Todos los Relatos están Inspirados en Vidas Reales...

UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Preñada y Caliente




Os contaré una historia que ilustra como por azar me follé por primera vez a Marta, mi vecina del 5º F, la letra de su casa ya me indicaba lo que le gustaba… FOLLAR, incluso estando preñada de 24 semanas, supuestamente de su marido. La realidad de los hechos, no obliga a que los diálogos sean muy exactos, dándole un poco de literatura, pero lo que ocurrió fue totalmente real. Nunca pensé que se pudiera estar Preñada y tan Caliente

Me encontré a Marta en el parking del edificio. Coincidió que yo iba para sacar mi coche y ella estaba cargando un montón de bolsas del súper. Nunca antes me fije mucho en ella ya que aunque guapa, es delgada, con unas tetas prominentes de adolescente aún, un pequeño culo respingón que me sentaba bien a la vista, y además estaba casada…algo que poco me ha importado a lo largo de mi vida a la hora de follarme a una dama. Pero ese día estaba especialmente preciosa con un brillo especial en su cara…, el embarazo la había redondeado, tenía más culo y unas tetas bien rellenas con los pezones que se le marcaban claramente detrás de la fina tela vaporosa del vestido…la temperatura comenzaba a ser cálida. Ya se le notara la barriga bastante pronunciada, y por el hecho de estar preñada, quedaba tremendamente atractiva, quizá fue eso y que el ascensor estaba averiado lo que me indujo a ofrecerle mi desinteresada ayuda.

La saludé ofreciendo mi ayuda, sin embargo ella se paró dejando las bolsas en el suelo sopesando mis intenciones. 

– A subir las bolsas, el ascensor esta estropeado... sonreí. 

Se relajó un poco… – Ah sí vale, gracias, ten coge estas... y empezó a subir escaleras arriba por delante. 

Cogí las bolsas y fui detrás de ella mientras hablábamos del calor que hacía y del maldito ascensor en tanto íbamos subiendo. Tras de ella no perdía de vista el suave vaivén de su culo bien modelado por el embarazo alzando sus nalgas alternativamente con la tela metiéndose en la raja que formaban ambas. Me estaba poniendo muy cachondo. Llegados a su puerta mi excitación era tal que no pude evitar que se me marcara el rabo cruzado al muslo, incontenible dentro de la entrepierna. Al agacharse a dejar las bolsas en el suelo ella se dio perfecta cuenta de ello, cuando quedó solo a unos centímetros de mi abultada virilidad. Yo iba a dejar las mías en el suelo cuando ella abriendo la puerta… 

– ¿Te importaría dejarlas en la cocina? 

Algo sonrojada y mucho más animada y confiada que en el garaje. A Marta le gustan la pollas y el ver que podía tener acceso a una verga tremenda con toda discreción, cambió su rictus impasible por el de Puta accesible. Mientras entraba dentro, y la seguí. Dejamos las bolsas en la mesa y durante un segundo nos miramos a los ojos... mi excitación iba en aumento. Iba a despedirme, pero aguanté a que ella moviera ficha y ser rindiera a la evidencia de su excitación mostrada en los pezones empitonados que no podía disimular, cuando me espetó... 

– ¡Gracias...Fernando, de verdad! 

Le quité importancia, era cierto que estaba cachondo, pero mi intención era ayudar a una persona que lo necesitaba llevado un poco por la testosterona.  

– ¿Te apetece una cerveza o algo? 

No me lo pensé nada… – Vale, sí... hace mucho bochorno y más después de subir tres pisos… estoy seco. 

Reímos relajando la situación.

– Coge lo que quieras del frigo, y a mí me sacas un zumo de piña... dijo saliendo de la cocina. 

Oí como cerraba la puerta del piso y sus pasos se perdían hacia el fondo del pasillo. Así que preparé las bebidas y saliendo al comedor dejé la suya en una mesita junto al sofá y me quedé de pie mirando los objetos y libros que tenía por el salón. Al rato apareció ella, se había puesto un vestido túnica de estar por casa, bastante corto y con un generoso escote. La repasé de arriba abajo descaradamente, y ella avistó la espléndida erección aun contenida dentro de mi bóxer. No pude evitar fijarme en que se había quitado el sostén y sus tetas bailaban derechas, pugnando sus pezones por atravesar la tela mucho más que antes. Esa imagen me excitó más si cabe y me sentí algo incomodo por la situación.

– Siéntate vecino... 

Me dijo al tiempo que se sentaba en el sofá y tomaba su vaso. Me acerqué manteniéndome de pie junto a ella... 

– No sabía que estabas embarazada, ¿De cuánto estas? 

– De 24 meses, ya se me nota la gordura de la pancita bastante ¿verdad? 

– ¿Gordura? No que va, se te ve bien... quiero decir que de gorda nada, tienes una panza redondita nada más como corresponde a una mujer preñada…el resto de tu cuerpo se ve perfecto. 

– No estoy segura de lo que dices… los hombres veis a las preñadas gordas y fofas… nada atractivas. 

– ¿A qué hombres te refieres? Yo te encuentro ahora mucho más atractiva que nunca, en serio... Me has llamado mucho la atención. 

Ahí la cosa se ponía resbaladiza y encima estando yo de pie veía sus ubres moverse cada vez que cogía el vaso para beber y mi polla estaba que no cabía. 

– Lo que está claro es que a mi marido no le gusto así..., dijo con un tono de enfado. 

Tomé aire, mi polla me pedía acción inmediata, así que me la jugué. 

– Pues no lo entiendo, yo te veo de un morbo tremendo, además estás preciosa. Y sabiendo que tiene el horno cociendo un bollo, no hay problema de llenarte el coño de leche. 

Ahora sí, miro directamente mi paquete a punto de explotar y mirándome a los ojos...

– ¡¿Eso te te gustaría... follarte a una panzona como yo… a pelo?

Dijo con voz picara. Era el momento... deje mi vaso y situándome tras ella introduje mis manos por delante de sus hombros y llegando hasta sus sabrosas tetas hinchadas, se los agarré al tiempo que lamía con mi lengua su oreja... 

– Me la follaría hasta por el culo... 

Ella se estremeció e hizo por levantarse, pero la tenía bien sujeta y al empezar a comerle la oreja y masajearle suavemente las grandes tetas empitonadas… ella se abandonó suspirando. Le giré la cara y nos empezamos a morrear con verdadera pasión comiéndonos las bocas, intercambiando la saliva y mamándonos las lenguas con lujuria, sin duda estábamos embriagados por la situación y el calor solo hacía ayudar a calentar el ambiente ¡Necesitaba follármela ya! Mis huevos condolidos apremiaban aventar todo el contenido de lefa espesa que contenían de varios días. Pasé a su lado y arrodillándome delante de ella, le subí la túnica para quitarle las bragas y abriéndole las piernas… hundí mi lengua en su intimidad. Me encontré un coñito depilado, demasiado arreglado para no usarlo. Marta suspiraba y se estremecía... yo ponía todo mi saber en la lamida. 

– Síiii... cabrón... ahhhgg cómeme el coño. No te imaginas lo que necesito correrme.

Se abrió los labios con dos de sus dedos y tirando del capuchón apareció la pepita dura y estirada, a la cual no dudé de lanzarme a chupar y lengüetear como un oso a la dulce miel. Al rato abandonaba su clítoris para meter mi lengua en su agujero y follarla acoplando mi boca a sus labios vaginales…boca con boca. La perforaba enloquecido y volvía a su espigada pepita, sustituyendo mi lengua por un par de dedos que la follaban sin cesar. El olor a su coño me energizaba, copándome de adrenalina ¡La preñada no paraba de gemir! Restregando su chocho contra mi cara.




De pronto comenzó a convulsionar, su orgasmo estaba cerca, así que hundí un dedo en su culo, lamiendo a su vez su hinchado clítoris con mayor fruición. Eso la puso a mil y empezó a agitarse temblando toda en señal del orgasmo que la invadía. Duró medio minutos y finamente quedó medio tumbada en el borde del sofá con la parte baja del vestido en su cintura abierta de piernas, toda mojada y medio grogui por la dopamina que invadió su cuerpo. Mientras tanto me quité la ropa y acercándome a su rostro le dije... 

– Venga, chúpala...ahora te toca a ti comerme el rabo. Mira lo duro que me lo has puesto PUTA

Me miro y sin decir nada se incorporo sentada y cogiéndola empezó un suave lamida del tronco que me la puso mucho más dura al instante. 

– Ahí hasta el fondo…  Ahh, que mamona eres... así cómetela ¡Me gustan las zorras que saben apreciar una buena verga! 

Y eso hacía, me la chupaba a conciencia y yo aproveché para bajarle el vestido hasta la cintura dejando sus tetas al descubierto con sus excitados pezones enormes y oscuros a la vista y a merced de mis caricias.

– Umm Tienes un cipote enorme, gordo y bien largo. No sé si me cabrá todo en mi coño, lo que sí sé es lo mucho que me gusta el sabor de tu polla…

Así con las tetas al aire y mamándomela como una perra en celo estaba como para follársela por todos lados…si ella tenía ganas yo era un volcán a punto de explotar… 

– Ya vale, date la vuelta... te voy a follar como a una perra… ¡Quiero correrme dentro de ti! Me tienes a punto. 

De inmediato se dio la vuelta y se puso a cuatro patas dándome el culo y ese coño que se perfilaba estupendo para abrirle la raja de par en par… 

– ¡Sí, fóllame cabrón… aprovéchate y dame duro! Te puedes correr dentro de mí cuanto quieras ¡Hazme sentirme tu PUTA!

Y así ella de rodillas encima del sofá se la hundí en el coño y empecé a follármela sin contemplaciones. 

  Ahh, sigue... asi... asi…Hijo de Puta ¡Clávamela bien hondo! ¡Que se entere mi hijo que me está follando un buen macho! 

Apostó sus tetas sobre el sofá y elevó el culo para tener un buen acceso a su coño rasurado, tan depilado que pareciera de una niña de cinco años. Con todo el culo respingado me envalentoné y la azoté con dos nalgadas fuertes…, al sentir mis azotes gritó y se agitó metiéndose ella misma más dentro mi verga en su coño…empujó su coño entrando a fondo hasta los huevos. A la zorra de m vecina le encantaba sentirse dominada, nalgueada y follada a la vez. 

– ¡Pégame duro y párteme el coño en dos! ¡Joder cómo noto tu dura verga en mi útero…!

No iba a tener compasión por aquella zorra por estar preñada, exigía ser bien follada y yo le daba con sumo gusto… 

– Zorra, ¿Así que el cornudo de tu marido no te quiere follar, eh? Pues toma polla hasta el fondo Putona. 

Sus tetas se bamboleaban con cada embestida y ella respiraba fuerte mientras desgañitaba gritándome... 

– ¡Cabrón, sigue... nooo paress... asiiii! Dame más verga… ¡Que no te quede nada fuera de mi coño…MÉTEMELA hasta los huevos! 

De nuevo se estaba corriendo como una perra en celo, notaba las contracciones de sus paredes vaginales succionándome el badajo, y eso hizo que no aguantase mucho más y me corriese en su interior dándole bien adentro. La clavé hasta la raíz pegando mis pelotas en su pepita, y con pequeñas estocadas iba soltando chorro a chorro toda mi leche contenida en los huevos, en el fondo de su vagina, inundándosela de semen espeso. 

– ¡Aahhhh...Dios mío...como siento tu leche! Joder que gusto volverla a sentir en mi coño. 

Se dejaba caer sobre los almohadones rendida. 

– ¿Te ha gustado, eh? 

– Síii... que gusto... hacía tanto tiempo… mucho antes de que me preñaran. Nunca había percibido los chorros de leche, llenarme de esta manera… 

– Eso debe ser porque tienes el coño muy sensible por la preñez… – O porque me has vaciado tus pelotas, que deben fabricar litros de lefa… 

En eso se la saqué de su coño arrastrando un reguero de esperma con fluido vaginal mezclados…, y cogiéndola por la nuca le hice dar un giro y apoyando mi rodilla en el sofá la hice bajar hasta mi polla chorreante de semen.

– Pero esto no ha acabado Preciosa…, vamos límpiala y ponla dura de nuevo... Yo siempre follo en dos partes y ahora viene la segunda.

Me miró un instante, pero sin decir nada se puso de nuevo a mamarla a cuatro patas mientras yo me acomodaba sentándome en el sofá y acariciaba sus erguidas tetas ahora colgantes y con los pezones apuntando hacia cada lado, desafiantes a mamarlos. Yo volví a estar caliente de nuevo tras unos minutos de sosiego, me levanté y poniéndola otra vez contra el respaldo del sofá, le metí los dedos en su coño arrastrando flujo y semen a su culo para lubricarlo, hundiendo primero un dedo y luego otro en su estrecho botoncito anal… 

  ¿Te han follado por el culo?

Con voz suplicante contesto… – No, no... Déjalo lo tengo muy estrecho y tú tienes una verga muy cabezona... ¡Me harás daño! 

La puse en posición sin atender a sus sugerencias. 

– ¡Que honor… ahora quietecita! 

Y diciendo eso empecé a encularla lentamente, estaba muy estrecha y no quería estropearlo. 

– Ahhh... espera,... ahhh... si, sigue. 

La dureza del glande y su flexible ano hicieron el milagro. Había entrado la cabeza camino de llegar a la mitad... empecé un suave vaivén deleitándome al sentir la presión de su esfínter. Poco a poco le empezó a gustar, su culo se dilataba espléndidamente, tanto le gustaba que se frotaba el clítoris compulsivamente, suspiraba... 

  ¡Te gusta que te enculen, Zorra...! 

Entre jadeos me decía... – Síiii, por favor... no pares ahora... dame más duro. ¡ahhhggg... mas... mas...! – ¡Qué Puta te ves…! ¿Qué le dirías a tu marido si te viera así enculada? Cabrón... el nunca me ha enculado... ahhhh ¡Y NO sabe que soy tan perra!

Marta, de nuevo empezaba a temblar y contraerse por los impulsos del orgasmo... al tiempo que la empalaba, mi mano le fustigaba el culo con mayor entusiasmo que antes, ella gritaba y se contorsionaba de gozo era un sensación cojonuda, su culo y todo su cuerpo se estremecía con cada ola de placer apretando mi falo extremadamente duro. Mis venas rozaban su anillo opresor dándome una sensación extra en mi cipote, pero lo que más me avivaba era que su orgasmo parecía interminable. Continuaba perforando su culo sin cesar, me sentía en la gloria dominando aquella ama de casa preñada y sometida a mi badajo. Recreándome en su culo, veía como entraba mi verga en su agujero ceñido con sus nalgas abiertas tragándose toda la tranca hasta los mismos huevos una y otra vez. Era desproporcional el ancho falo entrando y saliendo en aquel culito recién estrenado. No recordaba la última vez que desvirgué a una hembra y eso me emocionaba soberanamente. Tras los azotes del culo, después la sujetaba de las tetas, se las sobaba y sentía sus pezones erectos y duros…los pellizcaba retorciéndoselos, sacándole gritos de dolor y placer al tiempo que la empalaba a fondo. Todo aquello continuó durante más de quince minutos hasta que yo estaba muy a punto, así que la saque y me pajeé... 

  Vamos puta perra ven aquí, acércate… Vas a paladear mi lefa. 

No lo dudó un segundo y se puso bajo mi rabo como una perrita obediente…, me lamió los huevos, los chupó y tiró de ellos tragándoselos uno a uno. Le amarré de la coronilla dirigiendo el cipote a su cara… abrió su boca frente a mi glande. Fue tocar sus labios entreabiertos mi polla y recibir la primera andanada de leche en su boca cruzando a la mejilla. Después se la metí más dentro follándome su boca en un mete saca endiablado, ella soportaba estoicamente la dura  barra de carne entrando hasta las anginas. Los huevos le golpeaban en la barbilla en tanto sale y entra soltando el engrudo leche dentro de su garganta. Noto como sale la lefa chorro a chorro pasando por su garganta, corriéndome a placer. Me puse como un verraco gimiendo en cada andanada que eyaculaba bien dentro de su tragadero. Sin recato alguno se lo fue zampando todo, dejándome que la cacheteara la cara sintiéndome el dueño de aquella perra. No así las siguientes ya que se tragó la polla sin importarle que viniera de su culo…cerró sus labios sellando mi glande, y todo lo que expelía mi polla por su agujerito uretral se fue engullendo sin recato alguno. 

– Guarra, mamona... que pedazo de puta está hecha y tu esposo sin usarte debidamente... 

En su cara se veía como disfrutaba del néctar masculino cargado de testosterona. Se había arrodillado en el suelo y se comía mi corrida paladeándola… 

– Eres un macho formidable, me encanta los sementales que aguantan mucho… hasta ahora no había follado con ninguno que me aguantase más de cinco minutos...

Continuó limpiando la polla de arriba a abajo como una posesa no dejando nada sin lamer. Eso me puso a mil, la levanté y abrazándola con las manos en su culo la besé largamente. 

– Mi culo es ahora solo tuyo... ¡Fóllatelo de nuevo! ¡No me dejes con este calentón…! 

Madre mía, esa mujer estaba perdida por follar, abandonada por completo por su esposo tan largo tiempo… así que esa petición me incendió... La tenía de nuevo mamándome el estoque remangando el prepucio, chupaba el glande…con una mano pajeaba el resto del tronco, sin dejar de usar a la otra mano para masajear mi escroto cada vez más vacío. Allí de pie le di la vuelta y agarrándola por las tetas como si de las riendas de una yegua desbocada se tratara la enchufé de nuevo…sin más, se la clave por el culo. 

– ¡Encúlame cabronnnn...! ¡Ahora eres el único dueño de mi culo…! 

– Toma puta..., te voy a llenar otra vez, 

Le daba sin raciocinio. Ahora sí que la enculaba a tope, veía reflejada en el espejo del comedor la escena y eso acrecentaba mis embestidas y mi deseo de poseer a la encorsetada ama de casa señora de su señor. Mi verga se deslizaba fenomenal en el culo abierto como una tronera, que se tragaba mi rabo con suma facilidad, pero mi pensamiento fue más allá.

De pronto cambié y se la inserté en el coño, aquello no le molestó a la perra de mi vecina, sino que le gustó mucho más, entregándose sin cortapisas. Le di la vuelta y me la follé de frente, aumentando el morbo de ver su cara gimiendo en cada inserción. Empujaba hacia dentro de su coño embutiéndole todo el tramo de verga hasta la base, aporrando su perineo con mis pelotas colganderas que se balanceaban golpeándola una y otra vez. Al cabo de unos minutos, otra vez noté la llegada de su orgasmo e incremente el ritmo…no paré notando la presión de sus músculos vaginales… buscaba mi desahogo definitivo, el cual llegó cinco minutos después de no parar de perforar su coño hasta la barriga y volver a correrme esta vez en sus entrañas, dejándole el fondo vaginal relleno de esperma. Nos dejarnos caer en el sofá exhaustos, y así estuvimos con mi polla en su interior unos minutos hasta que cesaron las palpitaciones del orgasmo y nuestros corazones retomaron el ritmo normalizado. Finalmente me salí de ella y ya vistiéndome... 

– Debo irme... me has dejado los huevos secos para varios días, pero volveré cuando los tenga llenos de rica leche… ¡No hay muchas PUTAS tan tragonas como tú!

Marta adormecida tumbada de costado, en la última postura que me follé y una sonrisa en los labios. Por su culo entreabierto rezumaba semen, al igual que su coño, que habían recibido dos descargas suculentas de lefa. La dejé con esa imagen guardada en mi retina y me fui satisfecho de la estupenda follada que el azar me había obsequiado. Siempre pensé que solo le ocurría a los atractivos caraduras, pero fui yo quien gozó de aquella perra sedienta de verga. Días más tarde la encontré entre los puestos del mercadillo con su marido, me miró con ojos lujuriosos de perra en celo, mientras se acariciaba la barriga hinchada por la preñez del hijo que  pronto estaría pariendo, y una vez desalojado su vientre… ¡Cual PUTA febril, buscaría que la preñasen otra vez!

*******************

Pasaron varios días desde la aventura con Marta. y no me atreví a subir a su piso por no tener una excusa convincente si me encontraba con su marido. Aquel día mi madre no estaría por casa por haberse ido con sus amigas de viaje de fin de semana, dejó a mi padre solo otra vez, más tarde iría a prepararle la comida a su propia casa. Después de una noche de farra dormía hasta tarde…eran las once de la mañana cuando despierto para dirigirme al baño a echar la meada de la mañana, cuando descubro mi erección mañanera en todo lo alto, con eso me es difícil atinar en la taza del váter, pero forzándola lo consigo… justo al terminar suena el timbre…

Era Marta que quería hablar conmigo, tenía puesto unos jeans cortos con una blusa abotonada hasta el cuello, pero bastante suelta para no apretar su panzona, la dejé pasar al piso quedándome detrás cerrando la puerta… solo ver la forma de aquel culito despertó mi pollón morcillón que aun tenía de la erección mañanera. Me dijo si me duraba mucho, no la entendí de inmediato, se giró dirigiéndose a mi entrepierna abultada…

– Tienes una verga muy desarrollada cariño. Jamás me habían follado con una tan descomunal y tan salvajemente como lo hiciste.

Cuando me miré el bóxer se notaba a leguas mi erección ¡Evidentemente quería volver a follarla como fuera! 

– Me has enganchado a tu dura y venosa verga. ¡No puedo quitarme de la cabeza que me folles como a una perra otra vez! 

Me disculpé de mi mala imagen de esas horas, pero eso a ella se lo dio al pairo, se dio media vuelta y me emplazó a su casa para que le arreglase unos muebles. Cuando desayuné me dirigí al 3º B… ella me recibió con los mismos pantaloncitos cortos y la blusa más escotada donde se le veían más de la mitad de las grandes ubres lecheras. Entré y ella cerró la puerta. 

– Sé que tú también me tienes ganas desde entonces. Mi esposo no viene a comer hoy… ¿Tienes algo que hacer? 

Yo perplejo del cambio tan radical por tan solo haber gozado de mi dominación, respondí entusiasmado de haber encontrado una puta gratis… 

– Solo follarme a la PUTA preñada de mi vecina. 

Es más me dijo que desde siempre había pensado en mí como el hombre que se convirtiera en su amante dominante. Yo la atraía mucho sexualmente. Marta me preguntó entonces si estaba dispuesto a hacer realidad sus fantasías. A mí  eso me había pillado de improvisto pero ante la posibilidad de poder hacer realidad su fantasía de volver a dominar a una mujer preñada, no pude negarme. Me sobó la polla por encima del pantalón, luego lo tomó desabrochándolo, bajó la cremallera y saco mi tranca con cierta dificultad… comenzó a masturbarlo…lo acarició con su boca lamiéndolo a todo lo largo como un helado que se derrite, chupó y succionó el glande masajeando mis pelotas, y tras lamer mis huevos… 

– Vámonos al cuarto donde me preñaron… aquí estamos muy expuestos y nos pueden ver por las ventanas.






En el cuarto no perdí tiempo me quité la ropa de cintura para abajo, y empecé a desnudarla, cuando le quite su blusa me encontré con esas dos masas de carne mamaria listas para ser devoradas… solo quería chupar esas blancas tetas y esos pezones espigados endurecidos por la tremenda excitación de la dama. Mientras le mamaba las tetas y chupaba de sus pezones, ella seguía acariciándome la polla remangándome el prepucio que estiraba y recogía hacia  mi glande una y otra vez gimiendo del placer… Le saqué el pantaloncito dejándola en un minúsculo tanga. Yo me quité la camiseta. Yo estaba de pie y Pilar comenzó a acariciarme todo el cuerpo. Me tocaba y sobaba por todas partes como si se tratara de una colegiala que tocara el cuerpo de un chico por primera vez, notaba su panza rozándome, me excitaba follarme a una gorda preñada de 25 semanas. Se coloco detrás de mí y comenzó a acariciarme el pecho. Había metido sus manos por debajo de mi camiseta y acariciaba el vello de mi pecho… 

–Me gustan los machos con vello en el pecho. En sus fuertes brazos, en sus muslos y en sus huevos gordos como los tuyos…

Decía sobándome las pelotas y deslizando sus dedos por todo mi cipote. Me quito la camiseta. Me abrazaba con fuerza y me besaba el pecho. Luego se colocó frente a mí. Colocó sus manos sobre mis nalgas y luego se abrazo fuertemente a mí. Con sus manos me estrujaba con fuerza mi culo. 

– Me encanta tu culo duro, se nota que lo ejercitas mucho empujando a muchas putas como yo

Nuevamente se coloco detrás de mí y comenzó a acariciarme el pecho. Pero sus manos fueron bajando poco a poco hasta palpar con su mano derecha mi mástil. Llevaba ya un buen rato empalmado, la dejé hacer tocándome con sus yemas el perfil de la orografía irregular de mi falo… 

– Cariño, que dura la tienes. Me encanta notarla con las venas inflamadas por mí. 

Ella seguía detrás de mí pajeándome hasta llegar a palpar también mis huevos. Me dio un buen sobo por toda mi virilidad el paquete… 

– ¿Cuántas veces había soñado con hacerme esto? 

No me contestó, solo me lamía la espalda deslizando su mano por mi verga…Ella estaba realmente muy caliente. Nuevamente se abrazo a mí y sus brazos no dejaban de recorrer mi cuerpo, admirada de mi culo. Lo estrujaba con sus manos. Entonces colocada tras de mi espalda. Se arrodilló y comenzó a darme besitos en las nalgas, lamiéndolo y incluso algún que otro mordisquito. Después ella me pidió que me girara… seguía de rodillas y quedo junto a su cara mi verga de gran anchura y largura comparada con su cabeza… Volvió a palpar mi polla con su mano. Después acercó sus labios y beso mi polla lengüeteando le glande en círculos en verdadera devoción, se podía ver como la brillaban los ojos acuosos emocionada de volver a sentir el sabor de mi polla. 

– Que cosa más bonita y qué buen sabor a macho. 

Dicho esto me la agarro con su mano y comenzó a pajearme suavemente. Sin duda su esposo disfrutaría viendo a su mujer gozar conmigo. Era un cornudo. Después de un ratito de suave paja manual Marta se puso en pie y me dijo.

– Méteme mano. 

Estaba deseando que me lo dijera. Me coloque detrás, me apreté fuertemente a ella para que sintiera la dureza de mi polla contra su culo. Después comencé a tocarla por todo el cuerpo, acaricié su panza…eso lo hice lentamente y con ternura. Continué con sus tetas. ¡Qué placer tocar unas ubres tan grandes llenas de leche! Después de un ratito mis manos llegaban a todos sus rincones al natural. Pilar gozaba mucho solo con las caricias. Luego fui bajando poco a poco acariciando su vientre hasta llevar a su coño. Puse mi mano en su entrepierna abriéndole la raja y frotar la pepita… comenzó a jadear débilmente. Eso la gustaba mucho. Tanto que ella coloco sus dos manos sobre la mía y las apretó fuertemente contra su coño. Mis dedos notaron la humedad que emanaba de su vagina febril. Estaba encharcada de jugos. Marta suplicó no aguantar más sin meterse mi polla en su conejo hambriento… Me pidió que me tumbara en la cama boca arriba.

– Hoy te quiero follar yo a ti… 

Pude observar cómo se acercó y se puso sobre mí con una pierna a cada lado de mi cuerpo con la panza sobre mi pecho, con una agilidad impropia de una preñada de 25 semanas. Después ella cogió mi polla y la colocó a la entrada de su depilado coño abriéndose los labios para que no entorpecieran el deslizamiento del  ariete…se dejó caer empalándose poco a poco hasta de la mitad a la raíz, se la metió dentro de un solo envión hasta los huevos. Se ajusto, pegando su clítoris a mi pubis restregándolo, dándose el gusto de frotarlo con mi vello. Después de esto comenzó a botar sobre mi polla habiendo dilatado su vagina al grosor de mi rabo. Parece que hiciera siglos que no follaba. Con que ganas lo hacía. Ella no paraba de saltar sobre mi polla. Sus tetas se bamboleaban de arriba abajo. Yo la cogí las tetas con mis manos y comencé a apretarle los pezones retorciéndoselo. Sus jadeos eran impresionantes, sus gritos de dolor y placer indescriptibles en tanto no paraba de embutirse mi falo una y otra vez. Yo nunca podía imaginar que una mujer de ese estado de gestación se moviera de esa manera en la cama. Era como una jovencita de 20 años sin estar preñada, su culo se movía al ritmo de samba con frenesí, logrando abarcar con la boca de su coño desde el glande sin sacarlo hasta la base del vergazo, a una velocidad descomunal. Le coloqué mis manos sobre sus caderas y la ayudaba a hacer sus movimientos.

Era evidente que su ritmo no lo podía continuar por largo tiempo, la cogí con delicadeza y la puse a cuatro patas jodiéndola de nuevo como a la perra que era. Sus tetas se bamboleaban locas y su panza rozaba las sábanas, mientras ella buscaba mayor profundidad arremetiendo contra mí… sincronizados, la boca de su coño recorría toda la largura de mi trabuco. Le metí el dedo pulgar en su ojete y aquella mujer detonó en un gemido esclarecedor de sus calenturientas ganas de ser follada por ahí. Mis ganas de eyacular venían y yo las alejaba aguantando un poco más, pero llega el momento de no retorno y sin preguntarlo dos veces… solo me bastaron cinco embestidas más a fondo de su útero para correrme en lo profundo e íntimo de su vagina. Por fin tenía aquel precioso coño lleno de mi leche. Mi objetivo primero se cumplía habiéndome deslechado dentro de ella. Tras mí corrida ella se quedo tumbada encima de mí al tumbarme de espaldas a la cama y ella de espaldas sobre mi pecho aún empalada. Su respiración era agitada. Yo me pensé que se me moría allí de un infarto. Mi polla seguía todavía dentro de su coño y dura, a pesar de mi primera corrida… seguía dura. Esa es la ventaja de hacerlo en el coñito de una preñada que tanto morbo me procuraba. Después ella rodo hacia el lado derecho y se quedo tumbada en la cama. Al hacerlo mi polla salió de su coño, se dio cuenta de lo dura que todavía la tenía. Ella estaba sorprendida. 

– Pero Fernando, si te acabas de correr ¿Cómo es que todavía la tienes así? 

– Pues ya ves a los jóvenes veinteañeros nos pasa eso, con las putas maduritas preñadas.

– Pues sigue dándome placer cariño mío. 

Se la puse en su boca y ella comenzó a mamar, fue una de las mejores mamadas post-coito de todas la que me había dado, sin recato se la metía ávidamente. Una vez que me soltó… Dicho y hecho.

La giré y le acaricie su coño… se lo empecé a lamer y le metí dedos al tiempo que mordía su clítoris que parecía que iba a explotar mientras yo seguía mamándole la pepita, la polla se balanceaba rígida como una viga empotrada… deseaba volver a la carga entonces, no lo dilaté por más tiempo. Esta vez ella estaba tumbada boca arriba y yo encima de ella. Sentado entre sus piernas, se las elevé cuidadosamente acercando mi ariete gobernando la cadera, hasta que enfilé mi capullo en la boca de su coño, empujé viendo desaparecer el tronco dentro de su coño…Comencé el mete saca. Marta se abrazaba a mí. Con mis caderas realizaba la penetración. Ella me pedía que la follara más deprisa. Yo lo hacía agitándome, especialmente mi pelotas que rebotaban como en un frontón. Marta me abrazaba cada vez con más fuerza, necesitada de más verga dentro de su útero ocupado por su hijo nonato. Y yo la follaba a un ritmo vertiginoso. Todo lo rápido que podía. La cama hacia machismo ruido y yo pensaba que en cualquier momento se iba a romper. Nuestros jadeos se convirtieron en gemidos. El placer que sentíamos era algo extraordinario, nos besábamos, nos comíamos a bocas entregándonos las lenguas que mamábamos lujuriosamente.

Luego eran sus tetas, sus empitonados pezones los que empecé a chupar mientras iba calculando donde estaba su culo, la extraje del coño, y sin pensarlo más enfilé a su anillo, empujando sin resquemor…ella emitió un quejido bestial al sentirse enculada, poco mi importó acallándola metiéndole la lengua en el paladar. Y la empecé a dar por el culo mientras le masturbaba el coño con una mano y con la otra estrujaba sus mamas… ella gritaba un poco de dolor por lo repentino de la incursión sin previa dilatación… no estaba acostumbrada pero le encantaba y a mí me tenia loco la porculada que le estaba dando. Realmente su ano se ceñía sobre el perímetro de mi verga sacando lo mejor de mí, pero aquello no me duró más de diez minutos antes de correrme por última vez en su culo… quedamos ambos tendidos en la cama. Le besé tiernamente la boca y le lamí las hermosas ubres amatorias. Quedé realmente agotado tumbado al lado de ella. Marta me acariciaba la espalda...

– Hacia mucho que nadie me follaba así. Nadie que me hiciera sentirme una hembra apreciada, tan PUTA como me haces sentir. 

Esto fue lo que ocurrió aquella tarde, donde mi preñada vecina  disfrutó como nunca viéndome vaciar mis huevos dentro de ella, lo que garantizaba volver a hacerlo en alguna otra ocasión. Me fui al baño donde me lave la verga, me cambié y al salir de la casa. Quedamos le ayudaría a instalar el router de su casa para tener mejor cobertura de wifi. De esta manera pasaron las semanas aprovechando las ausencias del marido para trabajar a la pobre esposa abandonada de los deberes maritales. Sería mediado de agosto cuando dio a luz a su hijo, y desde hacía un mes no la había vuelto a follar…


*************************





Pasados los días de cuarentena, después de parir, mis impulsos sexuales eran cada vez más intensos, llegaba incluso a correrme mientras mi bebé mamaba de mis pezones erectos, me ponía frenética y en tanto el niño se alimentaba, yo me frotaba el clítoris corriéndome como una cerda. Mi esposo apenas me tocaba y las pocas veces que lo hacía no duraba ni cinco minutos, se corría y a dormir…, los deberes maritales de mi esposo se estaban convirtiendo en una rutina perezosa que me hastiaba dejándome sin mi consolación. Para colmo se ponía un condón o dos para asegurarse de no volver a dejarme preñada, y ya imagináis lo que se notaba con tanta goma entre su pollita y mi conejo hambriento. Mi cabeza no paraba de pensar en subir a ver a mi vecino a que me quitara el ardor de coño por el miedo ser descubierta por algún boca-chanclas del edificio y fastidiar la vida acomodada que Jaime me procuraba, de ahí que no me decidiera de una puñetera vez a subir al piso de ese macho para que follara como a una puta. El sofoco ardía por todo mi cuerpo y estaba que me subía por las paredes. Aquella tarde ya me había hecho un par de pajas sin calmar por completo mi lujuria… miré al bebé dormido en su Moisés desde la ventana, y de pronto vi entrar a Fernando al portal… no me lo pensé más, esperé unos instantes a que llegase a su piso y en cinco minutos me presenté con mi hijo en su casa, sin mediar palabra me dejó pasar cerrando la puerta tras de mí…

Ya en medio del salón solo me dijo… - Tienes unos preciosos pechos enormes. 

Me ruboricé, o al menos sentía mucho más calor en todo mi cuerpo… le di las gracias mientras me tapaba un poco el canalillo inútilmente… 

- ¿Me dejas verlos?

Volví a mirarlo a la cara y luego de pensarlo por unos segundos llevé mis manos a mi espalda y me desate el nudo del vestido palabra de honor, una vez desatado cayó al suelo a plomo… 

- ¡Qué hermosos que son! ¿Me permites tocarlos? 

Quedé callada y no pude decirle nada por la vergüenza que tenía en ese momento, él tampoco espero mi respuesta entonces  se acercó a mí y comenzó a besarme en el cuello con picoteos húmedos de su lengua traviesa, lamiéndome. En ese momento le seguí el juego y él lentamente movió sus manos a mis pechos… comenzó a frotarlos. Enseguida bajo sus labios a mis tetas a chuparlos, sin más que hacer, me entregue al placer. Tenía mis bragas empapadas de lo cachonda que me puse, el vecino comenzó a bajar sus manos hasta llegar a mi vagina…comenzó a frotarla fuertemente introduciendo sus dedos una y otra vez, su polla estaba muy dura a punto de explotar así que no aguantó más, desatendió mi clítoris y agarró mis ubres con sus manos. Sacó su lengua y empezó a saborear mis pezones mordisqueándolo, succionándolo y mamando la leche de mi hijo. Me hizo delirar de placer haciendo eso. Luego me agarró del cuello y empezó a besarme con vehemencia notando el sabor de mi leche en su boca. Sentí que me besaba con desesperación, lo sentía muy excitado, tanto o más que yo. Mientras me besaba, yo por debajo le estaba tocando la verga metiendo la mano dentro de su pantalón… se sentía dura, y venosa, toda una esfinge a la que adorar.

Me soltó del cuello y se sacó la camiseta, yo empecé a besarlo por sus pectorales y fui bajando por sus abdominales y el pubis… Me quedé en cuclillas bajándole el pantalón junto con los calzoncillos. Lo primero que hice fue sacar mi lengua y pasarla desde sus huevos hasta la punta del fabuloso cipote largo y grueso que porta ese semental. Sabía tal como me lo imaginaba, después de varios meses era como volver a empezar la aventura sin partir de cero. Cuando llegue a la punta me la metí en la boca y empecé a mamársela, tenía un gusto bastante rico para mí, salado y ácido almizclado… 

- ¿Te gusta chupármela, Puta? 

Mi mirada y mi boca contestaron por mí. Por momentos el me agarraba de la cabeza y empezaba a moverse hacia delante y hacia atrás haciendo que su verga entrara y saliera de mi boca frenética follándomela con descaro. Cuando se cansó de que se la chupara, me levantó del piso y me saco las bragas dejándome completamente desnuda. Me tiro al sillón, yo caí de piernas abiertas aprovechándose el momento y metió bruscamente su polla dentro de mi coño haciéndome sentir un gran dolor de placer y así cada vez más fuerte, yo gemía descontrolada de placer… 

-ah! ah! ah! más fuerte, más fuerte...

Él obedecía dándome unas embestidas fuertes con su polla gigante. Después de varios minutos terminó en esa postura y me puso en cuatro patas con mis manos apoyada en unos de los muebles de la cocina, y tras abrirme las piernas empezó a comerme el coño desde atrás con su boca sedienta. Tuve un orgasmo en unos segundos al sentir varias veces su lengua dentro del coño y lamiendo mi ano. Luego me levantó la pierna y empezó a penetrarme bastante duro. Primero se agarraba de mi cintura para poder darme embestidas realmente fuertes, luego de mis hombros y por ultimo de mis mamas desbocadas. En ningún momento se detuvo y aguantó bastante tiempo para dejarme complacida. No sé cuánto tiempo me tuvo follando como una perra, pero sin aviso, se corrió dentro de mí coño, y yo como soy una buena chica se la limpié haciéndole una mamada.

Sabía que ese macho no había acabado conmigo, se levantó a la cocina a por un par de cervezas frescas, la sin alcohol me la ofreció. Después de un descanso, nos volvimos a acaramelar comiéndonos las bocas, se la pajeaba y él a mí, no hubo mediación dialéctica, él sabía a qué había ido a su casa y me lo pensaba dar todo hasta reventarme a pollazos.  Me puso en cuatro patas en la cama, me acariciaba las nalgas lentamente, pero luego me dio una fuerte nalgada que me hizo dar un grito, a mí me excita que me apaleen y me follen duro a la vez…el hecho de ser castigada de esa manera me pone como una perra en celo. Así que luego me cogió del pelo y empujó mi cabeza sobre las sabanas, ya doblada e indefensa en esa posición me daba golpecitos en mis aterciopelado culo… se me empezaban a poner cada vez mas rojo, luego cogió mi trasero con ambas manos y lo masajeaba a presión abriéndome y cerrándomelo, el ahora volvía a estar bajo su poder, con una vista perfecta de mi culo y coño febril en esa postura tan humillante, me dijo… muy bien puta quiero que permanezcas así mientras uso tu trasero para que se vuelva más placentero conmigo… ¡Espero no se haya olvidado que tu culo es mío!

– Sí cabrón… todo tuyo, le respondí.­­ - Mi culo es solo tuyo ¡Haz con él que quieras! 

- Bien dicho Marta, ahora voy a clavarte estas bolas que he comprado para ti, así que será mejor que prepares bien ese culo de perra que tienes para recibir las cinco bolas, me recalco. 

Entonces empezó a untarme el ojete del culo con vaselina, sin embargo yo no estaba segura de poder aguantarlas. Las  tenia en sus manos, me causaba terror las bolas pues se veían muy grandes, pero tenía que hacer un esfuerzo porque de todos modos me lo metería a las buenas o a las malas. Respiré muy profundo mientras él cogía la larga tira con todas las bolas que estaban en secuencia y enumeradas… me metió una bola en la boca y me hizo lamerla, era la primera, parecía imposible poder tenerla por lo menos una en mi boca por lo enormes que eran estas bolas, pero el momento había llegado y con mi ano a su merced, Fernando posaba la primera enorme bola en mi ojete y de una fuerte nalgada me ordeno…

- ¡Pídeme que te la meta, perra! 

– Sí amo, amo métamela en el culo ¡Métamela! 

Respondí muy rápidamente. Luego lentamente empezó a empujarlo y mientras más se demoraba en meterla me castigaba con la palma de su mano en cada nalga una tras otra diciendo. 

– El agujero de tu culo está muy pequeño perra, no recordaba que lo tenias tan estrecho como es que una ramera como tu puede ser tan estrecha.

Me grito , y dejando el dildo con las bolas a un lado empezó a meter en mi ojete su dedo medio , luego dos y como no me quejaba metió un tercer dedo con el que me hizo gemir muy fuerte , ya con sus dedos dentro de mi ojete realizaba movimientos circulares, para luego sacar y meter muy rápido sus dedos  y seguía dándome de nalgadas con la otra mano poniéndome el trasero cada vez más caliente. 

– ¡Pídeme que te castigue más perra por tener un ano pequeño!

Así intenté quebrar la cintura lo más posible que pude y abrí las piernas intentando exponer al máximo el agujero de mi trasero en eso poso otra vez la primera bola y empezó a empujarlo con delicadeza yo  sentía que el ojete se me abría más de lo debido pero no podía evitarlo solo daba unos gemidos… me movía lentamente intentando decepcionarlo de la manera menos dolorosa posible, pero esa enorme esfera negra en los dedos de Fernando parecía que iba a partirme en el esfuerzo que hacía por meterlo , pero  mi trasero finalmente cedió y poco a poco se dilato de manera tal que la inmensa bola se introdujo lentamente y de golpe resbalo y quedo atrapado en mi culo que se cerró. Inmediatamente después de haberlo decepcionado me relajé y me dio diciéndome…

- ¡Ves que no es tan difícil…! Tienes un culo muy hambriento esto es justo lo que deseo de una puta como tú. ¡¿Me imagino que te gusta verdad ramera, Verdad?! 

Me gustó como llenó mi culo esa bola. 

– Sí, prepárate que ahora viene los mejor…

Por fin se atrevió a plantarme un beso súper tierno y largo en mi boca, al cual correspondí sin dudarlo… su mano recorría la espalda, y llego a mis nalgas, se sentó a mi lado, me recostó en la cama, y empezó a besarme apasionadamente en la boca, cuello, orejas. La calentura me envolvía todo mi cuerpo, subía y baja como en una montaña rusa. Bajé a su entrepierna, redescubrí su bulto bastante grande le baje los calzoncillos sorpresa ¡Un monstruo súper larga y gruesa! Se la empecé a mamar con avidez, mi desesperación se evidenciaba a cada segundo que pasaba sin tener esa verga dentro de mí. Él cerraba sus ojos y gemía, su cipote se puso muy duro con las típicas venas inflamadas, que irrigaban todo tus tallo rigidizándolo tanto que parecía que iba a explotar. Su enorme glande brillante, su polla blanquita, rugosa y venosa era una delicia… su sabor a macho me atolondraba de ganas de ser suya.

Cuando dejé de mamársela me tomó recaliente como estaba, comenzó a comerme el coñito… eso fue alucinante me corrí en nada como nunca ocurrió con nadie, Fernando chupaba mis jugos. Después me hizo poner boca abajo y comenzó a besarme las nalgas, las besaba, las lamía, y de pronto sentí su lengua en mi culito jugaba en círculos y la empujaba intentando entra haciéndome gemir como a una puta, se recostó sobre mi espalda notando su pecho velludo y sudoroso, me respiraba en la nuca y me mordisqueaba las orejas. Bocarriba me beso, chupó mis tetas y se acomodó en mis piernas. Agarró su polla y la restregó entre mis labios vaginales, los abrió rozando con su capullo hinchado mi pepita erguida, me electrificó todo el cuerpo y sin más enfiló en mi bocana penetrándome fieramente por la vagina, como iba bien lubricada fue fácil y en pocos intentos lo sentí entrando todo hasta los huevos. Me hizo virar los ojos y empezó a bombearme muy despacio, yo gemía con la respiración entrecortada notando como me follaba y me follaba despacio haciéndome sentir todo el tallo desde el glande hasta sus pelotas. Al cabo de un momento percibía que entraba y salía con suma facilidad en un coño que llevaba casi tres meses sin albergar una polla, mucho menos de un tamaño tan excelso… entonces aumento el ritmo de las embestidas. Por fin notaba mi coño explotar con ganas de gritar… de pronto me temblaban las piernas y sentía un hormigueo delicioso en el cuerpo con su badajo en lo más hondo de mis entraña y la bola china rotando dentro de mi culo… y entonces ¡¡Bum!! Un orgasmo en el que vi las estrellas. Parecía que salir del mundo real durante unos segundos. Fernando se recostó sobre mí, me abrazo, me besaba la boca lujuriosamente mamándonos las leguas. 






Después de descansar unos segundos sus deseos eran de volverme a follar otra vez y correrse dentro de mí. No dije nada solo lo besé y otra vez manoseándome por todo el cuerpo, hubiese querido que tuviese más manos, de pronto me dio la vuelta dejándome boca abajo y empezó a comerme el culito ¡Qué bien se sentía su lengua haciendo presión en mi anillo! Mientras tanto la bola hacía su efecto y metía sus dedos en mi vagina. Todo eso fue increíble, me puso a cuatro patas, me miraba y me acariciaba la espalda suavemente con su mano derecha. 

- ¡Estoy feliz de haberte conocido! Me encanta tu conejito, me puse roja y sonreí. Eres esa puta que toda mi vida soñé que encontraría, te voy a follar como nadie lo ha hecho en toda tu vida…

Tenía miedo, pero se me venían las imágenes de hombres robustos penetrando a putitas que gemían como locas, y verme así me preguntaba lo que pensaría mi esposo si me viera empotrada por este semental. Estaba tan caliente que me lancé a su verga…

- La tengo que tratar bien porque ahora tendrá mucho trabajo dentro de mi coño… 

Se la mamé bajo sus órdenes, me decía la cabeza, ahora los huevos, métetela toda… yo hacia lo que me decía hasta que me puso a cuatro patas. Levanté las nalgas y bajo mi pecho hasta tocar el colchón, en esa posición mi culo quedaba a su libre disposición, me escupió el culito y empezó a penetrarme jugando con mi conejito…entraba y se salía desesperándome, con lo cual solo puntearme sentía la impaciencia calenturienta en el coño, él me decía… 

– Espera tranquila.

Se hizo para atrás y empezó a meterme un dedo, luego de un momento me metió otro y escupía mi culo para lubricar e insértame un tercero pero ahora por mi anito, los tres dedos empezaron a entrar y salir con facilidad, me dijo ya estaba lista, giré a mirarlo diciéndole con la mirada… que hacer mucho que mi coño estaba dispuesto al uso más duro que le pudiera dar con su polla súper rígida.  Es muy grande pero me encanta notarla abriendo cuando entra. Finalmente me cuadro su glande en mi agujero de la boca del conejo, y empezó a empujar. Introdujo solo su cabeza, se quedo quieto y dijo… 

– Tranquila, solo por hoy seré un caballero.

Continuó empujando con más fuerza, percibiendo centímetro a centímetro su tranca  entrando en mi coñito, en un instante mi coño estaba listo. Me lo dejo todo adentro durante unos segundos, en una alteración de mi lujuria fui yo quien comenzó a moverse, eso lo animó sincronizándonos.

Ahora sí que estás más que lista zorra…, y empezó a bombear a ritmo medio metiendo solo entraba la mitad del gran rabo duro que ya tenía…me hacia virar los ojos y la sensación que sentía era ardor placentero…, gemía como una puta en celo, de igual manera de cuando era una muchacha adolescente en el asiento trasero del Ford fiesta. Poco a poco Fernando bombeaba mas rápido hasta que mi coño en lo más profundo se hallaba bien dilatado, lo sé porque entraba y salía fácilmente… 

– ¡Qué rica puta eres!, ven te voy a enseñar a ser la más zorra de todo el barrio.

Yo solo escuchaba y gemía de sus embestidas, paro me la saco del coño, sentía mi cuñito caliente y dolorido después de tantos meses sin probar una verga dentro de él, me contemplaba salida y entregada… se posicionó y nuevamente me la enchufo solo que en esta vez no fue despacio, me la dejo ir toda de un solo golpe hasta la raíz notando como me golpearon los huevos en mi coño…, ¡Waoooo! Casi me salen los ojos del pollazo que me dio…después la extraía suave y volvía a metérmela violentamente, así unas cuantas veces, me dolía al notar su glande aporrear mi fondo vaginal, pero el placer que sentía era más grande…, ahogaba el dolor mordiendo las sábanas mientras él continuaba follándome sin piedad a toda velocidad. En verdad me hallaba en la gloria, por eso lo único que podía hacer era meterme la sabana en la boca y morder todo lo que pude mientras ese caballero me destrozaba el coño, y sentirme como una puta durante esos veinte minutos, calculo yo.

Tras reventarme el coño llenándome de verga dura y larga no esperó mucho más a darme toda su carga seminal. Todavía no había comenzado con el tratamiento anticonceptivo, pero mi calentura fue superior a cualquier otra cosa que pudiera ocurrir preñándome… a esas altura ya no me importaba nada, le dije acabase con su trabajo dentro de mi útero. Para obtener la mejor de las corridas del macho, tengo un método infalible… agarrarle de los huevos y masajearlos con fruición, además de chuparle la boca y mamarle la lengua, esto precipitó su eyaculación a ríos dentro de mí vagina, se clavó su polla a fondo apuntillándome mientras convulsionaba y se corrió de una forma espectacular casi me ahogaba. Noté los dos primeros lechazos grueso estamparse contra mis paredes vaginales atorando mi cérvix…, sin paliativos me iba tragando cada chorro de lefa espesa hasta que se desahogó a placer en mi interior, sofocando mi ardor. Seguidamente le limpie muy bien con mi boquita, su fastuosa verga impregnada de flujo vaginal y mucho semen…, cuando terminé, me recordó que seguiría siendo su puta… nos recostamos, nos besamos y le sonreí satisfecha con mis calenturientas necesidades cubierta por ese día… 

– Después de todo lo que me has hecho es lo mínimo que puedo hacer por ti.

Se levantó tomó entre sus brazos y me llevo a la ducha. Nos duchamos juntos, entonces bajo la lluvia de la ducha me follo el culo. Tras salir del baño me cambié y él se quedo en bata, me abrazo y me beso era todo un gentleman cuando no me tenía sometida a su pollazos, esperé a que se me secara el pelo, recogía a mi bebé que aún dormía como un bendito pese a los gritos de su madre siendo follada por tan impetuoso semental.

Bajé a mi piso, y pasados unas tres horas mi marido llegó a casa después de un duro día de trabajo para mantener a su familia y darle las comodidades de las que disfrutábamos. Aún sentía un sopor por mi vientre, una sensación rara, nada que fuera igual a cuando busqué a Fernando para que apagara el fuego que me quemaba por dentro. El padre de mi bebé preguntó cómo me fue con la niña  durante todo el día. Con aquella sensación fui a mi cuarto, me veía la vulva de mi vagina hinchada, el culo me lo tocaba con un dedo y lo sentía enorme, me dolía pero lo había pasado muy bien. 

Desde ese día me volví adicta al sexo anal y nos veíamos dos veces por semana un día entre semana y los domingos por la tarde cuando mi esposo se reunía con sus amigotes de la peña. Fui su puta durante los próximos siete meses. Follábamos a pelo y sin miramiento de quedar preñada, porque días después de aquella primera vez tras haber parido, descubrí que volvía a estar preñada…esta vez de Fernando. No se lo confesé y mi marido se lo tomó con resignación tras obligarle a follarme a pelo tres días después para ocultar mi infidelidad, cumplida vez que aquellos ardores en mi útero no fueron otra cosa que el regalo que me encargó el cabrón de mi vecino. Hace poco me ha vuelto a preñar y es el segundo que me hace, pasados dos años de follar con él siendo el mejor de mis amantes, ninguno me ha hecho sentir tan mujer, tan hembra, tan puta como Fernando mereciéndose ser el semental que ha sembrado dos veces mi vientre. Es ley de vida, una hembra como yo necesita hombres… un marido que cumpla con las obligaciones que le impone la ley por estar casado conmigo, y un macho semental que cubra mis necesidades lascivas regándome el culo, la boca o el coño de lefa… es evidente que inconscientemente deseamos ¡¡SER PREÑADAS!! 






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