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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

El Sustituto



Cuando una mujer está caliente, es capaz de cualquier cosa con tal de sentir placer y correrse de gusto… si no tienen la polla dura de un hombre a mano, utiliza otras herramientas…consoladores, frutas o verduras, además de dildos, las más recatadas solo utilizan sus dedos con los que se masturban, pero todas necesitamos desahogarnos en esos momentos en el que nos llega el quemazón de coño, esto sería lo más normal y general, pero otras nos atrevemos con cosas más fuertes, quienes… ¡Preferimos tener sexo con grandes sementales! Cuando veas a una chica o mujer madura pasear a su gran perro, piensa que hay muchas posibilidades que sean amantes.

Hay hembras como yo, a las que no nos importa lo más mínimo excitar a nuestra mascota de raza grande cuando tenemos ganas de follar, sé que es algo que la gente no entendería y me tildarían de loca depravada, pero me da igual porque con la polla de ese animal gozo como no lo ha hecho jamás con mi esposo, así que sin problemas lo llamo para que acuda a mi lado, le prendo el troncho masajeándolo hasta que lo tiene todo fuera y se lo comienzo a chupar, es tan grande que apenas me entra en la boca…lo saboreo con muchas ganas, hasta lograr que el bicho se corra en mi boca inundándome de la leche que le sale a borbotones...son chorritos muy licuados y abundantes, si se los sacas con frecuencia, si los tienes en abstinencia unos días, consigues leche más densa.

Pero lo más excitante es cuando agarro con mis manos ese trozo de carne gigantesco, y lo guío a mi coño para que me folle… el gran falo perruno comienza a penetrar mi coño conmigo abrazada al hermoso semental. Es un apareamiento amoroso…lame mi cara y yo le como la boca intercambiando nuestra saliva, al tiempo que su cadera se agita sin cesar bombeando el grueso falo a mis entrañas ¡Eso si es amor a los animales… el verdadero sentido de lo que significa zoofilia! El pobre animal solo desea que su dueña le dé cariño y protección, a cambio a él se le pone bien dura para darle verga a la perra de su dueña. Me lo mete con tantas ganas que casi me llega a desgarrar la vagina tragona que tengo…, cuando consigo apaciguarlo, lo volteo para que me folle en todas las posturas posibles, tumbada abriendo las piernas para permitir que entre hasta lo más fondo de mi coño, por detrás a cuatro patas, de lado… en fin, que lo tienes que ver para creer como a una madura al borde de la menopausia, aún le puede gustar tanto el sexo salvaje, primitivo y animal.

No es fácil estar divorciada sin sexo durante casi dos años. Soy Jazmín y por entonces estaba recién separada de Roberto, pero ya hacía mucho tiempo que él no tocaba mi cuerpo, un cuerpo aún macizo y apetecible…, pese a mis cincuenta años pedía sexo a gritos. A falta de una buena polla, vivía masturbándome en la cama, en la ducha, en el aseo de la oficina o comercio y hasta en el mismo jardín de mi casa, cuando tomaba sol desnuda los sábados por la tarde. Fue justamente un fin de semana unos dos meses tras la separación, cuando me di cuenta que la solución a tanta calentura acumulada, volvía a estar en casa… no era la primera vez que esto ocurría en mi vida. 

Roberto, mi ex-marido, en su último intento de reconciliarnos…unos meses antes de divorciarnos, intentó arreglar lo imposible, comprado un musculado pitbull color ceniza para compensarme por sus aventuras extramatrimoniales surgidas principalmente en sus largos viajes de negocios, es un hombre extrovertido y le fácil conocer gente nueva. Él sabía que en casa de mis padres siempre habíamos tendido perros de compañía, generalmente grandes… labradores, mastines o dogos, así que pese a su negativa de tener mascotas en casa,  me compró un potente pitbull casi cachorro, Hércules. Así es como lo habíamos apodado por su gran tamaño y fortaleza. El perro inspiraba respeto y temor a cualquier desconocido, aunque en verdad, era demasiado dócil y juguetón…cuando Roberto se mudó a un apartamento no se lo pudo llevar, era mi regalo pero me recordaba demasiado a sus infidelidades, pero sin posibilidad de elegir no queriendo abandonarlo en una perrera, tuve que quedarme con Hércules en casa, pese a no desear un regalo suyo. Hoy no me arrepiento de aquella decisión… es dócil, cariñoso y muy fogoso ¡Justo lo que necesito en mi vida! E imponente cuando lo paseo, dándome seguridad.




Sucedió un sábado caluroso. Como era costumbre, desplegué mi toallón sobre la grama, apliqué un poco de protector solar a mi piel y me eché desnuda a disfrutar del agobiante sol de junio con un tanga de hilo. A los pocos minutos, cuando estaba comenzando a dormitarme debido al relajante calor, una gran sombra se acercó a mí. Al principio me tomó por sorpresa, pero luego me tranquilicé al comprobar que era Hércules, mi pitbull, quien se acercaba juguetonamente. Con su enorme cabeza empujaba mi cuerpo, como invitándome a jugar con él. Giré, porque estaba de espaldas al sol, y allí con mi cabeza apoyada en la verde grama, a escasos centímetros del animal, tuve una visión espectacular que hasta el momento no había tomado a recaudo… lo bien dotado que estaba con una gruesa verga, coronada en su base por unos rotundos, grandes y redondos testículos, donde seguramente acumulaba abundante leche virgen en cada uno.

Hércules seguía empujándome con su cabeza, un poco temerosa, aproveché mi posición para acariciarlo y jugar con él. Le pasé la mano acariciando el musculoso vientre y, poco a poco, acerqué mis dedos a la bayoneta de carne de mi joven can. Una vez que pude asirlo delicadamente con mi mano, comencé a practicarle una suave paja deslizando su piel despacio, y descubriendo una punta roja carmesí que brillaba de humedad. A Hércules parecía no disgustarle el suave masaje que le propinaba a su verga, ya que le crecía e hinchaba a ritmo desenfrenado, casi doblando en tamaño a cualquier polla humana que me hubiese devorado hasta la fecha.

Ahora, un poco más cómoda debajo del animal, podía oler la testosterona que desprendía, quedaba fascinada por la estaca roja de unos veinte centímetros que ya asomaba de su peludo capullo de piel, completamente desproporcionada a su cuerpo. Esta situación terminó por humedecer totalmente mi raja, que a esas alturas manaba flujo caliente entre mis muslos. Hércules seguramente olió que mi sexo se derramaba y, sin saberlo, me propinó una lengüeteada a lo largo de mi raja…, le aparté la tela del tanga y llegaron seguidas otras tantas que me hizo llegar al orgasmo en menos de un minuto. Su larga y áspera lengua lamía mis grandes labios, los apartaba con destreza y se metía hasta el fondo de mi coño, causándome un placer indescriptible en mi clítoris. Al mismo tiempo, noté que Hércules, como buen animal semental, comenzó a moverse como clásicamente hacen los perros cuando montan una perra en celo. Esto sin querer, aceleró la paja que le estaba haciendo con mi mano y, cuando quise darme cuenta, Hércules empezó a vaciar caliente y espesa esperma de su enorme barra de carne.

Seguramente fue la calentura acumulada en años en el dique seco, la que me impulsó a hacer algo que jamás hubiese imaginado volvería a repetirse en mi madurez, tras 35 años de la primera vez, creía haberlo superado…pero parece que un coño caliente lo es a los 13 o 48 años y una verga es una verga sea de quien sea. Viendo el esperma que bañaba parte de mis tetas y cara, agarré el mostrenco de Hércules con toda la piel corrida hasta su bulbo envolviéndolo con mi mano, e hice desaparecer esa manguera de semen en mi boca. Al rato de estar mamando aquella polla sin dejar de eyacular, me pareció haber tragado casi medio litro de leche, y la sabrosa vara de mi adorable pitbull, seguía latiendo y regando mi paladar. Luego, notando que Hércules seguía moviéndose frenéticamente sin encontrar una perra caliente a quien montar, para clavar su verga en la gruta del placer…, me puse en cuatro como la perra más encelada y empiné mi cintura hacia arriba, dejando mi culo con mi ojete estrellado abierto ante la vista del perro… oliente, sudado de placer, y una profunda raja pegajosa y deseosa de carne. El perro reaccionó por instinto al segundo y casi me tumba de cara cuando quiso montarme.

Su enorme verga seguía erecta, como si nunca hubiese vaciado un torrente de semen, y en su desesperada calentura junto con la mía, me la introdujo de lleno en la raja de una sola embestida haciendo tope en su bola. Hércules me cabalgaba, como buen animal, a un compás que ningún hombre podía igualar. Introduciendo su asta de carne dura hasta el fondo mismo de mi útero, sintiendo como su bulbo, a punto de meterse también en mi sudada cueva, golpeaba mis bañados labios vaginales. El miedo a quedar "abotonada", como ocurre con las perras, me impulsó a graduar con la mano sus embestidas, evitando que su redondo bulbo ingrese en mi raja. De pronto, mientras comenzaba a deleitar mi segundo orgasmo, sentí latir el caño de carne de Hércules dentro de mí…en el fondo de mis entrañas, percibí el chorro más potente y caliente de leche de toda mi vida. Solté su bola al notar el aldabonazo y él aprovechó para ingresarla en el culmen de la eyaculación.

Una vez que Hércules terminó su tarea en los diez minutos de continuos chorros de lefa, y temiendo que algún vecino haya escuchado mis gemidos o presenciado el espectáculo más singular de su existencia, llevé a mi mastín hasta el dormitorio, lo acosté con suaves caricias en mi cama y limpié con mi lengua los vestigios de leche que habían quedado en su flácida verga. Bebí hasta la última gota, exprimiendo sin reparo la manguera de semen de mi joven mastín. Desde ese día, Hércules no durmió más en la caseta del jardín. Tiene un lugar reservado en mi dormitorio junto a mí, así que no hay día que me folle y me deje aviada de su leche, su energía y poder animal. Me encanta sentir su calor, acariciar a media noche su suave pelaje corto y sobre todo la orografía musculada de su cuerpo. Es imposible que me eche un solo polvo, Hércules siempre quiere más y más, hasta lograr vaciarse sus pelotas…todo ello nos lleva cerca de media hora, lo que nunca conseguí con ningún macho humano…, y más allá de haber aprendido a lamer el coño de maravilla, follarme con ímpetu y respetarme como su dueña, el bicho tenía modales sociales desconocidos, y por ello me atrevía darlo a conocer cuando tuve la oportunidad de prestárselo a mi amiga de confianza, Esther, brindándole horas de sexo y placer que ningún hombre hubiese podido igualar. Ahora me estoy yendo a dormir y debo dejar de escribir. Tengo que ir al baño para untar con bastante vaselina mi ojete. Porque hoy a Hércules, mi adorable mastín, le enseñaré a comerse un buen culo.

Amiga con perro. Como ya os dije, esta historia de sexo tórrido con mi can, se lo conté a mi amiga… mi mejor amiga, con la que tengo total confianza. Si tienes morbo por saber te voy a narrar la historia de cómo sucedió. Un día, nos encontrábamos en casa de un amigo para cenar varias personas en la reunión anual de viejos amigos de juventud…, éramos unos diez, algunos emparejados y otros solos, estuvimos comiendo, y después nos fuimos al salón, donde estuvimos Tomándonos unas copas y charlando. La conversación fue de muchas cosas, pero llegó un momento en la noche que salió no sé como muy bien el tema del sexo con animales, todos lo veían raro, cosas de desesperados o degenerados, así que el tema duró lo justo cambiando rápidamente a otras cosas, nada más darme cuenta de mi error, tal vez fruto de la normalidad de mi relación con Hércules. Al cabo de un par de horas terminó la reunión y nos fuimos para casa. Por el camino mientras acompañaba en mi coche a mi amiga Esther en aquellos momentos, me comentó algo de lo que no salía del asombro a colación de mi intervención sobre la zoofilia, también apuntó que me notaba distinta, que ahora tenía un brillo en los ojos y antes de las vacaciones no… 

– Tú tienes una pareja, ¿estás saliendo con un hombre? 

Yo le conteste que si y que no. 

– No te entiendo me dijo.

– Cuando mañana cuando salga de la oficina tengo que hacer unas compras, y después te espero en mi casa que te voy a explicar todo, tomándonos un café.

Al día siguiente, a  las dos horas de salir del trabajo Esther estaba en casa, 

– bueno, me dijo… – Ya que somos tan amigas cuéntame que es ese sí y no. Me tienes muy intrigada con ese nuevo amorcito tuyo.

– Antes de contarte nada primero tienes que jurarme que lo que vas a oír no se lo vas a decir a nadie.

– Sí si te lo juro, me dijo.

– Bueno tengo una pareja pero no es un hombre…

– ¡¿No me digas que sales con una mujer?! Me pregunto

– No, le conteste. Mi pareja la conoces.

– ¡¿Y quién es?

– Hércules, le dije.

Se quedo helada. – ¡¿No me digas que tienes sexo con el perro?!

– Sí, le dije. ¿Te acuerdas cuando en una oportunidad Alicia contó que su marido había visto a una mujer teniendo relaciones con su perro…?

– Sí, ¡¿pero tú también?! ¡¡No lo pude creer! ¡¿Con este bicharraco!?

– Mira Esther, es lo mejor que me ha pasado en muchos años y si quieres te lo puedo demostrar. 

Preguntó directamente si había tenido relaciones sexuales con animales antes de con Hércules, a lo que le respondí con exasperante sinceridad que sí… hacía tantos años que me había olvidado como era.

– Frecuentemente follo con mi pitbull, esto no es de ahora, sino que fue precisamente un gran Dogo quien me desvirgó a los 13 años. Tras romperme, ya todo fue mucho más fácil.

Tras esta confesión, se fue relajando e interesando por cómo era eso, Esther sin mucha cara de asombro, me dijo que sentía curiosidad por eso, así que como quien habla de probar la nueva Thermomix, sin ruborizarme, la invité a casa uno de esos fines de semana de los que se quedaba sola, para probarlo… Esther me contestó que ya vería. Su curiosidad la llevó a interesarse y ese mismo fin de semana me llamó para verme y tomar un café en mi casa…su pareja se habían ido al campo de cacería como de costumbre y ella decidió quedarse sola…aprovechando para quitarse la curiosidad de ver cómo era lo de tener sexo con un perro. Llegó a casa cuando estaba almorzando todavía, llamaron a la puerta, era Esther… venía con unos vaqueros azules gastados, y una camiseta blanca que dejaba imaginar sus tetas redondas perfectamente, llevaba su pelo moreno cogido con una coleta, la verdad que venía espectacular, aunque no era una mujer despampanante, ese día lucía muy bien. La invité a la mesa y una vez terminamos de comer nos fuimos al salón… le pregunté si venía por lo del perro, ella se cortó, sobre todo al verme a mí tan natural y decidida, pero sobre todo al ver al pedazo de bicho que tengo por marido. Le dije que se tranquilizara, que yo le iba a hacer nada que ella no quisiera, ni que no hubiese probado con un hombre, solo era un poco diferente pero además sería cosa de las dos.

Metí al perro en casa… – Es un magnifico ejemplar de pitbull ¿¡Me dijiste que se llama Hércules…!? Parecen tan agresivos que me dan miedo, pero el tuyo se nota que es muy dócil.

Incité al can a que se tumbara en el suelo acariciándolo un poco, e invité a Esther que lo hiciera ella con suavidad sobre su pecho, cuando esta lo hacía sin miedo viendo a Hércules muy tranquilo recostado, me fui a mi cuarto diciendo que me iba a poner cómoda. Allí estábamos, el perro en el suelo muy relajado y mi amiga acariciándolo arrodillada sobre la alfombra, sin salir de mí asombró por la naturalidad que Esther se tomaba la cosa, pasando incluso de mi presencia. Al rato salí en una camiseta larga que cubría justo por debajo de mi culo, sin nada abajo por donde se apreciaba fácilmente mi coñito rasurado a cualquier giro, y mis tetas algo caías pero de masas duras y pesadas. Por entonces lucía cabellera castaña al aire. Le pregunté a Esther qué le parecía el perro, ella dijo que era muy hermoso. Se dirigió a la cocina y al regresar portaba un frasco de mermelada, le pregunté por lo que yo iba a hacer. Esther con la mermelada en la mano dijo que iba a ver lo que hacía el perro…, se untó bastante mermelada en la punta de sus pezones y llamó al perro, este se acercó como si la conociese de toda la vida, y empezó a lamerle las tetas.

Hércules tiene una lengua descomunal, entonces yo le seguí…. me unté la mermelada en mi coñito depilado, el perro puso su hocico en la rajita, y la empezó a limpiar, a Esther se le veía tremendamente excitada. Entonces tomé al perro y lo llevé de nuevo a la alfombra, me acosté a un lado de él bajando mi mano para tomar la verga del animal… comencé a masajeárselo como tantas veces. Poco a poco el estoque del perro empezó a asomar con su particular punta roja, cada vez más verga fuera, me agaché, y de un bocado me metí la punta del cipote canino en la boca. La verga del perro seguía creciendo hasta tomar su tamaño descomunal natural por casi cinco minutos… en todo ese tiempo no había dejado de chupársela a Hércules en ningún momento, le dije a Esther que se acercara, ella se aproximó y le fui enseñando las distintas partes de una polla canina, en especial el gran bulbo que se le forma en la base…. Le comenté que cuando estuviera penetrándola el perro, si el bulbo entraba, se quedaba abotonada al semental hasta que el perro terminara de follarla o más bien de inseminarla, porque esa era la forma que tienen los perros de asegurar toda su lefa en el útero de la hembra, y eso podía llegar a dura unos veinte minutos aproximadamente.


A continuación, la invité a que le tocara la gran verga que ya perfilaba por los 20 centímetro…para que notara el tacto, pero ella no quiso, y se fue a sentar. Le puse su par de calcetines a las patas delanteras del perro para que no nos arañara cuando nos empuja con fortaleza en plena follada, son calcetines de Hércules para tal uso. Me di la vuelta, colocándome a cuatro patas, entonces el perro pegó un brinco y salto a mis espaldas. Con ello Esther comprendió ya lo habituado que estaba a aparearse conmigo, pegó sus habituales puntadas poco certeras, así que con mi mano dirigí el gran falo del perro hasta la entrada de mi vagina, y este la empezó a penetrar de un solo envión hasta los huevos…, los perros suelen ser así de desconsiderados, pero al tenerlo tan lubricado a mí me encanta que me la claven de una hasta la raíz. Esther disfrutaba muchísimo viéndonos, pero yo más que con sumo cuidado sostenía el bulbo del perro para que no me entrara y me dejara abotonada, sin posibilidad que se follase a mi amiga.

Pasado un rato de penetración, le dije a Esther que si no quería disfrutar un tiempo con Hércules, en ese momento, ella se encontraba súper excitada por lo que veía, por tanto no se negó diciendo que sí. Se desnudó rápidamente, y se acercó a los dos, le ordené que se pusiera a cuatro patas, y Esther se puso junto a mí, entonces me solté del perro con algunos apuros pero menos de los que hubiera sido si le hubiera permitido que metiese el enorme bulbo en mi coño. Lo coloqué encima de Esther, la cual tenía su coñito muy mojado, y en un instante ¡¡ZAS!!Ya la tenía penetrada Hércules con suma facilidad…, Yo sostenía el bulbo del perro con su mano para que no le entrase a mi amiga antes de tiempo, pero poco después y tras ir bien la penetración y disfrutándola lo solté, diciéndole a Esther que ahora iba a sentir lo que era una verdadera follada de un perro con una polla monstruosa, rápidamente esa cosa tan tremenda entró, y Esther gritó de dolor, diciéndome que se lo quitase de encima que le dolía mucho, que la estaba reventando el coño…que su verga le llegaba a mismo útero. Le dije que no podía hacer ya nada, desde ahora era su perra y la tenía que preñar, así que hasta que el perro no terminase no había nada que hacer, que ya se lo dije antes, mi amiga gritaba de dolor o placer. Me puse delante de ella, acariciándole la cara y sus tetas mitigando su dolor de perra sumisa… intentaba consolarla. Así estuvo un rato, hasta que empezaron a remitir esos chillidos, y se fue acostumbrando a tener la vagina bien llena y totalmente expandida con todo el gran mostrenco empalado…, mi perro entusiasmado de probar una nueva hembra, continuaba follándola y abriéndole la vagina, con una fuerza descomunal, y mi amiga ya acostumbrada tras haberse corrido dos veces, empezó a jugar con mis tetas.

Ambas estábamos cachondísimas, y mi amiga quería más…, le puse mi coñito enfrente de la cara de Esther animándola a que chupara. Esther en pleno nuevo orgasmo suministrado por tan tremendo semental, empezó a chupármelo, mientras que la tranca del perro taladraba el agujero que conducía al cérvix de la puta perra de mi amiga. Posteriormente la incité a que me la follara con los dedos, ¡No imagináis como necesitaba correrme! Solo ver a esos dos apareándose me ponía a mil. Ella sumisa a mi perro y a mí, empezó la fiesta para ella. Pasarían unos quince minutos y en ese momento me corrí, tras soltar un leve suspiro, mojar los dedos y labios de Esther, y supuestamente el olor desprendido por esto, hizo que el perro desfasase y fuera a tope, hasta que explotó inundando la vagina de mi agotada amiga una ingente cantidad de semen ¡Jamás la habían follado con tanta intensidad y durante tanto tiempo! 

Un minuto después el perro logró separarse de Esther y empezar a chorrear esperma por su satisfecha y caliente vagina. Supe que ella había tenido múltiples orgasmos, lo demostraba la cara felicidad fascinada por la experiencia… el sufrimiento del principio había valido la pena por todos esos veinte minutos de placer que le había regalado Hércules. Mi amiga vio la experiencia única, deseando volver a casa en más ocasiones. Entre tanto era yo quien más gozaba del semental, mi "marido" y macho por excelencia. Esther intentaba convencer a su marido para tener su mascota, mientras tanto Hércules nos daba lo nuestro a las dos.


Volviendo a la rutina diaria. Se dice que para que ocurran los accidentes deben incurrir varias circunstancias a la vez…, nada es casualidad y en mi caso se alinearon mi soledad, la necesidad de sexo y mi amado perro. Ya sabéis que me llamo Jazmín, una madura de 48 años, divorciada. Vivo en un apartamento de dos dormitorios, uno de los mismos tiene la ventana frente a la del vecino, separada por un hueco de no más de tres metros. Es un edificio de tres pisos y sin terraza, y yo vivo en el último. Trabajo en una oficina del ministerio de agricultura desde hace 10 años y desde que me separé, tanto los fines de semana como en mis vacaciones no estoy mucho en casa, salgo con las amigas, me divierto con los amigos, entro y salgo sin parar al mismo ritmo que entran y salen de mi coño los follamigos que voy haciendo. Pero en algún momento te sientes sola a ciertas horas de la noche, se hacen momentos demasiado pesados para viviros en soledad. Menos mal que tengo a Hércules, un pitbull de talla grande, igual que su bondad…, obediente y sumiso.

Ayer viernes comencé mis vacaciones y como salía para la costa el lunes, lleve a Hércules al veterinario para su chequeo general, un aseado y un cepillado profundo de su precioso pelo corto…, necesitaba que lo pusieran guapo. Mientras hacían eso yo me dedique a correr varias tiendas como si fuera uno de mis ejercicios. Al llegar a casa Hércules se tiró a descasar mientras yo me duchaba. Me estaba secando cuando escuche unos ruidos en el apartamento de mis vecinos, miré por las rendijas de la ventana y me encontré con un espectáculo sensacional. Mi vecino estaba con su mujer en una orgía de sexo con todo un completo gratis a tan solo unos metros de mi cara. Se hacían un 69 en donde tanto él como ella se chupaban mutuamente a fondo, después ella se le subía encima o él encima de ella clavándosela a tope casi en vertical aporreándole el coño con unos huevazos de un buen tamaño para un ser humano…, vamos se hacían de todo sin el menor recato ni pudor.

Me empecé a desesperar viéndolo y comencé a tocarme las tetas y el chumino con fruición, se mojaron mis dedos con mis flujos y cada vez me calentaba más haciéndome una paja de campeonato. Sentada en una silla en las que parece estar arrodillada, me coloqué para poder ver más cómoda y tocarme mejor. Estaba tan caliente que no percibí que Hércules había entrado a la habitación, este se acercó y comenzó a pasarme su lengua por el culo y luego por el chocho…, me hallaba desnuda dándome placer como una loca. Salté del gusto en el primer lengüetazo, le iba a gritar pero si lo hacía mis vecinos se darían cuenta que los estaba espiando y bajarían la persiana quedándome sin ver nada, así que me quedé quieta mientras Hércules seguía chupándome el coño con contundencia, me acostumbré a ver el espectáculo con mi marido dándome el gustazo…el pobre solo colaboraba en darme gusto estando en su centro….

Con Roberto en casa me hubiera pareció horrible, pero recordé que estaba sola y ya no era un secreto, mi amiga y compañera del trabajo Esther, me contó en una oportunidad que su esposo que trabaja como electricista de obra, varias veces vio a una mujer de otro edificio tener relaciones con su perro pastor Alemán y de ahí le vino la idea de acompañarme en mi delirio canino, cuando solté la bomba en la reunión de amigos. El mío es un Pitbull, que creo que de mayor tamaño, me dejé llevar por mi fantasía y deje que Hércules siguiera con su tarea. Tuve un orgasmo que me paralizo toda, Hércules intento montarme pero estaba muy alta y con sus manos me rasguño la espalda, me bajé de la silla y nos fuimos a mi dormitorio. Observé a Hércules con toda la verga afuera de su capuchón, gran sorpresa la mía porque en casi 2 años que lo tengo es la primera vez que me emocionaba tanto al vérsela. Tenía curiosidad por saber las medidas de su vergazo, así que cogí una cinta métrica de costura y le medí el gran pedazo de carne roja de casi 19 centímetros de larga y bastante gruesa con 16 centímetros de contornos en la zona más gruesa…, digo que cuando la pude tener en mi mano no podía juntar mis dedos del grosor que tiene. Estábamos los dos calientes, al punto de querer que me meta esa tremenda polla roja, para que no me lastime le coloque su par de zoquetes en sus patas delanteras, me puse a cuatro patas y Hércules me montó como a una perra.

Le ayude a que me penetrara, sentí como el ariete entraba toda hasta el fondo de mi coño, lancé un grito de dolor pero al instante todo era placer, Hércules comenzó a moverse con rapidez metiéndola y sacándola con más vigor que un hombre. Bien colocados, con su patas delanteras bajo mis axilas y mis tetas posadas en la alfombra, comencé a tocarme el clítoris con vehemencia hasta conseguir mi orgasmo. Al poco sentía como crecía mas la garrocha dentro de mí, me estuvo follando como cinco minutos hasta que se detuvo un instante para dar una penetración más fuerte, pero a mí ya no me entraba más, notando sus dos grandes bolas aporreándome el coño. Entonces su bulbo se hinchó, en ese momento sentí como si una manguera a presión echaba un fuerte chorro de leche canina. Hércules estaba eyaculando dentro de mí su lefa… era abundante y esto se repitió varias veces. Se movía un poco y al detenerse sentía latir la polla inflamada expeliendo su semen otra vez. Hércules se quedo quieto y yo sumisa a sus deseos… no podía ni quería sacarme a Hércules de encima de mí, yo me movía y él me aferraba con sus patas y la verga clavada hasta el vientre expeliendo el ingente de semen que contenía sus huevos. Así estuvimos como cinco minutos hasta que Hércules fue sacándome el bulbo que me atoraba y de golpe toda la manguera rezumando lefa aún en un sonoro ¡¡Plof!! Se bajo y una cantidad abundante de leche salía de mi raja…parecía que me estaba orinando, Hércules se acerco y comenzó a lamerme la vulva chorreante de su propio esperma, también por las piernas limpiándome toda, luego se recostó y tras un largo rato lamiéndose el inconmensurable falo, se redujo guardándose en su funda peluda prepucial. Había tenido una nueva follada hermosa, de las mejores de mi vida, podrán entender que esto lo repita tres o cuatro veces por semana como mínimo.

Ya era viernes, y Esther y yo salimos juntas del trabajo, en verdad no tenía coche porque pensaba quedarse en casa compartiendo a Hércules, así que volvimos juntas de la oficina y la invité a comer en el restaurante frente a mi piso, luego subimos al apartamento…, le comenté que necesitaba tener a mi marido follándome casi todos los días…, Esther pensó que estaba loca pero accedió a divertirse conmigo y Hércules. Nada más entrar, mi marido perruno se me echó encima completamente agitado…excitado de verme. Acto seguido hice un estriptis ante mi amiga y mi marido… me desnudé toda y me senté en un sillón del comedor, coloque una pierna en cada brazo y comencé a tocarme la raja del coño. Esther asombrada por mi desparpajo me dijo… 

– ¿Te estás haciendo una paja?

– No, estoy mojándome los dedos con mis jugos para Hércules.

Cuando estaban bien mojados llamé al perro, este vino enseguida, le acerque la mano a su hocico y primero la olio y luego se puso a pasarle la lengua, me la moje nuevamente y otra vez la lamió luego se guio por su olfato y comenzó a lengüetearme el coñito empapado. Con cada lamida más flujo producía, y la verga de Hércules fue saliendo del capuchón. Esther estaba con los ojos desorbitados, tocándose las tetas y metiéndose la mano en el pantalón para poder tocarse el chumino que le ardía. En ese momento me levanté y le puse a Hércules los zoquetes de follar, una toalla sobre la alfombra para absorber todo lo que se iba a producir entre el semental y mi coño. Me puse a cuatro patas, Hércules me monto al instante le ayudé a meterme el puñal en la raja, y este comenzó a moverse frenéticamente. Aquello duro un buen rato y mi amiga estaba que reventaba de ganas de ser follada.

– Jazmín, me dijo ¿Puede Hércules follarme a mí?

– Claro, le respondí. Desnúdate y abrirte los labios vaginales y acércate al hocico de Hércules, este lo olio, se detuvo y comenzó a lamerle el chocho a Esther.

Estuvo así unos minutos hasta que le dije que se arrodillara sobre la toalla, Hércules se la montó para aparearse con ella, y comenzó a moverse a un ritmo que ningún hombre puede hacerlo. Miraba la cara de Esther y esta estaba en otro mundo, en ese momento me arrodillé y pude ver lo que sentía cuando Hércules me follaba…veía esa tremenda polla como entraba y salía del coño tragón de mi amiga…, no podía creer que casi los 19 centímetros de carne pudiéramos resistirlo todo adentro de nuestros cuerpos, de nuestras delicadas vaginas…ese glande nos entraba a mismo útero. Hércules seguía bombeando, y al rato se quedo quieto y al instante Esther dio un grito al notar cómo se hinchaba el bulbo dentro de su coño…ella tampoco se movió a excepción de una convulsión casi involuntaria…

– ¡Joder que verga más grande...! Estoy tendiendo un orgasmo con este cabrón dentro.

– ¿Qué sientes ahora?

– Que su polla está latiendo… ¡Aahh...! Siento como un chorro de agua parecido a cuando te haces un lavado vaginal con la pera de goma.

– Es que Hércules está corriéndose en tu útero…lo que te parece un chorro de agua es la leche que esta eyaculando. Va a repetirlo una o dos veces más, vas a notar como palpita la polla y un nuevo chorro de leche. Así es como nos preñan los perros, mucho mejor que los hombres que duran tres o cuatro minutos y ya está…mi semental me tiene apestillada más de un cuarto de hora y luego me llena con una ingente cantidad de lefa, hasta atorarme el coño de leche.

Tras unos minutos Hércules se bajó de sopetón haciendo vacío en su vagina, y nada más sacarle la puya rojiza del can de la raja, Esther empezó a derramar sobre la toalla y por las piernas abundante leche mezclada con los jugos de Esther. Mi amiga se acostó en el suelo totalmente agotada mientras miraba a Hércules que todavía tenía toda la bayoneta fuera del capuchón y casi erecta. Hércules sabiendo el ritual conmigo, se acercó y comenzó a lamerle las piernas y la vulva impregnada de  fluidos limpiándola…, Esther estiró su mano y le acaricio la polla mientas me decía…

– Jazmín, tú me pediste no contarle a nadie de tu relación con el perro, ahora yo te pido lo mismo y algo más….

– ¿Qué es lo que quieres? Le pregunté

– Que me prestes a Hércules una vez a la semana para poder tener sexo con él.

– Por supuesto Esther que sí, para eso somos amigas…este macho  necesita mucho entrenamiento vaginal y no sabe más que follar coños de mujeres… y a partir de ese día, también una vez a la semana se la follaba a Esther y dos o tres veces a mí.

No sé cómo decirlo pero reconozco que me enamoré de Hércules…, es así como lo digo, mis encuentros con él han sido inolvidables porque experimento lo más bello y rico que se siente cuando un macho quiere follarte y el sexo con un perro de esa envergadura es apasionante, se abotona con su enorme bola que no sale cuando se excita y me preña con su leche abundante. ¡Si no lo han hecho antes, no dejes de gozar así! Lo que te pueda contar solo es una parte del gozo que se siente cuando te llenan el la vigorosidad animal y primitiva que poseen. 

Cuando entró en casa mi amiga Esther me dijo… – ¡Te vas a encariñar con él, es un perro muy especial para ti, es un perro fácil de adiestrar para los gustos de un humano! Que podrán ser los tuyos también. 

Y así fue y así ha sido también para ella… este perrito me deja totalmente despachado y feliz porque me deja mi coño  satisfecho, mucho mejor de cómo me lo dejaba mi esposo o metiéndome grandes consoladores de plástico, bananos o pepinos que luego cortaba para la ensalada, que era lo que hacía antes. Les cuento que mi nuevo marido perruno, cuando lo llamo al cuarto de noche, él ya sabe mis gustos, se acuesta a mi costado moviendo su colita de felicidad, lamiendo su pollón y mirándome con lujuria. Cuando lo veo así deseándome, se me estremece todo el cuerpo al saber que yo voy a ser suya, su hembra y SU PERRA.





Desnuda en nuestra cama doble, más grande que una de matrimonio, y lo llamo, enseguida viene a darme lo mío comenzando con unos contundentes lengüetazos, me abro bien de piernas para que acceda a mi coño y me pone sobrexcitada con su lengua rasposa…, siempre quiere meter su lengua en mi coñito y yo le ayudo retirando los carnosos labios vaginales que los tengo palpitando de gozo. Me lo lame muy rico y una vez que ya me lo pone bien mojado, allí boca arriba en la posición del misionero con toda la calentura, me abro de piernas y abrazo a mi esposo atrayéndolo sobre mí. En esa posición le hablo amorosamente, y él como si me entendiera recostado en mi pecho con su vergaza dura y bien rígida comienza a puntear en mi entrepierna buscando el orificio. El muy sabio se encrespa y me acaricia la cara con lamidas y besos, lo coloco más arriba para sentir mejor su ariete en mi coñito caliente y húmedo, entreabierto.

Le acaricio su pico caliente con una mano, lo siento bien duro, dentro su funda todavía mojado con su líquido pre-seminal…, lo masturbo y procuro hacerlo salir de su funda. Comienza a empalmarse en unos segundos y cuando ya está bien erecto, lo suelto un segundo, me da unos lengüetazos en la boca, lo beso y lama agarrando su cabeza en un morreo lujurioso…nos comemos la bocas, y luego le tiro más arriba de mí hasta sentir que me puede penetrar con facilidad cuando lo desee. Yo ya vuelta cual toda una mujer que se acuesta para su marido, agarro su verga en el incesante punteo en mi entrada, sintiéndola como chorrea su primera leche caliente…moja toda la boca de mi coñito rasurado, haciéndome desearlo más y más. Con varios punteos rápidos desesperados acierta a abrir mi raja, hundiendo su pollón en un solo envión formidable…, me hace gritar de gusto, en tanto se desliza su polla suavemente dentro de mí antes de que su bola se hinche. 

Mi coñito le aprieta su verga inflamada, roja y caliente como ninguna he tenido dentro de mi vagina…, arremete con fuertes insertadas, rápidas y profundas. Noto como me golpean sus hermosos huevos llenos de crepitante semen presta a llenarme y preñarme sin pudiera…es un gran semental y un cabrón infalible. Después de unos buenos empujones abrazándome con sus patas delanteras…, siento que se queda quieto, luego comienza a latir su polla y de una manera casi indescriptible, percibo ese rico placer de notar que se le empieza a hinchar su bulbo dentro de mi canal del amor y del placer sexual. Siento como me dilata la gruta y mis paredes aprietan firmemente su enorme  bola… me gusta, me hace sentir que soy suya, su hembra, su mujer y él es irremediablemente mi macho, mi marido ¡Es una sensación increíble, estoy excitadísima! ¡Percibo las sacudidas de sus eyaculaciones dentro de mí!

Me llena todo el espacio de mi hueco hasta el útero, noto que me trinca llenándome hasta el vientre…, acomodando tan basta tranca…se menea, va y viene. Me encanta porque me siento sumisa a sus deseos, a los instintos más básicos del animal que todos llevamos dentro, no puedo ni moverme y le empiezo a hablar toda amorosa… 

– “Vacíate todo dentro de mí, amor, no lo dejes para otra perra ¡¡PRÉÑAME!! Si quieres puedo hacerte feliz todos los días, mi amor”.

Parece que me entiende, se acurruca sobre mi pecho y yo ya bien abotonada con ese bolazo en mi interior me goza mucho, lo noto en sus gesto de alegría suma al tenerme para él y su disfrute…comida, cariño, masajes, bienestar y mucho sexo follándome a diario, eso es lo que tiene mi Hércules y me lo agradece sacando mi parte más salvaje natural. Lo abrazo fuertemente con mis dos piernas y mis brazos, quedando prendidos como marido y mujer en la posición del misionero, lo acaricio sintiendo su musculatura tensa inseminándome…su lomo, sus fuertes patas y su pecho. A espasmos, noto la rica verga convulsionar en mis profundidades uterinas, vaciando su leche dentro de mí en grandes cantidades, que hasta se me sale un poquito por las comisuras de mis labios vaginales por momentos. Al cabo de más de un cuarto de hora deja de bombearme, parece que se achica un poco el bulbo y si bien me muevo un poco, él me trinca con sus patas y me empieza de nuevo a descargar más semen caliente loco de pasión por su perra. Así es que me quedo gozando de sus convulsiones otro tanto bien ensartada, abotonada y disfrutando esta intimidad fuerte y deliciosa con mi marido.

Tras pasar ese tiempo, se quiere levantar pero yo hecha su hembra quiero más y le presiono la verga con mi coñito… llego a sentir el grosor de su polla y el volumen de sus cojones tanteándole con mi vulva y lo hago trincar de nuevo en mi interior sin haberla sacado. El bicho sabe que no ha terminado y comienza a darme de nuevo unas embestidas bravas que me alocan… 

– “Soy toda tuya mi vida, mi amor hazme una buena panza… quiero ser madre de tus perritos, empréñame vertiendo tu leche en mi vientre… deseo tener unas crías tuyas bien grandes que sepan follar como tú”.

Y así se lo repito amorosamente acariciando su piel velluda de pelo corto bien cuidada y suave …, él me besa los labios como si me comprendiera, todos sus fluidos son para mí y los suyos los recojo en mi interior a buen recaudo…. Al final siento que se achica su polla, y al salir de encima, sale bruscamente haciéndome notar el vació de su tranca…en ¡¡Plop!! Queda afuera el bulbo y mi coño se cierra. Siempre que veo que su vergazo, me parece más grande de lo que lo había visto antes de estar dentro de mí. Todavía escurre y ese rojizo miembro con su gran bola afuera e hinchada, se cuelga… lo agarro amorosamente en mis manos, lo beso, lo chupo y lamo la punta de su glande, le limpio todo el semen y me lo trago agradecida de ser su mujer, su hembra y digo en mi pensamiento ¡Tan golosa soy que después de atorarme el coño que bien resistió, gozo de tan grande animalazo mamándosela! Él a la vez me lame su semen escurriendo de mi raja abierta metiéndome su lengua golosa entre los voluptuosos labios impregnados de lefa, haciéndome desearlo una vez más. Yo debajo de él haciendo un 69, aún recibo unos últimos chorrito de lefa, me los bebo encantada….Ya mañana seré otra vez suya, su hembra y él mi único macho.

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Mi vida con Hércules se ha vuelto rutinaria, me gusta que sea así teniendo el control… Como cada mañana a las 8:00 me está esperando para salir a pasear al parque perruno del jardín cercano a casa, para realizar un paseo activo combinando con ejercicio físico…, quiero que crezca fuerte y sano, con sus vacunas y revisiones periódicas correspondientes. Aunque parece una persona en realidad no deja de ser un animal que necesita tener sus necesidades básicas cubiertas y ordenadas, de esa manera consigo de él una conducta estable y calmada…, fundamentalmente para relacionarse con otros animales y personas. Sobre todo quiero que sepa cuándo debe ocurrir cada cosa, en su tiempo.

He aprendido a adiestrarlo para su seguridad y la mía, y con ello tener una mejor comunicación en base a estímulos de recompensa…trucos que realzan sus habilidades. No cabe duda que Hércules debe conocer la naturaleza social basada en la jerarquía, y como mascota es mi deber educarlo en su papel secundario frente a mí como líder humano…pero es bien sabido que es macho, y cuando llegue a adulto se convertirá en el macho alfa y me someterá a base de pollazos, de hecho ya lo hace aun siendo un perro joven. Los buenos hábitos sociales harán que siempre sea un animal feliz con una larga vida…comida, bienestar, socialización con otros canes, sexo seguro con su hembra (solo con su cariñosa dueña) y diversión. Todo ello le libera del cualquier estrés mostrándose más cariñoso y fogoso en el apareamiento, pese a que no siempre sabe distinguir entre lo que es jugar o sugestión sexual, por lo que es muy importante que sepa diferenciar sus juguetes y lo que nunca lo fueron o serán, de ahí que prefiero reñirle a ignorarlo.

También noto en su comportamiento la reclamación de mi atención dentro de casa, donde ya distingue cuando es el momento de fornicar y cuando simplemente jugar con contacto. Otra rutina que nos gusta a los dos mucho, es la hora del aseo, en los que ambos nos bañamos a la vez, casi siempre es el preludio del apareamiento y es ahí, en la bañera donde los estímulos son recíprocos dejándole que me coma el coño y yo mamándole su recia y venosa verga. Ciertamente como no acordarme de mis primeros momentos con mi perro, abocada a ello cuando era adolescente, porque me veía como un cardo borriquero para los chicos, así que aquel perrazo negro tuvo el honor y privilegio de desvirgarme... así de claro como lo digo. Hércules me rememoraba constantemente mis años de adolescencia, no fueron los mejores de mi vida y hubieran sido peores si no hubiese sido por la mascota que teníamos en casa… Lobo, un gran Dogo alemán.


Caperucita y el lobo.
Paso a contarles el relato de cómo me inicié en el sexo, ese simpático mundillo de sensaciones. Para que se den una idea de cómo era por aquel entonces…mi cabello era de un negro azabache, a pesar de que el resto de mi familia menos mamá es de rubios y castaños. Mis ojos son verdes oscuros, medía casi como ahora 165 centímetros, y mis medidas eran 93-58-91, y hoy un poco más de todo… de espalda delgada pero bien proporcionada, lo que se dice. A pesar de que sé que no tengo un buen físico, mis padres aceraron al mandarme a estudiar danza clásica, cosa que sigo haciendo como profesora, y una carita de nena bonita... esto me lo decían y dicen todos, no es algo mío. Yo no era ni soy de "provocar" a los hombres con mi cuerpo, es más, hasta los 12 años me vestía muy holgada, con ropas sueltas, nada que llame la atención. Ah, también, me olvidaba…por entonces tenía solo 13 años cursando el primer curso de secundaria.

Bueno, ahora os cuento la historia. Yo era muy jovencita cuando esto pasó, y poco a poco me fue cambiando la vida. No era de esas chicas que andaban todo el día de fiesta con chicos de aquí para allá… más bien era recatada, callada, pero tampoco una nerd. Nunca había dado un beso, más que mis padres. Recién cumplidos mis 13 años me dejaron ir a una fiesta con compañeros del instituto. Hay un dicho, "las más calladitas son las peores" y vaya si tiene razón ese dicho. Me ponía muy nostálgica al ver a mis amigas y compañeras teniendo sus primeros novios, verlas dándose besos con chicos guapotes, como comenzaba a vestirse más provocativas, que iban a todo tipo de fiestas y se magreaban a tal o cual, incluso algunas ya hablaban de follárselos…cosas de las cuales yo mucha idea no tenía.

Yo no sé porque era recatada y tímida, no pregunten porque ni yo lo sé. Pero si sé que hizo que me picara el gusanillo de la curiosidad. Una de mis compañeras, en un recreo, hablaba con sus amigas, mientras yo escuchaba sin intención…, que le había hecho un "mamada" a su novio, y que se había tragado la "leche". No pregunté qué era eso que había hecho, pero me intrigaba saber que era, yo solo tenía idea de los besos, y que para tener hijos una mujer debía introducirse el pene del hombre, pero hasta ahí llegaban mis conocimientos. En casa no iba a preguntar, cosas referidas al sexo pues eran tema de escándalo en casa, solo en clase de biología se trataba la reproducción, pero nada escandaloso…pulcro y educativo. Por las noches pensaba en… "mamada", "leche" ¿Qué eran esas cosas? Hasta que unas semanas más adelante, y esto juro por Dios, aunque no creo en él, que pasó así. Yo creo que fue una coincidencia o una gran casualidad que pasara.

Mis padres salían a cenar a un restaurante, mi hermana Julia, de en esos momentos tenía a sus 17 años, salía con sus amigas, y Lucía, mi otra hermana de 19 años, se iba a estudiar a no sé dónde con alguien de su facultad. Era un viernes, y mis padres dijeron que me iba a quedar sola por unas horas, hasta que ellos regresaran. Podía pedir pizza, invitar a una amiga… ¿Cuál?, No tenía ninguna de confianza como para invitarla a dormir y alquilar unos videos para no aburrirme. El caso es que fui al video club del edificio de enfrente, sola, era la segunda vez que me dejaban hacerlo, y alquilé dos películas, una de Men Ryan “Sintonía de amor”, que no había visto, y otra que tampoco había visto, pero tenía ganas tremendas de verla, “Scream”. Esta cuando la pedí la estaba devolviendo un tipo viejo de con gafas con cara de vicioso… junto con otras que se había alquilado. Yo me fui contenta con mis pelis, las de terror me encantan, y sabiendo que la vería sola, mejor, me encanta sentir miedo.

A las diez de la noche se fueron mis hermanas, y al rato mis padres, que me sermonearon pese a no ser la primera vez que me quedaba sola en casa… que los llame a tal teléfono, que esto y lo otro, y que llegarían pasadas las tres, cuando seguro yo estaría dormida. Pedí pizza por mensajero, me encanta que me traigan caliente y sin esfuerzo de mi parte, además de que tengo la facilidad de comer de todo y no engordar. La comí mientras veía la peli de Meg Ryan, que al final estaba más o menos. Yo sabía que estaba sola y tenía que aprovecharlo, y había algo que nunca me dejaron hacer y ahora podía, tomar alcohol. Fui hasta el bar que tiene papá en el salón, y me serví un vaso de Whisky. Tenía una gran curiosidad de saber que le encontraban a esa bebida para tomarla como si fuera lo mejor del mundo. Cuando la probé, casi la escupo, era agria, fuerte, me quemaba la boca. Recordé que mi tía le ponía 7-up,y así lo hice, mitad y mitad, seguía siendo fuerte, y puse mas 7-up, tenía ya el vaso lleno, y era bastante pasable la bebida así mezclada.

La de Meg Ryan terminó mientras hacía esto, y me dispuse a cambiar por la peli que seguía. No sé porque, cosas de chiquilinas pienso, me entró un escalofrió al ponerla el reproductor. Recordé que estaba sola, la casa con la mayoría de las luces apagadas... Me entró un poco de miedo, cuando de pronto escucho un golpe en la puerta, y salté, grité y me quedé paralizada... era mi perro Lobo (se lo puso papá el nombre), rasguñando la puerta para entrar. Lobo es un manto negro enorme, un Dogo Alemán que cuidamos mucho y es muy mimado en casa por todos, a mi en esa época me pasaba de la cintura, y si se paraba en dos patas, me sobrepasaba. No dude en dejarlo entrar, me sentía más segura con él cerca de mí, mi Lobo me protegería del miedo.

Lo dejé entrar a la sala donde estaba proyectando las pelis, y él se acostó en la alfombra frente al sillón. Jugué un rato con él, haciéndole cosquillas, que a él le encantan, y me llenó de baba con sus "besos cariñosos". Yo estaba vestida con una camiseta corta que me dejaba el ombligo afuera, y se ajustaba en mis tetas, que a pesar de mi edad estaban bastante desarrolladas, y un short suelto, con dibujos de ositos (de nena). Luego me acurruqué en el sillón, agarré el vaso con 7-up y whisky y bebí un poco, estaba más rico que antes, era cuestión de acomodar el paladar para que te guste…todo es cuestión de probarlo más de una vez. Puse play con el control remoto, y me dispuse a mirar la peli de miedo. Bien, cuando empezó, me llamó la atención que la cinta era de mala calidad, y no vi ningún aviso clásico de "no a la piratería" y esas cosas que ponen en los videos. Siempre dejo que pase la señal de colores y los adelantos, y mientras pasaban, dejé de mirar la tele y me puse a jugar de nuevo con Lobo, que se acostaba boca arriba para que le acaricie la panza, escuchaba los adelantos en la  voz grave y gruesa que comenta los tráileres, hasta que escuché un jadeo.

– ¡¡Ooohh, goodd!!... 

Inmediatamente miré la pantalla y me quedé impertérrita, a pesar de que el tráiler tenía una edición rápida, veía claramente las imágenes, una mujer mamando una verga. Yo sabía lo que era una polla, pero no sabía que se era de esa manera…, mi cabeza maquinaba ¿porqué es tan grande? ¿Por qué lo chupa? Luego otra imagen, otra chica, recibiendo por el ano una polla de un negro, yo al verla hice una mueca de dolor e impresión ¡Eso debía doler…! las imágenes pasaban como en un video clip, una chica mamando y enculada al mismo tiempo, otra con dos cipotes… uno en su vagina y otro en su ano, y lo que más me impresionó, era cuando muestran una parte de una lechada en la cara de otra chica. Pensé que era orina del hombre, pero era blanca... le salía a grandes chorros impregnándole toda le cara y el pelo, también sus tetas... ¡Colosal la corrida!

El tráiler terminó y pasaban unas propagandas de un sex-shop…por entonces no tenía idea de que era eso, ni lo que vendían... ¡¿Eso era sexo?! Había oído hablar de las películas porno, pero no tenía idea…, nunca había visto siquiera una revista erótica, y hasta ese momento. Pensé, muy ingenuamente, que como la peli era de terror, daban tráiler para adultos. Pero cuando comenzó la película, me di cuenta de que no era la que alquilé, el título, ese título que después de verla entendí porque se llamaba así, "sex animal", como pueden imaginar mucha idea del inglés no tenía. La grabación me pareció de poca calidad. Lo primero que vi fue a una señora que se estaba desvistiendo en un campo, una mujer no muy agraciada en su belleza pero con buen cuerpo, y cuando estuvo desnuda caminó, la cámara era en mano, y llegó hasta un poni. Comenzó a acariciarle la entrepierna al animal, se encontraba muy tranquilo dejándose hacer…no debía de ser su primera paja… en poco tiempo vi como algo crecía… la verga del animal se alargaba inconmensurable y chorreaba jugos.

Yo ya estaba hecha un bollito, agarrándome las piernas, y miraba con los ojos sin pestañear y mi boca entreabierta, estaba totalmente impresionada por un cipote de medio metro. La mujer chupó el largo falo del animal, a su vez que subía y bajaba sus manos por él. El poni relinchaba, hasta que la mujer se atragantó con una barrida de lefa que el equino eyaculó…, comenzó a escupir una gran cantidad de líquido blanca a borbotones. Hubo una escena de diálogo, que mucho no entendí, hablaban de "coños" y "pollas", así estaba subtitulada. Creí que era eso solo, cuando me disponía a retroceder la cinta, apareció una chica sentada en un sofá, mirando no sé qué, y se tocaba la entrepierna. La chica era rubia y bastante bonita. Mostraron que estaba mirando el video de la señora y el poni, y la chica se tocaba el coño con fruición la entrepierna por encima del tanga. Se desnudó, y vi que tenía unas ubres enormes…como de vaca lechera, en lo primero que pensé era que los míos no eran tan grandes. Ya desnuda, seguía tocándose su raja… yo no entendía por qué, y mucho menos porque gemía y suspiraba con una sonrisa. Por ese entonces no tenía idea de lo que era masturbarse

– Mmmmaaahhh…. Los jadeos que salían de la tele me erizaban la piel.

No entendía porque mi respiración se agitaba, pensé que era por nerviosismo, por si llegaban mis padres. Tenía la boca seca, y tomé de la bebida de mi vaso. La chica se metió tres dedos dentro de su coño ¿¡No le duele…!? No, no le dolía, parecía estar disfrutándolo mucho. Se me cruzó por la cabeza probar lo que hacía la chica, sentía curiosidad de saber porque le gustaba tanto tocarse la raja. Metí mi mano entre mis piernas y toqué mi coñito por encima de las bragas. Fue como si recibiera una descarga eléctrica. Apreté mi mano con las piernas, y de nuevo la sensación… –"¡¡Guau!!" Sin dudar froté mi mano como lo había hecho la chica… – ¡Aaahhh...! Me hacía unas cosquillas deliciosas, me encantaban. Me froté mi entrepierna más rápido... – ¡oohhh...!Cerré los ojos y suspiré largamente, era una sensación que nunca había sentido. Miré la pantalla, la chica estaba desnuda, y tras pensarlo un poco, me saqué las bragas, emocionada de sentir mi mano en contacto con mi propia piel.

– ¡Aaayyy...aaayyy....! No entendí como nadie me había explicado esto, era lo mejor que había sentido, mejor que las caricias de papá y mis hermanos o los juegos con mamá, esto era distinto. Me abrí de piernas para hacerlo como la chica…. – ¡¡Aaahhh…!! No sé qué toqué que me había hecho gritar, era el botoncito de mi pepita… ¡Mi clítoris! ¡¡Dios, que sensación...!! Noté que mis dedos se mojaban con el jugo que salía de mi vagina, y que facilitaban mis frotes contra ella. Me metí con cuidado un dedo, pero luego de sentir lo que pasaba, metí otro dedo dentro de mí... – ¡Aaahh. aaahhhh...! Cerré los ojos y recosté mi cabeza en el sillón, con una mano me tocaba el clítoris y con la otra me mandaba dos deditos rápidamente al fondo de mi conejito. Gemía sin parar, mi respiración se agitaba y estaba transpirando. Mi cintura se movía no sé porque, contoneaba mi cuerpo… Sentí la necesidad de tocarme más rápido, sentía que si iba rápido iba a explotar, quería explotar de gusto con tanto placer. – ¡¡Aaahh..aaahhh..aaahhh!! Arqueé mi cintura y exploté, una sensación indescriptible.

Grité y apreté los dientes... luego caí como desinflada, jadeando y con una sonrisa... ¿Qué fue eso…? Dios, quería probarlo de nuevo sea lo que fuere. Miré la tele, la chica ahora se metía en la boca la polla de un hombre blanco, me di cuenta de que no había mirado la película en un buen rato y me había perdido alguna escena, pero no me importó, la chica chupaba la tranca como si fuera un helado, sonreía y le gustaba, se notaba en sus gestos que le gustaba... Miré hipnotizada la pantalla, si lo anterior me había encantado, lo que hacía ahora debía ser mejor, pero... no tenía a una verga cerca de mí... 

– Son novios.., me dije. Son novios y están haciendo cosas de novios, eso es lo que hacen... lo que hace mi hermana cuando no están mis padres, y ella trae a su novio.

Esa era mi conclusión, que sin un novio yo no podía hacer eso. 

– ¿Mis compañeras harían estas cosas con sus novios?

Algunas lo tenían. Mientras pensaba esto, la chica se sacó el falo de la boca… ¿¡Cómo se tragó todo eso!? El hombre se puso todo colorado y su cipote escupió chorros de líquido blanco... eran chorros viscosos que daban en la cara de la chica, y ella abría la boca para tragarlos, se desesperaba por tragarlos... Ahí comprendí (esto suena a visión divina), "mamada", "leche", eso era la leche, y mamar el cipote era hacer una mamada (eso me sonaba gracioso) ¡¡Quería un novio para probar eso, y ver si me daba la sensación de antes....!!

Comencé a tocarme de nuevo, y la misma sensación... – ¡¡Mmmm...!! Lo hice más despacio, así miraba la peli, no me daba cuenta de cómo respiraba dificultosamente, y que mi camiseta estaba pegada a mí, por el sudor. Lobo me miraba con la lengua afuera, yo le sonreí, era todo un juego para mí. En la peli pasaron más diálogos, y luego otra escena de "mamada", pero con otra chica, más joven y senos más pequeños... Me mordía el labio inferior y me relamía mirándola ¿Qué se sentiría tenerlo en la boca…? La chica se tocaba y mamaba al mismo tiempo... guau, debe de disfrutarlo mucho, pensaba... si tuviera un novio, pero los chicos del instituto no me miraban siquiera, mis padres me vestían recatadamente, y no tenía amigos varones... ahora que lo pensaba, si lo tenía, o eso creía, el hijo de mis profesora de danza, Javi, tenía 15 años, y hablaba con el de vez en cuando, pero él también era tímido, y... nada, nunca había pensado en él cómo un novio, pero era bastante guapo y me gustaba… – ¡¡Aaaahhh…! Otra vez. – ¡¡Mmmmaaaaahhh…!! De nuevo la sensación electrizante explosiva... es lo mejor que hice, pensé jadeando, mientras Hérculesaba más de mi vaso, tenía mucha sed. De nuevo perdí el hilo de la peli, no había mirado la peli.

Mientras me tocaba y pensaba, pero lo que vi me dejó asombrada. La chica recibía el ariete endurecido y musculado lleno de venas por la vagina, y gritaba como lo hacía yo cuando explotaba. Así que así es como se hacen los hijos, pensé, y parece que explota a cada rato,... también quería probar eso, si solo tuviera un novio... no, no quiero hijos, no podía hacer eso. – ¡¡Aaahhh!!La chica gritaba, ahora se la estaban metiendo en por el culo… ¿eso no le duele…? Parece que tampoco, ella lo disfrutaba más o igual que lo anterior... comencé a tocarme de nuevo, pero justo ahí el hombre sacó el la vara energizada del ojal, y escupió su leche en la espalda de la chica…, esperaría otra escena de eso a ver qué hacían. tomé más de mi vaso, y me di cuenta que no había más. Corrí a prepararme otro, igual que le anterior, whisky con 7-up, antes que pasara algo en la peli. Me senté y bebí un poco, ahora entendía porque le gustaban esas bebidas a los mayores…uno no podía parar de tomarlas.

Pensé que entendía más el mundo adulto, por la bebida y la peli, me sentí más madura…. Aprendo sola, nadie me explica, soy más grande, pensé. Lobo salió del cuarto y fue a no sé dónde, la pantalla mostraba a una chica, que hizo lo mismo que las otras, mamó una buena polla, luego vino otro hombre, y ahora mamaba dos… ¡¿Se puede hacer eso?! Dos al mismo tiempo, y luego vi a otra chica, la de tetas enormes, sentaba en un sillón mirándolos a los otros tres, mientras se tocaba el coño y tetas con mucha afición. Al poco tenía en su mano una cosa parecida a una verga, pero de plástico. Y se lo metía en su coño… jadeaba y miraba a los otros, que ahora uno le metía su tranca en la boca a la otra chica, y el otro se la follaba por el coño. Debe ser la mujer más feliz del mundo pensé, tiene dos novios para ella. – ¡Aaahh....!La otra chica sé metía el cipote de plástico, tal vez eso si lo podía hacer... tal vez en la cocina habría algo parecido a eso de plástico. Fui a la cocina y busqué, revolví todo, pero nada... abrí el frigorífico y vi algo, un pepino, eso se parece... me lo llevé al sillón. Ansiosa traté de metérmelo de una, pero no entraba. 





La chica de la tele se lo frotaba, hice lo mismo... – ¡¡Aaahhh...! Eso si estaba bien... estuve un buen rato haciéndolo, frotando el pepino por mi coñito. La otra chica ahora tenía una verga de verdad en su chumino y otra en su ano... guau... eso me puso a mil, tenía que meterme el pepino ya… – ¡Aaaayy! Logré meter la punta, se sentía bien, y despacio, mientras jadeaba, lo iba introduciendo... – ¡ay…! Me dolió un poco, sentía que el pepino era grande para mí, y eso que no era el más gordo de los que compré. Pero seguí, lo quería dentro, cerré los ojos y seguí empujándolo, hasta que llegó a un tope, y no lo había metido ni la mitad. 

– ¡¡Aaaay…! ¿Qué pasa? Pregunté jadeando y bañada en sudor con mis cabellos pegados a la cara. Intenté meterlo más, pero me dolía, y tuve que desistir. Me conformé con esos pocos centímetros de la punta, y comencé a meterlo y a sacarlo, como había hecho a chica… 

  ¡Aaaay...aaahhhh…! Me dolía un poco, pero luego de un rato ya no, y me gustaba, más que antes, era delicioso, sentirlo dentro de mí deslizándose, ojalá pudiera meterlo entero, pero... 

– ¡Aaahhh..aaahh...!! No podía parar, me lo metía más y más rápido, y comencé a temblar, curvé mi cuerpo, apreté los dientes y comencé a tener algo así como convulsiones. 

– ¡¡Aahh!!..Diooosssss!!!!...aaaahhhh!!!!!...Exploté más fuerte que antes, parecía no tener fin, me moriría de placer, como si mil hormigas me recorrieran el cuerpo, pero distinto, no sé cómo explicarlo... hasta que pasó y quedé jadeando con los ojos cerrados y la boca seca…, parecía que acababa de correr una maratón, estaba cansada, pero con ganas de más... Lobo volvió y se echó en la alfombra, se acurrucó y se durmió, o eso creí.

La peli estaba ya por el final, y ahora estaba la chica de tetas enormes en una alfombra, sola. Ahora debe venir el hombre pensé, pero no, ella silbó y lo que vino fue un perro grande, nada parecido a Lobo, creo que era un Rottweiler. La chica comenzó a jugar con él... – ¿Qué irá a hacer ahora?, Pensaba en voz alta. La chica con su mano tocaba a entrepierna del animal, lo tocaba como si fuera un hombre. Comenzó a pajearlo como al poni del principio…, va a sacarle la leche, pensé, y me dispuse a mirar atentamente. La cámara hizo un zoom, y vi como la verga del perro crecía, y salía de algo así como una funda. La polla no era como el de un hombre, esta era toda roja llena de venas, gruesa y chorreante de jugos, brillante con aspecto deslizante…muy suave al tacto. Luego se agachó y comenzó a mamarlo, como si fuera de un hombre o la del poni. Se lo metía entero en la boca, y lo chupaba con placer. Sin darme cuenta comencé a tocarme, que bueno tener un perro para hacer eso, pensé... El perro comenzó a mover sus caderas, y la chica dejó de chuparle el badajo, se puso a cuatro patas, y el perro la montó. La cámara mostraba como la gran polla del perro arremetía contra el culo de la chica, sin metérsela.... me tocaba más rápido... 

– ¡¡Metéesela... metéesela…!!Gritaba por mis adentros...

– ¡¡Oooooh...yeeessss...!! 

Gritó la chica cuando se la metió de un solo envión hasta los mismos huevos. El perro comenzó a clavársela a una velocidad increíble... guau.... yo quiero hacer eso... si tuviera... pero si tenía a Lobo frente a mí... me llené de dudas, ¿podría hacerlo con él? La chica lo disfrutaba mucho, y también quería hacerlo. Me armé de valor, noté que temblaba de la emoción con mucho nervio en mi estómago, tenía una polla de carne para mí y no lo había notado. Lobo me miró sacando la lengua, parecía sonreírme, yo le sonreí cariñosamente. Me senté a su lado, en la alfombra, y comencé a acariciarlo. Él se tiró boca arriba, como siempre hace. Lo acaricié, bajaba lentamente mi mano a la funda de su polla, tenía miedo. La chica de la tele jadeaba como una condenada.... Sin pensarlo, agarré la verga de Lobo de golpe, y él se quedó quietecito sabiendo lo que le esperaba.


Comencé a masajear su ariete, no sabía exactamente qué hacer, ni como sería su verga de grande. Estaba caliente, y sentía como se endurecía...ahora si podía chupar una polla, y probar que se sentía al hacerlo... Soltaba risitas nerviosas, y miraba concentrada la verga roja plagada de venas que salía de la funda de pelos cortos de Lobo. Comenzó a largar un líquido viscoso transparente, y no paraba de crecer... Me relamía los labios pensando en lo que podía hacer... Lobo sacaba la lengua como cuando hacía mucho calor, su falo era grueso, mi manita apenas era capaz de contorneaba con los dedos… era largo, de unos 18 centímetros. Subía y bajaba mi mano por esa barra de carne caliente y roja bien lubricada…, mi otra mano fue a mi entrepierna y comencé tocarme mi chochete caliente.... sentía que ardía por dentro, no aguantaba más, quería chuparlo, mamarlo, metérmelo hasta donde pudiera. 

– ¿Estate quieto pequeño, sí…? Le dije a Lobo sonriendo y acerqué mi cabeza a su polla erecta.

Olía fuerte a macho, ahora sé que era como huele la testosterona de los machos, pero no me molestaba. Me agarró miedo de nuevo, tipo pánico escénico... cerré los ojos y saqué la lengua, y con la punta de ella probé su gusto... agrio, pero no mucho... ya estaba ahí... abrí la boca lo más que pude y lentamente lo fui introduciendo. Sentía que hervía en mi boca, apenas me entraba. Cuando tuve un buen trozo dentro, lo aprisioné con mis labios como un helado a punto de derretirse, y lo degusté con la lengua... no estaba mal, comencé a mamarlo, moviendo mi lengua con el falo metido entre mi lengua y el paladar. Lobo comenzaba a inquietarse... comencé a tocarme de nuevo, y recordé lo que hacían las chicas del video, movían las cabezas... y eso hice... – ¡Mmm...mmm...! Emitía un sonido que me ponía loca, descubrí que era lo que tanto gustaba al chupar una polla dura…era como Hérculesar el whisky de papá, no podías parar de hacerlo una vez probado. Con una mano sostenía el pelo tras la oreja y después la lleva a mi coñito…finalmente alternaba también sobándole los huevos al animal…me encantaba el tacto suave y esponjoso de sus testículos llenos de lefa. La otra masajeaba la base del cipote de Lobo, no sabía hacerlo, pero no tenía duda que lo estaba haciendo bien.

– ¡Shhmplst...! La saliva y sus jugos hacían ruiditos entrando y saliendo de mi boca... con razón mamaban con tanto ahínco esas chicas, mamar me ponía loca, no quería parar de hacerlo jamás... sentir esa barra de carne ardiendo dentro de mi boca, sentir sus venas, tragar sus jugos… – ¡Mmmm! Mis labios iban y venían, me lo tragaba hasta donde podía, sentía cuando tocaba mi garganta la punta de su glande, un glande diferente al de los hombre, pero yo creo que igual de rico. Percibía cómo se deslizaba entre mi lengua y el paladar... Lobo trataba de pararse, y movía sus caderas, estaba excitado... lo saqué de mi boca y comencé a pasarle la lengua, mientras movía mi manita por su largo mostrenco viril…, lo chupaba como a un helado que se está derritiendo, era lo mejor y extraño que había probado en mi vida... yo jadeaba y suspiraba, sentía que podía explotar sin necesidad de tocarme como antes...

– Aahhh... Lobo... ¡Cuántos años sin saber que él me daría tanto placer! 

Yo estaba perdida en emociones, con los ojos cerrados y pasando mi lengua, cuando Lobo se levantó de golpe, se paró en dos patas y se tiró encima de mí. Me abrazó con sus patas delanteras por el cuello, y comenzó a mover sus caderas a gran velocidad... su polla erecta y dura me golpeaba como un martillo a percusión en el estómago. Yo me reí, Lobo sacaba la lengua y su saliva chorreaba en mi cabeza… por instinto yo saqué la mía y la junté con la suya mamándole la lengua. Nos besábamos transfiriéndonos la saliva como dos amantes apasionados…lamía mi boca y mi cara con su gran lengua y yo se la buscaba con la mía desesperada. El gran animal se apoyaba sobre mí, sentía su gran peso encima… 

– ¡Lobo... abajo!.... Lobooo... 

Trataba de calmarlo, pero él seguía y seguía. Yo no aguanté la situación, agarré su verga y sin que las moviera, él con el movimiento de sus caderas, entraba y salía de mis manos cerradas en torno a su tranca... que grande que era eso y tan dura. Noté que era más grande que antes, y me dieron unas ganas bárbaras de chuparlo, pero Lobo era demasiado pesado para mí, y de un empujón me hizo caer de espaldas en la alfombra. – ¡Auu…! No había sido fuerte el golpe. Miré a Lobo, daba vueltas alrededor de mí nervioso, como estaba acostada no podía montarse...

Lo miré con curiosidad, quería ver que hacía, me gustaba tenerlo desesperado. Me olfateaba, y sin mucho trabajo llegó a mi entrepierna... – ¡¡Aaahhhh!! ¡¡Lobooo!! Al sentir su hocico, su respiración, y luego su áspera lengua lamiéndome mi coñito, comencé a gritar de placer... Su lengua era larga chupándome sin cesar, tomaba mis jugos como su fueran la mejor bebida para él… 

– Eso es Lobo...aaaahhh… Así..... Lobitooo....

Abrí mis piernas y comencé a retorcerme en el piso, esto era demasiado... Dios, comencé a explotar una y otra vez... jadeaba y respiraba como si quisiera acaparar todo el aire del mundo, arqueaba mi cintura y aferraba mis manos a la alfombra…. Creí que si Lobo no paraba me iba a matar del gusto...pero, si era así quería morir. – ¡¡Aaahhhh!!.. ¡¡Loboo!! ¡¡Aaaahhhhhhhh!! Eché mi cabeza hacia atrás y abrí los ojos, me encontré con el televisor al revés, y vi que la chica de la película estaba a cuatro patas, y el perro se la montaba como a una perra o como si el can fuera un hombre. Ella jadeaba, su cara reflejaba el máximo placer... no lo dudé, quería eso, quería probar eso, quería a Lobo  muy dentro de mí... 

– ¡Lobo...para Lobo...Lobo...!  Intentaba pararlo, él chupaba mi raja si dar signos de cansarse.

A cada lengüetazo me hacía dudar si debía dejarlo o pararlo…, miré su estaca… grande y roja colgando entre sus piernas. La quería dentro, no tenía novio, pero Lobo era lo más cercano de uno. Me levanté con esfuerzo, y como vi que no paraba de meter su hocico en mi entrepierna, me di la vuelta de golpe, quedando boca abajo. 

– ¡Para Lobo...aaahhhh...! 

Él comenzó a pasar la lengua por mi culo… y sin pensar demasiado, si lo hacía me podía quedar así tirada toda la vida, atraje mis rodillas, elevando mi culo hasta dejarla a su merced…. No hizo falta decirle nada a Lobo, que se me tiró encima y comenzó a mover su cintura, pero sin acertar su ariete en el centro de mi coñito. Sentía como me pegaba en el culo, deseoso de clavarla en mí, si lo hacía en mi culo me dolería mucho…el macho era un martillo sin fin, me reía, estaba totalmente sudada… me reí de lo nerviosa que estaba por lo que iba a hacer.... Miré la tele la chica seguía siendo montada por su perro, recibiendo unos tremendos pollazos, moría de envidia o de necesidad... ¡Vamos Lobo, decía por mis adentros! Apoyé mis codos en la alfombra, y quedé a cuatro patas con el culo respingón ofreciéndoselo a mi perro para que me fustigara con su gran falo. El animal instintivamente se montó sobre mi espalda colocando sus manos bajo mis axilas…, notaba el calor emanando de su panza peluda…, y de pronto sentí un empujón seguido de una oleada de dolor emanando de mi coño… justo me abría por dentro expandiendo las paredes de mi vagina, con la sensación de estar partida en dos.

– ¡¡Aaayyyyy!! Lobo había acertado partiéndome el himen sin compasión… joder con le bicho, dio en el blanco de mi estrecha rajita virgen... me hizo perder el equilibrio, y apoyé mi cabeza en la alfombra, pero eso no era lo peor... me dolía, sentí como si me hubiera desgarrado por dentro al enviarla de un solo empujón hasta tan adentro que la noté en mi barriga... ¡¡Joder me rompió, me rompió el coño desvirgándome a lo bestia…!! Ya no sirvo como novia formal, pensaba entre las lágrimas que me caían, resbalaban por mi cara entremezclándose con las gotas de sudor. Gimoteaba como cuando era chiquita y no me compraban un dulce... dolía, quería que parara, me estaba partiendo en dos con todo el mostrenco de verga canina enterrada en mis entrañas... 

– ¡¡Aaaayy…Lobo...!! ¡¡Sácala...aaayy!

Le rogaba haciendo puchero como si pudiera entenderme…, ya no lo quería dentro mío, su verga de casi 20 centímetros me taladraba las entrañas, se metía en lo más profundo de mi ser, salía y volvía a entrar a mi útero... entraba y salía muy rápido, era como si me estuviera follando una máquina de coser a toda velocidad.

– ¡¡Aahh!! ¡¡Para Lobo!!... ¡¡duele…!! ¡¡Ummm…aahh!! 

Pero Lobo no atendía mis súplicas, seguía dándome pollazos a toda máquina, no hacía caso a mis llantos, intenté pararme, zafarme, pero el peso de lobo apenas si me dejó levantar la cabeza... Me resigné, pensé que moriría si seguía así, pero no podía hacer nada... cerré fuertemente los ojos, apreté los dientes, y me dispuse a aguatar hasta donde podía. Percibía como se deslizaba su tranca en mi apretada vaginita… 

– ¡¡Ahh!! ¡¡Hufff...! Para Lobo... te lo pido por favor... ¡¡Aaayyy...! 

No sé qué pasaba, si era que me acostumbraba o qué, pero el dolor poco a poco menguaba, desaparecía, y volvía la sensación de como cuando me tocaba... pronto fue una mezcla de dolor y placer. No le pedí más a Lobo que me dejara, solo me callé sumisa a mi macho, dejando que siguiera con sus embestidas contra mí, dentro de mí, en el fondo de mí intimidad. 

– ¡Aaah...huff...aaahhaahh...aah...! 

Me quejaba y gemía a la vez, el sudor corría por mi frente, parecía que me hubieran tirado una jarra de agua. Mis tetas se fregaban contra la alfombra, por las fuertes arremetidas de Lobo... Ahora me da mucho morbo pensar en esa imagen, el de aquella chica, junto a su perro, haciendo cositas los dos... guau. Me hubiera gustado verlo desde afuera, pero desde dentro siendo la protagonista era mejor mucho, sensacional... – Aaahhh... así...siii!!...Loboo...aahhh..., cuando me di cuenta ya estaba pidiéndole a Lobo más y más polla, ya ni me acordaba que me había dolido como un demonio, sólo era un placer que crecía, cada vez que me insertaba otro pollazo. Ahora sentía de nuevo, con más claridad y placer su dura verga energizada recorriendo mis adentros, como me llenaba totalmente, como me llegaba hasta el fondo para luego salir, y volver a meterse, en un vaivén sin fin... 

– ¡Dios, era increíble, valía la pena pasar la prueba de dolor para llegar a esto...! Así ¡¡Lobo...más!!... ¡¡así Lobito!!...aaahh... Lobooo. 

Él no daba muestras de cansarse, es más, parecía que cada vez arremetía con más fuerza con su cintura, me volvía loca, no quería terminase eso, que siguiera hasta desfallecer... 

– ¡¡Aaahh... Lobb... Lobbb... Loboooooo!!!! aaaaaahhh!!!

Exploté más fuerte que ninguna de las otras veces... 

Y después exploté de nuevo, y otra vez más... por Dios, era demasiado para mí, solo era una chica aprendiendo cosas que no debía... Lobo empujaba más y más haciéndome notas sus grandes huevones colganderos, de escroto largo y pesados llenos de semen. De pronto su gran tranca se infló, o eso pensé, se agrandó dentro de mi recién estrenada vaginita…me llenaba el conducto expandiéndolo...  

– ¡oh oh…! Es demasiado grande para mí, me va a reventar el coño, el muy cabronazo, pensé asustada… – ¡Para Lobo... duele...es demasiado grande...ayyy....hufff..! ¿¡Qué me estás metiendo!? 

Me quejaba arrugando mi carita, comenzó de nuevo el dolor, el placer y el dolor... me gustaba y no me gustaba... me desgarrada, me abría la vagina en canal partiéndome en dos... algo enorme le creció a lobo en su base, pero él ya no pujaba con fuerza por entrar más dentro de mí... 

– ¡¡Aahh!!...aahhyy...Lobo!! aahhyyy!!! duele!!! 

Sentí que eso entró, y quedó aprisionado dentro de mí, creí que ese bulto ya no podía salir más... cuando lobo me agarró fuertemente de la cadera con sus patas…percibí unos fuertes chorros de líquido caliente rellenándome por dentro. En cierto modo aliviaba un poco el dolor, por eso me dejé de quejar interiorizando el placer de recibir la leche que su polla eyaculaba para mí… – Aaahh--aahh..aaahhhhhh. Era caliente, me llenaba, pero no había más espacio con toda la tranca inflamada en mi vagina…, al principio creía que se estaba orinando dentro de mí... ¡Ay como duele…! pensé. Tenía la carita arrugada y llena de lágrimas de nuevo... y chillé de dolor, más doloroso que antes, cuando lobo empezó moverse, se bajó de encima de mí y comenzó a tirar...

– Noo…aaayy!! Quieto...duele!! ...aahh!!! 

Lobo se quedó quieto, teníamos el culo contra culo pegados, Oh no... Oh no... y ahora… ¿!Si llegan mis padres¡? ¿¡Cómo me despego!? – Dios, duele, pero ya no tanto, pero duele igual... 

¿!qué pensarán mis padres si me ven así... ¡? Me echarían de casa por depravada... ¿a dónde voy? 

– Ay, duele…. pero ya menos que antes... – ¡¡Quieto Lobo... así cachorro... bien... aaayyy!! 

Poco a poco dejaba de dolerme, pero el miedo que sentía de no saber si me podía despegar de él me aterrorizaba... pero ¡Oh oh...! La sensación era magnífica, esto se estaba poniendo bueno... ya no duele. No sé cuánto tiempo había pasado, pero ya no estaba tan preocupada, y sentir esa gran bayoneta hinchada dentro de mí me hacía cosquillas... me gustaba... Pasé mi mano entre mis piernas y comencé a tocarme la pepita… 

– ¡Aahhh... ahora sí... esto era lo que quería...! 

Comencé a tocarme rápidamente alternando con caricias a sus par de bolas colanderas que masajeaba y apretaba…daba mucho gusto tocar la suave piel de los huevos de un macho, su textura y dureza. En eso momentos se estaba vaciando, mientras Lobo bombeaba su lefa a mi interior más íntimo, comencé a jadear... Tenía los pelos sobre la cara, toda despeinada y transpirada, llena de lágrimas y sudor abundante. No podía parar de tocarme el coño frotando mi clítoris y alternando con sus testículos… – ¡Aaah...aaahhh..aaahhhhh!!! Exploté, y seguí tocándome y masajeándole las bolas a ese bicho tan cariñoso y amable de follarme. Era distinto a antes de follarme, ahora tenía una enorme polla de un semental con todo su bulbo de carne dentro de mí llenándome, lo consideraba un macho al mismo nivel que si fuera un novio…lo acariciaba y lo besaba sintiendo en mis yemas la tensión de su musculatura tensa…
¡Me estaba fecundando como a su perra!




En todo ese tiempo que se tomaba Lobo en inseminarme a conciencia, pensaba en lo que se sentiría tener a un hombre así... ¿se pegara a mí como Lobo? ¿Siempre me iba a doler? Valía la pena, eso si... no dudaba que lo iba a repetir. Exploté no sé cuántas veces más, hasta que Lobo se sació preñándome, y de sopetón pegó un tirón, el cual me asustó al escuchar un ¡Plop! Húmedo. Salió caminado, se acostó en la alfombra y comenzó a lamerse su polla roja como el infierno. Yo quedé ahí con el culo en pompa, sintiendo algo viscoso que salía de mi coñito escurriendo por mis muslos. Quedé con los ojos cerrados y una gran sonrisa dibujada en la cara. Había valido la pena. Miré a Lobo, me arrastré hasta él, lo acaricié y si más me metí su tranca en mi boca sustituyéndole en sus lamidas…, me apuré limpiándolo y lamiéndolo como una perra viciosa, recompensándolo por haber sido tan bueno conmigo en mi primera gran follada.  – ¡¡Buen perroo…!!Le decía acariciándole la cabeza y saboreando su verga. Cuando me paré, sentí un mareo y un terrible sueño, además de un dolor en mi coñito. No me importó. La película hacía rato que había terminado, tendría que alquilar otras como esta, así aprendo a follarme a mi macho, mi novio y mi semental… todo en uno, eso pensé. Había sido una experiencia, en la me atormentaría unos días, la dicotomía de seguir o no.


Miré el reloj, ya eran las tres de la mañana, dentro de poco llegarían mis padres. Limpié todo sin ganas, estaba muy cansada, pero si hubiera sabido que tenía más tiempo, habría repetido la noche que pasé, sin duda alguna. Encontré mi vaso, y bebí su contenido, estaba caliente, pero me lo tomé todo de una y ahí me di cuenta de la sed que tenía. Fui hasta el bar de papá, agarré la botella de whisky, y tomé un largo trago de la misma botella… me ardió dentro, pero me gustó, fue el inicio de una larga amistad. Cuando todo estuvo ordenado, llevé la película a mi cuarto, algo me decía que si se enteraban mamá y papá no les gustaría, mejor no correr el riesgo. Lobo se durmió en la alfombra, y lo dejé ahí. Me acosté cansadísima, pero sonriente, había sido la mejor noche de mi vida, me sentí más adulta, más madura, sabía cosas ahora... tenía que buscar un modo de repetirla, aprender más y satisfacer mi necesidad con la gran verga de Lobo. Pero sobre todo debía de buscar un novio, quería probar una buena verga de hombre como las chicas del video y que verdaderamente me pudieran preñar metiéndome todo el esperma espeso que les sale de sus huevos, en mi útero.


**************************


Años después fue cuando conocí a Roberto y unos años más tarde se convirtió en mi primer esposo, el segundo ya sabes que es Hércules. Mi marido pronto me hizo dos hijos, mellizos y nunca más me volvieron a preñar. Con los niños por casa, pensaba en lo peligroso detener mascotas… enfermedades, celos y agresiones hacia los bebés, vamos en verdad no era gustoso de tener mascotas, así que durante muchos años nunca tuve un buen perro, tampoco lo necesite porque Roberto me daba satisfacción suficiente… y me acostumbré a entregarme a mi familia y al trabajo hasta que los niños crecieron y se marcharon, y la pasión de antaño se esfumó de mi cama ¡Me encontraba sola sin un orgasmo como Dios manda!

Hércules era el mejor sustituto y aquel un desayuno diferente. Desayunaba en la mesa de centro del salón, sentada, mientras leía una revista. Relajada, como correspondía a una mañana de domingo soleado de Septiembre, que dejaba pasar por la ventana su agradable luz. Estaba descalza, con el camisón corto, bajo el que solo tenía mis braguitas, pues después de levantarme había ido derecha a prepararme unas tostadas y el café, que me apetecían, y a abrir la puerta del jardín para que entrara Hércules. No me había preocupado mucho en arreglarme, no iba a venir nadie, así que me limité a pasarme un peine por el pelo, y estirarme el camisón ante el espejo, mirando como mis tetas aún se mostraban tensas aún sin sujetador. Me puse de perfil tensé la tela, y me agrado mi imagen. Después pase la mano sobre el tejido a lo largo de mi vientre para reconocer que a mis 48 años conservaba una agradable figura madura, rellena pero para nada fondona…sobre todo mi culo respingón y redondeado a diferencia de otras de mi edad que lo van perdiendo y aún creen lucir bien con el pantalón vaquero. Tras lo que salí complacida de la habitación, dirección a la cocina, donde comencé con
los preparativos del desayuno.

Acabado con los platos aun en la mesa, me permitió leer con más atención la revista que tenía apoyada en una banqueta frente a sillón. Mientras que Hércules, que haya había dado cuenta del suyo, paseaba olisqueando todo aquello a lo que se aproximaba. En esa rutina instintiva del animal, como en otras ocasiones, cuando paso cerca de mí me olisqueó para después tratar de pasar la cabeza por una lado de la banqueta tratando de pasarla entre mis piernas, por lo que sin dejar de leer, alargué la mano retirándosela a la vez que le decía… 

– ¡Vamos, Hércules, no seas pesado! 

Era una situación que resultaba un tanto extraña, pero que ya por cotidiana, no tenía importancia, pues tras un par de intentos el animal siempre cedía, e iba en busca de otros efluvios en los que entretenerse. Esta vez, se ve que mi aroma era más intenso que otras veces, pues se puso pesadito de verdad. Quizás percibía, las consecuencias de la evolución de mis fluidos a lo largo de la noche, pues cuando volvía a casa la noche anterior, tras quitarme los zapatos de mis agotados pies, como correspondía a una noche de sábado en la que no me habían follado o lo habían hecho a medias…me relajaba en el sillón con el televisor acertando en el canal de pago, en la que estaban pasando una película porno que me excitó, llevándome al extremo de masturbarme más tarde en la cama, pensando en que Juan Luis… mi nuevo follamigo un madurito muy atractivo, me hacía a mi lo mismo.

– Vaya, le dije entre risas e ironía ¿A ver si voy a tener un amante cariño en casa desde dos años y yo sin enterarme? Después de tratar de retirarlo una vez más.

La verdad es que su insistencia estaba dejando al descubierto esa sensación confusa entre deseo y rechazo que se provocaba cada vez que el animal hacia este gesto y que generalmente quedaba oculta por la suspensión rápida de su iniciativa. “Bueno... tampoco tiene tanta importancia, debo reconocer que estoy sola y Juan Luis no ha estado a la altura esta noche”, pensé, mientras volvía a mi revista, pensado que la cosa no pasaría de unos cuantos olfateos esa noche. El animal coló la cabeza y comenzó a olfatearme, el roce de su húmedo hocico entre mis piernas, no resulto tan indiferente como suponía, me producía una sensación agradable que, si bien sentía el impulso de rechazar, me mantenía quieta dejándolo sentir.

El olfateo y el roce sobre el tejido de mis bragas, me estaba excitando en cierto modo. Pero cuando de pronto un lengüetazo, rozo la parte descubierta del interior de mis glúteos sentí una corriente nerviosa que me recorrió, desde la zona de contacto hasta la columna y de ahí a los riñones, dejándome atónita, sin reacción, y más por el añadido que su lengua a la vez había despertado al rozar mi rajita a través la fina tela. Me quede en espera de lo que siguiera, sin mirar la revista, solo expectante de lo que seguiría. Que fue un segundo y un tercero, que no por esperados fueron menos placenteros, haciéndome sentir fuego entre las piernas. Las que abrí ahora voluntariamente, impulsada por el deseo de dejarle llegar. El repitió una y otra vez, incrementando cada vez más mi excitación con cada lengüetazo, hasta en extremos de obligarme a despojarme de las bragas, para sentirlo mejor. Tras lo que apoyé mi espalda en el respaldo del sillón y mis caderas en la banqueta, quedando con las piernas abiertas frente a su lengua, completamente despatarrada como a él le gustaba verme para follarme… no tardo en volver a la actividad.

Con mi coño descubierto, recibía a cada paso de su lengua una autentica conmoción, intensificando mi excitación hasta hacerme gemir. Pues después de unos minutos estaba a punto de correrme. Al recorrerme desde mis labios hasta el vientre un gusto que se estaba intensificando en él, de manera sobrecogedora, obligándome a hablarle al animal entrecortadamente… 

– Sigue, Hércules, por favor, me estas volviendo loca. Sigue, sigue puto perro cabrón ¡Te encanta follarme y hacerme tu perra! 

Como si entendiera todos mis gestos y órdenes. Llegó un momento que en el que no pude aguantar más, un orgasmo intenso, me recorrió desde la vulva al vientre obligándome a arquear mi cintura durante el clímax hasta el punto de sentir un calambre en la espalda que no impido el disfrute de aquella corrida. Tras el cual cerré las piernas, para evitar las punzadas que la lengua de Hércules me producía ahora.

Tras unos minutos estaba relajada, no obstante, mientras Hércules no sabía qué hacer, dando vueltas a mi alrededor ante la imposibilidad de seguir en su trabajo, y me había gustando tanto que seguía interesada en seguir, por lo que aprovechando la proximidad de los genitales de Hércules a mi mano en una de sus vueltas, pase mi mano sobre sus testículos, se los masajeé y hasta me puse debajo comiéndomelos, los lamías y mordía con delicadeza provocando en el can una reacción inmediata, se quedo quieto con las orejas en tensión, mientras su hembra gozaba de ese par de huevos enormes que le cuelgan al cabrón. Absorto diría yo, gracias a la sensación que le producían mis caricias en sus gónadas. Así que seguí masajeándosenos con suavidad con mi lengua, a la par que pasaba después mi mano sobre la cobertura de su fascinante falo y comenzar una masturbación que hizo arquear el lomo e iniciar los típicos movimientos de cópula. El tacto de sus genitales, y la respuesta del animal habían vuelto a excitarme a mí, obligándome a llevar a cabo el apareamiento con Hércules. Tanto que cogiéndolo del collar lo puse frete a mí en la misma postura del principio, sentada en la banqueta y mientras me inclinaba para adelantar mi chocho hasta su alcance y reposar mi espalda en el sillón, no dejé de masturbar su polla que ya empezaba a asomar de su peluda funda, la punta del cipote más sabroso del mundo.

A la vez que tiraba del collar. Le cogí con una mano y le animé a poner sus patas delanteras sobre mí, dejando una posición adecuada para que pudiese intentar penetrarme al estar las traseras en el suelo. Entre mis caricias, mi olor y la postura, el animal encontró el instinto…, comenzó un movimiento de vaivén en la búsqueda de mi coño, que no acertaba a encontrar rozándome el trasero y los muslos con su crecida polla. Le ayudé orientándola hasta le entrada de mi vagina, y cuando el animal encontrón el roce de mi coño enfilado en la bocana húmeda y cálida, aceleró extremadamente sus movimientos aproximándose su cuerpo entre mis piernas mientras tiraba hacia atrás con sus patas delanteras que yo le sujetaba por los codos para evitar el roce de sus uñas.

Sentía, como a cada embiste brusco, rápido y violento, le crecía dentro de mi coño, que estas alturas no necesitaba mucho para hacerme correr de nuevo, provocándome la aproximación de un nuevo, loco, orgasmo que me hacia hablarle al animal… 

– Síiii..., sigue..., sigue follándome..., sigue empujando ese tranco, si..., ¡Ahh..aaahh...aaaaahh.

Estuve gritando hasta que me corrí de nuevo mientras él seguía en su tarea hasta que en tras unas últimas arremetidas, su polla ya me llenaba el limite…, el animal se paro quedando jadeante, con su lengua fuera de la boca y quieto, sujeto por mis manos en los codos derramándose dentro de mí. Su bulbo se inflo atorándome el coño como nadie lo había hecho hasta ahora, le acariciaba todo su cuerpo tenso gozando de su pelaje suave y de su musculatura exhalando calor en mis manos. Me lamía y yo a él oyendo los chasquidos en mi cara, nos comíamos las bocas con nuestras lenguas en pugna, al mismo tiempo que notaba su verga palpitar percibiendo cada chorro de leche inundándome el útero. Era una sensación global de todos mis sentidos…El tacto de su orografía, el olfato de su testosterona, el oído en los ruidos húmedos, la vista de su cara precios complacida por su hembra y el sabor de su boca en la mía…, pero el que más notaba era el sexto sentido que era la compenetración de un macho y una hembra completamente entregados.

En esos momentos era la mujer más feliz del mundo y puede que sea la mujer más feliz del mundo en todo momento…tengo un buen trabajo del cual no tengo que preocuparme el resto de mi vida laboral, un piso en propiedad, amigos a los que quiero mucho y con los que disfruto en todos los sentidos y un amante incansable en casa siempre esperándome pacientemente sin pedirme explicaciones… no me pide ni reclama nada que no le quiera dar. Qué más puede pedir…Hércules folla como ningún otro amante he tenido ni tengo…, porque os voy a decir que si bien mi esposo me da leño cada noche, eso no quita que algunos follamigos hagan los honores en mi coño de vez en cuando…, lo que no saben es que mi perro con sus casi 20 cm de verga y su infatigable gana de follarme no tiene rival. 

¡Ahora sí que tengo todo el sexo que necesito con una polla caliente! Y cuando mi "marido" se agote alguno de sus hijos le sustituirá... ¡Sin duda el mejor dotado!

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