrepierna… mi coño se calentaba y el clítoris creció tanto que el glande se me salía del capuchón.

Fuera de sí Roberto me exigió… - ¡Abre la boca! Con la voz ronca por la borrachera de ardor.

Caliente que estaba, no vacilé un instante más en obedecerle. Con una mano en mi hombro y su potente fuerza, el viejo me plantó en el punto exacto donde me quería…, su polla curvada repleta de venas hinchadas las deformaba como los buenos consoladores, creo que ya estaba en su máxima erección, abrí grande la boca y me noté mi lengua contra la piel caliente del orondo glande… mi boca lo acogía entero hasta el fondo. Roberto me tenía como quería, con la boquita abierta justo debajo de su extensa erección. Lo grueso y grande de su verga, y por la experiencia anterior, me daba una idea clara de lo que me esperaba al tenerlo dentro y sobre todo por las embestidas que el viejo me iba a dar…, pensar en ello me produjo un calor indescriptible en todo mi cuerpo.

De pie, frente a mi rostro, parecía haberse dado cuenta de mi agitación, comenzó a masturbarse justo encima de mis labios, abrió las piernas lo justo para darse espacio y avanzar un paso en mi dirección y con ello apoyo sus hermosos y grandiosos testículos en mi cara para que los lamiese con mi lengua… no tuvo que indicarme que se los mamara también. Mientras se los chupaba, me retorcía de placer, Roberto sin perder el tiempo comenzó a recorrer con sus manos inquietas las curvas de mi cuerpo. Todo el calor que emanaba de él y de mí me tenía abochornada, sudando y caliente. De pronto solté un gemido que quedó a medias, porque Roberto se agarró la polla por el tronco y me lo metió en la boca con una embestida, jadeo, y la habitación se nos llenos de ruidos acuosos por mi mamada y arcadas, cuando su grueso cipote se me incrustaba en la garganta, mezclados deliciosamente con los gruñidos que él, soltaba al aire.

A Roberto le gustaba sacarla entera y volvérmela a meter de un solo golpe, mientras yo me apuraba en recorrerla con la lengua. Perdida en el momento, cerré los ojos un instante y me arqueé, entregándole mis tetas… estiró los brazos para acariciarlas. Roberto, se detuvo un instante sorprendiéndome, hasta ese momento lo consideraba un macho egoísta…

-       Ahora me toca a mí darte lengua.

Con  chupones por la línea de mi ombligo, gemí, me eché hacia atrás y apoyé la cabeza contra la cama. La meneé de lado a lado mientras Roberto recorría mi vagina a punta de besos húmedos… pareciera que se comía una rodaja de melón jugoso. El viejo se llevó a la boca el clítoris con un chupón largo, una succión que me obligo a retorcerme de placer, y termine de abrirle más mis piernas como para invitarlo a quedarse en ese rincón al que tanto le hacía falta una boca caliente y deseosa como la de Roberto, porque mi esposo nunca me lo comía solo se hartaba a follármelo y punto. Sin embargo, es viejo, mi vecino Roberto me estaba haciendo el amor con la boca, su lengua penetrándome, el ritmo fue de suave a intenso, tomó mis piernas sujetándolas por las corvas mientras su lengua y labios atacaban deliciosamente mi sexo candente, húmedo e inflamado.

La cercanía de su respiración en mi entrepierna me provocaba escalofríos. El viejo con toda destreza succionaba con su lengua mi coño tanteado la intensidad de mis gemidos. Yo ya había hundido los dedos y uñas en su cabeza desprovista de cabello, clavando suavemente mis uñas cuidadas, para decirle sin palabras lo bien que me la estaba pasando.

Mientras Roberto me comía, con sus dos dedos me amasa una de mis tetas…, inmersa en el placer, susurraba para mis adentros… << ¡Fóllame, fóllame ya!>> fue un oral tan rico, que me hizo perder la razón, solo quería ser poseída por ese hombre morboso, depravado, era increíble pero deseaba más que nada que ese viejo que me doblaba la edad me hiciera suya. Estaba muy caliente, que solo pensaba para mí sin atreverme a decirlo, << ¡Por favor, métemela y vuelve a preñarme con toda tu leche!... ¡¡Hazme tuya para siempre!!>>

Mi instinto fue alzar el culo para tentarlo y pedirle con el cuerpo que se dejar de comerme el coño y me follara, deseaba y necesitaba tenerlo dentro de mi coño…, fue entonces que Roberto y yo nos miramos con los ojos encendidos en lujuria, y jadeando con la lengua de fuera me lamio y chupó las tetas… se colocó encima de mí medio de rodillas entre mis piernas, las abrió y sin ayuda de sus manos, enfiló la verga erguida y me penetro. Su pollón me lo hizo sentir centímetro a centímetro atravesando mi vagina hasta el fondo, se echó sobre mi cuerpo y nos empezamos a besar… nos apretamos en un abrazo arrollador mutuamente, y comenzamos a dar vueltas por la cama, revolcándonos como salvajes, creando un torbellino de sábanas, piernas caricias y gemidos, sin dejar de percutir con su polla mi coño, cada vez a mayor ritmo, más fuerte y más duro… notaba su huevos en mí.


Roberto me embestía con fuerza, sus testículos me azotaban el coño con contundentes golpes, descargando toda la lujuria y deseo que sentía por mí. Nuestros cuerpos se retorcían de placer, sentía mi clítoris encendido de puro calor mientras me follaba. Entrelacé mis piernas a su cuerpo, y mis brazos alrededor clavando mis uñas en sus omóplatos… me quedé mirándolo de frente, pude ver como tenía sus ojos complete en blanco, exhalaba enormes gemidos de placer, teniendo la boca totalmente abierta, el viejo estaba gozando como nunca el placer de estar dentro de mí, y eso me enorgullecía como mujer y hembra… nunca lo había conseguido con mi esposo.

De repente, mirando como gozaba de estar follándome, disfrutándome, gozando de mi sensual cuerpo y maneras de entregarme al fornicio sin impedimento que me pudiera dejar preñada, demostrando mi entrega total a ese hombre, mi macho… me semental…, sin contenerse abalanzó su boca sobre la mía y comenzó a besarme, devorándomela, yo rodeé con mis brazos su cuello para abrazarlo en un acto de amor, y fue así que nuestros cuerpos se fundieron en uno solo.

Yo estaba que me quemaba al ver la concentración con la que Roberto vigilaba la manera en la que mi vagina se estaba comiendo toda su tranca rígida. Roberto me seguía follando teniéndonos uno frente al otro, casi encima de mí y es que en esa posición la cabeza de su verga quedaba dentro de mí de una manera más fácil, placentera y profunda, lo que me erizaba la espalda. Tras un buen rato viendo ambos como su grueso pistón se perdía en mi raja una y otra vez, como sus huevos golpeaban mi coño cada vez que la embutía hasta la raíz, nos revolcábamos cual si fuéramos aire. Estaba tan mojada, que Roberto se adentraba en mí vagina fácilmente, de repente de un solo empujón, me inserto su pollón hasta el fondo, a mí se me separaron los labios con un grito ahogado, luego vinieron los gemidos que no dejaban de salir de boca…, él se los bebió todos a punta de besos, jodiéndome  lentamente, notaba como me expandía mis paredes vaginales en cada incursión a fondo.


Totalmente dominador, Roberto me empujó hacia atrás, fue rápido en acomodarme de piernas abiertas encima de él, mi espalda contra su pecho, y ahora que lo oía jadear en mi oído, los escalofríos me ascendían desde el clítoris a mi cerebro. - ¡Vamos¡ me dijo con su voz grave y rasposa y yo le respondí con un gemido, incapaz de hablar ahora que el viejo comenzaba a penetrarme de nuevo o mejor decir que era yo quien me penetraba con su mástil. Cuando me tuvo retorcida y al borde del orgasmo, clavo los talones en el colchón y se empujó con todo dentro de mí. Estaba tan mojada que la enterró hasta el fondo con embestidas cortas y rápidas, me levantaba con fuerza en cada empuje, entre las paredes de la habitación quedo encerrado el eco del choque de sus rellenos y gordos testículos contra mí.

De pronto, sin poder evitarlo, la lujuria se apodero de mi cuerpo y me encontraba brincando encina de él, con fuerza, mi ritmo fue cambiando a medida que la necesidad me iba venciendo toda resistencia…, Roberto y yo gemíamos como desesperados. De pronto Roberto cerró los ojos y se tragó sus gruñidos, solo emitió un desahogo de sus pulmones al sentirlo vaciarse dentro de mí…  percibía correrse a chorros, uno tras otro, los fue eyaculando en mi útero, y no se detuvo hasta exprimir todo el semen de sus enormes huevos sobre mi cuerpo desnudo… solo con sentir su leche caliente en mi coño, me empecé a correr, mis dedos se no dejaban mi clítoris entre las convulsiones…

-      ¡¡No te salgas mi amor… no hasta que me corra!! Sigue follándome…

Le pedí a mi viejo amante. Acabadas las contracciones de mi cuerpo, en mi vagina y vientre, y pasada la calentura, me vinieron los remordimientos, me sentí muy culpable, viéndome ahí, desnuda acostada en la cama con ese viejo morboso…, acababa de volverle a ser infiel al hombre que amaba, mientras Martín cuidaba de nuestros hijos, yo su mujer, estaba revolcándome con ese viejo depravado con intención de dejarme preñada.

Me levante y llore sobre el buró, la culpa me mataba, Martín no se lo merecía. Mientras me desahogaba, Roberto se me acercó y metiendo su mano entre mis piernas desnudas, comenzó nuevamente a masturbarme, me susurraba…

-      No te arrepientas, cariño… nuestros cuerpos se necesitaban, a mí me excitan las jovencitas y más si están tan buenas como tú, eres mucha hembra para el sonso de tu marido. Yo no quiero tu corazón, ese es de él, Yo solo quiero que me entregues el cuerpo, el cual necesita de un macho que le dé placer. Conmigo y con tu esposo tienes todo lo que te complementa en esta vida ¡No debes darle más vueltas!

-      Tal vez tengas razón, tú me das el mejor sexo que nunca he tenido, y él me da el cariño y amor que toda mujer cristiana necesita.

Y siguió…

-      Dejémonos de cursilerías, cada quien que siga con su vida… nuestra relación es únicamente sexual, cuando nos veamos dejaremos que sean nuestros cuerpos los que hablen. En la cama, quiero revolcarme contigo, que saciemos la lujuria y deseo que tenemos reprimidos

Gimiendo, solo decía…

-      ¡Aahhh Roberto! ¡Mmhhh por favor ahhhh, espera!

Continuó masturbándome.

-      ¡Aaaay Roberto! ¡Mmmhhh, por favor! Espera ¡Mmhhh!, no puedo.

Sin embargo, mi cuerpo estaba cediendo otra vez, sabía que no podía resistirme a sus deseos y mientras el nuevamente me conducía al paraíso terrenal de Adam y Eva, le exclamé…

-      Sí Roberto, quiero ser tuya otra vez y las veces que desees… ¡Aggg! Sí quiero revolcándome contigo y que me vuelvas a llenar… ¡Acepto el trato de que sea mi amante! ¡Quiero que sea quien me engendre a mi próximo hijo!

Como prueba de ello, volví a meterme a la cama con él nos enredamos en las sábanas y lo deje que disfrutara el placer supremo de estar toda la noche entre mis pierna… todo el fin de semana. Me llenó innumerables veces, por todos los lugares, y cuando digo todos es que me desvirgó el culo… A mi esposo nunca le dejé entrar por la puerta trasera, pero a mi viejo amante, sí…, con ese pollón no pude reprimirme… era digno de explorar toda mi sexualidad al completo.

 

**************

 

 


 

Recuerdo que desde el día en que llegué todos, soltero y casados,  no dejaban de mirarme ni por un segundo cuando deambulaba por las calles de ese barrio, esto me calentaba bastante y no era de extrañar que me miraran así, ya que tengo un cuerpo muy atractivo, soy de piel blanca, pelo castaño, ojos de color, tengo un rostro bonito, tengo tetas grandes, unas nalgas enormes, y piernas sexis. Tal vez las esposas de todos mis vecinos, eran señoras ya algo viejas, ninguna de ellas tenía cuerpo atractivo, me hacía a la idea que eran señoras morenas y gorditas, y esto hacia que me yo me viera todavía más atractiva a los ojos de sus esposos. Todos estos señores me miraban con mucho morbo y deseo, y para ser sincera esto me excitaba demasiado.

Tras las folladas con Roberto, me aprecié en más mi sensualidad, así que empecé a usar ropa más provocativa, para ganar más miradas y piropos. Comencé a usar mini faldas, mallas demasiado ajustadas, tacones altos, blusas escotadas o semitransparentes, mini shorts, y otras prendas provocativas. Mi plan tuvo éxito, ya que cuando salía vestida así, empezaba toda una ola de miradas e incluso piropos de estos señores, cosas como…

 "¡Qué bien te ves, preciosa!", "¡Adiós corazón de melón, te espero en la cama sin pantalón!", "¡Flaca!.. Regálame un hueso para el perro", "¡¡Dime cómo te llamas... así le pongo nombre a mis sueños!!" "Quien fuera zapatero para clavarte la puntilla" entre otros...

Obviamente me lo decían sin que sus esposas vieran. Algunos eran más tímidos y simplemente se quedaban babeando, y otros al contrarió cuando estaba en el mercado esperando, ante el aluvión de gente pasando, me sobaban las nalgas o un agarrón, esto me calentaba como no tienen idea, yo simplemente les contestaba con una sonrisa.

Y así fue como desarrollé el fetiche de coger con hombres casados sobre todo maduros o viejos, ya que me excitaba mucho, y gracias a mi cuerpo. En aquel barrio donde vivía ahora, tenía a mi disposición a decenas de maduros y viejos que seguro estarían dispuestos a darme su verga cuando yo quisiera. Sus esposas empezaron a notar lo que sucedía y como sus esposos se me quedaban mirando, incluso algunas de ellas los llegaron a oír cuando me decían los piropos. Alguna llegó a  reclamarme enojada, diciéndome que me vestía así para provocarlos. No les hacía caso y la mayoría de las veces pasaba de ellas con palabras amables en su cara, ellas querían que dejara de vestirme de esa manera, pero lejos de conseguirlo lo único que provocaban era que lo siguiera haciendo, y con más ganas, de hecho después de eso, empecé a vestirme todavía más provocativa que antes y a sus esposos les encantaba.

Tras la aventura con Roberto, me encontraba tentada en follar con algún otro maduro o viejo que me calase las bragas, pero no me decidía por quien… habían varios bien atractivos y quería follármelos a todos. Y por azares del destino, unas semanas después de haber fornicado con Roberto, estando en mi casa realizando las tareas domésticas, tocaron a la puerta… Era Roberto con su hija…, lo primero que pensé fue que su hija venía a reclamarme por vestir provocativa, o porque su padre me miraba demasiado o algo por el estilo, pero vaya que estaba equivocada.

Cuando abrí la puerta ambos me saludaron, aunque su hija lo hizo de una manera cortante, claramente estaba molesta por algo, les invite a pasar, y me preguntaron si podían hablar conmigo de algo, les dije que claro que lo que quisieran. En ese momento tenía mucha curiosidad de saber que querían hablar conmigo ya que a su hija no le hablaba, y de hecho hasta me caía mal por ocupar el piso que en principio iba a ser para ella, así que la verdad no tenía idea de que es lo que querían, pero de todas las cosas que pensé que pudieron haberme dicho, jamás me imaginé lo que me dijeron.

Resulta ser que ellos estaban ahí porque querían cumplir una fantasía que tenían, bueno en realidad era una fantasía de Roberto, pero por lo que pude entender convenció a su hija para poder cumplirla. Pude notar a simple vista que su hija estaba enojada por la idea, pero de alguna manera su padre la convenció. Y se estarán preguntando ¿Qué fantasía era esa?, bueno, pues resulta que Roberto deseaba follarme mientras su hija nos miraba, en cuanto me dijo eso no pude evitar ponerme caliente y me excité bastante, simplemente no lo podía creer, desde hace tiempo quería exhibirme ante esa chica y decirle que yo me follaba su padre y lo hacía mejor que ella… por fin se me estaba cumpliendo ese deseo que tenía.

Roberto me lo dijo de una manera algo tímida, ya que obviamente no sabía cómo iba a reaccionar yo ante esta petición. Intenté guardar la calma y responder tranquila, aunque por dentro estaba que hervía de la calentura, le respondí que por mí no había problema, y que cuando estuvieran disponibles podríamos hacerlo, cuando su hija escuchó esta respuesta de mi parte estalló en ira…

-      ¡¡Maldita perra!!! No puedo creer que hayas dicho que si, como eres capaz de follar con mi padre, viudo y tan mayor… eres una puta.

Su padre la intento calmar, pero ella aunque lo ocultaba se notaba que estaba realmente molesta, amaba a su padre y se sentía su hembra, y yo había venido a quitárselo. Roberto me dijo que podía ir al día siguiente a la casa de ellos, que estarían disponibles, le dije que estaba bien, y que ahí los vería por la tarde antes de que llegase mi familia. Finamente Roberto se despidió de mí y me dio las gracias por acceder a su petición, su hija no dejaba de mirarme con rabia ni siquiera se despidió. Finalmente ambos salieron de mi casa.

Yo estaba excitada como nunca antes lo había estado, me iba a follar con mi viejo ante los ojos de mi contrincante, el padre de esa niñata que me caía tan mal, estaba demasiado ansiosa porque me follara, y me volviera a dar su leche. Empecé a buscar el atuendo más sexy que tenía, para calentarlo a él y que su hija se enojara aún más de lo que yo estaba. Era una lencería negra muy provocativa que me resaltaba muy bien las tetas y nalgas, y unos tacones negros y altos.

Al día siguiente fui a su casa con mi lencería debajo de mi ropa, me abrió la puerta Roberto y me invito a pasar, me dijo que fuera hacia su cuarto, y ahí estaba ella, su hija lista para ver como su padre me daba verga, ella es una chica gorda y no demasiado agraciada, pero seguro que tenía su público, de piel morena como su padre… sinceramente no sé cómo lo hizo para convencer a su hija para hacer eso, supongo que con dinero o la herencia, pero en realidad no me importaba mucho, yo solo quería volver a disfrutar de la verga de su padre y congraciarme de ser la mejor hembra de ese edificio y del barrio…, ni siquiera me dirigió la palabra solamente estaba sentada mirándome enojada, en un sillón al lado de la cama, donde ella dormía con su padre, imagino, y donde yo me lo iba a follar.

En eso entró Roberto a la habitación y me dijo que no me preocupara por su hija, que ella no iba a interferir en nada, me dijo que si quería incluso podía hablar con ella, por supuesto que lo iba hacer, pero no de una manera muy agradable, así que me dio una nalgada…

-      Bueno ahora si desvístete perra, para darte de mi verga.

Ese lenguaje e iniciativa me excitó bastante y vi como de inmediato su hija se puso roja del coraje, pero sin decir nada, solo observaba la escena de ese viejo con su competidora, yo le contesté igual a su padre para calentarlo y para que esta niñata se enojara más.

-      Claro que si papi, ya quiero que metas toda la verga en el coño… te dejaré secos eso gordos y duros huevos que llevas llenos de leche.

Su hija susurrando…

-      ¡¡Maldita puta!

Yo sonreí a su hija al oír sus palabras dedicadas, y me empecé a quitar la ropa que tenía encima, quedándome en pura lencería y tacones enfrente de su padre. Él ya estaba con la verga afuera y meneándosela mientras me decía…

-      ¡Qué buenas estás, Alexandra! No puedo creer que te la vaya meter de nuevo por ese coño tan rico que tienes.

-      Por supuesto que me la vas a meter toda, y me vas a dar toda tu leche espesa enfrente de tu puta hija, a la que te follas en esta cama, y en la follabas a tu difunta esposa y madre de esta perra incestuosa.

Su hija enojada…

-      ¡Maldita puta, vas a ver cómo me las vas a pagar!

-      ¡Hey! ¡Hey tranquila nena…! Recuerda que no puedes interferir… ya habíamos hablado de eso. Ella sabe bien que tú y yo jodemos como condenados. En su cuarto, ahí arriba donde duerme con el cornudo de su esposo, se oye cuando follamos… e igual que te he dejado preñada, la dejaré a ella… pero este bastardo que le voy hacer en su panza, lo criará su esposo, mientras que el tuyo lo hará su padre y abuelo, como Dios manda.

Le dijo a su hija, me quedé de piedra… había dejado preñada a su propia hija, y tal vez por eso se dejaba manipular por el viejo…, ella le dio un fuerte golpe a la cama con el puño, y se quedó en silencio. Me gustó mucho que la regañara, para después follarme, y a mí me avivaba hacerla enojar, excitando a su padre diciéndole cosas como…

-      ¡Ups! Lo siento puta…ya oíste a tu padre…me lo voy a follar en tu cama… no puedes hacer nada para evitarlo ¡Este semental me va a preñar como a ti!

Mientras le decía esto, le puse la barbilla posada sobre el pubis de Roberto mientras me sentaba en su cara, él me empezó a lamer las nalgas y mi vagina, haciéndome a un lado las bragas que tenía puestas, entre tanto le dediqué una mamada a la verga que ya la tenía un poco chorreada, se la empecé a mamar como nunca lo había hecho, mientras miraba a su hija directamente a los ojos haciendo el 69, y le decía mientras le agarraba la verga…

-      Que rica está la verga de tu padre…, lástima que solo yo puedo probarla ahora… ¡Umm! Me encanta esta gotita de leche que le sale en el capullo.

Le decía mientras saboreaba muy bien el grueso cabezón que corona el tronco del macho, ella no respondía ya que su padre se lo tenía prohibido, solamente me miraba furiosa.

-      Que buen culo tienes, desde que te vi me dieron ganas de comértelo… te quería tener cerca, por eso te alquilé el piso de arriba y no a otros…

Me excitaba mucho que me dijera estas cosas en las que yo era la predilecta, mientras su hija estaba ahí sentada viéndolo todo como follábamos, como una mujer decente y cristiana era vejada por un falo criminal de un viejo rompe coños. En eso amarré bien el cipote de su progenitor y futuro padre de nuestros hijos, mientras me hincaba el sable hasta la garganta masajeando con contundencia la gran masa escrotal donde tenía a su par de huevos fabricando leche, la miraba y me tragaba el falo con ganas de puta frente a ella…

-      Quiero que mires muy bien como se la estoy chupando al cabrón de tu padre una y otra vez, como le chupo la verga que ni tú se la has de haber probado con tantas ganas…y que veas como me tira su leche dentro de mi coño… ¡¡Vas a ver en directo, en primer plano el momento en que me va a PREÑAR!!

-      ¡Qué bonito y excitante lo que dices, preciosa! ¡Me has excitado mogollón!

Me agarró de la cabeza y me empezó a meter la verga… me la tragaba con gusto hasta la garganta, de verdad estaba disfrutándolo mientras le chupaba la verga al viejo fornicador.

-       ¡Chúpamela! ¡Chúpala más fuerte, perra! ¡Como solo tú sabes!

-      ¡Sí papi lo que tú me digas! Sígueme dándome de tu rica verga por favor.

Luego me acomodó y me puso en cuatro en la cama, yo quedé acomodada de tal manera que podía ver a su hija preñada con una mano dentro de sus bragas, mientras él me follaba por coño sujetándome por el culo. Yo gemía de más para hacer enojar a la puta de su hija, y que le diera más coraje ver a su padre follándose a una mujer más sexy y guapa… mucho más buena y atractiva que ella, y se diera cuenta del placer que me daba el viejo y también del que yo le daba a ese cabrón llena coños.

-      ¡Ah, Ah, Ah! Sí dame más fuerte, dame más duro y hondo en mi coño… ¡joder que buena verga me estás dado cabrón…! ¡¡MÉTEMELA HASTA DENTRO! ¡Que no te quede nada fuera de mi vagina hambrienta de carne dura…

Le decía mientras miraba a su hija y le sonreía, mientras su padre me estaba dando verga como un martillo pilón… me perforaba hasta las mismas entrañas. Esa polla se sentía en el estómago cabecear, a la par que sus bolas colgantes me azotaban el coño una y otra vez. Luego cambiamos de posición, y empecé a darle unos sentones, duramos así casi un cuarto de hora cambiando y cambiando de posición a cada rato, hasta que su dureza, agitación y aceleración del ritmo de las sacudidas en las que él tomó la iniciativa, me avisó que se iba a correr, rápidamente me la clavé hasta aplastar sus huevazos y pegarlos a mi vulva y clítoris, posando nalgas sobre sus pelvis… estaba con la boca del coño bien abierta otra vez lista para recibir su leche en mi útero…. Le decía a pausas mientras me daba de comer cipote en su salsa, después de mamársela durante un buen rato con mi vagina, igual o mejor que si lo hubiera hecho con la boca… se iba a correr… y le largué a su hija…

-      Ahora quiero que te fijes como tu padre descarga dentro de mi vientre el arsenal de semen que tiene almacenado en sus huevos… ¡Y tengo el útero muy receptivo en estos momentos… está preparado para ser preñado!

Su viejo padre, su hombre y su macho semental, se empezó a correr y me soltaba toda la lefa en lo profundo de mi vagina… la clavó a fondo con un rugido animalesco, gemía a la par que iba eyaculando chorro a chorro sin el menor ápice compasión por mi fertilidad…

-      ¡Oh siii ohh! ¡Ummm que buen coño tienes Alexandra… ¡Trágatela toda!

Me llenó prácticamente la vagina profunda de leche espesa mientras yo decía a su hija…

-      ¡Grábate bien en tu memoria, esta imagen de tu padre corriéndose dentro de mi coño… haciéndome su hembra! Ahora tengo toda la leche de este viejo semental subiendo por las trompas de Falopio. ¡Que no se te olvide… esa lefa espesa va camino de PREÑARME! Tu hijo tendrá otro hermanito que acabamos de engendrar en mi panza y lo pariré en 9 meses.

Le soltaba a la perra de su hija, mientras me tragaba el semen de su padre a medida que el macho soltaba sus potentes chorros de semen en mi útero.

-      ¡Tráeme esas galletas de la mesita de noche!

Le ordenó a su hija, esta se levantó y me entregó un par de ellas, este sacó la polla aun chorreando lefa y así sostuve la galleta con mis dedos mientras él se terminaba de correr en ella, finalmente soltó toda su leche que el quedaba en el tronco en esa galleta, escurriendo bien el tronco, yo le ayudé apretando el duro cipote eyaculador. La galleta se embadurno de semen grumoso, hasta se puso aguada de tanta leche que puso sobre ella…, la superficie de toda la galleta estaba completamente llena de su semen no había ni un lugar vacío, y a mí me había rellenado con no menos de cinco grandes y gruesos chorros de leche…se notaba que llevaba varios días sin drenar sus cojones.

Finalmente yo me paré y dándole una última sonrisa burlona a su hija dije "Bueno provecho", mientras me tragaba esa galleta en un par de bocados, mirando a la hija a los ojos…, fue por mucho la mejor galleta que he probado.

Por último, la chica se levantó de la silla y sin decir una sola palabra se bajó a la sala, su padre me dio una nalgada, y se despidió de mí, agradeciéndome haber cumplido su fantasía, obviamente no fue la única vez que follamos los tres… lo volvimos a hacer en días posteriores, pero sin que mi esposo lo supiera. También he follado con otros vecinos viejos y casados estando ya preñada de Roberto, parece ser que he descubierto que tengo un fetiche con esos machos.

 


 

Unas semanas más tarde quedamos los tres a tomar una café por la tarde con un predictor, deseaba hacerme la prueba de embarazo con ellos, de la misma manera que me había preñado estando juntos… Dio positivo y nos alegramos un montón, un poco menos la hija que veía como le había robado una parte de su hombre, esa parte que ahora y para siempre llevaba en mi vientre. Como era de esperar, nuestros preñados eran la garantía de nuestro secreto… ellos no podían decir que habían cometido incesto persistentemente, y yo que fui infiel, habiendo dejado que ese viejo me preñara como a una PUTA ninfómana de viejos sementales…

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