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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

La tentación vive en casa




CAPITULO 1. Mi deseo por nuestra vecina hizo que descubriera como era mi madre amando

Os quiero narrar la historia que me ocurrió con mi madre… después se extendió a mi hermana. Para organizar un poco la cosa os intentaré describir la situación en la que comienza todo. Vivimos en un bloque de pisos de la capital, tenía once plantas y nosotros vivíamos en el noveno. Nuestra familia estaba formada por mis padres, Juan y Nuria, además estaba mi hermana Magdalena (Magda) que vivía en otra ciudad para poder estudiar la carrera que a ella le gustaba. La familia se completaba conmigo, Lucas…. 

La vecina de arriba se llama Maite, una mujer de 45 años que vivía en el décimo piso, justo encima de nosotros. Vivía de una pensión por una enfermedad y tuvo que dejar de trabajar, además nunca se había casado y no tenía hijos. Era bastante promiscua y a su edad, para atraer a los hombres se había gastado algún dinero en operaciones para tener un buen cuerpo. ¡La verdad es que estaba muy buena! Tenía unas tetas no demasiado grandes pero bien puestas y firmes. Su figura era casi perfecta, su trasero era duro y más de una jovencita lo envidiaría. Tras varias liposucciones no tenía ni un gramo de grasa en su cuerpo. En general aparentaba mucha menos edad de la que realmente tenía. Hacía poco más de un mes que Maite se había mudado a nuestro bloque.

En aquellos días yo tenía dieciocho años y como era natural estaba muy salido y caliente. En cuestión de sexo, aún no había tenido relaciones con ninguna mujer, muchos roces y magreos, pero nada de "meterla en caliente". Las mujeres más cercanas a mí, mi madre y mi hermana, siempre decían que no estaba nada mal de cuerpo…, fibroso, de anchos brazos 1’79 de altura y 75 kg y nadador desde los 7 años. Y a pesar de todo no conseguía nada de sexo. Recuerdo el día que vi por primera vez a Maite. Yo salía del ascensor en la planta baja y ella entraba por el portal. La miré y ella a mí. Sentí una extraña sensación cuando me crucé con ella, algo así como una especie de "flechazo" que más bien era calentura por la belleza de aquella mujer. Después de aquello intenté saber cuáles eran más o menos sus horarios de entrada y salida para coincidir con ella en el portal y verla de cerca o bien desde el balcón. Ya sé que eran unas técnicas estúpidas y más bien de acosador, pero aquella mujer imponía… nunca hubiera intentado nada con ella, por muy caliente que hubiese estado. Cuando nos cruzábamos, ella me sonreía y creo que en cierto modo le gustaba mi seguimiento. Aún no sabía cómo era ella, pero en breve me enteraría. No recuerdo cuanto tiempo estuve haciéndole aquel estúpido seguimiento, pero una mañana de sábado estábamos mi madre y yo en casa. Sonó el timbre de la puerta y mi madre abrió.

—“¡Hola Maite! Escuche desde el salón hablar a mi madre”.

—“¡Hola Nuria! ¿Te importa si tu hijo me ayuda a subir y montar el mueble?”

—“Pasa”. Dijo mi madre y entró en el salón…“Lucas, anda acompaña a Maite y ayúdala a subir y a montar un mueble”.

Yo me hallaba con una indumentaria propia de estar en casa. Al ser casi verano tenía descubierto el torso y simplemente llevaba el pantalón del pijama como vestimenta. Por supuesto que no me negué, estar al lado de aquella hermosura era algo que deseaba desde hacía algún tiempo. Me levanté y fui a mi habitación para cambiarme de ropa. Estaba deseoso de estar en compañía de Maite y aquel día se haría realidad. Por mi cabeza corrió la cuestión de cómo había venido ella a mi casa a pedir mi ayuda sin más y cómo mi madre me pidió que la ayudase casi como una orden más que como una súplica. En ese momento era algo que no me importaba en demasía, pero posteriormente mi madre me contó que había hecho amistad con Maite mientras desayunaban un día en el bar de abajo y que desde entonces casi todos los días desayunaban juntas y hablaban. Aquella semana Maite le pidió si yo podría echarle una mano con aquel mueble que iba a comprar y mi madre no puso pegas, aún sin haberme consultado. Cinco minutos después los dos bajábamos en el ascensor y nos dirigíamos a su coche para subir el mueble. Estábamos muy juntos y podía percibir el perfume que llevaba. La dejaba pasar cortésmente como buen caballero y aprovechaba para observar sus hermosas curvas. Llevaba una falda corta y ajustada que le marcaban mucho su cintura y su hermoso culo, además de dejar a la vista las estupendas piernas que la sostenían. Llevaba una camisa blanca con bastantes botones desabrochados, dejando entrever el hermoso canalillo que formaban sus abundantes pechos y el encaje del filo del sujetador que sostenía tan maravillosos volúmenes. Entre los dos subimos el pesado paquete de IKEA hasta su casa. Ella abrió la puerta y en el aire había un dulce olor a vainilla. Depositamos la caja en la habitación donde se colocaría el mueble….

—“Espera, voy a cambiarme de ropa en un momento y ahora montamos el mueble”, me dijo.

Y deseé seguirla y verla desnuda, pero la prudencia me hizo esperar desembalando el mueble y cogiendo las instrucciones para leerlas. Después de cinco minutos entró ella en la habitación con una camiseta y un pequeño pantalón corto como vestimenta. Y aquella imagen me impactó. Se notaba que se había despojado del sujetador pues sus pezones se marcaban en la fina y ajustada tela de la camiseta. Por momentos me estaba "enamorando" de aquella sensual mujer.

—“Ahí están las herramientas. ¿Empezamos?” 
Dijo ella con una hermosa sonrisa en su boca ante la que ningún hombre se hubiera negado a cualquier deseo de ella….

Tardamos más de hora y media en montar el complicado rompecabezas del mueble de la conocida tienda sueca. Durante aquel tiempo descubrí que además de guapa, era simpática. Entre bromas y charla íbamos montando cada pieza siguiendo las instrucciones al pie de la letra, lo que daba opción a estar cerca y olerla. De vez en cuando ella tenía que sujetar una pieza y yo debía pasar al otro lado, momento en el que aprovechaba para tocarla por la cintura o en la espalda con las manos. En realidad tenía ganas de tirar el mueble y abrazarme a ella para darle todas las caricias que necesitara, pero la prudencia me aconsejaba cautela. Después de acabar el montaje del mueble y colocarlo en su sitio, fuimos al salón y nos tomamos un refresco. Comenzamos a hablar de nosotros y fue como me enteré de su situación, de que era soltera y pensionista por enfermedad, de cómo había conocido a mi madre en el bar y había tomado confianza. A cambio le tuve que contar que no tenía novia y varias cosas más de mi vida. Mientras hablábamos deseé con todas mis fuerzas que me insinuara, o me pidiera directamente algún tipo de relación con ella… de cualquier tipo. Solo me hubiese conformado con incluso un roce de su mano, eso hubiera bastado.

—“¡Bueno! Muchas gracias por la ayuda”. Dijo cuando ambos terminamos los refrescos…“Espero que no se te haya hecho desagradable ayudarme”. Era la señal de que me debía de ir.

—“¡Para nada!” Le contesté. “Si alguna vez más necesitas mi ayuda, sólo tienes que pedírmela directamente”.

En ese momento de la conversación requería dijese que ahora necesitaba que la amase y me llevara a su habitación para hacer el amor con frenesí hasta que los dos quedáramos satisfechos. Pero nada, abrió la puerta invitándome a cruzarla y salir de allí para que regresara a mi casa.

—“No te preocupes”, me dijo. “Si otra vez te necesito, te llamaré…”, me volví para iniciar mi camino de descenso por la escalera cuando su mano me cogió por el brazo. “¡Ah! Gracias”. Me dijo y me dio un beso en la mejilla.

La miré y sonreí al ver la sonrisa que dibujaba su boca. No intenté nada más. Aquel beso me pareció que más que agradecimiento indicaba que aún podía tener esperanzas con ella. Me giré para bajar las escaleras y en ese momento apareció mi madre que subía.

—“¿Estáis aquí?” Dijo mi madre. “Maite, ¿quieres almorzar con nosotros?”

Yo miré a Maite y seguro que mis ojos reflejaban el deseo de que aceptara. Me miró y una sonrisa brotó de su boca.

–“No te preocupes Nuria, me he comprado algo para hacerme aquí”. Dijo ella y miré a mi madre pidiendo mentalmente que le insistiera.

—“No seas tonta, sólo estamos Lucas y yo y tengo comida de sobra”, dijo y mi cara reflejó satisfacción por la insistencia. “Te vas a poner mala comiendo tanta comida basura de esa…”

—“Bueno”, dijo Maite y me inundó una gran alegría al ver que aceptaba. “Me voy a duchar y en veinte minutos bajo…”.

—“De acuerdo”, dijo mi madre. “Te esperamos”.

Bajé las escaleras con una alegría inusitada. Cuando entramos en casa me dirigí directamente a la ducha. Mi madre me miraba algo desconcertada pues pocas veces me había visto tan alegre y risueño. Mientras yo me preparaba para la visita de Maite, mi madre preparó la mesa y a los pocos minutos entraba mi adorada vecina. Ahora no estaba tan maquillada como por la mañana y se le notaba algo más su madurez, pero estaba tan preciosa como siempre. Durante la comida, las dos conversaban como buenas amigas. En poco tiempo habían hecho buenas migas. Hablaban de todo un poco. Y mientras yo observaba a Maite y de repente empecé a mirar a mi madre viéndola como una mujer y comparándola con su nueva amiga.

Su cara aparentaba mucho menos edad que Maite, además de ser todo en mi madre natural, nada operado. La observé mientras iba y venía de la cocina…estaba algo rellenita, pero mantenía una buena figura. Su pelo rizado y castaño era bonito y su cara era preciosa con sus ojos claros. Tiene las caderas anchas y un gran culo respingón. Sus pechos son más grandes que los de Maite y también es generosa ofreciéndome una buena vista del canalillo que formaban sus tetas gracias a su amplio escote. La verdad es que las dos maduras que me acompañaban en la comida estaban muy bien y me sorprendió pensar eso de mi madre. Nunca pensé en ella desde la perspectiva sexual, pero la calentura que me provocaba nuestra vecina me incitaba a ello.

—“Nuria, vayamos a tomar un café al bar”. Dijo nuestra vecina.

—“Vale, Lucas quédate aquí mientras volvemos pues estoy esperando una llamada de tu abuela para que me diga algo importante. No tardaremos mucho”, dijo mi madre.

Las vi marcharse por la puerta. Sus hermosos cuerpos salieron y me dejaron solo en el piso, pendiente de una estúpida llamada y con una calentura tremenda. Entonces fui al cajón de la mesita de noche donde mi padre guardaba algunas revistas pornográficas. Tomé una en la que un tipo se tiraba a dos hermosas mujeres y mientras imaginaba que Maite y mi madre eran aquellas, me acariciaba hasta conseguir descargar intensamente mi semen sobre el frío e inerte inodoro. Volví a guardar la revista en su lugar y me senté en el salón para descansar tras el orgasmo provocado por la calentura de las dos maduras. Aquella fue la primera vez que usé la imagen de mi madre para provocarme excitación. Y vaya si lo conseguí. En cuanto vi las imágenes del trío en la revista y formé en mi mente la imagen de mi madre y Maite en tal postura, mi excitación se disparó y descargué todo lo que contenía mis testículos. Me relajé y continué viendo la televisión. Después de aquel día, todo volvió a la normalidad. Ellas se veían por la mañana para desayunar y algunas tardes tomaban café en la calle. Pocas veces venía Maite a casa y la veía, pero cuando coincidíamos me encantaba hablar con ella. Durante la semana mi padre iba a su trabajo y yo me dedicaba a mis estudios.

Recuerdo que una de esas tardes en que ellas fueron a tomar café, yo estaba en mi habitación estudiando y de momento empecé a escuchar ruidos en el piso de Maite. Primero pensé si no estarían robando en él. Me concentré en el ruido y la verdad es que era más bien rítmico. Entonces me excité al tener el pensamiento de que mi madre y su vecina tuvieran relaciones lésbicas. Las imaginé en la cama con un consolador, dándose placer mutuamente y mi erección empezó a ser evidente. Daba dinero por escucharlas y mi vida por verlas allí juntas y revolcándose en la cama, pero lo único que escuchaba era el golpeteo rítmico de la cama contra la pared. Se aceleró el ruido y después finalizó. Me concentré de nuevo para adivinar qué pasaba allí y, tras unos minutos, volvió el golpeteo y de igual manera se aceleró y tras un breve tiempo, finalizó…, era la calma tras la tormenta, no se oyeron voces solo pisadas. Yo me movía por la casa, excitado e impaciente por escuchar algo que me diera una pista de lo que allí ocurría. Entonces me pareció escuchar la puerta de Maite que se cerraba. Corrí por el pasillo y miré por la mirilla de la puerta. Vi pasar algo que parecía un hombre, por el ruido de sus pasos bajaba a toda velocidad. Entonces quedé confundido. Nunca me hubiera imaginado que mi madre fuese capaz de engañar a mi padre… pero los ruidos eran evidentes, allí arriba habían estado follando… de eso estaba casi seguro. Pero había algo que no pensé. Tal vez mi madre se quedó comprando algo en la tienda mientras mi vecina se desfogaba con cualquier incauto que hubiera caído en sus redes. Entonces volví a escuchar de nuevo la puerta de Maite. Me iba a acercar a la puerta cuando sentí que mi madre abría con su llave. No había duda, ella había estado arriba mientras aquel tipo se follaba a Maite… o a las dos. Yo estaba frente a la puerta, a unos tres metros, cuando mi madre la abrió y entraba. No me esperaba allí y dio un pequeño grito al verme. Me fijé en ella, estaba algo despeinada y movió la mano como queriendo ocultar algo que llevaba.

—“¡Hola mamá!” Le dije.

—“¡Ah, hola!”Me contestó dando un pequeño bote. “No me acordaba que tú estabas aquí, que susto”.

Se movió rápido para entrar en el salón y se dirigió a la estantería en la que teníamos algunos libros. Miré desde la puerta sin que ella lo notara y vi que acababa de esconder allí algo. Volví a mi habitación sin hacer ruido cuando se volvía.

—“¡Lucas, me voy a duchar!” Gritó desde la cocina mientras encendía el calentador del agua.

“—¡Vale!” Respondí.

Cuando sentí que el agua de la ducha empezaba a caer, me levanté y me dirigí al salón para buscar lo que había ocultado. Busqué con todos mis sentidos pendientes de sentir la mínima señal de que mi madre saliera del baño. Miré entre dos o tres libros, donde me pareció lo había ocultado y encontré un pendrive. Escuché como se abría la puerta del baño y volví a ponerlo en donde estaba para que no se notara. Cogí el mando del televisor e hice como que buscaba algún canal.

—“¡Cariño!” Dijo mi madre desde la puerta del salón liada en una toalla. “Anda, dúchate mientras preparo la comida”.

Asentí con la cabeza y me dirigí a mi habitación, cogí mi pijama y una muda limpia y entre en el baño. Cuando me desnudé y recordé los ruidos y las suposiciones que había creado mi mente, no pude por más que masturbarme para aplacar la excitación que me producía mis sospechas. En menos de un minuto descargaba en la ducha todo mi semen. Cuando estaba en casa y mi madre salía, bien con Maite o sola, me dedicaba a buscar aquel pendrive. Primero volví a los libros donde lo ocultó la primera vez, pero lógicamente ya lo había quitado, si era lo que imaginaba, no querría que mi padre lo encontrara. Después empecé a buscar por los cajones y escondrijos más insólitos de su habitación. Nada, encontré revistas de mi padre y algún video VHS, pero del maldito pincho USB nada. Llegué a desanimarme tras varias semanas de infructuosa búsqueda. Pasaba el tiempo y no encontraba el escondrijo. Hacía un mes desde que las escuche en el piso de arriba y no se había vuelto a repetir. El pendrive tal vez se lo había devuelto mi madre a Maite, pero aún tenía esperanzas. Intenté aplicar la lógica. Mi madre temería que lo viera mi padre con lo que el lugar más seguro era donde nunca tocara. Pensé en el cesto de la ropa sucia, pero no había nada. Entonces se me encendió la luz. Debajo del fregadero, donde guardaba los detergentes y jabones para limpiar. Allí seguro que mi padre no tocaría y yo tampoco. Algo excitado corrí a la cocina y miré. Moví los botes de jabones y no encontraba nada y entonces vi dos cubos, uno dentro de otro. Los saqué y los separé. Al fin lo encontré. Estaba envuelto en una bolsa de plástico y lo volví a dejar en su sitio hasta otro día.

Ya era sábado y mis padres tenían que ir a otra ciudad para visitar a un familiar nuestro al que se le había muerto su esposa. Yo les pedí que me excusaran pues en breve tenía un examen y necesitaba estudiar mucho. Los observé desde el balcón cuando marchaban en el coche de viaje. Corrí por el pasillo hasta la cocina esperando, totalmente excitado, que el pendrive estuviera aún en el escondite de mi madre. Saqué los cubos y los separé. Allí estaba, envuelto en su bolsa. Lo cogí y me fui al ordenador de mi habitación. Temblaba por la excitación de lo que podía encontrar. Me senté e introduje el USB. Automáticamente se abrió la carpeta y cliqué para reproducir el archivo mp4. La imagen era la habitación de Maite, pude reconocerla. Mis sospechas se hacían realidad. Sonaba los golpeteos de que estaban preparando la cámara cuando oí a Maite hablar….

—“Nuria, aquí no se nota ¿verdad?” Le preguntaba a mi madre.

—“Para nada. Creo que no la verá”. Se escuchó responder a la otra. Entonces se escuchó el timbre de la puerta y las dos se movieron rápido.

—“Nuria, hazlo como lo hemos preparado”. Mi madre desapareció y Maite quedó en la habitación.

Unos segundos después se tumbaba en el suelo al otro lado de la cama y dejaba caer una silla y daba un grito pidiendo ayuda. Entonces entraban en la imagen mi madre seguida de un hombre más bien joven cuya cara me sonaba.

—“¿Te has hecho daño?” Preguntaba mi madre. “Hijo, ayúdame a subirla en la cama”.

El pobre incauto la cogía en sus brazos y la depositaba en la cama mientras mi madre le daba un empujón por detrás para que cayera sobre su amiga. Entonces él intentaba recobrar el equilibrio pero las maduras mujeres se lo impedían.

—“¡Hijo, que fuerte estás!” Decía Maite sin dejar de sobar al joven.

—“Por favor señoras…”, era lo único que podía decir.

—“Necesitamos cariño…”, dijo mi madre que lo acariciaba por detrás sentada en el filo de la cama.

—“¡Danos cariño y amor!” Pedía Maite mientras se sacaba sus tetas para ofrecérselas a él.

Paré la película, estaba temblando demasiado al ver como mi madre y su amiga intentaba tener sexo con un joven desconocido. Nunca pensé que mi madre fuera capaz de engañar a mi padre con otro y aún menos con un joven de apenas poco mayor que yo de unos 20 años…, pero Maite era muy caliente y promiscua, seguro que la indujo para que lo hiciera. Y entonces me vino un flash a la memoria, el joven era el hijo del frutero. Sin duda le habrían pedido algo para que se lo llevara a casa y aquella tarde cuando se lo entregaba simularon aquello para tenerlo. Volví a darle al play algo más tranquilo…. Entre las dos lo manoseaban y entonces él, con gran fuerza y habilidad, se deshizo de ambas y se colocó de pie junto a ellas.

—“¡Así que queréis marcha!” Dijo el tocándose el paquete. “¡Pues la vais a tener!”

Se bajó la cremallera del pantalón mientras las dos se sentaban en el filo de la cama preparadas para recibir el regalo que les iba a hacer. Ellas estaban de espalda a la cámara y yo no podía ver cómo Maite se tragaba la polla de él, mientras mi madre se levantaba para quitarle la camiseta y besarlo por el pecho. Maite tenía un movimiento rítmico mientras lo mamaba. Mi madre aprovechaba para tocarlo y pasar sus labios por el musculoso cuerpo. Entonces él agarró a mi madre por el pelo y la forzó a arrodillarse junto a él. Le quitó la polla a Maite y se giró para que mi madre se la tragara. Ahora podía ver perfectamente la gran polla de él y como se perdía dentro de la boca de mi madre. No pude más, tocándome sin poder evitarlo me corrí en mi mano con la imagen de mi madre mamando aquella polla. Paré el disco y fui a asearme. Volví y me senté delante del ordenador pensando en la imagen de mi madre. De nuevo le di al play y mi madre seguía enganchada al rabo de aquel musculoso joven. Maite bajó los pantalones y calzoncillos para besar y mordisquear el prieto trasero acariciando sus muslos. Él agarró la cabeza de mi madre con ambas manos y la movió follando su boca con un ritmo y una profundidad que le produjeron arcadas a ella. Le retiró la verga, y Maite lo hizo acostar en medio de la cama boca arriba.



Ella se puso a la altura de aquel erecto falo para continuar mamándolo, a veces se lo metía entero en su boca hasta que se perdía de vista. Mi madre, mientras tanto, se empezaba a desnudar. Se quitó la falda y después las bragas y se subió en la cama para ponerle su húmedo coño en la boca. El sacó su lengua y pude ver como ella gimoteaba y se retorcía por el placer que le empezaba a dar. Entonces Maite le pidió que se girara e hicieran un sesenta y nueve. Ella se levantó y dejó la polla libre para que mi madre pudiera continuar su trabajo. Se giró para que su raja quedara a la altura adecuada para que la lengua de su joven amante pudiera darle placer. Se quitó la camisa y el sujetador. Estaba completamente desnuda sobre él y se inclinó para que su boca se llenara de nuevo con la enorme polla. Entonces pude comprobar que mi madre estaba realmente buena, algo entradita en carnes, pero con aquel cuerpo y la experiencia que tenía practicando sexo sería un enorme gozo follarla, cómo el que estaba disfrutando el cabrón del verdulero. Su polla entraba en la boca de mi madre. Entonces Maite acabó de desnudarse y se colocó al lado de la otra para ayudarla a lamer aquella hermosura viril. Yo volvía a excitarme al ver como las dos gozaban de Luis, que era como se llamaba, o como lo llamó Maite. Entonces mi madre dejó que Maite siguiera chupando y se incorporó un poco. Su cara empezaba a mostrar el placer que le estaba dando la lengua de él en su coño y en un minuto comenzaba a gemir y a tener el primer orgasmo.

—“¡Ponte a cuatro patas!” Le pidió Luis a mi madre. “¡Quiero follar tu hermosa y apretada raja!”

Mi madre se levantó y se colocó a los pies del sillón, con sus rodillas casi en el filo del asiento para que su coño quedara expuesto al ataque de la polla, con su culo pompa. Él se colocó detrás y escupió en su polla, no lo hizo en la raja de mi madre que ya estaba bastante húmeda. Maite la agarró antes de que penetrara a su amiga y le dio varios chupetones. La sacó de su boca y la dirigió a la vagina de mi madre que miraba en dirección a la cámara. Pude ver perfectamente como la expresión de mi madre cambió al entrarle el pollazo joven y duro. Cuando la tuvo toda dentro comenzó a empalarla en un movimiento rítmico que fue acelerando para darle placer. Mi madre gemía mostrando una expresión de extremo gozo. Entonces reconocí el sonido rítmico del cabecero de la cama al chocar contra la pared por las embestidas que le daba a mi progenitora…. Mi madre no decía nada, se limitaba a gemir y gruñir con cada penetración al sentir su badajo en las entrañas. Cada vez gritaba más fuerte hasta que consiguió tener otro orgasmo con aquella maza abriendo su interior. Él la folló un poco más hasta que se desplomó en la cama agotada por la delectación…. Entonces Maite ocupó el lugar que había dejado su vecina y él agarró su tranca y lo dirigió al coño de la otra. La penetró clavándola con decisión, empezó a follarla.

—“¡Dame fuerte!” Le pedía a su joven amante. “¡Más, fóllame fuerte!” Él se afanaba en complacerla y de nuevo sonaba la cama contra la pared. — “¡Empuja cabrón! ¡Dámela entera!” Lo animaba.

Fue bestial el ritmo frenético que llegó a alcanzar y la cara de placer que tenía Maite con las embestidas de su semental. Además era incansable, no bajaba el ritmo y hacía que Maite tuviera un orgasmo tras otro de forma incontenible, sus gritos inundaban toda la habitación. Se veían las bolas del chico balancearse tocando el coño de Maite y hasta saltaban chispas de rocío del flujo de su coño encharcado. La tenía bien sujeta del culo insertando sin mesura, entonces mi madre le sujetó de los huevos y él lo agradeció… con un gemido ostentoso. Nuria le mordía el culo, mientras el frutero se comía la boca de la madura que jodía a todo trapo en esos momentos aguantando las venidas de ella buscando mayor penetración… ¡Era un buen badajo y se lo tragaba con fiereza! y en un instante él dio una gran embestida para dejarle clavada la polla en lo más profundo de aquel maduro coño. Se estaba corriendo dentro de Maite y ella disfrutaba al recibir su descarga. Con todo el mazo incrustado en su vagina iba soltado chorro a chorro su lefa. A cada convulsión sus lechazos llenaban el útero de mi madura vecina, mientras ella los recibía entre gemidos al notar los pequeños mete—saca de la corrida del macho… ¡Se vaciaba los cojones a placer el muy cabrón! Y yo envidiaba estar en su lugar. Al final hizo un rápido movimiento hacia fuera y volvió a clavarla entera de nuevo para que saliera todo el semen en el interior de ella. Él se aflojó cansado por el orgasmo y sacó su polla para echarse en medio de las dos mujeres con su polla, aún algo erecta, apuntando al techo. Mi madre se lanzó sobre ella para volver a tragársela y el joven se convulsionaba involuntariamente cuando sentía la las mamadas de ella.

Maite se volvió y colocó su culo apuntando a la cámara, mostrando la raja de su afeitado coño. Hacía movimientos con su vagina hasta que empezó a salir algo de la leche espesa desovada en su útero por parte del joven que había depositado en su interior un instante antes…. La imagen de mi madre mamando y del coño de Maite chorreando lefa, me volvió a excitar y aceleré las caricias que me daba en la polla, y descargué mi semen en un trozo de papel que había preparado. Entonces el joven se vistió y se marchó rápido pues lo estaban esperando y ellas, aún desnudas, cortaron la grabación cuando él salió de la habitación. Tras descansar un poco, decidí hacer una copia de aquel disco y devolví la copia de mi madre a su lugar. En total aquellos días en que estuve solo llegué a hacerme más de diez pajas excitado por la grabación de mi madre y nuestra vecina. Cuando volvieron mis padres tenía una falta de fuerza enorme, y la verga estaba medio escocida de tanta frotación. Decidí que aquel dispositivo me tenía que servir para conseguir que nuestra vecina se desahogara conmigo y a la vez conseguir estrenarme en la práctica del sexo, ya había visto la experiencia que tenían las dos maduras y pensaba buscar la forma de que mi madre me ayudara a tener mi primera experiencia sexual con la excitante madura Maite.

CAPITULO 2. Confesión a mi madre con la consecución de mi propósito por follar a mi vecina.
aunque al final me gustará más otra mujer… Desde que vi el video en que mi madre y nuestra vecina follaban con el hijo del frutero, mi madre no era la misma para mí. Ella seguía comportándose conmigo de la misma manera, cariñosa y atenta, pero cuando la observaba mi mente se inundaba con las imágenes de su cuerpo desnudo, de su coño siendo invadido por la polla de aquel tío. Era más distante con ella, no porqué estuviera enfadado, tampoco me había causado un trauma ver a mi madre follando, y con alguien que no fuera mi padre, solo a veces me sentía muy atraído por ella y no lograba entenderlo si no fuera porque mi subconsciente pensara que bien podría haber sido yo por edad y complexión física…, pero, aparte de mis sentimientos hacia mi madre, mi objetivo era tener mi primera relación con Maite, la madura vecina de arriba tenía bastante experiencia, como pude ver en el video, aunque Nuria no se quedaba corta. No se me ocurrió otra manera, más que ser desagradable con mi madre, chantajeándola con aquella película para que consiguiera que nuestra vecina lo hiciera conmigo…. Cuando le conté que había visto la película en la que las dos tenían sexo con el joven, ella se puso a llorar totalmente nerviosa, entonces no fui capaz de apretarle más.

—“Mami, tranquila”, le dije acariciando su pelo. “Simplemente quiero que me ayudes para que pueda “acostarme” con Maite, desde que la vi la primera vez me gusta mucho y quisiera que ella fuera la primera y que me enseñara”.

Mi madre no llegó a tranquilizarse del todo, pero se calmó cuando le expliqué mis intenciones de desvirgarme con la madura del piso de arriba. Por supuesto que le prometí que guardaría su secreto y que podía confiar en mí todo lo que quisiera. Después de casi una hora de conversación mi madre parecía más tranquila. Entonces me dijo que vería la forma de proponérselo a la otra y, si aceptaba, cómo lo haríamos. Pasaron varios días y nuestra relación se fortaleció gracias a la confianza que le había mostrado a mi madre, pero cada vez que la veía volvía la imagen de su cuerpo desnudo. Por supuesto que no le dije nada de que había hecho una copia de la película y que muchas noches me masturbaba viéndola follar….Era un miércoles por la tarde, mi padre estaba trabajando y mi madre vino a mi habitación para comunicarme algo que él le había contado por teléfono… papá se marchaba el viernes por la noche con unos amigos de cacería y no volvería hasta el domingo….

—“Voy a hablar con Maite para que en este fin de semana puedas tenerla”, me dijo en voz baja como si nos pudiera escuchar alguien. “Ya le he hablado un poco del tema y parece interesada, así que “prepárate” para el fin de semana…”.

Desde aquel día no pude concentrarme en mis estudios… en nada, sólo tenía en mente la posibilidad de tener sexo por primera vez con aquella mujer que dormía en el piso de arriba, una mujer que me excitaba desde la primera vez que la vi…. Y por fin llegó el viernes. Sobre las 18 horas mi padre se marchó. Entonces quedamos mi madre y yo solos. Estaba impaciente y lo primero que hice fue preguntarle si había aceptado nuestra vecina.

—“Tranquilo cariño”. Me dijo acariciando mi pelo. “No te preocupes, ahora voy a darle un telefonazo”.

Me dijo que estaba impaciente por tener a un joven como tú… mucho más si además era virgen. Entonces llamó y Maite ya estaba preparada. Mi corazón estaba totalmente acelerado. En menos de cinco minutos sonó la puerta y mi madre abrió. Entró nuestra vecina y cuando pasó al salón pude ver lo maravillosa que estaba.

—“¡Hola cariño!” Me dijo rodeándome con sus brazos por el cuello y besándome en la mejilla. “¡Vaya, te has vuelto un tímido!” La verdad es que estaba muy excitado, pero aún más nervioso. Temblaba como un flan y no sabía bien qué hacer. “Tranquilízate…” me pedía ella pero no me podía controlar. “Ya me contado tu madre que nos has visto hacer locuras con el chico del frutero”.

—Si bueno por casualidad cayó en mis manos”

—“Nada es por casualidad… ¿Te gustó lo que viste?”

—“Sí mucho”

—“¿Quién te gustó más tu mamá o yo?”

—“Bueno las dos estáis muy bien yo… bueno es mi madre… y yo….”

—“Tranquilo que lo vas a hacer conmigo… ¡Anda, ven acompáñame!”. Me agarró por la mano. “Ahora te lo devuelvo…”,le dijo a mi madre.

Me llevó de la mano hasta la habitación de mis padres, me tumbó en medio y empezó a desnudarse poco a poco y de forma sensual. Yo estaba muy excitado y no sabía si me correría en cuanto me tocase. Aquella mujer era impresionante, su cuerpo, sus movimientos, todo en ella me provocaba y deseaba entrar dentro de ella. Se quedó con la ropa interior puesta y empezó a desnudarme de manera acompasada sin prisas y sin pausas. Me quitó la camiseta que llevaba y después bajó hasta mis pantalones, los desabrochó y me los quitó. Quedé en calzoncillos allí en medio. Entonces buscó algo en la ropa que se había quitado y se acercó a mí con una especie de pañuelo oscuro.

—“Cariño, te voy a hacer una mamada, pero para que disfrutes más te vendaré los ojos y así no sabrás porque lado voy a lamerte”. Me dijo y me privó de la vista con aquella tela.

Entonces sentí como se movía por la cama para colocarse sobre mi polla. Fue increíble cuando sentí la boca de Maite que envolvía mi polla tan dura como el pedernal, y se lo tragaba entera. La había visto hacerlo en la película, pero sentirlo era diferente. Tan excitado estaba que tenía ganas de correrme.

—“¡Qué bueno! ¡Joder qué gusto….Tengo ganas de correrme!” Le decía yo.

—“¡Espera un poco más cariño! Es demasiado pronto”

Hice todo lo posible por aguantar. Mi cipote estaba más duro de lo que nunca lo había sentido, las succiones que aquella madura me estaba volviendo loco. Sentía su mano que me acariciaba los testículos mientras mi glande era rodeado por la habilidosa lengua de mi vecina, me ensalivaba todo el tronco y su lengua golpeteaba los huevos uno a uno y después se sol engullía pegando un fuerte chupón…después el otro y cuando ya los tenía bien castigados volvía a mi capullo y se trababa todo el falo que le entraba en la boca y así otra vez…

—“¡No puedo más!” Dije en una especie de grito.

No dijo nada ella, aumentó la velocidad de las mamadas y la fuerza de las chupadas apretando mis pelotas, consideré aquello como una invitación a que descargara toda mi leche en su boca. Me sentía avergonzado por no poder aguantar un poco más, pues en tan solo tres o cuatro minutos me tensé y mi bálano descargó la lefa que se depositó en la boca de mi madura amante, la cual fue tragada a cada lechazo sin la menor repulsa, es más, le gustaba hacerlo succionando con firmeza. Empecé a convulsionarme con cada succión que me daba y la agarré por la cabeza para pararla mientras con la otra mano me quitaba la tela que me impedía verla….

—“¡Diosss!” Grité y boté al ver mi polla salir de la boca de mi madre.Pero… esto…”, No sabía que decir.

—“Tranquilo cariño, no pensarías que le iba a quitar a una madre el placer y el honor de ser la primera amante de su hijo…”,dijo Maite que estaba más excitada que nosotros al vernos tener sexo oral….

—“¿Te ha gustado? A mí ha encantado el sabor de tu leche. Y mucho más verte disfrutar…”

Me explicó mi madre sin dejar de acariciar mi polla sobándolo desde los huevos hasta la punta, mostraba incertidumbre al no saber cuál sería mi reacción.

—“Sí, pero me he asombrado al verte, creía que era Maite y me ha impresionado verte…”, le dije.

Entonces mi madre se levantó de la cama. Permaneció de pie y nos mirábamos a los ojos. Yo no sabía qué hacer, una cosa era imaginar a mi madre follando conmigo, haciéndole todo tipo de cosas, y otra muy diferente lo que acababa de pasar. Pero veía su hermosa cara de ojos oscuros y su voluptuoso cuerpo y me invadía el deseo de amarla por completo, más bien de follarla como un pervertido. Ella me miraba como pidiendo perdón al darse cuenta de lo que había hecho. Me había mamado mi polla y se tragó todo mi engrudo espeso, pero el hecho en sí no era lo que realmente le preocupaba a ella, lo que más le inquietaba era que en todo momento había disfrutado de aquella relación incestuosa. Disfrutó hasta que vio mi cara al descubrir que era ella. Eso la trajo de nuevo a la realidad de sus actos y se empezaba a sentir mal por no habérmelo propuesto antes. Sentí que mi madre se iba a echar a llorar y de un bote me coloqué en el filo de la cama, la abracé por la cintura y apoyé mi mejilla contra su vientre. Ella me acariciaba el pelo.

—“¡Perdona hijo!” Me decía con un tono triste“Te lo tenía que haber preguntado antes…”.

—“Ha sido mejor así, primero me he impresionado, pero la verdad es que desde que te vi en el video te deseo como a nadie”. 
Bajé las manos por el cuerpo de mi madre y empecé a acariciar su redondo culo. La miré a la cara y tenía una preciosa sonrisa. 
— “¡Quiero amarte mamá! ¿Deseo desvirgarme contigo…?”
—“¡¿Lo dices en serio…?! Asentí con la cabeza y una sonrisa. Entonces mi vida ¡Hoy seré toda tuya!” Me contestó.

—“Creo que debo irme”. Dijo Maite que estaba de pie junto a nosotros viendo la escena. “Nuria, mañana me dices qué tal amante es tu hijo…. Por lo veo muy bien dotado para el fornicio.”.

—“No Maite”, le dije agarrándola por el brazo. — “Te necesito. Voy a amar a mi madre y quiero que disfrute todo lo posible, dado que no lo he hecho nunca, necesito que tú me indiques que debo hacer”.

Se detuvo y tras pensarlo un poco accedió a mi petición. –“Para eso no me necesitas a mí, tu madre sabrá guiarte muy bien…. Ella tiene la suficiente experiencia como para llevarte al placer sumo”.

—“Por favor Maite ¡Enseñarme las dos a amaros a la vez!”

—“¡Vaya con mi niño! No se conforma con una, no, quiere tener a las dos”. Dijo mi madre. “¿Qué opinas Maite?”

—“Es el hijo de una buena amiga, así que debemos de enseñarle todo lo que necesite y lo mejor posible…”.

Desde ese momento todo me parecía un sueño. Busqué el cierre de la falda de mi madre con las manos y la desabroché. Por mi espalda, Maite caminaba de rodillas sobre la cama y me abrazó para acariciarme por detrás. Dejé caer la falda de mi madre y apareció ante mí su coñito cubierto por unas bragas blancas de encaje que permitían distinguir su oscuro sexo recubierto en su pubis de unos finos vellos dispersos. Una mano la pasé por dentro de sus bragas y acaricié su culo, mientras la otra levantaba su camisa y empecé a besar su carnosa barriga. Mi madre me acariciaba la cabeza y ronroneaba cómo una gatita en celo.

—“¡Creo que nuestro jovencito necesita pocas explicaciones!” Dijo Maite mirando a su compañera de cama.

Volví la cabeza hacia atrás para mirar a mi adorada vecina y su lengua inundó mi boca en un profundo beso.

—“¡Yo también quiero tu lengua cariño!” Dijo mi madre.

Sentí como sus manos volvían mi cabeza y sus labios empezaron a jugar con los míos hasta que nuestras lenguas se fundían en un incestuoso beso. Maite me besaba y mordisqueaba por el cuello y la espalda produciéndome escalofríos de placer. Empecé a desabrochar la camisa de mi madre hasta que no quedó ningún obstáculo que impidiera que cayera al suelo por su espalda…. Aparecieron ante mí sus dos hermosas tetas recogidas por un sujetador a juego con las preciosas bragas que llevaba. Por el encaje podía adivinar los oscuros pezones con grandes areolas, estaban erectos por la excitación y se marcaban en la tela. Entonces ella se quitó aquella maravillosa prenda y dejó libre dos redondas y maravillosas tetas que de inmediato comencé a besar.

—“¡Así cariño, sigue dándole placer a tu mamá!”

Me animaba Maite a medida que se iba excitando ella también. En unos minutos éramos un trío perfectamente acoplado. Mi madre no decía nada, se limitaba a lanzar gruñidos y leves gemidos por el placer. Con las dos manos busqué el filo de sus bragas y se las bajé hasta que quedaron en el suelo. Ya estaba totalmente desnuda, como yo. Entonces le indiqué que se tumbara en la cama.

—“Maite, quiero lamerle el coño a mi madre, ayúdame”. Le dije a mi vecina y profesora.

—“Mejor que decírtelo será que lo veas hacer…”.Me dijo y empezó a abrir las piernas de mi madre. “¿Te importa si te lo hago yo para que lo vea Lucas?” Le preguntó a su compañera.

—“No…”. Dijo mi madre un poco dubitativa, pero aceptó.

Entonces Maite se colocó al lado de la otra y me pidió que me pusiera frente al aterciopelado coñito de mi madre. Con dos dedos separó los labios y apareció el rosado interior de la vagina. Estaba mojada por la excitación y Maite se inclinó desde su vientre para empezar a acariciar con su lengua el interior de mi madre. Yo las miraba. Los gemidos de mi madre se hicieron más intensos al sentir cómo la lengua de su amiga pasaba por toda su raja… llegó a su capucha y despejó los pliegues apareciendo una flamante pepita. Se encarnizó con ella, cómo se entretenía en jugar con su clítoris para darle más placer. Entonces se dejó de lamer y mantuvo el coño abierto con las manos, me miró y entendí que ahora era mi turno. Entonces me incliné sobre mi madre. De inmediato me invadió el aroma de los flujos que salían de la húmeda y caliente cueva que tenía mi madre entre las piernas. Saqué mi lengua y sentí el sabor ácido de su coño.

—“¡Bien cariño!” Me animaba Maite. “¡Acaríciala con tu lengua suavemente!”

Pasaba mi lengua por toda su raja de arriba abajo, sentía como los flujos de su vagina mojaban toda mi boca y encontré su abultado clítoris, sobresalido y espigado. Empecé a jugar con él y mi madre se retorcía y se convulsionaba cada vez más dando gritos de placer. La sensación de notar en mi sensible lengua el duramen de su pepita me estremecía… lo lamí y hasta los mamé porque daba de sí por su tamaño.

—“¡Chúpale el clítoris como si fuera un pezón!” Me indicó mi maestra y así lo hacía.

Aquello le provocó un gran placer a mi madre y sus convulsiones se convirtieron en saltos de placer. Maite soltó los labios y se dedicó a lamer las tetas de su amiga mientras empezaba a correrse al sentirme en su coño. Se tensó y yo arrecié la comida de coño, las lamidas succiones más atrevidas…. De pronto noté un gran esténtor y como una gran cantidad de sus flujos salían y me mojaban aún más. Sentí la mano de ella que me empujaba la cabeza.

—“¡Ya, para nene!” Me decía entre gemidos y suspiros. — “¡No sigas con la lengua! ¡Dale tu polla a mi coño!”

Aquellas palabras que salieron de la boca de mi madre me excitaron y rápidamente me coloqué entre las piernas de mi progenitora. Dejé caer mi cuerpo contra el suyo, era maravilloso sentir su calor, la suavidad de su piel… me movía sobre ella y mi polla no acertaba a introducirse en su raja. Ella gimoteaba al pasar mi glande sobre su clítoris abriéndose más de piernas para darme mejor acogida y acceso a su intimidad… estaba a punto de entrar por donde salí hacía 18 años. Entonces sentí la mano de mi vecina que me paraba el culo, agarró mi estoque cual fierro con una mano y la dirigió ala entrada del conejo de mi madre. Nunca había sentido hasta ese día el abrumador calor de la vagina de una mujer…. Me sentía como en un sueño, mi verga penetraba a mi madre suave y ella gemía de placer creyendo llegar al máximo placer conocido por un ser humano. Todo mi sensible glande percibía la expansión de sus paredes, yo no cesaba de empujar hasta que mis huevos tocaron su vulva mullida e hinchada… caliente. Entonces empecé a follarla rítmicamente y cada vez más rápido.

—“¡Dame más!” Me animaba. “¡Más rápido cariño! ¡Más dentro de mamá! Tú puedes llegar al fondo…”

Yo obedecía a mi madre en todo y sentía un gran goce, por momentos sentía ganas de correrme y se diluían dejándome continuar con las clavadas. Miré la cara de mi madre que mostraba todo el placer que sentía al tener mi maza en su interior, sus gritos se convirtieron en gemidos profundos cuando le llegó un nuevo orgasmo y clavó sus uñas en mi espalda. Sentí el calor de su interior en mi glande y empecé a empujar. ¡Ahora si le estaba penetrando el coño! Sentí como sus labios envolvían acariciando mi polla a medida que iba entrado y saliendo de su coño. Metía un poco más y sus manos apretaban sobre mi espalda sin dejar que nuestras bocas se separaran. Como si mi polla fuera un ariete, lo hacía retroceder un poco para clavársela más, de nuevo su abrazo de placer. Poco a poco la iba invadiendo profundamente y su boca permaneció abierta mientras metía mi lengua en su boca y mi polla en la vagina ulterior de ella, en su maternal vagina. Sentía el calor de su respiración entrecortada…, el calor de sus flujos que salían. Estaba gozando y yo gozaba de su maduro cuerpo. Un último empujón de mis caderas, el más fuerte de todos y mi polla se hundió por completo haciéndole sentir mis pelotas en su vulva. Su cuello se echó atrás y su cabeza se clavó en la almohada, su boca abierta y sus ojos cerrados me indicaban que estaba conteniendo un gran gemido de placer que no podía liberar, apretando mi cipote.





De nuevo retiré mi polla hasta que sentí que mi glande quedaba en su entrada, esperé y sus ojos miraron a los míos, esperando más placer. La besé de nuevo en la boca y hundí fuertemente mi polla en su coño hambriento atravesándola. Sentí como su cuerpo se tensaba de nuevo y como quería gemir de placer, pero mi boca no la dejaba emitir sonidos. Agarré su pelo por la nuca con una mano y tiré, forzándola a doblar el cuello hacia atrás para dejar su cuello al descubierto para que mi boca lo mordiera. Gruñía levemente mientras mis dientes la mordisqueaban en sus pezones y mi polla enloquecida entraba y salía de su mojado coño. Estaba exaltado al tener a mi madre bajo mi cuerpo, retorciéndose de placer, intentando no emitir sus gemidos, clavando sus uñas en mi cuerpo, acariciando todo mi cuerpo que se movía para darle todo el goce posible… y sentí como sus piernas se convulsionaban al tener aquel gran orgasmo, pero no paré, seguí castigándola sin parar de follarla, no tuve compasión. No pude aguantar mucho y sentí que me iba a correr. No alcancé más de dos o tres penetraciones y tuve que acabar con mi polla de su hondura. Torpemente la calé hasta los huevos justo cuando sentí salir el primer chorro de semen que cayó en su mismo cérvix. Su coño agarraba mi polla apuntalando en lo profundo de su intimidad mientras ella que me esperaba con la boca abierta. Aceleré más y sentía que quería estallar dentro de ella.

—“¡¡No puedo más!! Estoy a punto de correrme mamá…”. Le dije.

—“¡Vacíate dentro de mí sin miedo…!¡¡Lo quiero a todo!!”Fue lo único que dijo mi madre.

Aceleré dispuesto a llenar toda su vagina con mi lefa y entonces sentí como Maite me separaba los cachetes del culo y su lengua lamía mi ano. Aquello fue una sensación extrema que me erizó la piel implementando mi gran eyaculación…. No aguanté más. La penetré profundamente aplastando mis huevos en su coño, al tiempo que sentí un punzado en la cabeza de dopamina haciendo reaccionar todo mi cuerpo con el primer chorro de leche espesa que salió para inundarla…. Con cada rápido empujón que daba, mezcla de convulsión y movimiento voluntario descargaba más semen en las entrañas de mi madre. Maite no paraba de lamerme el culo, a la par me estaban volviendo loco envuelto en una sordera crepuscular, soltando chorretones de esperma sin pararen ese mundo aparte creado por el atolondramiento y la flojera que me invadía. La agité con un leve vaivén y otro chorro tras otro salió de continuo eyaculando en el mismo conductor uterino que me contuvo durante nueve meses. Su vagina esperaba mi leche y se la llené bien…pude correrme con todo lo que me quedaba depositándolo allí. Cuando no pude más, una vez había eyaculado, me quedé sobre mi madre y le di besos en su hermosa boca. No le saqué la polla, la dejé dentro para que fuera menguando en su interior produciendo una inseminación completa…. Maite se acostó junto a nosotros y nos miraba. Ella se movió hacia adelante hasta que mi verga estuvo a su alcance y mi glande se perdió dentro de su boca. Mis piernas flaquearon al sentir como su boca succionaba para sacar todo mi semen. Acaricié su cabeza hasta que caí rendido a su lado. Nos abrazamos para dormir, sintiendo el mayor de los placeres que he sentido en mi vida, follar con mi madre.

—“¡Vaya cómo habéis follado! ¡Espero que a mí me des lo mismo!”

La besé en la boca a ella también y después nuestras tres bocas se juntaron para dar un gran beso en el que nuestras lenguas jugaron libremente de una boca a otra. Nunca pensé que mi madre fuera capaz de tener alguna relación lésbica, pero todo estaba permitido esa noche y aquello me gustaba y me excitaba. Me levanté de encima de mi madre y saqué mi sable fláccido de su interior, me tumbé en medio de las dos y descansamos un buen rato. Ambas me abrazaban posando sus enormes tetas sobre mí. Era delicioso tenerlas de tal manera. Los tres estábamos desnudos. Pasados unos minutos, mi madre y luego yo fuimos al servicio. Yo aproveché para limpiar mi recién estrenado badajo para prepararlo para la siguiente ocasión. Llegué de vuelta a la habitación y allí estaban mis dos maduras amantes, una junto a la otra, hablando boca arriba. Me subí en la cama y me coloqué de rodillas delante de ellas. 
Me paré a contemplarlas. Maite, con su fino cuerpo y su depilado coño, tenía los brazos en la cabeza, de forma que sus pechos quedaban apuntando hacia arriba, firmes y turgentes. Mi madre estaba al lado, su coño no estaba depilado del todo, solo rasurado en su pubis y sin pelo hacia su ano, solía recortarse con un vello cortísimo y disperso de forma…, su raja asoma divina entre esos pelitos que la adornaba haciendo un conejito aterciopelado muy atractivo. Estaba algo más rellenita que su vecina y sus ubres caían a ambos lados de su cuerpo por acción de la gravedad ya que eran mucho más grandes que las de la otra. Cogí las piernas de Maite, las doble y las abrí de forma que su raja quedaba totalmente expuesta a mi vista. Pasé la mano sobre ella y noté que tenía un clítoris exageradamente grande. Separé los labios y pude verlo. Era como tres veces más grande que el de mi madre.

—“Voy a comértelo para que me digas si he aprendido bien”, le dije.

—“Todo tuyo”. Me contestó.

Me incliné sobre ella y me coloqué entre sus piernas. Metí mi lengua entre los labios y la empecé a acariciar.

—“¡Qué buen alumno eres! ¡Qué bien has aprendido!”

Después de un rato pasando mi lengua por toda su raja me paré en aquel enorme clítoris y lo chupé como antes le hice a mi madre. Entonces cambió. Parecía que se había vuelto loca. Se agitaba y gritaba como si estuviera poseída. Un momento después me paró y me hizo retirar de su coño. Nunca había visto lo que hizo a continuación. Empezó a frotar su clítoris con la mano revolviendo toda la vulva, y a meterse los dedos anular y corazón como poniendo los cuernos… y al momento empezó a correrse lanzando chorros fluidos…, una gran cantidad de flujos de su coño. Aquello era gritar de placer. Mi madre y yo la mirábamos sin saber bien qué hacer.

—“¡Dios, túmbate que quiero meterme tu polla!” Me ordenó y obedecí al momento.

Rápidamente abrió las piernas y se montó sobre mí, agarrando mi mástil endurecido y totalmente erguido… sentándose sobre él de golpe para que le entrara hasta lo más profundo. Mis genitales se mojaron con sus líquidos al momento y mi tronco entraba en su maduro coño sin problema. Cabalgaba sobre mí. Yo estaba excitado, pero no tenía ganas de correrme, lo que quería era ver cómo disfrutaba Maite de mi polla. No tenía mucha experiencia follando, pero me dio la impresión que se corría una y otra vez. Mi madre nos miraba recostada junto a nosotros. Se afanaba en darse placer con la mano, me besaba en la boca y me sobaba los huevos, mientras su amiga no paraba de chillar y correrse. De vez en cuando me ponía una teta sobre la boca para que la chupara.

—“Ponme el coño sobre la boca”, le pedí a mi madre.

No dijo nada, abrió sus piernas y colocó su raja a la altura de mi boca dándole la espalda a la otra, separó los labios de su coño y mi lengua empezó a trabajar. Era delicioso oler el chocho de mi madre con mi leche rezumando de él aún…. Así como escuchar aquellas mujeres disfrutar de mi cuerpo y sentir como mi verga se hundía hasta lo más hondo de Maite. Ya me había corrido dos veces y podía aguantar las embestidas de mi vecina sin venirme un buen rato…. No sé cuánto tiempo pasó hasta que Maite se bajó de mí, exhausta por los el ejercicio del galope vertiginoso y algún orgasmo que había sentido. Entonces mi madre me retiró el coño de la boca y se sentó sobre mi polla. Movía su culo hasta acoplar su raja vaginal en mi orondo glande y una vez encontrados mí capullo y su bocana, el falo de su hijo la perforó deslizándose en una suave continuidad hasta los mismos huevos… luego entraba y salía de ella agitando su cadera. Se inclinó hacia delante y me ofreció sus tetas para que las chupara. 
No me podía creer como follaba esa señora a la que llamaba mamá...  quien de niño me preparaba los bocadillos de la merienda dándome un beso en la mejilla….  Sentía como penetraba a mi madre y ella gimoteaba mientras me la follaba sin el menor recato. Entonces su expresión cambió cuando empezó a sentir un nuevo orgasmo... solo éramos dos animales danzando en el baile más antiguo de la humanidad. Solté sus tetas y agarré su culo con ambas manos. Lo paré y me moví para penetrarla rápidamente. Sus ojos se pusieron en blanco al sentir el orgasmo. No emitía ningún sonido estridente, solo jadeaba hiperventilando permaneciendo con la boca entreabierta por el placer perdida de sus fuerzas. La agarré con una mano por la nuca y llevé su boca hasta la mía para darle un profundo beso e introducir mi lengua en su paladar, jugando con su lengua en una voraz batalla, mientras la seguía penetrando algo más suave.

—“¡No puedo más hijo!” Me dijo agotada. “¡Déjame descansar un poco! ¡Me vas a reventar de pollazos!”

Se sacó el rabo y se acostó a un lado para descansar. Maite vio que estaba libre y se colocó en el filo de la cama a cuatro patas ofreciéndome su culo para que la follara…

—“¡Vamos semental, mi culo te espera!” Me dijo insinuante.

Me levanté y me coloqué detrás de ella. Agarré mi polla con una mano y la llevé a la entrada de su vagina. La agarré por las caderas y empecé a follarla. Ahora la embestía sin miramiento, con mucha fuerza y con toda la velocidad que me permitían las fuerzas que me quedaban. No tardó mucho en empezar de nuevo a tener otro orgasmo. Sus gemidos eran continuos, no paraba de gemir. Después de un buen rato de penetrarla, posiblemente más de cuarenta y cinco minutos jodiéndolas a las dos damas insaciables, yo estaba sudoroso por el esfuerzo que estaba haciendo al follar a Maite en esos momentos…, empecé a sentir ganas de correrme, pegándome un subidón de adrenalina que me hizo gritar….

—“¡Ya me voy a correr! Ella sin la impudicia que pudiera sentir una vecina con su joven amante espetó…

—“¡Hazlo cabrón, me vas a matar a pollazos si no acabas…! ¡¿Cuánto piensas aguatar más?!”Fue la única respuesta de ella.

Entonces intenté darle más fuerte y empecé a sentir que mi espeso esperma comenzaba a salir hinchándome el glande en su eyaculación. En el momento en que ella sintió mi leche tuvo el último orgasmo, brutal y extremo. Levantó un poco una de sus piernas y mientras yo la penetraba profundamente para descargar toda la lefa contenida en mis agotados cojones, ella volvía a correrse con chorros de flujo fluido y candente en una buena cantidad de nuevo frotándose con descaro el clítoris sobre su capucha como una puta salida. Nos temblaban las piernas por el placer. Le saqué mi polla y me tumbé en cualquier lado de la cama. Ella cayó sin fuerzas y mi madre nos miraba. Los tres estábamos agotados, exhaustos. Yo me había corrido tres veces aquella noche, mi madre otras tantas y de la multi—orgásmica de Maite perdimos la cuenta.

—“Nuria, cada vez que quieras enseñar a tu hijo al nuevo, avísame“.

—“Ya veremos Maite, lo que he descubierto esta noche tal vez sólo lo quiera para mí…”.

—“¡Qué egoísta!”

—“El hijo del  frutero no está nada mal para ti… Te viene muy bien a la medida”.

—“No, no está nada mal y seguro que pronto le daré una nueva alegría”. Dijo soltando una carcajada de bruja. “¡Pues me tendré que con formar con Luisito…!”

Mi madre le imitó mirándome con mi barbilla en su mano diciendo…
“¡¡Éste semental me va a estar follando cada vez que estemos solos en casa…!!” Le miraba absorto en sus palabras, nunca pensé que pudiera oír la palabra semental de ella. “¡Se te han acabado las pajas… !A partir de ahora vas a meter la polla en caliente y mojar tu gorda verga todas las semanas en el hambriento conejito de mamá… y lo mejor de todo... quiero que me lo rellenes de esa  leche que producen tus cojones, cada vez que me folles”.

Aquella noche, después de cambiar las sábanas, pues Maite las había dejado perdidas de fluidos con sus orgasmos, dormimos los tres juntos. Descubrí que prefería a mi madre como amante más que a Maite. Desde entonces hicimos juntos muchas más cosas de las que nunca hacíamos…, aquellas tareas cotidianas de las que siempre me escaqueaba….La compra semanal, las tareas domésticas de casa, ir de tiendas y los recados se multiplicaron, pero lo mejor era la cantidad de tiempo compartido con ella incluso en la cocina…,aprendí a preparar ciertos platos sencillos. Tanto tiempo compartido nos daba para echar un polvo a cualquier hora y lugar en casa cuando estábamos solos, en las vacaciones dentro del agua del mar fue alucinante…, tan solo apartando a un lado la braguita del bikini le zampé mi rabo hasta los huevos. Y así en multitud de sitios. La verdad es que lo pasamos estupendamente, poco a poco el morbo se apoderó de nosotros, llegando al extremo que cuando más nos excitábamos, era cuando existía la posibilidad que nos pillaran, en especial apurando al límite la presencia de papá o de mi hermana…, entonces era cuando más nos gustaba hacerlo. Respecto a Maite volvimos varias veces a repetir con ella alguna pequeña orgía, incluso un día nos fuimos de marcha juntos los cuatro adquiriendo el rol de madre e hijo respectivos…. Por entonces entre mamá y yo se dio una relación incestuosa de amor que cada vez era más fuerte, intensa y afectuosa. Al año de todo aquello Maite se mudó para vivir con un novio que había conocido y no supimos más de ella, sin embargo al chico del frutero no le faltaban mujeres maduras en su puesto de abastos….


CAPÍTULO 3. Se la clavé a mamá cuando asistí con mis padres a una boda familiar. 
Todo comenzó con una invitación a una boda de una sobrina de mi padre. Lo celebraban en un hotel de una ciudad cercana a Madrid, donde vivimos. Acordé con mis padres que yo llevaría a mamá y que él llegaría justo para la boda con mi hermana, pero durante el viaje de ida mi madre me sedujo…. Llevaba una falda, tan apretada que se le veían las bragas cuando se sentó en el asiento del acompañante. Yo, casi mecánicamente y desde luego sin pensar lo que hacía, le metí mano, pero a partir de ese momento las cosas se enredaron, ella quería más y me dejé llevar….

Con ya sabéis mi llamo Lucas, tengo 18 años y vivo con mis padres aún. Mi padre trabaja en una gran empresa y ya cumple con 53 años y mi madre es mucho más joven que él con 42 y asesora de laboral en una oficina de Madrid. No se pude decir que sean la pareja perfecta, son el ying y el yang en todo, es decir, no se parecen en nada. Mi padre muy sobrio, muy trabajador, poco dado a las relaciones y a la farándula. Mi madre muy glamorosa, muy de gimnasio y de salones de belleza y siempre que puede de fiesta en fiesta…. Con estos antecedentes no les extrañará que mi padre me pidiese que llevase a mi madre a la boda, que se celebraba en Segovia, a unos ciento y pico de kilómetros de Madrid y que él llegaría justo a la ceremonia porque ese sábado, cuando se celebraba la boda, tenía que dar salida a un pedido y todos los trabajadores se quedarían a terminar el trabajo, después recogía a su hija al otro lado de Madrid y se vendrían los dos juntos. Así lo acordamos por parejas y así lo hicimos. Mis padres habían reservado habitación en el hotel donde se celebraba el convite, yo en cambio regresaría a Madrid con mi hermana cuando acabase la celebración.

Ese sábado, tras comer a eso de la tres y media de la tarde no marchamos, aunque la boda era a las siete, pero mi madre quería llegar con tiempo suficiente para vestirse en el hotel y charlar con la familia antes de la ceremonia. Nada más recoger a mamá en el coche y emprender el viaje hacia Segovia, supe que el viaje no iba a ser nada aburrido. Mi madre se había vestido con una mini falda tan exigua que nada más sentarse en el coche se le subió la falda y entre sus piernas se le asomaban sus braguitas rosas…. Yo al principio traté de no darme por enterado, pero nada más coger la autopista y relajarme en la conducción, mis ojos iban y venían a la entrepierna de mamá. Como un resorte mi verga se empalmó, imposible no darse cuenta del trajín que me traía mirando de reojo a las braguitas de mamá, por eso ella me hizo un comentario un tanto audaz…

—“Te gustan mis bragas ¡Eh bribón!¡Tú conduce…no quiero que te despistes de la carretera!”

Yo no le contesté, pero hice algo tan audaz como atrevido fue su comentario… le metí la mano entre sus piernas, le sobé superficialmente sus braguitas y finalmente le dije…

—“¡¡Joder mamá que buena estas hoy!! Y te has puesto así solo para sacarme de mis casillas…”

Quizás ese día mi madre ya estaba alterada, quizás se avivó cuando le sobé el chochito, o quizás sencillamente se dejó llevar por el momento, la oportunidad, la situación tan propicia o vaya usted a saber si lo que le ocurría a mi madre en ese momento es que sencillamente se hallaba salida y tenía ganas de joder, el caso es que hizo el comentario provocativo, a la par de irónico…

—“Si no fuera por que llegamos justos hijo, te iba a echar un polvo que te ibas a quedar patidifuso ¡¡Del gusto que te iba a dar te ibas a doblar…!”.Nos reímos de la ocurrencia… se le veía muy avivada.

A veces saltábamos con una entrada de este tipo dándonos a entender lo cachondos que estábamos en esos instantes y la necesidad de aliviarnos, procurando una salida por si al otro no le apetecía follar…, bien así de directos era Nuria mi cachonda madre, y yo. Ella siempre ha sido una mujer con un gran desparpajo, con un físico envidiable, con unas tetas voluptuosas y prietas, aunque sin silicona naturalmente, con pezones erguidos y sugerentes, con unas piernas firmes y largas coronadas por una braguita color rosa que dejaba entrever la tierra del paraíso y que invitaba a fantasear, de modo que le repliqué con otro comentario de semejante índole siguiendo con el juego…

—“Si no condujese te clavaría sin pensarlo dos veces…me deslecharía dentro de ti como un animal”.

A veces unos simples comentarios se convierten en toda una declaración de intenciones, y eso es lo que nos pasaba entre los dos. Ella me insinuó sus deseos de joder y yo mis ganas de clavársela, todo lo demás son simples detalles, pero permítanme que me recreé en los sucedidos ese día, que por circunstancias no programadas ni deliberadas, tuve la inmensa fortuna de clavársela a mamá durante ese viaje que se preveía aciago. Fue cuando salimos de la autovía general y cogimos la de Segovia, una secundaría poco concurrida de tráfico y con una conducción relajante. Yo volví a dirigir mi mano a la entrepierna de mamá, me hice un pequeño hueco entre sus bragas y le metí el dedo en su chochito. Lo encontré húmedo, caliente, receptivo como suponía. Ella hizo algo parecido, me bajó la cremallera, me metió mano a la bragueta y desenfundó mi polla. El momento era colosal, yo frotando el clítoris del apretado coñito de mamá y ella meneándome la polla bajo mi glande tras haberme remangado el prepucio. Había elegido una baladas para que mamá escuchase música relajante durante el viaje, pero enseguida me di cuenta lo inapropiado de la música para ese momento tan especial y busqué, como pude, otra música más acorde con el ajetreo que allí nos traíamos mamá y yo…, un reguetón de Daddy Yankee. Los acordes tan estridentes y sensuales de la música, los olores que se desprendían del conejo babeante de mamá, la placidez de sentirnos pajeados, animaron a mamá a dar un paso más, se agachó entre mis piernas y me hizo una pequeña mamada conduciendo a 100…

—“¡¡Joder, el tiempo que hacía que no me comía un torrado!! ¡Umm, la tienes buenísima hijo!” Fue su más que elocuente comentario a tan suculenta mamada.

—“¡Qué pena que no pueda hacerte lo mismo!” Le dije resignado a mi madre, pero no, ella no se resignó.

A continuación se sacó las tetas del sujetador y como pudo me las acercó a la boca y me las ofreció para mamárselas, lo que desde luego hice al instante. Increíblemente su instinto animal obró en ella un milagro, estaban duras y prietas, su piel tersa y fina, su olor bronco y profundo, exudaba y liberaba olores que te embriagaban, pero cuando con mi lengua le atrapé sus pezones, ahí señores, ahí toqué el cielo. Estaban puntiagudos y enmarcados dentro de una aureola tostada que hacía resaltar su color rosadito. Los chupé con avaricia, con glotonería, con ardor, pero los ardores se ve que eran mutuos, porque a continuación mamá echó mano a sus braguitas y se las sacó mostrándome su esplendoroso chochito. No podía ni imaginarme como me supo su actitud de zorra, al verle el chocho tan arregladito como el de una niña para ese día.






Depiladas las ingles, arreglado el vello púbico que rodeaba su rajita, esponjoso el vello que crecía en su pubis, el coñito más sofisticado que nunca antes había visto. Este chumino no era de los de cuidar y ocultar, era un chocho para mostrar y exhibir, para poner los dientes largos, para empalmar a un muerto…. Mamá acercó sus manos al chocho y abrió ligeramente los labios superiores para mostrarme su clítoris. Estaba húmedo, puntiagudo, inflamado, hambriento de polla. Yo alargaba mi mano a sus tetas y las acariciaba. Sus tetas brincaban entre mis dedos y entre los suyos brincaba mi polla, un cartel nos anunciaba la entrada a la ciudad, yo tenía un ojo puesto en el coño de mamá y otro en la carretera, pero no hice la atención suficiente y de esa guisa entramos en el centro de la ciudad, mi madre con las tetas al aire se la metió pero no dejó de menearme la polla. Deseaba acabarme como fuera y yo también, menos mal que pasó desapercibido a los peatones semejante espectáculo. La llegada al hotel la hicimos casi al límite y mi leche salió disparada a borbotones rociando todo el salpicadero del coche, apenas tuvimos tiempo de recomponernos y arreglarnos un poco entrando en el parking del hotel, y menos mal. No encontramos con una tía, cuñada de mi madre que iba con mi hermana, mi padre vendría finalmente solo. Nada más aparcar se nos acercaron en esos momentos a saludarnos… no nos dio tiempo a limpiar el desaguisado y nos marchamos con ellas al hotel. Antes de llegar a salir, Magda pensó que sería mejor pasar el maletín del coche de nuestra tía al nuestro, se volvió y nosotros continuamos. Cuando me devolvió las llaves se acercó a mi oído y me dijo….

—“¿Qué habéis estado haciendo en el coche?”No supe que me quería decir hasta que caí en la cuenta de la cantidad de leche esparcida por todo el salpicadero sin limpiar….

—“Luego te lo cuento” le dije intrascendente.

—“Vale, pero luego me lo cuentas ¡Eh!”

La muy jodida se percató de la ingente lechada fresca, en clara evidencia de la buena corrida por masturbación.

—“¿Qué te ha dicho?” Me preguntó mamá mientras nos dirigíamos a la habitación.

—“Nada, me preguntó qué hemos hecho en el coche. Ha descubierto la lefa del salpicadero”.

—“Que puta, se ve lo ha deducido y ahora tendremos un problema…. O se lo cuenta a tu padre, dinero o querrá que la folles”,me comentó un tanto molesta.

—“No te preocupes que a quien voy a follar ahora mismo no es a Magda antes que llegue para irnos juntos”, le dije mientras entrábamos en la habitación del hotel.

No nos dimos tiempo ni siquiera a ver la estancia, lo único que nos interesaba era la cama y hacia ella nos dirigimos. Mamá saltó sobre ella y se subió el vestido sobre su barriga. Iba sin bragas, de modo que todo su chochamen quedaba a la vista…. Yo me quité el pantalón casi a tirones y salté sobre mamá, me acoplé entre sus piernas besándonos como dos descosidos lascivos comiéndonos a besos. Mi polla es larga y un poco gruesa, con unas medidas perfectas para que una mujer nunca se aburra de metérsela en el coño una y otra vez…, así que con lo cachondo que me hallaba tenía el rabo tieso como un fierro, tanto que no hubo necesidad de enfilarlo hasta la bocana de su coño y se la clavé, sintiendo su chumino cálido, húmedo y generoso, de modo que la clavada fue portentosa. Creí que a continuación sólo quedaba una buena follada, metérsela y sacársela hasta corrernos los dos, pero si eso pensaban que iba a suceder se equivocan al igual que yo me equivoqué, porque la follada que nos habíamos metido hasta ese momento no era comparable a la que nos metimos a partir de ahí…. Mi madre cruzó sus piernas por encima de las mías y me atrapó como una ventosa. Noté como mi glande se abría paso dilatando la vagina de mamá, sintiendo las paredes apretadas succionar mi cipote, le iba hundiendo poco a poco la verga a cada empellón intentando no hacerlo daño dividiendo su intimidad progresivamente. El culo me quedaba libre y podía manejarlo con soltura, pero enseguida me di cuenta que mamá no sólo disfrutaba con el mete saca, disfrutaba regodeándose con comentarios soeces, eróticos y provocativos….

—“¡¡Que hijo puta eres!! ¡Qué bien se la estás clavando a tu madre!” Me dijo relamiéndose... — ¡No te da vergüenza aprovecharte de una pobre mujer desesperada! Te ha faltado tiempo de follarme…
Yo sentía que ya se la había clavado hasta las trancas percibiendo cada centímetro en la conquista de su gruta materna.
— ¡¡Joder hijo qué dura se te ha puesto y que honda me entra…!!¡Me vas a matar a pollazos! Tus clavadas me están partiendo en dos So Cabrón ¡Uummm! ¡Qué bien te follas a mamá… no tienes hartura!”

Mi polla entraba y salía como pez en el agua en el chumino encharcado de mi madre. Era una delicia sentirla, olerla y oír sus obscenidades que me calentaban poniéndome como un burro, por ello las incursiones cada vez se hacían más y más vigorosas, aunque sus nalgas amortiguaban todas las embestidas. Sabía manejar con maestría su cuerpo y siempre acompasaba su culo con mis incursiones para obtener el máximo de placer y profundidad, procurando que mis pelotas la aporrearan sin cesar…, de modo que mi falo empalándola, mi boca y lengua comiéndomela y mis huevos aporreándole el culo en cada enterrada de mi verga en su coño…, la tenían tan salida que en menos de cinco minutos obtuvo su primer orgasmo….Pegadas nuestras caras, su boca si no luchaba con la mía estaba tan cerca de mis oídos que sus susurros soplaban en el tímpano con sus comentarios calientes…, estos fueron al inicio tímidos pero muy osados, pronto se hicieron frecuentes e igual de atrevidos mientras la ensartaba sin cesar entre jadeos y gemidos no cesaba de comentar la jugada poniéndomela cada vez más dura….

—“¡¡Como jodes cabrón!!¡¡Te gusta el incesto, Eh! ¡Eres un pervertido follándote a tu propia madre! ¡¡Hijo deputa ME QUIERES PREÑAR!!”
Yo luchaba por aguantar lo máximo posible sin eyacular, más con su voz melosa castigándome los oídos era casi imposible no correrme como un caballo…
— ¡¡Te voy a tener jodiéndome hasta que me canse!!” pero no, no hubo problema esa tarde como no la había nunca…, mamá no se cansaba de joder, era infatigable follando… — “¡Quien me iba a decir a mí que tenía un semental como tú en casa!”

Y yo sin saberlo se abría de piernas, me atrapaba entre sus muslos, me mordisqueaba los pezones, me clavaba las uñas en la espalda, se arqueaba y me embestía con su pelvis ensayando una mayor profundidad y cadencia de las arremetidas, pero sobre todo me incitaba con su comentarios a joderla, a clavársela, a follarla, a preñarla ya consumar el incesto completo a pelo, buscaba mi mejor corrida a pajera abierta en el fondo uterino de mi madre… ¡¡Nos estábamos metiendo un polvo de antología!!No fue hasta pasados más de diez minutos sacándola y clavándola dentro de su acogedor y generoso chumino cuando noté que se corría otra vez, pero esta era la gran corrida…. Todo su cuerpo se puso en tensión, su respiración se agitaba hasta el máximo y sus estertores eran sacudidas que hacían temblar la cama. Mientras se corría toda una retahíla de insultos salían de su garganta…

—“¡¡Cabrón, HIJO PUTA, pervertido incestuoso y degenerado!!¡Cómo jodes CABRÓN y que hijo puta eres! ¡Las veces que vas a chuparme el coño so mamón!”

Yo comencé a correrme un pelín antes que ella, lo suficiente para darse cuenta de que me estaba deslechando en su fondo vaginal…

—“¡Joder cariño, tú también te vas a correr! ¡Así, eso es así… lleno quiero el pobre coño de tu madre con tu leche…! ¡Aaaaggg, Ummm! ¡Con una de estas me vas a preñar…!”

Para tensarse aún más si era posible, y parece que lo fue, porque al iniciar su monumental corrida aullaba como una loba y yo gemía cual verraco inseminando a su cerda…

—“¡¡Oooohhhggg!! ¡Mamá que gusazo…! ¡Uuummm!”

Aquello era una coral de sexo salvaje, mi madre con los ojos en blanco atenazándome con sus brazos y piernas alrededor de mi cuerpo convulsionando como una perra en celo, me atraía hacia ella para que me vaciara en las profundidades de su útero, deseaba todo mi esperma y yo se estaba dando sin recato alguno…. Sentía cada chorro de leche dispararse contra la pared vaginal de mi deseada madre, percibía como ella al tiempo que se corría, sus paredes vaginales apretujaban mi tronco enervado, succionándolo para tragar cada chorro de lefa que iba concatenando a cada esténtor que mi tenso cuerpo tenía, en una húmeda, caliente y acogedor chumino inigualable ¡¡Fue más de medio minuto salvaje de placer sumo!!Y que bien controlaba sus músculos vaginales…. Se puede decir que podía morir a gusto tras experimentar el máximo deleite que un hombre puede albergar, al quedar completamente vacío de la semilla que todo macho produce para fecundar a la mejor hembra sobre la faz de la Tierra, y esta hembra es sin lugar a dudas Nuria, MI MADRE.

Sudorosos nos comíamos las lenguas intentando recuperar el aliento, las fuerzas también se agotaron terminando agotados y exhaustos…, mi madre tardó una eternidad en normalizar su ritmo cardiaco y respiración, teniéndome aprisionado con sus piernas hasta que se fue calmando. Pero no, no crean que se levantó de la cama y se fue a darse una ducha, antes aún tenía que ponerme tareas… hablamos pausadamente sobre nuestra posición vulnerable frente a mi hermana y la única solución rápida era hablar con ella o tirármela, mi madre pensó rauda la mejor solución…

—“Te tienes que tirar a Magda, la muy puta de tu hermana se puede ir de la lengua y así no le queda más remedio que callarse. No se conformará con poco, así que le diré que a partir de la próxima semana se pase por casa para echarle otro polvo, y al fin de semana siguiente lo mismo. Y con respecto a mí… Quiero que me la claves al menos dos veces por semana, y quiero…”.

Bueno, ni decirles que lo que mi madre y yo deseábamos más que nada era follarnos a cada oportunidad, pero insistió antes de soltarme en lo de Magda. Ella hablaría primero con su hija poniéndomela a punto de caramelo y después entraría yo en acción….Su estrategia era muy simple y a la vez complicada de cumplir si mi hermana no entraba al trapo… No tenía ni idea cual sería la conversación…, Si convencer a una chica para que se acueste con un chico es difícil, imagínense tratar de persuadir a una fémina de 20 años para que se deje tirar por su propio hermano pequeño, mucho le tendría que ofrecer mi madre para que cayese en la trampa del incesto filial, así que mi madre se explayó diciéndome…

—“¡¡Te la follas hoy mismo!!Durante el baile llévatela fuera del salón, al parking y en el coche se la metes. Yo estaré atenta, y llegaré con cualquier excusa cuando te la estés follando, para que sepa que yo lo sé. Además me servirá para regodearme viendo a mis hijos jodiendo, y de paso quitarme de encima el marrón de su rencor…. No quisiera que Magda me tuviese envidia y sentirme además de una madre incestuosa, una PUTA”.

—“Vale mamá”, le dije para que me soltara, porque estaba viendo que mi padre nos iba a pillar in fraganti.

Después de la ceremonia nos fuimos al banquete en el hotel donde estábamos instalados…, mi madre estaba impresionante con su vestido grana de blusa súper escotada y pantalón en raso, debía de ser la envidia de muchas de mis familiares allí presentes. Observé a mi madre y mi hermana charlando por largo rato, me lanzaban miradas de vez en cuando, y lo que empezó un tanto acalorado en el extremo de la barra del bar, se iba convirtiendo en una conversación sosegada. “Mi madre lo está consiguiendo”, pensé al ver a Magda más calmada sonriéndome. Comimos mi hermana y yo juntos en la misma mesa, mis padres por otro lado…, al acabar comenzaron a poner música y animé a Magda a que me acompañara para animar la fiesta. Me miró de lado poniendo una boquita de golosa que no podía ocultar… Aceptó. Al pasar por delante de la mesa de mis padres, mi madre me sonrió guiñándome un ojo. Llegamos a la pista, y bailamos separados hasta que pusieron unas más tranquilas, nos agarramos diciéndome al oído…

—“¿Me vas a decir qué has hecho con tu madre en el coche cuando veníais?”

Me preguntó Magda bailando muy pegados después del banquete. –“Nada que no sepas. Me miraba gesticulando para que continuara…“le estaba chupando las tetas y ella me la pelaba…”,le dije sin inmutarme de sopetón.

—“¡Qué pasa, que te gustan las tetas de las viejas! Y no respetas ni siquiera a tu madre….”, me volvió a espetar molesta por la respuesta, o tal vez envidiando a mamá.

—“¡¿Quieres que te las chupe a ti?!No tendría ningún reparo…”Le pregunté directamente…

—“Que más quisieras tú”, me replica sin demasiada convicción. “¡Pero si todavía no eres todo un hombre como Dios manda…!”Me puso medio enfadado por su provocación.

—“De veras aún me ves cómo tu hermanito pequeño. Anda vamos para fuera y te demuestro lo hombre que soy… te la voy a clavar en tu chochito hasta que digas basta”.

—“¿Y dónde me lo vas a demostrar…?”

A la vez que me decía esto se dejaba llevar por mí, mientras la encaminaba hacia el exterior del hotel y nos perdíamos en el jardín para finalmente bajar al parking subterráneo del hotel donde teníamos el Nissan todo camino. Magda tenía un chochito muy apretado y encantador, unas tetitas deliciosas por lo que intuía en el bikini cuando nos bañábamos juntos en la piscina o la playa… seguro que mi polla tendría dificultad para perforarlo….


…Mi hermano y yo nos metimos en el asiento trasero del Nissan Qashqai, tenía mucha curiosidad por saber hasta donde era posible llegar con mi hermano, si era tan macho como mi madre me explicó en el salón y si yo era capaz de romper los límites de las líneas rojas del incestoque con tanta facilidad mi madre y mi hermano habían logrado. El auto es un vehículo amplio y la parte trasera era lo suficientemente cómoda como para gozar de un buen polvo en todas las posturas posibles, y lo digo por experiencia, el verano pasado me tiré a dos a lo largo de las vacaciones gozando como una perra. Él metió la mano en su pantalón y le pedí que me la enseñara… También se le dejé que metiera sus dedos dentro de mí cuando con la otra mano se manoseaba su polla fuera del pantalón, mis manos fueron hacia ella, la acaricié y bajé mi cabeza, la metí en la boca mientras giraba mi cuerpo para que el siguiera tocándome. ¡¡Pufff!! Era gruesa, su capullo estaba empapado de sus preludios de semen, aquella polla que parecía estar a punto de estallar, me hizo que necesitara correrme, y tenerla dentro de mí. Sin dejar de mirarle y con la falda recogida por la cintura me seguí acariciando mi coño, mi clítoris hasta que no pude más. El ruido de un vehículo hizo que parasemos, cuando el coche se marchó me dijo….

—“¡Vámonos arriba a la habitación del hotel!

—“¡No! Yo quiero que te corras aquí”.

—“Puede vernos alguien”.

—“Por eso quiero que lo hagamos aquí es mucho más excitante…”.

Me cambié de asiento y me senté encima de él, bese su boca de nuevo y el dirigió su polla a la entrada de mi babeante coño retirando el tanga a un lado de mi vulva….Y su estaca entró fácil de un solo golpe certero dentro de mí empalándome hasta los huevos. Empecé a mover mis caderas para sentirla en todo su esplendor, él hacía pequeños movimientos de meter y sacar, pero era yo quien me follaba a mi hermano… ¡¡Este crío no sabía las ganas que le tenía!! Unido a lo salida que estaba tras cuatro meses sin novio, me subía por las paredes por tener a un hombre dentro de mí. Cuando vi toda esa cantidad de semen esparcido por el salpicadero, me imaginé a mi madre con las tetas al aire pajeando a mi hermano dentro del coche en medio de la carretera, casi no me lo podía creer que hicieran eso como dos niñatos insensatos, pensé que si se comportaban así en público, que no pasaría en privado…, me escandalicé hasta que mi madre me calmó con sus explicaciones y la historia de los dos, así que me invitó a participar en un círculo tremendamente cargado de amor fogoso e incestuoso morbo. Muchas veces me había pajeado pensando en el cuerpo de Adonis de mi hermano, pero tal aberración se difuminó con el tiempo… ahora tenía la oportunidad de gozarlo y sacarle un pico a mi madre…, un beneficio allí por donde se mire, si obviamos el hecho de que follarse a un hermano no es de lo más natural, o eso pensaba yo hasta esos momentos. Sí, mi cabeza daba muchas vueltas, pensaba en mil cosas entre ellas…, me sentirá mojada, excitada, deseosa de correrme, pensará que soy una puta…poco me importó, pues mis movimientos se hicieron más rápidos, sus manos buscaron mis tetas, las liberó y su boca llego a ellas, las mordió buscando mis pezones, rodeé su cabeza con mis manos y besé su boca entre gemidos de placer…

—“¡¡Joder que gusto!! ¡Cómo entra la verga de mi nene! ¡Y qué pedazo de pollón se gasta el cabrón!”

Empecé a correrme con aquella tranca incrustada hasta la bolas, no tenía los 20 centímetros pero casi, y su capullo era una bola enorme más gorda que el resto de su cipote. Relajé mi cuerpo para sentir la corrida mientras el golpeaba su pelotas en mi culo mucho más rápido, me corrí entre suspiros sin dejar de besarle notando ese par de bolas de derribo que bien me podrían hacer un buen moratón. Convulsioné entre esténtores corriéndome a placer sobre aquel macho, sintiendo como el grosor de la raíz de su pollón me abría el coño, al mismo tiempo que me llenaba de polla toda la vagina hasta el mismo útero con los huevos aplastados por mi culo… Todo ello me generaba un deleite inimaginable, y pensar que me negué varias veces a probar a este macho por lo anti natura que me parecía. Ahora era distinto, no pensaba en mi Lucas sino en otra cita, la oscuridad ayudaba así como que los hombres cuando follan no suelen hablar, y mi hermano taladraba como una máquina mi coño sin decir ni “Mu” solo jadeos y algún que otro gemido de penetración dura…. Relajé mi cuerpo y apoyé mi cabeza en su hombro, él la sacó del coño rozando mi culo con ella mientras chorreaba mi flujo sobre sus muslos. Acto seguido tras correrme a gusto, levanté mi cuerpo y cuando la punta estaba enfilada me dejé caer sobre ella, la polla entró en mi conejo hambriento como un misil en el agua, dándome un goce inmenso otra vez…, su roce de venas hinchadas y el olor a macho me embriagaban. Me hice hacia atrás y su mano volvió a mi clítoris mientras su polla bombeaba en mi coño cual martillo pilón, con sus bolas subiendo y bajando al ritmo espasmódico de la jodienda, ¡Me daba sin contemplaciones!

Todo aquello tuvo su culmen a la casi media hora de estar follándome a pijo sacado…, aguantó mucho el chico donde lo normal es que llegasen a cinco minutos conmigo. Fue delicioso sentir sus aldabonazos de ostensibles lechazos dentro de mi útero, no reparé en ponerle un condón, que por cierto no llevaba encima, hubiera dado igual. Para ser justos yo me había corrido mucho antes con un gusto vibrante, casi dos mientras en esos minutos de placer, él soportó las embestidas sin llegar a la eyaculación, tal vez porque ya venía pajeado de casa por mamá y bien follado por ella en el mismo hotel…, eso lo sabría días después cuando me contaron toda la historia de sexo incestuoso, los polvos con la vecina y el hijo del frutero. Bueno aun así sus orondos cojones fabricaron una buena dosis de lefa como para fecundar a una yegua. Me sentí tremendamente complacida en ese momento de percibir el primer chorro de esperma licuado inundando mis entrañas, mientras su verga no paraba de eyacular semen a raudales a chorretones intensos, ambos nos hallábamos abrazamos en un solo ser…, su polla seguía dentro de mí evacuando hasta la última gota de su semilla dejando sus testículos secos por esa noche. Al cabo de unos minutos la sacó mientras su lengua se metía en mi boca de nuevo….

—“¡Eres maravillosa!”

—“Seguro que nuestro padre no pensará lo mismo si se entera”.

—“Porque se va a enterar…, ya somos mayores de edad ¡¿No?! Además… ¿Cuánto tiempo hace que no disfrutas tanto?”

—“Mucho, como puedes comprender estando ahora soltera no follo a menudo…, ni recuerdo la última vez, pero ninguna ha sido igual que esta vez ¡Tú has hecho correrme dos veces! La mayoría de las veces ni siguiera una”.

Una vez que acabamos de corrernos, nos recostamos cada uno contra su lado del coche y sin dejarnos de mirarnos, le permití que tuviera a su vista mi coño desnudo totalmente depilado chorreando lefa, y él dejó justo al final de la camisa entrever su polla.




—“Supongo que mamá dirá lo mismo de mí…, esto ha sido algo más que sexo”.

—“¿Me estás pidiendo matrimonio?”

—“Si no tanto al menos un compromiso que lo mío con mamá no saldrá de este trío…”.

—“Ok Guapo… estoy dispuesta al compromiso contigo y mamá, porque me has sorprendido gratamente… ¡Eres todo un hombre, un MACHO… ¡¿Sabes nene?! ¡¡Creo que eres el semental que andaba buscado!!”

—“Entonces lo podemos tomar como una terapia familiar…”

—“Por supuesto, una terapia en la que te pienso dar mucho más sexo… Ahora mismo”.

Volví de nuevo a mi asiento para dirigir mi boca a su polla que aún se mantenía inflamada pero no tan rígida como un mástil, me la metí y empecé a mamarla devorándola con lujuria volviéndome loca de complacencia…, en poco tiempo se hallaba erguida en todo lo alto con una dureza propia de un fierro…

—“No pares Sara por favor quiero correrme en tu boca”

—“¡¿Quieres que sea un completo, me has follado el coño, ahora quieres mi boca y al final querrás mi culo…?”!

—“Pues te pienso dar ese placer cuando me demuestres que me amas…”.

—“¡Eres un cabrón !De momento te voy a hacer la mamada del año”.

Seguí chupándola hasta que su corrida llego a mi garganta. El chico aguantó de lo lindo, la mandíbula se me quedaba tiesa como entumecida, y los labios en carne viva de tanta fruición en la rugosidad de su dura verga venosa. Otra cosa no, pero mamar sé y me gusta un rato, me podría ganar muy bien la vida tragado pollas y su lefa, pero allí estaba con la misión de satisfacer al semental que me preñaría a la primera de cambio…, continué mamando su mostrenco hasta que le saqué la última gota de leche licuado apretando con mis labios su polla….

—“¡Esto hay que repetirlo! ¡Que mi hermanita sea tan putilla es una agradable sorpresa…!”

—“No lo dudes, pero la próxima vez será en una cama, en casa o en mi piso…¡Quiero desnudarme para ti!”

En esa estábamos cuando vemos a mi madre entrar en el vehículo, se excusa que iba a buscar algo en la guantera. Nos pilló cuando me estaba poniendo las bragas, y pronto comprendí el plan estratégico de ambos, el vello se me erizó de alegría, vergüenza o ansiedad por pura excitación, así que me enfrenté a mi madre para reclamar mi parte en el festín. Lo que quedó claro desde ese día fue el compromiso de disfrutar del sexo en familia…. Mi madre casi a diario y yo solo en las ocasiones asiladas que visitaba a mis padres o mi hermano venía a mi piso de estudiante en donde solo hay una cama que compartimos…. Unas semanas después no tardaría en suceder la noticia de su potencia habiéndome fecundado…, la falta de costumbre de tomar la pastilla y el estrés de los exámenes del segundo trimestre provocaron el desaguisado, máxime cuando mi hermano no se ponía protección en ninguna ocasión. Aquel domingo de comida familiar me hice la víctima al comunicarles a mis padres y hermano que estaba preñada. Mi padre se tragó lo de un polvo ocasional una noche loca de fiesta con un desconocido, mi madre y Lucas, que es el padre de la criatura, sabían sin lugar a dudas quién era el autor de la panza que me habían hecho….

…Mi hija quedó fortuitamente preñada de su hermano, tal vez la única cosa que no programé de aquel acuerdo con mis hijos…, y tras unos días de dudas si debía abortar o no decidimos que debía continuar con el embarazo hasta el final, lo increíble de la situación es que ocurrió lo más inesperado… solo un mes después de saber que Magda se hallaba preñada de su hermano. ¡¡Yo también estaba preñada!! Y probablemente del mismo macho fornicador, a mis 42 años volvería a ser madre por tercera vez. El semental de mi hijo pasó de ser un chico virgen, a preñar a dos mujeres casi a la misma vez. La sorpresa cayó como una jarra de agua fría en casa, no nos habíamos levantado del golpe de mi hija cuando yo misma avivé el desconcierto. Mi marido quedó descolocado, pero me posicioné ante él ¡Tendría a mi tercer hijo!, posiblemente el último pese a que me soliviantara la incertidumbre de mi edad por dentro.

Quien más se divertía de toda la situación era LUCAS…, y no era para menos, porque no tenía que sufrir las molestias de la preñez de ninguna de las dos mujeres con una barriga descomunal por casa, tenía la moral subida al verse como el macho alfa sabiendo que las dos panzas habían salido de sus testículos, y para rematar las muy tontas no parábamos de pedirle más sexo, aún con el vientre más grande que echábamos semana a semana. A la larga mi preñez ha servido para que mi marido y yo seamos ahora un matrimonio mucho más comprometido con nuestros hijos, especialmente él, que cuida de mi hija y de mí con toda la dedicación que su trabajo le permite…, delegando en Lucas cuando viaja ausentándose varios días. Mientras tanto mi hija y yo seguimos buscando sexo de todas las maneras posibles con quien realmente nos produce morbo… EL MACHITO. 

Sé con certeza que mis hijos se pegan su buen lote de sexo en casa, los oigo follar muchas veces en sus habitaciones e incluso en el coche…, y cuando coincidimos los tres solos en casa…nos atrevemos a hacer un trío con mi hijo y ambas hembras preñadas. Ahora a los cuarenta comparto con mis hijos un sexo increíble, esa libertad sexual que me reprimí cuando tuve la edad de ellos conformándome solo con mi novio, hoy mi esposo, aunque lo que más fastidia es la NO participación de mi marido en la Terapia de Amor Familiar por sus restricciones mentales, estas le impiden estar abierto al más genuino deleite de un ser humano, portado en los genes desde los más lejanos ancestros pululando por la sabana, engendrando en pequeños clanes familiares. Participar los cuatro en una orgía familiar sería algo tremendo, porque El amor incestuoso es algo natural, que la sociedad “civilizada” coarta tachándola de amoral. Yo solo puedo decir que sentir como me ama mi hijo, y verlo vaciarse dentro de Mí es lo más apasionante que me ocurre al día. Al final quedaré con mi marido en casa, y mis hijos decidirán vivir juntos formando una familia feliz atípica, él tendrá que aceptarlo porque… ¡Mi hijo volverá a preñar a su hermana! Se quieren mucho, más de lo que imaginaba dado su comportamiento anterior a su primer encuentro sexual… están bien avenidos y se compenetran muy bien. No saben cuanto me alegro por ellos y por nuestra familia.



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