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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

La semilla del abuelo Fernando en MAMÁ.




Hoy soy toda una mujer en mitad de los cuarenta, concretamente este 2018 cumplo mis 45 años y si miro hacia abajo me veo relatando esta historia con una panza de 30 semanas…, pero ésta comenzó hace ya tiempo en los años 80’s…. Mi madre era una adolescente cuando escapó de su casa con mi futuro padre, llevándome todavía en su vientre y le propinó a mi abuela un disgusto tan grande que la acabó con un infartoDe todo esto me enteré años más tarde cuando por entonces vivía en una casa modesta en Ciudad Real con mis padres. 

Mi padre, el muy cabronazo un día de borrachera volvió a casa en coche desde Valdepeñas después de un día de farra y se accidentó, precipitándose por un barranco. Con apenas 8 años y mi madre sin otros ingresos que los de mi padre, tal y como estaba la vida de mal en el año 1981 nos hallábamos completamente desamparadas, por lo que las deudas de la casa nos remataron. Mi abuelo materno se había casado de nuevo y se desentendió de nosotras, motivo por el que acudimos a mi abuelo paterno Fernando, suegro de mamá. Vino a buscarnos cuando se enteró de nuestra situación y se hizo cargo de nosotros y de las deudas. A pesar de que vivía bastante cerca en una casa de campo, en todos esos años habíamos tenido poco contacto, días de vacaciones y poco más. Al principio la coexistencia fue bastante tensa, porque mamá no se acostumbraba a la situación…aun así prefería vivir allí que en la indigencia.

El abuelo Fernando era bastante joven para llamarlo abuelo, creo que esos días no había llegado a cumplir cincuenta y cinco años, y se conservaba con la estampa varonil y vigoroso. A los 16 años preñó por primera vez a la abuela Matilde y en los siguientes ocho le hizo dos panzas más, si ahora era un semental imparable, había que imaginárselo con 20 años. Mi padre era el segundo y no el más querido, no obstante todos mis tíos andaban lejos desentendidos de la granja y de sus padres y acabaron igual de desherrados que mi padre. No entendía esa actitud, solo veía en mi abuelo una forma de vivir un tanto huraña, pasando sus horas libres en su taller arreglando maquinaria y motores por hobby lejos del contacto personal…,sin embargo llevaba una buena vida, tal vez demasiado solitaria en compañía de la abuela, hasta nuestra llegada. 

Conmigo era bueno y cariñoso, no dejaba que nada me faltara y se desvivía por atenderme. Llegué a sentirme mejor y más segura viviendo con él que con su atolondrado hijo, mi padre. El lugar era bonito y la vivienda es una antigua casa de labranza amplia, con las habitaciones que daban a un patio central rodeado por una galería y madreselvas que trepaban por las paredes, y hasta tenía mi propio cuarto con vistas preciosas al campo y las llanuras de Castilla la Mancha. De siempre había tenido caballos y ya de muy niña alguna vez había visto los apareamientos de animales cuando algunas vacaciones las pasábamos allí. Me encantaba cuando se apareaba el caballo con las yeguas, me excitaba ver como el caballo con una verga enorme montaba a la pobre yegua que la hacía soportar todo el badajo de más de medio metro en su vagina, sin embargo a excepto de las más jóvenes cuando las desvirgaban, a las otras le gustaba recibir todo el fastuoso cipote hasta que eran atestadas de semen… ¡Se dejaban follar con suma facilidad por instinto básico de supervivencia! 

Con 8 años me lo hicieron ver como una tarea más de las muchas que se realizaban en la granja… les daba de comer, de beber, paseaba a la yeguada, los aseaba y los apareaban para preñar a las yeguas y vender los potrillos en la feria, así que de corta edad, creo que sobre los 11 años, la monta de la yeguada me comenzó a  excitar… me manoseaba la vagina, a veces en exceso hasta lograr el gran colofón que me atolondraba unos segundos flojeándome las piernas ¡Cada vez me gustaba más pajearme! Por entonces no conocía a ningún chico y lo más fácil y rápido para calmar mi calentura era masturbarme. Mi precocidad sexual debía de ser cosa de familia, así como la vivacidad de mi sexualidad, dado que todos estábamos muy excitados en la época de monta y apareamiento, especialmente el abuelo Fernando.

A nuestra llegada en casa éramos, mis abuelos, mi madre y yo. Mi madre es una mujer típica de montaña, fuerte y con anchas caderas, casi siempre andaba con un vestido de abotonar por delante, y utilizaba mucho unas botas de goma bajas, en ocasiones con el ajetreo del trabajo se le veía hasta las bragas, pero ella era así, no le importaba que su suegro, mi abuelo, estuviera delante…, se adaptó rápidamente a la vida en el campo manchego. Decían que yo era igual que mi madre, me crie fuerte en el campo en esos cuatro años, con 12 años era una niña muy desarrollada, tenía casi un cuerpo de chica de 18 con un ancho culo.

Con 16 años, empecé a darme cuenta de muchas cosas que ocurrían en la granja, y una noche desperté, no sé porque, y fue cuando escuché unos ruidos raros que resultaron ser gemidos, después supe que eran de placer. En un principio pensé que mi abuelo le estaba dando una buena follada a la abuela. Mi curiosidad fue más fuerte que las ganas de dormir y muy suave me deslicé hacia el pasillo, para mi sorpresa los gemidos venían de la habitación de mi madre. Salí fuera y por la ventana observé cómo dos cuerpos se movían, los ruidos eran más claros desde allí. Descubrí que eran los movimientos de cama con ritmo y murmullos, rechinidos y sonidos del colchón al moverse y respiraciones agitadas…se oía la voz agitada baja de mi abuelo decir…
-“Sí, símuévete ¡Mmmmm mi amor que bien te mueves! 
En eso la voz también agitada y baja de mi madre dijo… 
-“¡¿TE GUSTA QUE ME MUEVA ASI?! TE GUSTA ABUELO...
Contestaba –“¡Así muévete me encanta!

No podía creer lo que oía, sentí un choque eléctrico en todo mi cuerpo pero también me llené de morbo al oírlos. Bien parapetada podía contemplar claramente a los dos amantes… a mi madre agitándose totalmente desnuda con sus tetas descolgadas en un vaivén de arriba abajo, con las manos del abuelo sujetándola de las caderas. La cama tronaba y sonaban ello gimiendo y jadeando..., en eso mi madre se hizo a un lado…

-“Oye gordito ahora súbete encima de mí”

Fue cuando vi por primera vez a mi abuelo completamente desnudo con toda la verga empalmada, mi primer hombre en pelotas me causó mucha curiosidad, la verdad. La cara de mi madre se perdió de mi vista de repente, se mostró el cipote del abuelo grande grueso ante mí apuntando al techo de lo dura y rígida que la tenía, también era la primera vez que yo veía uno así real. Con mi madre despatarrada, separadas las piernas al aire completamente abierta, el macho se inclinó y se acomodó en medio de ellas. El panorama que se mostraba eran sus cuerpos yacidos ofreciéndose de lateral desde el culo de ambos… el de mi abuelo sobre mi madre con todo el coño abierto… sin dilación la tranca se clavó en su coño de un solo envión hasta las mismas pelotas. Se comían las bocas a la par que el martillo pilón del viejo horadaba las entrañas, donde estuve nueve meses y por donde nací. Las piernas de mi madre se arqueaban con movimientos lentos, luego las manos se deslizaron agarrando las nalgas de mi abuelo atrayéndolo hacia ella para que no saliera de su coño entre gemidos y palabras de ella como…

- “¡Mmmmm, aajj, aajj, sí, así, mmmm, aahhh, aaahhhh!¡Muevete más, así! ¡Métemela hasta adentro, la quiero toda! ¡Más rápido, más fuerte cabrón…! ¡Lléname el coño de leche! ¡Me encantas como me follan los machos de verdad...!

Mi abuelo se agitaba la cadera más rápido, empezó a jadear más fuerte diciendo… 

- ¡“Empuja con fuerza, quiero sentirlo todo! 

- ¡¿Te gusta como te tengo ensartada, nena?!”

Otra vez la cama parecía que se desarmaba, estuvieron así un rato y luego mi abuelo se detuvo… 

-“Ponte empinada anda”.

Mi abuelo se puso de pie en la orilla de la cama… volví a contemplar su mostrenco pese a estar a oscuras, mi madre se acomodó rápido en la cama y pego su cara a la cama poniéndose a cuatro patas con el culo hacia mi abuelo que le acariciaba las nalgas a mi madre…

-“Me encantan tu culazo, Carmela”.

-“Métemela abuelito, no me desesperes más”, le decía mi madre.

El abuelo agarró a mi madre de la cintura, y sin guiar su maza la empotró y se empezó a moverse despacio dentro de ella… 

-“¡¿Te gusta cómo se siente?!” 

Mi madre contestaba que entraba muy bien… que se sentía completamente llena de macho. 

-“Me abres el coño mucho…, te amo gordito”.

En eso mi abuelo le dijo… -“A ver muévete quiero que te ensartes tu sola mi polla”.

Mientras el abuelo Fernando se quedaba quieto, las nalgas de mi madre empezaron a moverse estrellándose contra la pelvis del macho… lento pero con fuerza. Se escuchaban los chapoteos que hacían sus nalgas al chocar contra mi abuelo “¡Plas plas plasss!”A ese ritmo la cama los acompañaba con sus rechinemos y crujidos de desajustes. Yo ya estaba excitada, mi vagina la sentía húmeda y todo eso era nuevo para mí…, ese lenguaje y verlos en esa forma apareándose. De repente empezaron a moverse los dos… mi abuelo empujando hacia delante y mi madre hacia atrás con un ritmo fuertísimo… 

-“¡Así abuelo toda dentro…Me encanta esto!

-“Carmencita me encanta tenerte así bien ensartada sabes que te amo que me vuelves loco”

En eso mi madre… -“Me voy a correr… métemela así sigue, así fuerte...no me dejes ¡Quiero correrme con tu polla dentro!” 

Ahí puso la cara y las tetas de mi madre sudada, apoyándose con las manos  todo contra el colchón… 

-“Mmmmm, aaajj, aajj, ssii, siii, assiiii, mmmm! ¡Muévete MÁS! ¡Dame, dame verga, dame duro! ¡Dame, fuerte, rápido, así, así abuelito! ¡Ya, ya, ya siiiiii!”

Ambos a toda velocidad y yo la verdad estaba excitada…, era una de mis primeras veces ya comprenderán como me sentía. Mi abuelo en plena euforia orgásmica le reclamaba… 

-“¡¿Te gusta mi verga…dime te gusta?!”

Mamá le contestaba entre jadeos con la voz entrecortada hiperventilando… 

-“Sí, síii… me encanta tu recia polla. Sabes que soy tu puta y me encanta la verga gorda de mi macho... Y la leche que me das.”

No podía creer lo que oía en esas frases que se decía ambos… mi abuelo tan serio y tan amoroso conmigo y  con todos diciéndole eso a mi madre… la verdad no lo creería si me lo hubieran contado alguien. Ya se hallaban en plena vorágine y el abuelo arreciaba duro asiéndola con fortaleza del culo. Mi madre empezó a gritar fuertísimo juro que se oía hasta en el pueblo más cercano… 

-“Me estoy corriendo abuelo”.

Él se apuntó al orgasmo también, cambió sujetándola de los hombros atrayéndola a su pelvis justo cuando la hincó el bálano a fondo y comenzó a correrse dentro de su coño… 

-“Sí que buena leche caliente ¡Lléname cabrón...!” 

Decía mi madre al percibir el primer lechazo.

Mis bragas estaban chorreando de fluidos rezumantes de mi chochito, viendo como le atizaba el abuelo a mi madre en largas convulsiones gruñendo como un cerdo al tiempo que eyaculaba en lo más profundo de la vagina materna… embutía la tranca hasta los huevos y descargaba chorro a chorro todo su esperma espeso, aliviando toda la tensión del día en la hembra, en este caso mi madre con ella a cuatro patas y mi abuelo follándosela por detrás…,me quedé unos minutos observando cómo le empotraba toda la polla a mamá manteniéndola unos segundos asegurando la inseminación de la hembra…, se metía entera en pleno desove e inseminación profunda… 

Aquella imagen no tenía muchas diferencias a lo que los sementales hacían con las yeguas…, pronto llegué a una clara asociación entre las montas de las yeguas por sus sementales y las que realizaba el abuelo a mi madre y abuela. Por miedo a ser descubierta me metí de nuevo en mi cama sin hacer el mínimo ruido ¡la pobre llevaba años sin marido, en el dique seco! No me importó que el abuelo cubriese a mamá como a una yegüita… trabajaba mucho y merecía disfrutar, y para ese menester en aquellos lares, el único semental disponible era el abuelo Fernando. Me asombró sobremanera el buen cipote que portaba, era una pieza digna de un gran semental…con esos genitales pronto preñaría a mi madre si no tomaba precauciones, tenía unos huevones enormes y la polla era digna de uno de los caballos que teníamos en el picadero.

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Nos encontrábamos en pleno abril unos días después de ver como copulaban mi madre y su suegro. Aquella mañana tras el desayuno el abuelo comentó de bajar una de las yeguas para que el caballo la cubriera, así que a la tarde estaban mi madre aguantando la yegua y mi abuelo con el caballo en la operación de monta de mamporrero. A mi madre se le veía hasta la barriga, hacía un poco de calor y solía ir ligera de ropa… parecía que los botones se le habían roto o desabrochado, pero ni se inmuto. Una vez terminado mi madre dirigió la yegua a una corraliza y el abuelo llevo al caballo a su cuadra, al rato veo como el abuelo se dirige a la corraliza donde entró mi madre, que es donde normalmente aparean a los sementales con la yaguas, y tardaron un buen rato en salir…mi madre salió con la cara colorada como un tomate, no era la primera vez que los veía en de esa guisa, en tanto me aseguré que no me viesen, ¡Debía averiguar que pasaba después de la monta! 

Pasaba el tiempo en la graja con una vida tranquila, a veces monótona en la que algunas noches sentía gemir a mi madre o a mi abuela según la habitación, no me cabía la menor duda de que mi abuelo se las follaba a las dos con bastante frecuencia, naturalmente con el consentimiento de la ama de casa y señora del semental, claro que a está también le daba lo suyo, pero quien mandaba era el abuelo y si al él le apetecía follarse a mi madre lo hacía con o sin el beneplácito de la abuela. Pienso que todo era cuestión de supervivencia en una casa de campo lejos de cualquier sitio a más de 15 Km, y ambas hembras activas, tenían que descargar de alguna manera y en casa sólo había un hombre para satisfacer a ambas. Mi abuelo como pude comprobar más tarde era un macho que dejaba en mantillas al mejor semental…, capaz de follarse dos veces a mi madre y quedarle fuerzas para satisfacer a su esposa.

Por abril comenzaba la época de apareamiento de los equinos, que siguen una serie de pautas a la hora de aparearse. Todo comienza con la aparición del celo en las yeguas cada tres semanas. Son precisamente estas jornadas primaverales, en los que los días y la luz del sol duran más, los momentos perfectos para que el apetito sexual de las yeguas se despierte. Este periodo de celo tiene una duración aproximada de unos cinco días, y es en esos días cuando el semental realiza más cópulas. De nuevo se dio la situación de cubrir a otra yegua al ver que la vagina de la yegua más joven presentaba los síntomas inequívocos que ayudan a estimar la aparición del celo. Estos signos son el hinchamiento de la zona de la vulva y la secreción de flujo por la misma. Entonces la hembra está predispuesta a la aceptación del semental. Aunque la edad ideal para comenzar a montar a una yegua son los cuatro años, mi abuelo adelantó la edad de la yegua joven, así que ese año con solo tres iba a ser desvirgada y preñada por el gran macho

Avispada como soy antes de que llegaran me metí en la corraliza especial de monta…me subí encima de un montón de paja y esperé, esa vez iba a ver lo que realmente ocurría en el picadero. Entró mi madre con la yegua joven y la amarró en su sitio y se puso a mirar por la ventana de la cuadra, estuvo un rato esperando…, cuando llegó el abuelo con el gran semental, este no tardó mucho en oler a la yegua y ponérsele el cipote como una lanza por lo largo y duro. Como la yegüita estaba en celo segregaba feromonas por medio de la orina, haciendo que el semental se acercarse a la hembra. Es curiosa la manera en la que el macho reacciona, puesto que levantó el labio superior y olfateó el aire con gran énfasis. Una vez que el caballo estuvo cerca de la potra, mostró toda una pose altiva para lo cual arquea el cuello. Es la forma de parecer atractivo e imponente, por eso destaca especialmente los músculos de cuello y hombros. Se montó con las patas delanteras sobre la yegüita, y el falo se enderezó súbitamente poniéndose tieso buscando el coño de aquella virgen potra… una, dos y tres picadas y ¡Zas! Se la embutió a tope con la ayuda del abuelo. El coño de la yegua se abrió tragándose todo el badajo con un relincho de incomodidad y gozo al sentir que la estaba follando en plena ovulación… esa gran polla era lo único que le aliviaba la desazón a la jovencita yegua, solo tendría que soportar los embates unos segundos, dado que las folladas duran poco antes de quedar inseminadas. 

Así pues, desde el inicio de la cópula transcurrió no más de veinte segundos. La eyaculación del caballo se produjo con una cadencia de diez impactos que se acompañan de un movimiento de cola que iba de arriba a abajo. Esto no sólo indica la frecuencia de eyaculación sino también que la hembra está aceptando el semen en lo más hondo de su vagina. Mi abuelo se volvió a llevar al macho hasta otra monta. Solían hacerle unas dos o tres veces al días para asegurar dejarla bien preñada. Algo curioso en los apareamientos equinos es que, a veces, es la yegua la que toma la iniciativa, es decir, la que se acerca al macho y lame con avidez su prepucio. Cuando un macho ha copulado tres veces en ese día, es muy difícil que vuelva a montar otra vez, pero a veces las técnicas de la yegua dan resultado y la cópula tiene lugar. Es también curiosa la brevedad del coito. Hay que ser conscientes de que el caballo salvaje es un animal acostumbrado a la huida con el peligro, y su instinto de supervivencia le obliga a no detenerse más tiempo del estrictamente necesario. Además, una buena follada satisfactoria de la yegua depende sobremanera de la intensidad del estímulo, por eso el cipote del caballo es de gran tamaño, para generar el orgasmo en la yegua instantáneamente haciéndola gozar y asegurar su preñado.

No llego a comprender qué motivó a mi madre a follar con mi abuelo paterno. Todavía pienso que se trató de un tema de cubrir carencias ancestrales…pero nunca lo he tenido claro. A claras luces mi abuelo era un gran macho semental, fornido y viril que hacía gozar a la muy zorra de mi madre como si fuera una jovencita recién desvirgada. Durante la época de celo de las hembras equinas, y su apareamiento la intensidad de fornicaciones de mi abuelo a las hembras de la casa, a excepción de mí, eran más frecuentes que en el invierno, tal vez porque la primavera la sangre altera o la participación en la monta de las yaguas. Mi abuelo como buen macho se avivaba con la situación teniendo a mi madre cerca y finalmente se tenían que desfogar mutuamente tras la monta.

Mi madre se metió en un rincón frente al pesebre, al poco entró mi abuelo y se dirigió donde estaba mi madre, 

– “Te veo un poco estresado”, Dijo ella.

– “No imaginas cuánto”. Se acercó lentamente sonriendo con ternura.

– “Parece que necesitas ayuda de tu nena preferida”.

– “La verdad es que estoy muy tenso”.

– “¡¿En serio?! Le apuntó arrodillándose entre sus piernas.

Le sacó la verga y comenzó con sus caricias… Empezó con una paja poniendo su cara a escasos centímetros del gran falo de su suegro.

–“Espera” 

Dijo ella bajando sus pantalones, para dejar despejados los fastuosos genitales del abuelo. Apareció le estaca de más de un palmo y los pesados cojones que deberían estar bien llenos de lefa espesa. Al volver allí arrodillada, retomó su labor masturbadora con su mano derecha y con su izquierda presionaba el escroto hacia abajo estirando de sus testículos y en consecuencia estirando aún más la piel del prepucio. No fue necesario mucho rato para hacer que aquella arma de destrucción masiva llegará a sus dimensiones máximas. Tras lograr una erección completa, tiró el forro del prepucio para dejar descubierto y tenso, el rosado y brillante glande. Para proseguir con pequeños besos en la punta, muchos y suaves, provocándole pequeñas cosquillas. Poco a poco siguió con lamidas cortas y suaves, para continuar con unas más largas y cargadas, hasta lograr lamerlo en toda su extensión, soltando su mano derecha. 

Besó y lamió como una puta, sus orondas bolas, las lengüeteo y se tragó una a una como si fueran caramelos de Semana Santa, y volvió lamiendo mi tallo desde la base hasta la punta. Para engullirlo finalmente en un ritmo frenético, profesional, con sus manos en las caderas del abuelo. Lo tragaba como experta. Una mano estaban bajo mis bragas torturando el clítoris, extasiada miraba como se perdía la verga en su boca con cada succión. Su lengua envolvía cálidamente la maza dentro de su boca. Sus labios circundaban con la presión justa ese rabo, adaptándose en cada bajada y subida, a la forma de este.  A pesar de lo placentero de su actuar no estaba logrando hacerle correr al semental.

–“Carmela… Necesito algo más de ti… No puedo sacar de mi cabeza volver a llenarte”.

Al momento ella sacó mi falo de su boca y sonriendo…

– “¡¿A si…?! Parece que te estás poniendo cada vez más exigente. ¡Vas a conseguir preñarme como los sementales hacen con las yeguas”.

– “No se trata de eso nena, es que quiero sentir el placer que significa penetrarte”.

– “mmmmm… Aun así, creo que es muy pronto… Pero puedo ofrecerte otra cosa antes”.

Se puso de pie y desabrochó la bata dejándola caer al piso. Dejando a la altura de su cara sus rebosantes tetas atrapadas en un gran sostén.

– “¿Te gustan?”

– “Me encantan”.

– “Y como sé que te encantan… hoy no las has probado como debes”.

Llevó sus manos a broche en su espalda para soltar su sostén. Apenas soltó la prenda sus tetas se descolgaron pesadas según su caída natural, tras las copas del sujetador. La ansiedad del macho hizo que le ayudara por su cuenta soltando los breteles moviéndola sobre sus hombros para que cayeran hacia los lados. Y sus mamas maravillosas quedaron al descubierto. Eran hermosas, gigantes, blancas, con unas aureolas de unas 7 centímetros de diámetro y unos pezones grandes y erectos de unos 2 cm de largo. No aguantó y con uno en cada mano los tomó desde abajo sintiendo el peso reposado de esas enormes masas a medida que las levantaba. Los juntó en el centro y se acercó a besarlas con hambre. Sus pezones apuntaban a mi abuelo llamándole a chupar y lamer. Disfrutaba del contacto cálido de sus ubres, del sabor de su piel y su suavidad al colarse entre sus dedos. La abrazó con su brazo izquierdo, atrayéndola con fuerza mientras mamaba su pezón derecho y amasaba su teta izquierda. Ella se sentó encima de sus piernas con su brazo derecho en su cuello y con su mano izquierda bajó a seguir ordeñando la verga. Su suegro la sujetó con las grandes manos por su culo, mientras seguía mamando sus tetas y ella continuaba con la paja, y mamando la punta cuando aparecía por arriba, le escupía en el canalillo para lubricar y así estuvo un buen rato hasta que el abuelo Fernando la espetó diciéndole… 

-“Ahora quiero que me des tu coño... ¡Vamos a llenarte el útero!”

-“¡Vas a conseguir preñarme, pedazo de cabrón!"

Mi abuelo y mi madre necesitaban pocas palabras para entenderse e iban directos….Se puso en pie a la orden del viejo y se puso inclinada apoyando sus manos en el pesebre formando una escuadra a 90º. El abuelo colocado detrás, se bajó los pantalones del todo y en nada le enchufó la verga por el coño… estuvieron follando como locos, mi madre gemía extasiada de gusto mientras yo excitada debía aguantar sin moverme a que terminaran. El abuelo sujetaba a mi madre de las caderas para asegurar una buena clavada que le ejecutaba hasta los mismos huevos una y otra vez…, ella a la par recibía los pollazos de mi abuelo con toda naturalidad. El calor de su sexo envolvía su miembro viril de manera completa, con sus húmedas paredes de suavidad absoluta. Sus músculos vaginales recorrían la longitud de mi falo estimulándolo en toda su extensión. Lo más delicioso debía de ser la sensación de su glande apretándose en lo más profundo de ella cada vez que la empotraba con fuerza hasta la misma cepa de su pollón contra la pared vaginal. Con sus manos ayudaba a llevar el ritmo sujetándola desde sus grandes nalgas. 

El semblante del abuelo le delataba en el paraíso disfrutando de uno de los mayores placeres que nos ha regalado la naturaleza… el sexo fogoso, con machos como mi abuelo y hembras ardientes y hermosas como mi madre y mi abuela .Se sentía envuelto por su cuerpo, usándolo como su objeto de placer. Aquel formidable badajo entraba y salía de su vulva empapado totalmente. Con empaladas más lentas y profundas siguió moviéndose, manteniéndose cadencioso y apretada su polla en el estuche de mamá… en lo más dentro y apretando con que sus músculos internos podían realizar.

Al abuelo le notaba que acabaría en cualquier momento porque abrazó a mi madre tomándola desde sus hombros hacia él con firmeza, para presionarla contra su pelvis. Logró que le entendiera y empujó también ella durante todo el rato. Fue como presionar un botón con la punta del grueso glande, y al sentirlo éste como se apretaba en sus profundidades, el abuelo Fernando inició sus convulsiones previas a la inminente eyaculación. El semental la seguía follando e incrementó el ritmo asiendo fuertemente a su nuera por el cuello y hombros para que no se escapase de sus acometidas. Yo observaba desde arriba como la polla se embutía en el coño de mamá a través de la gran raja de su culo totalmente abierto para el regocijo del macho. El tamaño de ese falo era extraordinario y proporcionalmente mayor del que tienen los caballos atendiendo a la diferencia de envergadura de un humano y un equino...

¡Efectivamente, allí pasaba lo que pensaba! ¡Mis sospechas se habían confirmado!

El pollón del semental se puso engatillado endureciéndose la masa fibrosa fálica, y al momento se produjo el primer disparo de su uretra. Mi abuelo descargó con fuerza sobre mamá con un bufido llenándole el coño de leche. La apretó fuertemente para que no se moviera mientras recibía chorro tras chorro de lefa espesa cargada de millones de “Fernanditos” que se apresuraría a navegar desde la cérvix, tropas de Falopio arriba. Ella apretó su mano en las gónadas el semental por entre sus piernas entre gritos gemidos de placer que seguramente se escucharon en toda la zona, como queriéndolos escurrir. 

El macho pareciera que liberase litros de semen en sus entrañas por las fuertes convulsiones y gruñidos de verraco que también soltaba al eyacular con toda la presión de su embravecido garrote. Varios disparos contundentes que no paraban de salir de su glande. Ella se estremecía con cada uno. Sentía como temblaban sus carnes sobre el cuerpo viril de él, hasta que todo se fue menguando pasados unos segundos, que dejaron de moverse, gritar, gemir y de eyacular….Quizás no temían lo que pudiera suceder después, dado que fornicar era algo que sin duda buscaban ambos. Pero una vez concluida la follada tremenda recibida, no se pararon a hablar sobre ello y las consecuencia nos incumbía a toda la familia… mi madre era fértil, mi abuelo era fértil y las llenadas de esperma en su útero eran constantes… “Blanco y en botella… ES LECHE”

Una vez acabaron tomando compostura, observaron al caballo joven de la corraliza de al lado llevaba rato algo nervioso tras ver como el gran semental se montaba a la joven yegua…. Debió de llegarle el olor de las feromonas de la potra. Así que una vez desfogados se acercaron a verle, vi algo que me sorprendió aún más que verificar que mi abuelo acaba siempre con toda su leche dentro del coño de mi madre, y fue cuando aluciné en colores al distinguir a mi abuelo sujetar al joven caballo. Mi madre se dirigió a su suegro…

-“¡Déjame que se la empalme! Vamos a comprobar si ya es un buen semental…”
En ese momento descubrí el talento de mi madre para testear a un buen semental para la monta, por instinto o por el sabor de la testosterona del macho, ella podía averiguar si el esperma era idóneo para ser un buen semental.

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Le empecé a manosear la polla calmando al impetuoso potro, enseguida comenzó a asomar una verga de unos 20 cm, estaba algo erguida, de color rosado y blanco con un grosor bestial. Continué manoseando el gran pollón equino, que siguió creciendo y poniéndose más dura, se convirtió en un garrote tremendo como mí el brazo o algo más. Me encantaba ver como una mujer de 1’65 de altura y 55 kg de peso, era capaz de dominar a un macho de más de 350 kg y una fuerza bestial. Sentía su olor en mis manos, su polla era de piel suave al tiempo que su dureza era musculada y fibrosa ¡estaba excitadísima con aquel cipote joven!

Me atraía poder mamársela hasta que me inundara mi boca de semen. Se lo acaricie unos veinte segundos que fueron maravillosos y casi me desmayo del morbo, me excité más aún al sentir el tacto muy suave y caliente del pollón de color rosita y manchas blancas que parecía estar diciendo cómeme. Ya pasaba de los 35 cm, en eso mi suegro…

-“Vamos nena, creo que es hora de ver si es buen semental"

-“¡Quieres ver como se la mamo! Ok, voy a comprobar si su leche es de buena calidad y está preparada para preñar a las potras”

Sin esperar alguna respuesta por parte de él, besé y succioné el enorme glande, con mi lengua lamia el tallo de aquel descomunal falo y luego me engullí el gran capullo como pude. Por el semblante que tenía el abuelo, le resultaba un espectáculo placentero y agradable ver como su nuera subía y bajaba su cabeza mientras chupaba la gran polla del equino a la misma vez que mis manos la pajeaban. Era tan grande que no podía albergarla por completo, esas pollas equinas son descomunales pero me gusta darles placer y aliviarle su necesidad imperiosa. Cada vez más, aumentaba el ritmo y la succión, mi lengua jugueteaba con su glande enérgicamente hasta que mi suegro tomó la iniciativa movido por la gran mamada que le estaba haciendo al animal en cuclillas. Me levantó cogiéndome de la cintura y me abrió las nalgas, en un instante calzó su potente verga en mi ano, follándome de una manera brutal, llegando a notar el golpeteo de sus huevos en mi vulva. Empalada por el culo por mi suegro y mi boca llena de la hermosa polla del animal, me sentía volar al sentirme deseada como hembra por tan buenos machos.


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Mi madre abrió su boca todo lo posible, aún así el ritmo que llevaba era muy alto. El caballo se mantenía quieto por las riendas que sujetaba mi abuelo a la par que penetraba a mamá sujetando su culo con una mano. Era demencial ver a la mujer hacerle la gran mamada, o sea, chupaba y pajeaba con las dos manos hasta que el caballo se corrió. ¡Joder menuda corrida! Comenzó a salir un surtidor de semen soberbio y la mujer con el capullo equino metido en la boca se tragó toda la leche calentita del animal, tanta era la cantidad que se desbordaba inundando toda la cara y sus pechos. Mi madre se mantenía impasible bebiendo el semen del equino con la boca repleta de líquido blanco en una gran cantidad, pues estos animales cuando se corren sueltan mucho semen debido al tamaño de sus testículos ¡La muy puta! Se tragó todo el esperma que pudo llenándose el estómago de lefa equina, a medida que eyaculaba se lo zampaba sin grima alguna ¡Sin duda la leche de aquel joven semental le gustaba! Con lo que le llenó el abuelo, como si de una fuente de leche calentita se tratase… dado que lo que eyaculaba mi abuelo por esa gran verga era comparable al gran semental. Aquella mañana mamá se fue bien servida de lefa por su coño, y por su boca… chorreaba semen por todo su cuerpo, oliendo a macho como una cerda.




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-“¿Qué te ha parecido el nuevo semental? Preguntó mi suegro.

Me puse de pie con buena parte de la corrida sobre mi cuerpo, debía de parecer una zorra y jugué a ello…, empecé a jugar con el último trago de esperma en la boca, para luego tragar todo con una sonrisa. Yo solía ser la catadora de esperma en los machos jóvenes que estaban predestinados a ser grandes sementales. Mi suegro los elegía por su porte, fortaleza y hechuras, mientras yo le daba el visto bueno a su semen por su sabor, acidez, consistencia gelatinosa y cantidad eyaculada. Formábamos un buen equipo, donde nunca fallamos con nuestro veredicto tras hacerlo todo el chequeo al semental… resultaban ser grandes copuladores y preñaban al 100%de las yeguas.

-“Tiene un sabor bastante agradable, gelatinoso y consistente… eso significa que tiene mucho esperma y va a preñar fácilmente a la yegua. Además se le pone dura rápidamente, con lo cual la cópula la tenemos asegurada”

-“¡¿Entonces podemos decir que ya tenemos un buen semental sustituto?!”

-“El padre aún es bueno y no lo podemos retirar, y este aún se tiene que acostumbrar al mamporro, pese a que ya eyacula casi un cuarto de litro de leche”. 

Estimó mi madre.

-“¡¡A las yeguas las va a tener bien abastecidas el muy cabrón!!”

-“¡A mí me ha puesto perdida de lefa, más todo lo que me he tragado, no ha sido poco! ¡Me encanta la leche de verga, joder!”.

Estaba satisfecha pero sabía que aunque el abuelo hubiese acabado una buena corrida en su coño esa mañana no estaba completamente saciado… ¡Es más inagotable que el gran semental! Y a mí me faltaba un punto… así que posiblemente me lo follase una vez más antes de acabar el día. Hicimos las tereas que nos faltaban y nos fuimos a comer…. Mi hija y mi suegra andaban atareadas en la cocina preparando las viandas, ellas se encargaban de la casa y mi suegro y yo de las faenas más duras de la graja. Nada más entrar por la puerta mi suegra me mira de arriba abajo viendo que me hallaba salpicada de lefa por toda la bata y parte del pelo, cara y otras partes del cuerpo.

-“¡Vaya parece que hoy ha sido dura la batalla!”, decía ella con gracia dirigiéndose a mí.

-“Pues cuando te puedes imaginar cuando llega esta época Matilde. Los caballos dan mucha faena y con el abuelo ya sabes, estoy a sus órdenes”,  le dijo mamá con total confianza.

-“En estos días se pone como un verraco, esperemos que dentro de unos días se canse y aminore, sino nos va a matar a las dos a base de pollazos…”. Se le escapó, y miró a su nieta diciéndole con la vista que obviara lo que acaba de oír. -“No pasa nada, ya no es tan niña y ya sabe de qué va lo de la monta… ¿Verdad cariño? Es ley de vida”. Dijo el abuelo.

-“Aun es muy niña, solo tiene 17 años…”
Apunté haciéndole ver que no era tan mayor como su cuerpo mostraba.

-“Hija….Contigo aquí ya me liberé en parte de este animal….Ahora he vuelto a ser una mujer felizmente casada” 
Comentó Matilde con regodeo.

-“¿Y eso qué? Casada o soltera, en esta casa da igual, yo cumplo como se debe cumplir con todas las hembras. ¿O no creéis que sea así? La labor de todo hombre en su casa es mantener a sus mujeres satisfechas… que no les falte de nada.” 
Espetó Fernando imponiendo las cartas machistas sobre la mesa, se hizo el silencio unos segundos y de pronto la abuela rio en respuesta no dando importancia a la subida de testosterona.

Cuando la abuela volvió a echar un vistazo, el abuelo sostenía una mano debajo de mi bata sobándome las bragas mientras yo ponía las cosas sobre la mesa. Me quedé unos segundos recibiendo las caricias del hombre aguerrido de aquel hogar… ¡Me gustaba el abuelo porque era un hombre de verdad plantado en su sitio en su rol tradicional como debe ser un hombre y un macho! Después introdujo un dedo en mi coño y luego otro apartando a un lado la prenda… subió cuidadosamente por toda mi raja al clítoris y lo masajeo un instante, la abuela salto…

-“Saca las manos de ahí que después van al pan”. 
Cuando le dejó el plato de comida se fijó en su empalme. 
-“Vaya, pero si sigues bastante entero. ¡¡A poco te vas a quedar así Fernando!! Esta puta te pone más dura que la Viagra...” 
Le espetó mi suegra en un tono más descarado. Me puse las bragas en su sitio hasta acomodármelas. En agradecimiento, le di un tierno beso al abuelo al mismo tiempo que una de mis manos se topó con el miembro duro y erecto. Noté que se la había puesto tan firme como cuando le hice la mamada…, me senté entre mi hija y el hombre, aprovechando frotar uno poco más aquel pedazo de carne. Fernando me acarició el rostro…

-“Si continuas así me vas a correr aquí, en tu hermosa carita”. 
La mirada de Matilde era inquisitoria, la de Laura divertida ante tal situación casi grotesca, y yo me sonrojé bajando la mirada un poco avergonzada.

-“Parece que no habéis tenido bastante ¡¿No?! ¡¿Por qué no lo dejáis para después de comer…?!” Dirigiéndose a su esposo le dijo… -“¡Y ya le das buena cuenta en la siesta si tanto le apetece!” 

-“Pero qué dice Matilde yo…”

-“Si hija, si te huele el coño desde aquí de lo chorreando que lo tienes… ¡Y no se olvide para la próxima vez que te sientes a la mesa darte una ducha y cambiarte de ropa, que estás perdida…!”

-“¿Por qué dices eso…? ¿Perdida de qué…?” 
Le contesté queriendo ignorar los chorretones de esperma reseco del joven semental, de los que ya no me acordaba.

-“Ay nena, porque va a asearte. ¿Acaso no te estás oliendo?” 
Me dijo Matilde como señalando lo obvio sobre mi bata y un poco en mi cabello pegado en mechones.

-“¿A qué está oliendo…?”
Preguntó incisivo el abuelo maliciosamente.

-“Pues a qué va a ser, a macho y debe ser un macho con mucha testosterona en su semen… mira como la han dejado perdida de leche por la cara, el cabello y la baja ¡Joder menuda corrida le has pegado a la pobre! Entre tú el el semental, la habéis servido bien...” 
Nos dijo Matilde poniéndome las mejillas más rojas que un tomate. El abuelo se rio…

-“La abuela tiene razón… hueles a la leche de caballo. Pero a mí me gusta mamá, por mí no hace falta que te duches… es un olor agradable”. 

Respondió Laura sorprendiéndome. No era de extrañar si asistía a las montas regularmente y se quiera o no después de la eyaculación equina, el olor a semen lo impregna todo durante unos minutos.

-“No te preocupes Carmela. ¿Qué te parece si después nos echamos una siesta, si a la abuela no le apetece claro?”.

-“No Fernando, tengo muchas cosas que hacer después de comer… ¡Esta noche si aún te quedan fuerzas!” Contestó la abuela.

Yo no me hice mucho de rogar, acepté echar una cabezadita con él durante la siesta. Era más que obvio que al abuelo le encantaba retozar durante esas horas de relax, y las mujeres le dábamos el gusto, lo queríamos mucho y teníamos asumido cada uno el rol que nos correspondía en esta vida… máxime sabiendo cuanto trabaja a lo largo de la semana el hombre en su puesto de la fábrica de harinas, más la faena de la granja… ¡Se merecía el gran descanso del soldado tras la batalla con final feliz! Lo besé en señal de asentimiento, a la par que mi mano a la altura de su enorme miembro masajeaba con fruición mirándole a la cara. Nada más acabar de comer, mi suegro marchó a mi cuarto. Se podría pensar que la conversación de sobremesa no era la más adecuada para una niña de 13 años, y así es, pero ya debía de estar acostumbrada porque no era la primera ni sería la última vez que pasase. 
En aquella casa había una premisa fundamental, y era ser natural tratando a las cosas como son sin eufemismos, lo acaté enseguida y mi hija también, y eso espantaba a mis cuñados que nunca aparecía por allí. Yo terminé de recoger la mesa y mi suegra se encargó junto con la niña de lavar los platos y limpiar la cocina, mientras me daba una ducha y me cambiaba de ropa, acto seguido, fui a la habitación y allí estaba el macho de la casa. Me acosté sobre la cama…

-“Hola Carmencita, hueles muy bien”
Me decía mientras olfateaba mi cuello susurrándome al oído. El abuelo podía ser tierno en la misma medida que follando un animal, esa adaptación de su actitud me mostraba la seductora masculinidad de aquel macho y lo que a mí me gustaba de un hombre de verdad.

Fue bajando por mi cuerpo hasta dar con mis tetas con las que se enzarzó, me mamó y chupo los pezones haciéndolo saltar de gozo…los mordisqueaba como un caníbal. En su periplo por mi vientre acabó en mi coño, llevándose su boca hasta mis labios vaginales y empezó a estimular con su lengua su clítoris mientras metía un dedo en su interior, aquel dedo entró fácil pues estaba bastante lubricada. Me lo estaba pasando bien. Cada minuto mis gemidos aumentaban de decibelios, más y más…. Estiré mi mano en busca de su espolón… la polla de Fernando era un mostrenco de más de 20 cm de larga y 5 de ancha en la base de donde le colgaban unos testículos que no cabían en una sola de mis manos, pero no era solo la buena pieza de entre sus piernas, sino la capacidad de follar de aquel hombre insaciable que rebosaba testosterona por todos sus poros. Eso lo sabía bien su esposa, y aún con 55 años era un gran semental ávido de hembra.

Mi suegra, la pobre los pudo aguantar bien durante 30 años, pero una vez sobrevenida la menopausia su libido se vino abajo, sus apetencias de hombre eran cada vez menos y su esposo le exigía las misma cantidad de polvos que siempre…, por eso cuando aparecimos en casa hace unos años se alinearon los astros para la mujer y para mí también, permitiendo que yo fuese la hembra joven de un marido insaciable de sexo…, así como suena. Fui el aliviadero de mi pobre suegra que durante muchos años tuvo que soportar ser follada dos y tres veces al día en las épocas de mayor celo del abuelo. Que me follase a mí no significaba que a ella no la abastecía de verga, también le daba lo suyo, sobre todo ahora en primavera en la época de monta tenía al macho envalentonado, tal vez de ver a los sementales montar dos y tres veces a las yeguas con mi ayuda. En tanto este día de la monta de la potra más joven, ya me había follado en las cuadras y en la siesta más cómodos llegaba la segunda tanda de pollazos, pero podía permitirse una tercera, quizás con su esposa…de momento me comía el coño…

-“¿Te gusta estar comiéndole el coño a tu nuera? Es el mismo coño que has llenado de leche hace unas horas… ¡¿Te gusta como sabe..?! ¡¡Vamos abuelo…No pares cabronazo!!

Cambió de táctica y empezó a follarme el coño con la lengua, metía su lengua dentro de la vagina…, yo me estaba deleitando, eso se debía de reflejar en mi cara, mientras él saboreaba mis flujos pudieron pasar más de diez minutos hasta hacerme correr como una perra. Se envalentó…

-“No pares abuelo, ahora no lo dejes Por Dios… me voy a correrrrrr”. 

Me hizo caso y se enzarzó más comiéndome el clítoris a la vez que dos dedos hurgaban frenéticos dentro de mi coño a toda máquina, y ¡Zas! me corrí. Convulsionaba y solté un chorro de fluidos directo a la cara del viejo…, continuó lamiendo mi conejo hasta quedar pasiva. Luego se levantó e hizo aparición el gran estoque que me tenía preparado, me abrió de piernas, poniéndose de rodillas ante mí, enfiló su oronda cabeza similar a un casco alemán a mi raja hambrienta de macho. Mirándome se puso sobre mí con sus fuertes manos me abría las piernas a ambos lados de su cintura al tiempo que le agarraba de los huevos sopesándolos…

-“¡Vaya sí que pesan! Los vuelves a tener a tope de leche como dices… y son el doble de grande que los de mi marido, de ahí la ingente cantidad de semen que tienes preparado siempre…”

-“Prepárate para gozar nena... me muero por probar tu chochito otra vez y reventártelo bien…”

Y empezó a insertar el badajo en varias clavadas dentro de mi dilatada y caliente vagina mientras tomaba una de mis tetas y lo masajeaba mientras alaba mi pezón tieso. A esas alturas estaba jadeando de placer recibiendo los empellones de su recia verga, sus empujones me empotraban contra el colchón una y otra vez…


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Yo alucinaba con las palabras de mi madre, y ya no había vuelta a atrás, sabía que ese pedazo de macho que era mi abuelo se estaba tirando a mi madre, la penetraba con ese pedazo de polla que daba pavor verla y por si fuera poco, pensaba correrse dentro de ella el muy cabrón una vez más. Cualquier amiga mía no creería lo que pasaba en la granja de mis abuelos. Veía a mi madre ahí, completamente ofrecía y convencida tumbada sobre la cama que a veces compartíamos, siendo follada por mi querido e híper dotado abuelo Fernando encima de ella, abierta de piernas taladrándola salvajemente….

-“¡¿Quieres ser la madre de mis nuevos hijos…?! ¿Te gusta que te haga mamá otra vez…? No di crédito a mis oídos…

-“¡Follarme! ¡Por favor, Fóllame…!

No reconocía a mí madre diciendo eso y me di cuenta de que el abuelo hacía con ella lo que quería.

-“¡Eso pensaba hacer! ¿Preparada para sentir la verga de tu semental más dentro? 

Decía al tiempo que la miraba desafiante, y cogía con una mano a mi madre del cuello y con la amasaba sus tetazas. Su mazo hasta se calaba entero en su chocho hinchado abriendo los labios vaginales de mi madre sin dejar de presionar… 

-“Entonces quieres mi leche en tu coñito otra vez… ¡¿Verdad?!”

-“¡Gmmmm!”

Consigo articular mi madre al notar su polla pugnando para abrirse paso en su interior, pareciendo no querer acabar de entrar pero de improviso, el gordo capullo la atravesó de golpe. ¡Gmmmm!” Protesto.

-“Relájate que ya está dentro y ahora empieza lo bueno. ¡Vas a gozar como nunca mi hijo te hizo deleitarte estando casada con un coñito tan estrecho!”.

Me parecería increíble lo que estaba presenciando si no fuese lo habitual. Mi madre cooperaba en la follada activamente coma vulgar zorra de pueblo….Ahora el abuelo hacía que el conejo de mi madre se partiese y se fuera adaptando al grosor de su miembro abriéndolo a más no poder como solo estuvo el día que me parió.

-“¡Papi sigue! Tú puedes llenarme otra vez. ¡Métemela entera que no quede nada fuera de mi coño!”

-“¡Me vas a dejar los cojones secos hoy Carmela! ¡Menuda potranca estás hecha!”.

La follada a los tres minutos le hizo ver las estrellas cuando sintió una corriente que me atravesó el cuerpo desde la cabeza a mi coño… -“Abuelo ¡Me voy a correr! No pares por Dios Santo ¡Dame más fuerte, más hondo!

Entonces arreció para goce de la dama, no dejaba de luchar por entrar en el útero de ella. La presión que ejercía parecía que comenzaba a transformarse en una sensación verdaderamente placentera para mamá. Sergio comenzaba un lento vaivén en su interior y yo veía como poco a poco introducía más y más su polla en mi madre…. Agarrándose fuertemente al cuerpo de mamá comenzaba a mover la polla adelante y atrás. No podía creer que el coño de mi madre fuese capaz de albergar a ese monstruo. Debía sentirse llena por completo, probablemente como nunca antes de llegar a la finca. No lo podía creer pero mi madre comenzaba a gemir en una corrida súper rápida…

-“Joder, sabía que te iba a gustar Carmencita. ¿Disfrutas, eh? Tienes un conejo increíble, voy a tener que follármelo más veces si quieres dejar de tenerlo así de apretado. Parece mentira que habiendo parido sigas así de estrecha. Es increíble. He desvirgado a más de una del pueblo en toda mi vida, pero ninguna lo tenía así de rico, créeme.

- ¡Aaahhhhh! Siempre he sido así. En el parto me costó lograr dilatar para sacar al cabezón de mi hija, pero mi cuerpo tiene la genética de recuperar la figura enseguida…. En dos meses tenía la misma talla y el chochito cerrado como una adolescente virgen.
Acertó a decir mi madre entre gemidos…

- Joder nena, eres una mujer única. Después de estar casada, madre, y con el coñito de una cría de 15. ¡Qué conejito! Tú lo que necesitas es este entrenamiento constante a base de una gran polla y verás si dilatas bien.

- ¡¿Vas a ser tú quien me folle…Verdad?!

-“Sí, ¡¿Quién va a ser sino?!”. 
Mi abuelo se encargaba personalmente de montarla a diario y le quedaban fuerzas para follarse a la abuela y dejarla bien jodida.

-“Nos vamos a asegurar de hacerte una buena barriga, ya verás cómo ahora sí serás capaz de parir sin esfuerzo. Se nota que aquí han entrado pocas pollas como la mía, ¿eh?” 
Le dijo mirándola y sonriendo…

-“Sin contarte, sólo tres… ¡Me corro, paraaaa....!” 
No podía creer lo que oía, ¿TRES? Siempre supuse que mi madre habría estado únicamente con mi padre y ha probado con la de hoy cuatro.

-“Si nena, disfruta de tu cuarta… porque ya no vas a querer probar otra. Así que tres, ¿eh? Pero no serían como la mía, ¿verdad? Sigue corriéndote y disfruta Carmencita…

-“Ni por asomo, ¡Aaaahhhh! Con la de tu hijo apenas medía lo de la media española de 14 cm. Con los otros solo uno te hace un poco de sombra. Sí que la tiene más grande, pero no como la tuya por Dios, ¡Qué placer…!”

¡Uff, calentona…! ¡Vaya coñito más caliente y estrecho que tienes, joder…! ¡Y vaya tetas! ¡Te voy a arrancar los pezones a chupadas! 
Gritó mi abuelo extasiado mientras le succionaba los pezones con tal pasión que parecía que se los iba a arrancar de verdad….

-“Nunca había sentido algo igual hasta que follaste tú, ¡me corro de nuevo cabronazo…!” Dijo mi madre.

-“Tú disfruta, que la tengo prácticamente toda dentro, nena. Sólo me falta un poco más. Eres una yegua de primera. Recréate con tu semental y de su gran badajo. Te has adaptado enseguida a todo un macho. Goza con ella, sigue corriéndote…. Te has convertido en mi yegua favorita. Cada vez te voy a montar bien duro”.

-“Para, no puedo más… ¡Te lo suplico!” 
A él eso le calentaba más y subía el ritmo.

Entre gemidos le recordaba a mi madre lo hermosa que era, lo "calentorra"como ninguna –“¡¡Oohhh, siiiií!!  ¡¡FÓLLAME MÁS!! Respondió mi madre dejándose llevar. Mi madre encadenó ese orgasmo con otro aún más intenso. No podía dejar de correrse al tiempo que seguía oyendo las palabras de su suegro.

Parecía una auténtica gata en celo…y yo no dejaba de alucinar con lo de esos amantes que debía haber tenido. ¿Quiénes serían esos otros hijos de puta que se la habían follado? De repente y en plena cópula, el abuelo dio una estocada mucho más enérgica y profunda y el gemido que dio mi madre me asustó. Él le tapó la boca con una de sus manos…

-“¡Ooohhh, nena! Has podido con toda… Tienes toda mi tranca completamente dentro. Tienes el coño más cojonudo que he probado en mi vida. Tan estrecho y tan tragón al tiempo. ¡¡Ohsiiií!! qué gustazo me da metértela entera. Hacía tiempo que no la clavaba tanto, créeme. Matilde no se deja tan hondo. Goza de ella y sigue corriéndote, que ahora sí que tienes el coño bien abierto y listo para complacer…”

-“Fernando Aaahhh, la siento en el cuello del útero…, noto todo el glande hinchado en mi vientre ¡Joderhasta  ahí nadie ha llegado nunca!

-“Lo sé, pero ¿A qué te gusta? Esto lo aprendí con una joven madurita como tú. Tú tranquila y disfruta con mis pollazos sin preocuparte por nada, ni tu hija ni tu suegra rechazan lo que hacemos, ya lo sabes…¡Y que se atrevan a hacerlo…!”.
El abuelo le decía que pensara sólo en su coño, en la polla que la estaba atravesando y en ella, mirándola fijamente a los ojos. Que lo que tenía que hacer es gozar, que una yegua como ella había nacido para ser montada y que supo que estaba necesitada en cuanto la vio.

Le preguntaba arrogante si había gozado alguna vez tanto, después de haberla corrido ya tres veces a mi madre…. Ella le decía… 
-“¡En mi vida he sentido nada igual! Con mi tu hijo pocas veces llegué al orgasmo…, normalmente tenía que acabarme sola”.

Oía todo esto entre gemidos y jadeos que me estaban volviendo loca. Le decía que cómo con un cuerpo como el suyo nunca salió a buscar más a menudo guerra fuera de casa, hubiera encontrado un montón de candidatos dispuestos a montarla. Parecía que quería hacer de mi madre una puta. Comentaba en plena embestida que tenía un cuerpo y un coño hechos para dar y recibir placer…, eres una mujer demasiado desaprovechada y los años pasan nena…. 
–“Has estado demasiado desaprovechada, te mereces que te amen más…”.

-“Ya lo sé, pero ahora…. Solo me preocupa lo abierto que me lo dejas…, mi coño necesita horas para cerrarse”.

-“A mí me parece que no se te tan abierto, hace años cuando iba más a menudo al pueblo me tiraba a alguna casada, en casa los maridos se extrañaban de lo dado de sí que lo tienen, pero que no les decían nada…. Lo cabrones se callan para no afrontar la cornamenta o las posibles consecuencias….”

Mi abuelo le contaba a mi madre que a una de Madrid que tenía una casa en el pueblo, solía venir los fines de semana y las vacaciones con su marido y sus tres hijos, el segundo crío se lo hizo el abuelo y en los siguientes veranos, continuó viéndola pidiéndole más y más polla cada vez que se instalaba en el pueblo. Y el marido ahí como si nada….Mi abuelo debía ser el semental del pueblo dispuesto las 24h a montar a todo aquello que llevase faldas. Salí de la nube en la que estaba envuelto, abrí de nuevo los ojos y vi que seguía dándole bien duro Volví a oír sus palabras con claridad…

-“Joder ,¡Qué gustazo darte así de duro estando al corriente mi esposa y tu hija! Es una pena que la niña no esté aquí… Me gustaría que te viese así, despatarrada y con la estaca del abuelo dentro del coño de su madre… Joder que morbo que viese como le hacía a su mamá una buena barriga PREÑÁNDOLA…”.

-“Vamos abuelo, tú puedes preñarme… ¿Tu no tan querido hijo nunca quiso tener más críos?”

-“Jo vaya…Dime que siiií entonces… Te quiero preñar este año. Déjame que le haga un hermanito a tu hija y un nieto a mi esposa…”, decía el muy cabrón sonriéndole.

-“¡Estás loco, no puedo másss…!!”

-“¡Yo tampoco voy a poder aguantar mucho más! ¡Te voy a llenar entera de leche! ¡Que polvazo que tienes cabrona! Gritaba clavándome la polla salvajemente….

-“¡¡No, por favor!! ¡¡Dentro no te corras otra vez papaíto…, paraaa…!!”

-“Ya es tarde cariño, prepara el coño que estoy hasta arriba de lefa… ¡Ojalá te fallen las pastillas esas y le damos un hermanito a la niña…! ¡Aaaahhh, qué gustazo me da correrme en el mismo útero…. ¡Voy a preñarte Carmela!”

-“¡No, por favoorr…! ¡Te lo ruego por Dios Santo…!”

-“¡Ya me viene… siempre te gusta! ¡Ahhhh!, ¡toma!, ¡toma!, ¡toma!” 
Gritaba clavando su mirada en los ojos de mi madre, al mismo tiempo que la insertaba con golpes cortos en el fondo vaginal soltando a cada convulsión un grueso chorro de semen que le atoraba las trompas de Falopio. 
El abuelo aumentó la fuerza de sus embestidas y pude ver como su espalda se arqueaba hacia atrás y los músculos de sus nalgas se tensaban. Aumentó el ritmo de la penetración hasta que pudo sentir una serie de espasmos dentro del coño, apretando y soltando sus músculos vaginales con toda la carne dura del abuelo Fernando metida en lo más profundo de su vagina… se había corrido y al mismo tiempo liberaba una serie de jugos de su interior que salían rezumando la polla del fornicador, a la par que él estaba empezando a depositar toda su leche hirviendo en el coño de mi madre, y daba un bufido como el de un toro bravo asilvestrado. Debían ser unos intensos, calientes e interminables chorros porque mi madre comenzó a correrse de seguido con descontrol. Debía sentir cada uno de ellos, dos, tres, cuatro chorros…, y así hasta seis por los coletazos que daba, al tiempo que sentía esa majestuosa polla palpitar una vez y otra en su hambriento chocho….

-“¡Aaaahh…! noto tu semen cabronazo… te estás corriendo dentro de mí…”

-“Sí cariño, ummmm…, y no veas que corrida…”

-“Me estás llenando por completo, siento tu leche hirviendo… ¡Joder me corro de gusto cabrón…!”

-“¡¿Cómo te gusta, eh?! Ahhh, Toma lefa Carmencita…, toma más…”

-“Sí que me gustaaaa semental…”.

-“Jamás me he corrido tanto como follando contigo. Me estás sacando hasta la última gota tigresa, Tenía que verte mi hijo aullar así y lo que está tragando tu coño, a ver si hubiese aprendido a follarte en condiciones. ¿Imaginas su cara al vernos así, aquí conmigo en plena monta?”

-“¡Calla y córrete en mi útero! ¡Dios mío, la leche que me estás echando dentro…De esta me preñas ABUELO…!”

-“Sí, tómala toda... directamente al útero, a ver si te preño de una vez....Te hacía falta, cariño. Las mujeres con conejos como el tuyo necesitan que las follen bien, en su casa o fuera de ella. Y tú necesitabas que alguien te llenase el coño de leche varias veces al día para dejarte satisfecha…”

Tras acabar de correrse en ella, dejó caer su cuerpo sobre mi madre. Ella seguía con las piernas alrededor de sus caderas y con la polla del macho de la casa empalándola. Las manos de él buscaban sus pechos, jugaban con sus pezones, pellizcándolos y tirando de ellos, y su boca buscaba la de mi madre. La besaba con auténtica lascivia. Después comenzó a besar su cuello, a lamerlo, para enseguida bajar y volver a succionar sus todavía erguidos pezones. Las chupaba y mordisqueaba diciendo que eran fantásticas pero que las quería probar llenas de leche, que así deberían de ser la hostia. Qué cabrón, la sola idea de que preñase a mi madre me volvía loca.

Comenzó a susurrarle al oído… -“¡Oh, nena! ¡Eres fantástica! Eres de esas pocas hembras que se vuelven locas de placer al sentir que se están vaciando en ellas... Joder que manera de correrte según te estaba llenando el chochito, ¿eh? Con los espasmos que das me exprimes los cojones como ninguna antes”.

-“¡Eres un auténtico hijo de puta abuelo! ¡Hay que ver…joder cuanta leche eyaculas so cabrón! ¡Eres un burro corriéndote!¡ ¿Esos huevos es que nunca paran de fabricar leche… me has llenado esta mañana y ahora otra vez?!” Decía mi madre consternada pero con cierta aprobación…

-“Ente el potro y yo hoy te hemos dejado bien abastecida de leche… Todo lo que has tragado hoy equivale a un par de desayunos completos”. Mi madre y el abuelo se rieron de la ocurrencia.

Ella acariciaba su cabeza agradeciendo su regalo orgásmico, se hallaba exhausta pero él no había acabado aún, lo notaba horadando su ajada vagina hasta el útero, mientras seguía entre sus piernas bombeando su gran cipote…, sus pelotas chocaban en el culo mojado de mamá, produciendo un chapoteo enloquecedor, ese par de huevos que producen leche para abastecer a una central lechera. De pronto aumentó el mete saca, evidencia de la gran corrida y allí estaba mi madre otra vez esperando el chorro de leche que lee coronó la matriz de semen espeso. Vaya tela con el abuelito, la abundancia de sus eyaculaciones se asemejaban a las del equino. 


Sin habérmela sacado me volvió a follar en la postura del misionero, pero yo creo que más bien era una subrogación de la corrida pretérita de cinco minutos antes…Percibí el primer gran chorro y los otros dos siguientes que eran generalmente los más copiosos, largos, gruesos y con mayor presión, después a cada esténtor un leve lechazo más hasta que ambos terminamos cansados, exhaustos y satisfechos. No me cabía la menor duda que mi suegro es un semental de pura raza…, he de reconocer que me tiene bien abastecida y no sé dónde llegará la cosa, pues aunque tomo precauciones, un descuido puede ocurrir o la efectividad de las pastillas anticonceptivas… a veces paso varios días sin tomarlas porque no tuve la previsión de ir al pueblo a por ellas, no obstante eso no es ningún impedimento para él que me llena bien de esperma, sea cuando sea. 

La suerte hasta ahora es que no siempre acaba llenándome la vagina…, el culo y la boca son la alternativa y reconozco que no me disgusta nada, pero son muy abundantes sus corridas….Todos en esta casa tenemos nuestro lugar, y Yo no me puedo negar, porque estoy mantenida con mi hija en su casa, y sobre todo porque lo necesito y me gusta follar con él como mujer y hembra con necesidades fisiológicas imperantes. También se lo debo agradecer a mi suegra que permite que el pobre hombre se alivie conmigo liberándola a ella de gran parte dela carga de una hembra…“Que es Ser el aliviadero de los orondos huevones y de la necesidad perentoria de todo macho”, el coño de la mujer de casa debe ser donde se deba desahogar el hombre antes de buscar furcias fuera.

Esa misma noche después de cenar, no había nada en la tele que a la abuela le gustase, dijo que se iba a la cama… mirando a su esposo… Y mi madre se dirigió a mí…

-“Hala Laura, tú también acuéstate”. Me dirigí a mi habitación.

Después de un rato sentí a mi madre entrar en la suya y al abuelo a los diez minutos pasar por el pasillo, sentí cerrarse una puerta cuando se metió en la cama con su esposa. Un poco más tarde, muy suave me levante para salir al pasillo, y acercarme a la puerta de mis abuelos desde donde yo podía oírla perfectamente gemir en tanto se la follaba el abuelo. Pero antes oí la conversación que mantuvieron previo al fornicio…

-“¿Qué tal se porta Carmela contigo…?”

-“Bien, muy bien es como una yegua, joven y necesita ser follada. Hoy se ha tragado tres lechadas… dos que le he suministrado yo y la cata que le ha hecho al potro para ver si tiene condiciones de ser un buen semental”.

-“Ha sido cuando la ha puesto perdida de leche… Olía a semen como una puta barata, pero hay que reconocer que no hay nadie como ella para saber si el esperma de un semental es de calidad…”.

-“Es extraordinaria… un espectáculo verla mamar las pollas de los caballos sementales…”.

-“Pues en esta casa no le faltara un buen semental”. Mi abuela se reía, y continuó diciendo“Pues dale que con ella no se termina la saga. ¡¿Tú ves cómo se está poniendo la cría?!”.

-“Es muy joven, tiene solo 12 años, Matilde la puedo reventar de un pollazo”.

-“¡Pero qué dices burro! En unos días tiene 13, y está echando un culo de agárrate, ¡¿No me digas que no te apetece follártela?! ¡Esuna virgen potrilla! No siempre vas tener la oportunidad de estrenar a una como esa… Y seguro que ya tiene el coñito para recibir una buena polla como la tuya. Solo tienes que tratarla bien, no partir en dos a la criatura”.

-“La dejaremos para cuando esté un poco más crecidita, de momento te tengo a ti”.

-“¡¿Entonces me vas a dar mi ración de polla esta noche…?!”.

-“No te quepa duda”.

Me abuela estaba dispuesta a abrirse de piernas como otros días no estuvo…, seguí escuchando como mi abuela iba a disfrutar del polvo que le iba a suministrar el abuelo…


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Sus ojos recorrían de pies a cabeza mi cuerpo desnudo sin disimular su mirada libidinosa, enseguida empezó a surgir el bulto por debajo de sus calzoncillos, su hermosura sexual estaba poniéndose rica, deseosa de mí, yo levanté los brazos a mi nuca, posaba para él girando lentamente para que me pudiera ver por todos los ángulos posibles, sacando la cadera lo más posible para resaltar mis nalgas y erguía mis voluminosas tetas un tanto caídas por la edad, los 53 años no perdonan, todo ello con una sonrisa cínica que le invitaba a hacerme suya.

Se acercó a mí ofreciéndome sus labios y le correspondí besándonos apasionadamente en la boca, mientras sus manos recorrían mi desnuda anatomía y mi mano asía su verga, buscando con la otra mano bajarle el bóxer y liberar su delicia que ya se sentía extremadamente endurecida. Le saqué el falo y lo empecé a masturbar con cariño para no provocar una eyaculación precipitada, pese a que ya había descargado sus gónadas dos veces dentro de mi nuera. Sus manos hacían de las suyas en mi cuerpo acariciándome por todos lados poniendo especial atención en mis nalgas y culazo. Con su boca hacia los "honores" a mis crecidos pezones chupeteándolos hasta morderlos…, su otra mano estaba frotando la carnosa vulva de mi chumino rasurado para él. Por momentos se recorría los labios vaginales hasta mi clítoris mojándose los dedos con la miel que escurría del panal que tengo entre mis piernas.

Era tiempo de gozar su ricura entre mis labios, le pedí que se relajara sobre cama e inclinándome llevé la cabeza oronda con forma de casco se soldado alemán de su rígida verga hasta mis labios, para besarla sonoramente mojando mis labios con el cristalino liquido lubricante que emanaba del ojal de su glande, lamí todo su tronco hasta llegar a sus enormes huevazos, por donde pasé mi lengua repetidas veces e intentaba meterlos a mi boca chupeteándolos como dos caramelos y tirando de ello a punto de arrancárselos de cuajo…, volví a subir chupando el tronco hasta la cabeza, entonces le empecé a mamar su preciosidad golosamente metiendo lo más que podía del falo en mi boca llegándome a la garganta, él se movía de arriba abajo como si me estuviera follando por la boca, mientras me hacía un dedal entre las nalgas, tanto el ano como el clítoris.

Minutos más tarde decidí romper la pose por temor a que eyaculara anticipadamente…por fin tomó la iniciativa besándome todo el cuerpo, principalmente mis tetas y mostraba especial interés en mis nalgas y mi conejo donde extrañamente lamía mi vello púbico en forma de corazón muy bien recortado y cortito quedando aterciopelado, se puede decir que no hubo un centímetro de mi candente cuerpo por donde no pasara sus labios y lengua, poniéndome en varias ocasiones al borde del orgasmo… en otros tiempo mis flujos vaginales se escurrirían por entre los muslos siendo lamidos por él, pero con la menopausia estaba más seca y necesitaba más pre-coital. Ahora fui yo quien se recostó sobre la cama, abriendo mis muslos para brindarle mi hendidura vaginal un poco mojada y muy ardiente, la cual chupó por largo rato llevándome al orgasmo más delicioso de los últimos días. No podía resistir más el deseo de sentirlo dentro de mí, así que descaradamente le pedí que me follara…

-“Vamos abuelo, me tienes a punto de caramelo ¡Fóllame YA!”

No se lo pensó mucho, se incorporó y colocó la cabeza de su recia maza, grande como mostrenco, entre mis labios vaginales haciendo una leve presión, su tranca empezó a penetrar mi humanidad expandiendo mis paredes vaginales ceñidas, sentía con deleite cada porción de su cipote entrando a mi templo del placer hasta que su vientre chocó contra mis ingles. Me tenía totalmente envergada, completamente llena de carne dura mientras su hermosura polla entraba y salía de mi conejo hambriento y sedienta de su lefa. Con movimientos acompasados cada vez más rápidos, yo movía mi cadera en círculos mostrándole que no trataba con una novata en las lides del placer…, percibía su glande frotar cada terminación nerviosa de mis paredes internas… me electrifica de gozo, cuando súbitamente se detuvo… Estaba tan cachonda y anhelaba tanto seguir sintiendo su hermosura dentro de mí que habría aceptado cualquier cosa que me hubiera propuesto, así que en la misma pose que estaba solo abrí lo más que pude las piernas subiéndolas a la altura de sus hombros….

-“Sabes abuelo que follarme por el culo es como follarte a una virgen”.

No vio en mi cara nada de rechazo, pese a tener un pollón de un calibre demasiado grande para mi ceñido anito, sin embargo tan pronto me ofrecí mi arrepentí, tal vez el desgarro de mi culo sería un problema, en tanto no podía producirse el preñado de mi barriga, así que la guie de nuevo a mi coñito y él lo entendió…, enfiló su glande hacia mí nuevamente, apuntando a la bocana de mi coño, aun cuando tenía muy lubricado su falo con mis propios jugos, la cabeza de su verga no lograba entrar en mi coño con toda facilidad, tal pareciera que mi coño se negaba a recibir al colosal visitante. Después de dos intentos la cabeza de su preciosidad empezó a penetrar en mi vagina, realmente no me dolía… solo me excitaba sobremanera estar siendo follada como la primera vez por autentico semental, un macho un verdadero hombre. Por fin la cabeza de su verga penetró en mi cuello uterino avanzando por mi conducto…, creía sentirla alojaba en mi matriz, a cada centímetro de verga que me entraba lo registraba con mucho placer, el golpeteo de sus huevos en mis nalgas me indicaba que su hermosura estaba totalmente incrustada en mi coño, ahogaba las ganas de gritar de dolor y placer, solo daba apagados quejidos acompañados de palabras incoherentes tratando de decirle lo bien que me sentía al estar siendo fornicada tan profundamente.

-“Nunca me cansaré de que me folles. Eres el mejor macho que hay en la faz de la Tierra. ¡Húndemela entera en mi coño… así hasta los mismas pelotas! ¡Házmelas sentir en mi vulva aporreándola!”

Su verga entraba y salía múltiples veces de mi acomodado chocho, trataba de ayudarle moviendo mi cadera en círculos intentando que eyaculara para descansar mi ajado coño del extraordinario visitante, sin embargo el dolor de mi profundo coño se detuvo para dar paso al placer, repentinamente empecé a sentir divino como entraba y salía su hermosura de mi útero, y en unos minutos me llegó el primer orgasmo por penetración profunda con todo el tallo enterrado en mi interior. Convulsionaba teniendo una “Muerte dulce” como si de una adolescente se tratase, aquello debía de ser porque me tenía a pan y agua ya una semana larga.

Momentos después Fernando arreciaba con un ritmo mayor, aquello me indicó que estaba por "correrse" inminentemente. Con aquella agitación que a bien seguro podía durar un par de minutos antes de descargar su semilla, o tal vez más con lo corrido ese día…, me preguntaba

-“Matilde, ¿Dónde quieres recibir mi leche?”

Esa noche ameritaba recibir su esperma dentro de mi útero, pese a estar desahuciado para preñarlo, así se lo hice saber, casi enseguida empezó a eyacular bañando mi fondo vaginal de esperma. Me hizo notar su primer chorro de lefa, y los siguientes aldabonazos más leves…, no le debía quedar demasiada lefa en sus testículos, pero de este polvo se los dejé bien secos. Al cabo de unos segundos sacó su verga de mi coñito y me incliné para chupar los residuos de leche que aún le brotaban dándole las últimas chupeteadas de ese día. Dimos el día por concluido, arreglando las sábanas nos quedamos dormidos uno al lado del otro…. Todo estaba en su sitio con mi esposo a mi lado y yo llena de su semilla, la impagable “Semilla del abuelo Fernando” .No me apetecía levantarme para asearme, sentir su calor, su aroma y el gustazo del polvo lo hubiera roto todo con ir al aseo como una amante que tiene que quitarse el aroma de su macho para volver a casa con su marido. Este era mi esposo y deseaba mantener su olor a testosterona toda la noche. Una vez que acabaron desde mi habitación se produjo la calma teniendo una última conversación entre ellos en su habitación de matrimonio. Los oía decir…

-“Ahora sí que tienes los cojones secos Fernando… el macho de los huevos colgando...jajajaja”.

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A mi abuela le gustaba hacer esa rima que le iba ni al pelo con mi abuelo…,y luego me fui a mi habitación, casi no dormí en toda la noche, pensando en aquello, me acaricie la vagina hasta cansarme consiguiendo un par de orgasmos. Mi cabeza dio mil vueltas ¡El abuelo es capaz de follarse a dos hembras en un solo día! ¡Cuándo me tocará a mí! Todo continuó de esta manera de manera cotidiana durante los dos meses de apareamiento de las yeguas. Después era menos frenética la actividad sexual en la granja, tanto por parte de los caballos como por los humanos adultos que vivían en ella.

Hasta una vez acabado la temporada de monta, unas semanas después, mi madre nos dio gran noticia. Era el mes de julio en plena canícula de verano cuando en la mesa reunidos los cuatro dijo…





-“Quiero que sepáis que el semental ha cumplido y me ha llenado...  ¡Estoy preñada de cinco semanas, ya...! 

-Vaya esta temporada tenemos preñada a una hembra más en el picadero. Dirigiéndose a su marido, y le besó en la boca...El abuelo aún funciona muy bien... Le decía metiendo mano a su entrepierna mientras seguía diciendo... ¡Estás hecho un semental joven y potente abuelo!”

Dijo la abuela con cierto sarcasmo y alegría, en sus palabras no había una pizca de celo, eso puedo parecer extraño, pero en mi familia las cosas son diferentes... "TODAS LAS HEMBRAS ESTÁN A DISPOSCIÓN DEL MACHO" de igual manera que en los picaderos de nuestra yeguada. Y continuó diciéndome...

- "Sabes cariño, tu abuelo ya ha preñado a tres hembras que sepamos, pero aún le queda alguna más a la que llenarle la panza...”
Dijo mi abuela con una media sonrisa sabiendo lo que eso significaba, dado que el semental de su marido exigiría follarse a sus hembras y a una de ellas ya no iba a poder, así solo quedaba la abuela para recibir a su marido y a mí. Sin duda esa nueva hembra a la que llenar, era Yo. Mi abuelo se alegró y fue a sacar una botella de sidra para celebrarlo…,mi abuela se acercó a mamá y le dio un abrazo y un beso diciéndole…
-“Gracias querida, lo que mi hijo no ha podido darte te lo ha dado su padre. No crees que es lo más hermoso que ha pasado en muchos años en casa... ¡Gracias cariño! De ahora en adelante no dejaremos que te toque la bestia esta… No queremos malograrlo”

Mi abuelo no tocó a mamá hasta después del parto, no porque se lo impusiese su esposa, sino para no frustrar el embarazo, así para aliviar al abuelo ya se encargaría la abuela…, sin embargo la vieja no podía sola con el semental de su marido, que necesitaba desfogarse tan a menudo. No obstante Sumisa se dejaba follar día y noche para satisfacer al macho, a base de calmantes por el dolor de ovarios…, su hombría insaciable necesitaba al menos dos mujeres, era evidente, por eso la llegada de mamá y yo a casa de los abuelos fue una bendición para la pobre abuela, un poco harta de ser perforada tan de continuo por la verga de su marido, tan gorda e insaciable. Bien le valió ligarse las trompas a tiempo o le hubiera hecho no menos de diez hijos... 

Mi abuelo es un clásico, de los que piensan que una hembra está para las tareas de la casa y de la cama, puesta por Dios para engendrar cuantos hijos desee hacerle su macho, en su caso mi abuelo Fernando. Al día siguiente...

Como cada vez que mi abuelo me follaba salvajemente, tenía que pagar con el precio del sexo profundo y feroz del semental..., era su forma de descargar tanta testosterona acumulada en sus testículos. 

Debido a sus duros pollazos, me dolía fuertemente el vientre, hasta el punto que tenía que tomar un analgésico para mitigar el dolor, no podía ni sentarme sin que me doliera la trompa de Falopio…, pero solo me duraba hasta la tarde de forma decreciente hasta desaparecer. Imagínense cuando solo me follaba a mí y recibía a mi marido dos o tres veces al día, nunca me recuperaba, porque yo de siempre he tenido el coño poco profundo y bastante estrecho para un pollón como el de mi esposo. Otro novio que tuve nunca me hizo nada de daño. Solo pensaba en toda esa leche que depositaba justo en la boca de la matriz de Carmela presta a preñarla, algo que por suerte aún no había ocurrido en los cuatro años que vivía con nosotros.
 

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