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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Residencial Mil Palmeras 2/2

 

Secuencia 5 :) Después de comer

 

– ¡Para, para! Dijo Telmo. Estela le había cogido la polla mientras le contaba la historia y le pajeaba lentamente.

– Están a punto de llegar y no quiero que me vean con el bañador abultado.

Le dijo a Estela retirándole la mano para ponerse el bañador y la camiseta. Al momento se oyó la puerta, era Amanda.

– ¡Hola chicos! ¿Qué tal? Bien mamá.

Contestó Estela con rapidez. Amanda llevaba un bikini, verde con rayas negras y se había rodeado el cuerpo con un pareo translúcido. Dejo la bolsa de playa en la entrada.

– Hemos pedido la paella al restaurante. La traerán sobre las dos.

– ¿Y papá y Elena?

– Se iban a dar un último baño antes de venir.

– Vale, pues me voy a dar una ducha y a cambiarme. Dijo Estela.

– De acuerdo Estela… Telmo, ¡¿por qué no sacas un par de cervezas del frigorífico?! Vengo seca, y seguro que a ti también te apetece otra.

– Claro Amanda ¡Ahora mismo!

Amanda se quitó el pareo y cuando Telmo volvió con las cervezas la vio agachada poniendo unos posavasos sobre la mesa que había entre los sofás. Se dio cuenta de lo que había dicho Estela, no era muy alta, pero las curvas de su cuerpo la acompasaban realmente bien. Su carne blanca, algo sonrosada por el sol, destacaba bajo el bikini verde con rayas negras. Se incorporó y fue hasta el mueble para sacar unos vasos mientras Telmo la seguía con la mirada. Cuando volvió a la mesa, Telmo ya estaba sentado, intentando disimular el abultamiento del bañador. Amanda sonrió mientras ponía los vasos sobre la mesa.

– ¡Veo que lo habéis pasado bien! Dijo mirando descaradamente el bañador de Telmo. Él se puso algo colorado.

– Si, bueno… nos hemos tomado una coca y hemos hablado bastante…

– ¿Sólo hablado? Dijo a la vez que se sentaba a su lado. Llenó su vaso de cerveza y le dio un buen trago. Telmo se había quedado cayado ante la pregunta, sin saber que responder. – ¡Espero que hayáis hecho algo más! Dijo Amanda respondiendo a su propia pregunta.

– Aunque quizás os haya faltado más tiempo…

Rio mirando de nuevo el bañador de Telmo. Él cada vez estaba más colorado y eso a Amanda le divertía. Le puso la mano sobre la pierna.

– Eres de los pocos chicos que les gusta ir tranquilos, tomándose los tiempos necesarios para cada momento… ¡Tranquilo cielo, eso me gusta mucho de un hombre! Para nosotros el sexo es algo natural de lo que hay que disfrutar… de otra manera para qué sirve. En nuestra casa no hay fronteras dentro del respeto y el amor. Las cosas con cariño se gozan más.

Telmo no sabía qué hacer ni que decir. En ese momento bajó Estela con una camiseta larga que apenas le cubría el culo y vio a Telmo colorado.

– ¡No le abrumes mamá! Dijo sonriendo.

– No, si no me abruma. Contestó él intentando no quedar mal.

– ¿Quieres darte una ducha? Preguntó Estela.

– ¡La verdad es que si! Contestó algo aliviado.

– ¡Pues sube al de enfrente del pasillo! Es el mío. Telmo subió de inmediato por las escaleras y se quedaron las dos mujeres solas.

– ¿Qué tal hija? ¡Veo que el chico te ha gustado!

– ¡Uffff, bastante! –Contestó Estela, después miró a su madre – Y me parece… que a ti también, jajaja…! ¡Te estás poniendo puta! Río al final de la frase con cierta picardía.

– ¡Oye esa lengua con tu madre…! ¡La verdad que está fenomenal el muchacho! Contestó Amanda sin cortarse.

– Ya he visto que tenías la mano sobre su pierna y él estaba como un tomate. ¡Qué tierno es verlo así!

– Es difícil rechazar un dulce cuando lo tienes tan cerca, jajaja. Río ahora Amanda.

– ¿Crees que le gustaran las mujeres maduras? Dijo Amanda con sonrisa maliciosa.

Estela se acordó de verle bailar con su madre la noche anterior, y también de cómo la sobaba con la crema en la playa.

– ¡Me da que sí! Contestó Estela. – Incluso te diría… que es posible que tenga alguna historia con su madre.

Acabo diciendo acercándose a su madre. Cuando estuvo frente a ella, acercó su boca y la besó suavemente en los labios metiéndole levemente la lengua.

– ¡Eso me suena familiar! Dijo Amanda cuando se despegaron los labios con una sonrisa algo maléfica.

– Es difícil encontrar a alguien que folle como papá, pero Telmo lo compensa con su fogosidad. Dijo Estela maliciosamente.

– Hoy ha conseguido que me corra dos veces, y le he prometido mi culo, jajaja! Dijo Estela pasándose la mano sobre él con orgullo.

– ¡Si te lo montas bien durante la comida, seguro que lo consigues! Ahora la sonrisa de Estela desprendió una nube de lujuria que quedó flotando en el ambiente.

– Yo voy a quedar con Roberto después de comer, me tiene que pasar unos apuntes para las recuperaciones.

– ¿Solo unos apuntes? Dijo Amanda con ironía.

– En principio sí, aunque nunca se sabe, jajaja!

– ¿Están sus padres? Preguntó Amanda.

– Su padre sí. Su madre creo que viene mañana.

– Vaya, creo que los apuntes te costarán un buen rato… Río Amanda.

– Bueno, como te decía, ¡nunca se sabe! Y hablando de Telmo, el problema que tendrás es separarlo de su madre…

– Creo que eso está resuelto. Tu padre está como loco por ponerle la mano encima.

– Querrás decir la polla dentro… ¿Y ella? Preguntó Estela.

– No creo que ponga pegas. Han estado jugando en el agua y les he visto apretados en algún momento…. Supongo que utilizará la misma técnica que utilizo con la madre de Roberto…, ya sabes… el pretexto del paseo después de comer, jejeje.

Telmo bajaba por las escaleras y dejaron de hablar.

– ¡Me voy yo a duchar! Dijo Amanda marchándose.

– ¡Ya he visto que mi madre te ha puesto colorado!

– Joder, es que me ha visto con la polla dura y me ha dicho que si lo había pasado bien contigo.

– Tranquilo, de estas cosas hablamos abiertamente en casa. Ya te he contado que follar en es algo natura en mi familia, y mis padres saben de sobra que estoy bien follada contigo…. ¡¡Además le has gustado a mamá…!!

– ¡¿Cómo que le he gustado?!

– La pregunta no es esa… – dijo Estela mientras le sobaba por encima del bañador. – La correcta es... ¿Te gustaría follártela?

Telmo se quedó algo pasmado mientras sentía como manoseaba su polla. Estela le besó a la vez que metía la mano dentro del bañador y rodeaba la carne con la mano.

– ¡¿No te gustaría tener ese culazo redondo y sabroso que tiene mi madre, agarrándolo con tus manos, mientras le metes este pollón hasta el fondo de su coño?! Dijo apretándole el miembro. Telmo parecía no salir de su asombro.

– Bueno, visto así… Se atrevió a decir finalmente.

– Pues siéntate al lado de ella durante la comida y… ¡Déjate llevar!

– Pero… ¿y mi madre y tu padre?

– ¡¡Creo que ellos se lo pasarán también bien si tú…no te pones celoso!!

– ¿Celoso? ¿Por qué? Dijo con cierta sorpresa.

– Sé que la relación que tienes con tu madre es… algo especial, y no sé si te importaría que lo pasará bien con otro hombre.

Telmo estaba totalmente pasmado pero pudo reaccionar.

– Si le apetece enrollarse con alguien, es cosa suya… no sería la primera vez. Dijo intentando parecer distante.

– Una buena respuesta. Espero que creas lo que dices, jejeje! Río suavemente Estela.

En ese momento llegaban Carlos y Elena. Telmo los miró y no pudo reprimir la pregunta.

– ¿Qué tal mamá, lo estás pasando bien?

– Sí, sí. Dijo ella con entusiasmo.

– Hemos estado nadando y jugando con las olas… ¡Ha sido muy divertido!

Telmo entendió la respuesta. Estela tenía razón y él no era quien para discrepar de las apetencias de su madre. Al rato bajó Amanda, se había puesto una bata estampada muy veraniega que le llegaba algo más baja que el culo y no se veía si llevaba algo bajo ella. Telmo se fijó de nuevo en su cuerpo, no era alta, pero tenía unas curvas muy bien marcadas y era una mujer muy bien propocionada. Podía ver parte de sus redondas tetas a través del generoso escote de la bata que tan solo iba sujeta por un cinturón de la misma tela. Según la miraba le iba pareciendo más apetecible. Estela le guiño un ojo a su madre sin que Telmo la viera.

Llegó la comida y se sentaron a comer. Amanda se sentó al lado de Telmo y Elena al lado de Carlos, Estela se quedó presidiendo la mesa rectangular. Durante la comida hablaron animadamente y antes de acabar el primer plato, Telmo notó la mano de Amanda sobre su pierna, miró disimuladamente hacia abajo y vio los muslos de Amanda casi por completo. Al sentarse se le había abierto la bata dejándolos al descubierto. Telmo continuó comiendo y la mano de Amanda llegó a su bañador, notó como lo sobaba por encima hasta conseguir que se le endurecieran la polla. No le pasó desapercibido que Carlos mantenía una de sus manos bajo la mesa y en algún momento vio a su madre morderse el labio inferior. Decidió bajar su mano y tocar uno de los muslos de Amanda. Como respuesta, ella los abría algo más. Avanzó con su mano buscando el interior de los dos muslos. La sintió la carne suave y tersa hasta que la punta de sus dedos tocaron la fina tela del tanga, en ese momento supo que sí llevaba algo bajo la bata. Continuaron los manoseos durante toda la comida y cuando acabó recogieron con rapidez. Carlos y Elena dijeron que se iban a dar un paseo. Esperaban que nadie quisiera acompañarles, y así ocurrió.

– Tengo que ir a revisar unos apuntes con un compañero de clase… son muy importantes para sacar las asignaturas que tengo pendientes. ¿Te importa quedarte con mi madre? Le dijo a Telmo guiñándole un ojo.

– ¡No, para nada! Estaré encantado de hacerle compañía. Dijo con palabras que se arrebataban en su boca. Cuando cerró la puerta, Amanda sugirió tomar algo…

– ¿Te apetece una copa?

– ¡Sí, claro! Dijo Telmo desde el sofá.

– ¿Me ayudas a prepararlas?

Le dijo a la vez que tiraba del lazo del cinturón y la bata se habría parcialmente dejando ver gran parte de sus tetas.

– ¡Por supuesto!, perdona que haya sido tan desconsiderado… lo siento. Contestó el levantándose para seguirla hasta la cocina.

Amanda se situó frente a la encimera para poner los hielos en los vasos. Telmo pensó que después de haberse metido mano bajo la mesa ahora no diría que no si se ponía pegado tras ella, y así lo hizo. Ella sintió el calor del cuerpo sobre su espalda y el cipote erecto pegado a su culo. Telmo pasó los brazos por debajo de los de ella recogiendo las manos sobre su vientre. La besó en un lado del cuello y su lengua dejo un rastro de humedad.

– Ahhh! Dio un largo suspiro Amanda.

Telmo recordó lo que le había dicho Estela, tener a Amanda inclinada mostrándole el culo deseando que le diera unos buenos pollazos, pero eso solo era la opinión de Estela, quizás a Amanda le gustaría de otra forma u otras cosas. Abrió la fina tela de la bata con las manos y descubrió las redondas tetas desnudas. Los pezones eran grandes, rodeados por una gran areola oscura que parecía una diana. Subió con las manos hasta llegar a ellos y los rozó con las yemas de los dedos. Notó como se ponían aún más duros, con una turgencia extraordinaria. Apretó ambas tetas mientras presionaba los pezones entre sus dedos.

– Aghhh! Gimió Amanda entre un suave dolor mezclado con placer.

Telmo restregaba su bañador contra el culo de Amanda y la polla se le endureció rápidamente. Amanda se giró y buscó los labios de Telmo, abrió la boca y su lengua penetró con ansia. Fueron unos largos segundos en los que Telmo sintió como devoraba su boca con deseo. Cuando despegaron los labios ella le susurró.

– ¡Vamos a un sitio más cómodo!

Cogieron cada uno su vaso y Telmo la siguió deleitándose con los movimientos de caderas que Amanda marcaba al andar. “¡Joder que cuerpecito tiene!” Pensó mientras subían las escaleras. Entraron a la habitación que estaba muy bien iluminada por una gran ventana que dejaba entrar los rayos del sol del inicio de la tarde. Amanda bajo la persiana dejando una iluminación más tenue y se quitó la bata. Telmo volvió a admirar ese cuerpo, tan solo cubierto por el pequeño tanga. Amanda buscó una música suave en su móvil y lo dejó sobre la mesilla de noche. La cama estaba orientada lateralmente a la ventana con un espacio a los pies que cubría una densa alfombra hasta donde estaba el armario empotrado. Dos puertas de corredera forradas de espejo daban más amplitud a la habitación, a la vez que se reflejaba toda la estancia incluidos ellos mismos.

Amanda tiró de la camiseta de Telmo hacia arriba sacándosela por la cabeza y después le empujó cariñosamente contra la cama, haciéndole caer con la cabeza sobre la almohada. Se tumbó sobre él y comenzó a lamerle el pecho, el cuello y el vientre, su lengua lo iba llenando de saliva mientras ella reptaba como una serpiente sobre él. Llegó hasta el bañador y tiré de él hacia abajo hasta hacer que saltara el miembro como un resorte. Lo sobó con sus manos mirándolo con ojos de lujuria que desprendían chispas de deseo, y comenzó a pasar la lengua por el brillante y duro capullo lamiéndole como a un helado. Sus ojos picarones miraban por encima para ver la expresión de la cara de Telmo ante sus lamidas en el contorno del capullo y la punta haciendo precisión en el agujero de salida de ese orondo glande.

– ¿Te gusta? Preguntó con lascivia.

– ¡Sí, Siii! Contestó el con los ojos semi entornados.

Ahora pensaba en lo que le había contado Estela, esas mamadas que le hacía a su marido tragándose toda la polla, y su mente se nubló pensando si le haría lo mismo a él.

Amanda tiró más del bañador hasta sacárselo por los pies. Telmo abrió las piernas y sintió como esas pequeñas manos, de dedos finos y largos, masajeaban deliciosamente sus huevos mientras le lamía el capullo embadurnándolo de saliva.

– Ahh! “¡Está mujer sabe lo que se hace, diosss!” Pensó mientras daba un largo suspiro.

Notó las duras tetas contra sus muslos mientras Amanda abría los labios y succionaba su capullo con delicadeza jugando con la lengua en lametones que le electrificaban sobremanera. Las succiones fueron aumentando y provocándole largos suspiros, esa boca era como una máquina bien engrasada que funcionaba con notable precisión. Los labios de Amanda avanzaron pegados a la dura carne de la polla surcada por las hinchadas venas, que no paraban de bombear sangre para mantener la dura erección. A la vez, lamía el venoso tronco logrando sacar gemidos continuos de la boca del muchacho.

Antes de la comida, mientras preparaban los cubiertos en la cocina, Estela le había comentado algunos detalles a su madre sobre el sexo que había mantenido con Telmo, le había hablado de lo eufórico que se llegaba a poner, y como había conseguido que la dijera alguna burrada durante el acto, esas palabras soeces y mal sonantes que sabía que le gustaban a su madre tanto como a ella. También le había contado como eran de abundantes sus corridas, “¡Suelta más leche que una vaca cuando la ordeñan!”, fueron las palabras de su hija. A Amanda ese detalle le había entusiasmado, a ella le gustaban los machos que largan unos buenos chorros de leche cuando eyaculan… es un signo evidente de dos cosas. Una que es un gran semental, y dos que se ha excitado con la hembra que se está follando, y aunque las de su marido no estaban mal, eran escasas para su gusto. Ahora tenía la oportunidad de sentir unos buenos chorretones en su boca y en su coño, si su hija no había exagerado, de que era capaz de eyacular copiosamente muy seguido. Sus labios no paraban, avanzaron hasta llegar al final del duro y venoso tronco, haciendo que parte de esa dureza penetrara por su estrecha garganta. La sacó casi entera y se la volvió a introducir de nuevo, los gemidos de Telmo aumentaban a cada una de las tremendas chupadas. Telmo encogía parte de su cuerpo ante esa sensación que le provocaba una excitación brutal. No le era dificultoso metérsela entera, pese a la rigidez de la extrema erección del chico, estaba bien acostumbrada a la de su esposo que es más gruesa y algo más larga…así como de otros amantes oportunistas que también calzaban muy bien.

Mirando al espejo, podía ver los ondulados movimientos del cuerpo de Amanda, subiendo y bajando la cabeza en cada chupada, y a la vez veía el pequeño y redondo culo balancearse en cada movimiento. Amanda lo sabía, sabía que él miraría su culo a través de los grandes espejos y por eso se había puesto en esa posición precisa, donde su coño abultado sobresalía de entre sus muslos. El vería sus movimientos y eso provocaría más su excitación. Amanda siguió chupando, aumentaba levemente el ritmo y volvía a enlentecerlo con una precisión asombrosa para que Telmo llegara a un punto álgido sin llegar a eyacular. Lo mantuvo así varios minutos, algo que al propio Telmo le pareció increíble, nunca le había durado tanto una mamada sin correrse. Parecía que ya no podía aguantar más, pero esa mujer era una verdadera maestra en apretar y aflojar dándole pábulo a la excitación del macho.

Su excitación llegó a tal punto que puso la mano sobre la cabeza de Amanda agarrándola del pelo. Amanda ya esperaba ese movimiento y le dejó que sacará el animal que llevaba dentro. Telmo comenzó a subir y bajar la cabeza de Amanda a más velocidad, sintiendo el camino estrecho y caliente que recorría su polla. Amanda presionaba los huevos con suavidad provocando más desesperación en el deseo del muchacho. La cabeza de Amanda subía y bajaba como si fuera la de una muñeca de trapo… y de pronto el chico rugió como un verraco. Su boca sintió el primer gran chorretón de leche caliente llenándola. Estaba preparada, y esperándola con deseo, y ese primer aldabonazo que atravesó directamente su garganta. Con rapidez llegó el segundo, y este pudo saborearlo cuando empapó su boca. Llegó el tercero, y siguió tragando como un corderillo hambriento. Al llegar el cuarto, y todavía abundante chorro, provocó que su boca se desbordara y saliera entre la comisura de los labios. Telmo le soltó el pelo y se dejó caer contra la almohada con la cara desencajada.

– ¡Diosss, vaya mamada! Pudo articular la frase que se repetía en su cabeza sin cesar. – ¡¡No sabría decir cuál de vosotras es más puta!!

Amanda fue lamiendo toda la polla hasta dejarla sin una gota del denso líquido blanco. “¡Joder, sí que tiene una buena reserva de leche este cabrón!! Pensaba ella sin dejar de lamer aquel cipote que no descendía demasiado de su erección. Cuando la piel, de la ya flácida polla, volvía a estar brillante, volvió a metérsela en la boca para chuparla de nuevo. En un breve espacio de tiempo había conseguido ponerla dura con las venas de nuevo repletas de sangre fluyendo a gran velocidad, y se sintió orgullosa de su propia maestría, sobre todo al oír a Telmo decir.

– ¡¡Joder, me la has vuelto a poner como una piedra!!

La sacó de la boca y reptó por el cuerpo del excitado muchacho, abrió sus contorneados muslos y el chico se colocó entre ellos con el arpón presto al ataque, se la agarró para embocarle el capullo con pericia entre los sedosos labios vaginales de su coño, una vulva fielmente depilada para ser devorada sin condiciones. Hábilmente con la mano, restregó el brillante capullo contra sus labios genitales hasta que se abrieron, y el duro glande se coló entre ellos. Telmo miraba a sus ojos y a la maniobra que le estaba realizando, unos ojos que desprendían un brillo algo diabólico, y Amanda comenzó a mover su cuerpo como una serpiente al acecho. El vientre ondulaba adelante y atrás, mientras las tetas se mantenían erguidas con los grandes pezones duros y amenazantes. La polla fue entrando hasta penetrar profundamente entre la sensible y húmeda piel de la vagina.

Amanda se inclinó, sin dejar sus movimientos, poniendo las tetas sobre la cara de Telmo. Este no tardó en sentir los duros pezones sobre sus labios y comenzó a chuparlos con un deseo incontrolado.

– ¡Ahg! Se quejó levemente Amanda al sentir la presión de los dientes en sus pezones.

Fue una expresión de dolor y placer. Notó la inexperiencia del muchacho y decidió dirigirle.

– ¡Chupármelos fuerte y muérdelos suave! Pero no dejes de follarme el coño… Le susurró con voz cálida sin dejar de balancearse sobre su vientre.

Telmo se relajó al sentir su voz y comenzó a hacer lo que le decía.

– ¡Así, asiii! Lo estás haciendo muy bien… y me estás poniendo muy guarra. Le dijo como recompensa para su mente. – Apriétame el culo con las manos y ábrelo y ciérralo. Siguió ordenando y dirigiendo a Telmo.

El muchacho había apartado su euforia y se dejaba guiar por la experimentada mujer, pensó que Amanda podría enseñarle muchas cosas que después le servirían para complacer a su madre.

– ¡Ufff! ¡Esto es delicioso, mi cielo! Cada vez me pones más caliente…ya estoy como un perra en celo. Continuó Amanda regalándole los oídos.

Pero Amanda era morbosa, y no le bastaba solo con follar, le encantaba que también le follaran su mente…

– ¿Con quién te gusta follar más… con mi hija o conmigo?

Telmo se quedó algo estupefacto, “¡vaya momento para preguntar eso!” Pensó mientras sus mejillas enrojecían a gran velocidad.

– ¡Pues… a las dos! Cada una tenéis algo especial y distinto. Contestó para salir del paso.

– ¡Venga, no seas tímido! ¡Seguro que le has embestido con ganas por ese gran culo que tiene! ¡¡A la muy zorra le encanta que le den por el culo!!

– Bueno… no… el por el culo no… solo a cuatro patas por el coño, solo por el coño. Contestó con timidez.

Amanda no dejaba de balancear el culo, subiéndolo y bajándolo, provocando que todo el tronco de la dura polla rozara su clítoris.

– ¿Y Cuál de los dos te gusta más, mi culo o el de mi hija?

“¿Otra pregunta trampa?” Pensó Telmo sintiendo los jadeos de Amanda sobre su boca. Desde luego, el culo de Estela era espectacular, grande, duro y terso, y tenerlo a la vista mientras se la follaba había sido una experiencia inolvidable. Sin embargo, el de Amanda era pequeño, aunque también duro, y con una redondez casi perfecta. Antes de que contestara, Amanda volvió a hablar.

– ¡¿No te ha dejado que se la metas en el culo?! Dijo con una sonrisa perversa. – Ya veo que te dejó con las ganas, por la cara que pones. Dijo Amanda casi introduciéndole las palabras por la boca. – Mi hija es muy suya, solo deja que sea su padre el cabrón que la sodomice… sin embargo, ¡Yo dejaré que pruebes el mío! Susurró de nuevo sobre su boca a la vez que aumentaba el ritmo de sus movimientos.

 


 

A los pocos segundos elevó su cuerpo y apretó la pelvis contra la de Telmo. Él sintió como la vagina parecía reducirse y apretarse contra su miembro. Notó varias contracciones a la vez que Amanda se corría empapando su polla y sus huevos.

– ¡Ahora me daré la vuelta! Dijo sacándose la polla de su coño empapado. – Y me pondré de rodillas con las piernas abiertas mirando al espejo. Sus ojos parecían brillar más a cada frase. – ¡Quiero ver tu cara mientras me embistes con ganas! Sobre todo me excitará verte cuando te corras dentro de mi coño… Le dijo relamiéndose los labios.

Telmo sentía que la excitación no paraba en su cuerpo, su mente ya estaba perturbada, y le estaba encantando pensar en hacer realidad esa escena.

– Pero antes… volvió a hablar Amanda… – ¡Quiero que me chupes el coño y el culo hasta empaparlos con de saliva!

Acercó más su cara a la de Telmo y con los ojos muy brillantes acabó diciendo.

– Si quieres ponerme muy zorra los tendrás que mojar bien, ¡cabroncete!

La excitación de Telmo ya parecía salirle por los poros de la piel, todo su cuerpo la emanaba como el vapor de una ducha caliente. Amanda se inclinó más sobre él, jadeando con su boca a escasos centímetros de la de Telmo.

– ¡Diosss, como he disfrutado de tu polla!

Jadeó con densa lujuria mientras se alejaba de la boca de Telmo. Se giró para ponerse de rodillas mirando hacia el espejo. Telmo seguía con la polla dura mirando al culo que le ofrecía esa mujer y que le estaba volviendo loco. Reaccionó de inmediato colocándose de rodillas tras ella. Le sobó el redondo culo mientras sujetaba la polla con la otra mano. Le pareció un culo preciso y su mente se llenó con el deseo de follárselo. Ella le miraba a través del espejo y podía ver ese deseo en sus ojos. Movió el culo sinuosamente provocando aún más a Telmo y volvió a utilizar las palabras.

– ¡Te gusta mi culo, verdad cerdo! Dijo sin parar de moverlo. Ya había notado que ese lenguaje despertaba al animal que llevaba dentro, y eso quería de él, que lo sacará y la follara salvajemente. – ¡¡Vamos cabrón… lámelos como un perro!!

Le veía a través del espejo y sabía que en ese momento le podría decir todo lo que le apeteciera, la cabeza de Telmo era como una tormenta a punto de descargar. Telmo no dudó ni un instante, se agachó, saco la lengua y comenzó a lamer como un perro sediento. Su lengua recorría desde lo más bajo del coño hasta subir al centro del redondo culito. Repitió varias veces hasta que notó como el amarronado agujero palpitaba.

– ¡Méteme la lengua en el culo! ¡¡Está deseoso de que lo abras!! Gritó Amanda.

Telmo nunca lo había hecho, era algo nuevo para él, lo abrió con las manos y se acercó lentamente con la boca. Lo veía palpitar, como si tuviera vida propia y sacó la lengua para rozarlo con la punta.

– ¡Vamos! ¡A qué esperas! Le increpó Elena moviéndolo.

Telmo volvió a sacar la lengua y comenzó a meter la punta. A los pocos segundos el amarronado agujero comenzó a abrirse.

– ¡Diosss! ¡Cómo me gusta! ¡Sigue Métela más! Volvió a insistir Amanda.

Telmo no tenía ninguna experiencia y se limitó a hacer lo que le pedía. Apretó más su lengua y sintió como el culo se abría más. Lo hizo varias veces hasta que consiguió meterla entera. Noto como la excitada mujer temblaba.

– ¡Ahhh! ¡Qué delicioso cielo! ¡Ufff! Ahora, méteme dos dedos en el coño y masturbarme a la vez que metes la lengua en el culo

Telmo la obedecía paso a paso, como un niño obedece a su maestra, a la vez que pensaba en cómo se lo haría a su madre, si eso le encantaba a Amanda, seguro que a su querida madre también le gustaría.

Al momento se quedó asombrado de cómo se abría poderosamente ese pequeño culo. Telmo era joven, y Amanda sabía que podría dirigirle con precisión haciendo lo que a ella le gustaba.

– ¡Mira cómo se abre! ¡¿Te gustaría follártelo, verdad?! Sois todos igual de cabrones, solo pensáis en follarnos y hacernos unas panzonas, pero nosotras no somos menos… ¡¿Lo sabes pequeño hijo de puta?! A las hembras maduras nos gusta ser vuestras PUTAS, y sentirnos llenas de vosotros. Dijo mientras disfrutaba de las lamidas sin esperar ninguna respuesta.

– ¡Ya, Yaaa! Volvió a gritar. – ¡¡Vamos, méteme la polla en el coño!! Métemela bien duro, cabronazo… ¡Tus dedos me lo han puesto ardiendo!

Telmo se incorporó de inmediato y dirigió la polla entre los suaves labios de su raja, adornado con un casi inapreciable vello rubio coronando su coño sobre el pubis. Notó el calor que desprendía al introducir el capullo, y como penetraba toda su polla con facilidad extrema hasta llegar a desaparecer por completo en su coño. Todavía se mantenía mojado por dentro, la corrida que había tenido Amanda había sido tremenda y su excitación parecía no tener fin.

– ¡Ahhh! Suspiro largamente. – ¡¡Que polla más dura tienes!! ¡Diossss Santo! Volvió a repetirle disfrutando de la penetración. Telmo estaba tremendamente excitado, sentía deseo y ansia por embestir sobre aquel culito que le ponía tan cerdo. – ¡Ahora que la tienes bien mojada, métemela en el culo! Escúpemelo para lubricármelo y métemela. Volvió a dirigirle de nuevo.

Telmo sacó la polla empapada y la dirigió al palpitante agujero. Apretó con suavidad temiendo que podría hacerla daño. Ella notó la delicadeza del muchacho y sonrió.

– ¡Tranquilo hijo! Mi marido la tiene más grande y ya me lo ha abierto unas cuantas veces… lo tengo bien entrenado.

Telmo apretó más y sintió como su polla penetraba profundamente con facilidad.

Se agarró a él y comenzó a bombear con su polla. Primero fueron penetraciones lentas y largas pero no pudo aguantar y empezó a embestir como un toro enfurecido. Amanda le miraba a través del espejo disfrutando de esa fiereza de juventud. Tenía el coño todavía ardiendo de la corrida anterior y notó como le volvía a subir la excitación brutalmente.

– ¡¡Diosss, que pollazos me das, pedazo cabrón!! Me encantas nene…. Comenzó a gritarle sabiendo que desataría aún más su furia.

– ¡¡Me vas a reventar el culo, cabrón!! ¡Vamos, vamos hijo de puta… fóllamelo más fuerte joder! ¡¿No quieres sacármela por la boca?! Pues clávamela bien hondo y déjame sentir los huevos aporreándome el coño.

Le desafiaba al excitado muchacho provocándole hasta la saciedad.

– ¡Te voy a reventar tu puto culo, zorra! Gritó por fin expresando con palabras la furia que invadía su cabeza.  ¡Y te lo voy a dejar como un bebedero de patos lleno de lefa! La cara se le había desencajado ante los desafíos de Amanda y las embestidas eran tan brutales que casi la tiró fuera de la cama.

– ¡Sigue, sigue! ¡¡Quiero más, más!! ¡Vas a hacer que me corra otra vez como una cerda! ¡Diosss! ¡Aghgh! Tienes una polla tremenda… ¡Joder qué dura la tienes!

Gritó Amanda al notar como su coño se llenaba de un fuego intenso mientras ella misma se lo masturbaba con dos de sus dedos, se sacó la polla del culo y la embocó en el coño… Telmo solo hizo cambiar de agujero empujando duro hasta el fondo, le quedaba poco por llegar y ella lo sabía…

– ¡Toma zorra! ¡Tomaaa! ¡Aghgh, Aghgh! Gritó Telmo al unísono soltando un chorro de leche caliente en el mismo útero de la madura.

Gritos, gemidos y jadeos se entremezclaron llenando la habitación de sonido y un fuerte olor a sexo. Varios chorros de leche hicieron que el coño se inundara con rapidez y rebosara cayendo entre los muslos de Amanda. Telmo podía sentir como temblaba el cuerpo de la menuda mujer, con fuertes espasmos acompañados de rugidos de placer, algo que le pareció maravilloso. Amanda se quedó jadeando, arrodillada con la cara apoyada sobre la sábana, cuando Telmo sacó la polla completamente empapada del hirviente coño. Él tenía una cara de completa satisfacción cuando cayó de espaldas sobre la amplia cama.

– ¡¡Ha sido la ostia!! Follas mejor que tu hija… me has dejado completamente seco los huevos ¡Qué pedazo de PUTA eres, joder! Se dijo para sí mismo, pero en voz alta. Amanda sonrió bajo su postura encorvada sin que él pudiera verlo, mientras recopilaba con los dedos, la lefa que manaba de su raja.

 


Secuencia 6 :) El paseo

 

Elena estaba encantada de que les hubieran dejado pasear solos.  Con roces ocasionales caminaron sonrientes por la orilla de la playa hablando distendidamente. Antes de comer, estando en el agua, había jugado con las olas y chapoteado con las manos disfrutando como niños. También la había balanceado sobre el agua, como había hecho su hijo, y los roces y toqueteos le habían gustado más de lo que esperaba. Hubo momentos en que notó las manos de Carlos en su culo y sus tetas produciéndole cierta excitación, aunque intentaba disimularlo viendo a Amanda tumbada en la arena. Cuando Amanda se fue a la casa y desapareció de su vista, dejó que Carlos la tocará con más libertad y comenzó a sentir el deseo en su cuerpo. Ahora estaban solos, y ya caminaban frente a la casa de ella. Le miró con sonrisa pícara.

– ¿Te apetece ver dónde nos alojamos? Podríamos tomar algo dentro. Dijo Elena con relativa timidez.

– ¡Por supuesto! Contestó Carlos. – Será un placer.

Entraron a la casa y Elena fue a por un par de cervezas al frigorífico. Volvió con ellas y un par de vasos que dejó sobre la mesa que había frente al sofá. En él estaba sentado Carlos con una amplia sonrisa, y ella se sentó a su lado sin llegar a rozarse. Los dos iban en bañador, el con un bermudas y la camiseta que se había puesto para comer, ella con su bikini rojo y también una camiseta. Carlos puso la mano sobre el desnudo muslo de Elena y lo acarició mientras daba un sorbo al vaso. Elena sentía curiosidad por esa pareja.

– Y tu mujer, ¿qué opinaría de esto? Te he visto muy lanzado en el agua, como si no te importará que nos viera juagar conmigo.

– Bueno, es una larga historia, pero resumiendo, los dos admitimos relaciones extramatrimoniales.

– ¿Y eso, que significa exactamente? Carlos sonrió mientras mantenía la mano sobre el muslo.

– Es simple, tan solo que cada uno nos enrollamos con quién nos apetece, pero con algún matiz…

Ahora sonrió Elena y dio un sorbo a la cerveza para después pasarse la lengua por los labios para quitar la espuma que había quedado sobre ellos. Fue instintivo, pero también algo intencionado por la situación.

– ¡Parece que te lo tengo que preguntar todo! Dijo Elena acercando un poco la cara a la de él. – Explícame… esos matices.

Carlos interpretó el acercamiento como la apetencia de un beso, y así lo hizo. Posó los labios sobre los de ella con suavidad fundiéndose en un beso lento, parecían estar saboreando un vino recién abierto.

– No sé si lo entenderás, pero podría decirte… dijo el haciendo una pausa mientras la miraba a los ojos con fijeza… – Que nos gusta vernos follar con otros u otras…Nos encanta vernos disfrutar del sexo.

Carlos parecía estar a la expectativa de la reacción de Elena, pero ella mantuvo la mirada sin realizar ningún gesto. Poco a poco, sin dejar de mirarse a los ojos, ella fue ampliando su sonrisa, ahora tenía ciertas connotaciones de lascivia. Por su mente pasaron escenas con rapidez, imaginando a Amanda mirando como follaban ella y Carlos, intentando adivinar la expresión de su cara, o simplemente que haría mientras miraba. Un suave escalofrío recorrió su cuerpo al visualizarlo, era algo extraño para ella, pero a la vez había sido excitante, y algo de lujuria iba avanzando en su mente. Ahora fue ella la que acercó los labios para fundirse en otro beso, un beso más largo donde sus lenguas salieron para enroscarse como serpientes. Sintió la mano de Carlos apretarla el muslo con más fuerza, con más deseo, sobando la fina piel de la parte interior hasta casi rozar la tela del tanga. Notó como subía el calor por su cuerpo, y a ciegas, dejó el vaso sobre la mesa para poner la mano sobre la pierna de Carlos. Notaba como el deseo avanzaba por su cuerpo con rapidez a modo de corriente de hormigas, y subió con la mano por el bermudas, como una serpiente repta por un tronco en busca de su presa. La dureza que había adquirido el miembro se hizo patente cuando lo rodeó con sus dedos bajo la tela. La excitación no cesaba, pero la curiosidad parecía más fuerte.

– ¿Y que sientes cuando la ves follar con otro hombre? ¡¿No te invaden los celos cuando se la follan…?! Volvió a preguntar después del intenso beso.

– No, ni mucho menos. Ver su cara de deseo y placer a cierta distancia es muy estimulante. El salir de la monotonía produce sensaciones que parecías haber olvidado, y ver y sentir algo nuevo… atrapa, es un subidón de adrenalina. Eso ocurre, porque sé que Amanda seguirá amándome a mí.

Cada frase de Carlos Elena la interpretaba con imágenes en su mente, se acordaba de esa sensación tan especial como deliciosa, que había tenido al follar con su hijo, al sentir su verga penetrándola dándole el más sonado placer que jamás había vivido…, y ahora lo imaginaba follando con otra mientras ella miraba. Su mente se iba llenando de sensaciones nuevas y comenzaba a tener cierta ansia por experimentarlas. De repente se le vino a la cabeza que su hijo se había quedado con Amanda y Estela y no pudo reprimir la pregunta.

– ¿Qué crees que estará pasando en tu casa? Mi hijo se ha quedado con tu hija y Amanda…

Carlos cogió el vaso para dar un buen trago y lo posó de nuevo sobre la mesa. Su mano volvió a sobar el interior de los muslos de Elena mientras la besaba de nuevo.

– En mi casa nos entendemos los tres muy bien. Tú no te has dado cuenta durante la comida, pero tu hijo y Amanda se han estado toqueteando… a mi esposa le gusta mucho Telmo y a Estela creo que bastante más.

Elena se retiró unos centímetros hacia atrás mostrando cierto asombro.

– ¿Síii? ¡Pues no me he enterado!

– Supongo que Estela se habrá marchado con alguna excusa, ya que ella también lo ha percibido, y también supongo que tu hijo y Amanda se lo estarán pasando bien… nada del otro mundo entre un hombre y una mujer.

La imaginación de Elena no paraba, y volvía a visualizar a su hijo follando con la menuda y bien formada mujer de Carlos, era una mujer bien proporcionada, pero baja para su gusto. Su mente era capaz de recrear escenas en cuestión de segundos y casi los podía ver follando como si estuvieran allí mismo, y lo que ciertamente le preocupaba, es que esas escenas la ponían caliente, algo que nunca hubiera imaginado. Metió la mano bajo los bermudas y tocó con sus finos dedos la dura carne cubierta de una tersa piel, detectó que no tenía prepucio, y todo el glande se hallaba descapullado. Elena llevaba años sin tener ningún tipo de relación, y ahora en dos días se había acostado con su hijo y ahora estaba a punto de hacerlo con un desconocido poseedor de una tranca formidable. Continuaron los besos, cada vez más largos y lascivos. La mano de Carlos llegó hasta el centro de los muslos de Elena y tocó los labios genitales a través de la fina tela del tanga. Fue un roce suave y lento, que Elena agradeció abriendo levemente sus muslos. Carlos se dio cuenta de que Elena quería seguir, pero estaba algo reticente.

– ¿Estás casada? Preguntó de repente.

– No, separada. Contestó ella con rapidez volviendo a cerrar mínimamente los muslos. Carlos notaba la tensión en el cuerpo de Elena.

– Tranquila, esas cosas pasan cada día. Y va siendo muy habitual.

– Bueno, es que…

– Lo entiendo. La cortó Carlos sin dejar que siguiera. – ¡Supongo que llevas tiempo sin estar con un hombre! Elena no quiso decirle nada de su hijo, “¡Qué pensaría de ella!” Su cabeza trabajaba a gran velocidad antes de contestar.

– Pues la verdad… es que sí. Desde que me separé… mejor dicho, desde algún año antes de separarme estoy en el dique seco. Rectificó la respuesta.

– ¡Lo entiendo! Contestó Carlos. – Te podría contar muchas cosas para que vieras cómo tu mundo puede cambiar en un espacio breve de tiempo, pero… no sé si podrías entenderlo. Porque las cosas son más sencillas de lo que nos parecen, solo hay unas barreras inútiles que nos privan de disfrutar.

– ¡Prueba a ver! Mi mente también está cambiando después de muchos años, y ahora… la tengo más abierta que nunca la tuve.

Elena se fue relajando según hablaban. Carlos dio otro sorbo a la cerveza y se recostó en el sofá.

– Un día que Amanda no estaba en casa, mi hija me propuso darnos un baño en la piscina…

“… No era la primera vez que nos bañamos juntos como ya te puedes imaginar, soy su padre y la he cuidado desde niña. Aquel día jugábamos a la pelota nos hacíamos aguadillas, en resumen, nos divertíamos como de costumbre. Comenzamos a jugar y chapotear, ella me agarraba por detrás e intentaba meterme la cabeza bajo el agua. El problema es su cuerpo estaba desarrollado desde hacía años…, más o menos como la ves ahora. Podía sentir sus tetas sobre mi espalda y aunque me sentía algo incómodo, la dejaba seguir. En un momento dado se agarró de frente a mí, poniéndomelas casi en la cara, y eso ya fue más violento. Intente que dejáramos los juegos, pero se había abrazado a mí como una lapa y no me soltaba. Poco a poco fui cediendo, y acabó confesándome sus deseos sexuales. Era tal su persistencia y su entusiasmo que acabé dejándome llevar.

Se lo comenté a Amanda, desde un punto de vista educativo en principio… y no sé cómo ni por qué, pero lo encajó bien, como algo que sabía que pasaría y que era bueno que su padre la iniciase en algo más allá de lo que normalmente se le explica a los hijos…. Claro a sus dieciocho años, no era cuestión de hablar del manido ejemplo de la semillita que se pone en el tiesto. A los pocos días, Estela nos vio en nuestra habitación cuando estábamos en pleno jaleo, y entró después de acabar la follada que le di a su madre… Amanda prácticamente la invitó a que siguiera conmigo, como que era el momento ideal para darle la primera lección, mientras ella miraba sentada en mi sillón favorito…. Ella también se excitó, pero no participó, solo se masturbó y se corrió junto con nosotros, en una convención de orgasmos.”

Elena estaba asombrada de la historia, pero a la vez se había relajado y se sentía mejor pensando en ella y su propio hijo, no sabía si era coincidencia o que estas cosas pasaban más de lo que ella hubiese supuesto. Carlos continuó con la historia, desvelando que con el paso de los días eso se había hecho habitual, hasta tal punto que una de las veces acabaron los tres en la cama compartiendo sexo y lujuria. Acabo diciéndole que ahora eso ocurría con bastante frecuencia y que los tres lo pasaban de maravilla.

Cuando acabó de contarlo Elena tenía una sonrisa extraña, y se abrazó a Carlos en un largo y lascivo beso. No sólo se había relajado, sino que se había excitado escuchándole. Algunos detalles le habían sorprendido, a la vez que le habían agradado de una manera especial. Carlos había metido la mano bajo su camiseta y le sobaba las tetas provocando que los pezones se endurecieran, mientras ella tenía la polla agarrada desando sacarla del bermudas para ver con sus ojos ese gran pollón. No esperó más y tiro del bañador, la polla apareció erguida con un gordo y brillante capullo en forma de punta de arpón. La miró por el rabillo del ojo mientras se besaban y sintió un leve estertor al ver el gran tamaño, y el deseo de sentir esa polla dentro de su cuerpo casi nubló su mente. Carlos tiro de la camiseta de ella hasta sacársela por la cabeza, seguidamente le quitó el sujetador del bikini para contemplar las bonitas tetas totalmente desnudas. Las deseó con la mirada y acercó la boca hasta ellas para comenzar a lamer los pezones que se pusieron duros de inmediato. Después los succionó, y lo hizo con suavidad, no sabía cómo le gustaría y espero su reacción. Elena recordaba como los había succionado su hijo y esto le pareció suave. Apretó la cabeza de Carlos contra sus tetas, como indicativo de que quería más, y así lo entendió él. Succionó con más fuerza a la vez que los mordisqueaba.

– Síii, síii! Susurró ella aprobando la intensidad.

Carlos se deleitó con las dos bonitas tetas, su lengua, sus labios y sus dientes lamieron, chuparon y mordisquearon durante largo tiempo hasta poner a Elena tan caliente como si su cuerpo hubiera estado tendido al sol durante horas. Mientras Carlos embadurnaba las tetas de saliva, ella le masajeaba el grueso tronco de aquel espectacular miembro, subiendo y bajando con la mano lo envolvía. Esa sensación de tener una polla dura en la mano, cada vez la ponía el cuerpo más ardiente. Sintió ganas de chuparla, de metérsela en la boca y sentir su dureza y su sabor. Retiró la cabeza de Carlos para bajar la suya, dio varias lamidas al inhiesto capullo, que como una punta de lanza marcaba el final de la dura vara. Lo empapó de saliva y no tardó en introducirlo en su boca. Comenzó a chupar con deseo, metiéndose todo lo que su boca podía, una chupada tras otra a gran velocidad hicieron que Carlos la sujetará la cabeza a la vez que abría las piernas, mientras tragaba verga observando el par de huevones que se agitaban “Deben estar repletos de rica leche”, pensó Elena. Se los acarició y masajeo con suavidad entre apretones y pasadas con la mano.

– ¡Ahhh! Ahhh! ¡Despacio, despacio! Susurró él. – ¡¿No querrás que me corra en un momento?! Intentó sonreír mientras la excitación desmadejaba su boca ansiosa.

– ¡No, no! Dijo sacando la polla de la boca. – Tienes una polla fantástica… ¡Quiero sentirla dentro de mí! Se atrevió a decir.

Volvió a metérsela sin masajearle los huevos, era lo que más le había puesto en los límites de la eyaculación… ahora fueron chupadas largas y profundas, recordando cómo lo hacía al principio con su exmarido, y pareció darle resultado. Los jadeos lentos y suaves de Carlos comenzaron a ser más patentes.

Quería metérsela más, pero era demasiado grande y no estaba acostumbrada a un grosor tan recio y el de un palmo de larga. Su cabeza no paraba de pensar en todas las situaciones que podrían producirse. “¿Cómo se la follaría? ¿En qué postura? ¿De qué forma? ¿Lo haría de pies? ¿En el sofá? ¿En la cama?”

La mano de Carlos, retirándola de su polla, resquebrajó la nube de pensamientos en la que se había sumido. Con suavidad, hizo que se colocará de rodillas sobre el sofá con el culo en pompa y agarrada en el respaldo. Elena pensó que ya había elegido la postura, pero se sorprendió al ver cómo se arrodillaba tras ella sobre la alfombra y comenzaba a lamerle el coño. Fue una sensación deliciosa que incluso mejoró cuando la lengua llegó hasta su culo. Fue algo distinto, pero absolutamente agradable, tanto que su cuerpo dio un pequeño estertor. Nadie en su vida se había atrevido a darle un beso negro, y la sensación era demencial.

La lengua subía y bajaba, pasaba de su coño a su culo impregnándolos de saliva caliente, y el placer, aderezado con una buena dosis de lujuria, recorrió estrepitosamente su cuerpo. Varios temblores sacudieron cada centímetro de su carne de una forma incesante y continua, hasta que por un instante dejó de ser lamida y sintió como el hinchado capullo de Carlos presionaba sobre su coño. Notó como penetraba despacio, sin ninguna prisa, abriendo primero sus labios vaginales hasta llenar su vagina con el glande, haciendo que todo su cuerpo se tensara como las cuerdas de un violín. Luego con pequeños empellones iba conquistando más y más cota de profundidad expandiendo notablemente su coño. Después de varios años sin sexo, ahora se la iba a follar a pelo un desconocido, ese fue el pensamiento que recorrió su cerebro cuando sintió toda la enorme polla dentro. Abrió más sus piernas, y también su mente, quería disfrutar de ese momento después de tanto tiempo sin que un macho la deseara de esa manera. Se dejaba follar fácilmente.

– ¿Te he hecho daño? Susurró Carlos tras su espalda al notar como su cuerpo tembló.

– ¡No, claro que No! ¡Sigue metiéndomela más adentro! Casi gimió ella.

Había notado como el duro capullo arrastraba la suave carne de su vagina al entrar y un leve dolor ascendió por su cuerpo, pero no lo quiso reconocer. Era tarde para echarse atrás, y tampoco era algo que quería. Sus fruncidas paredes vaginales arropaban con bastante presión, el duro tronco venoso y deformemente musculado del falo de Carlos, debido a lo ceñido en contraste con el recio cipote del semental.

– ¡Tranquila, lo haré despacio! Sé que llevas tiempo sin follar y debe estar muy cerrado… lo siento bastante apretado y me gusta. Susurró el de nuevo.

La dura y tersa carne salió y volvió a entrar provocándole otro ligero estertor, pero tan solo le dio tiempo a gemir antes de la siguiente penetración. Su cuerpo se curvó más, y sus manos se aferraron al sofá mientras apretaba los labios.

– ¡Relájate, sé que te va a gustar! Ninguna se ha quejado después de acabar follando conmigo. Volvió a oír tras ella la voz tenue de Carlos, a la vez que sintió cómo la yema de un dedo presionaba sobre el centro de su culo.

Dio un pequeño respingo, pero la otra mano de Carlos sujetaba su espalda impidiendo que se incorporara. La dura polla volvió a penetrar con más ímpetu y sintió como sus fuerzas flaqueaban provocando que se le flexionaran las rodillas levemente. Ahora la polla llenaba su coño a cada embestida pero de una forma más placentera, más lubricada y porque no decirlo, más tensa.

El dedo de Carlos penetró más en su culo y pudo notar como la polla y el dedo se rozaban entre la fina pared de piel que los separaba. Pensó en Amanda, la menuda mujer de Carlos penetrada por esa enorme polla, y sintió un escalofrío en el que se mezclaban el morbo y la lujuria. Notó el calor en el interior de su vagina al comenzar a mojarse mientras jadeaba. Volvió a pensar en Amanda y luego en su hija Estela, al sentir los pollazos más potentes abriendo su vagina como un melón maduro. “¿Le daría esos fuertes pollazos a su pequeña hija?” Pensó visualizando la escena de esa enorme polla atravesando la mitad de su joven cuerpo. El morbo era algo que la excitaba poderosamente, y pensó en ver cómo se la follaba en real.

Sus pensamientos se fulminaron al sentir un placer delicioso y su vagina chorreando. La enorme polla entraba y salía con una gran suavidad impregnada de sus fluidos, los huevos enormes de Carlos se balanceaban como un badajo de campana, azotando el coño de Elena sin cesar. Las manos de él sujetaban el culo de la hembra, luego se deslizaban acariciando su espalda llegando a las tetas, las sujetaba como si fueran dos riendas de una yegua desbocada. En un momento culmen arreció con mayor severidad, el ruido del gran chapoteo del choque de sus carnes y la humedad, inundaban todo el espacio… Elena percibió un chorretón de leche chocando en su interior, notó como la clavó más a fondo mientras otro y un tercer chorro de lefa le regaba la entrada del mismo útero. Su culo también se había abierto, y el dedo de Carlos lo horadaba a gran velocidad a la vez que reventaba su coño llenándolo de leche. Elena volvió a correrse al sentirse hembra, aunque no supo si era la continuación de la corrida anterior. En un estado de euforia absoluta, sus rodillas se doblaron y sus manos se aflojaron quedando sobre el sofá como un trapo arrugado. Pero el morbo seguía dominando su mente… follada, inseminada y satisfecha como pocas veces le había pasado en toda su vida.

– ¡¿Te follas… ahhh… así… ahhh… a tu mujer y ahhh tu hija…?! Surgió su voz ahogada entre jadeos.

Carlos permanecía de pies tras ella, con la polla colgando y chorreante como si fuera una manguera que salía de su cuerpo, y parecía saber en qué estaba pensando Elena. Se dio cuenta del morbo que recreaba su mente, y quiso aderezarlo con más ingredientes, sabía que toda mujer sexualmente activa es una PUTA.

– ¿Te gustaría verlo? Sería muy interesante que los cinco compitiéramos una sesión de sexo familiar…

 

 


Secuencia 7 :) La mejor de las putas

 

Cuando Estela volvió a casa ya estaban su madre y Telmo tomando una cerveza en el salón.

     ¿Qué tal hija…, te ha pasado Roberto los apuntes? Preguntó con sonrisa irónica.

– ¡Todos! ¡Menudo trabajo me ha quitado! ¡¿Y vosotros, que tal?! Preguntó también Estela con ironía.

– ¡Fenomenal! Esa sola palabra lo define todo, o si quieres dos… IM-PRESIONANTE. Contestó Amanda riéndose más descaradamente.

– ¿Tú también lo defines así, Telmo?

Telmo se había puesto colorado y no sabía que responder.

– ¡SÍ, sí! Lo hemos pasado muy bien.

Estela lo miró con ojos algo diabólicos.

– Yo también lo he pasado… ¡¿cómo has dicho mamá?! Ah, sí, “fenomenal” con Roberto e “im-presionante” con su padre

– ¡¡Ah!! ¿También te ha ayudado su padre? Volvió a ser irónica Amanda.

– Se presta rápido a ayudar en lo que haga falta, tú lo sabes bien, mamá… es un hombre muy erudito que domina con facilidad cualquier tema.

Aquello parecía una batalla dialéctica entre madre e hija y Telmo quiso escapar de ella, como al que no le va el tema o no quiere que se lo lleven por delante.

– Bueno, yo me tengo que ir. Quiero ver cómo anda mi madre.

– No te preocupes, mi marido la estará cuidando bien. Siguió Amanda irónica.

– Vale, pero me voy. Contestó Telmo a la vez que se levantaba y se marchaba.

Cuando se fue las dos rieron ampliamente.

– ¡¡Diosss, como folla ese muchacho!! ¡¡Es una máquina jodiendo!! Dijo la madre dando un sorbo al whisky espatarrada en el sofá.

– ¡Sabía que te iba a gustar con lo exigente que eres con los machos! Le contestó Estela poniéndose otro whisky.

– ¡Me la ha metido por todos lados! ¡Y con qué energía, diosss! Creo que solo le quedan fuerzas para irse a la cama… Jajaja. No creo que mire a su madre ni con una pizca de deseo…. Rieron las dos a la vez dando buena cuenta del whisky.

– Algunos hombres solo sirven para darnos placer, cada vez lo veo más claro mamá…

Cuando Telmo llegó a casa Carlos ya se había ido y Elena estaba preparando un café.

– ¿Qué tal mamá? ¿Cómo ha ido el paseo?

– ¡Muy bien! He conocido mejor a Carlos y he descubierto que es un tío estupendo. Nunca logras conocer a nadie hasta que estás en confianza con esa persona… Ya no creo en los impulsos a primera vista, después resulta que es todo lo contrario a lo imaginado de ella.

Telmo torció un poco el morro pensando en lo que significaba esa palabra, seguro que se había follado bien a su madre.

– Me alegro de que te guste, pero como bien sabes, está casado…

– Jajaja, eso no me importa, tampoco quiero casarme con él.

– Pero a lo mejor sí que le importa a su mujer esa relación… “íntima”.

Elena le miró intrigada, notaba a su hijo algo molesto.

– ¿Qué te pasa hijo? Te noto como enfadado o molesto con la situación…

– Bueno, es que no me gusta Carlos.

– Acabáramos… ¡¡Creo que estás celoso, hijo!!

– No, no es eso mamá.

– Sí cielo, es eso…me has tenido una vez y crees que ya no puedo tener otras relaciones. Pero tienes que entender que mi vida continúa y no estoy dispuesta a meterme en casa como una monja. Le dijo con cariño acariciándole la mejilla. – Además mi amor, ¡Tú para mí eres y siempre has sido lo primero!

Acabó diciéndole a la vez que le besaba tiernamente en los labios. Vino un segundo beso más largo donde las lentes encontraron. Se rodearon el uno al otro con los brazos y el tercer beso fue profundo y lascivo saboreando el interior de sus húmedas bocas, notaron la humedad de sus bocas, la calentura y el deseo frugal.

Se separaron al sonar la cafetera.

– ¿Quieres un café, cariño?

– ¡Sí, gracias! Contestó Telmo.

– Tengo que contarte algo…algo importante para nuestra relación familiar. Dijo su madre poniendo los cafés sobre la mesa baja del salón.

Telmo ya estaba sentado en el sofá, con el bóxer de baño y una camiseta. Elena todavía llevaba el bikini, pero cubierta por una bata veraniega. Se sentó pegada a él y le miró a los ojos.

– Tú mismo dijiste que habíamos venido al “Residencial” a pasarlo bien.

– Es verdad mamá. No tengo derecho a controlar tu vida. ¡¡Perdóname!!

– Me alegro que lo reconozcas. No obstante, he venido contigo y estaré contigo todo el tiempo que desees. Para mí eres prioritario a cualquier otra cosa. Eres el centro de mi vida, sin tu beneplácito no tiene sentido casi nada.

– Gracias mamá, eres más comprensiva que yo. Creo que he sido bastante egoísta en mis comentarios… jamás me has negado nada y siempre estás volcada en mis cosas. ¡¡Perdóname, lo siento mamá!!

– No te disculpes tanto, soy tu madre y me debo a ti sobre todas las cosas. ¡Ahora hablemos claro! Dijo Elena tragando saliva.

– Si me apetece follar con algún hombre no tienes por qué ponerte celoso. Yo estoy encantada de que lo pases bien con cualquier chica… o mujer madura…

Telmo la miró cuando dijo “mujer madura”, y no tardó en comprobar a quien se refería.

– Sí Telmo, sé que te has follado a Amanda, o a lo mejor ha sido ella a ti, y ¡Seguro que te lo has pasado muy bien! Sonrió Elena. No digo que no me preocupe un poco si no sé con quién te acuestas, o si lo haces con o sin condón… no quiero que ninguna zorra te arruine la vida, y la mía de paso. Pero quiero que sepas que tu felicidad siempre será la mía.

Telmo agachó la cabeza confirmando su culpabilidad.

– No creía que las noticias volaran tan rápido…

– Ya ves, esta familia es bastante abierta… ¿Te apetece contármelo? Dijo acariciándole la pierna.

Telmo se dejó llevar por el entusiasmo al pensar como había follado con Amanda.

     ¡Joder mamá, esa mujer es la ostia!

     ¡Vaya, qué entusiasmo!

     Es una maestra, se nota que tiene mucha experiencia…. ¡Ha conseguido que la follé por todos lados!

– ¿Ah sí? ¿Por todos lados? Le inquirió Elena para que siguiera hablando.

– ¡Por todos! ¡No tiene reparos en que la follen por la boca, el coño, el culo! Incluso tiene un radar que detectaba cuando me iba a correr y paraba para que yo durara más.

– ¡Así que es toda una maestra!

– ¡Ufff, no lo sabes bien!

Telmo se dio cuenta que estaba volviendo a ser egoísta y casi un mal educado hablando de otra mujer en esos términos a su madre… cambio el tema.

– ¿Y tú con Carlos? También quiero que me lo cuentes.

– ¡Pues ha sido genial! Me ha llevado a las mil maravillas, incluso me ha dicho que si me apetecía podía verle follar con su mujer para ver si me gustaba.

– ¡Vaya, eso no me lo esperaba! Contestó Telmo algo confuso.

Elena se dio cuenta y quiso dejar de hablar de los nuevos amigos para hablar de ellos mismos, madre e hijo.

– Pero sabes una cosa cariño… a quien más deseo es a ti. Tú eres especial en todos los sentidos…y sinceramente mi vida, follar contigo tiene mucho más morbo, me excita bastante más que hacerlo con otro.

     Pero Carlos tiene una polla más grande que la mía… eso también cuenta a su favor.

     El tamaño de la polla no es lo más importante para una mujer, creo que debes de empezar a asimilarlo…, es mucho mejor saber usarla y saber seducirnos.

Acercó los labios a los de su hijo y le besé con ternura. Telmo alargó una mano y la puso sobre uno de sus pechos, las tetas de su madre siempre habían sido su obsesión. Metió la mano entre la tela y tocó la suave carne mientras bajaba la lengua hasta su cuello y lo lamía con lascivia.

– ¡Cada día te deseo más mamá! Me pones tremendamente burro cada vez que te miro. Susurró entre lamidas.

– ¡Qué exagerado eres…Espera hijo! Tengo una sorpresa para ti que estoy segura que te va a gustar. Dame un par de minutos. Dijo levantándose para ir a su habitación.

A los dos minutos salió de la habitación, pero muy diferente. Se había subido en unos altos tacones de aguja seguidos de unas medias de cristal sujetas por un liguero que hacían más atrayentes sus muslos. No llevaba bragas, dejando ver los carnosos labios de su coño con la pequeña sombra de vello en el pubis en forma de corazón, que no se había depilado. El sujetador era realmente pequeño, tan solo servía para levantar más sus tetas dejando los grandes pezones fuera.

A Telmo se le abrió la boca tanto que casi se le desencaja la mandíbula. Los ojos desprendieron un brillo de lujuria que podían iluminar la habitación y no pudo evitar pasar la mano sobre los bóxer para sentir como se le endurecía la polla.

– Diosss, mamá, estás… estás…

– ¡No digas nada! Solo disfruta de lo PUTA que puede ser tu madre.

Dijo Elena bajando la persiana para disminuir la luz. Puso música en su teléfono que sonaban por los altavoces bluetooth, y comenzó a bailar de forma erótica haciendo que todas las curvas de su cuerpo se mostrarán más exuberantes. Telmo se levantó del sofá con los bóxer ya abultados y su madre se puso a bailar a su alrededor rozándole con su cuerpo. Primero se puso de frente y le quitó la camiseta para rozarse con las tetas contra su pecho. Después tiró del bóxer hacia abajo y apareció la polla de Telmo totalmente erecta. El capullo estaba hinchado y la sangre que albergaba le daba un tono sonrosado. Elena se agachó bailando para rozarlo con sus tetas, llegando a darle algún lengüetazo. Telmo fue a reaccionar con sus manos, pero ella le paró.

– ¡Quieto, mi niño guapo! De momento solo mira y disfruta de mi baile

Elena continuó lamiendo su vientre y su torso. Giró rodeando el cuerpo de Telmo hasta alcanzar su espalda. La acarició con las manos, la besó y la lamió. Se fue agachando lentamente haciendo que las tetas se restregaran por su espalda. Bajó hasta el culo y las aplastó contra él. Podía oír los largos suspiros que daba su hijo cuando le abrió los glúteos con las manos y dio un largo lengüetazo de abajo a arriba desde los colgantes testículos, para acabar en el agujero ceñido. Sintió un leve temblor en el cuerpo de Telmo y agarró una de sus tetas y comenzó a presionar con el pezón en el centro del agujero. Retiró la teta y aplastó su boca contra el culo mientras le rodeaba con los brazos para agarrar la polla por delante. Comenzó a pajearle lentamente a la vez que metía la punta de su lengua en el esfínter.

La cabeza de Telmo había sido cubierta por una nube de placer que se extendía por todo su cuerpo.

– ¡Ufff, mamá! No sé dónde has aprendido esto, pero es exquisitamente delicioso.

– ¡Vaya lenguaje más fino tiene mi niño! Dijo Elena dejando de lamerle.

– ¿Prefieres otro más directo y grosero?

Elena se incorporó y se puso frente a él mirándole a los ojos con la boca a escasos centímetros de la de él.

– ¡No quiero ser tu señorita de compañía! ¡Quiero ser tu zorra! ¡La puta más guarra que desees! ¡¿No te gusta eso más?! Quiero que me hagas cualquier cosa que se te ocurra por el coño, la boca o el culo… o que me mees entera como a una cerda.

Le dijo casi metiéndole las palabras por la boca, para después besarle con una lujuria que inundó el salón. Telmo se quedó pasmado, nunca pensó que su madre podría decirle algo así. Ni siquiera él podría haberle dictado unas palabras que provocarán más su deseo. Elena le agarró la polla y se la restregaba contra su coño con mucha presión, mientras el beso se hacía largo y lascivo. Elena se encontraba fuera de sí, como una perra en celo. Se abrió las piernas para acomodarse bien el cipote de su hijo, lo amarraba firmemente por debajo del capullo. Colocó el capullo en el centro de su raja y con una suave presión, sentándose sobre el mástil, se lo penetró en la vagina. Telmo bajo las manos y agarró el culo de su madre con fuerza. Movió su pelvis lentamente hacia arriba contra el coño de su madre, y el tronco, duro y venoso, penetró al completo el conducto que le vio nacer. Elena, al sentir como su fuerte hijo la sujetaba del culo elevó las piernas para rodearle la cintura con ella quedándose en el aire. Telmo comenzó a balancearla y la polla empezó a entrar y salir lentamente. Follaban como dos degenerados que no se conocieran, se gustaban y se deseaban… Elena aún se hallaba fértil, pero en ningún momento se cuidó de no quedar preñada con Carlos, y mucho menos con su hijo.

– ¡Como me gusta tu polla hijo! ¡Me encanta sentirla dentro! Es magnifica, como de magnífico es follar contigo. Susurró a su oído agarrada del cuello.

Telmo dio unos pasos hasta que la espalda de su madre chocó contra la pared. Esa posición era más cómoda que mantenerla en el aire y comenzó a embestir con más fuerza.

– ¡Ahhh, diosss! ¡Cómo la siento! ¡Dame más fuerte!

Telmo estaba cada vez más excitado y su mente era un mar de lujuria. Embistió con más ganas haciendo que el cuerpo de su madre se aplastara contra la pared en cada embestida. Telmo recordó la noche anterior, cuando se follaba a Estela de la misma forma y comprobó que follarse a su madre era más morboso y excitante.

Elena empezó a jadear sonoramente y al momento su coño se inundaba de jugos, se oían los chapoteos de la polla hincándose en el coño de su madre. Bajó las piernas para quedarse de pies.

– ¡Ahhh, diosss! ¡Qué guarra me pones, cariño! No sé qué es lo que tienes pero ¡Has hecho que me corra en un momento! No he aguantado ni dos minutos y he tenido un orgasmos demencial… ¡Eres un cabrón, hijo mío!

– ¡Pues todavía te quedan una cuantas! Tengo carrete para rato…

La agarró de la mano y la condujo hasta la mesa alta del salón. Elena ya sabía lo que quería y se inclinó sobre la mesa hasta aplastar las tetas contra la madera. Apenas lo había hecho sintió la lengua de su hijo lamer su coño. La lengua lo rodeaba recogiendo el flujo desbordado para luego entrar y saborear el interior. Subió hasta el culo y comenzó a meter la lengua en el agujero haciendo que el esfínter se abriera.

Elena sabía lo que iba a pasar, nunca le habían metido una polla en el culo y ese momento había llegado. Se relajó disfrutando de esa caricia húmeda y carnosa dejando que se lo abriera bien. El liguero y las medias hacían más atractiva la postura y Telmo disfrutó de esa visión.

– ¡Joder mamá, que buena estás por delante y por detrás! ¡Cómo me gusta tu culo! ¿Lo tienes virgen?

– ¡Pues sí hijo, y tú lo vas a estrenar! Todo para ti… será curioso decir que mi propio hijo me desvirgó… el culo.

Elena se lo ofrecía con todo el amor de una madre, pero por el dolor que la pudiera provocar. Telmo pareció percibirlo.

– ¡Tranquila mamá, te lo abriré muy despacio!

Telmo pasó dos dedos por el coño de su madre hasta que los sintió bien empapados. Después los puso sobre el agujero que acababa de llenar de saliva y comenzó a meter la punta del índice. Mientras lo hacía volvió a meter la polla en el coño de su madre con movimientos lentos. Elena todavía mantenía la excitación de la corrida que acababa de tener, y dio un suspiro largo al sentir la penetración. Telmo continuó horadando con el dedo y ese bonito culo que tanto deseaba comenzó a abrirse. Los suaves bombeos de su polla lograron aumentar la excitación de su madre haciendo más fácil abrirle el culo. Logró meterle un dedo hasta los nudillos y la excitación de Telmo comenzaba a sobrepasarle. Ya no podía esperar más, sacó el dedo y agarró su polla para poner el capullo en el centro del palpitante agujero. Apretó con delicadeza pero el agujero no había dilatado lo suficiente.

Cuando el inhiesto capullo penetró Elena emitió un leve quejido.

– ¡Ahhhg! ¡Despacio cielo!

Telmo sentía cómo el esfínter ahogaba su capullo pero ya no podía parar. Presionó con suma lentitud sintiendo como arrastraba la carne del interior.

– ¡Ahhhg! ¡Diosss! Nadie me hubiera dicho quién sería el sodomizador de mi culo… Se quejó de nuevo Elena.

– ¡Ya casi está mamá! Se te está abriendo como la boca de un pez.

Elena comenzó a resoplar hasta que sintió toda la dura carne dentro. Se mordió el labio para ahogar un nuevo quejido, la dura polla de su hijo había llenado su recto y no había podido evitar que todo su cuerpo se tensara. Telmo sentía la presión sobre su polla, y sabía que a su madre la estaba doliendo, pero el morbo y el egoísmo se habían apoderado de su mente.

La sacó despacio, y volvió a penetrar intentando reprimir sus impulsos animales.

– ¡Ahggg! ¡Hijooo! Gritó de nuevo Elena.

Telmo apretó los dientes y volvió a penetrar por tercera vez desoyendo los quejidos de su madre. Lentamente el culo de Elena se fue abriendo y sentía entrar la dura estaca con más suavidad. Instintivamente llevó una mano a su coño y comenzó a meterse dos dedos. Los jugos corrían por él y los dedos entraban profundamente. Podía sentir como la polla de su hijo los rozaba a través de la fina pared.

– ¿Te va gustando mamá? Preguntó con morbo y lujuria.

– Sí, hijo, sí… Balbuceó entre gemidos.

No se atrevía a decirle el daño que le había hecho. Pero la polla ya penetraba con suavidad y se sentía feliz oyendo a su hijo disfrutar. Telmo seguía follándola con lentitud, quería disfrutar de cada penetración, y jadeaba cuando llegaba hasta el fondo.

El culo se le había abierto ampliamente, y ahora sentía un suave frote, que junto a la penetración que mantenía con los dedos en el coño aumentó su excitación.

Sintió como un fuerte calor recorría su cuerpo y se atrevió a animar a Telmo.

– ¡Vamos hijo! ¡Dame más fuerte! Reviéntale el culo a tu madre…

Telmo empezó a embestir con más ganas y su polla entraba como un tren de mercancías.

– ¡Ahhh… Diosss! ¡Quñe ganas tenía de reventártelo! Gritó como un poseso.

Elena quería excitarme más para que disfrutara todo lo posible.

– ¡Vamos cabrón! ¡Reviéntale el culo a tu puta! Se atrevió a decirle.

Elena ya estaba en plena excitación, a punto de correrse, y quería que él lo hiciera a la vez. Sentía como se abría su culo cada vez más y aquello ya era otra cosa, ahora disfrutaba del placer que le estaba dando a su hijo.

– ¡Ah! ¡Diosss! Ahhh…

Gritó Telmo al sentir como reventaba su polla. Elena sintió la leche y se metió tres de sus dedos en el coño hasta los nudillos.

– ¡Diosss! ¡Ahhh! Sí… córrete… Dame tu leche en el culo!!

Gritó al sentir que también corría. Notaba a su hijo convulsionar dentro de su culo, como a cada eyaculación le precedía un esténtor y rugido animalesco… hasta seis chorros de lefa espesa le descargó. El líquido comenzó a resbalar entre sus muslos cuando sintió un gran vacío en su culo, ante la retirada del mostrenco. Telmo acababa de sacarle la polla y un borbotón de semen salió como si lo impulsaran. Juntándose con el flujo que chorreaba entre las piernas.

Telmo se derrumbó sobre el sofá con la polla chorreando. Elena se dio la vuelta y se fue hasta él, se arrodilló y comenzó a chuparle la polla con esquinita delicadeza. Cuando acabó y la sacó completamente limpia sonrió con felicidad pensando que sería la mejor puta que podría tener su hijo…. Y lo iba a ser.

 

 


 

Secuencia 8 :) Una relación firme

 

Describirla no es fácil, pero os puedo decir que es alta, morena, con pelo largo y una tez morena. Tiene unos pechos bastante grandes y, lo más importante, muy firmes, misterio que pocos lograban entender para su edad.

La relación entre madre e hijo se había instalado en lo más natural desde que volvieron de las vacaciones en el “Residencial Mil Palmeras”. Hasta ese momento, había jugado un papel dual de madre y amiga con Telmo, a la cual le confesaba absolutamente todos sus secretos, que no eran muchos. Su vida sentimental es confusa, ya que no le gusta desarrollar largas experiencias de pareja, optando por contactos esporádicos cuando tiene ganas de sexo…pero no cerraba ningún encuentro con suficiente éxito desde hacía dos años. Así se lo reconoció en varias ocasiones cuando hablan del tema, la confianza entre ellos era amplia para hablar de cualquier cosa, por muy íntima que fuese.

En base a esa confianza, se mostraba semi desnuda muchas veces por casa, y era de reconocer que siempre le provoca bastante excitación cuando la veía…, desde los dieciséis, Telmo nunca descartó poder tener relaciones con ella, aunque jamás habían hablado de ese tema, ni nada semejante…nunca se atrevería a insinuarse.

Un sábado cenando, y le confesó que a un compañero suyo le encantaba, comentó la suerte que tenía de tener una madre que estuviese tan buena. Ella se reía y le preguntó qué tal estaba ese chico… Telmo un poco molesto

     Ni se le ocurriera pensar en eso, no quiero que ningún compañero mío me pase por la cara el haberse acostado con mi propia madre.

     Tranquilo cariño, solo es  una broma que has empezado tú…

La conversación transcurrió entre risas y comentarios al uso, ella iba vestida con una falda negra larga y una blusa blanca y todavía estaba ligeramente maquillada, pues acababa de venir de la calle. Después de cenar nos pusieron a ver la tele y, mientras veíamos un programa de cotilleo por petición unilateral de ella…

     He estado comprando ropa, y que gustaría mostrártela a ver si a mí te gusta. He pensado en ti cuando la elegía…

Se lo confirmó con una sonrisa bobalicona. Sin más se fue para su habitación y allí estuvo como diez o quince minutos, al cabo de ese tiempo salió con un precioso y escotado traje de fiesta y se dio un par de paseos por el salón preguntándole si le gustaba, a lo que aludir otra cosa más que estaba preciosa. Volvió a la habitación, para pasearse con un traje de chaqueta más tradicional, a lo cual volvió a alabar el buen gusto o más, estaba radiante y espectacular.

Después del pase le dijo que ya no había comprado nada más, salvo un par de detalles de lencería, que si quería se los enseñaba también. Evidentemente, le dijo que sí, que estaba deseando vérselos puestos…en broma le comentó que iba a llamar a su compañero para que diese una opinión facultada. Ella se sonrió a quijada abierta… – Esperara un rato… que ahora un niñato va a ser experto en moda.

Telmo se sentía impaciente y en esto apareció con un tanga y un sujetador hasta el ombligo, tipo top, completamente transparente. Al verla así, no pudo evitar una erección tremenda, de la que ella se percató sin decir nada. Se dio un par de paseos por el salón y finalmente se sentó en su regazo. Al sentarse notó claramente en sus nalgas, duro el espolón que le cruzaba hasta el muslo, y me dijo socarronamente…

     ¡uy, uy, uy! ¡Que se ha excitado mi chico!

Pese a la confianza que les unía, quedó muy cortado, y ella se sonrió de su timidez.

      Bueno, no hay porque avergonzarse, ¿o acaso no tenemos confianza para afrontar cualquier situación?

     Lo se mamá, pero reconoce que no dejas de ser mi madre, aunque follemos… aun me siento incómodo en ciertas situaciones.

Ella se levantó… – No te preocupes, cariño, que no me molesta, todo lo contrario… a pesar de ser una bestia follando, todavía siento que eres un chico tierno, y eso, te aseguro que es encantador en un hombre.

          Diciendo eso se dirigió a su habitación, y como a los cinco minutos regreso con la ropa que tenía antes puesta. Se sentó al lado de su hijo y le preguntó si hacía mucho que no estaba con una chica, sin contar con ella y Estela… era una pregunta un poco tramposa, porque ella sabía bien que hacía más de un año que no estaba con ninguna, novias de instituto, para nada semejante a lo vivido con ellas. La notaba como con ganas de decirle algo, inquieta, pero no se decidía. Siguieron  viendo la televisión y al cabo de un rato…

     Te propongo un juego divertido, que imagino que te gustara.

     Tú me dirás, por mí no hay problema en jugar a lo que sea.

     Como ya sabes, no hay nada como la confianza que hemos creado entre los dos. Tú eres un chico en plena efervescencia sexual que no estás con mujeres últimamente, y yo para serte franca, también ya hace que no estoy con un hombre, si descartamos a Carlos y a ti… así solo nos tenemos el uno al otro y hemos creado un bonito vínculo, en el que podemos darnos al desenfreno en casa cómodamente, lejos de cualquier mirada…, Creo cariño, que estamos predispuestos a ser muy buenos amantes, además de madre e hijo.

     Saber bien cuanto deseo, mamá… ya no pienso en otra mujer.

     Eso me encanta… Si te apetece podemos crear un juego morboso en el que disfrutemos sexualmente los dos, porque creo que entre tú y yo ya tenemos libertad suficiente para lo que sea, ¿me equivoco?

Yo no sabía que decirle, así que optó por contestarle…

     No sé mama, somos madre e hijo y follar como lo hacemos puede tener sus consecuencias, no sé si será lo correcto.

Ella le miro a los ojos…

     Cariño, tu madre sabe leer el lenguaje universal, que es el corporal… y en cuanto me viste en ropa interior te pusiste como un semental, así que supongo que de algún modo, mi cuerpo te excita lo suficiente como para desear aparearte conmigo… hace tiempo que no ves a una madre en mí, sino a una hembra a la que follar y sembrarle el útero.

     Me excitas mucho…

     Lo sé, sino ya me dirás a que venía esa reacción de tu polla.

     Sí mama, tienes razón, pero....

     ¿Pero qué? Dijo desafiante – Mira, te propongo que nos vayamos a mi habitación, nos metamos en la cama vestidos y apaguemos todas las luces menos la de la mesita de noche… cada uno le irá pidiendo al otro alternativamente, que se quite una prenda de ropa y que se la entregue o bien que haga algo que el otro desee, y así hasta que se nos ocurra pedir algo más fuerte, ¿te parece?

Con la misma, se fueron a la habitación, cerrando la persiana para que
no entrasen miradas indebidas, y se metieron en la cama vestidos sin los zapatos,
apagaron la luz menos la lámpara de la mesita, en silencio.

     ¡Quítate los pantalones y dámelos, por favor!

Hizo lo que me pidió y esperó pacientemente mientras oía como mi madre los tiraba al suelo.

     Ahora te toca a ti.

     Vale mama, quítate las medias y dámelas.

Cuando las recibió las colocó debajo de mi almohada, sintiendo el calor que traían.

     ¡Quítate los calzoncillos y dámelos!

     No los llevo puestos, mamá.

     Pues entonces dame tu camiseta.

Se la dio y sitió como también caía al suelo, mientras él estaba completamente desnudo. Ahora le tocaba al chico.

     ¡Quítate tu ropa interior, mamá

     No llevo hijo.

Eso le puso a cien, con lo que le dijo al momento… – Pues tu top. Se la quitó y se lo dio. Ahora le tocaba a ella.

     Como me imagino que ya estás desnudo, acaríciate la polla suavemente. Estaba a mil y eso aún le ponía más, quitó las sábanas de encima de ellos, y aparecieron desnudos sobre la cama. – Tenía muchas ganas de ver cómo te haces las pajas pensando en tu madre… Telmo se la meneaba con mesura haciéndose ver subir y bajar – Ya no tenemos ropa, hijo, ahora pediremos cosas que nos apetezcan… ¿estás preparado?

     Por supuesto mamá, estoy muy excitado… mira como tengo la polla.

     Vale, pues ahora deja de pajearte… me toca a mí, hijo. Acaríciame los muslos muy suavemente.

Las manos se fueron a sus piernas y comenzó a sentir sus carnes en sus dedos, mientras el miembro viril estaba a punto de estallar entre la mano de su madre. En tanto él acariciaba sus muslos, hizo su petición… – Te quiero comer las tetas.

     Son todas tuyas, hijo, gózalas. No hay nadie en este mundo más dueño de ellas ni con más derechos de usarlas.

Sus manos subieron por su piel hasta los pechos turgentes de su madre, y comenzó a magrearlos con mucha dulzura. Su petición contemplaba besárselos, no pudo contenerse en pasarle la lengua por los pezones, los mordía llenando su boca con la carne de tan hermosas ubres, a lo que ella no dijo nada. Se movía con excitación pero no decía nada. Debían seguir las normas del juego y no entregarse a la lujuria sin más, eso hubiera sido demasiado fácil y a la postre rutinario.

     Me toca a mí, y quiero que te pongas encima de mí y dejemos el turno de peticiones…, ahora corresponde que los deseos se hagan libres ¡Quiero sentirte dentro de mí otra vez! ¡Me arde el coño…Riégamelo!

Su hijo se puso encima de ella y notó que era cierto de como su entrepierna ardía…ella pasivamente, se dejaba hacer sumisa a los devaneos de su hijo.

     ¡¿Quieres sentir ya mi polla dentro de tu coño, mamá?!

Respondió jadeante… – ¿Tú qué crees? Me tienes hecha una perra en celo…

Con la misma se la enfiló en la raja, elevó un poco la cadera para alcanzar la mejor posición y la puso entre sus carnosos labios vaginales, Telmo percibió la calidez de su coño húmedo en la sensible cabeza de su polla, y una vez encontrada la bocana de la vagina, solo tuvo que empujar e ir introduciendo poco a poco, la rígida tranca dentro de las  entrañas de su madre, al tiempo que ella movía adecuadamente sus caderas, se la iba clavando a fondo. Luego la sacaba hasta el glande y acto seguido de un solo envión desaparecía por completo en su coño. Los empujones eran cada vez más ostentosos, no cabía en sí de gusto y tampoco sabían que ocurría en el resto del mundo… No habían pasado ni dos minutos cuando Telmo se corrió dentro de ella… se disculpó por lo rápido.

     No pasa nada cariño, tenías muchas ganas de follarte a mamá, nada más… Es normal siendo un semental tan impulsivo.

Le decía condescendiente, mientras notaba como se la estrujaba cariñosamente sacándome los chorros de lefa. Con su coño pareciese que le ordeñaba la polla a su hijo, esa era la sensación que tenía el chico a notar los apretones vaginales en su polla. Se salió y se tumbó al lado, preguntándole ella si estaba bien, y le dijo que sí, que necesitaba descansar un rato, ella respondió con un silencio. Le comenzó a besar, a acariciar por todo el cuerpo y terminar dándome un agradable masaje en los huevos y polla…. Ella necesitaba más de ese hombre, y sabía cómo gestionarlo. Con ello, al poco tiempo la volvió a tener en erección. A la luz de la lámpara, su madre se veía mucho más sensual y hermosa, le sonreía sin dejar de acariciarle los genitales muy lentamente, él no podía quitar la vista de sus magníficas tetas.

     Supe desde hace mucho tiempo que te ponen mucho mis tetas, ahora
es nuestro momento de aprovecharlo sin líneas rojas entre nosotros… ¡Me excita mucho que me comas las tetas y el coño!

La imagen era esplendorosa y sus manos y boca se dirigieron hacia ellas no dando abasto. Ella le preguntaba mientras le devoraba sus partes superiores…

     Dime una cosa, ¿cuántas veces te has masturbado pensando en mis tetas? Todos los días encontraba leche fresca en cualquier sitio…

     Muchas, mamá, siempre he deseado vivir este momento, pero nunca pensé que llegaría. Cualquier postura tuya, o visión breve me excita.

Retiró cuidadosamente su mano de la verga, y se la acercó al canalillo de sus tetas, frotándola contra ellas a modo de coño… ella las apretó contra el falo filial con saliva.

     Súbete un poco más, quiero darte placer con mi boca, hijo ¡Deseo darte la mamada de tu sueños con esta paja cubana!

     Está bien mamá, pero déjame correrme por tus tetas, ha sido mi fantasía durante mucho tiempo y ahora puedo hacerla realidad.

Ella se sonrió y asintió con su cabeza, aunque ella tenía otro objetivo para el semen de su hijo. El chico se tumbó en posición de hacer un 69, su madre le puso el coño en la cara amarrándose a mástil de su hijo. Notaba como la verga era engullida mientras su lengua recorría las partes más íntimas de la mujer que tantos deseos le suscitaba desde que entró en la pubertad. Le proporcionaba tanto placer al comerle los labios vaginales, pasar la lengua por el interior de ellos y llegar al clítoris duro, que llegaba a soltarle la polla de su boca por momentos para coger aire y gemir. Se llenaba la boca de vulva, igual que un hambriento devorando el mejor de los manjares, dejando ante sus ojos el ceñido agujero del culo. Estaba en la gloria cuando decidí horadárselo con un dedo y luego lamérselo, cosa que le provocó bastante más excitación. Mamaba verga moviendo sus cadenas compulsivamente, por lo que optó por meterle mucho más el dedo por el culo comiéndose el coño a la vez. Al poco de estar follándosela por el culo con el dedo, comenzó a correrse, la sujetó bien para que huyera de su boca, y continuó con el clítoris entre sus labios mientras convulsionaba.

La comida de coño, era como un castigo placentero…. Notaba sus pulsaciones en su pecho, y tras la corrida se incorporó retirando el dedo de su culo y acostándose a su lado. Ella le miraba sonriente y cansada. A la luz de la lamparita, titilaban las gotas de sudor por sus firmes tetas.

     Acaríciame la piel, hijo, acaríciame suavemente las tetas.

Comenzó a acariciarle por sus piernas y sus tetas, mojando mis dedos en el sudor de su madre y llevándoselos a la boca. Ella los lamía con gusto mirándome fijamente con cara de morbo, chupándole los dedos como si se tratase de su verga. Le propuso algo que les iba a gustar a los dos… en donde cada uno se masturbase enfrente del otro, lo aceptó porque era nuevo.

Ella abrió sus piernas y comenzó a meterse los dedos y masajearse, sintiendo
gran placer, a juzgar por la forma tan erecta de sus pezones. Mientras se movía sus
tetas saltaban sigilosamente, la imagen era irrepetible. El chico, por mi parte,
comenzó a mover su mano a lo largo de la polla con rapidez, y eso aún le daba a ella más ritmo en sus masajes clitorianos… en tan solo unos minutos se corría como una puta. Ella le miraba fijamente, luego a como sus huevos se elevaban y caían en cada meneo. Imaginó que estaría a punto de correrse, y le imperó su deseo que se la metiese… que lo hiciese dentro de ella, en esos momentos debía de tener a punto una eyaculación tremenda con tanta excitación y dos cortes de leche.

Se puso sobre su hijo, y poco a poco se sentó a horcajadas encima de la verga apuntalada hacia el techo… comenzó una nueva penetración que duró poco tiempo, la forma física le invitó a levantarse rápido, para ponerse en una postura más cómoda a cuatro patas. Rauda situó el culo contra su hijo.

     Ahora por detrás, mi amor…

Telmo no lo dudó un instante, sujetó su garrote guiándolo al culo de su madre…lo pasó por el ceñido agujerito y forzó la entrada pensando que era el deseo de ella…

     Por ahí nooo, métemela por el coño ¡No me seas cabrón…! ¡En el fondo de mi coño es donde quiero que acabe tu leche!

La penetró por el coño, sin embargo, sus dedos atendieron al agujero trasero, envueltos en sudor y saliva. En tanto ella se masajeaba el coño con verdadero recreo, en uno de esos masajes clitorianos que tanto le gustaba tener cuando la follaban, se corrió abundantemente haciendo que su coño se contrajera convulsivamente…, hasta ahí había llegado el aguante del chico…, eso no lo soportó y se corrió en modo equino dentro del coño de su madre. La besaba por la espalda  pegado a sus nalgas, eyaculando todo el fabuloso arsenal de esperma, en la misma boca del útero materno. Cayó rendido completamente exhausto con el cuerpo flojo… se volvieron acostar con agradable duermevela que deja un orgasmo tan esperado…. Al poco rato se despertaron y ella se dio una ducha con su hijo, juntos.

En la  cocina a prepararon unos deliciosos sándwiches y a ver la tele nuevamente sin decirse nada el uno al otro. Cierta excitación continuaba, aunque ya con un cierto letargo. Para romper el silencio Telmo…

     Gracias mamá, me ha gustado mucho el juego, espero que a ti también. Al final siempre acabo llenándote el coño…

     No te importe, cariño. Lo importante es pasarlo bien… El sexo es mucho más distraído cuando es un juego… respondió condescendiente Elena.

     Estas tardes de invierno solos en casa serían insoportables si no hay diversión, y solo nos tenemos el uno al otro para pasar el rato… y yo aún tengo ganas de juego…

     Sería mejor olvidarlo un rato, no nos obsesionemos con follar sin parar… o acabaremos aburriéndonos de hacerlo tanto, o dejándome bien preñada.

     Eso tiene solución, pero no nos gusta ponernos condón.

     Cariño, tenemos que controlar, de modo que hasta lo dejaremos hasta cuando no apetezca jugar otra vez… dijo en plan socarrona. – Aunque por ti, desearías que fuera pronto… Miró la entrepierna de su hijo hinchada de nuevo, y se pasó la lengua por los labios sensual. – ¡Bendita juventud! Siempre estás preparado para la batalla.

A lo cual asintió con cierta complicidad en la doble intención con la que me lo dijo... mi madre y yo nos hinchábanos a follar como conejos. Cuanto más le reventaba el coño a pollazos, más feliz se le veía.




Las folladas en casa se concatenaban de manera tan seguida, que no había pasado ni un día sin follar que volvían a acoplarse donde fuese…la cama, la cocina, el salón o en el vestidor, sin importarles la hora o el calendario. El aquí te pillo aquí te mato, se hizo costumbre y eso incluía en lugares públicos… aseos, parking o playas.

          Elena se había puesto un vestido de gala y preparado una cena especial para su hijo y ella, una mesa romántica con velas y cuatro rosas en el centro. A la llegada de Telmo, su madre le ordenó que se pusiera guapo para ella, preguntó qué celebraban, y ella contestó que lo más especial que puede ocurrir en una pareja que se ama. El pastel de cierva estaba de vicio, el vino de jumilla entraba de escándalo y fue cuando brindaron por los tres…

     ¡¿A qué te refieres con los tres…?!

     O tal vez cuatro… nunca se sabe. Se quedó un poco parado antes sus palabras… un novio o qué... – Hijo, todo esto tan especial, es para anunciarte que en unos meses serás papá… me has dejado preñada ¡¡Mamá parirá a tu primogénito!! Lo dijo mirándole a los ojos y con la mano en su panza. – Y si todo va bien y lo deseas tanto como yo, no será el único que me hagas en la panza de mamá…

Telmo se emocionó tanto que no supo nada que decirle, solo se levantó y la besó con un largo y húmedo beso sin fin. – ¡¡Te amo mamá!!

 

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