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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Volviendo a sus Orígenes


Un hombre marcha a trabajar a su lugar de origen. Allí vivirá con su Comadre, recientemente viuda y ahijadas, una experiencia inesperada.




Mi regreso como funcionario de agricultura.

Mi labor era la reorganización de la asistencia técnica a los agricultores y reabrir una oficina en esa agreste región montañosa donde como técnico agrícola había iniciado mi profesión hacía diez años y viví hasta mi adolescencia, me produjo una sensación de nostalgia porque podría contactar con viejos conocidos y los Compadres que dejé. Llegué a la supuesta sede y sólo encontré un ruinoso caserón abandonado, con puertas y techos perforados, donde los perros y otros animales del lugar entraban y salían. Cierto que estaba previsto una pequeña inversión de adecuación, pero lo que encontré era inhabitable, sobre todo la que debería ser el lugar del director o sea mi habitación y la oficina contigua con ventanas rotas y paredes mugrientas. Me comuniqué enseguida con la oficina central y autorizaron pagar una vivienda decente y digna, pues debía conseguir un lugar donde vivir alquilado mientras se rehabilitaban oficina y mi habitación, por lo que me fui a pedir asesoría donde mi Comadre Alicia, a la cual no veía desde que me trasladaron a la capital y a la que sólo llamaba anualmente por Navidad o para enviarle algún aporte para la educación de mi ahijada, esto desde de la muerte de su esposo, mi amigo y Compadre. José hacía unos cinco años que murió en un accidente de carretera y además quería aprovechar para entregar unos regalos a ella y sus hijas, Aída, y sobre todo para la mayor, mi ahijada Lucía a quien no veía desde esa época donde la dejé a sus seis años…, hoy debe de contar con unos 20 años

Al llegar me di cuenta que la situación económica no debía ser muy solvente, ya que la antes bien cuidada casita tenía las huellas de la falta de recursos para mantenimiento. Cuándo toqué la puerta sólo apareció la cara de mi Comadre, la sorpresa de Alicia fue mayúscula pues no había avisado mi retorno…

– Raúl, ¿tú por aquí? 

Tan pronto me vio se echó a mis brazos y besó mis mejillas, cuando la abracé sentí la presión de sus grandes masas mamarias contra mi pecho, al estar sin sujetador los comprimió contra mí percibiéndolas gratamente. Seguía siendo la hermosa mujer de pelo negro en cascada, los ojos intensos que siempre me gustaron enmarcados en unas cejas gruesas y su cuerpo de mujer madura y cara aniñada que a sus 42 años aún se notaba firme, sobre todo en su impresionante delantera la cual siempre me llamó la atención… 

– Ingrato, mira que llegar así sin avisar, las niñas no han llegado…. Aída está trabajando en el árabe de Abdul, la pequeña tienda del pueblo y Lucía está haciéndome unas compras en la villa de abajo…, pero Raúl sigue por favor y me cuentas el motivo de tu visita.

Pasé a la pequeña sala detrás de Alicia mirando su generoso culo, su bata raída por el uso me permitió apreciar que sus nalgas rotundas cubiertas por unas bragas tradicionales se mantenían bien firmes, sus tetas se bambolearon al caminar y cuando giró aprecié sus pezones a través de la tela, mi Comadre se conservaba bien y al notar que yo miraba sus grandes rosetones color café se colocó las manos en los pechos… 

– Perdona mi facha pero estaba haciendo limpieza con este vestido viejo…, no esperaba visita.

– Tranquila, sabes que somos como de la familia y entiendo que estás en tus labores. Además te conservas bien. No tienes nada de qué avergonzarte….

– Gracias, pero desde la muerte de José las cosas se han complicado, y con algunos trabajos míos y el empleo de Aída sobrevivimos a duras penas. Las niñas están de lo más grande y guapas, no porque sean mis hijas, Aída es muy bonita, alegre y desenvuelta, imagínate que su aspiración es llegar a ser modelo, Lucia es la intelectual de la familia, es muy seria y le ha ido muy bien en sus estudios…. Pero cuéntame qué te trae por este pueblo tan alejado de la ciudad.

– Bueno, después de mi divorcio acepté cambiar de aires…, esos cambios me han llevado hasta aquí para abrir una oficina de asistencia técnica agropecuaria, pero por ahora debo conseguir un lugar de alquiler mientras reparamos las oficinas que son un asco.

– En este pueblo sólo hay una posada, así que espéreme me doy una ducha y me visto para acompañarte. Quiero recomendarte con Doña Luz, la dueña del local. Quédate un momento sentado en la sala…, no me demoro.

Entró a la alcoba que sólo tenía en la puerta que daba a la sala un transparente velo por cortina, vi atravesar a mi Comadre hacia el baño de la alcoba, curiosamente una vieja foto mía con mi difunto Compadre adornaba la sala y para matar la espera me levanté a tomar una vieja revista mientras oía abrirse la ducha, cuando crucé la sala y sin querer miré hacia la alcoba, con sorpresa observé que el baño no tenía puerta… Mi Comadre estaba de espaldas desnuda con su abundante y redondo trasero dirigido en mi dirección, sus voluminosas nalgas tenían una ligera presencia de celulitis pero muy llamativas, ¡¡¡para enjabonarse las rodillas se agachó…!!!Desde mi posición alcancé a ver cómo se abrían sus nalgas y entre sus muslos ligeramente abiertos una respetable vulva mullida con una raja bien marcada perfilaba un increíble coño de fondo, al momento me asusté porque podía ser sorprendido mirándola y me retiré, pero pensé ¡¿Si ella no se cuidaba para que no la vea, menos lo iba hacer yo?!

Así que regresé y aparté el velo que me impedía una nítida visión. Alicia seguía en igual posición lavándose el cabello y ahora sí aprecié el impresionante culo a sólo tres metros. Los gruesos labios de su vulva colgaban como orejones negros y largos goteando agua. Fue una visión de un minuto, tiempo más que suficiente para que mi verga se pusiera como un mástil después de tantos meses de abstinencia sin meter en una hembra. Quería mirar sus tetas, pero ella tendría que estar de frente, así que se me ocurrió hacerme el encontradizo, tan pronto cerró la ducha hice el simulacro de pasar enfrente de la puerta de la alcoba, efectivamente en ese momento mi Comadre tomaba la toalla de frente, sus aun firmes tetas resaltaban en el cuadro con grandes rosetas oscuras, así como su tupido y brillante coño de tersa piel rasurada, donde se dejaba ver toda la hermosura de su conejo de grandes labios internos y carnosos. Tan pronto me vio se cubrió con la toalla y yo me retiré con cara de sorpresa de nuevo a mi silla.

Al rato salió Alicia exponiéndome… – ¡Cuánto siento Compadre que me vieras desnuda!

Soy yo quien lo siente mucho Alicia yo….

– Pero si fue mi culpa por no advertirte que no hay puerta en el baño desde hace un año que se cayó. Y ya te imaginas, al ser todas mujeres y con escasas habilidades en las chapuzas de casa, no nos preocupamos en volverla a colocar, añadido al escaso dinero con que disponemos para esas cosas. ¡Pero sobre todo por ofrecerte el espectáculo de este cuerpo tan descuidado que lo tengo!

No te preocupes Comadre que no es la primera mujer que veo desnuda y espero que no sea la última. Pero no estoy de acuerdo contigo…, tienes un bonito cuerpo, ya quisieran muchas tener las formas tuyas tan bien presentadas.

– Te agradezco sus comentarios, claro que lo que más cuido son mis senos, sin embargo ya no están tan parados como antes….Pero bueno vamos a llevarte a su hospedaje, claro que si antes te quieres duchar, puedes usar el baño…

¡Sabes que es buena idea después de tantas horas de viaje! 

Seguí hacia la alcoba y me desnudé comencé a ducharme, sentí pasar a mi Comadre enfrente del baño seguramente observándome, pero cuando cerré la ducha ella estaba en la puerta, mirándome como si nada. Me las di de sorprendido, pero Alicia sonriendo me dijo… 

– Toma esta toalla limpia y seca, que la otra está mojada. Y como dices, no eres el primero que veo desnudo y espero que no sea la última vez.

Mi verga reaccionó al momento hinchándose e inició un lento ascenso. He decir que Dios me ha otorgado un miembro viril fuera de lo común, en los vestuarios de gimnasia se fraguó entre los compañeros de equipo el sobrenombre de tridente, y no era porque fuera delantero junto con Ismael y Julio, todos sabíamos de la envergadura de mi cipote que hoy alcanza cerca de los 25 cm y 6 de grosor…. Alicia miraba mi polla sin disimulo y sólo dijo señalando una cicatriz en mi muslo, cerca de la ingle…no me sentí pudoroso y ahí desnudo ante mi comadre... 

– ¿Qué te pasó ahí?

– Hace como tres años en un accidente laboral cortando unos árboles, una rama cayó disparada hacia mí….

– Ella sonriendo dijo… Menos mal que la rama no bajó 10 centímetros, hubiera dañado una “buena pieza”. 

Refiriéndose a mi rabo que estaba medio en alza. Sin el menor recato en plena confianza retiré mi prepucio que cubre completamente la cabeza y descubrí mi glande rojo y brillante delante de ella y lo sequé, ya tenía por entonces la verga completamente inhiesta mirándole a la cara frente a frente… adquirió la típica curva de media luna a modo de daga árabe. 

– Se te retira fácil toda la piel del prepucio…¡así se ven mejor el glande! ¡Joder que grande! La verdad nunca había visto una polla tan gorda y larga ¡¡Es un mostrenco de cuidado! ¡Solo comparable a la de un caballo...! Con eso puedes reventar hasta a una yegua.

Fue su comentario con una sonrisa en los labios, para quitarle hierro a lo que hubiera deseado no decir. Lo tomé de manera natural, con el ánimo de aliviar una situación violenta para ella, habiéndose extralimitado con sus palabras, tal vez llevada por una calentura que nadie le quitaba desde hacía muchos años. Me terminé de vestir y salimos en mi todoterreno hacia el hotelito, llegamos a la casa de Doña Luz y mi Comadre habló con ella, pero llegó con la noticia que las dos habitaciones disponibles estaban ocupadas por unos montadores de naves por ese mes, así que regresamos sin solución… 

– Raúl, aquí no hay otro hotel y solo se me ocurre que te toque pagar el alquiler de una casa entera…, y siendo tú de nuestra entera confianza, te podemos organizar una cama mientras arreglas tus oficinas, es más barato y de paso es un ingreso que de verdad necesitamos para la familia, eso si no te incomoda vivir entre tres mujeres solas.

– Te agradezco mucho el ofrecimiento. A mí en verdad no me incomoda en absoluto y lo acepto, pero no sé cómo nos acomodamos, porque sólo veo las dos habitaciones de siempre, y no quiero incomodar vuestra intimidad.

– No te preocupes bobo, respondió. Ahora cuando vengan las niñas miramos cómo podemos acondicionarnos, cambiaremos un poco las costumbres, ya que al estar solas nosotras a veces descuidamos la forma de vestir, sobre todo Aída que es muy liberada a pesar que en este sitio normalmente somos muy recatadas con los extraños…, pero tú no eres un extraño, tanto que te tienen como un tío. Qué decirte, si no fuera por tu ayuda, Lucía no podría estudiar y sin tus envíos de Navidad seguramente no tendríamos regalos en esa época, por eso aunque no te ven hace tanto, las niñas te tienen gran estima y yo también por supuesto.

Seguimos hablando y poniéndonos al día con las últimas incidencias de la familia y los amigos comunes. Al anochecer apareció Aída, la hija menor, cabello castaño y una boca de gruesos labios, alta y gruesa de caderas, con cintura estrecha y unas pantorrillas torneadas que su larga falda apenas dejaba ver, no podía creer que ese monumento fuera la cría que dejé. Me reconoció al momento supongo por la foto de la sala, me abrazó y su olor a mujer del campo me invadió, sentí unos muslos gruesos juntarse a los míos y sin querer los pubis coincidieron, no sé por qué sentí un bulto prominente contra el mío…, “Tiene la regla”, pensé…

– ¡Qué bien que hayas venido a visitarnos, nosotras te recordamos mucho…! Dijo Aída. Alicia intervino,

– Realmente no ha venido de visita, Raúl trabajará aquí en el pueblo. Por lo pronto se quedará con nosotras porque el hostal está lleno.


Lucía la mayor fue la primera.

Al momento apareció Lucía de cabello negro, usaba unas gafas metálicas que le daban un toque intelectual, pero cuando bajé un poco la vista aprecié un pecho desproporcionado para su edad, a pesar del uniforme escolar que traía se notaban los genes maternos, me miró tratando de recordar…

– ¡¿No me reconoces?! ¡Soy tu padrino!

Al instante una magnifica sonrisa apareció me brincó al cuello y la levanté del suelo, los abundantes pechos se me pegaron y me besó las mejillas…

Padrino, pensé que nos habías olvidado, tanto tiempo sin verte, yo te hacía ya muy viejo.

Alicia intervino… – Pues tu padrino no es ningún viejo, está muy bien conservado, seguro que las mujeres del pueblo van a tratar de pescarlo ahora que va a trabajar aquí. Y sepáis que es soltero, pero como os digo, el Compadre va a vivir con nosotras un tiempo, así que vamos a tratarlo bien. 

– ¿Dormirá con nosotras?

– Por lo pronto creo que Lucía por ser la ahijada le cederá a su padrino la cama y dormirás en la cama grande conmigo. Aída seguirá en su cama en el mismo cuarto con Raúl. Mientras tanto, recordar que es como de la familia. 

– ¡Aída tendrás que usar pijama! Dijo Alicia, dirigiéndose hacia mí…

– Es que a esta niña le da por dormir desnuda sabes…. dijo su madre, – Bueno Raúl si quieres pasa a acostarte que debes estar cansado, yo saldré temprano por la mañana con Lucía, así que Aída te hará el desayuno. De todos modos Aída se irá mañana donde mi hermana a acompañarla y ayudarle, porque su marido está compareciente por unas semanas.

– Bueno, agradezco tu hospitalidad, pero no quiero interferir con vuestras costumbres, yo soy el que debo adaptarme a las vuestras, así que seguir haciendo vida cotidiana como si yo no hubiera llegado.

Se había hecho de noche y comencé a deshacer maletas, saqué los regalos, una bata de dormir para mi Comadre Alicia, unos jeans para Aída y una blusa bordada para mi ahijada Lucia, se los entregué confiando en que las tallas fueran correctas. Alicia y Lucía se retiraron a dormir y prudentemente esperé a que Aída se cambiara de ropa para dormir y se acostara, sobre todo porque dado que vivo solo no uso pijama y ya me he acostumbrado a dormir sin calzoncillos los días de calor. Leí unas notas y cuando calculé que ya se había acostado, entré al cuarto, mi joven vecina recostada de lado tenía la almohada sobre la cara y su camisón levantado en un lado mostraba parte de las nalgas ¡¡¡sin bragas!!! Sus ancas de piel tersa a la luz que entraba por la ventana me provocó acariciarla, pero más pudo el temor de abusar de mis anfitrionas en la primera noche. La polla se me inflamó sin poder evitarlo, me desnudé sin encender la luz, cuando terminé de bajarme el slip la picha saltó erguida y caminé a colocar la ropa asumiendo que estaba dormida, en eso Aída giró la cabeza y los ojos quedaron en frente de la verga semi erecta y me susurró…

– ¡¿A ti también te gusta dormir desnudo?!

Sorprendido me tapé la verga y rápido me metí bajo las sabanas…

– Perdona pensé que dormías, pero no traje…bueno no uso pijama, también susurré.

– No te preocupes, a mí me gusta estar desnuda también, pero ya oíste a mami, dijo en voz apenas audible…

– Por mí puedes dormir como gustes, recuerda que somos como de la familia, dije entre dientes.

Me dormí pensando en que ojalá Aída no comentara nada a su madre…Cuándo me desperté y abrí los ojos, Aída arreglaba su cama de espaldas a mí, cubierta por su corta camiseta a modo de camisón…, y seguía sin nada debajo. Se alcanzaba ver el inicio de sus nalgas, ubiqué mi línea de visión y su culo a unos dos metros me entregaron la imagen de su raja, que cuando dio un paso lateral abrió la unión de sus gruesos muslos, ¡Caramba…! Esa niña se había depilado a juzgar por lo despejado de su vulva cortada en dos por la tremenda raja de su coño en medio de las piernas, incluso su raja trasera dejaba sus dos nalgas de la forma que a mí me vuelve loco un culo…, separabas gratamente. La verga se me empalmó al instante. Aída no sintió que desperté por lo que siguió en su labor, dejándome ver la raja de su culo, se agachó, ahora su chocho impúber me quedó enfrente, era como el de una niña un coño infantil en una chica adolescente…, una locura y  me lo estaba mostrando tan cerca que si estiraba el brazo lo podía tocar… 






– Buenos días Aída, qué bonitas piernas tienes, fue mi comentario. 

Se levantó rápidamente sorprendida intuyendo que había logrado ver algo más…

– Buenos días, qué susto, ¡¿Estabas despierto?!

Y atrapada sin opciones, se giró sentándose en la cama. La imité sentándome yo también en la cama, tapándome con la sabana.

– Claro y hace rato que estoy mirando a una futura modelo que tiene unas preciosas pantorrillas, pero tus muslos son algo gruesos. Claro que no he visto bien tu figura, ni cómo luces caminando.

Dije tratando de dar un giro a la situación… – Aunque no creas sé algo de caminar, porque me fijo en la TV cómo lo hacen. ¡Déjame y te lo demuestro! 

Se levantó e inició un supuesto desfile, con cierta gracia movía sus poderosas caderas, al final dio un giro que levantó el ruedo de su camisón, fugazmente volví a ver sus nalgas…

– Te ves bien pero acércate y déjame ver tus muslos, levanta un poco tu camisa…

– Bueno pero te advierto que no tengo ropa interior. 

Yo seguía sentado en la cama y se colocó a mi lado, subió el borde de la bata, sus muslos gruesos y firmes quedaron descubiertos, la fina vulva en vértice de la “V” de su entrepierna se alcanzó a ver. Coloqué mi mano en su muslo y sobé su juvenil piel, con una suave y tersa dermis juvenil contrastaba con mi ruda y áspera badana.

– Parece que tienes un cuerpo muy bien formado, ¡Preciosa!

– ¿Quieres ver el resto, puedo desfilarte sin la camiseta si quieres?”

– Si crees que es seguro. Eres tan joven. No me quiero me meter en problemas con tu madre… ¿Qué tal si regresa y te encuentra sin ropa delante de mí?

– No te preocupes, estamos solos por largo rato. Salió con Lucia y se van a demorar bastante. ¡Oye, tú también tienes un buen cuerpo anoche lo alcancé a ver! ¿Sigues desnudo?

– Realmente siempre duermo así…, ni siquiera tengo pijama. 

– Anoche alcance a ver algo grande y bonito, ¿Cómo ha amanecido hoy?

– De muy buen ánimo, porque ahora después de ver ese trasero tuyo está muy animado.

– Si me dejas ver tu cuerpo, te dejo que veas el mío…

– Me parece justo. Si me quieres ver desnudo estoy de acuerdo, pero prepárate porque la tengo algo distinta a la muchos hombres

Me levanté y al ponerme de pie la sabana cayó al piso descubriendo mis 25 cm de gruesa verga bien templada.

– ¡¡Qué buena polla tienes Raúl…Digo pene!! Y eso que sólo está medio empalmada ¡Madre mía que chorra más larga! y gruesa mucho más que la de…, se interrumpió Aída.

– Ahora te toca a ti mostrarme cómo se ve una futura modelo desfilando desnuda. Acercándome hasta ella…, – Permíteme sacarte la camiseta….

Con la polla templada me acerqué y subí su camisón, arrimando mi cuerpo con toda intención hasta que la punta de la verga, se colocó entre sus piernas y con la punta del falo toqué su vulva hinchada. Enseguida me retiré para apreciarla. ¡Qué caderas por Dios!, amplias y un exagerado monte de Venus reciamente apretado haciendo aflorar sus labios internos en sinuosos pliegues que auguraban un coño de grandes orejones por labios vaginales. Las tetas medianas aún, con pezones rosados pequeños y puntiagudos. ¡Toda una hembra! Caminó moviendo graciosa y coquetamente sus firmes grupas, para luego regresar a mí sonriendo…

– ¿Cómo me ves? Me dicen que tengo un bonito culo. Me animó…

– Ven y lo compruebo…

– Pero no tengo muchas tetas...

– Para ser modelo no debes tener muchas tetas... queda feo en los desfiles. Sin embargo tu chochito se ve de lo mejor... perfecto.

La esperé de pie, se acercó y mirándome descaradamente a los ojos juntó su desnudo cuerpo a mí y agarré sus glúteos. 

– Pues sí es un bonito culo ¡¡Está bien duro!! Me gustan muchos los culos con dos nalgas respingonas totalmente diáfanas.

Aída pegó su cuerpo al mío, bajé una mano por la raja de entre sus nalgas, hasta acariciar su chocho, era un promontorio carnoso tapizado de un fino vello rasurado, separé los labios enjutos y deslicé un dedo en su raja, toqué su botoncito…, ya estaba tan húmeda que mi dedo sintió la humedad espesa que despedía. Aída abrió sus piernas invitándome a acariciarla así que introduje mi dedo y lo clavé suavemente hasta la última falange, rotándolo en su interior. Besé su boca y bajé a sus pezones mordisqueé sus puntas rígidas. Puso una mano sobre mi tranca endurecida palpándola, acariciándola a modo de bate de béisbol y apretando la cabeza al final, e inició una suave paja… 

– Raúl tienes una verga enorme, suave y muy dura... ¡¡Me gusta!

– Oye ¿Con la verga de quien comparaste la mía antes...? 

Me quedé esperando la respuesta que no desea compartir conmigo…

– Yo creo que conoces otras porque tienes el chocho abierto... seguro que tienes un novio o follamigo. ¡¿Por a ti ya te han roto?!

– Claro que ya me he metido otras pollas…, y muchas veces. Me desvirgó un viejo de 70 años cuando tenía 13 ¡Es que soy algo caliente!, así que no te preocupes por mi virginidad, porque tengo muchas ganas de sentarme sobre tu tranca y me abras el coñito en dos. Con esa polla seguro que me atraviesas hasta el estómago partiéndome hasta las entrañas… ¡Nunca me ha follado una verga tan grande…! Y dudo que me entre ni siquiera la mitad ¡Joder que larga y gorda la tienes!

Me senté en la cama y Aída se ubicó a horcajadas sobre mi garrote, tomó mi nabo con la mano y despejó el glande bajando el prepucio. El jugo vaginal lubricó el capullo henchido que separó los labios y fue entrando suavemente en su empapada raja, se tragó casi la mitad de una, en unos cuantos enviones más se la fue clavando, hasta que quedó ensartada del todo con mis huevos tocando su ano y comenzó a realizar círculos con su coño sobre la tranca que acababa de tragarse. Mi linda nena era toda una maestra en el arte de la fornicación ¡Cómo contorneaba sus caderas! Dado lo ceñido de su coño de vulva generosa, mi estoque producía dos grandes pliegues de sustancial carne rosada alrededor del mismo haciéndose sentir mucho mejor que con cualquier otra hembra las contracciones de su vagina… Mientras se balanceaba arriba y abajo con toda naturalidad me replicaba diciendo…

– Sabes que anoche te vi desnudándote. Cuando vi tu verga la comparé con las que ya conozco bien…, reconocí que no es en nada igual a ninguna. Solo la de mi primer novio se acerca en lo larga, pero la tuya es más larga y mucho más gruesa. La de Abdul mi patrón, a quien me estoy follando últimamente tiene una picha mediana además de ser delgada. Creo que necesitaba un cambio radical, es que soy muy calentorra, por eso ahora quiero que te aproveches de mí y yo de ti tito…¡Así que dame verga que es lo que me gusta! Tengo que reconocerlo y no me da vergüenza decírtelo…¡Me encanta las buenas pollas! En especial la tuya que es única…, larga, gorda y tan dura como un tronco de Carballo 

(Un carballo en Galicia es un Roble) Oír esa declaración de alguien tan joven con apenas 20 años, y de una supuesta formación católica me extrañó, pero yo no estaba en plan de moralizar a nadie y menos teniéndole a la niña la verga metida hasta el fondo, así que me dediqué a bombear en su vulva mojada. Comenzó a gemir, empalada hasta las pelotas, se abrazó a mi cuello acelerando sus golpes de conejo tragando nabo…, desde la punta a las mismos huevos con tan solo un movimiento de cadera a lo perrero. Rotaban sus caderas dándose gusto sin sacar casi nada la tranca que la invadía.... fueron los diez minutos más rápidos de mi vida y los más placenteros de nunca, sus gemidos en mi oído me excitaban tanto que con oír su voz susurrante y jadeosa decir… 

– Quiero correrme yaaaa con tu leche tito,¡…ESTOY TAN CACHONDA…! Dame tu leche ahoraaaaa… me corrooo…dame lecheeeee….

No tardé unos segundos en complacerla, porque no aguanté un segundo más, un caliente chorro espeso repetido una y otra vez se expelió en el fondo de su vagina colapsando la entrada de su matriz. Lo sintió perfectamente estallar contra su pared vaginal porque se apretó fuertemente a mi cuello, y buscó mi boca donde introdujo su lengua entre gemidos de claudicación. El olor dulce que desprendía la joven hembra embriagaban mis sentidos al tiempo que mis pelotas continuaban lanzando chorros de leche en ese coñito descarado que succionaba mi verga pretendiendo dejarla seca. Acabadas las convulsiones, dejó de masajearme la polla con sus ardientes paredes internas, hasta que se clavó a tope sin dejar de besarme, lamerme y mamarme la lengua con avidez y maestría. Sudorosos nos regocijamos en nuestros orgasmos hasta que se levantó minutos después sacándose el invasor falo de sus entrañas. Tal apareció mi verga goteante, se agachó livianamente y se la introdujo en su boca limpiándome el esperma borbotante del final con su lengua de manera lujuriosamente golosa…

– Para ser el primer día, ya nos hemos conocido bastante, así que me voy a vestir y espero lo repitamos. Te compensaré con un buen desayuno por haberme dado esos tan buenos días. 

Me dice sonriendo y muy feliz de verse el coño chorreando leche…


La confidencia de Lucía. 

Después de un suculento desayuno de Aída, me tocó salir a conseguir un maestro de obras e instruirlo para que reparara las maltrechas oficinas y ordenar los materiales requeridos…, me ocupó todo el día, pero debía iniciar un censo de fincas que se inscribieran en un programa de subsidios a pequeños agricultores y estaba sobre el tiempo, llamé por teléfono a la oficina central a lograr información, y le consulté a mi jefe y amigo José cómo avanzar en el trabajo. Me recomendó contratar un ayudante como secretario para que me acompañara y rellenara los formularios burocráticos. En eso recordé que la ropa interior de mis anfitrionas se hallaba en mal estado y aproveché para pedirle el favor que me comprara y enviara tres juegos surtidos de sujetadores, pantys, bragas y camisetas de algodón de las tallas que le relaté como agradecimiento por las atenciones de las damas. Por la noche llegué cansado y sudoroso, encontrando la casa sola. Entré y me desvestí, decidí ducharme lacándome el cabello con champú y me bañé rápido dado que no había puerta…, y cuando me secaba me pareció oír que la puerta de la sala se cerraba. Salí desnudo hasta la sala tapando mi cintura con la toalla, no había nadie pero extrañamente la mochila de Lucía estaba sobre la mesa, me apreté firmemente la toalla en la cintura, al minuto la puerta se abrió y apareció mi ahijada…

– Hola padrino, está todo fresquito, ¿Te estabas bañando? ¡Es que hace un calor tremendo!

Me besó en la mejilla con mucha detención. Pasé a mi cuarto a cambiarme pero me quedé pensativo acerca de la mochila, ya que estaba seguro de no haberlo visto cuando llegué, terminé de vestirme con camiseta y un pantalón deportivo sobradamente holgado, pero me quedó la impresión que Lucía hacía rato de haber llegado, pienso que desde cuando me duchaba….

– Padrino te conservas muy bien, tienes un cuerpo muy juvenil, con tan poco vello…, debes haber dejado muchas novias en la capital…. 

Mi gesto fue de extrañeza al ver un camino inusual de nuestra conversación. Puse un gesto de complacencia ante mi destino. 

– Pero por eso no te preocupes que aquí hay mejores mujeres, mucho más hembras que las pijas de cuidad.

Me quedé impresionado con la naturalidad de su verborrea acerca de mis relaciones sociales, sexuales o a saber de qué me estaba hablando. 

– Por ejemplo, ¿No te gusta mi mami? ¡¡Ella está solita!! En confianza te comento que hoy me dijo que eres muy guapo y... que estás muy bueno. Yo creo que hacéis muy buena pareja.

La confidencia me extrañó porque dado el compadrazgo y a pesar de lo atractiva de mi Comadre, no la había visto con ojos de deseo, bueno hasta esa mañana que la vi en cueros bañándose. 

– Lucía, yo no he venido a buscar novia, sólo a trabajar. No niego que tu madre es muy atractiva, pero después de mi divorcio no quiero repetir la experiencia, así que no hagas de Cupido.


El primer gran polvo con la Comadre. 

Al momento llegó Alicia agitada y con bastante prisa cargando una bolsa de mangos, que sabía me gustaban… 

– Raúl apenas vi los mangos me acordé de ti. Cuéntame cómo te fue con los albañiles…, pero déjame que me bañe y me cambie… ya conversamos ahora.

Cuando Alicia entró al cuarto, una sonrisa le cruzó la cara de Lucía, en voz baja dijo… 

– Ya puedes ver que mi mami es un amor, pórtate bien con ella porfa. ¡Os dejo solos! Me dijo guiñándome un ojo… – Chao mamá, me voy al mirador, he quedado con mis amigas…, tal vez me demore un poco…

Dijo saliendo puerta afuera enfatizando el “tal vez me demore” y sin darme tiempo a reaccionar.





Creo que madre e hija se habían puesto de acuerdo o Lucía aprovechaba para facilitar algo entre su madre y yo, porque al momento la ducha se sintió caer, sólo fue asomarme a la alcoba y ahí estaba desnuda en el marco de la puerta del baño mi Comadre de espaldas con su amplio culo y sus bien formadas piernas un poco abiertas dejando que el agua corriera por su terso cuerpo. Un reguero de agua tibia recorría su espalda entrado por la raja del culo y seguía regando sus hermosas piernas…, por delante el agua iba recorriendo hacia el chocho empapándolo deliciosamente también. No había tomado ninguna precaución para que no hubiera ningún impedimento a esa visión espectacular. La polla se me dilató a tope. Decidí que una hembra así no se podía despreciar y decidí disfrutar del espectáculo desde la sala. Alicia se giró para mirarme asegurándose que la admiraba, yo hice como si sólo pasaba por la puerta….Algo turbado y para no ser tan directo en mis miradas sólo me atrevía a decir…

– ¡Alicia tengo un buen champú!, ¿No deseas lavarte ese cabello tan precioso?

– Bueno si me lo prestas te lo agradezco, ¡Pásamelo por favor! 

La naturalidad de su desnudez ante mí ya no me parecía nada extraordinario, busqué el tarro de champú y llegué hasta la puerta de la alcoba regocijándome en la belleza vestal de la dama…

– Alicia, aquí tienes... es champú y acondicionador especial niños.

– Sigue, total ya me has visto desnuda, una vez más no importa. Yo creo que mientras estés en casa tendremos que acostumbrarnos a vernos en pelotas con frecuencia.

Entré hasta el baño, mirándola en su total desnudez, de frente su impresionante cuerpo, eran eso ¡¡¡Impresionante…!!! Unas finas venitas azuladas surcaban la piel de sus tetas, rematadas por unas rosetas amplias reseñadas en unos pezones puntiagudos, el vientre ligeramente abultado y su pubis rasurado de vello oscuro que adornaban de un cariz aterciopelado el abultado chocho de profunda raja vaginal y labios replegados semejantes a las coronas de las medusas. Bajó el holgado pantalón deportivo se apreciaba el colmado volumen impúdico de mis genitales imposible de disimular en absoluto….

– Es más, por qué no me ayudas.

No dilaté su petición acercándome más a ella

– Será mejor que te quites la ropa, no sea que te se te moje.

La invitación no podía ser más clara ni más obvia. Me quité la camiseta y me bajé los pantalones. Su ocupante saltó desafiante como un resorte apuntado al techo. Entré a la ducha, tomé el champú mientras Alicia me daba la espalda, la punta de la verga se colocó entre las masas de sus nalgas, mientras colocaba en su cabello el producto. Mi bella Comadre empujó su culo contra mi verga que se deslizó por la parte inferior de sus nalgas entre sus piernas, sentí sus vellos rasurado acariciar el glande, pero el cipote no entró. Sólo se oía el ruido de agua al caer, había un silencio cómplice de los hechos que se daban. No nos decíamos nada pero todo era axiomático, mientras frotaba su cabellera sentí que tomaba mi verga con la mano y la dirigía al centro de su vulva buscando entre sus carnosos labios vaginales la entrada de la gruta de la necesitada de la dama. Sus años en el dique seco en una abstinencia absoluta de rabo de semental tenían a la pobre mujer al filo de la desesperación, mucho más de lo que yo pudiera estar en esos momentos.

Sólo empujé y con la humedad de su coño, se fue clavando hasta el fondo poco a poco dilatando esas paredes casi virginales de lo apretadas que estaban…, no decíamos nada sólo la metía y la sacaba en vaivenes cadenciosos durante varios minutos, haciendo hueco en su estrecha vagina con mi mostrenco. De pronto se agachó levantando su culo facilitándome el acceso total…, la enterré toda sin miramientos ni compasión. Puse las manos en sus caderas para controlar las idas y venidas de mi rabo dentro del aquel formidable conejo hambriento de nabo, y seguí en silencio clavándola y sacándola oyéndose leves gemidos ahogados de ella. Sin una preparación previa me estaba follando a mi Comadre sin ninguna conversación sobre el tema que nos sirviera de antecedente…. De pronto se sacó mi arma impregnada de flujos espesos de su coño diciéndome…

– Enjuágame el pelo y vamos a la cama, estaremos mucho más cómodos. 

Llegamos tras secarnos, salimos del aseo y en nada se sentó en la cama mientras yo de pie le apuntaba con mi badajo inhiesto a la cara. 

– Compadre este pollón descomunal como nunca he tenido para mí me lo tengo que comer ahora como es debido.

Vi a la mujer descosida de mi Comadre, a la leona devoradora de hombres, la hembra que una vez debió ser mía pero mi compadre se adelantó seduciéndola. 

– Debes de comprender que tengo una calentura acumulada de muchos años sin joder con una polla caliente y tan viril…. Espero me entiendas sin juzgarme, pero necesito un buen polvo para apagar el fuego que me quema por dentro.

– Jamás te juzgaría por satisfacer una necesidad fisiológica tan básica como es la de sentirte mujer y hembra…

En su boca se dibujó una sonrisa de complicidad. Me agarró la picha descubriendo el glande lentamente de su prepucio por tener mucho de este tuvo que correrlo todo, la cabeza color rojo intenso brillante palpitó por la excitación donde mis venas bombeaban sangren a toda máquina rigidizando el vástago endurecido como nunca, llegando al dolor de lo hinchada que tenía la tranca. Mirándome a los ojos…

– ¡Ahí que ver Raúl, cómo se te ven de marcadas las venas! Son espectaculares lo infladas que las tienes ¡¿Te han dicho que tienes una verga espectacular?! No es que conozca mucho pero ésta me gusta, ¿Me dejas chupártela, Umm? Tengo mucha curiosidad por saborear una masculinidad tan acentuada como la tuya… ¡A mi José se la mamaba con mucha frecuencia, me encanta el sabor de las pollas!

– Por favor Comadre considérala como si fuera tuya…, no solo puedes sino que necesito que me la mames hasta que te hartes de chuparla.

Sólo tomé su cara y la dirigí a la tranca que pedía algo de satisfacción de unos labios sugestivos y carnosos como los de Alicia. El trozo de la cabeza y poco más del corte del prepucio entró en la boca…, ella lamió su división con el tronco, para iniciar una paja con su mano derecha mamando el capullo. Allí estaba esa mujer que me sugestionaba todo el placer animal acumulado en meses frotando con la mano mi tronco y succionando con la boca mi gordo e hinchado glande, mientras me miraba a los ojos. No dejó la otra mano suelta, sino que la pasó a acariciarme las bolas que de tan frondosas, no le cabían en una sola mano.

Algunas mujeres me han apuntado que son un par de huevos tan grandes como los de un toro bravo, y no iban mal encaminadas pues producen leche para preñar a una vaca. En Alicia la cara reflejaba la excitación que tenía en cada inserción hasta la misma campanilla, la saliva se gestionaba mal en su boca derramándose en grandes goterones impregnando su barbilla y mis pelotas pasando por su mano rodeando el duro tronco. En un momento recordé a mi difunto Compadreen pleno ritmo frenético de su esposa haciéndome la mamada de mi vida…, tuve un pequeño sentimiento de culpa y retiré la verga de la boca al producirme un ligero bajón….

– ¡¿Qué pasa cariño?!

– Nada, es que me acordé de tu esposo, pero sigue chupándomela que lo haces muy bien. 

Queriéndole quitar hierro a mi infracción, esa culpabilidad que ella hacía tiempo había superado, me apuntó a sottovoce…

– Compadre, mi José te apreciaba tanto, que sé que tú eres la persona que él hubiera escogido personalmente para cubrir mi ajada necesidad de hembra en celo. Aún poseo toda mi actividad sexual intacta de cuando él nos dejó. Tú siempre hubieras sido el elegido mucho antes que cualquier desconocido…, no solo para mí sino también para mis niñas…, el elegido por él y por mí sin lugar a dudas entre un millón de hombres.

Nada más acabar de decir eso abrió la boca esperando mi glande, tomé la verga, cuando pelé la cabeza y la introduje entre sus labios…, ella lo sorbió con ganas y comenzó a meterlo y sacarlo de su boca ayudando con su mano. En unos minutos la leche anunció su aparición, pero quería deleitarme con su coño frondoso, en verdad necesitaba correrme dentro de su útero y atorarlo de lefa impaciente por preñarla.

– Comadre por favor déjame metértela en ese chocho divino que tienes entre tus piernas. Desde anteayer que te vi en pelotas me fascinó la raja frondosa que posees, me parece un lugar delicioso, algo tan divino y maravilloso que ningún hombre debería ser privado de algo parecido en esta vida. Todo hombre deberíamos probar al menos una vez en su vida un placer semejante a tu coño. La prueba de mi fascinación la tienes cuando en el baño me dio las incontenibles ganas de hacerte mía.

Pero qué me dices Compadre, mi boca, mi coño, mi culo…, yo entera soy tuya… ¡Comienza por follarme por delante te lo ruego…!

Lo dijo dejando abierta la posibilidad de entrar por la puerta trasera en otra ocasión, lo cierto es que para ser primera vez lo correcto era satisfacernos por donde la naturaleza nos pre-diseñó para tal función sexual. Se recostó sobre su espalda, recogió las piernas abriéndolas de par en par dejándose follar completamente despatarrada, ¡Qué labios tan gruesos y grandes poseía su chumino! Abrió los largos pellejos de sinuosos pliegues brillantes de flujo con sus dedos…, apareció la rosada hendidura de la que brotaba el más puro aroma a hembra en celo. Separó los labios y su mojada caverna se abrió invitándome a entrar. Mi polla se enardeció un punto más al límite de reventar. 

Me metí entre sus muslos, hacia allí dirigí mi polla enfilándola, que entró abriendo las paredes vaginales llegando hasta el fondo haciendo varias escalas a fin de no lastimar tan preciada y delicada joya en su necesaria dilatación por lo enjuto de su conducto del goce ancestral. Sin pausa ni demora ya había iniciado un delicioso mete y saca que fue subiendo de intensidad a cada clavada. Alicia pasó sus piernas por mi espalda, restregando su mullida vulva contra mi pubis en cada metida en profundidad frotando a su vez el clítoris con mi ruda pelambrera, obteniendo su deleite particular camino del orgasmo deseado por toda dama cuando pretende gozar con el hombre que la está apareando…, empezó a gemir terminando con pequeños gritos al llega al fondo uterino golpeando con mis bolas su perineo….

Todo en uno…. – ¡Así, así clávame toda tu tranca papaíto…! Me tocas el fondo del coño con tu gorda cabeza de lo larga que la tienes so cabrón,…así…asiiii… ¡Fóllame duro! Ahora ya puedes darme fuerte…, tengo el coño preparado para recibir los pollazos de ese pollón que te gastas. 

Bajó su mano hasta el coño metió sus dedos alrededor de la verga… 

– ¡¡Joder Compadre, me tienes enterrada toda la verga hasta los huevos…, no queda nada fuera!! Estoy asombrada… No sé cómo puedo contener el trabuco entero en mi vagina. Seguro que estás llegando a lugares vírgenes de mi útero. 

Mientras me apretaba la espalda con sus piernas enlazadas y percibí que llegaba tenía su orgasmo con espasmos y gemidos…

– ¡Compadre mío qué verga más buena me estás atravesando!, ¡¡Me Corrooo mi vida…! No sé por qué, pero me corro como nunca…

En esas comencé a excitarme más si cabía en esos instantes, sentí mi leche acercándose y me dejé ir. Le propiné tres metidas a fondo de manera rápida a la par que ella se contorsionaba alrededor de la verga con su orgasmo, regodeándose con mi falo insertado. Un subidón de dopamina disparó las primeras dos descargas sucesivas de largos chorros de leche que llenaron su almeja de una sola atacada…, seguí dándole convulsionándome en otros chorros de lefa contundente y espesa, como los dos primeros aldabonazos. Así estuve con pequeños mete saca vaciando mis comprometidos testículos copados de rico esperma potencialmente cargados de millones de espermatozoides preparados para lo evidente…, preñar a la hembra receptora. 

No paré de inseminar a mi Comadre en el medio minuto que tardé en quedar seco, hasta que el falo se me empezó a ablandar, signo inequívoco que era el momento de desanclar mi cipote de la mejor de las acogidas en muchos años. No sé como, pero aprecié el reflejo de una sombra que se movió en la sala y un suave ruido de puerta me pareció oír, justo en el momento que me dejé caer a su lado de espaldas sobre las sábanas completamente campante sin llegar a estar exhausto. Alicia se desenganchó de mi trozo de verga semi rígida, dejándole escurriendo el semen por los muslos. Se fue para el baño jalándome por el brazo, nos bañamos juntos y luego me vestí presuroso saliendo la alcoba, me senté en la sala y luego salió Alicia a hacerme compañía…. 

– Compadre, gracias por ese polvo…, de verdad lo necesitaba. No imaginé comerme tu tranca, está muy buena, sin contar con lo enorme que es ¿Cuánto te mide por curiosidad…?

– Pues hace mucho que no me la mido, pero la última vez alcanzaba los 25 cm y 6 de gruesa…No habrá cambiado mucho desde mi adolescente juventud.

– Muchas gracias de verdad mi cuerpo lo está agradeciendo ya de lo bien que me siento…

– No seas así, el favor me lo has hecho tú Comadre. Debes saber que los hombres necesitamos eyacular frecuentemente y ya llevaba semanas sin hacerlo y meses sin follar, sin dejar de lado el mullido coño tan precioso que tienes junto con el resto de tu cuerpo…, tu culo, tetas, y como no tus ojazos divinos mirándome en ese instante especial cuando has sentido mi leche invadir tus entrañas. 

– Me encanta que me follen a pelo, algo que desde mi esposo no ocurre, como te puedes imaginar.

– ¡Ha sido de lo más espectacular y hermoso que he vivido en años! A mí también me gusta mucho follar sin condón, más un coño así de sabroso.

– Bueno lo de mi coño gordo y mullido es algo de familia, lo digo por mi hermana que también los tiene bien esponjoso con una raja espectacular, pero lo más asombroso de sus coños son los labios vaginales mucho más grandes que el mío…. Pero para coños bonitos los de mis hijas. Las dos tienen unos chochos frondosos para su edad con una raja prominente, sobre todo el de Lucía, ¡Qué niña más atractiva para ti sería! Lo digo por tener un chochito grande... seguro que es un buen tragón en unos años.





Estuve de acuerdo ya que había tenido la oportunidad de comprobar el de Aída y se engulló de una sola vez, toda la carne trémula que le enterré sin contemplaciones. Nos sentamos a charlar en la sala, al rato apareció Lucía sonriente mirándome en cierta forma que no supe interpretar cuando me dirigía a dormir agotado de los avatares del día… 

– Hasta mañana padrino espero que te hayas comido un buen mango. Mamá siempre escoge los mejores para su familia.

Me reseñó desde la puerta cuando ya había pasado a la alcoba para dormir solo, ya que Aída se había ido donde una tía a pasar unos días. Me acosté relajado después de tan buen polvo y me dormí satisfecho con los huevos descansados orgulloso de haber cumplido como el macho alfa de la aquel hogar falto de una presencia masculina que equilibrara el ying y el yang claramente manido al lado femenino.


Tomando medidas a la niña. 

En la mañana cuando me levanté ya Alicia había salido y Lucía estaba en una bata abotonada por delante, se nota que no tenía sujetador porque sus pezones se marcaban mucho, ya me había servido el desayuno y le pregunté… 

– No me has dicho nada si te gusta la blusa que te he traído….

– Cierto, no he tenido tiempo, pero ya me la pruebo padrino en un momento. ¡Qué desconsiderada he sido contigo! 

Entrando a la alcoba, al momento salió a la sala sólo con la camisa nueva puesta que a medio muslo le cubría unas manidas braguitas de algodón, sus piernas desnudas eran largas no muy gruesas pero bien formadas, estaba abrochándose dificultosamente los botones y comentó…

– Padrino, es muy bonita, pero creo que me queda un poco pequeña por delante, los botones no cierran. Ayúdame por favor, porque este es mi problema de siempre.

– Cuanto lo siento cariño…, no me imaginaba que estuvieras unas medidas tan desarrolladas…. Déjame y te la cierro yo.

No había apreciado realmente los pechos de mi ahijada por su diario uniforme escolar, pero ahora con la blusa a medio abotonar y sin sujetador sus grandes tetas no correspondían a la chica que era. Sus gafas le daban una visión contradictoria entre niña ingenua y excitante adolescente, traté de tomar sólo los botones pero no pude.

– Déjame y te recojo un poco mis tetas.

Agarró los duros pechos por encima de la camisa, uno con cada mano que apenas cabían en mi palma y cerré ajustadamente el botón, pero al instante volvió a soltarse de repente dejando destapados sus tetazas y a medio cubrir sus juveniles pezones rosados sobre todo el izquierdo que quedó casi al aire. Mi ahijada de pronto por mi condición de padrino lo dejó descubierto con toda familiaridad, como si su desnudo no pudiera excitarme… 

– Tendremos que mandarla a arreglar, pero trae el metro para medirte el busto y darle el dato a la modista.

Trajo un metro de cinta y con toda calma le desabotoné la camisa la cual se abrió dejando sus rotundas mamas destapadas, ella misma abrió la camisa y sus tetas quedaron al aire, los pezones saltaban sobre sus grandes rosetas. Madre mía que tetas más bonitas para un cuerpo tan fino, las tetas eran de amamantadora en un cuerpo casi infantil.

– Si te parece mejor quítate la camisa para medirte, no había notado que tienes los senos tan... bonitos.

Se la quitó quedando sólo en unas braguitas de algodón más bien grandes para su culito y cadera estrecha. Aquella braguita por lo ancha formaba un promontorio extraño en su pubis y cubrían toda su entrepierna. Levantó los brazos y pasé la cinta alrededor y medí por la punta de sus pezones que se veían erguidos. Puse un dedo sobre el derecho al tacto se sentía rígido, observe que sus axilas estaban depiladas ya a su temprana edad y para pertenecer a un área rural donde no se acostumbra a depilarse. Los senos eran redondos y tersos me provocó agarrárselos y chuparlos pero me contuve de mamar esos pezones duros y espigados que se le habían puesto a  la niña, pero rozando sus pezones con mis dedos al medirla me tocó esconder un poco la erección que comenzó a alzarse sin remisión. Joder la niña estaba casi en pelotas con un cuerpazo que nadie lo diría…, culito pequeño y seguramente virgen y unas tetas frondosas para perderse…

– Son 94 cm, bastante para tu edad pero los tienes muy bonitos. Me miró con complacencia…

– Qué bien que te gusten, porque me tienen acomplejada por lo grandes que son, mira cómo se me mueven, me parece que están blandas, ¡Tócalas para que lo notes! 

– No deberías tener nada de complejo, son preciosas.

– Pues mi complejo viene de largo, ya desde los 9 años tenía tetas, me salieron dos o tres años antes que a la mayoría de mis amigas.

Los agarré y sentí la firmeza de sus mamas, sopesé sus globos y luego tomé sus pezones entre los dedos que se erizaron endurecidos, seguí sobándolos con la total aceptación de Lucía y agrado mío… 

– Nena tienes unas tetas preciosas, duras y suaves…, mira cómo tienes de tiesos tus pezones…, como puntas. ¡Oye no tienes que comentarle a tu madre que te medí el busto desnudo! Aprovechemos ahora para tomarte la medida de caderas por si tengo que comprarte unos jeans…

– Padrino ¿quieres que me quite las bragas, para medirme?

– No es necesario…, por encima te tomo la medida.

Apenas lo dije me arrepentí, pero debía respetar a mi ahijada, follar con ella era casi como cometer incesto. Claro que me agaché y pude apreciar el gran bulto en su entrepierna y como si fuera la forma normal pasé la cinta sobre su vulva colocando el dorso de la mano sobre su monte de Venus y sentí un suave pero abultado cojín suave. Unos tímidos vellos asomaban por la parte superior de la braguita…

– Son 92 cm. Tienes buena cadera. Bueno me voy a bañarme porque debo salir, así que mientras ponemos la puerta, es mejor que salgas del aseo.

– Padrino te guardaré todos los secretos que quieras…, si lo deseas puedes bañarte delante de mí que yo no digo nada. Fíjate que estoy delante de ti todo el tiempo sólo con una braguitas bastante usadas y hasta me has visto las tetas, sin contar que me las has tocado y sobado…

– Pero lucía yo… soy un hombre… 

No me dejó terminar replicándome de nuevo… – ¡Por favor padrino puedo verte desnudo!

– Bueno por mí no hay problema, no es que me avergüence de desnudarme delante de ti…, pero es mejor que salgas un momento al patio, no sea que llegue tu madre y me vea bañándome en pelota delante de ti, Ok.

Salió de mala gana poniéndose una toalla encima, me desnudé y entré a la ducha, cuando me jabonaba pude apreciar que se movía el velo que estaba en la entrada de la alcoba, de reojo pude ver a Lucía asomando su cara. Me excitó que a la chica le gustara verme desnudo, me giré y tomé mi verga ya empalmada y la lavé pajeándola por lo que terminó de ponerla tiesa. Podía sentir la mirada de mi ahijada clavada en la polla mientras la sobaba. Pero viendo lo tarde de la hora decidí cancelar mi acto, tan pronto cerré la ducha oí la puerta del patio cerrarse. Terminé de vestirme, y al momento entró Lucía que me miraba con ojos brillantes y se notaba acalorada, le dejé un dinero para víveres y salí a seguir en la continuación de los trabajos de reparación. Pasé a reclamar la encomienda de ropa interior y al revisarla, me di cuenta que mi amigo supuso que era para alguna conquista ya que eran unas pequeñas bragas, dos tipo bikini y una tipo tanga, los puse en el coche y no volví a casa hasta por la noche…, ya las luces estaban apagadas.


Apagando el fuego eterno de Alicia. 

Alicia me esperaba en la penumbra, cuando llegué me abrazó y la besé en los labios, metió su lengua y jugó con la mía, al oído me dijo… 

– Me tienes bien cachonda…, hace tanto que no me comía una picha que no recuerdo cuando fue la última vez, y te puedo asegurar que ninguna ha sido como la tuya, ¡So ladrón! Tengo que aprovechar tu permanencia en casa, así que vamos a tu cuarto para más tranquilidad, Aída ya se fue y Lucía está bien dormida en mi cama, te tengo un regalo.

Encendí la lamparilla de la mesa de noche, Alicia se sacó la bata estaba desnuda debajo, me desnudó y de pie comenzó a lamerme las tetillas, cuando tomé sus tetas recordé los senos de Lucía, bajé y comencé a lamer los pezones gruesos empinados que parecían el dedo meñique de mi mano, mordí las puntas que se irguieron de inmediato, seguí bajando y arrodillado llegué a su mullido pubis…, lamí sus carnosos pellejos colgaderos de sus labios vaginales y con la punta de la lengua llegué  finalmente al clítoris. Tan pronto lo lamí comenzó a restregar su gordo chocho contra mis labios, chupé sus jugos que manaban reciamente, sacando la cara de su vulva… 

¿Y mi regalo? 

Me dio la espalda y agachándose quedando en cuatro patas y abrió con sus manos sus rotundas nalgas.

¡Búscalo en el centro!

Un anillo oscuro y brotado apareció en medio, metí mi cara en su raja y lamí su ano, tratando de meter la lengua en su apretado anillo. Luego metí un dedo ensalivado y luego otro dedo girándolos. Cuando estimé que estaba lubricada, me levanté y poniendo la punta de la polla en su anillo estrellado y fruncido empujé, se clavó lenta pero sin interrupción hasta la base del garrote…, 

Qué delicioso, me encanta

Exclamó mi Comadre, deduje que el difunto había sido un usuario permanente del esfínter que ahora disfrutaba yo y mi recién amante conservaba su deleite por ser sodomizada.

En ese momento intuí un leve movimiento en la entrada del cuarto, sólo podía ser Lucía y si quería un show lo iba a tener, disimulé que la había sentido. Bajé por la espalda de su madre que apoyó sus manos en la cama y comencé a bombearla una y otra vez, luego sacando el badajo que dejaba un vacío en el ano y antes que cerrara, volvía a meterla, la tenue luz de la lámpara iluminaba la clavada. Lucía seguramente veía cómo el trozo de carne se zambullía en ese culo por el oscuro agujerito ahora dilatado de su madre. Al salir la verga brillaba por los jugos, después pasé a clavarla en el coño un rato donde mi verga desaparecía entre los casi impenetrables labios vaginales de la dama. 

Alicia empezó a gemir calladamente, aumenté la velocidad de mi cadera hasta que se corrió en un orgasmo ya no tan silencioso pero sabiendo que Lucía esta despierta y como espectadora no le impedí que gimiera a su gusto. Cumpliendo ya con mi pareja regresé al recto de mi Comadre que impresionó cómo se comía de fácil mi gruesa polla y mi éxtasis de verme como centro del espectáculo me presionó la salida de la leche…, la primera descarga cayó en los intestinos de mi señora Comadre, fue un buen y rotundo chorro de leche espesa fabricado en exclusiva para ella y activado por su agraciada hija Lucía. Cerca de expulsar el segundo lechazo logré sacar mi estoque del dilatado agujero, y la próxima emisión fue a la espalda de la hembra receptora, así como el tercer aldabonazo de blanca lefa.





Como ya he comentado tengo unas copiosas y abundantes corridas capaces de cubrir a una yegua…, las últimas fueron una salpicadura de varios goterones sobre el asombroso culo de Alicia, siempre bajo la atenta mirada de Lucía concentrada ante lo que veía. Justo cuando su madre percibió correrme dentro de ella emitiendo un gemido sin censura y mis gemidos se hicieron importantes ante la inminencia de la corrida, la niña sacó la cabeza para ver mejor lo que iba ocurrir y estaba sucediendo en este instante. La cría se percató de cómo bañaba a su madre de semen por toda su espalda después de haberla inseminado el culo. 

Los goterones de esperma espeso y más licuado rodaban por su culo repleto de espermatozoides inválidos para su menester. Pese a haberme deslechado a gusto, mi polla no se rebaja de su erección, entonces no se me ocurrió otra cosa que meter de nuevo el cipote en el agujero dilatado de su culo, quedando con las nalgas de Alicia pegadas para darle tiempo a Lucía en su regreso a la cama. Finalmente Alicia se enderezó, me besó, se despidió y pasó para su cuarto. Me dormí satisfecho pensando que en ningún hotel por lujoso que fuera incluía esa atención, pero mis sueños estaban enmarcados en las preciosas tetas de mi ahijada.


Mi primera follada…mi pérdida de la virginidad. 

Es difícil imaginarse hoy en día la Galicia rural donde me crio en estos años para alguien de la ciudad. Todavía hoy existe una diferencia en cuanto a cultura y forma de vida, una enorme brecha de veinte o treinta años…, todavía hoy siguen pasando ciertas cosas en las aldeas de las que no se habla nunca. Mi madre, mi hermana mayor y yo vivíamos en una casa con cuadras a cien metros de la del vecino, y así hasta agrupar pequeño núcleos familiares, donde cada familia vivía ajena de la otra, pero siempre pendientes en nuestras necesidades como comunidad.  

Trabajábamos todos en el campo y en la granja. Yo ayudaba a mi madre en casa y mi hermana ya trabaja en una tienda en el casco urbano del pueblo. Yo iba al instituto donde hago un grado de cocina. Un autobús de línea me llevaba y otro de vuelta a las 15:00. Solo nos teníamos a nosotros para la mayoría de las cosas, repartiéndonos las tareas de casa entre las tres. Mi padre nos dejó caballos que alquilaba para montar a yeguas, eran sementales de muy buena calidad y ahora mi madre y nosotras manteníamos el negocio. En verdad eran animales de trabajo, pero de buena raza, y algunos vecinos nos los alquilaban para que preñaran a sus yeguas. "Desde muy jovencita recuerdo el olor a sexo", aunque no lo estuviera viendo, pero sí que oía los relinchos y a los hombres jalear a la pareja apareándose. No me dejaban mirarlo, mientras que a mis vecinos, todos hombres sí, así que siempre intentaba ver algo escondiéndome. Ahora soy mayor de edad y asisto siempre.

Un día vinieron unos vecinos con su yegua. Vino el matrimonio con sus dos hijos y la hija que era de mi edad, más o menos. Las mujeres se quedaron en casa, y los hombres se dispusieron a preparar la monta. Yo ni siquiera intente acercarme, pero enseguida me di cuenta que la hija de los vecinos se había quedado a ver la monta, sin que su padre dijera nada. Me acerqué todo lo que pude por las cuadras hasta el lugar donde estaban con los animales, intentando ver algo y que no me vieran a mí. Cuando llegué el caballo semental ya estaba con el cipote totalmente empalmado y subido encima de la yegua, que esperaba impaciente la clavada. Mi vecino, el dueño de la yegua a la que iban a inseminar, le encauzó la verga al gran agujero de su coño y le ayudó hasta que la enfilo bien, a este oficio le llaman "mamporrero". Cuando el caballo empezó el mete saca empezaron los silbidos y los gritos de los hombres, y unos relinchos increíbles de la yegua. El vecino le hizo un gesto a mi madre diciéndole con total naturalidad…

– Prefiero que mi hija vea lo que sufren las yeguas para que no se le ocurra dejarse follar con ningún canalla.

El caballo de mi padre era de mayor envergadura que la pobre joven yegua y le estaba haciendo polvo el coño a base de fuertes pollazos…, pues además de pequeña, la yegua era virgen…, pero el animal sin atender más que a su propia satisfacción seguía embistiéndola. El vecino añadió… 

– Con las edades de nuestras crías, el día menos pensado nos vienen preñadas con un bombo de cualquiera. Espero que así le pille algo de miedo….

Y por otra parte añadió…. – Están estos cabrones, señalando a su hijo y los amigos de este que le acompañaban… – ¡Que tienen unas ganas de meterla de la hostia!

Los chicos se rieron, pero la chica miraba impasible la follada del caballo. A mi padrino que se hallaba por allí le pareció buena idea y me hizo llamar con el consentimiento de mi madre que estaba en casa con la vecina. Mi vecino fue a buscar a la casa, donde yo había vuelto corriendo, y fui con él… 

– Mira hija…, me dijo. – Para que veas lo que se hace con lo que los tíos tenemos entre las piernas.

Yo miraba alucinada como el pollón del caballo entraba y salía del coño de la yegua. El vecino me animó a acercarme, y lo hice tanto que los fluidos me salpicaron. Mi padrino me advirtió sobre lo doloroso que era, y que no debía dejarme hacer lo mismo por un chico, porque me haría daño. Yo había visto las pollas de algún novio de mi hermana mayor, e incluso la suya…, la primera vez meando, y eran mucho más pequeñas, aunque mi chochito también era mucho más pequeño que el de la yegua. Cada raza tiene el tamaño que puede albergar, pese a que mi padrino se gastaba la verga más grande que nunca he visto en los chicos que se follaba mi hermana…las únicas vergas que he visto hasta la fecha para comparar. El vecino le dijo a mi padrino que los chicos no eran problema, que los podían llevar al puticlub un día, como hicieron sus padres con ellos, para que se descargaran a gusto, pero nosotras sí que éramos un problema…

– Estas crías ya están para echarle al macho. En el momento en que quieran rabo, lo pueden tener de cualquiera de estos cabrones, dijo, señalando a los chicos. 

Los tíos se rieron, a la vez que el caballo relincho de gusto, anunciando la corrida. La sacó de un golpe y un montón de semen se vino detrás, salpicando el suelo. Mi vecino se apresuró a poner la mano para evitar que se perdiera más, metiendo el brazo hasta el codo, para favorecer que el semen entrara bien adentro. Después le haría otra monta, dentro de un par de horas había muchas posibilidades de que se quedase preñada. Los jóvenes no se quedaron por la granja y se marcharon por esas dos horas con sus padres a su finca. Mientras tanto mi madre, mi padrino y yo nos fuimos para casa. Mi madre y mi padrino comentaban lo buen macho que había sido, y lo grande que era el rabo que todavía colgaba flácido fuera de la funda del prepucio al marcharnos. La vagina de la hembra estaba dilatada pero permanecía a su lado, como esperando a que el caballo quisiera darle más polla.


La historia de los hijos del vecino. 

Decían riendo, que si la hembra no se iba era porque no se lo habría pasado tan mal. Los tres reímos, mi madre se sabía todas las andanzas de los vecinos, así que nos comentó que el hijo del vecino de la yegua ya había metido su verga en caliente a sus 16 años, y que por lo visto sabía que la tía se lo pasó bien pues repitió en sucesivas ocasiones durante varios meses…. Creo que lo dijo porque se dio cuenta que yo ya pedía rabo…. Y habíamos pactado algo que a ojos de cualquiera que no fuera un lugareño podría ser indecente. Mi padrino le preguntó que donde había metido, y ella dijo que con otra vecina, una chica mayor que se había dejado. Se la había tirado bastantes veces desde hace poco menos de un año. Raúl preguntó cómo lo sabía… En esta tierras con tener un poco de vista y confianza todo se sabe, una de mis confidentes es su propia hermana…

– Y confías en su hermana como para contarlo así.

Mi madre dijo que sí, que ella sabía algo peor de la niña. Mi madre se puso un poco roja sin querer decir nada más. Mi padrino insistió pese a estar yo delante, así que le contó que la había visto dejándose follar por otros tíos del pueblo. La chica le relató entonces que hacía varios meses se había enrollado con un vecino mayor, casado y con hijos. Pilló al hombre pelándosela, y le preguntó si quería ayuda, y ese mismo día la desvirgo. Poco después le dijo que quería que su hijo mayor metiera…, el chaval necesitaba desfogarse dentro de una hembra como ella. No pudo o no quiso negarse, y se abrió de piernas para el hijo mayor delante del padre y con sus indicaciones, le echó el primer polvo de su vida. Después vino otro hijo días después, y algún otro tío de los alrededores que solían aparecer con frecuencia por el pueblo. Vamos, que la mosquita muerta se conocía un montón de pollas de vecinos y extraños. ¡Hay que ver allí donde se veía!

¡Ya a sus 15 años habían pasado por su chocho una ristra de vergas de todos los tamaños y edades…! Todos lo sabían menos el fanfarrón de su padre creyendo en la virtud de su niñita…, Nos volvimos a reír de la ocurrencia de mamá. Mi madre contaba los hechos de mis vecinos pretendiendo calentar a mi padrino, demostrando la naturalidad del uso que se le da a la sexualidad por aquellos montes y valles de población tan dispersa y tan escasa de machos que valiesen la pena…. 

Al Compadre de mamá, lo ponía en antecedentes para dar el paso siguiente. Entre ella y yo se ungía un pacto de no hablar sobre las satisfacciones que Raúl estaba dando a nuestra familia, especialmente a mi necesitada madre. Ella vio la salida a su abstinencia por largo tiempo contenida tras la muerte de mi padre, en mi padrino…, tras el acoso incesante de varios lugareños con los que no valía la pena ni hablar, puro escombro humano. Con él quiso saldar de paso, una cuenta pendiente con mi virginidad…, no deseaba que me desflorara cualquiera de cualquier manera como si de una cosa se tratara a su imagen y semejanza como a ella le ocurrió…, por eso hablamos que si yo era de fiar, ambas podríamos desagraviarnos con la virilidad del Compadre, un hombre de total confianza, un hombre casi de la familia que es de lo más discreto que nunca conocimos por los alrededores.  






El camino hacia el objetivo lo enfiló inmediatamente cuando dijo que yo estaba por estrenar…, y que a esa edad las crías y los críos andamos todo el día como locos pensando en el sexo. Mi padrino se echó a reír y nos miró sopesando si me gustaría o no realizando un gesto con sus cejas a modo de pregunta si era cierto lo que mi madre le comentaba. El padrino se lazó con un órdago, planteando lo que quería… Dado que Lucía no es menor, ya no me puedo meter en un lío…. Los tres nos quedamos en suspenso unos segundos hasta que habló mi madre rompiendo el hielo… 

– No te preocupes, nuestras relaciones quedarán entre nosotros… en familia, yo soy la madre y lo consiento…, es más si te parece lo podemos hacer los tres juntos…. Además debes saber bien Compadre que por esas tierras es raro que una niña de 18 años no haya probado la polla de un hombre y Lucía prefiere la tuya porque ya lo hemos hablado ¡¿Verdad cariño?!

– Sí mamá así es…, contesté escuetamente sintiendo un hormigueo en mi estómago.

Entonces mi trato es que sí, con la condición de compartir tu cama y dejarte follar los días que me quede en casa...

Dijo dirigiéndose a mamá. 

– No me importa darle rabo a mi ahijada para que no sufra con alguno de esos cabrones como los que han venido a la monta. ¡Conmigo vas pasártelo bien! Verás que hacer el amor no es esa salvajada del caballo con la yegua….

Me dijo mirándome a los ojos vidriosos de la emoción. Me quedé helada.

Yo tenía ganas la verdad, pero no me había planteado perder la virginidad así en seria complicidad con mi madre y mi padrino. Mi madre agarró mi mano como rogándome por favor que me dejase hacer, pensando en la posibilidad de seguir follando cual esposo esa misma noche y las siguientes mientras estuviera mi padrino en casa. Yo al final dije que valía, estaba más que de acuerdo con lo cachonda que me hallaba.

– ¡¿Pero me lo harás con cuidado, verdad padrino?!

Mi madre nos dijo de aprovechar el tiempo antes que volvieran los vecinos a la monta de su yegua, teníamos cerca de hora y media. Nos marchamos al cuarto de mi madre y mi padrino se bajó los pantalones inmediatamente, mostrando el rabo totalmente duro y mojado. La tenía descomunalmente grande y descapullada, casi la de un caballo para ser la de un hombre…se asemejaba bastante a la de un poni. Me dio miedo al pensar que todo eso debía de entra en mi rajita. Por otro lado mi madre también se había quitado los pantalones y estaba echada con las piernas abiertas, a la espera de ver como mi padrino me iba montar. 

Supongo que su desnudez era solo para animar al macho a aparearse conmigo y de esa manera terminara lo antes posible o simplemente esperaba que se la follara después formando un trío. Mi padrino acabó de despojarse de su vestimenta cuando yo ya estaba despatarrada por orden de mi mamá.

De todas las veces que he soñado con que me hicieran ese mismo recorrido, aquella era la vez que más me excitaba. Sus labios no volverían a acariciar mi vientre de igual manera, su lengua no trazaría más un círculo alrededor de ese lunar que tengo a dos centímetros exactos del ombligo. Precisamente porque no habría otra oportunidad mejor, quise que aquella fuera la única, con la que pudiera recuperar cualquier noche en la que buscaba satisfacción varonil.

Mi cuerpo desnudo seguía siendo su debilidad. Esperé a que sus manos, atrevidas y expertas, se guiaran hacia el hueco que acababa de crear al separar las piernas. Traté de tentarle acariciándome la ingle, a poco era su nariz quien lo hacía, pero la paciencia nunca ha sido mi punto fuerte.

Tras enredar los dedos en su pelo le empujé hacia mi centro de placer. Dejó un beso en esa zona mojada y caliente cuyos pliegues sedosos me alentaban a indagar más. Con una precisión fruto de la práctica, lamió desde mi entrada hasta el monte de Venus. Despacio, sin dejar de recrearse en las embestidas erráticas de mis caderas. Cuando me sintió al borde de la exasperación incrementó el ritmo, la velocidad, la presión. Su lengua se desenvolvía en mi sexo con familiaridad, con el recuerdo impregnado de aquellos puntos exactos, movimientos incluso, tiempo después todavía me hacen temblar.

A pesar de que nos fundimos en un solo ser, logró que dos de sus dedos se abrieran paso en mi interior. Su muñeca giró unos ciento ochenta grados para que estos se adaptaran mejor a la anatomía de mi coñito. Los curvó en busca del primer grito de todos los que lo seguirían, sin dejar de golpetear con la punta de la lengua, mi clítoris erecto. Las lamidas cerca de mi clítoris no cesaban, el roce imprescindible de sus dedos adentrándose… y el aullido llegó antes de lo previsto, acompañado del abrazo de mis músculos vaginales envolviendo sus dedos índice y corazón.

La señal, aquella era la señal de que, en dos minutos escasos me había hecho correr como una puta, e iba a deshacerse en mi coño de toda la energía que soportaban sus grandes cojones repletos de leche espesa. 
Al poco el macho se puso entre mis piernas, intentando guiar el fenómeno de su rabo al agujero virginal de mi vagina. La tenía bastante erguida y dura, muy caliente su capullo y terso a punto de reventar. Cuando sentí la tranca de mi padrino en mi coño me cerré en banda…, no hubo forma de metérmela por la estrechez, mi madre decidió que la primera puntada tenía que ser con algo más fino. Se lamió los dedos y me los incrustó con suavidad, primero las dos falanges de las uñas y a medida que mi flujo iba surgiendo las siguientes falanges hasta llegar a los nudillos. Mi coño estaba más que estimulado, mamá se dirigió a su Compadre al lado nuestro… 

– ¡Anda dale una puntada a mi niña…! Prueba a meterle el capullo nada más y luego la rompes con cuidado.

Mi padrino pajeándose a la espera de la preparación de la novicia, al verme el conejo totalmente expuesto y ya algo más dilatado se vino para mí sin preocuparle quien era y cual eran mi condición. Él pensó que no me iba a desvirgar ya, dada la profundidad de la metida de dedos de mi madre…, así que me la llevo al coño y me la metió con cuidado, primero zampó el gordo glande entre mis apretados labios vaginales, cuando la incursión estaba iniciada fue dándome empujones alcanzado cotas más profundas en mi gruta enjuta hasta topar con mi himen… 

– ¡Aún conservas el himen!

El hombre se paró sorprendido haciendo tope en el telo, sin romperlo me propinó un mete saca adaptando el grueso cipote a mi coñito. Mi madre posó su mano en el pecho de su Compadre acariciándolo en gesto de beneplácito para que continuara, después me miró y me dio un beso en la mejilla cogiéndome la cara con ambas manos. Nuestras miradas se hallaban conectadas, de igual forma que el sexo de mi padrino con el mío se hallaban acoplados, y de un solo golpe la gran polla de mi padrino mancilló mi útero rompiendo mi virginidad para siempre. No le costó nada romper mi telo, y como estaba lubricada me la metió de un golpe hasta lo más profundo de mi ser y aún le quedaba falo por enterrarme. 

Yo di un respingo, pero inmediatamente el dolor desapareció, y un cosquilleo increíble me recorría entera. Mi padrino me había desvirgado en manos de mi querida y cómplice madre. El semental iniciaba severos intentos de follada, pesando que ya lo tendría dilatado para aceptar su verga en todo lo larga y ancha dentro de mi estrecha vaginita. Y acertó. La polla salía casi entera y volvía a clavarse  despacio, como succionada desde dentro por mi chocho. En unos minutos estuvo dándome pollazos cada vez más dentro, agradeciendo que mi tío era muy cuidadoso con los empujones, yo creía percibir su capullo llegar hasta mi estómago…, en un momento la gran verga del Compadre se alojaba completamente enterrada en mi cada vez menos condolido conejo, el mismo que tragaba el nabo delicioso de tan formidable semental.

Los huevos que eran algo a tener en cuenta por sus dimensiones, me golpeaban sin cesar en mi culo…,  No tenía casi pelo en los cojones ni en la polla, por lo que parecía más grande si cabe de lo que en realidad era. Mamá alternaba sus caricias sobre mi vientre con las que el macho recibía en su culo y los masajes en las gónadas balanceantes, se las amasaba, apretaba y presionaba contra mi chumino en el momento de tener todo el cipote sumergido en mi cuerpo. Mis gemidos se hicieron ostentosos, acompañados de gritos al notar su glande en el conducto de mi útero…. Me corrí enseguida, pero él no cejó en su desafío una y otra vez follándome como bien se lo hacía a mamá. 

Perdí la noción del tiempo y espacio de las sensaciones tan diversas que me embargaban, notándome sudada y enardecida por el olor a sexo procedente de mis flujos y de la transpiración de ambos especialmente. El ruido del chapoteo de su cuerpo contra el mío, en la posición del misionero que no abandonamos hasta el final de su orgasmo…. Y de pronto el macho emitió un gruñido de verraco deslechándose en el instante que se le puso más dura y gorda dentro de mi coño…, y expedito noté el primer lechazo de mi vida, un chorro de leche caliente invadiendo mis entrañas. Continuó corriéndose clavando su cipote a fondo, los otros dos o tres chorros de lefa debieron de vaciarse en mi estómago por el calor que sentía justo ahí abajo. Una vez descargado, retiró su cipote y me dieron la vuelta poniéndome a cuatro patas….

La verga de mi padrino seguía dura y más tiesa que al principio, de ahí que me volvió a enfilar entrando con mayor suavidad por lo dilatado de mi coño. ¡¡A partir de ahora será siempre así!!” Pensé para mi agrado aunque otro ocupe su lugar empujando como un campeón. La volvía a tener empalándome ahora desde atrás, habiéndome sujetado de las caderas y de mi culo con firmeza. Mi madre se animó besándolo y volviendo a masajearle los huevos metiendo la mano por detrás de su culo… 

– ¡Te estás portando muy bien mi niña!

Animaba mi madre en aquella posición en la que casi no duré mucho, pues mi hombre se hallaba sobreexcitado y en nada volvió a correrse echándome la segunda leche sobre la primera lechada de mayor cuantía. Mi segundo orgasmo no llegó, pero bien poco me importaba sabiéndome hecha una mujer…,ahora ya podía decir que era HEMBRA. En esa posición de perra en celo, juro que noté como el semen le salía a borbotones de su gordo capullo, lubricándome entera por dentro y atorándome mi maltrecho chumino. Me llenó por completo mi poca capacidad vaginal con la copiosa doble descarga de esperma espeso y caliente como no hubiese pensado fuera descargado por un humano. 

Todo fue muy rápido la segunda vez, en unos quince minutos me despachó mi virginidad aquel varonil semental que por entonces ya se había follado a las tres hembras de la casa. Nos arreglamos para recibir decentemente a los visitantes, ya que después volvieron nuestros vecinos. En la cara de la vecina de mi edad se reflejaba una luminosidad en su sonrisa, tan parecida a la mía, que extrapolando adiviné que la habían follado sus hermanos como a mí, llevados por la excitación de la monta de la yegua…, y seguimos con el apareamiento de la yegua propiamente dicha, sin que supieran que los conejitos de las niñitas destilaban tanto semen como el de la joven yegua, y que uno o ambos de sus hijos y mi padrino, Compadre de mamá, tenían los huevos más vacíos que el caballo cuando terminara la jornada de apareamiento.
 

Un polvo extraordinario. 

Mis fantasías sexuales empezaron con apenas unos 15 años. Recuerdo que hojeaba a escondidas las revistas porno de mi hermana Aída, dos años mayor que yo, por aquel entonces tenía novio…, uno de tantos que ha tenido en su carrera de sexo despendolado, aunque a ella gusta llamarles amantes casuales. Recuerdo aquellas fotografías de hombres esculturales desnudos con un rabo enorme, la cara de las chicas con gesto de placer con un dedo dentro de su boca y sus ojos casi en blanco, aquel líquido blanco espeso sobre esas tetas paraditas, sus ombligos llenos de leche, su coño rasurado y limpio. 

Me metía debajo de la cama y las hojeaba una y otra vez, mi grado de excitación era enorme, pero aún no conocía la masturbación, tras muchas horas imaginando cuando yo pudiera hacer eso salía de allí y me iba al colegio, me pasaba entonces toda la clase mirando el paquete del profesor de lengua, era un señor maduro y casi calvo, pero era lo que tenía en frente y con el fantaseaba. Lo desnudaba con mi mente y veía su rabo frente a mi cara como la chica de la revista, imaginaba aquel hombre maduro lamiendo mis pechos que aún no acababan de salir del todo, podía pasarme todo un día fantaseando. Aquellas fantasías eran tan mías que me acompañaron el resto de mi vida hasta hoy. Por cosas del destino perdí tarde la virginidad con ayuda de mamá y la excelente verga de mi padrino, casualidades de la vida vino a trabajar a nuestra comarca…, soltero, guapo y bien proporcionado, en casa lo recibimos con los brazos y las piernas abiertas las tres féminas que la habitábamos.

La sexualidad se vivía en aquellos lares como un menester más de la vida, pero pese a ello no iba a ser ni mucho menos cercano a lo que imaginaba, por eso mi madre me percató que si no se hacía correctamente con la persona adecuada podría ser dolorosa y sobria…. El chico podría ser genial, pero los prejuicios en la cabeza de los lugareños son terribles para las chicas, así me dijo mamá desmontando mis esquemas sin decir nada más. Aquella noche cuando me quedé sola puse una peli porno y me masturbé, cogí el bote de la pasta de dientes que había en el baño, es redondito y largo, me preparé sexy para mí misma, me puse una braguita de esas que quedan por debajo del ombligo, un picardías blanco que me encantan como me quedan en la piel negra que tengo, me miré en el espejo del baño y me vi guapa, delgada, sin tripa, aquellas piernas largas y pensé que cualquier hombre quisiera tener este cuerpo a su merced con mi permiso para hacer lo quiera con él, por lo tanto mi mala experiencia sexual a lo mejor no era culpa mía sino suya

Me fui al sofá y seguí viendo la peli que había avanzado un buen poco, había una mujer dándole una mamada bestial a un tío de una verga enorme, me calenté bastante con el vídeo y desee ser aquella chica. Empecé acariciarme por encima de mi braguitas con una mano y con la otra imaginaba que aquel hombre tocaba mis tetas suavemente, metí mis dedos por dentro de la bragas y estaba ya muy mojada, así que me quité las bragas y abrí mis piernas, las tengo muy largas, medía 165, las dejé reposar en el sillón y observé aquel bote de pasta de diente, imaginé que era el rabo de ese hombre que veía en la tele y me lo metí en la boca, lo mojé de mi saliva y empecé acariciar mi clítoris con él. En ningún momento pensé que aquello era un bote de pasta dental, empecé a introducirlo en mi…, sentí como se abrían de par en par mientras lo introducía las paredes de mi coñito, al principio era suave porque la primera parte era más estrecha, pero a partir de la mitad aquel cilindro se ensanchaba, hice presión y lo metí hasta donde pude, lo metí con fuerza una y otra vez, mi tripa bajaba y subía y pensé en casi todos los hombres con los que había fantaseado, el chico de la tele le metía su rabo por detrás a la chica y yo mi cilindro…, a la vez de ellos sentí mi orgasmo. Me quedé sin aire un momento, respiré, me relajé y me quedé dormida.

Hacía ya veinte días que mi padrino Raúl estaba apostado en casa dirigiendo la reforma de su vivienda y realizando su trabajo de campo para el que había venido a realizar…, completamente integrado cual si fuera el esposo de mí madre convivía con nosotras en plena confianza, yendo rodado entre los cuatro desde mí desvirgue. Lo que peor llevaba era que mi padrino se fue a la cama de mamá y yo me trasladé a mi cama junto a Aída reduciendo las posibilidades de tener más continuadas las relaciones con él, debido a que mi madre lo acaparaba en sesión continua cada noche, ¡Mi madre se hallaba muy necesitada! Tanto se le notaba que el cambió el carácter de la noche a la mañana, pero si mi madre era mujer madura con sus necesidades fisiológicas atrasadas, yo no era para menos. Mi hermana se tiraba a Abdul, pero yo solo tenía a mi dedo y tras conocer los placeres de ser penetrada por semejante semental, mi cobertura sexual creció a cotas inimaginables para mí hasta ese momento.

Sé que Aída se lo benefició en la primera ocasión, nada más instalarse en su cuarto, y a mi madre no le faltaba rabo cada noche, así que yo no hacía más que pensar en cómo tener un buen polvo con el macho desvirgador de mi padrino…, que me hiciera sentir incluso mejor que lo que había sentido la primera vez. Convencida de dejar de usar la técnica de masturbarme sola en un momento de mi vida en que ya sabía que había algo más que eso. Hablé con Raúl y quedamos por la tarde, a eso de las seis, me pasó a recoger y decidimos dar un paseo por el campo para hablar. Él no se había enterado de mi propia voz que yo quedé satisfecha de cómo me desvirgó…, se lo dije de la forma menos ansiosa que pude para no darle a entender lo muy bueno que es, tan bueno que me desespera, me preguntó qué quería en sí… 

– ¿Soy guapa?

– Sí guapísima…

– ¿Te gusto?

– Muchísimo….

Entonces por qué no me aprovechas y me usas a tu antojo ¡¿Por qué no lo hacemos ahora?! Me has despertado las ganas de follar.

Se quedó un poco cortado, dijo que quería que me sintiera querida y respetada y no como un objeto sexual. Cuando oí aquello fue la gota que colmó el vaso, le dije que me quería ir a casa otra vez, pero el no quiso, dijo que entráramos más entre los pinares y que siguiéramos hablando, que le dijera que me gustaba hacer y que el pondría de su parte. Entonces yo empecé hablar.

– Mira, le dije… – Quiero un hombre que no tenga compasión de mí, que me use, que bese todo mi cuerpo, que me meta su rabo lo más dentro que pueda y me haga gritar como una perra en celo. Que  me meta su polla en la boca y me haga chapársela hasta que me corra y te corras en ella. Que llegues a casa y rompas la blusa salvajemente, me tires encima de la mesa y me folles, que te corras dentro de mi coño, encima de mis tetas, de mi cara, de mis nalgas, de mi ombligo. Quiero un hombre que no use su moral conmigo, que se olvide de ella y me haga sentir que todas mis fantasías juntas se hacen realidad.

Yo seguía hablando, de repente noté que toda su cara estaba roja, sus ojos me miraban como si fuera un depravado, como si el diablo se hubiera metido en su cabeza, pensé que se había enojado tanto que lo mismo me pegaba y me dejaba allí mismo, de su boca solo le faltó salir la típica baba que salen de las fieras cuando están a punto de atacar. Ya eran eso de las 7 de la tarde y el sol casi se escondía, se veía a mi derecha la luna y el coche ni se divisaba, habíamos caminado mucho y estábamos muy dentro de los pinares. El seguía allí parado sin hablar y yo ya estaba callada pensado que a lo mejor la había cagado y había herido sus sentimientos. Pero entonces de repente, vi sus pantalones, vi aquel bulto, noté que su cipote estaba duro, me atrajo de los hombros e hizo una ligera presión invitándome a agacharme ayudándome para que no me hiciera daño. Rompió como un animal los botones de mi camisa y se abalanzó sobre mis tetas, las chupaba como loco, estaba irreconocible, yo llevaba una faldita corta de estampados coloristas de flores negra y ni la quitó.

La subió sobre mi tripa, me quito las braguitas y metió su cabeza allí dentro, yo abrí los ojos loca de placer y le pedía a Dios me ayudara a aguantar sin correrme para disfrutar de las acometidas de tan vigoroso macho. Miraba aquellos árboles entre la ya oscuridad y me sentí indefensa en sus brazos, sin que nadie pudiera ayudarme si pidiera auxilio, sentía su nariz encima de mí clítoris, movía su lengua dentro de mi raja como un animal, sin pudor con ternura, yo movía las piernas por el placer que sentía, pero él las agarraba con fuerza. Me asomaba consiguiendo ver solo el pelo negro de su cabeza, su movimiento…, pronto tuve el primer orgasmo y pensé que allí había acabado todo, pero no fue así, se apartó, se puso a mi lado y se quitó la ropa muy rápido. Yo intenté incorporarme pero no me dejó, estábamos entre dos árboles pequeños y de repente vi que cogía el cinturón suyo y me ató la mano a uno de ellos, con un calcetín me ató la otra al otro árbol, ¡¡Nunca pensé que un rabo humano podía ponerse así de grande!!

Pensé que me lo metería en el coño en ese momento pero no, allí atada acostada boca arriba. Se arrodilló sobre mí, luego puso su cuerpo de manera que toda su verga quedaba a la altura de mi boca, me agarró el pelo con una mano y con la otra su falo, prácticamente no dejo que se la chupara…, me folló la boca literalmente. Yo movía mi cabeza intentando lamérsela pero no hubo manera, sentí su fuerza sin ternura, sin miedo. Me mantuvo en esa postura unos cinco minutos sin compasión en una felación sin tregua en los que solo se oía el ruido de su corazón agitado y me chapoteo de baba mamando el pollón imposible de contener en mi angosta boquita. 

Estaba siendo mi primera mamada, mi estreno como felatriz que años después perfeccioné hasta la maestría. Unos minutos más ahondando en mi garganta cuando sentí obstruir mi laringe de aliente y espesa leche…, una convulsión con otras desencadenó un río de chorros de lefa atorándome al punto de ahogarme. Supo sacarla a tiempo y dejarme respirar y en su honor le di el gusto de tragarme todo el esperma descargado, que no fue poco. Pensé que todo había terminado allí y que había sido maravilloso, pero él siguió…, su cipote continuaba erguido y presto al combate cuerpo a cuerpo….





Abrió mis piernas y me observó con una sonrisa pícara y empezó a meter tres de sus dedos en mi rajita, los sacaba y la besaba, la lamía, sentía la punta de su lengua intentando entrar por mi agujerito calentorro exultante de fluidos ansioso por recibir la visita del caprichoso falo de mi padrino sin poder aguantar por más tiempo. Al rato empezó a meterme todo su rabo, estaba enorme y se podían percibir sus venas hinchadas a su derredor, y como ese tronco expandía mi vagina. Se subió mis dos piernas sobre sus hombros continuando yo con las manos atadas…, metió con toda la fuerza que pudo su polla, y empezó a embestirme sin compasión, sentí la fuerza de su cuerpo dentro de mí, la potencia del enorme badajo que se hacía cada vez con más fuerza en mis entrañas. 

Así duró al menos 15 minutos sin parar, sin bajar el ritmo hasta que yo empecé a gritar, las lágrimas se me salían pero no me preguntó por qué, soltó unas de mis manos y me puso de lado, volvió a meter su rabo en mi conejo ajado y hambriento…,  y cogiendo nuevo impulso empezó a darme con vigorosidad. Mis gritos se perdían en el bosque quedando ahogados entre los robles, nadie vino a socorrerme, por suerte. No había un solo milímetro de su rabo que no entrara en mi rajita, poco a poco y sin darse cuenta me soltó las manos que estaban atadas sin dejar de follarme, me acomodé sin desistir de la actividad y le abracé con ímpetu, buscando mi segundo orgasmo. Movía mi cintura de tal manera que hiciéramos el mismo ritmo, agarre sus nalgas con fuerza y seguí gritando cada vez que percibía su glande en la pared de mi vagina y sus gordas pelotas golpearme en mi culo al atravesarme entera con fiereza. De repente no eran solo mis gritos sino los suyos de toro, también…

– ¡Jodeerrr! Dios, dios, ¡Aaaggg me corro! 

Lo dijimos a la vez, sentí por segunda vez su leche pero esta vez dentro de mi útero, la sentía caliente abrasando mi fondo uterino como lava. Pensaba que toda su lefa había acabado en mi estómago, pero no aún le quedó unos buenos chorros de leche que colmaron mi estrecha vaginita…, no dejó que se desperdiciara nada fuera, y la caló hasta el fondo manteniéndola a tope y una vez allí con pequeños mete saca fue inseminándome a fin de vaciar sus orondos testículos. 

Durante ese minuto se produjo un silencio sordo, donde solo se sentían nuestros corazones palpitar, algo extraño sentí en mi vientre, diferente a mi primera vez… ¡Sin duda era sensación de una mujer con experiencia! Eso pensé yo…, la sorpresa vendría después encarnada en el fruto de dicho acto impúdico. Descansamos un rato y nadie dijo nada más en el camino de vuelta. Al día siguiente aquel hombre embrutecido del bosque era otra persona, el hombre que deseaba y quería como amante y padrino…, de carácter tranquilo y pasivo. 

Me vino con un ramo de rosas con una nota que decía…, "No quiero imaginar a ningún otro hombre haciéndolo contigo, no quiero que te canses de mí porque desde que te amé por primera vez estoy verdaderamente embrujado". La única premisa de aquel romántico gesto era que sentía lo mismo por mi hermana y por mi madre…, sin más remedio las tres lo debíamos de compartirlo onerosamente….




             

En los siguientes meses fuimos cayendo una tras otra en el paraíso de le fertilidad. La primera hembra preñada de la casa fue Aida mi hermana mayor, después a las dos semanas era mi madre la que perdía su regla, y finalmente yo estaba preñada del semental. Nos llevamos unos tres  meses entre mi hermana y yo, lo cual nos indica que estaremos panzonas las tres a la vez durante seis meses, luego iremos pariendo consecutivamente los hijos de mi padrino, que es el Compadre de mamá y ahora el nuevo hombre de la casa. 




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