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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

La semilla del abuelo Fernando en MÍ


 

Aquel sábado, la abuela y mi madre se fueron a Tomelloso de compras en la C5 de mi madre, y el abuelo se quedó a ver el partido por la tele. Me quedé con él, después de un rato me dice, señalando sus piernas…

-“Ven preciosa, siéntate aquí”. 

Ni lo pensé, me senté en sus piernas levantando el vestido, de modo que solo había entre su pantalón y mi culo mis bragas, enseguida empecé a sentir su pollón. Me movía para acomodarme y poder sentir como se aceleraba su respiración, me dijo al oído… 

-“Ya eres una buena moza. Empiezas a tener cuerpo de mujer”

-“¡¿De verdad abuelo, crees que ya soy una mujer…?!

Por primera vez mi mente comenzó a fraguarse la posibilidad de ser mujer.

-“Sí, pero las niñas buenas suelen guardar secretos”.

-“¿Qué secretos abuelo?”

-“¿Tú serías capaz de guardar secretos del abuelo…?”

-“Sí, un secreto entre nosotros nunca saldría me mí abuelo”.

No era tonta y sabía lo que deseaba mi abuelo, sabía lo macho que era y también sabía que desde hacía un mes solo se follaba a la abuela…No todas las veces que a él le gustase hacer…, por eso seguía moviendo mi culo mientras él acariciaba mis muslos, estaba en la gloria, le dije al abuelo con total naturalidad…

-“Voy a mear, ahora vengo abuelito… a ver si marcan algún gol”.

Fui al baño y después de mear me quité las bragas y volví a donde el abuelo, sentándome sobre él de nuevo de igual manera, solo que sin bragas. Al poco tiempo no atendíamos al partido ninguno de los dos…, pude ver como se abría la bragueta y acto seguido metió su mano, y aireó aquella verga dura como una piedra, acomodándola entre mis muslos. La noté muy caliente y dura, me acomodé de manera que se alojó entre mis muslos pegándose todo el tronco a mi vulva… mis labios vaginales besaban la recia y enervada tranca del abuelo Fernando mientras yo perdía el sentido, me acariciaba la vagina pasando su gran estaca por ella, ¡Sentía la cabeza de su polla en mi coñito! Intenté abrirme para que entrara, pero él me indicó…

-“Tranquila pequeña, esto se hace despacio. Eres virgen y necesitamos hacerlo con paciencia y mucho cariño”.

Yo estaba desesperada por probar el rabo de mi abuelo, y él me lo negaba sistemáticamente. Terminamos viendo el partido en aquella postura paseándome con el trabuco de ese hombre, la raja supuraba flujo sin parar deseando ser horadada, no obstante me ayudó hasta que obtuve mi orgasmo clitoriano con sus dedos metidos en mi rajita y los míos en el clítoris… ese día solo metió un gol el Atlético de Madrid, porque a mí me dejó la portería a CERO.


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Mi nieta después de la tarde del partido se me insinuaba más y más que quería verga, yo la seguía viendo como una niña, demasiado nena para empotrármela como a su madre, pero mi necesidad imperante, el consejo de mi esposa de probar con ella ahora que su madre estaba Preñada, no poder desfogarme con Carmela, me estaban poniendo las cosas muy difíciles para aguantarme. Poco me importaba lo que su madre pensara, ¡En esta casa el hombre es el que impone las reglas!

Uno de los días en los que solía ayudarme a llevar comida a las yeguas, no dejaba de insinuarse, y después de vaciar la furgoneta nos rozamos, le agarré del culo y la tiré sobre la alfalfa, trabó mi pierna derecha y caí junto con ella sobre el montón… nos reímos. Avancé con mis manos sobre sus tetas y la niña me las ofreció, ahora no le iba a poner reparos a nada a sus 18 años. Empezamos a magrearnos retozando sobre la alfalfa…

-“Ven cariño entremos a la caseta”. 

Al lado del cobertizo estaba mi pequeño taller para hacer mis chapuzas y dentro una pequeña oficina con una mesa, sofá y hasta una tele para cuando no me dejaban ver mis partidos, o los toros en casa… allí me recluía en mi refugio particular donde dejaba que ninguna mujer entrase.

Le quité los pantaloncitos que cayeron al suelo, ella los apartó con un pie, y después se bajó ella misma las braguitas apareció una vaginita preciosa, sin apenas  vello y sin habérselo rasurado tampoco… un coñito infantil hinchado partido en dos por una rajita donde no se apreciaban todavía los labios exteriores de los internos. Aquello era una monada que iba a desflorar en unos minutos. La puse cómoda sobre el brazo del sofá y elevando su cintura me ofreció su coñito apretado de vulva hinchada, no lo pensé y comencé a lamer esa rajita de abajo arriba abriéndole los pequeño labios vaginales apretado abriéndoselos. Comencé a trabajarle su pequeña pepitilla haciéndola gemir, después le incrusté toda la lengua en su angosto conducto perforándola una y otra vez, para volver a comerme su clítoris. De esta manera a los cinco minutos la niña estalló en un orgasmo encantador, mojando todo su chochito. Le quedó tan lubricado que ya lo tenía preparado para iniciar la incursión definitiva…, me solté los pantalones y me los bajé de una junto a los calzoncillos que aparte al lado del sofá, amarré mi rabo endurecido y se lo pasé por su raja partiendo de nuevo sus labios hasta que encontré la boca del conejito deseos de ser desflorado… muy suave enfilé la polla en su vaginita metiendo la cabeza…

-“Aprieta abuelo”. Me decía atenta a la operación.

-“Tranquila cariño, esto hay que hacerlo despacio”.

Puse el cipote entre sus nalgas mientras metía y sacaba mi dedo después de un rato aumenté un dedo más ella se retorcía del placer que estaba sintiendo. 

–“¡Ahgg! me gusta mucho abuelo”.

-“Bien Laura ahora vamos a probar algo más, pero necesito que te quedes quieta sino te va a doler”.

-“Está bien.

-“Bueno abre tus piernas y no las cierres”

Le dije y empecé a puntear mi verga gruesa y totalmente dura en su rajita.

Presioné para lograr meter mi gordo glande sin lastimarla… era difícil, la tome de la cintura e hice un poco más de fuerza y logré meter la cabeza…, ella se quejó un poco pero no dijo nada luego empecé a meter el resto de mi verga en su rajita. Pronto noté el tope, no había metido casi nada cuando sentí su himen y me detuve para verla. Estaba con los ojos vidriosos a punto de llorar pero no me importó, saque un poco la verga y la volví a meter fuertemente para romper el himen…pegó un pequeño grito de dolor.

-“Me duele abuelo ¡Sácamela…!

Dijo mientras trataba de sacarse mi polla de su estrecha vagina, pero no la dejé, la tomé fuertemente de la cintura y le seguí metiendo más polla hasta que toco fondo en su pared vaginal… quedé quieto para que se le dilatara.

-“Ya está Laura, ya entró en tu rajita aunque no toda pero ahora viene lo mejor. Vas a sentir algo que te va a gustar mucho”

Le decía mientras trataba de tranquilizarla para que se acostumbrara al cuerpo extraño que la pobre tenía dentro de su vaginita.

-“Vamos a empezar cariño”, ella se dejaba casi inerte a que la follase.

Empecé a bombear despacio sintiendo como sus paredes, totalmente estrechas, apretaban a mi tranca. Bajé mi mirada y vi un poco de sangre y empecé a bombear más rápido después de un rato ella empezó a gemir como loca, le lévate el culo sobre el sofá y la empecé a mover a mi antojo en círculo de arriba abajo. Al rato era ella quien lo hacía… 

-“¿Te gusta Laura?”

-“Sí abuelo ¡Aahh! me gusta mucho tu verga en mi rajita, quiero que me la des como a mamá y a la abuela”.

-“Está bien”

Cambiamos de posición, la puse como una perrita y la empecé a embestir más fuerte, no le clavaba toda la verga hasta los huevos como hacía con su madre, ella aún no tenía el coño tragón de su progenitora, pero a base de pollazos del abuelo Fernando tal vez lo consiguiera pronto. El entre tanto gritaba de placer o dolor, no lo sé ni me importó mucho porque no se despegaba de mí pidiéndome más y más polla, ¡Mi objetivo era hacer de esa niña una mujer fuerte! La follaba cada vez más duro. Sentía como su rajita aprisionaba mi verga y supe que estaba teniendo su primer orgasmo pero yo todavía no había terminado así que seguí bombeando tal y como estábamos. Metí un dedo por su ano a la par que seguía dándole por su coñito recién desvirgado.

La saqué y la volví a enterrar en esa estrecha abertura, se quejaba pero no me iba a detener, logré meter la cabeza y luego incrusté el tronco tocando fondo. Seguí con un mete saca algo rápido golpeando con mi bálano su cérvix una y otra vez, no había esperado a que se acostumbrase el todo, así que ella empezó a quejarse sin querer sacarse mi verga, una buena señal. Bombeé más fuerte y más rápido y sentía que ya me corría así que aceleré más y cuando sentí que ya no aguantaría la embestí más fuerte enterrando mi verga en lo más profundo que podía expulsando mi leche dentro de ella…

-“Hija me estoy corriendo ¿Lo notas?” 

No decía nada solo jadeaba hiperventilando ¡A la niña había que desvirgarla como es debido!

Laura cerraba los ojos apretándolos más fuerte en cada aldabonazo de lefa que le impartía su útero, ella percibía la repetición de las convulsiones que hacían palpitar mi polla al eyacular los largos y espesos chorros de leche que la inundaban… cinco, seis y hasta un séptimo Chorretazo de esperma fueron descargados sin piedad en su virgen vaginita. No le cupo toda con mi cipote enterrado dentro de ella, rezumaba lefa y más cuando saqué mi verga vi cómo había quedado de abierto su coñito con un grueso reguero de leche que se deslizaba por su raja camino del muslo o del suelo

-“¿Te ha gustado Laura?”

-“Sí abuelo mucho. ¡Quiero follar contigo todos los días así!”

-“Claro que sí mi vida, ahora que mamá está preñada tú vas a tener que ser la sustituya. Anda descansa que yo voy a ver a los animales… Tú vete a casa, aséate y reposa, te has portado muy bien, como toda una hembra”

-“Gracias abuelo”. 

Me dio un beso y me fui orgullosa de haber cumplido con uno de los cometidos de toda mujer, me sentía realizada por completo.



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No sé si era dolor o placer, pero aguante como una amazona, me caían lágrimas pero aguanté. Esa primera vez no fue muy agradable, sangré con la rotura del himen y no puede tragarme todo el pollón del abuelo, no obstante tenía la esperanza que después de unas cuantas veces mi coño fuera más acogedor… y sí, le cogí el gusto a la enorme polla del abuelo. Después de venir del instituto y cuando me encontraba en mi cuarto para estudiar, antes de nada follaba con él, solo un par de veces a la semana, después llegamos a incrementarlo a un polvo diario, hasta que a los 20 años me marché y me casé con un chico de Ciudad Real. Follé como una loca con mi abuelo, compartiéndolo con mamá y la abuela, todas disfrutábamos del semental…

   Hasta hace unos meses, ya cumplidos mis 44 años me he tenido que conformar con follar con mi marido y con algún amante ocasional, a veces he llegado a pensar que soy ninfómana. He tenido tres hijos dos niñas mellizas que estudian en Madrid juntas, y un niño, Fernando, él es mayor fruto de una de las últimas inseminaciones que mi abuelo me propinó…Por lo visto de su polla solo salían niños. Aquel embarazo aceleró mi matrimonio con el chico que salía, Javier, hoy mi marido. Mi hijo Fernando está tan bien dotado como su padre, mi abuelo paterno. Aprobó las oposiciones a profesor el pasado año, y lo destinaron a Valdepeñas… aunque mi hijo está casado…, muy bien casado, una sola mujer se le queda corta. Hasta que le conté mi historia con el abuelo y quien era su verdadero progenitor. Todo eso surgió porque en la siesta después de comer observé que se masturbaba ávido de sexo como su padre, le narré sus antecedentes y me ofrecí a aliviarle en la medida que podíamos hacerlo… así es que ahora tiene a su madre para suplir la carencia sexual que le impone su esposa.

Desde entonces mamá es follada casi a diario por mi Fer, menos los fines de semana y vacaciones que le echo mucho en falta, y todo ello gracias a que trabaja a menos de 15 minutos de casa en calidad de profesor en un IES Valdepeñas, se queda a comer conmigo, dado que la suya está a más de 30 minutos y a la hora que sale sobre las 14:30 le viene mejor comer en mi casa y después marcharse a media tarde a la suya. Además de hacerme compañía durante unas horas, antes de volver a casa… aprovechamos para follar. Cada día se va desfogado de mi cama de matrimonio, donde follamos en ausencia de su “padre”, que trabaja en la misma empresa harinera donde trabajaba el abuelo Fernando…, y de esa manera contribuyo a la felicidad de su matrimonio y de mi hijo, a la vez que sacio mi falta de polvos con mi marido. Por supuesto Javier trabaja fuera todo el día, y de mis aventuras no sabe nada por discreción. 

Da un poco de pena ver lo inocente que es ante el desconocimiento de las fechoría de su esposa…cuando nos acostamos en las mismas sábanas en las que unas horas antes se han impregnado del sudor y fluidos de la madre y el hijo… incluso noto el aroma a Fer en mi almohada. Hay veces que me meto un dedo en mi coño y extraigo un poco del néctar que mi crío me ha dejado de recuerdo…. Como pueden imaginar me he olvidado de buscar amantes ocasionales en los supermercados y otros lugares, con mi niño y mi esposo estoy más que bien servida de orgasmos y esperma. Con la crisis de los cuarenta encima me alivio de esta manera tan morbosa que me excita cada poro de mi piel, y es que con mi niño es un no parar de follar a pelo cuando estamos juntos en plena intimidad.


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Volviendo a aquellos años ochenta… Mi nuera dio a luz un niño precioso, y se ligó las trompas, ya había tenido dos hijos y estaba segura que la dejaría de preñarla si no ponía algún impedimento. Desde que tengo conocimiento he sentido una tremenda atracción por un buen par de firmes y bien formadas tetas llenas de leche materna. Me pasó con mi esposa y ahora con mi nuera. Esta atracción debió empezar el primer dí­a de mi vida y aún hoy dí­a sigo sintiéndola. Mi nuera es una preciosa rubia con unas medidas de ensueño y una espléndida forma fí­sica. El año pasado tuvimos nuestro primer hijo. Dos días después de su nacimiento, Carmela volvía a casa junto con el niño. Una noche, cuando acabó de dar de mamar al pequeño, decidí­ preguntarle algo que siempre había deseado saber.

-“Carmela”, le dije“ ¿Qué sientes cuando das de mamar al niño?”

-“No te lo vas a creer papá, pero…” empezó a decir. “La verdad es que es algo muy excitante. Hay incluso veces que, cuando acabo, tengo el coño empapado por la excitación”

-“¿En serio?” le pregunte asombrado.

-“Si­, completamente en serio, dijo… De hecho, ahora mismo estoy excitadísima…¿No te gustaría que te chuparme las tetas un poco? Estoy a punto de reventar. Me encantaría probar tus ubres llenas de leche.”

El que estaba a punto de reventar después de escuchar aquella proposición era yo. No podía creerlo. Casi se me sale la polla de los pantalones con solo pensarlo. Rápidamente, me puse a su lado y ella descubrió sus tetas ante mi hambrienta lengua. Me quede allí­ quieto, fascinado, durante un momento y luego empecé a lamer suavemente su areola. Sentí­ que la piel de sus tetas estaba más tirante de lo que nunca antes había estado… Ajuste mis labios a ella y, al empezar a chupar y succionar de su pezón… la leche comenzó a fluir de sus enormes pezones. ¡Estaba en la gloria! Carmela se metió dos dedos en el coño y recogió con ellos un poco de su dulce néctar que a continuación llevo a mis labios. Vaya combinación… la mejor leche del mundo y la miel más dulce. 

Extraje mi polla de los pantalones y la puse delante de la experta boca de Carmela… Lentamente, se metió el capullo en la boca y sacudió la lengua por toda su extensión para extender de transparente saliva mi gorda polla. Lentamente, bajo la cabeza hasta que tuvo mi miembro enterrado en lo más profundo de su garganta… Luego, con la misma suavidad con que se la había tragado y tras un nuevo giro de su lengua, empezó a bombear mi polla dentro y fuera de su boca. Mordisqueaba la base de mi verga y luego la deslizaba fuera hasta dejar el capullo entre sus labios, el cual chupaba con toda el ansia que yo era capaz de soportar. Justo cuando iba a dar rienda suelta a una tremenda descarga de semen en su hambrienta boca, la apartó de mí­.

Túmbate de espaldas, le pedí, casi sin aliento. Colocando mi latiente polla entre sus tetas, empecé a moverla de atrás a adelante. Mi nuera apretó sus dos repletos globos carnosos contra mi miembro viril, proporcionándome una magni­fica cubana. La punta de mi polla entraba en su boca lo justo para que me diese uno o dos rápidos lametones, y luego retrocedía de nuevo quedando fuera de su alcance. Carmela comenzó a masajear sus tetas y noté esa sensación familiar en los huevos. La leche materna empezó a fluir de sus tetas lo que hizo que mi polla se deslizase cada vez más rápido por entre sus magníficas ubres de madona, cubiertas del precioso y blanco líquido de sus mamas.

-“Córrete ahora, cariño… ¡Vamos a abuelo regálame una buena lechada de las tuyas!”

Me suplicó al tiempo que mis movimientos se hacían cada vez más rápidos. El espectáculo que había ante mis ojos unido a las palabras de mi nuera fueron demasiado para mí­.

-“¡Me corro Carmela, me corro!” comencé susurrar entre jadeos.

-“Chúpamela más rápido, Carmen… Chupa, chupa… Ahora, cariño… ¡¡¡Ahora!!!”

Me así de los huevos y comenzó a mamarme el glande con avidez, su boca se cerraba hermética alrededor del capullo y de pronto salió el primer Chorretazo de engrudo a su paladar, le atoré la garanta con el segundo tercer chorro de esperma espeso, los primero tres sueles ser muy largos y grueso, pero ella los recibió generosamente sin desperdiciar una sola gota… se bebió hasta la última pizca y luego lamió los borbotones de esperma que manaban levemente del conducto uretral, acumulándose por el gran agujero de mi capullo, dejándolo limpio y reluciente. Para mi sorpresa, continuo chupándomela suavemente, lo que hizo que volviese a excitarme rápidamente, listo para una nueva sesión de sexo oral. La cuarentena me impedía follarla, sin embargo mi esposa me recibió dispuesta a acabar lo que Carmela había iniciado. Cuando acabó aquella noche, todos menos la niña estábamos más que satisfechos sexualmente de lo que habíamos estado desde hacía meses. Envergadura estrecha


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Yo era feliz aquí y con el tiempo mamá también lo fue, fuimos bien acogidos por parte de mis abuelos, sus razones tenían. Mamá era una mujer aún muy joven y bonita, bien proporcionada, de largos cabellos con ojos color marrones claros que la hacían más hermosa, yo había heredado su figura y era un tanto más rubia. No hallaba la hora que mi cuerpo terminara de crecer para parecerme a ella. Me miraba al espejo esperando ver crecer mis pechos, pero compararlos con los senos hinchados de leche de mamá era descorazonador. Esa era mi mayor preocupación por aquellos días, ya no era una nena inocente para darme cuenta de la realidad de las cosas. Pronto descubrí las cosas de la vida que me marcarían para siempre. Una noche veíamos televisión en el sillón con el abuelo mientras mamá en su habitación amamantaba al bebé y lo acostaba en su cuna. 

El abuelo me abrazaba cariñoso y yo me apretujaba más contra él, nuestros cuerpo se conocían. Cualquier caricia “inocente” de mi parte, se reflejaba en un abrazo más intenso y su mano le transpiraba al rozar la piel desnuda de mis brazos. Entonces puso su otra mano en mis rodillas, la detuvo allí un tiempo como si no se diera cuenta y comenzó a acariciarme, apenas rozándome iba siguiendo el contorno del borde de mi faldita sobre los muslos provocándome un cosquilleo nervioso mientras me susurraba al oído lo hermosa y bella que era. Yo me dejaba hacer, me gustaba ser mimada y era una sensación agradable sentirlo tan cerca, no veía nada de malo en esa muestra de cariño y seguía apretujándome a él como una gatita mimosa… él me acomodó de lado como jugando y casi cubriéndome con su cuerpo mientras reíamos y yo disfrutaba del momento.

Sentí una dureza creciente contra mi muslo… ¡le estaba provocando una tremenda erección! Hice como que no me daba cuenta y dejé que el abuelo siguiera con su juego, ahora incentivado por mi pasividad y mi silencio ya me rodeaba desde atrás con sus brazos me apoyaba descaradamente, casi frotando su verga hinchada en mi culo aún virgen. Un intenso calor me llenaba y aceleraba mi respiración, deseaba librarme de él… y al mismo tiempo seguir así, descubriéndome como una mujer es deseada por un hombre, dominando sus instintos más básicos y animales. Cuando entró la abuela al salón me compuse, pero ya debía haberme visto acaramelada con su marido, hay que aclarar que tanto mi madre como mi abuela tenían conocimiento de mi desfloración por parte del abuelo Fernando, y aunque tuviese 17 años para 18, en casa era bien visto que el semental se fornicara a la joven potrilla que era yo.

Él se dio cuenta de cómo me sentía achuchándome contra su poderoso cuerpo masculino… me dio un beso suave en el cuello bajo mi oído, que me hizo estremecer y casi al mismo tiempo con la yema de su pulgar recorrió lentamente mi teta derecha sobre la camiseta, acariciando y sintiendo mi pezón endurecido.

-“¿Estás cariñosa, mi niña? Seguro que tienes el coñito muy mojado…”

Me susurró mientras me tocaba y yo no supe que decir, solo un pequeño gemido de aprobación se escapó mientras me mordía los labios dejándome llevar por la excitación.

Entonces oí a mi madre que venía de la cocina y apenas nos dio tiempo para acomodarnos un poco mejor en el sillón. Yo estaba sonrojada y nerviosa, aunque no sé por qué, ella sabía que el abuelo me había desflorado y seguíamos follando, eso sí en la intimidad. Era ese tipo de compostura que nuestro subconsciente tiene ante la persona de más autoridad… ellas también eran dos hembras en competencia por el “macho alfa”. Me mandó adormir con el pretexto que era tarde. Me metí  en la cama, todo mi cuerpo estaba tibio y deseoso de algo de sexo. Con mi entrepierna húmeda pedía a gritos que me masturbara para desahogarme y me entregué enloquecida a la agradable tarea de tocarme hasta acabar entre jadeos mojando las sábanas con mis jugos pensando en la gorda tranca del abuelo hundiéndose en mis entrañas.

Después me quedé dando vueltas en la cama sin poder dormirme. Desde mi ventana podía ver el resplandor de la luz en el comedor, tal vez si mamá se había acostado el abuelo estaría solo viendo la tele… y quería estar con él. Fui acercándome despacio en puntillas para que no me sintiera y darle la sorpresa, pero la sorprendida sería yo. La luz ámbar de un velador iluminaba el comedor oscuro y hacía más irreal la escena, casi parecía salida de un sueño brumoso y mis ojos se adaptaban a ella mientras trataba de interpretar lo que veían. No lo podía creer… Mamá se encontraba en el sillón con la cabeza echada hacia atrás en el respaldo, la blusa desprendida y el sostén enredado en el cuello, los pechos grandes como calabazas coronados por pezones de oscuros color chocolate casi brillaban al reflejo de la luz, húmedos de la saliva del abuelo Fernando que los lamía y chupaba enloquecido, estrujaba esas mamas lechosas como hambriento, sobándolas con la mano izquierda mientras su diestra se perdía entre las piernas de mi madre que con la falda levantada hasta la cintura oscilaba su cuerpo al ritmo de ese manoseo lujurioso, y gemía débilmente con los ojos entrecerrados. Mi corazón se aceleraba mientras los veía y tuve miedo de que el retumbar de sus latidos descubriera mi presencia.

El abuelo ahora se estaba bajando apresurado los pantalones dejando al descubierto su mostrenco endurecido y rígido como una daga mora curvada mirando al techo, un cipote completamente hinchado, una verga gruesa y venosa, con la cabezota color púrpura a punto de reventar, grande como el glande de un caballo, la cual la puso frente al rostro de mamá…

-“¡Chúpala Carmela…!

Ella giró la cara y esa actitud excitó aún más al abuelo, entonces él la sujetó de la cabeza mientras con la otra mano aferraba su miembro endurecido y poniéndolo contra los labios de mamá se lo metió de un golpe hasta la garganta, mientras entre gruñidos de gozo decía…

-“Así cariño, ¡sácale la leche papi...! Llevo todo el día esperando esto... chúpala así, no pares, no pares...”

Y mamá lejos de resistirse poco a poco se entregaba, su boca hacía desaparecer y aparecer la pieza de carne trémula siguiendo el ritmo que le imponía el abuelo. A medida que él gozaba, aflojaba la tensión… y entonces fue mamá la que se convirtió en hembra dominadora, sus labios carnosos primero succionaban despacio y sin detenerse, luego iba aumentando paulatinamente la intensidad de la mamada hasta hacer jadear al abuelo. Entonces ella sacó la verga de su boca solo para besarla y recorrerla suavemente con la punta de la lengua en una lamida lenta desde el gran capullo a las pesadas pelotas que lo hizo estremecer ¡Mi madre sin lugar a dudas era una consumada mamadora de pollas!

Yo me preguntaba si ella estaría también gozando con lo que hacía o solo actuaba, sus ojos miel entrecerrados parecían perdidos, nunca la había visto así con esa expresión en el rostro, su mirada parecía abandonada o completamente ida entre nubes de placer… o tal vez la verga de los hombres tenía algo misterioso que nos cautivaba a las mujeres y las nos convertía en esclavas. Yo misma con solo ver me estaba enloqueciendo, presa de una calentura que recorría todo mi cuerpo. Me dolían los pezones endurecidos y mis manos como actuando solas dominaban mi voluntad y se deslizaban por mis bragas hacia mi coñito húmedo masturbándome presa de una fiebre de locura ante la exhibición de fornicio animal que contemplaba.

El abuelo cada vez más excitado y enloquecido de gusto se apoyaba contra el cuerpo de mamá apretujándola contra el sillón, tanto que ella perdió el equilibrio y se deslizó hasta quedar boca arriba sobre los almohadones del sillón. Entonces él aprovechó la situación y se montó encima, colocando sus rodillas a ambos lados del torso de mamá comenzó a hundir su verga entre los pechos suaves y lechosos, acunaba su miembro duro entre las tetas frotándolo sin cesar en esos globos húmedos por la leche que manaba de los pezones formando hilitos blanquecinos que caían hacia el interior de ese valle donde mojaban al instrumento lujurioso del abuelo.

Él hundió la polla gorda e hinchada en ese líquido tibio y dulce y goteando se la puso en los labios a mamá, que tomó de su propia leche lamiendo golosa hasta que el abuelo se la metió por completo y empezó un mete y saca desenfrenado, como follándola por la boca, adentro y afuera sin parar mientras ella lo succionaba, lamía y chupaba retorciéndose, no sé si ahogándose con ese enorme nabo llenándole la boca que parecía no dejarla respirar o ahogada en su propio papel de hembra complaciente y sumisa.

Entonces el abuelo se sacudió y echó el cuerpo hacia atrás entre vibrantes gruñidos y jadeos de gusto mientras sus ojos se ponían casi en blanco… su miembro viril escapó de los labios de mi madre brincando endurecido y desbocado. Con el glande morado explotando en chorros de leche espeso y caliente que bañaron la cara de mamá y la hicieron agitarse al sentir el semen estrellarse en su rostro. Con su cuerpo aún sacudido por espasmos de placer el abuelo se aferró la verga chorreante y se la metió a mamá de nuevo en la boca para que ella succionara los últimos chorros de su acabada, dejó que ella tragara y limpiara con la lengua para después refregársela por el rostro.

El esperma espeso resbalaban por su mejilla y que ella lamía lentamente saboreando los tiros de esperma que todavía brotaban de esa verga. Yo casi que podía sentir su olor, el olor del semen, del sexo, aroma a macho cabrío, a testosterona… me dilataba las fosas nasales llenando mi boquita de nena deseosa del sabor a hombre.

Ella fue quitando poco a poco los mechones de cabellos rojizos que se pegaban a su rostro humedecido por la mezcla de lefa y saliva. Hasta en ese momento mamá se veía hermosa, una hembra cautivante fuente de los oscuros deseos lujuriosos de mi abuelo. Él se estaba tomando un descanso apoyando su cara transpirada en los pechos de mamá, besándolos suavemente como adorándolos, mordisqueando despacio los pezones como un nene de pecho. 

Estuvo un tiempo acariciándola, siguió luego besando su vientre, descendiendo hasta meter su cabeza bajo el largo camisón que portaba y que se había enrollado en torno a las caderas de mamá, olisqueando sus bragas de encaje húmedas de fluidos vaginales. Primero las lamió, una, dos, tres lamidas, para después arrancarlas de un tirón y tras quedarse un instante contemplando maravillado el espectáculo que se le ofrecía. Hundió su rostro entre las piernas de mi madre, separándolas y sosteniéndolas en alto con sus manos en los muslos, lamiendo y chupando desesperado, lengüetazos lujuriosos e intensos que llevaban paulatinamente a la perdición a mamá. Su cuerpo oscilaba al ritmo del chapoteo que producía la boca de mi abuelo, la recorría toda desde la vagina al ano metiendo su lengua, sorbiendo sus jugos, metiendo sus dedos gruesos en su vagina encharcada, masturbándole el clítoris al mismo tiempo a base de lengüetazos. Ella jadeaba y se retorcía, cada vez más intensamente, sostenida por mi abuelo que seguía las contorsiones de sus caderas y no despegaba su boca devorándola sin misericordia mientras la pajeaba.

Preso de una lujuriosa perversión con los dedos lubricados en los jugos de mamá arremetió en su ano, metiendo dos dedos de un golpe, haciéndola gritar y arquear el cuerpo en el aire. No satisfecho con esto y por demás excitado, vi como su badajo endurecía se balanceaba como una viga empotrada en entrepierna, un tarugo majestuoso deseoso de perforar el rico coño de mamá, jugoso y hambriento después de tanto descanso sexual, en el dique seco tras el preñado y posterior parto de hermanito.

Levantado las piernas de mamá sobre sus hombros como si fuera una muñeca la ensartó hasta el fondo, apuntillo su bocana y sin necesidad de guía su polla gruesa se perdió de una sola estocada entre los rosados y húmedos labios vaginales, se hundía una y otra vez en bombeos sucesivos como un tenaz batán de carne, le daba verga sin parar, sometiéndola a su antojo… complaciéndola sin duda. Mamá tenía su boca abierta y jadeaba como poseída, ondulando las caderas arriba y abajo como hembra complaciente para terminar abrazándose a él en gritos de gozo. No sé si el abuelo había quebrado la voluntad de mamá conquistando su cariño, pero sí dominaba por completo su cuerpo, y la estaba haciendo acabar en una sucesión de orgasmos salvajes como creo que nunca lo hubiera hecho mi padre.

Pleno de satisfacción con la victoria obtenida el abuelo Fernando iba por más…, aprovechando que mamá todavía jadeaba ronroneando y recuperándose, expuesta y con las defensas bajas entregada a todos sus deseos, él sabía que podía hacerle lo que se le antojara. La tomó de una pierna y la hizo girar, la dejó boca abajo y lamió su espalda desde la nuca hasta las nalgas, saboreando el bocado que estaba por disfrutar. La abrazó desde atrás por el vientre y levantó sus caderas, dejándola con la grupa en alto, poniéndola en cuatro patas como una yegua a punto de ser servida por el semental….

…Y su verga de macho semental se clavó de nuevo en el coño mojado de mi madre haciéndola reaccionar con suspiros de gozo de grititos entrecortados, completamente domesticada por ese torpedo de carne viril que la llenaba. Y el abuelo ponía sus manos en el culo redondo y terso de mamá y la montaba, apretaba sus nalgas blancas y sedosas dejando marcas rojizas en la piel suave….Entonces el abuelo escupió entre sus nalgas y con la yema de su pulgar le acariciaba el ano en círculos y se lo ensalivaba, relajándola así se lo fue enterrando poco a poco hasta hundirlo completamente en su culo apretado, la hizo gemir más intensamente y después gritar cuando metió otros dos dedos dilatándola aún más y reparándola para recibir el premio mayor… mamá meneaba la cintura y entre balbuceos entrecortados le pedía que se detuviera, dándose cuenta de lo que le esperaba…

-“¡No, así no… Por favor... no, papaíto... nooo… No me des por el culo! ¡Puedes descargarte dentro de mi coño sin problema las veces que quieras…!

Pero el abuelo no tuvo clemencia a sus súplicas, por toda respuesta sólo retiró sus dedos para dejar lugar en la estrecha entrada a la hinchada cabeza de su ariete, y entonces arremetió sin compasión, deseoso de disfrutar del manjar que se le ofrecía mi madre….Mamá se sacudía moviendo las caderas en círculos como queriendo librarse del inminente empalamiento, entonces el abuelo, enloquecido por tenerla, la sujetó del cuello con fuerza y apretó su rostro contra el respaldo del sillón, hasta tenerla quieta y lista para servirla de la mejor carne dura del lugar… le embutió el glande y se esperó a dilatase un poco más.

  Solo entonces comenzó a penetrarla, con clavadas fuertes y profundas presionando cada vez más… Bufaba de gusto como un toro en brama al sentir que vencía la resistencia del culo de mamá y su glande se hundía en ese pasaje estrecho, caliente y apretado, que ahora parecía ceñirse a su verga gruesa haciéndolo alcanzar el placer de los dioses. Se detuvo un instante como disfrutando del momento, sólo para iniciar un mete saca intenso, cada arremetida se la metía más profundo, deseoso de tenerla toda, no estuvo satisfecho hasta que sus huevos que se balanceándose golpeaban el culo de mamá y al final se apretaron contra las nalgas de mamá, bien a fondo. 

La tenía calzada por completo, y ahora la poseía sin compasión, casi se le subía encima a mi madre para hundírsela más. La polla le debía de llegar hasta la barriga, lo que la hacía jadear y retorcerse sollozando, sus pechos se bamboleaban y se sacudían salpicando leche en cada bombeo de la verga del abuelo y él se los apretaba exprimiéndolos y ordeñándolos con ambas manos mientras besaba y mordisqueaba sus hombros, su cuello, la tomaba del cabello y hacía girar su rostro para lamérselo y besarla con pasión en besos húmedos cargados de lujuria y amor, por qué no.

Con locura desbocada por esa hembra que había estado esperado durante años de deseo “incestuoso” reprimido, y ahora por fin liberado. Mamá se dejaba hacer, completamente entregada y sometida, como una muñeca sin voluntad propia, los largos cabellos enmarañados se sacudían y caían revueltos en una cascada rojiza, tenía la boca abierta y respiraba agitada, ahogando roncos aullidos al compás de las embestidas del abuelo. Yo pensaba en esa polla enorme enterrada en su cuerpo la estaba matando, que en cualquier momento se desmayaría por completo.

Y como si leyera mis pensamientos y fuera a rematarla, el abuelo le dio la estocada de gracia con una arremetida final que la hizo estremecer y retorcerse sacudiendo todas las fibras de su cuerpo…. Sus gritos sólo fueron ahogados por los gruñidos de satisfacción del abuelo que se derramaba a mares dentro de su culo. Aquella era una de sus grandes descargas de leche en una de la hembras de casa… uno tras otro chorro de lefa le inundaba su esfínter, hasta que de pronto acabó. Los dos se habían quedado quietos, sin fuerzas, exhaustos y completamente empapados en sudor, en leche materna, en esperma y fluidos vaginales… El abuelo recuperaba el aire y se restregaba contra el cuerpo de mamá como no queriendo que ese momento terminara, se hizo a un lado lentamente y al sacar su verga bamboleante pude ver el ano dilatado y como la leche se escurría entre las piernas de mamá. Besó la espalda de su nuera despacio, hizo a un lado los cabellos de su rostro y volvió a besarla, ahora suavemente en la mejilla y en la frente.

    Yo no lo podía creer, acababa de culearla sin parar como un animal y ahora se ponía en el papel del padre cariñoso dando su beso de buenas noches, ¡faltaba que la arropara! Y para hacer mayor mi sorpresa…, lejos de reaccionar mal, mamá se acurrucó en su hombro como una nena mimada y tomándolo de la mano,  pasó su lengua lentamente por los dedos lamiendo el semen que él había recogido de su verga... ¡¡La muy puta!! Yo preocupada por su suerte y ella parecía que la había estado gozando todo el tiempo. En tanto se besaban en un candente beso húmedo complaciente, me fui haciendo hacia atrás sin hacer ruido, lentamente los dejé solos en el comedor.

Cuando volví a mi habitación y me recosté en la cama estaba perpleja y confundida, llena de preguntas…. Era como si el abuelo fuera para nosotras una enfermedad, una droga que nos corrompía y nos hacía adictas a sus dosis de amor perverso. Y si era un mal de familia….¿También yo lo padecería...? ¡¿Me convertiría yo también en adicta a las perversiones incestuosas..?!En verdad SÍ, era de familia y ahora lo sé con certeza, pues  Cuando pude me follé a mi único hijo casi a diario. Y lejos de ser una maldición era siempre la mejor solución a la apatía en que entraban nuestros matrimonios al cabo del tiempo… y al desahogo de nuestros efluvios sexuales claro está.

Desde mi temprana adolescencia hasta ya que el abuelo cumplidos los 64 años murió, nunca me faltó una buena follada, con una media de tres polvos semanales… después del abuelo me conformé con el polvo del sábado de Javier y los que me buscaba de otros amantes, pero en los últimos tiempos… mantengo el de Javier por cumplimiento marital, y los dos o tres de mi Fer. Hay que reconocer que 25 años follando, era mucha leche la que mi vagina tragó, pero que le voy a hacer soy una mujer que siempre se ha considerado muy hembra, que al igual que al abuelo necesitaba más de una persona que le satisficiera. No es que ahora me falte con mi hijo, el cual me visita todos los días pero también los complementos con alguna cana al aire en los viajes de la “Comunidad de Vecinos”, no están todos para tirar cohetes…pero un polvo discreto a veces cae a la semana y gracias, dos o tres cuando me visita Fer. Finalmente acrecientan.




La verdad es que nunca me ha faltado de nada. Como no soy su única nieta, pero como si lo fuera…me ha "malcriado" ya que desde pequeña me ha llenado de atenciones y nunca me ha negado un capricho. Su carácter dulce y atento conmigo cuando estábamos solos en casa contrastaba con su fama de hombre despótico y huraño. Quizás por todo ello nunca fui muy buena estudiante, vivir en la casa de campo me había hecho ver la vida desde una perspectiva diferente a como gente ve las cosas en la ciudad… en el campo no se necesita tantas cosas ni saber tanto. Así que cuando cumplí 18 años le comenté a mi abuelo que quería dejar de estudiar, enfadándose mucho. Como yo me negué a continuar los estudios a pesar de su insistencia, él adoptó la postura de padre tomando una medida radical… me dijo que me desheredaría y que a su muerte no tendría derecho ni siquiera a la parte legal indivisoria de su herencia. 
Cuando oí esto no lo podía creer… sin estudios para labrarme un futuro, y sin el dinero del único lugar que pensaba obtenerlo siendo una ni-ni, se me vino el cuento de la lechera abajo. La verdad es que nunca me había preocupado por el futuro…desenfadad, alegre y despreocupada de lo mundano, vivía en mi fantasía de yupi donde primaban mis relaciones sociales, especialmente las “íntimas”… novios, amigas, fiesta y follar con muchos tíos y de vez en cuando con alguna tía, ya que contaba con que el abuelo me dejase todo su patrimonio, dado lo mal que se llevan sus dos hijos y familia con mi más amado pariente… ¡A sus hijos hacía tiempo que los desheredó! Por maltrato psicológico, dado que el “Tribunal Supremo interpreta que el abandono emocional de los padres por los hijos supone un maltrato psicológico que puede considerarse como maltrato de obra a los efectos de desheredación del artículo 853.2 del Código Civil Español”, y sus tres hijos después de casarse nunca volvieron a ver a sus padres, de hecho mis abuelos no conocen a casi ninguno de sus nietos, excepto a mí y a mi primo Daniel el mayor de los nietos, al cual solo lo vio durante una media hora en la incubadora.

Pasé unas semanas muy preocupada y confundida. Pensé que la única solución a mi alcance solo podía pasar por la seducción…, una mujer con sex a pile pude lograr muchas más cosas que con sabiduría…, aunque para mí el arte de la seducción es un saber que no todo el mundo sabe realizar. Mi abuelo era un hombre alto y corpulento y a sus 59 años sin duda aún conservaba mucha energía viril…, esto era debido a la gran cantidad de testosterona que produce su cuerpo, así es, un análisis le dio unos resultados muy altos de testosterona, una hormona esteroide que tiene una notable importancia en el ámbito sexual, pues de su segregación depende, en gran parte la maduración sexual, así como su apetito carnal, del que el abuelito tenía mucho.

Por otro lado, como cualquier esteroide, tiene una importante función anabólica al incidir en la formación de masa corporal, músculos, al igual que también influye en la resistencia ósea…, y mi abuelo Fernando cumple con todos esos requisitos de fortaleza y virilidad, además de provocar en el cerebro aquellas reacciones más relacionadas el comportamiento “animal”, es decir, las que tienen las funciones básicas para sobrevivir y mantener la especie y no tanto el comportamiento racional que se presupone al ser humano. Una de esas tareas es la respuesta ante los peligros, el comportamiento agresivo o el de la reproducción a toda costa. De ahí que desde adolescente con un cuerpo atractivo, se fijó en mí. La manera de ver las relaciones sexuales por parte de mi madre, abuela y finalmente yo difieren de lo que nos enseñan las feministas, y nosotras no queremos ser así, si no vivir en complacencia sumisa a nuestro hombre y protector, porque entiendo que la sumisión es un cúmulo de comportamientos, costumbres y prácticas sexuales donde una mujer concede al macho, ejercer poder y dominio sobre la hembra, dentro de un contexto sexual o en el más extenso concepto cotidiano e indefinido en el tiempo. Y esto lo sabes en el momento que sientes placer o disfrute erótico por el hecho de ser dominada por un semental como mi abuelo del que sabes que nunca te fallará. 

Nuestro hombre siempre se encontrará en un estatus superior como “dominante”, mientras que nosotros asumimos el rol de insubordinación como “sumisas”…, por todo ello tener sexo con mi abuelo era el pan de cada día. Con él follábamos cuando se terciaba la ocasión, abiertamente y a cualquier hora que su testosterona se elevaba por las nubes…lo que más le ponía era mi culo. La verdad es que tengo un buen trasero, respingón y muy bien proporcionado. Por otro lado soy rubia y con ojos azules, aunque no soy alta ¿Cómo he conseguido NO quedarme preñada? Muy simple mi madre compraba cajas de píldoras por ella y para mí… aunque después de nacer mi hermano e hijo de mi abuelo, sólo la tomaba yo.

Así pues, decidí aprovechar mis cartas comportándome como una “Sugar Baby”, empecé a vestirme lo más provocativamente que pude sin "pasarme", casi siempre llevaba unos pantalones de tela muy fina que marcaban muy bien mis nalgas y evitaba ponerme sujetadores para marcar bien  mis pezones y me hice fuerte ante las pretensiones de penetrarme por parte de mi abuelo. Toda esa puesta en escena casi no me sirvió de mucho cuando mi abuelo sufrió un leve accidente que lo mantuvo alejado del trabajo dependiente de otra persona….Mi abuelo se rompió un brazo al caer cuando intentaba controlar a uno de los caballos. Como no podía valerse por sí mismo, le convencí para que descansara, un poco a regañadientes me encargaría de él por ser la más joven de las mujeres de casa…y la más desocupada, todo hay que decirlo, ya que mi madre era la encargada de las tareas de la yeguada desde hace tiempo y mi abuela padecía de fuertes dolores de huesos por la osteoporosis. 

Así pues cuidé de mi abuelo ayudándolo tras levantarse de la cama el día  siguiente… haciéndole el desayuno y preparando sus cosas. Su vida en aquellas semanas pasaba por paseos por el campo y ver la tele en el salón por la tarde…, yo le hacía la comida a toda la familia y atendía a las necesidades de mi abuelo. Por la noche después de darle la cena le tocaba ducharse. ¡Mi oportunidad había llegado! Cuando llegamos al baño le quité la ropa, cuando hice el ademán de quitarle los calzoncillos pareció que iba a decir algo pero me dejó hacer.

Lo acompañé a la ducha. Abrí el agua caliente y cuando ya estaba totalmente mojado le pasé gel por todo el cuerpo con su esponja. Me gustaba tocar su varonil cuerpo musculado pese a sus casi 60 años, por supuesto no intenté tocarle descaradamente el sexo pero tenía que hacerlo para asear su maciza verga y esos huevos flamantes. Sólo con rozarle tuvo una tremenda erección…, poco nos importaba, mejor era así dado que el aseo de su polla era mucho mejor y nunca estuvo incómodo con su nieta por estar empalmado ante ella. Le bajé el prepucio y lavé cuidadosamente la joya de la casa… dura, recia y venosa palpitando al notar mis dedos bordeándola a todo su alrededor. Después de secarlo le dije que estando "como estaba" no podía ponerle los calzoncillos, me dijo…

-“¡Anda hija inténtalo aunque se quede un poco fuera!”

Era curioso, mi abuelo era un hombre de carácter, capaz de provocar el pánico entre los operarios en la empresa donde era encargado y ahora lo tenía a mi merced. Lo acompañe a su dormitorio, le arreglé vendaje y le masajeé con pomada para combatir el, después le ayudé a acostarse. Su erección no había disminuido. Así que cuando le iba a ponerle bien  la almohada pasó por mi cabeza un pensamiento audaz y me decidí, miré a los ojos a mi abuelo y le dije…

-“No puedo dejarte dormir así como estás, abuelo. Si me dejas puedo calmar tu fogosidad, así podrás dormir mejor”.

Como no dijo nada entendí que asentía. Con naturalidad le cogí la polla, que por tamaño y erección superaba a las trancas de los dos novios que solía tener… empecé  a meneársela. Al principio voy lentamente para aclimatar mis manos a su candor, y cuando ya acelero el ritmo… veo como se le suben los huevos a la cepa del cipote poniéndose bien duros. No tarda mucho en salir una gran cantidad de leche, como de costumbre, ¡sus pelotas son fábricas de ingente cantidad de semen! Mis manos quedaron llenas de la "crema espesa" y entumecidas de apretar fuertemente el gran badajo que porta. Cuando dejó de eyacular paré de meneársela  y lo miré, lo había dejado todo perdido de esperma. Le hice una última meneada para que sacase las últimas gotas de leche a la par que me engullí la parte de la polla que pude, dejándosela limpia. La polla de mi abuelo posee un grosor descomunal y me es difícil engullirme más allá del capullo, es tan gruesa como la de un caballo semental, además le cuelgan unos huevos grandes y pesados. Su cipote hace el doble que la de mi novio y la de cualquier otro chico que me he follado, debe ser impresionante metérsela por el culo, algo que ya ha probado mi madre, pero es que mi madre se ha tragado hasta la tranca de un caballo. Me marché a mi habitación no sin antes desearle buenas noches.

Desde ese día masturbaba a mi abuelo o me lo follaba directamente. Dejé de hacerlo con tanta asiduidad cuando le quitaron la escayola, por entonces me tomó la alternativa mi madre y la abuela, que eran más pasivas. Dejé pasar unas semanas sin intentar nada más. Como había dejado los estudios y no tenía intención de trabajar pasaba todo el día en casa. Sólo salía para ir a ver a mi novio que me había echado el último año que estuve en el instituto. Por supuesto él no sospechaba nada de las "atenciones" que prodigaba a mi abuelo.

Mientras tanto noté que el interés de mi abuelo por mi cuerpo iba en aumento. Lo notaba en su mirada y en el bulto de sus pantalones. El pobre iba se empalmaba todos los días. Pasadas tres semanas que no mi interesaba por él, una mañana de primavera decidí avanzar. Para empezar la siguiente fase del plan necesitaba atraer su atención así que decidí simular estar ansiosa y preocupada y renuncié a comer y cenar aquel día. Cuando, como cada noche mi abuelo dijo que se iba a dormir le  pedí si podía hacerle una pregunta. Me dijo…

-“Laura, explícame lo que te preocupa”.

-“Es que abuelo. No sé si debería  decírtela”.

-“¡Venga, suelta ya lo que tengas que decirme!”

-“Bien te lo diré. Mi novio insiste desde hace días que quiere tener sexo anal y a mí me da mucho miedo. Si no quieres, haces bien en negarte. Sí, pero, mi primer novio me pidió lo mismo y me negué. Creo que mi trasero vuelve locos a los hombres. Estoy segura que tarde o temprano cederé… y tengo mucho miedo por el dolor”.

-“Si tu novio te " prepara" bien, la primera penetración te dolerá poco. En las siguientes penetraciones el dolor desaparecerá. 

-“Puede que te llegue a gustar como a tu abuela. Aunque no te lo debiera decir de lo diré para tranquilizarte… tu abuela se negó  en las primeras noches después de la boda  a la penetración por detrás porque tenía miedo del dolor. Sin embargo la convencí y con mucha paciencia y suavidad no le hice daño ni siquiera la primera vez. Después fue una práctica habitual en nuestro matrimonio.”

-“Pero abuelo la tienes muy gorda es normal que le hagas daño al meterla por un agujero tan pequeño”.

-“Todo es cuestión de dilatarlo con paciencia”.

Entró sin llamar a mi habitación y allí estaba en pijama parado ante mí…, me dijo que me sentase en la cama y me preguntó si estaba nerviosa. Le dije que un poco.

Él me contestó que estuviera tranquila que teníamos todo el tiempo del mundo. A continuación me pidió que me levantara de la cama y se acercó a  mí. Mi hizo girar quedando de espaldas a él. Sin mediar palabra me quitó las finas braguitas azules que llevaba. La visión de mi culo desnudo le provocó una erección tremenda. Me cogió de la mano  tiernamente y me pidió que me estirase en la cama. Me hizo un suave masaje en los pies sin tocarme el culo. Finalmente oí como si abriese un bote de algo (no podía ver lo que hacía ya que mi  campo de visión se limitaba a la cabecera de la cama) y sentí como su dedo frío y resbaladizo  (se había untado lubricante en los dedos) tocaba suavemente mi ano.

Empezó un masaje suave sin intentar meter los dedos. Sólo al cabo de unos minutos metió la punta de un dedo. Repitió la operación varias veces con un masaje en el borde del ano e introducción de la punta, hasta que me relajó completamente el esfínter. Noté por primera vez como una presión progresiva en la pared del recto, cuando metió poco a poco medio dedo. Lo sacó rápidamente y repitió la operación. Esta vez, sin embargo noté como lo introducía lentamente todo. Ahora ya no notaba sólo una presión sino un poco de dolor. Oyó mi quejido pero no lo sacó.

Poco a poco me fui acostumbrando al dedo insertado casi totalmente. El dolor dejó paso a un gusto excitante que fue cediendo poco a poco a repulsión. Giré la cabeza para vez a mi abuelo, lo vi tranquilo dándome el tratamiento con toda su verga empalmada a punto de reventar. Cuando cruzamos las miradas, él sacó el dedo y  me pidió que me quitase la camiseta y me pusiera de lado. Él se acostó a mi lado detrás de mí, podía  notar su aliento en mi nuca y su polla en la entrada de mi coño abriéndome la vagina.  Me susurró…

-“Así de lado estás más relajada”. 

Puso su mano en mi hombro, luego lo bajó hasta el vientre. De pronto noté como su ancha verga presionaba mi raja partiéndome el coño en dos…, a la par percibí una presión  muy fuerte y sentí como mi esfínter se daba por vencido al meterme dos dedos…solo metió la mitad de los dedos. A pesar del dolor estaba increíblemente excitada. Me mantuvo en esa posición un buen rato follándome y dilatándome el ano a la vez… la follada vaginal me calmaba la el dolorcito por la dilatación anal…, cuando de pronto paró y oí otro susurro…

-“Cariño, te voy a meter la punta de la polla en tu agujerito”. 

Puse cara de preocupada porque no sabía cómo iba a reaccionar mi ano ante tan tremenda tranca y abracé a mi abuelo.

-“No te preocupes tu culito está preparado para recibir una polla del tamaño de la mía”.

Yo muy animada le espeté… o ahora nunca… -“Vamos abuelo fóllame el culo, necesito notar cómo me abres por detrás ¡Quiero que sean quien me desvirgue el culo también!”

Presioné mis pechos contra su torso desnudo, lo justo para que notase mis pezones endurecidos bajo mi fina camiseta. A continuación me saqué del todo las bragas y en vez de estirarme en la cama me arrodillé sobre ella. Cuando me puse en la posición llamada de la "perrita", mi abuelo no tardó en ponerse vaselina en la mano e introducir dos dedos en mi recto. Los tuvo dentro apenas unos segundos. Después de sacarlos estuve tentada de mirar atrás para ver el tamaño de la verga que entraría en mi interior…pero ya sabía bien como era, llevaba cuatro años follándome ese badajo. Finalmente decidí que era mejor esperar su embestida sin verlo.

Pronto noté la punta dura y gorda de su polla en mi coño tratando de lubricar con mi flujo su gran porra, no tardó ni veinte segundos cuando la desenvainó de la vagina y la posicionó en mi ano. Cuando percibí la presión en el esfínter mi culo respingo en un movimiento reflejo. Mi abuelo me cogió suavemente con una de sus manos un muslo y me pidió que no me moviera. De pronto presionó con poca fuerza pero de manera constante hasta que tuve toda la gorda tranca en mi recto. Sentí un fuerte escozor y la sensación de que ese pedazo de carne endurecida iba a romper mi intestino. Cuando el escozor remitió y el anillo se adaptó el enorme diámetro, pedí a mi abuelo que se moviese. Poco a poco fue moviéndose follándome por el culo, ¡Mi primer polvo anal! Antes de llegar a correrme le pedí a mi abuelo que no la sacara y me frotara el clítoris. Él siguió arremetiéndome con fuerza metiéndome casi toda la polla, si la introducía toda me llegaría hasta la barriga de lo larga que la tiene.

Me hizo caso y sus rudos dedos masajearon mi pepitilla endurecida hasta arrancarme un orgasmo. Él no paraba de culearme, bombeándome el culo con fluidez, por lo que pensé que tendría el ano como un bebedero de patos. Tardó más de doce minutos en descargar toda su leche en mi interior, habiendo conseguido mi orgasmo también. Fueron unos minutos que aguanté como un loba, por lo que me sentí muy orgullosa. ¡Otra línea roja rebasada! Ya no tenía nada virgen en mi cuerpo y mi abuelo Fernando había sido el encargado de horadármelos todos fielmente. Cuando me liberó de esa tranca simulé un pudor que sin duda era ridículo en esas circunstancias  y corrí a ponerme las bragas. Fui a abrazar a mi abuelo que estaba de pie delante de mí. Noté su falo aún erecto contra mi estómago, no parecía de carne si no fuera por lo caliente que estaba. Sin dejar de abrazarle le dije…

-“Gracias abuelo.  Estoy en deuda contigo, Pídeme lo que quieras”.

-“Laura, sabes con que me alivies de vez en cuando es suficiente… ya sé que tienes novio pero tu abuelo debería estar en preferencia... llevo tres días con erección permanente y tú dándome largas, así no podía aguantar más”.

-“No te preocupes abuelo que no volveré a ser mala contigo nunca más... me voy a dedicar a sacarte la leche todos los días”.

A pesar de haber vaciado toda la leche de sus huevos en mi esfínter su erección seguía siendo enorme. Le bajé los calzoncillos y después de ensalivarme la mano, le cogí la polla o mejor dicho su súper polla. Mi otra mano le tocaba el pecho y nuestros cuerpos se tocaban. Después de un par de lentas meneadas paré de masturbarle. Sus ojos primero y luego su boca se precipitó sobre mis tetas. Mientras lamía mis pezones, sus manos se deslizaron hacia mi culo. Cuando ya estaba totalmente fuera de sí de nuevo me aparté y me puse frente a él. Lentamente me arrodillé encima la cama. No tuvo tiempo de dudar, su instinto de macho necesitado de hembra venció. Cuando sentí su verga traspasar mi vagina sabía que había ganado al “macho alfa”. Desde ese día volví a ser la amante favorita del abuelo teniéndolo a mi merced.



*********************




Ningún hombre podría ser más feliz. Disponía de tres mujeres pertenecientes a tres generaciones de hembras dispuestas a ser sometidas a la masculinidad de un semental como él, capaz de abastecernos a todas de placer, amor y semen a raudales. Cuando vio la oportunidad en su trabajo se jubiló y decidió vender la casa de campo y marcharnos a la ciudad. Contaba con 63 años y aún se apreciaba a un hombre apuesto. Compró el ático del mismo edificio en donde viví con mi madre y mi descerebrado padre, ese piso que mi abuelo rescató de sus deudas y ahora era suyo, nos lo cedió a mi madre y a mí para vivir cerca de ellos. 

Pasaron los años y mi vida no podía ser más dichosa, de fiesta en fiesta con una mi vida social intensa y la familiar sencillamente estabilizada, no me faltaba el dinero y los hombres me rifaban, sin  contar con las sesiones de sexo duro del abuelo, en dónde para desgracia de la abuela esta ya no contaba, se encontraba muy mal y el abuelo la cuidaba con el cariño que un macho dominante como él sabía…, mi madre les echaba una mano con las comidas, pero sobre todo era yo quien me ocupaba de cuidarlos. Mi abuelo Fernando había sido todo para mí desde los 8 años…, abuelo, padre y amante. Ahora que ya contaba con 21 años, mucha experiencia en el sexo y un “Grado de Nutrición humana y dietética”, a punto de acabar gracias a él. El abuelo estaba mayor pero su cipote se mantenía en plenitud, grande, grueso y duro con facilidad de empalmar, sin olvidar la copiosas e ingentes eyaculaciones que su próstata y sus testículos que todavía eran capaces de expeler.

Subí al ascensor y apreté el botón para ir al ático de mis abuelos. Mientras subía, mi respiración se hizo cada vez más lenta y profunda, quería borrar de mi rostro el enfado que me causaba tener que ir a cuidarles esa precisa noche, en lugar de irme con mis amigos de fiesta a pasármelo de miedo después de quince días enclaustrada estudiando para los exámenes finales del último curso de Grado.

En el hall del edificio me alisé la corta falda con las manos, observando mi aspecto en el espejo hasta que el ascensor se detuvo. Un retoque con saliva para el rímel en el espejo del ascensor… abrí la puerta de la casa con cuidado y entré en silencio. En la oscuridad del ocaso confirmé que la luz del cuarto de matrimonio estaba apagada y mi abuela roncando como una bendita. Iba a irme de vuelta a donde había quedado, cuando descubrí una luz parpadeante bajo la puerta del comedor. Me acerqué sibilina lo justo para atisbar en su interior. Allí estaba mi abuelo, sentado en el sillón, mirando con atención una película erótica. Yo era consciente del insomnio de mi abuelo, pero en ningún caso de sus gustos por unas películas que yo pensaba que sólo eran para jóvenes. Permanecí en el sitio, mirando un rato a mi abuelo y otro a la película, hasta que una mezcla de curiosidad y excitación me obligó a entrar definitivamente al salón.

Mi abuelo no se sorprendió al verme, ni yo que visionara aquella porno con la polla fuera ajándola suavemente como no queriendo precipitar la avenida repantigado en el sofá. Me senté a su lado con toda la naturalidad de siempre…

-“Hola abuelo… ¿Qué haces viendo una porno tú solito…?¡¿No hay nada mejor que ver?!”

Inmediatamente, se posicionó sobre el sofá más derecho con una postura un tanto digna en pelotas con toda su verga empalaba todo sea dicho, nunca intentó en vano ocultar el majestuoso falo que sobresalía de su entrepierna… me miró con gesto culpable…

-“Hija, ya ves hoy me encontraba bastante sólo y me he puesto este canal ¿Qué haces por aquí?”

No podía apartar mis ojos del mástil majestuoso apuntando al techo después de varias semanas en total abstinencia por culpa del estrés de los exámenes finales. Era evidente que los años no habían mermado el tamaño de su miembro, ni su virilidad que yo pudiera apreciar…si lo había hecho, no lo suficiente como para que dejara de resultar de lo más excitante unos genitales tan alucinantes….

-“Vine a ver como os iba hoy y si necesitabais algo…”.

-“Pues ya puedes ver cariño… ¡Mira hija lo que necesito ahora!”.

-“¿Me refiero a si ya habéis cenado?”

-“Hace ya rato hija, he preparado para tu abuela y para mí. Ella después se ha marchado a dormir y yo con mi insomnio me he puesto a buscar canales y he dado con el idóneo para mi estado”

-“¡¿Y la abuela?! ¿Por qué no te ha bajado la hinchazón ella…?”

-“La pobre no está para estos trotes…. Ella ya se ha llevado lo suyo en esta vida”.

-“Anda abuelo, déjame ver que podemos hacer con esta hinchazón. ¡Para estas cosas también tienes a tu nieta favorita!”

-“De acuerdo Laura… ahí lo tienes todo para ti”.

Tras una pausa eterna durante la cual pensé que se iba a negar. Se levantó, momento que aproveché para sentarme frente a él mientras se sacaba la camiseta y su cipote templaba frente a mi cara… su vello había desaparecido casi por completo, y las venas se marcaban en su piel bajo el reflejo de la televisión. Le toqué el glande con los dedos, su humedad hizo que dirigiera la otra mano hacia mis bragas. Paseé la mano por toda la superficie carnosa, con reservas al principio para ganar firmeza, y acabé masturbándole y mamándosela como otras muchas veces había hecho su nieta a sus pies…él siguió viendo la película a mis espaldas ¡El sabor a macho de mi abuelo me pone muy perra! Levantó su manaza y acarició mis crecidas tetas sobre la camiseta. Luego, me la levantó con dulzura y palpó mis pezones cornados. Le miré a los ojos, y comprobé que estaba disfrutando tanto como yo

-“¿Por qué no te bajas las bragas?” Me susurró. “Así estarás más a gusto”.

Miré estúpidamente hacia mi coñito… descubrí que no había parado de acariciarlo y tenía ya las bragas mojadas, así que con una sonrisa de disculpa, obedecí y empecé a meterme los dedos anular y corazón en mi bocana frotándome a la vez con la palma de la mano el “cappuccino” que cubre mi clítoris.

-“Sigue chúpamela un poco más  cariño…”, me pidió. La miré su ojos y con cierto gesto pícaro de aprobación. ¡No abuses!”

Tenía novio como tanto otro tuve, solo que Javier era el único que me pareció el ligue más serio que he tenido… llevo con él un año y medio. Es un chico guapote, listo e inteligente y nunca desde la primera vez tuvo reparos en comerse mi coñito ¡Yo creo que le entusiasma hacerlo! Mucho más que follarme, que ya es decir, pero la relación con mi abuelo Fernando estaba por encima de cualquier otra, con él no solo era sexo si no una conexión íntima entre nuestras conciencias… tal vez por eso no ponía reproches a comerme su sabrosa polla, mucho más grande que la de Javier. Entonces, se agachó y empezó a lamerme los pezones mientras me apartaba la mano y me acariciaba la vagina. Cuando sus gruesos dedos quedaron empapados en el flujo vaginal, los introdujo con cuidado en mi ano. Rodeé su cabeza entre mis brazos y le supliqué que me los introdujera con más rudeza. En lugar de ello, hizo que me recostara y mientras me aguantaba la cabeza con una mano, introdujo su verga en mi boca con la otra. Se la agarré por la base, aguantándome con el codo, para controlar la cantidad de carne que me metía y evitar atragantarme. Con delicadeza, mi abuelo dejó que manejara su verga a mi antojo y empezó a acariciar la parte interior de mis muslos para ir acercándose lentamente a mi culo, donde introdujo un dedo dilatando mi anillo.

Con el paso de los minutos, fui cogiendo confianza…comencé a usar la lengua con fiereza para lamer su glande y recorrer toda su verga y testículos vorazmente, acariciando con la mano y los labios, succionando, apretando y mordiendo. Sin previo aviso, dejó a un lado su dulzura y me atravesó el ano con el dedo índice, introduciéndolo cada vez más deprisa y más profundamente, provocándome gemidos de dolor placentero que acalló apretando mi cabeza contra sus huevos. Notaba la boca llena de polla, y mi nariz estaba estrellada contra su barriga. Me costaba respirar, pero me gustaba la sensación de su poder sobre mí, y a la vez conseguir descontrolar de aquella manera sus impulsos sexuales que creía dormidos. Tan repentinamente como había introducido sus dedos en mi culo, los extrajo y comencé a masturbarle delante de mi cara. 

Le observaba con la boca abierta, lamiendo su glande con la punta de la lengua, le pajeaba duro y mamaba su orondo capullo durante unos minutos hasta que me obsequió con su caldo. Cerré mi boca alrededor del glande y mamé succionando con sus huevos agarrados con una mano y pajeando el tronco con la otra… un primer chorro de lefa y otro seguido fue atorándome la boca de engrudo tibio. Solté para respirar y un último Chorretazo me cruzó la boca y mentón, lo recogí para no desperdiciar una gota y haciendo una bola alimenticia con mi lengua me lo trague a la vista del semental. Como siempre ocurría esta eyaculación solo era la previa a la gran corrida, mi abuelo tenía esa forma tan particular de correrse en dos etapas.

Seguí chupando, lamiendo y bebiendo hasta que no quedó nada más que una verga flácida y completamente limpia. Como recompensa, me obsequió con un beso.

-“Para tu cumpleaños te tengo preparada una sorpresa, estoy segura que te va a gustar mi regalo”.

Cumpliría 65 años muy bien llevados gracias a su naturaleza física y al deporte que practicaba casi a diario… ya cumplía un año jubilado.

Nos abrazamos en el sofá y pasé una hora viendo la tele acurrucada a él olvidándome por completo de mi novio, de mis amigos y de la gran fiesta que se estaban pegando… me eché sobre su pecho extasiada con el dulce sabor de su semen en mis papilas gustativas. Acepté agradecida quedarme toda la noche en casa de mis abuelos como me pidió mamá que ese día tenía turno de noche en la clínica veterinaria en la que trabajaba. Estuvimos viendo una película y cuando acabó me pregunto si tenía sueño, le dije que no porque solo eran las 11:30 y se puso a hacer zapping dejando otra película…, en esta había una pareja que se besó y luego se metió en la cama a follar. Allí estaba yo tumbada con los pies en un reposa brazo y mi cabeza en su regazo notando que se volvía a empalmar. Se había puesto el pijama y la entrepierna le abultaba bastante, sin dudar un instante, le bajé el pantalón hasta las rodillas aireando el grueso y duro cipote con ganas de aliviar la hinchazón. Agarré el grueso tronco por la base y comencé a pajearle con toda la mano bien cerraba que no cubría la mitad del pollón. Me giré y de rodillas en el suelo, lo empecé a mamar. El abuelo cerraba los ojos y yo abrí la boca como para tragarme un bote de “Red Bull”, introduciéndome el gran capullo en la boca que apenas me cabía, ante mi dificultad me presionó de la cabeza y me tiró hacia su polla hasta que me tragué la mitad. Cualquier otra mujer no podría respirar pero yo ya había aprendido con el tiempo a engullirme semejante cipote.

  Movía la cabeceaba golosa zampándome afanosa el esplendoroso bálano del señor de la casa…luego me levantó. Me desnudó quitándome la camiseta y las braguitas que apenas me cubrían el coño, sumisa a sus deseos obedecí ansiosa por recibir al abuelo una vez más. Dejé descubierto mis buenas tetas y la vagina lampiña, pequeña y estrecha recién rasurada sin un pelo que esa noche preparé para que Javier se la comiese y me la follara a base de bien…, lo hice como a los hombres les gusta. “Les excita follarse a una mujer con vagina de niña”. Me empezó a tocar con la mano derecha por la barriga hasta llegar al cuello, y luego bajó deslizándose al caliente coñito de su nieta… allí estuvo un rato jugando con sus recios dedos en mi rajita, mi agujero de la gloria y mi enervado clítoris ¡Me gustaba mucho cómo conseguía mi orgasmo clitoriano aquel viejo zorro! Luego me hizo tumbar en el sofá boca arriba, me abrió las piernas y puso su cabeza entre mis piernas y empezó a lamerme la raja con la maestría de siempre…, percibía la humedad de su rigurosa lengua cubrir toda mi vulva, mis labios vaginales y mi excelso clítoris… 

Caló toda la sin hueso todo lo hondo que daba la longitud de la misma sorbiendo mis jugos rezumantes como si de miel se tratase ¡Nadie me comía el coño como abuelo! Se dedicaba a él como si de una tarea meticulosa de montaje complicado fuese. Al cabo de un rato noté esa sensación a ganas de mear que corresponden a un buen orgasmo, pero no me salió mucho flujo… convulsioné estentóreamente tres o cuatro veces y finalmente me produjo “la dulce muerte”, durante unos adorables quince segundos… El viejo sabio me dejó disfrutar de mi corrida y al poco….



…Se puso encima de mí metiendo un dedo en la vagina y al cabo de poco un segundo dedo cuando me lo metió me dolía un poco y solté un gemido, estuvo metiendo y sacando los dedos unos dos minutos. Cuando creyó que estaba lubricado agarro su polla y puso la cabeza de su gordo ariete roja casi morada, en la entrada del coño de su nieta vencida por el deseo carnal y sin contemplaciones me empaló. Me metió el capullo un par de veces solo hasta la zona rosada, después siguió metiendo hasta la mitad, parecía que me partía en dos. Cerraba los ojos mordiéndome los labios de gusto ¡A punto de gritar me tapó la boca con un beso! Y me la metió entera, parecía que me la metía hasta el estómago y empezó con el mete saca espaciándome la vagina para dar volumen al monstruoso invasor. Percibía como es expandían mis paredes vaginales al paso de su cipote dividiéndome las entrañas.

Comencé a gemir de placer con mi corazón a mil. Me metió el pulgar en la boca que chupaba a modo de cipote ¡Cómo me gustaba y deseaba que me follara un macho como mi abuelo! fue aumentado el ritmo del vaivén de sus caderas más fuerte, ¡Era increíble cómo se movía el viejo y qué duro se le el espolón ponía cada vez que me follaba! En cada clavada sus pelotas me golpeaban en la entrada del coño, lo que hacía más que excitarme para llevarme a otro orgasmo en el Olimpo de los dioses. El dolor de la primera penetración se volvía placer en pocos segundos haciéndome vibrar todas mis carnes, sus empujones rebotaban en mi culo una y otra vez simulado a un gran postre de gelatina. La sacó después de más de ocho minutos en dicha posición, pero me hizo poner a cuatro patas. Chupé un dedo suyo y me lo metió por el culo, el agujero es muy estrecho por lo que produce un placer visceral. Como sabiendo el camino su erecta verga se enfiló en mi raja abriéndome los labios vaginales cuando la metió de golpe de un solo envión.

Follándome el coño desde el culo estuvo otro tanto donde perdí el conocimiento del tiempo, solo aguantaba gozando sus embates percibiendo el roce de sus manos en mi piel, el sudor de ambos amantes pegándonos la piel, y el frotado de mi útero con la vasta verga que portaba a modo de lanza el caballero invadiéndome… y dándome duro frangiéndome mi vaginita, hasta que de repente se queda quieto….Nunca había tenido ese comportamiento, lo sentí raro. Envió su maza al fondo de mi conducto uterino enterrándome toda el fastuoso rabo hasta la raíz, y sin casi movimiento de su parte fue soltando chorro a chorro de líquido seminal caliente, del cual el primero lo percibí como un somero chorro de leche en mi cavidad profunda, seguido de otro de precipitada fuerza mucho más largo y con mayor presión que acabó inundando toda mi cérvix y finalmente pegando un último gemido donde expelió todo el aire contenido en sus pulmones, en la misma medida que iba descargado toda la leche que le quedaba en sus huevos. Al cabo de un minuto de pausada inseminación como nunca hubo sucedido, la extrajo y se tumbó encima de mí diciendo…

-“Te ha gustado mi vida…”
Solo me quedaba contestar un Sí rotundo pese a final raro…. No le dije nada al respecto de lo raro que me pareció la forma en que se corrió dentro de mi coño, solo le susurré… 

-“Hoy me voy a quedar a dormir aquí abuelo, a cuidar de vosotros…”.

Con mi abuela un poco maltrecha me quedaba casi todo el día en el ático cuidándolos, y ya se sabe que “Cuando el demonio no tiene nada que hacer mata moscas con el rabo”, y ese demonio lo encarnaba mi abuelo paterno Fernando…, así que al cabo de cuatro días de follar a diario encarnizadamente, nos tocó ir de entierro… su corazón se paró, el pobre no aguantó y tuvo un infarto. 

Murió haciendo lo que más le gustaba, ¡FOLLARME! Follarse a su nieta le encantaba, murió feliz, como se suele decir, murió matando, es decir, llenando mi barriga de vida con su último hijo... ¡Preñándome!!





A las pocas semanas de su muerte los resultados de embarazo dieron positivos, ¡¡mi abuelo por fin había conseguido preñarme!!, lo que se puede decir de un preñado póstumo… nadie lo hubiese creído de decir la verdad, así que me fue muy fácil la versión de la rotura del condón y mi novio Javier tragó con que era suyo… A los dos años nos casamos con separación de bienes teniendo como querubín en la boda a mi hijo Fernando de 14 meses, quedándonos a vivir en el ático de mis abuelos que heredé. A mi abuela la ingresamos en una estupenda residencia, no debió de adaptarse muy bien porque duró muy pocos meses por tristeza o por falta del calcio que le suministraba todavía su marido.
Para sorpresa de mi madre y mía los abuelos nos dejaron un buen montón de dinero en plazos fijos y una finca de olivos de 140 hectáreas… con todo ello nos hicimos de una vida más holgada aunque sin dejar de trabajar. Mi madre se hizo ganadera en la finca con sus caballos que tanto le apasionan, aún recuerdo a mi abuelo enseñándome aquella la finca. Yo me quedé en la ciudad con una boutique de comida ecológica que junto al sueldo de mi marido en una empresa de mantenimiento hostelero nos daba para vivir muy bien, con una economía holgada pudimos traer al mundo a mis tres hijos, mi Fernando, Raquel y Ángela… dándole una educación adecuada. Las niñas tenían una vida independiente viviendo con sus parejas y mi hijo casado con un niño. La línea de hombres de casa seguían produciendo machos que sin duda sería tan buen semental como lo es su padre y lo fue el abuelo… UNA LARGA SAGA DE SEMENTALES, de verga gorda y pelotas pesadas, tan ricas para comérselas, con solo dos años ya se le intuía el buen armamento que tendría de mayor.

Con 44 años mi madre se sentía sexualmente activa, dando un giro de 180ºcuando me contó nuestra verdad. Quien era mi padre biológico y como sus necesidades sexuales se complementaban con las mías. No tardamos en sentirnos atraídos y deseosos de tener algo más que relaciones filiales, nuestros cuerpos deseaban llegar más allá. Mi madre sostenía que su marido había perdido interés en ella. Yo acariciaba su barbilla cuando le explicaba que estaba más guapa cada día, se acercó a mí y me abrazó presionándome sus tetas en mi pecho y mi mano se perdió en su pelo. Se separó un poco de mí, lo suficiente como para quedar cara a cara. Nos dimos un beso donde la lengua hizo su intromisión pasional sin pensar en el parentesco. Eso fue abrir un dique de deseo mutuo. Fundimos nuestras bocas mientras nuestras manos exploraban territorios prohibidos hasta ahora. Mi mano en sus tetas y la suya a mi miembro que ya estaba en condiciones de comenzar un ataque. Al introducir la mano por dentro de su malla, esta percibió la humedad de su vagina bajo el tanga… seguí jugando con mis dedos en su vulva entre sus labios, cuando me dijo deseosa de llegar hasta el final…

-“¡Por favor cariño…No lo dejemos en nada! ¡Acábame!”

La acomodé en el sillón, le bajé su malla y tanga mientras ella se dedicaba a desnudarme. Mi polla lista cual soldado en su misión solidaria, se enfiló en su raja entre los labios vaginales, cuando mamá realizo un arqueamiento de pelvis hacia arriba metiéndose media verga, acompañando ese movimiento con un casi aullido de placer, la otra mitad me correspondía meterla a mí, cosa que hice. Con todo el cipote alojado en su vagina comencé la intromisión en su adorada raja por donde nací…, se deslizaba afuera y adentro mientras pedía más mordiéndose sus labios… demostraba su gozo acompañados de casi estertores orgásmicos, mientras mi badajo se perdía en los interiores de mamá.

Ahogaba mis gemidos avergonzada de exteriorizar lo que sentía en sus embestidas. En cada impulso movía mi cuerpo sobre el sofá desde de atrás de mí golpeando sus pelotas en mi coño. Con sus manos me sujetaba de la cadera tirando hacia él con sus fuertes brazos que recorrían desde mis pechos hasta mi barriga acariciándome. Después me levantó y me puso a cuatro patas como una perra, me sujetó de las muñecas por la espalda fuertemente, mientras me clavaba su gran polla con desesperación de ahondar a fondo. En unos minutos enloquecidos llegó a un punto que ralentizó sus perforaciones salvajes, pasando a un movimiento suave y lentamente cadencioso, mientras inundaba con su leche mi profundo coño. 

Me moría de placer al sentir la tibieza de su esperma derramándose en mi útero, la piel de gallina de la emoción y la boca seca de la extenuante hiperventilación de saber que un nuevo hombre me hacía vibrar. Eyaculaba sin miramiento alguno hasta que colmó la vagina de sabroso esperma por el que suspiraba y gemía, aquel semen que irrigaba mi coño sería el alimento de cada día que calmaría mi hambre de semental cerciorada hacía ya 23 años. Me olvidé de mis polvos pasajeros y me centré en mi marido y en mi familia especialmente en mi hijo convertido en mí amante, cariñoso, atento, fogoso, discreto, viril y tan masculino como su padre.

Nos quedamos uno al lado del otro disfrutándonos…,cuando nos separamos mamá se levantó hacia el aseo. Quedé con una angustia tremenda, pensando que me había aprovechado de mi pobre madre necesitada de atenciones masculinas. Cuando Laura salió del baño completamente desnuda, con una sonrisa me tendió una mano y me dijo…

-“Cariño ha sido maravilloso, es una pena que te tengas que marchar…, por mí nos meteríamos en la cama toda la tarde hasta que me calmes la calentura que me has provocado, que me has revivido y que tenía olvidada para siempre”.

Aquella invitación me tranquilizó y dio que pensar hasta el día siguiente que fui a comer de nuevo con ella. Trabaja de profesor en el “IES Gregorio Prieto” de Valdepeñas y la casa de mamá me alcanzaba en diez minutos y de paso la acompañaba, dado que mi “padre” trabajaba casi doce horas fuera  de casa, él comía más temprano, por eso siempre coincidíamos mi madre y yo sobre la mesa…. 

Ese día todo fue más fácil e intenso si cabe pasando a ser nuestra rutina diaria… Comida, charla animada, recogida de la mesa, siesta y FORNICACIÓN penetrante con eyaculación por parte de los dos.

Mamá y yo no perdemos oportunidad de follar, deseosa de asimilar mi badajo al natural cada vez. Su crisis de los cuarenta abocada por la inaplazable menopausia que sobrevendría en unos pocos años, produciéndole una regla irregular, me indicaba que evitaba cualquier contratiempo y por tanto no me preocupase de llenarla…

-“Hijo alíviate dentro cuanto quieras…, puedes eyacular dentro de ella a placer”. 

Confiaba en Mamá, además de ponérmelo muy fácil… si yo no tomaba la iniciativa era ella, sin importar el tiempo que tengamos adaptándonos a la circunstancias, un polvo rápido o con todos los preliminares y posturas, tanto monta que monta tanto. Nos entendemos a la perfección como un complemento de nuestros matrimonios, pero tanto fue el cántaro a la fuente que meses después conseguí preñar a mi madre…




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