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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Tradición Familiar. Abuelo Jorge




El aroma a azahar y jazmín se hacían percibir en el olfato de ella. La embriagaba ese aroma tan familiar. Esa paz, esa sensación de reposo y tranquilidad absolutos. Con los ojos cerrados, se dejó llevar. Se transportó a otro lugar, a  otro momento en la habitación de sus padres unos años atrás, cuando ella observó por primera vez como un hombre y una mujer enredaban sus cuerpos tal vez para conocerse, intimar o jugar cual gatos simulando una pelea amistosa donde ambos son ganadores. Luego, simplemente comprendió lo que pasaba mientras observaba a su madre gemir, gritar y ser acusada por su padre…, La llamaba puta sin cesar en tono más bien devoto, lo que llenaba de ambigüedad la situación incomprensible para una niña de ocho años.

En el furor del enganche sexual, su padre había dado rienda suelta a su lengua con palabras que solo oía a personas que se maldecían en peleas callejeras…, curiosamente bien recibidos por su madre, lo que configuraba la contradicción. Era ese mismo aroma a jazmín que impregnaba la alcoba matrimonial, esa colonia de mamá arrebataba la habitación en aquella tarde de verano a la hora de la siesta, en donde los esposos daban por dormida a la niña y al pequeño, dejándose llevar por los instintos animales más básicos. Se había levantado para hacer saber a su madre de su dolor de estómago. Al no encontrarla en el gran salón de la casa, había avanzado con pasos tímidos hasta la habitación de sus padres pensando tal vez que dormitaba la siesta.

Los sonidos se escapaban por el pasillo incrementando su intensidad a medida que se acercaba a la puerta. Curiosamente se la encontró entreabierta y asomó su pequeña cabeza hacia el interior procurando no ser oída ni vista por los causantes de tal algarabía. Los gemidos de mamá, los jadeos y soeces de papá, junto al chirriar de los muelles del colchón impedían a todas luces que los apasionados se enteraran de ser observados por una niña cautelosa. El panorama resultó a ojos de la pequeña bastante extraño, novedoso y a la vez que frustrante al no entender el concepto global de dicha disputa matrimonial.

En esos momentos el cuerpo de su padre desnudo se encontraba abatiendo al de su madre, despatarrada y también desnuda. Consiguió sacar la cabeza entre el marco de la puerta y el pomo de la misma. Se asustó bastante al no entender la situación. Una vez vencida la primera impresión, asomó nuevamente su cabeza para cerciorarse de lo que pasaba sobre aquella cama, en la que sus padres yacían en pelotas uno encima del otro. Pudo ver como su padre empujaba sobre el cuerpo de su madre con su trasero agarrado con ambas manos a la vez que la llamaba – “puta” o “¡Vaya polla que te estás tragando en este coño hambriento! ¡Te voy a meter un buen lechazo para que no pase más hambre mi zorra!

Esta chillaba y gemía en lo que ella creyó que era de dolor, lejos de ser un gesto de placer. Estuvo tentada de irrumpir llorando en la habitación, y regañar a su padre para decirle…
– “Basta, no hagas daño a mi mamá”.
Se reprimió llevada por la educación adquirida en casa de respeto a los mayores, obediencia y sumisión. Sólo así pudo observar las enormes pelotas de papá colgando de su verga que se presentía gorda por la base tan ancha. Estas se balanceaban arbitrariamente en cada clavada golpeando la vulva de su esposa que gemía y gritaba al ser empalada a fondo por la bestia de su marido. De pronto paró en seco viendo como su padre se separaba de su madre extrayendo una gran polla que en todo momento se había mantenido embutida en el coño de mamá, aunque desde esa posición de la puerta, bien podía haber estado incrustada en el ano de la señora.

Se dejó caer en la cama boca arriba, dejando bien a la vista su falo erguido. Se antojaba descomunal el tamaño de la tranca, no dando crédito a haber estado toda esa carne en el interior de su pobre progenitora, sin embargo poco importaba el tamaño para mamá porque se incorporó y se montó encima de su esposo a horcajadas.

Luego, vio como ella tomó la verga inhiesta de hinchadas venas que marcaban sustancialmente el perímetro del estoque y se lo metió por el coño sujeto por la base, habiendo remangado previamente el prepucio del miembro viril del verraco.

Su padre era un hombre fuerte, bien formado de marcada musculatura, todo un gran macho digno de una hembra como su madre de hechuras puramente engendradoras, cadera ancha para albergar grandes pollas y parir hijos cabezones y, tetas enormes para alimentarlos. Al tener los atributos femeninos que todo semental busca… caderas anchas, tetas sustanciales, un culo grande de raja abierta, un coño hinchado de labios carnosos y una belleza aviesa en su cara aniñada con una personalidad rozando la ninfomanía…, mi gozaba de lo lindo con su esposa.

Los gritos de su madre y las exclamaciones de su padre, volvieron al mismo ritmo, lo que anunció claramente que lo que sufría su madre no era dolor…El sustancial FALO PATERNO partía de nuevo el conejo de su madre en el baile de la procreación. Esta reflexión sobre la ambigüedad del dolor y el placer para la perpetuación de la especie, la alejaron de allí sin hacer ruido, dejándolo satisfacer lo que ella creía que era la fecundación de su madre para gestar un nuevo hermano.

Permaneció tumbada en la hierba del jardín,  en su rincón favorito tomaba el sol de primavera fustigando su cara. Los rayos atravesaban sus párpados inundándolos de claridad. Apretó los ojos más sintiéndose segura de la intimidad absoluta. Giró la cabeza del lado izquierdo y puso la mano izquierda encima de su vientre. Jugueteó con su ombligo haciendo círculos con el índice. Luego posó la palma otra vez y acarició su vientre terso y suave de arriba abajo. Su nariz pegada a la hierba caliente y sudada, se impregnaba del aroma decampo, de la hierba recién cortada.

Como si la mano fuera absorbida, se deslizó bajo la camiseta que llevaba puesta. Rápidamente, comenzó a juguetear con su pezón derecho hasta conseguir endurecerlo. Una vez ejecutado el juego, cambio de pecho y se fue al izquierdo, que esperaba turno ansiosamente. Por su mente vagaba sin destino la imagen del gran cipote de su padre. Tieso, arrogante, hinchado, largo y deforme marcado de venas bombeando sangre. El gran obelisco imposible, que le atemorizaba y atraía a la vez cual imán de sensaciones convulsas ¡¡SU DIOS PAGANO!!

Luego, la mano de su madre acariciándolo y guiándolo a la abertura de la gran gruta del placer y la fertilidad, por donde transcurren los mayores enigmas de la vida. Y su madre dejándose caer encima incrustándose el gran monolito expandiendo su vagina al extremo de ser desgarrada, para iniciar el trote con majestuoso rabo dentro de ella. Ahora, con el paso de los años lo comprendía. Comprendía todo. Estaban haciendo el amor, un tanto brusco pero su amor. Ella ya no se asustaría si volviera a escucharlo, cosa que no había vuelto a suceder hasta que alguien le explicó en clase el fenómeno de la procreación de los animales mamíferos….

Desde entonces miró a su padre de distinta forma. Le seguía teniendo cariño, pero ya no era igual, el modelo conceptual de padre bucólico se transformó en el ser reproductor pragmático, un animal mamífero más con la cualidad de ser el cabeza de familia y progenitor de su familia. Pensó en su madre. Tan volátil, dejándose hacer. La comprendía, porque a ella misma le gustaba ese placer. Notó la humedad en su vagina y descendió la mano libre hasta el borde de su pantalón. Ahuecando la goma de la cintura, se deslizó dentro y franqueó la barrera del elástico de las bragas. Fue bien recibida por el vello suave aterciopelado que coronaba su hendidura. Su dedo índice y corazón se adentraron en el riachuelo de flujo que emanaba de su sexo. Con un vaivén lento, sin dejar su pezón derecho, deslizó ambos dedos de abajo hacia arriba. Lentamente. Muy lentamente y siempre acompañada por la imagen impresionante de la polla erecta de su padre, allí en su altar mental durante la mitad de su corta vida.

Le violentaba esa imagen y le excitaba a la vez… la tenía clavada en su mente. Después, su madre aullando de placer y necesidad como una perra en celo deseosa de recibir el semen como premio a su incontestable sumisión. La mano ahuecada ensanchó las bragas y tomó otra velocidad que se ajustaba más a la demanda de su cuerpo. Se olvidó de todo. Necesitaba experimentar una vez más esa sensación que llegaba de la nada, ascendía y descendía dejando su cuerpo relajado. El placer fue cobrando la dimensión que necesitaba su cuerpo. Separó más sus piernas para permitir a los dedos golosos jactarse de su raja esponjosa y húmeda. Avanzó lo necesario hasta obtener placer.

Se olvidó que no estaba sola en casa a pesar de ser el lugar en donde tantas veces se daba placer. En sus ojos cerrados se percibió una sombra… abrió los ojos y pudo ver a su hermano seguir con atención los movimientos de su mano bajo las bragas. Los volvió a cerrar cual si hubiera visto un endoplasma, pues sentía que llegaba el orgasmo, y no la importaba que su hermano presenciara aquello. Ella ya lo había visto a él correrse en más de una ocasión, siendo justa permitió que se regocijara en un gozo que en ese momento solo percibía ella. No era el momento de detenerse, no podía parar, no debía cortar el regocijo del placer por el mero hecho que su Toni la viera recrearse en su auto complacencia.

Encogiendo las piernas, doblándolas por las rodillas, se aplicó lo justo para que el placer la hiciera morderse el labio inferior, y compusiera un gesto de dolor placentero, arrugando su rostro. De paso, pensó, no estaría tan expuesta a la mirada de su hermano. Se mantuvo un rato así. Con los ojos cerrados interiorizando el subidón de adrenalina, hasta evacuar de su cuerpo todo vestigio de placer con el morbo añadido de estar expuesta a el escrutinio de un hombre. Luego sacó su mano impregnada de jugos. Abrió los ojos, él ya no estaba. Los volvió a cerrar y aspiró una vez más el olor de aquella habitación de años atrás, cuando aún no sabía que era el sexo, ser follada por un hombre o el regodeo que todo aquello suministraba a quien lo recibía. Tomó la decisión de hablar con su hermano, pero eso sería más tarde.

Ahora sólo quería estar relajada recibiendo las mieles del orgasmo. Quería apartar de su mente aquel cipote que pertenecía a su padre y que tanto la excitaba, a modo de inspiración en cada paja. Transcurridos unos veinte minutos, su organismo cobró la normalidad, entró en la casa sin vacilar. Ascendió las escaleras que daban acceso a las habitaciones de invitados y de su hermano, así como a la suya propia, dejando a un lado la de sus padres en la planta baja en la que seguían durmiendo pasados los años. Abrió la puerta de la habitación de Toni.

Él se encontraba tirado en la cama leyendo… “Cien años de soledad”. Toni tenía dos años menos que ella. Él bajó el libro y se encaró con ella por no avisar de su entrada en la intimidad de su cuarto.

Toni jamás entraba así en la habitación de su hermana, le respetaba su espacio, por lo que jamás entraba sin su permiso previo. Habían pasado cerca de media hora desde que la sorprendiera masturbándose en el rincón del jardín.

¡Ah, estas aquí! Te buscaba. Tengo que decirte algo importante. Dijo ella tomando aliento.

Toni la miró sin prestarla demasiada atención. El nunca entendió a su hermana. Suponía que ahora le contaría algo que quería que él hiciera por ella. O le pediría dinero una vez más. Dinero del que siempre andaba escasa por lo derrochadora que era.

¿Qué te pasa ahora? Preguntó con desgana.

Esta noche se van papa y mamá con sus amigos. Y he pensado que como no vas a salir, me gustaría que me dedicaras un poco de tu tiempo.

– ¿Mi tiempo?

– Si. Necesito contarte algo. Quiero saber tu opinión. Es muy importante para mí

– ¿Y no me lo puedes decir ahora?

– No. Es largo de explicar.

– ¿Te ocurre algo?

– No. Pero tenemos que hablar. Es una cosa que no he contado jamás a nadie. Y te la voy a contar a ti.

– Me intrigas. ¿Estás segura que no te ocurre nada?

– Cuando se marchen papá y mama, te lo contaré. No me gustaría que nos sorprendieran hablando de lo que te tengo que decir.

Toni la miró de soslayo mientras ella salía de la habitación. Compuso un gesto con su cara  torciendo su boca y la cubrió enteramente con el libro. Retomó la lectura, pero no se concentraba.

Le vino la imagen de su hermana masturbándose sobre la hierba media hora antes…, un tanto cortado, no le había dicho nada, sabiendo que sus miradas se cruzaron durante unos instantes, prosiguiendo sin darle importancia a su presencia. No era la primera vez que observaba a su hermana masturbarse. Siempre se las había ingeniado para entrar en el baño cuando ella se duchaba, y a través de la mampara la descubría con la mano agitándose en su chocho en clara indicación de su onanismo, aunque como en la ocasión del jardín, tampoco veía con nitidez los dedos sobre el coño, frotando sutilmente el clítoris enardecido. Solo intuía y en verdad se conformaba con oír el chorro de agua que imaginaba cayendo en su cuerpo, y verla silueta desnuda de ella a través del cristal distorsionado. Aunque todo hay que decirlo, el cuerpo de Mónica no era un secreto para Toni, a excepción de su vagina.

La noche llegó con la huida de sus padres. Toni estaba apático e intrigado en su fuero interno. Tumbado en el sofá de casa, miraba la televisión sin hacer el menor caso al programa que estaba viendo. Al oír un ruido giró su cabeza y descubrió a su hermana. Se acercaba descalza vestida con una camisa larga de baloncesto de tela tan fina que parecía transparente…, bajaba las escaleras. Sus pechos eran perfectamente visibles al trasluz, así como su pubis ligeramente oscurecido por el vello fino liberado de sus bragas.

¿Te vas a acostar?

No. Aún no. Contestó ella

¿Por qué vas con esa camisa del real Madrid de baloncesto?

– Estoy más cómoda y me gustan los chicos grandes ¿Qué ves? Dijo mirando el televisor.

Nada. No veo nada. Sólo miro. ¿De qué me tenías que hablar?

– Sí. Eso es. A eso vengo. A hablarte del algo. Dijo ella sentándose frente a él.

Me tienes muy intrigado, ¿Es tan importante? ¡¿No estarás preñada…?!

– No tonto, no se trata de eso. Es sobre una cosa que me ocurre y es por culpa de papá y mamá.

– ¡Ah ya, no te dejan ir de camping! ¿Es eso no? tus amiguitas son un poco casquivanas…

– No. ¡Y si me dejan! Hizo una pausa. – Toni tengo 16 años, soy dos años mayor que tú. No tengo novio, ni tengo a la vista a ningún chico que me interese. Como estoy estupenda, sé que cuando lo quiera, no me faltarán. Pero hay una cosa de la que te quería hablar. Hace unos ocho años, nuestros padres nos mandaron a dormir la siesta. Tú te quedaste dormido, pero yo no podía dormir. Tenía una sensación rara. Lo cierto es que me levanté de la cama y salí de la habitación a pedir permiso a mamá para que me dejara quedarme aquí, en el salón. Le iba a decir que no tenía ganas de dormir y que me permitiera quedarme jugando o viendo la tele. Me dolía la tripa. Ellos también se habían ido a echarse la siesta. Lo de siempre. ¡Dichosas costumbres! Me acerqué hasta la habitación de mamá y la puerta estaba entreabierta. No entré, solo empujé un poco, lo suficiente para oír unos ruidos. Papá la llamaba puta a mamá…

– ¡Eso es imposible! Papa no haría una cosa así siempre la ha respetado en todo….Dijo Toni enfadado.

No, no es eso. Escúchame. Me asomé por la puerta metiendo un poco la cabeza y lo que vi era nuevo para mí... ¡Recuerda que solo tenía ocho añitos!

– ¿Qué viste? ¿Qué le pegaba acaso?

– No. Aunque en un principio eso pensé. Pero no, los vi follando. Aunque en ese momento no tenía mucha idea.

– ¡¿Follando?!

– Sí. Papá estaba tumbado encima de mamá, después se puso detrás de ella y finalmente mamá cabalgó a papá hasta que se corrió dentro de ella…follaban a pelo. Ellos estaban desnudos naturalmente. Papá dejado llevar por la pasión la llamaba puta y ella le contestaba “Oh sí, sí soy tu puta, tu zorrita puta….fóllame cabrón”, dijo rememorando con una voz cursi.

No me lo creo. Además ¿Cómo te puedes acordar de algo que sucedió tanto?

– Pues debes creerme. Yo nunca te miento. Y me acuerdo perfectamente. Lo tengo grabado aquí, dijo señalando con su dedo índice su cabeza. – Luego papá se separó de mamá y se dejó caer en la cama boca arriba. Le vi la polla ¡Joder Toni, la tenía dura y así de larga…! Indicó con ambas palmas de las manos la dimensión que recordaba.

– ¡Cállate ya y no me cuentes esas cosas! No son de nuestra incumbencia. Deberías haberte quedado en tu habitación durmiendo ¡Qué manía con espiar a la gente! ¡Yo no voy por ahí espiando a nadie!

– Lo que trato de decirte es que yo nunca había visto semejante escena. Y desde entonces, me atormenta en la mente. Es como si tuviera un complejo. Un miedo al sexo. No sé.

– Si no te hubieras levantado, no hubieras visto nada y no te atormentaría esa imagen.

– ¡Cómo lo iba a saber! Además no es la escena sino la polla de papá lo que me atormenta Toni. Verle en la cama tumbado, con su miembro en alto, duro, hinchado…. a partir de ese día no pude ver a papá de la misma manera.

– ¡No me lo cuentes! Debo hacerlo. Necesito tu ayuda.

– ¿Mi ayuda? ¿Para qué?

– Escúchame. Eso no fue todo. Luego mamá se incorporó y tomó esa majestuosa verga en la mano y se la metió dentro de su coño sin el menor recato ¡¿Se la caló entera?! Como un cuchillo en la mantequilla…ahora sé lo que hacían… Follaban, normal. Pero en ese instante yo no lo sabía. Aunque lo supuse después, jamás pensaba que el sexo era algo tan brusco e hiriente para la mujer.

Toni estaba de los nervios. No le gustaba que su hermana hablara así de sus padres. Pese a sus 14 años, Toni ya había estado con algunas niñas del instituto. Había tonteado con ellas, nada serio, tocarle las tetas, el coño sobre las bragas y besos, algunos con lengua. No había pasado de de esos forcejeos típicos de quien quiere más sin conseguirlo. Sin embargo había descubierto a su hermana en el baño compartido muchas veces. Esa puerta siempre estaba abierta y ella no era muy cuidadosa con su intimidad. El entraba en el aseo y sorprendía a su hermana sentada en la taza echando una meada…él tampoco se corta y se desahogaba en presencia de ella. No veía nada anormal dentro de la familia, eran hermanos y hasta hace poco se duchaban juntos, tal vez por eso a ella no le molestaba que él la descubriera aliviando sus necesidades…a veces se miraban a los ojos mientras se secaba la vulva con un trozo de papel higiénico mientras le sonreía cándidamente.

En multitud de ocasiones había entrado en la habitación de su hermana estando en bragas, incluso en tanga. Aunque últimamente verla en bragas y con las tetas descubiertas comenzaba a ser muy cotidiano, demasiado habitual, aunque siempre en la intimidad de la habitación de ella.

Toni sabía que su hermana no era cuidadosa con su desnudez, pues cada vez se exhibía con menos pudor, frente al recato de él. Estuvo tentado de decírselo en alguna ocasión, pero conociendo el carácter de ella, se abstuvo de comentar nada. Por otra parte, siempre era agradable verla casi desnuda, con sus tetas de pezones puntiagudos de aureola rosita y su culo  redondito descubierto por completo arropado por un hilo incrustado entre sus nalgas. Todo ello le inspiraba, pues esas imágenes eran reales, no como las de las películas porno de internet que veía a solas mientras se pajeaba. De ahí que comprendía a su hermana cuando se masturbaba.

 Por eso nunca la dijo nada. Sólo quería que ella hubiera sido más cuidadosa, más reservada para sus intimidades, en contradicción a sus deseos de ser él quien acariciara su terso cuerpo. La consideraba la chica más bonita y atractiva de todas a las que conocía…, con diferencia.

Aquella tarde en el jardín, Toni sabía lo que estaría haciendo Mónica, por eso se acercó a mirar. Ella le miró diciéndole que era un regalo para sus ojos, asegurando que el show era completo para él. Había abierto los ojos y le había sorprendido mirándola. Luego los cerró. A ella ya no le importaba exhibirse con un claro su desparpajo impúdico ante su hermano. Toni respetó aquello y no comentó nada dándose media vuelta…no pudo evitar tan pronto entró en casa, subir a su habitación y masturbarse encima de la cama recordando a su hermana abierta de piernas frotándose el coño divino que imaginaba tener. En más de una ocasión había pensado cómo sería comparándolo con las chicas de las fotos porno que coleccionaba, tenía cinco candidatas.

¿Y qué pasa por que follaran? Son esposos, se quieren y desean tener hijos. Es lo más natural del mundo.

Lo sé Toni. Pero es que esa imagen a mí se me ha quedado grabada. Aquello que presencié despertó en mí algo que no sé cómo explicar.

– Vamos, vamos, tú estás de vuelta de esas cosas... Te he visto.

– ¿Me has visto? Sí ¿Qué me has visto hacer realmente…?

– Hacer tus cosas. Ya sabes.

  No te entiendo Toni.

– Eso. No me hagas que te lo explique.

– ¡¡Dímelo!!

– Masturbarte, ya sabes que te he visto.

– ¡Ah, es eso! ¿Y qué pasa? ¿Acaso tú no lo haces hermanito? Una cosa no tiene nada que ver con la otra…

– No, no me digas bobadas.

– Tú te harás todas las pajas que quieras. En el baño, en tu habitación….y donde pinte. Además ¿Por qué coño me has espiado? haciéndose la víctima indignada

Yo no te he espiado. Tú has dejado que yo te viera, que es distinto. Eres muy despreocupada e impúdica en casa… vas todo el día enseñando el culo y las tetas.

– ¿No se lo habrás dicho a nadie?

– No. Descuida. No soy un puto chivato. Además, ¡a mí no que me importa lo que hagas!

– Debería importarte. Yo soy tu hermana, tu única hermana y me preocupo por ti.

– Yo también me preocupo por todos. Por ti, por papa, y por mama, pero no voy espiando a nadie.

– ¡No me digas tonterías Toni! ¿Te crees que no te he visto espiarme? ¿Crees acaso que no me he dado cuenta que me miras cuando estoy en el baño? Te quedas observando cómo me toco.

– No te espío. Pero no me puedo tapar los ojos. Si entró en el baño y estas duchándote, se que estás duchándote. No te veo nada. Pero si entro en tu habitación, siempre llamo, y si me recibes en bragas y con las tetas al aire, no es mi problema. Y como ya habrás observado, enseguida me voy de ella. No quiero herir tu sensibilidad. Pero no deberías recibirme así. Un día entrará papá y te verá.

– El siempre llama. Las pocas veces que sube, y espera a que le dé permiso

– Pero algún día te puede ver así.

– ¡Oye Toni, yo no estoy desnuda siempre!

– Me imagino. Pero casi siempre que subo a tu habitación, estas igual.

– ¿Y no te gusta lo que ves?

– No me fijo demasiado.

– Sé que miras y te recreas en mi cuerpo. Dime ¿No te gusta lo que ves? ¿Estoy buena verdad?

– Buffff…¿Eso es un desprecio a la belleza de tu hermana?

– No. Pero no te veo como…..te veo como lo que eres, mi hermana mayor. Y la única que tienes.

 Se ve que nuestros padres aquel día no fueron fértiles. La leche de papá no cuajó en el útero de su entregada esposa.

– Tal vez no quisieran más hijos.

– Tal vez, ¿Se lo has preguntado?

No. Ni lo haré. No es de mi incumbencia.

– Dime Toni ¿Eres virgen aún?

– ¡Y a ti que te importa!

– Ya lo has probado verdad.

– No es de tu incumbencia. Protestó Toni con un gesto claro de contrariedad que evidenció su virtud.

No, cierto, pero me hacía ilusión saberlo. Como siempre te veo con chicas…

– No voy a estar con chicos. ¡Me gustan las tías sabes!

– Y a mí los tíos.

– Pues no te veo nunca con ninguno.

– Ni me verás. Soy más sutil y más cuidadosa que tú

– ¿Te has acostado con alguno ya?

– No sé si puedo tener tanta confianza contigo…

– No te preocupes, ya me has contestado.

– Yo no te he dicho nada Toni.

– Eso es lo que tú crees, la respuesta queda medianamente clara…

– ¿Y qué si fuera cierto?

– Nada, no es de mi incumbencia, allá tú. Pero quiero que sepas que sí puedes tener confianza en mí ¡¿No te das cuenta que te he visto masturbarte varias veces y he podido hacerte alguna foto, no he dicho nada a nadie y no tengo dichas fotos?! Tengo esa exclusiva, pero ante todo soy tu familia.

– Claro somos familia, por eso te diré que yo también te he visto a ti ¿A mí…? eh…. ¿cuándo…? ¡Cómo que me has…!

– Chisssss…..te he visto. Y yo no he dicho nada tampoco. Ni siquiera a ti. Te he observado más de una vez frente a la pantalla viendo porno con la polla en la mano y cómo la movías arriba y abajo. No hay que ser muy avispado para deducir que te estabas haciendo una buena paja. Además eres tan astroso que dejas salpicaduras por toda la mesa y el suelo.

– ¡Vaya, ahora me espías!

– No Toni. A veces dejas la puerta entreabierta y paso o voy a tu habitación a decirte algo. No recuerdo qué, te veo eso es todo. La verdad, es que he estado tentada de interrumpirte, pero siempre decidí no cortarte y así evitar ponerte en una situación…. ¿difícil?

– ¡Vaya, te lo agradezco, que buena hermana eres coño! No será que te pone verme machacándomela.

– No te enfades, somos jóvenes y ambos hacemos lo que podemos. Te diré una cosa, pero me tienes que prometer que no saldrá de aquí.

– Si no te fías de mí, no me lo cuentes.

– Si me fío tonto. Yo ya lo he hecho. Dos veces. ¿Con quién? No los conoces. La primera vez fue en la Nochevieja del año pasado….en casa de Miriam. Ella invitó a unos primos y aunque casi todos nos conocíamos, yo estuve casi toda la noche bailando con un primo suyo. Al final nos liamos la manta a la cabeza. El llevaba preservativos. Era mayor que yo, tenía 18 años, pero fue una mierda. No saqué nada de aquello, excepto que me salió sangre al romperme el Himen ¡Solo me desvirgó! Y no duró ni cinco minutos.

– Él si lo paso bien.

– Supongo. Se corrió dentro. La segunda vez que lo hice fue…

– No me cuentes nada. No quiero saberlo. Dime que es lo que te atormenta y dejemos esta conversación.

La segunda vez fue con el chico aquel que nos traía los quesos y los huevos ¿Le recuerdas?

– Sí. ¿Alberto?

– Ese. Un día estaba sola en casa y le vi llegar con los quesos. Pasó los quesos a la cocina y coqueteé con él un rato. Lo demás fue sencillo. Me tenía que desquitar del primer polvo mal echado. ¡¿Me comprendes, verdad?!

– ¿En la cocina?

– No tontainas. Quedé con él una tarde para ir al cine. Él encantado. Después del cine, me llevó en su coche a un lugar apartado y no pasó nada. Pero los dos sabíamos que si quedábamos otro día, pasaría. Y al siguiente día de quedar pasó. En el coche. Luego al poco, dejó de trabajar de repartidor de quesos y no le volví a ver.

– Muy bien. Así que ya has estado con dos tíos y con ninguno has llegado a estar más de una vez.

– ¿Eres virgen?

– ¿Y qué que lo sea? ¿Por qué insistes en ello?

– Pues porque no me puedo creer que no hayas follado a ninguna chica con tantas con las que vas, me preocupo por ti.

– No. Y no me pasa nada. Las muy estrechas no pasan del magreo…

– Sólo te matas a pajas pensando en ellas… o acaso en mí.

– Es asunto mío lo que haga con mi polla y en quien piense cuando me pajeo.

– Ya lo creo que sí. Pero dime, no has follado por miedo o…

– ¡Pues no me las he follado porque no he follado con ellas! ¡Y ya está!

– ¿No te atreves a pedírselo directamente?, porque sé que te gusta el sexo. Te la meneas a diario varias veces…y eso es mucho.

– Tú que sabes las veces que me la casco. Me gustan las tías, si no a santo de qué iba a ir con ellas…..sólo que no me atrevo por miedo a que me rechacen y quedar como un imbécil.

– ¿Y lo has hablado con ellas? Quiero decir que si has llegado al momento en que se da el paso definitivo…

– Sí. Pero no me aventuro a ir al grano, suelo dar un rodeo y...

– ¿Y ellas que dicen? Nada. ¡¡Les debo gustar demasiado para que se enfaden conmigo!! Dijo con retintín irónico.

– Sí. Guapo si eres. Nada más que tienes que verme mí. Somos guapos los dos. Pero sólo tienes que llevar algún preservativo contigo y ya está, alguna caerá…hay que esperar el momento oportuno o tirar a todo lo que se mueva.

– No es tan sencillo. Me da reparo ir a las claras. Nunca he estado con nadie en esa situación. En verdad si llega el momento no sé como tengo que hacerlo.

– No me digas eso. Te he visto viendo pelis porno. Es igual…Eso no se enseña, se hace.

– Ya lo sé.

– Pues querido hermanito, debes hacerlo. Es maravilloso el gozo que se siente en todo el cuerpo.

– ¡Mira quien fue a hablar la que lo ha hecho una vez!

– Dos. Bueno sí una. La primera no cuenta, apenas me enteré y dolió.

– Peor para ti.

– No estés enfado conmigo Toni. Yo no tengo la culpa de que seas un poco cortado.

– Ni te la estoy echando. Pero dime qué es eso que te tiene tan jodida en tu cabeza ¿Haber visto a papá y mamá en la cama follando?

– No. Yo era pequeña entones. Ahora lo comprendo todo. Pero me queda algo que no sé…

– Ve a un psicólogo.

– No creo que sea para tanto. Es la imagen del FALO de papá lo que me tiene así, no se me va de la cabeza esa polla tan grande, tan enorme atravesando a mamá… ¡Me dejó impresionada! Y de qué decir de sus cojones majestuosos colgando en su largo escroto como dos grandes pelotas de tenis, bueno de golf tal vez. Aquello rompió mi idea idílica de padre cariñoso y asexuado ¡¿Comprendes?!

– ¿Estás traumatizada por ver la polla de tu padre, follando? Yo no puede hacer mucho por ello.

– Tal vez sí, aunque no creo estar traumatizada, solo intrigada... Pero es que papá la tiene muy grande Toni ¡¡Así por lo menos!! Hizo el gesto del tamaño con ambas manos enfrentadas.

Mejor para él ¿Y tú qué sabes como la tiene si eras una niña de ocho años? Para ti en ese momento todo sería excesivamente grande.

– Tendrás razón, no lo dudo. Pero me impactó aquello.

– Voy a preparar un pizza ¿quieres?, dijo Toni a la vez que se incorporaba.

Está bien. Comeré un par de porciones.

Toni se levantó y se dirigió a la cocina a calentar la pizza. Diez minutos eternos bastaron para que al fin, volviera con ella al salón y trocearla en porciones, tomó una y se la ofreció a su hermana. Abrió dos botes de refresco de cola y comieron sin decir nada. Abstraídos. Sin abrir la boca más que para engullir las tres porciones de él y ella dos. Terminaron de saciar su apetito y se dejaron caer en los sillones. Miraban la tele sin decir nada. Toni miró el reloj.

Son las 12 de la noche. ¿A qué hora volverán?

Supongo que de madrugada. Como siempre. Ya sabes lo que pasa cuando se lían, las copas…cuando se juntas no tienen hora de llegada. Les darán las cinco de la mañana por ahí. Siempre llegan a partir de las seis. Les oigo llegar, hablan muy fuerte. Dijo ella.

Me voy a ir a mi habitación. No hay nada en la tele que valga la pena... es un rollo ¿Tienes algo más que contarme?

No. Que no le digas a nadie, ni siquiera a tus amigos ni a tus amiguitas lo que te he contado.

– No lo haré, los trapos sucios se lavan en casa, nos debemos proteger como buenos hermanos, la familia es lo primero. Dijo Toni con sonrisa cómplice.

No lo dudes Toni, lo nuestro es hasta la muerte y más allá, las relaciones con otra gente van y vienen.

– Bueno, pues te voy a dejar solita. Me subo a la cama.

– Toni.

– Dime, dijo girándose hacia ella.

¿Me la enseñas?

– Enseñarte qué…

Tu polla.

– ¡Estás loca! A estas horas. Tengo sueño… me voy a la cama.

– Solo quiero saber si se parece a la de papá. Eres su hijo, la única referencia fiable.

– ¡Vete a la mierda! Me voy. Dijo echando a andar visiblemente molesto.

Tú me has visto las tetas y coño... ¡¿No puedo ver tu polla?! Somos hermanos, no hay nada malo en ello. Venga hace mucho tiempo que no te veo desnudo y seguro que has crecido mucho…

– No. Y yo no te he pedido que me las enseñaras. Eres tú que siempre andas medio desnuda por la casa. Como ahora, que vas enseñando todo.

– Pero te gusta vérmelas ¿no? Son muy apetecibles, lo sé porque más de uno me lo ha confesado.

– Me voy. Hasta mañana.

– Sé que te gustan, sé que te gusta mirármelas ¿Las quieres ver ahora? Están más crecidas de cuando nos bañábamos desnudos de niños…

– Ya te las veo a través de tu camiseta. Y se te ve algo más.

– Enséñame tu polla y yo te enseño mi chocho, que sé que no me lo has visto bien.

Estás mal de la cabeza Mónica. Eres una salida.

Sí, estoy salida, tanto como lo estás tú. Ambos somos grandes auto masturbadores… Yo gracias a papá, y tú seguro que a mí. Porque en mamá no te atreves a pensar cuando te haces tus pajas ¡¿Verdad nene?! O sí.

– Hasta mañana.

– Adiós niñato. Es una lástima porque tú y yo podríamos llevarnos mejor…

Ella se quedó mirando la tele sin ver que imágenes ponían en el canal. Toni subió a su habitación malhumorado. Se tumbó en la cama boca arriba y dejó la luz encendida. Cerró los ojos y trató de imaginarse a sus padres haciendo el amor. No lo conseguía, era algo que no podía imaginar, aunque daba por sentado que ellos dos aún lo hacían siendo mayores… él tenía 43 años, 45 su madre. Su padre era más joven que su padre. Pero eran mayores. El sabía que otras parejas lo hacían, pero no conseguía imaginarse a sus padres, y mucho menos a su madre siendo penetrada por ese GRAN FALO que su hermana le describía, hinchado y bien marcado de venas bombeando sangre al gordo capullo por donde un día salió el esperma que lo engendró.

Decidió pensar en Mónica. A ella si se la podía imaginar follando con el quesero y con el primo de Miriam, pero sobre todo con él mismo. Su hermana estaba buena, muy buena. Tenía buen tipo y era muy, muy guapa. No había duda. Se quedaba con la imagen de su hermana en el jardín bajándose los pantaloncitos ofreciéndose ser follada por su hermanito. Aquel coño rasurado con la maquinilla vista en tantas ocasiones en el aseo común de casa… en más de una ocasión le olió las bragas usadas para poder saborear el coñito de su atractiva hermana de manera indirecta.

 Notó como se empalmaba cogiendo volumen y dureza. Se incorporó de la cama y apagó la luz. Encendió la de la mesilla y se tumbó de nuevo. Cerró los ojos otra vez y retomó las imágenes de su hermana en la ducha, en bragas moviéndose por casa…. Según lo que él imaginaba que podría haber ocurrido si ambos se hubieran atrevido a concluir el encuentro. El botón de su pantalón no fue obstáculo. El ruido que emitió la cremallera al tirar de cursor, le violentó y le excitó más aún. Era un pajero compulsivo con dos y tres maniobras al día. No tardó en tener entre su mano aquel mástil duro.

Mónica se había quedado en el sillón, con una pierna cruzada sobre la otra y un calentón de tres al cuarto. Ella también fue tímida frente a su hermano… Se había resignado a estar sola. Se fumó un cigarro…fumaba a escondidas de sus padres. No había problemas, sus padres no lo iban a notar. Ellos sabían que ella fumaba, pero aún no lo hacía abiertamente en casa, es más estaba prohibido en el interior. Terminó el cigarro. Apagó la tele y se encaminó escaleras arriba hacia su dormitorio. Pensaba que Toni no le había aportado nada en su actual estado de ánimo excepto aumentarle el calenturón. Sólo se habían hecho unas confesiones importantes ¡Era virgen!, confirmando sus sospechas. Pero ella no dijo toda la verdad sobre su virgo. El primo de Miriam fue un desastre, pero no la desfloró. El secreto es cosa de tres. La mancha de tomate se notaba y en el vestidor se cambió por un vestido corto, dejando a lavar la camiseta.

Ascendía lentamente los peldaños de la escalera. Iba descalza. Al llegar al rellano giró por el pasillo, pero se detuvo al ver la luz que emergía por debajo de la puerta de la habitación de Toni. Se acercó a ella, la abrió cuidadosamente, y volvió a mirar como ocho años antes lo había hecho en la habitación de sus padres. Pero ahora ella comprendía todos los pormenores del sexo, y no era una niña que fingía dolor de estómago para no dormir la siesta. No se sorprendió en exceso al ver a Toni desnudo en la cama con los ojos cerrados. Tal vez lo esperaba.

Asía con su mano derecha su nada despreciable verga…subía y bajaba el prepucio lentamente a la vez que componía un gesto de gozo en su rostro. Se quedó inmóvil. Observó a su hermano condescendiente. Toni masajeaba los huevos a la vez que manipulaba su excelso rabo. De vez en cuando acariciaba sus testículos con más fruición, unas pelotas acordes a los 18 cm de polla.

– ¡¡Qué lástima de verga que no haya descargado todavía su leche dentro de ninguna niña!!Peor para ellas se dijo a sí misma henchida.

No alcanzaba a ver todo el tamaño de su virilidad, pero lo suponía grande por la extrapolación del meneo. Probablemente como el de su padre, ya se sabe que de tal palo tal astilla. Instintivamente bajó su mano y la introdujo dentro de su vestidito estampado corto…

Se comenzó a tocar el conejito de pelo corto, aun no se lo  había rasurado ni le hacía falta, ya que tenía una vulva diáfana de vello púbico. Sintió su mano ascender por sus muslos hasta dar con su labios apretados llegando al botón un tanto endurecido, la hizo suspirar. Acarició el clítoris y notó la humedad del deseo de inmediato. La hubiera gustado acariciar sus pezones, pero la prenda que llevaba encima era demasiado larga para tal cosa, lo hizo sobre la tela. Turbada por lo que estaba viendo, perdió los nervios y se dejó llevar por un impulso lujurioso, la sinrazón de satisfacer el cuerpo sin pensar en las consecuencias.

Empujo la puerta de la habitación de su hermano y entró en ella sin avisar. Toni abrió los ojos sobresaltado… 
¿Qué…que…que haces aquí? Dijo tratando de cubrirse torpemente con el edredón.

Sigue, sigue, no te cortes.

– ¿Qué haces en mi habitación Mónica? ¡Es mi habitación!

– Tranquilo Toni. No pasa nada. Dijo sentándose en un borde de la cama.

– ¡Sal de aquí de inmediato! Dijo más violento aún.

¿Te estabas haciendo una paja, No?

– ¡Sal de aquí Mónica, por favor!

– No me importa lo que estás haciendo. Subía a mi habitación y he visto luz en la tuya.

– Eso no significa que tengas que entrar sin llamar. ¡Joder qué manía tienes!

– Tienes razón. Pero lo que he visto me ha dejado, como diría… encandilada. Por eso he entrado.

– ¿Por qué te llama tanto la atención verme haciéndomela, si dices que me has visto muchas veces…? Sabes tengo derecho a mi intimidad, en mi habitación. Trataba de taparse, cosa que consiguió al fin.

– Perdona Toni. No quería increparte. Dijo subiéndose la camiseta hasta el final de los muslos y cruzando una pierna por detrás de la otra hasta que sus pantorrillas se fundieron en una sola.

No debes entrar en mi habitación. Yo no voy a la tuya. Y si entro, llamo antes, y cuando me das permiso… paso. Ella no escuchaba a su hermano, tenía un objetivo y como si fuera un soldado cumpliría con su cometido hasta el final.

– Estás muy excitado, ¡¿no es eso?! ¿Pensabas en mí?

– ¡Déjame en paz Mónica!

– Por eso te hacías una paja. Te ha excitado lo que hemos hablado ¿Verdad?

– ¡Que me dejes en paz!

– Comprendo. Dijo ella bajando la vista. – Eres virgen aún, ese es el problema.

– ¡Eso no tiene nada que ver!

– Imagino que no o tal vez sí.

– Tú no eres virgen y también lo haces.

Es verdad. Pero deberías haber cerrado la puerta si no querías que te sorprendiera alguien.

– ¡Creí haberlo hecho! seguro que la has abierto tú sin darme cuenta.

– Te equivocas, no lo hiciste hermanito. Y te he visto.

– Muy bien. Ya sabes lo que estaba haciendo. Ahora te rogaría que te fueras y me dejaras en paz.

– ¿Quieres que te ayude con eso?

– ¿Qué me ayudes con…..que me ayudes a….que dices Mónica?

– Quieres que te ayude a terminar lo que estabas haciendo, se me da bien hacer pajas.

– Ehhh…. ¡Estás loca!

– ¿Por qué?

– Déjame en paz Mónica, por favor.

– Puedo hacerlo mejor incluso que tú, todos quedan satisfechos con mis manos ¡Te gustará más!

– ¡No me lo puedo creer!

– Ven., déjame tonto… no te imaginas cuantos tíos pagarían por que le hiciese una paja. Dijo ella tratando de descubrir el cipote de su hermano.

Déjalo ya Mónica. Me estas poniendo nervioso. Vete a tu cuarto y duérmete ¡Déjame!

Exclamó mientras retiraba el edredón que cubría el rabo que hacía de mástil de aquella tienda de campaña. Él cerró los ojos y ante la vista de ella apareció el soldado, aún duro, clamando entrar en batalla con la mano que mece la cuna, la mano que mece al mundo…la de la mujer, pese a no  producirse frente a su contrincante natural, era más que excitante, clamando saciar su sed ante la interrupción que minutos antes había tenido.



¡Vaya Toni que agradable sorpresa! La tienes bien grande. Te debe medir al menos 20 centímetros…

El muchacho se volvió a tapar su hercúleo cetro y, abrió los ojos otra vez.

¡Ya está! Ya me la has visto. Y solo me mide 18 para tu información. Ahora ya te puedes ir.

– Bueno nene no está nada mal para un chico de 17 años, cuando la media es de 15 cm en España. Dijo el algo menos ofuscado.

– Vale, te dejo que acabes con lo que has empezado ¿no?

– Tal vez.

– Muy bien. Me iré pero antes te dejaré algo para que te inspires.

Se subía el vestido estampado, y ahora sí dejaba ver por entero la zona tersa de astracán cubierta por un tanga, ante la atenta mirada de su hermano, luego giró sobre si misma mostrándole también sus nalgas prietas y sus piernas perfectamente moldeadas. Dejó caer la tela y salió de la habitación de Toni cerrando la puerta tras de sí. El quedó mudo. La estupefacción se adueño de su mente por unos instantes. Cuando se hubo asegurado que su hermana había salido definitivamente, retiró el edredón de su cuerpo y observó su miembro algo menos duro ya. Se sentó en la cama y paseó la vista por la pequeña habitación. Observó una fotografía de su hermana que yacía encima del sifonier. Cerró los ojos nuevamente y se dejó caer sobre la cama.

Ahora su pensamiento estaba dedicado en exclusiva a esa imagen que le había proporcionado Mónica. Su sexo de labios apretados con una raja pronunciada que invitaba a la locura, todo ello adornado de fino vello púbico. Instintivamente comenzó a masajear su badajo de nuevo. ¿E Mónica que haría? ¿Se estaría masturbando como le había dicho? ¿Qué era lo que había insinuado de ayudarle a terminar? ¿Qué quería decir su hermana con eso? ¿Tal vez ella quería sexo con él? Eso era imposible, aunque su hermana era muy lanzada. No, eso jamás pasaría entre ellos. Se castigó mentalmente al pensar siquiera en ello ¿Pero cómo podría ayudarle su hermana a terminar? ¿A qué se refería? Dejó momentáneamente de hacerse preguntas y retomó nuevamente la imagen del coño y el culo de Mónica recién visionados.

Él si se la imaginaba Follándola por todos los lados. Metiéndose por atrás, o por delante mirándola a los ojos. Notó el hormigueo otra vez, sobre su cipote. Llevó su mano hasta él y comenzó a menearlo entrando y saliendo del coñito de Mónica. La dureza hizo su presencia de inmediato. Estaba excitado. Tendría que verter su lefa una vez más en solitario, siempre sólo. Retomó la imagen excitable de su hermana antes de abandonar la habitación. Vio como subía su vestido y le dejaba ver su sexo perfecto. Eso le alborotó. Ella le había dicho que la tenía grande. Eso le había gustado, pues venía de una experta que ya había visto unas cuantas y se había empotrado al menos dos que hubiera confesado… El primo de Miriam y el quesero. A punto de caramelo, se dijo para sí. Tengo que lanzarme y follar con la primera que se le pusiera a tiro, el NO ya lo tengo y la vergüenza para los corruptos.

Como dijo esta tarde su hermana “¡Alguna caerá…! Tal vez Julia, tal vez Mamen, tal vez Yolanda. Daba igual. Una de ellas sería, fea o guapa, gorda o flaca, un coño es un coño y punto”. Ninguna es fea por donde mea.

Estaba seguro que a ellas no las importaría. Era él quien fallaba. El que se quedaba cortado un paso antes de cruzar la línea. Se puso en pie de un salto. Tomó sus pantalones y se los metió por los pies. Abotonó el botón de la cintura y subió la cremallera del vaquero, y sin fijar el cinturón… descalzo, salió de su habitación. Llamó con los nudillos a la puerta cerrada de la habitación de Mónica a la vez que emitía su nombre con cierto nerviosismo.

Mónica ¿duermes?

– No.

– ¿Puedo pasar?

– Entra. Le contestó.

¿Qué quieres? Pregunto ella fingiendo una tranquilidad que no existía.

¿Qué haces así? Preguntó Toni al descubrirla completamente desnuda tirada encima de la cama.

Ya sabes lo que hago. ¿Para qué has venido?

– ¿Te estás masturbando? Preguntó el aún más acobardado.

Sí.

– ¿No te vas a tapar? Ante la desnudez de su hermana.

No. Estoy bien así. ¿O es que te molesta mi cuerpo? Te advierto que a más de uno ya le gustaría…

– Me imagino. No me molesta. Pero….si te cubrieras un poco….

– Ya. ¿Y no te pone más verme desnuda?

– Claro. Estas muy bien. Tú ya lo sabes.

– Quieres tocarme. Toni quedó en silencio… Se puso colorado. – ¿Quieres tocarme Toni? Toni callaba. – No te pongas nervioso. No me importa que me toques. No hay nada malo en ello, lo has hecho cientos de veces sobre la ropa, solo que ahora no hay ropa…

– Somos hermanos Mónica.

– Lo sé muy bien. Por eso tenemos más confianza… ¿Quieres que te toque yo?

– No está bien Mónica.

– No te he preguntado si está bien o no. Te he preguntado si quieres que tela acaricie yo ¿O a qué has venido empalmado?

Mónica se acercó a él arrastrando su culo por encima de la cama. Sus tetas se balanceaban ante la atenta mirada de Toni. – Anda Déjame. Dijo ella a la vez que hundía sus dedos entre el ojal y el botón del pantalón vaquero de su hermano.

– ¿Qué vas a hacer? Preguntó el muchacho inquieto.

Chisssss….no digas nada….déjame…..déjame hacer.

Mónica consiguió su fin. Abrió el pantalón de Toni y bajó la cremallera de su bragueta. El miembro duro apareció ante ella.

¡Joder Toni sigues así! La tienes muy tiesa. Demasiado rato empalmada te puede dar gangrena ¡¿Lo sabías?!

Se sentó a su lado. En el borde de la cama. Su mano envolvió aquel tallo duro y caliente de su hermano. El dio un respingo hacia atrás. Ella lo asió con fuerza y determinación.

¿Qué sientes? Él no contestó. Venció su cabeza hacia atrás doblando el cuello. – Ven. Ponte en pie. Quítate los pantalones.

Mecánicamente Toni se puso en pie y ella bajó los pantalones hasta los tobillos dejando al descubierto enteramente pollón inhiesto con un ángulo de 30 grados mirando al techo y una ligera curvatura al lado izquierdo.

Saca los pies. Dijo agachada a la vez que tiraba del pantalón vaquero. – Siéntate. Ordenó.

Toni se sentó en la cama. Estaba desnudo. Como su hermana. Los dos enteramente desnudos... Ella tomo la verga otra vez y le miró a los ojos.

– ¡¡Ya verás que gusto cuando una chica te la menea!! ¿Te la meneo? Toni no dijo nada.

Pensaba en la situación que estaba viviendo como algo irreal. Su hermana, sentada a su lado en pelotas como él dispuesta a todo o a casi todo, con su verga en la mano subiendo y bajando el prepucio de su rabo. Sentía que le iba a estallar de lo dura al sentir el calor transferido de la manita de Mónica. Entonces le llegó la autentica sorpresa. Su hermana agachó su cabeza y lo metió dentro de su boca. El abrió los ojos asombrado del espectáculo. El calor de los labios de ella acariciando los bordes de su glande le dio un nuevo giro a la escena vivida. Quiso  protestar, no se atrevía. El placer era más intenso cada vez. Mónica lo sacó de la boca, miró su cara. Le vio los ojos cerrados y la cabeza vencida hacia atrás.

¿Te gusta esto Toni?

– Ehhh…

– ¿Te gusta lo que te hace tu hermanita…?

– Sí, pero no debemos… Mónica. Somos hermanos.

– ¿Y qué importancia tiene eso?

No hacemos nada malo a nadie, solo nos damos placer. Paso de esos pudores sociales que prohíben el incesto, poniéndolo como algo demoniaco ¿Acaso en el paraíso no tuvieron que follar hermanos con hermanos o padres con hijos…?

– Tal vez tengas razón, pero ahora es diferente entre hermanos no debemos Mónica.

– Déjate caer en la cama, bobo. Toni se tumbó en la cama. Mónica tomó la verga… la levantó formando con ella un triángulo entre el vientre de Toni y su mano. La introdujo nuevamente en la boca.

Ahora se aplicó más en la felación…, lamió sin vetos ni pudores, jalaba la gran polla con avidez y los testículos del macho agradecieron la lengua de ella. Sabía bien aquella verga de su hermano. Era como la de su padre o quizás un poco más pequeña quizás…, ahora lo sabía después que el majestuoso falo paterno la desvirgara aquel día de asueto y morbosidad incestuosa, y no por lo que pudiera recordar de la gran follada a su madre con ocho años. Aunque no estaba segura del todo, las medidas no eran su fuerte.

Ya me viene…..ah……Ufffffff…. ¿Qué haces? Preguntó Toni.

Me masturbo, tengo derecho a mi parte de orgasmo. Dijo ella sin rubor.

La mano izquierda de Mónica se aplicaba sobre su raja buscando bajo su capuchón el clítoris en un ir y venir lento y profundo.

¿Qué estamos haciendo Mónica? Preguntó Toni desencajado.

Nos estamos dando placer ¿No te gusta? ¿No te lo pasas bien? Anda disfruta tonto, no lo dejes pasar…

– Me gusta mucho, solo que me da un poco de pudor…

– Mira mi chocho lo mojado que está… ¿Me quieres tocar Toni? ¿Me quieres tocar tú? Necesito que me toques el coño un poco al menos…

– ¡Joder Mónica! Esto es muy fuerte.

– Ven nene no seas decoroso…, tócame tú por favor quiero que frotes el coño y me saques un buen chorro de jugo.

– Estás muy cachonda nena…y yo me voy a correr enseguida.

 No te lo puedes imaginar bien como estoy de perra…y más tocando este pedazo de pollón… y si te corres mejor, me gusta ver como sale la leche de las pollas.

Tuvo en ese momento un “deja vi”, de cuando su padre la desfloró, en esa misma postura pajeaba a su hermano, viendo en él el reflejo de su padre con la polla fuera del pantalón…. Jorge, su padre, sin saber cómo se vio seducido por su hija un verano dándole clases particulares, cabe decir que casi se sacó la carrera de navales, por eso es solo bedel de un colegio de curas y profesor de mates de su hija…. Pero esas clases fueron mucho más que simples matemáticas… eran muchas horas las que compartían codo con codo cada día. Se les fue de la mano hasta que aleccionó a Mónica en la práctica sexual… ¡¡Desvirgó a su hija y le enseñó a hacer una buena mamada...!!

El caso es que su hija necesitaba reforzar las matemáticas para superar los exámenes de septiembre. Día a día se acercaba a él de manera cada vez más coqueta… sobre todo cuando se quedaban solos, alejados de la vista de su madre y su hermano. Ella es de tez morena y muy delgadita. Sus labios son carnosos y sus ojos negros de los que matan, como su pelo negro lacio azulado que le llega a los hombros.

Hace una semana, mientras llovía una tormenta de verano muy copiosa llegó a casa, y casualmente su mujer y su hijo Toni se habían marchado al dentista… Mónica estaba sola. Ese año estudiaba en el instituto cercano a casa, mientras que el padre trabajaba en el centro religioso de enfrente, allí las alumnas van bastante recatadas en el vestir…hacía solo unos meses que Mónica salió de ese colegio de primaria, donde aún estudiaba Toni por entonces. Jorge, también tenía vocación docente, por eso montó una academia de la que es gerente y profesor por las tardes.

Cuando entré la encontró en el salón, le dedicó la mejor de sus sonrisas. Sus labios le pueden volver loco, y aunque suene mal e incestuoso, ya había tenido fantasías nocturnas con ellos, pero en la realidad nunca intentó nada por propia iniciativa.

Hola papá, mira me puedes ayudar con las ecuaciones mientras vienen mami y Toni, que se están retrasando y llegarán al menos en dos horas. Me dijo debido a la tormenta.

Le tomó de la mano apretándola. Se sentía en ella un sudor helado de nerviosismo. Le llevó directo a su cuarto adornado con fotos de cantantes de moda y le sentó a su lado en su propia cama para enseñarme sus libros. La camiseta larga de baloncesto a modo de falda estaba subida por arriba de sus muslos. La solía llevar por casa para mayor comodidad, por supuesto sin sostén, con sus pechitos morenitos con pezones evidentemente hinchados. Se sentía un poco hostigado, pero no decía nada.

Sobre las 17:00 estaban empezando la clase en la habitación de Mónica. Una habitación muy acogedora, amplia y con buena  iluminación. En la pared tenía varios posters de chicos, algunos de ellos sin camiseta en postura sexy, la habitación que le corresponde a una chica de su edad.

A Mónica le costaba trabajo captar el concepto, tuvo que esforzarse un poco en explicarle el sistema por reducción por Gaus.

Cada vez que le explicaba algo y ella ponía atención aprovechaba la ocasión para quedarse mirándola fijamente, mientras ella seguía su lápiz sobre el papel. Mónica es guapísima, tiene un lunar que le queda increíble en su carita de niña guapa. Olía genial, a colonia muy suave, y su piel es delicada sin ninguna imperfección. Cuando se apoyaba en la mesa donde estudia, su padre comprobaba los pezones erguidos de sus preciosos pechos bajo su camiseta. Es delegada como su madre fue a su edad, con tetas preciosas qué más quisieran tener las chicas de su edad.

Algunas veces nos acercaban mucho sus cuerpos, sus caras, pendientes de los problemas y de sus soluciones…, los rostros quedaban a un palmo de distancia.

Al cabo de una hora… – ¿Te parece si hacemos un descansito, papá?

Mónica parecía que le había leído el pensamiento… – Si quieres hablamos de otra cosa que no sea de matemáticas.

Eso le pareció muy bien, tal que sonrió… – ¿Tienes novio hija? seguro que tienes mucho éxito con los chicos con lo guapa que eres.

Le explicó que no, pero su comentario pareció halagarle extremadamente…

Bueno, he tenido algún rollito, pero nada serio. En vedad papá te parezco guapa… Dímelo desde el punto de vista de un hombre no de un padre.

Puf, vaya preguntita tenía la condenada, a él se me caía la baba viéndola, estaba para comérsela, además parecía muy inocente…

Eres preciosa cariño, te pareces mucho a tu madre cuando tenía tu edad.

Cada vez que le decía algo a ella se le iluminaba la carita de ángel que tenía…  

¿Y crees que tengo buen cuerpo?

En ese momento Mónica sacaba pecho, ponía ese culito redondito en pompa y metía tripita, un deleite para los ojos, mientras que se contorneaba delante del padre, como si este no lo fuera.

– Tienes unas formas perfectas mi vida, dijo mientras tragaba saliva.

En sus movimientos se le había levantado un poco la camiseta y vio la curva perfecta de su vaginita mullida cubierta por unas braguitas de blanco puro, con la rajita muy bien marcada.

Tu sí que te ves guapo para tu edad… tienes unas espaldas muy anchas, y sé que eres muy fuerte, ¡Eres muy atractivo!

¿Se le estaba insinuando mi propia hija o me lo parecía? Empezó a tocarle el brazo de broma, para que sacara músculo. Le estaba haciendo cosquillas y él se las devolvió en la espalda, ella empezó a reír a carcajadas y perdió el equilibrio cayendo sobre su padre.

– ¡Uy que te ibas a caer Hija!, menos mal que te he cogido.

Y bien cogida que la tenía, por la cintura justo se le remangó dejando ver su braguitas al completo. Se acomodó sentada en sus rodillas y le echó el brazo por detrás del hombro. Ninguno de los dos dijo nada, le sonrió y le disparó un besito corto a sus labios, rojitos y carnosos. Se dejó llevar como cuando era una niña pequeña… la tenía muy cerca y fue lo primero que se pasó por encima, temeroso de su reacción intentó quitarle importancia.

Bueno cariño vamos a segu…, no le dejó terminar, le devolvió el beso y esta vez con su boca medio abierta y la lengua sobre sus labios humedeciéndolos.

Empezaron a comerse la boca en toda regla, con besos muy profundos y suaves girando la cabeza. Él empecé a acariciarle su pelo moreno y su cuello, ella se dejaba hacer. El padre estaba embriagado por su fragancia, por la suavidad de sus actos, la ternura de todos sus movimientos. Sus manos estaban detrás de su nuca y le acariciaban el pelo entrelazando sus dedos en él. Le entró un escalofrío por la espalda que le hizo excitarme aún más, su hija era un encanto. Sus manos empezaron a recorrer su cuello, lentamente, hasta bajar un poco a la altura de sus tetas. Notaba bajo la camiseta su pezón y unas formas redondeadas que quitaban el hipo.

Como la notó un poco alterada la apaciguó… – Tranquila Mónica, ¿Confías en mí?, ella asintió.

Siguieron jugando en el cuerpo inocente de la niña, las manos bajaron hasta el final de su camiseta y empezaron a meterse por dentro. Su respiración se agitaba y su polla se hincaba en pegado al culito de la cría. Sus manos fueron levantando su camiseta, primero vio su vientre desnudo y después sus pechitos en estado de desarrollo… Ella le ayudó y se sacó la camiseta. Era preciosa. Seguía besándole torpemente, se notaba que les gustaba sin pensar en que no era la relación que se espera de un padre con su hija…le gustaba hacerlo a esa niña que ya deseaba ser mujer.

– Puedes tocarme los pechos papá, pero sólo eso. Siempre me han gustado tus caricias y tus besos.

Así era, cuando se acostaba le acariciaba la espalda recorriendo toda su columna vertebral, hasta que conseguía dormirla.

No te preocupes mi vida, no voy a hacer nada que no quieras.

– Lo sé papá… de ti solo espero lo mejor.

Sus labios besaban sus hombros y los dedos iba descubriendo esos tetas que nunca tocó como ahora, esas tetitas que olían a niña. Empezó a besarlas suavemente, a Mónica le gustaba. Su lengua jugaba con esa belleza de areola pequeñita, un pezón complemente excitado. No contento con eso siguió bajando sus manos, hasta notar unas braguitas pequeñitas y un bordadito, como una florecita.

Papá, me gustan tus caricias en mis pechos, pero no quiero ahí abajo, para por favor. No lo dijo muy convencida, el padre lo sabía… muchas veces le imploraba un no, queriendo decir sí.

– Perdona, no te preocupes no haremos nada que tú no quieras,¡¡Solo son caricias…!!

No se quedó demasiado convencida de sus palabras, pero tampoco impido el paso de la mano gruesa y firme de su padre hasta su chochito. Sus dedos entraron bajo las braguitas, acariciaron el vello púbico y empezaron a tocar una cerrada vagina…encontró su clítoris. Lo esperaba seco, pro no fue así… empezó a jugar con sus dedos en su sexo hasta notar que por sí sólo pasaba a humedecerse en extremo.

Así cariño, relájate mi vida que no pasa nada, estás con papá que hoy te va a enseñar cosas nuevas.

Mónica le cogía el brazo para marcarme el ritmo, él sacó su mano y la olió inspirando fuerte… Su hija lo miraba gozar, y ella se llenaba de alegría al hacer tan feliz a su amado padre.

Ese era el olor de la gloria, un olor más suave de lo normal en una mujer. Tenía el olor en su coño como el que siempre había imaginado para una niña pequeña. Empezó a hacerlo más rápido mientras besaba sus tetas, jugaba con ellas. Sus pezones se irguieron mojados de mi saliva. Ella empezó a sentirse más cómoda, a mover un poco su culito de adelante hacia atrás, buscando los dedos de su padre contra su sexo… Introdujo notando la estrechez, ella le agarró del brazo con fuerza empujado para clavárselo más. Su dedo entraba ya con más suavidad después de un rato, Mónica encima de sus rodillas abrazada a papá no paraba de moverse, buscaba con sus movimientos que los dedos fueran más y más profundos en su vagina. Con el índice incrustado accediendo desde atrás, la mano al completo se hallaba al amparo del calor de su culo palpando ambas nalgas. Casi sin darse cuenta esos movimientos alcanzaron cumbre y la niña obtuvo un orgasmo rotundo…se retorcía aguijoneada por una abeja traicionera.

Dio un pequeño grito que sorprendió a su padre… – ¡¡Ummm, que guay papá…!!

Su respiración desaceleró abrazada al pecho de él…, se había corrido en su mano, la sacó para volver a saborear su néctar en sus labios.

¡¡Uf, papi me ha dado algo dentro de mí que he explotado de gusto!! ¿Te gusta el sabor de mi coñito?

Le hizo gracia ese comentario, vamos, que había tenido un orgasmo como nunca. Mónica se levantó de sus rodillas y se incorporó...

Papá no creas que sea una niña tonta o inocente. Con mis amigas he hablado mucho sobre sexo, pero nunca hemos comentado de hacerlo con nuestros padres, aunque si bromeamos sobre nuestros hermanos y los padres de las otras. Algunas de ellas tienen más experiencia y saben lo quieren los tíos… ¡Les han hechos cosas a escondidas!

– ¿Y sabes lo que nos gusta, cariño?

 ¿Quieres que te lo haga a ti?

Pensaba en ese momento en su esposa, si les pillara le mataría. De todos modos una vez lanzados con semejante calentura, era una ocasión única. Mónica empezó a besarle de nuevo y a abrirle la camisa azul que llevaba puesta….

Estas muy fuerte papi, ¡Qué músculos…! Me gustan los hombres fuertes como tú…

Sus manos recorrían su pecho tímidamente, le besaba el cuello, el pecho a su padre… Comenzó a quitarle el pantalón, desabrochó el botón y le bajó la cremallera. A Mónica casi se le salían los ojos, creo que nunca había visto nada igual. No llegó a quitarle los pantalones por completo, solo los bajó a los tobillos cuando su mano despejó el bóxer que le costaba cubrir una verga tan larga, por lo que sobresalía un poco el capullo por encima. Ella torpemente le pasaba los dedos por donde más sobresalía el glande. Eso hizo volverlo loco. Abrió las piernas lo más que pudo y sus manos volvían a subir la camiseta de la niña, quería tocar ese culito de nuevo mientras ella le pajeaba todavía sin bajarle los bóxers.

Se sorprendió de ver mi polla… – Es muy grande papi, la tienes enorme. Aunque eso ya lo sabía.

– ¿por qué? ¿Ya la había visto antes?

– Varias veces. La primera hace años os vi a mamá y a ti follando… tenía ocho años.

– ¿Y por qué nos espiabas…?

– Sentí curiosidad supongo… observó el líquido que cubría el capullo… – ¡¿Tú también has tenido un orgasmo?!

Su hija no sabía distinguir ese líquido del semen… – No cariño, es así para que sea más suave la penetración...

La cría con un cuerpazo de mujer virgen, le estaba pajeando. No dejaba de mirar sus montículos que pronto serán unas preciosas tetas y, tocar el caliente culo de la cría. Como sospechaba que no iba a aguantar mucho le dijo que le diera un besito a la verga de papá. Tímidamente empezó a darle besitos como si fuera en la boca, el líquido le molestaba al principio, pero después le cogió el gusto. Sus labios carnosos brillaron más que nunca humedecidos por los fluidos. Estaba besando su capullo hinchado y morado semejante a un casco alemán bien cabezón, pero la cría todavía no lo había visto todo. Se bajó el bóxer y su verga quedó estirada frente a su cara.

A Mónica se le salieron los ojos de sus órbitas, y le miró como diciendo… – ¿Qué es esto? Papi, he visto algunas en internet, pero la tuya es más grande, y además más bonita.

A decir verdad siempre ha estado orgulloso de su polla…. – Sigue besándola Mónica, cariño, está así por ti, porque le gustas mucho.

Ella cogía cada vez más confianza, no hizo falta alentarle mucho más para que poco a poco se la fuera introduciendo en su boquita…solo el capullo, como si de una piruleta se tratase.

Eso te lo han contado cómo hacerlo tus amigas, cariño, le había sorprendido con su iniciativa.

 No, esto lo he visto en internet… hay muchos videos que lo enseñan todo sobre el sexo.

Se le quedaron las imágenes de ese momento de su boca abriéndose para chupármela cada vez más profundamente, sus ojos emocionados mirando a su padre…sus manos en sus testículos asiéndolos fuerte… y ese olor mezcla del macho y la hembra. Por un momento le cogió la cabeza con sus grandes manos, la inmovilizó y empezó a moverme follándole la boca a su hija.

Deja abierta tu boquita cielo, que te la voy a meter un poquito más, ¿vale?, a ver hasta donde aguantas. A los chicos les gustan las chicas que se la meten hasta el fondo, ¿comprendes?

Ella hizo caso, abrió la boca todo lo posible y dejó que su padre se moviera dentro y fuera. En uno de esos movimientos notó como llegó al final de su boquita en su garganta, pero no hizo nada, tan sólo abrió muchísimo los ojos, como platos y respiró profundamente. Estaba haciendo esfuerzos para no llegar a correrse, pero fue imposible. Cerraba los ojos, pero no dejaba de mirar a ese encanto frente a él, con ese lunar en su rostro, los ojos muy abiertos y con sus tetas preciosas al aire. Una niña a la que vio nacer y crecer en sus brazos…

… Ahora fruto de la locura le estaba dando a su padre, el mayor de los placeres que jamás había recibido.

Empezó a moverme más rápido sin analizar lo que estaba sucediendo mientras sujetaba su cabecita. Ella le cogía ahora del culo fuertemente, clavaba sus uñas y después se lo acariciaba. Llegó un momento en el que no pudo más y por su verga empezó a salir chorros de leche espesa a borbotones, con mucha potencia. Mónica se sorprendió, le estaba llenando la boca de semen mientras ella seguía con la boca abierta y él podía ver cómo era depositada encima de su lengua toda la lefa.

Yo paró de moverse, y como toda una experta empezó a pajearle… ¡¡Quería más leche… pero a él ya no me quedaba nada dentro de sus huevos!! Al menos en esta corrida. Se le salía por la boca todo lo que tenía dentro… restos en la mejilla caían por su barbilla, goteaban en sus tetas… todo un espectáculo, si hubiera sido posible físicamente se hubiera corrido otra vez de nuevo acto seguido, ¡¡Seguro!! En ese momento le dio un besazo en los morros, y probó su propio esperma, estaba calentita, fue un beso asombroso, notaba el olor de su polla en sus labios.

Mónica empezó a cubrirse y a vestirse, tenía prisas por si llegaba su madre. Jorge intentó reponerse rápidamente, pero todo llevaba su tiempo. Una llamada de su esposa anunciaba que se retrasarían al menos una hora o más porque el parking estaba inundado y los bomberos achicaban el agua como podían… tardarían su tiempo.

Su polla volvió al momento a recobrar su erección pero todavía estaba un poco flácida.

Con su hija a mi lado… – Ven Mónica es posible que esto no haya terminado, ¡¡Podríamos tener otro orgasmo juntos!! ¡¿Qué te parece?!

Tenía que inventarse algo, había estado de miedo esa felación, pero su virgo intacto. Era de los que pensaban que nadie mejor que su padre para romper el precinto, el hombre que tanto la ama para hacérselo como Dios manda con todo el cariño del mundo. La calentura le apremiaba de nuevo, se encontraba fuera de sí tal vez, pero si no lo hacía se arrepentiría el resto de mi vida quizás. Se pegó a él como una lapa, sentía sus pezones duros contra su cuerpo y la besó con fulgor. Sus manos bajaban a sus braguitas rosadas con un sol bordadito que antes había acariciado. Era muy atractiva para su edad con unas tetas turgentes, era alta y delgadita, con un culito redondito y unos muslos esbeltos. Sus manos bajaron las braguitas y pudo ver ese conejito que antes acarició y tantas veces intuyó bajo las bragas cuando la observaba en ropa interior.

Lo tenía con tan poco vello, totalmente despejado sin necesidad de depilar parecía el de una muñeca del tipo hamburguesa, muy bonito. Sus dedos empezaron a jugar con él mientras ella hacía lo mismo con la polla erecta de papá habiendo bajado el prepucio. Mientras se besaban y se tocaban, su deseo volvió a subir. No hizo falta que le dijeran nada… Mónica le dio la espalda y se apoyó contra la pared. Él sin perder tiempo se puso detrás acariciando su culo y deslizó sus dedeos hasta las tetas que caían firmes, mientras le bajaba la espalda hasta ponerla casi en posición horizontal, ella giraba su cuello buscando la mirada paterna… 

Mi vida, ahora te voy a hacer el amor, quiero que lo disfrutes mi princesa….

Era virgen, no había duda, su polla encontró la rajita y el glande el agujerito d entrada a la gloria cuando presionó por toda ella hasta encontrar su entrada. No podía entrar, le costaba mucho trabajo por la incompatibilidad de su estrechez y mi hinchado glande. Aunque no le dijera nada sumisa al macho, sabía que le molestaba un poco su capullo intentando entrar en la enjuta cuevecita. Empezó a jugar de nuevo con sus dedos, primero uno y después otro, con cada movimiento intentaba abrir un poquito más su vagina. Hecho esto, volvió a intentarlo dirigiendo  con su la verga hasta el coñito.

Primero entró un poca del capullo y después con mete sacas seguidos y cortos, todo el glande. Mónica se resistía a quejarse pero hacía movimientos enérgicos. Estaba nerviosa como queriendo terminar pronto. Todo eso cambió cuando pasaron unos segundos clavada…, su vagina se fue dilatando y el rabo entraba cada vez más y más… notaba perfectamente sus pliegues internos vírgenes. En ese momento notó el empuje de su tela. No se lo pensó mucho, apretó fuerte y rompió el himen de su niña… Sus movimientos fueron a partir de ese instante cada vez más rápidos, ella empezaba a respirar rítmicamente, estaba más cómoda, incluso se le escaparon varios gemidos y pudo pronunciar…

Papi te quiero mucho, quiero que disfrutes… conmigo Aaagg

En ese momento tuvo una mezcla de sentimientos, su hija lo estaba dando todo por él, era un encanto, ojalá tuviera algunos años más y poder preñarla le pasó por la cabeza, pero pronto pensó todo lo contrario…que no tuviese aún la regla era una bendición. Las embestidas se fueron endureciendo, hasta que la puso totalmente pegada a la pared y él padre tras ella, parecía casi que se la estaba metiendo por el culo. En ese momento la echó un lado y la puse boca abajo en la mesa de antes. Sus tetas contra la superficie del cristal que cubría la mesa donde estudiaba la adolescente. Eso mejoró la penetración que llegó a ser lo más profunda posible ¡Se la calzó entera!

Sus dedos empezaron a acariciar por debajo su clítoris, lo que le encantó, empezó a gemir rítmicamente. Yo no pudo contenerse por mucho más tras varios mete saca en su vagina aguantó a que ella llegara de nuevo y entonces se dejó llevar por los instintos, corriente abajo del río que fluía desde su cabeza hasta la punta de la verga recorriendo el tallo energizado. La sensación de desborde cuando descargó todo su esperma en su interior le colmó de emoción percibiendo los latidos a cada chorro de semen que se iba depositando en el fondo de la recién estrenada vaginita, posiblemente en la entrada de su útero.

No debió de ser mucha pues el gran cargamento lo vació en su boca unos minutos antes…, aún temió preñarla, no estaba tan seguro que no tuviese la menstruación. Sus piernas se aflojaron y quedó plácidamente sobre la mesa, con su cuerpo desnudo, sudado, agotado e inseminada por su padre. Se sintió plena al verse desflorada por el hombre que más amaba y con quien soñaba cada noche al tocarse en la soledad de su habitación desde que le vio follarse a su madre.

Se escuchó la puerta, Mónica salió como un rayo fuera de la habitación con su ropa en mano, tapándose lo que podía, que no era mucho camino al cuarto de baño. Amelia no los pilló por poco, él como un rayo empezó a subirme los pantalones pero no encontraba la camisa, no recordaba ni siquiera en qué momento se la había quitado. Todo le pareció una situación extrema, como la de una película.

– Ven Mónica a ver lo que te he comprado, la niña lógicamente no se atrevía a salir del baño, se lavaba asustada. Amelia vio la puerta entreabierta de la habitación de matrimonio tras pasarse por el estudio y ver todos los libros en el suelo, la mesa revuelta… al entrar vio la cara de su esposo con las muestras evidentes de después de follar

¡Pero qué has hecho desgraciado con mi pobre hijita!

Se lanzó como una loca, le tuvo que coger de las muñecas para que no le arañara con sus uñas.

Tranquila cariño la niña está bien, intentó quitar un poco de hierro al asunto.

– Que me tranquilice, ¡¿Te habrás aprovechado de la cría…?!

Forcejando no podía controlarla muy bien, sudados y muy nerviosos fue sólo un momento, pero él no veía el fin de esa situación ridícula. Le miraba con unos ojos que lo decían todo…

Esto no puede salir de casa, menuda vergüenza si se enteran nuestras amistades o la familia.

La niña apareció en la puerta y su madre le dirigió una mirada de comprensiva e inquisidora a la vez… Anda ve arriba a probarte lo que te hemos comprado, la niña se marchó. Jorge se acercó a su esposa…

Estás más tranquila Amelia… Su mujer giró el cuello y puso su rostro frente al mío…

Esto se puede olvidar si no se repite más…tu polla es solo mía, como bien dijo el cura.

 Bueno no dijo exactamente eso…

– Pero lo digo yo… y leche de tus huevos también me pertenece.

Le lanzó un beso contra los labios, mordiéndole el labio inferior, incluso le hizo un poco de sangre… se limpió un poco con la mano y se abalanzó contra ella. En una mezcla de agresividad, ira y lujuria. La agarró de las tetas, ella le arañaba la espalda…

Ahora me vas a hacer lo mismo que a mi pequeña, y si no te corto la polla.

Fue convincente y completamente diferente a lo de antes, pasó de la suavidad a la brutalidad, y Amelia igual. Se comportaba como una leona, le daba mordisquitos mientras le besaba y le acariciaba la espalda. La desnudó de cintura para arriba, tenía unas tetas enormes… mucho mayores que las de su hija, algo caídas y con su areola gigante. Eran unos pezones la mar de apetitosos.

 Amelia no tardó en llevarle contra ella, casi le ahogan esas tetazas, casi no podía respirar haciéndole pagar con creces la doble traición. Mientras tanto sus manos bajaban y sus dedos entraron violentamente dentro de sus bragas, unas bragas negras de encaje. Su esposa se rasuraba el coño y ese día lo tenía de varios días… le excitó más aún.

¿Quieres que lo hagamos por delante o por detrás?

– ¡No digas  mariconadas, quiero que me folles como lo has hecho con mi hijita, o sólo eres capaz joder duro con niñas, cabrón!

Esta no era la mujer de antes, o por lo menos eso pensaba, sino la antigua leona de cuando eran novios y, se quitó a toda la competencia ajusticiándole a base de los polvazos de entonces. La puso de rodillas ante él, se bajó los pantalones y se la metió casi del tirón por la boca, sin contemplaciones, si quería guerra la iba a tener. Dio una arcada, pero en un momento recobró la mala uva y le miró a los ojos…

¡A ver si mi hija sabe comértela como yo!

Empezó a pajeársela rápidamente con la mano, casi le hacía daño, las venas que recubrían su polla iban a reventar. Después de decir esto se la metió de golpe tras lanzarle un escupitajo sobre el capullo, y entonces hasta la base. Notó el capullo chocar contra su garganta, pero no pareció molesta… muy pocas veces había visto a su esposa tan salvaje, y solo con alguna copa de más. Miró hacia arriba y guiño un ojo mientras el rostro de ella se encontraba pleno de lujuria intentando meterse toda mi tranca desencajando la mandíbula. Sus labios húmedos chocaban contra el pubis de su marido, con la polla encajada en su boca.




Se la sacó y ahora con más paciencia y sin llegar hasta el final empezó a hacerle una mamada de ensueño, muy rápidamente combinando una mano en mi tronco y la otra apretando sus huevos mientras la boca se engullía buena parte del cipote cerrando fuerte sus labios para que él sintiera aún más el roce de su paladar. Cuando estaba a punto de llegar ella pareció notarlo, se levantó y se dio la vuelta, dejó a la vista su espalada desnuda y sus bragas a media altura. Se agachó y con los dientes empezó a retirarle un poco de sus bragas por la parte inferior, para dejar paso a su lengua.

El olor de su esposa era más fuerte que el de la niña, y su culo se movía vertiginosamente. Jorge como podía trataba de besarle el coño, meterle un dedo e incluso besar su culo…. En uno de sus movimientos perdió el equilibrio y cayó de espaldas.

Ahí te quería ver.

Se echó sobre él, agarró la polla que se hallaba bien dura… y se la metió por su coño en un ¡Zas!

El coño de Amelia tiene unos labios enormes y su raja está bien habituada al tamaño del cipote de su esposo, nada que ver con la congestionada vaginita de Mónica, pero lo compensaba con unos movimientos de cadera magníficos. Sus manos se perdían en sus tetazas que se movían desde delante hacia atrás campaneando como una vaca lechera…. Ella se apoyaba en los muslos de él y seguía de arriba hacia abajo, con la verga enterrada, haciendo tope en mis huevos, adentro y afuera sin parar de moverse.

En el momento en que creyó llegar, se la sacó y empezó a restregársela por su ano. Se metió uno de sus dedos a la vez que volvió a coger la verga por debajo del glande y dejando caer su cuello hacia un lado y echándose un poco hacia atrás empezó a metérsela. Jorge notó como estaba estrechito y más seco. Se metió un dedito en su boca y luego se lo metió por el culo, quería lubricar un poco la entrada… Amelia estaba que se salía, estaba sudando desnuda y ahora metiéndose mi polla por su culo. Entró casi la mitad y después echó todo el peso hacia abajo para metérsela por completo. Es el único momento donde la cara le cambió, se mordió los labios y empezó a moverse, las manos seguían tocándola, le estaba sobando las tetas a placer, le metió varios dedos en su boca mientras ella los chupaba…

Amelia siguió empalándose consiguiendo un orgasmo con mis dedos masajeando su coño, clítoris y follándole el coño con un par de dedos a la vez que le daba por el culo lo suyo. Ella cayó desfallecida sobre su esposo, notó sus ubres en su pecho. Pero siguió jodiendo el ano abocardado a máximo un rato más, hasta que alcanzó el clímax descargando lo poco que quedara de leche en sus trabajados cojones… Se había corrido dentro de su culo y ahora estaba goteando un poco. Cruzaron sus miradas y en ese momento los dos pensaron en Mónica. ¡¿Qué había pasado con ella?! Amelia y Jorge recobraron la cordura.

Empezaron a vestirnos pero mirándose como dos adolescente traviesos. Después de 12 años casados pareció revivir la pasión de los años de novios, era súper excitante ver a su mujer años después con esa figura juvenil por lo bien llevados, arreglándose como si no hubiera pasado nada. Él por su lado siguió sin encontrar la camisa. Amelia abrió uno de los armarios y le dio otra con un beso en el cuello. Se dispuso a marchase para dar una vuelta al perro sin mediar palabra, demasiado había hecho ya esa tarde….

No te vayas todavía, el perro puede aguantar una hora más. Esto hay que hablarlo con la niña. Se quedé mudo.

Toni se había quedado en casa de un amigo de regreso de la clínica, con lo cual no se enteró de nada ¡Menos mal! La cría seguía en el baño, no se atrevió a salir.

Mónica cariño sal que no te voy a chillar, vamos a hablar sobre lo que ha sucedido con papá, decía su madre tras la puerta. – Ya me lo ha contado todo papá, creo que he perdido un poco los nervios por nada. Mónica seguía sin contestar.

Sal cariño, que todo ha sido un malentendido, decía Jorge también.

Entonces ¡¿Por qué os habéis peleado?!He oído los gritos.

Hija creo que no sabía lo que había ocurrido al final de la disputa…

Amelia se enrojeció y con voz enérgica mandó salir a su hija, que tras unos segundos abrió la puerta del baño. Mónica salió con la ropa de antes y con los brazos a la espalda.

Mira hija, me he enfado con papá porque creía que te había hecho algo, pero ya me ha contado que no ha pasado nada malo ¿no? Mónica un poco extrañada asintió con la cabeza. – Así que todo va a seguir como hasta ahora.

Cuando dijo esas palabras Amelia él se notó un poco extraño, ¿Qué había ocurrido? Amelia se dispuso atraerle la ropa de Mónica comprada en las rebajas e Mónica me dio la camisa que tenía escondida.

Le dio un beso de complicidad a su esposa, mientras que se dirigió a la puerta con el perro.

– Espera Jorge, quiero hablar contigo antes que te vayas

¿Qué querría ahora Amelia? Se sentó un segundo en la cocina. Amelia sonrió, le guiño un ojo como lo hiciera tantas veces que éramos cómplices de muchas situaciones controvertidas. Se dirigió a mí, me pasó la lengua por mi cuello hacia mi oreja y me dijo…

– Creo he vuelto a recuperar al hombre del cual me enamoré, fuerte, macho y hecho todo un semental…

No volvería a follar a su hija, pero no sería la única niña a la que dejaría sin su virgo. Una amiga de su hija, además de ser la más íntima era su prima hermana, sobrina de Amelia por parte de su hermana menor. Mónica a saber lo que le contaría porque me la volvió a liar con la niñata.

Le he contado a Maite lo nuestro, de cómo me desvirgaste…

– ¡¿Y por qué lo has hecho?! Era algo solo nuestro ¡¡Me lo prometiste!!

– Porque ella tiene miedo que le hagan daño y por eso le dije que tú… Me ha pedido que se lo hagas tan bien como me lo hiciste a mí, porque los chicos con los que salimos son unos bestias, los conocemos y no saben hacerlo bien…van a lo suyo y a nosotras que nos den.

– Pero hija eso es muy delicado, si se entera tu madre o peor sus padres me puedo ir del país que me perseguirán.

– No te preocupes guardaremos el secreto con sangre ¡Ya me entiendes!

Su mente volvió a la realidad, ahora era su hermano Toni el que alargo la mano hacia el chochito de su hermana. Mónica lo guió al lugar idóneo del frotis. Los vellos de ella se acariciaban la palma de la mano de Toni haciéndole cosquillas. Su hermana estaba mojada, el coñito de ella estaba caliente. Deseoso. Le gustó el tacto de aquellos labios suaves y carnosos de su hermana. En un instinto sin precedentes, con su mano libre, tocó un pecho firme de ella. Mónica tomo la verga en la mano y la agitó una y otra vez, machacando el tronco libre de prepucio con un glande similar a un casco alemán. Toni se retiró, apenas dos embestidas de sube y baja casi provocan su eyaculación.

Me viene Mónica, me viene….

Ella abandonó la verga de su hermano y se ocupó de su raja otra vez, lo que retrasó la venida.

¡Córrete, que te vea! Le dijo a Toni hincada de rodillas sobre la cama.

– ¡Oh Mónica…! Un tanto avergonzado de expulsar su leche en presencia de ella…

¿Tienes preservativos Toni?

– No…pero….

¿Quieres metérmela? ¿No te apetece meter tu polla en mi chochito?

– Oh…. no…. no…. Mónica…. eso no… no…es…

– ¿Qué más da? A mí no me importa follar contigo. Si no se lo dices a nadie, podemos hacerlo las veces que quieras en casa. Nadie tiene porque saberlo y nadie nos va a quitar el placer de gozarlo.

– Pero Mónica….somos hermanos… Puede tener consecuencias

– ¿Cuáles? Si no te corres dentro, no tiene por qué pasar nada, aunque no siempre estoy preparada para ser fecundada, y entonces sí te dejaría que me llenaras, porque siempre estaré dispuesta a ser inseminada…, y los dos estamos muy buenos.

– En verdad tienes razón somos dueños de nuestro sexo

– ¿Me vas a decir que no te apetece hacerlo? Olvídate que soy tu hermana. Piensa que soy una amiga, tu follamiga. Te servirá de experiencia ¿Con quién mejor que con tu hermana para hacerlo por primera vez? Toni tenemos casi la misma edad. Estamos muy excitados y ya no podemos dejar esto así, tus huevos te deben doler y yo estoy cachonda como una perra

– No Mónica. No debemos hacer esto. Ya hemos llegado suficientemente lejos por hoy, cuando no deberíamos haber hecho nada.

– Es imposible dejarlo. Te enseñaré a follar… ¡No lo olvidarás jamás…! Será agradable. ¡Anda sé bueno con tu hermanita!

– ¡Pero te puedes quedar preñada! Y…. Nos podemos meter en un lío.

– Dime la verdad Toni, ¿no te apetece metérmela? ¿No te pone follarme, follar a tu hermana a las que tantas pajas les has dedicado? Ahora puedes follarte de verdad mi coño, puede echarme el gran polvazo que siempre has soñado.

– Claro que si Mónica. Tú lo sabes. Pero me da miedo. Me da miedo de lo que pueda pasar con esto que hacemos. No está bien. Somos hermanos y no me quiero enamorar de ti. Eso se llama incesto y por algo no deberíamos seguir….

– Anda tonto iré yo por uno de los de papá…

Aquello bastó para que Mónica saltara de la cama y saliera de su habitación hacia la de sus padres. Abrió el cajón de la mesilla. Tomó un par de la caja y se fue de nuevo con ella en la mano a su habitación, donde él estaba sentado sobre la cama.

Toma. Ponte uno. Dijo tirándole la cartera a su lado.

Mónica…….no debemos hacer esto, piénsalo.

– Me da igual, yo quiero que lo hagamos ¡Tendremos cuidado! ¡Mírate como estas! Dijo señalando el pene de su hermano. Tienes lo huevos repletos de leche hirviendo y tu hermana mayor los va a aliviar…

¡Joder Mónica yo también quiero y no quiero! Follar contigo es mucho más que un sueño, pero te debo un respeto…

Mónica se tumbó en la cama. Abrió sus piernas dejando que su hermano viera su sexo enteramente. Dobló sus piernas y las separó más para dejarlo bien expuesto.

¡Anda déjate de sandeces y Ponte un condón de una vez!

Toni se decidió a abrir uno y los dividió partiendo el envoltorio por la mitad separando uno del otro previamente. Luego rajó el plástico y extrajo el preservativo enrollado y húmedo.

No puedo con esto Mónica.

– Te ayudare a ponértelo.

Toni sintió la manecitas de su hermana cuando arrimó el preservativo al glande y lo fijó en la cabeza del mismo. Luego, fue desenrollándole poco a poco hacia la base del tronco con la otra mano envolviendo sus huevos. Una vez desenrollado al completo, tiró de la cánula de depósito para asegurase que estuviera despegada del glande. Lo fijo últimamente con su mano y miró a su hermano como diciendo que así era como se hacía.

¿Estás segura que quieres que hagamos esto?

– Si no, no te lo hubiera dicho. Será tu primera vez y parece que es la mía. Ven, túmbate en la cama.

Toni se sentó en la cama e Mónica lo empujó hasta dejarlo caer sobre el colchón. Luego, abriendo sus piernas, se sentó sobre los muslos de su hermano. El la miró, allí sentada sobre él, con sus pezones turgentes, duros, con su melena larga cayéndola sobre los hombros. Su pene duro, hinchado, ahora más aprisionado por el látex del preservativo, descansaba sobre su vientre. Miró nuevamente a Mónica.

Te gustará Toni.

Dijo a la vez que ascendía por los muslos de él y se situaba encima del sexo de su hermano. Luego lo tomó con la mano y lo arrimó a su grieta encharcada. Lo paseó por el interior de su raja una, dos o tres veces a la vez que se mordía el labio inferior. La tranca de Toni resbaló dentro de la vagina de su hermana. Ella comenzó a zarandearlo en su interior moviendo sus caderas de una forma casi ritual, sin mover el resto del cuerpo ¡¡Toda una maestra de la fornicación!! No en vano llevaba follando desde hacía cuatro años.

Toni cerró los ojos no estando seguro de la poca experiencia de Mónica y compuso un gesto de placer. Ella tomó las manos de su hermano y las guió hasta sus tetas. Allí celebró con emoción como su hermano tocaba esos pezones duros y grandes mientras sentía en su interior la polla de él abrasando sus entrañas. Mónica sentía placer. Cada vez más penetrante al percibir el glande rozar sus paredes vaginales.

¡Oh Mónica…!

– ¿Te gusta?

– ¡Ohhhhh… jodeerrr! Atinaba a decir él. – Aaaaayyy… Mónica… que… me corroooo… Ufffffff.

Entonces Mónica hizo algo que no entraba en el guión. Sacó el miembro de su hermano de su interior y le comenzó a sobar suavemente los huevos y el tronco previo de haberle apretado la base de la polla a modo de lazo, para evitar la eyaculación. Él quedó paralizado volviendo a cerrar los ojos interiorizando el placer que su hermana le estaba gestionando magistralmente.  Sin que lo notara pudo deslizar el condón, sin dejar de presionar la base en un cerco de lobos con los dedos pulgar e índice. Finalmente le quitó el preservativo tirando de la goma hacia fuera mientras Toni cerrados los ojos interiorizaba el sobo de su hermana en el cetro del placer. Se acercó a su boca metiendo la lengua entre los labios entreabiertos de Toni…

¿Qué haces? ¿Por qué me besas así?

– ¡¿No te gusta…?! Estás aguantando muy bien… estoy viendo que eres un buen macho.

– Me voy a correrrr.

Liberado del preservativo, fuera del vista y de la sensación de su hermano, Mónica tomó de nuevo el falo y lo metió otra vez dentro. Ahora, el roce de sus carnes, el calor, la suavidad de su hermana y el deseo de ambos, hizo que Toni se lanzara moviéndose más rápidamente. No tenía claro el por qué, tal vez por la inminente corrida, su capullo se volvió más sensible percibiendo con mayor nitidez los pliegues de las paredes de su coño, la humedad y sobre todo la calentura de su chocho. Dos, tres y con la cuarta arremetida el pobre chico no aguantó un segundo más, lanzando salvas de semen en aquella cavidad. Un espasmo tras otro sacudió el cuerpo de Toni.

Notó como poco a poco las violentas sacudidas del principio dejaban paso a los estertores del final. Mónica se enfundó la polla de su hermano hasta el mismo corvejón aplastado sus huevos contra su coño, como si quisiera metérselos también. Sentía los chorros de leche más fuertes con una temperatura algo superior o una presión que denotaban su presencia en la entrada de su matriz. Una vez recibida toda la descarga se tumbó sobre el pecho de su hermano y lo besó en la boca con más cariño que antes. Sus lenguas se juntaron y sus salivas se mezclaron.

Toni acariciaba la espalda y glúteos de Mónica mientras se sentía dentro de aquel paraíso.

Ella quedó adormilada y Toni venció su cabeza hacia un lado y cerró los ojos sintiendo los pechos de su hermana apretarse contra su tórax. Poco a poco… quedaron adormecidos profundamente. Él con la verga dentro de ella, y ella encima de su hermano abrazando su cuerpo. De manera disimulada se desenfundó Mónica del acople y ocultó el condón arrugado exento de semen, a fin de que no sospechara su hermano de la maniobra ¡¡Y así es como me engendraron!!

Mi madre quedó preñada de su hermano en aquel acto, y me tuvo a mí. Mis abuelos no conocen al verdadero padre de su nieto…, mi abuelo pensó que era él, la abuela no lo tenía muy claro tampoco, así que todo quedó en una nebulosa en donde todos creen que es un tipo que salió con su hija por aquella época en que en alguna ocasión fue vista montando en su moto tipo chopper. Mi madre lo hizo coincidir o fue una casualidad el embarazo de mi madre ¡Nunca lo sabremos!

Toni se marchó con los abuelos del padre a otra ciudad temeroso que le rindieran cuentas. Pobres. Mi tío está orgulloso de su sobrino. Muy orgulloso, dice que me parezco a él. Jamás sospechó ser mi padre, mi madre se encargó de ello, tampoco fue la única vez, siguieron follando a escondidas durante semanas, luego se echó a su novio motero y mi tío en represalia comenzó a salir con Esther lejos de la casa paterna. Hoy en día vivo con mi madre. Ella tiene ahora 35 años, se casó y divorció a los dos años y nunca más tuvo un hombre fijo en su cama. Mi madre quiso desahogarse y quitarse el peso de encima de mantener el secreto que le prometió a su padre, mi abuelo un mes después de su defunción.

Quizás no tenía sentido ocultarlo, pero tampoco darlo a conocer si no fuera porque es importante saber tus raíces. Coincide que tengo su misma edad de cuando ocurrió. Por suerte no tengo problemas de salud pese a ser hijo de dos hermanos, raro pero suerte al fin y al cabo. La historia de mi madre con nuestro padre, no era la única de la familia…, el abuelo Jorge era un buen semental, y como tal no se paraba en discriminar un coño de otro…, mamá me reveló el segundo gran secreto de mi abuelo con la prima de mi madre, Anaïs.

Mi Madre continuaba narrando de forma cariñosa con toda naturalidad el desvirgue de la sobrina de mi abuela en la academia, haciendo de esa experiencia algo totalmente hermoso, honesto… algo que para nada tenía que ver con el incesto, solo con el criterio y la consecución de las etapas naturales de la vida. Era sólo el fluir de los instintos básicos de un padre ayudando con todo su amor a su hija en un acontecimiento crucial en la vida de toda mujer. Imposible negarse a sus ojos compasivos y a su cara de ángel… se lo pensó muy mucho, pero finalmente accedió tomando las oportunas medidas de privacidad y coartada. El punto de encuentro fue la academia que por aquel entonces regentaba mi abuelo Jorge, un frustrado profesor de ciencias que ayudó a varias generaciones a ser mejores en las matemáticas y la física…




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