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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

El hombre de la casa




Al abrir la puerta de la casa, escuché el rumor jadeante de quienes están en pleno acto amatorio, el sonido del mullido colchón continuó con la misma cadencia, lo que demostraba que no se dieron cuenta de mi llegada. Me acerqué al cuarto de mi hija, origen de tal martillero fornicador, procuré silenciar mi presencia…no hice ningún ruido sólo me limité a observarlos y la verdad fue impactante… ¡Al extremo maravilloso! Nacho se follaba a su hermana sobre ella completamente despatarrada en la posición del misionero, desde atrás se veía entrar su polla sin contemplaciones en el coñito mi hija. Entraba y salía con regularidad, por un instante toda aquella verga tan rica se hallaba fuera de la raja y un instante después desaparecía en el coño de Sandra…. 

Me asombró el tallo de mi hijo, era una tranca bien grande, pero además de bastante ancha al igual que la de su padre, aquel macho la tenía bien gruesa y se la hacía notar expandiendo el coñito de Sandra, a la par que emitía gemidos de complacencia al sentirla alojada entera dentro de ella…, me atrevería a decir que se me antojaba incluso más carnosa y musculada. Sin duda la vista era maravillosa de sus huevos golpeando el coño de su hermana. Si no fuera porque mis dos hijos eran los protagonistas de esa gran perfidia, hubiese sido una visión sublime para mis instintos contradiciendo cuanto percibía en mi excitado cuerpo. 

No podía ver la cara de Nacho apretando con fortaleza en cada empuje…tensando sus glúteos cada vez que ahondaba en el útero de Sandra, pero aseguraría que él estaba gozando enterrando todo el cipote hasta los mismos huevos, una y otra vez, unas pelotas comparables a las de un toro bravo se balanceaban en el vaivén de cada invasión uterina. De pronto me sentí mal al estar espiándolos, pero no podía dejar de admirar la belleza de los amantes acoplados. Mi hija lo abrazó por debajo de su culo con las piernas, le servía de apoyo para elevar un poco más el coño…entonces la clavada de su hermano se produjo más accesible y profunda sin cabe. Sus gemidos me hacían excitar más y pronto me empecé a calentar tremendamente, mis pezones saltaron duros y mis bragas se humedecieron sin poder remediarlo.
Fue en ese momento donde recordé todas mis locuras de juventud…la cantidad de chicos que pasaron por mi chumino hasta que me preñaron de Sandra, con mi bebé en mis brazos maduré de golpe, pero eso no me quitó la calentura de coño que tenía, la misma que percibía en esos instantes oyéndolos gemir… ¡Deseé tanto tener un hermoso mástil como ese entre mis piernas!, gozarlo volviendo a ser joven, pero era mi hijo y sólo podía ser una fantasía para mi estímulo. En ese lapso de tiempo caprichoso oí un ronco gruñido de Nacho, vi como la hincaba al fondo en el coño de su hermana...debía de ser el instante de soltar los largos chorros de semen, los cuales no debían de parar de salir de sus huevos directo al útero de mi niña. 
Pese a lo perverso del acto, el morbo era maravilloso al ver a mis queridos hijos gozar de esa manera. Cómo deseé haber sido yo la que con mi conejo hambriento hiciese gozar a mi hijo recibiendo su copiosa lechada, rápidamente me retiré con cuidado de la puerta y regresé a la de entrada. Unos minutos después fingí regresar a casa, abrí y cerré con impulso la puerta anunciando mi llegada, mi hijo contestó desde su cuarto, por un momento quise llegar a aquella habitación del concubinato, seguro la encontraría muy excitada y preocupada por la explicaciones de encontrarla en ese estado de atolondramiento orgásmico, opté por ir directamente a mi habitación…, en frío tomaría mejores decisiones. 
Desde allí grité que me ducharía, entonces él contestó que saldría a la calle. Entré a mi habitación me desnudé lentamente frente al espejo, mi corazón latía sin parar… pude ver lo duro de mis pezones.  En muchos años no estuve así de estimulada, y mis bragas de algodón blanco qué decir lo mojadas que estaban. Sólo pensé en su cipote dentro de mí, así que me empecé a acariciar todo mi cuerpo, mis tetas, mi culo, mi coño…en segundos ya tenía dos dedos metidos en la raja de mi vagina encharcada, me acariciaba frotándome duro la pepita imaginando que era la verga de Nacho perforándome. Tomé mi consolador, me acosté y gocé metiéndomelo hasta que gemí del gusto de mi corrida. Entré a la ducha y ahí tuve otro orgasmo resbalando el agua tibia por mi cuerpo.

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Perdidamente enamorado de Sandra, tengo que admitir que esa semana fue una locura total, se había producido el choque de dos tres que circulaban por la misma vía con sentidos opuestos a todo vapor…, apenas podíamos controlar nuestros impulsos y cada día provocábamos situaciones que nos llevaban al límite del morbo efervescente. Uno de esos días, mi hermana preparaba su desayuno en la cocina. Llevaba una de sus camisetas anchas que le llegaban justo por debajo de sus nalgas que utilizaba para dormir, disponiendo sus maravillosos muslos al aire, y su culo al menor descuido. Los días que mi hermana decía de preparar el desayuno, mi madre se despreocupaba de todo, quedándose en su despacho organizando papeles de última hora dejando que ella preparase todo. Pero al entrar en la cocina no lo pude evitar… la cogí por la cintura desde atrás a Sandra, frotando sin avivar mi abultado rabo contra su trasero. 
¿Qué haces? ¿Estás loco? 
Susurró echando la cabeza hacia atrás. 
– Si te callas no nos oirá. 
Contesté besándole el lóbulo de su oreja izquierda mientras me masturbaba. Sabía perfectamente que ese era su punto débil y soltando un leve suspiro su boca se rindió mamándomela. La incliné sobre la encimera de la cocina levantándole la camiseta para dejar su culo al aire, como si ya no nos importara ser pillados, bajé sus braguitas hasta la mitad de sus muslos. Guiando mi cipote con pericia la invadí muy suave aferrando sus caderas. El rígido ariete se deslizó por un tobogán de agua en la gruta apretada de mi amada hermana. Llevábamos al menos dos días sin tocarnos… por diferentes causas no coincidimos. Debido a esa ansiedad estuvimos follando durante solo unos minutos que se hicieron un flash, muy afín a la manera que un semental monta a la yegua, pero no tan rápido. El caso es que no duramos nada, llegando ambos casi a la vez a un tremendo orgasmo. Mi hermana siempre había sido una chica maravillosa y ahora la percibía como inconmensurable deliciosa, capaz de controlar los espacios y los tiempos para mostrar la más absoluta normalidad después de haber echado el mayor de los polvazos.

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Hasta el momento no habíamos utilizado condones y ya me había llenado el útero varias veces de su impetuoso esperma. Inconscientemente presentíamos que no quedaría nunca preñada… De poco nos servía la experiencia de mamá conmigo. Nacho, no es porque sea mi hermano, pero es el chico más guapo de entre todos mis amigos y los suyos. Todo empezó cuando ambos rompimos con nuestras parejas, ese motivo nos unió más como amigos que como hermanos y sin saber cómo surgió que necesitábamos gozar de nuestros cuerpos, y en especial a él de mis tetas. Le encantaba besármelas y chuparme los pezones. A mí que lo haga con esa pasión. Ese día coincidimos en la cocina como era costumbre y mi madre despreocupada en su despacho con su trabajo. Antes que me diera cuenta comenzó a tocarme y chuparme las tetas… me había bajado las braguitas a medio muslo para pajearme el clítoris. 

Yo ya le había sacado la verga del pantalón y se la masajeaba a modo de masturbación desliando arriba y abajo su prepucio, como ya muchas veces lo habíamos hecho. Me incliné para chupárselo mientras él me follaba con los dedos por entre las nalgas, casi siempre así se lo hacía hasta que eyaculaba en mi boca una buena ración de lefa mañanera, pero esta vez me interrumpió haciendo que me incorporara y procedió a sacarme completamente las bragas. Luego hizo que levantara una de mis piernas tirándome sobre la encimera, y llevó su pollón erecto a mis labios vaginales colocándolo entre ellos en actitud de metérmelo, yo le decía sin convicción que no lo hiciera pero tampoco hacía nada por evitarlo, la extrema excitación que en esos momentos tenía me inducía a dejarme follar a primera hora del día… sentir dentro de mí aquel hermoso instrumento de placer me alegraba el resto del día.
Estaba poseída por la lujuria y solo me importaba en esos momentos disfrutar de mi sexualidad, no interesaba si mamá llegaba de improviso pillándonos follando o los riesgos que me follara sin protección alguna preñándome…, solo quería sentir el placer de ser poseída por el “hombre de la casa”, mi vagina estaba derramando su jugo debido a la intensa cachondez en que me encontraba. Nacho empujó un poco su verga hacia adentro de mi coño, logró penetrar la cabeza de su aparatoso falo, por la buena lubricación que daban mis fluidos vaginales, su verga se incrustaba con suma facilidad cada vez más hondo, incluso yo misma empujaba mi cadera para ayudar a la penetración de la riquísima verga de mi hermano. En un momento dado su ariete encontró a su paso una dureza, algo similar a un obstáculo que le impedía penetrar más, creí que ya me lo habría metido por completo pero al comprobarlo con mi mano, aun le quedaba por entrar poco más de la mitad de su verga, sin meditar lo que estaba sucediendo le animé diciéndole… 
- ¡Fóllame, métela toda bien dentro de mí! Quiero sentirla bien.
Nacho empujó con vigor y yo hice lo mismo con mi cadera, sentí un poco de dolor, al que no le di importancia y entonces la verga de mi semental continuo su camino a mis entrañas. Con extremada delicia sentía como cada centímetro de su sabroso falo iba entrando en mi útero…,nuevamente el avance se detuvo, pero esta vez ya solo sus huevos estaban fuera de mi candente hendidura vaginal, sentí la gloria al tener aquel suculento cuerpo extraño invadiéndome dentro de mi ser. Los movimientos de vaivén se generalizaron por parte de él y yo movía la cadera en círculos como lo había visto en las películas porno que en ocasiones acostumbraba mirar cuando me masturbaba. Esas folladas de… “Aquí te pillo aquí te mato”, era lo más bueno que me solía pasar antes de salir camino de la Universidad. Solo con Nacho me ocurría, satisfaciéndome el instinto animal… 
¡Me encantan los orgasmos provocados por la penetración del miembro viril de mi hombre!, Nacho no aguantó mucho y cuando se iba a "correr", le agarré de sus nalgas con ambas manos y lo clavé más dentro de mí... su verga se la clavó en mis entrañas abriéndome la vagina en lo más profundo para derramar su esperma, sembrando mi útero con su fértil semilla. Entonces volvimos a la realidad de donde estábamos y presurosos nos arreglamos la ropa, yo me puse las bragas sin limpiarme la leche que rezumaba de mi raja, para que estas la absorbiese, y me coloqué el camisón bien estrado. Él se metió la verga semi flácida al pantalón y nos pusimos a acabar de preparar todo para desayunar como cada mañana, un poco temerosos que mamá nos hubiese oído, divertidos y emocionados por la aventura de amarnos clandestinamente dentro de casa... ¡notaba la adrenalina por mis venas!





– Anda, tonto Ahora pon la mesa antes de que mamá sospeche algo

Le solté en voz tenue subiéndome las braguitas y colocándose la camiseta enrollada en su cintura. 

– Te quiero, hermanita

– Y yo a ti nene, eres fabuloso e irracional. Ningún tío ha sido capaz de darme tanto como tú.

– Te gusta ponerme celoso diciéndome que has follado con otros.

– ¡¡Nooo!! ...Bueno un poco sí, quiero que estés pendiente de mí.

– Solo pienso en ti las 18 horas que estoy despierto y las 6 que duermo, te sueño.

– ¡Qué romántico! Por eso no puedo dejar de amarte, tontorón. 

Me besó en los labios para volver a estar pendiente de la tostadora donde estaban metidas las rebanadas de pan. Cuando llegó mamá todavía no se me había normalizado el pulso, pero pronto acabé y me marché. En pocos minutos la casa se quedó desierta. A la vuelta era distinto, cada tarde mi madre salía a dar algún una vuelta con Raúl, su actual novio, aprovechábamos Nacho y yo para hacer el amor en cualquier rincón de la casa, desde la cocina hasta el salón. Los días que coincidíamos con ella en casa, nos las ingeniábamos para pasar la noche juntos, alternando las habitaciones o para ducharnos follando bajo el agua tibia de la ducha…esto era menos sospechoso porque lo hacíamos desde pequeños, y aunque ya teníamos 20 años, no resultaba extraño si hemos compartido todo desde el útero materno. 

Ciertamente era la única situación en que podíamos estar juntos en pelotas, sin que mamá se abrumara por ello, de hecho ella también compartía esa intimidad con nosotros, como si siendo la ducha necesaria e incluso obligatoria para la higiene, el estar mojados era como si no estuviésemos desnudos. Raro pero cierto. Así, estuvimos hasta el fin de semana haciendo una media de dos a tres polvos al día… estábamos desatados…, unas simples caricias nos encendían como cerillas, hasta el punto de acabar revolcándonos y comiéndonos cada vez con más desinhibida despreocupación de ser pillados por mamá.


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Una ex gran amiga. Aquel sábado, Sandra había salido para ir a ver a Lucía, supongo que para quedar en salir por la noche. Este era un problema que aún no habíamos afrontado… salir en pandilla con nuestros amigos sin que se notara nada. No sabía si sería capaz de estar toda una noche al lado de mi hermana sin poder besarla, ni acariciarla, pero teníamos claro que una cosa era la intimidad de las cuatro paredes de nuestra casa y, otra muy distinta, una discoteca abarrotada de gente. Estaba pensando en estas cosas cuando sonó el timbre, cosa que me extrañó porque tanto Sandra como mi madre tenían llaves de casa. Abrí la puerta, esperando que fuera el cartero o quizás alguien pidiendo limosna, y me encontré de bruces con Carmen, sonriendo ante la entrada de mi casa. 
– Hola guapo, ¿me echabas de menos? Dijo con una radiante sonrisa. 
Estaba preciosa como siempre, con un pantalón vaquero ajustado muy bajo de caderas y un una rebeca cruzada por el frío de la mañana.
– ¡Carmen! ¿Qué haces aquí? Dije algo nervioso por la situación. 
Allí estaba la chica que había hecho posible todos mis sueños, pero con la que también tenía una relación, que no sabía muy bien como catalogar. 
– Pues que como llevas una semana desconectado y no sé nada de ti he decidido venir para pasar el fin de semana contigo.
Me dijo entrando en mi casa y rodeando mi cuello con sus brazos. 
– Lo siento mucho, Carmen Yo no… 
Decía tratando de separarme de ella a fin de evitar cualquier excitación inapropiada, pues uno puede ser fiel pero sigue teniendo sangre en las venas.
Pronto se percató de mi sutil rechazo… – No seas tonto, Nacho tu hermanita me lo ha contado todo ¡relájate, ¿vale?! Sonreía.
Luego riendo y cogiéndome de la mano me arrastró al sofá del salón. Yo la seguía como un zombi, sin saber muy bien que le habría contado mi hermana…, me sorprendí a mí mismo, mirándole el culo como hacía antes... es que tiene un jodido culo que es la muerte. Nos sentamos en el sofá y, sin soltar las manos, me preguntó… 
– Bueno, cuéntamelo todo Quiero saber cómo estás. 
– ¿Qué te ha contado mi hermana exactamente? 
– Lo suficiente como para que me resulte raro que a estas alturas la sigas llamando hermana o melliza. 
Me hizo el símbolo de la unión matrimonial entrelazando los dedos pulgar e índice de ambas manos… 
– Pues sí, lo siento estoy con ella, queremos intentarlo aunque sea difícil…mirando al vacío sin querer afrontar su mirada. 
– Oye nene, que no tienes nada que lamentar, ¿vale? Cogiéndome la barbilla para fijar nuestras miradas. 
– Tengo que admitir que me gustas mucho, pero los dos sabíamos lo que buscabas. No estoy enfadada.  
– ¿De verdad? No me lo creo, las mujeres sois muy rencorosas…
– De verdad. Nada que no te pueda perdonar a cambio de esto…
Soltó echando mano a mi entrepierna, provocando que yo diera un salto del sofá. 
– ¡Que es broma hombre!  Mofándose soltó una carcajada traviesa. 
– Quiero que sepas que tú también me gustas mucho y que, quizás, fuera mucho más fácil que siguiera enamorado de ti en lugar que de mi… corté la frase al darme cuenta de lo que iba a decir…
– ...Que de tu hermana, de Sandra, me completó la frase. 
– Si eso, pero no lo he podido evitar
– No me digas esas cosas, que nada más con tus disculpas ya me estás diciendo cosas más bonitas de las que ningún hombre me ha dicho nunca.
Respondió haciendo un gesto de abanicarse ante el calentón que le provocaban mis palabras. 
– Aunque no te lo creas, no sabes lo que me alegro por vosotros. Estoy lo bastante buena como para encontrar a alguien que me quiera y me ame como tú a Sandra… 
– Lucho, por ejemplo  
– ¿Luisito? preguntó con los ojos como platos. 
– ¡No me jodas que ahora me vas a hacer tú de celestino! 
– No mujer, pero es un buen tío y me dijo que follabas como una leona. 
– ¿Eso te dijo?  
Viendo por primera vez algún gesto de vergüenza en la descarada amiga de mí hermana. 
– No sé, creo que pegáis un montón, él tan cortado y tú tan lanzada. Además ya lo conoces en la cama, solo te falta conocerlo como persona. 
– No, si no digo que no, el chico se mueve bien, pero… 
– No dice la tía, reí con ganas de lo receptiva que era Carmen para cualquier cosa. 
– ¿Por qué te ríes de mí? Además no estábamos hablando de mí ¿Me vas a contar como ha ido todo? 
– Mejor me cuentas tú, lo que mi hermana te ha contado a ti.
– Bueno, pues me ha dicho que os habíais acostado y… 
– ¿Por ahí ha empezado? pregunté un poco decepcionado… 
– ¿Me vas a dejar acabar de hablar?  
– Sí, sí Perdón. 
– Pues eso, que no pudo evitar acostarse contigo…, que tenía miedo a lo que podía pasar, pero que la tentación era demasiado grande… ¡Al final has conseguido lo que querías! 
– No sé, esperaba que ella sintiera otra cosa, no parece que esté enamorada de mí. 
– ¿Pero qué dices, nene? ¡Está colgada por ti! Por supuesto que tiene dudas, pero nunca me había hablado así de ningún tío. Además, por lo visto, piensa igual que yo. 
– ¿Qué? 
– ¡¡Que follas de puta madre!! Claro que con esa polla es fácil darle gusto a la chica….
En ese momento, no pude evitar reír a carcajadas al imaginarme esa frase saliendo de mi hermana… Carmen se contagió de mi risa y me miraba con gesto tierno. La verdad es que era una tía increíble y su reacción ante la relación entre mi hermana y yo era digna de estudio. Dejamos de reír para mirarnos el uno al otro. Por un momento, temí que intentara besarme porque, en verdad, no sabía cómo podía reaccionar ante algo así. 
– Te echaré mucho de menos.
Dijo con los ojos vidriosos y alguna lágrima. 
– Carmen, no iré a ningún lado, siempre me tendrás…, te has ganado nuestro agradecimiento de por vida. 
Traté de calmarla, limpiando su mejilla con el dorso de mi mano. 
– Ya lo sé Nacho, si aunque no lo parezca ahora mismo, estoy muy feliz por vosotros. Cuando yo llegué al barrio, la primera amiga que tuve fue tu hermana, para mí es como si fuera mi propia hermana. Y tú, bueno, ya sabes… 
Sonreí con gesto de expectación ante lo que iba a decir de mí…, ella se dio cuenta de mi gesto y acarició mi cara con sus manos. 
– Tú eres como el hermano que siempre daba el coñazo, pero de repente te convertiste en cisne. El día que me constaté lo que te pasaba con tu hermana, me pasé toda la noche dándole vueltas sin saber que hacer…, si llamar a tu hermana, o pasar del tema, pero entendí lo mucho que habías confiado en mí y tenía que ayudarte, aparte de que estás buenísimo y eso también ayuda.
Volvió a bromear rompiendo lo sentimental del momento. 
– Muchas gracias Por lo de cisne, no por lo de buenísimo. 
– Ya en serio; quería venir a verte antes de esta noche, tu hermana no sabía que iba a venir este fin de semana. Yo quería aclarar las cosas contigo.
– Lo entiendo, Carmen. 
– Esperaré a tu hermana para darle una sorpresa y está noche nos iremos a celebrar lo vuestro. 
– Bueno, eso es lo malo de esta situación, que no podemos celebrarlo ni hacerlo público... 
– ¡Nacho! No te estoy hablando de hacer una presentación oficial de la pareja, si no de tomarnos unos chupitos los tres, para celebrar que nuestro plan salió a la perfección.
– No le he contado nada de nuestro plan. 
– ¿Ah no? Pues creo que deberías.  
– ¿Y si se enfada? Pregunté un poco inseguro. 
– Mira, tu hermana es un poco menos lanzada que yo…, pero el hecho que esté follando contigo, si me permites la expresión, creo que demuestra que está preparada para escuchar cualquier cosa… explicó Carmen tratando de tranquilizarme. 
– Quizás, pero por ahora prefiero no arriesgarme a enfadarla ¡Por favor, prométeme de no se lo contarás!  
– Vaaaaale, pero a cambio de una cosa
– ¿Qué cosa? 
La miré un poco preocupado por su intercambio. 
– Quiero un último beso tuyo. 
Quedé un poco cortado, porque no sabía que decir…, no sabía si bromeaba o no, pero por mi cabeza pasaba la idea de que no estaba bien besar a otra chica ahora que Sandra formaba parte de mi vida amorosa. Carmen me demostró que no bromeaba al acercarse a mí, arrinconándome en mi lado del sofá y besando, primero muy suave, mis labios, para después darme un pequeño bocado en el inferior. Mi boca se abrió tímidamente para recibir su lengua. Con diferencia, el beso más tierno que me había dado Carmen desde que la conozco. Se separó de mí, poco a poco, mientras yo la miraba con los ojos como platos y la verga se me había puesto durísima. Me faltaba el aliento y, aunque pensaba en mi hermana, por un momento pensé cuando me abalanzaba sobre ella de novios. No podía hacerlo y eso me demostró que estaba más colgado de mi hermana que nunca.
– Que facilón eres, Nacho…te has puesto cachondo.
Rio Carmen dándome otro besito en los labios… 
– ¿Ya estás besando a otra mujer? 
Creo que al ver mi cara avergonzada por pensar que había traicionado a mi hermana, Carmen reaccionó dándome un sonoro bofetón que me puso la cara roja. 
– Es broma, Nacho, dijo cogiéndome de nuevo de las manos. 
– Me halaga que aún te levante pasión, pero despreocúpate, no pienso decir nada de esto… sé lo colgada que está Sandra por ti.
Manteniendo la distancia… 
– Yo sólo quería besarte por última vez pero nunca, y escucha bien esto, nunca pondría en peligro vuestra relación. Te vuelvo a repetir que os quiero más que a mi vida. 
Ante esta declaración tan sincera e impactante, no pude evitar dejarme abrazar a ella. Sentir su pecho pegado al mío y su cabeza echada en mi hombro, sin ninguna connotación sexual por primera vez, me hizo feliz. Éramos dos amigos abrazándose, diciendo con un gesto que siempre nos tendríamos el uno al otro. 
– Anda, vete a la ducha qué es tarde y hueles a tigre.
Dijo tapándose la nariz y alejándose de mí. 
– ¡Qué tonta eres! 
Dándole un pellizco en el muslo y levantándome del sofá para dirigirme a las escaleras… 
– ¿Te vas a quedar aquí a esperar a mi hermana? 
– Hombre, si quieres invitarme a la ducha contigo, bromeó como siempre… 
– ¡Carmen! Protesté… 
– ¿Qué quieres? Una no puede cambiar de la noche a la mañana, ¿no?  Además, que no pueda probar, no quiere decir que no pueda mirar y tocar, ¿verdad? 
– Eres una chiquilla incorregible.
Subía las escaleras escuchándola reír y como ponía el televisor, como si estuviera en su casa. Llegué a mi habitación y cogí ropa interior limpia para irme a la ducha…, la verdad que era bastante temprano aún para prepararse para la noche, así que escogí ropa deportiva para estar en casa después de la ducha.

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El secreto de una amiga. Abrí la puerta de mi casa tras venir de casa de Lucía… había quedado con ella para pasar la tarde y planear la noche. Pero no me entretuve mucho, porque sabía que mi madre había salido con Raúl y no quería desaprovechar la ocasión de pasar la tarde con Nacho en casa. Al entrar escuché el televisor puesto, lo que me extrañó porque Nacho, si estaba solo en casa, siempre veía la tele en su habitación. Pero pensé que quizás se había quedado en el salón para esperar a que yo llegase. Entré con una sonrisa y me quedé de piedra al ver sentada en mi salón a mi amiga Carmen. 

– Vaya cara que has puesto cariño… dijo riéndose de mí.
 
– ¿Esperabas a otra persona? 
– CARMEN.

Grité para echarme encima de ella para caernos al suelo desde el sofá. 

– Tía, que me vas a romper la espalda. 

– ¿Qué haces aquí? ¿Por qué no me has avisado de que venías?

La martilleaba a preguntas mientras no dejaba de darle besos por toda la cara y cuello. 

– Para, para, paaara… 

Reía ella escandalosamente tratando de quitarme de encima de ella. Me senté en el suelo, dejando que se incorporará con dificultad…, no podía dejar de mirarla con una sonrisa en los labios... 

– que paliza me has dado. 

– Lo siento, me disculpé dándole otro beso en la mejilla… 

– ¿Y cómo has entrado en casa? 

– Me ha abierto Nacho.

Por un instante una sombra de oscuros celos se cruzó en mi mente…, escuchar de boca de Carmen que había estado a solas con mi hermano, después de los encuentros sexuales de los había llegado a ser testigo, me hizo sentirme incomoda. 

– ¿Y esa cara? ¿No me digas que estás celosa de mí? 

– Ya sé que es una tontería, lo siento.  

– Nena, tienes un hombre que es un sol, pero es tu sol.





Menudo subidón escuchar "mi hombre" relacionándolo con mi hermano…, no había pensado nunca en eso, el hecho de que él fuera algo cercano a mi novio. Me entró vértigo de solo pensarlo, poco a poco pensé, cada cosa a su momento. 
Que conste que me he insinuado y me ha rechazado. 
¿Qué te has insinuado? Pregunté nerviosa. 
– Serás... 
Que no mujer, sólo he venido para hablar con él. Creo que merecíamos tener una charla, ¿no? 
¿Y te rechazó? 
Seguí preguntando, interesada solo en la parte de la conversación que me convenía. 
– Escuchas lo que quieres, ¿eh? Mira, no debes temer por Nacho, está loco por ti, en serio, hemos hablado porque quería saber cómo estaba él, porque aunque no te lo creas, hemos llegado a ser muy amigos 
– ¿Y dónde está ahora? 
– En la ducha. Juro que no he subido a mirar… 
Dijo poniendo torpemente el gesto de Star Trek que usábamos mi hermano y yo. Cogí su mano, y le separé los dedos para ayudarla a que el gesto fuera perfecto, ella me miró sonriendo como agradeciendo el gesto. 
– Ahora si me perdonas, creo que alguien me espera en la ducha, le dije con cara de niña mala. 
– ¡Vaya con la mosquita muerta! 
Rio dándome un cachete en el culo al levantarme. 
– Espera que suba contigo y me quedo en tu habitación que aquí me aburro.
Subimos las dos bromeando, pero mi mente ya estaba puesta en meterme en la ducha con Nacho, porque estaba realmente excitada de imaginármelo desnudo bajo el agua. Entré en la habitación con ella y empecé a quitarme la ropa, hasta quedar totalmente desnuda.
– Bueno, ahora vengo, dije dirigiéndome hacia la puerta. 
– Podrías dejarme la puerta entreabierta…Me debes una. 
– Serás...
Le grité tirándole un cojín antes de salir del cuarto, mientras ella lo esquivaba entre carcajadas. Abrí la puerta del cuarto de baño y mi hermano dentro de la ducha se asustó al verme… tras pensarlo un momento, dejé la puerta entreabierta ¿Por qué no hacerlo? 
– ¿Te has asustado o esperabas a otra persona? 
Bromeé mientras me acercaba a la ducha sensual… 
– ¿Estás celosa, hermanita?
Dejándome espacio dentro de la ducha. 
– ¿Debería estarlo?
Me contorneé ya bajo el agua y agarrando con firmeza su magnífica tranca con mi mano. 
– Bueno no sé, quizás si algún día no me das lo suficiente… 
Bromeó Nacho besándome en los labios y dándome a probar su lengua. No perdí mucho tiempo, me metí en el plato de ducha poniéndome en cuclillas… empecé a lamer su cipote aun en crecimiento, ¡me encanta que crezca en mi boca! Comenzaba a tomar vida mirándole a los ojos. Un suspiro escapó de su boca cuando me metí aquel capullazo en mi boca, para empezar a mamársela muy despacio. Fui cogiéndole la medida para chuparle la polla a un buen ritmo durante cinco minutos. 
– ¿Crees que te doy lo suficiente? 
Dije sacándome aquel pollón lleno de saliva de la boca para mirarlo con una sonrisa en los labios. 
– Ven aquí preciosa… 
Cogiéndome de las axilas y apoyándome contra los azulejos del baño con mi culito en pompa, noté el roce de aquel escándalo de carne dura en la entrada de mi conejo hambriento, mientras sus manos acariciaban mi espalda erizando mi piel, justo en el momento que su glande comenzó a entrar. El gran cipote dilataba la estrecha gruta franqueada por mis finos labios vaginales, provocó que un sonoro jadeo saliera de mi garganta. Eché una mirada a la puerta entreabierta del baño y observé la sombra de Carmen, que nos oteaba sin que Nacho sospechara nada. 
– En paz Ufff, Aaagg 
Susurré entre jadeos recibiendo los pollazos de mi hermano. 
– ¿Qué…? 
Preguntó mi hermano, extrañado. 
– Nada, nada Tú sigue follándote a tu hermanita…

*********************

Aquella postura aun siendo buena, pensé que se podía mejorar y le exigí que me siguiera… Creía que había entrado Carmen cuando me percaté de la melena de mi hermana… 
Tranquilo yo te enjabono que es muy difícil llegar a la espalda.
El roce fue muy sutil, apenas imperceptible pero con las yemas de los dedos me rozó mi enardecida polla, y ese momento me miró y sin pensarlo dos veces alargué la mano y la rodeé con el brazo atrayéndola hacia mí, el escaso medio metro que nos separamos. Me lancé a besarla cosa que ella aceptó de sumo gusto, mientras la comía la boca, ella me rodeo con los brazos y me agarro del mi culo con mi cuerpo completamente empapado. Mis manos se lanzaron hacia aquel culo que llevaba toda la semana deseando, le agarré con fuerza y metí las manos por debajo de los leggins para notar la tela suave de su braguita. Ella se separó deslizándose hacia mi henchida verga, se la engulló de sopetón sorprendiéndome gratamente. 
Inició una mamada fantástica que le llegaba hasta el galillo, hasta el punto de ahogarse y soltando una buena cantidad de baba por la estimulación bucal…poco a poco se me fue poniendo dura con las chupadas de mi hermana. A punto de correrme la pude parar un poco antes cogiéndola de las axilas para posicionarla de espaldas con el culito respingón, le baje las mallas y el tanga buscando con la punta de mi rabo la entrada de su conejito. Por fin lo encontré y empujé al fondo uterino. Su ropa calada y los gemidos al penetrarla me puso sobrexcitado. Farfullaba palabras que no entendía, quizás por lo descolocado de la situación, solo logré entender que la siguiera follando…. No llevábamos más de dos minutos jodiendo… 
Aquí no, ven cariño sígueme.
Me condujo hacia su cuarto, me hizo pasar y entornó  la puerta tras ella dejándola a cuchillo. Se lanzó a comerme la boca, al tiempo que sentía como su mano sobaba mi polla. Me puse a comerle el cuello, mientras que mis manos la sobaban el culo medio desnudo, ya que la había bajado como había podido los leggins y las bragas, en ese momento oí como decía entre jadeos… 
– Eres mío, te quiero Ummm. No quiero que me folles como follan los matrimonios ¡Dame un polvazo salvaje de los tuyos! 
Así que le di la vuelta, y la hice apoyar las manos en el colchón, le bajé hasta abajo los leggins y las bragas… un fabuloso culo apareció ante mis ojos…, separé con ambas manos las nalgas y  agarré mi polla con la mano derecha y la conduje hacia aquella raja. Empuje con suavidad y cuando noté que estaba entrando hizo fuerza hasta hacer chocar mis huevos contra sus nalgas. Ella gemía, y con cada gemido mi excitación aumentaba, notaba como mi polla seguía salía y de nuevo se volvía a perder en el interior de su acogedora vagina. El ansia de follarla me indujo a propinarle un simple empujón, sujetándola con mis manos en un abrazo desde atrás agarrando sus tetas por encima de la camiseta. Tan excitado estaba que casi no sabía ni lo que hacía. Saqué la polla con intención de volvérsela a meter cuándo ella se dio la vuelta y me hizo sentar en el filo de la cama con las piernas posadas en la alfombra. De pie tenía ojos de estar gozando como una verdadera perrael gesto la delataba disfrutando como jamás había hecho.
Se sacó los leggins y las bragas por los tobillos, mostrándome su coño depilado como el de una niña de diez añitos. Alargué la mano y se lo toqué, estaba realmente húmedo, al igual que mi polla. Pero estaba claro que ahora sería ella la que llevaría la batuta, me cogió la mano, la separo de su coño y se sentó encima de mí…, agarro mi polla con su mano y la condujo hacia la entrada de coño apartando los finos labios vaginales que lo franqueaban. Al tiempo que me comía con su lengua, noté la intrusión del duro falo abrir sus paredes vaginales a la par de arroparme con su cálida y húmeda bienvenida. Poco a poco se la empalaba más cuando empezó a cabalgarme, primero despacio aumentando el ritmo… su coñito se fue amoldando a tener mi tranca dentro de su vagina llenándola de dura carne ardiente. 
Ella empezó a aumentar el ritmo, se volvió frenética, llegue a pensar que me partiría la polla, pero no fue así, y durante más de diez minutos estuvo cabalgándome o mejor dicho follándome, hasta que llego un punto que noté que estaba llegando al orgasmo. Me electrificó todo el cuerpo, lo cual hizo que yo me corriera y creo que coincidimos los dos en el momento de echar la leche a chorros copiosos y extenuantes que me dejaron un poco grogui. Después de un minuto, sintiendo la salida de una gran cantidad de esperma a chorros cual aldabonazos, dentro de su  coño, ella a su vez me empapaba mi polla y las pelotas en regueros que iban a parar a las sábanas. Nos quedamos quietos en un abrazo donde percibíamos los latidos convulsos de ambos corazones. Con la voz entrecortada y jaspeada… 
– ¡¡ha sido fantástico nene!! Un poco rápido pero fabuloso e intenso. 
A lo cual la conteste raudo… Tanto que deberíamos repetirlo más a menudo.
Al cabo de unos minutos, se levantó con cuidado liberando mi polla de su envolvente hendidura, se acercó a la mesilla y cogió un pañuelo de papel, dejándome ver como se secaba su coño, sus muslos…me senté sobre el colchón y ella me alargó su mano con un pañuelo para asearme la polla y los huevos aún con restos de mi semen y sus fluidos como lo haría una madre con su bebé. Nos vestimos, y nos metimos en la cocina no viendo a Carmen que se habría marchado hacía tiempo. Bebía mi cerveza cuando me dijo con la mayor de las sensualidades… 
– ¡¡Te amo mucho, te quiero más que mi vida!!  Ya no puedo vivir sin tenerte solo para mí. He tonteado toda mi vida con uno y con otro, sin darme cuenta que a quien necesitaba, lo tenía en casa todo el tiempo. 
Pues esta noche nos vamos de fiesta y no sé como lo vamos a hacer para no tocarnos. 
– ¡¿Acaso no has tenido suficiente con este polvazo...?! ¡Eres un semental incorregible e insaciable, hermanito!
Nos reímos como unos bobos…me besó cogiéndome con ambas manos mi cara… en cada beso la denotada ansiedad nos privaba del aire para respirar.

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LA FIESTA. Eran las doce y media de la noche cuando llegamos al disco pub…, estaba deseando llegar para ver a Nacho, porque habíamos salido por separado para cuidarnos de no levantar suspicacias. Mi hermano nunca había quedado con nosotras…nos solíamos encontrar en los lugares de marcha, y eso es lo que decidimos hacer ese día también. Hicimos botellón en el parque donde se formó la escenita con Germán la semana pasada y después fuimos a la entrada. De nuevo, estábamos las tres juntas Carmen, Lucía y yo…la noche ya desde el principio prometía. Justo al entrar vimos que había mucha gente, pero por más que buscaba con la mirada a mi hermano no lo encontraba. Por un momento, recordé cuando lo vi en ese mismo antro besándose con otra en la barra… 
– ¡¡Buff, que mal me había sentado!! 
Ni lo pienses nena, no estará con ninguna tía. Dijo Carmen a mi oído como si me leyera el pensamiento. 
Le sonreí como una tonta…, justo en ese momento, Lucho me dio un golpecito en el hombro, haciendo que lo mirara. 
– Sandra, allí está tu hermano ¿Te importa que lo emborrache?
Soltó con una sonrisa en los labios.
– Creo que sería mejor que trataras de emborrachar a alguna chica, ¿no crees? 
Dijo Carmen, insinuándose a Lucho acariciándole el hombro. No, No sé… tartamudeó Lucho nervioso marchándose en busca de mi hermano. 
– Tía eres una bestia, reí dándole un golpe en el hombro… 
– ¿No ves lo tímido que es? 
– Bueno, tu hermano también era tímido y me lo calcé. Me van los chicos sensibles, son perfectos para una leona depredadora.
Dijo Carmen dándome un beso en la mejilla y yendo en busca de Lucho. La noche fue pasando entre copas y risas. Cada vez más nerviosa por no poder estar a solas con Nacho. Las miradas entre nosotros eran continuas y mi corazón latía con fuerza por culpa de este amor prohibido.
– Hermanita, me debes una copa del otro día, ¿recuerdas? 
Dijo cogiéndome de la cintura delante de mis amigos y provocando la sonrisa de Carmen. 
– Cla… Claro Vamos a la barra y pedimos. 
Contesté con los nervios a flor de piel de sentir el contacto de la mano de mi hermano, jugando en mi cadera. 
– Nosotros vamos a salir para fuera a la terraza, ¿vale? 
Comentó Carmen tratando de alejar a nuestros amigos de nosotros. 
– Vamos Lucho, ¡Podías invitar a algo! 
El pobre Lucho no sabía qué hacer cuando Carmen se enganchó de su brazo mientras se iban. Carmen se giró para guiñarnos un ojo en señal de complicidad. Lucía iba delante de ellos bromeando con Carmen. 
– La madre que la parió… le dije a Nacho, refiriéndome a Carmen. 
– Bueno, ya la conoces a esa zorra… no parará hasta que no consiga lo que quiere, siempre lo hace. 
– Vaya, tú sabes mucho de eso, ¿no? 
Por toda respuesta, Nacho me cogió de la mano y me llevó a un rincón oscuro del disco pub, para comenzar a besarme. 
– Espera, espera ¿Estás loco? Separándome de sus brazos.
– Mírame y dime que no quieres besarme ahora mismo… 
Me dijo guapísimo en la penumbra de aquel rincón, con sus ojos que iluminaban más que el sol. No pude evitarlo Sonreí y me lancé de nuevo a sus brazos, comiéndonos la boca con ansia con moderación. 
– Que tenga ganas no hace que me vuelva idiota… Anda loco, Vámonos a buscar a los otros, que ya llevamos demasiado rato aquí.
– Vete tú, iré pidiendo las copas, ¿vale?
Dándome un azote en mi duro trasero marcado en aquella faldita de tablas que tanto le pone. 
– ¿Seguro? Le dije con voz melosa. 
– Hermanita, tenemos toda la vida para estar juntos, aguanta cinco minutos. 
– Lo de toda la vida suena muy bien.
Le espeté besándolo y marchándome… en realidad Nacho y yo siempre seremos mucho más que un matrimonio.
Llegué a la terraza y busqué a la pandilla con la mirada. Desde lejos pude ver a Lucho y Carmen tonteando mientras la pobre Lucía hablaba con otra de sus amigas. En ese momento, intenté analizar fríamente la etapa de mi vida en la que estaba… era feliz junto al hombre que quería y, aunque fuera muy difícil de entender, no me parecía nada descabellado intentar plantearme un futuro serio con él. Por otra parte había encontrado en mi amiga Carmen, a la hermana que nunca tuve y en la que podía confiar mis secretos más íntimos, así de alguna manera se puede decir que me sentía plena y feliz. Me dirigía hacía allí, justo cuando alguien me cogió del brazo con fuerza…
– ¿Ya ni me saludas siquiera? 
Dijo Germán con la cara totalmente desencajada por el alcohol y sabe dios que más sustancias. 
– ¿Qué haces? Déjame me haces daño.  
– No hace ni un mes que me dejaste y has vuelto de fiesta a zorrear, ¿verdad?
Me increpada mientras me arrastraba hacía la puerta del local. En ese momento sé que lo conveniente hubiera sido gritar, pero tenía tanto miedo que las palabras no salían de mi garganta. Germán fuera de sí me arrastraba hacía un rincón de la terraza, mientras yo buscaba con la mirada a Carmen o a alguno de mis amigos para que me ayudaran. 
– No soy bastante para ti, ¿eh? 
Me decía cogiéndome del pelo y gritándome al oído con ese pestazo a alcohol.
– Por favor Germán Para, por favor… 
Le pedía sollozando tratando de calmarlo y asustada de ver sus ojos desencajados. 
– No sé como... pude fiarme de una zorra como tú, ¡¿Desde cuándo llevas liada con el otro tío?!  A mí no me engañas, ¡estás con otro tío! 
Yo no sabía que decir, solo trataba de taparme la cara ante los golpes y no desafiarlo con la mirada. De repente lo que escuché fue una voz desde lejos. 
– ¿Qué... estás haciendo, Germán? 
Escuché decir a Lucho que se acercó corriendo con Carmen detrás. 
– Tú eres esa mierda, ¿verdad? 
Le decía Germán subiéndose las mangas de la camiseta, para increparme a mí después con su bravuconada… 
– ¿Por esta mierda me has cambiado?  
Déjala en paz tío, estás borracho, la vas a joder pero bien, repetía Lucho a una distancia prudencial de Germán, que me tenía agarrado por el pelo y por el brazo. A esas alturas, éramos el centro de atención de todo el pub, pero ningún guarda de seguridad aparecía para ayudar. 
– Venga payaso, acércate si eres tan macho.
Decía soltándome el brazo, pero sujetándome aún del pelo. 
– Germán tío ¿Te estás viendo? No estás… 
Decía Lucho acercándose despacio. Pero no tuvo tiempo de acabar la frase, porque con un rápido movimiento, Germán me soltó para darle un tremendo cabezazo en la nariz a Lucho. Cayó redondo al suelo, sangrando aparatosamente. 
– NOOOOO,  gritó Lucía…
Trató de ayudar a su hermano en el suelo, con el apoyo de Carmen, que me miraba con pánico. Aproveché esos segundos para tratar de huir, andando a gatas por el suelo de la terraza… 
– ¿A dónde... crees que vas?
Me dijo Germán agarrándome de un tobillo y arrastrándome de nuevo, junto a él. Cogiéndome de la nuca me acercó a Lucho, tanto que casi podía oler su sangre. 
– ¿Éste es el novio que quieres...?  
Y fue justo entonces cuando todo se desató. Noté como mi cuerpo era lanzado hacia atrás y rodaba por el suelo, mientras Germán se estrellaba contra el suelo al fondo de la terraza, tirando algunas sillas que había apiladas. 
– Te dije que si volvías a tocarla te arrancaba el brazo, hijo de puta.
Dijo Nacho, que le había dado un puñetazo a Germán separándonos dos o tres metros.  Germán se levantó, mientras Carmen aprovechaba el descuido para sacarme de en medio, abrazándome en el suelo. Nacho y Germán se enzarzaron a golpes, mientras yo gritaba pidiendo ayuda, sin poder ver que ocurría entre esos dos hombres tumbados en el suelo dándose golpes. Nacho estaba encima de Germán descargando puñetazos sin parar, en la cara y el costado de mi ex novio. Y de repente todo se detuvo Germán estaba abrazado a Nacho, para evitar que siguiera golpeándolo… segundos después, con un gran esfuerzo Germán se quitó de encima a mi hermano y, solo entonces, nos dimos cuenta de lo que realmente pasaba. Nacho tenía una enorme mancha de sangre en su abdomen y caía inerte boca arriba, mientras Germán con una navaja ensangrentada en la mano trataba de recuperar el aliento. 
– NACHOOOOO…
Grité desesperada acercándome a mi hermano que tosía débilmente echándose mano a su vientre. En ese momento, llegaron dos guardas del local que arrebataron la navaja a Germán, que lloraba sin oponer ninguna resistencia. Pero a mí ya no me importaba nada de lo que ocurría a mí alrededor, sólo quería llegar hasta Nacho, que me miraba con lágrimas en los ojos y la cara desencajada. 
– ¡Llamad a Urgencias…!  Daros prisa, no os acerquéis.
Las frases de las personas que nos rodeaban sonaban muy lejanas para mí sólo Nacho. 
– San… Sandra, me decía con un débil hilo de voz. 
– Estoy aquí, guapo... decía yo sin poder contener las lágrimas.
  – Aguanta, mi vida, por favor. 
– Te quiero Te Cof, cof, comenzó a toser, saliendo sangre de su boca.
  – Dios mío, por favor… 
Le abrazaba contra mi pecho llenándome mi blusa con su sangre. De fondo se escuchaban las sirenas de una ambulancia, mientras uno de los guardas rompía la camiseta de mi hermano para apretar su herida con un trapo, que se empapó de sangre enseguida. 
Apártate, chica, me dijo uno de los guardas. 
No pienso dejarlo, decía cuando el propio Lucho me cogió de la cintura y me retiró de un tirón. 
– ¡DEJADME CON ÉL!
Carmen me agarraba mientras Lucho daba vueltas alrededor del cuerpo inerte de mi hermano que se desangraba delante nuestra, mientras los guardas trataban de taponar la herida y esa ambulancia no llegaba nunca. Entre las cabezas de las personas que lo atendían, pude ver como Nacho me miraba con una débil sonrisa y los ojos casi en blanco. Pálido por la pérdida de sangre, notaba como se le iba la vida y aún así tuvo fuerzas para sonreírme, con los labios ensangrentados fue lo último que vi. Después, con las pocas fuerzas que le quedaban, levantó su mano para hacer nuestro particular gesto de Star trek. Esas fueran las últimas palabras que me dedicó mi hermano esa noche aciaga, su brazo cayó al suelo, al igual que su cabeza, mientras cerraba los ojos, manteniendo esa sonrisa en su cara. Mientras el guarda de seguridad, le hacía el boca a boca, Lucho me sacaba de allí a tirones de mi cintura. A esas alturas las fuerzas me fallaban, pero no paraba de gritar desesperada el nombre de mi hermano. Carmen lloraba al lado de Nacho para que no estuviera solo. Lucía me acompañaba junto a su hermano, hacía la salida, donde nos cruzamos con los operarios de esa ambulancia que parecía no llegar nunca. Dicen que, a veces, una persona puede escuchar como se le rompe el corazón, puedo dar fe que ese día mi corazón estalló en mil pedazos... 





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LOS CUIDADOS DE SANDRA fueron muy atentos con Nacho. Mi hija se volcó en cuerpo y alma al cuidado de su hermano. Nunca me contaron la verdad de aquella pelea y el por qué último de la agresión casi mortal, poco importaba ya si mis hijos estaban a salvo y el agresor en la cárcel por intento de asesinato. Mi hija es una chica alta de cabello largo con mechas de colores… muy guapa y con unas tetas grades y firmes sin ser exageras. Una chica muy atractiva capaz de levantar las pasiones de todos y de girar las miradas de varias generaciones. Extrovertidos con una actividad social que me hacía estar en vela más de una noche, nunca tuve que preocuparme por ellos más de lo debido. Jamás me dieron problemas y su comportamiento lo puedo considerar de ejemplar en casa y fuera de ella con sus amores y desamores. 

Entre ellos siempre hubo un pique de quien era mejor en qué cosas… o más amigos y mejores. Las riñas por ostentar el poder del mando, las tareas de casa u otras cosas. Sin embargo desde hacía unas semanas su relación rozaba la complicidad, entre ellos habían ciertas miradas de confabulación, manoseos y juegos que descubrí, así como complacencias que antes no se daban entre ambos. Mi relación con ellos es muy buena, especialmente con mi hija, más que relación madre hija era la relación de dos buenas amigas, eso lo comprendí cuando la niña comenzó a madurar a los 14 años y ahora a sus 20 es toda una mujer de quien estoy muy orgullosa. Alguna vez hemos salido juntas a tomar unas copas, algo extraño es verdad, pero mis hijos y yo nos llevamos poco menos de veinte años y me cuido lo suficiente para no parecer su madre. 

Con Nacho son más difíciles ciertos temas de índole íntima, por lo demás la fluidez me parecía más que aceptable. Ahora que estoy saliendo con Raúl, me he acercado más a Sandra… Su madurez me facilita contarle confidencias con detalles particulares de nuestras relaciones sentimentales, aunque nunca nos exponemos explícitamente lo que acontece en contenido sexual…, hasta el día que con Nacho convaleciente, descubrir por casualidad un WhatsApp en el móvil de mi hijo que me llamó la atención, poniéndome más vigilante ante la reciprocidad entre mis hijos. Confirmé mis sospechas el día que los descubrí infraganti en pleno acto sexual en la cama de su hermana, mi niña… ¡¡Me calenté y me alteré!!


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CON MAMÁ EN EL TRABAJO, teníamos vía libre para desatarnos en casa y follar como locos hasta hartarnos. Ninguna de las veces que follábamos utilizábamos protección, los condones eran para otro fin, que no tenía nada que ver con hacer el amor, con mi hombre deseo sentirlo al natural y que su lefa me llene por completo... la sensación de sentir la eyaculación, es algo que no se puede describir, me estremece y me hace sentir una hembra completa, dueña de mi macho.
Ese día yo vestía unas braguitas tipo pantalón corto de algodón muy delgadas, tipo de ciclista, en vez del tanga de todos los días. También llevaba un top sin sujetador, aunque tengo grande el busto no me importa no llevar el sostén ya que son muy firmes, además de ponerme una camisa holgada para que no se marquen mucho los pezones. No sé si tanta ropa fue la que calentó a mi hermano, quién ya apretujados en la cama me hizo sentir su vigorosidad viril frotándose con insistencia en mi trasero. Me encantaban los manoseos y caricias con masajes que electrificaban mi piel, por lo que opté dejarle seguir con lo suyo, más por mí que por él. Me gustaba sentir su verga erecta entre mis dos nalgas, la sentía perfectamente dado que su bóxer holgado da libertad de expansión a su masculinidad. Nacho al ver que no oponía resistencia, presionaba cada vez más contra mi culo. No aguantó más y sacó de su prisión al duro y venoso miembro con el capullo henchido de prepucio remangado… lo posó en la raja entre nalgas haciéndose sentir sobre la textura de la tela de mis bragas. Notaba perfectamente el grosor y calor del rabo de Nacho.
Excitada, aparté un lado mis braguitas por detrás para que la metiera entre mis carnes, casi como una tanga lo dejé. Ante esto una generosa porción de mis nalgas quedaron fuera de la protección del short, notándose perfectamente la zona donde termina el culo y comienzan mis piernas. Nacho al ver mi sumisión no dudó en deslizar su mano por mi cuerpo candente. Al principio paseó sus manos por un costado y mis piernas, acariciándolas realizando mis pequeños círculos y dando delicados apretones a mi piel, pasando por mis caderas, para finalmente posarse en mi vagina por encima de las braguitas. 
Yo para ese momento me encontraba sobreexcitada por lo cachondo de la situación, transportándome al abismo del placer. Percibía cómo se humedecía mi sexo, por lo que con un disimulado movimiento metí mi mano para bajarme las bragas, sacarlas y así quedarme sin nada de ropa interior de cintura para abajo. El macho comenzó a pajear su polla entre la ranura de mis respingones y carnosos cachetes, a lo que yo los apreté entre ellos, con fuerza para propiciarle placer a su cipote cada vez más caliente. Nacho de tan ardiente que estaba metió su mano en mi entrepierna y me comenzó a frotar deliciosamente el coño…mi clítoris lo agradeció poniéndose duro y empitonado lo más cachondo que podía exponerse. Me giré para buscar su mirada, un beso pasional recibí de su parte de inmediato con toda la fortaleza de su boca y lengua que se apoderó de mi lujuria.
Me sobaba entera jugando con nuestras lenguas habidas de amor, húmedas y dulces. Terminamos de quitarnos la ropa de cintura para abajo, no saben el morbo que me causó estar expuesta de ese modo en mi propia cama, teniendo a nuestra madre en casa, pudiendo aparecer en cualquier momento. Mi hermano rápidamente entendió mi mensaje, por lo que puso su verga entre mis muslos, enfilando directa a mi conejito. Los cerré con fuerza, para hacerle con ellos una rica paja, pero mi hermano optó por abrirme las piernas y clavarme su mástil poco a poco con insertadas más profundas a cada empujón. Fue aumentando su ritmo con movimientos adelante y hacia atrás por lo que no tardé en correrme los tres minutos entre jadeos a y gemidos incontenibles que ahogaba como podía con la almohada. 
Era delicioso sentir cómo se deslizaba su fabuloso rabo en mi coñito mojado gracias a ese líquido tan caliente y viscoso rezumando entre mis labios vaginales y su polla. El chapoteo simulaba una lluvia copiosa, tanto como la gran corrida que me esperaba al final en lo profundo de mi intimidad. Pronto llegaría a sentir como mi lubricante vaginal, se mezclaba con el néctar de mi hermano, mientras tanto no paraba de arremeterme con pollazos profundos una y otra vez en el fondo de mi pared vaginal, de lo larga y gruesa que la tiene el muy cabronazo. Yo creí que allí acababa la cosa pero de repente sentí una mano en mis tetas, por lo que busqué su boca al tiempo que me sujetaba de la cintura para no escapar de los fuertes empujones que el macho salvaje daba.
Me percaté de una sombra en el pasillo, algo que el chico no debió de ver ensimismado en follarme con devota complacencia y al estar de espaldas a la puerta, no podría ser más que nuestra madre que se había vuelto antes de lo esperado… sin duda se había dado cuenta del affaire entre sus hijos. Me puse alterada. Ni sospechaba lo que pasaría por su cabeza… que yo era una muchacha fácil, que éramos unos pervertidos, la repercusión del incesto entre los familiares y conocidos, y sobre todo la posibilidad de quedar preñada de mi mellizo… de un chico con tan cercano parentesco, prácticamente somos uno en versión femenina y masculina. 
Sin embargo me encontraba tan caliente y ofuscada en joder para obtener mi ansiado placer, que el hecho de ser observada por mi madre, no hizo más que aumentar el morbo ante esa situación, sumado a la inacción de parte de ella, lo cual me hacía pensar que… solo había sido una efecto visual por el orgasmo que me daba Nacho o la simpatía de mamá dándonos el visto bueno. Procuré que Nacho metiera mano a mis tetas subiéndole del top… logrando sujetarme los pezones, para ponerlos como dos cerezas duras del ardor que me recorría. Aquello era algo más que simple sexo, y aprovechando la camisa tapando la acción en mis pechos liberé una teta del top para mamármela más fácilmente, por lo que bajé mi mano en respuesta… Le sobé su par de huevazos que aporreaban mi vulva de continuo… joder, son tan gordos que no me explico donde los puede meter en algunos calzoncillos slip.  
De inmediato sentí un endurecimiento de su verga. Se puso como una roca de la exaltación extra de mis caricias en sus pelotas, masajeándole hábilmente el escroto…era delicioso sentir en las yemas de mis dedos los huevos flotantes dentro de la gran bolsa escrotal. Me estiré poniéndome de puntillas logrando que solo me frotase la punta de su rabo en la entrada de mi caliente y húmedo coño franqueado de unos labios vaginales que envolvía su tronco, los cuales no presentaban ya ninguna dificultad para ser penetrada como al principio me obligaba a abrirlos por el enorme grosor de su polla, a fin de no quedar remetidos en la penetración. Me apreté contra su pelvis insertándome de nuevo el aparatoso badajo en la vagina de un culazo imprevisto para él, arrancándole un gemido. 
Mi hermano se dio cuenta de esta acción y comenzó a juguetear con uno de sus dedos dentro de mi ano, pensaba lo hacía para abrir mi pequeño y apretado agujerito y poder facilitar lo que después me iba a meter. Muy a mi pesar no fue así, mantuvo la polla en mi coño desistiendo de mi desvirgue anal. Abrazada por sus potentes brazos me penetrada con todo el tronco enterrado, lo cual me llevó a un delicioso orgasmo por la prodigiosa sensación de sus caricias por todo el cuerpo y su incesante mete saca implacable. Ya llevaba un par de orgasmos, uno más sutil que otro cuando el pobre chico comenzó a agilizar al esprín la follada sujetándome fuertemente de la cabeza entre mis gemidos y sus jadeos que suplicaban culminar. Se abalanzó sobre mi boca y nos comimos devorándonos y mamando nuestras lenguas en una lujuria sin paragón…
El continuaba bombeando con rapidez cuando de pronto en nada sentí con el golpeteo de sus huevos en mi vulva, el primer aldabonazo de leche, seguidos de otros buenos chorros de lefa que colmaron mi útero. En un corto tiempo mi hermanito llenó el conducto vaginal de su hermana mayor, del caliente esperma recién ordeñado de sus orondos cojones de toro bravo. Lo mantuvo un rato más en la acogedora y húmeda cavidad apretando y soltando mis paredes vaginales succionando el falo que poco a poco se fue poniendo flácido, manteniendo aún el grosor y una buena longitud
Lo retiró dejando escurrir por mi raja un grueso hilo de leche mezclada con fluido vaginal. Mi madre, si estaba allí, se debió percatar de todo hasta el final, lo que la dejaría claramente convencida del amor que sus hijos se tenían, o la perversión entre ellos… a saber. Repleta de rico esperma me quedé acostada gozando de ser una mujer plena y completa, mientras mi hermano se levantó y marchó de casa. Oí la voz de mi madre al entrar a casa, no hice mucho caso viviendo mi momento etéreo después de la “Dulce muerte” del polvazo de Nacho. Mi hermano contestó a mamá y se marchó… no sé si madre e hijo coincidieron, siete horas pasarían hasta verlo otra vez por la tarde.

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Nos vimos en la estación del tranvía, y volvimos juntos a casa pasadas las tres de la tarde. Cogidos de la mano salimos apresuradamente del vagón, una vez fuera nos íbamos riendo de lo que estábamos viviendo y lo que estaba por suceder, éramos felices de estar juntos y compartir mucho más que cualquier pareja de hermanos. Dos novios enamorados locos de pasión el uno por el otro, felices y desinhibidos compartíamos todo. Mi estómago estaba lleno de mariposas y en mi cabeza resonaban cascabeles. Solo veía lo bonito del escenario, disfrutando de pleno de la vida como no recordaba haber vivido, y eso nadie, ni nuestra madre lo podría impedir… Ya en casa nuestra señora madre entró en mi habitación y se acercó a mí para mostrarme lo que traía en su mano, algo en mi camiseta delataba la pasión con la que me hacía el amor Nacho. Al verlo no dude en saber lo que era, nos percatamos que se encontraba lleno de semen y mi madre necesitaba una explicación de lo ocurrido. En un principio mamá refunfuño por dicho acto, sin saber por dónde salir le dije que el patán de mi hermano se habría masturbado en él… No coló, ambas sabíamos que había sido mientras follábamos esa misma mañana, me había percatado de su mirada incisiva e inquisidora cuando apareció Nacho cruzando su mirada con la mía en plena complicidad. Sin términos para recriminarnos mamá salió de la habitación… 
– Ya tenéis edad para saber lo que hacéis… No participo de vuestro comportamiento y no quiero que se vuelva a repetir bajo mi techo ¡¿Entendido!?
Fueron sus palabras antes de desaparecer por el pasillo. En verdad agradecimos a mamá que no fuera más contundente. Pasado el calentón llegó la reflexión de mi madre con tan escandalosa realidad… mientras tanto la irracionalidad nos arrastraba a abordar la lujuria aplacándola en cualquier momento, cualquier instante, cualquier motivo para echar un polvo rápido. Ahora era el momento de abordar una situación difícil con mamá. Era un lunes de octubre coincidiendo con mamá en el desayuno… me vio triste y preguntó por su estado de ánimo… no quise contestarle, sin tiempo se marchó al trabajo preocupada quizás porque en seguida me mandó un WhatsApp para saber que me pasaba.

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¿CÓMO AFRONTAR LA SITUACIÓN? Creía haber sido lo suficientemente compresiva con su actitud. En seguida quedé para recogerla y dar una vuelta por la playa como cuando eran pequeños. Hay que decir que en un lunes de octubre por la mañana, en las playas ya no hace el calor veraniego y hay muy poca gente por no decir nadie. Nos sentamos en una terraza cubierta. La playa estaba totalmente vacía en todas las direcciones. Empezamos a hablar, comenzando por el mensaje de su móvil en donde quedaba clara la relación amorosa con su hermano, a fin de romper el hielo. Se me abrió con suma facilidad, contándome la situación entre ellos y lo mucho que se amaban. ¡¿Cómo pude estar tan ciega y no verlo?! Sin embargo lo más crudo de la situación era que mi niña esperaba un hijo de su hermano. No me podía creer que la hubiese preñado… en ese momento creí morir y claudicar ante un evento imposible de evitar. 
Ella había dejado a su novio, apoyándose en su hermano para liberarse del bastardo machista y acosador, además de agresor de mi hijo. Por otro lado él había roto su relación sentimental con Julia…, se produjo la confabulación de las situaciones en un apoyo anímico mutuo que les llevó durante los últimos ocho meses a compartir las más secretas intimidades, desbordándose en unas relaciones sexuales continuadas desde entonces. Mi hija en su 2º curso en la Universidad cursando Educación Pedagógica, y mi hijo en su 2º año del Grado Superior de Prótesis Dentales… les dio la confianza de futuro para tomar la decisión de quedar preñada como un acto premeditado por ambos. 
– Jamás un hombre me ha tratado como Nacho y nunca encontraré a alguien que lo iguale en nada. Nos queremos, nos amamos, nos respetamos y somos capaces de ser lo suficientemente precavidos y discretos como para que nadie nos importune.
Me dijo segura de sí misma, como si fuera un ultimátum… 
– Nacho me trata muy bien, como una reina... En verdad todo empezó como una necesidad de confiar en alguien, el juego del tonteo amoroso se transformó poco a poco en algo más serio escondido en nuestros corazones y que ha terminado volviéndome loca por él. 
Me soltó algo que hubiera preferido no oír, pero esta confesión unida a la adoración de Nacho por su hermana desde pequeño me obligaba a tomar la posición que adopté… 
– Hija si ha de ser así que sea para bien, prefiero que ambos os améis, juntos en casa siempre os encontraréis mejor que con cualquier otra pareja que os malquiera…y para mí también será un regocijo que me deis nietos. 
Desde ese día quedaron claras las cosas para los tres… mis hijos me pidieron permiso para compartir su lecho abiertamente y como dice un dicho que es irrefutable… “Si no puedes con tu enemigo, únete a él”.
Oponerme a su ilación hubiera sido perjudicial para ellos y para mi relación con ellos, lo único que me queda verdaderamente mío, mis hijos y ahora los nietos que me iban a dar. Mi mayor temor era el fruto generado de un incesto entre hermanos… los problemas de la consanguinidad me tenían preocupada, más que cualquier otra cuestión, de ahí que contratase un seguro para hacerle un seguimiento casi semanal. Habilitamos el acogedor piso del centro donde se acomodarían conservando la discreción, al mismo tiempo que Raúl y yo comenzamos a vivir juntos sin ánimo de consagrar nuestra unión en matrimonio. Juntos pero no revueltos.  

  



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CUATRO MESES DESPUÉS… Sandra preñada disfrutaba del agua de la ducha caía por mi cuerpo desnudo, dejándola escurrir por mi cara y pensando en todo lo que había pasado en el último año… no pude evitar derramar algunas lágrimas… 

– ¿Por qué lloras ahora? 

Me dijo Nacho mientras me cogía dulcemente la cintura desde atrás. Allí estaba mi hermano, en la ducha junto a mí, totalmente desnudo y abrazándome. 

– No sé que habría hecho si te hubiera perdido, cariño… Mi vida no hubiera tenido mucho sentido

Le dije acariciando la enorme cicatriz incipiente que marcaba su vientre, fruto del navajazo y de la operación de urgencia con extirpación del bazo y reconstrucción del tejido abdominal. 

– Pero eso no ha ocurrido… Te lo juré, ¿recuerdas? 

Dijo repitiendo de nuevo el gesto de Star Trek que hizo aquella noche. 

– Para toda la vida…susurré abrazándome a su pecho. 

– Eso es, Sandra, para toda la vida… 

Se agachó para besar mi tripita abultada de preñada de 20 semanas. Nacho, mi hombre, consiguió preñarme finalmente. Era la mujer más feliz del mundo, me abrazaba, me amaba, me idolatraba y yo le adoraba. Nuestro aseo se había convertido en un rito, con los movimientos precisos y estudiados durante toda nuestra vida. Él ni mi madre nunca dejaban que realizase ningún trabajo que forzase mi colmada barriga con el fruto del amor que nos habíamos profesado. No obstante mi panza no impediría el mi macho se desfogase dándole todo placer de disfrutar del mejor sexo que yo le pudiera dar. ¡Ya era incapaz de negar nada que mi amor deseara hacer conmigo! ¡Por algo mi chocho es el templo de su verga por siempre! El alojamiento final del peregrino.
Sé que soy una chica atractiva, de larga melena rubia ojos marrones, unos pechos grandes, firmes y naturales, unas piernas largas y un culo que es un escándalo, respingón con mis nalgas partidas por una gran raja donde cada cachete se eleva y recupera al son del mis andares… eso le encanta a mi Nacho, por eso desfilo ensañándole mi culo. Comenzó a secarme con suavidad, primero por el costado y luego se fue hacia mis tetas con unos pezones que han aumentando y oscurecido desde que estoy preñada… se me pusieron erectos al notar su mano rozarlos. No quería que el notara que me estaba poniendo cachonda por su manera de tocarme, inevitablemente lo supo al instante, siguió suavemente acariciando mis ubres a la vez que iba besándome el cuello, bajó a mis masas mamarias y comenzó a chuparme los pezones muy sensualmente y a meter sus manos por debajo de mi barriga, acariciándome el pubis. Yo le agarraba por la cabeza para que no dejara de chuparme las tetas. Su mano llegó a mi vulva e introdujo sus dedos en mi clítoris… e inició la masturbación de mi chocho rasurado por completo, mientras seguía comiéndome los pezones…
…El muy cabrón sabía sacarme lo mejor de mi lujuria…, apretando con los labios tiraba de ellos hasta que llegado su límite se soltaban, mientras él los apretaba cada vez con más fuerza, estaba súper húmeda, no sabía si por lo bien que masturbaba o por cómo me comía los pezones y la carne frondosa  de mis mamas, pero solo pensaba si me ponía así de cachonda, como iba a sentirme cuando me metiera su polla. Bajó besándome todo el cuerpo hasta que llegó a mi entrepierna incrustándose entre mis muslos. Llegó a mi conejo húmedo y cogiéndome con sus antebrazos, me puso sobre el lavabo con las piernas sobre sus hombros y comenzó a chuparme el coño, metiéndome la lengua hasta el fondo. Me puso de lo más cachonda cuando noté como me lamía el ano, estimulándolo como nunca antes…esa práctica solo me la ha dado mi amor, mi esposo y hermano Nacho.
Que tu hombre llegué a lamer tu ano, significa que está entregado a ti, que confía ciegamente en ti. Me metió primero un dedo y cuando mas disfrutaba siguió y me metió otro más, era increíble disfrutar tanto del sexo anal, pero quería más, mucho más, quería sentir su polla dentro de mí y notar cómo me desgarraba por dentro, pero antes de decirle que quería que me follara como un animal salvaje, me bajó para arrodillarme y sacar su inmensa polla, larga y gorda, con una dureza increíble cómo me tenía acostumbrada. La tranca de Nacho excedía de los 20 cm de larga y con un grosor en su base que me era casi imposible cerrar los dedos circundándola…es un pollón de cuidado, pero me hallaba loca por sentir como me la metía por todos los lados.
Inicié la gran mamada, chupándosela y metiendo cada vez más su verga en mi boca, de tan grande que me llegaba a la garganta y sobraba para pajearle con mi mano hasta la base del tronco percutiendo en sus flamantes pelotas. Así que comencé también a masturbarle en forma de rosca, a la vez que se la chupaba, el gemía de placer y le encantaba, sobre todo cuando le masturbaba agarrándole con las dos manos su polla y sus pelotas, cada vez con más rapidez y fuerza… adelante y atrás frotando su prepucio hasta que casi se corre. Entonces paré dándole a conocer mi intención de ser follada por mi conejito hinchado de la excitación. Me puso encima del lavabo despatarrándome, acercó el gran capullo que corona su polla, y poco a poco me abrió la boca de mi coño…, antes de tocar la punta mi coño me estremecí poniéndome la piel de gallina. Cuando el glande se hallaba alojado en mi conducto…  me la metió hasta el fondo sin miramientos como a una PUTA.
Comenzó a empujar cada vez con más fuerza y yo agarrándole de su culo le atraía hacía mí, al mismo tiempo que deslizaba mi coño engulléndome toda su verga. Era alucinante follar con semejante semental, preñada y salida como una adolescente me encantaba sentir el cipote más grande que nunca había tenido dentro de mí.  Sentía como me desgarraba expandiendo mis paredes vaginales. Le gritaba que me follara, que no parara de metérmela… 
– ¡¡Es esto lo que querías cariño!! Pues hay lo tienes, te voy a llenar de lefa ese maravilloso coño. 
Le gritaba… – si si siiii!!!! FóLLAME!! Dame bien duro… 
– ¡¡Ahora vas a saber cuánto le gustas a tu macho!! 
Me gritaba a la vez que me daba la vuelta y me ponía de pie sobre el lavabo y apartando mis piernas me la metió en el coño desde el culo…una vez embutida de nuevo, me asió de las tetas como si fueran las riendas de una yegua desbocada, me los apretaba con fuerza. Era increíble no sabía que me gustara que me follaran con tan severo ahínco, hasta que Nacho me jodió salvajemente la primera vez con tanta fuerza no hace mucho. ¡Me encantaba que me tratara como a una puta! Agarró mi cintura y empujando como un animal me gritaba fuera de sí encelado como un venado… 
– ¡¡Esto es lo que querías hay lo tienes!! 
Yo cruzaba su palabras con mis gritos un… – sii siiii siiiii no pares Hijo de Puta, quiero que te corras dentro de mí, por Dios mi vida lléname el coño de leche. Te quiero dejar los huevos secos ¡¡Vamos fóllame fuerte sin miedo... SOY TU PUTA!!
El me daba cachetes en el culo, cada golpe más fuerte que el anterior y yo loca de placer no podía aguantar más, le dije que me lo diera todo, que inundara mi coño con su semen caliente y espeso. Noté la dureza previa a la eyaculación, su hiperventilación y el aumento del ritmo de la perforación de su martillo pilón. 
– ¡Vamos nene… no dejes un solo centímetro de tu polla fuera de mi coño! Métemela bien dentro ¡Quiero que te corras en mi útero!
Gritando como un animal salvaje no pudo aguantarse más… se corría soltando chorros de leche en lo más profundo de mi útero congestionado… preñada aún percibía los aldabonazos de lefa revenar contra mi cérvix ¡IMPRESIONANTE!
El semental de mi nene expulsó hasta la última gota de esperma, yo a la vez que sentía su semen caliente entrar dentro de mí a lechazos, me enardeció corriéndome dándolo todo. Fue increíble el orgasmo de ser follada en el baño de esa manera tan salvaje y placentera, no tengo palabras para describir el placer que sentí pero os puedo asegurar que aún no quedé completamente satisfecha, tenía la imperante necesidad de ser desvirgada por el culo. Nos pusimos debajo del agua refrescando nuestros ardientes cuerpos… después me secó con una toalla suave con la precisión de un cirujano y cuando su cabeza se acercó a mi boca… Le supliqué que cumpliera unos de mis deseos más oscuros. Mi hermana acercó su boca a mi oído… 
– Cariño quiero que tú seas el primero y el único. No comprendí muy bien a qué se refería. 
– Quiero que sepas me reservaba virgen para mi hombre, el ser más especial… me quedé mirándola a los ojos 
– Nunca me han follado por el culo, y quiero que tú seas el primero. Me da un poco de miedo porque la tienes muy grande, pero deseo tanto tener esa experiencia…, así que he decidido que hoy puede ser un gran día para que me lo rompas ¡¿Qué me dices mi vida?! 

***********************

La miré alucinado, mi hermana sin follarla me ponía a cien, follándole el coño me había puesto a mil y ahora me planteaba darle por culo a esa deliciosa mujer preñada, era lo más lujurioso imaginado ¡La diosa que tenía al lado me lo suplicaba! Lo primero era buscar un lugar cómodo para ella, así que me tumbé, y mi chica se puso encima de la cama, pude ver cómo se le salía un reguero de mi semen por el coño, chorreando hacia las sábanas. Ella lo notó, así que cogió parte con los dedos y se los llevó a la boca…
– No quiero que se pierda nada tuyo, y menos si está dentro de mí. 
Luego empezó a acariciar su cuerpo contra el mío, acabó poniendo las tetas en mi polla, que empezaba a crecer endurecida con un excelente el trabajo, me la chupó como una verdadera experta sujetándola de la base y succionando el glande. Su mano enroscaba el tronco y sus labios chupaban el duro capullo, hasta que empezó a costarle meterse toda la polla en su boca que al empalmarse se presentaba gorda y larga cual mástil de una gran bergantín.
– Espera así un momento.
Me dijo mientras saltaba de la cama y salía de la habitación. La mantuve pajearme mientras esperaba, volvió al rato con un tubo de vaselina, me lo dio y se puso a cuatro patas encima de la cama. 
– Bueno, sabes lo que tienes que hacer, ¿no? dijo, mirándome con cara de lujuria. 
Unté bien mis dedos y me puse detrás de ella. 
– Me he preparado bien el culito para ti.
Eso sonó a "chúpamelo", así me empecé haciéndole un dedito, luego empecé a aplicar mi lengua para humedecerlo, notaba cómo su esfínter se abría y se cerrada al sentir mi lengua. "Ummm" ronroneaba de gusto, entonces ahora empecé aplicarle la vaselina por todo su ano, me unté otra vez más. Girada su mirada hacia mi polla viendo como me untaba el glande rojizo y brillante, después lo hice sobre aquel botoncito sin saber cómo podría meter una cabeza tan gruesa en un agujerito tan cerrado. 
– ¡¡Venga, hazlo ya!! No puedo esperar más, me estoy muriendo de ansiedad de sólo pensarlo.
Entonces le abrí las nalgas, puse la punta en la entrada de su culito, y empecé a metérsela. El principio fue fácil, estaba muy lubricada y la cabeza del capullo entró sin muchos problemas con un buen apretón, pero sólo tenía la punta dentro con una dilatación sustancial de su ano, el resto fue más complicado, ¡¡era tan estrecha!! Fui empujando cada vez más fuerte para poder meterle toda la verga. Ella no paraba de dar grititos todo el rato soportándolo sumisamente. 
– Aaah Diiiios, qué dolor más bueno ¡¡cómo me gusta!! ¡¡Sigue, sigue, la quiero toda en mi culito!! ¡Cómo deseo tu polla! ahh ahhh, ¡Diossss miio…! 
Gritaba mi hermanita según la sodomizaba, no sé cuánto tiempo tardé, pero al final conseguí empalarla del todo a base de lubricación y empuje. Sandra estaba muy tensa, con su espalda erizada gritaba como una posesa…en todo el proceso de inserción dejaba unos segundos de acomodo de su cerco a mi vástago. Ya llevaba cinco minutos follándome su culo con un vaivén suave insertándola cada vez un poco más… adentro y afuera una y otra vez. Ella perdió completamente el control. 
– Rómpeme el culo, rómpemelo, ¡¡aaauuuuggg auuuggg qué bueno!! ¡¡Cómo me está gustando, Bombón!! 
Gritaba como una descosida ante la primera follada anal de su vida. Yo también perdí completamente el control, la perforaba sin contemplaciones como si fuese cilindro pilón de una planta petrolífera. Me agarré a sus tetas para poder empalarla más, gozando el tacto más agradable de mi vida. Cada vez se me hacía más fácil meterla y sacarla, y la verdad es que como acababa de correrme mi capacidad de aguantar era increíble, pensé que perderíamos el sentido los dos, pues percibía la presión de su ano en mi duro tronco. 
– Espera, aggg espera, quiero ponerme encima,  me dijo jadeando. 
Así me que tumbé en la cama, la espalda apoyada en el cabecero, ella se puso encima de mí, apoyó las piernas en mis rodilla y se dejó empalar, creo que llegó todavía más al fondo de lo que yo me atreví. Ella temblaba según se la volvía a meter entre jadeos con toda la boca abierta, falta de aire. Vi el momento de agarrarme a sus tetas cual naufrago a su balsa sin querer soltarla. Mi hermana saltaba encima de mí y cada vez que caía en fuertes sentones, yo la empujaba hacia arriba ayudando a la perforación de su culo un poco más. Gritaba ante cada embestida cubiertos completamente de sudor. Ella con una mano empezó a excitarse el coño frotándose el clítoris en busca del orgasmo. Llevaba cerca de diez minutos atravesándola con denodado ímpetu en el instante que se convirtió en un manantial de flujos…un squirt que me caló entero.
Mis congestionados huevos se sublevaron estallando en una algarabía de placer expulsando el semen que se reservó para la segunda venida. Se fueron descargando chorro a chorro en todo su contenido en el atractivo culo de la chica más caliente y guapa que me había follado nunca. Ella erizó la espalda, yo me apreté en contra sujetándola de los pechos con más fuerza. Volvió la cabeza y nuestras lenguas se fundieron mientras los últimos chorros de leche salían hacia el fondo de su esfínter sodomizado. Esa tarde creí estar en una nube todo el tiempo en los diferentes momentos inimaginables que me dio mi hermanita. Me había corrido en su coño, en su culo… la había follado teniéndola a cuatro patas como a mí tanto me gusta…, ahora solo faltaba en esa su boquita del pecado. Mi erección no había bajado así que le puse la polla delante de la cara para que la saboreara. 
– Solo te falta descargar su leche en mi boca…. Te voy a dar una mamada de campeonato para que me hagas un completo.
Susurró, transformando su boca en una herramienta perfecta para chupar. Inclinó su cuerpo y al hacerlo sus grandes tetas colgaron mostrando oscuros pezones bailando con la bella visión del canalillo tan sugerente. Así inclinada, la parte baja de su espalda y sus anchas caderas, quedaban expuestas. Extendiendo mi mano toqué las respingonas nalgas de mi hermana que sujetaba con poderoso agarre el falo, me volvía sentir caliente y Sandra emanaba un enorme calor desde su entrepierna. Mis caricias le provocan gemiditos de gusto a la vez que procede a posar sus labios en el capullo del miembro hinchado. Lo introdujo por completo en su boca, usó su lengua para lamer alrededor del frenillo del glande.
Del mismo modo que una Zorra, saco lasciva la lengua y procedió a lamer el orificio de salida con unos lengüetazos que me elevaron al cielo. Ella no reparo en el sabor o el olor a macho en celo, quería tenerlo en la boca y nada más, movió su cabeza hacia abajo y trato de insertársela lo que más pudo inmisericordemente. La realidad es que mamármela era una de sus especialidades, su parte favorita en el sexo, un secreto del todo placentero para ambos. La lengua de Sandra serpenteaba por la cabeza y el tallo de mi cipote, resoplando y sin dejar de tocar el culo de mi amante. Por momentos engullía lo más que podía del pollón, sin dejar que la lengua cesara en moverse, lamer y succionar. La mano derecha de la mujer jugaba también con mi escroto haciéndome sentir en el séptimo cielo ¡Una puta no lo haría mejor! Sandra ya se movía por la lujuria y no por el saber hacer aquella felación. Parecía increíble que estuviera en el tercer orgasmo… el mundo detenido y mi mano aventurándose a acariciar su chocho embadurnado de  fluidos gelatinosos de mi semen. Con la visión de sus glúteos morenos, perfectamente bronceados y con la blanquecina piel del bikini marcada en la redonda superficie de su trasero, la imagen de mi amante resultaba encantadora.

Metí un dedo en la raja de su conejito, entre los labios externos completamente empapados, un ligero apretón continuando el camino a su monte de Venus, sin desatender el clítoris en una inesperada caricia que la hizo ronronear aún más. Yo no podía aguantar, mi hermana subía y baja la cabeza mamado sin cesar en una succión sistemática, pulcra, perfecta, la conjunción de la lengua, los gruesos labios y sus manitas recorriendo mis bolas y abdomen eran casi insoportables. No llevaban más de cinco minutos gozando al borde del abismo de un poderoso orgasmo, quise retirarla un poco, pero ella se empecino en la postura chupándome el rabo como poseída, y sin más no pude contenerme… Solté un grueso chorro de semen que impactó contra la garganta y paladar de Sandra. Por su gesto no esperaba que esto sucediera así de rápido… pero para ser sinceros lo deseaba, sin embargo ella pensó que serviría como preámbulo para ponerme aún más duro y deseoso, sin caer en que se tragaría varios chorros de tibio esperma filial. En esta ocasión aguantó a pie firme la inundación seminal en su boca… tragó lo más que pudo, el sabor salado del proteínico líquido resbaló por su garganta, pero al ser abundante una buena porción rezumó de sus labios por las comisuras yendo a parar a mi regazo, mientras jadeaba y gruñía enardecido, ella no se retiró. 







Tenía semen en las comisuras de los labios y en la barbilla en goterones que la embadurnaba…, en la nariz, y a pesar de haberse tragado casi todo, aún había más para limpiar, lo que procedió a hacer con su lengua…

– ¡Qué bien la mamas cariño! Eres una Diosa que además te bebes la leche. 

– Me gusta porque es tu leche…mi leche. Contigo he descubierto este nuevo placer de saborear el esperma de un macho ¡Eres tan viril… mi semental!
 
No sería la última que tendríamos un triple como ese, ni tampoco la última vez en dejarla preñada, pronto vendría otra niña de camino viviendo el resto de nuestra vida cual matrimonio “normal”. Nos respetábamos, nos amábamos  y nos necesitábamos para vivir… ¡¿Qué más?! Siempre con la ayuda inestimable de mamá, la cuidadosa abuela que nos protege a todos. Nos cuidaba con devoción a la vez que mantenía una relación perdurable con Raúl viviendo con él en piso que nuestro padrastro tenía en pleno barrio pijo de Madrid, el barrio de Almagro en el distrito de Chamberí. Nuestro barrio era menos distinguido pero tranquilo por San Blas. Me encanaba observando a mi hermana con una panza de más de 30 semanas, el preñado le sentaba de maravilla y no había engordado más que su barriga con nuestro bebé…, de hecho tras el parto a los quince días nadie hubiera dicho que esa chica había parido. Bella, delgada, ágil y dinámica como siempre y tan amiga de sus amigas como siempre, en especial de Carmen, la única se sabía realmente la verdad. Cuando acabamos los estudios todo cambió, menos Carmen…, conseguimos un buen trabajo los dos... todo se precipitaba a que la volvería a dejar preñada...

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