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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Una cena familiar

Todo empezó cuando fui a una Cena Familiar…, no me apetecía pero terminé yendo… nunca pensé que me llevaría la gran sorpresa que me esperaba ¡Jamás imaginé una situación así!




Esa noche nos íbamos a cenar todos a un reputado restaurante Japonés. A mí no me apetecía demasiado, lo que quería realmente era salir con mis amigas, pero tenía que cumplir un castigo por malas notas y no podía escabullirme. Mis padres iban locos intentando vestir a mis dos hermanos pequeños mientras yo me ponía guapa con la esperanza que después de cenar, me dejaran salir con mis amigas un rato a perrear por ahí.

– ¡Liana baja ya! ¡Que se nos hace tarde! Vociferó mi padre desde el recibidor de casa.

– ¡Ya bajo papá! Terminé de perfilarme los labios “Red Russian”, me miré en conjunto al espejo y con una sonrisa me guiñé el ojo a mí misma, me veía preciosa.

– Niña, ¿no había ninguna falda más corta? ¿Y esos labios de rojo intenso…? Me dijo mi padre resignado mientras le daba un beso en la mejilla e ignoraba su comentario.

– Déjala, ya no es una niña… dijo mi madre en mi defensa.

A él todavía le costaba asimilar que su pequeña había dejado ya hace un tiempo de ser una niña para convertirse en toda una mujer con un cuerpo escandaloso de actitud descarada y desafiante…. El restaurante estaba a tope, pero mis padres habían reservado mesa, así que pudimos sentarnos sin problemas… mientras mis padres intentaban que mis hermanos se sentaran en sus sillas comencé a observar al resto de mesas y me di cuenta que había un hombre que no apartaba su mirada de nosotros o de mí. La verdad es que estaba en una edad en la que empezaba a darme cuenta del poder que otorgaba mi atractivo y lejos de incomodarme me gustaba sentirme observada por esos hombres. En esta época solía sentirme atraída por tipos maduros, que pudieran tener la edad de mi padre y un atractivo fuera de toda duda… Este era de facciones masculinas ensamblado en un polo que le quedaba de miedo bajo la chaqueta informal. No hay color en la seguridad en sí mismo que mostraba ese hombre, destacando sobre las inseguridades de los chavales de mi edad y eso me ponía muchísimo. Mis padres tenían bastante faena con mis dos hermanitos y mis miradas descaradas con ese atractivo desconocido pasaban completamente desapercibidas para ellos.


Tras un buen rato así,
me dispuse a ir un paso más allá y me levanté con la excusa de buscar a algún camarero para pedirle una Coca-Cola. Mi intención no era otra que la de acercarme a ese ejemplar para intimidarlo y mostrarle mis encantos para nada adolescentes. Él no dejaba de mirarme haciendo caso omiso a quienes lo acompañaban en la mesa y con todo el descaro de una niña sin prejuicios, le guiñé un ojo y le sonreí pícaramente mientras me contorneaba con una sensualidad desmedida, consiguiendo que las miradas masculinas que se centraban en mí, se multiplicasen sin remedio. Tras conseguir mi refresco de cola pasé por su lado rozándolo sutilmente y me fui alejando lentamente, sabiendo que su mirada estaría focalizada al final de mis largas piernas. Una picardía me pasó por la mente y acto seguido sin cuestionármela la llevé a cabo. Mientras iba caminando hacia mi mesa cogí, con la mano que tenía libre, mi faldita de vuelo y la levanté. No fue más de un par de segundos pero sabía que le había dado el tiempo suficiente para haberme visto mi precioso culo, y eso me había puesto a mil. Tras sentarme de nuevo observé cómo me seguía lanzando ojeadas, pero en esta ocasión comenzó a retarme lanzando vistazos en dirección al pasillo que llevaba a los baños, el morbo se incrementaba teniendo en cuenta que alguna de las mujeres que le acompañaban debía de ser su esposa, por las apariencias de ser tres parejas de amigos cenando amigablemente.


Entendí perfectamente al juego que me quería llevar y con una sonrisa cómplice le hice ver que lo aceptaba. Bebió un largo trago de su copa de vino y se dirigió con parsimonia hacia los baños, no pensaba llegar hasta el final, pero la adrenalina de ver mi poder sexual sobre un macho de tal calado, me avivaba a continuar sabiendo que podría parar en el momento que yo deseara, ¡Lo tenía todo bajo control! Me sentía tan segura de mí misma que tenía al mundo bajo dominio de mis caderas. El corazón se me aceleró ante mi atrevimiento y segundos después me excusé de mi familia diciendo que tenía que ir al baño. Al entrar en el pasillo allí estaba él, realmente estaba buenísimo y sexy a rabiar mientras se fumaba un cigarrillo y aparentaba una tranquilidad absoluta. 

Nos quedamos uno frente al otro, soltó una mirada fugaz para comprobar que no había nadie más, me cogió dulcemente de la mano y me metió en el baño de hombres. Sin perder un segundo me llevó hasta uno de los cubículos… cerró el pestillo. Resultó ser el de minusválidos con mayor espacio para movernos, pero a pesar de ello, el espacio se reducía con nuestros dos cuerpos contornándose… podía sentir con fuerza, su embriagador olor a perfume masculino. Era un hombre alto y bastante corpulento. Con delicadeza me guió para que me sentara en el váter y a partir de ahí quedó claro lo que él quería de mí, y yo en el fondo también. Si me hubiese pedido follarme, tal vez lo hubiera rechazado, pero una mamada no me podía más que gustar. No me anduve con titubeos, quería aparentar una seguridad y una experiencia que ni de lejos tenía.

– Deseo tu boca golosa, me dice con descaro una voz profunda.

Me giro y le rodeo con mis brazos de inmediato nos volvemos a besar sus manos atrapan mis nalgas provocadoras y siento el tamaño de tu verga a través del vestido. Mi mano baja descarada a su pantalón y atrapo su verga tan deseada, aprieto fuerte sintiendo el rigor de la erección y el tamaño de su deseo. Tras un inicio de tanteo comencé a chupársela con suavidad sobre la tela de lino, tallándola de un extremo a otro.

– Es toda para ti amor, sácala a tomar el aire, obedezco mirando a la puerta, por si de improviso entran.

Desabroché su cinturón y metí curiosa mi mano en busca de su masculinidad bajo la cremallera, por el tamaño saco con dificultad su verga del pantalón cuidadosamente. Con su ayuda, no tardó en aparecer. Sin proponérmelo demasiado me encontraba ante la primera polla de verdad en vivo que había visto en mi vida. Las que había pajeado hasta ahora, solo eran de chicos con apenas 15 cm de picha, esta era una verga madura, hecha y derecha. No me tembló el pulso cuando la agarré suavemente con mi manita para sentir su calor y notar cómo crecía, se endurecía y palpitaba… estaba fascinada con su tacto, su dureza y su tamaño…, mis dedos no abarcaban el contorno de su raíz. Le bajé del todo los calzoncillos y tras esa acción aparecieron un par de huevos frondosos colgando de ese pollón, no era un cipote extremadamente largo pero sí recio…, con todo y con eso no bajaba de los 20 cm de largura, con un grosor que daba miedo ¡Era un tranca tremenda!

Tras acariciarla unos segundos me dispuse a besarla. Le di unos besitos lascivos mientras le mantenía la mirada hasta que una de sus grandes manos se apoyó en mi cabeza y supe que había llegado el momento de probar realmente a que sabía una verga…. Internet me había ayudado a documentarme bien en el arte de comer pollas y no iba a desaprovechar la oportunidad de ponerlo en práctica… La muevo subiendo y bajando el prepucio…. “La tiene bien buena el macho” pienso sin atreverme a decírselo abiertamente, mientras siente mis uñas agarrando sus huevos, que también acabo de sacar fuera del pantalón. Cogiéndole la verga le hago moverse a una posición sobre el váter más cómoda para mí… nada más llegar me abro de piernas acomodándome ante el delirio de darle mis primeras lamidas en la verga que le hacen suspirar de placer. Mis labios sensuales rodean la punta y poco a poco la mamada se va haciendo más profunda, hasta meterme la tranca en mi boca a más no poder… se mueve adelante y atrás follándome la abertura, con su mano en mi cabeza marcando los tiempos, me hace tragar todo… mi mamada es increíble…

– ¡Mmmm que bien la mamas… no te detengas ni un momento amor! 

Mi mano rodea su falo por la raíz mientras la punta entra y sale de mis labios apretados… la saliva espesa resbala perezosa por tu tronco haciendo un sonido delicioso… 

– ¡Me vas a correr muy rápido… con esos chupones! Me dice…

– ¡Es que Quiero tu leche! Le digo tras desahogar la boca llena de carne dura, luego continuo con la mamada con más ahíco.

Mis manos se habían posado en su prieto culo y las suyas me acariciaban el pelo mientras jugaba a meter en cada ida y venida un trocito más de polla dentro de mí. Durante la felatio de tan solo el glande, se escuchaba a gente que entraba en los baños pero yo estaba a lo mío con la tranquilidad de saber que nadie podría vernos. En pleno momento de frenesí se escucharon voces claramente reconocibles, mi padre con uno de mis hermanos. Me quede paralizada, el miedo de que me pillaran me atormentaba e interrumpí la succión de rabo. Pero apenas unos segundos después mi maduro desconocido pegó un tironcito en el pelo e introdujo su polla de nuevo, comenzando otra vez pero sintiendo que en esta ocasión, no era yo quien marcaba el ritmo. Sí que empecé a besársela, el glande, la base de su rabo, recorría el tronco con mis labios, pero sin metérmela por completo en la boca…

– ¡No me des besitos, nena…! Lo que tienes que hacer es metértela hasta la  garganta. Seguro que lo has hecho o visto en más de una peli porno, ¡¿no?! Pues ya sabes.

Comenzó literalmente a follarme la boca, agarrándome de la cabeza con ambas manos y poniéndome en apuros por momentos, sintiendo que nos iban a pillar en cualquier momento. Noté de nuevo el silencio en el baño, me relajé volviendo a centrarme en esa enorme mole musculada, plagada de hinchadas venas inundando mi galillo e impedía que pudiera respirar con normalidad. Lo intenté…empecé a meterme más rabo en la boca, pero me costaba, no me había tragado ni la mitad cuando retrocedí, me sujetó la cabeza antes de que me la sacara del todo, así que volví a tragarme una buena porción de su  gran falo. Así estuve, a un ritmo que intentaba ser constante, pero algo torpe y lento, sin ser capaz de tragármela entera. En un momento dado me dio un amago de arcada y se apiadó de mí… me dejo tomar aire…, joder, era mucho más difícil de lo que me parecía viendo porno… Y eso que había jugado a veces en casa con plátanos simulando una mamada…

– ¡Ahora prueba a chuparme solo el capullo! Y agárrame los huevos con tu manita de putita…

Empecé a lamérselo con la lengua sujetando los pesados cojones repletos de semen del maduro, estaba muy húmedo por mi saliva y sabía tan fuerte a macho como olía por el líquido pre seminal. Pese a mi inexperiencia empezaba a babear excitándolo… Era tan diferente a olor de los críos a quien pajeaba que me mojé entera.

– ¡¡Métetelo en esa boquita nena…vamos trágate mi glande!! ¡Ummm! ¡Eso aprieta un poquito los labios, y succiona, niña!

Eso hacía, era más fácil que intentar tragarme todo su pollón…. Jugaba con su glande, apretándolo con mis labios, rozándolo con mi lengua, tragando las babas que escupía, me lo puso fácil y el resultado final era el mismo para ambos. Por su parte, colocó su mano en la base de la polla y empezó a pajearse, rápido y duro…

– Muy bien preciosa, muy bien, sigue así, no te lo saques de la boca. ¡Vas a probar la mejor lechada!

Yo estaba muy excitada… era prácticamente una cría en mi primera experiencia sexual con un hombre, solo había practicado unas cuantas pajas a algún salido de mis amigos…, pero aquello era diferente, era sexo de verdad y la sensación de mis labios recorriendo cada centímetro de su verga es deliciosa, cuando siento de pronto la tranca estremecerse a cada lamida. Eran los síntomas de estar a punto de correrse en mi boca….

– ¡No aguanto más preciosa…! ¡Aaaggg! ¡Tómala nena, bébete mi lefa espesa!

Dijo entre jadeos poniendo sus dos manos en mi cabeza mientras mete su verga aún más profunda, al tiempo que gime como un verraco y comienza a eyacular toda su leche en mi boca golosa. Ni si quiera me di cuenta que estaba a punto de correrse, pagando la novatada de su impunidad para echar toda su lefa en mi boca… Jadeaba y el ritmo de la follada oral era frenética, yo lo acompañaba con mis succiones… mi mamada era igual de continua que había sido su mano. Al eyacular me agarro fuerte de la nunca apretándome contra él. Finalmente sentí como el ritmo se desaceleraba y se contrajo segundos antes de la gran explosión que me pilló totalmente por sorpresa…, noté su polla hincharse adquiriendo mayor dureza en el momento de descargar toda su leche en mi boca… eso lo sabía de las pajas. 

Sentí mi garganta inundada de ese espeso líquido cremoso que me provocó una leve arcada…, su polla salió de mi boca y varios brotes de esperma salieron entremezclados con mi saliva… Noté el primer chorro de leche y seguido uno mucho más largo y cuantioso, seguidos de otros dos grandes chorros de espeso engrudo que me llenaron toda la garganta de blanco y gelatinoso engrudo…. Fue la primera vez que probaba el semen, era mucho más pegajoso y difícil de tragar de lo que pensaba. Pero le hice una bola en mi boca y me lo engullí en dos etapas. Y confieso que no fue tan desagradable…. Me quedé unos segundos tosiendo e intentando recuperar el aliento mientras él se guardaba la polla de nuevo en su pantalón y me ofrecía un pañuelo de fina tela para que me limpiara, al tiempo que me decía con voz muy débil pero tremendamente varonil…

– ¡Ha sido increíble pequeña! Tienes madera de putita ¡Vas a conseguir grandes cosas en la vida!

Nos quedamos mirándonos unos segundos más, me besó dulcemente en la mejilla y salió del baño. Si quieres quitarte el sabor, tómate un refresco o bastante agua. Percibía un pequeños reguero resbalar por las comisuras de mis labios… no fui capaz de contener toda la gran corrida de aquel macho, me limpié apresuradamente, ni siquiera hay un beso de despedida, con toda mi boca llena de esperma era normal que me repudiara, sin embargo mi estómago lo recibió muy bien y el regusto quedaba en el paladar con un ese sabor delicioso a testosterona de macho en mis labios… Un sabor del que nunca me he cansado de degustar.

¡Tengo que alternar con mi familia! Dijo mientras lo veo alejarse…

Yo me quedé un minuto más, sentada en aquel váter arreglándome el vestido hasta que me alcé de valor y decidí salir. 

Me marcho feliz… “Sé que me buscaras pronto esta noche, tu verga no aguantará sin probar este coñito caliente. Sé que está deseando clavármela… podría ser una noche movidita” 

Pienso con una sonrisa perversa mientras siento mi tanga mojado al caminar…, con la mala fortuna de cruzarme en la puerta con un hombre….

– ¡Ey chica este es el baño de hombres! 

Me dijo mientras me devoraba con la mirada. 

– Disculpe me he equivocado.

Le dije agachando la cabeza y saliendo a toda prisa para, acto seguido, meterme en el baño de mujeres. Me lavé la cara, me arreglé el pelo y me adecenté para evitar que mi familia pudiera sospechar alguna cosa. Cuando llegué a la mesa ya estaban en el postre.

– ¿Por qué has tardado tanto Liana? Preguntó mi madre inquisitiva.

– Me llamó mi amiga Mara y…ya sabes cómo somos al teléfono…, sorteé a decir con acierto.

Volví a mirar hacia mi desconocido y de nuevo me miraba, no solo eso, se había puesto de pie y una de las mujeres que le acompañaban también…y caminaba hacia mí. Mi corazón se me salía, sudaba de pánico y cuando llegó a nuestra mesa…

– Pedro, ¿eres tú? Dijo un segundo antes de dejar de mirarme y centrar su mirada en mi padre.

– Hombre Leonardo, ¡Qué sorpresa! Dijo mi padre.

– Qué bien acompañado te veo, decía mientras dedicaba una mirada fugaz a mi madre y a mí.

– Sí, la familia al completo, familia este es mi jefe Leonardo y su esposa Adelina, decía mi padre completamente ajeno a lo acontecido un rato antes poniéndole los cuernos a “Adelina”.





Quedé petrificada y ruborizada hasta el extremo. Mi boca todavía sentía el regusto de su semen y aquí tenía a este cabrón saludándonos jovialmente en compañía de su mujer el muy caradura. El saludo no duró mucho y agradecí que fuera así, pues estaba muerta de vergüenza. En el camino de vuelta a casa no dejaba de pensar en lo sucedido. Se la he chupado a un desconocido, casi en la cara de mi familia, y encima ha resultado ser el jefe de mi padre…, una tormenta de culpabilidad me recorría aunque, de igual forma, sentía como mi coñito me había dejado las bragas completamente húmedas. Me moría de ganas de llegar a mi cuarto, desnudarme y dejarme llevar por las vivencias acontecidas esa noche. ¡La mente de una adolescente es impredecible! Y la mía tomó un rumbo imprevisible hasta esa misma noche, los maduros me ponía mucho.


Llego la Cena Familiar por excelencia. 

Como cada noche buena, Liana tenía que asistir junto a sus padres a la misma cena familiar en casa de su tía Mari Carmen. Era un auténtico coñazo tener que aguantar los chistecitos, bromas y pesadeces varias de todos ellos, pero no le quedaba otra que contentar a sus padres aceptando a ir con una sonrisa. Le hubiera encantado tener una excusa para librarse de semejante sufrimiento, pero no tenía que estudiar por estar de vacaciones y su amiga Mara hacía cena familiar como ella…, así que tendría que apechugar con la situación y desear que pasara lo más rápido posible. Al menos este año, había una novedad que tenía a toda la familia intrigada. Su tía se había echado novio y se lo iba a presentar a todos esa misma noche…. Nada más entrar por la puerta, Liana empezó a soportar las regañinas de su propia tía… que si no me vienes a verme nunca, a ver si ayudas más a tu madre en casa, no salgas tanto con tus amigas y estudia más… Una pesadilla, vamos. Liana cogió aire y pensó que en esta ocasión, el verdadero protagonista iba a ser el nuevo novio de su tía, que les esperaba a todos en el comedor con la mesa puesta. ¡Nos quedamos helados! Mis padres inclusive…. Este es Diego, mi novio. Venga Diego, dale un beso a mi sobrina Liana… mi sobrina favorita. Dijo Mari Carmen con su tono de voz insufrible. Liana se quedó sorprendida al ver al nuevo novio de su tía. 

– Si ya nos conocemos. Diego es el contacto de unos de nuestros proveedores, dijo mi padre, mi tía quedó alucinando por la casualidad.

Diego no le había contado mucho de su vida o no llegaron a profundizar lo suficiente como llegar a atar cabos en la familia de ella, el caso que es fue una sorpresa mayúscula. El tipo era un hombre alto y muy atractivo, o al menos eso me parecían todos los maduros que estaba conociendo, aunque nada que ver con el jefe de mi padre, al mismo que realicé mi primera felatio. Desde luego, el tal Diego estaba de muy buen ver, por lo que no entendía que podía haber visto en mi tía Mari Carmen, una mujer casi cuarentona del montón, de las que a poco que te despistes te está diciendo… “¡¿El anillo para cuándo?!”. Diego se acercó a Liana para darle dos besos. Realmente, los besos fueron demasiado cerca de la boca, lo que sorprendió a la joven, pero le gustó al mismo tiempo. Un cosquilleo recorrió todo su cuerpo, y supo que Diego también había disfrutado de ese primer acercamiento a la vista de todos, sobre todo ante la mirada del abuelo Fernando.

No lo había comentado hasta ese momento porque toda la atracción se centraba en Diego, pero mi abuelo materno, un hombre viudo desde hacía más diez años, también estaba en casa como cada año celebrando la Navidad con sus dos hijas. Mi abuelo es un hombre de 62 años, activo en su profesión de Ingeniero en una empresa del sector del plástico, fue durante muchos años diseñador de producto y ahora es coordinador de proyectos, yo creo que esa actividad frenética lo mantiene joven, además del deporte de mantenimiento que practica…, cualquiera diría que no llega a los 50 años. Se casó a los 22 años nada más terminar la carrera tras dejar preñada a mi abuela Olga, de ahí nació mi tía Mari Carmen, después vino mi madre dos años más tarde. Es un hombre, fuerte y bien formado sin apenas grasa en su cuerpo…, de pelo escaso canoso y ojos azules que desvelan que de joven era un rubio pertinaz que se llevaba de calle a las mujeres, a muchas de ellas, tan incontables como los polvos que su polla ha disfrutado…algo que su esposa nunca le recriminó…


…Mi pobre abuela soportó sus andanzas durante muchos años, se hizo la loca y vivió feliz con un hombre que le daba todo y más que cualquier mujer necesitara, así que se permitía hacer la vista gorda ante su cornamenta. Esto me lo contó a mí en confianza, porque sus hijas nunca sospecharon tal cosa y yo no lo iba revelar por nada del mundo…, amaba demasiado a mi abuelo como para ponerle en tal apuro contra sus hijas… “Ya se sabe que agua pasada no mueve molino”, y todas sus aventuras no tenían valor ni cabida en nuestra vida. Mi abuelo era y sigue siendo un macho conquistador, como tal, su testosterona no es fácil de contener follándose a cuanta hembra se cruzó en su camino, sin sentimientos ni culpas. Es de ese tipo de macho al que la naturaleza le  ha otorgado el escalafón más elevado de la pirámide jerárquica animal como semental. En cada momento le dio lo mejor a su familia y ahora lo amábamos y respetábamos.

Empezaron a cenar aquella comida que Mari Carmen preparaba año tras año. La tía de Liana no era muy buena cocinera, pero toda la familia insistía en alabar su trabajo en la cocina para tener contenta a la mujer. Pero lo que realmente sorprendió a nuestra joven protagonista es que Diego no paraba de hacerle señales durante toda la cena. Liana no daba crédito. Miraditas, sonrisas y hasta roces con el pie. Llegó un momento en el que Diego se estaba literalmente rozando con el muslo de Liana, lo que excitó tremendamente a la chica. Encima, el hecho de que estuvieran sus padres y la novia de él en la misma sala, le daba un toque de morbo que no podía describir con palabras. Sin duda, ambos estaban disfrutando del hecho de ser cómplices en su intimidad. Al acabar de comer, Diego se ofreció para preparar el postre. Se levantó y pidió a Liana que le ayudara con los platos. A Mari Carmen le pareció genial la idea, ya que así hacía trabajar a la chica, además de conocerse mejor e intimar un poco. Lo que no sabía es hasta qué punto estos dos iban a intimar, porque eran como imanes con polos opuestos.

Nada más atravesar la puerta, Diego agarró a Liana por la cintura y la besó en los labios. Ella estaba totalmente receptiva, y se puso tan cachonda que mojó un poco sus bragas ante este momento tan caliente. Los dos sabían que no tenían mucho tiempo para su juego erótico, así que Liana se puso frente a Diego, se subió la falda, bajó sus bragas húmedas a las rodillas y se agachó en cuclillas con un mano en su coño y la otra en la polla de su nuevo tío, dejando vía libre a Diego para que le penetrara la boquita sin piedad. Se estaba especializando en mamadas rápidas la niña. Diego no se bajó los pantalones, solo se sacó la polla y los huevos por la bragueta… empezaron a hacerle una felatio su nueva sobrina política con un ímpetu bestial. Ella lo agarró de sus duras nalgas y empujaba su cabeza contra el de él a un ritmo constante. Liana estaba completamente ida de placer, y al mismo tiempo que sentía el frío del suelo de la cocina que emergía hasta su culo, por contra notaba el calor de la polla de Diego en su boca.

Mientras, ambos oían la conversación anodina de la familia al otro lado de la puerta, y le encantaba estar mamando a tan sólo unos metros de ellos. El acto era algo imposible, a no ser que el hombre fue eyaculador precoz, o los pillarían de tardar mucho…, el hecho se cumplió. En menos de dos minutos Diego sin previo aviso que se iba a correr. Clavó la dura verga a fondo de la garganta de Liana y se corrió sobre su lengua y paladar hasta llenarle completamente la boca de espeso engrudo seminal. No fue tanta como con el jefe de su padre, pero le llegó a salir en un pequeño reguero entre las comisuras de sus labios…. Entonces Liana empezó a masturbarse utilizando el semen que se recogió de sus labios, como lubricante. Estaba tan cachonda que sólo unos segundos bastaron para que ella también se corriera de placer. Tras este momento, Liana y Diego se miraron a los ojos cómplices de tan bochornosa situación de lujuria. Liana se bajó la falda y se colocó bien las bragas tapando su coñito virgen aún, y Diego se cerró la bragueta y se secó el sudor de la frente. Ambos improvisaron y cogieron algunos platos, repartieron el postre que esfuerzo les había costado preparar a su tía y a él. La visita familiar terminó con absoluta normalidad. Tanto es así que, cuando llegó el momento de marcharse y despedirse, Mari Carmen le dijo a su sobrina…

– ¿Te lo has pasado bien, Liana? Te he visto muy simpática y receptiva con todos nosotros. Sobre todo con Diego. Me alegro mucho de que os hayáis llevado tan bien.

– Sí, Mari Carmen. Me lo he pasado muy bien, dijo Liana con una sonrisa pícara en su cara…. – Te prometo venir a ver más a menudo cuando me saque el carnet de conducir.

– Bueno, no importa cariño, sé que te portas muy bien con el abuelo… él necesita que lo cuiden, cada día está más mayor.

– Tía el abuelo no nos necesita, es muy autosuficiente, pero le visito por si acaso…

– Tiene razón la niña, lo que pasa es que me gusta mucho su compañía y las cosas que cocina.

– Las que tú me has enseñado abuelo

Desde unos meses atrás tengo muchas ganas de follar con maduros, aún no me han desvirgado, pero para encontrar al adecuado y poder cumplir esa fantasía, probé con varios y me quedé con el mejor… mi abuelo.


Soy una chica curvilínea, sin estar para nada rellenita con un buen culo y tetas a juego, bastante alta de cabello rubio y piel muy blanca, mido 1.68 tengo una cara muy bonita según dicen mis amigas y muy ardiente… eso lo digo yo. Vivo en un barrio medio de baja delincuencia, mi casa está a unos doscientos metros del piso de mi abuelo, el cual se quedó viudo hace mucho. Nunca quiso rehacer su vida con otra mujer, por respeto a la abuela, pero yo sé que era porque prefería tirarse a una putita cada semana. Aunque ahora no creo que lo haga con tanta frecuencia como hace unos años, aun sigue follándose a unas cuantas zorras que se le prestan, y no me extraña porque es todavía un hombre muy atractivo. Bien mirado, a mi abuelo no le pega nada la abstinencia sexual, es extrovertido y tiene bastante vida social, lo que le acapara un gran lote de posibles solteras, divorciadas y viudas o incluso casadas con las que pacer su flamante dotación sexual.

Pero para ello es bastante exigente y si la posibilidad de una ETS es posible, rechaza la penetración… no es proclive a usar condones, y por ello prefiere hacerse una paja a contraer cualquier enfermedad venérea, por eso que creo que el concepto de abstinencia sexual más bien debería expresarse como abstinencia coital, dado que esta tiene sus beneficios para evitar infecciones de transmisión sexual o embarazos no deseados, pero la abstinencia sexual puede ser en estos caso buena, ya que incluso en el aspecto moral o religioso se aboga por mantener la sexualidad viva y la individual es una gran salida. Mi abuelo y yo hablamos sobre muchos aspectos de la vida y más sobre la sexualidad…Dice que se puede ser tolerable renunciar a la actividad coital, pero es más complicado renunciar a la vida sexual ya que forma parte de nuestra fisiología, nuestros impulsos y reacciones física que están ahí y no las podemos abolir de una manera sencilla, donde se pueden generar los conflictos si es auto infligido. Él me dice que no se declara asexual porque llega a masturbarse por una necesidad orgánica más. Yo le preguntaba si su abstinencia prolongada era por motivos de problemas que afectan a los hombres… disfunción eréctil o de eyaculación precoz tanto por alteraciones del deseo como por disminución de la actividad eréctil y orgásmica. Él me contestaba que nada de eso, solo que no le apetecía acostarse con cualquiera, sobre todo porque las que se ponían a tiro eran maduras de su edad o casi, y cansado de estas putas busconas hartas de follar con uno o con otro, a mí abuelo no se la ponía dura las jovencitas…

– Hija a mí ya solo me gustan las chavalitas, no de ahora, sino de toda la vida…, solo que cometí el error de casarme con tu abuela, y ya no pude follarme a todas las que a mí me hubiera gustado, me decía en una ocasión añorando los años perdidos y la cantidad de niñas que dejó pasar.

Ciertamente ese gusto no le ha cambiado con la edad. También defiende una vida sexual saludable… me manifiesta… Como no puede ser de otra forma, mi total respeto a mi abuelo y a la manera en la que cada uno interpreta su sexualidad. No todos somos iguales y no todos podemos o debemos tener la misma vida sexual, simplemente hay que buscar ayuda si la vida íntima provoca conflictos. Desde que me interesan los maduros, intimido más con mi abuelo, y casi todas las tardes encuentro a mi abuelo con sus amigos y conocidos en uno de los bares del barrio cuya dueña es una buena amiga, hablan y se ríen de muchas cosas pasando muy buenos momentos. Después de ese rato de esparcimiento se marcha a casa, y es cuando suelo caer por su piso dúplex. Aquella tarde hablábamos de lo que surgía y hasta el tema de conversación eran cuestiones de cama sobre las que bromeábamos pero que a mí me calentaba siempre mucho cuando lo sacábamos…, de repente sin darme cuenta le solté que mi mayor fantasía ahora era hacer el amor con un hombre maduro. Le conté la importancia de follar con alguien que sabe tratarte y darte placer…, Me di cuenta en seguida de lo que había dicho, mi subconsciente había hablado por mí invitando a mi abuelo a follarme… me quede un poco cortada y levante la mirada para ver sus ojos clavados en mi…nos miramos unos segundos a los ojos y no hizo falta ninguna palabra… desde entonces supe que aquel hombre me iba a follar… a DESVIRGAR

Como dije, soy una chica ardiente y segura de mi misma…pero la situación y el imponente macho de mi abuelo, me pusieron algo nerviosa…, me levante con la urgente necesidad de ir al baño, sabía que miraría mi gordo culo y eso me calentaba todavía más. Decidí ir al del piso superior, había que subir unas escaleras antes de acceder al largo pasillo distribuidor, cuando llegue al descansillo y antes de entrar en el pasillo mire hacia atrás, y le vi mirarme al tiempo que se levantaba de la silla para venir tras de mí. Entré y hacía como que me retocaba el pelo mientras sentía sus pasos acelerados, cuando le vi entrar por el espejo, me di rápidamente la vuelta apoyándome contra el lavabo, no hacía falta que nos dijéramos nada, hacía tiempo que no nos comportábamos como abuelo y nieta, desde que comenzaron las confesiones en las largas tardes que compartíamos juntos, y esa tarde todo estalló por los aires provocando una tormenta que arremolinaba en mi estómago. Cuando lo vi plantado frente a mí, sabíamos que ya habíamos cruzado la línea roja del incesto, no había marcha atrás… Mis fatuas experiencias anteriores con los dos hombres maduros, no iban a tener nada que ver con lo que se avecinaba con mi abuelo…presto, varonil, templado y arrebatador.

Se aproximó a mí seguro de sí mismo y yo me pegué a su pecho, nuestras bocas se acoplaron a modo de surtidores herméticos dándonos la lengua trastabillando entre mis dientes, mamando la suya con lascivia y cometiendo al menos 4 de los 7 pecados capitales de una sola vez… soberbia, gula, lujuria y avaricia. Mientras nos besábamos y subía mi falda para acariciar mi culo y mi coño por encima de mis braguitas… sentía en sus manos y en su boca las ganas que tenia de follarme y yo lo mucho que lo deseaba pero era virgen y temía ser desflorada por una polla grande. Tenía que salir de allí rápido, pero antes deseaba tocar su cipote, así que lo hice rápido…se la saqué y casi me muero de la impresión, madre mía ¡¡Era mucho más grande de lo que me imaginaba…!! Y bastante más gruesa…era una preciosidad, estaba muy caliente…su verga y yo claro. No pude soportar el impulso y me arrodillé para mamársela durante unos preciosos segundos, me hubiera quedado mamándola horas pero me levanté indignada por mi comportamiento… ¡Joder era mi abuelo…el padre de mi madre! Como podría mirar a mi madre a los ojos después de mamarle la polla a su padre...

– No podemos hacerlo abuelo… lo siento yo…

Bajé mi falda y me recompuse saliendo rápidamente no sin antes darme la vuelta y besarle en la boca con el dulce sabor que me habían dejado los fluidos de su polla… mi cabeza estaba en otro sitio.

Esa noche di muchas vueltas en la cama, tenía una calentura que no me dejaba dormir pensando en mi abuelo Fernando y su majestuosa verga, planeando la manera de follar con él y que me desvirgara sin sentirme culpable, tuve que meter mi mano entre mis piernas y acariciar mi mojado coño imaginando aquella polla entrando y saliendo, llenándolo de leche, tuve que morderme los labios ahogando mi grito en la almohada para no despertar a mi familia cuando me corrí. Por la mañana fui al instituto y a media mañana en pleno recreo me sonó el móvil…era mi abuelo desde su trabajo, me puse un poco nerviosa pero muy contenta también, tardé un momento para respirar hondo y le contesté, quería verme para hablar de lo ocurrido la tarde anterior… él no deseaba que me alejara, ni yo perder la amistad cómplice que mantenía desde hace muchos años con él…, me quedé unos segundos sin decir nada, pero enseguida le contesté con una pícara sonrisa… le hablé coqueta sobre cómo me había quedado con un muy buen sabor de boca el día anterior, y que a las cuatro buscaría una excusa para estar en casa… necesitaba me explicase algunas cosas de matemáticas que no llegaba a entender muy bien. 

Comí en casa y le dije a mi madre que estaría toda la tarde con el abuelo estudiando…. Llegué media hora antes de las cuatro al portal, a diferencia de otros días me puse guapa, quizás demasiado sexi para visitar a un pariente, un poco puta para él y para mí… un conjunto de braguitas blancas con lunares rosas, falda a medio muslo muy vaporosa, zapatillas y una camiseta sin sujetador que era un mini camisón transparente y un suave maquillaje…me veía preciosa. Le llamé al telefonillo cuando ya estaba en el portal. Me dejó la puerta abierta y subí… Sentados en el sofá nos planteamos la problemática de una relación incestuosa frente a cubrir la necesidades fisiológicas, mi abuelo comentaba que…

La insatisfacción sexual en las personas y en una pareja es una fuente constante de conflicto cuando se cronifica, genera un inevitable distanciamiento y sufrimiento, hasta el punto de llegar a provocar la separación. Sin duda, el sexo es uno de los pilares de las relaciones sociales...

Decía mi abuelo, yo siempre le escuchaba atenta a cada palabra de sabiduría que salía de su boca… la enseñanzas de mi abuelo me han servido a lo largo de mi corta vida en muchas ocasiones, continuaba…

… –Y en mayor o menor medida el deseo y la no correspondencia generan tensiones difíciles de resolver….En ocasiones, las relaciones sexuales pueden dejar de ser simplemente la obtención de placer para convertirlas en un premio o un castigo… y tú y yo no queremos eso. 

Mi abuelo deseaba ser un hombre justo y sensato con su nieta… 

En este sentido, los patrones socioculturales te pueden arrastrar como mujer en esa educación para ser madre…, una función puramente reproductiva cuando follas con un hombre.

– Pero tú y yo sabemos abuelo, que ahora las jóvenes no pensamos solo en procrear, sino en divertirnos… hemos evolucionado con la liberación sexual de la mujer…

– Claro que sí cariño, pero eso no quita que todavía tengamos diferencias palpables en cómo vivimos los conflictos entre sexos ¡No lo podemos limitar a un sexo como premio o castigo! Concluyó el abuelo.

– Lo nuestro es superior a nuestra cultura abuelo, nos deseábamos por instinto, lo sé, es una cuestión hormonal y por eso me dio miedo ayer de no poder controlarme.

– El autocontrol dice mucho de ti y de tu madurez…, me gusta mucho. No solo me gustan las mujeres jovencitas, me gustan que además sean de juicios reflexivos.





La pareja continuaba confesando su parecer sobre el conflicto Amor y Sexo en un entorno incestuoso. Ambos sabíamos que en  la mayoría de las ocasiones no se verbaliza cuál es el motivo del enfado o por qué se está contrariado. “Hasta que se solucione no va haber sexo, pero como no se sabe qué es lo que falla o qué se ha hecho mal, no puede resolverse, y entonces el problema empeora”. Si a le añadimos que vivimos en una sociedad de pensamiento monógamo, en la que se censura el sexo fuera de la pareja, entonces la falta de sexo puede derivar en una separación….

– Para que no perdamos nuestro cariño por el otro debemos mantener viva la llama del amor que hemos creado a lo largo del tiempo. Pero ahora nos pertenecemos de otra manera y hay que trabajar nuestra nueva situación en el día a díano podemos darlo todo por ganado o perdido, sino que hay que seguir conquistando la complicidad del otro diariamente, dijo el abuelo acertadamente.

– Es un gran esfuerzo abuelo, por eso debemos tener una buena comunicación de lo que sentimos….

La madurez emocional de la niña dejó anonadado a Fernando, es el factor que marca la diferencia entre las parejas sexualmente satisfechas y las que no, lo cual no tiene por qué ir ligado a la edad biológica, así como la implicación y la verdadera voluntad de construir una relación feliz.

¡Vamos a preparar algo para cenar! Unos sándwiches puede ser una buena idea.

Se levantó del sofá dirección a la cocina, yo salí tras él con la esperanza puesta en que mi abuelo sería el macho que me desvirgaría… nerviosa y excitada, ahora era yo la que le iba a buscar pensando que le impresionaría con mi ropita seleccionada para la ocasión. 

Seductora y coqueta me puse codo con codo a preparar los sándwiches, la tarea se nos hacía divertida pasándonos los ingredientes, poniéndolos a calentar y preparando la mesa…cuando sentí una palmada en mi gordo culo mientras me apoyaba los brazos contra la mesa central que formaba una isla en la cocina. Fernando no dudó un instante en apartar las bragas a un lado y susurrándome al oído lo guapa que me había puesto, al tiempo que me acariciaba el clítoris sobre el capuchón. Me estaba llevando al descontrol pasando sus dedos por mi raja, y hundirlos en el conducto apretado… tras un buen sobo de coño, me cogió de la cintura elevándome sobre la gran isla, enganchó del elástico de mis bragas tirando de ellas hasta deshacerse de mi prenda íntima por mis pies. Me senté mirándole a los ojos cuando mis manos manipulaban su cinturón, la cremallera de su bragueta y finalmente desabroché el botón de los pantalones que cayeron a plomo al suelo. Él se desentendió del bóxer que arrastré a sus mulos, porque mis brazos no daban más de sí y apareció su fastuoso cipote inhiesto como siempre imaginé. 

Mi abuelo se terminó de quitar el resto de la ropa menos las zapatillas…, su torso contorneado y firme aún, con un poco de barriguita, su pecho cubierto de vello muy disperso con un reguero de vello que desembocaba en su panza difuminándose por completo. Al ser rubio y la piel blanca no se apreciaba casi nada contraste, pudiendo ver ante mí un cuerpo hermoso y bello, varonil y maduro con una verga empalmada apuntándome en horizontal presta al asalto. Se la agarré fuertemente deslizando el prepucio, al mismo tiempo que aparecía un glande en forma de seta de amplia ala… se la meneé unos segundos, para posicionarme despatarrada presta al sacrificio del empalamiento de desfloración.

Me recosté dejándole hacer, cuando de pronto percibo colocar su polla en la entrada del coño…. Arqueé mi cuerpo sacando el culo para favorecer que del siguiente golpe de riñones me la metiera hasta el fondo, sin embargo apenas hundió su capullo en mi conejo topó con el himen, lo forzó un poco sin lograr romperse por las buenas. No obstante confiaba en mi abuelo, por su larga experiencia era un experto en desvirgar niñas, no en vano debía ser la tercera o cuarta a la que desfloraba, la sacó un poco y con un golpe de riñones me la hundió sin remisión en mi chochito. Di un fuerte grito de placer o dolor, se mezclaban ambas sensaciones en una…, poco me importó si el vecindario entero lo había oído. Con lo del día anterior estaba claro que no íbamos aguantar mucho tiempo sin corrernos, pensaba yo tendida de espaldas con la piernas sujetas por los fuertes brazos de mi abuelo. 

La altura de la mesa era perfecta para que el macho pudiera acceder totalmente a una penetración profunda, sin embargo Fernando en su generosidad y cariño sumo me fue penetrando poco a poco dejando que mi vagina se fuera adaptando a tamaña polla, después de romper mi virgo. ¡Sentir aquella larga y gorda polla follarme en esa postura me enloquecía! Excitada como una perra, totalmente entregada a la situación hizo que siguiera con mis gemidos casi gritos cada vez que me la metía más al fondo…, esperaba su descarga en cualquier momento, pero el macho que me follaba tenía muchas tablas como para durar solo cinco minutos. La adaptación de mi coñito se acomodaba al gran cilindro invasor con suma facilidad y por ese motivo mi abuelo cada vez me bombeaba más fuerte, más hondo y más rápido, al punto que tuve que sujetar mis tetas del bamboleo que adquirían con los empujones de ese fuerte macho. Lo sentía, percibía como se iba a correr muy dentro de mí, pues finalmente logró alcanzar embutirla entera…, el nuevo estado de dilatación vaginal permitía follarme sacando y metido todo el falo haciéndome notar toda la extensión de la venosa y recia polla que engendró a mi madre…

…Sus huevos me golpeaban una y otra vez sin interrupción a un ritmo constante, con sus manos apretándome las tetas y gritando tanto que sus jadeos de macho cabrío no se dejaban oír a la par que  los dos juntos nos estábamos dando el gran gustazo. Ya había perdido la noción del tiempo al percibir un incremento de sus embestidas, la enterraba a fondo, percibía endurecerse su bálano en mi útero al instante de descargar con potencia toda la leche en lo profundo de mi coño, apreciando a su vez sus huevos en mis nalgas y pidiéndole que no parase. Sentí perfectamente sus tres primeros golpes de espesa leche caliente en chorros abundantes… nunca había sentido una sensación parecida dentro de mí y aquella sensación se quedaría impresa en mí para el resto de mi vida ¡Por fin era una mujer completa! Nos quedamos unos segundos quietos y muy juntos, después de convulsionar los últimos esténtores entre gruñidos, respirando agitados con el corazón enloquecido…

– ¡Qué culazo tienes Liana! 

Decía mientras lo acariciaba, me ayudó a incorporarme besando mis labios, mi cuello y mis tetas, mientras su larga y gorda polla iba saliéndose para incorporarme y poder besarnos con toda la lujuria que el momento exigía. La cantidad de lefa debía de ser apoteósica en un coñito tan pequeño…, notaba su leche arrollando por mis piernas cuando su rabo emergió del conejito, arrastrando parte del esperma espeso recién ordeñado de sus testículos. Nos miramos a los ojos unos segundos sin decir nada para de repente besarnos como locos…acariciando él mis tetas y yo su duro y firme culo. Teníamos toda la tarde para nosotros, le cogí de la mano y taconeando lo arrastraba por el pasillo hasta su dormitorio, dándome palmadas en el culo diciéndome lo preciosa que era, mientras mis grandes tetas bailaban contentas de un lado a otro.

Me aseé la mezcla de semen y sangrado de la rotura del himen, su polla también estaba impregnada, antes de entrar en el cuarto de matrimonio donde en su día consumaba con mi abuela. Pasamos dos horas más follando en todas las posturas, y esta vez sí que se la mamé a gusto aunque no quiso correrse en mi boca…me había quitado las bragas y toda la ropa, pero todavía tenía puestos las calcetas sobre la cama…, me decía que estaba preciosa así, me tumbó boca arriba y me montó en la pose del misionero sin aplastarme con su cuerpo, solo me hundía en el colchón con los empujones de su cadera bombeándome como un loco, lamiendo, besando y mordiéndome las tetas, ¡¡Qué bien me montaba el abuelo…!! ¡Estaba a punto de correrse otra vez dentro de mí! Le miré a la cara diciéndole caliente como una perra, lo bien que follaba. Se paró mirándome a los ojos, me besó en la boca para dar los últimos golpes en mi coño comiéndonos la boca y corrernos gritando de gusto, nos quedamos quietos con su polla bien metida besándonos, acariciándonos y susurrándonos al oído lo bueno que había sido… lo excelente hembra que era…

…Los días siguientes días en cuanto comía y él podía liberarse del trabajo, iba corriendo a su casa con la excusa de siempre…, tan solo cruzar el umbral lo encontraba y nos abrazábamos en un beso encarnizado y mi coño se deshacía. Follábamos toda la tarde, lo hacíamos en cualquier lugar de la casa, incluso alguna vez hablando con mi madre por el móvil. Un día me dijo que quería mi culo, hacia unos días que intuía que llegaría el momento y aunque yo también lo estaba deseando… me daba miedo por el tamaño de su polla pero la quería, deseaba que me desvirgara el culo también, me estaba enamorando de aquel hombre o me estaba encoñado, de ahí que le daría lo que me pidiera por ser tan buen amante y mi querido abuelito…, así que no voy a negar que me dolió el día que su polla me enculó pero lo hizo con tanta delicadeza con tanto cariño que consiguió que me acostumbrara rápido y me empezase a gustar esa preciosidad fálica. 

Ahora ya me gusta tanto por el coño como por el culo, sentir entrar en mi culo por primera vez su leche fue algo maravilloso que nunca pensé que me pudiera gustar tanto. Muchas veces, me quedaba a hacerle la comida y compartíamos mesa como dos tortolitos. Él me agradecía mucho que le cuidase con tanto esmero, y a mí no me costaba nada agradar a mi abuelo, ayudándole en las tareas de la casa los fines de semana también…, después comer dormíamos la siesta…y follábamos durante la tarde como si fuéramos unos recién casados, y fue un día en pleno coito, a punto de soltar su leche en mi coño que me susurró al oído un…

– ¡Me encantaría dejarte preñada! 

Vi en su mirada la felicidad de quien se ilusiona con algo nuevo, y a su edad era algo extraño e insólito…aceleró el ritmo tallando mi vagina a las profundidades, por momentos notaba su glande golpear en la dureza extrema de mi fondo uterino e implacable y cuando sentí salir su rica y caliente leche me corrí con él susurrándole a su oído un…

– ¡¡Me encantaría que me hicieras un hijo!! ¡Quiero que me hagas una buena panza, abuelo! 

Nos besamos comiéndonos la boca, del modo que tanto le gusta en el instante de eyacular… percibía sus chorros espermáticos rellenando mis entrañas, abrazamos sin decir nada, gimiendo y jadeando en tanto el semental vaciaba sus huevos de tan valiosa carga seminal. Notaba cada aldabonazo por la excelsa presión con que eyacula el viejo. Una vez descargado, agotado y exhausto se quedaba dormido mientras acurrucada me pegaba a su cuerpo varonil… en eso, barruntaba en la posibilidad de quedar preñada de mi abuelo…

…Por un lado asustaba de que me hiciera una panza, por otro lado me emocionaba quedar preñada de un macho tan atractivo haciéndome suya…, que pese a su edad se conservaba en excelente forma, pero más me emocionaba al ver sus fotos de juventud, no me extrañaba que follara con tantas féminas. Observé su cipote descansando sobre el pubis y solo me pasó un pensamiento por mi mente ¡¿En cuántos coños se habrá metido esa verga?! Yo nunca deseé estrenar mi chochito para quedarme preñada, más bien mi objetivo era disfrutar del sexo y nada más, no obstante los días de mi abuelo se precipitaban y no sé cuánto tiempo lo tendría para mí, y darle su mayor alegría era también mi ilusión…, de ahí, que esa semana y la siguiente folláramos como locos de una manera especial, sabiendo lo que podría pasar… y pasó. Recibí tanto semen dentro de mi útero en aquellas dos semanas que me era irremediable no quedase preñada. 

Mi familia se sorprendió, la noticia cayó como una losa sobre todos, pero yo era feliz que mi abuelo Fernando recuperase la ilusión de juventud… follándose a una jovencita y que me hubiese hecho una panza, que pronto sería enorme. Con  los días lo fueron asumiendo y al cabo de cinco o seis meses, cuando mi preñez era muy evidente a mis padres ya no les molestó lo preñada que me encontraba, incluso les gusto saber que tendrían un nieto. Lo que es la vida, mis padres le pidieron al abuelo fuera el padrino del niño…, ahora cuando voy a su casa me llevo a nuestro retoño, como es natural desea ver a su “hijo y heredero”, el único que ha tenido, porque la abuela solo le dio dos hijas, sin contar los hijos putativos que ha dejado por el camino…lo interesante era que todos los días con la excusa de visitar al padrino del bebé, el abuelo se follaba a su madre… seguimos jugando mucho por la casa follando a pelo. Ni que decir que el abuelo se encargaba de gran parte de toda la manutención del bebé, lo cual fue muy bien acogido por mis padres, que al menos se quitaban con esa parte de carga no menos importante que podía dejar una buen agujero en la economía doméstica, ello me permitía continuar estudiando y cuidando del buen espécimen de macho semental que era mi abuelo…

Mi querido abuelo era todo un amor, y yo su nieta Liana, era el sueño para el maduro semental. En su senectud disponía de una dulce y bonita joven para hacerle agradable y placentera la vida... y yo de un patrimonio y capital cuantioso para una vida relajada.


A las nueve de la mañana de un sábado soleado, salgo de casa y cojo la acera camino del piso de mi abuelo. Abro la puerta y me lo encuentro en la cama durmiendo la mona, con varias botellas de cerveza sobre la mesa… anoche debió de pasárselo bien con el fútbol. Ordeno la sala recogiendo todo el desastre del sofá, luego me meto en la cocina y le preparo la olla con lentejas, y mientras se van haciendo entro en su cuarto silenciosamente agazapándome en la cama con él, esperando a que despierte.

– ¡Hombre, Liana, buenos días! Me saluda cuando, por fin, abre los ojos.

– Buenos días, abuelito. ¿Cómo has dormido?

– Pues bien, la verdad. Anoche bebí un poco y me ha sentado bien.

– Ya lo veo… Oye, ¿sabes por qué estoy aquí?

– Lo sé, quieres aliviar a tu abuelo de la pesada carga de sus viejos testículos… lo que solo una jovencita como tú puede…

– ¡Esos es viejo cabronazo! Quiero follarte hasta que quedes satisfecho o agotado lo primero que ocurra, voy acercando mi boca a la suya mientras hablo…. – Deseo que lo disfrutes y me inundes otra vez la vagina con tu semilla hasta que me dejes bien preñada.

– ¡Umm! Mi nieta es una preciosa rubia guarrilla… a quien le gusta mucho la leche del abuelo.

– Sí… sabes que soy tu amante y tu guarrilla personal. Me encanta como me follas, como llenas mi coño con tu gorda polla y el gusto de verte vaciarte dentro de mí… ¡Eso no tiene precio abuelo!

– Te gusta el vicio y el peligro, ¡eres una gatita muy incestuosa!

– Me gustas mucho, abuelito, adoro tu polla moviéndose dentro de mí y me pone a mil ser tu gatita.

A estas alturas ya nos estamos besando de forma lenta y muy sensual. Me subo encima y me quito la camiseta y el sujetador de forma provocativa, como una auténtica zorrita. A mi melena rubia y a mis ojos verdes se le suma un generoso y precioso tetamen bien duro que es la envidia de todas mis amigas…. Mi abuelo amasa, masajea mis grandes ubres llenas de leche, mientras yo le miro a los ojos, con una sonrisa dulce y picarona. Ese viejo zorro se las sabe todas, me hace sentir de lo más sexy y deseada sentir unas manos ajenas tocando mis tetas. Mi cara de pura felicidad y gusto lo dice todo. No tardo en sentir su polla hinchada presionando mi entrepierna en la misma boca de mi coño. Después de los preliminares, ha llegado la hora de la verdad. Me levanto un momento, termino de desnudarme y vuelvo a sentarme en su entrepierna, no sin antes desnudarle a él también. Ah, olvidaba comentarlo… mi culito también es digno de una diosa. Al igual que mis tetas, es grande y muy duro, y además respingón. Como el resto de mi escultural cuerpo, la perdición de todo hombre… Agarro la hermosa tranca de mi abuelo y la voy acercando muy lentamente a mi jugoso y depilado chochito.

Quiero hacerle sufrir un poco… – ¿Con que esta es el toda poderosa verga de mi abuelo, eh? ¿La profanadora de coños y perdición de su jovencita nieta? ¡Ha crecido desde la última vez que la vi!

– Ha crecido porque cada día me la pones más dura, Liana. Métetela ya, por favor. No me hagas sufrir más…

– ¿A cuántas mujeres has perforado dominándolas con este rabo divino?

– A muchísimas más de las que recuerdo. Han sido muchas décadas de placer.

– ¡A cuantas habrás preñado abuelo! Debes tener más hijos que Julio Iglesias.

– De eso no te puedo decir, alguna putita sumisa me ha reclamado la paternidad…

– Muy bien. Veamos sin consigues dominarme a mí también, le reto con mi más dulce y picarona sonrisa.





Primero impregno su mástil con los jugos que se desprenden de mis labios vaginales y después me abro el coño para enfilar el recio glande que remata el mástil del abuelo, lo emboco en mi entrada y me voy penetrando muy despacio. Las olas de placer no tardan en invadir mi cuerpo y tengo que cerrar los ojos y morderme el labio para evitar gemir demasiado. Noto sus manos en mi cintura e imagino que se estará deleitando con la sensación de tener una vez más su polla dentro de mí. Consigo meterme todo su nabo en el interior de mi coñito y exhalo un suspiro. Abro los ojos y observo feliz su cara descompuesta con el placer recibido, noto que le encanta follarme… se le pone la verga súper rígida con la venas inflamadas a tope.

– Liana… Eres una diosa… Hacía décadas que no conseguía metérsela entera hasta los huevos a una mujer sin rechistar… y a ti cabe mi niña con sumo gusto ¡Qué coño más tragón tienes, jodida!

– Gracias, abuelito…no olvides que este coño lo has ido haciendo tú…ahondando cada día un poco más y para mí ha sido todo un honor complacer al hombre al que amo.

– ¿Qué diría tu madre si nos viera? Si se enterara que te preñé…

– No entendería nuestro amor y nos separaría. Pero eso no va a pasar aunque me vuelvas a preñar.

Le tranquilizo mientras acaricio su pecho con las yemas de mis dedos, sin dejar de dar sentones sobre su pubis empalándome sus 18 cm de gruesa estaca endurecida…nuestros jadeos entrecortados se rubrican con algunos gritos míos al sentir escalofríos en todo mi cuerpo al horadarme el coño hasta las misma entrañas de mi útero. En esos momentos de éxtasis me llaman al teléfono móvil, que está en el suelo. Por suerte, además del rabo, mi abuelo también tiene largos los brazos, de modo que lo coge del suelo y me lo pasa.

– ¡Es mi madre! Le digo entre sorprendida y divertida por la casualidad.

Hablando de la Reina de Roma… susurra el abuelo empujando con su cadera contra mi coño.

– Shh, voy a contestar, no hagas ruido. ¡Hola, mamá!

Mientras hablamos, me tumbo sobre mi abuelo y hago cosquillas a su cuello con mi nariz y lo beso con dulzura, subiendo hasta los labios. La tengo algo grande, pero todo el mundo me dice que es una monada mi nariz y que encaja a la perfección con mi angelical rostro, y la verdad es que nunca me ha traído problemas para ligar. Aun así es un poco raro, lo sé.

– Sí, estoy con el abuelo. Está viendo el futbol del mundial, ya sabes… Me besa con lengua y le respondo en silencio. No podemos hacer ningún ruido… – Sí, ahora iba a hacerle la comida.

– ¡Como una buena esposa! Exclama de repente el patriarca.

- Ya le has oído. Lo pongo en “Manos Libres” para que pueda hablar con tu padre.

¡Hola, papá! ¿Cómo te encuentras?

¡Pues muy bien, cielo! Tengo un encanto de nieta que ahora me preparará la comida.

¡Muy bien hecho, Ale! ¡Así me gusta! Bueno, papá, te dejo con tu adorada nietecita, que tengo que hacerle la comida a tu yerno y a la criatura esta que se acaba de despertar.

¡Muy bien, hija! Adiós. – ¡Adiós, mamá!

– ¡Adiós, mi amor! No tardes mucho que tu hija se acaba de despertar y querrá teta. Cuelgo y mi abuelo deja el teléfono en el suelo.

– Qué encanto de mujer, suspira. Es un angelito caído del cielo.

– Y que lo digas ¡Ja, ja, ja! Vamos abuelo que tengo que darle de comer a tu hija…pequeña.

En todo el rato hemos estado tan quietos que ni he notado que su tranca sigue abrazada por las paredes de mi vagina. Empiezo a moverme y a gemir de nuevo. En mi familia nos pasa que no solemos gritar mucho mientras follamos, pues preferimos disfrutar de la experiencia con tranquilidad y amarnos aún más si cabe.

– ¿Te gusta lo que estamos haciendo, amor mío?

– Muchísimo, no te haces una idea…. Estos momentos de nuestra relación son los que me han enamorado de ti.

– Qué bonito ha sonado eso.

– Lo sé.

Tras un rato cabalgando con amor y felicidad a mi querido abuelo, moviendo mi culo hago que su polla se deslice dentro de mi coño desde la punta a los huevos una y otra vez…, mi manos posadas en su pecho, mi boca en la suya notando el calor y el aroma de macho que desprende su piel, me enloquece como me acaricia todo el cuerpo y me sujeta con sus fuertes manos sintiendo la intensa fortaleza del macho que me está follando, me está haciendo suya sin cesar…, aumento el ritmo cuando empiezo a sentir como el tamaño de su verga aumenta endureciéndose a la vez. Miro la hora y pienso… “Esta vez lo he conseguido en solo 12 minutos”

– Liana… Voy a correrme… lo noto presionando mis paredes vaginales, me pongo excitada…

– Hazlo dentro de mí, mi amor, le animo con mi mejor sonrisa. ¡Dame tu leche abuelo… la quiero toda!

– ¡¡Umm…Ya viene nena es una corrida bien buena!!

– No te cortes, abuelito. Suéltala toda y quédate a gusto, para eso he venido. ¡Tú nieta está preparada para que le llenes el coño! ¡¡Una y mil veces!!

No tardé cinco segundos en notar como su semen calentito inundaba toda mi vagina profunda. El primer chorro de lefa se estampa contra mi fondo uterino, la sensación es indescriptible al ser agasajada como hembra de mi masculino abuelo ¡Qué gustazo…! Ese hombre se ha convertido en el referente de todos los demás, es mi modelo de macho y lo tengo vaciando sus huevos en mi coño…, gime como un venado en la berrea al tiempo que eyacula otra vez convulsionando dentro de mí. Siento el palpitar de cada lechazo como una inyección de placer supremo…unos segundos más y ya son seis o siete chorretones de lefa los que me ha regalado en lo profundo de mi coño. A la misma vez me toco rápido mi clítoris, quiero mi orgasmo junto al de él y finalmente llego al clímax por última vez mientras noto como su polla pierde vigor dentro de mí una vez cumplida la tarea de inseminar a la hembra… y finalmente me desplomo sobre él para descansar. De mi chochito no deja de salir semen lentamente en un reguero que se desploma como la lava, así que me cierro los labios vaginales yo misma apretando mis muslos.

– Nunca se sabe abuelo, tal vez este polvo sea el me vuelva a preñar… ¡Siento que el esperma que me acabas de eyacular contiene a nuestro futuro hijo! ¡Ja, ja, jai

Le explico sonriente acariciando su pecho desnudo…beso dulcemente su cuello. Es un placer tocar el vello fino, muy lejos de ser un hombre de las cavernas…, tiene el pelo justo para notar en su piel a un macho sin ser desagradable el tacto de cuando hay pelambrera nutrida… tiene el justo para sentir su masculinidad en la piel.

– Eres una gran madre, no me cabe duda…, te gustan tanto cuidar de los niños como hacerlos…, me alaba, acariciando mi espalda y apartando de mi hermoso rostro la melena rubia.

– Sabes abuelo… me da muchísimo morbo quedarme preñada de un hombre maduro siendo tan joven… ¡Y de mi propio abuelo, nada menos! ¡¿Tú crees que me vas a volver preñar…?!

– Si continuamos así, estoy seguro… tu coñito se está tragando toda mi leche. ¡Pero lo que es seguro es que tenemos una relación muy bonita, cielo!

– Y que lo digas… Eres el amor de mi vida. Eres una gran persona, un encanto de hombre… atento y cariñoso conmigo, y tu enorme rabo funciona mejor que la de un veinteañero haciéndome muy feliz.

– Me halaga mucho que me digas cosas tan bonitas. ¡Tú sí que sabes cómo subirme la moral!

– Es lo que pienso, y lo que siento solo por ti. Ningún hombre me ha hecho mariposas en el estómago como tú. Ningún macho sabría follarme tan bien como tú.

Nos quedamos un rato recostado en el punto de atolondramiento que nos da el post orgasmo hasta que nos quedamos dormidos en la cama. Me despiertan sus caricias y beso su boca para agradecérselo, con mucho amor y felicidad. Recuerdo entonces que en su polla aún hay restos de semen y flujo vaginal, así que me dispongo a limpiárselos. Pongo el culito en pompa delante de la cara de mi abuelo y este me masajea los glúteos y lame mi rajita mientras yo engullo su polla y se la limpio, con mucha tranquilidad nos hacemos un 69. Para cuando termino, mi abuelo me está comiendo el culo, con su lengua completamente metida dentro de mi trasero…

– ¿Qué tal sabe mi culito, abuelito mío?

– Delicioso, como el resto de tu cuerpo.

– Ja, ja. Gracias, lo sé.

– ¿Sigues siendo virgen del culo?

– Sí, sabes muy bien que solo tú eres quien me estrena todo, ¡Aún no lo he estrenado abuelo!

– Muy bien, no quiero meterme en lo que tú decisiones, pero este agujerito está pidiendo un buen rabo a gritos….

– Gracias, pero no estoy preparada para meterme un trabuco como el tuyo en el culo. Voy a darle de come a tu hijo y vuelvo después de la comida con el niño, si no te importa… ¿Qué te perece?

– Me parece perfecto cariño… Eres encantadora, ya  te digo.

– Muy bien abuelo, hasta luego. En la cocina tienes tus lentejas…otro día nos quedaremos a comer.

Mientras me visto, contemplo orgullosa y satisfecha a mi abuelo, un hombre de ciudad que todavía conserva algo de musculatura. Tiene bastante pelo para su edad, aunque este es blanco. Tiene los ojos grandes y azules y la piel muy pálida, pues en los últimos años apenas le ha tocado el sol.

¡Los hombres maduros tienen mucho encanto! En mi familia tenemos la piel más sensible al sol, de modo que no podemos pasar mucho tiempo sin protección. Esto nos hace ser pálidos (unos más que otros). Mientras paseo hasta la casa de mis padres, noto la aún caliente semilla de mi abuelo en mi vagina, sus bichitos deben haber iniciado su camino de conquista a mi útero…. Es hermoso sentirme su esposa. Le doy de mamar al crío y me pongo a la mesa a comer. No tardo ni una hora en volver a casa del abuelo, al rato de llegar estamos intercalando besos. Nos queremos mucho.

– En un rato nos volvemos a acostar, pero déjame que disfrute de mi pequeño…, me informa.

– ¡Vale, genial! Quiero volver a sentirte dentro de mí. No quiero que te canses de follarme ¡A mí me apetece a todas horas todos los días!

– Te demostraré que estoy hecho un chaval, y me sentirás, te lo prometo… mirándome a las grandes tetas que me ha dejado ser madre me reclama… – Por ahora, ¿por qué no dejas a la vista esas preciosas tetas que sabes tanto me gustan?

– Por supuesto. Es solo que me apetece cuidarlas… son tan blancas que se me ponen rojas.

– Son una monada, me ensalza acariciando mis tetas y mis pezones que ya están a la vista.

– Estas son las armas definitivas de toda mujer, la perdición de todo hombre.

– Te diré algo, Liana…no dejes que nadie se sobrepase nunca contigo. Vales mucho, y este cuerpazo que la naturaleza te ha dado debes conservarlo. Matarán por estar a tu lado, por ganarse tu amor. Algunas veces deberás elegir entre el guaperas canalla que no te valora y te hará gozar de la gloria cuando te esté follando…, y el hombre formal con sensación de blandengue que te valorará como mujer. Confío en que escogerás la opción correcta.

– Lo haré, abuelo, pero de momento no pienso en nadie mientras te tenga a ti.

– Yo no estaré durante toda tu vida, y tendrá que rehacerla cuando yo ya no esté o no dé la talla…, y con quien decidas pasar el resto de tu vida, asegúrate de ser imprescindible para él, que te ame tanto que no pueda vivir sin ti. Si lo amas, serás feliz.

Después de estos bonitos consejos, volvemos a la cama. Esta vez se pone él encima y follamos con mucha tranquilidad, sin prisas. Le dejo hacer y me limito a disfrutar de sus arremetidas, notando como entra y sale su polla de mi coño, avivando cada terminación nerviosa de mis paredes vaginales, noto cada palpitación en su verga, hasta los latidos de su corazón son sentidos por mi coño, es impresionante lo conjuntados que estamos mi abuelo y yo, como si fuéramos una sola persona, una pareja que se conoce a la perfección y sabe lo que el otro necesita en cada instante. Me muevo al son de sus empujones buscando mayor penetración en un acople singular ¡Ningún hombre podría darme más sexo y amor a un tiempo! Siento como su venosa verga frota mi intimidad, cómo se esfuerza para que ambos disfrutemos, como mi cuerpo es conquistado y arrasado por el tsunami de placer que mi abuelo me está proporcionando en cada empellón contundente. Es una absoluta gozada notar su cipote enterrado entero y sus grandes huevos golpear mi coño…me hallo enteramente entregada a sus embates incomparables a nada.

– Adoro tu coñito, es súper acogedor.

– Yo sí que adoro a tu cipote…. Hace décadas debiste tener a todas las mujeres a tus pies.

– Por supuesto. Como te he dicho antes, he tenido muchísimas amantes.

– ¿Lo sabía la abuela?

– ¡Claro que lo sabía! Pero también sabía que ella era mi mujer principal, el amor de mi vida y que cuando estaba en casa ella era la única.

– Viajabas bastante, ¿no?

– Sí, por todo el país. He estado en cada ciudad, en cada pueblo importante de España.

– Y allá donde ibas, conocías a alguna mujer y…



– Exacto.

– ¿Nunca has dejado preñada a ninguna?

No lo sé con total certeza… que yo sepa un par de ellas puede que sí, pero estaban casadas y no me aseguraron que yo fuese el padre. La verdad, procuré siempre no joderles la vida dejando algún hijo bastardo a mi paso, pero no me las follé con condón todas la veces, más bien las menos, con lo cual no te aseguro no que tengas un buen montón de tíos repartidos por todo el país.

– ¡¿Y por qué crees que se dejaban follarlas a pelo?!

– A parte de ser más sensitivo, tal vez porque la mayoría estaban casadas en el momento de querer ser madres…, y no iban a tener problemas con sus maridos si las preñaba. Estaban receptivas y con ganas de quedarse preñadas y veían en mí al canalla que le podía hacer el favor de dándoles la alegría de ser madres.

– Madre mía abuelo, me hubiera dado mucho morbo conocerte de joven. Debías ser todo un canalla, ¡ja, ja, ja! Dejando preñadas aquí y allí una semana con otra. ¡Un auténtico semental apareándose con todas las que se ponían a tiro!

Nos besamos y acariciamos durante un rato, las incursiones en mi abierto coño no dejaron de producirse en todo el tiempo de la conversación, unas confidencias cuya temática me calentó más si cabe… él sigue clavando a fondo a su nieta despatarrada cuanto puede y de pronto apuntilla con fortaleza viril arreciando sus acometidas…. Sin más esperas arrecia sus vaivenes hasta que se corre de nuevo dentro de mi vagina y esta vez queda tan exhausto que no parece que pueda continuar, convulsiona y sus lechazos se expelen con mezcolanza en lo hondo de mi coño. Me suelta el último chorro de lefa quedando unos segundos clavado en mi cuerpo, sobre el que se derrumba, al cabo de unos segundos recuperado, se gira quedando a mi lado…

– ¿Abuelo, estás bien? Me preocupo, viendo su notable cansancio.

– Sí, no te preocupes. Es solo que ya no soy ese joven pletórico de energía… estoy hecho un carca mi amor.

– ¡No digas eso! Te conservas muy bien para la edad que tienes, y te lo digo de verdad. ¡Tienes un aguante extraordinario! Más de un joven quisiera echar dos polvos en una sola tarde, y durar más de veinte minutos follando en cada uno…

– Gracia hija, eres muy amable y generosa conmigo… ¿Puedo preguntarte algo?

– Claro.

– ¿Soy el único viejo por el que te sientes atraída o hay más?

– He tenido alguna que otra fantasía erótica con los padres y abuelos de mis amigas, pero lo que es llegar a mantener una relación íntima, solo contigo.

– Entiendo.

Tras una media hora más en cama decidimos ducharnos, pues no volveremos a acostarnos. Me meto en la ducha yo primero y me limpio bien mi chochito… que quedase restos de los flujos expelidos por ambos sería antihigiénico. Cuando termino, me visto y me tumbo en el sofá para descansar. Al rato llega y me acurruco a su lado.

– ¿Qué te apetece hacer?

– Podemos darnos cariño tranquilamente, no tardaré mucho en irme.

– Está bien.

Nos vamos besando sin prisa y acaba pidiéndome que le deje masajear mis tetas una última vez esa noche. Acepto encantada. Me quito la camiseta y el sujetador y me estiro en el sofá como si de una cama se tratase, mientras mi querido abuelo me morrea… me lame y succiona mis tetas y cada uno de mis erguidos pezones, suavemente sin hacer presión alguna, buscando solamente que yo esté a gusto a su lado.

– Hay que ver cómo me cuidas.

– Solo quiero lo mejor para mi nieta favorita.

– Lo sé, y te lo agradezco abuelo. Me haces muy feliz

– Ve llamando a tu madre si quieres.

– Muy bien. La llamo y lo coge casi al momento. Me despido de mi abuelo en la puerta, donde nos damos un último beso apasionado con lengua, un fuerte abrazo y me voy.

– Cuídate, Liana. Ya te llamaré.

– Muy bien, abuelito. ¡Te quiero!

– ¡Y yo a ti, cielo! En el portal me espera mamá.

– ¿Qué tal lo habéis pasado?

– Genial. Ahora te cuento… me encanta cuidar del abuelo.

– Te veo cansada, ¿volvemos a casa?

– Por favor, le pido sonriendo.

Ya había terminado el bachiller con buenas notas para lo que mi capacidad intelectual es capaz de asimilar, todo aprobado con tan solo dos notables en matemáticas y ciencias, las dos materias en las que me ayudó mi abuelo, el mismo con quien continuaba jugando a tener sexo sin restricciones, sin embargo esa diversión tendría sus consecuencias y a mediados de Julio me empecé a notar diferente por las mañanas con náuseas, desayunaba tarde y después me marchaba a casa de mi abuelo a arreglarle el piso, la comida y muchas veces esperarlo a que volviese del trabajo y comer juntos. Lo dejé pasar unas semanas más y la regla no se manifestó, al principio lo aludí a un desfase, mintiéndome a mí misma de la verdad palpable a la que no quería enfrentarme. No obstante pensé que sería inevitable que todos supieran que estaba de nuevo preñada, y no dejar que pasaran cinco o seis meses, así que mejor dar la cara y comunicarlo una vez llegados a las 15 semanas, entre tanto realizaba mi vida normal… follaba con mi abuelo día sí y otro también y comencé a realizar un ciclo formativo de grado superior de “Servicios Sociales”. Sería por el mes de Noviembre cuando…





…Mi preñez estaba asegurada y el padre volvía a ser mi abuelo. Ya cumplidos los 18 años, decidí irme a vivir con mi abuelo, con la excusa que su piso era más amplio para los dos bebés y nosotros dos, lo aceptaron. Estoy muy feliz de mi nuevo estado, le dije. Todos quedaron atentos a mis palabras, se produjo un silencio sepulcral. En unos meses mi bebé comenzará a darme pataditas en mi panza y eso me hace más ilusión que otra cosa en la vida. Sí familia tengo 18 años y voy a ser mamá por segunda vez. No me arrepiento de ello.

– Pero hija como has podido quedarte otra vez preñada y de ¿Quién?, dijo mi madre ofuscada…

– Así lo quise mamá, vale la pena privarme de muchas cosas con tal de tener a mi bebé en mis brazos. Le pienso echar muchas ganas para sacarlo adelante.

– ¡¿Pero quién es el padre…?! Insistió mamá

– Eso ahora no importa, lo quiero tener yo sola… bueno el abuelo me echará una mano, me ha dicho que me puedo ir a vivir a su piso que es más grande…

– Como quieras hija, pero quedarte otra vez preñada me parece una locura. El padre debería hacerse responsable también del bebé.

– No mamá, quiero criarlo sola, fue mi decisión y lo quiero solo para mí…Prefiero oír un Mamá a un “mamacita”.

Les costó asimilarlo, pero no mucho porque me vieron muy segura. A los pocos días mi abuelo me apoyaba en su papel de corresponsable padre, el muy tonto completamente emocionado con su nueva paternidad, no supo disimularlo suficientemente bien y su hija lo cazó en un renuncio. Lo explicamos a la familia, diciendo que había sido una relación consentida y continuaría porque yo amaba a mi abuelo como a ningún otro hombre, y al ser mayor de edad en España no está penado convivir con el abuelo… por tanto me marché a vivir con él… en unos días todo se calmó y mi madre asumió la verdad y mis deseos con respecto a mis bebés y el abuelo. Continué con mis estudios, mi abuelo se convirtió en mi esposo y mi madre adopto su papel de futura abuela…, todo ello me hizo muy feliz porque de nuevo éramos una familia unida, muy pronto con un miembro más, nuestra hija Leire. El pequeño Thiago ya contaba con 18 meses cuando nació su hermana.

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