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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Una familia poco Ejempar. Final




Eugenia era una joven bella cómo un amanecer soleado, delgadita… pesaba 55 kilos, medía algo más que un metro sesenta y ocho, tenía los ojos azules y llevaba el pelo recogido en dos coletas. Había pasado casi una semana desde aquel encuentro incestuoso, su padre no intentó acercarse a ella, temía que acabase en una nueva follada. La personalidad de su hija era arrebatadora…, así que no se dirigieron muchas palabras lejos de buenos días y adiós en los días posteriores a aquel polvo a traición que hacía culpable al padre, era evidente que fue ella quien le buscó, le provocó y aprovechó la ocasión única de tener a su padre expuesto. Ese viernes Eva curraba en una obra cerca de Tarancón, posiblemente tendría que quedarse todo el día si se complicaba el posicionamiento de una viga de puente con cerca de 92 toneladas. Pensó que sería una buena idea que su hijo Pencho le acompañase, era un día libre sin clase por el "día del profesor", seguro que se entretendría viendo las obras del nuevo puente que estaban realizando y de paso no estaría sola las tres horas de conducción por autovía de ida y otras tres de vuelta.

Después del asalto de Eugenia a la interinidad de su padre, dejándole sin defensas, este se hallaba un poco tocado, solo la distancia al convivir con su madre, le ayudaba a no sentirse tan culpable de haberse follado a su hija… en la siguiente semana no habló con ella, ni en la segunda hasta llegar el miércoles. Solo le depositó el dinero que cada quince días le daba como compensación de manutención. No solo había sido la deshonestidad de follarse a su propia hija, sino la actitud grosera de Eugenia contra Eva y hasta contra él mismo, no quiso verla… cuando le llamaba por teléfono, le decía que tenía mucho trabajo y que no podía verla aplazando el día que convivían por orden del juez…, así que si su padre no tenía valor a afrontar los hechos, sería ella quien tomara la riendas de su relación. 

Se presentó en casa de su padre, estaba solo y eso ayudó a poder llegar un entendimiento mejor. En casa de su padre, Eugenia se hallaba sentada en un sofá del impresionante salón de su casa de huerta en la vega media del río Segura. Llevaba puesto un top de color rosa que dejaba ver su ombligo y en el que se marcaban los pezones de sus tetas, un short hecho con un pantalón vaquero que había cortado y unas zapatillas de deporte del mimo color que el top. Vestía así porque aquella tarde de mayo hacía un bochorno sustancial. Isidro, su padre, moreno, de estatura media, ojos claros y pelo cano, sentado en la esquina de un tresillo y vistiendo un pantalón pirata azulado con camiseta de “Ramones”, le decía…

– No me gusta tu decisión de no seguir en la universidad, y a tu madre tampoco le va a gustar. 

Eugenia, que estaba con las piernas cruzadas, lamiendo un bombón de helado, dijo…

– Mi madre anda en su nube de diva y le importa un comino lo que yo haga.

– Me refería a Eva.

– Eva no es mi madre, papá, a ella, si acaso le importaría lo que hiciéramos tú y yo.

Eva, la madrastra de Eugenia, hacía un año que la conocía, y unos meses que se casara con su padre. Era una mujer de bandera, tetas grandes, culo gordo, caderas anchas y piernas bien hechas y rellenitas…una morena que se comía el mundo a su padre. Se había ido cerca de Madrid a controlar una obra con su “hermanastro” Pencho e hijo de esta… por lo visto se complicó la instalación de la gran viga de un puente enorme, y se tendrían que quedar esa noche al menos en un hotel de Tarancón, hasta que se acabara la operación.

– ¿Hacer qué, hija?

– Hacer el amor, papá… bueno o lo que sea eso de follar entre una hija y su propio padre.

Isidro puso el grito en el cielo. – ¡¿Te has vuelto loca?!

Eugenia, abrió las piernas, las estiró para su padre mirase su entrepierna… 

– Sí, y me gusta mi locura. 

Lamió el bombón desde el palo a la punta y después lo chupó de la forma más sugestiva que sabía hacerlo para mostrar su puterio.

– Deja de hacer tonterías con el helado. 

Le oía pero no lo escuchaba.

– Si el bombón fuese una cosita que yo me sé, le miró a la entrepierna. ¡Ummmm!

Isidro quiso imponer su autoridad… – Te acabas de quedar sin paga durante un mes.

La voz de Eugenia sonó dulce, cálida, cómo un caricia… – ¿Por querer darte amor, papi?

– ¡Durante dos meses! ¡¡Y deja de lamer el dichoso bombón!!

Con su sonrisa de chica mala y su mirada de picarona… 

– ¿Te vienen ideas morbosas a la cabeza, papá? Seguro que sí. Los hombres maduros siempre fantaseáis con nenas como yo.

La firmeza del padre chocaba con la coquetería de la hija… 

– No debí darte tantos mimos, ni tantos caprichos.

– Por eso te quiero con locura, papá, porque siempre me trataste cómo a una princesa, su voz cambió de tono. – ¡Hasta que apareció esa…en tu vida! ¡¡Quiero todo tu amor para mí y para...!!

No la dejó acabar la frase… – Esa mujer que me hace feliz.

– Esa desgraciada que me robó tu cariño.

– No le llames eso. A ver, hija. Te quiero mucho, pero no es buena idea llegar al extremo de cometer incesto.

– ¡Cómo odio a esa puta!

– ¡Sin paga durante seis meses!

– La odio tanto cómo odié a mi amiga Norma, Norma, si, la que te tiraste en tu coche.

Isidro pensó que lo iba a chantajear… 

– ¡¡De nada te van a servir los chantajes!!

– ¿Chantajes? Para nada. Es más, te voy a contar un secreto para que sepas que no me voy a ir de la lengua, yo también me acosté con Norma.

– ¡¿Qué?!

– Sí, cuando me dijo que había follado contigo en tu coche sufrí un ataque de celos, la cogí por los pelos y acabamos en el piso de su habitación. Estando debajo de ella me agarró los pulsos, se quedó mirándome, y después me dijo… "Eres preciosa". Me besó y no sé qué me pasó que cuando me soltó las manos rodeé su cuello con mis brazos y acabamos haciendo el amor.... o lo que sea eso de comerse coños entre dos mujeres.

– No hacía falta que me dieras detalles.

– Si no te los di... ¿Quieres que te los dé?

– ¡No! Cada día sé una cosa nueva de ti. ¿Hay algún chico en tu vida?

– Nadie importante. Los uso y me deshago de ellos como los condones. No llego ni aprenderme sus nombre, bueno uno sí... el último fue Pencho.

– ¿Qué Pencho?

– El hijo de Eva, el hijo de tu amorcito.

Isidro iba de sorpresa en sorpresa… – ¡¿Follaste con tu hermano?!

– No es mi hermano… Carlitos es mi hermano. Y lo de acompañar a su madre no creo que fuera una buena idea. Con la polla que tiene y con las hormonas por las nubes… esos dos seguro se lian.

– No digas estupideces.





Hotel de la autovía A3 dirección Valencia

Eva salía de la ducha de la habitación cubierta solo con una camiseta de seda que le daba por encima del culo y que dejaba ver la mitad de sus grandes tetas, se metía en cama, se tapaba con una sábana, le daba la espalda a su hijo, y le decía…

– Al no haber dos habitaciones también se ahorra, apagó la lámpara de la mesita. – Hasta mañana, hijo.

– Hasta mañana, mamá.

Quince minutos más tarde, Eva, sintió el inconfundible sonido de una mano deslizándose sobre una polla. Su hijo se la estaba pelando. Durante un par de minutos no hizo nada. Después metió una mano dentro de las bragas y rozó suavemente el clítoris con un dedo pensando en el padre de su hijo (Pencho era un cuadro de su padre, del padre de ella que también era de su hijo). Al rato estaba ardiendo. Acercó el culo hacia su hijo, muy despacito, hasta que tocó con su polla. Echó la otra mano a una teta, la magreó y dio otro golpecito con su culo en la polla de su hijo. Pencho se seguía masturbando sin empujar hacia delante. Eva, al rato, volvió a empujar su culo contra la polla, Pencho, reaccionó. Poquito a poco le quitó la sábana. Eva, sin cambiar de posición…

– ¿Qué estás haciendo?

– Nada. ¿Te desperté?

– ¿A ti qué te parece?

A los dos o tres minutos se volvía a masturbar y poquito a poco le fue levantando la camiseta… 

– Qué pesadito estás, cariño. Hazte la paja si quieres, pero no me toques…y sobre todo no me llenes de lefa. 

Pencho frotó su polla contra la raja del culo de su madre… 

– No sigas, cariño, no sigas que estás calentando a mamá.

Eva con sus palabras excitó al hijo aún más de lo que ya estaba, y ella lo sabía, de ahí sus palabras intencionadas. Pencho siguió, después le levantó la camiseta y se llevó una sorpresa. ¡Su madre estaba sin bragas! Frotó la polla contra el coño mojado.

– Se siente muy rico mi vida, pero debes parar ya. No la sigas frotando en mi coño que tu mamá se está poniendo muy cachonda… ¡¿Sabes cuánto llevo sin que me follen…?!

Pencho, excitado por las palabras de su madre, siguió frotando… sabía que ya no había retorno y su madre no se resistiría mucho más, sería una colaboradora del depravado acto, sumisa y complaciente como lo era con su nuevo esposo. Eva echó el culo hacia atrás, Pencho le abrió las nalgas aflorando la mullida vulva de su madre, la gran raja se perfilaba entreabierta y, sin más dilación, con solo un juego de cadera la cabeza de la polla entró en su coño.

– ¡Quítala, hijo, quítala!

Decía que la quitara, pero movía el culo de atrás hacia delante y de delante hacia atrás metiendo y sacando la polla de su coño buscando cada vez más profundidad… Pencho, cuando sacó la polla del coño fue para volverla a clavar con mayor ahínco ¡Zas! De una estocada llegó a enterrarla entera, solo le quedaron los huevos fuera de la raja de su madre, allí alojada envuelta en la húmeda calidez de la vagina materna alojó todo el tronco de su verga de un grosor que ya no podía circundar con sus dedos…igualita a la de su padre…larga, recia y cabezona. No lo iba a soportar mucho, ni siquiera hacía falta moverse para sentir que su orgasmo era inminente… 

La metió y sacó cinco, seis y no llegó a la décima clavada cuando comenzó a correrse en la entrada del cuello uterino de su madre… 

– Así, hijo, así, desahógate. ¡Que no te quede nada dentro! 

Percibía cada aldabonazo de leche tibia atorar su fondo vaginal, no tomaba precauciones pero no importaba…, lo más preocupante para Eva, era que tenía un dilema, si le decía que siguiese sabría que era una puta, y si dejaba que la cosa acabara ahí tendría que ir al baño a aliviarse. Cuando Pencho acabó de eyacular, ella respiró profundamente… 

– ¿Tanta leche tienes guardada, cariño? Eres un gran semental

Pencho le cogió las tetas, se las sobaba jugando con los enormes pezones erectos que su madre no podía evitar… 

– Sí, la guardé para ti, mamá.

– No debíamos estar haciendo esto, corazón.

– ¿Te correrás así, mamá?

– No estaría bien que hicieras correr a tu mamá.

– ¿Eso quiere decir que sí?

– Sí, hijo, sí.

Tiempo después, Eva, estaba boca abajo masturbando el coño con dos dedos… Sintió que se iba a correr cómo una perra y le dijo a Pencho… 

– ¿Quieres que mamá se corra para ti, cariño? Mira como tengo de dura la pepita ¡¡Solo tú me la pones así... ¿Sabes?!!

– ¿Sí?, entonces vamos mamá, no te cortes y déjate llevar…lo que ocurre aquí no saldrá de entre los dos.

Los dedos de Eva chapotearon en su coño hasta que Pencho sintió a su madre susurrar jadeante o avergonzada de sentirse tan excitada con su chaval 

– Me corro, vida mía.

Pencho se posicionó tras su madre, y le incrustó el cipote en el coño sin más compasión, la llenó de verga dura. Aún Eva no acabara de correrse cuando la sacó, y la volvió a meter en el coño con mayor dureza…, la siguió follando a todo trapo, en tanto ella se frotaba el clítoris en una de sus mejores pajas. Ya no importaba quien era ese hombre que la perforaba y le daba tanto placer, solo eran dos seres necesitados de orgasmos… una hembra sedienta y un macho follador. ¡Bendita juventud! Pensó ella justo cuando se corría y su hijo la volvía llenar de esperma espeso...El chico no necesitó más de dos minutos para estar de nuevo a tope y poder follarse a su madre.


Salón de la casa de huerta murciana.

Eugenia, gateando por el tresillo, con el bombón de helado en una mano, se acercó a su padre e intentó besarlo, Isidro le hizo la cobra… 

– Quita, Eugenia, quita. 

Le metió en la boca el bombón medio derretido, Isidro lo chupó y le quedó la boca pringada de chocolate y de nata… 

– Deja que te limpie.

Le pasó la lengua por los labios hasta dejarlos limpios. Isidro vio que los pezones de su hija se marcaban mucho más en su top. Se empalmó. Aquello ya no tenía vuelta atrás, metió la lengua dentro de la boca de su hija y la besó. Eugenia le echó los brazos al cuello. Se sentó sobre su regazo y se besaron largamente… Después, Eugenia, le levantó la parte de arriba de pijama, sonrió, le lamió el vientre y los pezones, le quitó la parte de abajo del pijama y el bóxer. Se arrodilló delante de él, metió la polla en la boca, y lamiendo desde los huevos al glande, mamando el glande, chupando y lamiendo los huevos metiéndola toda en la boca y masturbándolo, lo puso perro. Luego se quitó el top y le masturbó la polla con sus tetas, unas tetas redondas, duras y pequeñas cómo naranjas, con areolas color carne y pezones pequeños. Después se quitó el short y su pequeño coño pelado quedo al descubierto…era un pequeño estuche cerrado, de labios gordezuelos y pomposo partido por una rajita profunda.

– ¿Te gusta mi almejita, papá? le cogió una mano y se la llevó al coño. – ¿Está mojadita?

– Mucho… lo tienes empapado. 

Sus dedos se deslizaron por la rajita y se colaron dentro extrayendo el fluido gelatinoso, se oyó chasquearlos dándole unos azotes a su vulva.

– Umm qué malo eres papá… ¿Quieres probarla?

– Quiero, lo deseo mi vida. Tienes un coñito muy rico.

Eugenia cogió a su padre de la mano para llevarlo hasta su cama pero fue Isidro quien la llevó a ella, la cogió en brazos y la llevó a la habitación. Allí aún con sus deportivas rosas puestas, la echó boca arriba sobre la cama, Isidro se quitó la parte de arriba del pijama, subió a la cama y metió la cabeza entre las piernas de su hija. Vio su coño, pequeñito, enjuto con los labios rojos llenos de jugos delirantes. Lo lamió con dulzura. Nada más sentir la lengua en su coño comenzó a gemir. Sus ojos hacían chiribitas…

– Dame placer, papá, dame mucho placer ¡Ese es el punto… ahí papá, ahí!

Isidro, con la lengua plana lamió su coño cómo quien lame un helado, Eugenia, se fue derritiendo… Acabó levantando las piernas. Isidro le comió y le folló con la lengua la vagina y el ojete de su pequeño culo.

– ¿Te gusta así, cielo? 

Él nunca imaginó que acabaría en aquel lugar cuando, la pequeña Eugenia apenas pesaba 3 kg en sus manos el día que nació.

– Sí, me gusta, me gusta mucho papi ¡Eres el mejor del mundo! 

Más tarde, metiendo el dedo pulgar en el coño y frotando su clítoris con la palma de la mano la llevó al límite… 

– Sigue así papi... ¡Me voy a correr, papá! Joder papá que gusto me estás dando.

Cuando sus gemidos le dijeron que no podía más, metió todo el coño en la boca y se lo devoró metiendo la lengua en el conducto vaginal y después mamando el pequeño clítoris, lamiéndolo con la punta de la legua notándolo muy duro, cada vez la niña aceleraba más sus convulsiones restregando con mayor ahínco su coño contra la boca de su padre, hasta que Eugenia se corrió y los jugos de la corrida le llenaron la boca. Al acabar, Eugenia, sonriente, le preguntó a su padre… 

– ¿Qué...? ¿Está más rico, mi chochito o el coño de Eva?



Hotel de la autovía A3 dirección Valencia.

El coño de Eva estaba con el glande del clítoris erecto y fuera del capuchón, lo normal es que no sean tan grandes pero la pepita de Eva siempre fue superior, extremadamente crecido para rebosar de entre los pliegues de su coño. Pencho, arrodillado entre sus piernas, se lo frotaba con la oronda cabeza de su polla, hacia arriba, hacia abajo, hacia los lados y alrededor…nunca había visto algo tan espectacular como el clítoris de su madre, se regocijaba en él con su cabezón en un enfrentamiento de tú a tú, entre iguales. Luego se lo frotaba en el coño y volvía a jugar con el gran clítoris materno que lo tenía ensimismado… Eva, boca arriba sobre la cama, se magreaba sus grandes tetas. La luz estaba encendida, pero más encendida estaba ella con su hijo… 

– Eres un pequeño Cabrón ¡¡Vas a hacer que mamá se corra como una puta, cariño!! Me tienes como una perra en celo con ganas que la follen, la llenen y la dejen bien preñada.

Pencho se encendió y como queriéndola acallar se echó encima de ella y le clavó la polla con rigor, sin miramiento ni compasión… allí no era cuestión de hacer prisioneros… la folló ensartándosela hasta los huevos…, Se la clavaba a tope haciendo palanca y frotando su pelvis con el magno clítoris sobrado de su madre, Eva le cogía las nalgas tersas y tensas a su hijo y las apretaba contra ella con contundencia, para que la polla de Pencho entrase más y pudiera frotar con energía las paredes superiores de la vagina en busca de su punto añorado “G”. Poco después la rigidez y el gran frote vaginal del endurecido glande sobre la zona activada de su punto “G”…, ella convulsionaba de placer, se corría de manera incontenible, al tiempo que su coño comenzó a echar cantidad de jugos… la polla comenzó a latir dentro de Eva, viendo que le iba a llenar el coño de leche, lo empujó más hacia ella atrapándolo encima de ella como una araña “viuda negra” o una “mantis religiosa”

– ¡Dame tu leche cariño, vamos córrete dentro y deja bien preñada de lefa a mamá! ¡Dámelo todo! 

Pencho le agarró la cabeza a su madre con ambas manos, se besaron dándose la boca, la lengua a las profundidades de su campanilla… se devoraba a su hijo y él a su madre como caníbales hambrientos. Sin parar de empujar en el fondo uterino… un rugido animalesco marcó el momento de descargar dentro, la clavó a fondo y...

– ¡Sí, hijo, si! Eso es ¡¡LLÉNAME DE TI!!

Se comenzó a correr ella también al notar el semen atorar su útero predispuesto a ser fecundado... 

– ¡¡Dale, vida mía, dale tu leche a mamá!! ¡¡PRÉÑAME!!



Casa de huerta murciana

Eugenia, montando a su padre le estaba dando una teta a mamar, Isidro la lamía y la chupaba dulcemente. Su polla entraba y salía apretada y cubierta de jugos, jugos que mojaban el interior de los muslos de Eugenia y resbalaban impregnando los voluptuosos testículos de su padre. Isidro, sentía sus gemidos y no quería que se corriera, deseaba gozarla más… la nena era una gran amazona y no era algo se aprendiera sin haber practicado mucho.

– Dame tu coñito a comer otro poquito.

– ¿Te gusta mi chochito, papá?

– Sí, cariño.

Eugenia besó a su padre… – ¿Cuánto te gusta?

– Me vuelve loco.

– Después te lo doy, ahora quiero disfrutar con tu gran polla dentro de mí ¡Joder papá que gusto y cuanto la deseaba! Es enorme y me presiona mucho mi coñito. ¡Sabes como follar a una hembra muy puta!

Lo volvió a besar y lo siguió follando moviendo ágilmente su cadera… su culo, su pequeño culo iba de atrás hacia delante y de delante hacia atrás con lentitud tangándose todo el tramo desde el glande a los huevazos paternos. La cría estaba fuera de sí, hacía mucho que no se sentía tan avivada, tan excitada y cachonda.

– ¿Quieres ver cómo me corro, papá?

Isidro ya estaba más que cachondo… 

– En mi boca, córrete en mi boca.

– Goloso. Si me corro en tu boca no ves mi carita al correrme ¡Quiero que veas lo PUTA que es tu nena! 

Comenzó a acelerar los movimientos de su culo. Isidro sintió que le venía la gran corrida, porque otra era que sus eyaculaciones eran demenciales con una ingente cantidad de esperma… 

– ¡Quítala, hija! Estoy a punto de correrme…

– ¿No querías que me corriera en tu boca?

– Sí, pero yo… 

Eugenia movió su culo a toda pastilla, frotó su clítoris, con el vientre de su padre, se replegó arqueando la espalda dando a ver a su padre y a ella misma el acoplamiento genital entre ellos…continuó frotándose el clítoris con mayor firmeza y explotó.

– ¡Ummmm aaaggggh! ¡¡Me corro, papá... me estoy corriendooo!

– ¡Qué la armamos hija! Yo estoy a punto también. 

Aceleró las batidas de su coño contra los huevos de su padre, aplastándolos una y otra vez.

– ¡¡Dámela, papá!! No pares. Tu nena necesita la leche de su semental en su chochito ¡Córrete dentro de mí! ¡Hazme tuya para siempre... PRÉÑAME!

Las corridas se juntaron y casi se mueren de gusto, ella caía en su pecho colmada de esténtores, y él arponeaba las entrañas de la cría vaciándole los cojones repletos de lefa… cinco, seis y hasta ocho lechazos eyaculó dentro de su hija. Al acabar, con la polla dentro de su coño, le preguntó… 

– ¿Aún quieres los jugos de mi corrida, papá?

– Más que nunca, preciosa.

Eugenia le puso el coño en la boca a su padre, y le dijo… 

– Toma, cochino ¡Bébete el coñito de tu hija! 





*******************

Quedamos que al día siguiente nos veríamos al salir del trabajome buscó yendo a mi oficina. Como nunca había tenido la necesidad de buscarme ahí o el deseo de saber donde trabajaba, nadie la conocía, no yo había hablado sobre ella. Simplemente se presentó, dio su nombre y ya. Trabajo hasta la fecha como director de seguridad de una importante empresa, por lo que las visitas de familiares no son muy comunes, no así las clientas o amigas del personal. Yo estaba en una junta de trabajo cuando ella llegó, por lo que la pasaron a mi oficina y ahí le pidieron que me esperara. La reunión terminó antes de que me pudieran avisar. Cuando llegué a la oficina no supe que me sorprendía más ¿si el ver a ahí a mi hija Eugenia o lo hermosa que se veía? Más por la sonrisa de alegría que florecía de sus lindos labios. 

Al entrar se paró y me abrazo, dándome un beso en la mejilla y apretando su cuerpo con el mío. En eso entra Gerardo, uno de los compañeros que se encarga de  organizar fiestas muy particulares de fin de semana y a la cual pensaba asistir con Denise, una niña nueva en la oficina… todo amor, sumisa y exquisita. Nadie ahí lo visita una hija o su esposa y se la presenta a los demás, aunque todos presentan a las chicas que nos visitan como sus “hijas, sobrinas o ahijadas, uno que otro osado como su esposa” aunque la mayoría las presenta como una “amiga”. Yo no pensaba presentar a Eugenia como mi hija. Como Gerardo iba con prisa, apenas si saludó, dándome información sobre la fiesta y que no debía faltar, le argumenté que mi esposa  estaba indispuesta. En eso se giró para mirar a Eugenia de arriba abajo, ella me suelta, le sonríe. Eugenia entonces me mira…

– ¡Esperaba poder verte el viernes y pasar contigo el día! Me dice con cierta tristeza.

– ¿Y porque no la llevas? 

Se adelanta Gerardo a cualquier contestación mía y añade. 

– Llévala, no seas aguafiestas, os vais a divertir ambos, seguro que Eva lo entiende…tienes mucho estrés en tu trabajo.

pone tono de complicidad, entendiendo cómo eran esas fiestas de fin de semana.

– ¡Si! Anda, llévame, no seas malo.

me dice melosamente mientras me da un fuerte beso en la mejilla derecha, muy cerca de la boca.

– Sí, llévala… lo vais a pasar bien y con mucho tiempo de calidad. A parte, ¿Cómo vas a ir solo teniendo a tan bella dama? 

Dice con una sonrisa y una cara perversa. Eugenia agradece el cumplido y me abraza, dándome otro beso y mirándome con ternura. Dudo por un momento… 

– En esa fiesta no hay refrescos, solo bebidas con alcohol, hasta morir ¿Seguro que quieres ir? Le digo a Eugenia. – No podrás beber nada.

–Sí, no hay problema. Me contesta.

Gerardo se retiró mientras Eugenia y yo nos poníamos de acuerdo a qué hora pasaba por ella. Después de eso, ella se quedó ahí conmigo hablando de cosas sin importancia. Llegó el viernes de la fiesta, pase por ella 09:30 de la noche por su casa, naturalmente que hablé con mi ex si podía acompañarme mi hija, aunque no me tocase estar con ella ese fin de semana. Llegué y pite, saliendo ella casi en seguida. ¡¡Guau!! Cuando la vi, tuve una erección instantánea, vestía una blusa blanca escotada, la cual marcaba perfectamente sus bellas y apetitosas tetas que se transparentaban bajo el encaje de su pequeño y sexy sostén, la misma que mostraba su lindo ombligo. Con una falda blanca, bastante ajustada a su cuerpo, la cual le llegaba casi a las rodillas y que marcaba perfectamente su bien delineada figura.

– ¡Que hermosa te ves hija! 

Le dije, a lo que ella agradeció abrazándome y dándome un fuerte beso en la mejilla.

Emprendimos el viaje, llegando al lugar una hora después. Llegamos, me bajé y enseguida le di la vuelta al coche para abrirle la puerta y darle la mano para salir, ella agradeció el gesto. Cuando camino delante de mí, no pude evitar la tentación de mirar sus nalgas y es que Eugenia tiene de por si un culo precioso y bien formado. Cuando más clavada estaba mi vista en su culito, Eugenia giró su vista sintiendo mi mirada, se detuvo y me sonrió, respingó un poco más el culo, mostrándomelo con coquetería. Había buena luz y aun de noche se puede visualizar a través de la ropa que tipo de prenda interior se trae y a Eugenia no se le marcaba nada por lo que mi lujuriosa mente trabajo al mil pensando ¿es una tanga o no trae nada de bajo? Ya que no alcanzaba a ver siquiera la parte de su cintura para deducir. Levante la vista y le miré a los ojos, ella me sonreía, a lo que correspondí de igual forma, luego regresé la mirada a los jóvenes y tersos glúteos de mi hija. 

Si mi excitación ya se iba tranquilizando, en ese momento se volvió a reactivar, mi verga estaba dura dentro de mi pantalón. Y más porque lo había provocado la sensualidad de mi hija Eugenia, con quien tenía diferencias y hasta enojos demasiado seguidas por culpa de mi matrimonio con Eva, principalmente. Sin embargo creo que intuía lo excitado de mi libido, con mis pensamientos pecaminosos sobre ella…, eso jamás podría ser motivo de otro enojo.

Esas sonrisas entre los dos, solo esa acción de ella de respingaba su culito al ver que la miraba. ¿El lugar? Era en una gran casa con un enorme jardín, ahí estaba centrado todo. Cuando llegamos, ya iban llegando muchos compañeros, la gran mayoría con chicas muy jóvenes y hermosas, algunos hasta con dos acompañantes. Eugenia que iba delante de mí, me toma de la mano derecha y la lleva hasta su abdomen, por de donde la abrazo en tanto se pega a mi cuerpo, mi verga esta dura y hace gran bulto en mi pantalón, mucho más si no fuera por los slip que elegía para la ocasión… unos severos calzoncillos que retuviesen cualquier amago de erección como aquella.

No dude en acomodarme perfectamente entre sus duras nalgas, Eugenia no dice nada mientras seguimos avanzando, al contrario, se acomoda a ella, así seguimos hasta llegar a la mesa donde nos sentaremos junto a otros compañeros. Entre mis compañeros uno que otro tuvo la puntada de presentarlas como sus hijas o esposa y hubo algunas compañeras que también fueron con chicos jóvenes, yo no la presente como mi hija, solo como Eugenia y ella no sé molestó, al contrario, parecía disfrutarlo. Todo pintaba para una noche de alegría, alcohol y mucha, mucha diversión.

Y así fue, comenzó a correr el Ron, el Brandy, el Whisky, el Tequila, el vodka y hasta la cerveza en grandes cantidades contenida en barriles y servida en serpentín…, hubo chupitos de licor de diferentes sabores, las cuales fueron consumidas de entrada, aunque principalmente por las damas, que no podían faltar. Las mesas eran para diez personas, ahí nos juntamos los más allegados. Nos preguntaron que deseábamos tomar, acordamos entre todos tomar whisky, el cual nos llevaron enseguida tres botellas, agua mineral y una cubeta de hielos, aunque también nos llevaron unas cervezas en botellín que no pedimos. Eugenia, tomo la iniciativa y preparo los vasos de ambos al mismo nivel, no dije nada, solo me limité a disfrutar lo que ella me había preparado. 

La música sonaba, era de Kenny G. al rato pusieron a Sade de su primera época… bailamos como si no fuéramos padre e hija y así se comportó ella conmigo en la mesa entre mis compañeros, aunque sin darnos algún beso o caricia atrevida. Nunca perdí detalle de su precioso perfil de arriba abajo, en cualquier parte de su cuerpo que mi mirada se parase, me recreaba embobado. Aún me seguía preguntado con excitación si traía tanga o no. O ¿Cuál era la prenda íntima que vestía esa noche? Ya pasadas varias horas, bailes, chistes y copas, algunos compañeros, ahí mismo en sus lugares comenzaban las danzas de caricias con sus acompañantes, algunos con las chicas sentadas en sus piernas, otros con las chicas sentadas sobre las mesas y frente a ellos. Eugenia solo miraba y expresaba una sonrisa pícara y me comentaba lo que todos podíamos ver a pesar de que la luz ya era escasa en algunas partes del jardín. Así como dos o tres parejas más de nuestra mesa, solo bailábamos y bebíamos, en una de esas nos paramos a bailar y en uno de esos movimientos no desaproveché la oportunidad para asirme a sus caderas, luego deslicé mis manos a sus nalgas.

De una manera atrevida para estar en público, estábamos haciendo las paces. Eugenia sin hacer escandalo alguno, me abrazó, me dio un beso en la mejilla cerca de la boca, mientras la pegaba con más fuerza hacia mí, me dijo… 

– ¿Te gustaría saber lo que llevo puesto debajo del vestido, verdad?

Mi ojos afirmaron, al tiempo que ella me regala una sonrisa maliciosa y picara. Era notorio que ya estaba algo tomada con un poco de alcohol que había ingerido, pero a la vez caliente y cachonda…,esta niña había salido a su padre sin lugar a dudas, porque cuando regresamos a la mesa, me senté en mi silla y ella se sentó sobre mis piernas como cual amante sobre su hombre, me abrazo y sonrió. La abracé mientras ella se recostaba sobre mi pecho, le di un beso en la mejilla izquierda, pero ella giró juntando sus labios con los míos en un profundo y caliente beso que duro varios segundos, luego se separa y me sonríe. Me dice que mire a mi izquierda y con discreción lo hago, en la otra mesa…, hay un compañero sentado en su silla, con su chica sentada sobre él, con sus piernas abiertas sobre él atenazándolo con sus brazos y la falda del vestido rojo a la cintura, con lo que desde nuestro lugar podemos apreciar las manos de mi compañero acariciando sus blancas nalgas mientras sus bocas se comen entre ellas, apasionada y lujuriosamente. Entonces Eugenia me da un beso en la mejilla derecha y me pregunta al oído… 

– ¿No fue ese que presentó a la chica como su hija? La debe querer mucho… más que tú a la tuya.

Le doy un beso en la mejilla y acerco mi boca al lóbulo de su oreja y le contesto, 

–“Sí, y de hecho si es su hija”.

Y le menciono a otros dos más, diciéndole donde esta otro que de igual forma se agasaja con su hija. Eugenia gira su cara y ve como el que le mencione, está en la misma posición que ella, pero comiéndose a besos con su padre. Eugenia me gira para verlo, sonríe y me da un fuerte beso en los labios… 

– ¿Y tú como lo sabes? 

Le pregunto con cierto asombro e interés.

– Porque a esa chica la conozco, iba conmigo al instituto, añade.

Luego me mira a los ojos, me sonríe y me da un beso en los labios.

– ¿Tú ya has venido a estas fiestas en más ocasiones…? 

Se lo afirmo con la cabeza, enseguida me pregunta… 

– ¿Viniste con mi “hermanita” Eva o solo?





Sé que no quiere ni acepta a mi segunda esposa, es más, siempre evita hablar de ella y ahora quería saber si ya había ido con ella a ese tipo de fiestas. Se quedó en silencio y me miró a los ojos, tras unos segundos, su mano izquierda tomó mi mejilla, saco su lengua con la que acaricio mis labios, la metió en mi boca, la saco y luego volvió a meter, luego sus labios se unieron en un suave beso. No era un beso muy de padre e hija, yo estaba caliente y excitado con la verga muy dura… palpitando debajo de su muslo izquierdo ¡Estoy seguro que la sentía! Separó sus labios de los míos, luego tomó su vaso vacío y se sirvió whisky solo, el culo del vaso, tomando un gran sorbo, me ofreció e hice lo mismo, dejando de nuevo vacío el vaso.

– ¡Mí padre es un cabrón pervertido…! ¡Y tu hija una puta caliente que ama y desea a su padre sobre todos los hombres! 

Me dice al oído, al tiempo que meto despacio mi mano izquierda entre sus muslos, me mira a los ojos, me sonríe y separa un poco sus piernas, dejándome avanzar más allá, hasta llegar a tocar con los dedos una muy suave teta increíblemente dura.

– ¡¿Ah sí?! ¿Por qué lo dices? 

Estaba excitado ya de por sí y quería saber si ella estaba dispuesta a seguir lo que ya había empezado tal vez primero como un juego ayudado por el alcohol ingerido.

– Porque tienes a tu hija caliente como una zorra, en una fiesta donde viene todo el mundo a perderse en la perversión…, y por si hay dudas, tu verga está palpitando pegada a mi culo, con la mano metida en mi falda tocándome el coñito sobre el minúsculo tanga… y sabes que todo esto me pone bien caliente.

Me contestó con una sonrisa llena de perversión y lujuria. Eugenia estaba irreconocible, de la chica con la que semanas atrás había discutido a la chica caliente que ahora estaba en mis piernas, pero que sobre todo ¡¡era mi hija mayor!! Las horas de la madrugada avanzaban y como varios ya estaban más que borrachos, calientes y cachondos, dejaron las luces a un nivel crepuscular… solo permanecían encendidas a toda luz  unas cuantas en el centro del jardín, por lo que muchos podían con mayor confianza desatar su lujuria ahí mismo, sin importar que el compañero de al lado estuviera haciendo lo mismo. Luego bajo su pierna derecha para apoyarse y estiró su mano para alcanzar la botella, lo cual me permitió meter más la mía para poder acariciar por completo su empapado coñito. Pude ver como Eugenia cerraba los ojos al sentir mi mano y un suave gemido escapaba de sus labios. Aquella tela apenas servía para ocultar la joya de mi niña…, juntó con fuerza sus piernas y las talló con suavidad entre ellas y mi mano, luego me volvió a besar.

– ¡¡Travieso!! Te voy a castigar ¿sabes? 

Me dice mientras suaves gemidos explotan en mi oído. Le da un fuerte sorbo a la botella y sin pasarse el licor me besa, compartiendo ese exquisito sabor que le da sus labios y saliva. Escapa un poco de nuestras bocas y cae sobre sus tetas, a lo que enseguida comienzo a chuparlos.

La mano de Eugenia abraza mi cabeza… –¡¡Chúpamelas mi rey, que son tuyas!!

Me dice mientras acaricia mi cabeza. Beso despacio su teta bañada, lamiendo el licor que pueda encontrar, luego bajo a su teta izquierda, lamo y chupo por encima de su blusa, voy a su teta derecha y ahí encuentro un poco más, entonces lamo y chupeteo con más ansias, metiendo mi lengua entre el escote de su blusa. Y en una acción rápida, con mi mano izquierda tiro su blusa sin sostén como era de esperar y dejo al descubierto su teta derecha.

Chupo y dirijo mi boca a su ya duro pezón. Eugenia aprieta sus dientes para no gemir con fuerza, pero al final oigo ese suave gemido que logra escapar de sus labios mientras intenta cubrirse un poco apretando su pecho contra mí cara. Chupo su pezón con fuerza con mis labios, luego lo muerdo con suavidad, abro mi boca y succiono lo que más puedo alcanzar de su teta.

– ¿Te gustan mis tetas? 

Pregunta mientras agarra su pezón y me lo ofrece abiertamente.

– ¡¡Me encantan!! Están deliciosas, le digo llenándome la boca de él.

Tras un rato, aparto la blusa del otro lado y dejo al descubierto su teta izquierda y prácticamente de frente a quien pudiera estar atento a nosotros, pero no hay nadie, ya que casi todos están en la misma situación, sumergidos en la lujuria.

– ¡Son tan deliciosos y suaves, que podría besarlos durante años sin cansarme, así como cada rincón de tu cuerpo! 

Le digo sin dejar en algún momento de gozarlos.

– ¿Todo mi cuerpo? Me cuestiona con una sonrisa pícara.

–¡Si, todo, en especial tu coñito y tu rico culo! Le contesto mientras nuestros labios se funden en un beso.

– ¿Le quieres chupar el conejito a la puta de tu caliente hija que tienes en las piernas?

– No solo te quiero chupar cada rincón de tu cuerpo… Te quiero follar, meterte la verga en tu rico coñito apretado, que me la chupes y luego metértela en el culo y llenártelo de leche ¡Me tienes muy bien caliente Eugenia! 

Le contesto mientras mi mano izquierda atrapa toda su vulva ya empapada. Es verdad, Eugenia estaba tomada, el alcohol se le había subido bastante y más le había pegado por el aire fresco que pegaba en aquel jardín, pero estaba caliente y excitada como una perra en celo, yo también desde que había pasado por ella, y la había visto llegar desde la casa de su madre. Y por donde se pudiera mirar, encontraba a varias parejas en candentes situaciones…, se encontraban exhibiéndose abiertamente donde muchos podíamos observar si lo deseábamos. Algunas chicas casi desnudas, algunas sin blusas y con las tetas al desnudo, otras solo con sus tangas puestos aun, una que otra debajo de la mesa haciendo una felación sin pudor a sus hombres, un sin fin de calientes escenas dignas de película porno.

– ¡¡Vámonos a otro lado!! 

Me dice al oído entre suaves gemidos.

– Sí, nada más espera un segundo.

Le conteste mientras le llamaba al camarero que nos atendía, le di una propina y le pedí una par de botellas, las cuales me trajo enseguida. No hubo necesidad de despedirme de alguien, todos estaban bastante ocupados, incluso, al salir, nos topamos con otro compañero que igual, se iba para continuar la fiesta en privado con su chica. Tal y como entramos al llegar, así salimos, Eugenia medio paso delante de mí entallada por la cintura con mi brazo, abrazándola y entallando mi verga dura en su nalga derecha. Llegamos al coche y le abrí la puerta y antes de meterse nos fundimos en un profundo y lujurioso beso. Ya dentro, Eugenia se levantó la falda delante de mí y, se despojó de su pequeño tanga blanca empapado, la cual colgó sobre el espejo retrovisor. Me mostro su conejito depilado y brillante por sus jugos. No tuvo ningún reparo en separar las piernas y con su falda arriba de la cintura, dejarme ver sus pequeños labios íntimos, abrírselos y pasar su dedo medio entre ellos para gemir con los ojos fijos en mí. Rápido encendí el vehículo y nos pusimos en marcha enseguida, no tardamos mucho en llegar a un hotel del que tenía buenas referencias en cuanto a calidad y comodidad, aparte de la discreción del lugar, en la salida 175 de la autovía A3. Subimos las escaleras, Eugenia delante de mí, no dejaba de contonear sus lindas caderas, mirarme y sonreírme con picardía. 

Apenas habíamos entrado a la habitación, Eugenia se giró y sus brazos se colgaron de mí cuello, para fundir sus labios con los míos en un profundo y lujuriosos beso que duró varios segundos. Luego se separó, destapo una de las botellas de cava extremeño que ella llevaba… pegó un formidable taponazo desprendiéndose como un volcán el contenido espumoso… y le dio un gran trago para no desperdiciarlo, luego me sonrió, dejo la botella sobre la mesita que estaba aún costado de la cama y dándome la espalda comenzó a desnudarse, se despojó de su blusa, enseguida de su falda, quedando completamente desnuda frente a mi… era una completa perversión ver a mi hija mayor desnuda frente a mí, mi verga dura dentro de mi pantalón quería reventarlo. Se giró poniéndose frente a mí, fue tirando de la corbata deslizando el nudo, me la extrajo y, se tumbó sobre la cama boca arriba mientras me despojaba de la camisa.

– ¡Ven papi! ¿Aun sigues deseando comerme el coñito…?

Me dice mientras su mano derecha se mete entre sus piernas y se acaricia el abultado conejito  y su mano izquierda una de sus tetas. Apoya los pies sobre la cama y separa completamente las piernas. Me termino de desnudar frente a sus ojos que se clavan fijos en mi verga dura y erecta. La agarro con mi mano derecha y la sacudo mientras ella pasa su lengua entre sus labios.

– ¡Mira mi amor lo que te vas a comer!

– ¿Dejaras que te coma la verga? ¡Ummm! Es preciosa papá, tan curvada y rígida. Me gusta mucho tu polla, nunca he visto nada igual… el glande blanco y tan gordo. Cuando la sentí la primera vez dentro de mí me hiciste ver el cielo… ya desde niña la deseaba con todas mis fuerzas, no sabía decirte que me tenías dispuesta a recibirte antes de más cumplir los 15 ¡mi gran deseo era ser tuya! ¡Que me follaras! Pero al fin después de tantos años, te has fijado en mí y te voy a demostrar que no necesitas a otra.

Sus ojos tenían el brillo de la lujuria y de sorpresa.





– ¡Si! Nunca lo sospeché mi vida… por eso ahora te va a gustar comerte este trozo de carne que tanto has deseado…, Le conteste mientras me acercaba a la cama.

Se levantó de prisa y se puso de rodillas al borde, nos abrazamos y fundimos en un beso profundo, largo y hambriento entrecruzando nuestras lenguas en pugna por traspasarse la saliva y el deseo carnal, mientras mis manos agarraba por completo sus ricas nalgas y mi verga se acomodaba entre su empapada rajita hirviente. Se las apreté con fuerza una, dos veces. Con fuerza pero con delicadeza se las agarré separándoselas y empujando mis dedos índice y corazón hacia su culito.

– ¡Que preciosas y ricas nalgas tienes Eugenia! 

Le dije mientras gemía suave en mis oídos.

– ¿Te gusta el culito de tu hija, cabrón? ¡También te gusta ponerme caliente y puta! Y me quieres follar bien… lo sé ¡Me vas a follar y a correrte bien dentro de mi útero… te lo aseguro pervertido semental! El final es que me llenes la pancita...

Decía al compás que empujaba sus caderas contra las mías.

– ¡Me encantas! ¡Me voy a comer a besos tus nalgas! Voy a meter mi lengua en tu culo una y otra vez, me voy a comer tu conejito hambriento y meterte la verga en lo más hondo para llenártelo de leche, así como gozar también de tu culo. Le dije firme mientras ella  gemía.

– ¡Si papi! ¡Qué rico! ¡Hazlo, hazlo, fóllate a la puta de tu hija! ¡FÓLLATELA como no lo quiere hacer el marica de mi novio!

Me dijo entre fuertes gemidos y jadeos. Sabía que mi hija a sus 20 años ya no era una inexperta, por lo que me llamaba la atención que viviera frustrada en el sexo con lo guapa y atractiva que es. La separé de mí y suavemente del hombro la acompañé hacia abajo delicadamente con mi mano, ella entendió rápido y se puso a cuatro patas frente a mí y llevo su boca a mi erecta verga que ya goteaba líquido seminal de la punta y un poco torpe la comió hasta donde más pudo. La saco de su boca y comenzó a toser.

– Despacio, cómela despacio. Disfrútala, saboréala. 

Le fui indicando como. La volvió a engullir ahora despacio, la saco un poco de su boca y se la volvió a meter. Si se notaba que no había mamado verga alguna antes, por lo que con paciencia le fui guiando. La comenzó a chupar despacio, una y otra vez la metía despacio en su boca apretando los labios en todo su ancho.

– Succióname la cabeza, anda mi niña.

– ¿Cómo quieres que te lo haga papá? 

Preguntó desorientada y complaciente. Le indique que se levantara y le comencé a chupar una de sus preciosas tetas, succionando su ojival pezón hinchado con suavidad pero a la vez con fuerza. Ella entendió como tras mi explicación práctica en su pezón… comenzó a succionar la cabeza de mi verga ¡¡Guau!! Lo hacía de maravilla, pero la separé y me acosté sobre la cama, Eugenia me siguió rápido como una perrita hambrienta sumisa a su amo, se prendió de nuevo de mi verga acomodándose entre medio de mis piernas.

– ¡Ven mi perrita, chúpame los huevos! Empieza por donde te engendré…

Le dije sin pensar que pudiera ofenderse, pero no, enseguida comenzó a lamerme  los huevos con ansias, extendía toda sus lengua y golpeaba mis bolas alargando la lamida hasta la raíz del troco

– ¿Así papi? ¿Así te gusta cómo te los he chupado…? Preguntó entre jadeos.

– ¡Si preciosa, así!

– ¿Te gusta cómo te chupa la verga y los huevos la perrita de tu hija? Preguntó mirándome a los ojos.

– ¡Si, me encanta y me vuelve loco cariño!

Era evidente la excitación que le causaba las palabras morbosas. Decirle que era mi perrita y comportarse como una verdadera perra, era perverso y lujurioso para ella. Me chupaba la verga y los huevos con ansias y me hubiera hecho correrme con su boca si no la hubiera detenido. Le digo que se recueste y ella obedece con una sonrisa y su mirada clavada en mis ojos. Se recuesta como inicialmente lo había hecho y me acomodo entre medio de sus piernas, paso mis brazos por debajo de sus caderas y la arrastro más hacia mí, hundo mi cara entre su empapada rajita y la chupo con fuerza, succionándola toda. Eugenia jadea y gime con fuerza, tanto así que estoy seguro se oyó hasta otras habitaciones.

– ¡Qué bueno papi…! ¡Más, hazlo más! Me implora. 

Vuelvo a chupar y succionar con ansias y hambre su coñito, luego meto la lengua entre sus labios íntimos y la remuevo hurgando entre ellos agitando su pequeño clítoris… sacude sus caderas con fuerza y un fuerte gemido expulsa de sus labios. Sin piedad sigo una y otra vez, agitando mi lengua y presionando su clítoris. 

– ¡Si! ¡Así papi! ¡Qué rico! 

Grita ahogadamente Eugenia quien no tarda en llegar a su primer orgasmo, comprendo que está muy salida.

Con mis brazos atenazo con fuerza sus caderas contra mi cara y meto mi lengua en su vagina, la saco y vuelvo a meter, follándola así una y otra vez. Eugenia sacude sus caderas con fuerza, entonces la suelto y me levanto, cojo una almohada y la pongo debajo de sus caderas, agarro mi verga y la apunto a su vagina… recorro su raja de arriba abajo con mi glande, me entretengo un poco en el duro clítoris, juntando ambos glandes, masculino y femenino. Luego presiono expandiendo sus labios internos resbalando con el capullo su húmeda intimidad, hasta que llego a su bocana, enfilo y la voy clavando donde sin piedad la hundo, dejando caer mi cuerpo sobre ella y comenzándola a follar sin miramientos. Sus piernas rodean mis caderas y las aprieta, mis brazos rodean su cuerpo y nuestros labios se funden con fuerza mientras mi verga entra y sale con entregada fuerza de su caliente conejito. Tras un rato, se la saqué e hice que Eugenia se girara boca abajo con la almohada debajo de sus caderas, le separé las piernas y lamí sus bellas nalgas, las besé y chupé.

Era increíble que estuviera ahí, besándole su redondo y perfecto culito, follándome a mi hija, a la niña de mis ojos… con la que últimamente más problemas tenía de convivencia en refriegas continuas, con la que no podía estar sin pelear o discutir. Completamente desnuda y comportándose como una verdadera perra hambrienta de sexo, entregada a mis acometidas y deseo lujuriosos más morbosos y expeditos. Pasé mi lengua por entre medio de sus nalgas dibujando la diáfana raja de su culo, presioné la entrada de su culito con fuerza… noté como se expandía el ano ante la agresión de mi lengua, entonces en una instintiva reacción, ella levantó sus caderas contra mi cara. Su respiración era agitada y fuerte. 

Metí con fuerza mi lengua en su culo, la saque y volví a meter. Eugenia estaba gozando y me pedía más, pedía que le metiera la verga en su culo, pero aun no, quería seguirla follando por el coño y correrme  dentro de ella…percibir lo que era eyacular mi ingente volumen de semen en lo más preciado e íntimo de su útero. Entonces me levanté, y con audacia me posicioné, guie y atravesé mi cipote en su coñito, todo en un solo gesto… le volví a penetrar en su conejito más dilatado y caliente si cabe, bombeándola con fuerza una y otra vez. En ocasiones la dejaba entrar hasta los huevos manteniéndola ahí un par de segundos, pero lo normal era un vaivén rítmico a dos tercios de verga.






Luego se la saque y la hice ponerse sobre su lado izquierdo, le levante la pierna derecha y penetré en su coñito… ¡Qué maravillosa vista! Ambos veíamos como entraba y salía mi verga de ahí reflejados en el espejo vertical del armario. Y aprovechando su posición, en su culo le fui metiendo el dedo pulgar, despacio hasta que se lo metí todo, entonces se lo saque y metí despacio, haciendo que su culo se acostumbrara, mientras mi verga entraba y salía con fuerza sin piedad alguna de su chorreante chocho. Mis manos manoseaban su piel lisa y perfecta, sus tetas las apretaba con decisión pellizcando sus pezones, nuestras bocas se unían transfiriéndose la locura lasciva contenida en ellas. El sonido del golpeteo de nuestras carnes…su culo contra mi cadera comenzaba a ser delirante, el chapoteo de su coño rezumante lo acompañaba de jadeos y gemidos emanados de nuestras bocas. 

Se podía decir que estábamos en el culmen de nuestra mejor compenetración… encajados con exquisitez en plena entrega carnal. Hacía tiempo que olvidamos ser padre e hija, y como se lo había sentenciado, de una fuerte sacudida de mi instinto animal, arrecié con mayor cadencia mis inserciones, la corrida estaba por llegar e irremediablemente no la podía ni deseaba retener…. Comencé a llenarle su vagina de largos chorros de esperma, se endureció mi polla, mi glande se expandió y abrió las toberas de mis testículos eyaculando chorros y chorros de espeso semen… un primer lechazo, luego otro y otra vez mis convulsiones me dejaban cao corriéndome en lo más profundo de su coño. Mis clavadas eran cortas y severas, el receptáculo no muy voluminoso para alberga la ingente cantidad de mi leche, que se veía salir aun tenido mi verga incrustada, aparentemente sellada por sus labios vaginales. Mi semen no dejaba de salir de su coñito, empapando mis huevos y su muslo izquierdo.

– ¡Que rico papi! ¡Si, así, llénale el coñito a tu hija! ¡Umm como la noto saliendo de tu polla! ¡Aaggg papá que gusto más grande… me haces sentir tan mujer! Me decía entre gemidos.

Le mantuve la verga metida unos segundo más tras vaciar la última gota de lefa, realmente me hallaba en la gloria con la polla ahí metida…. Le saque mi trozo de carne aun chorreando y me tendí sobre la cama, la tomé de la mano y la atraje hacia mí, su boca fue directo a mi verga y comenzó a chuparla con ansias, tomándose la leche que aun salía en pequeños borbotones cuando apretaba el tallo escurriéndolo. Yo estaba súper excitado al tener ahí a mi hija mayor desnuda y comportándose como una perrita en celo, con la que seguido tenía discusiones y hasta enojos por mi convivencia con mi nueva esposa…, creo que ahora comprendía la razón de tal resentimiento, al verla  chupándomela después de haberla follado por el coño y haberme descargado todo mi contingente seminal en su útero, con lo fértiles que son la hembras a su edad. 

Fue bajando la intensidad de sus chupadas, poco a poco haciéndolo con más cariño, lamiendo todo lo largo y ancho, chupeteando y succionando la cabeza mientras con mi mano derecha acariciaba su hombro, su espalda hasta su cadera y nalgas… todo lo que tenía a mi alcance era divino saborearlo con la sensibilidad de mis yemas táctiles. Me estire un poco más y alcance su culito, chupé mi dedo medio y con él pique su entrada, presionándola y metiéndolo poco a poco más allá de la mitad, se lo saque y volví a meter. Mi verga no perdía su dureza, aún seguía firme… no pareciera que ya hubiera cumplido los 45 años. Entonces me levante y volví a acomodar a Eugenia boca abajo con una almohada debajo de sus caderas con su culito levantado, le separé las piernas y me acomodé entre medio de ellas. Le separé las nalgas, contemplé por unos segundos su culito admirándolo como quien ve la obra maestra de un gran escultor renacentista, le eché un poco de saliva y con el dedo corazón untado se le volví a meter, luego le cupo también el índice. Eugenia solo gemía y agitaba sus caderas. Ya era el momento, tome mi trozo de carne brutalmente energizada, la vena dorsal superior hinchada como no recordaba y, apunté a su culito, empujándolo despacio. Aun cuando le había metido los dedos, estaba cerrado y muy prieto, por lo que ensalive aún más mi verga y se la empuje de nuevo. Las manos de Eugenia se aferraron con fuerza a las sabanas blanqueando sus nudillos de la presión de sus dedos, al tiempo que intentaba cerrar las piernas.

– ¡Auch! ¡Me duele un poco papi, házmelo despacio…la tienes muy gorda no sé si cabrá!

Pero no pensaba retroceder, ni tenerle piedad, seguí empujando despacio hasta que entro la cabeza, solo es cuestión de paciencia y saliva… en cierta forma era una especie de venganza por el trato que me tenía desde mi matrimonio con Eva.

– ¡Despacio, despacio! Imploraba.

– ¿Nunca te la han metido por el culo? Le pregunte con firmeza.

Tardo unos segundos… – ¡No! Nunca. Contesta mientras endurece las nalgas.

– Que rico saber que hoy te voy abrir el culo por primera vez…, verás que no es tan malo. Tú papi te va a tratar como una princesa para que goces de su verga por el culo ¡Te lo va llenar de leche! 

Al momento que le empujaba con fuerza la verga y entraba más allá del cuello.

– ¡Si papi! Métemela, ábrele el culo a tu hija

Me contestó entre jadeos y girando su cara para mirarme a la cara con sus ojos vidriosos plenos de lujuria.

Estaba bastante estrecho y apretaba muchísimo. Seguí empujando hasta que sentí como la cabeza se liberaba de la presión, esta permanecía solo en el cuello y el resto del tronco. Pero empuje un poco más hundiendo centímetro a centímetro en cada empellón. La perforación se acometía con cariño y perseverancia, hasta que mis huevos chocaron con sus nalgas, entonces me detuve por unos instantes para que se acostumbrara su ojal al nuevo diámetro. Pero fue ella quien comenzó a mover sus caderas… 

– ¡Ya! Anda papi, fóllate a tu hija ¡Dale por el culo y llénaselo de lefa! 

Me dijo chasqueando sus labios y gimiendo con fuerza. Entonces se la saque un poco y volví a meter, así despacio, poco a poco arreciando mis embestidas mientras ella empinaba sus caderas en busca de una mejor alineación. Que delicioso, que bien apretaba el culo de Eugenia atrapando el falo de su padre. Por un buen rato así la estuve embistiendo y bombeándola, hasta que se la saqué y me bajé de la cama, le indiqué que se acomodara boca arriba y a la orilla. Le levanté y separé las piernas poniéndomelas sobre los hombros… otra vez despacio se la volví a meter en su culo, ahora fue mucho más fácil, le entró casi toda de un solo envión y, bombeándola de nuevo con fuerza mientras le sostenía las piernas le dio la gran porculada del siglo. Sus gemidos eran fuertes y agitaba sus caderas a cada embestida. 

Me detuve un instante para besar y chupar sus tetas con fuerza, me ensañé con los pezones… se los mordí con suavidad gozando de sus duros pezones. Volví a embestirla con fuerza una y otra vez, la dimensión de su ojete era perfecto para mis casi 6 centímetro de grosor, los 18 cm de largura era engullidos con prestancia…su culo se comportaba como lo había hecho su coñito. Nos besábamos a cada rato, nos comíamos las bocas, me acariciaba mi pecho, mis brazos…le comía sus tetas, su boca y el lóbulo de la oreja mientras la empalaba una y otra vez hasta los mismos huevos… ella se corría frotándose el clítoris cuando no me dejaba hacerlo a mí…su culo y su coño envueltos en las más ricas sensaciones ¡¡Era una delicia follar a mi niña!!Tan entregada que no deseaba acabar nunca con aquella follada,  hasta que por fin, con fuertes contracciones comencé a llenarle su culo de leche. Sin dejar de bombearla hasta la última gota. Extenuado, agotado y exhausto se la saqué, miré su culo abierto chorreando leche. Agarré mi verga y se la sacudí sobre su coñito, arrancándole un largo gemido. Le bajé las piernas y le ayude a levantar.

– Me tiemblan las piernas, me dice con una sonrisa. – Siento el culo bien abierto, me añade riendo. – No sé cómo ha podido entrar todo este grosor por mi culito… jajaja

– Y lo tienes además chorreando leche de tu papi, le conteste con una sonrisa.

Nos fuimos a bañar, le ayude a lavarla, ya que le dolía la cadera para inclinarse. Fue exquisito lavarle su culo y su coñito chorreantes de mi lefa. Ahí mismo le chupe las tetas por unos instantes, para terminar secándola y regresar a la cama. Eugenia había bebido bastante, se había desinhibido y descarado a tal grado que se había ofrecido a mí, me la había follado por el coño con total desinhibición… y también por el culo, llenándoselos "¿Qué podía esperar cuando despertara y en su lucidez se diera cuenta de lo que había pasado?"

 Ya con las luces apagadas, apenas nos acostamos, ella se abrazó a mí y se quedó completamente dormida. Estaba completamente claro cuando me desperté, Eugenia seguía abrazada a mí, con su pierna derecha sobre la mía, su brazo sobre mi pecho y mi brazo sobre su espalda. Cuando ella despertara, yo esperaba que se diera cuenta de la situación montando un escándalo, pero no.

– ¡Buenos días papi! ¡Qué estupenda noche! 

Me saluda a la vez que su mano acaricia mi pecho y baja hasta mi verga que acaricia con cariño.

– ¡Hola hijita! 

Con la punta de los dedos recorre todo lo largo de mi trozo de carne que poco a poco se va poniendo dura y erecta.

– Me duele el culo y la cadera. Y lo siento extraño… es raro tenerlo así de abierto, gracias papá por hacerme una mujer, me dice mientras me da un beso en la mejilla.

Sigue acariciándomela hasta que decide bajar y chupármela como niña con su dulce más rico. Sigue y sigue, baja a mis huevos y los chupa, luego regresa y mama con ansias pajeando el resto del tronco sin meter en su boca, la otra mano masajeando mis huevos… así no para de lamer cada trozo de mi verga, de saborearla con entusiasmo inusitado…, mi hija le había cogido el punto a mamar la recia polla de su padre. La lengua jugueteaba con el glande contorneándolo… perfilado el reborde con la punta de la lengua hasta lamer el frenillo acabando en el agujero de salida del cabezón…lo perforaba con la punta. Sus juegos en mi polla me volvían loco, continuaba chupeteando y succionando la bola de mi cabezón hasta hacerme correr en su boca, tragándose toda mi leche, sin dejar una sola gota. Pajeaba y succionaba esperando recibir la lechada…

– ¡Me llenaste el coñito y el culo, faltaba que me llenaras la boca! Ahora si estoy satisfecha, me dice con una sonrisa. – Me encanta el sabor de tu leche, papá. Solo de pensar que de aquí salió la lefa que me engendró, me emociono mucho… ¡Estoy muy feliz que hayamos dado el paso!

No comentamos nada, nos fuimos a bañar y vestirnos, para salir a almorzar y llevarme a su casa hasta la tarde. La relación entre ambos cambió y bastante, tanto así que unos días después, martes para ser exactos fui a buscarle para comer juntos y pasar la tarde como padre e hija de nuevo. Las relaciones entre padre e hija se incrementaron, las relaciones con la esposa de mi padre mejoraron, y todo porque sabía que era mío sobre todas la mujeres del mundo, como no puedo ser nadie más en la vida. Lo que no le entregaba a mi novio, se lo daba a rebosar a papá y como padre no podía más que llenarme de satisfacciones…, pero si las cosas pueden cambiar según la ley de Murphy cambiarán y así es como me enteré que estaba preñada. 

Les cuento, hace aproximadamente un mes o poco más que me enteré que estaba preñada, mi obstetra/ginecóloga me recetó unas pastillas anticonceptivas que hacían que mi ciclo menstrual no apareciera y eso en el momento de empezar yo a tomar esas pastillas mi ginecóloga me lo avisó, todo iba bien, yo las tomaba todos los días hasta que empecé la universidad, los nervios y el estrés del ritmo universitario hizo que me olvidara algunas veces de tomarme mis pastillas. Semanas después de mantener una relación periódica de sexo con papá, follábamos a pelo porque nos gusta sentirnos intensamente ambos…,estuve con nauseas, no lo tomé como síntoma de preñez porque yo también sufro de migrañas eventuales que me provocas otros malestares como náuseas y es muy normal para mí. 







Pasaron otras semanas más y yo me sentía normal continuaba con los anticonceptivos y no pasaba nada hasta que hace como unas tres o cuatro semanas me empecé a ver más gorda de golpe y lo más raro era que solo se abultaba mi panza, de cara estaba como siempre, de culo no había cambios… todo igual a excepción de mi vientre. Entonces ahí empecé a dudar y al poco tiempo empecé a sentir movimientos en mi panza… ya sin duda me di cuenta que estaba preñada, fui de inmediato consulta con obstetra y me mandó a hacerme ecografía y cuando me desvelaron que estaba PREÑADA, resultó que mi bebé andaba por las 22 semanas ya… el 8 de agosto me la hice, el día que cumplía años mi padre y el culpable de la nena que voy a parir la primera semana de enero. 

Lo curioso es que mi “madrastra” también está preñada y de parto en ese mismo mes de diciembre... Mi hijo sé que es de mi padre, porque con mi novio uso siempre condón, pero el preñado de Eva tengo mis dudas si es su esposo el culpable o mi "hermanastro", porque sospecho que Pencho también se folla a su madre a espesas de mi padre... en más de una ocasión los he visto muy zalameros para ser madre e hijo ¡Pero qué voy a recriminarles siendo Yo tan PUTA!



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