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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Mi hijo me quitó las telarañas





Mis ojos estaban fuertemente cerradosla espalda arqueada y las manos detrás de su cabeza, tratando de acercar la boca de mi amante hacia mis tetas, intentando en vano de conseguir más de él. 

– ¡Ooooh, sí, chúpalas…chúpala sí 

Me sentía tan bien al volver a tener los labios de un hombre en mis pezones por primera vez desde hacía un siglo. Bajó por mi cuerpo, besándolo… necesitaba saciar el hambre de mi coño, que llevaba tanto sin probar una polla…. El único problema era que el hombre que intentaba hacerme gozar no era del que realmente deseaba. Mi mente fingía ser otro hombre el que me estaba haciendo el amor. A mis treinta y siete años, todavía tenía un buen cuerpo. Mis tetas aun se mantenían bastantes turgentes, un poco caídos quizás, unas areolas grandes y oscuras de erecto pezón grande. Gracias al ejercicio que practicaba, la celulitis todavía no había aparecido y mis glúteos y muslos permanecían firmes. Los hombres todavía se giraban a mi paso y eso me hacía sentir deseada. La mano de Santi se movió de una de mis tetas a mi coño y empezó a acariciarlo. A continuación bajo su boca a la raja anhélate de masculinidad y empezó a comérmelo, jugaba con mis labios, buscaba mi clítoris. ¡Dios! Era muy rico sin llegar a ser experto. Yo me agarré a las sabanas y me retorcía de placer sin creer lo que me pasaba. Traté de aclarar mi mente olvidándome del individuo, y concentrarme en mí, pero no pude hacerlo. Tan caliente como estaba, empecé a fantasear de nuevo. Sólo pude pensar en mi amante imaginario y eso Sí hizo que mi deseo de gozar se hiciese irrefrenable.

– Fóllame.
Gemí, no me importaba si el sujeto no era de mi agrado…necesitaba una polla dentro de mi coño.

– Sí, Noelia, eres tan ardiente, jadeaba Santi en mi oído.

– Lo sé, cabrón, lo sé. Te quiero ahora. Quiero que me hagas correr. Quiero tu hermosa polla en mi coño ahora.

Le rogué en voz alta mientras abrí mis piernas al máximo, sin saber si su picha era suficiente .Me penetró con suavidad, un escalofrío me recorrió todo el cuerpo. Empezó un bombeo lento pero sin pausa. A cada embestida yo lanzaba un gemido, clavé mis uñas en su espalda y le apretaba contra mí para que me invadiese más adentro. Aumentó el ritmo, el cabecero de la cama golpeaba la pared rítmicamente, el somier crujía hasta convertirse en un chirrido continuo… mis tetas se movían gelatinosas al compás. La combinación de la corta polla de Santi y mi calentura me llevó rápidamente a la cima de ese placer tanto tiempo deseado…. Entonces llegó la liberación celestial, me corrí con un grito que se oyó en toda la casa.

– ¡Aaaaahhhhh!

El cabrón siguió embistiéndome sin compasión con fuertes y largos pollazos queriendo sin conseguir llegar a mi fondo uterino, hasta que empezó a correrse dentro de mí. Percibí sus chorros lechosos golpear mi pared vaginal desovando todo el contenido seminal en mi cérvix…, y de pronto acabó de convulsionar, se quedó quieto sobre mí, jadeando con sudores mientras me besaba en el cuello. Se bajó y recostado me miraba con una ligera sonrisa mientras pellizcaba suavemente los pezones con sus dedos. Notaba como el escaso semen salía de mi coño en un fluir lento pero continuo tras sacar pírrica verga. “Por favor, que el DIU no me falle”, pensé.

¿Qué te ha parecido? ¿Has disfrutado?

– Sí, me has hecho disfrutar como hacía tiempo que no lo hacía
Le sentí piadosamente como si me hubiera hecho ver el cielo. En esos momentos observé lo ridículo de la situación y de mi calentura con ese imbécil.

– Pues tengo más para ti. Déjame que me recupere un poco y te lo demostraré.

Asentí con la cabeza, ya de perdida al río y quería ver hasta dónde me haría gozar. Recostó su cabeza sobre mis ubres acogedoras, con su labios les daba besitos y con sus dedos jugaba con mi coño introduciéndolos suavemente y masajeándolo. Me iba a correr otra vez y solamente con la acción de sus dedos. – ¡Aaahhh!, tuve otro orgasmo de lo salida que me encontraba, él se reía.

– ¿Eso es todo?

– Noo, respondió. – Esto solo ha sido un entremés. Ahora sí que viene lo bueno.

Mi hizo levantar de la cama y me puso de espaldas a la pared. Empezó a masturbarse hasta tener su polla en completa erección.
– Agárrate a mi cuello.
Me imaginé lo que venía a continuación, me agarró de los glúteos y suavemente me hizo dar un salto. A pulso y muy lentamente me fue bajando, solté una de las manos de su cuello y agarrando su mástil lo guié hasta la entrada de mi gruta. Cuando ya estaba en posición me dejó caer, y de golpe me la clavó entera. Con mis piernas le rodeé la cintura y lentamente inicié un suave movimiento arriba abajo, con la ayuda de sus fuertes brazos me subía y soltándome, me bajaba hasta que todo su miembro se clavaba en mi coño…a veces se doblaba.

– Ahhhh, dios mío. ¡DIOOOSSSSSSSS!
"Es solo porque lo necesito con urgencia” pensaba.
Mis gemidos eran continuos con aquel mete-saca… él no hablaba, solo resoplaba incesante en sus embates en mi coño. No mirábamos viendo reflejado en su cara crispada el esfuerzo físico. Estábamos cubiertos de sudor, poco a poco noté que el esfuerzo hacía mella en él y el ritmo era menor, pero yo estaba a punto de correrme y eso era lo único que me importaba atrayéndole hacia mí abrazándolo y clavando mis uñas en sus omoplatos. Por suerte, antes que desfalleciera, llegué al orgasmo. En ese instante se detuvo y aflojando los brazos hizo que me bajara. Vi como su miembro estaba sustancialmente duro todavía y poniéndome de rodillas, me lo introduje en la boca los 14 cm de polla con suma con facilidad. 
Suavemente empecé a chupársela, haciendo pequeños giros con la cabeza a la vez que me la metía o la sacaba. De vez en cuando me la sacaba por completo y le daba lengüetazos en el glande, a lo que él respondía con gemidos. El tío no se corría, así me tuvo varios minutos hasta que un gruñido me indicó que lo iba a hacer. Me preparé para ello, quería tragarme su leche. Noté el semen golpeando mi garganta varias veces con chorritos de recompensa que tragué cuando me dio respiro para hacerlo. Le di un repaso con la lengua a toda la polla para que no quedara rastro ni de su esperma ni de mis fluidos. Me incorporé y le bese en los labios, quería que el también sintiera su sabor y no lo rechazó. Nos tumbamos en la cama a recuperarnos.

– Noelia, ha sido maravilloso. Creo que los dos lo necesitábamos. 
Me puso la mano en la mejilla y sonrió dulcemente.

– Si, ha sido maravilloso “lo necesitaba”
Dije con una falsa sonrisa en los labios. Pero por dentro me estaba arrepintiendo de haber caído tan bajo con un hombre que no le llegaba ni a la suela de los zapatos a mi hijo. ¡Dios!, si mi hijo se llegara a enterar…

– ¿Puedo pasar la noche aquí?

– No, Santi, es imposible. No quiero que los vecinos hablen y pueda llegar a oídos de mi hijo.

– Lo entiendo.

Me levanté de repente y fui al cuarto de baño, quería eliminar el olor de Santi de mi cuerpo, con la esperanza de que también podría limpiar todo el episodio de mi mente. Todo el incidente se produjo debido a lo que yo pensaba que era una buena idea, pero cuando me di cuenta que había cometido un error, estaba tan caliente que ya era demasiado tarde para echarme atrás. Me di una ducha rápida, mientras me dirigía de vuelta a la cama, me preguntaba cómo deshacerme de Santi con tacto. Entré de nuevo a la habitación, el hombre ya estaba completamente vestido y a medida que me acercaba a él, me sentía más sucia, me tomó en sus brazos y me besó. Pensé que iba a vomitar.

– ¿Cuándo puedo volver a verte? Me susurró mientras acariciaba mi pecho izquierdo.

– ¡Quítame las manos de encima y vete! Grité en mi cabeza. – No lo sé. Tengo que recoger a Tulio de sus actividades extraescolares en unos minutos. Ya te llamaré más adelante.

– No puedo esperar. Susurró mientras me besaba de nuevo.

– Tendrás que hacerlo, dije espumada.

Sin embargo lo que pensaba realmente era que “Antes se congelará el infierno que volver a hacerlo contigo”. Cuando se fue, me serví una copa de vino que me quitara el sabor de su semen, me acurruqué en el sofá de la sala de estar y comencé a reflexionar sobre mi dilema. Alberto, me dejó preñada y a los cinco meses de embarazo desapareció… desde entonces hasta hoy he salido adelante con mi hijo, no necesitaba a un don nadie como Santi para adornar mi vida. A Alberto lo amé como una tonta adolescente que se pierde por un hombre mayor en el que confía, pero me desengañé pronto… dejé de ser tonta, pero él continuó siendo un tipo con muchos vicios. 
Mi hijo y yo nos fuimos a vivir a una pequeña ciudad de provincias, con los años todo cambió para bien…de cara a nuestros amigos y conocidos éramos una familia mono parental muy bien integrada en la comunidad, pero mi vida sexual era escasa desde hacía años…hubo una época que llegó a ser un volcán. Me encantaba practicar sexo muy a menudo y mi imaginación no tenía límites. Pero desde un desencuentro con la esposa de uno de mis amantes, recapacité y mis relaciones sexuales se resintieron en gran medida hasta en los últimos años desaparecer completamente. Estos cinco años han sido sin duda los más duros de mi vida. 
Me centré en Marco Tulio, mi hijo, preparándose para la universidad viéndole a punto de volar del nido. Siempre ha sido muy maduro para su edad, en casa me ayuda en todo lo posible. Durante estos años se ha ido convirtiendo en el hombre de la casa, haciéndose cargo de todas las tareas que un hombre suele realizar, además de algunas de las mías. Es un verdadero sostén para mí de quien me siento muy orgullosa. Creo que fue a partir de ese tiempo de escasez sexual manteniéndome en el dique seco…, a sus 15 años cambió radicalmente, reconociendo en él, no solo mi hijo, sino a un hombre ¡Esa sola idea me daba escalofríos! Tulio con 18 añitos se fue a la universidad en Madrid el primer año, como estaba previsto en un principio…mi chico consiguió una beca talento que le abrió las puertas de la carrera de telecomunicaciones, en la que se desenvuelve especialmente muy bien.

Con él fuera de la casa lloré casi todas las noches a causa de mi soledad, acuciada además por el deseo carnal que me atosigaba sin cesar…, cuando empecé a sentir el deseo por el sexo de nuevo, me masturbaba con un consolador que compré por primera vez en mi vida. Cuando empecé, me gustaba imaginar en mi mente a personas que se cruzaban ese día en mi rutina, pero esas imágenes eran reemplazadas a menudo por la de mi hijo. Con sólo mirar las fotos de Tulio en bañador disfrutando de la playa y la piscina. Para mi vergüenza, cuando hablaba con él por teléfono, me empezaba a masturbar suavemente, intentando que no me oyese gemir, empezaba a sentir un deseo irrefrenable, causándome una culpa terrible y haciéndome sentir una zorra. 
Las conversaciones llegaban a durar media hora o más…tiempo suficiente para alcanzar el orgasmo en más de una ocasión. Los fines de semana que pasábamos juntos, me abrazaba, acariciaba o me daba besos a los que correspondía con mayor euforia…costaba contenerme y no arrastrar a mi hijo a mi habitación y hacerle el amor salvajemente. No podía dormir por la noche, sabiendo que el objeto de mi deseo ilícito estaba sólo a un par de puertas de distancia. Me sentía culpable, después de todo, él era mi hijo y una madre no debe sentir eso. Finalmente decidí que la única cura era buscarme un amante ajeno a mi hijo, craso error. Santi es un amigo de la familia que había estado revoloteando alrededor de mí, incluso antes que Tulio hiciese la confirmación. Yo sabía que estaba listo para saltar a mi cama en cuanto se lo propusiese. 
Unos seis meses después de la fiesta del evento de mi hijo, Santi empezó a invitarme a salir con él. Yo sabía que lo que él quería era meterse en mi cama, pero yo me resistía a aceptar sus invitaciones. Con el tiempo, la insistencia de este hombre para salir con él aumento, y tras años en un momento de flaqueza decidí aceptar su invitación. Yo no estaba especialmente emocionada, pero por salir una noche a cenar no pasaría nada. Me llevó a un buen restaurante, muy tranquilo y por suerte nadie de mi entorno nos vio. Al regreso a casa, a la entrada del portal me pidió tomar una última copa, a lo cual yo me negué.

– No es buena idea, le dije. – Somos familia…no olvides Santi que somos primos, lejanos pero primos.

– Lo comprendo, me dio un beso en la mejilla y se alejó en su coche… en verdad somos primos segundos.

Cada cierto tiempo salíamos a cenar o al teatro, pero todas las veladas acababan igual, yo le decía que no estaba preparada y él a regañadientes se iba. Hasta que llegó esa noche, estaba tan caliente que le invité a tomar esa última copa. Y por fortuna lo fue…follamos para quitarme el calentón para nunca más salir con él, y mucho menos me volvería a acostar. Pasaron los años en los que me centré en mi hijo, pero él ya llevaba un año fuera, era su segundo curso en la Universidad de Alcalá de Henares. Lo mejor que me pasó ese día era que Tulio regresaba a casa para pasar las navidades conmigo, yo me desperté más caliente que nunca. Mis pezones estaban duros como piedras, empecé a acariciármelos con una mano y con la otra me empecé a masturbar frenéticamente mientras miraba unas fotos de mi hijo que tenía guardadas en el móvil. “Tulio, mi niño, mi amor” susurraba, hasta que tuve un orgasmo. Me quede jadeando en la cama.

– Perdóname cariño, pero te necesito, dije dirigiéndome a su foto en bañador slip, la cogí, besé el gran bulto de su verga y me abracé a ella.

Me sentía como una chiquilla a la espera de su primera cita, no sabía cómo iba a actuar cuando le tuviera enfrente de mí ¿Podría contenerme? Mientras que me duchaba, me volví a masturbar. Había quedado en ir a buscarle a la estación del AVE, estaba nerviosa, deseando abrazarle y comérmelo a besos. Se abrió la puerta de la salida y allí estaba, el chico más hermoso del mundo. Me sonrío y fui corriendo hacia él, nos fundimos en un abrazo y empecé a besarle, incluso llegue a besarle repetidamente en la boca metiendo un poco la lengua, llegó a notarlo pero no repuso objeción a tal atrevimiento.

– Mi niño, mi vida, mi amor...
Intercalaba un beso entre cada una de las palabras. El correspondió a mi cariño con más cariño todavía.

– Mamá, por fin estoy aquí. 
Dijo mirando los ojos vidriosos de su madre mientras me acariciaba las mejillas.

– Vámonos a casa.

Mientras que andábamos por la estación, yo le llevaba sujeto por su brazo, con mi cabeza apoyada sobre su hombro. Por fin le tenía a mi lado, iba radiante de felicidad. Una vez en casa, le obligue a sentarse en el sofá mientras le servía una copa. Me senté a su vera y volví a apoyar mi cabeza sobre su hombro.

– ¡Dios mío, mamá! ¿Estás bien?

– Si cariño, es que me alegro tanto de tenerte otra vez a mi lado. Estoy tan sola sin ti. Y me puse a llorar.
El me abrazó y se puso a llorar también.

– Anda, no llores más, tenemos dos semanas para estar juntos.

– Ya, pero después te irás otra vez.

– No pienses en eso ahora. Oye, ¿por qué no te cambias y nos vamos a cenar por ahí? Mientras tanto me doy una ducha rápida.

– Claro que sí, amor mío. Ahora mismo

Mientras se duchaba caí en la cuenta que no había puesto toallas limpias después de ducharme yo. Cogí dos y sin pensármelo dos veces entre en el baño y a través de la mampara semitransparente pude ver la figura de mi hijo. Se estaba enjabonando y cuando llegó a su cipote empezó a masturbarse. Yo estaba petrificada viendo la escena, en un momento dado dijo casi en un susurro, “mamá, mamá” e instantes después empezó a eyacular. Reaccioné a tiempo y dejando las toallas en su colgador salí. No me lo podía creer, mi hijo se había masturbado pensando en mí, ¿sería esta la primera vez? O ¿acaso lo había hecho más veces? Cuando salió de la ducha, con la toalla anudada a su cintura, yo todavía no me había cambiado…

– ¿No te has cambiado todavía?

– No, ¿Por qué no nos quedamos en casa esta noche? Ya saldremos mañana, si quieres.

– Por mi perfecto

Durante la cena estuvimos charlando sobre nimiedades, yo no podía apartarme de la cabeza la escena de la ducha, el me miraba furtivamente mis tetas, las cuales había dejados despejadas con una vista del canalillo. Me había puesto una blusa sugerente y debajo no llevaba sujetador. Tenía mis pezones duros de la calentura que tenía y se marcaban perfectamente a través de la tela. Pasada la una de la madrugada decidimos irnos a acostar, en la puerta de mi habitación, me abrazó y dándome un sonoro beso en la mejilla me dijo…

– Hasta mañana, mi reina.

– Hasta mañana, rey mío. 
Permanecimos abrazados, sin decirnos nada. Y entonces sucedió… noté su erección de manera súbita. En segundos pasó de lánguida a erecta ¡Qué dura la tenía! Y qué rápido se empalmaba, ¿¡Cuánto se excitaba su propia madre!?Era una pena desperdiciarlo pero solo le dije… 
– Estoy tan sola, mi niño.

– Lo sé mamá y lo siento, no debería haberte dejado sola. La próxima semana pediré el traslado a una universidad más cercana, te lo prometo…En Guadalajara se imparte la misma carrera con los mismos profesores.

Todo lo realizaron muy rápido, tanto que en la misma segunda semana de enero me trasladé a un piso de Alcalá de Henares para vivir con mi hijo, para tenerlo cerca olvidarme de cualquier hombre y dedicarme por entero a mi trabajo y a mi amor…mi hijo Marco Tulio Álvarez de Toledo, y de esta manera volví a ser la perfecta amante, Madre trabajadora y ama de casaEsa era yo desde que me emancipé. Para ponerme en situación debo decir que tengo 37 años y mi hijo acaba de cumplir los 19…como podéis comprobar me preñaron muy jovencita por un desalmado diez años mayor que yo. Sobre el drogadicto de su padre prefiero no hablar, salvo que me abandonó cuando se enteró que estaba preñada. Desde entonces no he vuelto a saber de él, ni quiero. Mi hijo Tulio es todo lo que me queda y por él lo daría todo como he hecho a lo largo de toda mi vida hasta el día de hoy en la que me siento muy orgullosa porque ha ingresado en la universidad con una beca Talento…, con suerte y estudio hará una buena carrera y no le faltarán nunca unos buenos ingresos. Desde que lo parí se ha convertido en el motivo de mi lucha, me he dejado los cuernos trabajando en mil oficios y ahora trabajo en una gran clínica dental y fisioterapéutica implantada a nivel nacional haciendo de todo…comencé de limpiadora y ahora soy higienista…. Cuidar de mi niño, trabajar y formarme ha sido una constante a lo largo de la mitad de mi vida, para que él tuviera una buena formación y que sea un hombre de provecho.

Físicamente mi hijo es un chico guapo, que se cuida practicando deporte. Su cuerpo es pura fibra de presencia imponente, por lo que no me extraña que levante celos entre las chicas. Por mi parte entre mi hijo y el trabajo ocupo toda mi vida. No me da vergüenza decir que no he mantenido ninguna relación sexual seria en años… me basto, o me bastaba conmigo misma. Esporádicamente tuve encuentros sexuales en los diecinueve años que tiene mi hijo. Sin embargo una vez que Tulio fue más independiente replanteé mi vida. Había sacrificado mucho para que él tuviera todas las oportunidades, pero ¿Qué pasaba ahora conmigo? Él podía volar en cualquier momento, dándome cuenta que llevaba un montón de años sin preocuparme de mí. Me miraba al espejo y no me veía nada mal a pesar de mis 37 tacos…, mis tetas naturales siempre han sido lo que más han llamado la atención de los hombres, por su gran tamaño. Quizás tuviera unos kilos de más, nada que no se pudiera arreglar con una dieta y un poco de ejercicio. 
"¡¡En verdad lo que necesitaba era volver a sentir el calor de un hombre dentro de mí, estaba harta de masturbarme en la soledad de mi habitación y cambiar el juego de consoladores por la verga dura y caliente de un macho que me haga sentir HEMBRA!!"
Hice un intento con mi primo lejano Santi, en mi juventud me atraía mucho, pero se casó y se marchó lejos. Tras su divorcio quiso retomar lo que se había perdido conmigo…aprovechó una reunión familiar para acercase a mí, pero no funcionó, yo ya no me sentía atraía por él, aunque mantuviese algunas formas atractivas y seductoras. Con tanta insistencia y mi calentura caí en sus brazos y me folló. No fue muy agradable y me sentí una desgraciada, sucia y manipulada. Gracias que pronto llegaría mi hijo de vacaciones de Navidad y se me quitarían todas las malas sensaciones de sentirme ofuscada buscando macho, con él me notaba completa, sin embargo al final de las vacaciones de Navidad, cuando ya iba a marcharse, yo me encontraba abatida casi rozando la depresión.

– Voy a buscar un piso para mí solo, en Guadalajara serán más baratos, ahora, con la crisis por 400 o 500 euros los tienes. Te vas a venir conmigo estos meses que quedan.

– Pero cariño…

– No hay peros que valgan, yo no te dejo sola y yo no quiero estar solo. Pediré un cambio de matrícula…al fin y al cabo los profesores son prácticamente los mismos y la materia no cambia.

Nos fundimos en un beso, yo estaba exultante. Dicho y hecho, a la semana me llamó para que preparase unas cajas con lo imprescindible para pasar unos meses. Lo mandamos por una empresa de transporte y me fui a vivir con mi hijo y la clínica me hizo un hueco en una filial de la capital alcarreña. Como podéis imaginar, con mi calentura y las ganas que me tenía Tulio, aquello se pugnaba por sesiones de sexo casi diarias, por suerte, mi hijo es un magnifico estudiante y sacaba buenas notas pese a mi presencia. No me hubiera perdonado que perdiese el curso. Santi me estuvo llamando durante un tiempo, pero al final “capto” el mensaje y asumió que no nos volveríamos a ver… Me marché a vivir con mi hijo a Guadalajara capital, donde también se encuentra la Universidad de Alcalá implantada, y una filial de mi cínica dental, con lo cual no dejé de trabajar estando al lado de mi hijo. No obstante mi hijo me arremolinaba mucho más mis instintos carnales, y dado que a mi edad la vida social es escasa, aquello debía de mitigarlo, alejar la tentación del incesto y no cruzar esa línea roja. En el trabajo no había ningún hombre atractivo decidí meterme en una de esas páginas de contactos de Internet… Solteros con nivel, Be2 o meetic, aunque soy un poco negada para las cosas de informática.

En casa tenemos dos ordenadores, uno en la habitación de mi hijo y otro más antiguo en la mía, que apenas encendía. Me metí en Internet y tras consultar distintas opciones me decidí por uno de los portales más conocidos, de esos que se anuncian constantemente. Me inscribí y creé mi perfil, mi mensaje era…"Madura que se conserva muy bien desea hombre que la haga volver a sentir joven". Según leí para que tu perfil tuviera éxito había que poner algunas fotos. La sola idea de poner mis fotos en Internet para que las viera todo el mundo me puso bastante cachonda. Me hice unos selfies con ropa sexy, pantalones vaqueros con una camiseta bastante ajustada para mostrar mis mejores atributos…y subí las fotos ala plataforma. Una vez superados todos los trámites, me puse a buscar hombres. La situación era muy excitante para mí. Tras años y años de sequía me encontraba viendo perfiles de decenas de hombres…, en un principio busqué machos de mi edad, pero luego dije eso de “solo se vive una vez” y empecé a mirar perfiles de chicos veinteañeros. La verdad, al ver esos cuerpos jóvenes y musculados, me imaginé follándomelos e hicieron que mi coño empezara a mojarse. Sin salir de la página me dispuse a masturbarme teniendo un orgasmo riquísimo viendo a esos chicos. Justo cuando acababa de correrme oí como mi hijo llegaba a casa. Rápidamente me vestí y salí a su encuentro.

– Hola mami que tal.

– Hola hijo, ¿Qué tal las clases de hoy?

– Bien, por cierto que bien te queda ese vaquero, ¿tienes una cita? dijo entre risas. 
Es cierto, se me había olvidado quitarme la camiseta y el pantalón ajustado... me encanta sentirme sexy cundo me reúno con hombres.

– Que tonto eres hijo, es que esta tarde tengo una reunión muy importante y tengo que ir arreglada….

– Vaya, pues creía que habías quedado con “alguien…” sabes mamá, que a mí no me importaría.

– ¡¿En serio?!

– Pues claro que no, te has sacrificado mucho para sacar adelante la casa y darme un bienestar, ahora te toca vivir tu vida y pasarlo lo mejor posible. Nada me haría más feliz que verte contenta.

– Ay hijo no sabes que me alegría me das, de hecho iba a decirte de apuntarme a un gimnasio para ponerme en forma. No le dije nada sobre la página de contactos donde me había metido.

– Haces muy bien mami, ojala tengas suerte. Por cierto voy a pasarle el antivirus a tu ordenador….

– Gracias hijo, aunque no creo que necesite mucho, apenas lo uso.

No sospeché que podría controlar mis sesiones de internet. Sin embargo esa conversación me dejó más tranquila, nunca sabes cómo va a reaccionar tu hijo, además me iba a mantener el equipo para que fuera mejor. A la vuelta del trabajo pasé por el gimnasio que había cerca de mi casa y me apunté. Por la noche, una vez que cenamos y mi hijo se acostó, fui nerviosa hacia el ordenador para ver si alguien me había dejado algún mensaje. Ansiosa me metí en la página y vi que tenía dos mensajes privados. El primero era de un señor de 50 años, divorciado…, rápidamente lo borré. El otro de un chico de 22 años cuyo mensaje era..."Menudas tetas, ¿me das tu Twitter?". 



No puedo negar que me sentí un poco decepcionada, esperaba algo más. A la mañana siguiente me metí en mi cuenta desde el trabajo, esta vez había seis mensajes, menuda sorpresa. Tres de ellos eran de personas de mi edad que no me interesaban. Otros dos eran de dos personas jóvenes que lo único que querían era verme las tetas, como todos. El último era de una persona que aseguraba tener 19 años, no incluía foto pero en su perfil su frase favorita era…"El amor halla sus caminos, aunque sea a través de senderos por donde ni los lobos se atreverían a seguir su presa." Lord Byron. Tuve que admitir que me gustó lo misterioso de la frase, además cualquier persona que me conozca sabe que mi poeta favorito es Lord Byron, así que le respondí y le dije…"Me ha encantado tu frase, ¿Me agregas al Twitter?"
Le di mi dirección de email y se lo envié pensando en el morbo de enrollarme con un chico de la misma edad que Marco Tulio… me animó más a ir esa tarde al gimnasio. El ejercicio me ayudó a tranquilizar los nervios, aun así el resto del día estuve nerviosísima, me metía en el correo cada dos por tres para ver si me había agregado, pero hasta la noche no pasó nada. Una vez mi hijo se metió en la habitación después de la cena me conecté a mi cuenta de Twitter, ¡me había agregado! Supe cómo funcionaba aquello gracias a las clases de Marco Tulio. Cuando entré vi el icono de la persona, estaba de color verde, señal de que estaba conectado. La frase que tenía puesta era la misma que me había enviado en la página de contactos. Estaba un poco nerviosa pues no sabía quién debía llevar la iniciativa, por suerte él abrió fuego enviándome un mensaje…

– Hola

– Hola

– ¿Cómo te llamas?

– Me llamo Noelia, ¿y tú?

– Carlos, ¿de dónde eres Noelia?

– De Madrid ¿y tú?

– También que coincidencia.

– Me ha gustado mucho tu cita.

– Es mi escritor favorito.

– Que coincidencia, el mío tambiénPor lo menos ya teníamos algo en común.

– ¿Te puedo preguntar cuántos años tienes?

– 37 ¿y tú 19 no? Decidí no mentir con la edad ni el nombre.

– Eso es, ¿las fotos son reales?

– Sí, claro

– Pues te conservas muy bien, si me permites que te lo diga. A saber a cuantas les habría dicho lo mismo, pero me sentí halagada.

– Gracias, yo todavía no he visto ninguna tuya.

– Ya las verás. Tienes un cuerpo muy bonito, seguro que habrás conquistado a muchos hombres...

– Ojala, ¿y tú muchas chicas?

– Hago lo que puedo. Por cierto, ¿tienes webcam? Esto se ponía interesante.

– No, en este ordenador no, aunque mi hijo tiene una. 
En cuanto le envié el mensaje me di cuenta de mi garrafal error, había confesado que tengo un hijo, la mejor de forma de ahuyentar a cualquier hombre.

– ¿Tienes un hijo? ¿Y tú marido?

– Nunca he estado casada, me preñó y se largó...
¡No me importó decirle que me abandonó!

– Que imbécil tenía que ser ese tipo, dejar a una mujer tan bella.

– Gracias.

– Lo de la webcam te lo decía porque si quieres podríamos vernos a través de ella.

– Intentaré quitársela a mi hijo durante unas horas.

– Mientras tanto te mando a tu correo una foto mía para ir calentando motores. Mañana hablamos a la misma hora ¿OK?

¡Vaya, esto se ponía interesante! Se cerró la ventana de conversación del Twitter y al minuto recibí un correo de Carlos. Lo abrí y descargué la foto ansiosa por verle, cuál fue mi sorpresa cuando abrí la imagen y me encontré con una foto de su polla, y menuda polla, estaba erecta y debía rondar por encima de los 20 cm con un grosor importante, con su prepucio completamente remangado dejaba ver dos tonos de piel…rosita los primeros cinco centímetros con el recio capullo y el resto hasta los huevos de tono moreno…, sus testículos eran muy hermosos a juego con la tranca, formando una gran pelota en la base  de la dura barra que formaba su polla, como si fuera un gran panal de avispas colgado de un tronco. La verdad que cuando vi ese instrumento del placer en la pantalla del ordenador el corazón se me desbocó, hacía tantísimo años que no veía una polla ¡y ahora un chico de 19 años me mandaba una foto de su virilidad! Fue más que suficiente para provocarme un calentón de cuidado en el conejo, que tuve que solucionar con un dildo masturbándome frente a la pantalla imaginándomela dentro de mi coño. Al salir de mi habitación para ir al baño vi como la luz de la habitación de mi hijo se apagaba en ese instante. Esperé que no me hubiese oído utilizando el ordenador a esas horas de la noche.




El día siguiente me levanté comprobando que mi hijo ya estaba despierto haciendo el desayuno, ¡Con lo vago que es para las tareas del hogar!

– ¿Cómo está la mujer más guapa del mundo?

– Hola hijo qué sorpresa ¡Cómo me mimas!

– Tú te mereces eso y mucho más.

Ese día estuve nerviosísima en el trabajo, no veía el momento de conectarme al Twitter en casa y volver a chatear con ese chico tan bien dotado y con el que había conectado tan bien. Fui al gimnasio y cuando volví a casa me encontré una bolsa de la tienda de informática en el salón, la abrí y vi que había varios juegos de ordenador y, la vida te da sorpresas, una webcam.

– Marco Tulio, ¿Qué has comprado?

– Hola mamá, he ido a la tienda de informática del chaflán para comprar algunas cosas que necesitábamos.

– ¿Y la webcam?

– Es que la que tengo en mi habitación está un poco vieja, si te parece esa la ponemos en tu ordenador y yo pongo esta en el mío.

– Pero yo no sé cómo se utiliza eso.

– Si es muy fácil, yo te enseño. Fuimos a mi habitación y mi hijo la conectó y la instaló en un santiamén.

– ¿Pero la gente con la que chateo va a ver si tengo webcam?

– Eso depende de ti mamá, es una decisión personal
Me guiñó el ojo y salió de la habitación. ¿Qué misterios se traía ese? En fin, serán cosas de la edad. Durante la cena estaba al borde de un ataque de nervios y creo que mi hijo lo notó, porque no paraba de mirarme. Recogimos todo y yo me metí en mi habitación apresuradamente. En menos de dos minutos estaba en el Twitter, él todavía no aparecía, oí como mi hijo se metía en su habitación. Espero que se durmiera pronto para que no oyera a su madurita madre chateando por las noches como una adolescente. Un rato después vi como el icono de Carlos se ponía en verde.

De nuevo comenzó él la conversación. – ¿Te gustó la foto?

– La verdad es que me sorprendió un poco.

– ¿Pero te gustó o no?

– Pues sí claro, la verdad que es muy grande.

– Me lo imaginaba y tú ¿has cumplido tu parte del trato?

– Sí. Estaba calentísima, ¡me excitaba tanto la idea de desnudarme ante un desconocido!– Espera un momento, le dije.

Esa ocasión había que celebrarla, me puse un top que dejaba ver mi generoso escote y unos pantalones ajustados. Conecté mi cámara y vi su imagen, ¡era su polla! todavía no estaba erecta pero ya mostraba un buen tamaño.

– Vaya Noelia, que tetas más bonitas tienes.

– Tu polla tampoco está mal, no me creía que estuviera escribiendo estas cosas,– ¿no vas a dejarme ver el resto de tu cuerpo?

– Por ahora está bien así. ¿Y tú no vas a dejarme ver tus tetas?

– Como quieras…lentamente me quité el top.

– ¿Y el sujetador?

– ¡Quiero ver tu polla en máxima erección!

– Lo vas conseguir enseguida.
Se empezó a pajear viendo como ese pedazo de carne no paraba de crecer, ¡qué disparate! se puso a mayor tamaño que el rabo de la foto que me había enviado por correo electrónico. 
– Ahora es tu turno Noelia.
Me puse de espaldas a la Cámara y me quité el sujetador, me tapé las tetas con las manos y me di la vuelta.
– Déjamelas ver.

– Solo si me prometes que te vas a pajear con ellas. – Claro, no te quepa dudo de eso…

Me quité las manos y dejé ver mi tamaño 95D natural, su polla ocupaba toda la pantalla mientras se pajeaba. ¡¡Joder qué calentura sentía en mi coño…!!Empezó a masturbarse y yo no pude evitar llevarme la mano a mi chochito, comprobé que estaba chorreando como una regadera, mis flujos manchaban la silla, creando un cerco considerable. Mientras veía su paja yo empecé a torturar mi clítoris salida perdida por aquel chico. Quien me hubiera visto así a mi edad masturbándome con un chico tan joven como mi hijo. Mi dedo entraba y salía con total facilidad de mi lubricado coño, no pude evitar jadear a pesar de que temía que Tulio no estuviera dormido y me oyera, ¡Pero era una situación tan nueva y excitante para mí! En menos de cinco minutos me corrí como una loca con la misma sensación de sentir aquel pollón dentro de mí. Él aguantó un poco más pero al poco se corrió  expulsando varios chorros de leche que brotaron a toda presión en cantidad sustancial ¡Menudo Semental el chico!
– Ha sido genial Noelia nunca pensé que una madura fuera tan caliente como tú.

– Esto hay que repetirlo Carlos, ¿mañana a la misma hora?

– Aquí estaré.
Tras la magnífica corrida me levanté para limpiar mi empapada silla y mi todavía ardiente coño. Cuando salí al baño pude ver la luz de la habitación de mi hijo encendida. Iba a sugerirle que se acostara, pero tal y como estaba de excitada no era quien para dar conversación a mi hijo. Pasé varias horas fantaseando con la magnífica polla de ese chico…la imaginaba dentro de mí, ¡Hacía tantos años que no sentía un gran rabo taladrándome…! sin olvidar la ingente cantidad de leche eyaculada ¡Como añoraba ser colmada de esperma por esa gran ración de rabo!

Aquel día de comienzo de primavera mi hijo llegó de clase casi sin saludarme entró rápido hacia el baño, supuse que tenía algún problema. Subí a preguntarle por si le podía ayudar, últimamente llevábamos una excelente relación… una vida de amor y respeto, con excelente confianza superior a las de otras épocas. Llegar a ese grado de confianza no me fue fácil, tuve que asumir el rol de ambos progenitores, especialmente en los años adolescentes, explicándole las cosas naturales de la vida. Siento la ducha abierta y como de costumbre sabiendo que hay una mampara translúcida entré para preguntarle si necesitaba algo. 
Lo encuentro desnudo masturbándose frente al espejo…, me quedé helada, y pidiéndole perdón me marché. Al rato baja a la cocina increpándome por como rompí su intimidad. Le pedí disculpas de nuevo tratando de hacerle comprender que pajearse era algo normal, máxime a su edad…, aparte le digo que siempre corríamos la mampara, pues no era la primera vez que tanto él como yo hemos entablado una conversación con uno de nosotros en la ducha. Se va a su cuarto sin darme la razón ni decir nada, al poco lo sigo preocupada, está en su cama acostado cuando me acerco para acariciar su cabello hablándole de las cosas de la vida. De pronto me ve inclinada dando cuenta de mi escote, el cual lo está mirando por mi blusa media desprendida. A través de él asomaba parte de un pecho, intento abrocharme el botón y él estira su mano, lo miro y lo dejo hacer.... al cabo de unos segundos me levanto con sus caricias…

– Te espero en la cocina para comer, hoy hay espaguetis.

A la noche ocurre lo mismo con mi amante cibernauta, así como los siguientes nos las pasamos igual, a paja por noche. Me encantaba ponerme sexy para él con lo que le calentaba, acto seguido mostraba su enorme polla masturbándose, acabando ambos en una corrida espectacular. Compré ropa que antes nunca me habría atrevido a llevar, tangas, sujetadores de todos los colores, ligueros, si a esto le sumamos que gracias al gimnasio había perdido algunos kilos no se podía negar que estaba viviendo una segunda juventud gracias a ese semental. Mi hijo no solo me apoyaba sino que me fomentaba a hacerlo, le gustaba ver la ropa que me compraba y me animaba a ponérmela, pero en su mirada había cambiando algo, aquella caricia a mis pechos indicaba un cambio.
Un día no me anduve por las ramas y le propuse a mi misterioso compañero de webcam quedar y conocernos. Pensé que se negaría pero ante mi sorpresa dijo que sí, que para él era una decisión muy importante pero que estaba de acuerdo en que había llegado el momento. Me preguntaba por la importancia de quedar con una mujer que le doblaba la edad. Acordamos vernos ese viernes en un pub conocido del centro de la ciudad. Me pidió que me vistiera natural, pues él me reconocería. Quedaban tres días para el viernes y durante esas noches no se conectó al Twitter ni a la Webcam, debía de estar guardando fuerzas para el encuentro. Esperé que mi hijo saliera antes, pensaba ponerme ropa provocativa.

Por suerte salió una hora antes que yo bastante nervioso, supuse que habría quedado con alguna chica. Aproveché para arreglarme informal con una falda vaquera y una blusa que me restaban veinte años. No solo me entraba sino que me quedaba como un guante, me miré en el espejo y me sentí orgullosa de mi culo y de mis tetas dispuestas a conquistar a cualquier macho. Me puse unos zapatos de tacón y un conjunto de bragas y sujetador azul. Mi pervertida mente se dio cuenta que faltaba algo. Fui al baño y cogí la espuma de afeitar de mi hijo, la observé unos segundos sin atreverme a dar el siguiente paso. Me bajé las bragas, cogí una cuchilla de Marco Tulio, y abierta de piernas frente a un espejo sentada en el bidé, extendí la espuma por mi chochito procediendo a rasurarlo hasta quedar depilado. Ya que esa noche iba a follar, quería que mi regreso al mundo del sexo fuera por todo lo alto, ¡A ese chico le iba a dar mi conejito a reestrenar! 
A las nueve y media, temblando como un flan, salí de casa rumbo al pub, mi contorneo con aquel vestido atrajo las miradas de muchos hombres…. Me sentía la reina del mundo. La atracción que ejercía sobre ellos me dio la suficiente confianza en mí misma. Durante el trayecto no podía dejar de pensar en cómo sería mi vuelta al sexo después de tantos años de sequía. Había perdido muchos años de experiencia, y para colmo el sexo con el desgraciado de mi novio había sido insatisfactorio, seguro que el chico con el que había quedado sabría muchas más cosas que yo. Llegué, no pisaba un pub hacía años y menos en este plan…

Me hallaba un poco perdida, de hecho había gente que miraba sorprendida consiguiendo el guiño o sonrisa de algún chico. Me dirigí a la barra para pedir la bebida cuando noté dos manos por detrás que me agarraban de la cadera. Cuando me giré mis ojos no daban crédito, pues a unos centímetros de mí estaba mi hijo. Su cara era un poema y pronto lo comprendí…impulsivamente me puse de pie.

– Mamá deja que te explique.

Me quedé bloqueada, no supe cómo reaccionar y salí corriendo, ¡mi hijo me había estado seduciendo! Así que él era el que había ideado ese plan de Internet y la webcam, ¡qué ciega había estado! Recorrí como un fantasma el pub, cuando noté que mi hijo me agarraba del hombro.

– Mamá ¿me vas a dejar que te lo explique o no?
Le di un bofetón en la cara, mientras la gente nos miraba.
Mamá tranquilízate,
Me dijo poniéndome las manos en los hombros. 
– No sé cómo te sentirás, pero si he hecho esto ha sido por ti. Lo he hecho porque pensaba que después de todos estos años en los que te has sacrificado por mí me tocaba hacer algo para subsanarlo. No soportaba que una mujer tan bella como tú desperdiciase el resto de su vida sin tener… sexo, por eso cuando me dijiste que ibas a ir al gimnasio y que te ibas a poner guapa me hiciste muy feliz. Pero cuando entré en tu ordenador y vi tu perfil en una página de contactos, me di cuenta de lo mucho que representas para mí y lo que verdaderamente necesitabas. Tú has trabajado como una mula para darme lo mejor y yo tenía que compensarte, hacerte feliz.

No sabía qué hacer, por una parte me sentía engañada pero por otra había visto la otra cara de mi hijo, me di cuenta que pesar de convivir toda su vida  junto a él y todavía no le conocía. Solo pensar que nos habíamos masturbado juntos…comencé a llorar y puse mi cabeza en su hombro, él la acogió y me besó cariñosamente.

– ¿Pero tú que sientes por mí, hijo?

– Mamá te quiero como madre y te admiro por lo que me has procurado, pero me he dado cuenta que te deseo como mujer y quiero subsanar parte de tu sacrificio si me dejas.

Estaba aterrada ante el aspecto destacado acerca del incesto, por la lógica alteración de las relaciones sociales o de la armonía intrafamiliar, una cosa era mi fantasía y otra la realidad. Sé que por una parte el incesto traería consigo el retraimiento familiar y el repliegue social sobre nosotros mismos. Al reducirse las relaciones de parentesco al seno intrafamiliar eliminando la posibilidad de ampliar las redes sociales, y eso era para mí apabullante. Puede ser especialmente negativo dado que el establecimiento de una relación de alianza o de afinidad entre dos personas se hace por medio del matrimonio. Respecto a la armonía intrafamiliar se entiende que el incesto supone la confusión de los roles e incluso la alteración de las relaciones jerárquicas dentro de la familia madre e hijo, pasando a ser con el rol de esposo y posible padre, al mismo tiempo que hijo. Me sentía confusa, y ante mi incertidumbre, él se acercó a mí abrazándome. Nos quedamos abrazados en medio de la calle junto a nuestro coche, consolándonos. No sabía qué hacer, dentro de mí se había despertado algo que llevaba incubando desde hace años y que por fin salía a la luz.

Le agarré de la cabeza con amabas manos... y nos besamos en la boca.
Nuestras lenguas se mezclaban tímidamente aumentando hasta la lascivia. Bajé mi mano a su paquete comprobando su tamaño y el chico ya la tenía en plan de ataque subversivo. Entramos en nuestro coche y allí estuvimos besándonos y metiéndonos mano como adolescentes en celo durante un buen rato, él sobaba mis tetas y yo disfrutaba de la dureza de su polla que parecía reventar el pantalón. Lentamente esas manos me fueron masajeando todo el cuerpo. Me está excitando muchísimo, tan cierto que mi chochito se estaba empezando humedecer. Noté como me bajaba el sujetador a la cintura, mis tetas saltaron al aire y mis pezones se pusieron erectos en un santiamén. 
Mi respiración se hacía más entrecortada mientras mi excitación crecía por momentos. Hundió su cara entre mis tetas, y las besaba delicadamente, pasando su lengua por mis pezones. Intenté tocarle pero él puso mis manos en mi espalda, estaba jugando conmigo. Di un suspiro al notar a mi amante lamerme las tetas y la tripa, yo estaba a cien y empecé a gemir, aquel juego me estaba estimulando muchísimo. Su mano se deslizó por debajo de mi falda, abriéndose paso a través de las bragas directo a mi coño y ahí no pude más.

– Cariño si haces eso me voy a correr. 
Él se dedicó a acariciar mis muslos, retrasando el momento de la masturbación. Yo estaba a cien y no podía más... le supliqué. 
– ¡Vamos, hijo méteme el dedo ahora! le ordené. Dicho y hecho.

No fue uno sino dos dedos los que se introdujo con facilidad en mí lubricado coño, empezando una masturbación que terminó en unos pocos segundos sin poder evitarlo me corrí entre grandes espasmos. Él siguió metiéndome los dedos pero yo no pude aguantar más la presión, ¡Deseaba follarme a ese semental YA! Hasta que mi hijo dio el paso siguiente…

– Vamos a casa mamá.

Arrancó el coche y salimos de allí. Durante el viaje ninguno dijo anda, la tensión sexual se notaba y nos mirábamos, sabiendo lo que estábamos a punto de hacer. Condujo rápido, y yo nerviosa hasta nuestra casa. Aparcó el coche en el jardín de enfrente y entramos directos a mi habitación…, pero allí nos quedamos parados, al lado de mi cama, mirándonos. Una cosa era el pub con ambiente de fiesta, y otra la intimidad de mi cama…aquí caminábamos hacia otro nivel. Lo que íbamos hacer era uno de los mayores tabúes de nuestra cultura, algo reprobado por toda la sociedad…un paso sin retorno. Pero ¿Se le pueden poner límites al amor entre una madre y su hijo? ¡Qué más me daba si el incesto está mal visto! yo deseaba a aquel joven y él a mí…una mujer y un hombre con las mismas necesidades….Por supuesto que no, llevaba demasiados años engañándome a mí misma. Me acerqué a mi hijo y le quité la camiseta con sensualidad. Él me soltó los botones de la blusa dejando otra vez mis tetas sueltas. Estaba ansiosa por probar en mi cuerpo, lo que había visto por el ordenador….Le bajé los pantalones y el bóxer, desnudándole completamente. Salió de su clausura como un resorte ante mi vista…, era un enorme cipote erecto tan duro como el acero.




Poseía una longitud y grosor tal como la de su padre o más, una versión mejorada de macho semental. Nos miramos a los ojos. Me quité la mini falda vaquera dejándome los zapatos de tacón. Me puse de rodillas hasta que su mostrenco quedó a la altura de mi cara. Temía agarrarlo, palparlo en mi mentalidad antagónica de hijo u hombre, cuando en realidad no había diferencia. Cuando lo así palpitante, caliente y con las venas hinchadas supe que era mi macho y yo su hembra. Poco a poco lo fui guiando hasta mi boca. En un primer momento pasé mi lengua por la punta y acaricié sus abultados huevos con una mano… él comenzó a gemir. – Umm Mamá... No me lo podía tragar de un golpe así que me lo introduje lentamente. Una buena  parte quedó fuera pero encajó bastante bien hasta mi galillo habiendo remangado su prepucio ¡Me alegré de haber circuncidado su frenillo! Eso ayudó a su mayor crecimiento y obtener una curva positiva al cielo como una daga árabe ¡Una polla preciosa! Comencé con la mamada a un ritmo lento y continuo. Años que no hacía una mamada a una buena polla, pero no se me estaba dando nada mal a juzgar por su cara. A mí me estaba encantando ver la cara desencajada de placer de mi hijo, así que me llevé la mano a mi clítoris. No pudimos continuar mucho más pues Tulio daba muestras de estar a punto de correrse. Paré y le apreté la base de la polla con la mano para evitar que eyaculase, debía de esperar, ¡Quería recibir todo ese semen dentro de mí vagina! Él se recompuso.

– Ahora, mamá, me toca compensarte a mí.

– Quiero que me folles hijo mío, llevo muchos años sin probar un hombre. Deseo que seas tú el que me reestrene y me quite las telarañas del coño ¡No imaginas cómo mamá necesita ser follada de nuevo!
Lo pensé y lo cierto es que la última vez que había estado con un hombre fue la fiesta de Navidad de hacía seis años… un polvo loco medio borracha ¡¿Cómo podía haber estado ciega tantos años?!

Me invitó a recostarme sobre la cama cayendo de espaldas y mis voluptuosos pechos botaron. Metió su cabeza entre mis muslos sumergiéndose en mi depilado y anegado coño. Sentir su lengua jugueteando con mi clítoris fue la gota que colmó el vaso, en poco me corrí dando gritos de placer soltando un chorro de fluido como no recordaba…me alarmé al pensar que le iba a desagradar mi squirt. Lejos de apartarse continuó su boca pegada a mi coño bebiéndoselo y así siguió durante más tiempo, la verdad es que no se le daba nada mal al chico comer coños. Su lengua recorría todos los rincones de mi vagina, en tanto el subidón de adrenalina se calmaba notando como él movía su lengua y boca en círculos sin dejarse nada por chupar, me estaba volviendo loca con ese endiablado cunnilingus, por lo que el segundo orgasmo no tardó en llegar. Mis flujos se derramaron por las sábanas y la cara de mi hijo otra vez. Tras esa segunda corrida, lo dio por zanjado. Sacó su cabeza de mi entrepierna mientras que yo trataba de controlar mi desbocada respiración. Puso su cuerpo sobre el mío y fue guiando su torpedo hacia mi raja hambrienta de polla, en unos segundos se me hicieron eternos... “¿Cómo sería la sensación de sentir una verga de nuevo en mi oxidado coño tantos años después?

– Mamá, ¿estás lista?

– Claro hijo, hace años que lo estoy.

Noté la punta de su ariete pugnando por abrirse paso en mi coñito cerrado. Al estar completamente empapado no opuso resistencia, poco a poco fui notando su tranca entrando, horadando mi coño, parecía que no acabara nunca de hundirse. Me dolió un poco pues mi vagina no estaba acostumbrada a que entraran en ella más que mis dedos y dildos la mitad de grandes, pero la sensación de placer al sentir cada centímetro de su hombría entrar en mí, era ya indescriptible ¡Lo tenía olvidado! Cuando la enfundó entera con mi vagina, se quedó unos segundos empujándola más hacia dentro, diciéndome con su mirada... "Quiero llegar hasta el fondo de ti mami". Todavía no sé cómo me entró semejante animalada de polla hasta las mismas pelotas en un solo envión, pero el caso es que mi hijo una vez logrado hacer tope sacó su badajo sin extraer el gordo capullo y me la volvió a meter, procurando en un suave mete saca, tal que mi coño se fue adaptando. Me cogió las piernas y las puso en sus hombros, comenzando a follarme cada vez más fuerte...Pasé la mano por debajo apresando sus huevos que apenas me cabían.

Es difícil describir lo que pasó durante esos minutos en que mi hijo y yo hicimos el amor, pero fui encadenando orgasmos uno detrás de otro. Él sobre mí me penetraba y yo le agarraba su duro culo tensado en cada penetración para fuera más profunda, sentía aquella polla como me quemaba el coño. Sus manos masajeaban mis tetas y en ocasiones aprovechaba para besar y chupar mis pezones, que estaban al máximo de su dureza. Había estado tanto tiempo sin sentir esa maravillosa sensación que ahora no quería que mi hijo saliera de mi intimidad. El ritmo era frenético, en el cual él empujaba haciendo vibrar todo mi cuerpo, mis nalgas, mis tetas… yo elevaba el culo empujando hacia él, consiguiendo una inserción total, y que sus huevazos golpearan en la entrada de mi coño una y otra vez. 
Tras unos minutos follando en esa posición mi chico me dio la vuelta, me puso a cuatro patas y me folló en esa postura de perra en celo ¡Me sentía su PERRA! Mis tetas se movían al ritmo de las incursiones, igual que sus testículos se balanceaban y chocaban contra la raja de mi chocho. Su dura polla atravesándome hasta el útero, sus pelotas rebotando y sus manos acariciándome todo el cuerpo me provocaba una excitación incontrolada. Percibí su respiración entrecortada, sin duda estaba a punto de correrse.

– Mami me voy a correr, dijo.

– ¡No te salgas hijo! ¡Todo está bien, quiero que te vacíes dentro de tu madre, estoy deseosa de recibir tu leche dentro del coño!

– ¿Pero no pasará nada…?

– Nada hijo, no te preocupes, córrete a gusto bien al fondo de mamá…Yo me cuido por ti...para que mi hombre disfrute a tope. 
Aguantó unos segundos más en los que yo alcancé un nuevo orgasmo o algo parecido… las sensaciones eran tan diversas que mi cuerpo se hallaba en continuo estremecimiento. Noté como me sujetaba fuertemente de las caderas hundiendo su polla hasta lo más profundo de mi ser…, me volví hacia él buscando el calor de sus labios, me los dio inclinándose posando todo su cuerpo sobre mi espalda y tras un gemido de placer se empezó a correr, percibiendo su polla explotar dentro. Le besé comiéndole la boca, agradeciendo que me inseminase de esa forma tan animal. La lujuria de nuestras bocas se implementaba con la sensación de su semen caliente iba ocupando mi vagina con gruesos aldabonazos como si sus huevos no fueran a agotarse nunca. Chorro tras chorro de leche en incontables convulsiones descargó tanto esperma como había acumulado esos cuatro días de abstinencia…, tanta me vació que buena parte acabó saliendo, impregnando mis piernas y las sábanas. Tras semejante esfuerzo físico ambos caímos rendidos en la cama. Yo agotada y exhausta física y anímicamente.

– Ha sido genial hijo ¿Te ha gustado? dije algo recuperada.

– ¡Me ha encantado mamá!

Nos quedamos acariciándonos y tocando nuestros cuerpos, él se puso encima de mí besándome la boca, el cuello, las tetas, mamando mis pezones y chupándonos las lenguas de pura lujuria; cuando en unos minutos noté que algo crecía, sintiendo su rigidez en mi barriga….

– Pero hijo ¡¿Ya, tan rápido te has recuperado?!

No estaba dispuesta a echar un polvo nada más esa noche y parecía que mi hijo deseaba seguir dándome guerra, me dio la vuelta y comenzó a comerme el coño. Comprendí lo que quería hacer y formamos un 69, él lamiendo mi vulva y clítoris con fruición y yo metiéndome esa tranca hasta la garganta. Estaba dura, perecía el cuerno de un toro bravo. Como ya había recibido su lefa en el interior de mi útero, esta vez esperé a saciarle con una formidable mamada. Lamía su tallo desde las colganderas y gordas pelotas hasta el capullo, sus huevos era dos caramelos…Sin desperdicio no dejé de engullirme la ciruela que tenía por glande…, al no poder meterme toda la polla en la boca pajeaba lo que no albergaba con una mano mientras la otra apretaba sus pelotas.
Se me estaba dando bien el francés, solo que la quijada se cansaba por la falta de práctica, aún así no perdí el ritmo hasta que se corrió y expulsó una buena cantidad de semen en mi paladar. Había olvidado el sabor salado de la leche de un hombre, su punto ácido y la textura gelatinosa del semen ¡Creo que me podría aficionar a beberme la leche de mi niño! Parece que a mi hijo le encantó ver a su madre tragarse su semen, pues su verga no perdió ni pizca de rigor, manteniéndose tan dura como siempre. Se tumbó sobre la cama con su mástil enhiesto. Me puse sobre él, agarré su rabo con una mano mientras que la otra me abría los labios con dos dedos para que los pétalos no estorbasen en la penetración… me lo fui metiendo sin miramientos. Me noté empalaba por ese enorme troco duro. Su grosor, su longitud, me llenaban y me provocaban un grato ensanchamiento gozando de su roce. Comenzamos a follar de nuevo, yo bajaba y subía con la Gran Tranca clavada hasta mi estómago… ¡Dios mío cuantos años perdidos con ese macho en mi propia casa!

– ¡¡Hijo mío eres un semental!! Nunca imaginé que me pudieran follar tan bien...

– Mamá te tengo que confesar, que me he pajeado mucho pensando en ti, pero nunca supuse que fueras tan caliente y tan complaciente en la cama. 
Aquellas palabras me pusieron a cien y me provocaron buscar un nuevo orgasmo, Dios que locura, la cabeza me daba vueltas cada vez que sentía esa espada perforándome hasta mis entrañas, “¿cuánto tiempo llevábamos follando?” Había perdido la noción del tiempo entre tantos orgasmos y corridas. Olíamos a sudor, feromonas masculina y femeninas mezcladas, a semen y fluidos vaginales…la habitación sabía a sexo y seguimos así varios minutos más.

Mamá me voy otra vez.

– Aguanta un par de minutos que yo también estoy a punto de caramelo. 
Estuvimos varios minutos apurando al máximo para sincronizar nuestros orgasmos como clímax de aquella noche de pasión inconfesable de lujuria incestuosa. 
– ¡Aaagg Umm! Hijo creo que ya puedes, me estoy corriendo ya.

Sentía como mi hijo hacía un esfuerzo sobrehumano para aguantarse, así que en cuanto se lo dije no esperó más y expulsó su esperma de nuevo con una potencia inusitada, dentro de mi inundado coño al tiempo que yo me volvía a correr impregnando a mi niño de fluidos desbordados. Quedamos en esa posición unos segundos más sin decir nada, acoplados por nuestros sexos cual polvo perruno, recuperando fuerzas. Yo aprisionaba su maza dentro de mí, mientras su semen salía a borbotones, no quería desperdiciar ni una sola gota del néctar de su virilidad. Nos miramos a los ojos besándonos con locura, una locura que no me dejaba pensar en la fertilidad de su potente esperma y mi aún fecunda matriz. Ese fin de semana fue una maratón de sexo recuperando el tiempo perdido. Follamos en todas las posturas y a todas horas sin salir de casa. Desde esa noche en que lo hicimos por primera vez, mi hijo y yo dormimos juntos. Ya no escondemos nuestro amor en la intimidad, ni fuera como madre e hijo.

La mañana se iluminó con un sol destellante, era el día más feliz en años…tenía a un hombre a mi lado que me amaba sin condiciones, me había hecho el amor como nadie lo hubiera conseguido sacándome orgasmos de donde no creía que los tuviera y además rebosaba de juventud… mi hijo era todo mi amor y mi vida. Lo tenía justo a mi lado, acaricié su pecho, su cara, le miré y sin pensármelo dos veces le di un beso en la boca que él no rechazó. Seguimos besándonos y nos introdujimos en mi habitación. Me empujo sobre la cama y yo quedé bocarriba mirándole. El empezó a desabrocharse la camisa y yo hice lo mismo con mi blusa, se quitó los pantalones y el bóxer y quedó con su inmenso falo erecto apuntando hacia mí. Por suerte había heredado la polla de su padre, un miembro hermoso y de buen tamaño…20 cm de dura carne trémula que pensaba gozar hasta el último centímetro y menudas par de bolas le colgaban al chaval. Me desabroché la falda y el tiró de ella para quitármela, a continuación me quitó las braguitas que llevaba, quedando mi coño recién rasurado a su vista.

– Que hermosura, dijo. Y abriéndome las piernas, metió su cabeza entre ellas.

– ¡Oh, Dios!, exclame cuando note su lengua introduciéndose en mi coño. ¡Oh, DIOOSSSS!

Seguí exclamando agarrándome a la almohada por detrás de mi cabeza. Me estaba volviendo loca de placer, su lengua no paraba de jugar con mis labios, tiraba de ellos, de mi clítoris…se comía mi coño con delirio durante minutos sin cejar en su labor de darme placer… hasta que me corrí salvajemente. El se quedó besándome el coño mientras que yo le acariciaba su pelo escurriéndome a chorros que el chico se bebió sin reparos ni pudor.

– Ha sido bestial, se nota que tienes mucha práctica.

– Hombre, me he comido unos cuantos y a todas les ha gustado, o eso han dicho al menos.

– Te puedo asegurar que a mí me ha gustado y a ellas seguro que también. ¡Túmbate cabronazo!

El me obedeció, me puse de rodillas sobre la cama y cogiéndole la polla empecé a masturbarle. Apenas me cabía en la mano circundándola…, me la metí en la boca y comencé a jugar con ella. “Mamá” dijo en un susurro, le daba lengüetazos en el glande, me metía sus huevos en la boca y delicadamente tiraba de ellos. “Mamá” repetía constantemente. Tenía cerrados los ojos, y se agarraba a las sabanas.

– Ahora es tu turno, me dijo.

Se incorporó y me hizo tumbarme, se puso de rodillas en la cama. Abrí al máximo mis piernas, se agarró su pollón  con la mano, empezó a restregarlo contra la entrada de mi coño, yo lo miraba en tanto restregaba su balano entre mis labios haciéndome suplicar que la metiese… repasaba el clítoris con su duro cabezón y tras un rato, suavemente me lo metió. “Agghhhhh” gemí. Empezó a bombear y yo forzando el cuello miraba como desaparecía completamente dentro de mi coño. ¡Aggghhhh!. Lo sacaba hasta casi salirse y otra vez hasta el fondo. Yo gemía quedamente y le miraba a su rostro y todo su cuerpo como se tensaba al hincarme el rígido rabo percutor. Para aumentar mi placer, con mis dedos empecé a jugar con el clítoris, acariciándolo. El me sujetaba los muslos para mantenerlos completamente abiertos, perdí la noción del tiempo que duraron sus embestidas, pero fue bastante tiempo, supongo que gracias a la paja que se hizo en la ducha. Mira la entrada y salida de el vástago en mi coño, con la vulva hinchada partida en dos mofletes franqueando al trozo de maza perforándome sin compasión.

– Mi niño, amor mío, decía mientras le miraba a los ojos.

– Mamá, mamá respondía con la voz entrecortada.

De improviso me corrí sonoramente, el chico hizo el amago de sacar su polla…el agarré de los glúteos con ambas manos impidiendo que saliese…
– No te salgas cariño, sigue follándome.

La metió de nuevo a fondo y continuó mientras me corría con su verga bien dentro. Se la clavé con mi juego de cintura y me calentón…, y empecé a follármelo al compás de sus metidas hasta que se corrió en mi mismo útero. Noté sus aldabonazos de leche espesa, uno tras otro me lo hizo sentir disparando contra mi pared vaginal acumulando su esperma en mi cérvix. Cuando acabó la extraje y me incliné… él acercó la polla a mi boca y se la chupe unos instantes. Resoplando se acostó a mi lado, nos abrazamos.

– Mamá, te amo, repetía de vez en cuando.

– Mi vida, yo también te amo. De repente me miró con gesto serio.

– ¿Qué hemos hecho, mama? ¡Dios!, si alguien se enterase.

– ¿Y quién se va a enterar, amor mío? Además, no veo que hayamos hecho nada malo. No hacemos daño a nadie.

– Ya, pero la gente no lo entendería.

– Qué le den a la gente, yo te amo y nadie me va a impedir amarte como yo quiera. Bueno, pero no te preocupes mi vida, que procuraremos que nadie se entere.

Nos quedamos en silencio y abrazados nos dormimos. A la mañana siguiente Tulio seguía dormido cuando me desperté, levante la colcha que nos cubría y pude contemplar su magnífico cuerpo, me fije en su masculinidad relajada. Se lo agarré suavemente y empecé a masturbarle lentamente para que no se despertara. Cuando se puso un poco erecto me lo introduje en la boca y empecé a chupárselo percibiendo como poco a poco crecía dentro de mi boca, esa sensación maravillosa de revitalecer la virilidad de un macho me ponía cardiaca. Al cabo de un rato me costaba metérmelo todo en la boca pero lo conseguí.

– Oh, Mamá, dio un quejido.

Yo seguí chupándosela hasta que se corrió en mi boca, no eyaculó mucho porque no había tenido tiempo de recargarse del todo, pero algo sí que me comí una gran ración de engrudo, mucho más que mi último amante…

– Pensé que lo de anoche había sido otro sueño de los que tengo contigo, pero no, ha sido real.

– Y tan real, amor mío. Te lo puedo asegurar.

Nos quedamos abrazados un buen rato en la cama, a las diez de la mañana me dijo… 
– Hoy que quedado con los amigos del barrio, si no bajo me vendrán a buscar y me harán salir a la fuerza.

– De acuerdo cariño, ¿vendrás para comer?

– No, ya aprovecharemos para comer por ahí, pero esta noche sí que cenaré contigo, no te preocupes. Y me besó en los labios.

El día se me hizo muy largo, solo podía pensar en mi hijo y en lo que habíamos hecho. Por supuesto que no estaba arrepentida y deseaba que llegase la noche para que me volviera a poseer. A eso de las nueve de la noche, me envió un WhatsApp con el mensaje…“Prepárate, que ya voy de camino y te voy a dar más tralla que anoche”. Nada más recibirlo, la puerta de la casa se abrió, y allí estaba mi hijo, mi hombre.

– No me has dado tiempo a prepararme.

– Es que he venido volando. Y se abalanzó sobre mí.

Me arrastro de la mano hacia mi habitación y sin pérdida de tiempo me empezó a desnudar. Cuando me tuvo completamente desnuda empezó a besarme por todo mi cuerpo, yo cerré los ojos y me dejaba hacer. Me dio la vuelta y me pasó la lengua desde mi culo hasta el cuello, nunca me habían hecho eso. Un escalofrió recorrió mi espalda y noté como mi coño se humedecía al sentir la calidez húmeda en mi ano.

– ¿Te gusta?

– Sí, me encanta, sigue, por favor. Me besó los glúteos y me volvió a voltear. Apoyó su cara en mi pubis y aspiró profundamente.

– Que olor mas delicioso y me lo besó.

– Ahora me toca a mí.

Le desnudé y repetí todo el proceso que él me había hecho. Cuando llegue a su verga, sin miramientos me lo introduje en la boca y empecé a chupársela…
– Tranquila, eso después. Ahora te voy a empotrar por detrás.

– ¿Me vas a dar la follada por el culo?

– No pensaba hacértelo por el culo, pero ¿quieres que lo haga?

– Otro día quizás…me tengo que preparar para ello.

– De acuerdo, mi reina.

Me arrastró al cuarto de baño y me puso mirando al espejo. Apoyé las manos en el lavabo, y con sus pies, dándome toquecitos hizo que me abriera de piernas. Acto seguido noté como su polla pugnaba por entrar en mi coño. Me agaché un poco más respingando el culo para facilitarle la entrada y a continuación de un golpe me la metió. Se agarró a mis tetas y empezaron las embestidas profundas en enviones de su glande a mi matriz, cada vez más deprisa y más fuertes, yo gemía mientras que me besaba en el cuello. El daba pequeños gruñidos por el esfuerzo que estaba realizando, mientras que yo gemía ruidosamente. Nos mirábamos a reflejados en el espejo. Aquello era tan excitante y morboso que me electrificaba todo el cuerpo…, aquel chico era mi hijo el mismo que lloraba por unos caramelos, por un golpe en la rodilla cuando se lo curaba…el mismo al que enseñé a atarse las cordoneras y a asearse correctamente, en especial su picha remangando el prepucio, esa picha ahora era un gran mazo musculado de recia carne nervada que me atravesaba hasta el estómago haciéndome delirar. Mi niño frágil que necesitaba de mi protección se transformó en un macho dominador de su madre, la hembra a la que estaba a punto de sembrar el útero con su semen. Notaba el roce de su glande y todo el tallo entre mis paredes vaginales, apretaba con ellas para notarlo con mayor presión electrificando cada terminación nerviosa. El brío de Tulio era enloquecedor insertando su cipote, acariciando mis tetas y pellizcando los pezones duros como timbres de castillo. Sus jadeos eran ahogados con mis gemidos sometiéndome a sus pollazos. Me sentía en la gloria aun no habiéndome corrido con su polla dentro…, justo cuando el chico comenzó a darme unos cuantos empellones más, y sin sacar el estoque de mi coño se derramó en mi interior.

Notaba las pulsaciones en su polla, cada convulsión un chorro de leche acumulándose en mi útero, un pequeño empujón con esténtor y otro chorro más hasta cubrir siete u ocho lechazos. Yo todavía no había tenido mi orgasmo y se dio cuenta, me giro y poniéndose de rodillas me abrió las piernas y me hizo que pusiese una de ellas sobre su hombro. Y a continuación empezó a comerme el coño, la verdad es que tardé poco segundos en irme pero él siguió comiéndomelo hasta que pasado unos instantes tuve otro orgasmo. Hacía años que no tenía dos orgasmos tan seguidos. Solo su padre cuando tenía 25 años lo conseguía a menudo, y por lo visto, mi hijo, además de su polla, había heredado ese don de comer los coños y elevarlos al orgasmo. Nos metimos en la ducha abrazados dejamos que el agua tibia cayese sobre nuestros cuerpos, era tan relajante. Estuvimos más de media hora abrazados, besándonos y acariciándonos.

– Eres una amante maravillosa, mejor que ninguna de las chicas con las que he estado.

– Y tú, eres un digno heredero de tu padre.

– ¿Soy mejor que él?

– Sois diferentes, pero no tienes nada que envidiarle, te lo aseguro, rey mío. Además tu no me abandonarás

– Eso es cierto y puedes estar muy segura de mí…Desde entonces imagino que has estado con algunos hombres. Lo entendería, una mujer joven necesita desfogarse.

– Solo dos o tres y en los últimos años con nadie, mentí. Desde hace cinco años no he estado con nadie, solo contigo. 
Si le contaba la verdad es posible que se sintiese dolorido y hasta es posible que me odiase. No sé si me creyó, pero si no lo hizo, no dio muestras de ello.

**************************
Al día siguiente decidí darle a estrenar mi culo… 
– Quiero que me des por el culo, vas a estrenármelo. 
Mi hijo me miró asombrado.

– ¿Nadie nunca te lo hizo?

– No, ninguno de mis amantes a querido…para eso eran muy suyos. Tenían metido en la cabeza que eso no era de hombres.

– Pues yo ya he taladrado unos cuantos culos. Pero todos de chicas, que conste. 
Y nos reímos con su ocurrencia.

“A mí nunca se me hubiera ocurrido pensar lo contrario”, me dije a mi misma. Saqué un bote de lubricante anal y se lo ofrecí. Él lo rechazó, se dirigió a la cocina y a su regreso vino con un bote de mantequilla.

– Como en el último tango en Paris, dijo.

– Que ocurrencias tienes.

Cogió un buen trozo de mantequilla y se lo untó en la polla. Lo que le sobró lo utilizó para lubricarme el ano. Me introdujo lentamente el dedo y lo movía suavemente en mi interior. Yo tenía mi cara apoyada completamente en la almohada, mientras daba gemidos. Estuvo unos minutos dilatándome el ano, sacó su dedo y noté como algo mucho más grande pugnaba por entrar. Yo tenía miedo, pero no le dije nada, rogaba que mi hijo me penetrase con delicadeza, confiaba en él, en el único hombre por el que moriría sin pedirme explicaciones…por él me tiraría por un puente si me lo pidiese y aquello era algo parecido. Me puse a cuatro patas ofreciendo mi agujero y mi chico hizo de mi cuerpo lo que quiso, y lo hacía muy bien, a su edad era mucho más experimentado que su madre.

– Tranquila, mama. No es el primero que desvirgo y la mayoría han repetido después.

– Confío ciegamente en ti, mi amor.

Me agarró por la cintura e introdujo un poco la punta, yo me quejé… la sacó. Otra vez volvió a la carga y lo introdujo un poco más. Y así, con esa táctica fue introduciendo la verga hasta el fondo, sin ninguna brusquedad por su parte. A mí me caían unas lágrimas por el dolorcito pero no le dije nada, sacó su miembro por completo y se lo volvió a embadurnar de mantequilla y vuelta a empezar. Cada vez, con mi ano más dilatado, me dolía menos, hasta que después de repetir varias veces la operación, el dolor se termino convirtiendo en placer.

– ¿Ves mama? ¿A que ha sido más fácil de lo que imaginabas?

– Sí, dije entre gemidos mientras que seguía penetrándome con toda la delicadeza del mundo.

De vez en cuando la sacaba por completo y se la untaba con más mantequilla, pero a lo último no creo que fuera necesario. Sentía mi esfínter lleno de polla, era una sensación tan distinta a cuando te follan por el coño que en verdad era un expedicioncita muy nueva. Tulio me sujetaba con firmeza del culo hundiendo una y otra vez su lanza en mi culo, a la par que pasaba sus manos por mi espalda, para acabar apretando mis tetas sujetándolas como riendas de una yegua desbocada. La hincaba con desazón, gemía y gritaba a cada empellón aporreándome con sus huevos el coño…una sensación única y extraña. Ya había perdido la noción del tiempo dándome por el culo, mi mano se perdía en mi coño frotando el capuchón de mi clítoris, quería mi orgasmo, cuando de repente note que mi hijo se paraba y abrazándose a mi espalda, y agarrando fuertemente de mis tetas, dio un ronquido y se corrió dentro de mí…

– Sigue, mi niño. Aun no me he corrido. Dije entre suspiros.

El siguió unos instantes más y por suerte me corrí, no sabía cuánto tiempo hubiera podido aguantar mi hijo después de eyacular, pero lo consiguió ¡Bendita juventud! Menuda potencia poseía mi semental. Se bajó de la cama y se dirigió al cuarto de baño, oí correr el agua, cuando volvió traía una verga preciosa y lustrosa, reluciente

– Ya verás como la próxima vez te gusta más.

Asentí con la cabeza, y así, en esa posición nos quedamos dormidos. El resto de las vacaciones las pasamos follando como locos, parecíamos conejos fornicando sin cesar… apenas tuvimos contacto con el mundo exterior, excepto en las fechas señaladas, que nos reuníamos con la familia. Uno de esos días quedamos con mis padres para pasar el día en su casa del pueblo…

A la mañana siguiente de llegar, madrugamos e hicimos unos cuantos kilómetros de senderismo…En varias ocasiones mi hijo se hizo el rezagado aprovechando que yo le esperaba siempre…,de esa manera me sobaba un rato el culo cuando caminábamos a distancia de mis padres que iban delante, a mí aquella situación me ponía caliente como una moto… mi hijo metiéndome mano a placer a escasos metros de sus abuelos, y además, el muy golfo aprovechaba la más mínima curva del sendero para, si no nos veían, atraerme hacia él y besarme con locura. Me dejaba hacer todo lo que él quería… en ese momento me encontraba fuera de mí, era una hembra caliente y hambrienta de placer pero también era consciente que no podíamos llegar a más en público, ¡Si se enteraban mis padres me crucificaban! Por la tarde, nada más comer, nos acostamos la siesta y a mí, la emoción de lo prohibido no me dejaba dormir, así que en cuando oí roncar a mis padres, bajé a la cocina con intención de beber algo fresco. Como tenía que pasar por delante de la habitación en la que estaba acostado mi hijo y éste tenía la puerta entreabierta, estuve tentada de entrar y acostarme con él en su misma cama, sin embargo no me atreví a tanto…, lo que sí hice fue pararme frente a su puerta y con un suave siseo, le hice girarse puesto que tampoco dormía. Con el dedo índice hacia abajo le hice señas de que bajaba a la cocina y al poco tiempo bajó él también.

La escena fue similar a la del día anterior, me agaché para mamársela y ponérsela bien dura, me encanta sentir crecer y endurecer la verga dentro de mi boca. Cuando la tuve a punto, me subí de nuevo sobre la repisa de la cocina, con la mano aparté las braguitas y cuando mi hijo se colocó a mi altura guio su cipote a la raja de mi vagina enjuta, cada vez menos, y me la enchufó sin más miramientos de una estocada. Le pasé los brazos por el cuello amarrándome a su boca en un beso frenético lleno de lujuria y del que sólo me separé para susurrarle…

– ¡¡Fóllame fuerte, cariño, que esto va a ser el colmo del puterío…!! ¡Te doy permiso para que partas a tu madre en dos con tu ariete!!
Habíamos ido a pasar un fin de semana a casa de mis padres en la sierra de Madrid…pero mi hijo ni yo, aguantábamos dos días sin follar. 
–Los abuelos en la cama y yo follando en la cocina con la polla de mi hijo dentro de mí, ¿Qué puta soy, verdad?

Sí, mamá… te estás convirtiendo en una golfa. Ya no reconozco a mi madre. ¡Me encanta que seas mi amante y mucho más mi puta!

– Sí, mi cielo soy tu madre, soy  tu amante y también tu puta. Pero madre, puta y amante sólo para ti cariño, sólo para ti…
Me clavaba su estoque en toda su largura una y otra vez.
– No podemos hacer ruido, la abuela tienen el sueño ligero… ¿comprendes mi amor?
Miraba el mete saca diciendo…
– Solo faltaría que alguno también tuviese sed, viniera a la cocina y nos pillara enganchados como perros follando… aunque no me importaría… ¡fóllame, hijo… fóllame, que mi chochito se derrite contigo, mi amor…! Quiero correrme otra vez para ti…

Mi hijo deseaba siempre correrse dentro de mí coño, no solo lo se lo permitía, sino que lo anhelaba sujetándolo del culo hacia mí. Sin más fue aumentando el ritmo del mete saca ahogando mis gemidos en su boca…cara con cara colgado de su cuello con un brazo y con el otro sujetándolo de la cintura bien amarrado, el chico empujaba enterrando todo el tallo hasta los mismos huevos una y otra vez… cuando me separaba un poco, desde mi posición veía la entrada y salida de su hermosa polla en el interior de mi conejito impregnada de mis fluidos. Me excitaba verla amartillándome el coño y sentir el golpeteo de sus pelotas sin cesar. Su olor a macho me encandilaba las papilas gustativas, su piel sudorosa por la que deslizaba mis dedos delirantes, sus tensos músculos apretando y aflojando a cada envión a las profundidades del coño materno… todo me excitaba, añadido a esa sacudida de percibir su glande orondo e hinchado en el fondo de mi útero me sublimizaba. 
Disfrutamos en silencio con el vaivén de nuestros cuerpos en pura simbiosis perfectamente acoplados por nuestros sexos…unos genitales diseñados el uno para el otro de lo cabalmente que se ensamblaban. Mi chico comienza a sacudirme con mayor presteza, sé que busca su orgasmo, lo presentía en su rigidez y mayor volumen de verga invadiendo mis entrañas…cuando de pronto comenzó a eyacular en el fondo de mi vagina chorros de leche espesa y caliente. Su polla inundaba mi útero entre convulsiones que me hacían vibrar…uno tras otro logré contabilizar hasta siete aldabonazos de lefa. Al cabo de unos segundos que la mantuvo dentro asegurando la inseminación, la fue sacando y aún soltó un último borbotón de esperma por su capullo sobre mis braguitas, limpiándoselo. Esa acción me calentó todavía más rematando la limpieza de la polla de mi semental con la boca. Se la mamé y saboreé su semen una vez más. Volví a ponérmelas con su leche hacia mi coño y nos fuimos a acostarnos juntos. Estar al lado de mi hijo me enloquecía de morbo después de haber follado con él, la vagina llena de lefa de mi hijo y parte empapando mis braguitas, ya he dicho que soy muy morbosa y aquello me calentó tanto que creí volverme loca de goce al sentirme tan traviesa en casa de mis padres….




Mi amiga Raquel nos invitó a la boda de su hija… (Le agradecí su invitación porque significó un paso más en nuestro avance en búsqueda del límite del placer prohibido) la ceremonia fue por la tarde y después del banquete nocturno, retiramos varias mesas haciendo un círculo entre ellas y nos pusimos todos a bailar, yo bailé con el novio, con el padrino, con varios invitados… pero me faltaba el macho principal de la fiesta, aún no había bailado con mi semental. En un momento dado, dejaron el salón en semi penumbra y cambiaron la música por otra digamos…más placentera a la hora de bailar…, esta era la ocasión que estaba esperando, así que busqué a mi hijo y lo vi bailando muy acaramelado con una jovencita de mini falda, cosa que me enceló, así que me acerqué a ella... 

– ¿Me prestas a mi hijo para que baile con él…? 

Cuando nos pusimos a bailar, lo hicimos muy apretados porque la pista era pequeña y estaba a tope. Mi hijo empezó a sobarme el culo y cuando pasó su mano por encima de las cintas del liguero que aquél día me había puesto, acercó su boca a mi cuello y tras darme dos o tres besos rapidísimos, me susurró al oído…

– Mamá… no me digas que te has puesto liguero…

– Sí, mi vida… me los he puesto para ti… ¿te gustan…?

– Cuando te los vea te lo diré.

¿Sabes, mi amor? Continué diciéndole al oído,– he bailado con varios y no se han dando cuenta de que lo llevo ¿y sabes por qué?, porque sus manos no han bajado de mi cintura… en cambio las tuyas no suben de mis nalgas…

– ¿Y tú dónde prefieres las manos, en la cintura como todos o en el culo como te las pongo yo?
Me alcé sobre mis zapatos para darle un piquito y le respondí…

– ¿A ti que te parece, bribón…?

– A mí me parece que nadie sabe apreciar la mujer maciza que eres, lo que necesitas y como aprovecharte…

– Ya te aprovechas bastante tú, ¡¿Verdad cabronazo?!
Le respondí sonriendo desafiante. Con la poca luz que había en la pista y como estábamos apretados nadie podía ver las manos de mi hijo en cada una de mis nalgas. Me sobaban a placer hasta que me empujó el culo contra su pubis, me restregó un poco contra él y me dijo…

– ¿Estás caliente ahora, mamá?
– Como un horno encendido…
– ¿Quieres que follemos aquí…?
– Me encantaría…
– Pues caliéntame un poco más, venga…
– ¿No te calentó bastante tu amiguita? Le pregunté celosa.
– Sabes que nadie me calienta como tú, mamá… y más hoy… con tus ligueros….
– Me los puse para ti, mi amor…le musité mimosa, y continué calentándolo.– ¿Y sabes otra cosita…? Me he puesto el tanga por encima… así cuando me lo quites no hará falta soltar las tiras del liguero…
 Aprieta las tetas contra mí, mamá, y sigue hablándome…
– Qué caliente me pones hijo… mira… no sigas sobándome el culo o me corro aquí mismo, cariño. Vamos a terminar de bailar este tema... luego espera cinco minutos y sube al baño de arriba, que yo te estaré esperando en la puerta, así veo que no hay peligro ¿vale, mi amor?

Subí al baño humedeciendo mi tanga…entré en el baño de mujeres donde me quité el tanga y olí la prenda mojada por el jugo que suelta mi coñito cachondo, después de olerlo lo guardé en mi puño y me dispuse a esperar a mi hijo el cual no dejó transcurrir ni dos minutos. Enseguida llegó y se metió conmigo dentro…, en cuanto pasamos el cerrojo empezamos a besarnos como locos, y al momento mi hijo me giró de espaldas a él, me levantó la falda y se recreó un buen rato mirando, admirando y acariciando mi culo rodeado por las cintas del liguero negro que me había puesto, después de un rato de sobo, sacó la polla y jugó a meterla entre mis nalgas y las tiras del liguero y, por último, me abrió el coño separando las nalgas y sin apenas esfuerzo la insertó por detrás en mi ansiada vagina, enchufándola sin ayuda alguna. La penetración producía el ruido del chapoteo al entrar en mi conejito por lo empapado que estaba. En pleno ajetreo mi culo era presionado por su pelvis haciéndolo parecer un flan de gelatina recibiendo aquel pedazo de dura verga de venas hinchadas taladrándome sin compasión. Tulio Marco tensaba sus glúteos sujetándome del culo y la insertaba a fondo con pollazos firmes hasta los huevos.

En plena follada entró alguien en el baño de caballeros, que estaba justo al lado, y como él también podía oírnos, mi hijo me dio la vuelta y siguió follándome, pero ahora uno frente al otro, nos besamos en la boca para no gemir. Siguió taladrándome subida sobre él contra la pared y rodeándole con mis piernas y mis brazos. Bombeaba hacia adentro y afuera sin perturbarse. ¡Era increíble como follaba mi hijo y lo bien que maneja el falo! Ya habían pasado más de diez minutos fornicándome despatarrada, cuando noté que estaba a punto de correrse, me desincrusté de su enorme verga y me agaché frente a él. Fijé mis ojos en los suyos, abrí mi boca mamándole media polla haciendo presión en la chupada justo en el capullo endurecido, y esperé con ella abierta a que mi hijito apuntara bien su descarga de esperma a mi lengua. A mi semental apenas le hicieron falta dos o tres sacudidas de su preciosa polla para correrse dentro de mi boca, paladar y dientes. Recibí complacida toda su corrida chorro tras chorro de leche gelatinosa a presión. La abundancia de semen me regocijaba a medida que fue llenando mi paladar sin dejar nada fuera, y cuando terminó, me levantó para besarme en la boca, momento que aproveché para tragarme lo que me quedaba de su engrudo y le musité…

– Gracias, hijo… gracias por follarme tan bien y por calentar así a mamá… ¡Tu leche hoy está riquísima!
Me puse de nuevo las bragas con una compresa súper absorbente para volver a la fiesta.

– En casa le daré de comer también a tu coñito…

********************

La vuelta ciclista. La relación con mis padres era muy cercana y con mi padre ocurrió quizás la situación más morbosa que hemos disfrutado hasta ahora, se dio el día en el que llegó a nuestra ciudad la vuelta ciclista a España. Ese día mi padre quiso ir a verla y mi hijo y yo le acompañamos. Como había mucha gente, estábamos pegados como sardinas y para evitar que la avalancha de gente nos separara, me agarré al brazo de mi padre mientras mi hijo a mi lado se agarró a mi cintura. Aprovechaba la coyuntura para llegar a amasar mi culo con el mayor descaro. Miré para mi padre y vi que tenía el cuello elevado, mirando hacia adelante, así que mientras recibía en mis nalgas las deliciosas caricias de mi hijo, llevé la mano que tenía suelta hasta su polla y se la manoseé por encima del pantalón. En ese momento, mi hijo llevó una mano hasta mi coño, el cual empezó a sobarme por encima de unos leggins ajustados que llevaba…tuve que morderme los labios para no gritar de placer. La calentura que tenía con mi hijo metiéndome mano al lado de su abuelo y rodeados de gente, sólo había una forma de calmármela, así que le dije a mi padre que estaba cansada de estar de pie y que quería sentarme en algún sitio. Mi padre me replicó que allí no había ningún sitio en el que pudiéramos sentarnos, le contesté…

– Pues vámonos a un bar a tomarnos un refresco y nos metemos dentro a pasar un buen rato sentados descansando al fresco…

Mi padre dijo que para una vez que se había animado a ver la vuelta a España en vivo, y con la buena posición conseguida no iba a renunciar por mi cansancio, él quería ver el final de la etapa, así que le pidió a mi hijo que me acompañara para que yo pudiera descansar. Tulio puso cara de desagrado y resignación, tanta que casi me convence hasta a mí. Así que mi padre le dijo…

– Hazlo por tu abuelo, anda hijo, te debo un favor… ya sabes cómo son las mujeres…

Mi hijo y yo salimos de allí en dirección a un bar, yo iba delante y él venía detrás de mí, se puso a mi lado cogiéndome de la mano y después de la cintura sobándome el culo. Como había mucha gente y teníamos que abrirnos paso entre ella, íbamos muy despacito él detrás de mí. Allí en medio, pasó sus manos por debajo de mis brazos y empezó a tocarme descaradamente las tetas. Nos daba tanto morbo el hacerlo delante de todos que, tal y como estábamos, él sobándome las tetas y yo con el culo apretado contra su polla, giré la cara y nos dimos un beso larguísimo en la boca, cruzándonos las lenguas y morreándonos un buen rato. Cuando entramos al primer bar, nos dimos cuenta que alquilaban habitaciones, pues era además uno de esos hostales baratos de barrio. Cogimos nuestras bebidas y reservamos una habitación allí en la barra. Antes de que me diera cuenta nada más entrar al cuarto, me bajó los leggins a medio muslo para dejar mi coño a disposición. Me arrulló entre sus brazos a acariciarme los muslos y a meterme los dedos bajo la tira de mi braguita, levanté mi culo y le susurré…

– Quítame las braguitas, cariño, que las tengo pegadas… mi coño no he dejado de soltar caldo desde que empezaste a meterme mano…

Mi hijo me bajó las braguitas y empezó a meterme mano directamente al chocho. Luego le bajé la cremallera del pantalón facilitando la salida de su hermoso pollón, dejando por fuera del vaquero los ciclópeos huevos de Marco Tulio. Me incliné sobre ella para chupársela pues le pensaba hacer la mamada de las mamadas en aquel hostal de tres al cuarto. Empecé lamiéndole el gordo y duro glande como una ciruela, y luego llevé mi lengua por toda la superficie de su durísima asta, cosa que me encantó ¡Me recreé chupándosela a placer! Después de llevar un rato así, mi calentura llegó a unos límites que sólo podía calmármelos una buena follada con su correspondiente regada de leche, así que me decidí a bajarme los leggins y las bragas de una. En pelotas me levanté agarrando a mí hijo de la mano para que me siguiera a la cama. Sentado sobre el colchón le desnudé y cuando lo tuve en pelotas de nuevo volví a chupar su hermosísima polla que me ponía loca, mientras le susurraba…

– Qué caliente estoy, hijo…, tengo el coñito ardiendo, parece una estufa…

– ¿Te gustaba que te metiera mano delante de toda la gente, eh, tía buena?

– Muchísimo, mi vida, si sigues un minuto más sobándome el coño ,me corro allí mismo agarrada del abuelo…

Mi hijo me levantó las piernas apoyándose sobre ellas, elevó el coño a la altura idónea, por mi parte le amarré el cipote enfilándomelo en mi raja humedecida y calentorra. En esa posición restregué su glande por entre los labios, pajeé mi pepita con ese balano y una vez cachondos perdidos la enfilé a la boca de mi vagina…la metió sin escrúpulos en dos embutidas. Luego se prodigó follándome un buen rato atizándome fuerte. Aquel tormento de placer entraba y salía deslizándose como un torpedo bajo el mar a punto de estallar contra la pared de mi vagina. Sus clavadas eran largas y profundas haciendo tope con sus dos pelotas en mi vulva, de arriba abajo casi vertical se dejaba caer sacándome gritos de placer a cada inserción. Notaba como el capullo hinchado y duro llegaba hasta mi estómago de lo dentro que me entraba. Con mi respiración agitada entre jadeos fue a darme la vuelta para ponerme a cuatro patas. Me sentía como una yegua montada por su semental dejándome manejar fácilmente. Y volvió a atravesarme con su rabo en forma de asta de toro, tan duro como este, dándome azotes en las nalgas. Las punzadas eran tan tremendas que me corría a gritos. En ese momento me sentí tan caliente y tan puta de mi hijo que tuve que decírselo…

– Qué puta me siento follando con mi macho en un hostal como este… ¡Taládrame una vez más el coño mi vida!¡Hazme disfrutar de un buen polvo! Me corro… así… así…Ummm.

Nada más decirle esto nos acoplamos las bocas, después le dejé respirar y se lanzó a mis tetas mamando de mis pezones como un bebé hambriento, comenzó el esprín final de su galopada…, sus jadeos aumentaron, junto con la cadencia de cadera que producía el hundimiento completo de su verga en mi intimidad. No lo retrasó mucho más, quedando parado de pronto comenzó a eyacular chorros de leche en el fondo de mi coño…percibía cada aldabonazo de caliente y acuosa lefa ardiendo en mis entrañas. En cada polvo hacía de mí una mujer completa y plena de felicidad al sentir como un semental del calibre de mi hijo derramaba su néctar más preciado en el útero materno. Como buena madre le di a todo su semen la mejor de las acogidas, siendo una receptora sumisa y complaciente. Me dio la vuelta y puso sus manos en mis hombros, invitándome a agacharme, cosa que hice. Agarré su polla sacudiéndola y apuntando con ella a mi cara…, abrí la boca para mi hijo, cuando le apreté ligeramente los huevos con la otra mano, mi hijo aún se corrió un poco más en un pequeño chorreado que yo tragué con toda naturalidad y gozo diciéndole…

– Si, cariño, dámela toda en mi boca, en mi boquita… en la boquita de tu necesitada madre, así mi amor…

Se la chupé e hice lo de siempre como él esperaba, limpiándole hasta la última gota de su leche y de mis jugos vaginales del fabuloso cipote filial queme volvía loca de gusto. Ya había pasado algo más de una hora y fuimos a buscar a mi padre. Aún seguía en el mismo sitio, le llevamos un refresco y agua para todos. Pudimos ver la llegada de los últimos corredores, pero sin duda la mejor corrida la habíamos tenido mi hijo y yo deslechándose dentro de mí. Aún percibía la sensación de mi coño dilatado repleto de leche caliente de mi crío, lo cual me llenaba de morbo estando al lado de mi padre hablando con él y sintiendo la vagina colmada de semen de su nieto, sin que él siquiera pudiera sospechar de mis sensaciones, la boca incluso me sabía aún a su leche.

A partir de ese día, mi hijo y yo empezamos a hacer muchas locuras, a veces creo que demasiadas, hasta el punto que no me reconozco a mí misma. Mi vida sexual adquiría unos derroteros de vicio, que hacen que cada día que pasa me vuelva más loca e irresponsable. Paulatinamente su sexo ha ido cambiando todos los aspectos en los que yo había cimentado mi vida… Renuncié al rol de mojigata estrecha por el de fiel esposa y puta de mi hijo, abandonando la imagen de cuarentona más o menos guapa, para encontrarme con la de una hembra treintañera deseable solo para él. Dejé de ser la madre de mi hijo para convertirme en su amante sumisa, adoradora del único dios verdadero en que se convirtió el enorme falo que tiene por miembro viril, la más fabulosa polla que podía imaginar la tenía en casa, y ahora en mi cama cada día dispuesta a satisfacerme cuantas veces deseara. El miedo a ser descubiertos que al principio teníamos, lo hemos cambiado por el morbo que nos da el riesgo de saber que muy cerca de donde nos abandonamos a los brazos de la lujuria, hay alguien que nos puede descubrir. Y esto último es algo superior a nuestras fuerzas ¡Me pone muchísimo, que mi hijo me acaricie y me meta mano! Cualquier lugar es bueno… en el coche, el vestuario de una tienda, en la playa

En solo un paseo por el parque, me hace sentir la aventura de estar viva y feliz…, sobre todo sabiendo que en casa tenemos todo el tiempo para que me folle con una maestría que ningún hombre me ha demostrado. Pero lo que me vuelve loca de calentura, de morbo, de vicio, y de locura incontrolada, es que lo haga cuando estamos en casa de mis padres con los abuelos cerca. No sé cómo calificar estas situaciones, pero son, sin duda, lo más gratificante que puede vivir una mujer y madre con su hijo al que desea con todo su cuerpo y alma, sobre todo si esa madre es tan puta e insaciable como yo,
¡Me gusta JODER con Tulio a todas horas! Los polvos que me echa mi hijo pueden ser rapidísimos por las condiciones en las que lo hacemos a veces, pues no nos permiten recrearnos mucho; aún así los disfrutamos tanto o más que cuando estamos relajados en casa. A solas nos deleitamos en mil fantasías, especialmente los fines de semana de amor en el que jodemos a mansalva follando como conejos. 
En estas ocasiones lo disfruto mucho, sin negar que a ambos nos vaya el riesgo de esta relación prohibida. Instintivamente me mete mano o me folla en situaciones de peligro por ser descubiertos. Justo entonces se excita al máximo, se la noto más dura e incluso expulsa una mayor cantidad de leche…, por mi parte me pongo completamente salida como una perra. Soy morbosa, lo reconozco, muy morbosa y mi hijo me sigue el juego. Llevamos unos ocho meses manteniendo relaciones de sexo duro a pelo, sin tomar las precauciones anticonceptivas debidas, sin embargo aún no me ha preñado y quizás no lo consiga, pues mi útero ya no es el vergel fecundo de antaño. Por otro lado si me preñara me haría muy feliz, por eso no dejábamos de follar al natural permitiéndole la descarga de toda su semilla en mi vagina. Ya me ha demostrado mi coño lo capaz que es de receptar sus casi 20 cm de recia tranca, y la ingente cantidad de leche de cada una de sus corridas, y una vez más lo vería en la escapada que hicimos a Canarias el puente de la Constitución…Mi hijo me regaló un viaje que me hizo mucha ilusión, no recordaba el último viaje romántico que tuve. La iniciativa de Tulio me excitó al punto que en el sofá viendo una peli me puse a horcajadas sobre él, en nada lo tenía empalando el coño hambriento de mamá ¡¡Zas!!D entro. No me sorprendía la facilidad de consumar el acto de follar con mi hijo… una línea roja infranqueable hasta hace unos meses y ahora tan habitual de sobrepasar. Este viaje sería especial por varios motivos, pero sobre todo por uno al quedar…




…Preñada en pleno vueloMi madre asintió dando su conformidad a hacerlo en pleno vuelo. Entramos en el aseo y me faltó tiempo para levantarla entre mis brazos, llevándola hasta mi cintura. Ella se puso a desabrochar y quitarme los pantalones. Poseído por una impía pasión, me desnudé al tiempo que pensaba que era una curiosa forma de cerrar nuestro círculo vicioso. – ¡FÓLLAME!, me pidió mientras cogía entre las manos sus enormes tetas y me los hacía entrega como muestra de nuestra alianza.

Confieso que azuzado por ella, los agarré entre mis dedos, comencé a recorrer con mi lengua sus pezones. Sin darme tregua, mi madre colocó mi verga en la entrada de su gruta sin mayores prolegómenos, de un rápido movimiento de caderas, consiguió que la penetrara.

– Me encanta ser tu amante.
Susurró a mi oído al sentirse llena y dejándose llevar por su naturaleza ardiente.

Sus uñas se clavaron en mi espalda mientras me pedía que la tomara. Su descaro me gustaba, pues lo convertía ese acto animal al tiempo de ser tierno, comencé a acariciarla mientras le informaba que nunca había tenido una novia con tanta pasión…. Muerta de risa, mi madre me contestó… 
– Y nunca se podrá igualar ninguna a mí ¡Te amo con locura! Prosiguió.– Quiero que pienses en mí como si fuera tu prometida…y tomando aire continuó diciendo.– Además de placer, te daré todo lo que una esposa fiel te puede dar. Me tienes sumisa a tus encantos mi amor.

La mención de su sumisión incrementó mi avidez por ella y reiniciando mi ataque, mi verga se acomodó en su coño una y otra vez hasta el fondo. A ella le debió ocurrir lo mismo porque mientras nuestros cuerpos se fusionaban poseídos por el placer y jadeando sin parar plena de ardor, se licuó entre mis piernas.

– ¡Dame duro cariño! ¡Hazme sentirla! 
Aulló al notar el modo en que mi falo se introducía rellenando su coñito.

Comprendí que era lo que me demandaba e incrementando el compás de mis estocadas, busqué sembrar su fértil vientre con mi semilla una vez más. La temperatura se elevó cuando mi madre sin previo aviso, se aferró a mi cuerpo gimiendo en gritos ahogados mientras se corría. La violencia de su orgasmo y la manera en que se retorcía me excitaron aún más. Subyugado por la pasión, me enganché a sus tetas con renovados ánimos, seguí follándomela mientras le exigía que se moviera. Esa orden surtió el efecto deseado y ya en plan loca, fue en busca de un nuevo clímax, convirtiendo su coño en una especie de batidora. Sus movimientos convulsos y la presión que sus músculos ejercieron sobre mi rabo embravecido, fueron el aliciente que necesitaba para correrme, y coincidiendo con sus jadeos sin poder aguantar más, exploté sembrando su interior. Atestando de mi simiente el maternal chocho, ejerció un apretón con sus dedos que clavó las uñas informándome que se me unía. Agotado y satisfecho, la dejé caer suavemente mientras la pobre mujer seguía presa del placer en un orgasmos perdurable… Durante unos minutos más esperé a que se recuperara y ya repuesta, salimos creyendo ver cómo nos observan todos…

¿Crees que se habrán dado cuenta de lo que hemos hecho?

Sin levantar su cara de mi pecho, ya sentados en nuestros sillones me respondió… 
– No sé, pero me da igual solo me importa que te amo.
Para ella, seguiré siendo su hijo del alma y el esposo que nunca tuvo, lo supe cuando se le escapó… 
– Sabes que no puedes casarte, ¡Estás casado conmigo!
Increíblemente mi madre asumió el rol de madre y esposa de su hijo dispuesta a que nuestra relación fuera la de un matrimonio al uso. Por mi parte, la idea ya no me parecía descabellada, mi madre tenía todo lo que me gustaba. Pasión, inteligencia, belleza y simpatía…y mucho amor por mí como yo por ella… y bien mirado no nos llevábamos tantos años, cuya diferencia era menor si tenernos en cuenta que ella no representa sus 37 años, sino bastantes menos. Los días en el archipiélago fueron muy movidos con actividades y rutas entre islas en las que no paramos de ver cosas nuevas, de tener experiencia nunca vividas y haciendo amistades que perdurarían a aquel magnifico viaje. La verdad que todo ese vertiginoso ir y venir solo tenía una pega…, Tulio y yo apenas follamos de lo agotados que acabábamos cada jornada…solo conseguimos echar un polvo unos del os días más tranquilos que nos dedicamos a visitar “El Loro parque” montados en el trenecito. Todo muy divertido y sosegado para una pareja de enamorados.

A vuelta de vacaciones, en mí trabajo me notaban distinta, me sentía especial con una luminosidad en la cara que reflejaba las renovadas ganas de vivir, todo tenía otro ritmo a mis treinta y siete parecía una adolescente recién follada, como si los últimos veinte no hubieran pasado. Tenía en mi cama al hombre que amaba, me acostaba con su pasión y me despertaba con su sonrisa. Sin embargo a media tarde me puse indispuesta y me marché a casa, me recosté angustiada hasta que llegó Marco Tulio. El día de Navidad me levanté contrariada, por lo que decidí hacerme la prueba de embarazo. Aquel positivo me llenó de alegría y miedo al saber que estaba preñada de mi hijo. Era lo más hermoso que me había sucedido desde que nació el padre del ser que crecía en mí. No fue en vano el viaje a Canarias dando rienda suelta a las insaciables ganas de follar…tanto semen colmando mi coño, tanto amor y pasión…solo podía dar como resultado mi preñez. Mi hijo me hizo una gran barriga, de la que nacería la niña más deseada del mundo, Yaiza. Ni mi avanzada edad para ser madre, ni su corta edad para ser padre impidieron que la noticia nos alegrara, si bien al principio fue un shock, después se convirtió en un bálsamo. El ginecólogo aconsejó tener relaciones moderadas y dejarlas antes de las últimas tres semanas al parto, lo que nos daba rienda suelta a seguir follando… preñada de 7 meses me sentía ágil cabalgando sobre mi semental, antes hubo juego de manos, me mamó el coñito hasta que vibré en un tensó y largo orgasmo. Sin parar le tomé del brazo abandonando la cama…

– Sí cariño ¡¡Házmelo, méteme esa gran polla que tienes entre las piernas!! Y que he dado para darme placer. ¡De esta verga soy la dueña y señora desde naciste! Y Ahora la quiero dentro de mí.

Noté al pobre que no podía aguantar más, la polla le iba a reventar. Me la intentó meter de golpe, se vidriaron mis ojos de lágrimas de lo grande de su rabo. Le supliqué más, entonces decidió penetrarme entera, a fondo sin miramientos. Percibí sus huevos en mi vulva golpeando sin cesar como tantas veces que me folló…, no pude evitar los gritos sin tapujos por sus arremetidas con todo el bate dentro del coñito. Creo que la punta del cipote me estaba entrando hasta en el útero. Disfruta como una loca retorcida de gozo inmóvil sobre su verga entrando y saliendo a toda velocidad con furia animal. Cuando quiso sacarla de mi vagina, la penetré despacio sin parar tomándole el relevo. Entró y salió decenas de veces, cada vez más profundo hasta que ya no podía más, entonces decidí darme la vuelta, con mi panza sobre la suya dejando a mi cadera hacer el trabajo. Paré con el culo arriba formando un arco con mis piernas dejándole a él rematar pistoneando mi coño a toda máquina… y la leche comenzó a brotar de su polla en largos chorros de esperma inundando mi vientre ya ocupado. 
Gustaba de aliviar sus testículos…era mi hombre y yo su sumisa y consentida hembra. El semen me rezumaba por la raja entreabierta y mi amor quedó agotado cuando extrajo todo su pedazo maravilloso. Me sentía la mujer más feliz del mundo… henchida en cuerpo y alma por mi hombre, enamorada y complacida. No dudábamos en someternos a los deseos impúdicos para los que la naturaleza dispuso nuestros organismos ¡FOLLAR y ENGENDRAR hijos! Talía nació en primavera, una niña preciosa rubia de ojos turquesa la envidia de todas mis amigas, conocidas e incluso familiares. Lo mejor era ver al padre entregado con la cría, eran hermanos pero sobre todo eran padre e hija…un vínculo indeleble que solo sabíamos nosotros. Por suerte la genética me ha regalado un cuerpo con una capacidad de regeneración asombrosa, tanto que ese verano no había una sola secuela de mi preñez…sin peso de más, ni estrías, ni depresión postparto…ni tantas cosas que otras le solía ocurrir. Recuperé mi figura en solo un mes y los bikinis del verano anterior me venían perfectos, tanto que los más sexy ponían cachondo a mi esposo. También me veía que no dejaba un solo día sin follarme pasada la cuarentena. Así que de tanto volver a llamar a la naturaleza ¡FOLLANDO! Solo podía tener una consecuencia…ser fecundada el día de solsticio de verano un viernes 21 de junio a las 19:35, volver a engendrar y quedar preñada con una panza enorme. En esta ocasión mi hombre me preñó de mellizos, que verían la luz para la segunda o tercera semana de marzo.



1 comentario:

  1. nadie:
    yo cuando leo guadalajara: ah deben estar en mexico...
    pero luego me entero que tambien hay un guadalajara en españa: no mames me exploto el cerebro!

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