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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Conociendo a Carmina... La amiga de mi madre




ESTRENAR A DOÑA CARMINA.

Follarme a esta MILF, ha sido unos de los acontecimientos de mi vida.  Debo confesar que de vez en cuando suelen ocurrir cosas que hacen que la vida valga la pena vivirla…, sobre todo cuando eres una persona abierta con los demás sin importarte su edad ni género. Sin más, decirte que unos meses atrás me follé a mi vecina… una amiga y compañera de mi madre, señora respetada por quien la conocen. Rondando los 55 años, es maestra de escuela al igual que mamá impartiendo clase a niños de primaria. La amistad entre ellas de tantos años, ha hecho que sepa de buena tinta de mis habilidades manuales…por eso un día de trastorno en su hogar le solicitó a mi madre que fuese a repararle una estantería de la cocina que tenía algo desvalida y un enchufe… mi madre habla demasiado de lo bueno que soy arreglando cosas en casa…me recomendó porque sabe que soy un manitas para las chapuzas, y la mujer ni tonta ni perezosa vio una buena oportunidad para zorrearme. 

Vive sola tras su divorcio, y sin más me recibió muy ligera de ropa incluso para estar sola por casa, también era un día que la temperatura acompañaba. Carmina, está divorciada desde hace cinco años y su actitud me puso en vilo… me recibió en bata de casa que cubría por debajo del culo, pronto observé unas braguitas que apenas le cubría el trasero, al no tener recato en mostrarme a poco que se terciaba la ocasión agachándose con cualquier excusa. Tras unos minutos centrados conseguí reparar el enchufe rápido y después hasta media mañana la susodicha estantería, en todo ese tiempo no paró de enseñarme la mercancía. Como sospeché, además de roces y lisonjas a mi buena forma, lo habilidoso con mis manos o lo guapo que soy... y todas esas zalamerías que naturalmente no son del todo verdad, pero da gusto oírlas. La madurita buscaba guerra ¡Ya imaginas como acabó la muy zorra...! ¡Efectivamente…Dándome sus nalgas! Le tenía ganas porque la señora posee unas carnes prietas, y en más de una ocasión me ha puesto cachondo, desde hace mucho que la conozco de visita en casa de mi madre y la encontraba allí de cháchara. 

Solo le di lo que me pedía a gritos desde que entré por la puerta de su casa, y sin más me la follé usando su coño sin compasión dándole verga sin parar, hasta que me vacié los cojones dentro de ella, la llené bien de lefa espesa acumulada de varios días, y ella se comportó bien PUTA sin reparo de comerse el rabo después de correrme, haciéndome la limpieza de honor y al cabo de un rato tras la recuperación la volví a follar, pero esta vez por el culo, fue cuando ella más disfrutó al no haberle dado gusto ningún semental por ahí, en más de veinte años… le debió recordar sus tiempos jóvenes cuando se repartía follando entre compañeros de trabajo y esposo, gozando de todas esas vergas que desfilaban por su coño y culo, día tras día. Esto lo sé porque mi madre habla de todo cuando estamos encamados ¡No hay nada como hacerle gozar a mamá con su coño lleno de mi esperma, para que se comporte como un libro abierto!

Más de una vez había cavilado como sería follarse a Carmina, pero nunca pensé que llegaría a ser tan fácil… me la había imaginado demasiadas veces jodiéndola… Es la típica rubia madura de curvas sugerentes, una MILF inspiradora de mil pajas, culo hermoso inabarcable de formas redondeadas, tetas enormes de aureolas enormes y pezones salidos y de cara aniñada. Así un día cuando entré en casa estaba ella allí hablando con mi madre…me quedé mirándola, sería por su blusa que dejaba ver el escote de unas tetas casi perfectas y que bueno, el resto no está nada mal en general. Entré al salón cuando quejaba de no tener un hombre en casa para estos tipos de arreglos. Cruzamos los saludos y las miradas sin saber bien de qué hablaban, y no sé pero empecé a mirarla de otra forma. Esa  tarde fue mamá quién me pidió que su amiga necesitaba ayuda, le escuché la petición de si podía subir un momento para verle un enchufe y una estantería que tenía estropeados, lo necesitaba por lo que no podía esperar mucho tiempo…, le dije que sí, que en ese momento no podía pero que cuando pudiese subiría. Al día siguiente estaba en casa solo y recordé lo del enchufe y subí para ver si estaba… pasaban las seis de la tarde, llamé al timbre y me abrió vestida con una bata muy sugestiva de estar por casa y tal como llegué me fijé en ella volviendo a cruzar aquellas miradas de otras ocasiones, deteniéndome en sus hermosas tetas de infarto, unas ubres como son todas a la edad de mi madre… grandes tetas de pezones enormes bien definidos. Me enseñó el enchufe en primer lugar y se lo arreglé sin problemas, después fue la estantería que me entretuvo mucho más tiempo… una vez acabado el trabajo comenzamos a hablar, me decía que sin marido o un hombre que le arreglase sus cosas, se veía muy desamparada… se quejaba por que los hijos no venían con frecuencia a verla… bla, bla, bla… No sé cómo se me ocurrió, pues tampoco tenía confianza con ella como para hacer tal comentario…

¡Oye debe ser difícil tras más de veinte años casada dormir sola todas las noches! ¿No?, y respondió rápidamente… Si pero eso lo arregla mi follamigo cada noche… Me dejó un poco cortado…

Lo siento Carmina, era un comentario un poco tonto. No quería molestarte…

– No te preocupes no me ha molestado… mi amigo lo tengo a mano guardado en el cajón de la mesilla de noche a nuestra edad todos tenemos uno. Se echo a reír por mi ingenuidad y la cara de bobo que debí tener. – Pero oye, ¿Por qué lo decías…? Antes de dejarme contestar me espetó… – Si te ves muy preocupado…Mejor te puedes venir alguna noche a solucionar ese problema… tú también duermes solo muchas noches ¿Verdad?

Me quedé pensativo, o más bien dubitativo por mi madre… Pensar en mamá no me quitaba la idea de hacer mía a Doña Carmina, pese a ser amigas íntimas. No me importaba en absoluto, porque fue ella quien me echó a los brazos de esa leona. El caso es que se acercó para decirme si me tenía que pagar con algo…, durante unos segundos se quedó con la mirada fija en mí y eso me excitó muchísimo…,
- No me debes nada, ¡Eres amiga de mi madre! Mira mejor me voy porque si no voy a meter la pata, le dije. 
Se pegó a mi cuerpo tanto que sentía sus duros pezones punzando mi pecho… 
– Sí claro, es mucho mejor meter otra cosa… Sancho ¿Por qué tanta prisa cariño…? ¡Tú has venido creyendo que podías metérmela! Y quizás tengas razón. 
Me hallaba un tanto apabullado por la iniciativa de la madurita. 
– Mira cariño, me he fijado en ti muchas veces pero soy amiga de tu madre y compañera de trabajo desde más de 15 años y no deseo perder nuestra amistad, paro ya no soy una niña ni una mujer casada, y tengo mis necesidades. Pero contigo, aunque tuviese esposo no me importaría serle infiel. 
Aquellas palabras me invitaban al infierno. 
– Después de cinco años divorciada, tal vez sea el momento de pagarle a mi ex con la misma moneda a pesar de estar separados…, pero claro para eso también tienes que querer tú, porque yo quiero que me folles y hacerme lo más puta que desees para disfrutarlo, no solo por despecho… Además todo esto quedaría entre nosotros como un secreto. ¡Los polvos que se echan en mi casa se quedan en casa!

Me acerqué a ella y le di un beso muy suave en los labios, al cual ella respondió con otro no tan suave, en un momento nuestras lenguas estaban jugando entre sí. Seguimos besándonos en la cocina y mis manos comenzaron a acariciar su cuerpo por encima de su vestido suave y suelto, ella no hacía nada solo besarme saboreándome. Mirándola a los ojos mi mano derecha bajó y empezó a juguetear con su frondosa vulva…era carne mullida formando un coño hinchado bastante gordo. Me separé y le dije que si estaba nerviosa…, lo estaba porque no sabía si eso está bien, entonces le dije que si no estaba segura era mejor dejarlo antes de que estuviésemos más avanzados. 
Me respondió dejándola acariciar un poco más… se descolgó un tirante de su bata liberando la teta izquierda, al mismo tiempo me puse a besar, lamer y morder su tetaza. Mis manos apretaron sus nalgas pegando su cuerpo contra el mío, donde pudo sentir que mi bulto estaba ya muy duro, me excitaba mucho la situación, seguimos besándonos y yo pasé a acariciar su otra teta por encima del vestido, estaban duras y se notaban sus pezones erectos. Bajé de nuevo mis manos y comencé a entrarlas por debajo del vestido acariciando sus piernas hasta llegar a sus nalgas, metí las manos por los lados de sus braguitas. Ella ya se había relajado bastante y acariciaba mi espalda, besaba despacito mi cuello y oreja, cuando notó que intentaba acercarme desde atrás con mi dedo hasta su raja, se paró mordiendo la oreja, antes de bajarle las bragas…

– Me da vergüenza de una cosa, es que cuando me toques vas a notar que estoy mojada como si fuera la primera vez que me meten mano.

Yo le di un beso en la boca y le respondí, – Pues eso es lo que más me gusta de ti.

Y diciendo eso posé mi mano en su coño por encima de las bragas pudiendo notar que era verdad lo que decía, su tela estaba empapada, ella soltó un gemido y buscó con su mano mi paquete acariciándolo sobre el pantalón e intentando liberarlo. Esas tetas con su edad se mantenían muy sabrosas, muy poco caídas, areolas medianas con unos pezones marrones claros, marcados por haber dado de lactar hace muchos años. Alternaba chupadas en sus salientes a medida que iba metiendo un dedo y después dos en la gran raja de su vagina, la cual babeaba flujo como la de una zorra adolescente. Yo quité mi mano de allí y comencé a bajarle el vestido y la fui desnudando hasta poder verla solo con las bragas, posando con las tetas al aire que me volvían loco, cuando lo hice comencé a pasar mi lengua desde la base del globo hasta llegar a su pezón, y cuando tocaba este con la punta de la lengua notaba como se retorcía, estaba realmente muy caliente y a mí me estaba poniendo igual. 
Estuve largo rato chupando sus pezones, en tanto mi mano entre sus piernas acariciaba de arriba abajo su coño depilado, lo cual agradecía soltando más jugos, finalmente quité del todo su vestido. Acto seguido bajé sus bragas. Quería tenerla completamente desnuda, en ese momento me quedé mirando su coño fijamente, no hizo falta hablar mucho más para saber que había una conexión entre ambos, una unión desde el mismo día que la conocí y eso era irremediable, ella también quitó mi camisa y se puso en cuclillas… bajó mi pantalón dejándome solo con mis slips, de los cuales se deprendió liberando mi polla rígida que saltó como un resorte delante de su cara, la olió rozándola con la nariz sin atreverse a sacar lengua.

– ¡Wuau, que polla más buena…! Anda déjame disfrutar de lo mejor de la vida, nadie te dará una mejor mamada. ¡Me encanta el olor y sabor de las pollas…intenso y tan masculino! ¡¿Lo sabes?!

En ese momento empezó a frotarme muy lentamente la polla con una mano y la otra en la bolsa escrotal, hasta que vio que la tenía tremendamente recia y dura, una verga de 18 centímetros surcada de venas hinchadas y el prepucio remangado, se plantaba ante esa mujer necesitada de ser follada desde hacía demasiado tiempo. Tal vez por eso, sin previo aviso se abalanzó lamiendo deliciosamente hacia el capullo con la punta de la lengua, empezó a lamerme el glande en círculos rodeándolo varias veces, haciéndome estremecer de deleite. Carmina observaba que aquello me enloquecía, me gustaba a raudales, entonces se introdujo toda la polla que le cupo en la boca y empezó a chuparla de arriba abajo muy despacito para que no me corriera demasiado rápido. Golpeaba su garganta y retrocedía, después besaba las bolas, las lamía con ganas y se tragaba cada huevo alternativamente, lo realiza con suavidad sabiendo que esos testículos estaban en una fase delicada repletos de leche preparada para salir hacia su útero tras un buen trabajo energizado…

Y de nuevo vuelve a tragase el cipote golpeando su galillo con el glande una y otra vez. Aprieta con suavidad sus labios alrededor del troco ensalivando la largura del duro falo, y haciéndome sentir su lengua en cada vena hinchada…me estaba llevando al cielo. Ella sin inmutarse y de un solo movimiento se la introducía casi completamente en su boca tirando a la vez de mis huevos con un ritmo que se iba incrementando poco a poco, era increíble como mamaba parecía mismamente toda una experta, en mi vida me habían hecho una mamada de tal magnitud, la metía y la sacaba con gran velocidad, al mismo tiempo que masajeaba mis convulsos testículos… Era una sensación inexplicable, tener a Doña Carmina en cuclillas haciéndome la felación del siglo, todo un espectáculo por el que nunca hubiese apostado, pero sin embargo allí estaba mamando como una puta dándome brillo a mi daga. No deseaba correrme en su boca, así que la agarré de las axilas y la invité a ponerse encima de la mesa con mi ayuda… comencé a besar todo su cuerpo desde su boca hasta sus formidables ubres lecheras, luego pasé por su vientre saboreando su piel, su pubis y de ahí salté a las piernas. Comencé a subir con mi lengua por sus orondas extremidades lamiendo el interior de sus muslos y cuando alcancé su rajita cerró las piernas y me llamó. Paré en seco…

– ¡¿Ibas a hacer lo que yo creo?!

– Pues sí, quiero comerme tu coño también…

– Te voy a decir algo, nunca me lo han hecho… eso a mi marido le daba asco y mis novios nunca lo intentaron siquiera…

Abrí un poquito sus piernas y volví de nuevo a bajar hasta sus muslos… su coño era devorado despacito, buscando con mi lengua el clítoris… 
– Alguna vez tiene que ser la primera, le dije.

Poco caso le hice mirándola a los ojos con mi lengua entre sus labios interiores, saboreaba el cálido y humectante chumino de la señora que se estremecía al tocar con mi lengua su clítoris…duro y enorme semejante a un garbanzo. Lo chupé, lamí y mordisqueé…lo succioné y mamé con fruición y sin más comencé a lengüeteárselo con entusiasmo baja el capuchón, era un recreo comerme su pepita apretado con la punta de mi lengua. Tras darle un severo castigo, busqué la entrada al cielo para follarme su coñazo con la lengua atiborrándome de su vulva, de tal manera que uniendo sus labios verticales con los míos se trataba de una comida de coño como pocas veces recuerdo. Su sabor a hembra en celo saturaban mis papilas gustativas disparando mis niveles de testosterona por todo lo alto…presentía mis ganas de follarla cada vez más intensamente produciéndome punzados que condolían mis huevos, mientras ella intensificaba sus gemidos frotándose con voracidad contra mi cara entre sus muslos… noté como se retorcía como una yegua desbocada… consiguió que se me pusiese mucho más dura. Su cadera cada vez se agitaba con mayor contundencia hasta que comenzó a soltar su eyaculación en un squirt asombroso dentro de mi boca… ¡Joder era la primera vez en beber la corrida de una hembra! La muy perra ni siquiera me avisó. Me tragué casi todo su fluido. Tras ese primer orgasmo deseado por ambos, subí hasta su boca besando de nuevo todo su cuerpo en mi recorrido y me besó con pasión diciéndome…

– Es la mejor corrida que he tenido en mi vida. ¡Nunca pensé que nadie me comería el coño así!

Le sonreí sabiendo que ya la tenía totalmente subyugada a mis deseos, y en nada se comportaría como una puta más con mi rabo en su coño…
– Pues esto solo acaba de comenzar...
Sonó el teléfono e indecisa no lo cogió… Ahora era mía de verdad, mi nueva hembra caliente y húmeda no tenía más opción que dejarse ser marcada como mí. Subida sobre la mesa de la cocina, al instante me coloqué entre sus piernas e iniciar la penetración. Mi tranca erecta, tiesa y dura completamente horizontal como una lanza en ristre, fue buscando su vagina ofreciéndose ella abierta, con todo su coño babeando franqueado por unos enormes labios carnosos lustrosos, impregnados de flujo ¡Vaya recibimiento! Mi glande no tuvo obstáculo en franquear la entrada de su vagina, aún estando bastante apretada, la dureza del cipote y su lubricación hicieron el trabajo duro.

La fui follando despacio dado que la señora lo tenía muy apretado del poco uso…pero mi verga se encontraba totalmente dura y rígida ahondando con suma facilidad expandiendo las paredes internas de su vagina acogedora…Ella se acomodaba sobre la mesa evitando caer en alguna posición incómoda, para no tener que detener la faena en algún momento. La metía en acometidas cortas ganando centímetros dentro de su vagina, hasta que entró todo el rabo y empezamos con el vaivén coordinado entre ella y yo. Notaba como mis pelotas rebotaban en la boca de su conejo hambriento, me asombró lo buen tragón que era viendo sus labios cual dos cortinas sobre el tronco entrando y saliendo en lo más íntimo de aquella señora. Su respiración empezaba a acelerar, síntoma inequívoco que lo disfrutaba. Buscaba sus labios para estamparle un nuevo beso en la boca, de manera que se sintiera no sólo deseada, sino también amada al tiempo que la clavaba a fondo ahogando sus gemidos con mis labios. Carmina cada vez se entregaba más… Me besaba y metía su lengua en mi boca para intercambiar saliva agarrándome de la cabeza, y después con ambas manos tiraba de mi culo hacia ella para que entrase más dentro de su coño

– ¡Métela hasta el mismo fondo cabrón! Me decía. – No dejes nada fuera de mi coño… quiero sentir los golpes de tus pelotas.

Se le veía fuera de sí al sentirse perforada por un macho tras tanto tiempo en el dique seco, deseaba que hiciera uso de todo su cuerpo, abriéndose completamente despatarrada, de esa forma mi verga acuchillaba su vagina a saco con mayor facilidad hasta el mismo útero. Se notaba loca de recibir mis pollazos durante todo el rato sobre la mesa donde solía comer. Completamente acalorados sudábamos ambientando el espacio a sexo lascivo, de olor y sonido por el chapoteo de nuestros cuerpos. Cambiamos de posición a petición mía, y ella me sugirió ir a la cama del cuarto de matrimonio, donde su marido la folló durante años y la preñó dos veces. La puse a cuatro patas para tener bajo mi visión su mullida vagina y el gran culazo que pronto me estaría follando…, follándome el coño empezaría a jugar con mi dedo pulgar en su orificio anal, al tiempo de insertar mi tranca hasta la raíz una y otra vez, con mis pelotas balanceándose como campanas al vuelo. Nos acomodamos poniendo una almohada bajo su vientre, apoyo la cabeza en la cama, e iniciamos en la nueva posición otra sesión. Esta vez los movimientos eran más marcados y me permitía golpear con mi pelvis sus nalgas sin llegar hasta la pared del útero.

Sé que le dolía cuando entraba con mucha fuerza, pero ahora lo gozaba más pese a que esos gemidos mezclados entre dolor y placer eran espectaculares. Unos minutos así los pudo soportar bien, pero el dolor en la rodilla por su desgaste en el menisco, del que pronto la operarán para aliviarle tal tortura, no le permitió continuar en esa posición. Así que le sugerí la pose que mi madre suele disfrutar más… Esta vez me eché en la cama y fue ella la que montó sobre mi verga. Qué delicia verla acomodarse mi verga en su vagina, poco a poco bajaba y se empaló perdiéndose todo el trozo en su hendidura dulzona, suave y enjuta. Montó, encajó la verga y una vez enchufada comenzó a cabalgar. Ya se estaba comportando como una gran hembra, alcanzando el valor de PUTA. No se dejaba un solo centímetro fuera de su coño tragón mojándome el venoso falo con rezumes de flujo recorriendo mis pelotas… Sus tetas rebotando como dos glandes globos hinchados de agua gelatinosa, eran un espectáculo digno de circo ¡Sus pezones me estaban hipnotizando! Ahora era ella quien dominaba los movimientos y dejaba entrar mi verga hasta donde no le doliera, yo solo contorneaba con mis dedos sus curvas, sus masas de carne exuberante, su clítoris… al tiempo que mamaba de sus pezones como un bebé famélico y mordía las ubres rollizas.

Se notaba que lo disfrutaba no sólo por la penetración profunda, sino porque esa posición me permitía frotar el clítoris en simultáneo y mamar de sus tetas… todos los puntos erógenos en acción. De vez en cuando la sometía a una puntada profunda elevando mi pelvis a la par que ella producía un sentón sobre mis testículos al borde de la erupción de lava que contenían, y con el capullo llenaba su profunda vagina administrándole un gozo extra al percibir mi glande golpear su pared vaginal. Hasta llegar donde nadie le había medido. Su profundidad vaginal no era mayor de los 14 o 15 centímetros, así que mis 18 empujaban su pared agrandándole el conducto, consiguiendo tragarse mi rabo hasta la raíz finalmente. Cuando se repantigo para aliviar la presión, se sostenía sobre mis piernas con ambos brazos, de esa forma me ofreció ver su coño empalado con mi verga entrando y saliendo de su coño, que destilaba ese jaboncillo blanquecino que toda puta suelta cuando está muy excitada… ¡Y Joder su pepita es enorme! 

La descapullé viendo un saliente como un dedo meñique…me dieron ganas de volver a comérmelo, pero follármelo así también estaba bien. Un par de minutos más acompañados con masajes y palabras groseras, sorprendían salieran de la boca de una educadora de niños de corta edad y estrujado sus nalgas, hicieron que aquella follada se tornara antológica para la amiga de mi madre, tras muchos años… mi nueva PUTA volvió a tener un orgasmo como bien se merece una hembra de ese calibre. Su rostro, sus contracciones pélvicas, las lágrimas saliendo de sus ojos, me confirmaban que tanto ella como mi madre llegaban al orgasmo de una manera similar por la emoción de no esperar tanta alegría a esas alturas de su vida. Dos señoras cachondas que no tenía macho que les follara debidamente, que las usara como perras en celo y las llenara con un buen trozo de carne dura y esperma a rebosar.

Mi padre por ser inválido sexual y el marido de Carmina por abandonar a tan suculenta señora de buen ver y mejor follar. ¡Tal vez el error marital fue no haberle comido el coño! Pero yo aún no llegaba a correrme, a punto estuve un par de veces que desconecté para no descargarme… con todo y con ello hacía mucho que no aguantaba tanto dentro de una vagina tan fogosa. Notaba como se contraían sus paredes sobre mi dura tranca mientras se corría la muy zorra, pero no dejé de someterla a pollazos duros, en tanto percibía el presionante roce en mi sensible glande. Cuando acabaron sus contracciones pulsativas, la lamí por todas las zonas que mi lengua daba de sí… y le dije que se echara en la cama boca arriba. Extraje la polla humedecida por sus flujos copiosos debido a la gran corrida que había tenido la dueña. Con todo su coño accesible totalmente despatarrada, la enfundé a tope percibiendo su fondo vaginal dado de sí… sin dolor y la buena lubricación de su coño tras su orgasmo facilitó que entrara de un solo envión hasta hacer tope en los huevos, y de seguido machacar su conejo sin la menor perturbación.

Aquello ya era mi locura, el gran esprín final dándole todo lo duro y fuerte que mi testosterona mandaba… En aquella posición era preciso acabar, y en no más de tres minutos más, se abrieron las compuestas de mis huevos soltando toda la leche contenida al punto de hervir. Noté como eyaculaba grandes chorros de lefa, uno tras otro rellenaban a Doña Carmina que gritaba de gusto al notar cada aldabonazo de lava tibia en su más profunda intimidad, perdiendo lo poco que le quedaba de dignidad para convertirse en mi nueva PUTA. Puso los ojos en blanco de gozo al notarse por fin atiborrada de semen, una sensación rememorada como si fuese la primera vez. La situación me pareció tan tierna que le di un beso francés húmedo y lujurioso como pocos en tanto mi verga expelía esperma sin parar chorro tras chorro, siete lefazos conté, cegando la cavidad uterina donde solo su marido logró poblar de esperma, consiguiendo preñar su fértil vientre dos veces, con mucho menos volumen de lefa. 
Secos mis testículos, la desencajé de su estuche y me paré al lado de la cama… puse mi verga a la altura de su rostro. Con una mirada entendió que la estaba invitando a degustar con sus labios tremendo manjar. ¡Aprende rápido! Pensé, la cogió y se lo llevó a la boca. Una mamada un poco torpe al inicio pero que en pocos segundos ya había tomado ritmo de zorra golosa me permitió disfrutar de una buena mamada. La fruición de sus labios y mis ganas de desovar lo que quedaba de leche, hizo que pocos segundos se produjera una empalmada… Se fue endureciendo dentro de su boca llenándola de forma muy rápida. Pero lejos de desear que fuese una descarga de leche directo a su boca, me permitió darle por el culo…ella misma se puso en pompa abriéndose las nalgas… comencé a metérsela primero por la vagina para lubricarla debidamente, con el mete saca de costumbre al ritmo que ella le gusta, ella ya con el último intento de parar me dijo…

– Mi amor, ahora puedes entrar por mi culo…

Esa era la esencia del plan, sabía que podía chillar bien fuerte. Desde esa posición veía su pequeño orificio anal, rosado oscuro y arrugado en forma de estrella, era notable el tiempo que tenía sin ser enculada, y pensé sería el mejor momento, la saque de su vagina y la dirigí directamente hacia su culo, en un primer intento no pudo entrar, por la diferencia de grosor entre mi glande y el orificio tan reducido de Carmina. Al oír su chillido, agarre un paño que estaba allí y se lo metí a la boca…

– Esto es para que no chilles perra, te voy a romper el culo ahora.

Para facilitar la penetración, agarre un aceite corporal del cajón y lo esparcí por la raja de su culo y ano…también embadurné la polla con un poco de aceite, y volví a embestirle el ano. La penetración era forzada, el tamaño de su botoncito demasiado reducido con poco uso, por lo menos lo era antes de encularla, pero entre sacada y embestida le fui rompiendo el culo, la estaba desflorando analmente, sentía como mi polla se abría paso entre las entrañas de la puta amiga de mi madre. A mí me dolía un poco pese a la dureza de mi falo, pero era tal la excitación que en lo único que pensaba y concentraba en ese momento era de terminar de rompérselo. ¿Te podrás imaginar a una digna señora maestra de escuela siendo empalada brutalmente por su culo…? Veía su rostro a través del espejo del armario, su cara rota de gozo y dolor, mordiendo el paño con la boca, sus chillidos se ahogaban en él y sus tetas balanceándose como dos campanas en arrebato. Con los ojos vidriosos, sus finas lágrimas no tardaron en derramarse por sus delicadas mejillas, el maquillaje que con tanto esmero se había hecho se le corría gozando de mi brutal penetración, sus piernas se flexionaban hacia adentro tratando de sobrellevar cada pollazo. 
Ahora que lo pienso pudo ser un poco despiadado de mi parte darle por el culo de esa forma…, en poco el dolor se transformó en placer, ella empezó a mover su enorme trasero acompasado con el mete saca de mi verga, y tras diez minutos calando todo el trozo hasta los huevos, me pegó el gran subidón y de nuevo la llené de leche caliente, pero ahora en su cavidad anal. Veía su expresión toda desmaquillada por las lágrimas del esfuerzo al soportar mis acometidas y por la emoción de sentirse de nuevo viva y deseada por un semental. La verdad era muy excitante todo aquello, Carmina siempre había sido toda una señora plena de dignidad y muy respetada, mas verla en esas condiciones de depravación cambió mi concepto de ella, ¡Es un animal sediento de sexo como cualquier otra!

Se quedó recostada en su cama cubierta de lefa… le metí mi verga en su boca para que acabase de chupar el resto de semen que manaba… esperaba unas arcadas de asco que no se produjeron, al contrario, mamó con fruición rematando lo que quedaba de la lechada, su galillo puso tope a todo mi semen en su boca jugando con él, me lo enseñó para demostrarme que su boca lo acumulaba, y al instante se lo tragó llenando su estómago. Nunca antes lo había probado. Tragó sin el menor recato, colocándose sus gafas, la cuales nunca se las quitó en toda la follada. La besé y la abracé. Le dije que lo había disfrutado mucho y que había sido de los mejores encuentros que había tenido…

– ¡Qué zorra te ves así, tienes la cara como una verdadera puta!

– Eres un cabrón… ¡Mira cómo me has dejado destrozado el ojete!

Me dijo con media sonrisa antes de ponerme la ropa para marcharme. Su orificio se magnificó en tamaño totalmente rojo y pensar que todo aquello ocurrió en algo más de 25 minutos.

– ¿Follo mejor que tu madre…? Preguntó dejándome un poco desconcertado…

– No lo sé aún, tendrías que hacer las cosas que hago con ella para poder decirlo, le dije convencido que a partir de ese día Carmina sería mi nueva Puta,

– Entonces las iremos haciendo poco a poco…

Eso tenlo por seguro, le respondí.

Se fue desnuda al baño a lavarse la boca y la cara, y antes de salir del cuarto me dijo que el almuerzo lo serviría a las 2:00 por si me apetecía comer con ella, que siempre lo hacía sola y después podríamos “dormir la siesta”

– Perfecto, así tras el almuerzo podremos comer el postre en la cama…

Y fue así como la aventura con la amiga de mi madre dio rienda suelta a mí placer. Me guardé la polla, y tras ella me di una ducha en su casa, llamé a mi madre para decirle que no iría a almorzar con ella y mi padre, mi madre solo me contestó… 
– Lleva cuidado, que Carmina tiene mucha hambre atrasada de macho...
En la voz sentí sus inevitables celos. Sin embargo, no podía quejarse de lo ella misma había propiciado. Ella nos había presentado y fui yo la víctima de su plan… En una frase, “mi madre había entregado a su hijo en bandeja de plata a una leona enjaulada”. La aventura dejó con una expresión de satisfacción tremenda en mí ego, pues acababa follarle el coño y romperle el culo a la amiga de mamá, a cambio de un sencillo trabajo de carpintería… ¡Y ellas lo sabían! Me tendieron una trampa sibilina, y un hombre está pedido cuando confabulan contra él dos zorras, en el más amplio sentido de dicha afección.

Comimos carne en carrillada en una rica salsa, pero en el postre me preparó “La Gran Follada” que me dejó definitivamente seco, exhausto y agotado para varios días. Casada o no me perfilaba para ser su cabrón, volviéndola a follar por petición de ella. Perversamente le pregunté sobre la experiencia… a lo que ella, sin evitar sonrojarse, sólo respondió que había estado muy bien. Sonrió. No quise insistir en el tema y guardé silencio. A mi marcha me pidió acompañarme a casa de mi madre. Durante el trayecto contemplé una sonrisa plena en Carmina…se veía totalmente feliz. Al llegar me despedí de mi madre y de Carmina, quien lo hizo dándome las gracias, con un beso en la mejilla pegado a la comisura, alcancé a oler el aliento proveniente de su boca… un aroma a carmín mezclado con el originario de mi esperma. Percibir aquel aroma me produjo una mezcla de sensaciones…por una parte me causó excitación, como si me hubiera embarrado la viscosidad de su coño inseminado, y por otra la lujuria expuesta apenas unos minutos antes, mamándome la polla.

Se quedaron ambas amigas charlando, o confabulando…Sin embargo para mí parecer pagué un precio pequeño a cambio de atiborrarle el útero, el culo y la boca de energética lefa… lo que viene siendo un completo. Si te soy sincero no sé quien pagó a quién, ni quién recibió más del otro. Durante unos días me preguntaba por qué se comportó tan sumisa una mujer que emana carácter…, Yo he llegado a la conclusión que es algo inevitable en la bipolaridad de muchas hembras, que presentan altanería, para velar su deseo de ser sometida por un hombre y su verga… ¡Por su naturaleza regida para engendrar! Doy gracias a Dios que me tocó por suerte una madre, y una hermana así, y ahora me encuentro con Carmina que se puede decir es mi nueva… ¡Una puta de casa! Como mi madre… Naturalmente a Doña Carmina la he incluido en el menú de mi carta de folladas semanales, y una vez al menos lo pasamos bien follando a saco, portándose como una auténtica Puta, dándolo todo y dejándome darle polla en sus agujeritos calientes. Desperdiciar un talento como el de Carmina, una mujer de armas tomar, sumisa y perra en celo cuando desea recibir verga… sería un delito, y más negarse a la aventura que ambas preparaban en un camping nudista muy especial.




UN PASADO TURBULENTO SE CEÑÍA SOBRE CARMINA.
La íntima amiga de mi madre, Carmina, tuvo que pasar por un proceso de divorcio largo y traumático, y eso resultó un nexo de unión anímica por empatía conmigo. Mi madre conectó enseguida con ella nada más llegar al colegio donde mi madre era la directora. Dos mujeres de edad similar rondando los 55 años, complexiones semejantes y vidas casi paralelas con matices…, ambas NO disfrutaban el del sexo en casa…mi madre por estar casada con un impotente sexual, y Carmina divorciada de la estafa de un marido suplantado, por ello se montaban sus fiestas de garito en garito. Cuando Carmina llegó a la ciudad 15 años atrás, se sentía desgajada de una familia que la había defraudado, engañado y violado… gracias a que pronto encontró un familiar acogimiento en mi madre y por elongación, en mi casa paterna con todos los miembros que la componíamos, no cayó en la locura. Tal era la confianza depositada en ambas, que entre mi madre y Carmina no había casi ningún secreto, excepto el por qué dejó su vida anterior… Nunca lo hubo contado por vergüenza pero un día se abrió a mi madre…

El detonante de la nueva vida de Carmina, una mujer de 40 años que pasa mucho tiempo en soledad, está en que se reencuentra con su hijo que estaba en prisión y lo pasa realmente duro. Por entonces era profesora de escuela en un pueblo de la sierra de Guadalajara donde ha sido destinada desde hace dos años. Su hijo Adrián no estuvo bien encaminado en su adolescencia y pronto cometió algunos delitos que le llevaron al reformatorio y finalmente a la cárcel con 18 años… apenas lleva cumplidos dos años de los 10 impuestos por el juez cuando apareció por casa de sus padres…

La casa estaba alejada del pueblo, por lo menos eran dos kilómetros atravesando partes boscosas. A Carmina no le gustaba mucho quedarse sola, pero entendía las largas ausencias de su marido como algo necesario… era representante de productos vinícolas. Así debía ser si querían tener lo suficiente para salir de la penuria a la que sus hijos les habían llevado, uno por las indemnizaciones por los delitos y la hija por una estafa en la cooperativa de viviendas donde fueron avales. Así era desde que abandonaron Ciudad Real rumbo al norte, con la esperanza de olvidar los duros años saliendo del mal trabo trabajando duro, se sentía culpable de no haber sabido educar a sus hijos. Aunque nunca lo habían verbalizado, el matrimonio sabía perfectamente que la cárcel, no solo era merecida, sino también un alivio familiar. Tan duro, pero tan cierto.

Carmina llevaba días intranquila, como si tuviera un mal presentimiento. A sus cuarenta años seguía llevando mal la soledad. Quedaba menos de una semana para que su marido regresara de Francia y empezaba, no solo a contar los días, sino también las horas. Sacaba del congelador unas chuletas en la cocina con la intención de pasarlos después por la sartén cuando una voz estremeció todo su cuerpo

— Buenos días. Se giró de golpe, evitando por poco colapsarse del susto.

— Martín, casi me da un infarto.

Su hijo la miraba atentamente desde la puerta de la cocina, con la cabeza rapada al cero y más corpulento que nunca parecía un cavernícola de épocas pretéritas. Sus ojos negros como el carbón se clavaban en ella como dos puñales.

— ¿Ahora me llamas Martín?

— ¿Cómo has entrado…Cómo has llegado hasta aquí…Cómo es que te han dejado salir…? Interrogó.

— Vaya, ya veo lo mucho que te alegras de verme.

— No es eso, titubeó. es simplemente que no sabía que pudieras tener permisos penitenciarios. No te esperaba.

— Sorpresa. La buena conducta tiene sus recompensas.

Carmina se fijó en su ceja, decorada con una nueva y profunda cicatriz. Apenas podía mantenerle la mirada después de dos años. Siempre se culpó de su mala vida, de sus malas decisiones. Demasiado joven lo tuvo junto con su melliza, con dieciocho años apenas sabía nada de la vida. Tuvo que aprenderlo todo de golpe y por las malas. Ahora Martín tenía veintidós años y apenas lo reconocía. Su corazón empezó a bajar de pulsaciones, pero estas seguían siendo fuertes como martillazos. Incómoda, se apoyó contra la encimera observando como él se acercaba lentamente.

— Hijo… —Bueno, le interrumpió. — Por lo menos ya empiezas a recordar. Después de tanto tiempo sin venir a verme pensé que quizás se te había olvidado incluso quién soy. ¿No me vas a dar un beso? Sus fuertes manos agarraron la cara de la madre y la besó en la comisura de los labios.

— Martín, ¿crees que es buena idea que estés aquí? Tu padre…

— No veo al viejo por ninguna parte. No te preocupes, si oigo el coche desapareceré. Veo que estás cocinando, sigue, no quiero molestarte. Además, estoy hambriento.

Algo más distendido, Martín se sentó en la mesa de madera que había en el centro de la cocina, esperando llevarse algo a la boca. Carmina siguió preparando las chuletas añadiendo un par más y enseguida preparó la sartén con un poquito de aceite.

— ¿Cómo has llegado hasta aquí? A la casa no llega ni tren ni autobús.

— Querida madre, es una larga historia, contestó mientras le daba un buen mordisco a la hogaza de pan que ya había en la mesa. — ¿Tienes un poco de vino?

— No tengo, lo siento, mintió la madre a sabiendas lo mal que le sentaba el alcohol a su chico.

Durante la comida predominaron los silencios y los monosílabos. Carmina tenía muchos sentimientos encontrados. Quería a su hijo, pero también le temía. Deseaba que su marido apareciera en cualquier momento pero a su vez le daba pavor pensar en las consecuencias.

— ¿Dónde te vas a quedar? Martín la observó casi con rabia antes de contestar…

— ¿Crees que me puedo permitir una pensión en el quinto coño de esta mierda de pueblo más cercano a esta puta casa en medio de la nada? La madre bajó la cabeza y se concentró en el plato.

— Tenemos una habitación vacía pero, por favor, vete lo antes posible. No quiero que te vea tu padre y volverá muy pronto.

— ¿Está bien el viejo?

— Sí, Martín, estamos bien. Llevamos una vida muy humilde intentando salir del hoyo económico trabajando mucho…

— Lo sé mamá, no te preocupes, no he venido a por dinero.

— No, no es eso, se excusó ella. — Lo digo para que entiendas nuestras razones para no haber ido a visitarte a la cárcel. Para nosotros…

El hijo la cortó con un golpe en la mesa, contundente y con el puño cerrado. — No te he preguntado nada. La madre hizo un esfuerzo por no llorar y consciente de la situación, Martín, suavizó el tono… — Lo creas o no soy una persona nueva. No busco problemas. Ni los busco ni pretendo causártelos. Solo quería verte y descansar un poco. No es fácil matar al salvaje, pero hago todo lo que puedo para domarlo…la cárcel no ayuda mucho a ello.

La mañana siguiente Martín se despertó sobre las once, descansado y con el ánimo renovado. Buscó a su madre por toda la casa pero no fue hasta salir fuera dónde la encontró tendiendo la ropa.

— ¿Todo bien, mamá? He dormido como un bendito.

— Me alegro hijo, contestó ella mientras tendía una sábana con cierta dificultad. — Yo estoy un poco preocupada. Quería llamar a la tienda del pueblo para que Lorenzo me trajera unas cosas pero me he dado cuenta de que no va la línea telefónica. Sin poder arrancar el coche no sé cómo me las apañaré, en un par de días me quedaré sin comida. Hoy ya se ha terminado la leche.

— Ha habido una tormenta esta noche, seguro que ha caído un rayo o algo por el estilo. Lo arreglarán.

— Eso espero, porque no tengo piernas para andar tanto y menos cargada con bolsas.

— No te preocupes, yo mismo iré si no lo arreglan en las próximas horas. 
De espaldas a él a Carmina se le escapó una sonrisa. El nuevo y mejorado humor de su hijo le hizo tener esperanza. Ilusión en que realmente estuviera esforzándose por cambiar. 
— Por cierto, mamá…si alguien viene a casa…no les digas nada de mí, ¿entendido? Ni siquiera si preguntan directamente por mí.

La sonrisa se desvaneció como si nunca hubiera existido. Aquella siniestra petición no podía llevar nada bueno. A saber en qué lío estaría metido su hijo ahora. Quién sabe con cuánta gente tenía cuentas pendientes. 
— ¿Entendido, mamá? 
—Sí. 
— Muy bien, dulcificó de nuevo la voz. voy a ver si desayuno algo.

Carmina no pudo más que sentarse en el suelo, desesperada. Ahora no sabía si incluso su vida corría algún tipo de peligro. No fue hasta que el frío empezó a calarle los huesos cuándo entró en casa. En el salón pudo ver a su hijo comiéndose un bocadillo. Iba vestido solo con unos calzoncillos.

— Martín, ¿tienes algo para lavar?

— Solo lo que llevaba ayer. De hecho, te agradecería que me pudieras prestar alguna ropa de papá. Algo que le vaya grande, difícilmente usemos la misma talla.

No solo su hijo “no estaba allí”, sino que había venido “con lo puesto”. Mucha prisa en refugiarse en aquella perdida casa había tenido, eso estaba claro. El resto del día pasó lento, con miradas inquisitivas pero pocas palabras. Mucho menos algún tipo de explicación. A media tarde la madre se refugió en la cocina para pelar unas judías con la sola compañía de un viejo transistor. Una hora después apareció Martín con la voz algo achispada.

— Vaya, vaya. Mira quién no decía ayer la verdad. 
Carmina se giró extrañada con aquel comentario y vio a su hijo amorrado a una botella de vino. 
—Me he encontrado un pequeño refugio de lo más interesante, dijo él aludiendo a la improvisada bodega que tenían sus padres en el desván. —Martín…

— No te preocupes mamá, lo entiendo perfectamente, contestó mientras se sentaba en la mesa de la cocina y seguía bebiendo a morro.

— Aquí hay poco que hacer, tu padre no bebe alcohol y yo menos, guardamos el vino solo para las celebraciones. Es peligroso que abuses, ya lo sabes…

— Sí, sí, ya. Oye madre, dime… ¿hay algún bar en el pueblo?

— Uno, pero cierra muy temprano y lo visitan solo ancianos para echarse la partida del dominó.

— Muy bien. ¿Y discoteca?

— Hijo, ¿tiene pinta de haber alguna discoteca por aquí?

— Tienes razón, pero seguro que hay un puticlub. Hasta los viejos necesitan follar.

— Si lo hay te juro que nunca lo he visto, respondió la madre cada vez más incómoda.

— ¡Joder! Pero en algún lugar se tendrán que esconder las chicas, ¿no? ¡¿O es que las sortean junto a un vino y una cabra?! 
Hubo un largo silencio antes de que Carmina intentara calmarlo…

— Las cosas por aquí son muy distintas a la ciudad.

— Sí, sí, ya lo veo…ya lo veo… se resignó cada vez más ebrio. — No me prepares cena para mí, con la botella tengo suficiente por hoy.

La madre siguió pelando unas patatas cuando pudo oír como Martín se levantaba de la silla. El hijo la observó. A los cuarenta años conservaba una figura envidiable. La camiseta de tirantes blanca y la larga falda marrón no escondían unas curvas más que apetecibles. Se acercó a ella por detrás y le retiró su larga y castaña melena del cuello y los hombros. Carmina sintió un escalofrío y se quedó completamente quieta. Pasó sus rudos dedos por la nuca, con suavidad, siguiendo por el cuello y la clavícula hasta tropezarse con uno de los tirantes del top. Con el mismo dedo lo agarró y lo deslizó hasta descubrirle el hombro y dejarlo caer por el brazo. Siguió acariciándole este y cuando llegó a la altura del codo retiró la mano. La madre pensó que había pasado todo en el preciso instante en el que notó una sonora palmada en su glúteo. Al momento pudo oír a su hijo alejarse de nuevo entre risas. Cuando por fin estuvo sola, se derrumbó sobre la encimera agotada por la tensión del momento. Martín se despertó por la tarde, resacoso y de mal humor. Su madre le había dejado preparada una ensalada pero apenas la probó. Llevaba solo un par de días y las paredes empezaban a caérsele encima. El exterior no era mejor, solo había árboles y monte, ni rastro de civilización… se sentía como un lobo salvaje encarcelado.
Carmina salió a barrer un poco la entrada de la casa cuando se fijó en que la caja del teléfono del exterior de la casa parecía haber sido manipulada. Cerciorándose bien de que su hijo no estuviera cerca se acercó y, con solo tocar la tapa, esta cayó junto a sus maltrechos tornillos. Dentro pudo ver lo que, sin duda, eran los cables telefónicos saboteados. Tardó un poco en volverlo a dejar de manera que fuera imperceptible cuando el ruido de unos neumáticos acercándose a la casa llamó su atención. Una furgoneta de la Guardia Civil aparcó justo delante y bajaron dos educados agentes gorra en mano.

— Buenas tardes señora, ¿es usted la señora Casalduero?

— Sí, soy yo, ¿ha ocurrido algo?

— No se alarme.
La tranquilizó el que parecía tener más rango, con espesa barba y cejas exageradamente pobladas. 
— ¿Está sola en casa? La hemos llamado varias veces pero no nos da línea.

— Sí, mi marido está haciendo negocios en el sur de Francia. Es representante de vinos de crianza de esta zona, suelen pagar mejor que por aquí. El teléfono por lo visto se averío con la tormenta del otro día.

— Ya veo. Mire, debemos preguntarle, ¿ha visto recientemente a su hijo?

— Cumple condena en Alcalá-Meco, ¿es que le ha pasado algo? La distancia no me permite ir a verlo con regularidad.

— Lo último que sabemos de él es que aprovechó un programa de reinserción laboral para escaparse, hiriendo a un agente. Pensamos que podría estar por aquí.

— Dios bendito… dijo con la voz temblorosa. — Dios bendito. Hace años que no veo a Martín, espero que el agente esté bien.

— Es leve. Señora, perdone que seamos así pero, ¿le importaría que echáramos un vistazo en la casa?

La mujer volvió a dudar. ¿Qué era lo correcto? ¿Hacerles algún tipo de señal indicándoles que ese animal se escondía en casa o por el contrario seguir haciéndose la tonta? Y por otro lado, quizás advertirles podía complicar aún más la situación.

— Por supuesto agentes, miren dónde vean conveniente. 
Uno de ellos se adelantó pero el de la barba lo paró con el brazo diciendo…

— Bueno, creo que no será necesario que la molestemos más. Por favor, si sabe algo del muchacho, háganoslo saber. Cuánto menos tiempo pase mejor para todos. Y hágase mirar ese teléfono para que podamos informarla.

— Descuide agente, así lo haré.

Los agentes se despidieron con un gesto y abandonaron los dominios. Carmina entró en casa dónde, detrás de la puerta de la cocina, le esperaba su hijo armado con un cuchillo de grandes dimensiones.

— Lo has hecho muy bien mamá, si llegan a entrar a la cocina tendría que haber acabado con esos putos picoletos. 
Ella le miró asustada, pero sabía que cualquier palabra suya podría empeorar aún más su humor. 
— No me mires así, no pienso volver a vivir nunca más en esa mierda de trulloantes me corto el cuello.

Martín clavó el cuchillo en una madera de la pared y abandonó el recibidor a paso firme. Su madre se dejó caer lentamente en el suelo, dónde estuvo largo rato encogida, agarrándose las rodillas con los brazos. Horas después cenaron en absoluto silencio y Carmina se fue a la cama tan pronto que aún no había oscurecido del todo. Lo único que quería es que la almohada le hiciera olvidar aquel tenso día. Solo deseaba que todo el miedo se lo llevase el primer rayo de sol de la mañana siguiente. Pero no fue así. Sobre las tres de la madrugada pudo oír como su hijo entraba en la habitación a hurtadillas. Ella aún no había conciliado el sueño, no podía dándole a la cabeza sin cesar o por el miedo a su propio hijo… pero se hizo la dormida. Martín se acercó muy lentamente y, con extremo cuidado, la destapó. Dejando a los pies la sábana y la manta. Vio a su madre vestida solo con el camisón. Bastante casto la parte de arriba, abotonado hasta el cuello, y algo corto por la de abajo, llegando solo palmo y medio pasada la cintura.

Observó sus espectaculares piernas y su respiración empezó a hacerse más profunda. Carmina sintió pánico, ganas de gritar, huir, moverse, pero se obligó a quedarse completamente petrificada. El hijo siguió observándola, casi como si fuese la primera vez que veía a una mujer. Como si aquel cuerpo no fuera el de su progenitora. Con sumo cuidado le subió un poco la prenda descubriendo el resto de los muslos hasta que se asomaron las braguitas, blancas a juego con el camisón. No contento con eso acercó sus manos hasta la parte de arriba y, lenta y controladamente, desabrochó hasta cuatro de los botones. 
Lo abrió un poco dejando ver el canalillo, mostrando parte de lo que eran unos generosos y deseables tetas que un día le alimentaron. La madre casi tuvo que morderse la lengua para no hacer un gesto sospechoso, pero aguantó. Notó como las manos de su hijo ya no merodeaban su cuerpo pero entonces pudo oír el discreto sonido de los calzoncillos de su vástago bajando. Martín liberó una extraordinaria erección y comenzó a acariciarse con suavidad remangándose el prepucio y dejando su enorme cabeza en forma de champiñón totalmente liberada. Miraba las piernas, el culo caprichosamente redondeado y respingón de su madre, para acabar su mirada en el escote… se sentía completamente excitado. Enseguida aumentó el ritmo, masturbándose por primera vez en mucho tiempo sin tirar solo de imaginación.

Se puso detrás de su madre acariciando el glande en la raja excelsa del culo materno, aumentando la dureza y rigidez del flamante falo… continuaba pelándose produciendo roces en cada tirada del prepucio…Siguió intentando controlar los gemidos y, sin que hubieran pasado ni tres minutos, eyaculó unos copiosos chorros de leche como no recordaba el animal, apuntando intencionadamente contra las nalgas, la lefa las cubría todas fielmente salpicadas, además de grandes chorretones se escurría por la raja del culo hasta la vulva su madre que se apreciaba desde atrás. Quedó satisfecho habiendo regado todo su culo y parte del coño. Se cercioró de que ella no se hubiera despertado y, sin volverla a tapar colocándole las bragas en su sitio, salió de su habitación. Carmina se acurrucó colocándose en posición fetal y completamente abatida por lo que acababa de pasar. Se dio cuenta que la necesidad de hembra de su hijo no iba a tener límites… notaba la humedad del esperma de su hijo impregnando las bragas pegadas a su cuerpo.

Después de aquella noche hubo algunos días buenos dentro de la normalidad. Martín parecía mucho más relajado y de buen humor y ella se convenció a sí misma de que no tenía tanta importancia haber sentido la leche de su hijo o que él se hubiera excitado con ella pese a ser su madre, al fin y al cabo un hombre es un hombre y cuando la testosterona comanda su mente no hace distingos. ¡Aquel desahogo no había sido nada más que algo fisiológico! Mejor eso que no que deambulara por el pueblo a la caza de alguna pobre chica inocente a la que no dudaría de acosarla e incluso violarla. No podía ni imaginarse lo que era llevar seis dos encerrado, y en parte se sentía culpable por no haberle conseguido educar mejor. Por no haber sabido protegerle de las malas compañías. A fin de cuentas, ¿Qué no haría una madre por un hijo? Él se sentía tan bien que incluso, con cuidado de no ser reconocido, había hecho el largo camino hasta el pueblo en busca de víveres. Los dos cenaban de manera distendida cuando Carmina, hizo de tripas corazón, y le entregó un sobre. 
— ¿Qué es esto?

— Hijo, cariño, son dos mil euros. Te prometo que no tengo nada más disponible. Mañana vendrá tu padre, ya sabes lo puntual que es en todo. Dijo que vendría antes de comer y aquí estará. Eso si no adelanta su regreso preocupado por la “avería” de la línea telefónica. Además la guardia civil no dudo que volverá a buscarte por aquí… tienes que hacer algo o entregarte. 
Cerró los ojos esperando una mala reacción pero esta no tuvo lugar. Martín se guardó el sobre diciendo…

— Te lo agradezco. No te preocupes, papá nunca me encontrará en la casa, te lo prometo… y lo picoletos lo tendrá difícil para dar conmigo. Carmina sonrió aliviada.

A la mañana siguiente el hijo preparaba un improvisado petate con algo de comida, ropa y utensilios de aseo mientras la madre limpiaba a conciencia toda la casa. Estaba dispuesta a no dejar ni rastro de aquella improvisada visita. Limpió la habitación donde se había hospedado como si se tratara de la escena de un crimen. En su cabeza solo había un lema… “aquí no ha pasado nada”. Martín mataba el poco tiempo que le quedaba observando a su progenitora. Se había vestido cómoda para el trabajo, y cómoda para un reo fugado significaba sexy. Llevaba un vestido amarillo de andar por casa que al susodicho le parecía, cuanto menos, sacado de un sex shop. Escotado y corto, poco más que describir. 
Cada vez que se agachaba podía ver como se asomaban sus braguitas blancas, o incluso sus frondosas tetas si se encontraba de frente. Intentó pensar en otra cosa, pero su cipote pareció no recibir la información actualizada, multiplicando su tamaño a cada segundo. Su erección era tan descomunal ya que ni siquiera sentado en el sofá del salón se sentía cómodo. Desaparecida momentáneamente del salón decidió ir en su encuentro y la sorprendió revisando la jamba de la puerta. En concreto aplicando una pequeña pátina de barniz con un fino pincel a la marca que días antes había hecho en la madera con el cuchillo. Estaba tan concentrada que ni siquiera reparó en su presencia por detrás, sudaba y ese olor a hembra impregnaba la papilas del macho depredador.

Se acercó lentamente y arrimó su cuerpo, presionando su bulto contra su trasero, separados solo por la ropa. Carmina se quedó paralizada al momento, pero decidió seguir con el trabajo, disimulando.

— ¿Te he dicho que te conservas muy bien, mamá? Cuando Martín le puso las manos en la cintura a ella se le escurrió el pincel de entre los dedos.

— Hijo, deberías irte ya.

— Sí, lo sé.

La madre se quedó observando la marca disimulada del cuchillo, como repasando el trabajo, pero Martín no se detuvo. Subió las manos hasta llegar a las globulares tetas maternas, y las estrujó desde atrás, apretando aún más su apreciado falo contra el culo de su madre.

— Y tienes las mejores tetas que he visto nunca, y hablo incluso de antes de que me encerraran.

— Martín por favor… Siguió magreándole las tetas ante la pasividad de la progenitora.

— Mamá por favor, quién sabe cuánto tiempo pasará sin que me cruce con una mujer estando tan cerca de ella…, o si siquiera saldré vivo de todo esto. ¡Tienes que ayudarme a aliviar mi necesidad también! Hueles tan bien que no podido remediar que se pusiera así de dura… Presionó su polla.

Mientras le sobaba las ubres lecheras de mamá, le restregaba la dureza de su verga por los glúteos, notando como estos estaban bien formados y eran absolutamente deseables. Le subió un poco el vestido ante los tímidos forcejeos de la madre, atrapándolo en la cintura y descubriendo el trasero tapado solo por unas finas braguitas blancas.

— ¡Tienes el mejor culo que he visto nunca! Y seguro que tienes un coño muy bien arregladito.

—Basta, ¡Por favor!

No obedeció, le agarró las bragas bajándolas hasta dejarlas caer a sus tobillos…ella se las quitó por los pies liberándose de la prenda atrapada en argolla. El animal salvaje totalmente empitonado no atendía a ningún estímulo, habiendo perdido el raciocinio, buscando desovar dentro de una hembra para liberar sus condolidos cojones atenazados de testosterona, y poco importaba que esa hembra fuese su propia madre. Sin pensar más se bajó él mismos el bóxer hasta las rodillas, y ahora Carmina pudo notar como el pollón erecto casi horizontal de su hijo se restregaba desnudo contra su anatomía, buscando la entrada a su cueva prohibida.

— ¡Qué buena que estás joder! ¡Y qué buen trabajo me vas hacer en mi verga!

Carmina intensificó un poco la resistencia pero era consciente que físicamente no podía pararle. Con una mano la atenazaba del cuelo a punto de ahogarla y con la otra enfiló su polla en ristre al coño de su madre… cuando encontró la bocana del coño materno, sin previo aviso la penetró vaginalmente desde detrás, embistiéndola con tanta fuerza que casi tira la puerta abajo... se la embutió hasta los huevos de un solo golpe.

— ¡¡Mmm!!, ¡¡ohh!!, ¡mmm síii! ¡Cuánto tiempo sin sentir un coño! ¡Joder que apretado lo tienes mamá…!

Carmina se sintió como un pincho moruno ensartada por aquel pedazo de carne…dura, larga y venosa, pero aliviada al no sentir demasiado dolor por no tener una polla con un grosor excelso, tan solo incomodidad de saber que era su propio hijo quien la follaba y de no estar lo suficientemente lubricada para recibir el pollazo que le llegó hasta el cérvix…, fue tan profundo que notó las pelotas golpear su coño, lo que denotaba que le había clavado entera de un solo envión.

—No, no, susurraba ella. vete, ¡¡vete! Suplicaba al sentir emociones contradictorias de deseo y rechazo.

— Solo será un momento mamá, joder, ¡¡ohh!!, ¡¡ohhh!! Estoy muy excitado y terminaré enseguida…Me duelen mucho las pelotas por la presión de leche. En cuanto las vacíe acabaremos.

Siguió penetrándola con tanta fuerza que podía notar como sus testículos rebotaban contra el culo, ahora la tenía agarrada con fuerza por las ingles para intensificar el movimiento. 
— ¡¡¡Ohhh síii!!!, ¡¡ohh síi!! ¡Mira qué bien se traga la polla tu conejo hambriento…! ¿Seguro que a papá no se le pone tan dura?

Continuaba perforándola sin mesura, la cadencia de su cintura era endiablada dejando entrar toda la verga desde el glande hasta  la raíz de manera vertiginosa. Carmina se dejó llevar, forzar la huida sería contraproducente, porque su hijo le dejaría marcas que tendría que justificar ante su esposo…mejor que acabase, aunque la llenase el útero de esperma. De pronto todo se precipitó, en ese preciso instante el ruido de un coche se oyó en el exterior.

— Martín, vamos, ¡vete! ¡Es papá! ¡¡Corre!!

Pero el semental ya no podía parar, le separó un poco las piernas y arreció sus acometidas con mayor contundencia golpeando con su pelvis las masas de las enormes nalgas de su madre, estas ofrecían un soniquete atronador muy sexy. El padre y marido ya había aparcado, comprobaba que estuviera todo en orden. El intermitente, la llave del contacto, todo debía estar perfecto antes de abandonar el vehículo. Difícil se imaginaba que a pocos metros su hijo se follaba a su mujer como un animal en celo.

— ¡¡Ohh!!, ¡¡ohh!!, ¡¡ohhh!!, ¡¡¡ohhhh!!! 
El chico le hincaba el cipote a su madre intentando reventarle el coño a pollazos. Martín subió de nuevo las manos para manosear con furia las ubres de su madre en el momento que decidió cambiar de postura. Salió de su interior y dándole la vuelta le dijo… 
— No sufras mamá, ya estoy, ya casi estoy a punto de correrme.

Le agarró por las nalgas y la elevó empotrándola contra la madera de la puerta. Sus piernas estaban abiertas, una a cada lado de la cintura de su hijo cuando este volvió a penetrarla manteniéndola en suspensión… ella se sujetaba con un brazo alrededor del fuerte cuello del animal y con la otra mano agarró el pesado escroto para aligerar la carga del semental… le manoseaba los huevos estimulándolos lo mejor que sabía para que acabara pronto todo aquel sin sentido, a costa de llenarla de espesa lefa filial y acabar preñada… Poco importaba el riesgo de quedarse bien preñada, porque esto no era lo peor que podía pasar en tales circunstancias… el encontronazo de dos machos eufóricos podría ser brutal.

— ¡¡¡Ohhh síii!!!, ¡¡ohh síi!!, ¡¡¡ohhhhhhhhhh!!! Balbuceaba el muchacho insertando más hondo en tal postura…

La accesibilidad producía que las acometidas fueran más profundas, y en verdad eran tan fuertes que la madre golpeaba continuamente la barbilla del hijo con el hombro, pero no le atañía demasiado…, estaba tan excitado que lo único que sentía era placer mientras se tornaba entre dos aguas… el placer y la angustia de la presencia inminente de su esposo en aquel salón donde fornicaba con su propio hijo… su único hijo primogénito.

— ¡Oh!, ¡¡oh!!, ¡ohh! Hijo, ¡hijo! ¡¡Tienes que irte o tu padre nos matará…!!

El padre empezaba a descargar el maletero y dejaba pequeños montoncitos de trastos frente a la puerta, evitando así tener que hacer luego más viajes y algo extrañado de que su esposa no hubiera salido a recibirlo. A pesar de la vibración de la puerta causada por las embestidas, parecía estar ajeno a todo. 
—¡¡¡Ohhh, ohhhh, ohhhhh!!! ¡¡Síii, síiii, síiiii, mmm!! Joder mamá un poco más… ¡Estoy a punto de correrme!

La mujer apenas le oía, seguía abrazándole mientras le restregaba su coño cual una gata en celo. Se subió el vestido, enseñando el pubis rasurado en forma de triangulito, húmedo, caliente y desprovista de recato alguno ya, se lo restregaba contra la polla henchida de su hijo en medio de su entrepierna suplicante…

— ¡Cállate y fóllame duro! ¡Vamos cabrón, lléname de leche y acaba de una vez! Es lo que quieres…lo que has venido a buscar. ¡Venga Hijo de puta a ver si eres capaz de preñar a tu madre!

Lo incitaba para acelerar el acto interminable y agobiante ante el abismo al que se acercaban. El chaval se amorró a la boca de su madre para callarla y a la vez sentir lo más gozoso… ¡Correrse besándola! Finalmente Martín eyaculó con la fuerza de un torrente, atestando a su progenitora con simiente fértil y joven. Al menos fueron cinco o seis aldabonazos de rica lefa que se atoraban en el fondo vaginal materno, colmando de dopamina la cabeza y extremidades del semental. Aún no se había recuperado percibiendo las últimas convulsiones de la eyaculación, sin haber dejado aún en el en el suelo a su madre, apareció en el salón el padre con un maletín en la mano y otro colgando de su hombro. Martín no había recuperado una pizca de cordura, y se sentía completamente extasiado sin saber qué pasaba, aún con su madre empalada, la cara de la señora buscaba un gesto que diese explicación a la situación de tener a su hijo follándola, ahí montada sobre la verga de este con toda dentro fielmente acoplados por los genitales. Martín se percató de la realidad, apenas podía hablar pero reunió las fuerzas suficientes para vestirse, encontrar su petate y salir por una ventana en tanto su padre buscaba una explicación completamente petrificado.

Carmina también estaba agotada pero consiguió adecentarse el vestido ante la atenta mirada de su esposo e intentar disimular su estado de euforia. Miró a su alrededor y justo cuando oía la voz de él pidiéndole explicaciones, se percató de que sus bragas estaban a medio metro, en el suelo.

— Cariño, ¿Qué tal? ¿No te he oído llegar? Rápida las cogió y las escondió dentro de su puño. — Lo que has visto tiene un explicación, Martín lleg…

No le dejó terminar la explicación cuando su marido por fin despabiló y entró a saco en su monólogo de injurias contra ella, Carmina solo supo dedicarle la mejor de sus sonrisas aliviado la enorme tensión que todo aquello hubo generado. Mientras le preguntaba el porqué, su esposo entraba la primera maleta y seguía poniendo cara de extrañado cuando creía que siempre la había sido fiel, ahora no lo tenía tan claro. La indignación se acrecentaba a medida que Carmina no daba respuestas aclaratorias ni convincentes. Ella se sentía completamente acalorada balbuceando que la culpa era de su hijo acosador y no pudo hacer nada ante su fortaleza, solo pudo seguir sonriendo apelando a la compresión de su marido. Cuando por fin se cruzaron las miradas le abrazó con fuerza, con mucha fuerza.

— ¡Mi amor, tú siempre has sido mi hombre! Todo ha pasado y todo está bien…Martín no volverá nunca más. Carmina apretujó su cuerpo contra él susurrándole… — Mi amor te he echado mucho de menos.

El esposo lejos de sentirse feliz por las palabras de su esposa, se sentía extrañado, no le devolvía el abrazo contestando… 
— Y yo a ti, pero lo que he visto no tiene perdón alguno… durante días he intentado llamar pero no daba línea la casa.

— Lo sé, nuestro hijo cortó los cables y ya sabes que no tenemos cobertura de móvil…  

— Pero ese no es motivo para llegar y encontrarte follando como una perra con tu propio hijo.

— Me forzó, tienes que creerme, yo no quería… me violó.

— Yo no he visto lo mismo… a saber con cuantos me has puesto los cuernos. Voy a darme una ducha y me marcharé de esta casa enseguida…

Su esposo cumplió lo que dijo, poco le costó hacer las maletas de nuevo y nunca más se vieron hasta el día de firmar el divorcio tras años de aquella separación. Carmina se quedó sola en aquel paraje casi desierto, un pueblo abandonado de la mano de Dios que pronto plantaría tras haber pedido año tras año el traslado y finalmente lo consiguió para el curso siguiente una vez acabado aquel perturbador verano de duras vacaciones donde su familia se desmembró definitivamente. Durante años analizó la reacción de su esposo tras ser cazada follando con su hijo, ella hubiera jurado que la reacción de su ex fue demasiado generosa y la imposibilidad de una conciliación le hicieron sospechar que tras su actitud había algo más… años después se le confirmaron, cuando descubrió por casualidad que tenía otra familia con un hijo de más de doce años… durante años la engañó con sus viajes, unos verdaderos y otro supuestos. Ahora se sentía defraudada, engañada y violada por su propia familia, carne de su carne y el amor de su vida.

Cuando Carmina llegó al nuevo destino, mi madre era la directora del colegio…pronto hicieron buenas migas y la señora encontró una familia de acogida tras el abandonarla por todos los miembros de la suya. Volvió a empezar de cero que no era fácil, pero mi madre es única haciendo que las personas se valoren… salían juntas de marcha, buscaban momentos que compartir en la cocina y charlaban mucho en sus ratos libres dentro y fuera del trabajo. Dentro de sus confesiones a mamá, Carmina le contaba cuanto había follado al principio de su carrera profesional recién casada… por entonces alternaba la cama con compañeros de trabajo del mismo colegio y su marido, cuando este llegaba a casa tras sus largos viajes como representante de ventas de su empresa. Después le fue más fiel y de aquellas aventuras nunca se enteró gracias a que cambiaba de colegio con frecuencia, pero lo de su hijo no lo pudo evitar, esconder ni disimular al ser pillada en pleno acto. 
Si bien ella hubo sido muy discreta en sus aventuras, más lo fue su esposo que fue capaz de tener dos familias en paralelo, mermando las arcas familiares a un ritmo tan rápido que Carmina siempre lo achacaba al continuo saqueo por parte de sus dos hijos…uno en la cárcel y su hija por ser una supuesta víctima de una estafa inmobiliaria a la había que hacer frente como avalistas o perderían todo lo entregado hasta el momento. Ni un hijo, ni el otro eran la única causa de tal agujero económico, sino también el desvío de gran parte de ambos sueldos en mantener a la segunda familia del esposo. Pero toda esa mala vida dio un giro de 180º cuando encontró a mi madre. No obstante aún guardaba otro secreto que nos confesó para que compartiéramos con ella la aventura de gozar de los manjares que nos darían en un camping nudista muy particular, contándonos como se pasó el verano que lo descubrió con otra amiga…




UN CAMPING NUDISTA MUY PARTICULAR. 

Después de 22 años de matrimonio y dos hijos, se me derrumbó todo tras la visita de mi hijo escapado de la prisión y buscado por la guardia civil. Que su padre nos pillara en pleno acto de fornicación solo fue la guinda del pastel, porque ya lo nuestro no tenía visos de mejorar…mi marido solicitó la separación con la excusa del engaño, cuando era él quien me ponía los cuernos con una jovencita de 25 años desde hacía un par de años. El mundo se me cayó encima y con mis 40 años, no veía como podía iniciar una nueva vida para ser feliz. Solicité el traslado de escuela y me concedieron plaza en una donde conocí a la persona que sería mi mejor amiga en muchos años. Pasé unos meses muy malos hasta que Sara, que llevaba varios años sin ser montada por su marido pensó que sería una gran idea marchase de vacaciones unas semanas… la muy puta me invitó a irme de vacaciones con ella a una playa muy particular. Ella de joven solía frecuentar zonas donde se practicaba el nudismo y ya había ido varias veces a playas y campings nudistas, pero donde me llevó era un lugar exclusivo abierto a cualquier aventura donde se ingresaba si poseías ciertos requisitos de salud y confidencialidad refrendados por controles oficiales. A mí nunca se me hubiera ocurrido ir a un sitio así, pero estaba tan baja de ánimo que me dije que tenía que romper con todo y probar cosas nuevas. Realicé los controles médicos de ETS y un compromiso respeto a la intimidad fuera del camping.

Mi amiga Sara, estaba casada con un hombre que apenas la tocaba y su ánimo de libertad le llevaba a conocer cosas nuevas…comenzó con algunos cruceros de solteros por el mediterráneo, viajes organizados a hoteles donde se conocía a gente con la que relacionarse y acabar follando con uno o con otro y últimamente visitaba un camping en la costa malagueña con exclusividad en la admisión. Gracias a ella pude ingresar fácilmente, me llevó a un camping en una zona preciosa de playas donde se practicaba el nudismo con total libertad. Al llegar alquilamos una de las cabañas de madera que había allí, y me sorprendió el ambiente que había… me esperaba otra cosa y no a familias al completo con sus hijos y abuelos, aparte de parejas jóvenes, maduras y todo tipo de gente, por supuesto todos desnudos deambulando por la zona restringida de uso exclusivo para los usuarios del camping. Por supuesto estaba completamente prohibido ir vestida, a lo sumo te permitían un pareo, pero aún así sino ibas completamente desnudo eras la nota disonante del lugar. Sara ya había estado más veces, pero no quiso contarme gran cosa durante el camino, sólo me decía que lo iba a pasar muy bien, me iba a olvidar de todo el mal rollo del divorcio unido a la violación de mi hijo y que me iba a encantar, solo me tenía que dejarme llevar y elegir lo que deseaba como en un bufet libre. Ese primer día me coloqué el pareo sujeto a mis pechos, se intuía mi figura pero no la dejaba ver de manera explícita, pronto me di cuenta del ridículo que estaba de esa guisa.

Al anochecer pasó un grupo de jovencitos franceses delante de nuestra cabaña a saludarnos. Mi amiga como sabe hablar bien francés charló un poco con ellos, pero yo no solo entendía a medias, tenía que retomar las clases de francés casi olvidado, especialmente porque como profesora bilingüe tenía que dar la talla para el curso siguiente. Lo que más me sorprendió es que alguno se puso en una total erección mientras hablaban con nosotras, y otros se la tocaban sin ningún disimulo allí delante. Cuando se fueron, Sara me preguntó que como me habían parecido los chicos, y yo la dije que eran unos críos… intentando disimular que me había excitado por primera vez en los últimos meses, de lo que yo misma me sorprendí. Ella sonrió como adivinando mis pensamientos pervertidos, sabiendo que no había dejado de mirar a sus cipotes abigarrados prestos al fornicio… sí que no llegaban a los 20 años, pero su potencialidad no se la negaba nadie y no recuerdo lo que se sentía al ser poseía por tanta juventud, mucho menos a mis 40 años. Dando un paseo por allí ya me fijé en más cosas que me llamaron la atención…, el comportamiento de la gente con total desenfado sin importarles que les miraran, gozando abiertamente de su sexualidad, viviendo con naturalidad su cuerpo y sus relaciones con los demás a través del mismo…


Me di cuenta que en aquel lugar, los genitales era una parte más del cuerpo para usar y disfrutarlos con quien te apeteciera relacionarte, literalmente. Lo primero que me sorprendió y me dio a entender el concepto de amor libre, fue cuando observé a una chica sentada encima de su papá, su padre se hallaba todo empalmado, y ella jugueteando con su polla erecta sin que su madre le diera más importancia, la masajeaba y rozaba con su culito, e incluso llegaba a lograba calarse el glande en su estrecha rajita, y todo ello en medio de una tertulia familiar cotidiana. Más allá parejas teniendo sexo duro con excelsos gritos de placer dentro de las caravanas, e incluso en una zona más apartada una chica, chupándosela a un chico poco mayor que ella, por lo que no pude evitar excitarme otra vez viendo esas cosas mientras preguntaba a mi amiga que si todo eso era normal allí… ella me dijo que todo eso y mucho más que ya iría viendo, porque no había ninguna restricción de gozar del sexo con quien te apeteciera, donde te apeteciera si el affaire estaba dispuesto a compartir contigo…la edad tampoco era una limitación, aunque los padres no dejaban a sus hijas follar hasta cumplidos “una mayoría de edad” por norma general y a los chicos lo mismo…, en ambos casos solían ser el padre quien desflora a su hija y le enseñara el arte de la fornicación, mientras que a los hijos era la madre quien se encargaba. En algunos casos también los hermanos mayores eran los iniciadores de los más jóvenes, según la iniciativa e idiosincrasia de cada grupo familiar, después que los chicos y chicas fueran iniciados tenía libertad de gozar de su cuerpo abiertamente. Ya por la noche nos dirigimos a las duchas, antes de acostarnos.

Estaban bastante concurridas, con las madres, padres y algunos abuelos... como era de imaginar los aseos eran comunes para hombres y mujeres, con duchas abiertas al público aunque los váteres no, por suerte. En eso que vemos a una señora duchándose con su nieto, y nos fijamos como le enjabonaba todo el cuerpo frotando la espalda, el culo y las piernas, en aquellas zonas de mayor dificultad de llegar, después de dio media vuelta y continuó por el frente, donde ya no era tan necesaria la ayuda de nadie, pero la señora continuó con el aseado de su nieto, llegó a su verga, que para entonces la tenía bien rígida el chaval, su abuela sin mayor recato la asió de los huevos y se aseó echándole la piel del prepucio hacia atrás tirando de ella, se la enjabonó y posteriormente la enjuagó con la alcachofa de la ducha dejándosela perfectamente aseada. Una señora que estaba al lado nuestro le dijo…

— Eso se lo hacía yo a mi nieto también. Había que ver como disfrutaba el nene…y la abuela. Ahora ya está casado y...

— Si, es bueno para ellos que se lo haga una mujer que sepa hacerlo con delicadeza y cariño, porque aprenden a aseárselo correctamente. Ellos no se imaginan las enfermedades que se pueden adquirir sin una buena limpieza por debajo de los pliegues del prepucio…

— Por supuesto…, hay que estirarles bien del prepucio para tener una buena elongación del frenillo y así también se les desarrolla más la verga haciéndoselo ceder, cuando este se estira deja crecer al cipote libremente, y con un buen tratamiento manual se les pone grande y gruesa.

— ¡Vaya así es…! Mira ya como la tiene éste y lo que le queda por crecer aún.

— La tiene hermosa desde luego. Se nota que llevas tiempo haciéndoselo. El mío la tiene preciosa, yo creo que le cubre ya unos 17 cm y es bien gruesa. Precisamente pasado mañana lo van a traer sus padres para que esté unos días aquí conmigo. Mis amigas le están esperando con ganas, porque la última vez, ya estuvo durmiendo con alguna de ellas y se lo pasaron de maravilla, pero primero tendré que probarlo yo. Jajaja.

— Aquí obtienen una buena instrucción de cómo hacer gozar a una hembra…

— ¿Tú le haces acabar al tuyo?

— Sí claro, ¡Somos su aliviadero! Ahora en el camping mucho más, porque tienen mucho semen acumulado durante el día de ver a tanto coñito, eso le excitan mucho los huevos produciendo mayor cantidad de leche de lo normal…, así que le dejo que se desfogue con su abuela y se queda muy tranquilo echándolo todo dentro de mi vagina. Mi nieto después duerme como un bendito…

— Pues lo tienes a punto ya. Hay que ver lo durísima que la tiene, ¿me dejas hacérselo a mí…?

— Sí mujer, mira que delicia de tranca venosa y larga.

— En estas edades se desarrollan muy rápido de repente, y haciéndoles esto se les pone la polla como de un adulto, sin esperar a que tengan más de 20 años… lo cual es desproporcionado para su cuerpo, pero es muy saludable para ellos y para nosotras ¡Se nos pone cara de tonta mirándosela!

Allí había un grupo de niñas y algunos chicos también duchándose también, algunos con sus madres y algún padre…se quedaron mirando como la señora se ponía en cuclillas y le jalaba el badajo con una mano que se deslizaba suavemente desde el capullo a la raíz donde le colgaban un par de pelotas que no tuvo objeción de agarrar con la otra mano masajeándole las bolas también. Al poco rato fue su boca la que entró en acción chupándole el glande y succionando de él sin dejar de pajearle el rabo endurecido y los huevos formando una sola bola apretada y dura. Los padres y madres llevaron a sus hijas a presenciar más cerca la lección que estaba dando de cómo se hacía una buena felación. 

El chico lejos de amedrentarse por ser el centro de atención de tanta gente…, se avivó poniéndosela más dura e incluso apostando una mano en la cabeza de la señora para que le entrase más verga en su garganta. Su juventud no le dio el suficiente aguante…pues no duró más de dos minutos con aquella mamada de la señora tetona de ancho culo puesta en cuclillas, la cual se lo hacían al chico bastante bien, hasta que echó un buen chorro de semen que no pilló por sorpresa a la voluntariosa matrona, continuó succionando los siguientes hasta que el nene se calmó dejando de convulsionar. La señora ante tanta expectación sonrió a modo de protagonista de un gran show, así para rematar el espectáculo abrió la boca mostrando el ingente cantidad de leche que había obtenido del ordeñe de esa polla joven, su muestra fue principalmente a las niñas que no alcanzaban a tener más de diez años… ambas exclamaron.

— Buuufff, cuanta leche le ha sacado…

El chico las mira orgulloso manteniendo la erección, en tanto la señora se lo traga haciendo el clásico ruido de engullirlo, y tras relamer sus boca vuelve a mostrar la boca vacía y limpia…

— Así es como se debe tratar a una buena corrida de un semental tan estupendo como este chico…

Y su abuela les dice a las chicas que atendían con mucha atención y probablemente ganas…

— Aunque no lo creáis aún le queda bastante lefa dentro de sus testículos, para esta noche dárselo a su abuela, pero si alguna de vosotras quiere probar, adelante...

La más decidida dice que sí, era la más decidida de todas, se acerca al chico que mantenía una erección de caballo, y ésta sin más dilación se la empieza a acariciar para iniciar la masturbación en la que muestra su destreza.

— Oye, esta niña ya sabe bien cómo se hace.

La chica mira a su madre que estaba presente y comenta… — Es que se lo hace muchas veces a su padre... tiene práctica mi hija. La cara de la madre dibujaba una sonrisa de consentimiento, complicidad y orgullo.

Y otra de las chicas continúa… — Y yo a mi padre, hermano y a otros.

La más joven se queda atrás mirando con mucha atención como lo hacen, y le pregunta la abuela del chico…

— ¿Tú quieres también, verdad? Anda, dejarle un poco a ella para que aprenda.

La niña agarra el mástil del nene, y por su inexperiencia se lo empieza a mover muy rápido con bastante premura, aquello les hizo reír y llamarle la atención a las otras… 
— ¡Así no!, más despacio, jajaja… 
Ambas chicas se ponen a ayudarla, y entre las tres acaban haciendo que se corra de nuevo el chiquillo, llenándolas de semen las manos, las tetas y hasta la cara, gritando alborozadas… 
— Buuaaahhhh, mira como le sale todo disparado… 
Una vez terminado, la abuela se va con su nieto, y se despide de la otra señora y de las niñas que siguen duchándose comentando entre risas lo que acaban de hacer. Yo no me podía creer lo que había visto, pero estaba nerviosísima y con un calentón de los buenos… el coño me chorreaba después de haber visto con tanta naturalidad a padres, abuelas e hijos que comienzan a brotar en la vida descubriendo el mundo del sexo, gozando sin las perversiones de internet. Con las mismas comenté a mi amiga Sara como me había puesto la escena que habíamos visto… pregunté si ella había hecho algo así con alguno.

— Sí, claro, anda ven a ver si vemos alguno por aquí… quienes están más dispuestos siempre son los chicos…sobre todo los que rondan los 20 años. Ya están bien desarrollados con mucho ímpetu.

Ya imaginan el por qué… los machos siempre están dispuestos a follarse a cualquier mujer que se le ponga delante y se deje penetrar, sin importarle la edad, al fin y al cabo ellos dejan su simiente en la vagina de la mujer, desentendiéndose de lo que pueda hacer ese esperma en el interior de nuestro vientre. El caso fue entre tantos, al fondo del pasillo vio a uno de los chicos, con los que había hablado por la tarde y nos fuimos con él. Mi amiga empezó a conversar amistosamente, hasta que nos metimos para dentro de la ducha. Ella empezó a acariciarle el falo invitándome a mí a hacer lo mismo… nos pusimos las dos a masturbar al chico que nos miraba sonriente. Yo estaba excitadísima e instintivamente me metí en la boca toda su polla bien dura, que me la comí con deleite al hacer tanto tiempo que no hacía algo así, además con un crío de esa edad me estaba poniendo fuera de mí… apenas llegaba a tener los 18… prácticamente cinco años más que algunos alumnos a los que daba clase desde hacía más de 25 años.

Solo de pensar que podría ser un alumno de mi aula, avivé la mamada con mayor contundencia, imité a la señora de antes en la felación que pajeaba con una mano y masajeaba los huevos del macho con la otra sin dejar de chupar y succionarle el gordo capullo. Sara me acompañaba apartando mi mano para chuparle las bolas, en tanto yo hacía buena cuenta de su dura polla libre de prepucio… Allí estábamos ambas cuarentonas en cuclillas ante un jovenzuelo que se creería el amo del mundo, más salidas que dos putas adolescentes agasajando a un chico que podría ser nuestro nieto. El sabor joven de aquella verga me ponía loca convulsionando mi pepita y mi coño que se abría y cerraba rezumando flujo como no recordaba. Sara y yo nos alternábamos aquel cipote, pero tuve la suerte que el chico no aguantó sus ganas cuando era mi turno mamándole el glande… Solté un grito de satisfacción cuando le hice correrse en mi boca mientras él me sujetaba la cabeza para que no la sacara, parece que todos hacían lo mismo en aquella escuela del sexo… me llenaba chorro a chorro que noté bien.

Yo, obviamente no pensaba retirarme y además me había quedado con ganas de seguir, pero mi amiga me puso en pie y habló con él. Quedamos con él y sus amigos esa misma noche en nuestra cabaña. Pasó no más de una hora, cuando aparecieron en la cabaña el chico de la ducha con sus tres amigos, teniendo el menor, 18 años según nos dijo…cuatro machos para dos hembras, es una proporción justa si tenemos en cuenta a cuantos puede satisfacer a la vez una mujer desinhibida, incluso uno más por hembra cabría. Mi amiga Sara les dio a beber un poco de bebida energética mezclada con un poco de ron para calentar el ambiente, y al poco rato ya estábamos acariciándonos con ellos, sintiendo como sus manos recorrían mi cuerpo deteniéndose en mis zonas íntimas más erógenas, mientras tenía una polla joven completamente empalmada en cada mano, masturbándolas y metiéndomelas alternativamente en la boca, igual que hacía mi amiga con los otros dos chicos. Se sentían muy ricas, a mí me tacaron dos de vergas normales que no sobrepasaban los 16 cm y a Sara al chico de la ducha que calzaba una que sobrepasaba los 18 cm.

Hacía mucho tiempo que una polla no entraba en mi cuerpo y ya estaba ansiosa por recibir alguna, así que me tumbé y le pedí a uno de los chicos que se pusiera encima de mí y me follara. El rubio se adelantó abriéndome de piernas y colocándose la polla lo más horizontal posible para la inserción, dado que de lo rígida no cedía con facilidad. Embocó su glande en mis labios vaginales y lo lubricó con el jugo que soltaba mi chumino ardiente, jugó un poco con la pepita que hice sacar con mis dedos y se mostraba grande y dura, casi blanquecina de los erecta que la tenía tirando de mi capuchón…me pajeo unos segundos y acto seguido me penetró metiéndola de una sola vez casi entera. Al sentir la penetración, lancé un gemido de satisfacción que debió de oírse desde fuera. Apenas me dolió pese a clavármela de un solo envió hasta los huevos, mi coño es bastante tragón, máxime para una picha de tales dimensiones. El chico se afanaba en meter y sacar su daga, y empecé a disfrutar de las impetuosas embestidas del chiquillo que tenía encima de mí…, lo así de su culo acompañando con mi cintura al ritmo que me imponía, y así completamente sincronizados las punzadas eran mucho más profundas y gozosas al percibir sus pelotas revotando en mi culo.

Su juventud le dan el vigor pero no la constancia y experiencia, por tanto en poco más de tres o cuatro minutos sentí como se corría dentro… soltó un gruñido cuando comenzaron los esténtores que conducían los lechazos que lanzaba en lo hondo de mi coño. Chorro tras chorro se deslechó a placer en el coño de una madura resultona… sin más en el último se quedó sobre mí unos segundos y luego salió para dejar entrar al otro más jovencito que le exigía acabara ya. Este segundo demostró ser más inexperto, pero me dio mucho morbo enseñarle a moverse dentro de mí y el pobre aguantó poco sin correrse al notar la calidez de mi chochito… sin mucho tardar comenzó a mamar de mis tetas y chupando los pezones como su fuese su madre, se corrió deprisa sin más que ofrecerme. La verdad es que algo de ardor me había aliviado después de tanto tiempo, pero para una hembra como yo era suficiente pese a que ambos me llenaron bien de lefa.

Al lado estaba mi amiga cabalgando sobre el mayor de los chicos…, éste sí tenía un cipote de gran tamaño para su edad, que hacía disfrutar como loca a mi amiga, haciéndola llegar al orgasmo dos veces sin que él se corriera, así que le puse mi coño encima de su cara dispuesta a disfrutar como nunca había imaginado que pudiera hacerlo. Mi coño rezumaba semen y fluido vaginal, y el nene no tuvo comedimiento alguno de comerme el conejo con todo su jugo. Creo que mi apasionamiento excitó tanto al chico que no tardó en correrse abundantemente en el más profundo lugar del coño de Sara, la largura y el par de pelotas que se gastaba el gachón daban para una buena cantidad de leche y puesta en el mismo útero. Mi amiga percibía cada chorro de lefa inundar su profunda vagina, mientras me decía entusiasmada que iba a acabar con todos, de las ganas con que lo había follado, provocando las risas de los chicos. No tardó mucho más el otro a quien se la mamaba llenándole la garganta de leche…esa noche los chicos quedaron aliviados con aquella sesión doble, pero no tanto las maduras que no nos íbamos conformar con aquello nada más.

Al día siguiente, ya más relajadas, nos esperaban nuevas experiencias. Por la mañana fuimos a la playa a dar un paseo y detrás de alguna duna podían verse alguna pareja teniendo sexo, o algún grupito disfrutando a lo grande, como una señora ya mayor, rodeada de varios hombres de todas las edades, a los que masturbaba, y chupaba haciéndoles correrse en su cuerpo, para acabar ensartada por dos machos que cubrían sus agujeros. Más adelante vimos a dos chicos de unos 20 y tantos años que jugaban a las palas con gran precisión y agilidad, nos quedamos mirándoles como se movía su cuerpos y se balanceaban sus huevos armados de un buen rabo. A mí me llamó la atención porque me dio un morbo especial verlos… nos sentamos sobre la arena mojada a ver el espectáculo, cuando una pelota dividida fue el comienzo de una disputa en un duelo cuerpo a cuerpo… se magrearon a placer hasta el más bajo de piel morena se hizo con la pelota. Terminaron un poco batidos, y jadeando… se sentaron a nuestro lado diciéndonos que no eran gays aunque lo parecieran, que solo estaban jugando como en la lucha canaria, además de estar haciendo tiempo para que se acercara alguna chica para disfrutar todos juntos. Nosotras les preguntamos que si les valíamos para jugar con ellos a cosas de mayores, que sabíamos qué hacer con otro tipo de pelotas, dije mirándoselas.

— Por supuesto que valéis pero muy mucho…, a mi me ponen más las maduritas que la niñas sin experiencia. Este año ya me he follado a cinco pero ninguna madura tan buena como vosotras…

Y allí empezó otra sesión de fornicio, en la que se incluyó hasta el sexo anal, al que yo era un poco reacia, pero lo disfrute tanto, que me pegunté el por qué no lo había hecho hasta ahora. Yo me quedé con el más alto y Sara con el ganador de la lucha canaria…el mío portaba una verga digna de un caballo y no tenía intención de no ser yo quien disfrutara estaba de la polla más grande. Mis tetas quedaron sobre su cara y el chico disimular me dio un mordisco que perdí los estribos y lo besé en la boca, bajé la mano notando como le crecía la gran polla. Esta vez creo que era yo la de la cara de sorpresa, me cogió de la cintura y puso la palma en mi teta. Se notaba grande, gorda, dura. La masajeé un poco y bajé su prepucio…era la verga más grande que había visto nunca, que maravilla, se me hacia la boca agua. Siempre me han gustado los cipotes gordos, pero este era una delicia. Le pajeé un poco y le tumbé en la arena, quería chupárselo ya. La agarré entre mis manos y me la metí en la boca, pasé mi lengua por la punta para mojarla y empecé a mamar. Su carne dura me llenaba la boca, la saliva caía por los lados, pero cuanto más chupaba, más perra me ponía. Chuparle el rabo a un buen macho era adictivo, mamaba y mamaba mientras tocaba también sus huevos y aquel pollón estaba duro como una piedra surcado de inflamadas venas que bombeaban sin cesar.

Mi coño pedía a gritos un poco de atención y el chico pareció adivinarlo. Se puso entre mis piernas y tengo que decir que ha sido la mejor comida de coño que me han hecho en toda mi vida… las abrió y empezó a tocarme los muslos, tiró de mí para que mi coño quedase aún más expuesto y de esa manera quedé con las piernas muy abiertas delante de su cara. Empezó a lamer despacio, pasando su lengua de abajo a arriba hurgando entre mis labios vaginales, varias pasadas con la lengua muy despacio hicieron que gimiera muy fuerte. Me abrió el coño con una mano y empezó a chupar, a succionar y entonces metió un dedo, sin aviso, hasta el fondo, varias veces dentro y fuera, moviéndolo dentro del conducto. Volvió a comerme la pepita con el dedo dentro, y mi duro y erecto clítoris se encontró con su lengua. Succionaba mi botón del placer y me follaba con el dedo… metió el segundo dedo no pude aguantar más y me corrí mientras él mamaba chupaba la pepita y tiraba de él con los labios, como intentando beberse mi corrida. Subió hacia mí sin sacar sus dedos de mi coño y empezó a comerme la boca, sabía a mí, a mi corrida y aquello me puso más caliente aún. Se acercó a mi oído mientras seguía haciéndome el dedo y me dijo… 
– No imaginé que una madura como tú pudiera ser tan cachonda.

Se tumbó y él me cogió de la cintura colocándome a horcajadas sobre él… me dijo que me iba acordar de él por siempre, me besó desde el cuello hasta los dedos de los pies, pero donde más le agradó besarme fue en mi ardiente y necesitada flor, donde me deleitó con su lengua y donde por primera vez en el camping sentía una sensación de verdad exquisita, él me pidió que le pagara de la misma forma en donde golosamente le mordisqueaba el precioso glande…, sin más demora me puse encima de él, abrí mi coño con la mano para que entrara bien, aquella polla gorda me llenaba poco a poco. Cuando me la metí entera me puse recta y empecé a cabalgar, me lo follaba con ritmo, moviendo bien mi culo, notando como poco a poco mis caderas iban más rápido. No paraba de gemir y sabía que si no paraba mi coño estallaría de nuevo. Cogí sus manos y las puse sobre mis tetas, pellizcaba mis pezones mientras yo seguía follándomelo fuerte. Tiraba de ellos y sentí esa mezcla de dolor y placer que tanto me gusta. No pude aguantar más y mientras él agarraba fuerte mis tetas me corrí. Miré a mi amiga que se encontraba empotrada hasta los mismos huevos recostada sobre la arena y el chico sobre ella follándosela sin rémora como un martillo pilón…la oía gemir casi gritar de placer.

Desde mi posición veía el gran culo de Sara con la verga del chico saliendo y entrando hasta aplastar sus pelotas en su coño. Me eché sobre su pecho, pero duró poco. después de un corto rato de estar así el me pidió que me pusiera boca abajo pero acostada, abrió mis piernas y se fue acomodando poco a poco hasta que su polla quedó justo en medio de mis labios vaginales… ¡Joder como ansiaba volver a tener un buen macho que me hiciera gozar! Fue así que su polla empezó a entrar de nuevo en mi sedoso coño abriéndose camino, desgarrando mi carne y causando un dolor placentero inigualable, donde le pedí de favor que no me sacara su verga hasta que me corriese… él más bien lo vio como un capricho, hincándome con mayor agudeza… lo hizo aún más fuerte donde las lagrimas se me salían, hasta que por fin entró por completo y comenzó a embestirme con osadía y lujuria. Completamente empalada con sus no menos 20 cm de nabo grueso, me corrí con un fuerte orgasmo mezclado mis gemidos con una squirt de fluidos copiosos. 
El nene aguantaba de lo lindo dándome polla sin parar, sentía cada pollazo en lo más hondo de mi útero… Ahora comenzaba a disfrutar de ese banquete sexual que mi amiga prometió al llevarme a ese camping tan particular. Me estaban dando a base de bien por coño tragón que ya había olvidado lo que era una buena follada... al chico se le notaba mucha experiencia, probablemente la había adquirido en ese mismo lugar, después de años veraneando con el mogollón de putitas dispuestas a ser marcadas por un buen semental. El estoque también ayudaba, largo y grueso, quizás por un buen estiramiento de frenillo y prepucio desde niño.

Combinamos varias posturas, mi coño estaba caliente, me notaba a mil, muy perra, con ganas de polla, de unos buenos azotes, de unos buenos pollazos.  
— Voy a follarte duro puta, – me dijo. 
Empezó a moverse fuerte, esa polla me taladraba el estómago. La metía duro una y otra vez, me azotaba el culo, tiraba de mi pelo y yo gemía como una verdadera perra salida. Me encanta que me peguen mientras me follan y él lo estaba haciendo de maravilla. Cada vez azotes más fuertes, me notaba el culo ardiendo, el coño chorreando gracias a la follada que me estaba metiendo… y cuando estaba a punto de volver a correrme paró, me puso boca arriba y abrió mis piernas. Volvió a metérmela de un solo envión con agudeza y sin templanza con su mano en mi garganta. Me follaba con un ritmo frenético y apretaba mi cuello, yo gemía con la boca abierta intentando respirar y empezó a escupir dentro de mi boca, esa saliva caliente llegaba directamente a mi garganta y cada vez que la echaba en mi boca mi coño palpitaba. Entonces le pedí que me follara a cuatro patas… Al instante me puso en pompa como una perra en celo. Se puso detrás de mí, abrió mis piernas y empezó a rozar su polla con mi coño desde atrás. La metía despacio, poco a poco, otra vez notaba mi coño lleno de su rica polla dura. Cuando la tuvo dentro entera, se quedó quieto y me dio un azote, gemí, me volvió a azotar más fuerte, volví a gemir y noté como me agarraba del pelo y tiraba de mi cabeza hacia atrás.

El ritmo subía y Yol gemía abriendo mucho los ojos como intentando asimilar lo que estaba pasando. Me follaba fuerte percibiendo que él estaba a punto de correrse. Le dije que parase, quería esa corrida en mi boca, necesitaba ese sabor a leche que tanto me pone. No se quitó de darme por el coño, me agarró de los hombros para que no escapase, entonces supe que no probaría su lefa en mi boca… la metió más profunda en mi útero… continuó follándomelo con demencia… no tardó mucho en correrse sin sacarla. Noté la calidez de su leche en la boca de mi cérvix con el primer gran chorro de esperma espeso. Me llenaba con esa gran polla y toda la corrida que iba eyaculando en mi fondo uterino… era una gran lechada que mi vagina intentaba tragar como podía, pero era casi imposible mantener tanta lefa en mi interior con su verga llenándome de carne dura. Con todo y con eso se deslechó a gusto atiborrándome de engrudo. Finalmente tras cinco o seis aldabonazos de rica leche, la sacó y yo me esmeré en dejársela bien limpia, lamí toda su punta, saboreé bien lo que quedaba en lo largo de su mástil y llegué a lengüetear sus orondos cojones en agradecimiento del excelente trabajo de fabricar tan rico manjar… ¡Puedo decir que me encanta el sabor a polla! También tengo que decir que me dejó destrozada, estaba muy cansada, con el coño dolorido pero esta sólo fue la primera de muchas con ellos.

Al día siguiente la cosa estuvo en las mismas, pero el chico quiso variar y en el gran momento se sacó su polla y me la metió de un solo zarpazo por mi culito donde me desgarró completamente y sin darme oportunidad a escaparme me lleno mi orificio más pequeño con su majestuosa polla, donde después de varias embestidas se corrió como río dentro de mí… su leche caliente se derramó fuera de mi culo y me baño con ella por completo. Al marcharnos de la playa, le comenté a mi amiga que este lugar era increíble, que nunca hubiera imaginado que existiera, a lo que ella me comentó que todavía no había visto lo mejor, por lo que me quede más intrigada y ansiosa de experimentarlo todo. En una zona donde había varias familias juntas, fuera de la orilla estaban los padres con dos chicos adolescentes y una niña más pequeña sentada encima de su padre y me pareció ver que su verga estaba dentro de ella y la niña se movía encima de él, por lo que le dije a mi amiga.

— Mira, creo que se está follando a la niña, ¿Cómo es posible? Debe ser su hija y no llegará a tener los 18 años.

— Aquí todo es posible Carmina, pero no te fíes por las apariencias, parecen niñas sin tetas y carita aniñada pero ya andan por encima de los 20. 
— Seguro que no es la primera vez, fíjate que relajada está ella. Vamos a quedarnos un poco a mirar con disimulo.

— Y no sabes lo que me pone algunos como Arturito…lo mismo él también piensa igual de mí, pero hasta los 18 ni catarlos.

— No te extrañe, en su casa son cinco y solo tienen dos habitaciones, alguna vez habrá visto a sus padres follando ya que es el mayor, y seguramente ya se le pone dura.

Su madre se dio cuenta que estábamos mirando como su hija cabalgaba sobre la polla de su padre, metiéndosela entera. Estaban bajo un gran porche de lona a la vista de todos los que pasaban mientras mantenía una conversación normal con la madre que se encontraba al lado, y los chicos más cerca de la madre que de la pareja del padre e hija fornicando… de pronto dejaron de la charla para dirigirse a nosotras… 
— Hola ¿Qué tal? Mucha gente se queda mirando cuando la ven, sobre todo los hombres, jajajaja.

— Se nota que lo disfruta mucho, además sabe moverse, debe llevar tiempo haciéndolo, ¿no?

— Si, fue bastante precoz con apenas 18 años su padre le tuvo que dar verga…, como veía a sus primas que eran mayores que ella con mis hijos…, hizo un gesto con la vista señalando a dos que tenía a su izquierda. —Enseguida quiso probar también. Y los chicos, ya los veis, están acostumbrados a todo sin ningún problema. Así que su padre un día desvirgó a la niña y desde entonces no han parado… tampoco es que se la folle todos los días, aunque se fuera por ella sí.

— ¿Y ellos también se follan a su hermana…?

— Por supuesto, en casa hay una democracia paritaria…todos somos iguales y nos queremos por igual, con la diferencia que ellos son tres y nosotras solo dos, pero nos bastamos para tenerlos contentos… Nunca les falta un desahogo a mis hombres, sobre todo a estos que están en toda la edad en plena efervescencia. En casa no tienen necesidad de hacerse pajas… ¿Verdad hija?

— Te buscarán a ti más que a la niña, porque sé que a los jovencitos les gustan las maduras.

— La niña también responde, no creas. Ya tiene mucho rodaje desde hace tres años que no para.

— Ya veo… Pero ¿Cómo le cabe toda esa polla dentro del coñito tan estrecho…?

— No ha sido cosa de una sola vez que le cupiese entera…cada día hemos ido ahondando un poco más hasta que este año por fin su vaginita ha dilatando para tragársela entera. ¡Ya es tan profundo como el coño de mamá! ¿Verdad hija? Y a estos machotes le cortamos el frenillo.

— ¡¿Supongo que a la esposa no le faltará ración de la semilla que producen esas bolas lecheras…?!

— Por supuesto que no…mi marido es un gran semental y los chicos también se portan muy con mamá ¿Verdad nenes? Nos cubren deliciosamente a los dos…hace una media hora me ha montado mi mayor, mirar aún tengo su leche chorreando, y lo bien que lo hemos pasado. ¿Sabes cuál es el secreto?

— No, dime… — Muchas proteínas con unos buenos chuletones a la piedra y… ¡Que no se follen a ninguna otra! Jajaja. Aunque aquí es difícil y de vez en cuando prueban otros coños. Es bueno que se abran y conozcan gente, y nada mejor que participar en alguna de las fiestas del camping.

La niña continuaba metiéndose la tranca hasta los huevos una y otra vez asintiendo con la cabeza a su madre mientras el padre acariciaba todo su cuerpo sobando los pequeños montículos de sus tetitas. Era fascinante la desproporción de tamaño de la pequeña rajita extra abierta y el ancho cipote paterno. Mi amiga nos confesó…

— Yo ya he estado con alguna familia tan acogedora en las fiestas que han montado…me encantan los jóvenes y a mi amiga también, pero ella es la primera vez que viene y que ve todo esto.

— Pues si queréis, os invitamos esta tarde a nuestra cabaña haciendo una excepción, porque preferimos a familias…lo pasaremos muy bien con unos amigos que vendrán, los esperamos con sus hijos. Es una forma de presentación en sociedad en “petit comité”, ya sabes, para intimar.

— Estupendo, allí estaremos… 

Y de pronto vimos como la niña arreciaba sus acometidas ayudada por su padre, que la agarraba de la cintura elevándola y bajándola al tiempo que él la insertaba a fondo en cada sentón de la niña y… se corrió dentro de ella sin más. Soltó un buen berrido gimiendo como un toro en tanto se deslechaba en el fondo del coñito de su hija. Nos quedamos un poco extrañadas como ocurría aquello con tal sencillez pudiéndola preñar a la chiquilla…, la madre ante el gesto de nuestras caras replicó…

— No hay porque preocuparse, tiene puesto un diu... pero si la preñan, que sea su papá quien lo haga.

Un poco más tranquilas quizás nos despedimos… — Bueno si es así nos vamos…, la verdad que la niña se mueve muy bien y dará muchas alegrías a su macho ¡Hasta la tarde! Dijo Sara sin dejarme decir nada.

Camino de nuestra cabaña… — Anda, no te quejes, que ya te vi echar el ojo al chico. Además siempre suele juntarse más gente y se acaban montando unas orgías de lo más morboso.

Por la tarde fuimos a su cabaña, y efectivamente, al poco rato llegó un matrimonio con una chiquilla parecida a la que habíamos visto… y un chico, por lo visto eran los invitados a la fiesta y nosotras caímos por casualidad. Este hombre le dijo al padre que vimos follando a su hija bajo la atenta mirada de su madre, que se llamaba Adrián y ella Jimena.

— Mira, traemos a nuestra hija Úrsula, y el chico David como habíamos hablado. Ella ha mejorado mucho desde el año pasado… ha estado con más gente, así que este está dispuesta y encanta a probar cosas nuevas. Y al chico su madre lo tiene muy bien aleccionado.

Mientras tanto, el señor ya se ha sentado con la hija del anfitrión, la niña que se follaba a su padre montándolo como una experimentada amazona…se pone a juguetear con ella, lo que me dio una imagen de cordialidad y confianza mutua desde hacía mucho tiempo

— Seguro que tú también eres muy caliente, mira como se te abre el coñito nada más tocártelo.

— Eso es porque papá ya me ha follado esta tarde…

— Anda cariño, ponte encima de mí, a ver cómo te entra mi polla.

Y de esta forma se intercambiaron a sus hijas, mientras las madres también se entretenían con alguno de los chicos, y una de ellas nos dijo.

— Anda, animaros. ¿Cuál os gusta? Los chicos son estupendos los tres…tienen bastante experiencia y no tienen tabúes con nada. Los tenemos muy bien enseñados a complacer a la mujer con todo, pero sobre todo con estas buenas herramientas. Todos tenían unas pollas muy apetitosas.

Yo le señalé a su hijo menor, que me ponía especialmente por su aspecto aniñado, pero bien dotado y ella misma me lo trajo ya empalmado, por lo que empecé a acariciarle por todos los lados, para que después de besarle profusamente por cada poro de su piel, chupar sus pezones apretando las duras nalgas que el chico portaba del ejercicio que realizaba. Fui buscando su cipote y allí me lo encontré erecto y duro como la piedra de pedernal…, me puse a chupársela, saboreando cada lamida en su exquisito falo. Me pusieron una venda en los ojos y al instante oí una voz muy femenina “tu amiga nos ha dicho que eres muy puta, que te encanta fantasear con sexo con chicos jóvenes en grupo y hacer una orgía. Habrá que darte tu merecido por ser una chica tan mala  Bufff esas palabras me asustaron aún más, pero notaba que mi sexo era como una cascada, madre mía podía oler hasta mi jugo vaginal. Estaba en celo como una perra.

Alguien empezó a besar mi trasero con unos besos muy tiernos, mientras empezaba explorar con su lengua el agujerito de mi culo. Nunca había hecho sexo anal y quizás eso me podía doler, pero estaba tan cachonda que decidí dejarme llevar por esta orgía. Buff me introdujeron el dedo y eso me volvió loca, este sexo en grupo era lo que menos esperaba allí, en un camping familiar. Cuando creía que el juego por detrás era el plato fuerte, otra persona empezó a besarme las tetas y otro más mi clítoris, era una auténtica locura, mientras me susurraban al oído cosas muy fuertes del sexo en grupo. Estaba totalmente desatada y decidieron quitarme la venda que llevaba. Cuando abrí los ojos medio aturdida, pude ver los dos jóvenes y a la madre dándome delectación. Me sentía una auténtica diosa del placer, si bien para cualquiera pareciera la puta más salida dentro de la orgía.

Mientras un chico me había puesto su polla en la boca y una de las madres se puso a chuparme las tetas, así que entre todos me hicieron llegar al orgasmo más fuerte de mi vida, a lo que influyó también las escenas que tenía a mi alrededor de lo más turbadores y morbosas, viendo a las niñas como cabalgaban sobre las pollas de los padres de las otras, formándose una orgía sólo imaginada en las mentes más perversas. Me corrí enseguida y sin tiempo para recuperarme, uno de los chicos empezó a penetrarme por detrás, mientras azotaba mi trasero. Mmm… Totalmente entregada a lo que me quisieran hacer entre todos, observaba a los padres follarse sin miramientos a la hija del otro, mientras a Adrián partía en dos a Úrsula a cuatro patas, esta emitía gritos de los profundo que la insertaba, medida que mis gemidos se hacían más escandalosos… la verga del padre de Úrsula la tenía más pequeña y apenas molestaba a la niña tras haber cedido su coñito con la polla de su padre. Jimena invitó a entrar a dos chicos más…más gente entraba en la habitación a ver la escena de orgía, entre ellos unos de Raúl, unos de los jugadores de pala que me dejó bien servida. Y eso me gustó bastante. Otro de los chicos empezó a follarme, mientras el otro me obligaba a chuparle su polla, tenía dos cipotes jóvenes y macizos por todos mis agujeros.

Creo que me corrí dos veces más, en una de ellas Raúl que me dio un beso muy romántico si bien se retiró en seguida para que el hijo menor de Jimena  continuara jugando conmigo. Creo que durante toda la fiesta no deje de tener los pezones erectos y el flujo estaba continuamente en mi clítoris. Qué sensación por Dios, me encantó la orgía. Me puso a 100 cuando dos de los chicos se pusieron de rodillas, uno besando mi clítoris y el otro mi culito, mientras mi amiga me miraba fijamente y se iba masturbando. Eso parecía una orgía de cine. Fue genial, el chico menor me la clavó entera y en pocos minutos los dos nos corrimos casi a la vez cuando sentí toda la lechada en mi vagina y al poco en la garganta de la gran corrida de Raúl, y otra vez sin tiempo para el descanso, el hijo mayor me cogió en volandas para follarme. Ya se había aliviado follándose a Sara y ahora me tocaba a mí, el chaval quería probar toda la mercancía nueva. Yo gritaba como una loca, mientras otro introducía unas bolas chinas por mi ano, creía que perdía el control y no podía controlar mi esfínter. Por si no fuera poco, Jimena azotaba mi culazo con la palma bien abierta modo de látigo de forma suave, si bien aumentaba la intensidad a medida que me acercaba al orgasmo. Fue increíble, al terminar pude verme en un espejoestaba radiante, dicen que el buen sexo en grupo sienta muy bien, y sin duda es verdad. El mayor de los hijos no desperdició su esperma, metiéndomelo bien dentro del coño junto a la de su hermano, no fue una gran descarga, tal vez la 3ª eyaculada en menos de una hora.

Acabé con cara de felicidad. De hecho, no fue el único polvo salvaje que eché esa noche, la cosa se prolongó durante toda la noche hasta el amanecer en nuestra cabaña con Raúl y Víctor, que se unió a la fiesta un par de horas después. Como pueden imaginar, probé de todo con varios de los machos presentes y con las mujeres, actué de mujer dominante, también de mujer sumisa, en fin todas esas fantasías que había visto en vídeos porno que se hacen en sexo en grupo y que finalmente acaban siendo una orgía real. Después de haber probado a casi todos los presentes en la fiesta, salimos de allí agotadas pero muy satisfechas, con la seguridad de que habíamos encontrado el paraíso. Sara y yo le cogimos gusto a lo del sexo en grupo y hoy en día seguimos dejándonos caer en fiestas de swinger que acaban en orgía. Incluso hacemos cosas más atrevidas, pero eso os lo cuento otro día. Alguna vez has probado a ir con tu pareja a ligar los dos juntos, elegir una chica o chico al azar y seducir a los dos, Nosotros lo llamamos ir de cacería y nos encanta ligarnos a un chico o una pareja para luego jugar con ellos, ya os iré contando.

A la siguiente noche montamos la fiesta en nuestra cabaña… con el palista y al hijo mayor de la familia amiga, al principio me quedé con el chico que nunca supe cómo se llamaba durante la orgía y Sara con Raúl, el nuevo para mí la tenía más pequeña entre los 17 y los 18 cm pero de un grosor memorable… además era un espectáculo como la utilizaba de bien, haciéndome sentir su oronda cabezona en mis paredes vaginales. En la primera follada enseguida me echó su leche y le pregunté si podía seguir, y me dijo que sí que le quedaba carrete para largo. Era una maravilla tener a estos chicos siempre dispuestos para hacernos gozar con sus pollas duras en ristre. Me miró intensamente. Y me dio un beso. Yo respondí con otro. En ese momento me olvidé de que era hijo de un matrimonio amigo, me olvidé de la diferencia de edad, me olvidé de todo. Sólo pensé que él era un hombre y yo una mujer que hacía mucho tiempo no tenía sexo. ¡Descubrí que mis ganas de él eran muy intensas! Vi como entraron la cabaña mi amiga con su macho besándose y acariciándose. No hicimos mucho caso, estábamos a lo nuestro…, Gabriel me hizo recostar sobre un sillón, me cubrió de besos todo el cuerpo, llegó a mis piernas, subió pareo e hizo a un lado mi tanga, así que abrí las piernas para recibirle en una profunda penetración… pero a cambio me empezó a comer el coño, fue directo a lamer mi vagina. Uh, le agradecí con un gemido de placer. Hacía mucho que no sentía una lengua allí en mi intimidad antes de llegar a aquel camping, y me encendió hasta hacerme arder en un segundo.

Gabriel tenía una lengua maravillosa y la sabía usar. Lamió y mordisqueó mi clítoris, separó los labios de mi vagina y la introdujo dentro de mí… en síntesis, me volvió loca y me hizo tener el primer orgasmo de la noche. Grité como una desesperada mientras sentía que se mojaban hasta mis muslos. Un poco más allá Raúl le daba lo suyo a Sara. Era mi turno. Lo tiré en el sillón, y quedó a la vista una verga maravillosa. Gruesa, de cabeza abultada, con las venas marcadas, y en la base dos huevos grandes y pesados. Uff. La tomé con mi mano por la base y comencé a lamerla con entusiasmo. Me gusta hacerlo porque adoro el sabor a polla, y sé que lo hago bien. Los gemidos de Gabriel me confirmaban que lo estaba disfrutando muchísimo. Chupé con entusiasmo, con pasión, con ganas. Después de tanto tiempo volvía a tener un pene en mi boca y eso me ponía feliz. Y muy caliente. Gabriel susurró…

— Jamás una mujer me la chupó así, es maravilloso. 
Tomó mi cabeza y empezó a mover sus caderas, cogiéndome la boca hasta hacerme ahogar… 
— Trágala toda, que te entre toda, decía una y otra vez.

Allí hicimos un 69 espectacular, me pasé su verga por toda la cara, la chupé hasta dejarla dura y brillante. Después me senté sobre ella dándole la espalda a mi amante. Uy, fue maravillo sentir ese tronco duro y grueso deslizarse dentro de mi vagina mojada. Lo cabalgué con furia, me clavé una y otra vez su verga en el conejo hambriento hasta sentir que me la hacía arder.

Gabriel me sujetaba por las nalgas, las abría y cerraba y las volvía a abrir todo lo que podía. Estábamos muy calientes los dos. Después me hizo girar hasta que quedé de frente a él y mordió mis tetas mientras yo seguía mi cabalgata enloquecida.

— Eres la mejor hembra que me he follado… mejor que mi madre…decía Gabriel. — Ya sabía yo que las veteranas son las más calientes, y ahora lo he podido comprobar.

Fue un polvo bestial y en todas las posiciones. No sé en qué momento quedé con la mitad inferior de mi cuerpo sobre la cama y la cabeza, los brazos y las tetas apoyadas en el piso alfombrado de la habitación. Gabriel se puso detrás de mí y me penetró en esa forma. Volvió a abrir mis nalgas y me hundió un dedo en el ano. Ah, me hizo gritar. Y cuando sentí que sacaba su verga de mi vagina y la dirigía hacia mi ano le dije que esperara, que se detuviera, que no estaba preparada. No es que sea virgen de allí, he practicado mucho el sexo anal, a mi ex marido le apasionaba, pero siempre bajo ciertas condiciones que Gabriel no pensaba respetar. El chico apoyó la ancha cabeza de su verga en mi agujerito y empezó a empujar. Lancé un grito de dolor.

— Gabriel, por favor no, imploré.

Pero él estaba más entusiasmado que nunca con aquella madura que se entrega a que la follaran gratis sin poner condiciones y poder correrse a placer dentro de mí en cualquiera de mis agujeros…

— Te voy a hacer el culo mi amor, es mi sueño. Vas a sentirla cómo te entra milímetro a milímetro.

Y vaya si la sentí. Esa barra de carne durísima y gruesa fue penetrando en mi esfínter poco a poco, sin que yo pudiera evitarlo. Además, generalmente cuando tengo sexo anal yo pongo un tope con mi mano apoyada en el vientre de mi pareja le digo hasta dónde puede penetrarme. Pero en esa posición agitaba mis brazos en vano, no podía alcanzar a Gabriel que estaba sobre la cama. Conclusión… me la hundió toda. Y después empezó a bombear, lento y profundo. Cuando pasó el dolor terrible que sentí al principio empecé a disfrutarlo. Sentía su verga entrar y salir, toda a lo largo. Mi ano quedó muy dilatado. Gabriel estuvo largo rato follándome así, hasta que se vació dentro de mí con un grito. Sentí que me inundaba. ¡Fue maravilloso! Terminamos los dos abrazados en la cama, y antes de que se fuera le hice mi regalo especial, algo que reservo sólo para aquellos hombres que lo merecen… le hice una larga mamada, permití que se vaciara en mi boca y me tragué toda su leche. Eso lo volvió loco. Pasarían las tres de la madrugada cuando todo quedó en calma, Sara y Raúl recostados en su cama a la luz de la luna que entraba por la ventana y Gabriel y yo acoplados…yo con la cabeza encima de su pecho y él acostado de espaldas sobre el colchón.

Desde ese día empezamos una relación intensa. Gabriel estaba encantado conmigo porque le hacía cosas que las chicas de su edad no se atreven. Eso permitió que disfrutáramos mucho, pero también se convirtió en un problema. Les explicaré por qué… el chico se había enamorado de mí, y por eso me pedía cada vez más cosas. No solo le gustaba que le hiciera largas mamadas, sino que insistía en vaciarse dentro de mi vagina todas las veces, pero yo no quise cuando llegaron los días de máxima fertilidad, porque temía que me dejase preñada. Biológicamente aún podía tener hijos, pero con dos y lo mal que me han salido no los deseaba, mucho menos de un muchacho de que le faltaban años para poder votar. Él insistía, y no había manera de convencerlo de que usara condones, porque decía que quería ver mi coño inundado por su leche ¡Menudo cabrón estaba hecho! Pero hay más.




También le gustaba verme follar con otro hombre, mientras él se entretiene viéndome mientras me penetran. Esa fantasía sí era posible realizar, con varios de los amigos que estaban dispuestos a cumplir su sueño nos lo montamos en días sucesivos, también se unió Sara y aquello más le entusiasmo al chaval, con escenas lésbicas entre nosotras, mamándole la verga juntas y luego se esforzaba para cubrirnos a las dos, penetrándonos por el coño y el culo de manera alternativa… Víctor y Raúl también se unieron a la fiesta y el hermano mayor. Acabé amándolos a los cuatro cediendo a todos los deseos de eso cuatro jóvenes que me dieron la vida. Durante las dos semanas siguientes no solo gozamos con los chicos de las palas…Raúl y Víctor, sino también nos lo pasamos bien con los hijos de nuestro vecinos, unos jovenzuelos muy potentes con lefa a raudales para llenarnos… y la última vez nos lo montamos con los franceses. No es que no hiciéramos otras cosas en el camping… comidas familiares, barbacoas, bailes de salón, bingos y disfrutar de buenas conversación alrededor de una mesa bien servida de vino, whisky o mojitos. Aquel camping era en todo igual a cualquier otro, se disfrutaba de los servicios del mismo en pelotas o pareo las más recatadas o a veces por el fresco de la mañana, y desde los niños a los abuelos mostraban sus vergas de tamaños diversos sin complejos, solo que allí además se subía al siguiente nivel… fornicar a discreción. Donde los padres llevaban a sus hijos para estrenarlos y demostrarles que el sexo nunca puede ser un tabú que recorte su libertad. Acabé con el coño irritado, y el culo no menos…la vaginitis me duró al menos veinte días después de volver del camping, días en los que no podía ni frotarme la pepita para relajarme. Pero esos días de folladas indiscriminadas con chicos tan jóvenes me dieron la vida y juré que volvería en años sucesivos…

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