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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

La tibia leche de las ubres de Mamá




Eran las 14:20 del 20 de diciembre de 2018 cuando…

– Estas mirándome otra vez Marcos…

Me dijo sin existir una queja real en las palabras de mi madre. De hecho, podría jurar sus ojos mostraban un placer malicioso.

– ¡¿Quieres que me vaya?! 

La desafié dando dos pasos hacia la puerta que se encontraba abierta.

Ese día había sido el último día de clases antes de salir de vacaciones navideñas. Habían hecho una fiesta con motivo navideño en mi salón pero yo había preferido quedarme en casa. Esmeralda, mi madre, al oír mis palabras, rápidamente me dijo que no al tiempo en que mi hermanita  de 8 semanas, desprendía sus labios del pezón izquierdo de mi madre. Mis ojos inmediatamente se posaron en la gota de leche que apareció al final del pezón de mi madre Esmeralda que en ese momento quedó libre ante mis ojos. No pude evitar relamerme los labios.

– Vaya que sí está hambrienta…, me dijo mi madre mientras acomodaba a mi hermanita cerca de su otro pezón hinchado.


La miró a los ojos y me percató que me ha pillado nuevamente con la cara de bobo mirándole las tetas. Sin saber qué hacer, tomo la silla más próxima y la coloco a su lado para sentarme y tratar de esconder la erección que se me está formando debajo del pantalón. Si tan solo tres meses antes me hubieran dicho que pasaría el 90% de mí tiempo pensando en las tetas de mi madre, entonces les hubiera llamado locos y me hubiera reído hasta el cansancio de vosotros. Pero supongo que en este supuesto me dirían…“te lo dijimos”. 

Mi madre Esmeralda es 20 años mayor que yo. Tiene 38 años y tan solo 12 años casada con mi padre Ricardo que ronda los 45 años… hace solo unos meses pensaba mi padre que con la pareja ya éramos una familia perfecta, pero la imprevista llegada de mi hermanita a nuestras vidas le hizo ver que su esposa desea ver crecer la familia…, ahora sé que mi madre es una gran hembra con un alto concepto de la procreación, y solo me queda darle la razón de que es muy puta en la cama, pero en la calle una dama, sin la oportunidad de follar como hubiera querido, como bien me confesó ella. Mi padre nunca la atendió bien, pasó del tema de lograr una familia numerosa al principio, sin embargo con la madurez y el nivel solvencia y bienestar que ha alcanzado la familia, sí se atreve a afrontar la venida de cuantos hijos sea preñada…


– ¡Solo necesito a alguien que me acompañe y guie en el sexo! Fue cuanto me suplicó… – Una mujer como yo suele acordarse más de la polla de su amante, si esta es bien grande y gruesa, que de su cara. Por supuesto nos encanta que nos llenen de leche y es verdad que tú me llenas como nadie, hijo. A veces me he puesto un tampón para que no se salga el semen que has vaciado en mi útero... y así lo llevo dentro un par de horas. 

Mi madre remató con una frase que se ha grabado a fuego…  

– ¡¡Me excita mucho el semen de un buen macho!! ¡Es el origen de todo… de la vida misma, el germen que nos preñan las panzas!

Con esta mentalidad por parte de mi madre, papá nunca llegó a sospechar que mi madre dejaría de tomar anticonceptivos para que la preñara, como así ocurrió y desde el 15 de Diciembre de 2018, somos una gran familia bendecida con esta nena. Vivimos holgados económicamente en una vivienda donde aún caben más personas gracias a las múltiples habitaciones de casa. Mi madre estaba súper contenta con la llegada de una niña después de tantos años follando sin resultados y yo, yo pronto descubrí que también lo estaba, porque mi paso por la adolescencia comenzaba a ponerse cuesta abajo…. A mi edad generalmente solía pensar en sexo, sexo y más sexo. Ya había tenido la ocasión de experimentarlo y no solamente con mi actual novia… sino durante el verano pasado con una navarra de 16 años que deseaba desvirgarse con un sureño. Tras la llegada de Julia, algo en mi había sucedido para sumergirme en aquél mundo tan fascinante de sexo. Supongo que ver la metamorfosis del cuerpo de mamá me dejó estupefacto. Y claro que ella se percató de ello pues, aprovechando mi enorme interés en su embarazo y tratando de sanar el desinterés que parecía mostrar su esposo, me encontró como soporte incondicional en todo lo que se le ofrecía. Me dejaba tocar su panza preñada conforme iba creciendo y hablar con el bebé a través del mismo.

Noté que sus tetas ya enormes en estado natural, estando preñada no pararon de crecer y me fasciné con ello. Un lazo íntimo entre mi madre y yo fue creciendo con los días hasta el grado en que comencé a soñar con ella sexualmente hablando. ¿Qué enfermo podía estar…? La verdad es que no me importaba. Lo único que me importaba era poder seguir admirando el crecimiento de sus preciosas tetas y estar con ella lo más posible acariciando su barriga llena de vida. Supuse que una vez que terminara su embarazo todo iba ser igual que antes, pero supuse mal. La boca de mi hermanita comenzó a ordeñar los pezones ennegrecidos de mi madre y en ese momento comenzó mi obsesión por hacer lo mismo a grado que me encontraba aquella tarde de viernes mirando intensamente como mi hermanita lo hacía… 

– ¿Papá también lo hace?

– ¿Hacer qué? 

Me preguntó mamá quitando su vista de mi hermanita para posarla sobre mí.

– Beber de ti… 

Le dije suavemente tratando de esconder mi lujuria. 

– Claro, cuando estáis en privado…, le aclaré como si hiciera falta.

– ¿Beber mi leche? ¿Directamente de mis tetas? 

Preguntó y no pude evitar notar cierta diversión en sus palabras. Asentí con la cabeza. Ella rio y luego añadió. 

– No le parece de buen gusto, de hecho no quiere ni siquiera que amamante a la nena. Quiere que le quite este hábito lo más pronto posible…

– ¡¡Queee!! ¿Acaso está loco? Cómo puedes ser tan estúpido tu marido para prohibir algo tan maravilloso y hermoso.

– ¡No hables así de tu padre! Supongo que tiene miedo de que mis tetas no luzcan igual de hermosas que antes cuando todo esto termine. Pero no es el único, al abuelo tampoco le agrada mirar cuando amamanto. Pareces ser el único de la familia varón al que le agrada ver como doy de mamar…

Esa era la primera vez que se quejaba de su esposo conmigo y de paso del abuelo, su propio padre.

– A Samanta también le agrada mirar…,

Le dije haciendo alusión a mi hermana mayor, yo soy el mayor.

– Sí, quizá también a ella le agrade… o quizá este curiosa de saber porque estas tan interesado tú en mi proceso materno…

– No es por nada… 

Enseguida proteste sintiéndome sumamente avergonzado.

– Yo tan solo…

Mi madre me interrumpió diciendo…

– No te preocupes. No me molestas… de hecho estoy muy feliz de que estés siempre conmigo, estas tetas te alimentaron a ti el primero y después a Samanta ¡Pertenecen a mis hijos!

– ¡¿En serio…?! 

Ya no lo recuerdo, mi madre se echó a reír habiendo preguntando sin apartar mi mirada de sus tetazas. Mi madre asintió con la cabeza y enseguida añadí.

– No sé de qué se preocupa papá, son hermosas y siempre lo serán ¡No hay nada como unas tetas que alimentan! Por ese motivo las tenéis tan grandes las hembras procreadoras…

Mi madre no pudo evitar esconder la felicidad que provocaron mis palabras… 

– ¿De verdad tú crees que son hermosas para un hombre…?

– Claro que sí mamá…

Le contesté justo cuando mi madre levantaba a mi hermanita para ofrecérmela en los brazos.

– ¿Hazla eructar, quieres?

Torpemente traté de hacer lo que le había visto decenas de veces hacer a mi madre pero finalmente conseguí que mi sobrinita eructara… 

– ¡¡Son demasiado grandes!!

Me dijo mi madre alzándose las ubres por debajo de la blusa sin mostrar ningún pudor. Llaman demasiado la atención de los hombres y eso a veces no es bueno si tienes una familia feliz.

– Son encantadoras…

Le dije envalentonado por el momento… – ¡Perfectas!

– Estas loco…,

Rio cuando aún seguía con las tetas semi desnudas y un par de minutos después, abandonamos la habitación… el espectáculo había terminado.



00:30 del 21 de diciembre 2018

Lentamente mi madre y yo fuimos cayendo en una rutina desde el nacimiento de mi hermanita… la rutina de amamantar. Esmeralda siempre cuidaba de no mostrar más de lo necesario cuando amamantaba a mi hermanita a menos que solamente estuviéramos ella y yo en la habitación, entonces mostraba ambas ubres lecheras completamente, y hasta se las sobaba ante mí calentando los pezones. Pronto aprendí a seguir su agenda y estar en el momento preciso. Pero era precisamente durante las noches cuando mejor se ponía la cosa. Tal vez porque sabíamos que no seríamos interrumpidos por nadie…Invariablemente me levantaba todas las noches cuando escuchaba a mi hermanita llorar. Pero aquella noche había salido con mi novia al cine y recién iba llegando justo a tiempo para el espectáculo.

– ¡¿Has llegado a tiempo…?! 

Preguntó mi madre y de inmediato noté un poco de molestia en su voz, quizá incluso celos.

– Temía llegar tarde… 

Contesté mientras me acomodaba a su lado exhausto de haber tenido que correr tres manzanas y media.

– Tu hermanita te esperó… si no te ve no mama igual.

Dijo mi madre acomodando al bebé para amamantarla. De inmediato noté como hambrienta buscaba el pezón de mi madre.

– Gracias cariño…

Le dije a mi hermanita haciéndole besándola sobre la frente. Fue ahí cuando accidentalmente toqué con mi mano la preciosa teta de mi madre, quien ignoró el toqueteó y de inmediato sacó tema a flote para romper el silencio tan incómodo que seguramente estaba por formarse.

– ¿A dónde habéis ido Lucía y tú? 

Preguntó haciendo referencia a mi cita con mi actual novia.

– Al cine…

Contesté nervioso por haberle tocado la teta que mi hermanita mamaba tan efusivamente.

– ¿Y has llegado ahora…? 

Otra queja más de mi madre.

– No estamos tan viejos como los casados… bromee un poco con ella. – Fuimos a su casa… sus padres están de fiesta con unos amigos.

– Entonces… ¿Habéis tenido sexo esta noche… dime, le has hecho el amor a esa niña? Porque veo como mengua la cantidad de condones de la caja que te compré.

Me preguntó al tiempo en que cambiaba de pezón a mi hermanita.

– Algo parecido… 

Le contesté y en ese momento, vi como una gota de leche resbalaba por la pequeña mejilla de mi hermanita así que, limpiándola con uno de mis dedos, decidí probarla.

– ¡No lo hagas…! 

Ya era demasiado tarde. Mi madre miraba asombrada como lamía mi dedo para probar su rica leche.

– ¡Vaya que esta rica…!

– No deberías…

– ¿Por qué no?

– Es de la pequeña… no podemos desperdiciarla en alguien que no la necesita.

– Pero tienes mogollón… de hecho estuve estudiando en Internet acerca de ello y aprendí que cuanta más leche consuma mi hermanita más producirán tus tetas. Así que puedes alimentar a cuantas personas quieras…

– Perdona… ¿A cuántas personas quiera...?

– Si… lo puedes hacer…

– Bueno, pues solo alimentaré al bebé…

– Que suerte tienes de que yo no sea papá…

– ¿Por qué?

– Porque así tendrías dos bocas de las cuales preocuparte…

– Bueno pero no lo eres… ¿Y no puedes volver a probarla entendiste?

Mientras mi madre hablaba yo estaba más que seguro que la probaría de nuevo pues no había forma de controlar mi apetito ahora que había probado tremenda delicia. Aun así era tiempo de cambiar de tema así que… 

– Sus tetas no son ni la mitad de preciosas que los tuyas, mamá…

– ¿La tetas de quién?

– De Lucía…

– ¡Eso significa que ya se las has visto!

– No solo eso, hace rato que trate de ordeñárselas…

– ¿Queee?

– No tenían leche desafortunadamente…

– ¿Ella te lo permitió…?

– ¿Tocarlas, mamarlas? Si… lo hago mientras me la follo, también.

– Es muy joven para andar en esos pasos Marcos…

– Pues al parecer no tanto como para follar porque no te ha importado que pueda follármela… de hecho ya te informo que lo hemos hecho hoy… y varias veces…

– No deberías usar esa palabra tan fea en tu vocabulario…

– ¿Follar?

– Sí…

– Bueno pues no encuentro otra para hacer alusión a las tres veces que follamos esta noche…

– ¡¿Hiciste el amor con ella tres veces seguidas?!

– Sí y luego fue cuando traté de ordeñarla…

– ¿Usaste protección cierto?

– Sí y No, el primero se lo echo con condón, los siguientes siempre a pelo…me gusta correrme dentro de su coño y a ella aún más.

– ¡¡Estás loco hijo…! Puedes preñar a esa niña. 

Enseguida retiró de sus pezones a mi hermanita y me la ofreció para que la hiciera eructar como ya se nos estaba haciendo costumbre.

– No ha cuidado mamá, en la primera lechada me salen todos los bichos que la pueden preñar...

– Ten cuidado con ella… Toda la leche tiene esperma y siendo tan jóvenes la probabilidades son enormes.

– Lucía también cree que estoy loco… Ni si quiera me creía cuando le comenté que al dar de lactar se le ha llamado un anticonceptivo “natural”, y como muchos métodos de control natal, cuando se usa de manera adecuada, es altamente efectivo en la prevención del embarazo.

– Pero estoy segura que ella aún no está preñada, ni en estado para dar de lactar, así que más os vale que uséis condón las próximas veces…todas las veces...yo te daré los que necesitas para que no te la folles más a pelo. 

Mi madre me miró a los ojos tiernamente y luego me dijo no del todo convencida de querer dejar mi compañía. 

– Creo que es hora de volver a mi habitación… tu padre debe estar esperándome…

– Supongo que si…

Le dije poniéndome de pie para entregarle a mi hermanita. Justo cuando se la entregué, me incliné un poco y le di un beso cerca de sus labios. Sin decir más me di vuelta y justo cuando estaba por marcharme me dijo en un tono bajo, como no queriendo… 

– ¿Por qué dices que mis tetas son más bonitas que las de Lucía?

Me giré a mimarla directamente a los ojos y luego, bajando mi mirada hacia sus preciosas tetas, le dije… – Porque lo son… 

Acababa de echarle tres polvos a Lucía y aun así mi verga estaba que reventaba en ese momento. Estoy seguro que mi madre se percató de ello. Minutos más tarde, acostado en mi cama, me masturbé como nunca.



La tarde del 22 de diciembre de 2018. Samanta.

Estaba en mi habitación, sentado en la silla frente al monitor del ordenador cuando… 

– Eres un pervertido…

Escuché un susurro en mi oído y de inmediato salté de mi silla soltando con ello la risa de mi hermana Samanta… 

– Se supone que uno debe llamar a la puerta antes de entrar…

Le ordené a mi hermana, pero como siempre, Samanta hizo caso omiso a mis palabras y, apoyándose sobre mi hombro derecho, acercó su rostro para mirar más de cerca el monitor.

–¡¡Tetas!! ¡Es en lo único que piensan los hombres!

Dijo mirando el video de la japonesa que estaba siendo ordeñada por su amante y que se reproducía en la pantalla de mi ordenador en ese momento.

– Tendrás que madurar algún día… y con ello quizá tus tetas también lo hagan…

Le dije sintiendo como sus firmes y jóvenes tetitas de adolescente golpeteaban en mi hombro.

– Jaja, que risa hermanito…

Replicó poniéndose de pie e irguiéndose de una manera que extenuaba todos sus atributos de mujer. Luego me miró a los ojos y me desafió con la mirada como diciendo a que no te atreves a verme a detalle…Lentamente fui observando sus curvas… ¡Vaya que eran preciosas! Pero no se lo iba a dejar saber así que le dije…

– Quizá en tres o cuatro años alcancen la madurez…

Me dio un golpe al hombro y molesta me reveló lo que se imaginaba:

– Lo sé todo…Tú lo que quieres es ordeñar a mamá, ¿no es así? ¡¡Quieres mamarle las tetas a tu propia madre!! ¡¡Eres un pervertido!!

– No, yo solo estoy interesado en el proceso de…

– Seguro doctor Marcos… Seguro que si, como usted está estudiando la medicina no veo nada de raro… 

Me decía pero con una pícara sonrisa que ahuyentaba mis peores miedos. Pero, conforme hablaba con Samanta, me iba dando cuenta de que mi hermanita no había dejado de ser aquella persona tan linda y confiable que siempre lo había sido… había estado tan metido con mamá que me había olvidado completamente de ella. Pobrecita… esa tarde decidí pasarlo en su compañía como en los viejos tiempos. Más tarde, esa misma noche de diciembre, mi madre y hermanita sonreían al verme entrar en su habitación. Su esposo, o sea papá, había decidido pasar la noche previa a Navidad en casa de sus padres para que no se quedaran solos en un día tan familiar… ¡¡Coño y nosotros qué somos para él!! Bien es cierto que la abuela está imposibilitada de moverse de su casa y no soporta el ruido de los demás, pero somos su familia… 

– No deberías levantarte siempre que llora… 

Le dije a mi hermosa madre.

–¿Qué es eso? 

Preguntó al ver el álbum de fotos que traía conmigo.

– ¿Alguna vez habías visto este álbum

Pregunté al sentarme a su lado y abrirlo.

– No lo sé, ¿Quién aparece en él?

Miró la primera página y exclamo.

– ¡Oh dios mío! 

El álbum mostraba cientos de fotos de mamá alimentándome cuando estaba una recién nacido.

– ¿Soy yo? ¿Ese bebé soy yo?

– Si… ¿Dónde lo encontraste?

– Por accidente… lo encontré hace un par de semanas cuando rebuscaba en el trastero.

– Debes devolverlo allí… papá se enfurecerá…son la fotos que él tomaba de cada cosa.

– No sin antes mostrártelo…

Mi madre seguía maravillada mirando.

– Papá debió de tomarlas, ya no me acordaba… no deberías mirarlas… ¡son muy privadas!

El álbum continuaba mostrando varias fotografías que los hijos no deberían ver de sus padres. De pronto mostró una que hizo temblar a mi madre… 

  ¡No puedo creerlo!! A papá se le ve su… polla!

A mitad del álbum, dejaban de aparecer fotografías de lactancia para dar paso a desnudos de mamá y papá en playas, alcobas y todo tipo de lugares.

– Tus tetas mamá, eran tan hermosas como ahora…

Continuo diciendo sin apartar su mirada.

– Bueno ahora son mucho mejores… más grandes y llenas de leche, han dado y siguen dando alimento a tus hijos.

– No deberías decir eso…

En ese momento, saque de una bolsa un sacaleches manual y se lo ofrecí. 

– ¿Para qué es eso? 

Preguntó mi madre curiosa pero seguramente sabía para que era. Espere a que ella sola lo descubriera. Miró a su hija, seguramente no era para ella. Luego me miró y me dijo sonrojada… 

– No podemos… eso está mal…

– Quiero probarte…o mejor dicho, volver a probar tú leche.

– No puedes…

– ¿Quieres que yo mismo lo haga? 

Pregunté moviendo mis manos hacia sus senos.

– ¡No! ¡Detente! Casi gritó apartándose de mí.

– Entonces hazlo tú… insistí.

Mi madre lentamente tomó el sacaleches y el resto fue historia. Primero ordeñó la teta de la izquierda y luego de la otra. Al final el sacaleches mostraba una cantidad de leche pequeña… no la rechacé y la bebí de un solo trago… 

– Quiero más…

Le insistí relamiéndome los bigotes como comúnmente se dice.

– No tengo más…

– ¿Tu hijo está hambriento y tu le niegas el alimento?

– Eres un niño muy travieso…y la nena reclama lo suyo, dijo tomando el sacaleches…

– No puedes culparla… realmente adora las ubres de su madre como cada hijo tuyo.

– Pues no deberían…esta es leche solo para recién nacidos. 

Esta vez llenó un poco más y volví a beberlo gustoso. Sabía que para la próxima vez que lo hiciera no necesitaría el sacaleches…



La noche de Navidad 24 de diciembre de 2018

Era tarde, era la noche de Navidad, pero a diferencia de cualquier historia de este tipo, había ciertas criaturas muy emocionadas y agitadas.

– Feliz Navidad pequeña…

Le dije a mi hermanita levantándola del porta-bebé. 

– Y feliz navidad a ti también

Le dije a mamá al entregarle a su hija.

No había ningún pudor en los movimientos de Esmeralda justo cuando comenzaba a sacar su tetaza dispuesta a alimentar a su hija. “No habrá leche para ti esta noche” me había dicho más temprano ese día cuando nos cruzamos y discretamente intercambiamos miradas durante la cena de navidad. Justo cuando mi hermanita comenzaba a mamar, saqué mi móvil del bolsillo de mi pijama y comencé a sacar fotos.

– ¡Marcos!

Ignorándola seguí sacando fotos de ella amamantando a su bebé.

– Necesitamos hacer nuestro propio álbum o ampliar el de papá…

– ¿Y si alguien entra?

– Samanta está dormida… y el imbécil de tu marido nuevamente ha preferido irse a dormir con sus padres. Al parecer no puede despegarse de su madre… vaya hombre que te has conseguido.

– Cuidado con esa boca…que es tu padre. Con la cara más relajada… 

– Esta bien pero prométeme que no dejaras que nadie las vea… ¡ni siquiera Samanta!

– Tomaré unas cuantas más… ponte en pose…

– Esto está mal… esto está mal Marcos…

Mientras me posaba frente a ella, no pude evitar que notara la erección que sobresalía de mi pijama. Me daba igual, al parecer ya de poco importaba esconderla…Cuando terminé de tomar fotografías, me incliné y la besé de piquito en los labios. “Feliz navidad” le dije y ella me respondió lo mismo.

– ¡¿Sabes que es lo que quiero de regalo de Navidad…?! 

Pregunté justo antes de irme…

– Sabes que no podemos… sabes que no puedo…

Continuó diciendo al tiempo en que abandoné la habitación.





Navidad, 25 de diciembre 2018

Le compré un suéter a mamá. Un suéter que sabía resaltaría sus preciosas tetas hinchadas al máximo de leche. Sus preciosas y lechosas ubres amamantadoras…Pero claro, no podía darle a mi madre un regalo de más de 50 € frente a mi hermana mayor, quien se sentiría despreciada así que terminé comprándole a Samanta un vestido seductor de 30€ también. Su primer vestido de mujer madura…

2:30 AM

Mamá se encontraba sentada en la sala, iluminada apenas con la leve luz de la lámpara. Su esposo seguramente dormía en la habitación, había salido a amamantar a su hija y como de costumbre ahí estaba yo. Llevaba puesta una bata de dormir que no escondía nada ¡Sumamente sexy! Al llegar a su lado, para mi sorpresa, el bebé dormía en su cesto.

– La alimenté a media noche… quizá no tenga que hacerlo hasta mañana.

Yo no llevaba puesto más que un bóxer. Eso era todo…

– Habrá más para mí entonces…, le respondí.

– No está bien que hagamos esto Marcos… en verdad no deberíamos… ¿Qué diría la gente? 

Me preguntaba mientras yo me sentaba a su lado.

– Es perfectamente natural… tan solo estas alimentando a tu hijo mayor como lo haces con tu hija pequeña.

En ese momento comencé a abrir su bata con mis temblorosas manos.

– ¿Trajiste el sacaleches? 

Preguntó ella sabiendo perfectamente que no. Pronto su bata cayó hasta la cintura revelando el par de tetas más hermosas que hasta ese entonces había visto… – ¡¡OOOOHHHH…!!

Gimió al sentir como tomaba sus bamboleantes ubres con mis manos. Comencé a estrujarlas y en cuestión de segundos las gotas de leche comenzaron a hacerse presentes. Hundí mi cara en ellas y en menos de un segundo abrí los labios para mamarlas…abarqué todo su pezón con la boca. Mamaba y tragaba mientras mi madre gemía ligeramente…

– ¡HMMMM OHHH… Marcosss…! 

Mi verga estaba gigante... 

– Se siente tan distinto… es tan distinto… HMMM…

Le escuchaba decir a mi progenitor y más me prendía de su pezón.

– ¿Qué es tan diferente? 

Pegunté fingiendo cierta ignorancia.

– Es diferente a como lo hace la niña…

– Tal vez yo tenga más hambre…

Le dije al tiempo en que mi verga luchaba por liberarse del bóxer.

– Succionas con más fuerza y… ¿eres muy travieso sabes?

Su mano tímidamente comenzaba a ir en dirección de mi verga. Pero justo cuando estaba a centímetros, mi mano derecha apretujó su teta de forma que un enorme chorro de leche salió disparado a mi boca y mi madre gimió con fuerza… 

– AaahhhHmmm… MARCOSSSSS… 

En ese momento tocó la punta de mi verga pero no se atrevió a más. Continué mamando mientras se le pasaba lo que seguramente había sido un orgasmo. La mano de mi madre ahora sí había perdido toda desconfianza y se dedicaba a subir y bajar por todo lo largo de mi mástil. Y así, mi madre terminó alimentándome durante minutos mientras me masturbaba ligeramente. Esa noche no fuimos más lejos…



Tarde del 28 de diciembre 2018

– ¿Te dejó, no es así? 

Samanta me preguntaba exigiendo la verdad. Nuevamente se había metido sin avisar a mi habitación justo cuando observaba otro video de lactancia. ¡¿Acaso tenía radar?! Pero lo que más me sorprendía era como se había enterado de que mamá me había dejado mamarle las tetas.

– ¿Me dejó… qué? Pregunté inocentemente.

– ¡¡Ordeñarla!! Que le mamases la leche de sus tetas

– No es cierto…

– Mentiroso…lo sé.

– Además, aún si me hubiera dejado recuerda que voy a ser doctor así que…

– Si claro… ¿ya te dejo verdad? insistió nuevamente.

Le tenía tanta confianza que no pude ocultárselo y asentí con la cabeza… 

– ¡Pervertido! 

Me acusó de inmediato de pervertido pero luego sonrió y preguntó.

– ¿A qué sabe?

– No te lo diré…

– Anda vamos Marcos… no seas grosero conmigo…

– Prométeme algo…

– ¿Qué cosa?

– Si me prometes que cuando seas grande y te conviertas en mamá me dejarás probarte entonces te lo digo…

– Ya soy grande… y ¿Por qué habría de dejarte?

– Tú sabes bien porque…

– ¿Por qué me regálate ese precioso vestido?

Arqueé las cejas confirmadle la pregunta justa y certera… 

– Entonces te dejaré pero dime…

Esa tarde le confié todo a mi hermana mayor. Después de eso, por la tarde del mismo día… 

– Deberíamos hacerlo todas las mañanas, tardes y noches… 

Le decía a mi madre mientras le amasaba las tetas en su habitación donde papá siempre estaba ausente.

– Eres realmente hermosa…, le dije justo antes de empezar a mamarla.

– Espera, tu hermanita va primero… ¡¡Y no quiero que te pongas empalmado esta vez!! ¿Entiendes?

– Sabes que uno no puede controlar eso… 

Mientras mi madre terminaba de amamantar a mi hermanita, le revelé que mi hermana mayor sabía todo.

– Samanta ya lo sabe todo…

– ¡¡Que!! 

De inmediato puso a mi hermanita sobre su cesto de dormir y en cuanto se sentó a mi lado corrí como perro hambriento y empecé a mamarle los pezones sin dejarla terminar de quejarse. 

– No tan rápido Marcos… HMMM…

De inmediato mi verga, que ya estaba preparada para el momento, salió como resorte de mi bóxer.

– Niño malo…

Me dijo mi madre al momento en que la tomaba con su mano.

– Creo que es tu turno…

– ¿Qué…?

– Te toca ordeñarme…

Mientras su mano comenzaba a subir y bajar por mi garrote. Esta vez mi mamá si terminó lo que comenzó y en cuestión de minutos de mi verga brotaban largos y espesos chorros de semen.

– Es tu turno… hazlo, 

Cuando la última gota de semen salió de mi verga.

– ¿Mi turno de qué?

Sabíamos perfectamente a lo que me refería así que solo me bastó esperar unos cuantos segundos para que con su dedo tomara un poco de mi semen y lo llevara hasta su boca.

– Sabe rico… mucho mejor que el de… 

Se detuvo, se veía confundida. Había estado a punto de decir el nombre de su marido. Bajo la mirada y le di un beso tierno en los labios.



1 de enero del 2019 a las 3 de la madrugada.

– ¿Estas despierto?

– Sí…contesté desde mi cama.

– Tu padre está borracho e inconsciente…

Pude ver la silueta de Esmeralda acercándose iluminada por la luz de la luna

– Samanta también está agotada… ya se fueron a dormir. Menos mal que tu no tomaste nada.

– Sí, apenas la oí entrar a su habitación… no te preocupes, está un poco mareada también.

– ¿Qué me dices…?

– ¡Cierra la puerta!

Le ordené quitándome las sábanas de encima.

– Le di un poco de sidra, con un culo de vaso fue suficiente para ponerla atontada… sobrevivirá.

– ¡¡Estas desnudo…!!

– Tu otro bebé está hambriento… 

Dije poniéndome de pie para acercarme a ella.

– Siempre estas hambriento…te encantan las tetas de mamá y mamar su leche… ¡Ya noto una erección descomunal! Joder Marcos que polla tienes cariño ¡¿Cuánto te mide ya…?!

– 18 centímetros y creciendo… A Lucía no le entra toda, llego con la punta a su tope en la pared vaginal. La muy puta goza como una perra cuando le aporreo el útero con mi glande metiéndosela a tope.

– ¿Por qué me cuentas esas cosas a mí, soy tu madre, no su ginecóloga?

– Porque te tengo mucha confianza mamá… quiero que sepas que tu primogénito es un buen follador y no te extrañes que seas abuela antes de los 40 años. 

Retiró su bata de dormir y la contempló desnuda… 

– Eres tremendamente hermosa… ¡La madre de este niño travieso es preciosa!

– Creo que ya no soy tu madre… Además solo te daré leche hoy… ni pienses en repetir lo del otro día… La leche de tus huevos no me corresponde sacártela a mí y mucho menos que me llenes el coño con ella ¡¿Acaso pretendes preñarme para seguir mamando…Hijo de Puta?!

– Anda calla y siéntate sobre mí a ahorcajadas… 

le dije sentándome yo en el filo de mi cama.

– ¿Así? 

Preguntó conforme trepaba sobre mí teniendo el suficiente cuidado con mi verga.

– Sí, así mero…

De inmediato capturó mis labios con su boca. Mientras me besaba podía sentir sus preciosas y enormes tetas pesadas presionadas contra mi pecho. Mi polla capturada entre nuestros abdómenes y mis manos sentía la delicia de aquellas nalgas tan firmes y redondas que mi padre disfrutaba cada vez menos.

– No deberíamos… estamos contraviniendo a la ley… a la biblia… a la sociedad… 

Protestaba sin dejar de besarme.

– Es enorme… joder nene tu polla es fabulosa y está muy dura… Es lo que más me gusta de una polla joven...su dureza imperecedera.

Decía al momento en que comenzaba a masturbarme con su mano y a pasarla por la entrada de su coñito abandonado durante tantos meses… 

– Cariño… estoy muy mojada y lista para ser follada ¡Lo necesito! ¡POR FAVOR FÓLLAME! y olvídate que sea tu madre.

Luego, ajustando nuestros cuerpos, colocamos la punta de mi cipote en su abertura y…– ¡AAAHHHHHHHHHH…!

– ¡¿Aun no te has dado cuenta, que lo que más me excita es que seas mi MADRE?!

Gimió mi madre al sentir como comenzaba a penetrarla. 

– Es tan grande… HMMMMMM… ¡De da morbo estar dentro de mí!

Se quejaba pero a la vez sonreía y se la encajaba más con un juego de cadera que no me creía fuese capaz de hacer mi propia madre. Luego comenzó a moverse de arriba hacia abajo empalándose el ariete desde la punta hasta la raíz. Yo estaba extasiado ¡¿Qué diferencia había entre hacerlo con Lucía a con mi madre?!¡¡La diferencia era abismal!! No había punto de comparación. Era simple y sencillamente maravilloso¡¿Pero porque salían lágrimas de sus bellos ojos?!

– Marcos… HMMMM… Marcos… me susurró en el oído sin poder articular una oración. – Dime la verdad… ¿Esto es lo que andabas buscando…¡Follarte a tu madre!? 

Con un empujón duro dejando mi verga más dentro de su coño, le contesté…

– ¡Ahhgg! Eres un pervertido cabrón… ¡Pero qué bien follas! Esa nena te tiene bien entrando.





No podía creerlo, ¡¡me estaba follando a mi madre!! Mi verga estaba completamente ensartada en su rico y fértil útero ocupando todo el agujero, entero sin dejar nada fuera una y otra vez golpeando con mis huevos en su vulva por la inercia de sube y baja.

– Estas bien apretada… Jamás creí que pudieras estar así después del nacimiento de la niña… igual que el coño de Lucía.

– Lo que pasa es que tu tranca es muy gruesa Marcos… HMMM… Nunca antes había tenido uno así dentro… es mucho mejor que la de tu padre

– ¿Lo es?

– Por mucho…UHMMM Hasta dudo que seas hijo suyo. La de tu padre apenas alcanza la mitad... Debes tener los genes de mi familia que son muy pollones, sobre todo el abuelo que gasta un pollón monstruoso, con unos cojones como pelotas de tenis.

Follábamos recostados en la cama, haciendo la cucharita 

 Creo que me toca a mí verte la cara mientras me follas...,  quiero que te pongas encima de mí y dejemos el turno de peticiones, ahora los deseos ya son libres, el hielo ya está roto.

Me puse encima de ella y note como su entrepierna ardía y pasivamente,
se dejaba hacer. Como tenía ciertas dudas le pregunte…

  ¿quieres sentir mi polla, mamá?

Ella me respondió jadeante… – ¿tú que crees?

Con la misma se la fui introduciendo poco a poco dentro de sus entrañas mientras ella movía alocadamente sus caderas, recreándome en el placer de sentir su coño envolviendo mi polla. No habían pasado ni dos minutos cuando me corrí dentro de ella, mientras notaba como me la estrujaba cariñosamente. Me salí y me tumbe al lado, preguntándome ella si estaba bien, y le dije que si, que necesitaba disfrutar del momento un rato, a lo que ella respondió con un silencio. 

Al poco tiempo volvía a tener mi polla en erección, gracias a los masajes de mi madre, deseaba encender la luz, respondiéndome con un…

  Sí, enciéndela cariño, a mí también me apetece verte.

Al encender la luz ella se sonrió y me comenzó a acariciar mi tranca muy lentamente, yo no podía quitar la vista de sus magníficas tetas.

 Sé desde que hace mucho tiempo que te ponen mucho mis tetas, ahora es tu momento, aprovéchalo.

La imagen era esplendorosa y mis manos y mi boca se dirigieron hacia ellas no dando abasto. Ella me preguntaba mientras le devoraba sus pezones.

 Dime una cosa, ¿Cuántas veces te has masturbado pensando en mis tetas?

  Muchas, mamá, siempre he deseado vivir este momento, pero nunca pensé que llegaría.

Retire cuidadosamente su mano de mi verga y se lo acerque a sus pechos, frotándolo contra ellos.

  Súbete un poco más, quiero darte placer con mi boca, hijo.

 Está bien mamá, pero déjame correrme por tus tetas, ha sido mi fantasía durante mucho tiempo y ahora puedo hacerla realidad.

Ella se sonrió y asintió con su cabeza. Yo me puse en posición de hacer un 69 y así lo hicimos. Notaba como mi polla se lo engullía mientras mi lengua recorría su vulva adentrándose en la raja buscando el clítoris. Le proporcionaba tanto placer que llegaba a soltar la verga de su boca por momentos para coger aire. Yo estaba en la gloria cuando decidí lamerle el culo, cosa que le provoco bastante más excitación, moviendo sus cadenas compulsivamente, por lo que opté por meterle un dedo en culo. En cuanto entró, comenzó a correrme y ella apunto mi miembro hacia sus tetas, tal y como le había pedido. Notaba mi semen entre sus masas mamarias y mis piernas y me incorpore retirando mi dedo de su culo y acostándome a su lado. Ella me miraba sonriente y congraciada, con toda mi leche por sus firmes tetas.

 ¡Acaríciame, hijo, acaríciame suavemente!

Le acariciaba por sus piernas y sus tetas, mojando mis dedos en el semen y llevándoselos a la boca. Ella los lamía con gusto mirando fijamente para mí con cara de morbo. Cuando termine me dijo que me proponía algo que nos iba a gustar a los dos, que cada uno se masturbase enfrente del otro, a lo que acepté.


Ella abrió sus piernas y comenzó a meterse los dedos y masajearse la pepita que despejó de su capuchón, sintiendo gran placer, a juzgar por la forma de sus pezones. Mientras se movía, sus tetas saltaban gelatinosamente… la imagen era irrepetible. Yo, por mi parte, me pajeaba con avidez y eso aún le daba a ella más ritmo en sus masajes clitorianos. Cuando estaba a punto de correrme le advertí del hecho…

 ¡Hazlo dentro de mí! ¡¡Voy a ordeñarte con mi coño!!

Con lo que se sentó a horcajadas encima de mí, asió mi tronco y lo enfiló a su raja que se abría con los dedos de la otra mano…, comenzó una nueva penetración que duro poco tiempo, no tanto como a ella le hubiera gustado. Se levantó rápido y se puso a cuatro patas contra mí.

 Mejor por detrás, mi amor… ¡Fóllame como a una perra!

La penetré por el coño, que noté encharcado, mientras mi dedo pulgar atendía a su orificio anal… ambos envueltos en sudor abordamos un esprín final. Sin cesar en sus masajes a clitorianos, se corrió abundantemente, unos minutos más tarde sujeta del culo, la clavé a fondo e hice lo propio dentro de su útero. En ese momento los dos estallamos al mismo tiempo entre gemidos...yo corriéndome y ella percibiéndome. No se cuanta leche habrá dado a parar dentro de mi madre pero les aseguro que fueron montones. Quedé atolondrado de la eyaculación feroz...uno dos y hasta cinco chorros de lefa inundaron su intimidad. Aún clavada a fondo, le besé por la espalda, amasaba sus tetazas notando sus nalgas calientes pegadas a mi pelvis… nos volvimos a acostar. Sin sacar mi verga de mi querida madre le dije… 

  Debemos repetirlo muchas veces más… La noche es larga…

– ¿Pero tú, cuantos polvos necesitas para calmarte?

– No menos de tres…

–Eres un semental que da miedo…, debería regresar con tu padre, pero me niego a dejarte a medias con esto tan bueno.

Enseguida me guiño el ojo y comenzó a menear el culo poniéndome la verga dura de nuevo. Esta vez las arremetidas y la forma en que me cabalgaba era casi salvaje. El escándalo era tal que pensé que Samanta nos podía escuchar a través de la pared… Esa noche terminamos follando durante hora y media, corriéndome hasta cinco veces seguidas pues al parecer su orgullo de mujer le hacía ir más allá de las tres con Lucía, que yo le había confesado. La encaminé hasta su habitación a pesar de sus quejas y en la entrada le di un beso apasionado que hizo que mi verga se pusiera dura de nuevo.

– Entremos… le dije.

– ¡Está loco! No podemos, tu padre está dormido pero puede despertarse…

– Corramos el riesgo mamá… no me puedes dejar solo en esta aventura…

– Tenemos que calmarnos… lo de esta noche ha sido una locura ¡Yo aún estoy resentida del parto…! Hemos ido muy lejos y por mi bien no lo repetiremos, pasadas estas semanas ya veremos ¡Seguro que mañana nos arrepentiremos si continuamos! Sobre todo YO.

– Bésalo de buenas noches entonces….

Mi madre dudó, me miró como si no hubiera entendido nada, pero aún así se puso en cuclillas y me mamó la verga erecta hasta que me corrí en su boca.

– ¡Te amo…! 

Me dijo y me besó en los labios antes de desaparecer en su cuarto.


**********************

Pese a todo, ambos sabíamos que nos quedaban mogollón de noches juntos. Ella dormiría a diario con su esposo pero me pertenecería a mí como mujer. Esa noche era prueba de ello, pues pese a estar ella acostada junto a él, yo sabía que en sus entrañas discurría mi semen y todos mis bichitos locos por llegar a útero materno y volverla a preñar. Regresé a mi cuarto sintiéndome más que sexualmente potente. Mi verga había tenido 6 eyaculaciones pero en cualquier momento estaría lista para más, reconocí mi exceso con tan solo tres semanas desde el parto. Aunque había sido natural y sin complicaciones, dilatando lo suficiente para sacar a la criatura, todo necesita su tiempo para volver a estar en su lugar.

Justo cuando pasé por la habitación de Samanta noté que su puerta estaba entre abierta. Por varios segundos espié al interior mirando la forma de su cuerpo formada debajo de las sábanas. Sabía que estaba despierta y sabía de lo nuestro. Finalmente me alejé de su cuarto y regrese al mío. A punto estaba de meterme bajo las sábanas cuando de pronto noto que había una tarjeta navideña justo en medio de mi cama…

“Yo también te amo…” decía el mensaje del frente. La abro y dentro de ella venía una fotografía de Samanta luciendo hermosa con el vestido sexy que le había regalado en navidad… “Sólo faltan diez días para mi cumpleaños… ¡¿Ya sabes qué regalarme, Marcos?! Yo sí sé lo que quiero…” 

Rezaba la parte trasera de la fotografía. No había duda de que me quedaba mucha diversión en casa. Quedé muy expectante e intrigado con Samanta, algo debía de hacer con ella porque comenzaba a saber todos mis secretos con mamá y ella deseaba ser partícipe del reparto de amor con sexo que se terciaba en casa…





2 de enero del 2019

¡¡Evidentemente que deseaba ser partícipe!! Mamá es enfermera en un hospital público, pero ahora con el bebé está de baja maternal amamantando a la pequeña, lo curioso es que mi hermano también se ha aficionado a las tetas de mamá y sé que tienen una relación lactante…no creo que follen porque mamá está en cuarentena, pero seguro que mi hermano persigue follársela como un mandril, en cuanto tenga oportunidad…, de momento solo sé que lo amamanta. Marcos es un chico que tiene mucho éxito con las chicas…tiene un cuerpo divino, una sonrisa de ensueño que encandila y por lo que recuerdo se haya muy bien dotado. Tal vez ese sea su gran secreto para ser tan popular entre las chicas más putas, y eso me mata por dentro teniendo a su hermanita predispuesta a todo ¡No se da cuenta el imbécil! 

Nada más llegar del colegio ya teníamos preparado el almuerzo por mamá, y tras recoger y fregar por turnos quitando trabajo a la recién parturienta, nos retirábamos a nuestros cuartos a estudiar. Últimamente nos juntamos Marcos y yo en su cuarto compartiendo la mesa de estudio, lo convencí con mentiras lastimeras para quedarnos solos mucho más tiempo…conste que cada uno tenemos nuestro cuarto con mesa de estudio, ¡¡Pero me sentía como una perra en celo atraía por el macho!! Yo le tonteaba queriendo ser sexy, pero no veía que le sedujera lo más mínimo, así que me arrastré rogándole que me dejara estudiar con él para sentirme más concentrada...necesitaba su compañía y aprender un poco sobre los chicos, según dicen son sencillos en cuanto al sexo. 

El caso es que el pobre tonto se lo creyó y comencé a colarme en su habitación todas las tardes a “estudiar”, deseaba seducirlo pero no lograba ver la manera…¡Yo si era una lerda en las artes de la seducción! Sin embargo algo cambió una noche sobre las 2 de la madrugada, percibo un gran cosquilleo en mi vaginita, algo o alguien tocándome y produciéndome un gran placer para mí hasta ese momento desconocido, entre asustada y nerviosa abro con mucho cuidado mis ojos y fue grande mi sorpresa cuando observo que era mi hermano. Había subido mí camisón de dormir y me acariciaba la vulva con una mano por encima de mis bragas, mientras que con la otra frotaba su pollón. Prestamente cerré mis ojos para que no notara que me había dado cuenta, así siguió por un rato más.

Debo confesar que esa caricia me gustó
tanto que al día siguiente deseaba enormemente que lo repitiera, pero no se atrevió ya que mamá le dejó que amamantara y algo más, por supuesto que él se hacia el desentendido en mi presencia y, nunca cruzó por mí mente delatarlo con mamá. La primera noche que sentí su tocamiento no pude ver muy bien su verga porque me encontraba acostada y el sentado además de la oscuridad pero si me quedó la curiosidad de ver cómo era empalmada. 

Nuestros padres apenas nos hablaron de sexo…, tal vez porque les parecía innecesario dado el comportamiento verbal y gestual abierto que se vivía en casa, no obstante sí se hacía alarde de cierta desinhibición al mostrarnos desnudos…recuerdo que nos bañábamos con mamá, o juntos hermano y yo en bastantes ocasiones hasta cumplir mis 12 años nos decían a las claras… 

– Iros a la ducha en tanto preparo la cena, y así vamos adelantando. 

A esa edad me empezaron a salir las tetas y el vello, me llegó la regla y ya se nos acabó compartir los aseos semanales. Por eso ya había visto su polla multitud de veces… también de vez en cuando nos cambiábamos de ropa juntos, por lo que para mí no era extraño verlo desnudo. Mis padres pensaban que lo que uno está acostumbrado a ver no lo desea y deja de ser una obsesión o un tabú mal llevado… no era extraño que en más de una ocasión, mi hermano y yo durmiéramos juntos en la misma cama, especialmente en invierno, con la excusa de darnos calor y ahorrar en calefacción. Me gustaba sentirme arropada y segura en los brazos de mi hermano mayor.

Llegada la siguiente noche presentía que lo volvería a hacer y estaba en lo cierto, como a la una de la madrugada siento que me acarician, sabía que era él y lo deseaba enormemente, sentía sus dedos acariciándome o mejor dicho tocando mi intimidad. La oscuridad de la noche no me permitía verlo bien a pesar de tener mis ojos abiertos y cuando estos se adaptaron pude perfilar la forma de su cipote, no era una polla normal de chico ni un adulto, comprobé que eran casi 20 cm cuando se la medí con mi regla escolar, no supe como medir el grueso, pero mis dedos apenas la circundaban. 

Esa visión me impacto y jamás la olvidaré…verla flácida por muchas veces, no te da nunca la idea de cómo es un buen falo erecto y duro…. Después de tocarme se marchaba a su cuarto y yo quedaba entre emocionada y excitada…el muy cabrón me dejaba bien lubricaba puesto que me tocaba haciéndome agua…me sentía muy mojada, no era extraño porque desde los diez, es cierto que se puede sentir excitación sexual y lubricación vaginal, en mi caso en exceso. Esto se repetía cada vez que nuestros padres no nos controlaban, hasta que una noche quise darle un buen susto o más bien motivarlo a seguir más adelante y no dejarme tan cachonda.

Cuando estaba en plena faena hice como si despertara sin saber nada, me siento en la cama y le pregunto qué hacía…, en verdad no fue muy grande el susto que se llevó, me dijo que trataba de arroparme, luego que si protegerme y luego acariciarme para que durmiera tranquilamente, después sí se lo diría a mamá y a papá… por supuesto le tranquilice para que no se preocupara, yo nunca diría nada y hasta me lo hizo prometer. Preguntó que si me gustaba lo que hacía contestándole que sí. Desde allí fue más hermosa la relación entre los dos, me dejaba que lo hiciera sin mis braguitas, sentía muchísimo placer al notar sus dedos acariciándome delicadamente. Mis primeros orgasmos fueron así, con sus dedos… y sí, lo afirmo se pueden sentir orgasmos maravillosos a temprana edad y atracción y celos por un hermano.

Cuando nos quedábamos solos durante horas en su cuarto, aprovechábamos para sobarnos a plena luz del día… ya nos somos un niños y sabemos muy bien lo que hacemos... darnos placer, gratis y seguro dentro de casa. En una ocasión me pidió que nos bañáramos, como cuando éramos más chicos, allí pude tocar su polla, cosa que hasta el momento no había hecho con tan buena envergadura. Desnudos en el baño me acaricio plenamente, me enjabono mi vaginita y mi culo…luego me pidió que se lo hiciera a él ¡¡Cómo gozaba enjabonando su verga totalmente empalmada y dura!! ¡Cómo sentía sus contracciones!

Luego me pidió que se lo besara cosa que me pareció muy extraño pero lo hice, primero tímidamente le di un beso y él seguía pidiéndome más hasta que delicadamente me hizo que se lo chupara. De verdad que me gustó sentir ese trozo de carne en mi boquita, darme cuenta de cómo se contraía de placer me ponía a millón. Luego pidió que parara y que continuáramos en la cama, nos secamos y fuimos a la habitación de él donde me tendió en su cama diciéndome que haría algo que nunca podría olvidar. Fue besándome por todo el cuerpo, se detenía en mis tetillas, allí chupaba mis pezones con mucho amor y ternura lo cual me producía un placer intenso, luego fue bajando por mi cintura chupándome suavemente hasta que colocó una almohada bajo mis riñones elevando mis nalgas…fue abriendo mis piernas hasta llegar a mi vagina, la cual comenzó a chupar con mucha delicadeza y firmeza metiendo su lengua.

Tenía razón, jamás lo olvidaré, fue la sensación más placentera que he sentido en mi vida, mi excitación era tal que le pedía que no parara, su lengua trataba de penetrar mí vaginita virgen…, hasta ese momento nunca se atrevió a penetrarme o introducir sus dedos dentro de ella, era indescriptible lo que sentía, me hizo llegar al orgasmo más divino de toda mi vida, luego me pidió que lo hiciera en su majestuoso falo y de verdad que me fascinó hacérselo, chupé con gozo su glande hinchado con todo el prepucio estirado de lo larga que era esa polla. Le mamé la cabezota pajeando su tronco durante un buen rato, torpemente pero Marcos no me recriminaba, solo gemía hasta que soltó un bufido largo sujetándome de la cabeza para no escapar, justo cuando noté por primera vez el semen en mi boquita lo cual no me desagrado, era rico sentir como llegaba dentro de mi lengua y mis labios pero más me gustaba verle el rostro colmado de tanto placer. Ahora sí teníamos un gran secreto, cuando estaban nuestros padres nos comportábamos como si nada y nunca tocábamos el tema, ellos era abiertos pero tener sexo explícito… pobre de nosotros si nos descubrían, especialmente papá, de quien era su ojito derecho, la niña de sus ojos.

Cuando papá se hallaba en el trabajo y estábamos seguros que mamá no se entraría en la habitación haciendo las tareas de casa, nos habituamos a hacernos felaciones mutuas… el clásico 69 ¡Me encantaba cuando eyaculaba llenándome la boca de leche espesa! Marcos eyaculaba una cantidad ingente de semen espeso. Más de una noche me quedaba a dormir en su cama, entonces  también me gustaba despertarlo por la mañana con una masturbación hasta tener su semen caliente en mis manos, me agradaba sentirlo y la cantidad de leche que le sacaba era bestial…no solo la primera vez, sino la segunda e incluso en la tercera era abundante. ¡Sus huevos eran una reserva lechera impresionante! Así fue pasando el tiempo, en una semana cumpliría los 18 años y deseaba que me desvirgara…no soportaba más el peso del himen, pese al temor de albergar semejante mostrenco en mi coñito deseaba queme rompiese definitivamente. Meses de estar tonteando fue cuando se produjo nuestro momento… fue un poco doloroso, pero valió la pena, cansada que solo frotase su polla entre los labios de mi vagina, pese a que ese rozamiento con mi pequeño clítoris y mis labios vaginales me hacían llegar a orgasmos inolvidables y su semen caliente llenando la raja de mi vagina impregnado toda la vulva de lefa cremosa.



Eran las 16:20 del 2 de enero de 2019 cuando…

… Seduje a Samanta. Después de varios años con el pavo de la pubertad, se ha convertido en una adolescente preciosa. Son unos recuerdos que no había compartido con nadie, porque este tipo de cosas no se las puede contar a nadie, por muchas razones… en primer lugar el incesto está mal visto y en segundo lugar, se trata de mi propia hermana. El caso es que algo ocurrió aquella tarde viajando en el bus de vuelta a casa, vi algo que me dejo perturbado… un tipo de unos 40 años estaba de pie arrimado la pelvis a una chica que estaba sentada con su madre, esta niña aparentaba unos 16 años, de cabello castaño y bonita. Observé todo el trayecto como ella se mordía los labios disfrutando del bulto que le presionaba la teta izquierda…, unas paradas más a delante fue cuando me percate que el tipo rozaba los muslos de ella con la rodilla. Aquello se veía extraño y erótico…como el bus iba muy lleno para que nadie se percatara de aquello. 

El tipo era insistente en sus movimientos y lo hacía de izquierda a derecha y de derecha a izquierda con total naturalidad y confianza, como si ya lo hubiera hecho anteriormente y estuviera acostumbrado a ello. La chica por su parte se veía que disfrutaba de aquellas bizarras caricias no solicitadas y, expresaba su complacencia moviendo su muslo de tal manera que quedaba más expuesta al tipo, y anteriormente buscó con su teta el paquete del tipo, tal vez empalmado de tener a tan solícita nena predispuesta. A ese tipo le gusta el peligro si se descuida lo linchan, pensaba, por eso solo observé. Mientras tanto los demás pasajeros iban absortos mirando sus teléfonos o leyendo algún periódico y uno que otro iba durmiendo. 
Cuando la chica se levantó del asiento y salió del bus note lo siguiente… 

1º viajaba sola (aquella señora no era su madre). 
2º Tenía una gran mancha de humedad en la entrepierna del pantalón.
3º El tipo debía ser alguna persona conocida con quien coincidía diariamente en bus y tenían esos devaneos  sexuales habitualmente, por cómo se despidieron, con un guiño y un toque de culo a pasar por delante. 

En esos momentos  tenía demasiados problemas existenciales como para meterme en ese tipo de cosas raras que se ven por la calle. Además tenía una tremenda erección después de presenciar aquello, es que a esa edad uno tiene las hormonas demasiado alborotadas.

Por extraño que parezca aquella experiencia sería decisiva en mi relación con mi hermana Samanta…, esa noche soñé que yo era el tipo, pero quien iba sentada era mi hermana, al final del sueño eyaculé en la boca de ella, cuando desperté estaba con semen en mis calzoncillos, aquello había sido el sueño húmedo más caliente y vivido que había tenido, parecía tan real que me quede sentado un rato en la cama pensándolo. Decidí experimentar con mi hermana, después de todo ella casi tenía la edad de la chica del bus y debía tener los mismos sentimientos en el despertar de la vida sexual, además con suerte resolvería mi problema existencial… vaciar mis bolas con mi hermana, dado que mamá me ha censurado por unos días hasta pasada la etapa de ovulación mensual. 

Sí amigos a esa edad la máxima preocupación que tenía era que todos los días se me empalmaba la verga y se me podía muy dura y, carajo eso ocurría en los momentos más inapropiados… En la iglesia en plena misa, en funerales, en clase con la profe de Lengua o en cualquier lugar público donde tenía que guardar compostura, ahí estaba erecta como un poste. ¡¡Joder, llegaban pensamientos pecaminosos a mi mente!! ¿Me la corto para que esta hija de puta sin control ya no me joda? Fue entonces cuando llego a mí ese sueño como llegado del cielo mi hermanita y las horas de lactancia, pero eso no era suficiente y… entonces se abrió una nueva puerta a mis deseos incontrolables… ¡¡SAMANTA!! Mi hermana.

No sé si era el destino, la casualidad o qué sé yo, pero mi hermana me rogó venir a estudiar a mi habitación, ¿por qué? no sé decir bien cuál era su motivo, pero no me opuse y se puso a estudiar en mi cuarto a mi lado todas las tardes. Esa tarde se veía tan preciosa con su faldita a cuadros, sin blusa…me puse a acariciarla con la rodilla en sus suaves y esbeltos muslos blancos. Después de varios minutos noté que el color de su cara cambio… de un blanco pálido cambio a un blanco rosado muy encendido era como si tuviera fiebre, ella no decía nada solo se dejaba hacer. Tuve la genial idea de subir un poco su falda y acariciar con mis rodillas y con mis muslos los muslos de ella, así en vivo y en directo piel a piel y a todo color la sensación era exquisita y creo que ella lo disfrutaba más que yo. Ella no decía nada, yo tampoco, solo me miraba de vez en cuando con una sonrisa y aparentaba que escribía haciendo sus deberes, pero lo cierto es que ya no escribía nada y solo estaba concentrada en lo yo le hacía. Debido a mi falta de experiencia en tales circunstancias con ella, no supe en qué momento ella tuvo su orgasmo, solo recuerdo que se estremeció un poco su cuerpo y se levantó corriendo al baño.

Cuando regreso... – ¿Dónde has ido tan de repente? 

– Me  hiciste orinar, pero no estoy molesta contigo, fue divertido ¡La próxima vez avísame que quieres jugar!

Esa misma noche entré en su cuarto a las 2 de la madrugada cuando todos dormían, solo que esta vez empecé con sus muslos y después use solo mis manos para acariciarla toda, ella estaba tan excitada que no oponía ninguna resistencia. Le subí por el camisón quedando descubierta solo  con sus bragas (no quise quitárselas, pero para no asustarla no lo hice…me parecía demasiado pronto). Después del orgasmo de ella, me marché a mi cuarto y me hice una paja pensando en mi hermana. Al día siguiente reanudamos el jueguito y prácticamente todos los días a partir de entonces iniciamos una relación incestuosa muy deliciosa. 

Mi hermana y Yo siempre nos llevamos bien pero fue el sexo lo que nos hace mejores compañeros de cama que antes, cuando solo dormíamos juntos… por muchos años solíamos dormir juntos e incluso nos duchábamos a la vez solos o con mi madre, debido a que ella era pequeña. Ya me fijaba en la diferencia entre mi madre y ella, con un coñito muy estrecho y enjuto, y yo con una verga que superaba la media de cualquier edad adulta con 18 cm, antes no tanto. Si deseaba follarla, debía de cuidar de no reventarla a pollazos… no tenía ninguna intención en lastimarla, así que era muy cuidadoso en la cama con ella. Tanto así que me llevé su virginidad recién cumplidos los 18 años… unas semanas después de empezar a tener nuestros jueguecitos con sexo oral. Debo decir en honor a la verdad que me costó muchos días poder ensanchar apropiadamente la garganta de mi hermanita. Pero las satisfacciones que dio esa boquita de pitiminí llena de amor, compensó con creces el tiempo que pasé dilatando galillo. No obstante, siempre puse el placer de ella sobre todas las cosas. Empezaba chupándole la vagina y en menos de 5 minutos ella tenía su orgasmo corriéndose como una loca.

Era demoledor como se corría entre convulsiones y espasmos casi incontrolados. Yo sabía que una vez logrado esto ella se dejaría poner en cualquier posición que yo quisiera para penetrarla. Una semana después de iniciada la nueva etapa con mi hermana, empecé metiéndole el dedo meñique en el ano después el dedo índice, esto era todos los días… le dije ponte a cuatro patas Samanta…

– ¿Cómo, así? 

Dijo ella desnuda en mi cama y con el culo respingado hacia arriba. ¡Joder se veía demasiado rica y buenorra! Tuve que hacerme una paja encima de su culo hasta que eyaculé… en unos segundos ya la tenía dura de nuevo. Así que solo le puse la cabeza de la verga en la raja del culo sin metérsela, me empecé a mover como si me le estuviera dando por el culo rápido y con fuerza hasta que eyaculé otra vez. La sensación era increíble. Tras varios días seguidos de hacer esto, era ella la que se me ofrecía cuando tenía ganas de que la “regara”, que era a como llamaba a ponerle la verga en el culo y eyacular sobre él y su espalda. Todo comenzaba al subirse la falda enseñándome las nalgas, era la señal inequívoca de lo que deseaba. Y a veces cuando la estaba abrazando delante de mis padres ella me decía al oído… 

– “Nano llévame a tu cuarto y riégame”.

Noté que a mi hermana en verdad le gustaba mucho sentir mi verga en su culo y aquello me excitaba sobremanera, pero no deseaba que la penetrase, por miedo por que eso era sobrepasar la línea roja del incesto. Mi hermana y yo nos hicimos buenos confidentes y delante de nuestros padres no hacíamos casi nada, lo normal de dos hermanos que se llevaban muy bien y compartían todo, incluso la cama para dormir… pero el deseo era tan fuerte que algunas veces estando ellos en casa yo la magreaba con su entero consentimiento, o algo más y, ya no solo en mi cuarto sino también en el cuarto de ella comiéndonos mutuamente en deliciosos 69’s ¡¡La sensación de peligro era adrenalina pura!! Pero la mayoría de las veces nos aguantábamos las ganas hasta quedarnos a solas y ahí si le daba mi semen en el culo o sobre su vulva…en la sala, sobre la alfombra y encima de todos los muebles…, en el comedor, sentado sobre las sillas en la mesa, en la cocina…, vamos en toda la casa prácticamente y por extraño que parezca hasta en el patio salíamos desnudos y con el peligro de que algún vecino pudiera vernos… entonces poníamos una toalla en el suelo y me la chupaba unos largos minutos vaciando mis huevos en su garganta. 





8 de enero de 2019

Era un vicio tener sexo con mi hermana, en ese mes le enseñé cómo debía mamármela correctamente. Al comienzo a ella no le gusto demasiado el sabor de mi lefa, pero después del tercer día seguido de chupar le cogió el gusto y así un nuevo juego se unió a nuestra incestuosa relación. Con el pasar de los días mi hermana me parecía más atractiva… su cintura estrecha, sus caderas se ensanchaban poco a poco, sus muslos de suculentas proporciones. Esa niña me la ponía muy dura antes de verla a primera hora cuando desayunábamos en la cocina… vamos que de los 7 días de la semana, me apetecía follarla al menos 6, sino los siente. Prácticamente todos los días hacíamos algo del tipo sexual después de dedicar una hora mínimo al estudio… tal vez solo me la mamaba, al otro me corría en su culo follando su raja, al día siguiente le daba un orgasmo oral con lengüetadas en su pepita y anito. 

Pronto cumpliría los 18 años, a mí se me antojaba ya una mujerona con un cuerpo de infarto…solo con verla me corría, especialmente en bikini mínimo. Ya el verano pasado, notaba en la playa y en la piscinas a muchos hombres que se la quedaban mirando fijamente y no solo porque era bonita alegre y extrovertida, sino porque tenía el mejor culo del mundo, aunque pensaba para mí… demasiado grande para una niña de su edad…, tanto que estaba un poco asustado como se pudo de bueno al siguiente verano… ¿Sería por las tremendas follada que le daba? Pero antes de llegar a ese verano, en pleno enero con mamá amamantando a la pequeña, desvirgué a Samanta…no podía aguantar más, ya saben que salgo con mi novia Lucía, pero llevo semanas sin meter la polla en su coñito… y el de mi hermanita se prestaba a su uso, no lo iba a demorar más con juegos fatuos. Aquella tarde creo que ambos estábamos decididos, mamá se había marchado al pediatra y estuvimos solos por varias horas…. Me senté junto a ella sobre la cama, comenzó a acariciarme la verga… 

– Marcos qué caliente y suavecita es… 

Preguntaba inocente… 

– ¿Siempre está así dura?, ¿no te duele ni te molesta?, ¿Cómo lo disimuláis cuando vais caminando?

– No preciosa, está dura porque estoy excitado por todo esto, pero normalmente se encuentra en reposo colgando entre las piernas.

Siguió acariciando, bajando y subiendo su manita, que no alcanzaba a rodearlo, por el tronco hasta que se animó a bajar su mano hasta los cojones que también acarició con suavidad… 

– ¡Qué gordos y suaves son, sin pelos…! Me gusta tocarlos y ver como se mueven dentro de la bolsa.

– ¡¿Porque no le das otra chupadita, ahora que estamos más tranquilos y lo puedes saborear mejor?!

Se agachó y empezó a lamerme la punta, extrayendo una gota de semen que paladeó como un gourmet. Luego recorrió todo el tronco con la lengua, bajó a los huevos que chupó y lamió con fruición y volvió a recorrer el camino. Al llegar al glande se lo metió entre los labios mientras lamía la punta con la lengua. ¡Parecía una experta! Yo en ese momento abrigaba mis dudas sobre su virginidad, pero decidido a comprobarlo la acosté de espaldas y me ubiqué entre sus muslos, sobándole el clítoris con mi capullo…

– ¡Ohhhh, que rico nene! Sigue porfa, asíii, me gusta muchooooooo, pero por favor hoy no lleves cuidado. 

Diciendo esto flexionó sus muslos apoyando los pies contra mi pecho.

Yo aproveché para lamer sus pantorrillas, y las acomodé sobre mis hombros dejando expuestos su coño y culo a mis ojos, manos y verga. Seguí frotándole con mi polla, hasta que en un momento abrí sus labios y metí la punta…gimió. 

– Shhhhh, tranquilita que seré suave, te dolerá un poquito al principio y cuando te rompa el himen, pero enseguida pasará y vendrá la gran gozada.

Fui haciendo más presión, y entrando y sacando la puntita para mejorar su lubricación y al mismo tiempo ir dilatando la entrada. Era una sensación riquísima la que me brindaba su coño hirviente y húmedo pero estrechito, apretando mi verga inmensamente dura. Era la primera vez que desvirgaba a una chica, a Lucía ya la habían estrenado cuando me la follé la primera vez. Presioné un poco más notando que Samanta estaba tensa y me miraba con ojos desorbitados…mirada suplicante y ansiosa. Cuando llegué al tope que marcaba su himen, me recosté sobre ella, poniendo sus piernas abrazadas a mi cintura, cruzados sus pies a mi espalda, yo también era delgado y con cintura estrecha, y ella con sus largas piernas las cruzó en mis muslos…le di un beso con lengua profundo y sentido, para luego susurrarle al oído… 

– Respira hondo mi cielo que ahora viene lo mejor...

Y de un empellón haciendo un buen juego de cadera, le metí la tranca hasta el fondo notando algo que se desgarraba y un líquido caliente que bañaba mi polla y escurría por su culo y mis pelotas. Ella profirió un grito que yo ahogué uniendo nuestras bocas y buscando ansioso su lengua ávida de placer…me mantuve quieto en el fondo de su vagina para permitir que se amoldara. Notaba las contracciones de sus paredes vaginales que se me antojaron deliciosas…pugnaban por echar ese cuerpo extraño, aunque cada vez menos extraño y mejor acogido en el seno de ese volcán ardiente. En eso noté que sus contracciones cesaban su ritmo y ella empezaba a menear su cadera y a empujar con su pelvis hacia arriba. Señal inequívoca de que ya estaba lista y quería gozar.

– Sami, si supieras que te tengo más ganas desde que llegó la hermanita y mamá le da de mamar. 

Que me diese de mamar y no me dejara follarla me atenazaba y mi hermana vino a salvarme del frecuente dolor de huevos. 

Hasta ahora me contuve como pude, ¡Cómo deseaba follarte!

La besaba en los labios, los ojos, le lamía las orejitas al mismo tiempo que iniciaba un vaivén de mete y saca que nos pusieron a los dos a mil revoluciones. Era maravilloso sentir el calor que emanaba de sus entrañas y percibir todo su amor casi infantil volcado en ese rítmico meneo de sus caderas acompasado a mis embestidas suaves y profundas, que llenaban su cueva recién estrenada. Empujaba mi pelvis y al mismo tiempo se elevaba a mi encuentro logrando una profundización maravillosa de mi polla en su coñito. Notaba cada vez como topaba con su cuello uterino, y al mismo tiempo cada vez más porción de mi polla lograba encontrar refugio allí adentro y cuando salía casi toda, ríos de flujo corrían sobre su culo a las sábanas y por mi polla hacia mis huevos, ¡Qué sensación…mezcla extraña de placer y cosa rara! Ella gemía, gritaba, lloraba, me besaba y pedía más mientras me arañaba la espalda y tiraba de mis cabellos. Reventó expresando lo que sentía…

– Marcos, joder nene como te quiero mi amor, dame más dentro, más fuerte, siiiii, me corro de nuevo, ahhhhhhhhh, por diosssss, ¡Qué bien! ¡Por fin me estás follado!

Yo seguí bombeando hasta que no aguanté y sentí que me corría, y estuve a punto de sacarla, pero me dijo en un balbuceo rápido… 

– No por favor, quiero toda tu leche dentro de mi coño ¡POR FAVOR NENE, LLÉNAME! No me prives de tu leche ¡Porfa!

Con lo cual se la volví a meter hasta el fondo y la inundé con mi leche en tal cantidad que rebalsaba por sus labios vaginales y corría por sus nalgas mezclada con sus jugos cada vez más abundantes, y al mismo tiempo bañaban mis muslos y encharcaba las sábanas. Agotado bajé sus piernas y me tendí sobre ella sin sacar mi polla, ahora sí camino de la flaccidez, y abrazándola con ternura le pegué un hermoso morreo. Besar a mi hermana era completamente diferente a cuantos había dado a otras chicas, su sabor me era familiar y adictivo, le saboreaba metiendo mi lengua y mamando la suya… ella hacía lo mismo contagiándose de mis deseos por gozarla. Nos quedamos adormecidos un ratito, hasta que sentí mi polla ya en reposo, o casi salirse.

Entonces me puse de costado abrazado a ella y besándole las mejillas y su orejita… 

– ¡¿Te ha gustado Sami, mi amor?!

– ¡¡Dios, nene, como envidio a Lucía y a todas esas putas que te has tenido de novias follándotelas… y a mí las veces que me has tenido en tu cama toda la vida y es ahora cuando descubro el placer de cómo es ser follada por ti!! Ha sido la mejor experiencia de mi vida.

– También la mía tesoro.

– ¿De verdad?

– Claro que sí, no todos los días uno tiene la oportunidad de comerse un virgo y espera que todavía no ha terminado contigo.

– ¿Ah, no?

– No.

Nos levantamos y duchamos juntos, la enjaboné disfrutando de toda la suavidad y tersura de su piel. Volví a chuparle el coño y luego ella me enjabonó a mí disfrutando con mi polla otra vez erecta y de mis vellos pubianos. Luego nos secamos, nos tomamos un chocolate caliente y volvimos raudamente a la cama con energías renovadas. Mientras tomábamos el chocolate me enloquecía verla envuelta en un toallón atado a su cintura con los pechitos desafiantes al aire. Yo en bolas. Cuando volvimos a la cama, le dije porque no probaba mi polla semi fláccida para sentirla crecer en su boca. Sin tiempo de espera se agachó a lamerla y meterla en su boca mientras acariciaba mis huevos. Yo estaba en el séptimo cielo, pensando cómo me la follaría por el culo, que me tenía obsesionado. ¿Me dejaría, la forzaría? No, era cuestión de llevarla despacito a ello y que me lo suplicara. Cuando noté que me faltaba poco para volver a correrme en su boca se la hice sacar y acostándola boca abajo, me senté sobre sus muslos dejando mi polla apoyada a todo lo largo de su surco ínter glúteo… 

– ¡Qué bien se siente, tan dura y tan caliente entre mis nalgas!

– ¡Muévete un poco porfa!

Comenzó a frotar sus nalgas contra mi polla mientras masajeaba sus hombros y besaba su nuca, luego su espalda para ir bajando por su canal vertebral mientras mi polla se deslizaba entre sus muslos y luego sus piernas. Así llegué al comienzo de sus nalgas, internándome con la lengua en ese canal maravilloso que llevaba hasta su agujero posterior. Sentía sus estremecimientos y gemidos de placer, y además como amasaba mi polla con sus pantorrillas…, bajé hasta casi su raja vaginal y luego subí por ese surco debajo de los glúteos que me encanta lamer. Luego volví a su ano que empecé a lamer y besar, notando como se contraía, pero estaba muy cerrado y pensé que me costaría sudor y lágrimas abrirlo con mi polla (estas últimas de ella).Así que tras dejarlo bien mojadito la levanté un poco de su cadera y se la metí de nuevo por la vagina, para aprovechar su abundante flujo, y al mismo tiempo permitir que mis dedos facilitaran el trabajo .Mojé mis dedos con el flujo que corría por sus muslos hacia delante y suavemente le introduje el mayor en su anito virgen. Pegó un salto diciendo… 

– ¡¿Qué haces nene?!

– Solo acariciarte más profundamente, ¿no te agrada?

– Sí pero, no sé, me da miedo que me perfores el culo…

– Tranquila, solo quiero tu placer y mi goce... hoy no te daré por el culo.

Y seguí metiendo el dedo en su anito, hasta que ella empezó a moverse y suspirar como si le gustara. Iba metiendo y sacando hasta el fondo y moverlo en círculos para darle placer, y de paso dilatarlo en una doble penetración… 

– ¡Ay como me gusta no pares de moverlo, y sigue fallándome por delante con tu polla y por detrás con tu dedo, asiiii, siiii, me encanta!

Yo seguía metiendo y sacando la polla de su vaginita. Parecía una barrena sacando petróleo por la increíble cantidad de flujo que seguía saliendo de esa cueva… 

– ¡No puedo más, por favor méteme tu polla más profundo! No hagas caso a nada, por favor no me hagas desear, ¡¡métemela ya, yaaaa!

Bueno, tampoco era cuestión de hacerle rogar más…, era maravilloso ver como ese conejito virgen hasta entonces, absorbía toda la longitud y grosor de mi verga… 

– ¡¡¡Ayyyyy, a basta por favor, sácala un poco, por favor!!!

Yo me retiré un poco casi me salgo del todo, cuando ella cerró sus piernas para no dejarme sacarla toda… 

– No toda no, hasta ahí nada más.

Volví a arremeter suavemente y esta vez aguantó hasta que la tuve hasta la mitad enterrada.

– Ahí para, para...

Y yo comencé a meter y sacar hasta allí, haciéndola gemir y llorar.

Sentía como nunca, también era la primera vez que me follaba a una nena virgen, era algo maravilloso sentir su estrechura apretando el tronco, me ordeñaba cuando yo entraba y salía, sentir ese calor abrasante cuando estaba adentro, y las contracciones de sus paredes, notar como controlaba su excitación con mi follada….Era una mezcla de sensaciones maravillosas que pocas veces había vivido y viviría desde entonces. En esa nube de placer estaba yo cuando noté que se corría en un nuevo orgasmo, casi convulsando de placer… lo que aproveché para enterrarle mi bayoneta hasta el fondo pegando mis huevos a su coño empapado y a partir de allí no paré de bombear ese maravilloso camino entre sus deliciosos muslos hasta que solté uno de las mayores corridas de mi vida, en el momento en que sentí mis huevos bañados con su flujo y las contracciones espasmódicas de su coñito. Percibí como la llenaba de leche caliente de nuevo…

– Nunca imaginé que fuera tan maravilloso sentir como me llenas con esa leche tan caliente que me está atiborrando las entrañas ¡Sigue, sigueeee dándome tu lefa!.

Mi hermana se hallaba fuera de sí empujando su cadera hacia mí para metérsela hasta donde cupiera, y se volvió a correr profiriendo gritos de placer, hasta caer rendida sobre la cama y yo sobre ella. Luego nos vestimos, ya eran las ocho de la tarde y mamá estaba por llegar a casa, nos sentamos en la mesa de estudio a conversar de lo pasado… 

– Sami, esto ha sido algo maravilloso, y si tú quieres puede repetirse todos los días ¡Me ha encantado follarte…desvirgarte ha sido toda una pasada!

– Ya, lo tengo claro contigo, me dijo.– No me importa me folles cuando quieras…sé que eres muy macho y necesitas desahogarte todos los días. Tienes unos huevos muy grandes que producen mucha leche, y una polla con la que me has hecho la mujer más feliz del mundo desvirgándome…, fíjate que no me importaría no volver a follar en mi vida, creo que me has dado sexo para disfrutar en mis recuerdos durante años, sin embargo ¡Quiero que me folles todos los días! Quiero ser solo tuya…tu nena, tu hembra y tu puta. Si no me dejas por otras te haré cuanto me pidas, te dejaré que me hagas lo que desees, incluso darme por el culo.

– Gracias nena ¡Te quiero!

– Antes que llegue mamá déjame algo más.

Agachándose entre mis piernas me sacó la verga del pantalón que me había puesto y llevándosela a la boca me pajeó con los labios hasta que me corrí nuevamente, esta vez por supuesto menos abundante. Me la chupó hasta que estuvo bien limpia y relamiendo sus labios… 

– Me encanta tener tu sabor…así recuerdo cuanto me ama mi hermanito ¡¡Gracias por todo Marcos, eres el mejor hermano del mundo!!

Debo decir que a esas alturas, el sexo con mi hermana ya era algo normal cada tarde, tanto porque ella me lo pedía o porque yo se lo exigía y sumisa me complacía vaciándome dentro de ella…, lo cierto es que la follaba casi a diario, no podía contenerme, era un verdadero deleite hundirme profundo y sentir su coño apretándome la verga y además calientito y suavecito por dentro. Montarme encima de ella y abrir los cachetes de sus nalgas con ambas manos y colocarle la verga en todo el centro de su coñito y luego sentir como me hundía en dentro de ella… empujar y menearme detrás o encima de ella mientras escuchaba los sonidos que hacia mi verga al entrar y salir de su coño mojado, mirar como mi pelvis golpeaba rítmicamente sus nalgas hasta llenarla de leche…¡NO ME ARREPIENTO DE NADA! Y si tuviera que hacerlo de nuevo lo haría otra vez, porque en Samanta encontré el desahogo diario a la contención que me imponía mamá, dejándome solo con la lactancia y una somera paja de vez en cuando. Ella sí disfrutaba corriéndose mientras mamaba sus pezones y le extraía la leche compartida con mi hermanita recién nacida.

Samanta era mi salvación y perdición a la vez…, cuando mi hermana caminaba, los hombres la miraban fijamente las nalgas y yo me unía al festín visual que se nos mostraba tan generosamente… sus redondas nalgas se movían rítmicamente de arriba abajo y con un ligero “temblorcito”… así como si su firme culo fuese de gelatina. Y yo con una sonrisa pensaba “nadie sabe que todo eso es mío, y yo me la como a diario”. Elucubrando, pensaba que la mejor edad de las chicas es de entre los 18 y los 20, son tan preciosas y curiosas a la par que juguetonas…, esa es la edad más peligrosa ya que son tan vulnerables a algún pervertido sexual…, además su propio cuerpo las traiciona. Basta con hacerles caricias en sus cuerpos llenos de hormonas a flor de piel y las tienes dispuestas, son receptivas a una mirada, a una sonrisa, a un gesto amable, jugar y hacer amistad hasta ganar su confianza puede ser muy fácil si la hembra es tan entregada como Samanta. Por eso me gusta excitarla hasta que moja las bragas con mis caricias, luego es fácil llevarla hasta el dormitorio y en su propia cama rodeadas de muñecas y peluches, hacerla gozar de un sabroso orgasmo.

A Samanta a los 12 le empezaron a crecer las tetitas, primero unos botoncitos rosaditos como dos ojivas hinchadas. Cuando mi hermana cumplió 14 le crecieron las tetas con toda su forma de manera espectacular, casi de la noche a la mañana, le salió un poco de vello en el pubis, poco apreciable al ser rubia, y en esa primavera tuvo su primera menstruación, lamentablemente su mentalidad también cambio… ya no quería tener sexo, decía que era pecado (maldita catequesis). Todo esto coincidió con la primera comunión y su primera menstruación un poco dolorosa para ella las primeras veces…se sentía horrible. Así que por un tiempo dejamos nuestros juegos. Respeté la decisión de mi hermana y regrese por entero a mi madre. Debo reconocer que para entonces estaba cansado, hostigado y aburrido de “novias” Lucía fue la última…. La niñata me dejó por el Kevin, un tipo repetidor de bachiller que además tenía coche….un Ford Fiesta blanco. Ya saben hay de todo en la viña del señor y en esta vida hay que tener suerte sabiendo perder, por eso ahora mismo no quiero perder el tiempo hablando de ese tipo de mujer que no vale la pena.

Afortunadamente mi hermana después de la crisis de la pubertad, años después me buscó de nuevo y reanudamos nuestros encuentros, pero esta vez con más moderación. Por eso yo divido la relación con mi hermana en dos partes antes de menstruar hasta los 12 años en donde ella era desinhibida y me pedía sin tapujos y abiertamente jugar con ella, y después en donde ya no quería ser tratada como la hermanita inexperta, sino como una igual dicho de otro modo ella me planteo que iba a ser mi novia secreta hasta que ella tuviera novio o hasta que yo tuviera novia y no quisiera follarla más... eso ocurrió cumplidos los 18. 

Ahora éramos como una especie de matrimonio donde teníamos sexo vaginal casi a diario en las tardes tórridas… mi madre sugirió que ya no se acostara conmigo a dormir por las noches…, ya no sé si por miedo a que la preñase o por celos…, mi hermana cumplía a rajatabla lo dicho por mamá por miedo, no por si quedaba preñada ya que le gustaba tanto como a mí follar sin usar condón. No evitó que en las tardes de estudio dedicásemos una media hora, a veces una o dos horas, a follar sin condón naturalmente…comencé a practicar la marcha atrás cuando estaba en periodo de ovulación, los periodos no peligrosos le llenaba el útero a tope de esperma. De esta manera nos llevábamos más bien resplandeciendo nuestro amor fraternal y teniendo sexo sistemáticamente…, naturalmente no cumplimos estrictamente la norma que se impuso, porque ella tuvo un novio antes de la Navidad y me seguía buscando en muchas ocasiones para que la follase, especialmente antes de conciliar el sueño.




De un tiempo a esta parte debo decir que eyaculo abundante semen, he aumentado mi producción en mucho más de lo que se dice normal. Siempre he querido saber cuáles serían las causas físicas de esta diferencia porque nos tiene preocupados a mamá y a mí, pero nadie nos da una respuesta. Debido a ello las masturbaciones suelen ser en ciertas ocasiones de hasta tres por día, aun si tenemos relaciones. El caudal no se reduce eyaculando… incluso a veces aumenta. El tema es que suelo tener erecciones en pleno día sin motivación alguna como realizando mis tareas escolares sin la presencia de Samanta… es molesto y a veces duele tener durante horas la polla dura y muy empalmada. El tema es que la erección y la acumulación de semen no siempre se producen por incentivo sexual. No hace falta que piense en sexo para que necesite eyacular. No es solo la excitación que se produce en mi cabeza, lo que hace que eyacule tanto. Es un problema físico que no encuentro por ninguna parte la respuesta y los médicos no me lo dan. Después de las tres o cuatro pajas continuas por la noche teniendo sexo mamá o Samanta, todo ello me hace pensar que sea muy posible que esté pasando por una obsesión con el sexo, o una adicción al mismo.

De algo sí me enteré en el endocrino… el volumen del semen eyaculado está asociado a la dieta, y factores personales, porque no hay una patología que incremente el volumen del semen, por lo que me aconsejan que lo enfrente  como una patología de comportamiento transitoria de la pubertad. Además de la actividad y carga sexual, mi predisposición a tener sexo en cada momento produce cierta molestia a mis hembras, que si bien están muy dispuestas…, ser folladas a diario es un problema por la irritación de sus coños con tanto pollazo. Qué le puedo hacer, me encanta follar a mi madre y a mi hermanita Samanta, pero sobre todo con mamá…Yo he follado con varias mujeres, pero ninguna me ha dado el placer que siento cuando follo con mi madre, pues es un placer que transciende lo sexual. Y ello por dos motivos…Primero porque fue ella la mujer con la que yo perdí la desinhibición incestuosa y eso hace que siempre que vuelvo a follar con ella recuerde aquel momento mágico en que penetré por primera vez la enjuta vagina de una mujer abrazando tu rabo enervado, duro y febril…, y no era una mujer cualquiera, aquella hembra era mi propia madre, una madre a la que yo adoraba y adoro.

Volver a estar en el interior de aquel lugar que me cobijo mientras me estaba formando, aquel lugar en que todo era seguridad y atenciones para mí, fue como volver al Paraíso. Y eso es lo que siento cada vez que vuelvo a follar con mi madre, la vuelta al Paraíso perdido, un Paraíso que gracias a la penetración vuelvo a recuperar. Que nadie haga una interpretación psicoanalítica de esto, diciendo que lo que yo tengo es miedo a la luchar en la vida y que por eso añoró en mi subconsciente la vuelta a la seguridad del claustro materno…, todo lo contrario, no le tengo miedo a la vida y me gusta luchar, simplemente que como guerrero que soy me gusta luchar y volver al hogar tranquilo y acogedor, y que mejor lugar que el interior de la madre para descansar y cobrar nuevas fuerzas para la siguiente batalla entre sus brazos, sus caricias y mimos… porque cuando follo acabo vaciándome todo mi semen en su útero, pero ella me da mucho más…, me da la energía vital que necesito reactivándome todo mi ser. La segunda razón es porque cuando se folla sólo se disfruta plenamente si amas realmente a la otra persona, o por lo menos sientes cariño por ella, yo sólo he hecho el amor con dos personas que quiero de verdad, mi madre y mi mujer. 


18 de febrero de 2019 cuando…

Teníamos y tenemos inmuebles varios y vivimos en parte de las rentas ellos. Sólo transcurrieron tres meses desde que mi padre fue diagnosticado de una grave enfermedad hasta que murió. Mi padre sabiendo que pronto nos dejaría, habló varias veces conmigo. Me dijo que pronto sería yo el hombre de la casa, que mi madre era aún muy joven y debía cuidarla y atenderla en todo como le corresponde hacer al hombre de la casa… así que debía madurar rápido para ocupar ese lugar, de manera que no hubiese oportunidad que un extraño viniese a ocupar su lugar en la casa. Que ese lugar si no era suyo, sólo podía ser mío, sólo podía ser de su heredero…Y que no me olvidase de mis hermanas. Todo eso, junto a otras cosa son la que me dijo…,No entendía muy bien lo que quería decirme, aunque yo lo sospechaba, pero no me atrevía a preguntarle si lo que yo sospechaba era en realidad lo que me quería decir. El sólo insistía en que cuidase a mis hermanas y atendiese a mi madre en todo como él lo hubiese hecho, y que bajo ningún concepto quería que un hombre de fuera viniese a ocupar su lugar.

Luego, después que él se fuese para siempre este verano pasado, supe pues el significado de aquel alegato porque mi madre me lo contó, que también había hablado con mi madre de esto mismo y que mi madre estaba totalmente de acuerdo con él. Yo quería mucho a mi padre y sentí su muerte con gran dolor. Inmediatamente tuve que asumir el papel de hombre de la casa, en aquel momento sólo en lo referente a cuidar de mamá y mi hermana, en cuanto a la gestión de los inmuebles se hizo frente mamá hasta que no entendiese un poco más, lo cual compaginaba con mis estudios, gracias a que teníamos un gran amigo en la gestoría como administrador que me sirvió de gran ayuda. Como ya he dicho antes, mi madre cinco meses antes había dado a luz a mi hermana pequeña. El parto muy bien, nada complicado dio a luz en muy pocas horas sin dolor apenas, gracias a que su conducto era excelso por los dos hijos que ya había tenido, pronto estaba preparada para volver a ser preñada. 






Ya he dicho también que mi madre tienes una tetas generosas, de modo que producía más leche de la que mi pequeña hermana podía mamar y por ello se quejaba cuando mi hermana dejaba de succionarle, porque la niña estaba saciada, mamá sentía que aún tenía las mamas llenas de leche. Ya le había pasado lo mismo con mi otra hermana, Samanta, la que había nacido cuatro años después que yo, y entonces se aliviaba dejando que yo también mamase y le descargase de toda la leche que tenía retenida. Es día volvía a tener un gran dolor en sus mamas como de costumbre en los últimas semanas. Tiernamente me dijo si me acordaba de cómo le  aliviaba yo cuando era pequeño y le pasó lo mismo.

– Mamá claro que me acuerdo, que rica sabía, pero ahora me sabe cómo diferente…

– Será la edad…ya no eres un niño de cuatro años.

– Puede ser, tal vez me gusten más ahora…

– Qué bien que te vuelvo a tener para a aliviar mis mamas otra vez…, es increíble como las tengo de embuchadas y me duelen cariño si no me sacas la leche.

– Hoy podríamos ir a la cama y allí tendremos la mejor posición para que te succione.

Allí nos echamos largos los dos. Como era finales de la primavera ya comenzaba a hacer algo de calor, aunque no mucho, llevábamos poca ropa los dos…, yo una camiseta y un pantalón corto de pijama sin nada debajo. Empecé a succionar una de sus ubres mamando del pezón enorme, y rápidamente mi madre empezó a dar jadeos de alivio y a decirme…  

– Hijo, gracias, gracias que bien lo estás haciendo, sigue así, muy bien hijo.

Mientras yo chupaba sus pezones, le agarraba con mis manos la teta de la cual mamaba. ¡Qué rica estaba la leche, qué ricas estaban las tetas de mi madre! Y pasó lo lógico, que mi polla empezó a crecer y crecer… pronto tuvo una gran erección, de forma que el capullo empezó a presionar sobre la zona del bajo vientre de mi madre que quedaba a la altura de mi polla erecta.

Mi madre se dio cuenta… – ¡Veo Marcos que tú también necesitas aliviar la rica leche de estos gordos cojones…sin duda están bien llenos! Es justo que si tú me alivias a mí, yo te alivie a ti.

Entonces me explicó las conversaciones que ella había tenido con mi padre y en las cuales ambos habían decidido que lo mejor para todos era que cuando ella tuviese necesidad de un hombre ella recurrirá a mí en lugar de ir por ahí en busca de algún hijo de puta aprovechado… Habían hablado de que ella era aún muy joven y que tarde o temprano después del duelo por la muerte de él, ella tendría ganas de joder y aliviar la calentura de su coño y que entonces recurriera a alguien de confianza, sin escándalos por el bien de la familia…

– Marcos, me dijo. – Yo me acuerdo mucho de tu padre y de sus palabras…yo sé que tú también te acuerdas de él y lo mucho que lo respetabas, pero ahora las cosas han cambiado y tú eres el hombre de la casa ahora. Sin duda ese alguien de confianza del que hablaba tu padre eres tú. Puedes estar tranquilo en todo lo que hagamos porque es lo que él quería.

Se acercó a mi cara y con sus manos la envolvió plasmando un beso prolongado en mis labios, hasta sentí su lengua humedecer mi boca. A escasos diez centímetros de mis ojos los suyos me hablaron… 

– Yo no podría follar con otro hombre que no fuese de esta familia, ya no está tu padre, solo me quedas tú. Eres su prolongación, tú no eres un extraño que usurpe la cama donde tanto amor me dio tu padre, sino el heredero de prolongar su vida.

Sabía de lo posesivos que eran en la familia de mi madre…lo machista que era en su vocabulario y en sus acciones con la abuela y sus hijas, por tanto jamás le permitirían que buscase a otro hombre teniendo a tres hijos de su marido, así que ella vio mí la única salida a su necesidad uterina, matando dos pájaros de un tiro…su fulgor de hembra caliente y mi elevado nivel de testosterona de adolescente salido. Acarició la polla a todo lo largo del tallo, deslizando su mano hasta su vientre indicando que ahora sería yo quien la llenase, levantó la cabeza y continuó diciendo… 

– ¡Y las nenas también te deben sumisión!, aunque ya sé que con Samanta llevas tiempo entendiéndote con ella…

Mientras esto lo expresaba con toda naturalidad, yo seguía acariciando sus ubres, sino era ordeñándoselas. Cuando dejó de salir leche de sus tetas, terminé de succionar sus preciosos pezones y entonces adopté una postura para penetrarla, pero ella me dijo… 

– Cariño aún no puede ser, el parto está aún muy reciente y para eso tendremos que esperar algún tiempo… ¡No puedo tomar anticonceptivos y me podrías preñar!

La matrona le informó, que a pesar de saber que era viuda reciente, su deber era indicarle que amamantando a su bebé hay que esperar seis meses mínimos, para ingerir anticonceptivos, que la relaciones sexuales con penetración fuesen con condón si no quería volver a quedar preñada, pero mamá es alérgica al látex y no se pondría diu aún por ser demasiado pronto… 

– Pero no tengas duda que seré tuya en cuerpo y alma.

No sé sí era del todo cierto lo de abstenerse de ingerir las pastillas, no se sentía muy segura o solo que deseaba enervarme un poco más, pero tenía una base razonable, sea lo que sea tendría paciencia teniendo a Samanta dispuesta a la hora que me apeteciera, sin embargo insistí por si colaba, iba a intentarlo…a pesado no me ganaba nadie.

– Mamá, le dije. – Sólo la puntita, prometo parar cuando me digas que te hace daño ¡Por favor!

– Eres muy testarudo cariño

Dijo ella y a continuación rindiendo sus armas de mujer tras meses sin llevarse una polla a su coño… 

– Bueno Marcos, venga tú vete metiendo muy poquito a poco y si yo te digo para, tú paras. 

Por nada del mundo contradeciría a mi madre, así que apoyé la punta de la verga en su chochín, sus labios se abrieron y tras repasar mi capullo por toda la raja frotando su clítoris como otras veces hice con la putita de Lucía, empujé nada más encontrar su bocana. Notar como se expandían sus paredes me sublimaba en el candor húmedo de su coño acogedor.

Al notarme duro no esperó a espolearme…

– ¡Venga! un poquito más que no me haces daño ¡Umm! Así continúa mi rey ¡Vas a poder meterla entera!

Yo fui metiéndola poco a poco, a la vez que mi madre me animaba a seguir hacia las profundidades. Así que continué metiendo hasta que ya no quedó nada por meter, enterrada por completo. Entonces mi polla era tan larga como ahora, y eso en aquel momento fue una ventaja pues ya he dicho que de ningún modo quería hacer daño a mi madre recién parida. Toda la polla estaba ya dentro de mi madre ¡Que placer, que gustito! Yo, un poco por miedo a hacerle daño y otro poco por mi impericia no me movía, con tenerla allí dentro me sentía el hombre más feliz del mundo. Los dos estábamos quietos. Yo de rodillas y mis dos manos le sujetaban el culo ¡Qué culo! ¡Qué tetas! ¡Qué cara tan bonita! ¡Qué hembra! Sólo sentía que para poder disfrutarla se hubiese tenido que morir mi padre.

Entonces ella llevó su mano al clítoris y empezó a tocarse, gimiendo y jadeado como una puta…yo la follaba a buen ritmo controlando mis ganas de acuchillar su hendidura haciéndole notar el golpeteo de mis huevos. Fueron cuatro, cinco o seis minutos buscando su placer y cuando llegó al orgasmo, las convulsiones de sus músculos perineales hicieron vibrar mi polla y aquello fue el desencadenante que hizo que yo notase en el glande un placer inaudito, algo que nunca había experimentado haciéndome una paja o follándome a cualquier niñata. Mi cabeza me daba vueltas, mi cuerpo se tensaba, y hasta comencé a notar como el semen recorría el interior de mi polla y se dirigía veloz hacia la vagina de mi madre… al mismo útero. Íbamos a tener un orgasmo casi simultáneo, ¡Joder! No podía controlar mis ganas de eyacular… 

– ¡Aaagg! 

Noto como sale el primer chorro de lefa, la clavo a fondo y suelto un segundo y tercer aldabonazo agitando mi pelvis en pequeños vaivenes que logran bombear la leche de mis huevos. Me sentía en la gloria, atolondrado y feliz….Yo le había dado mi leche, unos buenos chorros abundantes, pero poca cosa en comparación con la que yo había bebido de sus preciosas mamas…, parecía un buen intercambio simbiótico…nos necesitamos ayudándonos mutuamente. Mi verga aún seguía erecta, pero la saqué no queriendo abusar del amor de madre, ese “amor pasional” que me había permitido penetrarla en su periodo de postparto.

Entonces ella viendo que aún la tenía erecta me hizo la primera gran mamada… 

– ¡Qué razón tenía tu padre! ¿Dónde iba yo a encontrar un hombre mejor que en mi propia casa? ¡No solo has heredado sus genes, sino que los has mejorado! ¡Tienes una polla y unos huevos enormes! Y con poco más vas a saber follar mucho mejor de lo que él lo hizo…

La engulló poco apoco con suaves lametones de su lengua y a los pocos minutos me volví a correr en su boca. Se tragó todo mi semen y relamiéndose saboreando mi lefa… 

– ¡Desde hoy ya eres totalmente el hombre de la casa! 

A partir de ese día dormí todas las noches con mi madre cumpliendo también con mi hermana. Con el tiempo mamá y Samanta lograron ponerse de acuerdo en compartirme… todas las semanas las visitó en su dormitorio y las atendiendo como ellas se merecen, como mi padre quería que hiciese. A veces hacemos viajes familiares con mi madre y hermanas… entonces es cuando disfruto de los mejores placeres de la vida, viajar, comer bien y follarme a las mujeres que más quiero en este mundo.





Disfruto como nunca pesé que gozaría de mi juventud…, con la ausencia de papá he ocupado su lugar en la cama de mamá. El enorme culo que tiene mi madre y esas enormes tetazas, me excitaba tanto que una noche no me pude aguantar y estuvimos follando hasta el amanecer… Mi madre es una mujer bella, de 1,65 de estatura más o menos, rellenita, morena, cabello largo liso, una auténtica belleza, lo que más me llamaba la atención de ella, eran quizás sus tetas suaves y pesadas, de grandes de pezones duros como timbres de castillo, también sus piernas y su culo, redondo, duro y respingón, partido por una raja que divide cada nalgas haciéndolas independientes en su andar, moviéndose alternativamente. Mi relación con ella era de lo más cordial, no como madre e hijo, sino más como dos buenos amigos, pero eso sí, manteniendo las distancias y el respeto jerárquico.

Estaba acostumbrado a verla semidesnuda, algo que me excitaba sobremanera. Casi siempre me masturbaba pensando en ella en el despertar de mi sexualidad…, tomaba su ropa interior para hacerlo o en los momentos en los que ella se bañaba, pero como es la vida, un día hace años, ella me descubrió masturbándome con unas bragas de ella, sin darme cuenta de su llegada, entró a la habitación y que gran sorpresa se dio con los pantalones abajo y con unas bragas en la mano y la otra mano en mi verga dura y roja.

En aquella ocasión me dijo… – ¡Ya eres un hombre, pero eso no te da el derecho para que hagas lo que haces o ¿es que acaso te gusto como mujer?!

La pregunta me tomó por sorpresa y no supe que contestar. Cambié de color mi cara, se aproximó y me dio un beso… 

– Deberías confiar más en mí, soy tu madre y nada que venga de ti me puede asustar. Quiero que tengas una idea clara de lo que es el sexo con amor, cómo nos gusta a las mujeres que nos tratéis y como deberías practicarlo con nosotras…, pero necesito saber qué es lo que piensas sobre las mujeres, ¿Qué te gusta? o ¿Qué quieres hacer con ellas…? ¡Vamos no seas bobo, dímelo!

Aquel día tuvimos una charla interesante, yo reconocí que la espiaba cuando se duchaba o iba a al baño desde hace años, también que me masturbaba pensando en ella, sobre todo después de que me amamantara o verla darle de mamar a la pequeña. Ella por su parte admitió que yo era un hombrecito y reconoció que lo que hacía era normal, pero que debía controlarlo porque ella era mi madre. Ya cansados del día tan ajetreado, nos fuimos a la cama. Yo, me quedé en bóxer, mi madre, se puso su camisón, apagó la luz y se quitó el sujetador, acostándose a mi lado. Sentirla junto a mí me excitaba, y no podía hacer nada, mi verga estaba erecta y dura. No quería que ella se diese cuenta de lo salido que continuaba, me di la vuelta dándole la espalda. 

Ella me dijo… – ¡Por favor no me des la espalda, anda, date la vuelta y abrázame!

Toqué suavemente su pezón con la yema de mi dedo… – Por favor niño estate quieto, que yo también soy una persona y no soy de piedra, además, mira como estás, dijo al tiempo que con su mano izquierda tocaba mi verga… – Duérmete por favor, no te da vergüenza estar tan salido todo el día ¡Cariño no tienes hartura! Dijo un poco más calmada.

Estuve rozándole el culo con mi bayoneta bastante tiempo, ella no decía nada, pero yo si oía su respiración agitada. Era posible que la hubiese excitado. Claro que lo era, sus pezones estaban durísimos, y cuando retiré la mano de sus tetas, ella me la cogió y volvió a ponerla sobre ellas haciendo que le tirase delos pezones. Aquello me hizo reflexionar un poco por lo tanto me aparté un poco de ella, introduje mi mano por detrás entre sus piernas. Ella al principio dio un ligero respingo, pero no dijo nada, es más, ante mi insistencia abrió ligeramente las piernas permitiendo a mi mano aproximase a la vagina a través de sus bragas… las tenía mojadas y la puta me decía ¡NO! Estando súper excitada. Me retiró la mano del coño, se dio la vuelta me dio un beso de consolación…

– por favor, no debes comportarte como un niño grande, sino como un adulto que suplantas a tu padre…, por favor compórtate… contrólate si quieres obtener lo mejor de mamá…de tu esposa.

Entonces me dio un beso se levantó de mi cama y se fue a la habitación de Samanta. 



10 de marzo de 2019 

Al día siguiente me levanté para ir a la universidad, cuando lo único que miré fue que el desayuno estaba en la mesa y nada más, mamá se había ido con la niña a prepararla y darle de mamar. Me marché sin despedirme, pero eso no quitó que durante toda la mañana estuviese pensando en había cambiado nuestras vidas para bien o para mal con la muerte de mi padre, pensé en lo que había pasado… me sentía muy apenado por mi comportamiento de mandril salido queriendo follármela a todas horas. 

En todo el día no fui a mi casa, aparecí a la hora de la cena, como eso de las 8 de la noche, como era habitual, cenamos, aunque en toda la cena nunca miré a mi madre a la cara, es que ni siquiera hablamos, luego yo pasé a la ducha. Samanta era una convidada de piedra y fue prudente al no preguntar. Cuando terminé, fui a mi habitación y me puse un pantalón corto de pijama. Mi madre me precedió en la ducha. Ese día no intenté verla, estaba avergonzado por lo que había sucedido la noche anterior y decidí dormir en mi cuarto. Estuvo más tiempo de lo habitual en el baño, por fin salió envuelta en una toalla y entró en su habitación. Yo me estiré sobre la cama para ver la tv, cuando ella entró en mi cuarto, no daba crédito a mis ojos, allí estaba con un camisón semi transparente que dejaba poco a la imaginación, y además era muy corto que solo con agacharse mostraba todo…, se le alcanzaba a ver un tanga muy excitante. Era increíble. No podía articular palabra. Me limité a mirarla. Mi polla reaccionó por iniciativa propia poniéndose a reventar. 

Ella me miró, se aproximó a mí plantándose a pocos centímetro de la cama… 

– ¡¿No era esto lo que querías anoche?! Pues aquí lo tienes. ¿Te gusto?

No sabía que decir, afirmé con la cabeza sin apartar la mirada de sus enormes y rellenas tetas y sus piernas interminables también. Se sentó junto a mí en la cama…me abrazó, comenzó por besarme suavemente en los labios humedeciéndomelos…

–Tengo que enseñarte a besar, a ver si aprendes.

Me dijo, al mismo tiempo que me besaba, con su mano derecha cogió mi mástil más que duro como una piedra… 

– ¡Anda, vamos a mi cama, estaremos más cómodos!

Me tomó de la mano.

Una vez en la cama, me quitó el pantalón del pijama dejando mi verga erecta al aire, no lo dudó un segundo, la acarició con sus dedos, entreteniéndose especialmente en el glande, acarició mi colganderos huevos… 

– ¡Tienes una buena polla!, ¡Me encanta! El capullo es enorme como a mí me gusta y te lo voy a comer bien, pero ¡Ten cuidado de no correrte en mi boca, necesito la leche de estos huevazos en otro sitio! me dijo sonriendo y con cara de puta. 

Yo alucinaba con la permutación de su actitud, estaba a punto de reventar con tan solo sentir los dedos de mamá en mi venosa polla. Cuando apretó el capullo con sus labios estuve a punto de correrme en su boca, pero ella lo impidió circundando la raíz del cipote con sus dedos y presionando con fuerza. Aquello era alucinante, me sentía en la gloria. Mientras ella se comía mi polla, yo le alzaba el camisón dejando ver sus bragas que eran comidas por esas enormes nalgas, soltó mi verga y se acomodó sus braguitas hacia un lado, luego abrió sus piernas, al tiempo que me hacía subir sobre ella a modo de misionero, acoplándome entre sus piernas. 

Cogió mi polla con su mano y la aproximó a la entrada de su vagina, previo a pasar con fortaleza el capullo por su clítoris que ya estaba muy abultado…

– Eres mi marido en la cama, aunque seas mi hijo en la calle, deseo que sepas que me gusta ser la PUTA de mi esposo...

Me decía en tanto se pajeaba o era más bien una paja mutua.

Mi madre tiene un coño bonito, con poco vello y de color oscuro. La piel de todo su cuerpo es muy suave y especialmente la de sus piernas. Así permaneció un rato. Yo estaba excitado en extremo, deseaba meterle mi polla, pero ella no lo permitía haciéndome sufrir la espera…, siguió masajeando su clítoris hasta que tuvo un orgasmo. ¡Joder como se corría la puta de mi madre! Súper rápido para ser una mujer de casi 40 años. Sentía como le corría su flujo por todo mi glande, estaba encharcada…

– Cariño, mira cómo has puesto de mojado el coñito de tu madre ¡No te da vergüenza! ¡Eres un cabrón! Y vas a tener que sacar ese mandril salvaje que llevas dentro para follarme…

Elevó sus piernas sobre mis piernas y quedó completamente enfilado mi ariete en la bocana del conejo de mamá. 

– Ahora méteme tu pollón, pero con suavidad, no me hagas daño… tengo la vagina muy sensible, me dijo con voz entrecortada de la excitación. – No pares hasta que nos muramos de gusto.

Con su mano colocó mi capullo en la entrada de su coño, apreté suavemente. El estar tan lubricada permitió que el glande entrase con suavidad en aquella estrecha cavidad. Fui apretando lentamente enterrando toda la tranca en su interior. Comencé a bombear en principio con suavidad tensando mis músculos, con un juego de cadera bien aprendido. Ella gemía, de placer, me besaba el cuello y la boca mordiendo mis labios y apretando mi espalda con sus manos, clavando las uñas… 

– Así amor, así, muévete un poquito más rápido. Ahh como me gusta. Me vas a correr muy rápido. Siento la barra dura de tu carne como llena mi coño. Muévete por favor ¡¡Me corro!! 

Gritaba de placer. 

Continué follándome cada vez más duro, la polla entraba y salía casi completa de su raja lamiendo todo el tallo, dejándolo impregnado del espeso gel lubricante recién producido por su coño. El orgasmo de mamá llegó muy rápido, el mío iba a ser casi inmediato al suyo. Mi cuerpo se electrificaba de sensaciones al verla correrse, al sentirla convulsionar apretando con su coño mi verga endurecida…era imposible no sugestionarse y la leche hervía en mis pelotas…. Claudiqué dejándome llevar por las sensaciones. Salió la primera andanada de lefa, fue tan fuerte que dejé de moverme teniendo espasmo de placer. Ella cruzó sus piernas a mi espalda y apretó con fuerza su coño contra mi estoque enterrado sin dejar nada fuera de aquella raja tragona, consiguiendo una penetración profunda. La clavé y la volvía a clavar con fiereza, era mi instinto animal quien respondía a aquella hembra receptora… La perforaba con furia, me encantaba como ella me recibía y deseaba que la follase con mayor ahínco. Comencé a mamar de sus tetas ¡Ummm! Que delicia de leche salida de sus pezones…traspasaba su coño hasta el útero y mamana a la vez de sus ubres. 




Ella gemía y creo que se corría a grito pelado… – ¡Más cabrón, quiero más! Apretaba mi cabeza contra sus tetas… – ¡LLÉNAME Y PRÉÑAME! 

Los meses de abstinencia habían hecho mella en su necesidad de soliviantar a unas hormonas aún jóvenes para no atenderlas. El chasquido de nuestros sexos acoplados era una tormenta de lujuria… ¡Plas, plas…plas! Mis huevos aporreando la vulva de mi madre y yo evacuando un torrente de semen. Su olor dulce a hembra, su tacto recorriendo mis tensos músculos envolviéndome me llevaron a una catarsis sin remedio de cualquier pudor o deseo insano para con mi madre…la quería sobre todas las cosas, la amaba y deseaba, pero más que nada estaba predispuesto a preñarla…

– Para cariño, para que me matas. Me haces daño con tu polla si la metes tan fuerte ¡Hazme que me sienta llena con ella!

Se refería a ella, no era solo mi verga endurecida, sino también todo mi esperma espeso atorando su fondo vaginal. Comenzó a brotar tal si fuera una manguera de bombero… rellenaba todo el útero de mi madre, sin permiso y sin remedio gozaba como nunca lo hice con otra cosa. Era algo jamás vivido, inseminaba a mi madre y podía volver a preñarla, Yo su propio hijo, eso me colmó de morbo y la clavé más a fondo hasta vaciar mis huevos en lo que fue mi primera estancia…era como volver a los orígenes. Fue en ese instante en el que asustado le pregunté con el corazón desbocado sin que ya se pudiera remediar mi ultraje a su dignidad…

– ¡¿Mamá te lo eché todo dentro, que tal si quedas preñada…?!

Ella sonriente y feliz de haber logrado que un macho se corriese dentro de su coño…

– Tranquilo nene, yo me cuido… además no es probable que me vuelvas a preñar tan reciente de haber parido a tu hermana… pero si ocurre no me importa quedar preñada de un semental tan morboso como tú. ¡Ahora al único que quiero es a ti!, eso me excito aún más.

Estuvimos abrazados por un buen tiempo me preguntó… – ¡¿Te gusta cómo estoy?! 

En mi excitación y mirando como ese camisón transparente lo tenía en sus caderas, y esas bragas hacia un lado me excité de nuevo… 

– Claro mamá que me gustas, mira cómo se pone mi polla cuando te miro, le respondí inmediatamente.

Le dije que se tendiera en la cama y comencé a besarle por todo el cuerpo. Ella estaba tan excitada como yo. Cuando llegué pasándole mi lengua a la altura de su ombligo, jadeaba y se movía, tal era su excitación. Separé sus piernas y comencé a comerme su coño…

– ¡Déjame! Vamos a hacer un 69, me dijo. 

Me di la vuelta y metí mi polla en su boca, literalmente se la folle. Comí despacio con suavidad su rajita de color rosado, introduciendo mi lengua en ella. Al momento explotó aun no siendo un orgasmo solo convulsiones de placer. Su flujo vaginal caía sobre mi lengua. Limpié bien su vagina haciéndola correrse por segunda vez al cabo de cinco minutos. Me aparté y la abracé… 

– Anda nene, déjame que te la chupe, quiero que te corras en mi boca, me voy a comer toda tu leche.

Le respondí inmediatamente… – No mamá, quiero correrme en tu culo, y ella me contestó un poco alterada… 

– Estas loco, como vas a meterme esa verga tan grande en el culo, es imposible, no entrará sin dolor… me vas a hacer mucho daño ¡Me vas a partir en dos! Te estás convirtiendo en un cabrón.

Ante mi insistencia característica y su debilidad hacia mí con tantas ganas atrasadas, a base de pasar mis dedos por su coño y su culo, accedió a que la penetrase por detrás. De la mesilla cogió un bote de crema, se dio con ella en el ano y en mí glande, mojándome bien con ella toda la polla. Se puso en posición a cuatro patas como una perra sumisa dispuesta a hacer todo lo que su semental ordenase… separó sus nalgas mostrándome su agujerito de color oscuro y estrellado… 

– ¡Ponme crema en el culo, por favor y además suavízamelo un poco con tus dedos, sino, no conseguirás meterme todo eso! me dijo un poco preocupada.

Estuve un rato introduciéndole un dedo con crema, unté un poco mi glande lo apoyé en su agujero. Apreté un poquito, tímidamente se abrió y penetró un poco la punta, pero comenzó a quejarse que le dolía, por lo que lo retiré y le di más crema. Así estuve bastante rato, hasta que conseguí introducir mi gordo capullo. Ella se quejó un poco, pero yo me paré hasta que el estrecho orificio se acostumbró a lo que tenía dentro. Con suavidad, paciencia y vaselina conseguí penetrarla, llegando a introducir media polla centímetro a centímetro durante varios minutos, hasta que llegó a tragársela entera. Ella gemía y se quejaba de dolor cada vez menos, pero cuando hube bombeado 8 o 10veces más en su culo, los grititos de dolor cambiaron a… 

– ¡Así, así, fóllame bien! Me gusta tu polla, siento mi culo lleno de ti, fóllate fuerte mi culo, me duele un poco pero me gustaaaaa!, luego gritaba que se iba a correr.

Aquello era demencial, el culo de mi madre era una hermosura, lo amarraba con ambas manos mientras mi cipote se perdía en su boquete constreñido alrededor del gran falo endurecido…su estrechez aviva cada terminación sensorial de mi glande…no iba durar mucho como así fue chorreándome en los profundo del culo de mi madre. Solté tres o cuatro buenos chorros de lefa e inmediatamente de correrme en su culo, llenándolo de leche, ella estiró sus piernas y me quedé acoplado hasta que mi polla, debido a la flaccidez, salió del estrecho conducto de su culo, que en aquel momento había dejado de ser virgen y estaba bastante abierto. Después de un buen tiempo, ella empezó a comer de nuevo mi verga hasta tal punto que estaba otra vez en forma…dura y gruesa, de repente se subió encima de mí y empezó a cabalgar, lo hacía tan rápido que yo bombeaba con satisfacción y muy rápido también, mientras cabalgaba encima de mí, yo le besaba las tetas, y mordisqueaba sus pezones que estaban tan erectos y duros como una piedra…se los empecé a mamar saboreando su leche, atiborrándome de ella cumpliendo con descongestionar su ubres sobre productoras y darle placer a mama. Cuando se corría me retiraba de sus pezones y nos dábamos besos apasionados con mucha lengua…,tanta era la lujuria que nos deshacíamos en saliva salía escurriendo en sus grandes tetazas… volvía y las lamía embadurnadas. 

Ella gritaba de emoción… – ¡¡Así, así hijo, así se complace a tu 
madre... a tu hembra!! ¡¡Lléname el lugar por donde saliste!! ¡Fóllame y mámame! ¡QUIERO QUE ME PREÑES!

De pronto dejó de moverse y se paró, me preocupé y le pregunté qué pasaba, ella lo único que hizo fue darse la vuelta y empezar a meter mi verga por la raja de su coño tragón dándome el culo, mi verga dura y gorda empezaba a entrar con más facilidad que antes, debido a todos esos jugos que mi madre soltaba unidos a mi esperma. Cuando entró por completo mi verga en ese coño rojo ardiente, fue entonces que se empezó a mover más y más rápido, le gustaba que le metiera mi pollón por ese coño ya no tan estrecho pero sí muy caldoso. Intentaba agarrar bien de sus tetas chorreantes de leche y ella batir nuestro récord de seis polvos en una sola noche.

Ella lo único que me decía… – ¡Rómpele el coño a tu puta madre! ¡Párteme en dos! Vamos nene tócame el clítoris con tus manos sudorosas.

Emocionado lo hacía hasta el punto en que ella lo empezó a hacer por sí misma, gemía como una auténtica puta, ¡No aguantó más y se corrió!, eso fue lo más espectacular…, cuando se corría parecía una llave de agua poniendo los ojos en blanco, lo vivía desinhibida por completo. Fue uno de las mejores noches repleta de orgasmos que había tenido en su vida y por supuesto conmigo. A los pocos minutos fui yo el que me volví a correr por enésima vez en lo profundo de su útero…, llené como nunca ese agujero tan delicioso. De repente se paró posicionándose para comerse mi verga recién deslechada, la comió tan bien que no dejó ni una sola gota de leche en ella y lo único que dijo al terminar fue… 

– ¡Gracias cariño, eres lo mejor que me ha pasado en muchos años…, me alegro de ser tu madre y que te guste tanto follarme…! ¡Cómo necesitaba un macho como tú! Bendita juventud.

Después de eso charlamos un poco y concluimos que ya no era necesario ocultar nuestra relación obvia con ella y Samanta…a partir de entonces dormiría en su cama de matrimonio en calidad de esposo, el resto del tiempo en calidad de hijo de puertas afuera, en la intimidad es mi esposa en toda su extensión… “En la calle una Dama, y Puta en la cama”, pero no solo ella, sino mi hermana Samanta también cambiando completamente todos los roles preestablecidos por la sociedad, nosotros los cambiamos de manera natural y adaptándola a nuestra lógica. En aquel almuerzo con los cuatro presentes, el bebé también, mi madre nos sentenció que solo pensara que ellas como sus mujeres… 

– Ahora es el hombre de la familia y te tienes que hacer cargo de tus labores como tal, empezando por ser el macho del clan con la obligación de cuidar, protegernos, amarnos y cubrir todas nuestras necesidades como hembras.

Me espetó directamente mirándome a los ojos poniendo las cartas sobre la mesa. Mamá continuó diciendo que ellas siempre iban a estar ahí cuando las solicitara, y desde ese entonces, y de esto ya han pasado cinco meses, cuando he de desahogarme tengo a mi buena madre o a mi hermana Samanta con sus buenos culos para vaciarme las dos veces o tres diarias… ¡Por cierto ahora cuando lo hago con mamá, siempre le gusta que le empiece rompiendo ese culo tan maravillo!






14 de Septiembre de 2019

Había comenzado el nuevo curso y, nos habíamos pasamos el verano follando como cosacos en casa…por supuesto que no nos marchamos fuera de vacaciones por el que dirán tras la muerte tan reciente de papá, así los tres metidos en casa cuidamos del bebé, el hogar y del repaso de los estudios en matemáticas, lengua e inglés, pero también nos divertíamos y mucho con juegos de mesa que solían acabar a las tantas de la noche sutilmente en orgías… sí, follar y gozar con total impudicia y desinhibidos, era una sola cosa. El Strip póker, el parchís o las palabras prohibidas, cualquier cosa nos servía para desvestirnos y pagar la derrota con sexo. Follamos mucho sin condones en todas las posturas, y por todos los orificios posibles, lo que era puro naturismo cuya consecuencia se hicieron visibles para esa Navidad del 2019… 

Como se pueden imaginar, ¡En agosto encargamos dos bebés más! Uno en cada panza de mis hembras… sería el cuarto que engendraría mi madre y el primero de otros tantos que le tengo previsto hacerle a mi hermanita. Si soy el semental de la familia, tengo que demostrar que producir riadas de lefa al día sirve para algo más que bañar a mis hembras en leche. Así que tener a mis dos mujeres panzonas, me alienta para satisfacer uno de los placeres recién descubiertos con mi madre, en el futuro inmediato… “El placer de la lactancia adulta” y ahora con cuatro tetas llenas de sabroso néctar no voy a parar de satisfacer mi nuevo fetichismo, al que he vuelto adictas también a mamá y a Samanta.







2 comentarios:

  1. Que pasó no hay más relatos??? Están todos muy buenos . A en especial megusta la temática madre ehijo abrazos no se pierdan

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  2. Por lo general si pasa es que el autor se toma un par de días (entre 4 o 5 días, incluso mas) para escribir nuevos relatos... tampoco es una máquina y de cierta forma es bueno ya que vuelve con historias frescas y muy geniales!

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