Todos los Relatos están Inspirados en Vidas Reales...

UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Historia de una escalera. 3º B

INSTINTO MATERNAL





Mi hijo se despide cada noche diciendo lo qué va a hacer al día siguiente, en la semana o en el futuro, mis respuestas son ambiguas o irónicas… “si”, “ojalá”, “puede ser”, “seguro”, “eso espero”, “no te creo”. Cuando creo que no se atreverá con algo o me promete algo, tiro de manera irónica mi respuesta hincando en su ego para lograr que cumpla lo prometido… Así fue qué tuvo su primera novia, todos los días la nombraba y decía que le hablaría, pero no se animaba. Una noche seguía con lo mismo “Nadia esto”, “Nadia aquello” y antes de irse me dijo… – “mañana le hablo”.

Con ánimo de molestar… –“No te creo”, “no te animas”, “sí, sí, seguro”, al día siguiente tenía novia.

A veces prometía flores o dulces y mi ironía me conseguía muchas veces esos regalos, otras no. Ya con novia y más experiencia, sumado a preguntas indiscretas que le hacía sobre su relación con Nadia, dieron como resultado calentar mi imaginación. De repente esas conversaciones se fueron yendo a lo sexual, con indirectas y provocaciones.

Había una tensión sexual entre ambos todo el tiempo. Arrimones. Toqueteos “casuales”. Siempre he dicho que una polla es una polla, no importa cuál te toque, pero la polla que me tocó es el de mi hijo. Y él se daba cuenta que si quería, me podría tener…los efluvios de mis feromonas lo alertaban de “hembra en celo”.

Una noche como otras, pero con más carga sexual susurró casi… – Creo que entre los dos está pasando algo, y uno de estos días tendrá que ocurrir, mamá.

Por lo general no contestaba, pero ese día sin haber escuchado bien… – Sí, seguro. Eso espero.

Un segundo entendí, e instantáneamente entendí me tape la boca, le expliqué que estaba nerviosa, “lo único que falta es que llegue mañana del instituto y me folle”, “¿sabrá follar?”, “sinceramente no me vendría mal follar con alguien, pero no con él”, “cómo la tendrá” eran mis pensamientos.

Al día siguiente me desperté con culo mojado, entonces pasé la mano por la cama hasta mi vagina. Estaba nadando en mis flujos. El día lo pasé fatal, con el miedo y la excitación de no saber qué pasará. Todas las noches, me duchaba antes de dormir, pero ese día no quería que pensará que me preparaba para él, así que me duché por la tarde. Su rutina era de mañana al trabajo y de noche al colegio. Desde muy chico él fue mi soporte y el hombre de la casa. Mi rutina era como la de cualquier ama de casa. Cuándo se acercaba la hora de su llegada me encontraba nerviosa, muy nerviosa, tenía miedo y dudas. Rezaba “por favor Dios qué no me viole”.

Pero también pensaba “como será ser follada por mi propio hijo” y mi imaginación volaba “como se sentirá cuando me penetre”, “no seas puta Bibiana, es tu hijo”. De repente, frente al espejo me vi jodiendo con él… fuerte y varonil y temblando como una hoja acabé, me mojé hasta los pies.

– La puta madre, me tengo que duchar.

Reflexionando bajo la ducha me tranquilice “no me va a follar, soy su madre”, tranquila con mi nueva convicción me lo imaginé en la ducha conmigo, me acariciaba haciéndome la sexy “como podría gustarle mi cuerpo, acariciaba mis curvas hacia abajo y subía las manos entre mis nalgas o agarraba mis pezones levantando las tetas… soy una madre bastante puta y cachonda no se puede controlar. Vi me reflejo en el espejo frente a la ducha… 1’69 de altura no estaba nada mal para una mujer, sin embargo tengo los pies pequeños con una talla 36. Mis piernas son firmes y algo largas con una cadera elevada, eso les gusta a muchos hombre… también tengo mucha carne y bien definidas ¡Un cuerpo macizo! El pubis lampiño, nunca he tenido casi vello, la vagina rosada y apretada como un estuche tipo hamburguesa. Suelo hacer muchas sentadillas todos los días, así que imaginen, mi vientre es plano pero con estrías por el embarazo, parí de manera natural por eso no tengo cicatrices de cesárea.  Mi espalda es pequeña y mis tetas son grandes y caídas, nunca fui muy amiga de los sujetadores, por eso la gravedad les dio forma de gota. Soy rubia de piel es como la leche, las areolas son grandes y rosadas, los pezones casi ni sobresalen. Después viene mi cara, a mí no me gusta mucho, porque siento que mi nariz es larga…, de frente me siento agradable, pero no me siento así de perfil, no me siento fea sin embargo tampoco soy una belleza.

Me gustaba, por eso fue inevitable terminar masturbada bajo el agua chorreando de caliente mis flujos por las piernas “Eres una puta Bibiana, mastúrbate con otro, ay dios, no puedo ser tan puta, es mi hijo”. No tenía toallas, pero tranquila, no había escuchado la puerta, salí del baño.

Cuando paso por la puerta de su dormitorio, me quedé de piedra, mi hijo sentado en la cama desnudo, frotándose la verga y yo en el umbral desnuda y húmeda de la ducha. La imagen me sacó lo fresca que estuve un rato antes, el calor de mi coño se extendió por toda mi piel.

Y yo estaba frente a él desnuda, salí caminando de puntitas y así me encontraba, con las piernas cruzadas. No sé por qué hice las cosas lentamente, di un paso para marcharme y él se levantó, di otro y su polla dio como un latigazo, día otro paso y avanzó hacia mí.

Yo me quedé estática, “para” me espetó agarrándome la muñeca, empecé a temblar y a mojarme. Puso mis manos en sus hombros para sujetarme de algo… él se dio cuenta lo que me pasó. Suavemente acarició mi brazo, bajó por la espalda acercándome a él, tuve cosquillas y mis pezones otra vez se endurecieron, siguió bajando por mi culo hasta que no pudo bajar más.

Me diú una palmada en la parte más baja de mi cadera, como si fuese una yegua a la que indicar que levante la pierna. Para mí nada de lo que estaba pasando era real, por eso lo dejaba hacer, a ver dónde me lleva este sueño. Con una mano sostenía mi muslo, su verga rozaba mis labios con el glande hinchado y salía por atrás entre mis nalgas. Con cada roce le lubricaba la verga con mis jugos, la otra mano agarraba fuertemente mi culo.

Cruzando las miradas me acercó de las caderas, yo tenía los brazos en sus hombros, lo estaba despeinado. Cuando me besó le metí la lengua con desesperación, me pegué a él frotándonos los cuerpos mojados… por mi reciente ducha y su sudor. Nos metimos manos por todo el cuerpo. De un momento a otro me encontraba, besando a mi hijo, comiéndola la boca con lujuria, desnuda, colgada de su cuello. Él teniéndome del culo buscaba como penetrarme. Bajé velozmente mi mano y lo guié, me metí la cabeza y volví a subir la mano, mientras mi vagina se comía la carne de mi hijo… yo temblaba como una hoja, tenía los ojos en blanco.

Me deposito en la cómoda con el espejo. Yo estaba abierta con la espalda en la pared y él con la tranca en lo profundo de mi ser, una de mis piernas podía apoyarla en el mueble, pero a la otra la tenía con mi mano por detrás de la rodilla. Nadie hablaba o se movía.

– Sí no quieres es tu oportunidad de pararlo.

– Creo que lo siento bien “duro”. Sé que no quiero pararlo ¿Tú qué quieres, hijo?

– Yo mamá, en repuesta empujó con su verga hacia adentro. – Quiero, ahora hacia afuera. Hacerte, adentro.  Mía, afuera.  Solo mía, la volvió a meter y ahí la dejó.

Sin decir una palabra apoyé las manos en el mueble y sin sacármelo busqué la posición más cómoda, quedamos frente a frente, nos dimos un beso, agarró mis piernas desde detrás de las rodillas y me empezó a follar como a una ramera poligonera.

No era un sueño como creí al principio, esto era real, había tenido orgasmos durante todo el día y ahora estaba haciendo el amor con un joven que me amaba y lo estaba disfrutando. Entraba y salía de mí a su antojo y yo moviendo el culo para retribuirle un poco de lo que me estaba dando. La visión de mis tetas bamboleándose yendo y viniendo lo volvía loco. Su verga entraba a buen ritmo, no era lento, ni era apresurado.

– Llévame a la cama, ¡Fóllame toda, papi!

Me levantó y me cogió en sus brazos hasta la cama. Una vez ahí y de misionero me dio lo suyo, yo movía mi cintura, cuando se salía lo empujaba adentro con los talones y le daba la teta en la boca. No lo hicimos en muchas posiciones, fue en la cómoda, de misionero y yo sobre él. ¡Me apetecía mucho follármelo!

Cuando le acomodé las almohadas e hice que se acostara… – “¡Devuélvele algo de lo que te dio!”

Se la iba a chupar a mi hijo. Lo hice sin pensarlo mucho, a esas alturas ya no había nada que pensar. Le besé la cabeza contorneándole el filo con la lengua y  luego todo el largo de su tronco… se la lamí desde la base hasta la punta, hasta la base otra vez para subir y está vez metérmela todo lo que fuera posible en la boca. Iban y venían mis labios alrededor de su verga con pequeñas estancias en sus cojones, solos chupaba uno a uno succionándoselos a pique de arrancarlos del escroto. Luego subí hasta que me acomodó todo a lo largo sobre él, volvió a besarme.

Bajó por mi cuello hasta mis pequeños pezones, los devoró, me daba chupetones en las tetas y arrancaba gemidos de su madre. Una vez con las piernas a los costados de su cuerpo y con una fuerte succión en el pezón derecho me fui sentando sobre el mástil. Nada más notar su capullo abrirme el coño, despegué la teta de sus labios y me dije “Bibiana, ahora sí, compórtate como una puta”.

Empecé a mover suave y lento el culo hacia arriba, succionando cada vez que subía. Él nunca había estado con una mujer tan abundante, sus manos iban de mis pechos, a las nalgas, al vientre, ahí descubrió mi clítoris… cuanto más lo acariciaba, más puta me ponía. Para ser más sexy puse mis manos detrás de la nuca, levanté mi cabello y vanidosa de mi cuerpo saqué orgullosamente mi tetamen mientras me movía hacia adelante y atrás. Sabía que no resistiría mucho con lo que le estaba haciendo, aceleré el ritmo haciendo círculos y nos corrimos juntos…el más que yo sinceramente.

Me llenó de leche el útero. Nada más percibir el latido de su polla, la empalé mi vientre y dejé que soltara su lefa en mi fondo vaginal, al mismo tiempo me corrí, me electrificó el cuerpo sentir después de tanto tiempo a un macho eyacular dentro de mí, sin más remedio lo empapé. Cada vez que su polla latía dentro de mí, se la succionaba y apretaba un poco jugando con mi vagina.

Él volvió a acariciarme el clítoris, me iba a dar otro orgasmo, yo que todavía lo tenía adentro. Empecé a chupársela con la vagina para que se le pusiese bien dura y se corriese otra vez, pero acabé antes que eso sucediera. En el segundo que me corrí, lo saqué de dentro de mí y regué con mis jugos, su verga, pecho y cara. Él se llevó parte a su boca y después lo compartió conmigo.

Una vez pasada la calentura quedé confundida, fue lo mejor que me había pasado, pero era mi hijo. En la ducha solo pensaba… “Eres una puta Bibiana y eres su madre, su puta madre”, entre llantos apagados siento su cuerpo tras el mío.

– Roberto, mamá quiere estar sola.

– No vine para estar con mi madre, vine para estar con Bibiana, mi puta.

Al escuchar eso me di la vuelta sexy y le sonreí. Somos pareja desde ese día, pensamos mudarnos una gran ciudad donde pasemos desapercibidos para comenzar como pareja.


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Mi madre tiene un gran instinto maternal. Estarán de acuerdo que una cosa es quedar preñada y otra muy diferente desear y procurar a los hijos en todos los aspectos, o sea ser madre. Bueno, pues ella es una de esas mujeres que solo ven un niño y ya quieren cargarlo, besarlo y abrazarlo. Ya se imaginarán como fue mi niñez, no pasaba un segundo sin que tuviera a mi madre encima. Fui muy consentido por ella, me daba todas las cosas que yo le pedía sin necesidad de hacer berrinche.

Cuando salíamos a la calle procuraba que no se me acercaran mucho otras señoras en una actitud un tanto celosa. Por las noches dormíamos en la misma cama, bueno, por lo menos desde los 5 años, que fue cuando mi padre nos abandonó. Supongo que esa fue una de las razones para que me procurara tanto celo, su rol de madre se convirtió en su vida entera.

Durante toda mi niñez y adolescencia no recuerdo que haya salido con algún hombre, quizás a comer con alguna amiga pero jamás a desahogar sus deseos. Algo puedo asegurar, no fue por falta de propuestas. A sus 38 años no tiene nada que pedirle a una chica de mi edad, de hecho cualquier mujer al verla se ha de morir de envidia. Es de estatura media, con una de esas figuras que recuerdan a las pin ups de los años 40’s. Tetona, de caderas anchas, culo respingón redondo, piernas carnosas pero bien definidas, su piel clara con un ligero bronceado, su rostro enmarcado por una abundante melena negra tiene pocas arrugas.

Si no fuera por ese no sé qué del que gozan las maduritas le podrían calcular diez años menos. Como ven no habría razón para que no volviera a rehacer su vida pero prefirió dedicarse únicamente a mí.

Cuando entré a la adolescencia poco a poco fui separándome de ella, dejé de dormir en su cuarto, prefería quedarme en el apartamento que acompañarla a hacer sus cosas, ya no me gustaba que estuviera sobre mí llenándome de besos y abrazos. Ella buscaba la manera de estar cerca de mí, pero yo la rechazaba, al punto que me encerraba en mi habitación la mayor parte del día. Estaba en esa etapa de rebeldía en la que buscamos separarnos totalmente de todo eso que nos hace sentir niños. Ni siquiera sus abrazos, que ponían mi rostro tan cerca de sus tetazas lograban despertar un interés en mí. ¿Acaso un hijo se excita con los abrazos de su madre?

Esto originó que buscará otros desahogos para su instinto maternal. Llegó a cuidar a los hijos de los vecinos con tal de estar rodeada de niños, mayor razón para que yo me encerrara en mi habitación. Ya con mi humor un poco más estable al cumplir casi la mayoría de edad fui dejando que mi mamá se volviera a acercar a mí. Claro que ahora es mi primer curso en la universidad el que me mantiene encerrado en mi habitación. Entre tareas y las clases no puedo pasar mucho tiempo con ella.

Algunas veces mientras hacía mis trabajos en el ordenador llegaba y comenzaba a masajearme los hombros para liberar un poco de tensión o venía cada media hora a preguntarme como estaba y si se me ofrecía algo…me traía siempre algo para merendar.

Sin embargo parece que esto no fue suficiente para ella. Mi madre necesitaba de un bebé que se gestara en lo profundo de su útero, que utilizara su hermoso cuerpo como refugio, que mamara la abundante leche de sus grandes pechos, en fin, que le devolviera a su rol de madre. Es ahí es donde comenzó todo.

Después de un largo curso en la universidad salí de vacaciones de verano. No podía esperar a tumbarme todos los días en la cama y esperar a que mi servicial madre me hiciera sentir mejor que en un hotel de lujo. Los primeros días fueron de relajación total para mí como lo había previsto. Mi madre me procuraba de todas las comodidades, prácticamente solo tenía que dejar el ordenador para ir al baño. Si quería un refrigerio en menos de 2 minutos ya estaba ella en la entrada de mi cuarto sosteniendo un plato. Siempre enfundada en una blusa ligera que deja ver sus pezones cuando no lleva sujetador, en sus pequeños shorts de vaqueros recortados por ella o leggins marcando su trasero enseñando pierna, ambos tipos se embarran en su tremenda cadera dejando al descubierto sus carnosos muslos.

¿Qué si no había notado su exquisito cuerpo desde antes? Claro, casi desde siempre, solo bastaba compararla con las amargas y descuidadas mamás de mis amigos para darme cuenta de lo especial que era y sigue siendo. Pero uno no anda usándola de inspiración para darse un buen pajote por esa razón ¿o sí?

Nota para los lectores, no porque tu madre este como para ponerla a cuatro patas como a una perra, va ser tu sueño dorado follártela, o al menos a mi no me sucedió así. Me acostumbré a su belleza, para mí era lo más normal verla enseñar su cuerpo mientras realizaba sus ejercicios de fitness o yoga.

Tiene que suceder algo para que esa barrera que no te permite ver a tu madre como mujer quede reducida a cenizas. Entre tanto ir y venir a mi habitación para satisfacer mis peticiones mi madre se fue quedando más tiempo junto a mí en mi ordenador. Primero fueron pequeños momentos, después lapsos de tiempo un poco más prolongados hasta que terminó trayendo una silla para estar junto a mí. Al principio me desesperaba un poco tenerla a un lado viendo todo lo que hacía, intente convencerla de formas sutiles pero no funcionó. Terminé asimilando que estuviera a lado de mí, gracias a sus relajantes masajes.

Ahí nos tenían a ambos hasta altas horas de la noche, viendo películas o series online frente al monitor. Durante la tarde nos dedicábamos a reír viendo las fotografías que mis contactos suben a las redes sociales. Todo iba normal hasta que una tarde mientras nos entreteníamos como era habitual vimos una foto que iba a cambiar ese verano y nuestras vidas para siempre. En el monitor se dibujó la foto de mi prima Raquel amamantando a su bebé que había nacido apenas unos meses atrás. Mi madre se sobresaltó y se llevó las manos a la boca.

– No puede ser, ¿enserio ya es mamá?

– Si, el niño nació hace unos pocos meses, ¿Acaso no te lo habían dicho?

– Ya sabes que no tengo mucho contacto con la familia. Pero que estaba pensando esa chica, es demasiado joven para tener un bebé.

– Bueno mamá, ya no es una niña. Recuerda que tenemos la misma edad y tú también te quedaste preñada a los 18.

– En los hombres es diferente, maduráis más tarde que las mujeres… Pero si tu todavía eres un niño ¿Te sientes capaz de ser padre?

– Jaja pues algún colega en la universidad ya es padre.

Mi madre se quedó pensando un momento, sus ojos se clavaron en la foto mientras se humedecían un poco.

– Puede ser, lo mismo tienes razón, tú ya no eres un niño aunque me duela aceptarlo. Me encantaba creer que aun me necesitabas pero cada vez eres menos dependiente.

– Tranquila mamá, no me voy a ir de la casa mañana dejándote sola. Aparte me ves capaz de hacer algo decente en la cocina para comer… siempre te ando molestando con mis peticiones.

– Para mí no es molestia cariño, de hecho me encantaría poder hacer más por ti, a veces me veo que ya no soy tan necesaria. De hecho, envidio a tu prima porque ahora va ser el centro de la vida de un ser y ese ser será al centro de su vida. Mírame ahora, tú eres el centro de mi vida pero yo ya dejé de ser el tuyo… Es lo duro de veros crecer.

– Siempre te voy a amar mamá.

– Lo sé hijo pero es diferente la necesidad al amor. Alguien que te necesita para todo reafirma el por qué de tu vida. Tú, por ejemplo, encontrarás a una mujer que te lleve tus refrigerios, te dé masajes y hasta hará más. ¿Ves como soy reemplazable para ti?

– Tu nunca será reemplazada en mi corazón y en mis necesidades vitales…

– En serio, no lo creo… en cambio un niño pequeño siempre te necesita. Una puta puede cumplir los deseos de todo hombre, hasta los tuyos, pero solo una madre puede brindarle protección a su bebé.

Me sorprendió lo que mi madre decía, ella estaba abriéndose y dejando salir sus inseguridades como mujer. Era obvia su necesidad de valorizarse a través de la dependencia de otros hacia ella. Me surgieron muchas dudas y se me ocurrieron demasiadas cosas que decirle, entre ellas recomendarle un psicólogo (en ese momento me parecía que sufría de un problema… quizás sí pero que excitantes se volvieron todas sus inseguridades)

Creo que hice la mejor pregunta de mi vida o por lo menos la que nos llevaría a un destino más interesante.

– Estoy tratando de comprender lo que dices pero algo no me termina de quedar claro. Al parecer tienes muchas ganas de tener un bebé, entonces ¿por qué no te han preñado?

Mi madre posó las manos sobre sus desnudos muslos, suspiró y comenzó a contestar.

– Lo hice por ti hijo.

– ¿Por mi? Sabes que yo nunca he sido celoso como hijo. No me hubiera molestado un hermanito o que te volvieras a casar.

– No me entendiste, déjame explicarte. Tú eres el mayor tesoro de mi vida, si tuviera otro hijo ambos serían mis mayores tesoros. Pero habría un problema, vosotros no estarían totalmente vinculados, serían solamente medios hermanos. No quise tener hijos de uno y otro hombre como cualquier ramera callejera. Nuestra familia debe ser cerrada en cuanto al vínculo que nos une. Muchas veces he hablado con tu padre para que tengamos otro hijo juntos, le he dicho que no tendrá que hacerse cargo de él pero se niega a acceder, hasta se atrevió a decirme que buscará a un psicólogo.

– Eso explica por qué siendo tan guapa nunca volviste a juntarte con alguien.

– Pude volver a hacerlo, pero para mí ya no tiene sentido. Tu padre me demostró como una puta puede hacer reemplazable a cualquier mujer, el único amor abnegado es el de un hijo pequeño.

– Vaya estúpido en creer que esa guarra con la que se fue puede reemplazarte.

– ¿En serio lo crees?

– Claro, tan solo hay que verte y recibir tus atenciones para darse cuenta de que eres la mejor mujer del mundo.

Seguido de estas palabras mi madre se lanzó hacia mí y me abrazo, metiendo mi cara entre sus pechos.

– Gracias cariño, me hace sentir muy bien que sigas viéndome de esa forma.

Ya fuera de sus pechos…

– No hay de que mamá. Ya sabes que aunque pasen los años tú seguirás siendo especial para mí.

– Ni me recuerdes los años, Cada vez estoy más cerca de convertirme en un vieja reseca de útero infértil y perder para siempre mis sueños.

– Deberías de tener el bebé entonces…

– NO… ya te dije que tú y él deben de estar emparentados totalmente.

– Pues si mi padre se sigue negando va ser imposible eso.

Todo quedó en silencio después de estas palabras, mi madre tenía la vista hacia abajo, se mordisqueaba el labio inferior y sus manos se posaban sobre su sexo. Su pose era la típica de alguien que quiere decir algo que le avergüenza bastante. Por fin, con voz temblorosa y en un tono muy bajo rompió el silencio.

– Hay una manera en la que tú le puedes dar sentido a mi vida.

Estaba confundido, no sabía a qué se refería mi madre entonces dije en forma de broma…

– Ni te imagines que volveré a usar pañal y tomar del biberón.

– No, yo necesito un bebé y tú ya te convertiste en todo un hombre. Eso significa que eres capaz de darle un hijo a una mujer, de darle un hijo a tu madre.

Me quedé petrificado, no podía creer lo que estaba escuchando. MI MADRE DESEABA QUE LA PREÑARA. En unos breves segundos sus manos estaban colocadas sobre la bragueta de mi pantalón, dispuestas a sacar mi verga. Su suave mano encontró mi verga flácida pero con unos ligeros movimientos circulares de sus dedos sobre mi glande se puso dura como una estaca.

– Tú acabas de decir que soy la mujer más maravillosa del mundo ¿por qué negarme la felicidad? Si tenemos un hijo este estará aún más vinculado a ti que si fueran hermanos. Serías también su padre. Seríamos una familia perfecta.

– Pero eres mi madre.

– Pues tu polla parece que no me ve así.

Mi verga estaba al cien, pequeñas gotas de líquido seminal escurrían del glande y se impregnaban en sus dedos. Mi madre pasó de su silla a sentarse sobre mis piernas, frente a frente, con sus piernas abiertas alrededor de las mías. 

SU MANO APRESÓ MI VERGA Y COMENZÓ UN MOVIMIENTO ASCENDENTE Y DESENTENTE SOBRE ELLA





Yo no sabía a dónde mirar, ni siquiera me atrevía a alzar la vista por temor a encontrarme con los lujuriosos ojos de mi madre. Solo sentía el exhalar de su respiración en mi frente mientras mi vista se clavaba en el escote mostrado por sus hermosas tetas. Entre el vaivén del movimiento sus pezones color miel se asomaban por la orilla de la blusa. La paja estaba siendo de lo más morbosa, el roce de su panza con mi verga, sus manos apretando  soltando con apremio sobre mi garrote, sus tetas balanceándose, y todo tan excitante y onírico que me corrí en menos de un par de minutos… salieron grandes chorros de semen que no avisé de su advenimiento. Fueron tan fuertes con tanta presión que llegaron hasta esos grandes pechos. Algunos cayeron justo en sus erectos y duros pezones marcándolos aun más como en los shows de camisetas mojadas. Mi madre jadeaba mucho más yo que tenía el corazón a mil pulsaciones.

Entonces sin más como si fuera algo que hiciese todos los día me largó… – ¿Entonces… harás… feliz… a… mamá…?

La excitación del momento había abandonado mi cuerpo junto a mi corrida sobre el torso de mi madre. Sentí cierto reparo por lo sucedido y estaba muy confundido. Mi madre, aun sobre mis piernas, me acariciaba el cabello. Cuando por fin pude emitir un sonido, ella lo cortó metiendo su lengua dentro de mi boca, dándome un beso lo suficientemente largo como para recorrer cada centímetro de ella. La lujuria de mamá apareció de la nada, me entretuve con sus tetas, acariciándolas una vez que logré meter mis brazos entre nosotros.

– Creo que ya te he dejado bien claro lo que quiero, y no tengo ningún pudor en que tú me des todo.

– No sé qué decir ahora mismo mamá, déjame pensar un poco ¡No esperaba nada de esto!

Ella obedeció liberándome de su peso sobre mis muslos, se incorporó frente a mí y me apretó ligeramente el hombro. Yo podía imaginar que mi propia madre llegase a hacer una paja tan fenomenal, estaba absolutamente en shock. Me puse de pie, necesitaba aire, salí al balcón del cuarto después de meterme la verga en el pantalón. El atardecer llenaba de tonalidades naranjas el cielo.

– Supongo que tienes muchas cosas que pensar, cariño. Te dejo a solas ¡Piensa que mamá te necesita!

Al girarme observé a la más hermosa mujer renacida de mi propia madre, una mujer completamente bañada en mi lefa, que deseaba más que nada en el mundo que llenase su útero con ella.


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Los días siguientes a nuestro encuentro en mi habitación fueron muy incómodos para ambos. Ella trataba de acercarse a mí, pero solo se encontraba con mis evasivas. No era cariñoso con ella como antes, cuando trataba de abrazarme, me incorporaba de la silla cuando quería darme masaje en la espalda, llegué al punto de cerrar la puerta de la habitación todo el día para que no se acercara. Mi madre parecía que ya no se acordaba de como mi semen empapó sus enormes tetas y peor aún, que me había propuesto preñarla.

¿Esperaba que siguiera actuando como su hijo sin importarme ese episodio o qué me lanzara sobre su vagina para dejarla preñada? Me parecía ridícula. ¿Cómo iba yo a asimilar lo que había pasado? Sentía que nuestra relación madre/hijo estaba destrozada para siempre. ¿Cómo la vería ahora? ¿Dónde quedaba todo mi cariño que como hijo le tenía? Es difícil definir qué rol tiene una madre pero algo les puedo asegurar, no es la encargada de liberar la presión de tu verga ¿O sí?

Trate de distraer mi mente de todas esas divagaciones, fui directo al ordenador para ver si algunos de mis amigos quería salir por unas cervezas. Mi suerte fue grande, una chica con la que ya varias veces me había acostado tenía casa libre esa noche. Qué mejor forma de olvidarme de mi madre un rato, que follándome a una rica universitaria. Me fui directo a duchar para estar presentable. Todo parecía bien hasta que mi madre me abordó al salir del baño.

– No me digas que vas a salir.

– Sí, quedé con una amiga.

– Pero hace mucho que no estamos juntos ¿acaso me estas evitando?

– Mamá, tengo prisa déjame pasar.

– Seguro que te vas a ir a acostar con una puta de las que se dicen estudiantes. ¿Ves cómo me cambias por simple sexo?

– Bueno, eso es asunto mío.

– Yo te podría dar lo que vas a ir a buscar con tu amiguita. Mi experiencia no se suple con juventud y tetas firmes.

Me abrí camino entre las súplicas hacia mi habitación. Terminé de arreglarme y salí del apartamento sin mirar atrás. Todo el camino fui pensando en mi madre y en su desesperación por acostarse conmigo o mejor dicho por tener un bebé mío. Ella tenía razón en un punto, yo tarde que temprano me iba a ir de la casa para hacer mi vida, encontraría una mujer y ella se quedaría sin su hijo. Pero es el ciclo normal de la vida, no podía parar el tiempo y mucho menos pedirme que la preñara y fuéramos una familia. ¿Dónde quedaba yo y mis planes a futuro? Me parecía que mi madre solo veía por sí misma y yo no estaba dispuesto a sacrificar mi felicidad por ella.

En ese momento llegué a la conclusión que la ayudaría a superar sus inseguridades pero no iba a ceder ante sus caprichos.

Por fin llegué a mi destino, toqué el timbre y en seguida salió mi amiga a recibirme. Se encontraba muy sexy. Alta, delgada, cabello castaño claro, piel morena clara, un cuerpo muy poco exuberante pero bastante estético. Hablamos de banalidades durante un rato y antes de terminar nuestro segundo vaso de vodka con zumo ya estábamos follando en su cama. A pesar de estar con una de las chicas más buenas de la universidad no podía sentir nada, casi no lograba ni mantener la erección. Ella al ver mi falta de entusiasmo se montó sobre mí, sus nalgas rebotaban contra mis piernas mientras mi verga se adentraba en su coño. Al juzgar por la cantidad de fluidos sobre mi sexo creo que ella llevaba dos o tres orgasmos y yo no sentí ni la mínima cosquilla.

Mi mente no pudo evitar divagar sobre el asunto con mi madre. ¿Pensándolo bien, mi madre está más sabrosa que esta zorra? Carajo, que estaba pensando, era mi madre. Trate de concentrarme en esta chica pero llegó el momento en que solo se me venían imágenes de mi madre montándome. Dios, las trataba de evitar pero mi excitación no me lo permitía. Mi verga alcanzó su punto máximo con las imágenes de mi madre y yo revolcándonos como perros en celo. Por fin estallé dentro del coño de Sandra, por suerte ella utiliza pastillas. La dejé tumbada en su cama y salí a la fría noche para regresar a casa.

Me sentía devastado, sucio y avergonzado por lo que había sucedido. Pero si jamás había sentido atracción física por mi madre ¿por qué ahora era lo único que lograba excitarme? Quería que la tierra me tragara, ahora era un maldito anormal que fantaseaba con su madre ¿Qué dirían las chicas de la universidad si se enteraran? ¿Y mis amigos? Digo…, siempre andan diciendo que quieren follarse a mi madre, pero una cosa es eso y otra a que yo la desee. Me iban a tomar como un enfermo, de hecho yo ya me sentía así. Entré en una depresión terrible después de eso y fue empeorando con el pasar de los días. No podía de dejar de fantasear con ella, cada noche me pajeaba frente al ordenador con videos de MILF’s con su rostro. Una gran excitación me invadía al pensar en ella.

Me la imaginaba cocinando desnuda o haciendo la limpieza solo en tacones, incluso llegue a fantasear con ella panzona y dejándome mamar la leche de sus pezones. Todas estas fantasías estaban bien, hasta el momento en que descargaba mis grandes chorros de lefa. En ese momento todo dejaba de parecerme excitante y me volvía a asquear de mí mismo. Odiaba sentir tanto placer pensando en ella, odiaba que mis corridas fueran más cuantiosas fantaseando con ella que las que tenía cuando follaba con mis parejas sexuales, odiaba anhelar dejarla preñada.

Me enclaustre en mi habitación, salía a comer y a bañarme de noche cuando ella dormía. De día ella insistía tocando mi puerta para que saliera a comer o simplemente para hablar pero ante mis repetidas negativas dejo de intentarlo. Cuando estaba excitado me moría de ganas de abrir esa puerta y clavarle directamente mi verga en su coño, pero sabía que después me arrepentiría de lo sucedido. Dos fuerzas luchaban dentro de mí y ambas buscaban anular a la otra completamente. No podía vivir reprimiendo el deseo de follarme a mi madre pero tampoco con la culpa de haberlo hecho.

Mi morbo por los temas relacionados con el incesto fue creciendo, pasé a buscar directamente material relacionado con el tema. Entre a varios foros donde se contaban sus experiencias, en la mayoría de los casos fantasías pero fui dándome cuenta que no era tan anormal el asunto. Muchos chicos de más o menos mi edad fantaseaban con sus madres a pesar de que no eran tan excitantes como la mía, decían que estaban dispuestos a hacer cualquier cosa por follársela, algunos hasta decían que consideraban dormirlas con pastillas y así no recibir una negativa por parte de ellas.

Cuando les conté mi experiencia me decían que matarían por tener una madre así y que no entendía que era lo que yo estaba esperando. Les decía que aún no podía dejarla de ver como mi madre y un chico me contesto… "Brother, una vez que se te empalma pensando en ella jamás volverá a ser para ti la mujer intocable que era antes. Ya mejor dale paso a lo nuevo que por lo que nos dices tu mamá si es bien puta. Como quisiéramos tener tu suerte los demás."

Y si nunca volvería a tener la misma imagen de ella ¿no era mejor tomarla como la rica madurita que era? La imagen de madre que no me permitía apreciarla totalmente como mujer comenzaba a arder y solo era cuestión de tiempo para que dejara de existir. Pero aun no aceptaba mi atracción hacia ella, todavía me sentía culpable después de cada sacudida pensando en sus tetas. Todos me verán como un enfermo.

Entre mis divagaciones me hice la pregunta que terminó por orientarme hacia lo que debía de hacer. ¿Para mí es malo o así lo ven los demás? Era obvio que si alguien se enteraba no iba a poder a asomar la cara por el resto de mi vida, o sea que para la sociedad es malo. Pero yo me sentía bien al fantasear con ella, entonces ¿por qué reprimirme?

Mis inseguridades se fueron disipando en los días siguientes. La excitación fue superando a la aversión poco a poco. Después de masturbarme recordando nuestro primer encuentro seguía con ganas de follármela. Gozaba tanto de haber reconciliado mis deseos con mi vida, ya era tiempo de cumplir mis fantasías y los deseos de mi madre pero... ella no solo quería sexo, quería panza…que le hiciese un hijo. Busque en internet información sobre anomalías en los bebés y lo que leí me convenció más. Al parecer solo hay una pequeña  posibilidad más que nazca con alguna enfermedad (oscila entre el 5 y 8 porciento) por la existencia de consanguinidad, no tanta como se pueda pensar.

Vi la hora en el monitor, eran las ocho. Decidí salir de mi habitación para romper el aislamiento con mi madre. Tenía casi una semana y media que no la veía y moría por cenar con ella. Con paso seguro me dirigí a la cocina donde se oía el ruido de las cazuelas, seguro estará haciendo la cena pensé. No tenía previsto que fuera esa noche cuando culminaría todo, mi idea era simplemente cenar con mamá y charlar un poco sobre el tema para aclarar dudas sobre cómo iba ser desde ahora nuestra relación pero la imagen que presencié al entrar a la cocina no me permitió seguir con mis planes.

Mi madre se encontraba frente al lavavajillas sacando algunos del interior. Por la altura a la que se encuentra este, mi madre estaba inclinada con su culo apuntando directo a la puerta. Lucía un vestido amarillo floreado, de esos que se acostumbran en primavera. Normalmente el vestido debía de cubrirla hasta la mitad de los muslos pero en esa posición apenas si lograba tapar su inmenso culo. Aparte traía unos zapatos descubiertos con un pequeño tacón que remataba de manera esplendida la figura de sus piernas.

No sé si era que realmente se veía tan excitante o el aislamiento de ella me había sensibilizado a su belleza, el punto es que no puede contener aproximarme hacia ella y meter mi mano dentro de su vestido. Su reacción fue de sorpresa, a lo mejor pensaba que era un fantasma por tanto tiempo que tenía sin verme, aparte de mis constantes negativas de ceder a sus planes. Se incorporó con un sobresalto y un pequeño grito, yo no aparté mi mano y seguía sobando la tersa piel de su culo. Cuando se dio cuenta de que era yo no trató de separarse, ni siquiera para preguntarme el por qué de mis acciones, simplemente pasó su mano por detrás de mi nuca para sostenerse de mí.

Continúe tocando su cuerpo, subía y bajaba mis manos por la parte interna de sus muslos hasta llegar a sus glúteos redondos y firmes. Ella comenzaba a gemir un poco a susurros y su piel se erizaba con cada centímetro recorrido. Después de algunos minutos mis manos centraron su atención en el chocho de mi madre. Mis dedos pasaron por encima de sus húmedas bragas, la reacción de ella fue bajar las manos al filo del mueble que tenía enfrente y agarrarse con fuerza. Se inclinó aún más, ofreciéndome su culo para disponer de él. Levanté su falda y contemplé lo maravilloso de esa imagen.

Solo aquellos que a hayan practicado el incesto con su madre, podrán entender la multitud de sensaciones que me alcanzaron. En sus bragas que eran del mismo color del vestido era evidente la gran mancha de humedad producto de su excitación, de hecho sus ingles se notaban ya lubricadas por su flujos. Parece que no solo quería tener un hijo mío sino que aparte la ponía caliente todo el proceso para ello. Tanto tiempo en el dique seco, las manos de un hombre, mi aroma a macho y mi masculinidad no era ajena a una hembra  tan desatendida en su sexualidad como era mi madre.

Yo no soy un fanático del sexo oral, cosa de la cual muchas de las novias que he tenido se quejan, pero en ese momento no me pude resistir a probar la miel de mi madre. Tomé sus bragas y las deslicé fuera de su cuerpo. Ya no había nada entre su húmedo coño y mi boca ansiosa de devorarla. Sin más, me hinqué como si estuviera ante la presencia de dios, coloqué mis manos sobre su culo y di el primer lengüetazo a su húmeda fuente rosa. No había comparación entre su coño y el de las demás chicas a las que pocas veces las llegué a probar, era delicioso, no en el sentido de saber a fresas ni mucho menos, pero sus jugos en mi boca me provocaban un hormigueo en la lengua, quizás parecido a la sensación de algo agridulce pero elevado potencialmente. Su chocho me iba a volver adicto a al sexo oral, bueno por lo menos a practicarlo con ella.

No solo era mi lengua, chupaba sus labios y su clítoris para disfrutar más de su miel, era como besarle el coño, ese famoso beso vertical. Estaba tan pegado a ella que mi nariz se enterraba en su culo, muy cerca de su ano. A los pocos minutos una ola de fluidos y un gran grito me avisaron que mi mamá había tenido un orgasmo.

Me puse de pie, ella jadeaba aun por el orgasmo del que apenas salía, sus piernas aun temblaban sobre sus tacones. Fui acercándome a su oído y con un murmuro apenas audible...

– ¿Quieres que te haga la mujer más feliz del mundo?

No pudo evitar que se le dibujara una pequeña sonrisa en su rostro, se incorporó quedando frente a mí y selló la propuesta con un largo beso a mi boca aun impregnada de sus jugos vaginales. Desabroché mi pantalón para dejar expuesta mi verga que desde hace un rato estaba palpitando por tanto placer. Ella se echó un poco de agua en la cara y tetas para refrescarse. Pffff... de nuevo no traía sostén, en casa se liberaba de su imperante coacción y entre lo húmedo de su vestido y lo excitado de su cuerpo podía ver casi hasta el color de sus pezones. Cuando se giró para mirarme, su vista bajo involuntariamente directo a mi cipote, se acercó a mí y después de darme un beso en la mejilla...

– No, amor. Este bebé no lo vamos a hacer aquí, quiero que sea procreado en la misma cama en la que tú lo fuiste. ¡¡En esta cama deseo que me fecundes!! ¡Quiero que me preñes con debe ser!






Salió de la cocina y con un gesto de su mano me indicó a que la siguiera, se imaginaran a donde nos dirigíamos, me cogió de la mano hasta dentro de su habitación, me indicó de nuevo con la mano que me acostara en su cama matrimonial. Comencé a desvestirme mientras ella me veía con una mirada pícara. Las dudas volvieron a acechar mi cabeza. ¿Qué estoy haciendo, después de esto nada entre nosotros volverá ser lo mismo? ¿Qué tal si solo es la calentura de momento y al pasar me arrepiento? Ella no va querer abortar al bebé.

Estaba a punto de salir corriendo cuando mi madre saco sus tetas del vestido que fue descendiendo por su cuerpo al perder las carnes que lo sostenían. Después de ver su cuerpo desnudo todas mis dudas desaparecieron para siempre (o por lo menos no me han molestado desde ese día). Sus tetazas un poco caídas por la edad y coronados por sus pezones color miel pedían a gritos mi atención, aun así mi mirada recorrió todo su cuerpo.

Es obvio que mi madre es de esas mujeres que tiene un pelo muy tupido en su cabellera, pero completamente pelado sobre su sexo, a excepción de un poco de vello rebajado y con una perfecta forma triangular que asemejaba la punta de una flecha que marcaba el camino al mayor tesoro. Se dirigió hacia el balcón para cerrar las cortinas (tanto mi cuarto como el suyo comparten el balcón)

Ya censurados los ojos de la ciudad de nuestro acto incestuoso se subió a la cama a gatas como si se tratara de una perra o mejor dicho de una gata por lo estético de sus movimientos. Cuando llegó a mi verga sin esperar ni un segundo más comenzó a chupar mis bolas…fue a por ella directamente, a excitarla y produjeran una buena cantidad de esperma. Jamás me habían hecho eso y ahora lo agradezco, probarlo por primera vez con mi madre fue maravilloso. La tenue luz de la lámpara de la mesilla iluminaba su rostro mientras hacia la acción. Sus mejillas se hundían con cada succión y su saliva bajaba entre mis piernas hacia mi ano. Con su mano me masturbaba suavemente, aun así la chupada me estaba poniendo al límite...

– Mamá, siento que me voy a correr….

– No lo hagas amor, no quiero que desperdicies tu valioso esperma. Esto es solo el principio. Quiero que estas bolitas saquen los mejores de todos esos pequeños tuyos y los metas dentro de mí, para eso los estoy preparando…para que sean raudos y veloces a la hora de fecundarme. ¡Quiero que sean muchos y gane el mejor!

Sus labios pasaron de mis bolas a mi boca. Nos fundíamos en un beso mientras nuestros cuerpos se revolcaban entre las sábanas. Sus zapatos se desprendieron de su cuerpo y ahora acariciaban mis piernas. Cuando quedé encima de ella me despegué de su boca y descendí a la altura de sus piernas. Quería hacer realidad todo eso que había leído en los relatos de incesto, quería disfrutar cada rincón de su cuerpo, probar su sabor. Mi lengua recorrió sus piernas, su torso, su cuello, detrás de sus orejas, sus dedos se convirtieron en mis nuevos chupones. Mis manos masajeaban sus tetas y ella gemía de tanto placer que le estaba dando. Cuando regresé a su boca volví a besarla pero ahora ella lo interrumpió...

– Te olvidaste de las más importantes o ¿acaso no recuerdas de lo mucho que te gustaban de bebé…?

Sus manos levantaban sus ubres a manera de ofrecimiento para mí. Claro que no me había olvidado de ellos, pero quería dejar lo mejor para el final. Mis labios se aferraron a su pezón izquierdo y ella posó su mano sobre mi cabeza. Yo me imaginaba que de sus pechos brotaba dulce leche materna, que volvía a alimentarme de su ser. Supongo que ella imaginaba lo mismo, entre sus gemidos que le sacaba su mano derecha sobre su sexo susurraba...

– Vamos... cariño… mmmm... esperé... mucho... tiempo... para... que... lo... volvieras... a hacer...

Conformé se acercaba al orgasmo su voz se fue haciendo más fuerte hasta que culminó con un.

– ¡Sigue, no pares. A mami le encanta que chupes su leche ahhh!

Santo cielo, aun hoy me pregunto si escuchó algún vecino lo alarido de mi madre, cuando le salió un chorro de leche de su pezón, era increíble, como podía tener leche sus tetas si no estaba preñada. Debió de ser el orgasmo que estaba teniendo, su cuerpo convulsionaba con espasmos incontenibles que tensaban y destensaban su cuerpo…fueron unos segundos eternos. Lo normal hubiera sido esperar unos momentos más para que ella recuperara sus energías pero yo ya no aguantaba las ganas de atravesarle el coño.

El cuerpo de mi madre aún estaba temblando por el orgasmo tan brutal que acababa de sufrir, eso no me impidió abrir sus piernas y rozar mi verga contra su vulva. Parecía que le daban choques eléctricos cada vez que mi grande rosaba su clítoris. Se estremecía o alzaba su cintura con cada toque. Después de disfrutar de sus pequeños espasmo puse mi verga entre sus labios, subí bajé el glande entre los internos impregnándolo de su flujo y frotando el duro e hinchado clítoris, luego me dirigí con el ariete a la entrada de su vagina.

– Ya no aguanto más mamá, necesito entra dentro de ti ¡TE VOY A FOLLAR PUTA!

– Sí hijo, no hay vuelta atrás mi vida ¡¿Estás seguro de tu decisión?!

– Tan seguro como que lo único que quiero es pasar toda la vida junto a ti, quiero ser tu hijo, tu esposo y el padre de tus hijos…. ¡No parar de preñarte! ¡Vas a ser mi puta!

– Ohhh amor, sí. Hazme tu puta, tu panzona y tu jodida mami preñada. No sabes lo feliz que has hecho como madre desde que eras pequeño y ahora como mujer y hembra.

– Te amo mami. ¡Te deseo como a ninguna otra mujer en mi vida!

– Y yo a ti hijo… no podría vivir sin ti.

Nuestras bocas se unieron, justo cuando mi cadera se meció empujando al mismo tiempo, mi polla se insertó hasta los mismos huevos, envuelta en su vagina acogedora, sellando la más hermosa relación incestuosa. Mi calentura no me dejaba ir lento pero al parecer a mi madre no le importaba eso, de hecho lo disfrutaba. Su vagina estaba cálida y mojada, mi mazo podía penetrar sin problemas en ella hasta la raíz. En mi vida había escuchado a alguien gemir como ella, no sé si así era con los demás hombres o solo conmigo se desinhibe tanto. Sus tetas rebotaban con cada embestida que le daba a su cuerpo. De nuevo mi boca apresó uno de sus pezones pero ahora mordisqueaba las puntas tirando de ellos con los labios y poco con los dientes.

– ¡Aaahhh...! Ansías la leche de mami ¿no es cierto cariño?

– Sí, quiero que me alimentes con ella, mamar de tus tetas es lo mejor que me ha pasado.

– ¡Mmmm...! Pero primero me debes darme la tuya, fecundarme y preñarme ¡Vamos cabrón, regálame ese bebé que tienes dentro de tus huevos…!

Mis movimientos se volvieron más acelerados, sentía como mi semen recorría todo mi caño desde los testículos a la punta del glande, para salir expulsado dentro de ella. Mamá me abrazó con sus piernas y con sus brazos…me acariciaba todo lo que tenía a su alcance, supongo que para evitar que en el último momento me arrepintiera y eyaculara fuera de su coño o simplemente para disfrutar más.

De súbito tuve un electroshock en mi cabeza y se abrieron las compuertas de mis huevos, percibí como la leche recorría la espita abriendo el agujero uretral y expelía los chorros de leche caliente inundaron el fondo de su vagina en pocos segundos. Jamás había gritado en  una eyaculación y mucho menos recuerdo una tan abundante. Ahora era yo quien parecía sufrir de choques eléctricos pero eso no me importó, seguí penetrándola hasta con más fuerza durante la eyaculación…uno dos tres y hasta siete lechazos puede contar llenando a mi madre. Estoy seguro que todas esas penetraciones tocaron el límite entre su vagina y su útero. Casi perdí la conciencia después de eso por el fuerte vahído que sufrí tras correrme con tan intensa necesidad.

No solo era la fatiga, era más bien, con toda seguridad la toma de decisión que acaba de hacer, rompiendo la barrera moral que casi nadie se atreve si quiera a mirar y que parece la más sagrada de nuestra sociedad, incluso la moral social se espanta menos del asesinato que del incesto. Estúpidos moralistas. Si con este tipo de amor no se daña a nadie ¿no crees? ¿Dónde está el mal que se genera cuando se hace público, cuando se ajusticia o simplemente se repudia? Estoy más que convencido, que el 90% de los varones han tenido más de una vez la fantasía de entrar dentro de su madre otra vez.

Al regresar las fuerzas a mi cuerpo saqué mi verga del interior de mamá. Ya se notaba algo flácido y embarnizada en semen. Ella jadeaba aun, se tocaba el coño como asegurando que no era un sueño y que efectivamente, el esperma de su propio hijo saturaba su interior y vaya si lo saturaba, que no le cabía toda de la ingente cantidad vertida. Con un dedo tomó lo que brotaba de su vagina y girándose hacia mí me espetó…

– No hay que desperdiciar nada de esta rica leche. La que no llene mi vagina que llene mi estómago… ¡No recuerdo la última vez que probé el semen de un hombre, Ummm!

Si más se llevó el dedo a la boca y chupó de él. Nada podía superar ese momento, o al menos eso creí. Nos quedamos juntos el resto de la noche cosa que continúa así hasta ahora. Durante la noche repetimos varías veces el acto, prácticamente lo hicimos hasta que no salió una gota más de leche de mi polla, más vale asegurarnos ¿no parece que es lo correcto después de tanto tiempo esperándolo?

Dos semanas después de nuestra primera follada, nos dimos unas vacaciones extra solo para ella y yo ¿Qué esperabas, qué solo follaríamos una vez con el único objetivo de procrear? Pues olvídense de eso, toda mujer que es bien follada desea más y más de manera constante, y el macho debe estar a la altura para dárselo…. No obstante, el útero de mi madre estaba tan receptivo, que solo nos hizo falta unas semanas para que su vientre fuese fecundado y comenzara a germinar… un día llegó de la clínica de maternidad con los resultados. Nos sentamos en la silla del balcón, ella sobre mis piernas para estar más juntos aun. Procedió a abrir el sobre y sacar la hoja que venía en su interior. Al ver su contenido mi verga se empalmó clavándose en su raja. Era oficial, mi madre estaba PREÑADA y bien preñada, porque en la ecografía aparecieron dos cigotos… Ya lo tenemos todo comprado para la llegada de los mellizos o gemelos, mi madre está súper panzona y con ganas de parir, sin embargo no se le han quitado las ganas de follar, solo que en estas últimas semanas, nos hemos acotado por recomendación facultativa en el bien de su útero ¡Durante estos ocho meses ha sido una gozada follar a una preñada cada vez más panzona! Sobre todo sabiendo que es tu propia madre y está PREÑADA de tus hijos, eso tiene un morbo extra que nos lleva al ÉXTASIS..., correrse bien dentro, rellenando cada rincón de su vagina profunda es como alimentar a los bebés que andan por dentro en plena gestación... "¡Seguro que la leche de papá le viene bien!" Eso es lo que dice mi madre cuando eyaculo en su fondo.




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