Todos los Relatos están Inspirados en Vidas Reales...

UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

¡Lulú! Oui C’est moi. 3º Capítulo

  



Mi primer Ménage a Trois. Llegué a casa en pleno atardecer. En todo el camino pensé en lo que me estaba pasando. Esto había sucedido a una velocidad vertiginosa, casi que ni tiempo tuve de pensarlo. Más bien solo me dediqué a disfrutarlo. El pequeñísimo vecindario allí estaba como siempre. Los hombres reunidos en una mesa vieja y desvencijada jugando las cartas y bebiendo vino. A mi paso, como venían haciéndolo últimamente, pausaban el juego para prácticamente desnudarme con la mirada. Antes me molestaba, ahora lo disfrutaba. Luego me cruce con Don Jacinto que con una sonrisa me hace señas para que me acerque.

– ¿Qué tal Don Jacinto, cómo le va?

– Bien hija, bien – dice sin levantarse de la silla.

Y cuando me doblo para darle un beso como todos los niños hacen con él, ni corto ni perezoso, siento su mano envolviéndome una pierna.

– Ya estás hecha toda una mujercita.

– Gracias Don Jacinto – le digo poniéndome colorada y sin saber qué hacer con ese momento.

– Estás muy guapa… – mientras su mano me acaricia.

Al principio me quedo cortada, pero después me divierte y le sonrío con ternura. El pobre… está viejito ya. Y saliéndome suavemente de la situación le digo…

– Bueno, hasta mañana, me tengo que ir a casa. ¡Que disfrute de la noche!

Y arranco antes de que me dé más charla. Recordé lo que me había dicho Rosa con respecto al crecimiento, a pasar de niña a joven con formas de mujer, a ser el centro de muchas miradas con intenciones sensuales. Pero lo descarté otra vez pensando que era un poco exagerado ese pensamiento… solo podían ser gestos cariñosos de alguien que me conocía desde que nací.

En mi casa me cambié. Tengo la ropa interior manchada del semen de Arturo, buena parte se ha derramado sobre mis bragas saliendo rezumante de mi rajita y, mientras lo miro me sonrío y me provoca recordar la imagen de él sobre mí, toda esa musculatura a mi servicio empujando fuerte contra mí. Me lavo el pelo y el cuerpo en la ducha de afuera, con paredes construidas de piedra y techo de madera de pino. Me gusta estar limpia, lo disfruto. Paso otro rato acomodando mis cosas y finalmente emprendo camino hasta la casa de Rosa y Arturo. Vamos a cenar. Charlo un rato con ella de mujer a mujer hasta que llega Arturo. Saluda a Rosa que se ocupa finalizando la comida y viene a mí plantándome un beso en los labios.

– Qué bien hueles pequeña…

– Gracias.

Le sonrío como una boba que vuelve a ver a su querido enamorado. Me sentía diferente a su lado. En tan solo 24 horas, pasó de ser el padre de mi mejor amigo a ser el hombre que me abrió las puertas del placer sexual… aun sentía muy presente el dolorcito de haberme penetrado en la casita de la cantera. Era morboso sentarme a la mesa con coñito rebosante del esperma y la irritación vaginal producida por el esposo de la mujer que tan amablemente me daba de comer y me aconsejaba sobre cómo tratar a los hombres acosadores. 

– Me cambio y vuelvo, dijo Arturo. Regresó y preguntó por su hijo Julián, a lo que su esposa Rosa contestó de inmediato….

– Le pedí que se quedara con los hermanos de Lucinda otra vez para que ella pueda dormir sola esta noche.

– Buena idea.

Pasamos la cena charlando y Arturo contó que es posible que por los próximos tres días no venga a dormir porque tienen que hacer guardia en la cantera. Luego la conversación pasó a otros temas y finalmente me levanté a ayudar a limpiar la cocina. Arturo se fue a acostar y luego lo siguió Rosa.

– Acuéstate cuando quieras Lulú. No te preocupes por nosotros.

Estuve fuera un rato. Seguía pensando en mis padres que todavía no llegaban con las noticias de la visa para ir al extranjero y en el deseo que yo tenía de viajar, de conocer la ciudad que apenas estaba a tres horas o de subir a un avión por primera vez para ir a otro país. ¡El día que lo lograra iba a ser muy excitante! Sé que tenía un tío en Francia, y allí era para donde mi familia apuntaba emigrar. Él se había ofrecido ayudarnos porque le había ido muy bien. Tuvo la fortuna de poner un negocio con el que le fue de maravilla.

La luz de las estrellas apagó mis pensamientos y volví a recordar lo pasado con Arturo. Un cosquilleo entre las piernas me hizo reaccionar. Y sin siquiera planearlo, me toqué. Estaba mojada. Seguí tocándome y con un dedo recorrí la vagina de abajo hacia arriba. Me acaricié el clítoris y mis labios se separaron para dejar salir una bocanada de aire mezclado con un tímido gemido. Pensaba que él estaba a pocos pasos. Que esta noche no iba a poder sentirlo cerca porque a lo mejor Rosa no se iba a dormir tan temprano como la noche anterior y descarté la posibilidad por completo.

Me levanté del tronco donde estaba sentada y entré. Me quité la ropa y dejé mis tetitas al aire para meterme en la cama. Cuando ya había acostumbrado la vista a la luz de la luna que entraba por la ventana, me di cuenta que Rosa montada encima de Arturo y tapada con las sábanas, se estaban dedicando a mirarme sonrientes.

– ¡Uy, perdón! – dije medio atontada y me metí en la cama dándoles la espalda. De inmediato pensé que Arturo era un gran semental, un fabuloso macho potente y enérgico capaz follarse a dos hembras cada pocas horas y además rendir en un trabajo tan duro en la cantera con maquinaria tan pesada. Si alguna vez tengo hijos, deseaba que fueran tan duros como Arturo, hombres hechos para satisfacer a la hembra y proveerla de lo necesario para la subsistencia…dándole hijos, comida y un techo. Su virilidad y buena dotación no pasaban desapercibidos por mí tampoco.

– No mi chiquita, no te preocupes. Está bien. No sientas vergüenza. Es que no nos dimos cuenta que entrabas – me dijo Rosa.

– Ven cariño – me dice Arturo. – ¡Arrímate aquí con nosotros!

La mano palmeaba su cama llamándome para que me acostara con ellos. Dudé porque Rosa estaba allí, pero apoyó a Arturo… – Ven. No sientas vergüenza… no hacíamos nada que no debas saber – y rodando al otro lado de la cama me dejó lugar al lado de Arturo.

Entonces reaccioné… – No… yo, yo no quiero molestaros. Puedo dormir aquí, no se preocupen –señalando la cama donde me encontraba.

– ¡No, no y no, preciosa! ¡No te vamos a dejar solita! – dijo Arturo atrayéndome pasando el brazo por debajo de mi nuca.

Y sentí su piel cuando me giré hacia él. Me di cuenta que estaba desnudo por completo. Y Rosa… – Lulú, Arturo será nuestro protector esta noche. No quiere dejarte dormir solita… es un hombre muy fuerte. – me dijo apoyando su cara sobre el pecho de su marido.

– Por supuesto, que no te dejaremos dormir solita, – contestó él. – ¡Y yo también me siento protegido rodeada de vosotras dos! Ja, ja, ja…

Su mano me acariciaba la espalda… – Ven, dijo Rosa. – ¡Vamos a usarlo de almohada!

Y empujándome la cabeza con cariño nos juntamos en su pecho. Yo me sonreía nerviosa. No sabía qué hacer, cómo reaccionar… Sentí movimiento más abajo de la cintura de Arturo y me percaté que la mano de Rosa lo acariciaba entre las piernas. Intenté hacerme la tonta, pero ella me sonrió. Suficiente para hacerme entender de que ella sabía que su mano no me había pasado desapercibida. Y sin dejar de mirarme a los ojos descendió hasta desaparecer entre las sábanas. Un movimiento de Arturo acompañado de un gemido daban por entendido de que se estaba haciendo cargo de su pollón con la boca.

Él giro su cara hacia mí y pegó los labios a los míos. A pesar de los nervios, mis flujos vaginales no se aguantaron más y comencé a ensoparme. La lengua penetró en mi boca. Los únicos sonidos que se escuchaban eran los grillos de fuera, la boca de Rosa chupando la pija a su marido y los ruidos que provocaban nuestros besos. Todo me parecía irreal. La rapidez con que seguían multiplicándose los hechos sexuales de mi vida en los últimos dos días parecía poco normal. ¡Más bien era algo mágico…!

Rosa apartó las sábanas y con una mano atrajo la mía para que le agarrara la tranca a su marido mientras ella seguía chupando. Me gustó sentirla en mi mano. También sentía los labios de ella pegando contra mis dedos cada vez que se la hundía en la boca llegándole al galillo.

– ¡Qué bueno teneros a las dos en la cama así! ¡Rosa, quítale las bragas a Lulú! – le ordenó.

Ella, abandonando su mástil, vino hasta mi lado y me bajó las bragas despacio, como disfrutándolo hasta quitármelas. Se quedó mirándome entre las piernas mientras Arturo no soltaba mis labios y seguía besándome. Y fue entonces en ese momento en que sentí que la boca de Rosa me besaba entre mis labios vaginales, al igual que la boca de su marido hacía lo mismo con mis labios bucales. Rosa me metía la lengua y me pasaban dos dedos por el clítoris, la introducía en el conducto que sabría a semen de su esposo y frotaba la pepita.

Hasta ese momento había creído que, folla como lo había hecho con él, era el sumun del sexo. ¡Nunca habría pensado en que había más cosas deliciosas por conocer! Me envolvió un estado insoportablemente caliente que me pedía a gritos que me liberara y dejara escapar gemidos y retorcijones con total libertad. Y así lo hice…. Abrí las piernas tanto como la posición me dejaba y me aferré a los cabellos de Rosa que se había entusiasmado chupándome el coñito. Mi mano masturbaba a Arturo ahora sin piedad, la notaba muy dura y por ello apretaba con fortaleza. Su boca bajaba y se apoderaba de mis pezones. Por mi cabeza no pasaba otra cosa más que la lujuria que estaba sintiendo. Ni pensamientos, ni imágenes, ni ruidos… estaba en un estado de éxtasis total ¡Qué delirio! Rosa me levantó las piernas más en alto y ahora su lengua luchaba por entrarme por detrás. Y Arturo al darse cuenta… – Si mi amor, así. Mójaselo bien, ábreselo porque por ahí quiero que la sienta.

Rosa se dio a la tarea que su marido le pedía. Me metió un dedo en mi culito virgen y cuando lo hacía, sus labios volvían a mi vulva. Me sentí incómoda al principio al recibir esa invasión por mi trasero, pero al ratito lo empecé a disfrutar. Luego dejaba mi vulva y volvía a mojarlos con saliva e intentaba dos. ¡Nunca había creído que por ahí podía disfrutar también! Mientras tanto Arturo se enderezó y se sentó en mi pecho con una rodilla a cada lado de mi cara. Cuando le tomé la verga con mis dos manos él se adelantó y mis labios se apoderaron de la cabeza… – ¡Chúpala! Me exigió.

Ese era mi deseo y no me hice esperar. Me le metí como pude y comencé a saborearlo con mi lengua primero, luego me la metía hasta donde podía y volvía a sacarla, mi boca solo alcanzaba a meterse el glande. Continuaba en esa tarea mientras Rosa hábilmente me hacía disfrutar su entregada labor que chuparme por debajo. El olor a sexo y los gemidos invadieron el ambiente del pequeño cuarto. Me sentía insoportablemente deseosa. Quería disfrutar sin parar, no quería que esa noche tuviera final.

Los dos dedos de Rosa ya se habían acomodado dentro de mi culito y ya no me incomodaban. Al contrario, me estaba gustando.

Arturo se sale de mi boca y hace lugar para que Rosa abandonando lo que me hacía, se suba hasta montarse sobre mí. Intenta juntar su vulva con la mía. ¡Estamos muy mojadas! Me mira a los ojos de una forma que no había sentido hasta ese momento y bajando la cabeza lentamente junta sus labios con los míos.

Jamás había pensado en dos mujeres besándose de la forma que empezamos a hacerlo. En cuanto su lengua invadió mi boca, yo hice lo mismo y sentí un deseo impresionante de moverme para que nuestros coños se restregaran con fuerza. Ella entendió mi deseo y cruzó un pierna por entre las mías quedando entrelazadas, la mujer debía de haberse rasurado muy bien el coño esa tarde, porque lo tenía al punto de la depilación. Así la sentí. Mi clítoris era restregado por el suyo y no dejábamos de besarnos. Sentí un clímax insoportablemente delicioso. La suavidad de nuestros chochos entremezclando la humedad, acrecentaba ese olor insoportablemente delicioso. Y fue tanto el entusiasmo que moví con furia mi cintura hasta que sentí que Rosa gemía cada vez más alto hasta llegar a una pausa y finalmente otro grito que me hizo enloquecer. Las dos estábamos llegando a un orgasmo profundo.

Nos quedamos quietas por un segundo hasta que Arturo pidió a Rosa que giráramos para dejarme encima de ella. Con ese movimiento quedé con mi culito expuesto para él. Se acomodó detrás de mí y sentí el calor de la cabeza de su polla en la misma entrada. Me acarició la espalda con sus manos. Rosa me acariciaba las tetitas y me besaba en los labios con sensualidad. Todo parecía estar listo para mi primera vez por detrás. Ya no podía arrepentirme. Entonces empujó un poco deslizándose lentamente dentro de mi culito virgen acompañando con salidas y entradas bien cortas. Me dolía un poco. Era más grande que los dos dedos de Rosa pero yo esperaba acostumbrarme como lo hice con ella. Mis expectativas fueron siendo suplantadas por un deseo increíble de ser follada por él al precio que fuera. Rosa había tomado mis nalgas y las abría para ayudar, empujándome más hacia su marido.

– Asi mi niñaa… así… Tienes el culito muy apretadito. Es peligroso porque puedes hacerme correr muy rápido. ¡Muévete despacito por favor…!

– Estas mojadísima Lulú…. – me dijo Rosa sin despegar sus labios de los míos. – ¿Te gusta que Arturo te la meta por el culo? En solo dos días mi esposo te ha desvirgado el coño y el culo… y también tu boquita ¡¿Sabes que eras suya, verdad putita?!

– …aha… sss…sssiii! Soy su putita… me hace gozar mucho como nunca soñé.

– ¡Y yo que pensaba que Julián te había desflorado! Resulta que ha sido el papá…mi macho.

– Julián solo se corrió en mi culo, pero no me penetró…

– No te preocupes porque no hará. ¡Le estoy enseñando muy bien a ser un buen fornicador!

En ese momento me metía todo lo que quedaba e hizo una pausa. ¡Todo me parecía hermoso! Me encantaba estar así, atrapada entre los dos. Se ocupaban de hacerme disfrutar tanto… El grosor de su badajo dentro de mi culito me elevaba la temperatura de mi coñito que deseaba ser sobado. Como adivinando mis deseos, ella me pasó la mano, me acarició el clítoris por unos segundos y me introdujo un dedo. Poco a poco empecé a mover la cintura, no me aguantaba más estar tan quieta con eso tan rico dentro. Él entendió mi necesidad e hizo lo mismo. Rosa me besaba otra vez…

– Estas disfrutando mucho mi niña. Tu carita lo dice todo. Disfruta lo más que puedas. Grita si tienes ganas. Pídenos lo que quieras hacer…solo queremos que goces con nosotros.

No podía pedir algo específico. Todo me gustaba, no sabía elegir todavía, quizás porque seguía descubriendo más cosas que me gustaban demasiado.

– Asiiiihh…. asihhh… – llegué a balbucear con mi lengua peleando con la de Rosa.

Otra vez Arturo me embestía con precisión de la forma que más me hacía sentir. Su pelvis golpeaba contra mis nalgas mientras se aferraba a mis caderas.

– ¡¡Ufff…qué rico y apretadito tienes el culo Lulú…!!

– ¡¡Mmnhhh… sssiih!!

Asi mi cielito, asi mueve las caderas que te voy a llenar de leche ese culito sabroso.

– Dale duro Arturo…, esta perrita aguanta muy bien tu gordo cipote ¡¡Está hecha una buena hembra para que la follen bien!! ¡Vamos maridito, córrete ya bien dentro de la nena! ¡Esta niña se está desbordando y quiere otra ración más de esa leche varonil de tus huevos!

Y en ese momento me vino un choque eléctrico por todo el cuerpo concentrándose en la entrada del culo y en los labios de mi vulva que apretaba los dedos de Rosa. Y soltándome de los labios de ella exploté sin aguantarme…

– ¡Aaaaghhh….! Aaaaghh! Asíiiiihhhh…. Sssiiiii!!!! ¡Joder, qué gusto no puedo mássss!

– ¡Métesela duro, dásela entera hasta los huevos! – gritó Rosa mientras yo le ensopaba los dedos que me tenía metidos hasta que salió un poco rodando por su mano.

– ¡¡Toma puta, toma mi lefa!! – me gritó Arturo aferrándose con fuerza a mi cintura y empujándola lo más adentro que pudo hasta que paró y quedó así, apretado mientras su manguera endurecida no paraba de hacer convulsiones… al tiempo que se vaciaba dentro mí otra vez. Me quedé quieta. Qué rico sentía cuando me estaba echando su leche dentro.

– Rosa, esta niña me ha sacado tanta leche como hace tiempo que no me sucedía. Es tan calentona, tan apretada y tan puta como lo eras tú de jovencita… ¡Me encanta follármela! Pero mucho más que tú sepas que me la follo y le lleno la vaginita con mi esperma, el mismo que comparto contigo ¡Creo que soy de las dos sin poder remediarlo!

– Pues ¡¡No dejes de follártela!! – decía Rosa dándole permiso a su esposo para fornicarme sin provocarle celos. – Me gusta que nos folles a las dos, las veces que quieras. No me importa compartir tu lefa y se lo hagas a la nena… me pone cachonda saber que va a parar a su útero… ¡Solo pensar que te la estás follando…Me calientas más! Y pronto la tendrás a punto para preñarla. Será un encanto ver cómo le va creciendo la pancita con el bastardo que le vas a engendrar... tú haces unas buenas panzas ¡Que los dos lo sabemos bien!

– Siempre supe que eras una mujer generosa… ¡¿De verdad no te molesta?! – le preguntó Arturo a su mujer no estando muy seguro que fuese tan fácil compartirme con ella.

– ¡No! ¡Al contrario! Me fascinó chuparle el coñito y restregarnos los chochos, besarnos las tetas y la boca. Yo también me quedo con ese deseo. No te asustes Lulú, es la primera vez que se lo hago a una mujer y me encantó. ¿Te sientes bien?

– Sí – respondí mientras él me la sacaba lentamente. Me tiré a un lado de Rosa que me acarició la cara mirándome con ternura. Yo le miré a los ojos y nos sonreímos cómplices, me dio un impulso involuntario y me acerqué a besarla en la boca otra vez. Ella me acercó sus dedos mojados por mi corrida y lo puso entre los labios de ella y míos. Los chupamos juntas. Arturo se levantó y fue al baño a enjuagarse. Se demoró. Y con Rosa aprovechamos para seguir besándonos… – Chúpame las tetas – me dijo. – Mamándomela como hace mi hijo.

Y sin hacerme esperar hice lo mismo que ella me había hecho hace unos minutos, imitando a un bebé. Se retorcía ayudándome con las manos en mi nuca. No sé cuánto estuve haciéndoselo hasta que en un momento me pidió algo que era de esperar…

– ¡¡Chúpame el coño, quiero correrme en tu boca!

Bajé hasta encontrarme frente a su chumino, un coño de vulva pulposa y labios carnosos, con un clítoris diez veces mayor que el mío. Cuando arrimé mi boca ella se abrió los labios de la vulva y le planté un beso con mi boca totalmente abierta, para abarcar lo más que podía. El hoyo de entrada quedó bien en medio y me provocó meterle la lengua. Sus manos se crisparon en mi cabeza mientras sus caderas se elevaban con deseos y volvían a bajar en un compás continuado restregando su coño en mi cara. Esas movidas fueron acrecentando la velocidad y apretándose más contra mis labios. Comenzaba a tener todos los morros llenos de fluido vaginal y mi boca loca de comer carne tan caliente y húmeda. Me centré en cómo me gustaba a mí que me lo hicieran y recordando cómo me lo hizo ella. Estuvimos un largo rato, sin parar de comerle el coño carnoso y fogoso a mi anfitriona. Creo que Arturo debía estar como espectador, yo no lo veía, pero seguramente Rosa sí le miraba a los ojos mientras él observaba a su esposa follar conmigo al tiempo que miraba mi culito impregnado de leche.

Y de pronto… – ¡¡Asíiii mi niña, asssiiihhh! que te la estoy echando en la boca! Asiii… toma!!!

Y mientras se retorcía mi cara empezó a mojarse totalmente, en la boca un líquido sabroso encendía más los movimientos de mis labios y la lengua hasta que ella fue perdiendo la fuerza de sus embestidas y la presión de sus manos en mi cabeza. Me quedé por un rato pasándole la lengua como un gato, oliendo lo que tanto me llamaba la atención, separándome de vez en cuando para mirarle el chocho mojado. Tenía un poco de vello en el pubis dejado adrede, no mucho que le adornaban la raja… pero eran muy suaves. Entonces sentí las manos de Arturo que había regresado. Me acariciaba toda en esa posición. Minutos después se acostó y nos hizo poner a cada uno de cada lado suyo. No sé cuánto habría pasado follando con ambos, pero me quedé dormida y muy agradecida de mis dos anfitriones. Me estaban abriendo las puertas del paraíso terrenal con el sexo más duro y carnal.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas más populares de la semana