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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

¡Quien te quita los ardores a los 40! 1ª Parte



Cuando decides que es hora de formar una familia, no siempre todo es coser y cantar. Cuando me quedé preñada de Adrián apenas tenía 20 años y no sabía nada de la vida. Luego te pasas años poniendo los medios necesarios para no quedarte preñada y cuando quieres que suceda... ¡parece imposible! ten en cuenta que si has tomado la píldora o cualquier otro anticonceptivo hormonal, durante un tiempo prolongado deberás tener más paciencia ya que tu cuerpo tiene que recuperar su ciclo natural. 

Es lo que siempre me decían los ginecólogos. Pero en ese momento de tu vida en el que dicen que se te ha pasado el arroz, entonces ocurre el milagro. Desde siempre tengo hábitos de vida saludables que suelen aumentar las posibilidades de quedarte preñada más rápido, así como ciertos trucos que pueden ayudar a preparar a tu cuerpo para la concepción y el futuro embarazo. Yo sin querer creo que estaba en ello…yoga, running, sesiones de relax en spa y un buen divorcio que me quitó el estrés de encima…, soportar al incapacitado de mi ex, quedándome con su versión joven y potente, mi hijo Adrián, fue el detonante que necesitó mi cuerpo. 

Mucha gente piensa que a los 40 años ya somos viejas para todo, lo que no saben es que la gallina vieja hace el mejor caldo… divorciarme disparó mis feromonas por las nubes. Pronto caí en cuenta que me rodeaban de yogurines que no hacían más que llamar mi atención sin saberlo, mi mente digo, porque mi coño estaba muy al tanto gritándome ¡Quien me podía quitar los ardores de coño!



Capítulo 1. Seduciendo a los amigos de mi hijo.

Comenzaré diciéndoles que ni nombre es Ana Belén, actualmente tengo 42 años, un hijo que es mi hombre y dos que vienen de camino en mi panza... así tal como lo oyen soy una cuarentona engendrando a los dos primeros hijos de mi hijo ¡¡El muy cabrón a la primera me hace mellizos!!,  y esto sucedió porque desde hace dos años soy su puta y de sus amigos íntimos. Jamás imaginé que todo esto sucediera, mucho menos con mi propio hijo y sus amigos, a los que he considerado casi hijos míos... como si los hubiera parido Yo. Pero debido al abandono total en que mi esposo me tuvo por años, me dejé envolver por la situación que vivía a diario con los chicos, llevándome a experimentar muchas cosas que nunca esperaba vivir ya, como el incesto, la zoofilia, orgías o masturbación grupal, intercambio de parejas y demás dentro de un orden…

Soy Doctora en Veterinaria, poseo mi propio negocio de una gran clínica veterinaria en la que trabajo junto a mi hermana y una chica que nos ayuda como auxiliar, además de una recepcionista estilista de mascotas. Somos cuatro trabajadoras fijas, pero por otro lado está Adrián, que es mi hijo. Roberto y Alejandro, son como mis hijos adoptivos por el montón de años que les conozco, desde hace más de diez años y sin lugar a dudas son los mejores amigos de Adrián. Pasan mucho tiempo en la clínica ayudándome con los clientes y sus mascotas que suelen ser bastante caprichosas revolviéndolo todo… y por supuesto se pasan muchas horas en casa estudiando o jugando. Mi Adrián está muy mimado y tiene de todo lo que les gusta a los adolescentes…juegos, ordenadores, wii, espacio para ellos en exclusiva y todo un arsenal de comidas y bebidas en la despensa y frigorífico.

La relación entre mi esposo y yo, era bastante sosa e insostenible en ocasiones, constantes peleas, mal sexo, infidelidades de él y demás actos me habían llevado a sentirme con un auto estima muy baja, descuidándome a mí misma, vestía con atuendos de una cincuentona olvidada, hasta que me armé de valor y decidí divorciarme, el proceso no fue nada fácil, para nadie, por lo que mi hijo y sus amigos me levantaban el ánimo sus comentarios “inocentes”…

¡Qué guapa se ve hoy Doctora!, ¡ese vestido le queda muy bien!, ¡con ese peinado se ve más joven…! 

Todos esos comentarios me hacían sentir muy bien, ya que, durante años, para mi esposo, solo era la molestia que vivía con él en casa, quejándose de todo y por todo.

Unos meses después de haber superado apenas el proceso de mi divorcio, comencé a arreglarme de nuevo, mostrándome que aún era una mujer guapa y podía seducir al hombre que yo quisiera, dejé los atuendos de cincuentona, para volver a los vaqueros juveniles, ajustados, que mostraban que aun tenia las cosas en su lugar, las blusas, camisetas de tirantes…. Por si no lo había dicho, soy una mujer promedio, no una súper modelo de revista, mucho menos una estrella porno. Mido 1’68 metros, soy morena clara, cara ovalada, bonita, al menos eso creo, ojos cafés, nariz de bolita, boca pequeña, con labios delgados, cabellos castaño obscuro liso y largo hasta los hombros, complexión delgada, tetas turgentes, grandes y pesadas… cintura fina combinada con una cadera ancha que denota fertilidad en las hembras, según dicen. Culo pequeño bien respingado y piernas delgadas muy estilizadas y largas. Mi cuerpo está bien proporcionado según las medidas estéticas áureas, pues desde el ombligo a la planta de los pies tengo 103 centímetros, que es la relación perfecta con respecto a la altura, correspondiente a 1’618…. 168/103.

Con todo ese cambio, muchos clientes comenzaron a rondarme, pero había un problema, eran casados y no quería más problemas en mi vida, con lo que comencé a poner el ojo en los jovencitos que frecuentaban la clínica, pero ninguno me llenaba el ojo para los fines que yo tenía en mente. Hasta que una tarde mientras los amigos de mi hijo ayudaban en la clínica y los escuche hablando sin que ellos se percataran de que lo hacía.

 ¡No me jodas! ¿¡Has visto cómo ha cambiado Ana Belén, desde que se divorció del “jetas”!?

– ¡Sí! La madurita se ve cada día mejor… creo que se apuesto hacer ejercicio…

  ¡No me jodas! Es la madre de Adrián… tío… pero debo reconocer que si esta buena.

– ¡Pues será la mamá del Papa, pero estar buena, está bien buena!

Si había buscado un chico que me diera lo que me faltaba, aquí tenía no solo uno, sino tres. La pregunta era como lograrlo, los chicos me veían como la madre de su mejor amigo, así que tenía que poner en práctica toda artimaña aprendía en mis años de juventud.
La seducción comenzó como cualquier otra, mostrándoles mi trasero de forma sugerente, o mis tetas al inclinarme frente a ellos, notaba que me miraban con los ojos bien abiertos y después disimulaban que lo hacían. Poco a poco las poses sugerentes, pasaron a los roces de manos, un toque en la mejilla, un beso de despedida cachondo y demás…

Con 19 años, aquellos chicos eran pura adrenalina, morbo, virilidad y juventud. Las miradas que le daban a mi cuerpo, pensando que yo no me daba cuenta, los nervios que mostraban cuando me les acercaba, todo aquel juego me encantaba.

Una noche de viernes, mientras me encontraba cerrando la clínica, recibí un mensaje de Adrián, pidiéndome permiso para que él y sus amigos, se reunieran en la casa después del entrenamiento de jóquey sobre patines, para jugar un poco de Play Station y tal vez pasaran la noche ahí. Mi respuesta fue sí, pasados unos 45 minutos, los cuatro chicos llegaron a casa, la cual está ubicada justo arriba de la clínica, el sonido de sus zapatos de juego, me lo anunció.

– ¡Hola chicos! ¿Cómo fue todo? Pregunté mientras servía un vaso con agua

– ¡Bien! Todo bien… ¡Bien gracias Doctora! Respondieron

No pude dejar pasar la oportunidad de míralos con el torso enfundado en pequeñas camisetas de lycra, las cuales se ajustaban muy bien a sus atléticos cuerpos, notando que Alex, era quien tenía menos masa muscular, pero no por eso un cuerpo hecho a mano. No sé si debido a los protectores que usan debajo de las denominadas fundas, sus paquetes se veían enormes, y lo apretado de las mismas marcaba perfectamente sus delineados traseros. Fue este juego quien los convirtió en amigos, desde los 8 años de edad. El remordimiento de ver a mi hijo con ojos de morbo, hizo que me sacudiera un poco los pensamientos pervertidos y retomara el papel de madre.

 ¿Queréis algo de cenar? ¿Pido una pizza?

 ¡si, gracias mamá! ¡Gracias Doctora! Dijeron todos

 ¡Escuchar chicos! No os creáis que os voy a dejar sentarse a así en mi sala… ¡vamos! ¡A bañarse todos! Exclamé

Como unos niños pequeños, los cuatro tomaron sus cosas de nuevo, tomando rumbo a la habitación de Adrián. Tomé el teléfono para ordenar la pizza, mientras que ellos se preparaban para ducharse. Nunca tuve el deseo de mirar o espiar a mi hijo cuando se cambiaba de ropa o duchaba en la casa, pero esa noche no se trataba de él, más bien de sus amigos…haría un descubrimiento que tornaría las cosas aún más complicadas y morbosas.

La casa cuenta con un balcón que rodea la misma, por lo que salí por el ventanal de mi habitación, dando la vuelta hasta llegar al ventanal de la habitación de Adrián, agazapada en medio de la obscuridad de la noche justo en la esquina del ventanal, me dispuse a mirar dentro. En un principio los chicos, estaban sentados en la cama, hablando y riendo, uno a uno comenzaron a levantarse de la cama, comenzando a quitarse las camisetas de lycra, esos mallot que cubrían sus torsos, admirar sus cuerpos desnudos, me hacía sentirme perversa y caliente, incluso a Adrián, mi hijo.

Siendo el primero en entrar a la ducha dejando a sus amigos en la habitación, los minutos pasaban y los chicos seguían charlando con los torsos desnudos, hasta que Alex fue el primero en quitarse el culote, dejándome un panorama más claro de su paquete, solo cubierto por un suspensorio deportivo, unos segundos bastaron para que lo que había dentro se mostrara ante mis ojos.

Alex es un chico de más de 1.80 de estatura, piel morena clara, cara redonda con facciones bonitas, ojos cafés, cuerpo delgado extremadamente atlético, siendo le menos musculoso de todos, pero no por ello el menos atractivo, trasero musculado y un paquete bastante bueno, cubierto de vello muy clareado… casi ni se notaba a esa distancia.

El segundo en quedar desnudo, fue Roberto, siendo el más alto de todos, con 1.85 de estatura, piel morena muy obscura, de ahí su mote del negro, cara redonda, ojos cafés, sus músculos son grandes, más bien todo en él es grande, sus nalgas parecen melones partidos a la mitad, y por dios, un enorme cipote negro con la cabeza casi morada, junto a dos enormes testículos colgantes seguramente llenos de mucha lefa.

La mayor sorpresa, fue cuando mi hijo Adrián, salió completamente desnudo del cuarto de baño de su habitación, Adrián, es el más pequeño en estatura con solo 1.78, su piel es blanca, herencia de su padre, su cuerpo marcado por el ejercicio, sus rasgos faciales muy parecidos a los míos. Lo mejor de todo era la presencia de su dotación genital, un impresionante pollón colgante grande y ancho que en estado de flacidez debía de alcanzar no menos de 15 centímetros, todo ello adornado a unos testículos colosales pegados a la raíz de su tranca completamente separadas sus dos bolas, una cada lado del mástil franqueando su estoque en la base… Había dejado de ver a mi hijo desnudo desde los 12 años, jamás espere que lo tuviera así de enorme, aún más grande que Roberto.

El timbre de la casa me obligo a dejar, los pensamientos impíos a cerca del cuerpo de mi hijo y sus amigos, la cena había llegado. Durante el tiempo en que los muchachos se tomaron para bañarse, en mi mente solo existía un pensamiento, los pedazos de carne que los tres tienen entre las piernas era para quitarse el hipo… solo con uno de ellos me hubiera bastado, pero tenía a tres chicos súper dotados para practicar sexo y a esa edades su virilidad es grandiosa ¡Cuantos años perdidos con Adrian teniéndolo tan cerca! Estaba decidido, porque seguir buscando en otro lado, teniéndolo tan cerca de mí.

Esa noche me dediqué a pasearme frente a ellos, dejando ver mi culito debajo de un vaquero apretado, Roberto y Alex me miraban esperando que Adrián no lo notara. Todos usaban bermudas y camiseta, la noche era fresca, después de cenar los tres se instalaron en el sofá de la sala, comenzando a jugar con video juegos. Me despedí de ellos después de unos minutos más, entrando en mi habitación, me senté sobre la cama, respirando hondo, me sentía caliente y deseosa, pero había algo que no me dejaba en paz, la idea de que me excitaba con mi propio hijo, eso sí era inesperado.

Me dispuse a dormir, intentando no pensar más en los chicos, me coloqué un pijama, que consta de short y camiseta de tirantes, satinado color blanco sin bragas. Entrando en la cama, las risas y ruidos en la sala, siguieron por unos minutos más. Después todo quedo en silencio, el calor de la noche, no hacia fácil conciliar el sueño, por lo que me levanté de la cama, con algo de sed. Salí de mi habitación hacia la cocina sin hacer mucho ruido, tome un vaso con agua, cuando de pronto, el susto, excitación y deseo llegaron de golpe.

– ¡Doctora! Hace calor, ¿verdad…? Dijo un susurró detrás de mí.

Giré despacio para ver quién era el que hablaba, se trataba de Roberto, quien se había despertado ya que dormía en la sala de la casa, de inmediato sus ojos y los míos se tomaron su tiempo en analizarnos.

 ¡Tenía sed! Lo siento si te desperté…   susurré.

 ¡No hay problema! También tengo sed… dijo caminando hacia a mí.

Su gran silueta, cada vez se hacía más grande, mientras se acercaba. Mi corazón se aceleraba con cada paso que el daba, tomó un vaso con agua, recargándose justo a mi lado.

 ¡Roberto! ¿Tienes novia? Susurré comenzando el juego de la seducción.

 ¡No! Las chicas me ven como un chicote tonto… dijo en voz baja.

 ¿Qué? Chicote tonto… por favor… deberían verte como un chico guapo y buen partido…

– Eres inteligente, alto, con buen cuerpo, deportista con excelentes notas… ya sabes… justo lo que toda chica quisiera…   susurré. – Las chicas buenas se fijan en los buenos chicos… los canallas son para la putitas que solo buscan que le den verga.

– ¿Usted cree? Preguntó con voz baja.

 ¡Sí! Eso creo… respondí de la misma forma.

Roberto, me miraba fijamente, hasta que la voz de Alex, desvió nuestras miradas.

 ¿Qué hacéis? Susurró.

 ¡Nada! Tomando agua… ¿quieres? Preguntó Roberto.

 ¡Sí! ¡Hace mucho calor! Susurró de nuevo Alex.

Cuando estuvo junto a nosotros, Alex también dio un vistazo a mi cuerpo escrutando mi atuendo. Creo que debido a lo adormilado que estaba Alex en ese momento se le escapó.

 ¡Doctora! Esta usted muy guapa… susurró dejándonos con la boca abierta.

 ¡No seas irrespetuoso tío! ¡No jodas! Susurró Roberto.

 ¡Perdón! ¡Perdón Doctora! Alex algo avergonzado.

 ¡Ah! No te preocupes por lo que has dicho… gracias por el cumplido… a una le hacen falta de vez en cuando… dije girando dándoles la espalda a ambos.

 ¿Y usted, porque no tiene novio, Doctora? Susurró Roberto.

Su pregunta tenía tono cachondo, por lo que tomé unos segundos para elevar el suspense.

– ¡Ah! Pues porque no quiero uno… ¿Por qué conformarme con uno? Si puedo tener a cuantos quiera… Ya he vivido muchos años en monogamia, dije vuelta una puta desorejada.

 ¡Vaya! ¡Por eso me cae bien! Susurró Alex.

El calor en mi entrepierna, aumentaba con cada segundo que pasaba en la cocina con los dos amigos de mi hijo. En un segundo me convertí en la mujer más desinhibida del mundo.

 Dado que ninguno tiene novia… ¡Me pregunto si a vosotros no os gustaría ser mis novios! ¡Sé lo que habláis de mí…, os he escuchado más de una vez! Y sinceramente me gusta…

Ambos se miraron con asombro, regresando sus miradas a mí, respondieron.

 ¡Claro que sí! dijeron en un susurró al unísono con voz temblorosa.

Dejé mi lugar, para acercarme un poco a ellos.

 ¿Habla en serio Doctora? Susurró Roberto tartamudeando.

– ¡Sí! Pero tenéis que prometerme que seréis discretos y no andarán contando nada a nadie… sé cuánto les gusta a los hombres alardear de sus conquistas, yo prometo que haré lo que queráis… susurré muy cerca de ellos. – ¡Puedo llegar a ser muy PUTA!

Ambos se quedaron sin habla, noté que estaban asustados en demasía, por lo que yo también entré en pánico, queriendo dar marcha atrás.

– ¡Sabéis que, creo que me equivoqué, lo lamento…! Hagamos cuenta que nada de esto ha pasado… será mejor que me vaya a dormir… estoy diciendo tonterías… dije dando vuelta para salir de la cocina.

No alcance a dar ni dos pasos, cuando los enormes brazos de Roberto, me rodearon por la cintura, mi cuerpo pequeño era una pluma para tan enorme chico.

 ¿Por qué huyes? ¿Piensa que no podemos darle lo que quiere? Dijo Roberto en mi oído.

Su enorme paquete se aplastó en mi espalda, mientras sus brazos me sostenían con fuerza, mis ojos se cerraron disfrutando de aquel bulto en mi espalda. Mis ojos se abrieron de nuevo cuando sentí unas manos en mis tetas.

– ¡Hemos fantaseado por mucho tiempo con esto! Susurró Alex mientras sus manos se apoderaban de mis ubres.

– ¡Chicos! ¡Ah! ¡No hacer ruido! ¡uhm! Dije gimiendo disfrutando del momento.

Mis sabrosos montes, eran apretados con fuerza por Alex, mientras que Roberto, metía su mano enorme dentro de mis pantaloncillos del pijama.

 ¡Que ricas nalgas Doctora! ¡Suaves y duras! Susurró en mi oído.

– ¡Y estas tetas! ¡Quiero chuparlas! Susurró Alex.

Las manos de Roberto en mis nalgas y las de Alex en mis montañitas, me llevaban a la locura. Hacía años que no sentía tanta energía sexual. Mis manos no aguantaron más, tomando ambos bultos por encima de sus bermudas.

 ¡¿A ver qué tenemos aquí?! Dije palpando sus trancas.

Los chicos disfrutaban de mi cuerpo, mientras yo me volvía loca sintiendo sus enormes paquetes en mis manos.

 ¡Doctora! ¡Quítese la ropita! ¡Déjenos verla en cueros! Dijo Alex bajando mi pantaloncillo.

Sus palabras me llevaron al éxtasis total, un chico de 19 años, quería verme desnuda, los enormes brazos de Roberto dejaron de apretarme justo después de escuchar a su amigo. Los dos se apartaron de mí un poco, dándome un poco de espacio. Mi pantaloncillo del pijama, estaban en mis muslos, por lo que mi coñito estaba expuesto a sus miradas, tomándolo lo bajé de prisa sacándomelo por debajo de los pies. Mis manos tomaron mi camiseta, sacándola por encima de mi cabeza, con lo que mis tetas se mostraban con unos pezones duros por la excitación del momento, como dos pitones. Mis manos después de haberme dejado con las carnes a la vista de los chicos, se posaron encima de mi abdomen, cubriendo la barriguita que aún no había conseguido quitar, de adiposidad inherente. Lo único que odio de mi cuerpo. Permanecí, de pie frente a ellos sin hacer ruido, solo nuestras respiraciones se escuchaban agitadas y en aumento. Los dos muchachos caminaban a mí alrededor, admirándome desnuda.

 ¡Está bien buena, Doctora! ¡Vamos a gozar todos! Susurró Roberto pegándome una nalgada suave y contundente que hicieron templar mis nalgas.

 ¡uhm! ¡ohu! ¡Nunca me habían nalgueado! Exclamé con voz baja.

Claramente esa fue la voz de ataque para ellos, comenzado a turnarse para nalguearme suavemente. Mis leves gemidos apenas se escuchaban en la casa, mientras ellos se ocupaban de mi trasero, empecé a caminar hasta la sala, cuando llegamos los tres me senté en el sillón.

– ¡Quiero ver vuestras pollas! ¡Vamos dejadme verlas…!

La suave luz de la calle iluminaba la sala de la casa, sin más vergüenza de por medio, los chicos se bajaron los calzoncillos… dos gordos y apetitosos falos brincaron de dentro.

 ¡Wow! ¡Qué buenas vergas tenéis, chicos! Susurre mientras los tomaba con ambas manos.

Las caras de aquellos muchachos se notaban llenas de morbo y deseo, al sentir mis manos sobre sus pollas, frotándolas lentamente. Poco a poco aquellos mazos poco duros, emergieron hacia la dureza, levantándose justo frente a mi cara. Mis manos aceleraban el jaloneo, viendo como sus buenos testículos se balanceaban. Era una preciosidad ver la masculinidad copada de juventud de esos genitales al punto de la depilación ¡Hacía muchos años que no veía unos huevos pelados!

 – ¡Doctora! ¡Doctora! ¡Así, más! ¡Uh! ¡Qué bien joder…!  Gemían suavemente ambos.

Pasaron algunos minutos antes de que mis labios fueran directo al enorme cipote de Roberto, dejándole un suave chupetón en su glande, haciendo lo mismo con el de Alex. Los dos chicos se estremecían por la descarga de placer. Poco a poco mis labios dejaron que sus arietes se introdujeran en mi boca, comenzando a darles una mamada a ambos

– ¡Mmmg! ¡Mmmg! ¡Ahhh! ¡ssshh! ¡Mmmg! Mmmg!  Mmmg! ¡Ahhh! Se escuchaba mientras me encargaba de sus duras vergas jóvenes y de sus huevos pelados.

Las manos de los dos, se turnaban para tomarme de la cabeza, halándome suavemente por los cabellos, cada vez que su polla entraba en mi boca. Mientras sus manos restantes amasaban mis tetas.

– ¡Uh Doctora! ¡Qué bien la chupa! ¡Siga no se detenga! ¡Oh! Decía Roberto mientras trataba de tragar más de esa musculada verga monstruosa.

– ¡Te imaginas… si así la chupa! ¿Cómo será follando…? Susurró Alex

– ¡Mmmg! Mmmg! ¡Mmmg! ¡Ahhh! ¡ssshh! ¡Mmmg! Mmmg! ¡Mmmg! ¡Ahhh! Seguía mamando sus pollas por turnos.

No paso mucho tiempo antes de que Alex buscara obtener algo más que una mamada o masaje de tetas. Colocándose de rodillas, tomo mis piernas abriéndolas y arrastrándome  hacia el frente un poco. La enorme maza de Roberto salió de mi boca, debido al tirón de Alex, obligándome a recargar mi espalda sobre el sillón. Roberto subió una de sus rodillas en él apoya brazos del mismo, dándome su cabezón otra vez. En ese momento comprendí que los chicos no eran tan inexpertos como yo creía, y lo confirmé cuando Alex se metió entre mis piernas dándome una buena comida de coño… chupeteaba y masticaba mi vulva, mis labios.

– ¡Oh! Alex… ¡Qué bien comes los coños! ¡mmh! ¡Así nene! ¡No pares!

– ¡Uhm! ¡Mmmg! Mmmg!¡Ahhh! ¡ssshh! ¡mmh!

– ¡Doctora! ¡Qué rico chocho tiene!

– ¿Te gusta nene?

– ¡Ajá! ¡Me gusta mucho! Estos son los que más me gustan…carnosos y con un rico sabor, decíamos mientras nos comíamos los sexos.

La lengua de Alex, lamía mi vagina con gran maestría, pasando por el largo de mis labios vaginales, coronándolo con ligeros chupetones a mi clítoris, por momentos entraba en mi cavidad vaginal, haciéndome sentir ligeros espasmos de placer follándomelo. Mientras que mi boca se deleitaba con el monstruoso miembro viril de Roberto, al tiempo que le masajeaba ligeramente los testículos, sintiendo la suavidad de las bolas dentro del escroto, del mismo modo me los introducía en la boca, como cualquier comida exótica.

 ¡ohm! Doctora… ¡uh! ¡sí! ¡Así! ¡Uh! Gemía Roberto mientras le comía los huevos.

Minutos después los chicos, decidieron cambiar lugares, ahora quien me comía el coño era Roberto, mientras que Alex, me daba como cena salami con dos grandes huevazos.

– ¡Oh! Doctora… ¡uh! ¡Qué bien la chupa…! ¡Joder, no aguanto más…! Quiero metérsela… hasta el fondo… ¡uhm! Gemía diciendo Alex, mientras me sobaba las tetas con fruición.

La boca de Roberto se desplazaba con destreza por el largo de mi raja, desde el ano hasta el clítoris. Su lengua me hacía sentir el cielo. Siempre me ha gustado el sexo oral, pero a mi ex esposo, no, por lo que dejé de experimentarlo por muchos años.

– ¡Sí! ¡Doctora! Queremos metérsela… ¿Podemos? Susurró Roberto dejando mi chumino por un segundo.

Dejé de chupar polla, mas no dejé de frotarlo despacio, levante un poco la cabeza para ver a Roberto, quien me miraba con ojos de corderito suplicando aliviarse dentro de mí… “por favor”.

– ¡Ay chicos! Es que… uh, soy algo escandalosa, en eso… y ya sabes… Adrián podría vernos… espeté en una disculpa falsa.

Roberto, tomo su tronco, poniéndolo justo encima de mi raja empapada por mis fluidos y su saliva, suavemente comenzó a palmear su glande contra mi monte Venus. La decisión era fácil, como para no querer sentir esos dos cipotes apetitosos y duros dentro de mí…, además los necesitaba percibir a pelo entre las paredes de mi vagina, y notar los chorros de esperma.

 ¡OK! ¡Está bien, métemela… pero sin hacer ruido, caray! ¡Aunque eso se perfila difícil, con lo que se cargáis, chicos!... ¡la verdad la tenéis muy grande los dos…!  Dije en voz baja.

– ¿Sí, eso cree? ¿Acaso su ex no la tenía así? Preguntó Alex mientras me pegaba ligeros golpecitos en la cara con su tronco, fustigándome por ser una mamá mala y puta.

  ¡Uh! ¡No! ¡Para nada! Respondí susurrando.

Roberto apuntó su ariete contra mi coño, enfilando en mi entrada, se masturbo un poco mientras sus dedos palpaban mi encharcado coño, tratando de encontrar el hueco ansiado. Después de eso, colocó su glande justo entre mis labios vaginales, los recorrió de abajo arriba impregnando el cabezón con mis fluidos, y tras varias pasadas desde mi clítoris a la bocana de mi coño, cuando llegó al punto de encuentro… empujo un poco, dejándome sentir su enorme vergazo dentro.

 ¡Oohhh! ¡oohhh! ¡uhmmm! Roberto… la tienes muy grande… nene… ¡Uhh! ¡Despacito cariño! Roberto seguía presionando para lograr clavarme por completo. – ¡Qué bien parido estás hijo! ¡Me vais a partir en dos con vuestras vergas, cabronazos!

Su cara reflejaba placer en grado máximo, sus ojos se cerraron, su boca se abría con cada centímetro que recorría el musculado mazo dentro de mí. Sus manos me sujetaban con fuerza de las caderas, mientras que Alex me amasaba las tetas, y mi boca seguía disfrutando de su delicioso pollón. Los ojos de Alex, buscaban la forma de mirar como la verga de su amigo, me penetraba despacio abriendo espacio en mi interior. Notaba expandir mis paredes vaginales, como un torpedo se adentraba en mis entrañas sacándome gemidos susurrantes.  Pasados unos segundos el fabuloso miembro de Roberto, estaba totalmente incrustado en mi cavidad vaginal, hondo bien hondo, tanto que sus pelotas me azotaron el culo.

– ¡Aaahhuu! ¡Aaahhuu! ¡Déjalo ahí, no lo saques ni te muevas! ¡mmh! ¡oohhh! Gemía disfrutando de la penetración de Roberto y el tronco de Alex.

Roberto no decía nada, pero su cara me decía lo que su boca no. Sus ojos cerrados, su boca abierta, la respiración agitada, sus manos asegurando a la presa, para que no escapara, todo eso me daba a entender que lo disfrutaba tanto como yo. Acaricié su pecho, palpando su pectorales noté el ritmo cardiaco del chaval…estaba a 200 ppm. Mientras que mis paredes vaginales se adaptaban al grosor del tronco de Roberto, me dediqué a darle una buena mamada al de Alex, hasta que por fin…

– ¡Ya, nene! ¡Dale despacito! ¡Oh, Carajo fóllame! ¡Qué pollón tienes cabrón! Susurré mientras Roberto sacaba y volvía a meter su tronco en mí.

Me sentía como una muñeca chiquitita, frente a esos dos chicos atléticos y musculosos, Alex me sujetó de los cabellos, dándome más y más barra de carne venosa en la boca. Debido a que su polla no es tan gorda y grande como el de Roberto, logré tragarla casi por completo, las arcadas que me producía su tronco, comenzaban a ser más sonoras. La penetración que me daba Roberto, eran lentas por lo que podía disfrutar cada centímetro que su tranca recorría dentro de mí. Saqué el tronco de Alex de mi boca, escupiéndolo unas veces, mientras mi mano quería arrancárselo a jalones.

– ¡Oh, Dios mío! ¡Jamás pensé estar haciéndolo con dos, y menos con vosotros dos! ¡uhm! ¡Qué buenas! ¡Me gustan vuestras pollas, nenes! Decía agitada y volviéndome toda una puta.

– ¡Y a mí su boquita! ¡Doctora! ¡mmh! ¡Y este coño tragón! ¡Está bien buena Doctora! ¡Oh! Decían ambos mientras todos disfrutábamos del momento.

  ¡Mmmg! Mmmg! Mmmg! ¡Ahhh! ¡ssshh! ¡ah! ¡ahu! ¡Qué rico! ¡Me dicen si quieren cambiar lugar o posición! ¡Mmmg! Mmmg! ¡Mmmg!¡Ahhh! ¡ssshh! ¡ouh!Gemía mientras les susurraba.

– ¡Quién lo diría, Doctora! ¡Que usted resultaría ser toda una señora PUTA! ¡Y me encanta! Susurró Roberto dejándome ir todo el tronco en la vagina llegando a la pared.

– ¡Ohhhuuu! Gemí al sentir su animal entrar por completo hasta el útero. Creí notarlo en el estómago. Alex comenzaba a apretarme algo fuerte las tetas, por lo que lo miré con cara de satisfacción y un poco de dolor.

– ¿Qué pasa nene? ¿Ya quieres follarme? Pregunté en tono de puta salida.

 ¡No, bueno si! ¡Pero Doctora… creo que me voy a correr…! Susurró Alex.

 ¡Oh! ¿Ya? Asombrada.

 ¡Ajá! ¡Es que está muy apetecible, y la chupa muy bien! Susurró Alex.

Su rostro desdibujado reflejaba las ganas que ponía Alex en no dejar salir su carga.

– ¿Quieres correrte en mi boca o dentro de mi coño…?  Pregunte siéndome una puta sucia.

– ¡¿Dentro de su coño?!

 ¡Eso es! ¡Ahí adentro! Dije señalando mi vagina ocupada por Roberto.

– ¿Es posible Doctora que nos corramos dentro de su coño…? Susurró Roberto.

– ¡Claro sí! Ya me cuido para que no me dejéis preñada… ¡Dos sementales como vosotros  son capaces de hacerme hoy un par más bebes! exclamé en voz baja.

Los testículos de Alex, se mostraban muy arriba, signo inequívoco que estaba presto a aliviar su pesada carga seminal… sabía que en cualquier momento descargaría en donde fuera.

 ¡Muy bien mi nene, déjala salir! ¡Dame tu leche…! Susurre masturbándolo con fuerza.

Unos segundos bastaron, para que Alex descargara una gran cantidad de semen caliente y espeso dentro de mi boca. Mientras que Roberto seguía dándome lento y constante.

– ¡mmh! ¡mmh! ¡Sabe muy rica! Susurré mientras degustaba el semen de Alex, una lefa dulzona por la cantidad de fructosa que ingerían esos deportistas.

Para mi asombro el majestuoso falo de Alex, siguió duro y listo para entrar en mi coño, por lo que haciéndole una seña a su amigo pidió el cambio de lugares.

 ¡Ven Roberto! Dame ese monstruo tuyo… pedí en un susurró.

 ¡Doctora! Póngase a cuatro patas como una perra…pidió Alex.

En cuanto Roberto, retiro su gordo tronco de mi vagina, me di la vuelta, colocándome con los brazos sobre el respaldo del sillón, las rodillas sobre el asiento, quedando con las nalgas levantadas lista para que Alex, me penetrara. Al mirarlo de reojo, pude ver como su mano masturbaba su bálano manteniéndolo duro y listo. Roberto se colocó frente a mí, debido a su estatura, la enorme verga quedo justo frente a mi cara, mientras comenzaba a lamer el glande del animal de Roberto, sentí como el pollón de Alex se incrustaba en mi vagina sin problema de un solo envión hasta la raíz… bien lubricado y su garrote duro y energizado… la bestia de su amigo había dejado el camino expedito para su compañero de follada. Ciertamente, no es una polla pequeña, pero no tan grande como el de Roberto.

– ¡Oh! ¡Doctora! ¡Qué buena está joder…! ¡Su coño, está muy rico y calientito! Decía Alex mientras me daba con cadencia y suavidad.

Mi mano izquierda acariciaba y sobaba los huevones de Roberto, mientras su tranca se introducía en gran medida, dentro de mi boca. Las embestidas de Alex a mi vagina comenzaban a aumentar en la dureza y constancia, por lo que mis nalgas comenzaban a ser masacradas por su pubis ¡plap! ¡plap! ¡plap! Se escuchaba en la sala.

 ¡Mmmm! ¡Mmmm! ¡despacio nene! ¡Mmm! ¡Mmm! Gemía al ser penetrada duramente.

La velocidad y dureza de las envestidas de Alex, disminuyo. Sus manos me acariciaban las nalgas y tetas, mientras que Roberto, me tomaba por los cabellos con fuerza, haciendo que su enorme pija se diera gusto con mi boca.

¡awwggh! ¡awwggh! ¡plap! ¡plap! ¡awwggh! ¡awwggh! ¡plap! ¡plap! Era el sonido de mi garganta y culo al ser penetrados por los chicos. En ese momento solo importaba una sola cosa, el placer que los amigos de mi hijo me daban, había que recuperar el tiempo perdido, nunca antes había imaginado, estar en una situación como esta, pero me encantaba, empezando a actuar como una mujer muy necesitada de verga, totalmente desinhibida.

Continuaron los sonidos del placer ¡awwggh! ¡awwggh! ¡plap! ¡plap! ¡awwggh! ¡awwggh!¡plap! ¡plap! ¡mmh! – ¡Así! ¡Así nenes! ¡Uh! ¡mmh! ¡awwggh! ¡awwggh! ¡plap! ¡plap! ¡awwggh! ¡awwggh! ¡¡plap! ¡plap!

– ¡Le encanta la polla! ¿Verdad Doctora?

– ¡Ajá! ¡mmmh! ¡awwggh! ¡awwggh! ¡plap! ¡plap! ¡awwggh! ¡awwggh! ¡plap! ¡plap!

– ¡Qué ricura de mujer! ¡Uh! ¡Doctora! ¡Nos vamos a divertir de puta madre con usted! ¡awwggh! ¡awwggh! ¡awwggh! ¡plap! ¡plap! ¡awwggh! ¡awwggh!¡plap! ¡plap! Decíamos todos.

Olvidamos por completo que Adrián dormía en su habitación, dedicándonos a darnos el mayor placer posible. Las manos de Alex me abrían las nalgas imagino que sus ojos querían ver su gordo nabo hundiéndose dentro de mi coño. Roberto seguía arremetiendo mi boca a placer, mientras que yo experimentaba el mayor placer de mi vida, una de mis manos sujetaba a Roberto de una de sus ricas y duras nalgas, mientras que la otra hacía de tope, para que no me ahogara con su animal. Con una mano me sujetaba de la cabeza, mientras la otra pasaba por mi espalda una y otra vez.

El placer experimentado era tal, que por momentos pensé en desmayarme, riéndome a las mil y una sensaciones deliciosas que me estaban dando esos muchachos. Alex se había corrido en mi boca y aguantaba bien la follada de coño, pero su cada vez más prolijo vaivén de sus  caderas, avisaban que pronto tendría una inundación de esperma en el fondo de mi coño…de pronto se paró metiéndola de sopetón hasta el mismo útero, justo en el instante que me llenaba de semen la vagina. Percibí el primer y segundo gran chorro de leche inundarme, me electrificó todo el cuerpo sentirlo como a una puta. El chico gruñía hincando su ariete a fondo queriendo llegar a meter su glande en el mismo útero…. De nuevo volvía a sentir en mis entrañas la hombría y el néctar viril de un macho.

– ¡Uhmmh! ¡Doctora! ¡Aggghhh! ¡No me jodas… qué bueno es correrse bien dentro! ¡Agghh!

Señalaba Alex mientras se corría como un verraco dentro de mí, llenándome. Mientras que a Roberto, no se le veía con ganas de descargar aún, ¡Joder cuando pensaba correrse este chaval! Uno con dos eyaculaciones y este sin previo del primero. Sacó la verga de la boca, dejando hilos de baba en mi cara y sillón.

 ¡Voy de nuevo señora! Dijo gustoso Roberto.

Alex sacó de mi vagina su badajo relajado pero aún grueso, cediéndole el lugar a su amigo, quien caminaba agitando su enorme cipote. Pensé que Alex me daría de comer verga por la  boca de nuevo, pero esto no ocurrió, ya que Roberto pidió que lo montara. Incorporándome, dejé que Roberto se sentara en el sillón, su mástil no perdía la dureza, ¡¡Bendita juventud!! Colocando mis piernas a cada lado de él, monte su hermosa animalada viril, sin mayor resistencia logró entrar casi por completo. Empecé a subir y bajar, clavándome aquel mazo gordo y duro. Los brazos musculosos de Roberto, rodearon por la espalda, pegándome a él.

 ¡Vas Alex! Dijo en voz baja.

El temor se apodero de mí, acaso Alex me penetraría por el ano, por lo que solté asustada.

 ¡Por el culo no! ¡Por favor muchachos! ¡Por ahí no!

 ¿Por qué no? ¿Nunca lo ha hecho por ahí, Doctora? Pregunto Alex.

– ¡No! ¡Nunca! Menos con estas vergas tan gordas ¡Me romperéis el culo! Respondí asustada.

Roberto ladeo un poco la cabeza para ver a su amigo, unos segundos después asintió, al tiempo que Alex espetó….

– ¡OK, Doctora! ¡Entonces le vamos a dar lo que nunca le han dado!

Roberto me apretó con fuerza, haciendo que no pudiera moverme. El miedo de ser penetrada analmente, seguía latente, la polla algo flácida de Alex, paso justo encima de mi asterisco, resbalando hasta llegar a mi vagina, fue entonces que comprendí lo que los chicos harían, estaba a punto de ser doblemente penetrada por la vagina. Me preparé para tal hecho, cerré los ojos y apreté la mandíbula. El badajo de Alex, comenzó a empujar, en mi dilatada vagina, el dolor se hizo presente cuando su glande logro entrar.

– ¡Ah! ¡mmm! ¡Despacio! Gemí delicadamente.

Mis fluidos, sudor y semen mezclados hicieron que poco a poco mi cavidad vaginal se dilatara aún más, dándole vía libre a la verga de Alex. Roberto dejó de apretarme, para solo sostenerme, mis ojos se mantenían cerrados, mis mandíbulas dejaron de apretarse, al sentir como estaba siendo doblemente penetrada vaginalmente por dos grandes pollas.

 – ¡Oh! ¡Doctora! ¡Uhm! ¡Qué jodidamente se siente! ¡Uhm! ¡Ajá! ¡Despacito nenes! ¡Uhm! ¡Sí!

– ¿Le gusta Doctora? ¿Le gustan dos pollas en su agujero a la vez?

– ¡Ajá! ¡Dios! ¡Se siente tan bien! ¡umh! Decíamos los tres.

– ¡Doctora! ¿Nos va dejar abrirle el culito? Pregunto Alex.

– ¡Me dan miedo vuestras recias pollas! ¡Dicen que duele mucho! ¡Y vosotros no la tenéis nada pequeñas, que digamos! Susurré.

 ¡Bueno, al menos un dedo o varios! Susurró Roberto.

 ¡Ahu! ¡No se! ¡Ok! ¡Pero si me duele lo sacáis! Dije volviéndome loca.

A pesar que la idea de ser follada analmente, me daba terror, debo aceptar que también me causaba morbo, despertando en mi cierto deseo por probar, sin perder tiempo… Alex metió un dedo en mi ano, Roberto busco mi culito e hizo lo mismo, aquellos chicos eran unos verdaderos depravados, me estaban penetrando por cuatro formas… dos pollas alojadas en mi vagina y dos dedos en mi anillo. Mientras sus dedos hurgaban dentro de mi culo, sus vergas se movían despacio dentro de mí, la lengua de Roberto lamía mis pezones, mientras que Alex besaba mi espalda. Todos gemíamos casi a parejo, el dolor que sentía por ser penetrada por ambos agujeros, desapareció, dando paso al placer total.

Para ese entonces yo había experimentado varios orgasmos, pero el más impresionante de todos estaba por venir, cuando los amigos de mi hijo, descargaron de nuevo dentro de mi vagina, inundándome por completo de semen. Nunca esperé que Alex terminara corriéndose una vez más, pero así fue…el chico eyaculaba cantidades cercana a las de un caballo. Noté las dos mangueras expulsando lefa a mansalva dentro de mi vagina, buena parte no cabía derramándose fuera y pringando el sillón, las piernas de Roberto y los huevos de ambos.

Un gemido largo, profundo y algo sonoro, se escuchó en la casa. Cuando yo me corrí por última vez. Las piernas me temblaban, la cabeza me daba vueltas, mi respiración y corazón parecían detenerse por instantes, los chicos exhaustos y sudorosos, respiraban con dificultad.  El primero en extraer la bayoneta de mi vagina y dedo del ano, fue Alex, quien se tendió sobre la alfombra jadeando exhausto. Roberto, por el contrario, espero un poco más, hasta que su tranca comenzó a perder dureza, fue hasta ahí que me levantó con sus fuertes brazos, poniéndome de pie. Las piernas me fallaron por lo que una vez más me sujetó, dejándome sobre el sofá. El volvió a sentarse en el sillón agitado como todos.

Los tres permanecimos así unos minutos, hasta que mi voz se escuchó de nuevo… – ¡Dios! ¡Dios! ¡Qué locura chicos! ¿Estáis bien? ¡Porque yo, no sé! ¡Uh! ¡Me fascinó, me encantó! ¡Dios mío, qué bien ha estado todo! Dije jadeante y susurrando.

No recibí respuesta, fue entonces al incorporándome un poco, cuando logré percatarme de que ambos dormían como unos bebés…los había dejado machacados, sin fuerzas después de una larga tarde de partido y una alucinante noche de sexo ¡Estos chicos tenían mucha potencia, pero eran humanos! Sus caras eran de felicidad…quien no lo estaría con los huevos secos, tras haberle metido todo el contingente en mi coño. Yo no estaba para menos, me levanté aun con las piernas temblorosas, por los efectos de la buena sesión de sexo recibida, caminé hasta donde había dejado mi ropa, tomándola me perdí dentro de mi habitación.

A la mañana siguiente, al levantarme, pensé en la noche que había pasado con los amigos de mi hijo, de inmediato me sentí húmeda y deseosa de nuevo, al salir de mi habitación, miré a los tres chicos en la cocina, preparaban el desayuno.

– ¡Buenos días muchachos! Exclamé al llegar hasta la puerta.

Los tres me miraron, sonrieron, respondiendo de la misma forma, todos tenían algo diferente en la mirada, algo extraño. Ese mismo misterio estaría por averiguar…



 

Capítulo 2: Rompiendo Las Reglas Segunda Parte.

Habíamos salido del cine y mi madre me dijo de ir a cenar algo al McDonald que había en el mismo centro comercial, pedimos un par de menús y nos sentamos a cenar, en una de las mesas había un chaval con tenía pinta de macarra, con el pelo rapado, una camiseta ajustada y unos pantalones de chándal y varios cordones de oro al cuello, no hacía más que mirar a mi madre. Mamá me tuvo bastante joven, con 22 años, así que aun a sus 40 años se mantenía muy bien, de hecho, muchas veces la confundían con la hermana que no tengo.

Lo que más me incomodaba de aquellas miradas es que mi madre parecía haberse dado cuenta, al igual que yo, pero lejos de incomodarla parecían gustarle y también le lanzaba miradas cuando creía que yo no me enteraba. Me sorprendía mucho aquella actitud de mi madre, que nunca antes había visto estando casada con mi padre…, empezaba a cabrearme.

Comencé a pensar de mi madre si era una ninfómana o algo parecido… a las que les gusta jugar de esa manera cuando salen de caza.

Cuando mi madre terminó de cenar la hamburguesa, me dijo que se iba al baño. A punto de entrar al lavabo, me pareció que le guiñaba un ojo al macarra, pero pensé que había sido mi imaginación, un minuto después el chaval se fue al baño y extrañamente algo me hizo “clic” en la cabeza y decidí ir a ver lo que pasaba allí.

Cuando entré no había nadie en el de caballeros, ya eran pasadas las doce de la noche y había muy poca gente en el McDonald, pero lo raro es que el macarra tampoco estaba en el baño de hombres. Pensé en algo terrible…“No puede ser, es imposible”. Aun así, me decidí a entrar con discreción en el baño de mujeres, no había nadie en el lavabo y solo una de las puertas estaba cerrada, escuchaba ruidos, así que pensé que era donde estaba mi madre.

No sé porque motivo fui sigiloso, ni llame a mi madre…, en vez de eso, entre al cubículo de al lado, cerré con el pestillo y muy despacio me asomé al baño ocupado. Lo que vi, casi me hace caerme hacia atrás, el macarra estaba dentro del baño de mujeres con mi madre, a la que estaba besando apasionadamente. La zorra había pasado del juego de miradas a literalmente tirarse a un cualquiera de mi edad con pintas de poligonero malcarado.

El macarra le quitó la camiseta a mi madre y se la puso sobre el cuello como si fuera una bufanda, le subió el sujetador sin quitárselo y comenzó a chuparle las tetas sin que ella  hiciera nada por pararle.

– Vaya tetas que tiene señora, mientras le chupaba los pezones a mi madre. – Esto sí que es un buen postre, he estado a punto de lanzarme a sus tetas ahí fuera delante de su novio.

– Jajaja, que tonto eres, no es mi novio, es mi hijo.

– ¿Su hijo?

– Sí, tiene 19 años.

– Joder pues yo tengo 17 me voy a follar a su mamá.

– Me encantan los jovencitos con buena verga…

No podía creer lo que veía ni lo que escuchaba, mi madre le estaba contando aquellas cosas al macarra, mientras ese niñato no dejaba de comerle las tetas, sin importarle estar en unos baños asquerosos con su hijo esperando fuera.

Mi madre se sentó en el váter y le bajó los pantalones del chándal, también le bajó los calzoncillos dejando su polla ya erecta ante su vista, para ser un chaval tenía una buena herramienta el muy cabrón. Mi madre no dijo nada, le dio un par de lamidas a aquella polla contorneado su lengua alrededor del glande y unas cuantas chupadas al cabezón y luego comenzó a metérsela en la boca, el niñato la ayudaba agarrando la cabeza de mi madre con sus manos marcando el ritmo de la mamada.

Se la hundía casi entera atorándole la garganta. Mamá se la chupó un par de minutos y luego se levantó. El chaval se sentó donde había estado sentada ella, se subió la falda a la cintura y el hijo de puta le bajó la bragas de un tirón sacándoselas…

– ¡¡Fóllame ya, no vaya a ser que mi hijo venga a buscarme porque tardo mucho!!

El macarra se rio, le sacó las bragas a mi madre y se la puso en su boca. Mamá se situó sobre sus piernas, le cogió el nabo y lo situó a la entrada de su vagina y bajando se auto penetró a pelo ¡Joder con mi madre… un condón hay que llevar! El macarra no se había visto en otra, con una madura buenorra follándoselo y masticando sus bragas con el olor a coño saliendo de la prenda a sus papilas gustativas directamente.

Mi madre cabalgaba sobre aquella juvenil polla mientras se sujetaba a los hombros del chaval, a los pocos minutos sacándose las bragas de la boca y guardándolas en el bolsillo…

– Ponte contra la puerta que te voy a dar por el culo.

Sin dejar de subir y bajar sobre la polla del chaval le contestó… – Ahora no puedo, mi hijo va a empezar a sospechar.

– Joder, pero quiero probar tu culito.

– El miércoles que viene invito a mi hijo otra vez a cenar aquí, y dejo que me des por el culo.

La puta de mi madre estaba concertando una cita para que aquel macarra la diera por el culo.

– Está bien, pero entonces déjame correrme en tu cara.

– Claro que si guapetón. Estaba esperando el postre de dulce de leche…

Mi madre se sacó la polla del chaval de dentro y se sentó en el váter ante él, el macarra comenzó a pajearse con fuerza hasta que se corrió sobre la cara de mi madre. Me bajé del y me senté pensando en lo que acababa de presenciar, escuché como mi madre le pedía que le devolviese las bragas…

– El miércoles que viene después de darte por el culo te las daré.

– Trato hecho, respondió la muy puta.

Escuché como el macarra salía del baño, como mi madre se lavaba la cara y se enjuagaba la boca para quitarse el sabor a semen. Luego también salía, yo esperé un minuto para salir del baño. El macarra no estaba y mi madre esperaba en nuestra mesa.

– ¿Dónde estabas cariño?

– En el baño.

– Llevaba aquí un rato esperando.

Será puta pensé, si hace un rato estabas follando. Recogimos nuestras cosas y ya nos íbamos. A punto de salir del McDonald…

– ¿Qué película quieres que veamos el próximo miércoles? mamá te invita.

– Podríamos ver “Ménage à trois” de François Truffaut dicen que es muy buena.

– Pero Truffaut ya no hace películas… ese hombre está muerto si no recuerdo mal…

– Bueno, entonces ese macarra, tú y yo podríamos ser los protagonistas el próximo miércoles.

– No sé bien a qué te refieres Adrián, ¿Qué me quieres decir…?

– Pues que el otro día te follaste a mis amigos en casa y te montaste un trío de puta madre, nunca mejor dicho, y hoy te montas el numerito con ese cabrón pandillero, que a saber de dónde habrá salido…

– No sé muy bien qué me quieres decir, yo con ese chaval no… Le corté.

– Joder mamá… ¡Mira como te ha dejado llena de lefa! Le indiqué donde tenía un largo chorretón de leche blanca viscosa en su vestido.

– Hijo lo siento mucho si te he ofendido, pero antes de madre soy mujer…tengo mis necesidades. Lo del otro día con Alex y Roberto fue algo irrefrenable que no imaginé que pudiera ocurrir en mi vida, pero ocurrió, soy débil.

– ¡¿Y lo de hoy, qué explicación tiene…?!

– Hijo lo único que te puedo decir es que estoy muy salida. Y no sé me ha dado por los jovencitos… los veo más potentes y con más vitalidad que los de mi edad. ¡¡Hijo, Necesito tener sexo y no tengo a nadie a mi lado que me alivie la quemazón de coño que tengo…!!

– ¡¿Y yo no soy nadie?! ¿Es eso lo que me quieres decir? Soy jovencito, potente y vital.

– Cariño eres mi hijo, mi propia sangre… yo nunca… bueno, quiero decir que tú yo… nunca he pensado en tener relaciones sexuales contigo. No es que te minusvalore, ni mucho menos, sé que estás mejor dotado que tus amigos y que ese macarra, pero eres mi hijo y nunca me atrevería a pedirte que me ayudaras a sobrellevar mi ardor.

– Pues muy mal, mamá… porque los hijos debemos estar a las duras y a las maduras.

– ¿¡Quieres decirme que te gustaría…!?¿¡Estas dispuesto a follarte a tu madre…!?

– Me muero por probarte, mamá… mis amigos me contaron como se lo montaron contigo y quiero participar. Desde hace mucho tiempo tenía ganas de decírtelo… ¡¡Me pones mucho!!

– No sabía hijo… Siendo así, lo mismo hago la vista gorda y podríamos convocar una fiesta en casa con tus amigos y tú… Así me olvidaría de ese macarra que tanto te desagrada.

– ¡¡OK!! ¡Vamos a hacer el mejor “Ménage à quatre” que pudiera soñar ese François Truffaut!


************************


Cuando el glande de Adrián, abrió mi vagina, introduciéndose lentamente ¡Mi hijo regresaba a su lugar de origen! …dejé escapar un gemido largo y placentero.

– ¡Uuhhhmm! ¡Cariño! Ahhhh!! Gemí.

Adrián, susurró algo entre dientes, clave mi mirada en la suya, intentando cuestionarlo con aquel gesto.

 ¡¡Qué rico coñito tienes mamá! ¡Calientito y apretado! Dijo de inmediato.

Mire por encima de mi hombro a los chicos, quienes se masturbaban despacio disfrutando del momento, seguí sentándome sobre el pollón de mi hijo, hasta tenerlo dentro por completo, el grosor y longitud del mismo, me hacían estar completamente invadida ¡LLENA!

– ¡Ohh! ¡Cariño, estas muy excitado… la tienes muy grande! Susurré

Deje que mi cueva, de amoldara al tamaño de Adrián, para después comenzar un leve movimiento de sube y baja, sobre el enorme miembro viril de mi hijo.

 ¡Agh! Mama! ¡Uh! ¡Qué rica estás! Decía entre gemidos mi hijo

 ¡Oh! ¡Oh! ¡Ah! ¿Sí? ¡Ah! ¿Te gusta como folla mamá, Nene? ¡Ah! Uh! Mmh! Gemía

 ¡Sí! ¡Me encantas! ¡Qué culito tan sabroso tienes! ¡Y estas tetas! ¡Mmm! ¡Me encantan!

Respondía Adrián. La voz de Alex, se alzó en aquel cuarto de baño.

 ¡Doctora, que rica, que digo rica, que sabrosa está! ¡Quiero disfrutarla de nuevo! Exclamó.

Sin hacer mucho caso al comentario de Alex, seguí montando a mi hijo, con mayor profundidad y velocidad. El sonido del agua chasqueando por mis sentones, era música en los oídos de todos. Las manos de Adrián, iban de mis nalgas, hasta mis tetas, mientras que su boca se encargaba de mamar los mismos pezones que una vez lo alimentaron. Roberto y Alex, aumentaban la velocidad de sus manos, haciendo que sus pollas hicieran un sonido en extremo erótico. Ambos chicos se colocaron sobre mis costados, dejándome ver como se masturbaban. Sus ricos pollones descapullados me excitaban…me fijaba en el agujero de salida de sus glandes, por donde en poco tiempo emanaría su rica lefa.

– ¡Oh! ¡Así, seguir mis niños! ¡Darle duro a esas pollas! ¡Vamos nenes quiero vuestras leches! ¡Ah! ¡¡Y después quiero esas vergas dentro de mí!! ¡Uh, Adrián! ¡Sí, mi pequeño gran hombre! ¡¡Fóllate duro a mami! ¡Dame más verga! ¡Ah! ¡Uuhhmm! Poseída por mis propios deseos.

Adrián me tomó con fuerza de las nalgas, haciendo que subiera hasta casi tener fuera su mostrenco por completo, para después dejar que me lo tragara de nuevo hasta los huevos. Mientras que Roberto y Alex, seguían dándose una soberana paja con fuerza viendo como su amigo se tiraba sin recato alguno a su propia madre.

Por un largo tiempo, Adrián me dio de pollazos con ganas, hasta hacerme terminar en una explosión de calor, deseo y fluidos con un orgasmo infinito. Aun sin haberme recuperado de los efectos de aquel orgasmo, mi hijo me levantó sacándome su trabuco del ajado coño de mamá. Aun con las piernas tambaleantes logré ponerme de pie.

 ¿Qué pasa? ¿Por qué te detienes? Exclame en un balbuceo.

– ¡Ponte a cuatro patas mamá! ¡Quiero darte como a una perra! Respondió él.

Me puse sobre mis rodillas, sumergiéndome casi por completo en el agua tibia del jacuzzi. Cuando las palmas de mis manos tocaron la bañera, Adrián ya se había acomodado tras de mí, noté su cabeza puntear en mi raja, la recorrió un par de veces y llegando por segunda vez a mi bocana me penetró sin compasión. Aquello era un espectáculo para esos jovencitos.

– ¡¡Ohhh!! ¡Nene! ¡Ahhhh! ¡Despacio! ¡Ahhh! ¡La tienes muy grande cariño, y muy dura! Exclamé con un poco de dolor al notarla abrirme  en canal de nuevo.

La voz de Roberto se escuchó de inmediato en el cuarto de baño.

 ¡Shhh! ¡Doctora… aguante, y le aseguro que lo va a disfrutar aún más! Dijo dejándome sin habla. Eran unos auténticos folladores de la pradera…

A estos tres chicos lo había criado como a mis hijos desde los 8 años… se pasaban la vida juntos en casa, en la escuela o haciendo deporte y a falta de sus padres, era yo quien me encargaba de todo por ellos, llevarlos, traerlos y alimentarlos en las largas meriendas haciendo los deberes de clase. Sus padres me lo compensaban con creces, pero yo lo hacía sin interés alguno, solo por amor a esos niños…y ahora ya crecidos eran los que me consolaban a mí dándome amor, mucho, mucho amor.

En realidad, las palabras de Roberto tenían sentido…, si estaba siendo follada por mi propio hijo, y ya había gozado de los cipotes de sus amigos, debía soportar y entregarme por completo a mis instintos, deseos y lujuria, dando rienda suelta a mi YO pervertido.

Adrián aferro mis caderas con fuerza, comenzando a darme con fuerza, notaba sus incursiones con firmeza, su polla ancha electrizando cada terminal nervioso de mis paredes vaginales internas, sus grandes huevos colganderos aporreándome el coño y su grande incrustándose en el mismo útero que los engendró. El sonido de la humedad excelsa agitándose, junto al choque de nuestros cuerpos, hacían que la atmosfera se calentara aún más… por si era poco la escena de un hijo follándose a su madre a pelo.

 ¡Ah Dios Adrián! ¡Ahh! Pap, Pap, Pap, Pap… ¡¡Dios, Dios, Dios!! ¡¡Así, Así!! ¡FÓLLAME bien nene! ¡Dame verga! ¡Dame más! Pap! Pap! Pap! Pap! Pap!... se escuchaba en aquel cuarto de baño.

Alex y Roberto, sumergieron sus piernas en el calor del agua del jacuzzi, sentándose frente a mi cara, dejando una buena panorámica de sus mazos duros. Los mismos que miraba ser brutalmente agredidos por sus manos. Debido a las embestidas de Adrián, mi cara casi llegaba tocar la masculinidad viril de sus amigos. Sacando una mano del agua tomé la polla de Roberto, haciéndole una paja con más suavidad y ternura. Alex, no tardo mucho tiempo en acercarse para poner a mi alcance su rabo, como un niño que quiere que le conviden de algo que le gusta… y como buena anfitriona me gustaba que todos quedaran satisfechos.

Los dedos de mi hijo frotaban la base del dilatador anal, haciendo que ligeras punzadas de dolor y placer se apoderaran de mi abdomen. Mientras mi hijo seguía jugando con aquel objeto en mi culo, mi mano se turnaba para pajear a sus amigos. Poco a poco mi boca se fue acercando a sus glandes, la primera pasada se la di al de Roberto, quien se estremeció al sentir mi lengua sobre su cabezón.

Adrián no cejaba en sus inserciones a mi vagina, ahogando mis gemidos con las vergas de sus amigos. Alex por su parte me tomó de los cabellos haciendo que me tragara gran parte de su duro y palpitante estoque, arrancándome arcadas de placer.

Poco a poco, las punzadas de dolor en mi estómago, fueron disminuyendo. Adrián era con creces quien la tenía más grande y robusta de los tres amigos del alma, quien lograba ahondar más profundo llegando a cotas que no imaginaba que nadie pudiera llegar dentro de mi vagina. ¡Si hace unos días me hubieran dicho que mi coño pudiera tragarse una verga de casi 25 cm de larga y de un grosor inconmensurable, no le hubiese creído! ¡¿Donde había leído que las mujeres tenemos una profundidad vaginal de 16 cm a lo sumo?! Mi Adrián enterraba una y otra vez todo su rabo hasta los mismos huevos con soltura, y su madre se lo tragaba con mucho gusto, no digo que me llegase al estómago, pero casi.

Desvaneciéndose un intenso placer en todo mi cuerpo, comencé a pensar que estaba lista para soportar a alguno de los chicos por detrás, pero me calmé al recordar que el más pequeño de los tres era Alex, y por pequeño no me refiero a diminuto… Dejé de preocuparme por quien sería el primero en estrenar mi culito…volver a desvírgame, dejándome llevar por el morbo y placer del momento. Adrián sacó su tronco de carne dura por completo de mi vagina, dándole algunos azotes en las nalgas con su tremendo mástil.

 ¡Oh Hijo! ¡Ahh! ¡…así nene! Métemela de nuevo, anda dale a mamá más polla! ¡¡Mi conejito quiere nabo!! Exclamé puta y lujuriosa

– ¿Quieres más, mamá? ¡Bueno… te voy a dar más!... espetó mientras me tomaba de la cintura, haciendo que me incorporara.

Dándome la vuelta me tomó de las nalgas, levantándome en el aire, mis piernas lo abrazaron por la cintura, haciendo que su polla se introdujera en mi vagina despacio. Mis brazos se aferraron a su cuello, mismo que servía de apoyo, para subir y bajar sobre su mástil. En unos momentos Roberto se acercó por detrás, poniendo la cabeza del cipote entre mis nalgas, apuntando a mi culo. Pero su embate fue obstruido por el dilatador anal.

– ¡Carajo! ¡Quiero metérsela por el culo, Doctora! Exclamó Roberto al ver su intento frustrado

 ¡Tendrás que esperar! Ahh! Mmm! Respondí.

En ese momento, decidí que si aquellos dos chicos me habían disfrutado antes que mi hijo, era justo que el primero en entrar a lo único que me quedaba virgen, fuera Adrián. Mientras que Roberto seguía restregando su verga en la división de mis nalgas, Alex, se apoderaba de una de mis tetas, succionándola con fuerza, haciéndome gemir de placer. Mi hijo continuaba entrando y saliendo de mi vagina, la cual chorreaba fluidos. Para ese momento había tenido dos orgasmos más, descubriendo que era multi orgásmica. Algo que el padre de mi hijo jamás logro hacer que sucediera.

Las caricias a todo mi cuerpo, por parte de los tres chicos, me hacían sentir una mujer deseada, aunque para muchos sería solo una puta ¡Disfrutaba plenamente de su sexualidad, sintiéndose mujer por completa! Después de unos minutos más de restregones, chupadas de tetas y penetraciones. Adrián y los chicos, no aguantaron más.

– ¡Mama, Quiero correrme! ¡Voy a correrme YA! Exclamó mi hijo.

 ¡Sí Doctora! ¡Queremos darle nuestra leche! Soltaron sus amigos.

Con anticonceptivos y en unos días del calendario de mi regla inertes, no podría más que decir que sí… por ahora no iba a tener más familia, así que di mi consentimiento a Adrián para que se corriese dentro de mí, sin preocuparse de preñarme. Mientras que sus amigos lo hicieron sobre mi espalda y nalgas.

Grandes chorros de semen tibio y viscoso noté cuando se derramaron sobre mi piel, mientras que mi vagina se atiborraba del semen de mi hijo. El ensanchado agujero de su glande dejaba salir en gruesos y largos chorros el contenido de sus testículos, sin la mayor misericordia. Percibía cada aldabonazo de lefa atorándome el útero. En esos momentos sentía dentro de mis entrañas, el orgullo grandioso de ser HEMBRA. Toda mujer que haya sido llenada por alguien a quien ama lo sabe… ¡No hay nada más hermoso que sentirse inseminada, y mucho más siendo llenado el útero por un macho tan viril como mi hijo! A lo que se suma cuando también participaban sus amigos más íntimos, a los que considero casi como hijos míos.

– ¡Uuuh, Mama! ¡Mmmm! Ahhhhh! ¡Qué buenas estás! ¡Joder que gusto mamá…Aggg! ¡¡¡Te estoy llenando!!! Profirió mi hijo al correrse dentro de mí por primera vez en su vida.

 ¡Doctora, ahh! Uhhhm! ¡Sí, Qué sabrosa está! Decían Alex y Roberto, mientras me cubrían de grandes chorretones de lefa que expelían sin miramientos por todo mi cuerpo.

Después de que los tres dejaron de expulsar semen sobre y dentro de mi cuerpo, Adrián dejó al fin que mis pies tocaran el piso, los mismos que se tambaleaban debido al cansancio y orgasmos del momento, la excitación y el chute de dopamina que llevaba mi cuerpo. El agua para ese momento se había enfriado un poco, por lo que tuvimos que abandonar el jacuzzi, para dirigirnos a la ducha y asearnos después del fornicio.

La ducha es tan grande que los cuatro entramos sin problemas. Los chicos me lavaron el cuerpo, mientras que dejaban caricias y roces sobre mis tetas y genitales. Sus pollas un poco flácidas, se embarraban en contra de mi espalda y abdomen, mientras que yo intentaba ocultar la pequeña lorza que formaba mi barriguita.

 ¡¿Porque se cubre Doctora?! Mi mamá también tiene una igual, prorrumpió Alex.

 ¡Y la mía! E incluso más grande… estamos orgullosos de ellas, secundo Roberto.

La verdad es que siempre me ha dado vergüenza mi barriga formando un montículo, pero a ellos parecía no importarles. Las caricias de sus manos continuaron hasta que todos estuvimos limpios. Una vez fuera de la ducha, ellos me ayudaron a secar el agua de mi cuerpo, mientras que yo me encargaba del cuerpo de todos por turnos. Me sentía como la mujer más valorada del mundo en ese momento, tres varones jóvenes y viriles dispuestos a darme todos los placeres sexuales que una mujer repleta de lascivia podía tener…¡¡¿Qué más le podía pedir a la vida?!!

Todos nos enredamos en una toalla, saliendo del baño. Regresamos a la habitación, en donde me desplomé sobre la cama. Fue cuando las cosas cambiaron. Estando recostada boca abajo sobre la cama, sentí como las manos de alguno de los chicos, subían la toalla hasta dejar mis nalgas al descubierto. Era increíble que hace unos instantes los tres hubieran terminado en una eyaculación feroz y, ya estaban de nuevo queriendo meter más leños en la hoguera. Aquellas manos se detuvieron al llegar a mi culo, sobando mis nalgas con suavidad. Para después sepáralas un poco. Mi chochete se estremeció al instante en que la lengua de aquel muchacho paso por el largo de mi vagina, giré un poco para ver de quien se trataba, me sorprendí al ver que era Alex quien quería darme una buena chupada de coño, pero no solo eso, me dio sin querer algo que hasta el día de hoy es lo mejor que me ha pasado en la vida.

– ¡Qué rico conejito, Doctora! ¡Me lo quiero comer todo! ¡Lo tiene más precioso que mi madre!Lanzó Alex mientras pasaba sus dedos por el largo de mi vagina recién inseminada por Adrián… creo que aun rezumaba flujo y semen de mi hijo, pero a Alex no le importaba.

Me quede estática tratando de entender y discernir bien las palabras que habían salido de la boca de Alex. Quise detenerlo y cuestionar lo que había dicho, pero su cara se perdió en medio de mis nalgas en un segundo. Por lo que no pude decir más palabra, dedicándome solo a gemir. Poco tiempo pasó para que la hombría viril semi flácida de Roberto, quedara frente a mi cara.

– ¡Anda Doctora, dele una mamada…! ¡De, esas que solo usted sabe dar! Jamás he visto a ninguna mujer que mame una verga con tanta dulzura y pasión. Exclamó gustoso.

Tomé el garrote de Roberto, agitándolo un poco. Poco a poco lo introduje en mi boca, por unos momentos me olvide de Adrián, el placer que Alex me daba lo provocó. Mis gemidos se ahogaban en mi garganta, el vástago de Roberto incrustado en mi boca, hacía imposible que escaparan. El miembro viril de Roberto, fue tomando dureza en segundos. Su mano derecha me tomó de los cabellos, controlando en su totalidad la mamada que le propinaba. Grandes arcadas eran provocadas por su gruesa herramienta, la cual taladraba mi garganta llegando a esófago. Mis ojos se llenaban de lágrima, mismas que comenzaron a escurrir, por mis mejillas con mi boca a rebosar de baba.

– ¡Dios, Mamá! ¡Eres toda una traga pollas! ¡Qué sabrosa estás tan puta! Exclamó Adrián, mi propio hijo al que no reconocía…follándome y llamándome PUTA, al tiempo en que se colocaba junto a Roberto.

Su animal, se mostraba duro y listo, fue ahí que comprendí que mi hijo se excitaba al verme como me comportaba… me sentía una zorra puta mostrándome obscena con sus amigos. Lentamente acaricié sus huevos, con la mano izquierda. Para después comenzar a masturbarlo despacio. La verga de Roberto, seguía en mi boca, mientras que Alex, seguía lamiendo mi vagina atiborrándose de vulva, metiendo su lengua en mi orificio impregnado de semen follándomelo y comiéndome la pepita cada vez más dura y sensible, luego se alargaba besando mis nalgas, admirando el dilatador insertado en mi ano.

– ¡¿Doctora, cuando nos va dejar abrirle el culito?! Cuestionó Alex.

Poniendo el miembro viril de Roberto fuera de mi boca y, girando la cara para dirigirme directamente a quien formuló dicha cuestión…

– ¡Si os portáis bien con mami… será pronto! ¡Quiero que me hagáis gozar mucho más!

 ¿Puedo intentarlo? ¡Nunca le he dado por el culo a ninguna…! Replicó el chico.

Estuve a un segundo tentada a aceptar que aquel muchacho que había visto como se le caían los mocos de niño, taladrara mi culito por primera vez, pero era lo único virgen que me quedaba, así que debía ser para mi hijo. Por lo que me negué…

– ¡No! Hoy no chicos… darme un tiempo para entrenarlo un poco… a parte no está tan sencillito que digamos con esas verga que portáis… ¡Sois muy pollones los tres!

Una sonrisa se dibujó en la cara de todos, al saber que no me negaba, más bien solo pedía un poco de tiempo a la vez que los elogiaba por su buena dotación, que en todo caso era cierto. Dejé de chupar la tranca de Roberto, para darle un poco de sexo oral a mi hijo, mientras masturbaba a su amigo, pocos segundos después, sentí como el ariete energizado de Alex, se introducía dentro de mi vagina partiéndome los labios y sin miramiento la caló a fondo, haciendo tope con su pubis en mi coño.

 ¡Mmmm! Gemí al sentirme penetrada tan rudamente.

– ¡Doctora! ¡Umm! ¡Qué buena está usted señora… siempre ha sido una buenorra que me ha puesto muy caliente! ¡Y joder, qué gusto sentir su coñito tan caliente! Exclamó Alex.

Tanto Roberto como Alex, ya habían disfrutado de mi cuerpo, aquella noche en que prácticamente los seduje. Pero al parecer no les importaba, Alex comenzó a bombearme con fuerza. Las manos de Alex se posaron sobre mis nalgas, mientras que su arrogante falo entraba y salía de mi vagina con ferocidad. Lo que provocaba que mi cuello se balanceara, haciendo que me tragara una gran parte del pollón de mi hijo, las arcadas que esto me provocaba, eran sonoras y placenteras, pequeñas lágrimas, salían de mis ojos, escurriendo por mis mejillas.

– ¡Ah! ¡Joder Doctora… uh! ¡Qué culo tan bueno tiene! Gemía Alex mientras me daba duro.

– ¡Fóllatela tío, vamos cabrón fóllatela bien! Indicaba mi hijo.

– ¡Dale, con todo a esta Doctorcita bien ZORRA! ¡Fóllatela como se merece! Agregó Roberto.

Sin poder decir o expresar algo al respecto de los que los tres decían, y estando perdida en el placer que todo aquello me provocaba, sentí una fuerte nalgada en mi glúteo derecho. El impacto, ardor, calor y dolor, se mezclaron…, hasta hacer que expulsara la verga de Adrián y gritara con fuerza…  ¡¡Aaahh!! ¡¡¡Cabrón!!! ¡¿Cómo puedes ser tan HIJO de la gran PUTA?!

No soy una mujer afecta a los tacos o malas palabras, pero aquello lo ameritaba. Fue cuando descubrí que a los chicos les gusta y excita que las mujeres sean groseras mientras fornican.

– ¡Grita, Doctora! ¡Grita más fuerte! Plafff!!! Llegó la segunda nalgada en el glúteo izquierdo

 ¡Ahhh! ¡Joder nene, duele cabrón! Exclamé

 ¡Eso! ¡Grita como una puta! Exclamó Roberto.

¡¡Plafff!! ¡¡Plafff!! Dos nalgadas seguidas.

– ¡Ahhhuuu! ¡¡Mamón, qué haces!! ¡Estúpido! Grité fuerte.

Mientras intentaba luchar o zafarme de aquella pose, sentí como la polla de Roberto se deslizaba fuera de mi mano. Caminando de rodillas sobre la cama, me tomó de las nalgas, abriéndolas, mientras que Alex continuaba dándome con todo. Miré a mi hijo, buscando un poco de clemencia o ayuda, pero lo que salió de su boca me dejo helada.

– ¡Es tu iniciación, mamá! ¡Así que vas a tener que aguantar! Dijo sin mostrarme la más mínima clemencia.

Acto seguido, me puso su erguido y endurecido cipote frente a mi cara, palmeando con él mis mejillas, para después meterlo en mi boca de nuevo. Su mano derecha, aferró con fuerza mi cabello, mientras que su tranca entraba y salía de mi boca sin clemencia. Al tiempo que Alex seguía manteniendo el ritmo de una follada interminable en mi vagina.

– ¡Ummm, Doctora! ¡Lo bien que está aguantando! ¡No te imaginas como vamos a gozarla de bien! Lanzó Roberto

– Lo está haciendo, muy bien Doctora ¡No me joda! ¡Qué culito tan sabroso, joder! Decía Alex.

 ¡Sí mamá… estás muy sabrosa! ¡Eres lo más! prenunció Adrián refiriéndose a Roberto.

De inmediato, Alex paró por completo, sacando su polla de mi interior. Pasaron unos segundos, de calma, hasta que el enorme badajo de Roberto, invadió por completo mi vagina llenándola de carne trémula. Comenzando con una ritmo lento, mismo que fue aumentando de a poco. Estos chicos se turnaban sin el menor pudor…Parecía que lo tuviesen ensayado.

– ¡Doctora, tiene el coño más rico que he probado en mi vida! Pronunciaba gemidos. – Le puedo asegurar que me he follado a unos cuantos…nunca tan sabrosos como el suyo.

Debido a que Roberto tiene una verga más gruesa que Alex, mi vagina se expandió aún más, dándome un orgasmo en minutos. Lo mismo que me hizo dejar de chupar, el pollón de Adrián, para concentrarme en el placer y sensación de mi orgasmo, convulsionando y electrificando todo mi cuerpo, todo mi ser… derritiéndome el cerebro de gusto. Aun sosteniendo el miembro viril de mi hijo en la mano, cual si fuera un salvavidas en el naufragio de mi perversión, sentí como mi cuerpo se estremecía, los fluidos emanaban de mi vagina, mientras el cipote embrutecido de Roberto no se detenía para nada. Aun con los remantes del aquel gran orgasmo, Roberto me tomó de la cadera, levantándome, hasta dejarme en posición de perra en celo…, momento que Alex, quien observada la escena, aun lado mío, aprovechó para recostarse sobre la cama, colocándose justo debajo de mis tetas…, las mismas que fueron salvajemente atacadas por la boca del chico.

– ¡Doctora, me encantan sus tetas! ¡Mmm! Se tragaba completa mi teta derecha.

Las mamadas al vástago de mi hijo continuaron después de unos segundos más, casi sin querer, y perdida en el placer del momento, comencé a tragar más y más de ese majestuoso cetro del amor que Adrián tiene por bandera. Con lo que grandes arcadas se agolpaban en mi garganta. ¡Uuhhhaaawwgghhh!! ¡¡Uuhhhaaawwgghhh!! Se escuchaba en la habitación.

El choque de mis nalgas en contra del pubis de Roberto, los chupetes de Alex en mis tetas tirando de mis pezones con sus labios y dientes mordisqueándolos, así como las arcadas que el pollón de Adrián me generaba…, creaban una atmosfera llena de locura, deseo, lujuria y morbo. ¡En esos momentos era más puta que la gran MESALINA! Las manos de Roberto comenzaron a juguetear, con el objeto incrustado en mi ano, haciendo que el placer aumentara considerablemente. Ligeras punzadas se acentuaban en mi estómago. Pero ya no eran molestas, eran placenteras. Después de que aquel objeto dio algunas vueltas dentro de mi esfínter. Roberto decidió comenzar a sacarlo un poco para después dejar que la propia succión de mi culo, lo introdujera de nuevo. Aquella sensación, jamás experimentada, al tener el objeto en el ano, la verga de Roberto en la vagina, la gran polla de mi hijo en la boca y los labios de Alex en las tetas, era simplemente algo indescriptible.

Tome la tranca de Adrián con la mano izquierda, mientras que con la derecha, traté de alcanzar la de Alex, lo cual me resulto imposible. Al notarlo el chico, corrigió su postura  dejando el cipotón a mi alcance, empezándolo a masturbar despacio. El mantener la coordinación entre la boca, manos y culo, era algo difícil en el momento. Nunca antes había experimentado un “Gang Bang”, como lo llaman. Lo más que hasta ese momento había hecho con el imberbe de mi ex esposo, era una posición extraña, que según era del Kama Sutra.

Pequeñas gotas de sudor caían en mis nalgas y espalda, mismas que se derramaban de la cara de Roberto, mi cuerpo también se mostraba brillante, producto de mi propio sudor. Mis cabellos, comenzaban a pegarse a mi cara. El segundo orgasmo llego cuando Roberto, comenzó a sacar casi por completo el objeto en mi ano, para después dejarlo hundirse suavemente. La explosión dentro de mí, me obligo a dejar de chupar la polla de Adrián, ya que sentí la necesidad de morder algo, y no quería que fuera el hermoso trabuco de mi hijo.

Mordí mi labio inferior, tapando mi gemido con mi brazo derecho.

– ¡¡Diosss mío, joder que gustoooo!! ¡Mmmmm! ¡Cabrones! ¡Me estáis destrozando! ¡Ahhhh! ¡Darme fuerte mis nenes cabrones! ¡Uuhh!

No fue necesario decir más, sin dejarme gozar plenamente de mi orgasmo.

Roberto volvió a meter y sacar aquel objeto de mi culo, con más fuerza y velocidad, mientras que su verga se daba vuelo dentro de mi vagina queriendo alcanzar mi útero, la verga de mi hijo busco mi boca de nuevo, para entrar en ella y seguir con su labor, dándome una buena follada oral. Alex por su parte dejo de chupar mis tetas, saliendo de su escondite, para colocarse frente a mí, golpeado mi cara con su polla semi flácida.

– ¡Mámela Doctora! ¡Vamos señora, usted puede con todos! ¡Es la mejor mamadora, que tenemos! Dijo Alex.

Sin darle mucha importancia a sus palabras, saque la ricura viril de Adrián, para meter el de Alex dentro de mí húmeda boca, consiguiendo tragarlo por completo, de un solo bocado.

 ¡¡Joder mamá!! ¡Eres una traga vergas, nata! Exclamó Adrián al ver mi hazaña.

La verdad sea dicha, me sorprendí, de haber tragado por completo la verga de Alex, la cual es la más pequeña de las tres, pero no por ello diminuta… el nene se marcaba casi los 18 cm de tallo, un poco más era la de Roberto que estará sobre los 20 y además muy ancha, para acabar con la de Adrián que alcanza los 25 con demasía. Es el caso era que la tragué entera hasta los huevos con tan solo una arcada no muy sonora, me provoco aquel intento. Sentir el pubis de Alex, tocar mis labios, fue una sensación de triunfo personal, ya que jamás había tragado una verga de ese tamaño antes de ese momento, a mi ex esposo, le disgustaba que me comportara como puta en la cama, así que el sexo era meramente básico y sórdido.

Unos minutos más fueron suficientes para que Roberto sacara su estoque de mi chumino, el cual comenzaba a estar adolorido, pero aún faltaba el monstruo de mi hijo dentro, del que deseaba tener todo su contingente seminal en mis entrañas.

– ¡No jodas… casi me corro! Pero aún falta más… Dijo Roberto pegando su glande en mis nalgas…Pude sentir su pulso con aquella acción, ese ingenio de la naturaleza palpitaba en mis nalgas pudiéndole tomar el pulso con él, aquello me lleno de lujuria y de ganas de más. Adrián, me miro a los ojos mientras miraba como me tragaba la verga de Alex.

– ¡Mamá, vamos a intentar algo! Haciéndome una seña para que cambiáramos de posición.

Atendiendo a su petición, extraje la hermosa verga de Alex de mi boca, la cual salió cubierta de saliva, que escurría por su tronco. Me quedé en espera de que Adrián me indicara que era lo que pretendía hacer.

– Mamá, te vas a sentar encima de mí. Quiero que me cabalgues. ¿Crees que aguantarás  dos vergas dentro?

Mi cara era de asombro total, mi hijo ya había perdido toda pisca de cordura, inhibición o lo que fuere que controlara su pudor hacia mí. El temor de ser penetrada analmente, comenzó a surgir en mi cabeza.

 ¿Me la vas a poner en el culo, mi vida? ¡Os pedí que me dierais tiempo! Tartamudeé.

– ¡No! ¡Te lo vamos hacer por el coñito mamá! Respondió Adrián, con toda calma.

De inmediato, el recuerdo de aquella noche con Roberto y Alex, llego a mi mente. Una vez que Adrián estuvo a acomodado sobre la cama, me ubique sobre él, lentamente fui bajando las nalgas, al tiempo en que mis rodillas se flexionaban, hasta sentir las manos de mi hijo, tomar mi cadera para guiarme en la búsqueda de su mástil afiebrado. Una vez que lo encontré, lo aferre con fuerza, poniéndolo en la entrada de mi vagina, no tuve más que poner un poco de peso sobre aquel gordo y sano pollón, para que este se enterrara en mi vagina, hasta el fondo. En cuclillas mi coño se tragó todo el cipotón de una, ante las miradas atentas de él y sus amigos, casi hijos míos también.




 ¡Ahhh! ¡Diosss mío Adrián! ¡Estás muy duro y la tienes enorme! Mi rey, Uuuhh! Gemí al sentir como su enorme miembro viril dilataba aún más las paredes vaginales.

– ¡Y te falta uno más, mamá! Exclamó mi hijo.

Mire a Alex y Roberto, quienes se mostraban ansiosos por entrar en mi hueco, ambos agitaban sus pollas erectas para mantenerlas a tono, sonaban los chasquidos poniéndome brutal. En ese momento la idea de tener el cipote de Adrián clavado en el ano, me pareció aterradora. De verdad es algo hermoso, pero muy grande. Fue entonces que caí en la cuenta que aquella noche con los chicos, había tenido la polla de Roberto y el de Alex, dentro de mi grieta, por lo que mi mente dijo o más bien designó a Alex, como el segundo a bordo, no creí soportar a Roberto y su animal.

– ¡Alex… ahh! ¡Vas a ser tú, nene! Porque no creo poder con las vergas de Roberto o Adrián.

Alex, solo asintió, Roberto por su parte, sonrió y giñó el ojo, ambos se ubicaron delante de mí dándome sus pollas por la boca, por turnos. Una vez que mi vagina se adaptó al majestuoso falo de mi hijo, comencé con un sube y baja lento, sin sacar mucho el mástil de Adrián. Mientras los chicos, recibían una buena mamada de su Doctora favorita. Al menos eso creí en ese momento.

– ¡Uhm! ¡Uhm! ¡Dios mío! ¡Qué bien me folla mi niño! ¡Uhm! ¡Ah! ¡Ah! Gemía mientras me clavaba en el duro ariete de mi hijo.

No paso mucho antes de que mi propio hijo, me propinara una nalgada que me sacudió hasta las ideas ¡¡Plasss!! Se escuchó el estruendo.

– ¡¡Auh!!! ¡¡Adrián!! ¡Plasss! ¡Ahhh, Cabrón. No tan fuerte! Grité.

Importándole, un pepino, Adrián siguió dándome caña con puntillazos duros bien adentro y nalgadas, después de unas cuantas más, deje de sentir ardor, solo calor en mi trasero. Las vergas de Roberto y Alex, me hacían imposible quejarme más. Solo podía gemir, y eso es mucho decir, ya que mis gemidos se ahogaban dentro de mi garganta, o se confundían con las arcadas que me provocaban ambos falos, mis ojos escurrían lágrimas provocadas por la asfixia, por las continuas embestidas de los pollones de los chicos. A ellos parecía no importarles, seguían y seguían follándome como a la Puta que era…

Solo se detenían por instantes, para darme un momento para tomar aire, y volvían a atacar, tomándome de los cabellos, introducían sus vergas en mi boca por turnos. Mientras que el animal que posee mi hijo, se daba vuelo con mi jugoso coño. Fue entonces que comencé a darme cuenta que aquello me gustaba, jamás había imaginado ser poseída por tres hombres a la vez, y menos que uno de ellos fuera mi propio hijo. La locura llego a su máximo, cuando al poder tomar una bocanada de aire, las palabras que salieron de mi boca, no fueron de clemencia, sino, para pedir más verga.

– ¡Alex! ¡Ahhhyy! ¡Ya! ¡Cabroncete, dame tu verga! Supliqué.

Sin más tiempo que perder, Alex se acomodó detrás de mí, pero cuando estuvo a punto de ensartarme, Adrián lo detuvo.

– ¡Espérate tío! ¡Deja que se gire!

Adrián, se detuvo, dándome un momento para respirar, y girar sobre su pivote, sin dejar que este saliera de mi hueco. Al girarme por completo pude ver la cara de Alex, la cual era la de un chico hambriento y deseoso. Por su parte Roberto se colocó a mi lado, dejando su cipote, justo frente a mi cara.

Alex, me empujó un poco hacia atrás, haciendo que recargara mi cuerpo sobre el de mi hijo, este me tomo por las corvas, abriendo bien mis piernas, momento que Alex aprovechó para ponerse en medio, y apuntar su bayoneta a mi chocho. El mismo que estaba totalmente lleno por el falo de mi hijo. Al sentir que el vástago de Alex trataba de entrar, respire hondo, relajándome un poco, como lo hice aquella noche, con él y Roberto…, el glande de Alex, comenzó a horadar mi vagina, abriéndose paso, poco a poco. Cada vez estaba más convencida que no era la primera vez que estos muchachos follaban en grupo.

 ¡Joder tío! ¡Ahhh! ¡Doctora No! Uhh! No entra, decía Alex esforzándose por hacer que su estaca entrara en mi coño ocupado.

– ¡¡Ahhhhh!! ¡Uuuhhh! ¡Mmmm! ¡Dios santo qué Cabrones sois! ¡Uhmmm! ¡Sí así, cabrones! ¡Darme verga! ¡Joder nenes, follarme de una puta vez! Decía vuelta una loca, y puta total.

Pocos segundos bastaron para que mi dolorida y ya súper dilatada vagina, cediera, dando lugar al vástago de Alex, fue entonces que Roberto se arrodillo junto a mi cara, dándome a mamar del suyo…, mientras que mi hijo y su amigo, me reventaban a pollazos.

 ¡Uh, mamá! ¡Uh, Ah! ¡Qué bueno! ¡La Doctora está bien buena y puta! ¡Así, así… más! ¡Uh! ¡Uh! ¡Mmmmh! Gemíamos a coro.

El sudor de nuestros cuerpos, era abundante, por lo que la mezcla de fluidos corporales, era placentera. Ambas estacas me clavaban suavemente con diferentes ritmos, empalándome cual vil zorra, mientras que el de Adrián entraba, Alex salía, y viceversa. Mi lengua pasaba por el glande de Roberto, este se masturbaba, con fuerza. La escena estaba llena de morbo y lujuria. Fue entonces que me llegó el tercer orgasmo de la noche. Esta vez dejándome casi al borde del desmayo. Los chicos, también comenzaban a apretar la mandíbula, señal de que la necesidad de explotar, se hacía presente. Alex fue el primero en lanzar la advertencia.

 ¡¡Me voy a correr!! ¡Me voy a correr ya! Exclamó Alejandro

No había más que decir, los chicos me llenarían de leche la vagina y el estómago. El segundo en anunciar la descarga de leche fue Roberto.

– ¡Doctora… me corro! Abra la boca bien.

Y por último mi hijo.

– ¡Mamá…te voy a dar mi lefa! ¡Ah! ¡Ya no puedo más! Dio un alarido de verraco eyaculador.

Mire a Alex de reojo, mientras esperaba la descarga de Roberto, el chico, se estremeció y descargo dentro de mi vagina, ligeros espasmos de placer se mostraban en todo su cuerpo. No sé cuántos chorros de semen dejó dentro de mí, pero por su rictus, fueron varios y muy fuertes por la contracción de sus facciones. Unos segundos después llegó el turno de Adrián, quien comenzó a eyacular su contenido espermático dentro de mamá. Pude percibir su verga lanzando dos chorros de semen dentro de mí como un cañón. Las respiraciones de todos eran agitadas, nadie podía decir nada, más que gemir sin control eyaculando dentro de la Zorra Doctora Ana Belén. Roberto fue el último en descargar, llenado mi boca, de semen, tibio y espeso. Su contingente lo acumulé en mi boca mientras lo iba destilando por su glande…cuando acabó lo hice un bolo y me lo tragué ante la mirada de los tres sanos muchachos que siempre consideré como hijos míos.

– ¡Uh! ¡Mamá! ¡Qué bien ha estado, Doctora! ¡Estuvo de lujo! ¡Así Doctora, Trágueselos! Tómese mi lefa… ¡¡Joder señora, es toda una puta! Decían los tres.

Sin poder decir nada, por la cantidad de semen en mi boca y garganta, dejé que los chicos, se vaciaran dentro de mí… esos adolescente tenía una gran cantidad de esperma en sus grandes y musculados cojones…producían lefa a rabiar. Cuando terminé de tragar semen y ellos de expulsarlo, Roberto se desplomó sobre la cama, mientras que Adrián, Alex y yo, quedamos como si fuéramos un emparedado donde el jamón era yo. Nuestras respiraciones aún eran agitadas, hiperventilábamos muy rápido, intentando recuperar el aliento, todo me daba vueltas… los orgasmos, el placer jamás vivido con mis tres chicos folladores en potencia y la inmensa cantidad de semen recibida de sus gónadas, hacían que mi cuerpo se sintiera sin fuerzas y satisfecho como nunca.

Unos minutos después, pude sentir como los cipotes de mi hijo y su amigo, perdían fuerza y tamaño, saliendo sin el mayor trabajo de mi vagina, momento que aproveché para rodar hacia un lado de la cama y recostarme boca abajo ¡Ahí desnudos, quedamos los cuatro!

El cansancio nos venció a todos, cuanto recuperamos la conciencia, vimos que había amanecido. Por los que decidimos que había que asearnos y buscar algo de comer. Durante la ducha, los chicos se dieron vuelo con mi cuerpo, pero ya no hubo más sexo, esto debido a lo dolorido de mi vagina…, todo quedó en solo masturbación y sexo oral, fue hasta entonces que me quite el dilatador anal, el cual había permanecido toda la noche dentro de mi culito.
Después Alex y Roberto salieron a comprar algo para desayunar, momento que aprovechamos mi hijo y yo, para dormir un poco más. Una vez que todos estuvimos sentados a la mesa. Recordé las palabras que una noche antes, quise cuestionar, pero no pude o no me atreví.

– Alex, anoche mientras… bueno ya sabes… Me chupabas el coño, dijiste algo que me pareció raro. ¡¿Porque dijiste que mi chocho era más bonito que la de tu madre?! Pregunté sin dar tregua.

Todos se miraron, sin saber qué hacer, hasta que Roberto… – Si lo quiere saber, pues digámoselo. Creo que está en su derecho y de nada servirá callarlo.

Acto seguido, Alex… – ¡Mmm! Pues mire Doctora, la verdad es que todos nosotros, tenemos sexo con nuestras madres. ¡Bueno hasta ahora! Porque antes de anoche solo faltaba usted. Adrián se ha cuidado muy mucho que usted quede al margen de nuestros juegos.

Aquellas palabras, me hicieron dejar la boca abierta. Como si esperara el semen de la corrida de alguno de ellos.

– ¡¿Qué me dices chiquillo?! Vosotros…con vuestras madres… tapando mi boca con la mano.

– Sí mamá, solo faltabas tú, sentencio Adrián.

– Mire Doctora, no se espante. La verdad, todo comenzó conmigo, y mi madre al cumplir la mayoría de edad, y la verdad, creo que nadie aquí se arrepiente de nada ¿O sí? Cuestiono Roberto.

– ¡¡No!! Respondimos todos al unísono.

 Y no solo nuestras madres, también está mi hermana Tere, y dos tías de Alex. Completó Roberto.

– Y vosotros… Ya sabéis, ¿habéis estado con varias a la vez? Pregunte incrédula a la vista que se manejaban muy bien en grupo.

– Sí hemos estado hasta con cuatro en una noche, Dijo Alex.

– Pero no te preocupes, mamá. Si tú no quieres entrarle a las horchatas, no te presionamos.

Dios mío… no podía creer lo que escuchaba, aquellos chicos, a los que había visto crecer y quitarles las babas, eran todos unos sementales. Y hasta me invitaban a participar en sus orgias, familiares. Y esa era otra, nunca me hubiera imaginado a la madre de Alex o Roberto follando con sus hijos ¡Pero si no se perdían una misa! Los bautizos, comuniones o bodas eran su delirio y no desaprovechaban la oportunidad de lucir bellas y decorosas en la iglesia.

– Bueno chicos, eso lo veremos después. Por ahora solo, mantengamos esto en secreto ¡Y ya! Dije sin decir nada

– Muy bien mamá, así será.

Los cuatro terminamos de desayunar, volviendo a las habitaciones donde teníamos nuestra ropa para vestirnos y que los chicos regresaran a casa. Durante un lapso de tiempo largo dejando tiempo durante el camino de regreso, seguí haciendo preguntas, a cerca de las relaciones familiares que cada uno tenía…, incluso mi hijo me confesó que también quería hacerlo con mi hermana Tania. Mientras que los otros dos, confesaron que a todas les habían hecho dobles penetraciones, anal y vagina, solo sexo anal, y todos terminaban dentro, e incluso con Teresa, pese a que ella podía quedar preñada con mayor facilidad. Llamé a casa de Alex y de Roberto, para saber si habían llegado bien a casa…se pusieron en ambos casos sus madres y charlamos unos minutos amigablemente. Ahora me sentía muy distinta al conversar con mis amigas… ¡No podía creer que fueran tan PUTAS… adelantándoseme!

El patrón era claro, todas las madres y tías, éramos mujeres cercanas a la cuarentena, divorciadas y con hijos mayores. De hecho Roberto confesó que a su hermana Teresa, le gustaban cosas raras, como el BDSM y la zoofilia. Todo aquello me llenaba de dudas, pero a la vez de morbo… no sabía si quería participar en una de sus orgias, o si me atrevería a ser vejada por todos, incluso si me atrevería a tener sexo con un animal, como le gustaba a Teresa. Como veterinaria veía a un animal como medio de vida en mi trabajo.


2 comentarios:

  1. Que calidad de historia y narración, fantástico!!

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  2. Pinta buena historia ojala.que la.siguente sea mas.exitante que esta ya que.me.duele la.mano .
    Ustedes entienden je

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