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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

El Crápula Embaucador de mi HIJO




Definitivamente me abrí a mi hijo. Nos convertimos en "cómplices", en una historia que durante los primeros días me dejó helada…tuve que vivir en una continua disonancia cognitiva reflexionando durante ese tiempo entre lo justo y lo correcto, pero en conclusión comprendí que no hay nada más bonito en esta vida que dar amor y recibirlo…, sin lugar a dudas su máxima expresión está concentrada en cubrir de sexo consentido todo el afecto que le tienes a un hijo. Si hay muchas culturas como la tibetana, que toman el incesto como algo natural, ¿Por qué iba a amargarme por algo que me pedía el cuerpo? Negarme sí era contranatural…. Tengo un hijo precioso llamado Álvaro de 1.70, rubio, de cara aniñada y rasgos casi perfectos, media melena, delgado al que se le comienza a marcar un perfil musculoso. Muy tierno de carácter… afable con sus amigos y con su familia. Yo he de reconocer que soy resultona, delgada y rubia, de una talla de pechos que los hacen llamativos y que son bastantes golosos para los hombres, además de un firme culo grande donde perderse…, con este cuerpo y mi sensualidad confirmada siendo popular entre el sexo “fuerte”, no entiendo muy bien que mi marido me desatendía tanto, privándome de esos buenos polvos que a mí tanto me gusta recibir a diario, con todos esos machos dispuestos a dármelos.

Me sentía un tanto frustrada… por eso, desde que mi hijo me explicó su problema, por otro lado común en todo adolescente, pero que a mi niño lo sumergía anímicamente, volqué todo mi amor en él, mi único y excepcional primer hombre al que amo con locura desde el primer día de su gestación. Lo tuve muy jovencita y ahora es todo un hombretón, lo cual ayudó mucho a que fuere él, quien usurpara el lugar de su padre, luego fui yo quien utilizó las armas de mujer para seducirlo y colmar nuestras necesidades en las largas tardes libres que me permitía el trabajo, fidelizándolo en mi coño.

En un semental como Álvaro, pronto dieron resultado de inmediato mis señuelos…, no olvidemos que a los 19 años, todos los hombres están salidos como un monos, poco había que azuzarle para llegar a follar como locos…, a pelo y sin tapujos.... que corra la leche, como le decía tantas veces en plena euforia sexual. He de reconocer que la potencia del chaval me sobrecogió sobremanera desde el principio…su energía, su cipote de tamaño perfecto para el uso diario, con una gordura que me llenaba increíblemente bien, es capaz de sacarme dos orgasmos en cada polvo. Estoy segura que… ¡El muy pícaro sabía mucho más de lo que me confesó!, pero no le voy a recriminar por ello, los machos deben tener experiencia.

Aquel día de comienzos de nuestra relación, se metió a darse una ducha, entré justo cuando comenzó a mojarse….  

– Bueno, cielo, si quieres te ayudo yo.

– ¡Amparo! 

En ocasiones trata de marcar distancias llamándome por mi nombre de pila. 

– ¡Hace años que ya no soy un niño para darme el baño! 

– ¡¿Y qué crees que me voy a asustar?!  Me hice la valiente. – Te recuerdo que soy tu madre, te he visto desnudo durante muchos años, además he de confesarte que he visto algunas pollas, no solo la de papá… me acerqué frente a frente y le confesé… ¡Tu madre ha tenido varios novios antes de casarse con tu padre…! Me quedé riendo. 

– Esa confesión se la podías haber ahorrado a tu hijo… porque imagino que todos ellos te habrán follado, no es agradable saber que por el coño que nací, han entrado las pollas de desconocidos. 

– Tú no los conoces, pero yo sí... no eran desconocidos para tu madre. ¿Crees que por eso tu madre es una Puta?

 – Bueno no, supongo que no. Cuando eres joven es normal tener varios novios y tener sexo con ellos, es lo normal.

– ¿Entonces no te avergüenzas de mí?

– Claro que no mamá, somos familia y no creo que pase nada porque me veas desnudo duchándome…, pero no mires mucho ¿Eh? No te vayas a enamorar… dijo siguiéndome la corriente de la seducción

– No seas tonto… a mí me tienes enamorada desde el primer día que te tuve en mi vientre. Entre una madre y su hijo hay in vínculo especial de amor que no se tiene con ningún otro hombre.

Allí estaba haciéndose el interesante con la polla al aire todavía un poco flácida pero larga, con el glande cubierto por el prepucio aun, con un poco de pelusilla en el pubis pero el cipote límpido y precioso y, unos grandes huevos colgando dentro de un estirado escroto, me sonreí. No sé por qué, pero estaba feliz con aquella aventura. Empecé a bañarlo, sentía que mi hijo podía haber sido mi único "novio", el chico pronto se dejaba hacer por mis manos sobre su cuerpo. Le enjaboné el pecho y el cuello. Mi mano rozó su suave culo sin pelo alguno… tierno, carnoso y terso. Y se dio la vuelta. Nadie dijo nada, pero ambos sabíamos que tenía que asearle su masculina virilidad también. Lo hice con la mano, acariciando ese "tronco" suave de donde cuelga una gran bolsa carnosa que contiene el gran par de huevos bien sabrosos…, en nada empezó a crecer entre mis dedos y esa sensación de poder, me encanta. Le miré a los ojos y, observé que su miraba se hallaba directamente a mis ubres a través del escote. Y con la mano derecha, como una pava, seguía magreándole el palo, que a su edad era ya es de un tamaño adulto o más grande y gruesa si cabe. De repente, en una de mis sacudidas salió su orondo glande bajando el prepucio… aquella polla descapullada era digna de una obra de arte clásica de Mirón. No paré en ese momento, ni siquiera me tapé el escote porque sería demasiado obvio. Me levanté y él intentó darme un beso que no esquivé., nuestros labios se pasaron unos instantes. Su respiración iba a mil…, lo enjuagué con la lluvia de la ducha.

– Bueno, mi vida, a secarte...

No pude contenerme y le sequé de primeras su falo, para ver como pulsaba, me electrizo todo el cuerpo. Notaba su calor y dureza a través de la toalla. Los dos de pie, frente a frente, pecho a pecho, nos abrazamos en tal clima propiciado por la intimidad y la lascivia de su madre sonriendo cínicamente….

– Gracias mami, me expresó a media voz.

Notaba clavada su masculinidad endurecida en mi bata. Y empezamos besarnos en los labios, con un pico, del pico pasamos a los labios húmedos y de ahí no hizo falta mucho para llegar a la lengua… nos comíamos como obsesos entregándonos nuestras salivas inmersos en la lujuria sin importar cuales eran nuestros roles dentro de la familia ¡Me encanta comerme a mi hijo! Empezó a apretarme contra él para notar cerca mis pezones erguidos, me besaba por la cara, en mi cuello. Me desató la bata y noté su pecho y su vientre directamente con mis tetazas y mi barriguita, pero en especial su polla pegada a mi vulva carnosa e hinchada, dejándome mis labios vaginales lubricados al saber lo que me esperaba.

De repente, me pasó su lengua por mis pezones succionándolos a modo de saca  leches…. – ¡No puedo controlarme mami! 

– Pues no pares de mamarme las tetas que te alimentaron… aunque ya no tengan leche, me dan mucho gusto tu chupones.

Sentí un dolor punzante cuando me mordió el pezón erecto, sin embargo me excitó como a una perra en el instante que el semental la quiere montar…me separé bruscamente de él acalorada ¡Toda la sangre de mi cuerpo hervía! Fui al dormitorio cayendo sobre la cama, mi chico me siguió los pasos. Me di cuenta que estaba desnuda sobre las sábanas expuesta para él, mi hijo tenía sus ojos clavados a mis tetas de pezones duros en ese momento, en mi coño, en mí cuerpo sugestivo para la cópula, presto al apareamiento animal. ¡El muy salido se puso encima mí con intención de  follarme! ¡¡Sin preliminares!! Esa era una de las actitudes que debía cambiarle, un buen semental ha de aprender a tratar a las hembras que se folla, de tal modo que disfruten también. Apreté mis muslos y noté su verga atrapada en ellos. 

En un último intento, mientras el apretujaba en duras caricias mis mamas, le puse mi mano en su cara estrujándole el mentón y con voz de puta decidida y mis muslos apretujando sus gordas y pesadas pelotas … 

– Álvaro, hoy me puedes follar hasta que me revientes el coño…. pero antes tienes que comérmelo. A las hembras nos encanta que nuestros sementales nos dediquen tiempo a nuestro placer.

El solo pudo contestar…. – ¡Mamá, me haces daño, me duelen los huevos!  

¡Menudo dilema! Era mi tesoro, y en ese momento temí hacerle daño en sus delicadísimos testículos todavía en crecimiento. Miré preocupada hacia abajo y abrí mis muslos…le había apresado sus tiernos huevos… y es que el muy cabrón los tiene tan grandes que le cuelgan mucho.

– Gracias, mamá, ahora está mejor.

Se puso entre mis muslos y se los abrí para que alojara la cabeza entre ellos y su boca en mi coño. El chico sabía tratar mi vulva, mis labios e incluso el clítoris bajo mis instrucciones, no lo hacía como era lo deseable, pero pronto no habría que indicarle nada para que lo hiciese bien. Su lengua recorría mi raja e introducía la punta en el conducto, para sacar el fluido de él…luego se encarnizaba con el clítoris, un espigón endurecido tan grande como un garbanzo del que estoy muy orgullosa. Mi hijo lo trataba bien, y de vuelta a mi vulva follándome el coño con la lengua. Continuó el cunnilingus lo esperando mi orgasmo…, definitivamente estallé con mi  hijo entre las piernas unos minutos después dejándome llevar al ostracismo del orgasmo feroz… 

– Ahora tu madre necesita que la folles, le dije muy puta.

No se demoró un instante, bien empalmado, su falo entró en contactó con mis labios vaginales, me abrió la gran raja de mi coño ¡Estaba mojadísima…! Y bajo mi atenta mirada comenzó a penetrarme viendo como desaparecía su rabo en la hendidura por donde le vi nacer. Él empujaba con fuerza mientras se agarraba de mis hombros. No podía hacer otra cosa… "consentí". Di un respingo y dejé que poco a poco mi hijo amado me conociera, que sintiera mi vagina húmeda y mi cuerpo ardiente. Se puso frenético avivado por las sensaciones morbosas de estar follándose a su propia madre. Hizo unos movimientos pélvicos extremados provocando que su tranca se saliera del conejo acogedor materno, hizo varios intentos para perforarme de nuevo, su estoque no daba con la entrada pese a que tengo un buen coño.

No pude más… – Shsssss. Espera cariño… Le cogí la vega y la dirigí a mi cueva otra vez.

Me la insertó con presteza, lo sentía dentro, lo sentía duro entrando y saliendo cada vez un poco más deprisa. A veces se salía del todo pero ya aprendió a clavarla…entraba perfectamente por lo húmedos que estábamos, la dilatación producida en mi vagina y la rigidez perpetua de su polla.  Yo empinaba un poco el culo para que la inserción fuera más directa a la par que profunda, notando sus huevos golpear mi coño, al tiempo que me besaba en la boca, yo también se la ofrecía. En un abuso de poder masculino, la insertaba hasta la raíz con cierta rabia, deseando partirme en dos. Me abrí por completo a mi hijo para que la tranca me perforasen sin compasión... Era un acto de amor supremo. Lo amaba por completo y percibía como él también me amaba… 

– ¡¡Mamá, mamá…, me voy a correr muy rápido, que me voy ya…!! 

Me clamaba como si eso fuera un delito…

– Tranquilo, cielo, no te preocupes por nada. Piensa en otra cosa y aguantará más… ¡No pienses que te estás follando a tu madre!

Le besé en la mejilla dulcemente, hasta que se puso coloradísimo. Me soltó varios empujones fuertes, tan contundentes que casi me mete los huevos en el coño y sin poder remediarlo más, le escuché gruñir como un verraco, sin poder de contener la lechada que le subía de sus huevos...  eyaculó dentro de mí. Noté la leche derramarse en el conducto uterino, ese lugar donde últimamente su esperma me regaba uniéndose a la de su padre de vez en cuando, ambos me inundaban con intención de ser fecundada… Así era como lo sentía. Al tiempo que desovaba su descarga seminal, acabé besando con lujuria su cuello y sobre todo su nuez, pues sé que en al tal circunstancia es lo que más le excita, así me confesó, a la vez le metía un dedo por su ano… la mejor forma de obtener una copiosa eyaculación del semental. Se vació todo el contenido escrotal, dejando seca su próstata y testículos. El chico se quejó de su precocidad eyaculadora, pidiéndome perdón. Lo amo tanto que quise hacer de aquella experiencia algo normal, para nada traumático… 

– ¡Álvaro mi vida, mi amor! No pasa nada, ¿Vale? Hoy te has corrido muy rápido, otra vez aguantarán más… solo es cuestión de práctica y de cogerle el punto a follar juntos. Que hayas corrido tan rápido es señal que te excito mucho y eso me halaga.

Enseguida preguntó algo que debía tener preparado… – ¡¿Mamá verdad que hacemos lo hacen otras familias?!

– No lo dudes mi vida. Esto es muy bueno hacerlo con frecuencia para que lo aprendas bien…. No hay madre que no desee ayudar a sus hijos a ser mejores en la vida, y el sexo es muy importante en las relaciones sociales y de pareja.

– Lo sé mamá, no he sabido que ningún chico se folle a su madre.

– Eso es porque son cosas que no se cuentan... ¿Tú lo contarías?

– Pues no, nunca se me ocurriría hablar de lo nuestro.

– Lo mismo les ocurre a los demás ¿O piensas que son diferentes a ti? Son familias normales que se quieren y se aman en familia. 

Nos vestimos como si nada anormal hubiera ocurrido. Quise aparentar normalidad, como madre moderna que soy, pese a que el incesto no tiene nada que ver con la modernidad. En mi interior tenía enormes dudas, que iba dirimiendo a medida que nuestra relación se consolidaba… Yo solo deseaba lo mejor a mi único hijo, como buena madre desvivida por su bienestar físico y anímico, sin embargo no siempre pensé de la misma manera, como es de imaginar en una familia con roles clásicos donde… un hijo es hijo y nunca amante. No obstante, obviar que los hijos varones tengan fantasías sexuales con su madre es ridículo. Somos la mujer más entregada a ellos y suelen confundir amor maternal con carnal…


Final del formulario



Un adolescente nunca debería ver a su madre como Álvaro la admiraba. Era noche cerrada cuando salió de su habitación en camiseta y pantalón de pijama. Le sorprendió ver una luz tenue y titilante iluminando vagamente el recibidor, al fondo del pasillo. Con sigilo atravesó el corredor hasta llegar a la puerta acristalada del salón de dónde provenía la luz. La tenue fuente lumínica no era otra cosa que la pantalla de televisión del salón que alguien visionaba a esas horas y cuyos haces luminosos no solo alumbraban la estancia sino que traspasaban la cristalera de la puerta que daba al recibidor. Con una insana curiosidad empujó la puerta suavemente para poder meter la cabeza en el salón y, ver quién estaba haciendo uso de la tele a esas horas. La coronilla que sobresalía por encima del respaldo del sofá era claramente la de su padre y lo que estaba viendo le dejó entre pasmado y divertido. Unas imágenes de una adolescente retozando desnuda, besándose con un maromo que la penetraba. Se le antojó demasiado joven para su padre con un coñete de pelo muy fino y unas tetitas aún muy tiernas incluso para el mozo que se la follaba.

Con una sonrisa pérfida volvió tras sus pasos, cerrando la puerta con sigilo y puso rumbo en dirección al baño ubicado frente a la puerta de su dormitorio, en mitad del pasillo, tal y como había sido su intención inicial. Antes de meterse dentro y encender la luz para orinar se fijó en la puerta del cuarto de sus padres al otro lado del pasillo. Estaba entreabierta y sin duda su madre estaría dentro durmiendo a pierna suelta. “El idiota de mi padre prefiere meneársela con una niñata frente a la tele en vez de follar con su mujer. ¡Qué suerte tan mal aprovechada tienen algunos!” 

De repente una idea alocada cruzó como un rayo por su cabeza. Retrocedió un paso volviendo a plantarse en mitad del pasillo. Miró hacia el fondo del corredor fijando su vista en la puerta tras la cual dormía su madre y pensó en su padre meneándosela en solitario poniéndole los cuernos a su hermosa madre merecedora de todos los polvos de mundo…. Inspiró una bocanada de aire y, con cautela y sigilo, dirigió sus pies descalzos hacia la entrada del dormitorio, empujó la puerta y se coló en el cuarto de sus padres plantándose a los pies de la cama nupcial. No sabía exactamente con qué propósito lo hacía, sin duda guiado por la cabeza menos pensante de las dos. Se dijo a sí mismo que solo quería ver a su madre dormir y disfrutar, si era posible, del dibujo que sus tetas formarían en el fino salto de cama. O tal vez un pajote frente a su cara y correrse en su pelo. Pero entonces, en medio de la penumbra y con la polla en la mano oyó decir casi sonámbula de boca de su madre…

 – Ya estás aquí ¡Umm!

Ante la indudable confusión de su progenitora pensó que podría meterse en la cama y, quizás, pegarse a ella sin que se diera cuenta de la usurpación de roles, abrazarla desde atrás y notar su calor. El calor de sus tetas entre sus manos. Rodeó la cama hasta el lado contrario al que ocupaba su madre, apartó las mantas y se detuvo un momento nervioso, indeciso con el ritmo cardiaco en ascenso y la polla erguida… “Si se despierta, le puedo decir que no podía dormir y que solo quería abrazarla como cuando era pequeño”, se dijo para sí y se metió en la cama con sumo cuidado, observó la tenue luz del pasillo a través de la puerta con los cinco sentidos en alerta. No había indicios de que su padre estuviera volviendo pero tenía el corazón a mil por hora. Con suavidad se pegó a su espalda plegando su cuerpo al de ella. La erección al notar su culo contra sus ingles no se hizo esperar. La tela era lo suficientemente fina como para que Álvaro pudiese meter su polla entre las nalgas de su madre por encima de la prenda. Apoyó una mano en su cintura mientras se apretaba contra ella se manera muy sutil. Las leves embestidas le proporcionaban tanto placer que pensó de nuevo en la paja que se estaba haciendo su padre frente a la tele. Pensar que el idiota lo prefería a esto. Él también se estaba pajeando pero lo hacía con el culo de su mujer, que se dejaba hacer poniendo el culo respingón para sorpresa del chico que atendía a su ofrecimiento. 

La mano que tenía posada en la cadera de su madre comenzó a acariciar toda la extensión de su culo. Era una hembra hermosa digna de los placeres divinos del olimpo. Cada vez exploraba más y más porción de su cuerpo hasta que le dio por intentar atrapar una teta. Y lo consiguió. Tenía cogida la teta por encima de la tela saboreando el inmenso pezón del que un día mamó la leche materna. La excitación era tan grande que casi se corre de gusto ahí mismo de no ser porque la culpabilidad y sobre todo el miedo de ser descubierto por su padre, todo ello hacía que fuese un manojo de nervios… “¿Y si la sobo debajo del camisón? Si se despierta no sabrá que soy yo el que le mete mano con esta oscuridad. Si me dice que la deje en paz paro y me voy. Nadie sabrá que le he tocado las peras a mi madre”. Dicho y hecho.

No solo le había bajado el tirante asomando una teta que sobaba como masa de pan, sino que además había levantado la parte baja del camisón colando su polla junto a su culo. Solo las bragas impedían que su polla tuviera acceso a algo más íntimo. Lo mejor de todo era que su madre pacía en un duerme vela recibiendo al macho de la casa. Su respiración era honda y prolongada lo que no indicaba un profundo y pesado sueño como hubiera deseado en un principio, pero estaba allí con el consentimiento de ella, dispuesta a ser follada…. Era uno de esos días felices de tu vida y no lo iba a desaprovechar, tanto que estaba a punto de llorar de placer. La sobada de teta junto a los leves empujoncitos de su polla contra su culo iba a terminar en una corrida muy placentera que no olvidaría jamás. Anda que no iba a hacerse pajas a costa de lo de hoy. Entonces se oyó un carraspeo que casi le hace caerse de la cama. ¿Su padre? Peor aún. Su madre acababa de despertarse del duerme vela, y es que los leves empujoncitos de su polla no lo eran tanto como él pensaba…

 – Mmmm, joder Martín. Si es que vienes muy tarde a la cama…

A la vista tenía su verga enfilada en la mullida vulva sintiendo amenazado el coño, sin dejarle decir una palabra prosiguió diciendo… 

– ¡Venga, fóllame pero acaba pronto!  ¡Ummm! Dijo entre ensañamientos – Siempre lo haces igual.

Su madre se colocó boca arriba con las piernas levemente separadas. Escasos segundos después volvía a caer adormilada tal y como su respiración rasposa demostraba. Álvaro, atónito y todavía con la teta en la mano, no daba crédito. Se había pegado tal susto que casi se le cae el mundo abajo. Su madre se había despertado mientras le sobaba la teta y no se había dado cuenta de que era él y no su marido. Una risa floja asomó en su cara cuando la sangre volvió a circular por sus venas. Miraba a su madre en la penumbra sin perder de vista la puerta. Ese era el momento adecuado para pirarse a su cuarto a hacerse una paja tal y como su padre estaba haciendo ahora en el salón. Tenía la boca seca y su respiración era tan agitada que iba a acabar con todo el aire de la casa. Si lo dejaba aquí podría salir como un campeón. Tentar la suerte nunca trae buenas consecuencias y sobar el coño de su madre no es tentar a la suerte, es jugar a la ruleta rusa. Dejó de pensarlo más y se desnudó por completo tirando la ropa al suelo. Su madre no se movió de su posición así que puso la mano sobre una teta, la amasó unos segundos y la fue deslizando hacia abajo cautelosamente.

Cuando llego a la altura de sus bragas las palpó por encima y disfrutó del mullido bulto. Un coño formidable capaz de tragarse el cipote de un caballo…, el suyo no era tan grande pero sus dimensiones eran a tener en cuenta para su edad. Ante la inerte pasividad de su madre, Álvaro metió la mano bajo la prenda y exploró sus pliegues con deseo. Cerró los ojos y bendijo ese día por encima de todas las cosas. Dios, no se lo podía creer. ¡¡El preciado coño de su madre!! Le estaba sobando el coño a su madre cuyos efluvios llegaban a sus papilas gustativas regodeándose en ese sabor a hembra, y menudo coño tenía por frondoso, por el calor de esa vagina formidable, y el tacto de su escaso vello en el pubis y el resto depilado…todo era un sueño. Con esas tetazas y ese conejo no entendía cómo el lerdo de su padre babeaba por un palo seco de tetitas a medio hacer. 

Deslizó el dedo por la raja suavemente arriba y abajo, introdujo la yema entre sus pliegues que advirtió grandes cual orejones, y en un momento dado metió el dedo por completo en aquel agujero caliente y húmedo de manera cadenciosa, despacio. La penetró digitalmente con cuidado sin poderse creer todavía lo que estaba pasando. Tomo aire de nuevo y decidió jugarse el todo por el todo asiendo sus bragas y tirando hacia abajo de ellas para sacárselas por los tobillos con la leve colaboración de su madre. Después se colocó sobre ella sintiendo el acogedor candor y la suavidad de su piel. Estaba en la gloria. Ella se despatarró un poco más dejando mejor acceso a su hombre, levantó ligeramente el culo justo en el momento que Álvaro, guiándola encontró el camino en el tercer intento que apuñaló el calenturiento coño de su madre. Con muchos nervios y desacertada puntería consiguió meterla un poco.

Después la fue penetrando poco a poco, con leves empujones, hasta quedar alojada por completo dentro de tan añorado coño. Comenzó a empujar calando poco a poco un poco más de polla en el chumino de mamá. Su madre gemía vagamente cada vez que su hijo se movía sobre ella, dentro de ella, por ella. Una vez dentro de su madre, el joven crápula mamó y sobo sus pezones antes de comenzar a entrar y salir de ella con suavidad y sigilo… Tampoco dio ninguna señal de que notara desagrado en los sobeteos y mamadas a sus pezones por parte de su hijo, como tampoco se inmutó cuando la punta de la polla de Álvaro se colocó en la entrada de su coño partiéndolo en dos.  

Le hubiera gustado alargarlo hasta el infinito, pero el miedo a ser descubierto por su padre follándose a su mujer le urgía acabar cuanto antes. Las prisas hacían volar sus manos que acariciaban y amasaban todo su cuerpo lo que hacía peligrar el estado de somnolencia de su madre que botaba en la cama de manera cada vez más frenética con cada empellón. Cada empujón era más fuerte que el anterior, cada lamida más húmeda y cada sobeteo más rudo. Buscó su cuello para saborearlo como cuando era niño… esa acción le tranquilizaba y el excitaba, obteniendo su aroma dulce de mujer que tanto le volvía loco, disparando los niveles de testosterona, dopamina y adrenalina a la vez.

El acoplamiento de sus sexos comenzaba a ser perfecto en un apareamiento sin paragón, sincronizándose en sus movimientos cual si ya se conocieran de otras tantas fornicaciones, lo cual daba un mayor ritmo y mayor profundidad a las acometidas logrando golpetear una y otra vez con sus testículos el esponjoso coño de su madre. Ella sentía la fortaleza del macho penetrándola sin compasión, lo notaba más fulguroso que en otras ocasiones, pero a quién le amarga un dulce cuando le está dando con la polla inhiesta, una follada placentera, un tanto extraño por el implacable ritmo olvidado después de tanto tiempo cuando aún eran una adolescente y sus novios la follaban con ahínco en el asiento trasero del Ford o en la buhardilla de la casa de su novio de turno. 

No eran aquellos tiempos, si no su marido quien la jodía con masculinidad… sí, era su esposo. Todavía no pasarían de los tres minutos del escandaloso polvo, cuando el chico comenzó a sentir no poder soportar la presión de sus huevos queriendo soltar toda la leche acumulada que andaba hirviendo dentro de su escroto… Por fin las andanadas de placer no tardaron en llegar a salir a borbotones. Estaba empezando a correrse cuando, en plena efervescencia orgásmica, le metió un dedo por el culo a su madre y, se puso a jugar con él metiéndolo y sacándolo al compás de su polla.

Ella emitió un sonoro gemido ahogado, tan cercar de su oído que casi se le corta la leche, pero no, la descarga se había iniciado y eso no lo podía contener nadie. Se corrió abundantemente vaciando largos chorros de leche espesa…, al menos cinco o seis descargas de lefa fueron expulsadas con total vehemencia en el interior del útero de su madre. Su semen inundó el coño materno mientras éste se encargaba de llenar sus tetas de chupones, succionado los duros pezones. Cuando por fin todo acabó se quedó extenuado reposando su cabeza sobre el cuello de su madre intentando recuperar el resuello. Las pulsaciones de su madre eran tan rápidas como las suyas, pero fueron cayendo hasta quedar lentas y regulares, quedando plácidamente tendida tras haber recibido su inseminación, tan tranquila que daba la sensación que ni un terremoto hubiera sido capaz de sacarla de su sopor. 

Poco a poco la sangre fue volviendo a su poco utilizado cerebro golpeándole con un jarro de fría realidad… “Joder, ¿Qué cojones he hecho? Acabo de tirarme a mi madre. Me la acabo de follar. Hostia puta, le he dejado toda mi leche dentro de su coño”. Se maldijo una y mil veces, cerró los ojos con fuerza y tomo una honda bocanada de aire. Con cautela comenzó a apartarse de ella levantando su cuerpo y deslizando su polla hacia afuera. Como si de un resorte se tratara, su madre salió de su duermevela y, al percatarse de la finalización del coito, se giró a su posición inicial dando la espalda a su hijo mientras balbuceaba algo inaudible posiblemente deseando las buenas noches. Álvaro, tumbado boca arriba tras su madre y con todos sus sentidos arácnidos alerta esperó inmóvil cualquier señal de alarma. No se oía ni una mosca. Su padre tampoco daba señales de vida. Momento oportuno para salir echando leches, nunca mejor dicho. Aguardó unos segundos antes de deslizarse por el borde de la cama. Agarró su ropa en un revoltijo y se dispuso a abandonar la estancia.

Asomó la cabeza al pasillo. No había moros en la costa. Salió con paso raudo hacia su dormitorio y al llegar a su puerta, se fijó en la tenue luz azulada proveniente del salón. Después volvió la mirada al dormitorio de su madre y sonrió. “Qué curiosa es la vida de mis padres y sus hábitos. Pensar que acabo de follarme a mi madre a pelo… y de correrme en su coño, sin embargo ninguno de los dos se ha dado cuenta, absortos como están cada uno en sus propio mundo”. En estos pensamientos andaba cuando la tenue luz que iluminaba el pasillo desapareció, señal inequívoca de que la sesión de cine erótico nocturna había acabado. Entró en su cuarto con el máximo sigilo, dejó caer el ovillo de ropa al suelo, se metió en la cama y se durmió como una marmota en menos de dos minutos con una sonrisa de oreja a oreja. 

A la mañana siguiente Álvaro se encontró a sus padres desayunando en la cocina. Mientras se sentaba con ellos, y se mezclaba en su conversación, estuvo atento a cualquier signo anormal en el comportamiento de ambos pero aparentemente todo iba como siempre. Su padre había entrado a hurtadillas en su propia cama con actitud culpable por su paja nocturna a expensas de su mujer a la cual no quería despertar. Su madre, por otra parte, había tenido otra “típica noche sexual” con su marido cuyos lances no tenía intención de rememorar. Ninguno de los dos sospechaba nada de lo que realmente sucedió en su propio dormitorio. Una vez superado el miedo, el hambre fue haciendo presa del muchacho que zampaba con avidez las tostadas de mantequilla y mermelada mientras su padre, con su típico adormecimiento mañanero, terminaba de apurar su café a pequeños sorbos. Su madre se levantó de la mesa dispuesta a recogerla y su hijo no desaprovechó la ocasión para fijarse en su melonar sin sostén bajo el camisón y, rememorar el buen rato de anoche amasándolos. “Menuda hembra, vaya peras y, sobre todo, vaya follada…, se tragó toda mi verga hasta las mismas pelotas sin rechistar, es toda una hembra follando… y lo más increíble, es que se quedó con mi lefa en su coño” Cuando su madre hubo limpiado la mesa y acabado de recoger parte de los utensilios se dispuso a abandonar la cocina… 

– Voy a ducharme. Cuando acabéis de desayunar poned el lavavajilla.

Dijo antes de girarse hacia la puerta y salir por ella. La puerta quedaba justa en frente de Álvaro que disfrutó de la vista de su culo mientras se alejaba a lo largo del pasillo, evocando feliz el momento que lo tuvo entre sus manos…. 

– ¿Le estás mirando el culo a tu madre?  

Dijo su padre sin apartar la vista del café que sostenía por el asa a punto de beber. Previsiblemente el tono que había tenido su padre durante el desayuno sonó áspero y provocador. El estómago de Álvaro se contrajo como si le hubiesen dado una descarga eléctrica. Bajó la vista de inmediato y la fijó en su propia taza de cola-cao, temeroso de que su padre sospechara algo… 

– ¿Eh?, n…no, no, que va. 

La mesa de la cocina era rectangular. Su padre estaba sentado en el lateral de su izquierda por lo que su mirada, fija en la pared que su padre tenía enfrente, no se cruzaba con la de su hijo…

– Yo diría que sí. Y tenías una sonrisa de bobalicón mientras lo hacías.

– Ah, es que… me estaba acordando de algo gracioso.

– ¿De qué?

– Pues de… de… 

Álvaro miraba a su padre de reojo mientras que éste, aun con la taza en la mano frente a su boca, no apartaba la mirada de la pared. 

– Me estaba acordando de una vez que…

– Ayer fui tarde a la cama, interrumpió su padre en el mismo tono hosco. – Estuve viendo la tele hasta muy entrada la noche. 

Se hizo un incómodo silencio. De repente Álvaro se encontró más pendiente de escuchar lo que su padre iba a decir que en continuar con su propia explicación inventada

– Me extrañó que las mantas de mi lado de la cama estuvieran revueltas. Normalmente tu madre entra por su lado y se acurruca en un rincón sin apenas alterar las de mi parte.

Hizo una pausa para dar un sorbo a su café. 

– No le di importancia en ese momento. 

De nuevo se hizo el silencio solamente interrumpido por el ruido de la ducha. 

– Tampoco le di importancia en aquel momento al hecho de que mi lado de la cama estuviera caliente, como si alguien hubiera estado durmiendo allí antes de llegar yo. 

Nuevo sorbo de café y nueva descarga estomacal. Álvaro cerró los ojos pensando en el predecible interrogatorio inquisitivo que se le venía encima. Bien, este era momento de mantener la calma y pensar en algo plausible. Negarlo todo, esa es siempre la mejor táctica. No hay pruebas, no hay crimen, no hay culpable.

Pero ¿sabes qué?  Continuó su padre. – Esta mañana, al levantarme y poner los pies en la alfombra he visto las bragas de tu madre tiradas en el suelo. 

Ahora sí miró a su hijo fijamente a los ojos, atravesándole como si fueran rayos laser. 

– Junto a tus calzoncillos. Y eso sí ha empezado a tocarme los cojones.

La última frase la pronunció escupiendo cada sílaba. Álvaro abrió la boca atónito. ¿Cómo había podido ser tan tonto? No había pensado ni por un segundo que podía haber dejado tantas pruebas. 

– Yo… yo…

 – ¿Qué has estado haciendo con tu madre, pequeño cabrón?

Oírle escupir las palabras de esa manera de los labios de su padre sonaba aterrador. Álvaro cerró los ojos unos segundos intentando pensar su próximo movimiento. Negarlo todo ya no era una opción. En la cocina no se movía ni una mosca. El ruido del agua de la ducha flotaba en el ambiente, mientras su progenitor permanecía mirándole colérico esperando una respuesta de su pequeño bastardo.

A ver, dijo secándose la frente con la palma de la mano. – Deja que te explique. 

Tragó saliva y por un segundo fue capaz de sostener la mirada de su padre. 

– El caso es que ayer me levanté a mear y al salir al pasillo me extrañó ver la puerta de vuestro cuarto abierta. Vosotros siempre dormís con ella cerrada así que pensé en cerrarla yo mismo pero entonces, al llegar a ella, miré dentro de vuestro dormitorio y me fijé que en la cama solo estaba mamá durmiendo. 

La mirada de Martín se endureció y Álvaro empezó a prepararse para recibir una buena hostia en cualquier momento. 

– Después vi los destellos de la tele en el salón y te vi meneándotela viendo una película porno de una chiquilla que era follada por un hombre maduro, mucho mayor que ella. Me sentí soliviantado al ver tu actitud para con mamá... 

Su padre enmudeció tras haber sido descubierto haciéndose una gayola a su polla. 

– N…no sé por qué me acorde de cuando dormía en vuestra cama de pequeño, abrazado a mamá, de nuevo volvió a tragar saliva. 

Su padre permanecía atento. No sabía si estaba ganando tiempo o alargando la agonía…. 

– Como tú no estabas me pareció buena idea hacer como en los viejos tiempos. Solo quería abrazarla por lo que le estabas haciendo, te lo juro y fue lo que hice, solo la abracé desde atrás, como cuando era niño. 

Su padre levantó una ceja. Esa excusa se estaba ganando dos hostias más por cutre, pero tenía su lógica en el fondo. 

– Pero entonces mamá se puso boca arriba, abrió un poco las piernas y me pidió que la follara rápido, porque tenía sueño.

Se atragantó con su propia respiración, no se lo estaba creyendo ni él. Sin embargo haber sido pillado infraganti haciéndose una paja a su edad desarmó momentáneamente su rictus hostil, unido a que no era la primera vez que se había follado a su mujer así, a duermevela… 

– Sé que mamá pensaba que eras tú quien estaba abrazándola y también sé que lo que tenía que haber hecho era largarme pero… hubiera sospechado y tú tampoco hubieras cumplido… 

Miró a su padre con la intención de dar pena, dando a entender que en verdad le había hecho un favor cumpliendo con su esposa, como lo debía haber hecho él.

– Te juro que no hice nada. Solo seguí abrazándola para que no se diera cuenta de que era yo. Me dio mucha vergüenza que me descubriera.

– Ya, y entonces se te ocurrió meterle mano ¿no? Pequeño cabrón.

 – No, mamá alargó su mano y la metió dentro de mis calzoncillos. Me cogió la polla y empezó a meneármela.

Martín puso los ojos como platos. Eso no se lo esperaba. – ¿Te la meneó?

– Yo no quería que eso pasase. Joder papá te juro que iba a pararlo pero no sé qué me pasó, no podía, pensando en ti y en mí, en ella. Sé que suena mal pero era la primera vez que una chica me tocaba la polla. Me sentía fatal por mamá, de verdad, y no podía dejar de pensar en el daño que os estaba haciendo. Me sentía tan desesperado sin control por estar con una chica que… la dejé seguir.

Daba la impresión de que su padre le estaba creyendo. – Tu madre… ¿te la meneó?

– Pero pensado que eras tú, lo hacía tan rápido que creía que iba a morirme de placer. Iba a pararla pero no podía.

– ¡¿No podías o… no querías?!

– Soy un crápula lo sé, un inadaptado al que nunca le ha tocado una chica, rompió a llorar como una nena. Lo siento papá, lo juro. En ese momento no era yo, de verdad. No sabía lo que hacía, perdí el control.

Tomó aire y continuó con su relato. – ¡¿Y Después qué?!

– Después, cuando se quitó las bragas y me dijo que la follara de una vez para seguir durmiendo… Literalmente papá. 

Su padre tragó saliva con tal fuerza que le crujieron varios músculos de la garganta, aquello le sonaba bastante familiar. 

– No debí hacerlo, lo sé. No debí ponerme sobre ella, ni sobarle las tetas y tampoco debí métesela tal y como ella me pedía pero yo solo… solo quería que no sospechase y no nos descubriera. ¡¡Joder!! 

Su padre se hallaba entre la espada y la pared, continuaba escuchando a su hijo que no sabía si inventaba o no, pero muchas cosas encajaban al 100%... 

– Te estabas haciendo una paja y se si nos descubría nos iba a matar. Lo hice solo por eso.

– ¿¡Me estás diciendo que te pusiste entre las piernas de tu madre y le metiste la polla en su coño para que no se diera cuenta de que me estaba haciendo una paja!?

– Lo siento mucho. Siento habérsela metido. Siento haberme follado a mamá. Pero sobre todo siento mucho más haberme corrido dentro de ella… 

Martín volvió a abrir la boca con cara de asombro…

 – ¡¿Te has corrido dentro? ¿Dentro de tu madre? ¿En su coño..?!

Álvaro puso una cara de gatito inocente que venía a decir “sí a todo”. Su padre tenía la cara crispada. En cualquier momento su cabeza podía estallar como en las películas. Contuvo el aire durante varios largos segundos antes de soltarlo como si fuese una olla a presión. Después cerró los ojos con fuerza y le dio una ostia a su hijo que retumbó, pero Álvaro continuó de pie frente a su progenitor.

 – Te pajea…, te la follas…, y tu semen…, la leche de tus cojones se la metes en el coño de tu madre. ¡Joder, qué cabrón eres hijo!



Casi se oía hervir la sangre dentro de su cabeza. Necesitaba tiempo para asimilar todo lo que había oído de su hijo, tal vez uno o dos lustros. Su respiración era tan fuerte que las paredes se combaban con cada bocanada. El ruido de la ducha cesó y el silencio inundó la cocina de nuevo.

– Lo siento, dijo de nuevo.

Su padre continuaba paseando sin rumbo por la cocina Álvaro intentaba recomponer la compostura. Dar lástima era uno de los mejores recursos de la humanidad delincuente y él necesitaba de todos y cada uno de ellos para sobrevivir otro día más. Se oyó el ruido de una puerta abriéndose al final del pasillo. Su padre salió de su letargo de golpe, le miró a los ojos…. 

– Anda no llores más y  límpiate la cara, ordenó su padre.

¿Q…Qué vas a hacer?

– Nada. Y tú tampoco. 

Álvaro parecía no entender cuáles eran las intenciones de su padre. 

– Tu madre no se ha enterado de quien se la folló esta noche y así seguirá siendo. ¿Te enteras?

– Sí, sí, claro, empezaba a respirar aliviado.

– Si tu madre se entera que ahora mismo, en este momento, está paseando tus espermatozoides metidos en su coño por toda la casa…no quiero saber la tormenta que se forma aquí…  

– C…Claro, claro.

– No vuelvas a mi habitación, mantente lejos de tu madre y sobre todo, jamás, repito jamás vuelvas a ponerle una mano encima o te juro por Dios que sales de esta casa derechito a tomar por culo.

 – Sí, sí, te lo prometo. Te lo juro. No volverá a pasar.

Cuando su madre entró de nuevo en la cocina se dirigió hacia su esposo.

– Bueno, ¿qué? ¿Has acabado de desayunar, nos vamos?

– Claro mujer. Me cepillo los dientes y ya estoy.

– ¿Terminas de recoger tú la mesa, verdad hijo?

– Sí, sí, la recojo yo, apuró a decir Álvaro.

Su madre le revolvió el pelo y le besó en la mejilla. 

– Hay que ver qué hijo más formal y más bueno tenemos ¿Eh, Martín?

Su marido tardo dos eternos segundos en devolver la sonrisa a su mujer que desapareció en cuanto esta apartó su vista de él. Aquel día lo pasó más o menos angustiado. Lo que le había parecido un plan de huida perfecto había sido una puta mierda de escapada a la carrera. La mantas revueltas, las bragas de su madre en el suelo y lo peor, sus putos calzoncillos sobre la alfombra de su padre, ole sus cojones, premio al tonto del pueblo. 

***********************


Ya había pasado casi dos semanas de aquel incidente y en su cabeza volvió la imagen de su madre recibiendo verga con total agrado. Ahora, de noche cerrada no conseguía pegar ojo. Se levantó de su cama y permaneció sentado en ella. Miro el reloj, más de media noche. Se puso en pie y caminó por la habitación, el chico estaba salido perdido…la paja no le habían solucionado la contingencia. Al cabo de un rato decidió salir al pasillo. Tal y como esperaba, alguien estaba en el salón con la tele puesta, su padre. En el otro lado del pasillo, la puerta del cuarto de sus padres volvía a estar entreabierta de nuevo, la escena se repetía. Se mordió el labio inferior y caminó hacia ella. La empujó y escudriñó dentro. Su madre dormía sola, otra vez. Cerró los ojos y tomó aire. Aquella vez había cometido la mayor locura de su vida y casi le matan a ostias por ello. No volvería a pasar. 

Esta vez nadie se iba a dar cuenta de su paso por allí. Ahora llevaba el pantalón del pijama como único atavío eliminando la posibilidad que se le perdiera alguna prenda en medio de la oscuridad. Entró, se quitó el pantalón y lo dejó sobre la alfombra. Con cautela se metió en la cama recordándose mentalmente rehacer de nuevo las mantas de su lado tal y como estaban. Se pegó a su madre por detrás y sin preámbulos la abrazó y comenzó a sobarle las tetas y el culo. Para su desesperación, su madre parecía no reaccionar. Su sueño era más pesado de lo que había imaginado. Se encogió de hombros e intentó bajarle las bragas desde atrás. Si no se giraba la iba a follar igual por detrás buscando su hermoso coño hinchado de labios carnosos enormes. Cuando se deshizo de ellas empezó a meterle la polla entre las piernas buscando la gran raja del chocho materno y, fue entonces cuando ella se percató de su presencia…

– ¡Mmmm!, joder Martín, siempre igual. Es muy tarde y no estoy para fiestas, ¡mmmm! 

Álvaro maldijo en silencio su suerte, pero continuó su progresión. Había venido dispuesto a follarla y sabía que podía hacerlo sin pagar peaje a cambio. 

– ¡Mmm!, venga pesado está bien, qué inoportuno eres ¡Te dejo follarme pero acaba rápido! 

Se giró de costado para follar haciendo la cucharita. Ahora sí. Eso era lo que Álvaro había esperado. Mientras ella aguardaba a que su marido la montara. Él aprovechó para subir el camisón hasta y abrir un poco más sus piernas. La oscuridad y estar de espaldas, impedía que  pudiera ver la sonrisa de hiena de su hijo. Álvaro, como una alimaña que acecha a su presa en plena erección, sopesó la idea de lamer el coño desnudo que se encontraba acariciando. Sonrió para sus adentros y se lanzó en busca del conejo mullido en la negrura bajo las sábanas.  Por el olor detectó con precisión el coño de su madre, acercó su lengua a los labios vaginales, los besó y los recorrió con toda la lengua. Instantes después lamía con pasión abajo y arriba haciendo largas paradas en su clítoris que lengüeteaba con avidez. Aquella pepita fue fácil de encontrar, y cuál fue la sorpresa que era enorme…un garbanzo duro y expuesto sobresaliente de su capuchón…  “¡¡Joder… esta mamada me va a dar para muchas pajas!!” Pensó. 

Se entretuvo un buen rato lamiendo coño. Le gustaba, lo deseaba… había descubierto el fastuoso sabor a hembra que le hacía convertirse en un caníbal. Le introdujo la lengua en el conducto follándoselo y, atiborrándose de chumino materno. Le vino a la cabeza que por esa raja nació él, diecinueve años atrás. Se interrumpió desviando su camino hacia arriba besando culo y espalda hasta llegar a las tremendas tetas. Las besó con ganas y se regodeó en sus pezones, al tiempo que tanteó el coño con la punta de la polla, sin encontrar la entrada, entonces fuel ella la que se la agarró y la enfiló en la raja de su vagina, él solo tuvo que empujar. Con todo el glande descapullado, lo notó cobijado por sus hermosos labios vaginales… sin demora se la fue metiendo poco a poco regodeándose en la sensación de penetrar a una mujer tan deseada por años. El flujo copioso había lubricado el conducto vaginal materno, lo suficiente como para que se colara hasta dentro sin dificultad.

Álvaro percibía en la sensibilidad de su capullo, cada pliegue de las paredes del coño presionándolo con delicada humedad… metía y sacaba con contundencia enterrando un poco más en cada inserción. Cuando la metió hasta el fondo, se quedó unos instantes haciéndole notar sus huevos pegados… empezó un mete y saca suave, con cuidado de no despertar más de lo necesario a su madre que continuaba adormilada aguantando que el pesado de su marido terminara de follarla. No tardaría en correrse dentro, estaba súper cachondo, esa situación tan morbosa le ponía a mil. Después la desmontaría escurriéndose hacia un costado dando la espalda a su madre y esperando que ella hiciera lo mismo. En el momento en que la respiración de ella indicara que estaba profundamente dormida se deslizaría por el costado de la cama, arreglaría las mantas de su lado, cogería su pijama del suelo y adiós muy buenas. Hasta mañana. 

Estaba en la gloria follándose a su madre, era un genio. Se merecía lo que estaba haciendo. Cada vez estaba más caliente y la corrida estaba a punto de llegar, lo notaba en sus huevos a punto de reventar de lo que le hervían. Una de sus manos, que no paraba de sobar las tetas de su madre, luego bajá a su culo tanteando el estrellado ano. Jugueteó con él durante rato hasta que sintió una leve contracción involuntaria. La suave follada se estaba convirtiendo en una batería de empujones que hacían botar las gordas tetas de enormes pezones como rosetones de su madre, más de lo que sería prudente. Los vaivenes que le propinaba su hijo, hacían que la mujer comenzara a emitir leves gemidos por la compresión de su cuerpo. El dedo que Álvaro tenía metido en su culo lo había penetrado por completo y se lo estaba follando sin compasión por ambos agujeros. El ano de la mujer se contraía y expandía sin cesar. Le estaba gustando la follada doble... nunca imaginó que su madre fuese tan puta.

La mente del chico rememoraba recuerdos olvidados que no imaginaba, pero su mente tenía presentes…el olor maternal dulce e inequívoco de la transpiración de la piel suave de mamá, esa lisura y el ronroneo de sus jadeos simulaban a aquellas nanas con las que se dormía de bebé. Todo ello se acumulaba a las nuevas sensaciones de percibir las manos de su madre recorrer la orografía de su tensa carnosidad, su espalda, su culo, sus muslos y de nuevo finalizando con las manos en las nalgas del chico. Las agarraba con consistencia aplicando ambas manos en cada glúteo, notando la tensión muscular en cada estocada profunda y contundente en el acuoso coño de su progenitora. Ella notaba a su marido más intenso, renovado. Pese a haberla sacado de su sueño…, en ese duerme vela, ser follada con tal pasión la elevaba a las nubes gozando de manera delirante compensándola… valía la pena recibir esos pollazos a destiempo

Sin embargo Álvaro no sentía demasiado diferente, creía estar soñando. Su madre gozaba sin percatarse de quien la follaba y, dentro del anonimato usurpador. Él continuaba penetrándola buscando el final feliz dentro de ella, en controversia con sus ganas de acabar pronto para no ser descubierto y, la de no acabar nunca de gozar de su madre entregada…la paja antes de meterse en la cama, le pasaba factura aguantando más de diez minutos horadando la vagina acogedora de su madre. Temía que se diera cuenta su madre de quien era realmente su amante, volviera su padre o lo peor, las dos cosas, produciéndose la ciclo génesis explosiva en una tormenta perfecta nunca vista. Ese pensamiento negativo, se desagraviaba con la electrizante sensación que se generaba en su glande en contacto con los pliegues vaginales, recorriendo todo el cuerpo hasta el bulbo raquídeo. Álvaro no fue consciente de lo que estaba pasando hasta que las manos de su madre se posaron en su espalda y le aprisionaron contra ella instándole a seguir follándola más fuerte. A esa mujer le gustaba que la follasen y pedía más verga. Se asustó. No entraba en sus planes que su madre se despertara por completo o que colaborara. Ella solo tenía que dejarse follar en duermevela. En un primer momento el reflejo hizo que disminuyera su cadencia y la fuerza de los embates. Por desgracia para él la situación había llegado a un punto sin retorno.

Su madre le agarró del culo con más fuerza y lo empujó hacia ella, clavándole las uñas… 

– No pares ahora cabrón…. Joder sigue, sigue follándome fuerte. Como siempre hacías de novios ¡Te siento igual de duro, cabrón!

Ya no había vuelta atrás. La única posibilidad era que ella se corriera y se quedara dormida con el polvo. La mala noticia era que él estaba a punto de correrse. “Mierda” Pensó. No voy a aguantar con la polla dura hasta que ella se corra. Y encima papá está a punto de venir….

– No pares de follarme el culo con el dedo, instó su madre entregada por completo. – Mételo otra vez, sigue, sigue, más.

Esto no lo esperaba de su madre. Ella no era de esas. No importa, lo que fuera con tal de no caerse con todo el equipo. Volvió a meter el dedo en el ano y acompasó sus embestidas a las de su polla contra su coño. Su madre continuaba amasando el culo de su amante. Con cada embestida ella tiraba hacia sí de cada glúteo haciendo que el culo de su “esposo” se abriera. Para Álvaro esto era algo incómodo pero nada parecido a lo que sintió cuando el dedo de su madre se coló en su ano y empezó a follarlo igual que él hacía con el de ella. Su madre utilizó la otra mano para agarrarle de las pelotas. Esto no era bueno, le daba demasiado placer, no aguantaría más. “Córrete, joder, córrete,” imploraba mentalmente Álvaro. “Por lo que más quieras córrete y duérmete. No voy a aguantar más.” 

Sus plegarias fueron oídas y su madre comenzó a alcanzar el éxtasis jadeando hondamente suspiros de placer, a su vez se contorneaba en convulsiones estentóreas, el chico no puedo más acompañándola, mientras ella apretaba y relajaba su coño con el cipote de su hijo dentro, el cual le descargaba largos chorros de semen dentro del mismo útero. En el momento culmen de la follada, su madre, empujó de la nuca de su hijo con una mano y le propinó un profundo y húmedo beso ahogando sus gemidos con él mientras le seguía metiendo un dedo por el culo. Los chorros de leche continuaban inundado el fondo uterino de la madre mientras se besaban apasionadamente. Todo aquello duró un minuto, en el que el hijo enfundó su verga hasta los huevos dentro de la vagina materna dejando una buena inseminación, una ingente cantidad de semen  oyendo los gemidos de su madre ¡Nunca su hubiera imaginado a su progenitora tan puta… corriéndose así!

Acabada la corrida, su madre se despatarró quedando su cuerpo inerte bajo el de él. Álvaro apoyo su cabeza en el cuello de su madre mientras recuperaba el resuello. Oía latir el corazón de su madre con fuerza. La muy puta se había puesto a mil con la follada y había terminado follándoselo a él por el culo donde aún seguía su dedo. Por lo menos tenía dentro hasta la segunda falange. Era una sensación extraña sentir el dedo de su madre en ese lugar tan íntimo. Al cabo de unos segundos notó como extraía el dedo de su ano y se preparó para descabalgarla y voltearse con rapidez para que no se diera cuenta de quién era él. Sin embargo algo parecía no ir bien. Su madre había comenzado a palparle nerviosa la espalda, los hombros y por último el pelo de su cabeza.

¿Qué coño…?  

Dijo su madre justo antes de estirar un brazo hacia la mesita de noche donde reposaba la lamparita.

Al hacerse la luz lo primero que vio Amparo Cigüelles Saavedra, natural de un pueblo católico de las profundidades de la castilla más conservadora, fue la cara de su hijo mirándola desde un palmo de distancia completamente horrorizado, casi tanto o más que ella. El susto era tan mayúsculo que el primer instinto de gritar quedó reducido a un quejido sordo en su garganta. Se le había crispado la voz y el bloqueo mental no la dejaba pensar con la celeridad suficiente para llegar a comprender la situación. Amparo miraba nerviosa a su alrededor sin llegar a adivinar qué estaba sucediendo. “¿Qué demonios hacía su hijo ahí? ¿Dónde estaba su marido?” Pero sobre todo “¿Qué era exactamente lo que había ocurrido?” Álvaro no lo llevaba mejor. 

Se había quedado inmóvil. Incapaz de articular palabra ni de reaccionar ante la catástrofe que se le avecinaba. Ahora sí que la había cargado todo el artesonado pero bien. Hasta que no empezó a levantar su cuerpo y separarse de su madre, Amparo no fue consciente de su desnudez. Rápidamente se tapó sus tetonas que acababan de quedar al descubierto sintiendo un espasmo de vergüenza. Álvaro aún continuaba con su dedo en el culo de su madre cuando sintió contraer su ano y lamentó haberlo tenido ahí. Lo sacó con rapidez como si quemara. Amparo siguió con la mirada la trayectoria de la mano de su hijo hasta que éste la apoyó cerca de su hombro. Se fijó en el dedo corazón y tragó saliva entre la angustiada y escandalizada…

– ¿Pero qué… qué haces aquí? ¿Qué ha pasado? ¿¡Dónde está tu padre!?

– Y…Yo, te puedo explicar.

A medida que Álvaro se levantaba tembloroso del cuerpo de su madre, ésta veía con más claridad lo que su cerrazón se resignaba a aceptar. La visión de sus pubis unidos formando un solo cuerpo bajo sus piernas hizo que Amparo, que no cesaba de parpadear incrédula, se mareara…. Cuando la polla de su hijo se deslizó por completo fuera de su coño, pendulaba todavía húmeda sobre los gruesos labios de su madre, Amparo sintió desfallecer. HABÍAN FOLLADO JUNTOS. Madre e hijo. ¿Pero, cómo coño había sido posible? Se echó las manos a la cabeza e intentó pensar con claridad. “Eran las tantas de la noche, ella estaba en su cuarto, esa era su cama y estaba durmiendo plácidamente”. Pasaban los segundos y los engranajes de su cerebro continuaban girando lentamente hasta que se hizo la luz. Álvaro estaba de pie en el suelo recogiendo el pantalón de su pijama cuando sobrevino la metamorfosis de su madre. Por fin ella había atado los pocos cabos sueltos que cabía unir.

 – ¡¡MALDITO HIJO DE PUTA, PERVERTIDO, MALNACIDO!! 

Álvaro paso del blanco al rojo y después otra vez al blanco, parecía un cadáver con temblores. Su padre no tardaría en aparecer alarmado por el ruido. Se l iba a cargar. 

– ¡Serás cabrón! ¡Me has follado, te has tirado a tu madre!

– T…Te lo puedo explicar.

Intentó razonar con su madre pero ella había entrado en una crisis de rabia en la que solo blasfemaba y le insultaba. Al intentar acercarse a ella ésta comenzó a propinarle manotazos en la cabeza y espalda. Lo único bueno era que toda la bronca de su madre había sido en susurros. Al parecer, tampoco ella quería que su marido se enterase de una escena tan indecorosa y vergonzante.

Amparo se tapaba la cara mientras se lamentaba… – ¡Te has follado a tu madre!  A TU PROPIA MADRE. Y me has llenado el coño de… te has corrido dentro y lo tengo lleno de leche ¡Joder nene!

– Por favor mamá. Deja que te explique.

– Lárgate de aquí. Fuera. FUERAAAA ¡Rápido

El esfuerzo de gritar en susurros hacía que su cara se pusiese colorada y se le hincharan las venas del cuello. Álvaro no lo pensó más y salió del cuarto. Al pisar el pasillo se fijó en la ya típica tenue luz del salón. Su padre seguía pelándosela frente al televisor ajeno a él y a su madre. Miró hacia atrás angustiado y vio a su madre colocándose las bragas. “Menos mal” Pensó. “A ver si se acuerda también de estirar un poco las mantas”. Avanzó por el pasillo hasta alcanzar la puerta de su cuarto y entró en silencio. Se sentó en la cama y respiró hondo.  La he cagado, joder. La he cagado pero bien. Mi madre está hecha un basilisco. Cuando se lo cuente a mi padre…” 

Se agarró de los huevos. Ya empezaban a dolerle. Seguro que le echan de casa, sería lo más probable. Por no hablar de la vergüenza pública si se enterasen fuera de la familia. Se tumbó en la cama y se hizo un ovillo… “Todo lo hago mal” pensó. Tenía que haberla follado más despacio. Mierda. Seguro que la fastidié cuando le lamí el coño. La muy puta se puso como una perra por lo bien que se lo comí, será zorra. Y después cuando le metí el dedo por el culo, la muy PUTA terminó de ponerse a mil” En breves instantes estaba rememorando el polvo. Y volvía a estar empalmado. “¿Y si en vez del dedo por el culo le hubiese metido la polla?” Se tumbó boca arriba y se la empezó a menear.





Había dormido como un tronco. Se despertó en la misma posición que cuando se tumbó. Boca arriba y con el vientre lleno de lefa reseca. Se sentó en la cama y puso los pies en el suelo. Recordó la imagen desnuda de su madre bajo su cuerpo y en ese momento pensó en su padre…. “Me va a matar”. Sacudió la cabeza y se levantó dispuesto a enfrentarse con ambos. Al llegar a la cocina ambos padres estaban charlando de una manera que a él le pareció animosa. Buena señal. Se sentó con miedo junto a su padre. Su madre quedaba enfrente de él pero ella no se dignaba a mirarle. Se concentró en hacer que desayunaba copiosamente como si no pasara nada. De vez en cuando lanzaba furtivas miradas al escote de su madre. Se había vestido hasta el cuello. Su padre y ella parecían ignorarle lo que agradeció sobremanera. Cuando estaba a punto de acabar su desayuno su madre se levantó como hacía siempre. Después de recoger parcialmente la mesa salió de la cocina. 

– Me voy a duchar, dijo ella. – El último que acabe de desayunar que termine de recoger.

Álvaro tuvo la tentación de mirarle el culo mientras se alejaba pero no se atrevió por temor a su padre. No pudo evitar rememorar cómo se lo había follado con el dedo mientras ella gemía de placer pidiendo más y más. Su padre le miraba con ojos escrutadores. Su cara le hacía sospechar que sabía algo.

 – ¿Estuviste ayer en mi cama, Álvaro? Puso unos ojos como platos…

– ¿¡Qué!? ¿Por qué dices eso?

– Las mantas de mi lado de la cama estaban revueltas. Otra vez.

 – Joder. A ver si ahora voy a ser yo el culpable siempre que tus mantas no estén como debieran.

 – Solo te lo estoy preguntando.

– Estuve en mi cuarto estudiando hasta tarde, como siempre, y luego me metí en mi cama, dijo airado.

– Vale.

– Que la haya cagado una vez no quiere decir que sea un puto degenerado que solo piense en follarme a mi madre a la mínima oportunidad.

– Está bien.

Bastante me castigo yo por haberlo hecho con mi propia madre, gemía como un gatito. – No puedo ni mirar a mis compañeros de la vergüenza que siento.

– Solo era una pregunta. Ya vale Álvaro. Dejó caer la cuchara con hastío sobre la mesa.

– Me follé a mamá una vez, sí. Lo reconozco. Soy un cerdo, miró a los ojos a su padre. El labio inferior le temblaba de rabia. – Lo que hice me hace sentir un ser horrible y no he vuelto a rondar tu cuarto. Deja de acusarme constantemente.

– Está bien, perdón, dijo poniendo una mano sobre su hombro. – Lo siento, tienes razón.

Dejar de ser virgen ha sido una obsesión que me ha llevado a hacer algo horrible, mantenía la cabeza gacha. – Si pudiera volver atrás…

– Bueno, no pasa nada. Todo olvidado. Lo hecho, hecho está y bien pensado quién mejor que una madre para instruirte en tal compromiso. No te tortures más y perdóname, no volveré a pensar mal de ti, dijo mientras se levantaba de la mesa, incómodo.

La actuación había sido convincente. Había conseguido que su padre se sintiera culpable. Fornicador incestuoso y mentiroso. Menudo fenómeno. Minutos después, se encontraba solo recogiendo la cocina cuando su madre entró por la puerta recién duchada. Se quedó bajo el marco de la puerta con la cara enfurecida.

Acabo de ducharme.

Dijo su madre con voz diserta… Se giró de un brinco. El estómago se le cerró de golpe al ver a su madre.

 No sabes lo que he sentido al limpiarme tu semen del coño y de la entrepierna. No sé como tu padre no se ha enterado de como olía a ti.

– L…Lo siento, mamá. No sabía lo que hacía. Lo juro.

– Eso díselo a tu padre cuando se lo cuente. 

Abrió los ojos como platos. A tomar por culo su actuación de antes. Se la iba a cargar con todo el equipo. Juntó las manos frente a su cara como si estuviera orando…

– No se lo cuentes por favor, ¿Me dejas que te explique?

– ¿Acaso quieres explicarme cómo me follaste anoche, pequeño cabrón?

– Yo… yo me levanté a mear y vi vuestra puerta abierta. Como siempre dormís con ella cerrada me acerqué a vuestro cuarto a cerrarla pero al mirar dentro te vi sola en la cama y, no sé por qué, me acordé de cuando dormía con vosotros de pequeño.

Amparo lo miraba como si éste la creyera estúpida. 

– Me metí en la cama y te abracé desde atrás como cuando era pequeño. Estuve abrazado a ti un buen rato. Me gustaba y me parecía bonito y tierno, pero entonces tú te pusiste boca arriba y me dijiste que te follara y que lo hiciera rápido. 

Amparo abrió los ojos y la boca estupefacta. Intentó decir algo pero Álvaro siguió hablando. 

– Estabas medio dormida y sabía que pensabas que era papá. Así que me quedé quieto esperando que te volvieses a sumir en el sueño pero entonces, cuando me metiste la mano dentro del pijama y me cogiste la polla…

– ¿Q…Qué? ¿Qué hice qué?

– Me la empezaste a menear, hizo una pausa dramática y puso cara triste. – Mamá, iba a pararlo pero…

– ¡¡Ay Dios!! Dijo su madre.

– Yo nunca he estado con una chica. Nadie me ha tocado, por eso se me puso dura enseguida. Me daba mucho corte decirte que era a mí y no papá a quien se la estabas pelando. Me daba vergüenza que descubrieras que se me había puesto bien dura con tu mano. Después… 

Se acercó a su madre un paso. Me estaba gustando tanto que no me atreví a decir nada. Sé qué hacía mal.

– ¿T…Te la meneé? ¿Te meneé la polla? ¿Te hice una paja?

Amparo parpadeaba sin dar crédito a lo que oía. Comenzó a respirar agitadamente y a dar vueltas por la cocina con una mano en la frente y otra en el estómago.

– Tienes que entenderme. A mi edad estoy obsesionado con el sexo y tú estabas junto a mí, haciéndome una paja… 

Se calló como si fuera a decir algo terrible. 

– Te toqué una teta. 

Su madre le miró angustiada. 

– Mamá, compréndelo, No sabía lo que hacía, lo juro. Después te sobé las dos y más tarde te metí la mano en las bragas. Te sobe el coño.

A Amparo se le encogió el estómago imaginándose la escena. 

– Pero… pero… cómo… ¿Por qué?

– Porque tú me lo pedías. Me decías “acaríciame”, “tócame aquí y aquí”, “fóllame rápido. Fóllame de una vez” y yo, yo… obedecía y… y… yo solo quería dejar de ser virgen. Por eso me puse encima de ti

Las lágrimas de Álvaro inundaban sus ojos. 

– No sabes lo que supone ser el único de mis amigos que todavía no ha estado con una chica. Si tú supieras lo que es ser el único virgen de mis amigos, mamá. Si tú supieras.

Amparo sintió una punzada en su interior. Sabía muy bien lo que era eso. Conocía de primera mano el estigma auto infligido de ser la única mujer que no ha conocido hombre entre todas sus amigas íntimas. Apartó la mirada de su hijo y le dio la espalda. Una oleada de sensaciones contradictorias se arremolinaba en su mente. Pajear a un adolescente con las hormonas a mil por hora y con una necesidad imperiosa de perder su virginidad era un coctel demasiado explosivo hasta para el más casto.

– Yo no sé follar pero cuando me puse encima, la polla entró casi sola de manera instintiva, te lo juro.  Cerró los ojos evocando el momento. – ¡¡Tu coño se sentía tan suave y calentito!! ¡Estaba tan a gusto notando el calor húmedo en mi polla…! Pero no sabía lo que hacía.

¿Qué no sabías? ¿¡Que no sabías!? ¡ME ESTABAS FOLLANDO! Me has follado bien…, eso no se aprende lo llevas en tu instinto básico de macho…. Respiraba con fuerza. – Hasta me metiste un dedo por el culo. Me follaste el culo con tu dedo. Para no saber, parece que tienes demasiada experiencia...

– ¡Porque tú me lo pediste! Yo no sé cómo se hace…, tú no parabas de decirme cosas. Cuando me puse sobre ti me metiste un dedo por mi culo. Pensé que eso debía ser normal así que cuando me lo pediste hice lo mismo. ¡Yo qué sabía!

Amparo abrió la boca atónita. Eso era cierto, recordaba haberle metido el dedo en su ano y follárselo mientras le pedía que se lo metiera a ella. Entre toda la nebulosa de recuerdos esa imagen aparecía con dolorosa nitidez. Se llevó las manos a la cabeza de nuevo y masajeó sus sienes. Intentaba ordenar el batiburrillo de imágenes y recuerdos inconexos de su mente. De repente sintió mucho calor. Al parecer, el malo de esta película no era tan malo ni el bueno era tan bueno. La escena de anoche había sido más vergonzante para ella de lo que imaginaba y su actitud en todo este asunto distaba mucho de ser el de una madre ejemplar, casta y fiel a su marido…

 – He incitado a mi hijo a la perversión y el incesto. Su hijo la abrazó.

– Lo siento mamá, lo siento, de verdad. No he pegado ojo en toda la noche y me siento fatal. Soy un degenerado pajero.

– Está bien hijo, está bien.

Dijo como un autómata, intentando ordenar sus pensamientos.

 – Vamos a olvidarlo todo. No pasa nada.

– No me atrevo ni a salir a la calle de la vergüenza. Amparo sintió una nueva punzada de dolor.

– No digas eso. Anda, límpiate las lágrimas de la cara y vete a tu cuarto a estudiar o a leer, o lo que quieras.

– Me odias. Me odias por lo que he hecho….

– No, hijo. Eso nunca. Ya te he dicho que no pasa nada. Venga, vamos a olvidarlo y no le contaremos a nadie lo que paso entre nosotros ayer, ¿vale? 

Álvaro se separó extrañado de su madre. 

– Estás en una edad complicada para el sexo. Si quieres hacerte una paja pensando en mí… pues te haces una paja, no hay nada malo en eso… soy mujer antes que madre, puedes usar mis bragas usadas si te apetece.... guardaré el secreto si lo haces, a cambio que jamás cuentes a nadie lo nuestro, ¡¿verdad, verdad que sí?!

Su madre no vio una respuesta tranquilizadora en el semblante de su hijo. Si se le ocurría hablar con alguien de lo sucedido se podría montar una muy gorda. Tomó aire y le puso las manos sobre sus hombros mirándole a los ojos…. 

– Mira hijo, no he sido consciente de que estás en una edad muy delicada hasta ahora. No quiero que te martirices por lo que ha pasado. La culpa es mía y solo mía. A tu edad es normal estar obsesionado con ciertas cosas y yo lo único que he hecho ha sido distorsionar el rumbo natural de tu desarrollo sexual y emocional.

Álvaro estaba henchido de alegría por dentro a punto de morderse los labios, su madre estaba claudicando a su favor.

– Pajéate cuanto quieras, pero no te hagas demasiadas al día, busca porno en internet o lee relatos cachondos. Es normal que estés obsesionado con ello a tu edad…viste una oportunidad y no pensaste que era tu madre ¿Verdad? ¡¿Lo que me extraña, es que siendo tan guapo y extrovertido, no hayas follado con alguna?!

Su hijo arqueó las cejas en un gesto de dolor.

– Pues no, mentía como un bellaco, – En realidad estaba obsesionado con dejar de ser virgen. Llevo mucho tiempo haciéndome un montón de pajas y con cada una me siento peor. Soy el único de mis amigos que no ha estado con una chica…, por eso ayer… 

Se le contrajo la voz súbitamente en una actuación memorable. 

– Joder mamá, sé que es duro para ti pero lo de ayer ha sido lo mejor que me ha pasado en mi vida. Por fin me he desvirgado con la mejor mujer del mundo, mi madre ¡Te quiero mucho! 

La abrazó con fuerza pegándola a su pecho. Amparo quedó un tanto descolocada por el abrazo de su hijo, pero sobre todo porque su cuerpo junto al suyo evocaba dolorosamente el polvo de anoche, cuando tenía a su hombre acoplado en plena cópula, aunque ese dolor no era tal en realidad. En su cuerpo sitió una virilidad digna de ser probada de nuevo y el chico sin duda necesitaba tener práctica en tal labor de procreación. No le creía del todo que fuese virgen antes de follar con ella, pero esa mentira era "pecata minuta" ante el panorama que se ofrecía ante ellos. 

– Cuando sentí tu mano acariciando mi polla fue como sentir la caricia de un ángel. Me diste tanto placer que no pude pararlo. Después, cuando me pediste que te lamiera tus tetas…noté que tus pezones estaban duros, ¡me alegré de que estuvieras tan excitada como yo!

– Ah… ¿S…Sí? ¿Estaba…?

Ella recordaba que se entregó a su macho entera, que alcanzó a tener un orgasmo en pleno apareamiento, con toda la polla enterrada en su chumino. Su cuerpo comenzaba a sentir un sofoco tentador al entrar en contacto con su masculino hijo.

– En esos momentos, sentía que te devolvía algo del placer que me proporcionabas ¡¡Joder, mamá, era capaz de hacerte disfrutar!! Era capaz de hacer disfrutar a una mujer. Me sentía muy HOMBRE.

– Bueno… a ver

– Cuando metía y sacaba la polla en tu coño notaba cómo jadeabas, como disfrutabas. Fue maravilloso. Notaba en la punta el calor y la suavidad húmeda de tu vagina ¡Algo nuevo para mí!

Ahora era ella la abrumada, cogió la cara de su madre entre sus manos….

– ¡¿Verdad que te gustaba mamá?! ¡¿Te gustaba cómo la metía y la sacaba de tu coño?! Por favor, dime si lo hacía bien….

 – A ver, Álvaro… no sé si… 

Éste no era el tipo de conversación que una madre mantiene con su hijo a primera hora de la mañana, pero era la charla oportuna después de lo sucedido. No quería volver a tocar el tema, y menos después de descubrir su complicidad en el que delito. La instigadora de una cópula incestuosa con su hijo. Se moría de la vergüenza y quería huir de allí. Por otro lado, la deuda moral que tenía con su hijo no se reducía a una explicación y una disculpa. Por no hablar de la que se montaría si se iba de la lengua. ¿Cómo tratar este tema? ¿Cómo llevar este incidente con su hijo?

– ¿Y tus tetas? 

El chico continuaba con su relato…. 

– Mamá, son maravillosas. No me cansaba de lamerlas y de sentir tus pezones duros en mi lengua. Tan calentitas, tan suaves, tan voluminosas... ¿Te gustaba cómo te lamía? ¿Lo hacía bien? 

Él solo estaba interesado en contractar su experiencia con la de su madre a fin de aprender a hacerlo mejor la próxima vez…

 Bueno, eeh… sí, claro.

Amparo se hallaba un tanto descolocada ante tan exacta descripción de su hijo, tanto que su coñito se empezaba a licuar de puro morbo.

– Cuando movías la cadera arriba y abajo como queriendo que te metiera más polla mientras te follaba era porque te gustaba ¿no?

– S…sí, por eso era, sí.

– Y cuando me metí el dedo por el culo, ¿era así cómo te gustaba? ¿Era así? ¿Lo hacía bien?

– Sí, ejemm, lo hacías muy bien cariño.

– ¿De verdad, no lo hacía muy despacio? ¿No hubieras preferido más rápido?

– B…Bueno, así estaba bien. Como lo hacías.

Oye, ¿Y si te hubiese metido dos dedos?

– ¡Álvaro, por favor! Ya está bien. Te he dicho que me lo hiciste perfecto.

– ¿En serio?  Dime la verdad, ¡eh! Si alguna vez vuelvo a estar con otra chica tengo que saber lo que hago bien y mal.

– L…Lo hiciste todo muy bien, Álvaro. No tienes que preocuparte por la siguiente vez. Ya sabes todo lo que hay que saber.

– Y dime, cuando te estabas corriendo y apretabas de mi culo hacia ti como intentando que te metiera más polla ¿Era porque te gustaba que te la metiera hasta el fondo, o querías que te diera los pollazos con más fuerza? 

Amparo no podía separarse del abrazo de su hijo que la aprisionaba contra su pecho. De repente hacía mucho calor en aquella cocina. ¿Cómo salir de ésta? ¿Cómo abordar todas las dudas de su vástago si eran todas de una bochornosa obscenidad? 

Cuando me estaba corriendo dentro de ti, dentro de tu coño, ¿hubieras preferido que te hubiera echado la leche fuera, en tu pubis, como en las películas porno?

– ¡Eeh! bueno, no sé mi vida, creo que me da igual… dentro supongo estuvo bien. A mí me gusta sentir la leche dentro… Tu padre siempre se corre dentro porque me cuido ¿Sabes?

– Todo mi semen dentro te gusta más…, entiendo.

– ¡¡Tu semen No!! El de tu padre. Cuando creía que eras él.

– Ah, vale, el semen de papá lo prefieres dentro y el mío fuera.

– No, no, el tuyo no. Tu semen… bueno, es igual.

El sonido de unos pasos acercándose indicaba que su padre estaba a punto de entrar en la cocina. Álvaro liberó a su madre del abrazo de oso y retrocedió un paso. 

– Gracias mamá por haberme hecho un hombre. Gracias por ayudarme. Gracias por ser mi madre y permitirme sentir a una mujer.

Su madre fue a decir algo justo en el momento que su marido hacía acto de presencia. 

– Bueno, dijo su esposo al entrar. – ¿Estás preparada, nos vamos?

– S…Sí, ya estoy, vámonos. Bueno Álvaro, dijo dirigiéndose a si hijo con una sonrisa cómplice... – Nos vamos, pórtate bien.

Álvaro los vio salir por la puerta sin quitarle ojo al culo de su madre. “Menudos pajotes me voy a hacer a tu costa mamá”, se dijo sonriendo. De ahora en adelante cuando folles con papá te acordaras de mí y de nuestro polvo de la misma manera que papá no podrá evitar hacer lo mismo cada vez que te la cuele entre las piernas. Ambos sabéis que me he follado a mi madre, pero lo mejor es que ninguno sabéis que lo sabe el otro. En el fondo Amparo se había quedado un tanto pesarosa, creyendo no ser la madre que su hijo necesitaba en esos momentos tan críticos, el polvo traicionero no había sido tan malo, lo hizo bien el muchacho, se decía para sí. Por otro lado su marido apenas la tocaba una vez a la semana y no toda las semanas…, tres o cuatro polvetes al mes no eran suficientes para una hembra como ella. Su mente comenzó a cavilar que en nada malo podía hacer si además de instruir a su hijo e implementarlo en su confianza personal, ella también se daba un homenaje quitándose la calentura… y todos contentos

Quedaba hablarlo con su hijo, pactar los momentos en donde su padre no estuviera en casa, lo más oportuno era en las largas tardes del martes y el jueves cuando ella libraba de su trabajo, y su marido llegaba a las tantas de la noche, con el chico en casa tras las clases del instituto tendría tiempo suficiente para instruir con su retoño. De paso rebajaría la cantidad de pajotes que el muchacho se hacía por desesperación pensando en ella quizás. Definitivamente, pensándolo bien fríamente solo veía ventajas ante la nueva resolución estratégica para con su querido hijo… A la vuelta en un momento de intimidad lo abordaría seriamente con él, estaba convencida que accedería sin ninguna objeción…. 





Esa misma noche cuando llegaron a casa, su esposo se puso a ver las noticias sobre la campaña electoral, eso lo tenía muy entretenido, así que aprovechó para entrar en el cuarto de Álvaro, este se hallaba leyendo un libro recomendado por su profesora de lengua… “El sí de las niñas” de Leandro Fernández de Moratín. Se sentó a su lado en la cama... 

– Hijo creo que tu padre y yo hemos desatendido una parte importante de tu educación, a la vista de los acontecimientos, le dijo tomando una mano de su hijo…delicadamente. – A partir de ahora estaré más atenta a tus necesidades. Si tienes alguna duda…

– Bueno ahora no se me ocurre nada.

– ¡Vale! como tú veas cariño. Quiero que estés bien con tu cuerpo y tu mente…que nada te desconcentre de tus estudios… Para lo que te haga falta está tu madre. Pronto empezarás a trabajar, y para eso debes acabar con buenas notas en las prácticas. 

El chico se quedó recostado en la cama leyendo y meditando sobre la última palabra "prácticas", no tenía claro si se refería ¿a las prácticas de empresa por sus estudios o a las sexuales con ella en casa?  Ella terminó de arreglar algunas cosas en la cocina, nerviosa de emprender mi nuevo plan vital con mi retoño…

**********************

Mi madre es mi objeto de deseo sexual sin fin. Mucho es lo que existe escrito sobre el INCESTO, pero las experiencias personales enriquecen el tema. Una mujer de 38 años está en la flor de la vida sexual, y yo en plena  efervescencia. Comenzó a compartir mi cuarto para leer sus revistas mientras yo estudiaba. A mí me enervaba verla, sentirla cerca y llegaba al borde de la eyaculación cuando a la hora de la siesta leía estirada sobre mi cama. Algunas veces me pedía que le hiciera masajes en los pies, así podía relajarse y dormir un rato. Me ponía mano al asunto, le acariciaba la planta de los pies, ella dejaba su revista a un lado, entornaba los ojos y se dormía profundamente. En esas ocasiones, la visión que yo tenía de su cuerpo era casi perfecta…, sus muslos descubiertos hasta el borde de las bragas, su monte de venus pulposo queriendo salir de la prenda que lo contenía. La habitación se impregnaba de un aroma puramente origen sexual.

A medida que pasaba el tiempo y se quedaba a duermevela, mis caricias se hicieron más audaces llegando pierna arriba a rozar sus bragas y, hasta alguna vez introducir un dedo en su chocho mojado sin tener una respuesta contradictora de su parte. Por supuesto que, mis masturbaciones eran apoteósicas cuando se quedaba dormida y el aseo me desfogaba, volviendo a la normalidad. Cuando volvía del trabajo a casa los martes y jueves, que eran sus días de descanso vespertino, buscaba siempre la oportunidad de estar cerca de mí en los momentos de la siesta. Ella se acostaba con un camisón largo que dejaba entrever su monte de venus y sus nalgas casi al descubierto. Tras los primeros días, entablé acostarme cerca de ella para leer mis libros y, así apreciar sus hermosas tetas, sus muslos apetitosos y la redondez de sus glúteos, era un poema y mis masturbaciones más que frecuentes. Pasada la primera semana, mamá me hizo notar que con menos ropa podía estar más cómodo sobre la cama, insinuó estar mejor en calzoncillos por razón del calor. Por supuesto que en slip, semi desnudo y ella mostrando sus glúteos, las tetas con hermosos pezones y unas nalgas dignas de ser comidas, mi verga se mostraba dura en posición de firme. Se hacía notar debajo de la prenda que lo contenía. Mamá miraba de reojo y a veces sin disimulo, sus ojos mostraban un brillo libidinoso que no pasaba desapercibido. 

Aquel martes mientras reposábamos la siesta, comenzó a llover y nos cubrimos con las sabanas. Nuestros cuerpos se acercaron lo suficiente como para que mi verga dura rozara su raja del culo. Ella no hizo comentarios y yo tampoco, pero aparentamos comenzar a dormir… Yo apoyé mi brazo sobre sus tetas sin llegar a tocarlas, mientras mi verga se posaba entre ambas nalgas. Al rato, Mamá dormía. Yo, posé mi mano sobre sus ubres fastuosas y comencé a jugar con ellas. Por supuesto que sus pezones se pusieron erectos como dátiles y mi polla quería volver a entrar en su hermoso coño desde atrás. Pasado un rato sin que ella demostrara estar despierta, comencé a besar su espalda y a poner mi verga cerca de su mano. Cuando ella tomó conciencia de la situación, estiró la mano hacia atrás y encontró la tranca endurecida. La apretó, deslizó sus dedos hasta la base y encontró mis huevos…los sopesó y se dio la vuelta. Me miró seriamente a los ojos… 

– Cariño esto es para nosotros. Solo entre tú y yo. Soy tu madre y tú mi pequeño, pero sé que ahora me ves como mujer y quiero que así sea… 

me hablaba, en tanto besaba su cuello con pasión, casi hasta dejarle una marca. Ella, tomó una mama y me lo puso en la boca…

 esto, es tuyo hijo mío…, dijo dejándose llevar por la lujuria.

Su mano tomó mi verga, la acarició suavemente como hizo las anteriores noches, pero ahora no estaba adormilada y era consciente quien era yo. Se agachó poniendo una pierna a cada lado de mis costado, entonces su coño se acercó a mi cara al tiempo que comenzó a realizarme una felación con devoción, mientras mi boca mordía su vulva, lamiendo toda su raja entreabierta hasta llegar al erecto clítoris… ella suspiraba aceleradamente. Mis dedos se introdujeron en su coño, y mis hormonas llegaban al clímax a punto de explotar en esa boca materna, fue sublime. Se dio la vuelta, me besó largamente pidiéndomelo... 

– ¡¡Quiero ver cómo le comes el coño a tu madre…!!

Despatarrándose y abriéndose los labios del conejo con dos dedos. Hice que abriera sus piernas un poco más para sumergirme entre ellas, busqué su coño mojado y comencé a zampármelo con gula. Ella gemía, gritaba e insultaba, cuando de pronto comenzó a convulsionar estentóreamente, gemía y apretaba mi cabeza contra su coño. Casi me ahogaba en un mar de fluidos rezumantes de su coño. Cuando aflojó pude salir y respirar por la nariz y boca a la vez…, entonces mirándome a los ojos con lujuria, veía su deseo de follarla.  

– ¡¡Mi vida dame tu polla…!!

Eran sus apetitos desesperados tras un orgasmo tan frenético. No lo dudé un segundo más, puse la verga entre los labios de su vagina y al sentir mi glande arropado por sus grandes labios le pregunté solemnemente… 

– ¡¿Mamá quieres ser mi mujer…?!

Ella puso sus piernas abrazadas sobre mi espalda susurrándome al oído…

– ¡Soy tuya cariño, soy tuya! ¡Clávate hasta el fondo de tu madre…!  

Comencé un lento movimiento de entrar y salir en su coño mojado y caliente. En cada penetración ella gemía su calentura… 

– ¡Dame tu polla, dame fuerte hijo! Apretaba sus tetas, pellizcaba sus pezones me decía… – Eres un pervertido y me gusta que lo seas… ¡¿Te gusta follarte a mamá, Álvaro?!  

Mi cara debía de darle la afirmación. 

– Ya vero que sí... ¿Desde cuando estás tan caliente conmigo? ¿Desde cuándo deseas follarme como lo haces ahora…?

– Desde hace mucho mami, desde hace mucho…, sus jadeos se intensificaban.

– ¡Vamos cariño fóllame bien! Que no se diga que no te he enseño como Dios manda ¡¡Fóllame y Lléname de leche, hijo!! No tengas reparo en vaciarte dentro de mí las veces que se te antoje….

Apreté sus tetas hasta producirle dolor y le saqué la verga del conejo anhelante de dura carne… me fui directo a su coño besando antes su monte de venus, lamí su clítoris intensamente para relajarme y aguantar un poco más. La giré sobre la cama, puse la almohada bajo su vientre y me dediqué a acariciar su culo regocijándome en su hermosura carnal. Primero unos besos en los glúteos, luego unos mordiscos más o menos fuertes para después comenzar a introducir un dedo en su ano monumental en forma de estrella colapsando. Ella se retorcía de gusto horadando su esfínter. Le puse el badajo cerca de su boca, le pedí una chupada que me dio sin recato, sin pudor alguno… me enloqueció de gusto durante unos segundos fabulosos. Volví hacia su culo elevándolo un poco me facilitó la inserción y, comencé a introducir la cabeza entre sus labios vaginales abriendo su raja llena de pliegues humedecidos de abundante flujo, la recorrí varias veces con mi gordo capullo entre ellos hasta que encontré la entrada vaginal otra vez. Primero gritó al clavarla de un solo envión, se detuvo la introducción cuando los huevos estuvieron pegados a su coño con todo el tronco en su canal, unos segundos de quietud y silencio fueron suficientes para que ella comenzara a mover sus caderas produciéndose en mi rabo sensaciones que me llevaron a cotas sublimes ¡Eran unas sensaciones inolvidables!  

Al oído le dije… – ¡¿Te la saco?!  Y ella con la voz imperativa contestó de inmediato

– ¡Si la sacas, te mato! No pares de follarme hasta acabar conmigo, cariño. 

Aceleramos el movimiento de nuestros cuerpos, ella acabó de correrse una vez más…

– Quiero verte la cara cuando sientas que me corro.... Mejor me pongo encima de ti.

– No cariño ¡¡Tu madre es quien te va a follar!


**********************

¡…Era mi gran momento! Me fui directo a besarlo, él me tocaba las nalgas exprimiéndolas, y yo le pegaba las tetas comiéndole la boca. Al rato me arrodillé agarré esa gran verga inhiesta bien dura con todo el escalofriante glande descapullado, sin vello como depilado, se le notaban los huevos grandes e hinchados, le escupí en su ariete comenzando a chupar ese gran trozo de barra de carne caliente, apenas me cabía algo más de la mitad, parecía que me atragantaba…, se lo hice durante cinco minutos, me paro y me besó de nuevo con lengua. Al momento que me vi mojada de puro jugo vaginal, no sospechaba que pudiera estar en uno de mis días más fértil. En nada me fui sentando sobre su polla pegando grandes gemidos cuando me entraba, me entró toda quedando inmóvil. ¡Sentía esa gran verga hasta el fondo, percibía palpitar su miembro viril! Empecé a saltar sobre su cipote gritando de placer, me imagino que algunos vecinos escucharon pero no me importó, hasta que medio agotada me corrí por segunda vez. Salió un chorro de flujo sobre el pollón que le llegó a mojar todos sus huevos y los muslos hasta las sábanas.

Aquello no había acabado para mi retoño, le dije sorprendida… ¡¿Hijo te has hecho una paja antes de follarme?! Aguantas como un jabato… Su sonrisa pícara me respondió.

Levanté las piernas en la misma postura y él plantó sus pies para coger agarre doblando las rodillas. En esa postura, me empezó a embestir con fuerza dejando que sus huevos chocaran con mi vulva encharcada produciendo ese ruido tan sensual… ¡¡TCHASS, TCHASS!! Gemía de placer amansándome las tetas cuando no me agarraba de la cintura. Así estuvimos por unos diez minutos satisfaciéndonos mutuamente.

Me tumbé sobre la cama soltándome… 

– ¡Ay mamá que buen coño tienes! 

Tirándose a lamer mi clítoris produciéndome un placer inmenso.

En esa situación no duró mucho poniéndome a cuatro patas como una perra…, me penetro fuerte, me retorcí del gozo al percibir ahondar en mi intimidad uterina. La follada ya había tomado un cariz frenético no dando crédito a estar casi media hora jodiendo con un hombre…ninguno que me hubiese follado en toda mi vida poseía tal potencia sexual, llevándome a cotas olvidadas desde mi juventud en las más diversas posturas. Su gran polla dilataba bastante mi vagina, sentía su gordo capullo penetrando en lo más recóndito del chocho súper inundado de flujo vaginal, un gran lubricante natural para esa dotación viril. En esa postura  me embistió otros tantos minutos…, perdí la cuenta del tiempo y el espacio. Aceleró bien agarrada de la cintura para no escaparme de su sometimiento…uno, diez o cien pollazos a todo lo largo y hondo de la vagina…, gemía y gozaba como una puta… aquí sí estaría bien la expresión ¡De puta madre! Mis tetas se balanceaban locas frotando mis pezones sobre las sábanas. De pronto siento que su ritmo se acelera, sus jadeos crecen en frecuencia y sonoridad, sus dedos se clavan en mis nalgas y yo comienzo a convulsionar asiéndome de las sábanas para no salir despedida de los fuertes empellones que me daba mi semental... sé que mi chico ya no aguantaba más, se la notaba súper dura atorándome.

 – ¡Lista mami! ¡Aquí viene tu leche! Me espetó.

Apuntilló fuerte dentro de mí con los huevos aplastados contra mi coño y su cabeza de ariete gorda y dura en la entrada de mi matriz… Y comenzó a correrse, se le puso la verga a reventar, haciéndomela sentir envuelta entre mis paredes vaginales, a la par que sus gruesos chorros de leche inundarme, mientras el verraco resoplaba soltando toda su potencia en mi útero. Notaba su virilidad y me excitaba ser receptora de su hombría.

– ¡¡Mami cuanto me gusta esto… me estoy corriendo dentro de tu coño!! ¡Aaaagggg! 

Me decía mi hijo entre estertores. Me eyaculo al menos seis o siete lechazos sin sacarla un solo momento de lo más hondo del chumino, donde solo él fue engendrado. Finalmente quedó derramado sobre mi espalda unos segundos antes de extraerla. Abrí bien la boca y me la metí, se la chupé hasta dejarle limpia esa maravillosa polla que yo parí para hacerme ahora feliz. Noté como me escurría un hilo de esperma fuera de mi chocho de la abundancia de tal descarga…, “¡Todo un toro!” pensé si era su segunda eyaculación o tal vez me mintió. Sea como sea he de reconocer que un hombre con una polla de casi 20 cm y bien gruesa, que además posee una eyaculación súper abundante, unido a un aguante con toda esa potencia viril, es todo un MACHO, y es el amante perfecto

No me extraña que tenga la testosterona por las nubes, se le nota una madurez sexual fuera de lo común, y a sus 19 años ya posee la madurez anímica con la que no he de lidiar… porque no es un niño, sino un hombre hecho y derecho. Nos duchamos y nos acostamos a reposar el polvazo durante una hora relajante…  Me vestí agotada y con dolor de coño por el sexo loco e interminable que tuvimos. Entré en la cocina a preparar la cena y recibir a mi marido un poco más decente. Fue la primera vez con mi total consentimiento y no me arrepiento en absoluto, porque le veo más feliz y reposado, concentrado en sus estudios más que antes. Preparando la comida, mi mente cínica solo pensaba que deberíamos repetir con ligeras modificaciones para no aburrirnos, sin embargo lo más morboso era la sensación de mi vagina condolida llena de esperma, hablando tranquilamente con mi esposo "EL CORNUDO".

Al día siguiente, cenamos juntos con su padre viendo una peli. Tomamos vino, y reíamos mucho. De repente, cuando en un descuido su padre desapareció, completamente desinhibido se puso enfrente a mí que estaba sentada en el sillón. Me besó en los labios y le sonreí. Después de lo que estaba pasando entre los dos no iba a estar ahora como una monja con él…. Su padre definitivamente se marchó a dormir y nos quedamos charlando en el salón… 

– Mamá, me gusta lo que está pasando con nosotros, me siento menos acomplejado y más seguro de mí mismo. Realmente son los días más felices de mi vida. 

Se acercó más a mí agarrándose en las hombreras del sillón con una mano y me besó el cuello. Le dejé y le acaricié su barriga para darle cariño… 

– Venga, pesado, que no podemos hacerlo más que en nuestros días, solo en la siesta cuando libro del trabajo… ya te lo dije…

Me besaba totalmente excitado en mi cuello con su lengua…. 

– ¡Mamá, mira cómo estoy…! 

Como podía pensar que un adolescente salido se pudiese controlar, ser razonable y pensar con la cabeza sobre los hombros…a su edad solo actúan comandados por el cabezón de su polla…

– Ya veo, ya, mi cielo, pero no está bien hacerlo con tu padre en casa. Además me prometiste que le entrarías a esa chica que te gusta… Mi vida eres muy joven y has de encontrar un amor de tu edad, no te puede conformar solo con el de tu propia madre, cariño.  No me escuchaba…

 – Tócame y verás, por favor…

Le toqué la polla más bien por curiosidad, total, es casi como cuando le  acariciaba cariñosamente el culo. Pero mi sorpresa fue enorme… percibí al tocársela que estaba ya sin pantalón ni calzoncillos. Tenía el Glande fuera completamente descapullado, y los huevos muy duros, apretados hechos una bola…  

– Eres un tramposo, Álvaro

Se rio de la travesura a la que me dejé hacer…

– Por favor, quiero hacerlo.  

– ¿Tú estás loco? Si nos pilla tu padre nos mata a los dos… 

Continuaba sin escuchar…

– Sigue, no dejes de acariciármela, por favor… 

Tenía dudas y miedo que su padre apareciera en cualquier momento, seguí masturbándole el pollón de mi amado retoño… mi impulso me llevó a besarle a él, en sus labios, en su lengua, en su cuello de adolescente tan tierno y rico. 

– Sigue, Mamá, así… 

Con su mano derecha me desabotonó un botón de la blusa y al no llevar sostén, me sobó el pecho izquierdo casi hasta hacerme daño. Noté gotitas en mi mano de semen.

– Cariño… te vas a correr.  

– ¡¿Mamá?! Por favor no me dejes así. 

Vi sobrexcitado a mi amor, me puse de pie, le abracé y le besé en la cara, la boca metiendo mi lengua hasta la campanilla, estaba muy excitada por culpa del cabrón de mi hijo…

– Cariño. ¡¡Nos estábamos dando un magreo con tu padre en casa….!! Esto es una locura.

– Mamá, será la última vez que te lo pido de esta manera, te lo prometo, pero hoy te lo suplico, déjame terminar.





No sabía muy bien a qué se refería con terminar, pero me desbrochó otros dos botones de la blusa, besó todas mis tetas mamando de los pezones durísimos. Miré al techo y eché un suspiro de emoción y placer. Mi niño lamió de arriba abajo mi estilizado cuello. Quedé sólo en bragas y él sólo con su camiseta. No era justo, mientras me lo pensaba, le desnudé a él y tomé mi parte. Le besé su pecho sin pelos todavía y así él sobaba mejor aún mis tetas, caídas por la postura, en todo su esplendor. Le pajeo la polla que explotaba de dura y caliente, y supe que quedaban segundos antes de que mi vida, mi verdadero amor se corriera. En ese momento lo amé con todas mis fuerzas…, se había hecho un hombre y lo tenía dispuesto y viril solo para mi regocijo.

– Álvaro mi amor… te voy a demostrar que tu madre es capaz de arriesgarse para demostrar su amor… 

Le besé la barriga, plana, sin bello, y mi lengua jugó con su ombligo. Él daba jadeos y suspiros de placer, y yo estaba húmeda por completo, tras muchos años sin tocar un culo o una verga con ese vigor y enardecimiento hacia mí. Ahora me resarcía con mi hijo. Le agarré bien sujeto de su culo y besé más abajo del ombligo. Su glande ya rozaba mi barbilla… le toqué los huevos, se los sobaba, se los amasaba excitándolos para que su leche estuviera al punto de ebullición. Me incorporé, me quité las bragas sin despojarme de la bata a fin que mi hijo pudiera tener acceso a su chumino cachondo, y le abracé como a un amante, le metí mi lengua en su boca y le cogí sus manos llevándoselas a mis tetas frotándome el clítoris con su mostrenco endurecido. Nos juntamos tanto que su cipote casi entra de lleno por enésima vez por donde nació. No tenía previsto tener otro hijo, la verdad quedarme preñada no era mi intención, pero poco remedio poníamos los dos…me agaché hasta tener delante la joven polla de mi querido. Lo tomé y la dirigí con ansia a las profundidades de mi boca. El aún moderado tamaño del miembro me permitió alojarlo entero en mi cavidad mientras sorbía sin ascender para notar como crecía en mi interior endureciéndose más y más. 

Chupar su falo exasperadamente lento, hizo que fuera subiendo, liberando esa monstruosidad mientras el chico gemía. Descendí, ascendí, descendí de nuevo para volver a ascender, con la misma lentitud que mostré dos semanas atrás empapándome con un sabor a piel húmeda, algo salada, con un tacto rugoso y terso. Y se la chupaba con fuerza mientras mi mano izquierda le acariciaba el vientre y la otra sopesaba los pesados cojones repletos de lefa... Mi mano derecha le sobaba los huevos, y así estuve varios minutos metiendo y sacando su rabo de entre mi lengua y paladar llegando hasta mi garganta. Le lamía el glande, tan descapullado que pareciera que estuviera circundando el hermoso capullo…, con mi lengua le hacía el mejor trabajo que una puta le puede hacer a un macho, lengüeteando su orificio y su frenillo mirándole a los ojos para ver el gusto que le estaba dando su madre en aquel ariete del placer. Después volvía engullirme el tronco ensalivándolo copiosamente, le escupía sobre ella y volvía a tragarme la polla hasta los huevos sin dejar de manosear las flamantes bolas de Álvaro. ¡Un día también se lo haré así a padre! me dije en ese momento, me resultaba excitante el sabor a polla.

Ese pensamiento me excitó, endureciendo mis pezones y humedeciendo mi chocho. Mi lengua recorrió todo el tronco de esa enorme polla, alternando los paseos con chupadas, que acababan en los testículos con sonoras succiones que elevaban la temperatura del salón, así como los jadeos del paciente. Aguantó menos que otras veces, pero también le premiaría con una prórroga de varios minutos cuando su engrudo ya se alojara en mi estómago. El ciclo se repetía una y otra vez cada vez con mayor celeridad viendo como bufaba el macho cabrío presto a soltar su lefa de un momento a otro. Noté el endurecimiento de su erección y sujetándome de la coronilla con sus manos, para no escapar del lechazo inicial me clavó toda la verga vaciándose en mi garganta… soltó su chorro enorme atorando mi galillo, que no era amargo sino agridulce. Le siguieron otros aldabonazos hasta conseguir descongestionar sus hinchadas pelotas del esperma acumulado. Sin el menor recato me iba tragando cada chorro de semen colmando mi cavidad bucal. Me zampé su engrudo procurando no se derramara nada fuera en nuestras ropas o en el sofá, evitando cualquier evidencia de nuestro descaro. Se cayó del esfuerzo suspirando. Me senté junto a él acariciándolo, luego me puse encima de él, posándole mis tetazas sobre su pecho. Le besé en la boca para que saboreara su propio néctar y que comprobara cuanto me gustaba beberme su leche. En nada le hizo ascos a mi lengua que se perdió dentro de su boca buscando la azarosa humedad de mi niño….

– Te quiero, mamá hacía años que soñaba con tener unos orgasmos como los que tengo contigo, como este de hoy  ¡¡Mamá…Te amo!! 

Me acarició de nuevo las tetas, pasando su dedo pulgar por las areolas de mis pezones y pellizcándolos. Nos besamos, reímos y le vestí para ponerme yo la bragas después…. 

– ¿Todos deberíamos tener una madre que nos mimara tanto como tú lo haces conmigo? Los adolescente tendríamos menos problemas y esta etapa complicada, sería mucho más fácil.

Mi esposo notó la recuperación impresionante de los estudios de su hijo y la felicidad de su madre, que acertadamente, atribuyó a los cuidados sobre él, aunque en verdad fuera a ambos, haciéndome más activa en la el lecho conyugal… el pobre nunca imaginó su naturaleza. Notó que el sexo conmigo era más frecuente, más intenso, más activo y provocativo a la par que lascivo… mi marido lo achacó al mero paso del tiempo sin follar. De todos modos no lograba hacerlo más que un par de veces por semana con mucho esfuerzo y sugestión de mi parte…, unas veces con condón otras sin él, de modo que de estar casi huérfana de satisfacción.

Ahora mis dos sementales me complacían como mínimo cuatro o cinco veces por semana. A mi hijo le enseñé a ponerse el preservativo, aunque no siempre nos daba tiempo y en todas las veces dejaba que a partir de la segunda vez, me follara a pelo ¡Al chico había que darle ese gusto! Y de paso a mí. Volví a ser la Amparo volvió de antes, aunque me notaba con una sombra de culpabilidad al lado de mi esposo, que me impedía ser del todo feliz que fui cuando éramos novios…. Volvimos a practicar el sexo anal ocasionalmente. A la sazón mi hijo me confesó la afición de mi marido al porno, me llamó la atención y una vez le espié, descubriéndole haciéndose un pajote con una de sus películas…donde una adolescente se lo hace con un señor maduro que bien podría ser su padre. Lejos de enfadarme, escenificamos fantasías en que yo era una colegial y él mi  profesor, o incluso yo una niña y él mi padre. Disfrutamos de esos nuevos roles, sin que él sospechara que esos mismos los teníamos de verdad entre nuestro hijo y yo… lo importante era que habíamos alcanzado la compenetración y complicidad de cuando de éramos novios. 





A fecha de hoy se ha cumplido mi fantasía de tener a dos hombres para mí sola… mi hijo sigue usurpando el lugar de su padre tres o cuatro veces a la semana, con un cambio radical en su vida y, su padre y yo seguimos haciendo el amor periódicamente, de tal modo que, o con mi marido o con mi hijo tengo ración de sexo casi a diario. Mi coño no deja de estar húmedo de flujos vaginales y de la leche de alguno de mis hombres. Como dice mi nombre, “amparo” a ambos con el mismo amor desde hace más de ocho meses. Anoche salimos a cenar una cena romántica, que finalmente se convirtió en familiar cuando nos encontramos cerca del restaurante a Álvaro que volvía a casa. Los tres bien avenidos disfrutamos de una velada poco frecuente, hasta que tuve una ligeras náuseas, no me terminé lo del plato y ante mi indisposición nos marchamos pronto a casa. 

En los días siguientes volvieron a acudir esos malestares nada más levantarme, lo que me hizo sospechar que la aventura con ambos machos había tenido su fruto en mi vientre. Tras tantos meses follando descaradamente, la mayoría de las veces sin funda, les había dado halo de total libertad hacer con mi coño lo que quisieran… ¡¡EFECTIVAMENTE ME HABÍAN PREÑADO!! No importaba de quien era el esperma que me fecundó, en definitiva cuál de los dos era el padre biológico, ambos eran mis hombres y lo seguirían siendo por toda la vida indiferentemente, porque continuaría llenándome por muchos años, aportando los espermatozoides que pudieran fecundar otra vez mi útero, no iba a tener cuidado con ello porque ¡Me sentía muy feliz de estar de nuevo PREÑADA!




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