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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

En el hospedaje rural




A pesar de que las vacaciones de verano acababan de pasar necesitaba pensar lejos de casa. Fátima definitivamente no volvería dejándome con el corazón ajado y Concha o su hija nunca más volverían a mi vida.  Necesitaba ya, una semana para poder relajarme, desconectar de las rutinas y de la cotidianidad presiones de mi trabajo. Hola, me llamo Fernando, tengo 33 años, soy de la costa mediterránea pero vivo desde hace 15 años en la sierra de Madrid. Soy ingeniero, y trabajo desde que acabé la carrera como profesor en la comunidad de Madrid. Hace poco más de dos meses que me ha dejado con mi novia por la que aún siento algo, profesora de lengua interina se marchó de la misma manera que llegó… sin hacer ruido.  No hubo terceras personas, la rutina diaria y el vernos tan continuo a causa de nuestros trabajos o qué sé yo terminaron dinamitando la relación… tal vez demasiado bella para mis pretensiones.  Se veía venir.  Así que ahora estoy solo en mi casa de “Puente Viejo” sin amigos, sin mujer, sin vecinas y con muchísimo trabajo de mantenimiento de las viviendas que mis vecinos han ido abandonando y yo adquiriendo para no quedar en la ruina. Es todo este cúmulo de cosas lo que me llevó a tomarme unos días sabáticos de permiso o acabaría mal. 

Una tarde en la sala de profesores escuché como dos compañeros hablaban de una casa rural en un pueblecito de la sierra de Guadalajara que tenía muy buena pinta, alquilaban habitaciones y aunque el precio era más bien alto, me la recomendaron para olvidar a Fátima y decidí a llamar para alquilar una habitación unos cuatro de días. Yo solo. Así que pedí esos dos días por asuntos propios e hice las maletas metiendo todas las cremas y potingues que nos “obligan” a consumir para ser “metrosexual”, cogí mi SUV y me fui directo a la sierra. Tras casi dos horas conduciendo llegué al destino. Más que una casa rural aquello era un hotel rural. Hecho de piedra, con grandes balcones y puertas antiguas de madera el hotel estaba rodeado de abundante vegetación y muy cercano a un gran lago donde habían encalladas varias lanchas a motor. Aparqué el coche junto a otros que habían aparcados.  

Hacía calor, demasiado para estar en Abril, así que antes de entrar me hice una coleta en el pelo, para ir más fresco.  Cogí la maleta y entre al hotel.  En la recepción había una señora o señorita morena que arreglaba un centro de flores, estaba de espaldas y antes de decir nada me quedé observándola. Llevaba unos vaqueros bastante ajustados que marcaban y resaltaban un trasero, grande pero con una forma redonda muy apetitosa.  Fue entonces cuando me acorde de mi ex y del tiempo que llevaba sin follar… me apetecía mucho meterla en caliente y esa dama debía de tenerlo así.  Antes de que se diera la vuelta y me viera pasmado observando su culo decidí toser para que se girara.  Y así lo hice. 

Se dio la vuelta y pude constatar lo que ya me imaginaba, era una mujer preciosa. Tendría en torno a los 35 años, era morena, con el pelo ondulado y ligeramente húmedo. Tenía unos ojos marrones grandes, la piel morena y los labios bien pintados de rojo y muy, muy carnosos.  Tenía una buena figura, aunque lo intenté no pude percibir las características exactas de su pecho, la blusa blanca era demasiado amplia, solo supe que eran grandes y que me moría de ganas de verlos… Me dio la bienvenida al hotel, firme los papeles y me dio la llave. En un intento por ver si se animaba a acompañarme hasta la habitación, para poder disfrutar un rato más de su cuerpo, le pregunte si era muy difícil llegar a ella, me contestó que no y lejos de venir ella a acompañarme llamó a su compañero, un chico joven, de unos 23 años, moreno con el pelo corto y bastante alto. Por la ropa que llevaba parecía el jardinero, y así era, un chico para todo… jardinero, electricista o fontanero.  Fue él el que me acompañó. Puede comprobar, por el cruce de miradas que entre el jardinero y la recepcionista, que también era la dueña del hotel, que había algo más que una simple relación laboral, es lo que tiene ser abogado, que te fijas en cada detalle, por pequeño que sea… esos dos follaban.

El chico, se llamaba Marc, de origen catalán… me preguntó por el camino si había venido solo. Le conté muy por encima lo de mi divorcio y lo cansado que estaba del trabajo y que necesitaba descansar. Cuando llegamos a la habitación, le di una generosa propina, él la aceptó guiñándome un ojo. La habitación era enorme, estaba en el primer piso, el hotel tenía tres plantas.  Estaba decorada rústicamente y tenía unos grandes ventanales que daban a una enorme terraza con vistas al lago.  Aproveché que hacía calor para desnudarme, llenarme de crema bronceadora y tumbarme al sol en la terraza.  Me quedé dormido, soñé con la dueña del hotel y la escena que se había quedado clavada en mi memoria cuando llegué al hotel. 

Le follaba salvajemente en la misma recepción del hotel, ella estaba pegada a la pared de piedra y mientras le envestía nos fundíamos en un apasionado y excesivamente salvaje beso, jugando con nuestras lenguas y lanzándonos constantes miradas de deseo. Cuando desperté, el sol se estaba ocultando y yo tenía una tremenda erección que no dude en aprovechar masturbándome lentamente junto a la suave brisa que refrescaba el ambiente de aquel primer atardecer en el hotel. Por culpa del trabajo había olvidado el inmenso placer de la masturbación, del auto satisfacción, al fin y al cabo nadie conoce mejor que uno mismo su cuerpo. Me vino a la mente mi primera paja a los 13 años, junto a unos amigos y con un recorte de una revista porno que nos habíamos encontrado.

Tras una ducha, por cierto el baño era compartido, y tras aplicarme todo el repertorio de cremas hidratantes, exfoliantes, tonificantes y demás bajé a cenar.  Según me dijo la dueña, cenábamos todos los huéspedes juntos.  Parece que bajé muy pronto porque allí no había nadie.  Bueno si que había alguien, estaba la dueña en la recepción junto a Marc, el chico para todo.  Este la tenía cogida por la cintura y de vez en cuando la apretaba junto a él y le daba un beso rápido. Cuando me vieron se separaron y me ofertaron sentarme en un salón que había junto a la recepción.  Me senté en uno de los sillones a esperar.  Ya había anochecido y por las ventanas no se veía nada.  Pasaron un par de minutos y llegó Marc con un par de cervezas. Estuvimos hablando hasta que bajaron el resto de huéspedes. Me preguntó sobre mi trabajo, mi vida en Madrid y le conté con más detalle el por qué lo había dejado con mi novia después de tantos años. 

El chico parecía bastante interesado en lo que le contaba. No se explicaba como desde que lo había dejado con mi novia no había tenido otra relación, ni siquiera solo sexual… un aquí te pillo y aquí te follo, sobre todo con el físico que tenía.  Si él se había atrevido a indagar tanto sobre mi vida yo no iba a ser menos y como buen abogado inicié un interrogatorio. Pude averiguar que llevaba trabajando allí cerca de un año, que efectivamente se encargaba del mantenimiento y por la sonrisa que puso, aunque no contestó, también averigüé que tenía una relación, aunque solo fuera sexual nada sentimental con la dueña del hotel… de vez en cuando se la empotraba de manera rápida y nada más. La conversación se fue calentando y tras tres cervezas me atreví a decirle que su jefa estaba muy buena y que era un privilegiado si podía follársela en ocasiones.

La conversación terminó cuando bajaron los primeros huéspedes.  Era una pareja más o menos sobre los 30 años.  Ella era pelirroja y tenía el pelo muy corto. Era delgada, aunque no excesivamente, algo ancha de caderas y con unas tetas pequeñas pero duras y firmes ya que las llevaba sin sujetador, marcándose dos pequeños pezones en la camiseta de tirantes blanca… se podía decir que tenía las medidas de cadera perfectas para parir sin problemas, la madona ideal. Él era negro, muy alto, sobre los dos metros, sin pelo y con unas gafas de pasta rojas que contrastaban mucho con el negro de su piel. Era un tipo muy musculoso que dejó en ridículo mis bíceps, de los que tan orgulloso me hayo. Bajaban por la escalera riéndose y cuchicheándose cosas al oído.  Ella lo llevaba cogido por el culo

- ¿a qué tiene morbo la pelirroja? 

Me susurró Marc. Respondí afirmativamente aunque yo últimamente veía morbo en cualquier persona.

–“Esta no se va de aquí hasta que yo la haya probado”, siguió Marc. 

Le miré sorprendido sin contestar pues estaban ya al lado nuestro… me dio la sensación que se tiraba todo lo que se alojaba bajo el techo del hotel. Nos presentaron, se llamaban Jeróme y Mónica. Se sentaron con nosotros a tomar algo mientras llegaban los demás. Teniéndola tan cerca de Mónica pude apreciar que aunque no tenía un cuerpo de escándalo si tenía un punto de morbo, pero mis miradas se dirigían inconscientemente a la recepción. No tardaron en bajar el resto de huéspedes, eran tres parejas. Me sorprendió que una de las parejas fuera muy joven, unos diez o doce años menos que yo, la chica era un autentico bombón, rubia, alta, con un culito pequeño, redondo y carnoso que se marcaba perfectamente en un pantalón blanco bien ajustado del que sobresalía por su parte de arriba el comienzo de un tanga rosa.  Con una cintura de avispa de la parte superior sobresalían dos tetas de tamaño medio, como dos melocotones, bastante separadas pero exageradamente redondas. 

Se acercó a darme un beso para presentarse, fue un beso que duró más de lo que suele durar un beso de cortesía y se pegó a mí tanto que pude notar su pecho, duro, junto a mi pecho. Me dijo que iba muy elegante y que era muy guapo, busque con la mirada a su pareja para ver si le había molestado sus elogios hacía mi…, observé que no estaba atento ya que había comenzado a hablar con Marc.  La verdad es que me di cuenta que Elena, así se llamaba la joven, tenía razón, me había puesto una ropa que desentonaba con la informalidad del momento. Llevaba un vaquero con una camisa blanca y una chaqueta negra. Opté por quitarme la chaqueta, sacar la camisa por fuera y quitarme la coleta dejando suelto el pelo.

La siguiente de las parejas era un hombre de unos 50 años, que se mantenía muy bien y parecía más joven y una chica de la que después supe que era cubana (aunque desde un principio por su magnífico culo lo intuía). Ella no tendría más de 30 años. De piel morena, ojos negros y pelo moreno rizado, tenía un pecho extremadamente grande que se mostraba casi completo por un enorme escote. Además de un culo grande, pero a primera vista bien duro, en los pantalones azules ajustados también se marcaba una vulva extremadamente voluptuosa y mullida, sus labios debían de ser un apetitoso majar, sino todo su chochito. También nos presentamos. La chica se llamaba Daniela y él era Andrés.  Tuve la mala suerte de que Daniela no se acercó a darme un beso.

La última de las parejas era una pareja gay, de mi misma edad.  Me enteré que eran profesores de derecho de la misma universidad en la que yo impartía charlas de la misma materia un par de veces al mes. Enseguida me di cuenta que era el único que estaba fuera de lugar allí, sin pareja, era yo, aunque por las miradas que Elena, la chica joven, me seguía lanzando supe que mi soledad iba a durar poco, sintiéndolo mucho por su novio. Pasamos al comedor a cenar. Nos sentamos todos en una misma mesa, incluida la dueña, que por cierto se llamaba Paula. También su mantenido y fornicador ocasional Marc. La conversación giró en torno a mí.  A todos les sorprendía que estuviera allí solo. 

La conversación derivó hacia las relaciones de pareja, lo complicadas que son...  Se hizo tarde y cada uno se fue para su habitación. Solo Paula y Marc se quedaron en el comedor recogiendo todo. En mi habitación hacía excesivo calor así que me quede solo con los calzoncillos, aun así seguía haciendo calor por lo que tuve que bajar a decirle a Paula que la bajara un poco.  Iba a vestirme para bajar pero decidí bajar solo con los calzoncillos y una pequeña camiseta de tirantes de las que usaba en el gimnasio. Me apetecía que Paula me viera así marcando figura musculada. Bajé al mostrador silenciosamente para no despertar a nadie aunque supongo que la gente no estaría precisamente durmiendo. No vi a nadie así que pasé detrás del mostrador. Paula estaba agachada debajo del mostrador recogiendo algo. De nuevo tenía su culo delante de mí en una posición inmejorable para ensamblarla con mi ariete. Al darse la vuelta se sorprendió al verme y yo me impresioné también al ver la erección que comenzaba a emerger y no se detenía… ya comenzaba a notarse perfectamente bajo mi prenda elástica. Le dije, tartamudeando…

-“¿Puedes bajar la calefacción un poco?”

Ella me preguntó, con la mirada clavada en mi paquete, que si tenía calor.  Le contesté que más que calor lo que estaba era muy caliente. Se sonrió y se puso algo sofocada. Cuando me iba a dar la vuelta para irme, ella seguía agachada debajo del mostrador, me cogió de la pierna y me acercó aun más a ella con intención de no dejarme escapar… empezó a acariciarme la verga por encima de los calzoncillos, la polla continuó su crecimiento natural a punto de salirse de los slip. Entonces fui yo el que reaccioné, me los bajé de golpe saltando como un resorte frente a la cara de Paula. Abrió los ojos como platos al comprobar que el tamaño que se intuía era real. 

Los 19 cm de tranca empalmada frente a su cara se mantenían con una inclinación de 60º sobre la vertical justo a la altura de su boca, la cogió por la base presionando los huevos y cercó con sus dedos todo el perímetro que pudo sin llegar a cerrarlo por el grosor que posee mi badajo en la raíz. Se metió la polla en su boca que ya estaba abierta esperándola. Notaba los labios carnosos recorriendo de arriba abajo la verga mientras su lengua jugaba con mi glande muy húmedo a causa de su saliva. Dejé que ella llevara el ritmo de la mamada, cogiéndome por el culo con ambas manos y abalanzándose sobre mí empalándose casi todo el tronco endurecido. Era increíble que le cogiera casi entera la verga en la boca, tuve que controlar al menos un par de veces el ritmo para no correrme tan rápido, se oía su ¡Aggch, aggch! De la saliva con mi tranca atorando su boca hasta el galillo. No podía controlar los gemidos y tenía la respiración entrecortada, aquella tía me estaba haciendo la mejor mamada de mi vida… a Paula se le notaba su experiencia y sus ganas de satisfacer al macho. Unos cinco minutos más tarde se puso de pie, poco a poco, pasando la lengua por mi abdomen y pecho hasta llegar a la boca, donde nos fundimos en un largo beso mientras permanecíamos abrazados golpeando y pellizcando fuertemente su culo. 

Como pude, aun besándonos, le bajé los vaqueros y mi mano pasó directamente a su chochito mullido y rasurado al punto de la depilación. Empecé a acariciarlo suavemente desviando mis manos de vez en cuando a sus muslos e ingles empapados por sus fluidos… aquella mujer era mucha hembra y debía de estar muy cachonda para destilar esa cantidad de flujo por su coñito. Poco a poco fui introduciendo un dedo, luego dos, todo muy suavemente. Solo separábamos nuestras bocas para que ella soltara un largo gemido y yo me llevara a la boca los dedos para disfrutar de los deliciosos fluidos de su vagina. ¡Me encanta beberme los coños de mis amantes! Y esta era tremenda y su sabor delicioso, suave y levemente salado con el aroma a ella en su totalidad. 

Me tumbé en el suelo y ella se puso encima de mí. Mi verga entró rápidamente y sin esfuerzo en su chochito y empezamos a follar salvajemente, jadeando los dos, y con sus grandes tetas de pezones oscuros y tiesos amenazando con pincharme el pecho…, eran unas tetas impresionantes pero algo caídas por su gran volumen y ser totalmente naturales. Esas mamas se hallaban balanceándose sobre mi cara, era una pena que mi boca no llegara a ellas para castigarlas con un buen chupetón en cada pezón. A parte de los jadeos y de la respiración entrecortada se escuchaban los chasquidos de mis huevos depilados sobre su coñito libre de vello, señal inequívoca de que toda mi polla era tragada sin medida por su conejo y en esos instantes de golpeteo, justo en el chasquido la verga entera estaba dentro con el glande alojado en el mismo cérvix de su útero. Cuando se corrió me cogió del pelo y tiró fuerte, mordiéndose el labio inferior convulsionando ostensiblemente… yo no paré de insertar una y otra vez mi estoque en su vagina profunda. Unos instantes después paró quedando rendida sobre mi pecho, pero el semental continuó ajando su coño en busca del orgasmo que ya estaba a punto…. Quiso que yo me corriera sobre sus tetas

- ¡Ven te quiero hacer una cubana! No todos los días encuentro una verga tan larga como esta perfecta para correrse en mis tetas.

Así que se tumbo boca arriba, yo me senté en su abdomen, puse mi polla a punto de reventar entre sus grandes ubres, ella las juntó y apretó fuertemente y con un unos cuantos movimientos de arriba hacia abajo me follé esas masas, cuando salía la punta ella la buscaba para chuparla o solo lamerla hasta que en un par de minutos terminé corriéndome en un largo primer lechazo que le cruzó desde el cuelo a la nariz y algo en su ojo derecho, el segundo que cubrió su cuello y pecho… los siguientes empaparon todas sus tetas.


La corrida fue extensa y copiosa llegando a cubrir incluso hasta su barbilla los grandes grumos de lefa espesa. Me quedé atolondrado con los cojones vacilantes después de tan soberana descarga… ella me sonreía satisfecha de haber sacado todo ese reguero de esperma de mis huevos y dejarme aún con la polla dura un rato más convulsionando con tirones. Terminamos los dos tumbados, yo encima de ella, dejando caer mi polla cada vez más fláccida sobre su aun húmedo coñito y de nuevo besándonos, esta vez más relajadamente. Nos dimos las buenas noches y sin vestirme subí a la habitación, deseando tener el segundo encuentro con Paula… Ni que decir tiene que dormí como hacía tiempo que no dormía.  Aún así, a las 7 de la mañana, más o menos, empezaron a entrar los primeros rayos de sol por la gran ventana de la habitación.  Ya sin sueño, me levanté, salí a la terraza y empecé a hacer unos abdominales con la suave y aun fresca brisa de la mañana. Sin prisa salí de la habitación con la toalla, las cremas… para darme una ducha antes de bajar a desayunar. El baño, que era compartido, era muy grande y en ese momento tuve la suerte de que estuviera desocupado y no tuve que hacer cola. 

Estaba en la ducha cuando escuché que alguien abrió la puerta del baño.  Supuse que al ver que había alguien en la ducha se habrían salido pero no fue así.  Al rato cuando fui a coger la toalla vi que estaba Elena desnuda sentada en el taburete.  Sin poder reaccionar, embobado con su cuerpo me dijo que no tuviera prisa que ella esperaba. Así que salí desnudo de la ducha y empecé a secarme haciendo como si no me importara que estuviera allí. Ella seguía mirando y cuando yo le miraba a ella se sonreía.  Aun desnudo me era cada vez más difícil evitar la erección.  Justamente aquel día opté por ponerme un tanga que me había regalado mi ex porque decía que tenía un gran culo y con el tanga quedaba mejor marcado en los pantalones vaqueros, lo cual no iba a disimular mucho mi verga cada vez más gorda.

-“Me gustan las pollas tan depiladas como la llevas tú… se nota que te gusta cuidarte y eso es de agradecer para una mujer cuando la follas” dijo mirando mi paquete. 

Con una media sonrisa le dije que justo hoy tocaba pegarle un repaso porque ya empezaban a salir de nuevo los vellos. 

-“¡Anda déjame que te lo hago yo…gratis!”

Me dejé hacer y me senté al borde de la ducha, ella se puso de rodillas y comenzó a untarme la espuma de afeitar por los huevos y por la verga, ya completamente tiesa. Pasaba suavemente la cuchilla, le dije que dejara un poco de pelo justo encima de la polla pero no me hizo caso y me quitó hasta el último pelo de la zona. Yo solamente pensaba en cogerle la cabeza y pegarla a la polla, pero pensé que sería mejor que fuera ella la que decidiera lo que quería hacer conmigo. Acabó y me limpió la espuma con la esponja mojada, y cuando fui a pillar una toalla para secarme, ella se adelantó y comenzó a pasar la lengua eliminando todo los vestigios de agua desde la punta a los huevos… Aquello me puso los pelos de punta. Me dijo que me pusiera de pie para ver que tal había quedado. Me di una vuelta en plan “modelo” y se empezó a reír. De repente nos quedamos en silencio, se puso de pie y me puso de espaldas a la pared con las manos en alto. 

Me acarició la espalda y bajó hasta el culo en el que empezó a pegar pequeños mordiscos alternados con algún que otro beso en cada nalga, pero yo me moría de ganas de probar su cuerpo, su culito tan pequeño pero tan redondo y carnoso y su pecho firme y duro.  Así que me di la vuelta, le puse a ella contra la pared, separé sus nalgas lo que me dio la espléndida visión de un agujerito pequeño, que parecía que aun estaba intacto, pensé que me costaría meter la polla en aquel lugar por lo que opte por empezar metiendo un dedo lubricado con mi propia saliva y luego dos, le mordía y chupaba el culo lamiendo cada cachete mientras mis dedos hacían el trabajo de dilatación en su culo. Ella gemía espléndida sin recato alguno entreabriendo sus piernas medio encorvadas para ofrecerme su culo respingón… era una maravilla el sabor de su piel, y la facilidad con que penetraban mis dos dedos en aquel aparentemente tan apretado culito, pero no fue así, no me costó nada meterlos. Pensé que ya era suficiente, dado que su culo se fue dilatando rápidamente y ya no tendría problema para embutir mi badajo… apunté mi glande en su botón y presioné contra la niña..., allí conforme la verga hacia presión sobre tan cerrado agujero se la iba tragando sin dilación entre jadeos y pequeños gemidos de distracción, hasta que entró toda entera hasta la base. 

Reconozco que al principio le embestía salvajemente, clavándole la polla a gran velocidad y con demasiada fuerza, los suaves gemidos pasaron a ser pequeños gritos de placer, pero cuando bajé un poco el ritmo y empecé a follarla más suave, ella me exigió más velocidad y más dureza. Al cabo del rato cambió la postura, agachándose un poco más y haciéndome por tanto más fácil y más rápida la incursión ya que la pude coger por la cintura marcando los movimientos. Era una sensación de aceptación de la mujer hacia mí, hacia mi cuerpo, pues ella es la que me recibe y eso anímicamente… es muy agradable el hecho que ella deseara que yo estuviera dentro de ella. Mi polla endurecida iba acariciándola por dentro, es cuando las caricias, los besos, son insuficientes y deseaba mimarla de manera más profunda, en lo más delicado e intimo de su cuerpo ¡No hay nada como cumplir la fantasía de penetrar en la intimidad de la mujer! Sentía como mi miembro abría las paredes vaginales y eso era una sensación deliciosa. Se apreciaba el interior de la mujer, sus movimientos, su humedad y su firmeza y suavidad…




Como mi cipote es acariciado completamente sin dejar ningún pedacito sin estimulación, por arriba, abajo, los lados… Se siente la presión de las paredes vaginales y sus contracciones. Eso combinado con el sonido que produce el entrar y salir debido a la humedad vaginal, y su calor corporal es una efecto exquisito. Una de cinco la embisto rudamente llegando a sentir lo duro del fondo vaginal, imagino es el cuello del útero… su cérvix. La punta de mi verga se apretó firmemente contra sus labios vaginales, pero no dentro de su vagina, gemí y moviendo con más fuerza mis caderas hacia delante, empuje mi verga, sintiendo como volvía a entrar en su deseada raja… mi larga y gruesa verga se deslizo más adentro gracias a la gran lubricación de Elena, cediendo fácilmente ante mi empuje. 

Sentí como mis bolas chocaban contra sus nalgas y como su vientre se apretaba contra el lavabo…, la había penetrado completamente. La percibía apretada como sin ningún otro hombre hubiera estado allí en todo un largo tiempo. Por lo que su vagina debía estar aceptando con mucho entusiasmo una verga dentro. La dama, no solo tenía unas grandes tetas, sino que también su vagina era una gran tragona, una vagina muy jugosa y caliente que estaba aceptando mi enorme verga fácilmente como si estuviese varios años sin uso. Ambos luchamos sin resistencia unos segundos más y entonces pareció desistir de su intento, de oponerse a lo que estaba haciendo, sin embargo yo no disminuía mis empujes contra su raja… la penetraba fuertemente empujando mi verga en lo más profundo de su cueva, hasta donde pudiera llegar. Mis huevos chocaban contra sus nalgas, estaban llenas de espeso y caliente semen, sentía cada vez su vagina más mojada, logrando levantar la cabeza.

Giró un poco su cabeza para mirarme y contactar con mi mirada, suplicando que acabara con ella. Pero no luchaba más por resistirse, más bien me di cuenta como arqueaba su espalda como tratando de recibir mi verga más dentro de su anhelante e inundada vagina, lo que me dio motivos para acelerar en mis empujes dentro de su ardiente útero. Sentí como mis pelotas hervían y como el esperma subía por mi verga, disparando varios potentes chorros de esperma dentro de la vagina de mi amante, notaba mi corrida como una potente explosión que me llenaba completamente de placer. Entonces percibí a la vez que sus gemidos, como mi amante oportuna movía sus caderas con mi verga aun dentro de su vagina… como las paredes de su vagina apretaban deliciosamente mi tallo endurecido eyaculando sin cesar, fue ahí cuando escuche como mi amante ocasional aplastando completamente sus caderas contra mi pubis, dejo escapar un fuerte gemido como si estuviera a punto de morir y entonces alcanzo su propio orgasmo. Sentía su mojado y caliente flujo vaginal alrededor de mi verga y como bajaba por mis huevos para acabar en los muslos. 

Elena había tenido un orgasmo tan fuerte, que estuve sorprendido que una mujer pudiera disfrutar tanto. Entonces separándome la ayude a levantarse. Permanecí ahí parado mirándola. Acabamos sudando así que nos dimos de nuevo una ducha, esta vez los dos juntos, con constantes toqueteos.  Nos enjabonábamos mutuamente, deteniéndose ella sobre todo en mi culo, que al parecer le había gustado, y mucho.  Yo sobre todo enjabonaba sus magníficas tetas erguidas, comprobando así de primera mano su extraordinaria dureza.  De vez en cuando se escapaba algún lengüetazo sobre sus firmes pezones.  Le ayudé a vestirse, entreteniéndome sobre todo en ponerle el tanga y el sujetador. Cuando acabó salió del baño y yo empecé a afeitarme y a ponerme todas las cremas y demás...

Cuando bajé al comedor me esperaba un desayuno muy completo. Como si supieran que me hacía falta después de las energías que había gastado y no solo por las abdominales. Me era difícil no mirar a Paula, que estaba muy provocativa aquella mañana, y a Elena extremadamente guapa después de lo que habíamos hecho, pero aun me parecía más difícil mirar a Marc, el jardinero, y a Toni el novio de Elena. El desayuno fue muy distendido aunque me cortaban aunque también me excitaban las constantes miradas de Paula y Elena como pidiendo una segunda vez, que yo por supuesto estaba dispuestos a darles.  Ir a aquel hotel había sido la mejor idea de mi vida. Después de desayunar cogí un libro, la última novela de Pérez Reverte,me puse el bañador y me fui al solárium a leer un rato.  Estaba yo solo.  Debí de estar un par de horas leyendo hasta que me cansé y me asomé al balcón a disfrutar del paisaje.  El solárium estaba orientado hacia la parte de atrás del hotel, donde había unos jardines muy bien cuidados y con frondosa vegetación. Me pareció oír las voces de Marc, el jardinero y Toni, el novio de Elena, entre las plantas. Me disponía a saludarles cuando escuche la voz de una chica. Por el acento era indiscutible que era Daniela, la chica cubana huésped también del hotel. 

Me decidí a bajar para charlar un rato con ellos, pero cuando bajé me encontré con una escena distinta a la que me imaginaba, estaban echando un polvo impresionante. Me quedé medio escondido detrás de un árbol a diez metros más o menos de ellos.  Sobre una tumbona de playa estaba Toni que tenía toda la verga dentro del aterciopelado coñito de Daniela. Esta se movía agitadamente, haciendo movimientos circulares mientras que Marc, de pie se la follaba por la boca. Daniela no daba abasto, apenas podía respirar pues Marc no sacaba ni un segundo su polla de la boca.  Era una estampa increíble ver aquel inmenso par de tetas morenas y con dos pezones gordos y casi negros moviéndose alocadamente de un lado a otro. 

Cuando Marc se cansó que Daniela se la comiera y se lanzó hacia sus tetas, metió la cabeza justo en medio de ellas para chuparlas como un naufrago famélico ante un majar… las besaba ansiosamente. El estoque de Toni entraba y salía vertiginosos de entre los labios oscuros casi negros de la morena que se lo tragaba con suma facilidad con un contorneo de cadera digno de la su raza y origen cubano…se tornaba una follada espectacular con las tetas moviéndose arriba y abajo en círculos alrededor de sus pezones como pivotes erectos que Marc daba buen uso de ellos agarrándolos a punto de exprimirlos con sus manos y sus succiones ruidosas y babosas. La chica se manejaba a las mil maravillas con ambos machos, sin dejar de atender a las premurosas necesidades de cada uno y así, en un arrebato, El polvazo terminó con la mejor postura, Daniela, aun encima de Toni y follándoselo salvaje, se recostó sobre el cuerpo de este dejando visible su culazo que no tardó en ser tapado por Marc que la embistió y de un solo golpe se la clavó por el culo hasta el fondo. 

Ya llevarían un buen tramo de tiempo fornicando como animales salvajes en medio del jardín, porque los pocos minutos de empalar Marc el culo de la “Dama” fue el primero en correrse, a juzgar por el gemido que soltó, en tanto, fue Toni que permaneció en la misma postura y con la verga dentro de Daniela durante un rato largo tras haber vaciado los cojones de Marc en el ano de la negra zumbona. Después de desovar su mejor lechazo, Marc consiguió sacarla a tiempo de aquel magnifico culazo y tras dos movimientos con la mano sobre su polla eyaculó unos borbotones más sobre el culo de Daniela. A juzgar por lo visto Daniela también tuvo que correrse varias veces durante el polvo, porque el coño le chorreaba con un escandaloso brillo del jugo expelido por aquel agujero negro sin fondo, pero solo pude ver tras observa el profundo gemido de toro bravo de Toni inyectando todo su semilla en lo más profundo del oscuro coño de la cubana, la cual se dejo inseminar sin el menor recato… Finalmente ambos machos consiguieron atorar a la exuberante y complaciente negra.  Cuando acabaron Daniela se fue para un lado y Toni y Marc se quedaron hablando y riéndose un rato aun desnudos. Yo llevaba el bañador completamente empapado y tenía un calentón impresionante. Me acerqué a ellos como si no supiera nada pero ni se inmutaron.  Al parecer me habían pillado mirando pues me dijeron que si me la quería follar tendría que pagar al igual que habían hecho ellos. ¡Daniela era PUTA! De momento me iban demasiado bien las cosas como para tener que pagar por un polvo... aunque no sé si me resistiría a no probar aquellas tetas.





El día transcurrió tranquilamente. Comí junto a la pareja gay, Nacho y Manu, pues todos los demás habían ido a hacer excursiones y senderismo por la sierra y Paula y Marc estaban trabajando… comieron más tarde. Por la tarde estuve en la piscina nadando un rato y en el jacuzzi. No entré en la sauna, cosa que suelo hacer muy a menudo en mi gimnasio, porque estaba ocupada por Nacho y Manu haciendo lo que al parecer se hacía en ese hotel a todas horas, follar. Cenamos todos juntos y nos contamos todo lo que habíamos hecho durante del día. Bueno, todo, todo, no… so suficiente para encontrarnos a gusto. Como la noche anterior no tardamos mucho en subirnos a las habitaciones. Una vez allí hice el intento varias veces de bajar a buscar a Paula con alguna excusa.  Aquella noche no la encontré, no debía estar en el hotel. Salí al balcón de mi habitación a fumarme un pitillo. La habitación de al lado estaba encendida y disimuladamente me asomé (los balcones de cada habitación estaban separados por un pequeño muro) a ver quienes estaban allí.  

Era la habitación de Jeróme y Mónica, os lo recuerdo, la pelirroja y el negro.  Como no podía ser de otra manera estaban follando, pude comprobar que el mito de que los negros tienen unas vergas descomunales se confirmó haciéndose una realidad de no menos de 25 centímetros. Además de ser muy musculoso tenía un tranca bestial que contrastaba con la aparente fragilidad del cuerpo de Mónica, y digo aparente porque Mónica estaba aguantando con una espléndida sonrisa las brutales embestidas que le daba su marido introduciéndole la enorme verga casi hasta los huevos… no sé donde le llegaría el cipote zaíno dentro de ese cuerpecito, un útero capaz de albergar semejante pieza, lo que sí observaba claramente era como la boca de su coño se expandía por la recia raíz del africano. Cuando aparté la mirada de la ventana me sobresalté al ver a alguien en el balcón de estos. Era Marc, estaba sentado en una silla, mirando la escena que había dentro de la habitación, mordiéndose el labio y pasando su mano por encima del mono de trabajo acariciando con cierta fuerza su verga.

Me dijo que si buscaba a Paula, esa noche no estaba. Sabía que habíamos follado la noche anterior y no parecía importarle. Me invitó a pasar al balcón de Jeróme y Mónica. Me dijo que pasará, que teníamos permiso y a ellos no les importaba que les observáramos, así que no teniendo nada mejor que hacer cogí una silla y me senté al lado de él mirando por el gran ventanal el polvazo que estaban echando.  No tardó mucho en sacarse la polla del mono de trabajo, por cierto más corta que la mía aunque bastante más gorda, y empezar a meneársela.  

Decidí hacer lo mismo y aliviar el calentón que estaba arrastrando desde que por la mañana les había visto follando con Daniela… Marc seguía en el silencio de la noche meneándosela a gran velocidad. Por mi parte me pegué una buena paja que me dejaba muy relajado mientras recordaba la historia de Mónica…. Unas horas antes me la había encontrado en el hall y para romper el silencio solo se me ocurrió decirle que hacían una pareja muy curiosa y con mucho morbo. Ella no se sorprendió ante mi explícito e insolente comentario, todo lo contrario, me sonrió diciéndome que no era el primero que se lo había comentado, aunque no de esa manera tan descarada. En esos momentos su marido jugaba al pádel con Toni… ambos contra la pareja gay que se mostraban irreverentes con una fortaleza física y agilidad inusitada. Entre tanto Mónica entró en confianza…

....Llevo 4 años trabajando en un hotel de la cadena TRH desde los 20 años… soy cajera recepcionista. No es por ufanarme, y sé que no soy yo quien deba decirlo, pero mi físico y presencia me abrieron las puertas cuando solicité ese empleo. En ese trabajo encontré a primer novio formal… mantuve una relación de casi dos años, todo iba bien, creía yo, incluso habíamos hablado de matrimonio alguna vez sin llegar a nada formal, hasta que, para mi desgracia o fortuna, conocí a Jeróme, era músico de una banda de jazz que el hotel había contratado por la temporada, si, una larga temporada. Es diez años mayor que yo, pero eso no me importó.

Todo comenzó la vez que trabaje el turno de la tarde, este termina a las 11 de la noche, era un viernes y el ambiente en el bar era muy ameno, pues el grupo que tocaba amenizaba con un ritmo genial. Mi compañera de turno, Karina, fue quien me propuso que una vez que termináramos de hacer nuestro corte de caja, nos cambiáramos de ropa y fuéramos a tomar una copa para escuchar tocar al nuevo grupo. Acepté, y una vez que terminamos, cada una fuimos a nuestro vestuario y nos cambiamos de ropa. Yo siempre tenía preparado un cambio de ropa, por si se presentaba alguna salida imprevista. Esa noche me puse una minifalda que deja ver una muy buena parte de mis bien torneadas piernas, formadas a base de una buena rutina de ejercicio todas las mañanas. Mi piel blanca o pálida, diría yo, contrastaba de manera muy sexy con mi vestimenta de color negro.

Fue mi amiga, Karina, quien se percato de que el bajista del grupo, un negro de casi dos metros de estatura, no me quitaba la vista de encima. Cuando me lo dijo, yo no le di gran importancia, hasta ese momento no me había fijado bien en ese tipo, y de verdad, nunca me había sentido atraída por hombres de color, me parecían sucios y vulgares. Karina, empezó a hacerme bromas sobre el negro, sobre las pollas que se gastan esos hombres y fue inevitable tocar el tema relativo al tamaño del cipote que tienen los negros. Yo nunca le he dado gran importancia a la cuestión del tamaño viril del macho, mi novio tenía una polla, diría yo, bastante normal, y mi vida sexual con él era relativamente buena, a secas. Seguíamos deliberando acerca del tema, cuando la banda tuvo su primer descanso, y empezó a escucharse la música del DJ. En eso, el negro se acerco a nosotras, y con un torpe pero muy entendible español nos saludo e invito a las dos a sentarnos con él en una mesa,…yo estaba en cierta forma sorprendida de lo bien que hablaba el español.

Nos dijo llamarse Jeróme, tener 31 años y que era originario de Filadelfia,…hasta ese momento me percate del porte de ese negro… un tipo bien formado físicamente, con el cuerpo típico de la gente de su raza. Lo que más me empezó a atraer de ese sujeto era su ancha espalda y fuertes hombros, sin duda alguna un físico hermoso, nada exagerado en músculos, y bajo su pantalón vaquero se adivinaba unas piernas de campeonato, su sentido del humor era genial, nos hacía reír a las dos como bobas. De verdad que no me di cuenta cuando comencé a sentirme atraída por ese negro, la imagen de mi novio era ya solo un vago recuerdo en mi mente, y él se dio cuenta de que me gustaba, pues a ratos me miraba de manera muy sugerente, coqueteándome a la vez.

Eran casi las 12:30 de la madrugada, el ambiente estaba en todo su apogeo, el grupo volvió a tocar por segunda y ultima vez, Jeróme, casi nos rogó para que lo esperáramos, pues quería bailar con las dos, una vez que volvió con nosotras, ya eran casi las 2 de la mañana, mi amiga Karina, me dijo que se tenía que retirar pues se sentía cansada, a lo que yo le pedí que no lo hiciera, pues no quería quedarme yo sola con ese tipo… no me hizo mucho caso y a fin de cuentas, se fue. Jeróme, aprovecho el momento para invitarme a la pista a bailar,… sin duda alguna, era un buen bailarín, se movía con tal ritmo y cadencia que empezó a contagiarme su modo de moverse, yo me sentía cada vez con más confianza y desinhibida con él. Me dijo al oído que se alegraba de que Karina se hubiese ido, pues prefería estar solo conmigo, lo cual me pareció algo atrevido de su parte, pero pensándolo bien, fue su atrevimiento, la confianza y familiaridad con que me trataba lo que empezó realmente a excitarme. En el fondo, yo misma me recriminaba y reprobaba mi actitud con él, pues con mi novio jamás me mostré así. De repente, sin más preámbulo, sucedió algo que yo ya veía venir, me besó en la boca estrechándome en sus brazos, yo no opuse ninguna resistencia, pues en el fondo ya lo deseaba, me sentía de verdad inerme e indefensa en sus largos brazos,…su estatura de verdad era algo que me hacía sentir pequeña y me emocionaba. Sin mayor recato, me dijo “Sigamos bailando en mi habitación, ¿te parece?” A lo que yo, como autómata, respondí con un casi imperceptible “SI”. Él se encontraba hospedado en el mismo hotel.

Entre apasionados besos ni cuenta me di cuantos pisos subimos en el ascensor de los clientes, hasta que llegamos a su habitación, de la excitación, pase al nerviosismo, pues hasta ese momento, me empecé a decir a mí misma, “como era posible que yo hubiera aceptado subir a la habitación de un negro casi desconocido, o mejor dicho desconocido, no sabía yo, con qué clase de tipo me enfrentaría, pudiera ser un maniático violente o violador de mujeres blancas, pero era ya demasiado tarde para correr, además, algo dentro de mí me decía “QUEDATE SOLO UN RATO”, el mito de los negros era algo que me llenaba de inquietante curiosidad. El pareció darse cuenta de mi inquietud y nerviosismo, por lo que me ofreció una copa de vodka…, diciéndome a la vez…

-“No tengas miedo, no te haré daño alguno, sino todo lo contrario, eres una mujer muy linda, y no llegare hasta donde tú quieras y me lo permitas”.

Abrazándome, y esta vez tomando mis nalgas entre sus enormes manos, yo me sentía verdaderamente caliente, dejé de lado el nerviosismo, y me colgué de su cuello en un arranque de excitación. Muy suavemente, comenzó a desvestirme, yo hubiera querido que me arrancara la ropa,… Se dio a la tarea de besar y chupar mis tetas de pezones erguido con verdadera ansiedad, yo no resistía la tentación de poner mi mano sobre su prominente bulto viril, me moría de ganas por palparlo, por sentirlo, por saber si era cierto lo que decían de los hombres de color. Con cierto pavor y timidez fui bajando mi mano por encima de su torso, deteniéndome por momentos en su vientre…, él se dio cuenta de lo que yo pretendía o buscaba tocar con mi mano, así que la tomó sin mayor reparo, y la puso directamente sobre su falo ya endurecido. No podía dar crédito lo que mi mano tocaba y sentía, era algo de verdad grande y grueso… ¡Sí!, era muy gruesa la verga que palpaba encima de ese pantalón. No me cupo la menor duda “¡¡Es cierto en el mito de los negros!!”, y recordaba la conversación con mi amiga Karina. Jeróme hacía honor a esa fama bien ganada de los hombres de su raza africana.

No pude evitar hacer comparaciones entre el cipote de mi novio y el de Jeróme…, el de mi novio era una polla de dimensiones normales. Como les dije anteriormente, para mí, el tamaño del rabo masculino nunca fue algo que me obsesionara, o que influyera en mi placer. Realmente no he tenido muchos compañeros sexuales, no he sido muy activa sexualmente, mucho menos promiscua, siempre he sido cuidadosa en ese sentido. Con suavidad y desesperante paciencia me fue desnudando por completo, hasta dejarme solo en ropa interior… me felicite a mi misma por haber elegido ponerme esa tarde un tanga muy sexy con bellos encajes ¡Al verme así se quedó con la boca abierta! Suavemente me tomo de los hombros, empujándome lentamente hacia abajo, me arrodilló frente a él con deliberada lentitud, fui desabotonando su pantalón, bajando la cremallera muy despacio… para ese momento, yo ya estaba completamente húmeda y desesperada por ver aparecer en escena al fastuoso mostrenco que campaba entre las piernas de aquel negrazo, solo imaginando como sería tenerlo dentro de mí. Antes de quedar completamente desnudo, me dijo…

“Cariño, por favor cierra los ojos, va a ser una grata sorpresa lo que veras”.

Yo moví mi cabeza afirmativamente, cerrando mis ojos, y escuché como se deslizaba su bóxer sobre sus piernas, Cuando me dijo… -“¡¡Ábrelos,…!!,”lo que vi era para mí algo nunca antes visto, mis ojos se abrieron desmesuradamente, tratando de asimilar aquella visión,….era el pene más grande y grueso que yo había visto. Nada que ver con el de mi novio… 

-“¿Te gusta lo que ves?” Me preguntó. 

Yo no sabía que responder, nuevamente, el nerviosismo hizo presa de mi, pues yo no sabía si podría alojar, siquiera parte de ese pollón en el interior de mi vagina. Como entre sueños y a lo lejos escuche su voz que me decía… 

-“¡Tómalo en tus manos, bésalo! Haz con él lo que tú quieras. Es todo tuyo amor, y puedes disponer de él como mejor te plazca”.

Yo, no quería mostrarme demasiado ansiosa ante él,….y con calma lo tome entre mis dos manos, una mano tras otra, y aun así, sobresalía libremente parte del tronco y la gruesa cabeza de esa enorme verga en forma de casco alemán, era de verdad algo nuevo para mí. Verdaderamente no podía abarcar por completo ese enorme badajo con mis dos manos, ni cerrar mis dedos en su contorno. Volví a recordar y a compararlo con el de mi novio, al que con una solo mano, lo abarcaba por completo. Era como la noche y el día, nunca mejor comparable entre lo negro y lo blanco de cada uno…. Con cierta timidez y ansiedad, empecé a besar la punta lamiéndolo, sacando la lengua en el contorno de ese exagerado glande y lengüeteando su orificio uretral saboreando el aroma a macho que desprendía de él. Me sentía por demás húmeda, notaba un insoportable cosquilleo en mi vagina, y también percibía a la vez algo de miedo por las dimensiones del ostentoso rabo que amenazaba con partirme en dos. Concebía la probabilidad de causarme daño al intentar penetrarme en mi estrecho conejito, pues solo la cabeza de esa verga apenas si cabía en mi boca.






Llego un momento en que ya con toda libertad y confianza, libre de toda clase de prejuicios, recorría a lo largo y ancho ese miembro viril endurecido con mi lengua, provocándole enorme placer a Jeróme, cosa que halagaba mi vanidad de mujer, pues solo pensar que la mitad de su sangre la dedicaba en bombearla a su falo para endurecerlo y desde que salió de su bóxer se había duplicado en tamaño me adulaba. Con mucha delicadeza, me levantó para llevarme la cama, yo no quería soltar a mi presa, a ese objeto de placer…, pero también me moría de ganas por sentirlo dentro de mí en sentimientos contradictorios, aunque tuviera un poco de miedo. Cuando me colocó en la cama, el se dio cuenta de mi nerviosismo, notó, que no estaba muy segura de abrir mis piernas ante un trabuco enardecido pene como el suyo.

“No tengas miedo amor, seré lo más tierno y suave posible. Sé que no has tenido uno de estos dentro de ti, tu mirada lo dice todo… no temas, lo haré muy despacio… ¡¿de acuerdo?!”

Comenzó a lamer la cara interna de mis muslos…, poco a poco, fue subiendo hasta llegar a los labios de mi vagina, penetraba su larga lengua en mi conducto, lamía mi ano y perineo recorriendo toda mi raja sacándome de mis casillas electrificando todo mi cuerpo hasta llegar a mi pepita, allí se encarnizó lamiendo, chupando y succionando mi clítoris endurecido como jamás lo tuve. Yo no gemía, más bien, gritaba de placer, era de verdad algo deliciosamente insoportable, quería que parara y montarme en él, sin embargo, ese negrazo no tenía hartura para detenerse, y así llego mi primer orgasmo comiendo el coño cual naufrago hambriento. Entre gritos y contorsiones de mi cuerpo, no sabía si llorar o reír…, detuvo un momento los embates de su lengua, para situarse cerca de mi cara, nuevamente puso su bálano en mi boca, yo no espere a que me dijera que hacer, simplemente lo tome con mis dos manos, como un bebé que toma su biberón, y nuevamente empecé a lamer a todo lo largo ese hermoso pollón, al mismo tiempo que él me decía…

-“Humedécelo bien cariño”, lo cual hice durante varios minutos.

Acto seguido se sitúo entre mis piernas…, comenzó a frotarlo en mis labios vaginales, de arriba hacia abajo con el frondoso capullo, caricia que me pareció de verdad electrizante. Me encontraba ya al borde de la locura cuando le pedí que me hiciera suya,

-“Por favor, no me hagas esperar más… ¡¡dámelo todo, ya!! Métela ya por favor… ¡Ok !”

-“¡Princesa, será todo tuyo, prepárate para recibir 28 centímetros de carne dura…!”

Escuchar eso, me excitó aun más…, el saber cuánto era lo que le medía a este bruto, y saber que me penetraría por completo era demasiado para mí. Empezó a introducirlo muy lentamente, con el primer embate me distendió los labios al máximo haciéndome sentir un poco de dolor, de repente lo saco, y lo embadurnó con su saliva, procediendo a metérmelo nuevamente muy despacio. Introdujo, creo yo apenas la mitad,… y ya me sentía totalmente invadida por su enorme polla, se detuvo dejando que me acostumbrara a su grosor, me dejo respirar un momento, y nuevamente inicio su ataque, moviéndose muy lentamente, avanzando hacia el fondo de mi vagina con pequeñas incursiones, apenas retrocediendo un par de centímetros e hincando en mi coño cada vez un poco más de falo, para volver atrás y hacia delante e introducir un poco más. Mi excitación era ya indescriptible, yo no aguantaba más, sentía que de un momento a otro tendría un segundo orgasmo. Él trató de calmarme, se daba cuenta de cuan agitada era mi respiración. En un movimiento inesperado, tomo mis dos piernas abriéndolas aun más dejándome despatarrada como nunca lo estuve ante un macho, las levantó con sus enormes brazos, y con un solo empujón logró así introducirme todo su enorme cipote por completo empalándome…, grite como loca. Fue un grito que coronó la culminación de tan ansiada y lenta incursión.

Yo no cabía en mí de puro gusto, el saber que pude alojar en mi cuerpo un mostrenco de 28 centímetros en toda su longitud y grosor supremo, era algo que halagaba mi vanidad de mujer, me hacía sentir plena, pues se dice que una no está completa hasta que un gran negro te la meta, yo tan podía decir que me habían completado. Lo que siguió después, fue algo que no olvidare nunca, comenzó a moverse al principio muy despacio, me dejaba sentirlo todo dentro, para después retirarse sacando poco más de la mitad de su tronco, para después hundirlo totalmente hasta los mis huevos con fuerza. Si su verga era descomunal, los huevos de aquel macho eran temibles… dos bolas de derribo de un tamaño superior a una pelota de tenis. Esas pelotas debían de producir leche para abastecer a una central lechera, y lo iba a comprobar enseguida, porque me follaba a pelo, tampoco estaba segura si habían condones para su cipote, de no ser así siempre debía de follar a pelo.

Mi vagina, ya se había amoldado y acostumbrado al tremendo grosor de su rabo, entrando y saliendo cada vez más rápido de mi ajado coñito. Yo ya me había convertido en una perra en celo…, no paraba de gritar, le rogaba que me lo hiciera más rápido. Se detuvo un momento, para pedirme que me acomodara encima de él, estando arriba, coloqué el enorme glande en la entrada de mi vagina,… fui bajando lentamente, lo fui introduciendo poco a poco, como midiéndolo lentamente con mis labios, sintiendo el roce de su vástago expandir las paredes de mi vagina. Lo que siguió después, fue una verdadera cabalgada hacia el cielo, grité, lloré, reí de placer, sentí cosas que jamás con ningún hombre había sentido, sentí que esa verga tocaba fondo una y otra vez contra mi pared vaginal como nunca antes ninguno lo había hecho, desvirgando zonas inhóspitas en mi intimidad. Tuve un segundo orgasmo,…un orgasmo que casi me hizo orinar. Sin darme tiempo a recuperar, me puso a cuatro patas como una perra en celo que era en esos momentos, apoyando mi pecho sobre la cama, dejando así más expuestas y levantadas mis nalgas. Jeróme, colocó su pollón sobre los labios de mi vagina y empezó a introducirlo lentamente, provocando en mí una gran ansiedad de ser invadida con más rudeza, lo cual se lo pedí…

-“¡Por favor métemela más fuerte!”

Él no tardo en volver a arremeter con fuerza sobre mí…, tomó cada uno de mis brazos y comenzó a tirar hacia atrás. Yo sollozaba de placer, esta vez, sentí como sus brazos se tensaban y sus manos atenazaban con mayor fuerza mis brazos casi lastimándome, en señal que pronto Jeróme tendría una eyaculación espectacular por sus fuertes arremetimientos, su respiración entre jadeos y la rapidez de sus clavadas profundas haciéndome notar sus huevos colganderos golpear mi coño una y otra vez. Sabiendo que él estaba a punto de acabar, yo presione aun más mis nalgas contra él, ejerciendo mayor presión con mi cadera sobre su pelvis. Sentí como dentro de mí su polla agrandada y más dura su cabe, cabeceaba…, sabía que estaba eyaculando dentro de mí cuando percibí el primer lechazo que se estampó contra mi cérvix. Al notar la calidez de su leche espesa en contundentes aldabonazos me produjo un tercer orgasmo…, y así hasta los seis o siete lechazos que descargó en lo más hondo de mi coño.

Nos quedamos quietos, el bufaba como un animal, como un toro bravo, yo jadeaba con la respiración entre cortada hiperventilando…no podía creer lo que había pasado. Había perdido la noción del tiempo, cuando me percaté de ello, me di cuenta que este hombre me estuvo follando durante más de media hora sin parar. Para mis adentros me dije… “Este es un verdadero animal sexual, es un macho bien hecho”. Cuando saco por fin su polla embadurnada de mis fluidos y su semen de mi vagina, este aun se encontraba semi erecto, provocando con ello que su esperma escurriera fuera de mi vagina, por la cara interna de mis muslos, fue de verdad abundante lo que salió de mí en un reguero impresionante, tanto que podría equivales a tres o cuatro corridas copiosas de mi novio, si además incluimos la cantidad que quedó dentro de mi vagina, podemos pensar que la eyaculación se asemejaba a la de un caballo o más.

Esa, fue la primera de muchas sesiones de sexo que tuvimos…, obviamente terminé con mi novio, yo no tenía cara para mirarle a los ojos, ni tener sexo con él al compararlo con el del grandioso Jeróme, después de haber conocido a ese negrazo me parecía totalmente simple, porque  Jeróme, me hizo conocer otra cara del sexo, un sexo arrebatador, incansable, enloquecedor, el tamaño y fuerza de su miembro viril incansable durante horas de folladas interminables, fue algo que influyo para que yo me apasionara con él como jamás me había sucedido antes. Quien diga que el tamaño de una polla es irrelevante, está mintiendo, el hombre que lo diga, es porque tiene una verga pequeña, y la mujer que lo diga es porque no ha conocido aun el enorme placer y maniobrabilidad que te ofrece un cipote XXL…

Después de esa excítate narración de Mónica, la mañana transcurrió como siempre. La verdad es que los dos días que llevaba en el hotel me habían servido para olvidarme de las tensiones del trabajo y también para olvidarme de mi ex. Tras una ducha, esta vez baje a desayunar solo, leí los periódicos del día y me fui a andar por los alrededores. La temperatura seguía siendo, como en días anteriores, muy cálida así que me quité la camiseta y empecé a dar un paseo hacia el lago. Era un lago bastante grande, con aguas casi cristalinas y rodeado por verdes pinos salvo por el lado del embarcadero. El silencio era total, solo se escuchaba el piar de los pájaros que anidaban en los pinos. Desde pequeño me gustaba tirar piedras en los lagos y llegar lo más lejos que pudiera. Estuve más de quince minutos lanzando con todas mis fuerzas, tanto que empecé a sudar y decidí darme un baño. Me desnudé dejando la ropa amontonada en la orilla del lago. El agua estaba congelada pero me propuse aguantar un buen rato, tenía la piel de gallina, los pezones se me arrugaron y porque no decirlo, la polla se me quedó del tamaño del dedo pulgar. Nadaba para entrar en calor hasta que escuché una voz que enseguida reconocí como la de Daniela, la cubana. Tenía toda mi ropa en la mano.

- “Si quieres la ropa tendrás que salir a por ella” me gritó desde la orilla.

Realmente no me importaba que me viera desnudo, lo que sí que me importaba es que me viera con la verga en tal estado de encogimiento.  No le di más vueltas y salí.

- “Pues aquí estoy y no te fíes del tamaño que ves, que el agua estaba congelada”.

- “Yo podría hacer algo porque aumentara de tamaño”.

- “Y yo me dejo que me hagas lo que quieras, pero que sepas que no tengo costumbre de pagar por tener sexo”.

- “Y ¿quién ha hablado de pagar?”

-“Sé de sobra que a Marc y Toni les cobraste por aquel polvo de ayer”.

- “A ellos sí, pero a ti no…digamos que me gustas…”

Mientras manteníamos aquella conversación yo no hacía más que estirar con la mano la verga hacia abajo y pensar en el polvo que había echado ayer Daniela con Toni y Marc, pero nada, aquello apenas aumento un centímetro, aun tenía un frio espantoso. Daniela me hizo tumbarme en el suelo boca arriba. Llevaba unas mayas grisáceas muy ajustadas que marcaban su delicioso culazo negra cubana. Se subió el top que llevaba dejando totalmente al aire unos pechos impresionantes. Se sentó encima de mi verga y comenzó a agitarse, primero más despacio y aumentando el ritmo. Las manos se me fueron directas a sus tetas y empecé a jugar con ellas y balancearlas. La verdad es que el roce de su culo sobre mi polla y sobre todo el calor que le proporcionaba, le hizo reaccionar y ponerse tan dura como en otras ocasiones, aunque el roce con la tela de las mayas era algo molesto así que con las manos tiré fuerte de la costura de estas y conseguí abrir un agujero justo en el culo. La zorra no llevaba bragas como bien me imaginé, quedando todo su culo y su coño disponible para poder follármelo a mi antojo. Ahora el roce de su piel con la mía no hizo más que aumentar el calor y la agradable sensación espigó el falo a su tamaño y dureza de fornicación normal. La chica sin más dilación sobó mi verga a todo lo largo de su tallo hasta los mismos huevos a los que le dio un manoseo contundente…

El calor emanaba con tanta profusión que todo mi cuerpo se templó…, la chica elevó su culazo con el fin de enfilar mi cipote amarrado con su mano derecha y en un acople perfecto mi tranca se la metí de un solo golpe, ayudado con mi cintura le entró hasta los huevos de un solo envión… comenzó a cabalgar sobre mi salvajemente, gritando y rompiendo el silencio del lugar. Tenía un culo muy prieto, la presión que notaba sobre la polla era tremenda.  Sabía controlar el ritmo perfectamente, descansando a ratos con la única finalidad de que aguantara un poco más y no me deslechara tan pronto.

-“No me he puesto condón, estamos follando a pelo yo…” 

Me cayó con un morreo que quitaba el hipo, sus labios frondosos envolvieron los míos y las lenguas se transfirieron su saliva sin pudor en pugna por ser la que penetrase en la boca del contrario… a ratos soltaba para respirar del excelso ejercicio cabalgando sobre mí.

- “Eres un cabrón…tienes la polla enorme” decía entre pequeños gritos de placer.

-“Ya te dije que no te fiaras del tamaño…el agua está muy fría”, le dije mientras seguíamos follado agitadamente.

-“Y además estas buenísimo… ¡Vaya cuerpazo! no has pensado alguna vez dejar tu profesión y pasarme a la mía…”

-“Pues no, estoy muy a gusto con lo que hago… Por cierto vaya culazo que tienes puta… ¿Te importa que te llamé así?” Hizo un gesto indicando que no. “Me va a reventar la polla dentro de tu coño”

- “Todos me dicen lo mismo…estoy orgullosa de serlo porque me busco la vida muy bien así…”

-“Seguro que todos se vuelven locos follándote bien el coñazo… la de veces que se habrán corrido dentro de él, zorrita….”

-“Si pero a los demás les cobro por correrse dentro de mí, entre mis tetas, en la boca…”

Se agachó para darme un beso en la boca y comérmela otra vez… al inclinarse se salió la verga de su coño. Rápidamente volví a encaminar hacia dentro los 19 centímetros de carne.

- “Se que soy un privilegiado, pero tú también eres una privilegiada de poder follar conmigo…”

Mientras hablábamos y le perforaba el coño hasta el útero, no paraba de jugar con sus enormes tetas. Escuché pasos pero no sabía quien venía. Daniela se sonrió.

- “¿quién viene?” Le pregunté con la respiración entrecortada y entre constantes jadeos.

Cuando fue a contestar escuché detrás de mí la voz de Paula, solo dijo hola y sin poder girarme vi como su ropa me caía al lado de la cara, salvo un tanga negro que cayó sobre mi nariz y boca. Desprendía un olor delicioso… Se puso de pie con las piernas abiertas a ambos lados de mi cuerpo, yo aún permanecía tumbado y sin darme cuenta, tenía justo encima de mí el delicioso chochito de Paula, que parecía estar bien húmedo. Daniela seguía encima de mí, Paula acercó su coñito húmedo a la boca de Daniela y esta sumergió su cara entre los muslos de Paula, tomándose sus jugos y jugando con la lengua entre los carnosos y sonrosados labios de aquel chochito. No me podía creer lo que estaba viendo. Estaba a punto de correrme pero tenía que aguantar un poco más, así que saqué la polla del coño de Daniela y descansé un poco observando la excitante estampa que tenía sobre mi cabeza. 





Pasado un rato seguía atrapado bajo Daniela y Paula… viendo que no me hacían caso volví a meter la polla en el coño acogedor y encharcado de la cubana. Esta vez le pilló por sorpresa y soltó un escandaloso grito sin dejarle tomar la iniciativa la tomé yo, quien marcó el ritmo levantando mi culo del suelo en cada envestida para llegar bien hasta el fondo de su útero una vez y otra más. A la misma vez y cogiendo a Paula de los muslos le “obligué” a sentarse sobre mi cara, quedando su coñito justo encima de mi boca. Mi lengua empezó a jugar dentro de él. Los tres gemíamos en una locura semejante a una locomotora a todo tren debocados al orgasmo más feroz, y así insertando todo el tallo, mis bolas subían y bajaban sin cesar agitando toda la leche en un batido espermático a punto de estallar. Embestí unas cuantas veces más lamiendo la raja de Paula, follándola con la lengua y masticando su clítoris sin dejar de follar el fastuoso coño de Daniela… hasta que acabé corriéndome en el coño de la cubana con un gruñido de verraco como jamás me había ocurrido, y casi a la misma vez Paula también se corrió, llenándome la cara de sus deliciosos fluidos al no dejarla que se marchara sin darme su corrida. 

Sin embargo a Daniela le bastaron sus dedos, que desde hacía rato jugaban en su depilado chochito, para correrse en un tripartito arrebatador. Me dejaron exhausto y rendido con las pelotas secas, no por ello desestimaron hacerme una mamada a dúo para dejarme la polla impoluta, en tanto una me la mamaba la otra se dedicaba a lamer ensalivando mis huevos uno a uno metiéndoselos a la boca. Después de demostrarme las artes de la felación nos dimos un baño corto en el lago que nos ayudo a bajar el exceso calenturiento del polvazo… fuimos para el hotel.

Aquella fue mi última noche allí, pero mi relación con tres de las mujeres que compartieron conmigo aquellos días, no terminó con mi marcha del hotel, ni tampoco mi relación de amistad con algunos de ellas… ¿con cuáles?  La historia continuó en Madrid pero eso será objeto de otro relato.




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