Todos los Relatos están Inspirados en Vidas Reales...

UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Las pasiones de una Lolita

Sin duda alguna, la adolescencia es la etapa más compleja y apasionante de la vida, pero es también la edad en la que puedes llegar a sentirte más perdida, como si vivieras en tierra de nadie, tus padres ya no te comprenden y tú buscas respuestas en los lugares más insospechados. De golpe, te ves atrapada en un cuerpo en continuo proceso de cambio. Es como si vieras una película en la que suceden multitud de cosas a un mismo tiempo que no están dentro de ningún guión y que a menudo te superan. Pero también es la etapa de los descubrimientos y los retos. Esa es la verdad, no me molesta. En la actualidad creo que muchas adolescentes tienen un mayor desarrollo, son más poderosas y están más en sintonía con sus emociones que una persona cualquiera de hace 40 años a su edad.

Esta secuencia de relatos que os narro, están basados en hechos reales, tan desgarradores o más de como quedan descritos.

Entonces creía estar bien encaminada a ser una mejor persona, pero algo cambió definitivamente el rumbo de mi vida… en primer lugar mi padre me había abandonado junto a mi madre, por otra mujer… la odiaba como odiaba a mi padre que le daba todos los caprichos a la hija de esta y posteriormente a mi hermanita Nica, curiosamente esta hija putativa se llama igual que yo y también la odiaba. Y en segundo lugar el marido negro de mi tía Adelita me forzó desvirgándome a mis 13 años, follándome como a una perra con su enorme, gorda y dura verga hasta que se corrió en mi interior con tanta leche que se me desbordó por la raja del coño como una fuente. Lo que me transformó esta situación, no sé si fue a mejor o a peor..., por un lado reforzando mi ego, y por otra retrayéndome en mí misma sin socializar hasta que a los 18 años me abrí a un nuevo mundo de hombres maduros con dinero que pagaban por follarme. Entonces mi sexualidad comenzo a ser mía, y la usé para salir del lodazal en donde me habían tirado nada más nacer... en el barrio de María Concepción en los arrabales…. Las tarifas eran diversas… Dependía si querían follada con condón o a pelo, con corrida interna en el útero o por el culo, mucho más económico era si me rociaban su espesa leche sobre el coño o por las tetas, mamada con trago de toda la lefa eyaculada o sin ella, todo tenía un precio, un precio que siempre solían poner ellos... los muy cabrones me usaban a su antojo, y sabían que podían hacer cuanto quisieran, porque estaba sola... nadie sabía de mis aventuras sexuales como puta.

 


Os haré un resumen de lo que os narraré por capítulos... en principio os cuento que después de superar mi primer gran trauma (lo podéis leer si entráis en este enlace de... mi desvirgue forzado por el negro Martín, esto ocurrió a mis 13 años, y luego fue el intento de ser abusada a los 16 por otro familiar..., por el marido de mi prima) mi vida se estaban viniendo cuesta abajo de nuevo. Había acabado los estudios de secundaria ese año y mi madre me exigía que retomara los estudios… ella me instaba que tuviese una titulación para defenderme en la vida, pero estaba abocada a largarme del pueblo, justo cuando tuve la suerte de encontrar a Leonel. Este maduro era un cafetero entrado en los 40 que conocí haciendo la cola para volver a casa. Desde el primer momento me gustó el tipo, pero no me atreví a entrarle directamente a primera instancia, de tal modo que me refugié en su empleado que nos acompañaba en la gran furgoneta pickup...una Ford súper Duty. Al final del trayecto me excusé por si me hacía falta de nuevo su servicio de transporte… y le pasé  mi número de teléfono. Era natural que me fijara en el jefe y no en el empleado ¡¿No?! ¡¿Quién de los dos suele tener más reales para retirarte...?! Si tenía buena mano, podría financiarme los estudios superiores, y desquitarme de la presión de mamá.

En esos días, mi pensamiento solo me llevaba de manera evasiva a la justificación para  tener relaciones con un hombre maduro…, el asco de sentir las babas y la verga de un viejo en mis entrañas, solo lo compensaba la búsqueda de financiación para tener un mejor futuro de mi vida....

"Para vuestra información, la única razón de una chica de 18 años para follar con un maduro, siempre es la misma… ¡Biyuyo para vivir desahogada con algún que otro capricho! A cambio procuramos que usen nuestro cuerpo juvenil y las ganas de follar como putas que tenemos..., a esos viejos pervertidos les encantan los coñitos apretados y el mío lo es como el que más… hasta dos cabrones me han llegado a follar con un intervalo de tres horas, y el segundo pensaba que llevaba meses sin follar...los dos se corrieron dentro de mi coñito."

Volviendo a mi víctima.... Con el primer pago que recibí de Leonel, mi primer "sugar Daddy", me matriculé en (IUTCM) Instituto Universitario de Tecnología Cristóbal. Mi coñito comenzaba a generar dinero, y eso me hacía feliz. ¡Satisfacción y money!




En aquel primer encuentro, al final del trayecto intercambié el número de teléfono… y a los pocos días quedamos en mi pueblo. Solo no cogimos de la mano y nos besamos sin lengua, el primer día, pero quedó claro que desde esa misma tarde me convertí en la “Sugar Baby” del cafetero, con el fin de que este le pagase los estudios… a cambio de todo el sexo que se le antojara al semental. Nada más que añadir, solo que periódicamente follábamos como conejos. Durante años fui la putita de Leonel, quedábamos cerca de la plaza del pueblo, me subía a su pickup y follábamos bien duro en un hotel cercano. De esta manera me subvencionaba los estudios y alguno que otro capricho…mi coñito era mi hucha y se iba llenado de dinero a la par que mi rajita tragaba toda su lefa, pero aquel hombre me sublimaba.

Mi cabeza maquinó sustituir a su esposa por mí, sin embargo, mis pretensiones volaron demasiado allá al acabar los estudios. Tres años después, el cabrón aún seguí a follándose a su lolita y yo me dejaba encantada que me la metiese bien duro como a mi gusta, y siempre a pelo.... desplegué toda mi seducción en nuestras largas conversaciones, pero no veía la forma que Leonel dejara a su mujer, pese a que le permitía que me follase sin condón en todas las ocasiones, y se corriese dentro de mí por si ocurría el milagro..., Deseaba que ocurriese, más que nada le pedía quedar bien preñada de su lefa… pero el macho se la veía venir con la putita en la que me había convertido, y pienso que sopesando quedarse con una u otra hembra, concluyó que no valía la pena dejar todo su mundo con su esposa e hijo, por solo una puta barata… Me dijo que éramos demasiadas a las que se podía follar en cualquier pueblito del estado, como para quedarse conmigo. 

Por suerte o desgracia, los barrios están repletos de familias con necesidades en las que las nenas como yo hacen su labor de mantenimiento económico… porque la miseria hace que los padres nos ofrezcan a las hijas para obtener algo de renta. El caso es que cada vez me follaba menos, solo de vez en cuando se pasaba por el pueblo y me llevaba al hotel “Santa Elena suite”,  un hotel de mala muerte para follarme como una perra a cuatro patas, hasta que se vaciaba los huevos por completo… finalmente me dejó por su familia… esposa e hijo. Tal vez se aburrió de mí al no satisfacerlo como al principio. Observaba que con el decaimiento de las folladas de mi “Sugar Daddy”, mis ingresos extra iban empeorando, y no me alcanzaba para pagar las facturas a fin de mes.




Pensé que al igual que ocurrió fácilmente con Leonel, sería sencillo conseguir reales de otros maduros ofreciéndome como su putita…, lo tenía bien llano en mi trabajo de camarera, allí encontraba a decenas de clientes que estarían locos por follarse a una nena de buen ver por unos bolívares. En la pizzería comenzó mi nueva carrera de puta, quizás la etapa más loca y arriesgada de mi vida, aunque todos me trataron bien, ciertamente me dejaba follar por lo que le dieran en cada polvo… dos, tres o cinco dólares al cambio, los más generosos, sin descartar alguna que otra mamada, que no era de mi gusto. Pienso que mamar la polla es algo demasiado íntimo y personal, y una puta no practica sexo íntimo ni personal. Tampoco desea tragarme la lefa de esos tipos, un médico me recomendó que no era nada saludable, aun así alguna vez lo hice haciendo de tripas corazón por un poco más de cobre. Entre eso y lo poco que me ganaba en la pizzería iba tirando hacia adelante. Debo destacar que mi etapa de PUTA barata duró tres años, desde los 19 a los 22 años, lo dejé en 2020 cuando me encapriché de Gabi.




En el último curso de en la universidad fue donde me enamoré de Gabi, de tal modo que lo de ir por ahí de puterio no era buena idea con un chico tan posesivo. Sin embargo la necesidad de un aporte económico me aprisionaba, y ante el nuevo decaimiento de mis entradas de dinero, accedí a un trabajo más estable en una gran empresa del pueblo…. La distribuidora de alimentos era una buena empresa, un buen trabajo pero mal pagado de contadora, donde tenía que estar más de 12 horas al día por 40 dólares mensuales, más los repartos de productividad que eran variables entre 10 a 15 dólares…, de modo que necesité un segundo trabajo si realmente desea ahorrar para salir del país y de la miseria del barrio de la Concepción. El marido de mi tía me recomendó para un trabajo de fines de semana en un restaurante y lo acepté… también pensaba que lo mismo me podía salir un ingreso extra por dejarme por follar por algún viejo con buena cartera.




El inconveniente de este nuevo empleo era que me tenía demasiado ocupada, lo cual perjudicó seriamente la relación con Gabi que empleaba esos fines de semana follándome a saco. Se acabaron los cuatro o cinco polvos que me echaba al día, y mi dedicación a él en exclusiva, mientras pasaba el fin de semana en el pueblo en mi casa…en mi habitación. Sí, Gabi dormía con su novia y me jodía en presencia de mi madre, que dormía en la habitación de al lado. La vieja no veía con buenos ojos que me acostara con el chico, pero mi madre no tiene capacidad moral para recriminarme, habiendo tenidos tres hijas de tres padres distintos, más los que se la follaron sin dejarle el regalo en su panza.

Ciertamente amaba a Gabi, nunca dejé de amarlo hasta hoy...entonces accedía a los que él me pidiese… me dejaba follar a pelo bien puta las veces que necesitara el chamo, para compensar los días que no nos veíamos. La suerte que tengo es que soy de las que no se corren cuando la follan, así que podía aguantar los polvos que me echara sin llegar al orgasmo y por tanto al agotamiento en esas folladas interminables..., claro que yo encantaba de recibir toda ingente de lefa…, pero al final como me ocurrió con mi “Sugar Daddy”, el chico se cansó de ir para nada al pueblo…si no podían follar todo lo a él le gustaba debido a mi nuevo empleo… se buscó otra novia en su ciudad. Pienso que ya tenía otra novia antes de cortar conmigo… Rondaba principios de marzo de 2021 justo cuando definitivamente corté con Gabi, entonces había aparecido en escena de manera imprevista, un maduro que pronto fue la víctima ideal. A los extranjeros les encanta la voz susurrada de las venezolanas y la mía era cantos de sirena para el viejo.

¿Recuerdan que yo hacía años que necesitaba salir del fango del pueblucho...? Con dos empleos y alguna que otra follada de unos  bolívares, no me compensaban tanto esfuerzo. Desde la primera semana, fui a saco con el maduro sin dejarle respirar un solo momento, durante horas cada día por WhatsApp… Así lo mantuve nueve meses, me lo monté bien haciéndole creer cuanto amaba a los hombres mayores, muy por encima de los de mi edad… mis amigos y novios solo habían sido un modo de experimentar para descártalos, le comentaba muy convencida, porque a mí me gustaban realmente los hombres con experiencia que nos hacen sentir hembras, y esos son los maduros vergudos.  Así me lo camelé y me entusiasmaba día a día viendo que se estaba enamorado como un imbécil… solo era cuestión de tiempo obtener los dólares suficientes para que me sacara de Venezuela e irme a cumplir con mi sueño Americano y no con él, cuyas intenciones reales jamás le confesé. Sin embargo algo notaba en sus mensajes que nunca le cuadraba al madurito con mi actitud… ¡Joder, pero si lo estaba haciendo bien!, me mostraba sumisa y complaciente, e incluso le juraba que le era fiel. Comprenderán que si le quería sacar  un buen montón de reales, no le iba a decir que Luis, Jesús, Yorman y a veces otros compañeros me llenaban el coño de verga cada semana. Le juraba que con los del trabajo ni agua, pero el tipo NO era tonto, y en una foto en que me encontraba con Yorman, la subí a mi estado y me delaté. 

No obstante desde el principio, mi entrega absoluta no debió de ser una buena estrategia, porque la final me confesó que veía peligrar todo su mundo de bienestar…, la misma conclusión a la que llegó Leonel. No pensaba dejar todo su mundo logrado a base de trabajo y muchos años de esfuerzo, podía irse al traste solo porque una putita se lo exigía y cada vez exigía más. En las largas conversaciones había muestras de incongruencias por mi parte, según me comentaba el maduro, el cual recompuso el puzle con las piezas que no encajaba del todo bien en su cabeza. Un día de principios de septiembre de 2021, viendo la luz y me explicó que no seguiría con conmigo… no me sacaría de la miseria de Santa Elena en la que estaba sumergida y me ahogaba. Mis mentiras y la poca determinación, así como las palabras falsas soterradas, evidenciaron mis  intereses de una "puta buscona", de tantas que os podéis encontrar en Venezuela o en cualquier rincón de este tercer mundo de Sudamérica, de donde deseamos salir. El 29 de Octubre de 2021, tras nueve meses exactos… me dejó definitivamente.




No tardé en encontrar otra víctima propiciatoria, en un chico de mi edad, naturalmente, corroboraba la tesis del maduro, sobre el interés puramente económico de la puta estafadora capaz de ser la “Sugar Baby” de cualquiera que cumpliese con sus intereses. El pardillo, cayó súper rápido en mis garras…un tipo no muy agraciado que había follado menos que un gato de barro, y es que la experiencia de seducción de una puta experimentada como yo, era muy alto a esas alturas de mi vida con 24 añitos. Ahora lo tengo atrapado entre mis piernas y con susurros de nena consentida, lo tengo convencido que el hijo que he parido de Gabi, el último polvo que me echó antes de partir a Estados Unidos, lo acoja como suyo...como así a sido, todo un cornudo consentido. 

Mi negro quiere ser piloto, pero yo seré quien le haga volar más alto entre mis piernas… Si quieres saber más detalladamente sobre mi lasciva vida, comencemos a relatar mis capítulos más calientes y locos de mi PUTA vida.





Una niña demasiado caliente


Hola cariño, Soy una chica de cabello negro, delgada y alta, con buenas proporcionadas tetas en las que destacan a una legua mi estilo de modelo. Con tan solo diez años ya tenía un tamaño de tetas que eran la envidia de muchas adolescentes. De carácter no soy nada tímida. Si queréis saber más de mí seguir leyendo, porque lo cuento todo… iré narrando poco a poco todo de mí. Debería empezar por contar que soy una joven muy ardiente y respondo al nombre es Sthefanny…, se puede decir que soy lo que se dice una Lolita… una joven muy ardiente de 16 años de pelo liso y largo hasta la espalda. Mi piel es blanca, aunque toma un tono más moreno cuando tomo el Sol. Mis ojos son verdosos con un toque marrón. Mido 1,72 y peso 55 kg. Lo que más me gusta de mí es mi sonrisa. Dicen que soy guapa, aunque imagino que eso no significa que esté buena, ya que para eso se necesita destacar y creo que yo no destaco en un país donde la belleza de la mujer es muy apreciada y todas morimos por ser “Miss”, yo en particular siempre he soñado con ser modelo.

Vivía con mi madre y su esposo, que no es mi padre biológico, y mi hermana pequeña en un pueblito del estado de Mérida. Mi padre trabaja en una oficina, mi madre es ama de casa y mi hermana acaba de empezaba a ir a la escuela. Mi diario es mi memoria y lo hacía constar todo ahí, de tal modo que empezaremos  por entonces, cuando estudiaba secundaria. 




Abril de 2019. Hace poco una amigo de papá me regaló un ordenador porque se ha comprado otro mejor, aunque creo que fue más bien porque le gusto. Lo utilizo para chatear con chicos, aunque todavía no me he atrevido a quedar con ninguno. Y ahora, mi amiga María Ramos me ha visto en mi blog, donde escribía a modo de diario personal y me ha propuesto escribir en Instagram, he aceptado encantada, porque seguro que aquí tendré mucha más visibilidad que en mi blog. Y al mismo tiempo he abandonado el blog, porque como he subido fotos mías, me da miedo que alguien me pueda reconocer y aquí sólo muestro mis fotos en privado, por lo que tendré mucha más seguridad.

En clase me gusta un chico, pero soy demasiado tímida para lanzarme. Él en cambio siempre está rodeado de amigos y parece más preocupado de pasarlo bien que de las chicas. En los estudios voy bien, si estudio un poco saco buena nota, pero no es lo que me preocupa. Donde realmente disfruto es saliendo con las amigas. A veces vamos a las discotecas, otras a comprar ropa, también vemos películas juntas y cuando hace buen tiempo a la playa. Vivimos en un pueblo pequeño cerca de Vigía, que prefiero no revelar, aunque diré que tiene playa y la arena está hecha de piedrecitas. Aún no ha llegado la primavera y estoy que me subo por las paredes. Mis amigas no dejan de hablar de chicos. Yo trato de hacerles ver que también he tenido mis experiencias, pero lo más que he llegado a hacer ha sido ver a mi “papi” desnudo saliendo de la ducha. Bueno, en el WhatsApp tonteo, siempre que puedo, y a veces me he dejado ver por videollamada. No he enseñado nada, a pesar de la insistencia de los chicos. Por una parte en esos momentos estaba deseando hacerlo, pero por otra me moría de la vergüenza y finalmente lo he hecho.

Me gusta saber qué gusto a los chicos, ya que estoy un poco acomplejada por mi pecho, que es demasiado más grande de cómo me gustaría. Alguno incluso me ha propuesto darme dinero por desnudarme, pero no he sido capaz. Me corto. Algún día seré capaz y entonces ganaré mucho más, pero de momento la timidez me puede. Mis amigas me animan a que hable con el chico de clase que me gusta. Pero me paralizo…“¿Y si me dice que no le gusto? ¿Y si hago el ridículo? ¿Y si después se ríen de mí?” Es mi eterno dilema. Los chicos en los que me fijo son exigentes, mientras los demás son constantemente ridiculizados. Un día gozas de buenas amistades y al día siguiente ves que te esquivan o eres el centro de las burlas. Y yo no quiero eso. Estoy bien como estoy sin salir con chavales de mi edad…en verdad me fijo en más mayores.

Quedo con mis amigas, me divierto, sonrío a los chicos que me gustan, me río con mis amigas de los que no nos gustan… En fin, así es mi vida y no hace falta que cambie nada. Me gusta como soy. Como ya he dicho antes rubia morena, delgada y alta, un canon que no es habitual por estas latitudes y suele llamar mucho la atención. Para más señas tengo un flequillo muy mono que a veces me tapa los ojos. También estoy orgullosa de lo bien que quedo en las fotos, me hago cientos de selfies. Soy fotogénica y me encanta hacérmelas, por eso creo que valgo para ser modelo. Me gusta verme, incluso tengo cantidad junto a las privadas de María Ramos.




Mis sexys amigas

Bueno, una vez hecha la presentación vayamos a mi rutina diaria. Perdón si voy un poco lenta contando mis experiencias, pero todavía estoy empezando. Pero prometo que poco a poco iré haciendo cosas. Os hablo sobre mi vida y mis amigas sexys. Me levanto a las 7:00 de la mañana. Me gusta escuchar el “Anda ya”, pero tengo que ponerme los auriculares porque mis padres no quieren que haga ruido a esas horas. Desayuno un tazón de leche con cereales y me voy al instituto. Muchas mañanas me olvido del almuerzo, que por cierto siempre lo hace mi madre con fiambre, y me compro un donut o una torta en la cantina. Entro a las 8 y salgo a las 2 de la tarde, 6 horas de aburrimiento. Lenguaje, matemáticas, historia, inglés… ¡Odio el inglés! Sin embargo la Tecnología me encanta, el profe es sexy y me gusta provocarle, esas clases me siento con alguna amiga y comentamos que es el “Sugar Dady” perfecto… se me pasan más rápido.

Solemos cuchichear sobre chicos. Los más callados siempre nos parecen más interesantes, a excepción de los lerdos claro. Luego salimos y a casa. Siempre me vengo acompañada por un grupito de chicas. Y nada, en casa comer sola, porque mi padre se ha ido a trabajar, mi madre come con él y mi hermana anda de aquí para allá con las vecinas. Cuando llego a casa está todo en silencio porque mi madre duerme la siesta. Otra vez a no hacer ruido. Veo alguna serie comiendo, no muy fuerte claro. Por cierto, me encantan las series españolas con acento gallego, aquí en mi país son muy habituales. Y nada, al terminar de comer me voy a mi cuarto donde chateo un poco. Me suelo conectar sobre las 5 de la tarde. Las conversaciones son totalmente normales hasta que el chico quiere hablar de sexo. Yo me suelo dejar llevar, a no ser que sea un borde, entonces lo ignoro. Cuando me preguntan cosas personales, según me dé respondo la verdad o los que ellos quieren que responda.

En el segundo de los casos se suelen interesar más por mí y claro, quieren quedar. Yo les doy largas, o excusas, hasta que se calman. Si alguno me cae especialmente bien le doy mi email, donde se puede poner la Cámara por “meet”. Siempre se ha usado el Messenger y no sé por qué lo tuvieron que cerrar. El Skype no me termina de convencer, aunque tal vez debiera caer ante el clamor popular (no caerá esa breva). Cuando me canso de chatear me voy un rato a la calle con mis amigas. Si no hay plan vamos a casa de Anna, una de mis mejores amigas. Ella está sola porque sus padres trabajan los dos y nos tomamos algo mientras jugamos a algo, hablamos o hacemos las dos cosas. Nuestras conversaciones se basan en nuestros petardos padres, el coñazo del instituto o los chicos que nos gustan. Anna Nazareth está soltera, como yo, pero tuvo un noviazgo de un año. Rompieron hará unos meses y lo tiene totalmente superado. De hecho, en un par de noches donde salimos de fiesta tuvo rolletes con chicos. No creo que haya pasado de los besos, pero ya tiene más experiencia que yo. Ambas somos guapas, tal vez lo sea yo un poco más, pero a ella no le corta acercarse a un tío y ligotear. Al contrario, parece que le gusta hacerse la tonta. Siente seguridad en sí misma. ¡La envidio! Piensa que los chicos están todos salidos por la tías… y el que le diga que no es gay y también está salido por los tíos. Por lo cual cuando uno la rechaza, en vez de ser ella el centro de las burlas, es él. Qué suerte la pava. Ni lo duda.

En cambio J. América es una chica rellenita, simpática y correcta. Ella trata de dedicar su tiempo libre en estudiar para sacar buenas notas y poner contentos a sus padres. ¡Qué coñazo! Cuando sacamos algún tema de conversación caliente, ella se corta y se queda callada hasta que volvemos a hablar de series. También es buena amiga. Nunca la dejaríamos tirada aunque a veces nos den ganas de estrangularla. Y por último tenemos a Mariuska. Ella fue mi mejor amiga durante mucho tiempo, hasta que se ha echado novio. Desde entonces todas notamos que se ha distanciado. Ya no participa en las conversaciones de chicos tan activamente como antes, se junta menos y nunca se viene ya fiesta. Cuando está ella nos cortamos más que con América. Bueno, con América hablamos más a posta, a ver si de una vez pierde la vergüenza. Hoy está Mariuska con nosotras y como siempre pasa cuando está ella nos aburrimos.

Al final nos fuimos a la calle, a perdernos por los parques, y ella se fue con su novio. Otra vez a pasar de nosotras. Por eso no fluye la amistad. En fin, ¿Qué le vamos a hacer? Es ley de vida. Cuando una tiene novio le cuenta a él sus secretos y se aleja de sus amigas. Después de estar con las amigas nos volvimos a casa. Sobre las 8 o las 9 de la tarde llego. Si lo hago más tarde me echan una bronca fuerte. Debo estar para cenar con mis padres y mi hermano. Bueno, mi hermano cena rápido y sale corriendo a hacer algún trabajo o a estudiar. Está en la universidad y se costea la carrera con trabajillos de informática, como sabe bastante por su afición desde pequeño, es un poco friqui al que adoro… siempre me saca de cualquier entuerto y me sirve de tapadera cuando me desparramo. Arregla ordenadores, instala programas piratas, conecta algún cable… Cosas de informáticos.

Ya podría haberme dado otro ordenador mejor. Porque el ordenata que tengo va lentísimo. Yo tengo una optativa de informática y me defiendo bastante bien. El Word y el Excel se me dan bien. Y ya a esas horas me pongo una serie online y cuando me entra sueño a dormir. Algunas noches, cuando no cojo el sueño, me meto al ordenador entre las sábanas (para que no vea nadie) y me pongo a chatear o ver algún vídeo guarrete. No suelo masturbarme a no ser que no que encuentre algo que me guste mucho. Mis amigas una vez insistieron persistentemente y lo hice. Está bien pero tampoco es algo para tirar cohetes. De hecho las pelis porno no me excitan mucho, porque sé que son situaciones irreales. Prefiero que las cosas ocurran de verdad. Incluso cuando veo un vídeo porno normal, me excita más que cualquier barbaridad que encuentre en la red. Una vez vi a una pareja haciéndolo en la playa y flipé. Me excité mogollón porque eso sí es algo real. Se notaba que era una pillada. Eso sí me gusta. Sin embargo entre una vez por casualidad y ya no sé cómo volver a verlo. Y nada, después de eso a dormir, que al día siguiente hay que despertarse temprano.

 




Fiestón y desparrame nocturno

Os cuento como son mis sábados de alcohol, fiesta y bailes. Ya el viernes, después de comer y ver mi serie, me junto con mis amigas. Vamos a la casa de Anna donde nos tomamos algo mientras comentamos el plan para esa noche. Lo normal es que sobre las 7 nos retiremos a nuestras casas, a cenar y arreglarnos, para quedar más tarde. En este pueblo no hay discotecas, pero sí pubs o bares que cierran tarde, donde retiran las mesas para dejar espacio a la pista de baile. Como aquí sólo hay un par ellos, la gente que quiere salir se encuentra sí o sí. Y aun así no se llena mucho. Bailamos entre nosotras hasta las 2 o las 3 de la mañana, mientras nos tomamos un par de copas de alcohol, si el camarero nos conoce y no nos quiere servir, si no siempre hay algún amigo que pide por nosotras. Algunas noches también hacemos botellón y después entramos contentas a bailar. Es importante estar con el punto de alcohol justo, porque cuando bailamos los chicos nos miran y de no estar así nos morimos de vergüenza. Los chicos nos ven bailar, se arriman al ritmo de la música e incluso se excitan. Entonces es el momento perfecto para ligar. Pero claro, cuando veo alguno a huevo (que no suele pensar), Anna se me adelanta. Dios, una vez sólo lo pensé, tomé el aire para entrarle y ya estaba ella dándose un morreo con lengua. En esa ocasión creo que ni llegaron a hablar antes. Claro, Anna no se corta ni un pelo porque como si la rechaza es gay, nunca queda mal.

Yo creo que a los chicos les da igual una que otra. Y como Anna ya tiene fama de fácil, pues al lío, la soban a gusto y su coño lo disfruta. Pero a Anna le da igual tener o no fama, porque como sus padres divorciados casi ni se preocupan por ella, no van a regañarle. Tal vez sea por eso. Las noches de botellón son más divertidas. Al tomar más copas nos reímos más fácilmente. Además, solemos juntarnos con más gente, que tienen que poner su parte para beber, y acabamos todos bebiendo con todos. A mí me gusta sentir el roce de los chicos, sentirme parte de su noche. Al menos así tenemos de qué hablar durante la semana. Cuando mis amigas notan que hay un chico que me gusta tratan de juntarnos. Sin embargo en esas ocasiones las conversaciones no suelen tener fluidez, ya que la situación está como forzada y no acaba pasando nada. Ni aunque nos empujen para que, disimuladamente, nuestros labios se rocen.

Así lo hicieron la última vez. Gabriel Toro, el chico de 2º de bachiller… es quien más me mola del instituto, estaba en las rocas de la playa bebiendo con sus amigos. Mis amigas forzaron el encuentro. En esta ocasión el chico hacía bromas aligerando la tensión y me pude soltar… algo. Aunque en cierto modo me desagradó, porque eran comentarios machistas, sirvió para que naciera una conversación. Entre risas, empujones y órdenes, mis amigas consiguieron que me acercara a él. Me quede paralizada como tantas otras veces. Entonces Anna le contó al oído que me molaba. Gabriel Toro se levantó y me dijo que mejor nos fuéramos los dos a un lugar íntimo. Así lo hicimos. Caminamos un poco por el paseo, hasta que nos paramos en un banco solitario. Me dijo que le gustaba desde hace mucho tiempo, pero que no se atrevía a decirme nada porque siempre iba con amigas y no sabía si él me gustaba. Le dije que sí me molaba y que me daba lo mismo.

Fue algo maravilloso. Los dos conectamos como jamás pensé que conectaría con un chico y nos enrollamos durante un rato. Su boca se juntó a la mía, buscando un hueco por donde encontrar nuestras lenguas. El sabor de su lengua era una mezcla de sabores que me dejaron sin respiración, con una mezcla de saliva excitante. Me acarició la cara, el cuello y… las tetas. Yo le correspondí abrazándolo después del beso. Me había encantado. Entonces me dijo que éramos jóvenes para comprometernos y que debíamos ser amigos especiales. No le puse ninguna pega. Estaba encantada. Sólo tenía ganas de besarle. “Lo que quieras” le dije. Y así fue. Cuando volvimos de la mano comenzó a vacilar a sus amigos de que se había dado el lote conmigo y me ruboricé. Era como un juego y decidí dejarme llevar. Mis amigas fueron detrás de mí preguntándome que qué había pasado, si éramos novios, si habíamos quedado otro día… Les dije que había sido muy emocionante. Nos confesamos, nos liamos y me metió mano. Entonces me dijeron que por qué no le había metido yo mano a él. Simplemente ni lo pensé.

Anna me estuvo hablando de lo excitante que era tocar una buena polla y hacer cosas con ella. Me contó que ella había hecho de todo. La había pajeado sacándole la leche, después de atrevió  a mamarla con tragada de lefa…, pero sin duda lo mejor era que le follaran el coño. Para mí era mucha información de golpe, tenía que asimilarla y necesitaba tiempo. No podía ser como Anna, que en un sólo día se lanzaba a todo. Necesitaba tiempo con Gabriel Toro, coger confianza, el momento oportuno y el lugar adecuado… En fin, creo que es lo normal. Al ser amigos especiales, tendría muchas más oportunidades. Gabriel Toro no parecía tener prisa y yo tenía tiempo para sentirme cómoda. Otros fines de semana lo veía. O coincidíamos en un botellón, o en un pub. Entonces hablábamos, bailábamos, nos liábamos y poco más. A principio lo hacíamos en privado, pero poco a poco nos fuimos soltando y acabamos besándonos con naturalidad delante de los amigos. Gabriel Toro tenía confianza para darme cachetes en el culo, pero para tocarme las tetas lo hacía disimuladamente en público. En raras ocasiones me decía de vernos a solas, era entonces cuando me metía mano con más deseo, sin llegar a más. Yo nunca me apartaba, al contrario, me dejaba hacer. Pero no me atrevía a meterle mano y tocarle la polla, como me aconsejó Anna. Y así fueron mis últimos fines de semana de alcohol, fiesta y bailes. Nada del otro mundo.




Mi primera paja a un chico

De nuevo estoy frente a mi diario, que es mi confidente secreto. En esta ocasión voy a escribir mi primera experiencia sexual, y  fue el inicio de muchas más experiencias, abriéndome las puertas de un nuevo mundo. Después de mis encuentros esporádicos con Gabriel Toro, me pasaban los días nerviosa hasta que lo volvía a ver. Sin embargo cuando lo veía me daban ganas de estrangularlo, porque siempre estaba con sus amigos vacilando. A veces intentaba enfadarme con él, pero cuando me hacía una caricia o me dedicaba unas palabras amables me derretía. Mi muro de indignación caía, para convertirme en una tonta que le hacía caso en todo. Se daba cuenta que era una nena sumisa, y tal vez por eso se aprovechaba. Mis amigas al principio me felicitaban por haberme ligado a un chico guapo, pero poco a poco me fueron aconsejando que me alejara de él porque no era de fiar. Yo no las creía y pensaba que todo eso me lo decían por celos o porque no querían que me pasara como Mariuska, que me echara novio y me olvidara de ellas.

Así que por un tiempo me alejé de mis amigas del alma pasando horas, sola, pensando en Gabriel Toro. Lo cierto es que no me importaba haberme alejado de ellas, porque sólo me preocupa volver a ver a mi chico, aunque todavía no fuéramos novios. Y cuando lo veía lo saludaba como tonta, porque si iba con sus amigos pasaba de mí. Cuando lo encontraba a solas me robaba besos y me prometía que pronto le contaría lo nuestro a sus amigos. Ya no era lo de ser novios, sino lo que acordamos de ser amigos especiales. Pasaron algunas semanas cuando, de sorpresa, Gabriel Toro me propuso vernos a solas. No me lo esperaba porque llevábamos unos días sin vernos y pensé que se había olvidado de mí. Pero no.

En esta ocasión quedamos en su casa, que estaba vacía. Sus padres se habían ido de viaje. Nos sentamos en su sofá y me sacó una coca cola para tomar. Nos besamos y nos metimos mano. Él como siempre me sobaba las tetas y yo, en esta ocasión, me atreví a acariciarle. Le metí la mano por debajo de la camiseta, notando su pecho desnudo. No tenía pelos. Me encantó y hasta me sentí excitada. Gabriel Toro se dio cuenta y me cogió la mano para colocársela sobre su pantalón. “Me tienes a tope nena” me dijo. Y siguió besándome, esta vez por el cuello. Trató de sacarme las tetas pero yo le paré. “¿Qué pasa?” me dijo. Yo en ese momento estaba como bloqueada y no pude responderle. Era mi primera vez que llegaba a algo más que besos y me pareció brusco. Me encogí de hombros y por un momento deseé desaparecer. Pero enseguida Gabriel Toro me abrazó y me dijo que no pasaba nada, que si no estaba preparada para llegar más lejos lo entendía.

Yo le respondí que no era eso, sino que no me sentí del todo cómoda con él con la relación que teníamos y que así no quería hacer nada. Entonces me propuso que nos hiciéramos novios, si tan importante era para mí. Asentí, entusiasmada y le respondí con un beso. Entonces Gabriel Toro continúo besándome y metiéndome mano. Yo aún no estaba del todo segura, pero sabiendo que si me negaba a continuar perdería la oportunidad de ser su novia, y por eso accedí. Y lo cierto era que después de un rato de dejarme llevar sus manos me recorrieron todo el cuerpo y sentí deseos de devolverle todo el placer que me estaba dando. Seguía sintiendo miedo, porque sabía que después se lo contaría a sus amigos y yo quedaría mal, pero no podía aguantarme. Me había sacado las ganas y ahora no podía parar de besarle y acariciarle su bulto.

Nos besamos con ansia, como si comiéramos chocolate, como si estuviéramos a punto de sacar al genio de la lámpara, de tanto frotarnos. Fue algo increíble. En la vida me lo había pasado tan bien. Ahora sí que iba a estar totalmente enganchada a él. Gabriel Toro se detuvo un momento. Me dijo “mira” y se sacó la polla. Me cogió una mano y la posó sobre su verga. Fue algo muy excitante. Noté su polla dura, palpitando en mi mano y lo mejor de todo… calentita. Sentí su excitación, como se retorcía entre mis dedos, brutal. Y lo cierto es que en ese momento no sabía que tenía que hacer, lo único que conocía era lo poco que había visto en películas porno, por Internet. Pero no me hizo falta hacer nada.

Gabriel Toro viéndome lo cortada que estaba lo único que me pidió fue que le hiciera una paja. ¡Qué momento! Con su mano sobre la mía, acompañaba sus movimientos frenéticos con mis manos. Era una experiencia única. Sentí como le daba gusto cada movimiento, como sus venas palpitaban de placer, como su polla se hinchaba más y más como si estuviera a punto de explotar. Y yo ahí, siento en placer en mi mano, deseando que se corriera para ser cómplice de esa sensación. Y vaya si lo hizo. Noté como el líquido caliente hinchaba un conducto que Gabriel Toro tenía bajo la polla. Cuando llegó a la punta, salió toda su crema blanca, viscosa y caliente. Pero no sólo eso, al semen le acompañaba un fuerte olor, como a sexo puro… me embriagó el aroma a testosterona y desde entonces me encanta. Me dio un gusto especial sentir como embadurnaba mis dedos. Creí que me correría de la excitación sin tocarme. Mi vagina tenía como un escozor agradable, que me obligaba a restregarme con el asiento. Y con apenas un par de roces noté como mis bragas se humedecían. Pero estaba tan cortada por lo que había hecho que no me atreví a contárselo a Gabriel Toro. Después de eso fuimos al aseo a lavarnos. Hablamos un poco más y quedamos que en a partir de ese momento éramos novios. ¡Qué ilusionada estaba!


 



Confesándome por el Chat

Tras mis últimos encuentros con Gabriel Toro, nuestra relación había cambiado, pero en público seguía siendo igual y eso me producía un vacío interior. Tanto que me hacía plantearme si ese chico merecía la pena. Durante los siguientes días no dejaba de pensar en lo que había hecho con Gabriel Toro. Por un lado estaba deseando repetir y probar cosas nuevas, pero por otro sentía mucho miedo a que lo contara y se pudiera convertir en un rumor, haciéndome pasar por una chica fácil… una putita. Sin embargo de nuevo el chico me respetó y no contó nada de lo que hacíamos en privado, a pesar de que con sus amigos seguía siendo un vacilón. Eso me seguía dando rabia, porque no era el mismo chico en público que en privado, pero al menos no era un bocazas.

Nos veíamos a solas sólo cada 3 o 4 días, pero cada vez nos cogíamos con más ganas. Siempre nos besábamos, nos metíamos mano y acababa masturbándolo y yo embadurnada de lefa. No me atrevía a desnudarme yo, sólo me sacaba las tetas por la blusa, por miedo a que me pudiera hacer alguna jugarreta. A pesar de lo a gusto que estaba con él, me daba mal rollo que no fuera igual en público. Y seguía con mi eterno dilema, de querer dejarle pero no poder, al gustarme tanto. Una de las veces que estábamos a solas, Gabriel Toro me propuso llegar un poco más lejos. En esta ocasión quería masturbarme él a mí. Ese día le dije que no. Todavía no sentía la suficiente confianza. Aunque éramos novios, era sólo en privado, y yo me sentía muy sola. Se lo comenté y me dijo que a nadie le importa lo que nosotros somos, que es algo entre él y yo.

Pero aun así no podía entregarme del todo y estuve un tiempo sin hacerle pajas, aunque él insistía diciéndome que tenías la bolas muy llenas y le iban a reventar… por otro lado tenía miedo de perderle y cada vez que lo rechazaba me sentía mal conmigo misma. Porque además de complacerle me lo pasaba muy bien y satisfecha de ver que esa leche la derramaba por mi culpa. Pero claro, una tiene que hacerse valer. En casa la situación estaba como siempre. Cuando llegaba por la tarde, con mi madre acostada y mi padre y mi hermano fuera, después de comer aprovechaba para chatear por WhatsApp. Hablé con muchos chicos y les conté mi situación. Me dijeron que ese chico iba a lo que iba y que posiblemente cuando se acostara conmigo pasaría de mí. Y me dijeron que quedara con ellos, porque ellos no eran así. Yo todavía no estaba preparada para quedar con nadie, pero me tomé enserio lo que me dijeron. La próxima vez que viera a Gabriel Toro le diría que si éramos novios tenía que decirlo o si no romperíamos y nada de amigos especiales. Me iba a doler mucho, porque el chico me gusta mucho, pero era lo que tenía que hacer. ¿Tendré valor para hacerlo? No sé, pero no quiero que me trate como una muñeca de trapo que se usa y se deja luego en un rincón.





Reconozco que me entrego fácil

Al día siguiente me planté frente a Gabriel Toro convencida de lo que le iba a decir, pero de nuevo estaba con sus amigos y pasó de mí. Aun me dio más rabia y me prometí a mí misma que la próxima vez que lo viera le daría el ultimátum… O reconocía que estaba conmigo o se podía ir a la mierda. Ya bastante había aguantado ya. Y pasó un par de días hasta que me volvió a abordar por los pasillos del instituto cuando no pasaba nadie, agarrándome de la cintura y robándome un beso que me dejó sin aliento. Entonces le dije que teníamos que hablar, pero él siguió besándome y diciéndome las ganas que tenía de cogerme en privado. Al principio me resistí, traté de apartar la cara, pero cuando sentí el roce de sus labios me tembló la piel. Mi cuerpo se estremecía con el contacto y lo apreté fuerte contra mí, casi involuntariamente. Tenía que decirle todo lo que sentía, pero en esos momentos todo el dolor y la indignación por lo que me estaba haciendo se desvaneció, para dejar una sensación de felicidad en su lugar.

¿Me estaría enamorando de él? Así que como tonta volví a quedar. En esta ocasión sus padres ya estaban en casa y tuvimos que ir a las afueras del pueblo. Pensé que iríamos a un descampado, porque por aquella zona es lo que más abunda, pero me llevó a una tubería que había sin agua. Para entrar tuvimos que bajar un barranco y como una cueva se abría sobre la tierra. Entramos y estaba todo a oscuras. Tuvo que encender la linterna del móvil. El mío no tenía porque sufrió un golpe que acabó con la lamparita, al menos seguía funcionando… no puedo vivir sin tener WhatsApp… Entramos en la tubería y nos sentamos en los bordes. Seguro que había llevado allí a más de una chica.

Estuvimos hablando un rato, hasta que se sacó un pitillo del bolsillo. Yo nunca había fumado, pero debo reconocer que los chicos que fuman me parecen mucho más misteriosos y me atraen más. Me dijo si quería probarlo, a lo que me negué, pero me insistió y me acabó convenciendo. La primera calada fue asquerosa. Sentí que no podía parar de toser. Me dijo que no me había tragado el humo y que si fumaba así podía coger cáncer de boca y me entró miedo. No quise probar más. Y entonces el chulo me dijo que si prefería mis labios, a lo que asentí. Estaba deseando volver a besarlo, a pesar de la promesa que me había hecho a mí misma. No podía reprocharle nada, era superior a mis fuerzas. Cada centímetro de mi cuerpo lo deseaba, como una droga, y no era capaz de enfadarme.

Con cada nuevo beso me excitaba más y más. Su lengua juguetona me recorría la boca como si buscara un chicle entre mis dientes. Aunque debo decir que su aliento sabía a tabaco y no era tan especial como otras veces, pero aun así esa extraña mezcla que me produjo el placer por besarle, lo prohibido del lugar y lo desagradable del humo se juntó para hacerme sentir una excitación mayor. Serían mis hormonas desatadas, pero en esos momentos se me olvidó todo lo demás y en lo único en lo que pensaba en era en complacerle. Quería que se fuera contento para que me volviera a buscar otro día, aunque pasara de mí con los amigos delante, aunque fuera un vacilón y aunque sólo quisiera de mí sexo. Yo era una joven inexperta y sabía que lo iba a pasar mal, pero me había enamorado profundamente y tenía que satisfacer mis deseos. Porque además de desear complacerle, también quería desatarme como mujer, culminar mi placer en éxtasis.

Me agarró del trasero y me apretó contra él, sin dejar de besar mi boca, mi cara y mis labios. Noté el bulto de sus pantalones apretado contra mi cintura y le correspondí con una leve caricia en el rostro. Su deseo de poseerme me dominó. Fui yo quien le bajé los pantalones queriendo satisfacerlo. Gabriel Toro de nuevo me sacó las tetas, en esta ocasión arrancándome los botones de la blusa. Se agachó para comerme la tetas y entonces sentí que mi excitación aumentaba, ya que mi conejo chorreaba con un calor intenso obligándome a restregarme para desahogarlo. Lo hice sobre su polla erecta, que acababa de sacar de un fuerte estirón sobre sus pantalones y calzoncillos. Fue entonces cuando me quitó los pantalones, también bruscamente. La punta de su miembro me rozó la ingle. El escozor de mi excitación seguía latente. Quería que me penetrara, que me hiciera suya. Sólo así podría calmar la excitación que sentía. Y volví a abrazarlo y a apretarlo contra mí. Le besé con deseo, buscando su lengua con la mía, tratando desesperadamente de llegar al orgasmo con el simple contacto. Pero no, los labios de mi coño latían de excitación como si fueran un corazón de placer y le supliqué, casi, que me follara.

No llegué a decirlo, simplemente me quedé ahí parada, con las piernas abiertas mostrando todo de mí. No hizo falta más. Gabriel Toro me miró, sonrió y se lanzó. Me agarró del culo, lo apretó fuerte con sus dedos, y me acercó hacía él primero con delicadeza. Era la primera vez que iba a follar y lo sabía. Su polla me rozaron los labios del coño, intentó hundirse, pero sólo consiguió meter la punta. A mí me dolía bastante. No sabía que follar doliera tanto. Grité, con un sonido parecido a un gemido. Gabriel Toro lo entendió como tal y apretó para tratar de clavármela hasta la raíz. Me tuve que morder los labios. Sentí un dolor intenso justo en el momento que me rompió… ahora ya me habían roto el precinto de virginidad, y era como si me desgarraran las entrañas. Volvió a envestirme, el grito de dolor fue más evidente, pero mi amante no hizo caso y siguió penetrándome con dureza… en ese momento no sabía de la estrechez de mi vagina.

Estuvo así durante 10 minutos. Yo notaba que me moría. Cada golpe me hacía más daño, como si me lacerara más en una herida ya abierta. Las últimas envestidas fueron más brutales y yo ya no pude ni expresar mi dolor. Me dejé llevar, sin ningún deseo y con lágrimas en los ojos. Lágrimas que no se vieron porque la linterna del móvil cayó a un lado y estábamos en penumbras. Pero el malestar y el daño que me había hecho me lo guardé para mí. Incluso oculté los suspiros que iniciarían el llanto. No sé ni donde se corrió, pero casi con toda seguridad lo hizo dentro de mí. Antes de empezar no hablamos nada ni de condón, ni de la marcha atrás, pero después me llegaron las dudas. Tampoco tuve fuerzas para decir nada. Me callé. Nos vestimos y casi sin hablar nos marchamos a nuestra casa. Por el camino noté un escozor muy fuerte en mi vagina y, ya con la luz del Sol, me abrí los pantalones y pude ver que mis bragas estaban manchadas de sangre. ¿Era posible? ¿Me había violado? Dios, soy una tonta, pensé. Pero ya no podía hacer nada. El daño estaba hecho, ya no volvería a ser virgen para dárselo a un amor verdadero. Las putas siempre hacemos lo mismo… nos follan los canallas y nos soportan los gentiles ¡Me sentía tan mal que hubiera jurado que me había violado! Consentida al principio quizás, pero luego no quería, sin embargo el continuó forzándome ante mi impotencia hasta que se vacío por completo.




Una putita a la vista de todos

Querido diario. Soy una tonta. No paro de repetírmelo. Quería cortar con Gabriel Toro, o al menos darle un ultimátum para que cambiara su actitud con sus amigos, pero lejos de hacerlo acabé entregada… una vez más. Pero esta vez fue peor, porque fui humillada en público. Cuando llegué a casa lo primero que hice fue ducharme para quitar de mi piel las huellas de sus dedos y su aliento. Pues aunque el chico me gusta y sabe qué hacer para darme placer, es un cerdo y debo cortar con él cuanto antes. Sin embargo cuando estoy enfrente su bonita mirada me envuelve, sus caricias me derriten y sus besos me atrapan. No soy capaz de decirle que no, que este cuerpecito debe respetarlo en público para poseerlo en privado. Por eso he pensado en cambiar la estrategia. Tengo que portarme mal con él para que sea él quien me deje y no yo. Y aunque sea la pava a la que ha dejado, al menos no me hará sufrir más. Sé que lo pasaré mal porque estoy sumisa a su voluntad, pero tengo que hacerlo ¡No puedo seguir así!

Tras armarme de valor, y después del fin de semana sin salir de mi cuarto, fui al instituto el lunes. Ese día estaba especialmente nerviosa. Las miradas se centraban en mí. No sé si eran alucinaciones mías o que realmente la gente me miraba por algo. Entonces llegó Anna y me dijo que me había avisado de que Gabriel Toro no era un buen chico, pero yo la mandé a la mierda. Sé que sólo trataba de ayudarme y que no podíamos romper la amistad que teníamos desde pequeñas, pero en esos momentos estaba tan tensa que fue lo único que conseguí escupir por la boca. Esa mañana tuve la sensación de que las horas duraban años. Las clases eran más aburridas que nunca y especialmente los chicos no paraban de mirarme. Cuando llegó la hora del recreo me comí un donut de la cantina sola, en una de las mesas.

Desde que había discutido con mis amigas no tenía con quien ponerme. Pero no me importaba, ya tenía bastante con lo que tenía encima. Entonces llegó un chico y se sentó conmigo en la mesa. Me dijo que quería quedar conmigo. A mí no me gustaba mucho y mi primer instinto fue decirle que no, pero entonces recordé que tenía que putear a Gabriel Toro para que me dejara. Le dije que sí. Quedamos para esa misma tarde. Nos pasamos el número de móvil y seguimos a nuestra marcha. Curiosamente después de las clases, otro chico también me buscó con las mismas intenciones que el primero. Pensé que por qué no y quedé con él para la tarde del siguiente día, ya que ese día ya tenía una cita. Me resultó extraño que dos chicos trataran de ligar conmigo el mismo día, cuando normalmente nunca me habían dicho nada, pero no le di mayor importancia. Es lógico que los chicos quieran ligar con chicas, y más si no son especialmente guapos, ya que no tienen chicas detrás de ellos.

Ese día no chateé y eso que es raro en mí. Estaba más nerviosa de la cuenta. No era por estar con el chico que había quedado para esa tarde, sino por mi primara follada. Gabriel Toro se había pasado y yo no tenía la menor intención de tirarme a otro chico. Para empezar porque la zona de la ingle me seguía doliendo y menos mal que no era de polla grande, y es que ahora sé que mi conducto es estrecho y se cierra con suma facilidad, es caso es que también porque ya tenía bastante con un capullo en mi vida. Sólo quería enrollarme y restregárselo por la cara a Gabriel Toro. Que sea humillado por sus amigos. Así que me vestí un poco provocativa y me preparé para ir a la cita. Mi madre pensaba que había quedado con mis amigas, no sabía nada de que había discutido con ellas, y no me dijo nada. Vi al chico con el que había quedado y fuimos a su casa porque no estaban sus padres. Me llevó al salón, donde nos sentamos en el sofá, puso la tele y me sacó una coca cola.

Entonces le pregunté que por qué quería quedar conmigo y me dijo que se había enterado de que me dejaba meter mano. Yo flipaba: “¿¿¿cómo???” Resulta que Gabriel Toro le había dicho que era una chica fácil y que no me importaba que los chicos me metieran mano aunque no tuviera nada con ellos. Estuve a punto de levantarme y dejarlo ahí tirado, pero me lo pensé mejor. “¡Es verdad!” le dije. No era cierto, pero esa vez me iba a dejar para que Gabriel Toro viera que le había puesto los cuernos y me dejara. Así que estuvo sobre media hora tocándome las tetas. Primero me tocó por encima de la ropa, pero poco a poco fue hundiendo un dedo por mi escote, hasta acabar acariciándome un pezón. No hizo intención de besarme ni nada, ya estaba entretenido con mis tetas. Después de eso, y de tomarnos las Coca-Colas, me dijo que sus padres estarían al llegar y mejor que no me vieran allí.

Le di dos besos y me marché a casa. Fue algo raro. Al día siguiente en el instituto tampoco hablé con Gabriel Toro y por la tarde quedé con el otro chico. Ese también había escuchado lo mismo. Fuimos a un descampado a las afueras del pueblo y me estuvo tocando. Sus manos no se conformaron con mis tetas y recorrieron mi cuerpo con ansia, pasando de mis tetas a mi culo, y al revés. Llegó a acariciarme la raja del culito, pero quiso meterme la mano entera en los pantalones y le dije que eso no lo hacía. Nos dimos algunos besos y, como vio que no quería llegar más lejos, dijo que se tenía que ir. Ese día me quedé con el calentón, porque me escocía menos el coño y me calenté un poco de sentir caricias en mis zonas íntimas. Pero me quedé a medias y tuve que desahogarme por la noche, entre las sábanas, luego descubrí que el pomo de la pata de la cama es un buen consolador, y ahí me refriego muchas veces cuando estoy en celo.

Ya al día siguiente, en el instituto, vi a Gabriel Toro que trató de agarrarme como siempre, a lo que yo le esquivé.

      “Tengo que contarte algo” le dije antes de dejarme llevar.

      “¿Qué pasa nena?” me respondió con su tono vacilón.

      “He estado con dos chicos”, lo cual era verdad.

      “Ya lo sé tía, les di yo permiso”. ¡No podía ser!

      “¿Cómo que les diste tu permiso?” Gabriel Toro me miró sonriendo.

      “Sé que estás muy caliente y con ganas de probar.” Me quedé a cuadros.

      “¡Pero tú eres un cerdo!” me hice la indignada.

      “Nena, no digas que no te ha gustado”. Me quedé pensativa. ¿Era esto cierto?

      “No, yo quiero estar sólo contigo”, mentí. No quería estar con él pero no quería parecer una guarra.

      “Ya lo sé, pero el sábado no lo hiciste del todo bien y yo necesito una chica que sepa follar”. Esto era la ostia. Así que lo tenía todo planeado.

      “No, esto ha llegado demasiado lejos. ¡Tú para mí has muerto!”

Al decir esto el corazón me dio un vuelco. No quería romper, no quería dejar de notar sus manos en mi cuerpo. Con los otros chicos no había sentido ni la mitad de lo que sentí con él. Pero tenía que hacerlo, me estaba humillando.

      “De eso nada, tú eres mía”. Encima me mandaba.

      “Pero no me respetas, ni me tratas bien”.

Estaba dolida, muy dolida. Era el chico al que quería y sintiéndolo mucho tenía que dejarlo. Se me partía el alma, pero él no lo aceptaba y cada palabra que decía tenía mucho poder sobre mí.

      “A ti te gusta que te den caña, que te humillen”. No me había dado cuenta pero había un montón de gente mirándonos.

      “¡No!” mi voz sonó débil.

      “Dentro tienes una puta y yo te la voy a sacar”. Me encogí de hombros…

      “¡Vete a la mierda! ¡Olvídame!” Y me fui entre lágrimas. Había sido humillada en público.






Una extraña excitación


Llegué a casa y estuve dos días sin salir. Le dije a mi madre que estaba enferma y me permitió quedarme en casa, en la cama. Me hundí entre las sábanas y pensaba en la humillación que había sufrido. Sin embargo no todo era frustración… Tenía una extraña excitación. Estando entre las sábanas, tal vez debería haber llorado, pero sólo estaba triste. Resulta curioso pero cuanto más pensaba en lo sucedido, junto al dolor en el corazón que tenía se despertaba el deseo sexual. Más de una vez me masturbé en silencio, sorprendiéndome a mí misma. ¿Me gustaba ser sometida? ¿Tenía razón Gabriel Toro? No, no era posible. Sin embargo lo de ahí abajo no opinaba igual, porque se humedecía cada vez que recordaba lo sucedido. Cerré los ojos, me chupé un dedo y me acaricié sensualmente, por debajo de mis braguitas. Me rozaba el clítoris y hundía un dedo en mi vagina, mientras los calores me llegaban a todo el cuerpo. Cerraba los ojos y veía a Gabriel Toro insultándome en público, diciéndome que iba a sacarme la putita que llevaba dentro. Sentí un orgasmo muy placentero, y sonreí.

Pero después volví a la realidad y me encogí de hombros. Esto no podía decírselo a nadie. Sería un secreto que jamás podría revelar y lo llevaría en mí casi como una carga. Sí, eso tenía que hacer. En cuanto a Gabriel Toro, lo más inteligente era ignorarlo y buscarme otro chico que me trate bien. El segundo día que estaba en casa sin salir vino mi amiga Anna. Mi madre me dijo que tenía una visita y yo al principio me hice la indignada. Ella se sentó en el borde de la cama. “Es un cerdo, pasa de él” me dijo. Yo le volví la cara, con mi orgullo herido. “No tenemos que discutir por un chico” insistió. Finalmente me volví hacia ella y le dije: “Tienes razón, pero pensé que estabais celosas” le dije refiriéndome al grupo de amigas. “Que va, si nos alegramos por ti cuando ligaste, pero vimos que te estabas enchochando y Gabriel Toro es un aprovechado” me sermoneó con toda la razón. “Vale, ¿y ahora qué hago?” Me insistió que lo primero era pasar de él, pero se dio cuenta de que estaba pillada. Entonces me dijo que fuera mañana al instituto con ella y que iba a estar conmigo todo el tiempo. Si se me acerca o pretende hacer algo, Anna responderá por mí.

Me sentí aliviada. Pero el gusanillo que me recorría las entrañas deseando a Gabriel Toro volvió a hacerme sentir mal. No podía borrar mis sentimientos. “¿Cómo hago para que se me pase esto?” Ella me miró y sonrió… “No hay una fórmula ni nada. Todas pasamos por lo mismo. Lo mejor es salir y conocer a otros chicos. Ten otro sentimiento por alguien que te haga olvidar a Gabriel Toro” me dijo. Bien, pensé. “Y esperemos que el próximo chico no sea tan capullo como este” añadió. Me estuvo un tiempo abrazando y cuando llegó la hora de marcharse, en lugar de darme dos besos, me dio un pico. Fue un beso en mis labios suave, casi una caricia, pero me envolvió como un hechizo que eclipsó mis sentimientos por Gabriel Toro… por unos momentos. Pero lo mejor de todo es que lo de abajo volvió a excitarse. Me volví a acariciar con un dedo, paro ahora recordando el fugaz beso. Nunca me había planteado mi sexualidad, pero a partir de ese momento pensé que tal vez me podrían gustar tanto chicos como chicas. Y me masturbé durante un largo rato, siempre recordando ese corto, pero intenso, momento con Anna. Tuve un orgasmo aún más placentero que con la humillación de Gabriel Toro. ¿Seré sumisa y bisexual?

 





Besos lésbicos


Os cuento como fue el siguiente día después de que Anna me diera un beso en los labios. Estaba nerviosa por lo que me había pasado con Gabriel Toro, pero mi amiga no me dejó ni un momento y me sentí respaldada por ella… Hasta que acabamos dándonos otro beso entre chicas. Al día siguiente mi amiga Anna estaba esperándome en la puerta de mi casa antes de las ocho, ya que entrábamos a primera. Estuvimos hablando de temas sin importancia hasta mitad de camino, cuando me preguntó si estaba nerviosa al volver al instituto después de lo que pasó el último día. “Claro, tía” respondí y entonces me cogió de la cintura. “A qué vino el beso que me distes” le pregunté más por curiosidad que por regañarla. “Te vi tan triste y vulnerable que me diste lástima” y rio. Yo también reí con ella. Por el momento lo dejamos como una anécdota, pero para mí fue algo especial, ya que me gustó cuando es algo que no me debería haber gustado.

Anna se puso en todas las clases al lado mío. En los recreos también vino América, ya que volví a ponerme donde nos juntábamos siempre.

      “Hala que fuerte lo de Gabriel Toro. Alguna debería darle un escarmiento”

Vino diciendo América. Era la modosita del grupo pero en esta ocasión vino pisando fuerte. Entonces Anna ya estaba sonriendo.

      “No, déjalo” me adelanté.

      “¿Por qué quieres que lo dejemos?” insistió.

      “¿No ves que está pillada?” respondió por mí Anna.

      “Pues que faena. «Ese tío va a por todas y a ti te ha visto cara de tonta».

      Yo no lo dejaría estar” añadió América.

Estuvimos un rato discutiendo el tema, pero no llegamos a ninguna conclusión. Yo me encogía de hombros. Otra de las anécdotas que me pasó ese día fue que los chicos seguían intentando quedar conmigo. El rumor de que era una chica fácil se había extendido más. A ninguno le dije que sí, sólo tonteaba con todos esperando la aprobación de Anna.

      “Tienes que conocer a otro chico que te haga olvidar a Gabriel Toro” era su consejo.

Pero ¿quién? Estos chicos que me entraban venían pensando que me podían meter mano sin tener ninguna relación, por lo que no iba a quedar ninguno de ellos.

      “¿Sigues chateando por las tardes?” me preguntó.

Cuando éramos tan amigas ella lo sabía todo de mí, incluido mi afición a chatear.

      “Llevo unos días sin entrar, ¿por qué lo preguntas?” dije con curiosidad.

      “Porque esos chicos no han escuchado que eres una facilona. Si lo haces bien podrás echarte novio incluso.” Pero yo nunca había quedado con un chico del chat, no me atrevía. “No te preocupes… Yo te acompañaré cuando quedes” me aseguró.

Por la tarde estábamos en mi casa, chateando. Mi madre ya estaba de morros regañándome porque había llevado a una amiga a casa. Quedamos un poco más pronto de lo normal, para después ver a América y a Mariuska. Pusimos de nick chica-soltera-16 y empezamos a chatear. Como siempre la mayoría de chicos eran unos salidos que sólo querían que les enseñara las tetas por Skype, que por cierto ni tengo. Cuando pongo la Cámara lo hago desde la misma cuenta de gmail.

Entre tanto salido hablamos con un chico majo que nos convenció a las dos. Además el chico era de Vigía, de 25 años, y se ofreció a venir al pueblo una tarde que podamos. Las dos estábamos encantadas, parecía que habíamos quedado las dos con el mismo chico. Nos chocamos las manos de alegría y entre sonrisa me soltó otro beso. En esta ocasión me apretó contra ella, haciéndome sentir todo su deseo. Sus labios húmedos incluso se movieron en mi boca, pero no respondí, me quedé paralizada. No podía ni articular palabra. Además volví a sentir esa extraña sensación, de que me humedecía. “Lo siento ha sido la emoción del momento” aclaró entre risas. Yo estaba deseando que ese beso le siguiera otro y otros, pero no me atreví a proponérselo. Sólo le dije “no pasa nada, tampoco ha sido tan desagradable” pero mi cuerpo me empujaba hacia sus labios. No hice nada, sólo disimulé mi excitación y solté alguna broma. Con lo que me había pasado solo me faltaba que me llamaran bollera. Y no lo era. A mí me gustan los chicos. Le acaricié levemente la mano y la empujé para salir del cuarto. Ya habíamos quedado con el chico del chat y el resto del grupo de amigas nos esperaban en la puerta de casa de Anna en poco tiempo. Ojalá vuelva a besarme, pensé, el beso entre chicas es más tierno.




Amigas especiales


Pasaron lentamente los pesados días de entre semana. Estaba deseando que llegara el fin de semana porque había quedado con mi amiga Anna y un chico del chat. Pero entonces llegó el tan ansiado viernes y justo ese día mis padres me castigaron… Resulta que los rumores de que me dejaba meter mano entre los chicos llegaron a oídos de mis padres y se enfadaron mucho. Les dije que no era verdad, que se lo había inventado el chico con el que había estado, pero me respondieron que todavía era muy joven para estar con chicos y que mejor me quedaba en casa tranquila. Me sentí a morir. Lloré, pataleé y me estiré de los pelos. Tenía que salir. Había quedado con mi amiga y con un chico del chat para poder olvidarme de Gabriel Toro, pero parecía que su sombra se extendería por mi vida. Llamé resignada a Anna y le conté lo sucedido. Me dijo que no me preocupara, que iba a venir a visitarme y tratar de solucionarlo.

Llegó por la tarde. Mi madre le dijo que estaba castigada y no podía recibir visitas. Pero Anna no se detuvo y le dijo que lo estaba pasando fatal con un chico y ella quería animarme. Mi madre siguió negándole, pero no sé cómo lo hizo, porque después de quince minutos ya me estaba tocando a la puerta del cuarto.

      “¿Qué has hecho, tía?” y ella me miró sonriendo

      “Le he convencido que se metían contigo porque el chico era un mentiroso, pero tú no habías hecho nada.” Genial.

      “¿Y se lo ha tragado?” asintió. Joder, que potra.

      “Entonces puedo salir” le pregunté ilusionada.

      “Eso tendrás que hablarlo con ella, pero creo que no pondrá pegas”.

      “Eres genial” le dije abrazándola. Anna me devolvió el abrazo

      “tú más” y me apretó contra su pecho.

Al cabo de un rato salí al salón para buscar a mi madre. Ella estaba viendo la tele con mi padre, que los viernes por la tarde no trabaja.

      “¿Puedo salir, mami?” se lo pregunté a ella porque normalmente es la que decide si se levantan los castigos.

      “¿A dónde vais?” nos preguntó.

      “Al paseo un rato. Hemos quedado con Mariuska y América” se adelantó Anna.

      “De acuerdo, pero a las 10 te quiero aquí.” sentenció.

¡Genial! Fui corriendo a darle un beso y un “gracias”, y nos fuimos a la calle. Una vez caminábamos por la calle libres Anna me comentó que no había quedado con las demás.

      “¿Y eso?” le pregunté. “Hemos quedado con Luis David a las 6”, Pero aún faltaban 2 horas.

      “¿Y qué hacemos mientras?” le susurré coqueta.

      “Vamos al paseo a esperarlo. Hemos quedado en el puerto.” Y así lo hicimos.

Fuimos al paseo y nos sentamos en un banco de cara al mar. Ya habíamos entrado en invierno y no hacía tiempo de bañarse, pero mirar las olas romper contra la costa siempre era algo que nos gustaba al grupo de amigas. Además el dulce olor a sal nos envolvía, con la magia de la noche que estaba a punto de empezar. El ocaso encantaba la tarde.

      “Eres genial tía. No sé qué haría sin ti” le volví a susurrar.

      “Tú te lo mereces. No era justo que te castigaran por el capullo de Gabriel Toro”. Hablando de Gabriel Toro, ¿Qué pasaría con él? Le confesé mis dudas.

      “Es posible que tus padres vayan al instituto el lunes para hablar con sus padres” me dijo, casi riendo. “¡Qué vergüenza!” me encogí de hombros.

      “Que se joda, por cabrón” me dijo con todas las letras bien sonoras.

      “¿Y si descubren que es verdad?” me alarmé.

      “No porque lo que ha pasado entre Gabriel Toro y tú es cosa vuestra. Él puede haberlo contado a sus amigos, pero se quedará todo en fantasmadas.” Me tranquilicé y solté un soplido de alivio

      “Ojalá sea así”. Entonces me acarició la nuca y me abrazó, dulcemente.

      “Tranquila: todo saldrá bien” y me dio un beso en la mejilla.

Su mano me dibujó el rostro. Yo sentí un cosquilleo. Los pelos se me erizaron. “Antes éramos amigas pero ahora los somos aún más” reflexioné. “Sí cielo, las mejores amigas”. Sus labios me acariciaron la mejilla, hasta llegar a la comisura de los labios. En ese momento miré a un lado y a otro. No quería que nadie nos viera. Al fondo paseaba una pareja de enamorados y disimulé.

      “¿Eres bollera?” le pregunté. Anna me miró pensativa.

      “¿Por qué hay que catalogarlo todo?”

Tenía razón. ¿Qué más da lo que seamos, si estamos a gusto juntas?

      “Pero no quiero tener novia, no lo soportaría. Ya has visto la reacción de mis padres cuando se han enterado de que he estado con un chico. ¡Imagínate si descubren que estoy con una chica!” Anna me miró y me sonrió.

      “No tenemos que ser novias, sólo lo que somos… las mejores amigas.” Eso estaría mejor.

      “Amigas especiales” suena bien.

      “Sí: amigas especiales” y me dio un pico en los labios. Yo no le correspondí en ese momento, pero le dije “en privado mejor”. Anna me cogió de la mano con mucho cariño, “vale, pero nadie nos va a ver aquí”. Entonces le devolví el beso y susurré… “gracias por todo lo que has hecho por mí”

 



Cunnilingus y masturbación


Anna y yo esperamos al chico, que llegó 20 minutos tarde. Cuando llegó ya estábamos que nos subíamos por las paredes, desesperadas. Llegó Luis David se excusó y ya estaba Anna jugando con un dedo en su mejilla, seductora. Era un chico alto, delgado y muy educado. No es que fuera mi tipo, pero para un rollete no estaba mal. Cuando llegó lo primero que hizo fue disculparse por sus 20 minutos de retraso…

      “Siento haber llegado tarde. La entrada al pueblo es fatal.” Tenía razón. El pueblo donde vivimos está entre montañas y para entrar hay una carretera con muchas curvas.

      “¿Tenías miedo a no llegar y no conocernos?” como siempre mi amiga con sus preguntas tontas, tratando de poner nervioso a los chicos.

      “Sí, porque al otro lado de las curvas hay un barranco que te da pánico” respondió y todos nos reímos.

Fuimos a un banco del puerto. Ya se estaba haciendo de noche y a esas horas allí no había farolas, por lo que teníamos total discreción a las miradas curiosas. Anna y Luis David estuvieron hablando entre ellos un buen rato, mientras yo miraba como las últimas luces se apagaban. Hablaban sobre cosas cotidianas como el tiempo, la televisión, la entrada al pueblo… Pero poco a poco Anna se fue acercando a él, llegando a acariciarle el pecho. Yo estaba al otro lado de mi amiga, donde me sentí por momentos desplazada. Hasta que finalmente Luis David se dirigió a mí

      “Y tú Sthefanny, ¿no dices nada?” y le respondí con otra pregunta

      “¿qué quieres que diga?”. Anna rio.

      “¿Por qué no le cuentas lo de Gabriel Toro?” me sorprendió.

      “No tía, eso es privado” salté.

      “¿Qué privado? Si lo sabe todo el pueblo.”

Y la cabrona empezó a contarlo todo por mí, sin omitir ningún detalle. Cuando terminó Luis David se levantó y se colocó entre mi amiga y yo. Me cogió del hombro, abrazándome.

      “Pobrecita. ¿Eso te ha pasado?” Yo me encogí de hombros.

No sabía dónde meterme de la vergüenza. Estaba a rabiar con Anna, pero curiosamente que Luis David supiera eso de mí lo hizo mucho más cariñoso conmigo y yo me dejaba querer. Sin embargo Anna no se quedaba paraba y seguía acariciándole el pecho, con sensualidad. De pronto no sé qué pasó que me vi manoseada y al mismo tiempo mi amiga y el chico se besaron. Fue algo raro. Anna consiguió seducirlo y, para no dejarme de lado, cogió la mano del chico y la colocó sobre mis tetas, por encima de la ropa. Mi primer impulso fue el de soltarle una hostia, pero al ver que era la mano de mi amiga la que guiaba la del chico me contuve. Entrecerré los ojos y me deje llevar.

Luis David, al ver que me dejaba tocar, dejó de besar a Anna para besarme a mí. Mientras ella bajaba la mano y empezó a acariciarle la barriga, casi rozándole la ingle. Empecé a sentir ese calentón en mis zonas erógenas y, el poco frío que sentía se convirtió en sudor, o eso me parecía. Mis ojos entrecerrados sólo veían besos y caricias tanto para mí como para mis cómplices amantes. Sin embargo era todo una locura. ¿Qué hacíamos dos amigas liándonos con un chico a la vez? De pronto me sentí rígida. No quería seguir. Estaba convencida de que lo que hacíamos estaba mal, por mucho que me gustase. No quería ser la zorra que se dejaba meter mano, y eso era lo que estaba haciendo a escondidas de todos. No quería dar la razón a Gabriel Toro. No quería que pasara lo que estaba pasando. Tenía que controlar mis impulsos. Y me aparté unos centímetros. Lo justo para que ambos entendieran que no quería seguir. Pero ellos no pararon y siguieron besándose y manoseándose como locos, completamente excitados. Anna le besaba con lengua y se retorcía de placer, sintiendo las manos de Luis David recorriéndole el cuerpo. Tenía una mano tocándole las tetas por dentro de su escote y la otra en el trasero, hundida en el pantalón. Yo estaba completamente excitada de ver la imagen. De hecho el calentón que tenía no se me quitó al apartarme, sino que aumentó al ser consciente de lo que tenía al lado.

No quise volver a la acción, pero me acaricié mientras contemplaba el espectáculo que me estaban ofreciendo. Teníamos los tres un calentón impresionante, pero sólo ellos dos decidieron desatar su pasión y yo me sentí a gusto mirando, contemplando la escena. El chico empezó a besarle el cuello y bajó hacia su pecho. Anna gemía y movía el culo de arriba hacia abajo, como una perra en celo. Le sacó las tetas y las chupó con la boca bien grande, moviéndolas. Mi amiga dejó caer la cabeza hacia detrás mientras sentía los besos y caricias en su cuerpo ardiente. Al mismo tiempo mis dedos ya se introducían en mi vagina, que estaba tan caliente que había dejado mis braguitas chorreando. Entonces Luis David bajó de las tetas, besando su ombligo y desabrochó los botones del pantalón. De un fuerte estirón dejó al descubierto un tanga rojo, que apartó sensualmente con un dedo. Sus besos fueron lentamente pasando de su vientre a su ingle, siempre besando en círculos alrededor de su vagina. Y su lengua se estiró hacia su clítoris. Lo noté porque Anna en ese momento se retorció, como si hubiera recibido un latigazo. Pero el chico ya estaba sumergido entre sus piernas, tratando de que ella alcanzara el clímax. Y no tardó mucho porque sentí como se estremecía al agarrarle la mano.

Con mi otra mano yo seguía masturbándome y casi al mismo tiempo llegamos al orgasmo juntas, que fue intenso y placentero. Fue algo especial. Anna y yo estábamos tan unidas que sentimos el éxtasis de la otra. Me sentía tan comprendida, tan apoyada, tan caliente… que me dio igual que el chico viera que me había corrido viéndolos. Estaba tan feliz de tener una amiga como ella, ayudándome, empujándome hacia lo que quería experimentar y entregándome su sexualidad sin tapujos, que la abracé y le di un húmedo beso. Luis David se quedó flipado al vernos. Era feliz. Era eso lo que quería para mi vida. Y Anna me lo estaba regalando. Era mi mejor amiga, mi amiga especial.





Calentando a nuestro ligue


Una vez ambas sentimos el orgasmo, nos vestimos rápidamente. Fue como si nos hubiera entrado la vergüenza de repente. Luis David estaba deseando que le hiciéramos algo y se quedó con las ganas. Pero no pareció importarle porque enseguida se puso a hablar de lo que habíamos hecho. Era curioso… Mientras tenía el calentón no pensaba en lo que estaba haciendo, pero una vez terminé me encogí de hombros y dejé que fuera Anna la que hablara con Luis David. Me sentía tan sonrojada que no podía articular palabra. Me habría gustado en ese momento desaparecer y no volver a saber nada de los dos. Pero a Anna no le sucedía lo mismo. Ella hablaba con naturalidad, como si lo que había hecho, que era más que lo mío, fuera algo común.

Comentó que podríamos repetir en un rato, pero en un lugar más discreto. Aunque estábamos en un banco del puerto sin iluminar, me sentiría más segura en otro lugar donde no pudiera pasar nadie. Comentaron que el mejor sitio era ir a un descampado en el coche. Y bueno, como Luis David vino en coche decidimos aprovecharlo. De camino al descampado paramos en un “24 horas” donde Luis David nos compró un cartón de vino, coca cola y azúcar para hacer calimocho. Yo insistí que no lo comprara porque tenía que estar en casa a las 10 en casa. Pero Anna insistió que no me agobiara por la hora. Sabía que si hoy llegaba tarde, después de lo que mis padres habían escuchado de mí, estaría todo el mes castigada. Entonces Anna cogió mi móvil y trató de llamar a mi madre, pero no tenía saldo. Cogió el número y la llamó con el suyo. Le dijo que íbamos a cenar y ver una peli de terror, que si me dejaba llegar un rato más tarde. Y me permitió llegar a las 12, pero que iría mi padre a recoger a su casa. Luis David nos dejaría en la puerta de su casa a las 12 y listo. ¡Joder que amiga! Como todavía era temprano me permití beber un poco.

Hicimos un mini botellón en los asientos traseros del coche de Luis David. Él dijo que sólo tomaría coca cola porque tenía un largo viaje de regreso a su casa. Es de Vigía, hay una hora y media de camino y la carretera para entrar al pueblo es muy peligrosa. Tenía que estar bien para no tener ningún accidente. Dijo que la próxima vez que quedásemos teníamos que ir nosotras a Vigía y nos invitaría a más cosas, pero que no vendría más y menos para irse de noche. Nos pareció bien y quisimos disfrutar esa noche que sí estaba allí con nosotras.

Estábamos sentadas una al lado, con Anna en medio. Bebíamos y nos entraba la risa tonta. Entonces el chico empezó a manosear a mi amiga. Ella se dejaba hacer entre risas, como si tuviera cosquillas en todas las partes del cuerpo.

      “¿Os habéis dado un beso antes?” nos preguntó. Yo me callé pero Anna respondió…

      “¿No has visto que sí?” muy segura de sí misma.

      “¿Y eso, sois novias?” preguntó cachondo perdido.

      “Que va, sólo amigas especiales” y lo miró sensualmente.

Yo ya no sabía dónde meterme, intenté encogerme entre el asiento, pero no hubo forma de desaparecer.

      “¿Lo podéis repetir?”

Las dos sabíamos que se refería al beso. Traté de poner una excusa, pero antes de que pudiera reaccionar Anna me soltó un beso en los labios. En esta ocasión sentí su aliento a alcohol y fue algo raro… me desagradó pero quería más. Además me acarició una teta para poner más cachondo a nuestro ligue. Yo no sabía qué hacer ni que decir. Estaba completamente bloqueada. Y lo cierto era que me gustaba, pero nunca me había sentido excitada por las chicas y esa sensación era completamente nueva para mí. Necesitaba tiempo para asimilarlo. Pero la situación no paró ahí.

Entonces Luis David le pidió a mi amiga que me chupara una teta. Mi primera reacción fue la de echarme hacia atrás. Anna me abrazó tiernamente y me dijo que me tranquilizara, que no pasaba nada. El corazón me latía fuerte, no sé si de puro morbo o de miedo. Estaba tan confundida con lo que me estaba pasando. Y tampoco podía decir que no. Anna me acarició con suavidad. Sus manos eran delicadas y sensuales. No como la de los chicos que tratan de conseguirlo todo bruscamente. Me sentí deseada por dos personas y eso me gustó. También me gustó la forma de acariciarme otra mujer. Y me encantó el poner cachondo al chico. Pero no me imaginaba con otra chica y eso era lo que me cortaba. Sin embargo me dejaba hacer y poco a poco el nerviosismo y el miedo dieron paso al placer y al deseo. Aun así me quería controlar. No quería dejarme llevar por la situación. Y me dejé acariciar todo el cuerpo, desnudar y chupar, pero yo pensaba en otras cosas para no excitarme demasiado. Quería mantener el control. El chico estaba con una erección brutal. Tanto que empezó a besar el cuello de Anna.

      “Nena… ¡quiero hacerlo contigo!”. Ella se dio la vuelta y sensualmente le dijo…

      “¿A qué esperas? No vas a encontrar a otras dos zorras más fáciles de follar en toda Venezuela… estamos muy calientes y con hambre de verga.”




Rollete de una noche


Me encontraba abrazada por mi amiga, con Luis David metiéndole mano y tratando de desnudarla cachondo perdido. Yo tenía las tetas fueras y un calentón que apenas podía controlar. Mientras me daba algunos besos más con Anna, el chico le bajó los pantalones, le apartó el tanga y se sacó la polla. Quería follar. Hundí mi cara en el cuello de mi amiga. Estaba excitada, pero a la vez no me podía creer lo que estábamos haciendo y me entró vergüenza. Sin embargo ella levantó un poco el culo para que Luis David pudiera penetrarla. Pero sólo le rozó el culo con su polla, porque tenía una posición incómoda para meterla bien. Entonces alargó su mano y me manoseó una teta. Sentí que otra vez el morbo le ganaba a la vergüenza. Saqué mi cara del cuello de mi amiga y lo miré, sonriendo. Quería disfrutar de ese momento. Quería que los tres gozáramos. Me estiré para darle un morreo a él también. Me encantaron sus besos húmedos, llenos de pasión y deseo. Me absorbía los labios dulcemente, mientras sus manos recorrían mi cuerpo y eso era suficiente para volver a experimentar esa sensación que tuve con Gabriel Toro.

Anna se sentó encima de Luis David. Lo hizo lentamente, hasta que consiguió hundir la verga en su coño. Le cogí de una mano y sentí como le temblaba todo el cuerpo de excitación. Después, también poco a poco, empezó a moverse de arriba hacia abajo, mientras el chico le besaba y le metía mano con movimientos suaves. A través de su mano sentí como le provocaba placer cada acometida. Anna gritaba de gusto y yo era su cómplice. Cada suspiro le acercaba al éxtasis. Cada embestida era le acercaba al clímax. Cada gemido desgarraba el placer. Y yo estaba unida a ella apretándole la mano, pero lo sentimos como una sola. Éramos amantes en silencio. Y el chico me miraba y se calentaba más. Veía la conexión que teníamos entre las dos y le gustaba. ¿Cómo no iba a gustarle? Estaba con dos jovencitas de 16 años que experimentaban juntas su sexualidad. Era el deseo de cualquier chico, sumado a no habíamos puesto problema a que nos follara a pelo.

Se la folló durante cinco minutos o menos, aceleró la inserciones y finalmente se corrió dentro de ella… se la folló a pelo y tal vez por eso también gimiendo de placer. Pero el calentón se pasó y volvimos a la realidad…

      “¿Te has corrido dentro?” le preguntó Anna.

      “Sí, ¿qué pasa?” le respondió Luis David.

      “¿Y no te has puesto condón?” preguntó mi amiga alarmada.

      “¡No! No me has dicho nada.”

      “Mierda, estoy en el periodo de descanso” Ambos empezaron a ponerse nerviosos.

      “Te tendrás que tomar la pastilla del día después” traté de ayudar.

      “Pero aquí en el pueblo nos conocen en todas las farmacias” respondió mi amiga.

      “Bueno, yo la compraré en Vigía y bajaré mañana por la tarde a dártela”.

Lanzó un suspiro de alivio y dijo “vale”. Menos mal que el chico es muy buena gente. Y así quedamos. Al día siguiente Luis David bajó con la pastilla. Estuvimos un rato hablando, pero con el susto que habíamos tenido no nos entró ganas de hacer nada y sólo hablamos. Y ya no volvimos a verlo más. Nosotras no lo llamamos. Nos habíamos comportado de una forma que no era normal en nosotras. Y él entendido que había sido sólo un rollete de una noche, no quería complicarse.

 



Conociendo el Deep Web


“Soy una chica de 18 años, con algunos kilillos de más en cierta parte de mi cuerpo, soy guapa y con encanto…” esa fue mi presentación en la web.  Lo que no he dicho es que estoy sacándome el bachiller de humanidades y ciencias naturales. Siempre me ha gustado escribir. Pero nunca lo he compartido públicamente. En Internet publiqué un blog hablando sobre mis inquietudes, pero apenas nadie las leía. Supongo que los chicos buscaban ver quién había detrás, pero yo no me atreví a subir mis fotos. Tenía miedo que algún conocido me reconociera y se aprovechara de las confesiones que hacía. Aunque en cierta manera me hubiera gustado recibir comentarios sobre mi físico. Sobre todo si les gustara.

De lunes a viernes voy al instituto. Por las tardes ayudo a mi madre con las tareas del hogar, porque somos cuatro en casa y los demás no ayudan mucho. Mi padre y mi hermano se pasan el día fuera, sólo llegan para cenar y acostarse. Algunos días quedo con mis amigas del instituto para dar una vuelta. Lo que nunca falla es la quedada de los viernes. Cuando no hay plan vamos por la zona de tiendas para ver por los escaparates los modelos que nos gustaría tener en un futuro. Tal vez cuando trabajemos. Y cuando hay plan nos vamos al cine, a un concierto, a una obra de teatro… Lo que se nos ocurra esa semana. Normalmente el viernes suele ser más tranquilo. Planeamos algo. El sábado lo pasamos bomba. Y el domingo me quedo en casa. Me gustan esos días familiares, porque puedo estar con mi hermanita y mi “padre”… que por cierto cada vez lo veo con ojos diferentes y más golosos.

El otro día estaba con mis amigas y salió una conversación la mar de interesante. Hablaron sobre la Deep Web. Yo no tenía ni idea de lo que era. Parece ser que en Internet hay mucha seguridad. Cuando una persona navega, hay otras personas velando por su seguridad y evitan que nadie les pueda estafar. Pero, claro, vigilan que no se cometa ninguna irregularidad. Sin embargo hay páginas que escapan a ese control y puede hacer todo lo que quieran, legal o no. Se llama la Internet invisible. Yo sentí curiosidad y cuando llegué a casa me estuve informando viendo vídeos en YouTube. Había canales que dedicaban series completas sobre sus experiencias en estos sitios prohibidos. Y daba miedo, pero también curiosidad. Estuve viendo un vídeo donde explicaban que entrar en la Deep Web era como jugar a la Guija… sabes cómo va a empezar, pero no como va a terminar. Hay hackers que pueden detectarte y conseguir de ti todo lo que ellos quieran. Pero también hay páginas ilegales con información de todo tipo, desde informes secretos del gobierno a violaciones reales. Pero lo que más me llamó la atención es que se podía ganar mucho dinero. Evidentemente todo sería con negocios sucios… venta de drogas, armas, pornografía… Había todo un submundo tenebroso, al que sólo podían acceder personas con ciertos conocimientos técnicos.

Entonces pensé, durante un tiempo, que me gustaría verlo. Yo siempre he sido curiosa por naturaleza. Siempre he querido descubrir los secretos del mundo. Y, según parece, estos secretos están ocultos en estas páginas invisibles. Además, con todo esto, entiendo que lo que se cuenta en los medios públicos no es toda la verdad. Cuando ocurre un suceso, si es demasiado escabroso, entonces lo camuflan. Recientemente había visto la película El bar, donde un grupo de personas son testigos de un virus mortal. La policía, en ese caso, lo que trató fue de matarlos a todos y en las noticias se publicó que había un gran incendio. ¿Y si parte de la información fuera así? ¿No deberíamos todos entrar en la Deep Web y descubrir lo que está pasando realmente? Cada día que pasaba tenía más ganas de explorar las entrañas de Internet. Tenía bastante miedo a que un hacker pudiera jugar conmigo, pero eran más la curiosidad. Así que aproveché cada vez que me quedaba sola en casa y fui informándome.

Tenía que utilizar un navegador especial, que encriptaba mi IP. Después tenía que acceder a una página de directorio de estas webs, ya que para no ser rastreadas cambiaban su dirección constante. Así lo hice. La primera vez estaba muerta de miedo. Entré unos minutos, vi unas páginas en inglés y apagué el ordenador. ¿Qué estaba haciendo? ¿De verdad estaba dispuesta a exponerme al peligro? Estuve unos días intentando desechar la idea. Pero no podía dejar de pensar en los secretos que me encontraría allí. ¿Podría conocer la verdad del mundo? ¿Podría ganar dinero? Por un lado estaba aterrorizada, pero por otro no me podía resistir. Entré por segunda vez. Estuve navegando por varias páginas encontrando cosas sin mucho sentido… sexo, sangre, asesinatos… Pero sí parecía haber un negocio detrás. Porque había webs que te permitían comprar una cuenta bancaria con otro nombre al tuyo.

Allí había sicarios, narcotraficantes, prostitutas… Con cada nuevo descubrimiento me escandalizaba. Sentía deseos casi de arrancarme los ojos. ¿Cómo había gente que podía hacer eso? A pesar de todo lo que me horrorizaba ese mundo, fui entrando cada vez más tiempo. Se convirtió en un vicio. Quería saber cómo funcionaba, qué cosas podría ver y hacer allí. Al principio sólo veía cosas que no entendía, pero poco a poco fui entendiéndolo. También me ayudaba de un traductor, porque casi todo estaba en inglés. Entonces descubrí una forma de ganar dinero. Había una web en la que había hombres que pagaban por ver sus nombres escritos en las tetas las chicas. Y a mí, como además era menor de edad, me pagaban más. Para cobrar tuve que crearme una bitellera de Bitcoin y pedir una tarjeta.

Empecé así. Las fotos podían ser sólo de las tetas, por lo que nadie podría reconocerte. Pero también daban la posibilidad de subirlas con cara, pagando más. Entonces pensé que si esa página era invisible, ya que desde Chrome no se podía acceder, ¿Cómo la vería nadie conocido? Donde vivo no hay nadie, que yo sepa, que se las dé de informático. Y si lo viera, no tendría pruebas, ya que no podría pasarla. Así que decidí hacerlas con cara. Para acceder a ella, cada vez que se entraba de nuevo, había que buscarla en el directorio. Pero encontré otro mejor, donde sólo habían webs interesantes de sexo, incluida esta. Era algo prohibido, surrealista. Cada vez que entraba sentía un escalofrío. Pero esa inyección de adrenalina la necesitaba, como una dosis para mi dependencia. Las fotos me las hacía en el aseo. Me sacaba las tetas, escribía con pintalabios el nombre que me decían y hacía la foto al reflejo. Me sentía sexy, deseada. Me imaginaba a desconocidos observándome y excitándome por mí… y me gustaba. Incluso llegué a pensar que si no me ofrecían dinero, que puede que lo siguiera haciendo un tiempo.

Luego podía ver comentarios de gente alabándome. Les encantaban mis tetas sobrepasadas con unos kilitos de más. Siempre había algún cafre metiéndose con eso, pero eran pocos y es algo habitual. En mi día a día al principio no se notaba. Ganaba 20 o 30 dólares americanos de más. Me lo gastaba en ropa. Por fin podía tener todos esos modelitos que me gustaban. Y a familiares y amigos les decía que lo había conseguido en rebajas o de imitación baratísimo. La mentira colaba, pero cuando empezaba a cobrar más tenía que ser prudente. Tenía siempre 100 y 200 $ disponibles. Pero aun así no me conformaba. Una vez empecé a ganar y podía tener lo que quería, siempre aparecían nuevas cosas. No podía parar. Se había convertido en un vicio. Pero a los meses me llego una proposición. Una de las personas que comentaba en mis fotos desnuda, me propuso acceder a otra web. Esta web se llamaba el juego de los límites sexuales. Me aseguró que podría ganar mucho dinero así que entré para ver de qué se trataba.





Masturbación


Estamos en el segundo nivel del juego de las perversiones sexuales. Aquí nos encontramos el primero de los tabúes sexuales… que una chica haga un vídeo de una masturbación, que muestre la cara y lo suba a Internet. Recordemos que se metió en la Deep Web en busca de experiencias intensas, y vaya si las ha encontrado. Lo que le ha ocurrido no lo olvidará en la vida. Días más tarde accedí a la web. Lo cierto era que no necesitaba el dinero para nada. Era puro morbo. Eran ganas de ver las reacciones de los chicos a mi test. Disfruté mucho viendo como alababan mi mente liberal. Me decían que era guapa, que querían quedar conmigo. Querían conocerme, ser parte de mi vida, tener sexo conmigo… Y todo eso me gustaba y me hacía sentir excitada. Nunca pensé que los chicos pudieran sentir esa atracción tan fuerte por mí. No me consideraba que fuera una de esas chicas top, al contrario. Era guapa, pero no tanto que me avergonzaba mostrarme a los chicos que me gustaban. Pero por aquí era diferente. Había hombres a los que les gustaba, que querían más de mí. Me hacían sentir deseada.

Había cobrado sin problemas el primer pago y eso me dio confianza. En esta ocasión tenía que subir fotos desnudas y grabarme el vídeo de la masturbación. Las fotos ya las tenía, porque me las hacía con frecuencia para verme y analizarme desde la vista de los demás. Sólo me faltaba grabar el vídeo. Así que viendo la recompensa, 100 $, decidí hacerlo. Era un paso más. Y luego me volvería a sentir deseada con todos esos chicos alabándome. Curiosamente en esta web no había “haters” insultándome. Y eso me gustó más.

El vídeo lo hice una mañana que mi madre tuvo que salir. Ese día no fui al instituto. Cuando me quede sola preparé la cámara del ordenador en el escritorio y me desnudé enfrente. Primero empecé acariciándome los pechos con una mano y el muslo con la otra. Me imaginaba a todos esos chicos viéndome en acción y deseando tenerme. Querría hacer una orgía con todos ellos, querría que me indicaran lo que tenía que hacer a continuación. Me sentía como una marioneta en sus manos. Pero no era por el dinero, era por el morbo de pensar que me estaban siguiendo.

Mi vida se estaba convirtiendo en un “Reality show” oculto en las entrañas de la red. Y me encantaba. Cada vez que profundizaba más en mis fantasías sexuales, más excitada me ponía. Quería hacer todo eso y más. Quería descubrir el sexo en todo su esplendor. Pese a no ser ya virgen, estaba explorando los mayores placeres sin ser penetrada siquiera. Nada se podía comparar a ese momento. No por la masturbación en sí, ya que lo había hecho miles de veces, sino por la locura que impregnaba mi mente. Estaba ávida de placer. Mi cuerpo era un volcán a punto de entrar en erupción. Y todavía mis dedos no se habían acercado a la zona del clímax. Un roce de mis dedos por el canalillo o por la ingle, suponía una explosión de sensaciones. Mi cuerpo se estremecía, era puro éxtasis. Y en mi mente miles de ojos observándome en la penumbra, de los testigos de aquella web invisible de internet.

Cuando rocé el clítoris, tuve una contracción. Era una masturbación exquisita. Fue una sacudida intensa de placer. Estaba abierta totalmente a experimentar, a dejarme enloquecer por unos desconocidos, que deseaban tanto como yo deseaba que me vieran. Y cuando rocé el clítoris, cuando tras la sacudida el temblor se prologó, entonces llegué a un brutal orgasmo que me hizo hasta gritar. Fue el mejor de mi vida. Minutos después, aun con el corazón latiendo fuerte dentro de mí, corrí para subir el vídeo a esa página prohibida. Tenía los dedos chorreando fluidos, pero me dio igual manchar las teclas. No podía esperar más. Y al subirlo volví a sentir esa sensación de estremecimiento. Pero al hacerlo vi que era tarde y salí. No quería que mi madre me pillara al regresar de hacer la compra. Y estaba eufórica por la masturbación… y esa sensación de curiosos recorriendo mi cuerpo.





Infidelidad


Al día siguiente volví a la web y ahí estaba mis fotos, mi vídeo y el test. Y por supuesto, los comentarios abajo. Si antes ya me querían poseer, ahora eran peores. Sólo veía proposiciones para quedar, para enviarles fotos de forma privada a ellos. Todo eso me encantaba. Sentía que podía ligarme al que quisiera. Y entre tantos, alguno tendría que haber que me gustara. Pero así, sin verles, sería como una cita a ciegas. Podría quedar con quien quisiera, con el morbo añadido de no saber cómo es, pero que él sí sepa cómo soy y qué me gusta. Me entraron esos calores típicos de la excitación. Respondí algunos comentarios.

En esta ocasión tenía que echarme novio y ponerle los cuernos. Pero había un requisito imprescindible… no me podía follar. Por esto se ofrecía 200 $, pero tenía que subir pruebas de ello. Me pareció una contradicción, ya que en los juegos sexuales cuanto más lejos se llegue mejor. Aquí parecía que el morbo estaba en ser pillada por mi amante. Aunque, pensé, al ser sólo besos el juego se hacía muy inocente. Estaba equivocada y pronto me daría cuenta. El novio que me eché era un chico de mi clase. Él solía ir detrás de mí. Bueno, detrás de mí y de algunas chicas más. Por lo que consideré que empezar a salir con él sería extremadamente fácil, como así resultó. En esta ocasión me tomé un poco de tiempo, porque me costó más encontrar a un amante. El resto de los chicos de mi clase no sabía si les iba a gustar.

Y bueno, aunque aquí parezca muy lanzada contándolo todo, en realidad soy bastante tímida. Más si no sé si al chico le voy a gustar o no. Por ello me costó especialmente. Bueno, a todo esto tengo que decir que en los estudios me empezó a ir bastante mal. Mi mente siempre estaba en esa página de la Deep web y lo que estaba descubriendo sexualmente. Por ello no lograba concentrarme a la hora de estudiar. Además, con mis amigas tampoco me iba especialmente bien. Muchos días dejaba de quedar por quedarme en casa en Internet. Yo les decía que estaba chateando con chicos por chat, y que había alguno que me gustaba, pero que no había quedado. Esto, aun siendo peligroso, resulta mucho menos comprometido que lo que hacía realmente. Me decían que llevara cuidado, que nunca sabía con qué tipo de persona me encontraría. Pero yo no les hacía caso, iba muy a la mía.

Lo cierto es que también chateaba cuando me aburría. Pero claro, sin quedar. Sin embargo, para poner los cuernos a mi novio, sentí que tenía que quedar al menos una vez. Pero me pasó una cosa extraña. Los chicos con los que chateaba, normalmente de fuera, todos querían tener sexo. No les compensaba venir a verme si era sólo para hablar y conocernos. Empecé a entender que con unos besos no bastaba, así que ofrecí sexo oral, que lo hacía bastante bien y sí se permitía en las reglas de esta web invisible. Entonces los chicos sí querían quedar, ni se lo pensaban. Eso sí, debía dar mi teléfono y hablar con mi voz, sino desconfiaban. Así fue como quedé con el extraño para hacerle una mamada en su coche. El chico en el chat me dijo que tenía unos 30 años. Tenía que quedar con chicos mayores que yo, porque los de mi edad no tenían coche, y por tanto, no habría un lugar para hacerlo. Pero resulta que cuando quedamos de 30 nada, tendría unos 50 tacos lo menos. Aun así pues dije, ya que he quedado y tal, que todo sea por los 200 $

Aunque tengo que reconocer que en cierto modo me excitaba la idea de hacerle una mamada a un tío mayor que no conocía de nada. Hasta ese momento no me ponía nada los hombres mayores, pero esta situación sí. Era un desconocido, un coche, de noche… Me sentí sucia, como una puta barata. Pero en parte me encantó. Para entregar las pruebas en la web, le pedí que me grabara con el móvil. Era una persona a la que no iba a volver a ver. Tenía pensado en bloquearle después de esa noche. Así que me lancé. Mientras me grababa, le abrí la bragueta y le acaricié por encima. Llevaba un pantalón vaquero y unos calzoncillos blancos. Agache la cabeza y le rocé, suavemente, con la cara. Todo esto mientras le miraba a los ojos con cara de pervertida. Al menos así me lo imaginé. Enseguida noté el bulto caliente crecer. Y gracias a mí. Entonces el hombre se levantó un poco, para bajarse los pantalones. También hizo lo mismo con sus calzoncillos, dejando ver una polla no muy grande pero bien dura. La cogí con una mano. Noté un intenso olor a macho. Lejos de horrorizarme me gustó. Sentí como mis feromonas enloquecieron.

Si antes ya tenía ganas, cuando percibí ese aroma a sexo todo mi ser quería gozar, pero no era el día. En esa ocasión sólo debía mamarla y volver a casa con la prueba de la infidelidad. Y así lo hice. No sin antes desear que me follara como una perra. Me metí su polla en su boca y empecé a chupar. Era raro. No sé explicarlo. Noté como se excitaba, pero yo no llegué a sentir nada. Así estuvimos un rato, hasta que me agarró de la cabeza y me la movió. Empezó él a llevar el ritmo. Fue algo increíble entonces. Notaba toda su excitación como si fuera mía. Abajo notaba como mis fluidos humedecían mis braguitas. Fue algo alucinante. Me cogió del pelo, viendo que me gustaba, y me movió con más violencia. Casi se pensaba que era una muñeca hinchable a la que estaba penetrando. Y noté como llegaba su clímax y se corría. Tuve tiempo para apartarme, pero no hice. Pensé en el morbo que les daría a los chicos de la web verme con semen en la boca.

¡Fue una puta locura! Era más lo que tenía en la cabeza, que lo que tenía delante. Noté que me podía follar a cualquier persona que me propusieran… descubrí que el coño de una mujer puede convencer a cualquier cabrón con dinero. Me excitaba sólo de pensarlo. Y aquel día, casi por arte de magia, yo también llegué al orgasmo. Mientras tiraba sus últimas gotas, yo sacaba la lengua y miraba a la cámara. Dejé que el semen me chorrera por las comisuras de los labios y goteara por mi barbilla. Durante ese periodo, de segundos prácticamente, me rocé con una mano el clítoris y acompañé al hombre en la mejor de las sensaciones. Para terminar me limpié con una mano y chupé los restos. Estaba eufórica de placer. Al terminar nos limpiamos y le prometí que una vez llegase a casa con wifi le pasaría el vídeo por WhatsApp. Al llegar a casa, con mis padres en el salón, subí el vídeo a la web, pero no se lo mandé al tipo… simplemente lo bloqueé de por vida. Lo hice junto con las fotos que tenía en las que salía con mi novio. ¡No podía esperar ni un segundo! Ya solo me quedaba un último nivel de depravación vender mi virginidad, ¿Cómo hacerlo si ya me habían roto el coño…?





 

Vendiendo mi virginidad


Muchas veces había oído que muchas chicas ganaban mucho dinero vendiendo su virginidad a desconocidos. Se ponían en subasta y quedaban con quien más dinero ofreciera. Evidentemente da miedo… no sabes quién te va a tocar. Pero a la vez puede dar morbo y el dinero siempre ayuda. Vemos como acabé vendiendo mi falsa virginidad, porque ya me habían roto, pero eso solo lo sabía yo en web, así que ideé una manera de hacerlo en uno de mis días últimos de menstruación, que unido a lo estrecha que es mi vagina, podía pasar perfectamente por virgen. Me asusté… En un principio me asusté. Empecé a pensar en cómo sería y me imaginé a un loco tratando de follarme a la fuerza. O queriendo hacerlo sin condón y, al ser un desconocido, no podría fiarme sobre si no tuviera enfermedades de transmisión sexual. Entonces sentí que por una parte me daba morbo. Era sentirme más sucia, más golfa y muy puta. Y eso es lo que buscaba cuando empecé con este juego. Pero Pensé que se había llegado muy lejos y quise parar. Lo que hice fue no volver a entrar a la Deep Web y tratar de olvidarme del tema. Ya había ganado bastante dinero. Tanto que debía gastarlo discretamente. Más siempre está bien, pero no lo necesito.

Al cabo de un par de semanas, noté algo raro. Estaba en mi cuarto y vi como la webcam de mi ordenador se giraba hacia mí, al moverme por la habitación. Lo primero que hice fue sentarme en el ordenador a ver la configuración. Pero lo que vi me impactó. Estaba el bloc de notas abierto y ponía… “Tienes que vender tu virginidad”. ¿Qué? No podía creerlo. Aterrorizada apagué el ordenador. Entonces el mensaje me apareció en el móvil. Era como si alguien se hubiera infiltrado en mi red. Aun así me resistí. No pueden hacerme nada, no saben dónde vivo. Pero después pensé que podrían contarlo a mi familia o a saber qué. Pero… ocurrió algo más. Un día me llegó una carta. El remitente era habitual, de un chico que me había escrito otras veces. Pero en su interior ponía el mismo mensaje. Y algo más. Tenía dos semanas para hacerlo, sino todo lo que había publicado en la Deep Web sería enviado a todos mis contactos de mi correo electrónico. Familia, amigos, conocidos… No podía dejar que ocurriera. Accedí. ¿Dónde subasta la virginidad? Esta fue la primera duda que me surgió. Pensé que tendría que hacerlo directamente en páginas de la Deep Web, porque lo veía algo oscuro y siniestro. Sin embargo, al documentarme un poco, me di cuenta que habían páginas conocidas donde había chicas ofertando su culito o su vagina al mejor postor. En www.https://Pasion.com, lo podéis ver. Y encima podía poner la zona aproximada. Era fácil que me salieran chicos u hombres de cerca. Muchos claro, harían sus ofertas. Todavía tenía mis dudas, pero estaba obligada. Cuanto antes lo haga antes acabaría el mal trago.

Vendiendo mi falsa virginidad. La subasta. También consideré en amañar la subasta. Elegir a alguno que ofreciera menos dinero, pero que me transmitiera más confianza. Lo descarté. Los de la Deep Web me tenían bien controlada. Se darían cuenta. Así que pensé hoy elegiré al ganador de la subasta. Habían ofertas de 600, 400 $, 200, muchos de 50… Pero había uno que ofrecía 1.000 €. A esto habría que sumarle otros 500 € que me habían prometido desde la Deep Web. Era un riesgo, y puede que en condiciones normales lo habría rechazado, pero el dinero también tienta. Al final lo hice voluntariamente, aunque muerta de miedo. Quedé una noche con un hombre de unos 55 años. Él era calvo y gordo. Normal que sea un hombre desmejorado quien pague tanto dinero, ya que a un chico guapo no le haría falta. Pero ellos también quieren pasarlo bien y se puede hacer. Así que me dejé llevar. Me recogió en su coche y fuimos a un hotel. Durante el camino estábamos callados, súper cortados. Él me miraba de reojo, incluso me acarició de vez en cuando. Yo estremecía cuando me tocaba, pero sólo le devolvía una sonrisa, como incitándole a continuar. Estaba temblando por dentro, pero debía llegar hasta el final.

Ya en la habitación me dejé desnudar. Tenía miedo, pero viendo que me trataba con delicadeza, ese sentimiento cambió. Empecé a sentirme caliente. Me desnudaba con suavidad, intentando no romperme. Era menor de edad, aunque no lo sabía. En el anuncio me oferté con 18 años recién cumplidos. Aunque fuera así podría meterlo en un lío si quisiera. Tal vez por eso fue tan dulce. Cuando se decidió a besarme no me gustó mucho. Lo hizo jugueteando su lengua por mis labios y me dio asco sentir su saliva en mí. Pero traté de disimularlo quedándome con la boca entreabierta y quitándome las babas con un dedo despacio. Luego las chupé para ponerlo a cien. Desde luego era buena actriz. La suavidad inicial Lo siguiente que hizo fue agarrarme una teta de las que no estoy mal servida, y darme mordisquitos en los pezones. Eso me suele gustar bastante, pero él se pasó un poco con la intensidad. Esta vez lo hice todavía mejor… me mordí un labio para aguantar el dolor y parecía que lo que aguantaba era la excitación. Para hacer que parara lo agarré con fuerza del culo y lo atraje hacia mí.

Le empecé a besar en el cuello, bajé por su pecho hacia el ombligo. Tenía mucho pelo, cosa que me suele excitar bastante. Ese exceso de bello hacía que en la intimidad tuviera un ligero aroma a hombre que me volvía loca. Así que ahora sí excitada me acaricié ligeramente la ingle al tiempo que besaba en círculos bajo su ombligo. Le bajé los pantalones de un estirón y descubrí una polla muy grande, entre una mata de pelos grisáceos. La rocé con mi rostro mientras lo miraba a los ojos. Le iba a dar la mejor noche de su vida. Sexo oral entre pelos vendiendo mi virginidad Ya que tenía que hacerlo, ¿por qué no disfrutarlo? Estaba dispuesta a todo, pero siempre centrándome en lo que más me iba gustando y dejando lo que no. Le chupé los huevos. Me encantó sentir esa mata de pelos. Me hacía sentir muy guarra quitarme pelos de la boca. Era como si al hacerlo me palpitaran mis zonas íntimas. Una pasada. No podía aguantar más y rocé mi clítoris para aliviar un poco la excitación. Él se dio cuenta y me agarró del pelo para que se la mamara. Metí sólo la punta, ya que la tenía bien. Era poco menos de un palmo sin ser nada gruesa. Lo justo para que me apretara contra él y no sintiera arcadas. A todo esto no dejaba ni un momento de mirarle a los ojos. Me encantaba ver como se retorcía de placer.

Luego me hizo parar. Estaría a punto de correrse. Cogió y me colocó en la cama. Le pedí por favor que se pusiera condón y se lo puso. Después me acarició la entrada de la vagina con su glande. Sentí otra punzada de placer. Pero costaba un poco meterla. Estaba completamente excitada y tenía muchos jugos vaginales, pero así él escupió y metió dos dedos. Cuando lo hizo me volví a estremecer de placer y solté un sonoro gemido. Acto seguido metió su punta ayudándose con la mano. En esta ocasión me dolió mucho menos. Ya con toda la excitación y la saliva suya, la polla se consiguió deslizar fácilmente. Yo aún sentía algo más de dolor, pero era más el placer tenía. Por momentos contraía las piernas, las cerraba. Trataba de aligerar esa presión. Pero poco a poco fui cediendo al placer, hasta abrir las piernas del todo. Cuando la penetración fue más profunda, al tener mis piernas abiertas, le hice notar que aun notaba más dolor. Era normal, si me estaba rompiendo el himen. Quise que me diera bien, para que la próxima vez que lo hiciera no tuviera más problemas de este tipo. Incluso grité un par de veces de dolor. Pero no tuvo compasión y siguió apretando hasta que se corrió.

Cuando sacó el condón lo tenía manchado de sangre. Yo estaba un poco dolorida, pero me sentí satisfecha. Había tenido la relación sexual, no fue tan terrible como me imaginé en un primer momento y ahora tocaba la recompensa. A partir de ese momento nos aseamos, nos vertimos y nos fuimos cada uno a su casa. Lo hicimos sin hablar todo el rato. Se notaba que éramos dos desconocidos que habíamos quedado para follar, lo hicimos y adiós. Él no quería que yo conociera ni su nombre y yo no se lo pregunté. Tampoco era mi tipo para ir pidiéndole el teléfono. No lo hice. De hecho me llevé las manos al coño un par de veces, para que pareciese que me escocía. Pero sentí que ahora podía disfrutar de verdad del sexo con cualquiera si lo había hecho con un viejo pervertido baboso y gordo. Tener relaciones con penetración es la mejor forma de experimentar sexualmente. Y yo con lo activa que era sabía que lo iba a disfrutar. Lo que me daba un poco de cosa era que mi vida sexual iba a estar siempre dirigida por esa página de la Deep Web. ¿Te ha gustado como acabé vendiendo mi falsa virginidad?

  



Un flechazo mutuo


Estando en casa pensé en todo lo que me había ocurrido y llegué a varias conclusiones. La primera, y más evidente, era que me gusta el sexo, y mucho. Otra cosa que pensé es que podía contar con mi amiga Anna, para lo que quisiera. Y por último que quedar con chicos mayores era mejor que con los chicos del instituto. Durante los siguientes días estaba como en una nube, como si me hubiera enamorado. Lo que habíamos hecho me había encantado, pero no tenía intención de repetir con el mindundi de Luis David. Lo que quería era experimentar por mí misma, sin la aprobación de mi amiga. Y por ello me metí en “La Cueva”, una sala con gente de Vigía, y empecé a conocer chicos. Como siempre la mayoría de ellos quería hablar de sexo y que les pasara el Skype para verme, pero yo no tengo. Lo que sí tengo es correo electrónico Hotmail para mis ligues. Y bueno, tuve que hablar con más de 50 chicos, para dar con los simpáticos que no les importara contactar por uno de esos medios. La mayoría pensaba que en caso de quedar los dejaría tirados, por no darles mi número para continuar por WhatsApp. Aunque yo tampoco estaba convencida del todo, porque quería que el chico me convenciera y ninguno lo hacía.

Me salió uno que tenía unos 50 años y que era Amo. Me dijo que pasaba por mi pueblo de camino por trabajo y que quería verme. Pero quería que fuera sin braguitas y que cuando llegara me subiera al coche y me dejara manosear. Tenía que comprobar que no las llevaba para asegurarse de que era obediente. Esto sería por la tarde y, ya por la noche, vendría a quería follarme a pelo en su camioneta. Debo reconocer que la idea me daba cierto morbo, pero no me sentí del todo cómoda para quedar con este extraño y, aunque le daba bola, acabé decidiendo que no quedaría con él. También me salió otro muchacho que quería que fuera yo a Vigía, porque no tenía coche. Parecía majo, pero yo le dije que si quería algo conmigo tenía que venir él. Así que nada. Además estaban los que querían verme las tetas antes de quedar. Yo les dije que eso sería en persona, si acaso. Pero ellos me exigían verme y acabé borrándolos. Normalmente mando una foto mía normal, vestida, sexy si como mucho. Pero nada de enseñar mi cuerpo desnudo. Eso sería para los salidos y yo no quería un salido.

Finalmente encontré un chico que se llamaba Ismael, tenía unos 52 años y era muy agradable. Me pasó fotos por el email y estaba realmente bueno para la edad… no me creí del todo lo de su edad, pero si él lo decía. Estuvimos hablando durante muchas horas diarias. Hablábamos todo el rato por “Badoo”. No ponía pegas a los métodos que le decía de hablar. Trataba de adaptarse a cada uno de ellos. Incluso llegó a descargarse la aplicación para poder hablarme desde su móvil. Me contó que había tenido varias experiencias sexuales con chicas jovencitas… y me lo fue contando todo, con detalles. Yo era más reservada con mis intimidades, pero poco a poco fui apartando mi coraza de precaución hasta acabar revelándole mis más íntimos secretos. Cada cosa que le contaba de mí más le gustaba. Fue un flechazo por las dos partes. Nos estábamos enamorando el uno del otro, por nuestro físico y por nuestra forma de ser. Un día, estuvimos hablando por el chat del correo electrónico. Como tenía la opción de poner la Webcam quise hacerlo. Ismael no tenía cámara, pero no me importó ponerla a mí. Además, como estaba tan vinculada a él y estaba sola en casa, quise enseñarle mis tetas. Me quité la blusa y agarré mis tetas, frente al Cámara. Él me seguía hablando de sus cosas. No era un salido. Yo le dije que parara un momento y que me mirara, porque le estaba enseñando mis tetas. Le encantaron. Me dijo que eran como globos llenos de agua muy firmes, con pezones enormes bien formados redondos y duros, como a él le gustan. Entonces le insistí en quedar, en que tenía que venir a mi pueblo a verme. No tenía el coche disponible, le insistí en que se las ingeniara para venir, que yo se lo agradecería. Entonces me confesó que no era el chico de las fotos que me había mandado… ¿Habíamos tenido un flechazo mutuo y no era él?





Almas gemelas


Había creído encontrar mi alma gemela y todo era una mentira. El chico en verdad no era tan guapo como el de las fotos que me había pasado diciéndome que era él, pero tampoco estaba nada mal. Y no sólo eso, había adoptado una personalidad diferente. Cerré el ordenador y me fui a llorar. Estaba resignada. ¿Cómo podía haber sido tan ingenua? El chico perfecto no existe y cualquier cosa que se le parezca está rodeada de mentiras. Esa era la conclusión a la que había llegado. Este hombre era atractivo y varonil, divertido, interesante… pero resultó ser todo un engaño físicamente. ¿Ahora que iba a hacer? ¿Seguir buscando por Internet esperando volver a ser engañada? ¿O volver a juntarme con otro chico del instituto que pudiera tratarme como una guarra y extender rumores sobre mí? El único apoyo que tenía era mi amiga Anna. Así que decidí quedar con ella para contárselo. Cuando llegó Anna iba tan mona como siempre. Ahora llevaba una minifalda negra de colegiala y unas medias oscuras. Todo esto con una blusa blanca. Estaba guapísima. Me estuvo abrazando, escuchándome en todo y dándome consejos. ¡Ojalá fuera un tío! Sí, porque sólo ella era capaz de entenderme.

Me dijo que no debía descartar a ese madurito tan rápido, porque si me había contado eso sin quedar ni nada, era porque tal vez merecía la pena. Curiosamente ese día, a pesar de estar las dos solas, no nos enrollamos. Sólo me animó a volver a meterme al correo y hablar con él. También me abrazó y me mimó. Me sentí bien conmigo misma y decidí hacerle caso. Cuando llegué a mi casa tenía ganas de coger el portátil, pero tuve que esperarme a cenar primero. Era entre semana y normalmente cenamos juntos la familia, ya que no coincidimos para comer. Pero enseguida que terminé con el postre me fui corriendo al cuarto. Tras enviarle un email a Ismael, tuve que esperar dos horas a que el madurito lo viera y se conectara. Finalmente lo hizo y estuvimos hablando. Ismael me dijo que él no suele ligar con chicas, por eso cuando entra en Internet se hace pasar por otra persona y así poder pasar un rato divertido con las chicas aunque sea sólo virtualmente. Entonces le pregunté que por qué a mí no me había dicho la verdad desde el principio. Me respondió que al principio de hablar conmigo no pensaba que fuera a ser la chica especial que soy para él ahora. Y que una vez vio que yo era diferente a las demás chicas, que se decidió a contarme la verdad. Y además me dijo que entendía que yo ahora pasara de él si quería, pero que valorara que me haya contado la verdad aunque no fuera desde el primer día, porque me la contó antes de quedar.

Después de pensármelo mucho decidí perdonarle. Pero le dije que si me volvía a mentir que ya no le perdonaría. Entonces se mostró muy contento de volver a hablar conmigo. Me estuvo diciendo que partes de él sí eran verdad y qué partes no. Otra vez volví a sentir esa sensación de estar totalmente vinculada a él. Ismael era un hombre especial, que debía ponerse una máscara para no sufrir, pero en el fondo era muy buena persona y muy parecido a mí. Cada uno tenemos nuestras cosas y nuestras rarezas, pero en el fondo éramos dos personas buscando el amor… almas gemelas. Así que le pedí que viniera a verme. Para convencerlo volví a poner la Webcam y a enseñarle mis tetas. En esta ocasión puso la suya, ya que ya sabía cómo era. Le dije que viniera mañana mismo, que deseaba conocerlo. Me dijo que lo iba a intentar, pero al ver los horarios de los trenes y autobuses vio que tendría que ir a las 8 de la mañana y volverse a las 8 de la noche. No había horarios intermedios y dudó. Traté de convencerle por todos los medios. Estaba dispuesta a no ir al instituto. Además, mis padres se iban de viaje y no llegarían hasta la noche. Yo podría fingir que he estado en casa y después me he ido a dar una vuelta. Le supliqué casi, asegurándole lo haríamos el primer día y todo lo que quisiera. Pero finalmente no vino y yo no podía parar de pensar en él. Era mi alma gemela y tenía que conocerlo pronto… o me moriría de amor.

 


Descubriendo mi sexualidad


Estaba deseando ver a Ismael. Sin embargo tenía que venir él al pueblo y nunca parecía tener tiempo. Siempre decía que tenía que trabajar y no podía pasar tanto tiempo aquí, ya que no tenía coche y había mala combinación con el transporte público. No quise resignarme a no conocerlo y le seguí insistiendo. Además, seguíamos hablando por las noches sobre todo, contándonos todo lo que nos ocurría. Me contó que lo había pasado fatal con todas las chicas con las que había estado y ahora le costaba más volver a sentir, pero que conmigo tenía una corazonada y que estaba dispuesto a llegar hasta el final. Yo me sonrojé, porque pensaba igual… también había pasado por malas experiencias y estaba dispuesta a arriesgarme con él. Fui totalmente sincera y le conté todo sobre mi vida. Me sentí cada vez más vinculada a esa persona. De alguna forma se hizo un amigo más íntimo que la propia Anna.

Porque a mi amiga del alma le había contado que estaba conociendo a un chico por WhatsApp, pero no que teníamos esa conexión tan especial y que era mi confidente secreto. Y empecé a pasar muchas horas pendientes del móvil. Era como una obsesión. Si no estaba Ismael lo esperaba nerviosa, pensando mil cosas raras. Cuando estaba me sentía feliz simplemente por estar hablando con él. No podía estudiar bien. En mi cabeza sólo estaba Ismael y cuando quería memorizar la lección, no era capaz. Me quedaba sentada pensativa durante horas. Lo pasaba fatal, hasta que volvíamos a hablar.

Por supuesto el hombre sabía todo cuánto me pasaba. Sabía que estaba enamorada locamente de él, que en el instituto me habían puesto fama de guarra por mi noviazgo con Gabriel Toro y sabía lo que hacía con Anna cuando estábamos a solas. Entonces me empezó a pedir que me enrollara con mi amiga porque ella había sido importante para mí y no podía dejarla. Al principio dudé, porque sólo quería estar con Ismael, pero él me aseguró que disfrutaría escuchándome contar lo que había hecho con ella. Así que finalmente accedí. Quedé una tarde con Anna a solas y empecé a besarla. Se extrañó porque siempre había sido ella quien se desmelenaba primero, pero le gustó la idea porque me devolvió los besos con mucha pasión. Mientras me besaba con ella me sentí un poco rara. No lo hacía porque me apetecía, lo hacía por Ismael. Estaba tan entregada a él que sólo quería complacerle en todo.

Y por unos segundos estuve pensando en parar. Pero cuando mi amiga jugó con sus manos en mi cuerpo, el deseo despertó en mí con un fuerte impulso y me olvidé de mes preocupaciones, dudas… para dejarme llevar y disfrutar. Anna me acarició con suavidad. Sus manos se enredaban en mi pelo, peinándome. Su respiración entrecortada me excitaba. Su piel suave me llamaba. Estaba más a gusto con ella que con ningún chico con los que había estado. Pero en esos momentos ya no pensé si era lesbiana o bisexual, sabía que eso era sólo sexo, pero que mi corazón estaba entregado a Ismael. Era él quien movía los hilos de mi vida. Me conocía tan bien que me había propuesto hacer esto porque sabía que disfrutaría con otra mujer. Tal vez no estaba preparada para la bestialidad de los chicos. O tal vez mi cuerpo tenía que disfrutar con chicas para después entregar mis pensamientos y mis sentimientos a él. Eso era lo que pensaba en esos momentos donde Anna me acariciaba, me besaba y me hacía sentir mucho más de lo que había sentido. Era algo curioso porque fue un encuentro que yo no busqué.

Al principio ella me buscó y yo accedí, y ahora yo la busqué por la propuesta de mi amigo y amante, pero jamás pensé que pudiera ser así de placentero. El contacto de sus delicadas manos era un orgasmo en mi piel, tan sensible como receptiva. Su aliento entrecortado me hacía gozar como nunca, sabiendo que ella también disfrutaba. Pero lo mejor era acariciar su cuerpo, tan sensible y receptivo como el mío. Notar su suave piel en mis dedos, sentir como gemía de placer cada vez que me aproximaba a una zona erógena. Fue brutal. Un estallido de sensaciones. Ese día no llegamos a más. Tras eso nos acurrucamos la una al lado de la otra y nos quedamos durmiendo. Sin embargo estaba deseando llegar más lejos. Ismael estaba consiguiendo que descubriera mi sexualidad y cuando llegue a casa, fui corriendo al ordenador para contarle como estoy descubriendo mi sexualidad.

 

 


 

Mamada a un chico del chat


En cuanto le conté a Ismael mi aventura con mi amiga Anna, él se mostró muy satisfecho y contento conmigo. Me aseguró que lo mejor era que siguiera descubriendo mi sexualidad y él me ayudaría en todo. De momento no podía venir a verme, pero en cuanto pudiera vendría y nos conoceríamos. Fue mi primera mamada a un chico del chat. En el instituto Anna seguía acompañándome a todos los sitios. Me ayudaba en todo, incluso a estudiar. Sin embargo yo con ella no era del todo sincera, porque le contaba mi deseo de conocer a otros chicos del chat sola, pero no el motivo real. Para mí Ismael era un secreto porque sabía que nadie entendería mi relación con él, sabiendo que aborrezco a los de raza india. Cada cosa que me decía lo contaba, pero siempre como si fuera cosa mía y no del chico que conducía mi vida sexual. Eso me hizo sentir en parte mal con Anna, porque deseaba contárselo todo, pero sabía que no podía porqués no se acabaría y no quería eso. Me encantaba sentirme dirigida por alguien con más experiencia, que no me trataba como una niña y que además era la persona a la que yo adoraba. Complacerle era mi felicidad, pero es que incluso con cada proposición nueva me hacía disfrutar como nunca. Ismael sabía que chateaba con otros chicos de diferentes países… Colombia, República Dominicana, Argentina y España, incluso algunas veces me hacían disfrutar con roles de padre e hija o de jefe y secretaria. Todavía no había quedado con ninguno, pero ardía en deseos de hacerlo. Entonces me propuso quedar con uno de ellos para satisfacer mi curiosidad. Tal vez hubiera tardado más en quedar, pero gracias al empujón de Ismael decidí quedar para ese mismo fin de semana.

Entre todos los chicos con los que hablé en el chat elegí a uno que era simpático, tenía coche y no me exigía follar el primer día. La mayoría o no eran agradables o querían hacer algo directamente. Quedé en las afueras del pueblo un viernes por la tarde. Estuve todo ese día con muchos nervios, deseando que llegara la hora en la que habíamos quedado. Cuando lo vi en parte me decepcionó porque no era tan guapo como me lo imaginaba. De hecho, sólo lo había escuchado por el móvil, pero pensé que estaría mejor. Me monté en su coche y nos fuimos a dar una vuelta. Por el camino estuvimos hablando sobre nosotros. Me contó que vivía con sus padres, pero que trabajaba y se había comprado él solo el coche. Yo le dije que era una chica tímida que no ligaba demasiado y que en el chat había visto una buena oportunidad para ligar. Hizo una parada en el “Bistro Rock”, donde compró una hamburguesa para cada uno. Paró el coche en frente de la playa, más allá del puerto y allí cenamos tranquilamente.

Todo ese tiempo en el que estuvimos charlando me dio confianza para no verlo como un extraño. Todavía seguía sin gustarme demasiado, pero no quería decepcionar a Ismael y simplemente pensé en dejarme llevar. Poco a poco me fui sintiendo más y más cómoda, gracias a la simpatía del hombre, hasta que incluso me entró la risa floja de la vergüenza habitual de una chica coqueteando… Aprovechando que me había dejado un poco de kétchup en el labio, primero me lo señaló para que me limpiara, yo me reí y seguidamente se ofreció a limpiarme. Lo hizo con la punta de la servilleta, pero con la excusa de que no se había limpiado bien me soltó un beso. Sus labios rozaron mis labios con pasión, como si quisieran saborear el kétchup de mi boca. Yo al principio me quedé parada, dudando si quería seguir, pero enseguida pensé en Ismael y en mi deseo de experimentar con un hombre agradable, así que unos segundos después le devolví el beso. Nos besamos durante varios minutos, con lengua incluida.

Él parecía desesperado, porque además de comerme también me metía mano como podía. Parecía un pulpo desatado, porque sus manos me tocaron las tetas y mi culo, una y otra vez. Normalmente cuando me meten mano empiezo a sentir ese calor por todo el cuerpo, pero al ser tan brusco me hacía daño y no me ponía húmeda para nada. Para entonces el chico ya estaba cachondo perdido y quería follar. No me lo dijo pero se le notaba mucho. Yo con este tipo no me veía follando, estaba segura de que no me gustaría ni le gustaría a Ismael. Sin embargo como tenía ganas de experimentar y tampoco quería dejarlo con las ganas y tratarme de calienta pollas, le propuse hacerle otra cosa… Agaché la cabeza, casi haciendo malabarismos para esquivar el cambio de marchas, para rozarle primero con la mano el bulto que le asomaba por los pantalones. Entonces sentí un inesperado calentón al notar que el bulto estaba ardiendo.

Como con Gabriel Toro, en esta primera mamada a un chico del chat experimenté algo parecido, pero en esta ocasión supe que se trataba por ser un macho nuevo. Todo lo que me ponía Gabriel Toro por ser un canalla, me ponía este por ser desconocido y buena gente. Le abrí la cremallera y le saqué la polla. Me encantó el tacto, notarla calentita y como palpitaba de excitación por mí. Me la metí en la boca y pude apreciar como el bulto aún se hacía más grande atorándome el galillo. El chico me cogió de la melena y empujó hacia él, tratando de conseguir un mayor placer. Yo me dejé llevar. Al principio sentí arcadas porque su polla llegaba a mi garganta, pero incliné el ángulo para que entrara de lado y golpeara a un carrillo de mi boca. Entonces noté golpeando fuerte, fruto de la excitación. Le agarré los huevos un poco peludos de más para mi gusto, deseaba que se corriese pronto…los masajeaba y mamaba a un tiempo. La dureza y agitación de su aliento, me alertaban que pronto se iba a vaciar. No pasaron ni cinco minutos, cuando percibía como toda su fogosidad pasaba a mí, incluso aumentó cuando estaba a punto de correrse. Fue un éxtasis. Se agitó tumultuosamente y de pronto comenzó a soltar lefa…se corrió en mi boca, cerré herméticamente su glande y lo recibí todo sobre la lengua, luego no me importó tragarme la leche recién ordeñada de sus huevos.

Noté el semen con un sabor ácido, dejé caer un poco por la comisura de mis labios, para no tragármelo todo, y que creyera que había eyaculado como un caballo dentro de mi boca, eso les sube mucho la moral a los imbéciles…lo aprendí de las pelis porno, que con la saliva multiplican el líquido de la corrida, por poca que sea. Sin embargo, me sentí feliz por haber disfrutado de otra gran experiencia. Fue mi primera mamada a un chico del chat. Después de eso me acercó a casa. No era muy tarde, sobre las 12 de la noche. La hora buena para hablar con Ismael y contárselo todo. Le fui contando como quedamos y lo que sentí al mamarle la verga… noté casi el mismo escozor de coño que cuando se la chupaba al chico al contárselo a mi madurito. Él también se excito de mi relato. Le conté algunas cosas que no eran ciertas al 100% para darle un poco de exaltación y poder calentarnos ambos a través del chat. Yo me tocaba la pepita y él me mostro su verga erecta emanando lava de su glande… su corrida fue la que hizo estallar la mía. Las videoconferencias con Ismael se estaban volviendo imprescindibles en mi vida.




Sexo con un hombre maduro


Me sentía como en una nube. Acababa de tener un rollo de una noche con un chico, pero aún mejor tenía a otro hombre al que adoraba guiando mis pasos en el sexo y todavía tenía mucho que descubrir con él… los hombres mayores tienen mucha más experiencia que una nena que acaba de empezar como era yo, y además saben llevar los tiempos para que una mujer goce del sexo. No podía sentirme mejor. Mi única preocupación era no poder contárselo a Anna. Después de la mamada que hice al chico del chat y contárselo todo a Ismael, mi amante me propuso que la próxima vez follara. Yo no estaba del todo convencida. Sabía que lo había hecho con Gabriel Toro y no era virgen, pero por algún motivo tenía la sensación de que seguía siendo virgen y quería que mi primera vez fuera especial. Sin embargo eso no me atreví a contárselo a “mi amado Isma”, así es como le gusta que le llame, porque así le llamaba su madre y eso nos hace más cercanos y cómplices.

Sabía que era una tontería mía y si se la contaba lo podría decepcionar. Y como me había propuesto hacerle caso para poder descubrir mi sexualidad, finalmente le dije que sí, que lo haría. Pero le dije que no sabría si lo haría con el primer chico con el que quedara del chat, porque me tendría que gustar por lo menos… deseaba follar con alguien que me excitara mucho. Entonces me propuso que si el chico no me gustaba mucho, que sólo se la chupara, y si me gustaba entonces que lo hiciera todo, eso sí… con condón. Y acepté. Con el otro chico de la mamada, ya no volví a saber nada de él, por lo que de nuevo entré en el chat para conocer nuevos chicos….

Me encantaba chatear con gente nueva, hablarles de mí a veces con enigmas, calentarlos y de vez en cuando contaba barbaridades. Con la mayoría no tenía buenas vibraciones para quedar. Algunos eran muy directos para hablar de sexo y eso me cortaba todo el rollo. Con otros simplemente no me sentía cómoda hablando con ellos. Y con otros, después de conseguir un buen feeling, me proponían quedar para follar o querían que les pasara un método de contacto que no tenía. Como tenían que venir de Vigía, Mérida o de algún sitio lejos de donde vivo, no querían volverse con el calentón. Y yo no podía asegurar si haría algo, ni aunque los viera antes por foto. Pero pensando en lo que me había propuesto Ismael, de que si no me gustaban se la chupara, finalmente quedé con esas condiciones. El chico que vendría no venía con las intenciones de follar, pero al menos se quería correr con mis manos o en mi boca… Ya sea con mi mano, o con mi boca, lo dejaría satisfecho. Y si había feeling follaríamos como conejos, porque me gusta que me echen dos polvos al menos… lo bueno que tengo es que nunca me corro con una polla dentro, de hacerlo se me contrae el coño y me hace daño, por eso suelo lubricar mucho. El siguiente viernes al anochecer quedamos.

En esta ocasión llegó un hombre rellenito, más bien fortachón de pelo en pecho de unos casi 40 años… pese a su envergadura se presentaba gentil conmigo en todo momento, eso no quitaba al estar muy animado, en un respingo de masculinidad me molestase. No me disgustó para nada y encima no parecía desagradarme… en ningún momento nos dijimos los nombres. Al subirme en el asiento de al lado del conductor me empezó a manosear. Me sentí algo incómoda, pero aguanté porque habíamos quedado para tener un rollo, y a los machos en celo hay que tantearlos con cuidado en sus deseos. No paraba de decirme lo buena que estaba y su mano recorría mi escote sin parar. Le dije que ahí no, que mejor en un descampado. Y paró de golpe, para ir derecho al descampado, sin rodeos.

Una vez allí nos empezamos a liar. Lo cierto era que tampoco sabía besar muy bien. Me dejaba sus babas en cada beso y hasta me hizo un poco de daño en un mordisco que me dio sin querer. Yo debía estar asqueada, pero había algo dentro de mí que se sentía excitada por esa situación. De nuevo lo relacioné con estar con una persona que no conocía de nada. Además, no podía dejar de pensar en Ismael, en que le gustaría saber lo que estaba haciendo y poco a poco me fui animando. Cuando el hombre metió su mano en mis braguitas, notó que estaba cachonda. Entonces me preguntó que si estaba segura en no desear follar, a lo que le respondí que de momento no quería ser follada por el coño, mucho menos analmente. Él insistió y trató de convencerme con su dedo en mi coño. Quiso ponerme como una perra. Al mismo tiempo me besaba de esa extraña forma. Yo todavía estaba en parte cortada, porque mantenía mis manos quietas. Pero él me cogió una y me la llevó a sus partes. Noté su bulto en los pantalones, lo acaricié suavemente y lo miré a los ojos, con mi mirada pícara.

Me estaba poniendo muy, muy caliente… creo que se debía notar porque el coñito me chorreaba… lo tenía aguachado calando mis bragas demasiado. El hombre se bajó los pantalones y, como con prisas, me abrió la blusa para sacarme las tetas. Entonces se agachó para comérmelas. Me encantó sentir su lengua sobre mis pezones. Si antes estaba caliente, ahora que me estimulaba uno de mis puntos sensibles, todavía estaba más. Yo, con mi mano libre me acaricié el clítoris. Estaba que no podía más. Incluso pensé que si sólo se la mamaba me masturbaría al mismo tiempo y me correría pronto. Pero el hombre quiso que me sentara encima de él, sobre su polla. Me agarró del culo y me empujó hacia él.

Estábamos en los asientos delanteros y no había mucho espacio. Le dije que sí, pero que mejor fuera, que ahí me sentía agobiada. Me quité los pantalones y las bragas, y tumbé sobre el capó del coche. El hombre me agarró de las caderas y me empezó a rozar con su verga la raja…estimuló mi pepita con su glande endurecido. En nada enfiló en la bocana de mi coño y la clavó de un solo envión. Estaba tan caliente que entró súper fácil, por el cúmulo de lubricante que expelía mi chocho, la metió sin condón ni nada dándome varios pollazos a fondo, le dejé ir al sentir tan rico su cipote al natural rozando cada pliegue de mis paredes vaginales internas…. Pero le dije que se pusiera condón. Entonces me dijo que no tenía, pero que no podía dejarlo así el muy cabrón, se veía tan seguro que me follaría a pelo que no se molestó. Y finalmente acordamos que me follara por el culo.

No tuve que cambiar de posición, simplemente sacó su polla de mi coño y la restregó un poco más abajo. Como vio que le costaba metérmela, escupió en su mano y me lubricó el ano con su saliva. Hundió primero uno, luego dos y finalmente tres dedos en mi ano, preparándolo para la penetración. Incluso metió su boca ahí en un lujurioso beso negro, siempre con sus dedos estimulándome, para conseguir una mayor dilatación. Entonces me apretó contra él, hundiendo su polla bien dura. Noté como me dilató el ojete. Primero sentí un poco de dolor. Noté como quería meter su polla donde no cabía. Pero enseguida con varios empellones entró hasta el fondo y el dolor lo olvidé por una excitación mayor. Noté como todo mi cuerpo se estremecía de placer.

Al mismo tiempo me rocé el clítoris con mis dedos, lo masajeaba con furor con los dedos y la palma de la mano en toda la vulva, al tiempo que me horadaba el culo. Fue brutal. Sentí hasta dos orgasmos seguidos durante la enculada. Fue apenas unos segundos después del segundo orgasmo cuando el tipo justo se corrió. Noté su semen caliente chorreando por mi ano y mis nalgas. Esa sensación me encantó. Me sentí como una perra complaciendo a los hombres más sucios. Pero al poco de correrme esa sensación se convirtió en vacío. Cogí la ropa y me vestí rápidamente…, el hombre estuvo de acuerdo, quiso besarme con cariño, pero no le dejé  haciéndole la cobra, en el puterio no pude haber amor porque no lo hay, el tipo entendió que solo era un acuerdo mutuo de satisfacción sexual y nada más, sin sentimientos…follar, descargar y ya está. Me dejó en mi casa. No pronuncié ni una sola palabra por el camino. Por un lado me sentí completamente satisfecha, pero por otro estaba sucia, como una puta usada. ¿Cómo había sido de tener sexo con un viejo nada atractivo y basto? ¿Cómo pude permitir que sus manazas manosearan mi lindo cuerpo? ¿Cómo pude aceptar sus besos babosos? Como después de hacerlo con Gabriel Toro, llegué a casa y me duché con agua fría, casi tratando de borrar las asquerosas huellas del cabrón, que me había dejado impregnadas en todo el cuerpo. Sin embargo, cuando no podía estar más asqueada de mí misma, volví a recordar la experiencia con ese hombre que me triplicaba la edad, y mi coño volvió a humedecerse al rememorar el gusto de su polla dentro. Era como una oscura fantasía sexual que había cumplido. Su verga no llegaba al estándar pero fue suficiente con los 12 cm que me caló en mi culito.





Proposición indecente


Después de mi aventura con el hombre maduro, a pesar del enfado de Ismael por no usar condón, nuestra relación mejoró. Mi amante cada vez estaba más convencido de que yo era la chica que buscaba y yo me daba cuenta, porque nuestras conversaciones eran más intensas. Ismael y yo hablábamos más a menudo, por el WhatsApp. Este chat tiene la ventaja de poder usar la videollamada y llamada, todo un completo, pero también se pueden mandar todo tipo de archivos. Estuvimos hablando una noche durante mucho tiempo. Ismael no hablaba como los demás chicos del chat… era un macho maduro y sabía manejar mis instintos… Él buscaba todo lo que me excitaba e insistía en ello, hasta que acababa totalmente húmeda masturbándome frete a su erecta verga… Y eso me encantaba, más cuando veía brotar la lava blanca de su gordo cabezón, expelía tanta que me mojaba más aún. Estuvimos hablando de mi última experiencia y descubrió que aunque el hombre no me atraía, sí me gustó la situación y la característica de ser tan mayor. Pero también el hecho de estar con un extraño, en su coche y sabiendo que no lo volvería a ver me hizo sentir como una puta, como una perra en celo, y me dejé llevar movida por el deseo más básico de la carne. Entonces Ismael me propuso que fantaseáramos sobre otro posible encuentro parecido.

Fantasear sobre situaciones que no han pasado no es algo que me guste demasiado, cuando los chicos del chat me lo proponen suelo dejarles con la palabra en la boca, pero accedí porque quería complacerle en todo lo posible con un “role playing”. Me hizo imaginar la situación de quedar con un hombre, con el que apenas habíamos hablado en el chat. Yo le confesé que una cita así me ponía, pero no me atrevía a tenerla porque me daba miedo quedar con un hombre del que no conocía nada. Y seguimos. Ismael me describió a un hombre de unos 50 años, rellenito sin estar gordito, fortachón y curtido por el esfuerzo físico de su trabajo o gimnasio. Comenzaba a ser el tipo de hombre que me gustaba, o más bien mi ponía muy cachonda, incluso en mi imaginación era mejor físicamente que con el último con el que había quedado. Dije que en principio estaría cortada, pero que era posible que si el hombre me sabía seducir, como me ponía mucho la situación, me acabara dejando llevar como hice con el otro.

Ismael me explicó que era muy fácil ligar con hombres así, porque todos están salidos, pero al ser mayores se conformarán con cualquier cosa que quiera hacer con ellos. Además había otra ventaja… la mayoría de esos hombres tendría trabajo, un coche, una casa…y dinero, por lo que si me gustaba alguno podría repetir siempre que quisiera, incluso podría sacarles lo que quiera. En principio, al leer eso, me hizo sentir un poco mal, porque era como si vendiera mi cuerpo y me hacía su “PUTA”. Yo, cuando quedo con alguien, lo hago por placer solamente, le comenté. A lo que me respondió que si además consigo dinero será mejor para mí. Dudé un momento, pero sabiendo el placer que había tenido de seguir sus consejos, seguí escuchándole. Entonces Ismael me recordó que siempre me estaba quejando del netbook que me habían dado. Iba muy lento, a veces se quedaba congelado y no se abrían las aplicaciones bien.

Me estuvo comentando que si le hacía caso en todo podría tener un nuevo ordenador o cualquier cosa que quisiera. Tenía un móvil viejo y todas mis amigas ya tenían uno nuevo. Podían hablar entre ellas, jugar y hacer todo lo que querían. Ahí vio lo que me interesaba. Podría conseguir un móvil nuevo, me animó, para hablar con mis amigas, con él y con los chicos del chat a cualquier hora. Me puse contenta. ¿Eso era posible? No me lo podía creer. Ismael no paraba de decirme todo lo que podía hacer, si yo quisiera, pero tendría que obedecerle en todo. Él sólo miraría el bien para mí abriéndome las puertas de un nuevo mundo puesto a mis pies solo con usar mi sensualidad. Y accedí, pensando, deseando y soñando con todas las cosas que deseaba. Me dijo que lo primero era conseguir un móvil, porque los chicos que iba conociendo tenía que tenerlos todos en un mismo lugar, pero que de momento podríamos empezar como lo venía haciendo hasta ahora. Y yo obedecía, entregada completamente como una niña tonta a mi tutor.

 


Mamadas por 10 $


Me conecté al chat y esperé a que alguno me propusiera tener sexo por dinero. Ya me había pasado otras veces, pero nunca lo acepté. Ahora era diferente, estaba decidida a probar alentado por mi Isma… Mi chico me lo había propuesto y quería complacerle con una mamada por dinero… Sólo daba con chicos mayores que yo, algunos podrían ser mi padre o incluso mi abuelo, pero Ismael me dijo que era mejor así porque ellos ya tendrían una estabilidad económica y no los niñatos de mi edad, los mayores tienen posibles y saben compensar mucho mejor a una mujer entregada. Encontré varios de 45 años en adelante, pero finalmente me decidí por uno de 40. Éste no era tan descarado con el sexo y acordamos que me pagaría 10 $ por hacerle una mamada. Si llegáramos a follar me pagaría hasta 20 $. Y eso cada vez que nos viéramos y si nos gustaba podríamos quedar cada semana para sacarle la lefa de sus huevos. Entonces me di cuenta de que si tenía a más de un chico dispuesto a pagar, al cabo del mes podría ganarme una buena cantidad de dinero. Nunca lo había pensado así, pero Ismael me estaba abriendo un nuevo mundo ante mí, lleno de lujo por lo mismo que hacía gratis, antes.

Me recomendó que quedara con todos los que quisiera, pero que quedara en un lugar apartado para que me vengan a recoger en coche y antes de montar que me memorizara la matrícula. Si alguna vez alguno de esos hombres me quisiera forzar, después podría ir a denunciarlo, ya que era menor de edad, y podría ganarme aún más dinero… por otro lado al tener 16 años no había problema de follar con mi consentimiento, si lo deseaba, con lo cual todo estaba a mi favor. Pensé que una vez que tuviera confianza con unos cuatro o cinco abastecedores, ya no buscara más y repitiera con ellos siempre que se pudiera. Y así lo hice. Quedamos para el siguiente viernes al anochecer. La primera vez que quedé estaba muy nerviosa.

Iba a hacer por primera vez una mamada cobrando 10 $. Había quedado con uno de unos 40 años, pero como lo había contactado por el chat, no llegué a verle la cara. Podría haberme dicho todas las mentiras que quisiera y yo no podría saberlo. Llegó con un coche blanco un poco pequeño, me guardé el número en el móvil disimulando que estaba cortando una llamada y me monté. Lo hice casi sin pensarlo, porque posiblemente si lo pienso no me monto. Estaba tan nerviosa que a la hora de hablar tartamudeaba y notaba como las piernas me temblaban. El hombre me empezó a hablar. Me dijo que estaba casado, pero que con su mujer no se llevaba muy bien y sólo quedaba para pasar un buen rato. Me fijé que en el suelo había un muñeco. Posiblemente tendría un hijo pequeño. Eso me cortó más, pero yo apenas hablaba y él no paraba de contarme toda su vida. También me dijo que había quedado con otra chica de mi edad, pero apenas fue una vez y no sabe por qué no quiso repetir. Yo pensé para mí que ella esperaría otra cosa. El hombre no era muy atractivo que digamos.

Estaba un poco rellenito, con media barba y con el pelo un poco canoso. Como yo no iba buscando sexo, sino más bien dinero y complacer a Ismael, no le di mayor importancia. Es más, pensé que los hombres feos serían los que están dispuestos a pagar, porque como no pueden ligar, pagan por ello. Paramos en un descampado y me empezó a manosear. Primero lo hizo por encima de la ropa. Noté como sus dedos me palpaban por debajo de los pechos, después me los agarraron y buscaron los pezones entre la tela. Yo llevaba un sujetador y una camiseta. Me subió la camiseta para dejar a la vista las tetas con el sujetador. Bajó el sujetador para dejar las tetas al aire. Entonces empezó a chupármelas. Tuve que contener un escalofrío, porque lo hizo bruscamente, dejando babas y haciéndome un poco de daño con sus dientes. Me mordí un poco un labio para aguantar el dolor. El hombre pensó que ya estaba caliente porque metió una mano con desesperación en mis bragas. Aun no tenía el coño húmedo y tuve que apartarle la mano. Sentí como su dedo quería clavarse, pero todavía no estaba preparada para eso. Además de cortada no estaba a gusto.

Se notaba que no disfrutaba con sus manoseos, pero al hombre no le importaba nada yendo a lo suyo, porque seguía recorriéndome todo el cuerpo de arriba a abajo, apartando la ropa y apretando donde más le gustaba. Como tenía ganas de terminar, ya que había quedado en una mamada por 10 $ y nada más. Yo misma le quité los pantalones. No me gustó ver su polla con tristes pelos diseminados por el pubis. Me gustan los hombres peludos, pero aquello era casi blanco y con muy poco vello. Cerré los ojos, cogí aire y me metí la polla en la boca. La tenía más bien pequeña, pero eso sí era una ventaja porque podía metérmela entera sin ahogarme y utilicé las manos para acariciarle los huevos con el fin de estimularle y acabar rápido. Me encantó apretar su polla contra mí, empujarme desde los huevos y sentir como el hombre palpitaba de gusto en mi boca. Estaba tan excitado con mi mamada que dejó de manosearme y empecé a sentirme cómoda libre de hacer solo con mi boca chupando su dureza. Le lamí toda la polla, desde el glande hasta los huevos. Dejé la polla pegada en mi cara mientras metí un huevo en la boca. Si la verga era mediana a pequeña, sus huevos eran colgones y gordos…una masa blandita.

Sentí como el hombre, cachondo perdido, la movía loco de excitación restregándola en mi cara… fue un éxtasis. Me gustó mucho notar la excitación del hombre en la mejilla. Después volví a metérmela entera y empecé a succionar cada vez con más fuerza, le rozaba el agujerito con la punta de la lengua sin dejar de sobarle solos huevos con mis dedos y toda la palma de la mano…esa estaba siendo mi mejor baza para acabar rápido sacándole la lefa. Chupé con decisión metiéndomela entera hasta la raíz, cosa que era fácil por lo corta del tallo… y cuando noté que estaba a punto de correrse no me aparté y seguí dándole placer como una loca. Pude apreciar como la polla del hombre temblaba más aun y el conducto de abajo se hinchó para expulsar el semen. Dejé que se corriera en mi boca, eran buenos chorros, una ingente cantidad que brotaba del capullo directo a mi paladar. El sabor ácido no me desagradó ni un poco, hacía tiempo que le había dejado de tener asco a la leche de polla, pasando a darme mucho morbo tener la esencia de un macho en mi interior… acabé tragándomelo todo, algo se desparramó, porque fue mucho unido a mi cúmulo de saliva. Con este tipo no tuve que fingir una corrida copiosa. Jugué con todo aquel esperma espeso que se licuaba mezclado con saliva y finalmente lo miré a los ojos y le mostré todo su contingente seminal sobre mi lengua… a su vista me lo tragué y luego volvía a enseñarle mi boca completamente limpia, con toda su lefa en mi estómago.

Se me quedó un sabor raro, el sabor a macho o a testosterona… me sentí tremendamente feliz de lo que había hecho y más aún cuando el hombre sacó la cartera y me dio los 10 $ más 5 de propina por haberme tragado la leche. Le sonreí y le pedí que me llevara a casa. Por el camino el hombre siguió hablando y hablando, mientras yo no me atreví a articular palabra. Estaba aún más cortada que antes, el sabor de su lefa aún me estimulaba demasiado. Quedamos para la semana siguiente. Todavía era pronto ese viernes y fui corriendo al WhatsApp, a ver si estaba Ismael para contarle mi mamada por 10 $ más 5 por haber zampado el semen. Creo que a partir de ese momento me la bebería toda la que me diesen en mi boca… el regusto me duró tanto y a cada momento que pasaba el sabor mejoraba… Me estaba volviendo adicta a la leche de macho.

 


Mi primer polvo por dinero


Ismael me comentó que si follaba en lugar de sólo chuparla, ganaría más dinero. Así que se lo dije al hombre y me respondió que me podría dar 20 $ y si me portaba bien podría llegar a 25. No estaba segura si la relación sería placentera para mí, pero como iba a ganar dinero acepté. Mi cabeza comenzó a barruntar lo bueno que sería echar mi primer polvo por dinero. De nuevo, al viernes siguiente, quedé con este mismo hombre. Esta vez aún estaba más nerviosa que la otra vez. No es lo mismo quedar para hacer una mamada, que para follar, o al menos en mi caso. Una mamada puedo hacerlo a una persona que no me termine de gustar, porque disfruto haciéndola, más saboreando la lefa cargada de testosterona. En cambio ser follada es algo más íntimo, ya que dejas entrar a alguien en un lugar solo para quien amas, y del que deseas perdurar en el tiempo con un hijo… en definitiva pensaba que dar el coño es para quien tiene que gustarte para poder disfrutar bien. Sin embargo la idea me hacía chorrear el coño y cedía a los deseos de Isma.

Quedamos en las afueras del pueblo como suelo hacer siempre. Me recogió en su coche y fuimos al mismo descampado de la primera vez. Durante todo el camino, otra vez, yo seguía callada y él no paraba de hablar. Esta vez se centró en todo lo que le había gustado el primer encuentro que tuvimos, lo que me había echado de menos y las ganas que tenía de volver a estar conmigo. La otra vez no pudo recorrer mi cuerpo como le hubiera gustado y ahora no iba a dejar escapar la oportunidad. Yo me sentí un poco rara. No era el tipo de hombre que me gustaría que hiciera eso, pero debía permitírselo para conseguir los 20 $ que me había prometido, como mínimo. Y eso no sería lo peor. Además debía dejar que me follara. Y todavía tenía dudas de si lo conseguiría soportar, además de que al tenerla corta la postura debía de ser bien ofrecida y abierta.

Paró el coche en el descampando. Estaba sentada en el asiento de al lado del conductor y, enseguida, empezó a acariciar mi pierna. Estaba entrando el buen tiempo y llevaba minifalda. Lo hice a posta para estar sexy. En mi casa no me suelen permitir que vista así, pero cuando salí lo hice con unos leotardos que ahora llevaba en el bolso. Ahora el hombre recorría sus gruesos dedos por el contorno de mis nalgas, con mi piel al desnudo. Sentí un escalofrío, una sensación extraña al límite de la repulsión y la excitación. Levantó un poco mi falda corta y dejó al descubierto unas braguitas de Hello Kitty. Normalmente para salir me pongo tanga, pero para esa ocasión se me pasó completamente por los nervios. Apenas me importó porque tal vez le gustara al tipo follarse a una niña en edad muy infantil.

Estaba concentrada tratando de sentir la menor repulsión posible. Sin embargo, con los toqueteos, lo que empezó a sentir curiosamente fue excitación. Y digo curiosamente porque jamás pensé que pudiera gustarme un encuentro con un macho que no me gustase. Pero empecé a descubrir sensaciones nuevas… El hombre me apartó las bragas y dejó al descubierto mi vulva. Incluso parecía que se movía sola de las contracciones de la excitación. Hundió un dedo húmedo, porque se lo había chupado. Mientras los hacía me encogí un poco, pensando que desagradable sería sentir su saliva dentro de mí y que podría hacerme daño, pero lo hizo con suavidad. Primero, al aguantarme, lo que hice fue evitar que me transmitiera nada, pero al ver que no era brusco ni asqueroso me relajé. Abrí mis piernas, solté los músculos de mi coño, y empecé a sentir mucha excitación. Lo curioso de eso fue que no sentía excitación por el hombre en sí, más bien era por lo que hacía, pero lo que más me excitaba era la situación de estar en un coche, de noche y con un tío al que tenía que satisfacer para que me pagara…dar mi coño por dinero en definitiva. En esos momentos ni siquiera pensé en Ismael. Lo hacía por él y ahora había quedado en un segundo lugar.

Lo que me importaba era disfrutar con aquel semental, dejarlo complacido sacándole la leche de sus huevos y el dinero de su cartera, y así poder repetir otro día con las mismas condiciones. Entonces le pasé una mano por su pantalón y noté que la tenía dura. Eso también me gustó. Me sentí completamente deseada. Le apreté, con delicadeza, mientras le miraba con mis ojitos de niña buena. Quería matarlo de placer sin apenas me penetrase. Quería hacer que echara el mejor polvo de su vida, pero mi inexperiencia era un lastre. ¡¡Me propuse dejarle hacer todo lo que quisiera hacerme…!! Y así fue.

Estaba completamente entregada a un hombre maduro, un poco fondón pero con mucha entrega de darme placer. Aunque lo hacía en un principio por dinero, debo reconocer que me puse tan cachonda que no me habría importado que al final no me pagara. Disfruté… como una perra. Tenía una mano en mi entrepierna y notó todo lo húmeda que estaba destilando de mi raja. Yo no le aparté, es más… cerré los ojos y suspiré de gusto. Su dedo se hundía en mi vagina y, aun con brusquedad, sentí más excitación incluso. No me importó sentir un poco de dolor por la estrechez natural tengo en mi vagina, estaba disfrutando mucho, y eso sé que a los machos les encanta al notarse apretada la verga dentro de mi coño. Y entonces quiso levantarme para follarme. Quería que me sentara sobre él, quería desgarrarme el coño como la perra en la que me estaba convirtiendo para él. Levanté el trasero y su mano pasó con desesperación por todas mis zonas íntimas de abajo. Fue un éxtasis de sensaciones.

Mi culo palpitaba de excitación, deseando ser penetrado como si fuera el mismo coño. Respiré agitadamente, aguantado los gemidos. Me daba vergüenza que se diera cuenta de que estaba así. Me bajé las bragas y me levanté la minifalda. Lo necesario para poder sentarme sobre su verga y dejar que me empotrara el mástil. Pero fue un poco caótico porque teníamos poco espacio en el coche y nos molestaba todo. Incluso parecía que había poco ángulo para que me pudiera penetrar. Me clavó la polla en las nalgas, en las piernas, en la espalda… Sin embargo ese roce, lejos de provocarme dolor, me excitó aún más. Él agarró su polla y la hundió despacio en mi vagina, tratando de no dañarme como si se tratara de mi culo. No tenía condón puesto y entonces me acordé del enfado que cogió Ismael cuando se enteró de que lo hice sin condón, y me paré. Le pedí que se pusiera preservativo. El hombre primero se enfadó, porque le gustaba más hacerlo a pelo, pero finalmente cedió y se puso una gomita que sacó de su cartera. Ahora, con el condón puesto, la polla entró con más suavidad. Y lancé un gemido de gusto que acompañó el hombre con una sonrisa. Estaba sentada de cara a él y botaba sobre sus piernas. Cada vez que bajaba notaba como se hundía la polla hasta el fondo, dándome un gusto tremendo y al levantarme tenía unas ganas tremendas de volver a estar llena de dura verga. Así estuvimos un buen rato en el que no dejé de jadear loca de gusto. Poco a poco las embestidas iban siendo cada vez más fuertes. Cada vez sentía la verga más dentro de mí y mis gritos eran más sonoros.

Lo abracé del cuello aumentando la cabalgada sobre el eje atorándome el coñito, casi temblando lo notaba tremendamente excitado, yo no estaba menos con el ritmo cardiaco tan alto que me salía el corazón por la boca. Miraba al semental, su cara era un poema de gusto, sintiendo como estaba a punto de correrse. Los últimos empujones fueron muy bruscos, pero no me importaba porque yo también estaba a punto de llegar al clímax. Mis jadeos ya eran gritos descompasados. No me hizo falta ni acariciarme el clítoris para sentir todo el placer. Me retorcía en esos instantes donde mi cuerpo experimentaba la felicidad extrema. Y después me quedé relajada, en sus brazos, como si fuera una niña pequeña arropada por los padres, él continuó un poco más hasta lograr derramarse rellenado el condón de leche.

Quedamos para la semana siguiente, me dio los 20 $ y cuando me dejó en casa, sacó la billetera soltándome otros 20 por ser tan buena follando, me dijo. Se portó caballeroso y para nada me sentí mal follándomelo, todo lo contrario, me excitaba la idea de joder con hombres tan mayores, se notaba la diferencia con los niñatos de mi edad… ¡¡YA NUNCA MÁS BUSCARÍA A OTRO TIPO DE MACHOS PARA FOLLÁRMELOS!! Como aún era pronto fui corriendo a mi habitación para contarle mi experiencia a Ismael. Le conté todo lo que había hecho y lo que había sentido. Ismael se mostró muy contento porque había disfrutado, lo había hecho con seguridad y había ganado 20 $  más otros 20 extra por ser tan sexy. Entonces me dijo que con lo ganado en unas semanas, si me dejaba follar cuatro o cinco veces más, ya podría pensar en comprar un buen móvil nuevo. Así era. Tenía 60 $ juntos en un sobre bien guardado en el cajón. Pronto iría a la tienda y miraría móviles. Pero entonces Ismael me comentó de una tienda online que vendían iPhone de segunda mano que eran perfectos para mí, porque iban muy bien con Internet y la batería era de alta duración a un precio barato. Cuando yo pasara mi número de móvil a los contactos, muchos me llamarían y podrían molestarme, pero siempre se tiene la opción de ponerlo en modo avión y les saldría apagado. En cambio yo podría chatear con ellos siempre que quisiera, sin necesidad de estar conectada en el ordenador. Me pareció buena idea y acepté comprar ese IPhone restaurado.

 



Ligando más fácil


A la semana me llegó el iPhone. Era un modelo antiguo, con el cristal medio roto, pero me hizo mucha ilusión porque por primera vez iba a tener un móvil de calidad… el recambio fue poco costoso y valía la pena por el coste tan económico. Estuve varios días trasteándolo, siguiendo los consejos de Ismael, hasta que aprendí a manejarlo. Lo primero que hice fue instalarme las aplicaciones de WhatsApp e Instagram sin la necesidad de dar el número. No me importaba dar el WhatsApp porque de todas formas no me sonaba y si me llamaban salía apagado, pero me dijo Ismael que si empezaba a dar a todos el WhatsApp al final me volvería loca. Era mejor pasar el kik, y para quien me gustara el número para contactar por WhatsApp. Además ahí tendría también a contactos del instituto y tendría que estar más atenta a cada mensaje que me llegara, mientras el kik sería como un segundo chat masivo. Yo nunca había escuchado hablar de esa aplicación, pero vi que muchos con los que chateaba (al hacerlo más habitualmente) me lo pedían para verme en foto.

La aplicación que utilicé para chatear y conocer gente nueva fue “Gente Chats”. No había ninguna aplicación para chatear en iOS demasiado buena, pero esa me gustó. Cada noche, cuando me metía en la cama, chateaba al menos una hora diaria. Mi familia no sabía ni que tenía este móvil. Una noche, mientras hablaba con Ismael por WhatsApp, salió el tema de mi amiga Anna. Ella no sabía nada de mis últimos ligues. Me daba vergüenza contárselos. Antes le contaba todo, pero desde que conocí a mi Isma, le ocultaba cosas y eso me hacía sentir mal. Era mi mejor amiga. Ismael tampoco sabía que me había liado con ella. Esa noche se lo conté todo. Entonces me dijo que le parecía genial y que si tanta confianza teníamos debía contárselo todo. Primero me sentí un poco incómoda. Me daba miedo que Anna no fuera tan buena amiga como aparentaba y que, después de contarle mis intimidades, las fuera contando por ahí.

Ya lo había pasado fatal con Gabriel Toro. Pero me armé de valor y, haciendo caso a mi ciberamor, Ismael, se lo conté por WhatsApp. Ella también lo tenía y casi siempre estaba disponible. Cuando le conté mis experiencias sexuales con hombres mayores que yo, que había conocido a un chico en el chat y lo demás, ella no se lo tomó a mal. Al contrario, me dijo que ella también había tenido sexo por dinero, aunque con chicos más jóvenes de hasta 30 años, y que para nada le hacían sentirse como una PUTA. Me felicitó por mi nuevo móvil. También me dijo que me había echado de menos, que añoraba nuestros apasionados encuentros y que de ella nunca saldría nada porque yo era más que una amiga. Eso me llenó y me hizo sentir mejor. Además quedamos para el día siguiente. Era lo que necesitaba. Di las gracias a Ismael. Él sabía hacerme feliz.

Una vez dejamos el tema de Anna hablamos de los chicos del chat. Muchos iban a saco, otros daban rodeos, pero todos iban buscando sexo más o menos duro… a mí me gustaba más cuando me jodían fuerte haciéndome gritar al insertarme sus vergas, mi estrechez le encantaba y ayudaba mucho a que los encuentros fueran más fogosos. Yo no debía decirles a todos que cobraría por hacerlo, sólo tenía que darles bola y proponérselo a los más desesperados. Tampoco debía darles el kik a todo el que me lo pidiera, sólo al que viera simpático o tuviera una conversación de más de media hora que me satisficiera… nunca busqué la parte externa de los machos con los que me acostaba, prefería ver su ser interior y el raciocinio personal… y cada noche me salía más de uno. Después hablábamos por kik, nos pasábamos foto y si nos gustábamos hablábamos de quedar. Yo solía gustar a la mayoría de los hombres, también era yo la que decidía siempre de quedar o no. A muchos les daba largas porque me salía otro chico más guapo con el que quedaba para esa semana. Y normalmente quedaba dos o tres veces por semana, los viernes y los sábados, o sólo una vez porque también quedaba con Anna. Pero a partir de entonces mi amiga era mi cómplice. También me contaba ella sus ligues. Y así fue mi nueva vida con el iPhone.

 




Anna y yo buscando cita doble en el chat


Como Ismael sabía todo lo que me había ocurrido con Anna me propuso que tuviera un lio con un chico al mismo tiempo que ella tenía otro con otro chico… dado que los gustos por los machos maduros era común. Podrían ser dos amigos que venían a conocer chicas, y así disfrutaríamos el doble. Yo, cuando quedaba con gente del chat, era para que nadie de mi entorno pudiera contar nada. Si Anna se enteraba de lo que hacía, podría hablar y esa idea me rondaba la cabeza. Sin embargo Ismael me tranquilizó diciéndome que mi amiga nunca diría nada porque yo también conocía sus secretos y si ella hablaba yo también podría hablar. Además, seguramente ella también se desmelenaría, viendo que yo lo hacía y sería como un secreto para las dos. Con mis reservas acepté y una tarde quedé con Anna para conocer chicos por el chat. Fue una tarde cuando ya apretaba el calorcito.

Cuando estoy sola chateo por el móvil, pero como vino ella lo hice en el portátil. Pusimos de nick dosamigasde16. Anna tenía 16 años y yo los acababa de cumplir hacía bien poco. Hablamos con varios que no nos gustaron nada. Iban muy directos al tema y nos parecieron desagradables. Teníamos que elegir uno para proponerle el plan y lo hicimos con el más simpático que parecía a la par que era bastante guapo pintando canas sobre los 45 años. Le pareció genial la idea de venir con un amigo porque era de Vigía capital y prefería hacer el viaje acompañado. Yo le di el Kik, pero Anna se atrevió a darle su número de móvil. Total a ella nadie la controla. Cuando quedamos me recordó a la otra vez que quedamos con un chico. Sólo que esta vez tendríamos a uno para cada una y, al menos yo, no me cortaría por lo que pensaran de mí ya que ella iba a ser igual o peor.

Esperando como siempre en un banco del puerto, nos aburríamos y tonteamos entre nosotras. Anna pasó su mano por mi brazo y yo le sonreí. Después me acarició la cara, como intentando provocarme para que le diera un beso y se lo di, pero después le aclaré que se controlara porque no me apetecía que los ligues vieran que somos unas guarrillas. Y paramos hasta que llegaron en un Saturn del 2013 blanco. Todavía no era de noche del todo y nos vieron sentadas en el banco del puerto. Siempre quedo en ese lugar porque es discreto y al mismo tiempo fácil de encontrarnos. Salieron dos chicos maduritos de unos cuarenta y tantos años. Me sorprendió porque normalmente los hombres con los que quedo del chat no suelen tener la edad que dicen en el chat, o sus imágenes no corresponden con sus verdaderas identidades…, pero estos no nos mintieron. Además cuando hablaron fueron simpáticos con nosotras. Decidimos comprar unas bebidas para ir a tomárnoslas en un botellón privado. Además, si todo marchaba bien podríamos ir a Vigía a bailar un poco, aunque no me había arreglado tanto. Podríamos quedar para otro día. Ya se vería según la marcha. De momento era pasarlo bien e ir calentando la tarde hasta ver si surgía el fulgor entre ambas parejas… creo que Anna y yo estábamos predispuestas a que nos usaran como perras por un buen precio, y ellos siempre van con el cañón listo con munición para llenarnos… y a esas edades, también posee una buena billetera para colmarnos de parné.




Dos amigas muy cachondas


Nos fuimos al alto de la colina donde se utiliza de picadero en el coche, donde hicimos un mini botellón… ellos pese a su edad se enrollaron y nos invitaron a bebidas de calidad, esa es otra gran diferencia con los niñatos de nuestra edad, unos incompetentes en todos los sentidos. Salimos fuera, porque hacía ya calor y nos sentamos sobre el capó. Estuvimos bebiendo y riendo hasta que la cosa se empezó a poner calentita… Dos amigas cachondas de 16 años con apetencia de verga, frente a dos maduros con ganas de darlo todo, aquello era sin duda darle de comer al hambriento para esos dos machos sementales.

Estábamos los cuatro, tomando unas birras frescas, hablando sobre nosotros cuando el chico que había quedado conmigo se me acercaba disimuladamente. Yo, como tenía pensado tirármelo, se lo permití complaciente. El otro chico también se acercaba a Anna. Como vieron que a ambas no nos molestaba que tontearan con nosotras, entonces los dos a la vez nos dieron un beso a la par que nos posaban sus manos en la cintura. Fue algo tímido al principio, un roce de labios, pero de los dos a la vez, como si lo tuvieran hablado. Al ver que nosotras sonreíamos pasaron de los besitos a los morreos y de los morreos a los manoseos más febriles. Me gustó mucho como el chico que me tocó jugaba con su lengua en mi boca. Fue algo dulce y morboso a la vez. Al mismo tiempo su mano rozaba mi trasero, lo acarició con suavidad, pero después hundió un dedo en mi culo con el pantalón puesto. Me calenté mucho y le acaricié el torso sensualmente. Y, tras eso, enseguida noté que las braguitas se me humedecían. Levanté la cabeza y vi a Anna con los ojos cerrados, completamente entregada, mientras el otro chico la sobaba por donde le apetecía.

Pasó de las tetas al culo y del culo al coño. Ella no se molestó lo más mínimo, al contrario, le excitaban y se dejaba llevar. Ver esa escena me hizo calentarme aún más. Me apreté las piernas para sentir con mayor rigor la mano musculada del macho…me envolvía en un halo de irracionalidad tener a un semental tan poderoso a mi merced. Pero no pude aguantar un segundo más y le agarré la polla por encima del pantalón. Le froté la zona de la bragueta, casi con desesperación y restregué todo mi cuerpo. No pude evitar echar una mirada a Anna con su pareja. Me dio vergüenza que ella me viera en plan guarro, pero peor sería ser solo una calienta pollas… allí estábamos para ir a saco y follarnos a esos dos ejemplares de macho maduro. Pero me di cuenta que ella no se fijaba en mí, seguía con los ojos cerrados tratando de exprimir el placer al límite. El chico le besa el cuello, le agarraba las tetas y le rozaba la polla, aun sin sacar, en la pierna. Ella tenía minifalda y probablemente notaría el bulto calentito en su muslo.

La noche era un pelín fresca, pero con el calentón que llevábamos ni nos dimos cuenta. Entonces me animé a sacarle la polla a mi chico y empezar a masturbarlo. Seguíamos besándonos como locos, luchando por respirar entre los apasionados besos. Sentí como el calor me ardía por dentro. Tenía ganas de satisfacer ese escozor que me retorcía las entrañas, ese escozor que empezaba en la pepita de mi vagina y terminaba en lo más profundo de mí. Le dije que se pusiera condón, pero no llevaba. Por suerte su amigo sí. Mientras el otro chico se sacaba la cartera, vi a Anna mirándome, con la mirada perdida. No me juzgaba. No le impresionaría lo que iba a hacer. Estaba esperando a que su chico me diera el condón para volver a tirarse a su cuello. Seguramente ella también mojaría esa noche. Era impresionante el calentón que teníamos lados…

Éramos dos amigas cachondas que íbamos a tener un doble polvo en el coche. Anna y yo nos besábamos apasionadamente con nuestros rolletes, a la par que le meneaba la verga deslizándole el prepucio a una verga enorme, o al menos la más grande que hasta ese momento había probado. Ya era de noche y, aunque estábamos fuera del coche, en el descampado nadie nos veía. Además, ni yo me fijaba en lo que hacía Anna y ella se fijaba en lo que hacía yo. Podíamos desmelenarnos sin preocuparnos del qué dirá la amiga. Tenía la polla de mi chico en la mano. Me encantó el contacto, fue puro éxtasis. Su piel suave y calentita me encantó. Le puse, como pude, el condón que le dio su amigo. Nunca había puesto un condón con la boca, pero me dio morbo probarlo. Lo metí un poco, aguanté la punta con la boca y seguí colocándoselo con la mano, como si fuera una paja. Me gustó el sabor a goma con sabor a plátano. Tal vez si hubiera sido un condón sin sabor, tal vez sí me hubiera desagrado un poco.

No me percaté que siempre hay que hacer las mamadas a pelo… con el preservativo puesto no llegué a sentir la excitación del chico en mi boca. Sólo notaba que se movía, pero fue suficiente para preparar la polla al polvo que estaba a punto de echarme. Mi amiga seguía a lo suyo. Ellos iban más despacio… El otro chico le besaba en el cuello mientras ella se acariciaba las tetas aun con la ropa puesta. Se subió un poco la blusa para dejar sus tetas al aire. No llevaba sujetador la muy puta, ya iba ligera de ropa para el asunto. “Menuda guarra” pensé. Pero no importaba… Yo era peor, me estaba reconvirtiendo en una zorra de primer nivel. Lo que sí me di cuenta fue que verla haciendo eso a mi lado me ponía mucho más cachonda. Me excitó verla a ella cachonda, y ver a su chico entregado con toda la situación en sí me mataba de excitación. Y más pensar que había dos personas viéndome en acción… me podrían ver como soy follando por delante y detrás.

El chico, antes de follarme, rasgó la cremallera lateral y me bajó de un estirón la falda. Apretándome de la nalga, me subió sobre el capó del coche y me acercó hacia él para aproximar mi vulva a su boca. Casi sin esperármelo noté como me absorbía el coño durante un buen rato me comió el conejo como si fuese la boca de un perro, tratándome con rigor el clítoris con su lengua, ¡¡Aquello sí que era comerse un coño!! Me entró otro subidón de excitación, no sé si llegué a tener un orgasmo o mini orgasmo… Hasta recuerdo que gemí. Nos miramos y le correspondí con un beso fugaz… pero muy húmedo. Un hilo de baba unió nuestros labios, pero al separarnos calló sobre una teta. Noté la humedad y, esa ligera sensación, también me hizo sentir aún más deseo. No podía aguantar más… nos encaminamos al asiento de atrás, dejándome caer de espaldas, me senté en los asientos de atrás del coche y mirándolo con mi encaro más picante, le dejé ver mi coño húmedo, abriéndomelo con dos dedos, le mostré mi interior y dejé salir mi pepita dura. Chorreaban los flujos vaginales.

El chico aceptó mi proposición y se levantó el culo lo justo para enfilar su rígida verga con mi entrada al placer y poder hundir su duro falo dentro de mí. Tenía la polla ni muy grande ni pequeña. Lo justo para darme placer y no hacerme daño si no era demasiado brusco. Con la primera embestida solté un grito de gusto y de sorpresa al notar cómo se me abrían las paredes vaginales internas. El chico se detuvo, pensando que me hacía daño, pero enseguida lo abracé y lo empujé hacia mí, indicándole que continuara… que simplemente era estrecho mi conducto vaginal. Así empezó a follarme. Primero lentamente, pero constante e incesante. Cuando me vio estremecer entre sus brazos aumentó el ritmo consiguiendo que mis sensaciones se multiplicaran. Yo disfrutaba tanto que no podía cerrar mi boca ni dejar de emitir sonoros gemidos.

De refilón vi a Anna que estaba apoyada en el asiento de mi lado, con el culo al aire fuera del coche. Su chico estaba de pie fuera, agarrándola del trasero y dándole duro, se oían los chasquidos de los golpes de sus cuerpos, dado que la enterraba entera y la pelvis del madurito rebotaba en el culo de Anna. Agarré a mi amiga de la cara y le di un beso que ella me correspondió. Mi semental se quedó fascinado, pero le gustó, porque noté como aun me folló con más fuerza insertándola hasta las pelotas… me golpeaban como un badajo de campana. Apenas duró unos minutos más, porque al poco empecé a notar las últimas embestidas fuertes y desgarradoras. Durante el polvo me corrí una vez tocándome el clítoris con fruición, pero el chico me daba con mayor ímpetu con muchas ganas de correrse dentro de mí… a mí eso me calentó.

Las acometidas gentiles quedaron al fondo y la escena se estaba volviendo dura con control gracias a su experiencia… esa polla debía haber perforado unos cuantos coños ya. Me colgaba de su cuello y los besos eran muy sexuales, las caricias un poco más rudas y sus embestidas las hacía más rudas tomándome de las caderas y atrayéndome hacia él con toda su fortaleza viril, deseando que entrara todo en mi útero. Sentí mi entrepierna demasiado húmeda pero no me importó, notaba el subidón de dopamina con lo que me iba a correr y que él debía estar a punto ¡No podía parar! Se lo supliqué. El placer me hacía sujetarle del culo atrayéndolo más hondo de mi coño, pidiéndole que me penetrarse sin parar…. Hasta que su verga no aguantó más, a pesar de apretar para no derramarse pronto… pasó, se deslechó como un caballo, mientras yo lo hacía también, percibiendo descargas eléctricas recorriendo mi médula espinal hacia todos los espacios de mi cuerpo. Percibí cosquillas en mi entrepierna y extrañamente en mi ano, gemí como una loca y al final noté como el receptáculo del condón me presionaba a medida que se iba llenando de semen, era ese líquido preciado, espeso, salado y en una cantidad tan grande que llenó todo el depósito del condón. Entendí que eso era un orgasmo del chico, que así se sentía, que por esa sensación los machos y las hembras hacen hasta lo inimaginable muchas veces y lo entendí ya que es la mejor sensación del mundo.

Sin embargo no yo había acabado y continué para terminar con un dedo, mientras miraba como Anna era finalmente follada y también su semental acababa deslechándose dentro de ella. La miré fijamente, con deseo y me toqué. Ella se dio cuenta y se acarició las tetas para regalarme una visión aún más morbosa. Llegué inmediatamente al orgasmo con Ana sobándose lascivamente. Tanto me gustó que me sentí como en una nube y le volví a dar otro beso con lengua, muy prolongado. Tras el doble polvo en el coche los chicos se quedaron a gusto… nos dejaron en nuestra casa. Curiosamente de nuestros impulsos lésbicos no comentaron nada. Es más, parecía que les molestaba hiriendo su orgullo de sementales. No podían aceptar que la chica que se habían tirado también pudiera sentir atracción por otra chica. Sin embargo Anna y yo estábamos deseando comentarlo. No dijimos nada con respeto a los maduritos, que nos pagaron bien con más de lo acordado… nos cruzamos miraditas de deseo. Nos dimos la mano todo el camino, la sentía suave y firme con los dedos entrelazados a los míos. Muy pronto tendríamos un encuentro las dos a solas… La noche había salido bien, los machos habían sido respetuosos y generosos en la follada y luego en el desembolso del capital por follarnos. Nos había salido una cita redonda… bien folladas y bien pagadas.





 

Un encuentro a solas con mi amiga Anna


A partir de ese día volvía a juntarme con mis antiguas amigas. Entre Anna y yo existía una conexión especial que nos hacía estar más unidas. Y nadie sospechaba nada porque seguíamos siendo las mejores amigas. Hasta que un día nos quedamos a solas en su casa… Me he dado cuenta que ya no suelo empezar escribiendo “Hola querido diario”. Será porque he madurado o porque pienso en otras cosas. Ahora mi mente está siempre en mi apoyo moral… mi pepito grillo, mi amado y nunca bien ponderado Ismael. Sin él la vida que tengo no hubiera sido es mucho mejor a la que tenía antes, meses atrás, y eso es en buena parte gracias a él. Sin embargo a veces me emparanollo pensando quién será Ismael. Tengo la necesidad de conocerlo en persona. Pero él sigue asegurándome que no tiene tiempo de venir, en tanto , todas las semanas gano mi dinero con los hombres que él me recomienda.

No sé cómo lo hace, pero con tan solo mi descripción, los psicoanaliza y etiqueta, seleccionando los más adecuados… respetuosos con la mujer, bien posicionados socialmente y con pasta para ser generosos. Solo me follan seis de manera periódica, las más veces llego a unos nuevo o diez polvos por semana, lo que me llega a cerca de 250 $, porque ya no bajo de 25 $ por polvo con condón, y 15 por mamada sin tragar lefa, aunque siempre me la trago, eso es un plus que les encanta y pagan más, lo que no saben bien es que mi preferencia es saborear sus lefas y zampármelas. Ya os contaré en otro capítulo de mi diario lo con hacemos ante la Webcam. Tal vez ahorre lo suficiente y un día me decida ir a buscarlo. Tal vez será pronto, pese a no desear romper el encanto del encuentro con mis precipitaciones. Respecto a lo último que me ha ocurrido siempre se ha mostrado conforme con todo y, después de contarle con pelos y señales lo de mi último encuentro, me propuso que tuviera un rollete de verdad con mi amiga del alma.

Lo cierto es que lo estaba deseando, pero que además me lo propusiera mi cibernovio me dio el empujón que necesitaba para lanzarme. Y así fue… Normalmente quedamos en casa de Anna las cuatro amigas, pero un día casualmente las otras faltaron. Me vi en una oportunidad perfecta. Nos sentamos en el sofá, sacó una coca cola y unos nachos de picar. Estuvimos hablando un rato de cosas sin importancia hasta que me armé de valor y le solté un beso en los labios. Normalmente era ella quien se solía lanzar, pero en las últimas ocasiones estaba siendo yo quien era la incitadora. Ella se extrañó. “Estas más pervertida de lo normal” me dijo entre risas. A ella le parecía genial claro, éramos dos chicas bisexuales con un ardor de coño inmenso, además fue ella quien empezó. Le respondí que tenía ganas, que desde nuestro encuentro con los otros dos maduritos interesantes, no podía dejar de pensar en otra cosa. En parte era verdad, pero me dio cosa decirle que me lo había propuesto mi amor… mi novio o cibernovio Isma.

Quería que pensara, ser yo la que tenía ganas sin dejarme influenciar por nadie, por si luego especulaba que realmente no me gustaba o algo. Pensé que era mejor. Y otra vez volví a sentir esa sensación de vacío, como cuando le ocultaba mis relaciones con los chicos. Pensé que después le contaría todo lo que dijera Ismael de nuestro encuentro y se me pasaría el enrosque mental. Estábamos las dos, frente a frente, con brillo en la mirada de deseo. Yo apenas le había dado un pico, pero fue suficiente para despertar la pasión entre ambas. Nos quedamos inmóviles un segundo, casi esperando la reacción de la otra. En cuanto me moví un poco para darle un segundo beso ella se lanzó casi frenéticamente a mis brazos. Nos besamos durante varios minutos con lengua y sin dejar de acariciarnos el cuerpo. Sus caricias me encantaron.

Sus manos pasaron por mis tetas con delicadeza y a la vez con deseo, como si fuera la primera vez que lo hiciera y pensara que me rompería del más ligero contacto. Me sentí deseada, respetada y satisfecha, porque su tacto hacía electricidad en mi cuerpo. Me estremecí de deseo. Entonces volví a sentir esa sensación de ardor en la piel por dentro y por todas partes, empezando por mi sexo y acabando en las sienes. Era pura sensualidad. Le correspondí con una leve caricia en el trasero. Me encantó. Lo noté calentito por la raja, metiendo la mano por dentro del pantalón. Era blandito por los lados… Era un volcán a punto de entrar en erupción. La pasión lo desbordaría. Anna me miró con picardía pensando si dábamos el siguiente paso. De nuevo hubo unos segundos a la expectativa de deseo, tensión y prudencia. Pero de nuevo fui yo quien me lancé a quitarle la camiseta y ella hizo lo mismo. Ambas teníamos sujetador de enganche. Se atascó un poco al intentar soltarlo, por los nervios. Yo era la primera vez que me veía así con otra chica y Anna se veía especialmente nerviosa por la situación.

Ella era más liberal que yo, pero creo que venía gustándole desde hacía tiempo. Este encuentro debía ser especial para ella. Cuando nos quitamos los sujetadores le acaricié las tetas envolviéndome en sus extensos pezones hinchados. Los tenía suaves, pero a la vez firmes y bien puestos. Ella tenía más talla que yo. De hecho estoy acomplejada por ello, pero ese es otro tema. Nos volvimos a enrollar con pasión. Esta vez acompañamos los húmedos besos con caricias a piel desnuda. Aun estábamos en braguitas, pero eran casi transparentes. Podía ver su chocho abultado muy bien depilado. En cambio yo tenía un triangulito de pelo que indicaba a los despistado donde tenían que me meter su verga cuando estuviese bien dura. Anna se fijó que miraba abajo y se agachó para arrancarme las bragas de un bocado. Ella como yo sólo usamos tanga para salir de fiesta, para marcar culo y estar más sexys y guapas… no obstante entre semana usamos bragas que son más cómodas de algodón, con motivos casi infantiles de ositos, o Hello kitty.

Me bajó un poco las bragas y, humedeciéndose los dedos, me los hundió en la vagina. Lancé un suspiro casi mundo, pero ella lo sintió y me miró encendida de deseo. Me besaba alrededor al tiempo que su dedo se hundía en mí, entraba y salía dándome el más intenso de los placeres follándome con ellos. Incluso llegué a pensar que me gustaba más que echar un polvo, porque no hay nadie que conozca más a una mujer que otra. Sus manos delicadas me tocaban con una dulzura, un movimiento desenfrenado, un ímpetu… que me elevaba al cielo. Estaba tan feliz que hasta se me olvidó devolverle el placer recibiendo los honores de sus falanges en mi coño.

Me quedé tumbada en el sofá con la mirada perdida en el salón y sin ningún pensamiento en la cabeza más que Anna y su cuerpo. Grité, de gusto. Ella sabía cómo hacérmelo mejor que nadie, clavando sus dos dedos y refregándome el clítoris con la presión justa para derretirme y hacerme estallar de placer. Era mi mejor amante. Me mordí los labios, desesperada. Estaba tan al límite que llegué a un orgasmo impresionante. Fue un éxtasis largo, intenso y dulce… la auténtica y verdadera muerte dulce del orgasmo intenso que te desbarata toda conciencia. Y después no sentí ese vacío que siento, tras ser follada por un macho cuando acaba de vaciarse los huevos dentro de mí. Me quedé en la gloria, sin pensar, todavía con el mundo fuera de mí. Así me quedé al menos media hora, abrazándome a ella. Después de ese momento de paz me di cuenta de que ella no había terminado. Sin embargo había pasado un tiempo y creo que se le habían pasado las ganas. Le expliqué todo lo que me había gustado y le pedí perdón por no corresponderla… sin embargo me dijo que no tenía nada que perdonarme, que para ella también había sido especial y que en otra ocasión será su momento, que estaba tan entregada que hubiera sido una pena no llevarme al éxtasis del placer. Le miré a los ojos y le prometí que la próxima vez que nos quedáramos a solas le recompensaría su generosidad. Nos dimos otro beso, largo e intenso. No hubo lengua, pero no importó… nuestras almas se fusionaron. Fue lo más bonito de la tarde. Y volví a casa pensando en cómo se lo contaría todo a Ismael…





 Una foto íntima… de una mamada


Después de mi encuentro con Anna lo primero que hice al llegar a casa fue contárselo a Ismael. No estaba en línea en el WhatsApp y se lo conté todo. Enseguida lo leyó y no tardó en conectarse. Como siempre se mostró muy contento y orgulloso de lo que había hecho… Por la noche, entre las sábanas, estuvimos wasapeando durante horas. Le conté mi encuentro lésbico con todo lujo de detalles y hasta me confesó que se estaba pajeando imaginándoselo. Cosa que me encantó. Sentí que sin estar en carne y hueso delante de él era capaz de complacerlo. No tuve ninguna duda en seguir complaciéndolo en todo lo que me pidiera. Y esta vez me pidió algo más… Me dijo que me hiciera fotos de mis encuentros sexuales. Yo al principio dudé, pero después consideré que era lo justo. Él era mi novio y disfrutaba con cada nueva experiencia sexual que yo tenía. Pero si podía comprobarla por una foto entonces aun disfrutaría más. Éxtasis

Al día siguiente tenía cita con uno de mis seis fornicadores, uno de los que tenía en nómina y quedaba con ellos cada semana para follar y sacarle la leche a cambio de una buena paga. Le prometí que me haría una foto mientras se la mamaba. Y según lo decía el cuerpo me palpitaba de excitación. Esteba deseando hacerme la foto y pasársela. Seguro que le encantaría. Al día siguiente quedé con el macho de turno. Como en las últimas veces, antes de estar a solas en su coche fuimos a un centro comercial de Vigía… esta vez fue en “El Rattan”. Me fijé en un par de discos de música y él, sin pensarlo, me los compró. Siempre me hacía algún regalo y yo encantada de la vida. También me compró un tanga rojo en una boutique de lencería cara. Se le ocurrió una picardía que me hizo mucha gracia. Fui a los probadores y me lo puse, para probármelo, pero en lugar de quitármelo me lo dejé puesto. La intención no era robarlo, sino decir en el mostrador que lo llevaba puesto y enseñarlo. La chica se sorprendió y el hombre que había detrás no dejó de mirarme el culo, pese a ir con su esposa. Imagino que verían la tira del tanga asomando por encima del pantalón y se calentaron.

Sea como sea yo me sentí tremendamente excitada por la mirada de un extraño que me desnudaba y reí, casi de nervios. La chica me pasó el lector de códigos por la etiqueta y yo sentí un ligero cosquilleo. Fue una experiencia graciosa y caliente. Por supuesto, después de ese dispendio, tenía aún más ganas de lo normal de tirármelo y sacarle toda la leche de sus testículos… seguramente los llevase bien llenos. Le insinué con la mirada que me siguiese si deseaba algo conmigo, y del parking no pasamos. Según entramos en el coche le agarré de la cintura del vaquero y le acaricié el pecho por debajo de la camisa sin dejar de hipnotizar sus ojos en los míos. Fue suficiente para despertar el deseo del semental, ya por sí caliente como un cabrón en la época de berrea. Le desabroché el botón, bajé la cremallera y acaricié la polla por encima de los calzoncillos. Ya estaba despertando.

El hombre miró hacia fuera del coche, para comprobar que no venía nadie…vio que había gente pasando. Entonces me dijo que no podíamos seguir allí porque si se daban cuenta podrían llamar a los guardias del centro comercial. Así que decidimos posponer el polvo. Salimos del parking y paramos en la primera zona de descanso de la autovía que encontramos. Como estaba todo a oscuras decidimos salir fuera del coche para estar más cómodos. Estábamos un poco agobiados por el calor, por la estrechez y por todo el ajetreo. Pero no tardamos nada en seguir por donde habíamos empezado… Se la sacó. Entonces empecé a mamársela como una loca. Siempre me han dado morbo los hombres peludos con el vello bien cuidado y él lo era. No me importa quitarme pelos de la boca, es más, me hace sentir muy perra y eso me excita más. Me metí la verga entera en la boca, le di unos lametazos a los huevos y enseguida noté que se puso como una piedra. No se me olvidó lo de hacerme una foto y le pedí que me hiciera una foto con mi móvil y después se la mandaría de regalo por WhatsApp. El hombre al principio se sorprendió, se quedó mirándome como empanado, pero al poco enseguida me buscó con nerviosismo el móvil en los bolsillos y lo preparó. Sabía que tenía que verse bien y me coloqué, miré a la cámara y me metí la polla casi entera. Todo lo que podía. La primera foto se quedó muy oscura, pero hizo otra dejando activado el flash y se quedó bastante bien. Estaba genial. ¡Ya tenía foto para Ismael! Y seguimos a lo nuestro.

Para evitar que siguiera cansándose, yo me coloqué en cuclillas justo enfrente de ella con su verga apuntándole directo a la cara, a nuestro alrededor no podían vernos debido a la oscuridad reinante, así que primero la ubico con sus manos y una vez la tomo con mi mano derecha, empezó a masturbarle mientras con la mano izquierda acariciaba su bolas. De pronto noté ese calorcito húmedo y la misma sensación de terciopelo de su piel rodeando su verga con mis labios, sí, se la estaba mamando de nuevo y así mientras succionaba la cabeza y le acariciaba con la puntita de su lengua, con mis manos también le masturbaba y seguía acariciando sus pelotas. De nuevo me introducía la verga en mi boca. Mis movimientos se hicieron cada vez más fuertes a medida que sentía la deliciosa dureza expandirme la boca y mis manos se hicieron hábiles manejado tremendo macho, mis miradas iban acompañando a ese trabajo de chupar, meter, sacar, masajear… notaba en su tensión el efecto de mi boca en él. Sin embargo no deseaba que se corriera en mi garganta… necesitaba que me follase y estrujase mi pepita mientras me clavaba 

Después de mamársela durante un rato, el hombre se la saqué antes de correrse. Sin yo pedírselo, porque ya sabía que se lo pediría, se colocó un condón. Me dijo que de todas formas quería darme por el culo y yo también lo deseaba… como tenía el condón puesto, acepté. Me apoyé en un asiento del coche, de espaldas, y me bajé el pantalón. Me iba a bajar también el tanga, pero me detuvo y me dijo que le daba morbo follarme el culo con el tanga puesto. Me apartó el hilo un poco, me escupió en esa zona para lubricarme y me embistió casi al instante. Al principio sentí un poco de dolor, pero lo pude aguantar y el folleteo me gustó bastante. Entre la lubricación de la saliva, del condón y de que ya me había estimulado con los dedos el ano, sin olvidar que ya había follado alguna vez por ahí, empecé a dejar de sentir dolor para morirme de gusto. Era más intenso que follar por delante. La polla estaba más prieta en mi culito y este tipo tenía una verga ideal para joder por el culo… una polla fina y no muy larga. Al mismo tiempo acompañaba el polvo con unos dedos en mi clítoris. Entre una cosa y otra las sensaciones fueron muy intensas. Yo gemía de placer. Grité. Pero apenas fueron un par de minutos porque el hombre estaba muy salido con mi culo tan apretado… no tardó en correrse. Tras la mamada el hombre no pudo más y echó un chorro tras otro de leche directo al receptáculo del condón, el hecho fue que después de eso. Se lo extrajo observando una cuantía enorme de esperma. En nada me esmeré porque su verga quedara bien limpia… me dediqué a lamerla durante algunos segundos, en especial su capullo. Me dio rabia no sentir el semen calentito chorreando en mi ano, pero era mejor hacerlo así. Hice un nudo al condón con todo el contenido seminal y me lo quedé de recuerdo.



De fiesta en Palmarito


Estaba entusiasmada. No sabía que con algo tan divertido, podría ganar tanto dinero. Era consciente de que también me exponía a peligros, pero el riesgo merecía la pena y además me daba un subidón de adrenalina que me excitaba más. ¿Hasta dónde sería capaz de llegar? Los varones que me tiraba eran una selección y eso ayudaba mucho a una confianza mutua entre cliente y buscona, así como a las posibles trasmisiones de ETS…

Como ya eran vacaciones de verano, tenía más tiempo para entrar en el chat y conocer nuevas personas. Hablé con muchos chicos. Había varios que me ofrecían directamente dinero a cambio de hacer algo. No me terminaba de fiar porque, aunque era lo que yo buscaba, si ellos ofrecían el dinero sin yo pedírselo sería porque eran muy feos o tendrían algún problema. Sin embargo me dejé llevar por un chico que me aseguró que me pagaría sólo por salir de fiesta. Después iríamos a su casa y si pasaba algo mejor, pero lo que quería era pasar una buena noche de marcha. Así que acepté. El dinero me vendría muy bien para el viaje que quería hacer… El sábado de esa semana me recogió en las afueras del pueblo. Tenía un coche nada normalito Hyundai cupé un poco macarra, con el que pasé un poco de calor… ese verano hacía bastante calor, aun de noche.

Decidimos ir Palmarito porque allí hay discotecas con mucha fama, alguna exclusivas para maduros que son los amantes que más me ponen le coño mojadito, y también nos resultaba más cercana que las de Vigía. Durante todo el trayecto estuvimos ambos cortados. Lo cierto era que pensaba que tenía claro lo que quería de mí, pero durante esos momentos lo pensé mejor y llegué a la conclusión de que era muy probable que lo que había dicho fuera simplemente por quedar bien y tuviera otras intenciones ocultas. Sea como sea había como un ambiente enrarecido que me dio mucho respeto. El chico no estaba mal. Tendría sobre 35 años, era rellenito, con entradas y con tatuajes. Olía a colonia barata. Además vestía con un pantalón vaquero y una camiseta de un grupo de música heavy. Me miraba y sonreía. Yo le devolvía la sonrisa encogida de hombros. Así estuvimos hasta llegar a Palmarito. Cuando llegamos aparcó cerca de la discoteca. Quedé fascinada por el lugar. Parecía un inmenso chiringuito de playa. Bueno varios inmensos chiringuitos.

El chico me pagó la entrada y nos sentamos a tomar algo. Había piscina, un espectáculo de humor, DJ’s, un relaciones públicas muy majo… Y allí estábamos ese madurito y yo. Me empezó a acariciar la pierna. Llevaba un vestido con minifalda y sin medias, por el calor. Noté el contacto de sus dedos acariciando mis piernas, y mis entrepiernas… Me humedecí. Ni si quiera lo pude evitar. Saber que mis piernas eran miradas de reojo y saber que este chico acariciaba el objeto del deseo de muchos otros me volvió loca… el coño comenzó a chorrear. Suspiré con los ojos entrecerrados. El chico se dio cuenta y aprovechó para acercarme contra él con sensualidad. Me dio un beso en los labios, ligero como una caricia. Me puse a mil y me dejé llevar. Volvimos a besarnos, esta vez apasionadamente. Nuestras manos frotaron nuestros cuerpos con deseo. Tenía el tanga completamente empapado de excitación. No sé cómo lo había hecho, pero estaba totalmente entregada a él. Y no me importaban las miradas ajenas, al contrario, me ponían más cachonda. No tenía nada que preocuparme allí, porque nadie me reconocería. Así que no tuve problema en dejarme llevar…





Un polvo en el aseo de la discoteca


Me encontraba liándome con el chico que había conocido esa misma noche, y con cientos de miradas clavadas en mi cuerpo. No podía contener los jadeos, porque esa situación me encantaba. No sé por qué pero exhibirme me ponía, pero además tenía a un madurito dándome placer. Las manos de mi nuevo amante recorrían mis piernas desnudas, con tacto, con sensualidad y siempre acercándose poco a poco a mis zonas íntimas… Perecía pedir permiso para meterme mano, cosa que me encantó y me encantan de los mayores, porque siempre te respetan y luego te dan duro como toros salvajes. Normalmente los chicos de mi edad me tocan a saco, lo hacen bruscamente como si supieran que yo les fuera a decir que pararan. En esta ocasión mi amante rozaba con suavidad mi piel, acercándose milímetro a milímetro dejándome claras sus intenciones antes de llevarlas a cabo. Entonces cerré los ojos, agarré su mano y me la acerqué más a mi mollete entre las piernas. Volví a abrir los ojos, los dejé entrecerrados más bien, pero pude ver como muchos hombres a nuestro alrededor no dejaban de mirarme. Me sentí una Lolita muy deseada. Un escalofrío de placer me recorrió el cuerpo. Estaba tan cachonda que en ese momento podría haber hecho cualquier cosa que me propusieran.

Tratamos de bailar, disimulando nuestra calentura. Era imposible. Todo el mundo sabía lo que estábamos haciendo y estaban muy atentos. A mí no me importaba, pero parecía que a mi chico sí. Me llevó a los aseos de los hombres. Lo cierto era que entramos sin pensar. Y ver a los machos en celo deseosos de mí, mientras me veían entrar en un privado, me volvía loca. Me levanté la minifalda. Las bragas estaban tan húmedas que me las quité y mi follador se las quedó cuando sensualmente se las metí en su bolsillo mirándole a los ojos. Además me daba morbo salir ahí fuera sin ropa interior abajo. El chico se sentó sobre la tapadera del wáter y yo me puso sobre sus mulos a modo de puente, le amarré el cipote y lo enfile a mi coño… me senté encima. Noté su mástil de un tamaño medio, hundiéndose en mi vagina de sopetón sin pausa hasta llegar a topar mi vulva con sus cojones. Era un verdadero placer. Los líquidos vaginales funcionaron como el mejor lubricante y la polla entró de un golpe. Grité de excitación a sabiendas que los chicos que habría en el aseo con sus pollas en la mano meando, me oirían.

Una vez la noté completa alojada en mi útero, le cabalgué con fuerza, sin importarme que no hubiera condón, y sin importarme el resto del mundo ¡Joder como era eso de follar a pelo! Incluso pude ver como uno de los chicos que me había visto entrar al privado, se asomaba en todo lo alto. Pero mi excitación era tal que lejos de avergonzarme, disfruté más y le regalaba miradas intensas… con la visión más morbosa de mi cuerpo que pudiera tener y no tuviera más remedio que satisfacerse con una buena paja o dos después, pensando en mí y en como follo. Antes de correrse paró. Me dijo que no llevaba condón y que no quería incomodarme terminando dentro de mí. Le dije que no había problema… que le permitiría llenarme de toda la lefa que tuviese dentro de sus huevos. Me agaché sobre sus rodillas y entre sonrisas y risas tontas, se la empecé a rozar con la cara y los labios. Le miraba directamente a los ojos, con la boca abierta, la lengua juguetona y coño empapado. Me rozaba a mí misma. Sentí un orgasmo intensísimo. Casi me metí los cuatro dedos enteros… en esos momentos no pensaba con la cabeza, sino con el clítoris.

Una vez tuve el mejor clímax quise regarle el mejor orgasmo a mi amante. Me metí su polla en la boca, hasta el fondo. Mis labios llegaban a rozar sus huevos. Lo conseguí apretando su glande contra un lado de la garganta que no me daba arcadas. Nunca lo había hecho, simplemente lo pensé sobre la marcha. Entonces agarré los huevos con la mano y me hundí y me saqué la polla una y otra vez, de forma brusca. El chico no podía estar más a gusto y en una de las veces que se sacó la polla de mi boca y la dejó entre mis labios… se corrió sobre mi lengua, con chorros que calaron dentro de la boca y hubo semen que se extendió por la barbilla. Jugué con el semen en mi lengua. El poco que cayó lo cogí con dos dedos y los volví a lamer. Y el que calló sobre mis tetas lo restregué sobre mi escote. Estaba en la gloria.

Al salir del privado vi a unos cuantos esperando a que saliera. Me vieron con la cara manchada de leche de macho recién ordeñada, luego como me limpiaba en el lavabo mientras les devolvía la mirada pícara y caliente de niña traviesa. Porque en verdad yo seguía cachonda como una perra en celo. Uno de ellos trató de acercarse para agarrarme de la mano y llevarme hacia él, pero mi amante de esa noche se puso en medio impidiendo que me llevase con ese otro desconocido… ¡¡ Esa noche era suya… era su hembra y su PUTA!! Por ello iba a pagar y yo encantada de disfrutar de lo que tanto me gusta, al mismo tiempo que me lleno el bolsillo de divisa americana y que te paguen en dólares, cuando el bolívar se deprecia cada día, es de agradecer. Y eso me hizo sentir especialmente bien. ¡Estaba marcando territorio! Pronto me di cuenta que Yo era el objeto de deseo de todos esos machos con la testosterona por las nubes… mi sensualidad debió de subirle más inundando su cerebro de sexo, deseaban tener mucho sexo con la Lolita de turno. Pero sólo me podía disfrutar él, mi macho Alfa. Por un lado me apeteció seguir con la marcha, pero por otro me quise sentir arropada por mi “Sugar Daddy”. Así me abracé a él y le susurré “gracias papi” de forma cariñosa.

Me sentía segura en sus brazos, y pensé en cuál es mi polvo perfecto, sin lugar a dudas, sería con alguien a quien quisiera o tuviera afecto, que además fuese un macho seguro de sí mismo de verdad, que me domine y me haga su sumisa… me gusta ser la muñequita de un maduro sensible y potente, sobre todo valoro, el hecho de que haya química entre los dos, eso lo es todo. Si es en un lugar no arriesgado mejor, ya que los polvos en sitios esporádicos son la hostia pero nunca acabo de relajarme. Con lo cual, en casa sería perfecto. Lo ideal sería que las cosas fueran poco a poco, sin prisas pero con ganas. Al ser un hombre experimentado… ¡hay que calentar bien el horno! Me encantaría que me dieran muchos mimitos pero que la palmadita en el trasero no falte, es decir, muy mimoso combinado con algo de agresividad. Es conveniente empezar suave para expandir mi estrecho coñito, pero luego necesito que me dé bien duro y sentirme completamente llena de mi semental…me encanta terminar con le coñito rojo de frotación y excitación.

Empezaría en la cama y acabaría en la ducha. Me encantaría disfrutar a tope de mi hombre, de posturas no puede faltar la cucharita, y a '4 patas' en especial, pero con la parte superior del cuerpo relajado, o como dicen mis follamigos, ‘a lo lagarto’. Algo que me vuelve loca es que tenga afición a comerme el coño, un 69 sin lugar a dudas, ya que recibes placer mientras saboreas a la otra persona. En ambos acabaría involucrando lubricantes de sabores y así tener más margen para jugar. En cuanto a juguetes sexuales, no los veo estrictamente necesarios. Mi polvo perfecto sería simple, la verdad, mientras sea alguien especial y pueda saborear su placer.

 




Un paréntesis en mi sexualidad


Tras lo que me ocurrió en De fiesta en Palmarito seguí conectándome en el chat de Terra y me dejé la Dee Web y su cada vez retos más exigentes…deseaba volver a mi vida “anodina” anterior… deseaba conocer chicos nuevos más limpios. Hablé con mi amiga Anna, me dijo que lo que estaba haciendo yendo sola, era una locura porque podría salirme un violador o cualquier tío peor y lo pasaría mal. Este verano me he visto bastante obsesionada en la Dee Web sin ver realmente los peligros que entrañaba. Ahora de nuevo a mis andadas, con el móvil me conectaba todas las noches al chat, me los pasaba al KIK y trataba de conocer a los chicos para quedar con el más majo… todos mayores, por supuesto que pudieran ser mis papis o mis abuelitos. A algunos de ellos les mandaba alguna foto íntima, pero después de la conversación con la chica esta del chat me arrepentí. Además me dio mal rollo que muchos chicos que me hablaban, ya habían hablado conmigo otras veces (ya que me conecto siempre con el mismo nick) y trataban de convencerme para quedar sabiendo lo que me gustaba. Me sentí en el escaparate de internet y hasta me dio miedo que alguno pudiera ser de mi pueblo, o se enterara. Así que decidí hacer un paréntesis en mi sexualidad, buscar otros hobbies y alejarme por un tiempo del sexo.

Durante el resto del verano fui a la playa con mis amigas, hacíamos botellón los viernes y algún finde nos escapábamos a El Vigía. Como siempre he hecho cuando he estado con mis amigas, con los chicos era muy tímida y casi rehuía los rollos. La única amiga que conoce mis secretos sexuales es Anna, pero ya le conté como me sentía, respetó y aplaudió mi decisión de apartarme un tiempo del sexo tan arriesgado. Ella no lo hizo pese a sus consejos, y más de una vez me tocó encubrirla al igual que me encubría ella a mí cuando quedaba con algún chico. Al chat me he seguido conectado, pero menos frecuentemente, pero sigo metiéndome de vez en cuando, porque para mí es como un vicio que no puedo dejar y también porque he empezado primero de bachiller y es bastante más difícil que la secundaria, por lo que tengo que dedicarle más tiempo.

Me encanta ver como los chicos tratan de ser simpáticos para conseguir una cita conmigo. Pero llevo desde el desparrame de Palmarito, sin quedar con ninguno en el dique seco. Y eso que en esos momentos me sentía súper contenta de lo que iba consiguiendo, pero no sé, me empecé a sentir mal y el dinero no era suficiente aliciente para continuar follando a todo quien me ofrecía pagar por follarse a una Lolita. También tengo pensado ir a visitar a mi cibernovio… no sé por qué no desea estar conmigo físicamente… a veces pienso que soy poco cosa para él, o una puta con la que no vale la pena perder el tiempo. A los hombres que te quieren, desean que no hayas sido usada como una zorra por tantos machos… tal vez ese sea el motivo de no querer estar conmigo.

No obstante, con él sigo hablando todos los días desde el WhatsApp. Sin embargo no recogí suficiente dinero para el viaje y él tampoco estaba demasiado entusiasmado de conocernos, porque no tenía tiempo me decía…antes era porque no disponía del coche para venir a verme. A lo mejor es que prefiere sólo una relación virtual a una real. Yo por mi parte estoy deseando conocerlo, pero tengo que ahorrar más para poder ir. Para él fue una desilusión que dejara de quedar con chicos, o eso me pareció ver en sus gestos…, ya le dije que sólo ha sido una loca etapa de mi vida y en cuanto me vea con ánimos volveré a quedar como antes con más sensatez. Tal vez con más precaución…. Lo que más le gustó a mi amado Isma, fue que siempre usase condón, nunca le dije que también follé sin preservativo, pero me siento orgullosa que ninguno me dejara su esperma en el coño, en eso aún está virgen. Dejo mi coño libre de esperma, para que me llene el hombre que más me ha ayudado y amado de cuantos he conocido… mi amor Ismael, mi cibernovio. Me ha cuidado mucho y recuerdo que me propuso quedar solo con maduros que tuvieran coche y dinero, antes de subirme con ellos, me memorizase la matrícula por si hubiera algún problema poder denunciarlo… y que sacara el máximo partido a mi cuerpo. Eso hice y haré, pero de momento tengo que estudiar si quiero sacarme este curso.

 



Conociendo en vivo a mi cibernovio


He tenido que esperar mucho tiempo para conocer a mi cibernovio Ismael, pero finalmente lo he podido hacer este verano. Han sido muchos meses de añoranza, de ahorrar dinero y de suspirar por esa alma gemela que me complementa, aunque no me atraiga físicamente. Es algo curioso. Cuanto más tiempo se espera algo, con más ganas se coge después. Y eso fue lo que me ocurrió a mí. Estaba convencida de que era la persona con la que quería estar, porque más allá de un físico, la conexión que teníamos era brutal, y yo valoro mucho más a las personas por su ser interior, que por su estar bueno… para físico y echar un buen polvo ya tendré todos los chicos con los que quede, porque lo que más me gusta de esta relación es que además de todo eso, es que somos liberales y cada uno puede estar con quien quiera. Él no se pone celoso de que esté con otro hombre, al contrario… le gusta que yo sea feliz y satisfaga mis necesidades perentorias. Él comprende que a una adolescente de 16 años camino de 17 le arde mucho el coño, y esa quemazón hay que sofocarla con una regada de lefa, o una manita lujuriosa al menos. Es por eso que no me hace sentir incómoda cuando busco rollo, me hace sentir bien. Me hace sentir que lo que hago está bien, que llevando cuidado lo puedo estar haciendo toda la vida. Y eso es lo que quiero. Así os voy a contar como fue cuando lo conocí.

Salí de mi pueblo en un autobús a Mérida y de allí hasta donde vivía mi cibernovio eran más de dos horas. Cuando llegué Ismael me estaba esperando en la estación. Me lancé a sus brazos, le abracé y le planté un beso en todos los morros y llevaba un ramo de camelias, como yo le había pedido. En persona no me atrajo, al igual que en las fotos, y de personalidad lo noté un poco parado. No sé, me gustan más los chicos más activos, que sepan hacer buenas bromas y que vacilen un poco. Pero yo fui una novia buena, le di todo lo mejor de mí y me desmelené, porque además tenía ganas de sexo. Llevaba varias semanas sin hacerlo y en ese momento ni pensé si tenía ganas de estar con él o no, simplemente en cuanto nos quedamos a solas lo calenté, me desnudé y me entregué. Él vivía con sus padres, entre el día estaba sólo pero por las noches no. Me dijo que tenía un amigo que estaba solo en su casa porque sus padres se habían ido de vacaciones. Por si queríamos estar a solas por las noches. También me comentó que su amigo sabía todo lo nuestro y que no me extrañara si hacía algún comentario fuerte o intentaba algo. Por supuesto no me enfadé, porque éramos liberales y todo eso es lo que se supone que buscamos. Pero eso sí, me encantó que me lo contara y me pidiera permiso.

Sentí que me respetaba. Ismael en la cama no es muy bueno. Tampoco se queda corto. Lo justo para darme gusto y complacerme. Lo que más me gusta de él es que no se cierra a nada. Si le digo «me apetece esto», él me lo hace. Sea lo que sea. Y sin quejarse. Dispuesto a complacerme en todos los sentidos. De verga anda servido con unos 15 cm. No es demasiado gruesa, pero vamos, está bien. Tiene bello negro. Cosa que me encanta. Otra cosa que me tiene algún secreto morboso, pero fuerte. Y yo, al igual que él me complace a mí, yo lo quiero complacer a él por pervertido que sea. Me encanta sentir como disfruta, como cumplo todas sus fantasías y como tiembla de placer. Es por eso que nos complementamos a la perfección… ambos queremos hacernos gozar. Nos importa más el otro que nosotros mismos. Por eso llegué a la conclusión que con él seré muy feliz. Que es la persona con la que quiero pasar mi vida. Y decidí ser su novia oficialmente. Durante ese fin de semana hicimos muchísimas cosas. No os preocupéis que las vaya contando poco a poco. Disponía de algo más de tiempo. Estaba empezando segundo de bachiller, pero sólo tengo que sacarme seis asignaturas en las que ya estudié el curso pasado. Lo que no sé es lo que haré después de estudiar. Ojalá pudiera ligarme a un viejo rico que me mantenga… jejeje, y disfrutar de la vida con Ismael… mantenida por un “Sugar Dady” y follada por mi “amorcito hermoso”. Pero ya veré. Y ya os contaré. Besos.

 



Un maduro de 42 años


Al margen de mi cibernovio, yo estaba quedando con hombres maduros, y entre todos finalmente me decidí a quedar con mi cibersugar más maduro… el mejor de todos los maduritos que había conocido y que me levantaba tanto morbo…casado y con hijos, me comentaba que amaba a su mujer, lo que le relegaba a ser solamente mi “Sugar Daddy”. Y era una fantasía que tenía ganas que cumplir. A pesar de encontrar rollos fijos que reportaban seguridad y buenas ganancias, mi sentido de la iniciativa me hacía seguir quedando con hombres del chat. La edad era algo que se había instalado en mis gustos, ningún chico menor de 40 ya me llamaba la atención, y tenía la fantasía de montármelo con Leonel, a quien yo llamo cariñosamente “LEO”… lo deseaba porque me atraía su compostura ancestral. No le pondría ninguna restricción a lo que quisiera hacer y cómo hacerme suya usándome a su antojo. Sin embargo dijo que con hacerme sexo oral, él a mí, se conformaba. Y yo pensando en la experiencia con todos los demás hombres incitado por él, decidí quedar. Quedamos en la plaza del mi pueblo, Santa Elena… vino a recogerme en su camioneta pickup, de noche, y fuimos a su apartamento en Arapuey. Es un hombre rellenito pero atractivo a mis gustos, no obstante es guapo lo cual sí se sale de lo normal para esa edad. Me sentí tremendamente excitada al verle en vivo por primera vez, ya no solo por él, sino por hacer algo delante de algunos ojos curiosos a los que amo, y también me motivó pensar que esos curiosos verían a una jovencita con un papito.

Me volvía loca pensando en lo que se les pudiera pasar por la mente. Sin apenas hablar, empezó a meterme mano. Me levantó la ropa y sobó con ansiedad. En esos momentos estaba excitada al tiempo más pendiente de las personas de fuera que de mi novio. Una de las veces que descubrí una penetrante mirada, lo besé apasionadamente. Sentir sus labios me electrificaron…me encantaba como besaba. Sacaba la lengua enlazándola con la mía transfiriéndonos la saliva. Pero al ver que quién me miraba hacía esfuerzos por disimular porque tenía que complacer a su pareja, sentí un inusual nerviosismo. Realmente me encantaba esa situación y con el amante perfecto era toda una experiencia. Aun así intenté continuar buscando la mejor de las experiencias vividas con un hombre mayor. Y sin replicar, dejé que me chupara la cara mientras alargaba la mano para pajearlo. La tenía enorme… pronto noté el enorme volumen de su verga, muy gorda de unos 18 cm con unos pocos pelos dispersos.

Normalmente eso no me excitaba, pero pensar en el enorme nabo que me iba a tragar me ruborizó todo el cuerpo. Llegué a sentir tal excitación que el clítoris se me puso súper duro y casi tengo un orgasmo con sentir sus manos en mi coñito. Me pidió que se la comiera, a lo que le dije que todo a su tiempo…, no quise parar aumentando el ritmo de la paja para que acabara cuanto antes. El hombre gimió sonoramente durante unos minutos hasta que expulsó un gran chorro de semen. Me manchó la mano, cosa que me agradó. Entonces él, tras bajarme los pantalones, metió su cara entre mis piernas y empezó a absorber con fuerza mis labios vaginales y el clítoris. Me llegó a hacer daño y placer a un tiempo hasta que conseguí alcanzar el clímax. Cuando chupaba se ayudaba de los labios tirando con ellos del clítoris y de los labios vaginales… en el pepita me hacía un poco de daño al tenerla ultrasensible por la excitación. Aunque se podía aguantar, pese a que parecía que me arrancara partes del coño… finalmente me corrí con una brutal corrida en su cara que se la bebió entera, en eso no me decepcionó cuando me decía que era un “VAGINARIANO”, demostró cuanto le gustaba comerse las vaginas. Al final pasó a lamerme las tetas, y tuve un segundo orgasmo tocándome yo misma la pepita, teniendo a Leo amorrado a mis pezones. Aunque puedo correrme sólo con la polla metida en la vagina follándomelo, necesito sentirme excitada para llegar al orgasmo. Pero con la frotación del clítoris llego mucho más fácil. Finamente quedé rendida sobre su cama, y cumplió con su palabra de no follarme en ese primer encuentro.





 La dolorosa ruptura con mi cibernovio


Sé que he estado un tiempo ausente. No he tenido ni el ánimo, ni el tiempo. Sé que me quedé en hablar sobre mi experiencia con Ismael, el que era mi cibernovio. Y esto pasó hace más de siete años cuando tenía 17. Pero voy a tratar de resumir todo lo que me ha pasado hasta ahora. Hablo de La dolorosa ruptura con mi cibernovio. Deseaba más que nada conocer a Ismael en persona. Lo cierto es que fui a visitarlo con muchas ganas, en el verano del 2015. No me atraía mucho, pero me daba todo lo que quería al introducirme al mundo liberal. Estar con él, en persona fue una experiencia bien distinta. Hacer el amor fue algo extraño, no me terminaba de gustar, pero había algún elemento que me daba morbo. O que nos viera su amigo, o grabarnos en vídeo, o realizar prácticas sexuales que no había hecho antes. Fue una forma de aprender todo lo que no sabía en el sexo. Descubrí que me daba morbo que me trataran de forzar (hasta un cierto límite), que ese rol de sumisa me complacía. No creo que haya estado influenciada por Cincuenta sombras de Grey, ya que no he leído las novelas y la película me parece sosa. Prefiero otras como Secretary. Así se empezó a torcer. Durante los primeros días Ismael me respetaba al máximo. Su amigo sabía que teníamos una relación abierta. Y lo cierto es que me gustaba más que mi cibernovio. Por ello también estaba conmigo íntimamente… follaba como una conejo, aunque siempre preguntándome antes… solo fue al principio, porque pasados unos días los dos me trataban como si fueran mis novios. También me propusieron hacerlo con otros chicos, a lo que acepté. En alguna ocasión lo hice con chicos que no me gustaban tanto, como Ismael. Pero me excitaba el hecho de complacer a mis amantes. Incluso acepté tener relaciones sexuales menos habituales: lugares públicos, tríos, desconocidos, amigos que querían sorprender… Me convertí en un juguete sexual. Y me empecé a sentir incómoda. Pero no podía parar. Quería complacerles porque me daban todo aquello que buscaba. Sobrepasando los límites. Después de la semana de vacaciones todo seguía igual. Pero en mi interior había algo que se había roto. Quería seguir el juego, siendo ese juguete sexual porque sentía que aún tenía mucho que aprender. Pero se estaba sobrepasando el límite. A partir de ese momento no sólo chateaba con Ismael, lo hacía con él y con sus amigos. Todos me proponían cosas. Ismael me decía que los complaciera, que eran sus amigos y quería verlos contentos. Y estuve durante un tiempo haciéndolo. Les pasaba fotos íntimas en las poses que me pedían. Quedaba con extraños y les contaba las historias que se inventaban ellos. Salía de casa sin ropa interior. Yo, como única regla, dije de hacer esto en secreto. No podían enterarse de nada mis familiares y amigos. Y eso fue respetado. La dolorosa ruptura con mi cibernovio. Hasta que llegó un momento que dije basta. Resulta que una de las veces que quedé con un extraño la cosa no fue muy bien. Era un hombre de unos cuarenta y pico, al que le conté que me ponían los hombres mayores. En esta ocasión lo que tenía que hacer es dejarme hacer una foto mientras la mamaba (como en la foto que subí a la web), pero diciéndole que luego me la pasara porque las coleccionaba. Esta foto era para mis amigos del chat, pero pasó algo. El hombre me pasó la foto… discutimos porque quería quedar conmigo habitualmente para follar. Me amenazó con publicarla si no lo hacía. Y cedí. Pero aun así la foto fue publicada. Un amigo del instituto la vio meses más tarde en una página web de fotos caseras de parejas. Y yo no tenía forma de saber si era cosa del hombre o de mis amigos del chat.

Y decidí cortar con todo. ¿Y ahora qué? La anterior publicación todavía estaba bien con ellos. Y quería contarlo todo, todas las experiencias que me llevó esta situación. Pero ahora no tengo ganas. Sólo quiero centrarme en mis estudios, que ahora estoy en la universidad y olvidarme por un tiempo del sexo. Quiero sacarme la carrera y tener un buen trabajo… aprender inglés sería ideal, por eso deseo irme a Estados Unidos y completar mis estudios. Ya no me interesa que un viejo rico me mantenga. Quiero valerme por mí misma. Todo esto que me ha ocurrido, forma parte del pasado, y me servirá para ser una amante más complaciente. Pero nada más. No descarto en un futuro tener otra pareja liberal, pero tendrá que surgir y tener unas reglas claras, que no se nos vayan de las manos. Y por supuesto, si me ocurriera algo con algún chico, lo contaré en mi diario. Pero ahora mismo no lo estoy buscando. Y así fue la dolorosa ruptura con mi cibernovio.





 Cuando creía que me había olvidado de los hombres maduros…


Resulta que mi padre tiene un amigo de hace años, creo que se conocen desde el instituto y de ahí ambos se separaron, mi papá estudió electricidad y Fernando mecánica…luego la carrera de Ingeniería Industrial. Pues bien a raíz de esa amistad era muy común que se vieran a menudo mis padres con su amigo y la esposa de él. Continuamente ellos venían a nuestra casa y hablaban horas en la sala escuchando música. Ese matrimonio tiene dos hijas… Daniela de 21 años y Cintia de 16 años. En fin, con el trato de mis padres con ellos fui haciendo amistad con ellas, sobre todo con Cintia que era casi de mi misma edad, tenemos casi las mismas ideas y gustos. Pues bueno a mí siempre me ha gustado vestirme sexy, ya sean jeans muy ajustados que resalta mi figura, camisetas ceñidas, blusitas escotadas pero lo más… minifaldas. No solo vestía así para mi novio sino para mí, ya que me encanta verme bien y sexy para que todos los hombres se giren a mirarme, como cualquier chica que le gusta coquetear.

En las últimas dos visitas que esta familia hacia a mis padres, aquí en nuestra casa, pude empezar a notar algo en el amigo de mi padre, comenzaba a verme de otra forma no como amigo de mi padre sino como hombre. Por cierto se llama Fernando y tiene 54 años… lo sé porque papá y él tienen la misma. A veces de reojo veía como con su vista me recorría mis piernas, en otras ocasiones mi trasero y a veces también mis tetas. El que me mirara así me gustaba porque para ser sinceros era muy atractivo para su edad, y a pesar de que yo no deseaba tener novio, seguido soñaba como sería estar en los brazos de Fernando y que tan buen amante sería.

Al notar como empezaba a mirarme empecé a coquetearle inocentemente… sí el me gustaba mucho y al parecer yo también pues ¿Por qué no coquetearle?, quería ver cuál era su reacción ante este comportamiento mío. Me sentaba frente a él y cruzaba mis pierna para que mi minifalda se subiera más y mostrara un poco de mi intimidad, o sino al pasar por donde él se encontraba movía mis caderas y mi trasero para que no pudiera apartar la vista. Al notar eso, Fernando me miraba fijo…de vez en cuando me sonreía y yo le correspondía igual.

Así seguí coqueteándole cada vez que iba a nuestra casa, hasta que un día entre al despacho de mi padre y ahí estaba él con Fernando. Cuando entré, igual que otras veces traía una minifalda y Fernando de nuevo me descubría de pies a cabeza…, yo me sentía contenta de que lo hiciera. Había entrado para preguntarle a mi padre sobre un encargo que me había pedido, pero al verlo hablando con Fernando me disculpe por interrumpir y di media vuelta, solo la voz de Fernando me paralizo cuando se dirigió hacia mí.

      Sthefanny me ha dicho tu padre que te gustaría estudiar diseño ¿es así?

      Así es, me gustaría estudiar diseño industrial… creo que es una carrera con futuro en la que se puede ganar mucho dinero, le conteste con una coqueta sonrisa.

      Qué bien Sthefanny, te lo pregunto porque en mi casa tengo varios libros de Diseño y aplicaciones y realmente nunca los leo. ¿Qué te parece si mañana vas por ellos, ves cuales te interesan y te los traes? Te pueden servir más a ti que a mí.

Su propuesta me gusto, sería la primera vez que entraría a su despacho. Su casa ya la había visto un par de veces a excepción de su guarida. Pero al momento miré a mi padre pidiéndole permiso con mi lenguaje corporal… no sabía lo que le parecería esa idea.

      ¡Vamos hija acepta y ve! Me dijo mi padre tranquilo. – Fernando te quiere ayudar y si tanto quieres estudiar esa carrera creo que sus libros te podrían servir de mucha ayuda.

      Está bien papá, y gracias Fernando le prometo que se los devolveré en cuanto pueda. Dije sin poder ocultar una sonrisa.

      Anda, anda Sthefanny ya veremos eso como te digo, a mí no me sirven y francamente son un estorbo tenerlos ahí.

Pues bien, pasados unos minutos Fernando se fue, no sin antes decirme al día siguiente me esperaba en su casa, a lo cual le dije que sí, sonriéndole gratamente. Mi padre me comentaba que Fernando era su mejor amigo y que si me decía que no había problema en no devolverle sus libros así era, ya que a él le gustaba ayudar a quienes apreciaba. Ese comentario me agrado porque significaba entonces que al menos sentía aprecio y tal vez algo de cariño hacia mí. Reaccioné y le pregunté por qué no había venido su esposa, a lo cual mi padre me contesto que había ido al centro comercial de compras con sus hijas y que quiso venir un rato para no estar solo en casa.

Pues bien, al día siguiente le hablé con mi madre para decirle que iba a casa de unas amigas para hacer un trabajo del instituto, que volvería a la noche o sino mañana temprano, a lo que ella me dijo que no había problema. Me metí a bañar y ya después busqué que ponerme. Era época de calor así que lo que encontré cómodo para el clima fue un minivestido rosa estampado con flores violetas y blancas sin nada abajo por lo que la forma de mis tetas era muy notoria. Tenía un escote discreto y la minifalda era poco ajustada de tela liviana que me llegaba a tan solo tres dedos por encima de medio muslo… debajo una tanga de hilo para el calor. Aproveché vestirme así ya que en ese momento mis padres no se encontraban y mi hermana había salido con ellos, así que nadie me podía poner un pero por vestirme así para ver a Fernando.

Agarre mi moto escúter que me había regalado mi padre hace un año en mi cumpleaños, y me dirigí hacia la casa de Fernando. En el camino iba pensando varias cosas…Como le hablaría, cómo me comportaría, entre otras cosas, ya que sería la primera vez que estaría con él sin que mi padre estuviera presente…, temía que se aburriera con mi conversación siendo tan culto y le pareciera infantil aun. Llegué y toqué el timbre y nadie abría, volví a tocar un par de veces sin respuesta, por lo que supuse que no había nadie, quedé confundida, puesto que Fernando sabía que vendría y era la hora que habíamos acordado. Cuando ya pensaba retirarme escuché unos pasos dentro de la casa que se acercaba apresuradamente hacia la puerta. Al abrir lo vi más guapo que nunca… era Fernando que traía unos pantalones piratas y una camiseta.

Se disculpó por tardar en contestar mientras me daba un beso en la mejilla, yo me sentía en las nubes con ese beso. Me dijo que estaba en el patio de atrás haciendo bicicleta y que no se había dado cuenta de que era hora de que llegara, a lo que yo solo pude sonreír…mirándole sus fuertes brazos solo pude decir – No hay problema Fernando. Él se rio al darse cuenta de mi mirada a su musculatura, y me pidió que en casa lo tuteara de lo contrario lo haría sentir un viejo, riéndome le dije que para nada era viejo, que era muy joven y atractivo para su edad. Agradeció mi comentario.

      ¿Y tu esposa y tus hijas? Le pregunté puesto que no se escuchaba ningún ruido.

      No están, fueron a casa de mi suegra para preparar la comida de mañana del aniversario de bodas de mi cuñada. Por eso no fueron ayer a tu casa, andaban de compras. Y nuestra sirvienta no vino ya que es su día de descanso.

Era cierto, mi padre me había comentado que fueron de compras pero nunca supe el por qué. Solo pude sonreír y mi corazón latía más fuerte al saber que estaríamos solamente Fernando y yo. Me ofreció algo de tomar, le pedí que si me traía un vaso de refresco ya que hacia algo de calor (ya no sabía si por el clima o por la situación).

Mientras me lo traía, podía ir adelantándome hacia la biblioteca. Me dirigí hacia allá y realmente había muchos libros en su despacho, donde había una escalera alta recargada en la librería, que era bastante grande y alto, para alcanzar los libros de más arriba. Su despecho era muy bonito y grande, con paredes blancas, un ventanal detrás de su escritorio que iluminaba todo el cuarto y una alfombra color beige que le daba mucha elegancia al lugar. Estaba viendo su despacho cuando en eso entró con mi bebida. Se lo agradecí y le di un trago que me supo a gloria ya que estaba bien frio por el los hielos que contenía.

Me senté en la sala y él en la silla de su escritorio, preguntándome como me ha ido en clases, le dije que bien que ya estaba pasando el periodo de exámenes y que ya empezaban de nuevo los días calmados. También hablamos de sus hijas… me comento que le daba gusto ver como se llevaban bien conmigo, le dije que a mí también me daba gusto y que me caían muy bien. En eso sonó el teléfono y salió a atenderlo en la sala pero antes de salir me dijo que si quería ir buscando los libros mientras, que él creyó haberlos visto arriba del librería pero que no estaba seguro, que apenas iba a buscarlos cuando yo llegué.

Salió y me tomé todo el refresco y la puse en un mueble que estaba al lado de la sala, haciendo ruido el vaso por el hielo que tenía aun. Empecé a buscar los libros en la parte baja de la librería pero fue inútil…, entonces me subí por la escalera que estaba recargada en el libreo y comencé a buscar. Empecé a encontrar algunos libros que tenían nombres relacionados con la carrera de Derecho, cuando se abrió la puerta y entró Fernando. Terminé de leer el título de un libro y cuando giré hacia él, su mirada recorría mis piernas con los ojos muy abiertos. Sonreí levemente y fingí no verlo. Le pregunté quien había llamado, me dijo que su esposa, que por la noche regresaba y que había llamado para recordarle que le había dejado comida en el horno.

Pude escuchar cómo puso el seguro de la puerta cuidadosamente y eso me pareció extraño pero a la vez excitante, por el hecho de estar a solas con él ahí. Fingiendo no darme cuenta de nada seguí buscando los libros y empecé a tararear una canción moviendo levemente mis caderas y mis piernas con la intención de coquetear a Fernando quien había ido a su escritorio. Al no escuchar nada me giré para mirarlo y se encontraba sentado en la orilla del escritorio con los brazos cruzados viendo como movía mi cuerpo, en especial de mi culo para abajo. Solo le sonreí, a lo que él me contestó con una sonrisa. Escuché como lentamente se dirigía hacia mí, yo fingía no escuchar sus pasos.

      ¿Te gusta bailar verdad Sthefanny?

      ¿Por qué lo preguntas Fernando? – Pregunté sin girarme hacia él.

      Se nota, se ve que tienes ritmo… te mueves muy bien. Has de ser la sensación cuando vas a antros a bailar.

      No Fernando aun no voy a antros, aun no soy mayor de edad. Pero si voy a fiestas donde me gusta bailar.

      Pues tu novio no se ha de cansar de ti. Viéndote bailar así estoy seguro que eres una bola de fuego en la intimidad.

Ante ese comentario no pude evitar reírme, era agradable y sentía confianza como para poder hablar ciertas cosas que no haría con mis padres. Pero aun así no quería hablar de algo o nadie más.

      Sthefanny ¿sabes que tienes un cuerpo muy hermoso para tu edad?

      ¿Ah sí? Le conteste sorprendida ante su pregunta sin voltear a verlo.

      Así es Sthefanny, veo a mis hijas… y no tienen el cuerpo que tú tienes, en especial tu trasero tan firme y redondo y tus piernas que llaman la atención de cualquiera.

      Ay Fernando gracias por tus palabras me halagas, – le dije mirándole con una sonrisa – Pero en lo que más se fijan los hombres es mis tetas… ¿No te parecen demasiado grandes para mi edad?

      Ciertamente es algo que llama mucha la atención… ¡¡tu cuerpo tan estilizado y ese par…!!

Mi sorpresa fue grande cuando vi como sus manos las dirigían a mis tetas y comenzaba a acariciarlas... no le puse reparos, me gustan los hombres con iniciativa dominante.

      He visto como me miras cuando voy a tu casa Sthefanny, como me coqueteas, creo que te gusta que te mire ¿no es así…? ¿Acaso te gustan los hombres maduros?

      No sé de qué hablas Fernando,  fingí no saber.

      Vamos Sthefanny, veo que te gusto, he visto cómo te contorneas ante mí en tu casa, como me miras, como has venido ahora vestida a verme. Y la verdad me encanta verte así.

Sus manos pasaron a la piel de mis pantorrillas, me tocaban suavemente, fueron subiendo por mis piernas llegando a los costados de los muslos los cuales acariciaba con suavidad. Yo solo cerré los ojos y apreté el libro que tenía en mis manos.

      ¡Qué piel más suave tienes Sthefanny, son las piernas más hermosas que he visto y sentido en toda mi vida!, – Apenas decía en voz susurrante.

Sus palabras comenzaban a ponerme caliente al igual que sus caricias, pues parecía saber muy bien cómo y dónde acariciarme y solo suspiros salían de mí. Una vez que me las acaricio con sus manos cogió la minifalda y me la subió de un jalón dejando ver mis nalgas que estaban justo frente a su rostro y el hilo del tanga metido entre ellas perdiéndose ahí.

      Mira que niña tan traviesa y coqueta eres, – me dijo al verme el trasero. – Solo una niña traviesa y apasionada de tu edad se pondría una tanga así.

Yo no podía decir nada solo me encontraba excitada y con ganas de que siguiera, que no se detuviera nada más en contemplar mi cuerpo. Unos segundos después de nuevo siento sus manos en mi tobillos, agarrándose de ellos y mi cuerpo se estremeció al sentir su lengua detrás de mi pantorrilla derecha y como empezaba a subir lentamente por mi pierna llegando a mi muslo, al cual dio varias lamidas. No pude evitar contener un gemido.

      Ah ¿te gusta verdad preciosa? Me preguntó.

Y solo asentí haciendo un ruido dentro de mi boca. Ahora Fernando volvía a repetir lo mismo en mi otra pierna, lamiéndomela desde la pantorrilla hasta el muslo mientras él había atorado mi minifalda en la parte trasera del elástico de mi tanga. Luego sus manos subieron de nuevo llegando a mis muslos. Creí desvanecerme cuando sentí ahora su lengua en mis nalgas, me las lamía, besaba y mordía mientras con sus manos me acariciaba las caderas y los muslos. Solté el libro que hizo un ruido seco al chocar con el suelo y con las manos me tomé de los costados de la escalera y apoyé mi cabeza en un escalón sintiendo como esa lengua me recorría ambas nalgas.

Sus mordidas ahí me provocaba sobresaltos pero me gustaba como lo hacía, era la primera vez que me hacían eso ahí tan sensual… hasta ese momento solo me habían usado como a un coño con piernas… ¡¡Qué ricas!! ¡¡Qué hermosas!! Decía Fernando entre cada lamida y mordida que me daba en el culo. Con sus manos ahora me tomó las nalgas y abriéndomelas logro ver mi hilo el cual lamió un par de veces lentamente de abajo hacia arriba. Un gemido agudo salió de mi boca haciéndome sobresaltar. Luego con una mano logro correr el hilo de entre mis nalgas y de un tirón lo hizo hacia un lado escuchándose levemente romperse el elástico. Una vez hecho esto me toma el tanga y me la baja dejándomela a la altura de las rodillas. Ahora sus manos se apoderaban de mi trasero y me lo estrujaba y manoseaba con deseo, con fuerza.

Me producía un dolor pero a la vez un gran placer, solo gemía y suspiraba con esas caricias. Hasta que tras unos segundos, tomándome las nalgas me las abrió fuertemente, sentí un ardor pero muy placentero.

      ¡Mira que anito más rico tienes! – dijo en voz alta – ¡Muy apetecible!

      ¿Sí? – Apenas le pude decir entrecortadamente.

Sin decir más llevo la punta de su lengua entre mis nalgas, apenas rozándome el ano. Daba pequeños saltitos al sentir su lengua ahí y gemidos cortitos hasta que ya Fernando metió, por decirlo de alguna forma, su rostro entre mis nalgas y ahora si su lengua recorría de lleno mi culo por los lados, la entrada y parte interna. Sentía que mis piernas se doblaban por lo que me aferre fuertemente de las escaleras, mi cabeza hacia atrás dejándome hacer por Fernando. Un calor fuerte invadía mi ojal y un placer recorría cada parte de mi cuerpo. Mis gemidos se hacían cada vez más fuertes, más intensos, mientras hacia mi trasero hacia atrás para que se clavara más aun en la lengua de Fernando, sintiendo su lengua subir y bajar por toda la línea que separaba mis nalgas, varias veces, para llegar a mi ano y centrarse ahí, apretándose en él.

      ¡Ahhhahhh sii siiii ahhhh sii! – Salían esas palabras de mi boca.

Fernando ahora no solo estrujaba mis nalgas, de vez en cuando soltaba una y me daba una fuerte nalgada que me encendía aún más por el dolor. Ya mis piernas se doblaban un poco cuando sentía ya la lengua de Fernando dentro de mi ano, derritiéndome de placer y mi cuerpo cada vez sacudiéndose más. Tras unos cinco minutos haciéndome eso, me tomó de la cintura y sacando su lengua de mi agujerito, me arrastró hacia abajo. Como pude me agaché, logra bajarme y en cuanto puse mis pies en el suelo, me abrazó por la cintura, subiendo sus manos a mis tetas por el vestido, masajeándolos y apretándolos. Su boca a un lado de mi cuello, me lo lamía y mordía varias veces para luego, llevar su lengua a mi oreja derecha y meterla ahí dándome gran placer, sin dejar de manosearme mis enormes tetazas que ya eran suyas. Con los brazos flojos, apenas logré tomarme de sus piernas detrás de mí, dejándome hacer, dejando que hiciera con mi cuerpo lo que quisiera.

      ¡¡Vaya si eres una niña muy traviesa, no traes sostén con esas ubres!! – Me decía al oído.

      No... no traigo…. ¡¿Para qué me puede servir?! – Le decía entre gemidos.

      Creo que tus pezones están más que excitados, mira los duros que los tienes. – Decía mientras me los flotaba con sus dedos por encima del vestido.

Tomándome de la cintura me volteo y me dio un beso apasionado. Mi sueño se había hecho realidad, estaba besando al amigo de mi padre, al hombre que despertaba mis más lujuriosas fantasías, mis deseos… mi macho ideal. Nuestras lenguas locas de conocerse se acariciaban, se fundían. Yo abrazada de su cuello y él con sus manos acariciándome la espalda, desanudándome el vestido. Una vez que se separó bajo los tirantitos de mi vestido y este cayó hasta el suelo con todo y mi tanga quedando completamente desnuda frente a él, solo me quede con mis zapatillas y mi collar del que colgaba la inicial de mi nombre y a partir de ese día sería una “F”, en su honor.

      Sthefanny que bella, tu cuerpo es como el de una diosa griega. Decía mientras me miraba de pies a cabeza.

Tomándome de la mano me la levanto e hizo que me diera una vuelta mostrándole todo mi cuerpo. Él solo suspiro y decía – ¡Oh dios mío! Me tomó de la mano y me sentó en la mesa de su despacho dejando mis caderas a la orilla de la mesa con mis piernas abiertas. Hincado frente a mí entre mis piernas se dejó caer sobre mí y de nuevo nos besamos con locura, con pasión…, nuestras bocas rumoreaban con los besos. Luego baja por mi cuello lamiéndolo, por mi pecho, llegando a mis tetas, las cuales toma, aprieta y juntando una con la otra lleva su boca a ellos y las empieza a lamer, chupar, morder. Mis duros y erectos pezones no podían salvarse de la lengua ni de los dientes de Fernando, quien se entretenía haciéndoles todo lo que podía con su boca. Tomándolo con mis manos de sus hombros arqueaba mi cuerpo, gimiendo y respirando fuerte, sintiendo mis pezones ser mordidos, lamidos y jalados por los dientes de él.

Ya una vez que me los dejo duros toma el vaso que había dejado a un lado hace rato de mi refresco y saca un hielo, el cual chupa. Luego me besa de nuevo para después poner el hielo en mi barbilla y dejarlo caer por mi cuello. Yo solo me estremezco al sentir esa frialdad en mí. Tomando el cubito helado, lo baja por mi cuerpo lentamente hasta encontrarse con mis ubres. Ahí pasa lentamente el hielo mi pezón derecho y los acaricia. No aguanto y lanzo un gemido fuerte arqueando por completo la espalda apretando la orilla de la sala con mis manos. Mi pezón se ponía más duro, mas erecto y muy sensible, podía sentir como se congelaba y eso me producía tremendo placer.

Luego pasa el hielo a mi otro pezón y este reacciona igual… se endurece y se estremece al igual que mi cuerpo. Otros gemidos salen de mi boca sintiéndome tan mojada y excitada. Cuando el hielo de deshizo en mi pezón él acerca su cara a la mía y en voz baja me dice…

      Imagino que los has de sentir muy fríos, déjame te los caliento de nuevo

Tras decir esto de nuevo toma mis pesadas mamas con sus manos, los vuelve a juntar y es los mete a sus boca. Ahí su lengua les dio calor a mis pezones y también volvió a darme más placer, gimiendo y retorciéndome debajo de él. Luego su lengua baja por mi cuerpo lentamente llegando a mi ombligo, ahí se entretiene un rato, sintiendo una combinación de cosquillitas y placer. Suspiro ante sus caricias. Después sigue bajando y con mis piernas abiertas mira mi abultada y depilada vulva frente a él, quien solo dice…

      ¡Qué jugosa se ve, me voy a dar un banquete! ¡¡Es el coño más rico que visto en mi vida!!

      Adelante, puedes beber y comer de ahí cuando quieras ¡No te imaginas cuanto me gusta que me coman el coño!! – Le dije descaradamente sintiéndome ya toda una golfita.

Fernando no lo pensó dos veces y llevo su boca a mi raja y sacando la lengua comenzó a darle lamidas. Mi cuerpo volvía a estremecerse y mis gemidos volvían a salir. El pasando sus manos por debajo de mis muslos logro agarrar las mías y ambos no agarramos fuerte. Su boca también actuaba, combinaba sus lamidas con leves succiones y chupetones en mi clítoris, en mi vulva y también con su lengua lamía mis labios vaginales, abriéndolos y llegando a tocar mi parte interna con la punta, lo que me daba más placer. Movía mis caderas de arriba hacia abajo restregando mi coñito en su rostro embadurnándole la cara de mis jugos. Luego de unos segundos soltó mis manos y se abrazó a mis muslos y yo lleve las mías a mis tetas, acariciándomelas bruscamente.

      ¡Ahh sí, así ayyy que rico ahhh sii ahhhhh! – Le decía a ese pedazo de semental.

Su lengua ahora lamía más rápido y fuerte mi clítoris, mis labios vaginales, mientras un par de dedos suyos ahora me penetraban mi cueva vaginal tocándome cada rincón buscándome el punto G, lo que me encendía más. Mi cuerpo se movía con celeridad, mis gemidos si iban intensificando y mis manos ya apretaban con fuerza mis tetazas y pezones. Una descarga llego a mi cuerpo tras varios minutos… así tuve un segundo orgasmo. Sus dedos incidían en mi coño masajeando el punto del placer y sin más remedio, de mi vagina salieron jugos a chorros, los cuales él tomaba y tragaba mientras me decía lo rico y dulce que le sabían. Con mi cuerpo tendido y fatigado frente a él, miraba como el saboreaba mis líquidos mirándome con lujuria. ¡¡Gozaba como una perra!!

De nuevo se sube sobre mí y me besa, dándome a probar de su boca el sabor de mis jugos, disfrutando ambos de ese sabor en nuestras lenguas. Él logra subirse más, se quita la camiseta empapada de mis fluidos, y ahora nos giramos quedando ahora yo encima de él. Así que lo beso tiernamente para después bajar mi lengua por su cuerpo. Llego a sus tetillas y se las como a besos, lamo y muerdo muy suave, el solo me sonríe y me dice que le gusta. Después sigo bajando sintiendo mis tetas lastradas sobre su cuerpo, hasta rozar con el bulto de una verga que se intuía demasiado grande debajo de su pantalón. Le tomo de ahí desabrochando, y tirándoselo se lo quito al  completo, quedando completamente desnudo. Yo quedo asombrada de ver ese cuerpo tan atractivo que tiene pese a su edad, se conservaba aún muy bien.




Su polla tan grande y erecta como era de imaginar, había de medir más o menos unos 20 cm y con un grosor maléfico que no alcanzaba a circundar con mis dedos. Justo frente a mi cara, y sin pensarlo más lo tomó e hincándome me agacho para metérmelo en la boca. Rápidamente comienzo a succionárselo, me lo sacaba y metía boca rápido solo el inmenso glande, mientras fuertemente con una mano lo masturbaba y con mi otra mano le sostenía los huevazos, a la par que él me acariciaba mis tetas… El gemía y me decía como le gustaba, que se notaba que tenía experiencia en eso (sino pregúntenle a mis amantes). Con sus manos me tomaba de mi cabello y me lo levantaba a la vez que presionaba mi cabeza contra su polla como para evitar que no dejara de chúpasela. A veces me lo metía tanto que lo sentía en mi garganta, entonces me lo sacaba y lo veía completamente bañado de mi saliva mientras que me escurría también de mi boca. De nuevo me lo metía y ahora le daba también leves lamidas en la punta, repasado con la punta de mi lengua el agujero de su capullo, un boquete grande por donde debían salir unos chorros gruesos de lefa. Ahí él se estremecía y me pedía que continuara, que no parara.

De nuevo comienzo a metérmelo…, esta vez la mano que tenía en mis tetas la llevó a mi coño… yo no dejo sus testículos por nada del mundo…, se los agarro bien apretándoselos suavemente ¡Me encantaron sus dos enormes bolas! El comienza a gemir más y tomándome más fuerte de la cabeza comienza a mover su verga en mi boca follándomela, le ayudo con mis movimientos de cabeza. Notaba su polla tocando mi garganta profunda y mi lengua en ocasiones lograba tocar la base de esa tranca, consintiéndolo con mi boca. Cuando veo que ya está bien dura, la saco y acerco mis tetas a él, poniéndola entre ellas. Comienzo a masturbárselo con mis tetas apretándolos con mis manos, mientras que la punta de mi lengua lograba acariciar la cabeza se su cipote. Él me agarraba la cabeza y gemía más. Era una sensación tan rica sentir su verga entre mis tetazas… el primero que poseía una verga lo suficientemente larga como para hacerle una paja cubana. Le miraba como se estremecía entre mis tetas, al tiempo que lo masturbaba con ellas cada vez más rápido… escupí entre ellas para agregar lubricante y se deslizara más suave.

Cuando estaba a punto de correrse, me separó para reponerse. Pidió que me acariciara los pezones. Así lo hice, hincada frente a él me acariciaba mis tetas suavemente mientras lo miraba con lascivia, mi boca entreabierta mientras me relamía mis labios, limpiándome mi saliva y el semen previo que le había salido. A él le encantaba ver cómo me estrujaba mis tetas con mis manos. Luego con su mano me tomo de la mía y me atrajo hacia él, para subirme y montarme sobre él, poniendo mis muslos a los costados de su cuerpo. Lentamente acomode mi coño frente a su erecto pollón, lo así notando su extrema dureza y lo refregué por mi raja y clítoris con unas cuantas refregadas. Luego lo enfilé a mi entrada, y poco a poco me lo fui metiendo hasta que mi vagina lo absorbió por completo. Ahora empiezo a moverme lentamente, cada vez acelerando más los movimientos de mis caderas, a veces hacia delante y atrás, y otras veces las movía en círculos.

A él le gustaba como me lo montaba, gemía y sus manos recorrían mis muslos hasta m culo, para después llevarlas a los costados de mi cuerpo, llegando a mis tetas recorriendo todo mi cuerpo disponible para sus manos, las cuales acariciaban erizándome la piel. En ocasiones llevaba sus dedos a mi boca, para lamerlos y morderlos clavando levemente los dientes, lo cual me gustaba y recargaba mis tetas sobre su rostro. Comencé a montarlo cada vez más fuerte y rápido, podía sentir como su verga energizada entraba hasta lo profundo de mí, abriéndose camino con fuerza hasta el estómago. Nadie me había hecho sentir tales sensaciones. Su verga estaba tan rígida, que más parecía un acero candente horadándome el útero.

Mis gemidos eran más fuertes y entrecortados al igual que mi respiración, dejando caer varias veces mi cabeza hacia atrás para disfrutar de ese momento que tantas veces había soñado, mientras el macho maduro seguía masajeando mis tetas y les daba fuertes chupetones a mis durísimos pezones. Mi cuerpo era un volcán que estaba a punto de hacer erupción, mis caderas se movían rápido, hacia los lados, hacia arriba y abajo, sintiendo su gorda y dura verga llegando hasta lo más profundo de mi vagina.

Pasados unos minutos más de estar montándolo, él se levantó y parándose me cargó, me abracé a él con mis brazos y mis piernas sintiendo su ariete aún bien dentro de mí. Llevándome sobre su escritorio me puso boca arriba y agarrando mis piernas las junto poniendo mis pies sobre sus hombros. Ahora era él quien me iba a montar como a una PUTA. La penetración se esperaba mucho más placentera y cómoda para mí, ya que con mis piernas pegadas, mi coñito se hacía tan apretado, como el estrecho chochito de una nena de 8 añitos. Aun así sus penetraciones eran muy fuertes y rápidas. Gracias a mi intensa lubricación, aquel cipote no me mataba a pollazos. Sentía que me moría de placer, seguía gimiendo intensamente, mis manos se aferraron a la orilla del escritorio por los costados de mis caderas y mi cuerpo se arqueaba sintiendo ese pollón curvado como una daga árabe, meterse hasta donde podía, hasta lo más profundo de mí… hasta que sus huevazos me golpeaban el coño y el ano a la vez. ¡¡Joder que huevazos… A la vez!!, Fernando con sus manos me acariciaba los muslos mientras gemía cada vez más fuerte. Mis nalgas chocaban fuertemente contra sus muslos y mis tetas se movían hacia todos lados alocados, y la sensación de sentirlos así realmente me gustaba.

No sé cómo pero tras unos minutos más, saco su estoque, y de un par de intentos logro meter la mitad en mi ano lo que me provoco un grito fuerte, entre dolor y placer. Fernando quiso sacarlo ante mi grito pero yo no se lo permití.

      ¡¡No por favor no lo saques!! – Le suplique – ¡¡Fóllamelo!! Quiero sentirte ahí también.

      Gracias mi niña… no te arrepentirás. – Me dijo agitado.

Fue metiendo lentamente su polla hasta que logro metérmela toda. Sentía mi ano completamente abierto y un ardor y dolor que me producía placer. Ya una vez con todo su tranca dentro de mí, comenzó a penetrarme, primero despacio pero al ver que mis gemidos eran intensos y placenteros supongo que eso lo excito porque fue penetrándome más fuerte y rápido. Puse mis manos en mis nalgas y las abría para facilitar la clavada, mientras él se abrazaba de mis piernas fuertemente. Mi cuerpo seguía arqueándose y se convulsionaba con cada penetración. Yo misma me ahogaba con mis gemidos que ya no podía controlar y ya no me importaba si se alcanzaban a escuchar en las casas vecinas.

Las sacudidas eran cada vez con más fuerza y rápido, sentía que me moría hasta que sentí una fuerte clavada. Mis nalgas habían sentido los testículos de él, toda su verga se quedó enterrada dentro de mi ano. Justo ahí él se dejó caer encima de mí y yo deje caer mis piernas. Había tenido un fuerte y maravilloso orgasmo. En un relámpago, cambió de agujero y la metió de nuevo en mi coño. Ya solo necesitó unas sacudidas más en profundidad para correrse él también en la misma entrada de mi útero, se agitó rápido con jadeos intensos, yo le lamía mi rostro mientras se le dibujaba una sonrisa al sentir como le bañaba con su saliva… me cogió la cabeza y me besó metiendo su lengua, al mismo tiempo que me rellenaba de leche el fondo de mi intimidad. Sentí por unos instantes que era amor y no sexo lo que me daba aquel maravilloso maduro, del que me estaba enamorando a marchas forzadas… si no estaba ya enamorada desde hacía largos años, desde niña. Sentía el palpitar de las convulsiones de su polla eyaculando en mi vagina..., sentir esos estremecimientos de su verga me hacía muy feliz, pues eran provocadas por mí y para mí.

Sacó su polla definitivamente de mí cuerpo, y me sentí toda abierta, pero una rica sensación me producía sentirlo así. Me enderecé, tome su polla con una mano, y con mi boca limpié el semen que le había quedado ahí embadurnado todos el tallo y el glande…le escurrí hasta la última gota y luego la lamí con mi lengua como una niña que saborea de una piruleta.

      Sthefanny eres única, eres lo mejor que me ha pasado, – me decía exhausto.

      ¿Ah sí?? Lo que pasa es que soy una niña, muy pero que muy traviesa…

      Lo sé y eso me gusta. Me gusta que hagas travesuras y se las haces aquí conmigo mejor.

Volvimos a tomar la compostura para vestirnos. Él me ponía el vestido mientras me acariciaba el cuerpo con sus manos. Me encantaba como lo hacía. Cuando me iba a poner mi tanga le dije que no, que pensaba ir a casa sin ropa interior… solo con el vestido puesto y el coñito lleno de su lefa.

      ¿Por qué no? – Pregunta sorprendido.

Tomé el tanga de mi mano y me lo quité, y acercándome a Fernando quien se encontraba sentado en la sala, me agacho hacia él, le abro la boca y le meto la prenda ahí.

      Toma te lo regalo haz lo que quieras con él, – Le digo mirándolo fijamente a los ojos – además hace calor y me quiero ir así, solo con mi vestidito y nada abajo. Lo malo es que mi raja chorrea bastante leche, y me está mojando todo el muslo.

Fernando sonríe y sacándose mi tanga solo dice.

      Gracias cariño, lo guardare aquí y será como un tesoro valioso por tu aroma inigualable.

      Cuando se le acabe el aroma a mi coñito, te dará mucho más… Destila cantidades ingentes

Sonreí y dándole un beso en los labios me dirigí a hacia la salida para regresar a mi casa, pero su voz me detuvo

      ¿Y tus libros… no te los vas a llevar?

      Ya en la puerta para salir de su despacho con rumbo a mi casa me giro a mirarlo…

      No te preocupes Fernando, aún faltan unos meses para que entre a la universidad y, mejor vengo otro día a seguir buscando y revisando tus aplicaciones de diseño 3D ¿Ok?

Fernando me mira con deseo, desde donde estoy le guiño un ojo, le mando un beso y me retiro.


 

Después del primer momento que pasamos juntos


Hubo pocas oportunidades de volver a estar solos, pues en su casa siempre había alguien y en la mía también, sin contar que tuvo que salir de viaje a Caracas por cuestión de su trabajo, así que era difícil verlo como quería. Además, por mi padre supe que él tenía problemas con su esposa desde hace meses, mucho antes de la primera vez que nos coqueteamos y estuvimos juntos.

Casi todos los días le hablaba desde mi móvil, por las noches desde mi cuarto. Así hablamos de cosas picantes, fantaseábamos, me preguntaba cosas… "¿Qué traes puesto?", "cuéntame alguna fantasía que tengas". Yo también le preguntaba y así continuábamos nuestras llamadas que se iban calentando hasta arder. A veces durante la conversación me acariciaba el cuerpo, imaginando que mis manos eran las suyas, y hacia lo que él me pedía. Hacíamos el amor por videollamada de WhatsApp, y aunque no era lo mismo que hacerlo en vivo, no puedo negar que lo hacía muy interesante, tanto que acababa siempre mojada como una sopa… mi coño lubrica bastante, con él, el doble… también utilizaba unos tubos de metacrilato a modo de dildo, para follarme el coño ante sus ojos, y viendo cómo se machacaba el enorme cipote que posee, me corría como loca.

Así pasamos la semana que duró más de lo deseado fuera del pueblo, hasta que por medio de mi padre, todos supimos que ya había llegado de su viaje. El día que llegó fuimos mis padres y yo a su casa, mi hermanita se quedó con la tía Gabriela y sus hijos. Al llegar nuestros padres saludaron a Fernando y a su esposa con abrazos. Yo me acerqué y le di un beso en la mejilla mientras le susurraba al oído "¡¡Cuanto te extrañe amor!!". Él solo me sonrió y me dijo "gracias por venir". Por cierto ese día me arreglé lo más coqueta que pude sin llamar la atención de mis padres, claro, sin caer en lo vulgar… unos jeans muy ajustados y una blusa morada de tirantitos pero ahora con sostén de media teta, pues iban mis padres y a ellos no les gusta que salga sin nada abajo, apreciando el gran volumen de tetamen que tengo… mi cabello suelto, sin coletas, porque a mi hombre le gusta un moño casual.

Durante la charla en la sala y la comida en su patio le sonreía y le guiñaba el ojo sin que nadie se diera cuenta. Fernando solo me miraba y sonreía levemente para que su esposa ni mis padres se dieran cuenta… que estuviera su esposa allí me daba mucho morbo, “¡Me follado a tu esposo y me ha llenado bien el coño con su rica lefa!” pensaba y me excitaba como una perra. Sus hijas se encontraban en casa de unas primas así que solo éramos cinco los que estábamos ahí. En una de las conversaciones, Fernando se paró diciendo que iba a la cocina por una cerveza, volteándome a ver, mi padre se ofreció a acompañarlo, él le contesto que no era necesario, que iba rápido y que mejor siguiera hablando con mi madre y su esposa, a lo cual accedió sin ningún problema.

      ¿Quieres algo más de tomar Sthefanny? – Pregunto sonriéndome mi hombre.

      Un vaso de refresco, pero espérame, te acompaño a servirme lo que más me guste de lo que vea en la cocina, – le conteste contenta, pues aunque fuera unos segundos estaríamos solos.

Lo acompañe y entramos a la cocina. La ventana de ahí tenía persianas y se podía ver entre ellas hacia una parte del patio…, no se podía ver donde estaban los demás, pero si se podía ver si alguien se acercaba. Al entrar a la cocina rápidamente me aventé sobre él, besándolo en los labios con gran celo, los cuales deseaba sentir de nuevo en los míos y en mi cuerpo desde hacía tiempo. Fernando me correspondía de igual forma, abrazándome y acariciándome con sus manos la espalda hasta bajar a mis nalgas, las cuales agarró y me las acariciaba fuertemente sobre los jeans, lo que me gustaba como lo hacía. Mis tetas se aplastaban contra su cuerpo y le clavaba los pezones duros como diamantes.

      Ay Fernando no sabes cuánto te extrañé estos días…, te he necesitado como no tienes idea. ¡¡Me has hecho adicta a ti!! – Le decía entre besos – Eres mi hombre ideal ¡Lo tienes todo!

      Yo también muñequita, necesitaba sentir este cuerpo tan deseable entre mis brazos…, hoy vienes muy atractiva Sthefanny, pero no como yo hubiera querido.

Me separe de él y lo vi un poco triste sin soltarse de mi trasero.

      ¿No?

      Sthefanny, vienes hermosa con esa falda midi, pero me hubiera gustado verte con una más corta para disfrutar de fabulosas piernas, deseaba tanto vértelas.

      ¡Ay Fernando!, no puedo venir tan coqueta, sino ¿Qué pensarían mis padres? Te prometo que cuando estemos solos me vestiré como quieras… seré tu muñequita para me uses bien a tu antojo

      A veces pienso en cuantos han probado tu coñito antes que yo y me pongo bastante celoso, casi  cabreado también de no poder desvirgar algo de ti y estrenarte. No quiero ni pensar que cuando no se me ponga dura con tanta facilidad como has visto, y busques con quien follar estando conmigo. Tal vez te parezca machista en ese aspecto, es que necesito que tu cuerpo sea exclusivo para mí. Es mi templo del amor y el deseo… y No consiento que ningún cabrón lo profane metiéndote su verga aunque sea con condón…, si eres mía, solo quiero ser Yo con quien tengas sexo de todo tipo, con quien te desahogues y me alivies las ganas dentro de ti… persigo que la única lefa que entre en tu útero sea la mía. Pero todo eso no evita que piense en quienes ya han estado dentro de ti y me ponga celoso, además has amado y deseado a algunos, prefiero pensar que no a todos.

      Dalo por hecho mi amor… mi coñito ya es solo exclusividad tuyo, de tus manos, de tu boca y de tu gruesa verga… solo ella es la dueña de mi vagina y encargada única de llenarme el útero de leche. Si me quedo preñada, no habrá una sola sombra de duda quien es el semental que me hizo la panza… porque me PREÑARAS ¿Verdad?

Fernando sonrió y de nuevo nos fundimos en un beso apasionado, entregándose nuestras lenguas en un gran deseo de volverse a sentir, de saciarse una de la otra. Luego Fernando baja su boca por mi cuello, lamiéndolo y besándomelo varias veces. Dejo caer mi cabeza hacia tras, disfrutando como me demostraba tanta pasión. Me arrancó unos leves gemidos con sus besos. Una mano suya me tomo una teta, la cual acariciaba mientras me lamía y chupaba el cuello.

      Mmm, traes sostén… ¿también por tus padres?

      ¡Ajá! – conteste sintiendo su lengua en mi cuello – Soy una chica decente a los ojos de mis padres y no va a cambiar ahora, aunque folle contigo como una perra en celo.

      Mmm me gusta más sentírtelas sin sostén, se sienten tan suaves y tan ricas tus tetazas.

Separándome de él, tomo con las manos mi blusita y me la levanto, enseñándole mi sostén. Era color vino de tela delgada y transparente. Solo cubrían la mitad de mis grandes ubres…

      ¿No te gusta mi sostén? – Le pregunte con una sonrisa.

      Wow Sthefanny, que precioso es… se te ven preciosas tus tetas así. Insisto que más me gustan sin sostén, al natural y mostrando todo su peso ¡Me vuelven loco cuando se alborotan sin dirección concreta cuando te estoy follando duro!

      ¡Ahh…! ¿así? – Tomo ahora mi sostén y me lo levanto, dejando mis tetas al aire.

      ¡Qué bárbara Sthefanny!, que preciosos y hermosos son, ya extrañaba verlos.

      ¡¿No les quieres dar un besito de bienvenida?! Mis tetas necesitan muchos mimos de papi.

      ¡Por supuesto que sí mi amor! Son las tetas más espectaculares que podría ver en mi vida.

Fernando dirige sus labios a mis pezones y comienza a besarlos y lamerlos, sobre todo el pezón derecho… primero uno y luego el otro, sin soltarse aun de mis nalgas, las cuales seguía acariciando. Aprieto mi cuerpo contra su rostro y dejo caer de nuevo mi cabeza hacia atrás, suspirando y gimiendo al sentir su lengua deleitarse con mis pezones y sintiendo leves mordiditas en ellos. No hay nada a un macho maduro con experiencia, para hacerte sentir deseada y amada.

      ¡Ay que rico…! ahhahh, extrañaba como me…las chupas…me encanta… – Decía gimiendo.

Fernando no se saciaba con mis ubres, parecía un bebé tomando pecho, con hambre atrasada, disfrutando de probar mis pezones los cuales sabía muy bien cómo chupar y hacerme estremecer. Luego de unos ricos minutos así, me separó y me hincó frente a él, aun con mi blusita y sostén levantados.

      Ahora es mi turno de demostrarte cuanto deseaba estar contigo de nuevo, papi. Tú solo vigila que no venga nadie. – Le dije guiñándole en un gesto lleno de complicidad.

      ¡Princesa, como te he echado de menos toda mi vida!

Bajándole el cierre de su pantalón, meto mi mano ahí y saco su pollón de entre su bóxer, el cual ya estaba muy duro y bien empalmado… sin mediar tiempo me lo llevo a la boca. Se lo chupo con deseo, con movimientos rápidos con la casi mitad dentro de mi boca, para también lamérselo y acariciarle el tronco con mi mano cuando le trabajo con mi lengua ambos huevones…los chupo y me los meto en la boca como caramelos. Dentro es mi lengua quien castiga con azotes a esa bola dura, luego es la otra sin dejar de hacerle un buen pajote a su duro tronco. Se lo masturbo con fuerza mientras sigo chapándoselos. Le dejos los cojones ensalivados y me voy haciendo un reguero de caracol hasta su cabezón, que mamo y succiono en modo PUTA, haciendo que él se recargue con sus manos en el mueble que está detrás. Comienza a gemir pero no tan fuerte para que no lo escuchen, y tras varios segundos siento como se empieza a querer correrse el cabrón. Mientras mi mano derecha lo masturba mi otra mano se entretiene acariciándole sus pesados testículos, haciéndolo gemir aún más. Varios segundos pasaron para que Fernando comenzara a gemir ya fuerte y que su cuerpo comenzara a estremecerse.

      Sthefanny… ahh… me corro… ¡Quiero que te lo tragues todo mi putita…!

Al escuchar esto me meto todo capullo de su cipote dentro de mi boca, dejando espacio para que los disparos de lefa lo pueda sentir… y sí, siento como un chorro sale hasta mi garganta, con otro seguido que lanza más largo y cuantioso con un suave gemido. Chupo y succiono su polla hasta asegurarme que no haya quedado una gota de esperma. Se estremece su cuerpo al sentir mis labios y lengua en su sensible glande, por tenerlo tan duro y excitado. Fernando solo me mira y yo le muestro el contingente seminal que me ha regalado…, cierro la boca tragándomelo, mientras me da las gracias. Me siento feliz de haberle satisfecho, esa es recompensa más que de sobre… yo solo le digo que no fue nada y sigo limpiándole su verga embadurnada de leche con mi lengua, sabe y tiene un aroma contundente a macho ¡ADORO ESE SABOR VARONIL!

En eso mira hacia la ventana, percibiéndome de la llegada de mi padre. Rápidamente me paro y me bajo mi blusa y mi sostén, pero mis pezones están tan duros y respingones, que no los logra cubrir mi ropa, tomo una servilleta de la mesa y me limpio de la boca el semen que me quedo resbalando por las comisuras y la barbilla… fue una gran corrida, y me cruzo de brazos, para cubrir mis pezones que se marcaban muy bien debajo de mi ropa, y con lo grandes que tengo mis tetas, son muy visibles. En eso entra mi padre.

      ¿Qué pasa, por qué tardáis tanto?  – Pregunta inquieto.

      Perdón papá, lo que pasa es que nos quedamos hablando sobre mi futura carrera, y se nos fue el tiempo volando. ¡¡Fernando sabe tanto y tengo tanto que aprender de él!!

      ¿Pues podríais hablarlo con nosotros… se os ha pasado tiempo sin que os dierais cuenta de que habéis estado aquí varios minutos?

      Ay papá, es que también salió a relucir que ya sé que tiene problemas con su esposa, y que ojala y todo salga bien.

Fernando un poco sorprendido me mira sorprendido de mis conocimientos.

      Pero Sthefanny, no tienes por qué decir nada sobre lo que comentamos tu madre y yo… no es de buen gusto. – Me lo dijo en tono de regaño.

      No te preocupes – dijo reaccionando – no tiene nada de malo que tu hija lo sepa, es algo que tarde o temprano iba a saber y aquí todos somos amigos… y ella ya es una mujercita.

      Perdón papá, no lo vuelvo hacer… lo dije sin pensar, – poniendo cara de pena.

      Está bien Sthefanny, pero no comentes esto a nadie fuera de aquí, ¿lo prometes?

      Sí papá… lo siento Fernando, no pretendía molestarte con mis apreciaciones.

Salimos de la cocina los tres, mi padre primero, detrás yo y Fernando al último. Mientras salíamos Fernando puso una mano en mi trasero y me lo aprieta… ¡Lo que me gustó que hiciera eso! Me encanta que me use y no la quitó de ahí hasta que podía ser descubierto al llegar al patio, donde estuvimos comiendo, hablando y riendo dos horas más. Si veía que entre Fernando y su esposa había poco feeling y a veces ni se giraba a ver, pero igual era su problema y solo ellos lo sabían. Ya luego tras el café, nos despedimos para regresar a casa. Al despedirme de Fernando ahora él fue quien me susurró al odio "gracias por alegrarme el día en la cocina". Yo solo le conteste "de nada… ha sido todo un placer beberme tu leche" y ya salí con mis padres.





Llegamos a casa. En la noche cuando me iba a mi cuarto mi padre me llamo desde la sala, para decirme que no estaba molesto conmigo pero que no debo meterme en cosas de adultos, que lo de Fernando y su esposa es cosa de ellos, de nadie más. Me tranquiliza saber que mi padre no estaba molesto conmigo, así que lo abrazo y le dije "gracias, te prometo no volverlo hacer…si no se entienden es su problema, cierto". Mi padre también me da un abrazo fuerte, diciéndome que me quiere y que me vaya a dormir. Me voy a mi cuarto, me cambio de ropa cómoda para dormir. Mi cabeza no deja de pensar en lo bien que lo había pasado con Fernando en la cocina, y saber que yo era un motivo de alegría para él en esos momentos difíciles que pasaba. Justo cuando iba a poner en modo avión el móvil suena, sorprendida contesté, era el número de la casa de Fernando.

      ¿Qué hay de Bueno?

      Sthefanny, me alegro encontrarte aún despierta.

      Si, ya me iba a acostar y a apagar el móvil.

      ¡Ah ok! Entonces seré breve para no dilatar y que te duermas.

      No. No hay problema papi…

      Oye, me sorprendió que supieras lo de mi esposa, supongo que escuchaste a tus padres hablar de eso.

      Si los escuché... oye, por cierto, una pregunta y quiero que seas sincero… ¿yo tuve algo que ver con eso?

      No princesa, para nada, ya teníamos problemas desde antes y no, tú no tienes nada que ver, te lo juro. Al contrario eres el refuerzo que necesitaba mi vida sentimental.

      Es un alivio para mi saberlo (la verdad si lo era, saber que yo no fui la causa)

      Si mi vida, tú no tienes nada que ver, tu solo me das alegría. Por eso te llamaba, para ver si mañana paso por ti después de las clases, quiero llevarte a un lugar especial.

      ¿Ah sí? ¿A dónde? – Pregunte de lo más contenta.

      Es una sorpresa corazón, pero te quería pedir otro favor…

      El que quieras.

      Hoy en la tarde, en la cocina, me dijiste que a la próxima te vestirías como yo quisiera, ¿recuerdas?

      Ajá…

      Ok, pues mira, quiero que mañana, cuando pase por ti te vistas más sexy, más de cómo te vi hoy… ¿entiendes? Una faldita corta por ejemplo ayudaría mucho.

      Mmm si, ya sea como te gusta que me vista. No te diré como me vestiré, pero te prometo que te va a encantar como estaré vestida mañana. ¿Ok?

      De acuerdo Sthefanny, pues te dejo para que te duermas. Mañana paso por ti.

      Pasa por mí a las 14:10, tengo un examen y salgo a esa hora. Mañana le invento algo a mi madre para poder llegar más tarde.

      Perfecto muñequita, mañana pasó por ti a esa hora.

      Está bien.

      Hasta mañana mi princesa.

      Hasta mañana amor.

Rápidamente salto de la cama y me dirijo a mi guardarropa. Ahí tenía ropa nueva que había comprado unos días antes y buscaba algo que le pudiera gustar a Fernando, y lo encontré. Era una minifalda negra poco ajustada, más arriba de medio muslo y leves aberturas a los lados, y una blusa blanca, ajustada, sin tirantes y con escote coqueto, y zapatos de tacón negros.

Al día siguiente me puse una blusa de botones al frente y debajo la blusita que había escogido para Fernando –claro que sin sostén–, debía estudiar la forma que mi madre no me viera así vestida, tan provocativa. Me puse un perfume que les encanta a los hombres. Antes de salir le dije a mi madre que de ahí iría a casa de una amiga a estudiar para un examen que nos pondrían en tres días más. Me dijo que estaba bien y nos despedimos. En el camino al instituto no me podía concentrar en el examen, pues la emoción de saber que estaría toda la tarde con Fernando era muy grande. Llegue y escuche muchos chiflidos hacia a mí y varias piropos, algunos bonitos, otros algo vulgares, pero no les di importancia. Ya después de terminar el examen y de aguantar las miradas de mis compañeros hacia mí, incluso las de mi profesor, salí al baño para maquillarme levemente, y ya ahí me quité esa blusa grande, quedando con la blusita blanca después me dirigí la entrada a esperar a Fernando.

Pasaron unos minutos cuando exactamente a las 14:10 llego, al verlo salí a la acera y espere a que llegara. Una vez hecho eso, me abrió la puerta de su coche todo camino y entré. En cuanto me senté su mirada de asombro y alegría se clavaron de en mi ropa y en mi cuerpo.

      Wow Sthefanny, sabes realmente como me gusta que te vistas.

      Sí lo sé – le conteste mientras me dirigí hacia él para besarlo en los labios.

      Me sorprendes, qué bella eres y qué hermosa.

      Gracias – le conteste para de nuevo besarlo en los labios – pero ya mejor vámonos antes de que me vea alguien que conozca a mis padres… ¿sí?

       Ok ¿y tu bus? ¿No te echaran en falta?

      Le dije a mi madre que iría a casa de una amiga, así que no hay nada de qué preocuparse. Tenemos toda la tarde para nosotros, hasta la diez de la noche, que me tendrás que dejar en casa…

Fernando arranco y nos fuimos al lugar que me había dicho. Durante el camino me miraba y me sonreía…, a veces a las piernas, que se veían casi en su totalidad pues la minifalda se me había subido demasiado, cubriendo muy poco de mis muslos, sin contar que las aberturas dejaban ver bastante. Tomé su mano derecha y la puse en mis muslos y la movía ahí, para que me los acariciara… una vez dejé su mano en sobre la piel de mis piernas, la mano se me fue a su bulto y se lo sobé. Aquello fue instantáneo, se le puso dura como el pedernal en 0’0 segundos.

      No solo quiero que me las mires Fernando, acaríciamelas, me gusta que me acaricies las piernas, me gusta como lo haces y sentir sus manos varoniles sobre mi piel de niña.

      Lo sé Sthefanny, tu belleza me inspira a hacerlo. Eres tan niña y a la vez tan madura que alucino contigo… hembra y niña mimosa a un tiempo.

      ¡¿Y eso no te gusta?! A los machos os encanta montar a niñas con espíritu de mujer… ¿o es al revés, mujeres con coñito de nena?

Fernando me acariciaba los muslos, mientras yo me agarraba con las manos de la parte alta del respaldo donde iba y cerraba los ojos, disfrutando de sus caricias tan suaves y delicadas en mis piernas. A veces las abría un poco para que acariciara la parte interna del muslo, lugar que me fascina que me acaricien, y él lo hacía muy bien conduciendo a la par ¡¿Quién dice que un hombre no sabe hacer dos cosas a la vez y las dos bien?! En ocasiones en los altos del semáforo se acercaba a mí y me besaba, yo lo correspondía con besos húmedos de lengua, ya que sé que le gustan mucho a él y a la gran mayoría de los que me he follado, pero solo lo hago con lo que realmente me gustan

Así estuvimos todo el camino, unos 20 minutos más o menos, hasta que llegamos a un edificio alto, de unos 10 pisos, y que hace poco acababan de terminar su construcción, por lo que realmente yo no sabía que había ese en ese edificio. Llegamos al estacionamiento y nos bajamos.

      ¿Qué esto, un hotel?

      Jaja no princesa no es hotel, pero espera. Ya verás que hay aquí – me dijo tomándome de la mano.

Nos dirigimos hacia los ascensores y solo esperamos unos 15 segundos cuando bajo uno, de donde salieron una pareja y unos niños de unos 7 a 9 años. Al entrar y al cerrarse la puerta Fernando me tomó de la cintura y nos dimos un beso apasionado, recargándome contra la pared, quedando entre la espada y la pared, nunca mejor dicho, porque el cabrón ya tenía una erección de caballo. Su mano se metía debajo de mi blusita y se dedicaba a masajearme mis tetas, pellizcándome mis pezones suavemente. Mis gemidos se ahogaban en nuestros besos que se escuchaban claramente, junto con nuestra fuerte respiración. No nos dimos cuenta que habíamos llegado al piso que había marcado mi hombre, hasta que unas risas se escuchaban que se acercaba al elevador, por lo que rápidamente nos acomodamos y salimos. Vimos unos jóvenes acercarse corriendo al elevador para alcanzarlo, y por fortuna no nos habían visto.

Caminamos por el pasillo y llegamos a una habitación, muy grande para ser un cuarto de hotel, amueblado con un toque muy moderno y elegante.

      ¿Qué es realmente este edificio…? – Volví a preguntar.

      Mira Sthefanny, este es un apartamento que compré, me lo acaban de dar hoy a media mañana y quise que tú fueras la primera en conocerlo. ¿Qué te parece, te gusta?

      Claro que sí, es muy bonito tu apartamento.

No quise preguntar por qué lo había comprado, supuse que por si el problema con su esposa ya no tuviera solución, el viviría aquí, pero ya no quise meterme más en eso, imaginé que en un principio pensó en hacerlo su picadero, y yo sería la primera en estrenarlo. Me dirigí hacia el ventanal y había una preciosa vista de la ciudad. Él se acercó a mí y me abrazó de la cintura, besándome la oreja. Tenía miedo que solo fuera su juguete, que me usase y me rechazase cuando ya estuviera muy follada… por eso no pregunté nada de las cosas que me pasaban por la cabeza. No quería acabar como su putita, sino como su mujer pese a la gran diferencia de edad.

      ¿Qué tal la vista, te gusta?

      Si mucho, es un lugar precioso. Debe haberte costado una fortuna.

      Solo es dinero, y me lo puedo permitir… Ven, te tengo una sorpresa.

Tomándome de la mano me lleva al comedor. Ahí había velas que de inmediato encendió y comida predispuesta. No entrare en detalles que platos eran pero si eran deliciosos. Me trajo una silla como todo un caballero y al sentarme, puso música romántica y luego se sentó junto a mí, para comer y hablar en un agradable ambiente, aunque mientras comíamos su mano no dejaba de acariciarme las piernas, lo que me ponía candente. ¡Siempre había soñado con una comida romántica como aquella! Sin esperarlo me llegó a mis 18 años.

Tras unos minutos de comer y disfrutar de una amena y estupenda charla, como un par de locos enamorados, me toma de la mano y me besa tiernamente, para llevarme al cuarto principal del apartamento. Al entrar mi sorpresa fue mayor. En un pequeño mueble que estaba al lado de la cama había una cubeta con hielos y un vino que se veía fino, pero más que nada, me sorprendió que en el piso hubiera pétalos de rosas rojas, mis favoritas, que formaban la palabra "AMANDA". Solo pude decirle gracias con mucha sorpresa y en ese momento me decidí a pasarme una tarde llena de puro placer. Me avente sobre él y nos besamos…, esta vez con más pasión y deseo, con amor y regocijo de estar con mi hombre ideal. Lo retendría para mí toda la vida, aquel no sería el picadero de un vividor follador, sino el nido de nuestro amor.

Ahí parados en medio del cuarto. Ya la pasión estaba encendida para mí con sus detalles y con mi ropa para él, así que dimos rienda suelta a nuestros impulsos y sentimientos. Sus manos recorrían mi espalda, mis nalgas, levantando mi minifalda, haciendo que se viera muy apenas el hilo que se perdía entre mis nalgas, mientras mis manos desabotonaban su camisa y luego tras quitársela le acaricio y beso su torso desnudo. Estaba emocionada con un macho tan detallista y tan masculino…cariñoso, culto, varonil, potente y muy bien dotado sexualmente.

Después de acariciarnos nuestros cuerpos, Fernando me quita mi blusita y luego hincándose frente a mí, me quita la minifalda y el tanga, solo me deja con mis zapatos de tacón negros para después pararse y quedar frente a mí, y verme de pies a cabeza con los ojos bien abiertos, completamente desnuda, poniendo yo mis manos detrás para que me viera mejor. Me había depilado el coñito y dejado solo una rayita de fino vello, que prolongaba la raja de mi coño.

      ¡Por Dios Sthefanny!, eres una diosa, que belleza de cuerpo.

      ¿Te gusta lo que ves?

Pregunté coquetamente girándome para que me viera totalmente por delante y por detrás. Si estoy orgullosa de mis grandes tetas, más de mi culo y del coñito perfecto que tengo… abultado con raja profunda bien partido, que a todos les gusta.

      Sí, no sabes cómo tu cuerpo me hace delirar, ¡me vuelve loco! ¡¡ES PERFECTO!!

      Pues toma mi cuerpo, es tuyo, haz lo que quieras con él... es lo que deseo. Úsame como más te plazca ¡¡Quiero que me hagas tu PUTA si lo deseas!!

Sin más palabras Fernando se fue sobre mí y me abraza, besándome con mucha pasión y haciéndome recostar sobre la cama boca arriba, y el sobre mí, continuando con nuestros besos. Sus manos acariciaban los costados de mi cuerpo, fundiéndonos en uno solo con nuestras muestras de deseo. Luego baja su lengua a mi barbilla, a mi cuello, el cual lame algunas veces mientras con sus manos toma las mías y las sube, poniéndolas sobre la cama. Lame, chupa y muerde todo mi cuello, para después bajar más, llegando a mis tetas…, igual las besa y lame hasta llegar a mis areolas. Me los lame suavemente, con movimientos circulares, primero la izquierda, llegando a lamerme el costado externo del seno, lo que me causa placer esa zona. Me lo lame para luego regresar y concentrarse en mi pezón, el cual succiona, chupa y muerde, varias veces, tirándomelo a los lados, haciéndome retorcer y gemir, sin soltarme con sus manos las mías. Me tiene prisionera de sus deseos más febriles… solo nos damos por instinto básico.

      Uff ahh sii… ay no pares… ahh ayy... mmm – Decía entre gemidos…me mataba de placer

Fernando ahora lleva su lengua a mi otro pezón y le hace lo mismo, el cual ya lo siento tan duro como una piedra y es abatido por sus lamidas y mordidas. Lo succionaba fuerte y me soltaba, para lamerlo suavemente y después lo mordía suave con sus dientes, jalándomelo, para volverlo a lamer. Gemía y mi cuerpo se retorcía debajo de él. A veces me dolían un poco sus mordidas en mis pezones y en las areolas, pero no niego que al tenerme sometida así me daba morbo y el placer era más grande que el dolor. En verdad soy bastante machista, y me gusta que el macho me domine entregándome sumisa como una cervatilla a su venado en plena berrea. En ese apareamiento la hembra deja que la monte el cabrón, y la haga suya marcándola con una gran follada, llenándole el vientre de esperma. Al fin de cuentas, todo el juego de seducción, tiene la  motivación de inseminar a la hembra, con la diferencia respecto a los animales salvajes, que lo hacemos en toda época y también buscamos el placer a su paso… no solo que nos preñen bien.

Después de saciarse a chupadas en mis pezones, Fernando continuó su marcha hacia abajo, con su lengua lamiendo mi cuerpo, lentamente, llegando a mi ombligo, al que también lamió varias veces. Me encantan los juegos preliminares, porque me ponen como una moto y llegado el momento del clímax, estallo como una bomba. Con mis brazos aun arriba sobre la cama me estiro y retuerzo un poco al sentir sus lamidas ahí, dándome placer y cosquillitas que me electrizan todo el cuerpo, dándome rampazos que nacen en mi clítoris y mueren en la cabeza.

Sigue bajando con su lengua sobre mi cuerpo, donde lo espero con mis piernas abiertas, deseosa de volver a sentir como devora mi coñito con su boca. Fernando no tarda en atacar, en cuanto ve mi raja húmeda y tan cerca de su boca se dirige a lamer mi vulva, mi clítoris y mis labios vaginales, abrazándose de mis muslos. Siento como me lo lame y besa ansiosamente, como si él también lo deseara desde hace tiempo inmemorial. Su lengua sube por mis labios vaginales hasta llegar a mi clítoris, con mis dedos tiro del capuchón para que salga la almeja, la cual chupa y lame rápidamente… la tengo muy dura. Mi cuerpo empieza a moverse, poniendo mis brazos a los costados de mi cabeza, gimiendo fuerte y apasionadamente, al sentir de nuevo su lengua lamer mi coño derretido, tan bien como él sabe hacerlo. Sus movimientos de lengua en mi vulva y clítoris se hacen suaves, combinándolas con chupetones y succiones, lo que me mata, haciendo arquear mi cuerpo, y gemir más intenso. Al hacerme el vacío en mi pepita me muero de gusto.

      ¡Ayy sí! así Fernando… como extrañaba… esto… ahhhhsiiii… ahhhh ¡Nadie me ha comido el coño como tú lo haces.. eres el mejor!

Fernando se aferra de mis muslos con sus brazos y aprieta sus labios sobre mi vulva, para chupar y lamerme mi clítoris aún más rápido y fuerte, haciendo convulsionar mi cuerpo y gemir más fuerte. Unos minutos después Fernando, abrazado de mis piernas, se gira hacia su lado derecho quedando boca arriba, haciéndome girar a mí también hasta quedar hincada sobre su rostro. Ahora me dejo caer con mis brazos estirados hacia atrás, recargándome sobre la cama por los costados de su cuerpo. Poniendo sus manos en mi vientre, continua lamiendo y chupando mis labios vaginales, abriéndolas y metiendo su lengua recorriendo todo mi interior caliente y húmedo, haciéndome gemir aún más y que mi respiración sea más fuerte, agitándose mi cuerpo. Ante tal placer, muevo mis caderas rápidamente hacia atrás y adelante, dejando caer mi cabeza disfrutando y sintiendo así su lengua recorrer toda la parte interna de mi coñito constreñido por el gozo sin parangón, mientras un dedo pulgar logra alcanzar mi clítoris, flotándolo rápidamente…

      Ahh así así... rico… ahhh así… ahhh si… ahh… que... rico... ajhhh – Lograba decirle.

Fernando lleva su lengua a mi clítoris, le da varias lamidas con fruición, haciéndome estremecer, para después enderezarse un poco. Tomándome de mi cintura me levanta un poco, haciendo que saque mis pantorrillas debajo de sus brazos y haciéndome recargar con mi espalda sobre sus muslos, pues tenía sus piernas flexionadas. Ahora con mis piernas estiradas, quedo sentada sobre su pecho, y luego, con sus brazos me toma de mis corvas y levanta mis piernas lo más que puede, juntándomelas, quedando mis nalgas sobre su torso y mi coñito y ano exactamente sobre su rostro. Fernando ahora levanta muy poco su cabeza y lleva esta vez su lengua a mi ano, que está a su entera disposición, a escasos centímetros de su boca. Su lengua me lo lame suavemente, en círculos, sin soltarme las corvas. Comienzo a sentir que un fuerte placer va invadiendo mi cuerpo y llevándome mis manos hacia atrás, me agarro de sus pantorrillas, apretándolos. Dejo caer de nuevo mi cabeza hacia atrás y disfruto su lengua en mi ano, siento como cada vez lo hace más fuerte, sobre todo en el mero centro, penetrándomelo poco a poco con su lengua. Mi cuerpo comienza a sacudirse y mis gemidos se cortan con mi respiración fuerte y agitada. En mi nunca nota el ariete rígido de su verga enorme, está erecto como un caballo, quiero comerle la verga, es complicado poder girar y desplazarme para mamársela como se merece. Dejo que siga con la comida de coño y disfrutando de todo ello como una loca.

      Ah aahhh si así…

Ahora con su antebrazo izquierdo sostiene mis piernas de mis corvas, manteniéndomelas levantadas, y lleva su mano derecha a mi raja febril, penetrándome con dos dedos mi vagina, sin dejar de lamer tan bien mi ano. Ahora siento como sus dedos me comienzan a penetrar, llegando a rozar mi pinto G, el cual al sentirlo Fernando, comienza a estimulármelo más y aumenta la intensidad de sus lamidas y ahora chupadas, en mi ano ¡Jamás nadie se atrevió con el beso negro! Descubrirlo con mi maduro preferido ha sido lo mejor en los últimos meses de locura.

      Ahhh ahh Fernando… ahí me gusta… mucho… ahh... que rico… que rico... ahhhhh… Oohh...

Fernando comienza a penetrarme más fuerte mi vagina y su lengua logra meterse un poco en mi ano, moviéndola ahí rápidamente. Sus dedos comienzan a estimularme muy bien y más rápido mi punto “G”, haciéndome gemir más intenso y mi cuerpo convulsionándose, arqueándose y con mi cabeza hacia atrás, comienzo a sentir como me está llegando un fuerte orgasmo. Pasaron unos cuantos minutos para sentir como salió una fuerte cantidad de jugos de mi vagina, sintiendo y escuchando como Fernando los absorbía y bebía, haciendo sonidos en su boca que los disfrutaba y tragaba. Sentí desfallecerme y mi cuerpo se aflojo, mientras él con su antebrazo aun me seguía levantando mis piernas por mis corvas.



Logré recuperarme mientras el limpiaba la raja con su lengua extendida, para después enderezarme y acomodarme sobre su cuerpo, y besarlo apasionadamente, mientras me abrazaba con fuerza. A veces sacaba mi lengua de su boca y lamía mis jugos en sus mejillas y barbilla.

      ¿Cómo le haces para lograr que me corra así de bien?, eres un amor, ¿lo sabías Fernando? – Le dije entre besos tronados.

      Tú me inspiras muñequita, tú y tu cuerpo son mi fascinación ¡Eres perfecta en todo!

      ¡Mmm Fernando!, déjame devolverte el favor.

      ¿Ah sí?, ¿Cómo?  – Pregunta muy sonriente.

Sin decir más comienzo a bajar por su cuerpo, pasando mi lengua por su torso, por sus tetillas, las lamo y muerdo levemente…, el solo suspira sin dejar de observarme. Sigo bajando, hasta llegar a su pantalón. Ahí él me pide que espere, se endereza y tomando su pantalón y calzón se los quita, no sin antes sacar un condón de su pantalón, poniéndolo en un mueble que está al lado de la cama. Fernando pone sus manos en su cabeza y ve sonriendo como tomo su verga y me inclino hacia él, y tomándolo con mi mano derecha, me lo meto a mi boca y comienzo a chupárselo de nuevo, con más deseo que el día anterior en su cocina, mientras con mi otra mano acaricio por su vientre. Se lo chupo suavemente, con movimientos rápidos, con mi mano acariciando todo el tronco haciéndole la rosca sobe el tronco, y a veces al sacar el cipote de mi boca lamo su cabezón contorneándolo con la lengua y jugando con el agujero uretral, lo que hace que gima y se estremezca… ¡Me encanta tenerlo así de satisfecho! Es un orgullo hacerle gozar cual PUTA. De nuevo vuelvo a meterme la tranca hasta mi garganta. Ahí se lo succiono varias veces, sintiendo su cuerpo estremecerse.

      ¡Ah Sthefanny… por Dios… que experta… que bien… ahhhahhh... lo haces de puta madre…

Ahora con mi cabeza hago movimientos circulares con su verga dentro de mi boca, lamiéndoselo dentro de mi cavidad bucal, mientras que con mi otra mano, ahora le masajeo sus testículos, esas horondas pelotas que me tienes fascinada…enormes, venosas, pesadas y grandes productoras de leche, los cuales tiene muy duras también, mientras con la otra lo sigo masturbando. Él con sus manos aprieta las sabanas por los costados de su cuerpo, jalándolas, gimiendo cada vez más, mientras sigo succionando y mamando con decisión golosa, ¡Ya me moría por hacerlo gozar con mi sexo oral! Toso al sentir la punta de su verga entrar en mi garganta profunda, pero no me impide en seguir mamando y succionando. Es puro acero de lo dura que estoy sintiendo en mi boca el símbolo de la virilidad y masculinidad.

      Sthefanny, ven muñequita… dame... de beber… tus jugos, quiero probarlos otra vez.

Tras decirme eso, me enderezo y me hinco de nuevo sobre su rostro, pero de espaldas, dejándome caer hacia delante. Ahora nos estamos dando placer en un rico 69…, lo tomo más fuerte de su mástil con mi mano y ahora solo se lo chupo rápidamente, sacando y metiendo de mi bocas varias veces, mientras él, tomándome de mis nalgas de nuevo, me las aprieta y comienza a chuparme y lamer mi clítoris. Unos segundos después siento como lleva el dedo pulgar a mi ano y poco a poco lo mete ahí, haciéndome sobresaltar y lanzando un leve gemidito. Ahora aparte de comerse mi clítoris, me penetraba mi anito con un dedo. Me da mucho placer y me desahogo en su pollón, el cual ahora chupo con más intensidad y fuerza, metiéndomelo de nuevo hasta mi garganta. Solo escuchamos por varios segundos nuestros gemidos en toda la habitación, dejándonos llevar por nuestro enorme deseo y total pasión.

Después Fernando me pide que lo monte, así que me enderezo y él aprovecha para sacar un condón de su cartera… le indico que no lo necesitamos y lo vuelvo a dejar en el mueble. Sonriendo él, ve como me pongo enfilando mi coñito a su ariete sin ningún problema. Ya después hincándome frente a él sobre su erecta verga, la cual se ve hermosa y dura, con ayuda de mis manos guió el asta en mi rajita y me la meto lentamente a mi vagina notando como va expandiendo mi interior ¡¡Es lo más sublime que nos puede pasar a una hembra, sentir ser llenada por un macho!! Ya una vez metida, comienzo a mover mi cuerpo, sintiendo su dureza penetrarme. Sus manos las pone en mis tetas y las acaricia, mientras con las mías acaricio sus brazos. Ahora comienzo a mover más rítmicamente mis caderas hacia todos lados, atrás adelante, arriba abajo, mientras que él también levanta varia veces muy rápido sus caderas, haciendo una profunda penetración en mi vientre con la sincronía de nuestros movimientos.

Mis gemidos van en aumento junto con las dura clavada del gran cipote en mi estrecho coñito, dejo caer mi cabeza hacia atrás y el aprovecha para apretar mis tetas con fortaleza a modo de ordeño, haciendo que mis pezones sobresalte. Mi cuerpo se estremece y mis gemidos se ahogan con mis respiraciones entrecortadas. – “Ahh ahh. Mmm ahh hahhh” – gemíamos los dos. Sus manos sueltan mis tetas tras el manoseo de unos segundos, y bajan por los costados de mi cuerpo, llegando a mis muslos, los cuales acaricia mientras ahora me apoyo con mis manos en sus hombros, agitando con mayor profusión mis caderas y sintiendo su verga martirizarme el coño hasta lo más hondo de mi vagina, provocándome escalofríos y sobresaltos, haciéndome gemir intensamente. Tras varios minutos más así, nos levantamos y cambiamos de posición. Yo me pongo en posición de perrito, y el detrás de mí, acariciándome los muslos y mis nalgas, suspirando él mientras me acariciaba… me va a dar una follada al estilo perra en toda regla.

      Mmmm Sthefanny, que rico culito se te ve… ¡Me encanta tu culo y que seas tan PUTA conmigo!

      ¿Se te antoja mi amor…? – Le pregunto agitada la respiración – Pues es todo tuyo…

      Mucho muñequita. Tu culito es perfecto y muy sugerente.

      Mmm, ¿por qué no me das por ahí?, quiero sentirte dentro de mi culo.

Fernando se inclina hacia delante y lleva su lengua a mi ano, al cual le da varias lamidas mientras con sus manos me abría las nalgas. Siento de nuevo todo mi ano cubierto por su tibia lengua, bañándomelo, y parte de su lengua penetrándome ahí. Lanzo algunos gemidos fuertes y cortos, estremeciéndose mi cuerpo al sentir sus ricas lamidas en mi agujerito trasero. Tras haberlo lubricado con su lengua por unos segundos, lleva la cabeza de su polla al ojal, abro mis piernas para bajar un poco mis caderas para que sea más fácil la penetración, y lo acaricia con su punta suavemente. Esto me enciende, deseando que me penetre ¡YA!, deseando sentirme suya ahí, así que le pido que deseo sentirlo dentro de mí. Fernando ríe levemente y comienza a penetrarme con suavidad, metiendo menos de la mitad. Una vez metido ese primer tramo, de nuevo vuelve a empujar, tratando de meter por completo los 20 cm de gruesa verga en mi ceñido agujero anal.

      ¡Ahh ahh! ¡Mmmm! – Gimo mientras siento como va entrando todo en mi.

Una vez que logra meter hasta la raíz, comienza un rico vaivén suavemente, apoyando sus manos en mis nalgas, apretándomelas. Mis gemidos son más intensos y agudos, me estaba penetrando completamente e iba aumentando más la fuerza de sus empellones… se hacían más rápidos, fuertes y más duros, rompiéndome el culo como se merece una puta como yo. Aprieto con fuerza las sábanas donde me apoyo con las manos y arqueo mi espalda, sintiendo un gran placer invadir y calentar todo mis cuerpo, levantando lo más que puedo mi cabeza, gimiendo con gran placer. Los gemidos de Fernando también aumentan, sintiendo ambos penetrarme con suma facilidad en mi estrecho conducto anal, lo que a mí me hacía estremecer.

      ¡Aahh ahh, si Fernando... dale... dale...! ¡Ahh me matas... que placer!

Mi cuerpo sigue arqueándose, pero ya también tiembla y se estremece a medida que van aumentando la fuerza de su penetración en mi ano. Pero de pronto siento todo su polla salir y entrar de un solo golpe en mi coño, lo que me saca varios gemidos fuertes y cortos. Sus testículos chocan fuertemente contra mis labios vaginales, a la vez que su ariete abría todo mi conducto vaginal profundo, dándome un placer muy intenso. Luego me toma de la cintura y hace que nos acostemos sobre nuestro lado derecho, sin sacarla del coño, me maneja como a una muñequita de trapo. Ahí acostados de lado continuamos con la penetración haciendo la cuchara, pegado a mi espalda. Dándole el culo, le agarro de sus grandes huevazos mientras me penetra, me abraza, y con la mano izquierda me acaricia las tetazas que se desbocan con los empellones que me arrea el macho en celo, y me los aprieta suavemente, y con su lengua, lame mi oreja izquierda, dándole leves mordidas.

      Mmm Sthefanny… cuanto deseaba… hacerte mía... otra... vez… – me decía al oído entre jadeos.

      Yo también… Fernando... sigue... no pares… Soy toda tuya ¡Mi vientre también te pertenece!

La penetración aumenta de fuerza, sintiendo mi coño completamente abierto y calzado en su totalidad por la dura carne de su virilidad… lo que me da un gran fuerte placer. Mis gemidos ya están a lo que dan, mi cuerpo se sacude y estremece cada vez que Fernando penetra con todo su poder viril mi hambriento coñito, mientras sigue con su mano izquierda jugando con mis tetazas. Así seguimos un par de minutos más, hasta que noto como Fernando acelera el ritmo de sus estocadas, me saca gemidos sin parar, y me gira boca arriba. Me folla duro, aprecio cada vena al estar follándome sin condón, está a punto y unos pocos segundos más… eyacula una buena cantidad de semen, que me hacer sentir tibia dentro de mi útero. Me aprieto los pezones percibiendo los chorros de esperma bien caliente, que me van rellenado la vagina profunda, haciéndome gemir levemente. Fernando brama como un verraco eyaculando dentro de su hembrita hasta que sale la última gota de sus huevazos. Los días sin follar han hecho mella en ambos… en mis deseos y en la cantidad ingente de leche.

Ya una vez que se salió, se deja caer a mi lado, mientras con mi mano tomo el semen que sale de mi rajita, y me lo llevo a mi boca para comerlo. Fernando me mira y solo sonríe. Una vez que me limpié todo el coñito y tragué todo el semen, se acerca y me da un beso tierno, para después girarme boca abajo, sintiendo que pone el lado derecho de su cabeza en la parte baja de mi espalda, y con su mano izquierda, acaricia suavemente la parte trasera de mis muslos, pero sobre todo mis nalgas, las cuales masajea y les da leves nalgaditas, haciéndome reír y gemir. Así nos quedamos hablando varios minutos, en esa posición. Con mis manos bajo mis tetas, girada mi cabeza hacia la izquierda, hablo y cierro los ojos al sentir tan rico las caricias de Fernando en mis nalgas y las puntas de sus dedos acariciando la zona que las divide, tocando mi ano dilatado, para regresar a mis nalgas y apretarlas suavemente.

      Me gustan mucho tus nalgas Sthefanny… tienes un culo precioso.

      ¡¿Ah sí?!

      Si, bastante, tan suaves, redondas y respingonas. Tienes el trasero perfecto para mí.

      Gracias Fernando, que bien que te guste mi culo… así querrás tocarlo mucho y follármelo.

      Sí, me gusta mucho como se mueven tus nalgas, diáfanas al andar…subiendo bajando a cada paso – dijo para luego darme una nalgada en cada glúteo.

      ¡Auch!, con cariño corazón, son muy sensibles mis nalgas.

      Si, lo sé muñequita, por eso también me gustan, – dice Fernando para enderezarse y darle a mis nalgas algunas lamidas y besos en compensación, haciendo estremecer y gemir.

      Mmm, malvado. Sabes que me encanta que me hagas eso. Me vuelves loca cuando me comes el culo y sobre todo si es el coñito el que devoras con sus labios y dientes…

Ya después de besármelas y lamerlas por varios segundos, de nuevo me gira boca arriba y nos besamos con pasión, abrazándonos para entregarnos a ese mágico momento que habíamos pasado, e inolvidable para mí. Ya luego nos bañamos…, ahí mientras nos enjabonábamos nos besábamos y acariciábamos con deseo varios minutos. Salimos de bañarnos, nos vestimos y me acercó a casa, esperando volver a repetir una tarde mágica como esa.




El amor que duró todo un verano


La historia continuó todo aquel verano antes de marcharme lejos de casa, fue una experiencia inesperada, incomoda al conocerse tanto nuestras familias y tener que mantener el secreto, pero a la vez divina, porque por primera vez me follaban y follaba con amor. En Diciembre cumpliría los 18 años y esta relación no podía salir a la luz aunque ganas no me faltaban…, mi papi me hacía sentir muy hermosa y sexy. Al principio me sentía distante, pero poco a poco hemos ido estando más y más unidos. Nunca me habría imaginado las cosas ricas que me haría en su cama, me encantó sentir esa polla inmensa dentro de mí con el cariño que me penetraba… despacio al inicio hasta dejar bien expandida mi vagina, y luego dándome duro para acabar dentro de mi útero con una gran carga de semen.

Esto sucedió hace unos meses, como todos sabéis si habéis llagado leyendo mi vida, ya no era una chica inocente, pro si soy una persona muy cariñosa y siempre he sido muy afectuosa con mis padres, tal vez por eso me sentía tan protegida con Fernando, mi papi.  Mi padre postizo no me ha amado mucho, y no me ha demostrado cariño desde que tengo memoria. Mi padre biológico se marchó cuando apenas tenía dos años y los sustituyó el marido de mamá que nunca estuvo a la altura. Me hubiera gustado que me besara mucho, me acariciara y me dijera que era su niña consentida, como a hace con mi hermanita… yo hubiera estado loca por él. Ahora con Fernando he resarcido todo esa falta de amor paternal, sabía que no era mi padre pero deseaba que fuese en cada encuentro. Durante el fornicio, en ocasiones me sentía su puta y su amada hija protegida… ¡¡Deseaba tanto que me metiera su verga endurecida en mi coñito y me la rebosara con todo su semen!! Realmente tiene sentido porque he vivido como una niña sin verdadero amor de paterno. Ahora sé que toda esa frustración, me ha arrastrado a tener experiencias sexuales diversas buscando a mi padre, quería experimentar cosas ricas con un hombre que me amara y que me hiciera sentí segura, un hombre maduro y sexualmente muy activo. ¡¡Uff Que rico se sintió cuando mi papi Fer me folló por primera vez!! Entonces descubrí que era él, era el hombre que tanto había buscado entre todos mis amantes.

Aquel verano, encontramos la manera de pasar días completos solos, entonces yo buscaba la manera de sentirme cómoda con mi papi y trataba de acariciarlo y provocarlo para que se pusiera caliente junto a mí, mi coñito siempre palpitaba cuando estábamos solos. Se había separado de sus esposa, y yo me sentía muy independiente a mis casi 18 años, por eso mi papi y yo siempre estábamos juntos. Un día noté que me era fácil seducirle, estaba viendo televisión, yo acababa de salir del baño y solamente llevaba una toalla… fui para donde él estaba. Se giró al verme y yo le di un beso en su mejilla y solté un ligero sonido que sonó como un pequeño gemido con la intensión de excitarlo.

Después de asegurarme que me vio bien envuelta en la toalla, le dije que me esperara porque iba a volver pronto. Fui rápidamente al cuarto a vestirme, me puse la ropita más inocente y apretadita que conseguí para deleitar a mi papi, en mi mente solo pasaba el pensamiento que sentiría cuando “mi papi me follase otra vez, siiii que ricooo!!”. Luego fui al salón de nuevo, con unos cacheteros de color rosadito claro y una camisa suya que hacía que se me viera la mitad de mi estómago, con los botones inferiores abiertos… estaba convencida de que lo iba a excitar ese día. Me puse muy cachonda para que mi papi notara que soy una putita, su putita.

En el momento que mi papi me vio llegar, noté que se asombró un poco por lo sexy que se veía su hijita. Me acosté en junto a él y nos pusimos a ver un programa de televisión que él estaba viendo, le hacía caricias con mis piernas y jugueteaba con él mientras estábamos en el sofá. Podía notar como su respiración aceleraba poco a poco aunque intentaba resistirse y disimularlo, en un momento me desesperé y me puse de cucharita de manera que mis nalguitas chocaran con sus bolas.

Mi papi se puso un poco valiente… notando que poco a poco se le iba endureciendo su enorme y grueso pollón, mientras que su hijita le frotaba el culito. Le pregunté si me amaba mientras esto sucedía y me dijo que si, en ese momento me excité mucho por la respuesta que me dio, y solté un ligero gemido que hizo que mi papi se excitara.

      ¡Ay papi que rico se siente estar aquí contigo!, se te está empalmando la polla, y me gusta mucho como se siente frotando mi culito. ¡¡Se te pone tan rápido así de dura!!

      Stehfanny, sabes que no eres buena conmigo, pero la verdad me provocas mucho y sinceramente tengo muchas ganas de romperte ese coñito… ¡Cuánto te gustan estos juegos sexuales! A mí me encantan.

      Mucho papi, mucho. Eres mi amor y por ti me entrego entera…soy toda tuya. Me gusta mucho hacer esto contigo. Desde pequeñita cuando Carlos me acariciaba, hacía que mi chochito palpitara mucho y deseaba que me quitara la ropa y empezara a bombearme duro. Pero eso nunca ocurrió y ahora te toca a ti quitarme esa desazón de niña.

      Al parecer mi nena es una pequeña putita, me fascina todo esto, te voy a quitar toda la ropa y te voy a dar la follada de tu vida, voy a ser el único hombre que esté dentro de ti de ahora en adelante.

Estaba realmente excitada por todo lo que decía mi papi, pero a la vez estaba un poco insegura porque era mi primera vez que sentía algo así en mi vida… amor y mucho ardor el coñito, nunca había sentido la verga tiesa de mi padre en mi culito estrechito. Pera estaba muy perrita y mi chochete ya estaba palpitando y húmedo, así que no había vuelta atrás. Fernando estaba poderoso y excitado, mi papi me iba a volver a follar otra vez con toda su potencia, la idea me fascinaba iba a ser su putita nuevamente. Comenzó a meterme su mano grandota dentro de mi vagina suplicante, candente y húmeda… muy mojadita, mientras yo gemía toda nerviosa y excitada a la vez. Sus dedos horadaban la rajita, al tiempo que me decía cosas muy calientes que hacían que me estremeciera toda, me gustaba como me frotaba la vulva tan gorda que tengo, a él le encanta aún más sobármela. Cada vez gemía más fuerte y esto hacía que él empezara a ser más agresivo al momento de manosearme, no se describe con palabras todo lo rico que sentía.

      Así me gusta mi pequeña, me encanta como se te moja toda la vagina y se te dilata, tu papi te va a follar como nadie hasta ahora lo ha hecho.

      ¡Qué rico cuando te pones intenso papi!, me fascina mucho todo lo que me dices, si quiero que me rompas el coñito y me bañes de semen… quiero que me rellenes el útero de lefa.

Mi papi se puso impetuoso y deseaba romperme mi estrecha vagina. Posterior a eso, mi papi se sacó la gran verga del bóxer y me desnudó todita para poder follarme bien duro como siempre soñé, como siempre me hacía. Me fue frotando la punta del cipote en la vulva enrojecida, mientras me manoseaba por mis téticas que estaban con los pezones paraditos. Fue metiendo poco a poco su polla, mientras yo me retorcía del placer al sentirme expandida por dentro de mi coñito, después de un rato de meter y sacar, todo el arrebato varonil se convirtió en un placer absoluto y quería que me rompiera por dentro, de tantos pollazos que me estaba dando.

Mi papi me follaba bien duro, se sentía tan rico cada vez que me bombeaba su verga dentro de mi estrecha vagina. Nunca había pensado que iba a terminar con la gigantesca y venosa verga de un macho como mi papi, dentro de mí, pero como deseaba que pasara, mi fantasía se convirtió en realidad… hombre maduro, cariñoso, sensible y varonil, y además un macho muy buen follador. Se notaba como disfrutaba cada vez que me volteaba a ver como gozaba, mientras me azotaba contra la cama, sabía que desde ahora iba a ser suya…, su sumisa y su amor.

      No tienes ni idea de las veces que he deseado estar dentro de ti cada vez que te veía por allí brincando por toda la casa con tu ropita de niña pervertida y juguetona, desde hace mucho tiempo sabía que te iba a romper toda.

      ¡¿Si papi?! Nunca pensé que me desearas cuando ibas a casa… Te gusta cómo me pongo toda puta y alocada para ti, con mi ropita apretadita y los cacheteros que hacen que se me vean la mitad de mis nalgas. Desde hace tiempo he intentado provocarte. Desde que supe que eras mi amor, quería sentir tus bolas golpeando mi coñito y tu verga dentro de mí, te amo papi y quiero que me rompas.

Mi papi cada vez me estaba dando más duro haciendo que mi vagina me doliera muchísimo, se me había constreñido al correrme, y estaba soltando gemidos como una puta barata mientras mi papi me jodía bien rico una y otra vez. A pesar de que sentía dolor, también estaba sintiendo todo el hormigueo en mi pepita y mucha excitación, que ocasionaba que me pusiera más húmeda y más lubricada. Su polla gruesa estaba bombeando mi coño, y sus manos estaban manoseando mis tetas, pellizcándome los pezones, y en ocasiones mi clítoris, esto hacia que me retorciera de placer.

      Sí papi sigue azotándome, soy tu pequeña zorra, nalguéame y hazme toda tuya, te quiero solo para mí y espero que me folles todo el tiempo. Siempre serás mi hombre y quiero que me des toda tu leche ahora mismo. ¡Te quiero dejar secos eso huevones!!

      ¡Ufff que rico se escucha mi pequeña toda excitada!, espérate un momento que en cuando vaya a eyacular vas a poder disfrutar de toda mi leche, que divino esta tu coñito, me aprieta la dura polla que me estás poniendo… me excita mucho.

En cuestión de minutos, mi papi me folló a saco rápidamente, la clavó a fondo de mi vagina, me puso frente a su cara mientras me masturbaba velozmente el clítoris… deseaba otro orgasmo a la vez que su verga se hincaba a modo de pistón. Yo abrí la boca para tomar aliento, esperando que rellenara mi útero con sus deliciosos chorros de semen…, tardo solo minutos más para percibir las convulsiones de su verga eyaculando en mi vagina profunda. Me baño todo el útero de lefa rica y espesa. Mi coñito se la tragó completita. Cuando la extrajo, ni me lo pensé… se la mame para dejársela bien limpia.

Este verano del 2021, fue el mejor momento de mi vida, mi papi siempre acababa exhausto por las folladas interminables que me daba… y yo estaba igual de cansada de recibirlas. Todos los días mi papi me continuó follando hasta el día de marcharme a Canadá. Me hacía sentir su mujercita, estaba contenta por sentir placer de mi papi. Pero el mejor de los días y que nunca se me olvidará, fue la vez que mi papi me dejó bien preñada por primera vez, ese fue el momento más maravilloso de todos. 

Querido diario, hoy es 9 de septiembre de 2021 y voy viajando a Chicago. Habíamos pasado el verano de mayor pasión que dos amantes puedan tener, pero me tenía que marchar y Gracias al amor de mi vida, he podido matricularme en la escuela de bellas artes de la ciudad Norteamericana que mejor formación me ofrecía para mi futuro. Lo que nadie sabe es que no voy sola, en mi interior viaja también el embrión de la niña que Fernando me ha regalado…ya no solo es el amor de mi vida sino será por siempre el hombre de mi corazón recordado siempre en la hija que tendré en unos meses. Cuando esté instalada, y no haya más remedio se lo comunicaré, porque no deseo que se preocupe por mí más de lo necesario, la tendré y la llamaré Sofía Nazareth.


La nena nació el 22 de febrero de 2022 a las 22:22 horas 






 

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