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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Una Madre responsable




Siempre actué como una Madre responsable con mis hijos. Sí es complicado hoy en día ser madre de hijos adolescentes, hace diez años no lo era más fácil pese a la ayuda del sistema educativo… todos creemos que la sociedad ha avanzado mucho, pero seguimos muy atascados en la comunicación con nuestros hijos en temas relativos a la sexualidad, sobre todo con los varones si el padre no se hace cargo de la tarea... el acceso fácil al porno y a relatos eróticos no ayudan nada. 
Esta historia comenzó cuando tenía 36 años.... Me llamo Sofía y les voy a contar como me hice responsable de la educación sexual de mi hijo y donde desembocó tal hecho erigiéndome en su iniciadora sexual… tuve mucha suerte porque aún era virgen, y lo pude amoldar a mis gustos sexuales, a como una mujer desea que la follen, enseñándole a hacerlo como debe ser, a dosificar los tiempos para él y para la hembra, en definitiva a formarlo en un macho generoso y excelente semental, sin dejar de ser yo la gran beneficiada de sus dones, y que él me agradeció a lo largo de los años haciéndome suya innumerables veces, para acabar panzona de los tres hijos con que me ha preñado.
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Me casé muy joven, con 17 años ya estaba preñada de un hombre 12 años mayor que yo, del que creía estar perdidamente enamorada, es decir que cuando nos casamos él tenía 30. Justo al mes de cumplir mis 18 años tuvimos a Yeray. Es un chico estupendo, cariñoso, buen estudiante, si bien he de decir que es un poco tímido con las chicas…, sin ser un chico modelo de belleza, no es para nada feo. Es un poco más alto que yo unos centímetros, doy la talla dentro de mi generación con mis 168 centímetros, él andaba sobre los 175. Es de piel morena clara como su padre y cabello negro zaíno con ojos azules como yo. Dos años después de nacer mi primogénito llegó la niña, Claudia, una niña muy mona que va camino de ser un bellezón. Por mi parte yo soy una mujer morena de pelo castaño oscuro que tinto de negro la más de las veces. Mi cuerpo está muy bien tonificado a base de un poco de dieta y ejercicio regular… conservo una línea bastante aceptable. Uso una talla 105 de sujetador, con unas areolas medianas, oscuras y unos pezones igualmente oscuros y de un tamaño bastante grande, que cuando se ponen erectos se notaban incluso a través de la blusa y el sujetador. Mis caderas son anchas y mi firme culo redondo y levantado. No creo ser una belleza de quitar el hipo pero si resultona, con fluir al andar que más de un hombre se gira cuando paso por la calle.

Cuando sucedió todo lo que les voy a narrar tenía 36 años. Mi marido, Clemente, por ese entonces ya había perdido algo de interés por mí... echábamos el polvo del sábado por la noche y el resto de la semana, nada. A pesar de todo era y es muy cariñoso…un buen padre. Al principio incluso pensé que podría tener una amante, pero luego me convencí que no…, sin embargo el tiempo daría la razón a mi intuición femenina que nunca falla… “Si tu marido parece que te engaña con otra, te engaña”, pero por entonces no me rallé con esa historia. El caso es que tanto mi marido como yo trabajamos fuera de casa, en empresas diferentes, por lo que podemos vivir con desahogo, incluso nos podemos permitir ciertos lujos… una buena casa y dos coches SUV de alta gama. Bueno, todo este preámbulo es para darles a conocer una situación que cambió totalmente mi vida sexual y me hizo descubrir lo que era capaz de hacer.

Ese año por vacaciones iríamos mi marido y yo solos... ambos hesitábamos descansar y retomar nuestra vida marital más íntima. Por su parte mis hijos irían con mis padres que viven en Mazarrón, y así podría estar con sus primos, y claro con sus abuelos. Como la idea era desconectar de todo, decidimos ir a una de las islas griegas, un tanto exclusiva llamada Naxos, pero ideal para no tener contacto con el mundo. A falta de una semana para la partida resultó que a mi marido le surgió un grave problema en su trabajo, por lo que tendría que posponer sus vacaciones. Por el contrario, yo ya no podía cambiar las mías, así que me vi con un viaje al que no podría ir… sugirió llevarme a los chicos a las islas griegas. Al principio estaba un poco decepcionada, pero realmente necesitaba unas vacaciones. Hablé con mis hijos, aunque sé que solo Yeray estaba dispuesto a acompañarme porque Claudia se marea en los barcos y le da miedo montar en avión, de tal modo que propuse ir con mi hijo, solos. Recogí los billetes en la agencia de viajes y lo preparamos todo para la salir con el beneplácito de mi esposo y mi hija. 
Llegamos a Grecia tras varios días de travesía en el transmediterráneo, para llegar ir a la pequeña isla que sería nuestro lugar de descanso durante unos días y de nuevo regresaríamos en barco a Alicante. Al principio noté a Yeray un poco triste por no poder ir con sus primos, con los que se lleva realmente bien, pero tras un par de días, su ánimo fue cambiando por el hecho de salir de España de vacaciones. El hotel en el que nos íbamos a quedar es una maravilla. Estaba cerca de una pequeña cala y nuestra habitación daba al mar, las vistas eran extraordinarias. Ese mismo día de llegada nos aseamos y fuimos a dar una vuelta por los alrededores del hotel. Teníamos un acceso a la cala desde el hotel, que también contaba con una gran piscina. Cuando bajamos estaba casi llena, la mayoría era gente joven, sobre todo parejas y alguna familia con hijos pequeños. Me pude fijar que mi hijo observaba a las señoras que iban en topless en la piscina, que eran casi todas, pero como no lo hacía de una manera descarada opté por no decirle nada, y que disfrutara de las vistas con un ambiente tan liberal que a veces me escandalizaba.
– Yeray, ¿Qué prefieres, playa o piscina?

– Lo que tú prefieras, mamá.

– Vale, entonces nos iremos a la playa, a ver qué tal está.

Fuimos a la habitación y mientras yo me ponía el bikini en el baño, mi hijo se puso su bañador en la habitación. Sin ser una familia puritana no era frecuente que mi hijo me viese en ropa interior, y creo que nunca me había visto desnuda, yo a él sí hasta los 10 años, después tuvo independencia en el aseo personal. Cogimos las toallas y nos dirigimos a la pequeña cala. Al llegar mi sorpresa fue doble, por una parte la cala era un pequeño paraíso, y por otro me fijé que casi todo el mundo iba desnudo o todo lo más, las mujeres en topless, pero con unos tangas que apenas les tapaban nada. La verdad es que asusté un poco, no por mí, sino por mi hijo, quizá aquello era demasiado para él, ya que no estaba acostumbrado. En mi Mazarrón natal el topless es muy esporádico, y el nudismo integral…nada de nada. Prácticamente algunas chicas se mostraban desnudas, solo con la pequeña tela del tanga, tapando el coñito, lo cual dejaba nada a la imaginación, porque se perfilaba la raja y los labios vaginales perfectamente.

– ¿Cariño, cómo estás?

– Bien, mamá, pero desde luego esto no es como la Playa de Bolnuevo.

– Si estás incómodo nos vamos.

– No te preocupes, mamá. He venido a acompañarte, pero si quieres me voy.

– No mi amor, lo decía por ti. Yo estoy estupendamente a tu lado.

Buscamos un sitio en el que extender las toallas y nos pusimos a tomar el sol. Creo que Yeray se aburría, pero no dijo nada, la verdad es que es un hijo maravilloso. Vimos unas motos acuáticas y le pregunté si quería ir con una a dar una vuelta. Sus ojos se abrieron como platos y dijo que sí. El encargado nos dio una mala noticia, dado que él al no tener la edad mínima para conducir motos de agua, no podía llevarla, pero que las había de dos plazas y yo podría conducirla. Si bien nunca había llevado una moto de agua, para no desilusionar a mi hijo le dije al tipo que de acuerdo, que yo la llevaría. 

Nos subimos a la moto de poca potencia, me explicaron cómo funcionaba y salimos a dar una vuelta. Mi hijo se agarró a mí y esa sensación fue extraña al sentir su bulto presionar mis glúteos, pero no le di importancia, ni siquiera a como me abrazaba poniendo sus manos en mi tetas presionando fuertemente. Después del tiempo que teníamos asignado volvimos. La cara de mi hijo era radiante. Me dio un beso en la mejilla y las gracias. Volvimos a tomar el sol. La verdad es que era un poco el centro de atención, ya que todo el mundo iba ligero de ropa y yo era la única mujer que llevaba las tetas tapadas. No era tan puritana como para no ponerme en topless, pero me daba un poco de apuro por mi hijo. Después de algunas miradas en las que me decían “vaya con la puritana”, me armé de valor para quitarme la parte de arriba del bikini.

– Yeray, te has fijado que todas las mujeres van por lo menos en topless, y que aquí soy un “bicho raro” usando bikini.

– Ya…

– ¿Te parecería mal que me quitase la parte de arriba del bikini?

– No…bueno…haz lo que quieras…

– No quisiera que pensaras nada equivocado de tu madre....

– ¿Por qué dices eso? ¿¡Es que nunca has hecho topless…!?

– Bueno alguna vez sí que lo he hecho, pero nunca en Mazarrón, sino en sitios donde no conocía a nadie, ya sabes que soy un poco vergonzosa con estas cosas... y tu padre no es demasiado abierto.

– ¿Y no te da vergüenza que yo te vea los pechos?

– Bueno, Yeray, tu eres mi hijo…

– Si, pero nunca te los he visto…

– Hasta ahora…

En ese momento tomé el valor suficiente y me desabroché el bikini y mis dos pechos escaparon de su prisión con suma facilidad.

– Joder, mamá, vaya tetas… perdona, por favor, mami, no quería decir eso…

– Bueno nene…. Al principio no reaccioné, pero luego me di cuenta de lo que había dicho. – Yeray, ¿por qué has dicho que no querías decir eso?

– Es que… eres mi madre…

– ¿Y...?

– Pues que no puedo decir que mi madre tiene los pechos bonitos…

– Vaya, al principio eran pechos, luego hace dos minutos eran tetas y ahora son pechos… ¡¿y por qué no puedes decir que tengo unos pechos bonitos?!

– Pues… ¡¡porque eres mi madre!!

– Que pasa con eso. ¿Acaso no has dicho alguna vez que un vestido es muy bonito, o que el peinado me sentaba bien?

– Si, pero no es lo mismo…

– ¿Por qué no es lo mismo?

– Pues porque si digo que tienes las tetas bonitas igual te enfadas conmigo…

– Como me voy a enfadar por eso… al contrario, es un piropo que me gusta. Que tu propio hijo te diga que tienes el pecho… bueno las tetas bonitas, y como lo has dicho es todo un halago.

– Pues vale, entonces tienes unas tetas preciosas, creo que en la playa no hay nadie que las tenga más bonitas…

– Vale ya, me vas a poner colorada…creo que te hemos dado una educación demasiado conservadora…

– Bueno, en el cole tenemos clase de ecuación sexual…

– En un colegio de curas, ¿Qué te pueden enseñar de educación sexual, como debe ser…?

– Pues como es la reproducción y los órganos sexuales…

– ¿Te han explicado cosas como la masturbación, o has visto alguna mujer desnuda, o como evitar un embarazo no deseado…? 

Mi hijo se puso un poco rojo.

– No eso no…

– Ves a lo que me refiero, creo que en tu instituto van un poco atrasados en algunos aspectos. En la vida real las cosas cambian.

Pasamos las horas en los que mi hijo se acostumbró a verme en topless, incluso me puse un tanga que dejaba ver casi todo mi culo en la sesión de la tarde. Esa noche cenamos en el hotel. Pedimos una botella de vino de la tierra, que estaba muy bueno, pero era un poco fuerte. Mi hijo acostumbraba a beber un poco de vino en las cenas especiales en casa y fuera de ella. Pensaba constantemente en mi hijo y en su “educación sexual”. Reconozco que el tema me excitaba al tiempo que me preocupaba entrar en el tema de lleno, y dado que su padre no tomaba interés en tal aspecto, creí conveniente que era necesario coger el toro por los cuernos y darle la lección definitiva de SEXO.

– Oye, Yeray, sobre lo que hablamos en la playa…

– De verdad que lo siento, no debí decir lo que dije…

– ¡¿Por lo de mis fabulosas tetas?!

– Sí, claro a eso...

– No me refiero a eso cariño..., y además te dije que fue todo un halago… me refiero a tu educación sexual. Creo que es muy importante que sepas algunas cosas antes de que sea tarde.

– Vale, tomaré nota y cuando vuelva a clase las preguntaré.

– No creo que en un colegio de curas te vayan a decir jamás como usar un preservativo, o la píldora en caso de las chicas… a darte placer o a darlo a otra persona.

– Mamá…

– Escucha, por favor. Dime que sabes sobre el sexo. No te cortes, que soy tu madre y hablamos en confianza, de aquí no saldrá nada de lo que se diga o haga.

– Pues precisamente por eso, me corto ¡Cómo te voy a contar esas cosas…!

– Entonces imagínate que soy una amiga de mucha confianza…

– Eso es difícil…

– Inténtalo… una doctora o psicóloga que te quiere ayudar.

– Venga… la verdad es que no sé mucho, como te dije, cómo se hace el amor, y poco más.

– ¿Y sobre la masturbación te han dicho algo?

– Sí, que es pecado… pero como te puedes imaginar alguna paja cae.

– Típico de los curas… pero ya por lo menos no te dicen que te vas a quedar ciego o se te va a secar la médula.

– No, eso no. (Serió).

– ¿Y se puede saber cuántas pajas te haces a la semana?

– Mamá, qué preguntas son esas a un hijo…

Quedó dubitativo por si me excedía, pero decidió decirme la verdad… 

– Yo que sé… haz tú la cuenta a dos diarias o tres algunas veces.

– Bueno cariño es normal que te masturbes tanto, estás en plena pubertad con las hormonas a tope… ¿Y has visto alguna vez a una mujer desnuda o sabes cómo ponerte un condón?

– Bueno claro que he visto mujeres desnudas, por ejemplo hoy en la playa…

– Me refiero si has visto una vagina de cerca con sus labios mayores y menores… Si has tocado a una mujer…

– Solo en revistas…

– Vale cariño, mira te propongo un trato…

– ¿Cual?

– Lo primero es que me tienes que prometer que no le contarás esto a nadie… lo tienes que ver como la parte de educación sexual que tu madre tiene el deber de impartirte.

– No creo que haga falta prometer nada, pero te lo prometo…

– El trato es que si quieres, estoy dispuesta a darte unas clases de educación sexual del siglo XXI… aprovechando estas estupendas vacaciones que estamos solos sin nadie de la familia.

– ¿Y cómo son esas clases mamá…?

– Pues lo que te he dicho, como usar un condón, saber cómo es una mujer de verdad, qué le gusta… ¿quieres o no? Es bueno que conozcas a las mujeres por fuera, pero mucho más por dentro..., en el dominio del mente está el poder, hijo.

– Claro.

– Pues lo primero que haremos mañana en la playa es tomar el sol sin ropa… he visto una cala un poco apartada, donde van las parejas mas desinhibidas.

– Vale…

– Ahora la primera lección… la mujer por fuera.

Para asombro de mi hijo me quité el vestido que llevaba y me quedé sólo con las bragas, ya que no me había puesto sujetador. Inmediatamente me quité las bragas lentamente exhibiéndome ante mi hombre, y le mostré por primera vez mi sexo a mi hijo... con toda intención lo tenía depilado para que su padre lo disfrutase esas vacaciones. Le dije qué eran los pezones a diferencia de las areolas, y luego me senté en el borde de la cama. Le indiqué que se sentara en el suelo enfrente de mí. Me abrí de piernas y le mostré lo que eran los labios mayores y menores, el monte de Venus y la entrada del conducto por donde salió su cabezón…, entonces tiré de los pliegues del capuchón que cubrían el clítoris y se lo mostré,… el me hizo algunas preguntas, como cuál era su función. Le dije que realmente no tenía una función específica en la reproducción, solo es una reminiscencia ancestral de la bisexualidad del ser humano antes de definirse en la gestación, así que en la hembra, la polla de los machos se repliega en el clítoris, para cumplir con la función del placer exclusivamente, con él me doy el gusto de correrme…porque es algo similar a tu glande. Luego me puse a cuatro patas y le enseñe el ojete para que viese que en eso no nos diferenciamos y a ambos sexos nos gusta el sexo anal, no con penetración en los varones heterosexuales, pero sí que lo estimularan con los dedos o la lengua, le dije sin pudor alguno poniéndome cada vez más perra.

– ¿A ti te gusta el sexo anal, mamá? 

La pregunta me cogió un poco por sorpresa, pero no era un momento para cortes.

– La verdad es que sí, pero no lo práctico hace mucho.... La lección número dos es sobre la masturbación. No sé si será o no pecado, pero te aseguro que no es malo, al menos a mí no me ha ido mal. Por un lado aprendes a conocer tu cuerpo, y por otro te da el mejor placer del mundo ¡¿Ya lo habrás experimentado cuando te masturbas?!

– Sí, al principio me hizo sentir mal porque pensaba que era pecado y me confesé las tres primeras veces. Después vi que era adictivo y que nunca dejaría de hacerlo, así que opté por darme placer sin revelar que lo hacía… nunca más me confesado de ello.

– Pues a partir de ahora, puedes masturbarte sin remordimiento… el infierno no creo que exista teniendo este mundo tan mal organizado... ¡¡Te libero de la culpa pajearte!!

– ¿Tú también te masturbas, mami?

– Sí, pro supuesto, e incluso uso mi aparatito satisfayer....la verdad, que más de lo que quisiera.

– ¿Por qué dices eso?

– Sinceramente es muy personal, no estoy orgullosa como para ir por ahí presumiéndolo, pero estando en confidencias mutuas, tengo que decirte que papá apenas me folla una vez a la semana o dos al mes… me tiene muy desatendida, así que recurro con frecuencia a mi autogestión del placer.

– Pues no lo entiendo…

– ¿El qué cariño?

– Que si yo tuviera una mujer como tú, no se escapaba ni un día de darle una buena follada… 

–  ¡Chico, ese lenguaje conmigo! Me puse digna de cara a fuera.

– Perdón yo no quise decir eso mamá, perdona. Quise decir, hacerte el amor.

Le acaricié la mejilla y le di un beso tierno en los labios...

–  Gracias hijo, eres un sol… y no te preocupes por tu lenguaje, conmigo puedes utilizar en confianza la palabra follar con total naturalidad, porque es eso lo hacemos los animales mamíferos…Follar o Fornicar para reproducirnos… pero sobre todo para darnos placer y en muchas ocasiones solo para tender lazos sociales con otros individuos. Los bonobos lo hacen mucho y son lo más parecido a nosotros en sus comportamientos. Sin embargo llámalo como quieras, para mí “Hacer el amor” solo es un eufemismo que no excita en absoluto...follar es más contundente 

Cada vez estaba más excitada utilizando ese lenguaje con mi crío. 

– Follar es tan natural como que los machos tenéis polla y las hembras coño… ¡Pobre quien no tenga o no sepa usarlos! 

Me quedé mirando a su polla y sin más dilación…

– La siguiente lección es como te pones un condón. Anda, quítate la ropa que te lo voy a demostrar.

– Mamá, es que…

– ¿Qué…?

– Que estoy un poco excitado…

– Pues por eso te lo digo, es el momento perfecto, porque un condón siempre se pone con la polla dura y cuanto más, mejor.

– ¡¿Y para qué has traído condones?!

– Los metí en el neceser de baño, pensando que los usaría con tu padre y no me acordé de dejarlos en casa... 

Estaba muy expectante en ver el cipote de mi hijo, joder que perverso era todo. Cogí un condón de los del paquete de seis que tenía preparado pensando que iba a venir con mi marido, ya que no me gusta tomar la píldora, y no quiero que me vuelva a preñar... me fui hacia mi hijo… 

– Ves, lo abres así, nunca con algo que lo pueda picar.

Creí que mi hijo iba a explotar. No pude más y tiré de sus calzoncillos revelando la verga e mi hijo… ¡Joder con el niño! Esa polla era tan grande como se intuía, para nada pertenecía a la rama de mi marido, sin duda calzaba igual de larga y gruesa que mi padre. La agarré dejando libre su orondo capullo… 

– La tienes más grande que tu padre, ¡¿Lo sabes?!

– Me sorprende siendo su hijo y aun demasiado joven.

– Pues imagina cuando seas un adulto de armas tomar... Bueno a lo que vamos, lo tomas del reservorio y vas desenrollando a lo largo del tronco de esta hermosa verga...  

Le puse la goma y arrastré la argolla deslizando el condón por todo tu tallo venoso. Con las dos manos solo cubría poco más de dos tercios, dejando libre el hinchado glande… 

– ¡¿Has visto como se hace?! Con delicadeza para no rasgarlo. 

El tamaño ideal para mi esposo, quedó un poco corto a Yeray… envolvía lo suficiente para no preñarme.

– Mami, cuando un hombre está excitado se empalma, pero ¿Cómo noto que una mujer está excitada?

– La verdad es que no es tan llamativo como la erección del hombre, pero claro que hay datos, como la mirada de deseo, los pezones se nos ponen duros, nuestra vagina suelta flujo para lubricar…a veces tanta que produce un gran cerco húmedo en nuestras bragas... y también se nos hincha la vulva ligeramente.

– Tú tienes ahora los pezones duros ¿Estás excitada?

 – Claro que sí, o crees que tu madre es de cartón-piedra…eres mi hijo, pero antes eres hombre, y una polla es una polla sea de quien sea. ¡A tu madre le excitan la pollas de los hombres! Menuda revelación de acabo de hacer... ¿Verdad hijo?

– ¿E imagino que también te está fluyendo ese líquido lubricador que soltáis del coño?

– Sí, claro. Es algo involuntario…el cuerpo sabe lo que tiene que hacer reaccionando a las estimulaciones de alrededor, del ambiente y de la sugestión.

– ¿Puedo ver cómo es?

– Eso mejor si se palpa.

– ¿Puedo palparlo entones...?

Ya apenas podía controlar mis actos y los de mi hijo, aquello se nos estaba yendo de las manos como un caballo desbocado… 

– Puedes hacer lo que quieras, amor… aquí estamos para ver y tocar cuando haga falta sin pudor. 

Dirigió sus dedos hacia mi chocho, cuando los metió en la raja, lancé un ligero gemido que llamó la atención de Yeray. Me encantó sentirlos.

– ¿Estás bien, mamá?

– Estoy en la gloria cariño, aquí desnudos conociéndonos a fondo ¿Qué puede ser mejor que esto? Nunca imaginé que enseñarte mi cuerpo fuera tan seductor, cariño.

– Es cierto… tienes el coño súper húmedo y muy caliente... 

Metió solo la yema de la falange, me parecía poco.

– Siiiii sigue así, despacio. Si metes tu dedo más profundo, puedes sacar más flujo vaginal, ¿Verdad? Lo tengo súper lubricado gracias a ti, cariño.

Azuzado por mis palabas, se animó y lo introdujo más adentro

– Eso es nene, mete y saca unas cuantas veces más ¡Ummm! ¡Con esto me vas a matar de gusto mi rey…! Ahora introduce otro más…necesito dos por lo menos para sentir verdadero placer vaginal, y notar el equivalente a la polla de tu padre. 

Por instinto agarré su mástil que se prestaba magnífico cual cetro de faraones, no me pude reprimir más mis deseos de macho y, la así con fortaleza percibiendo su increíble dureza, mientras él me follaba con los dedos cada vez mejor… 

– Tienes una verga bien hermosa hijo, y aún te crecerá más en los próximos años… ¡Me hace feliz que estés tan bien dotado! Me acerqué a su oído y con un susurro a “sotto você”...– Y ahora tu mami te enseñará a usarla como corresponde…

Yeray no dejaba de follarme con sus dedos, se le veía aplicado chasqueando en la laguna que se había formado en mi chumino… le animé a que me acariciara las tetas, le puse la otra mano en la derecha.

– Lo que haces está muy bien, pero lo debes complementar con esto…Mira como se pajea a una mujer, debes frotar en este capuchón...debajo tenemos el clítoris y el mío lo tengo muy hinchado y duro por todo lo que me das. Siempre mejor sobre el pliegue que directamente en el clítoris, para la mujeres muy sensibles, en cambio a mí me puedes frotar directamente.





Le enseño otra vez la pepita blanquecina de lo erecta que la tenía, remangando los pliegues del capuchón, mi hijo está que se sale. Una vez visualizado dejo que me frote haciendo círculos sobre clítoris…, el chico aprendía rápido, con una mano me introducía dos dedos follándome rápido y, con la otra me frotaba la pepita llevándome al éxtasis. En todo ese tiempo no dejé de deslizar mi mano a lo largo del tronco endurecido de Yeray…, aún con el condón puesto no tardaría mucho en correrse. Notaba cada pulsación de su corazón en la vena mayor bombeando.

– Creo que no puedo aguantar más… ¡Voy a explotar mamá! ¡Ummm! ¡Aahhh! ¡Joder mamá, me voy a correr ya, aaaahhhh!

Noté unos espasmos en la mano de mi hijo cuando se corrió, dejó de darme placer, justo en el momento de eyacular, continué pajeándolo hasta que ordeñé sus huevos por completo. Observaba de qué modo se iba llenado de semen el cubículo del condón, tanto que no cupo rellenando parte de la goma que envolvía su glande ¡Qué bestia… cuánta leche expelía este semental! Cuando se relajó necesitaba sentir su candente lefa en mis dedos, se lo quité y parte del esperma impregno mis dedos.

– Nunca me había corrido así, mamá.

– Es que estás muy excitado, como yo ¡Ha sido maravilloso sentirte cómo te corres! Ven aquí mi vida. 

Le di un pico entre inocente y morboso, mojando sus labios con la punta de mi lengua. El me dio otro en respuesta sin despegarse fuimos avanzando  poco a poco, nuestras lenguas se fueron entrelazando intercambiando saliva, chupándonos las lenguas, los labios y los dientes. Sus manos no paraban, no sabían donde palpar como si lo desearan tocar todo…sentir sus manos en mi piel me volvía a elevar al paraíso para devolverme al infierno ¡Cuando deseaba tenerlo dentro de mí! A cambio de ese mal pensamiento tan atrevido, le dije… 

– Yeray ¿sabes lo que es un 69?

– Sí… claro que sí mamá.

– Pues prepárate, que vamos a hacer uno.

Se recostó y me puse sobre él con una pierna a cada lado de sus hombros y comencé a bailar moviendo mi culo en forma circular mientras le acercaba el coño a su boca de arriba a abajo... hasta que se lo pegué al rostro…mi excitación crecía cuando sentía su mirada clavada en mi cuerpo particularmente en mi vulva pelada, que además cuando me excito se me pone gorda, hinchada, mojada, brillante y rosada. Oigo a mi hijo gemir, yo estaba ya que no aguantaba más de lo bellaca que me sentía, le amarré la verga que parecía reventarle las costuras... no se le había bajado ni un ápice de dureza tras la corrida. Yo estaba demasiado mojada, notaba el flujo brotar de mi raja candente... estaba completamente inundada de flujo tanto que le caía como hilos espesos de miel sobre su cara. Comencé a desear esa gran verga apretada y brillante frente a mí y no pude aguantar las ganas de comenzar a tragármela, y comérmela..., su olor a macho me inundaba las papilas gustativas. El sabor de su lefa recién eyaculada me volvía loca, me ha gustado ese sabor desde niña... comencé a introducirme lentamente la cabezota, a saborearla, y apretando mis labios comencé a mamársela.
De pronto percibí la boca de Yeray comiéndome la vulva, al tiempo que se la tragaba todo mi jugo espeso, su boca se unía a la mía vaginal al punto de estar casi ahogándose..., comencé a gemir desaforadamente, nunca antes había sentido algo así de puta, ya que nunca antes había sentido una sensación tan morbosa, porque nadie le había dedicado tanta atención a mi coño y al placer que nace del mismo. Eran corrientes de escalofríos que recorrían todo mi cuerpo hasta mi cabeza, sintiendo al mismo tiempo calambrazos que me dejaban atontada de placer, mis huesos temblaban de excitación, y a pesar de eso o gracias o eso, no lo sé ya me había metido sus 18 cm completamente en mi boca llegando su punta hasta mi garganta y sus huevazos aplastados contra mi nariz. Comencé a mamársela más duramente, subiendo y bajando llenándosela de saliva, comiéndome completamente ese badajo grueso y duro, estaba como loca..., lo hacía rapidísimo entrando hasta el esófago.
Eufórica le gritaba de placer a mi chico… 
– ¡No pares, sigue, sigue nadie antes me lo ha mamado así, sigue Oooohhh!! ¡Cómete el coño de tu madre!

Restregándole el coño por toda su boca, le empecé a chupar la polla al tiempo que él, torpemente lamía el coño de la manera que podía. Le dije que lo hiciera sin miedo. Empezó a mover su lengua e incluso me daba algún mordisquito en el clítoris. Yo seguía mientras le restregaba la lengua de forma circular por sus bolas, llenándoselas de saliva, seguía haciéndoselo para que se excitara más y no parara de lamerme la vulva y mi clítoris… y de paso hacerle producir una buena dosis de lefa. Sentía como me chupaba el clítoris y de repente noté mis carnosos labios internos succionados por su caliente boca, luego arremetiendo con su lengua en las profundidades…había introducido mi abultada vulva dentro de su boca sin pudor...me tenía extasiada. Chupaba con canibalismo ahí pegado y yo no aguantaba el mareo que me provocaba un orgasmo tras otro. De repente el muy cabrón empezó a follarme por el culo con su larga y resbalosa lengua. Percibí una especie de lleno y vacío que producía cada vez que él la metía y la sacaba. Tenía todo su rostro sudado metido dentro de mis nalgas follándome el hueco del culo con su increíble lengua, mientras me agarraba mis tetas colganderas por su peso, pero con los pezones duros de la excitación. Era avasallada como nunca un macho me había dado placer.

Estaba a punto de correrme y aumenté la velocidad de la mamada…, nos comenzamos a dar más y más candela, yo se lo seguía mamando el rabo y las bolas rapadas sin un solo pelo, era delirante lo precioso del conjunto…digno admiración. Me lo comía con muchas ganas y él me comía hasta que vi como la vena central de su pollón se hinchó descomunalmente suministrando mayor dureza al falo… sus bolas empezaron a contraer y, el empezó a decir cosas que no le entendía, sabía que estaba a punto de correrse. Empezó a gemir agitando su cadera follándome la boca, cada vez más duro, más rígido y rápido… Mi hijo se iba a correr… y Yo también. Convulsionó cuando empecé a sentir su engrudo espeso caliente dentro de mi boca, se estaba corriendo en mi garganta desbordando toda la cavidad, sin embargo yo no paraba, mezclando mi saliva con su leche. Y seguí ahí pegada mamándole la verga hasta dejarle secos sus buen par de cojones lecheros… no paré hasta succionándole todo el semen de su segunda eyaculación, dos corridas en menos de veinte minutos. El continuaba comiéndome el coño, yo me tragaba con deleite su lefa rellenando mi estómago… me hizo recordar el sabor de la testosterona de una buena lechada. Tras mi última relamida me dediqué a pasarle mi lengua por su orondo capullo hasta dejárselo completamente limpio. Él continuó un poco más, no le liberé de mi chocho sobre su cara hasta que me benefició de un último orgasmo, el enésimo ¡Me gustó el sabor del semen de mi hijo, podría tragármelo todos los días! ¡Podría tener sexo con mi chico todos los días!

– Mamá esto ha sido increíble. Estoy como un toro desbocado…

– Y yo mi amor, nunca en mi vida me había corrido así y tantas veces…. Estoy como una perra en celo, y es por tu culpa.

– Algo de culpa tendrá mi padre cuando no te folla debidamente…. 
Se puso a comerme las tetas, yo solo puede ofrecérselas
– Son para ti, las dos…

Me volví a correr con el tacto de la lengua de mi hijo sobre mis tetas, aquello lo llaman sexo lactante, también me gustaba, porque el chico mamaba de una y otra teta succionado de mis pezones al tiempo que su mano acariciaba mi chumino, caliente como un horno…consiguió sacarme otro orgasmo clitoriano. Nos fuimos juntos a dar una ducha, el agua nos refrescaba y las caricias nos calentaban dejando nuestro cuerpo a temperatura ideal. Nos recostamos en la cama recuperando las fuerzas de una hora de excitante sexo… y aún no había habido penetración de su polla en mi coño. Pasados unos minutos, mi cuerpo reclamaba culminar por todo lo alto, le acariciaba su cuerpo, su tersa y bella orografía percibiendo cada músculo juvenil en mis sensibles yemas dactilares. Cuando terminé su verga se hallaba rígida como un mástil de bergantín... 

– ¡Vamos a tirar la última barrera mi rey…! 
– ¿Cuál…?
– Ya toca que te sienta dentro de mí como una hembra siente a su macho... ¡ME VAS A FOLLAR! ¡¿Te apetece follarte a tu MADRE...?!
Mi hijo ni lo dudó, por respuesta echó mano de la caja de condones, le paré antes de que llegase a sacarlos...
– Con tu madre nunca te harán falta los condones, a mí me puedes follar siempre a pelo... me gusta sentir a mi hombre al natural... con tu padre es diferente pero contigo es otra cosa...  ¡Deseo que te corras dentro de mí y sentirme llena de mi amor!
– Pero si me corro dentro de ti, te puedo dejar preñada...

– No te preocupes por eso, mamá se cuida... Así que ¡¡Me vas a follar!! Vas a meter tu hermosa polla en el coño por el que viniste al mundo, ¡¡Me vas a hacer tu mujer…!! Porque después de esto tú ya eres mi hombre para siempre. Hoy desandarás el camino de vuelta a mi útero. Ya tienes la edad perfecta para que te desvirgues ¡¿Y dónde mejor que dentro del coño de tu Madre?!
– En ninguno... me pareces perfecta.... no puede haber una mujer mejor para mi desvirgue que tú... ¡Te quiero, mamá…! 
– Y yo a ti, mi amor…
Me abrí bien de piernas, mientras mi hijo dirigía su polla a la entrada de mi agujero, previo le abrí mis labios invitándole a entrar, en nada percibí su duro glande esparciendo los carnosos pliegues vaginales, y tras unas cuantas pasadas en mi hinchado clítoris, sin más indicaciones mías empezó con un lento mete y saca en la posición de frente a frente, viendo como su verga entraba y salía ante nuestros ojos. En pocos segundos el duro estoque se deslizaba por completo dentro de mí, haciendo golpear sus huevos en mi coño. Ya no había indulgencia, me daba la posibilidad de comerle la boca en tanto me penetraba con fuertes sacudidas… en cada empujón percibía sus huevos azotarme el coño como dos bolas de derribo, ambos cuerpos se transfería sudor y calor…
– Así, así, así, mi amor, fóllame, ¡Joder, qué bueno!
Mis gritos y gemidos eran cada vez más fuertes, minutos después llegué al orgasmo, sin embargo mi hijo todavía seguía con la polla bien dura sin dar muestras de querer acabar corriéndose…, sus dos eyaculaciones le hacían aguantar cada vez más y, añadiendo la insensibilidad que aporta mi alta lubricación ¡Cuánto tiempo para encontrar a un macho de verdad! Quien me hubiera dicho que lo tendría en casa, y es que el chico se portaba como todo un semental…pero de pronto se detuvo.

– Mami, dijiste que te gusta el sexo anal…

– Si cariño,… pero te he dicho que no lo hago hace mucho. Como papá folla poco, lo hace solo por delante, además creo que nunca le ha gustado demasiado follarme el culo, así que no sé… Lo debo tener muy cerrado.

– Seré muy delicado…

– Creo que no es el momento... mejor fóllame por el coño ¡Haz lo que te digo… ni se te ocurra darme por el culo! 
Lubriqué bien la entrada de mi coño con saliva, luego le dije a mi hijo que metiera un poco su polla…solo la punta del capullo y, la dejase quieta para acostumbrarme. Luego un poco más y al final el último empujón para seguir con un frenético movimiento… 
– Que gusto, Yeray, que bien me partes… ¡¿Seguro que eras virgen…?!

– Es que eres una profe muy instructiva, contigo es fácil aprender… además tienes un coño maravilloso, mamá. Te quiero, y quiero follarte todos los días… 
– ¡¡Y tú no vas a necesitar masturbarte nunca más…!!

El chico me agarraba de las ancas envolviendo con sus manos mi culo, clavaba sus dedos y a la vez el enervado rabo tan duro como la primera vez. ¡Cuánto me alegraba que le gustase follarme!, porque a mí me sublimaba sentir a un macho tan dentro de mí. Cambiaba sus manos de posición cercando mis tetas y, tirando de ellas como si fueran riendas de una yegua desbocada, luego de los hombros para clavar con mayor profundidad sin que la hembra pueda escapar de las fuertes zambullidas de bayoneta en el acomodado conducto de mi vagina profunda. Me sentía en la gloria… 
– Si mi amor, soy tuya, soy tu madre, tu puta, tu perra, tu esclava, tu amante… puedes hacer conmigo lo que quieras, pero sigue moviéndote… ¡Haz que me corra otra vez!

Unos segundos después percibí la tensión de Yeray y acto seguido el primer chorro de leche en mis entrañas…iba rellenado mi más guardada intimidad su cálida leche…, caí rendida de bruces sobre el colchón con mi hijo aún acoplado en mi útero y eyaculando buenos chorros de esperma. Aun después de correrse, estuvo durante un buen rato clavado en mi coño, el tiempo que tardó en achicarse su verga. Tras esta maravillosa experiencia nos metimos en la ducha y nos bañamos juntos otra vez. 
A la sazón mi hijo y yo nos fuimos compenetrado más y más, seguimos haciendo locuras cada día que nos quedaba de vacaciones… a partir de ese momento regresamos todos los días a la playa nudista e incluso arropados por las olas del mar, follábamos como locos. En nuestra habitación del amor éramos conejos fornicadores, donde nunca dejábamos de joder rellenando todos  cada uno de mis agujeros. Mi crío se corrió a placer en mi coño infinidad de veces, en mi boca y hasta en el culo de su madre, a su antojo. Como puedes imaginar del paquete de 6 condones quedaron 5 sin usar, el morbo de follar con Yeray, fue lo suficientemente motivador como para no usarlos, follamos a pelo el resto de los cinco días que nos quedaban en las islas griegas, y es que una alegría así solo te la puedes dar una vez en la vida
Ya de vuelta a España seguíamos nuestros encuentros lujuriosos algunas tardes, antes de que volviese mi marido de trabajar y Claudia se hubiera marchado a sus clases de piano o estudiar con sus amigas. Era curioso que por la mañana estudiase en un colegio de curas donde solo mirar con deseo era pecado, y por las tardes recibiese clases impartidas por la diablesa de su madre llevándolo al infierno más pecaminoso.

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Ciertamente después de lo que había pasado, hacia todo lo que posible para quedarme a solas con mi hijo para educarle severamente en la práctica, sabiendo que entonces volvería a pasar y yo le dejaría que hiciese conmigo lo que quisiera, haría todo lo que me dijese, vamos por qué negarlo, en parte deseaba volver a estar con él ansiando que llegasen las largas ausencias de mi esposo y mi hija. A veces me excitaba recordando lo que habíamos hecho la vez anterior… me masturbaba bajo la lluvia de la ducha pensando en cómo me había hecho gozar como a una perra e, incluso cuando hacía el amor con Clemente cerraba los ojos e imaginaba el empuje percutor de su primogénito. Si no fuese por que recordaba lo que me dijo cuando salí de su habitación “la próxima vez tendremos que darle a ese culito las atenciones que se merece” estaría más tranquila…no lo podía olvidar y, recordarlo me hacía estremecer. De adolescente, siempre me ha dado mucho miedo que me la metan por detrás, varios de los chicos antes de ser la novia de Clemente, y algunos hombres después de casarme, con los que he tenido alguna relación amistosa me pidieron que les dejase meterla en mi culo, entre ellos mi esposo, me lo ha solicitado bastantes veces y a alguna he accedido, pero en otras me he negado, porque por ahí no sabe follar.

Tal vez no sea demasiado racional, sé que a muchas mujeres les gusta que las enculen…. todos o casi todos los maricones también disfrutan de ello sin ofender, pero hay cosas que son superiores a la persona y lo de ser enculada era superior a mí pese a que le permití a mi hijo en la isla griega que me hiciese un griego entrando por detrás…. Si volvía  a insistir, no estaba segura de poder o querer negarme a dejar que mi hijo me partiera de nuevo el culo, incluso intenté dejar que fuese mi esposo quien lo hiciese al tener un rabo de menor tamaño…. Hace años compré un tarro de vaselina, que oculté en mi cajón personal, para entregarle a Clemente mi joya una vez que rompí con todo. Por entonces No hubo manera, cada vez que pensaba decirle que me lo hiciera por detrás me entraba un sudor frío y un pánico que me lo impedía, pasado el mal trago de inicio todo era mejor. Pasado el tiempo se olvidó de pedírmelo o dejó de excitarle joderme por detrás. En verdad, si alguien se merecía gozar de mi culo ese era esposo, le quiero con locura y sé que él me quiere a mí, por eso mi culo sería suyo, en cuanto me lo volvió a pedir se lo di y me gustó…ya no fue tan horrible como las primera veces…me hizo feliz entregarle mi culo…él era único que merecía partírmelo.

De vuelta a aquellos momentos, llegó un instante en que la situación se volvió prácticamente idílica, me encantaba quedar a solas con mi hijo, había llevado nuestra casa a un nivel cercano al paraíso terrenal…, naturalmente, cuando mi esposo estaba en casa yo debía estar con él, no ponerme a barrer, fregar, planchar y hacer los demás quehaceres de la casa como una esposa, obligándole en parte a él a ayudarme, aunque me ayudaba mucho desde siempre, en parte por eso la situación de convivencia follando tan poco la podía llevar…, bueno tengo que reconocer que también mi hijo dedicaba más tiempo que antes a limpiar y planchar incluso, mientras le instruía en su independencia y de paso quedarme a solas con él, y eso también ayudó a congeniar mucho más y lograr mayor complicidad… Ahora la casa estaba mejor cuidada que antes y con menos esfuerzo por mi parte, y menos mal porque entre el trabajo fuera y dentro de casa acababa agotada, con la colaboración de Yeray y lo aportado por Claudia todo eso cambió a mejor. Sin embargo, a la vuelta de vacaciones, todo estaba manga por hombro, en una situación insostenible, mi marido y Claudia no se preocuparon por nada, por lo que dedicaba más tiempo a las labores del hogar en vez de salir con mis amigas, aunque solo estuviésemos mi hijo y yo no follábamos…

Durante los primeros días no paso absolutamente nada, había tantas cosas pendientes de arreglar y limpiar que me faltaban horas, mi hijo simplemente me ayudaba a componer la casa de nuevo. Cuando la casa estaba en un estado normal de nuevo, mi hijo comenzó a aproximarse a mí con intenciones pervertidas, al principio simples roces accidentales, más buscados que eventuales, luego comenzaron de nuevo los halagos que fueron derivando hacia los piropos…. 
Un Viernes organizaron una cena en mi familia, iban a ir todas las parejas, y por supuesto fui con mi esposo, eso hubiese tenido nada de especial, si no fuese porque después de la cena propusieron que fuésemos a tomar una copa y a bailar… la fiesta acabó muy entrada la madrugada, mi esposo aguantó heroicamente toda la fiesta haciéndomelo pasar bien, a pesar que tan solo le quedarían un par de horas para dormir antes de ir al trabajo, es más fui yo quien insistió en que nosotros debíamos retirarnos de la fiesta por que él tenía que trabajar al día siguiente. Lo malo de esto fue que mi esposo no me despertó, como yo le había pedido que hiciese cuando se levantase, me dejó durmiendo a pierna suelta en nuestra cama, y quien me despertó a eso de las diez y media fue mi hijo…Claudia no se encontraba en casa ese día.

– ¡Eh! Bella durmiente, es hora que te despiertes.

– ¡Ah! ¿Y papá?

Me desperté sobresaltada, sobre todo por tener a mi hijo sentado en mi cama casi rozándome y estar yo sola cubierta por un pequeño camisón casi transparente que apenas me llegaba a medio muslo

– Hace horas que se fue a trabajar.

– Le pedí que me despertase.

– Supongo que le habrá dado pena hacerlo, y no me extraña, cuando duermes pareces un ángel.

Bueno, gracias, ya estoy despierta, puedes irte cariño, ya me levanto.

– Podríamos quedarnos los dos un rato más en la cama.

Dijo, al tiempo que extendía una mano y me acariciaba una teta.

– No, aquí no.

– ¿Por qué no?

– Es nuestra cama, la cama de tu padre y mía…
Pero que estaba diciendo, ¡Estaba dispuesta a hacerlo en otro sitio en esas horas tan expuestas! Quería responder que no, que no quería volver a tener sexo con mi hijo nunca más, en ningún sitio, pero en realidad si lo quería y lo debía reconocer ¡No deseaba que acabase aquella aventura juvenil! Cada mañana desde la vuelta de vacaciones, me levantaba con un imperativo quemazón de coño, y esa mañana no era diferente…no era mi cabeza quien regía mis actos, mi clítoris había tomado el mando.

– Está bien, lo entiendo, vamos a mi habitación.

Creía que tenía controlada la situación, pero verdaderamente no era así… como hipnotizada me levanté y comencé a andar dirección a la habitación de mi hijo sabiendo muy bien por qué lo hacía. De verdad me sentía mal engañando a mi esposo con otro hombre, pero aquel hombre era su propio hijo y parecía tener un extraño poder sobre mí…, con el paso del tiempo llegué a descubrir que realmente lo deseaba como hombre añadido al amor de madre… me hizo hacer cosas que jamás hubiese imaginado, y lo hice sin rechistar. Pero eso es otra historia, que más adelante contaré. Lo que importa, lo de aquel día, es que yo iba andando por el pasillo hacia la habitación de mi hijo pavoneándome como una cordera al matadero…, tras mi estela notaba sus ojos clavados en mí, lo sentía a poco más de un metro detrás, recreándose con la visión de mi cuerpo, de mi culo bamboleándose, que como ya he dicho, cubierto tan solo con un pequeño camisón casi transparente, aparte de eso un pequeño tanga, por lo que vista desde donde me seguía mi hijo, debía parecer prácticamente desnuda, excitada y caliente como una perra deseosa de que me hiciera suya, su hembra.




Llegue a su habitación, entré y avance hasta la cama…me quede allí de pie junto a ella como si esperase su siguiente orden, no llegó ninguna, llegó él, colocó sus manos sobre mis hombros, posicionado detrás de mí, aparto mi pelo y comenzó a besarme el cuello, mientras sus manos bajaban y acariciaban mis pesadas tetas, mis pezones pellizcándolos se pusieron erectos buscando sus caricias, caricias que todo mi cuerpo deseaba a pesar de tratar de convencerme que no era así, que en algún momento debía de parar aquella dulce locura incestuosa, pero cada vez era mas seductor mi primogénito. Mientras me besaba y lamía las orejas me iba diciendo cosas agradables. Una de sus manos fue bajando por mi cuerpo en busca de mi coñito…. pero no importaba, normalmente que me acaricien el coño me hacía perder el control de la situación, con 13 años me había dejado desvirgar por el primer chico al que le había dejado tocarme el chocho simplemente por eso, por que perdía el control, pero esta vez no importaba, en ningún momento había tenido control de nada. De pronto escuché como susurraba en mi oído que tenía el mejor culo que había visto en su vida y me estremecí, sin embargo esta vez ese estremecimiento no llegó al pánico que me invadía en cuanto algún hombre nombraba mi culo durante una situación sexual. Por supuesto mi hijo notó mi estremecimiento.

– ¿No te lo han hecho nunca por detrás aparte de papá?

– No. Mentí alejando la idea de que pensara que su madre era una puta.

– ¿Quieres hacerlo conmigo otra vez?

– No. 
Vaya, lo había hecho, le había dicho que no lo quería hacer, no lo podía creer.

– ¿Por qué? ¿Tienes miedo?

– No
Como que no, por qué decía eso ¿Aún me asustada pensar que me metiesen una polla por ahí?

– ¿Entonces?

– Es por qué lo reservo para tu padre… aquella vez no debí dártelo.

– ¿No te lo ha pedido nunca otro hombre que no fuera tu marido…?

– Sí, varias veces.

– ¿Por qué no lo habéis hecho?

–  Si lo hemos hecho, pero ahora no he sido capaz, me daba miedo. Pero sobre todo porque mi culo es cosa de tu padre.

– A mí me lo has dado y no te ha dado miedo.

– Lo sé, no entiendo por qué te lo di a las primeras de cambio… contigo no tengo miedo. 

Creo que fue la primera vez que hablé con mi hijo como a un adulto de tú a tú.

– ¿Pero sigues pensando que solo es para mi padre?

– Sí.

– Muy bien, respeto tu elección. ¿Quieres que te ayude a perder el miedo?

– ¿Cómo?

– Jugando con tu culo, preparándote para que estés deseosa de sentir la polla insertada en tu ano.

Oír esto en lugar de producirme terror, que hubiese sido lo normal hizo que me mojase como pocas veces, claro que la mano de mi hijo ayudaba… 

– Prometo que no meteré mi polla en tu culito hasta que tú me des permiso.

– Sí, ayúdame. No podía creer lo que acababa de decir.

– Por supuesto que tendrás que pagar mi ayuda con algunos polvos.

– Lo haré cariño, ya no huiré de tu lado cuando esté papá… cuando tenga ganas podrás follarme cuanto quieras.

Mi sumisión a mi hijo expresada con palabras surgidas de mis labios.

– Muy bien, tenemos un pacto.

¿Pacto?, pensé, ¿Realmente necesita hacer un pacto conmigo?, ¿No se da cuenta que ya me hace cosas que no me dejaría hacer si no me controlase de algún modo extraño?, claro que le había dicho una vez que no y que quería que su padre fuese el único dueño de mi culo, pero estaba segura que si hubiese insistido al final me habría dejado culear por él, además estaba allí, en su habitación con Yeray, mi hijo y nuevo amante, abandonándome a que tocase como y cuanto quisiera, preparada a déjame follar…le había dicho que estaría dispuesta para él siempre que quisiera, eso nunca se lo había dicho a ningún hombre, ni por supuesto mujer, nunca me he sentido atraída por otra mujer, aunque alguna vez recibí proposiciones por parte de alguna. Mientras mi cabeza divagaba en pensamientos extraños él continuaba a lo suyo, con una mano metida en mi tanga excitando mi clítoris y la otra por dentro de mi liviano camisón acariciando mis tetas restregando su endurecida verga.

– Estás muy mojada, ¡¿Necesitas que te folle?! ¿Quieres que te folle tu amado hijo, tu macho... tu semental?

– ¡Sí! 
¡Vaya! No, por qué mis labios decían sí cuando mi cabeza pensaba que debía decir No.

– Me gustó mucho como me la chupaste la otra vez, por eso te dejé follar a tu ritmo, pero hoy te voy a demostrar lo que es que un hombre te posea. 
Un escalofrío de placer me recorrió desde los pies a la cabeza al escucharle susurrar esas palabras en mi oído. Aquel ya no era el chico inocente que desvirgué en las islas griegas

– Si te gustó tanto…te la vuelvo a chupar ¡A tu madre se le da muy bien mamar pollas!

– Claro, hagamos un 69.
 Mientras decía esto sus manos habían abandonado mi coño y mis tetas y estaban sacándome lentamente el camisón.

– Me gusta el 69…es una entrega mutua de igual a igual.

– Hoy lo tendrás.
Mi camisón descansaba ya en el suelo, él estaba agachado detrás de mí bajándome el tanga, que en pocos segundos descanso junto a mi camisón, luego me hizo dar la vuelta… 

– Ahora te toca desnudarme a mí.

Parece mentira, se había hecho con el poder absoluto sobre mi voluntad, propio de un macho alfa sobre una sumisa hembra de su harén… lo que me estaba pidiendo era algo que nunca había hecho, vaya, sacarle la polla a algún tío lo había repetido tal vez cientos de veces, quitarle alguna prenda también, pero desnudarle completamente mientras él se deja hacer nunca…, además suponía un reto para mí, claro que no por qué lo encontrase difícil, ni mucho menos, sino porque enseguida me planteé que debía llevarlo a un grado de excitación como el mío, hacerle perder el control como yo lo había perdido, de ese modo si ninguno de los dos teníamos el control yo me sentiría un poquito más libre. Me pegué a él, acaricie sus brazos, empezando por sus manos, subiendo por sus brazos para llegar a su cuello y después bajar por su pecho buscando los botones de su camisa abriéndola y besando cada centímetro de piel que aparecía ante mí, todo ello usando toda la sensualidad que podía encontrar en mí, le hacía y decía todo lo que pensaba que podía gustarle.

Cualquier cosa que recordase que le gustase a su padre la usaba contra él, observando siempre sus reacciones, si me daba la impresión que le gustaba continuaba un poquito con lo que le hacía, si no regresaba al paso anterior y luego pasaba al siguiente. Mordisqueé sus pezones, besé su cuello, sus hombros, sus bíceps, por cierto bien marcados para su edad…ya les digo que ya era un macho bien formado. Mientras mi mano jugaba con su tranca, que por cierto había alcanzado una erección más que considerable, luego fui a por su pantalón, con la parte más difícil, al menos para mí, su cinturón, muchas veces ha tenido alguna dificultad a la hora de desabrochar un cinturón, supongo que es para mí como los sujetadores para los hombres, muchas veces tuve que contenerme la risa mientras algún chico se peleaba, sí, digo se peleaba, porque lo que hacía no era desabrochar. La verdad, este cinturón me resultó sencillo, tal vez no lo llevaba apretado como si fuese una faja en el caso de algunos, luego solté el botón y tiré de la cremallera, entonces el pantalón se despeñó por su propio peso, bajando hasta medio muslo, lo dejé ahí en tanto llevaba mis labios a su entrepierna y comencé a besar mordisqueando suavemente la polla por encima de su bóxer.

Mientras saboreaba su ricura colmándome del grácil olor a testosterona, que le debía estar encantando porque sentía como aquella polla palpitaba dentro, aproveché para tirar de su pantalón y dejárselo en los tobillos. Usé mis manos y mi boca para continuar excitando aquella polla y sobre todo los huevos durante un rato, luego le coloqué la musculada verga apuntando hacia arriba y tiré suavemente del bóxer hasta que el capullo y poco más asomaba por encima de la prenda. Comencé a jugar con aquel cachito que asomaba usando mis labios y mi lengua, mientras mis manos seguían excitándole los regordetes huevos dentro del estirado escroto. A la par escuchaba sus gemidos de placer, pensé tenerlo casi donde lo quería, me mantuve así durante unos minutos, luego mordí sus calzoncillos y con mis dientes tiré de ellos bajándoselos. El macho observaba atento mis evoluciones, luego me lancé a tragarme su polla, me había dicho que la otra vez le había gustado mucho como se la había chupado y esta vez pensaba esmerarme un poco más si cabe…, con las manos acabe de bajarle la última prenda que impedía comerme su hermoso falo, y esta se encontró de nuevo con el pantalón…. Mi hijo me dejó que le chupase la polla un rato, pero no tanto como yo hubiera querido... me considero una excelente "come pollas" desde adolescente.

– ¡Qué bien lo haces mamá!, eres la mejor. Venga, ya está bien, túmbate en la cama
Casi a regañadientes abandone la mamada que le estaba haciendo.

– Habías dicho que haríamos un 69, ¿no tendrías que tumbarte tú?

– ¿Quién te ha dicho que un 69 solo se puede hacer con el hombre debajo?

Vaya, eso quería decir que en lugar de ser yo quien le chupase la polla a mi ritmo iba a ser él quien me follase la boca, ¡Eso sí que no me gustaba! ¡Me encanta cuando me dominan! Es lo que más me gusta pero no se lo iba a decir por orgullo en parte, otra es porque cuando un tío lleva el ritmo con el que se la chupas, en el momento menos esperado se le ocurre metértela entera hasta el galillo y más dentro…te parece sentirla en el gaznate, entonces te falta el aire y te entran unas arcadas terribles, y ahora mi hijo quería precisamente eso, vamos que por la postura sería más él quien me estuviese follando la boca que yo quien se la chupase, y lo que más me fastidiaba es que me daba la impresión que iba a perder la pequeña parte del control que había recuperado.

Seguía sometida a los deseos de Yeray y, pese a que mi cerebro me decía que me negase a aquello acabé acostada boca arriba en la cama esperando que él se colocase sobre mí y me metiese la polla en la boca. Debo reconocer que no lo hizo, por lo menos al principio, me colocó la polla justo sobre los labios y fui yo quien comenzó a chupársela a mi ritmo, mientras él me dedicaba una comida de coño como pocas…, pero claro a medida que la excitación iba creciendo, también le iban creciendo los centímetros de polla que iba alojando en mi boca, al cabo de, no lo sé, diez o quince minutos alcancé el orgasmo. Mientras tanto, y ya tan solo digo mientras tanto, porque el tiempo parecía haber dejado de existir, mi hijo había comenzado con los movimientos típicos de una penetración contra mi boca, claro que se movía despacio y sin introducirla mucho, aunque estaba segura que eso iba a cambiar, lo peor para mí es que lo único que podía hacer era mover mi lengua tratando de proporcionar el mayor placer y, con mis manos sobar y apretar con ganas esos cojones golpeando la barbilla.

Me llegó el segundo orgasmo, coincidiendo con ese momento mi hijo aprovechó para clavar el dedo en mi culo y meterme la polla hasta la garganta, en un movimiento casi coreografiado entre sus dos apéndices, era la segunda vez que alguien metía un dedo en mi culo en toda mi vida, de la vez anterior hacia bastantes años, y el haberme metido el dedo en el culo le había costado al chico que había osado hacerlo quedarse sin polvo, porque le solté un bofetón y escapé de allí colocándome las prendas mientras salía ante el asombro de los que me vieron. Esta vez el dedo invasor amplifico y extendió el orgasmo que experimentaba, por otro lado su polla no permaneció mucho tiempo clavada en mi garganta, la sacó en unos segundos, pero solo para volverla a clavar repitiendo la misma operación varias veces, dándome la impresión, al menos de que cada vez llegaba más lejos en mi garganta…, luego se quedó quieto con sus huevos casi rozando mis labios…fue cuando percibí que se estaba corriendo en mi garganta. No tuve que tragar, creo que con la presión de sus fuertes chorros bastó para que el semen llegase directamente al estómago…, después de eyacular cinco o seis chorros de lefa espesa, me sacó la polla un poco, dejándomela introducida en la boca para que le limpiase cualquier resto de semen, que apenas fueron dos o tres gotas rezagadas. Luego se dejó caer tumbado a mi lado, permanecimos un rato en silencio.

– ¿Has estado muy bien, mamá?

– Siento como el culo me palpita. 
Respondí, sin hacer demasiado de su comentario.

– Es normal, ¿Dirías que te gustó?

– No ha sido desagradable.

– Embustera, si te has mojado como una puta cuando te he metido el dedo.

– Las putas no se mojan. Conteste algo enojada por su comentario soez.

– ¿Qué sabrás tú? Las putas son como cualquier otra mujer, lo único es que cobran por el sexo, pero si las tratas como las mujeres que son disfrutan como cualquier otra, o quizás más, porque están acostumbradas a ser tratadas por la mayoría de los hombres como poco más que vertederos, donde meter sus pollas para descarga de su leche y, cuando encuentran a uno que las trata con respeto se entregan, quizás más, que las que no lo hacen por dinero.

– ¿Aparece que tuvieras mucha experiencia con putas?

– No es necesario haberme acostado con ninguna…es solo pura lógica. Cuando comienzas a conocer a las mujeres lo ves claro.

–Esta bien, ¡Ya veo que has interiorizado en nuestra idiosincrasia!

– Sois mi centro de estudio…las mujeres en general, me gustáis mucho.

– ¿Me has estudiado a mí también?

– A la que más, por cercanía principalmente… me gusta analizar el comportamiento que tienes con mi padre, el modo que te quiere y tú a él…

– No es un buen momento para recordar a mi esposo. No deberías hablar de tu padre ahora.

– ¿Por qué no?

– Pues ¿¡Porque le estoy poniendo los cuernos!?

– ¿Crees que te perdonaría si se enterase que follamos juntos? 

– ¡Qué retorcido eres! 

– ¡Que su propio hijo se esté follando a su mujer que además es su propia madre…?

– Hijo no tengo ni idea. Creo no conocerle tan bien como creía, ni a ti.

– ¿Le perdonarías tú si él te los pusiese a ti?

– No lo sé, me dolería mucho, y no sé si lo podría perdonar.

– ¿Sigues enamorada de papá?

– Por supuesto, una cosa no quita la otra. A él le amo pero no le deseo como a ti.

– ¿Eso significa que no me amas?

– No seas tonto… mi amor por ti está por encima del deseo. Tú siempre será mi hijo aunque sea una vieja poco apetecible y te amaré como tal hasta el final de mis días....solo que ahora follas como un diablo y yo necesito ser follada y condenada al infierno.

– ¿Y ahora qué piensas de mí, mamá?

– ¿Con respecto a qué?

– A la vida, algún día tú atractivo menguara, te costara más encontrar ligues, ¿no crees que puedes llegarte a sentir sola?

– Lo sé, pero también sé que mi hijo siempre estará ahí. Además, las mujeres no necesitamos tanto a los hombres como vosotros a una mujer.

– Puedes estar segura que tu hijo siempre te dará lo que una madre necesita recibir.

– Siempre estaré dispuesta, aunque sea a cambio de dinero.

– Nunca habrá intercambio de dinero entre nosotros, ¡Te amo sobre todas las cosas! Joder eres ante todo mi MADRE y madre solo hay una. Que me regales estos instantes de sexo sé que es algo momentáneo, durará un tiempo, pero nuestro amor será eterno. Pocas madres son tan generosas con sus hijos.

– Eso me acabas de decir es tan bonito como cierto…

– Ya está bien de charla, si quieres que te cuente más cosas de mí lo haré luego, ahora quiero follarte.

– ¡¡Pero solo follarme!!

– Sí, te dije que dejaría que el culo fuese para mi padre y lo cumpliré.

– ¿Y si decido que solo tu padre tenga derecho en metérmela por ahí…?

– Eso no puedes hacerlo, tenemos un trato, tienes que dejarme que la clave en tu culo aunque solo sea muy de vez en cuando. ¡Y ahora a callar!

Aquella última frase sonó como lo que era una orden, no pude más que obedecer, además aunque hubiese querido seguir hablando apenas habría podido hacerlo porque él se volvió hacia mí, echándose un poco encima e inicio un morreo devastador…, nuestras lenguas se entrelazaron, mientras sus manos acariciaban, amasaban y estrujaban mis tetas, yo estiré mi mano y agarré su polla, la verdad, nunca me había, digamos “interesado” por el tamaño de las pollas, de hecho había estado con chicos de los que tan solo se podía decir que la tenían pequeña… después estaba su padre con no más de 12 cm me había hecho disfrutar muchísimo y otros que teniendo una gran polla me habían dejado a medias, pero mi hijo era uno de esos donde se unía una gran polla con un hombre que sabía darle el máximo placer a una hembra. Me aseguró que le medía sobre los 18 cm…yo mido por comparación a mis manos y la altura de mis cuatro dedos en horizontal suponen unos 6 cm y con ambas mano aún cabía otra para tapar la zona del glande, con lo cual mi hijo no mentía.

Me asombraba que hubiese entrado en mi boca casi en su totalidad…, jugué con su estoque meneándoselo lo que podía y acariciando el lubricado glande con el dedo pulgar suavemente, él había dejado mis tetas y le dedicaba las caricias a la pepita de mi coño, que rápidamente respondió humedeciéndose, estirándose y endureciéndose. Seguimos así durante bastante tiempo, no sé cuánto, hacía mucho que había perdido la noción del tiempo, no podría decir si llevaba una o dos horas en la cama con mi hijo. Él se colocó entre mis piernas, repaso su polla sobre mi coño abriéndome los carnosos labios que poseo, cuando su capullo húmedo de sus jugos y los míos, pasaba sobre mi clítoris me hacía ver estrellitas. Consciente de ello mi hijo se demoraba en esa zona, rondando mi clítoris con su glande, llegue a sentirme desesperada, necesitaba urgentemente ser penetrada, si en ese momento él hubiese decidido atacar mi culo lo habría recibido gustosa, necesitaba polla de cualquier manera. Mi hijo sabiendo que el exceso tampoco es bueno, no me hizo esperar demasiado, colocó la punta de su ariete en la entrada de mi raja y empujando con decisión me fue invadiendo con un meneo constante. Mi vagina iba engullendo aquella polla que le entraba como si la quisiese guardar para siempre en su interior, no recordaba haber sido nunca follada de aquel modo, el placer que estaba sintiendo era algo nuevo para mí. Cuando la hubo metido toda se quedó quieto unos instantes… Por cierto, follábamos siempre a pelo, para no dejar evidencias con los condones.





Dijo algo así como “me la estas estrujando de un modo maravilloso, te voy a dar un orgasmo como nunca has tenido” pero la verdad yo no estaba para prestarle atención. Comenzó con el vaivén del “mete, saca” de un modo pausado, y a pesar de eso no me dejaba acompasarme a él, unas veces me la sacaba casi entera para volvérmela a meter y otras apenas me sacaba uno o dos dedos antes de volver a clavarla, poco a poco fue incrementando el ritmo de sus penetraciones, pero lo que no abandonaba eran las diferentes profundidades de sus inserciones. Su modo arrítmico no me permitía sincronizarme con él, porque lo mismo me daba dos empujones largos que cuatro metidas cortas que dos o cuatro largas, increíblemente, para mí, esto me estaba llevando a un grado de excitación que no recordaba, porque me dejaba bien claro que no era un polvo entre los dos, solo era él quien me estaba dando ¡Era el macho quien me follaba! Luego me agarró las piernas y me las hizo colocar sobre sus hombros, por unos momentos sentí que estaba tratando de traspasarme por lo profundas que sentía sus penetraciones. Mi crío, hasta hace unos meses virgen me dominaba y me encantaba…me estaba llevando al orgasmo, pensé que no me iba a tardar en llegar, pero me equivoqué porque entonces mi hijo cambio tanto el ritmo como la profundidad de sus penetraciones…

Mi inminente orgasmo se difumino, y al cabo de un rato volvió a pasar lo mismo, luego otra vez y unas cuantas veces más, cada vez que mi hijo se daba cuenta que me aproximaba al orgasmo cambiaba el ritmo o hacia algo que me alejaba del ya ansiado orgasmo, pensé “hay que ver como conoce este crío a las mujeres…las películas porno deben ser muy instructivas…” porque no sé los demás, creo que también, pero yo tengo un punto de, digamos, “no retorno” lo había comprobado muchas veces masturbándome, hasta un punto donde puedo dejar de tocarme y el orgasmo no me llega, pero cuando rebaso ese punto es ya imparable, aun sin volver a tocarme acabo corriéndome. Mi hijo no solo me dejaba acercarme muchísimo a ese punto antes de hacer que el orgasmo se esfumase, además hacia que se esfumase sin dejar de follarme.

Después de bastante tiempo me di cuenta que esa vez era la definitiva…, él había agarrado un ritmo constante, no dejaba de bombearme una y otra vez, con un poco de violencia, luego de pronto se quedó quieto con su polla totalmente clavada en mi vagina profunda. Un sonido grave gutural surgió de su garganta en el instante de percibí su primer chorro de leche golpeando mi interior y unos segundos después mi aplacado orgasmo estalló descomunalmente. Sentía como si me estuviese vaciando en aquel orgasmo, a la par que percibía a mi hijo rellenándome con su semen…, me sorprendía siempre su potencia, después de haberse corrido una vez como podía hacerlo de nuevo con aquella vehemencia ¡Bendita juventud!, me parecía mucha leche para un adolescente. Descargó lo que supuse que sería hasta la última gota de semen producida por aquellas bolas de derribo dentro de mi vagina, mientras yo seguía experimentando el mayor y más largo orgasmo de mi vida. Vaciado de esperma y fuerzas se dejó caer a mi lado. Nos quedamos quietos sobre la cama, recuperándonos…, tan solo se escuchaban en la habitación nuestras respiraciones aceleradas por el agotamiento. Pasados los minutos y nos recuperamos.

– ¡Date la vuelta!

– ¿Qué? 

Me sorprendió el tono tan imperativo

– ¡Que te pongas boca abajo!

– Dijiste que me dejarías el culo en paz..., que no lo harías que por hoy sería de tu padre.

Me quejé a la vez que sin poderlo evitar rodé haciendo lo que me decía.

– También dije que te iba a preparar.

Ni idea de cuánto tiempo estuve recibiendo sus dos dedos por mi culo, pero al final me corrí, y el aprovecho el momento de mi orgasmo para penetrarme con tres dedos a la vez, los dejó quietos dentro de mi culo hasta renunciar en mi agitación, luego los saco.

– Muy bien, hemos acabado, dijo mientras se levantaba. – Ahora me voy a dar una ducha. Vete preparado la comida que tengo hambre.

– Yo también necesito una ducha.

– Te ducharas después de comer, y ya que estamos, mejor no te pongas ni siquiera unas bragas hasta después de ducharte.

Fui a mi habitación, por supuesto después de haberme bañado, elegí la ropa que me pondría después de ducharme, quería vestirme realmente sexi. Esa noche cuando entré en la habitación con esposo… 

– Tengo un regalo para ti.

– ¿Por qué? Hoy no es ningún día especial.

Me respondió el muy soso, tal vez con un poco de miedo en la voz por si había olvidado algún aniversario o fecha especial.

– Me apetece regalártelo, solo eso.

– No tenías por qué gastarte dinero, que estés conmigo ya es bastante regalo.

Dijo algo más calmado al saber que no se había olvidado de nada.

– Dinero apenas me ha costado, pero creo que te gustara el regalo.

– Bien, veamos ese regalo.

– Búscalo tú, una parte está en el cajón de mi ropa íntima, en un tarrito rosa.

Mi esposo fue hasta allí y no tardo en encontrarlo, mientras tanto yo me iba desnudando a toda prisa.

– Esto es…

– Vaselina, acabé su frase. – He oído decir que así es más fácil y menos doloroso.

– ¿Quieres decir? Balbuceo con los ojos muy abiertos.

– Sí, quiero que me folles por el culo como antaño ¡Entonces te encantaba partírmelo!

Ya estaba totalmente desnuda. Ni siquiera me creía la seguridad con que estaba actuando, desde que pensé que solo entregándole mi culo a esposo me sentiría mejor por lo de mi hijo, había estado pensando cómo se lo debía decir a Clemente y, sobre todo dudando que cuando llegase el momento fuese capaz de hacerlo, ahora se lo había dicho y lo mejor es que estaba deseando sentir su polla entrando en mi culo.

– ¿Te duele? Preguntó Clemente sin mover su polla.

– Un poco. 

Mentí, elevando su ego al sentir una polla gorda, claro que tampoco le iba a decir que no me dolía nada, porque si bombeaba rápido podría pasarlo mal. 

– Muévete despacio.

– ¿Si quieres te la saco?

– ¡No! ¡Ni se te ocurra sacarla! ¡Fóllame el culo!

Estuve a punto de gritar. Cuando se echó en la cama yo me levanto con alguna dificultad, me puse una bata, le besé y le dije que volvía enseguida. Fui al baño, necesitaba lavarme, cuando llegue al baño la leche que escapaba de mi culo acababa de llegar por debajo de mis rodillas, tenía la agradable sensación en mi culo de antaño, me sentía extraña sobre todo al andar, me limpié las piernas, luego me senté en el inodoro, procure expulsar toda la leche que me escapaba de una vez, luego me lave a conciencia, cuando salí del baño mi esposo estaba allí, esperaba su turno para lavarse, le quise esperar en la cama, pero cuando llego me encontró dormida. 

Al día siguiente me dijo que lo de la noche anterior había sido lo mejor que le había podido regalar. Yo sentía el culo extraño, como entumecido, le contesté que se lo merecía por quererme tanto.

Durante el almuerzo mi hijo nos sorprendió, especialmente a mí… nos dijo que deseaba terminar los estudios en la ciudad..., en un colegio de maristas con mucho más nivel, no costaría nada la matrícula y todos los libros eran los mismo, solo que debía ingresar en un colegio mayor con sus gastos adicionales, si confirmábamos mi traslado esa semana, el lunes siguiente debía salir de viaje. Por un lado me alegro oírlo, por otro me entristeció porque ya no lo tendría para follarme cada tarde que compartíamos a solas. Desafortunadamente para mí, mi esposo matriculó a Yeray lejos de casa, vivía en un colegio mayor a unos 80 Km de casa y solo algunos fines de semana, lo tenía en casa…con su hermana acaparando casi toda su atención, poco nos quedaba de intimidad, así que nos fuimos olvidando de mantener relaciones muy seguidas, solo esporádicas y contadas. Luego continuó en la universidad y definitivamente se olvidó de mí, o al menos eso pensé.

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De ama de casa a madre caliente. Creo que no he contado que n
ací en la costa frente al mediterráneo dentro de una zona de explotación agrícola que ha ido reconvirtiéndose hacia la explotación turística…, crecí como hija única rodeada del afecto de mis padres y mis dos hermanos varones. Conocí al que es mi marido a los 16 años, me preñó a los 17 y me casé a los 18 años, de esta relación nacieron dos hijos, Yeray que a día de hoy tiene 24 años y Claudia 22. Mi vida matrimonial ha sido tranquila al igual que mi vida sexual, no me casé virgen pero una vez en el matrimonio fui fiel casi siempre, no pude soportar la oferta de las múltiples propuestas, así que hasta los 38 años mi esposo fue mi único hombre, pero no el único que entró en mi cuerpo, si exceptuamos a un hombre… ese otro hombre ya saben quién fue si han leído la parte anterior. 
Cuando cumplimos diez años de casados, nos trasladamos a la ciudad más cercana de su puesto de trabajo, por cuanto mi esposo encontró un trabajo muy bien remunerado en una empresa minera. Al principio, mi marido y yo, teníamos relaciones sexuales más o menos continuas, y con el tiempo éstas fueron espaciándose paulatinamente hasta llegar un momento que teníamos relaciones unas dos veces al mes o ninguna. Para mí, esto no me inquietaba, mis conocimientos sobre sexo al casarme eran escasas y tomé todo esto como algo normal, me dediqué a ser una buena ama de casa, buena madre y esposa… el sexo era algo ambiguo hasta que lo hizo revivir mi hijo, pero desde que se marchó Yeray ya nada fue igual…le necesitaba dentro de mí. Intentaba alejarlo de mi mente de la misma manera que se marchó de mi cuerpo…sin mi hijo otra vez el sexo se encontraba sepultado en lo más íntimo de mi ser o peor.

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Han pasado 24 años de mi vida matrimonial, mi hija está casada y mi hijo se encuentra embarcado en el “Hespérides” como técnico de especies marinas…, un día mi esposo me dice que tendríamos en casa a mi hijo, la razón era que se encontraba en sus días de vacaciones por ser imposible navegar en el hemisferio sur en los meses de verano, invierno por allí. Era nuestro encuentro tras meses en el mar. La emoción hacía saltar mis lágrimas esperando la dársena del puerto…Yeray, estaba guapísimo a sus 24 años, ya era un hombre alto, corpulento, moreno, mocetón criado en el mar y forjado en el mismo de carácter extrovertido y muy comunicativo. Después de la alegría de tener a mi hijo por unas semanas en casa, la vida siguió normal, Yeray ocupó su habitación y viajaba constantemente a Cartagena para hacer algunos seguimientos en el laboratorio sobre las muestras que habían traído de la Antártida.

Todo se reavivó un día que me dirigía por el pasillo de la casa y mi hijo salió del baño solo tapado con una toalla en su cintura, al encontrarnos, su sorpresa lo hizo soltar la toalla, cayendo ésta al suelo, mi admiración fue mayúscula, no por la situación sino porque de su entrepierna surgía una verga de gran tamaño, mucho más del que yo recordaba…así relajado se veía hermosa. Con naturalidad mi hijo recogió la toalla y se metió en su dormitorio lanzándome una sonrisa de complicidad, yo quedé anonadada, pasaron varios segundos antes de reaccionar, lo que había visto me dejó fuera de sí, no podía creer lo que había visto, era un tremendo pedazo de carne moreno, ¡¡Mi hijo había echado una gran verga de caballo!!, era para no creerlo, si el pija de mi esposo debía medir unos doce centímetros empalmada y lo que tenía Yeray lo superaba con creces multiplicado por tres…sin duda esos genes eran de mi familia. 
La imagen del pollón de Yeray me persiguió todo el día en mi mente y se repetía una y otra vez, mi cuerpo reaccionó extrañamente revitalizando mi cuerpo otra vez, sentía mis pezones duros y mi bajo vientre me ardía, una sensación como nunca había tenido, no sabía que me estaba pasando, creí que me había resfriado porque sentía mi frente y mi cara ardiendo. Al ir acostarme, y sacarme la ropa sentí el roce de las prendas en mi cuerpo y me estremecí, al ponerme mi camisón de satín se produjo una descarga de sensaciones que me hicieron doblar las piernas, me introduje en la cama y quise acercarme a mi esposo, pero este ya dormía profundamente. Me di la vuelta y traté de dormir, pero la imagen del gran falo de mi hijo se implementaba constante e incesante a modo de una gota torturadora… repetía una y otra vez y me producían un placentero ardor entre las piernas, el sueño me venció pero aun así, seguí soñando con la situación. 
Al otro día me levanté tempranísimo, quería ver a mi hijo antes que se fuera al centro de estudio marítimo, esperé en la cocina hasta que apareció. Vestía en camiseta, zapatillas y unos pantalones de tela delgada. Lo saludé alegremente, pero no pude evitar que mis ojos se fueran directamente a su entrepierna, me sonrojé totalmente al darme cuenta de mi indiscreción, él se dio cuenta y se giró despidiéndose.

Quedé respirando agitadamente por largos minutos, estaba sola en la casa ya que mi marido salía a trabajar de madrugada, me dejé caer en una silla, no me explicaba que me pasaba, me desconocía totalmente, mi cuerpo no era el mismo, más parecía el de una adolescente salida con una gran quemazón de coño…, tuve que levantarme e ir al baño, donde me desnudé y me duché con agua helada por largos y largos minutos a fin de calmar el ardor de mi cuerpo… Al mediodía recibí una llamada telefónica de mi marido, me pedía que le preparara una maleta con mudas de ropas para cinco días porque de su empresa lo mandaban en comisión de servicios al norte y salía el sábado en la mañana. La noticia no supe porque me llenó de alegría, esperé impaciente que pasara el viernes para que mi marido se fuera, mientras tanto, fui a una boutique y me compré ropa íntima seductora para desechar algunas prendas íntimas de estilo tradicional. Compré dos braguitas diminutas, unos sostenes de media copa, una minifalda amplia y una camisa de cuadrille celeste. Llegué rápidamente a casa y me probé la ropa, el tanga apenas cubría mi coñito y se metía casi totalmente en mi rajita, el sostén elevaba aún más mis tetas, la minifalda al agacharme mostraba parte de  mis nalgas y la camisa al desabotonar dos botones, mostraba muy bien el tetamen.

Guardé todo en un armario y como aún era temprano, me di un baño relajante y aproveché tener toda la tarde para mí sola para depilarme a fondo el coñito…quedó como tetita de monja, más pelado que el coño de Nancy. El plan que poco a poco se había ido formando en mi mente tenía un solo fin, el gran estoque de mi hijo Yeray, pensamiento que no dejaba de taladrar mi mente. Algo había cambiado en mí, había sido solo un momento de segundos para que todo en mí se dislocara, no me atrevía ni quería analizarlo, era una obsesión que me nublaba y me alentaba seguir adelante para revivir lo de años atrás. Y al fin llegó la mañana del sábado a las nueve de la mañana, una furgoneta de la empresa pasó a buscar a mi marido para tomar el avión. Yeray había salido y no volvería hasta pasadas las dos de la tarde en el bus. Empecé a preparar todo, me bañé a conciencia, me peiné con esmero, me puse la ropa adquirida y me impregné de perfume, estaba resplandeciente, me miraba al espejo y no podía creer la transformación lo que veía en el espejo. Esperé pacientemente mirando hacia la calle hasta que vi aparecer a Yeray, venía resplandeciente con su camiseta blanca, unos jeans azules y mocasines de lona, apresuradamente me fui al salón y empecé a simular hacer algo de limpieza.

Yeray entró y saludó con un… – ¡Hola mami! ¿Cómo que estás haciendo la limpieza hoy sábado?
– Es la fuerza de la costumbre, le respondí sin darme vuelta…
– Como tu padre se fue de viaje tenía que hacer algo.

Sentía que mi hijo me miraba tras de mí, y di un paso había atrás simulando un tropiezo, pero antes de caer con el trasero al aire, cosa que no pasó desapercibido, porque Yeray se abalanzó a recogerme tomándome de la cintura y levantándome antes de llegar al suelo. Quedé abrazada con él e instintivamente eché hacia atrás mis nalgas. Note que Yeray no me soltaba ni yo quería que lo hiciera...
– Gracias cariño, que bien se siente una en tus brazos…en los brazos de un hombre.

– La verdad que te ves cada vez más guapa mamá, respondió, apretándome un poco más contra él.

Sentí que me derretía…“calma, calma” me decía, “no te muestres tan ansiosa” me repetía. Me separé y me di vuelta quedando frente a él…  
– Gracias Yeray, eres muy amable, ¿Quieres que te sirva el almuerzo?

– No gracias, me contestó. – He tomado unos pinchos con mis compañeros y me han quitado el hambre, mamá.

– Un zumo, un té o un café… te lo puedo preparar enseguida, volví a insistirle. – O si quieres también tenemos helado…

– ¿Para qué?, para que se me caliente en la mano, fue su respuesta. 
Abrí los ojos desmesuradamente, su respuesta me dejó con la boca abierta. 
– Tal como te veo no creo que haya refresco o helado que calme mi calor.

Me hice la pudorosa y bajé la vista. 
– Ay, las cosas que dices a tu madre hijo, una no está acostumbrado a que la piropeen así… ya estoy un poco vieja, le respondí.

– Por nada eres una mujer vieja, mucho menos lo pareces, contestó. – Todo lo contrario, te ves como para pellizcarte, nunca te había visto así, estás demasiado, como te diría, muy excitante mamá.

“Guauuu” me dije interiormente, ¿y ahora qué hago?, ¿Cómo sigo con esto?, todos los tabúes morales, sexuales y sociales se me vinieron encima otra vez, estoy casada, tengo hijos y responsabilidades, no he conocido otro hombre que no sea mi esposo y a Yeray… mi experiencia sexual es escasa y solo se me ocurre zorrear con mi primogénito… “¿Me estoy comportando como una PUTA?”, no me atrevía a pedirle a Dios que me ayudara, todo en mi era un caos y estaba entre el arrepentimiento y el pecado, entre volver a caer en la lujuria, ahora no era cuestión de enseñar a un adolescente tímido, era simplemente ganas de fornicar con un buen macho…. Volvió la imagen de mi hijo desnudo y seguí con mi plan… 
– ¡Ay Yeray, cariño! Recuerda que sigo casada con tu padre, pero me dices tamañas cosas que no son propias de un hijo a su madre.

– Tú y yo sabemos que estos tabúes a los que aludes hace mucho tiempo que nos los saltamos. Desde el viaje a las islas griegas dejamos de tener una simple relación entre madre e hijo. Y mi padre, joder con mi padre, menudo pedazo idiota es, teniendo una mujer tan deseable, la tiene abandonada por completo. Mamá, tú me ensañaste que un órgano que no se usa, se atrofia, especialmente cuando el órgano esta tan bueno como imagino que seguirá.

Yeray se acercó hacia mí y pasó sus dedos por mi cara, ¡Aaggg! sentí que me derretía y me encendía, mi coñito…se llenó de jugo y sensaciones. Después pasó su dedo pulgar por mis labios, los entreabrí y lo introdujo un poco en mi boca, lo succioné levemente y yo ya no daba más, se acercó un poco más apoyando su pelvis a mi cintura, sentí su bulto extenso en mi estómago y todo se dio vuelta en mi cabeza turbando mi mente, me trastorné completamente y bajé la mano atrapando lo que me tenía loca. Por fin lo tenía para mí, lo sentí entre mis dedos, era enorme, más de lo que había visto, comencé a sobarlo sobre sus pantaloncillos de pinzas de tela jeans simulada, me sorprendía su dureza, el calor que emanaba… Solté la amarra del pantalón que cayeron al suelo a plomo, después metí mis dedos en el elásticos de sus bóxer y comencé a bajárselos…también cayeron a sus tobillos. Miré hacia abajo, ¡Waauuu!, era enorme aquel cipote…, ahora sobrepasaban los 20 centímetros, grueso, moreno, con inflamadas venas y una cabeza inmensa color ocre claro despejada de su prepucio. No di más de sí en mis deseos desenfrenados de probar aquella ricura…me agaché en cuclillas, quedó frente a mi cara, me acerqué a ese pollón que tenía el porte de mi cara. Pude compararla alojando sus huevones en mi barbilla, su cabezota sobre pasaba mi frente… ¡Joder con mi Yeray!, el olor que emanaba me enloqueció, ya no era yo, ya no era la esposa sumisa, no era la madre abnegada, no era la ama de casa paciente, era una loca cuarentona deseando sexo, sexo y más sexo con un calentón descomunal dispuesta a todo.




Lo tomé entre mis manos y comencé a moverlo, de arriba abajo, era una locura deslizar ambas manos por aquel poste duro y tremendamente largo…, lo recorría con mis manos, era un mástil ardiente, lleno de olores enloquecedores…de más oscuros en la raíz y el gran escroto donde alojaba unos huevos inmensos, al más ocre de su orondo glande. En esos momentos recordé lo que una amiga dijo tomando un café completamente desinhibida… 

“chicas, si queréis hacer esa mamada perfecta de la que yo fui intérprete, os recomiendo que tengáis en cuenta algo primordial… ellos tienen tres zonas erógenas que van de la mano, no podría existir la perfección si no le dedicáis el tiempo necesario a cada una de ellas. Son la polla, como bien sabéis, el escroto y su par de huevos y el ano, y hay que estimularlo todo”. 

Hacia eso iba yo en esos instantes….Unas gotitas aparecieron en su cabeza brotando del agujero uretral, no sé cómo, pero lo llevé a mi boca y empecé a pasarle la punta de la lengua por ese orificio saboreando esas gotitas saladas, poco a poco lamí contorneando todo el perímetro de su cabezón…, acerqué un poco más mi boca e introduje su cabeza, forcé las comisuras de tanto abrir la boca pero al fin la cabeza cayó dentro totalmente. En cuanto metí su orondo glande en mi boca, lo primero que hice fue usar esa técnica básica de la que hablan muchos sexólogos, tratando de empezar por cabeza e ir lamiendo muy suavemente por la parte interna hasta llegar a la base para volver hacia arriba y repetir. ¡¡Era pura vida sentir aquello!! Él se dejaba hacer y yo me crecía agudizando mi pericia. Empecé a leerle, a ver sus reacciones y a interpretarlas, era la razón de mi vida, entendí que de aquello no podía salir algo mediocre, me estaba divirtiendo mucho y me gustaba, pero veía que a él le gustaba más aún. Era la primera vez que realizaba sexo oral tan atrevido, ¡¡Me puse en modo PUTA!! Yo creo que el instinto de mujer me iba enseñando como hacerlo cada vez mejor, comencé a succionar y pasarle la lengua, y aunque era enorme, necesitaba introducirlo más y más en la boca, empujaba y empujaba, sentí como iba entrando y llenando toda la cavidad hasta el galillo.

Él intentaba tocarme también pero yo me reconocía sin armas, y el hecho de que pudiera darme más placer del que ya estaba sintiendo me provocaría una caída al vacío en el que no me pensaba desplomar. Había decidido llevar la iniciativa y así lo haría, por lo que me centré en lo que estaba haciendo y busqué más placer en lo que hacía que en lo que recibía. Lo saboreé como nunca lo he saboreado, me centré plenamente en mis actos y olvidé todo lo demás. Mi único objetivo era que este pedazo de bombón no me olvidara nunca. Aceleré el ritmo, lo hice subir unas cuantas pulsaciones, empecé a jugar con él, lo frenaba cuando creía que sus latidos se descompasaban y me apresuraba cuando los notaba rítmicos. No quería que eso se acabara nunca, así que modifiqué mi posición para poder liberar mis manos y centrarlas en tocamientos inesperados que dieron su fruto. Con una mano acariciaba la zona que hay desde de su ombligo hasta el nacimiento del vello y la otra la coloqué bajo su duro culito buscando el ángulo de acceso a su ano. Sentía los jadeos de Yeray que también trataba de introducir más su rica polla en mi boca empujando con sus manos mi cabeza…, las lágrimas salían de mis ojos y sentía como la saliva se derramaba por boca y narices, pero nada me importaba, lo único que me interesaba era que entrara más y más, sentí como golpeaba mi garganta y me ahogaba, trataba de tomar aire por mis narices y al mismo tiempo chupar desesperadamente.

Se dejó hacer y creo que ahí fue cuando empezó a leer mis reacciones ya que modificó también su posición para darme libre acceso. Todo estaba resultando perfecto, pero noté que faltaba algo, una señal me advirtió que era el momento de llegar al escroto y hacia allí se dirigió mi lengua, que por aquel entonces ya tenía vida propia…. Yeray empujó un poco y sentí como su gordo capullo traspasó la garganta alojándose en la tráquea, me ahogaba, me sofocaba pero no cejaba en mi empeño, calculo que debía tener tres cuartas partes de su bayoneta dentro de mi boca y Yeray no dejaba de empujar…. Mi posición junto a él en el sofá hacía que todo fuera más fácil, mi trayectoria más larga, y me dediqué en cuerpo y alma a dar placer a esa criatura que nació de mis entrañas para hacer la mujer más feliz del mundo, de la mejor manera que supe. Desde la ancha hendidura de su glande, hasta la base de su escroto, estuve recorriendo su polla con mi lengua, labios y toda mi boca durante el tiempo que estimé oportuno. No sabría decirte cuánto. Hacía pequeños circulitos con mi lengua, le daba besitos, incluso algún suave mordisquito en el duro capullo, me humedecía la boca a cada sacudida que daba y dejé volar mi imaginación comiéndole los huevazos, succionándolos y tragándome uno a uno como si de caramelos se tratasen. Sus ojos hacia rato que estaban cerrados gozando de su madre, su respiración era agitada, las sacudidas de su cuerpo me decían que estaba disfrutando enormemente, y yo estaba a punto también, así que puse toda la carne en el asador y modifiqué mi cadencia y manera intentando metérmela toda en la boca hasta que hiciera tope con mi garganta. Solamente necesité unos cuantos movimientos salvajes para que fuera él, el que agarrándose fuertemente a mi cabeza, tomara la iniciativa de mis movimientos y cogiera las riendas. El resultado fue perfecto. 
– ¡¡¡Mamá, mamá, no puedo más, voy a descargar, no doy más!!!

Solo asentí con mi cabeza y empujé más su polla hacia el interior de mi boca tirando de su culo con ambas manos y un dedo perforando su ano, penetró un poquito más y sentí que se hinchaba sofocándome, y sucedió…, una oleada de chorros de semen empezaron a salir potentes  en el interior de mi garganta, ¡¡Y por primera vez en mis 42 años, sentí el PRIMER ORGASMO MAMANDO UNA VERGA!!

El fruto que había estado macerando durante un rato acabó por estallar dentro de mi boca en forma de espeso esperma, y ver su carita de derrota fue lo más bonito que he visto nunca, nada de amaneceres ni tonterías varias, ¡Esa era la cara del placer y la mía la de la satisfacción! Eran oleadas de corriente eléctrica que partían de mi clítoris y recorrían mi cuerpo y querían salir por mis pezones, me estremecí totalmente, sentí como corrientes de fluidos salían de mi vagina cayendo por mis piernas, me ardía todo el cuerpo. Yeray poco a poco dejo de bombear, pero yo seguía adherida a él succionando hasta la última gota de semen, el cipote de Yeray fue disminuyendo poco a poco su tamaño pero aun llenaba toda mi boca, no quería sacarlo de mi boca, pero volviendo a la realidad sintiendo dolores en mis mandíbulas al tener tanto rato mi boca abierta, me vi obligada sacarlo. Fui, y sigo siendo, la persona más feliz del mundo, y no sé si fue por mi experiencia o porque sentí desde el principio lo que estaba haciendo, o porque me gustaba tanto o más que a él, o porque él de verdad me hizo enloquecer…, el caso es que sé que no será la última vez que lo consiga y espero que siempre siga siendo en el mismo cuerpo que me volvió loco desde el primer instante.

Me tumbé a un lado suyo viéndole casi desfallecido, o eso me parecía por mi corta experiencia con los hombres…mi marido, especialmente. Yeray cayó sobre sus rodillas y se tendió a mi lado relajado… nos quedamos medios adormilados. Ya estaba anocheciendo cuando desperté, me sentí en cierto modo abochornada o avergonzada al ver a Yeray con sus pantaloncillos a un lado, desnudo con la gran polla al aire, pero los recuerdos de lo pasado se vinieron de golpe y me sentí llena, grata, mujer…su hembra. Me levanté despacio y fui a la cocina, preparé unas cervezas negras con huevos y azúcar (un levanta muertos) y unos emparedados de carne y los lleve donde estaba Yeray que había despertado con el ruido de la licuadora. Me sonrío y se levantó, casi se cae por culpa de los pantalones a media pierna, queriendo ponérselos. Se los sacó y avanzó con su miembro viril pendolón y libre, quedé fascinada por la escena. Nos sentamos en la alfombra, bebimos y comimos con ansías, teníamos hambre y en unos minutos desapareció todo de la bandeja. Yeray se levantó y tomo mis manos alzándome como una pluma, me tomó en sus brazos y me llevó a mi dormitorio. Estaba violando nuestro lecho conyugal pero no me preocupó, valía bien la pena. Me tendió suavemente en la cama y, sacó mi camiseta, abrió el sostén y sacó las braguitas con total descaro… quedé desnuda totalmente. Yeray sacó su camiseta y zapatos y se acostó a mi lado. Con la yema de sus dedos comenzó acariciar mi pezón derecho, ¡Diablos, nuevamente las corrientes comenzaron a recorrer mi cuerpo!, mientras acariciaba acercó su boca al otro pezón y comenzó a succionarlo, chuparlo, morderlo, ¡Dios, eso era divino, más aún de cuando recibí por primera vez sus caricias¡ Empecé a segregar fluidos vaginales a riadas, los orgasmos venían sin control una y otra vez... estaba muy cachonda con Yeray.

Soltó el pezón que tenía entre sus dedos y bajó a mi coñito, su dedo corazón empezó hacer círculos alrededor de mis labios vaginales, después sobre el capuchón de mi clítoris tal como le enseñé en la isla griega…, estaba mojada y trastornada completamente, el dedo comenzó a introducirse dentro de mi vagina, aquella lección la aprendió de maravilla porque era una locura, pero cuando se completó la locura fue cuando su dedo pulgar tocó mi clítoris y su índice y corazón horadaban mi coño. Mi cuerpo se arqueo completamente, levantándose un par de centímetros de la cama, mis manos se aferraron a las sábanas blanqueando los nudillos de la presión que ejercía al apretarlas…, y ¡Boomm! La explosión orgásmica se detonó, eyaculando un chorro de fluido vaginal. El muy cabrón continuo con todo mi coño encharcado, mientras más acariciaba el clítoris follándome con vehemencia con sus dedos, orgasmos concatenados me venían sin cesar. Yeray dejó de succionar mi pezón y sacó su mano de mi coño, pasó una pierna entre las mías y las abrió dejándome despatarrada encaramándose sobre mí, puso su boca en mi chumino empezando a pasar la lengua sobre la raja entreabierta y húmeda con chorreras de flujo incontenible…. Si el dedo me había dado mil sensaciones, su lengua las aumentó a diez mil, cada lengüetazo sobre mi clítoris era un éxtasis, un manjar, no quería que se detuviera…lo tenía muy duro, y tan grande como una falange del dedo meñique, con lo cual daba para lamerlo, morderlo y mamarlo tirando de los pliegues hacia abajo dejándolo brotar. Casi todo mi vida me había avergonzado de tener un clítoris muy grande y salido, dando la sensación de tener un mini pene sobre mi vagina, pero Yeray supo revertir mi antipatía en orgullo de tenerlo tan espigado. ¡Mi hijo sentía verdadera devoción por mi clítoris! Y yo se lo entregaba con sumo placer agradecida de hacerme sentir orgullosa de mi cuerpo.

Abrí los ojos y delante de ellos estaba mi premio mayor, el gran falo majestuoso de Yeray, semi parado se blandía sobre mi cara, no tardé un segundo en comerle los enormes huevos que colgaban azarosos, los chupaba y rechupaba, tomando con la mano su recio tronco e introduciendo en mi boca sus testículos uno a uno con fuertes succiones, ya la demencia era total, era una parafernalia de placeres que nunca había conocido con mi esposo…muy difícil de describir. Estábamos en ese intercambio de placeres cuando Yeray empezó acariciar mi ano con el dedo, me encantaba ser agasajada en mi culito, e instintivamente fruncí las nalgas apretándolas, pero siguió pasando su dedo sobre mi agujero mojado a más no poder y me fui distendiendo gozando esta nueva manera de sentir el sexo a cabalidad. Pero el dedo insistente obtuvo su premio y fue ingresando lentamente dentro de mi culito, imagínate… chupando un gran falo, lamiendo mi coñito con un castigo severo a mi clítoris y un dedo horadándome el culo, joder estaba llena completamente y, mi cuerpo ardía con un gran incendio... este chico me hacía vivir en un mundo perdido de placeres.

El dedo dentro de mi trasero me agradó demasiado y teniendo las nalgas de Yeray a mi alcance, empecé a jugar con mi dedo en su ano, un agggg salió de la garganta de Yeray, retiré sorprendida el dedo creyendo le había dañado con mis uñas, pero Yeray entre mis piernas instó a que siguiera… Volví a jugar con su ano y mi dedo se introdujo dentro de él, la reacción fue inmediata…. La gran polla de mi hijo semi inconsciente tomó vigor alcanzando la máxima dureza y extensión dentro de mi boca…, mucho más que al mediodía. Sentí que mi boca iba a explotar de tamaña erección, (madre, si alguna mujer ha tenido esta experiencia, es única). Yeray interrumpió todo este juego sexual y se paró al borde de la cama, tomó mis piernas y me giró al borde…

– Mamá, no aguanto más y si seguimos así me voy a volver a correr en tu boca y quiero hacerlo dentro de tu coño.

“Bueno” pensé para mí, “aquí viene la prueba final, ¿no querías jugar?, ¡Pues hay que aguantar este pedazo de carne dentro de tu coño! Puso una almohada bajo mis caderas y abrió mis piernas, se inclinó hasta poner su rechoncho glande en la entrada de la vagina mojada a más no poder, introdujo su cabeza hasta acomodarla entre mis labios vaginales, me sentía en la gloria, sentí como nuevamente torrentes de jugos corrían por mi coñito. Esperaba una entrada sensual, lenta, amorosa, pero Yeray después de acomodarse en la entrada, empujó de una sola vez el mostrenco dentro de mí partiéndome en dos ¡Fue tremendo! De la fina lanza de picha que tiene su padre a la que estaba acostumbrada, a un trabuco de carne de más del doble, realmente fue tremendo, sentí como todo mi interior se rompía, se destrozaba, sentí la cabeza de la bayoneta de Yeray tocar la pared vaginal, ya no podía llegar más hondo, sentía la cabeza entrar hasta el estómago en tan solo tres o cuatro empujones. Las lágrimas saltaron de mis ojos y un grito de doloroso placer me sacudió. Yeray se quedó quieto sobre mí besando mis pezones, poco a poco me fui acostumbrando a esa poderosa tranca que me tenía ensartada, mis músculos se fueron distendiendo lentamente y comencé a sentir el gusto a esa masa de carne que me había trastornado por varios días. Yeray advirtió que ya estaba más relajada y comenzó a follarme lento.

A medida que Yeray se movía mi cuerpo se fue transformando nuevamente, y comenzó la orgía de orgasmos que venían uno tras otro, estaba en las nubes, a medida que Yeray aumentaba su ritmo, las olas de orgasmos venían una tras otra con más intensidad, y a pesar que tenía mis caderas levantadas por la almohada, trataba de levantarlas más arqueando totalmente mi espalda, quería que cayera todo su peso insertando la verga hasta los mismo huevos… ¡QUE NO QUEDARA NADA FUERA! Mis ojos se fueron hacia atrás poniéndose blancos y mis manos se aferraban a los brazos musculados de mi macho. La intensidad de los movimientos de Yeray fue creciendo a la par que mi locura también…, el broche de oro fue cuando Yeray pasó su brazo atrás e introdujo dos dedos en mi culito, madre, creí que me iba a desmayar sintiendo la energizada tranca de mi hijo ahondar mi necesitada vagina, un estoque de hierro candente metido en las ascuas volcánicas de la fragua del infierno de mi coño. Todo en mi interior era un abismo que caía en el fuego, Yeray empezó a empujar más y más fuerte haciéndome notar sus frondosas bolas golpeándome en mi vulva carnosa al enterrar todo el cipote, sentía como quería traspasarme y salir por mi estómago, era lo más delicioso que nunca me había pasado en mi vida al sentirme la hembra más completa de este planeta. Estaba a punto de recibir la esencia de la vida, lo que llega a enamorarnos de un macho, de ser suyas… sus putas… Percibiendo toda su fortaleza, potencia y poderío en la follada y finalmente en la tan deseada eyaculación.

Mi hijo arreciaba con fortaleza follándome como jamás se pueden imaginar, duro y contundente deslizando todo el tronco desde el capullo abultado hasta la base pegándome con sus recios huevos. Por fin vino el “Happy End”, la espalda de Yeray se arqueó y empujó queriendo meter su glande dentro de mi útero y comenzó a eyacular semen y más semen, sentía como me inundaba de lefa espesa y fértil ¡Era la locura fue total! Mi cabeza se movía de un lado a otro descontrolada en tanto seguía el bombeo…, me fui obscureciendo, todo se nubló, no podía más de tantos orgasmos y sensaciones divinas… me desmayé abotonada a mi hijo, llena de mi hijo, colmada de él. No recuerdo cuando me quedé traspuesta y abatida.
Desperté como a las doce de la mañana, desarmada totalmente, mi maquillaje todo corrido, me dolía todo el cuerpo especialmente la vagina profunda como recién desvirgada a mis cuarenta, no podía moverme, mi cuerpo no me respondía, lentamente moví mi mano y me toqué el chumino ajado…, aún estaba pegajoso de semen y líquidos vaginales, la noté inflamada y ardiente. Los olores de las tostadas me llegaron desde la cocina, anulando los del macho que me poseyó, que recibía de mi cuerpo. Al rato llegó mi hijo hermoso con una bandeja de tostadas con mermelada y mantequilla, café con leche y zumo de naranjas, y un delantal sin pechera cubría su tesoro. Fue un desayuno delicioso. 
No puedo decir más, que fue una semana de ensueño…, lo hacíamos por toda la casa y por todos lados a cada momento, no hubo rincón de mi cuerpo que no fuera invadido o cubierto por el semen de Yeray…fue un tsunami, un terremoto sexual, algo que diez días atrás no lo habría imaginado ni en sueños. Una despedida que nunca quise que se acabara.... De esto fue hace diez meses, Yeray volvió a su expedición antártica y no lo volví a ver hasta pasados seis… en ese periodo ocurrió un hecho luctuoso inesperado, si bien continué con lo poco que me ofrecía mi esposo, mal usado todo hay que decirlo. Nunca tuve remordimientos de conciencia con los cuernos que le ponía a mi marido con su hijo... me quiten lo bailado y lo follado, eso ya no queda para mí, solo me consolaron estos últimos polvos que me echaría Clemente… porque el pobre moriría cinco meses después.

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Joven y viuda cuarentona, aún necesitaba que me llenasen. Con tan solo 42 años recién cumplidos, sucedió algo para lo que no estamos preparados de antemano…la muerte de alguien cercano. A sus 54 años, mi esposo murió de infarto cerebral…, mis hijos ya no vivían en casa y aún faltaba un largo mes para que Yeray desembarcara del “Hespérides” de vuelta de la Antártida, solo tuve a mi hija Claudia a mi lado en el entierro. Con mi esposo Clemente, habíamos tenido un matrimonio de 25 años, nunca pensé a conciencia serle infiel a mi marido en ese tiempo, pero las ausencias prolongadas de Yeray con quien tenía y tengo más excitante  aventura de amor filial de la que no me arrepiento ni la he llegado a considerar infidelidad… me arrastraban a buscar un macho fuera de casa. Yo siempre creí también que él me había sido fiel, cuál fue mi sorpresa cuando en el funeral se apareció una mujer joven y un supuesto hijo de Clemente, de 16 años, eso fue muy duro para mí. Más tarde comprobé que era cierto y que varias personas, que se dicen amigos, sabían de esa relación extramarital. En mi caso, a pesar de mis 42 años en este momento, mis carnes aún tienen cierta dureza de antaño, mis tetas no son lo firmes que eran antes, pero aún mantienen sus buenas formas, mi caderas son ahora anchas, pero siguen siendo duro mi culo y, mis curvas muestran mi madurez y mis dos partos. Mis hijos ya no viven en el hogar, Claudia ya está casada y mi hijo anda a la deriva por los mares del sur, así que se iniciaba mi vida solitaria.

Debido a que mi vida giró en torno a mi marido, no tengo muchos amigos varones, no tenía la costumbre de frecuentar discotecas, fiestas o grupos de convivencia, mi soledad empezó a hacer estragos en mí. Mis escasas amigas me recomendaban buscarme un amante que al menos saciara mis necesidades sexuales, pero yo estaba en una total depresión por el impacto de perder a mi esposo y por lo sucedido con su hijo fuera de matrimonio. Pasaron largas casi seis semanas. De pronto estaba viendo una película en la TV, era de noche, hace unas dos horas se habían marchado algunas amistades que me habían llegado a visitar, en eso sonó el timbre. Me envolví con una bata, yo suelo dormir en camisón largo y unas braguitas de algodón cómodas nada más, sin sujetador, y salí a abrir. Era Yeray. Me emocioné y me eché a sus brazos, sentí su cuerpo fornido. Yeray me dio el pésame por su padre y pasó adelante. Me dijo que no había podido llegar antes por unas tormentas que les obligó a reparar el barco en las islas Malvinas, pero que se quedaría una temperada más larga de lo que acostumbraba. Yeray era un atontado en cuestiones amorosas, pero en su trabajo era uno de los mejores, y en la compañía donde trabaja está muy bien valorado.

Se sentó conmigo en el sofá de la sala y conversamos amablemente. Pese al dolo, notaba que él miraba frecuentemente mis piernas, lo cual me ponía incomoda. Estuvimos charlando sobre el funeral y se me salieron algunas lágrimas, Yeray las quitó con sus dedos en mi rostro, eso fue muy sensual, tal vez debería retirar lo de atontado en el ámbito amoroso, luego me abrazó, lejos de sentir su abrazo como una muestra de apoyo lo sentí cargado de sexualidad. Sus manos acariciaban deliciosamente mi espalda sobre el camisón, de pronto una de sus manos se despistó y me estrujaba una de mis tetas. ¡Tantos meses en el mar hacen mella en un hombre joven! Los machos necesitan desahogarse con frecuencia, ese tema nunca lo abordé con mi hijo, pero debía de tener una solución a bordo para esas ocasiones. Sus manos en mi espalda empezaron a frotarme la piel de forma maliciosa. Me dijo al oído que era una mujer muy fuerte y que era... muy bella aún para quedar sola sin un hombre a su lado… 
– Yo sé que te sientes sola sin papá, por eso he pedido un permiso especial para quedarme contigo unos meses, sé que necesitas superar este bache y, no te sientas tan desamparada. Me haré cargo de dejar todo en orden…solo quiero que te puedas hacer sentir bien. 
Sus brazos me envolvían, unos brazos de los que no deseaba soltarme, él me tenía bien sujeta…mi hijo y mi salvavidas. Una de sus fuertes manos bajó por mi espalda y masajeó mi cadera, luego hizo lo propio con la parte alta de mi nalga, amagué con soltarme, pero él me apaciguó… 
– Mamá creo que no deberías resistir a tus necesidades, yo sé que precisas desahogarte con alguien y yo estoy aquí.
Lo dijo un tono ambiguo e insinuante. Me puso en pie alejándome de las tentaciones de mi cuerpo, casi enfurecida conmigo misma le espeté con furia… 
– ¿Qué te pasa Yeray? Has olvidado que mi marido fallecido, te recuerdo que era tu padre, ¡Pienso que estaría muy molesto por lo que me dices estando tan reciente su defunción! Vale que me hemos follado, pero entonces estaba en vida y ahora creo que merece un respeto…

– Te recuerdo mamá, que tu marido, tenía una doble vida…otra familia ¿Qué respeto te hubiera guardado él de haber sido al contrario? Mira mamá, estés o no de acuerdo con rehacer tu vida, sigues siendo una mujer muy deseable.
Me miraba directamente a los ojos y luego una de sus manos la puso en mi muslo y casi me sujetó, luego comenzó a subirla. Con un giro conseguí que dejara de tocarme, tenía la piel electrificada por sus caricias, pero me sentía mal poniéndole los cuernos a Clemente, ahora que no podía defenderse o desquitarme lavando mi conciencia con uno de sus pobres polvos…, le invité a que se fuera de la casa. Él se puso lentamente de pie y fue caminando hacia la puerta, de inmediato me fui detrás de él. A un metro de la puerta, se viró y me sujetó de los brazos y me prensó contra la pared. Su ávida boca comenzó a besarme la parte baja del cuello, sus labios besaban y chupaban todo, yo no me resistía en absoluto…era eso lo que fui a buscar, a un macho potente que me domine y me haga suya pese a mis negativas de querer abordar la realidad. Su volumen era mayor envolviéndome, me sentía segura en sus brazos…, se pasó a mis orejas y mientras sus labios tomaban mi lóbulo de la oreja su lengua se metía en su interior enturbiándome la mente con el chasquido húmedo de su lengua. Ya no quise librarme abandonándome a su poderosa fuerza masculina, a sus fornidos brazos…, entonces supe que si no era él no podría ser ninguno. Con una de sus manos remangó mi camisón agasajando mi piel directamente, yo empecé a dar gemidos ostentosos mientras él me tomaba las tetas con sus gruesos labios, los chupaba y los mamaba a placer incluyendo mis pezones de los que tiraba y mordisqueaba... 
– No, no, ¡Por favor Yeray! 
Le pedía en su afán, sin embargo él iba leyendo correctamente mi No como un sigue, una de sus manos se metió debajo de mi camisón y me bajó las bragas de un tirón. Luego, me soltó y tomándome de las piernas bajó a mi coño y abriéndome las piernas comenzó a darme sexo oral, ¡Cuánto le gustaba a mi hijo el coño de su madre! Nadie como él ha sabido apreciar mi conejo, nadie como él me lo ha comido con tanta devoción, yo gemía y le jalaba el cabello para que no me soltara jamás. Llegó a mi pepita hinchada y me quedé petrificada por lo extasiada que ya estaba, mojada y vencida ya no pude soltarme en ese momento, porque su atención se centraba en mi raja, pero contra la razón, todo lo que sucedía me tenía excitada, sin entender ni lograr ver que mi hijo era mi verdadero hombre mi dueño y señor... mi mejor semental.
Mi conciencia le decía que parara, pero mi cuerpo no hacía mucho esfuerzo en quitarlo de entre mis piernas, ¡Tal vez si necesitaba a un hombre después de todo! Ahora sin oposición, Yeray pasaba su lengua sobre mi mojada vulva como un oso en un coño impregnando de miel. Usaba sus manos para abrir mi raja carnosa como si de pétalos de flor se tratasen y, ahora pudo meter bien su lengua entre mis labios vaginales repitiendo sus lamidas, Nadie ha sido tan devoto de mi coño como mi hijo, creo que ahora lo hacía con más deseo y lujuria, pude sentir su lengua más profunda en conducto. Yo seguía por inercia, repitiéndole que se detuviera de cometer incesto…, cuando en el fondo estaba disfrutando de la buena comida de coño. Era tanta la excitación que me sentía mareada, enajenada y extasiada con todo el chocho mojando, saliendo abundantemente fluidos vaginales por mi raja. Las fuerzas me faltaban para seguir manteniéndome de pie, así que me sujeté de la cabeza de Yeray que estaba entre mis piernas. Él estuvo tomándose todo lo que salía de mi raja y lo hacía con una serie de sonidos bucales, como si se tratase del manjar más exquisito. Pasaron los minutos, yo allí recibiendo de mi hijo sexo oral de pie (nunca me lo había hecho así), más tarde Yeray me levanta en peso y ahora quedé con los muslos abiertos sobre sus hombros sin tocar el suelo encima de la mesa del comedor principal… su rostro metido entre mis piernas comiéndome mi raja abierta a placer.

No recordaba la última vez que me había puesto así de puta para él, me parecía que las cosas en la casa daban vueltas, me faltaba el aire y comencé a respirar con problemas, lo que sucedía era que estaba sintiendo un brutal orgasmo causado por la boca y labios de Yeray comiéndome el clítoris incendiado a punto de reventar…blanquecino y duro. Sentí que mis jugos vaginales bajaban abundantemente por mi vagina y Yeray se bebía todo lo que podía. “¡¡Oh Dios mío que placer!!” Sentía. Ya me faltaba algo como eso. Hace tantos años que mi esposo no me daba un gustazo, ni mi hijo una chupada como esa, ya ni me acordaba de todo ese placer. Se enderezó Yeray apartándose de mi raja, me cargó en sus brazos y me preguntó dónde deseaba que me follara, le señalé con la vista el dormitorio conyugal y me llevó hasta allí, me dejó en la cama semidesnuda mientras él se desvestía. Frente a mi quedó en cueros. No había visto un hombre completamente desnudo y bien empalmado que no fuera mi marido, en más de 23 años, exceptuando a mi hijo. Luego subiéndose en la cama, se acostó y me pidió que se la mamara, me quedé viéndole el nabo, grande y gordo, apenas podía tomarlo completo con una mano, aunque yo no tengo manos pequeñas, pero su verga era mucho más grande que la de mi finado esposo…. Se la empecé a mamar con largos chupones en el glande, eso le gustó. Traté de hacerlo lo mejor que podía, recordando mis mejores años, algo parecido a lo ocurrido en las islas griegas. Le di varias lamidas a lo largo de su tronco, succionándolo frecuentemente, hasta llegar a sus huevos… 

¡Chúpame bien los huevos preciosa! 

Me dijo ordenándomelo. Le lamí sus bolas rasuradas, me gustó porque no me apetece que queden pelos en los labios o en la lengua, Yeray estaba extasiado… 

– ¡Joder mamá, que bien me lo haces!

Después me metí la mitad de su verga y comencé a mamárselo, sacándolo y metiéndolo en mi boca con velocidad, como si mi boca fuera la raja de mi coño…, Yeray se excitó tanto que tomándome la cabeza comenzó a follarme la boca como si fuera una puta…, metía y sacaba su verga con fuerza, haciendo un ruido como una vagina mojada. Yo sentía que su gorda carne se metía hasta mis amígdalas, me creía ahogar, a pesar de eso aguantaba porque me gustaba ser dominada por un macho poderoso. Si eso es así una es su afín en hembra cuando la tratan de esa manera, lo cual me llena y enorgullece a pleno en todos los sentidos, como madre y como hembra y mujer. Al rato, sin mediar palabra me sacó la verga y me tumbó en la cama, no sin antes despojarme de la poca ropa que me quedaba en el cuerpo. Se montó encima de su madre, colocándose entre mis piernas, me besó metiendo lengua y sobando mis tetas con euforia lasciva…, y como el que no quiere la cosa sin necesidad de guiar su estoque me penetró con su gorda verga. 
Increíblemente a mis 42 años, me dolió un poco la inserción de su verga en mi coño profundo, no sé si sería tanto tiempo de no usarlo o usarlo poco, al parecer se había cerrado o estrechado. Pero eso no impidió que entre bombeos Yeray la terminara metiendo toda en mi vagina haciéndola desaparecer por completo…solo le quedaron los huevos fuera del coño. Luego me cogió con fuerza de las caderas, aumentando la cadencia de sus insertadas cada vez más, cada arremetida me sacaba un gemido seguido de un quejido de placer, yo lo abrazaba contra mi cuerpo, queriendo fundirme con él. Yeray estaba tan desenfrenado, que en ocasiones se aferraba a mi boca quitándome el aliento y me embestía como un toro, metiéndome toda su carne dura en lo más profundo de mis entrañas, en el mismo útero, a la vez que él exclamaba frases cortas...“¡Qué bueno lo tienes mami!”, “¡Te quiero partir el coño en dos!”, “¡Hace tiempo que te tenía ganas, te quería follar en cuanto llegase!”, “¡Qué buena estás, se ve que papá no te follaba bien porque lo tienes muy apretado!”.

Todo eso que me hacía hervir la sangre. No tardé en correrme y en regalarle otra tanda de jugos vaginales con desquiciado orgasmo, gemí y yo mismo lo abracé con las piernas por los costados para que me metiera hasta el último centímetro de su verga…. 
– ¡Ohh Yeray, dame, dame más fuerte! ¡Vamos cariño fóllate a tu puta madre! ¡LLÉNAME Y PRÉÑAME! Estoy dispuesta a darte todos tus hijos si te quedas conmigo... serás esposo e hijo a la vez.

En los últimos diez años mi marido solo logró sacarme dos o tres orgasmos con la colaboración y ayuda de mis dedos, ahora estaba gozando cada segundo apenas comenzando a follar con mi hijo, ya creía llegar al primero. Luego al rato de estarme bombeando, Yeray me la sacó y se puso boca arriba, pajeándose la verga empalmada, era obvio que quería que me subiera encima de su larga, gorda y dura carne, puse una pierna de cada lado de su cuerpo y tomando con una mano el tronco de su verga me la llevé a mi raja, Yeray hizo un movimiento de caderas hacia arriba y yo me dejé deslizar, sentándome sobre el mástil que se me clavó hasta la matriz de una sola vez, yo hice el resto  su mástil, con esto se metió hasta el fondo…. Grité, ahora fue de placer, sentí como su enorme falo se hundió en mi útero ajándome todo mi ser
Tomándome él por las nalgas comenzó a rellenarme la raja de verga. Luego me dijo que lo cabalgara, no entendí muy bien eso, pero me empecé a mover sobre su cipote como si yo fuera una amazona. El pegaba fuertes gemidos en cada estocada, me gustaba también darle placer a él. La cama rechinaba como nunca lo había hecho, su verga me llegaba a lugares de mi vagina que nunca nadie había tocado y mi esposo ni siquiera sospechó que existieran, Yeray era el único macho que había horadado mi vagina en toda su profundidad. No quise resistirme a la llegada de una nueva corrida, esta vez yo misma me lo provoqué moviéndome encima de su verga frotando con arrebato mi duro clítoris en su pubis. Noté que los dos nos corrimos con segundos de diferencia. Hubo gemidos y gritos. Entonces me dio la vida, sentí su semen caliente en mi vagina dilatada, observaba su cara de placer perlada de varias gotas de sudor, corriéndose dentro del útero de su MADRE. Que cansancio más rico y placentero. Mi chico gruñó como un verraco copulando con su cerda... clavaba el estoque con fiereza al tiempo que eyaculaba chorro a chorro de fértil leche. El primero fue contundente, seguido de un segundo y tercer gran lechazo que atoraba mi cérvix y me rellenaban, luego le siguieron otros más cortos que acabaron por vaciarles los testículos, y colmar mi vagina de la ingente avenida de semen que mi hijo tenía preparado para su madre.

Me recosté sobre su pecho, aún empalada por el coño…, descansé unos minutos para recuperarme y pasado un rato me desacoplé para ir al aseo. Lavé  la vagina en el bidet, no la había visto tan dilatada como esa noche en muchos años, además una gran cantidad de semen de Yeray salió por mi raja expandida casi recuperada. También tenía la conciencia sucia, a pesar de la infidelidad de Clemente y de no ser la primera vez que me follaba Yeray, pero el pobre estaba recién enterrado… no podía creer que lo estaba engañando con su propio hijo a escasas semanas de su deceso. Nos quedamos descansando en la cama, nos metimos debajo de las sabanas aún desnudos acurrucados, al fin y al cabo ahora sin lugar a dudas aquella cama le pertenecía a mi hijo, el sustituto natural a su padre…, bien mirado Yeray se había convertido en mi nuevo esposo por derecho. 
Me confesó que siempre le había gustado desde su despertar a la pubertad y, que cuando supo lo de su padre le dolió y alegró al dejarle el camino libre para tener una oportunidad de hacer realidad su deseo. Confesó, ser yo su amor platónico desde siempre y que nunca me lo había dicho porque me tendría como madre. Sus palabras me dejaron henchido el corazón. Recuperada de le pregunté si había cenado, me dijo que no, así que me puse mi  bata salto de cama sin nada abajo y me fui a la cocina a hacerle algo. Él se quedó en la cama. Le llevé la cena a la cama, creo que en fondo se lo merecía, por el placer que me había dado. Me había hecho sentir joven de nuevo. Después de cenar, volvimos a las caricias y me hizo el amor de nuevo, ahora me folló al estilo perruno y de pie (por primera vez estuve ensartada con un hombre de pie, abrazándolo con las piernas y subiendo y bajando por su palo), agréguenle otros dos orgasmos…, creo que me estaba haciendo adicta a sus orgasmos o multi-orgásmica. Cuando me estaba follando a cuatro patas como a una perra, me preguntó si me apetecía que me diese por el culo, le dije que ahora que no estaba su padre era todo suyo… 
– ¡Ahora lo vas a probar! me espetó. – ¿Dónde tienes la crema?
Le señalé el cajón de la mesita de noche, él tomó un tarro de crema para manos y se embadurnó su erecta y gorda verga, luego hizo lo mismo con mi orificio. No voy a negar el miedo de ser lastimada. Caballerosamente me la fue metiendo poco a poco, mientras me la deslizaba en mi culo, me fue diciendo lo que tenía que hacer, me dijo que me relajara, que no hiciera fuerzas, que no gritara mucho, por fin después de varios minutos de lucha, me la tenía insertada en mi recto…noté mi ano ensanchado como nunca lo sentí con otro hombre. Me dolió un poco, pero no le dije nada, el comenzó a follar mi culo abierto. Increíblemente, del dolor pasé al placer rápidamente. Más tarde, sus embestidas eran similares como cuando me follaba por la raja del coño, lo oí gemir estruendosamente y correrse en mi recto, sentí como su esperma caliente se derramaba en mi interior regándome de vida. Debo decir que no alcancé el orgasmo esa vez, gocé por unos minutos de su verga en mi culo, extraño pero excitante.




Así empezó mi vida sexual siendo viuda. Es fácil imaginar que Yeray era mi gran amante en el tiempo que permanecía en tierra. Me hizo sentir deseada y amada…joven deseosa de empezar una nueva vida, sin embargo no podía obviar que era un chico joven con esperanzas de tener su propia familia y, tarde o temprano encontraría una mujer para formarla y que tendría sin duda otra u otras mujeres dispuestas a entregarse a él en otro lado. Desde hace tiempo estoy segura que en el barco “Hespérides” tiene sus escarceos, pero yo no me quedaba corta en esos largos meses de travesía donde mi esposo no me atendía. Tras haber probado las mieles de la juventud en Yeray, tenía mis juegos con algunos jóvenes como Julio Rafael, que trabajaba en una empresa que distribuye productos para el hogar de los que éramos clientes en la empresa donde trabajaba…inclusive me propuso fugarme con él el muy loco a los dos meses de estar tonteando conmigo, pero eso no era para mí. Eso lo partió y se fue de mi vida como llegó. Por otro lado, los jueves salía con mis amigas solteras, divorciadas y casadas…, frecuentábamos un bar para solteros maduros. Allí también ligué con varios hombres, que me llevaban a un hotel o a sus apartamentos, incluso llegué a tener un encuentro con dos hombres a la vez, eso fue sexo en exceso…. Me puse como una puta desenfrenada mientras mi marido esperaba en casa… tras su muerte, todo cambió acabando con todas esas locuras, más cuando tuve a mi hijo en exclusiva, al que he convertido en mi marido y esposo. No me arrepiento de haber follado con todos esos hombres, porque me dieron vidilla, pero una vez probado prefiero la tranquilidad y seguridad del amor cálido del hogar y, en casa solo tengo a mi hijo, el que ha sido siempre mi único hombre. Últimamente no dejo de pensar que se marchará dejándome sola sin no tiene un motivo fuerte para quedarse ¿¡Cuál puede ser motivo mayor que ser padre!? Creo que esa era la solución a nuestra relación.

Mi hijo me vio completamente triste se acercó a mí, necesitaba desahogarme… 
– Tranquila todo tiene solución mamá, me dijo. – Veamos una película para que te distraigas.

– ¡Déjame que me ponga cómoda!

Me puse mi pijama para descansar y me fui a acurrucar a los brazos de Yeray, con mi hijo a mi lado solo observando mis tetas que son bien voluminosas, como ya sabéis, más con la camisa del pijama de tela fina que las realzaba aunque bien tapada. Estábamos viendo una película ñoña de amores imposibles…término tarde y de repente empezó una película con mayor carga erótica, a mí no me gusta ver eso, así que le iba a decir que ya era hora de dormir pero él estaba dormido, lo deje ahí arropado en mi cama, la cual a ser de matrimonio es grande. A mí ya me estaba dando sueño cuando siento que mi hijo me abraza cerca de mis tetas frente a mí se hacía el dormido porque con su lengua me lamió mis pezones. Creo que en ese momento fue cuando decidí darle todo a mi hijo para retenerlo a mi lado ¡Surgió de repente mi necesidad de volver a ser Madre! Desperté del letargo maternal de 22 años… 
– Cariño, te voy a decir algo que no pudo guardarme más…desde que murió tu padre siento que me falta algo además de su persona… Ahora sé que a papá le faltó volver a llenarme y hacerme otro hijo ¡Noto reclamar a mi cuerpo volver a ser Madre!

Se levantó… – La verdad es que a mí me pasa algo parecido…. Mira mamá eso es algo fácil de resolver entre tú y yo.

– ¿¡Dime cómo cariño!? Le dije poniéndole morritos, muy sensual.

– ¡Yo te preñaré! Al fin soy su hijo, es prácticamente lo mismo genéticamente hablando ¡Me encantaría volverte hacer Madre y yo ser padre!

Pese a desearlo con todas mis fuerzas, oírlo de su boca me confundió, pero mi tiempo de ser madre era más fuerte que las posibles consecuencias, a fin y al cabo si no había ocurrido antes era una casualidad… pero a partir de ese día iría al ginecólogo para queme recomendase algún refuerzo para mi ovulación.
– Está bien pero nada de esto se sabrá. Si me preñas será tu hermanito y no tu hijo, ¿¡entiendes!?

Él se puso contento se quitó la ropa y vi un cipote firme y babeando yo estaba caliente al verlo, lo así y comencé a mamar su orondo capullo saboreando el néctar que le brotaba de del ojo rasgado del glande. Tras unas cuantas chupadas amarrando los largos huevos colgantes se tumbó en la cama y yo me coloqué encima para hacernos un rico 69. No pasaron dos minutos que me dejó a la mitad de mi orgasmo, él se quejaba como diciendo que se iba a correr por lo que yo me quité casi enfadada….

 – ¡Lo vas a hacer bien o busco a otro! ¡Lo quiero todo en mi coño! 
Se tranquilizó y seguimos. Rauda me di la vuelta posicionándome abierta sobre él… ahora yo estaba arriba sobre su mástil, no era normal pero mis deseos no le importaba sabía que había tomado mejor decisión, y eso le excitaba para estar así de potente, enfiló su estaca en mi coño y de un solo envión me tragué todo el mástil hasta los mismo huevos ¡Ummm! ¡Qué gustazo, joder! En nada subía y bajaba mi culo empalándome su tronco hasta las mismas bolas, una y otras vez. Nuestras bocas se buscaban, nuestros cuerpos comenzaban a transpirar sustancialmente, y mi cadera no paraba de funcionar sincronizada con la suya ayudando a profundizar hasta el mismo útero esa polla increíble… en pocos minutos me corrí ¡Con qué facilidad lo hacía con mi hijo y cuando me costaba con su padre! Me di la vuelta eufórica recostándome como perra en celo… 
– ¡Vamos cabrón hazme el bebé! ¡Fóllate bien a tu madre y lléname a rebosar el útero! ¡Quiero que me hagas una buena panza! ¡Toda la leche de tus huevos debe ser para mamá!

Despatarrada para mi hijo se encajó entre mis piernas apoyado en sus brazos me besó con pasión inusitada, a la par que su bayoneta encontraba el conducto vaginal del su madre, deslizando todo el magnífico falo a las entrañas de mi ser. Mi chico se afanaba en meterme unos pollazos tremendos, me hacía gritar y gemir como una loca, yo me estremecía y convulsionaba con otro orgasmo al notarlo tan dentro de mí e indomable como en su adolescencia en sus primera batidas en aquella isla del mediterráneo…me volvía loca notando su tersura musculada, sus huevos golpeándome la vulva, sus labios mesando mi boca, mis pezones y mi cuello…su respiración agitada por la excitación y el esfuerzo de follarme con tanto ahínco. Lo percibía muy adentro, su verga atoraba mi más profunda vagina y reverberaba chispazos eléctricos en cada extensión de mis sensibles terminaciones nerviosas dentro de mi coño 
¡Notarlo en toda su extensión era la más excitante de toda mi pobre vida…! Y de pronto sentí como su semen entraba en mi útero. Mi chico aulló de placer, justo cuando eyaculó un buen chorro de leche de inicio y otro más generoso le siguió para continuar con el tercero y definitivo de los grandes aldabonazos largos y espesos. Los siguientes fueron cayendo en potencia…, mi hijo es un brutal semental, en general eyaculaba bastante esperma, suficiente como para preñar a  tres o cuatro hembras sobradamente. Percibía cada convulsión y hasta creo que me llegué a correr al notar las sacudidas de su verga dentro de mi coño convulsionando y eyaculando, sintiéndome llena de esperma... y algo extraño ocurrió… supe que en ese instante MI HIJO me había PREÑADO, era diferente y conmovedor percibir su corrida en mí.

Ciertamente era poco tiempo desde que enviudé, pero no me acordaba que por tanto estrés esos días eran los más fértiles en mí, así me quedé llena y feliz de mi primogénito. Nos quedamos dormidos, de mañana desperté antes que él, que dormía desnudo como un ángel, observé su pollón, lo acaricié un buen rato…se fue inflamando y mi nene quedó empalmado. Nos quedamos mirándonos sin decir una palabra hasta que rompí el silencio… 
– Es hora de seguir haciendo a tu hermanito o hijo como te guste 
Su polla se puso erecta surcada de venas bombeando para endurecerla aún más… yo estaba muy ardiente, me subí encima poniendo una pierna a cada lado de su tronco y sujetando el ariete lo enfilé a mi coño tragón…, me había aficionado a cabalgar a ese semental. Con una agilidad que no conocía en mí me lo follé, y tan bien lo debí de hacer sin darle más importancia que a mi propio interés que mi chico se corrió rápido en cinco minutos y menos mal porque no hubiera aguantado mucho más. Nos divertíamos y disfrutábamos de los días que nos quedaban juntos, en pocas semanas se marcharía una temporada corta y después tal vez se quedaría mucho más tiempo en casa que fuera con el nuevo puesto de profesor adjunto en la UPC. A él le daba pena dejarme, pero yo le animaba a continuar con su trabajo diciéndole que estaría bien… ¡Me sentía llena de mi hijo en cuerpo y alma! Como así ocurrió.

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Después de aquellos días de desenfreno pasó un mes y medio… a mí no me bajaba la regla, en un principio no le di mucha importancia pensando que era un desajuste hormonal de una cuarentona, pero me acordé que había sido mi hijo el que me llenó en mis días fértiles. Él estaba todavía de expedición por el mediterráneo, en un par de meses estaría conmigo, y ya no le dejaría marcharse hasta que diese a luz y la criatura estuviese criada y me permitiera manejarme sola. Ahora obviamente no le dije a mi hija sobre mi relación con su hermano, nadie debía saberlo, lo mejor era vivir como madre e hijo y que nuestro fruto fuese cosa de mis aventuras con desconocidos. Se confirmó mi preñez y, a Yeray se lo comuniqué cuando cruzaba cerca de la isla griega donde lo instruí en el sexo… 
– Resulta que seré madre de tu primer hijo, le dije a mi nuevo esposo e hijo… – ¡Vas a ser papá! Y deseo que no sea la última. 
Mi hijo sabía que sería a vista de todos, su hermano mayor, pero en realidad él era el único y verdadero padre de mi nuevo hijo y de los viniesen. Cuando ya lucía una pancita de cinco meses tenía a Yeray cerca de mí hasta que nació la niña que llamamos Noa…, todos estos meses criándola me ha ayudado a sentirme realizada como madre y mujer, e incluso como hembra, por eso voy a seguir dándole amor, pasión e hijos mientras pueda. Precisamente hace una hora después de darle de mamar al bebé le he ofrecido mis tetas a Yeray, me las ha mamado y después me ha echado el polvo del siglo…he vuelto a sentir esa sensación extraña de cuando me preñó de Noa, sí ¡Yo creo que hemos encargado otro bebé! Y lo mejor de todo es que... ¡¡Este hijo mío cada vez me folla mejor y me llena más!! Sí soy tan fértil como la abuela Ramona, que quedó preñada a los 55 años, aún me queda mucho que parir de mi Yeray.

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