Mi nombre es Julia, vivo en la parte sur de España… en concreto de Álora un pequeño pueblo rural de la serranía de Málaga. Tengo treinta y cuatro años de edad y disfruto mucho la vida que llevo. No es muy lujosa pero no me puedo quejar. Tengo todo lo que necesito y de vez en cuando me doy pequeños placeres culposos golpeando mi mala conciencia judeocristiana que tan a fuego me han inculcado en esta España profunda.
Me considero una mujer muy activa sexualmente y de mente muy abierta… lo soy desde que apenas tenía 12 años, por entonces recuerdo que buscaba rozarme con mis primos, todos algo mayores que yo, en juegos que se tornaban atrevidos… sin duda ellos se aprovechaban de la niña "inocente" que era, dado que no tenía muy claro a qué se debía esa necesidad imperante que mi cuerpo reclamaba desde mi interior. En la cama siempre he sido de las mujeres que les gusta complacer a su pareja y llevar el placer al extremo, incluso si eso involucra cumplir fantasías perversas de mis parejas.
Actualmente estoy divorciada gracias a Dios, solo estuve casada dos años para probar qué era eso de ser una mujer normal, esposa y ama de casa… pero me duró bien poco debido a mi naturaleza promiscua, lo cual hace que nunca esté sola en la cama. Siempre he tenido una naturaleza algo salvaje con lo que respecta al ámbito sexual y busco sin cesar un macho al que tener acoplado a mi coño, que me dé mandanga y me someta a sus pretensiones más inconfesables. Físicamente soy una mujer no muy alta como gustan a la mayoría de los hombres… unos 168 cm, bien proporcionada según la medida áurea, lo cual indica que tengo unas piernas de un metro de largas con el culo bien respingón… mi cuerpo es muy voluminoso sin ser gorda pero tampoco estoy en los huesos, tengo donde agarrar en especial mi culo de pera invertido…, un trasero prominente que resalta. Mis pechos son de gran tamaño, y ya desde la pubertad me hicieron sobresalir entre todas las chicas llamando mucho la atención. Actualmente uso copa “105 doble D”. Disfruto mucho de usar escotes y tangas para provocar las miradas de los hombres cuando llevo leggins… eso me proporciona el poder que toda hembra tiene sin necesidad de mover un solo dedo. Como a cualquier mujer me encanta sentirme deseada.
Mi primera vez fue a los trece años de edad y desde que
me desvirgaron nunca he parado de experimentar, frente al resto de amigas que
me han contado su desfloración, la mía no fue nada traumática, todo lo
contrario…, me gustó tanto que se convirtió en un remanente constante en mi
vida…. En verdad descubrir el sexo a una temprana edad, me abrió las puertas de
un mundo de disfrute sin precedentes desde mi infancia hasta el día de hoy, y
como todo tiene su contrapeso, gracias a ello me arrastró a gozar de
experiencias que fueron indescriptibles dada mi inconsciencia y el ardor
efluente de mi cuerpo…. Dicen que los chicos en plena adolescencia se masturban
dos y tres veces al día de media, yo me pajeaba hasta cinco veces algunos días
de euforia descontrolada…. En esa efervescencia me hallaba sin que nadie
tuviese para aliviar mis ardores, hasta que ocurrieron los acontecimientos en “El cortijo familiar”
Cambiaba de novio cada tres por dos, eran clínex de
usar y tirar, probando con chicos y hombres de diferentes condiciones con sus pollas
de todos los tamaños y formas, posturas y situaciones morbosas en los límites
de lo más injurioso para una sociedad tan anquilosada como esta… y tanto fue el
cántaro a la fuente que sin llegar a los 16, uno de esos machos me preñó de mi
único hijo, Zigor. No podía estar segura si había sido Daniel, un chico fornico
por su oficio en la construcción de 19 años con el que me acostaba
periódicamente, y era en esos momentos mi novio oficial o fue mi primo Freddy,
un chico venezolano que vino a España acogido por mi familia…. No podía denunciar a mi primo, así que confesé la autoría de Daniel como
culpable de mi preñez. Mi familia y la suya se pusieron de acuerdo en casarnos
una mañana temprano de martes, pero tan rápido ocurrió todo que no vino el amor
y apenas se instaló entre nosotros. Al cabo de los meses di a luz a mi hijo Zigor,
un mulato que evidenciaban los cuernos a mi marido…, entre idas y venidas me
quedé sola con mi retoño. Aquel episodio de mi preñado tuvo mucho barullo, y
todo empezó por mi atracción por las vergas negras y granes, como la de “Mi pariente
Venezolano”
De esto ya han pasado más de 20 años en los que he
luchado por sacar adelante a mi hijo sin importarme mucho las maneras de
conseguirlo, y si con ello obtenía algún rédito gozoso no iba a ser yo quien
pusiera puertas al campo del sexo…. He follado mucho, he follado con muchos y
de todos los tipos y se puede decir que he probado a machos de dos y cuatro
patas con igual fogosidad... me va todo que tenga buena verga.
Con la creación de esta línea de relatos, tengo la intención de
contarles y poder desahogar un poco esa pesada carga que llevo en años…,
cualquier relatos es bueno para entenderme, pero es aconsejable que se empiece
por lo acontecido en “El Cortijo familiar” para que os dé una idea de lo
Ninfómana que nací y luego me hice…. Un punto de inflexión en mi vida fue
cuando “Mi pariente Venezolano” me preñó de mi primer hijo, Zigor. Si bien no
lo buscaba intencionadamente, todo fue causal porque Freddy nunca tuvo
intención de hacerme una panza…, su descuido y sobre todo el mío nos llevó por
el camino de la lujuria y el gozo a hasta hacerme un hijo… pero es que a mí me
encana follar… sea con quien sea sin miramiento de parentesco.
Mi hijo Zigor es el centro de mi vida
actualmente. Él es un chico
muy apuesto, es universitario y juega al rugby y hace natación en su facultad
en la Universidad de Málaga. Siempre ha tenido muy buenas notas y es muy
cariñoso y atento conmigo. Siempre está buscando la manera de ayudarme y
hacerme sentir bien. En ocasiones me hace cumplidos acerca de mi aspecto físico
como…"ese escote te sienta
genial" o "esos jeans te vienen muy bien". Yo siempre premio
cada uno de sus cumplidos con un besito en la boca, un pico que a veces se
prolonga algo más de lo debido llegado a cierta humedad transferida entre ambos.
Para muchos es algo raro ver a una madre besar en la boca a su hijo pero, para
mí siempre ha sido algo muy natural. Un día estando en el trabajo recibí una
llamada de la universidad de mi hijo.
–
¿Hablo con la señora Julia?
–
Soy yo ¿que se le ofrece?
–
Hablamos de parte de su hijo Zigor.
–
¿Le paso algo a mi hijo?
–
Tuvo una caída muy fuerte y se ha dañado ambos brazos,
ahora está en el hospital Universitario Marqués de Valdecilla.
–
Muchas gracias, enseguida voy para el hospital.
Conduje lo más rápido que pude, pero me llevó más de una hora llegar… mi
corazón se quería salir de mi pecho. Llegué al hospital y me dijeron firmase
unos papales para la cirugía de urgencia que le estaban practicando. Al parecer
uno de sus brazos se fracturó o más bien se agrietó y la otra sufrió un
esguince. La intervención se demoró un par de horas por la complicación del
sedante para el dolor y pronto lo pasaron a planta. Yo estuve con él hasta que
despertó. Tomaba su mano y lo besaba por toda su carita.
–
Qué bien que ya estás despierto mi vida, dije. No te
preocupes mamá te va a cuidar muy bien, voy a hacer que no te falte nada.
–
Estoy bien mamá, solo fue una tonta caída no es nada.
–
¿Cómo que nada? te has roto un brazo y el otro lo
tienes con un esguince Zigor, dije con preocupación.
–
Está bien voy a tratar de no esforzarme mucho para que
se cure rápido, espero que me consientas dejarme hacer hasta entonces. Por lo
demás no te preocupes más por favor, dijo.
–
Bueno, cuando te den de alta te llevaré a casa donde
podré cuidarte mejor….
Al día siguiente lo dieron de alta y cuando llegó a casa estaba muy cansado. Las píldoras para el dolor lo tenían algo mareado y las enfermeras le no le dieron ni un baño con esponja…, tenía su olor tan peculiar por el sudor y la efervescencia de las hormonas. Lo primero que le dije cuando llegamos a casa fue…
– ¡Hay que darte un baño!
Mis pensamientos se
dispararon sabiendo que tendría que ver a mi hijo en pelotas después de estar
al tanto de los deseos incestuosos hacia su madre, o sea sobre mí… Me considero
guapa, tengo unos grandes ojos oscuros, una boca generosa de labios gruesos y
soy pelirroja natural en un tono oscuro raro, lo que no siempre me ha gustado y
por ese motivo me lo tinto de negro zaino o me pongo rubia....voy cambiando. Mi cuerpo es como os lo diría…
especial, no soy una modelo pero es excitante por las curvas y formas
voluptuosas centradas en aquellas partes erógenas que hacen de una hembra la
candidata idónea para ser fecundada por cualquier macho…. Vamos soy lo que
podríamos describir como una mujer abundante, o más bien maciza. Tengo un
grandioso culo y unos muslos enormes contorneados y bien formados sin
celulitis, no tengo nada de barriga formándome una cintura de 70/100 con mi
culo, ideal para el atractivo masculino, quizás uno o dos michelines si me
repliego sobre mi vientre. Mi piel es finísima y muy blanca. Me depilo el
conejito cada semana para que esté totalmente rasurado y es como una
almohadilla de grandes y tiernos labios. Por último mis tetas, estoy muy
orgullosa de ellos pues a pesar de que no son muy grandes son preciosos. Mis
pezones son grandes y oscuros y no están apenas caídos a pesar de mi edad y su
considerable peso. Forman un canalillo muy sensual… ¡¡A mi hijo le vuelven loco mis tetas!! Me pongo terriblemente
caliente cuando juega con ellas, cuando me las masajea con crema solar o
aftersun.
*****************
Bien la historia empezó un
día en que estando solos mi hijo y yo en casa, al pasar por delante del cuarto
de baño, me di cuenta que estaba masturbándose…. Todas las madres sabemos que
nuestros hijos se hacen pajas, al menos deberían aliviar sus cojones dos o tres
veces a la semana y por tanto toda madre ha de contar con ello en la limpieza
de la casa. Mi hijo posee un fuerte olor a macho, y eso debe ser por su alto
contenido en testosterona, lo que le hace un semental muy particular. Yendo al
tema digo que esa vez al pararme junto a la puerta me pareció que le oía decir
mamá entre jadeos. Me quedé extrañada y creí que no lo había oído bien así que
me fui a la cocina. Al poco rato mi hijo salió del cuarto de baño y vino a la
cocina, sin decirme nada me abrazó como muchas otras veces me hacía y me dio un
beso en la mejilla, junto a los labios al tiempo que me decía…
–
¡Joder
mamá qué guapa eres! Sabes, si no fuera tu hijo no buscaría a ninguna otra
mujer en mi vida… intentaría enamorarte haciendo lo imposible, para casarme
contigo.
Debo deciros que mi hijo
tiene dieciocho años bien cumplidos, no es un crío y está muy bien formado,
siempre me ha parecido tener un desarrollo de varios años por encima de su
edad. Es muy guapo y muy cariñoso, meloso y hasta empalagoso, especialmente en
esas tardes de invierno en el sofá compartiendo mantita juntos. Esas muestras
de afecto eran naturales en él, pero aquel día después de lo que había oído, me
quedé un poco azorada. He decidido
contaros la historia de cómo conseguí follarme a mi hijo. Soy una mujer catalana de treinta y seis años… una madre muy joven que tuvo que huir de su
lugar de nacimiento para poder hacer su vida, así que me fui a la costa de
Málaga….
Entramos a la casa, me cambié la ropa del trabajo por algo más cómodo. Me puse una blusa de
tirantes y unos shorts algo pequeño y ajustado para andar en la casa, esos días
al contrario de lo que piensan de la temperatura del norte, hacía bastante calor.
Mi hijo se mostraba reticente en querer desnudarse ante su madre, pero al final
no le quedó más remedio que hacerlo.
–
Muy bien mi amor déjame ponerte estas bolsas
especiales en tus brazos para que no te entre agua.
–
Oye mamá, me da un poco de corte que me veas así desnudo.
–
No seas tonto, te vas a tener que acostumbrar, porque
te voy a bañar todos los días hasta que puedas por tus propios medios.
–
Pero es que me da vergüenza mamá.
–
¡Vamos nene! Te he visto miles de veces cuando eras un
niño ¡¿O te has olvidado quien te ha duchado hasta cumplir los diez años?! ¡A
ver cuánto has podido cambiar desde entonces! Déjame bajarte esto para que
puedas meterte a bañar.
Me puse de rodillas y desabroché su cinturón. Desabroché el botón de sus
jeans y bajé el zipper de su pantalón. Lo tomé de la cintura y lo bajé hasta el
suelo de un tirón. Quedó solamente en unos bóxer que le gustaba usar algo
ajustados. No lo veía en ropa interior desde que tenía doce años y la verdad
había cambiado mucho. Lo que había
debajo de esos bóxer ya no era la picha de un niño pequeño, era la verga bien formada de un hombre, y por la dimensión
que se hacía notar a través de la tela era una polla bastante imponente
coronada de unos huevos hermosos. Yo sonreí un poco y la curiosidad me invadió.
Quería ver cuánto le habían crecido los genitales a mi muchachito desde que nos
bañábamos juntos cuando tenía esos nueve o diez años.
Cuando bajé sus calzoncillos quedó ante mí una verga grande y gorda para
estar en su estado flácido, con un glande reluciente, habiéndosele despejado el
prepucio en buena parte. Tenía el vello muy cortito y los testículos pelones que
dejaba ver los dos orondos huevos, perfectamente formados cubiertos de un
relieve venosos que le daban un aspecto muy masculino y varonil.
–
¡Vaya con mi muchachito…has crecido bastante desde que
nos bañábamos juntos!
–
Mamá, por eso no quería que me bañaras. No quiero que
te burles de mí, como hacen mis compañeros de equipo cuando nos duchamos
después de cada partido.
–
¿Y cómo alguien podría burlarse de ti, teniendo unos
genitales tan bonitos como estos, mi amor? Es solo por pura envidia, te lo
aseguro mi vida… ya quisieran estar como mi chico.
–
Pues se burlan de mí… ¡¿Sabes cómo me llaman…?!
–
¡¿Cómo dime?!
–
Me han apodado “El caballo” por lo negra que la tengo.
–
No creo que sea solo por eso mi amor, debe ser por la polla
que gastas de caballo percherón… y esos cojones tan hermosos. Mira hijo, lleva
ese apodo con orgullo, y si te preguntan por qué, no te cortes y diles que es
porque tienes verga para dar sin falta.
Lo tomé de la mano y lo llevé al baño. Yo me quité mis shorts y mi blusa
dejando al aire mis grandes tetas y mi trasero. Él se me quedó viendo y me dijo…
– Para que no te sientas incomodo estando desnudo tú solo ¡Va a ser igual a cuando nos bañábamos juntos mamá!
– Joder mamá...¡¿No te da corte desnudarte delante de mí?!
– Bueno un poco, aunque por ese entonces no, recuerdas que lo hacíamos ambos totalmente desnudos.
Me metí a la ducha con él y lo senté en el taburete de plástico. Frote un
poco de jabón en una esponja y logre hacer mucha espuma. Comencé a frotarlo por
su pecho tan definido y musculoso…, no era como unos ocho años atrás, ahora algo
en mí se sentía diferente atraída por ese cuerpazo tan masculino. De pronto vi
a mi hijo como hombre. Su cuerpo marcado y grande ya no me era indiferente. Yo
sin parar de frotarlo me imaginaba que haría con él si no fuera de mi sangre,
sino lo hubiese parido. Durante unos minutos me torturé dejándome una desazón
que me oprimía mi bajo vientre. También
era cierto que llevaba meses sin que nadie me sometiera a unos buenos pollazos. Termine
de enjabonarlo por su pecho, abdomen, espalda y piernas, solo me restaban los
glúteos y sus genitales. Le pedí que se levantara y me puse detrás de él.
–
¡Qué culo más duro tienes nene! ¡Mi amor no te había
visto bien! Dije mientras
sonreía.
–
Mamá, no digas esas cosas que me avergüenzas, dijo con su rostro sofocado casi rojizo.
Lo frote con la esponja y luego me porté algo traviesa frotando sus glúteos con mis manos. Él se incomodó mucho pero no dijo nada. Yo estaba muy excitada manoseando un cuerpo tan escultural como creo nunca tuve entre mis manos, pero mi hijo me espetó…
– ¡Ya mamá detente!
Lo giré pudiendo observar el porqué de tan exaltada reacción. Mi hijo se había excitado con el masaje tan sexy que le había dado en los glúteos, una friega realizada con toda la intención de provocar su excitación y la mía… y vaya si lo conseguí, el pobre estaba muy avivado. Su gran falo en estado de flacidez, pasó a un estadio mayor en completa erección. Las venas inflamadas se dejaban ver a través de la piel de su polla formando protuberancias lineales como si fueran caminos caprichosos que conducían la sangre a todo el largo tronco hasta culminar en el gordo y brillante glande en forma de casco alemán, y acabado en un borde tan pronunciado como si de arpón se tratase. Ese magnífico capullo debía ser súper excitante comérselo a contra pelo con esos bordes tan pronunciados y el gran volumen del glande. Sus testículos colgantes con restos de espuma del jabón, se veían rebosantes con una corpulencia tal que daba una idea muy clara de ser unos grandes productores de leche….
–
Perdóname mamá, es que hace mucho que no me desahogo.
–
No te preocupes amor, es algo natural.
–
Pero eres mi madre, esto debía de ocurrir viendo a tu
propia madre…
– Calla Nene, eres joven y estás en tu momento de mayor
efervescencia sexual, donde no puedes controlar tus institutos animales. Es natural y sano que estés así.
–
Pero tú eres mi madre y no debía de ocurrirme esto.
–
¡Me imagino amor que no todas las madres son tan
apetitosas! Pero hay que asearte los genitales, no puede quedarse nada sin
lavar y especialmente aquí que las hormonas de tus testículos producen efluvios
a raudales tan fuertes… Tanto como deben ser las de un semental… Le dije esto último haciendo relación a su apodo de
“El caballo”
–
Está bien mamá, pero no tardes mucho que no sé cómo va
a terminar esto.
–
Hijo tú relájate…. No es la primera polla que ve y
toca tu madre.
–
¡¿Te han follado muchos…?!
– Hijo eso no se pregunta a una madre… le miré a los ojos y me sinceré.... – No te lo voy a negar, pero sí, las suficientes para saber que es una verga y como dar placer a un hombre.
Me puse de rodillas y puse la esponja alrededor de su verga gigantesca, y comencé a frotarlo con el jabón de arriba abajo sin olvidar
de asear sus pelotas colganderas. Creo que víctima de la lujuria que aquel cipote
me provocaba, perdí el control de madre para ser mujer. Lo froté cada vez
con más rapidez y violencia sin pensar en que solo lo bañaba. Él también
comenzó a ver lo disparatado de todo sin control, por ello solo cerraba sus
ojos dejándose llevar por mi arrebato… mi mano se deslizaba suave, gracias a la
lubricación que proporcionaba el jabón sobre el rígido tallo del macho, al que
le daba un buen solo de zambomba… con todo el prepucio remangado unos ocho
centímetros por debajo del glande hubiera necesitado bañarla con saliva, sin
embargo la paja ejercitaba deliciosamente en un perfecto ritmo y goce por parte
de ambos, sobre todo de él, que ya no replicaba gozando de la soberana paja que
le hacía su propia madre.
En nada ya no los aseaba, sino que le estaba dando una severa paja a ese
gran falo filial que me volvía loca. Con una mano bajo su glande manejaba su
prepucio y con la otra intentaba masajear sus gordos huevos que se movían al
mismo ritmo que la paja que le daba. Todo al mismo sincronismo era enloquecedor
al extremo… sin poder remediarlo mi coño destilaba su fluido sobre mis bragas,
empapándolas sin remisión, gracias a Dios mi hijo de eso no se daba cuenta,
menuda vergüenza si averiguaba que su propia madre era provocada con la masculinidad
apasionante de su hijo. Todo parecía ir bastante rápido, porque tan solo un par
de minutos nada más, su verga soltó lo que fue el mayor derrame seminal que he
visto en años, o en mi vida, cuyo primer chorro de leche… grande, espeso y
largo, impacto en mi cara directamente de tal potencia que llevaba. A este gran
chorretazo de lefa, le fueron seguidos chorros y chorros de semen cayendo en mi
cara, pelo, tetas y brazo, en un bombardeo indiscriminado. Mi hijo jadeaba de
placer derramando su lefa sin el menor recato. Al menos seis o siete lechazos
soltó mi pobre mi nene completamente congestionado por días sin eyacular.
Zigor, cuando se dio cuenta de lo acontecido me pidió perdón mil veces,
cuando la culpa solo era mía, yo le hice la paja y yo le incité a evacuar todo
el contenido seminal de sus huevos colmados a más no poder de esperma espeso. Me
limpié el semen de mi cara con mis dedos y lo lleve a mi boca para probarlo, no
pude resistirme, quitándole hierro a la situación un tanto embarazosa para él y
un poco para mí también….
– Sabes muy rico
mi amor no te apures, dije. Tienes una leche deliciosa… el deporte y la fruta
que tomas hace que tengas un esperma dulzón con un toque salado.
– ¡No me digas
que te ha gustado! Cuando empezaste no pude pararte, necesitaba que acabaras o
me iba a morir. Lo siento si te he molestado poniéndote perdida de lefa, pero
me has ayudado mucho, mamá. Gracias…
– ¡Para eso
estamos también las madres hijo! Cada vez que tengas necesidad de desahogarte solo
díselo a tu mamaíta y yo te liberare esa tensión amor.
Mi hijo se hallaba ahí relajado y con una cara de bobo feliz tras una excelente corrida hecha por su propia progenitora…
– Ahora espérame sin moverte, que tengo que quitarme este mogollón de semen de encima.
Me quite el sujetador y mis bragas, quedando completamente desnuda ante sus ojos. Tengo todo el pubis recortado y mi coñito depilado, lo que da una muy buena impresión cuando los hombres me lo ven por primera vez. Mis labios internos se abren como dos pequeños pétalos cuando se fuerzan expandiendo la vulva, entonces aparece mi flamante clítoris tan blanquecino y de buen tamaño cuando se excita, rodeado de su rosado capuchón…. Para mi niño no fue diferente, quedándose ensimismado en las curvas de su madre, a la cual escaneo de arriba abajo varias veces antes de poder entrar en el plato de ducha…
– Espérate ahí sentado mi amor mientras me baño.
Abrí el grifo y comenzó a salir de la alcachofa un agua tibia que me
envolvía arrastrando todo el pegajoso semen de mi piel… me enjabone
sensualmente enfrente de él recreándome al tiempo que pasaba mis manos por la
dermis bronceada por el sol, menos unos triángulos sobre mis tetas y el lógico
corte de mis braguitas de bikini. Todo aquel espectáculo tuvo en mi hijo
reacción con una segunda erección, si pensamos que la primera le había bajado,
que no lo parecía. El cetro de Zigor se erguía majestuoso con todo el prepucio
recogido, haciéndose ver esas dos zonas claramente reconocibles por el tono de
color entre la parte rosada de su glande y el resto hasta la raíz morenos como
sus flamantes huevos, aún de un tono más renegrido. Le veía como macho cargado
enteramente de morbo, me había olvidado que era mi retoño, pues con esa gran
pija es difícil pensar y tener un poco de raciocinio… parece que ese crío grandullón
necesita desahogarse un poco más, dos minutos de paja le habían sabido a poco y
a mí también.
Me exhibía frotándome todo mi cuerpo como una bailarina en la barra americana, un espectáculo exclusivo para mi hijo que teniendo la oportunidad de salir del aseo no se movió un ápice. Su presencia disparaba mi libido adueñándose de mis hormonas, y las esclusas de contención de mis adentros se empezaban a resquebrajar necesitando sentir su virilidad más allá de una paja entre mis dedos…, así que no le puse más trabas a mi enajenación, salí de la ducha y con la alfombra de pelo corto bajo mis pies, me puse de rodillas enfrente de él entre sus piernas y abrí mi boca. Abrí mucho la boca para zamparme tan tremendo trozo de carne trémula, y la acerqué a su afable badajo inhiesto. Él se levantó bruscamente de la silla justo cuando sentía el olor a macho desprendido de sus genitales…, y gritó
– ¡Ya basta mamá…! Somos madre e hijo, no podemos hacer esto. Sécame el cuerpo y déjame salir, dijo con un enrojecimiento en su rostro pero en esta ocasión era de un profundo enfado.
Yo me
cubrí con una toalla que por el tamaño tan pequeño, a duras penas podía retener
mi anatomía. Después lo sequé a él sin enfocarme mucho en sus genitales, solo
lo justo. Estaba bastante molesto y al parecer no quería dirigirme de nuevo la
palabra el muy hipócrita. Lo llevé a su habitación y le ayudé a vestirse sin
reproches, pero un tanto apenada por mi iniciativa imprudente, sin embargo las
hormonas hacían estragos en mi lujuriosa parvedad carnal, en nada aplacada
durante meses sin un macho que llevarme a mi coño…, ahí aproveché para tocar de
nuevo su hermoso rabo tieso mientras lo metía en su ajustado bóxer, por más que
ocultara su carestía una mamada le hubiera sentado de maravilla a él y a mí. Zigor
no menciono ni una sola palabra en la forma que se lo hice…, pues dediqué más
tiempo del debido y mayor roce en todo su bálano…, después salí del cuarto para
así dejarlo un tiempo a solas y se le pasara su enojo dejándome bien cachonda
el muy cabrón.
*****************************
Tuve una gran oportunidad, cuando mi hijo dormía y no dudé en aprovecharla. Tal vez había ido muy lejos, una madre no debería realizar ese tipo de actos sexuales con su hijo pero… una prolongada temporada en el dique seco en completa abstinencia, y el deseo que había despertado en mi era tan intenso, que prácticamente era imposible de sobrellevar. Las dimensiones enormes de su verga hacían temblar mi vagina solo de pensar cómo se acomodaría dentro de mi estuche ceñido. Tenía años que no me topaba con una verga así de descomunal, y mi conejo hambriento me gritaba que lo deseaba, pero eso era casi imposible…, era mi hijo y ahora parecía que me odiaba por lo que pasó en el baño, un paso imprudente por mi parte llevada por la lujuria imperante de mi ser.
El día siguiente transcurrió sin novedad, pero cuarto día tras el accidente se fue a la universidad cuando lo recogieron unos compañeros que forman parte del equipo de rugby junto a él. Llevó su teléfono móvil para grabar todo lo que se decía en clase y así no tener que apuntar nada. Yo le di un beso grande cuando se fue…
– ¡¡Te amo mi vida!! – Le dije mirándole a los ojos…, él no dijo nada y salió de casa con su hombro escayolado y la otra mano vendada.
No quise que se incorporara tan pronto a las clases, pero es un cabezota y no hubo manera de quitárselo de la cabeza…, en el fondo yo estaba casi más preocupada por haber podido arruinar la bonita relación que tenía con mi hijo que por su salud. Haberme lanzado a un encuentro carnal, es un hecho que cada vez vía más como un error terrible…, mi incontinencia sexual que acarreo desde mi prematura adolescencia, tal vez podía haber creado una fractura en nuestra conexión emocional, y podría llegar a ser irreparable.
Por la tarde llego con sus amigos de la universidad, chicos fibrosos y jóvenes que aprovechaban cualquier momento a solas conmigo para tratar de seducirme, o cruzarse en un pasillo mientras van al baño. Muchos eran muy atractivos pero no me llamaban la atención los chicos tan jóvenes. El más atrevido de todos era Jorge un chico con mucho dinero. Arrogante y patán como ninguno, trataba en cualquier oportunidad que tenía de convencerme para llevarme a la cama. Se acercó a la cocina mientras los demás veían el partido para conversar conmigo. Yo para tratar de no ser grosera le seguí la corriente.
–
Hola Julia como estas, no es pregunta, estas
deliciosa.
–
Hola Jorge, gracias… supongo.
–
Oye, cuando me vas a decir que sí.
–
¿Sí a qué?
–
Pues a salir a algún lado para conocernos más, al cine
tal vez o a cenar.
–
No creo que se dé nunca Jorgito.
– No me trates como un niño, podría darte una gran
sorpresa.
–
Lo dudo mucho cariño, ahora si me disculpas tengo
cosas que hacer.
– Bien, como quieras.
Me puse a cambiar las sábanas de las habitaciones de la segunda planta así ya no tendría más encuentros fortuitos con Jorge o cualquiera de los amigos de mi hijo. Más tarde se fueron y mi hijo estaba algo adormecido. Miguel un amigo desde la infancia, que estuvo en esa reunión me dijo que mi hijo había tomado un poco de cerveza, a pesar de que él le había aconsejado que no lo hiciera. Yo le agradecí por haberme contado la verdad y se fue cerrando la puerta detrás de él. Mi hijo había quedado completamente inconsciente por la combinación de pastillas para el dolor y alcohol… yacía desmayado inmóvil y roncando como un león en el sillón.
Yo fui a la segunda planta por su ropa para dormir y comencé a desvestirlo con mucho cuidado de no lastimarlo. Quité su camiseta muy despacio y con cautela para no lastimar sus brazos, el no daba ni la más mínima reacción de despertar así que yo seguí con lo mío. Después abrí el botón de sus jeans y le bajé la bragueta, el olor a hombre que emanaba de entre su ingle me perturbo de nuevo. Tomé rápido sus pantalones y los fui bajando despacio para no despertarlo. La excitación en mi creció y me encontraba de nuevo frente a aquel monumento al macho ibérico de vistoso falo, el sumo de los cipotes enormes.
Quité su ropa interior solo hasta sus rodillas y lo vi de nuevo. Majestuoso, grueso e imponente. La bestia salvaje dormía en una almohada de muslos fibrosos. Así que para enfrentarme a aquel monstruo decidí despertarlo. Lo tomé en mi mano la cual no podía rodearlo bien por completo debido al grosor. Comencé a frotarlo de arriba a abajo. Aquella bestial polla dio sus primeros signos de vida ensanchándose aún más. Yo la saboreaba como si fuera el manjar más delicioso de este mundo. Con cada fricción de mi mano en su delicada piel, hacía que creciera aún más. Pronto tomó las mismas dimensiones que la situación ocurrida en la ducha. El calor en mi cuerpo era insoportable. Me quité toda la ropa y seguí masturbándolo. Él no despertaba gracias a Dios, se encontraba completamente en K.O. Yo pensé que esta era mi oportunidad y me acerque a él. Froté con mi mano su marcado abdomen e incline de nuevo mi cabeza. Esta vez mi lengua hizo contacto por primera vez con su gran glande y la sensación fue sobrecogedora. Mi mente daba vueltas, abrumada por todos los sentidos el olor, el sabor, el placer y el tacto varonil de tan extravagante rabo viril.
Me convertí en una puta, y comencé a mamárselo como tal. Mi lengua recorría cada centímetro de aquel gran pedazo de carne trémula exacerbada por tal maravilla. El sabor salado a macho se unía al del sudor que impregnaba sus genitales por todos lados, dándole la consistencia varonil que me obnubilaba por consumado. Él se limitaba solo a gemir un poco pero permanecía adormilado deleitándose con mis lamidas…. Yo aproveché su estado medio inconsciente y seguí disfrutando de aquel dulce manjar. Mi lengua se volvió una exploradora en aquel terreno desconocido para mí. Pronto hice mío cada parte de aquel gran territorio llenándolo de saliva y haciéndolo gozar. Decidí llevarlo al siguiente nivel y de golpe lo metí un poco más a cada ida hasta llegar al fondo de mi garganta sintiendo crecer el recio tallo de mi retoño… mi boca cada vez era ocupada por más y más carne dura enervada hasta el punto que no me cupo todo por el tamaño y tuve que arquearme en mi primer intento. La saliva que se acumuló en mi boca era demasiada, debido a eso y la escupí toda encima de su polla. Lo masturbé de nuevo y recuperada comencé a entregarle mi garganta esta vez llegué mucho más lejos mientras mis manos se ocupaban del resto sin mamar y de las pelotas que debían ir bien cargadas de esperma.
Seguí dándole placer sin pensar en nada que no fuera poco menos que lujurioso, estremecedor y lascivo…, mi lengua se ocupaba de su capullo, la punta de la lengua del orificio uretral partido en dos, tan amplio como hermoso era su orondo glande cuyo contorno formaba una visera semejante a un casco de guerra alemán. Recorría todo el tallo percibiendo cada contraste de su relieve, de arriba abajo, donde me recreaba en sus formidables testículos…, los lamía a base de lengüetazos haciéndoles mover dentro del escroto, para luego tragarme uno a uno y saborear el candor de cada huevo en mi paladar. De nuevo volvía a su tronco rígido, tan tieso como un roble a darle el castigo de mi boca y ¡¡Zas!! Me lo zampaba al mayor ritmo que mi cuello daba de sí sin hacerme un esguince, la cavidad bucal se ensanchaba y las comisuras dilataban en suma medida para albergar un cilindro de tal calibre. La mamada se demoró por espacio de cinco cortos minutos cuando noté su endurecimiento y entonces torné a mamar solo el capullo hinchado como un balón de playa…
Lo mamaba hasta que el semental no resistió mucho más, y un gemido de placer nacido de su garganta se escuchó muy despacio, cerré herméticamente con mis labios su glande aprovechando la gran visera de su arpón, para seguido de una avalancha de semen eyaculando de su polla embargó mi boca. Los grumos eran evidentes que procedían de una acumulación retardada. Tanto, que podía sentirlos golpear mi paladar y galillo. Su leche era tan espesa y abundante que me sobrepasó con creces la capacidad de mi boca y de poder tragármela al tiempo que era expulsada con frenesí. Me ahogó un poco y buena parte se escapó de mi espacio bucal en regueros por mis comisuras, cayendo sobre su barriga entablada. Cuando acabo de soltar la carga seminal, acumulé la lefa depositada en la boca y sin más remilgos me bebí toda la que tenía saboreándola y no dejando ni una gota fuera…, necesité dos tragos y relamer mi paladar y dientes, así como lo que había sobre mis labios con un tercer trago. Después quité la que restaba en las comisuras de mis labios con mis dedos y lo chupé como el dulce más delicioso.
El sabor era exquisito por la gran cantidad de fruta y bebida isotónica que suele tomar para hacer deporte. La corrida había sido tan espectacular que debió de expulsar lo menos medio litro, todo no lo pude beber, por eso la parte que se derramó cayó sobre él…. Mi hijo estaba bañado en su propio semen y yo no lo podía dejar así. Mi lengua casi poseída comenzó a recorrer su cuerpo limpiando aquel dulce elixir sin dejar rastro de él. Mi excitación creció aún más y mi conejo se hallaba completamente mojado haciendo aguas por todos lados, al ver que la erección no menguaba en ese mástil enloquecedor. Mi cabeza no razonaba, el control hacía tiempo que lo tomó mi lujuria…, me subí con cuidado al sillón diciéndolo…
– ¡Perdóname hijo, pero hoy tienes que ser mío!
Me denudé por completo, me pude en cuclillas sobre él y enfilé su mostrenco a mi raja, coloqué su gran cabezón justo en la entrada de mi vagina y mis labios brillantes por la
abundante humedad, arroparon al gordo capullo que se prestaba hinchado como buen
ariete de tan flamante rejón. Abrí mis labios internos en forma de pétalos con
dos dedos y acoplé mi bocana a su glande… y descendí a una placentera descarga
electrificante que recorría todo mi cuerpo desde mi coño al mismo cerebro, en
un ramalazo místico conforme esa gran tranca me partía en dos ensanchando mi
vagina como nunca conocí…, mi cuerpo se arqueo y comencé a montarlo cual potro
salvaje buscando profundidad. Desde mi posición observaba mi chocho se devorar
tan vasto garrote fielmente lubricado por tan excelsa cantidad de flujo. No
pasaron ni diez segundos, cuando mi hijo despertó de su duermevela.
Mi hijo había despertado con algo de desconcierto en
su mirada. Aun no sabía bien lo que estaba pasando y su cuerpo no reaccionaba
muy bien debido a los medicamentos y el alcohol. Yo, sin tomarle importancia a
lo que él podría decir seguí montándolo en una follada fogosa. Su polla dura
como una piedra entraba y salía de mi ávida vagina como cuchillo en
mantequilla... tenía el coño húmedo como una marisma. Mi cuerpo con cada centímetro de piel
erizada y mis labios vaginales le daban a mi hijo la bienvenida de nuevo, al
lugar que lo vio nacer abrazando fuertemente a su polla. El abrió los ojos poco
a poco pero en su rostro se notaba que aún estaba atolondrado por lo medicado y
ebrio como estaba para poder razonar coherentemente.
– ¿Mamá que estás haciendo?
– ¡Shh
cariño, todo está bien!
– ¿Por
qué estas desnuda?
– Esto
no es más que otro de tus sueños mi amor
– Si
eso debe ser, debe ser ese sueño en el que trato a mi madre como a una puta, dijo para sí mismo.
– Oh
enserio. ¿Eso crees que soy?
– Siempre
he sabido que te acuestas con muchos hombres mamá… ¡Sé que te encantan los
negros! Aún recuerdo cuando de niño, traías hombres a la casa… yo te espiaba por
la noche a través de la puerta mientras ellos te hacían gemir como una zorra
salvaje.
– ¿Pero
qué has dicho? ¡¿Cómo te atreves a hablar a tu madre así?!
– Siempre
te lo he querido decir pero nunca me he atrevido a hacerlo. Creo que solo tengo
el valor para hacerlo aquí, en mis sueños.
Podía ver en su rostro que sus pupilas aún estaban dilatadas, el efecto de las drogas no había pasado y por la falta de fluidez en su forma de hablar, podía notar que aún estaba beodo. Pero no podía soportar que mi hijo me tratara de esa manera. Además no quería que la primera vez que lo hiciéramos me tratara como la peor de las putas. Tome mi ropa y me vestí….
– Vuelve a soñar en otra cosa amor, no habrá ramera a la que folles soñando esta vez, – dije un tanto furiosa con él y conmigo misma.
Se quedó dormido antes de poder mencionar una palabra… le ayudé a vestirse poniéndole su ropa interior. Al día siguiente lo levanté para bañarlo. Él trato de no pasar por lo mismo pero era imposible su verga estaba erecta de nuevo. Tras los antecedentes del baño anterior le dije…
– No quiero estar lavando tanta ropa y haciendo más esfuerzos así que es mejor si nos bañamos juntos.
Me quite mi falda blanca abriéndola con la cremallera lateral y bajándola con mucho esfuerzo ya que, por el volumen de mi trasero era
difícil de subir por lo tanto igual de difícil al bajar. Cuando por fin pude
lograr tan titánica acción mi trasero quedo al aire. Lucía unas bragas rojas
con un poco de encaje y de un tamaño muy pequeño, el cual en su mayor parte, se
escondía entre mis grandes y exuberantes glúteos. Podía ver de reojo a mi hijo
observándome pero no dije absolutamente nada. Después quité mi blusa dejando
por completo al aire mis gigantescas ubres. Mis pezones estaban tan excitados
que apuntaban a mi hijo como si mi cuerpo por sí solo expresara que era lo que
realmente deseaba. Bajé mis bragas de espaldas a él, agachándome bastante para dejarle ver por
completo mi conejito entreabierto provocándole. Pude notar que después de tan
erótico panorama su polla rezumaba ese dulce líquido con sabor a gloria que
tanto deseaba, su pre eyaculación.
De nuevo no dije nada y tome la esponja con el jabón y
empecé a enjabonarlo. La ducha estaba encendida y el agua caía en mi cabeza
recorriendo mi cabello y descendiendo por mis tetas al suelo. El agua estaba
caliente y hacia acrecentar mi excitación. Mi hijo aún tenía su virilidad en
todo lo alto en la mayor de las erecciones y con ella trataba de evitarme con
la mirada. Yo terminé de enjabonar aquel cuerpo atlético terminando en sus
glúteos firmes y duros, metí la esponja entre aquel par de rocas y enjabone el
canal entre ellas. Después lo metí al agua y enjuagué con delicadeza todo ese
jabón. Él no decía ni una sola palabra, permanecía mudo dejándose hacer.
– Ahora
te voy a lavar el cabello.
– Está
bien.
– Cierra
tus ojos.
– Ok.
Oye…
– ¿Qué
ocurre, te entro champú en los ojos?
– No,
no es eso.
– ¿Entonces,
qué es?
– Eh,
puedes ayudarme a desahogarme de nuevo.
– Bueno
lo he estado pensando mucho y tienes razón. No deberíamos hacer eso. Somos
madre e hijo y no está bien.
– Pero…
– Pero
nada, eso es lo que decidí y es lo que haremos.
Limpié cuidadosamente su polla muy rápido, solo unas
cuantas pasadas con la esponja y lo enjuague con un poco de agua. Lo
sequé rápidamente y le ayudé para que se vistiera. Durante todo el tiempo pude
ver una expresión de molestia dibujada en su rostro pero no le di más
importancia. Así estuvimos prácticamente por más de una semana…, sin nada
sexual de por medio, en donde yo solo era su enfermera y punto. Él se había
distanciado aún más de mí. Un viernes por la noche invitó a su amigo Jorge a
ver un partido de fútbol. La verdad no me agradaba mucho ese chico pero podía
notar que tenía experiencia con las mujeres. Era apuesto, de buen cuerpo y con
una energía sexual muy fuerte. Me gustaba provocarlo porque al final del día
siempre se iba sin nada y eso me hacía carcajearme de la risa sintiéndome la
vencedora de una batalla.
Esa noche me vestí un poco más provocativa que de
costumbre, porque sabía que venía y quería jugar un poco con él. Me puse un
vestido amarillo que tengo con un escote enorme y un sujetador blanco. No
llevaba tanga así que mi trasero se meneaba y brincaba de un lado a otro cada
vez que caminaba rozando mi piel con aquella suave tela. Mi hijo parecía
molesto por algo pero no adivinaba exactamente porque era. Jorge no podía
quitar los ojos de mi escote al igual que mi hijo. Estuvimos viendo el partido
hasta que llegó el medio tiempo. Me levanté a prepararles algunos bocatas y a
lo lejos les escuché hablar.
– Tu
madre es una delicia chaval…
– Cállate
idiota.
– Es
enserio, no sabes lo que daría por salir con una mujer así.
– Nunca
saldría con un gilipollas de rostro pálido como tú.
– Eso
lo dices tú mamón, pero que crees que dirá ella si yo….
– Pierdes
tu tiempo imbécil, ella solo sale con negros.
– ¡¿Qué?!
¡¿Es enserio?
– Sí, y
no subas la voz que nos puede oír…
– Oye ¿Y
por qué?
– ¿Tú
por qué crees idiota?
– No lo
sé.
– ¡Joder
tío que te tengo que hacer un esquema! Le gustan las pollas grandes.
– ¡Wow!
tu madre sí que debe ser una genuina veterana en la cama.
– ¡Anda
ya! Deja de hablar de mi madre si no quieres que te dé con la escayola del brazo
en la cabeza.
– Ok,
No te enfades.
– Sería
inútil para ti, te he visto en las duchas Jorgito… la tienes muy pequeña, dijo Zigor mientras marcaba una distancia de
unos diez centímetros con sus dedos pulgar e índice y se echaba a reír.
– No es
pequeña cabrón, es una polla normal, solo que comparada con la tuya se ve así, ¡¡Tú
eres un puto caballo…! Dijo Jorge
mientras ambos reían sin control.
Jorge ya estaba algo tomado de tanta cerveza cuando terminó el partido así que le dije que llamara a casa para que avisara que se quedaría a dormir, pero me respondió que en su casa no había nadie, todos habían salido de viaje.
– Muy bien entonces te prepararé la habitación de invitados.
Ellos siguieron charlando en la sala, mientras yo preparaba la habitación que se encontraba en la primera planta. Jorque ya ni siquiera podía hablar bien de lo borracho que estaba y yo veía una posible oportunidad de dejar salir algo de la pasión acumulada que llevaba en mi interior en aquel joven cuerpo. Mi hijo no podía cargarlo, yo fui con él y lo ayudé a llegar a la habitación.
– Yo aún no tengo sueño, me voy a quedar viendo la tele un rato en la sala, dijo Zigor.
Llevé a su amigo al cuarto ayudándolo a quitarse el
pantalón. Tenía una pequeña erección que se notaba en su bóxer tan ajustado.
– Muchas gracias por acostarme señora, pero sería mejor si se acostara junto a mí.
– Cuidado
mi amor, tal vez lo haga,
respondí.
Un instante después sorprendí a aquel muchacho
quitándome el vestido levantándolo por encima de mis hombros y quedando en ropa
interior. Él se quedó mudo e inmóvil.
– Te gusto Jorge.
– Sí
mucho, señora.
– ¿Te
gustaría que abusara de ti?
Pregunté mientras me reía levemente.
– Sí.
– Bueno
pues ayúdame a quitarte toda la ropa.
Como alma que lleva el diablo se quitó toda su ropa y se recostó en la cama. Sus ojos se entrecerraban por el peso de aquel alcohol que había ingerido y yo trataba de mantenerlo despierto. Me puse cerca de sus testículos y se los comencé a chupar mientras le picaba el ano. El gimió fuerte y me dijo, – eso dolió.
– Pues no te quedes dormido corazón, respondí.
Su ropa interior tenía manchas blancas por todos lados
y sus testículos tenían ese aroma a semen seco.
– ¿Te has
estado masturbando todo el día amor? Pregunté mientras pasaba mi lengua por toda su polla.
– Bueno
es que usted siempre ha sido, ha sido mí, mi fantasía, dijo con voz entrecortada.
Yo lo comencé a chupar intensamente y el solo se limitaba a quedarse callado gimiendo muy levemente, podía notar que tenía experiencia cuando le daba mi garganta intermitentemente y el no eyaculaba. Tenía muy buen aguante, así que decidí tomar una prueba del manejo en estas situaciones. Me monte encima de él y mis caderas hicieron lo suyo. El solo me tomaba de mi cintura y me veía ir y venir en un frenético movimiento adelante y atrás, circular e incluso saltando encima de él. Yo tomaba mis pechos y los chupaba mientras montaba aquella viril y juvenil polla. No podía ni remotamente compararse con mi hijo, pero era una buena polla con un grosor suficiente. Gemía muy fuerte intencionalmente para que mi hijo que estaba en la sala me escuchara. Quería que viera de lo que se había perdido por despreciarme y supiera lo que podía hacer una verdadera hembra en la cama. Jorge hacia lo imposible por no correrse antes de tiempo…. Yo seguía montando, gimiendo incluso gritando….
– ¡Fóllame como a una perra! Dije mientras mordía mis pezones.
Entonces fue cuando lo vi por el rabillo del ojo. Mi hijo en la puerta de aquella gran habitación, mirando hacia nosotros. No podía creerlo, trate de no mirarlo directamente y seguí como si no me hubiera dado cuenta. Mi hijo había sacado su polla monstruosa y se masturbaba intensamente. El saber que mi Zigor me observaba fornicar como una hembra salvaje me excitaba aún más. Me saque la picha de Jorge y me la apunté al ano.
– Hay que hacerlo seguro amor, no queremos un bebé ¿Verdad?
Me monte en él y sentí como mi ano le daba la entrada.
Yo me movía como una puta y Jorge no tardo en sucumbir al encanto de mi ano con
un intenso orgasmo.
– ¡Dios
mío! Grito
intensamente, mientras yo recibía aquella joven semilla en mi culo y gemía
fingiendo un orgasmo para que no se sintiera mal por haber tardado poco más de
tres minutos horadando mi culo.
– Eso
estuvo muy rico amor pero, ya es hora de dormir, – dije mientras lo tapaba con una manta y me
ponía mi ropa. – ¿Te ha gustado como te he
violado hoy nene? Pregunté con un tono humorístico. El solo asintió con la
cabeza. – Bueno de ti depende que se
repita, solo se bueno con mi hijo y no folles con nadie más, de ahora en
adelante esta picha me pertenece.
El asintió de nuevo y se quedó dormido. Cuando me giré
hacia la puerta mi hijo ya no estaba así que me imaginé que se haya ido tras
haber descabalgado a Jorge y no lo pillase. Salí de la habitación y la
televisión y las luces de la sala se encontraban apagadas en su totalidad. Supuse
que había ido a su habitación a terminar lo que había comenzado y yo hice lo
mismo. La verdad el sexo con Jorge había sido poco satisfactorio y me había
dejado con ganas de más que al principio. Esa noche me quité toda la ropa y
dormí desnuda completamente. Hacía mucho calor y mi fiebre sexual no ayudaba
mucho. Después de un par de horas caí rendida.
De madrugada dormía plácidamente hasta que un pequeño
movimiento me despertó. Era un ligero movimiento en mi cama. Trate de girarme
pero algo me lo impidió. El brazo de escayola de mi hijo estaba en mi espalda.
– ¿Crees
que puedes provocarme con tu cuerpo y luego rechazarme, para después follarte
al imbécil de Jorge, perdón follarte no, violarlo, así lo dijiste no?
– Tú me
rechazaste a mí, ¿qué no te acuerdas?
– Eso
fue antes, pero no te preocupes, yo te voy a dar lo que esa picha corta no
pudo, una verga de un verdadero hombre.
– Quítate
de encima.
– Esto es lo que deseabas desde un principio
no, hablabas de violación, te voy a mostrar que es una violación.
Después de tratar de ponerlo celoso con su amigo, mi hijo tomo una decisión… tratar de tomarme a la fuerza. Zigor puso su otro yeso en mi cabeza y con fuerza empujo mi cara contra la almohada. Su cuerpo estaba encima del mío, podía sentir su abdomen rozar mi trasero. Sentí como se acomodó y su pollón humedecido por su pre eyaculación se aproximó peligrosamente a mi coño….
– Zigor ni se te ocurra, dije con voz enérgica pero incapaz de poder hacer algo por detenerlo.
Él se acercó a mi oído y susurro en él… – ¡Esto va a ser una follada en toda regla mamá! Mientras metía con fuerza y de golpe su polla bestial en mi chocho afiebrado sin misericordia alguna, lejos de disgustarme en mi afer íntimo me gustaba mucho.
– Esta noche va a ser muy larga así que prepárate mamá, dijo Zigor. – Prepárate porque esta noche vas a sentir lo que es una verdadera polla.
Dijo con seguridad masculina, mientras introducía con la fuerza de un titán aquella tranca llena de sus lubricantes por mi coño…, a los pocos segundos la extrajo mejor lubricada por mis jugos y ¡¡Zas!! Encontró mi ano y de una sola estocada me acuchilló el cerrado ojal de mi esfínter…. Yo grité de dolor y una lágrima provocada por el mismo brotar de mis ojos. La polla de poco tamaño de Jorge no había ayudado mucho para que mi ano estuviera más dilatado así que la diferencia fue realmente notoria de inmediato.
–
Así te gusta verdad, dijo con voz jadeante.
–
¡Estás jodiendo a tu propia madre Zigor! Con
lo que yo te quiero mi amor. – No atendió a mis súplicas y la clavó más hondo y mayor
fiereza… – ¡Joder nene, me duele
bastante, quítate ya de encima cabrón! Dije totalmente furiosa y muy
adolorida.
–
No me importa lo que pienses… tu cuerpo es
mío y no de ese gilipollas picha corta.
Me presionó aun con más fuerza la cabeza con su otra
férula y comenzó a darme por el culo mediante embestidas brutales y salvajes.
Cada empellón suyo era un torrente de dolor que dejaba mi colon ardiendo y
forzado a rendirse y dilatarse ante semejante monstruo que, con violencia y
bestialidad, destrozaba todo a su paso por aquel pequeño orificio. Yo gemía,
pero lo hacía por el dolor, como cuando gemimos para ayudar a que el dolor de
parto sea más llevadero. Mi hijo resoplaba y seguía con sus clavabas a fondo frenéticas.
Mis ojos estaban en blanco y mi cuerpo se llenaba de sudor debido a la noche
tan cálida en la que nos encontrábamos. Mi espíritu se había dado enteramente
por vencido y mi cuerpo le pertenecía por completo a él. Yo solo gritaba y
gruñía con cada penetración que mi hijo sometía a mi ano. No mostraba ni el más
pequeño ápice de misericordia… con la largura y sobre todo anchura de su
virilidad, me encontraba muy abierta.
–
Esto es para que entiendas, quien es el que
manda en esta casa ¡Quien es el macho!
–
Yo no quería que llegáramos a esto, para por
favor Zigor, así no.
–
¿Así no? será como yo lo quiera.
–
Te lo pido por favor.
–
Cállate y gózalo, te he visto follar durante
años y sé lo que te gusta. Te encanta que te traten como una PUTA y eso es lo
que haré para que no notes la diferencia con todos esos hijos de puta que te
follan.
–
Quítate ya, no quiero lastimarte por favor.
–
Hazlo si eso deseas, será bajo tu propio
riesgo, puede que mis brazos sufran aún más daño.
–
Por eso no quiero quitarte yo. Mi vida no
sabes cuánto te deseo dentro de mí, pero no así mi amor.
–
¿Entonces cómo?
–
Te quiero con amor, que seas tierno y me
trates bien dándome placer al mismo tiempo que tú recibes el mío.
–
Tú tomaste ventaja de la situación con la
primera vez. Con esto estaremos a la par.
Me aplasto la cabeza con los codos y una
oleada de embestidas arribó a mi culo sin miramiento alguno, una tras otra
destrozaba cada rincón de mi interior, yo no podía evitar el sentirme mojada,
ser perforada jodiéndome por el culo me estaba excitando y mi hijo seguía sin
darse cuenta. Lo único que le importaba era llegar a la plena satisfacción por
su cuenta, a su propio orgasmo aliviándose sus cojones y su masculinidad. Su
resistencia era tremenda para ser un chaval de 18 años en plena efervescencia
sexual. Yo traté de cerrar mi ano y prohibir la entrada pero solo fue peor.
Utilizó más fuerza y entró aún con más poder. Grité de nuevo en un intento
desesperado de amedrentar un poco el dolor.
–
Sí así me gusta… que lo sientas entero, todo
hasta el fondo, – dijo
resoplando de lujuria fuera de sí, mi hijo era un hombre totalmente desconocido
para mí. Las arrimadas eran cada vez más fuertes y seguidas… – Ya estoy muy cerca, prepárate.
–
¡¡Córrete fuera por favor!!
–
Mamá no estás en disposición de decirme lo
que he de hacer.
–
Te lo ruego me vas a romper toda.
–
¡Cállate la boca y disfruta joder! A mí no
me vas a negar lo que le has dado el mamón de Jorge y a tantos otros ¡Tómala
toda!
Gruño con fuerza y el bombeo en su verga
comenzó a dejar fluir una descarga espesa y caliente de esa leche que como
combustible llenaba mi tanque por completo.
–
Ya por favor mi amor no me des más, te lo
ruego, dije
mientras el sacaba su falo monstruoso de mi ano goteando con su espeso y
blanquecino semen.
–
Apenas estamos comenzando mami, no me rechaces
ahora, – dijo
riéndose– Mira, esta vez fue por lo del
sin sustancia de Jorge, estaba muy molesto por eso, pero ya me desahogue, –
dijo – Ahora seré un poco más atento
contigo y te tratare un poco mejor.
Me Puse boca arriba y el dejo caer todo su peso sobre mí. Su cuerpo firme lo sentí encima del mío, su piel tocaba la mía sintiendo su calidez. Lo duro de su abdomen se encontraba con la esponjosidad del mío y sus duros y enormes pectorales con mis grandes y voluminosas tetas apretándolos al contacto. Me besó introduciendo su lengua húmeda y pasional en mi boca. Mi piel se erizó como si una corriente eléctrica la recorriera de rincón a rincón. Su polla aún estaba bañada en su semen pero ya estaba erecta de nuevo ¡Bendita juventud! A estos chicos no se les baja la erección tan rápido como era de desear en mis circunstancias.
– Ábreme esas piernas mamaíta, dijo con decisión.
Le obedecí como una fiel y sumisa esclava,
me sujeté las piernas manteniéndome despatarrada mientras él se sujetaba en
tensión viril con el brazo dañado con el esguince de muñeca, levanté mi culo
del colchón buscando enfilar con su tranca y con un buen juego de cadera de su
parte… el gran badajo volvió a invadir mi interior con aquel monstruo de
pollón, el doble de hermoso que el de su amigo Jorgito, y tras él su ejército
de pasión y desenfreno encarnado en sus dos grandes bolas de derribo que se
balanceaban amenazantes y aún cargadas de material fertilizante. Gemí un poco
por el dolor producido por la tremenda anchura de su rabo, pero a él no le
importo, sabía que mi conejo aguantaba eso y mucho más…. Siguió besándome
apasionadamente mientras me penetraba adentrando centímetro a centímetro el
largo tallo y cuando ya claudicó en su incursión enterrándola hasta los huevos,
dejó que mi chocho se acomodara al nuevo inquilino, solo continuaba con
pequeños vaivenes a los que yo ayudaba con un contorneo circular de mi cadera.
Y vuelta a salir hasta dejar solo el capullo dentro…
Así comenzó a follarme cada vez a más
ritmo pero esta vez lo hacía con más ternura, despacio y sin prisa
llegando cada vez más profundo… una y otra vez me hacía notar sus testículos en
mi culo, cual masaje demencial. Viendo su nueva actitud, confié en él y le abrí
más mi vagina, haciendo con ella pequeñas presiones sobre su verga procurándole
el máximo placer posible a mi disposición…mi vulva buscaba el beso de sus
huevos. Él se percató de inmediato de mi relajación, y traicionó la confianza
que le había otorgado, quizás porque intuyó mi deseo de recibir pollazos más
duros, le confundí y por ello de nuevo empezó a ser violento y brutal conmigo…,
no me disgustaba del todo. Sus embestidas se volvieron completamente
instintivas y salvajes, un puro semental montando a su hembra, así es como en
verdad me gustan los machos y él lo sabía tras muchos años viéndome follar con
tantos y tantos cabrones que me dejaban impedida tras matarme a pollazos.
–
Por favor, para mi amor, – dije con voz queda al oído. El no respondió
nada solo seguía martirizándome con esa verga agresivamente e imperturbable. – Estoy en mis días fértiles, mi vida…, es un momento
peligroso para correrte dentro, – supliqué. – Si me llenas el coño de leche me puedes preñar. Mi útero está ahora muy
receptivo.
Daba la sensación que suplicaba a un muro,
mi hijo continuaba inmutable agitando su culo y apretando cada vez más fuerte
contra mi coño, empujaba con tanta fortaleza que me hundía contra el colchón de
látex una y otra vez. En esos extremos me dejé llevar vencida, con la esperanza
que tras su primera corrida en mi culo, no quedaran espermatozoides capaces de
preñarme… notaba cada ondulación de sus hinchadas venas que marcaba el gran
cipote que portaba en ristre, masajeando las terminales nerviosas de mis
paredes vaginales…. En fin me abandoné al placer de sentir la fortaleza de mi
hijo follándome con ahínco inmisericorde…, le abrazaba de sus omoplatos y acto
seguido lo envolví con mis piernas sobre sus muslos, a modo de cepo imposible
de escapar.
Continuaba martilleando mí ajado coño cual
martillo pilón incansable. Tras más de quince minutos de euforia y sin más
percibí la inflamación y dureza de su daga al mismo tiempo que gruñó soltando todo el aire de
sus pulmones… y una fuente de leche salió de su polla llenando mi interior con
toda su pasión. Los chorros de lefa se concatenaron uno tras otro sin
indulgencia. Yo grité – ¡No! –
demasiado tarde para evitar cualquier premonición…. Permanecí inmóvil mientras
mi hijo respiraba con agitación con su cabeza encima de mis tetas y terminaba
de desahogarse dentro de mí, percibía cada chorro de esperma invadir de nuevo mi útero, sintiendo que aquello tendría sus consecuencias.
Había dejado de tomar las pastillas tras la marcha de mi novio Carlos por
consejo del médico… "Una buena
temporada de varias semanas le vendrán bien a tu cuerpo tras los dos años
continuados de anticonceptivos, me indicó…," con lo cual que Carlos se
marchara a Sudamérica para cinco o seis semanas me
vino muy bien para desintoxicarme del anticonceptivo…, pero mi cuerpo no
entiende de barbechos y la necesidad imperiosa que mis hormonas ejercen de modo
dictatorial sobre mi voluntad. Mi apetito sexual es tan inconmensurable que no
tuve el menor remordimiento de follar a pelo con mi hijo, mi propio hijo, en un
incesto cargado de morbo que ambos sentimos, y de hambre sexual largamente
postergada.
*****************
Mi hijo y yo habíamos mantenido una
relación íntima por mucho más tiempo del debido… donde solo él quería satisfacer
su instinto animal y yo no podía hacer nada al respecto. Después de aquella
follada “forzada”, volvimos a follar unas tres o cuatro veces más consentida a
ello, antes de la vuelta de mi novio de Sudamérica. El avance de curación de Zigor
era casi prodigioso, su cuerpo joven y deportista respondía muy bien a los
estímulos y cuidados de su madre, pero desde que Carlos volvió a España la
relación con mi hijo, ya de por sí tensa, se crispó mucho más dado que esa
tensión no era aliviada con la fornicación salvaje que practicábamos por deseo
explícito mío. Con Carlos a mi lado, la llave del sexo que tenía mi hijo había
sido completamente cerrada. Mi vagina solo la disfrutaba mi novio. Carlos era
muy apasionado y fogoso en la cama, de raza negra, es un mulato para mojar pan
con una polla ostensiblemente grande y venosa que me hacía gozar y gritar cada
noche que nos dábamos una escapadita al hotel.
Lo único que me pesaba sin poder contener, es que cada vez que me follaba Carlos, pensaba en la virilidad de mi hijo, en la poca diferencia entre una tranca y otra…, una blanca y la otra negra pero que en mi coño se igualaban dándome placer. Es una locura y un pensamiento estúpido pero en ese momento me estaba enamorando de Zigor como hombre. "¿Cómo puedo pensar en eso?" Me preguntaba. No podía creer que fuera tan estúpida para enamorarme de mi propio hijo, alguien que ya no me respetaba y no se preocupaba por mí. Mi hijo se había distanciado esta vez mucho más. Ya había pasado tiempo y le habían retirado la escayola y los vendajes duros para tener solo unos blandos que él mismo se arreglaba… ¡Lo peor de la curación ya había pasado!
Con la rehabilitación había recuperado por completo su movilidad y cuando lo hizo me dijo que iba a jugar de nuevo. Yo me opuse rotundamente pero a él no le importo como es su costumbre y sin contacto entrenaba de manera individual. Estaba saliendo cada semana con su pandilla de amigos, donde había un nutrido grupo de chicas jóvenes… y eso me ponía muy celosa. Los fines de semana, ya entrada la noche solía traer a cualquier zorrita de antro, y durante toda la madrugada se la tiraba en su habitación sin importar que yo estuviera en casa, ¡Follaban a grito pelado! No sé si lo hacía por vengarse o para provocarme pero, cada noche en esa habitación una chica distinta a la vez anterior gritaba cosas como…
– ¡Joder como follas! Me corro… me corro. ¡Esto sí que es una verga y no la
de mi novio…!
Mi relación con Carlos era muy bonita. Él era muy atento y servicial conmigo. Tenía solo cinco años menos que yo y me había dicho muy rápido que me amaba. Yo me sentía algo confundida al respecto pero trataba de entenderlo, soy una mujer con tirón. Una noche de viernes mi hijo se quedó en casa enfermo de la gripe. Esa noche subí para ver si necesitaba algo pero solo se limitó a decirme…
– Estoy bien mamá, puedes irte.
Carlos me llamó esa noche
unos minutos después.
– Hola
mi reina como estas.
– Muy
bien mi amor y tú ¿cómo estás?
– Extrañándote,
te necesito en mi cama.
– Estás
loco, que cosas dices.
– Anda
mi amor, regálame una noche contigo, necesito estar dentro de ti, amor. Dentro
de tu acogedora vagina.
– Ok
pero, ven a mi casa.
– ¿Tu
hijo no está?
– Si
pero, no importa está enfermo y seguro se quedara dormido temprano.
– Ok,
como tú digas amor. Te veo en unos minutos nena, te amo.
– Ok
aquí te veo.
Me prepare para la velada. Fui a ponerme una tanga y un sujetador rojo que me había comprado días atrás en una tienda de lencería sexy para él. La verdad es que yo tenía muchas más ganas que él, pero no quería que se percatara de ese deseo incontrolable que tengo hacia los hombres. Le preparé una cena sencilla, una pasta con tomate y espere a que llegara. Arribó en una hora muy bien vestido con una camisa de seda roja y un pantalón negro ajustado que resaltaban su prominente paquete y su jugoso y duro trasero que tantas veces había tenido el placer de devorar. Tenía la cabeza afeitada y una barba espesa recortada en perilla. Una piel de chocolate y una lengua jugosa y gruesa que daba los mejores besos franceses que había degustado en mi vida. Se acercó a mí y me tomo de la cintura besándome apasionadamente. Su lengua recorría cada piño de mi dentadura y como un taladro pretendía perforar mi garganta. Yo lo empuje un poquito porque había comenzado a excitarme y le dije…
– Hay que cenar amor.
Accedió sin acosarme más. Cenamos acompañados de una botella de vino y muchas risas e historias divertidas. Hablamos durante horas y el vino me había vuelto un poco más cachonda y suelta con mi cuerpo. Me acerqué a mi novio y le dije al oído…
– Esta noche quiero follar sin condón, quiero sentirte todo entero mi NEGRO.
Él se calentó demasiado y me empezó a besar en el cuello. Yo sentía su lengua en mi cuello húmeda y resbalosa, sus labios succionando mi piel delicadamente mientras masajeaba con sus manos rudas de mecánico, mis tetas apretadas por el sujetado “push up” que había comprado.
– Me encantan estos melones mami, – dijo resoplando con lujuria.
– Pues vamos al cuarto para que te los comas entonces, – respondí.
Le agarre fuerte el gran paquete que gasta… – ¡Me
muero por comerme esta banana negra!
Subimos al cuarto de huéspedes que estaba junto al de mi hijo apropósito. Quería que él me escuchara como venganza por lo que él hacía con esas jovencitas. Tiré a Carlos en la cama y le rompí la camisa desabotonándola a la fuerza. El respiraba agitado y comiéndome con la mirada. Yo me quité la ropa y quedé en sujetador. Carlos me besó las tetas por encima de la tela y las masajeaba con sus manos. Yo le acariciaba la cabeza y sentía los vellos duros de su barba haciéndome cosquillas en mi busto.
– Cómeme el coño…, le dije al oído.
Se quitó el pantalón y la ropa interior y me tiró a la cama. Me despojó del tanga con la boca poco a poco hasta que finalmente la tuvo entre sus dientes. El aroma de mi ropa interior puso su verga en ristre, dura como un tubo de acero. Estaba muy cachondo y no pensaba con mucha claridad, probablemente por el alcohol. Me tomó de la cintura y me volteo boca abajo con su gran fuerza. Me dio una sola lamida en mi chocho y se metió con fuerza en un Pis-Pas y cuando me dio cuenta ya tenía su badajo horadando mi coñito anhelante… empuje en mi vagina contra su cuerpo con desazón al tiempo que le gritaba…
– ¡Ay cabrón! Qué buena polla gastas joder….
El volvió a embestirme profundo, sus testículos
campanearon golpeando la parte alta de mi vagina justo en mi clítoris. El no
mencionaba una sola palabra solo me embestía como perro en celo. Su polla dolía
porque aún no estaba muy lubricada.
– Mi
amor ve más suave, no estoy tan mojada.
– Cállate,
yo lo hago como quiero nena.
– Hazlo
despacio o esta noche no hay más coño para ti.
– Yo
soy el que decide eso nena.
– Muy
bien bájate de encima de mí hijo de puta.
– ¿Qué?!
¡¡Tómalo entero nena!!
Me tomó del cabello y lo agarró fuerte hacia atrás
penetrándome brutalmente decenas de veces a una velocidad criminal. Yo comencé
a excitarme recordando a mi hijo en esa misma
tesitura. Solo con cerrar los ojos podía imaginármelo sintiendo que era él,
quien realmente gozaba de mi sexo. Mi vagina de inmediato se humedeció con la
imagen de Zigor empotrándome con fiereza, y cuando vi en el espejo del buro que
estaba junto a esa cama era mi hijo el que estaba detrás de mí y no mi novio….
Yo jadeaba sacando la lengua y babeando por el deseo. Gritaba y gemía sin
control haciéndolo muy duro. Estuvimos como diez minutos follando rudo a cuatro
patas como una perra…, le grite sácalo cabrón a la par que me frotaba el
clítoris con mucha fuerza y mi vagina explotó en un orgasmo como si un río
hubiera nacido de ella. El colchón quedo empapado en unos segundos con mis
gritos y frotando con fuerza.
Él se estaba masturbando y cuando terminé de eyacular me agarró del cabello y me tiró encima boca abajo en ese gran charco orgásmico me la metió de nuevo y siguió follándome. Mi vagina estaba aún sensible y él se movía muy intensamente. En un par de minutos otro orgasmo se avecinaba esta vez era el suyo. Yo empecé a sentir su respiración más acelerada y le dije…
– ¡Córrete fuera! Por dios hoy no te corras dentro.
Él me penetró más salvajemente y yo gemí con una nueva corrida… él no sacó su polla de mi útero ¡Qué se puede esperar de un semental!, eyaculando junto conmigo y dentro de mí. Estaba a punto de recostarse encima de mí y lo empujé brutalmente…
– ¡¡Te dije que dentro no idiota!!
De inmediato como un resorte me levanté al
baño, dejándolo al animal rendido, exhausto y dormido por el vino y el sexo. Intenté
sacar toda su semilla de mi vagina, presionaba con mis paredes vaginales y los
chorretones de lefa se precipitaron en la ducha arrastrada por el agua que me
limpiaba la piel y el alma mientras escurría todo lo que pude de mi coño.
Cuando salí desperté a Carlos y le invité a que se marchara, estaba molesta con
él tras haberse corrido dentro y tratarme como a una puta, me fui al aseo aun empapada
secándome, observé a mi hijo a través del espejo fuera en la puerta,
esperando…se apoyaba en el marco bajo el dintel mirándome a los ojos.
– Eres
una puta, como es posible que te folles a ese imbécil negro en nuestra casa.
– Ésta
es mi casa y hago lo que me da la gana…. Además quién eres tú para recriminarme
con todas esas putitas que has traído sin yo dijera nada.
– Eso
ha sido para desahogarme porque ya no me has dejas follarte… pero como veo que te
comportas como una puta, pues te voy a tratar de esa manera.
– Tú no
me vas a tratar de ninguna manera cabrón.
– La
única manera para que te separes de ese mal nacido es quedándote preñada, así
que te voy a hacer un hijo.
– Estás
loco cabrón, no puedes preñarme ¡Cómo se te ocurre… soy tu madre!
– Ahora
vas a ver como sí. – Me
tomó del brazo con mucha fuerza y me arrastró hacia su habitación. – Sabes siempre he tenido esta fantasía de
volver a probar leche de tus tetas, la primera vez no estaba consciente de ello
así que esta vez quiero estarlo, me dijo.
– Estás
loco hijo, él bebé tendría muchas posibilidades de nacer con alguna
malformación.
– Eso
no importa también hay probabilidades de que no sea así en un 96%. Se quitó la ropa interior y dejo salir a la
bestia enjaulada en aquella prisión de algodón ajustado. – Esta noche te voy a follar como nunca, dijo.
Me rendí a sus encantos, su brutalidad no mermaba lo que sentía por él y tuve la debilidad de expresarle mis sentimientos ocultos, germinados en las últimas semanas…
– Estoy enamorada de ti Zigor….
– ¡¿Qué…?!
Pues que te amo como hombre hijo, lo sé desde hace unas semanas…. ¡Eres el
hombre que siempre he buscado en tantos otros y sin saberlo estaba en casa.
– Mamá,
yo… yo pensaba que me odiabas. Por eso te follaba tan rudo y a la fuerza.
– No te
preocupes por eso cariño…, de hecho lo disfrutaba en cada embate, pero ese no
es el punto, te amo y mucho… lo que me hiciste me gustaba en el fondo ¡Me
encanta que mi hombre me folle duro!
– Yo
también estoy enamorado…todas esas putas solo eran para intentar olvidarte.
– ¿Me
lo juras?
– Sí,
te lo juro por mi vida, sufro mucho porque te acuestas con ese imbécil y no
conmigo.
– No le
amo en absoluto, solo follo con él por su polla…, me recuerda a la tuya, que
aún parecida no está tan dura y presta a la batalla tras la batalla y aguantar
un tercer asalto si quisieras. Él apenas aguanta uno… Carlos solo es un
sucedáneo de ti.
– Esta
vez no voy a hacértelo a la fuerza, hoy te voy a hacer el amor.
– Aunque
no te lo creas, tal vez haya perdido la razón pero… ¡Zigor quiero tener a tus
hijos! ¡Deseo que me preñes! Estoy dispuesta a que me hagas la panza más grande
del mundo.
El no dijo nada, me besó muy
apasionadamente pero esta vez sus besos eran diferentes. Podía sentir su cariño
y calidez en cada uno de ellos. Acariciaba mi cuello y mi rostro mientras lo
hacía. Yo lo masturbaba para mantener despierta a aquella bestia.
– Hoy
voy a fecundarte con mi esperma espeso cargado de Zigoritos que harán crecer un
bebé dentro de ti, – dijo
– ¡Sé que todo tu puterío es porque
quieres ser madre otra vez!
– Es
muy posible que tengas razón hijo… Aunque también sea porque me gusta mucho el sexo, como a ti. Respondí sin pudor.
Me tumbó en la cama besándome y acariciándome. Yo estaba en el paraíso. Mi hijo besaba tiernamente mi cuerpo entero aromatizado con gel de rosas, no quería dejar pasar ni un solo centímetro de mi anatomía pasando por mis pezones, mi cuello, mis orejas e incluso mis axilas. Yo lo detuve tomándolo del rostro con ambas manos y le dije…
– ¡¡Hijo ya no puedo soportar más!!
Él me besó de nuevo y descendió a mi monte de Venus. Lo besó y lamió con ternura y mi vagina saludó la proximidad de su rostro con un olor a hambre de polla intenso. Comenzó a comerme el coño con un apetito voraz, yo no podía creer lo bien que se sentía, tenía mis ojos en blanco y mi cuerpo se arqueaba casi hasta el punto de doblegarse. Gemía como una zorra y mi hijo no paraba ni un segundo el ataque tan intenso de su lengua en mi clítoris, zampándose toda mi vulva. No tardó mucho en arribar un orgasmo brutal y húmedo que golpeo con fuerza la cara de mi amor hecho hombre. El trato de capturarlo con su lengua y bebió un poco yo gritaba y gemía intensamente. Mi hijo se acercó de nuevo a mi boca y me besó. El sabor de nuestras salivas y mi eyaculación en su boca se mezclaron en un solo núcleo que creaban nuestras bocas uniéndose…
– No me hagas padecer más, ardo en deseos de sentirte ¡Te necesito dentro de mí YA!
Dije a su oído en un susurro rogativo. Mi hijo tomo su
gran polla tiesa como una vara y la puso en mi vulva, justo por fuera de mi
coño. Froto con su endurecido glande mi clítoris pajeándome con delirio y me
dijo… – Te amo. – Rebozó su capullo
en mi jugo buscando mi entrada a la gloria y sin más me penetró delicadamente,
sentí como cada centímetro de su polla entraba abriéndome las carnes, sus venas
las sentía en mi vagina electrificando mi libido en cada relieve de aquel
monstruo dentro de mí, mi chumino lo reconocía de nuevo…
– ¡¡PRÉÑAME
mi vida! No dejes una sola gota de tu leche lejos de mi fondo uterino, ¡Entra
en la misma matriz si quieres…soy solo tuya y nada más! Dije a su oído nuevamente.
– Te
amo mami, te amo mucho. Eres la única mujer que colma mi pensamiento todas las
horas de mis días…, dijo
mientras me miraba a los ojos con su polla clavada a fondo
Cuando iniciamos y nos besábamos escuchamos un ruido,
era la puerta del cuarto de visitas, Carlos estaba despierto. A punto de ser descubiertos por mi novio el miedo se hizo
más latente. Mi hijo me había besado y tiernamente se disponía a
penetrarme. Mi vagina lo esperaba recreándose en esos instantes previos al
colapso dejando salir sus fluidos vaginales, igual manera a cuando se te hace
agua la boca por tu comida favorita. Entonces escuchamos el ruido de una
puerta. Carlos se había despertado y no me había encontrado en la habitación
marital o de fornicio indiscriminado. Probablemente me estaría buscando,
rápidamente me puse la bata y le dije a mi hijo que se tapara con la sabana y
se hiciera el dormido hacia un lado, no se le notara la erección en la sábana. Abrí
la puerta del cuarto de mi hijo y salí. Me encontré a Carlos en el pasillo,
parecía algo adormilado aun y se tallaba los ojos con los nudillos de los dedos
índices….
– Perdóname
mi amor es que vine a mirar que tal estaba mi hijo, parece que tiene fiebre
alta y tendré que quedarme a cuidarlo, dije. Él se tallo los ojos de nuevo diciendo…
– Déjalo
ya se pondrá mejor.
– Lo
siento pero no puedo,
respondí.
Se rasco los huevos y fue directo al baño a orinar. Parecía
algo molesto por lo que le dije, pero lo acepto, no tenía más remedio o
largarse de casa por la puerta donde había venido…. Sabe que si no accedía, el
sexo se acabaría para él. Cuando salió del baño le di un beso y le dije… ¡Buenas
noches mi amor! Regresé con mi hijo pillado en plena paja de mantenimiento, lo
hacía oliendo mi ropa interior. Le sonreí pícaramente y cerré la puerta con
llave… me quite de nuevo la bata despelotándome por completo, Zigor dejó su
mirada fija a mi raja muy bien arreglada con una tira de vello en mi pubis, a
continuación de mis labios vaginales…. Le daba una estética mucho más sugestiva
que una depilación total.
– ¿En
qué nos quedamos mami?
– En
que me ibas a hacer madre de nuevo mi amor
– ¿Enserio
lo quieres?
– ¡Estoy
decidida…Hazme un bebé mi vida! Quiero que me hagas una buena panza de donde
salga un hijo tuyo, para criarlo como lo hice contigo. ¡Hoy he decidido ser
solo tuya…TODA TUYA!
– Bueno
entonces prepárate mamaíta…, esta noche voy a llenar tu panza con nuestro bebé.
¡Tengo los huevos a tope de leche con ganas de preñarte!
– Sí
cielo…. Ven aquí ya mi macho y fóllame como solo un semental como tú sabe
complacer a su hembra
– ¡¡Voy
a follarte mogollón, mamá!! Vas a tener la barriga más gorda que nunca
imaginaste… ¡Lo mismo te hago dos hijos!
Le agarré las pelotas sopesándolas a la vez que los acariciaba con fruición…
– Sin duda los tienes muy duros de los llenos que están hijo ¡No debes retener por más tiempo todo ese esperma en estos huevazos! – Me acosté en la cama y abrí mis piernas de par en par ofreciéndome completamente despatarrada…. – Vuelve al lugar que te vio nacer mi amor, dije mientras abría más mis piernas.
Mi hijo resoplaba como un toro que esta por embestir
un capote y su polla estaba descomunal… tiesa, curvada al techo y ligeramente
vencida a su izquierda, como es natural en la mayoría de los hombres. Se
marcaban sus venas inflamadas bombeando sangre a su gordo capullo…. Tenía una
erección que levantaba su polla hasta 70 grados. Se subió a la cama y comenzó a
besarme de nuevo tiernamente. Con su lengua acariciaba dulcemente las paredes
de mi garganta que sin poner ningún tipo de resistencia se entregaban al placer
disfrutando plenamente aquel cálido y húmedo beso, nos comíamos las lenguas en
una vorágines lasciva sin parangón entre madre e hijo, entre hombre y mujer…
entre macho semental y hembra receptora. Mi vagina estaba que chorreaba de
nuevo al saber lo que le avecinaba. Yo besaba a mi hijo y sentía como mi cuerpo
sentía el roce de su lengua en la mía. Mi piel se erizaba, mis pezones se
endurecían y mi cuerpo entero temblaba ansioso de tenerlo en mis entrañas.
Mi hijo se detuvo y siguió besando mi cuello. Fue
bajando lentamente hasta llegar a mi vientre y metió su lengua en mi ombligo.
Yo estaba completamente en éxtasis pero sin llegar al orgasmo. Puso sus manos
en mis caderas y su cabeza en mi coñito. Se comenzó a zampar mi vulva…. Abrió
la boca y metió su gran y húmeda lengua dentro de mi ser, hurgando el conducto
vaginal en todo lo que daba de sí su viperina lengua. Mi vagina le regalaba
sabores exquisitos en los fluidos mezclados con su saliva… él saboreaba en
su boca el néctar expelido de mi más profunda claudicación hormonal. Esta vez
era muy tierno y cuidadoso, cada lengüetazo era muy suave y yo cada vez sentía
ese orgasmo más cerca. Mis gemidos se incrementaron y se intensificaron. Mi
cuerpo se meneaba al ritmo y compás de su lengua que entraba y salía de mi
bocana, después se recreaba entre mis labios hasta llegar al clítoris que
despejaba con sus dedos para lengüetear y succionar.
Entre lamidas y chupones me llevaba al limbo del placer unas y otra vez sin dejarme recuperar, y tanta dedicación en mi coño solo tuvo un resultado… el estallido de mi orgasmo. Gemí fuerte y me tape la boca con una almohada por miedo a que mi novio me oyera. Mi hijo bebía como loco cada gota de aquella eyaculación orgásmica sin control, pero parte lo escupió en su mano para untarlo en su polla monstruosa que debía de doler por el tiempo que la salvaguardaba en ese estado de dureza extrema. Se acomodó encima de mí y me abrazo tiernamente.
– Te amo mamá….
Me besó abarcando toda mi boca, proceso que yo aproveché para introducir mi lengua en su lujuriosa boca al mismo tiempo que me penetraba lentamente sin necesidad de guiar su daga flamante. Yo gemí de nuevo por la sensibilidad de mi vagina por aquel orgasmo y le espeté…
– No nene, espérate mi amor estoy muy sensible ¡Haz con cuidado!
Él solo me tomó más fuerte poniendo su cabeza al lado de la mía, nuestros pechos se unieron en uno y volvió a realizar una nueva incursión un poco más profunda, penetrándome despacio, con fuerza, decisión y mucha autoridad. Yo sentía como su polla se abría paso a través de mi vagina y lo abrazaba diciéndole…
– ¡Te amo mi niño, Te amo mucho mi amor! Siento tu verga muy enérgica… la siento como me parte en dos ¡Ummm!
El no respondía nada solo me invadía el coño en silencio con el vigor de tan tremenda tranca que llenaba todo mi conejo hambriento. Mi vagina abrazaba su polla con mucho cariño dándole la bienvenida como si reconociera su cuerpo una vez más, la notaba deslizarse trabando su relieve con el mío en un frote regenerador. Mi nene no quería parar metiendo y sacando su larga polla del coñito de su madre ¡Chas, chas! a un ritmo secuencialmente pasional Le acariciaba todos los músculos a mi alcance, eran fibrosos y tensos por el apareamiento que manteníamos…. En plena cópula le instigaba ha follarme así una y otra vez, Zigor empujaba haciéndome vibrar, procurando un acople mejorado con mi búsqueda de su polla con mi coño a cada embestida. Ya estábamos lo menos quince minutos en esa posición tan placentera del misionero abrazados y acoplados… yo sentía que me desvanecía a cada empellón soltándome latigazos de gozo al percibir su bálano en mi vientre y sus huevos chasqueando en la boca de mi coño. Mis gemidos se habían vuelto silentes y mi hijo me miraba a los ojos dándome aun con más fuerza y aumentando el ritmo ¡Aquella follada resultaba conmovedora! Yo solo le decía susurrante a modo de súplica…
– ¡Mi amor No puedo más, no puedo más!
Él me besó intensamente de nuevo, metiendo hasta el galillo su lengua, y una vez liberada me dijo…
– ¡Vamos mamá no te reprimas… ¡¡Córrete otra vez!! ¡Mójame con un buen chorro de tu coño!
Sentí esa corriente y me corrí intensamente. Mi cuerpo
sufría convulsiones y mis ojos estaban en blanco rociando con mis flujos a mi
hijo, lo pude hacer porque Zigor se salió de mi vagina quedando abierta…, y
como si hubiera una fuga de agua en ella al momento de salir destapando el hoyo,
el agua corrió abundantemente en varios chorros de ingente cantidad. Mi hijo quedó
mojado todo su abdomen y genitales con mi eyaculación… la cama se humedeció por
completo.
– Aun no
estoy totalmente excitado mamá.
– ¿Qué
quieres que te haga mi amor?
– Quiero
que me hagas una buena mamada, pero quiero que te lo tragues todo entera.
– Pero
que dices loco, no puedo toda entera, está muy grande.
– Quiero
que lo intentes, aquí tengo un lubricante muy bueno, eso puede ayudar.
– ¿Dónde
está?
– Abre
el cajón de la derecha del buro, ahí está.
– Ok,
déjame lo saco.
Saque del cajón una pequeña botella de lubricante sexual sabor a fresa y unte un poco en mi mano. Estaba muy frío. Lo unte en ambas manos y comencé a masturbar a mi hijo para llenar su polla con él. Tuve que usar una buena cantidad de lubricante hasta que impregné de la punta hasta sus testículos. Él lo gozaba mucho y me dijo…
– Manos a la obra mami, o mejor dicho boca a la obra.
Yo me metí de golpe su polla y se deslizo más fácil por mi garganta pero aun así no llegue hasta el fondo.
Él gimió soltando un… – ¡Joder mamá, eso se sintió de puta madre!
Yo intenté ir más lejos pero mi cuerpo se arqueo como
acto reflejo de las dimensiones de su verga en mi garganta. Estuve a punto de dar
una arcada, pero pude mantener el control y en cambio salió saliva de mi
garganta en gran cantidad. Tomé parte esa gran cantidad de saliva para empapar
su polla y tomar el reto de nuevo. Esta vez lo intente con todo. Poco a poco
fui rompiendo viejas fronteras en mi garganta y pude sentir mis labios en su
hacer tope en su huevazos, un poco antes de volver a arquearme al borde de una
arcada.
– Sí has llegado mamá… te vi ¡Te has tragado toda mi
verga!
– Si
casi me ahogo mi amor. Es la primera vez que me puedo meter una polla de más de
20 cm entera… y no sabes cómo me alegro que sea la tuya, la mejor polla que he
tenido.
– Pues
sí… lo lograste. Ya se puede decir que eres una garganta profunda.
Le sonreí satisfecha de ser una hembra complaciente, y
de haber sobrepasado uno de mis múltiples límites propuestos en mi vida…
– ¡Ahora
necesito que sin más retraso que me folles, Hijo! ¡Hazme tuya Ya, mi amor!
¡Deseo denodadamente sentir tu leche dentro de mi útero! Y que uno de tus
millones de Zigoritos me preñe y me haga una panza bien gorda, como una vaca
preñada.
– Muy
bien ¡Tranquila mami! Ponte a cuatro patas que te folle desde atrás ¡Mi polla
te va a entrar hasta tu barriga!
Obedecí cual hembra sumisa, me coloqué como una perra a cuatro patas sobre la cama y él se puso detrás de mí cual un buen macho semental, tan avivado como un perro en celo. Enfiló su polla forzándola a tomar una postura casi horizontal y una vez puesto su capullo en mí coño penetró de golpe tomándome fuerte de las caderas para acompasar sus inserciones con no escapar de su garrote. Empecé a sentir su bombeo intenso en mis glúteos que hacían una música como de aplausos cuando se unían con fuerza a su pelvis. El me pidió que si podría tomarme del cabello y yo le dije…
– Agárramelo con fuerza mi amor ¡Móntate a tu yegua!
Cogida de la parte final de mi cabellera con ímpetu, me penetraba en una gran follada de alta intensidad. Yo gemía y mi lengua soltaba saliva mientras él me empujaba una y otra vez con furor y decisión. Yo babeaba como una perra sedienta y él me follaba como un hambriento de hembra. Estaba muy excitado después de más de una noche de sexo intensamente lascivo, un sexo cargado del morbo INCESTUOSO más ancestral y primitivo, heredado de Adán y Eva y su recua de descendientes.
Después de estarme dando duro como
una bestia parda durante más de 40 minutos, me tomó con fuerza de las caderas y
lo sentí. Sentí aquellas últimas
embestidas las que te regalan el amor y crean vida en el vientre de una mujer. Las
embestidas que engendran a un bebé en el vientre de una madre. Su leche llegaba
hasta mi útero llenándolo por completo…, sus huevos y su próstata se estaban
quedando vacios a base de largos y gruesos chorros de lefa que invadían mi
intimidad. Sus convulsiones eran tremendas, unidas a los resoplidos y gemidos
broncos de mi hijo eyaculando como un toro dentro del acogedor útero de su
madre. Percibía cada latido de su corazón a través de su polla rigidizada y
dura como un fierro…, después de matarme a pollazos en diferentes posturas,
ahora me calmaba con el elixir de sus cojones. El esperma se acumulaba por
enormes grumos dentro de mi vagina llenándome el depósito, incluso creía
percibir a los Zigoritos nadar camino de mi matriz para conquistarla y hacerme
el hijo prometido ¡DE ESTA GRAN FOLLADA
SALDRÍA PREÑADA! Todo apuntaba a ello.
Mi hijo tardó casi medio minuto en correrse por
completo dentro de mí, los chorros se concatenaron sin cesar y lo menos fueron
diez o más, lo que unido a lo copiosos de cada uno es de imaginar cuanta lefa
estaba tragando mi coño en esa ocasión. No perdí la oportunidad de besar a mi
hijo mientras eyaculaba para dejarme preñada, sé que a los hombres les gusta
comerme la boca y yo a ellos en el mismo acto de inseminarme, les da tanto
placer como a mí, y en esta ocasión no iba a ser diferente…. Mientras él
descargaba su semilla en mi fondo uterino, yo eyaculaba de nuevo mezclando
nuestros fluidos, pero al tener su cipote enterrado en mi chocho, el flujo tuvo
que salir a presión entre ambos genitales acoplados. Me aferré a su cuerpo con
manos y piernas formando una trampa para osos, de manera que nunca escaparía
hasta dejarme bien fecundada. Al cabo de medio minuto o más nuestros cuerpos se
rindieron exhaustos…
– ¡¡Dios
mío, qué gusto mami!! Nunca me he corrido como ahora…
– Yo
también me corrí mi amor… y lo hice por enésima vez con un gusto tremendo. Qué
bien se está así mamá.
– ¡Anda
déjame estar un rato más encima de ti con mi verga dentro…!
– Ok recuéstate
mi cielo. Quédate todo el tiempo que desees ahí dentro. No hay nada como
sentirte y oler tu aroma a macho después de hacer el amor…, además de sentirme
orgullosa de mi hombre tras haber cumplido el cometido de preñar a su hembra.
– Nunca
me podré enamorar de otra mujer. Gracias mamá, eres inigualable.
– Por
nada mi macho.
Me giré para que se postrara sobre mis tetas y sentirlo cara a cara, se acostó en las mullidas ubres de su madre, volviéndome a meter su badajo que no rebajaba su capacidad, se posó abrazándome y sin sacar su polla de mi vagina se mantuvo largo rato. Yo respiraba con agitación tratando de recuperar el aliento y aun sentía la polla de mi hijo bañada en su semen y mi eyaculación dentro de mí. Era una experiencia excitante y placentera. Nos quedamos así alrededor de 10 minutos y mi hijo comenzó a besarme de nuevo en el cuello, la espalda, en mi cabeza y me indicó…
– ¿Estás lista para otra ronda más mi amor?
Me sorprendió que aún le quedaran ganas, en verdad el falo no había menguado casi nada pero yo esta reventada…
– ¡Déjame respirar mi cielo, me tienes rendida!
Sentí como su rabo crecía dentro de mi vagina mientras se excitaba mamando mis tetas, chupando y succionando mis pezones, para luego atornillarse a mi boca con pasión voraz…
– ¡Tenemos que asegurarnos que quedas bien preñada mamá!
– Con la cantidad de esperma que me has metido ¡¿Tú crees no es suficiente?! Con menos preñarías a diez yeguas…
– Si aún me queda semen para qué desperdiciarlo… y fuerzas también hay suficientes….
Su polla se endureció aún más y yo gemí en silencio. La profundidad de su tranca en mi vagina era del 100%... hasta los mismo huevos notaba en la boca de mi coño. De pronto tocaron a la puerta.
– Mi amor escuche ruidos, ¿estás bien, porque la puerta está cerrada? Pregunto Carlos.
Nos salvamos de ser descubiertos. Carlos había tocado a la puerta varias veces preguntando si todo estaba bien.
Yo me vestí inmediatamente y tape a mi hijo y dije que se hiciera el dormido.
Mi vagina estaba completamente llena de semen de la copiosa corrida recibida,
tanta era, que mi cavidad vaginal no podía albergar toda, por ello parte brotaba
cayendo al suelo de la habitación. Rápidamente abrí la puerta y mi novio estaba
ahí parado a punto de volver a tocar. Yo con un tono de indignación le
pregunté…
–
¿Se puede saber porque razón estás tocando a la
puerta, vas a despertar a mi hijo?
–
Lo lamento es que escuche algunos ruidos y quise venir
para ver si se encontraban bien.
–
Era solo que estaba teniendo una pesadilla debido a la
fiebre alta y yo estaba tratando de calmarlo, dije.
–
Está bien, lo siento, ¿me imagino que no volverás a la
cama conmigo verdad? pregunto.
–
Por supuesto que no, me quedare con mi nene, ve a
dormir y no vuelvas a tocar la puerta por favor….
Él se fue algo cabizbajo y cerró la puerta de la habitación. Yo me sentía
algo mal por tratarlo así pero temía que pudiera descubrirnos aunque…, eso lo
hacía aún más excitante. Cuando volví al cuarto, antes de llegar a la puerta de
la habitación de mi hijo, pise algo pegajoso. Era el semen que había dejado un
rastro blanquecino en el piso de madera del pasillo. Lo limpie inmediatamente
con un extremo de mi bata y volví a la habitación. Esa noche eyaculó tantas
veces dentro de mí que ya no cabía ni una gota más de esperma dentro… y sus
testículos quedaron secos y hasta condolidos de tanto golpeteo en mi coño.
Dormí en su pecho totalmente desnuda y con su brazo alrededor mío.
Por la mañana me levanté muy temprano y me metí a hacer la meada mañanera. Una
vez sentada en el váter, introduje mis dedos en mi coño lo más profundo que
pude, pude comprobar que buena parte del semen eyaculado por Zigor en mi coño había
estado reposado toda la noche dentro de mi conejo, el cual todavía no había
sido capaz de tragárselo, dándome una idea de la enorme cantidad de leche que
producen los huevos de mi hijo, ¡Incluso
para mi coño que es súper tragón era demasiado! La idea de estar preñada de
mi propio hijo me hacía mojarme de nuevo y las ganas de masturbarme me
invadieron por completo. Comencé a tocarme pensando en la polla de mi hijo, en
sus embates, su olor a macho en mis dedos… en cómo me follaba como una perra jalándome
del pelo. Casi podía sentir su polla dentro de mí de tan solo imaginarla. Tome el
frasco de desodorante y lo metí entero en mi vagina. El placer fue intenso su
helada superficie se encontró con mi cálido interior tratando de sofocar aquel
incendio de perversión que había en mi chumino.
Los fluidos salían bañándolo completamente aquella forma de cilindro me penetraba y yo solo podía pensar que era mi hijo el que lo hacía. Perdí un poco el control y me penetré en el ano con el desodorante con un deseo inmenso de que fuera mi hijo el que lo hiciera y sin demorar mucho eyaculé dentro de la taza del váter. Me levanté y me di una ducha…, el agua caliente que caía encima de mí se mezcló con mi eyaculación y se escapaba por el resumidero, me apoyé en la pared unos instantes respirando agitadamente deseaba aún más a mi hijo…. Salí de bañarme y fui a mi habitación por mi ropa. Carlos ya no estaba y me había dejado una nota. Al parecer tuvo que irse temprano por algo de su trabajo. Yo me puse un tanga blanca y un vaquero corto que hacía que se me viera un culo hermoso y parte de mis nalgas por la parte de abajo. Me puse mi blusa blanca de tirantes transparente y fui a darle sus medicinas a mi hijo para el resfriado. Él se estaba bañando así que fui a prepararle su desayuno. No tardó mucho en bajar a desayunar y le dije…
– Tómate tus medicinas amor, el desayuno ya casi está.
Él se acercó por detrás de mí, me abrazo apretándome las tetas fuertemente y me besó en la boca diciéndome…
– ¡Buenos días mi
amor! Yo me sorprendí por su cambio pero me gustó
mucho.
–
Oye nene ¡¿Ya te sientes bien para ir a clase?!
–
No, aun me siento débil, quiero descansar un poco más.
–
Te refieres a descansar como lo hicimos anoche….
–
Claro que si, además tengo que asegurarme de que mi
mujer quede bien preñada de mí.
–
Estás loco cariño… estamos locos los dos mi amor.
–
Sí pero por ti nada más mamá. ¡Anda termínate el
desayuno ya loco…!
Él se terminó su desayuno y yo estaba terminando de lavar los platos, se
acercó a mí nuevamente y me abrazó fuerte. Su cálido aliento lo sentía en mi
oreja que con ansias esperaba por las palabras que sus labios estaban a punto
de pronunciar.
– Me pone loco estos pantaloncitos que llevas… y lo sabes.
–
Me lo puse porque sé que te gusta mi amor, respondí.
– Ya no aguanto más, te voy a follar aquí mismo no me
importa, dijo eufórico.
Me tomo de la cintura y comenzó a desabrochar mi shorts con una mano y con
la otra manoseaba mi teta derecha mientras me besaba el cuello por detrás
apasionadamente. Mi cuerpo estaba rendido completamente a sus deseos y yo
solamente me dejaba llevar por la pasión. Me quitó los shorts y mi tanga quedo
al aire.
–
¡¡Qué culo tienes mami!! Dijo completamente enervado.
–
Gracias mi amor. Es solo para que mi niño lo disfrute
y se lo coma.
Me dio varias nalgadas a modo de azote cariñoso, y me bajó el tanga
también. Se escupió en la mano y unto esa saliva en su polla. Me reclinó encima
del granito de la encimera de la cocina dejándome con el culo respingón a su
entera disposición, hurgó mi coñito sacándome el jugo de entre los labios y
tras masajearme todo el chocho con esmero, clítoris incluido, me lubricó el ano
con dicho flujo metiendo su dedo pulgar a la vez que sin esperar más enfiló su
glande a mi coño abierto y predispuesto… y nada más encontrar la entrada,
empujó fuerte gruñendo como un verraco. Yo grité de gozo, me había metido de
golpe su verga en mi vagina, que aún lubricada no es suficiente debido a la
gran dilatación que ha de hacer para acoger tan vasto cipote.
–
No seas tan rudo mi amor, dije con los ojos vidriosos.
–
Te daré despacio no te preocupes.
Cumplió su promesa y lentamente comenzó a penetrar mi útero con una cadencia amorosa, complaciente a un ritmo en incremento. El placer comenzó a llegar a su cerebro y eso prácticamente lo excitó más convirtiéndolo de nuevo en una bestia en celo. Después de cinco minutos horadando mi coño, dándome tan fuerte que mi culo con su pelvis parecía una tormenta cuyo aguacero me partía en dos, me dijo…
– Tengo ganas de que me lo hagas con la garganta.
En esos momentos me sentí su PUTA, me tomó del cuello dejándole la boca abierta a lo más que podía y él comenzó a follarla muy duro, prácticamente ahogándome con su tubo de carne. Yo lo empuje y casi me vomité por lo profundo que había llegado. Entonces con delicadeza me tomó de la cabeza enredando sus dedos en mi cabello… me besó al tiempo que me colocaba de un abrazo sobre la mesa donde comía con mi novio por las mañanas. El siempre desayunaba en su habitación así que no le importaba.
Me
abrí de piernas para que el macho pudiera gozar de su hembra a pleno…, sin
necesidad de guiar su cipote encontró el camino de mi coño entrando a saco sin
más. Comenzó a penetrarme duro como un martillo pilón, notaba el vástago entrar
y salir a toda velocidad volviéndome loca, gemía gritaba para compensar la
locura que estaba gozando mi coño al mismo tiempo que lo abrazaba sintiendo con
mis brazos su dura y fuerte espalda. Gimiendo y gritando de placer me la metía
hasta los huevos una y otra vez sin cesar ¡¿Cómo es posible que me follara con
tal pasión y fortaleza después de la noche toledana que habíamos tenido?! Sin
duda mi hijo había salido a su madre, un
adicto al sexo implacable, un sátiro que no se conformaba con follarme una sola
vez sino las veces que la hembra necesite para estar completa…
–
¡¡Fóllame duro mi amor!! ¡¡No pares de joderme…Tu
madre es tan puta como tú eres de cabrón…!!
–
Joder mamá tienes un coño de Puta madre…, está bien
apretado.
–
Esta apretado para ti mi cielo.
–
No me extraña que te guste tanto follar… ¡Toma toda mi
jodida verga dentro!
–
Dámela entera mi cielo, no te dejes nada fuera ¡Hasta
los huevos métemelos! ¡Venga nene, mira cómo te follas a tu madre!
–
Estás muy buena mamá, ¡Cuánto tiempo he deseado
follarte!
–
Pues ahora me estás follando hijo y seguro que me
estás preñando ¡Me estás haciendo un bebé muy hermoso!
–
Mamá te voy a llenar con mi leche otra vez….
–
¡Córrete ya mi cielo!, ¡lléname! ahí bien dentro de tu
madre ¡¡Vamos atibórrame de lefa cabrón!!
Mis
palabras de ánimo no pasaron desapercibidas, si además las acompañé de un buen
sobo de sus cojones mientras me empujaba toda su hombría a lo más profundo de
mí ser, aquello no podía durar mucho… ni el más presto de los machos aguantaría
tal presión en sus huevos durante más tiempo que mi hijo…. Así que Zigor después de un gran gruñido lleno mi útero con su semilla de
nuevo…. Una estocada seca envió su glande a mi útero y allí que quedó soltando
el primer gran chorro de leche, el segundo no tardó en alinearse con este y un
tercero a continuación. Los chorros de esperma candente me atiborraban el fondo
de mi vagina llenándola de nuevo de su semilla fertilizante…, así nos quedamos
unos segundos más asegurando la inseminación hasta que el chico me dejó caer
las piernas que sujetaba con sus brazos….
Seguimos follando toda la mañana hasta que Carlos llegó a casa para comer.
Yo le serví en la mesa justo donde mis nalgas habían estado en la gran follada
mañanera, y mi hijo había dejado parte de su lefa ahí, el cual había olvidado
limpiar fielmente, se confundía con cualquier mancha de leche de vaca
derramada, por eso pasó desapercibida para el lelo de Carlos. La cocina tenía
un olor particular a sexo encerrado y mi novio al parecer lo había notado sin
saber ubicar muy bien la razón de ese extraño olor.
–
Huele un poco raro, dijo… Esto está demasiado cerrado.
–
No lo he notado mi amor, contesté sin el menor aspaviento cual actriz de
afianzada en tablas.
Un par de semanas después cenando con mi novio me dieron asco unos huevos
revueltos que comí y fui a vomitar al baño del restaurante. No le mencioné nada
y continuamos la velada… regresamos a la casa sin más, me acosté a descansar en
la cama que compartía con él y cuando amaneció el trastorno se volvió
presentar, sin duda aquello ya sonaba anómalo, pues no había tomado nada aún, y
solo el olor a café con tostadas que salía de la cocina me provocó unas arcadas
sospechosas. Una vez normalizada, fui a comprar una prueba de embarazo. Oriné
en ella y esperé por el resultado impacientemente. Se puso rosa, es decir Positivo,
estaba preñada. El problema era saber de quién era mi hijo.
****************************
Mi novia me engañaba con su
hijo, me quedé pasmado, porque mi novia es como muchas de esas mujeres maduritas sin ser gorditas pero con
todo en su sitio, con defectos sí pero con las carnes súper firmes, es madre de
un hijo que vive con nosotros o mejor decir que yo vivo con ellos en su casa. Yo
estoy separado con tres hijos y ya cumplo más de cuarenta, lo que se dice de la
crisis a esta edad en mí se cumplió el día que conocía a Julia… es una madre
muy joven, pero tener un hijo de dieciocho no le quita la esencia pura de una
hembra… es mujer y siente y puede hacer sentir. Así que esta historia, puede
ser una historia que le puede suceder a cualquiera y cualquiera puede si
quiere, disfrutarla o sufrirla…. El historial sexual de Julia es largo, lo sé
de antes de comenzar a salir con ella, sin embargo me convenció lo volcado que
estaba en nuestra relación, en un tipo como yo que era casi un escombro y de
raza negra…. Nos liamos en un bar, follamos en el asiento del acompañante de mi
monovolumen Xsara Picasso y desde ahí enlazamos nuestras vidas. Tal fuera mi
polla con su dimensiones extraordinarias lo que le atrajo de mí, pero he decir
que desgraciadamente para ambos no me funciona todas las veces que deseáramos.
En fin trabajo como un burro para dar de comer a mis hijos y convivo con Julia y su hijo Zigor. Sobre mí he de exponer la gran falta de autoestima acarreada por mi separación, los celos no son mi fuerte y me los trago si hace falta pero lo visto aquel día azaroso no tenía excusa…. Era ya algo tarde, las nubes de lluvia que se alejaban, le daban a esa hora del día un aire de melancolía y el olor a lluvia llenaba todos los rincones de las casa. Cuando llegué a casa de Julia no hice ningún ruido, no lo hice por algún motivo en especial, sino porque estaba tan ensimismado en mis asuntos… mis problemas y cómo afrontarlos con nuevos proyectos que me absorbían toda la atención. Entré mecánicamente cual robot programado, todavía se oían de vez en cuando, los imponentes truenos de los rayos que en algún lugar no muy lejano, acompañaban a la tormenta.
Desde que me fui de casa alborotada por mis hijos, el silencio que imperaba en mi vida me llamaba mucho la atención… no me acostumbraba del todo y me llenaba de nostalgia por aquellas risas y conversaciones ausentes. Pero en aquel silencio, un pequeño ruido como jadeos opacados y respiraciones profundas, se distinguían claramente, aunque muy callados. Caminé a donde escuchaba aquel murmullo y llegué hasta la habitación que compartía con mi novia… y allí estaba el motivo del ruido. Julia tenía visita, en una ocasión al inicio le dejé claro lo abierta de nuestra relación con respecto al sexo con otras personas, me pilló en un bajón de autoestima y eso quedó ahí para la posteridad. En esos momento yo no sabía de su aventura y ella no se dio cuenta que la observaba disfrutando con aquel desconocido para mí.
Mi corazón casi se escapaba de su lugar y sentí como que las piernas no me respondían y creí caer. No sabía qué hacer, por un momento, la rabia invadió mi mente y quería matarlos, pero poco a poco la situación se fue transformando en algo más cívico… casi placentero. ¡Ver a mi novia teniendo sexo en mi cama! Eso era una situación con la que no había fantaseado, por más años que viviese con ella…, pero ahora se estaba dando poniéndome lo cuernos con un tipo físicamente semejante a su hijo. Nunca lo hubiese esperado de ella, porque decía que ella no podía tener sexo con otro que no fuera yo… ¡Ja!… ¡no será puta! Pero allí estaba a cuatro patas como una perra en celo disfrutando de las embestidas que el tipo le daba por detrás con fuertes empellones, haciendo templar su cuerpo en oleadas, al tiempo que surgían los gemidos semi opacos de su garganta y los de él más ocultos.
Decidí no hacer evidente mi presencia, para qué no era plan de montar un escándalo, ya se sabe que con la sangre caliente se hacen cosas que uno se arrepiente toda la vida, así que en silencio observé desde la penumbra del corredor y a través de la rendija de la puerta, como se follaban a mi novia, la que hasta hace unos segundos, creía fiel. La sesión duró unos diez minutos en lo que yo llevaba allí, más el tiempo previo a mi llegada, en los cuales ella no dejo de jadear y pedir polla en voz muy queda, como queriendo no dar evidencia de su infidelidad… rogaba se la metieran más duro. El tipo era mucho más joven y mejor parecido que yo, seguro que no mejor dotado, era en términos generales un tipo con buenas hechuras pleno de juventud…. Sospeché de cualquier amigo de Zigor, suelen pasar mucho por casa, deportistas y sin los prejuicios que la vida nos da. Sin embargo, ella estaba disfrutando como loca, aquella follada que le estaba metiendo el tipo. De pronto ella le ordenó, que le diera más duro y empezó a gemir…, para evitar el ruido, se cubría la boca con la almohada, mientras pedía a gritos casi inaudibles, que le metiera la verga bien dentro.
– Sí…Así mismo nene ¡Méteme la verga!, le gritaba.
¡Qué cosas! Yo siempre le pedí que
me dijera esas cosas y nunca se brindó, pero a él se lo ordenaba a grito
tendido, lo cual demostraba la poca valía como macho que yo suponía para Julia….
A los pocos segundos después, ella se corrió a tronante…, era algo escandaloso
se corrió en tanto en cuando el chaval continuaba horadando su coño sin tregua
pero un poco más pausado para que la mujer disfrutara con su convulsas
contracciones abdominales. Ya más calmada el joven semental arreció sus
incursiones y sin más aspavientos también se corrió emitiendo un sonido ronco
acompañado de varias puntadas al fondo del coño de mi novia…
Mientras se corría el tipo, he de apuntillar que se deslecho dentro de ella, le espetó dejándome helado… Ahora comenzaba a encajar el endiablado puzle de sospechas e indicios de la relación extraña entre Julia y Zigor. ¡No eran normales gestos tan afectuosos entre madre e hijo! Arrumacos que rozaban la lascivia y mi novia siempre excusaba con el gran amor que sentía el chico por ella.
– ¡Ha sido memorable Julia! Follas de Puta madre.
Ambos se rieron por el doble sentido
de la frase pronunciada por el chaval que aun estando de espaldas reconocí en Zigor
de inmediato. Quedando los dos exhaustos acostados en la cama, observé que el
chico no usaba condón cuando extrajo toda le verga de la chorreante raja. Me
impactó el hecho de que mi novia estuviera con otro, pero ya era insólito que
ese cabrón fuera su propio hijo, y para más INRI que lo hicieran sin protección,
a pelo.
Mientras ellos se tendieron en la cama, yo regresé a la puerta de entrada…la abrí tratando de hacer el suficiente ruido, para hacer evidente mi presencia.
– ¡Ya estoy aquí mi amor! – Dije, para que ella se diera cuenta de mi presencia en casa.
Caminé al cuarto oyendo cerrar la
puerta del hijo de mi novia y entré, Zigor ya no estaba evidentemente, solo
ella recostada sobre la cama, debajo de las sábanas…
– ¿Qué haces en la cama? – Le pregunté, se quedó como muda.
Solo balbuceo algo ininteligible que por supuesto no pude comprender y aunque ella agarraba las sábanas con fuerza, la destapé encontrándola desnuda.
– ¿Qué haces desnuda a estas horas de la tarde…?
Le pregunté y otra vez, se quedó callada, no sabía que decir y se le notaba en su actuar los nervios de haberla pillado infraganti…
– No es necesario que me mientas más ¡Ya sé que
estabas con tu amante y por eso estás desnuda en la cama…! – Ella palideció
por segundos, me miró con una mirada de culpabilidad. – ¡Ja, ja! No te enfades, – dije
fingiendo que confundía esa cara de culpabilidad con una cara de enojo. – Solo estaba bromeando. Yo sé que eres incapaz
de hacerme algo así. Quedó algo más relajada, pero en mi gesto existía la
contradicción porque no la convencí del todo… – ¿No ha llegado el muchacho de estudiar?
Le pregunté por Zigor que esas tardes estudiaba en casa de su amigo Pedro, y ella todavía no sabía qué contestar, pero al fin se soltó diciendo…
– No, no ha llegado todavía que yo sepa.
Con una tremenda cara de susto por
si iba a comprobarlo a su cuarto y me encontraba en pelotas, sin embargo a ver
que no me movía de la habitación alivió su rictus facial al ver que lo había
tomado a broma lo de estar desnuda. Luego de todo eso, le pedí que fuéramos a
cenar… me moría del hambre. Esa noche le iba a hacer unos espaguetis. Ella se vistió
y cuando llegó a la cocina, su rostro estaba cambiado y otra vez era la mujer
alegre que siempre había sido.
Empezamos a hacer la pasta, yo me dediqué a hacer la salsa y ella puso los fideos a hervir. Cuando por fin salieron los fideos, me dijo que en lo que hacía la salsa, se iba a dar una ducha. Se fue al baño y yo terminé de hacer la salsa, serví el espagueti y la llamé. Llegó radiante, con un olor a recién bañada y el pelo húmedo, con una sonrisa en la cara y se acercó a mi silla y me dio un beso y me dijo al oído…
– Te amo, nunca voy a engañarte. No podría estar con otro en la cama
¡Qué mentirosa! Hice como que le creí y le di un beso en la boca y aproveché para meterle
mano entre las piernas. Ella se rio de mi travesura y se sentó a comer. La cena
transcurrió muy amena entre risas y anécdotas terminamos de cenar, lavamos los
platos y nos fuimos a la cama. Yo entré al baño a darme una ducha y en esos
momentos Zigor sigilosamente hizo el paripé de volver a casa y luego regresé a
la cama. Ella se juntó a mí y me abrazó de una manera muy tierna… no hicimos el
amor, ni lo propusimos…, por parte de ella no deseaba evidenciar lo encharcado
de su coño y por la mía, meter mi polla en su coño, donde sin duda estaría
lleno del semen de su hijo. Me daba mucho asco embadurnármela con leche ajena.
La noche se terminó y la luz del
sol, se colaba por entre las cortinas. Toqué a mi lado y ella no estaba. Muchas
veces había ocurrido esto y nunca había pensado mal, más ahora no me extrañaba
que alguna vez se estuviera follando a su hijo, así que me levanté muy lento y
fui a donde estaba. La encontré en la cocina y a su hijo que se marchaba a la
Universidad, ni me lo cruce. La pude ver a través de los cristales de la
puerta, pero ella no me vio de espaldas a mí. La besé en el cuello y ella se
regocijó con mi presencia, cuando me miró quedó un poco contrariada, esperaba
que fuera otro quien la obsequiara con ese beso sensual. Tras el desayuno le pedí,
fuera a comprar una lista de cosas para celebrar el santo del chico, ella no
quería aludiendo no ser necesario, pero le insistí al ser una fiesta tan
señalada en el calendario, no trabajaba en San Zigor (19 de marzo) y me podía
explayar con mis inquietudes de “máster chef”.
Ese año iba a hacer una comida y
postre a la medida del amor familiar. La idea era mandarla a hacer algo lejos
el tiempo suficiente meter en las maletas las cosas que había llevado a su
casa. Mi hermano me acogió en su casa por unos días. "¿Cuántas mentiras me habría dicho durante los dos años de convivencia?
¿Cuántas mentiras le había creído durante todo ese tiempo?" No sé, pero
ahora comprendía el mensaje de mis amigos más cercanos a los que no creí, o no
quise hacerlo cuanto me dijeron lo fácil que era acostarse con ella… me di cuenta
que Julia me mentía demasiado y no pensaba pasar por otra ruptura traumática.
La compra le llevó un par de horas, tiempo suficiente para hacer las maletas y
marcharme con un mensaje escrito explicándole el por qué… A los pocos días
tuvimos una entrevista, le dejé claro que no volvería con ella, pues ya tenía
un sustituto más joven en su cama…, no desvelé que sabía la identidad del
susodicho, y lo dejamos estar sin heridas emocionales, sin aspavientos ni
rasgaduras de hábito, sin rencores…, resignándonos vivir la vida como a cada
uno le plazca con sus principios y valores morales.
*****************************
Sospecho que mi novio nos pilló follando y por eso acabó marchándose en silencio tal y como vino. Sobre las nueve de la tarde llegó Zigor, hablamos unos minutos y me dejó sola en la cocina mientras él se fue al salón a ver la televisión, yo me quedé sumida en mis pensamientos. No sé cómo pasaba, pero me ponía muy cachonda pensando en mi hijo y que yo, su propia madre pudiera excitarle de esa manera tan extraordinaria. Seguía dándole vueltas al asunto de Carlos, pues me dejó al día siguiente de pillarme en la cama desnuda después de haber follado con Zigor. Todo fue muy sospechoso y hasta el más tonto se hubiese dado cuenta que me hallaba exhausta y recién follada. Sus preguntas e ironías ahora tenían sentido, nos descubrió y dejó pasar el agua…, se apartó de nosotros para no sufrir ni hacernos sufrir a mi hijo y a mí, ese gesto era de agradecer.
Retomando el momento en que pensaba que era observada por Carlos follando con Zigor me excitó, noté que tenía los pezones duros como piedras y las bragas empapadas y ya solo tenía una idea en la cabeza, necesitaba que me follaran y quería que fuera mi hijo. Dejé la cocina y fui a mi habitación, al pasar por el salón me acerqué a mi hijo por detrás del sofá donde estaba sentado y acariciándole el pecho, le di un beso en los labios, mientras le decía…
– Cariño, me ha gustado mucho lo que me has dicho en la cocina, si no fuera tu madre…. te comería… pero si lo fuera ¡¿No me comerías mucho más?!
Lo dejé en el sofá notando como
empezaba a tener otra erección y me metí en mi habitación para ponerme sexy. Me
coloqué unas bragas blancas con un orificio central que dejan ver mi precioso y
pelado coño… un sujetador sin copa que dejan las tetas al aire, me pinté los
labios de rojo Rusia, y solté mi cabellera sobre mis hombros. Por encima me
puse una bata de estar por casa nada excitante. Como ya me imaginaba, mi hijo,
no tardó ni cinco minutos en meterse en el cuarto de baño, por nada del mundo iba
a dejar que se pajease, aquella época pasó para él, así que no le iba a dejar…
su leche ya solo era para mí. Llamé a la puerta y me contestó con voz
entrecortada…
– Está ocupado mamá.
– Lo sé… Anda abre, es una necesidad
urgente.
– Está bien, espera un segundo.
– Abrió la puerta y sus pantalones de
pijama no podían ocultar su gran excitación. Ver aquel bulto, me puso todavía mucho
más cachonda.
– ¿Qué estabas haciendo ahí encerrado?
– Nada que tenía un apretón.
– Sí, ya veo que te aprieta bastante, le
dije mientras le acariciaba su polla.
– Mamá, lo siento es que no me atrevía
a pedirte cómo estás…. No sabía qué hacer ni dónde meterse.
– Mira cariño aún faltan muchas
semanas para que podamos dañar al bebé…. Podemos follar sin problemas. He
estado pensando en lo que te he dicho antes y la verdad nunca me ha importado
ser tu madre cuando me he abierto de piernas para ti… ¡¡Me has puesto muy
caliente y estoy loca porque me folles!!
Y mientras le decía esto, retiré mi
bata y le dejé ver mi esplendoroso cuerpo aderezado con la lencería. Se quedó
como hechizado mirándome y me dijo…
– No te puedes imaginar lo mucho que
he deseado que pasara esto entre nosotros…, ni en mis mejores pajas me
imaginaba algo así. Siempre me han gustado las mujeres maduras, y eso es por ti.
Tienes un cuerpo precioso mamá.
– Gracias mi vida…, tu también estás
macizo, pero hoy no me siento tierna… me siento como una perra en celo y
necesito un semental que me clave su dura polla y me rellene de leche.
– Te voy a dar tanta leche que vas a
explotar mami.
Fuimos
a mi habitación y lo tendí sobre nuestra cama de matrimonio, quedó con su
mástil vertical al viento, me abrí de piernas sobre ambos costados de mi hijo a
la altura de su pecho y me fui dejando caer sobre su badajo hasta que sentarme sobre
él…, solo notar como la dura polla de mi crío, entraba en mi húmedo coño
deslizándose como en mantequilla lo hace un cuchillo afilado, me estremeció al
punto que me corrí de gusto y él también notó un cortocircuito que le
inquietaba todo el cuerpo. Su dureza y mis flujos a borbotones embebeciendo su
verga ayudaban a entrar hasta las mismas entrañas… notaba como me llenaba de
carne trémula, la hundí a fondo y la volví a sacar dejando un pequeño reguero
de flujo sobre sus pelotas, su verga seguía dura como un palo rosa, así que lo
volví a meter en mi coño con mayor ímpetu, mientras el nene jugaba con mis
tetas amasándolas, pellizcando mis pezones y mamando de ellos sin pudor alguno.
Al rato de pegar sentones y de satisfacerse mamando de las ubres que le dieron
de comer, sentí las manos de mi hijo en mis caderas, como sus dedos se hundían
en mi carne, como me apretaba con fuerza las nalgas clavándome sus uñas ¡Joder
me moría de deseo! Creo que hacía años que no me ponía tan caliente. Cogí sus
manos y las llevé hasta mis pechos de nuevo….
–
Por favor, juega con ellos, masajéamelos, me excita
tanto.
–
Quiero comérmelos mamá, quiero mamar de esas tetas que
me alimentaron de pequeño ¡Deseo hacerlos mío para siempre!
Empezó
a trabajarme las tetas con total dedicación mientras yo clavaba mis uñas en sus
pezones, estirándoselos y rascándoselos de lo avivada que me ponía ese cabrón.
–
¡¡Así, cariño, como me gusta, que bien te follas a mamá!!
–
Tienes el coño más caliente que he probado nunca, ¡Me
encanta follarte mamá! Eres divina.
Empezamos
a movernos cada vez más deprisa hasta que noté que su leche se agolpaba a punto
de estallar… todo su cipote se tensó, endureció y él hiperventilaba en clara
evidencia de la proximidad del clímax… Entonces exclamé a los cuatro vientos…
–
¡¡Cariño córrete dentro de mi coño!! ¡Quiero sentir los
chorros de leche de mi niño…!
–
¡Mamá, que cachonda eres! Cada día estás más puta….
Dijo
antes de chuparme la boca en plena lujuria al tiempo que soltó la primera
explosión en un tremendo chorro de leche que percibí en el mismo cuello
uterino, mis tetas colgaban titilantes a cada puntazo de su polla en mi vagina,
un segundo y tercer lechazo seguidos de otros hasta acabar de vaciar sus
cojones. Me quedó unos segundos empalada con aquel cetro que poco a poco se
quedaba menos duro. Cuando salió de mi hucha me di prisa en devorar aquel falo hasta
que se quedó semi duro, recogiendo los restos de su semen y comiéndomelo con
gula…
–
¡¿Está satisfecho mi macho?! Le has dado mucho placer tu
gordita..
–
Me has dejado totalmente a gusto mamá… por ahora. Creo
que mi polla se ha a acostumbrado a ti…. Después de follar con una mujer como
tú las demás no me van a excitar tanto, sin contar que eres mi madre… eso es
insuperable.
–
Pues ya lo sabes mi amor… aquí tendrás a mamá abierta
siempre para ti toda la vida.
A
los pocos minutos mi chico tenía su polla en ristre…continuamos follando como
locos, y los fines de semana con ambos metidos en casa, follábamos como conejos
durante horas. Las siguientes dos semanas iban a tres polvos por día, me tenía
bien jodida y colmada de gozo. Llegó la época de exámenes y Zigor se concentró
más en los estudios que en mí, por otro lado lógico y querido por mí, pero mis
adentros pedían marcha que soportaba como bien podía a base de masturbaciones.
Debo indicar que vivimos en una comunidad pequeña de pisos de protección oficial y de ayuda social muy bien avenidos, donde mi hijo se hizo de muchos amigos. Varios de ellos eran muy cordiales y educados conmigo, pero había uno en particular, un vecino con el que se había criado. Prácticamente habían crecido juntos y eran los mejores amigos… su nombre es Gaspar. Iba a visitarlo a nuestra casa desde que tenían seis años o menos. No comencé a notar su cambio conmigo hasta que empezó a entrar en la pubertad. Cuando tenía alrededor de trece años, sus miradas y trato conmigo cambiaron. Ya casi no me dirigía la palabra y siempre me miraba de reojo viendo hacia mis escotes y tratando que yo no me diera cuenta, pero una mujer siempre sabe cuándo alguien la desea. Salía siempre con muchachas diferentes por meses y parecía ser todo un don Juan, pero había algo extraño en su actuar, sentía como si algo le preocupara siempre. Cuando Gaspar cumplió la mayoría de edad mi hijo le organizó una fiesta sorpresa en nuestra casa para celebrarlo. Irían prácticamente todos los chicos de la universidad, ya que ellos estudian juntos y solían divertirse a lo grande. La fiesta la harían en casa y yo no quería ser inoportuna con mi hijo, por lo que decidí no entrometerme y que ellos disfrutaran de su fiesta sin mi presencia y ese día me solté con el chico y ocurrió una de tantas aventuras que he tenido, fui la MILF de mi vecino Gaspar.
Aun con la aventura de Gaspar no dejé de ser la mujer de Zigor, Yo estaba encantada con mi insaciable crío, era tanto o más que yo, pero mi estado necesitaba una tregua y le convencí para que pasara unos días con mis padres en su cortijo. Al poco tiempo me llamó mi hermana hablándome de su hijo Miguel, diciéndome que estaba matriculado en la Universidad de Málaga y si podía quedarse a vivir en mi casa. No pude negarme ante su precaria situación, pese al especial rechazo de su parte cuando tuve a mi hijo de padre desconocido. Aparté mis rencores y amparé a mi sobrino…. Mi hijo había ido a pasar dos o tres semanas con los abuelos y yo me había quedado sola en casa ultimando mi trabajo… me venía bien estar sola para acabar mis cursos online, sin embargo, con el embarazo, estaba excitada todo el tiempo. Me masturbaba constantemente y no podía disminuir la calentura que prácticamente me agobiaba todo el día. Aún no se me notaba el embarazo de unas 20 semanas, pero noté que mis mamas ya habían empezado a crecer, así que la llegada de mi sobrino fue una bendición para paliar mis sofocos. No pretendía sustituir a mi hijo por él, solo utilizarlo de bombero que apagar el incendio de mis adentros mientras Zigor no estaba para ello…. ¡Todo se precipitó! Con el desatino con mi sobrino.
Las cosas entre mi familia y yo mejoraron al margen del incidente con mi sobrino. El acogimiento en mi casa se vio como un paso para pulir las desavenencias del pasado… Mi sobrino no abrió la boca a riesgo de quedar como un degenerado, violador y desagradecido. Mi hermana sabiendo solo media historia guardó el secreto de la paliza, más bien por vergüenza y resignación cristiana. En las fiestas es común ver a la familia, especialmente cuando hacía años que no nos veíamos… me invitaron. Esas fiestas decidí pasarlas con mi familia, pese a que mi hijo se marchó con sus amigos con la excusa de necesitar unas vacaciones fuera del pueblo…ninguno de mis amantes estarían conmigo por distintas razones así que decidí pasarla con mi familia yo sola con el resto. Más concretamente mi padre y hermanas. Mi hermana fue pero sin mi sobrino porque viajaría a Canadá por un concurso que había ganado en la universidad. Mi hermana Daniela llevo a su hijo Daniel, este es un muchachito con una malformación que le impedía caminar, pero en todo lo demás era un chico muy normal. Practicaba baloncesto en silla de ruedas y era muy bueno. Tengo entendido que era el capitán del equipo e incluso estaba becado por ADO. Los chicos de su equipo contaban con un par de campeonatos gracias a él. Él es un muchacho algo tímido pero a pesar de eso es muy alegre. Siempre tenía la pesada carga de tener que ir a todos lados en silla de ruedas. Lo que transcurrió en esos días viene reflejado en el relato de… “El regalo de Navidad”.
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