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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

La Ardiente Hija del Camionero




El destino te relega a derroteros inimaginables, te da y quita de los placeres a su antojo, te zarandea y te descubre paraísos después del castigo en un largo calvario…

Tengo 43 años y llevo trabajando desde los 16…Electricista, delineante, corredor de Merca Murcia y ahora camionero. Me casé y como muchas parejas de hoy en día me divorcié… quedándome prácticamente en la calle, sin casa, sin familia y de la depresión sin trabajo. Me repuse del bajón y cuando me quise incorporar al mercado de trabajo tuve que aceptar un trabajo que no me apasiona nada. Con esfuerzo y algún enchufe me introduje en la plantilla de una pequeña compañía de logística de Alhama de Murcia…. Ahora soy camionero de profesión, con un camión de la empresa modelo DAF XF-105460, para los entendidos es buena máquina, pero que debido a que mi jefe fue embargado, el mantenimiento de los vehículos se hace a la mínima esencia para pasar al ITV. Este en concreto está destrozado, no funciona el aire acondicionado y el calor es horrible… como veréis tenía unas ganas de jubilarme que no os imagináis.

Después de toda una semana de trabajo haciendo horas para llegar a fin de mes y pasar la pensión a mi ex y mi hija, recibo una llamada de la madre de mi hija, diciéndome que su pareja le ha regalado un viaje romántico y que necesita que me quede con la niña, tócate las narices. No sirvió de nada quejarme, al fin y al cabo es mi hija no tiene la culpa. Una hija es responsabilidad de sus padres desde que nace hasta el final de los días, se quiera o no. Tuve que hablar con la cría para explicarle que tenía que hacer una ruta de varios días, y no podía cancelarla con tan poco tiempo y mucho menos con el apremio de ganar dinero para mantenerme cada mes. La pobre lo comprendió enseguida, y encantada dijo que me acompañaría el viaje. La verdad me llenó de orgullo su iniciativa, y me alegró oírlo pues mataba dos pájaros de un tiro. De camino para recoger el camión, paré a comprar unas pastillas para el mareo porque ella no está acostumbrada al vaivén de la cabina de un camión y vomita enseguida… por mi cuenta decidí darle un par de pastillas para asegurarme.

Iniciamos el camino una tarde-noche muy calurosa, más aún para un camión sin aire acondicionado. Yo estoy acostumbrado, pero ella la pobre, se estaba asando. Pensé que no lo soportaría pero afortunadamente le empezó a hacer efecto las pastillas amodorrándola en un tibio sueño; le dije que se subiera a la cama, estaba acostumbrado a conducir solo y ella en parte sintiéndose culpable aceptó por la nauseas que sentía. Desapareció subiendo a la cabina, recostándose en la cama. A mí me gustaba poner la música alta para no oír el ruido del camión pero ahora ella, por no despertarla me lo impedía, joder vaya semanita. A la hora y media necesitaba tomarme un refresco y decidí parar aunque no me hacía falta repostar. Estacioné, subí a la cabina a despertar a mi hija para que aprovechara a ir al baño o beber algo fresco, al entrar en la cama me quedé sorprendido… la primera reacción fue bajar de la cabina pero no tardé más de cinco segundos en subir de nuevo. Allí estaba mi hija completamente desnuda cubierta tan solo por el tanga y sudada tumbada sobre la cama que suelo usar yo…

¡¡Aún no me quito esa visión al cerrar los ojos!! Aprovecho para describirla. Alicia acaba de cumplir 18 años hace unos meses. Es delgadita pequeña y siempre ha aparentado menos edad con su cara inocente un tanto aniñada, pero al verla así con su cuerpo desnudo, sus pechos pequeños pero duros y redondos me hizo cambiar la forma de verla, nunca la imaginé así de hermosa de curvas perfectas. Volví a bajar, pensé compulsivamente no debe saber que la he visto así¡¡Madre mía como está ya mi niña!! Por otro lado mi mala conciencia y la falta de sexo tan prolongada me llevaban no atender razonablemente. La cabeza de mi polla me exigía… 

No seas tonto aprovecha y mírala, despiértala y que tome algo fresco,…

Se me venían todas las ideas juntas sería el calor…, pero ganó el segundo escrutinio…, volver a subir a contemplarla.

Me animé, cierto que con miedo a que me descubriera, a subir de nuevo sin hacer ruido y empecé a llamarla, ¡¿Alicia, Alicia?! Pero seguía dormida y empecé a acompañar mi voz con un movimiento de su brazo a ver si despertaba pero sólo conseguí ver sus pechos moverse al ritmo de mis movimientos…¿Qué me estaba pasando? La estaba mirando de arriba a abajo, sus piernas delgadas… El tanga se hallaba un poco desplazado hacia un lado dejando ver su coñito sin un solo vello, su tripa plana envidia de cualquier mujer y sus pechos redonditos y encima estaba morenita por tanta playa y piscina aunque sudada estaba preciosa. No recuerdo que se me pasó por la cabeza en el momento en el que puse mi mano en su muslo y empecé a acariciarlo pero ya no quise separar mis manos de su cuerpo, recorriendo sus muslos sus piernas su cintura, su tripita, sus pechos, todo suavemente y firme. 

El corazón se me puso a mil con miedo a ser descubierto, sin embargo se disipó tal miedo haciéndome atrevido al sentirla roncar ligeramente, ¡¡Benditas pastillas!! Inconscientemente empecé a tocarme la polla mientras la acariciaba, me la estaba poniendo bien dura y comencé a meneármela dentro del pantalón hasta que se me hizo molesto. Me desabroché, me bajé el bóxer…  entonces mi verga salió como un resorte y comencé a masturbarme incisivamente controlado sus movimientos, observando su cuerpo de ensueño. Estaba medio sentado o medio de rodillas junto a la cama mirándola, tocándola a ratos y pajeándome…. Quise que durara una eternidad pero fue pasar mis dedos por su coñito tan sudado imaginándome que estaba mojado deseosa de ser penetrada. En nada me empecé a correr desaforadamente; me pilló más bien de sorpresa concentrándome en su coñito cuando acabé corriéndome sobre ella, sobre su tripa sus pechos, hasta un chorreón le cayó en su cara. Fue una corrida intensa muy morbosa y aún después de correrme tenía ganas de más pero reconozco que me costó reaccionar. Si en ese momento se hubiera despertado me vería junto a ella con todo el cuerpo salpicado de semen, así que la acaricié mezclando su sudor con mi leche por todo el cuerpo como si de crema se tratara hasta que no se notaba nada, quizás más pegajoso pero lo suficientemente disimulado que no se apreciaba lo ocurrido.

El caso es que empecé a sentirme mal por lo que había hecho, en la misma media que también estaba arrepentido de no haberla comido el coñito en ese momento aprovechando el calentón. No sé por qué reaccioné bajando a la cabina para poner la música bien alta con el fin de despertarla…funcionó. Bajó con el vestido puesto. Le dije de tomar algo cosa que agradeció, se sentía sudada y tan sedienta que no podía ni debía negarle un refrigerio a mi niña, mi princesa….La verdad entrar en la cafetería fue como ingresar en otro mundo, fresquito y con música tranquila, pero yo no lo cambiaba por el rato calenturiento con Alicia desnuda “dejándose” tocar. Pedimos un par de refrescos de cola, ella se sentó en el taburete girando su cuerpo de un lado a otro con sus muslos semi descubiertos sabiendo que ese cuerpo perfecto había estado desnudo ante mí, y ahora se encontraba embadurnado con mi esperma sin tener conciencia de ello. Eso me volvió a excitar y aunque quería que ella fuera al baño a lavarse la cara quise que mi lefa espesa estuviera en ella más tiempo.

Al poco volvimos al camión en ruta por la carretera… volvió a quedarse junto a mí en la cabina sin dormirse, cosa que me agradó. Mi cabeza daba vueltas con ganas de saborear su coñito apretado totalmente depilado; incluso llegaba a pensar cómo sería pasarle mi cipote por su boca en una mamada voluptuosa con su lengua apretando contra su paladar hasta correrme de nuevo. Me centré en la conducción sintiendo a mi hija como tal había sido siempre, mi hija…, pero tampoco era mal plan tenerla a mi lado con los muslos al aire con aquel calor sofocante a sabiendas que lo que estuvo en mis testículos dos horas atrás cubría su cuerpo un poco pringoso. No dejé de pensar si se llevaba mojadas las braguitas debajo del vestido o no, pero me calentaba con eso. Casi llegando me llamó por la radio un compañero, un viejo amigo que fue el que me colocó en la empresa y con el que quedaba a tomar algo cuando coincidíamos en la ruta. Él ya estaba en Valencia… y quería saber si me apetecía tomar algo con él. Le avisé que estaba en la cabina con mi cría (Lo hice porque conozco las burradas que puede contar y quería evitarlo antes de tiempo). Dijo que quería conocerla…. Cómo es la mente, yo también quería que la conociera para faldar de hija…,en un arrebato de flaqueza estuve a punto de comentarle que me había masturbado sobre ella hace unas horas pero no le conté nada aunque una parte de mi sí quería hacerlo, serle sincero. 

Jamás tuve un secreto con mi niña, en casa nos mostrábamos muy abiertos con nuestros sentimientos, pero todo cambió con la separación y divorcio, se había creado cierta distancia que me hubiera gustado acortar, y mi confesión tal vez ayudara…, o No. Cenamos juntos, la conoció y más aún que antes me gustó verla entre nosotros embarrada de mi semen sobre su dulce piel, sin saber que me había ofrecido su cuerpo inconscientemente. En verdad no es muy normal que se acostara completamente desnuda a excepción de sus braguitas, podía haberlo hecho con su ropa de gasa ligera, no me lo planteé seriamente porque tomaría tal decisión. La tenía delante vestida pero mi mente la imaginaba completamente desnuda. 

Luego tras la cena, mi compañero siguió su ruta pero nosotros nos fuimos al camión a dormir, esta vez ella con el vestido puesto por supuesto. Si antes quería jubilarme, ahora sé que el camión puede ser mi aliado para quién sabe si volver a ver desnuda o mejor aún desnudarla sin que se entere. A la mañana siguiente llegamos a mi primer destino, dejé a mi hija en un hostal para que se aseara, mientras yo descargaba el camión y me preparaban una nueva carga a fin de terminar la ruta… No volví a ver a mi hija desnuda pero su compañía me hizo revivir sensaciones antaño perdidas. La complicidad entre ambos se agudizó, retomando sensaciones de cuando éramos una familia unida. Casi en las últimas horas la conversación nos encaminó a la convivencia con su madre, un tanto exhausta proponiéndome ir a vivir conmigo si a mí me parecía bien. 

A sus 18 años tenía derecho a decidir con quién vivir sin tener que intervenir un juez, dado que no se sentía cómoda con su madre y su pareja. Ella se vio muy decidida a acompañarme en esta etapa de su vida… Mi princesa me dio una gran alegría, parecía que la vida me estaba dando una nueva oportunidad de ser feliz con nuevo con el trabajo nuevo y la parte de mi familia que más quería esperándome en casa…. Tras la llamada me organicé avivadamente, y aquella tarde me dispuse a recoger a mi ángel en casa de mi ex, me maqueé para darle la mejor de las impresiones a Alicia y de paso a Ana, su madre, para que viera lo bien que me iba en la vida sin ella… aparqué enfrente del dúplex que tanto esfuerzo me costó pagar y ahora disfrutaba con ese novio de tres al cuarto sin oficio ni beneficio. Salí del vehículo y la esperé recostado en el lateral de “Hyundai cupé” al estilo “James Dean” en Gigante…. Al cabo de un rato apareció mi PRINCESA.


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La princesa de papá mi solía llamar de pequeña…. Lo vi a través desde mi ventana apoyado en su deportivo molón…, estaba tan sexy que podría pasar por ser mi novio viendo a buscarme para salir. Papá es arrebatador cuando combina sus vaqueros con su camisas blancas remangadas... es tan fuerte, varonil… se puede decir que hermoso, no sabría definirlo bien. Mi padre no es muy guapo, pero sí atractivo, ese atractivo masculino que cautiva a una mujer con solo mirarlo… tiene la masculinidad de “Sean Connery” el más apuesto James Bond de la historia. Aunque seguro que toda hija que ama a su padre piensa los mismo, lo hermoso que es su progenitor ¿verdad? Mi padre es un hombre alto, con grandes hombros y unas piernas tonificadas gracias a las horas de gimnasio en sus años de juventud, y ahora en su trabajo de camionero la fortaleza la mantiene…no obstante los años no vienen solos, y eso se podía reflejar en que no poseía un perfecto abdomen como lo debía tener a sus 21. 

Tras el divorcio se empezaron a concatenar diferentes efectos negativos, las comidas desajustadas, las cervezas y las grasas saturadas reinaban en su vida. Sus facciones eran muy varoniles, nariz perfilada, barbilla cuadrada, tenía unos ojos penetrantes de un rico color miel, y su cabello, que aunque ya salpicado por algunas canas, se podía apreciar un hermoso negro azabache. No perdería la oportunidad de intentar que se cuidara un poco más, yo pondría de mi parte todo lo que una hija puede hacer. Mi padre es un hombre entrado en los cuarenta, del que siempre he pensado es inteligente y trabajador. Nunca le vi tener una infidelidad en los años con mi madre, y ahora estando soltero tampoco. Durante años había creado su propio camino superando el divorcio, y eso lo hacía más perfecto ante mis ojos. Nuevamente pienso que todas las niñas vemos perfectos a nuestros padres queridos, sin embargo yo no lo veía desde solo la perspectiva de padre, ahora era más como hombre y eso también lo percibía en su mirada sobre mí, esa tan distinta a la de un padre con su hija…, esa sensación la noté a partir del episodio de la gran paja que se hizo en mi honor en la cabina del camión embadurnándome entera ¡La sensación fue tremenda! Y lo mejor es que él no sabe que yo lo sé…

¿Cuándo comenzó en verdad todo eso para mí? No sabría decirlo con certeza, fue algo progresivo… En casa siempre hemos sido muy liberales y mis padres siempre hablaban de sexo como hablar de religión, no había secretos ni mucho menos tabúes; en especial mi padre que siempre me explicó cómo era la vida, para ser más exacto como eran los hombres. Mi madre por su trabajo llegaba a estar menos conmigo, por lo cual por las tardes las disfrutaba con mi padre al quedarnos solos en casa, y aunque nunca pasó nada fuera de lo normal en la convivencia entre padre e hija, no significa que nunca lo hubiera deseado cuando mis hormonas se empezaron despertar. Un poco antes de mi pubertad, a  la edad de 10 años vi a mis padres teniendo sexo, recuerdo que era una noche fría, mi casa siempre ha sido enorme, aunque solo somos nosotros tres, pues mi madre nunca pudo tener más hijos. En fin, esa noche me levanté a buscar una mantita de más porque la temperatura estaba por los suelos y la estufa me reseca la garganta. Fui a la habitación donde mi madre tiene todas las cosas del hogar guardadas, y allí encontré un nórdico. Cuando iba de nuevo hacia mi habitación escuche ruidos, al principio pensé que era el viento, pero cuanto más me acercaba descubrí que provenían de la habitación de mis padres.

Muy curiosa me acerqué, los ruidos sonaban como chillidos agudos y tenía miedo que a mi madre le estuviese pasando algo raro. Cuando logré llegar vi que la puerta estaba a medio cerrar, (mis padres nunca la cerraban del todo, ya que de pequeña siempre me pasaba a su alcoba y al ser muy enana para alcanzar la manecilla me facilitaba entrar y esa costumbre se mantuvo en el tiempo pese que ya estaba bien crecidita)La habitación estaba bañada por una tenue luz que provenía de las farolas de la calle. Al principio no vi muy bien, pero los ruidos seguían presentes, esforzando un poco la vista vi dos siluetas en la cama…, al principio pensé que estarían dormidos, pero no fue así, un movimiento me percato de lo que allí pasaba. La colcha se movía de arriba abajo y ambos formaban un solo cuerpo. 

Después se desembarazaron de la ropa de cama mostrándose ambos completamente desnudos. Frente a mí se encontraba mi madre apoyada en el dosel de la cama con sus dos brazos mientras que su culo se alzaba dejándolo al descubierto un ojete que mi padre lamía con vicio. Mis ojos se abrieron de asombro al ver tal gesto, entonces yo solo tenía 10 años y nunca había visto tal cosa como esa, ni siquiera imaginaba que alguien pudiera hacérselo chuparle el culo a otra persona. Sin embargo, por esa época descubrí que al rozar mi coño con la almohada me producía una sensación muy rica, esa caricia me encumbraba de gusto, por ello empaticé con mamá que gemía de gozo. Mi padre le lamía desde el coño hasta su culo y mi madre gemía como perra en celo, al parecer mi padre se cansó de mamarla, por lo cual se acomodó detrás de ella, se acarició su larga y hermosa verga de tamaño colosal que se mostró exultante ante mí.

Lo vi hipnotizada, como algo completamente extravagante… Su polla era gruesa y larga…recia, sin exagerar ahora sé que posee un tamaño mucho mayor que la gran mayoría de los hombres, algo que sin duda todos envidiarían tener y muchas mujeres sentirse llena de tal badajo. En aquel momento se encontraba totalmente erecto apuntando hacia el cielo, su prepucio remangado dejando ver el glande de un color rosado frente al resto del tronco de piel más oscura… ¡Su capullo se asemejaba a un champiñón! Vi como mi padre escupió en su mano, y la paso por toda su cabeza rosada. Acto seguido de una sola estocada empotro a mi madre la cual emitió un chillido de placer, más parecido al que emite un cochinillo en el matadero, que al de una hembra siendo follada tamaña estaca. 

En verdad mi madre parecía transformada, nada que ver con la mujer recatada que salía de la habitación todos los días. Esta parecía una puta de burdel jadeando, gritando y gimiendo completamente descompuesta de gozo, entregada y sumisa al placer canal, sumisa al macho que la estaba follando sin compasión .Mi padre la siguió empalando con dureza utilizando diestramente el rabo descomunal que Dios le había otorgado para fornicar salvajemente, un falo digno de un caballo que ninguna hembra despreciaría si se le ofreciera ¡Qué suerte la de mi madre! Pensaba yo años después cuando comprendí el gozo que suministra una verga de gigantesca envergadura. 

Miraba embobada como esa preciosa polla entraba y salía del coño de mi madre hasta desaparecer, dejando fuera el par de pelotas colganderas proporcionales a la dimensión del cipote del que eran parte. Mi madre fue aumentando sus gemidos y pronto tuvo su primero orgasmo, o eso supuse yo. Mi padre salió de ella y se bajó de la cama; mi madre como una perra se arrodillo a sus pies y comenzó a comerle ese tronco como una experta ya que se lo metía todo en la boca y le hacía una garganta profunda. - ¿Quieres leche? Le preguntaba mi padre entre dientes con la voz alterada por sus jadeos, una respiración irregular y su cuerpo bañado en sudor por el esfuerzo de someter a tal hembra a un apareamiento bestial. Mi madre siguió chupando su orondo glande pajeando el resto del tronco y amasando sus ciclópeos cojones, hasta que mi padre se corrió llenándole la boca de espesa lefa que ella trago ávidamente.

El primer chorro de engrudo le atoró la garganta, hizo un gesto de rechazo al percibirlo, pero los siguientes los acogió extrayendo un tanto la punta de la polla de papá a fin cupiese todo el cargamento suministrado de su huevos. Se tragó todo el avío de esperma espeso que mi padre guardaba en sus genitales, unos genitales similares a los de un equino… con varios sementales como papá podrían montar una Central Lechera. Salí corriendo del lugar un poco agitada, mi pecho bajaba y subía excitada de no haber sido descubierta, y de lo que yo había descubierto. Sentía una sensación extraña en mi coñito aun virgen sin vello, aún sin explorar. Cuando llegué a la habitación me acosté sin dejar de pensar en lo que había vivido. Nunca en mi vida había visto porno ¡Ni siquiera sabía que existía algo llamado porno! 

Cuando me acosté sentía algo entre mis piernas, como un calorcito con regusto placentero que no supe bien lo que era, pues jamás antes había sentido algo parecido. Así que para calmarlo metí una almohada entre mis piernas despojándome de mis bragas y me frote, la sensación se sintió mi chocho fue muy rica…, pronto el deseo se sació. Tiempo después me di cuenta de había tenido un orgasmo, faltaba revelar mi clítoris como órgano vital del placer sexual para estallar de gusto.

Pasaron los días y fui creciendo al mismo tiempo que lo hacía mi curiosidad. Me interese por el sexo a muy temprana edad, necesitaba saber cómo funcionaba todo ese mecanismo por el que hombres y mujeres son capaces de hacer locuras…. En clase de ciencias nos explicaron la teoría de fecundación y gestación de los animales. Cuando tenía trece se me reveló que lo que hacía con la almohada era una clase de masturbación, algo muy común en las mujeres y los hombres. En casi nada sirvieron las clases del instituto, sino las de mis amigas a nivel práctico y morboso. Con ellas aprendía cosas que nunca pasaron por mi imaginación complementando la teoría oficial de los profesores, mi madre y mi padre, con el que tenía largas charlas sobre muchas cosas, entre otras sobre el sexo masculino. En algunas ocasiones mi mente volaba recordando su descomunal pollón entrando saliendo del tragón coño de mamá. No lo volvía a ver con tanta claridad desde los diez años.

Por otro lado Internet también me ayudó a entender diferentes comportamientos nada modélicos.  Con el tiempo dejé la almohada como elemento masturbador, y pasé a tocarme el coño con mis manos manifestándose nuevas sensaciones un poco más fuertes. Al principio solo frotaba mi clítoris, después comencé a meter los dedos en la vagina, este se mojaba más y las sensaciones eran mejores…. Finalmente las masturbaciones se consideraban totales con los dedos en el clítoris, penetraciones con los dedos y con diferentes objetos fálicos. Los más recurrentes eran ciertas verduras o fruta que pululaban por casa, como por ejemplo el pepino o los plátanos, eran mis favoritos. También con el paso de los años continúe espiando a mis padres siempre que tenía ocasión, y en esas convocatorias descubrí un sentimiento especial por mi padre, un cierto antojo del que nunca nadie supo nada. Aunque mi padre era muy liberal, nunca me trató de forma diferente de como un padre trata a su hija, pero eso no evitaba ver sus aventuras con mamá a la hora de la siesta sobre todo. Estas visiones inspiraban mis mejores pajas en su honor.

De la masturbación compulsiva solo quedaba un paso para llegar al coito, así que cuando cumplí los 15 perdí mi virginidad con un chico mayor que yo unos tres años, aunque es una historia que se zanjó con un hasta luego, pues me folló un par de ocasiones una Semana Santa de vacaciones. Luego no supe más de él, ni me apetecía, pues apenas me duró cinco minutos en un coito rápido sin un manoseo previo, ni un pos coito como Dios manda ¡¡Cómo era posible que sea esto lo que tanto nos gusta a las chicas!! Me dije la primera vez. 

Tras dar mi virginidad en un acto soso del que esperaba mucho más, se manifestó un mundo de placer casi sin límites. Con el segundo novio los polvos fueron más preparados por mi parte por lo que la cosa cambió bastante. Iba adquiriendo experiencia y la iniciativa generalmente la tomaba yo, por eso en los siguientes, todo iba mejorando. Sin dejar de ser fiel al chico con el que estaba en cada momento me volví una perra en celo adicta al sexo…, quería hacerlo todo el tiempo con mi novio de turno, algo imposible para un hombre normal, por lo que cuando me calentaba de más me masturbaba en cualquier sitio. En más de una ocasión me toqué en el autobús camino a casa, al punto de conseguir dos orgasmos en un trayecto de 20 minutos. 

El caso era que quería vivir con algo dentro de mi coño de manera permanente. Después de clase me metía en mi habitación para pajearme varias veces hasta saciar mi calentura, especialmente cuando tenía en casa a papá a solas conmigo. 

¡¡Ahora sé que el motivo del sexo irrefrenable de mi pubertad se debía a la búsqueda del placer que veía en mi madre al ser follada por mi progenitor!! 

Así que con el tiempo desarrollé un deseo basado en la figura de papá con sus cualidades amatorias, el macho mejor dotado que nunca había conocido. Siempre que me follaban mis amigotes pensaba que era él el que me lo metía sin parar. Veía en sus pollas pequeñas, la gran verga descomunal horadándome el coñito apretado, por eso más de uno conseguía un orgasmo, si hubiera sido por sus pichas jamás los habría tenido. Siempre que me masturbaba pensaba que era su polla la que me perforaba, por eso tenía unos excelentes orgasmos. Si bien nunca conseguí de mi padre una observación lasciva hacia mí con mis provocaciones, no por ello dejaba de escudriñarme ligera de ropa. 

Reconozco mi comportamiento de putita en ciertas ocasiones, cuando me metía en su cama en bragas y un top de algodón haciéndome la friolera para que su cuerpo me calentara, y es que con el paso de los años las ganas hacia su sexo crecían, así como el ansia de recibir su cipote dentro de mí. Nunca vi un comportamiento fuera de lo correcto en todo el tiempo…. Entonces sobrevino lo peor… se produjo la ruptura de mis padres, mi padre se tuvo que marchar derrumbado el pequeño artesonado que comenzaba a tener con él. Me quedé en casa con mamá y los novios que se echaba, mientras el pobre de papá se tuvo que buscar la vida, cayendo en una depresión fuerte.

Lo veía de uvas a peras hasta que cumplí los 18 años, entonces un viaje de mamá con su novio lo cambió todo… Desde los 15 años a los 18, la niña había quedado atrás poco a poco en un sutil cambio. Ya era toda una mujer, las téticas de colegiala crecieron y pronto se convirtieron en dos melones que a más de una polla le hicieron gozar, mi culo, aunque no era muy grande, era paradito y duro y gracias a la contextura de mi madre, fui premiada con una cintura estrecha y unas piernas largas como también un sedoso bronceado… un cuerpo que más de un chico ya habían disfrutado.






Era domingo y mi madre llamó a mi padre. Hacía tres años que se había divorciado, me había quedado con mi madre que en el último año convivía con su novio, mientras mi padre sobrevivía a duras penas. Tras una larga depresión se estaba recuperando, encontró un trabajo de transportista bien pagado. Cuando mi padre recibió la llamada aceptó en acogerme esos días en los que mi madre no deseaba ocuparse de mí sino de su amante, completamente encoñada con él. Mi vida tampoco no era muy cómoda por el comportamiento adolescente de la pareja que me sacaba de quicio. Cuando me dijeron que me iría con papá me dieron una alegría, y cuando mi padre me propuso el viaje, pese a ser incomodo vivir en el camión y de hostal en hostal, dije que sí…, cualquier cosa era mejor que vivir con los empalagosos de mi madre y su querido. Tampoco me apetecía estar sola durante diez días. 

El viaje en camión sería una aventura y así me lo tomé, máxime sabiendo que estaría a solas con papá y la libido por él seguía en todo lo alto. Durante el viaje que duró cinco días, dormíamos en la cabina del camión y hostales, casi siempre en habitaciones dobles. El primer día quise tantear mi atractivo hacia el hombre de mi vida, medio atolondrada por el mareo y las pastillas que me dio papá para soportar el viaje me acosté en la cama que olía a él, a hombre…, sus feromonas me dilataban las fosas nasales. Con ese aroma me dormí plácidamente como anestesiada por el ese bálsamo paterno de macho… Me desnudé sofocada por el calor, y tras unas horas presentí a mi padre que me acariciaba. Le dejé hacer necesitada de mimos masculinos, noté sus manos sobre mis muslos, vientre y tetas. Todo mi cuerpo fue recorrido por sus rudas manos. Una vez que me hice la dormida, no pensé que llegaría al extremo de masturbase en mi presencia. Sorprendida, en unos minutos noté que era rociada por un torrente de semen expelido de su polla.¡¡Había tenido su verga tan cerca de mí, y yo me hice la dormida!! Me taché de tonta del culo. 

Después de rociarme con su leche, me la extendió por mi cuerpo, mezclándolo con el sudor de mi piel. El olor a macho se intensificó en aquel pequeño habitáculo, maldiciendo la oportunidad perdida de saborear de verdad el falo añorado durante tantos años. Me quedé soñolienta hasta que sonó la música fuerte. Sobresaltada me puse la ropa como pude y salté a la cabina, no tuve más remedio que despertarme para llamar la atención del diablo de mi padre. Allí estaba mi padre para invitarme a tomar un refresco y algo de comer…Desde entonces vi en su mirada otra forma de contemplarme. Sabiendo su atracción hacia mí decidí cambiar de hogar, proponiendo a mi padre irme a vivir con él. Siendo mayor de edad nada me lo impedía, aunque de vez en cuando me iba a vivir con mi madre alternándolos según sus necesidades y las mías.


Aquel sábado tras el viaje estábamos mi padre y yo en casa, mi madre (Ana) aún se hallaba de viaje romántico con su nuevo novio, lo cual me vino muy bien dejándome sola con papá…, me gustaba estar a solas con él dedicando toda su atención a mí. En verdad amo a mi madre, aunque reconozco que a veces la odié cuando ella era la que podía tenerlo en su cama y no yo, cuando lo desterró de nuestra casa cuando más lo empezaba a necesitar… pero ya todo cambio. Era verano y hacía un calor de mil demonios, mi padre estaba lavando el coche mientras que yo organizaba la habitación, lo veía a través de mi ventana y me maravillaba de lo guapo que es y lo mucho que lo deseaba, estaba en una camiseta blanca dejando al descubierto dos fuertes brazos ¡¡Me calenté de solo verlo!!Cuando termine mis labores bajé a la cocina e hice un  zumo de naranja. Salí a darle uno lo cual me agradeció con una sonrisa, vi que sus ojos siguieron mi atuendo y se detuvo un poco en el escote de mis pechos, eso me lleno de dicha, pues comenzaba a tener éxito sin estar dormida. Me gustaba cuando me miraba o me tiraba piropos, me hacía sentir una mujer sexy… 

¿Qué te parece si termino aquí y nos damos un chapuzón en la piscina? 

Mi padre me preguntó intentando mirarme a los ojos, pero cada cierto tiempo sus ojos se iban hacia mi escote u otro lugar de mi exuberante anatomía, esa mirada flash que todo hombre no puede evitar…. 

Me encantaría papi. 

Dije feliz al pensar que ambos estaríamos en bañador. Verle con su abultada entrepierna me estremecía. Nos terminamos de tomar nuestros zumos refrescantes. Enfundada en un bikini que dejaba muy poco a la imaginación, la mirada de mi padre me dejaba muy caliente. Mi mente comenzó a fantasear…, que tal vez por esa parte perversa de mi padre que también me deseaba. No tanto como yo a él desde hace tantos años.

Bajé hacia la piscina y me tumbe al sol, quité las tiras que sostenía mi sujetador y me eché un poco de bronceador. Al tiempo mi padre llegó, se sentó a mi lado. En su mano tenía una cerveza y con la otra me ofrecía otra a mí…. 

Gracias, dije tomando un sorbo. 

Así que princesa cuéntame ¿Cómo van las cosas en el primer año de universidad? 

– Bien, creo que hice bien al escoger esta carrera de filología inglesa…Creo que sí, dijo mirando mis pechos. 

Me percate que al haberme quitado las tiritas del sujetador se me bajo dejando ver un poco de mi pezón. Al principio quería subírmelo, pero luego vi que estaba como hipnotizado así que me hice como la que no sabía coqueteando un poco… 

¿Y cómo vas con ese muchacho? ¿Juan se llama? ¡¿No?!

Pregunto sin dejar de inspeccionar mi pezón dejado a la vista deliberadamente por mi mente perversa. 

Lo hemos dejado.

Dije de repente de mal humor. (Juan fue mi último novio de tantos que tuve. Era dos años mayor que yo, y aunque era bien parecido, era un total incompetente en la cama por no mencionar que lo tenía pequeña. Jamás supo aprender a mamarme el coño, y a poco que yo se lo hacía se corría. Los encuentros nunca mejoraron, así que lo dejé por capullo, pues siempre que teníamos sexo terminaba más cachonda de lo que empezaba). Sin embargo, mi padre no dejo pasar mi tono… 

¿Todo bien, no? ¿Ha pasado algo que deba saber con vosotros? – Nada, mentí. 

 Solo que no somos compatibles por así decirlo, pensé que lo dejaría, pero no. 

¡Vamos cariño, cuéntame! Sabes que puedes decirme todo lo que te pasa. Entre nosotros hay confianza.

Dude un poco, después de todo era mi padre y aunque él sabía que no era virgen por las pastillas en mi baño, no me sentía como para compartir estas cosas con él. Sin embargo, él no quería dejarlo pasar… 

¿No confías en mí? 

Mi padre es muy insistente cuando detecta una incomodidad en mí, como un perro que coge a su presa. Con él es inútil darle largas… por lo cual comencé a contarle. 

Mira papá no te asombres por lo voy a contarte, tú me lo has pedido…

Me puse seria mirándolo de frente y… 

– Ese tío es un total inepto en la cama, al parecer nadie le enseño a complacer a una mujer, ni siquiera oralmente.

Miré su semblante con los ojos abiertos de asombro, él no estaba preparado para eso. 

Bueno, eso fue diferente a lo que me esperaba. Sé que tienes relaciones con tus novios, no debía de asombrarme… pero como es la primera vez que comentamos algo así.

Nos quedamos en silencio un momento, él seguía mirando mi escote cuando pensaba que yo no lo miraba, podía ver cómo había un pequeño bulto en sus pantalones ¿Eso significaba que yo le gustaba? ¿Verdad? ¡¿Se estaba excitando por lo veía o por lo que oía?! Bueno, solo había una forma de saberlo. Sabía que era un juego peligroso, pues me metía en un pantanal del que no estaba muy segura de salir victoriosa, pero el que no arriesga no gana… 

¿Cómo era mamá en la cama? digo ¿Qué le gustaba que le hicieran? Pregunté a traición. 

Él se quedó callado, pensé que me diría que estaba loca al querer saber sobre las relaciones sexuales de sus padres, pero al parecer respondió con un tono de voz pasivo. 

A tu madre le gusta el sexo oral. Se ponía como loca cuando se lo hacía, y no voy a negar que mí me encantara hacérselo. Comprendo que a muchos hombres no les guste, pero a mí Sí me gusta mucho…. Mis braguitas se comenzaban a humedecer¿Y a ti? ¿Qué te gusta que te hagan?

Hay vi mi oportunidad, podría calentarlo y ver qué pasaba, ojala funcionara. Tenía dos opciones, calentarlo a tal punto que perdiera toda moral para follarse a su hija, o terminar cachonda y apenada por tener este tipo de conversación con él…, solo había una manera de averiguarlo. Me giré en mi silla y en el movimiento mi pezón quedo al descubierto, mi padre no ignoró este hecho. Puse cara de niña mala viciosilla, mientras le decía lo que más me gustaba… 

Bueno primero me gustan los chicos mayores que yo, y últimamente los maduros de más de 30 sin llegar a viejos... Me calienta mucho que me besen en los pechos. En nada me disgusta besarle todo el cuerpo a mi chico, y sobre todo chupar su polla. Al igual que me mi madre me vuelve loca un buen sexo oral que me arranque un buen orgasmo. Y sobre todo me encanta cuando me penetran tan duro que me cueste  caminar en las siguientes horas. 

Todo eso lo dije suspirando, aunque al final me vine arriba y la última frase no era del todo verdad, pero fue la que más impactó en mi progenitor al decirla con toda desfachatez. Vi a mi padre que en este momento tenía una gran tienda de campaña que estaba intentando ocultar con la toalla sin apartar la mirada de mis tetas en cuanto tenía ocasión… 

¿Lo has hecho con alguien de mi edad? Preguntó vacilante. 

No, le dije rotundo. 

– Siempre ha sido mi fantasía, no he tenido la oportunidad de hacerlo al no encontrar a la persona adecuada… ¿Y tú? ¿Tú lo has hecho con alguien de la mía? 

Esta conversación se estaba saliendo de madre debía volverla a su camino, hace mucho había dejado de ser una conversación de padre a hija, para pasar hacer algo más íntimo, algo más prohibido cercano al incesto. 

No, dijo mirándome fijamente a los ojos.

 Me mordí el labio, era ahora o nunca… 

¿Y no te gustaría probar? ¡¿Conmigo… por ejemplo?!

Él me miró por unos segundos y negó su cabeza al tiempo que se contradecía…. 

Bueno cariño… Sí yo… creo que no sea muy correcto.

Musitó con su voz baja y gruesa por la excitación que tenía.

Me levante decidida y me terminé de quitar el sujetador quedando a topless, me senté en su silla y el retrocedió con miedo… 

¿Quién dice que no es correcto? ¿La moral? ¿La iglesia? ¿La sociedad?

Todos. 

Su poco autocontrol se estaba esfumando, sus manos tentaban por tocar mis tetas y sus ojos lo delataban, me deseaba sin más remedio. En su mirada se reflejaba ese deseo que tantas veces he visto en los hombres cuando están a punto de follarme… 

¿Qué importa ellos? No puede estar mal cuando dos personas se aman… ¡¿Por qué tú me amas papá…Verdad?! 

– Claro que te amo, pero eres mi niña del alma, por ti daría la vida si fuera necesario…. 

Tomé su mano y la puse sobre mis tetas, él jadeo y yo gemí al notar su tacto delicioso. 

Por eso sé que no me harás daño, porque soy tu hija, tu princesa y me amas. 

No dijo nada continuando con el sobo a mis tetas, sus dedos pellizcaban mi pezón y yo tiré mi cabeza hacia atrás gimiendo en el éxtasis, no podía creer que mi padre me estuviera acariciando las tetas. Pronto sentí algo húmedo, mi padre había comenzado a mamar una de ellas mientras que con la otra mano acariciaba la otra. Estaba perdida, cachonda como él,  estábamos en un juego que no tenía retorno, ¡Cuya única salida era el apareamiento! Con mi mano busqué su polla… ya en estado de dureza permanente, se la comencé a sobar a través de sus bermudas… y jugar con ella, me moría por comérsela… 

Ven entremos, no vaya pasar que alguien nos vea…. Se levantó y yo salté enredado mis pernas en su cintura, su polla chocaba con mi coño haciendo fricción. Era tan rico como emocionante, extravagante e insólito; iba a alcanzar una cumbre para la que me había preparado concienzudamente durante años de fornicaciones con tipejos que no le llegaban a la altura de la suela a mi padre. Sin perder tiempo entramos en la casa, y justo cuando pasamos el umbral aproveché para devorar su boca, pese al picor de su barba de cinco días. Él metió su lengua en mis labios y me comió la boca como todo un experto, sus manos se apretaron a mi cintura friccionando su polla conmigo en busca de alivio.






Llegamos a su habitación dejándome caer suavemente al suelo. Acto seguido continué el camino de caída hacia el parqué, arrodillándome ante el Dios que me arrastró hasta allí desde los diez años. Sin el menor miramiento le bajé sus bermudas para dejar al descubierto ese rico y perfecto falo paterno del cual me saciaría hoy. Lo tomé por su punta y comencé a darle tiernos besitos en su orondo capullo… un glande con una forma similar a un casco militar alemán. Mi padre enredó sus manos en mi cabello y me acercaba más a él, abrí mi boca y me lo metí muy despacio acostumbrándome a ese gran tronco que perforaba mi pequeña boca. Comencé a chupar y a jugar con sus bolas, aquello le gustaba mucho porque gruñía de gozo como un poseso. Sus cadera se movían queriéndose enterrar más al fondo el tremendo cipote en mi boquita acostumbrada a pichas de tres al cuarto. Me la clavaba en mis mejillas dentro de la boca, haciendo más presión causándole un mayor placer… De pronto mi padre me dijo entre dientes y jadeando… 

– Mi vida, para si no acabaré enseguida. 

Por mi parte continué mamando esa polla que tantas pajas me había robado. 

¡¡Detente por favor!! 

Cogiéndome de la cabeza sacó su polla de mi boca…

Mi amor, quiero y deseo correrme dentro de ese precioso coñito y volverte loca de placer. 

Me ayudó a ponerme de pie, y me quitó mi tanga. Quedé desnuda delante del hombre que había participado en mi creación aportando su preciado esperma. Su mirada era de hambre y lujuria hacía mí como hembra, me sentía muy mujer, como su mujer. 

Hemos llegado a un punto en el que necesito probarte completa… por eso comenzaremos con ese coñito que tanto he deseado.

Me acostó sobre la cama que habría compartido con mi madre de seguir casado con ella, me abrió de piernas para él, dejándome plenamente despatarrada. La situación era tan morbosa y erótica, en estos momentos no me importaba nada, ni siquiera mi madre. En verdad se podía quedar donde estaba con su novio que yo me encargaría de satisfacer al hombre de mi vida, ese hombre que procuraría a partir de hoy fuera solo mío. Lo sentí aspirar mi aroma seguido de un lengüetazo, él comenzó a pasar toda su lengua por mi coño húmedo, cerré los ojos y gemí en el éxtasis. Su rasposa lengua hacia maravillas, lo sentí chupar y morder mi clítoris hasta succionarlo haciéndome chillar de placer. Uno de sus dedos se insertó en mi coñito, y luego dos. Me estaba follando con avidez llevándome a la séptimo cielo… 

¡Pero qué mojada estás princesa!, ¿Te gusta? ¿Te gusta como tu papi te come tu coñito? 

Fuera de mí le espeté furiosa… Me… me encanta, dije agitada. 

Mis gemidos y gritos daban pábulo a que mi padre no dejara de follarme con sus dedos comiéndose con fruición mi coño ardiente. Las feromonas comenzaron a hacer sus efectos olvidando cualquier parentesco entre ambos, porque justo cuando más sonoros eran mis gemidos unidos a mis contorneos alrededor de su boca, mi padre me soltó… 

¡¡Que puta eres Alicia, dejándote follar por tu padre!! Dijo aumentado el ritmo de la dedada… ¡¡Y tú lo cabrón que eres al querer follar a tu princesita!! Él continuo con su paja hasta correrme en uno de los mejores orgasmos del mundo…, mi visión se nubló y mi cuerpo tenía pequeñas convulsiones espasmódicas debidas a los chutes de dopamina que recorría todo mi ser.

El muy cabrón no me dejó ni recuperarme, estaba súper excitado con la polla extra rígida en una curvatura que se arqueaba perfecta para perforar a una hembra hasta su útero. De pronto enfiló su gordo capullo sobre mi raja encontrando de inmediato la entrada vaginal. Completamente abierta de piernas me ofrecía en sacrificio a mi padre con todo el coño a su disposición…, él no dudo un solo instante cuando me la metió de un golpe. Percibí su polla entrar a pelo, como un torpedo invadiendo mi hambriento y encharcado conejito ¡Por primera vez lo hacía sin condón con alguien y era una maravilla! Mi padre comenzó a bombear con ímpetu y a tocar esos lugares mágicos dentro de mí, donde ningún otro hombre había logrado llegar. Chillaba y me revolcaba sobre la cama mientras que él me daba pollazos a todo lo largo de su tronco sin parar. Comencé a notar el golpeteo de sus huevazos en la entrada de mi coño, lo que significaba que la punta del capullo debía de estar en el canal de mi útero, allí donde descargaría todo su esperma sin nada lo remediaba…¡Yo no por supuesto, deseaba recibir toda su leche dentro de mí…!

– ¿Te gusta? Me preguntaba entre dientes jadeando… 

¡Me encanta, no pares de Follarme, folla a tu PRINCESA!

Le gritaba, el bajó sus labios y comenzó a chupar y morder mis tetas, mis pezones fueron presa de su labios, lengua y dientes. Me puso cardiaca tanta atención al punto que salió de mi boca algo que jamás había deseado de ningún otro hombre… 

¡¡Vamos fóllame fuerte...! ¡¿No te gustaría PREÑAR a tu niña?!

No sé si fueron estas últimas palabras o que la pose del misionero nos aburrió, pero él se levantó cargando conmigo. Me apoyo contra la pared abriendo más mis piernas, en nada su polla entraba sin ningún problema gracias a lo lubricada de mi congestionada vagina. Delante de nosotros se hallaba un tocador con la foto de nosotros dos. Nuestros cuerpo estaba reflejados en el espejo, haciéndonos protagonistas de una película de sexo duro… eso me hizo excitar más, pensando en que era yo y no mi madre la que estaba siendo follada por el que fuera su querido esposo. En esos momento le estaba partiendo el coño a su “preciosa hija” con el cipote más tremendo podía imaginar. 

Mi padre me besó con dureza, exploró mi boca con su lengua, mientras no parada de partirme en dos llegando a lo más profundo de mi cavidad vaginal, notaba su verga en mi estómago. Pronto la posición se hizo también incomoda, y me soltó de nuevo en la cama. Con toda decisión sin el más mínimo recato cual pareja de amantes desinhibidos me espetó solicitándome… 

Ponte a cuatro patas cariño.

Lo hice y comenzó a chuparme desde el coño hasta el culo como observé la primera vez hacerle a mi madre. Aquello me enloqueció, mi padre era mi hombre y ahora estaba segura que era mío y yo le gustaba…

– Pero que precioso culo que tienes mi niña… ¡¿Sabes un día de estos de lo partiré, como se lo hacía a tu madre?! 

Sin esperar a más le dije… – ¡¡Es tuyo papi!! 

Conteste en voz de niña buena, me terminó de comer y lamer el ojete, al que le dio su merecido. Sentir las lamidas en mi ano fue algo demoledor en mi calenturienta razón. Al dejarme de chupar se irguió con todo el flamante pollón endurecido y me penetró no sin antes insertar un dedo en mi ano. Picó un poco, siéndome un tanto incomodo, pero según iba entrando su polla en mi coño haciendo sitio en mi estrecha hendidura, se fue haciendo más agradable. En este punto mis gritos se podían escuchar por todo el barrio, pero no me importaba, me lo estaba pasando en grande gozando de la follada del siglo. Pronto mi orgasmo comenzó a crecer, un calorcito en mi coño que se esparció por toda mi columna vertebral, nunca he sabido cómo explicar la sensación del orgasmo que me procuraba papá, pero sí sé que cuando los tengo me dejan sin habla. Bajé mi mano y comencé a friccionar mi clítoris con rapidez al encuentro con mi lujuria… 

¡Vamos Alicia, córrete para tu papi! ¡Sé una buena chica! 

Mi padre golpeo mi nalga, como si a una mula se tratase y llegué en un orgasmo tan fuerte que hasta la respiración se me corto. Completamente desconectada de la realidad, mi padre continuó penetrándome con fuerza, una... dos... diez estocadas más. Eran incontables las veces que me insertó el majestuoso falo paterno, cuando al fin oí un rugido ronco salido de garganta, a la vez que percibí un manantial de semen caliente regar mi coño interno… tan adentro que llegaba hasta mi útero. Los chorros de leche se eslabonaban en convulsiones fratricidas endureciendo su polla, hinchando su tronco venoso y el orondo capullo por donde soltaba aldabonazos de lefa espesa, por el mismo glande en el que un día un espermatozoide fecundó el vientre de mi madre. 

Allí estaba mi padre, el hombre que me dio la vida y ahora se estaba corriendo como un loco dentro de mí sin importarle nada más que yo, yo era todo para él…, su amiga, su hija, su amante y muy pronto su mujer, pues no dejaría que otra ocupara el lugar que me pertenecía por derecho de conquista, tantos años procurado. Cuando terminó de correrse, se mantuvo unos segundos asegurando que toda su semilla era depositada dentro del coñito de su querida princesa. Como derrotado se salió de mí, arrastrándome con él sobre la cama. Comenzamos a besarnos por todas partes, tenía una sonrisa hermosa en su rostro, nunca lo había visto sonreír tanto… 

Te amo Alicia, eras lo mejor que había pasado por mi vida y ahora mucho mejor… 

Dijo besando por ultimo mis labios y mordiéndolos. Nos quedamos acostados y después de recobrar fuerza volvimos hacerlo de nuevo y a pelo. Jamás le impuse que me follara con condón, deseaba sentirlo en toda su intensidad. En esos diez días del viaje de mi madre follábamos todo el día, todos los días a partir de la vuelta a casa.

Aquella relación nueva con papá me gustó más que ninguna otra, había cumplido con mi mayor fantasía en la vida…, ser el amante de mi padre y no quería compartirlo con ninguna otra mujer. Mi padre me calentaba con tan solo tocarme, cuando estaba de viaje me masturbaba muy rico fantaseando con su cipote, hasta su vuelta para recibirlo con mis mejores galas… el primer día tras su vuelta de cada viaje me mataba a pollazos con dos o tres polvos a pelo, luego era todo más relajado. Felatios y folladas vaginales eran lo cotidiano, pero no faltaron atenciones a mi culito cuando me desvirgó abriéndome el ojete como una  boca de riego. La primera vez fue dolorosa, pero cuando le cogimos el truco se convirtió en una alternativa muy placentera. Debió de ser en el puente de la Purísima Concepción y la Constitución del 6 al 8 de diciembre, cuando ocurrió algo que solo era cuestión de tiempo… mi padre me Preñó. Por las fechas no tengo la menor duda. El acontecimiento nos pilló por sorpresa, ya llevábamos más de cuatro meses follando a pelo y no había ocurrido nada… tampoco follábamos todos los días, pero si todos los días que estábamos juntos, bien en casa o cuando le acompañaba en algún viaje un poco largo de una semana o así.  Descubierta





El verano que todo cambió. 

Me hija Alicia y yo hacíamos vida de casados, no se puede decir que lo nuestro fuera amor a primera vista pero se le parecía. Evidentemente, era la imagen del puro morbo, con su aspecto de niña “bien” modosita… melena castaña a capas, alisada con discretas mechas, ropa cara, pendientes de perlas, en fin todo el uniforme de pija estudiante. Yo nunca he sido un tipo especialmente atractivo, pero no me manejo mal en las distancias cortas y tengo bastante labia. Tras empezar a convivir unos días nos enamoramos de golpe, se perfilaba una de las épocas más felices de mi vida… soñábamos con el futuro, nos comprometíamos con causas sociales, salíamos de fiesta… Éramos una pareja muy popular entre nuestros amigos, la gente siempre nos invitaba a sus saraos porque éramos gente simpática y amable (Alicia es especialmente risueña), teníamos conversación agradable, y por supuesto, mi niña deslumbraba con su discreta belleza allá donde iba. 

Era una chica tremendamente atractiva pero nada despampanante. Su cuerpo breve pero bien proporcionado, su rostro angelical de niña buena, y su eterna y acogedora sonrisa conseguían que todos los chicos sintieran por ella una atracción repentina. No era muy alta, ni tenía grandes curvas, lo que hacía pensar a cualquier pardillo que ella estaba a su alcance, cuando en realidad mi dulce Alicia era una mujer maravillosa en todos los aspectos, físicos, emocionales e intelectuales y siempre estuvo, desde su adolescencia, al alcance de muy pocos elegidos. Me consta que tuvo varios novios en el instituto, quien la desfloró a los 15 años y más tarde otros que no daban la talla como bien me dijo ella. Yo al principio sufrí en silencio algunos ataques de celos cuando alguien se mostraba especialmente cariñoso con ella, pero cuando comprendí que esto nos acompañaría toda la vida y que ella me amaba con amor sincero y fiel, estos pensamientos desaparecieron. Los meses pasaron y Alicia se fue convirtiendo en una mujer increíble; definitivamente me había tocado el premio gordo y para colmo, cada vez nos amábamos más.

Me encontraba bien con un buen trabajo muy bien remunerado, por lo que empezamos a llevar una vida agradable y desahogada. Cenas con amigos, salidas nocturnas, conciertos, viajes por todo el mundo y ese tipo de cosas…. Solo nos faltaba casarnos, pero eso era innecesario, ambos teníamos un contrato de por vida y más allá  firmado en nuestra sangre, en nuestros genes compartidos. Ninguno de los dos estábamos interesados en tener hijos así que disponíamos de todo para nosotros solos. Nuestra vida sexual siempre fue maravillosa; el sexo con ella es, aún hoy, como una especie de droga de la que es imposible desengancharse. Bajo el gesto dulce y aspecto ingenuo de Alicia, resultó esconderse una auténtica viciosa, que estaba dispuesta a disfrutar de su cuerpo y sus sentidos a todos los niveles sin ningún tipo de remilgo moral. 

El INCESTO está muy sobre valorado nos decíamos. Buena parte de ese placer lo conseguía al proporcionármelo a mí, lo que la convertía en una amante lasciva, complaciente y muy activa. Abiertos a experimentar cualquier juego o práctica sexual que se pudiera realizar en pareja, solíamos usar para nuestras fantasías todo tipo de juguetes y complementos. Follábamos a cualquier hora, en cualquier parte, en aseos de bares y restaurantes, en parques, portales de edificios, en la cabina del camión era más que frecuente, nuestro segundo hogar… y en casa por supuesto. Anales, besos negros, esposas, lubricantes, consoladores… de todo había en el repertorio. Un juego que nos gustaba especialmente era el siguiente… como ella parecía más joven que yo, y a mí me empezaron a salir mis primeras canas en las sienes y la barba, nos gustaba acentuar esa diferencia de edad con nuestra indumentaria, y salir a la calle. Yo vestía acorde a mi edad y ella con trenzas o coletas en el pelo, y vestía minifaldas de cuadros y calcetines hasta las rodillas. En tales ocasiones solíamos cenar en algún McDonald, entre familias tradicionales. La ropa y el peinado le daban un toque ambiguo a Alicia, quien a ojos de cualquier desconocido podía tener 26 años cuando empezamos a hacer esto. De postre siempre pedía un helado, y ella se lo comía saboreándolo con ganas, con las piernas abiertas mientras la observaba.

Después marchábamos a cualquier hotel, y ante la mirada desaprobatoria de la recepcionista, cogíamos una habitación para una sola noche. Tras varias horas siendo el centro de todas las miradas, ambos llegábamos a la habitación excitados hasta el paroxismo, por lo que las sesiones más sucias y salvajes de sexo solían tener lugar en tales ocasiones. Me excitaba mucho su indumentaria de “Lolita”, pero aún más imaginar en secreto que ella compartía conmigo estos gustos y que deseaba juguetear con un tierno efebo. Sin duda, el sexo era la tercera gran pata sobre la que se asentaba nuestra relación, junto a la admiración intelectual, y el fuerte amor que ambos sentíamos por el otro…. 

No decidimos tener un hijo, implemente nos sobrevino al no poner objeción… Apenas unos meses después de empezar nuestra trepidante aventura Alicia quedó preñada. Los siguientes nueves meses fueron casi perfectos (ambos ilusionados y enamorados) salvo por un pequeño detalle (o no tan pequeño). En el tercer mes de embarazo, el ginecólogo descubrió que los dolores que sufría a veces mi dulce niña se debían a una mala posición de la placenta: no era peligroso, pero la penetración quedaba aplazada hasta que no hubiera riesgo de nacimiento prematuro. Seguimos practicando otros tipos de sexo, pero el no poder culminar las sesiones con una caliente y prolongada penetración de mi barra de acero en su chorreante vagina empezó a pasar factura al poco tiempo. Pronto andábamos los dos más que calientes que una cafetera, especialmente yo. Alicia, que no quería poner nada en peligro, ni siquiera me permitía penetrar su delicioso culito, así que nos masturbábamos a diario y teníamos muchas conversaciones tórridas. Nuestro pequeño Alex nació un 20 de agosto con algo más de 3 kilos. 

Todos los que seáis padres, comprenderéis el terremoto que supone para una pareja la llegada de un primogénito. Todo nuestro mundo dio un giro radical, y embargados por el amor y la responsabilidad, nos dedicamos en cuerpo y alma a la crianza de nuestro pequeñuelo. Ahora formábamos un equipo perfecto. Alicia estaba más radiante que nunca; se suele decir que a todas las mujeres les favorece la maternidad, y con ella no había excepción. Sus ojos sonreían pícaros, su piel resplandecía. Su cuerpo apenas sufrió ningún cambio significativo. El periodo de lactancia sólo duró seis meses, por lo que sus pechos, tras hincharse y descolgarse un poco, casi no sufrieron cambios en su forma o tamaño debido a su juventud, la recuperación de su cuerpo fue casi inmediata. Supongo que hay que tener suerte con la genética, y ella la tenía. Pronto asumimos que nuestra vida había cambiado completamente. Habíamos salido de lo que se suele llamar “zona de confort”, y ahora todo giraba en torno a nuestro pequeño. Se acabaron las salidas nocturnas y  los viajes. Tampoco el sexo fue retomado con la misma pasión que antaño; no es que no tuviéramos las mismas ganas de siempre, simplemente es que íbamos reventados de cansancio. Todos estos factores confluyeron para que, al siguiente verano, nuestra vida diera un nuevo giro…

Se acercaba el verano, y con él, las vacaciones. Normalmente aprovechábamos para coger un avión y visitar alguna ciudad lejana, pero con una criatura de ocho meses, la cosa cambiaba. No es que seamos mochileros, pero solemos viajar con lo justo, caminamos muchos kilómetros para visitar muchas cosas…, así que pensamos que por una vez, no estaría mal alquilar alguna vivienda en la costa y relajarnos en la playa durante dos o tres semanas. Además, nos merecíamos un buen descanso. Tras las habituales pesquisas por internet, Alicia encontró un coqueto dúplex adosado en la costa catalana, sin piscina, pero en segunda línea de playa. La zona no estaba demasiado masificada por el turismo debido a los precios que por allí se estilaban, y las fotos eran prometedoras, así que nos decidimos a alquilarlo.

La noche antes de partir, con la mayoría del equipaje ya en el coche, me encontraba en la terraza, leyendo un libro y bebiendo una copa de vino, cuando Alicia llegó y me informó de que Alex ya estaba dormido. Al ponerse justo delante de la lámpara, la silueta de su cuerpo se dibujó dentro de su vestidito blanco ibicenco. Pude adivinar, por el tono de su voz, que quería sexo; es algo que pasa cuando llevas tiempo con alguien o es tu propia hija. Me hice el indiferente, respondiendo secamente… sabía que a veces a ella le gustaba encelarse y suplicar su orgasmo ronroneando. Se acercó y se sentó sobre mí abriendo las piernas. Seguí leyendo como si no fuera sensible al contacto de sus nalgas en mis muslos y al olor almizclado de su sudor. Se había recogido el precioso pelo castaño alisado en una cola de caballo; por el escote se veía el inicio y el fin de su canalillo. Apoyó los antebrazos en mis hombros y cubrió de besitos mi cuello susurrando… 

– He estado mirando otra vez las fotos del dúplex. La parcela está rodeada por unos tupidos pinos. 

Su aliento caliente se esparcía por el vello de mi pecho; su voz dulce y acogedora, el calor de la noche veraniega… Todo ello me provocó una erección de campeonato que se elevó dentro del pantalón por encima de los muslos. La notó y comenzó a frotarse contra ella. Continuó… 

– Quiero que hagamos una cosa estos días. La playa donde vamos es familiar y no podemos dar el espectáculo, pero en casa quiero que esté prohibida la ropa. Iremos todo el día en pelotas y follaremos mucho. Todos los días muchas veces; en todas las habitaciones de la casa y en el jardín también.

La idea me encantó… – Te voy a dejar seco… te voy a follar todos los días hasta que te tiemblen las piernas.

Mientras decía esto, había liberado del bañador el tremendo pollón que gasto, y tras frotar sus labios vaginales y el clítoris contra él a través del tanga, lo acomodó entre sus nalgas, elevándose éste por el carril que mostraba la hendidura entre sus cachetes. Sentir el libre roce contra la suave piel de las nalgas provocado por su caprichoso movimiento pélvico se traducía en un aumento de mi deseo… 

– Te voy a dar los buenos días a diario con una mamada. Quiero que pases los días enteros empalmado, chorreando leche por mi culito y mi chochito.

No discernía si eran más excitantes sus palabras o sus caricias. Le besé y sobé el cuello paladeando la sal de su sudor. Echó a un lado el tanga y en un eléctrico movimiento consiguió ensartarse ella misma con mi verga en estado de mástil. Al principio fue un lento movimiento circular, con el cual mi glande exploró los lugares más recónditos de su vagina. El calor y la humedad que desprendía su coño eran suficientes para hacerme sentir relámpagos de placer…, no hacía falta fricción ni roce. Cuando comenzó a cabalgar siguió diciéndome obscenidades… 

– Cabrón, lléname entera. Te voy a dejar seco, vas a adelgazar estos días… ¡oh sí!, sigue follándome así… Mmmmhhhh me encanta tu rabo, te lo voy a desgastar. ¡Oh, oh, ah, sigue, sigue…!¡¡ACASO NO DESEAS VOLVER A PREÑARME!!Y

o estaba ya muy excitada, la voz susurrante, las obscenidades, y el calor de su sexo me arrancaron en busca de un gran orgasmo… No dejaba de masturbarme, de restregar su polla por mis labios que ya estaban hinchadísimos y de torturar con su capullo endurecido mi clítoris…, cuando ese glande debía estar Ya, dentro de mi coño por derecho. Sin quererlo yo ya estaba empujando mi cadera contra la suya para comerme con mi conejo hambriento ese pedazo de tranca que se gastaba. 

– ¡Quiero que me la metasssss… que me la metassss de una vezzzz que no aguanto mássss… uffff…!!Si sigues así me voy a correr antes de que me la claves, papá no me seas hijo de puta haciéndome sufrir… 

– ¡¡Eres mi nena preciosa…! ¡¿Acaso deseas ser también mi princesa putita?! 

– Síiiii, seré toda tuya mi amor… ¡Solo encájamela…!

Fue un poco doloroso porque, al afollar su polla en la raja presionó con mucha fuerza. No fue nada delicado con el coñito de su hija…. Grité un poco fuerte aliviando su embestida. Rápidamente atraje su cuerpo para que se recostara sobre mí, le arañé la espalda. Para no seguir gritando le mordí el cuello, y aguantó como un auténtico macho mientras su enorme verga se abría paso en mi calenturiento y húmedo interior ¡Percibía otra vez aplacada, el caliente rabo endurecido y venoso de semental! Los dos jadeábamos mirándonos mientras su cadera describía un suculento ir y venir que me ponía como loca. Quería decirle que lo amaba, seguro que él también, pero algo en los dos nos lo impedía en aquella vorágine canal. De todos modos yo estaba más que contenta, tras casi semana y media sin follar quedándome cachonda, por fin podía desquitarme. Sebastián conocía los trucos para ponerme como una perra en celo. 

Su polla describía ligeros círculos dentro de mí, antes de avanzar hasta el fondo. Esas órbitas ayudaban a expandir mis paredes vaginales mejorando la penetración sin hacerme daño. Lo retiraba un poquito y volvía a dibujar formas circulares, lo hacía con tanto cariño que se me saltaban las lágrimas por el amor con que follábamos. Mis piernas y  brazos colgaron rendidos, ya no podía controlarlos, mi boquita ya no decía nada entendible, solo mascullaba y gemía como una cerda empalada hasta el estómago. De vez en cuando me besaba y chupaba mis labios, me metía su lengua y jugábamos con ellas lascivamente. Mis ojos ya no veían nada al estar vidriosos…, era todo blanco. Me sentía en el cielo percibiendo el cipote percutor abriéndome las carnes tan deliciosamente. Ni mi mejor novio supo follar como lo estaba haciendo Él, me estaba ensartando magistralmente y mi conejito le engullía la tranca a todo lo largo de ella haciendo presión con mis músculos vaginales para succionársela mejor y que mi macho supiera lo que era una buena hembra folladora.

¡Mi PADRE me respetaba haciéndome gozar! Me sentía muy orgullosa de él y de haber logrado ser una gran folladora de polla gordas… A lo lejos escuché mi móvil, me devolvió al mundo real, seguramente era mi madre que me llamaba tras el regresó de su viaje con el nuevo novio…. Pero me importaba una mierda gozando con Sebas. Así como mi padre rompió con todo para estar conmigo, yo no tendría problemas para ser suya eternamente. Sebastián miró mi móvil sonriéndose al ver la llamada entrante de su ex…, luego me besó con mucha fuerza, lamió mis labios tan necesitados por la resequedad de la hiperventilación de mis jadeos ante tan buena follada, luego mi sonrojada mejilla ¡Era tan tierno conmigo, sin dejar de ser contundente con mi coño! Nos dimos la vuelta quedando encima de él, me abrí bien las piernas para encajar entre las suyas y embutirme su falo hasta las mismas recias pelotas que posee….Fue cuando empezamos a follar más duro, más rápido dándole con mi cadera a lo perreo y él alzándose buscando mi coño en un mete saca brutal, donde sus huevos se agitaban arriba y abajo al mismo ritmo aporreándome la vulva a modo de frontón.

Seguramente quería que me volviera más loca hasta el punto de olvidarme del móvil y de la llamada de mi madre. Y así fue, me rendí ante su hermosa y venosa polla que se encharcaba de mis jugos blanquecinos por las incesantes sacudidas de su polla en mi chochito, a modo de batidora. Sujeta de mi cadera y yo apoyada en su pecho y sus hombros intentando mantener el equilibrio, me perforaba sin raciocinio. Me recostaba sobre él y me levantaba produciendo fuertes sentones con clavadas profundas…, mis gemidos casi gritos se entremezclaban con la sintonía del chapoteo al chocar nuestros cuerpos creando un ambiente de cautiva lujuria.

Cambiamos al sofá, me posicioné reclinada sobre los cojines, sin dejar de estrujar a dos manos y morder la colcha que cubría el sofá. De repente los dedos se salieron de mis entrañas y pude notar la presión que ejercía mi hermoso macho con la punta de su polla contra mi esfínter 

– ¡Aaaay! 

Chillé al comprobar cómo se abría camino castigando el anillo de mi culo. Abrí unos ojos como platos provocados por el dolor que experimentaba. No tuvo ningún tipo de compasión ni de miramiento, excepto que escupió en mi ano para lubricar el encajamiento. Me la estaba insertando a pequeños golpes hasta el fondo. No es que lo hiciese particularmente deprisa, pero tampoco se detuvo a pesar de mis gritos, como si no le importase el dolor y el sufrimiento de su querida PRINCESA. Traté de impedirlo en una ineficaz huida de mi cuerpo hacia delante y terminé cayendo boca bajo sobre la cubierta. Mi padre empujaba con fuerza a la vez que ambos cuerpos caían rendidos en la lucha sobre el sofá. Me tenía inmovilizada por el peso de su cuerpo sobre el mío, y porque hábilmente retuvo mis manos por encima de mi cabeza, dificultando que tratase de moverme y agitarme con la intención de que su polla saliese de mi interior. 

Hubo unos segundos de forcejeo entre ambos que no hicieron más que aumentar mi gozo y un poco de dolor que se iba diluyendo a los pocos segundos, hasta que sometida a sus pretensiones dejé de resistirme. No parecía el amante del inicio, y eso iba conmigo… que me follen duro me gustaba de menos a más era la fórmula perfecta para tenerme rendida a cualquier pretensión del macho que me fornicaba… – ¡Joder cari, ten cuidado por favor, me duele mucho si la metes duro…!Expliqué al tiempo que dejaba de hacer fuerza y trataba de concentrarme en superar el sufrimiento. 

¡Sssschhhht! Chistó papá dándome a entender que me relajara al tiempo que comenzaba a culearme lentamente… 

– Aprovecha porque te juro que esta es la última vez que lo hacemos…

Le dije totalmente resignada a aguantar el desvirgue de mi culito como si de una penitencia se tratase. 

– ¡Ssschhht!

Chistó de nuevo Sebas tratando de transmitirme una absurda tranquilidad que no me llegaba. Dejó de sujetarme las manos para retirar a un lado el pelo que cubría mi rostro. El muy egoísta quería regocijarse contemplando mis muecas y gestos de dolor y gozo…. 

– ¡Vamos cabrón, termina de una maldita vez! 

Dije malhumorada incitándolo a que se moviese más aprisa. Esta vez me hizo caso y comenzó a moverse más rápido. 

– ¡Ah, ah, ah, ah,….!

Gritaba sin poder evitarlo con cada culeada a la que era sometida liberando el gusto que experimentaba.

Por suerte pude notar en mi maltrecho ano las primeras contracciones de la polla de mi macho. 

– ¡¡Eso es cabrón, córrete, córrete en el culo de tu princesita!!

Le espetaba entre quejido y quejido provocándolo para que terminase cuanto antes con mi dulce agonía. Aceleró el ritmo de su respiración evidenciando que estaba a punto de correrse… 

– Así, eso es mi amor, si así… ¡¡Córrete dentro de mi culito!! 

Le animaba tratando de distraer mi mente… 

– ¡¡Oooh,  ooohhsiiih!!

Apagó mi mente con su voz al tiempo que notaba como un lechazo espeso y caliente inundaba mis entrañas mientras su polla palpitaba dilatando en cada espasmo mi esfínter. No fueron más de cuatro o cinco chorros de leche los que me vaciaron sus cargados testículos, cuando noté que la sacaba y en el mismo acto me la metían por el coño… Soliviantada sin fuerzas para negarme la encajó con presteza para follarme el coño durante otros par de minutos…,  en nada volvió a correrse… No me lo podría creer… 

– ¡Me estoy corriendo Alicia! ¡Mmff! 

El sofá parecía que iba a romperse de tanto tambalearse de los fuertes empujones que le concedía a mi cuerpecito. 

Hazlo dentro, por favor, mmm… ufff… he tomado la píldora… 

– Eres una chica formidable, en serio, te has preparado bien para disfrutar de lo lindo de papá, ¿no? ¡¡Mmfff…!! 

Me tomó fuerte de la cadera y su cara se puso muy rara. Jadeó muy fuerte y sus ojos parecían querer ponerse en blanco. Me la metió hasta el fondo después de un esprín con un meta saca a todo ritmo de los que llaman a arrebato a toda la leche que restaba alojada en sus huevos, y en menos de veinte segundos de fuertes penetraciones a tope con sus bolas aporreando mi coñito, sentí de nuevo su esperma caliente…, ahora dentro de mi chochito a base de largos chorros de lefa que escupía el gran capullo hinchado. Estuvo dándome tímidamente unos segundos más lo más profundo que podía sumergir su polla en mi útero….

 Ahora sí que están secos estos cojones que producen leche para preñar a una vaca hasta. Se retiró de mí una vez acabó de vaciar toda su semilla… los chorros de leche explotaron dentro de mi coño alojándose en lo más profundo. Fue increíble lo excitado que me hallaba para resultar tan rápido la segunda corrida, casi sin sacarla, podríamos decir. Yo estaba muerta, feliz pero muy cansada, tirada sobre los cojines del sofá con mi culito y coñito rezumando semen y jugos propios….En nada nuestros fluidos se unieron en una pócima viscosa y tibia que resbaló por sus testículos al escaparse vulgarmente de mis abiertos orificios... Desde allí le pregunté débilmente… 

– Oye, Sebas… ¿Conmigo es mejor que con mamá…? 

– No te quepa duda Princesa, contigo es lo mejor que me ha pasado en mi vida…


*****************************


…Mi dulce Alicia, mi diosa insaciable… las vacaciones empezaban bien. Salimos muy temprano por la mañana, llegamos a eso del mediodía. No nos costó encontrar el dúplex; era el último de una calle estrecha de una sola dirección, a lo largo de la cual se levantaban las vallas y los pinos de las parcelas. Al ser el último de la calle sólo estábamos adosados por un lado de la edificación a otro dúplex: sólo teníamos un vecino “pared con pared”. El casero nos esperaba, y muy amablemente nos mostró la casa. Era perfecta, pues tenía el tamaño justo y estaba decorada con muebles blancos o de esparto y adornos marineros. Cuadros de paisajes marinos, claraboyas, instrumentos de marinería e incluso una red de pescar en la pared de la escalera, lograban crear un ambiente portuario muy agradable. 

Comimos frugalmente unas frutas que encontramos en el frigo, y ordenamos (más o menos) el contenido de nuestro equipaje. Ambos deseábamos inspeccionar la playa, así que a media tarde cogimos al niño, unas toallas y fuimos a verla. Para los que somos de interior, el primer olor a playa del año evoca muchas y buenas sensaciones, así que estábamos de muy buen humor, sonriendo y gastando bromas sin parar. La playa era perfecta. Poco concurrida, con un bosquecillo cercano y pocas edificaciones a la vista. Unos pocos jóvenes descansaban aquí y allá al sol de la noche anterior, y algunas familias con niños disfrutaban de la arena y el Mediterráneo. Pusimos el tenderete cerca del agua, no muy lejos de una mujer de unos 45 años. Con una gran melena morena rizada recogida tras una gran visera, hacía pasatiempos sentada en una silla de playa. 

Llevaba bañador y pareo. Decidimos dar un paseo con los pies a remojo antes de bañarnos y así lo hicimos. Después nos metimos al agua los tres juntos (era el primer baño de la vida de Alexis), y más tarde, las chicas salieron mientras yo me quedaba nadando un rato más. Después de unos minutos, vi a Alicia en la orilla, haciéndome gestos inequívocos de que volvía a la casa y agité la mano haciéndole saber que prefería quedarme un rato más. La observé recogiendo algunos bártulos y partiendo con el bebé en brazos. No sólo era una buena amiga, hija y una excelente amante, también era una madre entregada. Al cabo de unos minutos salí, me sequé ligeramente y cogiendo una novela me parapeté tras mis gafas de sol y comencé a leer. La mujer seguía haciendo pasatiempos unos metros más a mi derecha.

Al poco rato ya no prestaba especial atención al aburrido best-seller, pues las chicas y mujeres que pasaban cerca atraían toda mi atención. Tras las gafas de sol, pude disfrutar impunemente de los paseos de chicas de diferentes edades y aspectos. Tuvieron que pasar más de 15 minutos para ver el primer topless. La excitación llamó tímidamente a mi puerta cuando vi pasar de largo aquellos pechos enhiestos. Recordé nuestros planes de nudismo casero y me excité aún más. Intentaba concentrarme en el libro con el fin de que la erección remitiera cuando algo llamó mi atención. Un intenso chapoteo que había empezado a sonar hacía un par de minutos estaba acercándose. Miré al mar y vi a una chica sobre una colchoneta hinchable acercándose a la orilla. Cuando lo estimó conveniente hizo pie, cogió la colchoneta y se dirigió hacia donde yo estaba. 

Cualquier descripción de tal aparición sería injusta pues resultaría imposible plasmar tal belleza en palabras. El pelo mojado, moreno y rizado, se posaba sobre sus hombros y apenas cubría sus clavículas. Los ojos eran enormes y almendrados… brillaban con el reflejo del mar a sus pies. La boca, pequeña y de labios carnosos. Su cuerpo era desconcertante. La chica era alta, cerca del metro setenta, pero sus curvas eran como de niña, como si aún estuviera en formación. La estatura no se correspondía con esas curvas… las tetas apenas abultaban, las caderas eran casi imperceptibles y las piernas eran larguísimas y fibrosas. Gotas de agua resbalaban sobre la piel tersa y bronceada acariciando cada centímetro. Pasó por delante de mí y se dirigió a la mujer de los pasatiempos. Tan dura era su carne y tan tersa su piel que no había separación entre su culo y sus piernas, las nalgas no hacían pliegue al encontrarse con los muslos.

Disimulé con el libro entre las manos, repasando a aquel ángel desde detrás de mis gafas de sol. Se acercó a la mujer y tras debatir, decidieron irse. La que parecía la madre se levantó y comenzaron a recoger. Tenía pechos y caderas generosas, así como labios carnosos. La chica, dándome la espalda, se agachó a coger algo, regalándome una panorámica de su entrepierna que no dejaba mucho a la imaginación. Una candorosa almohadilla bajo el bikini…,abombado y surcado longitudinalmente por una hendidura que nacía entre los cachetes de su culo se abrió paso holgadamente entre sus muslos al agacharse, quedando enmarcado por aquellas sólidas nalgas. Al momento se enderezó y se giró para mirarme directamente. Afortunadamente, mi libro y mis gafas de sol la tranquilizaron y siguió a lo suyo. 

Parecía que la chica aún estaba acostumbrándose a que los hombres la miraran y empezaba a ser consciente de su poder sobre estos. Con seguridad, de repente había sido consciente del espectáculo que me estaba ofreciendo y rectificó su postura con brusquedad. Cuando hubieron recogido todo empezaron la marcha charlando. Yo quedé excitado, con el miembro a punto de reventar mi bañador. Aprovechando que la playa empezaba a estar desierta, salí corriendo hacia el mar con la esperanza de que el agua fría me calmara pero tuve que hacer unos largos extra para bajar mi erección. Por un momento pensé en masturbarme, pero preferí esperar a estar en casa para aliviarme con mi querida Hija y Esposa.

De vuelta de la playa…. Entré en la parcela y me dirigí a la ducha que había en el patio trasero. Antes de ducharme dije un cantarín “Hola” esperando que se me oyera dentro de la casa pero no obtuve respuesta. Me asomé por un ojo de buey que daba a una sala de estar y vi a Alicia de pie junto a la cuna, completamente desnuda, meciéndola mientras se llevaba un dedo a los labios en clara petición de silencio mientras daba de mamar a nuestro bebé…. Era tremendamente erótico observar tan bella mujer desnuda realizando una actividad que no congeniaba para nada con el sexo. Sus pezones semejaban caramelos de fresa y su rajita, totalmente depilada, se acomodaba plácidamente en el triángulo que formaban sus muslos. 

La observé unos instantes sintiendo mi polla crecer de nuevo. Aunque sólo podía verme la cara ella adivinó lo que estaba pasando y me sonrió. Siempre podía leer en mi cara lo que estaba pensando o sintiendo. Me conjuré para follar a Alicia después, y soltando bártulos, dejé caer el bañador al suelo y entré a la ducha equipado únicamente con las chanclas. Sentir el agua tibia limpiando la arena y recorriendo mí cuerpo reafirmó mis deseos lujuriosos y mi rabo alcanzó una consistencia y un tamaño que me hacían sentir una especie de tonto orgullo. Estaba aclarándome el jabón cuando sentí las manos de Alicia masajeando mi espalda y mis hombros. Dejé los brazos muertos y disfruté del momento, pero enseguida, se acercó a mí, pasó sus brazos por mis axilas y me abrazó por detrás. Apoyó su cara contra mi espalda y sus pechos se aplastaron contra mí. 

Tiernos besitos recorrieron mis hombros mientras sus sabias manos acariciaron mi torso y descendieron hasta agarrar mi badajo erguido. Un par de caricias después no pude aguantar más, me giré bruscamente y mi lengua azotó su boca. Ella no pudo evitar un gesto de placentera sorpresa pero yo no podía más… había vuelto de la playa “calentito” y tenía que descargar salvajemente en su coño, sin preliminares. Pellizqué sus nalgas con toda la extensión de mi mano separándolas mientras con todo el cuerpo la aprisioné contra la pared. Bajé las manos hasta agarrar los muslos y la levanté en peso. Ella me abrazó con las piernas en mi cintura, colgada de sus brazos sobre mi cuerpo, se enfrentaron ambos genitales… uno expuestamente abierto y el otro erecto tremendamente rígido, y… ¡Zas! La penetré hasta el fondo. Las embestidas fueron salvajes. El agua recorría nuestros cuerpos y hacía que un par de mechones de pelo rebeldes se pegaran a su cara, el agua no ayudaba a la penetración, pero mejoraba la fricción con tan exuberante lubricación de la cría. Alcanzamos el orgasmo a la vez, entre gemidos de placer que se fueron acallando poco a poco…. 

– ¡¡Vaya mi papaíto!! ¡Vaya sí que tenías ganas! Dijo sonriendo…

Eso es que has estado mirando las chicas de la playa. Voy a tener que regañarte. 

– Si todas las regañinas van a ser así, no me importa… seguiré mirándolas. 

– Trato hecho, dijo ella riendo a carcajadas. 

Debo reconocer que su comentario me sorprendió un poco. No es que Alicia sea especialmente celosa, pero nunca habíamos comentado nada acerca de mis posibles deseos hacia otras mujeres.

Cenamos en el porche, totalmente desnudos. Era agradable notar la caricia de la brisa veraniega en los testículos. Además cualquier roce era vivido con risitas de complicidad. Para recoger la mesa, ella hubo de poner sus nalgas ante mi cara, pues yo seguía sentado, así que no tuve más remedio que darle un buen mordisco. No podía dejar de manosearla ante estas situaciones… un pellizquito en un pezón, un intrépido dedo buscando sus labios menores, una nalga castigada por una cachetada…. Gracias a estos jugueteos, mi miembro pasó por todos sus estados desde flácido a sólido, varias veces esa noche sin necesidad de ser acariciado. De alguna manera sentía que nuestra sexualidad estaba a punto de pasar a otro nivel. Al fin, ella se tumbó un rato a ver la TV, y yo anuncié que subía al balcón de nuestro cuarto a fumar hierba, pues había allí una oportuna mesa y unos sillones muy cómodos. No soy fumador, no tengo el vicio, pero a veces me apetece relajarme al final del día con un whisky y un porro. Preparé todo y me acomodé en el sillón del balcón sin encender luces. La terraza no tenía barandilla sino una especie de pared que llegaba hasta la cintura, así que una vez sentado, permanecía prácticamente oculto.

Justo al otro lado de la calle, se elevaba un dúplex idéntico al nuestro. La habitación del balcón (que debía de ser como la nuestra) permanecía con la luz apagada, pero de la ventana de al lado salía el tenue brillo de una lámpara de noche. Sólo se veía una puerta abierta que daba al pasillo. Escudriñé unos segundos ¡Viva el voyerismo! Pero sólo vi un pie, que parecía femenino, aparecer de cuando en cuando por la parte inferior de la ventana. Evidentemente, alguna persona estaba tumbada boca abajo en la cama y movía los pies. Me dediqué a leer unos artículos en la Tablet rodeado por la penumbra y al cabo del rato me volví a fijar en la ventana. Ni rastro del pie. ¿Quién sería su dueña? ¿Sería una chica? ¿Sería guapa? Y lo peor ¿Me la había perdido por leer aquellos estúpidos artículos? 

Una especie de ansiedad me invadió y sentí gran curiosidad por averiguar quién era aquella persona. La providencia me deparaba una grata sorpresa. De repente, la lolita que había obnubilado mis sentidos en la playa apareció por la derecha y se esfumó rápidamente por la izquierda. Mi corazón se disparó. Sus rizos, ahora secos, se habían contraído unos centímetros, y se movían saltarines a su paso, dándole un aspecto tribal y salvaje. Como única indumentaria lucía una camisetita de tirantes pegada al cuerpo y una braga culote. Aunque por la tarde la había visto con mucha menos tela encima, ahora me parecía infinitamente más sexy y mi verga empezó a reaccionar cuando volvió a pasar, ahora hacia el otro lado. La camiseta ceñida evidenciaba la escasez de pecho (aunque sus senos parecían empezar a pugnar por desarrollarse), pero marcaba dos botoncitos magníficos a la altura de los pezones.

De repente volvió a aparecer, pero esta vez no pasó de largo, sino que cerró la puerta, dejando visible el espejo de cuerpo entero que había tras ella. Hizo una pose, como de modelo, y con el móvil que llevaba en la mano, fotografió la imagen del espejo. Volvió a poner otra pose sensual y disparó nuevamente. Para la siguiente instantánea se giró y se agachó, enfocando las firmes nalgas. No estaba muy lejos, pero evidentemente no podía apreciar todos los detalles. Pensé en acariciarme, e iba a hacerlo, pero una voz desde lo más profundo de mí ser, me hizo mirar hacia atrás, a la puerta del balcón…, donde estaba Alicia, con un hombro apoyado en el marco y con cara de póker. Me avergoncé. La excitación se hacía evidente en mi virilidad. 

Era obvio que aquella muchacha me había excitado mucho, y sentí el impulso de disculparme ante mi hija, una mujer hecha y derecha. Abrí la boca sin saber muy bien lo que iba a decir, pero ella se adelantó rápidamente, sonriendo y llevándose otra vez el dedo a los labios en señal de silencio. Entonces sacó la otra mano de detrás de su espalda y vi que sostenía el bote de lubricante que solemos usar para el sexo anal. Se acercó despacio, desnuda y terriblemente sexy. Se arrodilló a mi lado y antes de lamer mi oreja susurró con su aliento caliente… 

– Te queda prohibido moverte. Tienes derecho a Disfrutar ¡Todo vale! 

Comprendí que mis temores no tenían razón de ser. Estaba claro que Alicia tenía alguna especie de plan con respecto a nuestra vida sexual, del que aún no me había hecho partícipe. Evidentemente, prefería que lo fuera descubriendo poco a poco con hechos, lo que me pareció una gran idea. Al principio elucubré que lo hacía sólo por complacerme, pero a juzgar por la pasión que ponía, a ella también le gustaban estas formas de libídine. Era mi hija sí, le llevaba 24 años de diferencia sí, pero parecía tener mucha más experiencia en el sexo que su padre… Me empujó por el pecho hacia atrás para que me recostara en el sillón. La muchachita había concluido la sesión de fotos, pero ahora bailaba ante el espejo alguna música que no podíamos oír. Parecía ensayar bailes sexys para no desentonar cuando saliera con amigos a bailar. Un buen chorro de lubricante cayó sobre mi polla y mis testículos…Alicia comenzó a masajear. 

Sus dedos resbalaban aceitosos en torno a mi miembro viril. Me masturbaba con gran destreza, apretando más fuerte en la base, y deslizando más suavemente los deditos por los contornos del glande. La sujetó por la base con una mano y restregó suavemente la punta con la palma de la otra, para después formar un anillo con el índice y el pulgar, masturbando la parte más sensible de la cabezota del cipote de su padre, con un movimiento de no más de un centímetro arriba y abajo. Después formó un coño suave y resbaladizo entrelazando los dedos de ambas manos y me la machacó. Nunca había imaginado que una paja pudiese ser tan placentera. Las tetas cargadas de leche de Alicia temblaban a cada movimiento de sus brazos. Hizo resbalar mi glande entre sus palmas y entre sus dedos de todas las formas posibles. Desde el principio supe que no iba a usar su boca acogedora, y esa dolorosa renuncia resultó añadir morbo al asunto. La muchacha seguía con su escandaloso baile sensual. Se ponía en cuclillas y volvía a elevarse despacio arqueando la espalda… acariciaba su torso y su culo mientras cimbreaba su cuerpo. Se recogía el precioso cabello con los brazos en alto y lo volvía a soltar…. Alicia también miraba a la chica con evidente placer y mi imaginación me regaló la preciosa imagen de las dos besándose y acariciándose desnudas. Mientras masajeaba mi falo y mis testículos a la vez susurró… 

– ¡¡Qué buena está la hija de puta, quién la pillara verdad papi…!! 

Este comentario azotó mis ansias lujuriosas y sentí que el placer iba invadiendo mi cuerpo como el mar inunda la playa cuando sube la marea. Mis movimientos y mis ahogados gemidos la pusieron sobre aviso y justo cuando parecía que no había vuelta atrás e iba a eyacular, dejó de masturbarme, consiguiendo que me doblase por el doloroso gusto que provocaba no alcanzar el prometido orgasmo. Gotas de líquido pre-seminal resbalaron por mi capullo cuando contraje el perineo y se precipitaron recorriendo todo mi rabo, morado, tumefacto y reluciente gracias al lubricante.







Todo esto sucedía mientras yo no me perdía ni un movimiento del bailecito que nos ofrecía la chica. Mi Alicia se centró ahora en los testículos, haciendo un masaje resbaladizo que terminó con su dedo anular masajeando mi ano. El cosquilleo estaba resultando muy agradable y pronto introdujo dos falanges del dedo y dejándolo ahí retomó su trabajo en la base de mi aceitada polla con la otra mano.Pero ¡Oh Dios!, todos los astros conspiraban a mi favor esa noche, y cuando parecía que la cosa no podía mejorar, se encendió la luz de la otra habitación, lo que llamó nuestra atención. De repente apareció la mujer de los pasatiempos. Se había recogido la melena en un sensual moño que dejaba caer mechones de pelo por sus sienes. Como única indumentaria, una toalla envolvía su cuerpo desde el escote hasta los muslos. Entonces se quitó la toalla y la arrojó, quedando casi desnuda ante nosotros. Alicia me miró divertida (sin parar de masturbarme suavemente) y ambos sonreímos. La mujer se conservaba estupendamente, pues a pesar de que aparentaba estar en la cuarentena desde hacía tiempo, y de que tenía un pequeño y delicioso exceso de peso, sus formas eran muy exuberantes y femeninas. 

El corte del bronceado era evidente, y dejaba sus partes íntimas mucho más blancas que los brazos y las piernas. Estaba equipada con dos melones de campeonato adornados por dos pezones grandes y oscuros. Estaban algo caídos, pero no eran para nada feos… tenía unas tetas espectaculares. Su coño era, desde donde estábamos nosotros, un tupido mechón triangular de vello negro. Rápidamente se sacó las bragas blancas y comenzó a embadurnarse el cuerpo con leche hidratante mientras su hija seguía ensayando escorzos y pasos de baile, y Alicia continuaba con la paja más deliciosa que nadie pudiera imaginar. Aquella era la primera de las situaciones ultra eróticas que me esperaban esos días.

Mi hija dejó de masturbarme situándose sobre mí con una pierna cada lado de mi cadera. Su coño enfilado a mi capullo fue bajando lentamente empalándose centímetro a centímetro hasta quedar enterrada por completo toda mi polla en su chochito acogedor. Abierta de piernas formando un “Arco de Triunfo” sobre mí, subía y baja cual ejercicio gimnástico dejándome ver como se perdía mi verga en su entrepierna succionada por la raja divina de su vagina…, de pronto eran 20 cm de rabo y a segundo siguiente quedaban enterrados dejando solo los huevos fuera aplastados contra su clítoris. La lubricación previa, junto a lo mojado de su conejito facilitaba enormemente la intrusión hasta la raíz de mi tranca… una, dos y tres veces. 

Con mi hija follándome placiendo del ondeo de sus tetas y el sublime espectáculo que madre e hija nos ofrecían en el otro dúplex, ¡¡Me sentía en séptimo cielo!! La mayor se masajeaba las tetas y la menor ponía poses sexys y se tocaba los pezones y las nalgas mientras bailaba. Incluso llegó a subir la pierna como una bailarina, quedando su tobillo a la altura de la oreja. No podía aguantar más, el placer iba en aumento. Empecé a gruñir ahogando los gritos que el cuerpo me pedía para no ser descubiertos. Sin darme cuenta, Alicia había metido medio dedo en mi ano y lo movía levemente, lo que me proporcionaba descargas de placer. Mis manos se deslizaban sobre su sudado cuerpo con maestría buscando las zonas más erógenas. 

Alicia flexionaba cada vez a un mayor ritmo, dejándose caer sobre mis pelotas con energía en contundentes sentones. Sus jadeos se ampliaban dejando un ambiente enloquecedor, todo mi panorama estaba cubierto de lujuria. Se mantuvo más diez minutos en aquel arrebato de pasión sin precedentes, y el orgasmo llegaba ya, me puse en tensión, y cuando estaba a punto de estallar, agilicé mis embestidas sobre el coño de Alicia…, ella acarició los testículos, los estrujó mientras el dedito se deslizaba con facilidad dentro de mí. Justo antes de estallar mi hija se amorró a mi boca succionándome los labios y lengua en un cerrado apretón, y ¡¡Zas!! Con ella sabe que me gusta tanto cuando voy a eyacular dentro de ella… 

Estallé en una sorprendente erupción de leche espesa que aterrizó en el fondo vaginal de mi niña. En su cara se reflejaba como iba percibiendo cada andanada de lefa saliendo de mi hinchado capullo en chorreados intensos. Los sucesivos espasmos provocaron cinco o seis erupciones más, igual de impresionantes que la primera, lo que dio paso a un caudaloso reguero de blanquecino esperma que embadurnó sus labios vaginales al no poder albergar tanta cantidad de semen. Era como fuera la primera vez que sentía esa morbosa sensación del inmenso placer de un gran orgasmo, sumado a la ansiedad de no encontrar casi roce en el momento álgido. Quedé exhausto, con la cabeza hacia atrás y los ojos cerrados disfruté del momento con todos mis sentidos… el sonido del mar, la brisa veraniega…Cuando volví a mirar, la mujer ya llevaba un camisón puesto y deambulaba por la habitación preparándose para acostarse. La chavala continuaba con su baile cuando la madre apagó la luz. Alicia había apoyado su cabecita en mi regazo…me miraba amorosa y sonriente aun acoplados nuestros genitales…. 

– Gracias cariño, eres la mujer más increíble que jamás pude imaginar pudiera amarme…

Me miró a los ojos a unos centímetros de mi cara. 

– Las gracias te las tengo que dar a ti por haberme engendrado dándome la vida, por amarme durante toda la vida, por haberme Preñado de la niña más hermosa del mundo. Gracias a ti mi vida por hacerme tan feliz…. 

A los pocos minutos la chica dejó de bailar y se lanzó a la cama. La luz permaneció encendida un rato más, pero no la volvimos a ver. Con Alicia a mi lado recostado con la cabeza sobre mi pecho, me encendí el porro y lo fumé mientras acariciaba el pelo de mi Princesa…, ella también le dio un par de caladas, pero el resto me lo fumé yo. Al rato, nos duchamos y nos acostamos, sin sospechar que la mujer de los pasatiempos, desde la penumbra de su habitación se había masturbado viendo la escena de un Padre amando e inseminado a su Hija.

Cada uno de los días de vacaciones era distinto al anterior, mi hija siempre introducía alguna novedad en nuestra rutina sabática, siempre con el aliciente de las vecinas con las que finalmente congeniamos los últimos días, más por reencontrarnos en diferentes lugares que por atrevimiento a desear un acercamiento amistoso. Que charláramos sin pretensiones sexuales con ellas en la terraza del restaurante, en la playa sobre la arena o en el súper de la esquina, no quitaba que mostráramos nuestro sexapil cada cual en su casa…. 

Ellas nos facilitaban su striptease y nosotros una sesión de sexo duro sobre la tumbona. Pero como todo lo bueno se acaba y volvimos a nuestra vida cotidiana…, mis viajes con el camión, las visitas de mi ex y madre de Alicia a ver a su nieta, quien aceptó de pleno nuestra unión conyugal no oficial. Ella siempre iba sola, pues no le permitía que viniese con ninguno de sus novios. Y sobre todo los encuentros tórridos con mi hija tras varios días sin vernos…, esos encuentros se volvían tan apasionados que no mediamos nuestra lujuria, en un descontrol total, tanto que no tardé en volver a dejar PREÑADA a mi princesa a sus dulces y tiernos 20 años. Nunca necesité a otra mujer, la fulanas de los clubes de carretera nunca fueron mi atracción y exceptuando un par de veces al principio de mi profesión de chofer, jamás volví a joder con una puta, ni lo necesité con mi Alicia. Con ella claudiqué definitivamente.

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