Todos los Relatos están Inspirados en Vidas Reales...

UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

¡Quien te quita los ardores a los 40! 2ª Parte




Capítulo 3. El Regalo.

Después de aquel día en el que la puta que llevo dentro, decidió apoderarse de mí. Las cosas entre los chicos y yo, cambiaron radicalmente. Ya que mientras estábamos en compañía de alguien cercano o extraño, éramos toda propiedad. Pero cuando nos encontrábamos solos, no parábamos de insinuarnos sexualmente.

Hasta ese día, no se habían dado las cosas para repetir una noche de sexo en grupo. Y con Adrián, solo sesiones de sexo oral y duchas juntos. Hasta que un jueves por la noche, previo a un fin de semana largo, Adrián llegó del entrenamiento solo y mal humorado. Cosa que me pareció extraño, ya que por lo regular llega con sus amigos y pasaban la tarde en casa o en la clínica, por lo que pregunté intrigada.

– ¿Cariño, te pasa algo, estás enojado con Alex o Roberto?

– No mamá, respondió seco.

– ¿Entonces por qué no habéis llegado juntos? Proseguí

– Pues, porque… mmm. Se van de fin de semana con sus madres y familia, respondió incómodo.

– ¿Y estás molesto que no te invitaran? O ¿Por qué el mal humor? Pregunté ingenua.

– No, mamá… No entiendes, se van a pasar el fin de semana largo mis dos amigos con sus madres y Teresa… van estar solos todo el tiempo follando sin parar hasta que el cuerpo diga basta. Respondió. – Ellos si se lo montan bien… ¡Joder no paran de follar!

Ahí comprendí…, mientras sus amigos estarían dándoles su merecido a sus respectivas madres y hermana. El tendría que estar trabajando en la clínica con su madre. Eso me llevo a tomar una decisión…, tendríamos vacaciones ese fin de semana, también nosotros. Me acerque a él, para compartirle mi idea.

– ¡Mi rey! Sé que debes estar molesto, porque tus amigos van a tener sexo con sus madres, o quien sea que estén con ellos, y tú aquí trabajando, por lo que tengo un regalo para ti…

La cara de Adrián, cambió radicalmente, me miro extrañado y respondió.

–  ¿Qué es mamá?

Guarde silencio un momento, mirando fijamente a mi hijo.

– ¡Yo…! Y más bien lo único que me queda para darte… ¡Mi culito! Respondí cachonda.

Adrián, casi brinca del gusto al escuchar lo que su madre había dicho.

– En serio, mamá. ¡¿Me vas a dejar follarte por el culo?! Preguntó curioso.

– Sí cariño. No es solo que me vas a dar por el culo, es mucho más ¡Me vas a desvirgar! ¡Solo prométeme que me trataras con cuidado! Dije precavida. – La tienes muy hermosa para una agujerito tan estrecho… pero es lo que guardo para que rompa mi hijo ¡¿No te parece increíble que un hijo desvirgue a su propia madre…?!

Adrián asintió, mientras se acercaba a mí, tomándome en sus brazos me levanto como una pluma, besándome en la boca.

– ¡Calma nene! Espera hasta mañana, tengo que prepararme el culito, susurré estando aun con los pies en el aire.

Mi hijo me puso en el suelo de nuevo, una vez que mis pies tocaron tierra firme, hice algunas llamadas, para avisarles a mi hermana y ayudantes, que teníamos vacaciones cortas en ese fin de semana de tres días. Después de esto, Adrián y yo cenamos, momento en que aproveché para hacerle algunas peticiones.

– ¡Mi vida! En serio debes prometerme que me trataras con mucho cuidado, ¡ok! Tampoco quiero que me trates como a una niña de 15 años, no, pero sí con cuidado…No quisiera estar una semana sin poder sentarme, teniendo que ir a urgencias.

– ¡Sí mamá, no te preocupes! Seré cuidadoso con tu culito, respondió mi hijo haciendo que me sintiera mejor. – Tienes que ser responsable de tus acciones, ¡Ya no eres tan pequeño que digamos! Exclamé riendo

Ambos estallamos en un ataque de risa, al pasar el mismo, la charla siguió.

–  Bueno, mama, creo que necesitamos algunas cosas para que me des mi regalo, cosas que aquí no existen.

–  ¿Cómo qué, cariño?

–  Pues, condones, lubricante anal, enemas anales y algunos juguetes sexuales, como el que te pusimos la otra noche, dijo Adrián tomando ya una actitud perversa conmigo.

–  Muy bien, así será… por todo eso no te preocupes.

Después de la cena, miramos un poco de televisión, para después ir a dormir. A la mañana siguiente nos levantamos tarde, aprovechando la nula actividad laboral, después de desayunar y charlar de cosas triviales, decidimos tomar una ducha juntos, la misma que se aprovechó para ir pre calentando las cosas, durante el baño, nos tocamos, nos dimos sexo oral, incluso Adrián aprovecho para darme un poco de verga por la vagina. Dándome su leche en la boca. Una vez que estuvimos limpios, nos vestimos, enrolándonos para salir de compras. Aquella salida no solo fue para adquirir los elementos necesarios para mi estreno anal, no, paseamos como madre e hijo o más bien como novios… siempre abrazados o de la mano y en algún descuido nos besamos dándonos la lengua lascivamente.

No sé por qué aún no había decidido que Adrián compartiera mi cama matrimonial, era absurdo que tuviera con él Gang Bang y no folláramos todos los días en casa. Compramos algo de comida para más tarde. Llegado el momento nos introdujimos en una sex shop, para comprar lo necesario, en todo momento la chica que atendía, nos miraba con curiosidad, seguramente imagino que aquel chico joven, se estaba tirando a la madura cuarentona, pero jamás imagino que aquella madura, resultara la madre del joven. Cuando la lista de compras estuvo completa, Adrián fue quién sugirió adquirir algunas cosas más, unas esposas de piel, un collar del mismo material, algunos disfraces y lencería sexy. Eso me puso aún más caliente, ansiaba regresar a casa para ver cómo me quedaban.

El tiempo que tardamos en volver a casa, lo pasamos riendo, por bobadas, haciendo chistes de cosas triviales, incluso Adrián volvió a mencionar que le gustaría tener sexo conmigo y mi hermana, lejos de molestarme me aceleró el pulso, momento que aproveche para saber más acerca de los encuentros sexuales que sostenían con las demás integrantes de las familias.

–  ¿Corazón, y como les gusta a las demás? Pregunté directa.

–  Ah, pues mira mamá, a Claudia le gusta rudo, le gusta ser tratada como puta barriobajera, dijo mi hijo refiriéndose a la madre de Roberto.

–  Teresa, es más pervertida, ella le gusta el BDSM, estar con varios a la vez, en realidad a todas les gusta eso, pero Tere es más atrevida… ¡¡De hecho le gusta la zoofilia!!  Prosiguió Adrián, dejándome con la boca abierta.

–  Alexandra, por su parte es una bomba, hace y se atreve a todo. Es realmente desinhibida… le encanta exhibirse ante nosotros y darnos unos estriptis de infarto. Incluso se masturba delante frente a nosotros con frecuencia, que con poco nos anima a seguirla, dijo mi hijo en relación a la madre de Alex.

–  Y Rebeca y Araceli, las tías de Alex, son bastante tranquilas, aunque no dicen que no a nada, sentencio mi hijo.

–  ¿Te has follado a alguna, por el culo? Pregunté inquieta.

– Sí… a Alexa, Tere, Rebeca, a ellas tres les he dado por el culo varias veces, exclamó orgulloso.

– ¡¡Y te han aguantado…!! Dije inocentemente asombrada.

– ¡Jajaja! Entera no todas… solo Tere y Alexa,  exclamó al responder.

La conversación, siguió por espacio de unos minutos más, en ella mi hijo me contó, que habían hecho cuartetos con todas las mujeres de la cofradía de las que eran beatas Alexandra y Claudia, además de Araceli y Rebeca. Orgías con Alexandra y Teresa, y que la única en solo darle el culo a su hijo es Claudia y de momento Tú también. En cuanto el vehículo estuvo estacionando en el garaje de la casa, bajamos y entramos en casa. De inmediato, comenzamos a sacar las cosas que habíamos comprado, parecíamos dos niños en la mañana de navidad.

–  ¡No manches, mamá! ¡Este se te va a ver de lujo!  Exclamó Adrián, mientras me mostraba un bodi negro de encaje.

–  ¡Uf este! Mostrándome un disfraz de enfermera de látex.

Yo solo sonreía, al verlo tan emocionado, al final tome un enema, las prendas de vestir y entre a mi habitación, dejando a mi hijo en la sala de estar. Después de probarme casi todo decidí que el regalo debería de ser completo, por lo que usaría el bodi negro. Me lucia sexy y me hacía sentir como una puta de película. Poco después de que mi esfínter estuvo limpio, debido al enema aplicado, me di una ducha rápida, me coloque el bodi, sin nada más que un tanga negro.

Al salir de nuevo hacia la sala de estar, Adrián seguía embobado con los juguetes sexuales, sus ojos se abrieron tanto que parecía que se saldrían de sus cuencas, al verme aparecer.

–  ¡Wow Mamá! ¡Estas de lujo!

– Ahh! Nene! No hagas que me avergüence

– No, en serio ¡Wow! ¡Te ves de lujo! ¡Qué buena te ves mamá! Dijo mi hijo.

–  ¡Gracias cariño! Oír estas cosas de boca de un hombre, son las que alegran a una mujer, respondí mientras le tomaba el bulto por encima del pantalón.

– ¡Wow! ¡Esto va a estar de lujo! Exclamó mi hijo tomando mis nalgas mientras me llevaba contra su cuerpo.

– ¡Mi Rey! Quiero que me trates con moderación, pero sin cuidado. No que me veas como tu madre… Quiero sentirme una zorra, una puta, hazme sentir como tu padre nunca lo hizo. ¡Me encanta que me dominen! ¡Que me follen duro como un macho ha de tratar a una hembra en celo! A las hembras con gana de verga, nos han hecho como somos para soportar los buenos pollazos de sementales como tú… si la tienes bien grande, no es por casualidad… sino para darnos más gusto al coño… dije fuera de control.

De inmediato, las manos de mi hijo comenzaron a apretar mis nalgas, la primera nalgada llego segundos después ¡Plasss! – Ahhuu! Gemí.

 –  ¡Shhh…Doctora, aguante! Dijo mi hijo comenzando un juego de roll excitante y audaz.

De inmediato, me colocó frente al respaldo del sofá, inclinándome hacia adelante. Dejando mi abdomen, justo sobre el respaldo del mueble.

–  Bien Doctora, ¡Qué rico culo se le ve así! ¡Uhf! ¡Está bien sabroso! ¡Se la voy a meter con mucho gusto! Dijo mi hijo con tono perverso y morboso.

Su mano sobaba mis nalgas, para después dejar su marca con tremenda nalgada. ¡¡Plassss!! – Ahhhh! Uhhh! Ahhh! Gemía.

La terapia continuaba con el mismo modus operanti… sobar, nalguear, sobar, nalguear. Después de unas cinco más, el ardor desapareció, dejando solo calor en mi trasero. Muy lentamente mi hijo me retiro el tanga, aunque no se para que, el pequeño pedazo de tela solo cubría mi pubis, dejando mis nalgas y vagina al descubierto. Me estremecí, al sentir la lengua de Adrián pasar por mi coño y ano.

– ¡Mmm! ¡Qué rico coñito, Doctora! Y ese anito, cerrado ¡Uhh…Qué sabroso!

– ¿Te gusta? ¿Dime cuanto te gusta? ¡Ahh, mi amor!

–  ¡Me gusta mucho! Me encanta, su chocho señora. Sus nalgas, su culito, sus tetas Doctora son una delicia. Exclamó firme Adrián.

Comenzó, a separar mis nalgas, para meter su cara en medio. Dándome una mamada de alarido.
–  ¡Ahhh! ¡Dioss santo… Adrián! ¡Uuh! ¡Ahhh! ¡Más nene, mas! ¡Ay Dioss…Qué rico!

Mientras su boca me daba placer oral en mi clítoris y toda la raja, sus dedos jugueteaban con mi asterisco. El primero logró entrar sin problema, mientras su boca, se deleitaba saboreando los jugos que de ella emanaban. Su lengua hacia pequeños círculos, dentro de mi vagina, mientras que su dedo horadaba mi anillo.

–  ¡Ay Dios mío…Adrián! Que rico mi amor! ¡Más Cabroncete, dame más! ¡Ah! ¡Así nene, Así! ¡Mete otro dedo! Rogué a modo de petición.

No pasaron ni dos segundos, cuando un segundo dedo, se abría paso para entrar en mi esfínter. Ese segundo, si sintió un poco. – ¡Ahh! ¡Auhh! Me quejé al sentir mi culito se abrirse.

– ¡Shhh, Doctora, respire! No te pongas dura Doctora! ¡Afloja el cuerpo! Susurró Adrián.

Mi hijo estaba constatando lo estrecho de mi ano, al tener que emplear un poco más de presión para introducir el segundo dedo.

– ¡Wow…Doctora, esta nuevecita! ¡Dios como aprietas! Exclamó cuando su dedo al fin quedo incrustado en mi ano.

Tanto el sexo oral, como las arremetidas de los dedos de Adrián en mi asterisco, continuaron por varios minutos, hasta que de súbito y sin aviso dejo todo aquello.

–  ¡Bien Doctora, vamos a abrir bien ese culito! Lanzó mientras se ponía en pie. –  ¡No quiero que te muevas Doctora! ¡Si te mueves te nalgueo! Sentencio Adrián controlándome por completo.

No tuvo más que dar unos pasos, para llegar a la mesa del comedor, la misma de la que tomó el lubricante, una tira de condones, las esposas y el juego de dilatadores anales que habíamos adquirido. Yo lo miraba excitada, con morbo y por primera vez como todo un hombre. Regresando hasta donde me encontraba, postrada sobre el respaldo del sofá, dejo los objetos sobre el sofá, tomando el lubricante, un leve clic, se escuchó cuando lo destapo, dejando caer un chorro sobre mi culito. Esparció sobre todo mi trasero. Dicha tarea le resultaba fácil, ya que el bodi al ser de malla, no deja mucho a la imaginación, teniendo una abertura en la parte de la vagina y trasero. De inmediato mi ardiente culo se refresco con el lubricante frío que esparcía la mano de mi hijo.

– ¡Ponlas manos en la espalda, Doctora!

–  ¿Para qué?

¡Plass! – Te dije que pongas las manos en la espalda, exclamó mi hijo después de darme una nalgada muy fuerte. Cumplía con su papel de macho dominante a la perfección ¡Me gustaba!

–  Sí, sí ya voy ¡Aah! Me queje de dolor.

No había duda, mi hijo tenía el control de todo el momento, para ese momento le importaba poco que fuera su madre, para él solo era una madurita con ganas de verga joven. Y no podía quejarme, ya que yo misma le había pedido que me tratara, con moderación pero sin cuidado evitando llegar al extremo. Coloque las manos como él quería, inclinándose un poco sobre el respaldo del sillón, tomo las esposas de piel, colocándolas en mis muñecas. Después tomo uno de los dilatadores anales uno delgado y pequeño.

–  Bien Doctora, respire hondo. Vamos a comenzar a abrir ese anito sin estrenar, dijo mi hijo mientras pasaba el dilatador por en medio de la separación de mis nalgas.

Dejando caer otro chorro de lubricante sobre mi ano, embarró el dilatador, pasándolo una y otra vez por la separación de mis nalgas, yo no dejaba de respirar con rapidez, más por nervios que por excitación. Adrián, comenzó a poner algo de presión sobre mi hoyo con aquel objeto de platico, el mismo que en poco tiempo se abrió paso en mi asterisco.

–  ¡Uuhhmmm… cariño! ¡Ahhh!

–  Doctora, esto es genial! ¡Cómo se lo traga! ¡Gime Doctora…Háblame!

Exclamó Adrián excitado. Volvió a presionar un poco, hundiéndome un poco más, el dilatador en el culo.

– ¡Ahhh, hijo qué bien se siente! ¡Más adentro nene! ¡Uhmm!

– ¡Uh! Ya quiero tener mi verga ahí dentro Joder mamá como me estás poniendo… ¡Saca a la puta que tienes dentro! Exclamó mi hijo llenándome aún más de morbo

–  ¡Sí, soy una puta, soy tu puta, cabrón! ¡Dame más! ¡Anda dame más! ¡Ese culito es para ti! ¡Así, más hondo hijo de puta… Todo! ¡Uhmm! Comencé a decirle.

Mi culito, seguía tragando aquel objeto inerte de plástico, imaginaba que si aquel delgado objeto de plástico me estaba haciendo sentir en las nubes, a donde me llevaría el pollón latente de mi hijo. Sin vergüenza alguna, comencé a proferir improperios a diestra y siniestra, palabrotas que casi nunca uso, cosas sucias salían de mi boca sin poder controlarlas, pero eso hacía que mi hijo se excitara aún más.

– ¡Uhmmm! ¡Aah! ¡Qué sabroso cabroncete! ¡Como sabes usarme como puta! ¡Así, más…dame más Cabrón morboso! ¡Mas! ¡Dame más! Uhhhhhh!!!! Siiii! ¡Qué rico se siente!

Gemía y decía improperios para calentar el ambiente ya de por sí ardiente, mientras Adrián seguía clavándome aquel dilatador anal. Cuando el objeto quedó incrustado por completo en mi esfínter, sentí una gran presión en las entrañas, por lo que mi hijo de inmediato me pidió que respirara lento y constante. Aún faltaba lo mejor.

– Respira, Ana Belén, respira hondo y continuo… indicó Adrián, haciendo que mis deseos aumentaran al llamarme por mi nombre propio.

Aquel juego de roll en el que mi hijo y yo nos habíamos metido, hacía que la excitación, morbo y deseo, fueran aumentando. Dejando aquel objeto clavado en mi esfínter, Adrián dio la vuelta al sofá, poniéndome su vergazo justo en la cara.

– ¡Vamos Ana Belén, dale una buena chupada a esta verga! Señaló mientras agitaba su polla con la mano frente a mis ojos.

De inmediato me puse su trozo de carne dentro de la boca, sus rodillas quedaron encima del sofá, mientras que mi boca se encargaba de engullir el excelso rabo de mi retoño, su mano, se encargaba de mover en forma circular aquel objeto, mismo que después de unos minutos ya entraba y salía sin mucha resistencia.

– ¡Uh, Ana Belén! ¡Así se chupa una verga! ¿Te gusta por el culo? Decía gimiendo mi hijo.

– ¡Mmm! ¡Aj! ¡Mmh! Era lo único que salía de mi garganta.

Cuando Adrián se dio cuenta de que aquel objeto entraba y salía con toda naturalidad en mi ano, prorrumpió.

–  ¡Para Puta…Vamos con el siguiente!

Hace unas semanas le hubiera roto la cara de un jetazo por llamarme puta, sin embargo ahora lo provocaba para que no parase de decírmelo. Tomo otro dilatador del sofá, esta vez uno más grueso, lubricándolo perfectamente. Sin mucho problema sacó el que estaba clavando dentro de mí.

–  ¡Bien Ana Belén, respira! ¡No me vayas a morder! Sugirió Adrián preocupado por su miembro aun dentro de mi boca.

Colocando el frío y húmedo objeto encima de mi culito, comenzó a ejercer presión sobre el objeto, mismo que de apoco comenzó a taladrar mi esfínter. Sentí un poco de dolor y ardor, cuando aquel dilatador se abrió paso dentro de mi culo.

–  ¡Auhh! ¡Despacito cariño, por favor! Supliqué sacándome la verga de la boca.

Haciendo caso nulo a mis súplicas, Adrián siguió embistiendo mi ano con singular alegría, hasta hacer que todo aquel objeto quedara incrustado dentro de mí.

– ¡Uhh! Ana Belén… cada vez se te va más fácil ¡¡Eres una tragona!! Exclamó mi hijo lujurioso

Contuve la respiración, manteniendo el cipotón de Adrián fuera de mi boca, masturbándolo suavemente. Las enormes ganas de dejar salir un grito de dolor y placer, se ahogaron en mi garganta, no podía más que inhalar y exhalar rápidamente. Adrián sostuvo su lanza frente a mi cara, mientras le daba una sabrosa mamada durante varios minutos… me encantaba el sabor y textura del pollón de mi hijo. De pronto sin decir más, Adrián la sacó de mi boca, me miro a los ojos.

– ¡Vamos a ponerte esto en el culito mamá!

Dando la vuelta al sofá, se colocó detrás de mí, me abrió las nalgas, se colocó de rodillas, comenzando a lamerme la raja de mi coño de abajo hacia arriba…nadie había tenido tanto vicio conmigo en todo mi puta vida. Por momentos sus labios succionaban los míos, los de mi coño… haciéndome saltar y pujar con intensidad.

 –  ¡Uhhhmm! Oohhhuu! ¡Adrián, Sí! ¡Así Cabrón! ¡Así, cómete el coño de mamá! Pujaba mientras disfrutaba la lengua de mi hijo en mi vagina.

Mi hijo empezó a mover el dilatador dentro de mi culo, aumentando el placer, los pujidos y gemidos. Después de un rato de estar pegado a mi vagina, o como suelo llamarla a mi conejo o chumino… se puso nuevamente de pie. Tomo su garrote con la mano diestra enfilado su orondo glande en mi bocana tras repasar de arriba abajo y viceversa por mi raja…y suavemente me lleno la cueva del placer.

– ¡No me jodas, Ana Belén! ¡Uhh! ¡Qué buenas estás! Declaraba mi hijo mientras me penetraba como a una perra en celo.

– ¡Uhhh! Síiiii! ¿Te gusta mi coño? ¿¡Verdad que sí cabrón!? Pues venga… ¡Fóllamelo bien duro Hijo de la gran Puta! ¡Uhhh! Le increpaba al sentir como su grueso pollón dilatándome por completo. – Eres un pervertido mamón... ¡¿Quieres preñar a tu madre, malnacido?! Aquí me tienes… venga ¡FÓLLAME Y CÓRRETE DENTRO DE MI ÚTERO! ¡¡PRÉÑAME!!

Una vez que su miembro quedo incrustado dentro de mí, comenzó a bombearme despacio, haciendo que mis gemidos se escucharan perversos. Pero eso no duro mucho, unos minutos bastaron para que sus manos apretaran mis nalgas, abriéndolas de forma diabólica y comenzando a darme con fuerza. El sonido de choque de su pubis en contra de mi chocho, hacía que la excitación de ambos fuera en aumento.

–  ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Mi nene cabrón! ¡Así…Ah, Ah! Más, más, así! ¡Uh! ¡Uh!  Gemía como loca.

– ¿Te gusta mi verga, Ana Belén? A todas las putas les encanta la verga. Te gusta tener una verga dentro de ese coñito, Eh? Decía mi hijo mientras seguía penetrándome.

– ¡Sí, sí me gusta! ¡Me encanta! ¡Dame más!

Aquel juego perverso y sucio que habíamos desatado, sería la clave de todo. Momentos después llegaría la pregunta que cambiaría todo.

– ¡Ana Belén! Dime… ¿Eres una puta? ¿De quién eres la puta? Pregunto Adrián yendo al extremo.

Sin nada más que lujuria y excitación respondí de inmediato.

– Tuya ¡Soy tu puta, hijo mío! Solo tú tienes derecho a usarme como mejor te venga en gana.

– ¿Y de quien más? Preguntó de nuevo.

– ¡Ahg! ¡De Roberto! ¡Y de Alex! ¡Ahg!

Las penetraciones a mi coño seguían siendo constantes y profundas, mientras que las manos de mi hijo amasaban mis nalgas con fuerza y rudeza. Minutos más tarde, los apretones a mis nalgas y embestidas a mi chumino, se detuvieron por completo.

– ¿Por qué te detienes? ¡Dame fuerte Cabrón! Exclame a grito pelado.

– ¡Shhh, Ana Belén! Llego la hora. ¡Vamos a ver si tu culo está listo! Dijo al mismo tiempo que sacaba el dilatador anal.

– ¡Ohhh! Mmm! ¡Despacio cabrón! Gemía y gritaba.

Un pequeño ¡plop! Se escuchó cuando aquel objeto salió de mi esfínter. Adrián contemplo su obra por algunos segundos.

– ¡No me jodas, Ana Belén! ¡Qué bueno te ha quedado… bien abierto! ¡Vamos a intentar con algo más natural y caliente! Tomó del lubricante.

Dejo caer algo sobre su pene, después tomo un condón, lo abrió, colocándoselo rápidamente, admirar su pene cubierto por el látex del preservativo, era como imaginar un caramelo, aun en su envoltura. Mismo que me comería en unos instantes. Embarró el condón con más lubricante.

– No quiero que uses condón… ¡Fóllame a pelo! Lo dejo en el suelo, se colocó detrás de mí.

– ¡Bien putita! Quiero que respires hondo. Y no quiero que comiences con lloriqueos. Te va a doler, pero debes aguantar ¡Ok!

–  ¡Ajá! Respondí asintiendo con la cabeza.

Mi propio hijo me dominaba por completo, no tenía voluntad de resistirme a sus órdenes. Empuñando su herramienta, la colocó suavemente encima de mi ano enfilado su glande en mi anillo, apretó un poco su cipote con la mano, su gesto, fue de poco dolor, pero en realidad su cara reflejaba toda la ansiedad que tenía por estar dentro de mi culo. Su glande cubierto, más bien saturado de lubricante, no tardo mucho tiempo en estar dentro de mi esfínter. Una gran presión se agolpo en mi vientre, ya que el pene de Adrián es más grueso que el dilatador, como ya les dije es una bestia. Comencé a respirar hondo y exhalar despacio, dejando que aquella presión en el vientre desapareciera de a poco.

– ¡Uh, Ana Belén! Como aprietas y eso que apenas va la punta! ¡Mami, que sabrosa estas!

Después de esperar unos segundos, volvió a presionar con su mano su miembro y empujo de apoco, pude sentir como su tranca se deslizaba dentro de mí. Poco a poco me dilataba aún más el recto.

– ¡Ahh, Adrián! ¡Mmh! ¡Así cabrón! ¡Métemela…No pares! ¡No te detengas hasta que esté toda dentro! Espeté loca por la lujuria del momento.

Haciéndame caso, mi hijo empujo de nuevo, insertando un poco más de su mostrenco en mi culo. Espero unos segundos más y volvió a embestir como un toro bravo clavando su asta, fue hasta entonces que el primer alarido de dolor salió de mi garganta.

– ¡¡¡¡Aahhhhhhh!!!! ¡Cabrón me estas partiendo en dos! Ahhhhhh! Aaauuuuhhhh! Grité.

Adrián espero un segundo, pasado el mismo, dejo que su grueso y duro pollón volviera a taladrar mi ano, esta vez hundiendo buen parte del mismo. El dolor fue tanto que me deje caer sobre el respaldo del sofá, mordiendo el acolchado del mismo. Ahogando mi grito de esa forma.
– ¡¡Nnnnnnnnnngggg!! Se escuchó en la sala de la casa.

Para calmarme un poco, mi hijo comenzó a frotarme las nalgas con ternura. Haciendo que mi respiración se normalizara con rapidez. Aunque seguía siendo agitada. Nuestros cuerpos comenzaban a sudar. Sentía como la humedad se acumulaba en mis frente, sienes y en medio de la tetas.

– ¡¿Cuánto te falta, cabrón para meterla entera?! Ahhh! Nng! Uhhh! Pregunte entre pujidos.

– ¡Falta poco! ¡Calma putita! ¡Respira! Respondió mi hijo experimentado en estas lides.

Después de aquellas palabras, y sin previo aviso, llego la última embestida. Mi recto explotó, en dolor, ardor y debo decir en un torrente de placer. Sentir el pubis de mi hijo golpear, mis nalgas fue un acto de orgullo. Ahora podía presumir, que era la segunda o tercera persona que aguantaba esa tremenda verga en el culo.

– ¡Uuhh! ¡Ana Belén! ¡Joder mamá, qué buen culo tienes… Aprietas como Teresa! Exclamó.

–  ¡Ahh! ¡Hhggn! ¿Sí? ¿Y te gusta, cabrón? Pregunté entre pujidos y un poco de llanto.

– ¡Me encanta! ¡Te la voy a dejar así un momento, Puta! ¡Respira no dejes de hacerlo!

Sus manos me acariciaban las nalgas y espalda. Aquellos segundos, minutos o lo que hayan sido, fueron un bálsamo para mi culo y mente, cuando el ardor y dolor fueron mermando, el placer apareció. Poco a poco sentí como el pene de Adrián palpitaba dentro de mí. De pronto las manos de mi hijo se aferraron a mi cadera, con mucha fuerza.

– ¡Vamos mamita! ¡Vamos a ver como gritas de placer! Exclamó comenzando a sacar su miembro de mis entrañas.

Casi cuando este salía por completo de mi culo, Adrián se detuvo, me nalgueo con fuerza y detuvo que su polla se clavara de golpe en mi ano.

– ¡Cabrón! ¡¡Te gusta hacerme sufrir!! Gemí, grité, pujé y sollocé.

– ¡ Ssshh! ¡Aguante Doctora! ¡Que esto apenas ha comenzado! Respondió en tono perverso.

El vaivén de su cadera comenzó a ser más frecuente, su barra de carne dura y gruesa entraba y salía de mi ano, con relativa facilidad, arrancándome gemidos, pujidos y gritos de placer. Las penetraciones que Adrián me daba eran suaves pero totalmente profundas, hundiéndome por completo los 25 cm de rejón en el culo. De vez en cuando sus manos me azotaban las nalgas, haciéndome saltar, por el ardor pero dejando una descarga de placer en mi cuerpo.

–  ¡Uh! ¡Ana Belén! ¡Uh! ¡Mami! ¡Qué rico culito! ¡Así putita! Así es como se porta una buena puta… ¡Qué delicia de culo! ¡Mmh! ¡Me encanta tu culo de puta tragona! Decía mi hijo mientras me follaba como nunca nadie en mi vida.

Comencé a sentir como el sudor de Adrián, caía en mis nalgas y espalda baja. Mi cuerpo destilaba humedad, no solo por los poros, mi coño estaba chorreando debido al orgasmo anal que Adrián me había dado, en pocos minutos. Sentía correr un río en las paredes de mis muslos. Al notarlo mi hijo exclamó.

– ¡Ana Belén! ¡Te está encantando la verga en el culo! ¡Mira nada más como te estás desbordando! Dijo en tono cachondo.

Las embestidas de mi hijo siguieron por unos minutos más, hasta que de pronto se detuvo por completo. Metió sus manos por debajo de mi cuerpo, levantándome de la posición en la que estaba.
– ¡Vamos a intentar otra posición, mami! No te la voy a sacar, así qué te voy a cargar. Abrázame por el cuello. Susurró en mi oído.

Pase mi brazo por detrás de su nuca, acto seguido mis piernas se levantaron por el aire, las manos de Adrián me tomaron de los muslos, separando mis piernas, lo que hizo que mi coño se refrescara con el aire de los pocos pasos que dimos hasta llegar al borde del sofá. Muy despacio Adrián se sentó en el, cerrado completamente sus piernas, recargándose sobre el respaldo del sofá, sus manos me tomaron de la cadera, inclinándome una poco hacia adelante, mis manos encontraron apoyo en sus rodillas, aun teniendo su miembro viril clavado en el culo, Adrián exclamó.

– ¡Vas Ana Belén! ¡Date gusto, muévete, ensártate sola! ¡Dale mami, mueve ese culo, sabroso! Al mismo tiempo en que me daba una fuerte nalgada.

Tomando un poco de impulso, subí y baje de golpe, disfrutando cada centímetro de es cipote duro y gordo.

– ¡Ahhh! Cabrón! ¡Te gusta el culo de esta cuarentona! ¡¡Mmh!! ¿¡Te gusta verdad!? ¡Esta nuevecito! ¡Ahh! ¡Gózalo nene… fóllatelo bien! Dije entre pujidos.

Mientras subía y bajaba, las nalgadas a mano cambiada, seguían llegando a mis nalgas, las cuales se habían acostumbrado al ardor, dejando solo placer en ese acto violento. Las penetraciones que yo misma me propinaba, ya no eran para nada dolorosas, por lo que comencé a dejar que mi cuerpo recibiera algo más duro. Cada sentón me daba una descarga eléctrica, comenzando en el vientre y terminando en la cabeza. El lenguaje sucio y las palabrotas hacían todo el ambiente más lujurioso y morboso.

– ¡Uhm! ¡Ana Belén que culito tan sabroso! ¡Me gusta, me gusta mucho! ¡Ah! ¡Carajo, te la tragas toda mamá! ¡Uh! ¡Tienes un culo muy Tragón! ¡Así, putita, Así…Móntame! ¡Fóllate a tu hijo bien rico! Decía entre gemidos mi hijo

– ¡Ah! ¡Ah! ¡Ajá! ¡Te gusta mi culo sin estrenar…! ¡Ah! ¡Mmmh, a mí me encanta ese pollón! ¡Esa pollón que he criado para que me folle como a una perra! ¡Ah! ¡Uh! ¡Uh! ¡Qué bien me follas nene! ¡Ah! ¡Soy tu puta! ¡Fóllame siempre así! ¡Uh! ¡Así! ¿Así te gusta cabroncete… te gusta que tu madre sea tu Puta? ¡Uh! ¡Uh! Respondí sucia y lujuriosa.

Las manos de Adrián me sujetaron con fuerza de la cintura, acompañando los sentones que cada vez eran más fuertes, el choque de mis nalgas en contra de su pubis, lo demostraban. Miraba de reojo la cara de mi hijo, la cual era de total evasión por el intenso placer de probar lo prohibido…lo más prohibido de lo prohibido…el culo de una madre. Con los ojos cerrados, la boca entre abierta, sus manos apretando mi cintura, era algo que me hacía ir más y más lejos. Trataba de recordar si su padre había puesto esa cara cuando me follaba, no lo logre. Era increíble estar fornicando tan vil con mi propio hijo, y al mismo tiempo que ambos nos disfrutáramos tanto dándonos placer por toneladas. El sudor ya era un río en ambos, mi vagina seguía inundada de fluidos, debido al segundo orgasmo de la noche. De pronto las piernas comenzaron a fallarme, me había cansado de estar en esa posición, por lo que pedí un cambio.

– ¡Nene! ¡Cambiemos… me cansé! Pero quiero más verga ¿Sí? Dije tierna y cachonda.

Lo único que hizo mi hijo, fue tenderse del todo en el sofá, quedando recostados sobre el mismo, levante una pierna, poniéndola sobre el respaldo pero el poco espacio hacia que el movimiento fuera limitado. Fue entonces que Adrián me pidió que me moviera y dejara salir su estaca de mi esfínter. Me desplace de forma lenta hacía en frente dejando salir el animal que tenía aprisionado en el culo.

–  ¡Parece que no tendremos accidentes!

Entendí que se refería a que mi esfínter estaba completamente limpio. Mi hijo tomo un cojín redondo del sofá, lo dejo en el suelo, sobre el tapete de la sala de estar.

– ¡Acuéstate, boca arriba, pon la cadera sobre el cojín! ¡Anda Ana Belén! Que esto no se ha terminado… Putita. ¡Te voy a follar hasta que ya no pueda más! Dijo perverso mi hijo.

Sus palabras, su gesto, y todo en sí hicieron que de inmediato me acomodara como me había pedido. Adrián se levantó del sofá, camino hasta donde había dejado el bote de lubricante, regresando hasta donde estaba, se puso de rodillas encima de un cojín plano, que tomo de otro de los sillones.

– Levanta las piernas y ponlas en mis hombros, dijo imperativo.

Hice lo que me pidió, lo miré ponerse una cantidad considerable de lubricante en el miembro, mismo que cuando estuvo listo, se posó sobre mi ano.

– ¡Puede que esto vuelva a doler! ¡Puta! ¡Pero aguanta… ahora tampoco voy a usar condón! ¡Quiero llenarte el culo de lefa! Tu culo se merece que la primera follada sea integral.

Empujo un poco, y su glande se hundió en mi ano. Espero un poco y volvió a presionar clavándome la mitad o cálculo que la mitad de su fierro duro y gordo.

– ¡Uhhh! ¡No me jodas mamá! ¡Uh! ¡Estas apretada como el carajo! ¡Uh! ¡Qué culo más sabroso! Nadie apostaría que tuvieras un culo tan apretado…. Exclamó gozoso.

– ¡Uhh! ¡Ahhhu! Así más, dame más nene! ¡Dámela Toda! Toda! Uhhh! Gemí mientras pedía más polla.

Mi hijo embistió de nuevo, logrado ensartarme completa. En ese momento las piernas comenzaron a temblarme, como jamás lo habían hecho. Supe de inmediato que aquello me traería el tercer orgasmo de la noche. Adrián, comenzó a follarme despacio, disfrutando cada milímetro de mi recto, sentía como gozaba dándole por el culo a su propia madre…cuantas veces soñaría mi chico con eso, y ahora lo estaba haciendo realidad. Poco a poco comenzó a aumentar la fuerza y profundidad de las mismas. Hasta convertirlas en violentas embestidas a mi culo, mis manos lo sujetaron de los brazos, arañándoselos, incluso mordiéndoselos. Mientras su falo imperturbable entraba y salía con violencia de mi ano, su boca quería arrancarme los pezones, junto con mis pobres tetas.

¡Ohh! Ooh! Ooh! ¡Así fóllame cabrón! ¡Fóllame duro! ¡Ah! ¡Soy tu puta! ¡FÓLLAME como una puta! ¡Necesito verga…Dame verga! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Así cabrón! ¡Así! ¡Más hondo…que me llegue al estómago! ¡Ah! ¡Uhm! ¡Tú puedes…tienes la verga más hermosa que me ha follado jamás! 

Gritaba por momentos haciendo que Adrián se mostrara más caliente y con más ganas de reventarme el culo. Los músculos de todo su cuerpo se marcaban y su abdomen se contraía, cada vez que me embestía. A pesar de su juventud y su tono muscular de deportista, mi hijo comenzaba a fatigarse, jadeaba y el sudor en su cuerpo era abundante.

– ¿Te falta mucho, nene? ¡Me vas a reventar a pollazos!

– ¡Quiero aguantar lo más que se pueda! ¡Quiero reventar en tu culo! ¿Ana Belén me la chupas un poco? Preguntó jadeante.

Contrario a lo que pueden pensar, la idea de chupar la polla de Adrián, el cual había estado en mi ano, no me pareció desagradable, al contrario me lleno de morbo. Por lo que le pedí que me la sacara. Me incorpore rápido y jadeando, la tome con la mano, le pegue dos o tres jalones y me la metí en la boca. Le pegue una mamada le locura, mi hijo solo recargo su peso en sus rodillas, sujetándose de mi cabello y el tapete con la otra mano. Lamí sus huevos queriendo excitarlos y produjeran una buena lechada…., después me encaré con su hermoso rabo por completo, lo masturbe haciéndolo descansar un poco y dándole mis caricias orales.

Con cada mamada, me tragaba cada vez más tramo de tranca, haciendo que las arcadas, me llenaran los ojos de lágrimas, mismas que escurrían por mis mejillas. Me había convertido en la puta que siempre fui y nunca mostré. Su mano me sujeto con fuerza por los cabellos, levantándome la cara. Me miro a los ojos, lleno de lujuria y deseo.

– ¡Ponte boca abajo! ¡Completamente acostada en el piso, ponte el cojín en la cadera! ¡Anda hazlo rápido Puta! ¡Que ya siento que me voy a CORRER! ¡¡Uhh!! 

Dijo pujando de manera dominante como jamás imaginé a mi niño, ahora el macho más adorable y deseable que pude tener entre mis piernas.

Adopté la posición que me indicó, rápidamente. Lo escuchaba bufar, conteniendo las ganas de eyacular. Apenas estuve acomodada, sentí como me clavó el estoque a fondo por la vagina, bombeándome dos o tres veces, saco su ariete y lo dejo ir completo en mi culo.

–  ¡Uhhh! ¡Nene, sí, Así! ¡¡FÓLLAME!! Exclamé.

Acto que repitió varias veces. El placer de sentir el vergazo de mi hijo entrar en mis dos orificios, me hizo fantasear con la idea de ser doblemente penetrada. Eso llegaría muy pronto, pero eso es otro tema. Adrián, se esforzaba por no eyacular, mientras que yo, ya derramaba fluido por el cuarto orgasmo, el cuerpo me temblaba, todo me daba vueltas, sentí por un momento que perdía la conciencia con la más de media hora fornicando como conejos.

Lo que me hizo regresar a la realidad fue el gruñido de mi hijo al entrar por última vez en la noche a mi ano.

– ¡¡Aaaggggggww!! ¡Aaahhhh! ¡¡Carajooo!!! Gruño, gimió y grito.

Después de eso, el calor de su semen inundó mi recto. En ese momento quise tener algo de donde sujetarme, porque aquella sensación de su leche vertiéndose en mi ano, me provoco un orgasmo más. Parecía que Adrián, no dejaría de eyacular nunca, podía sentir como su polla pulsaba al ritmo de cada eyaculación, con largos y gruesos chorros de rico y espeso esperma para mí. Por lo que decidí ayudarlo un poco, haciendo lo que hago con el coño cuando terminan dentro de mí. Apretando mi culo, con pequeños espasmos, succionando su mazo duro e inseminador. De inmediato, mi hijo exclamó.

– ¡Oohhh síii! ¡Ana Belén! ¡Así apriétame la verga! ¡Uuuhh! ¡Qué bien lo haces Puta! ¡Eres uhh! ¡Eres toda una soberana puta! ¡Mmhh! 

Decía mi hijo terminando de descargar sus pesadas gónadas.

Una vez que su miembro dejo de expulsar semen, dentro de mi recto, creí que mi hijo de desplomaría encima de mí, como habitualmente lo hace, pero al contrario de lo que pensé, me sacó la polla, dejándose caer sobre el tapete a un lado de mí. Su mano tomo mis nalgas sobándolas, sus ojos me miraban cálidamente y su boca pronuncio.

– ¡Gracias, mama! ¡Gracias por el mejor regalo de mi vida! ¡Te amo! Dijo jadeante.

Sonreí halagada, giré un poco para quedar frente a él, lo miré mientras le quitaba el cabello pegado a su frente.

– ¡Gracias a ti cariño, por hacerme una mujer completa! ¡También te amo! Respondí besando su boca.

Ahí nos quedamos por largo rato, hasta que estuvimos con suficiente aire para poder intentar hacer algo, o simplemente levantarnos. Cuando nos incorporamos, sentí como el semen de Adrián se deslizaba fuera de mi recto, bajando por mi entre pierna. Ambos decidimos dormir, esa noche la pasamos en la cama de matrimonio a la que llegamos cansados, nos quedamos tal como estábamos… desnudos, abrazados y exhaustos para intentar cualquier otra cosa.

A la mañana siguiente, nos levantamos algo tarde… nos duchamos, tengo que reconocer que me sentí de maravilla, con el culo totalmente adolorido pero de maravilla, desayunamos juntos y todo volvió a ser como siempre… El juego de roll había terminado. Y así fue como mi hijo me reventó el culo, me desvirgó lo único que tenía por estrenar, dándome la follada de mi vida… pero ahí no termina esto… noo… viene más… de cómo disfruté de mi primer DP, mi primer encuentro lésbico, orgias, zoofilia, y mucho más.

 




Capítulo 4. Tres por Dos

Después de aquella noche en la que mi hijo recibió el mejor regalo que pude darle y estrenara mi culito, las cosas entre los dos se tornaron habituales, seguíamos con los ardientes juegos de roll, los encuentros nocturnos y mucho más sexo anal. Por lo que mi culito se había adaptado a la perfección a su magnífico ejemplar.

Por su parte los chicos, Roberto y Alex, nos habían visitado poco, ya que era época de exámenes de fin del tercer trimestre y había que ocuparse del estudio. Pero una vez que los chicos estuvieron de vacaciones, las cosas se tornaron más intensas. Adrián y los chicos gozaban de un mes y medio de vacaciones, por lo que, de no verlos en semanas, pase a verlos a diario. En uno de esos tantos días que los muchachos me acompañaban en la clínica, la fantasía de volver a estar con ellos al mismo tiempo llego a mi mente, el recuerdo de aquella noche en que perdí la voluntad y me entregué a mis deseos carnales lleno por completo mis recuerdos.

Deseaba ser poseída una y mil veces más por aquellos muchachos, quería experimentar más y más cosas, seguir con los juegos de roll, estaba dispuesta hacer lo que ellos me pidieran.
A esas alturas del juego, ya no me importaba casi nada, por lo que estaba decidido pedir que me hicieran suya de nuevo.

Una tarde noche después de haber terminado con el horario laboral, me reuní con los tres en la sala de estar de la casa, sin miramiento alguno les expuse…

– ¡¿Cuándo pensáis follarme de nuevo?! ¡Me tenéis muy abandonada! Dije fuera de toda cordura.

Los tres muchachos se miraron un poco asombrados y bastante excitados, después de unos segundos de análisis personal por parte de todos respondieron.

– Pues a mí me parece que está lista para algo más que estar con los tres a la vez ¿No creéis? Dijo Alex mirando a mi hijo y Roberto

– Sí, creo que sí. ¡Ya va siendo hora de ir un poco más allá! Exclamó Roberto.

– ¿Qué proponéis? ¡Porque si mamá quiere, hay que darle! Sentencio mi hijo.

Volvieron a tener un momento de pensamiento propio, el primero en proponer algo fue Roberto.

–  Que os parece si este finde nos vamos a la cabaña, pero vemos la posibilidad de llevar a alguien más, digo alguna de nuestras mujeres podría ir, así la cosa se pondría mejor, ¿no creéis?

Tanto mi hijo, Alex y yo estuvimos de acuerdo, más la otra integrante de la cofradía que asistiría a la orgía del próximo fin de semana era aún una sorpresa, por lo que al menos a mí me parecía lago morboso y excitante.

El viernes por la noche, después de haber cenado con mi hijo este me adelantó que la integrante sorpresa podría ser Teresa, la hermana de Roberto o Alexandra madre de Alex. Al principio me sentí algo nerviosa al saber que otra de las madres estaría con nosotros, ya saben por aquello del respeto y el qué dirán, tan afamado. Mas luego, de analizar un poco las cosas, de cualquier forma ellas hacían las mismas cosas que yo hacía con sus hijos y el mío, así que eso quedo detrás.

Serían las 17:00 horas del sábado, cuando un mensaje de Roberto llego a mi móvil, el cual decía…. “Doctora, los esperamos en la cabaña, nos adelantamos para comprar algunas cosas, con cuidado, parece que va a caer un tormenta. Bye.”

Le mostré el mensaje a mi hijo, quien sonrió y me miro con lujuria.

– Bien, pues hay que apurarnos, para llegar temprano y antes de que el camino se vuela una fosa de lodo. Dijo animado y excitado.

A las 17:45 salimos de la casa con destino a la cabaña, en el camino ninguno de los dos dijo nada, solo nos mirábamos con complicidad y morbo, ya que ninguno de los dos sabíamos quién sería la invitada a la fiesta sexual. 18:18 marcaba el reloj cuando al fin llegamos hasta el aparcadero de la cabaña, en el cual se encontraba la mini van de Alejandra la madre de Alex, por lo que supuse que sería ella quien complementaria la noche. Mi sorpresa fue total cuando al entrar por la puerta vi que quien estaba sentada en la barra con los chicos era Teresa, la hermana de Roberto, una chica impresionante en todos los sentidos.

Teresa, tiene 18 años, estudia 2º de bachiller y el próximo curso hará la carrera de bellas artes, y es por lo que me había contado mi hijo de ella una pervertida en potencia, físicamente es muy atractiva, 1.65 de altura, piel morena clara, cabello largo lacio teñido de color rojo, ojos color café, nariz recta, cara larga, boca grande con labios repletos de carne, tetas grandes, cintura pequeña, cadera ancha, nalgas abultadas con forma de sandias partidas por la mitad y piernas estéticas y largas.

En cuanto entramos todos se levantaron de las sillas en donde se encontraban, caminando para saludarnos, Teresa, saludo a mi hijo con un gran beso en los labios, mientras que a mí me miro un segundo, se encogió de hombros con semblante tierno…

– ¡Mucho gusto Doctora! ¡La estábamos esperando! Exclamó besándome suavemente los labios.

– ¡Oh! ¡Gracias! Pues ya estamos aquí. Respondí.

– ¡Que loco todo! ¡Bienvenidos! ¿Queréis algo de beber? Exclamó Roberto mirando algunos vasos sobre la barra.

Todos nos dirigimos hacia la barra, para beber algunos tragos y charlar un poco. Fue entonces que mi percepción de Teresa se concretó.

– Y bien Doctora… ¿Cómo lo lleva con estos pervertidos? La verdad es que estoy enterada de lo que vamos y hacemos con ellos. ¡No se espante y siéntase libre de ser usted misma! Aquí con estos chicos y señoras madres, follar es lo más natural del mundo…cotidiano y enloquecedor, lo mismo nos comemos un guisado con patatas, que una verga con su par de huevos, dijo Tere mientras bebía un sobro de su vaso.

– ¡Uh! ¡Pues creo que bien! Y gracias por la confianza, Tere. Respondí amena.

– ¡No, al contrario! Gracias a usted, por no inhibirse con mi presencia, creí que pasaría lo mismo que cuando hicimos esto con Alexa. Exclamó de nuevo la chica.

–  ¡Na, mi mamá tiene buena onda! Además, en ese momento Alexandra, estaba muy insegura de lo que hacía contigo, tío! Dijo mi hijo refiriéndose a Alex.

– ¡Si, lo sé! ¿Pero ahora, que tal? Exclamó riendo y haciendo reír a todos.

– ¿Qué pasó? ¿Se molestó, tu madre? Le pregunte a Alex.

– Más que molestarse se espantó y salió huyendo de aquí… pero después de una charla y algo de confianza logro superar su miedo y pasamos una noche de Puta madre ¿No? Repitió Alex volviendo a arrancar la sonrisa de los demás.

– ¡Pues creo que hoy será igual o mejor! Exclamó Roberto mientras abrazaba a su hermana por la espalada dándole un buen arrimón y tocándole las tetas.

Creo que esa fue la voz de ataqué, para los chicos, ya que Alex se acercó a Tere besándola con fuerza en los labios, mientras que Adrián no perdió el tiempo acercándose a mí comenzando a manosearme con ganas. Mientras mi hijo me metía mano a placer, yo miraba a los chicos y a Tere hacer lo suyo, Roberto le sobaba las tetas gordas por encima de la ropa, besándole el cuello y la nuca, mientras que Alex se concentraba en sus labios gruesos y su vagina, metiendo la mano entre sus piernas. Las respiraciones de todos se agitaban con cada segundo que pasaba.

– ¡Esperar! Tenemos que asearnos… ¡Lo primero un agüilla! La higiene es fundamental que la cuidemos, ya que nos van a follar a pelo nuestros chicos… Susurró Tere como pudo.

Los chicos la dejaron con un poco de recelo y enfado. Adrián también me soltó de golpe, dejando que ambas fuéramos hasta la habitación principal, misma en la que hacía unos meses me habían dado hasta por las orejas. Estando allí dentro Tere dijo.
– ¿Doctora…La han penetrado doble…? Lo digo, porque es lo que va a pasar ¡Así que prepárate! Comento mientras abría una maleta sacando varios enemas y compresas.

– ¡No! Aun… pero no me asusta, Tere. ¡¡Y siendo honesta, me encanta el anal! Respondí un poco apenada.

– ¡Uhhh…Picarona! ¡Me caes bien Doctora! Vamos a bañarnos y a ponernos esto, dijo agitando los enemas.

Entramos al cuarto de baño, Tere no perdió el tiempo, desnudándose al instante. Dejándome admirar su buen cuerpo. Siendo la primera en lavar bien su tracto anal. Yo sola la miraba con ojos de admiración y con cara de boba.

– ¡Vamos Doctora! ¿Qué esperas? ¡Desnúdate! Exclamó.

Muy despacio comencé a despojarme de mis prendas, ante la mirada de aquella joven, quien me miraba sin perder detalle. Al notar que me demoraba demasiado Tere decidió que era hora de pre calentar las cosas.

– ¿Quieres que te ayude, Doctora?

Sentí como el calor provocado por su pregunta subía de mis pies hasta las mejillas, jamás había estado con otra chica, me refiero en connotación sexual, así que sería mi primera vez con una.

–  ¡Ajá! Respondí agitada.

– ¿Te calienta esto? ¡Ummh! Nunca habías estado con otra mujer, ¿verdad? Dijo Tere mientras desabrochaba mi sostén.

– ¡No…Nunca! Dije entre cerrando los ojos al sentir sus manos en mi cuerpo.

La sensación era placentera, sus manos eran muy suaves y sabían perfectamente lo que había que hacer, lentamente me quitó el sostén palpando mis tetas y pezones apretándolos.

– ¡Que preciosas son…Grandes, Duras y bastante Firmes! Exclamó en referencia a mis tetas.

Sus manos pasaron por mi abdomen, llegando hasta el botón de mis jeans, el cual abrieron sin problema. Metiendo sus manos por los costados de mi pantalón hizo que este bajara hasta mis muslos, mirando mi ropa interior.

– ¡Uh! ¡Qué sexy! ¡Me gusta! Susurró al ver mi tanga negro de encaje.

Mi respiración ya era incontrolable, ligeros gemidos salían de mi garganta con cada toque de Tere. Poniéndose de rodillas me quitó el pantalón, pasando sus manos por mis piernas y vientre, mi abultada pancita. Despacio y suave tomo mi tanga bajándolo hasta los tobillos, esta vez fui yo quien moviendo los pies me deshice del pequeño pedazo de encaje que cubría mi coñito, el cual estaba empapado para ese momento. Tere, se acercó a mi monte de Venus, olisqueando un poco mi chocho, mientras que sus manos tomaban mis nalgas apretándolas con fuerza.

– ¿Cómo te gusta que te lo hagan Doctora? Suave como a una nena o rudo y fuerte como a una PUTA…. Dijo mientras pasaba su lengua por el interior de mi muslo derecho.

– ¡Uhh! ¡Prueba con ambas! ¡Ahhh! Respondí y gemí.

–  ¡A mí, igual! Al principio, que me traten como la niña buena, y después que me hagan sentir una puta pervertida, espetó lamiendo por primera vez mi vagina chorreante.

–  ¡Dios, Doctora…Estás empapada! Date la vuelta, exclamó girándome de las nalgas.

Sus manos se encargaron de abrir mis nalgas, admirando por un segundo mis agujeros, Tere dejé varios besos en mi vagina y uno o dos en mi ano. Acto seguido…

– ¡Esto se va a sentir un poco frio Doctora!

Colocándome el enema en el culo. Haciendo que el líquido helado entrara por completo en mi tracto anal.

–  ¡Uh! ¡Uh!Gemí al sentir el lavado de recto.

Tere se puso de nuevo en pie, dejando que aquel liquido frío hiciera su trabajo, en ella y en mí. Pocos minutos después ambas nos aseamos quedando listas para el placer anal. Tomamos una ducha, la misma que sirvió para seguir explorando nuestros cuerpos. Mientras el agua tibia de la regadera empapaba nuestros cuerpos…, no solo Tere tocaba mis tetas, para ese momento me había olvidado de todos los complejos o reglas que había adquirido a lo largo de mi vida, solo quería tener y experimentar nuevas experiencias. Así que me dejé llevar, comenzando a tocar las enormes tetazas de esa niña.

– ¡Chúpalos, Doctora! ¡Anda…Hazlo! Susurró cerrando los ojos.

Mi boca se acercó a uno de sus pezones, chupándolo por completo, arrancándole un gemido grande a Teresa. Mientras una de mis manos ayudaba a soportar el peso de aquella enorme teta, la otra bajaba para explorar un vientre totalmente depilado y suave, palpando de a poco los labios vaginales.

– ¡Ana Belén… uhh! ¡Sí! ¡Así Doctora! ¡Tócame bien rico! ¡Uhh! Decía gimiendo Teresa.

Las manos de ella se apoderaron de mis pezones, apretándolos un poco cada vez que yo insertaba un dedo o dos dentro de su vagina. Dejando que de vez en cuando nuestras bocas se unieran en besos llenos de morbo y lujuria. Poco a poco nuestras manos dejaron que la exploración fuera hacia nuestros orificios anales, introduciendo nuestros dedos en ambos culitos.

– ¡Estas apretada Ana Belén!

– ¡Uh! ¡Tú también nena!

Dijimos ambas al tener nuestros rectos invadidos. Nos comíamos al dos perras, sin darnos cuenta de que para ese momento los chicos habían entrado al cuarto de baño y se masturbaban con la escena lésbica que les dábamos en ese momento. Fue Tere, quien advirtió la presencia de los tres mosqueteros, susurrando en mi oído.

– Tenemos compañía ¡Démosles un buen espectáculo! Dijo al mismo tiempo en que comenzó a bajar por mi cuerpo, besando cada pedazo que sus labios tocaban.

Hasta que llego a mi sexo, con gran habilidad levante un poco la pierna para que ella lograra instruirse en medio de mis piernas, una vez que ella logró llegar a mi vagina, comenzó a lamerla de punta a punta, arrancándome grandes gemidos y sujetándola con fuerza de los cabellos empapados por el agua de la ducha.

–  ¡Oh Dios nena! ¡Así! ¡Uhhh! ¡Qué bueno! ¡Uhh! ¡Mmmh! ¡Así nena! ¡Más, se más puta!  Decía gimiendo y viendo de re ojo a los chicos acelerando la masturbada de sus cipotes.

Mientras la lengua de Tere, se ponía en contacto con mi coño, su dedo corazón llegó hasta mi ano. Metiéndolo hasta el fondo, con lo que me hizo saltar un poco y soltar un grito de placer.

–  ¡Ahhhh! ¡Nenaaaaa!! Grité.

Teresa, siguió penetrándome el culo y lamiendo mi chocho con habilidad descomunal hasta hacerme terminar en un gran orgasmo. Un orgasmo que fue acompañado por la polla de Alex, el cual dejó salir un gran chorro de semen que nos embarró a ambas. Aun masturbándose los tres chicos hicieron el intento de entrar en la ducha cosa que resulto algo imposible, por lo que todos fuimos de nuevo hacia la bañera, fue entonces que Tere colocó una toalla sobre el piso, recostándose de espaldas en ella, abrió muchísimo las piernas, me miro y dijo…

– Su turno Doctora. ¡Venga, dame una buena mamada!

Ayudada de la mano de mi hijo me coloque frente a las piernas de Tere de rodillas, Alex me lanzo una toalla doblada para que no me lastimara las rodillas con el piso. Metí mi cara en medio de esas hermosas piernas y comencé a lamer el coñito de princesa de Teresa, quien se contoneaba con cada pasada de mi lengua por sus finos labios vaginales.

– ¡Uhhh…joder Doctora! ¡Así! ¡No te detengas cabrona! ¡Ahhh! ¡Uhmmm! ¡Qué ricura! Mmmhh! Apuntaba vuelta loca de placer.

No pasó mucho tiempo antes de que alguno de los muchachos se colocara entre mis nalgas y comenzara a darme un cunnilingus bastante bueno. Mientras que los gemidos de Tere eran ahogados por el pito de mi hijo. Mientras succionaba los labios vaginales de Tere, miraba como su boca se tragaba casi por completo el pollón de mi hijo, aquello era realmente excitante. Al mismo tiempo en que intente averiguar quién era el que estaba en medio de mis piernas, al mirar hacia ese lugar pude ver que se trataba de Roberto, haciendo gala de sus dotes orales. Alex por su parte seguía masturbándose poniendo ese buen badajo a punto y listo después de haberse corrido unos minutos antes…todos sabíamos que los huevos de Alex aun daban para mucho más. Con una señal Tere le indico a Alex que se colocara a un lado de mi hijo, para turnarse y chuparles la verga a ambos.

– ¡Puta madre! ¡Qué bien nos la vamos a pasar! ¿Tío, me vas a dejar ponérsela en el culito a tu mama? Exclamó Alex mirando a mi hijo.

– ¡Si ella quiere, adelante! ¡Por mi está bien! Respondió mi hijo, el nuevo dueño de mi cuerpo.

Ambos me miraron mientras me comía el chochete de Tere, no fueron necesarias las palabras solo con mirarlos ellos supieron la respuesta, la cual era concluyente y afirmativa, quería sentirme doblemente penetrada, anal y vaginalmente. Ya que la primera vez que tuve sexo con Alex y Roberto los tuve dentro de mí pero solo vaginalmente. Los gemidos de ambas eran ahogados por los miembros de Alex y Adrián y los míos por la vagina de Tere, después de un rato más de sexo oral y cuando la tranca de Alex llego a su punto máximo, Roberto salió de entre mis piernas, beso mis nalgas y dijo…

– ¡Te la voy a meter Doctora! ¡Ya no puedo más, quiero volver a estar dentro de ti PUTA! Exclamó excitado y deseoso como un energúmeno.

Me preparé para la embestida de Roberto, pensando que sería brutal y alocada, pero resulto que el chico hizo algo muy diferente, dejo que su buen cipote disfrutara de cada centímetro de mi vagina, metiéndolo lento mientras sus manos me acariciaban las nalgas.

– ¡Uhhh! ¡Doctora! ¡Qué caliente estás! ¡Ahhh! ¡Más tarde va por el culo! Exclamó Roberto.

– ¡Uuhmmmm! ¡Hhhmmm! ¡Así, nene… dale de comer bien a mi conejo hambriento! Dije sintiéndome penetrada por ese chaval de polla brutal.

Al escuchar aquello, Teresa levantó la cara teniendo entre los labios la verga de Alex, la extrajo y exclamó.

– ¡Quiero ver cómo te entra Doctora!

En verdad la chica era toda una pervertida, se levantó de golpe dejando a mi hijo y Alex agitando sus pollas. Palmeando a su hermano en las nalgas, le pidió que se acomodara, por lo que Roberto saco su estoque de mi vagina, para moverme un poco, dejándome de rodilla en posición a cuatro patas sobre la toalla que hacía unos momentos ocupaba Tere, su hermana. Hizo un buen espacio entre el borde de la bañera y nuestros cuerpos, separó bastante las piernas y dejó que su hermana se metiera debajo de nuestros sexos, quedando boca arriba con los huevos de su hermano colgando y mi vagina sobre su cara.

– ¡Métesela despacio nene! ¡Vamos dale! Exclamó dando la orden de avanzar.

Roberto apuntó su ariete hacia mi orificio vaginal, poniéndome el glande dentro de mis labios y en poco encontró la bocana y la hundió de un solo empujón, para después dejarme sentir lo grueso y largo de su ricura poco a poco.

– ¡Dios mío… qué bien se ve! Esta perspectiva es inmejorable… ¡Te está entrando toda Ana Belén! ¡Uhh! ¡Dios mío, tienes un coño precioso! ¡Si pudieras ver como traga verga…! ¡Dios Santo! ¡Quiero verga! ¡¿A qué esperáis cabrones?! Exclamó Teresa ardiendo en placer.

Pude escuchar el gemido de Adrián al penetrar a Tere, al igual que un grito de placer de la garganta de ella.

– ¡Uhh! ¡Cabrona como aprietas! Exclamó mi hijo.

– ¡Ahhhhhh! Despacio nene… la tienes muy grande para mi coñito! ¡Uhhhy! Dijo Tere al sentir el monstruo de mi hijo invadiéndola.

Los movimientos de ambos eran suaves, haciendo que nuestras vaginas se abrieran con cada embestida que nos daban. Alex no tardó mucho en ponerse frente a mi boca agitando su polla, invitándome a chuparla. Me tragué su buen miembro de un solo bocado, sintiendo como su glande rozaba mi campanilla arrancándome una arcada de asfixia.

– ¡Uuaawwwkkk! Se escuchó.

– ¡Así Ana Belén! ¡Mama esa verga! ¡Cómetela toda! Dijo Tere mientras gemía.

Con mucha suavidad y pericia Tere lamía mi vagina y los testículos de su hermano, mientras él me atravesaba con más ritmo.

– ¡Dios mío! ¡Tere…. Uhh! ¡Eres una perra golosa! ¡Uhh! ¡Así nena! ¡Dame nene…Dame verga! ¡Ah! Ah! ¡Aggg! ¡Aggh! ¡Uhhg! ¡Uhgg! Decía mientras me sentía en el paraíso.

Alex me tomó de los cabellos, haciendo que su miembro se incrustara en mi garganta sacándome grandes arcadas del fondo de la misma.

– ¡Uuaawwwkk! ¡Uggh! ¡Uhgg! ¡Uaaaawwkk! Era lo que salía de mi boca, además de enormes cantidades de saliva.

– ¡Fóllame amor! ¡Fóllame! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ay! ¡Uh! ¡Más! ¡Así! ¡Dame verga! ¡Uh! Decía Tere al ser ya perforada hasta la raíz por el mostrenco de Adrián.

El sonido de vientres masculinos chocando contra nalgas o pubis femeninos era evidente y acompañaba a los gritos arcadas y gemidos. Para ese momento Alex se encargaba de mi boca y mis tetas, apretándolas con fuerza para que mi dolor apretara más su polla entre mis labios. Incluso llegué a morderlo un poco. Aunque no dijo nada, al parecer le gustaba.
No sé cuánto tiempo pasamos así, hasta que Roberto saco su bayoneta, por lo que pensé que estaba a punto de correrse, pero solo lo saco para pedir que todos no fuéramos a la cama, en lo que cada uno de nosotros estuvo de acuerdo.

Al llegar a la enorme cama de la habitación principal, el primer pensamiento que me invadió, fue el de aquella noche en que me entregué a mis deseos carnales siendo tomada por todos en esa misma cama. De inmediato nos colocaron a ambas de espaldas y boca arriba, una al lado de la otra. Fue entonces que mi hijo se acomodó de rodillas sobre el colchón y entre mis piernas y facilitándole el acceso doblando mis rodillas y elevando mi culo entro en mi vagina y Alex en la de Teresa, del mismo modo operanti.

– ¡Uuuhhh! ¡Nene…. Oohhh, Dios mío! ¡Cada vez la tienes más enorme! Exclamé al sentir como mi vagina se abría aún más para contener el badajo de mi hijo.

–  ¡Uh nene! ¡Así! ¡Dame fuerte! ¡Ahh! Decía Teresa al ser penetrada por Alex.

Después de que mi vagina se amoldó al troncho excelso de mi hijo, este comenzó a darme fuerte al igual que Alex lo hacía con Teresa, quien para ese momento tenía los ojos en blanco y gozaba de su primer orgasmo. Roberto solo contemplaba la escena como quien no decide con cual muñeca jugar. Mi segundo orgasmo llegó minutos después que el de Tere, haciendo que mi hijo clavara con mayor ahínco su pollón en lo profundo de mi coño, y alojado en mi útero, un gran chorro de lefa saltara en mi interior.

– ¡¡Uuuuuhhhh!! ¡¡Diosssss!! ¡¡Aaahhhhhhh! ¡NENE…! ¡Uhhh! Grité al tener mi squirt con toda su carne embutida en mi coño.

– ¡Uh! ¡Mamá! ¡Qué increíble! ¡Uhh!

Dijo mi hijo metiendo hasta los huevos, sus 25 cm enteros en mi vagina y luego los sacó habiéndome llenado de esperma, intentado que mi vagina siguiera explotando en chorros de líquido claro, metiendo los dedos en mi chocho. Y así fue, los movimientos de la mano de Adrián lograron extraer bastante líquido de mi ya empapada vagina. Mientras que Tere se palmeaba la vulva intentando que esta explorara igual que la mía. En pocos segundos ella tuvo un squirt muy sonoro, hasta pareció que algo se había roto en su interior.

– ¡Pop! ¡¡Jodeeeerrr!! ¡¡Uhhhhhh! ¡¡Hostia puta!! ¡Síiiiiii! ¡Aooohhhh!!!Gritó Tere soltando y expulsando la verga de Alex con un gran chorro de líquido.

– ¡Su puta madre! ¡Qué buena cosa! ¡Qué rico! ¡Uhhg! ¡Qué demonios! ¡Ha estado de huevos! Exclamó Alex restregando su glande en los labios empapados de la vagina de Tere.

Mientras admiraba aquello, pude sentir como los brazos de Adrián me tomaban y elevaban en el aire, una vez que me dejaron de pie sobre el colchón me pidió que me sentara encima de él, con las piernas abierta y viendo hacia donde Roberto se masturbaba. Sabía lo que venía, estaban buscando penetrarme doble, con suavidad me senté encima del mástil de mi hijo, el mismo que usando como guía la mano de mi hijo acertó y se introdujo poco a poco en mi ano.

– ¡Uhhh nene! ¡Uhhhhhhgg Dios mío! ¡Qué rico! Gemía mientras mi esfínter se abría.

– ¡Mamá! ¡Ahhh! ¡Qué apretada estás, joder! Exclamó Adrián al sentir como su polla se doblada al soportar mi peso entero.

– ¡Dios! ¡Dios! ¡Qué bien se ve, eso! ¡Uuhhgg! ¡Yo quiero! ¡Ahh! ¡Uhhh! ¡Mira como se lo traga! ¡Uh! ¡Ana Belén sí que tiene entrenado ese culo! Dijo Tere al ver como el badajo de mi hijo se introducía en mi esfínter sin demora.

Una vez que el monstruo de mi hijo quedó incrustado en mi culo en su totalidad, se quedó allí hasta que mi ano se amoldara a él, momento que fue aprovechado por Roberto para colocarse frente a mi vagina y penetrarme suavemente.

–  ¡Uhhh! ¡Así nene! ¡Fóllame! ¡Fóllate este coño! ¡Ah! ¡Umju! ¡Qué rico! ¡Dos vergas dentro! ¡Ahhh! ¡Adrián! ¡Nene, mueve un poco tus caderas, vamos déjame sentirte bien dentro! Dije llena por completo de ambos agujeros.

Ambos chicos se movían despacio, para poco a poco aumentar el ritmo, aunque debido a la posición quien disfrutaba más era mi hijo ya que mi ano apretaba su troncho con cada embestida de Roberto.

–  ¡Mamá! ¡Mamá! ¡Uh! ¡Uh! ¡No mames! ¡Me estás estrangulando la verga!

– ¡Uh! ¡Uh! ¡Sigue! Ah! Ah! Decía mientras Roberto, haciendo que mi culo se contrajera sobre el cipote de mi hijo.

– ¡No jodas tío! ¡Uh! ¡Esto esta genial! ¿Le gusta Doctora? ¿Le gusta así? Preguntaba Roberto.

– ¡Ajá! ¡Ajá! ¡Sigue cabrón! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Oh! Respondí como pude.

Por su parte Tere, seguía siendo masacrada por Alex, quien de golpe y porrazo saco su rabo de la vagina clavándoselo en el culo con sadismo.

– ¡Ahhh.. Puto cabrón! ¡Ahhh ¡Uhhhhh! ¡Cabrón! ¡Aaahhh! Gritó al sentir su ano abrirse de golpe.

– ¡Madre mía! ¡Estas ardiendo puta! Dijo Alex al sentir el calor del esfínter de Tere.

– ¡Mételo con ganas hijo de la gran puta! ¡Joder, siento que estas a punto de explotar! Dijo Tere ordenándole a Alex que hiciera lo que ella requería en ese momento.

Alex se contuvo dentro de las entrañas de Tere se la colocó bien adentro, momentos que Tere aprovechó para colocarse de perrita y levantar bien las nalgas, otorgándole una posición inmejorable a Alex para darle por el culo. Las tetas de Tere se embarraron contra el edredón, dándome una panorámica espectacular de lo que vendría. Alex, extrajo su miembro viril hasta el glande sin terminar de extraerla y de un solo envión la hundió de forma considerable con la dura  embestida.

– ¡Uuuhhhh! ¡¡Cabrón!! ¡Ahhhh! ¡¡Así!!¡Dame verga puto! ¡Dámela! Exclamó Teresa, echa una bestia.

– ¡Así putita! ¡¡Así Ahh!! Gemía Alex al empujar de nuevo para clavarle su ariete por completo a Tere.

Para ese momento ya todos éramos una mezcla de lujuria y desenfreno. Roberto me daba fuerte en el coño, mientras que Adrián se movía dentro de mi ano…, Alex por su parte le daba tremendas embestidas al culo de Tere, haciéndola gritar y hasta por momentos perderse en el placer del sexo anal. Pocos minutos después mi hijo pidió cambiar, ya que estaba sintiendo que se podía correr en cualquier minuto, por lo que ahora él estaría en mi chocho y Roberto en el ano… se mostraba ansioso por entrar en mi culo. Después de que mi hijo estuvo listo, giré para quedar de frente a él, colocándome su tranca entre mi labios vaginales…, me tomó entre sus brazos apretándome con fuerza contra su pecho, en segundos Roberto enfiló su glande sobre mi ano hundiéndolo poco a poco. Para ese momento mi culito ya estaba abierto y dilatado, por lo que la verga de Roberto, pese a ser también es bastante grande se clavó dentro de mí con facilidad.

– ¡No jodas! ¡Qué rico culo tiene Doctora! Suspiró Roberto al sodomizarme.

– ¡Moveros cabrones! ¡Darme verga! ¡Ah Dios mío…Esto me gusta cada vez más! Dije haciéndoles saber lo que pensaba en ese momento.

No tardó nada, para que ambos me dieran lo que pedía, mientras Teresa se incorporaba un poco, para pegar su cara a la de mi hijo y la mía. Dándonos algunos besos franceses, es decir jugar con nuestras lenguas. Alex por su parte seguía follándole el culo con ganas, la cara de todos estaba cubierta de sudor, los ojos de ambas, parecían los de un mapache, por la máscara de pestañas que se había corrido por el sudor y algunas lágrimas de dolor y placer.

– ¡Plap! ¡Plap! ¡Plap! ¡Uh! ¡Uh! ¡Uh! ¡Sí, Así! ¡Más! ¡Dame más! ¡Darme leche! ¡Ah! ¡Ah! ¡Plap! ¡Plap! ¡Plap! ¡Fóllame nene! ¡Uh! ¡Sí qué bien me follas, qué rico me das caña! ¡Ah! ¡Ah! ¡Uh! ¡Mhh! Gemíamos las dos mientras éramos brutalmente embestidas por los chicos.

– ¡Quiero darle por el culo, Doctora! Pidió Alex suplicando.

– ¡Ajá! ¡Venga dame por el culo nene! ¡Joder, darme todos por mi culo! ¡Ah! ¡Deja que Roberto termine! ¡Ah! ¡Y seguido me das tú! Exclamé entre jadeos y gemidos.

No pasaron muchos minutos antes de que mi hijo comenzara a apretar la quijada y cerrar los ojos con fuerza, sabía lo que eso significaba, estaba a punto de correrse por más que lo evitase… ya estaba aguantando bastante para ser la primera corrida.

– ¡¿Ya, nene…?! ¿Quieres terminar, dentro de mamá? ¡Uh! ¡Uh!

– ¡Uummm…Creo que síiiii! ¡Aaahhh! Expresó mientras su polla palpitaba y soltaba una primera gran carga dentro de mi útero.

Esperé paciente que mi hijo dejara de eyacular…una segunda andanada de lefa, con otra tercera y otras convulsiones de menos cuantían, me hacía sentir el recipiente de toda su lujuria, de su hombría y de su alivio, recibiendo esa cantidad ingente de testosterona sustanciada en la riada de esperma que me llenaban a modo de vertedero de amor. Fue un chorro tras otro de lefa la que me atoró el fondo vaginal, esperando pacientemente el vaciado de sus testículos, para pedirle a Roberto que le diera su turno a Alex, quien ya se había salido del esfínter de Tere.

Tenía a la chica ocupada de forma oral de nuevo, no sin tener dos dedos clavados en el culo de la misma. Roberto salió de mi ano con suavidad. Deteniéndose un poco y tomando una gran bocanada de aire…, momento que aproveché para dejar salir la barra de carne trémula de Adrián de mi vagina, el mismo que se veía aletargado y algo flácido, después de haber realizado su función de inseminadora. Porque bien visto el placer sexual, solo es un acicate para que la naturaleza realice su ejercicio de procreación y preservación de la especie.

Tomándolo con la mano derecha comencé a masturbarlo intentando que recobrara dureza, fue entonces que las manos de Alex me movieron un poco hacia la izquierda, colocándome de perrito…, con algo de rudeza el chico abrió mis nalgas escupiendo sobre mi ano, saliva que espacio con su glande por todo mi culo, para después insertar su miembro sin la menor resistencia en mi culo. Tere, se quedó en la misma posición en que Alex la había dejado, para dar paso a su hermano, quien la penetró por la vagina y después de dos o tres bombeos, decidió hacérselo analmente.

– ¡Uuhhh! ¡Así nene! ¡Así! ¡Uhhh! ¡Ahhh! ¡Corazón… Qué buena verga tienes! ¡Uhhh! ¡Eso es… fóllame bien! ¡Lléname el culito de lefa! Decíamos ambas al estar siendo penetradas analmente por los chicos.

– ¡Doctora, qué sabroso culito! ¡Uh! ¡Umh! ¡Me encanta! Decía Alex al sentir mi calor.

En cuanto ambas estuvimos estacadas por nuestros anos, los chicos comenzaron a darnos con fuerza, mientras nosotras compartíamos el pollón de Adrián, dándole una buena sesión de sexo oral, al parecer aquello se convirtió en una competencia por ver quién tragaba más carne de mi hijo, logrando experimentar placer anal y placer por asfixia. Adrián por su parte se mostraba relajado y disfrutaba de lo que nuestras bocas le hacían en ese momento. El sexo en ese momento era sucio y duro.

– ¡Grita puta! ¡Grita! ¡Plap! Plap! Plap! ¡Ahhhh! ¡Eso cabrona! Plap! Plap! ¿Te gusta la verga de tu hermano, no es así? ¿Huh? Plap! Plap ¡Ajá! ¡Ajá! ¡Ay! ¡Sí! ¡Me encanta tu verga amor! Plap! Plap! ¿Y a ti, puta mayor…Te gusta que te den por el culo? ¿¡He!? ¡Sí! ¡Me encanta por el culo Nene! ¡Ah! ¡Ah! ¡Uhhg! ¡Uhhg! ¡Uuuaaawkkk! ¡Métemela más! Uhhg! Uhhg! ¡Uuuaaawkkk! Plap, Plap, Plap, ¡Huh! Uhhg! Uhhg! Uhhg! Uhhg! ¡Uuuaaawkkk! Se escuchaba en ese momento en aquella orgía de los cinco.

Adrián nos tenía sujetas por los cabellos, mientras nos hacía comerle el mazo y lamerlo desde el orondo glande hasta los huevos, mientras que Roberto y Alex nos daban profundo y duro en nuestros culos. En aquella posición los chicos fueron pasando de una a otra dándonos sus pollas en la boca y dos vergas en el ano. Adrián pasó al ano de Tere y Alex a nuestras bocas, para después, volver a tener a mi hijo en mi ano y Alex dentro de Tere, mientras que el miembro de Roberto era succionado por ambas. Palabras soeces que en mi vida espere expresar, salían de mi boca son control, pidiendo cada vez más y más verga en todos mis agujeros, así mismo Tere expresaba sus deseos por mas miembro.

– ¡Dame, dame! ¡Uhh! ¡Sé! ¡Fóllame duro cabrón! ¡Fóllame! ¡Reviéntame el culo! Ah! Ah! Uhhg! Uhhg! Uuuaaawkkk! ¡Cómeme… cómeme nene! ¡Uh! ¡Uh! ¡Métemela toda! ¡Quiero sentir esas vergas dentro! Ah! Uhh! Uhhg! Uhhg! Uuuaaawkkk! Plap, Plap, Plap, ¡Huh! ¡Huh! ¡Huh! ¡Uhhg! ¡Uhhg! ¡Uuuaaawkkk! Decíamos ambas fuera de toda cordura y control.

Para esos momentos ambas ya habíamos experimentado varios orgasmos anales, no tan notorios como los vaginales pero sí bastante placenteros, por su parte los chicos parecían más vivos que nunca y no mostraban señales de eyacular muy pronto. Fue cuando Adrián tomo posición boca arriba sobre la cama, pidiéndole a Tere que se montara en él, ahora sería su turno de experimentar una doble penetración por parte de los chicos. Quien entro en su ano fue mi hijo, mientras que en su vagina entro Alex, pensé que Roberto me daría a mí, pero mi sorpresa fue ver como él le daba a su hermana por la boca, mientras le palmeaba con fuerza las tetas, haciéndola gritar de placer y dolor.

Ese momento lo aproveché para tomar un respiro y masturbarme mirando lo que hacían con Teresa. Fueron unos diez o más minutos los que los chicos hicieron de Tere su puta, para después voltear los ojos a la otra PUTA… la más grande. Así que me preparé para hacer lo mismo que Tere, pero ellos tenían planeado algo mejor, Roberto se tendió en la cama, pidiéndome que me montara en su mástil, el cual entro en mi vagina, después mi hijo se colocó detrás de mi metiéndomela por la vagina, abriéndome aún más mi maltrecho conejo, y eso no fue todo, ya que Alex se montó sobre mi trasero, apuntando a mi ano, acertando en la primera embestida. No podía creer que estuviera siendo triplemente penetrada, el placer de tener tres pollas dentro de mí era y es indescriptible, por lo que solo me dedique a gozar del acto en sí.

– ¡Uh! ¡Qué bueno! ¡Uh! ¡Así, follarla sin compasión a esa gran zorra! ¡Ah! ¡Dios mío! ¿Qué sientes Ana Belén? ¿Qué sientes… dime? ¡Dios Santo! ¡Ah! ¡Uhh! ¡¡Quiero una así!! ¡Uh! ¡Hum! Decía Tere embriagada de deseo carnal.

Yo no podía decir palabra alguna, solo pujidos leves salían de mi garganta, no aguanté más que unos segundos para estallar en un gran orgasmo, mientras las vergas de los chicos no se detenían…, me sentía como un gusano caliente, que solo podía retorcerme entre los cuerpos que en ese momento me aprisionaban. Para mi asombro al lograr levantar un poco la cara, pude ver que Tere estaba sentada sobre la cara de su hermano, el mismo que lamía su chocho y por momentos su ano. No pudiendo más me quedé inmóvil, por lo que los chicos salieron de inmediato de mí, me perdí por un momento en los remanentes de mi orgasmo, para cuando pude volver a la realidad escuché un grito que me hizo abrir los ojos.

Solo para ver como Teresa era puesta en la misma situación que yo, pero con la diferencia que a ella la tenían con dos pollas en el culo, el de Roberto y Alex y mi hijo por la vagina. Después de unos minutos más, comenzaron a exclamar casi al unísono, tras media hora…

– ¡Carajo me corro! ¡¡Me corrooo!! ¡Uhh, joder ya voy a explotar! Decían todos.

Y para el acto final, nos acomodaron juntas boca arriba, mientras ellos se masturbaban con fuerza, encima de nuestras caras, alguna mano golpeaba las tetas de Tere mientras que alguna otra pellizcaba mis pezones. De pronto, la tibieza del semen de alguno se hizo sentir en mi cara.

– ¡¡¡Uuuhhhgggg!!! Se escuchó.

Después otro y otro más. Pese a que mi hijo y Alex habían descargado previamente, parecía que no tenían fin en cuanto a su producción de esperma, ya que nos dejaron cubiertas de lefa a ambas, incluso algo del mismo llego hasta las tetas de Tere y las mías. Segundos después comencé a sentir como la lengua de Tere lamía los chorretones de semen de mi cara y tetas, para después hacer lo mismo con el que ella tenía en su rostro y tetas.

Todos caímos exhaustos sobre la cama. Desnudos, empapados en sudor, fluidos vaginales y mucho semen… aquel reciento olía a sexo que se cortaba el aire. Agotados, dormimos un poco, hasta que el frío de la noche logro despertarme, para ese momento el reloj marcaba las 00:22 horas. La sensación de haber hecho algo increíble seguía en mi mente y cuerpo, aunque también me sentía pegajosa por el sudor y fluidos corporales, por lo que decidí tomar una ducha, mientras llenaba el jacuzzi, la voz de mi hijo se escuchó en mi espalda.

– ¡Mamá, gracias! Dijo tiernamente.

– Gracias a ti, a vosotros más bien.

Me abrazó por la cintura pegando su hombría flácida a mi cuerpo, ambos entramos al jacuzzi bañando nuestros cuerpos, para cuando nos dimos cuenta todos habían despertado y querían meterse al agua tibia de la bañera. Esa noche la pasamos de maravilla, en la tibieza del jacuzzi, volvimos a darnos placer oral, incluso Tere les hizo una paja cubana a cada uno de los chicos. No tuvimos más ganas de penetraciones todos estábamos bastante adoloridos con nuestros sexo irritados de tanto uso caprichoso para intentar algo así…

Al final dormimos de nuevo a eso de las 4:30. Al día siguiente desayunamos completamente desnudos, ya era habitual vernos de esa forma. Después del medio día emprendimos el regreso a nuestros hogares… pero las cosas que estarían por venir serian aún más subidas de tono y nivel…Follar con Adrián se hizo costumbre en casa, ya no actuábamos como madre e hijo, sino que según el momento era su madre, su esposa, su amante, su puta o su partner…también éramos swinger en las frecuentes orgías que manteníamos con los chicos.

 



Capítulo 5. Merecidas Vacaciones.

Como ya se sabe, desde hace algunos meses sostengo una relación de incesto con Adrián, mi único hijo, una relación muy intensa y pervertida que me ha dado la vida y devuelto la juventud con más ganas de vivir. Pero eso no es todo, si recuerdan bien…, también me involucro con dos de sus amigos y sus respectivas familias, es decir tenemos nuestro pequeño club de incesto con sus madres y hermanas.

A modo de retrospectiva de la historia anterior…, todo comenzó cuando me entregue a los amigos de Adrián… Roberto y Alejandro. Para más tarde descubrir que mi hijo también quería participar de nuestro festín. Poco después tuve mi primera experiencia anal, entregándole el mejor regalo a mi hijo. Fue entonces que Teresa la hermana de Roberto se incluyó en las aventuras, y esa noche recibí mi primera doble y hasta triple penetración, incluida mi primera experiencia lésbica.

Después de eso, mi hijo y yo, comenzamos a tener una dinámica muy morbosa, las reglas entre nosotros quedaron de lado, teniendo largos y placenteros encuentros sexuales, muchísimo sexo oral, anal y vaginal sin misericordia follamos como conejos. Cuando las cosas están tranquilas en la clínica, tenernos charlas llenas de fantasías y muchísimo morbo, pero nunca le he dejado que me follase en el trabajo, para ese menester tenemos muchas horas en casa, en nuestra cama… ya formamos una pareja de hecho de ámbito sexual. No puedo remediarlo, es verlo en pelotas y se me hace el coño agua…, puede ser una mala educación o un gen traspuesto, lo que sé es que nunca he tenido tanto y tan buen sexo, sin contabilizar el hermoso cipote que me cruza toda la cara en longitud y de anchura que apenas puedo circundar con los dedos…una verga que me llena como ninguna en mi vida.

Como es una costumbre las vacaciones decembrinas se acercaban y como es tradición en la familia saldríamos de la ciudad para evitar el frío clima que reina aquí donde radicamos. Esta costumbre inicio desde que Adrián era un niño, y aún estaba casada con su padre, creo que eran de los pocos momentos en que mi ex esposo se ponía algo erótico y hasta perverso.
Pero eso es pasado, en el presente los planes entre mi hijo y yo, estaban en marcha, teniendo como destino la playa tinerfeña de “Los cristianos”, así que empacamos y salimos un jueves por la tarde hacia nuestro destino.

Después de habernos instalado en el hotel que elegimos con anterioridad, salimos a caminar por las calles aledañas. Fue entonces que las cosas dieron un vuelco muy morboso.
Mientras caminábamos por la calle, nos encontramos con un acto pleno de la naturaleza animal, una jauría de perros con dos de ellos copulando en plena vía pública. De golpe mi hijo se detuvo clavando su mirada en aquella hembra siendo montada por un perro grande, una sonrisa macabra y perversa se plantó en su cara y después de unos segundos de estar mirando aquel acto instintivo animal, mi hijo giró su mirada hacia mí.

– ¡Mama! ¿En toda tu vida de veterinaria, nunca sentiste curiosidad por tener sexo con un animal? Preguntó con tono calmo.

Su pregunta me cogió por sorpresa, debo admitirlo, mas no me espantó o algo parecido. Por unos segundos medité muy bien mi respuesta, ya que, si bien yo no tuve un acercamiento pleno con un animal, sí que personas cercanas a mí durante la carrera de medicina veterinaria las tuvieron y las compartieron conmigo.

– ¡No! ¡Creo que nunca me he atrevido a dar ese paso, no! Siempre he visto a los animales como un campo de estudio, no con morbo… respondí calmada.

– ¡Entiendo! Dime algo, con franqueza… ¿no te gustaría probar?  Volvió a preguntar Adrián mientras miraba de nuevo a la jauría.

Mire a mi hijo con un poco de extrañeza y a la vez con mucho morbo. En ese preciso momento tuve un flash back, regresando mi memoria a aquellos años cuando tenía 22 años y estaba por concluir mis prácticas profesionales en el pueblo de Tazones en Asturias. Y tuve mi primer encuentro indirecto con la zoofilia. Siendo una amiga muy cercana quien sostenía relaciones sexuales con casi cualquier animal, su nombre Fernanda, quien en ese entonces contaría con 21 años, una chica morena de buen cuerpo, cadera ancha, nalgas abultadas, tetas perfectas de tamaño mediano, en si un jovencita que cualquier compañero de la facultad habría querido tener en su cama todas las noches.

Recordé que en varias ocasiones la vi follando con sus dos perros… un labrador retriever que es un bonachón ideal para vivir en familia y mejor aún en una casa con jardín o cerca del campo. Este perro adora pasear, estar involucrado en las actividades familiares y es súper afectuoso… con mi amiga mucho más, con un tamaño considerable, especialmente su dotación genital. Y un bóxer, cruce entre un mastín alemán y un bulldogs inglés. Pesaba unos 30 kilos con una verga enorme de casi 20 cm y gruesa… estos perros son muy activos y juguetones. Son perros de pelo corto, y su manto aparece en varios colores…era el que más se follaba a su dueña.  

Pero también la vi con percherones asturianos, asturcones unos caballos fuertes, pequeños ejemplares de la familia de los ponis. Grupa inclinada, cola de abundante pilosidad. Un amplio arco costal con un frente pectoral musculado reposa sobre unas extremidades finas con cascos pequeños y redondeados muy resistentes. Alzada media de 1,25 m.​ Es un animal que habita en las montañas en libertad, pero es muy sociable y domesticado desde la antigüedad. En la granja cuidábamos de ellos y en los cubículos al atardecer o muy de mañana mi amiga se dedicaba a mamarle la polla o masturbar al un caballo, hasta sacarle la leche. Una noche la confronté esperando que me aclarara un poco más el panorama acerca del tema. Fernanda dijo que era algo increíble, no solo placentero, sino algo que la llevaba al éxtasis…, de hecho, trató de convencerme para que lo intentara. Por ese entonces mi experiencia sexual era limitada y casi nula dedicándome a los estudios, porque los hombres no hacen más que desviar nuestra atención, por lo que decidí mejor pasar de largo. La verdad me sentía asustada al pensar que sería violada por un animal. En una ocasión conseguí empalmar a mi potro, pero no llegué a que eyaculara, y con Fernanda, si que participé en una de sus orgía con ambos perros, viendo como la penetraban y la inseminaba atorándola con su gran bola, pero yo no probé de esa mieles.

Después de ese flash back y regresando a la realidad, miré a mi hijo quien seguía atento al show que aquellos canes le brindaban sin costo alguno.

– ¿Te gustaría que lo hiciera, cariño? ¿Te gustaría verme follada por un perro…? Respondí en forma de pregunta.

Adrián, giro la cara para verme asombrado y gustoso, y sin un segundo que perder respondió.

– ¡Sí! ¡Me encantaría! ¡Me gustaría verte hacer de todo… claro solo si tú estás de acuerdo! Exclamó sonriente.

– ¡Uhh! ¡Eres un Pervertido, cochino! No te conformas con ser tu puta, sino que además quieres ver mi lado de perra, dije abrazándolo por la cintura.

– ¿Quieres?

–  ¡No lo sé! ¿Primero, no podemos entrar al hotel con un perro callejero… segundo, tú has tenido experiencias con este tema? ¿Digo, por algo quieres que yo lo haga? Dije poco preocupada.

–  Ja, ja, ja ¡Yo no! ¡Tere… esa niña es una cabrona… se atreve con todo! Respondió mi hijo.

– ¿Teresa…nuestra teresita? Ella… dije asombrada.

– ¡Ajá! Ella lo hace con Savoi y no solo ella Claudia también lo ha hecho… comento Adrián sin la menor vergüenza.

– ¿Alexa, también? Pregunté.

–  ¡Ah No! Ella aun no lo hace, bueno al menos no hasta ahora… respondió morbosamente mi hijo. – Pero sí se ha mamado a más de un semental de la cuadra donde va a practicar equitación… cada una tiene asignado un ejemplar que tiene que montar y cuidar.

Ambos comenzamos a reír, por aquel comentario. Adrián me dio un beso en la mejilla, abrazándome por los hombros, reanudando la caminata nocturna. La charla acerca de aquel tema quedó un poco en el olvido por ese momento, más al regresar al hotel y mientras tomábamos una ducha juntos volvió a salir a colación.

– ¿Entonces qué dices mamá? ¿Te atreves a follar con un animal? Exclamó mi hijo nerviosamente.

– ¿Vaya creí que lo habías olvidado? Nene… será algo complicado en este momento, ya te dije porque…

–  ¡Vamos mamá…! ¿Complicado? Eso es lo de menos, lo resolvemos en un tris… el hecho está en que tú quieras… Dijo mientras me acariciaba las nalgas.

Creo que no había escape alguno, además que podía perder.

–  ¡Ok! ¡Está bien! ¡Pero dime como lo haremos… y otra cosa… tendremos cuidado… ¡ok! Respondí suspirando, no sé si por miedo o por lujuria.

– Bueno, primero alquilamos un búngalo en las afueras de la ciudad, no te preocupes yo lo pagaré con el dinero que me deposita papá, segundo buscamos a un invitado que te agrade, y por ultimo tomamos todas las medidas para que tu estés segura y te sientas cómoda… ¿Qué dices?  Exclamó Adrián mientras me separaba las nalgas introduciéndome su verga en el culo.

– ¡¡Ahhh!! ¡Uuhh! ¡¡Suena…mmh… Bien!! ¡Ahhh! Exclamé gimiendo de placer.

Esa noche tuvimos una buena sesión de sexo anal mientras nos duchábamos. Al día siguiente comenzamos la búsqueda del búngalo, consiguiendo uno a buen precio y en una localidad algo solitaria, pero segura. Era pequeño, pero cómodo y confortable, algo que había exigido a mi hijo. Después comenzamos a buscar al invitado, no tardamos mucho para hallarlo, ya que de camino al hotel y no muy lejos del lugar donde se encontraba el búngalo, encontramos a un perro mestizo bicolor, negro y café, un mestizaje entre rottweiler y labrador, fuera de una pequeña tienda, mientras mi hijo bajo a comprar unas botellas de agua. De inmediato Adrián pregunto al dueño del local si el perro era suyo, el dueño respondió que no, que el perro era de un residente que lo había olvidado cuando se marchó de vacaciones y ahora anda solo por la zona dejando que lo alimenten.

– ¿Le importa que lo cuidamos nosotros mientras estamos pasando estas vacaciones? ¡Mi madre es veterinaria y sabe qué hacer con él!

– Creo que es perfecto para el pobre, el animal estará encantado… ¡No sé cómo se olvidaron de él…! Además sé que lo quieren porque tiene todas las revisiones y vacunas puestas.

– No se olvidaron, dijo una vecina. – Lo que ocurre, es que iban a un apartamento que no permiten animales, y como saben que el perro no se irá de la urbanización mientras le alimentemos, no han tenido problema de dejarlo suelto por aquí.

El invitado perfecto, creo yo. Adrián no tardo mucho para cercarse al perro, teniendo cuidado en que este no lo agrediera. De inmediato notamos que era un perro manso y juguetón, por lo que mi hijo me miro en busca de aprobación. La misma que llego cuando sonreí tímidamente dentro del coche. Mi hijo subió al vehículo después de cuestionar un poco más al dueño de  aquel can, por dejarlo abandonado.

– ¡Bien, al parecer no es de nadie durante unos días y vaga por estas calles, es amistoso y está grandote! Y lo mejor, tiene todas las vacunas y revisiones veterinarias. Exclamó mi hijo al subirlo.

–  ¿Y…? Aparentaba ansiedad.

– Pues que podríamos llevárnoslo con el beneplácito de la vecindad, y devolverlo cuando hagamos uso del mismo o lleguen sus dueños, ¿no crees? Dijo Adrián.

Al parecer, mi hijo tenía todo resuelto en su mente. No había duda que le gustaba la idea de ver a su madre siendo follada por ese animal. Una sonrisa pícara se dibujó en mi rostro, y solo moví la cabeza negando, pero al mismo aprobando lo que decía. Más tarde ese día, nos dedicamos a mirar videos en internet acerca del tema, buscando algunas medidas de seguridad para lo que estábamos por hacer. Y a decir verdad aproveché para observar un poco el teje y maneje de las cosas.

Serían las 18:35 horas cuando salimos del hotel con dirección al búngalo, con todo listo para ejecutar el acto bestial. En el trayecto mi hijo se detuvo frente a una farmacia, por lo que cuestione el porqué del tal hecho.

– ¿Para qué te detienes aquí? ¿Acaso le pondrás preservativo al perro? Pregunté asombrada.

– ¡No! ¡Solo quiero comprar algunas cosas! ¡Ya vuelvo! Exclamó mientras me besaba en la boca.

Dos personas que salían del establecimiento, nos miraron asombradas, debieron imaginar que el chico había conseguido a una madurita caliente para esa noche, crédulos…, no se imaginaban que esa madurita era su madre y que estaba a punto de follar con un gran perro de más de 30 kg y, con su propio hijo al mismo tiempo. Cuando Adrián volvió de la farmacia, me entrego una bolsa con algunos artículos, vendas de algodón, lubricante vaginal, enemas anales y pastillas de menta. El lubricante, los condones, los enemas y las pastillas me parecieron normales, es decir algo que usarías para refrescar tu aliento y para el sexo anal, pero las vendas de algodón me intrigaban.

Después de unos 20 minutos llegamos hasta la esquina en donde se ubica la pequeña tienda de ultramarinos, Adrián volvió a bajar para adquirir algunas botellas de agua y algunas frituras.

– ¡Vaya, el señor dice que no ha visto al perro, tendremos que buscarlo! Exclamó algo molesto mientras subía al coche.

Solo sonreí, para dar paso a la búsqueda del animal, la cual tardó cerca de una hora, para al fin encontrarlo dormido frente a un banco del parque local. De inmediato Adrián hizo ruido para llamar la atención del can…moviendo el rabo se acercó hasta el auto. Mi hijo lo acaricio por algunos minutos, mientras le decía cosas para tratar de ganar su confianza. Fue entonces que decidí algo que me pareció increíble, si estaba a punto de ser follada por aquel animal, al menos tenía que conectar con él, por lo que bajé del coche y lo llamé silbando un poco. Debía de desplegar mi psicología de veterinaria para calmar a los bichos.

El perro se acercó con rapidez. Al llegar a mí, levantándose en sus patas traseras se abalanzó sobre m cuerpo, fue allí que me di cuenta de su tamaño y peso reales, el perro parecía estarme abrazando con sus patas delanteras… mi hijo reía dentro del coche mientras me alentaba a abrazar al animal. Después de eso, mi hijo estacionó bajando del mismo, ambos nos sentamos en el banco del parque junto al perro, habiendo transcurrido unos cuantos minutos de mera observación, nos percatamos de que nadie parecía extrañado o preocupado porque dos extraños estuvieran con el perro del vecino de aquel lugar. Por lo que sin prisa y sin mucho alarde, Adrián abrió el portón del coche alentando al can a subir dentro.

Sin gran esfuerzo el perro entró, debía estar acostumbrado por sus dueños, acomodándose en el asiento de atrás, Adrián cerró la puerta, yo subí de prisa junto al Sandokán, que se así se llamaba, marcándonos una velocidad moderada. La adrenalina corría por mi cuerpo, era la primera vez que hacia algo así. Durante el breve camino hasta el búngalo, yo me conectaba más y más con aquel animal, acariciándolo y hablándole, una vez que el coche se detuvo frente al lugar alquilado, mi hijo bajo para abrir la puerta del búngalo, mientras yo seguía jugando con el animal, pocos minutos después todos estábamos dentro del búngalo, ansiosos, excitados y listos.

Lo primero que hice antes de cualquier otra cosa, fue bañar al perro ya que estaba sucio y muy desalineado. Fue entonces que mi hijo comenzó con el juego erótico de ese momento.

– ¡Mamá, acaríciale la polla! Sugirió mi hijo sobre mi hombro mientras que yo tallaba a aquel percudido animal.

Sonreí morbosa, ya que en varias ocasiones antes de que mi hijo me pidiera hacer aquello, yo ya había pasado mi mano sobre los testículos y cipote de aquel perro con cara de malo. Palpando el peso y grosor de su sexo.

– ¡Anda, mamá! ¡Acaríciale la verga! Seguro que le gusta…llevará mucho tiempo de abstinencia el pobre, repitió mi hijo en mi oído.

Giré un poco para mirarlo mejor, mientras mi mano derecha iba en busca de la tranca del animal, encontrándolo casi de inmediato, lo sostuve como cualquier Doctora haría en una palpación médica, más imaginé que en esta ocasión debería hacerlo de forma diferente, mas… digamos perversa. Así que lo tomé con mis dedos empezando a masturbar al perro quien solo nos miraba inquieto. Mi mano se movía despacio, mientras la polla roja del aquel can salía por su prepucio.

– ¡No mamá! ¡Mira! ¡Ya lo pusiste caliente…! Exclamó mi hijo quien ya se notaba excitado.

El vergazo poco duro de Adrián me rozaba la espalda, mientras yo seguía con mi labor manual. La sensación de la verga de mi hijo frotándose contra mi espalda, mientras mi mano sacaba aquel pollón rojo de su funda peluda, me estaban poniendo muy loca, por lo que exclamé.

– ¡Quítate la ropa, nene! ¡Anda deja salir lo tuyo! Dije mientras me acomodaba sobre el sardinel de la ducha.

No pasaron ni dos segundos antes de que mi hijo estuviera completamente desnudo, su verga se mostraba hinchada, al igual que la de aquel can, que seguía jadeante y expectante. Sin más, tome la verga de Adrián cambiando de mano, ahora teniendo la verga del perro en la izquierda y la de mi hijo en la derecha, masturbando a ambos a la vez, pocos minutos después de haber comenzado aquel juego pervertido, fue mi hijo quien exclamó.

– ¡Despelótate mamá! Que vea el bicho lo que se va a tirar…, dijo excitado y agitado.

Detuve mi trabajo manual en ambos pollas, para despojarme de la ropa, quedando totalmente desnuda ante la mirada de mi hijo y el perro… el mismo que intento salir de la ducha para olerme. Por lo que tuve que meterme a la ducha con él, ya no importaba ahora estaba desnuda y bastante caliente. Mientras terminaba de asear al can, aproveché para mirar a mi hijo masturbarse frente a mí, al mismo tiempo en que yo hacía lo mismo con el perro. Allí me encontraba en cuclillas masturbando a un animal, mientras mi hijo se acariciaba muy despacio el mazo asombroso que tiene.

El perro se mostraba inquieto lamiéndome cara que tenía oportunidad, de pronto aquel animal poderoso, me empujo contra la pared, haciendo que cayera de nalgas contra el suelo húmedo. Por reflejo intente alejar al animal con las manos, siendo un intento inútil el peso y la fuerza de aquel animal era demasiada, por lo que fácilmente se abrió paso entre mis manos, comenzando a lamer mi cara, mis tetas, mis pezones y estómago. Fue bajando y yo dándole camino donde lamer… mi pubis y allí fue cuando aquel perro lamio por primera vez mis labios vaginales.

– ¡No! ¡No! ¡Uhhh! ¡Dios mío! ¡Sí! Exclamé al sentir la lengua tibia del animal.

– ¿Te gusta mamá? Preguntó Adrián lleno de morbo.

– ¡Ajá! ¡Se siente muy bien! ¡Es como tener una lija tibia en el coño, nene! ¡Ahh! Dije mientras gemía.

La lengua de aquel canino era enorme, por lo cual con cada pasada lograba abarcar mi vulva en su totalidad, incluso por momentos dejaba que esta se introdujera un poco. Aquel cunnilingus canino, me estaba llevando a la locura, perdí la noción del tiempo ya que me dediqué a disfrutar con ojos cerrados lo que aquel perrazo me hacía sentir. Cuando volví a abrir mis ojos, Adrián ya estaba dentro de aquel pequeño espacio, con la verga completamente dura y su mano dándole unos tirones suaves, mientras sus ojos apreciaban lo que aquel perro le hacía a mi conejito ardiente. El chorro del agua de la ducha empapaba aquel miembro viril venoso y firme de mi hijo, haciéndolo lucir majestuoso.

–  ¡Nene! ¡Terminemos de bañarlo, quiero ir a la cama! ¡Uhh! ¡Este muñeco chupa muy bien! Parece estar entrenado para el cunnilingus, y quiero chuparte ese cipote que te gastas! ¡Ahhh…Dios Santo que ganas tengo! Exclamé llena de placer.

Con algunos problemas logramos terminar de asear al can, quien se mostraba impaciente e inquieto por seguir lamiéndome allí abajo. Una vez que el perro estuvo completamente seco y limpio Adrián lo saco del cuarto de baño, para llevarlo a la habitación, donde ambos me esperaban. Después de tomarme un tiempo para secar mi cuerpo y enredarme una toalla en el cabello, Salí con las carnes al aire, el calor del clima y el del ambiente hacían más confortable aquel momento.

–  ¡Agárralo bien! ¡Nene! ¡Ahh! Dije al salir del acierto de baño, al sentir las patas del perro sobre mis tetas.

El cipote del perro seguía colgando fuera de su prepucio, apreciándose lubricado y listo para la acción, mientras que el de Adrián se apreciaba algo flácido y con sus huevos colgando, mientras con ambas manos sujetaba al perro por el pecho. Muy lento y sin perder de vista a ambos, me recosté sobre la cama abriendo las piernas y sobando mis tetas.

– ¡Bien! ¡Ahora sí, tráelo amor! Dije en un susurró.

– ¡Espera, mamá! ¡Déjame hacer algo! Dijo mientras arrastraba al perro fuera de la habitación

Después de unos minutos de estar en espera, tocándome los pezones y la pepita, Adrián entró de nuevo a la habitación dejando libre al perro, quien de prisa salto en la cama, entrando en medio de mis piernas, comenzando a lamerme el coño con euforia. Hasta ese momento pude apreciar que mi hijo había vendado las patas del perro, para que no me hiciera daño con las garras, ya que se mostraba torpe y acelerado por su excitación. Adrián tomó un lugar preferencial junto a la cama, mientras dejaba que su mano pusiera a tono aquel mazo colgante.

– ¡Dios santo! ¡Uhh! ¡Ahhh! ¡Mmmh! ¡Qué lengua tan divina! ¡Ahhh! Gemía yo.

– ¿Te la chupa mejor que nosotros, mamá? Exclamó mi hijo.

Hasta ese momento solo había existido una lengua que me hubiera dado tanto placer como la de aquel can, la de Teresa, aquella noche en la cabaña.

– ¡Mmh! ¡No! Ahhh! ¡Aunque está más rasposa que la de vosotros! ¡Huh! ¡Mmmh! Gemí al responder tratando de no hacer sentir de menos a mi hijo.

No pasó mucho tiempo antes de que mi hijo subiera a la cama colocándose a mi lado, comenzando a masturbarse despacio mientras chupaba mis pezones. El placer era inmenso, los lengüetazos de aquel perro eran sonoros y repetidos, mientras que los labios de Adrián me jalaba los pezones con fuerza.

– ¡Ahhh! ¡Papi! ¡Hmm! ¡Papi! ¡Dame esa verga! ¡Mmh! ¡Así ahh! Exclame pidiendo verga de mi hijo.

Sin perder tiempo alguno, Adrián me colocó su badajo aun flácido en los labios, un pequeño rastro de líquido seminal, quedo depositado sobre ellos, comenzando a darle una buena mamada al chaval. Quien con sus dedos apretaba un poco mis pezones. Mientras que el perro seguía lamiendo mi raja llegando a rozar el clítoris. De un momento a otro aquel el can, dejó de chuparme, subiendo sus patas por mi torso torpemente, solo para intentar montarme.

– ¡Ahh! ¡Mamá! ¡Hmm! ¡Ya quiere follarte! Dijo mi hijo mientras disfrutaba de mi boca.

Miré al perro agitar su cadera como si estuviera follándose a una hembra en celo, su polla descargaba líquido seminal en mi abdomen, el mismo se sentía tibio.

– ¡Mmhhggg! ¡Déjame girarme amor! ¡Vamos a ver qué sabe hacer este cachorro dentro de mi coño…! Exclamé sacando el ariete duro de Adrián de mi boca.

Con algo de esfuerzo, Adrián logro separar al canino de entre mis piernas. Rápidamente y siguiendo con lo aprendido en los diversos videos que había visto en internet, me coloqué a  cuatro patas como una perra en celo esperando a que la follaran el semental, subiendo bien las nalgas y bajando mi torso para facilitar la correcta penetración.

–  ¡Acércalo! ¡Despacio! ¡Amor! ¡Uhh! ¡Esta bestia tiene una verga casi como la tuya y está que revienta el coño que pille por delante! Exclamé mirando la energía del perro.

Adrián, posicionó al can, quien agitado trababa de montarme a como diera lugar. Cuando me tuvo a su alcance sus patas delanteras me aprisionaron con fuerza, mientas la cadera se agitaba con desenfreno y torpeza refregando por todo lados, en busca de un agujero donde insertar su vergazo. Esa barra de carne rojiza ya estaba muy dura y caliente.

– ¡Uh! ¡Este jodido perro está muy loco, no atina a metértela, mamá! Exclamó mi hijo quien miraba como el can intentaba penetrar mi vagina.

Por mi parte podía sentir el cipote húmedo de aquel perro restregándose en mis nalgas y por momentos rozar mis labios vaginales, mi ano… la notaba en todo mi culo.

– ¡Ah! ¡Sí! ¡Tienes razón nene…ahh! ¡Déjame ver si puedo ayudar a este cabrón fornicador…!

Lentamente y como pude logré sujetar el resbaladizo badajo del can, dirigiéndolo a mi culo, no tardo mucho antes de que el perro insertara aquel miembro húmedo y grueso en mi vagina de un solo envión, arrancándome un gemido placentero y sonoro al clavarme inmisericorde.

– ¡¡¡Uhhhhhhhmmmmm!!! Dije al sentir como la verga de aquel animal me abría las paredes de mi vagina hasta el fondo.

– ¡Ahhh! ¡Sí…no jodas! ¡Ya te la metido sin trabajarte el coño! ¡Uhh, joder como follan los perros! ¡Tienen una polla de acero para meterla de una! Exclamó mi hijo quien miraba atento.

Aquel animal se movía como loco dentro de mí, provocando que mis gemidos y gritos se escucharan en todo aquel búngalo. La notaba dentro de mi mismo útero, donde solo llega mi hijo…solo Adrián había estado ahí donde el animal perforaba sin raciocinio alguno, con la única intención de satisfacer su instinto animalesco, el mismo de todos los cabrones que te follan sean de la raza o condición que sean… un macho es un macho y solo busca una sola cosa, saciarse dentro de una hembra e inseminarla, y cuanto más perra o puta sea mejor.

 – ¡Ahh! ¡Ahh! ¡Dios! ¡Dios mío! ¡Sí! ¡Sí! ¡Uhh! ¡Mmh! ¡Mmh! ¡Sí perrito! ¡Así! Ahh! Uhh! ¡Me está dando bien duro amor! ¡Ahhh! ¡Ahhh! ¡Dios! ¡Sii! ¡Fóllame perro cabrón… hazme sentirme una perra sucia! Gemía mientras decía cosas fuera de todo sentido o cordura.

Mis alaridos parecían los de una perra en brama, aquella verga canina me estaba llevando al éxtasis muy rápido. Mientras las patas del animal me aprisionaban con fuerza de la cadera, su estoque comenzaba a hincharse dentro de mí, sabía lo que venía a continuación…

– ¡No me jodas! ¡La hostia puta, Mamá! ¡Te está dejando el coño bien aviado de verga! Exclamó Adrián al ver lo que sucedía. – ¡¡Este animal ya te considera su perra!!

– ¡Ahhhhuu! ¡¡Wuaaauuu!! Gemí como debía hacerlo una pera en celo al sentir el bulbo del perro hinchase en mi vagina.

Aquella forma esférica ensancho drásticamente mis paredes vaginales, por lo que de inmediato relaje mi vientre dejando que mi orgasmo derramara una enorme cantidad de fluido vaginal, el cual escurría por la cara interna de mis muslos. Fue entonces que Adrián dejo su posición de espectador pasivo, acercándose a mi cara, ofreciéndome un caramelo para lamer y chupar.

– ¡Diablos mamá! ¡Eres una tragona! ¡Chúpame un poco la polla…mira como la tengo solo de ver cómo te folla este perro! Exclamó mi hijo en un estado de excitación superlativa.

Comencé a lamer el vergazo de Adrián, mientras que aquel can seguía dándome una buena follada, ya no con tanta intensidad, pero aun así llena de placer debido al bulbo insertado dentro de mí y de la percepción de los chorritos de semen que eyaculaba sin cesar en mi útero. Mientras le daba una buena mamada a la verga de Adrián, la saliva de aquel perro, escurría en mi espalda, sabía que estaba próximo a hacer la gran descarga de sus gónadas, las agarré, sentí sus dos huevos grandes y suaves de pelo corto muy agradable. Los acaricié, apreté y manejé notando la textura de sus bolas…deseaba que produjeran una buena cantidad de leche, y así fue, pocos segundos después aquel canino explotó definitivamente dentro de mi vagina, inundándome de semen perruno, el cual se mezcló con mis fluidos escurriendo fuera de mí

¡Uuhhmm! ¡Dios mío! Nunca imaginé que sería tan sabroso follar con un perrazo así, un rottweiler haciendo el amor era impensable para mí… ¡Este cabrón me ha pegado una follada de antología! Mmhhgg! ¿Te gustó como se ha follado este hijo de puta a mami? Pregunté a mi hijo quien no perdía detalle alguno.

– ¡Me ha encantado mamá! ¡Dios estoy muy caliente…quiero metértela! Alegó Adrián perdido en la lujuria.

–  ¡Sí, cariño como no… quiero que me des tu leche también! ¡Ummm! ¡Pero la quiero en mi coño, que se sume a la lefa de este perro fornicador de mujeres! ¡Solo espera a que este cabrón se salga! Espeté entre pujidos teniéndome atorada con la bola hinchada dentro, completamente abotonada a aquel can que no paraba de soltar chorrito de leche sin parar.

Instintivamente el perro hizo el movimiento clásico de girar, para completar el coito animal, más lo impedí sujetándolo de una pata. Jadeante y aun vigoroso aquel animal termino por expulsar su semen dentro de mí, haciendo que el tamaño de aquel bulbo disminuyera. Fue entonces que con un ligero sonido de descorche húmedo, ¡Ploch! Sacó su miembro de mi colmado coño.

– ¡Auhh! ¡Perro Cabrón… que bien te has quedado con los huevos secos! Dije imperativa viendo como aún fuera de mi coño, su badajo soltaba pequeños goteos de semen.

– ¡Ja, ja, ja! ¡Como si te entendiera mamá! Respondió Adrián.

La verga de Adrián estaba muy hinchada sus huevos pegados a la raíz de su cipote, eran señal de que se correría pronto, por lo que muy aprisa me levanté un poco, pidiéndole que se recostara, para montarlo. Mientras que el can, se encargada de asear su miembro, lamiéndolo repetida y vigorosamente. Aun con los restos de semen y fluido escurriendo por mis muslos, tome la verga palpitante de mi hijo, colocándola en la entrada de mi almeja, bajando poco a poco mi cadera, hasta que los 25 cm de rabo se perdieron en lo más profundo de mí ser.

– ¡Joder mamá… tienes el coño ardiendo! ¡Y bien mojado ¡¡Uhhh!! Dijo Adrián al sentir mi calor interior, producto de la gran excitación obtenida por el perro, al follarme tan duro.

– ¡Ahhh… nene, Fóllame! ¡¡Fóllame como este animal! Exclame sintiendo cada centímetro de la penetración.

Las manos de mi hijo me tomaron de las nalgas, levantándome con relativa facilidad, para después dejarme bajar despacio encima de su miembro viril duro y sabroso. Después de unos cuantos sentones más, llego algo que ninguno de los dos esperamos en ese momento, aquel agitado y babeante can, se acercó a nosotros, olfateando nuestros sexos, su respiración era como un suspiro salido del mismo infierno. Mi hijo no hizo el mínimo comentario, el solo gemía y me daba verga con dureza metiéndome todo el tramo hasta los huevos una y otra vez, aunque yo giré un poco el torso tratando de ver lo que aquel animal hacia o estaba por hacer.

Fue entonces que aquel animal comenzó a lamer nuestros sexos con rapidez y esmero.

– ¡Ahh! ¡Uhh! ¡Mamá eso se siente muy bien! ¡Ahhgg! ¡Tu coño caliente la…Ummm... lengua de este cabrón… hh! ¡Es genial! Exclamaba mi hijo vuelto loco de gusto.

– ¡Uhh! ¡Dios mío, sí! ¡Es intenso! ¡Dos machos para mí! Respondí.

Mientras el pollón de Adrián se hundía dentro de mí, la lengua del perro nos daba aún más placer del imaginado. Las manos de mi hijo dejaron mis nalgas, para dejar que lo montara sin restricciones…, las mismas que fueron hasta mis tetas apretándolas con cada sentón de mi almeja en su mástil más rígido e hinchado que nunca.

– ¡Ah! ¡Ah! ¡Mamá… joder… uhh! ¡Así muévete… ah! ¡Ah! ¿Te gusta? ¿Te gusta que mamá como te folla tu hijo? ¡Uhm?! ¡Ajá! ¡Me gusta! ¡Uh! ¡Sí! ¡Ahh! ¡Dios me voy a correr otra vez! Gemíamos mientras disfrutábamos de nuestro acto bestial.

De pronto algo asombroso sucedió, el perro dejo de lamer nuestros fluidos montándose encima de mí de nuevo.

– ¡Dios Santo, este bicho es insaciable! Exclamé lujuriosa.

– ¡Wow! ¡En verdad te quiere follar mamá… uhh! Exhaló Adrián.

Las patas de aquel perro, llegaron casi hasta mis hombros, su polla volvió a salir de su funda, restregándose en medio de mis nalgas, Adrián y yo paramos la cabalgata, para ver qué pasaba, fue entonces que mi hijo me tiró un poco hacia el frente, dando vía libre a nuestro amigo se abriera camino hasta llegar a mi ano.

– ¡Ahh! ¡Me la va a meter en el culo! ¡Uhh! ¡Dios mío cuanto vicio tiene este animal! Exclamé al sentir el ariete del can encima de mi estrella anal.

Adrián me abrazó con fuerza para que no escapara, mientras aquel perro se acomodara para sodomizarme. Muy despacio y torpemente el animal consiguió hundir su glande en mi anillo, fue esa la señal para comenzar a bombearme el culo con gran velocidad y fuerza, mientras que Adrián me daba lento por la vagina.

– ¡Dios! ¡Dios! ¡Uhhh! ¡Ahhh! ¡Cabrón… cabrón… Ahhh! ¡Noo! ¡Dios mío me estáis matando de gusto, cabrones! ¡Ahhh! ¡Uhh! ¡Déjalo mamá! ¡Déjalo! ¡Uhh! ¡Sé que lo disfrutas como una perra! ¡Vamos perra, goza como una de ellas!

– ¡Ahh! ¡Uhhhh! Uhhhh! ¡Par de cabrones! ¡Ahhhhh! Gemía mientras intentaba no desmayarme del placer.

El cipote del perro parecía la broca de una perforadora abriendo mi esfínter, más no me resultaba doloroso, debido a la buena lubricación de aquel miembro canino, mientras que la vergazo de Adrián me perforaba la vagina despacio y muy suavemente llegando al mismo útero con su cabezón. Y como bien lo dijo mi hijo, comencé a gemir como toda una perra en celo.

 – ¡Uhh! Uhh! ¡Vamos chicos llenarme de leche!¡Ahh! ¡Quiero… uhh… leche, mucha leche de vuestras pollas! ¡Ahh! ¡Así! ¡Así perrito! ¡Dame verga nene! ¡Déjame llena de lefa! ¡Uhh! ¡Sí! Decía al sentir como estaba siendo follada por dos por dos animales.

Ambas bayonetas comenzaban hacerme sentir muy caliente y en extremo deseosa de más. Por espacio de unos minutos, tanto mi hijo como aquel perro abandonado me mantuvieron bien sujeta y repleta de verga, más nada es para siempre. Debido al momento tan morboso, las palabras sucias, los gemidos, jadeos, pujidos y por momentos chillidos Adrián, fue quien exclamó.

– ¡Joder mamá… me voy a correr ya mamá! ¡Uhhh… ya no puedo aguantar más… esto es la ostia…Ahhh! Dijo alarmado.

– ¡Dámela! ¡Dámela ya nene! ¡Vamos lléname de tu esencia viril! Grité.

Cuando la verga de mi hijo soltó el primer chorro de semen dentro de mi almeja, el perro dejo que su verga expulsara un nuevo chorro de esperma animal dentro de mi ano. Lo que provocó que mi cuerpo experimentara algo inigualable. Una descarga de adrenalina mezclada con algo eléctrico recorrió todo mi cuerpo, haciendo que mi cabeza se elevara y mis agujeros apretaran tanto como pudieron ambas vergas, para exprimirles todo lo que les quedaba en esos huevos. De pronto un sopor y la dopamina corriendo por mis venas como una droga.

– ¡¡Mamá!! ¡Mamá! ¡Joder que gusto correrme dentro de ti puta… ohh! ¡Uhh! ¡Aaaggg! Gritaba Adrián mientras se derramaba dentro de mi útero.

– ¡Qué papi! ¿Qué? ¡Uhh! ¡Así llénenme…PREÑA de un puta vez a la zorra de tu madre! ¡Uhh! Respondí gimiendo fuera de mí.

En esta ocasión el perro logro girar adoptando la clásica pose animal de un coito perfecto, más esta vez su bulbo quedo fuera de mi culito. Por lo que no impedí su movimiento, fue entonces que exploté de nuevo, provocando que Adrián me apretara una teta, mientras con su otra mano me sujetaba con fuerza de la cadera.

– ¡No jodas puta… me estás ahorcando la verga mamá…! ¡Uhhh! Exclamó placenteramente mientras eyaculaba el segundo, tercero y hasta el octavo chorro de semen espeso dentro de mí ya colmada vagina de semen canino.

Después de unos momentos más, los tres participantes dejamos de derramar fluidos, la verga del perro salió de mi ano dejando escapar una buena cantidad de semen fuera del mismo, el cual escurrió hasta llegar a mi almeja, la misma que se encontraba llena por la verga de mi hijo. Quien se mostraba jadeante sudoroso y muy complacido. Después de eso, el perro bajo de la cama, echándose a lamer su miembro por segunda vez.

–  ¡Ayúdalo! ¡Ve mamás…es polla necesita una limpieza! Susurró mi hijo fuera de sí mismo.

Como una puta o una pendeja que era en esos momentos, me saqué la verga de Adrián del coño provocando que su semen saliera, escurriendo un poco. A gatas y como pude logré bajar de la cama, posicionándome a un lado del perro quien al verme intento levantarse, más mi mano lo sujeto de la cadera, impidiendo su escape, con la mano restante tome su badajo por la base, colocándome de rodillas frente a esa verga roja y ensalivado, me lo metí en la boca probando un poco de ese semen animal que aún eyaculaba a pequeños chorritos casi invisibles pero que eran detectados por mis papilas gustativas. Por espacio de unos minutos el perro no se movió, hasta que el mismo fue quien salió por piernas escapando a un rincón cercano, para terminar de limpiarse y dormir profundamente, calmado, relajado y con los cojones secos después de llenarme en dos ocasiones.

Yo me quede allí, tirada en el suelo jadeante, rellena de semen y aun excitada. Adrián, hizo lo mismo pero él en la cama, después de unos minutos fue mi chico quien exclamó.

– ¡Esto fue genial! ¡Debemos tener un perro! ¿No crees? Uno de raza grande con una buena polla que no te falte carne en tu conejo…, dijo mi hijo.

No respondí nada a su cuestionamiento, ciertamente por mi cabeza pasaron toda clase de cosas degeneradas al respecto.

– ¿Mamá? ¡Te adoro… eres increíble… vamos a hacer muchas cosas, a partir de ahora… ya verás…! Dijo con tono morboso.

La madrugada nos sorprendió, y como se había acordado, después de asearnos. Dormimos los tres en el búngalo…, de mañana dejamos el can cerca de la tienda donde solía estar, al lado del parque donde lo habíamos encontrado. Creo que esa noche fue el destape de mis más bajas pasiones, ya que mil cosas más sucias y morbosas estarían por venir…

Estos meses pasados he vivido la cuarentena con mi hijo Adrián. Hace una semana cumplió 20 años y lo pasamos bien, muy bien los dos solos haciendo el amor. No me da vergüenza decir que en mi vida desde que estoy sola, mi hijo ha sido el hombre de la casa, es quien tiene todos los derechos de uso y disfrute de su madre… los gustos que tenemos él y yo son tan coincidentes que todo fue casi inevitable… ¡Follamos por puro placer orgásmico!

Nos enamoramos desde que iniciamos la relación de perversión y lujuria sin paragón. Se inició hace un año y medio. Desde el primer momento, él nunca me vio como madre, ni yo como hijo ya que su físico en especial su altura, su aspecto facial y su carácter no lo hace ver como un chaval adolescente, al contrario, más bien aparenta ser un hombre en toda la extensión de la palabra, sexy, fuerte, vicioso en el sexo y generoso en la cama… todo un semental a la hora de fornicar con su madre, a quien a veces también sabe hacerle el amor.

Como madre e hijo tenemos buena comunicación, sin embargo como esposos nos entendemos mucho mejor sin necesidad de palabras, es tal vez por la ventaja de haberlo llevado NUEVE MESES EN MI BARRIGA, estamos intercomunicados emocionalmente, mucho más que si estuvieramos casados. Mantenmos un  lenguaje supracorporal... sabemos lo que desea el otro y somos felices en todo sentido. Lo mejor es su enorme vitalidad y virilidad ¡Es muy activo sexualmente! Me encanta percibir la hombría que le rebosa por cada poro. Ahora que hemos estado en cuarentena recluidos durante casi dos meses, sus instintos carnales han salido a flote más que nunca, queriendo probarme en todas las posiciones y cada uno de mis conductos… ¡¡Su masculinidad se ha disparado!! Amo a mi MACHO. Mi Adrián me excita tanto que me siento en las nubes cuando estoy en sus brazos.

– ¡Oh yesss hijo mío…fóllate bien a la puta de tu madre…! ¡Vamos PREÑAME con la munición que tienes en esos huevos! ¡Se nota que los tienen bien llenos!

– ¡Prepárate para recibir una buena ración de lefa! ¡Están deseosos de hacerte una panza! ¡¡Me encanta que seas la madre má PUTA que conozco y seas mía!!

– ¡Oh sí! ¡Clava a tu madre hasta el mismo útero que te engendró! Así es como exclamo cuando me mete su enorme verga de 25 cm en mi mojado y coño tragón, que buena está la dura polla de mi semental. Me muero en sus brazos cuando hacemos el amor y más cuando fornicamos como conejos salidos.




Con más de dos años que llevamos compartiendo nuestros fluidos más íntimos, durmiendo juntos lejos de las miradas de la sociedad con el fin de ocultar nuestro afer. Vivo con él jodiendo como malsanos fornicadores… también follo con sus amigos y las mujeres de sus familias… madres y hermanas. En breve seremos dos más en casa… esta cuarentena de 2020 por COVID-19 se nos fue la mano, nos olvidamos de cualquier dosificación y hasta de tomarme la píldora anticonceptiva…consecuencia, estoy preñada de mellizos. Hoy 25 de Noviembre de 2020, me han confirmado tras 28 semanas de gestación que me vienen dos hijos preciosos sin ningún defecto físico. Soy la mujer más feliz del mundo pese a que cometí incesto y seguiré cometiendo incesto de por vida, por mucho que para muchos es una aberración, para nosotros es el gesto de mayor entrega y gozo entre una madre y su hijo primogénito.

Creo en la certeza de que “En la guerra y el amor todo se vale”. ¡Qué más da si vivimos felices en nuestro hogar! Le permitiré que me preñe las veces que crea conveniente, él es amo y señor en el uso de mi cuerpo y mi útero es suyo, el mismo que lo engendró estará dispuesto para procrear a toda su prole en tanto sea fértil y me lo colme de potente esperma

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas más populares de la semana