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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Mi hermana Tatiana




Desde muy pequeño admiré a mi  hermana. En la adolescencia comencé a cultivar cierta lascivia hacia ella, siete años mayor que yo. Supongo que hacía lo mismo que otros chavales podrían hacer… espiarla cuando se cambiaba de ropa, cuando se duchaba intentando siempre ver algo de su cuerpo. Coger la ropa que dejaba para lavar, olerla y masturbarme con ella. A lo largo de varios años le había visto su culo con el  tanga y los pechos haciendo topless en la playa, me ponía frenético. Con 24 años se casó con Alberto un ejecutivo quince años mayor que ella y se fue a vivir a una ciudad de la costa. Varias veces fui con mis padres a visitarla, nos llevábamos de maravilla con una confianza que excedía muchas veces de lo normal. Unos años más tarde quiso la casualidad conseguir una beca para hacer un máster con prácticas en una empresa cerca de donde vivía ella. Así que hablé con mi hermana para ver si podía quedarme en su casa. El curso duraría dieciocho meses pero en principio solo me quedaría hasta encontrar un piso de alquiler. Teresa me dijo “que no había problema,” acomodó una habitación para mí.

Mi hermana tenía un hijo de casi dos años y la mayoría del tiempo lo pasaba sola debido al trabajo de su marido para una multinacional. Sin embargo cuando Alberto estaba en casa aprovechaban muy bien el tiempo. La habitación hacía forma de ele con la suya y tenían una terraza común. Una noche calurosa de verano, me levanté de la cama, pues no podía dormir y me acerqué a la terraza, sin encender la luz. Me disponía a salir para tomar el fresco cuando oí unos leves quejidos. Con cuidado sin hacer ruido me fui acercando hacia esos gemidos para descubrir que provenían de la habitación de matrimonio, donde mi hermana estaba siendo follada por su marido. Rápidamente di una ojeada a la terraza y busqué el mejor sitio de observación sin ser visto. Me pillaba un poco lejos pero aquellos días pude ver y observar en cada ocasión el cuerpo de mi hermana. Alguna que otra vez me masturbé allí mismo viendo como gozaban, deseando ser yo quién la penetrase. Un pensamiento que me llenaba cada día más el deseo de hacerlo.
Llegó agosto, y se marcharon diez días de vacaciones… París, Viena y Praga. Desde Berlín mi hermana vino hasta Barcelona y su marido se marchó a Japón. Las vacaciones de ella eran de dos quincenas distintas y de la primera aún le quedaron dos días en casa. Por el contrario mi curso no paraba ni en verano por lo que me quedé al cuidado de la casa ese tiempo. Me avisó de que volvía a casa saliendo de una juerga y tuve que darme la paliza limpiando todo de arriba abajo. Terminé casi de madrugada y me acosté. Me levanté al día siguiente, a eso de las tres de la tarde. Por el calor dormía desnudo, y así me fui al cuarto de baño a orinar, con los ojos medio cerrados todavía. Terminé y tiré de la cadena. En ese momento me sentí observado, me giré y allí estaba mi hermana mirándome. Había llegado a media mañana en avión, cogió un taxi y vino directa a casa. Viendo que yo estaba durmiendo, había preparado la comida y se había dado una ducha. Cuando entré al baño, ella estaba allí, con las puertas de la ducha corridas, escurriéndose el pelo, pero yo, medio cegato que iba, no le había visto y ella tampoco me dijo nada. En ese momento me di cuenta de un pequeño detalle. El día anterior había echado a lavar las toallas y los albornoces…¡no los había repuesto!
Yo me quedé mirando a mi hermana, primero a la cara y le dije un 
-“¡hola! ¡Ya estás aquí! ¿Qué tal el viaje?”
Pero después bajé la mirada para observar sus tetas y su entrepierna. Tengo dos hermanas mayores que yo, pero siempre había tenido pensamientos lascivos hacia Teresa en particular. Mi hermana es muy guapa, con labios gruesos muy sensuales, tiene los pechos grandes, talla 100 más o menos, grandes aureolas y grandes pezones. Es ancha de caderas, pero nada gorda, se puede decir que es una mujer maciza. Tenía las piernas entreabiertas, así que se podían ver claramente sus labios vaginales y una marcada raja que me puso cachondo. Su monte de Venus lo tenía recortado. Y así estaba yo, recreándome con el cuerpo de mi hermana sin darme cuenta que la erección matutina de mi pene iba en aumento y que mi hermana estaba frente a mí, mirándome también.
-"¿Oye, se puede saber que estás mirando tan fijamente?", me dijo mi hermana esbozando una sonrisa…
-"Pues tu cuerpo, Teresa, es que hacía mucho que no te veía desnuda"
-"¿Y cuándo me has visto tú desnuda, si se puede saber?, anda, tráeme mi albornoz que no está aquí colgado".
-"Es que lo eché a lavar junto con las toallas, espera que ahora lo traigo"
Me fui al tendedero, recogí el albornoz y un par de toallas y volví al cuarto de baño. Yo seguía desnudo y ya me iba bajando la erección, pero fue solo un instante porque al entrar vi que mi hermana había salido de la ducha y estaba recogiendo la ropa de haberse desnudado allí. De espaldas a la puerta agachada dejando el culo en pompa. Mi nueva erección fue inmediata. ¡Ay que culo estaba viendo! Me acerqué a ella, sin hacer ruido, lo máximo que pude y le di el albornoz, luego pasó lo que yo había pensado, ella se irguió y al hacerlo, pasó sus nalgas por mi polla, momento que aproveché para restregármelo suavemente por su culo, mientras le ayudaba a ponerse el albornoz.
Mi hermana se dio cuenta de mi intención pero no me hizo nada para evitarlo…, no cabía la menor duda que no le fue nada desagradable. Se dio la vuelta tapándose el cuerpo y me dijo que me vistiera que íbamos a comer. Aquello me lo largó con toda la naturalidad del mundo. Me vestí con un pantalón corto y una camiseta y fuimos a comer. Pasamos la tarde cada uno por su lado haciendo sus cosas, cenamos y ella se fue a su cama y puso un rato la tele. Al rato entré yo en la habitación y me dispuse para meterme en su cama.
-"¿Qué haces?" me dijo.
-"Mira, Teresa, he dormido aquí todas estas noches estando solo y me he dado cuenta que es la habitación más fresca y además puedes ver un rato la tele antes de dormirte".
-"Vale, pero después te vas a tu cama".
Asentí con la cabeza, aunque no tenía intención de hacerlo…,me metí en la cama en calzoncillos bajo la sábana. Me acomodé en la almohada e hice estar interesado en lo que estaban poniendo en la tv, pero en realidad estaba dándole vueltas a la cabeza, pensando en cómo podría hacer para darme, al menos, un revolcón con Teresa. Y quiso la casualidad que fuera ella quién diera el primer paso.
-"Oye Fernando, en la ducha dijiste que hacía mucho tiempo que no me habías visto desnuda. “¿Me podrías aclarar y explicar eso?".
-"Pues mira Tere, te he visto muchas veces desnuda y no me refiero a aquellas veces en que te he visto en casa de nuestro padres, saliendo del baño, medio vestida o que te espiaba por la rendija de la puerta cuando te cambiabas o ibas a mear…".
-"¿Tú hacías eso?".
-“... me refiero a todas las veces que te he visto follando con tu marido durante el mes pasado. He podido ver tus tetas, tu chocho, tu culo. He visto como le chupabas la polla y como te relamías cuando se corría en tu boca, he visto cómo te la metía por el culo y gritabas como una loca, mientras él te apretaba los pezones...".
-"¿Estas borracho o qué? Si realmente nos has visto sabrías que...".Le había puesto un poco de imaginación para indignar a mi hermana cosa que conseguí.
-"He visto que Alberto se monta encima de ti en la posición del misionero, te la mete, se corre y se da la vuelta para empezar a roncar. Eso es lo que he visto"
-"¿Y, entonces, todas esas tonterías que me has dicho?".
-"Pues esas tonterías son las que te haría si fuese tu marido, porque creo que tú mereces que te amen y hagan el amor como es debido con más fogosidad”
-“Eso sin contar lo que tú necesitas también…”.
-"Pues la verdad que sí”.
-“Esta mañana, en la ducha, cuando te he visto desnudo y empalmado, por cierto vaya polla que gastas, y cuando has pegado tu polla contra mi culo ya estabas pensando en esto, ¿no?”.
-"Te aseguro que me he masturbado muchas veces pensando en ti..., eso es lo me ha llevado esta mañana a no escóndeme empalmado y restregarla contra tu culo, cuando te he visto desnuda. Estas maciza, me gustas mucho, me pones a mil  desde siempre y me gustaría hacerte todo lo que te contado".
-"¿Estás tonto o qué? Somos hermanos, estoy casada y no debemos hacer eso…"
Mientras mi hermana hablaba yo me había acercado a ella, estaba sudorosa y no precisamente por el calor que hacía, me senté a horcajadas encima de ella, medio tumbándome y le metí las manos por debajo de su camiseta, subiéndolas hasta llegar a sus tetas. Empecé a acariciarlas, mientras mi verga crecía velozmente rozándole su vientre. Le dije que se quitara la camiseta y sin poner impedimento alguno, así lo hizo… todo marchaba bien.
Tenía en mis manos dos espléndidas tetas con unos pezones que me pedían a gritos que los succionara, y así lo hice. Me recosté encima de mi hermana y le estuve sobando y chupando las tetas. Acaricié todo su cuerpo, besándola en la boca, en el cuello, le mordisqueé los glóbulos de las orejas, olí todo su cuerpo. Ella se dejaba hacer mientras bajaba a su entrepierna, le aparte las bragas y olí su coño pasando la lengua por su raja y comprobando que estaba ligeramente húmeda, quizás fruto del relato de mis intenciones para con ella o quizás de mis caricias. Le pasé la mano por la raja del culo y luego tumbé de lado a Teresa, pasando la lengua por sus nalgas y por su ano y, por fin, abrí bien sus piernas y me dispuse a darme un gran banquete. Tenía delante de mí el coño más perfecto que había visto nunca y me lo iba a comer enterito…, porque su dueña tenía muchas ganas que yo de que así lo hiciera. Abrí con mi boca sus labios vaginales en busca de su clítoris y cuando lo encontré lo chupe hasta tenerlo atrapado; en ese mismo instante lo mordí, lo que hizo que se estremeciera y levantara su culo, retirando su vulva de mi rostro, pero pronto cedió.
Le restregué la lengua por todos sus rincones, le ensalivé toda la hermosa raja, llegando hasta su ano. Mientras succionaba despacito su clítoris, le manoseaba los muslos, el culo, la cintura y su barriga. Mi hermana estaba muy húmeda y dilatada, así que le introduje un dedo en la vagina y empecé a moverlo por su interior. Cuando se acostumbró a él, le introduje un segundo dedo y empecé un mete y saca, simulando que la follaba; esto le gustaba. Dejé el clítoris y me concentré en la masturbación. Dejé caer mi saliva y le metí el dedo meñique por su ano. Al principio le costó entrar murmurando... -"¡¡eso NO!!", pero al fin pudo entrar. Eché más saliva y empezó a dilatar. Cuando ya entraba y salía sin dificultad, lo saqué e introduje otro dedo más grueso y busqué la pared vaginal del ano. Ella empezó a retorcerse de gusto con la masturbación, por su rajita y su ano, tres dedos que le entraban hasta el fondo. Movía su culo, con movimientos circulares. Dobló su pierna apoyándola en la cama y así empujar más hacia mí, quería que entraran más, pero eso era ya casi imposible. Ella bajó sus manos, con una me cogió la cabeza y con la otra me arañaba el brazo. Yo subí mi brazo libre y le agarré una teta, apretándole el pezón. En ese momento, mi hermana empezó a balbucear y a gemir explotando en un tremendo orgasmo continuo. Saqué el dedo del ano, pero seguí masturbándola despacito. Cerró sus piernas sobre mi brazo y se ladeó, consiguiendo así una "penetración" más real. Nos mantuvimos en esa postura un rato, hasta que ella dejó de hacer presión con las piernas. Saqué mis dedos llenos de sus flujos y me incorporé, poniéndome a su altura y besándola. Chupé mis dedos y le volví a besar, mientras le acariciaba todo su cuerpo.
Así estuvimos hasta que me incorporé…-"¿A dónde vas?" inquirió.
No le contesté y me puse encima de ella, me senté en su vientre y coloqué mi polla entre sus dos tetas, cogiéndolas con mis manos y juntándolas lo más que pude. Empecé a masturbarme lentamente.
-"Cógelas tú" le dije.
Así me quedaba yo con las manos libres para cogerle las nalgas y apretárselas. Con esa postura hacía yo más fuerza en la masturbación.
-"Me pesas bastante" me dijo "¿Podrías cambiar de posición?".
Me arrodillé en la cama, ladeó su cuerpo, apoyó su cabeza en la almohada y buscó mi húmedo glande, lamiendo esas primeras gotas blanquecinas antes de engullirlo todo en su boca. Llenó su boca de saliva, deslizando sus labios por mi miembro, aprisionándolo de abajo a arriba. En el movimiento hilos y más hilos de saliva caían mojando nuestros cuerpos. Cogí la cabeza de mi hermana con ambas manos y empecé a moverla mientras le clavaba mi nabo. Ya no era ella quién me lo estaba chupando, era yo quien me estaba follando la boca de Tatiana. Los movimientos eran frenéticos y pronto supe que me iba a correr. Agarré fuertemente su pelo, marcando los pasos. Los dedos de las manos de mi hermana se apretaban contra mi culo, clavándose en él y descargué toda mi leche en su garganta. 
Mi hermana empezó a tragársela pero me empujó violentamente, se estaba ahogando y necesitaba respirar. Solté su pelo y le acaricié la nuca, me enseño mi esperma en su lengua y se lo tragó, disfrutando con mi mirada. Ella volvió a meterse mi polla en la boca, chupándola suavemente, sacó la lengua y lamió los restos de semen que había en su mano, me lamió los huevos y me lamió el glande. Mi placer en esos momentos era inmenso. Me tumbé a su lado, besándola y metiéndole la lengua hasta la campanilla. Con mis manos le acariciaba las tetas y en una de ellas descubrí restos de semen, lo tomé en mi boca y lo deposité en la suya con un apasionado beso. Así estuvimos largo rato, acariciándonos y besándonos hasta quedarnos dormidos.
Al día siguiente, mi hermana se fue a trabajar y yo me levanté tarde. Me di una reconfortante ducha. Bajé a la calle a por el pan y pasé por la farmacia, allí compré un lubrificante. Recogí la casa e hice la comida y cuando ella volvió se encontró la mesa puesta. Después de comer, recogimos todo entre los dos. Hasta ese momento no habíamos hecho ningún comentario sobre lo sucedido el día anterior, necesitaba que todo estuviese en normal.
-"Voy a echarme un rato, más tarde me ducharé ahora solo me apetece descansar en mi cama, ¡estoy reventada!" me dijo.
-"¿Así que vas a tirarte todo la tarde durmiendo?"
-"No sé si dormiré, pero por lo menos, descansaré", contestó.
Se fue a su cuarto, bajó la persiana, puso la tele y se tumbó. A media tarde se levantó y fue al cuarto de baño. Oí como abría la ducha. Entré, a mi vez, en el baño, me desnudé y me senté en la taza del inodoro y mientras esperaba a que terminara, veía su silueta a través de la mampara. Cuando vi que terminaba de enjuagarse el pelo, cogí su albornoz y esperé a que saliera.
-"¡¡joder, que susto!! ¿Qué haces aquí?".
-"Te esperaba para darte tu albornoz".
-"Ah, muchas gracias nene… ¿y para eso te has desnudado?". Antes de que se abrochara el albornoz, me acerqué a ella, rodeándola con mis brazos y apretándola contra mí.
-"Me he desnudado para poder sentir mejor tu propia desnudez".
-"No seas tonto, suéltame, vístete y espérame en el salón, tenemos que hablar".
Fui a su habitación a esperarla, pero no me vestí. Entró, me miró y no me dijo nada por no hacerle caso. Se quitó el albornoz sin la menor preocupación y cuando se agachaba a coger unas bragas del cajón de su cómoda, le volví a rodear con mis brazos, acercando mi polla a la raja de su culo.
-"Estate quieto por favor, que parece que te hayan dado cuerda".
-"La cuerda me la estás dando tú, Tere. No te quiero soltar porque ayer nos quedamos a la mitad, hoy tenemos que acabarlo". Hubiera estado bien allí mismo me hiciese una mamada, pero no pareció estar muy de acuerdo con mi desnudez.
-"Ayer NO PASÓ NADA, métetelo en la cabeza y hoy no va a pasar nada tampoco", contestó.
Le acariciaba las tetas mientras le susurraba al oído- "Como ayer no pasó nada, durante tus tres horas de siesta no ha pasado nada y ahora, tampoco va a pasar nada, relájate y déjate hacer".
Su mirada picara me lo decía todo y acto seguido la llevé hacia la cama, le invité a inclinarse, haciendo que su pecho se apoyara en la cama, me agaché y le pasé la lengua por la raja de su culo. Ella se revolvió queriendo sin desearlo con ganas zafarse de mí, pero la sujeté suavemente del brazo y la tumbé boca abajo en la cama.
-"Teresa, si te dejas hacer, lo haremos y gozaremos los dos. Si no te dejas, lo terminaremos por hacer porque lo deseas tanto como yo…”
No tardó un instante en comprenderlo y aceptarlo.
-"Fernando, no está bien lo que hicimos ni lo que quieres hacer, estoy cansada y además, nunca me la han metido por el culo".
-"Relájate Tere, túmbate de lado y arquea ésta pierna".
Mi intención, claro está, era la penetración anal. Para que fuera relajándose, empecé a chuparle sus labios vaginales, mientras le acariciaba con mi mano sus nalgas. Ella se metió la polla en la boca y lamió el glande dándome golpecitos con la punta de la lengua. Cuando la humedad de su chocho ya empezaba a ser patente, eché un chorrito del gel lubrificante que había comprado en la farmacia, en su ano y empecé a pasarle la lengua por la raja del culo. Después le di suaves masajes con el gel, pero sin introducirle, todavía, nada. Volví a echar otro chorrito de gel y friccionaba en los bordes del ano, ahora parecía que empezaba a dilatarse un poquito, así que introduje, como el día anterior el dedo meñique primero. Cuando ya entraba y salía sin dificultad, lo saqué e introduje otro dedo más grueso. Y volví a repetir la operación, eché más gel e introduje dos dedos a la vez. Mi hermana, a veces se removía, incómoda, pero se dejaba hacer sin protestar. Intenté introducir, un poquito, un tercer dedo y mientras lo hacía, le chupaba el clítoris. Me pareció que no le hacía daño, así que pensé que ya podía encularla. La besé en la boca y le dije…
-"Date la vuelta, ponte de rodillas en la cama, pero agachando todo tu cuerpo, hasta que tus tetas se apoyen en el colchón y acércate todo lo que puedas al borde".

Cuando estuvo puesta, le besé y le chupé todo el culo, estando yo de pie en el suelo, me acerqué a ella, puse otra vez gel en su ano y yo me friccioné con él mi polla, le agarré de las caderas y le pasé la punta por la raja del culo, de arriba abajo y de abajo arriba, haciendo una leve presión cada vez que pasaba por la abertura de su ano y cada vez que presionaba, ella se encogía. Y una de esas veces, sin previo aviso introduje mi glande en su orificio. No fue hasta que empujé un poco más que ella se dio cuenta de que ya la estaba penetrando, por lo tanto deduje que no le hacía daño. Se la metía y sacaba despacito, sin llegar hasta el fondo. Saqué mi verga observando su ano dilatado, así que volví a meterlo y empujé hasta que mis huevos chocaron con sus nalgas. Aquí sí que oí un leve quejido. Empecé a bombear mi polla en su culo, sentía como sus paredes se abrían a mi paso y luego volvían a cerrarse, sentía ese pequeño ruido que hacían mis huevos al chocar con sus carnes turgentes. Ella también empezaba a notar gusto, ya que movía su culo como buscando la postura más placentera.
-"¡Ay Fernando, me estas partiendo en dos el culo!", me dijo.
Eché saliva en los dedos de mi mano e intenté llegar con ellos a su chocho, luego intenté llegar a una de sus tetas, pero todo me pillaba un poco lejos y me desconcentré en mi frenético ritmo, así que desistí y volví a coger sus caderas con ambas manos. En poco tiempo yo iba a correrme, así que detuve mis movimientos para metérsela despacio y disfrutar del momento…, oí a Teresa que me murmuraba…
-"Sigue hermanito, sigue, no te pares coño, no te pares, sigue follándome".
Seguí, pero despacio y haciendo grandes esfuerzos para metérsela lo más adentro que podía, hasta que mi cuerpo se electrizó y mi leche salió vigorosamente depositándose dentro de su cuerpo, rezumando por los laterales de mi miembro y cayendo por su vulva. Me mantuve así un rato y cuando mi verga empezó a aflojarse, se lo saqué. Fui al baño, cuando volví al dormitorio, ella se había tumbado, estaba en posición fetal y me miraba satisfecha de haber sido desvirgada analmente. Me tumbé a su lado, acariciando su cuerpo y besándola. Ni siquiera teníamos ganas de cenar. Dormimos hasta el día siguiente, que tuvimos una rutina parecidaella se levantó y se fue a trabajar, pero a la hora en que yo la esperaba para comer, llamó por teléfono diciendo que tenía mucho trabajo y que se iba a quedar a hacer unas horas extras. Cuidé del niño todo el día hasta que ella llegó a casa a la hora de la cena, se duchó y nos metimos en la cama.
-"Fernando, esto no puede seguir así, no es correcto lo que estamos haciendo. Yo estoy disfrutando mucho y he hecho contigo cosas que nunca me hubiera imaginado, pero somos hermanos y no podemos seguir fornicando como lo estamos haciendo". 
Lo decía en tono serio, noté que si cedía la iba a perder, así que me aventuré y le dije…
-"Mira Teresa, sé que nuestra actitud es para muchos inmoral y que nuestra propia familia nos lo echaría en cara, pero somos adultos y queremos que suceda llegando hasta el final.  Hasta ahora, solo hemos jugado con nuestros cuerpos, pero ésta noche vamos a follar de verdad. Mañana es sábado y no tienes que madrugar. Dormirás todo lo que tu cuerpo te reclame y si cuando despiertes, no quieres que volvamos a hacerlo, no lo haremos más".
Me pareció que mi hermana no se quedaba muy convencida, así que sin darle tiempo para pensárselo, empecé a mover mis manos de pulpo por su cuerpo. Mis caricias fueron mano de santo para la fiera de mi niña, su necesidad y la mía se complementaba pasando por encima del incesto inmoral. Forcé con mi lengua su boca para encontrar su propia lengua, metí mi pierna entre sus piernas, empujando sus nalgas con mi mano para acercarme lo máximo a ella y restregando mi dura polla contra su cuerpo. Saqué la lengua de la boca de mi hermana, le empezaba a gustar el intercambio de fluidos. Jugaba con el lóbulo de una de sus orejas mientras le apretaba uno de sus pechos. 
Después, mi boca empezó a recorrer su cuerpo, sus pechos, besé sus pezones, los lamí, los retuve en mis labios, rozándolos con los dientes, mis manos recorrían su cuerpo, sus brazos, su cadera, sus nalgas. Mi hermana empezó a suspirar levemente. Mis labios bajaron por su estómago hasta que llegaron a su monte de Venus y con mis dedos empecé a acariciar su vagina mientras besaba su ya húmedo coñito. Primero con la lengua y luego con los dedos, me abrí paso por sus labios vaginales, pasándole la lengua arriba y abajo. Cogí su clítoris con mi boca y empecé a succionarlo mientras mis dedos no dejaban de acariciar su coño. 
Seguí chupando hasta que se corrió. Mi hermana suspiró. Su cuerpo estaba empapado de sudor y su coño lleno de deliciosos jugos que lentamente fui saboreando. Me tumbó en la cama y sin dilación se apoderó de mi cipote con su boca dándome la gran mamada. Me succionaba queriéndome extraer todo el sabor del que disponía. A cada acometida se la introducía más adentro hasta que mi glande le obturaba la garganta, de seguir así me correría.
La puse sobre la cama y levanté las piernas de mi hermana, apoyando sus rodillas contra sus pechos y le dije que apoyara sus piernas en mis hombros. Cogí mi rabo con la mano y lo restregué por su ano y por la vagina procurando rozar su parte superior con el prepucio cuando la penetré lentamente. Primero fue solo el glande, luego lo saqué y lo volví a introducir todo intentando friccionar lo máximo posible sus labios vaginales. Era una sensación increíble, toda mi polla metida en el coño de mi hermana, aprisionado por aquella vagina caliente. Empecé a moverme, los pelos de mi pubis rozaban con los finos vellos que se había dibujado y mis pelotas como mazas golpeaban su culo en un rico chapoteo. Me movía en círculos, con penetradas hacia adelante y atrás. De repente mi hermana me presionó la cabeza con sus piernas y cogiéndome por las nalgas implementó el ritmo, pidiéndome más fuerza. Yo intentaba sobarle las tetas por debajo de sus rodillas, 
-"más deprisa" le oí susurrar. 
Aumenté el ritmo, mi hermana entornó los ojos, se aferró todavía más a mi culo y empezó a jadear mientras llegaba a su segundo orgasmo.
Me recosté sobre mi espalda con las rodillas flexionadas y le dije a Teresa que se sentara a horcajadas encima de mí, con una pierna a cada lado, mirando hacia mis pies e inclinándose hacia delante sobre los muslos. Luego bajó lentamente su cuerpo y se introdujo mi polla en su vagina…, observé como mi capullo le abría su raja enrojecida y húmeda, tan caliente como mi polla. Empezó a moverse, arriba y abajo, agarrándose a mis piernas, mientras yo le acariciaba sus nalgas e intentaba meterle, bien ensalivado, el dedo gordo de mi mano por su ano. Sin previo aviso, mi hermana tensó con fuerza todos los músculos de su coño. Dejé de moverme, ya que si lo hacía, con lo excitado que estaba, me correría sin remedio en un suspiro. Esperé a que se cansara y relajara los músculos, pero mi hermana jugó muy bien sus cartas. 
Destensó ligeramente los músculos, movió un poco las caderas y apretó de nuevo. Siguió durante un rato actuando de esa manera, se relajaba, se movía y volvía a apretar. Mis sensaciones se multiplicaban y mis gemidos también. No pude contenerme durante mucho más tiempo y llegué a mi propio orgasmo. La eyaculación fue tremenda, con un primer chorro de leche que cubrió la entrada de la matriz de Tatiana, y seguidos varios más que producían el vaciado de mis huevos de una manera tan placentera como nunca sentí. La mantuve cogida de la cintura y no le dejé que se levantara. Sujeta de las caderas siguió moviéndose, hasta que mi polla acabó de inseminar la vagina de mi hermana. Al cabo de unos minutos se levantó y mi polla llena de fluidos vaginales mezclados con semen salió dela gruta del amor.
El resto de los días estuvimos follando por todo los rincones de la casa. Incluso un día nos fuimos a bañar a una cala escondida que ella conocía y lo hicimos a pie de playa, con las olas azotando nuestros culos. Hubo sexo oral, vaginal y anal. En casa íbamos desnudos y, a veces, lo hacíamos en la mesa de la cocina. Nos sobábamos a cada instante. Esa semana fue una auténtica orgía sexual. Ella tenía 30 años, en uno de los momentos más espléndidos de la vida de una mujer, yo tenía 23 años, era joven y fogoso. Cuando retomamos la vida normal nos planteamos dar a nuestra relación un nuevo enfoque. Ella no iba renunciar a su vida con su marido e hijo, pero tampoco deseaba apartarme de su vida, es más me necesitaban en casa, por diferentes razones y yo me sentía a gusto con ellos. Uno de esos días que mi cuñado estaba en casa, me llevaron a comer y a enseñarme los alrededores hasta ese momento todo normal. Mi cuñado se volvía a marchar y en la comida me dijeron…
-"Fernando estoy muy contento con que estés en casa, sé que estás buscando un apartamento, pero tu hermana y yo hemos pensado que no te hace falta. Contigo en casa me siento más tranquilo al saber que hay un hombre capaz de hacer frente a cualquier contratiempo y tú hermana no creo que quiera que te vayas y la dejes sola con el niño, te necesita. Además eres buen jardinero y cuidas de todo mejor de lo que lo haría yo".
Me convenció para quedarme, aunque prácticamente no hubiera hecho falta, ver desnuda a Tatiana era un pensamiento indeleble con más poder de convicción que cualquier palabra de Alberto. Volvió a marcharse por motivos de trabajo, estaría fuera como de costumbre toda la semana y le encargó a mi hermana me llevara a conocer todo aquello. Salimos a comer y por tarde nos volvimos a casa con en el niño cansado, le dimos de cenar y lo acostamos. Cuando volví de acostarlo, Tatiana había puesto música y comencé a bailar en un principio separado de ella, pero más tarde me fui acercando. 
Mi hermana bailaba conmigo tratando de seducirme con su contorneo, como ella sabe bailar, así empezamos a darle alegría al cuerpo. Llevaba un vestido estampado muy vaporoso que le resaltaba el culo haciéndole un estructurado y seductor trasero. Nos acoplamos muy bien, tanto tallar nuestra entrepierna no pude evitar empalmarme. Ella la sintió y continuamos pegados sin decir nada, solo parábamos a descansar y tomábamos unos tragos, para seguir con el “Dirty dancing”. Estábamos demasiado excitados los dos, nuestro lenguaje corporal hablaba por nosotros. En esos momentos se me olvidaba que era mi hermana, en ella solo veía a una mujer tremenda que se acoplaba a mí perfectamente. Comencé a besar su cuello mientras seguíamos bailando pegados como dos amantes que se desean ansiosamente. La agarré el trasero y lapegué más mí. Me correspondía con su sus movimientos sensuales al ritmo de la música, a la vez que entallaba su sexo al mío. Sentía mi polla en su vientre y cómo ella se entrelazaba con sus piernas en las mías, le dije…
-“¿Nos vamos a la habitación ahora que el niño duerme…?”
Ella accedió con un gesto, me indicó el camino y se fue dirección a su cuarto, me sentí un macho…provocado. Me metí en la ducha mientras ella me esperó sobre la cama, salí con la verga erecta bajo mi bóxer y me recosté.
-“Me ha gustado mucho el baile y sentir tu polla dura en mi cuerpo” se sonrió y continuó diciendo. “¿Te ha gustado?”
-“Demasiado, ¿no ves cómo estoy?” Me miró el bulto de la polla y se rio.
-“Anda nene enséñame lo que guardas ahí dentro”. Me bajó los calzoncillos y salto la verga al aire como un muelle. Se sorprendió de lo grande que estaba “Cariño tienes una polla enorme, mucho más grande que mi marido. Me encanta sentirla y como sabe ¡Su olor a macho me pone muy puta! ¡¿Lo sabías?!”


Estaba a mil, mucho más al oír a mi hermana decirme lo que le gustaba mi rabo. En verdad no lo decía en vano porque se recostó a mi lado y comenzó a mamármela, saboreando cada centímetro de mi cipote. Intenté desnudarla pero ante tal mamada me dejé hacer. La sacó un instante y fue ella la que se quitó de un solo gesto el vestido que llevaba, quedándose completamente desnuda. Prosiguió con la felación llenando su boca de polla. Aguantó más de diez minutos arrodillada, lamiendo el glande y el escroto… se metía cada huevo en la boca como si fueran caramelos, chasqueando al soltarlos. Ensalivaba la polla recorriéndola hasta la punta y se la volvía engullir a un ritmo demoledor. Cambió de postura y se subió encima de mí confesándome lo que “le gustaba sentir mis huevos golpeando en su culo”, acomodó su coñito a mi bálano y se dejó caer haciéndome sentir como se abrían sus labios vaginales al paso de mi ariete entre ellos, al tiempo que me susurraba lo puta que le ponía que la follase, poniéndome cada vez más caliente, creía que mi polla iba a estallar de lo dura que empezaba a estar.
La besé metiendo la lengua hasta el paladar, nos chupábamos los labios, dientes y me mamaba la lengua frenéticamente como unos minutos antes lo hacía con mi gordo glande. Nos comimos la boca largamente con mi verga presionando su vagina a fondo ya…mamaba sus pechos deliciosos. Ella se retorcía y gemía una y otra vez hasta que decidí penetrarla sin avisar. Me miró a los ojos adivinando mis intenciones, el lenguaje corporal lo decía todo…, se abrió las piernas y vi cómo me recibía con su coñito entreabierto. Antes de penetrarla me besó en la boca, y mientras la besaba acomodé mi polla en su ranura húmeda y caliente…, la raja se expandió al paso de mi glande y entré en ella de un solo golpe a más de la mitad de mi tallo expandiendo sus paredes y notando como se abrían las carnes del coñito de Teresa. 
Ella tomó la iniciativa y se fue clavando con pequeños vaivenes hasta llegar casi al fondo de su vagina ceñida, demasiado ceñida para una mujer casada que ya había parido. Estaba muy mojada y la verga se deslizó como un torpedo submarino hasta lo profundo de su acogedora vagina. Me comí su grito y su lengua a la vez… fue maravillosa en ese momento. Empecé a darle una y otra vez en un mete saca contagioso, consiguiendo en cada clavada un gemido de ella cada vez más fuerte. Se amarraba a mis hombros y pecho al tiempo que yo la tomaba y acariciaba sus hermosas nalgas ayudando a clavarla.
La giré y levanté sus pies hacia mi pecho consiguiendo que la penetración fuera más profunda. Ella gemía agradecida con finos gritos de vez en cuando. Se agarraba a las sábanas con ambas manos mientras yo observaba la penetración de su coño apretado por sus muslos y mi polla impregnada de jugos blanquecinos que expelía su vagina sobreexcitada. La follaba con tantas ganas que parecía que deseara reventarla durante esos diez minutos. Después la volví a girar y la puse a cuatro patas, se recargo en su pecho y cuello la almohada levantando su trasero lo más que pudo. Agudicé los sentidos ante ese enorme culo, un culo hermoso y perfecto; enfilé mi tranca y entré en ella a saca de nuevo. Empezó a moverse rítmicamente a la par que gemía y gritaba ahogando el sonido en la almohada mientras yo le ensalivaba los pezones y le penetraba mi dedo en su ano. Noté que le gustaba, confiado metí el dedo hasta el fondo y ella agudizó los gemidos casi gritos de placer. 
¡¡Era demasiado para mí ver a esa tremenda hembra despojarse de todo pudor y entregarse al macho!! La saqué y le restregué la polla por la raja del culo provocando su avidez de placer, entonces la enfilé de nuevo a su coño entrando hasta los huevos¡¡Zas!! El sonido del golpeteo de mis pelotas en su vulva nos ponía frenéticos. Ella me sujetaba la pierna cuando aflojaba la metía más hasta que entraba completamente. Mi hermana fuera de sí, me agarró en un gran apretón como el mordisco del cocodrilo y empezó a hiperventilar…, me di cuenta que tenía un enorme orgasmo espectacular por como gemía. No me resistí más y comencé el ataque final con un ritmo enloquecedor dejándome todas mis fuerzas en cada penetración. Totalmente empalada se dejaba hacer cogida del culo y las caderas, no aguanté más descargando toda mi leche en la vagina profunda de Teresa. ¡¡Me fue imposible salir de su coño!! Depositando todo el semen en su interior. A la vista de lo sucedido, la apretujé de sus caderas hacia a mí, no le di oportunidad de que se saliera. Para mi asombro, tampoco lo intentó ella, es más se pegó a mí todo lo que pudo y terminó dejándose caer. Le seguí en su caída quedando encima de mí en tanto mis andanas de lefa atoraban su cérvix con los últimos chorros de mi semilla espesa y fértil.
Cuando recuperamos la respiración nos miramos levemente, y cerramos los ojos descansando del tremendo esfuerzo, no le saqué el cipote de su acogedora vagina hasta que como un pececito salió flácida y agotada. La habitación olía demasiado a sexo, está demás decir lo que pasó después de descansar… sexo y más sexo hasta que no pude más y caí rendido, exhausto. No conocía a la hembra insaciable de Teresa… dormimos juntos esa noche.
Suena el teléfono, era mi hermana, tenía que decirme algo muy importante, habían pasado doce días de la gran follada, necesitaba tenerme en persona. Me dejó muy intrigado, pero en fin, le dije que nos veríamos a la tarde en casa. Cuando llegué le pregunté de qué se trataba, me sirvió  un refresco, comenzó por cosas sin importancia, le costó mucho decírmelo, algo raro por la relación excelente que teníamos como confidentes del otro. Ella trataba de decírmelo, pero algo le impedía, hasta que al fin, me lanzó todo…
-“Mira nene, sabes que yo te quiero mucho y sé que tu a mi también. Lo que te tengo que pedir, es algo muy difícil, y si me dices que no, te comprendería perfectamente. No sé si me apoyaras en esto… Ufff…. La verdad no sé ni cómo decirlo”.
-“Pero mujer, no puede ser tan difícil… tu sabes que tenemos mucha confianza entre los dos, no veo cual es el problema”.
-“Por eso es que me estoy atreviendo a pedirte esto… que es prácticamente una locura. Bueno, ya… sabes que con Alberto me casé hace cinco años, somos un matrimonio feliz… nos llevamos bien, tenemos muy buena situación económica y nos podemos permitir tener otro hijo. Lo estamos intentando todo pero unos análisis arrojaron que Alberto tiene los espermatozoides muy débiles y mi PH es muy fuerte. Sin embargo Tú eres una fuente inagotable de esperma, mucho más joven que él, con un semen más vital, por eso no he puesto impedimentos a nuestras relaciones”.
Conversamos mucho sobre el tema, de cómo Alberto no se daría cuenta, ya que yo soy un poco parecido a él, los dos morenos, delgados y tendría los rasgos de ella…en fin una serie de cosas, pero a las finales mi respuesta fue Sí, en definitiva ya lo habíamos hecho varias veces y algunas a pelo.
-“Es verdad que te has corrido dentro de mí algunas veces, pero quería que supieras que deseaba quedarme preñada y tú eres mi primer candidato ¿Qué te parece?”
-“Me parece perfecto, a quien puedo encontrar mejor que tú para tener mi primer hijo”.
Nos encontramos con la mirada, no hizo falta decir una sola palabra cuando no levantamos y nos fuimos a su dormitorio sin perder mucho más tiempo, ella andaba con unos pantalones jeans cortitos de esos que le quedaba todo el comienzo de sus nalgas al aire. Se veía exquisita… Se acostó en la cama y se sacó esos pantaloncitos. Quedó con una bragas muy chicas, con encajes, de color blanco casi era un tanga… realmente estaba exquisita. Hacía tiempo que no la veía en ropa interior y sabiendo lo que me esperaba, mi verga se despertó al 100%. Me pido que me bajara los pantalones y que me subiera sobre ella. Sin quitarse las bragas las apartó hacia un lado, mostrando su vagina completamente depilada y rosadita. La raja del coño brillaba por los fluidos y los pezones estaban duros, mi hermana estaba muy excitada y en su día fértil ¡Todo un coctel molotov! 
Me bajé los calzoncillos y dejé al aire mi tremenda verga que de lo empalmada que estaba apuntaba a sus ojos…, se acercó y se la zampó de una sola acometida, me la mamó como solo ella sabe. Me masajeaba los cojones y cuando se liberaba la boca me calentaba con sus alusiones a mi fabulosa polla de sabor incomparable. Cuando la vio suficientemente dura y enardecida, se recostó. Me coloqué entre sus piernas que separé un poco más e inclinándome le acerqué mi rabo a su entrepierna, ella la asió con firmeza y se colocó en la entrada de su raja… lentamente la fui penetrando. Me decía que mi verga era mucho más grande que la de Alberto, así que se la metiera muy despacio. Lentamente la fui incrustando en su estrecho estuche, hasta que se la metí a fondo
-“¡¡Métemela bien dentro, nene… que no queda nada fuera!! Necesito tu polla y tus huevos enteros para mí”
Mi hermana con sus ojos cerrados, me hicieron comprender que ella lo estaba disfrutando y lo necesitaba de verdad….Comencé lentamente a follarla, con la mirada me lo decía todo. Ella con su mano apoyada en mi brazo sujetándome y la otra masturbándose, al tiempo que yo sobre ella iba penetrándola lentamente en vaivenes cadenciosos, disfrutando al máximo cada momento, de cada roce de sus pliegues vaginales en mi sensible glande.
Yo estaba tan caliente que con solo dos minutos podría haber acabado, más la sensación era tan rica, que me contuve penetrándola un largo rato parando y arrancando con contundencia hasta embutir la misma raíz de mi falo. Ella no se pudo contener más sus ganas y suavemente comenzó a gemir…. Siempre me había preguntado que se sentiría penetrando la vagina de mi hermana Tatiana, y ahora los estoy percibiendo…. Es una sensación de aceptación de la mujer hacia mí, hacia mi cuerpo, pues ella es la que me recibe y eso anímicamente es muy agradable,  el hecho que ella desee que yo esté dentro de ella. Es acariciarla por dentro, es cuando las caricias, los besos, son insuficientes y deseo acariciarla de manera más profundamente, en lo más delicado e íntimo de su cuerpo, es cumplir la fantasía de obtener el regalo de su intimidad dándote permiso para estar en su paraíso. Siento como mi duro cipote va abriendo las paredes vaginales y es una sensación deliciosa que se eleva a la enésima potencia en mi sensible glande. 
Se siente el interior de la mujer, sus movimientos, su humedad, su firmeza y suavidad. Siento como mi verga es acariciada completamente sin dejar ningún pedacito sin estimulación, por arriba, abajo, los lados y el frente del mi ariete. Se siente la presión de las paredes vaginales y sus contracciones succionando todo el tallo haciéndolo suyo mientras perforo lo más apreciado de su cuerpo… su útero. Eso combinado con el sonido que produce el entrar y salir debido a la humedad vaginal, y su calor corporal es una sensación primorosa. La incrusto fuerte pegando los huevos a su rasurada vulva y en esas ocasiones llego a sentir algo duro en el fondo de la vagina, imagino es el cuello del útero, el mismo cérvix.
La follada es tremenda, sensual y muy armoniosa, deleitándome con sus sonidos quejosos, susurrantes… el olor a hembra y sexo compuesto de feromonas y testosterona de mis genitales ambientan la lascivia y enervan mis ganas de poseerla un poco más. Pasaron como 15 minutos… tratando de controlarme para no correrme. Ella gemía suavemente, casi en silencio, sin apresurarme. Todo era suave, con amor, con delicadeza. Nunca había tenido sexo de esa manera. Las primeras veces fue arrebatadora y con otras mujeres llegaba a ser brusco, con poses y fuertes gemidos, pero con mi hermana era completamente distinto. Podría haber estado así mucho más tiempo. De lo que me provocaba su cuerpo y sus gemidos suaves, por tener a una hembra como mi hermana a merced del placer de mí polla no podía tener más que un resultado… la espectacular corrida que tuve. Mis órganos genitales alcanzaron el clímax y acelero las acometidas… una tras otra más rápidas, más categóricas y profundas. Ya dentro paro de sopetón y comienza a eyacular mi polla en chorros incontenibles de semen en su interior más hondo. 
La clavé hasta el fondo, llegando con el glande a su barriga y aplastando los huevos en su coño. Los mantuve hasta que se produjo la descarga total de esperma. Los chorretones de lefa se concatenaron uno tras otro sin remisión, mis cojones se hallaban muy bien abastecidos de días sin eyacular y ahora tocaba hacerlo dentro de mi hermana…. Me abrazó muy fuerte moviendo en círculos su cadera con la polla en lo más profundo de su vagina, ayudando a que disfrutara al máximo esa follada tan excitante y acogedora. Al cabo de un minuto Tatiana quedó inseminada, muy bien inseminada y la saqué de su intimidad quedando a su lado unos minutos acariciándola y besándola. Ninguno de los dos se atrevía a decir nada. Fue ella la que se levantó, diciendo que estaba muerta de sed y que iría a la cocina. Se colocó bien las bragas y se marchó contorneado su figura tan sexy, más aun sabiendo que dentro de su coñito millones de “fernandinos” se agolpaban queriendo fecundarla para hacerle una panza bien grande. Me levanté tras ella al baño y volvimos ambos a la cama. Cuando llegó mi hermana, nos besamos por cómo había salido el polvo de bien, me susurro…
-“Cariño me has follado divinamente, me ha encantado como me lo has hecho. Han sido maravillosos los tiempos y las formas…. Ahora estoy muy llena de ti, me has copado todo el útero con la ingente cantidad de semen.”
Se acostó con el culo elevado en la almohada para que el esperma no saliera de su vagina y encontrara el camino a su útero. Cuando no estaba su marido hacíamos una vida de casados como si fuéramos esposos de puertas a dentro y cuando estaba Alberto, nos comportábamos como los hermanos que somos asumiendo nuestro papel. Ella andaba por casa semi-desnuda sin ningún pudor cuando llegué al lavadero con la ropa sucia ella se encontraba allí seleccionando la colada. Pusimos una lavadora y al igual que el día anterior, nos tomamos unas cervezas y nos fuimos a echar una siesta en su amplia cama. Al llegar se quitó las bragas quedando desnuda…,nos acostamos uno al lado del otro. Sus manos comenzaron a tocarme mi falo y gónadas suavemente, haciendo alusión al tamaño de mi miembro, en relación al de su marido nuevamente, sabía que esas palabras elevaban mi moral y me ponían cachondo. Este fue creciendo hasta salirse de mi slip y mostrar la cabeza, por la parte superior. Sus cariños continuaron y me sugirió queme la sacara. 
Completamente desnudo a su lado, sus caricias aumentaron, acariciándome las bolas, tomándolas con su delicada mano entre sus dedos… se engulló el cipote cogiéndome de los huevos mirándome a los ojos queriendo ver mi reacción a su mamada. Me conocía tanto como a su esposo, lo tenía todo calculado porque ella sabía los requisitos para extraer de mí el  máximo…la hora de la siesta después de comer es cuando mayor actividad sexual puedo desarrollar. La mamada previa a la penetración me predispone a darlo todo. Sus palabras calientes con voz de gatita me enloquecen y su vagina depilada de niña impúber con olor a Lavanda, todo ello era el coctel que disparaban mis hormonas, sin contar los masajes testiculares mientras la follaba. Tenía claro cómo sacar todo el partido del macho que llevo dentro.
Con las manos en los costados trajinaba su top, a los pocos segundos ya no lo tenía puesto dejando que sus pesadas y grandes tetas levitaran desafiando a la gravedad compensando ambos lados de su cuerpo…con la cabeza y sus manos me instó a que se las tocara, mientras ella asió mi verga que tomó con su manita y la colocó en la entrada de su depilada vagina. Poco a poco fue entrando hasta que la tuvo completamente adentro. Comenzamos a movernos. Parecía que quería decirme algo, pero no se atrevía, solo dijo
-“¡Fóllame como solo tú sabes follarme!”





Era demencial ver sus tetas muy blancas con grandes areolas que resaltaban más aún en ese cuerpo, como dos globos de agua pesados, que se movían con los embates que le daba, ya había cogido ritmo y ella ayudaba con sus caderas, los dos estábamos a punto de corrernos…. Sus movimientos se hicieron cada vez más intensos y comenzó a gemir suavemente hiperventilando. Sus ojos cerrados, me permitían verla sin ningún tapujo. Su cuerpo era sensacional, rellenito con todas sus curvas perfectas… ¡cómo estaba disfrutando ese momento! Tímidamente le puse mis manos sobre sus piernas y lentamente fui avanzando hasta colocarla sobre sus nalgas. Sin hablar nada las acariciaba suavemente, eran perfectas, muy suaves, redonditas, exquisitas. La visión de su coño depilado, su estrecha cintura y sus tetas, eran un deleite. Sus gemidos aumentaron y noté que estaba muy excitada, más aún, estaba llegando a tener un orgasmo. Con la boca formando una “O” hiperventilaba. 

La sujeté con fuerza y comencé a moverme, llegando a levantarla, apretando cada vez más de su culo. Con sus manos apoyadas sobre mi vientre, comenzó a moverse muy rápido en una clara señal que estaba corriéndose convulsionando entre esténtores. Al mismo tiempo en que yo, llenaba su útero con mi leche caliente. Aún después de haber acabado, nos movíamos lentamente disfrutando de la sensación de estar unidos por nuestros sexos en un acoplamiento perfecto. Se corría agarrándose de las tetas… las apretó estrujando sus pezones hasta tener que dolerle, mi corrida vino como un geiser, estallé sin poder contenerme ¡Eso sí era el placer que se siente cuando se folla! Me iba a hacer un adicto a correrme dentro de mi hermana.

Me había corrido, pero yo era un chaval de 24 años, eso tenía que estar en sus pensamientos, porque en ningún momento me hizo señas de parar por cansancio. Ella no lo estaba ni yo tampoco, ni se me había bajado lo más mínimo la erección de caballo que tenía… dentro de ella la seguía teniendo dura como un fierro, y cuanto más la metía más dura se me ponía. Agarré sus tetas, las apreté con fiereza…debía dolerle que apretara así esos pezones, pero más que dolor la enardecía parecía renacer dejando escapar leves susurros de complacencia…. Me hizo salir de su interior para sentarme, y en un visto y no visto la tenía sentada sobre mi polla a horcajadas. No pasaron más de quince minutos y nuevamente se montó sobre mí y comenzamos a follar, lentamente. 

Esta vez sus ojos no se cerraron y me miraba, moviéndose rítmicamente sobre mi verga….Ahora solo veía sus tetas moverse como dos campanas chocando en el centro con sus pezones describiendo círculos en el aire,¡¡Era una pasada!!Me llevé por fin una de esas ubres a la boca, gimió dejándome hacer… le estaba mordiendo esos pezones como queriendo arrancarlos, ella seguía moviendo sus caderas, encima de mí polla, sus palabras eran entrecortadas, parecía gustarle como se la estaba follando su hermanito. Volvió a correrse y por fin dejó de moverse. Se mantenía con los ojos cerrados y hablando en susurros. Sentía todo el interior de su coñito con vida propia al sentir como me succionaba el badajo entero.
-“Hermanito… Debo reconocer, que tienes una polla con unos huevazos que mi vuelven loca”.
-“Lo mismo digo nena… eres increíblemente hermosa y sexy”
Con los pechos desnudos disfrutaba de un panorama idílico, unas tetas perfectas, blancas y con unos exquisitos pezones rosados…
-“¿Te gustan?”
-“¡Son perfectas hermanita!”
-“¡Acaríciamelas!” 
Suavemente mis manos comenzaron a acariciar esos hermosos pechos, jugando con mis dedos por sus pezones. 
-Me gusta sentir tus manos acariciándome”.
-Realmente Alberto tiene mucha suerte de tener una mujer como tú, por esposa”.
-“¿Lo crees? Él no está muy convencido de eso”
-“Eres preciosa y exquisita… tu marido es un estúpido al no desearte como yo”.
-“¡Bésame los pechos!”
Me doblé un poco ofreciéndome sus pechos sobre mi boca. Comienzo a chuparlos suavemente, pero ella me pide que lo haga más fuerte. Tomo esas tetas entre mis manos y se las comienzo a chupar fuertemente, haciendo que gimiera ya sin tratar de esconderlo.
-“Te confieso que me tienes muy caliente…”
-“¿Si? tú a mi igual”.
-“Noto cada centímetro de tu verga dentro mí. ¡¡¡Mmmmmmmmasí¡¡¡,se la enterraba hasta el fondo. Ahhhh sí… hazlo de nuevo… ahhhhhhh que buena la tienes hermanito. Me gusta mucho estar contigo así… ¡¡Ahhhhhh fóllame como si no fuera tu hermana!! Hazme tuya… piensa que soy otra mujer”.
-“No quiero pensar eso… quiero follarme a mi hermana… No hay ninguna mujer que me caliente más que tú… ¡¡Ahhhhhhhh!! Quiero follarme a mi Teresa…”
-“Síiii… sigue métemela bien dentro y préñame. ¡¡Llena el coño de tu hermana con tu leche y PRÉÑASELO!!
Nos costó despegarnos, se colocó de rodillas sobre la cama en pompa, no era la primera vez que veía ese culo pero me sublimaba contemplarlo…, me dijo algo que volví a entender. Quería que le chupara el coño desde atrás….Era un pasote, me iba a hacer un adicto a mamar coños y culos. Tenía el coño abierto, podía ver el interior sonrosado, un hilo transparente de flujo caía sobre las sábanas. Me lo llevé todo a la boca, chupé sacando la lengua como si fuera un helado de crema. 
El caldo que salía de su interior se quedaba pegado a mí lengua y tenía que tragar para poder seguir chupando. Me empujó con el cuerpo y movió el culo, hablaba doblando la cabeza, me hablaba casi en un susurro, no la entendía, llevó su mano derecha a su nalga derecha y tiró de ella abriendo ese canal, mi polla palpitó con fuerza, estaba viendo la canal de su culo abierto, las nalgas de Tatiana tienen dos pecas que solo sabe que existen quien ha lamido su coñito desde atrás. En cuanto soltó sus nalgas, las abrí con mis manos, ella giró la cabeza y rio moviendo el culo, volvió a hablar, sacando la lengua y moviéndola como si estuviera chupando. La entendí perfectamente, quería que chupara ese agujero. Fue instintivo, me arrodillé detrás de ella, y acerqué con decisión mí cara a esa raja.
Pasé la lengua lamiendo su anito cerrado cual si fuera de un helado derritiéndose, ella bufó, sentí como su esfínter palpitaba. Relamí su agujero, me sacié con él, había conseguido meter incluso punta de mi lengua en ese botón y sentía mí polla más dura que nunca. Estuve más de 10 minutos chupando ese agujero combinado con su preciosa raja vaginal babeante, conseguí meter dos dedos en su interior, se lo dilataba y al soltar se cerraba de inmediato, dándome la idea que era un coño joven de respuesta rápida…. Ya solo quedaba meter mi polla en ese coñito de la Gloria. Me coloqué de rodillas detrás de ella y sin dejar de abrir sus nalgas con mis manos, a tientas busqué con mí capullo esa raja manejando la cadera, empujé y entró… mi capullo se había colado sin ofrecer ninguna resistencia, dentro estaba muy caliente y húmedo, sin duda el mejor de los coños que me había follado nunca. Pensé que me corría sin siquiera haber metido la mitad de tallo… fue ella quien espoleó. Empujó su cuerpo y mi polla se coló hasta los huevos en ese coño hambriento. Sí antes estaba caliente, ahora quemaba, palpitaba, sentía las paredes vaginales enérgicas presionando mi bálano y todo el tronco de mi polla.
Notaba como su interior se expandía abriéndose y cerrándose en la base de mi verga. No quería sacarla, estaba muy a gusto con mi estoque dentro de su cuerpo…parecía una funda hecha a medida. Ni siquiera sentía que me fuera a bajar la erección después de más de veinte minutos jodiendo a cuatro patas, arrodillados detrás de ella, su estatura era ideal para empalarla como mi gran polla desproporcionada en comparación a su culito. La tome de su estrecha cintura y me pareció que me la estaba poniendo encima de mi verga. Le di duro bastante rato…Luego se colocó de frente y yo sobre ella… luego de lado, yo detrás de su espalda y ella levantando una pierna por sobre las mías, dejando su depilada vagina completamente expuesta. Sus movimientos eran salvajes, se doblaba completamente a un ritmo ideal. Éramos solo dos amantes follando con ganas, ganas de sexo, ganas de sentir y entregarse completamente al otro. 
La tomé de sus piernas y le hice que se montara sobre mi cara. Comencé a chupar su coñito fuertemente, mientras ella gritaba de placer…, se dio la vuelta, e hicimos un 69 espectacular. Su boca se llenaba con mi verga, chapándome las bolas, sacándola y rozándola con sus mejillas. No me cansaba de chuparle las tetas una y otra vez, hasta que terminó sentándose sobre mí, pero mirando hacia mis pies. Su perfecto culo quedó ante mis ojos y casi en cuclillas comenzó a moverse de una manera salvaje, viendo como su vagina se engullía me cipote de igual manera que se la había tragado su boca, logrando su orgasmo. No tardaría mucho en llegar el mío con un tremendo bufido dejé salir todo el aire a la misma vez que mi huevos dejaban escapar el esperma que inundaba la vagina de mi hermana.
Aguantó unos minutos con mi verga en el fondo de su intimidad a fin de consolidar la descarga completa de semen, para ello se acostó sobre mí, abrazados y desnudos saboreando nuestros cuerpos sudorosos. Nunca hubo un beso más placentero que los que nos dimos tan pegados, compartiendo cada fluido que nos brotaba de nuestro interior… Follábamos a lo salvaje, como el cuerpo nos pedía, sin disimular nada, ella lo quería y yo también. Los tres días siguientes antes de que llegase mi cuñado, pasamos todas las tardes en su cama follando como animales, descargando incesantes ráfagas de esperma…mi hermana Teresa quedó bien inseminada, pero  nunca le parecía suficiente, uno de esos días salimos mi hermana y yo con el niño y de camino a casa me empezó a sobar la polla.
-“Sabes hace mucho tiempo que no me follan en el asiento de un coche”.
-“Pero el niño está con nosotros”.
-“Sí pero está dormido, no se enterará y prometo no gritar”.
-“¿Seguro que quieres que te folle aquí? Una vez empecemos no pararé hasta llenarte el coño de leche”.
Ella no dijo nada, dando por entendido que Sí. Aparqué entre dos árboles donde nadie nos podía ver y al tener la casa en las afueras nadie pasaría por allí a esa hora.
-¿Teresa quieres que nos vayamos a casa o quieres que empecemos?”
-“¡Calla y FÓLLAME ya!”
Lentamente puse mi mano en su pierna, toqué su muslo para finalmente y por encima del vestido su raja…, ella seguía sin moverse con lo que me arriesgué a más, cogí su mano la puse encima de mi pantalón y le dije…
-¿Vamos hermanita, no querías esto…?”
Me bajé los pantalones y mi polla salto como un muelle. Mi hermana me miró a los ojos con cara de lujuria y se capuzó entre mis piernas. Empezó a comerme la polla, saboreaba cada centímetro de ella, era espectacular como la lamía desde el capullo hasta los huevos…la detuve por miedo a correrme, la levanté y besé. Metí la lengua hasta fondo de su garganta. La fui desnudando bajando su vestido negro y ante mi aparecieron su enormes tetas con dos pezones marrones grandiosos que devoré al instante, ella me agarró la cabeza y dijo…
-“Vamos Cariño, cómete mis tetas, me encanta, pero quiero que me folles ya por favor…”
Se remangó el vestido hasta la cintura y se bajó las bragas… se subió encima de mí, para acto seguido coger mi polla, llevarla hasta su húmedo coño y empezar a cabalgar como una amazona al galope, y comencé a dar estocadas contundentes cada vez que baja hundiendo más mi falo en su coño tragón, estamos muy bien sincronizados a los pocos segundos…
-“Así hermanito fóllame, fóllame, dame más, cómete mis tetas mientras me follas, chúpame los pezones… Si hermanito fóllame, ¡Cómo me hacías falta!, mmm... qué bien follas cabrón, sigue, sigue, sigue por Dios...me corro mi amor me corro, dios que gusto… mmmm”
Seguí clavando a la hembra que me pedía más. -“Si yo también me corro, me voy a correr dentro de tu coño y te voy a preñar…”
-“Sí, sí…mmm… que bien me follas mi vida…”
Mi leche entró como un surtidor en su preciosa vagina. De las ganas que tenías acabamos en cinco minutos. Nos besamos de nuevo agotados por la gran follada que no habíamos dado, mi hermana me abrazó para acto seguido volver a su asiento y empezar a vestirse…no sé por qué pero mi polla aún quería más guerra. Con tan solo el roce de sus dedos se me puso dura, la agarré y le dije…
-¿Dónde vas cariño?, mis huevos aún no están agotados ¿No te gustaría secarlos? Quiero más...”
Recosté su asiento y me tiré encima de ella para volver a comerle los pezones...le di la vuelta y ante mí quedó ese culo que quería desde niño, le di una palmada… 
-“Necesito vaciar toda mi leche en tu vagina”.
Se la metí de un solo golpe… ella emitió un grito que creo que hasta mi cuñado nos escuchó pero cuando llevaba un rato bombeando ese coño…
-“¿Te gusta verdad…?”
-“Vamos hermanito termíname, no me dejes así por favor, follameeee joder… ¡Hazme una barriga bien gorda!”. 
Entonces ella levantó su culo y empezó a follarse mi polla con su coño…
-“Vamos mi amor colabora y dame fuerte...”
Acto seguido la agarre de las caderas y la follé durante unos minutos como si la estuviese matando a polvazos, hasta que me corrí en un orgasmo tremendo. La corrida se despachó en tres buenos chorros de leche, que deposité en la entrada de su matriz para que los espermatozoides pudieran conquistar fácilmente el útero. Luego me quité de encima y se estiró el vestido remangado en la cintura…cubriéndose las tetas y el culo, se puso una compresa para que el fluido no manchara más de lo debido, nos dimos un beso y miramos al niño que dormía como un ángel. Esa noche dormimos juntos hasta el amanecer…¡Cuánto me relaja su olor a mujer después de haberle echado un polvo!

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La actitud madura de Fernando me tenía desconcertada, no podía creer que un hombre fuera capaz de compartir su hembra con otro macho, a pesar de ser mi esposo. Su capacidad dual, rozaba la polaridad comportándose como mi querido hermano en presencia de Alberto y como mi infalible amante en nuestra intimidad. Sé que se comía sus celos por mi felicidad y por eso se lo agradecía, ese comportamiento me hacía muy feliz y se lo demostraba en cada polvo, mamada o en aquello que compartiéramos juntos en casa, ya sea carnal o tarea doméstica. Mi hermano y yo nos compenetramos en estos cuatro meses, mucho mejor que mi esposo y yo en los cinco años que vivíamos en matrimonio. Con Fernando todo parecía fácil… hacer la comida, una tarta, cambiar al niño o ducharlo, compaginar el trabajo con sus estudios y las tareas del hogar, o hacer el amor. Todo resultaba infinitamente más llevadero con mi amante hermano. Cuidaba de mí y de mi pequeño, del jardín y de la problemática de la urbanización…, desde que Fernando se encarga de las tareas del hombre y otras de casa mi vida es más sencilla. No sé que voy a hacer cuando decida a marcharse, ¡¿Con qué lo podré retenerle junto a mí?! No tengo la menor idea, pero lo necesito dentro y fuera de mí, literalmente. Nuestros encuentros carnales los marcaba mi calendario hormonal con o sin Alberto en casa.

Todo empezó cuando mi esposo y yo siempre discutíamos porque no quedaba embarazada del segundo hijo, a pesar de que follábamos bastante cuando se encontraba en casa, pero quizás no lo suficiente. Hasta que un día fui con mi esposo a ver cuál era el problema. Yo estaba bien, con un pequeño exceso de acidez en el flujo, pero mi esposo era quien tenía el problema grave, con un esperma débil. Alberto salía mucho de viaje, pero tuve la suerte de que mi hermano pequeño, Fernando, llegó para realizar un máster y hacerme compañía. ¡Además estaba sólo sin novia! Es un muchacho atractivo y potente, de las que muchas mujeres se lo rifarían, se veía bien, pero yo estaba destrozada por que no sabía cómo darle la noticia a mi esposo. Mi hermano notó enseguida que me pasaba algo, me vio triste y se acercó a mis sentimientos de forma sencilla y abierta. Como le tengo confianza, le conté para desahogarme, lo que guardaba desde hacía semanas…
-“Tranquila todo tiene solución” me dijo charlamos un buen rato. 
Me acariciaba la cara, los brazos y me abrazaba empatizando con mis emociones. Que un hombre sepa escuchar a una mujer nos pone muy cachondas y muy pocos hombres me sabrían atender como lo hacía Fernando. Mi vagina estaba empapada respondiendo a sus atenciones. Me  tranquilizó y seguimos con los arrumacos, pero yo ya estaba lista para la fecundación. Su flamante verga es rígida como el acero, sin importarme que Alberto no estuviera de viaje de negocios, no podía desperdiciar mis días fértiles y lo potente de Fernando. Le bajé la bragueta y extraje su verga dejando fuera también las pelotas redondas y apretadas. Aparté a un lado las bragas y me posicioné sobre su polla, le empecé a cabalgar y mi sensibilidad y sus protuberancias venosas que jalonan su tranca, me llevaron a que  me corriera en cinco minutos con sentones aplastando sus grandes pelotas. Él, igual estaba a punto y me dio la vuelta recostándome boca abajo mientras yo le decía…
-“¡Fóllame… hazme un hijo! ¡PRÉÑAME!”
Deseaba sentir como su semen entraba en mí. Las hinchadas venas que marcaban su polla se sentían mejor que las de mi consolador…, me hizo tener otro orgasmo porque esas rugosidades se notaban muy bien, eran un fuerte masaje en las paredes de mi vagina frotando con los pliegues internos. Contando con su capullo duro y gordo que topaba hasta el fondo. De tanto sentirlo me provocaron otro orgasmo. El falo de Fernando era mejor que esos condones con bolitas por fuera. Estuvimos bastante tiempo en comparación con los polvos a los que Alberto me tenía acostumbrada. Gozaba como una perra quitándome el estrés de todos esos días. En su mete saca frenético recordé que estaba en mi días más fértiles…
–“¡Por favor no pares y LLÉNAME de vida!”
Pude notar de lo sensible que estaba, el chorro de semen que brotó de su polla desde esos colosales huevos que fabricaron la leche que me fertilizaría sin remisión. Me la clavé hasta el fondo no quería desperdiciar ni una sola gota de su preciado semen. Todo fue rápido y salvajemente violento, así nos lo pedía el cuerpo en ese momento…, nos quedamos agotados y felices. Desde mi confesión y ese primer polvo, todo ha transcurrido siempre con normalidad gracias a Fernando, con él puedo gozar de tener dos esposos. Una noche fui a ducharme antes de acostarme, nunca echamos el pestillo porque somos familia, y justo cuando estaba dentro Fernando entró. La mampara es transparente así que se ve todo a través de ella.
-“Hola, nene”, le saludé. “¿Te queda mucho? Yo también me voy a dar una ducha”.
-“Me estoy enjabonando. Termino en cinco minutos”.
-“Vale, yo me voy desnudando mientras…”
Hacía tiempo que no me desnudaba ante mi hermano (Alberto llevaba 20 días en casa). Fernando posee un cuerpo escandaloso, una tentación para el pecado y ese día me apetecía que me follara…, no pude contener mis impulsos. Abrí la mampara y me metí dentro.
-“Anda cariño, enjabóname la espalda ya que estás aquí”.
Le di la espalda y se puso a frotármela con la esponja.
- “ Dame también en el culo, por favor”, se lo pedí mientras se lo ofrecía.
Sin darme cuenta su polla se había puesto tremenda. Se le veía apurado, con esa erección y mi marido en casa. Estaba muy excitado con ese cuerpo tan sensual de su hermana ofrecido a merced de sus instintos… con unas tetas maravillosas, un coño depilado con los labios abiertos mostrando impúdicamente el clítoris, un vientre liso, una cintura estrecha, unas caderas exuberantes, un culo respingón y unas piernas largas, delgadas y sedosas. Me frotaba el trasero y me abrí un poco de piernas para que llegara a mi chocho. Su frotis me pareció  muy agradarle.

-“La esponja está áspera, mi vida, ¿por qué no me frotas con tu mano?”
-“Tati te froto con mi mano y con lo que tú quieras”, me respondió bastante excitado.



Cuando me acariciaba el culo, le abría más de piernas y me inclinaba hacia delante. Le estaba ofreciendo descaradamente mis agujeros, su polla lo sabía, por eso estaba dura. Su mano entraba en mi vagina pasando por mi raja del culo, mientras me provocaba pequeños gemidos de gusto. Como el que no quiere la cosa me introdujo un dedo en mi orificio anal. ¡¡Me gustó tanto que me retorcía!! Luego deslizaba la mano a la vulva para masturbarme, cogiéndole yo el relevo. Ninguno de los dos decíamos nada, era como si nada pasara y todo fuera normal. Sucedió tan rápido que no nos dio tiempo a pensar. Antes de que nos diéramos cuenta le agarré la verga y la atraje hacia mi culito. Él solo tuvo que empujar un poco. Gracias al gel su rabo entró fácilmente y folló el culo con frenesí. Los jadeos eran cada vez más intensos, no pensábamos que pudiesen escucharnos. Cuando estaba con la verga a punto de reventar, le pedí excitadísima… 
-“¡Sácala, sácala!”
Mi hermano pensaba que se había acabado, que quería terminar con aquello, pero lo que deseaba era terminar de follar en otra posición.
-“¡Métemela por delante! ¡Quiero que me folles por el coño!” 
La sacó del culo y me la enchufó en la raja vaginal abriéndome los labios. Cara con cara, lo que aprovechamos para chuparnos la boca y mamarnos las lenguas. La contemplación de aquel cuerpo prohibido me excitaba mogollón, el incesto con Fernando me ponía muy puta. Al cabo de unos minutos no pudo retener más la eyaculación y su verga reventó en una explosión de leche bestial dentro de mí. Mi amado hermano no reaccionó a tiempo y no fue capaz sacarla para correrse fuera… a mí no me importó, no pensaba follar con Alberto. Nos abrazamos y besamos mientras duraban las convulsiones de su polla expulsando esperma, después la mantuve dentro un rato más. Nos terminamos de duchar y nos secamos. Como hacía calor nos fuimos desnudos para nuestras respectivas habitaciones. Yo entré en la mía donde me esperaba mi marido durmiendo como un bendito cerril y él a la suya con sus testículos descargados de leche.

Al cabo de cuatro meses de recibir mis dosis de semen, el “predictor” me indicaba la preñez. Deseaba aquella barriga tanto como seguir fornicando con mi hermano por eso no les dije nada pasados dos meses…, he de confesar que no quería abstenerme de los polvos de Fernando, temía que dejara de follarme con su ímpetu para no malograr la fecundación. El bebé pasaría como hija de Alberto, a sabiendas que la semilla que me fecundó es de Fernando ¡El único de los dos capaz de preñarme! Con mi hermano en casa nació Úrsula, como mi madre. Terminó su máster y Alberto le encontró un buen puesto cerca de casa. Durante cuatro años vivió con nosotros, cuidaba de nosotros y me follaba intensivamente. Mi entrega a mi marido y una chica holandesa fabulosa nos separó definitivamente, se marchó de casa y yo lloré en soledad su ausencia, ¡¡ME HACÍA TANTA FALTA!!

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