Mi hijo no es una persona normal,
por eso quiero reivindicar el sexo como
un derecho que tienen todas las personas, sin discriminación de edades o de
circunstancias que puedan impedírselo…, hablo de personas discapacitadas,
disminuidos con algún tipo de enfermedad no inhabilitarte, impedidos en sillas
de ruedas, trastornos psíquicos leves de autismo o asperger que es el caso de
mi hijo, causas que le hacen ser más o menos dependientes de sus familiares o
cuidadores para hacer una vida normal, que sin embargo poseen la capacidad de
emancipación en un grado bastante alto.
Es algo
muy cruel que a una persona con posibilidades de hacer una vida “normal”, con
deseos como cualquier otra, le impidan tener una vida sexual plena, por
múltiples prejuicios, miedos o tabús que hacen a esa persona infeliz, sumándose
esto a la ya complicada vida que les ha tocado vivir, así que hagamos algo para
que estas personas sean más felices y tengan un motivo para seguir luchando en
sus duras condiciones.
Yo no
dejo de ser una mujer vulgar que puedes ver por la calle… rubia natural de ojos
azules con 42 años encima. Mis pechos no son grandes no lo vamos a negar y también
estoy algo rellenita, bastante alta…casada desde los 22 y con nula experiencia
sexual si despreciamos la conseguida con mi marido, del que ya era novia desde
los 17 años. Siendo él quien me desvirgó, ya no me he dejado usar por otro
hombre…, me convenció en uno de nuestros calentones para hacerlo antes de
casarnos, a pesar de mi fuerte educación tradicional, y con él aprendí todo lo
relativo al sexo.
De todas
formas, a causa de esa educación, no era de hacer cosas “extravagantes” en el
sexo, haciéndolo en las posiciones normales, oral en ocasiones, pero no anal,
ya que desde un intento con mal resultado no quise volver a hacerlo, así que mi
matrimonio sería como el de tantos otros, con mucho sexo al principio y cada
vez menos según iban pasando los años, ello incluía la poca disponibilidad de
mi marido, que parecía haberse aburrido de mí en el tema sexual, y nuestros
polvos eran cada vez menos y más rápidos, llenos de egoísmo machista, empezando
por una penetración directa y acabando en su descarga sin atender a mis
necesidades… huérfana de esos mimos previos y posteriores que todas esperamos
de la persona que nos ama, contando con la total ausencia de orgasmos en mi
cuerpo desde no sé cuándo, pienso que de siempre, aunque todo esto puede que
pasara por mi culpa también.
Nunca he
sido bien atendida sexualmente por mi esposo, el único que me había follado
hasta que se desató el despertar de mi hijo. Sí, en este matrimonio solo
tuvimos un hijo…mi pequeño al que cariñosamente llamo nene, que por desgracia,
nos salió con una discapacidad que con el tiempo ha ido siendo cada vez menos
grave o nos hemos adaptado mejor a ella. A simple vista no podía apreciarse
físicamente, sin embargo sí en su soltura al hablar y en el comportamiento
social. Él es un encanto, siempre tiene una sonrisa en los labios, amable y es
muy cariñoso. Esto motivó que yo lo mimara mucho, lo protegiera y estuviera
pendiente de él, porque sabía los problemas sociales, y la vida tan complicada
que iba a tener, lo que se empezó a manifestar con más crueldad durante su
adolescencia… me contaba que las chicas no le hacían caso y que se reían de él.
Ya podéis
imaginar el sufrimiento que supone eso para una madre…, ver a un hijo con la
merma de que tal vez nunca va a poder ser como los demás, tener una novia,
casarse o vivir en pareja… disfrutar de la vida que cualquiera desearía. Sin
embargo su desarrollo es como el de cualquier chico… en esos años el sexo se le
estaba despertando y mientras algunos de sus amigos contaban que ya lo habían
hecho con alguna chica, él sólo podía desearlo masturbándose como no sé quién le
habrían enseñado.
Su pudor
no era una valor que tuviese en alta estima desde la más tierna infancia, a esa
edad tampoco… se la meneaba en cualquier lugar que le sorprendía su apetito, pillándolo
muchas veces en esa tarea, causándome pudor y pena al ver con lo que se iba a
tener que conformar toda su vida, sin tener la oportunidad de poder disfrutar
de una mujer como cualquier hombre.
Yo no me
daba cuenta que él iba creciendo y su mirada se fijaban más en mí, escudriñándome
desnuda, algo que realizaba muy frecuentemente dado que no se cortaba en entrar
en mi habitación o aseo durante mis tareas de baño o cambio de ropa… se quedaba
mirándome durante todo el proceso. Ya en plena pubertad fui consciente de su
excitación al verme, por sus erecciones, y pese a estar acostumbrada a verle
desnudo desde siempre. En un principio de pequeño porque necesitaba mi ayuda
para bañarse o vestirse, luego solo era porque nos gustaba compartir el baño
juntos y continuamos… él me enjabonaba y yo a él en un juego de roles
inocentes, o eso creía yo, porque nunca le había mirado con morbo, hasta que
empezó a hacerse un hombre…
De ello
me di cuenta cuando su cuerpo pegó un gran estirón de crecimiento al llegar a
los 15 años, al punto de parecerme más hermoso que su padre. Sin
atreverme nunca a poco más que a mimarlo y tocarlo por motivos de cariño, sentía
como se le ponía bien duro el cipote, grueso y largo, tanto que me era
imposible cubrir el tallo con ambas manos, lo que me causaba cierta turbación y
nerviosismo… no negaré que también me excitaba y más de una vez acabé dándome
un paja en la soledad de mi cuarto sobre la cama… ¡Siempre me mojaba al
remangarle el prepucio! ¡¡Es inmenso, asomando una gran bola formada por su
glande…. un cabezón en forma de casco alemán!! Y sentir las palpitaciones de tan
exuberante dotación sexual me sobrepasaba. Como todo el mundo sabe, a esas
edades dichas erecciones son tenaces en el tiempo y en severidad.
¡A él le
gustan muchísimo las mujeres! Desde pequeño ha estado conmigo y mis amigas con
total confianza…, mis dos amigas, Sebastiana y Rosa lo veían desnudo de pequeño
ayudándome con él y también ya de mayorcito no se cortaban con la confianza de
ser casi de la familia, haciéndole comentarios sobre su espectacular crecimiento
genital, tal del tipo… “¡Vaya chorra que tienes, quien la pillase! o ¡Niño,
dale un poco tranca a mi marido para esta noche que quiero pasármelo bien…!”
Pienso que por permitirles tales comentarios, me siento culpable de que poco a
poco fuera convirtiéndose en lo que es hoy… un poco pervertido sexual sin
miramiento, un animal en celo permanente.
Mi hijo
se puede duchar solo, pero la rutina de tantos años atrás, hace que una o dos veces
a la semana los hagamos juntos. Siempre es el primero en desnudarse, y nada más
ponerme en pelotas ante él, su verga toma alzamiento y sus ojos quedan fijos en
mis tetas. Tengo la sensación de ser la reina del universo y a la vez culpable
por esa sensación…me fijo en su verga erecta, observando cómo le sale un borbotón
de semen licuado. ¡Creo que la excitación que experimenta es máxima! No me mira
a la cara avergonzándose por no poder
reprimir su alteración…. yo le sonrío complaciente y le exclamo con dulzura…“¡Guapo!”
le cojo la cara y le doy un beso en los labios… se relaja, sin embargo su verga
no, todo lo contrario, se mantiene firme y dura todo el rato. Creo que nos encanta este juego sexual.
A veces
atraviesa malas rachas de ánimo, es muy raro en él al ser un chico optimista
por naturaleza, pero las tiene, una madre ve en los ojos de su hijo esos
cambios de humor, intento acercarme a su problema… “¿David qué te pasa, Amor
mío?”, y siempre contesta lo mismo cabizbajo… “Nada mami”, al tiempo que me
mira de reojo el culo y el coño. Imagino lo que pasa por su cabeza, me voy a mi
cuarto y dejo la puerta entreabierta para pueda verme desnuda. La realidad es
que a mí también me excita pensar que le tengo ahí, acariciándome con la mirada
desde la puerta, me visto muy despacio, intentando no menearme mucho para no
salir de su campo de visión, otras veces se sienta en la cama.
Me
encanta regodearme un rato sin bragas, le enseño mi culo, me agacho y al
inclinarme le doy la visión de mi coño desde atrás, me paso los dedos por la
raja abriéndole los labios con disimulado cuajo, luego me doy la vuelta para
posar mis manos en las tetas estimulando los pezones y sobando las mamas unos
segundos… Imagino cómo estará de dura su verga y el dolorcito de testículos que
le estoy produciendo con mis exhibiciones… esa idea me hace excitar mucho más.
Me visto y salgo de la habitación paso por su lado y le doy un beso en la
mejilla, muy cerca de la comisura de sus labios, él suspira muy profundamente,
nos miramos fijamente a los ojos…
– ¡Uy, qué
suspiro… daría un millón de euros por saber a qué se debe ese suspiro!
Tras el beso,
me voy para la cocina moviendo las caderas ostensiblemente, queriendo saber qué
haría o cómo reaccionaría de tener la iniciativa de un macho en celo. Su
reacción es mirarme el culo descaradamente y acariciarse la bragueta, signo
inequívoco de la gran excitación que le produzco. Estaba alucinando, yo, una
mujer de 43 años poniendo a mil a un chico de 19, la situación era tremendamente
morbosa, decidí disfrutar lo más posible de la situación y por supuesto
intentaría que él también disfrutase.
No sé si
a causa de que mi vida sexual con mi marido era cada vez más escasa, o que yo
estaba pasando por una época en la que me sentía más segura en lo relativo
al sexo y más experimentada para buscar mi placer…, el caso es que empecé a
notar cierta excitación cada vez que veía a mi hijo desnudo o ver su gran
pollón siendo agitado cuando se tocaba con total naturalidad delante de mí,
debido a su falta de control o pudor en casa, quizás debido a sus
circunstancias, pero a la vez no podía evitar sentirme culpable de tener esos
pensamientos porque era algo que iba en contra de todo lo que me habían
inculcado sobre lo que estaba bien y mal, no obstante los cánones con este tipo
de chicos es diferente… ¡¡Mi hijo no era un chico normal! No es como los hijos
de otras amigas, cuando en ciertos momentos, ellas confiesan esa atracción o excitación
inevitable al ver los bonitos cuerpos desnudos de sus hijos.
Yo en
cambio, siento cierta pesadumbre por tener esos deseos. Sus hijos podrían tener
sus amigas, sus novias y tener un desarrollo sexual normal, mientras el mío
apenas podría llegar a eso, lo que para una madre es una de las cosas más
tristes y frustrantes que puede tener, porque todas las madres quieren ver
felices a sus hijos y el mío nunca lo iba a poder ser en ese impedimento tan
importante en su vida.
Tenía que
trazar un plan lo más sutil posible para provocarlo sin forzar la situación, me
compraría lo más sexy posible e iría a la peluquería. Todo esto lo pensé
mientras comíamos sentada enfrente de él teniendo a nuestro lado a su padre. Acabamos
de cenar y como todas las noches se va a su habitación a conectarse a Internet,
se llevó un buen rato allí, cuando se quiso acostar me llamó para que le contara
una historia de héroes y villanos que tanto le gustan. Observé que se había
quitado los calzoncillos, los recogí del suelo y noto cierta humedad, cuando
los miro bien es una gran mancha demasiado grande para ser una eyaculación…
– ¡Joder
hijo, todas las noches te pasa esto! ¿quieres ir al servicio?
– No mamá.
– ¿No
tienes ganas de orinar antes de acostarte…?
– No… hoy
no.
– ¿Entonces,
de que has mojado tanto el calzoncillo?
– No es una
meada…
No dijo nada
más, mi teoría es que veía porno en Internet que le producía gran excitación y se
hacía una buena paja con esas películas, lo curioso era que la excitación debía
de ser enorme para dejar la prenda completamente calada de esperma con tan
vasta eyaculación. Se acostó y le conté una de nuestras historias de caballeros del zodiaco que tanto le gustan, hasta quedar grogui. Salí de su habitación con los calzoncillos en la mano, y mi
temperatura corporal por las nubes. La curiosidad me vino primero oliéndome la
mano de la lefa de mi hijo, luego me atreví a inspirar el aroma directamente de
sus calzoncillos, y finalmente chupar donde había mayor acumulación del néctar
de sus huevos… ¡Sabia delicioso pero me quedé con ganas de más! Ya en mi habitación
me desnudé y me dispuse a dormir junto a mi esposo… roncaba como una morsa
moribunda. NO podía conciliar el sueño pensando en cómo debía haber sido la
paja de David, tuve que masturbarme duro imaginándolo.
La idea
de que estuviese haciendo lo mismo pensando en mí era muy morbosa. Conseguí
tener un orgasmo tremendo con la imagen de su cara y polla erecta en mi mente
¡Oh Dios! perdonarme por lo que voy hacer… Me corrí y quedé dormida con
lágrimas en los ojos. Mi instinto maternal empezó a pedirme cosas que la razón
rechazaba y esa lucha se instauró en mi cabeza, no dejándome pensar lo que era
correcto o lo mejor para mi hijo.
Así que
una noche sucedería lo que irremediablemente tenía que pasar, a pesar de mis
frenos para no hacerlo. Hablando con él en su habitación, antes de dormir, se
lamentaba conmigo de que una chica que le gustaba, no le hacía caso, y que la
había visto morrearse con otro chico… estaba muy dolido, confesándome también
que había pedido estar con otras chicas y que ninguna había querido hablar con
él de relaciones…
– Pues
ellas se lo pierden, cariño… tú eres joven todavía y ya tendrás tiempo para
hacer encontrar a una buena chica que te haga disfrutar.
Sabía en
mi interior que sólo eran palabras para aliviarle, intentando darle esperanzas
sobre algo que tenía pocas posibilidades con chicas normales.
– Mis
amigos son de mi edad y algunos ya han tenido novias… y todos ellos se las han
follado… mientras yo solo puedo hacerme pajas.
– ¿Y las
pajas te satisfacen, cariño?
– Sí, me
corro, pero no es lo mismo, no se debe sentir igual que cuando te las hace una
chica o cuando telas follas por el coño… y yo quisiera sentir eso alguna vez.
– Claro, es
distinto y estoy segura que te pasará muy pronto.
No sé lo que pasó por mi cabeza en ese momento… – ¿Quieres que mamá te haga una paja? Piensa que soy una chica que te gusta.
– ¿Tú, mamá?
– Sí, yo
soy una mujer, ¿no? Así sabrás lo que se siente.
– Bueno, si
quieres… por mí me parece bien
En ese
momento, mis nervios hacían temblar mi mano cuando le agarré su polla, todavía
estaba flácida, pero al moverla un poco enseguida se le puso dura, descubriéndose
un precioso glande que me hipnotizaba sin poder apartar la vista de él… era un
cipote muy desarrollado, bastante más grande que el de su padre.
– ¿Te
gusta?
– Sí, me lo
haces muy suave. Bueno, se nota que tienes experiencia, ja, ja.
– No me
digas esas cosas, sinvergüenza, que como sepa esto tu padre, me mata. No le
digas nada ¡eh! Nuestras cosas son un secreto entre tú yo.
– No, claro
que no…te quiero mucho, mamá y no quiero que papá se enfade contigo.
Mi
excitación iba en aumento a la par que la suya, la dureza del acero caliente
era enorme
– ¿Puedo
tocarte las tetas?
– ¿Quée? ……
Bueno, un poco sólo.
Mi hijo
empezó a tocarme por encima del camisón, lo que me hizo estremecerme
ligeramente y cuando tiró de él hacia abajo para dejar al descubierto mis
pechos, no pude decirle nada, porque deseaba que me las sobara y que hiciera lo
que quisiera con mis tetas, al fin y al cabo una madre tiene tetas para
amamantar a su prole y gozar en el sexo, y él ya se había beneficiado del
alimento, y ahora me tocaba a mí gozar de los sobos. Sus ojos abiertos
mostraban el gran entusiasmo por lo que estaba haciendo, sus manos apretaban
mis tetas y su polla estaba cada vez más dura. Yo había empezado a mojarme y él
a gemir cada vez más rápido hasta que unos chorros de semen salieron disparados
como géiseres. Al menos tres alcanzaron más veinticinco centímetros de altitud
desde su glande, mientras otros tantos se derramaron como lava sobre mi mano
que quedó impregnada de su corrida, de su enorme corrida. Me quedé impresionada
de la cantidad de semen eyaculado.
El ver mi
mano manchada de su semen, me hizo ser consciente de lo que había hecho y eso
me dejó confundida porque no sabía distinguir del bien o mal. Su cara de
satisfacción me hizo sentirme feliz, pero el olor a testosterona persistía en
mi mano después de limpiarme, eso me hizo sentir un poco puta. Al salir de su
cuarto para meterme en la cama con mi marido, deseé que mi esposo no me pidiese
follar… sinceramente en ese momento prefería que mi marido no tuviese ganas de
tener sexo esa noche, pero por otro lado, lo necesitaba para aliviar la
excitación que me había ocasionado masturbar a mi hijo. Mi marido se quedó
dormido al poco rato, lo que aproveché para masturbarme con esa misma mano que
se había llenado con el semen de mi hijo.
Al día
siguiente sentía un poco de vergüenza al mirar a mi hijo, pero también
notaba su mirada cómplice y pícara pidiéndome repetir lo de la noche anterior,
a lo que mi cuerpo reaccionaba con excitación, pero mi cabeza intentaba enfriar
ese calor que me recorría por dentro.
Esa misma
noche al ir a la habitación de mi hijo para darle las buenas noches, vi que él
mismo se estaba masturbando y eso nubló mi mente de nuevo, escuchando de nuevo
su solicitud para que le ayudara, no pudiendo negarme a ello, así que
nuevamente agarré con mi mano su polla y empecé a pajearle, esta vez
recreándome más en lo que estaba haciendo y mordiéndome los labios al observar
su glande brillante por el líquido seminal que le iba saliendo. Mi hijo sin
lugar a dudas no era un discapacitado sexual, si bien su Asperger le relegaba a
una disfunción social, en cuanto a atributos sexuales estaba bien aviado,
sobrepasando de largo la envergadura de la de su padre, recia sobre los 5 cm en
la raíz, y unos flamantes testículos que casi no me cabían en el cuenco de la
mano.
Mi
instinto de mujer, más que de madre, me hizo bajar la cabeza y empezar a lamer
ese glande que se veía tan apetecible. Mi hijo, al sentir el contacto de mi
lengua, lanzó una exclamación de placer que hizo que yo siguiera haciéndoselo
más decidida y entusiasmada con su deliciosa polla en mi boca, introduciéndola
cada vez más adentro hasta llegar a mi garganta, lo que a mi hijo
agradaba especialmente, ya que tras unas cuantas chupadas estimulándole los huevos también, nuevamente provoqué
su eyaculación, pero esta vez dentro de mi boca, sin importarme lo más mínimo
tener ese semen caliente escurriendo entre mis labios. Me ensañé sacándole
hasta la última gota que pudiera salirle escurriéndole el tallo.
Creo que
nunca había visto a mi hijo tan feliz como en ese instante, con cara plenamente
satisfecha, preguntándome a mí misma, qué clase de madre estaba siendo para mi
hijo, si me estaba comportando como cualquier PUTA que podría haber pagado para
él. Pero obviamente, teniendo mi hijo esa edad, nadie como su madre podría
hacerle algo así, de forma que acabé convenciéndome a mí misma de que eso era
lo mejor para él, a pesar de todos los sentimientos de culpabilidad que
pudieran venirme. ¡Era por su bien!
Estaba
claro que después de haber traspasado ese límite, ya no había vuelta atrás, ni
por su parte ni por la mía, ya que aunque quizás si me lo hubiera pensado más
antes de llegar a eso, no lo hubiera hecho, en esos momentos cada vez estaba
más satisfecha de estar haciendo a mi
hijo disfrutar como sus amigos lo estarían haciendo con sus novias, y que si no
fuera por esto, él nunca habría sentido estas sensaciones tan especiales que
proporciona el sexo con una mujer, al que tendría que tener el mismo derecho
que los demás, a pesar de todas sus limitaciones.
Está más
que claro que el sexo es una droga que nos consume, y cuando alguien lo prueba,
siempre quiere más, hacer más cosas y probarlo todo, y eso nos pasó, tanto a él
como a mí, por lo que yo sólo deseaba que llegara la noche o estar a solas en
casa con él para masturbarle, chupársela y dejarle que me tocara todo mi cuerpo
a su antojo, hasta que un día sentí la necesidad de tenerlo dentro de mí.
El
despertador sonó una mañana más, me levanté y me dispuse a ir a la habitación
de él a despertarlo. Entré a su habitación tratando de hacer el menor ruido
posible, me recline sobre él y empecé a soplarle sobre su hermosa cara
suavemente y se despertó.
– Buenos
días cariño.
– Hola…
¡Dame un pico mamá! – Le sonreír y se lo di – Eres muy guapa mami.
– Gracias
cariño, ayer cuando te vi desnuda era diferente…
– ¡ah sí!
Qué, pero dime… ¿te gusto?
– Sí muchísimo
mami pero me sentí mal mami.
– ¿Por qué
cariño?
– Se me
puso dura… muy dura y me dolieron los testículos mucho tiempo… luego se me
pasó.
– ¡Ah sí! Bueno
hijo, eso es normal en los hombres mi amor.
– Sabes
mamá, tienes un cuerpazo.
– Gracias
mi amor, tú también eres muy guapo, que digo guapo, eres guapísimo. Hoy te toca
ducharte conmigo…
– ¿Sí mami?
– ¿Te ayudo
o te duchas solo?
– Prefiero
que me ayudes tú.
– Venga
flojo, vamos levántate ya que no vamos al baño.
Llegamos
al baño. En ese preciso momento tuve una idea, quedarme en bragas sin
sujetador. Empecé a ducharlo, primero la cabeza…
– Deja caer la cabeza para atrás para que no te caiga espuma en los ojos.
Así lo
hizo…, para estar más cómodo le puse una pierna entre las suyas para que no se
cayera, su verga rozaba mi muslo.
– Mami que muslos
más bonitos tienes.
– Y tú la polla
muy caliente y muy dura.
– Sí mami…
es porque te veo a ti ¡Tú haces que se me ponga tan dura!
– Ya
imagino ¡Qué guapo eres nene!
Todo esto
ocurría mientras le lavaba la cabeza con mis tetas a centímetros de su nariz, podía
sentir su respiración en mi canalillo, ¡joder! ¡Cómo me estaba poniendo!,
terminé de lavarle la cabeza y me dispuse a lavarle el cuerpo, hice que no
encontraba la esponja.
– Cariño no
encuentro la esponja así que tendré que enjabonarte con la mano ¿te importa?
– No, no
que va.
– Bueno
vamos allá.
Eché gel sobre
todo su cuerpo, le acaricié cada centímetro de su piel, me moría de ganas de
llegar a su mástil pero me reprimir diciéndome a mí misma tranquila ya tendrás
tiempo de disfrutarlo
– Ahora te
toca trabajar a ti darte por tus partes íntimas cariño.
Puso cara
de decepción, seguramente creería que también iba a lavarle yo como el resto
del cuerpo, como hago cuando me pongo la manopla. Mientras que él se daba por
sus partes le miraba como se lo hacía.
– Ya mamá.
– ¿Acabaste…?
Te ayudo a salir
Se fue a
su habitación a vestirse y yo fui a la cocina a preparar el desayuno, cuando
acabó de vestirse vino donde estaba, se pone detrás de mí y empieza acariciarme
la espalda y a besarme el cuello. Yo todavía iba en ropa interior con un
camisón largo de tirantes.
– Mami me
gustaría tocarte los pechos.
– Ahora no.
– ¿Entonces
cuando?
– No sé
hijo, las madres no permiten esas cosas a los hijos.
– ¿Por qué?
– Está mal.
– ¿Por qué
está mal?
– No sé
cariño, anda siéntate y come.
Mientras
comía no dejó de mirarme el canalillo con aquellos hermosos ojos muy abiertos.
– ¿Qué, te
gusta lo que ves?
– ¿Qué…?
– No dejas
de mirarme el escote.
– Perdón mami.
– No
importa hijo, pero no me has contestado.
– Sí me
gusta mucho, – le sonreí.
– Pues de
aquí te alimentaba recién nacido durante 18 meses.
– Pues no
me importaría hacerlo otra vez.
– ¿Te
gustaría mamarme las tetas…?
– Sí, mucho,
– le sonreí.
– ¡Uy cielo!
Que tarde es ya vamos que pierdes el bus al instituto.
Va a un
centro de día de estimulación temprana para personas con discapacidad psíquica.
– Quiero un
piquito mami.
– Bueno
está bien toma, pesado.
Rocé levemente
sus labios con los míos, pero él se entregó más y me dio un buen morreo
– ¡Uummm!
¡Qué dura se me ha puesto mami!
– ¡¿Solo
porque nos hemos besado…?!
Tuve que
contar hasta diez para no lanzarme hacia su bragueta y comerme su pollón.
– Venga vámonos
ya ¡¿Lo llevas todo?! – Lo acerqué a la parada del bus.
– Oye mami,
¿hoy que vas a hacer mientras que yo estoy en el instituto?
– Voy a ir
a la peluquería a recortarme las puntas un poco y después voy a hacer la compra
y a limpiar, en fin de lo siempre, ¿y tú qué quieres hacer mañana?
– Nada…
– Como que
nada, haremos algo, ¿no?
– Por mí
no.
– ¡Uy que
soso que estás cariño!
Llegamos
a la parada y esperamos el autobús, tardó unos minutos, me despedí con un beso
en la mejilla y me fui caminando hacia la peluquería de mi amiga Rosa. Encontré
a unas cuantas desconocidas arreglándose que charlaban entre ellas de páginas
de Internet donde podías encontrar citas para cibersexo, o encuentros ocasiones
para follar, videos porno de todo tipo accesibles a menores, de relatos eróticos
y demás…
– ¡Ah! ¿Pero
hay páginas de relatos eróticos también?
– Pregunté inocentemente.
– Sí si
claro, – respondieron, – Y unos relatos muy calientitos de todo tipo incluso entre
madre e hijo, padre e hija o hermanos, tampoco faltan los cuernos… seguro que tu
hijo también se mete en ellas. – Dijo Rosa que era la que más me conocía.
– No sé lo
que hace en Internet.
– ¿Quieres
la dirección de una? – Me dijo otra que esperaba su turno.
– Bueno
dámela apúntamela en un papelito, – Cogió su bolso y saco una libreta pequeña y
me apunto la dirección – Ten y que la disfrutes con salud ja
jaja, – reímos todas.
– Tu turno
Macarena – dijo la peluquera – ¿Qué deseas que haga?
– Recórtame
las puntas y lávame la cabeza ya que estoy.
– A mí me
daría muchísimo morbo, – Dijo Sebastiana
Callé mis
ideas mientras Rosa se esmeraba en darme un look juvenil con decapados...
– Estas
lista, Macarena.
– ¡Uy qué pronto!
¿cuánto te debo nena?
– Ocho
euros – dirigiéndose a una de ellas que debía estar más salida que el rabo de
un cazo le espetó Rosa – ¡Jolines, anda que tú también metes la uñita!
Le pagué
y me marché a hacer las compras, al pasar por un escaparate vi un vestido muy bonito y entré para ver si lo había de mi talla, di un vistazo, un
dependiente se acerca y le solicité un vestido sexy para mujer de mi edad del
estilo del expuesto en el escaparate, esperé un momento, entró a la trastienda
y me trajo tres con matices. Me probé los tres y elegí uno que me gustó mucho azul
marino muy escotado…, resaltaba mis tetas… perfecto para lo que yo lo quería.
Fui a mi
casa, y lo primero que hice al llegar fue empezar a cocinar, preparé todos los
menesteres, mientras se hacía el asado entré en la dirección de Internet que me
había Sebastiana, abrí el Explorer y comencé a teclear la dirección. Cuál fue
mi sorpresa que cuando puse las primeras tres letras de la dirección me apareció
en la barra de direcciones, me sonreí y murmuré “¡Qué granujilla eres!” “Ahora entiendo tus calzoncillos húmedos llenos
de lefa, te excitabas tanto que te corres como un semental”. Cerré el
Explorer e hice una cosa que yo no suelo hacer nunca… mirar sus archivos. Había
uno con el nombre “madre e hijo”, lo abrí para ver lo que decía y era un relato
entre madre e hijo, ¡Dios santo! empecé a leerlo, me moría de la excitación, me
puse chorreando los muslos de pensar que David pudiese imaginar aquellas
escenas conmigo.
La hora
de ir a por él a la parada del autobús estaba llegando y me dispuse a salir,
llegué a la parada y al momento llegó el bus, David miró por ventanilla para
ver si estaba yo y cuando me vio se sonrió.
– ¿Qué has
hecho hoy, cariño?
– Te lo
dije esta mañana mamá… no seas pesada.
– Vale,
perdona. Oye nene he estado pensando que si no quieres hacer nada mañana ¿qué
te parece si hacemos algo esta noche?
– ¿A ti te
apetece?
– Bueno
venga. – Sin mucha ilusión.
– Creo que
estas con la depresión del pavo…
– Será eso,
si tú lo dices…
– Tengo una
sorpresa para ti,
– ¿Cuál?
– Ya verás,
esta noche cuando salgamos… si te lo digo deja de ser sorpresa.
– ¿Y a dónde
vamos a ir si se puede saber?
– Han
abierto un pub nuevo cerca de casa
– Sí ya.
– ¿lo has
visto?
– Sí.
– Pues ahí.
Llegamos
a la casa y se puso al ver la tele que le encanta…
– Cariño me
voy a duchar.
– Es
injusto, que te metas ahora cuando ponen mi programa favorito… tu siempre me puedes
ver en bolas y yo a ti no.
– Ja, ja, ja,
eso ha sido muy bueno hijo muy bueno. Quien sabe a lo mejor mañana recibes una
sorpresa muy divertida.
Me metí en
ducha, disfruté de la caricia del agua tibia corría por mi piel, terminé de
ducharme, mi hijo seguía viendo “La isla de las tentaciones” o ese otro llamado
“mujeres, hombres y viceversa”
– Cariño empieza
a vestirte.
– Voy mami.
Entró en
su habitación a vestirse mientras yo me acababa de arreglar, quería estar totalmente
terminada para cuando él saliera de su habitación y me viese perfectamente
arreglada. Tenía maripositas en el estómago como si fuese la primera cita con
el chico de tu vida. Me puse el vestido nuevo y no salí de mi habitación hasta
que él no salió de la suya, vi que él salía y se iba al salón, esperé un
momento para que se acomodase y salí.
– Hola
guapo, – me miró con ojos muy abiertos, – ¿Te gusta mi vestido nuevo?
– Sí,
mucho… ¡¡madre mía, qué cuerpazo tienes mami!!
– ¿Crees que estoy sexy, cariño…?
– Sí, un
montón mami.
– Tú
tampoco te quedas atrás, también estás muy atractivo… ¡¡Bien vámonos!!
Salimos
de casa, nos dirigimos al pub a pie, entramos y nos sentamos en una mesa que
había en un rincón, en la entrada había un sillón con forma de “C”, en ese sillón
nos sentamos, no quitaba sus ojos de mi canalillo. El camarero vino y pedimos
bebidas y unos bocadillos. Cuando volvimos a estar solo puse mi mano en su muslo, se lo
acaricie, nos moríamos de deseo, yo al menos estaba que me derretía porque mi
mano llegara a la bragueta… pero no me atreví a dar ese paso. El camarero nos
trajo los bocadillos y las bebidas, comenzamos a comer sin quitarnos la vista de encima uno del otro, nos
comimos los bocatas, nos bebimos todo y salimos a la pista a bailar aprovechando
que no había mucha gente. A él le encanta bailar a su ritmo, descompasado y
feliz, yo enfrente de él brincando como una quinceañera, la gente que miraba
pensaría que estaba loca y no les faltaba razón. Poco a poco se fue animando la
juventud de la barra y la pista se llenó, nosotros nos fuimos ocupando uno de
los espacios más oscuros.
Con
oscuridad y alevosía, de vez en cuando David me cogía de las caderas y así
estuvimos un buen rato. En un momento dado, metió mano por debajo de mi vestido
llevado por mis provocaciones a hacerlo, con los arrimones que me daba con él…
acarició un muslo, le dije…“¡Te quiero!” al oído y me respondió con una sonrisa
pícara. Al poco pagué las consumiciones y salimos de Pub. Yo me dejé caer en él
con los brazos estrechando su cuello, íbamos charlando… de vez en cuando nos
besamos en la mejilla casi pegados a la boca, luego fuimos más atrevidos y nos
dábamos picos, en tanto le acariciaba los
brazos.
Llegamos
a casa entramos y procedimos a acostarnos, nuestro deseo era hacer el amor
locamente, aunque con el calentón que llevábamos más bien nos tiraríamos a
follar como conejos, pero el tabú social del incesto me impedían hacerlo, y a
él lanzarse sin mi permiso era un muro infranqueable aún. Se marchó a su
habitación, y yo me quedé un rato charlando con mi esposo. Pasada la medianoche fuimos a acostarnos con el parentesco como rival… en unos minutos mi esposo
roncaba, y yo con insomnio me masturbe nuevamente pensando en mi hijo… y él en
mí, de eso estoy más que segura.
Me sobaba
el coño, corría la raja una y otra vez terminando con una frotación dura sobre
el capuchón de la pepita, siempre recordando la polla llena de espuma y su mano
subiendo y bajando por ella. Retiré de encima la sábana que me cubría, las
bragas la bajé a mis rodillas, mojé la yema del dedo corazón en la lengua y lo
pasé por un labio vaginal, por el otro... Metí medio dedo dentro de la vagina
recordando el cabezón de la polla de David, luego con el dedo mojado acaricié
el clítoris... Al rato, gemía en bajito para no despertar a mi esposo. Me puse
boca abajo, metí una mano por debajo de mi cuerpo elevando el culo, y continué
acariciándome la raja metiéndome dos dedos y luego el clítoris con fruición un
buen rato. La respiración muy agitada con el corazón a mil.
Después
metí dos dedos dentro de la vagina y volví a recordar la polla con su gran bolsa
escrotal… ahí mi niño albergaba unos buenos huevos. Mi firme culo se movía al
compás de los dedos. Al rato me volví a poner boca arriba. Chupé los dedos
mojado de mis fluidos y se quité el camisón. Mis tetas grandes de areolas
oscuras y pezones generosos quedaron al aire. Mojé dos dedos en la lengua y
acaricié con ellos los duros y erectos pezones, después me amasé las tetas un
par de minutos. Pasé un par de dedos por la raja y salieron empapados, los chupé.
Luego metí tres dedos dentro del coño y me lo follé con dureza... tres dedos me
follaban pensando en mi hijo… para atenuar el sonido del chapoteo que hacían
los dos dedos, evalué el ritmo adecuado.
Luego cogí
la almohada, me la llevé a la boca y la mordí. Clavándome los dedos dentro de mi
coño y otros dos volando sobre mi clítoris, tuve un flamante orgasmo
retorciéndome y ahogando mis gemidos de placer en la almohada e imaginando que
aquella enorme polla de mi bien dotado hijo, entraba en mi coño y me lo llenaba
a rebosar de su leche. Al acabar me chupé los dedos pringados de jugos. Manché las
sábanas con mi corrida, igual que hizo mi hijo, además de llenar las almohadas
con nuestras lágrimas… quedé dormida pensando en él y que la única salida del
túnel era follar con mi hijo, por su bien y el mío.
A la
mañana noté como se abría la puerta de mi habitación, miré, y cuál fue mi
sorpresa que era él… mi esposo hacía una hora que se había marchado al trabajo.
– ¿Dónde va
mi nene tan temprano…?
– A ver a
mi mujer favorita, – le sonreí y le di un beso en los labios.
No fue el
típico pico que nos dábamos por las mañanas, lo aguanté unos segundos
abriéndole la boca y cruzando mi lengua con la suya… deseaba que aprendiese a
besar.
– ¡Ay mi
cumpleañero!
Con la mirada
clavada en mis tetas…
– ¿Quieres que me quite el camisón…?
Afirmó con la cabeza sin decir nada. Lo hice, estuvo un instante mirándomelas y después las acarició despacio. Su respiración acelerada igual que sus latidos del corazón.
– Eres
maravillosa mami.
– Gracias
hijo.
– Mami, me
gustaría… – indicó con su mirada a mis tetas.
– Sí, sí puedes
hacerlo hijo... son tuyas, todas tuyas.
Tiernamente
acercó su boca a mis pezones y empezó a chupármelos.
– ¡Cariño
mámamelas…!¡Mámale las tetas a tu madre como cuando eras pequeñito! ¡Umm! ¡Oh
hijo…! Hacía tanto tiempo que no sentía unos labios en mis pezones.
– ¿Tenías muchas
ganas de hacer esto mamá…?
– No te
imaginas cuanto…
Mientras
él mamaba de mis tetas, maquinalmente empecé a sobarle su entrepierna.
– ¡¡Pero
cariño qué dura se te está poniendo! Me estas quemando la mano de lo caliente
que la tienes ¡Y tan grande como no he conocido ninguna!
– No pares
mami… ¡Hazme una paja por favor!
– Sí cariño,
no voy a parar ¡Te voy a hacer la mejor paja de tus sueños!
Puso su
mano en mi muslo y la deslizo muy lentamente hacia mi entrepierna, me sobó el
coño y me hizo estremecer. Parece que por todo lo que nos entregamos se excitó al
máximo, no pudo soportar tanta fogosidad el pobre, tan inexperto como cariñoso.
– ¡¡Me
corro mami, me voy a correr ya!
– Sí mi
vida, ¡Dame tu leche cariño!
Se corrió
en mi mano mientras metía sus dedos en la raja de mi vagina. En segundos estalló un géiser de
esperma que roció todo, dejándome la mano chorreando. Tendido boca arriba en la
cama me agaché sobre mi hijo con delicadeza, después de recogerme el pelo con
una goma. Le empecé a comer la polla muy despacio saboreando la leche que había
destilado de sus huevos. De vez en cuando le miraba la cara con el deseo de ver
su gesto de placer al tener a su madre mamándole la polla… no era una fantasía,
sino una realidad. David no decía nada, cerraba los ojos interiorizando cada
chupetón que le daba a su glande… relamía a lo largo del tallo limpiando su
semen llegando hasta los huevones, se los succionaba, abría los ojos al notar
sus bolas dentro de mi boca, luego los cerraba para disfrutar más y otra vez los
abría para ver cómo le mamaba su grande y preciosa verga.
Nos
deleitábamos atrapando y succionando la dureza de mi hijo con mis enormes
labios, para mi chico debía de ser una imagen que jamás olvidará. Mis labios
gruesos y húmedos bajando y subiendo por su monstruoso falo. Una delicia de polla
como ninguna tuve. Con una mano soportando el mástil y pajeando el prepucio, la
otra masajeándole los testículos y mi boca chupando el glande con fuertes
succiones, no aguantó mucho más que con la paja… arrecié la mamada, percibí su
cadera follarme la boca metiendo el capullo al mismo galillo, y de pronto soltó
el aire de sus pulmones, al tiempo de largarme el primer chorro de esperma que
me iba rellenando la garganta. No dejé una sola gota del surtidor que me fue
disparando. Cuando acabó sus seis o siete disparos, se relajó cayendo de
espaldas sobre la cama. Le acariciaba el pecho, su barriga, su polla más
calmada, los muslos y finalmente sobar con delicadeza el centro de producción
lechera más espectacular que había conocido en toda mi vida, los sentía
grandes, duros y tremendamente hermosos… todos sus atributos sexuales me
parecían maravillosos. Después se echó al suelo junto a la cama una vez que se
recuperó del chute de dopamina que le produjo el último orgasmo. Pidió que me arrimase
al filo de la cama. Así lo hice y empezó a acercar su cabeza entre mis piernas.
– Hijo, ya
has acabado… ¿Qué haces ahora…? ¿Dime qué quieres hacerme?
Sólo me
contesto… – ¡Abre tus piernas!
– No hijo,
no es necesario más ¿para qué? ¡Ya te has vaciado dos veces…!
– Por favor
mamá sólo ábrelas…
– Pero
hijo, yo estoy bien mientras tú estés satisfecho…¿Acaso quieres chuparle el
coño a mamá…? – Le pregunté.
– Quiero que
tú también disfrutes de mi boca… ¡Deseo conocer a qué sabe tu coño!
– ¡¿Quieres
que mamá también se corra?!
Asintió
con la cabeza. Cambiamos de postura. Me miró con insistencia y no tuve más
remedio que abrirle mis piernas. Llevo su cabeza a mi sexo, un chocho sonrosado
y brillante por la temperatura y lo lubricado que se hallaba… emanaba un aroma
potente.
– Chupa
despacito cariño… – Solo le dije eso cuando estuvo a unos centímetros.
Nunca
había comido un coño y no sabía qué hacer…. Metió su cabeza entre mis piernas y
de pronto empezó a chuparme el coño con pasión ¡Oh dios! ¡Qué placer! Me dominó
tanto la situación que jadeaba como una perra, mi chico no sabía comerse un coño
muy bien, pero lo compensaba porque le gustaba mucho, sin hacerlo muy bien me
moría de gusto y morbo. Empecé a dale algunas clases básicas…
–
Piensa que mi coño como un reloj y canta las horas
con la lengua. La una, las dos, las tres, ve parando en cada hora y meneando la
lengua señalando las manecillas.
Al
principio le parecía todo muy extraño, pero muy pronto cogió ritmo.
–
¡Ahora vas a follarte el coño de mamá con la lengua!
Saca la lengua y ponla dura.
Así me
follaba con su lengua meneando mis caderas. Estaba muy excitado aprendiendo
muchas cosas. Pensé que le enseñaría la postura del sesenta y nueve, seguro que
eso sería un gran descubrimiento. Me encanta esa sublime postura. Le enseñé a mamarme
el clítoris con los labios apretándolos. Dándome repasos verticales rápidos con
la lengua en toda mí raja. Meterme los dedos al mismo tiempo que mamaba el
clítoris ya muy endurecido. Le iba indicando todos los trucos que conozco, o
casi todos. Mi vulva encharcada era una tajada de melón en sus labios… chupaba,
masticaba los labios vaginales, metía su lengua en el coño follándolo y
castigaba el clítoris con duros lengüetazos cuando se lo sacaba tirando del
capuchón con dos de mis dedos.
– Sí cariño
sigue haz feliz a tu madre ¡Hace tanto tiempo que nadie me lo come así el coño...!
Era un
perro hambriento zampándose el caliente y mojado chumino de su calentorra
madre. Le supliqué que no me abandonara, le sujeté de la cabeza en el extremo
de mi orgasmo… me corrí como una perra. De mi coño salió un chorro de fluido
sorprendiendo a mi chico, pero con lo vicioso que era, no le dio asco y se
bebió mi corrida… eufórica se la hice beber hasta la última eyaculación. Tuve
el mejor de los orgasmos en muchos años fue tremendo… ¡Oh Dioooos mío mi amor
mi vida! Me corrí como loca, tan rico. Luego como estaba calurosa, terminé de
sacarme toda la ropa y nos quedamos los dos en pelotas en la cama. Mi hijo
empezó a tocarme las tetas, le miré y le sonreí satisfecha de tener a un macho
tan abigarrado que no se extenuaba ni tenía pudor alguno por nada.
– Eres un
incansable hijo…
– Me gusta
mucho tu cuerpo mamá, eres preciosa… me gusta todo de ti.
– ¡Oh mi galán!
¡Tú sí que sabes conquistarme!
– Es cierto,
mamá, si no me crees mira cómo se me ha puesto de dura otra vez la verga… y eso
que ya me he corrido dos veces.
Se la miré
y la volvía a tener dura como el pedernal, tan erecta que emulaba a mástil del
bergantín más osado que hubiese cruzado los mares. Se la agarré para sentir de
nuevo su latido… gruesa, larga y con unas bolas grandes, unas fábricas de leche
a granel que no se agotaban. Le sonreí otra vez.
– Quiero más,
una más mami… pero como hacen las parejas… como tú y papá lo hacéis, por favor.
Quiero follar, quiero que tú me enseñes a follar… quiero aprender a follarte.
No me
hice de rogar más, deseaba tener a mi hombre dentro de mí, me puse encima de él
situándome perfectamente enfilada sobre el mástil, cogí su vega que para ese
momento ya se hallaba bien dura como de costumbre, la guíe a mi entrada y me la metí muy despacio
sintiendo cada centímetro abrir mi raja, expandirla como pocas veces he sentido a un macho y entrar en mi coño llenándome de gozo inmenso…
– ¡Oh David
amor mío! ¡Uummest… está muy gorda para mí! ¡Uummm hace mucho que no probaba
algo tan rico amor! ¡Uumm… ninguna como la tuya!
Lo besé
en la boca, y amorrada a sus labios
metiéndole la lengua empecé a moverme clavándome más y más profundizando en mis
entrañas, mientras él acompañaba con metidas descompasadas. Sentía abrirme las carnes por dentro de mi profunda vagina… me
apoyaba sobre su pecho, mientras mi cadera se contorneaba introduciéndose todo
el rabo de mi semental.
– ¡Oh mami
sigue, sigue me vuelves loco!
– Y tú a mi
cariño… eres un magnífico follador ¡Te estás follando muy bien a mami!
– No pares
mami, quiero acabar dentro de tu coño… quiero darte mi leche.
– Por
supuesto mi amor, No pienso parar cariño hasta que te corras dentro de mí... ¡¿Te quieres correr dentro de mi coño?! Sí verdad? ¡¡Mamá te dejará que la llenes siempre, siempre mi amor!!
No pudo decir más un "Sssi", mientras seguíamos moviéndonos cada vez mejor sincronizados disfrutando del sexo. Él me acariciaba todo el cuerpo con sus manos a modo pulpo. Lo que tantas veces
hizo con la mirada y con la mente, ahora era toda una realidad en vivo y
directo solo para él sobre mi piel. Me tendí encima sin dejar de moverme,
le puse una teta en la boca, David mamó tímidamente al principio y poco después
devoraba las tetas con lujuria… las chupaba y hasta las mordisqueaba dándome
calambrazos que hacían brotar chispazos en mis sienes y en la misma pepita de
mi coño… en tanto subía y bajaba rítmicamente empalándome con la polla de mi
hijo sobre la cama.
Me elevé poniéndome en cuclillas abriendo las
piernas y le puse el coño mojado a la disposición de su vista, deseaba que mi
pequeño mirase como se estaba follando el coño de su madre. Así me clavé fuerte
la dura polla como una piedra hasta hacerme gritar… noté sus huevos golpeándome
por la inercia de sus empujones hacia arriba… me levantó por la cintura como
una pluma, mi chico estaba eufórico jodiéndome a base de bien, y me la metió de
un solo envión hasta el útero sin dificultad. A esa profundidad, era sin duda
la primera polla que entraba en mi coño y entró apretadísima. Me sentía excelsa, llena como nunca de carne trémula, notaba el palpitar de su verga dentro de mi vagina.
Mi hijo me follaba desesperado buscando
correrse...Pero por más caña que le daba y me daba, no le venía la corrida. Estaba
tan acostumbrado a hacerse pajas aferrando duro su polla con la mano, que el meter
y sacar en un coño suave y bien lubricado era menos ventajoso al no estar tan apretado…
cómo que no le iba tanto... A mí sí que me iba, y de tanto ir el cántaro a la
fuente encontró agua, el manar de su lefa. Entonces sí, se agitó con violencia
acuchillándome la raja, gemíamos como locos y por fin la cabrón se corrió viendo a su madre
sacudiéndose entre gritos, y cómo mis ojos hacían de semáforo estropeado, cambiando de color
continuamente. Mi amado hijo, se deslechó en el fondo de mi acogedora vagina,
en las mismas puertas del útero. Sudando como una perra, noté su orgasmo dentro
de mí, percibí cada chorro de leche rellenándome queriendo preñar mi panza… la
misma panza de donde salió un día de hace poco más de 18 años.
–
¡Yaaaa mamiiiiiii – exclamó
–
No pares mi amorrrr… tu mami está a punto de
correrse tambiennn ¡NO PARES!
Seguimos hasta obtener el mío que fue poco después, una corrida espectacular en la que ambos terminamos muertos de cansancio y placer… le agradecí su generosidad, con un tremendo beso en los labios. Ya ni me acordaba de la última vez que me había follado mi marido de esta manera, de la última vez ya pasaría más de un mes con toda seguridad y mi necesidad de mujer en una edad en la que necesitamos sexo casi a diario, me estaba volviendo loca y lo único que me aliviaba en parte, estaban siendo las masturbaciones con mi hijo, pero como eso ya había dejado de ser suficiente, llegué a animarme a mamarle la polla, hasta que esto tampoco llegó a ser suficiente, desbocando en lo que era irremediable y acababa de ocurrir.
Llevada por la inercia de la excitación sexual y ver a mi hijo en la cama tumbado, le volví a chupar su cipote… no lo dudé… Al notar dura de nuevo su virilidad ¡Bendita juventud! Me senté encima de él, metiéndomela en mi coño totalmente mojado aún con su leche chorreando y mis dedos jugando con los labios impregnados. Así que cuando me puse encima y sentí como su polla entraba entre mis dilatadas paredes, un gemido de placer pareció asustar a mi hijo que creía que me estaba haciendo daño al penetrarme, pero todo lo contrario, estaba sintiendo como nunca. Empecé de inmediato a subir y bajar sobre él, uniendo nuestros gemidos al unísono de los vaivenes, acelerando el ritmo hasta que una explosión del semen de mi hijo inundó de nuevo el interior de mi vagina quemándome por dentro por enésima vez… ahora si acabamos exhaustos los dos.
– ¿Te gustó, hijo?
– Sí, mamá, mucho, estuvo genial. Por fin he follado… Se lo diré a mis amigos.
– No, hijo, ni se te ocurra. No está bien visto que una madre folle con su hijo.
– Ah, está bien, mamá, guardaré el secreto.
– Sí, por favor, si quieres que sigamos haciéndolo, no puede saberlo nadie… debe ser nuestro mejor secreto…, mucho menos tu padre, él nunca entendería lo nuestro, por eso jamás debe enterarse de lo que hacemos. Él se sentiría mal si se otro hombre me llena la vagina.
– No diré nada a nadie… y a papá menos. No quiero que os enfadéis por mí.
– Eso es mi amor… ya no tendrás que hacerte más pajas pensando en esas putas de las pelis porno de internet. Ahora tienes a mamá para sacarte toda la leche de tus huevos.
– Pero necesito sacarla todos los días… ¿Me la vas a sacar…?
Claro que sí mi amor… cada día dejaremos secas tus bolas y bien húmedo mi coño.
– Ja, ja, ja… si mami ¡Me gusta correrme dentro del coño! Es diferente a las pajas…
– Siempre es mucho mejor. Además podrías preñarme si te dejo y no me cuido.
– ¿Tendremos un bebé? ¿Quieres que te preñe tu barriga con un bebé
– De momento no mi vida, más adelante lo hablamos… ahora solo disfrutemos. Me conformo con que solo me llenes de leche.
********************************
Pero las circunstancias de la vida, a veces te
llevan por unos derroteros que nunca imaginaste y eso fue lo que pasó, cuando
conocí con la madre de un compañero de mi hijo, el cual tenía una deficiencia
cognitiva aguda… ya nos conocíamos de muchos años atrás de lucha en sacar adelante a
nuestros hijos desde bien chiquitos, gracias al Centro de Estimulación Temprana del Desarrollo Intelectual
(CETDI). Empezamos a hablar con normalidad, luego la conversación giró en torno
a nuestros hijos como siempre… ya digo que nos conocíamos desde que los chicos
tenían menos de 6 años y comentó.
–
Menudo problema que tenemos ahora con nuestros
hijos en estas edades. Ya no son los niños de cuando empezaron aquí
–
¿Por qué lo dices?
– Vamos Macarena, si de pequeños era un trastorno que
no paraban quietos, ahora no me digas que tu hijo no te ha puesto en algún
aprieto ya en plena adolescencia.
Yo me figuraba por donde iba ella, pero intentaba
disimular desviando la conversación.
–
Sí, son muy espontáneos y a veces no se controlan
mucho.
– Y tanto. El mío se pone súper cachondo a meterme
mano con todo el descaro…no veas lo sobado que tengo el culo y las tetas, tampoco
se libra mi coño, y ya no sé cómo pararle, porque por un lado no sé cómo
educarle en valores para que tenga un comportamiento normal, pero por otro, siento pena por él, pensando que no tiene casi ninguna oportunidad con las chicas… ninguna se deja hacer esas cosas por un chico en sus
condiciones, por tanto solo queda claudicar y que disfrute del cuerpo de una
mujer con su madre, ¿no?
–
Bueno, sí, en eso tienes razón. A mí también me da
pena mi hijo, porque las chicas no le hacen mucho caso. Cada vez socializa más,
pero sin llegar al sexo…
–
Entonces harás como yo, que al final le dejas que
disfrute un poco contigo, ¿no?
–
Sí, no sé decirle que no.
–
Normal, porque no sé tú, pero yo acabo cachonda
perdida como él… y joder, Macarena, los pollones que tienen estos chicos son
una locura. No se puede desperdiciar algo así. El mío duplica la envergadura de
polla de su propio padre… Yo creo que lo que la naturaleza le ha quitado
psíquicamente, se lo suplementado físicamente, acumulando todo en una súper
dotación de atributos sexuales.
Ella debió notar que yo me sentía algo incómoda con
esa conversación, porque razón no le faltaba… su hijo es súper dotado y el mío
también, y ambos no tienen la misma deficiencia, la de David solo es social,
porque sus notas académicas son espectaculares.
–
La verdad es que le ayudo a aliviarse desde hace
años… tengo esa debilidad.
–
No tienes por qué disimular conmigo, Maca…¡¡Podemos
hablar claramente entre tú y yo!! Tú te follas a tu hijo como yo al mío y no
pasa nada. Lo disfrutamos nosotras y lo disfrutan ellos, porque sabemos que
ninguna otra mujer se lo va a dar tan fácilmente, y a estas edades
necesitan correrse para rebajar el exceso de testosterona y estar tranquilos. Te
habrás fijado en tu hijo, que al igual que el mío, sus grandes testículos
producen tanta que tienen que sacarla fuera como sea… matándose a pajas o con
un par de folladas al día.
–
En eso tienes razón, son incontrolables… Pero me
quedo a cuadros… ¡¿Te folla dos veces al día?! ¡Madre mía… tendrás el coño
hecho un bebedero de patos! Mi David se hace pajas a doquier sin vergüenza
alguna delante de mí… cuando me estoy duchando entra, se sienta en el aseo y se
la casca mirándome desnuda. La primera vez sentí mucha vergüenza y se lo
recriminé, pero lo volvió a hacer una y otra vez, dejándome sin argumentos.
Luego ya era incluso en la concina, siempre cuando no está su padre, claro, al
menos es discreto. Desistí dejando que se hiciera sus pajas delante de mí sin
pudor, más tarde se las hice yo… y una vez puestos al asunto, solo fue dar un
pequeño paso para llegar a mamársela y finalmente acabé follándomelo por primera vez, no hace
muchos días. ¡Joder que una no es de piedra y con mi marido paso muchas
necesidades…! Y tener una polla dura a tu disposición en casa es muy cómodo.
–
Haces lo que debes Macarena, lo mismo me pasa a mí
con Raúl. Ya sabes que a veces se alteran mucho, y una asistenta social veterana
me comentó que la mejor forma de relajarlos es a través del sexo… me explicó
que al tener unos testículos tan grandes, producen mucha testosterona, su
segregación excesiva en el sexo masculino, crea ciertas interacciones que
pueden alterar sus sentidos, provocar pensamientos lujuriosos y estimular el
apetito sexual exacerbado…. Aunque no me dijo que le proporcionara sexo, claro,
pero ella debía estar al tanto de estas cosas si trabaja con ellos durante
décadas, y para mí lo dejó caer veladamente.
–
Sí, tienes toda la razón, pero estos temas son muy
delicados y no pueden hablarse con cualquiera, ni siquiera con los
profesionales. Son cuestiones que solo entienden quienes las sufrimos día a
día, y esas somos nosotras, las madres. Además yo tampoco tengo mucho contacto
con otras madres que tengan hijos así, si no es aquí con vosotras no puedo
hablar de esto con nadie.
–
Pues créeme cuando te digo que muchas de ellas, de
una forma u otra se encargan de aliviar a sus hijos, o si no se atreven ellas,
les buscan una “follamiga”.
–
Eso había pensado yo también, pero ¿quién iba a
querer? Y en su estado me da apuro llevarle con una puta…, no tiene
costumbre de follar con condón y sería muy complicado, sino imposible que
follara con profiláctico… cuando estos chicos se acostumbran a una cosa buena,
no permiten nada peor en sus “juegos”.
–
Tienes toda la razón… ¡¡el mío ya solo me folla a pelo también!!,
y he tenido que volver a tomarme la pastilla anticonceptiva otra vez. Porque a
ver…, cuando vi que no me soltaba en todo el día corriéndose dentro de mi coño,
temí lo peor… ¡Te imaginas quedarte preñada de tu propio hijo! No por Dios,
bastante castigo tengo ya con las dos o tres veces que me folla algunos días, aunque lo normal es una follada dosificada. Ante
ese panorama ideé la manera de quitarle las ganas antes de crearme una cistitis
crónica… que no veas con tantas folladas semanales, y con esa polla tan enorme, lo
irritada que se me queda la vagina.
–
¿Y cómo te las apañaste para quitarle las ganas?
–
Pues algo similar a lo que le hacen con los toros bravos en la plaza, primero se les pica y luego se les torea, y para
picarlos tengo una amiga viuda, que conoce a mi hijo desde siempre y en
realidad fue ella quien empezó a enviciarle. Ella me lo cuidaba muchas veces
mientras yo trabajaba o no me lo podía llevar, y acabó metiéndolo en la cama.
Vamos, que la primera leche se la sacó ella, y como se la tiró a pelo… conmigo
creyó que también iba a ser igual de fácil, y así fue, no te voy a mentir, solo
que a su madre la tiene a mano en casa, y a ella solo de vez en cuando. Una o dos veces a la semana solicito ayuda para que se quede con él todo el día.
–
Bueno, yo tengo alguna amiga también con la que
tengo confianza, pero ni se imaginarán que yo pueda proponerles algo así, aunque
tal vez haya posibilidades… están divorciadas y siempre han sido de coño
caliente.
–
Es complicado, claro. Primero tendrías que tantear bien
el terrero para ver hasta donde estarían dispuestas a llegar, porque en su
pensamiento seguro lo tienen, aunque no te digan nada, más si llevan mucho sin
mojar un churro en su coño.
–
Perdona si soy indiscreta, ¿Cómo fue que empezaste
a tener relaciones con tu hijo...? Tengo curiosidad, porque me sentía una
guarra y aún tengo esa sensación.
–
Pues que se te quite ese mal pensamiento, lo que haces es lo mejor y
más natural… te digan lo que te digan puedes tener tranquila la conciencia. Nuestros hijos nos necesitan en todos
los aspectos y en el sexual también. Los cuidamos desde pequeños, le damos una
buena educación con profesoras de apoyo dentro y fuera de la escuela… y cuando
llegan a adultos, aparece la faceta sexual que también debemos cubrir, y de
nuevo ahí estamos las madres al frente. ¡¡Tenemos la obligación de formar a nuestros hijos como personas normales!!
*****************************
Fue entonces cuando mi amiga Rocío me contó un poco
más sobre su vida y la aventura con su hijo Raúl. Nos sirvieron un té verde y
unas galletas, en tanto se hacía la hora de salida de nuestros hijos de las actividades
de estimulación intelectual a la que acudimos semanalmente desde hacía una
infinidad de tiempo. Aquel centro les ayudaba a una integración efectiva en el
mundo laboral y social, de hecho el suyo ya trabajaba…
**************************************
…Tengo a Raúl que es el mayor y a Ana, la pequeña
de dieciséis. Su padre falleció cuando la nena solo cumplía un año y Raúl cinco,
debido a un cáncer, y desde entonces mantener bien a mi familia ha sido siempre
un reto. Trabajo media jornada en una biblioteca pública, de nueve a dos del
mediodía, aunque los sábados hago turno doble, y gracias a este trabajo, mi
pensión de viudedad y la ayuda del gobierno por el 60% de discapacidad, hemos
tenido siempre una vida feliz y normal aunque siempre con preocupaciones.
Verás, a Raúl le diagnosticaron un retraso mental leve,
lo cual es una ligera discapacidad intelectual, pese a no ser muy grave, siempre
ha requerido muchas atenciones y también inversiones para su normal desarrollo.
Clases de refuerzo, psicólogos… de eso no tengo que contar nada. Actualmente tiene
un contrato en una empresa cerca de donde vivimos que emplea a muchas personas
de su condición, se gana un pequeño sueldo, se siente realizado y siempre ha
sido un chico muy feliz. Su aprendizaje y el convertirse en una persona útil
casi independiente, es algo de lo que me hace sentir realmente orgullosa, y
aunque ha habido dificultades las ha superado una a una.
Nuestro problema fuerte con él surgió cuando en la
pubertad, se le desató un fuerte instinto sexual masculino. Siendo preadolescente
ya nos comentó el endocrino, que poseía niveles de testosterona muy elevados, y
que eso podía convertirse en un problema de libido descontrolado… sus enormes
testículos no solo producen cantidades enormes de testosterona, es que además
sus corridas son fastuosas, algo muy habitual en gente con problemas similares
a los suyos, como bien sabes con David.
Hasta ahora siempre habíamos podido controlar el
tema con normalidad y con la ayuda de su psicóloga…. Por ser claros y no
extenderme en el asunto, le dejamos acceso libre a internet para buscar
pornografía, y antes de los doce años le hablamos del tema de la masturbación con total naturalidad. En esto su psicóloga Anaïs había sido de
gran ayuda. Anaïs tenía miedo de que esto no fuera suficiente y nos había dado varias
alternativas más. Desde un tipo de ayuda sexual con mujeres especializadas en estos temas, una especie de prostitución completamente
legal... algunas de ellas están muy bien casadas, hasta cosas mucho más contundentes como tratamientos hormonales o
incluso mencionó como algo extremo la castración química. Yo no quería ni
hablar de estas cosas y hasta ahora nos había ido bien así… por nada del mundo
deseaba castrar a mi hijo. De hecho me consta que en ciertas épocas del año, Raúl
se masturbaba hasta cuatro y cinco veces diarias. A mí me parecía de lo más
natural.
El tan temido problema llegó en un momento en el
que mi hijo estaba algo inquieto. En tan solo una semana se me empezaron a
acumular las quejas. Algunas me las comentaba apurado el conserje de la finca y
otras las vecinas directamente. Raúl había dicho cosas inapropiadas por lo
menos a tres mujeres de la escalera. Nada grave, cosas tipo “que buena estás”,
“menudo culo tienes” lo que para él eran simple piropos, para los demás son
agresiones verbales. La gota que colmó el vaso, y esto sí que encendió todas
las alarmas es cuando llegó a tocarle el culo a una de ellas. Tuvimos una
suerte infinita, ya que se lo hizo a la vecina con la que más nos aveníamos mi
hija y yo, una persona buenísima, una santa. Me lo contó muy apurada y yo no
sabía dónde meterme. La solución más rápida que se me ocurrió implicaba a Ana,
le pedí por favor que a partir de ahora y por un tiempo fuera a buscar a su
hermano al trabajo y lo acompañara a casa.
Él y yo teníamos horarios muy similares y a mí me
resultaba muy difícil, pero enseguida Ana se hizo cargo de la situación y, como
siempre, ayudó en todo lo que pudo. Pasamos una semana tranquila hasta que un
día llegué a casa y me encontré a mi hija seria como nunca la había visto. Al
preguntarle me contó que Raúl le había tocado el culo y las tetas en el ascensor, e incluso había forcejeado un
poco para conseguirlo. Eso me horrorizó. Mi hijo con casi un metro ochenta y
bastante fuerte, no sabía hasta donde podía llegar. Mi pobre hija acabó
contándome la historia entre lágrimas.
–
No te preocupes hija, me lo montaré como sea pero
yo le iré a buscar.
Así lo hice, pero tenía claro que esa no iba a ser
la solución, y sabía que si le contaba esto a la psicóloga me volvería a hablar
de tratamientos químicos. Decidí intentarlo por mi cuenta. Al tercer día de traerlo
a casa, después de comer aprovechando que Ana tenía clases por la tarde entré
en su cuarto con la intención de hablar con él. Él estaba estirado en su cama
leyendo un cómic, me senté a su lado…
–
Hola hijo tenemos que hablar. Últimamente has hecho
cosas que no se pueden hacer… cosas que no son correctas aunque no puedas
evitarlas.
Así empecé, y con todo el tacto del mundo empecé a
relatarle todo lo sucedido, explicándole que no podía ser, que para hacer eso
tenía que haber un consentimiento mutuo, que los hermanos tampoco debían hacer
esas cosas…. Él parecía entenderme, me miraba sin hablar y parecía avergonzado.
Yo seguí con las explicaciones y le pregunté si ya no le gustaba el porno, si
necesitaba algo más.
–
Sí mamá, pero quiero probarlo yo mismo. Estoy harto
de mirar.
Hasta aquí sentía que lo que me decía era normal,
así que le hablé de estas mujeres que tienen relaciones sexuales con chicos de
todo tipo. Que sabía cómo tratar a todas las personas, que eran muy simpáticas,
que le podían ayudar. Empezó a entender de qué le estaba hablando, moviendo la
cabeza compulsivamente en señal de negación.
–
¿Por qué no hijo? ¿Qué le ves de malo?
Raúl negaba con la cabeza sin parar.
–
Ya sé lo que son, son las putas y no quiero, son sucias,
son malas, no quiero.
Yo seguía hablándole del tema, diciéndole que
aquello era una estupidez, y que las chicas de las que le hablaba no eran
prostitutas, pero él estaba completamente cerrado en banda.
–
Yo quiero probar con alguien que conozca… con Ana
por ejemplo.
Mi tonó se puso mucho más firme y le dejé muy claro
que eso no podía pasar de ninguna de las maneras, que si hacía algo así me
enfadaría con él y nunca le perdonaría. Se quedó pensativo y triste cuando oyó
que no permitiríamos que se follara a su hermana….
–
Yo quiero con alguien que conozca, quiero saber que
es tocar a alguien como en las pelis.
En ese preciso momento me di cuenta de varias
cosas. La primera es que Raúl no tenía tabús con los temas familiares, la
segunda que se sentía más a gusto en un ambiente cercano, y la tercera es que
yo en plena juventud madura, dispuesta a lo que fuera para
controlar aquella situación sin que nadie le hiciera ningún daño. Pensé que con
un metro sesenta y ocho, rubia con el pelo por los hombros, y siendo guapita de
cara por las facciones finas, de ojos grandes y verdes, añadido a mis buenas medidas
que me conformaban delgada y fibrosa, vamos que creo que seguía estando de buen
ver, sobre todo destacando de mí un culo fuerte y bien puesto…. Podría ser
suficiente para parar zanjar la situación. En aquella ocasión iba vestida con
unos vaqueros y un top negro. Me armé de valor y me quité la parte de arriba
dejando mis tetas cubiertas por el sostén.
–
¿Y qué te parece aliviarte conmigo hijo?
Me miró muy sorprendido pero enseguida vi que la
idea no le asustaba.
–
Puedes tocarme Raúl, si quieres saber que se siente
al acariciar a una mujer, no pasa nada porque sea tu madre… también soy mujer
como otra cualquiera.
Ni siquiera balbuceó una palabra, se me acercó con
los ojos como platos y comenzó a tocarme las tetas tímidamente, recorriendo su
forma circular y viéndole la cara ponía.
–
Así hijo, con delicadeza, tócame y experimenta
conmigo el tacto de la piel femenina
Siguió sobándome cada vez con más interés, con más
ganas, mientras su respiración se aceleraba… debía tener el corazón a 200 pulsaciones
por minuto. Yo le decía que estuviera tranquilo, que no pasaba nada, y le
animaba a seguir. Colaba sus dedos por dentro del sostén y acariciaba con
dificultad mis pezones hasta que finalmente consiguió bajármelo hasta la
cintura y siguió jugando con mis tetas totalmente libres al aire. Se le veía
claramente excitado con una hinchazón de polla de caballo… Yo me repetía que esta
manera era la única solución al problema.
–
¿Mami te puedes quitar el pantalón?
Asentí con una sonrisa cariñosa… – Claro que sí mi
amor ¡¿Me quieres ver toda, verdad?!
Me quité los vaqueros y también el sostén, quedé
sentada en aquella cama sólo con mis braguitas negras. Raúl parecía estar
desbordado, en diecinueve años nunca había tenido así a una mujer, y se lo veía
disfrutar. Cansado de mis tetas me acariciaba el culo como si fuera una bola de
cristal y él su vidente amo. Estuvo así unos minutos intercalando entre el culo
y las tetas, hasta que se decidió y comenzó a acariciarme la vagina por encima
de las braguitas. La frotaba con fuerza y excitación, casi me hacía hasta daño
pero aguantaba con una sonrisa estoica. Me daba miedo saber el siguiente paso,
pero entonces se volvió a estirar en la cama, se quitó su pantalón de chándal y
su calzoncillo casi a una vez…. Dejó libre una enorme erección. ¡Joder Macarena!, en ese momento me di cuenta
que el falo de mi hijo era enorme, yo creo que de unos veinte centímetros o más
y sus huevones ciclópeos, de ahí que tuviese las testosterona muy por encima de
lo normal para un hombre adulto… con esa dotación se explicaban muchos de sus
actos.
–
Tócamelo mamá por favor, tócamelo.
Me pareció que de todos los finales ese era el
menos desagradable, así que se lo cogí con mi mano y empecé a masturbarle
lentamente para no hacerle daño. Raúl gemía descontroladamente, como si ya
estuviera a punto de eyacular.
–
¿Te gusta hijo? ¿esto es lo que quieres?
Él hacía que sí con la cabeza mientras gemía e
incluso tenía pequeños espasmos. Aceleré un poco el ritmo pensando que estaba a
punto de terminar pero entonces me paró la mano con la suya, y de sopetón me
indicó….
–
Chúpamela mamá por favor, chúpamela, como en las
pelis.
Me horrorizó la frase, no sabía ni que estaba
haciendo, pero estaba claro que debía terminar o su agresividad viril se
canalizaría de otra forma no deseable. Me acerqué hasta su enorme polla muy
lubricada, me lo puse en la entrada de mis labios y en un acto de coraje me lo
metí entera en la boca. Comencé a chupársela lentamente, aclimatándome a la
situación y al tamaño, pero enseguida él me cogió la cabeza y aceleró el ritmo
por la fuerza. Su cadera se encargó de follarme la boca, subía y bajaba
manteniéndome la cabeza fija, mientras gemía como un loco follándome la boca,
yo me sentía totalmente prisionera de su follada oral. Sujeta de la cabellera,
también sincronicé mi cabeza tragando verga como una PUTA. No creas que me
disgustaba tanto, de siempre he sido una gran aficionada felatriz… no era la
primera verga que me comía en mi vida.
No pasarían más de dos o tres minutos, cuando me la
metió hasta la garganta creyendo que me iba a atragantar o incluso a vomitar….
Fue entonces cuando me llenó la boca de semen sin previo aviso. Tuvo unos espasmos
enormes, al igual que los chorros de leche también lo eran… joder chica, como
eyaculaba mi hijo… aquello parecían ríos de lefa espesa, y gritaba tan animal
como si fuera su primer orgasmo. Se quedó allí estirado y exhausto después de
soltar una cantidad ingente de esperma rellenándome la boca, para nada le
importó que fuese su propia madre utilizándome como a una ramera. Con la boca
aun llena de esperma espeso conseguí hacer un bolo alimenticio y tragármelo
todo.
– Raúl, te prometo que si Ana se entera alguna vez, o
vuelves a hacer alguna de esas cosas que te he contado que no puedes hacer, se
habrá terminado para siempre. ¿Lo comprendes? Para siempre hijo. De lo
contrario si cumples mis normas, esto lo podemos repetir de vez en cuando a
solas ¡¿De acuerdo?!
El sabor a lefa me gustó, hacía muchos años que no
me tragaba una corrida… no fue tan traumático, y para él menos, porque parecía
más feliz que nunca. Lo mejor de todo fue que se comprometió jurándome y perjurándome
que seguiría las normas que le impuse, al pie de la letra, si le daba salida a
su leche todos los días…
Después de aquello me fui directa al aseo, me lavé la boca compulsivamente como tres veces seguidas, me di la ducha más larga
de mi vida, pero nada de eso hizo que me sintiera menos sucia… no te voy a
negar que tenía el coño caliente como una estufa. No sabía cómo en un momento
me había convertido en la masturbadora y mamadora oficial de la polla de mi
hijo, y si estaba haciendo bien o no. Sabía que aquello tendría que repetirse
con una cierta frecuencia y los pelos se me ponían de punta solo de pensarlo.
El día siguió con normalidad, con mi hija ajena a
todo aquello, nos fuimos a dormir. Eran las cuatro de la mañana y no había
conseguido pegar ojo, la historia con mi hijo me rondaba en la cabeza. Había
tomado una decisión inexplicable para todo el mundo, no se lo podía contar a
nadie, ni a mi hija ni a la psicóloga claro está. Seguía dándole vueltas cuando
vi que entraba a la habitación Raúl completamente desnudo y con su ariete bien
erecto. El miedo me congeló la sangre, pensé que solo habían pasado unas horas
y ya estaba en mi habitación haciendo eso. Yo dormía con un camisón y unas braguitas
y él sin pensárselo dos veces se metió dentro de la cama.
–
No hagas ruido mamá, Ana duerme y la despertaremos.
No me dio tiempo a réplica, que ya lo tenía encima
de mí con su enorme falo apretándome mi raja por encima de la ropa interior. Me
acarició unos pocos segundos las tetas por encima del camisón y enseguida
intentó sacarme las braguitas torpemente, cosa que terminó haciendo con un poco
de mi ayuda. Se volvió a colocar entre las piernas, me puso su enorme trozo de
carne en la entrada de mi vagina sin atinar en la entrada…le agarré la polla y
se la enfilé a la boca de mi coño elevando un poco mi cadera…, noté su cabezón
abriéndome los labios vaginales y seguidamente me penetró con fuerza.
– ¡¡Ahora toca follar mamá!! Como me ha enseñado
Catalina…
Te juro que me quedé pasmada, no porque quisiera
follarme, que era el paso siguiente, sino porque ya lo había hecho con la amiga
a quien le pedía ayuda de vez en cuando. El caso es que con lo poco lubricada
que estaba, lo enorme de su verga, y lo estrecha de mi anatomía… te juro que
aquello me dolió más que una violación. A duras penas podía moverse de lo
apretado que estaba dentro de mí pero él seguía embistiéndome violenta y
patosamente… le ayudaba mucho la extrema dureza que adquirió su polla. Gemía
sin parar, eso sí bajito para no saltarse “las normas” y que Ana nos escuchase,
y yo también gemía pero de puro dolor. Al poco rato de clavarme, mi coño
comenzó a lubricar y su polla conseguía moverse con más velocidad y fluidez. No
tardó mucho en empezar a follarme rápido como un conejo.
Raúl me follaba como un martillo pilón, noté como
la bestia de mi hijo se apoyaba en mi coño con fuertes empujones, y comenzaba a
abrirse camino en mi útero…. Comencé a gemir y a jadear, notaba expandirse mis
paredes con su ariete abriendo vía a través de mi canal. Mi chico empujaba y
empujaba duro… pero era tan grande su polla en mi coño estrecho, que le costaba
mucho meterla, finalmente, se salió un poco y de un violento empujón me la
metió entera… joder con el nene… me clavó los más de 20 cm, que entraron de
golpe. Noté como la punta de su polla golpeó con violencia en el fondo de mi
vagina, creía notarla en el estómago, de lo hondo que la hincó.
–
Me vas a romper el coño Raúl, – Dije – ¡¿Es que
quieres partirme en dos, cabrón?!
–
Mamá quiero que te la tragues hasta los huevos… –
Me soltó el muy Hijo de Puta.
Y comenzó a moverse como mayor agilidad, poniendo
todo su peso sobre mí, que casi me asfixiaba. Cada vez que la metía me golpeaba
el fondo, pero ya no me dolía, todo lo contrario, empezaba a gustarme demasiado.
Pasado lo peor del primer momento, me sentía tan llena que aquel asalto ya no
me importó tanto. Raúl estuvo follándome un buen rato mientras yo aguantaba sus
empellones que me hacían gemir… casi gritar de lo duro que me daba. Para
aliviar sus embestidas tumbada en la cama, me abrí de piernas más de lo que
acostumbraba y ahí totalmente despatarrada aligeró su peso sobre mí insertando
a fondo sin contemplaciones, y eso me gusto, me puso a tono….
Desnudos cubiertos por la sábanas con muchas ganas
de macho, me abracé a su fortachón cuerpo solicitándole más y más polla. Cada
vez que entraba o salía, sonaba el chapoteo de mis jugos y el chapoteo de
nuestros cuerpos abofeteándose…. los fluidos se me salían del coño, resbalando
por la raja del culo, ¡¡noté que lubricaba como una puta!! Pensé que si le
masajeaba los huevos, le estimularía y acabaría antes, así que le agarré de los
huevos. Se los apretaba y sobaba con presteza, era una gozada sustentar toda
esa masa de su masculinidad llenando mi mano… al final dio los resultados
esperados…
Definitivamente, Raúl empujó hasta el fondo, hasta
que sus cojones golpearon en mis nalgas y sin sacarla, comencé a moverme en
círculos dentro de mi coño…, se apretó aún más y de un golpe, comenzó a
correrse jadeando como el verraco que llena su cerda. Yo, allí tumbada como la
puta más puta, percibía como mi vagina iba llenándose de su leche… notaba los chorros
potentes que eyaculaba saliendo del par de cojones asidos con mi mano, su
cabezón golpeando la entrada de mi útero, y su lefa rellenado mi intimidad
empapando las paredes internas. Por fin terminó de correrse, saco con un ruido
de succión su agotado cipote.
Unos diez minutos de haberme inseminado por primera
vez, mi querido hijo, volvió a llenarme de leche entre grandes sollozos y
gemidos, mi coño más profundo. Se estiró a mi lado esperando a recuperar
fuerzas y se fue dándome las buenas noches y dejándome con un dolor terrible
entre mis piernas… Se marchó como vino. Joder qué dolor me dejó hasta en el
útero. Quedé un rato con los ojos cerrados, relamiéndome los labios de los
restos que recogía de la corrida que rezumaban de mi raja…
A primera hora de la mañana fui a la farmacia a
comprar varias cosas… una caja de píldoras anticonceptiva, lubricantes varios y
condones. Sabía que eso solo era el principio y no quería que pasara ninguna
desgracia, nuestra economía no estaba para que mi hijo me preñara. Desde luego
en la farmacia debieron creer que iba a hacer una orgía con tantos productos,
alguno de ellos no le dimos uso… jamás quiso ponerse un condón.
Mis temores eran ciertos, y aquella fue una semana
espantosa. Raúl aprovechaba cualquier ocasión para visitarme, nunca estaba
satisfecho, me follaba hasta tres y cuatro veces al día y cada vez quería más.
No se conformaba con que se la chupase o con el misionero, quería probar todas
las posturas que veía en sus dichosas películas… el perrito, el caballito, la
tijera o el trapecio… cualquier cosa que le ocurriese. Yo apenas podía andar
del dolor de coño y útero…, incluso tenía algunos pequeños arañazos por el
cuerpo debido a su ímpetu, claro que yo también gozaba y también le dejaba mis
marcas.
Pasada una semana, y sin haberme acostumbrado a
todo aquello, aprovechó como cada día que Ana estaba fuera de casa, y vino a
verme al sofá. Empezó a meterme mano y a desvestirme cegado por la excitación,
no había manera de sacármelo de encima, me metía mano mientras me arrancaba la
ropa cegado por el celo de macho. Decidí quitármelo todo antes que me rompiese
la ropa…
– Tranquilo mi vida, mamá te va a dar todo lo que
desees… ¡Vamos a la cama! Allí vas a poder follarme como más te guste ¡Te voy a
dejar los huevos secos de tanta leche que vas a soltar…!
Esas palabras lo tranquilizaban momentáneamente. Conseguí
llevarlo al cuarto mientras no perdía ni un segundo en sobarme, el camino del
comedor a mi habitación se hizo larguísimo tocándome, besándome y metiéndonos
mano por todos lados. Ya allí me estiré y me abrí de piernas mientras le
incitaba a venir. Se tiró encima de mí y comenzó a mordisquearme las tetas, a
apretarme el culo, a besarme metiendo la lengua, parecía más excitado que
nunca. Yo agarré el bote de vaselina que guardaba en el cajón de la mesita de
noche y me unté bien la raja del coño para que no me hiciera tanto daño. Cogiéndome
con fuerza por la cintura me dio la vuelta. Últimamente le gustaba mucho follarme al estilo perro pensé, pero lo que
venía era mucho peor. Estirado completamente encima de mí me metió la polla en
la entrada de mi culo y empezó a empujar con fuerza.
–
Quiero por el culo mami, quiero por el culo.
Pensé que eso era demasiado, que no lo soportaría,
y empecé a forcejear con todas mis fuerzas para quitármelo de encima.
–
¡Ni hablar Raúl!, ¡Eso sí que no! No puede ser.
– Por favor mamá estate quieta, quiero follarte por el
culo, por el culo, por el culo.
Me intenté librar de aquello pero él tenía sus
veinte centímetros apretando con fuerza el agujero de mi culo mientras me
inmovilizaba con su propio peso. Seguí haciendo fuerza sin conseguir que me
metiese el glande dentro. Gritaba y forcejeaba.
–
¡He dicho que no! ¿Me has oído? ¡No!
Raúl no me hacía ni caso y era demasiado fuerte
para librarme de él, así que entendí que aquello iba a pasar de una manera u
otra. Conseguí convencerlo de que parara un momento con la promesa de seguir a
continuación, me unté lo máximo que pude el ano y también le lubriqué la bola de su cabezón
viril…dejé que volviera a intentarlo, en posición de perrito esta vez. Me
agarraba fuertemente por las caderas y apretaba mi culo con su polla sin éxito,
hasta que poco a poco el ano este cedió y consiguió meterme el glande.
–
Ohhh, ohhhh, mamá sí, sí, sí.
Con aquel pedacito de si dentro gemía sin parar y
yo gritaba a su compás de dolor. Aquello no conseguía deslizarse por dentro
pero parecía estar disfrutando igual mientras apretaba con todas sus fuerzas.
–
Oh sí mamá, síii, síii.
Consiguió meter media polla, y moverla un poco más,
y yo creía que me iba a desmayar de dolor o placer sin tenerlo muy claro,
incluso tenía lágrimas deslizándose por las mejillas. Me sentía violentada y
deseosa a un mismo tiempo.
–
Mamá me encanta, síii, síii. Ohhhhh.
Con mucho esfuerzo me la metió hasta el fondo y la
primera vez que ésta estuvo dentro de mi virginal culo, me agarró las dos tetas
desde atrás con sus enormes manos dándome por el culo con viveza. El lubricante
hizo su trabajo y el esfínter cedió amoldándose a la tranca de mi hijo.
Sometida a sus embestidas con las tetas agarradas a modo de riendas, me dio de
lo lindo mientras me las apretaba con fuerza, hasta que se corrió gritando como
si lo estuvieran asesinando. Aquello debió escucharse en todo el vecindario, y
yo acabé nuevamente llena de semen y desvirgada a los 37 años. Mi hijo había
hecho lo que hasta ese momento no le había dejado a ningún hombre. Tenía tanto
dolor que creía que tendría que ir incluso al hospital, y él, aun exhausto y
estirado a mi lado me dijo lo que me dejó helada…
–
Le quiero hacer esto a Ana.
Fue cuando hablé con mi amiga viuda, quien me ayuda
a cuidar a mi hijo cuando lo necesito, le lleva a su casa y me lo tiene
entretenido la mar de bien sin molestar a su hermana, pero claro, ante su falta
de sexo y el chico tan demandante del mismo, se juntaron el pan y las ganas de
comer. Así que sabiendo que lo tenía enviciado por culpa suya le propuse ir turnándolo
por días para desfogarlo… ¡Hasta hoy todos encantados!
*****************************************
Esta conversación me dejó pensativa, pero también
liberada, al poder compartir mi secreto con otra madre en mis mismas circunstancias.
Ya no me sentía tan sola y ni tan culpable por hacerme follado a mi hijo, y a
partir de ahí, sólo empecé a pensar en hacer cada vez más feliz a mi niño. La
generosidad sin límites de toda madre que ama a su retoño, me hizo ver que con
la sus limitaciones, yo iba a ser su única pareja sexual. Sin embargo con los
años me iría haciendo mayor y para él acabaría pareciéndole una vieja, así que
pensé en que sería conveniente que pudiera tener sexo con otras mujeres, y de
paso dejarme a mí un poco más tranquila… mi esposo también tiene derecho a
gozarme, pero ¿cómo hacerlo?
Los consejos de mi amiga, de proponer a alguna follamiga
que se acostara con mi hijo me parecían una locura, también porque no
consideraba a ninguna amiga mía lo suficientemente viciosas como para desear
una experiencia como esa, o al menos eso me parecía a mí, aunque claro, estas
cosas nunca se saben porque se guardan en la intimidad de cada persona.
Pasaron unas semanas, y un día coincidí en la
peluquería de mi amiga Rosa con Sebastiana, a la que no veía por el centro de
capacitación hacía años, había vuelto a la ciudad tras un largo trance de
divorcio. Ella también tenía una niña con una discapacitada psíquica (EFMR),
este hecho fue la que hizo que nos conociéramos y nos hiciéramos amigas hace
mucho tiempo. Contó que se había divorciado y que lo estaba pasando bastante
mal… solo le alegraba la compañía de su hija, ya que al estar sola tenía mucho
trabajo en casa y fuera, sin tiempo ni ganas para conocer otros hombres.
Finalmente acabó confesándome que empezaba a echar
de menos el sexo…, echar un polvo que le quitase el estrés y no llevara
aparejado compromisos ni sorpresas, como la que se llevó con un hombre que
invitó a su casa tras conocerlo en el supermercado, y cuando estuve en su casa,
le propuso hacer un trío con su hija, lo que ella rechazó de inmediato. Intenté
hacerle ver que ahora los hombres eran así, que no tenían ningún pudor en
proponer a la mujer cualquier fantasía que tuvieran, jugando con chicas
adolescentes… de siempre a los hombres les ha gustado follarse a quinceañeras.
–
Lo sé Macarena, pero yo también tengo la fantasía
de follarme a algún amigo de mi hija y no voy por ahí proponiéndoselo… a un
yogurín nunca se le hace asco.
–
Ja, ja, ja claro que sí Sebastiana… esa la tenemos
muchas, pero algunas acaban cumpliéndolas, llevándose por delante a chicos
jovencitos… incluso menores.
–
¿Qué me dices? Serán descaradas… y putas, por
llamarlas de alguna manera.
–
Bueno no te escandalices, que con 16 años y de
mutuo acuerdo se les puede follar a pajera abierta… y no veas la potencia que
tienen en su polla. A algunos le es difícil que se les baje la erección echando
dos polvos seguidos.
–
Madre mía… quién lo pillara.
– Yo podría facilitarte eso de una forma muy discreta,
le añadí. Noté su cara de sorpresa sin darme un mal gesto… creo que comenzaba a
entender.
–
No entiendo bien lo que me quieres decir Maca…
– Tú sabes el problema que tienen nuestros hijos y cuál
es su situación respecto al sexo…les cuesta mucho socializar y mucho más llegar
a tener relaciones sexuales.
–
Sí claro, qué me vas a contar a mí con Silvia,
pobres… y tu hijo con lo majo que es y lo bien servido que debe estar… si no
recuerdo mal, estaba muy bien dotado de niño, y con el estirón debe estar
desconocido…
–
Pues sí está muy desarrolladito que digamos, la
verdad que sí…está en una edad en que no sé qué hacer con él en el tema sexual,
ya me entiendes… con sus hormonas desbocadas, no para de hacerse pajas
poniéndomelo todo perdido con chorretones aquí y allá…, es que se las hace sin
pudor alguno.
–
Ja, ja, ja, sí amiga, como todos los chavales,
andará más salido que un conejo pajeándose todo el día y enseñándote la polla
cada tres por dos.
–
Sí, ese es el problema. Una piensa que nunca iba a
pasar de las simples pajas.
– Ya, claro. Lo entiendo Macarena. Es una lástima que
se pongan tan burros machacándose la polla a cada rato. Yo por suerte no es
igual con Silvia al ser mujer…, su celo es menos visible, pese a que la veo
tocarse mucho el coñito en cualquier sitio, más desde que no está con su padre.
Sin duda no es lo mismo una niña salida tocándose la pepita, que un semental
esparciendo su semilla por todos lados, hay que educarles en que lo hagan en un
solo sitio sin ensuciar tanto, ja, ja.
–
Pues eso mismo pensaba yo harta de no parar de
poner lavadoras, y decidí ayudarle para que no se sintiera frustrado.
–
¿Ayudarle cómo? ¿Hacerle tú las pajas…?
–
Sí, pero eso al final te lleva a algo más.
– ¿Algo más…? Perdona, parezco tonta repitiendo todo
lo que me dices, pero me estoy imaginando lo que me quieres decir y me estoy
poniendo cachonda. ¡¿Empezaste meneándosela y has acabado follándote a tu
hijo?! ¿Es eso Maca…?
– Mira Sebastiana, estoy un poco desconcertada y
desesperada con la intransigencia de David ¡De verdad! Desearía proponerte algo
sin que saliese de entre las dos…
– ¿Proponerme…? No me lo puedo creer si es lo que me
imagino, ja, ja, – Dímelo de una vez,
que ya no puedo más con la intriga.
– Pues mira Sebastiana, había pensado que tú eres la
persona más adecuada para que tuvieras sexo con mi hijo… En primer lugar porque
le conoces y él te tiene mucha confianza, en segundo lugar comprendes la
situación de este tipo de chicos con discapacidad social, y en tercer lugar
creo que unos buenos polvos a la semana no te vendrán mal. Te juro que le he
propuesto hacerlo con profesionales, pero mi hijo solo desea hacerlo con
personas conocidas.
–
Sé que todos ellos son así a la hora de realizar
actividades con gente de su confianza… pero Maca, ¿Estás segura? Ya te digo que
por mí encantada, ¡eh! Ni en sueños me imaginé que me propondrías nada
parecido. Aunque bueno, tú ya lo has disfrutado, por lo que veo.
–
Sí mujer yo tampoco me hubiera imaginado hacer eso,
y también lo estoy sufriendo… porque no se conforma con un polvo al día. Cierto
es que últimamente mi esposo me folla bien poco, pero pasar de un polvo al mes
a que me echen dos e incluso tres polvos al día, es demasiado. Vamos, tendría
el coño bastante irritado si no fuera por los lubricantes. Aun así puedo
decirte que es algo maravilloso. Nunca disfruté con tanto morbo en mi vida…mucho
menos de casada.
–
Te creo Maca. Pues sabes que te digo amiga mía, que
estoy disponible para ayudarte con tu hijo, y deseando probarlo en cuanto me
digas que él quiere.
–
Si te parece bien puedes venir esta tarde a casa,
pero debo decirte antes de nada, por si te quieres echar atrás, ahora estamos a
tiempo que a él no le he comentado nada. Otra cuestión delicada es…. Bueno
Sebastiana, el caso…es que mi chico solo quiere follar a pelo. Chica, le ha
cogido el gusto a correrse dentro del coño y no hay manera de ponerle un
condón. Lo he intentado y amenazado con no hacerlo más, y lo pasa mal, muy mal…
–
Por supuesto Macarena, no te preocupes por eso… tu
hijo se puede correr todo lo que quiera dentro de mí coño. Nada más divorciarme
me puse un diú para vivir la vida loca, pero mira por donde aún no he empezado a
vivirla en serio y David se va a encargar de estrenar mi nuevo coñito… así que allí
estaré ¡¡Qué nervios chica…!!
Antes de llegar mi amiga, le comenté a mi hijo que
iba a venir y que podría estar con ella como conmigo, por lo que él se
entusiasmó mirándome con incredulidad, pero era cierto que iba a poder estar
con otra mujer distinta a mí, y eso se parecía mucho a tener novia reforzando
las conexiones sociales, con personas distintas a la familia
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