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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Familia Política. Vicio Negro




Soy una mujer muy calentona y multi orgásmica.

Me encanta el sexo en todas sus variantes, rubia de ojos azules cielo, físico normal rozando la delgadez de tetas medianas y culo pequeño pero respingón y con una de altura 167 cm…mi cuerpo estaría en el dominio de una adolescente si no fuera porque mi piel y mis facciones no son ya tan aniñadas. De familia conservadora cercana y siempre implicada en la política con arraigada tradición católica… pero yo salí un poco disoluta. 

Cuando me casé no era virgen a pesar de mis escasos 18 años, había tenido algunas experiencias sexuales de todo tipo debido a mi carácter exultante en la materia. Por lo cual mi esposo no tuvo oportunidad de estrenar nada conmigo, ya tenía el precinto roto habiendo debutado por todos lados de mi cuerpo. Él no sabía de la vida intensa que yo había tenido en lo referente al sexo teniendo en cuenta de la familia de la que provengo…, conservadora, católica y apostólica de misa semanal. En Altea establecimos nuestro domicilio, en un apartamento de dos habitaciones. Allí nació nuestra primera hija y cuando estuve preñada del 2° nos mudamos a un apartamento de tres dormitorios en Elche. Hasta allí todo normal. 

Teníamos sexo regularmente…,una vez, según contó mi marido, rompí mi récord de orgasmos, teniendo cinco cuando el lograba echar dos polvos seguidos. Cierto día estando de vacaciones en Torrevieja, donde mi suegra tiene un apartamento en la Mata, dejé a mis hijos con mi suegra me marché sola de fiesta a una discoteca para gente de mi edad con ambiente ochentero, en la playa de Guardamar, donde solía practicar topless casi todos los días. Una noche me “levanté” a un yogurín bien armado, el cual me invitó a bailar…, tuvimos sexo, fue la primera persona sin ser mi marido, que me follé después de estar casada, pero esa es otra historia que podría contar más adelante, como siempre no tomé precauciones profilácticas por mi vicio de sentir lo que me meten a pelo…, por entonces contaba con 28 años y el coño me ardía ferozmente si no me follaban cuatro, seis o incluso ocho veces a la semana.


El año pasado nos tomamos la acostumbradas vacaciones en Torrevieja.

Esta vez fueron mis padres los que alquilaron un apartamento cerca al de mi hermano había, nosotros nos cogimos una casa amplia en Guardamar. Tras diez días de vacaciones mi hijo nos propuso quedarse en casa de mis padres, allí tenía más cerca a sus amigos de toda la vida con los que compartía los veraneos…y aún le quedaba mes y medio. Así que quedamos solos mi esposo y yo… una noche después de marchase mi hijo, me duchaba sacándome el salitre de la playa, Cristóbal, mi marido, salió supuestamente a buscar comida hecha al restaurante “La cañas”. Tardó un buen rato, que aproveché para maquillarme, arreglarme las uñas con esmalte, pues pensé que podíamos salir a tomar un café y tal vez ir a bailar, ya que hacía una enormidad de tiempo que no lo hacíamos. Estando en esos arreglitos, de pronto siento que se abre la puerta, yo estaba vestida únicamente con un conjunto negro y rosa muy bonito, ya que esperaba que a la vuelta del paseo tener una buena follada con mi esposo… hacía mucho que no me daba lo mío y sentía que apenas practicábamos sexo si no era en circunstancias especiales. La entrada al apartamento tiene un pasillo de unos dos metros y de allí se entra directamente al salón. En ese instante estaba en el dormitorio, por lo cual alcé la voz, preguntando la sonsera de siempre… 

– ¿Eres tú cariño? 

Cristóbal me respondió que sí, que traía pizzas, cerveza y una sorpresa…

Quizás conviene aclarar antes el porqué de mi matriarcado en casa… Mi esposo sabía de mis gustos por la raza negra como sementales, aunque nunca hubiera admitido a uno en mi familia hasta que mi hija se casó con Severo, tragué y entonces todo cambió en mi comportamiento, Cristóbal detectó ipso facto a la perra en celo que llevo dentro sabiendo mis antecedentes caprichosos, al principio creyó que era pelusa a mi hija por tener un marido guineano de esas hechuras tan varoniles… Típicas de la raza negra, sin embargo era mucho más y mis miradas a ese tremendo toro bravo no pasaron desapercibidas para él. Mi marido me amaba sobre todas las cosas a pesar de todas sus juergas y vicios, y nunca pensó más que en darme todo para contentarme… si mi fantasía era ahora más que nunca follarme a un negro, él no dudó en regármelo saciando mi capricho. 

Esto lo sabía porque en alguna ocasión mi subconsciente reveló a mi esposo mis deseos de ser atravesada por un buen morlaco, mientras él intentaba correrse dentro de mí, no porque amase a la raza negra, sino por sentir la sensación de tener una polla tan enorme dentro de mi coño. Él se sentía en deuda conmigo por privarme de mi juventud ¡Solo tuve a Cristóbal! Eso siempre le he hecho creer, la excusa de mi rotura de himen fue mis años de equitación…. Por otro lado me beneficiaba por doble partida de la corrupción el Partido Popular a nivel general y en especial en Alicante… aquello me favoreció mucho más de lo que nadie piensa. Éramos parte de la élite de la política alicantina y nos salpicó de lleno, y a mi marido como concejal juventud y tiempo libre de Alicante no le pillaron con las manos en la masa, pero sí sé que participó en ciertas fiesta que salieron a relucir con gastos en..., caviar, alcohol y saraos nocturnos con putas a volquetes entre otros muchos más asuntos de regalos en joyas o coches que nosotros no disfrutamos. 

A partir de ese momento mi silencio, mi fidelidad a su lado para trepar a altos puestos del partido tenían un precio…, Satisfacerme en todos mis caprichos….Lo tenía agarrado de los huevos con algunas grabaciones hablando de pitufeos y otras monsergas de las basuras de la Vega Baja del Segura. Así que aproveché del cariño que me tenía también unido a una afición de Voyeur que desconocía hasta que….


La noche se prometía larga, muy larga….

Terminé de acicalarme y sin colocarme nada más encima salí a la sala, y allí la gran sorpresa, estaba mi marido y un moreno, que luego me enteré que era ghanés sin papeles vendedor de baratijas en el paseo de la playa. Como salí apresuradamente, me encontré en medio del salón en ropa interior muy suscita a la vista de aquel desconocido. Volví rápidamente sobre mis pasos refugiándome en el dormitorio, desde donde llamé a mi esposo y le pedí explicaciones.

Muy suelto, me indicó… – Siempre que tenemos sexo haces alusión a las ganas de que te folle una buena polla negra…, y al final tanto va el cántaro a la fuente que me has transferido darte el capricho de verte sometida por una bestia negra…

Mi obsesión era especialmente mamarle la verga regocijándome en el brillo del tronco de ébano con mi saliva.

No sabía en ese momento como reaccionar, me vestí con una faldita corta y una camiseta que traslucía bastante mis pezones. Salí nuevamente al salón, preparé la mesa, advirtiendo que mi entrepierna se mojaba por segundos. Estaba caliente pensando en que me iba a acostar con el negrito. Cenamos la pizza bien regada con cerveza y luego como postre tomamos bastante licor, con lo que mi calentura se exacerbó, perdiendo mi compostura de esposa y madre. Me senté en el reposa brazos del sillón donde estaba sentado el ghanés pasando un brazo sobre su hombro, ya me estaba desinhibiendo maltrecha ofreciéndome al negrazo. A todo esto, mi Cristóbal sentado en el otro sillón enfrente a donde estaba ubicada junto al moreno, no hablaba demasiado, pero con gestos inconfundibles animaba al moreno a poner manos sobre mí.

Este ante el aliento que recibía y mi pasividad, empezó a meter una mano debajo de mi falda, acariciándome los muslos, siguió adelante llegando a mi entrepierna, recorrió mi culo y pasó la mano hacia adelante a acariciar mis labios vaginales, mientras me morreaba introduciendo su lengua vivaz en mi boca…, un tentáculo muy largo llenándome hasta el galillo. Busqué con los ojos a mi marido, como pidiendo permiso para desatarme, asintió con la cabeza  dándome vía libre. Con los dedos metidos en mi vagina, el moreno me sacó un orgasmo a los pocos minutos. Lo tomé de la mano y lo conduje al dormitorio, mi esposo nos siguió y se sentó en una silla para ver como su mujer era follada por ese Toro Miura

Saqué de la mesilla de noche condones que le entregué al negrazo, primero por una cuestión de sanidad y segundo porque había suspendido por esa época las famosas pastillas ya que habían pasado cuatro meses tomándolas y el ginecólogo me recomendó descansar uno de cinco meses. En esos días estaba ovulando y debía cuidarme de quedar preñada y mucho más de un negro…, sería me escarnio entre los círculos en que nos movemos. Me desnudé en parte dejándome las bragas y desnudé al moreno por completo, tenía un muy buen instrumento de unos 25 por un grosor que me era imposible de abarcar de ancho…, y mucho atraso en el sexo, por lo cual me cogió desesperadahaciendo que hirviera en mi propio jugo. Cristóbal por su parte se emplazó en una posición idónea para pelársela mirándonos…. Ahí descubrir su afición por el voyerismo, así que en el transcurso del polvazo se debió de hacer un par de pajas lo menos…, pero antes de meterme ese mostrenco en mi coño apretado se la mamé a conciencia. Su verga estaba presente más allá de su entrepierna a medio muslo diría yo, y con un movimiento de cintura la ajusté sobre su pubis. Sus manazas de palma decolorada, acariciaban mis cabellos, mi cuello y me besó levemente.

Le afirmé mi coño contra su verga y mi mano presionaba el cuerpazo del moreno… 

– Hermoso perfume, me dijo y yo le contesté….

– Tu sentido del olfato es muy bueno pero… ¡¿prefieres el oler mi perfume o follarme…?! Le dije sensualmente.

Sin contestación bajó su mano por mis muslos y comenzó a buscar mi carne por debajo de mis bragas…, me dejaba hacer y su boca besaba mis pechos hasta que llegó a la carne en la zona de mi pubis. Mi tanga estaba mojado y caliente ¡Cachonda como una perra! Comenzaba a sortear el borde de la prenda cuando se detuvo ya abrazados, acaricié su rostro y nos ofrecimos un largo beso, mientas nuestras manos buscaban lo que deseábamos. Encontré su mazo duro y el glande lo saqué de su cubierta bajando el gran prepucio, mientras él introdujo sus dedos en su chocho mojado…, al tiempo su boca bajaba y subía por mi cuello buscando mis pezones duros y turgentes. Nos besamos con pasión, nuestras manos buscaron su destino y encontró mi chumino completamente abierto. Me masturbaba suavemente sobre el capuchón del clítoris con sus dedazos mientras mi marido preguntaba…

– ¡¿Hace cuanto que esperabas esto?!

– Toda mi vida cariño, toda mi vida, contesté ¿Y Tú? quise saber.

– Desde que te fijaste en Samuel, comenzaste a sentir la necesidad de gozar con una verga negra como esa… ¡Y yo deseaba ver cómo te la tragabas…!

La lengua del negro y la mía se volvieron a juntar. Mis manos bajaron sobre sus muslo apoyándome en ellos con ambas manos cuando me agaché…, puse mi boca sobre el capullo rojo de su verga, lo lamí con unción, lo chupé largamente aguantando como un campeón sin eyacular.

Le volví a besar en la boca diciendo… – ¡Quiero tu leche de toro!

– Será un placer señora, me dijo cortésmente.

Me sorprendió su educación en unas circunstancias como esa... 

– Pero primero le tengo que dar placer a su coño ¡El goce de las damas es el principal, después el mío!

Y me sentó sobre su mástil mientras me abrazaba y besaba mis tetas. Nunca imaginé que un hombre venido de un lugar tan salvaje como África fuera tan caballeroso y nada misógino. Me puso sobre él, me ayudó poniendo sus manos en mis caderas y en nada nuestros sexos se pegaron. Elevando mi culo apuntillé sobre su capullo que restregué a lo largo de mi raja lubricándola, encontramos mi entrada vaginal y su gran cabezón despejado de prepucio comenzó a dilatarme quedando succionado por mi conejo. Con la parte decolorada de su tranca metida en mi chumino comencé a moverme subiendo y bajando sobre ese pedazo de carne que me penetraba un poco más a cada vaivén. Estaba en éxtasis, mis ojos en blanco delataban mi paroxismo.

Mi esposo se empapaba de cómo zampaba todo ese tronco negro mi coñito blanco, desde mi culo abierto. Jadeaba y gemía de gusto ante tal dilatación, pues no era para menos el gustazo que me sacó un orgasmo…, acabé a la par que su boca se comía mis labios y yo su larga lengua. Cuando se marchó la tormenta, un poco recuperada la extraje y me arrodillé, le hice una fellatio inolvidable…, de esta ya no se escapaba mamaba como podía todo el tallo recorriendo con el ancho de mi lengua la venosa polla negra al tiempo que mis dos manos lo pajeaban sin dar abasto con los enormes testículos del semental. El pobre daba signo de no aguantar mucho más por los jadeos y gemidos que porfiaba entonces arrecié mis chupadas sobre su hermoso glande apretando con decisión la dureza de su mazo y masturbándolo enérgicamente arriba y abajo sin parar hasta que eyaculó el primer gran chorro de leche llenándome la garganta, un segundo y hasta un tercer lechazo me atoraron toda la cavidad bucal, pero decidida a darme el gustazo con ese morlaco me tomé toda la leche que pude intentando no derramar una gota. 

Con mi boca atiborrada de lefa que escurría por mis comisuras me zampé ese bolo de engrudo relamiendo su glande y el hilo de semen que caía por mi barbilla. Sabía fuerte a macho, mas no era el primer esperma africano que invadía mi cuerpo…. Nos besamos nuevamente y pudo saborear su propio néctar, eran besos lujuriosos, nada que ver a los que Cristóbal o mis hijos me daban. Me desesperaba en cada abrazo y pedía… más sexo, amor, dame más, mi coño anhelaba albergar de nuevo su balano y mientras me hacía con un condón….





Besó mi cuello hasta dejar su marca en él con un fuerte chupetón, fue entonces… 

– ¿seguimos en otro lado?

– Como usted ordene, fue su respuesta.

Nos metimos en la habitación sobre la cama de matrimonio, mi esposo se acomodó en el sillón del rincón arreciando su pajote, y antes de iniciar la batalla con el morlaco, mi esposo se acercó meneándosela y me la metió en la boca…, le hice una buena mamada, nada que ver con la anterior verga que mi boca saboreo, más pequeña y acorde a mi anatomía me la traba casi entera haciendo chocar sus pelotas en mi barbilla, le aferré sus gónadas a mi esposo y mamé con determinación mientras el negrazo observaba al matrimonio tener sexo, con la gran mano del mismo dándome masajes vaginales…, hasta que derramó toda su lefa en mi garganta…. Esta corrida no fue ni la mitad de la del negro pero era la de mi marido y me la tragué gustosamente. 

Ahora tenía dos corridas en mi boca con un mejunje de semen en mi estómago…, y mi coñito sin estrenar, no podía ser. Mi esposo se retiró a su atalaya de observancia y sobre el colchón ese negrazo y yo nos besamos largamente con el sabor de mi esposo en la boca aún, poco les importaba a los machos transferirse los sabores mientras disfrutaran de la hembra. Terminándome de desnudar me arrodillé frente al ghanés y le comencé a realizar una nueva felatio con devoción fálica…. Me  acariciaba mis hombros y mi cabellera, y yo gemía de placer tragándome el vergazo sin dejar de amasar sus tremendos huevazos. Me levantó como a un pelele posándome en el lecho y después de abrirme las piernas comenzó a chuparme el coño como tanto tiempo había deseado. Gritaba, gemía, lloraba y acababa todo seguido o junto gozando.

Me licencié en ser multi-orgásmica con ese hombre sacándome los jugos vaginales en abundancia. Cogí el condón y se lo puse en el capullo haciéndolo bajar solo a la mitad del tallo, no era su talla evidentemente, porque a mi Cristóbal le llega hasta la raíz de su polla. Al cabo de un buen repaso ajustando la goma, me puso la cabeza de sus 25 cm de cipote en mi canal vaginal y de tres o cuatro enviones, su orondo glande llegó al fondo y sus espectaculares pelotas cual dos bolas de derribo me aporreaban el culo. Mis manos tomaron sus glúteos y su boca mis tetas. El movimiento circular de sus caderas era una delicia, sin dejar de entrar y salir a todo lo largo del tallo percibiendo el choque de sus huevos una y otra vez mientras su estoque me atravesaba hasta el mismo estómago. 

El crujir del colchón hundiéndome en él, mis gemidos y el olor a sexo que ambos deprendíamos, especialmente el negro con su fuerte aroma a testosterona…. Me hizo llegar al primer orgasmo casi instantáneamente, me deleitaba el gemido ronco del macho africano al lado de mi oído y su cuerpazo abrazado al mío sobre mí, me seducía…, percibía sus grandes manos agárrame de los riñones elevando mi culo, consiguiendo una inserción más directa de todo el falo en mi ajado conejo hambriento y sentirme una marioneta manejada por un Otelo de andar por casa. El negro se lo tomaba con calma metiéndome la polla cadenciosamente, tanto que notaba cada centímetro de su verga abrirme la paredes internas de mi coño hacia dentro y hacia fuera regocijándome en la hinchazón del trozo de carne que me llenaba por completo hasta donde nadie había llegado en mi vida. 

Lo peor era la incomodidad del preservativo, se arrugaba y no hacía su función, cansada de tal molestia le dije que se lo quitara y me follara a pelo, como debe ser. No lo dudó un instante, lo arrastró de su cipote haciendo un gurruño amarillento en el suelo. Con vía libre, se encaramó sobre mí aquel animal…, no tuvo ni guiar la polla, se enfiló el ariete clavando hasta la raíz. La follada africana haciendo el misionero duró cerca de doce minutos sintiendo su transpiración, su tersa piel hasta que sin más regocijo y apenas esténtores el ghanés se deslechó llenándome la cavidad uterina a rebosar, y cuando extrajo el cipote mi esposo se hallaba junto a nosotros en su segunda paja…, fue hermoso ver como derramada su leche sobre mis tetas en presencia de primer plano del negrazo que vio como salpicaba semen por todos lados y alguna gota se llevó.

Con el africano poniéndose sus ropas mi marido y yo nos abrazados prometiéndonos amor y placer… 

– Al tiempo recordaremos estas insólitas masturbaciones.

Le reconocí que me masturbaba cuando nuestra hija follaba con su guineano en la habitación al lado de su cuarto. Me volvía loca de gozo pensar en Samuel con mi esposo follándome…, eran noches interminables que acababan en orgasmos increíbles cuando ese negrazo le hacía correrse a su mujer, mi propia hija…. Mi esposo un tanto preocupado por mi obsesión negral me dijo… 

– Nunca me dejes amor, yo quiero seguir siendo tu amante. ¡Nadie tiene porque enterarse de todo esto! Te prometo todos los placeres que se te ocurran, incluido el culo.

– No mi vida aún está virgen y no sé si quiero tú lo estrenes…

Mentí como una bellaca pues he sido sodomizada unas cuantas veces, pero mi esposo se lo tragaba todo…. Besó mi espalda, mis glúteos y perdió su lengua en mi orificio estrellado de mi apretado anillo posterior. Llegó a darme un orgasmo largo y profundo… 

– ¡Ahora sí sabía que manejaba a mi esposo a mi antojo!

Y así ocurrió con algún descanso por medio, tuvo tres señores orgasmos el ghanés…, yo infinidad. Ya saciado, pidió pasar al baño a asearse y Cristóbal descaradamente lo invitó a volver, a lo que él respondió que con mucho gusto… 

– ¡Pero para saciar a “tu mujer” se necesita más de un hombre!

Mi marido respondió más o menos así entre risas… 

– Bueno la próxima vez que vengas trae una ayudita. Pero ten en cuenta que el domingo es el último día que estamos aquí.

Se despidió dando un abrazo a mi cónyuge y a mí un morreo. Todo bien, era viernes y mi esposo estar el lunes en el trabajo, mientras que yo con el coche viajaría a Guardamar donde me quedaría unos días y luego volvería a Elche llevando a mis hijos y a mis padres. Tras irse el negrazo como el carbón, Cristóbal me preguntó si había disfrutado del regalito.

Mi respuesta fue… – ¿Dime tú qué te pareció como me lo follé?

– Me encantó y quiero repetir. Ese negro dándote lo tuyo me pone cachondo….

Estaba él en ese momento tan caliente, que se abalanzó sobre mí y tuvimos sexo como hacía años no teníamos, me recorrió con su miembro por todos lados menos por el culo. Nos levantamos cerca de la noche, nos bañamos y fuimos a cenar. Cuando regresamos volvimos a tener sexo recordando todo lo que había hecho yo con el negro. Pasó el sábado y nada, siendo domingo el africano no regresó tampoco por miedo, por trabajo o simplemente no le atraía la idea…, estábamos haciendo las maletas y charlando sobre si el ghanés habría quedado satisfecho, ya que no volvimos a tener señales de él. 

El primero que hizo el equipaje fue mi esposo, llamó a un taxi y se marchó con destino a nuestra casa en Elche, al día siguiente trabajaba, pero yo no…, seguiría de vacaciones en Guardamar con mis hijos, mis padres y la familia de mi hermano. Una vez sola terminando sonó el timbre, de broma me dije… seguro que es el negrata” y era este en verdad. Nada más que llegó acompañado de un coterráneo, siendo especialmente recibidos por mí y por mi coño que se derritió de lo cachonda que me puse. Pese a estar sola la amabilidad y discreción, así como el alto respeto por mí me asombraron y lo agradecí porque me encontraba en una posición de desventaja ante el abuso de esos dos toros bravos de casi dos metros.

Preparamos rápidamente un picoteo con queso y fiambre, nuevamente cerveza. Apuramos la comida, ya que nos queríamos sumergir en la depravación del sexo. Sin mediar palabra y apenas unos toqueteos me desnudé quitándome la larga camiseta que se desplomó en el suelo dejándome en bragas…, los llevé al dormitorio... ¡Me encanta el sexo en la cama! Los ghaneses también se desnudaron, yo clavé la vista en los miembros viriles que me penetrarían y me parecieron extremadamente exuberantes. No sé si por ilusión óptica, pero hasta el que me folló días antes parecía que tenía un cipote más grande y el amigo no tenía un verga, tenía una anaconda entre las piernas, por lo que se me hizo agua la boca del coño. 

Mi primer ghanés, me la metió por la vagina lubricándola, se la chupé y luego sin profiláctico me penetró de nuevo. El del monstruoso rabo al cual le temía si quería hacerme el culo, me la metió trabajosamente en la boca. Yo estaba en la gloria, con un nabo atareándome la vagina y un gran trozo de carne en la boca. Su juguito pre-seminal se percibía en mis papilas gustativas corriendo con la saliva hacia dentro a través de mi garganta, los tragaba con gran gusto. Luego mi primer ghanés se puso a jugar con mi culo, con los dedos hasta que insertó uno, luego dos y al llegar a tres consideró que ya estaba bien dilatada, se acostó en la cama boca arriba e hizo que yo me empalara, cosa que hice lentamente para disfrutarlo mejor.

El monstruo se situó frente a mí, y le hice una camisa de saliva en todo aquel mástil, le escupí grotescamente e introdujo con trabajo en mi vagina su gran mostrenco. Pese a estar suficientemente lubricada e ingresar lentamente, sentí como si me desgarraba internamente…, en ese momento me acordé de la similitud del momento del parto de mis hijos. Era impresionante la barra negra que me estaba deglutiendo por la vagina. Tras un rato donde le pedí que no se moviera, comencé a no sentir tanto dolor y sí señales de goce, por lo cual le indiqué que avanzara hasta llenarme moviéndose poco a poco, quería que se metiese para sentir sus hinchados huevos contra mí. No tengo palabras para describir el goce que sentí. El roce de su balano en mi vagina era perfecto, además tenía incrustada la otra polla en mi ano dándome con todo. Jamás había tenido semejante goce y mentalmente le agradecía a mi marido por semejante regalo aunque no estuviera presente para verme disfrutar. 

En un momento sentí que el que me estaba haciendo el trasero se había corrido y lentamente el cipote se iba encogiendo dentro de mí hasta que al fin salióSe dirigió hacia mi boca, y le limpié las últimas gotitas, saboreando esa poca miel que tragué. Pero lo más hermoso se iba dando en mi coño. La polla monstruosa seguía follándome dándome un orgasmo tras otro. En un momento, el moreno empezó a dar muestra de estar al borde del clímax, cosa que hizo dentro de mí con fiereza emitiendo un rugido ronco. Cuando creí que todo el goce había concluido para mí, este hombre sin sacarla tras haberse corrido, volvió a revivir y siguió en otro polvo. Yo no cabía del gozo, ¡Otro sin sacar, que delicia…! jamás me echaron dos polvazos sin sacarla de mi coño. Pero este preámbulo no lo terminaba…, yo quería que nunca llegara a su fin, ya que era enorme mi placer.

Duró en su consecución más de 20 minutos, que para mí fue estar en el cielo, estaba agotada de tantos orgasmos que tuve, pero quería más. Llegó al orgasmo casi sin estertores y se quedó como dos minutos dentro de mí. Yo no quería que la sacara, estaba feliz de haber tenido ese nivel de sexo pese a hallarme exhausta con mi coño y ano irritados y la mandíbula casi desencajada. El otro chico, mi primer amante ghanés, había acabado en mi boca abandonado la partida tras deglutir su copiosa corrida de espeso engrudo que saboreé como una puta. 

Cuando comenzaba a estar un poco más flácida se salió de mí, en ese momento no advertí nada raro, quizás el negro sí, pero no me dijo nada de que el profiláctico del monstruo se había roto, eran los mismos de la primera vez, y a este negrazo le venían aún más pequeños cubriendo apenas un tercio de rabo, un polvo debió de aguantarlo pero más de veinte minutos follándome en el segundo polvo bajo esa enorme tensión acabó por rascarse…, y que me llenó la vagina de semen africano, la metió tan dentro de mi coño, en el mismo cuello uterino que yo no noté nada raro, en verdad la cantidad de leche en el condón era considerable, por lo que no me dio por sospechar de haber sido inseminada de nuevo por millones de bichitos africanos negros deseosos por preñarme. Fui al baño me hice un buen lavado de coño en el bidé  tranquila de saber que no pasaba nada en mis días de descanso anticonceptivo. 





Ya nerviosa, siendo muy tarde terminé de hacer las maletas cuando los ghaneses se habían retirado con un adiós señora…. Yo me marché en mi coche a Guardamar, donde permanecí diez días con mis hijos, mis padres, mi hermano y Sra. e hijos. Cuando volvimos a Elche, me hice rápidamente un análisis de SIDA, que salió negativo para nuestra tranquilidad, sin embargo no pensé en la posibilidad de que me hubiesen preñado esos negros. Una semana después se pasó la fecha de mi período sin novedades comencé a notar flojedad, algo mareada por las mañanas y pinchacitos en el vientre. 

En el primer momento no le di importancia al retraso de mi menstruación, pero con todos esos síntomas una semana más tarde entonces sí me asusté… un tercer hijo podía ser demasiado para nuestra economía. Tras un par de días intranquilos, me fui resignando a los acontecimientos (en el fondo estaba feliz) hablé con mi esposo de la posibilidad de estar preñada, me hice el Test de embarazo dos veces… y dio que estaba preñada. Consulté luego con mi ginecólogo el que me confirmó mi preñez. Le confirmé a Cristóbal, algo que él sabía, que estoy totalmente en contra del aborto… Siendo soltera y menor de edad quedé embarazada y mi madre al enterarse me llevó a un médico obstetra el cual me hizo un aborto, quedé tan traumatizada que juré y perjuré que nunca jamás pasaría por otro momento como ese y que siempre que quedara preñada, sea cual fuere la situación iba a seguir con el embarazo hasta tener el bebé.

Ya cerca de los cinco meses de embarazo, se me empezaba a ver la pancita. Por ese entonces utilizaba ropa bien holgada que llamaba la atención a mis conocidos, al sexto mes ya sería casi imposible esconder mi preñez, por lo que decidimos viajar Zafra en Badajoz donde alquilamos un piso familiar por razones obvias… Si es negro no quiero que crean que te he puesto los cuernos, mejor lo hemos adoptado en Brasil… Comentamos que a través de mi esposo había conseguido un trabajo temporal en Brasil en una petrolera cerca de Sao Paulo muy bien pagado…. Así fue que desaparecí de Elche, dejé a mis hijos con mis padres, ellos ya son mayores y entendieron lo que hacíamos por el bien de la familia. Iban pasando los meses y finalmente llegó la fecha del parto, estábamos nerviosos sin saber si sería negro o blanco…, aun pidiendo que no estuviese, Cristóbal colaboró en el mismo parto ¡Quería estar conmigo! 

Parí un hermoso bebé, "¿A que no adivinan de qué color? ¡SI! Adivinaron, bien negro. ¡Una preciosidad! Regordete. Estoy muy contenta con mi hijo mulato". Supuestamente lo adoptamos en Brasil recién nacido. ¿Alguien se lo creerá? No sé, pero hasta ahora ningún pariente o vecino, que yo sepa comentó algo sobre “mi hijo”. Somos una familia de arraigada tradición católica y un acto de generosidad como es adoptar un niño de un lugar deprimido es siempre visto como algo tan grande que nadie se para en los pormenores, así que a los 22 años de tener mi primer hijo he vuelto a dar a luz otro un poco más tostado fruto de mi depravación consentida por mi esposo. Pero poco importa eso ahora, es ¡MI HIJO! No reniego y estoy orgullosa de él, como lo estoy de los otros dos. 

A veces me acuerdo del padre con su monstruosa verga de más de 25cm y 7 cm grosor, y como me la tragué “toda” aún no sé de qué manera me la pude enterrar…, hoy por hoy pensándolo bien, no termino de creer que esa majestuosidad de verga entrara toda en mi vagina y que lo gozara de tal manera, que hasta lo añoro. Me encantaría encontrar nuevamente al ghanés, quien sabe por dónde andará. Tal vez comentarle que tenemos un hijo, lo hermoso que es el mocoso y tener con él sexo salvaje, aunque me preñe otra vez. Estoy segura que lo haría, ya que lo deseo sin medir consecuencias, pero esto me lo guardo para mí, ya que esa efímera relación sexual no entorpece mi vida marital, es más la ha enriquecido. Mi esposo de vez en cuando me busca un gigoló para practicar su voyerismo y de paso le solicito que sea negro. Una vez al mes nos satisfacemos mutuamente en la habitación de un hotel después de cenar y bailar con mi esposo ¡Es divino! Encontrarme después con una gran verga que me soliviante mi necesidad  multi orgásmica es el único precio que paga Cristóbal por sus corruptelas políticas, aparte de mantener a su hijo mulato ¡¿Pero cómo empezó mi atracción por la raza Negra?!


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“…Por lo tanto os informo que he decidido casarme con Severo, sé que no os sentará bien, sobre todo a mamá, pero creedme si os digo que he encontrado el amor de mi vida y estoy dispuesta a llegar hasta el final con él. Un beso, Sara" 
Terminé de leer el correo electrónico que mi hija me había enviado esa misma mañana y miré a las caras del resto de los miembros de la familia a los que había reunido para darles la noticia. Mi cuñada Elisa tamborileaba nerviosa con los dedos en la mesa y mi esposo hacía bolitas con una miga de pan mientras miraba el mantel.

– ¿Y bien? ¿No tenéis nada que decir?

– Bueno, Silvia, la verdad es que es una notición que tu hija se case, no sé si tenemos que darte la enhorabuena o no…,  se atrevió a murmurar mi cuñada
 ¿Y cómo conoció a ese chico? Preguntó mi suegra.
 Pues en Guinea, donde va a ser, dije yo.
– Pero entonces es…
– Sí, me temo que es negro.
Hubo un rápido cruce de miradas entre varios miembros de la familia. Ante su pusilanimidad tuve que tomar la palabra para contarles que… 
mi hija Sara se fue a Guinea Ecuatorial hace seis meses para colaborar en tareas de caridad junto a algunas monjas de la parroquia del barrio. Desde hace unas semanas en vez de un email cada tres días como solía hacer nos los mandó cada semana, nosotros pensamos que se debió a que estaba en un poblado en la selva sin Internet pero ahora sabemos la razón. Parece ser que algún negro desaprensivo se aprovechó de su inexperiencia con solo 20 años para conquistarla e intentar casarse con ella en España, obteniendo así la nacionalidad y escapando de su mísero país. Creo que todos coincidimos en que hay que evitar que mi hija sea engañada por ese sinvergüenza, no podemos aceptar que sea víctima de un matrimonio solo para obtener los papeles y aprovecharse de nuestra desahogada posición económica. Os he reunido aquí porque creo que tenemos que iniciar una campaña para evitarlo a toda costa, os pido que la llaméis y que la escribáis correos disuadiéndola de sus absurdas  intenciones. No podemos soportar el escándalo ni la vergüenza que supondría ver a nuestra hija casarse a los 20 años y encima con una persona de fuera de nuestra órbita y mucho menos… negra, hablando claramente.”

– ¿Pero dónde se va a casar? Dudo mucho que don Benito (el cura de nuestro barrio) se preste a ese circo.

– No sé donde será, es seguro que no será en la iglesia del barrio porque ya he hablado con el padre, que conoce a mi hija desde quela bautizó y está escandalizado.

– Pero Silvia, ¿y si tu hija está enamorada?

Una mirada bastó para fulminar a la imbécil de mi cuñada… 

– ¿Y tú no tienes nada que decir? Pregunté a mi marido… 

– Yo te apoyo en todo lo que hagas cariño.

Siempre había sido un calzonazos, un don nadie…, si no fuera por mí padre no estaría en la élite de la política del partido. Para acabar con la reunión les di la dirección de Hotmail de mi hija y su teléfono en Guinea Ecuatorial para que contactaran con ella. Me levanté de la silla y fui a despedirles. No puedo decir que estuviese muy satisfecha de su reacción pero no podía esperar otra cosa de mi pusilánime familia. Si algo tenía claro en ese momento es que tenía que abortar esa boda como fuera. 

En realidad lo que más me importaba no era la juventud de mi hija, sino que se casara con un desarropado negro guineano. ¿Qué iban a decir mis amigas, los compañeros de partido político? ¿Qué iba a decir el "Hola"? No, era sencillamente imposible que mi hija se casara con un negro salido de la selva. Sé que suena racista, pero mi familia todavía tiene principios, me encargué personalmente de que creciera basada en unos sólidos principios católicos y conservadores…, hasta ahora lo había conseguido. 

Cristóbal tenía un puesto muy importante dentro del Partido Popular de Valencia con reconocimiento por el secretario nacional, mi otro hijo mayor que Sara tenían una prometedora carrera por delante, aun sin terminar la carrera de derecho, ya era líder de las juventudes del partido en la comunidad y vicepresidente nacional despuntando en el partido donde militamos la mayoría de la familia.

Ni me quería imaginar las bromas y chanzas de los políticos y los medios de comunicación del PSOE o PODEMOS, cuando se produjera la boda, sus comentarios sobre una de las familias más conservadoras del país teniendo a un negro en su seno. Es cierto que siempre he sido una madre estricta y exigente, con una imagen de aire autoritario, pero hasta ahora había conseguido encarrilar la vida de mis hijos. A mis 38 años podía estar orgullosa de ello. Sólo mi hija había salido una bala perdida ahora, porque hasta que fue a ese dichoso viaje a Guinea Ecuatorial era una chica seria y formal. Es cierto que era una jovencita realmente atractiva, con un cuerpo precioso, pero estaba segura que a sus 18 años antes de comenzar la universidad, permanecía virgen. Sólo con pensar que un negro la podría haber hecho perder la inocencia me ponía de loca de ira. Se supone que ese viaje era algo en lo que pasar el verano antes de empezar la carrera, irse a un país del Tercer Mundo a poner tiritas a negritos, la verdad es que no le había dado mucha importancia hasta ahora.

Esa misma noche me llegó otro correo de mi hija, me decía que llegaría en dos días a Madrid y que ese mismo fin de semana se casaría, aunque la dirección de la iglesia me la daría cuando llegara a España. Hay que reconocer que mi hija se movió rápido. Intenté llamar a su teléfono en Malabo pero no contestaba, tampoco lo hizo con mis emails. Muy bien, si ella jugaba fuerte yo también. Pasaron los dos días y mi hija se dignó a llamar desde el aeropuerto de Malabo, su vuelo estaba a punto de salir y estaba junto a Severo (maldita la gracia que tenía el nombre). Tuvo suerte de que fuera mi esposo quien cogiera el teléfono, nos dio la hora de llegada a Barajas. 






El imbécil de mi esposo parecía alegre a pesar de que sería el que más bromas tendría que soportar. A las siete horas Cristóbal salió al aeropuerto para recogerles, yo, por supuesto, me quedé en casa. Cuando oí el coche de mi marido de vuelta salí al porche de mi casa. Paró justo enfrente de mí y vi a mi hija con la cara llorosa y angustiada. Ni me moví de mi posición y esperé a que fuera ella laque me buscara, ofrecí mi mejilla para que la besara aunque ni la miré a los ojos. Después vi a su futuro marido saliendo del coche. La verdad es que me quedé sorprendida pues era un gigante de casi dos metros de altura con un cuerpo muy fuerte seguramente por horas de trabajo bajo el sol, sus hombros eran amplísimos y sus brazos musculados agarraron las maletas de mi hija como si no pesaran nada. Intenté ocultar mi asombro y por supuesto ni me digné a hablarle. Vi como mi hija miraba a su padre con cara de desesperación y él puso cara de resignación. Si el idiota de mi esposo se había resignado a que su hija se casara con un negro yo no iba a hacerlo.

Esa noche Cristóbal y yo tuvimos una discusión a gritos en nuestra habitación ya que él había dado su brazo a torcer y me dijo que había hablado con el guineano y le había parecido una persona seria. Le mandé a dormir al sofá aunque yo no pude conciliar el sueño. 

Serían las tres de la madrugada cuando me levanté para beber un poco de agua. Pasé por el salón y oí los ronquidos de mi esposo. Llegué a la cocina y me tomé un tranquilizante cuando oí algo parecido a un lamento o a un quejido al fondo del pasillo, donde la habitación de mi hija. Los quejidos o lo que demonios fueran se hicieron más intensos y largos. Dejé el vaso de agua y me dirigí hacia el cuarto de Sara, en esos momentos ni se me pasaba por la cabeza lo que podía ser pero conforme me acercaba me di cuenta de lo que era, se había convertido en una sinfonía de gemidos de placer por parte de mi hija a los que ahora se habían unido los del negro. Los crujidos de la cama eran escandalosos solo deseé que la interna no se despertaran ante semejante escándalo. Me situé en el umbral de la puerta y asomé un poco la cabeza.

La estampa que me encontré era propia de una película porno, con mi hija a cuatro patas sobre la cama siendo follada a una velocidad y con una dureza terrible por parte del guineano, que la agarraba con fuerza del pelo, lo que más me llamó la atención fue la cara de mi hija. Estaba desencajada por el placer, era una cara de auténtica zorra que encajaba las embestidas de ese toro y pedía más y más. Me quedé sorprendida al ver el cuerpo del negro pues era lo más parecido a un cuerpo escultural que había visto en mi vida, ¡Qué músculos! ¡Qué abdominales! La verdad es que me asombré de todas las sensaciones que pasaron por mi mente en esos segundos, hacía tantos años que no practicaba sexo con mi marido que casi ni me acordaba de lo que era tener un rabo dentro de mí. Me quedé mirando la escena durante unos segundos intentado ver el miembro del semental guineano que se estaba follando a mi inocente hija con tanta violencia, pero tristemente la metía y la sacaba muy rápidamente por lo que sólo pude ver unos enormes testículos balancearse cual si fueran el badajo de una campana.

Casi sin darme cuenta mis dedos se deslizaron por debajo de mi camisón y me sorprendí tocando mi oxidado chochito, sabía que era una locura pero los gritos que daba mi hija indicaban muy claramente que se estaba corriendo como una loca y yo también quería disfrutar de ese macho. Mi atrevimiento fue tal que saqué un poco de mi cuerpo en la habitación de mi hija para tener una mejor vista. Tuve mala suerte porque justo cuando estaba a punto de rozar el orgasmo el negro giró la cabeza y me vio. No exagero si digo que estuvo a punto de darme un infarto, pero a él no pareció importarle… El negrazo me sonrió y comenzó a follar a mi hija más gustosamente, yo muerta de vergüenza me retiré a mi habitación pero estaba tan caliente que me metí en la cama a masturbarme, no tardé ni diez segundos en tener un orgasmo tremendo y dejar lleno de mis flujos las sábanas blancas de mi cama marital tras años de no estar empapadas de ellos. 

Y pensar que mi hija había llegado virgen a África. Me tumbé en la cama y dormí como una bendita el resto de la noche con la imagen congelada de su mirada y ese mostrenco de pollón… A la mañana siguiente me daba vergüenza levantarme y mirarle a lacara a ese negro que había pillado a su conservadora suegra masturbándose con él. Sólo cuando oí que mi hija y él se marchaban me atreví a salir a desayunar. Cristóbal dijo que la boda iba a celebrarse en dos días en una iglesia de un barrio modesto donde el cura no hacía muchas preguntas a los novios, el famoso Padre Ángel. A la hora de comer llegaron cargados con bolsas para la boda yo no sabía dónde meterme cuando vi que el guineano no paraba de mirarme. Durante la comida mi esposo intentó iniciar temas de conversación para romper el hielo…

– Bueno no vais a contarnos donde os conocisteis.

– Claro papá, Severo trabaja en la ONG, se dedica a proyectos para llevar agua potable y de riego a poblados en zonas aisladas de la selva.

– Vaya Severo y exactamente ¿Qué es lo que haces?

– Como ingeniero agrónomo sobre todo me gusta llevar agua para que los agricultores puedan cultivar....

Giró la cabeza y me miró a los ojos con su mirada profunda.

– Especialmente, continuó diciendo, – Me gusta irrigar zonas estériles o que llevan mucho tiempo sin recibir ningún líquido, me gusta ver como consigo que los líquidos se abran paso en zonas abandonadas, que llevan mucho tiempo sin recibir ningún tipo de fluido y lo reciben como agua de mayo.

No daba crédito, estaba haciendo un símil entre mi coño y su trabajo de irrigar zonas estériles. Estuve tentada de coger el cuchillo y clavárselo, pero teniendo en cuenta lo de la noche anterior él estaba en una posición de fuerza. Durante el resto de la comida no levanté la mirada del plato mientras que Severo se destapó como una persona muy habladora y con mucha labia que hizo buenas migas con mi marido, pronto estuvieron los tres riendo mientras yo no paraba de quitarme de la cabeza su imagen dándole fuerte a mi hija. Retiré los platos y pude ver en un espejo como el guineano no me quitaba ojo de encima, se fijaba especialmente en mis tetas y en mi culo con un descaro, increíble que mi hija ni mi esposo pareciera advertirlo. Cuando llegó la hora de los cafés caí de nuevo en su trampa…

– ¿Alguien quiere café?

– Yo sí mamá, un café sólo.

– A mi uno con leche, Silvia, con mucha leche…, me gusta que la leche se desborde por la taza.

Me puse roja de vergüenza ante esa grosera insinuación que al parecer sólo había advertido yo y fui a la cocina, nuevamente vi su cara burlona reflejada en el espejo que me desnudaba con la mirada. Después de la comida se fueron a dormir la siesta, estuve tentada de ir a ver si follaban de nuevo pero me contuve, lo que no pude evitar fue ir al baño a masturbarme de nuevo, estaba tan caliente como una perra en celo, tal como cuando era adolescente. 

Por la noche salieron y me quedé más tranquila al saber que no tendría que soportar una cena de insinuaciones soeces por parte de ese negrazo que me provocaba tanta atracción y repulsión al mismo tiempo. De hecho esa noche no pude dormir mientras me veía en los brazos de Severo que me follaba con fuerza. Sobre las tres de la madrugada oí como abrían la puerta y escuché las voces de mi hija y su prometido. Me levanté y les espié, mi hija iba muy borracha pero Severo iba bastante sobrio. Se metieron en su habitación y la casa se sumió en el silencio. Yo volví a mi cuarto pero seguía sin poder conciliar el sueño, sobre todo lo que me interesaba era ver el rabo de ese negro, saber si todos los tópicos sobre la gente de color eran ciertos. 

Me levanté y fui a la cocina, me engañé a mi misma pensando que era porque tenía sed, pero de lo que tenía ganas era de otra cosa, quería verga y la quería ya. Estuve un rato en la cocina esperando, caliente como una cafetera, hasta que oí como se abría la puerta de la habitación donde dormían mi hija y su novio africano. Escuché los pasos por el pasillo con el corazón desbocado hasta que le vi aparecer por la puerta. Iba medio desnudo, sólo llevaba un calzoncillo que estaba a punto de reventar. No hizo falta decir nada pues los dos sabíamos perfectamente lo que iba a pasar…

 ¡Vaya, vaya suegrita así que a usted le gusta espiar lo que hace su hija en la intimidad!

Se acercó a mí hasta que lo tuve a escasos centímetros. Me quedé impresionada ante su imponente figura de dos metros de alto llena de músculos tersos. Sin mediar palabra le bajé los calzoncillos hasta que quedó a mi vista la mayor verga que había visto hasta entonces. No estaba erecta pero ya casi doblaba a la de mi marido, era muy gruesa. Acaricié su glande, quería ver hasta dónde podía llegar aquello, así que empecé a pajearlo, él no opuso resistencia ni mucho menos y eso fue creciendo como un globo aerostático. 

Yo estaba tan excitada que me puse de rodillas y comencé a mamárlasela con mucha dedicación, sintiendo como ganaba tamaño dentro de mi boca, hasta que creció tanto que no me cupo y me tuve que conformar con solo una parte. Finalmente logré que alcanzara su máximo esplendor y creo que no me equivoco si digo que alcanzaba los 25 cm de longitud y los 6 de anchura. Mi respiración se aceleró y por mi mente pasaron mil pensamientos por un lado ponerle los cuernos a mi esposo y la traición a mi hija, pero por otra la necesidad de sentir aquella barra de carne dentro de mí por primera y tal vez única vez en mi vida. 

La balanza se decantó cuando él me sujetó la cabeza con fuerza y puso su cipote en mis labios. Sin dudarlo abrí mi boca, puse mi mano derecha en sus cojones y comencé a mamársela con devoción aunque con serios problemas ya que su enorme tamaño me asfixiaba y me impedía metérmela del todo en la boca. Él no dudó en agarrarme del pelo y comenzar afollarme la boca, en realidad era él el que me metía su rabo en la abertura dejándome follar sumisamente, como buena cristiana. Ya había olvidado hacer una mamada, ni siquiera a mi marido le hice una en los últimos diez años, por lo que al principio no pude evitar morderle un poco.






Al final me hice con ello y mi boca se amoldó a ese enorme mostrenco tan aparatoso como delicioso. Permanecimos así varios minutos, chupándole la polla a mi futuro yerno en la cocina de mi propia casa a un día de la boda, él demostró tener mucho aguante pero noté al cabo de unos ocho cinco minutos mamándosela con fervor, su polla se inflaba dentro de mi boca a punto de estallar, yo intenté sacármela pero él me tenía agarrada por la cabeza y no pude zafarme, y tras dar un rugido ronco y profundo, que pudo haber despertado a toda la casa…. Se corrió echando un primer gran Chorretazo de leche espesa, seguido de otros tantos lechazos enormes que acumulaban cantidades ingentes de semen en mi pobre boca, que apenas pude engullirlos con la suficiente rapidez como para no ahogarme allí mismo. Por primera vez probé el salado sabor del semen africano, la lefa de ese negro era mucho más espesa y contundente en sabor que la de mi esposo, que aún no habiéndosela chupado en años, sí la había probado de mi vagina alguna vez. Cuando terminó de eyacular sacó su vergazo de mi dolorida boca y un poco de su esperma cayó en mis rodillas y en el suelo de la cocina.

¡Qué putilla más golosa es usted mi querida suegra! Se lo tragó todo y no dejó ni gota

Dijo mientras se masturbaba para que su polla volviera a estar erecta.

Yo me tragué su leche en un deglutir ruidoso, lo acumulé todo en un solo bolo alimentario y… ¡GLUP, GLUP! directo a mi estómago, limpié la boca como pude con lengua y dedos de los restos de lefa que no había podido tragar y se derramaron por mis comisuras. Lo miraba a los ojos mientras se pajeaba y yo me zampaba su semen, pero aun quedaba lo mejor de la noche y no estaba dispuesta a dejarlo pasar, ya que le había hecho una mamada, ¿Qué me importaba ya follármelo?

– ¡Anda deja de zurrártela y fóllame ya! ¿O es que te has quedado sin fuerzas?

– Su hija es igual que usted, muy modosita y cristiana al principio pero en cuanto probó mi verga me pedía más y más todas las veces que nos veíamos... sois un par de putillas de cuidado.

Fuimos a una de las habitaciones de invitados, me tumbé en la cama y vi como su miembro ya había alcanzado todo su esplendor de nuevo, dudé de que semejante torpedo me entrara pero estaba tan lubricada y cachonda que sólo pensaba en sentir eso dentro de mí. Me abrí totalmente de piernas para enseñarle el camino ¡Pensaba en lo puta que me encontraba…Si me hubiera visto Cristóbal después de años sin tener sexo! 

El negro me agarró las piernas, las puso en sus hombros y de un golpe me la metió haciendo desaparecer el glande y poco más. No pude evitar un grito de dolor abrasador en mi vagina al sentirme desgarrada por ese mástil teniendo en cuenta que hacía mucho tiempo que no era penetrada, pero a Severo no pareció importarle pues me empezó a follar con fuerza. Su cadera se movía instintivamente como si de un rito ancestral se tratase, la iba metiendo centímetro a centímetro haciéndome sentir cada metida más profunda. 

La sensación de dolor fue pasando a una de auténtico placer y lujuria al sentirme perforada por ese rabo y pronto empecé a gemir hasta que noté un cosquilleo en mi coño que acabó derivando en un magnífico orgasmo, de hecho fue el mejor orgasmo de mi vida hasta esos momentos, ya que los pocos que había tenido con mi marido al inicio de nuestro idilio, no le llegaban ni a la suela de los zapatos. Estuvimos follando un buen rato en esa postura completamente despatarrada ofreciéndome toda al semental africano, yo con mis manos me regodeaba en sus magníficos pectorales, mientras él me clavaba con fuerza hasta las bolas. No paraba de encadenar orgasmos mientras él no daba muestras de eyacular el muy cabrón. Se tumbó encima de mí para hacer más profunda la penetración, yo le rodeé con mis piernas y mis manos se perdían en su ancha espalda y en su duro culo, creo que estuvimos por lo menos más de un cuarto de hora follando, sudando, gimiendo, deseándonos hasta que él empezó a bufar y a hacer verdaderos esfuerzos para no correrse….

– No te corras dentro por favor... ¡Me podrías dejar preñada!

Me miró desafiante… – Claro que sí me voy a correr en tu coñito.

Su cadera arreció con metidas profundas y contundentes...

– Reconozco a una perra en celo solo con el olor y tú estás deseando que te llene. No eres tú… ¡Es tú instinto quien desea que un negro te haga una buena panza!

– ¡¡No, no quiero...!! 

– Sí lo quieres, lo sé PUTA, sino no estaría aquí...por eso te voy hacer un negrito, para que te acuerdes con quién has follado… ¡Me salen muy guapos, ya verás!

Su lenguaje soez y grosero sólo lograba calentarme más, tuve un último orgasmo antes de que él me embistiera con violencia incrustando su rabo en lo más profundo de mi coño y se corriera echando cinco, seis o qué sé yo la cantidad de chorros de semen que me llenaron por completo y acabaron saliendo empapando todas las sábanas al no poder albergar tanta lefa mi enjuto chumino. 

El primer aldabonazo de leche lo percibí en la pared de mi vagina quemándome, la tenía tan clavada hasta los huevos que se vació en el mismo cuello uterino. El muy cabrón no atendió a razones rogatorias, solo a sus instintos de procreación y de esparcir la semilla negra por toda aquella incauta que se dejara seducir por el Otelo de facciones fascinantes. Estaba rendida por esa tremenda sesión de sexo, con el cuerpo dolorido por el mazo genital de ese semental. Él no se daba por vencido, de hecho su miembro seguía bien erecto y brillante por mis jugos tras dos corridas memorables para mí. Mientras tomaba aire vi como agarraba dos almohadas, me levantaba y me las ponía en la tripa….

– ¿Qué vas a hacer?

– Ya te dije que yo no me doy por vencido fácilmente, has venido en busca de sexo y lo vas a recibir, con todas sus consecuencias… ¿Te ha partido el culo el cornudo de tu esposo?

Casi me da un ataque de pánico al comprender que quería penetrar mi casi virgen culito, pero mi calentura era mayor y me tenía a sus pies…. 

– No, nunca me ha dado por culo, pero para todo hay una primera vez

– Igualita que su hija, igualita.

Llevó sus gruesos labios a mi ano y comenzó a comérmelo suavemente y moviendo muy diestramente su larga lengua, yo nunca había probado eso del beso negro por un negro, pero me encantó, era una zona muy sensible de mi cuerpo y me hizo correrme en pocos segundos…

 ¡Ya estás lista putona! Ahora viene lo mejor de la noche Suegra.

Noté algo ardiente intentándose abrir paso en mi culo, que a pesar de estar algo dilatado por el beso negro no podía engullir lo que se le venía encima. Parecía que no acababa nunca, no paraba de entrar nunca y el dolor se hizo tan insoportable que quise zafarme, aunque él me sujetó bien fuerte…

– ¡Quieta yegua, quieta! Me notaba extraña siendo sodomizaba, abriéndome el culo…

Me ardía cada vez que uno de sus 25 cm de polla entraba en él, sudaba y tuve que morder las sábanas para no dar un alarido de dolor. Por fin clavó todo su nabo dentro de mí y lo pude sentir en su totalidad, espero que mi esfínter se dilatara y entonces comenzó con el mete y saca a un ritmo endiablado, mi sensación inicial de desgarro se fue transformando en una de placer, un placer diferente y nuevo para mí que me hizo correrme enseguida, él se apoyó en mi espalda y me besaba la boca con lujuria mientras me sodomizaba y me susurraba frases soeces al oído. Yo estaba a punto de mandarlo todo a la mierda y aullar de placer aunque despertara a mi esposo, a mi hija y a la interna con tal de expresar el placer y los orgasmos que me provocaba mi yerno. Logré contenerme al contrario que Severo que bufaba y no se cortaba nada, fue después de 15 minutos de enculada cuando noté su pollón vibrar dentro de mi recto y expulsar su leche dentro de él. Mantuvo su miembro dentro de mí un rato más y luego lo sacó. Noté como su semen salía a borbotones de mi culo en su tercera corrida. Sin la menor consideración me dio un cachete en el culo a modo de despedida y volvió a su habitación dejándome destrozada.

"Si alguien de mi entorno me hubiera visto a mis 38 años tirada en la cama, recién sodomizada y cubierta de semen y sudor… ¡No hubieran dado crédito! Mucho menos que toda esa leche fuera de un negro como el carbón".

Como pude me incorporé y salí al pasillo, apenas podía andar entre mi dolorido culo y la flojera de mis piernas del cúmulo de sensaciones novedosas…, tuve que apoyarme en la pared para llegar a la cama marital. Notaba como su leche seguía manando de mi coño y mi ano, tuve que entrar al baño a lavarme. Me metí en la ducha y durante quince minutos me aseé cuidadosamente a un ritmo laso. 

Durante los siguientes días Samuel no me dedicó un solo segundo más allá de lo diplomáticamente correcto entre yerno y suegra.


Llegó el día de la boda.

A los que solo fueron invitados los familiares más allegados, pero la noticia se difundió rápido gracias a algunas revistas del corazón. La reacción del público y de los políticos me sorprendió, viendo en esa boda interracial una normalidad más de la España que vivíamos, donde las parejas homosexuales se casan, hay parejas de hecho…, entre otras muchas la cuestión las interracial no era una cosa que ocultar, sino una normalidad de esta sociedad del siglo XXI. He de decir que todo ello me alegró mucho porque el gran polvazo de Samuel en la cocina anidó un deseo descontrolado de sentirme poseía por un negro cada vez que me follaba mi esposo…, hasta el punto que llegaba a exteriorizarlo. Aquella novedad la comentamos y llegamos a un acuerdo que nos beneficiaba a los dos si toleráramos los vicios, fantasías o deseos del otro…, 

Disfrutar de una verga negra de vez en cuando, y mi esposo verme como era follada por el mismo, dejando que nuestro patrimonio creciera por las diferentes corruptelas que nos ponían en bandeja los cargos políticos a los que mi esposo accedía, era una rutina.... Dinero, depravación sexual, preñada de un negro desconocido, un hijo y dos nietos mulatos, una familia caritativa volcada con la adopción interracial y una imagen impecable de modernidad dentro de una élite conservadora…, justo lo que se llevaba ahora y el partido buscaba para relanzar su imagen renovada tras años de estar en la picota de la corrupción y el despilfarro. ¡Nosotros éramos el mejor ejemplo! Menuda contrariedad plagada de Hipocresía, como bien podéis comprobar por los cuernos que le he puesto a mi esposo. Los primeros fueron con un jovencito de veinte y pocos años en una discoteca de Torrevieja….

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Silvia era una mujer madura.

Elegante, deliciosa y la mar de zorra cuando salía de marcha, aquella noche iba sola de caza en el disco-bar para gente madura. Cuando el chico volvía a casa después de una cena de trabajo. Había sido una noche bastante sosa porque casi todos sus compañeros y compañeras de trabajo son muy aburridos. Mientras iba andando por la zona de tascas a la orilla del malecón, pasó por delante de una de esas discotecas donde suelen ir los que ya pasan de los 40 y se creen que aún vive en los años 80. Entonces pensó que tomar la última copa en ese local sería buena idea, tenía la curiosidad de ver que hay en estos sitios, aparte que la música de esa época le gusta mucho, la gente y el ambiente era una intriga…, así que entró y anduvo mirando por ahí. Pidió mi copa y se acercó a la pista de baile donde había una mezcla de maduritos bailando como locos. 

En las mesas que había alrededor de la pista había grupos de mujeres pasándoselo a lo grande, riéndose a gritos entre trago y trago. Le llamó la atención un grupo de mujeres donde destacaba a su lado una más jovencita que conversaba con la camarera, sencilla pero elegante destacando sus pechos realmente enormes y una cara muy guapa. Además se veía que era una mujer muy elegante por su forma de actuar. Estuvo observándola durante largo tiempo y cada vez se sentía más atraído por ella. Al tipo le gustan bastante las mujeres maduras, todo hay que decirlo. Pidió otra copa y se colocó en una posición desde donde poder verla mejor. En esto se cruzaron sus miradas y él le sonrió como mejor pudo, levantando su copa al mismo tiempo. Ella también sonrió, pero más bien por educación porque no notó nada morboso en su mirada, Ese tipo de mujeres no se lían con chicos de 20 años a no ser que estén muy desesperadas”, pensaba para sus adentros. Después de un rato vio como se levantaba y se dirigía a los baños, así que fue hacia allí para recibirla como tal pedazo de mujer se merecía. Cuando salió del baño se acercó a ella sibilinamente como un puma en la selva peruana… 

– Hola, quería decirte que estas preciosa esta noche.

– Gracias, mi rato me ha costado antes de salir.

– Pues ha valido la pena el esfuerzo... 

Se hizo un silencio que debía romper si no quería perderla. 

– Disculpa que te haya estado mirando tan descaradamente, pero es que tu manera de actuar me parece muy elegante. Nada de lo que se ve por estos lugares….

– Muchas gracias y no te preocupes, no me había percatado de que mirases hacia donde yo estaba. ¿Pero… no crees que sea un poco mayor para ti?

– Oh, sí, bueno, no sé. Entre las chicas de mi edad ya no se lleva tanto ser tan femenina y tú me encantas…. Me llamas la atención.

– Me parece que exageras un poco. Me parece que sé por dónde vas…

– No me mal interpretes, es tu manera de mover las manos y de escuchar la conversación. Además, con todos los respetos, creo que tienes un físico impresionante. 

Ella rio a carcajada limpia cuando oyó lo que había dicho y tomándome del brazo le dijo…

– ¡¿Sabes?! Me gustas, aunque no pienses lo que dices y yo no me lo crea, me gustas.... ¿Por qué no me invitas a bailar?

El chico no estaba acostumbrado a lidiar con reses tan bravas, empezó a ponerse muy caliente. Por supuesto fueron a bailar. Estaban poniendo música para bailar agarrados, así que la tomó bien cerca de él y comenzó a moverme lo mejor que sabía. Ella al principio no respondía a sus achuchones, pero después de unos minutos empezó a pegarse más y más hasta que pudo sentir el calor y la dureza de la verga en su entrepierna. Silvia sudaba un poco en la nuca y que ronroneaba cada vez que él empujaba un poco más. Entonces le preguntó si querría venir a su pequeño piso estudio, que estaba muy cerca y allí podríamos tomar algo más tranquilo y seguir bailando. Ella dudó, pero cuando empujó un poco más y bajó su mano hasta el borde de la escueta ropa interior de ella, se apretó mucho más y mirándole como una gata salvaje le dijo que se fueran lo más rápido posible.

Cogió su chaqueta… – ¡¿No te despides de tus amigas?!

– He venido sola…, salieron a la calle.

Durante el camino al pisito de 30 m2, iba masajeándole el culo descaradamente. Ella estaba tan caliente como él joven… accedía a todo. Ya en el ascensor le subió la falda y le palpó el coño completamente húmedo. Ella gemía con los ojos cerrados mientras movía las caderas al ritmo de su mano. Entraron y le quitó la falda casi con violencia. Ella se dejaba hacer, no hacía más que soltar gemiditos y espasmos. Le solicitó sentarse en la mesa del salón y entonces, arrodillándose, le comió el delicioso coño durante un buen rato apartándole las bragas a un lado y dejándose ver el chocho rasurado para la ocasión, incluso perfumado…, la muy zorra fue buscando compañero de apareamiento y lo encontró fácil. Le mamaba la vulva y sus labios vaginales sin dejar de torturar sus clítoris hasta que se corrió soltando un grito sordo mientras le agarraba la cabeza y le la pegaba a su sexo chorreante. 

Entonces lo empujó tirándolo al sofá como una energúmena sedienta de sexo, se subió la falda y desalojó el cipote de su prisión haciendo un 69 fantástico…, le hizo una mamada impresionante sin llegar a que se corriese, sabía cómo hacerlo sin acabar. Pero el chico deseaba era acabar follándola como un animal, así que se levantó y la puso sobre el mismo sofá cogiendo sus piernas por debajo de las rodillas quitándoles la bragas previamente. Su coño estaba tan mojado que a la primera embestida le metió toda mi polla. Ella estaba loca… se agarraba al reposaba brazos para empujar más.

El joven le daba con todas sus fuerzas haciendo rebotar mis huevos contra ella, cosa que parecía que le ponía aún más cachonda. A veces sacaba la polla y le daba unos golpecitos contra su clítoris y de nuevo le metía la verga a punto de estallar…, así le dio durante unos cinco minutos sin haberle quitado el vestido. Después se sentó en el sofá y ella se puso encima de él moviéndose como si estuviera fuera de sí. Para el joven iba a ser “El Recuerdo” de esa noche…, Su culo se movía de una forma increíble como si bailase salsa. Yo podía sentir que mi polla le llegaba hasta el fondo y ella seguía cabalgando sin control. Se sacó las tetas bajando su vestido a la barriga y le obligó a chupar los pezones que estaban durísimos. Gritaba muchísimo y ella también se acariciaba las ubres…, aquello era impresionante para lo que había vivido con sus follamigas, La madura no paraba de moverse encima del buen mástil. 

El muchacho estaba al borde del orgasmo, le manoseaba las tetas fuertemente mientras le metía la polla hasta dentro, era un gustazo follarse a esa zorra sin condón. Estaba a punto de correrse, así que la puso a cuatro patas como más le gustaba verse cuando acababa dentro de alguna de sus putitas… y acabo lo más dentro que pudo mientras le cogía del pelo echándole la cabeza hacia atrás. Los últimos empujones que le daba eran exagerados, sonaban como palmetazos, pero ella seguía pidiendo más. Por fin se corrió brutalmente dentro de ella llegando a marearse del subidón de dopamina al cerebro, al tiempo que soltaba mis primer gran chorro de leche en las mismas entrañas de aquella señora esposa de alguien que no la tenía bien abastecida. Aquel polvo fue fantástico como colofón a una noche aciaga, sentía que eyaculaba un montón de leche dentro de ella, cuatro o cinco lechazos le dejaron las piernas con flojera y la mente obnubilada del chupe de dopamina. Fue maravilloso. La pena para él fue que no aceptó quedarse un poco más, pero bueno, nada es perfecto, recogió sus cosas y le dejó las bragas de recuerdo… 

– ¡¡Para que no te olvides de cómo folla una hembra de verdad!!

Un día, no hacía mucho de aquella noche, la vio paseando por el malecón de Guardamar con  su esposo, con un niño de seis y una chica de diez años, probablemente su marido e hijos pensó el joven. Se limitaron a sonreírse y siguieron cada unos su camino. Pero como se narra en el relato, esto pasó hace más de doce años y ahora viven una situación muy diferente. Silvia con 40 años a cuestas y su esposo Cristóbal 45 es un firme candidato a la alcaldía de Valencia, por ello desde la Secretaría General de Mariano Rajoy le ha propuesto para liderar la candidatura a la cuarta ciudad más importante de España. Lo peor es que le ponía en una situación comprometida con los vicios de su señora, que debería comenzar a recortar, aunque mientras los sufrague por su cuenta no debería de haber ningún problema manteniendo la discreción como hasta ahora…. En el 2018 se inició la campaña y su esposo se marchó en esa última semana a Valencia dejándole con los niños en Elche, y entre sus llamadas y las noticias de la campaña por el Canal 9 se fue enterando de todo hasta el día de las elecciones…. CONTINÚA.






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