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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Tradición Familiar. Mónica

Laureano después de tan bestial follada de desvirgue anal, necesitaba urgentemente hidratarse, así que desclavándola dio un saltó de la cama para ir a la cocina. Al salir de la habitación de su madre se encontró con la situación más inusual y enloquecedora que jamás habría pensado imaginar, Jessica estaba mirándolo apoyada en el pared justo a un lado de la puerta de la habitación de su progenitora, en donde el muchacho claramente cayó en la cuenta que ella lo había visto y escuchado todo.





Además de notar que su hermana lo miraba con ojos vidriosos, preguntando con ello de qué se trataba eso que acababa de ocurrir. Una vez que un desnudo Laureano observó el estado de shock de la buena de Jessica por lo recientemente ocurrido en el interior de la habitación de la madre de ambos, no se lo pensó para hacerle una señal de silencio con su dedo índice en la boca.

Inmediatamente después de tomarla del brazo y llevársela hasta la misma habitación de la joven que era la que estaba más alejada de la casa, intentó de alguna forma hacer que se calmara, dándole una explicación más o menos convincente, lo que sería muy difícil. Entre empujones y zarandeos llegaron al cuarto de la chica, quien entre susurros le iba exigiendo a su hermano que le explicara eso que ella había visto…

Está bien… está bien, te lo explicaré, pero cálmate ya…, fue lo primero que le dijo el joven a su hermana cuando ya estuvieron al interior de la habitación.

¡Claro que me lo explicaras…! y no sé cómo quieres que me calme si ni siquiera te has molestado en tapar tu polla… ¡¡cabrón desvergonzado…!!  ¡Solo mírate…!

Jessica sentía asco al verlo ahí todo desnudo, con ese pene semi erecto.

¡Ahhh…! Sí es verdad…, es que pensé que aún estaba con mamá… ¡¡Bueno tú ya sabes…!!

Le intentaba explicar Laureano descaradamente a su hermana mientras rápidamente tomaba una toalla personal de ducha de las que usaba su hermana.

¡No…! yo no lo sé, no sé nada. Vamos explícame eso que estabais haciendo… Os vi Laureano, os vi a ambos follando… y que yo sepa una madre no se folla a su hijo…

El impactado rostro de la joven mientras le hablaba a su hermano gradualmente iba cambiando a enojo mezclado con repulsión, en tanto el desvergonzado muchacho simplemente le contestó como estaba la cosa en esos momentos 

– Ahora no puedo Jessica, mamá esta esperándome en su habitación para seguir haciéndolo… y tú ya sabes muy bien a que me refiero…

Al decir lo último el desalmado de Laureano, sentía como le faltaba el aire debido al nerviosismo que lo embargaba al estar por primera vez hablando y reconociendo que él se había acostado con su progenitora. Para rematarlo, a quien se lo confesaba era a su hermana, la misma con la que tanto habían jugado desde la niñez, habían ido de la mano al colegio, habían pasado cumpleaños, fiestas navidades y así tantas vivencias familiares… su única hermana, pero lo que ahora le reconocía de forma muy descarada es que él literalmente se estaba beneficiando sexualmente a la madre de ambos, mandando a la basura todos aquellos hermosos recuerdos cultivados y arraigados con el tiempo y que habían hecho de ellos tres una familia unida y feliz.

¡Pero como dices semejantes estupideces!

La chica a pesar de haberlo visto todo, se negaba a creer que eso estaba sucediendo en su casa, hasta que nuevamente le habló con su rostro marcado para una expresión de impactado asombro.

¡Laureano…! ¡¡Ella es nuestra madre…!! ¡No puedes hablar así, y menos seguir teniendo sexo con ella…!

– ¡Jessica…! aunque te lo explique no lo entenderás… tú no tienes los ojos de un hombre para mirarla… si lo fueras, a lo mejor así te darías cuenta de su atractivo.

El desquiciado chico sabía que cuanto más crudas fueran sus aclaraciones, más enloquecida dejaría a su hermana. El fin era dejarla fuera de juego o cómplice de mismo. Esta alterada condición la podría aprovechar para una segunda fase de su plan… seguía maquinando para sus maquiavélicos deseos.

¡Oh por Dios…! ¡Tú estás loco…! ¡¿Cómo puedes hablar así…?! No lo entiendo. Ella… ella nos tuvo a los dos. ¡No se merece eso que lo estás haciéndole…!

– ¡¿Por qué la defiendes tanto…?! Le habló de pronto el maquiavélico de su hermano. – Tú ya la viste y escuchaste como ella también lo hacía conmigo, no la estoy forzando, por si es eso lo que estás pensando.

Hubo un profundo silencio después de lo último dicho por Laureano, y claro, la chica recordaba perfectamente como vio salir a su madre desnuda de la misma habitación de Laureano. Fue ella misma quien lo agarró casi a la fuerza para comenzar a besarlo adoptando una postura óptima contra una de las paredes de la casa para follar de pie con él. Después de eso, estando en la cama, ella solita se ponía a cuatro patas para que Laureano le hiciera de todo por aquella parte de su cuerpo que supuestamente era para otra función…, no para ser lamido y mucho menos por donde “hacer el amor”. Hasta que ya casi vencida por la cruda realidad se estiró en su cama y sollozando le daba a conocer a su hermano lo que ella estaba sintiendo.

¡Ay no se qué pensar! ¡Sniffssss…! Pero si la vi y la escuché…! esto… esto… Sniffssss… es demencial Laureano… ¡¡Snifsss…!! Aún no puedo creerlo… Sniffssss. ¡¿Pero en que estáis pensando para poneros a follar en casa?!

– Escúchame Jessica.

El hermano mayor de la llorona adolescente se sentó en la cama mirando como la joven sollozaba tapándose la cara, lo que aprovechó para darle una rápida miradita a su antojadiza anatomía. Percibía el cuerpo de su hermana, curvilíneo y tan poderoso al de la misma Mónica. Pensaba que muy pronto también le pertenecería, pero por ahora deseaba calmarla, ya tendría tiempo para poco a poco ir haciéndola caer en su juego por lo que por ahora siguió hablándole…

Yo anoche me fui a dormir con ella tal como lo hacíamos siempre y cuando desperté, ella me estaba tocando… y bueno yo soy hombre…

– ¡Pero es tu madre zoquete…! ¡¿Cómo no lo pensaste antes…!?

Le exclamó la chica no dejándolo terminar su explicación, por lo que Laureano ya un poco fastidiado con tanta explicación también se dio a defenderse.

¡¿Y porque no se lo dices a ella también…?! Tu misma la escuchaste, ella tiene tanta culpa como yo…

– ¡Claro que se lo diré…! Y tu pedazo de degenerado ni se te ocurra volver a hacérselo de nuevo… ¡¿Te queda claro?!¡¡Cómo no piensas que puedes Preñar a mamá, aún puede tener hijos!! ¡¿Sabes?! ¡¿Te imaginas el desastre si llegas a preñarla…?!¿Lo imaginas…?

– Pues tendría con ella mi primer hijo y que sería también mi hermano, y a ella su primer hijo a la vez que nieto, y tú tendrías un hermano nuevo y tu primer sobrino, no veo cual sería el problema, si todo queda en familia, le dijo Laureano de forma tan natural.

¡Laureano…! ¡¡Tú… tú… estás enfermo…!! ¡¿Como dices esas aberraciones…?! Yo… yo misma hablaré con mamá y le diré que deje de acostarse contigo…

– Bueno… inténtalo, pero verás que es ella quien empieza todo…, y si sigue yo no respondo Jessica, a mi me gustó mucho hacerlo con ella, y si ella quiere más… yo… yo… seguiré haciéndoselo, te guste o no. Mamá necesita un hombre que anda buscando desesperada y por eso no ha metido a todos esos impresentables en casa, que incluso nos han cascado ¿Quieres eso?

– No, no me han gustado ningún los novios de mamá y el de ahora menos…

– Pues una forma de que se olvide de él es que tenga un hombre en casa que le haga olvidar todos esos de la calle… he decidido ser yo y punto.

El facineroso chico desde hace un minuto se había percatado de la notoria y oscura humedad que tenía su hermana en su entrepierna. Tras la rotunda explicación, la chica se tendió de lado en su cama abrazada a un gran oso de peluche que adornaba el lecho, como si de verdad buscara protección en algo o en alguien, aún así ni con el muñeco artificial había bastado para que los salidos ojos de Laureano pusieran atención en tan particular señal de lo que quizás pudo haber sentido su hermana en los momentos en que los observó acoplados, o con la tanda de lindezas que ahora mismo él le estaba diciendo, por lo que en el acto puso su plan de acción para ver si llegaba a seducir a su hermana sin necesidad fármacos.

Jessica mira, haré lo siguiente ahora iré a la habitación de mamá y le diré que ya ha sido suficiente y de no seguir… me vestiré, ella hará lo mismo, y tú solo actúa normal. Pronto te darás cuenta que es ella quien empieza.

– ¡¡No lo creo, yo creo que tú la obligaste…!!

– Pues si estás segura de lo que dices… entonces acepta lo que te estoy diciendo y verás que será ella quien se insinúa como una puta.

– ¡No la llames así cabrón! Es tu madre también…

– Ya nena, pero esto viene de hace tiempo ¡Eh! es solo que yo la evitaba, hasta que ya no di más de sí. Un día, simplemente me la follé…, ahora vístete y compruébalo tú misma.

Jessica observó estupefacta, como su salido hermano tapado solamente desde su cintura para abajo desaparecía de su habitación. La joven adolescente otra vez caía en un alterado estado de shock por lo morboso de todo aquello. Desde hacía un rato tan solo conocía que su propia madre mantenía relaciones tan sexuales como incestuosas con su hijo, o sea, con su propio hermano. Además que las insanas imágenes de cuando los vio haciéndolo de pie contra la pared, vinieron a su mente de golpe y porrazo. De igual manera lamiéndole el culo, y para rematarlo le vino la cara de su madre con ese gesto de viciosa que nunca antes se la había visto ni imaginado.

– ¡Eso… eso era algo enfermo… muy enfermo…!

Se decía la chica intentando no pensar en lo que sintió su chochito cuando a su madre le estaba dando por el culo Laureano, por lo que rápidamente se metió a darse una ducha con agua fría para de una vez por todas dejar de sentir y pensar en ello… aunque ella no quería, le alteraban los sentidos haciéndola experimentar cosas extrañas en su cuerpo, sensaciones corporales que no había advertido ni siquiera la primera vez que lo hizo con su novio. Tal vez ella también había heredado el gen familiar de la promiscuidad incestuosa…En tanto en la habitación de la loable matriarca de aquel hogar flechada por Eros, se componía otra singular situación mientras madre e hijo de forma desvergonzada hablaban de la situación. Mónica totalmente desinhibida le hablaba a Laureano con sus muslos abiertos y acariciándose el chocho como si se estuviera masturbando…

Pero hijo… yo quiero, no necesito seguir haciéndolo, tengo muchas ganas de follar…

La cara de Mónica era irreconocible, si bien los efectos del fármaco iban bajando, ella aún no dejaba de sentir ganas que le metiera el magnífico rabo su hijo.

Lo siento mamá, Jessica ya se ha despertado y no podemos permitir que se dé cuenta de lo que hacemos.

Le decía el cínico chico de boca para afuera, ya que sus oscuros ojos se estaban devorando aquel estilizado cuerpazo de mujer italiana que se mantenía con sus dos piernas abiertas mostrándole impúdicamente el coño húmedo sin dejar de acariciarse a lo largo de toda su raja, tal cual como si se estuviera masturbando en cámara lenta, o quizás se lo hacía.

Solo un ratito más, una vez más cariño, cierra la puerta con llave y házmelo un poco más…, le insistió la caliente hembra.

Lo siento, ¡Deberás ir a darte una ducha con agua fría para ver si dejas de estar tan cachonda mamá!

Laureano se calentaba y se excitaba hablándole de forma tan vulgar a su propia madre, la misma que hasta muy poco había sido recatada y de carácter muy reservado, no habiendo montado jamás espectáculos con sus novios.

Por favor Laureano no me dejes así.

Contestaba y rogaba la mujer salida poseedora de la convertida Mónica de carácter honesto al menos por ahora.

¡¡Ya por favor mamá termina con ello…! Báñate y vístete antes que mi hermana nos pille, y se lleve una mala impresión de su familia…

Con esa simple frase el chico estaba que se corría, le encantaba provocar a su madre, poniéndola a caldo… claro que aprovechaba la condición en que el mismo la tenía obligada.

Lo sé… lo sé cariño… ¡¡Entonces prométeme que esta noche, apenas Jessica se duerma me volverás a follar!!

– No lo sé mami, lo pensaré. Según cómo te portes en el transcurso del día conmigo, tomaré la decisión si te has ganado una buena trabada de verga.

Diciéndole eso ultimo el muy caradura hijo de puta, abandonó la habitación de su calenturienta madre. El calculador chico sabía en el estado en que estaba Mónica, como así mismo tenía muy claro que los efectos del fármaco le duraría unas cuatro horas más, claro que este iba disminuyendo, por lo que pensaba tenerla haciendo todo tipo de faenas solapadas delante de su hermana, con la finalidad de que Jessica viera y se diera cuenta que su madre era la caliente y no él. Una vez que ya lo tres estuvieron aseados y decentemente vestidos, al unísono intentaban hacer las cosas cotidianas de la casa de la forma más normal posible.

En su momento Mónica no entendía el porqué intentaba verse lo más apetecible posible para su hijo mientras se arreglaba, lo que sí sabía era que si este lo notaba tal vez así se decidiría bajarle el calentón follándosela otra vez en cualquier parte de la casa, fuera de la vista de Jessica. Mónica enajenada solo percibía a su hijo como el único macho alfa que tenía la clave de desembarazarla del acaloramiento de empuje sexual que sentía, para nada lo veía como familia, sino como hombre, macho y semental… Su voluptuoso cuerpo lo cubrió con uno de sus mejores vestidos primaverales, este era de color verde oscuro y le llegaba justo al medio de sus muslos, con un sensual escote a la altura de sus tetas, en donde mostraba lo preciso para despertarle las ganas a cualquiera. La hembra estaba tan desatada que no se lo pensaba para insistirle a su hijo en sus incestuosas intenciones.

Ya amor ahora Jessica está en la cocina, que tal si nos encerramos y me echas uno rápido en el baño, ella no se dará cuenta de nada.

En aquellos comprometidos momentos Laureano terminaba su comida cuando Jessica se levantó al frigo. Desde su ubicación en la mesa se daba a responderle en voz baja.

– No lo creo mamá, ¿Te imaginas el trauma que le crearemos si ella nos llegara a sorprender?!

El delirante cabrón estaba que se mataba de la risa, ya que su hermana estaba parada con un vaso con zumo justo detrás de la silla de Mónica haciéndole tan descaradas solicitudes. Obviamente la joven lo estaba escuchando todo, en aquellos momentos estaba vestida casualmente con un top blanco sin mucho escote y con unos jeans ajustadísimos que le hacían resaltar las formas de sus caderas, sus muslos y sus piernas.

No lo hará cariño… solo vamos y hagámoslo, ¡¡Tengo tantas ganas… ¿sabes?! !El garaje esta oscuro, ahí nunca nos podrá ver. Sí vamos, podemos hacerlo tirados en el suelo, o mejor dentro del coche… o donde tú quieras…

Jessica no daba crédito a lo que oía. Si en algún momento, sin los argumentos necesarios había querido creer que su madre era víctima de tan perversa situación…. ahora se daba cuenta que su hermano no le había mentido, era ella la descarada que ni siquiera se le insinuaba, más bien lo invitaba abiertamente a que fueran a aparearse a cualquier parte de la casa, cual animales de una manada.

¡¿Tan desesperada estas porque te meta la verga?!

Mónica que no se podía mantener quieta en ningún lado debido a su estado, ahora se había erguido delante de la mesa y le hablaba a su hijo tocándose una teta en forma disimulada a la misma vez que le contestaba…

Si amor estoy desesperada… ¡¿Cómo es que no lo entiendes…?! Laureano quien presentía o creía ya saber el estado en que quizás podría sentirse su hermana quiso hacer aún más escandalosa la condición de su madre, indicó a su hermana que se retirara son gesto subliminal. Se dirigió al cajón de los cubiertos y tras mirar de soslayo hacia su hermana le entregó a su madre el punzón de madera del mortero, empezando a tocarlo con la única intención de que Mónica pusiera atención en ello.

¡Demuéstrame lo desesperada que estas…! Le dijo ahora mirando directamente a los negros ojos italianos de Mónica.

¡No… no te entiendo…! La mujer se sentía tan excitada que era incapaz de asociar situaciones y sacar sus propias conclusiones.

Mira aquí tienes el macilla del mortero, está bien duro… ¿no te gustaría meterte algo así en el coño, y calmar tus ganas en él…?

Mónica ahora que le explicaban iba entendiendo semejante proposición… – ¿Qué dices?

La hembra estaba sorprendida con lo que le pedía su hijo. El mortero en forma de falo era lo más parecido a una polla en una cocina, y un buen sustituto de un consolador…

¡Qué te lo metas en el chocho aquí, solo un ratito…! Hazlo y te prometo que nos iremos donde Jessica antes que se dé cuenta de nada…

– ¿De verdad lo harías… si… si… yo hago eso?

Sus negros ojos vidriosos ante tal propuesta le sabía exquisita, el mango de madera no era más grueso que la verga de Laureano y mucho más corto que su extenso tallo de venas marcadas.

Claro que sí, pero solo si te masturbas un buen rato…, demuéstrame con eso las ganas que tienes de follar, que te meta mi nabo en su acogedor conejito.

– ¿D…donde esta Jessica ahora…?

La caliente madre se giró un poco para comprobar que realmente estaban solos, mientras su hijo se daba a calmarla.

No lo sé, se debe haber ido a su habitación a WhatsAppear con sus amigas, o a leer sus aburridas revistas de moda. Te puedes masturbar tranquila, ya vigilo ante cualquier aviso si aparece…

– ¿Pero si lo hago… luego me darás polla…?

Muy salida, movía los dedos de sus manitas debido a una extraña ansiedad… – Si mamá luego follaremos hasta agotarnos….

Por su parte Laureano ya tenía la verga prácticamente con toda su dureza por el morbo que envolvía aquella situación inverosímil hasta hace unos días. El chico tenía claro que el mejor condimento era que Jessica, ahora vería otra vez con sus propios ojos lo muy salida que era su madre, después de haberlo increpado.

Está bien… lo haré un ratito, pero tu vigila…

Mónica quien en primera instancia asió el mandoble con sus delicadas manitas, fue ayudada por su hijo para subirse sobre la encimera despatarrada con las piernas colgando. Se dio a sentirlo y palparlo, estaba tan duro que a los segundos ya lo sentía muy rico. Estando ya casi desbordada por todos esos deseos en su cuerpo aún no saciados, se apoyó con ambos pies en las asas de los armarios, y sin pensárselo más acercó el rígido seudo falo posándolo sobre su vagina cubierta por su vestido y sus braguitas. Comenzó a refregarlo muy despaciosamente a la misma vez que iba cerrando sus ojos para concentrarse en lo que estaba haciendo. Laureano desde su silla enfrente de donde estaba su madre moviendo sus caderas, miraba de reojo hacia donde se había refugiado su hermana. Veía como ella en vez de frenar la situación se daba a mirar aquel escándalo con sus ojos casi salidos de sus orbitas oteando con la mitad de su cuerpo asomado desde atrás de la pared que daba a la cocina. En tanto Mónica primero se daba solo a tentar y palpar con su vagina aquella esplendida dureza que nunca había imaginado utilizar de sustituto de una buena polla.

La cachonda madre hacía tales reconocimientos con todo su cuerpo temblando de una extraña y perversa excitación, ya que estaba dispuesta a entregarse en cuerpo y alma a ese macilla de punta dura maderera…, casi lo necesitaba se decía para sí misma la caliente MILF, quien ya hacía movimientos sugerentemente fornicadores recorriendo su raja con el falso falo de cocina.

Laureano, quien ya sabía del desvergonzado estado de su progenitora, no se lo pensó para en un momento dado en que Mónica echaba sus caderas hacia atrás el rápidamente le subió el vestido para que ella se siguiera refregando el coño y decidiera metérselo, hasta ahora protegida por sus braguitas… estas eran blancas de las normales y tirando para ser pequeñas. La cosa era que el chico ya estaba más que caliente…, sintiendo ganas de sacar su verga para masturbarse mirando la desquiciante función que le estaba regalando su madre. Mientras Jessica observando  desde atrás estaba con nauseas a causa del agolpamiento de sensaciones que la atacaban…, el pudor, la aberración, dolor filial, ganas de querer seguir viendo más y terminar de ver en que acababa todo eso. Lo más preocupante de todo es que aquella excitante perversión que se iba instalando poco a poco en su estomago se negaba a abandonarla.

Ahora era el chico quien estaba con los ojos desorbitados. Impregnó de aceite de oliva “Virgen” primera prensada, la punta del mango, luego procedía remangarle el vestido a su madre en la misma altura de su ombligo. Impresionado, veía solo a centímetros de su vista como ella contraía su vagina hundiéndose la macilla dentro de ella, empuñada en su mano, habiéndose apartado a un lado del chocho las bragas… ya tenía más de la mitad del mazo en el interior de su vagina.

Las placenteras sensaciones no tardaron en atacar el ardiente temperamento de la suculenta hembra, esa dureza artificial áspera con la que se estaba masturbando la sentía muy rica, por lo que ella se daba solo a menear marcadamente sus caderas como si verdaderamente estuviera follando normalmente con algún hombre. Claro que Mónica se daba cuenta que la redondeada maneta no le alcanzaba a entrar ni siquiera 15 centímetros, pero si le abría sus pliegues de forma muy agradable. Pero ella quería más, las sensaciones que la dura madera le estaba otorgando a su cuerpo eran indescriptiblemente placenteras y ella notaba que estas iban en aumento, a medida que la lubricación empapaba el mago sutilmente, por lo que se dio a sentir y gozar meneando rápidamente su cuerpo, no importunándole la presencia de su hijo.

Además sabía que una vez que ella acabara, por fin este iría a consumar la follada real, y su hijo tenía un mazo de verdad… con una polla, dura, larga y caliente que le llenase el coño de rica leche de semental. Jessica por su parte, aún en su puesto de observación veía tan estupefacta como excitada, a su madre abriendo sus bellas piernas en forma de alicates para arremeter el duro mango contra su vagina, sacudiéndose y contorsionándose en rápidos movimientos coitales. Era asombroso ver como ella se meneaba con la planta de sus pies empinándolas y volviéndolas a bajar según regulaba sus movimientos. Para la chica lo único importante en esos demenciales momentos era ver como su progenitora disfrutaba al máximo de todo el placer que su cuerpo le estaba otorgando, o en otras palabras quería verla correrse.

A raíz del extremo estado de calentura en el cual se encontraba la bella Mónica, fue ella misma quien junto con aminorar sus movimientos de cintura, llevo sus manos hacia atrás de su cuerpo, y comenzó a bajarse las bragas con el falo de madera incrustado en su coño. Deseaba moverse más cómoda y las bragas le estaban molestando…

¿Qué haces mamá…? Jessica podría aparecer en cualquier momento…

El malévolo de Laureano sabía que la situación cada vez se ponía más ardiente, ya que si Jessica hubiese querido poner objeción alguna desde hace rato ya lo hubiera hecho, así que dejó que las cosas continuaran dándose por sentadas por sí solas. Su hermana se había convertido en cómplice natural de la depravación familiar, y pronto también sería juez y parte. El chico también quiso hacer su aporte en aquel desnaturalizado escándalo que se estaban montando.

¡¡No me interesa hijo… esto… esto está muy rico…!!

Le decía en el momento justo en que con sus dos manos retiraba la fina braguita pasándolo por sus tobillos con todo el madero presionado por sus labios vaginales. Así que el cabrón una vez que vio a su madre solo con el vestido sin ropa interior sin pensárselo se puso de pie y mientras miraba de reojo a su hermana, quien estaba con sus ojos vidriosos debido a los enloquecedores momentos que estaba viviendo, rodeó el cuerpo de su sabrosa madre y sencillamente le quitó el sujetador para dejarla con sus grandes tetas al aire, para luego de esto junto con volver a su asiento y maquinar en su lujuriosa mente otra situación aún mas enferma que la antes descrita.

Estando Mónica ya casi desnuda y con su cara tan congestionada por el placer volvió a posar sus dos manos en la superficie de la encimera como dándose fuerzas para comenzar a refregarse de nuevo el tocón de madera…, fue en ese momento en que su hijo tomó el vestido y lo extrajo por la cabeza de la dama, hasta que fue la misma Mónica quien entendiendo lo que deseaba su hijo termino por retirarse de su cuerpo ayudada por unos rápidos movimientos de cadera. Jessica estaba que se meaba producto del nerviosismo y la perversión por lo que ahí estaba sucediendo, si bien la situación le violentaba, en el mismo grado le daba morbo y excitación. A fin y al cabo era una relación íntima que no saldría de casa.

Solo bastaron unas cuantas clavadas con la redonda estaca contra su vagina cuando Mónica ya gozaba como una verdadera endemoniada. Por cada minuto que pasaba las curvas de su cuerpo le exigían más, por lo que extendiendo sus piernas para aferrase a los muebles de la cocina se dio a hacer movimientos coitales más férreos que los anteriores. Sus magníficas tetas las tenía bamboleándose en un campaneo rítmico producto de su propio peso, mientras ella solo se daba a empujar hacia adelante y atrás con el mango bien incrustado al interior de ella (no llegó a más de 15 centímetros de profundidad, pero quien va a saber la que pasa por la mente de una hembra en tales circunstancias)

¡¡Ohhh!! ¡¡Por Dios!!¡¡Pero qué bueno, como no lo he descubierto esto antes!!

Bufaba la perturbada madre de familia delante de sus dos hijos mientras se comía por la coño el macilla del mortero. Claro que ella no sabía que su hija también la estaba viendo, el asunto era que ella ya estaba perdida en las delirantes nebulosas de la lujuria ¡¡Fruschsssh…!! ¡¡Fruschsssh…!! ¡¡Fruschsssh…!! Era el acuoso sonido que se escuchaba en la cocina sobre la encimera donde aquel delicioso tocón de madera impactaba contra el desecho coñito aguado de la caliente mujer que se masturbaba ardientemente en ella. En un momento dado la enajenada hembra empujó su hendidura lo que más pudo contra aquella dureza de punta artificial, para quedarse temblando como si con esto estuviera experimentado el mayor de los placeres.

Tras volver a echarse para atrás y empujar con mas fuerzas todavía hacia dentro enterrando casi por completo el mango, y así lo estuvo haciendo por un buen espacio de tiempo. Laureano recibía señales de las feromonas emitidas por su madre. Sin importarle nada, se había ido bajando los pantalones hasta las canillas, y ahora simplemente se masturbaba delante de la matriarca y de su propia hermana. Jessica estaba babeando de tanta lujuria, sin aventurarse a nada. Nunca en su vida había imaginado que vería algo así en su propia casa materna. Impulsada siniestramente por esto mismo ya no se aguanto más, con solo dar cinco implacables pasos se quedó parada a un lado de Laureano que se la pelaba mirando la reproblable función que le estaba dando su engendradora.

Con ojos saltones, ahora muy de cerca, la chica observaba a su progenitora como se masturbaba, o mejor dicho, viendo como su madre literalmente se estaba follando un buen mango de madera convertido en un seudo falo, con el que ellos machacaban la comida a diario, compartiendo el pan nuestro de cada día. Ambos jóvenes se sorprendían y hasta se asustaban de ver como el jaspeado monte de Venus de su madre se mostraba impune ante las acometidas de tocón partiendo el conejo de mamá. Así como ella, Mónica, no se cansaba de menear y de arremeter el rígido madero contra su útero moviendo las caderas a ritmo. Junto con ella ambos chicos pensaban que esa pobre mujer en cualquier momento, aparte de lastimarse también se acalambraría. Sin embargo la dejaban en aquella casa a esas horas donde el morbo y la lujuria insana lo envolvían todo.

Pero Mónica a pesar de lo mucho que estaba disfrutando de aquel placentero dolor que le provocaban los duros y recios refriegues de coño, ya estaba cansada, su cuerpo sudaba. Como ya se dijo, ella lo estaba disfrutando a mil sin haber llegado al orgasmo, por lo que ahora su desequilibrado temperamento la llevó a nuevamente aferrarse a su consolador de abedul abriendo su vagina en dos. Comenzó a moverse con aquella punta fálica, tal cual como si estuviese cabalgando la verga de un hombre, sus movimientos eran más que alucinantes…

¡Ahhhh!! ¡¡Siii!! Ahhh!! ¡Qué bueno!

Bufaba cuando levantó su vista para mirar como su hijo se masturbaba delante de ella, pero su excitación se acrecentó estrepitosamente cuando cayó en cuenta que junto a Laureano estaba su hija, quien la miraba fijamente y con una manita puesta en su boca, la volvieron a llevar a chillar en forma desesperada y excitada…

Ahhh…!!Ahhh…!!!Ahhh…!!! ¡Hija… me estas mirando…! ¡¡No puedo más!!

Eran los desesperados gritos de calentura que salían de los rojos labios de una muy caliente Mónica. Laureano ni se había imaginado que su propia hermana estaba parada solo un poco más atrás de donde él estaba masturbándose, por lo que rápidamente dedujo que la chica a pesar de sus palabras de aquella mañana ella también quería unirse a la fiesta, inequívocamente así era. A modo de premio se puso de pie, se acercó a donde estaba su madre automáticamente para tomar de un brazo a su madre, y con fuerzas desmedidas abrirle las piernas desencajando el mango de madera de su coño.

En un momento la hembra estando despatarrada en la misma encimera de su cocina, no sabía qué era lo que ahora pretendía hacerle su hijo, pero al notar como este volvía a tomar asiento en una de las sillas para luego meterse entre sus muslos y asirla hasta que sus nalgas quedaron posadas en el borde del granito donde habitualmente se ponían los alimentos, supo lo que su chico pretendía, y esto era que ella con su intima hendidura incluida eran su postre. Jessica presenció enajenada la operación antes descrita…

Ahora su hermano estaba lamiéndole lascivamente el coño a Mónica, y semejante comida era alternada con una serie de jadeos por parte de la mujer, que iban en aumento. La visión de verla sobre la encimera con sus blancos muslos totalmente abiertos y con su cara convertida en la de una verdadera perra salida, extrañamente la animaban a no retirarse y seguir mirando aquella perversa sesión de sexo filial. Por su parte Mónica se concentraba solamente en el placentero goce sexual que estaba sintiendo en su chumino, su cuerpo brillaba por la transpiración, sus bellas facciones de hembra fina y recatada ahora estaban contraídas dándole el aspecto de una experimentada puta de calidad.

Sus caderas se meneaban rítmicamente hacia arriba en busca de la boca de su hijo, se meneaba de forma exquisitamente deliciosa combinando movimientos ondulatorios. Mónica no quería reconocerlo, pero ella ya sabía que le encantaba estar dándole esa cruda función incestuosa a su hija para que aprendiera. Se decía para sí misma, aún atacada por los efectos del medicamento enfervorizador sexual… para más inri, el malévolo hermano, adulteró el zumo de Jessica con el mismo fármaco, claro que todos sabemos que ella no tiene idea de esto, lo que si sabía era que justo en esos momentos fue atacada por una serie de orgasmos que amenazaban con casi volverla loca de calentura…

¡¡Ahhhh…!!¡¡Laureano… Sí…!! ¡¡Chúpamelo bien que me corro…!! ¡¡Lámelo… cómetelo nene…!!

¡¡Te gusta mama…!! ¡¡Srpssssssss…!! ¡¡Srpssssssss…!!

Era lo que se escuchaba cuando el salido muchacho se daba a sorber con sus labios todos los jugos íntimos que su madre le soltaba de la vagina mientras se corría.

¡¡Ahhhh…!!Siiiii…!!Mass…!!Mass…!!! Chúpamelo biennn…!!!Ohhhh Dios mío…!!  ¡Qué bien me corroo…!

La hembra de orígenes italianos estaba como poseída, ahora si reconocía que lo que realmente necesitaba era la verga de su hijo bien dentro de ella, y lo más raro de todo era que el solo hecho de saber que mientras se corría estaba siendo observada por su hija, más se calentaba.

¡¡Mira hija…!!Mira cómo se corre tu madreee…!!!Ohhhh…!!!Ohhhhh…!!!

La asustada chica veía como su progenitora le hablaba mientras se estaba corriendo en la boca de su hermano, con una cara de ser una verdadera viciosa, a la misma vez que deslizaba su mojado y desecho chocho por la cara de su hermano. Éste estando ya cansado de tanto lengüetear ahora solo se daba a refregar su rostro ondulatoriamente contra esa prodigiosa y maternal vagina que no se cansaba de expulsar caldo caliente. En tanto una enajenada Mónica seguía corriéndose desaforadamente, como nunca en su vida lo había hecho gritando improperios filiales de muy grueso calibre…

Así hijoo…!!! Cómemelo… y bébete la corrida de mi coño!!

Le gritaba con su nuca inclinada hacia delante y tomándolo de la cabeza, siempre empujándolo hacia su derretida fisura carnal, mientras seguía profiriéndoles desnaturalizados improperios entre firmes siseos de sus caderas y casi demoniacos… 

¡¡Así hijoo…!!  ¡¡Así hijoo…!!! Cómele bien el coño a tu madre…!! mira que por ahí saliste tú y tu hermana…!! Oh Dios mío que gusto. ¡¡Por donde me preñaron vuestros padres…!! ¡Me vuelvo a correr… otro chorro caliente sale hijo mío!¡Aaagggh!!

Gritaba la desaforada e insana mujer que en estos momentos estaba perdida en un mar de deseos perversos producto de la agresiva calentura que le producía el saberse tomada y probada por su propio hijo. Su cuerpo continuaba siendo atacado por oleadas de gozadoras convulsiones que la hacían retorcer y contorsionar la totalidad de los músculos de su curvilíneo cuerpo, a la vez que intentaba atenazar con sus piernas la cabeza de Laureano, pero extrañamente no lo podía lograr ya que sus articulaciones y extremidades estaban siendo dominadas por las extrañas fuerzas del placer.

Mónica una vez que contorsiono todos los músculos de su cuerpo, ahora lentamente los fue relajando hasta quedar toda despaturrada sobre la cocina, sus bellos muslos se mantenían abiertos y recogidos, pero ya lánguidos, mientras Laureano aún mantenía su cabeza descansando sobre la mojada vulva materna.

– ¿Qué opinas ahora hermana?

Le consultó Laureano a Jessica desde su posición, el vientre de Mónica subía y bajaba buscando normalizar su respiración.

La verdad es que no sé qué decir… esto… esto es increíble…

– Bien ya que sabes toda la verdad, ahora me dejaras follarla tranquilo.

La joven con su corazón latiéndole a mil producto del extraño estado en que se encontraba le contesto guiada solamente por aquella perversidad que ya la dominaba.

No lo sé Laureano… debería ser ella la que decida si quiere… tal como decías, claro…

En aquellos momentos a la joven ahora no le molestaba ver a su hermano con su verga empalmada a escasos centímetros mientras le hablaba, por lo que Laureano a sabiendas del estado de sus hembras, cada vez de una forma más desvergonzada se daba a hablarles y tratarlas como él quería…

Mamá… ya que acabo de comerte el chocho… ahora quiero follártelo… ¿Me das permiso para eso?

– ¡A qué estás esperando nene…! Todo lo que tú quieras…, es lo que te he estado pidiendo desde hace un buen rato…

La respuesta de Mónica había sido con su cara puesta hacia un lado, los ojos cerrados, y su respiración apacible. Mantenía con sus bellas piernas completamente abiertas sobre la encimera. Ante los incrédulos ojos de Jessica, Laureano sacó al filo el culo del inerte cuerpo de la progenitora de ambos, para posicionarla a una altura y lugar adecuados a la inmersión del gran cipote. La hembra había quedado tan agotada que daba la impresión fuera completamente ebria.

Momentos después una estupefacta Jessica veía y escuchaba como su madre gritaba y le pedía a Laureano que no parara de meterle la verga, luego escuchaba acuosos sonidos de bocas que chupaban miembros, en donde la chica se masturbaba frenética intentando llegar a su más clamoroso orgasmo. No se sabía quién era él quien chupaba más al otro. Después volvían a escuchar esos rítmicos sonidos ¡Chastss! ¡Chastss! ¡Chastss! una y otra vez. Desde atrás observaba muy excitada, el vaivén del culo de su hermano arremetiendo contra su madre, que la rodeaba con sus piernas por la cintura para que el macho no se escapara. Los chasquidos de sus mojados cuerpos rebotando en cada empujón, los gemidos de la señora de la casa y los ahogados jadeos de Laureano envilecían el ambiente en un clamor de sexo desproporcionado.

Los gritos de Mónica a cada severa clavada de su hijo hacían vibrar los ventanales que ocultaban el incestuoso coito salvaje de una madre con su hijo, siendo cómplice la hermana menor. Menos mal que la estructura de la cocina soportaba los embates. El primogénito aguantaba como un cosaco los tremendos empujones machacando el coño de su madre…, la niña ya no pudiendo aguantar más, se levantó de la silla y se acercó al lado de su hermano como privilegiada espectadora de la follada más alucinante que pudiera presenciar. Junto a ellos comenzó masturbarse con las perversas y crudas imágenes sexuales incestuosas.





Ya eran más de las 7 de la tarde y la chica había alcanzado su tercer orgasmo seguido, pero veía como el par de degenerados que tenía por hermano y madre seguían follando como conejos desorejados. El pistón de Laureano abombaba la barriga de su madre cuando el vástago entraba, para luego salir de entre los labios vaginales impregnados de jugos vaginales…, y de pronto tras veinte minutos torturando a la pobre dama, el macho soltó un gruñido salido de su estómago… Le recorrió una descarga eléctrica que propició la abertura de la presa de sus testículos soltando un primer chorro de leche, los tres siguientes fueron más largos y copiosos, cargados de lefa espesa con un alto cargamento de esperma fertilizador…

Las convulsiones se siguieron, manteniendo toda la verga sumergida en el coño perfectamente acoplados, mientras Jessica hacía rato que metió la mano por entre las piernas de su hermano. Completamente sugestionada por la lujuria del ambiente y la curiosidad de palpar por primera vez los testículos de un hombre, alcanzó a sujetar cadenciosamente el par de huevos enormes que posee Laureano, llenando su mano con ellos. El estímulo del masaje de Jessica y el avenimiento de la última corrida materna explotó en un orgasmo peculiar y extravagante, a la par de morboso y sobreexcitado…, lo que llevó al macho a soltar una cantidad de semen muy superior a la normal. Ahí estaba con toda la verga empalada en el conejo de la madre, con las pelotas aplastadas contra su vulva y expeliendo hasta el último reducto de semilla fecundadora en el fondo uterino de su fértil y descocada madre. ¡Le encantaba percibir como eyaculaba dentro de ella! Era una vuelta a los orígenes, donde una vez vino a la vida para ahora volver a llenarla del semen fraterno.

Siendo cerca de las 6 de la mañana del siguiente día, Madre e hijo yacían durmiendo desnudos, abrazados como marido y mujer. Habían sido tres tremendas folladas que se habían dado el uno al otro hasta pasada la media noche, en donde estando exhaustos de tanto joderse durmieron sin saber del mundo. En aquella batalla fue la descendiente de italiana la que más empeño puso a tan ardorosa y sexual tarea. Mónica algo somnolienta abrió sus ojos para caer la cuenta que ya había amanecido, y cuando se vio en los brazos de Laureano rápidamente se separó de su cuerpo espantada por el escándalo de todo eso.

Las imágenes eran nítidas, y no había una sola escena que no recordara claramente y con detalles, pero lo que más la destruía, era recordar cómo se había masturbado con el mazo del mortero, para después dejar que su retoño le lamiera la vagina… y todo delante de su hija. ¿Y ahora con qué cara la podría mirar a los ojos? Se preguntaba habiendo vuelto a caer en la tentación que juró no caer…, Sí, con todas las ordinarieces que ella le había gritado, sobre todo esa en donde hacía alusión de que le comieran el coño, porque era por ahí de donde habían salido ellos dos. Eso… eso era enajenante y enfermo, se decía ahora con la cara llena de lagrimas por lo bajo en que había dejado a su familia. Fue en eso que Laureano abrió sus ojos y vio a su madre sentada en posición fetal sobre la cama, tapada solamente con una sábana. Él chico se había preparado para esta situación así que se dio a actuar tal como lo tenía pensado con anterioridad.

– ¿Qué haces ahí mamá? Acuéstate y durmamos otro rato… después si quieres volvemos a echar un polvo…

Un insano morbo se apoderaba del desquiciado muchacho al darse el lujo de hablarle de esa forma a su propia madre.

¡¡Cállate estúpido…!! Le contestó la hembra al reaccionar negativamente a la desnaturalizada forma en que le hablaba su hijo. – ¡Te lo dijee…!! ¡¡Te dijeee que ya no lo hiciéramos más, y vol… vol… volviste a hacérmelo…!! Terminó diciéndole en forma indignada.

¡Aja…! Te equivocas mami, yo no te lo hice, lo hicimos, además que fuiste tú quien me provocó, o quieres que vaya a buscar a Jessica para que te lo explique, porque ella estuvo ahí en todo momento, incluso nos vio follando por la mañana cuando salimos de mi habitación, ¿sabes? No te entiendo… primero me provocas, y luego me sales con esto…!¡ ¿Quién te entiende mamá…!?

La enloquecida hembra, entre enrabiada, arrepentida y cientos de sensaciones pavorosas reconocía que había sido ella quien lo provocó, pero no entendía el porqué de su conducta, hasta que una vez de estar sin saber qué cosa responder se quebró, para ponerse a llorar y a decirle…

Yo… yo… ¡Sniffssss…!, no sé qué es lo que me está pasando, hijo… creo… ¡Sniffssss…! creo que estoy enferma…! soy una mala madre…! una mala madre…!! Sniffssss…!!!

Laureano sabía que así era, pero no por follar con su propio hijo sino por no haberles dado una familia equilibrada con amor paterno…

¡Naaaa…!, es normal que después de hacerlo te vengan remordimientos de conciencia. Ven acuéstate conmigo y hablemos.

El desquiciado chico aprovechándose del lamentable estado de su atractiva madre le arrebató de una la sabana que cubría los pudores de ella, para luego de echarle una miradita en estado normal. La tomó casi forzadamente para que nuevamente se tendieran como marido y mujer para hablar del tema. Es lógico que el chico tuviera deseos eran poseerla no estando medicada, después de todo ya lo habían hecho, solo quedaba que ella aceptara el incesto como algo en estado natural. Lejos de la venganza ya cumplida, follar con su madre era lo mejor que había experimentado en toda su vida, ninguna chica le excitó de esa manera tan brutal.

Pero… pe… pero… Laureano porque haces esto…, si… si… lo podemos hablar de otra forma…,

Le dijo finalmente Mónica cuando otra vez se vio desnuda y abrazada al fibroso cuerpo de su hijo, sus manitas hacían débiles esfuerzos por separarse de él, y no era que ella estuviera confundida ni nada, era que simplemente ya casi no tenía fuerzas después de tan maratónica sesión de sexo desmedido y casi brutal que se había procurado con su hijo.

Ya no hay vuelta atrás mamá… ya hemos hecho de todo, ¿Acaso no lo recuerdas? Y Jessica al parecer no está en desacuerdo. Recuerda que ella estuvo a un nuestro lado cuando te masturbaste con la macilla del mortero, cuando te mamé el coño y cuando después echamos el primer polvo de la noche sobre la encimera.

– E… Es… Esto… Esto es desquiciado, es para mentes enfermas, por favor suéltame…!!

Le exclamó intentando sacar fuerzas para hacer que su hijo se separara de su cuerpo.

No… no… te soltaré, porque a partir de ahora tú eres mi mujer… así que lo mejor es que lo vayas aceptando…

Se puso serio el vil chico a la vez que la apretujaba contra él. El solo hecho de estar con ella en tan escandalosas condiciones, sin estar bajo los efectos del narcótico lo calentaban aún más.

No…! yo no soy tu mujer, soy tu madre por Dios…!! Laureano suéltame ahora mismo…!!

Seguía forcejeando y diciéndole ahora una asustada Mónica, su primogénito engendrado por una locura de sexo con su hermano Diego no podía ser un hombre normal.

Bueno… entonces eres las dos cosas, el chico la apretaba más y contraía sus tetas contra su pecho.

Laureano te lo ruego…, insistía entre débiles manotazos de resistencia. Desde su posición una encrespada Mónica se daba cuenta que su hijo era un demente o algo parecido, nada igualable al tierno y tímido padre que tenía. Para luego seguir diciendo… 

Yo… yo no se lo diré a nadie, y hablaré con Jessica para explicarle que todo fue un err…!¡¿Qué es eso?! 

Una dura y caliente protuberancia resbaló tibiamente en su estomago lo que la llevaron detener su tanda de explicaciones, claramente supo en el acto que eso que había sentido era la verga de su hijo y que ya estaba erguida, ella la conocía bien, pero no en estado normal.

Ahhh… es que con solo sentir tu cuerpo ya se me está empalmando, me he acostumbrado mucho a ti ¿sabes…?

El caliente chico rápidamente giró su cuerpo para quedar frente a ella en la cama y ahora si con su verga incrustada en la suave piel del vientre de Mónica, ella vio como su retoño metía su mano por entre medio de sus cuerpos con claras intenciones de volvérsela a enfilar en la raja materna.

– ¡Suéltameeee…! ¡¡Suéltame desgraciado…!! ¡No dejaré que me lo hagas de nuevo…! ¡Suéltame te digo!

La cara de Mónica era de espanto mientras le gritaba sintiendo en su cuerpo el deslizante dardo de carne que otra vez le iban a meter, pero con la diferencia que ella hora por nada del mundo quería que eso sucediera.

¡Si… si… te lo haré mamá…! ¡¡Ya estás acostumbrada a mi verga!!

Laureano ahora se reía escandalosamente casi sobre la cara de su aterrada madre, y con sus ojos bien abiertos dándole a entender a ella que algo no funcionaba bien en su cabeza.

¡¡Nooo…!! ¡¡Laureano tú estás loco…!!

Le decía entre medio de la lucha de cuerpos, uno arrancando para no ser forzado a follar, y el otro intentando tomar posición para un nuevo acto de apareamiento…

¡No suéltameeee…!¡¡Hijo por favor piensa en tu padre…!!

Mónica intentaba con esto hacerlo entrar en razón, pero consiguió lo contrario, aquello precipitó a una cascada de emociones que le azuzaron a arremeter con mayor eficacia en su cometido…

¡¡Él para mí está muerto!! No lo he conocido como tal… así que no sé de quién me hablas…,

El chico manteniéndola agarrada desde su cintura con su otra mano le paseaba su erecta verga por todo el canal vaginal abriéndoselo con el hinchado y gordo glande. En esa misma posición hizo que voltearan los dos juntos quedándose él sobre ella y casi listo para penetrarla.

– ¡¡Por favor Laureano no me la metas…!!

Una mujer asustada, una suplicante Mónica le miraba a los ojos sabiendo que su hijo tenía lista su polla erguida y dura cual espigón, un gran pollón para describirla mejor de curvatura siniestra que se enfilaba directa a partirla por el coño…, si no hacía algo rápido ahora, otra vez se la iba a follar.., esta vez oponiendo resistencia.

¡Ya cállate mami, y empieza a comportarte como la digna hembra de esta casa que eres…!

– ¡¡No me hables así mierda que soy tu madre…!!

Aún en aquellas demenciales condiciones la escultural Mónica intentaba darse a respetar por su hijo, siempre lo había hecho, y ahora no estaba bajo los efectos del fármaco veterinario, por lo tanto se comportaba como la recta y recatada madre que siempre había sido, muy a su pesar de haber tenido unos locos años juveniles convulsos…

Sí, pero si ya hemos follado por todos lados, así ¿Qué más da que te la meta de nuevo…?

¡Suéltame i-m-b-é-c-i-l…!  No quiero hacerlo c-o-n-t-i-g-o.

Seguía rabiando y diciéndole con su voz remarcada la descendiente de italiana cada vez que lograba sacar la verga de su hijo de su íntima hendidura gracias a sus empecinados movimientos de caderas para no dejarse follar.

¡¡Si lo harás querida mami…! ¡¡Solo hace unas horas me rogabas llenarte de verga… y ahora haré que lo ruegues nuevamente!!

– ¡Nooooooo…!

Mónica sintió con las últimas palabras de su hijo como su vagina se abría ante el incesante empuje del rabo enardecido del macho… le entraba dentro de ella quedándose incrustado la totalidad de su cabeza y los inicios del tronco, unos diez centímetros…

Laureano… Sácala…!!! Sácala…!!! Noooo…!! Soy tu madre…!!! No, no pre… presiones… No empujes hacia dentro…. Cabrón, Soy tu madre…!!! Soy tu ma…!!!

Justo en esa última silaba dicha por la quebrada y transgredida Mónica, sintió como su hijo se la metía hasta el fondo, hasta los testículos. Una vez bien agarrada firmemente…, se la clavó tres veces seguidas, y que a ella no le quedaran dudas que nuevamente estaban trabados. Se dio a decirle…

– ¡¡Ahhhh…!! Qué bien te la tragas por el coño mami, a pesar de tu edad siento como si lo estuviera haciendo con una niña de la edad de Jessica ¿Estás bien apretadita sabes? ¡¿Cuánto hace que no te follaban?! Acaso tu novio no…

– ¡¡Cállate mierda…!!

Fue lo único que le contestó la paralizada y sumisa mujer con ríos de lágrimas en sus ojos por lo insensible que se comportaba su amado hijo, su delicado y cariñoso retoño que ahora forzadamente le mantenía sus bellas piernas abiertas en posición de apareamiento... le incrustaba una y otra vez el cipote de tamaño sustancial que Dios le había otorgado, para meterlo en el mismo conducto que le vio nacer… del mismo coño que salió ahora entraba una y otra vez a un ritmo demencial…

¡¡No me hables así PUTA!! ¡Sé que lo estás gozando…!

Mónica ya no quiso contestarle más, simplemente relajó su cuerpo y dejó que su hijo aliviara en ella el instinto depredador follándose a su madre tal como él lo quería. Dejándose llevar, tal vez gozaría de algo novedoso si lo observaba desde la perspectiva que su hijo, no es más que un hombre con las mismas necesidades sexuales que cualquier otro HIJO DE PUTA, nada distinto a otro, y emotivamente podría pasar por una fornicación similar a otras las tantas…, tal vez más cercanas a las que le daba su hermano.

Con su cara girada hacia uno de sus níveos hombros se daba a sentir la incestuosa y candente follada que le estaban pegando, su cuerpo solo se movía y siseaba en el lecho por la inercia del cuerpo que le arremetía sobre el suyo, empujando en su entrepierna con un carnoso badajo horadando el último reducto sagrado de una mujer. Partida en dos en cuerpo y alma, ni si quiera le preocupaba estar siendo follada una vez más a pelo, carne con carne transfiriéndose los efluvios genitales. Ella era consciente que un macho excitado como lo estaba su hijo, no tiene el más mínimo miramiento en descargar toda su semilla en el frondoso cubículo de su útero…, es más, al semental le alienta al saber que sembrará a la hembra receptora con una cantidad tal de esperma, que solo ella deseaba no sea demasiada, o al menos nada fructífera…

Mientras la incestuosa follada seguía su rumbo, la hembra ahora recibía la verga de su hijo en toda su longitud y grosor con auténticas demostraciones de mucho menos rechazo, aversión y repugnancia, mientras libraba con él una feroz lucha en la que cada uno desempeñaba un papel muy diferente. Sus esfuerzos apenas tenían consecuencias ante el potente cuerpo fibroso de Laureano, superior a la de su madre que la tenía trabada con todo su cuerpo bajo su peso y atravesada hasta lo más hondo de su intimidad…

El desquiciado hijo empujaba con rotundos pollazos, apuñalando enardecido por unas tremendas ganas de hacer que su madre se calentara y se pusiera a follar con él, tan convencida como lo había hecho en las ocasiones anteriores, enajenada por la química.

El chico le enterraba su tiesa tranca de carne en la jugosa ranura que tenía la bella Mónica entre sus hermosos muslos, y no era que estuviera jugosa por encontrarse ella caliente ni nada parecido, simplemente que con los tres polvazos que le había echado Laureano en la noche mientras la tenía drogada, las tres veces se había corrido en el interior de ella. Así que ahora teniendo eso a favor suyo intentaba por medio de afanosas e impías clavadas en estado normal, su candorosa madre se le entregara. La gran cantidad de semen y flujo vaginal acumulados en la vagina procuraban un deslizamiento acentuado, así como que el chico se sentía bastante descargado, unido a la sustancial dilatación vaginal de su madre, colaboraban en alargar por muchos minutos la fornicación esa mañana…

La vejada hembra notando lo rudo en que la estaba tratando su propio hijo, marcando la posesión del macho sobre la hembra procreadora. Otra vez lloraba copiosamente al sentirse violada por ese extraño ser que ella misma había traído al mundo por la misma vagina donde este mismo se encargaba de usurpar su dignidad. Sin embargo él sentía algo contrapuesto…, el cuerpo de su madre era un templo sagrado él, donde follarlo era su máxima alabanza…amarlo, excitarlo y colmarlo de vida con la esencia del hombre. Era para el chico la expresión venerable a su madre como hembra procreadora, agradecido por haberle traído al mundo y cuidar de su vulnerabilidad.

Por ello, el caliente chico la mantenía con sus muslos bien abiertos para poder adentrarse en lo más hondo de su útero…, había pasado sus robustos brazos entre ellos para impedirle a su madre que los cerrara, levantando su culo a una altura apropiada a la vez que la entrada de su raja se exponía abiertamente salvando cualquier impedimento para ser perforada, mientras él se dedicaba a meter y sacar su alargado miembro viril dentro del cuerpo materno, de una forma exasperadamente perenne. La cópula tenía visos de perdurar en el tiempo.

Mónica desde abajo, sumisa hasta más no poder, le observaba con la vista borrosa por las lágrimas que inundaban sus ojos…le veía las facciones de profundo placer que tenía en su cara, y de como este se mantenía con sus ojos cerrados en autentica señal de estar sintiendo al máximo las delicias que le otorgaban a su verga las carnes íntimas de su curvilíneo y hermoso cuerpo que ella bien sabía que poseía. Pese a lo dilatada de su vagina, las paredes aún eran capaces de presionar y succionar el gordo capullo que friccionaba sin pausa sus pliegues, amén de su interminable cipote…

No… Laureano por favor ya no más… ¡¡Sniffssss!!¡Ya basta…!

Le rogaba la madre sin esperanzas después de un rato sintiendo a su hijo como este le seguía metiendo la polla sin importarle su estado de ánimo. Por única respuesta ante sus suplicas fue un rotundo…

¡¡Cállate mamá…!! ¡¿A caso piensas dejar a tu hijo así de cachondo y con dolor de huevos?!¡Acostúmbrate a mi verga o tendrá que pagar mis calentones Jessica…!

– ¡¡Ella no hijo, a tu hermana no por Dios!! ¡Es muy niña… a ella no la toques!

– Entonces tendrás que ser tú… ¡Alguna de vosotras tiene que calmar mis erecciones!

Laureano echado sobre ella sin presionar su níveo cuerpo, pero bien asido a sus desnudos hombros se la dejaba ir de una con firmeza lo más profundo que podía, esto se notaba en su cara que templaba hacia los lados cuando se sentía enterrado. Combinaba con ratos en donde la metía y sacaba lentamente intentando sentir al máximo ese gratificante gozo que le proporcionaba su glande al rozarse con las cálidas carnes de la ardiente vagina de su progenitora. Ya llevaba unos buenos minutos follándosela a pajera abierta y los esfuerzos por huir se habían disipado en la hembra, sobre todo por la amenaza de desvirgar a Jessica.

Mientras tanto el cuerpo de Mónica, quien a duras penas había vencido las sensaciones de repulsión al ver y sentir a su propio hijo encima de su cuerpo jodiéndola impasible…, horadándola con todo el badajo hasta el punto de enterrarla haciéndole golpear sus pelotas en la mullida vulva.

Debido a los extraños y desnaturalizados sucesos vividos en las últimas 24 horas, su cuerpo estaba comenzando a sentir gratificantes sensaciones que anteriormente se habían apoderado de su nuevo ardiente estado emocional. Encrespada por lo que creía que estaba por pasar mientras la ensartaban a base de largos y duros pollazos…, la pobre hembra se daba el tiempo de pensar, concluyendo que ella por nada del mundo se iba a poner a follar con su hijo colaborando con las mismas ganas que lo había hecho la noche anterior, pero aun así las potentes clavadas de verga que le asestaban en estos momentos, ya estaban comenzando a provocar estragos en el delineado cuerpo de la fémina, dado que percibía la imperiosa necesidad de comenzar a moverse por puro instinto animal una vez desaparecida toda oposición a ser inseminada por el macho alfa… “Soy su madre… soy la madre del hombre me está forzando a follar con él… ¡Este cabrón es mi propio hijo! No puedo dejarme someter ¡Dios mío! ¿Cómo puedo hacer esto?” Luchaba Mónica culpándose de continuar con el largo historial de actos incestuosos de su familia.

Sin lugar a dudas aquello no era un hecho casual, sus genes debían tener mucha que ver… se estaba dando cuenta de cómo caía en la seductora pasión de Laureano, apartando la disonancia de ser su propio hijo quien la hacía disfrutar de lo mejor de la vida…EL SEXO, la verdad no era tan demencial visto desde el lado instintivo, es más lo sentía muy bien y gratificante para su cuerpo…hasta necesario. No obstante, el lado del raciocinio se negaba a capitular. Su retoño no hacía nada diferente a lo que otros machos habían practicado con su cuerpo, un deleite físico que alteraba la conducta. Ella siempre pensó que obtener satisfacción sexual es el mejor de los sentimientos del mundo. Es casi como una droga. Es por esto que como otras muchas personas era en parte adicta al sexo. Cuando Mónica tenía buen sexo, su piel brillaba, el estrés se reducía y su estado de ánimo mejoraba durante días.  Los sentimientos de euforia follando hacía que las hormonas liberadas en el sexo la catapultasen a cotas de embriaguez.

En esos momentos, en Mónica se comenzaban a liberar Oxitocinas y Endorfinas, el calmante natural que emite el cuerpo femenino para el estrés… la hormona del amor…, su efluvios se liberaban en el cerebro antes del orgasmo, porque la parte del cerebro asociada con el dolor se estimula durante la excitación sexual que ella no podía evitar. Pero su hijo no era ajeno a sus sensaciones, así que la testosterona, su hormona del deseo sexual, hacía rato que se hallaba liberada provocando el momento de euforia animal de culminaría con el objetivo de todo macho, y para lo que está diseñado por naturaleza. En Laureano, esta hormona se liberaba a raudales durante las relaciones sexuales, provocándole una sensación de energía positiva y en la misma medida tras eyacular, la mayor de las relajaciones. Al chico le ayudaba mucho a lidiar mejor con el estrés, mejorando su estado de ánimo, cada vez que descargaba los testículos de manera feroz.

Entraba y salía de la vagina de su madre rítmicamente, empujando con golpes secos y duros a fondo…, ahora solo con su pelvis, de esa manera aliviaba todo el peso del macho sobre la mujer tendida, más solicita que al principio, y eso la confundía un tanto, hasta el punto que la señora no tuvo la fuerza de voluntad necesaria como para aguantarse las ganas de comenzar a moverse y menearse de la misma forma en que la estaba poseyendo su hijo. Le costó auto convencerse y claudicar ante tan innata necesidad de aparearse con el recién alzado macho alfa… “Sumisa…  sabía que la quemazón de coño solo podía ser aliviada por el jarabe de un buen falo”

En primera instancia la descendiente de italiana se movía muy despacito, claro que aún con los ojos vidriosos, porque se la estaban beneficiando sexualmente en su contra, pero por cada movimiento que ella hacía con sus caderas, las sensaciones se iban notando aún más placenteras, poco a poco la hembra se fue entregando a los placeres de la carne, resignada y obsequiosa. Después de haber pasado ya varios minutos en que la incestuosa fornicación, pareja se movía casi de forma sincronizada… daban la impresión de estar acoplándose como animales, o sea, sencillamente follaban con todas las de la ley, cual hombre y mujer sucumbidos ante el acto más ancestral… LA PROCREACIÓN pura y dura.

Ante las violentas arremetidas que madre e hijo se propinaban mutuamente, una parte de la voluntad de Mónica seguía luchando por no ser la mujer de su hijo, deseando no perder sus estatus, difuminando la idea escandalizada de lo que hacía con su hijo Laureano, dejando diáfano que aquello era literalmente aparearse. Apartó los sentimientos de cariño o amor que una madre siente por su hijo o cuando una pareja hace el amor… Esto era lo que más la aferraba a no entregarse y ponerse a decir las estupideces que ya dese hace rato tenía ganas de decirle al cabrón del muchacho que se la estaba cepillando. A pesar de las reticencias, borró a la recatada madre, ahora respondía al acto natural de auténtico instinto animal…se impuso la hembra que lleva dentro, respondiendo sexualmente a la ardiente fricción que le causaban las firmes estocadas de verga que le ponía su hijo en el interior de su vientre.

Observo con asombro el abultamiento de su barriga al tener enterrada toda la verga de su retoño en su vagina, a la par que percibía los duros huevos golpear su coño. De nuevo, de dejaba hacer notando la fortaleza de su varón en cada empellón….Sus negros ojos vidriosos, estaban perdidos en cualquier punto de la habitación, interiorizando la indudable buena follada que le estaban dando. Se dejó llevar al estado de máximo clímax, al punto de llegar a estar casi desmayada por lo rico que estaba sintiendo al macho en su coño, con fuertes convulsiones atacando diferentes puntos de su cuerpo, con su respiración acelerada, se rindió y se sometió a tan soportable fornicación, sin importándole en lo más mínimo las probables consecuencias del acto sexual.

Para demostrárselo a su hijo buscó el punto de encuentro de su orgasmo con una pequeña ayuda en su clítoris. Con apenas pasados unos minutos desde la repulsión de ser penetrada, la hembra descargó desde su misma intimidad un copioso derrame de su propia esencia natural sobre la afiebrada polla de él, una tranca que no paraba de tallar fervientemente todo lo que encontraba a su paso en los momentos que se adentraba en las maternales carnes interiores.

La bella Mónica mientras más pensaba en las nefastas consecuencias de lo que podría pasar con estas copulaciones sin protección por ambas partes, más se perdía en las confusas nebulosas de un embarazo “no deseado”. Ella tenía claro que Laureano había acabado corriéndose dentro de ella varias veces, tal como se dijo antes, pero increíblemente para ella y para todos nosotros, la muy zorra deseaba que su hijo se derramara en su misma matriz otra vez. Este descarrío en vez de espantarla, más la iban prendiendo en lo más hondo de su propia voluntad, LO DESEABA. El solo hecho de pensar en aventurase en correr esos riesgos, le azuza más fuertemente a moverse y menearse, por lo que se entregó en cuerpo y alma a todas esas insanas perversiones juveniles, que su propia naturaleza lujuriosa iban despertando en ella después de haberla exaltando todo la vida, y casi olvida.

Laureano por su parte estaba en el séptimo cielo, ya que estaba plenamente consciente que su candorosa madre colaboradora con él en la follada, tanto como lo había deseado y sin estar bajos los efectos del famoso fármaco, ¡Eso era lo mejor de todo! Por tal motivo decidió aminorar la velocidad de sus acometidas, por nada del mundo quería correrse pronto, y ya llevaban unos minutos frungiendo en modo conejo… esta follada debía ser de antología se propuso, por ser en la que ambos eran consciente de lo que estaban haciendo. El lento y cadencioso mete saca del nada escrupuloso vástago, fue provocando el aumento gradual de la calentura y lascivia de aquella Diosa Madre, quien ya estaba casi gozando de su fornicación.

La imperiosa necesidad de seguir moviendo y meneando sus caderas ya la tenía entregada al desnaturalizado ser de su hijo, ya no disimulaba nada, ahora sencillamente estaba dedicada a follar y a que se la follaran hasta llegar a ser fielmente inseminada por el mazo de su primogénito. La madre hacía desquiciantes movimientos ondulatorios con sus caderas, los cuales hicieron que su hijo cayera en un estado de calentura sin precedentes, por lo que este ultimo comenzó a darle una follada de lo más caliente y brutal con la sola intención le gustase tanto, que nunca más se le negara a entregarse por las buenas.

Le arremetía con fuerza… empujaba, embestía, y la apuntalaba para luego volver a metérselo hasta las más íntimas profundidades de sus entrañas quedándose enterrado en ella por unos buenos segundos haciéndole notar sus pelotas. La polla cual pistón entraba y salía a toda velocidad de la hendidura lubricada al caso, tal era así que tal agitación producía una sustancia viscosa blanquecina por los fluidos vaginales batidos en el anillo obturador del acople; a la par que los huevos se desplazaban adelante y hacia atrás vertiginosamente chocando contra el coño de la madre con picoteo continuo. Las manos de ella recorrían el cuerpo tenso de su hijo.

Hasta que la hembra, sin importarle nada, le regaló unos leves gemidos entrecortados que la acusaron del auténtico y genuino disfrute, el que su cuerpo hacía rato sentía. De nuevo su hijo se la estaba follando tal como lo había hecho las veces anteriores, y con ella gozando como una perra en estado de calentura. La señora solo se dedicaba a ondular con su cintura y manteniendo sus poderosos muslos bien abiertos, y con sus manos asía con firmeza los glúteos marmóreos de su hijo atrayéndolo hacia las profundidades de su útero. Deseaba sentir sus polla endurecida en como pocas veces necesitó, mientras el chico que ya se sabía ganador no se la pensó para volver a afianzársela bajo su lampiño pecho para comenzar a besarla en la boca.

Sus lenguas se juntaban y enredaban luchando entre sí en el interior de ambas bocas, mientras el acto de apareamiento se encontraba en su mejor momento, con la candorosa madre ensartada hasta el mismo corvejón por la verga de su hijo. Tanta carne trémula en su útero lo agradecía moviendo su cuerpo a la par de notar el cipote enhebrando el ojal de su raja vaginal. Ambos continuaban besándose apasionadamente cual si estuvieran enamorados, interpretando la comparsa con sus cuerpos que esforzaban en consumar a la perfección el acto sexual. Solo se sentían los suspiros de placer que ya voluntariamente dejaba salir Mónica de sus exquisitos labios rojos en los momentos en que se separaban de los besos, los crujidos y rechinos que hacía la cama al soportar los empujones de la cópula, al mismo ritmo en que se movían los amantes.

Todo era demencialmente morboso para los oídos de Jessica y de los propios protagonistas. La chica hacía rato que los escuchaba suplicar, forzar, someterse y fornicar cual verracos. Los oía y sentía a ambos que no se cansaban de follar…, se restregaban de manera desesperada, de pronto un placentero y sonoro gemido por parte de la hembra mostró nuevamente su real estado de calentura ya que una vez más, las seguidas convulsiones de placer recorrieron todo su sistema nervioso haciéndola atenazarse con todas las fuerzas que le permitió su cuerpo, a la flamante contextura del cuerpo masculino de su hijo.

Una vez bien aferrada a él movía su cintura, sus caderas y la zona pélvica con total desesperación, sus ojos fuertemente cerrados daban a demostrar la gran concentración con la que follaba. Le encantaba que su hijo la ensartara, que se la metiera y la jodiera sin miramientos, hasta que su cuerpo ya no resistió más, para culminar y explotar en otro intenso y sensacional orgasmo, demostrándoselo a Laureano con fuertes bramidos de placer a la misma vez que se abría lo que más podía de piernas para que su hijo tomara y recogiera de su espléndido coño toda la preciosa cosecha que él quisiera tomar, entre convulsiones que contraían sus músculos involuntariamente por el orgasmo tan intenso obtenido. Estremecida, brotaban chorros de líquido libidinoso de su coño.





Viendo, y mucho más sintiendo en su verga la tremenda corrida que se había pegado Mónica, decretó que su madre estaba lista para recibir su merecido semen. Claro que él deseaba seguir probándola…follándosela un largo rato más en tan normal delirante estado mental, así que a sabiendas que ella ahora haría todo lo que él le pidiera y estando a punto de caramelo, simplemente se la desclavó afianzándose junto a ella e hincarse a un lado de su cuerpo para impartirle sus nuevos deseos…

¡¡Chúpamela… mamá!! 

Le ordenó a la misma vez que se pajeaba, mientras la devoraba con la cálida mirada del olvidado hijo cariñoso de siempre. Mónica obediente como una colegiala comenzó a mover sus curvas para ponerse en a cuatro patas sobre la cama, con sus rojos labios apuntando hacia la mojada verga de su hijo… tras mirarlo hacia arriba con algo de cortedad fue abriendo su boca a la misma vez que cerraba sus ojos para comenzar a engullírsela como si de verdad lo hubiese estado deseando. Abrió su boquita lo que más pudo a la misma vez que sacaba su lengua bien afuera.

¡No te olvides lengüetéame las bolas…! ¡Es de lo que más gusto me da mamá!

Mónica se la mamaba a su hijo con deleite y dedicación, no sentía ningún tipo de repulsa ni remordimientos por encontrarse en tales condiciones con Laureano. En su paladar sentía los salados sabores de los líquidos pre seminales del feliz y alienado chico, además de los de sus propios jugos vaginales…pero ella quería más, así que acomodándose mejor con las rodillas y sus manos en la posición perruna sobre la cama, se aplicó someramente con su boca únicamente, a realizar la incestuosa felación moviendo su cabeza con lengua y labios incluidos cual enajenada, tal que su boca más bien parecía un coño hambriento… también se la sacaba de la boca lamiéndole húmedamente los testículos como si de verdad ella fuera una gatita, y tras unos buenos minutos en tal exquisita tarea comprobaba que se los tenía bien ensalivados, le escupía en el capullo a fin de tener más lubricación en tan largo tallo, y así volvía a metérsela en la boca para seguir chupándosela con aún más dedicación si cabe. La cadencia iba en aumento al punto de llegar a someter a su capullo a unas 50 chupadas por minuto, agarrando el tronco por la base con una mano y envolviendo sus huevos con la otra en un masaje escrotal la mar de placentero… una mamada digna de la mejor de las putas. Por ello Laureano se sentía estar más allá del séptimo cielo.

– ¡¡Pero qué buena era su madre para chupar la verga!!

La perspectiva del escultural culo de su madre desde esa altura, visualizando su espalda arqueada en esa posición como una perra fornicadora dejándose follar por la boca, le ponía frenético….Laureano posó una de sus manos en su coronilla para inmovilizársela ipso facto y posar su hinchado glande en la esponjosidad de su lengua. Un toque más de los dedos maternos en su escroto removiendo sus gordos testículos detonaron los aldabonazos de leche que fueron a parar al paladar, lengua y galillo de su madre en copiosos chorros de lefa espesa al punto de atorarla. Sencillamente comenzó a correrse en el interior de su boca mirando en todo momento tan descabellada operación. Los espesos goterones de esta proteínica esencia se filtraban entre los blancos dientes para terminar aumentando el volumen acumulado en el improvisto receptáculo bucal de la dama.

No se inmutó ante la descarga seminal cerrando sus labios alrededor del cañón al sentir el primer aldabonazo de lefa, a fin de no desperdiciar una sola gota del preciado néctar filial. Aguantó la descarga totalmente firme a cuatro patas como una mansa perra en celo. Tras la última convulsión le enseñó la cantidad de leche depositada en su boca mirándole a los ojos. Mónica solo se dio a cerrar sus ojos dándose fuerzas a ella misma para hacer lo que su hijo deseaba. Justo con cerrar y apretar fuertemente sus labios se lo fue tragando todo poco a poco y hasta la última gota… se lo engullía sin dejar rastro, esa boca que tantos besos de amor le habían dado a lo largo de la vida y sin duda le volvería a dar. Otra vez se amorró al duro espigón y se comió el glande dejándolo limpio e impoluto de cualquier rastro de esperma.

En evocación a la fiesta de compromiso de ella con el tal Carlos García que se había celebrado en su casa tan solo dos semanas atrás, sintió que tenía que seguir follándosela en castigo a hacerle pagar por otro noviazgo con un indeseable machista, prepotente y facineroso, que tan mal se comportaba con ambos hermanos… sin que su recatada madre sospechara. A partir de ahora el chico no permitiría que ningún otro hombre se acercara a su madre para hacer daño a su familia… La forma más rápida de solucionarlo era cubrir de inmediato las necesidades vitales… tanto fisiológicas como emocionales de su madre, para que se olvidara de buscar otro macho.

En esas estaba Laureano… La seguiría seduciendo hasta que le permitieran sus fuerzas, por lo que casi arrebatándole la verga de su boca tras la concienzuda limpieza, la tomó por debajo de sus brazos para que ella quedara hincada frente a él en donde vio como vistosas muestras de semen mezclado con saliva le adornaban las comisuras de sus labios. Con la tranca en ristre se fue acercando a ella para volver a metérsela. Por su parte la desatada Mónica ya captaba a lo que se estaba preparando su hijo… ni por un segundo se le había bajado la erección, ni siquiera tras eyacular notó flacidez en una verga en forma de cono con su punta fina que se ensancha hacia la base. Ese tipo de pollas que…"Permite una entrada gradual y su forma más ancha en la base te estimula intensamente la entrada de la vagina". Mónica pensaba que al tener una entrada suave, es ideal para penetraciones profundas como la que podía hacerle a cuatro patas "de perrito". 

Su hijo se la iba a volver a follar, pero ahora en esta otra nueva posición; frente a frente. Laureano tomó a su madre por la cintura, y con ella ya correspondiéndole en todo lo que se le pudiese ocurrir a su hijo, suavemente se fue acomodando frente a él y poniendo especial cuidado que ambos sexos quedaran enfrentados a una misma altura. La madre colocó sus culo sobre los muslos tensos de su hijo, y este enfiló un tanto el ansioso, ubicando con la polla predispuesta otra vez en la entrada vaginal de su bella progenitora…, lentamente se la fue metiendo hasta dejársela bien clavada.

La nueva postura era cómoda, sugestiva, placentera y sugerentemente morbosa… él prácticamente sentado y ella embutiéndose el cetro de su hijo semi recostada, de tal forma que podía mirar directamente a los ojos al cabrón de su hijo, al tiempo que su coño se traga enterrando el enorme nabo en su conejo… haciéndolo desaparecer dentro de su madre

– ¡Vamos mamá muéveme! ¡Me encanta sentir tu chocho bien ensartada! ¡No sabes cuánto me gustas…!

Mónica descosidamente entregada se acuchillada el coño insanamente caliente, tras haberse entregado a la demencial situación que estaba viviendo. Sin lágrimas en los ojos. Desde hace rato se habían secado en su cara… se abrazó a las musculadas espaldas de su hijo y sin importunarle nada, lo miró directamente a los ojos posando sus frescos labios rojos en los de él. Mientras se besaban apasionadamente la hembra tal cual como lo hace un capullo ante los rayos del sol de la mañana, fue abriéndose de piernas para rodearlo con ellas. Cadenciosamente bajaba y subía empalándose la endurecida barra de carne sobresaliente del cuerpo de su hijo. Ambos observan atentos como se iba introduciendo dicha estaca en el chumino de la hembra partiéndoselo en dos, cual estoque que corta la tarta de bodas hasta quedar completamente ensartada en la cómoda posición para ambos.

Mónica no dejaba de besar a su hijo…cara, labios, orejas babeando todo su rostro sin dejar de atender a la cópula… con mucho cuidado comenzó a contornear sus caderas para que ambos gozaran a plenitud del vaivén. Ella notaba el gran falo atravesar la vagina llegando a su vientre,  a cotas donde nadie logró antes profundizar. El desesperado chico le devoraba sus tetas, y sus grandes pezones con toda su boca abierta por donde escurrían gruesos goterones de saliva, sintiendo a su vez en su verga los deliciosos meneos de su madre devorándole el badajo con su ardiente y mojado coño. Era una gozada experimentar al mismo tiempo como la vagina materna se contraía exprimiéndole la polla en los instantes en que quedaban completamente trabados, dejando tan solo las pelotas fuera aplastadas por su culo. Los suaves movimientos iniciales de este nuevo coito entre madre e hijo lentamente se fueron transformando en salvajes jadeos copuladores. La hembra de origen italiano se hallaba firmemente encajada a la virilidad inhiesta de su hijo, sus sentones resonaban hambrientos de macho.

Seguían besándose, mamándose y follándose en una transferencia mutua de fluidos. La velocidad de los movimientos de avance y retroceso que hacía Mónica cada vez se iban haciendo más acelerados, para ello ayudaba el varón sincronizado con la dama. Ella tomó la iniciativa de follarse a su retoño, empalándose el duro mástil implacable y duramente erguido con todo su arco a modo de cuerno fornicador. Ahora la incestuosa pareja nuevamente follaban enajenados, en la danza ancestral que propagó la especie humana por cada rincón del planeta. Mónica arremetía contra el falo de Laureano a una velocidad casi desquiciante con su frente pegada a la de él mirándolo fijamente a sus ojos, agitando solo la cadera en cada coñazo.

El chico sentía en sus mismas narices las desesperadas exhalaciones que hacía su madre debido al fuerte ejercicio fornicador acrecentado por la excitación. La hembra movía su hermoso cuerpo con la única intención de acoplarse por su coño al semental, a su macho…al hombre de su vida, lo hacía lo más que podía embutiéndose la gran verga de su amante e hijo primogénito. El mejor semental que la había montado en toda su vida… de seguir así la lograría preñar sin lugar a dudas, tanta leche cargada de esperma fecundador conquistaría pronto su fértil matriz para preñarla. Pero eso ahora no tenía espacio entre ambos amantes.

Laureano se tendió de espaldas para que su hembra lo cabalgara. Cooperaba ahora apuntalándola hacia arriba con todas sus fuerzas, la vagina de Mónica resistía impasiblemente las feroces hincadas del ariete, de las cuales estaba siendo una víctima gozosa. Su dueña, lo galopaba abiertamente, y el chico le correspondía con exquisitos movimientos pélvicos dándole a entender a quien se estaba follando… ¡¡A su hembra complaciente y entregada!! Los cuerpos de madre e hijo se movían sin darse tregua, mientras pasaban los minutos, ellos más fuerte se arremetían entre jadeos, gemidos y gritos.

La adolescente llevaba una hora masturbándose ante la sonora cópula incestuosa de su hermano con su madre… Ya había alcanzado dos largos orgasmos… buscaba el tercero ¡La follada que se estaban dando era colosal…! La mejor de todas las anteriores, pero lamentablemente Laureano ya se encontraba finiquitado, al borde de una abundante corrida. Justo en el momento de concentrarse para dejar salir su descarga de leche… casi con devoción vio a su atractiva progenitora enderezar su cuerpo y quedarse lo más engarzada que podía a su verga para inmediatamente verla y sentirla enarcar su espalda a la misma vez que tensaba todos los músculos de su cuerpo con su cabeza echada para atrás. La hembra sencillamente se abandonó a las feroces descargas eléctricas que este nuevo orgasmo tomaba total posesión de su cuerpo…

 Ahhggg…!!!Ohhhh…Siiiii…!!

Gritaba la hembra saciada de polla, ahora con sus manos puestas en sus negros cabellos mientras se los revolvía de pura desesperación orgásmica. Sus gritos de placer eran acompañados por una serie de ondulaciones y contorsiones musculares a la altura de sus caderas, en tanto el chico teniéndola firmemente agarrada de sus caderas se daba a sentir como su madre otra vez le bañaba deliciosamente, polla, huevos y toda su entrepierna con sus calientes fluidos vaginales que soltaba abundantemente. Mónica una vez que disfrutó a cabalidad hasta el último de sus auténticos y demenciales espasmos ostentosos de placer… simplemente se desplomó quedando echada con todo su sedoso pelo revuelto sobre el cuerpo de su hijo, aún empalada por el rabo pendiente de inseminarla. Laureano reaccionó ante su inminente corrida, ya no lo haría junto con su progenitora, como pudo se la sacó de encima para dejarla boca arriba sobre la cama, la hembra automáticamente se abrió de muslos recogiéndolos lo que más podía al pensar que su hijo otra vez se la iba a meter en esa posición, pero la idea de este eran otras.

¡Qué bien te has corrido mami! ¡Me encanta cómo lo has mojado todo con tu corrida…! ¡¡Ahora tu conejo se va a volver a tragar mi nabo como una perra…!!

Le iba diciendo a la misma vez, que de rodillas en la cama se iba acomodando cerca del coño de mamá con las piernas elevadas que depositó una a cada lado de su cabeza sobre sus fornidos hombros. Con su pulsante verga apuntando a la entrada boquiabierta del coño de la madre, se la caló de un solo envión al fondo uterino viendo como la boca de rojos labios de Mónica exhalaban un ¡¡Ohhh! profundo.

Mónica que en su estado no estaba para negar nada se dejó profundizar por el martillo pilón insaciable que su hijo tiene entre sus piernas… Sus ganas de llenar de leche el chocho a su madre, ya no atendieron a más razones para retrasarlo, por ese motivo le hizo una, dos y tres clavadas finales casi verticales aporreando su perineo con los duros huevos ansiosos de soltar todo su cargamento, y con la última estocada dejó el cipote enterrado hasta las mismas pelotas eyaculando chorros de lefa que copaban la entrada de su matriz. Conforme se rellenaba el conducto maternal, el chico soltaba berridos y un largo gemido de desahogo anunciando su corrida…

¡Arggghh…! ¡¡Ummm me corroo…!!

El gritó era animalesco, surgido en el mismo momento que dejó salir un potente y cuantioso chorro se semen espesamente viscoso y caliente que su madre recibió casi con calentura, los continuos lechazos de semen salían expulsados con fuerza a las profundidades de su intimidad. Eran copiosas y espesas las andanadas de fértil semilla. Con las mismas se morreaban deseosos de comerse, metiéndose la lengua hasta el paladar buscando en cada rincón de su boca a la otra parte de la fantástica cópula… ¡¡El mejor coito recibido por Mónica en décadas!! ¡¿Cómo dejarse preñar por un macho como su amante hijo?! Se hallaba rendida a las mil sensaciones que la hacía sentirse la mujer más importante, más deseada y más hembra del mundo.

Laureano con sus ojos inyectados en lujuria, y con su cuerpo contrayéndose por cada expulsión de esperma que dejaba salir desde su verga, veía como la boca abierta de su madre buscaba la suya para poder respirar… poco a poco se iba llenando la vagina de sus eyaculaciones severas. La hirviente leche masculina iba invadiendo todo el fondo uterino de la medio italiana. Los espesos borbotones casi dolían al salir por la uretra de lo apretado que se hallaba el hinchado glande de Laureano. Cuando el muchacho no tuvo más que darle a su madre sencillamente se quedó quieto unos segundos asegurando el vaciado completo de sus huevos, y de paso normalizar las pulsaciones de sus crepitantes corazones.

Mónica solo se dio a cerrar sus ojos dándose al deleite de la relajación tras una dura batalla, una lucha fratricida que ya duraba casi cuarenta y cinco minutos de puro sexo salvaje. Cuando el chico sacó el largo tocón del interior de su madre, un chasquido de vació dio paso a un pequeño reguero de semen con fluidos vaginales. La hembra en su instinto procreador cerró su muslos a fin de  apretar fuertemente sus labios vaginales evitando cualquier derrame seminal… su chumino se lo fue tragando todo poco a poco y hasta la última gota. El insensato chico a la misma vez se bajaba de la cama…

Bien mami, ahora he visto a la hembra que buscaba para mí…, la mujer que necesito. Deberíamos planearnos una nueva vida sin tu novio Carlos…

Mónica con solo escuchar esas extrañas solicitudes que le hacía su hijo volvió de una a la realidad, cayendo en la  cuenta que se acababa de comer el semen de su primogénito en una primera corrida, y una segunda había terminado por llenarle el coño de espeso y fértil esperma, no siendo nada despreciables los chorros de leche derramada, pues en ambas ocasiones habían sido una gran cantidad. Unas extraña angustia punzando su barriga le vino de una, en nada era por el semen que se hallaba en su estómago, pues ese lo había digerido hacía rato muy bien, sino porque su vagina había sido inseminada durante esas veinticuatro horas, cuatro veces por el semental insaciable de su hijo. La zozobra se terciaba en su mente para explicar a su hija Jessica la tremenda situación en que se encontraba, y de paso encontrar una justificación loable para cortar con su novio Carlos...




Justo en el momento en que se iba a negar rotundamente a darle el gusto de obedecer a su propósito, vio que su hijo simplemente desaparecía de la vista dejándola desnuda, sudada e impregnada de olor a macho, a sexo y a semen alrededor de su boca, sin olvidar la ultrajada entrepierna… había sido bien follada en su propia cama por el hijo que parió. Se quedó recostada un largo rato cavilando con el regusto de la masculinidad de su hombre en sus papilas gustativas… boca y fosas nasales. Era una locura, una locura saciante que desvaneció de un plumazo las insatisfacciones continuadas que tenía con Carlos cada vez que follaban, ¡Todo quedó normalizado en su cuerpo… ¿y en su mente?!




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