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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Mi vecina de Puente Viejo




La historia que les voy a relatar se inició hace seis años cuando decidí cambiar de lugar para vivir…, lo que me sucedió con mis nuevos vecinos me impactó mucho, pues no era algo que esperase en un lugar como aquel, por mucho aunque hubiese fantaseado con ello… Soy un chico de 28 años bastante normal, vivo solo y mi vida sexual no es nada anormal para un swinger sin grandes pretensiones, vamos que tengo mis escarceos pero sin nada destacable… un rollo por aquí, un fin de semana por allá. No ando en el dique seco por lo general salvo alguna que otra pequeña temporada. Mi profesión es de profesor de instituto y tras unos malentendidos con los que consideraba mis amigos acabé solo y decepcionado…, y como se dice que los momentos de crisis son para reinventarse, decidí retomar mi vena creativa y volver a escribir mis historias a medio empezar. Necesitaba un lugar fuera de los ruidos y las distracciones de la ciudad, así que tuve la suerte de ver una subasta inmobiliaria donde ofertaban una casa rural que subastarían en dos días.

La fui a visitar con urgencia y me enamoré de ella… compré la casa de montaña en dicha subasta propiedad de una entidad bancaria, esta casa era algo más que eso, en sus tiempos fue un molino de agua, ahora deteriorada pero aún con posibilidades de restauración sin demasiada derrama… En menos de un año la casa y la maquinaria estaba lista y me fui a vivir allí. Yo era un hombre de mundo, de ciudad… la contaminación me embargaba, pero las cosas menos previstas surgen en un momento que no puedes controlar y resultó que por las vueltas de la vida acabé viviendo en un lugar alejado de todo bullicio con tan solo seis vecinos.

Además de mi casa habían tres viviendas donde vivían tres parejas, los más alejados eran una pareja mayor, de los cuales él era un señor de 76 años bastante fuerte para su edad, aunque la cabeza no le funcionaba todo lo bien que él quisiera, la memoria de acontecimientos cercanos la perdía con frecuencia, en cambio la lejana eran recuerdos como de ayer mismo… en ocasiones se vuelve algo pesado como le entré alguna perreta. Ella es una mujer de 72 años que tampoco se conserva mal del todo, aunque la cabeza la tiene en mejor estado que su marido. Se defienden bien en un entorno que para su edad otras personas lo considerarían hostil. La siguiente pareja más cercana a mi casa es la de Antón y Adela, rondan los 75 y 80 años y se manejan bien en el día a día… a estos sus hijos les visitan a menudo unas tres o cuatro veces al mes. Lo curioso de Antón es que sabe y pude conducir, una vez cada quince días bajan al pueblo a por víveres en su C15.

Y por último están Concha y su hija Maribel…, la hija, Maribel, es una mujer de unos 35 años delgada, que contrasta con su madre entrada en carnes pero bien puestas, una fofisana a la que no me importó follarme en más de una ocasión. Al principio solo me ayudaba a mantener limpia la casa por un precio módico de 150 € al mes, y una cosa pidió otra y al final terminé follándomela periódicamente. Es una mujer divorciada con dos hijos menores de edad, que viven con su padre en Barcelona durante el curso escolar, y en el campo con su madre en vacaciones. 

Todo empezó como un juego y no pasó a más porque solo era sexo, igual que cuando dos amigos que se juntan a tomar un café, disfrutan de la charla y de la bebida, en nuestro caso nos divertíamos follando a pelo en todos los casos, sin importar que acabase en una ingente corrida en su coño la mayoría de las veces… se dejaba inseminar como una perra en celo en un lugar donde las distracciones eran tan escasas que no teníamos más opción. Todo ello cambió cuando se marchó de interna a una casa de la ciudad, ya solo la veía los fines de semana y en mi cama la sustituyó su madre, Concha.

Concha, es una mujer alta para la media de las mujeres de su generación, a sus 64 años medía casi 1’70. Se puede decir que es una hembra gorda aunque tampoco mórbida, con las carnes bien puestas, aunque lo más destacable son sus enormes tetas… para darle de mamar a una recua de chiquillos. lejos de la leyenda de las mujeres mayores, esta señora no posee las carnes flácidas, ni con arrugas en su cuerpo, solo algunas pronunciadas en la cara, donde más le ha castigado el sol, en el resto su piel es bastante tersa y ciertamente de joven, por lo que he visto en fotos, fue una mujer de bandera pero de aquello ahora sólo le queda la elegancia, especialmente cuando se arregla para salir a la ciudad y ahora para verme a mí. 

Se suele pintar delicadamente para verse bella y atractiva cuando sabe que hay posibilidades de follar conmigo, la veo venir cuando quiere guerra. Conserva mucha vitalidad y es una mujer bastante alegre, siempre sonriente cuando hablábamos. Además también conserva un físico relativamente atractivo… culo respingón, buenas caderas, muy buenos pechos de pezones exultante…se adivinaba lo guapa que ha sido muy guapa de joven. Sinceramente, yo le eché el ojo la primera vez que la vi cuando me enseñó la casa antes de la subasta, y ahora especialmente porque cuando estando en casa relajada a su aire, siempre viste una bata que deja ver parte de sus muslos y su escote.

Cuando comencé a vivir en mí casa del molino puse en marcha la noria que además de ser el motor de la molienda de grano haciendo girar una gran piedra troncocónica, la adapté para generar corriente eléctrica que alimentaba mis batería, estas a la vez eran cargadas por la luz solar de las múltiples placas solares instaladas discretamente sobre el tejado del molino, así conseguí ser energéticamente independiente en días de sol o nublado. Conecté a mis vecinos con mi instalación, aquello me lo agradecieron mucho, pues hacía años que no disfrutaban de luz eléctrica en casa, salvo Concha y su hija. Con mí llegada, su vida también les dio un vuelco de mejora realmente espectacular, me estaban muy agradecidos por mi ayuda en el mantenimiento de sus casas, en sus compras de alimentos y medicinas, o como taxista las horas que no estaba trabajando… y yo a ellos por sus historias que me inspiraban en los relatos que escribía y algún día publicaría.

No siempre disfrutaba de tiempo libre, pero el poco lo aprovechaba para escribir durante horas sobre historias cotidianas, históricas o eróticas…. Debo reconocer que la inspiración de los relatos eróticos provienen desde la pubertad, estos eran y son inspiradas por mujeres de todo tipo, pero sobre todo mayores, que fueron las que más abundaban por casa… mi tía abuela Apolonia, mis tías María y Carmen y sobre todo mi madre Juliana… ellas eran mis musas favoritas. Cabe destacar que por entonces, hace más de 15 años, estaba mucho mejor que ahora y unas cuatro pajas podían caer fácilmente. De siempre tuve buena relación con todas estas señoras de edad tan avanzada, tanto que me dejaban sobarlas sin que ellas pudieran sospechar mis intenciones onanistas, simples juegos en la playa o en casa en el sofá o cocina, dejándome tocarles sobre la ropa. Ellas me conocían desde que yo era bebé permitiéndome incluso me sobrepasase un poco, tal vez por ser familia y no pensar en nada sexual en dicho acto en el niño mimado de casa. Lo que no sabían era que mi atracción por las mujeres maduras venía desde siempre, pero nunca había tenido oportunidad de un acercamiento íntimo a ninguna en plan serio, sobre todo por vergüenza o miedo a un tremendo escándalo familiar. Como ya he dicho, vivíamos en un piso alquilado, antiguo y casi todas las mujeres que me rodeaban eran bastante mayores. Creo que siempre me vieron como a un niño al que dar cariño en calidad de su nieto o hijo.

También eran bastante condescendientes en las fiestas que se organizaban algunos sábados en casa, con un bingo para empezar y un baile para acabar donde me dejaban participar…, momento que aprovechaba para meterles mano viéndolas un poco tomadas con el anís o el ron. Fuera de todos estos arrebatos incestuosos, yo les ayudaba en todo lo que podía y ellas me lo pagan consintiendo sumisamente sobrepasarme de vez en cuando…, por otro lado era el único macho joven a su disposición y eso también pesaba a mi favor en el libertinaje. Así que ahora que vuelvo a ser vecino de una buena panda de personas mayores me han despertado viejas evocaciones que creían dormidas. En verdad con los matrimonios solo tengo una relación solidaria y cortés entre vecinos, pero con Concha y su hija Maribel la relación va mucho más allá, todos lo saben y lo respetan. 

No es raro que yo vaya a su casa o ellas a la mía, para tomar café charlar y demás con lo que surja…, los primeros meses fue con Maribel en la que me fijé al ser la más joven con 38 años, después fue Concha la que tomó el relevo pues su hija ya casi no está por allí y cuando viene trae a su nuevo novio, un hombre de unos 50 años que ha visto en ella a una compañera cara a la vejez…, es un hombre muy agradable y halagador, considera todo lo que hago por mis vecinos…, nos llevamos bien, tal vez porque no sabe las veces que me he follado a su novia y futura esposa. Según tengo entendido Maribel y todos los demás en complicidad guardan el secreto de “Puente viejo”, tal vez si supiera la cantidad de mi esperma que ha tragado su coño, no me tendría tanto aprecio.





Mi primera amante fue Maribel….Las miradas de mi vecina me lo decían todo, desde hacía dos meses que llegué con 28 años, mi vecina más joven estaba separada o divorciada ya unos años, así que vivía con su madre tratando de recomponer su vida en aquel paraje solitario. A sus 38 años ya la habían dejado tres veces preñada, pero ninguno de sus hijos quería saber de ella, y ella tan feliz de su libertad entendiendo que la vida había que vivirla solo una vez. 

Por mi parte soy alto, fuerte, con una polla que ronda los 19 cms, más gorda de lo normal y les aseguro que las miradas de mi vecina durante el primer mes eran tan descaradas que me sentía un cobarde por no haber intentado algo mucho antes. Me decidí una noche de viernes, sabía que su madre no salía de casa pasadas las 20 horas al ser ya de noche. Sobre las 22 horas, escuché abrir la puerta como siempre para tirar la bolsa de la basura, ese era el momento que esperaba, al menos ver si podía forzar algo la situación, aunque bajando la escalera ya no me parecía tan buena idea, pero seguí hasta la zona donde están los contenedores de basura, casi nada iluminados por una de las farolas que puse nada más instalarme en el molino. Caminé tras ella acercándome pues nuestras casas distan 50 metros, la alcancé casi llegando…

-“Buenas noches Maribel que tal…,”

Ella me sonrió dándome las buenas noches prosiguiendo juntos hasta los contenedores. Tiré mi bolsa luego tomé la de ella para tirarla, ella me tomó la mano, mientras me miraba, tiré la bolsa, soltándome la mano. De vuelta en vez de caminar hacia su casa prosiguió el camino a la entada de la mía que quedaba enfrente, es decir apenas cuatro pasos nos separaban. Nos fuimos internando en la oscuridad para plantarnos en mi puerta, yo miré a ambos lados pero no vi a nadie, me interné tras ella en mi porche solo iluminado por una bombilla de bajo consumo, me esperaba unos pasos apartada en toda la oscuridad bajo un árbol al lado de casa, me dio un enorme beso, el cual correspondí eufórico sin mediar palabra…, le toqué las tetas, el culo, mientras ella empezó a tocarme la entrepierna, casi no podía respirar, le dije que mejor podíamos entrar en casa. Entramos sin más dilación…, yo ya iba recién duchado, vestido con una bata. Yo mismo cerré la puerta, caminamos por el pasillo cuando le dije…

-“voy a preparar la estufa”.

A la vuelta ella estaba esperándome sentada en el sofá con un transparente blusón negro se veía perfectamente tras haber despojado de su bata de guatiní. Sus braguitas y sujetador apenas iluminados por la tenue luz de la lámpara del rincón, le pregunté si quería beber algo aunque en ese momento solo quería penetrarla, pero me dijo que ella se encargaba…

-“¡Ponte cómodo!”

Refiriéndose a que me quitara “ropa”, mientras ella servía mi copa, intentando no aparentar nervios, me despojé de la bata quedando en slip. Ella al volverse del armario de bebidas dijo… 

-“Así me gustas más”, mientras me ofrecía la copa.

Nos sentamos juntos en el sofá, comenzamos a besarnos y cada beso era más y más largo, la tocaba con descaro y desesperación, le agarraba las tetas, los muslos pero después ella me frenaba diciéndome… -“Tranquilo cariño he esperado mucho este momento para ahora estar con prisas”.

Dios me lo dijo mirándome la polla que estaba durísima con su mano puesta sobre ella. Me habló del tiempo que llevaba fijándose en mí, le dije que había visto sus miradas, pero hasta hoy no había sido capaz de atreverme a algo, ella me dijo que tampoco, pues ya no sabía cómo mostrase para que me fijara en ella hasta esta noche, cuando me vio bajando el camino tras ella. Continuó diciendo que viniendo con ella no se lo pensó quería salir de dudas. Entre confesiones nos besábamos, me volvía a frenar y así, hasta que con media copa me hizo ir a mi dormitorio, a mi me dio alto de nervios, le pedí incluso que nos quedáramos en el salón junto a la chimenea, pero insistió llevándome de la mano. Nada más entrar en el cuarto estábamos besándonos de nuevo comiéndonos la boca, los labios y la lengua vorazmente…, dos depredadores en plena vorágine. Y esta vez sí dejó ya le quitara el camisón transparente, rápidamente le solté el sujetador y las dos tetas más grandes y hermosas que he tenido en mis manos en toda mi vida cayeron a plomo formando dos globos colgantes y firmes, pero sobre todo era un reto… nunca me lo había hecho con una madura cuarentona, por lo que estaba deseándolo.

Chupé sus tetas, ella no me soltaba mi falo y la tela del slip estaba por reventar, ella se despego de mi boca se arrodilló para bajarme el slip y se atiborró con mi rabo en un parpadeo, ya no pude soltarla de allí, no me dejó ni sentarme en la cama me la chupaba, sin parar, empecé a darme cuenta que le gustaba con locura comerse mi polla, que me moviera con mi polla dentro de su boca y que le pusiera mi mano sobre su cabeza. Trabajó mi verga y los huevos como ninguna otra mujer, pero lo mejor fue que yo aun gimiendo y jadeando de placer, ella no se quitaba mi bálano de su boca, al revés no dejaba que yo la extrajera de su garganta…fue una explosión total. Una de mis corridas más abundantes y eso que soy de soltar una buena cantidad de lefa en cada corrida, pero ese día tenía mucha leche retenida. Maribel cuando no pudo retener más leche en su cavidad tras largos chorros de espeso esperma, abría más la boca sin dejar que mi polla saliera de ella para que mi leche corriera por sus comisuras y barbilla goteando hasta sus tetas finalmente.


Quedé relajadísimo, eso era lo que ella buscaba con el fin de aguantar mucho más en la follada posterior. Unos instantes después le quité las braguitas, su vagina, estaba totalmente depilada, suave, se la comí ricamente, la mejor de mi vida hasta esos momentos, nunca le había comido la vagina a una mujer y que se corriera dos veces por ello…, jadeaba y suspira sin parar aunque menos mal que no gritó. Su coño es de vulva gordita, pequeña, muy distinta a otras vaginas que he visto de mujeres delgadas y más jóvenes que después parecen que tiene una “ventana” en vez de un coño, ese sin embargo era como si yo lo hubiese intuido desde el principio y por ello me tenía hipnotizado. Mi lengua la recorría siempre húmeda, lamia sus labios uno y otro, bajaba hasta los muslos interiores para volver a subir, volvía a chupar la parte superior de su vulva sobre el capuchón de su clítoris mientras jugaba con mi dedo con él y después la punta de mi lengua se encargaba de castigarlo y darle placer escuchándola gemir sin parar.

Cuando se corrió por segunda vez, quedó quieta tirada hacia atrás desnuda en la cama con las piernas abiertas sobre el colchón, acto seguido me incorporé poniéndome de rodillas para meter mi palpitante erección en aquella vagina candente, ella lanzó un largo gemido en el instante que mi falo la había llenado, lo había aceptado bien al estar perfectamente lubricada con sus jugos tras la corrida y mi saliva, con parsimonia levanté sus muslos y cuando la coloqué a mi gusto comencé a penetrarla en un vaivén de forma lenta. La dama gemía y gemía al igual que yo jadeaba de placer al mover mi dura y recia erección en su jugosa vagina cada vez más dentro y más hasta sepultarla por la raíz. Apenas pocos minutos después se volvió a correr por tercera vez con mi verga masajeando sus paredes internas en las profundidades de su coño acogedor. Nunca había estado con una mujer multi-orgásmica, o era que simplemente que hacía años que no se la follaban…, el dique seco no es bueno para nadie. Ella se sacó mi estoque incorporándose aun respirando fuerte tomándome del cuello, me dijo frete a mi cara… 

-“¿Aun puedes esperar o quieres correrte ya?”  Le dije que aún podía esperar bastante. ¿Has sodomizado alguna mujer?” Le dije que sí.

Ella me mostro una sonrisa, se introdujo los dedos en su coño extrayendo una buena dosis de lubricante para embadurnar su ano cuando se puso a cuatro patas, primero la acaricié el culo con mis dedos sin lubricante sin nada presionando su ano, suspiraba ya solo con aquello, empecé ensalivando sin introducir nada, lentamente… vi cuanto disfrutaba con ello y más me esforzaba, ya no pensando en “encularla” sino en darle placer, empecé a pasarle el lubricante de sus fluidos por su ano con mis dedos aun sin introducir nada pero ella intentaba meterse mis dedos, moviendo su culo, yo se lo impedía y eso la “enervaba” finalmente igual de lento le introduje un dedo, poco a poco hasta que termino en el fondo de su recto. Lo moví dentro circularmente, ella no dejaba de gemir de mover su culo que tenía que aguantarlo e impedido que se moviera, después saqué el dedo y con la misma delicadeza le introduje dos, ella a veces daba algún pequeño gritito, mi otra mano a veces tocaba su vagina, lo frotaba lo palpaba a ver como estaba, y estaba tan jugoso como si estuviera penetrándola, para cuando saqué los dos dedos estaba detrás de rodillas. Ella se movió quitándose a la vez que tiraba de mí para que me sentara en el borde de la cama.

Mientras agarrada mi cuello empezó casi a implorarme, que se la metiera pero me hizo acostar boca arriba. Para ese momento mi polla estaba bien dura ella agarró mi erección y se sentó en ella, metiéndose el badajo ella misma en su coño hambriento mientras le horadaba el culo con mi pulgar. Ella se la fue metiendo sin pausa lentamente moviéndose en pequeños círculos de cadera, sin pausa hasta que la tuvo toda ensartada dando gruñidos. Finalmente dio un largo suspiro cuando terminó de sentarse en mi cetro erguido y endurecido a más no poder… comenzó a tocarse su clítoris ensamblada como se hallaba por mí. Se corrió, una vez más antes de que me corriera, les aseguro que me corrí en menos de diez minutos con solo sentir sus deliciosos sentones sobre mi verga, con mis huevos revotando contra sus grandes nalgas, sus tetas rebotando como dos campanas tocando a arrebato en un ambiente donde sonaba a sexo por los chasquidos de su culo en mis muslos. Apenas se sacó la polla de su coño, me hizo arrodillarme para darme una mamada engrandeciendo mi dureza.

Cuando creyó estar lista de nuevo se colocó a cuatro patas para que la penetrara así sin cambiar de postura, ella se lo pasó bien, pero esta vez quien disfrutaba era yo, estuve así por más de 10 minutos penetrándola sin cambiar de posición una y otra vez… aquello era la gloria misma al sentir como mi rabo endurecido entraba por completo en su empapada vagina. El surtidor se preparaba con el endurecimiento previo de mi rabo y sin esperas solté un aldabonazo que hizo explotar mis huevos desatando toda su carga seminal que percibir recorrer todo el conducto uretral hasta que fue lanzado a grandes chorros al fondo vaginal de Maribel… un segundo y un tercero se desprendían de mí para ella…. Me corría de nuevo abundantemente rellenando su vagina con mi espesa leche cuando siento que alguien me jala por detrás del hombro y mi polla sale bruscamente de su conejo hambriento desertando tragar mi tan preciada carga seminal y dejando salir unos últimos grandes chorros de lefa bañando sus nalgas y parte de su espalda. Justo en ese momento veo a su madre mirándome con una mirada asesina, mientras me baja de la cama con gesto de violencia tirando de mi brazo. Se creó un “Brainstorming” entre madre e hija sobre si era justo o no, si era conveniente o no, si aquello estaba bien o no… Cogí me ropa y me marché a la sala en tanto ellas acababan de aclarar si follar con el vecino era una buena o mala idea…

-“Creo que es mejor os aclaréis en vuestra casa….Pero si queréis mi opinión creo que ya somos todos suficientemente adultos para tomar nuestra decisiones. Ella quería follar, yo quería follar y hemos follado ¡Todos contentos! aquí no se ha matado a nadie, a lo sumo engendrado”.

Ante mi última palabra Concha enervó el rictus de su cara y se dio media vuelta… 

-“En casa nos vemos.

Le dijo a su hija girando su cabeza como la niña del exorcista. Maribel se compuso la ropa como pudo y se marchó a su casa. Al día siguiente no logré ni hice por verlas, esperé que el ardor de la noche anterior se fuera mitigando poco a poco, pero la respuesta a mis dudas sobre el estado de relación entre madre e hija no se hizo esperar… dos días después Concha me dijo escuetamente…

-“Mi hija es mayor de edad y es libre de hacer lo que desee, solo espero responsabilidad de ambos en vuestros actos y que seáis consecuentes con lo que hacéis. Por mí podéis follar todos los días a pelo, allá vosotros, lo único que no os permitiré es que me escandalicéis a los vecinos y a ti que me la dejes preñada a su edad”.

Al poco de llegar a mi nuevo hogar me proclamaron su líder indiscutible, por juventud y contratada solidaridad con ellos, dado que hasta convertirme en el encargado de llevar los asuntos de mis vecinos, Concha era la encomendada de llevar los asuntos de la comunidad de vecinos de “Puente viejo” por ser la más joven junto a su hija Maribel. Por eso en los primeros meses solía venir con asiduidad a mi casa para avisar de esto o aquello, aconsejarme o sugerirme hacer o deshacer tal o cual para el bien del vecindario.

Después del incidente de la primera noche tórrida con Maribel, la relación de ambas conmigo se relajó en tanto tras la exigua charla con Concha al cruzarnos una mañana. No obstante yo no iba a dejar de tirarme a su hija, así que continuaba follándome asiduamente a la frondosa y ardiente Maribel se pusiese como se pusiese la madre… Nos dábamos el lote al menos tres veces por semana. Lejos de la inquina mostrada por Concha aquella primera vez, la veterana hembra agudizó su sexapil mostrándose abierta en nuestro trato personal…. Pero, lo que me puso en guardia fue observar que solía venir cuando su hija no estaba, es decir, en horario de trabajo de Maribel en el pueblo vecino, o durante el fin de semana cuando esta acudía al restaurante donde era pinche de cocina o cocinera, no lo sé muy bien. Sé que muchas mujeres de la edad de Concha, recuerdo que ronda los 60 años, piensan que un hombre puede servir de macho a más de una hembra y no tienen inconveniente de compartirlo.

Debo confesar que yo también empecé a mirarla con ojos viciosos, si tenemos en cuenta que llevaba mucho tiempo sin mojar y el morbo que una mujer madura me suele poner a mí. Mis atrevimientos no pasaban de sonreír mirando a su escote, pero siempre de una forma muy delicada sin desear ofenderla. Ella parecía que cada vez entraba más en el juego porque respondía a mis miradas con otras muy parecidas… todo fue in crescendo día a día, dado que ella cada vez encontraba una excusa más estúpida para ir a mi casa. Sin embargo, yo no me atreví a dar el paso definitivo, sería como meterse en la boca del lobo con dos mujeres capaces de todo, además de poder llegar romper la concordia de aquella villa de cuatro vecinos, donde tan a gusto me sentía, era como tirar piedras a mi propio tejado, así que me decía a mí mismo tener prudencia y respeto por el bien común.


Sin embargo un día que volvía del instituto la vi a unos kilómetros de la villa caminando de vuelta a casa, la invité a subir al coche. Aquel trabajo lo solía hacer su hija una vez a la semana, bajando hasta el mesón a recoger la correspondencia y otras cosas, sin embargo Maribel faltaba ya unos días por causa del trabajo que encontró en la ciudad como cocinera de un pequeño restaurante y asistenta de la familia de los dueños de dicho establecimiento en el pueblo vecino…, vamos una chica para todo ¡Maribel podía! Ella aceptó encantada aliviarle la caminata por los caminos de sierra tan austeros y encuesta casi todo el tiempo… cuando subió al coche me percaté que su falda estaba anormalmente subida en un momento dado mientras se encajaba en el asiento del acompañante, se podían ver casi la totalidad de sus piernas, un poco rellenitas, pero muy, muy ricas.

Íbamos hablando, pero mis ojos caían una y otra vez sobre sus muslos apetitosos. Ella se daba cuenta y lejos de enfadarse, sonreía de forma pícara, no hizo intención de acomodarse adecentando su exposición explícita hacia mí. Además cada vez que cambiaba de marcha separaba un poco más las piernas como si deseara que le metieran mano a ella en vez de a la palanca de cambios. Yo estaba a cien, mi polla se salía del sitio pero no se notaba porque estaba sentado. ¡¡Una semana y media sin follar me estaba matando!! Al salir del coche intenté acomodar mi polla empalmada, pero fue imposible, la erección era tan grande que no podía hacer nada por ella. No era la primera vez que me excitaba o que ella me viese empalmado, pero que pensara con qué facilidad me tenía estimulado no era algo que me gustara supiera nadie. Cuando llegamos al portal ella iba delante y al intentar abrir la puerta trasera para bajar las cosas que traía para ella y el resto de los vecinos, se adelantó a ayudarme y sin intención alguna choqué contra su culo. Ella notó perfectamente la dureza de mi bálano y sonriendo dijo…

-“¡Uy, uy, uy, pero chico! ¡¿Así te has puesto solo por mirarme las piernas?!”

-“No, no… bueno…, lo siento Concha”, respondí intentado quitar hierro al asunto. “Es que…, no sé. Esto es… ya venía un poco alterado del centro comercial…”

-“¡Chico!, pero si yo ya estoy mayor”.

-“Bueno se conserva muy bien”.

-“¡Bah! No me digas eso hijo…”

-“Pocas mujeres a tu edad tienen el cuerpo y la fortaleza física para bajar y subir desde al mesón a la barranquilla…” Mirándome la entrepierna volvió los ojos a los míos con una mano en mi pecho me dijo… 

-“No pasa nada hombre, tranquilo. Siempre es agradable sentir que aún…, ya sabes, con lo vieja que soy…” Ante su respuesta me sinceré aún más al instante…

-“No Concha, tú estás muy bien. De hecho me pareces una mujer muy atractiva. Tu marido tuvo mucha suerte y no te supo apreciar…”

-“¡Uy, pobre! ¡Tú sí que estás bien! Joven, guapo y buena gente. Nene estoy divorciada gracias a Dios de aquel gilipollas. A saber cómo estará el desgraciado, seguro que ese ya no tiene fuerzas para nada, el pobre”.

-“Lo siento no sabía…”

-“No lo sientas hijo, ahora estoy más feliz que nunca… Pero bueno ya me encargo de esto que has traído para nosotros…, tú ya has hecho suficiente por hoy… hasta mañana hijo ya me dirás lo que te debemos”.

Entré en casa a comer y darme una ducha después donde me hice una paja memorable pensando en Concha. ¡¡Bufff!!Recuerdo que el chorro de semen fue tremendo. Pasaron unos días y llegó el sábado. Era el mes de octubre y estaban empezando a encender la estucha para calentar toda la casa. Haciendo la comida y me di cuenta que no tenía sal, así que pensé en ir a pedirle a Concha, no sin la enorme esperanza de quedar después a tomar un café… Toqué a su puerta, oí a Concha decirme desde la cocina que pasara. Llevaba puesta la bata de costumbre, bastante desabrochada, lo que dejaba intuir el rico escote y sus muslos rellenitos. Fue al armario y trajo sal, pero noté que se había desabrochado un par de botones más que dejaban al descubierto sus piernas al andar. Me quedé embelesado y ella lo volvió a notar…me sonrió, sin embargo yo no tuve la valentía de alargar la mano y sobar ese culo apetitoso. Vamos que volví a mi casa súper empalmado, pero esta vez no me la pensaba cascar e hice bien reservando mis fuerzas, porque sobre la 16:30 de esa tarde fue ella quien tocó a mi puerta, había visto la fumarola de mi chimenea pero se notaba que no sabía encenderla, así que se decidió a echarme una mano con ella. Me dijo que si tenía que preparar la chimenea tal vez ella me podía ayudar porque sabía bien le truco para encenderla…

-“Romero me enseñó cómo funcionaba y solo yo sé prepararla para que funcione bien”, me dijo.





¡¡Ahí vi el momento!! Le di las gracias con una sonrisa encantadora y entró en casa hasta la chimenea rebelde que no entendía como prenderla. Llevaba la bata de antes, en su movimiento de agacharse se le quedó bien abierta, aún más que antes, con lo que parte de sus tetas quedaron a la vista. Ella se agachaba a acomodar los troncos de manera ordenada mientras me dejaba ver sus tetas y sus muslos con toda naturalidad…, casi hasta el coño se le veía en algunos momentos de máxima inclinación. Como era natural no me enteré como encender bien aquella chimenea, solo me fijaba en el show que me ofrecía Concha…. Me empalmé como un caballo. Yo pensé que ya estaba bien de insinuaciones claramente explícitas, así que mientras ella hablaba azuzando la leña y el fuego en cuclillas, le puse la mano en el interior del muslo. ¡¡Mmmmm, Dios! ¡Qué sensación! ¡¡Mi polla era una barra de hierro!! Concha se sobresaltó y quedó en silencio, mirándome. Yo mantenía la mano ahí, sobando el muslo. La otra mano fue a las tetas sin objeción. Ella entonces hizo el amago de intentar escapar de mis manos y sin demasiado convencimiento en sus palabras…

-“Oye, oye, ¿no te parece que te estás pasando? ¡Esto no está bien!”

-“Concha”, dije. “Déjame, por favor. Me excitas muchísimo. Llevas días insinuándote y hoy me has mostrando tus intenciones… en el coche, en tu cocina este medio día viendo cómo te desabrochas los botones sin que venga a cuento… Así no me das más que señales de querer esto”, dije señalando el bulto que tenía entre las piernas.

-“¡No, no, hijo no te equivoques!”

 Se puso en pie sin hacer amago de marchase, en un “Quiero, pero cúrratela un poco más”, lo cual me dio pie a dar el siguiente paso… -“Ven Concha, lo estamos desando los dos, lo estamos necesitando”, dije.

La agarré de las nalgas y le apreté mi polla contra su coño. Ella entonces pareció estar de acuerdo porque soltó un gemido devolviéndome el apretón en mi culo. –“Estamos locos, pero solo se vive una vez y a mí ya me queda poco…”

-“Pues entonces disfrutemos mientras tengamos fuerzas…”

A la sazón sin esperar un segundo más, metió la lengua en mi boca, respondí con un morreo de la ostia mientras le sobaba el coño…, nos comíamos la boca como unos obsesos sedientos de placer y lujuria. Ella gemía eufórica, pensé el poco tiempo que le había durado la dignidad de mujer decente, aguantando sus ganas de macho…

-“¡Ay!, ¡Aaaay!, siii, siiiiiii, ¡Cuánto tiempo sin sentir una polla dura como esta! Tan joven y potente.”

La llevé a mi cuarto y le quité la bata mientras le sobaba todo el cuerpo y la besaba en cada centímetro de su cuerpo, sobre todo sus hermosas tetas, mamando y succionando sus erguidos pezones. Estaba buenísima y tenía el coño totalmente mojado, así que sin pensarlo le quité las bragas recostada como estaba, ella colaboró elevando su culo del colchón y de pronto apareció un coño enorme de vulva carnosa adornado con un fino vello rubio recortado apenas un centímetro los más largos… se veían perfectamente sus carnosos labios vaginales formando unos serpenteantes pliegues que ocultaban la gran raja de su coño. Con sus  dedos se abrí los labios mostrándome el interior de carne roja ardiente, observando lo cerrado de su entrada vaginal, lo que aseguraba no haber sido perforado dicho conducto en años por lo ceñido que se encontraba. Me bajé el pantalón mostrándole mi verga inhiesta como un fierro candente, quedó complacida por los 18 centímetros casi 19 de rabo de recio grosor plantados ante ella, los que pronto estarían horadando su más cuidada intimidad. Me coloqué entre sus piernas que abrí un poco más dejándola aún más despatarrada y allí arrodillado ante ella, posé mi polla sobre su pubis…, la acarició atreviéndose a sopesar mis cojones y con una sonrisa…

-“Los tienes muy cargados nene, se notan muy duros de la cantidad de leche que llevan dentro. ¡¡Toda esa leche la quiero dentro de mi coño!!”

-“No te preocupes será toda tuya…”

-“No sabes la suerte que tenemos de no poder quedarme preñada… Porque otra cosa no, pero Follar a pelo y que me llenen el coño de lefa es lo que más me ha gustado toda mi vida…”

No me lo pensé mucho más, mojé mi capullo en su jugo entre los labios internos y de una embestida la penetré como un toro más de la mitad de una sola vez, tras la segunda y finalmente una tercera mis huevos hicieron tope en su coño. Ella se corrió a la primera dando gritos de placer, sin llegar a pasar más de dos minutos follándomela a tope en firmes y contundente insertadas a todo lo largo de mi cipote…. la señora gritaba bastante a cada incursión del ariete, se notaba que llevaba años sin follar. Entonces seguí bombeando como un loco, me gustaba muchísimo percibir cada pliegue de sus paredes vaginales internas, me excitaba mogollón ver a esa señora gritando de placer, al tiempo que mi glande percibía descargas electrificantes de puro placer, frotando lugares nunca profanados por ningún otro hombre, completamente vírgenes hasta que yo los hube desflorado.

Tuvo otro orgasmo muy rápido en esas primeras embestidas, se veía a una hembra fuera de sí. Continué empalándola en eso momentos de convulsiones, nunca cejaba de follarla a tope hasta que culminó su clímax. Saqué mi polla de su alojamiento, y tras de ella un chorrito de fluidos de la corrida de la dama, se desprendieron cayendo como un reguero por su culo hasta las sábanas. Entonces la puse a cuatro patas, ella no puso objeción posando sus tetazas en el colchón y elevando el culo hasta quedar completamente enfilado con mi tronco… sin más que la rigidez del mi falo la penetré desde atrás agarrando sus tetas. Ella decía que así no, al sentir mi capullo en su ano en una acometida errónea…, pero en cuanto notó mi polla en la bocana de su coño se tiró hacia atrás buscando la penetración. De una sola vez su coño se engulló el cipote entero… se apretaba como una puta gritando muchísimo. Se lo estaba pasando bomba. Con esta nueva posición mi glande se alojaba en la misma entrada de su cuello uterino, y eso era novedoso para ella… Movía la cabeza descontrolada en pleno éxtasis ondeando su cabello, al sentir mi dura daga acuchillar su matriz ya infértil…

-“¡Qué dura la tienes cariño, qué dura la tienes!”

Gritaba descompuesta de pura lujuria.

Yo le daba mandanga de la buena, pero uno no era de piedra y ya no podía más, llevábamos más de diez minutos follando como posesos cual perros en celo… así que cambiamos de nuevo y seguí fallándomela yo encima y ella bien abierta de piernas recibiendo los empellones de su joven semental. Ella cerraba los ojos, estaba en la gloria con todo el coño abierto, dejándose mamar las tetas y comer la boca sin dejar prisioneros con nuestras lenguas en lasciva lucha carnal. Mientras ella me mamaba la lengua sobándole las tetas y los pezones, mi pelvis no paraba dale que dale, echándole un polvo de primera. Volvió a correrse, y no era de extrañar con tantas sensaciones juntas después de tantos años de abstinencia. Me apretaba las nalgas con sus manos, a la par de mover su culo hacia mí al compás de mis empellones. Yo estaba como un loco, le daba enviones fortísimos una y otra vez, dando con mi grueso y duro capullo en su pared vaginal, hasta que de pronto sin poder resistirme más alargando la follada, me estremecí notando como mi cuerpo se tensaba convulsionando sin poder remediarlo… mi polla se endureció y mucho más mi glande a la misma vez que se abrieron la compuertas de mis huevos…, y comenzó a fluir mi leche a través de mi largo tronco venéreo, derramando todo mi contenido seminal en el fondo uterino del coño de Concha….

Fue una corrida impresionante, no paraba de salir lefa espesa en largos chorros de ingente esperma ¡El placer era indescriptible! Seguíamos dale que te pego hasta cubrir seis o siete aldabonazos de semen recién ordeñado de mis pelotas ¡Bufff, que polvazo! Bien cubierta por su nuevo y joven semental se aplastó contra el colchón quedando rendida…, yo exhausto con flojera en todo mi cuerpo. Atontado por el subidón y posterior bajón de adrenalina, me arrulló el sueño, y así a duerme vela debió de darse cuenta de lo sucedido Concha, porque volviendo a sus cabales y empezó a decir que estábamos locos y tal y cual, así que se vistió y se fue rápidamente a su casa. Os aseguro que me quedé tumbado como muerto. A la hora desperté del sueño de Morfeo, y cuando empecé a recordar lo que acababa de pasar me tuve que hacer una paja porque la polla se puso como una vara. 

En días posteriores nos hablábamos menos, hasta que un día charlamos abiertamente de ello. Nos lo debíamos de tomar como una circunstancia más en una relación amistosa entre vecinos… si éramos capaces de compartir una comida, un café o un arreglo en casa como una necesidad existencial, esto de follar para aliviar nuestra necesidad fisiológica tomando parte de los fluidos de otro, no tenía porque ser diferente. Convertirse en follamigos, no nos parecía distinto a ser solidarios con las necesidades vitales en las que todos participábamos. Si algún vecino me reclamaba para arreglar una mesa, estantería o techo derrumbado, comprar los vivieres de la semana como el pan de cada día soliviantando una carestía vital, el sexo no debía de ser nada ajeno a la persona con un carácter diferente a la de comer, abrigarse o mostrar tu cariño a los demás. Así no entendimos y por supuesto que ella quería repetir pese a marchase tan agraviada tras el primer polvazo…, la convencí de no estar obrando mal y ella me reconoció que había estado provocándome todo el tiempo. Así que esa misma mañana me la estuve follando hasta la hora de preparar la comida…, comimos juntos y en la sienta esa hembra de 62 años volvió a ser follada sin más compromiso que la de aliviar una necesidad imperante en todo ser humano que lleva más de diez años sin probar varón…

Mi vida transcurría armoniosa con clases de mañana, e vuelta a casa mi comida o la que Concha me preparaba y una siesta de media a una hora…, en esa siesta a veces follábamos otras dormía solo. Después me ponía a realizar diferentes tareas docentes, caseras o escribiendo mis relatos. Los fines de semana solían ser algo diferentes, con paseos por el monte y joder con Maribel, hasta que ella se echó novio y me centré en exclusiva en su madre. Sin embargo la relación entre ellas se tornaba cada vez más tensa como ocurrió en aquella ocasión… 


El caso es que hará un mes me pasé por su casa y me encontré sola a Concha y bastante nerviosa, al parecer por la noche Maribel le había entrado no sé qué manía con la herencia del padre, decía de venderlas para comprar un piso y poder casarse con su novio…. Tuvieron una discusión que la dejó desvelada toda la noche y por la mañana volvió a la carga, así que vino su novio y se llevó a Maribel, pero Concha seguía con los nervios alterados… me quedé con ella para hablar y tratar de tranquilizarla. Ella aún estaba con la bata y debajo se divisaba el camisón y aunque no parecía el momento para ello no pude evitar darme cuenta que lógicamente no llevaba el sujetador y sus tetas grandes y caídas andaban algo sueltos bajo aquellas prendas, además ambas prendas permitían ver de vez en cuando el escote algo arrugado e incluso en ocasiones el comienzo de aquellas ubres que amamantaros a tres hijos.

Tomaba yo un café y ella una tila en el salón mientras ella me contaba y se desahogaba hasta que de repente se fue derrumbando, me imagino que los nervios y el cansancio hacían mella, y comenzó a llorar, así que me acerqué a ella y la abracé para tratar de calmarla, ella se aferró a mí como un náufrago a un salvavidas y yo mantenía el abrazo acariciando su cabeza como si fuese una niña y supongo que por un cierto paternalismo le di un beso en la frente que le hizo alzar un poco la cara de mi hombro y responderme con un cariñoso beso en la mejilla seguido luego de otro leve en la boca que me sorprendió aunque quizás más a ella que escandalizada por su gesto me pedía perdón entre lágrimas diciendo, “no sé qué hago”, yo le respondí que no pasaba nada, lo cual era en parte mentira pues aquello despertaba mis fantasías púberes y no pude evitar responderle con otro beso en sus labios que ella no rechazó y que se prolongó mientras abríamos nuestras bocas para que nuestras lenguas se encontrasen y así jugueteamos un momento hasta que ella se frenó mirándome a los ojos y musitando…

-“Esto no está bien, estamos locos”,

Yo no quería que aquello se parase entonces y le dije que no pasaba nada que era cosa del momento. Ella me decía que le parecía que se aprovechaba de mí, de mi juventud y que además estaba Maribel… no podía hacer eso. Yo protesté diciendo que al contrario, que nadie se aprovechaba de nadie pues éramos adultos y su hija ya tenía un hombre que le daba mucho más que yo…me acerqué a besarla sin que ella opusiese resistencia. Tampoco me rechazó cuando comencé a tocar su cuerpo, con delicadeza, y mis manos pudieron palpar sus gordas tetas, su espalda, sus piernas y cuando dirigía mi mano por sus muslos hacia su entrepierna ella me paró, se levantó y salió del salón, diciendo…

-“Esto está mal, está mal.” La seguí y vi que entraba en su dormitorio mientras me decía… “Deja que me cambié y luego seguimos hablando.”

Así que me frené en el pasillo fuera de su cuarto, de inmediato mi deseo me impulsó a no hacerle caso y entrar para tratar que aquello no quedase en algún beso y nada más. Al entrar la vi de espaldas sólo con sus grandes bragas blancas y nada más, me quedé un poco helado al verla desnuda, aun siendo por detrás, con su piel tersa y blanca, su cadera ancha, su piernas firmes casi como debieron ser de joven. Su piel aun siendo tersa, se denotaba la piel de naranja pero sin nada de de pellejos o muslos flácidos y arrugados como tantas mujeres de su edad, la genética la había tratado bastante bien. Mirando más abajo si se notaban las pantorrillas con las venas y pequeñas varices marcadas color azulado. A otros no le parecería sexy, todo lo contrario que a mí… me motivaba un morbo especial al tratarse de una mujer exuberante donde gozar de su carnes abundantes y más o menos bien colocadas.

Ella sin darse la vuelta susurro… “¡Por favor Fernando! Podrías ser hijo mío... ¡¿no ves lo vieja que soy?!”

Pero yo no atendí a su súplica y me acerqué a ella abrazándola… ella ya dejó atrás su poca resistencia, asumiendo mi conquista…, se dejó tocar pues mis manos abandonaban el abrazo para comenzar a magrear sus tetas que ahora podía ver perfectamente y que aún escasa distancia no desmerecían en belleza y atractivo ¡Me excitaban sobremanera! Besaba su cuello y su espalda mientras la sobaba y una mano mía fue bajando por su barriga hacia sus bragas dejándome colarla dentro de ella, para acariciar su aterciopelado chumino y dirigirme hacia su clítoris, al cual comencé a acariciar mientras ella comenzaba a suspirar con más fuerza. Noté como se humedecía su coño mientras seguía frotando aquel clítoris tan grande como un garbanzo, nunca disfruté de uno tan majestuoso mientras ella me decía…

-“Hijo mío ¿Qué me haces por Dios? ¿Qué me haces ladrón…?”

Dejó caer una mano suya hacia atrás para buscar mi cipote, acariciándolo sobre el pantalón donde debió de notar que se halla completamente duro. Entonces la tumbé con suavidad en la cama, ella se dejaba hacer, le quité las bragas y abriendo sus piernas me dispuse a comerme su conejo. Ella trató de pararme con las manos, preguntado…

-“¡¿Qué vas a hacer, eso no te puede gustar hacérmelo…?! Es un coño viejo por donde han pasado más de una polla… y se han corrido decenas de veces.”

Yo no dije nada y pasé mi lengua por toda su vagina consiguiendo de ella un leve gemido de respuesta y entonces continué deleitándome con aquella añeja exquisitez. Usé mi lengua en su clítoris además de introducirla alguna vez en su orificio, también mordisqueé suavemente sus labios vaginales, lamía todos sus jugos que cada vez abundaban más y comencé a introducir mis dedos mientras mi boca seguía otorgándole placer a aquella señora que no paraba de suspirar y gemir. Me enfrasqué entre sus piernas asumiendo todo el deleite que su coño me ofrecía… aroma a hembra en celo, un clítoris grande y duro, una vulva mullida que mordisqueaba como un cerdo ante su comida favorita y sobre todo la sumisión de una mujer ante mi comida de coño, de lo que me siento muy orgulloso, pues ninguna fémina que haya follado conmigo no ha dejado de correrse en mi boca. Al cabo de no más de cinco minutos lamiendo, estrujando sus labios vaginales, follándola con mis dedos y mamando su pepitilla, de repente apuntó…

-“¡Ah, qué me pasa, qué siento, cómo me haces esto!”

Noté que su abdomen convulsionaba y supe que el orgasmo estaba llegándole, se echaba las manos a la cara y suspiraba con fuerza mientras le seguía mamando el coño hasta que se calmó. Me acerqué a su cara para besarla y me confesó que no sabía que le había pasado que nunca había sentido aquello con la boca de un hombre… entonces supe que ella era una de esas mujeres que nunca le habían comido el coño como es debido hasta extraer un orgasmo, y saber que yo le había proporcionado el primero me hizo sentir un orgullo a la par que una gran excitación…, así que comencé a desvestirme mientras ella me miraba con cara de vergüenza y excitación lasciva. Se abrió de piernas en clara invitación, dejándome ver su gran coño veterano de labios aviesos y carnosos replegados en grandes pliegues cerrando su hermosa y atractiva raja vaginal.



 

Me coloqué sobre ella, entre sus piernas, Concha giró la cara a un lado plena de sonrojo mientras yo me disponía a penetrarla, y así lo hice suavemente aunque aquel orificio estaba completamente lubricado y me permitió enseguida introducirme por completo en ella, que respondió con un gemido y viró su cara hacía la mí mostrando algo de sorpresa. Al comenzar mis movimientos de entrada y salida buscando cada vez una mayor profundidad ella cerró los ojos revelando placer y comenzó a abrazarse para luego, cuando yo comencé a aumentar mi ritmo y fuerza, apretar sus uñas en mi espalda sin llegar a dañarme….

-“¡Qué dura la tienes! ¡Qué larga es joder! ¡Qué gorda es tu polla cabrón! Me llenas el coño como ninguno me ha hecho...”

Me decía excitada entre jadeos al mismo tiempo que bajaba sus manos a mis nalgas aferrándose a ellas para empujándolas pidiéndome que embistiese más fuerte, más hondo…, cosa que hice lo que originó grandes suspiros en Concha. Completamente entregada a la gran follada, comenzó a mover sus caderas buscando mayor profundidad en cada estocada…

-“¡Déjame sentir tus huevos contra mi coño!” 

Dijo mientras doblaba sus piernas para permitir un mejor y acentuado acople en el coito y una más profunda penetración, hasta que me abrazó con sus extremidades inferiores sobre mi culo y sus brazos en mi cuello, atrapándome en una incesante locura de lujuria y pasión. No me pareció suficiente, luego levanté una de esas piernas colocándola sobre mi hombro provocando un gesto de sorpresa en ella, sin más premura elevé la otra gracias a su increíble flexibilidad dejando su coño tan expuesto como un frontón. Era escasa su resistencia y enorme la colaboración de la hembra en ser mancillada de tan guisa solo con tal de gozar al máximo de algo que se le negaba en los últimos quince años.

Al comenzar a moverme y con la facilidad que esa postura me daba para profundizar hasta los mismos huevos una y otra vez. Su coño se adaptó rápidamente a mi badajo y sus suspiros se tornaron en gemidos…,ahora sus ojos estaban abiertos mirándome con auténtico vicio, vidriosos al punto del llanto de placer, gozo y deleite a sus años, aquel gozo cuya esperanza perdió hacía mucho tiempo… Volví a parar un momento y mientras lamía su pie, cosa que le encantó por la cara de sorpresa y gusto que puso, alcé su otra pierna y la coloqué sobre mi otro hombro de nuevo. Así irguiendo mi cuerpo un poco logré esa posición de encaje total de la verga en tan veterana vagina, que al emprender otra vez mis movimientos obtuvieron de Concha un largo grito de delectación que fue seguido de varios más hasta que uno más largo y asemejado a un llanto me informó de su segundo orgasmo…. Yo no cabía en mí de orgullo y satisfacción por todo el éxtasis con el que estaba obsequiando a la veterana, aunque he de reconocer que mi aguante a pesar de la sobreexcitación que tenía se debía en parte a la masturbación que me había practicado aquella misma mañana al despertarme…. La vi exhausta tendida en la cama, desnuda y bañada de sudor y mi morbo se vio incrementado así que comencé a besarle los muslos mientras le daba la vuelta y ella aun dejándose hacer mostró cierta confusión mientras me preguntaba…

-“¡¿Más aún?! Eres incansable… si te hubiera conocido hace treinta años atrás…”

-“¿Me hubieras dejado que te follara así?”

-“Que me follaras las veces que desearas ¡Y que me preñaras!

La puse a cuatro patas apuntando hacia el armario de su cuarto cuyo frontal era todo un inmenso espejo. Vi aquellas nalgas y su estrellado ano tan atractivos que no me pude resistir…, y comencé a lamerlos, ella suspiró y mostró estupor pero no protestó ni trató de rechazarme y cuando tras lamerlo un rato introduje un dedo, noté un leve quejido de dolor reflejado en su cara tras el espejo. Mostraba un cierto disgusto, lo cual indicaba que jamás la había dando por el culo…

-“¡Ya veo que nadie se ha atrevido a darte por el culo!”

-“No por favor, por ahí no… Nunca me han dado por el culo y creo que con tu polla me vas a hacer mucho daño.”

Sus súplicas me ablandaron la lujuria de estrenar su ano, así que decidí que eso podía ser demasiado para la segunda vez y que por tanto mejor dejarlo en bien de una larga amistad donde tendríamos otras oportunidades. Entonces me dispuse a comenzar a penetrar nuevamente su acogedora vagina, y así lo hice sin pérdida de tiempo obteniendo sus cálidos y adorables fluidos que impregnaba mi rabo entre suspiros. La enterré de un solo envión dejando solo las pelotas fuera, hasta la misma raíz se tragó el coño de Concha sin el menor remilgo…, un coño profundo pues mi verga alcanza los casi 19 cm en plena erección, tal como en esos instantes me hallaba. Metía y sacaba todo el rabo dejando solo el capullo dentro para volver a entrar a fondo golpeando con mi pelvis sus nalgas, simulando el chasquido de la lluvia entre gemidos y gritos de gusto de la hembra en celo de Concha. La asía con fortaleza empujando todo el cipote a su fondo vaginal…

-“La estás metiendo hasta el estómago cabronazo…”

-“¡¡No la quieres ahí…!!”

-“Si cabrón sí… ¡Fóllame, fóllate a esta pobre vieja!”

Me decía entre jadeos mientras le aplicaba toda mi potencia en cada empellón. Ya pasaba más de veinte minutos jodiendo con tan exuberante dama cuando noté que ahora sí estaba a punto de correrme y mi excitación era brutal, un ardor incrementado por ver en el espejo su cara desencajada de gozo, donde ella también nos veía a los dos follando como locos….

-“Le voy a dar de comer una buena lechada a tu conejo ¡Prepárate porque te lo voy a llenar de lefa hasta las trancas!”

Le espeté a la vez que aumenté la fuerza y rapidez de mis embestidas… y ella se dejó caer poniendo su culo más en pompa para que me vaciara dentro de su coño. Electrizado de deseo como estaba volví a ver ese ano y no pude evitar introducir un dedo en él que provocó un aullido en ella seguido de sus gemidos, por lo que mientras golpeaba con mi polla su coño cada vez con más fuerza, introduje otro dedo en su culo sacándole otro aullido, cosa que me excitaba más aún. De repente noté que mi falo comenzaba a llenarle su chocho de semen y provocaba en ella otro orgasmo que esta vez acompaño de varios gritos, especialmente cuando horadaba con mi dedo pulgar su culo. Los chorros de leche se iban lanzando uno tras otro sin el menor recato ni miramiento…, sentía como se llenaba su cubículo vaginal a la vez que mis cojones se vaciaban y relajaban en cada chorro de los seis o siente que tuve.

Mi cabeza me daba vueltas, mi cuerpo se convulsionaba y finalmente se relajaba completamente atolondrado del subidón de dopamina. Estar inseminando a Concha era lo mejor que me estaba pasando en años, pese a saber que no la dejaría preñada, tal vez eso era lo mejor al despreocuparme cuando le llenaba el coño con mi esperma. Al cabo de casi medio minuto de orgasmo eyaculando como un toro, extraje el cipote de su holgado estuche y nos dejábamos caer en la cama rendidos cuando sentimos abrirse el portón principal de la casa…, saltamos de la cama vistiéndonos apurados, sobre todo cuando ella comprobó que era su hija con su novio que volvían. Ella se puso la bata sin el camisón y yo me vestí rápidamente… salió a recibirlos aparentando normalidad, a los pocos minutos aparecí yo saliendo del trastero donde tenían la conexión eléctrica simulando venir de hacer una revisión. Nos saludamos mientras hablaba con su hija en la cocina, su novio salió al porche y Concha preparaba café y en un momento que se giró y su bata se abrió un poco… vi que por sus labios le resbalaba un poco de mi leche, aproveché para avisarla con un gesto cuando su hija sacaba galletas del armario despensero, y ella se limpió con la mano…, no sabiendo que hacer se lamió los dedos poniendo cara de agrado al lamerlos con lascivia, lo que volvió a excitarme. Aquella imagen de sus dedos impregnados de mi lefa siendo degustada por Concha me suscitó tanto que me duró toda la tarde hasta que mi veterana vecina me visitó a casa haciéndome una mamada espectacular en la que no dudó en tragarse todo mi semen de la misma fuente.






Tras aquello pasaron unos días sin verla, pues aquel mismo fin de semana, Maribel se la llevó a la casa que tiene en la playa su novio para ver si así se relajaban y sobre todo su madre descansaba un poco. Tres semanas después volvieron de sus vacaciones y entonces sí que nuestros contactos sexuales se tornaron periódicos con el consentimiento pleno de su hija Maribel que comprendió todo aquel paripé del fin de semana que para ellas significó un antes y un después entre madre e hija… Por mi parte confesé que pocas veces he disfrutado tanto como con Concha, y nunca ha sido nada tan morboso como cuando follaba con ella…, pues ver aquel cuerpo ajado pero bien conservado a su edad follando de tal manera, me estimulaba a más no poder. Maribel no lo entendió muy bien siendo yo un chico de tan solo 28 años como podía ponerme cachondo una mujer tan mayor que podría ser mi madre perfectamente, pero lo que a ella le importaba era la felicidad de su madre y se le veía muy feliz. Le confesé que nuestra relación me gustó mucho, pero que tanto con ella como con su madre solo se trataba de una relación amistosa sin mezclase con sentimientos…

-“Mira Maribel, siento una atracción inmensa hacia las mujeres mayores, desde bien pequeño…,” 

Seguí narrando el recuerdo los pechos grandes caídos de mi madre, tías y mi abuela, también me ponía el fino vello de las axilas de mi tía abuela que asomaba por la manga corta de las camisas y las batas cruzadas porque también dejaban ver el color de los sujetadores y combinaciones de las señoras…una mujer que rondaba los 60 años por entonces…pelo corto tintado con algunas muestras de canas. Un culo bastante  grande y sin apenas barriga…, sus tetas un poco caídas pero aun bien redondas y voluminosas bamboleándose sin sujetador dentro de una  bata cruzada de verano, de esas bien finas que algunas veces se abría en el centro dejando ver la blanca piel de la parte interior de los muslos, algo que me excitaba de sobremanera a mis 16 o 17 años como cuando se agachaba y veía con mi mirada furtiva por el amplio escote como sus pechos colgaban y se balanceaban, sintiendo un inmenso deseo de abalanzarme sobre ella y tener esas tetazas en mis manos para chuparlas y meterme dentro de esa bata, perdiéndome en su interior, y averiguando lo que ocultaba debajo de bragas de color carne que alguna vez había llegado a entrever, hasta que un día me decidí a intentarlo y lo conseguí en una de esas fiestas de los sábados… música, baile y bingo casero. Ahora era diferente, ya era un adulto y sabía lo que me gustaba… o sea, todas las mujeres casi sin excepción.

Concha vivía en frente de mi casnueva del molino, a tan solo 50 metros, y aunque los primeros meses de conocernos era como mi segunda madre, al igual que mi otras vecinas que aún conservaban a sus maridos a su lado…, Concha siempre me llamaba para hacer algunos recados o arreglar alguna cosa sencilla que ella no sabía o no quería hacer. Se me olvidó decir que es divorciada desde hace 8 años y sus hijos viven fuera en suiza solo menos Maribel…, vienen en navidades o cuando tienen vacaciones… Bien su hija ya había dejado de vivir en la sierra con ella, ahora estaba sola y mi ayuda se incrementó sustancialmente, así que un día como cualquier otro me llamó para ayudarle con unas cajas que tenía que mover en el desván era un verano muy caluroso y eso fue después de comer, a lo que acepté encantado pues me excitaba mucho la ocasión de estar con ella a solas en un sitio oscuro y caluroso. 

Aquella inseguridad de la primera vez se había esfumado, teníamos mucha confianza y complicidad, pasábamos muchas horas juntos aunque no hablásemos nos comunicábamos mientras hacíamos cada unos sus tareas en la casa, el huerto o por la vereda del riachuelo que nos nutre de agua al azur y mueve la noria. La primera vez yo no estaba seguro, pero creía que ella debía de saber que la deseaba para dejase follar tal y como lo hizo en aquella ocasión…, en algún momento tendría que haberse fijado en como la miraba… Esa misma tarde, solo imaginarme allí con ella a solas en su trastero, me excitaba enormemente. Al llegar salió a abrirme con una de esas batas que llevan las abuelas siempre en verano para esta más frescas y cómodas…, una tela de licra fina con estampados de flores y rombos sin nada debajo, cuando digo sin nada es sin bragas ni sujetador…

-“Pasa hijo, ven al desván que tengo que mover unas cuantas cajas… es por aquí ven.”

Subí detrás de ella viendo el contoneo de su grande y contorneado, se acercaba una buena oportunidad. Como digo solo llevaba esa bata, pues traté de encontrar la marca de las bragas mientras subía pero no la encontré, confirmando que no llevaba nada que ocultase su coño. Era ahora o nunca, así que me decidí haciendo que tropezaba y echando las manos en sus caderas…, ella escuchó el barullo que hice al fingir mi tropiezo y solo indicó…

-“Ten cuidado agárrate con fuerza, no te caigas nene.”

Estaba empalmadísimo solo al sentir el tacto de su piel bajo la fina bata estampada, típica de mujer de su edad. Tanto que llegamos al rellano del desván, me acerqué un poco excusándome no saber hacia dónde dirigirme para que notase mi bulto entre sus nalgas de mujer madura. Sin sorpresa para mí, lejos de rehuir de mi tentativa contra ella, se movió hacia otras apretándose contra mi cuerpo diciendo…

-“Parece que te alegras de estar aquí conmigo, ¡¿O esta es una herramienta que pensabas podrías necesitar en mi trastero…?!”

Me echó mano a la entrepierna acariciando por encima del pantalón mientras proseguía diciendo… 

-“Menuda polla dura se te ha puesto hijo, ¡Es un buen cipote! ¡Ummm! ¡¿Todo eso es por mí?!”

Yo no sabía que decir, me quedé entre avergonzado y absorto hasta que asimilé lo que había escuchado y donde tenía la señora la mano derecha. 

–“Soy una vieja y creo que ya poco te puedo ofrecer, pero si tanto te pongo estoy dispuesta a que hagas lo que quieras. Conozco a los hombres bastante bien, he tenido unos cuantos entre mis piernas, pero de eso ya hace mucho tiempo, aún así sé lo que deseas… lo llevas escrito en tu mirada como todo macho que ha estado conmigo…”

Mi corazón se aceleró de repente y mi polla parecía que iba a explotar de un momento a otro, bajé mis manos despacio por encima de sus muslos…, ella permanecía inmóvil con mi rabo encajado entre sus grandes nalgas continuando con su monologo excitante…

-“Desde hace mucho tiempo sé que te debo insumisión, y no tengo por qué poner excusas para tenerte a mi lado y me hagas tuya las veces que desees. Debo asumir que soy vieja y no quiero que te largues de mi lado, porque una no es de piedra.”

Aquello era el grito bucanero de…“al abordaje”, aparté un poco y levanté su bata, estaba efectivamente sin bragas denotándose entre sus muslos una entrepierna de vulva mullida cuyos labios mayores plegaban sobre los internos haciendo sobresaltar a estos interiores en una doblez arrebujada de excitante sensación. Sin demora atraído como un imán pasé la mano por tan abultado montículo acanalado…, ella se abrió un poco de piernas invitando al intruso a jalar su pitanza por años sin ser reverenciada, admirada y seducida como era debido. La señora se agachó sutilmente delante de mis narices brindando el panorama de ese coño lleno de carne, tan frondoso como nunca antes había visto otro. El chumino veterano de esta dama era uno de esos tantos deseados por mis más anhelantes fantasías en las mujeres que a diario pasan por la calle… hembras anónimas y apasionantes en mi mala mente.

A tan corta distancia podía sentir un olor excitante de aroma femenino entre dulce y salado no muy fuerte que me volvió loco, provocó una sensación de impudor tal, que no pude evitar pasar mi lengua despacio… primero por encima de los pelitos cortos de su pubis, una cantidad solo presencial de su bien arreglado coño, después mi lengua abrió sus angostos pliegos de sus labios vaginales y lamió su interior rosado incandescente. Con mi corazón a mil me oía respirar profundamente el aroma que desprendía ese viejo conejo hambriento de rabo viril…, comencé a comer cada vez más deprisa ansiosamente, zampándomelo todo entero de arriba a abajo, abriéndolo y metiendo mis narices, oliendo y chupando con el ansia de un famélico ante tan suculento pedazo de molla en busca del secreto escondido entre sus plegaduras. 

Mi cara estaba empapada de la humedad de mi propia saliva mezclada con el aromático fluido que desprendía ahora ese coño. Mis manos magreaban sus blandas y suaves nalgas mientras ella no dejaba de moverse al ritmo que mi lengua pasaba por su clítoris una y otra vez… un apéndice digno de admirar por lo grande y duro que se encontraba en esos instantes…, lo mamaba entre mis labios, dándole contumaces lengüetazos que hacían gemir con timidez a la señora. Le intenté dar un buen castigos durante los más de cinco minutos que me comí su coño y tal esfuerzo tuvo su recompensa pues la dueña de tan exquisito chumino comenzó a convulsionar…, noté la fuerza de su mano en mi nuca atrayéndome hacia su coño…

-“¡Sigue, sigue no pares ahora!”

Reclamaba entre jadeos con palabras airosas casi imperceptibles al oído de un macho tan avivado y centrado en una tarea tan bucólica.

Arrecié mis lengüetazos metiendo un par de dedos en su estrecho orificio a la par que mi lengua aporreaba su pepitilla, acompañándolo con chupadas que terminaron por desencajar a la mujer en un orgasmo tan duradero que casi me asfixia al apretarme con toda su voluntad contra ella. Por fin conseguí respirar cuando Concha se relajó tras alcanzar el orgasmo mejor de su vida o al menos en os últimos 20 años… Miré alrededor, observando un catre cubierto por una gran frezada en un rincón del desván… 

-“¡Vamos a ponernos más cómodos!”

Desalojé la frezada y acto seguido me quité la ropa… mi polla estaba durísima y con los 19 cm de rabo que gasto pronto llamó la atención de Concha que no quitaba los ojos de ella sin atreverse decir lo que sin duda pensaba de ella. Me acosté sobre el colchón y ella imitándome se tumbo a mi lado. A esas alturas de la tarde unido a nuestro estupor, estábamos empapados de sudor…, ella comenzó a masturbarme lentamente con una sola mano, percibiendo que le faltaba mucho por cubrir…

-“Hijo mío me falta mucha mano para cubrir tu polla o te sobra mucha polla para mi mano,” dijo susurrarme al oído. “Pero ¡¿Te gusta cómo te lo hago, verdad?!”

-“Lo haces de maravilla.”

-“Y mi coño ¿Te ha gustado?”

-“Jamás me había comido un coño tan sabroso, y he comido unos cuantos…”

-“Cariño, tengo muchas ganas de sentir como entra dentro mi boca este pollón. ¡Yo sí que nunca he tenido un cipote de tamaña envergadura para mí!”

Y así comenzó a pasar lentamente su lengua por encima del glande lubricadísimo, mi polla goteaba de excitación…, entonces sin más demora ni aspavientos se engulló el glande abriendo denodadamente su boca mostrando la dentadura. No debía de ser la primera vez que mamaba una verga porque sus dientes no hicieron mella en mi hinchado capullo, notando solo la calidez de sus labios, su lengua y el paladar que excitaban cada terminación nerviosa extremada en sensibilidad. Comenzó a metérsela toda dentro de la boca cada vez más profundo, dilatando sus comisuras, semejante a un parto ¡Dios qué sensación! Nunca antes había sentido algo así, ella me miró dejando de mamar por un instante…

-“¡Yo también deseaba esto mucho! Por eso siempre te llamo para que me ayudes en esas pequeñas cosas, pero tenemos que tener cuidado.”

Continuó engullendo mi polla cada vez más deprisa, miraba para mi, se la pasaba por la cara, pasaba la lengua de arriba a abajo, engullía solo el glande y bajaba de nuevo con su lengua dejando un reguero de saliva hasta llegar a los huevos, que lengüeteaba con fortaleza y después se los engullía uno a uno como si de un caramelo se tratase…

-“¡Madre mía! ¡Qué pedazos de huevos te gastas hijo mío! ¡Cuánto tiempo sin una buena polla! Que ganas tenía de poder disfrutar de una verga tan hermosa para mi solita.”

Entonces se puso encima de mí con sus tetazas en mi cara, sus pezones de una aureola como un melocotón estaban duros y puntiagudos de tanta excitación… buscó la mejor posición sobre mi falo y con una mano agarró el cipote bajo el glande…

-“Esta polla cuando me la clavas entera me llega al estómago…”


 Se colocó el capullo a punto de explotar en la entrada de su vagina, tras frotar mi ariete por toda su raja abriendo los labios carnosos plagados de pliegues exuberantes, cuando halló la bocana se dejo deslizar poco a poco, golpe a golpe de cintura hasta que sus enormes nalgas (pues ahora me parecían más grandes) toparon con mis muslos, alojando mis pelotas en la raja de su culo en un apretado abrazo entre sus cachetes…Y comenzó a subir y a bajar con bizarra fluidez para ser tan mayor, movía las caderas en círculos pequeños mientras chupaba sus colgantes tetas pidiéndome en esos pezones que mamaba como un bebé de teta, mordía y lamiaba en éxtasis, al tiempo de manosear su culo con fruición apretándola contra mí y tratando de meter más adentro todavía  mi rabo a punto de correrse. Aquel coño aguerrido forjado en mil batallas me tenía ensimismado al notar como mi cipote fluía entre las candentes paredes internas que ceñían todo el tronco, abrazándolo en un acogimiento caliginoso y húmedo sin parangón, exudando fluido vaginal blanquecino de tan profusa agitación de mi polla contra su coño tragón. Mi respiración se agitaba cada vez más tras más de diez minutos follándome a tan generosa dama a la que le habiéndole dado la vuelta, poniéndola a cuatro patas no ceja de entrar a tope haciéndole sentir mis huevos golpeando su coño una vez tras otra, para luego salir dejando el capullo dentro en un simpas unos segundos y de vuelta a las profundidades de su útero…

-“Hijo, tu polla está llegando donde nunca ha estado ningún otro hombre, ¡Me has desvirgado mi vagina profunda con ese pedazo de pollón! A mis 64 años y desvirgada…”

Decía ella con las tetas arrastrando sobre el colchón viendo desde su posición como la amarraba del culo y cadera abriéndole las nalgas por donde desfilaba mi verga entrando y saliendo como un pistón bien lubricado…

-“¡Fóllame, fóllame fuerte hasta los huevos! Quiero notar cómo me golpean esos fornidos cojones mientras te Follas a esta vieja solitaria.”

Yo la hincaba con más potencia alentada por sus súplicas. 

- “¡Lléname de leche espesa! ¡Lléname de vida! ¡Qué lástima que tu esperma no me pueda PREÑAR ya… que me pudieras hacer una buena panza…! ¡Fóllate bien a esta vieja que se encuentra tan sola y falta de macho! ¡Eres un cabrón! Me has quitado las telarañas del fondo de mi útero…, y así escuchando a ella pedir mi lefa…

-“Te voy a llenar el coño con unos buenos chorretones de leche…, la tengo a punto de ebullición.”

-“Sí lléname el chumino de semen ¡Alimenta mi coño sediento! hace más de 15 años que no prueba un trago de lefa ¡Córrete dentro de mí hijo mío… dame toda tu leche! ¡Preña a esta vieja!




Sabía que no la iba a preñar, pero solo que ella me lo propusiese me enervó al punto de asirla fuertemente del culo, y clavarla a fondo en el mismo momento que percibí como me subía el calambrazo que abrió las compuertas de mis huevos, percibiendo como fluía por mi polla hasta el glande la leche saliendo en decisivos aldabonazos. En esos momentos la había girado volteando su cuerpo con mi polla insertada, para dejarla acostada sobre su espalda y yo sobre ella empalándola hasta el fondo cuando terminé corriéndome dentro de ella y chupando esas tetas para comerle la boca en el mismo instante que eyaculaba en su fondo uterino, dentro del mismo cuello que conducía a su matriz despojada de fertilidad, pero ávida de mi semilla. Con toda la verga enterrada hasta las pelotas, solo con un leve vaivén para ir soltando chorro tras chorro de esperma en su cavidad vaginal…, debieron de ser al menos seis o siete chorros de espesa lefa la que quedó depositada en su fondo uterino. 

El casi medio minuto de eyaculación, fue uno de los momentos más álgidos de mi vida, ¡Todo un placer inconmensurable! Sintiendo como fluía mi semen dentro de una mujer que podría ser mi propia madre, recibiendo mi semilla completamente sumisa al macho que la estaba inseminando concienzudamente. Este debe ser el mejor y único instante de la vida de un hombre que debe sentirse poderoso y superior a la hembra. Para prolongar el placer, quedé unos segundos sobre ella con toda la polla clavada asegurando una total inseminación y disfrutando de su calidez y aroma natural a fémina en celo.

Tras un largo descanso, ayudé a colocar las cajas desordenadas por el suelo, dejando el trastero ordenado y accesible sin estorbos… ella me dijo con toda sobriedad sensual…

-“A partir de ahora te voy a llamar más a menudo porque he decidido ordenar un poco mejor este desván… tengo unas estanterías para ver si tú me las puedes montar cuando te venga bien. Te daré lo que me pidas…”

-“A mí no me importa venir las veces que me necesites, si me invitas a un té con galletas caseras que tú haces.”

-“Eso está hecho en cinco minutos.”

Nos pusimos a charlar en la mesa de la cocina mientras disfrutábamos del post polvo y de la deliciosa sobremesa hasta bien entrada la tarde cuando me marché a casa… Los días en aquel paraje pasaban tranquilos, nunca tuve tanta felicidad y relajación con todo lo necesario en mi vida a mi disposición… trabajo bien remunerado, tranquilidad, un paisaje envidiable que me llenaba de gozo cada mañana al despertarme, mi sexualidad cubierta por una hembra sumisa y complaciente al 100% y unos vecinos plenamente solidarios formando una piña inquebrantable, aguerridos y echados para adelante pese a su avanzada edad… No podía pedir más con todas mis necesidades cubiertas. En ese estado de cosas mi creatividad se disparaba escribiendo más que nunca. 

Allí todos sabían que Concha y yo follábamos como conejos… nos trataba como una pareja de hecho sin prejuicios maliciosos, hasta que poco a poco fueron desapareciendo quedando solo nosotros dos, pero Concha también se marchó con su hija y finalmente, tras cinco años de impagable felicidad. Mi relación con Fátima no duró más que el curso que coincidimos en el instituto, se marchó y no volví a saber de ella en el curso siguiente, era interina pero pensé que volveríamos a coincidir… así sin Concha y ahora sin Fátima, quedé bastante descolocado. Tras unos consejos de un buen compañero y amigo tomé la decisión de marchar a la casa rural que me aconsejó sin darme muchas explicaciones. Pese a tener un precio elevado me vendría muy bien para como estaban mis ánimos, y acertó… las aventuras que transcendieron en los pocos días que allí estuve los reflejo en mi relato “En un hotel rural”. Además me ayudo a reinventar el paraje de “Puente Viejo” un lugar de albergue rural. Con las muertes e migraciones de mis vecinos me quedé con las propiedades compradas a los herederos, y una vez convertidas las casas familiares en turísticas, se me abrió un nuevo mundo de aventuras sexuales multiplicadas por diez con el turismo nudista. El naturismo como una forma de vivir en armonía con la naturaleza, practicar el desnudo comunitario con la finalidad de respetar a los demás y al medio ambiente con los clientes que venían y se marchaban completamente satisfechos. Pero son otras historias que algún día contaré como ocurrieron.



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