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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Tarde de Toros. Mis mejores corridas





Es frecuente que mi esposo vaya varias veces a las corridas de toros.

Durante la feria de Albacete en Septiembre mi hombre es habitual encontrarlo  con sus colegas en los redondeles o comiendo caracoles antes de asistir a los toros. Sin embargo yo no soy muy aficionada a ese tipo de festejos, los toros que a mí me gusta ver en plena corrida tienen solo dos patas y buen rabo entre las piernas. Mi esposo se encuentra en la crisis de los cuarenta, tal vez por eso las cosas no eran como antes, vivimos en pleitos constantes por sus ausencias de casa por asuntos laborales y, por sus frecuentes fiestas de amiguetes, de ahí mis reclamos, en especial que hubiera tenido una hija con otra mujer. Cada día nos distanciábamos más. No sé si estaba ovulando, o muy cabrada, lo que si notaba era lo acalorada que me sentía esa semana ¡Solo deseaba repetir mi experiencia infiel, y matar dos pájaros de un tiro! De esta forma me desquitaba por  lo que él me había hecho durante estos años… en esos momentos vino a la cabeza Luis y Julio, mis sobrinos, o el camionero que me dejó aviada en aquella parada en el restaurante de carretera, mientras mi marido dormía la siesta en el coche camino de ver el Guggenheim  de Bilbao.

Con un apretón incontenible, fui al seto más cercano a echar una meada, cuando me encontré a aquel animal sacudiéndose la verga dentro de su cabina, nos quedamos mirando a los ojos mientras le ofrecía ver el grueso caño salir por mi raja aliviando mi vejiga. Al pasar por su puerta me invitó a subir… no le puse reparos en acabarle la paja con la boca de mi coño mojado por mis dos fluidos. Me quité las bragas antes de subir, me monté sobre él en el asiento del conductor y de un solo envión me calé todo el trozo hasta los huevos.... Follamos a pelo naturalmente, llevándome a buen recaudo su engrudo en mi útero. Al percibir su lechada cálida, relajó todas mis ansias a modo de elixir o relajante muscular. Ya en carretera, conducía él mientras los bichitos del camionero trepaban por mis trompas de Falopio ¡Me sentía feliz! Sin remordimiento por la cornamenta instintiva.

Pensaba en sus vergas que tanto me hicieron gozar y todo lo que me habían disfrutado y enseñado… ya llevaba tres semanas de recuerdos pajeándome sin control, tres semanas de ardor vaginal, tres semanas de insatisfacción con mi marido, con quien la cama solo servía para dormir y nunca para follar. Era sábado por la mañana, sonó el teléfono mientras me duchaba, mi esposo contesto. Salí solo envuelta en la toalla, sentada en mi cama empecé a secarme…, sin darme cuenta mi marido me observaba, de pronto se acercó por detrás y besándome el cuello me dijo…

– ¡Que rica estas cariño, me encantas!

Me despoje de la toalla y le mostré mi cuerpo moreno desnudo, se acercó, me besó en la boca y luego empezó a lamerme y chuparme las tetas. Su mano bajó a mi coño y su dedo entró en mí, yo muy mimosa le susurre

 ¡¡Fóllame mi vida! Pasando mi mano por su polla, muy putona.

Él se arrodilló ante mí y empezó a chuparme el coño mojándome de inmediato, en lo mejor se hallaba, cuando de pronto se puso de pie y dejándome allí temblando de cachonda se fue a duchar, un fiasco más… yo hambrienta de verga y el muy imbécil solo se le ocurre bañarse. Mis dedos acabaron el trabajo en mi clítoris aliviándome un poco la quemazón.

Me vestí, el día se mostraba caluroso pero mi cuerpo mas, decidí no usar ropa interior y seducir a mi marido, el vestidito que elegí era muy revelador, de color azul, muy delgado y muy corto, dejaba ver mis estilizadas piernas y al agacharme mostraba mis nalgas desnudas y más abajo mi depilado coño. Preparé el desayuno y lo llamé, tardo un tiempo y al llegar al comedor me di cuenta que se había arreglado para salir.

– Tomaré solo un vaso de zumo mi amor, ¡tengo que salir! Me dijo mi marido.

– ¡Pensé que hoy no trabajarías! Le dije molesta – ¡Por lo menos desayuna, ya preparé todo!

Sonó el timbre y mientras él se acomodaba en la mesa yo salí a ver quién era...

– ¡Buenos días señora, vengo a recoger a Gerardo el administrador…! ¿¡Supongo que vive aquí verdad!? Soy el nuevo chófer de la compañía.

Se trataba de Abraham, uno de los conductores de la empresa en la que mi esposo trabaja, ambos atractivos y muy apuestos… este no pasaría de los 30 años, de hecho siempre me habían puesto los dos muy cachonda, así que al ver a este tipo tan de cerca me estremeció involuntariamente. Es un espécimen fuerte curtido en el trabajo físico. Cierto es que ya lo había visto de lejos y, aún así me atrajo, pero nunca lo vi tan de frente, tan cerca… sin dunda era alto, fornido, bragado en experiencias, con brazos fibrosos muy varoniles...

– ¿Vais a salir? Le pregunté entre ingenua y coqueta.

– Sí, creo que van a supervisar la central de Altomira.

– ¿Van? ¿Que tu no vas con él?

– No señora, los llevará Ramón, a su esposo y al Ingeniero Arturo

– Y yo que pensé que estaría conmigo hoy ¿Pero qué se puede hacer con un marido tan ocupado verdad? ¡Otra vez me la pasaré "solita"...! Dije mientras le sonreía coqueta y enfatizaba la última palabra, le miré insinuante a los ojos.

Sosteniéndome la mirada… – ¡Si Usted tiene confianza conmigo señora, eso se puede arreglar… claro solo si Usted quiere...! Al decir esto me miro los tetas descaradamente.

– ¡¡Estás loco!! Le dije muy puta y sonriéndole.

Me di la vuelta y moviendo las nalgas provocativamente entre a casa, al darle la espalda recogí el periódico que estaba en la entrada de la sala, me incliné más de lo necesario, tan excesivamente que no tuvo más remedio que observar mis nalgas desnudas y mi coño. Para mi sorpresa, percibía mojada la raja…en parte por las chupadas que me dio mi marido y en parte ese tipo que me había inquietado, exhibiéndome tan PUTA.

Salí con mi marido a despedirlo, pero mi vista estaba en el chófer, el cual se despidió de mí dándome la mano con un prometedor… – ¡Hasta luego... señora!

Que yo reafirme con una leve e insinuante sonrisa.

Ya despedido mí esposo, regresé a casa y me imagine al joven chófer follándome salvajemente, se le veía rudo, viril y salvaje… me estremecí fantaseando con su cuerpo, pero el tiradero de la casa me hizo apartarlo de mi mente para dedicarme a mis quehaceres... Cerca de las 12 del mediodía terminé y me fui a la sala, encendí el televisor y al rato me comí mi ración de estofado de rabo de Toro, la única carne que me comería hoy, pensé hoy. En el sofá me fui quedando dormida... el ruido del teléfono me desperezó, conteste y me colgaron... eran las 14:00 horas... ¡qué flojera! Pensé entre mí. Fui al baño me lavé la cara y me maquillé levemente, estaba en eso cuando sonó el timbre del portón...

– ¡¿Quien será?!

Salí a ver, era el clásico vendedor. Al verme así me insinué en disposición de dejarme follar por el chaval, como todo un macho... el teléfono de nuevo y colgaron otra vez.

Una segunda vez el timbre de la casa y ahora mi vecina, charlé con ella unos cinco minutos y se despidió, me di una ducha para ir a casa de mi madre a pasar la tarde con ella… mis hijos estaban desaparecidos por todo el fin de semana, y yo en casa me aburría como una ostra. Cambié de opinión, llamaría a mi amiga Merche para salir a tomar café con ella, me maquillé, elegí un vestidito corto de color rojizo, decidí no usar ropa interior de nuevo, me encanta salir a la calle sin nada debajo del vestido… recuerdo que así lo hice cuando me folló el camionero. Mi perfume favorito con olor a vainilla, mis sandalias de tacón, me miré en el espejo, me veía muy bien, bonita más bien sexi con mi cabello suelto, a pesar de mis casi cuarenta añazos bien llevados, todo sea dicho... de nuevo el timbre de la puerta.

“¡Como joden hoy!” Pensé.

De mala gana fui a ver quién era esta vez.

– ¡Hola! Qué tal si me invitas a pasar...

– ¡Abraham! ¿Qué haces aquí? Le dije sorprendida y nerviosa.

– Vengo por ti, quiero acompañarte para que no estés tan “solita”, hace días que pienso en ti y ha ido creciendo mi deseo por tenerte… ¡hoy es una buena oportunidad porque sé que tu marido tardará en regresar!

– ¡Estás loco! Vete por favor te puede ver alguien, o regresar mi marido ¡¿Qué va a pensar si te ve en su casa sin motivo alguno…?!

– ¡No te preocupes! Ya estará en Zorita ¡Vengo para darte lo tuyo, que pides a gritos!

Sin más me empujó delicadamente y entró a la cochera, cerró el portón tras de sí y me tomó por la cintura, acercó su cara rasposa de barba sin afeitar de al menos cinco días y me besó. Su lengua entró en mi boca como una anaconda, me explotó el sabor delicioso a macho de su saliva, una de sus manazas me apretó las nalgas, intenté separarme y no pude… su beso se prolongó y sin recato le correspondí como una hembra ha de hacerlo ante tal iniciativa. El calentón de coño se disparó a cotas que me rio yo del cambio climático. Tomó mi mano y prácticamente me arrastró al interior de la casa. En la sala me seguía comiendo la boca con lascivia incontenible, me sacó las tetas y se dio a chupármelas al tiempo que me seguía apretando las nalgas…, apenas no me dio tiempo de cerrar la puerta...

– ¡Me encantan las viejas como tú que no usan ropa interior, son las más calientes y putas! Cuando vine por tu marido me di cuenta que no traías nada debajo del vestido, y cuando te inclinaste a recoger el periódico me lo confirmaste, pude ver tu culo y tu rico coño sin nada que los cubra… sé que no fue casualidad.

– ¡Yo si uso ropa interior! Habrá sido cosa de tu imaginación…, le dije confundida,

– ¿Y ahora por qué no llevas?

Me pregunto cínicamente mientras me seguía acariciando el culo.

Y no dije nada, me gustaba su atrevimiento, sus manos me habían levantado el vestido, me acariciaba mis desnudas nalgas y me miraba con lujuria. De su pantalón se levantaba un bulto amenazador sin pensarlo le toqué esa verga por encima del pantalón.

– Llévame a la cama, ¡Quiero que me folles cuanto puedas aguantar! Le espeté con gran cinismo loca por disfrutar de una polla. Y tomándolo de la mano, lo guié a mi cuarto.

– ¡Qué buena cama...! ¿Aquí es donde te folla tu marido?

Solo asentí con un ligero movimiento de cabeza. – ¿Imagino que no te llena ese soso verdad? ¡Ya está flojo para una hembra como tú tan jugosa! Desnúdate putita, ¡Me muero por follarte! ¡Mira como traigo la verga!

Al tiempo que decía se quitó el pantalón mostrándome un miembro tremendo, gruesas venas surcaban su verga, gorda y prieta, todo velludo me hizo temblar de solo verlo y mi coño se me contrajo al igual que mi culito de pensar en la verga que me iban a meter.

– ¡Desvístete tú también, cabrón! Solté muy caliente dispuesto a darlo todo.

Me quitó el vestido y me dejó totalmente desnuda ante sí, me miró y sus ojos brillaron.

– Déjate las zapatillas, me encanta follarme a las putas con las zapatillas puestas. Y tienes unas piernas preciosas como para desvestirla, buenas tetas para mamarte bien y una espléndido coño para hundirte toda mi verga.

Yo estaba temblando, en un santiamén él me desnudo y lo mismo hizo él. Hincándome le tome la verga para verla de cerca, se la apreté y abriendo mi boca se la chupe con tanta lujuria como me gusta hacerlo, de tal forma que parece no haberlo hecho en años. Abraham tiene ese tipo de polla más común que existe, a diferencia del cipote "doblado" su curvatura no causa ninguna incomodidad o molestia en erección. De hecho, al empalmar en ángulo correcto, son capaces de estimularme el punto G, por lo que se vuelve mi forma preferida por excelencia, sin importar hacia qué dirección esté orientada la curva ¡Carga a izquierdas!

– ¡Sí que eres puta! Me encanta que me la mamen así ¡Chúpala toda! ¡Llénala de saliva para que te entre fácil!

Obediente lamí el tremendo falo en toda su longitud y anchura, sabía a extraño, olía a ostras, a mar o a salitre… pero se la seguí lamiendo y chupando, su verga dura, brillaba por mi saliva, que ricura de verga, dura, prieta, grande, ¡más bien enorme!

Me levantó y me acostó en la cama, de espaldas, su mirada me recorrió toda, instintivamente abrí las piernas y le mostré mi raja abierta, afeitadita como me gusta tenerla siempre y con la boca voraz de lo hambrienta que se hallaba.

 ¡Qué coñito más rico tienes Nazaret, se ve riquísima, debes estar bien estrechita!

– ¡Compruébalo! Lleva semanas sin probar la carne.

Jadeaba al tiempo que me pasaba la mano entre mis labios vaginales, me abrió las piernas y acomodándose entre mis muslos su lengua me entró en el coño…, un gemido anuncio su triunfo, empecé a gemir más y más, hasta que a punto de correrme le pedí entre gritos entrecortados…

– ¡¡Joder Abraham, fóllame ya! ¡Métemela por Dios te lo suplico! ¡Trábame tu verga hasta el estómago! Necesitaba sentirme viva con su pedazo en mis entrañas.

Desde luego no se hizo de rogar, tomándome las piernas y abriéndome al máximo aproximó su verga a mi entrada, me jalo de las nalgas y de un golpe me ensartó hasta el fondo, haciéndome gritar de tan ruda metida, pero al tiempo le trabé con mis piernas y me entregué a ese bruto que me laceraba la vagina ardiéndome al paso de su misil…pero me hacía sentir mi coño deliciosamente expandido. Sus movimientos follándome, empezaron lentamente acomodando el ariete a mi enjuto canal, primero tiempo lentos y deliciosos y poco a poco más rápidos. El cabrón me estaba disfrutando y yo me entregaba entera.

Le besaba y acariciaba todo el cuerpo mientras me ensartaba una y otra vez, acomodándose me besaba el cuello y chupaba mis tetas sin dejar de penetrarme, sus fuertes manos me tenían atrapada por las nalgas y a cada embestida me atraía hacia su polla dejado solo los huevos fuera…me la apretaba con fuerza, parecía adivinar lo que esto me fascina. Moviéndose logró ponerse mis piernas en sus hombros y con esto sus penetraciones se hicieron más profundas… sudábamos como cerdos mientras incrustaba todo el falo hasta la raíz poseyéndome a su antojo.

– Estas apretadísima jodida PUTA. Deliciosa ¡Qué bien follas! Así, muévete nena

Yo cerrando los ojos no hacía más que interiorizar el place que me daba ese rudo semental, me movía como sé que les gusta a los machos sobrados de testosterona y este lo era. Cuando me embestía yo salía a su encuentro moviendo mi cadera, haciendo más profunda la invasión de su verga a mis entrañas, bombeando con furia y rapidez me hizo explotar, mi coño se contrajo rítmicamente como chupando esa verga gruesa tan rica que me ensartaba hasta el fondo y, haciéndome gritar y gemir de gusto le di mi primer orgasmo intenso y prolongado como pocos, al tiempo que lo incitaba a que siguiera.

– ¡Sigue más mi vida! ¡Trábame toda! ¡FÓLLAME más duro, Abraham mi vida, penétramela entera hasta los huevos, me estoy corriendo, así, ayyyy, masss!




El bruto enfebrecido me entraba más duro, más rápido, más a fondo haciéndome notar sus pelotas rebotando en mi culo una y otra vez. Se acomodó de nuevo y me aplastó con su fibrosos cuerpo haciéndome abrir mis muslos al máximo, su cara con barba corta me irritaba las tetas, me chupaba los pezones con fuerza y me los mordisqueaba, mis talones le pegaban en las nalgas pidiéndole más verga, me hizo correr de nuevo y mis gritos entrecortados se lo hacían saber, mis piernas lo rodearon por la cintura totalmente abierta donándole mi coño… se lo confería más moviendo mi pelvis, sintiendo en mi clítoris los golpes de sus embestidas, contraje mi conejo con todas mis fuerzas y goce como la puta que soy, mis brazos lo apretaban y mis uñas se prendían a la piel de su espalda enterrándolas, disfrutando como nunca. Lo besaba con mi lengua dentro de su boca, recogiendo su sabor… atolondrada, exhausta y sobrexcitada como no recordaba, gemía de la rica follada que me estaba regalando ese semental...

Hasta que por fin, tras un gruñido de verraco percibí sus chorros de leche caliente inundando mi vagina profunda, lo que mi marido tenía que haberme dado hace muchos días. Era rica la sensación de sentir el esperma espeso y cálido recorrer todas mis entrañas. Increíblemente, él seguía bombeando, enloqueciéndome. Su dura verga se batía por dentro mi estrecha vagina, que convulsivamente su pegada a su tronco, finalmente aflojé los músculos pélvicos al notar que ya no eyaculaba más… me sentí desvanecer y él dejo poco a poco de moverse con los últimos espasmos del latir en su verga, quedando encima de mí jadeante y besándome tiernamente en los labios, pasando su lengua y encontrando la mía, mojada y ofrecida, salivosa para ese toro que me había gozado como nadie.

Tembloroso se dejó caer a mi lado tratando de no pesarme tanto, pero sin sacar su verga que poco a poco iba perdiendo erección, al salirse un escurrimiento con reguero sustancial de lefa, se hizo presente bajando por el canal de mis nalgas y parando en la colcha de mi cama matrimonial. Allí mismo en la alcoba donde mi marido me abandonó a mi suerte,  había sido follada como nunca. Gozosa, me sentía transformada, estaba encantada con ese tipo, y se lo demostraba acariciándolo y abrazándome a él, me tenía rendida a su juventud y a su virilidad. Sin hablar, sin decirnos nada, nos quedamos en brazos uno del otro, recuperándonos ambos, estábamos abrazados cual amantes recuperando el tiempo perdido sobre la cama.

Haciéndolo a un lado me levanté y sentí escurrir entre mis muslos su leche caliente, el me atrajo de nuevo a la cama, me besaba, me acariciaba...

– Ven Nazaret, te quiero follar de nuevo, estás muy buena y no quiero dejar pasar esta oportunidad de darte cuantas veces quiera ahora que estamos solos aquí en la casa.

Había despertado a la bestia y andaba suelta por casa.

– ¡Espera mi vida tengo que ir echar una meada...! ¡Tengo la vejiga a tope! Ahora vuelvo

Al regresar él estaba de pie, su verga semi erecta se veía aun mojada por mi copioso flujo vaginal, que bello espectáculo para mí. Completamente desnuda, salvo mis sandalias, me sentía sudorosa y caliente aun, me acerqué insinuante…

– ¡Ven hijo, fóllame en otro lugar! Lo lleve al estudio de la casa, me senté en el escritorio de mi marido y abriendo las piernas le dije insinuante

– ¡¿Quieres comerme el coñito?!

Lo lavé muy bien porque a ningún hombre le gusta probar sus propia lefa. Sin hacerse del rogar se inclinó ante mí y levantándome las piernas se dio a lamer mi chocho, allí mismo en el escritorio de mi esposo, entre sus documentos, entre sus contabilidades, yo estaba dándole mi coño a la lengua de ese ídolo de vestales.

– ¡Ahora ven! le dije. – ¡Siéntate en el sillón, yo te voy a chupar la verga como nadie te lo ha hecho!

Muy obediente Abraham se acomodó en el sillón ejecutivo de mi marido, y yo como la secretaria puta, le chupaba la verga al gran jefe. Me sentía la más puta de la oficina, su verga dura me prometió más placer al endurecerse espontáneamente entre mis labios… me encanta sentir como crece la hombría de un buen macho en mi boca...

– ¡¡Espera aquí mi vida, no tardo, quiero que me folles sin parar!! Ahora vuelvo... no te desanimes porque vas a tener hembra para saciarte sin perdón.

Él se quedó quieto, algo sorprendido pero se quedó allí, rápido fui a mi cuarto, me puse un liguero negro, medias negras y mis favoritas zapatillas de tiras…, me vestí estilo ejecutiva, falda y blusa sin ropa interior por dentro, me maquillé como una puta y perfumándome mucho regrese a donde estaba Abraham, al verme no pudo más que alegrarse de lo que veía...

– Siempre he querido ser la puta que se folla el jefe, ¡ahora tu eres mi jefe¡

Le dije descaradamente y mostrando mi trasero levante mi falda para mostrarle mis nalgas desnudas, enmarcadas en las medias y mi liguero negro, dándome la vuelta le solté muy coqueta...

– ¡Se le ofrece algo Señor…? ¿Quiere tomar alguna cosa en especial? Al tiempo que sonreía yo le insinuaba mis tetas y mis nalgas,

– ¡Ven aquí Nazaret, toma nota de lo que te voy hacer en mis piernas!

Me dijo socarronamente, de inmediato me senté sobre los fuertes muslos de mi supuesto jefe, totalmente desnudo y con su verga bien tiesa mirando al techo. Levantando mi falda me senté en su verga sin metérmela y empecé a mover mi trasero haciéndole una paja con la raja de mi culo, llegando incluso a sobar mi coño con su glande.

– ¿Se ve que no te han follado en mucho tiempo verdad Nacita…?

– Si jefe, el maricón de mi esposo me abandona mucho, ¿usted cree? ¡¡Es un imbécil, a veces creo que no le gusto!

– Pues sí que es imbécil tu marido, mira que dejar este culito sin su verga diaria, pero ahora ya no será así, ¡Yo te follaré cada vez que ese cabrón no lo haga! ¡¡Tú serás mi puta desde ahora!!

– ¡Si ingeniero lo que usted diga! Le dije siguiendo el juego.

Sin que me lo pidiera le volví a mamar su verga y él se estremecía, le di mis mejores mamadas, y un rato después le monte empalándome su enorme mástil en el coño. Moviendo mi cadera lo seguí follando con sabrosura, contorneado mi pelvis y sintiendo su mazo en mis entrañas, suave, rico. Mientras él me estrujaba las nalgas, y me chupaba las tetas de mi abierta blusa, al tiempo, uno de sus dedos me invadió mi apretado ano haciéndome gemir como a una zorra. Lo clavó y poco a poco lo fue hundiendo más y más en el culo…Me sentía doblemente penetrada, eso sí era una novedad absoluta.

– ¿Te gusta por el culito verdad puta? Follas muy bien Nazaret. ¡Y me imagino que tienes el culito bien estrecho y apretado! me dijo Abraham.

– No lo sé señor, nunca me han dando por el culo, nadie me lo ha follado ¡Tengo el culo virgen! Todo para que un cabrón como tú me lo estrene.

– ¡Pues ahora te lo romperé Hija de la gran puta!

– No ingeniero. ¡Mi marido se dará cuenta!

Yo seguía follándomelo más caliente que nunca, subiendo y bajando montada en su verga como buena amazona, mientras seguíamos con la charla caliente de nuestro juego.

– No creo que se dé cuenta ese maricón, y si lo hace me vale una mierda ¡Que se entere como se ha de follar un macho a una puta como su mujer!

– ¡No! ¡Eso no!

Le dije al tiempo que me desmontaba de él y me dirigí al sofá del estudio, él me alcanzó y ya sin decir más, le ofrecí mis nalgas abiertas para que me culeara. Dirigiendo la gruesa cabeza de su verga a los pliegues de mi culito, me untó algo de saliva y se dio a penetrarme, fue un suplicio, pero finalmente me entró el cabezón que era lo más complicado…, poco a poco su verga ganaba terreno, yo sufría mi esfínter dilatado me dolía, pero lo alentaba a que me follara más. De pronto me incrustó de un golpe seco toda su verga, grité y me agarró del culo atrayéndome hacia él, entrándome toda, haciéndome pujar y llorar, pero no dije nada.

Solo era cuestión de aguantar un poco más y todo mejoraría sin duda. Él siguió con su verga adentro, me salió un poco y vuelta, me entró de nuevo y me la sacaba hasta que empezó el rico movimiento de entrada y salida de mí cada vez más distendido ano, me ardía terrible. Estuve a punto de pedirle que me la sacara, no hizo caso, a cambio me dio unas fuertes y sonoras nalgadas, enrojeciendo mis nalgas, me estaba dando por culo con toda sus palabras, el maldito cabrón y de una manera terrible, salvaje pero yo encantada, lo deseaba así, con furia, y el cumplía a la perfección, me hondaba el culo una y otra vez, hasta que no pude más y sentí desmayarme del dolor placentero, porque junto al ardor de ano, al mismo tiempo lo percibía delicioso, un dolor tremendo, duro y humillante pero delicioso, me entregue a él y le empecé a gritar…

– ¡Más! ¡Más! ¡Así cabrón ábreme el culo! ¡Es tuyo nene!

Y él lo hacía, me entraba con rudeza, me la sacaba casi hasta la punta y me la dejaba ir de golpe, mis pliegues del ano se expandían a cada metida, me explotaba, me sentía morir pero allí estaba aguantando hasta que por fin no pudo más y se corrió por segunda vez… entonces le supliqué que me la sacara, creo que no sintió nada de lastima por mí, pero ya bien eyaculado en mi esfínter y lo hizo. Salí del baño y fui hasta él que se había aseado la verga en el otro baño, lo vi. Limpio, y se me contrajo el culo, fui a mi cuarto y tomando algo de crema me unte el culito, regresé y me le brindé de nuevo.






Abraham no lo podía creer, estaba ofreciéndole descaradamente mi culo dolorido, pero el entendió mi deseo y sin decir nada apuntó con la verga y me la metió de un pollazo, me hizo gritar, pero la crema evitó la fricción con mis tejidos, así me estuvo dando por el culo diciéndome lo puta que era y, yo sollozando y jadeando me entregué a su verga de nuevo con mi culo abierto, disfrutando de ese animal que me follaba deliciosamente viril…, sus manos me tomaban por las nalgas y me apretaban con gran fuerza ¡Moría de placer!

Su verga ahora entraba y salía a un ritmo veloz, hasta que una de sus manos se fue hacia mi clítoris y empezó a dedearme al tiempo que me daba por el culo, haciéndome gritar y explotar en un orgasmo asombroso y terrible al tiempo que él ya no aguantando más se volvió a correr en mi culo, en el interior de mi recto, ahora lleno de su leche, todo fue emocionante. ¡Le entregué el culo y él me gozo!

Al terminar sacó su verga y su leche goteó, limpió el culito y me lo besó. Agradeció lo rica que había sido con él enterneciéndome, lo besé y recostados en el sofá empezamos a besarnos y a acariciarnos como dos amantes, me decía que le encantaba, que desde siempre me había deseado y que nunca pensó ni en sueños que pudiera tenerme, sin embargo esto había sido para él lo máximo, yo le comenté lo mío, y le dije que mi marido ya no me follaba como antes, él se ofreció a ser mi amante por más tiempo, lo acepté, así que ya puestos de acuerdo nos bañamos, comimos algo cerca de las cuatro de la tarde.

Como si fuera mi marido le preparé de comer, tomamos el café con dulces juntos viendo la tele un rato, pero al poco tiempo me empezó a acariciar las piernas y, me sacó las tetas nuevamente y allí en la sala volvió a chuparme el coño, me puso a cuatro patas como una perra y, me trabó de nuevo haciéndome gozar más y más, hasta que ya no pude resistir corriéndome como una puta perra…

– ¡Fóllame, mi amor! ¡Lléname el coño de lefa! ¡¿Joder…se me antoja que me PREÑES?!

Le solicité después de recuperarme de la corrida…, claro que lo hizo, me agarró por las nalgas y así a cuatro patas, me la metió rajándome el coño. Bombeó como antes, solo que ahora ya más dilatada del coño, no me dolió tanto cuando perforó mi útero, más bien si me dolió un poco, pero se me adaptó la vagina más rápido y lo disfrute enormidades, hasta que me vacié otra vez por la estimulación de sus dedos en mi clítoris. Vaciándome contraje mi culito al máximo para provocar que de nuevo me llenara con su néctar. La cuarta corrida en cuatro horas… dos en mi coño y otras tantas en mi culito, años sin probar y hoy dos.

Ya cerca de las 18:20 se vistió, lo acompañe al portón de mi casa, nos despedimos en un prolongado beso delicioso (mi vecino de atrás, que siempre ronda por el barrio paseando el chucho, me vio despedirme de él…, sé que siempre ha querido follarme). Hizo la promesa de volverme a visitar cuando mi marido saliera nuevamente, de allí en adelante sería mi amante y claro que yo estaba dispuesta a entregármele todas las veces que él quisiera, después de ser suya de esa manera tan animal, quería que me siguiera follando cuantas veces quisiera mejor, en eso estábamos poniéndonos de acuerdo para el próximo encuentro, cuando a lo lejos se vieron las luces de un automóvil, sin saber quién era me volvió a besar y se marchó, mientras yo entraba a casa, solo que en minutos llegó Gerardo, una vez más con aliento a whisky. Todo paso muy rápido, entró a casa y sin decirme nada me tomo por la cintura

– ¡Ya estoy aquí cariño…! ¿Dónde lo habíamos dejado esa mañana?

Me dijo muy cachondo, al voltear mi cara me di cuenta que traía manchas de lápiz labial rojo en el cuello y con mucho coraje lo separé de mí.

– ¡Por lo menos límpiate el cuello que lo traes todo pintarrajeado de los labios de esa PUTA!

Le dije molesta…

– Se ve que no te alivió bien la Zorra con la que andas ¿Verdad? ¿Es de Zorita o de Zorrita?

Él se desconcertó, se fue al baño y se limpió, regreso a mi lado, yo sentada en la sala, le reclamé explicaciones, se arrastró pidiendo perdón. Castigarlo era mi intención, solo que era tanto mi calentón, que se desvaneció todo el coraje… no aguanté mucho antes comenzar a follar en la sala. En el típico misionero, sin querer darle a ver mi dilatado culo… la clavó veloz follándome el coño durante cinco minutos…le costó darme su leche, normalmente aguanta dos minutos. Recién acabó, fui al baño a lavarme mi chocho, esa tarde me lo habían llenado cuatro veces el joven semental, y una quinta el veterano… dentro de mi útero debía haber un buen mejunje de esperma curioso. Al salir mi marido estaba dormido en la cama donde hacía unas horas había disfrutado de una rica verga y unas geniales folladas de cuatro horas a su cuenta. Estaba acomodando las cosas de la sala cuando suena el timbre del portón… mi vecino había visto la despedida del chófer, quería hablar conmigo y ponernos de acuerdo al fin de guardar el secreto a mi marido.

– Que quieres de mí.

– Creo que lo sabes bien… ¡Me encantaría follarte también!

– Ahora no puedo.

– Si no te dejas le hablo a tu marido de la visita que tuviste esta tarde. Os observé desde la calle cuando entró el chófer y te besó, te subió el vestido para acariciarte las nalgas y te mamó tus ricas tetas. Descubrí desde mi casa como os metisteis al cuarto a follar sobre la cama. Se escuchaban los gemidos…lo tengo grabado. Estuvisteis varias horas jodiendo.

– Está bien, te dejo que me folles solo una vez… con la condición que borres todo lo que tengas grabado. Era la mejor opción, porque también se lo puedo contar a Paqui, su esposa.

– Está bien, ¿cuándo lo hacemos?

– Ya, en este momento, pasa adelante, vamos a follar en la sala, mi marido está dormido en el dormitorio, no podemos gritar ni gemir porque se puede despertar. Si nos encuentra jodiendo va a ser un gran problema para ambos.

– Está bien, sin hacer ruido. Conmigo no hay problema siempre eyaculo en silencio.

Lo paso a la sala tomada por la cintura rodeándome con su brazo, me atrae hacia él, me besa, me saca las tetas y me da una buena mamada en los pezones, cuando hace esto siento su verga ponerse erecta  pegada a mi pubis… se le nota que calza bien el gachón. Creo que va a ser difícil no hacer ruido, me sube el vestido y mi culo desnudo queda a merced de sus manos, me acaricia las nalgas y un dedo deslizante llega mi coñito ajado… me hace suspirar, se me humedece chocho un poco más… su dedo comienza a follarme

Me muevo como si me estuviera metiendo la verga y, esto lo hace excitarse más creciéndole más el increíble vástago. Le meto la mano en el pantalón y logro agarrar una gran tranca… ¡joder como calza mi vecino! Modoso y tan normal, quién lo podía sospechar…son de los que te imaginas que no llegan a 15 cm, pues No, ni siquiera me alcanza en la mano a circundarla en la base, es un verdadero garrote de casi 25 cm. De imaginármela dentro del coño se me contrae la vagina ¡Menuda tarde de Toros! Con este ya serán tres morlacos. Fernando tiene ese tipo de verga de “Tallo grande o de botella de agua”, joder madre mía, es perfecta para la penetración, pues su forma estimula gradualmente la vagina gracias a su tamaño que va desde lo más fino a lo más ancho. De todos los probados, este parece ser ideal, incluso para probar cualquier posición sexual ¡Largo y ancho en su base! Natural, para soportar tal viga empotrada y el contrapeso de sus cojones, como bolas de derribo. Aquí veis las tres pollas de mis Toros ¡A cual mejor!

Pensar que lo de Abrahán había sido demasiado, ahora el pedante de mi vecino resulta que usa una polla de burro. Pienso en lo que me va a meter en mi chumino, le bajo el pantalón y se lo quito, queda solo en bóxer, se lo bajo y sale aquel gran animalote con la cabeza en forma de lanza rosada que me golpea la mano, lo beso pero me cuesta metérmelo en mi boca, me preocupa mucho el tamaño, se inclina hacia un lado. Es una polla poco común, pero la vez que probé el primero, en la posición de a cuatro patas tenía la habilidad de estimular el punto G, lo mismo que en la profunda y el misionero. Tiene una forma piramidal, muy ancha en la base y estrecha hasta llegar al glande. Y según dicen, la profunda, el perrito y la catapulta son las posturas que ofrecen mayor excitación para mí, veremos hasta donde está dispuesto a llegar.

 – Tu esposa aguanta todo esto adentro.

– Sí, ya se acostumbró… es de cadera ancha, y ese tipo de mujeres son las que tiene el conducto vaginal más profundo ¡Yo creo que por eso nos acoplamos tan bien!

Quiso hacer una gracia que no le salió para nada, aun con ese pollón, seguía siendo un sieso.

– El caso es que al principio solo le podía meter la mitad, pero poco a poco se acostumbró a ella y ahora se la meto toda…le vuelve loca notar mis huevos azotándola.

En verdad su fábrica de leche era enorme, un bestial escroto colgante que parecía una gran breva morena de una higuera gigante. En su interior se notaban dos bolas tan grandes como pelotas de pin pon…, me corrí de imaginarme la cantidad de lefa que tendrían para darme.

– Está un mes con su madre porque está enferma, está en el hospital de la capital, o sea que he pasado un mes sin follar y ya te imaginas como tengo mis huevos de cargados

– Ya me imagino…tienes unos huevazos enormes, de ahí debes sacar mucha leche.

– ¡Mogollón! Lo vas a comprobar, la tengo acumulada todo este tiempo, no lo he podido hacer ni pagando una puta…, cuando ven el tamaño me dicen que no. Suelo llegar temprano a follar con ellas porque no soy de trasnochar, y claro me dicen que luego quedan doloridas y no pueden seguir ejerciendo durante el resto de la noche.

– Por eso no te preocupes conmigo, mi vagina está bien dilatada de la follada que le dio el chófer y después mi esposo, aunque no la tiene como tú ninguno de los dos, aunque el chofer la tiene lo suficientemente grande para haberme hecho un buen boquete. Tú no tendrás problemas de metérmela entera.

– Eso espero zorra, no me voy a ir de aquí sin probar a calzarte hasta los huevos.

– Probemos si me entra la cabeza, si esta pasa te dejo que me sigas follando, sino me haces gritar como una perra que despierta a mi marido y te tengas que ir cargadito de lefa.

– Está bien, comencemos en la mesa del comedor, te acuestas ahí que quedas a la altura de mi verga perfectamente…, te voy a enfilar hasta las entrañas con mucha facilidad.

– Está bien.

Me acuesto en la mesa de espaldas, levanto mis piernas a la altura de sus hombros, el coge su verga y me la acomoda en la entrada de mi vagina, la cabeza comienza a separarme los labios y poco a poco me la hunde, esta comienza a resbalarse ricamente con la mezcla de mis jugos vaginales y el semen de los dos sementales que me follaron anteriormente (el chófer y mi marido) ahora viene el tercero de la tarde… la tarde de mis mejores corridas. Siento que mi vagina se expande al máximo, me punza al dilatarse en perfecta armonía de acomodo al invasor, se lo hago saber y me la saca un poco, comienza con un rico mete y saca hasta la mitad, conforme pasa el tiempo me la va metiendo poquito a poco cada vez más…ya iban dos tercios cuando de en un tiro me da un envión y la clava toda.

Advierto en mi coño la sensación de estar pariendo a un cabezón, suspiro y tengo mi primer orgasmo follando con él, noto hasta donde me tiene bien penetrada, el lugar que nadie había socavado y su glande comienza a descubrir mi mundo indómito. Me inclino para lograr ver mi vagina, parece que los labios le están dando un gran beso, arropando su enorme tronco. Estamos follando más de quince minutos. Con su gran verga ensartada, me da vuelta en la mesa el viejo, con una habilidad inusitada y quedo de espaldas hacia él, apoyo mis manos en la mesa para sostenerme sin dejar de bombear mi vagina a modo de martillo pilón…, ahora la noto mucho mejor porque ya resbala más suavemente, sus estocadas me están haciendo disfrutar de nuevo, es otra buena follada la que me están dando. Sus manos me recorren el cuerpo, me aprieta el culo con sus manazas… lo escucho bufar como un toro embravecido, me hunde toda su verga, percibiendo la expansión de toda mi vagina, la cual ya se adaptó a su gran cilindrada y envergadura. Aun no me explico como mi coño puede tragarse todo ese rabo de toro hasta las mismas pelotas… el fastuoso mazo lo noto en el estómago en cada estocada.

– ¡So puta! ¡Qué buen coño tienes! Joder como se adapta perfectamente al tamaño de mi verga. Otras mujeres le es difícil lograrlo y no puedo terminar de follarlas o solo le meto la puntita… con todas me quedo las ganas de enterrársela entera. Eres la mujer perfecta para mi verga ahora que mi mujer no está ¡Bien hermosa con el coño tragón!

– ¡¡Yo no soy tu puta, cabrón!! ¡Que tengas una buena verga no me hará suplicar que me folles todos los días!

– ¡Ya veremos cuando cabe contigo! Quien iba a sospechar que tenía tan cerca a una vecina con el mejor coño del barrio, uno que podía follar perfectamente conmigo.





Me contaba que se excitó cuando me vio alborotándome con el chófer, esperó que él se fuera, pese a que duramos mucho tiempo follando. Pensó en esperar a venir mañana. Cuando llegó mi marido venía para acá a hablar conmigo, se tuvo que quedar esperando a que yo estuviera sola. Nada más llegar mi esposo excitado como un toro, entró a buscarme. Mi vecino cuando vio que mi marido me estaba follando también, sus sospechas se hicieron realidad, comprendiendo lo arrecha que era para el sexo salvaje…, mi marido no cerró bien la puerta y nos pudo observar desde el pasillo de casa, atreviéndose a cruzar el jardín hasta colarse en casa. Entonces fue el momento clave, viendo como mi coño era capaz de aguantar muy bien grandes pollas como la suya ¡¡La de mi marido apenas me llenaba!! Es del tipo “Champiñón”, con un glande más ancho que el tronco. Aunque su forma es mi preferida para practicar mamadas, el sexo oral no lo es todo. Su cabezón compensa la longitud estándar de Gerardo. Como no es la más recomendable en cuestiones anales, ya os lo digo, por eso no me da mucho por el culo, sin embargo os puedo asegurar que tiene mi forma preferida para realizar todo tipo de jugueteos.

– ¡Claro hijo de puta, para que ibas a esperar si ahora me puedes follar todo el tiempo que quieras! Lo bueno es que mi esposo tiene un sueño profundo.

– Mañana vendré otra vez cuando me suba la testosterona, Nazaret. Tu útero se adapta perfectamente a mi verga y eso lo voy a tener presente para no ir a buscar putas si te tengo a la par de mi casa.

– ¡Que desconsiderados sois los machos con ganas de hembra! Pensáis que tenéis todo el derecho de llenarnos por el simple hecho de tener una Gran verga.

– ¡¡Así es puta!! Los coños son para gozarlos ¡¿Qué serían sin un pollón que los llenase?!

– En tal caso ven otra vez mañana y follaremos con más calma para disfrutar de su verga.

Él comienza su bombeo más apresuradamente en mi vagina, yo lo acompaño meciéndome contra él en buena sincronía. Me agarra las tetas queriéndola escurrir, joder como me gusta que me las apriete y me pellizque los pezones cuando me clava a toda máquina.

Se apoya firmemente en mi ubres para hundirme toda su verga y logro observar que él se está poniendo con los ojos en blanco, su fastuoso falo se endurece… y siento sus venas inflamadas frotar mis terminaciones nerviosas en mi paredes vaginales, entonces colaboro apretujando mi coño contra su tronco envolviéndolo en jugosa carne cálida y húmeda, me estoy corriendo de gusto. Él bufa como un toro de lidia clavando el gran estoque hasta los huevos, justo cuando viene el primer gran chorro de leche… ese aldabonazo llena toda mi vagina profunda, creo que me la ha metido en el mismo útero, es tanto que se me riega a raudales cual tormenta de verano…rápida y caudalosa.

Luego el segundo chorro de lefa y un tercero…el muy cabrón se deslechaba a gusto vaciando sus enormes cojones en la vecina incauta de coño fácil, caliente y tragón. El semental termina bombeando y eyaculando sus no menos de diez eyaculaciones dentro de mi maltrecho conejo saciandolo de tanto esperma. De un expedito movimiento de extracción, se oye un ¡Plop! Al salir su cabezón de mi raja, y tras de él un reguero de semen, dejando la mesa cubierta con un gran charco de blanquecino. Increíblemente la vuelve a insertar… la deja metida y sigue moviéndose hasta que logra en solo un par de minutos volverse a correr.

En esta segunda agresión pronto se le pone flácida, sin más remedio tiene que sacarla terminando de regarme con su leche mis piernas hasta los pies. Me pongo mi vestido sin más nada debajo y él sus pantalones, me da las gracias porque le aguanté su verga y no hice ruido como para despertar a mi esposo, le digo que venga el día siguiente a media mañana, para que hablemos y lo que surja…entonces tendremos la cama expedita para recrearnos jodiendo como energúmenos mucho más tranquilos, como se debe.

Al día siguiente es domingo y mi marido está durmiendo, eran las 8 a.m. cuando llega el vecino,

– Hola Nazaret, disculpa que venga temprano, pero no he podido dejar de pensar en ti, necesito follarte otra vez. Esto de estar sin probar un coño varias semanas, sabiendo la oportunidad que me ofrece mi querida vecina, hace apresúrame en aprovechar el tiempo.

– Está bien, por la mañana tengo el coño muy receptivo… follemos otra vez en el garaje, mi coño aun lo tengo cedido desde ayer, parece que se está amoldando a tu verga y no me va a doler cuando me penetres. ¡Ven, no hagamos ruido! No sea que se despierte mi esposo.

Yo tengo puesta mi bata de levantarme sin nada de ropa íntima, como de costumbre cuando estoy sola sin mis hijos, e incluso con ellos si el calor apremia, no es un secreto mi coño o mis tetas para ellos, me lo han visto con frecuencia haciendo topless o cuando visitamos playas nudistas. A mi hijo lo dejo loco, me mira con descaro y le provoco un poco puta, estoy segura que no tendría problema en engancharme para darme una buena follada ¡Es hombre, y por tanto tan cabrón como cualquier otro! Cuando les pones un coño delante, no tienen filtros…solo piensan en follárselo corriéndose dentro… objetivo propagar sus genes.

Lo hago pasar y me arrincona en el garaje, me saca las tetas y me da una buena mamada, me arroya el vestido y me deja descubierta la vagina y me coloca su verga bien erecta sobre ella, me la masajea con el pantalón puesto, se me pone bien mojada y de sus caricias me hacen tener el primer orgasmo del día. Le saco su verga masajeándosela a todo lo larga con ambas manos, lo hago como puedo intentando cubrirla por completo sin dejar nada de su piel prepucial sin acariciar. Es muy extensa y necesita su tiempo para estimularla bien. Escupo en mi mano y vuelvo al tronco, la otra mano manosea los testículos notando la suavidad gelatinosa de sus bolas moviéndose dentro ¡Ummm, son unos magníficos huevos!

– Follaremos aquí de pie, ayer no lo hicimos en esta posición.

– Está bien, métamela poco a poco, me siento aun cansada ¡El coño lo tengo muy sensible!

Estamos follando de pie frente a frente, lo larga verga da de sí arqueándonos fielmente para que el acoplamiento surja con comodidad, de las folladas de la tarde anterior me siento cansada para hacerlo en esta posición…, escuchamos los pasos de los vecinos al pasar por la calle, ellos ni imaginan que puedo estar en el garaje follando como una PUTA con el vecino, el modosito Fernando, el gran descubrimiento revelado con su gran pollón. Estamos bien escondidos, pero después de cinco minutos lo paso al cuarto del fondo de mi casa que es para las visitas, ya ahí me desnudo y él se queda observando detenidamente mi cuerpo.

El jodido viejo acaricia las tetas y me las vuelve a mamar, me acuesta al borde de la cama y se inclina a darme una buena comida de coño…me gusta que no tenga reparos de chupar donde otras pollas han estado tan recientemente dejando su lefa espesa. Me siento muy hembra, orgullosa de mí misma. Veo como ese semental me chupa el clítoris comiéndose la vulva mojada como si fuera una tajada de melón… mete su lengua en mi conducto follándomelo, se nota que es un hombre experimentado ¡Quién lo diría tan correcto y servicial con el vecindario! Su cara de buena persona se desvela lujuriosa follándome.

Me hace tener mi segundo orgasmo, no aguanto más, el coño me arde en llama viva, le pido, no le suplico que me hunda de nuevo su verga en mis entrañas, lo cual hace sin pensarlo dos veces, esta magnífica estaca me penetra bien rico, ya mi vagina está adaptándose a ella con mayor facilidad, más apremiada. Ese cabrón ya me tiene bien enterrada la polla, cuando mi marido me llama desde la habitación para que vuelva dentro.

– Nazaret, donde estás, necesito desayunar, tengo que salir.

No puedo contestarle inmediatamente porque estoy jadeando de la follada que me están dando, paramos nuestros movimientos y logro contestarle,

– Ya voy, Gerardo, estoy acomodando unas cosas en el cuarto de visitas, está muy desordenado.

Fernando, mi vecino de polla de equino, se queda con su verga toda metida en mi vagina, le digo a mi marido que ya llego al cuarto, que estoy ocupada, claro, ocupada mi vagina con una gran verga dentro, seguimos follando, el baja el ritmo sin parar. El morbo de saber que mi esposo está a unos metros, y él follándose a su esposa le debe excitar tanto que agita su cintura con mayor cadencia y, al momento los testículos del viejos abran escotillas proporcionándome sus buenas descargas de semen ¡Joder como las noto golpeando contra mi pared vaginal!, se queda bien a gusto aliviándose las gónadas. Es de los que les gusta follar a pelo dejando bien servida a la hembra. Le agradezco que hubiera sido precoz esa vez, me saca la verga y me limpio el coño para ir a la habitación con mi marido y, mi vecino puede salir de la casa por la puerta trasera del garaje al jardín que da con su casa.

Gerardo, pregunta que estaba haciendo tanto tiempo, y le digo que estaba acomodando unas cosas en el cuarto de visitas, no iba a decir que lo que había acomodado era una gran verga en mi coño habiéndome dado a tomar su leche mañanera. Al momento salgo y me asomo por el cuarto y todavía no había salido el capullo del vecino, me toma por la cintura y me jala hacia la cama, me pone de perrito y nuevamente me hunde su gran verga durante diez minutos y me da otra buena ración de su lefa… Creo que estos machos se están descargando conmigo, todo el semen retenido de un mes, escucho que mi marido sale a comprar churros para su desayuno y mi vecino vuelve nuevamente a la carga para bombearme la vagina por unos veinte minutos más y nuevamente me descarga su leche.

Ese semental no tenía hartura…, ya rendida me quedo acostada en la cama, él se viste y se marcha, llega mi marido y me encuentra acostada totalmente despatarrada, sin miramiento alguno se le pone dura al cabrón. Sin más permiso, cabe que soy su esposa con todos los derechos de uso, pero se me pone encima hundiéndome los 15 cm de vega. Se extraña mientras me folla preguntándose cómo es posible que tenga la vagina tan resbaladiza y cedida, notándose la holgura en mi conducto con su polla tan estándar. No me había dado tiempo a meterme una compresa y resecar mi coño un poco, menos mal que él ya se había vaciado y le hice creer que todo ese potingue era suyo. El orgullo de macho le hizo creer.

– Tengo más lubricada la vagina, y le digo que son sensaciones de él tras su follada de anoche. – Me dejaste a medias, por eso te estaba esperando caliente y mojada. Se lo cree

Lo que él no sabe es que la tengo inundada de una ingente cantidad de semen del vecino. Continúa con el mete y saca de su verga hasta la llegada en cinco minutos de una buena descarga de seminal de las suyas…no llega a la tercera parte de la de Fernando. Sería la cuarta que recibo esa mañana, si mi esposo supiera el mejunje de espermas que tengo en mi útero, dejaría de hablarme por una eternidad. Para que voy a tentar a la suerte, él también colabora en dejar bien atiborrado mi útero de esencia masculina, ese néctar que nos da la vida a las hembras tan zorras como yo… el que nos deja panzonas. En dos días me he comportado como una verdadera puta, follando a gusto con tres morlacos bien arrechos…, follar a pelo ha sido toda una satisfacción para mi coño, no creo que esté igual de contento mi útero receptando los millones de bichitos de tres toros tan distintos.

Por la tarde me quedo sola, me acuesto solo con mi bata, no me he puesto ropa interior, ya es costumbre…me siento agotada. Pienso en mesalina cuando en una sola noche se zumbó a 24 machos sementales en un par de horas, triunfando sobre la más ramera de Roma y aún tuvo para follarse a su marido al llegar a casa. Allí tirada sobre el colchón, cansada, las piernas y mi vagina un poco adoloridas, suena el teléfono, es Abraham.

– Hola Nazaret, que estás haciendo, vi que salió tu marido, si quieres puedo llegar para rematar la faena de ayer. Podemos follar otra vez en tu casa o vamos a otro lado.

– Estoy cansada para salir a otro lado…, pero para no perder el tiempo ahora que estoy sola puedes venir y nos damos una buena jodienda.

– Está bien, ya llego en unos minutos.

Suena el timbre y salgo para abrir la puerta, es Abraham, lo paso adelante, en la sala va a la carga y me besa, mete las manos por debajo de la bata y me toca y acaricia mis desnudas nalgas, me aprieta sobre su verga, está ya se está poniendo dura, me recuesta contra la pared en una esquina de la sala, arrolla la bata hasta mi cintura quedando a su disposición todo mi conejo tragón, se inclina y me comienza a dar una buena mamada. Introduce su lengua en mi vagina, donde hoy ya han estado el viejo amante vecino y mi querido esposo. Comienzo a gemir y retorcerme de gusto, tengo mi primer orgasmo con él en su boca, me mama ricamente el clítoris

Se pone de pie y saca su gran verga y me la coloca a la entrada de mi vagina sujetando otra vez su verga como una lanza, es más corta que la de Fernando, pero más gruesa…de las que te ensanchan la boca del coño como un túnel…la enterró con un solo movimiento. Sentí la cabeza y el tronco deslizarse dentro de mí hasta hacer tope en el útero. Sólo sus pelotas quedaron afuera. Lancé otro bramido. Abraham me sujetó por las caderas, me clavó los dientes en las tetas y empezó a empujar con toda su potencia, metiéndome y sacándome su pedazo de carne dura sin piedad. A cada empellón se me escapaba un grito.

Me estaba follando sin piedad, la sentía llegar a fondo, salirse casi por completo y clavarse otra vez. Tuve la fantasía de que me llenaría de leche y me dejaría preñada, si cualquiera de estos toros sementales no lo habían hecho ya… también me preguntaba ¡¿Cuánta leche era capaz de albergar mi coño?! Todo receptáculo tiene un límite. La corrida de mi esposo no me salía del coño casi nunca cuando la vaciaba a fondo, la de Abraham, por mucho que la metiese en mi útero, siempre rezumaba un hilo de semen, pero la de Fernando, mi vecino, era imposible tragarme una corrida entera…más de la mitad iba fuera. Ya solo me faltaba saber los centímetros cúbico de lefa que eyaculaba el macho que me follaba en ese instante.

Abraham suavizó un poco sus empujones para no correrse pronto. Yo para entonces tenía una cadena de orgasmos ininterrumpida, mis jugos me llegaban hasta los muslos y escuchaba el chas, chas, chas, de su verga clavándose en mi chocho inundado.

Hubiera querido tirarlo al piso y montarlo, cabalgar sobre él con todas mis fuerzas, pero justo en ese momento lanzó su densa andanada de lefa dentro de mí. Lo hizo dando un alarido, clavándome su verga bien adentro. Sentí toda su leche caliente inundándome y volví a tener un orgasmo. Le digo que vayamos a mi dormitorio, follaremos más cómodos en la cama, lo paso a mi cuarto, se desnuda, esta vez yo voy a la carga y le agarro su polla…comienzo a mamarla hasta ponerlo bien erecto nuevamente, lo hago suave para que no me se corra inundándome la boca de semen… como buena PUTA lo quiero dentro de mi vagina.

Tendido, me monto sobre su verga, la coloco en la entrada de mi vagina y me siento suavemente, hasta que la introduzco toda. Noto como separa completamente los pliegues de mi vagina y comienzo a cabalgar sobre ella suavemente… cada vez que aplasto sus huevos contra mi culo aumento el paso, él para ayudarme me toma por las nalgas y me ayuda a subir y bajar deslizándome a lo largo del mástil.

Al verme el vaivén de mis hermosas tetas se endereza un poco y me las atrapa con su boca dándome una buena mamada, lo cual lo estamos disfrutando al máximo, cambiamos de posición, me acuesto sobre mi espalda y abro bien las piernas para que el me introduzca toda su verga a tope y a placer. Coloca mis piernas a la altura de sus hombros y queda a toda su disposición mi vagina, acomoda la verga a la entrada y suavemente me la introduce.

Como estamos bien lubricados esta se resbala cómodamente…, comienza el vaivén suavemente del mete y saca, al poco tiempo el comienza a apurar el paso, estamos en esta posición cuando escuchamos que mi marido llega en su motocicleta, Abraham me tiene bien perpetrada con su polla incrustada en el mismo útero a punto de darme su semen, me está bombeando la vagina a toda máquina, no podemos parar para que el salga rápidamente de mi cuarto, apura el paso para descargarme su esperma…lo tiene que conseguir. Escuchamos abrir el portón del garaje, Abraham comienza a disparar su semen, eyaculando como un toro semental, justo al escuchar a mi marido en la sala de casa. Me llama…

– Nazaret, ¿estás acostada…?

No le puedo contestar porque estoy sintiendo la rica sensación de la caliente leche del joven semental recorriéndome las entrañas de mi vagina, estoy suspirando y no puedo hablar porque va a sospechar que estoy agitada, no he logrado recuperar el aliento. Nuevamente me llama.

– Nazaret, que estás haciendo.

Abraham acaba de vaciar sus huevos, pero aún tiene metida la verga en mi coño sin moverse… contesto a mi marido:

– Ya voy, Gerardo, estoy acomodando la ropa que planché ayer.

– Está bien, aquí te espero en la sala, voy a ver la carrera de motos… tal vez te guste preparar algo rico para de comer… una fidegua que te sale tan bien.

– Está bien, cuando me desocupe en unos minutos salgo. Claro, podía salir cuando me desocuparan mi vagina no antes.

Abraham se pone su ropa rápidamente, no puede salir porque mi marido está en la sala.

– Abraham, escóndete bajo la cama, cuando traiga a mi marido a la cama para entretenerlo sales a hurtadillas… yo te dejo la puerta abierta.

– Está bien, Nazaret, después te llamo para follar en otro lugar que no sea tan arriesgado como tu casa, cuando su marido esté cerca, no nos dimos cuenta del tiempo empleado en follar a pajera abierta como ya venía siendo costumbre en las últimas 24 horas.

– Está bien, me llamas para ponernos de acuerdo.

Me aseo rápidamente las piernas y mi vagina del semen de Abraham con un tampón, extraigo todo lo que puede empapar el canuto. Salgo del cuarto de baño que tenemos dentro de la habitación de matrimonio…, él se esconde bajo la cama, salgo a la sala y está mi marido viendo el campeonato de motos de Jerez, voy a la cocina a preparar un aperitivo con una cerveza y unos pinchos de pulpo, me siento en sus muslos y lo comienzo a acariciar.

– Gerardo, me tienes muy abandonada últimamente, necesito que me folles más ¡¿Por qué no nos vamos a la cama a darle de come al conejito hambriento?! Necesita tu lechecita para alimentarse bien.

Mete la mano bajo mi bata y me toca mi monte de Venus… recorre con un dedo mi raja.

– No traes nada debajo como siempre cuando estamos solos en la casa, me excitas Nazaret. Para ser mi esposa, hay que ver lo puta que te pones ¡Anda vamos a la cama!

Me lo llevo al cuarto, él se desnuda y se acuesta boca arriba con su verga bien erecta, yo me quito mi bata y me acuesto sobre él para acomodar su verga en mi vagina y no vea hacia la puerta para que salga Abraham, siento una mano que me acaricia las nalgas, no es la de mi marido, es Abraham, me lleva su mano hasta la entrada de mi vagina y me acaricia el clítoris, lo dejo hacerlo para que mi marido no sospeche.

Quita su mano y yo me acomodo la verga de mi marido en la raja…la hunde toda, comienzo a subir y bajar en ella cuando siento que me pellizcan una nalga y logro observar como  huye mi amante del cuarto. Realmente ya estoy cansada de las folladas que me he dado en lo que va de día… ese fin de semana ya cuento con once y vamos a por duodécima. Apuro el paso y logro que mi marido me dé su lefa rápidamente. Otra cosa no sabré, pero ordeñar a Gerardo es muy fácil, rápido y sin anestesia, nada que ver con lo que tengo que pasar con mi vecino Fernando. Mi esposo se queda relajado, dormido o en trance con los cojones aliviados. Salgo para el baño, estoy duchada cuando suena el teléfono, es Abraham.

– Que excitante se ve tu coño cuando se está devorando una verga, gracias por dejarme observarte, te debo otra buena follada.

– Yo te llamo cuando esté sola ¡Estoy deseando darme unas cuantas folladas bien duras!

Por la noche Gerardo, mi querido esposo se fue en su moto donde queda con sus amigos, en el club del bebercio… nuevamente me dejó sola. Son las 10:25 horas llaman a la puerta con insistencia, es el viejo vecino pollón. Es un hombre cincuentón con un porte nada despreciable, un poquito de barriguita nada apreciable con sus polos habituales. Es bien parecido, sin embargo nunca me llamó la atención…su cordialidad me llevaba a esos tipos con las que las mujeres nos casamos después de andar durante años zorreando con uno u otro canalla, con los que nunca nos casaríamos, ese tipo de machos que solo deseamos para que nos usen como putas. Pero Fernando no era de ese tipo de cabrones, sino del grupo de los formales… ¿Qué me atrajo de él? Aún lo dudáis, su tranca era monumental.

– Nazaret, hace un rato que he visto como se largó tu marido, déjeme pasar… estoy en casa solo y muy aburrido…, he supuesto que tú también.

– Ahora no Fernando, estoy cansada, hoy me habéis follado cinco veces. Contigo ya irían tres polvos…eres inagotable, con Abraham he echado dos folladas memorables y, con mi marido una para que pudiera salir Abraham.

– Déjeme entrar… te prometo que solo te la meto una vez. ¡Echamos solo un polvo!

– Bueno, solo uno rápido, en cualquier momento puede regresar mi marido. Te voy a hacer el favor de dejarme follar porque no hay derecho a que un hombre con tanta hombría, deba estar un mes sin desahogarse dentro de un coño… y que tu verga me da mucho placer Todo hay que reconocerlo ¡Disfruto mucho de las follada que me das viejo cabrón!

Lo dejo pasar sin más opciones para mi libido y de una vez más el toro embiste con presteza en el ataque, me mama las tetas y con sus manos me acaricia la vagina…, viene preparado con un pantalón ligero de fácil extracción… se saca su gran verga. Me acuesto sobre la mesa central de la cocina, es una isla a la altura perfecta para enfilar mi coño con su estoque. Me abre las piernas, poco le cuesta forzarme a mantenerlas sumisa a la gran rajada del coño…hunde su gran mostrenco como un tren entra en un túnel. Le es fácil adentrarse en mis entrañas, se desliza porque mi vagina ha pasado todo el fin de semana mojada y abierta, llega raudo a la pared vaginal, la cual es golpeada. Bombea rápidamente sintiendo el modo en que se separa los pliegues mi vagina para dar paso al gran falo…cumple como me prometió, y en menos de diez minutos atorándome de verga, dispara su semen cargado de bichitos locos por preñarme… me inunda toda. Con la faena hecha se retira triunfador por la puerta grande, se sube los pantalones mientras bajo de la mesa.

Noto como los hilos de semen en mis piernas dejan un reguero de caracol…, aún me da tiempo a darme un aseo con una ducha intensa, para después embadurnarme de agua de rosas antes que llegue mi marido. El vecino se sienta en el porche trasero de su jardín, frente a mi casa, espera tranquilo a terminar de bajársele la erección, esperaba la llegada de Gerardo, a su llegada saluda a mi marido y se retira. Nos acostamos mi marido y yo a tratar de dormir porque me espera un nuevo día y no sé si voy a descansar o pasarlo follando con todos estos cabrones queriéndose beneficiar de la pobre ama de casa calenturienta. De manera sibilina, le toco la verga a mi marido, no se le endurece con mis caricias, abarco toda su bola escrotal…espero que la tenga llena de esperma, porque casi seguro salió a follarse a la querida…, no reacciona a mis instigadas maniobras, lo dejo dormir. De todos modos  no me apetece tanto, tras pasar el fin de semana sin salir de la casa, jodiendo como una PUTA.

Las faenas continuaron unas semanas más mientras los primeros espadas se fueron manteniendo en el cartel. Sabía que tanta y tan buenas corridas no durarían por mucho tiempo…, el primero en caer del mismo fue Fernando, su esposa llego a casa y se acabó la faena de rejoneo a caballo, paquita, su mujer que se debía de apodar la paca, por ser una buena jaca, lo ató corto. Es una hembra de hombres tomar, cadera ancha y cintura estrecha, una hembra apta para soportar el gran estoque de su esposo…este tipo de mujeres siempre  causan sensación a los machos y es normal que se sientan atraídos hacia ellas, porque además que puedan ser realmente atractivas por su inteligencia, hay ciertas partes que los vuelven totalmente locos, y es por eso que las quieren tanto.

Sus grandes tetas, sus glúteos, sus piernas, su rostro, su cabello, son muchas las áreas que les pueden gustar de las mujeres y les pueden hacer sentir realmente atraídos hacia nosotras… una completa alegría poder tenerlos a nuestro lado, por esta razón es importante conocer lo que les gusta. Ciertamente los sementales tienen gustos diferentes, en cuanto a las mujeres se refiere, a unos les gustamos delgadas o más rellenas, con el pelo largo o corto, morenas, pelirrojas, rubias, y muchas otras combinaciones que van a depender de cada uno, sin embargo hay una que es prácticamente común cuando pretenden hacernos sus esposas, sus procreadoras, las hembras a las que preñar… esta es la cadera de la mujer. Sin duda alguna es la mejor curva que tenemos para fidelizar a nuestros hombres en los coitos, por eso no nos debemos ver mal por ello… ahí tenemos a Kim Kardashian, Beyoncé o Jennifer López.

 



Además de verlas como más inteligentes, por la cantidad de omega tres acumulada en el lugar, lo cual ayuda al desarrollo de su cerebro, también pueden vivir mucho más, por lo que es realmente importante y sobre todo son capaces de ser atravesadas con grandes falos que lleguen más allá de los 25 cm, pudiendo tragárselos hasta que no queda nada fuera a excepción de los huevos. Sin embargo apurando se cree que los hijos nacidos de madres con cadera ancha, son intelectualmente superiores. Sin contar que de manera inconsciente están dispuestas a tener relaciones íntimas con más frecuencia y más intensas…unas auténticas putas en la cama que rozan el nivel de ninfómanas CumLauden.

Han adivinado quien tiene este tipo de figura, además de “Paca la Jaca” ¿Verdad?, acertaste. Con esta figura sensual y femenina, me siento plena. La figura es algo fundamental que suelo cuidar, dándole forma sugestiva y más atractiva para el sexo opuesto. “Ahora ya sabes las razones por lo es mejor buscar una hembra de caderas anchas y empieces a disfrutar de ella sin parar, desde el minuto uno”.

El siguiente en caer fue Abraham, al pobre lo trasladaron a la sede de Figueras con la nueva corporación directiva, donde un par de meses después iría mi esposo. En el traslado mi cuerpo ya comenzaba a modificarse, adaptándose a las nuevas circunstancias. No puedo saber a ciencia cierta qué diestro dio la estocada certera para preñarme, todos dejaron su simiente de forma seguida y copiosa, el brebaje debía de ser dantesco dentro de mi matriz, viéndose mi óvulo rodeado de tan bien armados guerreros prestos a conquistar plaza. Saber no sé quien me preñó, lo que sí sé es que mi querido esposo será de nuevo Padre.



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