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UNA HISTORIA DE AMOR. Y si tú no has de volver...

    "Y si tú no has de volver" 1ª PARTE "Una para el otro y otra para el uno". Esa frase la repite una y otra vez mi ...

Solo en mi Hijo encontré el AMOR


Mi exposición es una parte de mi vida, de la que no me sentía plenamente orgullosa, hasta que experimenté una liberación de AMOR hermoso... por este motivo, ahora la veo complacida. Me prometí que nadie sabría de mi caso pero algo ocurrió que hizo hacerme cambiar mi forma de pensar… y esto ocurrió cuando vi nuestra historia contada por mi hijo Alberto…. 

Esta es mi versión…, difícil empezar sintiendo lo grave de mi falta, no por el delito sino por el castigo social. En mi caso alguien sin reaños se siente desesperada y necesita de la ayuda de alguien, de un psicólogo…, sin embargo yo me enfrenté al problema y lo hice con triunfo. Alberto, mi hijo, nació siendo yo aun una adolescente. Un tío, hermano de mi padre me sedujo… no puedo negar que desde siempre, los hombres mayores me atraían lo suficiente como para coquetear delante de ellos, lo suficiente como para caer en sus redes, de especial atractivo indómito. Quien más me llamaba la atención por entonces era mi tío Jorge... y de aquella aventura, ese buen macho me dejó un precioso regalo indeleble.






Remontándonos a los hechos con mi tío... Somos una familia muy apegada y solemos juntarnos dos veces al año para celebrar los eventos ocurridos todos juntos en un día. Mi cumpleaños es en junio, para finales de ese mes ya hace buena temperatura y tenemos la piscina abierta. Así que mis padres organizaron la reunión familiar en casa. Llego el fin de semana familiar, yo estaba entusiasmada tenía muchas ganas de ver a mi familia, en especial a mi primo José, un tipazo de 25 años que me tenía enamorada, siempre que nos veíamos éramos muy cariñosos el uno con el otro…, jugábamos en la piscina sin parar de tocarme mis tetas “accidentalmente”, o me abrazaba por detrás pegándome la polla al culo, en una ocasión me cogió en brazos para hacerme una ahogadilla y paso toda la mano por mi coño hasta mi culo. Tengo muchas historias con mi primo que me calentaban como una putita…ya imagináis quien fue el chico que me desvirgó.

En aquella ocasión estaba con nosotros mi tío Jorge… soltero, viajero y seductor, lo que viene a ser un vividor follador, por entonces tenía unos 35 años. Era un hombre atractivo, de cuerpo normal, proporcionado con musculatura fibrosa natural…, si bien su cuerpo era sugestivo, lo que más me asombró fue su verga, grande y recia como nunca vi otra en mi vida, era larga y gruesa ¡Un buen trabuco! Si hay algo que me interesa de un hombre, además de ser dominante con la hembra, tener potencia física que me haga sentir segura en sus brazos e inteligencia para depender de él en situaciones comprometidas…es que tengan una buena polla y sobre todo que sepan utilizar para darme placer.

Empezaron a llegar familiares a casa, primero mis tíos de Cáceres con sus tres hijos, luego los de Albacete, después llegaron mis abuelos, ya avanzada la tarde del sábado llegó mi tío Jorge con su última conquista…una chica tailandesa de no más de 20 años, y los últimos en llegar fueron mis tíos de Valencia con mis primos mayores. Los recibí a todos con el bikini puesto, mi familia sabe que me gusta ir enseñando carne, así que no se sorprendieron al verme en tal prenda que consistía en una braguita blanca que tapaba lo justo de mi coño y culo, y a veces ni eso, porque si se movía un poquito se me veía la mitad del chocho, la parte de arriba iba a juego eran dos grandes triángulos blancos que tapaban lo justo de mis empinadas grandes tetas…. Le di dos besos a todos, pero cuando fui a saludar a mi tío, me cogió de la cintura, digo cintura porque no llego a cogerme del culo pero le faltaron unos centímetros, y me abrazó, pegándome mucho a él, estrujando mis tetas en su pecho.

– “Que guapa estás, como te ha crecido todo desde la última vez que te vi”, me dijo al oído.

Me sorprendió, ya que mi tío nunca había actuado de esa forma conmigo, y siempre he sido invisible para un hombre como él que tenía a las mujeres por doquier. Sé que voy muy provocativa y eso provoca que la mayoría de los hombres de mi familia alguna vez me hayan mirado las tetas o el culo cuando pensaban que no les veía, pero nada más.

– “Gracias tito”, dije separándome de él y volviendo a la piscina.

Llego la hora de la cena y mi primo se sentó a mi lado, como siempre, mientras que mi tío se posicionó frente de mí. Durante la cena mi primo me acariciaba de vez en cuando la pierna subiendo hasta tocar el borde de la tela del bikini, algo normal entre nosotros, mi tío Jorge no dejaba de mirarme las tetas, no paro de hacerlo ni un segundo durante todo el tiempo que estuvimos allí sentados. He de reconocer que la situación de tener a mi primo tocándome de esa manera y a mi tío mirándome así me tenía muy cachonda, y cada cierto tiempo meneaba disimuladamente mis tetas de gelatina, aún desafiantes a la fuerza de la gravedad, para calentar un poco más a mi seductor tío. También tenía las piernas muy abiertas para que mi primo palpara bien el coño, pero le daría corte o algo porque no pasaba del borde el bikini.

Terminamos de cenar y nos sentamos en el césped, estuvimos hasta bien entrada la noche allí todos hablando, en ese rato no pasó nada especial. Luego nos fuimos a dormir, cada familia tenía una habitación, la mía era la del fondo del pasillo… cuatro de los primos dormiríamos allí. Siempre teníamos que compartir cuarto en literas, o compartiendo la cama…yo dormía con mi primo bien abrazados. Mi pijama consistía en un pantalón corto ajustado que marcaba todo mi culo, no llevaba bragas, y una camiseta de tirantes, a una chica como yo con bastante pecho, la camiseta me quedaba ajustada y con escotazo. Durante la noche me dieron ganas de hacer pis, así que me levanté y fui al baño que está en la otra punta de mi casa, abrí la puerta sin llamar y me encontré a mi tío meando... La polla de aquel animal era tremenda sin estar empalmada, con una mano no la cubría dejando la cabeza libre y unos huevos a juego con el conjunto ¡Una maravilla fálica!

– “Lo siento, no sabía que estaba ocupado”, dije algo apurada y dándome la vuelta.

– “Tranquila ya estaba terminando… no eres la única que me ha visto en esta situación”. 

Se sonrió quitando hierro a la situación incómoda reflejada en mi cara. Me preguntó si yo también iba a mear, para no tirar de la cadena dos veces, le afirmé con la cabeza sin poder resollar una palabra de mi boca, estupefacta aún por la visión de su dotación venérea. Me invitó a que me sentara en el váter, y sin saber el motivo, el pudor de mostrarme desnuda ante mi tío Jorge no era un problema. Todavía con los ojos como platos, me acerqué al váter, él se retiró hacia un lado cerca de la puerta y me senté al tiempo que bajaba el pantalón de un tirón para hacer pis con urgencia, y sin haber abandonado el aseo comencé a mear…, Pensaba que iba a salir hasta que escuché que cerraba el pestillo resonando el chorro de mi meada…, casi se me corta el chorro, en tanto se acercó despacio a mi lado acabé de aliviarme…

– “¿Qué haces?” Pregunté nerviosa.

– “Nada, creo que podemos jugar un rato”.

– “¡¿Jugar?! ¿A qué quieres jugar a estas horas?”

Sería que estaba medio dormida pero no estaba entendiendo nada. Aún tenía los ojos medio cerrados cuando noté que algo me tocaba la mejilla. Bajé la mirada de sus ojos rápidamente y le vi enfrente de mí con la polla fuera, en esos segundos le había crecido un tercio más aquel badajo, en nada estaría apuntando al techo aquella enorme mole de carne dura y unos cojones enormes que hacían de contrapeso.

– “¡¿Pero…?! ¿Se puede saber qué haces?”

No quería que mi tío supiera lo puta que era y lo mucho que me estaba gustando esa situación, tenía que parecer sorprendida, indignada y algo enfadada, pero mi tío me ponía la pepita dura solo con mirarme, en general los hombres maduros, en especial los machos canallas del tipo de mi tío.

– “No vayas de digna ahora…nos has recibido con un biquini de putita y en la cena no hacías más que calentarme mientras José te metía mano… lo estabas haciendo a conciencia ¿Verdad?”

No paraba de restregarme la polla por la cara, olía a hombre irresistible… no aguanté más y abrí la boca, rápidamente metió el cipote dentro, no era una polla al uso… era extremadamente grande, así que me costó que entrara rasgando las comisuras de mi boca, pronto cupo perfectamente entera su cabezona, y luego un poco más sin mucho esfuerzo. Comenzó a moverse, metiéndola y sacándola de mi boca mientras me agarraba fuerte del pelo para que mi cabeza no se moviera.

– “Siempre he sabido que tenía una sobrina muy guarra, pero no pensaba que algún día la pudiera tener en esta posición… ya ves como es mi nueva chica, solo tiene 18 años... me encanta las jovencitas como tú”.

Me decía con voz agitada, mientras gemía y yo le llenaba la polla de babas, tenía el coño chorreando de lo mucho que me gustaba como me estaba follando la boca. De repente paró en seco, creo que estaba a punto de correrse y no quería hacerlo en mi boca. Me hizo levantarme, bajó la tapa del váter y se sentó, me agaché para seguir con lo que estaba haciendo pero me sujetó, aquel pollón me tenía atrapada, quería más verga. Le sujeté de los cojones y mi boca se enfiló a su glande, cuando de repente me espetó…

– “No, ahora te vas a sentar encima de mí”.

– “Pe…pero ¿cómo? Eres mi tío… ¡¡Cómo vamos a hacer eso!! ¡Mamártela no lo mismo que follar…!”

Yo no podía creer lo que estaba pasando, por mucho que me gustara el sexo nunca me había planteado practicarlo con gente de mi familia, bueno… si no tenemos en cuenta la única vez que lo hice con José y las muchas veces que me tocaba pensando que mi primo me estaba follando, pero no pensaba llevarlo a la realidad nunca más. Así que la situación de tener a mi tío sentado en baño con la polla tiesa a modo de obelisco, esperando que me sentara encima para follarme como una zorra, me resultaba muy extraña y tremendamente excitante.

– “Sé que estas deseando meterte este cipote en el coño… tú no vas a ser diferente a otras putitas, lo he visto en tus ojos cuando me has pillado meando, y aún no estaba tan dura como lo está ahora…” 

Dijo agarrándose el tremendo falo moviéndolo, estiró el otro brazo para alcanzar su mano mi coño, estaba muy cachonda y todos los jugos que salían de mi vagina eran difíciles de disimular. 

– “Pero mira como estas nena… es evidente que te pone la idea de que tu tío te folle... ¡Nunca has probado una como esta! ¿No?”

Hablaba con un tono dulce muy provocativo. En realidad lo que me ponía era la simple idea de follar en casa con tanta gente a expensas de entrar y pillarnos, la exposición se convertía en un acontecimiento que me subía la adrenalina por las nubes… que fuese mi tío más atractivo y provocador, todavía más. Lo cierto que fuera mi tío quien me deseaba, me gustaba más. Empezó a acariciar la raja de mi coño, primero de abajo a arriba, luego hacía círculos en mi clítoris y por ultimo metió un dedo dentro de mí vagina. Hizo esos mismos movimientos unas cuantas veces más, después metió dos dedos en mi coño y empezó a moverlos follándomelo…, con todo lo salida que estaba poco duré…tuve un orgasmo y le empapé la mano. No podía creer lo que había pasado, mi propio tío me acababa de provocar un orgasmo superlativo de placer inmenso con sus dedos, en menos de dos minutos.





Él no había dejado de meneársela en todo el tiempo, así que aún la tenía rígida como el acero con todo el prepucio remangado. Me volvió a invitar a que me sentara, esa vez no tuvo que tirar de mí hacia él... no pude rechazar esa invitación. Me coloqué encima con su polla apuntando a mi coño y comencé a bajar enfilando a la boca de mi raja hambrienta por culpa de mi primo, y ahora por mi tío. Sentía el monstruoso rabo caliente abrirse paso entre los labios vaginales, a poco abría las paredes de mi vagina…poco a poco conquistaba más de mi intimidad, creía que no se acababa nunca de lo tremenda que era, entrando y salido poco a poco comiéndome cada vez más tallo endurecido. Él me acompañaba sujetándome de la cintura, en tanto pegaba sentones insertándome más y más verga en mi angosto coñito, hasta que me senté completamente sobre él…No pude evitar soltar un gemido al notar sus huevos contra mi clítoris, completamente rellena de verga. Sabía que lo que estaba haciendo mal, por inexperta pero joder como me gustaba tener esa polla dentro. Comencé a subir y bajar, mis tetas estaban a la altura de su cara, se deshizo de mi camiseta y comenzó a chupar mis pezones, mientras me agarraba fuerte del culo.

– “¡Ahhh, siiii, tito me encanta tu polla, ohhh!” Susurraba. 

No podía parar de gemir pero no quería que nadie supiera lo que estaba pasando allí dentro... sentía su glande en lo más profundo de mi útero. Allí nadie había estado y después jamás nadie estuvo hasta que me llenó mi amor...fiel reflejo de la herencia de su padre.

– “¡Qué tetas más ricas tienes Margarita, llevo demasiado tiempo queriendo comérmelas!”

Mi tío empezó a acercar sus dedos a la entrada de mi culo, estaba todo mojado así que no hacía falta mucha más lubricación. Con uno de ellos comenzó a hacer círculos en mi ano, sentí un escalofrío y tuve un increíble orgasmo. Él al sentir que mi coño apretaba su polla intentó meter su dedo dentro de mi culo.

– “No tito por favor mi culo no, nunca me han hecho nada por ahí…Y tu polla es muy gorda ¡Me vas a partir!”.

– “Para todo hay una primera vez, tú solo disfruta”.

Dijo introduciendo poco a poco su dedo sin yo dejar de saltar como una loca sobre su polla, cuando lo tuvo dentro empezó a moverlo sin sacarlo, luego lo sacaba y lo metía despacito y cuando vio que ya me había acostumbrado a él lo sacó y empezó a meterme dos.

– “Me haces daño tito”.

– “Ya, noto lo apretadito que lo tienes, que gusto me va a dar cuando te meta la polla”.

Consiguió meter los dos dedos y realizaba un mete saca que empezaba a darme mucho placer, cuando mi culo ya se había acostumbrado a sus dedos me levantó, me apoyo en el lavabo y con el culo en pompa me empezó a follar el coño, me tenía agarrada de las caderas, se apoyó en mi espalda y me susurro al oído…

– “Sabía lo zorra que eres, como te gusta que te den bien fuerte. El año pasado te escuché follando en la furgoneta de tu padre… me asome a la ventanilla y te vi a cuatro patas en el asiento trasero, mientras tu primito José te la metía azotándote el culo, así” 

Empezó a nalguearme con una mano, y el resultado fue otro orgasmo. 

– “Escuchaba como te decía lo puta y lo zorra que eras, tuve que sacarme la polla y masturbarme mientras os miraba, luego te diste la vuelta y empezó a correrse en tu cara, desde entonces no he podido sacarme esta imagen de la cabeza y estaba deseando tenerte así, bien abierta para mí”. Me quedé alucinada.

– Soy toda tuya tito, ahhh siii dame más… A mí siempre me has gustado… me gustan los hombres maduros y tan machos como tú ¡Dame fuerte tito…FÓLLAME duro cabrón...!

Saber que mi tío me había pillado follando el día que mi primo me desvirgó, me puso mucho más cachonda aún. Empezó a jugar con sus dedos en mi culo otra vez, cuando ya tenía el pulgar dentro hasta el nudillo, me dio unas embestidas más fuertes y paró. Me la sacó del coño despacio y la puso en la entrada de mi culo, empujó pero no entraba, así que abrió el armario y cogió la primera crema que pilló. Se embadurnó la polla y luego me puso un poco en el ano, la extendió con los dedos metiéndomelos dentro. La crema hacia que sus dedos entraran y salieran con facilidad, así que decidió meter uno más. Tenía tres dedos en mi culo y me estaba encantando. Cuando vio que ya lo tenía muy abierto sacó los dedos y volvió a colocar su tranca en la entrada de mi culo. Empujó y empezó a entrar muy despacio en mí, mientras con sus dedos me tocaba el clítoris, me dolía mucho pero a la vez me ponía caliente como una estufa que mi tío me estuviera desvirgando el culo, cuando ya tenía el capullo dentro paró.

– “¿Quieres que siga? ¿Te gusta que te folle el culo?”

– “Sí, pero solo un poco, prefiero que me folles el coño… sigue metiéndomela solo un poco más…”

Antes de que terminara la frase empujó fuerte hasta que sus huevos me golpearon el coño. Tuve que ponerme la mano en la boca para no gritar y se me saltaron algunas lágrimas del dolor. Me veía en el espejo y no podía sentirme más puta. Estuvo cerca de un minuto sin moverse para que mi culo se adaptara al grosor de su polla. Luego empezó a sacarla y a meterla despacio, ya no me dolía tanto y empezaba a sentir algo de placer, al cabo de un rato el dolor había desaparecido y estaba disfrutando como una perra de la follada de culo que me estaba dando mi tío. Había acelerado el ritmo y me ponía verme en el espejo, con mis tetas botando y mi cara de placer.

– “¡Ufff tito me encanta!, rómpeme el culo, no pares ahhhh, siii me corrooo… ahhh!!!” 

Empecé a correrme y mi tío empezó a follarme más rápido. De pronto salió y volvió a entrar…de nuevo por mi coño ¡Zas! De una estocada hasta la misma pelotas. Mi tío me estaba tratando como una zorra con aquel pedazo de cipote que era tan grande como mi brazo. Me entraba hasta la misma raíz una y otra vez, haciéndome sentir los pesados huevos llenos de leche en mi coño, contra la pepita enervada. Me miraba al espejo con los ojos vidriosos e hiperventilando del subidón de adrenalina que experimentaba, viéndome como una puta empalada y gustosa de estar sumisamente entregada a tan formidable semental. Nadie me había follado de esa manera tan brutal, nadie me había tratado tan duro y dominantemente, nadie me había clavado una verga de tamaño tan bestial como la de mi tío Jorge y… ¡ME GUSTABA CON LOCURA! El macho arreciaba las embestidas, una y otra vez haciendo recorrer todo el tallo desde el capullo a la base de sus cojones balanceantes.

– “No aguanto más.... ¡Voy a llenarte el coño con mi leche sobrinita!”

Dio unos gemidos ahogados y sentí entrar todo el rabo hasta el fondo…percibí el primer y segundo chorro de lefa. Era la primera vez que notaba como se corrían en mi útero. Bien sujeta de las caderas, era imposible que me escapara de donde no quería irme, el muy cabrón me vació sus testículos a placer rellenando mi cérvix con una ingente cantidad de semen que mi estrecho coñito no pudo albergar en su totalidad…se descargó por completo con al menos diez lechazos inseminándome a conciencia…, y cuando la sacó tenía la polla con restos de cremoso semen y un poco de mis flujos. Miré a mi coño apreciando un reguero de espeso esperma borboteando de entre mis labios vaginales, cayendo a suelo una cantidad que debía de ser la mitad de lo entrado a mi coño.

– “Espero que te haya gustado y ya repetiremos en otra ocasión, al fin y al cabo todo queda en familia”.

Se limpió la polla con una toalla, abrió la puerta y se fue a su habitación con su nuevo ligue exótico. Nunca olvidaré esa última frase que más tarde he utilizado para follarme a mi hijo. Me di una ducha rápida, me puse el pijama y me volví a la habitación, notaba mi culo algo dolorido, y mi coño sugestionado… pero dormí como un bebé con mi mano encima de la polla de mi primo. En aquella ocasión no pude follármelo, solo lo hizo mi tío y por eso estoy segura de quién es el padre de mi hijo… Sin embargo, Él no lo sabe, ni nadie. Gracias a mi compresivo padre y el apoyo de mamá, desde el principio recibí el apoyo de mi familia encantados de recibir un nuevo miembro a la familia, el primer nieto. 

Con el esfuerzo de mi madre criando a Alberto, continué estudiando y tras acabar mi carrera de derecho mercantil, pronto conseguí un empleo estable con perspectivas de futuro en esa empresa y me embarqué en mi segunda aventura…la vida emancipada con mi hijo. Al poco tiempo de firmar mi contrato fijo, me independice tomando mis riendas.

Una mujer, madre soltera como yo, es acorralada por los hombres con deseo, pensando en su satisfacción por mi necesidad…, daba igual que fueran solteros, casados o viudos como separados… todo tipo de machos deseaban probar mis bondades. Antes de conocer a Eduardo tuve tres follamigos con derecho a follada semanal, pensando en encontrar al hombre de mi vida, pero solo querían eso, desagraviarse sexualmente. Con Eduardo fue distinto debido a mi carencia a ese tipo de hombres de bastante mayor edad que yo, pensé que era el príncipe azul de mis sueños… sentí su apoyo, sus atenciones, de buena solvencia económica…, sentí un soporte que ningún otro me brindó…, me amó, nos divertimos, fuimos felices unos años, sin embargo poco tiempo me duro el gusto…. Eduardo viaja mucho por su trabajo, la mayor parte de tiempo estoy sola en compañía de mi hijo Alberto, claro y él tiene que atender a sus cuatro hijos de otro matrimonio, motivo por el que no tenía intención de preñarme dándome largas durante estos cinco años... y a mí se me estaba pasando el arroz para engendrar.


****************


Mi hijo es todo un hombre, guapo, formal y muy echado para adelante, principalmente con las chicas, sin embargo poco afectuoso a salir. Más bien se halla muy apegado a mí, a su madre, quizás por costumbre, no sé. Sus relaciones de Alberto con Eduardo son buenas pero frías y distantes…, traté de acercarlos pero no lo logré. Alberto es para Eduardo el paquete de su esposa, y Eduardo simplemente su padrastro. Debo de reconocer que mi hijo últimamente llena muchos más mis espacios afectivos vacíos, nos acompañamos a todas partes, al cine, al club donde somos socios. En vacaciones siempre nos custodiamos…, Eduardo rara vez nos acompaña. Desde pequeño lo cuidé, siempre fue niño de mamá, de eso no me arrepiento aunque sé que es un consentido. Conforme se volvió más hombre, algunas cosas ya no fueron igual, me di cuenta de sus cambios al verlo crecer, algo natural en un muchacho. Cada vez me encargo menos de su ropa, no así de su ropa interior, le encanta usar calzoncillos slip o bóxer que se ajusten a su cuerpo…, yo le comento con guasa…

–“Un día vas a estar con una muchacha y debes verte sexy, atractivo a la vista de ella”.

Naturalmente el mismo me acompañaba a todo, incluso a comprar mi ropa, incluyendo la intima. Ya se imaginaran el tipo de comunicación, el nivel de confianza y complicidad que tenemos…. Convivimos y compartimos todo, por eso se dieron varias situaciones que solo mi esposo había logrado romper dentro de mi intimidad. Dentro de mi cuarto soy anulada continuamente por Alberto, él entra sin anunciarse con la plena confianza que desde niño le he dado, y me gusta, no me importa que me encuentre desnuda o maquillándome. 

Una vez le pedí que lo hiciera antes de entrar, pero siempre lo ha ignorado. Con el tiempo yo misma me he acostumbrado y no por el pudor que se disipó entre ambos siendo un bebé, él me ve en ropa interior infinidad de veces, e incluso, como digo..., y yo le veo en su bóxer o slips dibujando sus genitales, sino en bolas cuando se deja la puerta abierta del baño, o porque caminaba por la casa solo en bóxer…. Muchas veces, por no decir siempre tras entrar en la pubertad, veía de forma diferente a como debe mirar una madre a un hijo, me inquietaba su desarrollo físico, su figura imponente como la de su padre, se vía hermoso, provocativo, muchas veces le pedía que fuera cuidadoso, me decía que si, pero nunca hizo caso como en tanas cosas que le pido. No le importa ni tiene pudor de mostrándose empalmado ante su madre... en más de una ocasión le he observado haciéndose una paja en la ducha, y me he quedado ahí hasta el final sabiendo él que le miraba.

Me contestaba que debería verlo ojos de madre sin malicia… tenía razón el chico, a fin de cuentas es mi propio hijo. Su altivez con las féminas me llegó a preocupar, pero luego descubrí sus secretos ocultos…, revistas de chicas en ropa interior, así como material de alto contenido erótico incluyendo películas, de lesbianas, gays, travestis…, de todo. Pensé que no era correcto que tuviese ese material a casa, pero, un joven a esa edad tiene curiosidad, quiere conocer, experimentar, tiene sus propias necesidades. Yo misma antes de conocer a Eduardo, siempre estuve insatisfecha, deseosa, necesitando a un hombre, uno que llenara mis “espacios” vacíos. Analizando su actuación, llegué a la conclusión en su deseo de ser descubierto por su madre, compartir conmigo su faceta sexual de alguna manera.

Compartíamos el PC, por sus enlaces favoritos en internet, conocí muchos sitios de alto contenido erótico y pornográfico, de esa forma fui cayendo en la tentación y terminé aficionándome. Me excita ver tipos bien dotados, chicas fantásticas follando como fieras…, chicas transexuales con polla, lo nunca imaginable por mí. Fue así como entré la página de relatos eróticos, donde me aficioné y he leído toda clase de historias, las he disfrutado, me han excitado y siempre termino masturbándome hasta correrme como una adolescente salida. 

Mi matrimonio con Eduardo me llevó a un pleno goce de relaciones sexuales satisfactorias los primeros años…, con él conocí el lugar común de toda maruja con ánimos sexuales caseros, se puede decir. Pensando en mis años pasados desde que me preñaron, nunca he sabido del verdadero disfrute sexual placentero de ser deseada y amada, al tiempo que estaba siendo follada por mi hombre. Ninguno estuvo a la altura.





Después de parir a mi niño, con la vigilancia estricta de mis padres todo se me negó…, pero cuando me independice traté de satisfacer mis carestías sexuales teniendo varios novios, pero solo representaron una frustración tras otra, un simple desfogue tipo pizza, calentar y comer. No obstante las satisfacciones sexuales con Eduardo duraron muy poco, sus viajes de trabajo continuados y largos en el tiempo, me dejaban un espacio inmenso negado al goce carnal siempre insatisfecho, siempre esperándolo y cuando estaba…, llegaba cansado, fastidiado, o quizá desahogado por alguna putilla o aventura. También podría ser que sus casi 60 años no daban más de sí, de tal modo que Yo, una semana tras otra me quedaba en blanco, sabiendo lo que aprendí con mis follamigos, sobre mi potencial como amante…, sé de lo que soy capaz, me sé entregar, sé disfrutar del sexo, y proporcionar placer a mi amante dándolo todo. Soy temperamental, caliente, cachonda…, sé entregarme, dar amor y hacer gozar a mi macho en todas sus formas, pero pasaba tantas y tantas noches sola con mi cama, que se hacía demasiado grande... me desesperaban los deseos reprimidos de tener a un hombre dentro de mí.

Eduardo en sus negocios, mi Alberto en su cuarto, y yo sola. Alguna vez pasaba por mi cabeza que a mi hijo y mí, nos separaba solo por un tabique. A través del cual algunas noches escuchaba encendido su televisor, el jadeo de las chicas fornicadas por hombres en las películas pornográficas. Yo en mi cuarto desesperada, deseosa, esperando unos brazos masculinos que me acaricien, que me estrujen, me abracen, que me satisfagan. ¡¡Sucedieron tantas cosas!! En casa solos.

Alberto tenía acceso libre a mi cuarto marital desde muy niño, donde solía ir a refugiarse en mi cama, yo acostumbrada a dormir solo en bragas, si acaso un camisón transparente cubría mi cuerpo y una sabana, a veces sin ella. La mirada de Alberto de curiosidad hacía que me cubriese, en ocasiones tocaba mis generosas tetas…, yo lo alejaba, pensando que no era correcto fustigarle con el deseo carnal incompleto que se podía dar, pero el insistía hasta que con voz enérgica lo calmaba. Acostumbrábamos a besarnos en la boca, más bien le acostumbré yo con besos tímidos de amor entre una madre y su hijo... pero llegado un tiempo para acá, él mismo propicia besos más prolongados en los que noto su lengua rozar mis labios… ahora también suelo dejar ir la mía.

–“¡Basta Alberto, basta, no está muy bien que beses a tu madre de esa manera! Cariño me has metido la lengua…” 

Pero él se sentía seguro y abría su boca ofreciéndomela porque yo lo hacían también…, sin embargo, a partir de entonces lo evité y solo le ofrecía la mejilla, o evitaba de plano besarlo…, ya contaba con 21 años justo en la efervescencia de la juventud.

Una noche estaba por demás inquieta, no lograba conciliar el sueño, escuchaba el incesante tic, tac del reloj de pared, me sentía excitada, cachonda perdida…, deseosa de estar con un hombre tras más de un mes sin disfrutar de un polvo ¡Joder era injusto estando casada! Antes de acostarme me había bañado, me vestí con un camisón transparente muy corto a las nalgas, un pequeño tanga de parchecito al frente e hilo detrás. Al no poder dormir me senté frente al ordenador viendo cosas de sexo, pollones de hombres bien dotados. Entré a un sitio de chicas Travestis con hermosas tetas y un cipote bestial…, me excité. Mis manos tocaron mis mamas estrujándolas, las bajé suavemente tocando cada parte de mi cuerpo, hasta llegar a mi conejo, abrí los labios frondosos de mi coño y acaricié mi clítoris, mi pequeño botoncito necesitaba ser tocadoacariciado, mamado, sentirme una mujer de verdad... Me sentía húmeda por la excitación, estaba bien preparada para una penetración profunda. Pero por ahora me encontraba sola.  Nadie podría consolarme, abrí mis nalgas acaricie a mi ano, ¡Qué delicia! ¡Qué sabroso! Necesitaba una satisfacción hasta que con mucha dificultad logré el orgasmo. Completamente insatisfecha, caliente, con mi coño húmedo y palpitante, al no haber manera de tranquilizarme, decidí bajar a la cocina por un vaso de leche con mi bata transparente y mi tanguita, tomé un vaso, abrí el refrigerador, me agaché para alcanzar el bote que estaba en la parte inferior. Fue en ese momento cuando sentí su mirada parado tras de mí. Ahí estaba, cubierto solo con su slip mostrando su bulto…

– “¡¿Mami, que haces levantada a estas horas tan preciosa?!”

­– “No podía dormir cariño, vine por un vaso de leche”
.
– “Estas muy hermosa, preciosa diría yo. No entiendo como ese hombre te tiene tan abandonada, ¡No te merece!”

– “Eso son cosas nuestras donde no debes meterte…”

– “Me doy cuenta de cómo estás…, veo tu desesperación. Siempre pienso en ti, en lo sola que debes sentirte en esa cama tan grande, noche tras noche a tu edad siendo tan joven sin colmar tus deseos de mujer…”

– “¡¿Tú que sabes cómo me siento yo...?!”

– “Entre otras razones, por lo mojadas que dejas la bragas usadas en el cesto del baño cada mañana, después de toda una noche inquieta... supongo”.

Me quedé helada de su atrevimiento, nunca me había hablado así, y me extrañó que se fijara en mi comportamiento y mi ropa íntima, siempre tan esquivo en esos términos referentes al sexo…, y ahora su comportamiento hacia mi persona había cambiado totalmente. Mi hijo expresaba lo que sentía, expresaba sus verdaderos pensamientos abiertamente, notaba en sus formas la sinceridad…. Y sus pensamientos eran sin lugar a dudas motivados por la desesperación escrita en mi frente. Pero no…, debería estar confundida, no era así, no podría sentir deseos de ese tipo por su madre. Pero ahí estaba, parado frente a mí, con su vista recorriendo mi cuerpo desde la punta de los dedos del pie hasta mi cabeza, sus ojos se fijaron unos instantes en mis tetas de pezón grande y areola excelsa, me tomó de una mano e hizo que me diera la vuelta, sentí su mirada en mis nalgas, y en toda mi anatomía. Yo también lo miré a él, su slip se había tensado, su verga se apreciaba un tanto erecta…, un poco más y tal vez se le saliera de la prenda. Eso solo podía ser una erección provocada por mí al ver la desnudez a su madre…


– “Te lo vuelvo a repetir mamá, eres un mujer preciosa… ¡Sí tu quisieras podrías tener al hombre que te mereces…!” 

Se acerco a mí, me tomó entre sus fuertes brazos apretándome contra su pecho.

– “¡Eres la mujer más hermosa del mundo!”

Se acercó a mi cara, pego su boca en mi cuello, sentí un reflejo de deseo en todo mi cuerpo, luego la unió a mi boca y su lengua se introdujo buscando la mía, ambos nos unimos en un contacto apasionado, prolongado, intenso, con verdadero deseo pasional lascivo y lujurioso entrelazando las lenguas en un beso francés irremediable. Ambos lo estábamos deseando desde hacía una eternidad sin saberlo. Sus manos me aprisionaban, acariciaron mi espalda, luego la bajó lentamente tocando cada poro de mi piel, mi cintura, mis nalgas, sentí su erección pegarse a mí… esa sensación era un acicate para mi excitación. Nuestras bocas seguían unidas comiéndose, necesitándose sedientas de amor con sus lenguas buscándose frenéticas. Sus manos abrieron mis nalgas, y explorando la raja que las divide y llegando al centro mismo de mí intimidad. Me sentí frenética, mi deseo se avivó, mis ansias renacieron, mi pasión se activó con fogosidad. ¡Qué gran sensación, la de sentir unas manos de hombre hurgando en mis partes más íntimas!

Mi chico se mostraba fuerte con ímpetu fogoso, del cual se desprendía una fragancia embriagadora a testosterona…, a MACHO. Después de tantas noches sola en esa cama tan grande, tan fría, qué hermosa sensación casi olvidada percibir el calor de un hombre. No sé qué cosas más pasaron por mi mente, o quizá ese deseo despertado en mi cuerpo no me permitía pensar. Sentí su boca sobre mi cuello recorriéndolo en un bamboleo electrizante, luego poco a poco sobre mis tetas fue barriendo con sus labios cada parte de mis mamas, lamiendo mis pezones empitonados…, fue bajando hasta que cayó hincado frente a mí. Sentí sus manos posarse sobre mis nalgas, y su aliento directamente justo en mis pequeñas bragas. Sus manos me jalaron hacia él y sentí su lengua posada en la vulva… ¡Qué rica sensación! ¡Qué sabroso, uffff!En ese momento recapacite….

– “No, hijo, no pude ser. Déjame, no podemos hacer algo de lo que tarde o temprano nos vamos a arrepentir ¡Yo no te he podido educar así…!”

Me separé violentamente, Alberto se quedó hincado mirándome, subí apresuradamente las escaleras, todavía volví la vista para verlo. Él ya se había parado y me seguía los pasos, rápidamente entré en mi cuarto cerré la puerta, me tiré sobre mi cama y me solté a llorar desconsoladamente…. "¿Cómo me había sucedido esto…? ¿Por qué había sido tan débil…? ¿Por qué? No me lo explicaba". Mi corazón latía con fuerza, mi mente buscaba una explicación, mi cuerpo sentía un deseo perverso, la excitación de mi cuerpo de mi mente estaban vivos, mi sexo húmedo, palpitaba, toda yo era como una cuerda de violín estirada al máximo a punto de romperse, necesitaba de varón, y ahí estaba tras mi puerta, pero de todos los mortales del mundo, era el único prohibido…. Toque mi sexo, mis tetas, mis manos recorrieron todo mi cuerpo, tallé mi chocho con desesperanza, me metí un dedo, luego eran dos que me masturbaban con ímpetu, con esto lo único que logré fue un insípido orgasmo. No sé a qué hora me dormí, soñando cosas excitantes…

Eduardo estaba conmigo, me besaba toda, mordía mis tetas, lamía mi pancita, luego llegaba a mi húmedo coño, pero su cara se transformaba en la cara de Alberto, mi hijo, el cual metía la lengua en mi ardiente hucha, acariciaba mis nalgas, mordía mi mullida vulva, mis labios vaginales…. Procurando llenarme de placer, metió su mano por mi pubis entreteniéndose en enervar mi clítoris, rodeaba su capuchón y lo agitaba de un lado al otro haciéndome estremecer vez tras vez… separé mis piernas todo lo que el espacio me permitía para que sus dedos se ahogaran en la laguna caliente de mi vagina. Sus dedos inmisericordes entraban y salían, despacio subían por en medio de mis labios vaginales abriéndolos descaradamente restregando mi clítoris y volvían a hundirse en mi coñito hambriento. De pronto todo cambió, su ariete cual viga empotrada apareció ante mí…  apuntaba su erecto falo hacía mi entrada anhelante, deseosa y la internaba en mi conejo hambriento, haciéndola desaparecer entera hasta los huevos… ¡Aaaggg!

Desperté agitada, sudorosa, todo mi cuerpo temblaba. Nuevamente trate de dormir, mañana me esperaba un día muy ajetreado. Tomé el libro que estaba leyendo, leí unas cuantas páginas…, no logré conciliar el sueño, me levanté, hacía un calor insoportable, me metí bajo la ducha abriendo la llave del agua fría que intentaba calmarme. Al día siguiente, me levante muy aturdida por la desvelada. Cuando tuve conciencia de lo que había sucedido, recapacité y me dije a mi misma... "Esto no sucedió, no voy a tratar el asunto con Alberto, él no fue culpable ni yo pensé hacerlo, fue el momento, en lo sucesivo sería cuidadosa con mi forma de vestir". Por un momento pensé en llamar por teléfono para romper mi compromiso laboral, pero pensé que lo mejor sería alejarme de casa, pensar en otras cosas hablar con mi amiga Yolanda de cosas muy diferentes. Me metí bajo el agua fría de la ducha como si eso me trajera la lucidez que necesitaba, que me vestí me maquillé, más o menos había despertado, bajé a la cocina a tomar algo, aunque era el fin de semana, ese día tendría un día muy ocupado, cuando entre a la cocina ahí estaba mi hijo.

– “Hola preciosa, se ve que pasaste muy mala noche mamá…, aun así, te ves arrebatadora..., siempre con un brillo especial en tu sonrisa”.

– “Hola hijo, tú siempre tan gentil con tu madre aunque me vea con esta mala facha... la verdad que sí, pase muy mala noche”.

– “No, nada de eso estás muy hermosa. A propósito mamá, te tengo una sorpresa…, para esta noche he reservado en “El Mesón de Pepe” una mesa, quiero que festejemos tu cumpleaños… ¡Recuerdas cumples 40 años nada más…!” 

– “No me recuerdes que ya soy una cuarentona!! 

– “No lo digas de esa manera tan despectiva...creo que partir de ahora vas a vivir los mejores años de tu vida ¡Estoy seguro! 

– “¿Qué te hace pensar eso? 

– “Dos razones... una es que tienes la experiencia suficiente como para enfrentarte a cualquier problema de la vida, y otra que ya no tienes que preocuparte mucho por mí 

– “Tú siempre serás mi preocupación, mi amor ¡Eres lo único que me ha preocupado en toda mi vida y lo seguirás siendo! Pero acepto tu invitación y tus "deseos" por mí 


Efectivamente lo había olvidado, y pensé que estaría bien, así de esa manera estaría lejos de la tentación, rodeados de mucha gente, cuando regresara ya estaría Eduardo en casa normalizando la situación. Mi marido me había prometido que hoy llegaba, ahora sí, llegara como llegara lo obligaría a cumplir conmigo… ¡El calentón me lo tenía que quitar! El día lo pasé estupendamente con mi amiga y compañera, trabajando bastante pesado, pero me sentí liberada de la carga emocional, me reí un mogollón y por un momento pensé comentarle lo sucedido con mi hijo, pero no lo creí conveniente, eso no había sucedido…. Hoy llegaría Eduardo y me quitaría mi ardor. Y todo arreglado. 

A mi regreso por la tarde, entré a mi cuarto, deseaba descansar, pero…, en mi cama estaba un vestido nuevo, muy atrevido, escotado, corto de falda y tela fina…, muy bonito, además un juego de ropa interior de un color rojo con encaje negro, sujetador y tanga con liguero y medias a juego debidamente acomodados, y un arreglo de rosas que son mi pasión acompañados con una notita…. Con todo el cariño para la madre más bella en su cumpleaños.

– “¡Recuerda que hoy por la tarde tenemos un compromiso! Tu hijo amado”. 

Me enteré que había ido a la boutique a donde hago mis compras, y en complicidad con la empleada que me atiende, escogieron la ropa. Yo estaba demasiado cansada, no tenía deseos de salir, mejor me iba a disculpar, y otro día saldríamos. Me di un baño de agua tibia, me sequé perfectamente, me vestí con un camisón largo, transparente y solamente unas braguitas cómodas. Pero cuando me disponía a acostarme, ahí, sobre la cama la ropa que mi hijo me había comprado, se me vino el tenderete en encima ¡Cómo iba a despreciar su ofrecimiento! Todavía tenía tres horas, así es que me acosté a dormir para reponerme un poco y luego me vestiría…. No sé cuánto tiempo dormí hasta que el teléfono sonó, era Eduardo comunicándome que hoy no regresaría. Me enfadé en primer término, casi le maldigo por no ser tan atento como mi hijo, recapacité… Así es mejor, así tendríamos Alberto y yo campo libre para divertirnos, nadie nos vería…, poco después me llegó un WhatsApp de mi hijo…. “Mami tu adorado hijo. ¡¡Prepárate!! Nos vemos dentro de una hora, ¿te agradó tu regalo? Te vas a estar divina, como le gustas a tu amor”.

La siesta me había bastado para reponer fuerzas, volví a  tomar otro baño y me depilé con espero el chochete dejándomelo bien arregladito, y comencé a acicalarme. Dudé de ponerme ese vestidito, estaba muy escotado de la blusa y muy corto de la falda, pero al menos sí vestiría mi ropa interior, preciosa y tan seductora, buen gusto el de Alberto, unas bellas bragas pequeñísimas, un sostén que apenas sostenían mis tetas y liguero, del mismo color, además un par de medias transparentes. Me puse el vestido, para vérmelo puesto. Me sentaba de maravilla pero demasiado provocativo. Busque algo más cubierto, escogí un juego de falda y blusa. ¡No, este es demasiado formal…! otro, y otro, no nada me agradaba. Fue  entonces que decidí usar el vestido, qué podría suceder, una vez arreglada me miré al espejo, efectivamente muy provocativo, pero no todos los días es mi cumpleaños, sí, así estoy bien, y me siento bien.

Con la segura decisión de mantenerme firme nada tendría que suceder, una simple cena y nada más. Al llegar al descanso de la escalera, lo miré, estaba ahí esperando por mí, noté su cara risueña con la mirada se posada en mí, tan penetrante que me sentí desnuda con el vestidito, de falda muy corta y muy descubierta de arriba. Me detuve aún dudando, pero ya estaba decidido, así,  que comencé a bajar los escalones que me faltaban. Además mi hijo lo había organizado todo con esfuerzo y dedicación…, Eduardo ni siquiera se había acordado el día, ninguna llamada, ninguna tarjeta. Nada… solo Alberto. Se apresuró a tomarme de la mano y a conducirme por los últimos escalones. Sentí que sus brazos fuertes alrededor mío…

– “Felicidades mi Reina. Que cumplas muchos años tan guapa”.

– “Gracias hijo. Gracias por todo”.

Me recibió con un ramo de cuatros rosas como la canción de “Gabinete Galigary” por cada década, y un beso en la mejilla, apenas perceptible, tomados de la mano llegamos hasta el coche, abrió la puerta y ocupé mi lugar, sentí su mirada puesta sobre mí, al subir abrí las piernas…, mi corto vestido no me permitía cubrirme seguramente enseñé mis piernas y parte de mis braguitas…, no lo sé. Condujo entre el tránsito atento a lo que hacía, al cambiar de velocidad, sus manos tocaban mis piernas, las retiré con pudor. Al llegar al restaurante, entregó las llaves al gorrilla y se apresuró a abrir la puerta, trate de cuidar mis piernas, pero… de todas maneras algo debí haber enseñado, Alberto no perdía detalle. Cogidos de la mano entramos, el metre nos condujo a la mesa, situada en un lugar discreto, una chica me recibió con flores rojas, y en cuanto ocupe mi lugar, un conjunto de cuerdas inundó con su música el pequeño lugar, todo a media luz, con música romántica, un camarero se acercó a encender las velas, vino de mesa del mejor, una cena estupenda.

Hablamos muy amenamente, nos reímos como hacía mucho tiempo no lo hacíamos. Un camarero siempre se apresuraba a rellenarme mi copa, de un magnifico Jumilla que tanto me gusta. No sé cuánto tiempo trascurrió, mi mente estaba nublada por el vino. De momento solo quedamos los dos, brindando, Alberto me retiró la silla para que me parara a bailar, me tomó entre sus brazos sentí su cuerpo, sus manos  recorrer lo desnudo de mi espalda, bajaron hasta mis nalgas, su boca busco la mía…. No me opuse a nada esperando que nadie nos conociera en aquel lugar reservado…, nuestras lenguas se juntaron, mis brazos cubrieron su espalda. Estaba fuera de mí, mi raciocinio se había perdido y mi instinto básico me había encontrado. Mi cordura se había quedado en las copas de vino. Ya nada mi importaba. Sentí su cuerpo muy pegado al mío, su polla dura se notaba muy erecta, mis bragas mojadas. Cuando nos sentamos, acercó su silla a la mía.

Me tomó entre sus brazos…, y ahora yo fui la que busqué su boca, yo misma introduje mi lengua en su cavidad buscando la de él. Sus manos buscaron un camino entre mis piernas, las sentí sobre la licra de mis medias, luego llegó a mi carne desnuda, y por último al centro máximo de mi placer cubierto con la delgada tela de mis bragas. Abrí mis piernas, sentí sus manos. Su boca, toda su pasión, volcada sobre su madre, su mujer, su hembra…. Momentos después pagaba la cuenta, y cogidos de la mano, salimos de ahí hasta el automóvil, cuando tomé conciencia de mí, nos encontrábamos, en un lugar ruidoso. Al oído le dijo algo a un tipo, este nos condujo a una mesa, bebimos unas cervezas, nos besamos, sentí sus manos sobre mi cuerpo, acercó uno de sus dedos a mi boca, comencé a chupándoselo, lamerlo, mis manos acariciaron sus piernas, inevitablemente llegaron a su entrepierna. Sabrosa, bien puesta, deliciosa ¡Joder mi hijo calza una buena polla... Cuanto tiempo desperdiciado!

Pagó la cuenta, y salimos, abrazados y besándonos a cada momento, ocupamos nuestros lugares, y sentí que las luces de la ciudad bañaban mi cara. Yo me senté muy junto a él, sus manos se posaban sobre mis rodillas, sobre mis piernas, y entre ellas, al detenerse por la luz roja de un semáforo nos besábamos ardientemente…, y su mano entraba palpando todo, yo lo permitía abriendo mis piernas. Me estaba haciendo sentir una mujer joven, única y especial ¡Deseaba que esa noche no acabara nunca! Por fin llegamos a un lugar, no lo identifique, otra vez acudió prontamente a abrirme la puerta y nos confundidos entre la multitud abrazados…, sentí su boca posarse en la mía. Vamos a la barra por una cerveza, cuando estuvimos ahí él se quedó tras de mí subiéndome a un escalón, mientras esperábamos por las cervezas me abrazó por detrás, sentí su erección, entre lo delgado de la tela de mi vestido, entre mis nalgas, volví mi cara y me recibió con un beso al que yo correspondí con la boca abierta. A esas alturas de la noche ya era otra persona, y la relación con mi hijo nunca sería la misma...Nos comportábamos como dos amantes.

No esperó más, me dijo… – “Es hora de irnos mi Reina…”

– “Sí cariño, yo también creo que la noche has sido fantástica y  la camita nos espera”. Mis palabras sonaron ambiguas.

Nuevamente lo mismo, sus manos acariciando mi cuerpo, sus besos, su deseo, yo me encontraba exacerbada de pasión y loca de deseo…, no era para menos. No recordaba una noche como esa de fiesta y fogosidad en toda mi vida. Cuando llegamos a casa se acercó a mí, me tomó entre sus brazos, nos besamos, sentí sus manos calientes y ardorosas tocar mis tetas, mi espalda…. Estaba tan cachonda, tan caliente, tan necesitada de ser follada, que era mi libido y no mi razón el conducía mi pasos. 

Subimos a mi cuarto, entramos, lo sentí deseoso con su mirada puesta sobre mi cuerpo. Tendida sobre la cama, con los pies sobre la sábana blanca, cerré mis ojos y abrí mis piernas, Alberto parado frente a mí, mirándome, se hincó entre ellas y lamió mi pubis sobre mis pequeñas bragas. Luego me las retiró con mi ayuda alzando mis caderas para facilitarle la maniobra…. En aquel preciso momento comprendí que mi hijo y yo teníamos la misma manera de pensar de no espantarnos con las relaciones sexuales entre familiares o parientes de cualquier edad. Ahora sé que el sexo no distingue entre madre e hijo, padre e hija, hermanos, tíos y todos ellos machos y hembras con necesidades idénticas. 

Mi hombre tiene una preciosa y arrogante verga dispuesta para dar placer, y yo tengo un coño muy desatendido, con una necesidad imperante de ser llenado de amor…, así que es justo usarlos para lo que fueron concebidos por la naturaleza, porque todo se puede hacer si mi hombre acepta como yo, entregarse al placer divino del AMOR CARNAL Y ANIMAL.





– “Cariño que hermosa eres, que preciosidad de mujer eres para quien te mira. Tanto tiempo deseándote. Mirándote todos los días, muy cerca de mí pero a la vez tan lejos…”

Permanecí callada antes aquella confesión, quedé paralizada por mi exagerado deseo. No pensaba en otra cosa, sino en mi calentura. Ya sin bragas lamió el estomago, sentí su aliento y lentamente bajo a mi recortado vello púbico, por fin abrió mis labios con su lengua y la sentí en mi clítoris. Lamiéndome bien rico, muy sabroso. ¡Joder que bien chupaba! Acostada como estaba, se colocó entre mis piernas, sentí sus manos, su boca, recorrieron mis piernas, mis muslos, ambas manos tomaron los labios de mi coñito ardiente y jugaron con él… 

– “Cariño, tengo la tentación de algo”, alcance a decir….

– “Lo que tú desees mi Reina. Hazlo o dime que deseas que te haga”.

No conteste, me subí gateando, besé sus piernas y tome con mis manos su rico cipote, lo miré…, me pareció de un tamaño muy generoso, con un grosor fascinante que mis dedos índice y pulgar apenas cercaban en su raíz con facilidad. Con mi mano descubrí el gordo capullo deslizando el prepucio, percibí el olor a macho caliente, lamí su cabeza extendiendo la lengua, una y otra vez contorneé varias veces el glande notando la textura cavernosa de la pronunciada visera con mi lengua y labios…, luego la metí a mi boca y lamí su frenillo. Disfrutaba del sabor a semental, a hombre... la succioné a la vez que metía la punta de mi lengua en su orifico uretral. Con una mano me daba un rico masaje en el clítoris, la otra la tenía ocupado en su hermoso rabo percibiendo el bombeo de su vena dorsal hinchada. 

¡Qué rica mamada tiene mi hijo..., y que sabrosa polla! 

Me la calaba hasta el galillo a pique de ahogarme apretando sus huevazos con mi mano derecha y mamando con delirio más de diez minutos. Creo que hubiera estado toda la vida saboreando su verga, lamiéndola de arriba abajo, jugando con su glande y chupando aquel gran par de huevos... los lamía golpeándolos con la lengua suavemente, y luego los tragaba uno a uno revolviéndolos con mi lengua dentro de la boca...hasta me atreví a comerme los dos a la vez tirando de ellos, mientras le miraba a los ojos disfrutar de mi mamada. En un momento de lascivia, alargué mi lengua hasta su ano, lo lamí y después reproduje un reguero de saliva hasta su glande, pasando por sus gordos huevos y larga polla endurecida. Volvía a mamarle la polla y masturbarlo a la misma vez con una mano y la otra en su masaje testicular. Él se ensañaba con mi coño y en especial con el clítoris totalmente duro y fuera de su capuchón... alternaba metiendo sus dedos hasta los nudillos en mi vagina, hasta queme corrí...

Tras la convulsión de mi orgasmo, me cogió por la cintura, no deseaba que continuara con la mamada y me tendió sobre la cama, abrió mis piernas. Me sentía a la expectativa como una adolescente novata… arrodillado entre mis piernas, la colocó ahí en la entrada de mi coño tras pasar varias veces por toda la raja y pajearme el clítoris con su orondo capullo. Me ansiaba y me desesperaba. Mil pulso a mil, mi raciocinio atormentándome al punto de la locura y de pronto la puso en la boca de mi coño. Mirándome a los ojos me acarició la cara mientras su cintura hacía el trabajo para el que todo macho ha nacido... y ¡¡ZAS!! Caló casi la mitad de un solo empujón, después metía y sacaba ahondando lentamente, expandiendo mis paredes enjutas.

Sentí como iba entrando, tanto tiempo sin sentir una verga y aquella era deliciosa. Notaba cada centímetro de su conquista, hasta que entró completa quedando fuera solo su pesados huevos…, sabrosamente entró Toda. Ahí permaneció un momento amasándome las nalgas, disfrutando y compensando mis ansias, pasó sus manos a mis tetas y finalmente a mi cara envolviéndome la cabeza con sus manos, justo en el instante que comenzó un movimiento lento, agradable y cadencioso con un ritmo sabrosón como al compás de una cumbia. Percibía cada vena palpitar de ese ariete endurecido que me partía el coño sin dejar de comernos las bocas. ¡Mi hijo era un prodigio haciendo sexo…! Me sorprendió sobremanera lo bien que me follaba aquel cabrón.

Su olor a testosterona regado con perfume varonil, embriagaba mis papilas y mi cerebro anestesiándolo de cualquier inmoralidad. Se movía fenomenal en su vaivén. Percibía su balano en cada pliegue de mis paredes vaginales entrando y saliendo acribillándolas con delirantes sensaciones, dilatando y comprimiendo mi vagina succionando su verga con mi apretada vagina anhelante de su dura masculinidad. Mis manos no dejaban un centímetro de su piel sin acariciar deslizándose en su epidermis sudada, desde su cuello al terso culo, al que notaba apretarse al fondear en lo más íntimo de mí ser con su mástil hinchado. Me estaba volviendo loca de gozo percibiendo el soniquete del ¡CHAS, CHAS! de nuestros cuerpos, la humedad del apareamiento animal y el golpeteo de sus frondosos cojones en mi culo, en cada insertada.

Subí mis piernas rodeando sus muslos con ellas y le permití un mejor acceso a su musculado estoque, al facilitarle la postura yunque, no tuvo compasión en clavarme una y otra vez hasta la raíz, haciendo tope con sus testículos hechos una bola de derribo, dura y presta a eyacular dentro de su solícita madre, la cantidad ingente de semen que contenían. El chico se entregaba pegándose a mis tetas, se levantaba sobre sus fornidos brazos aireando nuestros cuerpos y dejándose ver el encaje de su vástago en mi partido conejo depilado…, buscaba su boca y me la daba sin reparos ¡Me hallaba fuera de mí, gozosa! Su pelvis empujaba hincándome en el colchón sin darme tregua a mi reseca boca hiperventilada…, y sentí mi segundo orgasmo venir…

– “¡Oh nene! ¡Qué bien lo siento! ¡Qué gustazo me das!”

– “Mi Reina, nunca imaginé que sería tan bueno follar contigo… Mucho mejor que en mis fantasías”.

–“Por fin te estás follando a mamá ¡¿Te está gustando cómo me follas…lo imaginabas así?!”

– “¡Es mucho más que un sueño…! 

Su ímpetu y su voz susurrando entre jadeos me puso a mil…

– “Continúa no pares ahora por nada del mundo… ¡Por Dios no pares de follarme! ¡Aaaghh cariño me corro Uuumm! Dame másss

Convulsionaba como una perra con todo el cipote de mi hijo clavado hasta el estómago, los esténtores me mataban soltando descargas por todo mi cuerpo que casi no podía controlar. Alberto se quedó quieto en esos momentos, agradecida acariciaba sus brazos, su cara y su cuello mientras me llegaba el relax tras la tormenta de adrenalina…, en unos segundos se acompasaron mis jadeos y…

– “¡Continua hijo!” 

Le lancé tras unos segundos gloriosos que me dejaron traspuesta en esa “dulce muerte” del orgasmo… 

– “Ahora te toca a ti. ¡Quiero que descargues tu potencia sobre mamá…la quiero toda!”

– “¡No llevo puesto condón...!”

– “Ni te hace falta...Continua follándome hijo! Con tu madre siempre podrás follar a pelo y vaciarte los huevos hasta dejarlos completamente secos” 
 
Me elevó las piernas sobre sus brazos quedando apoyada en mi corvas, e inició una nueva etapa de mete saca profunda y rápida de la que no me recuperaba entre gemidos entrecortados. Aquel hombre no era mi hijo atento y cariñoso, se había convertido en un gran macho, en un potente semental que follaba a las mil maravillas, que se estaba tirando a su madre sin el menor recato ni pudor, abriéndole el coño en una súper follada que debía de durar más de quince minutos sin apenas tregua. El muchacho incrementaba sus acometidas gentilmente, con un aporreo constante de sus huevazos en mi perineo…, y de pronto noté la verga más dura, más gorda en su instante álgido, mientras sus pulsaciones se amplificaron y sus jadeos se hicieron patentes con hiperventilaciones eufóricas hasta que soltó un bufido en el mismo segundo que percibí el notable tiro de leche que eyaculó dentro de mi vientre...

¡Qué cabrón…menudo aldabonazo de lefa! Quedé asombrada sin darme tiempo a reaccionar, gemí recibiendo el segundo y un tercer lechazo de un esperma espeso y contundente que atoraba mi cuello uterino. Al tiempo, mi chico se desahoga vaciando sus testículos para llenarme mi vagina de esperma fértil, le clavaba mis uñas amorosamente o enfada por darme sin precauciones, la semilla colmada de “albertitos” deseosos de preñarme, millones de espermatozoides jóvenes, sanos y rápidos en su conquista de mi útero. Todo me rememoraba a el día que su padre me preñó, tuve las mismas sensaciones...el tacto de su piel, el olor a macho y la llenada de coño.

Terminamos rendidos sudorosos, satisfechos, uno sobre el otro al darme la vuelta sobre la cama con la polla empalada aun en mi vagina y mis tetas aplastadas sobre su abdomen, reposé mi cabeza en su pecho y me quedé en tal estado de relax que podía notar su semen derramarse dentro de mí moviéndose por mis trompas de Falopio. ¡Y un beso húmedo sellaba nuestra perversidad…!


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Aquella mañana cuando me miré al espejo, me veía exultante y bella…deseada, le dije sin misericordia a quien me miraba con desdén al otro lado… ”Soy Margarita, una joven mujer madura deseosa de no perder más trenes…”. 

Desperté con mi hijo al lado, la luz del día me cegaba y mi cuerpo respondía agotado. No estaba muy segura de lo que pasó esa noche, pero mis sospechas me llevaron a deslizar mi mano hasta mi entrepierna y al introducir un dedo en mi coño, lo noté acuso, caliente con una ligera irritación gustosa…, olí mi dedo impregnado corroborando que era una mezcla de flujo vaginal y esperma, el semen de mi amado hijo. Me sentí acalorada, enfadada conmigo misma, me levanté a darme una ducha. Con el ruido Alberto se despertó y se dirigió al aseo a echar la primera meada del día, poco importó que estuviera metida yo en la ducha. Cogí una toalla y me la envolví alrededor de mi cuerpo, salí del plato de ducha, encontrándome con la mirada de mi hijo…

– “Buenos días mamá. ¡¿Cómo estás?!”

– “Bien cariño, muy bien ¡¿Y tú?!”

– “Estupendamente, voy a tomar algo que en una hora tengo un partido con el equipo, volveré en dos horas”. 

Me dio beso en la mejilla cerca de la comisura…nada había transcendido para él…, se marchó a la cocina. La normalidad de sus actos me dejó tranquila e intrigada.

Ya en la cocina preparando pregunté… – “¡Cariño anoche pasaron cosas entre nosotros que no podemos eludir por muy mal que nos parezca…! ¿Tú qué opinas sobre ello…?”

–“Pues no me pareció mal, al contrario fue muy bonito compartir contigo algo que tanto deseaba y si tu quieres podremos seguir haciéndolo ¡¿A ti no te gustó…?! No pareces muy convencida…”

Me quedé parada sin decir nada con los ojos perdidos… 

– “¡Ah sí!, sí cariño me pareció muy bonito lo que compartimos. Pero no tengo claro que sea adecuado… ¡Estoy casada y tú eres mi hijo!!

– “Más bien deberías decir que eres una mujer abandonada por tu marido en la cama, y que yo he dejado de ser tu hijo definitivamente, en esa cama.

Alberto tenía razón, mi esposo tan solo me follaba una vez al mes, pero en el último medio año no sumaban ni cuatro veces las que me poseyó. Tenía 58 años y debía de estar de capa caída, la andropausia seguramente o se había buscado otro aliviadero…, sea el caso que sea, con 40 años me sentía plena y con ganas de disfrutar del sexo que mi marido no me daba, y aunque me sonaba amoral, follar con mi hijo en casa era lo más parecido a una relación estable, que me ayudaba a despejar la tentación de buscar cualquier otra opción externa. Yo era en el fondo una mujer tradicional en eso, si estaba con un hombre era el único que entraba en mí, y en estos momentos el único macho de mi vida había sido y ahora con más razón, mi hijo…. Sabía que su madurez haría que nuestra relación fuese discreta y totalmente invisible, podría confiar en él, y por ese motivo asumí tenerlo como amante, solo tenía que aceptar que ya no existía ninguna línea roja que franquear entre dos dos, porque al parecer él ya lo  había interiorizado a pleno. 

La culpable de haber llegado, creo yo, fue mi necesidad de sentirme una hembra apreciada, dentro del contexto de vivir en una casa que se me hacía chica, largas noches sola en mi dormitorio donde apenas se ejercía el acto marital, y la llamada silenciosa de ser fecundada, componía la melodía que me llevó a compartir con mi hijo el amor carnal...lo que él tanto deseaba llevado por intransigente atracción de Edipo que sienten ciertos hijos por sus madres. Un chico moreno y fibroso, con músculos bien marcados por el ejercicio, ya que juega mucho al baloncesto, no es un ejemplar al que le falten chicas con las que salir, con lo cual descarto que sea yo su foco carnal principal, por eso creo que solo se debe a la necesidad de ayudar a su madre a salir del abismo en el que me veo atrapada en un matrimonio insulso. 

Mi hijo ve en mí a una mujer en plena madurez, bella ante sus ojos, aunque no me considero tan atractiva como mi retoño me hace entender, de piel muy blanca y cabello castaño claro, delgada y de unas tetas proporcionas a mi talle con un 105B, un culo respingón ayudado por una cadera altas y anchas…, si buscara no faltaría gentuza que me quisieran follar…, pero en mi primer día de cuarentona, me he jurado amor a mi hijo, olvidando los votos matrimoniales por falta del cumplimiento por parte de mi marido. De ahora en adelante excomulgo a mi esposo de mi sexualidad, de mis deseos lascivos, de mis pensamiento caliente y proclamo a mi hijo como el nuevo dueño de mi libido.

La secuela de nuestro amor no tardó en llegar. El caso es que ese mes de julio unos días después de nuestro primer affaire, llegamos mi niño y yo de una fiesta familiar, casi nunca tomo alcohol, pero últimamente me estaba pasando fuera de la vigilancia de mi esposo…, mi hijo igual. En esta ocasión me dejé llevar por el ambiente y la insistencia de mis hermanos, una vez en la habitación de matrimonio abandonada por mi esposo por su trabajo una vez más, me hallaba un poco pasada de copas sin llegar a estar ebria, solo un poco alegre. Esa noche dormiría con Alberto y poco me importaba ya desvestirme con mi niño ahí. 

Claramente percibí su mirada fija en mí cuando me senté en la cama con solo unas braguitas por prenda. Y no sé porque, pero le pedí me masajeara un poco la espalda con el pretexto de algún dolorcillo, se hincó de rodillas tras de mí, dándome un delicioso sobo, empezando por los hombros, omoplatos. En algún momento avanzó las manos entre mis axilas llegando al borde de las tetas, las contorneo con sus dedos. Me encantaba su atrevimiento y lo dejé seguir, pero poco después ya jugaba con ambas manos en mis ubres. En algún momento traté de detenerlo, pero era tan agradable el masaje ahí, que no pude evitarlo. De repente me pellizcó los pezones de tal forma que me estremecí hasta los huesos, en ese momento terminé por perder la cabeza, olvidando como la otra vez que era mi hijo, llevé una mano hacia atrás agarrando el grueso y caliente bulto en sus calzoncillos. Él más seguro, aprovechó para ir bajando una mano por el vientre hasta el elástico de las bragas. Metiendo la mano por dentro, instintivamente separé las piernas para dejarlo llegar, dejando escapar una serie de gemidos de placer al sentir sus dedos frotar y hurgar en el chocho caliente de mamá.

Llegó el momento en que no pude más, me saqué las bragas y me acomodé en la cama a cuatro patas en la postura de la perrita folladora… cada día me sentía más PUTA. Un momento después sentí la cabeza de su verga buscar la entrada en mi coño, me la ensartó de un empujón arrancándome un fuerte gemido, entre dolor, sorpresa y placer. No tenía a un hombre con tantos arrestos, follándome, desde que me abordó en el aseo mi tío Jorge… no cabía duda que de tal palo tal astilla… ¡Joder no esperaba tal embestida, aunque me moría por tenerla dentro! Tomándome por las caderas inicio el bombeo de su ariete en un mete y saca calculado…, primero con calma, aumentando poco a poco la velocidad y fuerza de los embates, me oía jadear y gemir como loca con cada ensartada, y así de repente me la dejó clavada hasta el fondo, un extraño pero agradable calorcillo en el fondo de mi vientre me hizo saber que el chico se corría. Apenas dio un gemido de desahogo y noté la hinchazón de su polla deslechándose en el útero de su madre, acabando unas cuantas metidas suaves en profundidad a cada convulsión producto de los chorros de lefa eyaculados…. Por un momento me sentí decepcionada, pero comprendí que era un muchacho adolescente con la testosterona por las nubes y la libido desorbitada, también un poco achispado donde el descontrol se evidencia.

Mas no tardé en darme cuenta, que mi chico seguía dentro de mí, tan grande y duro como al principio. Debió de ser una eyaculación rápida de las que no te quitan la ganas, porque le tomó unos segundos reanudar la faena con más vigor, ensartándomela a veces con tal fuerza que parecía quererme partir en dos, arrancándome gritos de tanto placer. De pronto una oleada de sensaciones me inundó la mente, y luego poco a poco me fui relajando deliciosamente como si flotara en un sueño, cuando alcancé un orgasmo delicioso con su polla enterrada en mi vagina…, noté unos calores que me cubrían todo mi ser aflojándome las piernas.

Entre tanto mi hijo continúo bombeando unos minutos más antes de vaciar de nuevo su tibio semen en lo más profundo de mi vientre otra vez…, yo disfrutaba de uno de los intensos orgasmos que mi hijo me daba, como nunca había tenido en mi vida. Notaba su cipote enterrarse dentro de mi coño una y otra vez a una cadencia frenética, mi chico me tenía ganas…atolondrada por la corrida y el alcohol lo percibía divinamente entrar y salir en mi mundo etéreo, empujando todo mi cuerpo con tal fuerza, que de no estar sujeta por el culo, me estamparía contra el cabezal de la cama…, el colchón nos mecía y la estructura llegaba a chirriar de los fuertes viajes de su tranca en mi coño… de pronto noté su leche llenarme mi útero una vez más. Mi hijo acabó de secar sus testículos derramando lo que le quedaba en los cuatro o cinco chorros de rico esperma que atoraba mi matriz…, caí rendida sobre las sábanas….

No recuerdo en qué momento mi hijo y yo perdimos el contacto, ni cuando me quedé profundamente dormida. Pero desperté apenas amaneciendo. Por un momento pensé había tenido un delicioso pero prohibido sueño, pero al vernos tan cerca y desnudos…, la pegajosa humedad entre mis muslos me golpeo intensamente trayéndome a la realidad. Con lágrimas en los ojos corrí a darme un baño, como si así borrara el pecado con esa agua bendita. Una vez más había caído en la tentación rompiendo la línea roja que una madre nunca debería sobrepasar con su hijo. Llegado el lunes de esa semana mí hijo y yo antes tan unidos y afectuosos, solo cruzábamos pocas palabras, en una tensa calma…, dos días duramos en tal estado. Viendo mi desazón en el ánimo me suplicó le perdonara, si todo aquello que sentía por mí era motivo de nuestra separación afectiva…porque me amaba más vivamente como madre que como mujer.

Lo abracé amorosa, diciéndole que no había sido su culpa…, – “No creo que sea culpa tuya, soy tu madre y debería saber controlar mis impulsos… el alcohol, mi soledad y tu juventud nos han jugado una mala pasada dejándonos caer en su trampa”.

– “Pero yo te sigo queriendo igual o más que antes… No puedo vivir sin que me toques, me abraces y me sonrías”.

– “Hijo, eso que acabas de decir es muy bonito… ¡Te prometo que no dejaré de sonreírte y de tocarte!”

– “¡¿Me volverás a besar?!”

– “¡Te volveré a besar todos los días, mi amor…!”

Se quedó más tranquilo, y luego de una larga pausa, le pregunté si pensaba que era bonita, sonrió y respondió que bonita era poco… era una mujer muy atractiva. Me confesó además que desde antes de nuestro encuentro sexual, ya hacía años le llamaba la atención mi cuerpo, mi forma de gesticular, mi voz calma… se fijaba en demasía en mis tetas y en mi culo, que le gustaban mucho por cómo se movía al andar al elevar alternativamente cada nalga, debido a la incidente hendidura que las divide haciéndolas completamente diáfanas. Suspiró y apenas musitando como para que no lo escuchara, pregunto si podía tocarme. Sin pensar, le respondí…

– “¡Solo un poco cariño!”

Pensé que lo haría sobre la blusa de mi pijama, pero desabrochó un par de botones metiendo la mano para agarrarme una teta, acariciándola ligeramente….

– “¿Te agradan mis caricias…?”

Sonreí respondiendo con una afirmación de mi cabeza, sin querer agregué… 

– “¡Me gusta mucho mi vida…!” 

Se dibujo una sonrisa pícara que tanto me recordaba a mi tío Jorge… mi hijo heredó lo mejor de aquel hombre.

– “Quiero que sepas que hacer el amor contigo ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida...después de parirte”.

Entre sus caricias en mis mamas, su alegoría a lo nuestro y el recuerdo de verme sometida por mi hombre, me fui calentando cada vez más, de pronto mi chico pellizcó un pezón de tal forma que me llevó a un estado de excitación que terminé por perder la cordura. Concluí por desabotonar la blusa, dejando al descubierto ambas tetazas, mi niño entonces aprovechó para comenzar a mamar una de ellas mientras su mano continuaba jugando con la otra. Entre tanto mi mano buscó y encontró su miembro duro y caliente bajo el pantalón, recorriéndolo una y otra vez a todo lo largo. Poco después mi niño sin dejar de chupar de la teta materna, jugueteando con la lengua en el pezón, dándole a veces ligeros mordiscos…, metió una mano bajo mi pantalón, separé las piernas un poco dándole libertad y mejor acceso para masajear el clítoris metiendo de vez en vez los dedos en la vagina anegada. Volviéndome loca de placer, finalmente no pude contenerme más, me saqué el pantalón con todo y las bragas…, mi hijo al verme hizo lo mismo, para luego acomodarse sobre mí entre mis piernas que separé tanto como pude quedando despatarrada con la intención de volver a ser poseída por mi amante hijo, una bestia nacida para ser el mejor adulador semental.

En la posición del misionero, sin llegar a posarse sobre mí, enfiló su ariete sin más ayuda que su juego de cadera y me la fue metiendo despacio… 

– “¿Te gusta así mamá?”, me pregunto suspirando…, asentí.

Entonces inició un mete y saca desesperantemente lento… le supliqué más y más, moviendo las caderas de arriba abajo tratando de forzar la profundidad de las ensartadas. Pronto comprendió mi ansiedad, clavándome el falo con más fuerza, comencé a gemir y jadear como loca al notarme llena de verga, subiendo y bajando frenética la pelvis siguiéndolo, para lograr estocadas más duras y profundas. En nada habíamos adoptado la posición del yunque, y la inserción profunda de su polla se hizo notar. Mi mano se paseaba por la entrada de su balano en mi coño acariciando mi vulva y mi clítoris, sentía su musculada virilidad deslizándose adentro y afuera infinitamente. Daba duro a su madre sin pensar que sus arremetidas me llevaran al clímax tan pronto…, todos mis músculos se tensaron, mi vagina se contraía en espasmos apretado el tronco, como si quisiera ordeñarlo. Él debía notarlo por sus gestos cerrando los ojos para interiorizar el placer de sentir succionar su mástil con mi vagina. Segundos más tarde me fui relajando en un delicioso sopor. Mi niño aun continuó bombeando el fierro dentro de la progenitora con fuerza, un par de minutos más. 

Me posicionó en la postura del tornillo, me tenía a su merced antes de dejármelo clavado hasta la raíz, y soltando un gemido de verraco, justo en el momento que fue a dejarme sentir su leche tibia en lo profundo de mi vientre, chorro tras chorro de rico esperma lo iba gozando, notaba el relleno de su lefa espesa en mi fondo más íntimo. Su semen ya formaba parte de mis fluidos vaginales, su olor a testosterona me soliviantaba y me enajenaba dejando de pensar en lo insensato de follar con tu propio hijo…, pero una vez pasado el calentón de la lujuria…. Solo me quedaba la razón, los pros y los contras de una relación incestuosa, amorosa pero cuestionable. Lo peor es que no negábamos la atracción mutua.





Por la mañana hablé seriamente con mi hijo. Dejamos claro que el sexo entre madre e hijo era inapropiado…y acordamos que nunca más volvería a suceder…, todo ello después de dos polvazos a pelo en esa misma noche, gestionando su esperma dentro de mi útero. Sin embargo el sábado de esa misma semana, no habiendo pasado ni diez días, montaron una fiesta en casa, por el décimo sexto cumpleaños de mi sobrina. No se imaginan los celos tan terribles que sentí cuando mi niño bailaba con las chicas, al muchacho se lo rifaban esas lobas tan jóvenes y falta de escrúpulos…. Me lo besaban y toqueteaban…, inconscientemente fijaba la vista en el pantalón tratando de ver si alguna de ellas lo estimulaba. Cuando caí en cuenta de esta obsesión, me cambié de lugar para no verlo y me puse a hablar con otras personas mientras bebía algunas cervezas tratando de olvidarme de Alberto. Ya para terminar la fiesta por fin apareció el muchacho. Tomó un vaso de tinto de verano en la mesa y se los bebió casi sin respirar, alegando tenía mucha sed de tanto bailar.

La fiesta duró hasta entrada la madrugada y ya de regreso a casa cada uno, me quedó para mí todo el desastre, quedé muy seria con él. No pude evitar estar celosa y enojada por verle disfrutar con todas esas niñas y dejado la limpieza para su madre… me sentía como la cenicienta. Total que ya recogido lo imprescindible, me encaminé a la habitación con mi niño tras de mí. Me detuve en la puerta un momento y me estiré bostezando con cierta flojera. Mi niño aprovechó para abrazarme muy amoroso por la cintura, preguntando por que estaba enojada. Le respondí que por andar con las niñas se había olvidado de mí. Me abrazó más fuerte y me acusó de estar celosa, fue entonces que sentí el bulto de su pantalón en mi espalda baja. Casi de inmediato sentí endurecerse los pezones mojándose la vagina. Alegué que no estaba celosa, era su madre… al tiempo que sin pensarlo me paré en la punta de los pies para poder sentirlo en mi culo respingón. Entonces el subió las manos apoderándose de mis ubres. Fue tan delicioso el apretón que les dio que no tuve fuerza para quitárselas de ahí, solo suspiré… 

– “¡Eres un aprovechado sinvergüenza… un CANALLA!”

Pasé mi mano hacia atrás agarrándole el bulto que se le extendía hasta el muslo, menuda erección en diez segundos. Fue entonces que mi chico me soltó de una mano para bajar el cierre del vestido, luego deslizando los tirantes por mis hombros desnudó mis tetas, y volver a masajearlos a su antojo, excitándome cada vez más. A la sazón me dio semejante pellizco en los pezones, que aunque me dolió un poco me calentó de tal manera, que ya sin ninguna conciencia, di unos pasos hasta la cama acomodándome de perrito tirando de él… por su parte, con toda calma, me subió el vestido hasta la cintura, bajándome las bragas a las rodillas. Ansiosa le pedí…

–“¡Por favor no me hagas esperar más! ¡Dámelo de una vez!

Por fin tomándome por las caderas guio el ariete a mi raja, la repasó con su glande desesperándome, se sentía delicioso…duro, y caliente. Cada día veía a mi niño más varonil, más dominante, más macho como fue su padre conmigo. Se paró en la bocana de mi coño tras un rato dándome pasadas, y me lo abrió suavemente metiendo gratamente acompasado el orondo capullo, lo clavaba condescendiente pero continuo hasta la raíz. Iniciando el mete y saca una vez que mi vagina se acomodó al duro cilindro de carne palpitante. Lo estaba gozando mucho, pero sentía que quería algo más. Así que me desacoplé, indicándole se acostara de espalda. Le fue desabrochando botón por botón de la camisa. Besando cada segmento de pie que se iba descubriendo, luego terminé por sacarle el pantalón con todo y los slips. 

¡¡Apareció ante mí su virilidad en estado majestuoso!! Lo aprecié tan grande y gordo, pensé que con razón me había dolido las dos veces que me había follado. Lo agarré con ambas manos una seguida de la otra como midiéndolo, quedando la cabeza fuera del puño. Jugué con el pedazo de carne un par de minutos, no sé por qué, antes de llegar a mamarlo con gran deseo, comiéndomelo hasta donde me era posible, casi a punto de ahogarme. Y luego sacarlo de la boca con los labios aprisionándolo, seguido recorrí con la punta de la lengua todo lo largo terminando por jugar un poco con la cabezota, su orificio y el contorno de su visera… mi niño no dejaba de suspirar y gemir, y eso me excitaba tanto.

Llego el momento en que me pidió que parara o se vaciaría, pensé en sentir su leche en mi boca, y eso me causó inapetencia, así que me detuve de inmediato. Y sin perder tiempo me monté sobre él, me posicioné en cuclillas elevando su pesada verga hasta enfilarla con mi agujero, que despejé con mis dedos apartando mis labios vaginales para que el gran falo tuviera vía libre y me ensartara por completo, algo que hice yo misma. Comencé a mover la pelvis de arriba, abajo y de adelante a atrás, cabalgándolo como si fuera en una amazona a todo galope, de modo que el mostrenco de verga recorría cada esquina de mi vagina, haciéndome gozar lo inimaginable frotando cada terminación nerviosa de mis paredes con su glande y tronco venoso. Pese a mi forma, no aguanté mucho así, llegando el orgasmo entre gemidos y suspiros entrecortados a los tres o cuatro minutos. Al mismo tiempo creí sentir los espasmos del su miembro viril queriéndose correr en los más profundo de mi cueva de amor. 

Agotada me dejé caer a un lado de mi niño, quedándome profundamente relajada…, Alberto respetó mi disfrute con caricias, no sé qué hora sería, pero me desperté del atolondramiento sintiendo sus caricias en mis nalgas acostada de lado con mi hijo detrás. Somnolienta pasé una mano hacia atrás. Tomándolo por la cadera lo jalé atrayéndolo a mi cuerpo y sintiendo inmediatamente su virilidad entre las nalgas. Di un suspiro en señal de aceptación y un momento después ya era poseída en la postura de “cucharita”, se movía lento sacando y metiéndolo despacio teniéndome en una nube… lo gozaba de una forma tan especial. Levantaba mi pierna izquierda para que su acoplamiento mejorara, y entrase mayor cantidad de polla en mi coño.

Pronto todo el tallo se calaba hasta las pelotas una y otra vez aporreándome el clítoris con sus huevos. Era de locos como me follaba mi hijo agarrándome de las tetas que se desplazan alocadas, a cada envión de su cadera en mi entrepierna. Sus metidas me extraían gemidos, casi gritos dejándome besar el cuello y la boca con lascivia, comiéndonos la lengua a base de mamadas, sintiéndome atrapada por todo su cuerpo… ¡Sublime diría yo!, no se puede decir que lo alcance por segunda vez, pero aun así, la sensación de la leche calientita llenándome la matriz fue asombrosa. Apuntilló duro en mi útero, percibí su bálano golpear la dureza de mi pared vaginal…, el también lo notó ahondado con mayor profusión si cabe. 

Alberto era un martillo pilón follándose a su madre…sin contemplaciones, sin compasión, haciéndome pagar tantos años de pajas por no atender a sus avisos en tantas y tantas corridas en sus calzoncillos, o en algunas en mis bragas usadas embadurnadas de leche reseca o húmeda otras veces. Nunca imaginé que le apeteciera tanto follarme…, y cuando acabé de ordeñarle percibiendo cada chorro de lefa, me volví a quedar plácidamente adormilada con la dulce emoción de estar bien cubierta por mi hombre. Era una gozada ser amada con tanta pasión y fogosidad para acabar con el coño lleno de dura carne y de semen en cantidades ingentes.

Apenas amanecía cuando desperté. Mi niño no estaba a mi lado, me sentí sola, iba a buscarlo cuando entró aún desnudo en el cuarto. Así en penumbra fue como ver a un dios griego, le extendí los brazos y de un brinco estaba sobre mí. Me dio un beso en la boca, que por un momento me sorprendió…, pero inmediatamente le correspondí, abriéndole un poco los labios, su lengua entró en mi boca jugando con la mía, entretanto una de sus manos masajeaba mis tetas, pezones se endurecieron experimentando sofoco…, instintivamente separé las piernas, buscando su ariete para guiarlo dentro de mí. Iniciando una nueva follada, fruto del deseo inapagable de su gran cipote por el ávido coño de mamá, en parte con los movimientos de sus caderas, seguido por mi pelvis, ambos sincronizados tal que fuéramos amantes veterano. Me conoció los gustos tan rápido como ninguno lo logró… En un principio lento, para ir aumentando paulatinamente con empujones más contundentes, martillándome con fuerza entre apasionados besos y salvaje masaje en mis ubres ¡Perdí la cabeza! Como demente empecé a repetir una y otra vez mi deseo de más polla, más fuerza y más dureza…, más y más. Entonces mi niño se hincó entre mis piernas despatarradas…, me tomó por los tobillos poniéndolos sobre los hombros y en esa postura se puso a follarme a tope enterrando toda la tranca hasta los cojones…, primero despacio aumentado la rapidez y la fuerza de deliciosa ensartada, minutos después me soltó los tobillos para tomarme de las caderas jalándome hacia él, y quedando yo con el culo sobre sus muslos, apoyando los pies en la cama, para continuar con los duros embates, arrancándome una serie de quejido, gemidos y suspiros con cada ensartada como una loca.

De nuevo mi chico estaba llevándome a unos de los clímax más intensos de mi vida, que se contrajeron cada uno de mis músculos. Sobre todo los vaginales que se apretaban con fuerza al invasor, como para no dejarlo ir nunca, pero mi semental aun no estaba listo, continuó con el bombeo como un minuto más permitiendo el golpeteo de sus duros cojones en mi culo. Aquello era demencial y no duró más de diez minutos a toda máquina cuando pude sentir el delicioso calor de los chorretazos de semen en lo profundo del vientre, su agitado aliento en mi cara, comiéndome la boca al tiempo que descargaba con fiereza su leche espesa en los cuatro o cinco chorros de esperma presto a preñarme si yo no lo impedía…quedamos agotados, exhaustos de la gran intensidad con que no apareábamos…. 

Más tarde mientras me bañaba, razoné sobre esta relación prohibida con mi hijo, buscándole una solución, una salida honrosa poniéndole fin a esta locura de amor incestuoso, pero me convencí que de nada serviría resistirme, volvería a caer por una simple razón…, mi subconsciente era incontrolable por mi voluntad y mi cuerpo nunca había gozado tanto en la vida con ningún otro macho… tan intensamente y prolongado. Jamás encontraría a ningún hombre que me amase tanto, fuera tan fiel y me perteneciera tanto como mi propio hijo…, si bien de siempre me han llamado la atención los hombre maduros, ahora sé por qué….

Suelen tener unas grandes pollas muy desarrolladas, y eso era lo que a mí me volvía loca de verdad en un hombre desde niña… SUS GRANDES POLLAS. La casualidad hizo que mi tío Jorge estuviese bien dotado y lo heredara mi hijo, con ello lo tenía todo mientras mi retoño no me abandonase, así jamás tendría fuerza de voluntad para resistirme si mi niño me deseaba…. No pasaría más de un mes cuando comencé a sentirme  un poco diferente cada mañana, lo atribuía a las increíbles noches pasada con mi hijo…todas me follaba antes de conciliar el sueño, pero mientras me enjabonaba…, instintivamente empecé a sobarme el vientre, entonces un presentimiento pasó por mi mente, haciéndome  estremecer. Pese a que tomaba la píldora, no se puede decir que sea al 100% efectiva cuando no se ingiere a diario y yo me saltaba algunos días por despiste, o cuando Eduardo me follaba…deseaba darle un hijo, eso unido a la energía y potencia del esperma de mi hijo…. En los días siguientes me haría varias pruebas de embarazo confirmando que mi más profundo temor no se cumplía, No estaba preñada, pero…





…Mis temores terminaron por cumplirse, tanto iba el cántaro a la fuente que acabé preñada de mi hijo. En las largas ausencias de mi esposo, era mi hijo quien compensaba el vacío matrimonial de mi cama y mi persona. No todas las noches dormíamos juntos, pero sí la gran mayoría compartíamos la sábanas, pegados, abrazados o separados, pero sintiéndonos cerca. Llegar a los 40 años es un punto duro de inflexión el la vida de una mujer, y él único que recordó y festejó ese día único para mí, mi esposo se acordó a las dos semanas pasadas…, no le hice caso, ni al regalo de una joya de oro blanco que valía una pasta con el que quiso compensar…. Nada sería mejor que aquella noche de vino y rosas de mi hijo, dándome el mejor polvazo en años...lleno de AMOR. 

La rutina diaria no dejó de existir, recuerdo que solía bañarme y vestirme delante de mi hijo, y a veces quedaba desnuda varios minutos ante él. A mi hijo le fascinaba mirarme y a mí que me dijera cosas bonitas.

­– “Si algún día encontrase a la mujer adecuada, será porque es tan hermosa como tú. Nunca sabrá la suerte que tiene ese rufián de tu marido de tenerte, con ese cuerpazo ¡Ufff!” En fin…

Cierto día andaba de morros y mi marido llevaba días molesto conmigo sin siquiera tocarme…, se marchaba temprano a su trabajo a eso de la 7:00, poco me importaba a esas alturas pues yo tenía a mi amante a tan solo cinco metros de mi cama. En esos días mis hormonas andaban más alborotadas de lo normal, la primavera y los primeros calores del buen tiempo…. Saliendo del baño, como siempre mi hijo ahí estaba, me iba a vestir y estuve a punto de decirle que saliera, pues no me apetecía que nadie me montara, deseaba algo rápido sin transferencia de fluidos de por medio que ya me hallaba aseada, vamos quería masturbarme y quitar la desazón…, pero por algo no lo hice y que bueno,…. Quedé desnuda y comencé a mirarme en el espejo, de un lado a otro, y mi hijo me dijo… 

– “No es necesario que te chequees más, estás muy bien…, es más se puede decir que estás muy buena… ¡Solo porque eres mi madre y estás casada, sino ya verías como te iba…!”

Me acerqué hasta él y le dije como me iba a ir…. – “¡A ver dime niño, cómo…!” Mitad retadora y mitad insinuante….

– “Yo solo digo…” me dijo, notando que se puso nervioso,….

– “¡¿Acaso que tenga marido, te ha impedido follarte a tu madre?! Lo dejé patidifuso… ¡Bobalicón…! Le dije. – “Tú eres de los que enciendes a las chicas y después no te quieres mojar ¡¿No?!”

– “No mamá, soy de los que llegan al final ¡Tú lo sabes bien…!”

– “Ya, menos hoy, se me hace que después de verme como me visto te vas a pajear cuando te deje solo en casa… ¿verdad?”

Lo noté excitado… –“Mamá, no me provoques que no soy de piedra…, y me gustas mucho…”

La nerviosa fui yo, llevaba un poco de prisa por llegar al trabajo a la hora… tartamudeé diciendo…

– “¡Y yo soy mujer antes de ser tu madre…! Así es que no me provoques tú a mí, porque entonces voy a ser yo quien no responda de mí”.

Por toda respuesta tomó camino hacia mí, me abrazó y me besó en la boca, dejándome sin respirar unos segundos casi un minuto acariciando mi cuerpo desnudo. Sentí como su polla se ponía dura en unos instantes, me zafé… 

–“¡Cariño tengo prisa, no llego al trabajo! Ahora esto no está bien…” 

Aquel juego dialectico nos calentaba, pero no era el momento más adecuado.

– “¡¿Por qué no?!” Me dijo. –“Soy tu hombre y tú mi mujer…. Además me gusta follarte por la mañana. Todas estas noches con tu marido me tengo que hacer una paja pensando en ti, en tu cuerpo desnudo…, en tus tetas… en tu coño y en ese rico culo que tienes. ¡Joder mamá me tienes loco! No soporto cuando os escucho hacer el amor…”

– ¡Mi vida no tienes porque ponerte así!, es mi marido tiene sus derechos y deberes conmigo y sinceramente sabes que apenas lo hacemos. Comparado contigo tú ganas por goleada 1 a 10, y la calidad de tus polvos son inmensamente mejores…, no hay color. Además no es posible que oigas gemidos cuando él me folla, porque apenas siento nada y si los hay es porque pienso que eres tú quien me lo hace…”.

Sentir sus labios, sus manos, escuchar sus palabras me excitó y me puso al máximo…. Nos correspondimos, lo desnudé ipso facto, saqué su tremenda verga de tamaño espectacular, gruesa y durísima…, con unos testículos grandes divinos. Nos echamos en la cama, y lo desnudé por completo…. Le hice un sexo oral sabroso, sentir como su verga palpitaba dentro de mi boca era sensacional. Él me comió el coño de una manera divina…, su lengua entraba y salida de vagina amplia y flexible, de labios gruesos y grandes, clítoris regular pero respingón…. Me supo delicioso poniéndome a tono ese sexo oral que duro varios minutos…, nos hicimos un rico 69 dejándonos llevar por la pasión y la lujuria. 

Me recostó de espalda levanto mis piernas a sus hombros y me ensartó todo el cipote de una sola vez hasta los cojones ¡¡Uufff! Mi gemido fue brutal, estaba como unos casi cinco días sin probar su ancha verga y esta estaba deliciosa…, siempre está deliciosa, mi hijo es todo un garañón. Me hizo gemir revolcarme y gritar como una puta…, me volteó, me empinó, me ensartó así sin darme tregua y sin sacarla de la cueva de mi conejo.

Finalmente me monté en él y en todo ese periodo tuve un par de orgasmos. Me posicioné para cabalgarlo frente a él apoyando mis manos en sus pantorrillas, sobre mi niño abrí mis piernas y toda mi raja quedó a merced del empalado de su mástil en mi ajado coño…, me la ensartó a tope… y eso sí fue soberbio, lo dejo ir de un solo embiste hasta los huevos, me dolió y con mis manos en su pecho y quise zafarme. Las lágrimas estaban en mis ojos, de gusto, de dolor, de placer de amor… nos sé, pero él me sujetó firmemente diciéndome… 

– “Aguanta mami, ahora eres mía y solo mía…. Aunque creas compartirme con tu marido sé que solo disfrutas conmigo, solo me amas a mí y soy tu único hombre, tu único macho y semental…”

Me agaché para callarlo, metiendo mi lengua en su boca, nos la comíamos al tiempo que mi culo elevado era buscado por su ariete de gordas bolas arreciéndome fuerte en mi ávido coño desamparado por mi esposo. Mi hijo me estaba dando lo mío sin compasión e impúdicamente metiendo un dedo en mi ojete, cual si fuera una doble penetración ¡El cabrón sabía cómo provocar para sacarme un buen orgasmo! El tercero para ser exactos, tras varios minutos follándome sin intermisión…, y la verdad fue delicioso sentirlo a la vez que su semen caliente entraba en mi más profunda intimidad atorándome el útero con los chorros de leche contundente de su copiosa corrida. Caí desfallecida sobre su pecho besándole el cuello, la cara y la boca, esperando que su polla se deshinchara y terminase de inseminarme tumbados en la cama descansando, y recuperando el aliento. A los diez minutos, me avivó la alarma del móvil, hoy llegaba tarde seguro, me desacoplé y mi di una ducha rápida dejándolo tirado sobre la cama al muy holgazán… Hoy tendría que buscarme una buena excusa en el trabajo para llegar media hora tarde.

– “¡Vamos cariño, tienes que ir a la universidad! y yo llego tarde joder con el chiquillo este…solo pensando en follarse a su puta madre”. Decía huyendo. 
 
Me quejaba pero en el fondo aquello me daba la vida, me animaba a seguir, a estar más viva y alegre pese a la clara disfunción marital de mi esposo, un desecho de hombre que solo servía para pagar las facturas…. Así pasaban los días que teníamos sexo desenfrenado y pasional. Cierto día mi marido llegó con ganas y me tomó haciéndomelo con cierto entusiasmo…, la pastilla de viagra hizo bien su trabajo durante un rato… la verdad lo gocé y lo disfruté pero se dio cuenta que no estaba como siempre de caliente y de entregada. Al terminar me dijo… 

– “¡Te veo tensa, parece que no has gozado de haber hecho el amor!

– “Así es, tengo un poco de estrés del trabajo…”, solo le dije (¡¿si supiera con quien me lo hacía?!)

El viernes de esa misma semana salí de bañarme y mi hijo quiso follarme como siempre, pero sentí que se estaba convirtiendo en una rutina y eso me disgustó, así que le dije… 

– “¡No hijo hoy no lo vamos a hacer!”

Su respuesta fue de enfado… – “Está bien mamá, lo siento. No era mi intención molestarte con mi acoso…”

Me acerqué sensualmente y lo besé en sus tiernos labios… 

– “Hace 22 años que naciste y quiero celebrarlo solo contigo, sin invitar a nadie más…solo tú y yo. ¡Vamos a ir a bailar y de ahí quiero que me lleves a un hotel! ¡¿Dime te gusta la idea?!” le dije insinuante y provocadora al oído susurrante.

– “¡Uummm! Suena bien…, de acuerdo mami. Pero quiero que vistas sexy…, quiero presumir de chica”.

Ese día transcurrió normal hicimos los dos nuestras cosas…. Cuando llego mi marido le dije que saldría con mi hijo a una fiesta en casa de un amigo suyo… y que quizá llegáramos muy tarde…. 

– “Me parece bien…”, solo dijo con tono de enfado y serio.

En realidad mi marido poco sabía de efemérides, mucho menos de la de un hijo que no es suyo. Llegada la hora comencé a arreglarme desde el baño, extrañé que mi hijo no estuviera revoleteando por allí para verme vestir preparándome para él…, pero en fin era un día especial para mí…, así que me esmeré. Había comprado un ajuar blanco de encaje y satín, con medias de licra de brillo. Me puse el sujetador de encaje blanco media copa y muy sensual que dejaba ver medio busto, cubriendo solo la aureola del pezón de un tamaño cercano a 6 cm de diámetro y obscurito, unas buenas tetazas que gasto y dejaría que mi chico se la comiera hasta el dolor. Me puse el liguero de talla de cadera 116, o sea amplia, las medias y me miré al espejo y solo pensé en lo que se iba a comer esta noche mi hijo ¡Mmmm! Me puse el tanga de talla grande. Finalmente me acoplé el vestido blanco de encaje marcando muy bien el sostén, liguero y tanga…, tal como me lo pidió mi hijo. Zapatillas descubiertas blancas y el maquillaje era discreto pero atractivo con labios “Red Russian” y uñas del mismo tono. La bisutería discreta pero bonita, y mi capa era blanca también. Así salí a la sala, llamé a mi hijo…

– ¡Vámonos mi amor…, no se vaya a hacer tarde…!” 

Mi marido me vio pero no se percato del vestido, solo me dijo…

– “¡Te ves guapa para ir solo a una fiesta de adolescentes…!”

– “Son ya casi adultos, y quiero estar a la altura de esas chicas que acompañan a sus novios”.

– “En verdad parecéis una pareja de novios sin no supiera que sois madre e hijo… ¡Bueno que os divirtáis!”

– “…Claro que lo haremos ¡¿verdad hijo mío…?!”

Le puse morritos a mi Alberto, y mi esposo se quedó solo en casa pensando que era mi deber acompañarlo al no tener novia en una fiesta de parejas… Menudo bobo mi esposo, cuando un hombre y una mujer follan, se les nota a una legua, pero mi esposo no se percató que me follaba a mi hijo desde hacía varios meses.

– “¡Madre mía como estás! …me voy a poner celoso…”

Dijo tomándome por la cintura. Se nos notaba que follábamos…. Salimos tomando la calle norte por donde llegamos a la zona centro, ubicamos el antro, y desde que entramos llamé mucho la atención. En el coche vestida de esa guisa, suspiró muy satisfecho espetándome…

– “¡Qué guapa te ves mami…! ¡¿Pensabas volverme loco…?!”

Le dije… – “¡Solo llámame Marga por favor….!”

– “No, te llamaras GLORIA…”.

Estuvimos bailando los dos…, bailé con él y con otro tipo en un intercambio de parejas donde mi hijo y yo salimos perdiendo…. Bebimos lo necesario, nos divertimos bastante cuando mi hijo me dijo… 

– “¿GLORIA, nos vamos…?” Solo asentí con la cabeza.

Al salir insinuante y provocativa como soy le pregunté…  – “¿Donde me lleva caballero?”

– “Ya verás… ya verás, seguro que no te decepcionaré…

Cogimos el coche a riesgo que nos pillara la policía y nos multara haciéndonos soplar, pero tuvimos suerte y a los cinco minutos llegamos al hotel paramos en la calle, y caminamos abrazados bajo la luz de la farolas con la gente paseando a nuestro alrededor, sobre la 12:30. Pidió una suite y nos indicaron cual era…. Todo me parecía un sueño, estaba entrando a un hotel con un hombre con la única intención de fornicar, gozar del sexo sin tapujos y ese hombre era mi propio hijo…, nunca antes con mis novios, ni mi esposo lo había hecho en el plan que íbamos… Entro el coche, bajaron la puerta y él me dijo…

– “Espera yo te abro la puerta, esta es nuestra noche GLORIA…”.

Bajé y cerró el coche, después me subió cargando como si fuera su novia o su recién casada para cruzar el umbral de la puerta del dormitorio…. (He de decir que desde que me casé con Eduardo nunca nadie me había vuelto a cargar y sentirme tan deseada tan querida… tan amada).

Entramos a la habitación que sería el lugar donde se formalizaría nuestra perversión, nuestra luna de miel y noche de bodas a la vez. Cerró la puerta con el pie y me depositó en la cama muy suavemente con delicadeza, me sentía una Reina amada y adorada…. comenzamos a besarnos, a acariciarnos…, lo desnudé a él primero…, besé todo su cuerpo sudoroso y aromático por el baile… atractivo a más no poder alentada por el aroma a testosterona de mi macho. Cuando me quitó el vestido se maravilló de verme vestida en mi intimidad tan detalladamente y solo era para Él…. Ya para esos días no tenía ojos para nadie, más que para mi hijo…. 






Me sacó las tetas con el sujetador puesto, me las mamó a conciencia con succiones extremas succionando y besándolas…, las chupó durante dos minutos entregándose fuerte en mis pezones al tiempo que las acariciaba. Comenzó un periplo hacia abajo a la vez que me zafaba el tanga dejándolo en mis tobillos, con un gesto sexy me deshice de la pequeña prenda mojada de mi calenturiento chocho…. Mi niño se bajó a mamarme el coño…, metió sus labios y lengua en mi vagina haciéndome gemir, casi gritos de placer al comerse mi clítoris y follarme mi conejo con su lengua voraz. Lamía de arriba abajo entre mis carnosos labios vaginales…, mi coño rasurado y perfumado le volvía loco como tocada, me estaba poniendo a mí, y de pronto lamió mi ano ¡Joder que gustazo! Nadie en mi vida se atrevió a darme un beso negro, mi hijo no tuvo el menor pudor de lengüetear mi cerrado anillo estrellado, besarlo y hasta perforarlo con la punta de su lengua.

Sentir la humedad en mi culito me pareció de lo más especial, divino tan sugerente que casi me corro del placer recibido…. Metió uno de sus dedos en mi ojal y acto seguido me bajé al pilón para mamarle su verga….Solo me dejó estar un par de minutos y nos acostamos sobre la cama, conmigo encima de él nos hicimos ambos el oral en un sensacional 69, nos cogimos de una manera deliciosa y única. Duramos bastante, pero buscábamos mucho más, me empinó poniéndome sobre su verga mirándole hacia sus pies y yo medio inclinado mi cuerpo, levantando el culo para follarme en primera instancia como a una perra…lo hizo insertándome su polla por todo mi coño convenientemente lubricado. Me sujetaba de las caderas, mientras la suya se agitaba rápida y ágil follándome como una máquina de pistones alternativos, su recio ariete se clava con facilidad ¡Lo tenía muy duro! El sonido del aporreo de nuestros cuerpos parecía una tormenta de verano ¡Chas, chas, chas! 

Me atravesaban los más de veinte centímetros e cipote hasta notar el golpe de sus huevos en mi coño, al tiempo que el glande casi se alojaba en mi estómago. Y lo más maravilloso fue cuando me recostó boca arriba, me abrió las piernas dejándome despatarrada con todo mi coño abierto, el agujero de mi entrada vaginal a su entera disposición, incluso tenía acceso a mi ano si le hubiese apetecido, en nada me opondría a esas alturas de excitación y complicidad. Tomó su verga enfilándola más horizontal que debido a su rigidez y dureza miraba al techo de la habitación y yo alcé un poco mi cadera para facilitar la penetración perfecta buscando la cota de su gordo y despejado capullo…, fue ameno sentir como resbalaba la verga en mi vagina abriendo poco a poco mis carnes internas, siendo una madre acogedora, sumisa y caliente. Mi hijo me follaba muy tierno, con cariño, con pasión y con entrega…, lo que nunca vi en un hombre, lo tenía personificado en Alberto. Olvidé mi parentesco con él hace mucho tiempo cuando retozamos desnudos en la cama, ávidos el uno del otro… mas lo que siempre olvidamos ambos era follar con condón. ¡Nos gustaba demasiado sentirnos al natural!

A medida que entraba su barra de carne dura, nos mirábamos a los ojos transmitiéndonos nuestro deseo mutuo sin pudor ni vergüenza, queríamos decirnos que lo que estaba ocurriendo era puro amor, puro deseo y LUJURIA. Una vez conseguida la máxima dilatación de mi vagina, las metidas y las sacadas se configuraron rítmicas, de suave vaivén en combinación con otras briosas embestidas. A mi chico lo sentí muy apasionado queriéndome dar todo su amor, caracterizado en su hermosa y viril polla… desde la punta del glande hasta enterrarla en su raíz aplastando sus pelotas en mi coño…, él sabe cómo hacer disfrutar a una mujer con el majestuoso falo que posee…, de tamaño grande sin ser amedrentador, y lo suficientemente grueso para hacerle gozar a mi coño ensanchándolo a cada empellón… sin duda lo que más nos gusta a la mujeres cuando gozamos de una buena follada. 

Mi Alberto comenzaba a esta muy excitado…muy entregado…, así que comencé a apretar con mis músculos vaginales su verga acompañándole rítmicamente en el apareamiento animal magistral que nos estábamos dando. Mis manos recorrían cada centímetro de sus tersos músculos, de su piel pura de vello sibilino e incipiente, de textura perfecta y joven…, su aroma a hombre, a macho, a semental me obnubilaba los sentidos acribillándome de sensaciones externas, e internas cuando su verga electrificaba mis paredes vaginales y su orondo capullo se alojaba en lo más profundo de mi útero. El sonido de sus jadeos expeliendo aire en cada esfuerzo de inserción eran cantos de amor a su madre, a su hembra…me hincaba su tranca de modo automático, a la par que se implicaba besando mi cuello y mis tetas, los pezones eran mordisqueados y chupados en la misma medida ¡No podía decir qué me gustaba más, del aluvión de efectos sobre mi cuerpo y mi mente! Elevaba mis caderas buscándole la más recóndita implantación de la verga en mi coño, las contorneaba para lograr una mayor frotación de su cipote energizado en mi anhelante vagina…lo deseaba todo y todo me lo estaba dando aquel muchacho suplantador de su padre.

Perdí el concepto del tiempo desde que iniciamos a darnos placer, posiblemente veinte minutos cuando sentí su gemido a modo de resoplido, comprendiendo que mi hijo no soportaría mucho más follándose a su madre sin correrse. Deslicé una mano agarrando sus testículos y los masajeé con contundencia friccionándolos con la palma y los dedos de mi mano derecha… solo deseaba que descargara un imponente cantidad de lefa espesa, llegado el momento en el que a un semental le es imposible contenerse cuando su cabeza ya había tomado las riendas del orgasmo. 

Mi semental me procuraba una embestida furiosa y violenta…, rápida, la cual era el preludio de la venida de su ingente lechada. Yo por mi parte me frotaba con decisión el clítoris con la intención de sincronizar su orgasmo con el mío… ¡Nada es más excitante y cómplice que correrse a la misma vez ambos amantes! Y así fue…. Se corrió como nunca, con todo un torrente de esperma espeso descargando en lo más profundo de mi vagina…, dos, tres o cuatro largos chorros calientes y gruesos se agolpaban en la entrada de mi cuello uterino. Al mismo tiempo sentía como su verga tenía espasmos dentro de mi vagina acabando de vaciar sus huevos bien cargados…siete u ocho eyaculaciones debí contar al menos. Percibía con claridad las pulsaciones de su corazón a través del hinchado pollón de mi hijo alojado en mi coño y su pecho pegado al mío…, una curiosa forma de tomarle el pulso a mi niño.

Al mismo tiempo que percibía su leche depositarse en mi útero, nos besábamos con pasión buscando nuestra lenguas recorriendo los dientes, el paladar en lucha una con otra, incluso me vi tan excitada al sentirme llena de su semen que le mamé la lengua de igual manera que mi vagina ordeñaba su polla…. Acabando la clavó hasta los huevos soltando el resto de su semen, y en eso ambos gritamos y gemimos como animales con nuestros sexos acoplados a tope…

– “¡Hijo has vuelto al lugar de donde naciste! Mi útero es tu hogar natural…, tan natural como que me lo reboses de tu leche. ¡No sé si hoy lo lograrás, pero te aseguro que me PREÑARÁS…!”

Deseaba auto convencerme mientras convulsionaba con mi corrida pajeándome el clítoris y masajeando sus testículos alternativamente, así nos dimos una buena corrida, ¡Una súper corrida! Al llegar ambos juntos al orgasmo…, que la verdad ya tenía tiempo de no lograr junto con alguien, pues lo tenía perdido en la memoria la última vez que ocurrió sin saber con quién. Descansamos exhaustos como media hora y me volvió a follar en diferentes posturas…, primero de lado con él detrás de mí, sobre mí, yo sobre él cabalgando cual amazona con fuertes enviones hasta los huevos y finalmente como una perra como tanto le gusta a mi chico, con mis tetas colganderas arremetiendo sin pudor ni compasión…. Agotados de los tres polvazos que me endiñó, dos acabaron en mi vagina y el tercero en mi galillo, dormimos como unos benditos unas cinco o seis horas, porque a las once de la mañana nos fuimos a casa así oliendo a sexo, a semen, a orgasmo…, en fin…. Mi marido no estaba en casa por suerte y nos dimos una buena ducha, juntos claro…. Comimos solos sin el patán de mi esposo que tenía comida de negocios, y nos hicimos la siesta mi hijo y yo…, no follamos solo nos quedamos dormidos abrazados uno con el otro gozándonos.


*****************


Ya habían pasado casi dos semanas y mi periodo no se presentó, “¡Uuffff! ¡¿Qué hago…?!” Pensé. Nada, me dije. Esperaré un poco más puede ser una simple irregularidad, no le dije nada a mi hijo ni a mi marido…. En esos días accedí a tener sexo con Eduardo, más bien lo busqué en un par de ocasiones durante todo ese mes y le dejé que se deslechara bien dentro de mi coño por si las moscas…. Llegó el mes siguiente y nada…, la regla no apareció y decidí visitar al ginecólogo. Me felicitó…, estaba preñada…. Sí preñada de mi hijo…, en un principio me asusté, me corrían sudores fríos de volver a pasar por todo el proceso del embarazo, del peligro de la consanguineidad, pero al recordarlo bien, me importó más como dar la noticia en casa. Debía de estar optimista para comunicar felicidad así que me concentré en la puesta en escena y al día siguiente solté la noticia en plena comida. Al contrario de lo esperado por mi esposo, mi hijo se puso muy contento, alegre…, a los pocos minutos mi marido preguntó por el alborozo…, le comuniqué que era feliz por estar preñada y él debería estarlo de volver a ser padre. Pareció alegrarse a su manera, sin ostentaciones. Era su cuarto hijo y no entraba en sus cálculos tener ninguno más, aunque él siempre me prometiera dejarme preñada…. Pues no fue él, sino mi propio hijo el que dio de nuevo vida a mi vientre. Solo se preocupó de preguntar si me había tomado bien la pastilla, si estaba segura de querer tenerlo…. 

Un poco enfadada le dije…  – “¡Si te hubieras preocupado de ponerte un condón…!”

Aquello me dejaba a las claras que mi marido se encargaría de mantener al bebé, pero sería mi hijo y yo quien le daría cariño y amor. La venida de la niña no mejoró mi matrimonio, más bien lo empeoró drásticamente con la intervención de sus hijos mayores…. A los dos años de nacer mi niña Alexia, Eduardo y yo estábamos divorciados con una pensión alimenticia de 800 € mensuales por la manutención. Visto a día de hoy la jugada me salió perfecta…, tengo en casa al único hombre que verdaderamente me he amado en mi cama y fuera de ella, con el que hago el amor casi a diario, mi hija adora a su verdadero padre dejando de lado al viejo deprimente al que deseaba ver fuera de mi órbita, con tanta suerte que se encaprichó una nena de él con la que vive en un apartamento del centro. 






En casa me ayudaba una chica por horas, y entre mi hijo y yo salíamos adelante con mi trabajo y el suyo que en unos meses dejará de ser en prácticas para pasar a contratarlo. A mis 42 años me he planteado volver a quedarme preñada, ahora que aún soy fértil y él me tiene muchas ganas… y está totalmente de acuerdo porque… ¡Aun me echa polvos de ensueño!  Siento que a sus 24 años tenga que cargar con su madurita madre, pero lo he hecho mi esposo y no le dejaré escapar hasta que me haga una o dos panzas más… ¡Ningún hombre me ha amado y follado como Alberto! Presiento que ninguno lo hará en el futuro… Muchas mujeres disfrutamos plenamente al follar con un chico más joven porque tienen más vigor y más pasión que los hombres de nuestra edad... ya no están en condiciones físicas muy buenas. Para un veinteañero, follarse a una madura es más placentero, porque gozamos cada segundo volviéndonos locas de placer. 

A mi hijo, verme sacándose las ganas de esa manera le pone aún más cachondo y el encuentro sexual es apasionante. Verdaderamente, las veteranas de el coño caliente, somos de esa categoría de hembras, muy putas y desenfrenadas, a las que cualquier macho joven gusta follar con pasión hasta que se corren dentro de nuestros coños y nos los dejan chorreando de rico y espeso semen. Ese es nuestro premio mayor, la sensación del su esperma caliente corriendo por la raja y piernas nos da un sentimiento de satisfacción incomparable al saber cuánto de apetecibles podemos llegar a ser para ellos, con el morbo y aliciente de la posibilidad de quedar PREÑADAS. 

A las maduritas nos encanta que se nos follen duro y nos llenen de leche como no hicieron en nuestra adolescencia, cuando más salidas estábamos, ahora buscamos la pasión a conciencia compensando todos aquellos años de represión por lo qué pasará o dirán. Sabiendo como le gusto a mi Alberto por el morbo de ser su madre, ser una madura ardiente y sobre todo por la gran excitación que le ocasionan particularmente las corridas en el mismo útero materno, le alegrará saber que estoy dispuesta a que me vuelva a preñar..., a fin y al cabo para eso soy su hembra y… ¡FOLLAR Y QUEDAR PREÑADA es mi única razón de ser! La naturaleza nos ha diseñado para este menester de complacer al macho dándole cuantos hijos nos quieran hacer mientras estemos en edad fértil y nos hagan bien panzonas….

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