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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Confinado en casa con mamá por el CororaVirus




Soy de un lugar donde la gente es conservadora y poco maliciosa, por lo general casi todos los vecinos nos conocemos y, por tanto, los lazos familiares siempre son fuertes. Vivo junto a mi madre, Mercedes de 44 años, Merche la llamamos familiarmente. Es una mujer que admiro, respeto y quiero mucho. Desde que yo tenía 10 años se hace cargo de mí ella sola, ya que se divorció de mi padre y este se marchó a Brasil… con el poco dinero que le dejó y una propiedad rural herencia de su familia, mi madre invirtió en una empresa de vehículos de alquiler y ahora con internet la hemos ampliado…Conocía el negocio bien, pues ya había trabajado en una empresa de renting de vehículos cuando soltera, así que es lógico que nos fuera bastante bien. Mide 1.67 de estatura de piel blanca y pecosa, pelirroja de cintura bien contorneada de guitarra de proporciones perfectas de una Madonna…, tetas medianas naturales bien redondeadas, ojos color azul cielo, cara de facciones aniñadas y con una nalgas increíblemente bellas que acentúan su cintura y moldean unas piernas bien ejercitadas y largas.

Yo había conseguido realizar tras el bachiller, un ciclo superior de Administración de empresas, y me ocupaba de la parte de ventas y márquetin en la empresa de mi madre. Mi vida sexual era normal, me divertía con mis amigos, algunas experiencias curiosas con mis novias e internet era mi necesidad por trabajo y entretenimiento. Mi curiosidad sexual para ese entonces, ocupaba casi todas mis fantasías, sueños y temores, pero no había llegado aún una novia formal, solo sexo completo con una u otra chica, la verdad me da un poco de temor el compromiso. Mi madre quien nunca figuraba explícitamente en mis fantasías, sufrió repentinamente un problema de salud por la falta de descanso…, cuando tenía leves depresiones con fastidiosos cambios de ánimo, yo me hacía cargo del negocio en toda su amplitud, era negocio del que ya teníamos dos pequeñas sucursales más la central. Mi madre llevaba las cuentas y todo lo referente a los inventarios y trámites administrativos, yo superviso a los vendedores de las tres tiendas y trato con los proveedores, los contactos con los clientes por internet y me encargo de la mercadotecnia de cara al público, pero en ocasiones también de la parte económica.

14 de marzo. Primera semana de confinamiento

Yo soy su orgullo, así que no era raro saber que todos sus planes se vinculaban conmigo, sin embargo jamás me mostraba su “yo” oculto, sus sueños, ilusiones o pasiones. Su comportamiento en casa era normal, pocas veces la vi en ropa interior mostrándose abiertamente o con ropa que manifestara sus atributos provocativamente lo que se reflejaba una relación sana entre nosotros acorde a una madre con su hijo. Pero el viernes 13 de marzo de 2020 fue el día en que nos quedamos confinados en casa por culpa del Corvid 19, el presidente de gobierno decretó el estado de alarma. En mes y medio no salimos de casa apenas para hacer lo más básico…comida, medicinas, transacciones bancarias. Tuvimos que hacer un ERTE con nuestros empleados a expensas de que acabase el estado de emergencia sanitaria. El caso es que en esos días comenzamos a hablar cosas que jamás tocábamos, sus mejores recuerdos, sus peores momentos, sus sueños y muchas otras cosas más. Su estado de ánimo cambio, era un poco más abierta y franca, era más una amiga que una madre, el confinamiento nos tenía mucho más tiempo juntos y yo creo que unidos. Para complicar la situación, adquirió faringitis y en consecuencia un dolor de garganta y fiebre muy fuertes. Yo seguía ataviado con el negocio, aprendiendo más sobre su administración, así que me limitaba a llevarle su medicina, mimarla un poco y prepararle de cenar algo ligero y sin grasa…no podía ingerir nada sin sentir dolor en la garganta.

Al llegar el sábado por la mañana, mi madre no pudo localizar a la señora Fina, una ATS encargada de inyectar a media ciudad porque estaba en el hospital donde trabaja atendiendo a la atención sanitaria… tampoco a su amiga Claudia, personas que generalmente la inyectaban cuando se daba el raro caso de que se enfermara, así que se acostó temprano y trato de dormir. Al mediodía la llamé por teléfono para ver como seguía y pedirle unos datos, me indicó que tenía fiebre y bastante molestia de la garganta, por lo que había decidido que se iba a inyectar ella misma.

– ¿Estás segura de que puedes inyectarte sola?

– Que remedio, no puedo suspender las inyecciones.

– Y si vamos a la farmacia, tal vez el farmacéutico pueda inyectarte.

– No lo creo, de eso no saben…además me da vergüenza.

– ¿Y porque con Fina no?

– Es diferente, esa mujer conoce las nalgas a todo el pueblo. Reímos un rato y seguimos buscando opciones… la clínica, otras amigas e incluso le hablamos a varias pero ninguna sabía inyectar.

– ¿Y si te inyecto yo?

– Tú no sabes hacerlo.

– Enséñame, que tan difícil no puede ser.

– ¡¿Y que aprendas conmigo?! No lo creo. No quiero ser tu conejillo de indias

– ¿Con quién quieres que aprenda?, ¿ayudando a Fina?

– Está bien, trae la jeringa, alcohol, algodón aquí tengo las ampollas.

Me explicó cómo se prepara la inyección que es necesario limpiar el lugar del pinchazo con alcohol y que la nalga se divide en cuatro partes imaginarias, debiendo inyectar la parte de arriba a la derecha. Pero ensayé con un patata primero… "El pinchazo debe ser fuerte pero no violento, contundente…"  me dijo, en fin todas las recomendaciones pues le preocupaba su nalga. Al decidir que todo estaba listo, se desnudó de cintura hacia abajo quedándose en bragas, una bragas blancas grandes de algodón…cómodas y decentes, acordes a la edad y condición de mi Santa Madre.

– Listo, deja me pongo boca abajo.

Revise la jeringa revisando que saliera un poco de líquido. Entonces ella acomodada boca abajo en la cama, con su mano izquierda sujeto el elástico de las bragas, titubeo un poco y luego lo bajo despacio desnudando apenas la mitad de su nalga derecha. Fue entonces cuando descubrí la piel tan tersa y perfecta de ese culo… Su nalga era considerablemente más blanca que el resto de su piel, firme y tirante por el momento, pero muy carnosa formando una fastuosa redondez.

– Recuerda que debes dividir en cuatro la nalga y poner alcohol antes de pinchar ¡OK!

Al frotar el algodón empapado en alcohol en la parte del blanco, ella bajo un poco más las bragas mostrando casi toda la nalga y la división con la otra nalga. Me percaté que ella no quería ver nada por miedo al pinchazo. Sujeté un poco su pompa levantando un poco de carne y di el pinchazo, inyecté lentamente el líquido blancuzco y al sacar la aguja, presioné con el algodón y masaje un poco para evitar que se formara una bolita con el medicamento inyectado. Le di una nalgada y subí sus bragas.

– Listo, ¿te dolió?

– Casi ni la sentí, tienes buena mano para ser enfermero.

– Entonces le haré la competencia a Fina, ¿no crees?

– Tendrán que pasar muchos años para poder ver las nalgas de todo el pueblo.

– Bueno, de momento he empezado contigo, y ya pude ver tu nalga desnuda.

– Bueno cariño… fue una emergencia, eres mi hijo y además el hombre de la casa. A nadie más le dejaría ver mi culo desnudo. Solo tú y tu padre han podido disfrutar de mis intimidades.

No era cierto, pero me lo creí a pies juntillas, sin embargo esas últimas palabras me causaron una sensación muy extraña. Pensé en eso toda la tarde y traté de olvidar qué significado tendría. Por la noche mi madre, trató nuevamente de localizar a Fina pero era inútil, ella estaba en turnos infinitos en urgencias, los casos de coronavirus se multiplicaban por horas… no podía ayudarnos.

– Bueno señor de la casa. Creo que tendrá que inyectarme de nuevo.

– Está bien señora, pero le costará 20 €.

  ¿Le cobrarás a tu madre?

– Eso cobra la señora Fina por dos inyecciones.

– ¿Y si no te con qué pagarte…?

– Está bien, haré una excepción por esta vez.

– Menudo pillo tengo por hijo… has aprendido bien a hacer negocios, pero tu madre no lo es.

Mientras bromeábamos ella se encaminó a su vestidor y se colocó unas nuevas bragas. Al repetir el procedimiento, se acostó y trató de bajarse el elástico esta vez de la nalgas izquierda, para su sorpresa estas bragas eran más rígidas y el elástico menos flexible.

 A ver déjame ayudarte.

– Está muy duro, no logro bajarlo.

Lo sujeté con ambas manos y ella se despegó un poco de la cama para ayudar, las bragas cedieron pero debido a la rigidez bajó parejo. Podía ver ambas nalgas desnudas en un 80 %. Mi madre se paralizó pero no dijo nada…, repetí los pasos, pero esta vez trazando una cruz tocando su nalga y escogí el cuarto indicado para pinchar.

– Listo señora, ¿le dolió?

– Nada doctor, es usted excelente… cada vez me lo hace mejor.

  Gracias, me gusta pinchar… de aquí en adelante seré su doctor particular, ¿entendido?

– Sí doctor. Le subí las bragas para cubrir sus nalgas desnudas por varios minutos y ella permaneció acostada. – Doctor, olvida algo.

– ¡Imposible!

– Masajear la zona para que no se acumule el líquido que me inyectó.

– Es verdad. ¿Cómo se me ha podido pasar ese detalle…?

Vuelvo a bajarle las bragas descubriendo nuevamente su hermoso culo y esta vez más abajo que antes, sobe la zona de la inyección sin alcohol solo con dos dedos por un minuto mientras me deleitaba con la vista. Pensaba encontrar algunos pelitos donde termina su vagina pero fue inútil no se veía nada, era un coño perfecto de muñeca, si no supiera que era mi madre diría que era de una mujer veinteañera, me recreé un poco más de lo necesario, pero la paciente no se molestó.

– Hemos terminado señora.

– Gracias de nuevo doctor. Le di su nalgada y le subí las bragas. – Hey, cuidado no soy una nena.

Ya le bajaba y subía las bragas a mi madre con toda naturalidad. El resto de la noche no pude dejar de sentir esa sensación erótica que me invadía, estaba excitado, vi desnudo el culo de mi madre con su autorización y ella pareció no avergonzase de ofrecérmelo desnudo, con un poco más me la hubiera follado y nadie hubiese reclamado. Toda la noche recordé la escena dormitando a ratos, la razón era clara me hipnotizó el culo de mi madre, más con la mi necesidad la tensión sexual crecía.

 ¿Cómo has amanecido, mamá?

 Mejor hijo, solo que me sigue doliendo la garganta aunque ya menos.

– Que te parece si hoy hacemos sesión de cine en casa, pasan buenas películas, te distraerás un poco…verás que te sentirás mejor.

– Me parece bien.

– Solo apúrate para invitarme a comer y de ahí nos vamos al salón.

– ¿Invitarte yo a comer, y eso?

– Bueno tú vas a cocinar hoy…

– A no, si un hombre invita a una dama, es el caballero quien debe cocinar.

– Solo que sea por trabajo porque mi jefa aún no me ha pagado la nómina.

– Está bien, me rindo eres un pillo. Bueno ya veremos cómo te pago, pero tú cocinas…

Salió de la cocina demorándose unos 15 minutos, al regresar venía agitada buscando algo sobre la mesa… – ¿Qué buscas, mamá?

– Jeringas desechables, parece que se terminaron.

– Dame dinero para ir a comprar una caja aquí a la vuelta.

– Ten, apúrate sino no alcanzamos a comer y ver la película.

– No tardo nada.

Al llegar a la farmacia a dos calles me despacharon con cautela guardando las distancias con los demás clientes, entramos de dos en dos. Tardé veinte minutos lo que solía ser cosa de cinco. Me despedí rápido y salí corriendo.

– Ya vine.

– ¿Por qué has tardado tanto?

– Ahora la colas son eternas, mamá

– ¿Las encontraste?

– Sí compré una caja de seis. Cámbiate y te inyecto que me dé tiempo a preparar la cena.  

Sin saber que quería hacer preparé la inyección y probé la jeringa derramando unas gotas. Mi madre me indicó que la siguiera, llegamos a la sala y me indicó que me sentara, se colocó sobre el sillón pero de pie y por su posición asumí que debía inyectarla ahí mismo.

 ¿Aquí te voy a inyectar?

– Si apúrate.

Levante su falda rápidamente hasta su cintura, llevaba puesto unas discretos bragas blancas que le cubría casi todas su nalgas como siempre, pero estas eran algo transparentes. Ella con sus manos fijó la falda levantada a la altura de la cintura. Con firmeza sujeté sus bragas, y tiré de ellas hasta liberar sus dos nalgas. Por la posición, las bragas se deslizaron apenas con un poco fuerza, liberando ambas nalgas. Increíble, tenía ante mí un culo blanco precioso y excitante. Podía percibir apenas la terminación de la raja de su coño depilado y aprisionado por sus nalgas formado unos ricas almohadillas suculentas…mi falta de sexo me lleva a desear algo que nunca pensé. El ano era poco visible, un gran botón arrugado muy apreciable… así que cuando seleccione la nalga y trace la cruz para dividirla, agarré la nalga derecha y la sujete para inyectar, en ese momento se descubrió el ano pequeñito, morenito y delicioso. Terminé de inyectar.

– No olvides sobar la zona inyectada señor doctor. No queremos que se entumezca mi culo.

– No señora, esa es la parte que más me gusta de la operación.

Sobé un minuto aproximadamente apreciando aquel paraíso, ella nunca decía nada del tiempo de más dedicado a una operación que no debía durar más de 20 segundos. Dejé la jeringa en la mesita de un lado y le subí las bragas mientras ella se incorporaba. Al llegar a su lugar acomodé el elástico sobre su cintura y el de sus nalgas. Al terminar ella dejó caer la falda y se volteó.

– Gracias señor doctor, es usted un maestro, no me dolió nada, sin embargo olvidó su nalgada.

– Perdón es por los nervios.

– Olvídalo yo tuve la culpa, creo que viste más de lo que verás en una película de cine… Sin darme cuenta me sonrojé por la pena. – No te avergüences cariño, el cuerpo es algo hermoso y natural, además confío en ti… no me importa que veas mis intimidades ¡Seguro que te ha gustado lo que has visto…! Bueno mi vida, recuerda que debemos cuidarnos mutuamente, no tenemos a nadie más y si me tienes que ver el culo todo los días te lo enseñaré sin replicar… Tú ahora eres mi doctor…. “My good Doctor”

– Así es.

– Vámonos señor doctor o no llegaremos a la película. Yo traeré la cena a la mesita de centro.

Pasamos toda la tarde del salón a la cocina, nos vimos dos películas, cenamos y en cada momento mis pensamientos estaban absortos en esa excitación, en ese erotismo. De reojo, cuando no podía verme, admiraba a mi madre, aún joven, bien formada, seria y cariñosa. Estaba orgulloso de ella y también comenzaba a estar atraído, cada vez más. Pensaba que era la reclusión y el no poder desfogarme con mi follamiga Mamen. Cuando acabó la segunda sesión de cine, nos duchamos, cada cual en su baño y nos pusimos en ropa de dormir reuniéndonos en la sala…

– Mamá, ¿Por qué dices que soy el hombre de la casa?, no la mantengo.

– Eres el director del negocio, y en parte sí lo haces. Aunque un hombre no tiene por qué ser el proveedor del hogar para ser “el hombre de la casa”, le basta con ser quien posee los cojones.

– Explícame bien eso de tener los cojones en casa…

– Quiero decir que el varón en esta casa, tiene la autoridad y el derecho para opinar, tomar decisiones y cumplir con tus deberes… ¡Hijo ya eres todo un hombre!

– ¿A qué deberes te refieres en concreto…?

– Cuidarme, mimarme, protegerme y curarme como lo haces ahora… y a amarme. No sé a qué vienen tantas preguntas hijo… un hombre es el macho responsable de sus hembras, y yo soy  la única que tienes aquí, la única que tienes en tu vida, aparte de ese niñata de… de Mamen.

– Es que me siento un poco raro con lo que me dices... de ser yo quien cuide de ti.

– ¡¿Por lo de las inyecciones?!

– Sí también, es que verte así…. nunca lo había hecho.

– Tampoco yo… pero me acostumbro a todo. No me importa nada desnudarme el culo, es necesario que veas mis nalgas desnudas para poder inyectarme y cuidarme como lo haces. Además, te diré algo, estoy orgullosa de mi cuerpo y lo cuido para que luzca hermoso y tener buena salud, que una se va haciendo mayor… por eso me ejercito a diario.

– Estás realmente preciosa, guapa y muy buena, si me permites decírtelo…

– Claro que sí mi rey, eres mi hijo pero sé que no eres ciego. Soy consciente que conservas tus instintos masculinos intactos cuando me miras…. Cuando vivía con padre me decía que era muy hermosa, me veía desnuda mientras dormía acariciándome tiernamente.

– ¿Solo te has acostado con él…?

– ¿¡Qué insinúas!? Nadie más, aparte de Fina, me había visto desnudas mis nalgas, hasta ayer. Pero al no estar nadie de confianza, creo que tienes derecho de verme porque eres además de mi hijo, el hombre que me cuida

– ¿Entonces no es malo que yo te vea desnuda?

– No lo es, es más, es necesario cuando yo te lo permita. ¿Que sientes al respecto?

– Mucha excitación, nunca te había visto tan desnuda…

– Te diré que sentí un poco de vergüenza al principio, pero ahora estoy más tranquila porque lo hablamos. Además un culo es un culo.

– ¿Tú que sentiste cuando te desnude tus nalgas?

– Lo pensé mucho antes de hacerlo pero al saber que me estabas viendo me excite un poquitín. Dime ¿qué viste exactamente?

– Tu culo redondo y hermoso, tu ano y parte de la raja de un coño apretado e hinchado.

– ¡Qué bárbaro!, ¿viste todo eso en unos segundos?

– Si, ¿estuvo mal?

 No, viste lo que yo te permití ver, es muy natural. ¡Lo mismo te dio deseos de algo más!

No contesté, pero mi silencio le dio la respuesta. La conversación siguió así, nuestra excitación crecía pero también nuestra confianza. Después nos concentramos en el programa de entretenimiento, guardamos silencio por unos minutos….

– Señor doctor, es hora de que me inyecte y se vaya a dormir.

– Sí mamá.




16 de marzo. Segunda semana de confinamiento

Para mi sorpresa la inyecté apenas viendo media nalga. Decepcionado me fui a acostar. El resto de las inyecciones fueron iguales y finalmente recuperó su salud. Después de algunos días mi calentura se equilibró. Éramos como antes, solo que más unidos. Cierto día en la cocina después de hacer cuentas, mi madre lavaba los platos y yo los ponía junto a ella. Sin saber porque, le di una nalgada suave sobre su falda de franela.

– ¡Uyyy! ¿Y eso?

 Me la debías. Voy a la oficina un rato a ver cómo están las tiendas y regreso.

– ¡OK!, dame mi beso y pórtate bien… no te entretengas con otras cosas…

Al acercarme para darle un beso, ella no volteó, de espaldas a mí tome su cintura con ambas manos y bese en la mejilla recargando mi cuerpo en su espalda. Ella estaba inmóvil. Sin saber qué hacer, recupere la vertical y despegue mi cuerpo. Ella se giró mirándome de reojo sonrió un poco y pícaramente me preguntó.

– ¿Sucede algo? No me atreví a responder. Por favor, dime lo que estás pensando ahora…

– Me da un poco de vergüenza mamá.

– Recuerda que ya no tenemos secretos… te enseño mi culo todos los días, ya has visto mi ano y hasta mi coño…nos hemos abierto más que nunca…, Así que dime lo que piensas

– Al tocarte con mi cuerpo sentí algo extraño, como excitado… recordé tus nalgas desnudas.

– Esta bien hijo, alcanzo a entender que las hormonas te gobiernan, lo que quiere decir que eres macho y estás listo para tomar a una mujer. Todo eso está dentro de un orden y así debe ser.

– Desgraciadamente aún no la he encontrado y dudo que llegue pronto, hasta hoy solo he conocido a mujeres vacías que solo valen para ser folladas y olvidarlas. Y desde hace una semana lo único que he visto desnudo son tus nalgas, que ironía.

– Oye…. mis nalgas son hermosas, más que las de esas jovenzuelas que conoces.

– Si pero no cuentan, son las nalgas de mi madre y las vi por emergencia.

Mi madre sin voltear se quedó callada. Admiraba su hermosa cintura y el bulto de sus nalgas sobre la falda… – Tienes razón, fue una emergencia por mi faringitis, pero en este momento parece que el de la emergencia eres tú… ya me imagino que tendrás los huevos llenos a reventar.

– No entiendo lo que me quieres decir, mamá.

– Anda, travieso… satisface tu curiosa hombría con tu madre…, vamos, súbeme un poco la falda y disfruta un poco de la vista de mis nalgas pero sin bajarme las bragas.

Asombrado por lo que acababa de oír, me retiré un poco hacia atrás y miré su trasero oculto por la falda de franela roja. Ella seguía concentrada lavando los platos. Me hinqué, coloqué mis manos sobre los extremos de su falta, la subí hasta descubrir sus muslos, continué subiendo y aprecie el paisaje de su bien formado trasero. Mi madre tomó la falta y la jaló hacia su frente presionándola entre su vientre y el lavaplatos. Su culo estaba totalmente disponible, apenas oculto por una prenda transparente que dejaba ver su raya… 

– Y bien, ¿Qué opinas?

 Es muy hermoso tu trasero Merche.

– ¿Quieres ver un poco más?

– Por favor.

– Anda mete mis bragas entre las nalgas y toca un poco ¡Quiero sentir tus manos en mi culo! 

Obedecí, tiré de los extremos y lo metí entre sus nalgas, sus nalgas estaban desnudas. Acaricié en círculos apretando un poco. Masajeé por un rato aquellas nalgas duras y carnosas… 

– Bueno señor de la casa, creo que es hora de que me deje como estaba.

Antes de desistir, me armé de valor y metí la mano entre sus nalgas haciéndome con su carnosa y abultada vulva, con los dedos fui recorriendo la vagina. Detecté sobre la prenda cierta humedad pero nada de vello púbico. Ella se dejaba agasajar por mis caricias con el culo respingón y sumiso… Finalmente retrocedí, reajuste las bragas a su posición original y bajé su falda.

Sin decir más me disponía a salir de la casa cuando escuche… – Luego hablamos. Tú y yo debemos tener una conversación larga e interesante.

Estuve tres horas fuera en las tiendas, todo en orden y regresé a casa. Me metí en mi cuarto y me puse con mis amigos, conversamos por WhatsApp de algunas cosas y derivamos en política. Al cabo de un rato, me recosté en la cama completamente solo con mis pensamientos. Sin hacer nada pensé y pensé lo sucedido sin entender que pasaba. Finalmente no me preocupaba solo me excitaba. Al salir, vi a mamá limpiando la alacena, me quedé admirando su culo hipnotizándome… al despertar de mi ensoñación pude apreciar que la cocina brillaba. Algo inquieto salí al patio y me senté en la mesita de campo a meditar. Podía ver a mi madre moverse en la cocina sin que ella me viera. La vi desplazarse a su habitación y encenderse la luz del baño. Entré y decidí bañarme yo también para la cena. Salí de la ducha, me coloqué un pantaloncito corto sin calzoncillos debajo… aún estaba excitado. Sin camiseta fui al estudio a revisar mi correo electrónico y el negocio online, todo algo estancado por  el confinamiento, pero se reservaban coches. Estaba absorto en internet cuando Merche entró…

– ¿Qué haces?

– Revisando el negocio y el correo.

– ¿Quieres algo especial de cenar?

– Lo que tú desees está bien, casi no tengo hambre

– OK

– Merche… 

– ¡¿Sí?!  

– Nada

Cenamos unas quesadillas hablando de trivialidades. Parecía como si yo estuviese recién regañado, estaba serio, corto y distante. Terminamos, colocamos los platos en el fregadero y me dijo

– Luego los lavo, ¿ahora podemos hablar? – Sí, ¿dónde? – En la sala

Caminamos a la sala y ambos nos sentamos en el sillón grande frente a la TV. No encendimos el televisor. Merche me miró y comenzó la conversación… 

– ¿Cómo te sientes cariño?

– Extraño de nuevo.

Sin dejar de mirarme calló unos minutos eternos para mí… 

– ¿Quieres preguntarme algo?

– Es un poco íntimo.

– No importa

– Mamá, logré ver tu vagina por detrás completamente rasurada sin vello y me preguntaba… ¿Te depilas tu monte de venus?

 Sí hijo, pero me dejo un poco de vello aunque debo decirte que no es todo mérito de la cuchilla de afeitar, de natural no tengo vello. Con el coño así me siento más libre y limpia, ¡lo notaste!

– En verdad fue al tocarte sobre el bragas sentí tu piel sin vello.

– Me gusta depilarme todo el cuerpo, lo hago desde adolescente, ¿y tú?

– No, yo no. Tampoco tengo mucho pelo en el cuerpo… debe ser tu herencia.

– Deberías rasurarte... aunque solo sea el pubis y los huevos ¡Es más higiénico!

– Me da un poco de miedo pasarme por ahí la cuchilla, es una zona muy delicada y peligrosa.

– Sí que es delicada… pero si no te avergüenzas de mí, puedo hacerlo sin problemas…

– No, yo lo haré.

– Desconfiado ehhh.

Esa misma noche y con ayuda de un espejo y en una posición bastante incomoda me rasuré todo, quedó como el culito de un recién nacido. Aproveché y recorté un poco el vello de mis axilas. Me apliqué talco y decidí dormir desnudo. Por la mañana después de la ducha, encontré a Merche aplicada en el calentador eléctrico de agua, con una larga bata rosa y el pelo aún mojado….

– ¿Te salió agua caliente amor?

– Tibia.

– Creo que casi te la acabas.

– Sorry

– Qué tal te fue, ¿te has rasurado tus pelotas ya mi amor?

– Anoche, es bastante más difícil de lo que parece.

– Es cuestión de acostumbrarse, yo lo hice hace unos minutos sin ningún problema.

– Aun así, tardé casi media hora. Es necesario llevar cuidado con tanto pliegue.

– Y ¿Cómo quedó?

– Como la piel de un bebé.

– A ver ¿Puedo verlo? ¡Anda no seas tonto y déjame verte!

– ¿Quieres que te lo muestre?, creo que no, me da vergüenza.

– Yo te he enseñado mis nalgas y algo más, recuérdalo. Además no creo que me vaya a asustar.

– No me convences.

– Mira, para que te tranquilices, me muestras como te quedó depilado y yo te muestro mi culo… ¿de acuerdo?

– No me parece justo, yo ya conozco tus nalgas y tú no conoces lo mío.

– ¿Entonces qué te parece justo?

– Lo justo es que si yo te muestro como quedaron mis huevos, tú me muestres tu coño depilado. Así ambos estaremos en igualdad de condiciones. 

Se quedó pensando y finalmente…

– Está bien, ¿Cómo lo haremos?

 Me acuesto en el sofá y tú me revisas, luego lo hacemos al revés

– Es un poco bochornoso, ¿no crees?

– Entonces ¿cómo?

– Los dos al mismo tiempo. Te acuestas boca arriba y te tapas los ojos, yo me coloco sobre ti en 69 y te aviso, tú me descubres y me ves mientras yo te descubro y te veo.

– Está bien. Me acosté a lo largo del sofá de la sala sin quitarme el pantalón, cerré los ojos y esperé

– Ya me quité las bragas, me verás cuando levantes la bata de baño, y ¿tu calzoncillo?

– No traigo ropa interior.

– ¡¡Guuuaaauuuu!! Nada más me coloco en posición y te aviso.

Todo aquel montaje parecía un poco extraño para vernos las intimidades, solo me daba que pensar que era un juego sexual implícito llevado por la necesidad y el aburrimiento del confinamiento. Tomamos posiciones con movimientos algo torpes y risas de nervios. Al estar en 69, despegados… ella estaba a cuatro patas y yo acostado, me dio la señal. Comenzó a bajar mis pantalones piratas cuando asomo mi polla en vertical. Merche siguió bajándolos hasta llegar a las rodillas.

– Quedó como bebé, limpio. 

Con expectación subí su bata colocándola sobre su espalda, su culo estaba desnudo y su coño impecable como ella dijo, con unos pelito dejado adrede en su pubis. Sentí su cálida mano sujetar apenas mi verga y moverlo a los lados… 

– Es hermosa la vista, ¿Cómo te sientes ahora que no tienes vello?

– Con algo de frío y cierta excitación.

 La excitación se debe a lo que estás viendo, y no a tu depilación… ¿Te gusta lo que ves?

Yo animado por su caricia, comencé a subir por el muslo hacia su conejito pelado, lo toqué apenas rozando sus pliegues y ella se estremeció notablemente. Su vagina estaba rosada, estrecha pero ligeramente abierta, con dos labios abiertos como pétalos. Merche acariciaba mis huevos calvos dándole un masaje a una mano y con la otra se sujetaba para no caer. Mientras, yo exploraba con ambas manos las zona, abrí sus labios apreciando un punto de líquido viscoso que caía lentamente por la gravedad, era sumamente brillante con la consistencia de la miel. Lo atrapé y unte por su raja tocando ligeramente el clítoris.

– ¡Ahhhmmm!, no lo toques mi amor, solo observa.

– ¿Puedo chuparlo, Merche?

– No amor, debemos controlarnos


Seguí tocando su vagina a dos dedos sin excitarla mucho, mientras con la otra mano recorría su raya en busca de su ano. Merche pareció inmovilizarse un momento, luego con un dedo tocaba la cabeza de mi tranca totalmente dura, lo acariciaba con el pulgar contorneándolo, lo embarraba con unas gotitas de líquido seminal que brotaban lubricando la cabeza. Al rozar con mis dedos su ano, sentí su estremecimiento, lo acaricié en círculos sin violarlo. Tomé un poco de líquido vaginal y lo apliqué alrededor de su ano con mucha delicadeza. Podía sentir sus espasmos. Merche seguía acariciando discretamente mi dura polla. Sin pensarlo, mis dos dedos jugaban en su vagina de un extremo a otro lubricados por abundantes líquidos pero tocando a propósito su clítoris ahora hinchado…era un garbanzo sobresaliente y tan erecto que blanqueaba. Ella respiraba agitada. De pronto, volvió del placer y acarició mi falo en un delicado sube y baja muy lento, descapullando mi glande despojando el prepucio, se deslizaba la mano y con la otra acariciaba mis huevos agarrando con fuerza mi tronco endurecido hasta el límite, se percibía en ella las ganas de notar la dureza de mi verga venosa.

– ¿Puedo chupar tu coño, Merche?

– No amor, estamos en el límite, solo tócalo como lo estás haciendo, y disfruta de la vista.

– Por favor Merche, chupa mi polla un poquito, solo chúpalo yo no haré nada.

Mi madre se recostó sobre mi cuerpo y se retrajo un poco para alcanzar con su boca el orondo glande, automáticamente abrió un poco más las piernas y mi vista mejoró. Pensando que no se daría cuenta, retire mis dos dedos retozones de su vagina y toqué con la punta de mi lengua. Mi madre, recorría con su lengua mi tronco, sujetaba los huevos y los chupaba, volviendo de nuevo al tronco. Mi lengua en cambio se aventuraba en un vaivén de un extremo a otro de la raja de su vagina, saboreando sus jugos. De pronto sentí el calor de su boca en la cabeza de mi vega, lo chupaba como queriendo extraer su contenido, succionándolo con fuerza. Poco a poco bajó hasta engullir lo que su boca permitía, alojando mi cabezón en su galillo…noté en mi sensible capullo su campanilla y, después de un segundo comenzó a mamarlo sin ritmo, chupaba y paraba, lamía y apretaba mis huevos que besuqueaba después. Sus dientes y lo fuerte que lo apretaba con la mano me lastimaban pero la excitación era total, no le importuné con su técnica de felatriz que debía mejorar un poco.

– Pero ¿Qué hago?

Dicho esto se incorporó de golpe, se tapó con la bata y comenzó a llorar, corrió a su cuarto y dio un portazo. Yo estaba asustado, no sabía qué hacer. Decidí esperar a la mañana siguiente para hablar con ella. El ajetreo del trabajo me ganó y no pude verla en toda la mañana. Abatido e intrigado sobre las 9:15, la busqué y descubrí que Merche seguía en su habitación. Armado de valor toqué un poco y no contestó. Llamé con más fuerza y nada, decidí forzar la puerta cuando descubrí que estaba sin llave. Entré de golpe ya asustado y ella se incorporó pesarosa trato de huir y la sujeté con fuerza, la abracé por largo rato acariciando su cabello. Aún seguía en la misma bata. Levanté su cara roja y sequé sus lágrimas, le sonreí buscando lo mismo sin éxito.

– Me asustas Merche.

– Soy una tonta, una inmoral, un animal en celo. Por un momento me sentí una perra con ganas.

 No eres nada de eso.

– Lo que hice es una aberración, es incesto. Le estaba mamando la polla a mi propio hijo…

 Podemos olvidarlo y aquí no pasó nada…solo estamos tú y yo obligados a estar confinados sin más contacto con otras personas… Yo creo que lo que hicimos es algo natural, instintivo.

– Pero qué dices hijo, yo me siento sucia y avergonzada por mi instinto de zorra.

 No hables así, no ere ninguna zorra. Escúchame bien Merche, solo tú y yo lo sabemos, nadie más. Si estamos de acuerdo podemos olvidarlo. ¿OK?

– Creo que quiero estar sola. Te prometo que me calmaré. Con el tiempo, todo volvió a la normalidad, seguimos siendo madre e hijo.

Todo aquello del confinamiento nos estaba influyendo, habíamos pasado más de una semana muy pesada, estábamos en casa y me dijo que quería descansar, así que se tomó un fuerte sedante y se fue a acostar. Yo me quedé en la oficina navegando en Internet. Al poco rato me pareció escuchar un ruido y fui a revisar, vi su puerta entreabierta y me asomé. Dormía a pierna suelta, llevaba una bata acolchada rosa y sus pantuflas aun puestas. Me acerqué y le quité sus pantuflas, la acomodé y le besé la mejilla. Seguía perdida. Sin saber porque, me senté en el borde de la cama y la observé largo rato. Animado por su profundo estado levanté un poco la bata y vi sus nalgas, no llevaba nada debajo. La subí hasta descubrir su espalda y observé su culo desnudo. Salí de la habitación y fui a la oficina, traté de olvidarlo sin lograrlo. Regresé y la observé por un tiempo, me senté junto a ella y acaricié sus nalgas. Son muy blancas, carnosas y firmes. No presentan ninguna cicatriz y el ejercicio, las tiene en excelente estado.


23 de marzo. Tercera semana de confinamiento

Era lunes, se levantó algo tarde y tomó un largo baño. Su humor era excelente… hace tiempo le presenté como mi novia a una amiga que se llama Carmen, Mamen para los amigos. Es muy bonita de cara pero escasa de lo demás. Su carácter es muy alegre y siempre andábamos juntos. Mi madre parecía tratarla muy bien y ella se sentía bien en casa, pasábamos mucho tiempo en la oficina navegando en Internet. Cierto día mi madre me sorprendió encariñados a través de la pantalla del ordenador en una video llamada, casi estábamos besándonos pero con mi mano bajo la mesa dentro de mis pantalones, no dijo nada, solo se fue a su cuarto. Mamen, algo apenada se despidió en voz alta y se cortó la comunicación. Yo estaba a mil, sin embargo no pude hacer nada. El comportamiento de mi madre comenzó a cambiar e, incluso me pidió que no la llamara más estando de cuarentena, que le molestaba su presencia incluso por la pantalla del ordenador. Mamen se puso algo triste y después de mucho hablar  me pidió que tras el confinamiento alquilaríamos un apartamento y me fuera de casa con ella, así yo podría hacer mi vida normal sin ser molestado y seguiríamos viéndonos a diario. Le prometí pensarlo. Cuando le conté a mi madre esta posibilidad enmudeció y nada que dijera la consolaba. En casa todo fue silencio unos días. Mamen era muy tierna, yo algo cariñoso. 

Cierto día la llamé… – ¿Qué vas a hacer cuando acabe esto?

– Voy a comerte tu coñito

– Yo también quiero chuparte la polla… ¡Quiero que me folles! ¡Necesito que me folles!

Me vino a la cabeza una de esas veces que follábamos…, aquella tarde entré en su casa, nos metimos en su cuarto y su madre tras trajo la merienda, se marchó fuera de casa. Sin pensarlo, me desnudé y me puse debajo, ella se colocó encima en 69 con el vestido puesto pero sin ropa interior. Mientras devoraba su coño ella engullía con fiereza mi cipote erecto como un mástil. Notaba que estaba salida como una perra en celo, disfrutaba a cada segundo que pasaba. Después de soberbias mamadas, me corrí en su boca, pero ella continuo con su coño en mi cara hasta que logré sacarle un enorme orgasmo. Ante mi sorpresa, derramó algo de leche pero se tragó la mayor parte. Así seguimos algunas veces más. En otras ocasiones, simplemente me la follaba a pelo, o con condón, a cuatro patas o en misionero…le trabucaba el coño con fuertes pollazos hasta acabar reventados de follar como animales en época de celo. No era el primer novio de Mamen, y lo que peor llevaba era que conocía a algunos que ya se la habían follado. Quizás por ese motivo no lograba considerarla algo mío, sino mi PUTA.

El tiempo pasaba sin salir de casa. Merche era otra, en cuanto al negocio seguía siendo mi jefa, pero ya no hablábamos con la confidencialidad del inicio del confinamiento y tampoco menos comíamos juntos. Cierto día, mientras como de costumbre lavaba los platos, noté que se había arreglado el pelo, seguramente nuestra vecina Rosa del 3º C, que se buscaba la vida entre conocidas del barrio. Mi madre se veía diferente, muy atractiva. Sin pensarlo dos veces, me acerqué a ella y la tomé de los hombros, deseaba romper el hielo formado entre ambos, le di un masaje suave y ella lo disfrutó.

– Ahhh…. que rico masaje, síguele amor.

Seguí apretando sus hombros y recordé aquellas hermosas nalgas que extrañaba ver. Sin pensarlo mucho bajé rápidamente la mano y acaricié su nalga derecha. Sin recibir queja acaricié ahora ambas nalgas, apretándolas ligeramente, ella suspiraba respingando el culo, le gusta lo que le hacía.

– ¿Puedo verlas un poco?

– No amor, esta vez no.

– ¿Porqué?

– Estoy en mi periodo.

Al día siguiente, fui a revisar una mercancía que acababa de llegar para inventaríala, como no teníamos personal aún, acabé cansado… al terminar estaba algo exhausto y bañado en sudor. Esto se repitió durante tres días. Ese miércoles regresé a casa y fui a la cocina a beber un refresco. Me senté en la silla del comedor y encendí la TV chica sin ver nada en particular. Merche entró y se dirigía al refrigerador. Al pasar frente a mí, noté que sus tetas presentaban una fuerte erección de pezones. Me llamó mucho la atención pero lo atribuí al calor y la finura de la tela de su camiseta. Varias horas después, mientras capturaba los movimientos de una de las sucursales en la oficina de casa, entró silenciosa y se colocó a un lado de mi sillón. No le presté mucha atención pues pensé que al ver en que trabajaba se retiraría. Nada más equivocado.

– Ya no estoy con la regla. Me dura cuatro días y casi ni me entero ¡Soy muy afortunada! Otras mujeres lo pasan muy mal y les dura una semana al menos. Me giró y la miré no entendía que quería en ese momento. – El otro día me dio pena no darte lo que me pediste, porque debido a mi periodo no era presentable…, por eso no te dejé ver mis nalgas.

Enseguida observé a detalle. Llevaba unas bragas rosa de una tela algodonada, una blusa sin mangas de color blanca en la que percibía nuevamente sus pezones muy erectos, estaba descalza sobre la alfombra y lucía el pelo húmedo, lo que confirmaba que recién había salido de ducharse.

– ¿Puedo ver tus nalgas desnudas?

 – Está bien. ¡El culo de mamá es el objeto de perversión de mi hijito...!

Se acercó más y se dio media vuelta, tomé los extremos de las bragas y las bajé suavemente. Su culo asomó desnudo… 

– ¿Puedo tocarlas un poco?

– Sí solo un poco, no te entusiasmes demasiado que te entra dolor en los testículos…

Terminé de bajar las bragas hasta que cayeron al suelo. Acaricié sus muslos subiendo hasta su culo. Lo toqué suavemente por largo rato. Bastante caliente, me atreví a subir su blusa por la espalda y la atoré a la altura de sus hombros. Acaricié su espalda deliciosamente pasando por sus nalgas y muslos en muchas ocasiones. Merche parecía disfrutarlo como si se tratara de un simple masaje. Yo seguía sentado sin creer mi suerte.

– ¿Sigues rasurándote tu entrepierna?

– Sí, pero créeme que aún no muy bien, ya que me da miedo cortar de más.

– Si quieres puedo rasurarte aquí mismo, para que quedes como la piel de un bebé.

– ¿En este momento?

– Porque no, solo tengo que traer del baño las cosas y listo.

– Bueno, pero mejor lo hacemos en el aseo.

– De acuerdo, vamos para allá. 

Nos fuimos camino del baño más cercano, el mío y una vez allí me espetó con voz imperante… 

– Quítate los calzoncillos, no tardo.

Si decir más, me dejó helado. Se giró mostrándome desnudo su vientre y casi todo porque aún llevaba tapados las tetas con el resto de la blusa. Al comenzar a coger las cosas tras la puerta del aseo, se le elevó la camiseta larga hasta casi medias nalgas, dejándome apreciar el contorno de su figura y esas piernas maravillosas. Obedecí y apenas me quité el bóxer, regresó rápidamente. Traía mi crema de rasurar, una cuchilla de afeitar, talco, unas tijeras y una toalla. Me sentó encima de la tapa del váter y se hincó frente a mí. Aún seguía desnuda de abajo con tan solo la camiseta… sus pezones erectos.


– Espera un poco y ya verás el buen trabajo que te va hace tu madre ¡Te voy a dejar como bebé!

– Pero con cuidado, eh, solo tengo esto para el resto de mi vida…Ella sonrió por mi desconfianza

Con gran destreza y unos 15 minutos, me dejó lisito. Limpio delicadamente mi polla y huevos con la toalla húmeda y finalmente con el otro extremo secó toda el área.

– Listo. Ha ayudado mucho que tuvieras la polla tan tiesa y los huevos recogidos en una pelota.

Ciertamente estaba muy excitado. Apartó las cosas y comenzó a revisar al detalle. Acariciaba mis huevos sintiendo su suavidad, mi tranca realmente impecable… debido a las caricias, en franca erección, Merche la observaba sin perder detalle, se acercó y lo acarició con su mejilla inspirando su olor, retiró sus labios sin dejar de sujetarla, la miró un poco y besó el glande. Luego se puso de pie.

– Puedo verte totalmente desnuda Merche.

– Con ese empalme que tienes es peligroso ¡No creo que sea lo más recomendable!  

– Podemos vernos desnudos y tocarnos sin que nada pase. Sabemos confiar el uno en el otro. Tus caricias y mimos han producido todo esto…de alguna manera habrá que relajarlo.

– Está bien, tu ganas…siempre has sabido salirte con la tuya.

Sin mucha charla se quitó la blusa y cruzó sus brazos tapando sus generosas tetas. Yo retiré mi camiseta acercándome a ella. Sin pensarlo se abrazó rápido a mí y la abracé. Poco a poco acaricié su espalda, sus nalgas y su cabello. Ella se animó y me acarició de igual forma, apretando mis nalgas. Metió una mano entre nosotros y sobó con prestancia mis huevos arrastrando la mano hacia el erecto falo, lo hacía de forma intermitente. Yo la imité y acaricié su entrepierna sin lograrlo muy bien debido a que sus piernas estaban muy juntas. Al notarlo las separó un poco y logré tocar aquellos labios húmedos y calientes. Comencé a acariciarle su vagina hasta identificar el clítoris bajo el capuchón, no hace falta mucha soltura para lograrlo, porque cuando se excita es una pica respingada.

Sus espasmos empezaron pero ella seguía aferrada a mis huevos, los apretaba… 

– ¡Qué hermosos cojones tiene mi hijo! Tan gordos, deben producir una ingente cantidad de esperma espeso…

– Enseguida lo vamos a comprobar si sigues así…

Mientras la masturbaba, ella abría ligeramente más sus piernas. Su agitación creció, disfrutaba mucho. La sujeté y le di vuelta. Ahora su culo sentía la presión de mi bayoneta erecta, dura y recia, en tanto su cuerpo se recargaba en el mío…. Volvía a colocar mi mano y seguí masturbándola. Con la otra mano acariciaba sus tetazas dirigido por las manos de ella. Mientras la deleitaba, mi erección era total. Ella giró y volvimos a quedar de frente, tomó mi ariete y, despacio comenzó a masturbarlo despejando el capullo del prepucio. Apenas se apartó lo suficiente para observar esta tarea de descapullado. Mis manos sujetaron sus ubres y pellizcaron sus pezones ahora enormes, muy pingorotudos.

Poco a poco me bajé quedándome de rodillas con él sentado en el sillón, en nada estaba lamiéndome el labio inferior y humedeciendo mi boca. Por mi mente no pasaba otra cosa que… Tengo ganas de él, de mi hombre…del macho con quien estoy confinada y de quien deseo me haga suya. De darle placer. Tengo ganas de comérmelo entero desde el primer día, con la mirada, con mis caricias y, por supuesto con mis besos. Solo una mojigata como yo ha esperado tanto tiempo para beneficiarse a un macho tan viril, para calzarse a un ejemplar tan masculino… En cuanto aprieto su gran bolsa escrotal, la polla tiesa salta hacia mi cara, amenazante ¡Joder nunca pensé que mi hijo tuviera semejante pedazo de carne entre sus piernas! Dura, recia, venosa y ligeramente curvada, para rematarla con un gordo capullo, una bola oronda y deliciosa. Creo que sabe cuánto le deseo por su mirada, se me nota a una legua las ganas de saborearlo. Pero voy a hacerme de rogar un poquito…

Y empiezo a darle besitos en la tripa. Rodeando el ombligo. Sin apartar mis ojos de los suyos. Y le acaricio el pecho con una mano, mientras con la otra le agarro del culo y se lo aprieto bien fuerte. Parece que le gusta. Su respiración empieza a agitarse y le veo indeciso, no sabe si mirarme a mí o a la mamada que está haciendo su actriz porno favorita de sus pelis de internet. Pego un lametón a mi mano y le agarro su verga, me cuesta circundarla de lo recia que es. Sé cómo le gusta y así se lo hago. El cabrón me ha enseñado bien. Así que empiezo a jugar con ella entre mis dedos. Su polla capta toda mi atención. Dejo de mirarle a los ojos. Le invito a que vea la peli y se evada. Quiero que sólo se preocupe en sentir. Sobra decir que a estas alturas yo ya estoy del todo empapada, mi coño destila fluidos a borbotones… ¡Me siento la madre más puta del mundo!

Le acaricio con el típico arriba y abajo, lento, suave, húmedo y apretando un poquito percibiendo sus pálpitos. Con la otra mano le masajeo las pelotas. Me acerco la polla a la cara y la huelo. Es increíble el efecto que me produce ese olor a testosterona, al instante todo lo que tenía pensado jugar con él se me olvida y no puedo evitar darle un lametón. Un escalofrío recorre su piel y un gemido se escapa entre sus labios. Así que, retiro toda la piel del prepucio hacia abajo, aprieto bien sus huevos y le voy dando besitos a la puntita de su enorme e hinchado glande. El roce de mis labios hace que su cuerpo se tense. Noto cómo aprieta las nalgas para acercar su pelvis a mi cara, intentando penetrarme la boca. Pero aún no es el momento para eso. Tal y como tengo su polla agarrada, me doy golpes en las mejillas con ella. Sí, me encanta esa sensación. Me siento como su ZORRA…

– ¿Te gusta?

– Sí, susurro un poco avergonzada

– Dilo más alto, que no te he oído.

– SÍ

– Sí… ¿qué? Me dice con virilidad.

– Me gusta sentir tu pollón en mi cara.

– ¡Pues más te va a gustar en el fondo de tu garganta!

Y sin más, me agarra la cabeza y de un golpe me la ensarta hasta el fondo. Esa sensación es prácticamente indescriptible. Placer por gustarle, hambre de comérmelo todo, humillada sumisión al estar arrodillada ante él cachonda perdida y sin poder escapar… y ahogo. El aire me falta en los pulmones. Al principio me quedo quieta, esperando a que me suelte. Pero está en éxtasis y ni se acuerda de que tiene a la mujer que ama ahogándose por él. Así que cuando ya noto que no puedo más, le empujo y le doy pequeños golpes para que me libere. Al fin, me suelta, y cojo una gran bocanada de aire. Hilillos de baba aún unen mi boca con su verga. Toso y me limpio la cara con el dorso de la mano. Le miro. Placer. Eso es todo lo que veo en él. Es lo que andaba buscando. Y sin decir nada más, me lanzo a comérsela otra vez. Busco sus manos y las coloco en mi cabeza para después pasar una a su culo y la otra a su pecho. Me impregno de su sabor. Me la trago con fruición. La suavidad y la ternura quedaron olvidadas. La lujuria me domina. Oigo sus gemidos y los de la puta de la tele. Yo también gemiría si pudiera. Voy alternando lametones, chupetones, besitos y comidas de verga. Le muestro mi mejor repertorio entre todo lo que he practicado. Pierdo la noción del tiempo. Y mi propio cuerpo me pide que lo alivie. Así que una de mis manos baja a mi coñito, apartando el tanguita de satén azul y empiezo a acariciarme.

– ¿Qué? ¿No aguantas más?

– Cielo, quiero que te corras ya…

– ¿Dónde?

– Me da igual, donde quieras…






Me aparto la cabeza y yo le miro expectante. Empiezo a masturbarle muy rápido. Veo cómo se tensa y…Un estallido me llena la cara de su rica leche, abro la boca y consigo que parte de su corrida me llene la lengua… Se corre un montón. Me mancha entera ¡He quedado anonadada de las enorme eyaculación! Ríos de semen me cubren. Tengo chorretones desde el pelo hasta mis tetas. Pero la corrida ha caído entre mi mejilla y la barbilla… Mmmmm Me limpio un poco la cara con dos dedos y me los llevo a la boca para lamerlos y saborearlos. Pero lo mejor ahora es limpiarle a él. Aprovecho los últimos momentos mientras la sigue teniendo tiesa, para darle unos cuantos lametones y dejársela bien limpia.

– Joder, cariño jamás había visto eyacular tanta lefa de una sola corrida… ¡Espero que me des esto más a menudo!

– Es mi dosis normal, pero esta estaba más espesa por llevar una semana sin correrme.

Finalmente me corrí en su boca y en su cara… 

– Necesito que me hagas un buen trabajo en mi coño.

Me dijo ella con un susurro en el oído cuando nos quedamos abrazado por un largo rato.

Ante mí se muestra su cuerpo sin barreras… sus largas piernas, su conejo con algo de pelo cubriendo el pubis en una gruesa tira de vello corto y diáfano que llega a casi el capuchón de su clítoris. Sus redondeadas caderas, sus provocadores tetas… Impaciente comienzo a besar los tobillos, beso a beso, centímetro a centímetro, voy subiendo. Por sus rodillas, por el interior de sus muslos, estoy tan cerca…Pero aún es pronto. Doy un beso en su monte de venus y sigo mi escabroso camino. Juego con su ombligo, recorro el vientre, me embeleso ante sus firmes tetas... no puedo evitar hacer una parada para lamer los endurecidos pezones y tras esto, succiono con ganas tirando de ellos con los labios… Aprovecho para mamarlos como cuando era un niño. Luego llego hasta su cara. Veo sus ojos cerrados, sus pómulos algo enrojecidos por la excitación, escucho su respiración acelerada, sus labios entreabiertos, hambrientos…y la beso, aunque más que besarla me dedico a lamerle los labios. En esta posición, de forma consciente, apoyo mi erección sobre su vulva con la raja mojada…, presiono sus labios. Tras unos segundos así, vuelvo a recorrer el camino a la inversa.

Al llegar al punto inicial, me detengo y con ambas manos le abro las piernas. Subo hasta su coño y empiezo a besarlo, por todo su alrededor… Después empiezo a pasar la puntita de mi lengua, de arriba abajo abriendo sus labios. Me llega su sabor, fuerte, intenso, algo salado, me encanta. Encuentro el erecto clítoris, algo no es nada difícil de encontrar y juego un poco con él. Haciendo círculos con mi lengua, sin atacarle directamente. Para mi sorpresa noto su mano sobre mi cabeza, revolviéndome el pelo, como animándome a continuar… acelero el ritmo. Ella lo agradece y acompaña el ritmo con sus caderas. Pongo la lengua dura y comienzo a penetrarla con ella, hasta donde soy capaz. Acerco un dedo y me lo meto en la boca, mientras vuelvo a lamer el clítoris se lo meto. Encuentro su interior empapado sobremanera y se desliza sin dificultad. Sin prisa, lo muevo por su interior, lentamente, buscando sus zonas de placer. Levanto la cabeza y le miro a la cara, quiero ver como disfruta. Introduzco un segundo dedo y empiezo un mete saca rápido. Ella mueve el culo en círculos, signo claro de que su orgasmo está cerca. Se lleva las manos hasta las tetas y se pellizca los pezones buscando intensificar el placer, viendo esto acelero el ritmo de la masturbación. Y entonces estalla el clímax y comienza a gemir. Baja las manos hasta la mía para meterla más dentro, mientras levanta las caderas hasta el cielo… noto cada convulsión, sus gemidos…la tensión de todo su cuerpo.

Tras unos segundos, me suelta y saco la mano de su entrepierna llena de flujos. Disimuladamente aprovecho para acariciar todo su cuerpo y quitarme las ganas de sentir su piel… estoy cachondo como un mono otra vez. Le doy un beso en medio de la raja y subo a darle otro en la boca para que pueda notar el sabor de su coño mezclado con mi saliva. Cuando lo hago, me habla por sensualmente para decirme con una voz rota de placer un escueto “Gracias”. Bocarriba y me tumbo sobre ella para que note mi polla dura aplastándose sobre tu coño. Al mismo tiempo empiezo a morderle y besarle el cuello y poco a poco voy bajando hasta llegar a una de sus tetas que empiezo a recorrer con mi boca. Lamo en círculos la areola y rozo con los dientes sus pezones. De vez en cuando succiono fuerte su pezón, torturándolo entre mi lengua y mi paladar. Su otra teta, se la magreo con la mano, tirándote del pezón, duro como una piedra, y voy alternando, ahora es el pezón que magreaba el que lamo y muerdo.

Pero no me quedo ahí, porque noto la humedad en su coño respondiendo a mis caricias que me moja la polla. Sigo bajando, besando desde sus tetas hacia su barriga, deteniéndome un momento en su ombligo para recorrer con mi lengua, a lo que responde con un respingo. Sigo bajando, besándole hasta llegar tu monte de venus que beso también. Noto su cadera levantarse, pero decido pasar de largo y dirigirme a su rodilla, desde donde empiezo a besar sus muslos internos, acercándome a tu ingle. Sus caderas se mueven intentando rozarte con mi boca, pero yo sigo recorriendo sus muslos desde la rodilla hasta la ingle, acercándome a su coño pero no lo suficiente. Le oigo gemir acariciándome con ambas manos. Sus caderas se levantan, y cuando no se lo espera, en uno de los recorridos por sus muslos, decido pasar mi lengua por todo su coño, de abajo a arriba, hasta llegar a tu clítoris, que empiezo a succionar y lamer con fruición.

Solo paro un momento para decirle… – Me encanta el sabor de tu coño, mamá.

A lo que vuelvo a dedicarme a torturarte el clítoris con mi lengua. Mientras se lo lamo, empiezo a introducirte un dedo en el coño que no tiene ninguna dificultad para entrar ya que estás mojadísima. Engarfio un poco el dedo dentro de tu coño y empiezo a follarte con el mientras te sigo recorriendo el clítoris con mi lengua. Poco a poco voy a aumentando el ritmo de la follada y te empiezo a introducir un segundo dedo en el coño que tampoco tiene problemas para entrar, lo que me hace empezar a introducirte un tercer dedo en el coño. Mi lengua sigue torturando tu clítoris,al tiempo que te follo cada vez más fuerte con dos dedos en el coño. Sus caderas se mueven buscando pegarse más a mi boca aunque no es necesario porque yo la tengo pegada a tu clítoris, que no he dejado de lamer ni un momento.  Aumento el ritmo de la follada y de la comida de tu coño hasta que de repente… Le oigo incrementar el volumen de tus gemidos, a través de las bragas en tu boca que acaban por convertirse en un único gemido prolongado y sus caderas se tensan contra mi boca una última vez y noto mi mano mucho más llena de tus fluidos de lo que estaba hace un momento. Se ha corrido de nuevo…sigo lamiéndole el clítoris mientras sigo notando como su cuerpo está estremeciendo hasta que sus caderas rehúyen mi boca.

Le dejo recomponerse, me tumbo a su lado y mirándole a los ojos… 

– Espero que te haya gustado… porque a mí me ha encantado verte correrte como una Zorra. 

Un gemido quedo escapa de su garganta.

Sin pensarlo más le pongo mi polla en la entrada. Era tal el grado de fiebre de mi madre que tomó arrastrándome hacia ella… Me pedía a gritos que la hiciera suya, que le metiera el monstruo que tenía entre mis piernas en su vagina… que la despedazara porque ya no soportaba ni un segundo más, no tener una verga de  verdad dentro de ella, teniéndome a su alcance. Ella se acostó y abrió las piernas al máximo para que la penetrara con total acceso. Por un instante pienso en jugar haciéndome rogar hasta que me suplique que se la meta y la folle… creo que necesito clavársela con urgencia. De un movimiento se la meto hasta el fondo mientras le miro a la cara, viendo su reacción al tener la polla de su hijo en sus entrañas. Al hacerlo, abre la boca satisfecha y me coge el culo con ambas manos. La saco y se la vuelvo a meter con mayor energía, un pollazo duro hasta notar como mis huevos hacen tope en su coño. Estaba tan cachondo y ella tan caliente y mojada que no nos damos cuenta de lo que pasa…. Yo, ante la visión de tan hermosa hembra me sentí abrumado, al verme un poco parado me espetó que no perdiera tiempo, que me requería dentro de ella. Se la incrusté de un solo golpe haciendo tope con mi glande en su pared vaginal.

Mi madre soltó un grito ensordecedor diciendo que la rajara toda… 

– ¡¡Fóllame fuerte cabrón!! Pedía.

Yo, emocionado por sus gritos, hice mi cadera hacia atrás y de un certero golpe le metí los 18 cm dentro de su raja hambrienta. Nuevamente gritos desgarradores salieron de su boca. Yo me paré un poco dado que su túnel era un poco estrecho para mi cipote…me estaba empezando a doler. Dejé que se acostumbrara a su grosor y longitud expandiendo su vagina, tras un par de dos minutos en un leve mete saca, la extraje dejado solo el orondo capullo entre sus labios vaginales. Esta vez, ya repuesto, cogí más impulso y la hundí toda la tranca hasta los huevos. Ella, enloquecida, gritaba y se revolcaba. Cruzó sus piernas sobre mi cintura, tomando la iniciativa de follarme con magistrales movimientos coitales hundiéndose cada vez más y más mi falo, hasta rebotar una y otra vez haciendo tope en la pared.

En mi euforia la clavaba sin compasión, con furia en cada impulso. Notaba mi polla frotando sus paredes en aquella estrecha gruta… era extraño que una mujer de más de cuarenta años tuviese un  túnel súper estrecho. Parecía que mi glande ingresaba en otra cavidad. Mi madre gritaba bufando diciendo que la había partido en dos y que estaba en lo más íntimo de su ser, se retorcía como una serpiente sin suplicarme que le metiera más verga. Deseaba que  la partiera toda, que ella era mía y que la matara a pollazos. Yo viendo el daño que le podía causar por mis duras acometidas y esperé que ella se rehiciera. Cuando ya la vi más tranquila le pregunté si estaba bien y entre jadeos me dijo que sí, que siguiera sin miedo pero que la metiese con cuidado porque la sentía en su estómago.

Empecé a moverme a un ritmo moderado, en el mete y saca pero siempre metiendo a profundidad. Mi tranca es tan gruesa que veía cómo sus labios vaginales se abrían ante el intruso y cómo mi polla se enterraba en sus profundidades. Cogí un lápiz de labios de mamá y me marcaba hasta dónde entraba en su vagina. Jugaba pretendiendo meter más y más. Cuando lograba meter un centímetro más los gritos de mamá eran ensordecedores y decía que no más, que la sacara. Entretanto, mamá se corría una y otra vez, sus piernas ya no la sostenían, tenía que sostenerla con mi mano. De repente, veo que los ojos de mamá se entornan y se ponen blancos, echa su cabeza hacia atrás y luego la deja caer de lado. Solo oí un resoplido y cayó inconsciente.

Sus piernas se aflojaron y yo sin poder regarme aún sentía algo caliente que abrazaba mi pene y salía a presión y me mojaba mi estómago. Me estuve quieto e intranquilo, dándole besos en la cara y en los labios. Tenía una cara de felicidad increíble y me pidió que siguiéramos, necesitaba sentir mi leche dentro de ella, deseaba más que nada que me corriera dentro de su raja. Esta vez hice las cosas más pausadamente, pero lo hacía en salidas largas y en entradas profundas hasta que sentí que me sin poder controlarlo me corría a torrentes… noto que me voy a correr ya mismo. Vuelvo a sacarla y al meterla en lo profundo de su útero, empiezo a bombearle leche en su interior… la clavé fuente y convulsioné, se tensó mi polla, se endureció y de pronto un latigazo hizo que emanara un gran chorro de esperma espeso, la volví a menear dentro de su útero mientras soltaba la segunda descarga de leche, y una tercera. Mi cabeza empezaba a nublarse del placer de aquel increíble orgasmo…, ella recibía cada aldabonazo de blanca simiente filial con alborozo. Me deslechaba como nunca y el gusto era tremendo, el  morbo de estar corriéndome dentro de mi propia madre es indescriptible, me templaban las piernas, y todo el cuerpo se atenazaba. Mi madre me asió de la cabeza y nos unimos por la boca en pugna nuestras lenguas. Era maravilloso sentir como la llenaba de semen a una mujer tan consentidora y receptora sumisa de mi lefa. Fue tal el placer, que ambos acabamos exhaustos. Tras un receso de media hora que nos costó reponernos, decidió que era hora de la cena.

– Quiero que el resto de la tarde no te vistas, me gusta verte desnuda por toda la casa.

– ¡Eres más sinvergüenza de lo que creía! Quieres tener una porno chacha pululando por casa.

No me obedeció del todo pues mientras guisaba se puso su mandil, pero de espaldas me daba una vista hermosísima de su culo y en ocasiones una sonrisa cómplice. Descubrí que esa madre, ama de casa y empresaria era la mujer más sexy que había conocido. Nunca llegas a conocer a las personas que tienes a tu alrededor hasta que ocurre una situación extrema, entonces aparece el verdadero YO.



30 de marzo. Tercera semana de confinamiento

Casi a diario nos habíamos masturbado y nos habíamos comido en prolongados 69, luego sin llegar a follar sí le había masajeado su vagina con el glande duro e hinchado… pero esa tarde del 30 de marzo se dio un paso de gigante que se presentía diferente. Mi erección se bajó al poco rato, quedando todo muy normal. Nos acostamos y mi madre me abrazó cariñosamente acariciándome la cabeza. El sentirla junto a mí, con sus tetas cerca de mi cara, viendo casi su totalidad a través del escote de su camisón, no ayudaba a baja mi erección…

– Otra vez estoy empalmado, no puedo evitarlo mamá…me siento un poco confundido.

– No te sientas mal por ello…, es natural. Tu cuerpo simplemente reacciona a algo que no puedes controlar. A tu edad puede más el deseo sexual que tu voluntad…, es ley de vida. La naturaleza nos ha hecho así para preservar la especie…. Nos pasa también a las mujeres. Como hembras necesitamos tener a un macho que nos… bueno eso, que nos dé vida en el coño.

– Sabes mamá que tienes razón, pero es que cuando se me baja aún queda un dolor por dentro…y ya no te cuento como me quedan los huevos. Ni con una paja se me quita… ¿Tú crees que eso es normal?

– Yo creo que sí cariño, suele pasar si después de una erección tan fuerte no eyaculas.

– Ya veo que sabes mucho sobre lo que nos pasa a los hombres… Anda no seas mala y explícamelo

– No sé tanto, tú lo que quieres es oír a tu madre decir cosas que te calienten. No eres nada bueno, ya veo que mi niño quiere que su mami le diga de qué va…. Pues bien, cuando tú polla se pone dura y la acaricias, en ese momento deslizó la mano a mi entrepierna y agarró mi polla sobándola primero, luego comenzó a meneármela. – Si lo haces subiendo y bajando el prepucio, esa sensación tan agradable va aumentando hasta que el gusto que sientes es tanto que por tu glande eyaculas todo el semen que contienen tus testículos. Con ese orgasmo deberías calmar tu dolor de huevos y de polla…seguro que después no tendrás la sensación dolorosa que dices y estarás más relajado ¿O me equivoco?

– Porque no continúas, lo estabas haciendo muy bien. ¡¡Nunca he tenido un orgasmo como lo que tengo contigo…!! ¿Tú mami, tienes muchos orgasmos haciéndotelo sola?

– Ja, ja, claro que sí hijo. Qué remedio…muchos. Aunque te reconozco que no son iguales de intensos que cuando me los saca un hombre…

– ¿Y por qué no es lo mismo?

– Porque es más agradable que te lo provoque otra persona… un macho te lo puede hacer de muchas formas dejándote llevar por su experiencia. Es más real y auténtico.

– ¿Cuál es la manera que más te gusta a ti mamá?

– A mí lo que más me gusta es cuando el hombre introduce su polla dentro de mi vagina metiendo y sacándolo duramente… a cuatro patas es lo más cómodo, aunque para algunas mujeres les parezca humillante tanta sumisión. Ya te he dicho que hay muchas formas de hacerlo hijo. Creo que en eso no te desvelo nada nuevo y, lo que no sepas, lo irás aprendiendo con el tiempo con esa tal mamen, eres muy joven todavía.

– Gracias por explicarme lo que te gusta, nunca hemos sido tan sinceros en nuestras confidencias íntimas. Estos días están siendo muy saludables para nuestra relación…

– Al menos nosotros sacaremos algo positivo de esta pandemia. Me gusta que nos tengamos tanta confianza, me hace muy feliz tenerte en casa y poder contarte mis confidencias íntimas.

  Y a mí mamá, ahora te veo desde otra perspectiva…eres mucho más cercana a mí.

– Eso me encanta hijo.

– Lo malo es que ocurre aún me siguen doliendo los huevos bastante… ¡Porque no sigues acariciarme como me has hecho antes, a ver qué pasa! ¿Puedes hacérmelo…?

– Claro que si hijo voy a intentarlo. 

Empezó  a tocar mi joven pero dura tranca buscando ese placer que mi madre me recomendaba, me dejé hacer a su entera disposición…el tiempo pasaba y no lo conseguía, yo seguía pegado a mi madre que miraba y lo intentaba sin resultado.

– Veo que no lo consigo hijo…aguantas mucho, como los buenos sementales. Se avergonzó de lo que decía… – Dios mío Hijo, estas cosas no se deben hacer entre madre e hijo, está mal visto.

– Solo si se hace público…, pero ni tú ni yo vamos a hablar de nuestras cosas…

– Por supuesto que no, lo pasa en casa se queda con nosotros… es innegable que somos dos personas con necesidades como cualquier otra obligados a estar recluidos. ¿¡Así qué salida nos queda hijo!? Mira por donde he descubierto dos cosas… Una es la admirable la verga que tienes, estás muy bien dotado y, la otra es que no te voy a negar que tengo el coño muy caliente teniéndote cerca…

– ¡¿Por qué no me lo enseñas…?!

– ¡Mira sí, te lo voy a enseñar! Solamente para que veas lo hinchado que tengo el clítoris. No quiero que pienses que tu madre es una Zorra. Todo esto es muy fuerte cariño prométeme que  ¡¡Nunca contarás a nadie lo que me está pasando!! ¿¡Me lo prometes!?

– La duda ofende mamá, sus ojos pedían compromiso… ¡¡Te lo prometo mami!!

Retiró la sabana dejando mi estaca erecta a la vista, la soltó y se hizo a un lado las bragas para mostrarme su hermoso coño, con el coño descubierto continuó haciéndome le pajote… suavemente, poco a poco subía y baja el prepucio, contorneaba con la palma de la mano el glande y volvía a deslizar sus fina mano por mi estoque. La otra se ocupaba de mis huevos, un masaje acompasado con la buena paja que me hacía mamá. Empecé a sentir un placer renovado para mí, mi cipote se endureció como nunca lo hizo. El gusto era cada vez más intenso, una gota de líquido muy resbaladizo asomaba por la punta. Unos dos minutos nada más bastaron para que mi cuerpo se tensara y me corriese. Solté un gran chorro de leche, luego otro y otros chorros más hasta cubrir mi polla e impregnaron la mano de mi madre mientras yo jadeaba por el inmenso placer que había sentido.

– ¿Qué tal hijo… te ha gustado?

– Muchísimo mami, muchísimo. Ahora te toca a ti correrte ¿Quieres que te lo haga yo? Me gustaría que tú también te corrieras.

Se quitó las bragas abriéndose de piernas completamente. No era la primera vez que veía la vagina de mi madre de esa forma, pero cada vez me parecía me impresionaba como si lo fuera. Cogió mi mano y puso mis dedos en tu coño como explicándome lo que era cada parte de su vagina, sus labios vaginales, su clítoris y el agujero del conducto vaginal. Estaba muy húmeda, quizás en exceso

– ¿Por qué estás tan mojada y resbaladiza?

– Esta mojada por la excitación que me produce mi hijo…, a ti se te pone dura y a mí se humedece preparando el coño para que una gran polla resbale y entre mejor. Te voy a enseñar cómo se hace una paja a una mujer madura… y luego sigues tú.

Yo no quitaba ojo de sus caricias, como su dedo frotaba el capuchón del clítoris que sobresalía entre sus labios. Estaba excitada igual que yo…, verla de esa forma hizo que mi cipote empezará a crecer de nuevo endureciéndose como un tronco de roble. Agarró mi mano para que siguiera yo. Poco a poco descubrí donde más le gustaba por sus gemidos, su vagina estaba empapada, con mis dedos chaqueaba en el mar de su coño…gemía casi a gritos de placer… 

– ¡Aaaahh, me gusta cariño! No pares voy a tener un orgasmo hijo. 

Es emocionante ver a una mujer corriéndose, si es tu propia madre es el doble de morboso excitándome muchísimo como nunca lo había estado. Ella vio como mi verga se hallaba en todo lo alto otra vez. Se puso encima de su regazo abrazándome y comiéndome a besos. El orondo capullo de mi verga posicionado justo en la entrada de su húmeda vagina, los dos lo sentíamos… mi cara sobre sus tetas, en un momento ya estábamos desnudos, besándonos, tocándonos. Fueron unos minutos exquisitos, largos, llenos de pasión calentura, vigorosidad, fuerza. Sin poderlo evitarlo empecé a chupar sus enormes pezones, ella me dejaba hacer. Al caer sobre ella, nos seguimos besando con frenesí, y mi boca iba en busca de sus tetas….erguidas, tersas, y empiece con cuidado a besar sus pezones…a jugar con mi lengua con ellos…mientras ella me acariciaba la espalda y mi culo….manoseaba mi pene duro y grande.

En unos instantes, ya estábamos haciéndonos un maravilloso 69… tenía en mi cara su maravillosa y frondosa vagina y mi lengua se afanaba chupándola, acariciándole su clítoris….bebiendo su néctar, que manaba generosa del cáliz de amor. No sé cuánto duró, pero ella me chupaba mi verga con maestría, con lujuria, y yo gozaba de su cuerpo, mientras le chupaba su vagina y su ano exquisito…se convulsionaba, gozando del rico néctar del coño hinchado de una madre amorosa y caliente. Yo ya no daba más pero no quería acabar aún, quería prolongar este amor tan rico y caliente y de pronto, me separé de ella y me puse de espaldas y le pedí que se sentara en mi cara…quería lamerla entera…quería tener su vagina en mi boca y ahogarme en ella…se subió encima de mí dejando caer su coño en mi boca…rápidamente seguí chupando y ella se movía como loca y gritaba…

– ¡Másssss más amor, mássssss ohhhhhhhhh amor que manera de gozarrrrrrrrr…..mete toda tu lengua mi niñooooo! 

Le chupaba el clítoris enloquecido de sacarle el sabor a su coño… 

– ¡Ahí, sí…ahí no pares! ¡Me corro hijo, no pares o te mato...!


Yo seguí chupándole durante un buen rato, ella me mamaba y pajeaba alternativamente, más pendiente de su placer que del mío… de pronto se separó convulsionando, la seguí en su huida. Mi madre de corría y yo no la iba dejar sola. Resignada por mi insistencia y echándose para atrás me dejó que le acabara el fascinante e intenso orgasmo. Un pequeño reguero de fluido salió por su raja, lo alcancé lamiendo a todo lo largo de tus coño, extrayendo cada rastro de su néctar orgásmico. Ya más reposada, se giró mirándome a los ojos me besó en los labios con un fuerte beso succionador sin parangón entre nosotros. Colocada sobre mí, se sentó sobre mi polla, arqueó su cuerpo distanciado su cuerpo del mío en busca de mi ariete, lo asió con firmeza enfilándolo a su coño, previo restregar el glande por dentro de los labios húmedos impregnándolo de su lubricante flujo y, con un leve empujón de ella hacia mí, el endurecido falo de su hijo se introdujo en la vagina materna. Ummm, pude sentir el calor y lo húmeda que estaba.

– Ya que estamos acoplados mi vida. ¡Ahora te voy a enseñar cómo se debe follar a una madre!

Empezó a cabalgar como una verdadera amazona, yo me recreaba en sus hermosas ubres moviéndose, poniéndome más caliente… más le gritaba… 

– ¡¡Muévete mássss mamá!! 

Su cadencia era maravillosa y mi tranca se metía en toda su vagina llegándole a las profundidades jamás experimentadas por ella. Percibía la calidez, blandura y una dureza de su profundo coño, mi falo se regocijaba en aquel deleite, era lo más sabroso que jamás imaginé. Hace dos días había sido yo el encargado de instigarla, ahora había sido la iniciativa de mi propia madre. De pronto la tumbé de espalda y abrí sus piernas, vi toda su exquisito conejo húmedo y caliente… se la chupé con ganas, ella se retorcía de placer, pidiendo a gritos entrarse mi verga en ese maravilloso estuche, lleno de néctares y jugos más especiales de mi vida. La punta encontró la bocana de su gruta y se deslizó a las profundidades….Empecé a follármela como loco… a golpes lentos y otros rápidos, mi madre gritaba más, hasta  aullaba. Se corría de manera prodigiosa… 

– ¡Dame más mi amor, dámela todaaa! 

Yo seguía estaba embalado queriendo acabar con las ganas de la desamparada y caliente zorra de mi madre. La hundía sin compasión, sin hacer prisioneros… 

– A fondo hijo, ¡Que no quede nada de tu polla fuera de mi coño! ¡Qué gusto me dan los golpes de tus cojones en mi coño!

La hundía con suma facilidad hasta los huevos…. poco a poco lograba acércame con el capullo a la entrada de su útero, su coño grande se tragaba sin problemas toda mi tranca… un conejo hambriento  empapado y pidiendo guerra. Cuando metí el glande en lo más recóndito, un suspiro y me dejé caer para clavarle el rabo en todo el coño, joder que húmedo y caliente tenía el coño mi madre. Empezó a mover las caderas, y sorpresa, toda mi polla estaba dentro, siempre he de ir con cuidado con otras mujeres, sin embargo con ella no era necesario, la tenía toda dentro y no protestaba, cerraba los ojos y arqueaba las caderas. Estuvo como unos cinco minutos moviéndose mientras yo magreaba sus tetas y agarraba su culo, sin dejar de  penetrarla a toda máquina. Se movió más rápido hasta que se dio una buena corrida, jadeaba… 

– ¡ahhh, aggg…me corro…me corro que bueno ¡Menuda polla tienes hijo…uffff agggg…! Follas de maravilla. 

Apretó mi cabeza con sus dos manos y mirándome con un entusiasmo convulsionando…corriéndose como nunca vi en los ojos de una hembra me largó… 

– ¡Nunca me  habían follado así! ¡Nunca me han corrido con una polla dentro del coño, mi amor!

Deje que terminase su prolongado orgasmo sin sacarla de dentro de su envoltura. Espere un rato a que recobrase la respiración con besos y comida de boca. Tras lograr el sosiego, le pedí que se colocase a cuatro patas…Le fui clavando la polla, hasta los huevos, impresionante el coño de Meche, se tragó mi polla entera y mis huevos pegaban en su cuerpo con mis embestidas. Mi madre es una mujer madura pero atractiva y con un buen cuerpo para darle caña y no pensaba desaprovecharlo. La clave durante un buen rato esperando a que se volviese a correr. La asía de su culo, caderas, luego sujeta de los hombros la incrustaba con desesperación y mucho brío y no podía contenerme de follarla duramente como a una perra, a ella le gustaba y yo no iba a decepcionarla. Arrecié cada vez más fuerte, sujetando cada teta con mis manos a modo de riendas de yegua desbocada, más rápidas, más violentas buscando mi clímax, hasta que mi corrida se coordinó con la suya al unísono. Jadeamos confundiendo los chillidos de placer en una corrida profunda que le llenó todo el coño de leche.

A los pocos minutos, por fin, por mi cabezón hinchado salía todo el semen a borbotones. Ella caliente como un volcán se corría al percibir mis chorros de lefa llenarle el útero…humedeciendo más su exquisito conejo hambriento como no imaginaba que lo tuviese a razón del comportamiento en todos esos días. Me tumbé encima de ella comiéndole la boca, sus labios mamaban mi lengua, compartíamos todos nuestros fluidos salivares, vaginales y testiculares, además del sudor que cubría nuestra acalorada piel…. Me la había follado deliciosamente… la miraba como quién venera a una diosa. Creo que estuvimos como una hora amándonos, gozándonos como nunca, con un segundo y hasta el tercer polvo ¡Nos teníamos ganas! No me salí hasta que note los jugos bajar por sus medias entonces ella, se dio la vuelta, cogió mi polla y lamio con delicadeza todo lo que había salido al retirar la polla de su coño. Fue una noche inolvidable y repetimos al día siguiente

Me invitó a la ducha y juntos, seguimos esos juegos tan deliciosos, mamándole sus tetas, su coño tirando de sus labios vaginales como pétalos, su ano desusado. Después de 15 minutos más o menos, salimos, me vestí, le ayudé a vestirse con el sostén y las bragas… ella se enfundó una camiseta y  unos leggins… se veía hermosa. No pude inhibirse de la tentación de volver a tocándola. Nos besamos, llamándonos cariño, amor, diosa, reina o locura… aprovechábamos cada segundo de estar juntos para compartir la bañera, la cocina, los juegos de mesa y sin duda no nos cortamos en amarnos cuando era necesario descargar la tensión de estar confinados en casa. Hacer gozar a Meche es lo más interesante que me ha ocurrido en los últimos años. Ahora no solo disfruto de su cuerpo, sino escuchando sus muchos consejos para la vida. No nos importa la brecha de edad que existe entre nosotros, creo que es menor desde que nos conocemos tan bien… solo estar charlando es genial y deciros para rematar, que mi madre tiene el coño más profundo que me follé en mi vida…da un gustazo tremendo clavársela hasta los huevos sin hacerle daño…ummmmm, follarla a todo lo que da la longitud de mi polla, sentir mi pelotas aporrear su coño y finalmente soltar una eyaculación voluminosa en lo más profundo y íntimo de mi madre, es lo más morboso y excitante que pude sentir en toda mi vida.

A partir de ese día deseaba más que nada dormir con ella en la misma cama. Siempre me sentí atraído por mi madre de una manera inusual para con otras mujeres, no obstante el confinamiento  por el coronavirus, había cambiado mi percepción de mi madre…la sentía en mis entrañas, más como hombre que como hijo…mis pajas físicas y mentales siempre eran pensando en ella.






El 2 de abril me levanté tarde y me fui directo a tomar algo a la cocina, cuando crucé por su cuarto me encontré su puerta entreabierta, nunca se dejaba la puerta así mi madre antes cuando se cambiaba de ropa. En casa tenía la radio puesta por lo que no me oyó al llegar a su encuentro visual… la vi en su habitación totalmente desnuda, sus tetas grandes colgando en un seductor balanceo subiéndose las bragas.

– Hola mamá…buenos días. No creí que estabas desnuda, lo siento.

– Hola hijo, no te oí llegar. No pasa nada cariño, creo que ya nos tenemos confianza después de todo, sobre todo con lo de ayer. Me acabo de duchar, enseguida estará la comida.

– Vale mami, avísame cuando esté…voy ver los correos del negocio.

Fui al baño a lavarme las manos medio empalmado por ver a mi madre desnuda, hacía años que no me sentía así al a verla…justo en mis primeros años de adolescente donde no tenemos filtros y todo coño es bueno para follarlo…incluso el de tu propia madre. Justo al entrar, observé su ropa en el cesto de la esquina preparada para lavar, vi sus bragas y me excité…las cogí todavía calientes, las olí inspirando profundo. Me puse tan caliente que empecé a masturbarme con ellas de pie frente al espejo del lavabo, ni me percaté de que la puerta no estaba cerrada del todo. Seguí a lo mío y justo en el momento que me está corriendo mi madre abrió por completo la puerta, viendo como mi verga eyaculaba un gran chorro de semen que llegó hasta el espejo

– ¡¡Hiiijo!! ¿¡Qué haces con mis bragas…!? 

Se me quedó mirándome a los ojos, y con una sonrisa comprensiva…

– Podías cerrar la puerta… Cuando termines te espero en la cocina…ya está la comida ¡Antes limpia el espejo! ¡Menudo chorretón le has marcado!

Comiendo le pedí perdón… – Siento que me vieras masturbándome, me siento mal.

– No me importa que te masturbes hijo… ¿¡pero con mis bragas!?

– Es que me he excitado muchísimo al sentirlas tan calientes todavía, su olor y sabor me han vuelto  loco… yo siempre te he deseado sin saberlo, y creo que después de follar me he dado cuenta cuanto me gusta todo lo que está cerca de tu intimidad… como tus bragas, pero si no quieres no volverá a suceder.

– No sé qué decirte cariño, me sorprendió mucho, pero no te sientas mal. Si te gusta, hazlo pero no tan descaradamente… Esa sensación hacia mis cosas, puede que solo sea cosa del confinamiento… 

Se quedó con las ganas de decirme que para eso la tenía a ella, pero aunque podía follarla cuando quisiera, por otro lado era mejor que follásemos lo justo, el riesgo de preñarla era inminente. 

– Tantos días juntos sin salir, sin estar con otras personas… es algo normal hijo, creo yo que si te gusta desahogarte con mis prendas íntimas, no voy a ser yo quien te lo impida.

Al día siguiente, de nuevo en el baño estaba su ropa con sus bragas a la vista, creo que más visibles de lo normal. Mi madre se cambiaba de bragas a diario, está vez cerré la puerta, las olí notando la humedad aún en ellas, de ahí que se las cambiara tan a menudo… me masturbe con ellas y eyaculé una gran cantidad de semen sobre ellas y no hizo por limpiarlo, quería que lo viera. Antes de comer puso la lavadora como casi todos los días, pero no dijo nada sobre sus bragas cuando me vio trabajando en mi ordenador, pero si mientras comíamos.

– He visto, al echar en la lavadora la ropa, la gran lechada que has expulsado otra vez con mis bragas hijo…ja, ja, ja… vaya obsesión que has tomado con ellas ¡Cuanta leche produces hijo!

– Sí, estaban tan a la vista que pensé que las habías dejado para que las viera.

– Ja, ja, ja… ¡pues si! las dejé para que las vieras y veo que aprovechaste la situación.

  No sé si agradecerte que me provoques tanto te deseo ¡Te quiero!

– Yo también te quiero hijo.

Durante dos ocasiones más repitió lo mismo en esa semana, sus bragas a la vista para que yo me masturbara con ellas. Aquel viernes entre al baño mi sorpresa fue que no estaban sus bragas pero si el resto de la ropa. Acabando de comer me dijo… 

– ¿No has echado en falta algo hoy?

– Pues sí, tus bragas. Venía empalmado pensando en ellas, pero al no verlas no me masturbe.

– Ja, ja, ja, es que quiero darte una sorpresa. Se levantó y se quitó las bragas delante de mí. – Aquí las tienes, llevó toda la mañana con ellas puestas, calentitas como a ti te gustan.

Se presentó ante mí y con estilo sensual se quitó las bragas y me las entregó. Delante de ella las acerque a mi cara oliéndolas y pasando mi lengua por la parte vaginal… 

– Gracias mami, qué sorpresa me has dado. Mira como tengo la polla… me la has puesto durísima. 

Levanté su falda remangándola, pero ella soltó el botón y bajó la cremallera cayendo al suelo a plomo, mi mano se deslizó por su culo, sus muslos hasta su fino y diáfano vello púbico observando detenidamente sus labios vaginales que marcaban la raja de su húmedo conejito… 

– Estas un poco mojada mami, ¡A ti este juego también te gusta! ¿Verdad que sí?

– Pues sí, un poco sí…una no es de cartón piedra ¡Me estás haciendo vivir cosas nuevas!

– Me gustaría que me masturbaras con tus bragas, ¿lo harías?

– Sí me gustaría hacerlo.

Mama sin hablar se acercó a mí, me beso en la boca, noté como su mano cogía mi polla, puso las bragas alrededor del tronco masturbándome lentamente, estaba enorme. Me hacia una paja con muchos cambios de ritmo mientras me besaba. “Siiii mama no pares” estaba a punto de correrme cuando paro, me acaricio se subió encima de mi cogió la polla y se la introdujo en su coño, la sensación que tuve al notar como entraba dentro de ella era inimaginable entonces fue cuando oí sus palabras… 

– Tranquilo déjame a mí 

Me estuvo cabalgando hasta que se sacó la polla del coño empezó a subir por mi cuerpo, cogió con sus manos el cabezal de la cama se incorporó y me puso su coño en la boca recorría con mi lengua todo su coño empezó a moverse y entonces era mama quien se follaba mi boca, nunca imagine que pudiera ser tan guarra me caía liquido por toda la cara estaba empapado, bruscamente saco su coño de mi boca se dio la vuelta cogió mi polla y se la metió en la boca no podía más estaba viendo a mi madre comiéndome la polla… 

– ¡Mamá mamaaa…No puedo más! 

Se sacó la polla de la boca sin dejar la paja se llevó la polla a sus tetas haciéndome la paja contra su pezón saliendo chorros de leche sobre sus tetas… Ver a mi madre haciéndolo me excitó de tal forma que no tarde mucho en correrme con un gran chorro de semen que impacto contra su pecho. Me temblaba el cuerpo pero cuando vi que mama se agachaba introduciéndose toda la polla llena de leche en la boca grite de placer creo que me volví a correr, fue mágico. Sin decir nada me acabó limpiado mi glande hasta que no salió un borbotón más de lefa.

Mama se limpió con las sabanas, estuvimos un rato sin hablar yo no sabía que decir… 

– Vamos a ducharnos y cambiamos las sabanas, y quiero que sepas una cosa. Me podrías haber follado antes.

– Ahora te toca a ti mami, te vas a masturbar delante de mí con mis calzoncillos, pero desnúdate por completo.

Yo me desnude también, los dos sentados uno frente al otro en la cocina. Comenzó a sobarse el coño con ellos mojándoles con su empapado coño ardiente. Yo acariciaba sus duros pezones mientras su excitación aumentaba cada vez más hasta que se corrió. Le quité los calzoncillos arrimando las caras para oler y saborear la mezcla de olores de nuestras bocas, a la vez que la sentaba en la mesa de la cocina abierta de piernas.

– ¡¡Te voy a follar aquí mismo!! Todo esto es un sueño… llevo años deseándolo mamá. No te imaginas las veces que te soñado follando aquí mismo sobre la mesa de la cocina.

– Siiii, siiii, ¡Hazlo hijo! ¡Fóllame como a una PUTA! ¡Desahógate dentro del coño!

La penetre hasta el fondo, ¡ahhhggg! Gritamos los dos notar la bayoneta calarse entre la apretadas paredes de su vagina…, no perdía de vista como mi tranca entraba y salía una y otra vez mojada por su lubricado conejo hambriento. No tardó en estremecerse sin correrse creo, gimiendo de gusto. Cambié de postura, la puse de pie y de espaldas a mí, apoyada en la mesa la volví a follar pellizcando sus pezones, mis embestidas eran enormes, su encharcado coño se hacía oír cada vez que mi sable  entraba hasta el fondo. Mis pelotas golpeaban la vulva esponjosa y carnosa de mi madre. Le gustaba sentirme en cada empellón.

El golpeteo de su culo con mi cadera era cada vez más intenso, yo no sé si iba a aguantar mucho más… 

– Mamiiii, ahhhhh, que gustoooo joder ¡Tienes el mejor coño del mundo!

Su coño rezumaba sus fluidos cayendo gran parte de ellos en el suelo de la cocina, aquel culazo era aporreado por mi cadera rebotando una y otra vez… se formaban ondas en la carnosas nalgas de mi madre elevando mis ganas de clavarla más a fondo viendo las oleadas entre gemidos ahogados al percibir mi glande pegando en su fondo vaginal. Notaba una dureza, debía de ser la cérvix tocando mi sensible capullo. Ahora cada vez que la follaba buscaba ese punto para darle con mi capullo hinchado.

De pronto paré, recuperándonos poco a poco… nos abrazamos besándonos apasionadamente… 

– Si supieras el tiempo que llevo queriendo follar contigo mamá, me has hecho muy feliz, añoro dormir contigo, quiero sentirte junto a mí en la cama, despertarme abrazado por ti como hace años.

– Yo también te añoro hijo… deseo más que nada dormir contigo y que me folles cuando y cuanto quieras ¡Ningún hombre me ha follado como tú! Duerme conmigo está noche, te deseo…. ¡Me volverás a hacer el amor como tú sabes!

– Estoy deseándolo, está noche será muy especial para los dos.

Fuimos directos a la cama y lo primero que hizo fue meterse mi dura verga en la boca. La mamada era su especialidad… era increíble como sus labios chupaban mi capullo hinchado por el gusto que me daba, su mano acariciaba mis huevos, sus gemidos me excitaban más… 

– Me voy a correr en tu boca...

– Sí, vacíate dentro hijo... ¡¡Me encanta el sabor de tu leche!!

No tarde mucho en golpear su boca con un potente chorro de semen que empezó a brotar de su boca. Seguidamente empecé a comerle el coño, su olor y sabor me volvían loco, lamia, chupaba y sorbía sus jugos…me comía su duro clítoris haciéndola gritar de gusto, retorciéndose de placer.

– Hijo mío, ¡Aahhhh! ¡Hijooo, que gusto me das! Tu mami se va correr en tu boca, me voy a correr en la boca de mi hijo ¡Ummmm!

Un enorme orgasmo sacudió su cuerpo con una gran cantidad de flujo empapando su vagina y mi cara, era inaudito lo puta que podía llegar a ser una mujer tan respetable. Acabado de correrse, se puso encima de mí, metiéndose la polla de su hijo en el hambriento coño materno… comenzó a follarme.

 – Ahora tu mami te va a follar a ti otra vez.

Comenzó a frotar su coño en círculos haciéndome notar su espigado clítoris duro y salido sobre mi pubis, mi mostrenco recorría todo el interior de la vagina, ella también le sentía en su totalidad, sacaba y metía mi polla repetidamente, me estaba follando muy bien. Yo me comía sus tetas mordisqueando sus erectos pezones.

Entre jadeos le pregunté… – ¿Te la han metido alguna vez por el culo?

– Si, alguna vez… me gustó mucho pero no todos quieren probar… ¡Me pones muy puta queriéndome dar por el culo! ¿Quieres follarte el culo de tu madre, pervertido…?

– Sí, lo deseo y correrme dentro de él.

– Está bien cabroncete… ¡Haces conmigo lo que quieres! ¡Párteme el culo, hijo de puta!

Se puso a cuatro patas le introduje muy lentamente la punta de mi cipote, un corto gemido de placer me hizo continuar y meterle por completo. Poco a poco su ano se dilataba, yo la follaba cada vez más rápido…, ella no se cortaba mostrándome cuanto le gustaba que la sodomizaran. ¡Ummmm! ¡Aaaagg! Gritaba de gusto. La hundí hasta los huevos, vaya con el culo de mi madre, se tragó los 18 cm de polla recia estuve un buen rato dándole por el culo, hasta que no pude más y me corrí. Cuando la saqué, un reguero de semen salió de su ano que se derramó por en su vagina como la lava candente. Nos acostamos abrazados recordando esos años atrás, al rato me la follé en la ducha hasta que se corrió y yo volví a metérsela por el culo corriéndome dentro de él…desde ese día hasta el último del confinamiento deseaba dormir  en su cama, y follármela dos o tres veces por día, disfrutando todos los placeres del sexo. ¡Creo que provoqué a la loba que hay en mi madre!

Me desperté tarde y mamá ya no estaba en la cama. Cuando salí de la habitación, estaba fregando los platos de ayer con las mismas bragas que anoche se quitó para mí y un sujetador precioso.

– Hola. Qué, ¿ya vas pidiendo guerra desde por la mañana?

– Hola, Dani. Mamá me contestó muy arisca y evitó el beso que le iba a dar.

– ¿Te pasa algo?

– Ven, siéntate. Lo de ayer fue una locura, Dani. No se puede volver a repetir.

– Pero, ¿por qué? Si tú querías, estabas encantada.

– Llevo muchísimo tiempo sin echar un polvo, tú eres un chico joven y guapo…muy bien dotado, y eso sumado al confinamiento ha hecho que cometiese errores.  Pero siendo sensatos…Soy tu madre y, todo esto no es normal ¡Te imaginas que me dejas preñada…! Porque me puedes preñar en cualquier momento… eyaculas mogollón semen y yo aún soy fértil.

– ¿Y qué? ¿Qué va a cambiar que nos acostemos?

– Que… ¿Qué va a cambiar? ¿Qué crees que va a cambiar si mi hijo se ha corrido en mi boca y en mi culo? ¿Qué va a cambiar cuando me haya follado a mi propio hijo? ¿Cómo voy a mirar a alguien a la cara cuando me pregunten por ti, y en mi mente esté cómo te la chupaba? Y para colmo me dejé dar por el culo ¡¡Joder, ya no me acordaba de la última vez que me follaron por detrás!! Y me partiste en dos.

– ¿¡Y no te gustó!?

– Ese no es el caso… soy una mujer muy necesitada…, lo hemos visto los dos, pero debo ser responsable de mis actos. Tú eres tan…tan, tan varonil que no he logrado resistirme por más tiempo, la culpa es mía. Debería dejar que gane mi raciocinio, y no deponer mis instintos a que mi clítoris disponga de mis deseos tan alegremente. Sin contar lo buen semental que estás hecho, cuánto eyaculas y lo potentes que deben ser tus bichitos ¡¡No quiero pensar lo que pasará sin me preñas!!

– Pues que tendrás un hijo de tu hijo… ¿No es bonito…?

– ¡¿Y eso cómo se llama?! Sería mi hijo y nieto a la vez…, tu hijo y tu hermano. ¡Vaya panorama!

– Mamá no pienses solo en lo negativo… tú y yo, los dos hemos sentido algo especial. No es algo malo, es algo natural. Nos queremos y nos ponemos cachondos, ¿qué hay de malo en eso? Estamos solos en casa y podemos hacer lo que nos plazca…

– No paro de pensar que en algunos países me matarían por lo que hacemos, cariño.

– Y en algunos matan a los hombres que son maricones ¿Tú lo harías?   – No.

– Pues ya está. ¿Qué más da lo que haga el resto de la gente? Esto es algo entre tú y yo. Nadie tiene que enterarse. Nadie tiene porque saber cuánto amo a mi madre ni como la amo…

– Esto no va a salir bien, mi amor. Será mejor que no vuelva a pasar algo entre nosotros. Ya sé que es difícil estando confinados. Pero tampoco podemos comprar condones ¿Qué pensarán si me ven con ellos sabiendo que estamos tú y yo solos en casa todas las horas del día?

– No pienses en los demás… mamá, nos gustamos y nos queremos. Follamos, porque es divertido follar y el cuerpo lo pide… nos lo pasamos bien amándonos el uno al otro sin hacer nada malo a nadie. Nos entretenemos y aplacamos los deseos más instintivos, imposibles de dominar con la mente, por eso son instintos básicos. La naturaleza nos ha hecho así ¡Nos gusta procrear!

– Dani, ya vale. Ya hablaremos en otro momento. Voy a ir a la farmacia ¡Tengo que ir!

– ¿A la farmacia, para qué?

– Sí, a por condones, piensen lo piensen de mí… no me fio de los del supermercado… Bueno y también a por la píldora del día después. Temo que nos hará falta como sigamos tan salidos como orangutanes, digo yo ¡No querrás tener un hijo y un hermano a la vez! Yo aún tengo la regla intacta…muy regular.

– ¡¡Joder, mamá follar con condón…!! Aplicamos el método Ogino y ya está.

– Pues a pesar de eso… Voy a cambiarme y me marcho. En un rato vuelvo, desayuna algo. Oye, ni una palabra a nadie… los hombres sois mucho de fardar de cuanto folláis y cuantas os pasáis por la piedra. A más polvos más machos, os conozco y tú no eres diferente ¿vale?

– Claro, no te preocupes por eso…

– A nadie, ¿me entiendes? Solo me faltaba ir de boca en boca como la puta de mi hijo.

– Que sí, tranquila. Por cierto, me debes una charla.

– Bueno, ya hablaremos. Pórtate bien y no bebas cerveza…tienes mogollón de zumos en la despensa…. La lefa sabe más rica cuanto tomáis fructosa. Me dijo con una sonrisa pícara mientras se marchaba.

– Vale, perfecto… después de ti voy a ducharme también ¿¡O prefieres que lo hagamos juntos!?

– Calla sinvergüenza, vas acabar conmigo…

Se dio una ducha rápida, se cambió aún más rápida con ropa de calle y se fue casi corriendo, no sin antes despedirse de su hijo con un beso mucho más cariñoso y sexual. Estaba convencido que mamá y yo volveríamos a follar muy pronto, su lenguaje corporal me lo indicaba. Me quedé solo y no necesitaba pensar en nada, necesitaba despejarme, así que llamé a mis amigos por Skype para hacer algo que no me dejara pensar en mi madre… pensar en otra cosa, después de la ducha. Ni duchándome paraba de darle vueltas a la cabeza. No paraba de pensar en que follar a mi madre podría no repetirse nunca más y confiaba en que tras hablar con mamá todo se solucionase y entrase en razón.

– Yo desde que tengo novia casi no salgo de fiesta.

– Hombre mamen está muy bien pero es que con lo que tienes en casa, es como para salir, yo estaría todo el día aprovechando… y ahora con esta reclusión.

– La verdad que tu novia está muy buena también, eh, Josito.

– La que sí que está buena es la madre de Dani…, no habéis visto que pedazo de mujer.

– Lo tiene todo, tío.

– Y eso que vosotros no la veis todos los días desnuda.

– ¡Qué hijo de puta! Te tienes que poner las botas, cabrón.

– Troncos, que es su madre…

– ¿Y qué? Ver ese tetamen cada día tiene que alegrar a cualquiera.

– Sí que alegra, sí, ja, ja, ja.

– Que suerte tienes, colega.






Me tuve que controlar para no irme de la lengua y que no supiesen la verdadera suerte que tenía. Me jugaría todo lo que tengo a que si les dijese la verdad, no se la creerían ni aunque lo jurase por todos los dioses griegos. Para ser sinceros, casi que ni yo me lo creía. Anda que no se habrían hecho pajas mis colegas pensando en mi madre…, que se jodan machacándosela. Yo era el único que había conseguido hacer lo que todos ellos deseaban… ¡¡FOLLÁRMELA!! Cuando llegaba mi madre, solía acercase al ordenador posando sus tetazas y eso los ponía cardiacos…los saludaba y se marchaba sabiendo que los había puesto cachondos. Estuvimos bebiendo y hablando de nuestras cosas entre risas… yo zumo y ellos cervezas. Todo parecía ir rodado hasta que Adrián recibió un mensaje por WhatsApp de su novia y nos dejó colgados. Después de una hora de tertulia cortamos la transmisión.

Volvía mi mente a mi madre, que hacía rato que se había marchado y no volvía. Le envié un mensaje que me iría de casa al negocio, tenía mucho trabajo atrasado con los papeles de los nuevos coches, trasferencias y demás…me llevaría toda la tarde…le dije que lo mismo no llegaba para la cena, y tomaría algo en el concesionario. Una vez allí, solo, me centraba más en mi madre que en la documentación, como no, comiéndome la cabeza con lo único que me importaba en ese momento ¿Mamá estará dándole tantas vueltas como le estoy dando yo? ¿Habrá cambiado de idea poco a poco? Si no llegaba muy tarde, pensaba que podríamos retomar la conversación de esta mañana, e incluso, repetir lo de ayer. Recogí las cosas y me marché, era triste ver el negocio cerrado ¡Me preguntaba cuanto iba durar la cuarentena y cuanto no afectaría! De nuevo volví a pensar en mi madre conduciendo por la autovía desierta, me estaría esperando para darme un buen achuchón, ayer estaba muy caliente y no creo estuviese fría por la conversación de esta tarde. Sin embargo, pronto me daría un baño de realidad y me llevaría un varapalo.

Desde la calle no había luz en nuestro piso, entré en casa sin hacer mucho ruido por si acaso estaba dormida, vi su habitación con la puerta entreabierta y la luz tenue de la mesilla de noche encendida. Se escuchaban gemidos. Por un momento, pensé que se estaba masturbando y que podría entrar su hijo a rematar la faena. Cuando me fui acercando, también escuché gemidos de hombre mezclados con los sonidos sordos del colchón cuando están empujando sobre él. No me lo podía creer. Con cuidado, me iba asomando a la habitación y allí la vi, cabalgando como una zorra sobre un hombre de unos 40 años, en la misma posición con la que ayer me hizo correrme como nunca lo había hecho. En la misma cama donde habíamos echado ese increíble polvo. Entre las mismas sábanas. Mi madre estaba disfrutando follándole como a mí, mientras él le comía las tetas con las mismas ganas que yo. En ese preciso instante, los odié, tanto a mi madre como a ese cabronazo. Me sentía engañado, como si me hubieran puesto los cuernos. Prácticamente nunca la había visto traer un hombre a casa, y lo trae justamente después de haber follado conmigo…en plena crisis de nuestra relación, ¡Joder solo una noche después! Pensé en entrar en la habitación y liarme a hostias con el cabrón que le estaba devorando las tetas a mi madre, pero decidí marcharme de casa y pasar la noche fuera. Tenía que respetar la libertad de elección de mi madre.

Me fui a un banco oculto en el parque, no tenía ganas que cualquier policía me llamase la atención por no respetar la cuarentena, llevaba cara de venir de un funeral. Tenía la escena grabada a fuego en la cabeza y no podía dejar de pensar en los gemidos de mi madre mientras cabalgaba la polla de ese tío. ¿Qué cojones tenía él para follarse a mi madre? En su vida debía haberse follado a una mujer así. Empecé a sentir malestar en el cuerpo, e incluso ganas de vomitar, pero no quería volver a casa para no liar más la historia. Al menos estaban usando condón. Después de dar vueltas como un tonto por todos los sitios posibles del parque, me metí en mi coche aparcado en el garaje del edificio, encendí la radio y me quedé durmiendo acostado hasta la mañana siguiente. Apenas dormí, el sitio era incómodo como él solo y mi cabeza estaba como para dejar la mente en blanco aunque fuera unas horas. En torno a las 7 de la mañana, decidí volver a casa, subí por el ascensor y me encontré a mi madre desayunando, sola, como si nada, con uno de mis tangas favoritos y un top con uno de esos escotes que dejan ver sus dos enormes tetas… más desinhibida que nunca. Me recibió con una sonrisa en la cara que le iba a durar más bien poco.

– Buenos días Dani, dichosos los ojos. ¿Dónde te has metido esta noche…?

– Hola.

– ¿A qué hora te has despertado?

– Llevo despierto toda la noche, apenas he pegado ojo. He dormido en el coche…en el garaje.

– ¿Qué? ¿Qué dices? ¿No estabas en el concesionario…?

– No, me apetecía volver allí. Los polígonos industriales de noche son fantasmales…

– ¿Y por qué no viniste a casa?

– Subí, pero te vi demasiado ocupada follando en las sábanas donde lo hiciste conmigo la noche anterior, así que no quise molestarte. Mamá agachó la cabeza y no respondió, siguió desayunando como si no hubiese escuchado mis palabras. – Qué, ¿no me dices nada?

– ¿Y qué quieres que te diga? ¡¡Que me siento culpable de follar con un hombre que no es mi propio hijo…!! Que soy mujer y necesito sexo… mucho sexo. Que me folle a un desconocido. Pues sí te digo, antes de ser tu madre he sido mujer, que no se te olvide… y lo sigo siendo.

– Todo eso lo entiendo mamá, pero dime, ¿Por qué nunca traes a ningún tío a casa y de repente lo haces el después de follar conmigo? ¡Cuando estamos encajando nuestra nueva situación!

– Vaya ahora resulta que te tengo que dar explicaciones de lo que hago o no hago… ¡¿Acaso mi hijo me va a contabilizar los polvos que echo?!

– Hombre, creo que yo también vivo aquí, estamos en cuarentena y a saber si ese sujeto está infectado de coronavirus o no… y si después de haberme corrido dentro de ti, las cosas va a ser iguales te equivocas. Contar conmigo es lo mínimo que puedes hacer. ¡¡Creía que habías disfrutado conmigo!! Y sobre todo me creí lo que me dijiste que soy el hombre de la casa.

– Déjame, Dani. Me exasperas con tus celos de machito.

– Celoso yo, me parece que deberías mirarte tu actitud de adolescente desorientada ¿Sabes cómo me sentí cuando entré y te vi encima de ese tipo? ¿Cuándo le vi comiéndote las tetas? Como un puto juguete que lo usan una vez y se cansan de él.

– ¿Eso crees de verdad?

– Sí. Al menos te lo follaste con condón.

– Por supuesto, no hubiera permitido que me llenase de semen, porque en mi útero solo entra el esperma de un hombre. 

Se quedó mirándome fijamente, desafiándome a que le preguntase quien era ese hombre pero no era necesario decir nada para decirlo todo.  

– Además ¿Sabes cómo se llama el tío con el que me viste?

– Y a mí qué coño me importa, mamá.

– ¿Sabes cómo se llama, Dani?

– No tengo ni idea, solo sé que hasta le cabalgabas igual que a mí.

– Se llama Daniel. No lo conocía de nada, coincidimos en la cola de la farmacia y cuando la farmacéutica le llamó Daniel, solo pensé en una sola cosa… ¿Quieres saber por qué me lo follé? Para poder gritar tu nombre mientras me follaba… ¿Sabes en qué pensaba mientras me comía las tetas? En cómo me las comías tú. ¿Sabes con qué cara me lo imaginaba mientras me lo estaba follando? Cerraba los ojos y veía la tuya. Te has vuelto mi obsesión. 

Me sentí totalmente descolocado y sorprendido. Mi madre estaba casi llorando por mi culpa.

Me senté en el sofá a su lado e intenté consolarla… – ¿Y cómo nunca me has dicho nada…?

– Porque siento que soy una guarra…una perra en celo que le encanta follar contigo. Necesitaba desquitarme la culpa de ofrecerme tan puta a mi propio hijo. No lo pensé, era la primera vez que lo veía y lo invité a casa. Pensé que follármelo sería la mejor terapia. ¿Sabes por qué hijo?

– Pues no, pero sé que me lo vas a decir…

– Porque me pone cachonda que mi hijo me folle y a la vez se me revuelven las tripas pensando que soy una mala madre. Me siento una golfa pervertida sintiéndome tan salida. Con solo pensar en ti… Me hierve la sangre cuando me tocas, cuando huelo tu aroma a hombre.

– Lo mismo me ocurre a mí pero… ¿Mala madre? ¿Golfa? Deja de decir tonterías, por favor. Eres la mejor madre que se puede tener, ¡Te gusta el sexo, ya está! ¿A qué madre no le gusta follar… a que mujer no le agrada que la follen bien?

– Las madres de verdad no hacen lo que yo he hecho contigo, Dani. ¿Tú conoces alguna madre que se la chupe a su hijo? ¿Que se deje follar? ¿Alguna madre que solo piense en seducir a su hijo? O ¿Alguna que su hijo la haya follado por el culo como a una perra gozándolo como yo?

– De acuerdo es morboso… ¿Y si dejamos de ser madre e hijo? – Qué dices… – Pues eso, que no tenemos que ser madre e hijo. Entre tanto estemos recluidos podemos ser simplemente novios o amantes. Eres la persona que más quiero en el mundo y yo soy la persona que más quieres tú. Además, nos atraemos sexualmente. Y yo estoy dispuesto a ir en serio contigo.

– ¿Te has vuelto loco? ¿Qué coño va a pensar todo el mundo?

– Nadie se tiene que enterar de esto. Lo nuestro solo será de puertas para dentro, en la calle  de puertas hacia fuera somos madre e hijo.

– ¿Y cómo vamos a llevar una vida normal en la calle cuando se acabe el confinamiento?

– Pues como siempre, una relación madre e hijo. ¿No puedo ir a cenar o ir al cine con mi madre?

– Sí, claro. Se pueden hacer muchas cosas con un hijo sin levantar la libre.

– Ya te digo. Pues ya sabes… ¿Quieres intentarlo? Tenemos que pasar la cuarentena juntos.

– Es una locura. No podemos, hijo. Tú estás con esa tal mamen de la que estará enamorado.

– No lo estoy, pero aunque lo estuviera ¿Qué problema hay? Tú seguirás siendo mi gran amor. Solo quedan las barreras mentales… y no estamos muy enamorados.

– Ya no sé ni que decirte. Me gusta y me asusta la idea que me ames…que me ames tanto.

– No me digas nada, no pienses en nada….no hace falta. Cierra los ojos.

Empecé a acariciarla y mi boca entró en contacto con la suya. Nuestras lenguas se entendieron a la perfección, empecé a liarme con ella mientras poco a poco le iba metiendo mano progresivamente durante un buen rato, hasta que ella me frenó lentamente cuando llegué a su coñito depilado, esponjoso y caliente… Entonces, interpretaré que esto es un sí, ¿no?

– Te saco 21 años, un divorcio y muchas fases de la vida quemadas. Somos dos polos completamente opuestos… ¿Tú crees que somos compatibles?

– Los polos opuestos son los que más se atraen y la compatibilidad es genética. Da igual los años que me saques, te querré siempre y me pones tan con 45 como si tuvieras 25.

– Y cuando tú quieras tener un hijo, ¿Qué hacemos? ¿Y si cuaja la relación con esa u otra chica de tu edad que te gusta? O lo mismo yo quiero ser abuela. ¿Cómo me vas a dar nietos…?

– De momento no está en mis planes tener hijos y la única mujer para la que tengo y he tenido siempre ojos eres tú, ya lo sabes…la demás han pasado por mi vida sin pena ni gloria.

– Cuándo entre en la cincuentena, y pegue más bajón por la menopausia, ¿también?

– Tengas los que tengas siempre vas a ser mi musa. Te Quiero intentarlo, sé que tú me quieres.

– No va a salir bien, Dani. Saliste de mi vientre y me encanta que vuelvas dentro de mí. Cuando sentí su leche llenándome me diste la vida, renací como una flor de Nagapushpa.

– Te prometo que si no sale bien te dejo en paz y volvemos a nuestra rutina vital. Te lo prometo, porque estoy convencido de que va a salir bien en estas semanas que estaremos encerrados.

Mamá se quedó pensativa unos segundos, pero su sonrisa traviesa la delató… – ¡Estamos locos!

– Pero estamos haciendo lo que de verdad queremos ¿Crees que hay algo más entretenido?

– O sea, que quieres que tu mami sea tu amante… para desfogarnos como depravados.

– Con todas mis fuerzas. Así matamos dos pájaros de un tiro…ocupamos el tiempo muerto y nos desquitamos la necesidad fisiológica del instinto animal que llevamos dentro.

– Que conste que me parece la mayor locura que he hecho en mi vida, y de lejos, pero tengo que confesarte que si no lo hago me arrepentiré toda la vida. Solo espero no perderte como hijo que si sale mal. No tenerte a mi lado me mataría…

– Esa es mi chica…optimista.  

Acaricié a mamá y me lancé a lamer sus tetas como si fuera la última vez. Me llevé la mano a la polla y, cuando me la estaba sacando, mamá me frenó… – No tan rápido, señorito.

– ¿No te gusta?

– Me encanta tu fogosidad, como no me va a gustar, tonto. Pero antes, tu follamiga tiene que imponer una cosita…. Ser comedidos y razonables, no todo va a ser sexo y más sexo.

– Lo que quieras… lo que dices es lógico e imprescindible. No somos máquinas de follar.

– A partir de ahora no soy solo mamá, cuando entremos en el rol de amantes, podré ser para ti lo que más te guste… madre, hija, vecina e incluso mamen ¡¡Quiero sentirme muy degenerada!!

– Vale, pues prepárate putita, porque ahora te voy a vas a sentir desenfrenada pero de verdad.

Me tiré sobre ella y empecé a besarle el cuello mientras iba como loco a quitarle el top. Me encantaba jugar con sus tetas, empezar lamiéndolas e ir mordiendo poco a poco sus pezones mientras se los pellizcaba, se ponía más cachonda que con cualquier otra cosa. Podría pasarme horas y horas chupando y mordiendo las deliciosas tetas de mamá. Después de ponerla caliente, me agaché y empecé a quitarle el tanga con la boca mientras ella me pajeaba con los pies. Metí mi lengua en su coño, húmedo como una cueva en el mar, y comencé a dar vueltas circulares sobre su clítoris, que se iba deshaciendo sobre mi boca mientras gritaba de placer como si llevase años sin follar. Mi lengua no paraba de recorrer cada milímetro de la raja de su vagina, lamiendo como un poseso y succionando su flujo vaginal. Estábamos muy cachondos, madre e hijo, novia y novio, amantes disfrutando de sus cuerpos. Mamá se sentía más joven que nunca, yo me estaba follando otra vez a la mujer que más deseaba en el mundo. Después de un buen rato intercambiando dedos con lengua en su coño, mamá empezó a tragarse mi polla. Primero, su punta de la lengua acariciaba con cariño mi glande. Luego, empezaba a comérmela entera, rozando la arcada, mientras me estimulaba con la mano los huevos, que de vez en cuando también me lamía como si fuera un helado. Sabía claramente lo que me gustaba, me la chupaba como una auténtica diosa.

– ¿Quieres que te cabalgue un rato? Tengo ganas de follarme a mi semental.

– Claro, Mamá, monta al potro desbocado de tu hijo.

– Ten, una gomita, que luego tenemos disgustos. Sé que no te gusta mucho pero es mejor…

– Sabes que prefiero follarte a pelo…

– ¡No me seas cabrón, hijo! ¡Quieres preñar a tu madre…! Con los días que nos quedan…

– No estás en tus días fértiles, lo sé y no pasaría nada si follamos a pelo.

– Por favor cariño…. Se quedó meditando uno instante. Haremos un trato… cuando no esté ovulando follaremos a pelo, que son muchos días, y en riesgo de preñarme follarás con la goma.

– Vale, me parece justo. Como estás ovulando hoy toca a pelo…   – Tú ganas canalla.

Me dejó la polla llena de saliva antes de empezar a follarme como una perra en celo. Se tragó la verga, primero solo el glande, y luego todo el tronco que le cupo hasta el esófago. Lo reiteró una y otra vez hasta que creyó tenerla bien dura. Se posicionó asiendo la verga para guiarla a su conejo…entró suave como un delfín en el agua. Mis manos se posaron en su culo y sus tetas en mi cara eran lamidas y mordidas, algo que la ponía muy caliente. A los pocos minutos cabalgaba sobre mí como si no hubiera un mañana, se embutía el falo hasta los huevos en contundentes sentones ¡Plas, plas! A mi madre le encanta follar, sabe hacerlo y lo goza. Pensaba que nada podía superar a lo de la primera vez, pero me equivocaba. Mamá estaba entregadísima, el sexo estaba siendo duro y muy guarro, se notaba que estaba más cachonda que nunca follándose a su niño. Me daba de mamar apretándose los pezones contra mi boca, luego me comía la boca con el ansia de tenerlo todo y todo a la vez, mi lengua en pugna con la suya sin parar de subir y bajar a todo lo largo del mástil erecto y rígido como nunca

– ¡¡Dios, como follas, mi amor!! Así es como se debe empotrar a una PUTA.

– Eres una diosa mamá… UNA PUTA DIOSA

– ¡Joder, dame más, dame! Muérdeme los pezones. Sí, cariño, así. Dios, joder nene. Siento tu polla en mi vientre…me vas a llegar al estómago con esos pollazos ¡¡Aaaggg! ¡Ummm!

– ¿Te gusta follarte a tu hijo, PUTA? Sí, sigue botando Merche. Vaya par de tetas que tienes.

– Me encanta Dani, me encanta joder con mi hijo, mi macho y mi semental ¡Me voy a correr ya!

Empecé a azotar en el culo a mi madre para que se pusiera todavía más cachonda. Agarré sus nalgas  y la extraje, así la vega y le di sacudidas con mi polla en su hinchada vulva para que fuera todavía más duro, en tanto ella se blandía el clítoris con tal energía, que empezó a gritar como una auténtica loca. Se la metí de golpe, clavándosela virilmente…, le di unos pollazos y de pronto convulsionó eyaculando un chorro de fluido enorme… echó una barbaridad de corrida sobre mi barriga, mis muslos y polla. Sin embargo, quedaba yo por terminar la faena. Se caló mi verga otra vez, desesperadamente ¡Zas! Le entro hasta los huevos de una envión. Nos sincronizamos, yo empujando hacia arriba en el momento que ella se sentaba empalándose. Como íbamos a ser amantes con tal sincronismo…

– Estoy a punto, quiero correrme comiéndote las tetas, mamá ¡Me encantan tus tetas gordas!

– Vale, cielo. Tu hembra está dispuesta a recibirte… ¡Lléname, llena a tu madre de semen!

Mamá dejo de cabalgarme calándose toda la polla hasta la raíz, mis huevos aplastados contra ella, su clítoris rozándose en mi pubis. Con cuidado se agachó, se recogió el pelo y empezó a alternar su boca con sus manos agasajándome comiéndonos mientras yo manoseaba su culo y le realizaba pequeñas clavadas logrando que mi cuerpo se electrizara abriendo las compuertas de mis huevos…

– Ya está, me voy a correr, mamá. Perdona no haber aguantado un poca ¡Aaagg Mamá!

– No pasa nada, mi amor. Venga, lléname de leche ¡Para esto tenemos las hembras el coño!

Estrujó sus tetas para que yo pudiese terminar la corrida a gusto y correrme dentro de ella, en lo más profundo de su útero. El primer chorro que eché fue tan grande que no solo llené de semen su cérvix, sino que debió de atorar el mismo útero. Nos comíamos las bocas mientras eyaculaba chorro tras chorro de espeso esperma recién ordeñado. Su pelo nos cubría haciendo más íntimo aquel acto tan morboso, como era que un hijo insemine a su propia madre, le llene el vientre que me engendró albergándome durante nueve meses. Su cara era de felicidad al percibir cada aldabonazo de cálida lefa filial, una leche que le llenaba, pero que a ella no le importó, se relamió lo máximo posible haciéndome sentir los duros pezones de sus tetas y sonrió.

– Has sido un niño malo, y los malotes sois los mejores follando. Hay que reconocer que el polvazo ha estado muy bueno ¿No te parece…?

– Buenísimo. Me empecé a reír al ver la escena.

– ¿De qué te ríes, cabrón?

– De que te he llenado a tope. Me he corrido como nunca y te chorrea el coño de leche por fuera.

– ¡Serás! Encima de que te dejo correrte dentro de mi coño… Te ríes de tu madre por lo puta que se ha puesto… ¡También podrías haberla sacado y embadurnarme toda por fuera…coño, vientre y tetas! Te hubiéramos divertido mucho más, viendo a tu madre llena de lefa como a una puta de esas de tus pelis porno.

– Jo, lo siento. Ha salido disparado de lo cachondo que estaba. Sin darme tiempo a nada. ¡¡Creo que ha sido una reacción natural sin pensar!!

– ¡Qué tonto que eres! No pasa nada, cielo… Me da un beso en los labios – Ya ves que Mamá tiene un coño muy tragón. Me voy a dar una ducha que mira como estoy de empapada y sudada… Hijo lo que más me perturba es el volumen de semen que sacas… ¿Cuánta leche eres capaz de eyacular de una sola vez…?

– No te podría decir, depende de lo cachondo que me pongas, pero una ducha Total por fuera te podría dar, igual que estás de bien bañada por dentro de flujo y semen.

– Mira que eres canalla… lo que a ti te gustaría es hacer un burkake con tu madre ¿No? ¡Y que huela a leche de polla todo el tiempo!

– Podríamos hacerlo otro día. Ahora… ¿Dices que en la ducha hay sitio para dos?

– Si el señorito no me va a poner perdida otra vez…

– No te prometo nada, es que estás demasiado buena para contenerme.

– Anda, vente, que te gusta más la fiesta que a un borracho una barra libre.

– La fiesta no sé, pero tú me vuelves loco.

Mamá me enjabonaba a mí, masajeándome la polla y los huevos con el gel de ducha durante un buen rato. Yo la enjabonaba a ella, centrándome, como no, en enjabonar bien enjabonadas sus tetas y su coño, metiendo mis dedos con gel, haciendo que ella no parase de gemir. Acerqué mi polla a su coño, rozando su clítoris con dulzura, poniéndola cada vez más cachonda. Como corresponde a mi edad y condición, mi verga no se había relajado un solo instante.

– ¿Te la puedo meter un poco?

– Me la quieres meter otra vez sin condón, Dani.

– Solo un par de minutos, no me voy a correr en ese tiempo, solo es el vicio de follarte.

– Venga vamos, porque me tienes con le coño muy caliente…y puedes hacer lo que quieras.





La puse contra la mampara de la ducha, busqué su coño con el ariete de mi verga y, enfilé en la bocana de su raja. Se deslizó suave y decisivo a las profundidades de su útero. La tensión se colmó al notar el arropamiento de su húmeda y caliente vagina alrededor de mi  falo y, empecé a meterle la polla bien duro, bien profundo, bien sujeta por el culo y los hombros…apestillándola inclemente como a ella le gusta, notando el golpeteo de mis huevos en su coño. Sumisa y resignada al devenir del macho, se sometía a los puyazos empotrando sus tetas contra el cristal mientras le besaba el cuello, le comía el lóbulo de la oreja hincando lo más dentro que la postura permitía. Estaba tan excitado que apenas llegué a los cinco minutos atravesando a la hembra más formidable que jamás encontraría en mi vida.

– Voy a correrme mamá…

– Pues sácala, cariño. Quiero probar tu lefa ¡Dame de beber de tu leche!

Mamá volvió a chupármela, le encanta lamer y se nota, hace las mejores mamadas del mundo. Después de varios movimientos circulares sobre la cabeza de mi polla, volví a echarle una cantidad ingente de semen, ahora en la boca. Sostenía con una mano mis testículos, los amasaba estrujándolos o escurriéndolos para extraer toda la esencia de ellos… Con la boca llena hizo un bolo y se lo tragó.

– ¿Cómo te puedes correr con tanta lefa? Tus huevos son una fábrica productora de leche….

– Es que me pones muchísimo. Todavía no creo la suerte que tengo con una madre tan PUTA.

  Solo tú sabes sacar la Puta que llevo dentro… La suerte la tengo yo, nadie folla como tú... nadie me ha follado tan bien como tú.

– Pues anda que tú… Ninguna se deja follar así, dar tan duro y tan sensual a un tiempo. 

Nos besamos apasionadamente, seguimos enjabonándonos y salimos de la ducha. 

– Oye mamá, por portarte tan bien hoy te hago yo la comida… que tú ya me has hecho una buena, ja,ja,ja,ja.

– Eres un cielo, pero qué tonto que eres, te haría una y mil comidas de rabo sin contraprestación, solo por tragarme tu lefa.

– Por la cara. Aun así te quiero hacer una rica comida, para que veas que sé hacer algo más.

 Gracias, mi rey pero si no queremos comer huevos fritos con salchichas, te ayudaré en la cocina ¿Te parece…?

– ¿Qué quieres que hagamos…?

– Lo que te apetezca…lentejas, berza gitana, arroz con alubias, un cocido o gazpacho manchego estaría bien para retomar energías en este día nublado de primavera, que parece invierno.

– Perfecto, un gazpacho manchego me apetece mucho, mamá.

  Una cosa… mi rey, quiero que sepas que soy muy feliz por cómo me tratas cuando estamos follando. Como ya sabes no has sido el único hombre con quien he estado, pero sí el único que no se comporta egoístamente. Con todos, incluso tu padre no me corría natural… todos esos cabrones me follaban, se corrían dentro de ti y, se olvidaban que una mujer también desea tener su orgasmo…, sin embargo tú siempre estás atento a que mamá goce mucho. Gracias mi amor.

– No te mereces menos, me gusta hacerte feliz y si un hijo no es capaz, ¡Quién lo va a ser!

– Eres un encanto. ¡Ah! Se me olvidaba, cuando estemos en el tema puedes llamarme mamá, mami, puta o zorra, cielo. Me pone muy cachonda oír que es mi hijo el que me posee y me tiene cachonda como una perra en celo y que me llames perra caliente metiéndome tu gran polla.

– Vale mamá, nunca esperaba que me dijeras eso…, no parece propio de ti ¡Ah una cosa!

– Dime ¡¿Me vas a decir que me has perdido todo el respeto como madre y jefa…?!

– No, que “TE QUIERO”

– Yo también, mi amor.

Definitivamente, lo que llevaba soñando toda mi vida se había convertido en una realidad…, nuestra vida confinada nos había hecho descubrir el verdadero ser pujante que llevamos dentro, y con la verdad por delante se hacía mucho más llevadero todo, especialmente teniendo a una mujer de bandera como mi madre, ama de casa y amante sin pudor ni cortapisas. Cada vez más desinhibidos no teníamos pudor en mostrarnos desnudos o semi desnudos por casa, follar en cualquier lugar…cocina, habitación, salón o lavadero… le cogimos el gusto a follar sobre la lavadora en centrifugado. Como era de esperar se acabaron los condones y mamá cumplió con no comprar más…consecuencia, seguir follando a pelo por el método de control Ogino. Lo teníamos controlado, pero el cuerpo no es un reloj suizo y a veces se retrasa o adelanta, como así ocurrió con el de mi madre. Se acabó el confinamiento, no obstante la naturaleza continuaba imperturbable su camino irreversible, retomamos nuestras vida fuera de casa, el negocio de mi madre se resintió un poco los primeros meses, luego remontó a finales de año. No hizo falta llegar a esas fechas, porque en Agosto en las vacaciones que nos tomamos en Guardamar, en la playa de la Babilonia detecté algo extraño en la pancita de mi madre…

– ¿Por qué no me has dicho nada…?

– Temía que te lo tomaras mal, que me dejaras por tu novia, o yo que sé.

– ¿De cuánto estás?

– Ya estoy en la semana 16, pero aún no sé si será niña o niño.

– ¿Qué importa eso? Lo importante es que estés bien y la criatura que crece dentro… los dos sois lo más importen ahora..

De esta forma, el 3 de Agosto de 2020 me enteré que a mis 22 años sería padre de mi hija Carlota. El ciclo se repite, mi madre a sus 22 también fue madre y su hijo a su misma edad también será padre de un hijo de su madre.

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