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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Asuntos Familiares Reservados






"MI VERDADERA HISTORIA" 

Me he animado a escribir este relato a modo de confesión tras las múltiples peticiones de lectores que se interesaban por mis imbuidos relatos...he de decir que la familia es principio y fin...., sin lugar a dudas la mía me ha inspirado en lo más sublime, ya que desde niños hemos vivido en plena libertad sin tabúes mostrándonos tal como somos, en lo físico y en lo anímico. 
 
A menudo preguntáis si todo lo que escribo es una transcripción de la realidad o es solo fantasía. En mi caso debo confesaros que a los relatos hay que ponerle un poco de imaginación con una base de experiencias en primera persona o en tercera según el caso. En mi blog siempre verás del tipo Heterosexual, y entre ellos los más destacables están los catalogados en la categoría de filial, eso se debe al tremendo morbo que conlleva el sexo en familia, y lo fácil que me ha sido inspirarme dentro de la mía a lo largo de mi vida hasta el día de hoy. También hay gotas de zoofilia, pero estos no son en primera, ni siquiera en segunda persona, sino experiencias que mi madre ha sabido por terceras personas de su vida campestre alejada de cualquier población por kilómetros...de estas he ido sacando ideas, y sí, como te imaginas, mi madre ha sido una activa colaboradora de mis relatos y de mis experiencias directa o indirectamente. 

Podéis creer que antes de narrar cada párrafo, he vivido total o parcialmente dichas relaciones gracias a todas esas féminas que han disfrutado con mi verga. Pero si algo he de destacar en especial, es a mis padres, despojados de todo pudor dentro del núcleo familiar, dotando a cada acto un alto grado de liberalismo sexual que nos ha llevado a practicar el incesto como una forma más de vincularnos afectivamente de manera intensa. 
 
Si bien las prácticas sexuales completas con mis familiares las inicié muy joven, follarlas y correrme dentro de sus coños solo fue el culmen de años compartiendo baños, duchas, cama y juegos sexuales, e incluso masturbadores las más de las veces excitantes, y todo desde que tengo uso de razón.  
 
En casa siempre nos hemos desinhibido mostrándonos tal como somos, con nuestro defectos y nuestras virtudes...entre ellas se puede destacar la titánica sexualidad que brota por los poros de nuestra piel, tanto en las hembras como en los machos de cada miembro. Nos gusta tanto el sexo, necesitamos tanto el sexo que practicarlo solo fue un paso natural más. Si bien me inicié con mi hermana Antonia, con quien me llevo 5 años, no fue hasta follar con mi madre cuando realmente descubrir el fascinante placer de gozar del sexo con una hembra, de deleitarme con el coño de una mujer que sabía usarlo a las mil maravillas. ¡¡Nada es comparable a eyacular sin medida en lo más profundo del útero materno follándolo a pelo, al natural!! Esa primera vez es indeleble, sin embargo mi hermana fue mi primera pasión, a la que amo con devoción y celo hasta el día de hoy, ya casados con nuestras respectivas parejas y con hijos a nuestro cargo... hijos engendrados en indefinible procedencia paterna.





MI HERMANA ANTONIA

…Ya era mayor de edad cuando ocurrió la primera vez y debo de decir que jamás nos arrepentimos de lo hecho por que fue una buena experiencia y la primera que tuve dentro de la familia… Mi hermana inauguró mi gusto incestuoso, y esto se dio porque ella puso pie a que ocurriera, con sus atenciones tan explícitas a ello.
 
Nuestros padres trabajaban muchas horas fuera de casa, mi padre tenía y mantiene a día de hoy una ferretería y mi madre es maestra dando clases por la mañana en el colegio y por las tardes en una academia para chicos que necesitaban refuerzo y adultos, con lo cual mi hermana y yo vivíamos prácticamente solos casi todo el día, aun estando mamá en casa, mi hermana y yo nos refugiábamos en el cuarto a estudiar o “jugar” juntos, y pese a que muchas ocasiones follábamos sin condón, nunca la dejé preñada o eso me confiesa dos de sus hijos…. Desde siempre habíamos compartido la misma habitación hasta que cumplí los 17 años y a ella le vino la regla parece que fue el momento para separarnos en habitaciones diferentes, pero estudiábamos juntos porque a ella se sentía más inspiraba al estar conmigo. 
 
Yo, jamás imaginé que iba a suceder, porque nunca estaba en mi mente tirarme a mi hermana, no obstante sucedieron las cosas de una forma natural y por consentimiento mutuo. No hay que olvidar que éramos un par de adolescentes con ganas de conocer cosas en la vida, aunque yo había tenido una novia formal y algunas amigas no tenía suficiente experiencia, y mi hermana solo amigos infantiles sin derecho... ya pueden imaginar la suya.

En aquella ocasión me pidió, como otras veces que le ayudara con las matemáticas… se me daban bastante bien, pero la sentí diferente en esa oportunidad. Noté su cuerpo muy cerca al mío, jamás me había sucedido eso embriagándome con su aroma, y dentro de mí sentí un deseo irrefrenable de tocarla, acariciarle el cuerpo, así que no pude contenerme y lo hice de la manera más sibilina casi inocente. En refriegas amistosas nos habíamos tocado muchas veces, pero en esa ocasión era distinto para mí, tal vez para ella también. Ella llevaba puesto unos vaqueros apretados, un pequeño suéter que dejaba ver un tanto sus pequeñas tetas lozanas, cubiertas por un sujetador blanco, sus cabellos rubios caían sobre sus espaldas y una parte sobre su pecho. Se hallaba hermosa como jamás antes la había sentido con esa extraña sensación de tan fuerte.

Pasé mis manos sobre sus muslos lentamente, seguí hasta llegar a su trasero… alcancé a rodearlo sintiendo la redondez y la dureza del mismo. Ella no dijo nada, me miró con una sonrisa y seguimos con las explicaciones sobre la materia. Poco después continué con las caricias sobre su cabello, su espalda y nuevamente su apetecible trasero, mi hermana se acercó más, y mientras me esforzaba en explicar algo tan complicado como las derivadas, al fin creo que algo entendió… al terminar me dio un beso en la mejilla y luego en el cuello.  
 
Sentí mi cuerpo vibrar con el contacto de sus labios. Terminamos con los estudios y volvimos a nuestra rutina de atender a las cosas de la casa y luego cada uno a lo suyo. Así pasaron los días pero siempre que podía me acercaba a ella y la tocaba, solo me miraba y sonreía. Una noche le propuse dormir juntos como cuando éramos más niños, ella no me contestó…, como siempre me miró y sonrió en la cocina poniendo en orden todo. Le miré más hermosa que nunca, llevaba puesto un vestido azul claro moteado, se notaba claramente su talle y sus pequeñas tetas firmes dentro del vestido sin sujetador que no sé para qué lo utilizaba porque no necesitaba para nada esa prenda. Cenamos con nuestros padres y ella y yo nos encargamos de recoger toda la cocina, al rato cuando terminamos, la tomé de la mano y la dirigí a mi dormitorio. Al principio se negó, pero nuestros padres cansados del día se habían acostado después de ver un rato la tele.

Lentamente sin hacer el menor ruido entramos a mi cuarto, concebíamos que esa noche pudiera suceder algo que nunca nos habíamos planteado. Aseguré bien la puerta y la senté en mi cama y me arrodillé tocando sus rodillas y sin dejar de mirarla en el devenir de los acontecimientos, continué acariciando su cuerpo pasando mis manos por sus curvas, sentí su excitación… ella cerraba los ojos. La acosté lentamente y le di un beso en los labios, acaricié sus tetas duras y ella dejó escapar un quejido diciendo mi nombre, no esperaba tal acción mía. A cada caricia mía ondulaba su cuerpo y jadeaba presurosa de sentirme. Empecé a desvestirla despacio sin dejarla de acariciar, bajé su vestido y vi unas pequeñas braguitas de color rosa que cubría su delicada intimidad. 
 
Una vez sin su vestido observé sus tetitas erectas y desafiantes a la gravedad, me acerqué y le chupé los pezones, sentí un temblor en todo su cuerpo. Me alejé un tanto para quitarme rápidamente la ropa. Me quedé solo en calzoncillos y me acosté a su lado. Estaba quieta, mis manos siguieron acariciándola y ella instintivamente abrió sus piernas, me subí sobre ella y le di un profundo beso con lengua que ella recibió con pasión ofreciéndome la suya. Mi polla ya estaba que estallaba completamente erecta, pugnaba por ir al encuentro de aquella deliciosa cueva virgen. Empecé a quitarle las bragas, ella levantó la cadera para facilitarme mejor la operación, me levanté un poco, deslicé la pequeña tela por entre sus piernas y pronto estuvo completamente desnuda. Me detuve a mirarla y admirarla, ahí estaba su piel blanca, sus curvas contorneándola y su coñito apretado lampiño formando una ligera rajita.

Acaricié su insubstancial vello púbico con pelitos rubios casi invisibles, toque la vulva de su vagina pasando un dedo entre su raja. La noté mojada emanando un olor agradable, penetrante, delicioso y dulce. Me hinqué y besé su vientre, seguí con mis labios en busca de aquel rincón maravilloso por su pubis que ahora estaba a mi alcance, olí aquel aroma de su coñito que era embriagante, una de mis manos frotaba sus tetas, la otra hurgaba su vagina, bajé la otra mano y abrí los labios de aquella flor color rosa de finas líneas, pasé mi lengua de abajo arriba, ella no pudo contenerse y empezó a menearse armoniosamente, relamiéndose los labios y jadeando más y más, apretando mi cabeza con sus dedos entrelazados en mi cabello.  
 
Seguí lamiendo su clítoris y con la punta de mi lengua intentaba penetrar su cerrada vagina. Ella gozaba jadeando de placer hasta que sentí un temblor en todo su cuerpo al notar un espasmo y contracción de su coñito… había llegado a su primer orgasmo con un hombre. Susurraba algo como te quiero, lo quiero así, sí… o algo parecido, casi no se entendía o yo estaba a otras cosas.

Me levanté y acerqué mis labios a los de ella y nos dimos un intenso beso…,nuestras lenguas se encontraron y nos besamos frenéticamente con lascivia y deseo lujurioso. Se quedó tendida, exhausta, complacida aunque supongo que no del todo…, la mujer siempre necesita ser terminada con una buena penetración. Me miró y buscó mis brazos para acurrucarse en mi cuerpo en clara señal que no deseaba llegar más lejos esa noche, entonces tomé una manta y nos cubrimos, había hecho feliz a mi hermana, estaba muy contento, me sentí un verdadero amante y ella mi pequeña mujer. No contento con su decisión unilateral de no continuar y después de un buen rato abrazos como cuando éramos pequeños en los días de tormenta, le dije que ahora me tocaba a mí. La besé, ella abrió sus piernas y me coloqué en la posición del misionero listo para follarla, puse mi verga en la entrada de su vagina y lentamente la empujé abriendo sus carnes…, ella reaccionó con un…

– “¡Oh! No la metas muy fuerte que me duele, la tienes muy grande… y yo muy cerrado.

Ciertamente su coñito era muy pequeño y pronto comprobé que la vagina era muy estrecha oprimiendo mi falo. Mis labios callaron su boca con un suave beso e intenté nuevamente perforarla, ella me abrazó fuertemente como una gacela indefensa, tímida y temerosa… la miré, observando a un animalito en pleno sacrifico y comprendí que no era el momento, así que desistí de hacerla mía, la acaricié tiernamente y nos quedamos dormidos abrazados. Por la mañana nos levantamos para preparar el desayuno, al rato, la tomé del talle, le besé el cuello y le di una palmadita en el trasero. No dijo nada, solo sonreía. 
 
Nos fuimos a clase y por la tarde noche me dijo que la esperara en el cuarto cuando nuestros padres se acostaran. Al rato de hacerlo llegó a mi habitación, se sentó en mi cama, se desvistió y se acostó a mi lado. Me tomó del rostro y me besó como si fuese su novio o amante. Tomé su mano y la dirigí hacia mi polla que estaba como un tronco de dura y larga. La tocó suavemente y empezó a masturbarme. Era grandioso como su pequeña mano jugaba con mi desafiante verga. Me miraba fijamente, la besé, mis manos tocaban sus tetas con todo descaro y luego su vagina por debajo de sus braguitas.

–“¿Estás lista hoy?”

–“No lo sé” me contestó. –“Quiero tener esto...” dijo apretando mi miembro, “...dentro de mí, lo deseo, pero tengo miedo”.

–“Lo haré solo si tu lo permites”.

Así continuamos acariciándonos, le quité las bragas e intenté penetrarla nuevamente. Acerqué mi glande en la entrada de su vaginita y empecé a empujar suavemente con movimientos de mete y saca cortos buscando más y más profundidad. Comenzaba a ceder un poco su apretado coño. Finalmente me pedía que no la penetrara, que le daba miedo… ¡¡Aun no estaba preparada!! Así que me quedé con las ganas de nuevo y con un dolor de huevos mayor, si era posible, que la noche anterior. La siguiente noche nos acostábamos de igual manera, sin embargo mientras yo le prodigaba las mejores caricias para darle placer ella me hizo una paja acabando ambos con sendos orgasmos y perdidos de leche. 
 
Ese fin de semana nos fuimos a un pantano donde mucha gente va a merendar y bañarse pasando un día de campo en familia, cerca hay un bosque con grandes árboles, era un día soleado y había poca gente. Allí permanecimos toda una tarde jugando en el agua. Cada vez que podía me acercaba detrás de ella y le tocaba el culo, en una de esas, la tuve por un buen momento y aproveché para poner mi mano dentro de sus bikini e introducir un dedo en su conejito, se giró con una sonrisa de complacencia. Continué y conseguí introducir dos dedos hasta el fondo. Ella sorprendida me dijo que le había gustado, pero tuviera cuidado con la gente alrededor que podían vernos.

Ya en casa, nos sentamos a ver la tele muy juntos, prácticamente ella encima de mí, mis padres no estaban en casa como de costumbre…, empezamos a besarnos abiertamente, continuaron las caricias y pronto estábamos casi desnudos en la sala. Cogí nuestra ropa, tomé su mano y nos dirigimos a mi cuarto, entramos y cerré la puerta con llave. Ella me tendió en la cama y luego se subió encima de mí completamente desnuda. Lo del pantano había surgido efecto y tenía a mi hermana cachonda perdida con ganas de experimentar el sexo de verdad con un  macho… se le notaba en tomar la iniciativa. 
 
Me dio un beso profundo quitándome el bóxer y sin dilación agarró mi polla que estaba a mil, sobando también mis huevos. Me hubiera gustado una mamada antes de empezar a follar, lo perdoné, pues no esperó a colocar mi glande en la entrada de su coñito y empezó penetrárselo en su cerrada vaginita poco a poco expandiendo sus labios. Desde mi posición veía como se calaba el cipote cada vez más y la emoción me embargaba al ver que íbamos a follar y sin condón, completamente a pelo.

Sentí como la punta de mi verga pugnaba por entrar en aquella tibia galería,que de tan apretada aún se resistía a que la desvirgara. Yo acariciaba sus tetas, su rostro y entonces la tomé de la cintura y presioné hacia abajo al mismo tiempo que levantaba mi cintura para poder penetrarla completamente y lo conseguí, noté cómo mi verga entró abriendo esa gruta estrecha rompiendo el himen por fin, me sentí en el cielo, me detuve, ella dio un suave grito diciendo emocionada…

– “¡Nene ya está…ya está!”.

Quedamos quietos un momento, luego comencé el ritmo de mete y saca muy despacio, sentí que mi polla era estrujada por esa maravillosa cueva estrecha, apretada y virgen. Era grandioso, estaba follando a mi propia hermana, ahora era mi mujer por completo. Ella por su parte, se hizo hacia atrás para que la penetración se hiciera aún más profunda. Me senté y busqué sus labios, la introduje mi lengua y succioné la suya, me tragaba su saliva y ella la mía. No sé si estábamos en el cielo o en el infierno, pero gozábamos el uno al otro. Entonces la giré, abrí sus piernas y la penetré salvajemente, de un solo tirón, ella aguantó el golpe y comencé el mete y saca mucho más rápido y fuerte. Ella resistía los embates de mi duro cipote jadeando igual que yo. Chupaba sus tetas, sus labios, mordía sus orejas, su cuello… agarraba brutalmente su culo y seguí haciéndola mía insertando mi falo endurecido a más no poder dentro de su tierno estuche recién estrenado.  
 
Estábamos sudando de tanta acción física empujándola sin cesar hundiéndola en el colchón de viscoelástica que no sonaba como los de muelles, gracias a ello pudimos gozar salvajemente de una follada tremenda que ambos deseábamos con pasión. Ella me abrazaba y yo la besaba en todos los lugares que mi boca alcanzaba, me la comía sin dejar de perforar su gruta uterina. No pude aguantar más de diez minutos calzándomela cuando comencé a sentir una sensación electrificante que me recorrió todo el cuerpo, culminando en una gran corrida en su fondo vaginal, muy dentro de ella. La clavé hasta los huevos, percibiendo inundar su interior con mi esperma chorro a chorro…era impresionante como notaba la presión en mi glande rellenándola. Le dije que al fin era mi mujer y yo su hombre…,

–“El macho que ella necesitaba” me añadió.

Nos besamos exhaustos y contentos, habíamos conseguido hacerlo después de varios intentos frustrados. Me sentía afortunado de haber desflorado a aquella niña virgen de delicadas formas físicas y anímicas… de haber sido el pionero en gozar de la estrecha, limpia y hermosa vagina de mi amada hermana. Poco después ella se sentó y sintió salir líquido espeso de su vagina, era semen con algo de sangre de la rotura del himen, la abracé. Se dio un baño y volvió más tranquila para quedarnos relajados hasta dormirnos cada uno en su cama. Esta fue la primera vez que hicimos el amor mi hermana y yo.

Después de esto seguirían más sesiones amatorias a expensas de nuestros padres, aunque con el tiempo supe que mi madre estaba al tanto de mis fechorías con la pequeña de la casa, hasta que un día se echó novio formal con solo 20 años… a los dos meses se casaron. La boda fue algo repentino e inesperado, extraño si no fuera porque se hallaba preñada de mi sobrino. Yo también me puse a trabajar después de acabar la carrera y nuestras vidas de separaron temporalmente…. 
 
Al cabo de los años nos juntamos en unas vacaciones con nuestras parejas y los dos niños que tenía entonces, yo solo uno, quizás fue el principal motivo de mi divorcio. Durante varios años repetimos pasar juntos las vacaciones de verano, en las que tuvimos unas espectaculares experiencias en un chalecito donde mi hermana, mi cuñado, mi pareja y yo hacíamos nudismo junto con los niños. En un par de ocasiones tuvimos la oportunidad de follar en un escarceo de nuestras parejas… unas en medio del mar al atardecer y otras en el mismo chalet. Era realmente salvaje sabiendo que ya era una mujer casada… súper emocionante, nos gustó tanto la experiencia de la primera vez, que en años sucesivos seguimos alquilando el mismo bungaló para practicar el nudismo y vivir en convivencia entre familia. 
 
Aquellos años de vino y rosas también se acabaron, sin embargo tras mi divorcio planeó en mi cabeza de nuevo revivir aquellas vacaciones, y aunque actualmente vive a bastantes kilómetros de nosotros, tiene tres hijos con los que acarrear, accedió muy contenta a pasar con nosotros las vacaciones de verano. Mi hermana nunca me lo ha confesado, pero siempre he sospechado que mi sobrino, que es el primer hijo que tuvo tiene algo de mí, claro que al ser ella y yo hermanos es muy posible que los parecidos se logren aunque yo no sea el padre, al fin y al cabo portamos los mismos genes, no obstante la diversas circunstancias que rodearon su preñado me hacen pensar que es hijo mío casi sin ninguna duda.




Renovamos nuestra costumbre de veranear juntos, y lo ocurrido esos días fue extraordinario…Los arácnidos por lo general no son animales que la gente asocie con el amor, sin embargo es a uno de estos, de patas gruesas y peludas que más inspiran temor, al que le debo una de las mejores ociosidades con sexo de mi vida. Digamos que por entonces ya me hallaba divorciado siendo un hombre joven, de treinta y pico, con un hijo que solo veía cada quince días un fin de semana…. Bueno el caso es que alquilé un año más el bungaló en un camping de las playas del este de España. Mi padre nunca fue del gusto de tomarse unas semanas de asueto, solo días sueltos, sin embargo mi madre sí se apuntaba desde el primer día al último. 
También nos acompañaba mi hermana que es tres años menor que yo como ya sabéis, una tía rubia de ojos azules, tetas bien formadas, cintura esbelta y caderas en forma de ánfora de las que salen una par de piernas muy bien torneadas. Yo no soy mal parecido, pero ella es la más guapa de la familia. Como su marido no para de trabajar, especialmente en verano en una fábrica de zumos en la sección logística, la invitamos a estas vacaciones para que se distrajera un poco pensando que la naturaleza del paraje que despierta deseos de volver a integrarse al mundo natural y dejar la ciudad inmunda. 
Como ya saben, mi hermana y yo siempre nos quisimos… mucho más tras desvirgarla, ser el primero que entras en la vagina de una mujer, es una marca indeleble que dejas en el subconsciente. Sentir como la estás penetrando percibiendo el olor dulce a hembra cuando estás sobre ella notando sus tetas, sus pezones puntillado en tu pecho, al tiempo que sus brazos te atrapan y sus manos acarician cada centímetro de tu cuerpo en tanto percibes su vagina envolviendo tu dura polla deslizándose una y otra vez entre sus acogedoras paredes firmes electrificando cada terminación de tu sensible glande. 
Besas sus labios, buscas su lengua para beber de ella humedeciendo tu seca boca debido a la hiperventilación de tu aliento. Y de pronto la calidez húmeda de su coño se vuelve el lugar más idóneo para eyacular la tremenda corrida, que se eleva por tu cuerpo recorriendo el camino desde tu cabeza a tu endurecido capullo instalado en el fondo uterino de tu amada hermana. Sin más dilación la clavas y exhalas un gemido ronco de semental colmado de gozo, al mismo tiempo que sueltas el primer chorro de lefa percutiendo en la pared vaginal, en la misma cérvix, donde un segundo aldabonazo seguido de un tercero copioso van rellenando su fértil jardín de las delicias, sin saber si ese semen fructificará o no en el vientre de tan generosa hembra... nos comemos la boca con lujuria sintiendo la gran corrida que la llena y me vacía para satisfacción de ambos. Realmente hacer el amor con Antonia es una experiencia religiosa de éxtasis, comparable a las que experimentaba Santa Teresa de Jesús, solo que a ella la elevaba al cielo y a mí al infierno.
Por entonces tenía dos hijas y un hijo que es el mayor a quienes cuidar, pero aunque no estaba en mala posición económica y podía permitirse una canguro porque tenía un buen trabajo en una empresa como ejecutiva pujante, prefería cuidar ella sola de los nenes. Así que nos organizamos y nos fuimos mi hermana y sus tres hijos, mi madre sin su marido y yo… más tarde se incorporaría mi hijo, y todo con la idea de descansar, jugar y tomarnos todo el sol que la naturaleza fuese capaz de darnos… 
Ya no practicábamos el nudismo como antaño, aquel no era un camping de ese estilo. Una tarde tras llegar de la playa, mi madre se llevó las niños a los juegos del camping, mientras mi hermana fue al baño a ducharse y yo preparaba el fuego de la barbacoa. Estaba entretenido observando como el fuego comenzaba a prender los carbones cuando de reojo observé a mi hermana envuelta en una toalla regresar recién duchada. "¡La Puta Madre que la parió… qué bonita toda mojada y envuelta en un suave fular estampado!" Me hizo recordar cuando descubrí el sexo, el goce que me dio poder pillarla desnuda mientras se bañaba o se desvestía en su cuarto. Esa cara hermosa de ojos azules, ese cuerpo escultural que daba ganas de meterle mano, pero me aguanté porque mi hermana ya estaba bien casada, y significaba algo prohibido para mí.

De pronto escuché un grito desgarrador pidiendo socorro justamente desde donde estaba mi hermana. Corrí hacia allí, abrí la puerta y observé en el piso una enorme araña de patas gruesas y peludas que miraba a mi hermana amenazante como si la fuera a atacar, mientras ella gritaba aterrada de miedo. Sin pensarlo la pisé con el pié tratando de aplastarla. Restregué el pie por el piso para reventarla y cuando creí que le había causado daño suficiente me descalcé el pie derecho para darle unos cuantos chancletazos y finalmente tirarla hecha un ovillo. 
Mi hermana agradecida se me abalanzó encima y me abrazó. Fue en ese momento que tomé conciencia de su cuerpo completamente desnudo y abrazándome con desesperación, amor y agradecimiento al sentirse segura… Quedamos un rato en esa posición. Yo no quería moverme, ni pestañear para perpetuar ese abrazo que me gustaba con todo el alma. En segundos mi piel empezó a recibir el calor de su cuerpo. Recién bañada y perfumada, mi hermana desnuda era un jamón ibérico cinco jotas.
Para colmo, sin darse cuenta por el susto en agradecimiento, comenzó a darme besitos en el cuello, a lo cual yo reaccioné teniendo una erección. Sabía que debía soltarme y calmarla de otra manera, hacer que se cubriera su cuerpo, pero no podía cumplir mi deber de hermano porque me enloquecía tenerla abrazándome y besándome y además sentía la insoportable excitación que produce el gusto de lo prohibido como antaño. Después de un rato en que nuestros cuerpos fueron hirviendo de calentura, ella tomo conciencia de la situación intentando separarse sin convencimiento… la agarré y la atraje hacia mí con mayor fuerza y la besé en la boca. ¡Era como beber un néctar de los dioses! Ambos nos calentamos más y más, argumentando que éramos hermanos lo hizo más irresistible… la polla se me puso más dura.

–“Alguien puede entrar” atino a decir.

–“Eso aumenta mi deseo”, le contesté. –“Además, este es un regalo de dios o del destino que no puedo rechaza. Prefiero morir aquí mismo que dejarte cuando te deseo en la forma que lo hago”

Habiendo dejado en claro que la iba a hacer mía después de tanto tiempo, empecé a besarla por todas partes, a la vez que le refregaba mi verga totalmente endurecida debajo del fular contra su coñito. La calentura fue en aumento mientras pase a besarle el cuello y luego las tetas. Ella empezó a gemir. La tumbe sobre la cama y me quité el tanga que portaba como bañador. Seguí besándola toda y ella empezó a responder, beso con beso y abrazo con abrazo. Luego tomó la iniciativa, metiéndose mi rabo en su boca y comenzando a chuparlo con devoción. Yo por mi parte seguí como pude recorriendo su cuerpo hasta que alcancé su pubis. Entonces comencé a lamer su coño recorriendo la raja de arriba abajo y vuelta con penetración en su agujero follándomelo, para acabar chupándole el clítoris… pronto estábamos los dos mamando desesperados en un perfecto 69. No había mucho tiempo y no quería desperdiciar la oportunidad soñada de follármela, así que cuando me vinieron deseos de acabar corriéndome en su boca, luché para separarme.



Me acerqué a su boca, la volvía a besar y le dije… 
 
–“te quiero follar nena”.
 
A lo cual ella accedió sumisa y complaciente como antaño, se puso boca arriba y abrió sus piernas dejando su fabuloso coñito a la vista totalmente despatarrada.

Le levanté las piernas y le empecé a introducir mi verga. No hubo problemas porque ella estaba bastante mojada, de modo que con dos estocadas le había entrado toda. No teníamos mucho tiempo para hacer el amor, así que tras clavársela hasta el fondo, me puse a bombear rápido y profundo. Cada nueva estocada hacía que mis huevos pegaran contra su culo, ella intentaba agarrármelos entre sus piernas, los atrapaba y me los masajeaba, gemía y me decía lo duros y llenos que los notaba. 
 
A ese ritmo pronto me volvió el deseo de eyacular. Pasé mis brazos por abajo de sus muslos para levantar sus rodillas y clavársela cada vez más hondo… no cambiamos de posición y totalmente entregada al depravado de su hermano se dejó follar a toda máquina durante unos cinco minutos no más cuando de pronto mi semen empezó a bañar su útero. Era tan grande al placer que seguí bombeando aunque ya no quedaba más leche para darle. Mi polla estaba tan dura que comenzó a dolerme, pero no le aflojé y la besé en la boca mientras seguía follándomela oyendo los chasquidos de la lefa batiéndose en su coño… 
 
Sentía tocar el cielo con las manos aunque lo que estaba tocando era el apetitoso cálido cuerpo de mi hermana. Después de un rato ella pidió que parara y comenzamos a vestirnos para ir al baño a lavarnos y borrar todas las huellas de nuestra fechoría. Al salir del baño le pedí disculpas, pero ella dijo…

– “¡Que va, me has hecho recordar aquellos años que tuvimos tanto sexo y me hiciste tan feliz disfrutándolo…! Yo soy quien te queda agradecida. Solo te pido que si mamá te deja con fuerzas, volvamos a hacerlo en otra ocasión”.

Entonces todo concordaba en el puzle, mi madre y mi hermana tenían claro que copulaba con ambas y no me recriminaban por ello. Ambas hembras condescendientes me animaban a continuar amándolas
 
Los días sabáticos se consumían febriles y agradables… solo volvimos a hacerlo un par de veces en todo el tiempo, aún sabiendo que me follaba a nuestra madre, y esta sabedora del placer que recibía mi hermana pequeña… no les importó repartiéndose los turnos, ni yo tampoco pude olvidar esos polvos vividos y robados a sus maridos durante la primera quincena. Nada saldría de nuestro círculo porque la familia es sagrada.  
 
En la segunda quincena llegaron al camping mi hijo y mi sobrina Jésica… los fornicios sin recato se diluyeron contradictoriamente a tener en un mismo lugar y en biquinis, a las tres mujeres de la familia que me han dado más placer, no obstante me contraje de tal manera que no tenía esas ganas de follar tan desbordantes como se podría uno imaginar, no me las follé de la manera que tanto me hubiera gustado, pero me lo pasé bien. 
 
Mi hijo David dormía conmigo todo el tiempo en esas dos semanas, mi sobrina superó con nota el bachiller y alcanzó para sus pretensiones universitarias, y mi cuñado me solicitó que ayudara a la más pequeña con el inglés para el curso siguiente, me lo pensé unos días por mi abandono del idioma, no obstante era una buena oportunidad para retomar la práctica de la lengua de Shakespeare, así que allí mismo concertamos para darle clases… no apareció por casa hasta las vacaciones de Navidad. 
 
Aquellas clases de inglés se complicaron con una prima de mi sobrina, una sobrina por parte de mi cuñado, pero antes de llegar a esas Navidades debería de relatar cómo me fue con mi sobrina Jésica para que alcanzara los conocimientos suficientes para entrar en la universidad con una nota de 11’55 puntos. Mi sobrina es un espectáculo de niña, rubia natural, delgada y de sonrisa demoledora. Sus formas cautivan al más desvencijado en su ánimo… puede llegar a levantar la moral de un muerto…






MI SOBRINA JÉSICA


Jésica es la hija mayor de mi hermana de sus dos hijas, el mayor es el niño. Aquel día vino en busca de clases particulares de matemáticas pero en realidad no pude contenerme ante sus insistentes insinuaciones cayendo en la red de una mujer como esa a solas conmigo. Tenemos la suerte de ser una familia bien avenida con mi hermana siempre me he llevado muy bien como ya sabéis, desde que éramos niños, afianzándose más desde el día que la desvirgué. Después se casó con las prisas de la preñez cuyo fruto fue Antón. 
 
Continuamos con nuestra relación filial encomiable disfrutando de vacaciones juntos hasta que me separé y todo cambió un poco… entonces era mi madre, mi hermana y los pequeños lo que nos acompañaban en el camping mientras Jésica y mi hijo se encontraban con su padre y madre respectivos…luego se unían a nosotros la última quincena. Sin embargo durante las vacaciones de Semana Santa mi sobrina necesitaba mi ayuda para superar las matemáticas de bachiller…    

Concertamos la cita para el día de hoy en mi apartamento a las 18:00 horas, miré el reloj varias veces, pues era más que la hora fijada, casi 35 minutos pasados cuando suena el portero eléctrico anunciando su llegada. Cuando abrí la puerta y la vi, tuve que contenerme para no escandalizarme de lo preciosa que se presentaba la niña… Sí estaba mucho más divina desde la última vez que nos vimos, ahora con ese conjunto ajustado, las botas negras, una minifalda rosa y una blusa al tono, estaba espectacular, sus pechos turgentes, y esa culo que tanto me trastornó siempre y ahora con 17 años mucho más.

–“¡Hola Jésica! Estás fabulosa”

–“Hola tito, no seas adulador”

– “¡Te veo genial!” 
 
Nos dimos sendos besos en las mejillas y tomé su mini bolso colgándolo del perchero de la entrada. 
 
“¿Te gusta mi estudio?”

–“Sí,”fue su respuesta. “Me resulta muy tranquilo para estudiar y trabajar”.

–“Así que andas un poco atrasada con las matemáticas… ¿falta de ganas? ¿Tiempo? ¿Material?”

– “De todo un poco, incluye además, mi natural pereza para el estudio”, me contestó.

–“Veamos, veamos”.

Nos enfrascamos entre apuntes, fotocopias, tomando Lucía nota de todo lo que le indicaba, se le veía muy feliz por mi ayuda que al parecer tanto necesitaba… 
 
–“¿Un refresco, zumo o café?”

–“Un refresco nada más tito”.
 
Me miró con ese par de faroles capaz de encandilar al más puesto. Su mirada me decía todo, no esperé más y me acerqué a ella…  
 
–“tu novio debe estar muy feliz de tener a una chica tan guapa y lista como tú”

–“Bueno en primer lugar no soy tan lista, sino no estaría aquí y en segundo lugar no tengo novio”, dijo con un deje de queja.

–“Disculpa, pero no lo comprendo, eres joven, muy hermosa, inteligente, y con un cuerpo perfecto… Entonces no tienes novio ni amigo con derecho al menos…”

–“¡¿Te refieres a un follamigo?!” Sus ojos se clavaron en los míos.

–“Sí, algo así al menos”

–“No tío, pero tampoco soy virgen”

–“Ah, ya comprendo… ¡¿Y cómo fue esa primera vez… en una fiesta de Nochevieja, con un amigo en el asiento de atrás…?!”Le entraron las dudas agachó la cabeza… “No te avergüences, todos hemos tenido una primera vez catastrófica”

–“No es eso tío, la mía estuvo muy bien…”

–“¿No me lo vas a contar…?”Me miró y ladeó la cabeza esquivando la pregunta como una ninja.

Se hizo el silencio mientras fui a por un par de refrescos a la cocina. A la vuelta continuamos con las clases, pero en el primer descanso le conté mi desvirgue a los 19 años para romper el hielo y una cosa me llevó a la otra hasta relatarle la historia incestuosa con su madre cuando ella tenía su misma edad. Aquello la debió de hacer volar su imaginación o las ganas de ser iniciada por un hombre con experiencia… No se asombró lo más mínimo y eso me sorprendió… era como si ya lo supiera de antemano, pero yo nunca lo había contando.

–“¿Me harías lo mismo a mí…?” me soltó de cara sin clemencia.

La insinuación era claramente una oferta abierta, se acercó un poco más a mi lado y ya al final rompió el silencio viéndose animada por la confianza que le había mostrado, así que deseaba soltar su historia… y tras unos momentos de retórica donde yo insistía en darle naturalidad a las relaciones sexuales entre miembros directos de la familia me contó su historia que dejé reflejada en “La hija ardiente de un camionero”. Quedé bastante impresionado, en verdad no esperaba que su padre hubiera sido su primer hombre. Estábamos muy juntos en el sofá, y nos empezábamos a calentar, no pude más y la besé… sus labios temblaban y los mordí muy suavemente. 
 
Su lengua se unió a la mía en una danza increíble, nuestras salivas fueron una sola, hundí muy lentamente como una víbora mi lengua en su garganta… mis manos le acariciaban todo el cuerpo, sentía su piel caliente a través de la tela, besé su cuello, su perfume me elevó aún más alto… saboreé su piel mientras mis manos desabrochaban su blusa, ella hizo otro tanto con mi camisa, froté la tela contra sus tetas prominentes notando que no tenía sostén…me detuve frotando más enérgicamente sus pezones que comenzaron a ponerse durísimos… dos formas como ojivas de misil

Escuché su gemido muy bajo, sus manos febriles pronto despacharon mi camisa y se recreó en arañarme la espalda mientras, mordía sus orejas susurrándole muy quedo cuanto la deseaba…su cuerpo se movía acompasadamente…mi lengua saboreaba cada centímetro de su dermis. Noté el deslizar de su manos sobre mi bulto y el zíper del pantalón sonó a abertura, desabonó y tiró del pantalón con el bóxer de una vez… mi verga saltó como un resorte y se escuchó su exclamación de alegría ¡Ohh!! Saboreaba con placer esos pies maravillosos,…

–“Tienes unos pies de poesía cariño, los cuidas mucho…”

–“Sí”. Su voz era música para mis oídos.

Subí lentamente por su pierna suavemente degustando cada poro por la orografía de su piel y ese perfume que me embriagaba emanando de su coñito. Mi espalda ya era un campo lleno de arañazos cada vez más ricos… Su alhaja desprendía un aroma atrapante y embriagador. Me detuve en su entrepierna lamiendo a un lado y otro de su monte depilado, cada lamida un estertor, cada beso un gemido. Sus labios vaginales sabían a fresa, a deliciosa fruta fresca, el perfume era de frutas maduras, y el calor que encerraban era extraordinario. Esos labios rugosos, saboreaban los labios de mi boca, y yo sentía la suavidad de su cueva en mi lengua, me hundía entre sus nalgas deseando penetrar en su cuerpo con mi cabeza. Lamía como un desesperado insaciable, mi boca daba pequeñas mordidas sin dientes a su clítoris que no tardó en inflamarse más y más… su dureza era notable y me puse a jugar con él como si se tratase del más delicioso helado, y mi boca lo hizo prisionero por unos instantes. Su orgasmo se manifestó con claridad en esténtores convulsionantes uno tras otro, sus gritos y alaridos llenaron el estudio, refregando una y otra vez su ardiente coñito.

–“Asiiiiiiiiiiii tito asiiiiiiiiiiii, qué delicia”

Me maravillaba su sabor y escuchar los gemidos de placer era música para mis oídos, sumergí mi cabeza en esa sublime locura…sus jugos eran ríos de placer…su clítoris ya estaba pleno y mi lengua recorría su rajita abajo y arriba, y no dejaba de masturbarla, desde los labios hasta su roja flor, mi mano sobaba suavemente sus pechos, y pellizcaba con deleite sus tiesos pezones ojivales. Sentí como su mano me bajaba aún más indicándome el camino…la vista de su culito, el que tanto me perturbó desde hace mucho tiempo, ni lo dudé, pasé mi lengua por los bordes y la introduje en él…Jésica dio un saltito y más apretó sus nalgas a mi boca. Sus jugos corrían como la fuente del deseo…. Eran imparables como sus gemidos cada vez más notorios…Saboreé su culito tierno maravilloso, lamiendo su anito tan rico y perfumado del gel de ducha, mis dedos gozaban en cada penetración como su conejito, me fascinaban sus gemidos de placer del orgasmo interminable, a cada convulsión, mi cara, mi lengua eran el recipiente ideal para cada uno chorro de flujo expelido. Su mano tomó mi verga y la acariciaba lentamente…

–“¿No te apetecería un buen 69 para seguir, cariño?”

–“SIIIIIIIIIII” sonó como un grito… Yo abajo y ella, golosa arriba de mí.

Con una mano me elevó la verga y lengüeteaba mis huevos con dulzura…. Su cuerpo y el mío sudaban a ríos….si antes su sexo estaba impagable ahora lo sentía a pleno, mientras que su lengua hacia malabares en mi polla, y eso me excitaba cada vez más, no hubo que esperar, se detuvo en su lamida y comenzó a correrse por enésima vez, está mucho más espesa y ardiente…. Corría por mi boca, mi cara… ¡Riquísimo!

–“¡¡Qué Sabor más bueno de polla tienes papi!!… papiiii… papiiii… papiiiiiiiUmm…”

Decía mientras sus contracciones llegaban al sumun del placer. Se abrazó a mí muy fuerte y descargó todos sus jugos…me volvían loco sus gemidos…. su boca aspirando todo el aire… su jadeo…sus manos comprimiendo la tela del sofá deseando más y más caricias. Su boca, sus labios, me daban la gloria de sus movimientos, ya sea circulares, subiendo y bajando, moviendo su lengua lentamente… deleitándose con su tarea miraba hacia atrás buscando mis ojos como diciendo…

–“¿Te gusta?”

Con sumo cuidado tendí su cuerpo sobre el sofá, le rogué que bañara con su saliva la cabeza de mi verga, me puse de frente y sin dilación agarró el cipote de la raíz y comenzó a darle castigo a mi glande, la otra mano masajeaba mis orondos huevos y de una manera tan profesional que dudaba que fuera mi sobrina tan inocente. Estuvo como cinco minutos ensimismados en el falo… fue suficiente una mirada, se recostó subiendo sus piernas a mis hombros…mi polla rígida cual mástil parecía que explotarían sus venas… Introduje mi glande muy despacio y suavemente, un buen cabezón que dilató su ceñida entrada auspiciada por el franqueo de sus labios vaginales finos y estilizados. Tomé con mis manos sus caderas y le acerqué más a mí, sus piernas se trenzaron en mi cuello…
 
El bombeo era pausado y rítmico, cada vez más adentro…los músculos de su vagina se comprimían y dilataban a cada empellón, su deliciosa boca dejaba escapar sus gemidos…movía su cintura en forma circular, hacia atrás y adelante…su gruta oprimida parecía una aspiradora que quisiera triturarme la verga dentro de su increíble vagina, presionando descaradamente el badajo de su tío más querido. Aspiraba y más entraba…mi verga completó su recorrido y ya mis huevos golpeaban sus nalgas. Entonces el bombeo se hizo más frenético, duro y salvaje por las dos partes…una de mis manos acariciaba su clítoris enervado y duro, desafiante…la otra acariciaba sus pezones, sus tetas firmes oscilando como flanes macizos, me incliné y la besé sin dejar de penetrarla haciendo todo el recorrido desde el capullo a la misma raíz aplastando mis cojones en su vulva.

Susurré, –“¿Sientes la arrugada polla y la venas de tu tío recorren tus entrañas?”

–“SIIIIIII PAPITOOOOOO”
 
Fue su grito, sus ojos en blanco expresaban todo lo que estaba viviendo como una locura.

En esos instantes parecía que su conejito me hablara, y me suplicara…más…papi másssssssss… su cara estaba roja…su piel ardía…sus contracciones eran más seguidas…pronto llegaría su orgasmo de nuevo, lo presentía, bombeé rápido y duro con inserciones profundas y contundentes que me elevaban al Olimpo de los dioses…Sus manos parecían reventar sus tetas. Su grito… su estallido… su llanto… el baño increíble de mi pravo, el morder el cojín de cuadros galeses, el levantar su culo y comprimirse contra mí en plena desesperación por alcanzar su clímax más rotundo…Su orgasmo recorriendo mi miembro viril como una riada, sus ojos luminosos como agradecidos… Yo la follaba con un delirio extremo en tanto ella subía y bajaba de su esplendoroso chupe de dopamina.

–“Paaaapitoooo lléname con tu vida…con todo tu semen…lo necesito…lléname… ¡Vamos tito desbórdame…! Quiero sentir tu leche dentro de mí” Me rogaba.

Sentí como un rayo la explosión tanto tiempo retenida…le mordía las orejas mientras colmaba su chocho con mi espeso esperma acumulado durante días…besé su cuello acabando con un beso lujurioso luchando con su lengua a la par que los chorros de lefa eran suministrados sin ningún recato en los más profundo de su útero. En sus ojos se mostraba la complacencia de mi copioso vaciado de testículos en su vagina, su boca buscó la mía nuevamente y unimos nuestras lenguas en conjunción con mis espasmos…  
 
¡que placer inmenso! Qué corrida genial y monstruosa, mi semen salía a raudales haciéndose notar por el orificio de mi glande rebosando la vagina de Jésica, que apoyó su cabeza en mi hombro recibiendo los últimos esténtores de mi eyaculación… me estiré cuan largo soy sobre su cuerpo. Exhaustos los dos, nos mirábamos a los ojos…incrédulos de tanto placer juntos. Reposamos varios minutos pegados piel a piel… sintiendo el jadeo y la respiración agitadísima mientras obteníamos la normalidad de nuestros corazones. Le ayudé a levantarse, y mirábamos curiosos si nos habían a través del ventanal abierto, poco nos importaba si nuestro encuentro fue disfrutado por ojos indiscretos… sin pensarlo más, la alcé me dirigí a la ducha…Parecía un bebé y le enjaboné, muy tiernamente…

–“¡Mi cielo…eres genial!” le susurré…“Gracias…gracias por regalarme una tarde tan especial…”

–“Genial es como me has follado… imaginaba la polla tan grande que tenía, pero no tanto…”

–“Lo importante es que hayas disfr…” No pude continuar…me besó una y otra vez…

–“Eres mi tío, que digo, mi segundo papaíto… y la agradecida soy yo, mi amor….nunca ningún hombre me ha hecho gozar lo que hoy…NADIE…eres único…y no pienso perderte, las noches que soñé contigo, que me masturbé en mis frenéticas fantasías, los dos así como hoy, como esta tarde era para mí un sueño inalcanzable salvaje por las dos partes”.






Después de esta aventura tuvimos otros encuentros en tanto duraron las clases particulares, pese a que en paralelo también me follaba a su abuela… Mi MADRE, pero una vez acabadas no hemos vuelto a llegar ese grado de intimidad para lograr follar de nuevo. Sin embargo, los buenos resultados de mi sobrina llamó la atención a mi cuñado… y me propuso darle clases a su otra hija de conversación de inglés. Me lo pensé unos días pero accedí en beneficio propio, tal vez así practicaría el idioma forzando a otros a aprender. Ahora me llenaba de tareas a las que acudir, debía de organizarme, eso también me beneficiaba para olvidarme de mi fracaso matrimonial y trabajar tanto no me importaba si diluía mi culpabilidad. Cuando comenzaron la clases con Mónica no imaginé que se uniría también su prima y el resultado de aquello fue una bomba de relojería que acabó por estallar como narro en mi relato “Las clases particulares”.

Por otro lado, No debo recordar que tras mi divorcio encontré en mi madre el apoyo moral que necesitaba, ella supo consolarme, porque toda madre que ama a sus hijos sabe que es lo que realmente necesitan y el sexo es uno de esas cosas que a mí me faltaba. Mucho antes de nuestras primeras vacaciones, al ver como perdía parte de mi sueldo en meretrices, mi madre muy sabia me invitó a tomar una taza de café para hablar extendidamente de mi situación, y en esa larga charla puede extraer de sus palabras que…  
 
“El sexo es un viaje de amor de ternura y de pasión un viaje gratis al cielo, un viaje entre un hombre y una mujer, un viaje de ida y regreso, del cual quisiéramos continuar por ser tan maravilloso… viajan nuestros cuerpos, nuestros espíritus muy unidos formando un solo cuerpo repleto de amor y deseos. ¡No hay exaltación más grande! En eso no hay diferencia entre una mujer y un hombre, sentimos lo mismo, pensamos lo mismo… por eso el amor no tiene nada que ver con la venta y compra de sexo”. 
 
Ahí comprendí que mi madre vislumbraba mi situación porque ella se hallaba en la misma encrucijada. Por todo ello, desde la primera entrega con mi madre quise hacerla feliz y ella a mí para que nunca se nos olvidase…

…En cada acto sexual con mi madre se entremezclan el amor, la ternura, el deseo y la pasión… todo va unido por el sexo entre los brazos y las piernas, nuestras miradas fijas, nuestros corazones que laten a un mismo compás, nuestra respiración y el sudor de nuestros cuerpos que nos unen en el clímax máximo de nuestros sentidos vista, oído, tacto, olfato, y sabor que nos hace inmensamente felices. Para mí, lo mejor es observar sus ojos al escucharla gemir, tocar su piel, sentir su aroma dulce de mujer que me rememora a mi niñez… degustar el sabor de sus partes íntimas y mamar de los pezones que me alimentaron con la primera leche, en tanto percibo como abrazan sus paredes vaginales mi endurecido falo que la está penetrando sin cesar desde la punta a la raíz en movimientos cadenciosos de salida y entrada profunda aplastando mis testículos en su voluptuosa vulva. Por lo que follar a mi madre va unido a un sentimiento de amor entrañable, en el que no hay diferencia entre madre e hijo, los dos sienten lo mismo y piensan igual sincronizados en lo físico y en lo anímico, llegando al culmen de dicho acto besándola mientras la lleno de esperma en lo más profundo de su vagina.




MI MADRE ROSALÍA


Gracias a que mi madre está muy liberada y yo soltero, continuo teniendo mis experiencias para tener material con que narrar mis relatos, y el ejemplo más claro lo tengo con mi progenitora. Ella es una mujer madura que aún se mantiene muy activa en todos los ámbitos de la vida laboral, social y sobre todo en el sexual, tiene la desgracia que su marido, o sea, “mi padre” que ya NO está para muchos trotes más bien para el desahucio, como dice ella. Cuando nos vemos siempre hay cosas que confesar, ya sabes cómo son las mujeres de esa generación y además tenemos mucha confianza contándonos nuestras intimidades… una tarde me soltó que ya no se acordaba de la última vez que la folló su marido. No soy hijo único pero mi hermana al estar lejos soy yo con quien más habla de sus cosas. Así que mientras que el padre de familia se encuentra en el negocio familiar trabajando o el bar con los amigotes echándose una partida a las cartas, en mis visitas vespertinas le hago compañía después de salir de mi trabajo, en especial los viernes y los fines de semana que tengo más tiempo.

Quedo con ella para echarle una mano con las cosas pesadas, en los arreglos y chapuzas de andar por casa, claro entre tareas surgen los roces, algunos manoseos… que si me toca el culo o me presiona con sus tetas en un encontronazo. Nos organizamos bien porque yo lo tengo bien claro a la hora de hacer las cosas, sea lo que sea, y mi madre es de las que acostumbran a que el hombre sea quien ponga y disponga, aunque a ella le guste intervenir. 
 
Sí, aunque no lo parezca cuando la ves bien arreglada aparentando ser una treintañera tendente a cuarenta muy sexy, ella es una madura de unos 58 años. Sin embargo sigue teniendo un coño jugoso, rosado y húmedo como el de una jovencita. No podría adivinar cuantas pollas han eyaculado dentro de ese chochito, pero de lo que puedo estar seguro es que sigue queriendo probar pollas jóvenes. A pesar de sus años seguía seduciendo a jovencitos y follándoselos, y en realidad con bastante poco esfuerzo. Es lo que tiene ser una madura folladora, y sobre todo gracias al hecho de ser profesora en la escuela de adultos, donde cada curso tenía acceso a tantos viriles jóvenes dispuestos a follar con ella. Sin embargo aquel suplemento docente vespertino lo abandonó justo cuando ella y yo iniciamos nuestro afer, y con ello su reconquista de la viril masculinidad de esos jóvenes y no tan jóvenes.

En una ocasión surgió la oportunidad de hablarle claro sobre su manera cachonda de toquetearme… le comenté que alguien debería quitarle las telarañas, no se sorprendió más bien se puso vanidosa diciéndome que no sabía quién lo iba a hacer ahora. No entendía en ese momento de qué me hablaba exactamente, pensaba en mi padre, pero mis pensamientos eran erróneos. El caso es que nos relajamos, tonteamos y sin más probé a meterle mano..., notando que aún tenía un chochito muy cálido, esa vez lo tenía sin depilar, después se lo ha ido arreglando rasurándoselo… lo noté muy cálido ¡¿A acaso tú no has deseado probar el de tu madre?! Son los mejores coños que te puedes follar… acogedores, cariñosos, sumisos y tragones, y fuera de la edad fértil no hay problema de preñarlas, se dejó follar a pelo sin condón… "¡Joder cómo es eso de ponerla y clavarla hasta dentro en tanto dé de sí haciendo tope con los huevos!" Ya imaginas, en nada sobre la encimera de la cocina aparté las bragas y para adentro sin miramientos. La sensación era única cuando la estaba follando notando la calidez de su esponjosa y lubricada vagina en mi capullo… se me puso a reventar al notar lo mojada que ya estaba. Y para acabar una buena lechada toda para adentro en lo más hondo de su útero, de forma que no hubiese posibilidad que se le saliera una sola gota…, se colocó las bragas bien puestas y faena acabada a esperar a su marido.

Ese día llegó mi padre del bar de jugar la partida, pero otros días llegaba directamente del trabajo… cenamos los tres juntos. Da mucho morbo saber que ella se presta natural con su esposo teniendo la leche aún caliente de su hijo dentro de su coño. ¡Vamos se me pone hasta dura otra vez pensado como transcurrió aquella la cenas!

Así es como lo vivió mi madre…Esa tarde me acompañaba mi hijo en la cocina como solía hacer en muchas ocasiones, pero esa me apeteció poner cachondo a mi semental. Comencé a hacer exhibirme sin dejar que me tocase… solo llevaba unas bragas y una bata de casa encima. Quedé en un desnudo integral, no sé porque cada día me gusta más poner a la vista mi cuerpo ante él ofreciéndole mi sexapil.  
 
Acabé en bolas sobre la encimera y me puse a mastúrbame sin dejar de mirar a los ojos a mi hijo que seguía con agrado cada uno de mis pasos. Observaba que su polla estaba a punto de reventar… me enardecía saber que se lo estaba provocando. Si la gente que me conoce supiera de mis juegos sexuales y lo cachonda que me pongo con un macho como mi hijo no darían crédito, por lo recatada que he sido siempre, refinada y exquisita. Sin embargo mi nene me pone como una loba ávida de ser penetrada, su enorme cipote con su tronco venoso me llena toda la vagina haciéndola palpitar y he decir que de lo hermosa que es, no es fácil llenarla. 
 
Mi hijo se acercó y comenzó a amasarme las tetas mientras me metía y sacaba sus dedos de mi conejo… le solté los pantalones para liberar semejante tormento. Sacó los dedos del chumino de su madre para que la tiesa y dura polla entrara como un torpedo en mi interior, follamos sobre la encimera deseándonos mucho. Me abracé a su cuello y con las piernas le sujeté de la cintura atrayéndolo hacia mí, no se escaparía tan fácilmente ese cabrón que deseaba follarse a su propia madre ¡El hijo de puta la tenía grande y dura a romperse! Él me agarraba del culo dándome unas fuertes clavada que me hacían gritar, llegando donde otros no se atrevieron a entrar. Pegado a su oído le susurraba…

–“¡¡Lléname con tu leche, llena mi barriga con un buen chorro de leche y préñame que quiero tener la panza más grande del mundo!!”

Me hacía ilusión jugar a que pudiera preñarme un macho como él, y pese a que ya era imposible por mi menopausia, él arreciaba duro contra su madre abriéndole el coño como un pervertido cabrón. Pegué mis tetas hincándole mis pezones a su pecho, y completamente conexionados en un acople perfecto por nuestros genitales, nos movíamos a la par sincronizados. Era la primera vez desde su nacimiento que su cuerpo estaba dentro de mí otra vez. Siempre he tenido la capacidad de encenderlo sin necesidad de hacer nada extraordinario, mi sola presencia le excitaba desde que era adolescente, lo sé por las pajas que se hacía después de espiarme en mi cuarto o el baño…
 
Pero oírme decir que quería que me hiciera una barriga tenía para él un efecto enloquecedor, arremetiendo con más ímpetu. Los miedos de un rechazo mutuo del principio habían desaparecido una vez metido dentro de mí, el enorme rabo que porta, poco me faltaba para reclamarle que me jodiera como una Puta Zorra. Notaba que se me venía, la dureza de su verga y el aumento del ritmo pélvico lo daban a entender, entonces le animé a que terminara…

–“¡Dame más duro y rómpeme el coño con esa polla que adoro, fóllame más fuerte, hasta el fondo y atraviésame con tu enorme polla! ¡¡Llena con un buen chorro de tu leche a mamá!! ¡La quiero toda… no tengas miedo y preña a tu madre… tu mujer!”

Mi hijo no pudo resistir a mi dialéctica y cumplió como un semental que cubre a su hembra. Su esperma llenó la entrada de mi matriz dejando la verga en mi interior hasta que eyaculó la última gota de semen. Yo no le dejé escapar sujetándolo del culo, perdidos en un beso glamuroso. Comprobé de primera mano que mi Fernando es una bestia sexual que no dejaría de disfrutar cada día, la naturalidad con la que afrontamos nuestra sexualidad es digna de unos esposos y así se lo hice entender.

–“Cariño ¿Qué sientes ahora por mí?”

–“Mis sentimientos han cambiado un poco la verdad me siento atraído y creo que enamorado, es algo confuso, te quiero con la misma fuerza que antes pero desde otra perspectiva”

–“Lo que pasa es que ahora me quieres y me deseas como si fuera tu esposa, que es lo que somos, dos esposos entregados al amor. Nos amamos como madre e hijo y nos deseamos como Adán y Eva en el paraíso”.

–“Yo te veo más como mujer que como madre”.

–“Eso está bien hijo, porque yo te veo como hombre”

Después cenamos los tres con el morbo que daba saber que tiene toda tu leche caliente metida en su útero y tratando con su marido como si no hubiera pasado nada ¡Mi madre es única! Sabe bañarse y guardar la ropa. Pesar en los millones de bichitos de su hijo que están trepando infructuosos por su trompa de Falopio para querer preñarla me pone a mil. Esa noche mi padre se quedó grogui viendo la tele en el sofá como siempre, y yo me marché para mi piso con los huevos aliviados y un “Tupperware” con comida. Por supuesto la despedida en la puerta fuera de la vista de su esposo fue con un beso con lengua, sin que se note mucho por las sospechas del “hombre de la casa” ¡…Menudo cornudo está hecho mi padre! Como dice ella ¡Para eso están los hijos primogénitos!

Que un hijo y una madre tengan relaciones sexuales es demasiado frecuente, mucho más de lo que imaginamos, especialmente cuando las madres son jóvenes para jubilar su sexualidad y los hijos lo suficientemente mayores para disfrutar del sexo…, que el chico acabe corriéndose en el fondo del mismo coño por el que nació, es cuanto menos de un grado de morbosidad extrema. En mi caso, Madre e hijo tenemos una relación bastante especial, hasta el punto que hemos hecho del incesto algo normal y cotidiano… sin duda desde hace unos años yo soy su único macho. Y es que mi madre no tiene problema alguno en desnudarse delante de su hijo aprovechando que tiene la polla dura para hacerme una mamada y así bajarme el calentón. Pero claro, la cosa no se queda en una simple comida de polla, la vieja en cuanto ve su oportunidad, comprobando que la verga del retoño ya se haya bien dura, se sienta sobre mi rabo para que penetre el maduro y necesitado chumino de la progenitora. Así estamos follando un buen rato mientras las grandes tetazas de mi madre botan alocadas hacia todos los lados. Son bastante grandes como suele ser habitual en las mujeres de su edad.

Finalmente la invito a que se tumbe sumisa y complaciente dejándose dominar por su hijo, en tanto me pongo encima de ella incrustándole todo el cipote hasta los huevos sin contemplaciones… la mujer se deja hacer, permitiendo que mi espolón la empotre a todo trapo. Ninguna vez es diferente en su resultado, me corro dentro del coño materno sin cortarme y no la sacó hasta que tenga asegurado que no me queda más esperma dentro de mis pelotas. Es obvio que la mujer no va a quedarse preñada tras esta corrida interna intrauterina. Pese a poseer una vagina tragona como ninguna mujer a la que haya follado, tras descargar mi gran lechada dentro de su vagina conseguí llenarla tanto, que su cavidad uterina no fue capaz de albergarla toda. Mi madre quedó con lefa chorreando por su coño y por su entrepierna de lo copiosa que había sido…, una leche vaciada por su propio hijo, desde luego le pareció bastante extraño cuanto menos la primera vez por la relación directa entre la cantidad de semen eyaculado y la excitación del macho en dicho acto, porque ningún otro semental lo había conseguido de esa manera tan voluminosa…pero ahora ya sabe que es lo habitual. Yo eyaculo entre 15 a 20 ml de esperma en cada lechada, que el triple de lo normal.

En verano con el calor suelo ir despelotado por mi piso, esto de ir en bóxer o incluso pasearme desnudo, a mi madre no le importa cuando ella está en mi piso echándome una mano, porque soy un desastre con las comidas y la limpieza, así que dos veces a la semana se pasa a su aire… como aún se considera bastante joven pone música y me hace el piso en un abrir y cerrar de ojos… Formamos un buen equipo. Ella también se pone ligera de ropa en bragas con una bata de casa encima y tan ricamente.  
 
Tengo la suerte de tener una madre muy permisiva que no tiene complejos, es muy abierta de pensamiento, y mucho menos tabúes con el sexo… así nos lo ha educado a lo largo de la vida a mi hermana y a mí para que No tuviéramos complejos con nuestros deseos. Cuando no está y me apetece aliviar la presión me hago una buena paja con las fotos que tomo cuando los hacemos y algún video también.

Como ya he comentado, ahora que tiene la menopausia permite sin miramiento correrse dentro, así que en cada polvo acaba con el coño lleno de la leche de su hijo…según me dice ella la única que le entra, porque mi padre ya no la cata y se ha dejado de flirteos con los alumnos de la escuela de adultos con los que follaba cada curso… uno o dos se la tiraban hasta que lo empecé hacer yo y se olvidó de coqueteos, eso me dice ella. Yo creo que gracias a nuestra relación sin impedimentos ha hecho que ella se sienta más joven y deseada… ¡Este verano se marchó de viaje sin su esposo y seguro que se despendoló con algún maromo! La veo rejuvenecida desde la primera vez…, esta surgió por casualidad y ya no hemos parado, ¡Joder qué morbo cuando descubrí que le gustaba abrirse de piernas dejando que su hijo la follara! Aquella vez sobre la encimera…

En otra ocasión fue dándome un masaje para desentumecer mi espada previo de un baño reparador, y una cosa llevó a la otra, vamos que se me endureció la polla y la señora tampoco puso cortapisas…, yo creo que por la excitación del buen masaje que me dio, no pudo resistir y me hizo la mamada del siglo. Continuamos con nuestra cotidianidad y tras dar un largo paseo la encontré de lo más excitante con sus zapatillas de caminata…, y sin más le quité las bragas la abrí de piernas y sobre la cama en la clásica postura del misionero, terminé dentro de su coño llenándolo de lefa… total como a su edad es imposible que la preñe como dice ella todo para adentro, unido a que nada supera una buena corrida interna. A pesar de haberlo hecho mogollón de veces, No deja de impresionarme que me deje INSEMINAR su útero con tanta naturalidad, pero bastante más verle el coño chorreando leche después. Y es que mi madre se siente mucho más joven de lo que marca su día de nacimiento, no veas las ganas que tiene de disfrutar… y ya sabes, como por casa YA no nos andamos con recatos pasando pudores y malos rollos, lo tenemos claro ambos.





En aquella ocasión mi padre estaba de viaje y cuando llegué a casa para cenar me encontré con la mesa puesta, todo preparado y mamá sentada frente al televisor vestida con una camisa blanca, una falda corta y zapatos de tacón. Al cabo de media hora, justo en el momento de terminar de cenar y mientras yo recogía la mesa sonó el teléfono. Mamá fue a cogerlo toda contenta pero nada más empezar a hablar le cambió por completo el color. Las únicas palabras que decía eran…

–“… perdón mi amor… me olvidé, te juro que me olvidé… muchas gracias mi amor. Hasta luego”.

Cuando mi madre colgó el teléfono yo estaba sentado en el sofá. Mamá preparó su bañera con mimo, igual que hacía cuando se bañaba ella sola… espuma de baño, sales minerales, un producto especial con aroma a canela y velas aromáticas repartidas por el baño. Cuando todo estaba preparado me llamó y me quitó con suma delicadeza la ropa, me tomó de la mano y me introdujo en la bañera frotándome todo el cuerpo con su esponja. Al momento se metió ella también colocándose detrás de mí con su espalda apoyada en la bañera, mi culo entre sus piernas abiertas sintiendo el tacto de su coño mullido, y mi cabeza apoyada entre sus tetazas. Sus manos recorrieron lentamente desde mis muslos a mi cabello, enjabonando y frotando cada porción de mi cuerpo y cuando pasaban por mi cipote se enardecía con la agradable sensación de que se detenían en él mucho más tiempo que en otros sitios o al menos el recorrido lo hacían mucho más despacio. Un tiempo después me pidió cambiar de posición y entonces fueron mis manos las que se dormían en sus tetas y su chocho completamente dilatado. Cuando comenzábamos a arrugarnos por el efecto del agua nos incorporamos, nos aclaramos mutuamente y mamá me secó con una enorme toalla que olía a ella, sin permitir que yo la secara a ella como era mi deseo.

– “Ahora échate boca abajo en la cama y te daré un masaje completo con aceite”.

Entre los muchos títulos y diplomas acumulados a lo largo de su vida, mi madre tenía el de masajista, así que durante un rato iba a estar “en buenas manos”. Mamá se sentó a horcajadas sobre mis piernas y comenzó por mi espalda y mi cuello para aliviar la tensión que tenía acumulada desde hacía horas. Cuando notó que estaba relajada esa zona pasó a mis brazos y a las palmas de mis manos y de ellas a mis pies. En las plantas de mis pies se detuvo un rato largo mientras me explicaba que según la medicina china, por ellas pasan todos los meridianos de la energía que tenemos en el cuerpo y que es la causa de muchas dolencias. De los pies fue subiendo poco a poco por las piernas hasta los muslos donde volvió a detenerse otro largo rato haciendo un masaje suave que me provocaba cierta somnolencia. Pero… cuando ya pensaba que había terminado con mi parte posterior me pidió algo nuevo…

– “Ahora separa bien las piernas”.

Cuando lo hice, se arrodilló entre ellas, dejó caer un buen chorro de aceite entre mis nalgas y comenzó a masajearlas apretándolas y soltándolas constantemente mientras sus dedos se deslizaban por toda mi raja arriba y abajo sin descanso. De pronto los dedos de su mano derecha empezaron a jugar peligrosamente con el orificio de entrada a mi ano, primero suavemente de forma circular, luego amagando la entrada sin llegar a efectuarla y vuelta al principio hasta que en una de las aproximaciones uno de sus dedos terminó buscando mi punto G en el interior del orificio mientras yo sentía un placer que nunca me había imaginado.

–“Quiero que te vuelvas, pero antes tengo que vendarte los ojos”.

Cogió un antifaz que se hallaba colgado del cabecero de la cama y me vendó los ojos. Cuando me volví siguió diciendo…

– “Ahora tengo que atarte para dar el masaje por este lado”.

Creo que utilizó las mismas correas que usaba con mi padre para atar mis manos al cabecero de la cama, una a cada lado. Mis piernas, completamente abiertas y con las rodillas flexionadas las ató al centro de la cama. Untó de aceite mi pecho y mi vientre y le extendió con sumo cuidado mientras mordisqueaba mis pezones que empezaron a crecer de forma preocupante. Luego se dedicó a mis piernas empezando como antes por mis pies y continuando por mis pantorrillas y mis muslos hasta acabar de forma delicada en mi falo, ya completamente empalmado como un mástil. De pronto sentí que se arrodillaba entre mis piernas, ponía sus manos a ambos lados de mi cuerpo y comenzaba una especie de masaje exótico que me elevó, como poco, al séptimo cielo. Su lengua y sus ubres untadas de aceite resbalaban por mi cuerpo desde mi cara hasta mi miembro. Cuando llegaba a mis labios introducía en mi boca uno de sus pezones y me pedía…

– “Quiero que me los chupes y me los muerdas sin compasión”.

De vez en cuando iba cambiando de pezón cuando el anterior comenzaba a dolerle. Luego, con ellos completamente duros, rozaba mi pecho y mi vientre en dirección a mi verga, mientras su lengua lamía sin cesar las mismas zonas de mi epidermis. Cuando llegaba al rabo tieso con una dureza extrema y dolorosa, sus pechos se aplastaban ligeramente contra el mismo para conseguir que este se deslizara entre ellos con el máximo de roce posible y hubiera sido el punto álgido del placer si no fuera porque detrás de sus tetas llegaba su boca, succionando, chupando y lamiendo cada centímetro del badajo que poseo, y así durante unos segundos interminables. Cuando sentía que estaba a punto de estallar, mi madre comenzaba a subir de nuevo hacia mi boca para bajar a mi bálano y repetir el ciclo completo. Esta vez se entretenía más con mis huevos que lamía y se los tragaba uno a uno como si de caramelos se tratase, estiraba de ellos con la boca y luego los soltaba para alternar con el otro. Una vez que me machacaba bien las pelotas se enzarzaba con la verga…

No tengo noción de las veces que se repitieron esos movimientos, solamente recuerdo que en uno de ellos y con la venda ya quitada, mientras sus tetas se deslizaban arriba y abajo con mi tronco en medio de ellas, este escupió todo lo que llevaba dentro con tal potencia que una buena parte de mi semen saltó a la cara de mi madre que se reía mientras con su dedos recogía todo aquel exceso y los llevaba a su boca chupándolos mientras se relamía de gusto. Después de limpiar el esperma espeso y licuado de mi vientre con su lengua y compartirlo de nuevo conmigo con un largo beso en la boca, me desató y se acostó a mi lado durmiendo los dos de cansancio hasta la mañana siguiente. Al levantarnos, mi madre se duchó y se puso un vestidito tan corto y sin nada debajo que se podía observar perfectamente su trasero cuando se agachaba, así como la raja de su coño partido en dos mitades perfectas, e incluso su aterciopelado y escaso vello púbico cuando se estiraba para alcanzar algo en cualquier estantería. Por mi parte y contra lo que era mi deseo, fui obligado a continuar con mi vida normal de cualquier domingo… salir por la mañana, volver a comer y salir por la tarde hasta la hora de la cena. Sólo que ese domingo estaba dispuesto a introducir un pequeño cambio en mi rutina para no perderme durante tanto tiempo la visión del cuerpo de mi madre.

Papá llamó a la hora de la comida para decirnos que estaría a la hora de cenar, para entonces mi madre y yo aprovecharíamos la tarde sin pedir permiso… la única condición que puso fue que ella pondría los límites. Tras un largo paseo por la ciudad, al volver a casa la visión de mi madre me excitó… Quizás fue verla en zapatillas lo que me llamó la atención, pero al verla al entrar por la puerta me pareció tan pura, tan frágil y tan dulce que no pude más que mantener el cuello girado, mirando cómo se dirigía como una diosa hacía su cuarto tras hacer unos ejercicios de yoga. Decidí que había sido suficiente. La seguí, y subí las escaleras silenciosamente. Llegué a su cuarto, donde su puerta se hallaba entreabierta. Entonces me desnudé, completamente y en silencio. Sabía que no iba a necesitar entrar vestido. Empujé la puerta y entré, me encontré con su figura sentada a la orilla de la cama, desabrochándose sus zapatillas. Ella se percató de mi presencia, pero ni se inmutó. No quitó la vista de sus zapatillas.

Me acerqué y me detuve ante ella. Sólo entonces levantó el rostro para dirigirme la más dulce de sus miradas, sus ojos brillaban como si estuviesen a punto de llorar, pero no era así. – “Hijo”, murmuró, con una voz dócil. Entonces la empujé contra la cama. Mi enorme cuerpo se abalanzó sobre el suyo. Mis brazos la encarcelaron mientras nuestros labios se unían, temblorosos en un beso que pareció durar siglos. Mis manos recorrieron cada centímetro de su cuerpo, a través de la suave tela de su vestido. Era como si quisiera rememorar cada detalle del que me había privado durante días. Ella cerraba los ojos, sintiendo en su piel mis gruesos dedos. Levanté su vestido, descubriendo su entrepierna, vislumbrando el apasionante coñazo que posee mi madre. Mi mano hizo a un lado la parte frontal de sus bragas de algodón, sólo lo suficiente para que mí endurecida verga pudiera abrirse paso entre sus carnosos labios vaginales. Un precioso quejido, que después se convirtió en un suave suspiró, escapó de los labios de Mamá cuando mi falo la penetró por completo hasta los mismos huevos sin remisión… Me mantuve unos segundos ahí, con mi tronco palpitando en su humedecido coño. Sólo nuestras bocas parecían seguirse moviendo mientras la temperatura aumentaba en nuestras entrepiernas, nos comíamos la boca luchando con la lengua por lamer cada rincón del paladar del otro y mamando la lengua alternativamente…

…demasiado lujurioso para ser madre e hijo abrazados en un tándem perfectamente acoplados con nuestras bocas y los genitales blandiéndose en lucha… mi falo abriendo sus carnes y su cadera buscando mayor penetración, mayor rudeza y más urgencia. Me sentí realizado, como si hubiese recuperado algo cuya falta me estuviera matando lentamente. Era la primera vez que follábamos “decentemente” esa semana, como una pareja que se amaba realmente y no como un par de adolescentes calenturientos. La embestí con suavidad, y con la misma suavidad ella trotó sobre mi tranca. Mis manos tocaban sus tetas y apretujaban sus pezones con suavidad, y las palmas de nuestras manos recorrían cada detalle de nuestros cuerpos, con la suavidad y elegancia de dos danzantes contemporáneos. Como dos ciegos que trataban de dibujarse en su mente…. Aquello fue como una promesa definitiva, pasara lo que pasara jamás nos dejaríamos. Nunca como esa tarde había sentido tanto su candor de madre, porque la noté madre, amante y puta a la misma vez… por su aroma reconocible desde que era bebé, por su entrega follando en tanto nos mirábamos a los ojos mutuamente, y puta por las ganas de sentir al semental de su hijo follándola a todo tren hasta llenarla.

Nunca hasta entonces fui tan consciente de que se trataba de mi matrona. Mientras la follaba, no sólo podía sentir en su interior el amor ardiente de una amante mujer sino también el cariño dulce de una madre. No tuvimos que decir palabra alguna para entender lo que estaba sucediendo entre nosotros. Arrecié mis embestidas, sus carnosos y largos labios vaginales envolvían mi tallo impregnándolo de flujo mientras estos se plegaban en la clavaba y se extendían sobre la polla en la extracción, y así ocurría una y otra vez con más y más contundencia sin poder contener la excelsa eyaculación que allegaba para vaciarse en su fondo uterino. La clavé a fondo apuñalando salvajemente su vagina… y allí dejé alojada mi verga en tanto se aliviaban mis huevos con largos chorros de leche espesa disparando sobre su cérvix, a la par que íbamos comiéndonos la boca agradecidos de colmar al extremo de calentura. Un par de minutos después exhaustos y desnudos nos tumbamos sobre las sábanas extrayendo el badajo impregnado de flujo y semen en toda sus extensión… yo apaciguado con el ego de macho por las nubes y ella con mi leche guardada en su coño, menos un reguero decantando por su raja que mojaba su ano y finalmente las sábanas… nos quedamos dormidos.

Éramos una mujer expuesta a sus necesidades y un hombre sin pareja… ¡Para qué andarse con tonterías...! Un hombre tiene lo mismo que otro y las mujeres lo mismo, vista una vistas las demás. Que hay necesidad de hacerlo se hace y punto, somos un macho y una hembra nada más tal como nos ha hecho la naturaleza. Total como dice ella... “¡Córrete dentro que a mi barriga… ya no me vas a poder preñar! No dejaremos testimonio de nuestras perversiones” así que para adelante discretamente en su casa o en la mía nos damos el gusto, nos quitamos el apremio y para otra cosa que hay otras muchas que hacer. Y si lo miras bien es un ahorro… yo ya no gasto en meretrices y ella en aguantar su ganas porque a mi padre ya no se le empalma.

Por aquí tengo unas fotos que nos hemos hecho juntos… menudo coñazo tiene mi madre, anda que no disfruto follándoselo todos los días que se deja, y claro ella conmigo con esto de la menopausia no hay recato. ¡El tiempo que estamos juntos nos lo pasamos muy bien! Además mi madre es de las quiere que me corra dentro para no ensuciar nada con mi leche espesa que salpica a borbotones cuando me corro al tener todo el glande libre de prepucio…, así que en cada polvo acaba con el coño lleno de leche de su hijo y nunca es poco, pues produzco una gran cantidad por encima de la media normal…. Yo creo que gracias a nuestra relación sin tapujos, ha hecho que ella se sienta más joven y deseada, viviendo esa época tan emocionante de cuando mis padres eran novios escondiéndose de mis abuelos y tío, ahora se tiene que esconder de su esposo manteniendo un secreto inconfesable con su hijo, y en calidad de tal la tengo colmada de cariño, amor filial y ahora de mucho fornicio indiscriminado ¡Todo Perfecto! Yo la quiero mucho porque es una mujer muy abnegada, coqueta y sumisa… vamos que se deja llevar cuando la estás follando a gusto, aparte de una impecable ama de casa y profesional en su ámbito que es el docente.

Solo para veas cómo puede ser un situación cualquiera actualmente…, sin ir muy lejos antes de tomarse las vacaciones de verano. Como ella no trabaja ahora por las tardes por ser maestra de escuela y no ejercer en la escuela vespertina para adultos, y yo no tenía que ir al curro, se quedó a comer en el piso porque mi padre volvía tarde del trabajo y no saldría del negocio por problemas de inventario…, comimos y se echó a dormir la siesta, se puso sus cremas en plena masturbación cual arrebato de su necesidad, me acerqué en su ayuda… puso mi verga a su cara, sin más explicación me la agarró y me hizo una mamada mientras le comía  el coño para calentar la faena. Después de darle lustre a mi polla, se tumbó en la cama abierta de piernas, yo le metí toda mi polla esquivando sus carnosos labios vaginales, hasta introducirla al completo. Mi madre es silenciosa, es de esa generación que folla sin gemir hasta que prueban una verga como la mía…, ese día grito como una puta… se le notaba lo cachonda que estaba lubricando como una zorra. Luego le di la vuelta y la seguí follando a cuatro patas gozando de las vistas de su culazo, que también está para comérselo, un anal y finalmente me corrí en su útero llenándola, como una bestia parda…Así es como ocurrió.

…Mientras sobaba concienzudamente sus tetas con la crema evanescente, recapituló con amargura estos últimos años sin que su esposo la follara, tras treinta y ocho años de matrimonio en los que ella fuera una verdadera privilegiada por su relación con él, ya que aparte de ser un buen marido y mejor padre, había resultado ser una especie de semental en la cama incansable hasta hace diez años. En los primeros años cuando solo vivían ellos dos en casa y hasta los tres de Fernando, las folladas eran continuas en un frenesí delirante…, tuvo sexo como nunca antes, a pesar de que ella hubiese conocido íntimamente a otros hombres como a su primo, quien la inició en el sexo. Sus técnicas sexuales y lo suficientemente dotado que estaba le habían proporcionado veinticinco años de un disfrute inigualable. En más de una ocasión había pensado en comprarse un consolador con la forma de la polla de su esposo, poseedor de un cipote de unos 16 cm de largo por unos 6 cm de ancho, con un glande orondo en comparación al tronco, uno completamente despojado de su prepucio que marcaba una línea identificativa entre la cabeza y el resto del cipote en una verga en plena erección. Le gustaba mucho pese a no ser un largo falo, porque lo que importa verdaderamente es el grosor para dar placer.

Su poco atrevimiento de ir sola a uno de los sex–shop que salpican la ciudad, por considerarlo sórdidos para una mujer físicamente sola hacía que no tuviese un dildo para sus masturbaciones. Inconscientemente y merced a esos pensamientos nuevos de ser follada por un semental mejorado… su propio hijo, cuyas imágenes fálicas se sucedían en su mente con viva claridad atorándola en una follada demencial, los dedos ya no se conformaban con estirar la crema sobre la piel sino que se concentraban en rascar las aureolas y restregar entre ellos los largos pezones en la prosecución de un círculo vicioso en el que la mente estimulaba al cuerpo y este la retroalimentaba con la renovación de las caricias. Mordiéndose los labios por el goce y sabiendo que aquello iniciaría una de esas largas sesiones de autosatisfacción en que se estimularía hasta el desenfreno para obtener esos cada vez más violentos y caudalosos orgasmos que la larga abstinencia multiplicaba, dejó que lo otra mano se deslizara hacia la entrepierna para buscar la excrecencia del postergado clítoris.

Con las piernas despatarradas y la boca abierta en un sordo ronquido de angustia, se dejó ir hacia adelante y pronto los dedos retorcían implacables los pezones al tiempo que los otros escarbaban exigentes en la fruncida abundancia de los labios menores del carnoso coño abandonado. Como si fuera autista, comenzó un vaivén adelante y atrás al tiempo que se alentaba sí misma con ahogados gemidos, hasta que la histérica necesidad la llevó a dejarse caer de espaldas sobre el lecho y retrepando por él, se acomodó en el centro. Esa prometía ser una de las tantas tardes de masturbación con que se regalaba, más a menudo a causa de sus necesidades cada vez más imperiosas incentivadas por las folladas de su hijo que más parecían un bis a bis en el que Fernando la llenaba en el más amplio de los sentidos…, se marchaba todos los fines de semana dejándola copada de carne y esperma varonil.

Ya inmersa en la masturbación y con las imágenes de su hijo atravesándola con su gran rabo, alimentando su incontinencia, se dedicó a sobar con meticulosidad las consistentes tetas, palpando la carne que cedía a sus dedos con gelatinosa morbidez, escarbando en esa arruga que su peso formaba sobre el abdomen y que irritaba el sujetador pero que ante las yemas adquiría calidad de excitante picor. Era increíble como esa molestia que se acentuaba en el verano, se convertía en una zona erógena tan sensible como los pezones o el mismo clítoris. Con la boca abierta en un leve jadeo, se esmeró con los dedos en estimularlas hasta que ya sin poderse controlar, llevó los dedos a apretar entre ellos la granulada superficie de las areolas…, con las piernas abiertas y los pies asentados firmemente en la cama, alzaba el cuerpo sostenido sólo por sus hombros y cabeza en una instintiva follada, y asiendo entre los dedos uno de los pezones para comenzar a retorcerlo con avieso placer, envió decididamente la otra mano no sólo a restregar las húmedas carnes del conejo hambriento sino que dos de ellos se internaron perentorios en él, provocando el murmullo de su gratificada aquiescencia.

Ya metida de lleno en la masturbación y deseosa de obtener una primera eyaculación para luego dedicarse con moroso placer a un segundo sexo manual que la llevaría al final y espectacular orgasmo como los que conseguía obtener de esa manera desde hacía más de ocho años, combinó los movimientos de ambas manos y en tanto una estimulaba la parte externa del chocho, desde la mismas ingles hasta la comba saliente de la vulva, la otra exploraba en su interior, relevando las fruncidas carnosidades de los labios menores, verificando la sensibilidad del agujerito de la uretra o simplemente escarbando debajo de la capucha dérmica para estimular la puntita del clítoris. Por los tirones que voraces lobos daban a sus músculos como si quisieran separarlos de los huesos para arrastrarlos al caldero hirviente que eran sus entrañas, sabía que si se esmeraba, alcanzaría pronto ese primer alivio y dándose la vuelta para quedar arrodillada boca abajo, aplastó el cuerpo contra las sábanas y sostenida sólo por su cabeza y hombros, con la cara de lado en tanto restregaba fieramente las tetas contra la tela, condujo una mano hacia la entrepierna para buscar la vagina.

Hundiendo en ella tres dedos, se masturbó reciamente… El deseo era acuciante y ya sin control de sí misma, acrecentó el ritmo de la mano en el chumino, para después enviar la otra hacia su espalda y superando las nalgas, buscó en la hendidura con el dedo mayor el agujero anal para ir introduciéndolo lentamente hasta que los nudillos le impidieron ir más allá. Entonces sí, separando cuanto podía las rodillas para alcanzar mejor el culo y coño, meneando locamente la pelvis arriba y abajo, se masturbó largamente, acompañando la revolución que experimentaba en sus entrañas con ayes, gemidos y bramidos de placer y cuando ya experimentaba la aproximación de la marea líquida en que estallaría su vagina colmada, sintió como una mano la aferraban por las caderas y la otra apartaba sus dedos en ruda penetración, percibiendo una verga poderosa suplantándolos…. 
 
La sorpresa, el gozo y la certeza de que era su hijo quien la estaba sometiendo, la inmovilizaron como no lo estuviera nunca, se maldijo por su ceguera al no ver que ahora tenía otro macho en su cama, el muchacho que ya a los casi cuarenta años, ya era un hombre hecho y derecho, permitiéndose el desahogo sexual que se procuraba a sí misma con la misma desaprensión que si viviera sola.





Recién caía en la cuenta que desde que su marido la abandonara sexualmente, ella exhibía la contundencia de sus formas en ese cuerpo todavía ágil y delgado como si el hijo fuese el reemplazo natural. Deambulaba de cuarto en cuarto sólo vestida con ropa interior, o utilizando como prácticos camisones a largas camisetas debajo de las cuales solía no usar nada…. Muerta de rabia y vergüenza por haberle pedido que la follara directamente, iba a increpar a Fernando cuando el tránsito de la verga en la vagina le hizo ver que ya era tarde para evitar la penetración y por otra parte, ese viejo y exquisito placer del que no disfrutaba en la comodidad acogedora de casa hacía ya una eternidad, volvía a instalarse en ella con una contundencia que la hacía ignorar quien era el que la sometía…, sollozando en medio de ahogados jadeos, con voz quebrada por la emoción y el deseo, sólo le pidió a su hijo que no la lastimara por lo ceñido que lo solía tener por las escasas incursiones que lo dilataran y el tremendo mostrenco que portaba su retoño, que no lejos de ser similar en grosor al de su progenitor, también era más largo en una versión muy mejorada del padre en el hijo.

Percibía a las claras el mazo transgresor que ajaba su intimidad de dimensiones extraordinarias, no semejantes al ningún amante anterior… solo deseaba que su chico fuera gentil con ella y no la partiera en dos con malas formas atendiendo a la templanza de un adulto. Notó el bálano en las profundidades del útero, allí donde solo ha estado Marcial, haciendo honor de ser hijo de su padre dilatándole la boca de su vagina. No obstante la contracción nerviosa que sumía a su estómago y órganos con aleatorias y espasmódicas convulsiones, sentía que el ciclo orgásmico no se había interrumpido, retornando a los corcovos en que sacudía el cuerpo al completo, tuvo la satisfacción de sentir al falo restregando sin piedad los músculos agarrotados de sus paredes vaginales dándole vida, urgiendo las terminaciones nerviosas… Fernando entraba y salía despacio en su cuerpo, resbalando en la alfombra lubricada tendida para el alivio del útero…, y entre los sonoros chasquidos de los genitales estrellándose uno contra el otro, proclamó a gritos el estallido del orgasmo eyaculando un chorro de fluido licuado nacido del más profundo deleite orgásmico.

Fernando parecía estar contento por la aquiescente actitud de su madre y fascinado por ese cuerpo al que conocía de memoria y deseaba desde que era tan sólo un preadolescente de 12 años o menos, espiándola dentro del bañó por estratégicos agujeritos que practicara en el bisel de los tableros de la puerta o por la noches en que por el ojo de la cerradura era afiebrado testigo de sus frenéticas masturbaciones. Ahora, sentía toda la rígida fortaleza de su verga socavándola y el calor de la tragona vagina lo convencía de la infidelidad de Candela hacia su padre, pero no era momento de pensar en él sino en lo que disfrutarían de ese momento en adelante de permitirle su madre poseerla cómo él quería hacerlo, en sustitución del original, la copia no era nada desdeñable. Entusiasmado por la abundante secreción vaginal que le permitiría aprovechar esos momentos de lasitud tras haber acabado ella. Se inclinó sobre la mujer que se sacudía estremecida…

Y asiendo las poderosas tetas que se columpiaban al compás de sus empujones, fue amainando en estos, a la vez que se regodeaba sobando la exquisita piel de sus tersas mamas, buscando con las yemas las codiciadas aureolas que mamó sin misericordia en medio de jubilosas exclamaciones de los gemidos de Candela. Sin compasión encerró entre sus pulgares e índices los largos pezones para someterlos a inacabables retorcimientos lujuriosos. Eso y el lerdo de su hijo hamacarse sobre ella, hacían recorrer perezosa la gran polla en la vagina de su progenitora, que ahora se adaptaba a la recia forma para regocijarse en ella plenamente. 
 
Tras los largos lapsos de tiempo de abstinencia no querida entre polvo y polvo semanal, completaron el período de la eyaculación que generaran sus manos y sintiéndose ir a través de los jugos vaginales. Tuvo una reacción tan espontánea como desesperada, y saliendo forzadamente de entre sus brazos, se dio la vuelta para encarar al absorto muchacho al abalanzarse donde la brillante verga…, se erguía enhiesta y chorreante de sus jugos, para ceñirla con la tenaza de su mano entera. Sin llegar a cubrir la mitad del tronco exacerbado, iba recorriéndola hacia la testa oronda formada por el gordo capullo del chico, al tiempo que iba empujando hacia la punta, la espesa y sabrosa capa de flujo vaginal, mientras rodeaba con toda la boca al glande y degustaba la acumulación de caldos uterinos que se hizo abundante con el arribo de los dedos. Lameteándola furiosamente, lo despojó de cualquier excedente de sus propios jugos ciñendo sus labios sobre el gordo capullo de su hijo.

Ya la pasión contenida por tanto tiempo la excedía y avasallaba en su prurito de contener su semilla despojados de cualquier moral hipócrita, recato y decencia que pudiera provocar la actitud de una madre e hijo fornicando con el único propósito de obtener el placer sexual del otro sin más pretensión, pues lejos se hallaba el propósito de engendrar multiplicando su prole con otro hijo más. Por otra parte ya era tarde para lágrimas toda vez que la verga de su hijo la había penetrado sin compasión alguna como otras tantas veces ya haciéndola suya…, dándole un goce que la hacía dudar si su propio marido lo hubiera conseguido. De cualquier manera, lo hecho, hecho estaba, porque la señora follada ya estaba siendo follada por su maduro y amante hijo. Decidida a seguir adelante con aquello que cualquier mujer hubiera considerado una perversidad, pero que a ella se le antojaba exquisitamente placentera, conscientemente morbosa y altamente gratificante, proclamadas por su curada moral incestuosa desde los 14 años.

Sometiendo a la inflamada testa con un movimiento envolvente de los dedos, fue descendiendo por el tronco entre lengüetazos y chupones… al llegar al arrugado escroto casi desprovisto de vello, lo encontró mojado por el golpeteo anterior contra su inflamado y húmedo chumino…, fue succionándolo con avidez de naufrago. Un nuevo picor que la acuciaba en lo profundo de sus entrañas la hizo mantener un suave movimiento masturbatorio de los dedos pero su boca subió apremiante por sobre los musculosos abdominales del muchacho hasta tropezar con los pectorales donde se ensañó en las tetillas y golosa como una adolescente, sojuzgó la boca de su hijo…, jamás había cruzado por su mente ni la mínima referencia a ese respecto pero la bien delineada boca del hombre de labios gruesos y fuertes la tentaba hasta la locura y dejándose llevar por la semi penumbra del cuarto, le pareció que era el padre a quien besaba.

Hundiendo los dedos bajo la cabellera del muchacho, presionó su cabeza y casi enfurecida, inició una batalla de lengua y labios que Fernando no tardó en aceptar, al tiempo que sentía sus manos aprisionando las tetas para someterlas a agradabilísimos estrujamientos. Condujo con su otra mano la verga que masturbaba a tomar contacto en su feminidad, aplastándose contra el macho, fue descendiendo morosa para ir penetrándose con el falo inhiesto cual cetro benevolente en espera de su madre acogedora…, plenamente consciente de haber cruzado para siempre la línea roja del más infame incesto que dispara la adrenalina cual aventura de rafting…, era glorioso sentirse perforada por esa verga que debía de enorgullecer a su hijo en extremo. Le era enervante y hasta excelso percibir la potencia juvenil del chico con tamaña forma venérea y ciclópeos cojones a juego, que sometía a su madre a un continuo vaivén desde la punta a la raíz en rítmico juego de cadera caribeño, mientras alternaba chupones y lengüeteos con lascivas referencias a si le gustaba follársela tanto como ella a él…

– “Dime cabrón ¡¿Te gusta follarte a tu madre…?! ¡Te gustaría preñarla y hacerme una panza enorme! ¡¿Verdad hijo de puta?!¡¡Qué bien me estás follando… no pares cabrón!! ¡FÓLLATE BIEN A MÁMA!”

Entre tanto estupor fue haciéndole recostar el torso y en esa posición, reacomodó las piernas para quedar acuclillada. Asiéndolo de las manos para conservar el equilibrio y casi con reluctancia, fue levantando el cuerpo hasta que el cipote casi escapó de la succión vaginal fielmente obstruida alrededor del tronco endurecido, para luego ir descendiendo con la misma lentitud exasperante para el ansioso e impetuoso chaval…. Sin embargo la dama dosificaba sus placeres experimentando una sensibilidad que ya creía definitivamente perdida tras su etapa de descubrimiento sexual en chicos mucho más jóvenes que su hijo.El tránsito del gran falo filial se convertía en exquisito y más aún cuando comenzó a menear la pelvis de distintas maneras, adelante y atrás, arriba y abajo, de lado o rotando, para sentirlo rozando en regiones ávidas e ignaras de disfrute alguno
 
Semejantes esfuerzo terminó por agotarla y mesurando los movimientos, continuó por unos minutos con el acople hasta que finalmente se dejó caer hacia atrás y alzando las piernas encogidas por los muslos con sus manos, le suplicó a Fernando que se lo mamara. Veía como un sueño cumplido con creces, perdido ya el miedo a una negativa de su madre que se le ofrecía sin prejuicios, como si el hecho de mantener una relación edípica con ella, fuera lo habitual y corriente, Fernando decidió llegar hasta dónde Candela se lo permitiera y más aún, si era posible. Acostándose frente al triángulo virtuoso de la entrepierna, aspiró con fruición aquellos aromas y comprobó la peculiar manera en que su madre demostraba la infidelidad al cornudo de su marido, por el cuidado con esmero de un aterciopelado pubis durante estos años, desde la rasuración total hasta las actuales verdaderas formas sexys de triángulo con que el vello se mesaba hasta el la capucha de su clítoris.

Fascinado por el conjunto, su boca degustaba los sabores que semejante mantillo de vello acumulaba pero también la acidez que le proporcionaba el botón oscuramente rosáceo del culo…, posando sus manos en los glúteos que lo asombraban por su firmeza, forzó a la mujer a levantar aún más la grupa y separando con los pulgares los cantos de las nalgas, envió la punta tremolante de la lengua a escarbar sobre el mínimo pulsar del ano. Sabiendo cuanto disfrutaba Candela con esas mínimas sodomías de un solo dedo, saboreó la mezcla de lo que ella misma extrajera de la vagina con restos de jugos uterinos que escurrieran hacia atrás y esta le parecía tan excelsa que puso la lengua a tremolar con exigente urgencia al tiempo que presionaba con la punta sobre el centro de la estrellada depresión. Liberada ya de pudor alguno, su madre llenaba el aire del cuarto con sus eufóricos asentimientos y anticipándose a su deseo, hundió tres dedos en la maraña carnosa de sus labios vaginales al tiempo que se manoseaba el pubis para estimular en morosos círculos al inflamado clítoris.

Su experiencia de años lo había convertido en un experto practicándolo con su esposa y después las muchachas con quienes conseguía acostarse para llevarlas a un nuevo mundo de asombro sexual, tenía a los 38 años, la pericia necesaria como para satisfacer a una hembra adulta de edad indeterminada, y ducha en esos menesteres como lo era su madre…, una vez conseguido su objetivo de penetrar los esfínteres, aventuró la lengua un par de centímetros con lo que Candela envió su dedo mayor a lo largo de los festoneados labios menores hasta casi introducirse en la vagina para luego subir premiosamente hacia el clítoris desde donde, después de excitarlo brevemente, reanudaba el agradabilísimo periplo del dedo.  
 
Las soeces frases entrecortadas con las que la mujer lo calificaba, descalificándose a sí misma como madre virtuosa y la insistencia para que la hiciera feliz después de tanta búsqueda infructuosa entre jóvenes jactanciososque la insatisfacían de continuo, pero con las palabras más groseras que jamás él le escuchara, lo indujeron a poner sus labios como una ventosa sobre todo el culo y chupándolo tan intensamente como cuando provocaba oscuros hematomas a las chicas en íntimas regiones que sólo ellas verían, hizo que Candela incrementara la fortaleza con que se masturbaba y complaciendo la angustia que necesariamente debería sentir, tras degustar el aroma intenso del conejo maternal, fue añadiendo a los labios la presencia de la punta de un pulgar al que fue introduciendo al ano en medio de festivos grititos de su madre.

Cuando todo el gran dedo gordo estuvo dentro, inició una mínima pero intensa sodomía y atento a los histéricos pedidos de la mujer, llevó la lengua a ascender hasta la boca alienígena de la vagina que saturaban fluidos internos a los que enjugó brevemente con la punta y más tarde, gracias a que ella misma mantenía separados los labios mayores con índice y corazón, se permitió acceder al fantástico interior de la vulva donde los labios menores formaban una especie de puntilla fruncida que ocultaba totalmente el hueco del óvalo. 
 
Deslumbrado por aquello que entreviera de lejos, no daba crédito a esa profusión y poniendo a trabajar conjuntamente a labios y lengua, fue lamiéndolos y chupando alternativamente a todo lo largo del conejo de su madre en medio de los asentimientos furibundos de ella que le exigía aun más. Candela estaba totalmente desatada, imaginando en su obnubilación que era su marido quien la estaba sometiendo de manera tan entusiasta de igual forma de cuando eran novios, y poniendo sus manos por detrás de las rodillas, encogió las piernas hasta el mismo sufrimiento para entonces hamacarse y ofrecer generosamente a la boca del macho toda su dilatada zona erógena. Sin dilación ni pudor fue apartando con sus dedos la maravilla de los frunces, Fernando recorrió curioso el profundo óvalo para luego de hurgar en el agujero de la uretra que le llevaría al averno del placer, subir a la búsqueda de esa puntita rosada que se proyectaba a través de una membrana traslúcida, excediendo al capuchón que lo protegía.

Desde que practicaba el sexo oral a las mujeres, incluso desde que se lo hizo a su hermana por primera vez, la ilusión de siempre fue que aquellos coñitos pertenecieran a su madre y ahora tenía la recompensa anhelada entre sus labios por tanto deseo acaecido desde lo más hondo de su ser. Después de fustigar reciamente la punta roma como la falange de un dedo meñique y aplastarla contra los dientes provocando en Candela exageradas exclamaciones. Él se sentía contento de su recompensa al trabajo bien hecho…, envolvió al ahora crecido clítoris entre los labios para someterlo a cortos e intensísimos chupones, mientras con dos dedos superaba el vestíbulo de la vagina para encorvarlos y con ellos rastrear la cara anterior a la búsqueda del punto G que en su madre se manifestaba como una abultada media nuez en lo cauto de su coño apretado. 
 
 Exaltada hasta la desesperación, Candela se mesaba los cabellos con la cabeza echada hacia atrás o martirizaba sus tetas con feroces apretujones al tiempo que entre quejumbrosas palabras de pasión le pedía que la socavara más y más…, sumando los dientes al trabajo de los labios, agregó otro dedo más a la vagina para darle un movimiento semicircular a la muñeca con lo que las uñas raspaban casi todo el canal de parto y movido por el vigor con que la mujer corcoveaba como buscando sentir mejor la bestial masturbación.

Subió con la boca más allá de la sabroso y tupido mantillo de vello, y sin dejar de penetrarla con los dedos, alcanzó la comba pronunciada de las tetas para treparla impetuoso, alojando la boca sobre un pezón al que comenzó a mamar con la misma hambruna de cuando era un bebé. Radiante por el comportamiento de su hijo y en tanto lo alentaba a más, Candela extendió una mano y buscando a tientas la verga palpitante que excedía casi 20 centímetro de entre sus piernas, la apresó entre los dedos para incrementar su incipiente erección hasta posicionarla mirado firme a la señora madre. Él se afanaba a la par con la boca en los pezones y los dedos en la vagina materna hasta que, una vez conseguido su propósito de endurecerlo más si era posible, su madre condujo el inhiesto y endurecido pollón filial hacia el dilatado conejo hambriento y desplazando prepotente a los dedos por el simple acto de introducir al glande, proyectó la pelvis hacia su hijo para que el firme gran rabo la penetrara por entero…, todo ello como si obedecieran a un ensayado ballet, él colocó ambas manos sobre la cama a cada lado del cuerpo de la mujer que la parió y esta, una vez que el chico estiró las piernas para conseguir mejor envión, envolvió los muslos del muchacho con las suyas y haciendo presión con los talones, se impulsó para follárselo o follarse a sí misma con semejante mástil, pues no había diferencia alguna entre ambas acciones.

Sintiendo que verdaderamente la punta de la verga golpeaba el fondo de la vagina y como si estuviera haciendo flexiones, Fernando comenzó un lento hamacarse que complació a su madre tanto, que se abrazó desesperadamente a su cuello mientras arqueaba todo el cuerpo en un primitivo apareamiento animal tan ancestral como la vida misma, que practicaron con tal entusiasmo que a los pocos minutos se detenían jadeantes pero aun tan excitados como si aquello fuera el comienzo del acople perfecto jamás imaginado. Tomando la iniciativa, Candela fue ladeando el cuerpo y encogiendo la pierna izquierda, la separó del cuerpo para pedirle a su muchacho que volviera a invadirla en esa posición y de esta forma percibir por fin todo el falo filial completo dentro de su ansiosa vagina… hasta que las orondas pelotas del chico hiciesen tope en su vulva. El sabía que esa postura marcaría el inicio de algo definitivo, y que su madre seguramente hacía una entrega sin sacrificio, al capitular ante el fastuoso semental de su propio hijo… al ofrecerse tan abiertamente a copular a pelo con él en síntoma de renuncia total y sumisión al nuevo dueño de sus placeres.

Embocando la verga en el coño quedado totalmente desguarnecido, fue invadiéndola hasta que su pelvis se estrelló chasqueante contra las mojadas carnes de su madre, y levantando una pierna para apoyar firmemente el pie sobre la cama, se dio impulso incrementando el vaivén de su cuerpo haciéndolo tremendo, con lo que a cada rempujón, la mujer expresaba su contento con un angustioso sí que el sufrimiento enronquecía…. También él estaba exhausto, pero deseoso de cumplir cabalmente con su papel de semental, le pidió a la mujer que se arrodillara y esta, sabiendo lo que aquello presagiaba, se apresuró a colocarse boca abajo y con las piernas separadas…. Sus extremidades bien contorneadas pese a su edad formaban un triángulo perfecto. Se apoyó en las manos y los brazos flexionados, para esperar anhelante las embestidas de su hijo, que seguro serían tan duras como se percibía su energizado cipote plantado ante ella. el chico quien, acercando el cuerpo a una distancia que le permitiera moverse cómodamente, mojó el glande en la jugosa boca vaginal de su madre encharcada, para luego apoyarlo sobre la entreabierta raja donde se mostraba la bocana de la gruta al placer divino, y empujar con sus manos hacia ella todo el envío punzante del chaval, la hundió hasta las pelotas y la extrajo…

Y equivocada o no la dirección del estoque cambió a su ceñido ano. Aun antes del matrimonio, Marcial la había sometido a sus primeras folladas en dicha postura no solo acabando en su coño, sino incluidas en estas dándole por el culo, y aunque a lo largo de todos esos años habían practicado con diversa frecuencia e intensidad el sexo vaginal y algo menos el anal…, ella lo rememoraba como culminación a sus masturbaciones. No terminaba de asimilar el sufrimiento inaugural experimentado con la irrupción de un verdadero falo en semejante orificio fruncido como era su ano. El chico se sentía aventurero y animado en su pionera incursión trasera, sin embargo ella deseaba que toda la eyaculación fuera para su coño…
 
Ya no era su marido quien la sometía a ese martirio divino de follarla e inseminarla en el mismo fondo vaginal, sino aquel hijo que engendrara por el más puro y simple deseo sexual hacia el mejor macho que nunca tuvo entre sus piernas. Con él tuvo lo mejores orgasmos aparte de los primerizos con Diego, pero ahora en la madurez insensata de la necesidad obnubilante, era su prolijo vástago, aquel que portara durante nueve meses en su panza, para después dar a luz a través de esa misma vagina en la que el hijo la satisfacía tanto en esos últimos años. Ya estaba bien asumido lo irónicamente antinatural y perverso del hecho, se estremeció cuando la testa ovalada comenzó a dilatar, los esfínteres y junto al agudo chillido dolorido de su garganta que se convirtió en franco lagrimeo incontenible al ingreso del grueso tronco, sacudió impacientemente la cabeza de lado a lado hasta que, tras el choque violento de sus nalgas contra la pelvis del muchacho, este comenzó a retirar lentamente el pollón, y ese movimiento realizó la magia de convertir lo espantoso en sublime. Notaba cada centímetro al recorrer a través de su apretado ano, le ajaba los esfínteres y le sublimizaba verse sometida por su hijo en tan denostada postura dándole por el culo.

Candela sabía de sus reacciones ante una buena culeada y aquella, a juzgar por el tamaño del cimbel portado por el macho semental de esa ocasión, prometía hacerla perder la cabeza y, efectivamente, cuando el hijo la aferró por las caderas para dar a su cuerpo un arco perfecto que le permitiera la penetración al culo de un solo golpe, ella creyó enloquecer de dicha bramando como una bestia herida, mientras sentía al maravilloso falo socavándola en medio de los húmedos chasquidos de las carnes golpeándose. Flexionó sus brazos para dar al cuerpo el balanceo justo y hacer de cada embate una dichosa tortura, al tiempo que se pronunciaba una mayor anchura de sus caderas abriéndose ambos nalgas en dos montículos imposibles de abarcar con las manos de Fernando, el cual solo con disfrutar de ver su émbolo entrar y salir del ojete fruncido de su madre a través de la inmensa raja formada por esos dos cachetes, era más que alentador para no sentirse frustrado ante tan tremenda jaca inabarcable.

Por otro lado no tenía muy claro si los sollozos y las risas que se alternaban era signo de un trabajo gustoso para su madre y ante la fatua duda de no hacer lo correcto la primera vez, la extrajo del acogimiento anal tras cinco gozados minutos abriendo a su madre en canal al sodomizarla. El alivio vislumbrado en su cara le proporcionó aliento al muchacho metiéndosela por el coño entreabierto bien preparado para tamaña verga. Resultó acertado el cambio, animando a su Candela a participar mucho más activamente enviando su cuño contra el chico con fortaleza buscando algo perdido en él, aquello engrandeció el cipote en un sopor extraño salido de sus testículos y próstata al unísono en reacción al sometimiento maternal para que la hiciera acabar de esa manera. Por ello y sintiendo en sus riñones el reclamo de la eyaculación, aceleró frenético la follada de su vida y cuando ella gritaba su alegría por el advenimiento del orgasmo percibió en la sensibilidad de sus paredes, en cada pliegue frotado por la dureza fálica. Se engulló todo el mazo hasta la raíz y ahí se produjo un rápido vaivén frungiendo sin sacar apenas nada del cetro que la partía en dos, llevándose la mano bruscamente a su clítoris sin más vuelta para masturbándose vehemente con la mano derecha.
 
 



Al chico le recorrió todo un sofocón desde la cabeza a sus huevos cual descarga eléctrica cuando ya no pudo aguantar la primera andanada en la boca del conducto uterino de los chorros espasmódicos de esperma espeso fielmente guardado en días para una ocasión tan sorpresiva como deseada. El segundo gran chorro de lefa le abrió el conducto uretral que sintió salir el fastuoso lechazo rellenando el fondo íntimo de su madre…, se siguieron otros tantos aldabonazos de blanca leche hasta copar el receptáculo dispuesto para tal uso. Fernando no cejaba de eyacular y penetrar una y otra vez a su madre vaciando sus testículos, y en tal meneo parte de la esencia masculina se perdía en rezume por los labios vaginales, y de ahí a las sábanas y ciclópeas pelotas del macho semental.

Una vez acabó de inseminar a su madre quedó descansado sobre su espalda intentando recuperar el resuello hiperventilado que resecaba su boca en contraposición a la inundación del acople de sus genitales. Ya más alentado la extrajo, y su madre nada perezosa se dio la vuelta mientras sujetaba por debajo de la cabeza de ese gran bálano que tanto placer le había reportado ante el estupor de su hijo. Con la mano bien asida al tronco trasegó con fruición el delicioso sabor almendrado del semen que aún pringaba el capullo, al tiempo que su mente perversa se regocijaba por los más de diez años en que su marido no la fustigaba con sus folladas….  Otras veces es ella la que se sube sobre su rabo, hasta que no aguanta más tocando y chupando sus tetas y sus increíbles pezones y empieza a eyacular dentro de ella...
 
¡No hay nada como mamar de sus pezones con largas y fuertes succiones al mismo tiempo que le está soltado chorros de leche en lo hondo de su coño! 
 
Todas las veces se queda con el regalo dentro, luego una limpieza final con chupada para tragarse el último borbotón de lefa que haya quedado. Madre e hijo tienen tan poco pudor que pide le afeite el coño, sobre todo por detrás que es más difícil, se lo hace con sumo gusto, si además hay final feliz mucho mejor. En cuanto a las fotos, a ella no le importa, siempre y cuando no salga su cara o sea reconocible por sise llega a divulgarlas. Y este es un breve relato de una relación amorosa de un hombre con su amada y querida madre y con su hermana… donde plasma lo que realmente le pone follar y amar a su familia…

¡Ojalá hubiera podido preñar a mi MADRE como hice con mi hermana y mi sobrina!




MI SOBRINA ELENA


Esto sucedió hace poco tiempo, con mi sobrina Elena, la hija menor de mi hermana, de apenas 18 años recién cumplidos. Te estoy hablando de una nena deliciosa, bellísima, morena clara, de aproximadamente 1.65 metros de estatura, de cabello negro, largo y lacio, carita de nena picara, hermosa, y un cuerpazo que siendo delgado, tiene las formas más exquisitas que se puedan imaginar a pesar de su corta edad… unas tetas medianas, carnosas, pero bien paradas y firmes, con pezones grandes, una cinturita muy delgadita, unas nalgas preciosas, redondas y respingonas rematadas con unas piernas firmes, torneadas, producto de ejercicio y deporte. Pues bien, resulta que se vino a pasar unos días por capricho con su abuela, mi madre. 
 
Es sin duda la más consentida de mi madre por ser la menor. De este modo, mi pequeña sobrinita es totalmente como mi hija, el trato entre ella y yo  siempre es exactamente el de padre e hija, sin ninguna diferencia. Yo nunca la había visto de otro modo y mucho menos como mujer a pesar de que con el paso de los años, la niña se empezó a convertir en una deliciosa adolescente con las características antes mencionadas, de haberme follado a su hermana mayor hace años y a su madre. Ella era como reducto sin explorar completamente aislado y virgen. El trato entre ella siempre fue muy amigable y respetuoso como de un padre e hija, a pesar de no existir ese parentesco que se sepa oficialmente, porque de unas vacaciones en la playa en la que me follé a mi hermana, a los nueve meses nació ella… al menos sospechas tengo. En muchas ocasiones hablamos de muchas cosas con un trato normal entre parientes al uso. Mi madre trabaja como maestra en un colegio de la ciudad, y su turno es de mañanas, pero al dar clase de preparación a opositores también trabaja los sábados, motivo por el cual mi sobrina y yo nos quedamos solos en casa esos días, como cosa normal. Muchas veces hemos salido a pasear, al cine, a cenar… como lo haría un padre con su hija, además de que ella casi no sale sola por el pueblo por no tener casi amigos…, En casa de la abuela es muy hogareña y le gusta pasar tiempo con nosotros. El evento motivó de este relato sucedió un sábado, estando solos en casa, como es normal… mi madre en la capital y mi padre en su negocio.

Ese día estaba yo en la sala, viendo una película y ella estaba arriba en su cuarto. En un momento dado la vi pasar corriendo para salir al jardín, donde está localizada la piscina, ya que para salir al jardín de la casa tiene que pasar por un extremo de la sala y el comedor, y salir a través de una puerta grande de cristaleras corredizas, con persianas verticales. No alcance a verla al detalle cuando paso, pero alcance a distinguir que iba vestida en bikini, como es normal cuando se mete en la piscina, así que no le di importancia al hecho. Pasaron varios minutos, después de los cuales me levanté para ir a la cocina a coger un refresco. Después de tomar la bebida del refrigerador, sin fijarme me paré en la puerta de grandes cristaleras, alcanzando a ver hacia afuera por entre las hojas de la persiana. 
 
En ese momento me di cuenta que ella estaba tranquilamente jugueteando alegre en el agua. Estando donde yo estaba, se suponía que ella no alcanzaba a verme que estaba ahí de pie mirándola, pero lo que hizo a continuación me hace aun pensar que si me vio y quiso provocarme, aunque hasta la fecha no estoy seguro de ello y no he tocado ese asunto con ella. Tranquilamente tomando la bebida, viéndola jugar alegremente en el agua, cuando de repente hizo algo que me dejó impactado, y a continuación sabrás el por qué. Repentinamente ella se salió del agua, parándose a la orilla de la piscina para volverse a zambullir, pero al hacer esto, quedo completamente de espaldas a donde yo estaba…, ahí fue cuando me di cuenta de que se había puesto un bikini demasiado pequeño, uno que ya no usa porque es de cuando tenía doce años y por lo tanto ya no le queda a la medida, dejando al descubierto más de lo debido, agregando a esto que al estar totalmente mojada la tela, la pieza de abajo del bikini se le metió por completo entre ese par de hermosas y carnosas nalgas, dejándolas totalmente al descubierto y a mi vista, sin ocuparse ella en lo más mínimo de sacarse la braguita y cubrirse el culito.
Como te imaginarás, me quedé impactado ante tal visión, la cual duró poco, porque enseguida ella se lanzó al agua zambulléndose como una sirena. Me quedé ahí de pie sin atinar a reaccionar, la verdad me dejó impresionado la visión de su cuerpo semi desnudo, y más la vista de sus nalgas descubiertas, y viéndola así de espaldas, era como ver el cuerpo de otra mujer y no el de mi sobrinita “casi hija”. Repito, creo que lo hizo con esa intención, porque enseguida empezó a repetir la misma acción varias veces, dejándome ver semejante espectáculo cada vez que se salía del agua y se  ponía de pie dándome la espalda. Repitió esto unas cinco veces, hasta que atine a reaccionar y me retiré de ahí, pero sintiéndome verdaderamente perturbado ante la visión de ese cuerpo de mujer totalmente hecha y derecha. Empecé a caminar como león enjaulado por la sala, hasta que mi razonamiento se nubló y decidí tener algún acercamiento con ella, para satisfacer el morbo de verla casi desnuda.

Aunque hasta ese momento aun no pensaba en follármela, en verdad con mi madre me sentía bastante satisfecho como macho, pero un incentivo juvenil como ella no es para desperdiciar… Me cambié y me puse un pequeño bañador para meterme a la piscina. Salí al jardín y la miré contenta en el agua, preguntándole que tal estaba la temperatura. 
Me contesta que estaba muy rica y enseguida me metí, quedando en la orilla opuesta a donde estaba ella. 
Empezamos a hablar primero y después se inició el jugueteo, como es normal en estas situaciones, aunque esta vez el ambiente estaba cargado de mi tensión sexual y de la actitud provocativa de ella, o al menos así lo percibía yo después de lo que ella había hecho. El juego se limitaba al principio a estar arrojándonos agua y riéndonos, como tanteando nuestras reacciones, para después pasar al juego de contacto, haciendo ella como que se escapaba de mí, y yo la alcanzaba para atraparla en medio del alboroto del agua. Inevitablemente empezamos a tener contacto físico total, estando así los dos casi desnudos, tocando nuestros cuerpos al estar forcejeando y riéndonos divertidamente, hasta que poco a poco los roces se empezaron a volver más prolongados y más cercanos, llegando a rozarnos con nuestras partes íntimas como por accidente, aunque no lo era, al menos por mi parte… cosa que hacía que ella se riera más de nervios que por diversión cuando sucedía. 
 
Este juego lujurioso se prolongó por unos minutos, sin saber ninguno de los dos como reaccionaria el otro si se hacía notar abiertamente la excitación que ya nos poseía, lo cual podía yo notar en ella por su mirada con ojos entrecerrados y mirada vidriosa por la excitación. Hasta que en una de esas que la abracé por detrás para sujetarla, no pude evitar apretarla contra mí, tomándola de su cinturita deliciosa, con mis manos muy cerca de su vientre, dejándole sentir la enorme erección que tenía en ese momento. Me lancé sin paracaídas pensando si me había follado a su madre cuando tenía su edad y a su hermana mayor antes de cumplir los 20 años, Elena debía de tener los mismos genes calenturientos que su familia directa y más con el antecedente de lo PUTA que también es mi madre. ¡Así que esta niña no podría ser menos putita que todas ellas!

Ella se quedó como petrificada al sentir eso y dejo de reírse de golpe, pero sentí que ella misma se pego más sus tremendas nalgas contra mi cuerpo, quedando el bulto de mi erección justo entre sus nalgas descubiertas, con su bikini metido entre ellas, de una manera deliciosa. Al hacer esto, ella giró la cabeza para mirarme con sus ojos nublados por el deseo y su boquita entreabierta, la cual busque para besar, sin pensar mucho en lo que estaba haciendo, dejándome llevar por los acontecimientos… En ese momento perdimos la cabeza y dejamos de ser como sobrina y tío o como padre e hija, para pasar a ser solo un hombre y una mujer increíblemente hermosa, deseando tener sexo completo. 
Empezamos a besarnos con toda la desesperación del deseo contenido, de tal vez tiempo atrás sin darnos cuenta de la atracción física que existía. No eran besos románticos, eran besos de pasión desenfrenada entregándonos nuestras lenguas en un beso francés sin término, como queriendo comernos a besos uno al otro, enredando nuestras lenguas de una manera deliciosa dentro de una boca y después la otra, en tremenda lucha de placer, mientras nuestras manos volaron, acariciando nuestros cuerpos semi desnudos sumergidos en el agua hasta la cintura. 

Como ocultos bajo el agua, todo era más fácil y mucho menos desinhibido, por eso nos entregamos tan rápido. Sin poder contenerme, fulminante le deshice el nudo de la pieza de arriba que ocultaban solo los pezones de sus maravillosas tetas, dejándolas al descubierto. Eran unas rotundas tetas de jovencita, totalmente firmes, paradas, con unos pezones bien erectos, los cuales empecé a besar y succionar sin pensarlo, arrancando de ella tremendos gemidos de excitación que no se esforzaba en callar, a pesar de estar en el jardín de casa y que mi padre podría volver en cualquier momento, habiendo más casas alrededor y con riesgo de ser escuchados, aunque usualmente nadie se mete en la vida de los vecinos. 
No sé si alguien atraído por los gemidos de ella, nos habrá espiado y observado lo que sucedió en esa piscina esa tarde. Continuamos con desenfreno besándonos como locos, nuestras lenguas se enredaban en caliente lucha, pasando de una boca a la otra, mientras nuestros cuerpos se frotaban uno contra otro ardiendo de deseo… yo me daba un banquete con esas deliciosas tetas y mis manos acariciaban el resto de su cuerpo, en especial su cintura y sus nalgas, llegando hasta su coñito por encima de su enjuta braguita que apenas tapaba nada. Ya para entonces mi verga estaba al tope, durísima, gruesa y lista para invadir aquel cuerpo virginal, aunque en ese momento yo no estaba enterado de que aún era virgen, y mucho menos teniendo ese cuerpazo de locura, ¡Quien iba a dejarla escapar a esas alturas! Seguí besándola metiéndole los dedos en su rajita apretada para excitarla y prepararla bien.

Le besaba su cuello, pasaba a sus pechos firmes, duros, besando y succionando fuerte sus pezones, arrancándole gemidos de placer mientras inconscientemente ella empezaba a menear sus caderas. Ella me bajo el bañador de un tirón torpemente y desesperada, saltando mi verga durísima entre sus manos. Ella al sentirla, empezó a agarrarla entre sus manos, con poca maestría, tratando de frotarla, haciéndome sentir la gloria. Era una situación exageradamente excitante, más por el morbo de la situación al ser la más pequeña de la familia y de estar fuera en el jardín. Estábamos totalmente fuera de nuestro raciocinio, sin darnos cuenta realmente de lo que iba a suceder. Ya desesperado, le agarré de los pequeños nudos de los lados de la braguita y se la quité perdiéndose entre sus piernas dejando que se lo llevara el agua, ¡Quedó totalmente desnuda! Como yo, pegada a mi cuerpo, cosa que nos hizo gemir profundamente al hacer contacto total su coñito depilado con mi verga erecta, mirándome ella con su cara muy cerca de la mía, con su mirada totalmente perdida y vidriosa excitada. 
Por instinto, ella empezó a frotarse contra mi cuerpo, meneándose riquísimo y apretando tanto sus nalgas que se le  ponían más duras de lo que las tiene, mientras yo se las sujetaba con ambas manos, flotábamos magreándonos como animales previo al apareamiento. Así abrazados, la lleve hacia una de las orillas de la piscina, poniéndola recargada de espaldas a la orilla, con sus codos apoyados en el borde. Le levante un poco las piernas con mis brazos, para colocarme bien entre sus carnosos muslos y coloqué la punta de mi verga justo entre sus pétalos, sintiendo el calor que emanaba su delicioso coñito.




A pesar de estar metidos en el agua fresca se percibía la tibieza de su coño ardiente… Era evidente la enorme excitación que en ambos se estaba produciendo. En ese momento acomodé bien sus piernas en mis brazos, mientras con mis manos la sostenía elevándola de sus nalgas, y empecé a empujar mi polla contra su coño para clavársela de una vez por todas, esperando que se le deslizara completa hasta el fondo. Mientras la empecé a partir en dos, ella abrió enormes ojos al sentirla justo en su entrada, pero apenas había entrado un poco la punta de la cabeza, cuando sentí el choque en su virginidad y ella hizo gesto de dolor. Pensé que la había colocado mal y me reacomodé para volver a empujársela, volviendo a pasar lo mismo. ¡Ahí fue cuando me di cuenta de lo que pasaba en realidad…! No podía creer que mi hermosa sobrinita aún fuera virgen con semejante cuerpazo, y yo era el afortunado que la estrenaría. Todo eso me hizo enloquecer y enseguida la sujeté más seguro de sus nalgas, para empezar a empujar duro tras romper su virgo. En principio noté como su chochito virgen iba retrayendo el prepucio hacia atrás por lo ajustado de esa vaginita, ella hacia gesto de dolor y gemía en un dolor placentero. 
Sentía que mi verga iba entrando en una cueva demasiado estrecha, tenía que sostenerla fortísimo de sus nalgas para seguir avanzando, despacio pero firme y constante gracias a mi enérgica rigidez viril. Era un espectáculo digno de una película porno, ella recargada con sus codos apoyados en la orilla y sus piernas alzadas en mis brazos, totalmente desnuda, con su deliciosa piel morena perlada de gotas de agua, su cabeza extendida hacia atrás con su larga y negra cabellera chorreando agua, mientras emitía profundos y largos gemidos colocado entre sus muslos penetrándola sin compasión, en el instante que le rompí el himen.

En ese momento noté que el avance se atoró, y sin pensarlo más le di un fuerte empujón, ella pegó tremendo grito cuando le abrí el virgo y el coño de manera definitiva…mi verga resbaló de golpe hasta el fondo de manera deliciosa, haciéndome sentir que me iba al cielo… a medida que mis huevos le aporreaban en su recién coñito desvirgado ¡Había convertido en mujer a mi sobrina ahí mismo en la piscina de casa! Ya con mi verga completamente dentro de su coño, y mis testículos pegando en sus nalgas, nos quedamos quietos unos momentos para que ella se recuperara del dolor, gimiendo y jadeando, mirándonos de cerca, con su mirada perdida, sintiendo su delicioso aliento en mi boca y besándonos apasionadamente. Luego espontáneamente ella sola empezó a menearse poco a poco, aumentando gradualmente la velocidad y sus gemidos también, por lo que supe que ya no le dolía.  
Empecé a embestirla primero despacio y después sin piedad aumentando de manera paulatina… ella se movía en forma increíble, mucho mejor que muchas mujeres más experimentadas que conozco…, lo hacía en círculos, delante y atrás, arriba y abajo. Era increíble sentir ese cuerpo delicioso entre mis manos meneándose así, escucharla gemir y gritar de placer mostrándome lo mucho que le gustaba… me pedía que diera más, que la volvía loca desde hace mucho tiempo esperando que la desvirgara. Yo le acariciaba las tetas con una mano y con la otra la sujetaba de las nalgas sin dejar de martillear su coñito con mi martillo pilón.

Estábamos completamente enloquecidos follando como animales llenos de lujuria, solo se escuchaban los gritos y gemidos de ambos, el chapoteo del agua y el ruido de los cuerpos chocando fuerte a cada embestida. Después de rato la cambié de posición levantando más sus riquísimas piernas sobre mis hombros y penetrándola profundamente. Luego la giré de espaldas a mí, agachándola sobre el borde de la piscina y sujetándola con mis manos de su cintura, para ensartarla en el agua como a una perra. Después acostada con sus nalgas en el borde de la piscina y más tarde cargada en mis brazos con sus piernas alrededor de mi cintura… Estábamos tan enloquecidos de lujuria y morbo, que queríamos gozarnos al máximo, sin saber si sería la única vez que follaríamos así. 
Al final volvimos a terminar con ella apoyada de codos en el borde y fue entonces que sentí que se corría. Empezó a moverse muy rápido, apretándome muy fuerte, los gemidos se volvieron gritos descontrolados de placer, sus tetas saltaban de locura y de repente su cuerpo se tenso al máximo, grito muy ronco y sentí que su coño apretaba mi verga como queriéndola arrancar en sus succiones, mientras le salía abundante liquido caliente bañando mi verga.  
En ese momento ya no pude mas y empecé a taladrarla fuerte, más y más hondo. Ella se quedo suelta abrazada a mí gimiendo, pero en ningún instante dejé de follarla durísimo. Yo no soy de piedra, y tras más de 15 minutos jodiéndola con el espectáculo de su corrida, no pude resistir mucho más. Ella de pronto se dio cuenta que iba a correrme. Me pidió y suplicó al oído que la sacara, que no terminara con mi leche dentro de su útero, pero en esos momentos un macho semental se siente obnubilado por la situación enfermiza de cubrir a la hembra, y poco importaba preñarla o no. Solo necesitaba vaciar mi leche en lo más hondo de su coño, así que la sujeté fuerte de sus duras y preciosas nalgas…

Seguí dándole hasta que mi verga se endureció dentro de ese chochito inflamado, en un flash, mi polla se estaba poniendo dura y gorda al límite de reventar. Ella gritó una vez más al sentirme explotar en una eyaculación feroz disparando chorros de lefa caliente dentro de su más íntimo conejito recién desflorado, inundándola completamente de esperma. Terminamos en medio de convulsiones de placer con tremendos orgasmos y dejándole no menos de siete u ocho lechazos de rico semen. Nos quedamos unos momentos así relajándonos, pero después de unos minutos, cuando mi verga se aflojo y empezaron a salírsele los fluidos de ambos, ella reacciono de una manera inesperada. Al pasar la fiebre de la lujuria, se dio cuenta de la gravedad del asunto, se despegó de mí de repente, sacando mi verga de su coñito y retirándose espantada, me miró con los ojos desorbitados gritándome…
¡QUE ME HAS HECHO CABRÓN…! ¡SEGURO QUE ME HAS PREÑADO! 
Yo solo pensé que tampoco sería la primera de la familia a la que le hiciera un hijo, la niña no sabe que su hermano mayor es hijo mío… y tal vez ella también. Me quedé relajado sobre el agua de la piscina, en tanto ella salió avergonzada, así desnuda cubriéndose sus tetas y su coñito con las manos, corriendo hacia dentro de la casa. Yo me quede ahí en el agua totalmente concentrado imaginando lo que podría pasar. Pensé que ella le diría a su hermana acusándome de abusar de ella, éstas a su madre y finalmente a la abuela.  
Me deduzco la reacción cuando una a una le digan que todas han probado de mi néctar y que poco les importa si de ese polvo sale preñada, puesto que no usamos condón dado que la goma le quita la esencia de follar, por eso mi madre, mi hermana y mi sobrina mayor saben lo mucho que me encanta follar a pelo y correrme dentro de ellas. Con esas mismas mi cuñado se ha hecho cargo de dos de los hijos con los que he preñado a mi hermana.  
Al cabo de un buen rato salí de la piscina y me cambié de ropa. Subí a buscarla encontrándome acostada en su cama, boca abajo, llorando desconsoladamente. Me senté junto a ella y le acaricie su cabeza, empecé a hablar con ella, diciéndole que no se sintiera mal, que no fue culpa de ninguno de los dos, que todo paso por la situación y que no pudimos evitarlo, que nos dejamos llevar por lo que tal vez sentíamos desde antes… Ella me pregunta angustiada que va a suceder si sale preñada porque le eché todo el semen de mis huevos bien adentro, y no fue poco la verdad.  
Ahí le explique acerca de la pastilla del día después. Ya con eso se empezó a calmar un poco y el alma me empezó volver al cuerpo. A la vuelta de la farmacia con la milagrosa pastilla, la encontré un poco más calmada, pero aun un poco nerviosa. Después de tomar la pastilla continuamos hablando de lo mismo y empezó a hacerme ciertas preguntas de cosas que ella no sabía en cuanto al sexo.

Más relajados, y le dije que si no lo deseaba nunca más iba a repetirse, que ella iba a seguir siendo como mi hija y que todo iba a ser igual que siempre. Pero al seguir hablando del mismo tema, nos empezamos a calentar otra vez, concluyendo en el asunto de que ella ya estaba protegida por la pastilla que acababa de tomar. Así que lo usamos como pretexto para volver a la carga, máxime cuando su coñito ya no era novato en tales lides… íbamos a volver a repetir lo mismo, para decirnos que lo haríamos como despedida para siempre. Ambos nos engañábamos para quedarnos tranquilos, sabiendo que solo era solo un pretexto para fornicar y darnos de nuevo el gran gustazo de aparearnos como animales
De esa manera nos pusimos follar a en la cama, un lugar completamente distinto… más seco donde la fuerza de la gravedad ejerce su ley rigurosamente. Follamos otra vez ya sin complejos y de manera desinhibida varias veces durante la larga tarde, lo cual fue nuestro mejor día conociéndonos íntimamente…, gozamos como locos de su iniciación a la vida sexual. Hay que mencionar que tuvimos que lavar las sabanas llenas de líquidos de ambos, y también tuvimos que revisar la piscina, para sacar del agua los bañadores para asegurarnos de que no se notaran rastros de lo que ahí había sucedido esa tarde.
Afortunadamente nadie se enteró y ella quedó satisfecha, lo que a día de hoy no sabemos si está preñada o no (pues en verdad yo no estoy seguro si la pastilla funciona al 100%) De lo que sí estoy completamente seguro es que la nena logró ser desvirgada por alguien con experiencia y disfrutar al máximo de su cuerpo y de su primera práctica coital, no como ocurre en la gran mayoría de las chicas, que hablan de una nefasta primera vez con alguien egoísta y bruto… mi sobrinita me confesó que fue muchísimo más bueno de lo que ella esperaba, que no se imaginaba que el sexo fuera así de bueno, lo cual me pareció que lo tendría bastante fácil para follármela una próxima vez… ¿O a ti que te parece?

Es cierto que durante una temporada así ocurrió, pero hoy ya no disfruto tanto de ella, más bien es su novio que la pone cachonda y la mi golfa me ha enviado alguna foto con el chico incluso una follando. Bueno que le vamos a hacer, hay que saber perder y ganar, la tuve conmigo pero debe seguir su larga vida olvidándose de su viejo tío.  
Solo me queda el imborrable recuerdo de mi bella y caliente sobrinita que me eligió para ser el macho que estrenase su coñito y la hiciese una verdadera hembra…, pero también tengo lo imborrable de mis aventuras con mis otras tres hembras con las que tanto gozo o he gozado…mi hermana Antonia, mi madre Rosario y mi sobrina Jésica han dado lo mejor sin pedirme nada a cambio, y por ello no tengo más que palabras de agradecimiento y satisfacción. Las cuatro son mujeres educadas con carácter, y sin embargo a la hora de follar acceden al rol de sumisa con tanta facilidad que no me queda otra opción que amarlas.  
Dicen que este estilo de mujer ya no se lleva, que deberíamos liberarnos de eufemismos como llamar a un mujer en estado de gestación, embarazada…, a mí me parece una ridiculez usar un adjetivo diferente para mujeres que para animales, porque en esencia lo somos, además es así como se expresa uno hoy en día y ya desde hace tiempo. No es que sea pernicioso, pero sí que es cegador hasta cierto punto. Desde luego que si alguien dice que una mujer que está preñada, como se suele decir en “el campo”, no me parecerá mal de ninguna manera ni pensaré que el que habla es un maleducado, al fin y al cabo en lo más básico, un hombre es un macho y una mujer una hembra, y una de las premisa que nos encomienda la naturaleza es reproducirnos. 
Sin lugar a dudas la mejor manera de engendrar es follando, dándole el mejor uso que tiene una buena polla dentro de un coño para uno de su más deliciosos fines de tal apéndice..., de ahí que el macho sea un semental permanentemente dispuesto a ¡FOLLAR Y PREÑAR! A cuanta hembra sumisamente receptora se encuentre a lo largo de la vida, dados a los designios del destino como generadores de nueva vida dentro del vientre de la hembra adiestrada y dotada por la naturaleza para ¡FOLLAR Y ENGENDRAR! Su pasión de sentirse completa la arrastra a dejarse llenar, preñar y parir tantos hijos como le es fuera posible, del mismo modo que el buen semental está obligado a expandir su semilla por tantas hembras encuentre preparadas para ser sembradas.













6 comentarios:

  1. Buenas tardes caballero, acabo de terminar de leer su relato, me pareció muy entretenido y le felicito por su dedicación a entretener a nosotros el público invisible.

    La única crítica que le voy a hacer y creo que ya lo sabe es que me sorprendió que en el reencuentro de la playa junto a su hermana Teresa, de el de salió la relación con su madre, aunque después la explica mucho más adelante debería ser colocada entre ambas historias para su mejor comprensión.
    Sin más que añadir se despide atentamente

    TOMOFLUJOS

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