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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Mis traviesas vecinas

Todo comenzó con "Alicia y el abuelito" y después continuó con "La ardiente hija de un camionero", pero aquellas vacaciones conocieron a unas vecinas especiales... una madre e hija con los mismos valores que nuestros protagonistas. Simplemente congeniaron compartiendo algo más que miradas.





Eran más o menos las diez de la mañana cuando salí del apartamento para ir de compras al supermercado más cercano, ese día me tocaba ir a mí solo, dado que la compra era sencilla. Al pasar por delante de la estantería de las conservas pude ver al otro lado una muchacha de no más de unos 18 años agachada cogiendo un paquete de arroz. Eran estanterías de lamas abiertas sin paredes divisorias, de manera que se podía ver lo que sucedía al otro lado. Aprovechando que ella estaba en esa posición hice lo mismo simulando estar buscando un paquete de café que me gustase. Justo delante de mí pude observar las piernas de esa chica lo suficientemente abiertas como para repararen sus braguitas. Eran de color blanco que se aprecian diminutas tipo tanga. Tenía unas piernas preciosas, de las de muslo generosamente estilizado que se llega a confundir con sus nalgas y rodillas redondas bien formadas. Creo que se percató de mi observancia, se empezó a contornear de derecha a izquierda respingado más el culo y me mostró para mi deleite personal la hinchada vulva que emergía de entre sus muslos…se levantó de golpe y se marchó con su mercancía. De pronto vi una característica que me llamó la atención cuando se alejaba, era un mechón teñido de azul de su cabello largo y rubio… 
¡¿Estaba de moda o era la vecina de enfrente de estiramientos sexis, la chica que acompañaba a su madre o lo que fuese y disfrutamos mutuamente en una práctica de voyerismo explícita?!

Me marché a mi casa con la compra hecha y desayuné con mis hijas, Alicia y la bebé. Al cabo de un rato de estar holgazaneando decidimos bajar con la niña al jardín comunitario donde tenemos una piscina y darnos un chapuzón… esa mañana pasamos de ir a la playa. Me puse a tomar el sol y de vez en cuando me bañaba para refrescarme. En una de las muchas veces que me levanté para darme un chapuzón, oí un grito sordo que provenía de mis espaldas. Al girarme me encontré a una chica y una mujer madura, en la que en principio no me fijé quién eran ante la urgencia del malestar de la chica tumbada en el suelo. Me acerqué para ver lo que sucedía ya que me llamó la atención verla de espaldas mientras la mujer mayor le hacía algo en los muslos.

Al llegar a la altura de ellas pregunté lo que sucedía y que si podía ayudar ya que había sido conductor de ambulancia de urgencias de entre tantos oficios que he tenido, allí aprendí primeros auxilios. La mujer me miró con expresión incrédula, me debió reconocer y yo a ella… me dijo que no ocurría nada, pero la chica del suelo parecía estar algo mareada. Yo insistí si necesitaba ayuda. Observé como su respiración era agitada y descompasada. Mi experiencia en trabajos de campo me decía que esa reacción era conocida para mí. Le hice unas preguntas para saber que le sucedía y finalmente me dijo que le había picado algún insecto en las piernas y que no se encontraba bien. Le intenté dar la vuelta para ver como respiraba y le pregunté a su acompañante donde vivían. Se quedó parada, como esperando que yo se lo dijera, pero al no ver una reacción memorística en mi rostro me dijo que en el tercero… insistí en que la debíamos subir cuanto antes. Ellas accedieron y casi la tuve que llevar en brazos, Alicia se quedó con la niña mientras intentaba ver que ocurría y si la curaba. Iba vestida con unos pantalones cortos color amarillo y una camiseta bastante larga de color blanco, a esas horas no había socorrista o al  menos no apareció por allí. En el trayecto caí en que eran mis vecinas, conocí su parentesco y nos recordamos mutuamente….

Me olvidé de lo ocurrido las otras noches dándonos el espectáculo. Al llegar a su casa le pedí a su madre, ya aclarado que lo fuese, que me indicara donde tenía su habitación, pero ella misma antes de que su madre respondiese me indicó el camino…, lo primero era la urgencia de ver si no era alérgica a las picaduras de insecto .La tumbé sobre la cama y pedí que me trajeran una toalla empapada en agua fría e hielo. A ella le pregunté que si era capaz de decirme donde le dolía. Solo fue capaz de señalar con una mano las piernas y yo le dije a su madre que debía intentar descubrir el motivo de su estado. Les dije que tenían dos alternativas, ir a urgencias a diez kilómetros de donde estábamos o confiar en mi experiencia como auxiliar de medicina de urgencias. Ella medio atontada me suplicó que no llamara a nadie y que hiciese algo. Así pues le subí la camiseta hasta la altura de los pechos dejando al descubierto su precioso y liso vientre. Empecé a explorar sus piernas desde los tobillos para encontrar una posible respuesta a su estado, esas piernas que se me desvelaron hermosas en la playa, en esa misma habitación y en el supermercado. No pude observar nada extraño hasta que llegué a la parte alta de su muslo izquierdo, en esa zona pude observar un ligero hinchazón con una picadura… entrada del aguijón. Le comenté que tenía que quitarle los pantalones para poder ver con más claridad lo que sucedía y ella accedió. Al bajarle los pantalones me di cuenta de que no llevaba bañador ni bikini si no las diminutas braguitas que apenas le cubrían su precioso coñito depilado a ras como el de una muñeca.

Al recuperarme un poco de la visión pude observar en la ingle un punto rojo bastante hinchado y le dije que abriera un poco las piernas para poder aplicar mejor el paño helado. La parte trasera de sus braguitas estaba completamente metida en su rajita y entre las nalgas. Aquel panorama me dejó excitado y empalmado. Dado que la zona era delicada intenté apartar un poco con mis dedos la diminuta pieza de ropa que se metía en su vagina. Me quedé acojonado al ver que de entre la ropa y sus labios mayores apareció el cadáver de una avispa africana de esas que tienen el tórax y el abdomen separados por un conducto. Son bastante peligrosas ya que no pican pero muerden y su mordedura es peor ya que con ella inyectan veneno. Por sus síntomas llegué a la conclusión de que se trataba de un cuadro alérgico. Me fui rápidamente a mi casa a buscar un alérgeno potente para estos casos… a pocos minutos se la suministré. Me quedé observando la zona afectada un par de minutos más y le di un pequeño masaje que más que bajarle la hinchazón la puso chorreando. Muchísimo trabajo me costó aguantarme y no fundir mi boca en su coñito para secar sus fluidos.

Una vez que se normalizó, les dije que me iba a mi casa pero que tomara líquidos, se aplicara con cuidado un poco más de hielo que la zona de hinchazón para estuviese siempre bien refrigerada durante al menos una hora más, y que si necesitaban alguna cosa no dudaran en pedírmela a su entera disposición, ya sabían dónde vivía. Al llegar a mi casa no pude evitar tumbarme en el sofá y esperar a que Alicia me rebajara las ganas de follar después de haber visto la única parte el cuerpo de aquella chica que me faltaba por ver. La madre me agradeció mucho la atención…

-”Muchas gracias por todo, me llamo Marta y mi hija es Ana”. Joder Ana como mi ex, ese nombre me persigue allá donde voy.

–“No se preocupe por nada todo irá bien, yo me llamo Jorge y ya sabe dónde vivo… si ve que la hinchazón no remite avíseme a la hora que sea…aquí tiene mi número de teléfono”.

La cura debió de ser efectiva, solo me llamó la madre para agradecerme la atención otra vez, la hinchazón había remitido y la niña estaba muy bien. Esa misma mañana vino mi padre, el abuelo Sebastián, lo invité a que pasara unos días con nosotros sabiendo que estaba solo y a Alicia le encantaba estar con él, se acomodó en el apartamento adosado con nosotros. No obstante al día siguiente tenía una revisión de colon en el hospital comarcal que le llevaría un par de días, al tener que quedarse una noche interno, Alicia se prestó a acompañarlo mientras me quedaba allí con la niña los dos o tres días que necesitaban para el reconocimiento y la espera de los resultados tras la intervención que le hicieron hace dos años. 



Me había quedado con la cría y ya pasados un par de días desde la picadura, serían como las cuatro de la tarde cuando toqué el timbre de la puerta. Al abrirla me encontré con la chica de frente me saludó y después apareció su madre… me pidieron pasar al interior del apartamento. Al primer momento no me reconoció la joven, mucho menos con la niña en brazos, pero rápidamente su madre se dio cuenta de ello y le dijo que era el vecino que la ayudó con el ataque alérgico por la picadura de la avisa africana. Me invitaron a pasar gustosamente y me acomodé en el sofá con ellas. Marta se sentó en una silla apoyando el pecho contra el respaldo. Les pregunté por su estado… se me quedaron mirando y la madre respondió…

-“Muy bien… mi hija no se acuerda de ti… Jorge, estaba muy afectada por la picadura”. Yo me quedé unos segundos mirándola cuando de repente descubrí su mechón azul.

-“No te preocupes, tengo una cara tan común que nadie sabe que existo ¿La mañana de la picadura tú… tú eres la del “súper”, no?”

-“¿De qué “súper” me hablas…?”

-“Del que tenemos en la esquina al fondo en la calle ¿Tú no estabas comprando en el supermercado hace dos días?” La chica se quedó un poco cortada a haberme enseñado las bragas descaradamente intentando excitarme en plan exhibicionista.

-“Sí… pero también hace los mismos, estaba tumbada en la cama atontada por la picadura y el alergénico que me diste…”.

Yo me quedé alucinado, aquella debió de ser una gemela, las mismas piernas, las misma braguitas y el mechón de tinte azul lavable en aquella cabellera rubia…. No me había ni fijado bien en lo guapa que es cuando la tuve postrada en la cama, mis ojos solo se quedaron con aquella preciosa rajita empapada en su miel. Intenté reaccionar disimulando pero no quedó bien. Se pusieron a reír como dos locas de la situación.

-“Un enfermero que no recuerda a sus pacientes…”

-“No es eso, es que la verdad no me fijé en tu cara, me preocupaba tu estado…”

Las dos se levantaron a la vez y me dieron las gracias por las atenciones y que era un alivio saber que tenían un enfermero de urgencias tan cerca. Me dijeron que me lo querían agradecer y que habían pensado montar una cena aquella misma noche en su casa y que me invitaban junto a mi familia sin saber estaba solo en casa.

-“Bueno mi mujer y mi padre están el hospital general, me han dejado solo con la niña unos días…”

Que no apareciera si no era con un par de botellas de buen vino. No lo pensé dos veces y acepté. Cogí el coche y me fui a una bodega que conozco y allí compré un par de botellas de “Juan Gil” del 2012, denominación de origen Jumilla bastante bueno. Al caer la tarde me pegué una ducha y me vestí con ropa deportiva y cómoda con bermudas y polo con sandalias para estar fresco y formal, ya que no tenía ni idea de cuáles eran sus planes después de cenar. En todo caso estaba a un minuto de mi casa. Hacia las ocho y media decidí que ya era buena hora para ir y así lo hice. Llamé a la puerta y me abrió Marta. Iba vestida a base de toallas, salía de la ducha. Me invitó a pasar y acomodarme. Cogió las botellas de vino y se las llevó a la cocina. Al caminar hacia la cocina advertí que debajo de esa toalla se encontraba un cuerpo que era para terminar con cualquiera. Me habló desde la cocina indicándome que su hija estaba vistiéndose en la habitación donde solo hacia 48 horas la había tenido prácticamente desnuda ante mí.

Puse en marcha el televisor y casi me da algo… resulta que al conectarlo apareció la imagen de una película que debía de ser “Hardsex”, ya que era una pasada. Me di cuenta inmediatamente que se trataba de un aparato de esos que llaman “combis”, que llevan el vídeo incorporado y si al ponerlos en marcha hay un dispositivo externos enchufado se pone en play automáticamente este. Marta lo vio y me dijo que no me cortara y la dejara puesta si no me molestaba. Yo negué con la cabeza sin mediar palabra y la dejé. Se veía una chica amordazada siendo penetrada por una polla descomunal, se notaba que era una dominación pactada por cómo se movía la chica del vídeo, la cual al final se desató para hacerle de todo al macho que la perforaba.

–“Al bebé lo podemos dejar en esta habitación, si llora lo podremos oír perfectamente…no pondremos el sonido muy alto”

Me empecé a poner nervioso imaginando que lo que esa noche podía suceder en ese apartamento. De pronto apareció Ana. Iba vestida con un vestido blanco muy ajustado que dependiendo de la luz que recibía, transparentaba lo justo como para imaginar muchas cosas. Se sentó a mi lado y me preguntó…

-“¿Te gustan este tipo de películas?”

-“Pues depende del momento, del lugar y sobre todo de la compañía… son bastante bestias, a mí me gusta tratar mejor a mis mujeres”.

Se quedó pensativa y mirando como en pantalla un tipo le metía a una chica toda su verga en el culo. De pronto se levantó y se puso delante del televisor, de espaldas y con la espalda agachada mostrándome su trasero. Mientras toqueteaba el vídeo pude advertir, dada su posición, que no llevaba ropa interior y se le transparentaba por completo todo su culito, la misma postura de la chica del supermercado… ya no me cabía ninguna duda que a Ana le iba la marcha y hacérselo con un hombre mayor que ella le ponía. La imagen era escandalosamente excitante. Yo cada vez estaba peor…

-“Mi madre y yo somos muy abiertas en cuanto al sexo, como podrás comprobar… en verdad somos más amigas que madre e hija y nos gustan las experiencias nuevas…”

-“Cuando os vimos por primera vez follar con tu mujer en la terraza supimos que erais de nuestro tipo de gustos… Mi hija y yo gozamos con exhibiciones de sexo explícito. Se quedo parada un poco mirando a la cara a su hija después a la mía diciendo… – No creemos que el incesto sea nada malo…, todo lo contrario si hay reciprocidad entre ambos sujetos”.

Le recuerdo que no se cortaba en pajearse mostrándose a nosotros .Apareció Marta, con el mismo vestido, pero en azul turquesa. Tampoco llevaba ropa interior, ya que en aquel color las transparencias eran todavía más evidentes. Me sentaron en la mesa y me preguntaron si prefería carne o pescado, a lo que yo respondí que el tipo de vino que había traído no era para comer pescado. Decidieron pedir unas pizzas. 

–“Lástima de vino”, dijo la madre.

El tipo de las pizzas no tardó en llegar. Ellas las recogieron y pagaron. Las comimos mientras nos contábamos nuestras vidas y nos reíamos de lo sucedido hacia dos días. Una vez roto el hielo nos hablábamos ya como si nos conociéramos desde hacía años, incluso de vez en cuando las manos tocaban los cuerpos acompañando expresiones verbales de coloquio. Nos bebimos prácticamente las botellas de vino, más ellas que yo, y cogieron un puntito por la poca consistencia alimenticia de las pizzas. De repente Ana se me quedó mirando con una expresión especial y me preguntó que me apetecía hacer en aquel momento. Es posible que mi mutismo y mi mirada le transmitieran lo que en aquel momento estaba pensando, ya que casi sin darme cuenta me la encontré pegada a mis labios. Aquello me dejó de piedra sabiendo que la otra mujer era su propia madre, no pensé que pudiéramos llegar a algo tan íntimo, pero reaccioné rápidamente y mis brazos se apoderaron de su cintura como dos tentáculos… al fin y al cabo, la señora se hacía unas pajas tremendas con el show de mi hija y yo, y no coartaba a su Ana de exhibirse ante nosotros descaradamente ofreciendo también su sexo. Ambas parejas estábamos predestinadas a compartir algo más que un simple voyerismo.

Marta se levantó de la silla y soltó un… -“¡Vaya con el doctor! Parece que nos quiera examinar más a fondo” 
Ipso facto se puso de rodillas en el suelo. Casi sin darme cuenta me quitó los bermudas y empezó a masajearme mi polla que ya estaba tiesa como un palo… la sacó de los calzoncillos y la empezó a chupar con ganas de devorarme vivo allí mismo ante la mirada curiosa y expectante de su hija…. Mientras yo por un lado estaba explorando toda la anatomía de Ana y por otro pensando, “madre mía lo que se me viene encima con estas dos fieras con hambre atrasada…”. La verdad es que todos los hombres tenemos por costumbre alardear de nuestra virilidad, pero a más de uno quisiera ver yo delante de un panorama como ese con un par de hembras que parecían caballos desbocados. La verdad, porqué no reconocerlo, daba un poco miedo. Marta chupeteaba mi glande, lo lamía y lengüeteaba para luego succionarlo con avidez…, entre tanto su hija y yo nos comíamos las bocas mientras le sobaba la tetillas de pezones empitonados y aureolas inflamadas, me sentía perdido como Ulises en la isla de Calipso con la sienas de mar.





Casi a peso me levantaron entre las dos del sofá, y me condujeron a una habitación donde había una enorme cama de matrimonio… allí me tumbaron y desnudaron por completo. Todo debía estar planeado de antemano, ya que tenían música de fondo puesta a un volumen muy bajito para amenizar el encuentro y no despertar a la niña que dormía como un ángel. De pronto las dos a la vez como algo ensayado previamente, de desnudaron y se quedaron frente a mí de perfil. Empezaron a besarse y meterse mano mutuamente iniciando una especie de ritual erótico que me puso enfermo avivando mi instinto básico animal…. No porque estuvieran cometiendo incesto lésbico, eso ya pueden imaginar que lo tenía más que superado en mi vida, sino por cómo se tocaban conociéndose tan bien madre e hija…casi sin darme cuenta me estaba haciendo un pajote a todo lo largo de mi mostrenco. Se tumbaron en la gran cama y continuaron tocándose una a la otra para acabar en un 69 fantástico. Me di cuenta de lo preciosos y bien hechos que tenían los cuerpos. Ana tenía unos muslos y un culo de locura, estilizado con unas piernas largas que poco le faltaba para estar perfecta a sus poco más de 18 años, y Marta poseía unas de las tetas más bonitas que he visto en toda mi vida, de pezones espigados como falanges del dedo meñique y aureolas enormes que cubrían todo el frente de sus hinchadas ubres como globos naturales. ¡¡Ambas tenían las mismas tetas...enromes como globos aerostáticos!!

El pelo de Ana se enredaba entre las piernas de Marta, ya he comentado que lo tenía largo y rubio, mientras que el de Marta era también rubio pero más claro y media melena. Marta era tan guapa como Ana salvando la diferencia de edad, pero ambas en su status no tenían desperdicio, solo que al tenerlas juntas se podía hacer comparaciones, tal vez injustas. Ana salió de encima de Marta y se fue directa a mi erecta polla para empezar a chuparla con frenesí, era una gran felatriz solo equiparada a la faraona “Cleopatra”. Parecía como si tuviera ansiedad o que hiciese mucho tiempo que no lo hacía, porque experiencia se la veía a la chica pese a su juventud. Yo me agarré a su cabeza y la acompañaba con fuerza metiéndosela y sacándosela de su experta boca, en algún momento me parecía tocarle la garganta con la punta. Mientras Marta, se levantó de la cama y hurgó en una mesilla de noche para aparecer con una especie de polla de látex gorda y larga con un capullo en cada extremo…. Una de las que desde mi terraza vi cómo se la metía cuando me follaba a mi hija y ella se excitaba al vernos. Debía tener alguna más porque esta era doble para uso compartido. Se puso detrás de Ana y después de impregnarla con sus fluidos la empezó a penetrar cogiendo aquello con las dos manos. Aquel aparato debía medir unos treinta centímetros. Cuando se la había metido un trozo la dejó colgando, se puso con las piernas abiertas delante de su hija, y esta se la empezó a meter en su estrecho coñito hasta que los dos chochitos se encontraron y empezaron a moverse en círculos, cada una con una parte del aquel instrumento gelatinoso.

Ana dejó de chupármela para empezar a jadear al mismo ritmo que Marta hasta que estallaron de placer rozándose los clítoris. Al acabar tras unos largos cinco minutos de tan inédita demostración de lesbianismos incestuoso, Marta se puso encima de la cama, recostada con la piernas completamente despatarrada… 
- “¡Vamos machote no me hagas esperar más….Quiero esa polla de verdad empotrada en mi coño! ¡Fóllame que vea mi hija como se follan a su madre!!

Así me pidió que la follase, yo tuve más remedio que obedecer… ella se hallaba despatarrada, con todo el coño solícito para mí y diciéndome que todo aquello era mara mi disfrute ¿Qué podía hacer…?. Me puse frente a ella entre sus piernas sin más dilación, aquellas zorras me sacarían hasta la última gota de leche de mis cojones, pero el castigo valía la pena y morir por ello también. Me la asió con presteza por debajo de mi bálano y la enfiló a su conejo hambriento. Al metérsela noté algo distinto que me dio mucho placer y es que Marta tenía una forma curiosa de contraer los músculos vaginales, de forma que proporcionaba un placer increíble contrayendo las paredes alrededor de mi cipote endurecido. Ana se puso encima de Marta de frente a mí, de forma que mientras yo la besaba comiéndonos las bocas, cual náufragos sedientos. Marta le lamía el coñito a su hija con devoción. El morbo de ver a madre e hija compartiendo sexo me enloquecía. 
En pocos segundos la maza entraba hasta los topes en el coño tragón de la madura… era un coño sedoso, acogedor y muy caliente que la señora sabía cómo utilizar y sacar el mejor partido de él apretando y aflojando. Las sensaciones en mi polla eran increíbles produciéndome escalofríos electrificados por todo mi cuerpo, máxime teniendo a la cría de tetas emergentes comiendo la boca, para dejarme comerle las tetillas alternativamente, al tiempo que empujaba y Marta contra mí insertando sin compasión el vástago hasta los huevos haciendo de su coño un frontón donde mis pelotas aporreaban sin cesar una y otra vez. Aquella situación duró un buen rato entre gemidos, quejidos y jadeos, con la música cadenciosa de fondo ambiental. Menos mal que el bebé no se despertó cortándome el rollo, se portaba divinamente con su padre. En un momento Ana se salió de encima de Marta y se puso a cuatro patas ofreciéndome su precioso culo y entonces me dijo…

-“Ahora me toca a mí. Mi madre ya ha tendido su ración de polla… ¡Fóllate a la hija también!”

-“Vamos machote, la niña tiene derecho a su parte del pastel… o la piensas dejar sin su dosis de rabo”.

-“Ya veo que madre e hija vais a escote en esto de follarme…”.

-“Por supuesto… y la leche también vamos a medias. Supongo que con esos huevazos tendrás lefa para darnos a las dos. ¡Vamos empieza por follarte a mi niña!” Marta acariciaba el culo y pasaba un dedo por la raja del coño de su hija. – “No ves que coñito tan rico tiene y hace mucho que no se lo follan como es debido… ¡Anda cabrón clávasela hasta la cepa que no te quede nada fuera de su estuche, solo las pelotas! Sabemos que te gustan así pequeños y apretados como el de tu esposa…”

La invitación no hizo más que avivarme, solo era un aviso queriendo quitándome de mi conciencia parte de la responsabilidad del acto que está a punto de ocurrir con esta cría…. Sin necesidad de enfilar mi polla se enfrenta a su orificio… al entrar el gordo glande se pega a su bocana como dos labios carnosos remangando la piel de mi prepucio en el deseo de un acoplamiento más que libidinoso. Solo con meter la punta ya creo que me voy a correr de gozo en aquella vaginita ceñida, casi me muero de morbo… nunca pensé que un día llegara a esta situación tan inverosímil de follarme a la hija de alguien en presencia de su propia madre la cual incita a invadirla. Ana suelta un gemido quedo, justo cuando meto más de media polla dentro de su chochito mojado. Mi culo está tenso, las paredes de su vagina me aplastan como si dos labios me succionaran con energía…. Aquella vagina hacía mucho no sentía una verga de verdad.

-“¿Te gusta así cariño? Dile a tu papi cómo te gusta…”

-“Así empujándome papi… más dentro ¡Ummm!”

Me apoyo con mis manos en el colchón y le doy el primer empujón a la niña haciendo templar su cuerpo, sus tetas… 
- “Así nena…sientes la polla de tu papaíto.”

-Sí pero más rápido, más rápido… joder ¡Métemela más hondo!”

Intento juntar mi cara con la de la cría al dar el segundo empujón, pero es difícil controlar mis movimientos. Tras el segundo viene el tercero, el cuarto…. En un sin parar ganando profundidad, su coño se siente lo suficiente dilatado como para que ya quede clavada hasta la mismas pelotas, oyéndose un delicioso chapoteo entre su culo y los huevos golpeteando sin cesar. Cuando me doy cuenta, estoy entrando y saliendo continuamente del conejito de Ana, y ella no hace más que gemir justo al lado de su madre que la besa y acaricia toda entera como si fuera un masaje relajante para escoltar la experiencia nueva de la niña. En ningún momento pienso en la presencia de su madre como una parte incómoda al follarme a su hija…, todo lo contrario es un aliciente más que ambas hembras se vean complacientes al permitirme follarlas sin remisión. 
Me estoy follando a su hija, a esa niña que hasta esa noche no sabía que la deseaba tanto como a mi hija Alicia. Su piel morena, sus largar piernas estilizadas acaban en un culo respingón partido en dos, donde queda incontestable el mullido coño de la cría y el cerrado anito que acaricio con el pulgar e incluso me arriesgo a introducir media falange sin pudor. La niña no para de gemir de gozo entre tanto, noto el martilleo constante su pared vaginal con mi ariete sin apurar.
Marta paciente se pone a mi lado viendo mi verga entrar y salir del coñito de su hija a través de culo abierto de la cría en que se había dividido por su gran raja que divide sus nalgas, me soba el cuerpo, los brazos y el vientre intentando llegar mi espolón sagaz, tan endurecido como marcada estaba la vena superior que bombea presión sanguínea a mi glande. Me subo sobre las ancas de la cría penetrándola como un martillo pilón casi en vertical, cuando de pronto percibo la mano de su madre en mi trasero y después amasándome los huevos por entre mis piernas besándome el culo, lamiendo por debajo y chupándome sin recato los cojones colganderos, al tiempo que no paro de follarme a su hija sin raciocinio alguno hecho un verraco. Aumento mi velocidad y Ana gime tanto que temo que alguien la oiga fuera del apartamento. Me asusto, por ello le tapono la boca metiéndoles dos dedos para que lo chupe, mientras sigo follándomela a todo lo largo de mi cipote, a la par Marta me besa con pasión metiendo la lengua que me la recibe jugando con la suya.



Me descubro agarrando más firmemente de su culo hincando el rabo hasta pegar las pelotas en su coñito, como si fuese un vulgar transgresor. Ana no dice nada, sólo gime casi sin vigores apretando con fuerza las sábanas soportando al invasor que la llena de carne trémula llegando hasta el mismo cérvix…, en tanto Marta no para de acariciarme la espalda alternándose con la de su sufridora hija, la cual se está dejando follar sumisa a los embates del macho, consciente de la desproporción entre ambos genitales… mi gran verga de poco más de 20 cm y 5 de ancha y su chica vaginita adolescente casi infantil expandida como nunca lo estuvo.
Meto la mano por debajo de su cuerpo buscando sus tetillas, están frías, quietas y gelatinosas… 
-“Te gusta que te toquen la tetas cariño”

-“Sí papi, lo haces tan bien…me follas tan bien ¡Aaaggg!”.

-“Vamos agáchate un poco más que vea tu madre ese coñito como se abre con el cipote de tu papaíto”

Sin que yo pare Ana se posa todo el torso en las sábanas, incluso temo por un momento hacerle daño cuando se desliza toda la tranca hasta parar con mis huevos en su vulva… la tiene toda alojada hasta el estómago, la niña emite un quejido ahogado con las sábanas.

–“Anda dinos si alguien te ha follado tu coñito así… Si te han metido una polla tan gorda como esta”.

-“Sí me han follado, pero la polla no era tan gorda como la tuya ¡Aaagggg!”.

-“¿Te gusto mucho o poco más que yo…?”

-“No tanto como tú… tu polla es mucho más grande, más gorda…me da mucho más gusto ¡Me gusta mucho más que la de ese chico…”.

-“Entonces ¡¿Te gusta lo que te estoy haciendo cariño…?!”

-“Mucho… ¡Ummm! Sigue follándome no pares papaíto…”

No sé si la niña responde o no sabiendo lo que dice, pero sin duda reconoce la sensación que estamos compartiendo, que estamos viviendo juntos dejándose llevar al éxtasis del placer divido del sexo consentido. Cambiamos a la posición del misionero tras casi quince minutos montándola como una perra… le estaba practicando la follaba más sensacional que nunca tuve con ninguna otra mujer. Sentía cada pliegue de sus paredes vaginales frotar mi verga, mi sensible glande y mi tronco grueso de hinchadas venas bombeando para mantener con inusitado frenesí la dureza y rigidez de mi cipote. La pequeña había tenido un par de convulsiones que culminaron en sendos orgasmos, mientras yo ahora comenzaba a sentir la electrificante sensación de notar el mío. Se acercaba el clímax… le arreo una, dos, tres clavadas seguidas en toda profundidad y mi verga se me pone dura con una fortaleza impresionante al punto de producirme un pequeño dolor placentero, justo en el momento que percibo salir EL SEMEN disparado de mi polla por el agujerito del glande. Este se ensancha duramente para expulsar un grueso chorro de leche espesa chocando con violencia con la pared de la entrada de su matriz.

El subidón de adrenalina se empieza a convertir en dopamina invadiendo todo mi cuerpo…. Yo la empecé a penetrar con pequeños vaivenes… así aguanto más de dos minutos estallando dentro de su vagina que rezuma leche incontenible en tan constreñida cavidad vaginal. Noté como salía una cantidad de leche bestial debido a la fuerte excitación acumulada, cuando la extraje, el reguero que manaba era glorioso, caí rendido al lado de ellas y mientras me reponía continuaron su juego, agarraron otra vez el aparato de látex y tomando el mando Marta se lo empezó a meter por el culo a Ana. La visión de esa penetración con el coñito chorreando lefa, hizo que se me volviera a poner dura. El culo de Ana era precioso y quise participar en el juego, de manera que agarré yo aquel miembro artificial y lo metía y sacaba del culo de Ana mientras ella arqueaba la espalda y gritaba de placer. 

Entonces Marta me lo arrebató sin sacarlo de dentro de Ana y se puso de espaldas a ella, de forma que sus culos quedaron uno frente al otro. Marta me pidió que le metiera el látex en su culo. Así lo hice. Una vez le había introducido la punta ella lo agarró y se lo empezó a penetrar hasta que sus culos se tocaron. Era un espectáculo difícil de describir. De pronto las dos se incorporaron y se quedaron de rodillas, espalda contra espalda como dos perras abotonadas con aquella polla entera dentro de sus culos y empezaron a moverse masajeándose las nalgas. Yo me puse al lado y agarré un coño con cada mano y empecé a masturbarlas.

Cayeron las dos extasiadas encima de la cama. Entonces yo que ya no aguantaba más agarré a Marta por las caderas y de un golpe seco le metí toda mi polla en su culo que permanecía completamente dilatado. Empecé a embestirla salvajemente provocando que empezara a gritar de placer. Ana por su lado empezó a comerme mi culo, e hizo algo que antes nadie había hecho, me metió un dedo. Yo al notarlos me estremecí un poco pero al momento ya no me molestaba. De uno pasó a dos y al rato los sacó. Yo continuaba penetrando sin compasión, aquel precioso culo de la madre, apretando cada vez más y más hacia el fondo. Marta no paraba de moverse y gemir de placer. De pronto noté que Ana se movía por debajo de mis piernas y pude ver como de nuevo tenía agarrada una nueva verga artificial de goma china igual de temible que la otra, solo que de una sola punta con un par de cojones para asirla bien de ellos. Se la metió a su madre por la vagina, lo que originó que gritara como una posesa al verse doblemente empalada. 
No paraba de meter y sacar el látex de su conejo y yo la seguía embistiendo por el culo casi hasta la raíz, cuando de pronto sucedió algo inesperado, sin previo aviso Ana agarró mis testículos colganderos y me lo empecé a chupar, lamer y a metérselos uno a uno en su boca con fuertes tirones que casi me los arranca… los lengüeteaba al mismo tiempo que se balanceaban en cada incursión y salida del culo de su madre. No pude evitar un grito de placer y dolor al mismo tiempo que me comía los cojones con tanta avidez y severidad. Sentir a la niña ensimismada en mis orondos cojones y tener a su propia madre completamente enculada hizo que me corriera de nuevo de forma salvaje e incontenible

Los dos caímos extasiados encima de la cama. Marta se dedicó a limpiar la leche que quedaba en mi roja polla, al terminar cogió la suya de látex y se la metió en el coño a Ana, empezó a meterla y sacarla un ratito hasta que su hija le tomó la alternativa metiéndosela a saco, hasta que se corrió. Los tres nos quedamos exhaustos y relajándonos en esa monumental cama…. A la media hora oí llorar a mi cría y me levanté como un huracán, la tomé en mis brazos intentando consolarla. Allí desnudo parecía todo un padrazo después de una sesión de fornicación insólita para mí…, una vez calmado el bebé, me vestí con las dos mujeres también levantadas para despedirse de la visita. Mientas tanto hablamos a cerca lo ocurrido esa noche. Les confesé que nunca lo había pasado tan bien y que dudaba que se repitiera con nadie algo similar. Ellas me respondieron que se repetiría cuando quisiera… y que la próxima vez invitara a mi esposa a la fiesta también. Fue antes de marcharme cuando me confesaron que era la primera vez que madre e hija compartían pareja en la cama…, me dieron sus números de teléfono por si me animaba, muy contentas con el resultado….

-“Desde que os vimos follar en la terraza, mi objetivo era que a mi hija o mí, nos hicieras los mismo… y mira por donde nos lo has hecho a las dos juntas”.

-“¿Supongo que tomas precauciones para no quedarte preñada? Me he corrido dentro de tu coño sin paliativos…” Dije dirigiéndome a Ana.

-“No, no tomo anticonceptivos, ni tengo puesto ningún Diu. Me has follado a pelo, y todo lo que has eyaculado ha sido para llenar directamente mi útero”. Me soltó llanamente en la cara en presencia de su madre que no parecía afectarle que un desconocido pudiera preñar a su hija.

-“Ahora a millones de bichitos intentando fecundar a mi hija, pero no te preocupes si nos dejas preñadas será de nuestro gusto… ¡Estamos buscando un semental que nos preñe a una de las dos o a las dos, por qué no!”
Soltaron un carcajada aliviando la tensión que se debía reflejar en mi cara por mi ineptitud, no supe diferenciar entre sí lo decían de verdad o era solo una ironía ante los hechos consumados. Os podéis imaginar cómo me quedé… La vida te da sorpresas.

Me despedí con la niña en brazos más despierta que una rosa por la mañana. Al día siguiente llegaron mi esposa y su abuelo con los resultados negativos, en el caso de metástasis cancerígena es algo bueno… pasamos el resto de los días en concordia. Con mi padre en el apartamento ya no volvimos a follar en la terraza como antes. Le conté lo del ataque alérgico de la vecina por la picadura de la avispa africana y como tuve que intervenir, de cómo me lo agradecieron con una cena. No pensaba contarle lo del trío pero con secretos de ese tipo todo acaba mal, ya tenía mucha experiencia con su madre, así que le relaté la verdad que una cosa llevó a la otra y sin intención de mi parte, esas hembras lo tenía todo planeado para hacerse conmigo y lo consiguieron. Alicia me retiró la palabra casi un par de días, pero al ver que aquella situación no nos hacía bien recapacitó viéndome afligido por nuestra incomunicación…

-“Si no te cuento mis cosas no puedo vivir contigo, no quiero secretos entre nosotros porque no quiero acabar con nuestra relación como acabó la de tu madre conmigo”.

El secreto de mi hija con mi padre no me lo revelaron pero tal vez por ello mis palabras calaron en su conciencia y me perdonó…
-“¿Y esas dos follan bien…? Porque buenas están las dos hijas de puta…”

-“En mi opinión me parecen muy compenetradas para ser madre e hija, me dieron un buen sobo se puede decir… además están dispuestas a que tú participes, si quieres, en otro encuentro”.

-“Eso te dijeron, son muy generosas… lo que ellas no saben es que yo soy la propietaria del macho y por tanto la que puedo o no compartir con ellas…”

Pasaron los días y no ocurrió nada de lo que me imaginaba podía pasar, se saludaron en la piscina y en la playa sin más comentarios que los de dos buenos vecinos sin llegar a los detalles de la cena de orgía… a la semana siguiente se nos acabaron las vacaciones y nos marchamos. Pasaron unas semanas desde el verano y mi esposa dijo que si aún conservaba los números de teléfono de Marta y Ana, se los di y desde entonces se pasan WhatsApp todos los días, incluyendo los detalles de la orgía con su marido y ellas dos, lo cual creó un ambiente de confianza entre ellas hasta llegar chatear vía online muchas veces teniendo sexo entre madre e hija y entre nosotros como hacíamos en los apartamentos adosados, hasta que un día Alicia me propuso que podríamos quedar con ellas. 
Esa misma semana me cogió Marta el teléfono encantada que nos viésemos, solo que Ana estudiaba un Erasmus en Polonia y no podría estar con nosotros…en cierto modo eso me alegró bastante porque si darle carnaza a dos era estresante, a tres hembras hambrientas me horrorizaba porque se sabe cómo se entra pero nunca cómo se va a salir de allí…. Por mi Alicia haría lo que fuese, nunca me negaría a sus deseos. Entre tanto Alicia y Marta entablaron una relación vía chat que las ponía calientes para el encuentro subversivo que tendría en unos días… sobre todo que me gustaba y qué harían conmigo. Enorme amplio

Marta había alquilado una casa rural a las afueras de Madrid, uno de esos sitios situado en un pueblito precioso, con encanto, que solo te imaginas en postales. Ella ya había ido con su ex marido y conocía a la pareja dueña de la casa. Nuestra amiga Marta, vendría esa misma tarde, ya que por motivos de trabajo saldría unas horas después que nosotros…. Alicia y yo aprovechamos para dar una vuelta por el pueblo y tomarnos unas cervezas en el único mesón que había. Hacia algo de frío, pero la cabrona se las arregló para llamar la atención, teniendo tras el abrigo un espectacular vestido elástico rojo y unas botas hasta las rodillas, que dejaban ver unas preciosas piernas cubiertas con unos pantis. Los allí presentes no se cortaron absolutamente nada en mirarla de arriba abajo y soltar alguna gilipollez machista que Alicia por supuesto supo corresponder con una leve sonrisa.




Ya en la casa y con unas cervezas de más, Alicia me enseño la maleta y alucine con la cantidad de juguetes sexuales y lencería guarra que se había traído, algunas cosas las estrenaba hoy, ya que el día anterior se pasó un buen rato en el sex shop comprando. Dildos, lencería, vibradores, esposas, preservativos (por si a mí se me olvidaban), un azotador pequeño de cuero… ¡Me puso la polla como el cuello de un cantaor! Era la primera vez que ella y yo hacíamos un trío, y temía que aunque hubiera confianza, me propasase si me tiraba al ruedo a la primera de cambio, pero es que no podía más, y en la cocina la agarre despacio por detrás, besándola el cuello. Noté como sus manos se posaban buscando mi erección, que la esperaba sin rechistar. Se dio la vuelta y me pegó uno de esos morreos de minuto y medio comiéndonos la boca, sedientos de sexo como cuando volvía de algún viaje largo y pasábamos muchos días sin el otro.

Cuando me quise dar cuenta el rabo estaba entre sus manos. Comenzó a pajearme suavemente, las tenía frías, pero no me importaba, en nada se le calentaron con mi rabo casi incandescente. Me dijo que se moría de ganas de darle un besito de complacencia para calentar el ambiente, y así lo hizo. Sin dejar de mirarme con esos ojazos marrones que me volvían loco, comenzó a besarla levemente sin dejar de meneármela, el canalillo de sus enormes tetas hizo el resto, la felación no la pude aguantar más de dos minutos… me corrí sin más como un imbécil, sin avisar y sin avisarme. ¡Rabo traicionero y cabrón! Me había aguantado para estar ese día en plena forma, pero todos sabemos que la abstinencia no es nada buena consejera. Terminamos entre risas con su cara embadurnada de lefa hicieron que la situación fuera como menos simpática y no trágica. Comimos algo y hablamos de nuestra vida en común y lo afortunados que éramos de tenernos el uno al otro… derivamos la charla hacia los pervertidos que somos atendiendo a nuestro parentesco y cuanto nos deseábamos…

-“Por nada del mundo cambio nuestras las experiencias que ambos hemos vivido por estar con otra hombre” me dijo de sopetón. - “Te amo papá… mi amor, mi vida”.

De pronto sonó afuera un motor y un claxon de coche. Nuestra amiga había llegado. Eran alrededor de las 17:15… Marta era adicta a los chats, sin novio, madura y de buen ver… con mucho más tetas que mi hija (con ella había hablado mucho de sexo en el chat con Alicia, pero nunca la vio desnuda como yo). Enseguida salimos a recibirla, tras los besos de rigor cogí su pequeña maleta y entramos. Había algo de tensión típica entre la gente que se ve por primera vez en tal situación. Tras quitarse el abrigo vi que el jersey ajustado blanco que llevaba me daba la razón en cuanto a sus tetas, eran grandes pero bien puestas. No parecía llevar puesto el sujetador, marcaba unos pezones muy erectos. Alicia le acompaño para ver su habitación, a lo que yo aproveché para hacerle un chequeo visual a Sofía, los jeans elásticos le hacían un culo precioso, perfecto y duro, todo lo duro que sus 42 años le permitían. Poseía una belleza extravagante y muy atractiva, no tanto como Alicia o su hija… esa clase de mujeres MILF que te ponen duro enseguida.

Hablamos mucho de lo bonito que era el pueblo…, hasta que saqué una botella de bourbon y otra de cola, nos hicimos unos cubatas para desatrancar la tensión. Alicia no se veía tan lanzada como Marta, pero se notaba que estaba caliente. Sobre las 19:10 horas, tras unos cuantos tragos ya estábamos hablando abiertamente de pollas, coños, mamadas y fornicios varios. Le contamos a Marta nuestras aventuras como padre e hija y otras experiencias. Quedando gratamente agradecida por tal revelación, porque ella también se enrollaba con frecuencia con su hija en plan hetero-lésbico con artilugios que simulaban al macho follándose a la hembra indistintamente entre madre e hija desde hace mucho tiempo, como nos mostraban vía Skype. Ya me di cuenta la compenetración entre ellas a la hora de la cena. Empezaron las risas, las propuestas absurdas. Los juegos de calentamiento no tardaron en salir. Alicia tenía ya las mejillas coloradas. Buena señal. Entre risas dijo…

-“Mi marido lleva hoy sus bóxer de la suerte… son con los que más polvos me ha echado en los últimos meses… y de seguir así seguro me va a preñar otra vez”.

Y sin más me dijo Marta… -“Pues las niñas querrían ser malas…, por qué no nos haces un bailecito sexy para calentar el ambiente”.

Entre risitas Marta busco en YouTube… “You Can LeaveYourHatOn” cantada por JoeCocker, y la hizo sonar, definitivamente dejó el corte atrás. Empezaron a vitorearme y a dar palmas mientras yo me movía sensualmente quitándome la ropa, cuando llegue al bóxer, Alicia gritó –“STOP”. Y me ordeno que me acercara. Viendo mi empalme, empezó a acariciarme la polla sin tapujos, delante de Marta, que ya no reía tanto a la expectativa de ver como una hija le mamaba la polla a su padre en directo. Comenzó a besar mi rabo por encima del bóxer. La cosa había empezado bien. Marta miraba mientras se mordía el labio inferior pero aún no se atrevía a cooperar. La animé a levantarse mientras Alicia me ponía a tono ahí abajo. Acerque a Marta a mis labios y la morreé con ganas, indiqué a Alicia que participara y nos besamos los tres a la vez. Fue la primera vez que tenía dos lenguas en mi boca. Aparté despacio la cabeza para dejar que las chicas se besaran. Fue un momento realmente caliente, ya que si no recuerdo mal Marta nos dijo por chat que nunca había estado con una pareja formal en ese plan, siendo ella la carne del emparedado.

Aproveché el calentón de ambas para palpar suavemente las tetas a Marta sobre su jersey ajustado, tenía los pezones durísimos, los pellizque con suavidad. Alicia viendo mi intención de reojo, levantó poco a poco el jersey a Marta, dejando esas tetazas al aire. Instintivamente Alicia y yo nos amorramos cada uno a una ubre y empezamos a lamerlas despacio, mordisqueándolas. Marta soltó un leve gemido. Las cogí a ambas de la mano y las lleve un sofá enorme frente a la chimenea, que ya llevaba unas horas encendida. Me senté en él y le dije a Marta que se quedara de rodillas frente a mí. Mirando mi paquete, se acercó a mamar la punta que asomaba por mi bóxer mientras Alicia se desnudaba, después me bajó con los dientes esa minúscula frontera y me la chupó con mucha delicadeza, sin perder de vista mis ojos. Marta  acercó a mi boca las enormes tetas que le había quedado tras amamantar a nuestra hija, y empecé a lamerlas con ganas mientras mi mano acariciaba su coño recién rasurado totalmente empapado.

Me plantó un morreo de infarto mientras Alicia lamía mi polla. Le susurré al oído que bajara con ella a darme caña. Cuando quise darme cuenta tenia a dos preciosidades haciéndome una felación, sin duda es una de las mejores experiencias sexuales que un hombre puede tener en su vida. Se pasaban la maza de una a la otra, chupando y lamiendo mis huevos deliciosamente a la vez, subiendo al unísono sus lenguas y bajándolas hasta los huevos, se besaban con mi rabo en medio, se acariciaban las tetas mientras me comían… ¡Una auténtica locura! Pienso que si horas antes no me hubiera corrido, lo habría hecho en ese preciso momento, sin duda, pero mi esposa me conocía bien y me hizo la felación oportuna para tenerme a punto con aquellas dos tigresas con hambre de rabo. Quizá ese accidente fue necesario para no fastidiarla en ese glorioso instante. Alicia se puso detrás de Marta y la termino de desnudar, chupó su coño y hasta le lamió el ano sin pereza a aquella madura entregada al orgasmo. Marta grito de placer al sentir la humedad en su botón, mientras me comía a mí verga hinchada y venosa a punto de reventar de lo excitado que me hallaba. Se convulsionaba y chillaba hasta que nos regaló su primer orgasmo.

Alicia fue al dormitorio a por juguetes mientras yo probaba la deliciosa raja de nuestra nueva amiga. Lo cierto es que a corta distancia se veía un coño bonito, perfectamente rasurado y con ese color rosáceo entre los labios. Estaba riquísimo. Se arqueo mientras gemía de nuevo persiguiendo otro orgasmo que me supo en la gloria. Ahora Alicia me acompañó de rodillas y juntos nos propusimos llevar a Marta al tercer round. Yo comencé de nuevo a lamer el conejito a Marta mientras Alicia le introducía un dildo suavemente. Notaba como cada segundo se empapaba más. Me agarró del pelo y me apretó contra su vulva mojada, momento que aprovecho Alicia para poner a vibrar a tope el aparato, lo introducía y sacaba salvajemente en aquel chumino experto, así que Alicia lo castigaba buscando su punto débil orgásmico… ¡Madre mía si lo consiguió…! Marta esta vez nos bañó con un chorro de flujo que nos dejó perplejos. Chilló como  un cochino en el matadero, en tanto otros pequeños chorros seguían al primero. Fue una corrida épica. Alicia se lanzó de nuevo al coño y lamio éste enterito empapándose de coño inundado como si de una raja de sandía se tratase, se oían los chasquidos de su comilona de chumino caliente y mojado… me estaba poniendo malo solo de ver el panorama de ambas féminas en tan lujuriosa postura. Así que arranqué con determinación de tomar cartas en el asunto como macho de aquellas dos hembras, me iba a poner una gomita a la velocidad que mis temblorosas manos me permitieron, pero Alicia miró a Marta y con la mirada se dijeron que no hacía falta…

-“Si puedes follarte a tu mujer a pelo a mí también… no hay ningún problema, somos de confianza…al fin y al cabo esa es mejor forma de follar.”

Y penetre a Alicia con fuerza puesta a cuatro patas comiéndole el chocho a nuestra amiga. De un golpe se la calé entera casi hasta la raíz…, Alicia gimió como una autentica perra mientras lamia a nuestra invitada. Así con fortaleza invadía a mi Alicia metiendo empellones que la hacía gemir o casi gritar, en tanto las damas se morreaban entre tanto mi hija alcanzó su primer orgasmo. Parece que Alicia y Marta le habían cogido gusto a besar a otra mujer. Les propuse a las dos ponerse de espaldas apoyadas en el sofá, con el culo en pompa hacia mí. Cogí mi móvil y les pedí permiso para fotografiar esas maravillas. No hubo problema, es más, calentó la situación. Les inmortalice en esa postura, pero lo que en realidad quería era un recuerdo del culo de revista porno que tenía Marta. Duro, redondito y perfecto. Fui a por ella. Paseé el rabo despacio la raja del culo presionando levemente el ano, no se inmutó pero no era el momento de darle por el culo, después la pasé por su raja vaginal entre aquellos empapados labios frondosos y se la metí por la mitad, para sacarla lentamente y volver a pasearla por los labios vaginales. Marta gemía mientras le comía las tetas Alicia. De una estacada se la metí, esta vez sin titubeos haciéndola sentir mis pelotas en su vulva. Una follada magnifica de unos minutos, ya que tras ellos volví a sacarla para meterme en el coñito de Alicia, sin que mis dedos dejaran de trabajar el coño entreabierto de Marta. Estuve así un buen rato, disfrutando de los dos coños a la vez, alternando la follada en uno y en otro unos minutos en cada chumino intercambiando sus fluidos vaginales, abriendo sus rajas con mi tieso garrote a diestro y siniestro. ¡Siempre había soñado con algo como aquello! Después de verlo tantas veces en películas porno se me hizo realidad.
Decidimos cambiar de ambiente y nos fuimos al cuarto con cama de matrimonio antigua que la casa tenía, Marta se tumbó y se abrió de piernas, me tire literalmente sobre ella y follamos a lo bestia al estilo misionero… ¡Ese coño era mucho para mí polla! A pesar que yo calzaba bien, el chocho de esa madura era un tragón de cuidado. Alicia, por su parte sentó el coño en la boca de Marta para que la comiera enterita. Tenía a Alicia de espaldas a mí y la agarré por detrás el pelo para buscar su boca y su cuello. Yo estaba como poseído. Solo veía bocas, tetas y coños. Las cabronas gritaban de gusto, era vicio a más no poder. Ni siquiera se me llegó a pasar por la cabeza la posibilidad de que nos oyeran, que aquella era mi hija y una casi desconocida a la que podría preñar y buscarme un lio o algo peor con alguna ETS. Era un pueblo muy tranquilo…bueno ya se sabe todo el mundo está atento a la novedad, que éramos nosotros. Lo cierto es que me daba igual. Quería gritar como ellas y la polla me pedía más y más coño hasta reventar dentro de ellas.

Las agarré a las dos del pelo, una situación de sumisión que me termino por volver loco, y las clavé a ambas en el suelo de rodillas. Las ordené que me la volvieran a comer a la vez, cosa que hicieron. Alicia buscó mi ano para meterme un dedo mientras se merendaban las dos el rabo del macho disponible, y empezó a hurgar en la zona prohibida. Ni siquiera me molesto, al contrario estaba más lanzado que nunca sintiendo el placer extremo. Con ambas féminas arrodilladas ante mi falo, comiéndolo a dos bocas, amasándome las gónadas con contundencia y perforándome el ano me estaban llevando al éxtasis, hasta el punto de explotar como jamás lo había hecho. Me pegó un subidón que se abrieron las compuertas de mis huevos soltando lefa sin parangón. El primer chorro de leche las cruzó a las dos las caras, el segundo y tercero se lo repartieron en sus bocas, empapando sus caras de lefa espesa sin dejarlas de abastecer de leche a las dos, fue una corrida larga y muy extensa que ambas supieron sacarme concienzudamente. Me llegaron a flaquear las rodillas y terminé un poco mareado. Fue realmente alucinante.

Mientras descansaba y echaba unas fotos con el móvil a las chicas, ellas volvieron a la carga, no hubo tregua. Tras unos magreos y lametones, empezaron a realizar una tijera, buscándose el orgasmo de nuevo. No perdí detalle con la cámara cuando utilizaron el pollón de doble punta para embutírselo hasta la cepa y juntar sus coñitos, frotándose los clítoris desmesuradamente. ¡¡Me puse empalmado de nuevo viéndolas gozar! Tras correrse Marta, Alicia cogió la maleta y busco un arnés de cuero que albergaba una polla negra enorme de látex. Marta se abrió de piernas al borde de la cama para que Alicia la penetrara. Arqueo su glorioso culo y aquella cosa entró hasta el fondo. Marta se agarró fuertemente a la manta hasta sacarla del sitio y chilló de gusto. No había visto eso en vivo nunca y realmente me puso como una moto. Una estaba follando a la otra delante de mí como decía Marta que hacía con su hija Ana y mi esposa y yo vimos en más de una ocasión.

Aproveche que Marta tenía la boquita abierta para pasarle por los labios mi cipote, que engulló hasta el fondo. Otra vez se corrió jodiéndola Alicia con su mostrenco de plástico chino y mamando mi pieza hecha una maza dura. ¡Era un no parar! Cuando Alicia se quitó el aparato, Marta y yo la tumbamos en la cama y le comimos el coño a la vez introduciendo en su coñito un dildo pequeño, mis dedos después y finalmente mi lengua en colaboración con la de Marta. Le estuvimos dando duro durante casi quince minutos para sacarle el mejor orgasmo a Alicia, que se convulsiono a lo bestia y nos empapó con una corrida bestial.
Yo estaba otra vez como un semental a punto de montar a sus yeguas. Fui al baño a traer aceite corporal, tuve una idea y les pregunté si les apetecía anal. Ante mi sorpresa, Marta contesto que sí, que a ella le apetecía probar, ya que hacía mucho que no tenía una polla de verdad metida en su culo… 
-“Si no lo pruebo esta noche… no lo haré nunca”. 
Nos echamos a reír los tres. Alicia se ofreció a dilatar el culito de nuestra amiga, y se puso aceite en la mano, embadurnó el agujero de Marta y empezó a acariciarlo primero, y penetrar despacito con los dedos después, primero uno y muy lentamente el segundo, siempre atenta por si le dolía, luego el tercero. Aquello dilato muy rápido, aquel anillo era veterano aunque solo fuese de polla artificial. Alicia me cogió la polla y dirigió la operación de introspección en el esfínter de la madura. La metí cuidadosamente, atento por si a Marta no le gustaba el juego. No dijo nada, simplemente resistía la penetración, limitándose a sentir nuevas sensaciones. Tras unos segundos de silencio comenzó a gemir, una mezcla de leve dolor y placer que le llevo a morder la almohada. Alicia se sentó frente a nosotros y se masturbo viendo el espectáculo. 





Comencé a aumentar la intensidad de mi follada hasta que la estrechez de ese delicioso culo termino por sacarme la leche que me quedaba. Mientras me corría seguía follando por detrás a Marta. No tengo palabras. Alicia también se corrió con prácticamente todos los dedos de una mano metidos en su vagina. Le pregunte a Marta si estaba bien y me confesó que le había dolido un poco pero que el morbo de probar algo nuevo le paso factura con otro orgasmo. Nos quedamos los tres exhaustos en la cama, respirando como si hubiéramos corrido una maratón…. Tras unos momentos de calma, nos tapamos. Las chicas me abrazaron, y así, desnudos y saciados, caímos dormidos.

Por la mañana se presentó un nuevo asalto que saldamos con unas cuantas corridas en medio del desayuno y la comida. Mi polla terminó para el desahucio con más de seis corridas en menos de doce horas. Comimos en la taberna del pueblo ante las atentas miradas de los oriundos, nos divirtió ver cómo nos observaban tal vez porque nos oyeron gritar, gemir y corrernos como animales salvajes… me sentía un verraco con mis dos cerdas a las que inseminé por todos los lugares de su cuerpo. Si Marta buscaba preñarse tal vez lo consiguió, por en dos ocasiones llené su vagina en el mismo cérvix…. Han pasado unos meses desde aquel marzo en la sierra, y aun hoy seguimos en contacto. Marta se volvió a enamorar de un buen hombre que resultó el mejor de los partidos que pudo encontrar… ¡Claro con esa maneras de follar demoledoras, a quién no puede conquistar! A Alicia como ya saben la volví a preñar, ahora está preñada de 20 semanas de nuestro segundo, creo que esta vez será niño. Sin embargo pese a que Marta se casó con ese tipo, mantuvo más esos encuentros con nosotros en secreto, pero al final la distancia puso freno y terminamos por dejar la cosa, aunque la relación hoy en día es buena gracias a las redes sociales. Lo que sí es cierto es que a día de hoy, y hablo a título personal, jamás hemos vuelto a repetir semejante experiencia mi mujer y yo con otras chicas, dudo mucho que algo así se repita, porque para ello se necesita mucha confianza en la persona intrusa, una persona que no entre a romper los vínculos de mi amada hija y esposa conmigo.







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